Almogaren XXVIII / 1997 Véicklabruck 1997 115 - 194
Carmen Díaz Alayón & Francisco Javier Castillo
Bethencourt Alfonso y los prehispanismos
del habla de El Hierro
Tenemos que esperar al último tercio del siglo XVIII para encontrar las
referencias más tempranas de la presencia de prehispanismos en el habla de
El Hierro. Estas referencias proceden de Juan Antonio de Urtusáustegui, que
en el Diario de su viaje a esta isla en 1779 da cuenta por primera vez de la
existencia en el léxico herreño de voces de extracción preeuropea, como mol
"ajenjo", cárisco "viñátigo", guinso "tambor", time "risco",juaco "cueva", irama
"cierto arbusto, de un tronco grueso y ramas, aunque pequeñas, de madera muy
recia y propia para el fuego", tahoce "especie de ave hermosa, mayor que un
mirlo, la pluma muy negra y el pecho desde la cabeza blanco, con las patillas
como toda ave de agua, de membranas" y guácimo "ciertos cóncavos hechos y
labrados en las ramas más gruesas de los pinos y otros árboles, por la parte
superior con el fin de que se empoce la [agua] en que se resuelven las
nubecillas"1•
Algunas de estas voces herreñas recogidas por Urtusáustegui las aprovecha
con posterioridad Viera y Clavijo en diferentes momentos de su producción
científica. Así, por ejemplo, en su obra La flora de Canarias, p. 48, trae
carisea, voz que también figura en su Diccionario de Historia Natural (s.v.),
donde igualmente menciona tahoce (s. v. ),juaco (s. v. cueva), mol (s. v. ajenjo), y
bimbapas (s.v. lapa). Pero el Arcediano no se limita a repetir las formas citadas
previamente por Urtusáustegui sino que introduce en su Diccionario otras
que nadie había citado con anterioridad. Uno de estos términos es tamasmas
(s. v.) y otro es erúes (s. v. haya), ampliamente citado por autores posteriores
como propio de El Hierro, pero que nunca se ha usado en el habla de esta isla
puesto que es una clara deformación del nombre tradicional que recibe el fruto
de la haya.
Desafortunadamente el siglo XIX no añade nada nuevo en esta dirección.
Las diversas aportaciones que, a lo largo de este siglo, se interesan por la lengua
de los antiguos canarios y por su presencia en las hablas modernas del
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r Archipiélago no contribuyen significativamente a conocer mejor, difundir y
estudiar el alcance de la huella prehispánica en las hablas insulares, sino que
se limitan a una dinámica pasiva de repetición de las voces ya registradas con
anterioridad2 y no se comprometen a una labor de investigación que con toda
seguridad hubiera dado unos frutos singularmente espléndidos. Que esto suceda
así no es por falta de avisos e indicaciones en este sentido. Con su lucidez
característica, Berthelot3 destaca el hecho de la pervivencia en las primeras
décadas del siglo XIX de usos y costumbres antiguos en las bandas del sur
de Tenerife, y lo hace con palabras hermosas y plenamente acertadas que no
nos resistimos a citar aquí:
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En Candelaria, en Fasnia, en las otras partes de la banda sur de Tenerife,
cogiendo desde Güímar hasta Chasna, todavía se dan en la actualidad entre
los campesinos la mayor parte de las costumbres descritas por fray Alonso
de Espinosa. Algunas expresiones del antiguo lenguaje que han quedado y
que se emplean generalmente en todas las islas, los nombres guanches con
que ciertas familias se envanecen, los bailes populares, los gritos de alegría,
el modo de hacer fuego, de ordeñar las cabras, de preparar la manteca y el
queso, de moler el grano, todo esto subsiste al cabo de trescientos cincuenta
años de dominación extranjera. A pesar de que las Canarias no sean hoy lo
que fueron tiempo atrás bajo el gobierno paternal de los príncipes indígenas,
sin embargo, en medio del progreso de todo género y de las perfecciones de
la industria, se ven todavía algunas costumbres antiguas que contrastan con
la civilización europea; la innovación las ha respetado y el hábito invariable
las ha perpetuado de siglo en siglo como una tradición de los tiempos pasados.
Así, el sistema agrícola establecido en todo el archipiélago y las ventajas que
de él ha sacado la economía rural no han podido desterrar los viejos modos.
El campesino, el pastor, el labrador, todo ese pueblo de costumbres agrestes,
siempre fiel a sus tradiciones, vive como en otro tiempo, tuesta su cebada, él
mismo la muele entre dos piedras hereditarias, colocadas en su humilde
rincón y prefiere al pan del rico el gofio de sus abuelos.
La manteca de cabra se prepara en Chasna y en casi todos los distritos del
sur de Tenerife según el antiguo método: siempre es la misma leche puesta
en un fole colgado del techo, que dos personas colocadas a cierta distancia se
pasan la una a la otra. La vasijas que se fabrican en Candelaria no han variado
de forma ni de nombre. Son todavía los antiguos gánigos de los aborígenes.
La pesca con hachones, que se hacía de noche a lo largo de la costa, se hace
en la actualidad en barcos en alta mar y, sin embargo, los pescadores de playa,
a ejemplo de los guanches, recorren a las mismas horas los riscos del litoral
con hachones encendidos para coger los cangrejos que vienen a la luz y los
peces que se acercan a la orilla del agua. La pesca con la tabaiba siempre se
usa y la planta que se utiliza para embarbascar los charcos conserva su antiguo
nombre.
Parte de la población habita aún en cuevas, cuyas divisiones se hacen hoy
/
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como en el pasado con tabiques de caña. El pastor sobresale en el tiro de la
piedra, imita el silbo de los antiguos cabreros, ama sus rebaños, cuya raza
aprecia; intrépido, infatigable y no menos ágil que sus antecesores, coge las
cabras a la carrera, se sirve de la larga lanza y se desliza por este frágil apoyo
para arrojarse desde lo alto de la montaña y salvar con un aplomo sorprendente
los precipicios más peligrosos. Manifiesta su alegría con una risa
indefinible, que recuerda los ajijides de los guanches, de los que hablan los
autores canarios.
Los enrramados y las guirnaldas silvestres, las hierbas y flores que tapizan
el suelo en las fiestas populares, la costumbre de arrojar grano a la cara de
los recién casados, todo esto parece imitado de los indígenas. Las luchas son
lo que fueron en otro tiempo ...
Encontramos, pues, en el isleño la fisonomía, la costumbres y los usos de
los guanches. No posee ya sus creencias, ha olvidado ya su lenguaje, del que
no ha retenido sino algunas palabras, pero lo imita aún en sus vestidos y
conserva sus hábitos y costumbres. Afable y obsequioso es, a su semejanza,
humilde y astuto, pasando de la más expansiva alegría a la más cerrada
tristeza; atrevido hasta la temeridad en el más inminente peligro o desconfiado
y tímido por bagatelas. Amigo del juego, del canto y del baile,
apasionado por los ejercicios fisicos, acostumbrado a los trabajos más duros;
grave en su porte, sencillo en sus gustos, sentencioso y reservado en sus
palabras, tal es el campesino de las Canarias, ya viva en la aldea, ya
permanezca aislado en su cueva o en la montaña ...
Examinemos ahora las acciones de este pueblo, cuya fisonomía, trajes y
discursos, nos revelan su antiguo origen. La más franca hospitalidad, la
veneración de la vejez, el respeto filial, el amor a sus semejantes, son las
virtudes hereditarias que los guanches han legado a sus nietos. En las más
miserables chozas hemos visto a pobres cabreros compartir con el extranjero
el gofio y la leche y no pedirle a cambio sino la bendición para sus hijos. Tan
pronto como el isleño percibe a su anciano padre, se detiene a aguardarlo, se
apea de la mula y se arrodilla para besarle la mano ... Es un consuelo para la
historia de la humanidad encontrar aún estas costumbres patriarcales en el
seno de la sociedad moderna. Tan bellas cualidades se han propagado con la
sangre de una raza pura ...
Esta situación de pervivencia de lo antiguo que Berthelot describe en el sur
de Tenerife también se repite en El Hierro. Esta isla, geográficamente apartada
y secularmente aislada, conservaba intactas en la primera mitad del siglo
XIX la estructura socio-económica y las características culturales y lingüísticas
de los siglos anteriores y constituía sin duda la ocasión idónea para registrar
la pervivencia de los prehispanismos en el habla de la isla.
Pero esta tónica de pasividad, ausencia de compromiso científico e inactividad
investigadora cambia con Bethencourt Alfonso, que dedica su vida a
reunir y estudiar los elementos materiales e inmateriales dejados por los an-
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tiguos canarios. Fruto parcial de esta actividad es el espléndido catálogo de
los materiales conocidos de la lengua de los aborígenes que forma el cap. IX
del tomo I de su Historia del pueblo guanche, y que Bethencourt Alfonso recoge
gracias a una inteligente y completa labor de documentación que incluía la
investigación textual, la cooperación de corresponsales encuestados y el trabajo
de campo personal. De este catálogo lingüístico forma parte una interesante
recopilación de voces vivas de la isla de El Hierro4, voces ancestrales
que la tradición oral había conservado a través de los siglos y que gracias a
Bethencourt Alfonso quedaron registradas y catalogadas. Términos como
juápara "tronco seco de tabaiba o verode para sacar fuego o hacer mechas con
igual fin", chíscanes "huesos largos",jeren "palo del molino", tímboca "hongo
o planta parásita que vive al tronco de la jara", así como el interesantísimo
conjunto léxico de la adjetivación del color del ganado pasaron por primera
vez a formar parte de la literatura dialectal canaria.
Ello justifica sobradamente el acercamiento que hacemos aquí a estos materiales
léxicos de El Hierro, acercamiento que nos permite analizar un interesante
grupo de voces, algunas de las cuales son exclusivas y propias del habla
herreña, y también nos permite conocer con cierto detalle los presupuestos
lingüísticos y la metodología etimológica de Bethencourt Alfonso, así como
sus carencias y limitaciones5•
En primer lugar hay que señalar -sin duda innecesariamente- que Bethencourt
Alfonso no presenta estos materiales herreños en un único apartado y
ello es así porque creía firmemente en la unidad lingüística de las Canarias
prehispánicas. Con anterioridad, Viera y Clavijo ya había reconocido que entre
los naturales canarios existía una clara afinidad lingüística6 y, en parecidos
términos, también Berthelot había destacado las notables analogías que se.
advierten en las raíces de los materiales conservados y la existencia evidente
de una relativa homogeneidad lingüística7• Pero la opinión de Bethencourt
Alfonso en este sentido es más rotunda que la del Arcediano y la del canariólogo
francés, ya que para él los hechos y antecedentes dan la certidumbre de que
todos los habitantes primitivos hablaban la misma lengua, al igual que pertenecían
a la misma raza y poseían la misma cultura8• Por ello las voces recopiladas
aparecen ordenadas y catalogadas no siguiendo criterios geográficos o
territoriales sino que se presentan por campos semánticos y áreas de significación:
pastoreo, fitonimia, edificios y depósitos, alimentos, animales, geografía
fisica, órganos del cuerpo humano, ganadería ...
Conviene advertir también que no estamos ante una nómina exhaustiva de
prehispanismos de El Hierro. Faltan en ella términos de indudable extracción
preeuropea, ampliamente registrados en el habla de esta isla, como barasa
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,I
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"especie de ajo silvestre, Allium trifoliatum"9, eres "hoyo o poceta en las rocas
impermeables del cauce de los barrancos donde queda retenida el agua de la
lluvia junto con la arena"10, almira o esmira "cáscara seca del pino"11, caletoce
"boca de dragón, Dracocephalum canariense"12, tadaigo "Rubia fruticosa" 13,
cairano "mochila, alforja" 14, perenquén "clase de lagarto pequeño, de unos diez
centímetros de largo y de piel oscura y berrugosa, Tarentola delalandiJ''15 y
tagasaste "especie de planta forrajera, Cytisus proliferus"16• Tampoco forma
parte de estos materiales la voz guinso "tambor", tradicionalmente considerada
como prehispanismo y que sólo Urtusáustegui consigue registrar en el habla
herreña. Desafortunadamente ninguno de los autores posteriores que lamencionan
la ha podido recoger como voz viva y por ello remiten a Urtusáustegui 17•
Junto a esto y como se podrá ver en el desarrollo de nuestro análisis, no todos
los materiales catalogados por Bethencourt Alfonso son prehispánicos. Entre
ellos se encuentran términos indiscutiblemente románicos, como los occidentalismos
braco y taño, o que se incorporaron a las hablas canarias modernas a
través del portugués, como tabefe. En cualquier caso, no resulta extraño encontrar
estas voces aquí. Son términos añejos y tradicionales que entraron a formar
parte de las hablas canarias cuando el Archipiélago inició su andadura
histórica y numerosos emigrantes lusos se establecieron en las Islas, dejando
para siempre su huella en el alma y en el universo tangible de lo canario. Pero
esto no constituye un demérito inexcusable para BethencourtAlfonso. Le ocurrió
lo mismo a todos los autores del XIX, desde Berthelot hasta el marqués de
Bute, y ni siquiera Wólfel se encuentra libre de estas equivocaciones 18•
En este sentido no debemos olvidar que Bethencourt Alfonso, aunque poseía
educación universitaria y una sólida y esmerada cultura, no era un lingüista
ni había seguido estudios específicos en este sentido. Al igual que Chil,
Álvarez Rixo y Millares Torres, se trata de una personalidad que escribe sobre
la lengua de los antiguos canarios con singular ilusión y con todo el interés,
pero que lo hace con graves carencias en cuanto a formación e información
filológicas. Hay que tener en cuenta que Bethencourt Alfonso investiga y
escribe sobre la lengua de los antiguos canarios apoyándose en la media docena
de títulos que sobre esta cuestión se habían publicado desde la segunda
mitad del siglo XVIII hasta los primeros años del XX (Glas, Viera y Clavijo,
Bory, Berthelot, Chil, Bute ... ). Nuestro autor, que muere en 1912, no llegará a
conocer la contribución de JohnAbercromby, publicada en 1917, y que constituye
el punto de partida de los estudios modernos de las lenguas de los aborígenes.
Esta debilidad de formación y de criterio que BethencourtAlfonso tiene en
cuestiones de carácter lingüístico se advierte en la ausencia de opiniones e
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
hipótesis propias y en la adopción, sin la oportuna valoración, de las posturas
y conclusiones de otros investigadores, sobre todo las del reverendo y profesor
escocés John Campbell (1840-1904)19• Dos de los trabajos de Campbell,
"Mexican colonies from the Canary Islands traced by Language" y "Critical
examination of Spanish documents relative to the Canary Islands ... ", recogidos
en las Actas de la Royal Society de Canadá en los números correspondientes
a 1900 y 1901, son ampliamente aprovechados por Bethencourt en diversos
momentos de su obra. No es el momento de proceder a hacer una valoración
pormenorizada de las aportaciones de Campbell a los estudios de la lingüística
prehispánica canaria, pero resulta inevitable aducir algunas referencias que
pueden ilustrar suficientemente la ligereza de sus aseveraciones, la endeblez
de su análisis y el desatino de sus explicaciones. Campbell afirma que el bereber
(que es una lengua camito-semítica) y el celta (que a lo que sabemos nunca
se habló en el norte de África) son una misma cosa, y que el guanche es una
lengua celtíbera nacida de la fusión del ibero indígena y del celta berberisco.
También sostiene que el elemento celta de la lengua guanche se revela más
címrico - esto es, celta continental - que gaélico. Y, así, entre los términos canarios
que se explican a través del címrico, Campbell cita, entre otros, los siguientes:
guatatiboa "fiesta, festejo", donde no es difícil para él reconocer la
palabra gala eisteddford, chacerquen "arrope o miel de mocaneslf, que remite
a la voz irlandesa deasquin "melaza"; tigotan "cielo", voz claramente cercana,
según su criterio, a la gala tuddo-cwn. Pero donde la fantasía etimológica de
Campbell llega a su altura máxima es en gofio, que remite con toda rotundidad
al vasco sopa, y en zorrocloco - término españolísimo donde los haya-, que él
explica a partir de los términos vascos sor "nacimiento o criatura nacida" y
acholtsu "cuidado".
Evidentemente estas forzadas florituras etimológicas no conducen a nada
ni es esa la dirección del análisis, porque la luz y las respuestas parecen encontrarse
en otro lado. Canarismos como fenique, tajinaste, tazufre y time en
modo alguno pueden explicarse a través del irlandés o del celta címrico, porque
son voces características del dominio bereber. El elemento fenique (o cualquiera
de sus diferentes variantes) no se puede justificar a través del irlandés
gaélico teinntein "el hogar" y teinngha "relativo al fuego", tal y como propone
Campbell, sino a través de las voces bereberes tinkt, inek, ineq, que poseen el
valor específico de "piedra del fogal". Otro tanto sucede con tajinaste y con
tasufre. En este sentido, es una verdadera lástima que Bethencourt Alfonso,
siguiendo la nefasta influencia de Campbell, se haya limitado a buscar infructuosamente
las etimologías de las voces preeuropeas canarias en el vasco, el
galo y el irlandés gaélico y que no haya profundizado en el estudio de las re-
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laciones del guanche y el bereber, una línea de investigación iniciada por Glas
en la segunda mitad del siglo XVIII y continuada después por Berthelot,
Abercromby y otros, y que es la única que, hasta el momento, ha ofrecido
resultados positivos, si bien no del todo satisfactorios ni definitivos.
Por supuesto, no todo es error y opinión ajena en Bethencourt Alfonso.
También existe un Bethencourt Alfonso original, auténtico y manifiestamente
valioso, que deja como legado una magnífica recopilación de materiales
lingüísticos, una parte de los cuales comentamos en las líneas que siguen.
Nuestro comentario pretende aportar un conocimiento más profundo y completo
de cada una de las voces inventariadas y mostrar la evolución que ha
seguido el estudio de cada uno de los términos y la dirección de las diferentes
hipótesis etimológicas que se han propuesto. Para ello adjuntamos interesante
información dialectal obtenida en nuestras encuestas lingüísticas en El Hierro
y aprovechamos los datos y las conclusiones de trabajos aparecidos en los
últimos sesenta años, desde la contribución de Luis de Aguere hasta los materiales
del ALEICan, pasando por la monografia "Ecero" de Álvarez Delgado
y por los Monumenta de Wólfel. Conviene señalar a este respecto que muchos
de los términos comentados no llegaron a conocimiento de Wolfel y por tanto
no vienen incluidos en su obra magna.
Advertimos que corregimos algunas de las nomenclaturas científicas citadas
por Bethencourt Alfonso. Así, escribimos Adiantum capillus veneris (s.v.
bequeque), Ulex euroJXIeus (s.v. aite), Typha latifolia (s.v. beya), Genista tinctoria,
(s. v. aite), y Artemisia absinthium (s.v. mol), en lugar de las formas erradas
Adiantus capillus veneris, Ullex europaeus, Typha talifolia, Genista tintoria y
Arthemisa absitium.
De igual forma, eliminamos la acentuación que Bethencourt Alfonso trae
en diversos términos como bóban, gúnnan,jéren, góran y múlan, y los presentamos
siguiendo las normas académicas.
* * *
Aijara (287). Bethencourt Alfonso no consigna el valor exacto de este
fitónimo, que sólo conoce de oídas. Nos preguntamos si se trata de la misma
especie que en Tenerife se llamaba popularmente jara y que Viera y Clavijo,
Flora, pp. 41-42, recoge como denominación vulgar tinerfeña del Teucnúm
canariense, y destaca que no tiene nada que ver con la planta que en español se
llama jara. Junto a esto, Álvarez Rixo, Voces, frases y proverbios provinciales,
pp. 103-104, recoge una completa descripción de esta planta que recibe la denominación
popular de jara y para la que proporciona el nombre científico de
Rhodocistus berthelotianus: "Plantecita sólo producida en los montes; tiene las
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
hojas de pulgada de largo, porosas, lanujosas y color más vivo que el de la salvia;
la flor grande y rosada de cinco hojas delicadas horizontales con centro amarillo,
lo mismo que los estambres agrupados en forma de botón. A lo lejos parece
ser una rosa pero carece de olor. La planta sí lo tiene, no desagradable".
Para Álvarez Rixo jara es un término prehispánico y lo mismo opina
BethencourtAlfonso de aijara, que vincula al irlandés gaélico casair"espino",
forma apreciablemente alejada de la herreña . No muestra la misma rotundidad
Wólfel, Monumenta, p. 581, que en su estudio dejara admite la doble posibilidad
de que, por una parte, ésta sea una forma peninsular que los colonizadores
aplicaron en el Archipiélago a una especie diferente y que, por otra parte,
se trate de una voz prehispánica original. En cualquier caso señala que existen
voces bereberes cercanas, como el fitónimo del Ahaggar tahara "nombre
de una planta perenne, Cornula monocantha Delile".
Aite (261 ). Almirones, Cichorium divaricatum. Véase la descripción de esta
planta que Viera y Clavijo incluye en su Diccionario de Historia Natural, s. v.
achicoria, y que en los tratados botánicos más recientes figura como Cichorium
endivia. Siguiendo a Campbell, Bethencourt Alfonso relaciona aite con cuatro
fitónimos: el vasco ote "escoba" (Genista tinctoria) y las voces del irlandés
gaélico aiteann (Ulex europaeus), utah "espina blanca", e iodha "tejo" (Taxus
baccata), formas que son apreciablemente inadecuadas como paralelos y que
no pueden explicar en modo alguno el término canario.
Ajinajo (287). Al igual que ocurre con aijara, Bethencourt Alfonso no consigna
el valor de este fitónimo, pero se trata de la denominación popular del
Echium hierrense Webb ex Bolle o Echium aculeatum, un tajinaste que vive
únicamente en El Hierro en cuyos riscos y acantilados llega a ser localmenté
frecuente y sus flores -de color blanco, azul o rojo- son muy vistosas y ricas en
néctar20• Lorenzo, Morera y Ortega, p. 28, también registran este fitónimo en
El Hierro. Bethencourt Alfonso vincula este término herreño al irlandés gaélico
conasg ( Ulex europaeus), pero no es en esta dirección donde hay que buscar la
explicación. Evidentemente ajinajo es una variante local de la voz tajinaste,
pero que no presenta, como puede observarse, la característica estructura
ambifijal de los prehispanismos isleños. Véase taginaste.
Bailo (258). Cabrito. Tanto Bethencourt Alfonso como Rohlfs, p. 88, dan esta
voz como general en el Archipiélago21 , aunque Álvarez Delgado, "Ecero", p.
157, señala que esta forma no se usa en El Hierro. Especialmiente ilustrativos
a este respecto son los mapas 381 y 382 del I tomo del ALE!Can, que nos
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;
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
muestran el curiosísimo comportamiento actual de este término en el habla
herreña. Mientras que baifo "cabra al nacer, cabrito" es general en Lanzarote,
Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Gomera, no figura en ninguna de
las localidades encuestadas de El Hierro, en las que se registran con este valor
las voces chiva, chivo, chivita y chivito. Junto a esto vemos que es general en
El Hierro la forma baifa "cabra al año", mientras que en el resto de las islas se
usan los términos machorra, machorrilla, cabrilla y chivata.
Las fuentes históricas y documentales del siglo XVI no dan cuenta de esta
voz y el registro más antiguo que se conoce de ella viene en el poema de Antonio
de Viana, canto VIII, v. 1258, y otras referencias pueden verse en Lugo, Colección
de voces, p. 60; Álvarez Rixo, Voces, frases y proverbios provinciales, p.
72; Pizarroso, p. 156; Zerolo, p. 162; Franchy y Roca; Reyes Martín, p. 36;
Galdós, p. 34; Millares Cubas, Cómo hablan los canarios, p. 17; Álvarez Delgado,
Miscelánea guanche, pp. 16 y 19; Rohlfs, p. 88; Guerra, p. 59; M. Alvar,
El español hablado en Tenerife, p. 131, y "Originalidad interna en el léxico
canario", p. 241; Pérez Vidal, "La ganadería canaria", p. 251; C. Alvar, p. 129;
Régulo Pérez, El habla de La Palma, p. 124 y Reseña de Coleccion de voces y
frases provinciales de Canarias, pp. 249-250, 253-254; Steffen, "Problemas léxicos",
p. 135 y "Lexicología canaria" V, p. 59; Navarro Artiles, Teberite, p. 99;
NavarroArtiles y Calero Carreño, pp. 216-217; Almeida y DíazAlayón, pp. 157,
160; Díaz Alayón, "Notas de dialectología canaria", p. 132; y Lorenzo, Morera
y Ortega, p. 50.
Se trata de una voz que no viene en los repertorios lingüísticos preeuropeos
de Berthelot, Chil y Millares, pero sí figura en Álvarez Rixo, que es el primer
autor en remitir baifo a la lengua de los antiguos canarios. Con posterioridad,
la mayoría de los autores dan este término como prehispanismo. Bethencourt
Alfonso (197, 260) lo relaciona con el vasco bitJka y con el irlandés gaélico
beag-boc, formas apreciablemente lejanas de baifo. Wolfel se acerca a este
término tanto en su trabajo Eurafrikanische Wortschichten als Kulturschichten,
p. 86, como en sus Monumenta, p. 491, y en sus conclusiones rechaza el acercamiento
de bailo al latín haedus, planteado por Álvarez Delgado en su trabajo
Puesto de Canarias en la investigación lingüística, p. 50, y señala la existencia
en el bereber del Ahaggar de los términos beyyew "estar sin cuernos" y
abiyaw / ibiyawen "animal sin cuernos", que podrían, según su criterio, explicar
la voz canaria.
En otra dirección, Antero Simón González, p. 198, y Max Steffen, "Lexicología
canaria" V, p. 59, se inclinan, no sin motivos, a relacionar baifo con el
gallego portugués bafio. En portugués bafio es "cheiro peculiar aos objectos
húmidos ou privados da renova9ao do ar; mofo; exala9ao mefítica desses
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
objectos" (Figueiredo) y en gallego bafio es "el olor desagradadable que sale de
un animal recién muerto y aún caliente al abrirse, como un cerdo al quitarle
los intestinos" (Cuveiro). Régulo Pérez, en su reseña de Colección de voces y
frases provinciales de Canarias de Lugo, pp. 253-254, también deja de lado la
extracción prehispánica de esta voz y plantea la posibilidad de la evolución
bailo~ gaifo "animal que le falta un testículo".
Balma (267). Bruma rastrera. Bethencourt Alfonso también da este término
para Tenerife y recoge las expresiones tiempo embalmado o tiempo balmoso.
Reyes Martín, p. 36, documenta en Tenerife esta voz como "brumazón, arrumazón
de nubes en el horizonte". Para Álvarez Delgado, "Notas sobre el español
de Canarias", p. 229, la balma es una masa de gases de evaporación que a
una altura relativamente corta forma una capa de cierto espesor en forma de
techado plano que, extendida de lomas a laderas, cubre las hondonadas y valles,
incluso en días de verano. A propósito de la extracción de este término,
Álvarez Delgado señala que desconoce si se trata de la voz balma "gruta", de
origen mediterráneo y, según Meyer-Lübke, de procedencia céltica. BethencourtAlfonso
(269) vincula este término canario al irlandés gaélico beala, cuyo
valor no aporta.
Balo (284). Loranthus canariensis. Como puede verse, Bethencourt Alfonso
se sirve de la nomenclatura científica que Viera y Clavija, Diccionario, s.v.,
da para esta especie, pero desde muy pronto se generalizó la de Plocama
pendula, que es la que se usa en la actualidad. Bethencourt Alfonso da esta
voz como general en el Archipiélago22 y los escasos registros que el ALE/Can,
I, lám. 303, da de ella (solamente en El Médano, Tenerife, y en San Sebastián
de La Gomera) no constituyen una muestra válida de su distribución espacial.
El registro más temprana de balo es de comienzos del s. XVI y se debe a Díaz
Tanco, Triunfo canario, estrofa 19. Luego figura en Viana, canto XI, v. 670. Otras
referencias vienen en Berthelot, Ethnographie, p. 188; Webb & Berthelot, III, 2•
parte, 2ª sección, p. 192; Álvarez Rixo, Lenguaje de los antiguos isleños, p. 99,
y Voces, frases y proverbios provinciales, p. 71 ; Chil, I, p. 540 y 11, p. 53; Pizarroso,
p. 156; Bethencourt Alfonso, Historia del pueblo guanche, p. 298; Rohlfs, p. 88;
Steffen, "El falso guata del Torriani", pp. 14-15, y "Lexicología canaria" V, p. 60;
Wolfel, Monumenta, p. 566; Guerra, p. 61; M. Alvar, El español hablado en
Tenerife, p. 132; Régulo Pérez, El habla de La Palma, p. 124; Díaz Alayón, "Notas
de dialectología canaria", p. 132; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 51.
Todos los expertos, a partir de Berthelot, coinciden en adjudicar origen
prehispánico a este fitónimo. BethencourtAlfonso (285) lo vincula al irlandés
gaélico bhalla "Parietaria officinalis ".
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Basa (284). Hoja filiforme y seca del pino. Se trata de una voz característica
de El Hierro, que el ALE!Can, I, mapa 285, recoge en todas las localidades
herreñas encuestadas (Valverde, Taibique, La Restinga, Frontera y Sabinosa).
Otros registros vienen en Barrera Álamo, p. 16; y Lorenzo, Morera y Ortega,
p. 56. Nosotros hemos documentado el término en las localidades de Sabinosa,
Isora y El Pinar. Manuel Alvar, "Originalidad interna en el léxico canario", p.
234, intenta varias hipótesis etimológicas para explicar basa , pero no considera
resuelto el problema, y Llorente Maldonado de Guevara, "Comentario
en tomo al léxico del tomo I del ALEICan", p. 288, cataloga esta forma en el
apartado de léxico de origen incierto.
Beleté (259). Calostro. Nosotros hemos registrado belete en las localidades
de Isora y Sabinosa. Bethencourt Alfonso también recoge beleté para Gran
Canaria y para Tenerife y Fuerteventura da beletén. De los estudios dialectales
más recientes se desprende que en La Palma, La Gomera, El Hierro, Lanzarote
y Fuerteventura se usa belete, que en Tenerife alternan belete y beletén, y que
en Gran Canaria la forma más usual es beletén. Registros herreños de este
término pueden verse en Rohlfs, pp. 88-89; Barrera Álamo, p. 17; y Lorenzo,
Morera y Ortega, p. 58. Otras referencias vienen en Galdós, p. 34; Álvarez
Delgado, Miscelánea guanche, p. 29, y Revista de Historia, IX, 1943, p. 136;
M. Alvar, El español hablado en Tenerife, pp. 84, 135; Steffen, "Problemas léxicos",
p. 136, y "Lexicología canaria" V, p. 60; Navarro Artiles y Calero Carreña,
pp. 237-238; C. Alvar, p. 99; Régulo Pérez, El habla de La. Palma, p. 124; Almeida
y DíazAlayón, pp. 157, 160, 179; y DíazAlayón, "Notas de dialectología canaria:
el léxico palmero", p. 133.
Estamos ante un claro guanchismo. Wolfel, Monumenta, p. 522, señala que
el término proviene de la lengua de los antiguos canarios, pero que se trata de
una forma para la que no encuentra paralelos en el dominio bereber. Reconoce
que las voces bereberes para "calostro" no sirven en este caso y el único
paralelo que puede encontrar es el<Je<J / la<J<Je<J "mamar" (Ahaggar), pero admite
que no se da la suficiente cercanía semántica y fonética entre esta voz bereber
y el término canario. Todo ello lo obliga a no pronunciarse de una forma
más concluyente. Para M. Alvar, El español hablado en Tenerife, p. 84, la relación
entre belete y beletén es la de singular/plural, y la -e de belete podría ser
de simple apoyatura, acaso por influencia castellana.
Bequeque (285). Un sempervivum. Bethencourt Alfonso también da esta
forma para Tenerife. Pero se trata de una voz tradicional que no está limitada
únicamente a El Hierro y Tenerife y que sirve de denominación popular a varias
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especies de Aeonium y Greenovia. En La Palma bejeque es la denominación
popular de dos endemismos canarios, el Aeonium ciliatum Webb & Berth., y
el Aeonium holochrysum Webb & Berth, así como el endemismo palmero
Aeonium vestitum Svent. En Tenerife vemos que alternan las formas bequeque
y bejeque como denominación del Sempervivum canariense. En La Gomera
también se usa bejeque.
Este término no viene en Berthelot ni tampoco en Álvarez Rixo, pero la
mayor parte de los especialistas lo consideran prehispánico. En este sentido
véase Álvarez Delgado, Miscelánea guanche, p. 87; M. Alvar, El español hablado
en Tenerife, p. 135; Rohlfs, p. 88; Régulo Pérez, El habla de La Palma, p.
124; Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 60, y "Problemas léxicos", p. 140.
Bethencourt Alfonso vincula este término al irlandés gaélico fensogach "barbas
finas" (Adiantum capillus veneris). Wólfel, Monumenta, p. 568, únicamente
llega a conocer la variante bejeque de La Palma y, si bien su comentario lingüístico
es escaso, sí remite el término a la lengua de los antiguos canarios.
Otras referencias vienen en Webb & Berthelot, III, 3• parte, p. 199; ALE!Can,
lám. 249; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 58.
Berode (285). Sempervivum canariense. Bethencourt Alfonso da esta voz
como general en el Archipiélago. Este término ha sido tradicionalmente considerado
como prehispánico a partir de Berthelot, Ethnographie, pp. 188, 203.
De la misma forma lo catalogan Álvarez Rixo, Lenguaje de los antiguos isleños,
p. 99, y Voces, frases y proverbios provinciales, p. 131; Chil, I, pp. 420,
447, 450, y 11, pp. 101, 126 y 144; Pizarroso, p. 156; Rohlfs, p. 89; Wolfel,
Monumenta, p. 567; y Vycichl, "La lengua de los antiguos canarios", pp. 175 y
179. Vycichl intenta explicar berode a partir de la construcción shilha ber(pre~
fijo) + udi "grasa, mantequilla". Sin embargo, en portugués existe el término
berol "planta submarina, também conhecida por pepino-do-mar" (Figueiredo)
y Pérez Vidal, "Clasificación de los portuguesismos", p. 370, y Los portugueses
en Canarias, p. 184, llama la atención sobre la cercanía formal y significativa
que se da entre el canario verode o vero] y el portugués berol, y se inclina
a pensar en un posible préstamo luso continental para designar este endemismo
macaronésico.
Referencias de esta voz se encuentran en Viera, Diccionario, s. v. yerba puntera
y siempreviva; Webby Berthelot, III, 2, p. 322; Galdós, p. 41; Zerolo,p. 171;
Ossuna, p. 5; Pícar, p. 87; Valenzuela, apéndice, p. V; Armas Ayala, "Pequeño
vocabulario", p. 65; Steffen, "Lexicología canaria" V, pp. 62-63, y Reseña de El
español hablado en Tenerife, pp. 85, 86; M. Alvar, El español hablado en Tenerife,
p. 251, y ALE!Can, I, mapa 222; NavarroArtiles y Calero Carreño, p. 240; Gue-
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rra, p. 301; Régulo Pérez, El habla de La Palma, p. 124; Barquín, pp. 17, 23; C.
Alvar, p. 121; Almeida y Díaz Alayón, p. 159; Díaz Alayón, "Notas de dialectología
canaria: el léxico palmero", p. 133; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 59.
Beya, beyes(287). ¿Un sempervivum? Barquín, p. 16, registra bellesen El
Hierro como denominación del Aeonium palmense. BethencourtAlfonso también
registra este término para La Gomera, hecho que confirman estudios
posteriores que dan bea como denominación popular en La Gomera de la especie
Greenovia dyplocycla Webb ex Bolle y del Aeonium subplanum. En este
sentido véase Rohlfs, p. 88; Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 60; ALE!Can
I, mapa 222; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 58. Pero también la voz bea existe
en La Palma, donde ha sido registrada por C. Díaz Alayón, "Notas de
dialectología canaria: el léxico palmero", p. 133.
BethencourtAlfonso (197,287) intenta explicar esta forma canaria a través
de varios términos fitonímicos: el vasco bihi "grano" y las voces del irlandés
gaélico fead "junco, enea" (Typha latifolia), fiag 'Junco", feith "madreselva"
(Lonicera periclymenum), elementos a los que resulta imposible remitir la voz
isleña.
Bimbape (270). Nombre genérico de los naturales de la isla de El Hierro.
Otras referencias vienen en Urtusáustegui, pp. 38, 41 y 45; Chil, 11, p. 144;
Millares Torres, X, p. 267. Diversas fuentes traen bimbache. Berthelot,
Ethnographie, estima que bimbachos es una deformación y que la forma original
debe haber sido Beny" Bachir. Manrique Saavedra, p. 318, vincula esta
forma al árabe bimbeito "hijo de su casa" y añade que en El Hierro se aplicaría,
por sinécdoque, el nombre de casa al territorio. Para acercar bimbache a
bimbeito recuerda, además, la facilidad con que los historiadores y otros escritores
sustituían la ch por la t. También proporciona el paralelo árabe bembaxa
"hijos del gobernador o jefe". Abercromby, p. 115, incluye este término en el
apartado de voces que no puede explicar a través del bereber. El análisis que
Wolfel hace de esta forma en sus Monumenta, p. 612, no es concluyente.
Boban, bóbanes (279). Las garras o patas del zurrón. ALE!Can, I, mapa 81,
registra boba "cornijal del saco" en Val verde y boban en Sabinosa. Otras referencias
vienen en Lorenzo, Morera y Ortega, p. 62. Bethencourt Alfonso da
este término no sólo para El Hierro sino también para Tenerife, pero no disponemos
de registros que puedan confirmar este extremo. Llorente Maldonado
de Guevara, "Comentario en tomo al léxico del tomo I del ALEICan", p. 288,
señala que se trata de una forma prehispánica al no encontrar otra explicación.
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Bracafiranca (279). Oveja firanca (gris) con las patas blancas. Álvarez Delgado,
"Ecero", p. 282, trae ambracafiranca "oveja blanca de medio atrás y firanca
por delante" y Rohlfs, p. 87, registra embracafiranca "oveja blanca por detrás
y de color gris por delante". Ramos Saavedra, pp. 193-194, recoge embraquefiranque
y obtiene una interesante información dialectal que precisa el valor
de este término: "Si tiene la quejada blanca y por debajo la barriga blanca es
embraquefiranque"; "embraque es lo blanco y lo bremejo oscuro es lo firanque";
"no es negra sino amarillo y blanca"; "la embraquefiranque es la misma que la
embraquesaque"; "blanca una parte y otra firanca, la parte de atrás blanca"; "es
firanca de medio para adelante y blanca de medio atrás". Ramos Saavedra
señala que el contenido de embracafiranca y embracasaca parece ser equivalente
a tajarrona para las cabras, con la novedad de que en las ovejas se distingue
el color de la parte delantera del animal y concluye que el contenido común
es "mitad de un color, mitad de otro" y la oposición se basa en el color
"bermejo"/"firanco" en la parte anterior.
Esta voz no viene en las contribuciones de Luis de Aguere y Armas Ayala.
Otras referencias se encuentran en Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 55; Pérez
Vida!, "La ganadería canaria", p. 266; y Lorenzo, Morera y Ortega, pp. 34, 129.
Braco (279). Carnero con astas en espiral arrollada alrededor de la oreja y
pegada al casco. Lorenzo, Morera y Ortega, pp. 67-68, confirman que en El
Hierro esta voz sirve para denominar las reses que tienen los cuernos retorcidos.
Bethencourt Alfonso también da este término para La Gomera. Referencias
más recientes muestran que no se trata de una voz limitada a estas dos
islas, sino que posee una amplia dispersión en las hablas canarias. Así, M. Alvar,
El español hablado en Tenerife, pp. 139-140, recoge broca "vaca que tiene lo~
cuernos gachos" en las localidades de Taganana y La Laguna, y entre los
materiales del ALE/Can I, mapas 352, 353 y 373, tenemos braco "cuernos bajos"
en Puerto del Rosario y Betancuria (Fuerteventura), bracos "cuernos altos"
en Valverde ( El Hierro), braco "cuernecillo" en La Lajita (Fuerteventura),
broca "vaca o cabra con los cuernos bajos" en Guía, Teror, San Nicolás y Mogán
(Gran Canaria), La Laguna yTejina de Guía (Tenerife) y Alajeró (La Gomera),
y broca "vaca o cabra con los cuernos bajos" en Teror (Gran Canaria). También
Navarro Artiles y Calero Carreño, p. 262, registran braco, broca en Vallebrón
como "cualquier animal que tiene los cuernos gachos: vaca, buey, toro, carnero
o cabra" y braco en Villaverde como "carnero (sólo éste) que tiene los cuernos
gachos". Otras referencias vienen en Steffen, Reseña de El español hablado
en Tenerife, p. 88.
Como vemos, Bethencourt Alfonso considera este término como prehispá-
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nico, pero se trata de una voz que se encuentra en el occidente ibérico. Así,
para Alvar el gallego vaca broca "la que tiene las astas inclinadas hacia adelante"
es el antecedente inmediato de la voz que él recoge en Tenerife. En el
norte de Brasil braco se dice de las "reses que tem um dos chifres pequeno e
rugoso, ou ambos" y de los "veados quando lhes caemos galhos" (Figueiredo).
Para Llorente Maldonado de Guevera, "Comentario de algunos aspectos del
léxico del tomo I del ALEICan", p. 285, y El léxico del tomo I del ''Atlas Lingüístico
y Etnográfico de las Islas Canarias", pp. 33-34, broca es un leonesismo.
En Puerto Rico broca es "animal vacuno al cual le falta uno de los cuernos" y
broca, broca "persona a quien le falta un dedo o una mano". Véase Álvarez
Nazario, La herencia lingüística de Canarias en Puerto Rico, pp. 135, 179.
Carabuco (279). Macho cabrío de astas dobladas hacia delante, buscando la
cara. Bethencourt Alfonso también da esta voz para Tenerife y señala además
que carabuco tiene otra significación, la de "jarro de barro pequeño provisto
de asa y pico" (272). De igual forma, Reyes Martín, p. 257, registra carabuco
en Tenerife como "cacharro, vasija tosca", y A. Mederos Sosa, p. 122, recoge
esta voz en La Gomera con el valor de "vasija de barro de forma típica que
sirve para ordeñar la leche". Otras referencias vienen en Álvarez Delgado,
"Purpura gaetulica", p. 121; Rohlfs, p. 89; Steffen, "Lexicología canaria" V, p.
65; y Almeida y DíazAlayón, pp. 158-160.
Campbell (198-199) explica este término a partir del irlandés culbhoc y del
galo bwch-gafr. Para Pérez Vida!, Los portugueses en Canarias. Portuguesismos,
p. 142, carabuco podría relacionarse con las formas portuguesas cabouco "pe~a
de barro" en las Azores y cabouca "vasilha de barro groseiro, para uso doméstico"
en las islas de Faial y Pico, en el mismo archipiélago.
Cárisco (285). Viñátigo. Las fuentes, a partir de Viera y Clavija, coinciden
mayoritariamente en el valor de este fitónimo, pero hay que señalar que para
diversos autores la voz cárisco no es la denominación herreña del viñátigo o
Persea indica Spreng, sino del acebiño o Ilex aquifolium. Esto puede verse en
los materiales etnográficos herreños que Bethencourt Alfonso reúne en su
trabajo Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte,
p. 114. Otro tanto vemos en el ALE/Can, I, lám. 303. También Barquín, p. 22,
trae cárisco como nombre local del Ilex aquifolium.
Dada la debilidad de cárisco por su carácter de término tradicional y por su
condición de término dialectal restringido frente a la voz románica que designa
a este vegetal y que goza de mayor arraigo en el español de Canarias, es
previsible que se produzca un proceso de sustitución progresiva, de la misma
forma que ha ocurrido con otros vocablos tradicionales.
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Los registros más tempranos de esta voz aparecen en el Diario de Urtusáustegui,
p. 35 y en la Flora, p. 48, de Viera y Clavijo. Otras referencias vienen en
Berthelot, Ethnographie, p. 188; Chil, II, p. 145; Millares Torres, X, p. 266;
Arribas y Sánchez, pp. 376 y 383; Darías y Padrón, p. 19; Luis de Aguere;
Álvarez Delgado, "Ecero", p. 159; Rohlfs, p. 89; Steffen, "Lexicología canaria"
V, p. 65; Almeida y Díaz Alayón, pp. 157, 188; Díaz Alayón, "La huella occidental
ibérica en la fitonimia de Canarias", p. 480; y Lorenzo, Morera y Ortega,
p. 81. Nosostros hemos registrado esta voz en las localidades de Isora,
Sabinosa y El Pinar. Adviértase que traen cárisco Urtusáustegui, Luis de Aguere,
Rohlfs, M. Alvar y Díaz Alayón y Castillo. Los demás autores que mencionan
la voz la dan como paroxítóna: Viera y Clavijo; Berthelot, Millares Torres,
Arribas y Sánchez, Darías y Padrón y Álvarez Delgado.
Berthelot es el primer autor que da cárisco como voz prehispánica y a partir
de entonces figura en la mayor parte de los repertorios de voces prehispánicas
y de las contribuciones que tratan esta parcela de la investigación lingüística.
Estas referencias muestran que el criterio sobre la extracción de este término
apunta unánimemente hacia la lengua de los aborígenes. En este sentido,
Bethencourt Alfonso (285) vincula cárisco al irlandés gaélico caora. Wólfel,
Monumenta, 574, señala que, aunque esta palabra no da la impresión de ser
canaria, la admite como prehispánica al no conocer paralelos de la Península
Ibérica a los que vincularla.
Cásjua (279). La sustancia que mastican los rumiantes por segunda vez, de
lo ya comido. No poseemos otros registros de este término, ni para El Hierro
ni para alguna otra de las Canarias.
Cómboca, cómboque (279). Oveja de color amarillento con cejas negras. Par~
Luis de Aguere, cómbaca es la "oveja canela clara con la cabeza y extremidades
rayadas en bermejo y canelo". Álvarez Delgado, "Ecero", p. 161, trae
cómbaca (también cónvaca) con el valor de "cabra de color canela clara con
rayas rojas en cabeza y patas". Para Armas Ayala, "Vocabulario toponímico",
p. 53, combaca es la cabra canela clara con cabeza pintada como las patas en
rayas de bermejo canelo. Los informadores herreños (El Pinar, Mocanal y
Frontera) encuestados por Rohlfs, pp. 89-90, llaman oveja cómbaca a la que
tiene el vientre color ceniza y el lomo color canela. Las informaciones
dialectales que J.L. Ramos Saavedra, p. 191, obtiene en El Hierro a este respecto
no son coincidentes, pero predomina en ellas la alusión al color bermejo
y a la localización en la cabeza y patas. Así, mientras que para uno de sus informantes
"cómbaca es bremeja con listas negras en la cabeza", para otro es la
"oveja con la quejada o la cabeza abremejada", y para un tercero, "la cómbaca
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es como bremeja en las quejadas y lo demás blanco". Otras referencias de este
término pueden verse en Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 55; ALE/Can, I,
mapas 356 y 358; Pérez Vidal, "La ganadería canaria", p. 266; Barrera Álamo, p.
21 ; y Lorenzo, Morera y Ortega, pp. 99-100.
Chafeña (262). Grano tostado y comido sin moler. Bethencourt Alfonso
también da esta voz para Tenerife, así como tafeña para La Gomera y tefeña
para Fuerteventura. Nosotros hemos recogido tafeña en la localidades herreñas
de Isora y El Golfo con el valor de "castañas tostadas o guisadas que se hacen
el día de Todos los Santos". Referencias de esta voz figuran en Álvarez Rixo,
Lenguaje de los antiguos isleños, pp. 46, 48, y Voces, frases y proverbios provinciales,
p. 122; Chil, 11, p. 145; Pizarroso, p. 161 ; Bute, pp. 22, 23; Zerolo, p.
170; Pícar, p. 91; Reyes Martín, p. 61; Arribas y Sánchez, p. 51; Rohlfs, p. 97;
Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 81; ALE/Can, I, mapa 46; Almeida y Díaz
Alayón, p. 158; DíazAlayón, "Notas de dialectología canaria: el léxico palmero",
pp. 141 , 142; y Lorenzo, Morera y Ortega, pp. 87,315. Algunos autores, como
Reyes Martín, p. 61, Martí, IV, p. 90, y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 315, recogen
tafeña con el valor de "paliza, zurra de azotes".
Esta voz es estudiada por Abercromby, p. 115; Wólfel, Monumenta, p. 519;
y Giese, "Acerca del carácter de la lengua guanche", p. 199. Giese relaciona
tafeña con el shilha tiif(f)iwin, plural de tiif(f)a, tafia "montón de trigo" y con
el bereber taffiwin, plural de taifa "tas de gerbes établi sur l'aire". Abercromby
incluye chafeña entre las voces que no puede explicar a través del bereber y
Wolfel remite a los paralelos bereberes: elÍ "estar cocido, hervido" (Ahaggar),
egwu "tostar los granos", agawaw (Ahaggar), nwu "estar cocinado" (Sus), imu
"cocinar" (Wargla), iwu "cocinar" (Mzab), ubb "estar cocinado" (cabilio), ogg,
ugg (diversos dialectos), bubbeget "hacer al fuego", abbugeget "asar sobre la
brasa" (Ahaggar). Como vemos, ninguno de estos paralelos se acerca mínimamente
a la voz canaria.
Cha joco (251 ). Huerto pequeño. Bethencourt Alfonso también anota chajoco
"corral pequeño o abrigo" para Tenerife. Referencias de chajoco en El Hierro
vienen en Armas Ayala, "Pequeño vocabulario", p. 66; Álvarez Delgado,
"Ecero", p. 156; Rohlfs, p. 90; Barrera Álamo, p. 22; y Lorenzo, Morera y Ortega,
p. 87. Nosotros hemos registrado la presencia de esta voz en el léxico
herreño en las localidades de Isora y Sabinosa.
Cheremina (287). BethencourtAlfonso no consigna el valor preciso de esta
voz, pero se trata de un fitónimo, que desafortunadamente no encontramos en
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ninguna de las fuentes lingüísticas y botánicas canarias. Ninguna de las correspondencias
que Bethencourt Alfonso (197, 289) reúne a propósito de este
término herreño es válida para explicarlo: vasco chermen "pera" y las voces
del irlandés gaélico goinnin "yerba pastel" (Isatis tinctoria), coireaman "cilantro"
( Coriandrum sativum ), guinnin "añil", gonnan "coronilla" ( Centaurea cyanus),
surramont "abrótano" (Artemisia abrotanum) y searbhan "diente de león"
(Leontodon tara.xacum).
Chiribita (277). Marca de ganado (equivalente a "herraje"), consistente en
un colgajo paralelo al borde de la oreja. Este término posee una vitalidad débil,
y en la actualidad únicamente parece pervivir, de acuerdo con los datos
que poseemos, en las hablas de Fuerteventura y El Hierro. Navarro Artiles elige
la voz teberite como título principal de su diccionario de la lengua aborigen
canaria, publicado en 1981, y afirma que se trata de la primera ocasión en la
que este término figura recogido en un repertorio de prehispanismos canarios.
Efectivamente, la voz no se encuentra, de modo curioso, en ninguna de las dos
recopilaciones de materiales lingüísticos preeuropeos más completas del siglo
XIX: la que Álvarez Rixo proporciona en su obra Lenguaje de los antiguos
isleños, y la que Gregorio Chil consigna en sus Estudios, y tampoco aparece
en los materiales de la magna obra de Wólfel. Sin embargo, con anterioridad
a este trabajo de Navarro Artiles, esta voz viene registrada en varias contribuciones
de índole diversa. En primer lugar, Álvarez Rixo, en su obra Voces,
frases y proverbios provinciales, p. 126, la relaciona con el valor de "cierto corte
o marca en la oreja del ganado" y proporciona un dibujo con su forma. Además,
Álvarez Rixo, que considera esta unidad como prehispanismo, consigna
que se usa en la isla de La Gomera. Con posterioridad, el término viene regis~
trado por Carlos Pizarroso en su "Vocabulario guanchinesco", p. 162, elaborado
con apreciable descuido, y donde se relaciona la forma teberute, con el
sentido específico de "marca hecha al ganado con una abertura en la oreja" y
con la consideración de que se trata de un vocablo usual en La Gomera23
• Como
puede observarse, tanto Álvarez Rixo como Pizarroso coinciden en consignar
el uso del término en el habla de La Gomera, pero desafortunadamente no
poseemos registros modernos a este respecto. También Bethencourt Alfonso
documenta, además de chiribita en El Hierro, las variantes teberite y tibiriti en
Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife (278). Referencias más cercanas en el
tiempo dan cuenta de la existencia de la voz en las hablas de El Hierro y
Fuerteventura. Luis de Aguere registra la presencia en el vocabulario herreño
del término chirivito, denominación de una de las marcas practicadas tradicionalmente
en las orejas de las cabras y ovejas. Con posterioridad Alfonso
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Armas Ayala, "Vocabulario toponímico", pp. 54 y 55, figs. 2, 5 y 6, recoge la
forma chivirito, elemento en el que no se da la metátesis que presenta la forma
recogida en El Hierro por Bethencourt Alfonso y Luis de Aguere, y en el que
se advierten claramente sus rasgos prehispánicos así como su manifiesta cercanía
a la otra variante conservada, teberite. Nosotros hemos recogido en la
localidad de Sabinosa la forma chibirito "tipo de marca que se hace en la oreja
de las reses". Por lo que respecta a Fuerteventura, teberite subsiste como
prehispanismo vivo en el habla de esta isla, y nosotros hemos recogido esta
voz en la localidad de La Antigua con el valor de "tipo de marca que, con una
navaja o cuchillo bien afilados, se hace en la oreja de la cabra para distinguirla".
También Lorenzo, Morera y Ortega, p. 322, registran teberite en el habla
de Fuerteventura.
Junto a esto tenemos que en Tenerife se dan algunas formas que pudieran
estar vinculadas a teberite o chibirito. Así, en su estudio del español hablado
en Tenerife, p. 149, M. Alvar presenta la unidad tiguirete, recogida en la localidad
de Alcalá con el sentido de "corte oblicuo hecho como señal en la oreja
de una res", y en nuestras encuestas dialectales en esta isla nosotros hemos
podido registrar los elementos tijirete "marca que se le hace al ganado en las
orejas" en Los Quevedos (San Juan de la Rambla) y tijerete "cortadita que se
hace en la oreja del ganado" en Aguamansa (La Orotava). También Lorenzo,
Morera y Ortega, pp. 326, 327, registran tiguirete y tiquirete en Tenerife. A la
vista de estos datos, parece oportuno preguntamos si tiguirete, tiquirete, tijirete
y tijerete no son formas evolucionadas de teberite. A este respecto hay que
considerar que este término se puede encontrar en documentos redactados en
Tenerife en la primera mitad del siglo XVI, los Protocolos notariales de
Bemardino Justiniano, que lo muestran como un elemento en pleno uso. En
esta fuente se consignan las formas teberete, en un asiento del 15 de enero de
1526, y tiberete, en otro asiento fechado el 2 de abril de 152724:
Francisco de Tacoronte, natural y V0 dice que tiene una marca de bestias
asnales, grandes y pequeñas que andan en el...en término de Geneto y con
ellas otras ciertas bestias guaniles crianzas y procedentes de la dicha su
marca, da a partido a Francisco López de Villera todas las dichas bestias
desde hoy día de la fecha de esta carta hasta 3 años siguientes para que en
este tiempo recoja todas las dichas bestias que hallara de la dicha su marca
que es la oreja izqda. horqueta y un bocado sacado por delante y la otra oreja
derecha un teberete por detrás y asimismo recoja todas las bestias guaniles
crianzas y procedentes de su marca una y dos y tres veces y cuantas más
quisiera en el dicho tiempo de los 3 años ...
Pedro de Medina, carpintero y labrador, Vº, vende a Juan de Aguirre, regidor
y Vº presente, 7 vacas paridas con sus crianzas y una vaca vacía y dos ... y
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cuatro añojas y un añojo y un toro de ciertos colores y las dos vacas de ellas
de ciertos hierros y marcas que se dicen la una rabona y la otra babosa y todo
el demás ganado sobredicho de su hierro y marca que es el hierro una sierra
y la marca un tiberetepor bajo en la una oreja y en la otra una cuchillada por
delante las cuales dichas reses están en esta isla ...
Bethencourt Alfonso está convencido de la extracción prehispánica de este
término, aunque las voces que cita como correspondencia de la forma canaria
(280, 281) no sirven como paralelos: irlandés gaélico cearbach "roto, desgarradura"
y diobhaladh "mutilación", y galo gofyriad"cercenadura". Lo que resulta
evidente es que teberitepresenta la estructura ambiftjal t---t, que es propia
de algunas variedades del bereber y que se ve en algunos prehispanismos
canarios como tagasaste, taferte, tamagante, tafuriaste, tabaraste, tabajoste y
tajaraste, y en numerosos topónimos del Archipiélago que tienen la misma
procedencia lingüística, como Tacoronte, Tiguerorte, Tazacorte, Tigalate,
Tagomate y Taburiente2-5• La alternancia tlch que se da en teberitelchibirito es
un comportamiento frecuente en voces de origen prehispánico, tanto comunes
(tajinaste/chajinaste, tenique/chenique, tafeña/chafeña, tajoralchajora) como
toponímicas (Timanfaya/Chimanfaya, Tiscamanita/Chiscamanita, Tafira/
Chafiras ... )26•
Otras referencias vienen en Pérez Vidal, "La ganadería canaria", p. 279.
Chíscanes, chíscanos (246). Los huesos largos, especialmente las canillas.
Bethencourt Alfonso también da esta voz para La Gomera y Tenerife, y en el
sur de Tenerife recoge la expresión hombre chiscanudo "hombre huesudo".
Álvarez Delgado, "Nuevos canarismos", pp. 435-436, documenta en La Palma
chícano y chíscano "pantorrilla gruesa, brazo musculoso" y chicanuda "persona
con gruesas pantorrillas y brazos musculosos" y se trata para él de una forma
que nada tiene que ver con el francés chicane y con sus derivados hispánicos
y que hay que considerar prehispánica, si bien renuncia por el momento a la
fijación etimológica del término. Régulo Pérez, Reseña de "Nuevos canarismos",
pp. 328-329, valora estas conclusiones de Álvarez Delgado, pero se interroga
si no sería más apropiado admitir chícano como creación moderna o acaso una
formación personal. Los registros de Bethencourt Alfonso y el hecho de que
sea una voz documentada en Tenerife, La Palma y El Hierro, parecen darle la
razón a Álvarez Delgado.
Embracasaca (279). Oveja bermeja con cabeza y patas blancas. Luis de
Aguere y Armas Ayala, "Vocabulario toponímico", p. 53, traen ambracasaca
como denominación, respectivamente, de la oveja blanca y bermeja y de la oveja
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canelosa con lunares blancos por todo el cuerpo. Álvarez Delgado, "Ecero", p.
161, registra ambracásaca "oveja bermeja o canelosa con manchas blancas por
todo el cuerpo, es decir, pardo blanqueado", y Rohlfs, p. 87, trae embracasaca
"oveja de color canelo en la parte anterior y blanca en la parte posterior". Ramos
Saavedra, p. 193, registra embracásaca y añade información dialectal
relativa a este término. Otras referencias vienen en Steffen, "Lexicología canaria",
V, p. 55; Pérez Vida!, "La ganadería canaria", p. 266; y Lorenzo, Morera
y Ortega, pp. 34, 129.
Ramos Saavedra señala que es probable que el fragmento inicial embraproceda
o se asocie con blanco o en blanco, con metátesis de 1 en r, pero considera
que esto sólo es una mera hipótesis. Álvarez Delgado, por su parte,
considera que se trata de una forma prehispánica.
Embrajajaisa (279). Cabra u oveja negra con un muslo blanco. Se trata de
un término que hay que analizar conjuntamente con manajaisa "oveja negra
con una pinta blanca en la cabeza", embracásaca "oveja bermeja con cabeza y
patas blancas" y embracafiranca "oveja firanca con las patas blancas".
Erúes (262). Fruto de la haya. Este término aparece por primera vez en el
Diccionario de Viera y Clavijo, s. v. haya, que lo recoge como término vivo del
habla herreña, y con posterioridad viene en Álvarez Rixo, Voces, frases y proverbios,
p. 89; Pizarroso, p. 159; y BethencourtAlfonso, que lo toman del Arcediano
y lo dan como forma prehispánica característica de El Hierro. Sin
embargo, es evidente que esta voz nunca se ha utilizado en el habla de esta
isla, sino que se trata, como ya apuntó Álvarez Delgado, "Ecero", p. 159, de
una forma surgida de la confusión y el error, clara deformación del término
eres "fruto de la haya o cresera", que nosotros hemos documentado en las localidades
de Sabinosa y El Pinar y que, además de en El Hierro, pervive en La
Gomera y Tenerife27• BethencourtAlfonso da creses solamente para Tenerife.
En sus Monumenta, Wólfel no relaciona ni estudia creses ni la forma errada
erúes.
Etime (269). Nombre genérico de los riscos acantilados que no dan al mar.
Además de Bethencourt Alfonso, otros autores dan cuenta de esta forma para
El Hierro. Así Álvarez Delgado, Miscelánea guanche, p. 70, recoge etime y
letime; Armas Ayala, "Pequeño vocabulario", p. 71, registra etime con el valor
de "borde de un precipicio"; y Barrera Álamo, p. 32, que documenta Jetime con
el sentido de "zoña isleña próxima al mar; alto del acantilado". Otro tanto hacen
Lorenzo, Morera y Ortega, p. 201 , que comprueban el uso de letime "orilla de
un precipicio"28•
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Bethencourt Alfonso también registra esta forma para La Gomera y La
Palma. En la actualidad este elemento léxico pervive débilmente en varias
hablas canarias. Así ocurre en La Palma, donde la voz time, que gozó de gran
vitalidad en el pasado y que se encuentra en manifiesto desuso en la actualidad,
tiene los valores de "risco alto; eminencia; cima; borde de un precipicio;
borde de una ladera"29. Junto a esto, en La Gomera etime es "orilla de las laderas"
3º. Asimismo, esta forma ha sido documentada en la zona de Gáldar (Gran
Canaria)31. Además, tenemos que en Fuerteventura existe el topónimo El Time,
denominación de una zona del municipio de Tetir. Todo ello apunta a que
estamos ante una forma que gozó de una amplia distribución en las hablas
insulares de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
Las referencias de esta voz son muy numerosas en la documentación de La
Palma, donde se usó como término común y como denominación toponímica32
y también la documentación del siglo XVII relativa a La Gomera nos proporciona
abundantes registros de esta voz33.
Es evidente que la peculiar estructura de time o etime alude claramente a
su procedencia del sustrato indígena y Wolfel ha señalado los paralelos
bereberes de esta voz: timmeltimmawin "borde" (Ahaggar), y timmiltimmiwin
"acantilado, borde de una montaña" (Tait.). Véase Monumenta, pp. 374, 596-
598, y Eurafrikanische Wortschichten als Kulturschichten, p. 155. Junto a esto,
Álvarez Delgado señala que en las formas etime o letime debe haber posible
fusión antigua del artículo castellano o una prótesis dialectal que no se advierte
en la variante time de La Palma.
Exínafas (279). De color negro blancazco. Voz sin duda relacionada con
sínafas.
Firanca (280). La res gris o azulada. Luis de Aguere no trae este término.
ParaArmasAyala, "Vocabulario toponímico", p. 53, firancaes la "cabracanelosa
oscura", y para Álvarez Delgado, "Ecero", p. 161, firanca o filanca es la "cabra
de color gris oscuro o revuelto de blanco y negro". Los informadores herreños
consultados por Rohlfs, p. 91, le dan firanca "cabra u oveja de color gris oscuro".
Más información dialectal a este respecto puede verse en la investigación
de J.L. Ramos Saavedra, pp. 149, 188-189, donde concluye que lo pertinente en
la firanca es el tener las manchas localizadas en el vientre y ser de color predominante
negro. Es decir, en la firanca predomina el negro, pero tiene la
barriga, las patas y dos rayas en la cabeza por delante de color más clarito.
Estos últimos elementos pueden faltar, pero no el de la barriga y seguir siendo
firanca. Finalmente Ramos Saavedra deduce que el término firanca se aplica
sólo a cabras de color predominante negro, y que en lo relativo a ovejas tiene
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
el valor de "gris", por lo que la cabra firanca es negra con el vientre de otro
color y la oveja firanca es afrisada. Otras referencias pueden verse en Steffen,
"Lexicología canaria" V, p. 56; J. Pérez Vidal, "La ganadería canaria", p. 266;
Barrera Álamo, p. 28; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 156.
Para Álvarez Delgado, "Ecero", p. 163, el término firanca "grisáceo" debe
estar inmediatamente relacionado con el radical semítico del hebreo opher,
ophered"gacela, plomo, grisáceo", y con el árabe a.ira, afaro "grisáceo, del color
del polvo". ·
Firanque (283). Una especie de coleóptero. El término galo chwilen y el término
irlandés gaélico primpiollan "escarabajo", que BethencourtAlfonso (284)
proporciona como correspondencias de firanque, no son válidos para intentar
una explicación etimológica de esta voz.
Gamame, gamamen, agamamen (267-268). La cantidad de gofio que cabe
en la mano semiabierta y las migas que hacen a los niños, de gofio de cebada,
miel y manteca de ganado, que se lo dan las madres de boca a boca, después
de masticado e insalivado, como ensayo de la alimentación artificial. Nosotros
hemos documentado gamame en las localidades de Isora y Sabinosa con
los valores de "pequeña porción de gofio en polvo que se coge en la mano, se
lleva a la boca, y luego atrás se toma un vaso de vino" y "cuchara de gofio en
polvo", respectivamente. Otras referencias vienen en Armas Ayala, "Pequeño
vocabulario", p. 69; Álvarez Delgado, "Nuevos canarismos", p. 435; Rohlfs, p.
92; Steffen, "Lexicología canaria", V, p. 69; Barrera Álamo, p. 28; ALE/Can, 11,
mapa 613; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 167. BethencourtAlfonso también
registra la variante gagame en Lanzarote como "pelota de gofio amasado que
puede formarse con una mano en el acto de comer".
Disponemos de tempranos registros de este término a partir del siglo XVI.
Abreu Galindo consigna esta voz en el lib. I, cap. XVIII, al tratar de las costumbres
de los indígenas herreños:
En pariendo las mujeres, antes que el pecho, daban a sus hijos raíces de
helecho asadas y majadas o mascadas con manteca, que llamaban aguamanes;
y al presente les dan harina de cebada tostada, mascada con queso, en lugar
de los aguamanes antiguos, y los llaman del mismo nombre.
También Torriani, cap. LXIII, da guamames como voz herreña, y nos dice
que la alimentación de los aborígenes de El Hierro se componía de carne asada,
leche y manteca (que ellos denominaban achemen y mulan, respectivamente),
y también raíces de helechos (llamadas haran), las cuales cocían y así obtenían
el pan y la papilla con que alimentaban a sus hijos pequeños, y a este
alimento llamaban guamames:
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Viueuano di carne rostita, di latte da loro detto achernen, di botero detto
mulan, et di radici di felici dette haran col quale coceuano ed era il suo pane,
et la panacella con che alleuauano i figliuolini, laquale era detta guamames.
Los autores posteriores toman el término de Abreu Galindo, como Glas,
History, lib. I, cap. VIII, p. 25. Viera y Clavijo, en su Historia, lib. 11, cap. 5,
incluye aguamames en la lista unificada de voces propias de la antigua lengua
de El Hierro y de La Gomera. Desafortunadamente esta lista unificada de Viera
confunde a autores posteriores como Bory de Saint-Vincent (p. 52), Berthelot
(Ethnographie, p. 186) y Millares Torres (X, pp. 255,266), que la recogen como
forma perteneciente al Hierro y a La Gomera. También Femández Pérez incluye
esta voz entre los materiales lingüísticos de los aborígenes gomeros que
reúne. Conviene señalar que, a lo largo del tiempo, el valor que los distintos
autores adjudican a aguamames muestra variaciones apreciables. Así, hemos
visto que para Abreu Galindo tenía el sentido de "raíces de helecho asadas y
majadas o mascadas con manteca" y también "harina de cebada tostada, mascada
con queso". Torriani recoge el sentido de "papilla de raíces de helechos
cocidas". Con posterioridad, en Viera y Clavijo aguamames es "chupador de
raíz de helecho con manteca que se daba a los niños" y para Bory de SaintVincent
es "cocido de raíces y de miel para los niños pequeños".
Esta voz es estudiada por diversos autores. El primero de ellos es Glas,
Enquiry, p. 175. Glas incluye este elemento en su relación de voces del dialecto
prehispánico de El Hierro, pero no encuentra ningún elemento del shilha
que pueda explicarlo. Luego, Berthelot, Ethnographie, p. 221, compara esta
forma herreña -que él ortografia aguameme- con el término cabilio ajamerge
"raíz de malva". Con posterioridad, Abercromby, p. 118, relaciona aguamanes
con la voz del cabilio y del marroquí de Dernnat aganim (en plural iganim .e
igunam) "junco", y con la forma del cabilio agemma (en plural igmain) "verduras",
pero también llama la atención sobre el parecido de aguaman con el elemento
español gamón, denominación popular de un asfódelo de raíces comestibles
que crece en las Canarias. Además, Abercromby no olvida que en El
Hierro, de acuerdo con varias fuentes, existe otra palabra prehispánica para
"helecho" o "raíces de helecho": haran. Por lo que concluye que quizás aguaman
realmente significa "asfódelo", aunque el elemento correspondiente en shilha
es inegri.
También Álvarez Delgado se acerca a este término en su artículo "Aguamames".
Para Álvarez Delgado, salvo modificaciones accidentales por hispanización,
se trata de una voz indígena, general a casi todo el Archipiélago:
gamame o agamame (La Gomera, El Hierro); gagame (Fuerteventura); goga,
gaguear, goguiar (Tenerife). En su opinión, todas estas voces están entre sí
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f
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
relacionadas fonética, morfológica y semánticamente y designan la misma cosa
(esto es, porción de gofio o harina de helecho, cebada ... amasada o hecha papilla
con un líquido cualquiera, como leche, manteca, vino, queso tierno, etc.)
por medio de un radical parecido, por lo que son términos ajenos al sentido de
"mamar" o "chupador". A partir de estos presupuestos, Álvarez Delgado construye
su explicación del término de la forma siguiente. En primer lugar, garantizada
la prótesis frecuente de a- en muchas palabras y observando que la
fuente más antigua (Torriani) trae guamames, piensa que la a- sea un postizo
recogido de la transmisión oral. En segundo lugar, estima que la forma actualmente
empleada gamame es la primitiva. Y en tercer lugar se refiere a la desinencia
-es, que se puede deber a un proceso de pluralización hispánica, suponiendo
que la forma primitiva fuese guamame, pero señala que a esta hipótesis
se opone el texto de Torriani que da guamames en una frase con todos sus
elementos en singular. También considera que la -es final no sea desinencia
sino elemento radical, como había señalado Wólfel en su edición de Torriani,
p. 278. Y finalmente apunta que la forma guamames pueda responder a una
primitiva guamamen donde la desinencia -en se transformó en -s, considerada
por los antiguos en singular o colectivo, hipótesis por la que se inclina. Junto
a esto, Álvarez Delgado añade además que habría de suponer que la forma
primitiva en todo el Archipiélago, menos Tenerife tal vez, es gagamen; salvo
que se quiera establecer gagamen primitiva y oriental y gamamen asimilada y
también antigua en el grupo occidental de La Gomera y El Hierro. Y, además,
sin sufijo pluralizador, con diferencia de acento y tal vez de vocalismo, la primitiva
goga o mejor gógam o gágam. Finalmente, en la última parte de su
estudio, intenta establecer algunas relaciones etimológicas a partir de la raíz
agan= "cortado" (=Agan-eye "cortado brazo", "manco"), con la misma fonética
y valor semántico de "trozo", "porción". Y si la forma radical plena primitiva
era gagamen, podría acercarse la segunda parte a voces como ahamen "agua",
ahemen = "leche", etc., aunque reconoce que esto es más problemático.
A nosotros nos parece que Álvarez Delgado pierde el tiempo intentado
aclarar cuestiones que no lo necesitan. Compartimos con él la conclusion de
que gamame es la forma primitiva original, mantenida por la tradición oral, y
creemos que las variantes guamamesy aguamames de Torriani y Abreu Galindo
hay que analizarlas a la luz de los usos gráficos del siglo XVI. En numerosos
documentos de esta centuria y de la siguiente encontramos Guarachico,
guánigo, Guaragonache, Adegue, Aguache, Anagua, Teguyna, Amasqua e
Jquoden, en vez de Garachico, gánigo, Garagonache, Adeje, Agache, Anaga,
Tejina, Masca e Icoden. Creemos que otro tanto sucede con guamame, cuya
segunda grafía no tiene valor fonético.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Zyhlarz intenta explicar la forma errada aguanam a partir de ahü "planta
palustre" y el adjetivo púnico n¿m "bueno", con lo que llega a aü''a-n¿m "verdura
buena"34
• Vycichl, p. 181, consigna que agwmam significa en shilha algo
alargado, fino, es decir un miembro, e 1"gwmamen son manos y piernas. Asimismo,
Wólfel se interesa de forma clara por esta voz que comienza a estudiar
en el glosario de su edición de la Descrittione de Torriani. Aquí Wólfel
propone como hipótesis etimológica a-wamam(es), aunque reconoce desconocer
si el segmento final -es proviene del plural español o si, por el contrario,
pertenece a la raíz de la palabra. Luego, Wolfel hace un recorrido por los posibles
paralelos en el bereber, dominio en el que no conoce ninguna palabra
para "helecho". Así, reconoce que azur"raíz" no vale en este caso, que la forma
mess, messes "chupar, amamantar" (bereber de los Beni-Snus) podría servir,
pero es arábiga, como también podría ser aceptable ssumm (tachelhit). También
reconoce que agesmar "maxilar inferior" (Matmata) y effez "masticar"
(bereber occidental) tampoco pueden servir en este caso, al contrario de elmez,
lemez (bereber oriental), en el caso de que el- sea una ampliación del radical,
un hecho frecuentemente documentado. Por todo ello, propone como hipótesis
etimológica a-wa-mames "lo que es para masticar". En sus trabajos Eurafrikanische
Wortschichten als Kulturschichten, p. 85, y Monumenta, pp. 527-
528, Wolfel tiene ocasión de profundizar en el estudio de este término y proporciona
nuevos paralelos: egmem "meter en la boca una materia cualquiera
para escupirla, mascar tabaco" (Ahaggar), agamam "pedazo de tabaco para
mascar" (Ahaggar), y diemmem "mascar tabaco" (Tait.).
Como vemos, diversos autores coinciden en la extracción prehispánica de
aguamames, si bien, en algún momento, se ha intentado explicar esta voz en
otra dirección. Así, en la Historia Ilustrada de las Islas Canarias, p. 302, edi~
tada por Anselmo J. Benítez, se hace proceder aguamames de las voces españolas
agua y mamar, y se consigna: "El nombre de Aguamames con que, según
Abreu Galindo (1632) se designaba en la Gomera y Hierro el chupador, nos
parece puesto por los españoles en son de burla". A nosotros nos parece una
explicación carente de todo fundamento.
Gamamiar (268). Comer gofio en polvo. Bethencourt Alfonso también da
esta voz para Gran Canaria. Como se desprende fácilmente, se trata de una
forma verbal creada a partir de gamame.
Gánigo (254). Especie de vasija de barro para comer. Voz general en el Archipiélago.
Los indígenas canarios utilizaban el término gánigo para designar
las piezas de su ajuar doméstico que fabricaban de barro, haciéndolas de diversos
tamaños, y que eran usadas como recipientes. Dentro de la diversidad
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
léxica de las antiguas hablas del Archipiélago que se desprende de la documentación
conservada, gánigo constituye una de las pocas voces preeuropeas
de carácter pancanario. Abreu Galindo la recoge de forma explícita como propia
del habla de los aborígenes de Lanzarote (lib. I, cap. X), El Hierro (lib. I,
cap. XVIII), Gran Canaria (lib. 11, cap. IV), La Gomera (lib. 11, cap. XXVIII) y
La Palma (lib. III, cap. IV), y presumiblemente, aunque la obra del historiador
franciscano no consigna nada en este sentido, el término debió formar parte
del vocabulario de los naturales de Tenerife y Fuerteventura35•
Sobre la difusión primitiva de gánigo en Canarias, Wólfel, Monumenta, p.
541, llega a apuntar dos hipótesis: la primera de ellas considera la voz como
originaria de las islas orientales, de las cuales se expandió al resto del Archipiélago;
y la segunda hipótesis considera el carácter pancanario del término.
Lo que sí es cierto es que la difusión de esta voz y su uso en el habla común
insular presentó una cierta amplitud en los primeros siglos históricos y prueba
de ello es que viene en documentos inquisitoriales canarios de la segunda
mitad del XVII. En la actualidad, aunque gánigo aparece con relativa frecuencia
formando parte del léxico pasivo de los niveles cultos y semicultos de los
principales centros urbanos insulares debido a una mayor información e interés
acerca de la cultura prehispánica canaria, la palabra se encuentra en evidente
desuso en las zonas rurales, donde se ve sustituida por otras voces, principalmente
por las unidades barreño y lebrillo. Pero, de todos modos, el término
gánigo figura en numerosos vocabularios y estudios dialectológicos canarios,
extremo que confirma su efectiva, aunque débil, pervivencia. Limitándonos a
los trabajos más recientes, Régulo Pérez registra gánigo en La Palma como
"vaso de barro cocido"36, aunque J. Pérez Vida!, en su edición del repertorio
léxico de Sebastián de Lugo, afirma que el término no figura en el léxico
palmero en uso; en Tenerife, M. Alvar lo recoge en Alcalá con el sentido de
"especie de lebrillo o barreño"37; además, P. Cabrera Perera, p. 364, le adjudica
el significado de "bidón" y F. Guerra Navarro, p. 186, el de "especie de lebrillo",
considerándolo vocablo propio de Tenerife.
Este término ha sido estudiado por diversos investigadores: Loher, p. 121;
Bethencourt Alfonso, Historia del pueblo guanche, I, p. 254; Abercromby, pp.
110, 114; Wólfel, Monumenta, p. 541, y Eurafrikanische Wortschichten als
Kulturschichten, p. 91; Álvarez Delgado, "Sobre la alimentación indígena de
Canarias. El gofio. Notas lingüísticas", pp. 43-45; y Díaz Alayón, Materiales
toponímicos de La Palma, pp. 101-103, y "Gánigo und teberite", pp. 17-25. La
inexistencia de formas cercanas en la Romania, el tradicional carácter de voz
indígena que ha ostentado desde siempre, su propia naturaleza de término
humilde y ancestral y la presencia de paralelos próximos en el léxico de las
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
hablas noroccidentales de África son relevantes factores que decantan la filiación
lingüística de gánigo hacia el sustrato prehispánico insular38• Sin embargo,
en este caso, el dominio bereber no parece proporcionar paralelos adecuados.
En este sentido, Abercromby incluye gánigo (Gran Canaria, La Gomera)
en el grupo de voces canarias que no se pueden explicar a través del bereber y
establece que la fuente etimológica de esta voz canaria debe ser la misma que
la del término tamoseg gánnek "cubo". Wolfel, sin embargo, no ha podido
documentar la existencia de gánnek en el habla específica señalada por
Abercromby ni tampoco entre los materiales léxicos bereberes en general, pero
aporta posibles paralelos de gánigo: agunia "cucharón" y taguniaut "cucharón"
en el dialecto de Ndir, y agenga "cuchara gruesa con la que se remueve el
contenido de la olla" en el rifeño. Este investigador llama la atención sobre el
hecho de que los paralelos de gánigo en las lenguas bereberes significan en la
mayor parte de las ocasiones "cuchara, cucharón", llegando a ser notable el acercamiento
semántico a la palabra canaria en algunos casos y propone la forma
gánigu/ gwánigu, con g- inicial labializada, como término originario de gánigo
y con el valor de "recipiente poco profundo y llano". Zyhlarz, por su parte,
estima que la voz canaria no puede significar "loza" sino "fabrican loza", siendo
* ga.n irkut el étimo probable. Diferente dirección llevan las explicaciones
de Loher y Bethencourt Alfonso. Loher incluye gánigo entre los materiales
canarios evolucionados del germánico y propone el elemento channa 'Jarra"
como fuente etimológica, y Bethencourt Alfonso, siguiendo a Campbell, remite
al término galo cunnog y al irlandés gaélico cuinneog.
Garasera (288). Planta herbácea que servía de alimentación preparándola
del siguiente modo. Primero, bien picada, la cocinan, para luego lavarla en tres
o cuatro aguas frías y exprimirla entre las manos a fin de que pierda el m~l
olor y el sabor amargo. Después la vuelven a cocinar solo o mezclada con algún
tubérculo para hacer potajes. Nosotros hemos documentado esta voz en la
localidad de El Pinar con el valor de "yerba de hoja dentada que sirve para
limpiar el estómago, para los dolores de muela, y que también se utiliza para
echarla al potaje". ALE/Can, I, lám. 303, recoge galaseras "mata pequeña" en
la localidad de Frontera.
Bethencourt Alfonso (289) vincula esta forma al término irlandés gaélico
glasair"Betonia oflicinalis". Nosotros no tenemos resueltas todas nuestras dudas
sobre la extracción prehispánica de este término.
Girdana (285). Foenum graecum silvestreToum. Véase la descripción de esta
planta en el Diccionario de Viera y Clavijo, s. v. girdana. Bethencourt Alfonso
también da este término para La Gomera y Tenerife, pero existe igualmente
142
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en La Palma. En El Hierro y La Gomera, la girdana es una especie de retama,
verde en todo tiempo y comestible para los animales. En Tenerife, g1Jdana y
cildana son las denominaciones comunes de las especies Cytisus canariensis
y Teline ramosissima. En Gran Canaria, gildana es el nombre popular de la
especie Cytisus congestus. En La Palma se conoce con las voces hirdana
(girdanaljirdana en la documentación antigua), herdanera y gasia blanca el
endemismo Teline linifolia ssp. pallida. Como puede apreciarse, se trata de un
fitónimo que presenta una relativa difusión en el Archipiélago, hecho que
contradice la apreciación de Viera y Clavijo (Diccionario, s.v. girdana), que
limita la voz solamente a La Palma.
En relación con el origen del término, Álvarez Rixo, Voces, frases y proverbios
provinciales, p. 94 estima que esta forma, que él registra con la variante
g1Jda, es preeuropea. Igual criterio sostiene Bethencourt Alfonso (286), que la
vincula a dos fitónimos del irlandés gaélico: caiorinleana "valeriana" ( Valeriana
oflicinalis) y caorogleana "clavel de pradera" (Lychnis flos cucuil). De modo
diferente, Wólfel, Monumenta, pp. 581-582, señala que, a pesar de la apariencia
románica que presenta girdana en su estructura, no es posible establecer
ninguna relación en este sentido, ni tampoco en la dirección de las lenguas
bereberes, pero señala, de todas formas, que la consideración de girdana como
voz canaria cuenta con el apoyo lingüístico del topónimo prehispánico
Chijirdán/Chijirdana, nombre de una fuente en Vallehermoso (La Gomera).
En otra línea de análisis se encuentra M. Steffen, "Lexicología canaria" V,
p. 78, que intenta explicar jirdana a partir de cildana (fonéticamente s1Jdana
en el español canario) y propone con reservas, la siguiente evolución del elemento
consonántico inicial: s ~ ant. X~ J.
Referencias de este fitónimo se encuentran en Webb & Berthelot, III, 2ª parte,
2ª sección, p. 38; Rohlfs, p. 94; Barquín, p. 21; ALE!Can, I, lám. 303; Díaz
Alayón, Materiales toponímicos de La Palma, p. 107, y "Notas de dialectología
canaria: el léxico palmero", p. 138; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 194.
Gofio (263). Grano, fruto o sustancia vegetal tostados y reducidos a polvo
por la molienda. Bethencourt Alfonso no deja de señalar que se trata de una
forma de distribución general en el Archipiélago. En la actualidad, además de
ser común a todas las Canarias, se usa también en Madeira y en diversos países
de América Latina. Numerosas referencias de este término vienen en las
fuentes de los siglos XVI y XVII: Espinosa, lib. I, cap. VI; Torriani, cap. XLI;
Frutuoso, caps. IX, X, XI, XIII, XIV, XIX y XX; Abreu Galindo, lib. I, cap. X,
y lib. 11, cap. IV; Scory; Viana, canto I, v. 632, canto 11, v. 480, canto III, v. 218,
canto VIII, v. 1265, canto X, vv. 250, 544, 552, 558, 566, 569, canto XIII, v. 732,
143
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
y canto XIV, v. 436; las crónicas Jacunense, matritense y ovetense; Sedeño, cap.
XVIII; Gómez Escudero, cap. XIX; y Sosa, lib. III, cap. 111.
La procedencia de esta voz aún no ha sido plena y satisfactoriamente explicada.
Algunos especialistas defienden su carácter románico, mientras que para
otros la extracción indígena canaria parece más fundamentada. En este sentido,
remitimos a las conclusiones que proporcionan Steffen, "Lexicología canaria"
V, pp. 70-76; A. Simón González, p. 198; Abercromby, p. 109; Álvarez
Delgado, "Sobre la alimentación indígena de Canarias"; y Wolfel, Monumenta,
pp. 517-518.
Antero Simón piensa que no se trata de una voz que procede de los aborígenes,
sobre todo porque en las fuentes antiguas gofio se usa como voz corriente,
sin atribuirla a los naturales canarios, cosa que harán autores ya tardíos,
y ello le lleva a pensar que es voz peninsular desaparecida o arrinconada
aún en alguna parte de la Península Ibérica y que seguramente tendría una
acepción un poco diferente. Steffen considera que este argumento de A. Simón
puede ser posible, pero señala que es necesario encontrar algún testimonio que
lo apoye. Tampoco Corominas parece persuadido del guanchismo de la voz y
cree imposible la evolución gofio f- esp. gafo f- ital. gofio. Junto a esto, Steffen
destaca que nadie ha logrado explicar satisfactoriamente el término gofio relacionándolo
con alguna palabra romance y que él no tiene razones para admitir
la voz como guanche. Por todo ello le parece que la posición más sensata es
presentar a los africanistas los materiales canarios y dejar a ellos la tarea del
análisis lingüístico, tal y como había propuesto Rohlfs.
Numerosos investigadores, convencidos de la extracción prehispánica de
gofio, han intentado buscar paralelos de esta forma en el dominio bereber, pero
no han podido encontrar ningún elemento definitivo con el que establecer un;i
relación. Glas, Enquiry, p. 174, por ejemplo, no consigue ningún elemento del
shilha al que vincular esta forma canaria. Las mismas dificultades se le presentan
a Abercromby, que incluye gofio en el apartado de voces que no puede
explicar a través del bereber y remite a la forma árabe afíta "un tipo de caldo",
proponiendo que gofio puede proceder de gofito, dado que los españoles tienen
la tendencia a eliminar la do t intervocálica y habida cuenta de que los
bereberes sustituyen t por t, que siempre se expresa como gen los préstamos
españoles del árabe.
Álvarez Delgado intenta explicar gofio a partir del elemento canario ahofo
aho "leche" y de los elementos bereberes correspondientes. En este caso, este
investigador señala que la forma bereber más usual es ahi, agi, pero existen
variantes dialectales más cercanas a gofio como hoho (Siwa), ah (tuareg), ago,
agu (shilha), oígoi (cabileño), y agofai (shilha), y considera que la cercanía en-
144
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
tre estas formas bereberes y la canaria lleva a pensar en una posible interpretación
de gofio como "harina amasada con leche", pero no le parece admisible
bajo ningún aspecto una relación de la palabra gofio con el nombre guanche de
la leche ni con sus formas cercanas bereberes. Sin embargo, a Álvarez Delgado
le parece que la etimología de gofio puede explicarse mejor a partir de otra
voz canaria: gánigo, y presumiendo en gofio el valor de "tostar, cocer", propone
la hipótesis gofio~ ganigof ~ gani + gof"tierra, barro, greda coc.ida o tostada",
"barro, cuenco para tostar o cocer". Para este lingüista, la pérdida de la
consonante final absoluta de ganigof puede justificarse por la acentuación
esdrújula de la palabra.
También Vycichl, p. 195, busca la explicación de gofio en el dominio bereber
y establece una relación con el término rifeño tigwawin. Campbell (263)
busca la filiación de gofio en otra dirección y cree ver alguna conexión con el
término vasco sopa, zopa "harina de cereal tostado"39•
Otras referencias pueden verse en Viera y Clavijo, Diccionario, s. v. azaigo,
cebada, cofe-cofe, cenizo, maíz, Berthelot, Ethnographie, pp.187, 203; Chil, I,
pp. 421,448 y 545, y 11, pp. 61, 103 y 128; Lugo, Colección de voces y frases
provinciales de Canarias, s.v.; Pérez Galdós, p. 37; Pizarroso, p. 158; Franchy
y Roca; Abercromby, p. 109; Pícar, p. 80; ·Millares Cubas, pp. 80-81; Álvarez
Delgado, Miscelánea guanche, p. 89; Steffen, "Problemas léxicos", p. 135;
Rohlfs, p. 92; Guerra Navarro, s.v.; M. Alvar, El español hablado en Tenerife,
pp. 182-183, y ALE/Can, 11, mapa 613; Régulo Pérez, Reseña de Colección de
voces y frases provinciales de Canarias de S. de Lugo, pp. 250-251, y El habla
de La Palma, p. 125; C. Alvar, p. 96; Díaz Alayón, "Sobre algunos provincialismos
canarios en Abreu Galindo", pp. 192-194; Almeida y Díaz Alayón,
pp. 158, 160, 165, 179; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 162.
Goran (252). Corral no destinado al ganado. Nosotros hemos documentado
este término en las localidades de Isora y Sabinosa con los valores de "muro
de piedra seca que guarda una higuera u otros cultivos" y "muro de piedra para
engoronar una higuera o un árbol para que no entren los animales" respectivamente.
Otras referencias vienen en Álvarez Delgado, "Ecero", p. 157; Barrera
Álamo, p. 30; Reyes del Pino, pp. 16, 64; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 173.
También se da la variante goron.
Bethencourt Alfonso (253) vincula esta forma al irlandés gaélico ero, ero,
cuyo valor no aporta. Evidentemente, se trata de una forma cuya explicación
etimológica es la misma que las voces goro y gorona.
Gorona (252). Corral. BethencourtAlfonso también da esta voz para Tenerife,
pero se trata de una forma que no está limitada al habla de El Hierro yTenerife.
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Esta voz se usa en Canarias para designar los cercos o recintos construidos de
piedras secas superpuestas, de amplitud y formas variadas -aunque parece
predominar la disposición circular-, que cumplen las funciones de servir de
lugar de refugio y abrigo para el ganado y la de proteger diversos cultivos del
viento, hablándose en este caso de viñas o higueras engoronadas. La situación
actual de este término en las hablas canarias, aunque existen numerosos ejemplos
en la toponimia menor insular, es de desuso casi generalizado, circunstancia
que hay que remitir a la evolución y cambios experimentados en los
esquemas económicos de Canarias a través del tiempo y, de modo especial, en
las últimas siete décadas. No obstante, la palabra gorona pervive en el léxico
de algunas zonas y comunidades del Archipiélago, precisamente aquéllas que
presentan una situación de mayor alejamiento y de carácter cerrado, factores
que hacen persistir antiguos modos y costumbres de vida, como en El Hierro.
En La Restinga, gorona tiene el valor de "cerco para abrigar del viento a las
ovejas"; en Taibique, "cerca para abrigo del recinto"; en Frontera y Sabinosa,
"corralito de piedra para abrigo del pastor" y también la voz ha sido registrada
como "edificación con o sin techo, que sirve para diversos fines", "pared de
piedra de forma circular o semicircular que sirve como abrigo de frutales" y
"espacio protegido por una pared de piedra en forma semicircular, donde suelen
sentarse las personas para resguardarse de las inclemencias del tiempo"40
•
El propio BethencourtAlfonso anota la existencia de gorona en el léxico herreño
con el valor de "corral semicircular con asientos para descansar, ordinariamente
en sitios dominantes"41• Nosotros hemos documentado este término en la localidad
de Sabinosa ("muro de piedra en el que hay un lugar de abrigo para
guarecerse cuando hace viento") y en las de Isora y El Pinar ("lugar de abrigo
en el que el pastor o el campesino se resguarda del viento o la lluvia"). Otras
referencias de gorona vienen en Álvarez Delgado, "Ecero", p. 157; DíazAlayó~,
Materiales toponímicos de La Palma, pp. 108-111; y Barrera Álamo, p. 30.
El estudio lexicográfico de gorona lleva necesariamente a la lengua de los
aborígenes canarios y, de modo específico a goro, voz muy cercana a la anterior,
que presenta una mayor vitalidad y una distribución más amplia. Goro es
un término que todavía presenta una relativa vitalidad en las hablas canarias,
sobre todo en Tenerife, y que tiene los valores de "pocilga" (Tenerife, La Palma,
La Gomera, El Hierro, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria), "establo
para cabras, cerdos y ovejas" (Tenerife), "pequeño corral o cerco, casi siempre
de forma circular, para ganado menor" (La Palma), "cueva natural utilizada por
los pastores como refugio durante la noche" (El Hierro), "cerco de piedras secas,
generalmente de forma redonda y destapado por arriba, que se hace para
abrigar viñas o árboles pequeños y también para encerrar cualquier animal
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
pequeño que se pueda coger en brazos" (La Palma), "pequeño hoyo-refugio,
escondrijo para resguardarse del viento" (Gran Canaria), "cueva donde se almacena
el barro de los alfareros" (Gran Canaria), "pocilga rudimentaria"
(Lanzarote), "corralejo en el que se meten uno o dos cabritos" (Gran Canaria),
y "pared hecha de piedras en la que se resguardan del frío y del viento las
mujeres que van a cuidar cabras" (La Palma)42• También en algunas zonas
pervive la variante tagora43, que mantiene la forma original del artículo, al igual
que otras voces preeuropeas.
Se trata de una voz claramente prehispánica que en algunas fuentes tempranas
(Abreu Galindo, lib. III, cap. XIII; Espinosa, lib. I, cap. VIII; Datas de
Tenerife; Viana, canto I, vv. 766,788,801, canto III, vv. 26,216,242,332,369,
413, 421, 469, 542, canto V, vv. 743, 859, 866, 955, canto X, vv. 64,238, y canto
XI, v. 7) viene escrita tagoro/tagoror "lugar de junta y consulta, tribunal de
justicia", y que ha sido estudiada por Berthelot, Ethnographie, p 221;
Abercromby, p. 102; Wolfel, Monumenta, pp. 475-476; Álvarez Delgado, Miscelánea
guanche, p. 35 ss. y Teide, p. 62 ss.; M. Alvar, Estudios Canarios I, pp.
112-113; W. Giese, "Acerca del carácter de la lengua guanche", p. 200; y Díaz
Alayón, Materiales toponímicos de La Palma, pp. 108-111.
Berthelot opina que tagoro(r)puede muy bien venir del cabilio tegruat"diván".
Wólfel, por su parte, califica de totalmente desacertada la etimología
propuesta por Álvárez Delgado, según la cual los términos goro y tagoror se
encuentran muy cercanos a las voces latinas hara "chiquero", hortus "huerto,
patio" y cohors "patio, corte", y sólo reconoce como verdaderos y acertados los
paralelos agror, tagrurt "patio, recinto" (shilha) y tagrurt "pequeño espacio cerrado
para cabras" (cabilio) proporcionados ambos por Abercromby. Asimismo,
Wólfel, queriendo completar más aún las pruebas lingüísticas en este sentido,
ofrece varias formas recopiladas en las distintas hablas bereberes: agror
"recinto de piedras secas", agerur''.jardín", agrur"pila de piedras", agurrar"gravilla",
agrur"albergue, establo", agrur"alineamiento de piedras", agrur/igurar
"lugar, sitio, pequeño circuito, patio interior", airur "seto, cercado", tagrurt y
agrur"recinto, establo". Por su parte, Giese, "Acerca del carácter de la lengua
guanche", p. 200, relaciona esta forma canaria con el tuareg tahrut "rebaño" y
con el shilha taurut "rebaño".
Todos estos ejemplos parecen poner de manifiesto, siguiendo la opinión de
Wolfel, que el significado básico y primario del antiguo vocablo canario
tagoro(r) debió ser "disposición de piedras, círculo de piedras" -que es el que
han legado las crónicas de los primeros historiadores- y "establo". A este respecto,
M. Alvar opina que el cambio semántico más notable parece ser el de
"patio"~ "pocilga" y estima que la desaparición de tagoro(r) "patio, asamblea"
147
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
y la pervivencia de goro "establo, pocilga" es un proceso semejante al operado
en todas aquellas lenguas que, sometidas a otras de mayor desarrollo cultural,
han sufrido una pérdida notable de material léxico y en algunos casos, han visto
envilecerse los viejos términos tradicionales. El vocablo indígena tagoro(r), de
acuerdo con la información legada por los cronistas, había llegado a una especie
de lexicalización, viniendo a significar la asamblea o reunión por antonomasia.
Una vez que desapareció la costumbre de las asambleas de los naturales
como resultado de la anexión de Canarias, se perdió consecuentemente el
término que las designaba. Goro, sin embargo, perduró en el habla canaria
ostentando la especialización léxica ya señalada y teniendo mucho que ver en
este mantenimiento el hecho de que los indígenas fueron mayoritariamente
ocupados por los conquistadores en las labores del pastoreo y del cuidado de
animales, circunstancia que se extiende a vocablos como tagastaste, tafor y
otros. Para intentar explicar todo este proceso de pérdida, conservación y especialización
seguido por tagoro(r) en su evolución semántica a través del tiempo,
M. Alvar aporta dos vías, que parten del valor básico de "lugar cercado"; en
primer lugar, una vía de tipo "eufemístico" relacionada con la vida del término
en la etapa prehispánica en la que posee los sentidos de "patio", "lugar de reunión"
y "asamblea regia"; y en segundo lugar, una vía de índole "disfemística"
vinculada a un supuesto envilecimiento conceptual sufrido por la palabra que
evoluciona del valor de "lugar cercado" al de "pocilga", propiciada por la presencia
de los conquistadores y de su definida escala de valores en la que el cerdo
es considerado el animal menos noble; además, añade a las dos anteriores una
tercera posibilidad de carácter neutro, por la cual al sentido originario de "lugar
cerrado" se fueron añadiendo denominaciones que tienen siempre la idea
de "sitio para guardar algo" ("redil", "cerca", "refugio", "cueva").
Una vez analizadas, de estas tres posibiladades evolutivas señaladas pór
M.Alvar, la de carácter neutro mencionada en último lugar se presenta como
la más sólida y probable. Los apoyos de esta apreciación los encontramos en
la simple consideración de los valores de goro y sus derivados en las hablas
canarias y en el análisis de los paralelos bereberes, en los que aparecen, incluso
combinadas, todas las especializaciones adscritas a la forma canaria.
Guácaro (283). Una especie de coleóptero. No se disponen de otros registros
de esta voz. Bethencourt Alfonso (284) remite al galo chwil "escarabajo",
forma claramente inadecuada e inaceptable como paralelo de este término
herreño.
Guanil (277). La res sin marcar, como acontece a las salvajes que no tienen
dueño. Bethencourt Alfonso da este adjetivo como de distribución general y
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
efectivamente se utiliza en el habla insular con los valores de "ganado salvaje",
"ganado libre", "ganado sin dueño", y "ganado suelto sin marca". En el habla
de La Palma el término posee para Juan Bautista Lorenzo Rodríguez los significados
de "cabra salvaje", "animal sin dueño" y "persona desocupada"44,
utilizándose también, de acuerdo con el inventario léxico de Antonino Pestana,
en las dos acepciones de "ganado que está suelto, sin marca alguna" y "objeto
que teniendo par se ha quedado sin compañero"45, y nosotros hemos documentado
en varias zonas de esta isla el uso de la expresión cabrito guanil para
designar a la cría de la cabra que ha sido abandonada por su madre46• Junto a
esto, G. Rohlfs, p. 93, registra la voz guanil en sus informantes de las localidades
herreñas de Mocanal, La Frontera y El Pinar, así como de Ampuyenta
(Fuerteventura), con el sentido de "(oveja o cabra) no marcada". Nosotros también
lo hemos registrado en Sabinosa, "ganado sin marca y sin dueño". Asimismo,
en Lanzarote existe la variante juanil, que, además de los valores ya
vistos en el sector de la ganadería, también funciona entre la gente del mar
con el sentido de "unidad, único, sencillo; lo que siendo par, carece de pareja"
47. Otras referencias vienen en Lorenzo, Morera y Ortega, p. 177.
De modo diferente a otros elementos léxicos prehispánicos, existen numerosos
registros tempranos de la presencia de la voz guanil en el habla insular.
Así, en el acta de la sesión del Cabildo de Tenerife48, celebrada el día 7 de abril
de 1511 se recoge que
Gregorio Tabordo dice presento testigos de su salario que le paguen lo pasado
y lo venidero se le afirme. Dijeron asentaban todos los dichos diez mil mrs.
de salario en cada año por lo pasado y de aquí adelante por alcalde de la mesta
y por herrete de los cueros y que se le mande librar todo lo que se debe del
tiempo que ha servido. Y que de cuenta al apuntado asi de lo que ha recibido
de las penas y de lo guanil.
En la misma fuente figura otro registro49, de fecha 22 de julio de 1515, donde
se advierte de modo preciso el valor de la voz:
... que al tiempo que esta isla se encomem¡;o a poblar los pobladores truxeron
a ella ganados de bacas e ovejas e puercos e cabras e estos animales ... se
criaron e crian se en al9ado e cada dia se al9an a las montañas ... e en la dicha
isla tenemos ordenan9a hecha por justicia e regimiento e costumbre husada
e guardada que tal ganado al9ado que se llama guanir ninguno lo puede matar
ni marcar ...
Y en las Capitulaciones que a finales de 1513 presenta la isla de Tenerife
a la reina doña Juana50, puede leerse:
149
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Asimismo, muy poderosa Señora, segund la hagrura e grande espesuras de
las montañas desta dicha isla, muchos ganados de vacas, puercos e ovejas e
cabras e bestias cavallares e asnales andan al¡;ados e se hazen bravos sin que
sus dueños los puedan herretar ni marcar cuando van a herrarlos e marcarlos,
de cuya cabsa muchos ganados de los susodichos, que se llaman guaniles, an
andado e andan perdidos por las sierras e montañas e sobre ellos a avido e ay
muchos devates y diferencias y los de la orden de Merced e Trinidad y
algunos que tienen cargo de la Santa Cruzada e conpusicion anlo pedido e
piden por mostrencos, so colores e formas esquesitas. Pero suplicamos a
vuestra Alteza los haga merced que tales animales e ganados guaniles ayan
de ser de los criadores, pues que de sus ganados y animales proceden y entre
ellos se repartan prorrata, . segund el ganado e animales tiene o como la su
merced sea.
El término también figura en la crónica de Abreu Galindo, que lo consigna
en el lib. I, cap. XI, al hablar de la lengua y costumbres de los naturales de
Fuerteventura:
El vestido y hábito de los de esta isla era de pieles de carnero como salvajes,
ropilla con mangas hasta el codo, calzón angosto hasta la rodilla, como los de
los franceses, desnuda la rodilla, y de allí abajo cubierta la pierna con otra
piel hasta el tubillo; y mahos calzados, de donde son llamados mahoreros.
Traen el cabello largo, y la cabeza cubierta con un bonete alto de la mesma
piel. Peleaban con grandes bastones de palo, que llamaban tezezes. A los
valientes llamaban altihay. Las mujeres traían tamarcos de cueros de cabra,
y encima pellicos o ropillas de cuero de carnero, y los mesmos bonetes pelosos
del mesmo cuero. Servíanse de cuchillos de lajas de pedernal, que llamaban
tafiagues. Al cuero llamaban harhuy, y al ganado salvaje, guanil.
Guanil figura en los repertorios lingüísticos prehispánicos del siglo XIX:
Berthelot, Ethnographie, p. 187; Chil, I, pp. 421 y 428; Millares Torres, X, pp.
214, 219. El primer autor que intenta explicar esta voz canaria es Glas, Enquiry,
p. 174, pero no encuentra ningún elemento del shilha al que vincularla. Más
tarde, Pizarroso, p. 158, la relaciona con el árabe gamnjlwien, voz que en modo
alguno se acerca a guanil. Con posterioridad y también equivocadamente según
nuestro criterio, es Campbell (222) el que proporciona una explicación de
esta voz, que elige como una de las muchas formas canarias en la que se combinan
elementos gaélicos y címricos ya que corresponde a la inglesa agh "ganado"
y a la gala anial "salvaje". Abercromby, p. 109, incluye guanil entre las
voces que no puede explicar a través del bereber, al no encontrar ningún elemento
al que poder remitir. En relación con la extracción de este término,
Álvarez Delgado, "Voces de Timanfaya", p. 10, señala que se trata de un simple
adjetivo aplicado a todos los animales y, extrañamente cauto en esta ocasión,
no se pronuncia de modo rotundo sobre el indigenismo de este elemen-
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
to, si bien señala su proximidad semántica y fonética a las formas wan, wen de
las hablas bereberes, que tanto se parecen al numeral guanche ben= uno, de la
lista de Sedeño. También G. Rohlfs no considera guanil como elemento prehispánico
seguro. Para Wolfel, Monumenta, p. 495, no hay duda sobre la vinculación
de guanil a voces bereberes y, así, proporciona varios paralelos posibles
extraídos de los materiales lexicográficos de Foucauld: ener"manquer de
entrainement", hulel "etre sauvage (un animal d"éspece domestique)", ahúlill
ihúlilen "animal domestique sauvage". El lingüista austríaco, además, llama
la atención sobre la existencia en algunas de estas voces (hule], ahúlil, ihúlilen)
pertenecientes al dialecto de los Ahaggar, de una h que en muchas hablas
bereberes corresponde a un sonido labial, y también señala la variación consonántica
1/n entre las formas africana (ahúli/) y canaria (guani/).
Guársamo (268, 302). Cavidades artificiales en los árboles para recoger agua.
En nota, Bethencourt Alfonso amplía esta información y recoge que los guársamos
son pequeños domajitos practicados en la cara superior de las ramas
gruesas y horizontales de los árboles, dispuestos de manera que al gotear las
hojas reciban el agua. Añade que existen varios en El Hierro, que llevan de
cabida 1, 2, 3 y hasta 4 litros, que es un gran recurso para caminantes y pastores
en ciertas regiones desprovistas de fuentes o manantiales y a algunos de
ellos les conceden una antigüedad de siglos, de la época de los aborígenes. Sigue
diciendo que en Tenerife no ha conocido ninguno aunque se asegura que los
hubo en determinadas localidades y dicha noticia parece estar confirmada por
la existencia de algún topónimo como el Roque del Guásamo sobre el valle de
Tahodio, que encuentra en algunos documentos. Nosotros hemos recogido el
término guársamo en la localidad de Frontera con el valor de "piedra donde se
acumulaba el agua y se tapaba con otras para que no entraran bichos".
El registro más antiguo de esta forma viene en el Diario de Urtusáustegui,
p. 48. Otras referencias vienen en Darias y Padrón, pp. 91-92, 304; Luis de
Aguere; Álvarez Delgado, "Ecero", p. 156; Rohlfs, p. 93; Steffen, "Lexicología
canaria" V, p. 76; Almeida y Díaz Alayón, p. 159; Barrera Álamo, p. 30; y Lorenzo,
Morera y Ortega, p. 177. Además de guársamo, también se dan las variantes
guásimo y guásamo.
Chil, 11, p. 146, y Millares Torres, X, p. 267, traen Guársdmo no como voz
común sino como nombre de lugar. Wólfel, pp. 572, 840, cita guásimo como
fitónimo y Guársamo como topónimo. Aunque Wolfel, Monumenta, pp. 658-
659 y 883, no se da cuenta de ello, esta forma común herreña tiene que estar
vinculada al topónimo lanzaroteño Guacimeta, denominación que procede, con
toda seguridad, de la existencia de depósitos naturales o artificiales de agua 51•
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2017
Gúasimo (288). Bethencourt trae esta forma como fitónimo y remite a
Urtusáustegui como fuente, pero no encontramos este valor en este autor. Con
toda seguridad, creemos que BethencourtAlfonso toma esta referencia de Chil,
11, p. 146, y de Millares Torres, X, p. 266, que traen esta voz con valor fitonímico
y citan a Urtusáustegui. Se trata claramente de una equivocación.
Campbell y BethencourtAlfonso (197, 289) dan como paralelos de esta forma
el vasco hasuin "ortiga" y el irlandés gaélico gaoicin "Arum maculatum", que
no se acercan ni formal ni semánticamente a la voz insular. Wolfel, Monumenta,
p. 572, no encuentra términos del español o del portugués a los que vincular
esta palabra canaria y por ello acaba admitiéndola como prehispánica y proporciona
varios paralelos bereberes: tiyizzemt(Metmata), hagzemts "palmera
enana" (Senua), tagessimt" calabaza, pepino" (Ahaggar), O?ma "nombre de una
planta, Erodium glaucophyllum Aitoon" (Ahaggar) y ta?me "nombre de una
planta" (Ahaggar).
Guirre (283). Guirre es la denominación popular en Canarias para el ave
Neophron pemocpterus pemocpterus, especie de buitre isleño. Tal y como
apunta Bethencourt Alfonso, la voz presenta una distribución general en las
hablas canarias y está recogida en la mayoría de los estudios e inventarios
léxicos realizados. Encontramos este zoónimo en diversas fuentes tempranas.
Lo vemos en Abreu Gal indo en tres ocasiones. Una de ellas es a propósito de
Fuerteventura, lib. I, cap. XI, donde consigna que en 1591 "se mandó hacer una
mortería por el mucho daño que (los asnos) hacían en la tierra, con muchos
lebreles, y con mucha gente de a caballo, y la tierra apellidada; y mataron más
de mil y quinientos asnos, que fueron manjar de cuervos y guirres ". La segunda
de las referencias la vemos en el lib. III, cap. lV, y nos referiremos a ell~
más adelante. Y la tercera referencia la encontramos cuando trata de los hábitos
funerarios de los aborígenes de Tenerife, lib. III, cap. XIII, donde Abreu
Galindo escribe que "tenían esta costumbre y orden en sus entierros, que había
hombres y mujeres que tenían oficio de mirlar los cuerpos, y a esto ganaban
su vida, desta manera que, si moría hombre, lo mirlaba hombre, y la mujer
del muerto le traía la comida; y si moría mujer, la mirlaba mujer, y el marido
de la difunta le traía la comida; y servían éstos de guardar el cuerpo difunto,
no lo comieran los cuervos y guirres y perros". Este término también figura en
Gaspar Frutuoso, cap. XIII: "aves quasi tam grandes como patas, branos e pretas,
chamadas guirres, que comen animaes que acham mortos". Y en Gómez Escudero,
que en su Historia de la conquista de la Gran Canaria, cap. XIX, describe
a estos animales como "unas aves menores que pabos, tienen el pico amarillo
y pies, son mayores que los de España que llaman quebrantahuesos, es
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ave muy sucia, busca las inmundicias, cría en los riscos, es ave tímida, llámanlos
guirches".
Tradicionalmente este zoónimo se ha venido considerando como término
canario antiguo. Esto lo vemos en Abreu Gal indo, lib. III, cap. IV,cuando habla
de los ritos religiosos de los indígenas de La Palma y, especialmente, de los
del cantón de la Caldera:
... entre el nacimiento de las dos aguas que nacen en este término está un roque
o peñasco muy delgado, y de altura de más de cien brazas, donde veneraban
a ldafe, por cuya contemplación al presente se llama el roque de ldafe. Y
tenían tanto temor, no cayese y los matase, que, no obstante que, aunque
cayera, no les podía dañar, por estar las moradas de ellos muy apartadas, por
sólo el temor acordaron que de todos los animales que matasen para comer,
diesen a Idafe la asadura. Y así, muerto el animal y sacada la asadura, se iban
con ella dos personas; y llegados junto al roque, decían cantando, el que
llevaba la asadura: -Y iguida y iguan ldafe, que quiere decir: "Dice que caerá
ldafe". Y respondía el otro, cantando: -Que guerte yguan taro; que quiere decir:
"Dale lo que traes, y no caerá". Dicho esto, la arrojaba, y daba con la asadura;
y se iban, la cual quedaba por pasto para los cuervos y quebrantahuesos, que
en esta isla llamaban guirres.
Glas sigue el criterio de Abreu Gal indo y en su An Enquiry Conceming the
Origin oí the Natives oí the Canary Islands, p. 178, incluye guirre en su lista de
materiales lingüísticos prehispánicos de La Palma, si bien no encuentra ningún
paralelo en el shilha al que pueda remitir este término canario. Frente a
esta hipótesis de la extracción preeuropea de guirre, Viera y Clavijo sostiene
en su Diccionario, s.v., que esta voz es romance y, apoyándose en el frecuente
cambio b ~ g, establece el proceso evolutivo de la siguiente manera: buitre~
guitre ~ guirre, proceso que resulta dificilmente aceptable. En la misma dirección
que Glas van las conclusiones de autores posteriores: Berthelot, Ethnographie,
pp. 187,203; Chil, I, pp. 422,448,546,547, y 11, pp. 103, 128, 146; Bute,
p. 26; Loher, p. 123; Bethencourt Alfonso, p. 284; Abercromby, p. 103; L. y A.
Millares Cubas, p. 85; Álvarez Delgado, Miscelánea guanche, p. 90; Régulo
Pérez, El habla de La Palma, p. 126; Rohlfs, p. 93; y Wólfel, Monumenta, p.
559 y Eurafrikanische Wortschichten als Kulturschichten, pp. 143-144. Berthelot,
Ethnographie, p. 224, relaciona este elemento como uno de los términos que
permiten cierta aproximación entre la lengua de los aborígenes canarios y la
lengua caribe, si bien el valor correspondiente no se aplica con frecuencia a
las mismas cosas, y compara guirre con Guires, nombre de una tribu venezolana,
que toma del Resumen de geografía de Venezuela del coronel Codazzi.
Loher relaciona guirre con el término alemán antiguo gir, elemento que, se-
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gún su criterio, concuerda tanto en la forma como en el sentido con la voz
canaria. Para BethencourtAlfonso se trata claramente de un término prehispánico
que él vincula al galo bun; al gaélico cu y al irlandés gaélico gairrfhiach.
De modo diferente, tanto Abercromby como Wolfel prefieren explicar guirre
a partir del bereber. Abercromby, apoyándose en Glas, parte de las voces agerfiu
"cuervo" y tagerfa "graja" del cabilio para llegar a las formas canarias guirchesguirhe.
Wólfel, por su parte, rechaza la explicación que proporciona Viera y Clavijo
y considera que la hipótesis etimológica de Abercromby en este sentido es
errónea tanto en su aspecto fonético como en el plano del significado y que las
formas quirches y guirhe que figuran en algunos documentos antiguos son el
resultado de una transcripción equivocada, por lo que presenta guirre como
término único y proporciona un grupo de formas bereberes con las que esta
voz canaria puede estar relacionada: igider-igáderen "águila, buitre" (shilha)
y, más cercanamente, igiwer-igauren "halcón, buitre" (Demnat), igiwer-igawem
(shilha) "buitre, águila", igiwor"buitre" (Sus) y agaiwar"cuervo" (Sus). A estos
elementos Wólfel añade el término hausa wara "águila marina africana", y las
formas miru "milano" (vasco) y miluos, milvus (latín), ya claramente muy lejanas.
Finalmente, Wólfel establece la forma gwirh(e) como la voz original.
Otra dirección en el análisis etimológico de guirre es la que formula M. Alvar,
El español hablado en Tenerife, p. 186, para el que esta voz tiene un claro componente
onomatopéyico y se encuentra emparentada con las palabras guirle,
guirre y guirri(o) recogidas por Lamano en el habla salmantina, y con guirri (y
su plural guirres) registrada por G. Salvador en la zona de Andiñuela (León) y
utilizadas todas ellas como denominación del vencejo. Se trataría, en este caso,
de un proceso creador igual al de estapagao y peroluí.
Otras referencias de este término pueden verse en Guerra Navarro, s.v.;
ALE!Can, I, lám. 333; Díaz Alayón, Materiales toponímicos de La Palma, pp.
116-118; y Lorenzo, Morera y Ortega, p. 180.
Gurman (288). Una yerba de pasto. Como se puede ver, Bethencourt Alfonso
no identifica con precisión el vegetal así denominado en El Hierro, pero se
trata de varias especies de Tolpis52• BethencourtAlfonso es el primer autor que
menciona este fitónimo, fitónimo que no vemos en ninguno de los repertorios
del siglo XIX y que no viene en la monografía "Ecero" de Álvarez Delgado, ni
en la nómina de guanchismos de Rohlfs ni en los Monumenta de Wolfel. Tanto
BethencourtAlfonso como Barquín recogen esta voz como paroxítona, pero
en alguna fuente leemos gurmanes. No poseemos registros dialectales de este
término fuera de El Hierro.
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Bethencourt Alfonso (289) vincula esta forma herreña al irlandés gaélico
corrman, gorman "coronilla" ( Centaurea cyanus), un paralelo que, si bien tiene
posibilidades en el plano fonético, no resulta aceptable en cuanto al sentido.
Haran (263). Helecho. Bethencourt Alfonso recoge que con la harina del
helecho hembra se hacían las gaites de haran o tortas de helecho, especie de
pan ázimo y da haran también para Tenerife, La Palma y La Gomera. Las
fuentes más antiguas dan esta voz únicamente para la isla de El Hierro. Torriani
la trae en dos ocasiones: en el cap. LIX, dentro de la endecha herreña, con el
valor extraño de "agua", y en el cap. LXIII como "raíces de helecho". Con este
valor viene también enAbreu Galindo, lib. I, cap. XVIII, Marín de Cubas, lib.
I, cap. XX, y Glas, lib. I, cap. VIII, p. 26. Luego, este término viene en Viera y
Clavijo, Historia, lib. 11, cap. 5; Bory, p. 52; Berthelot, Ethnographie, p. 188;
Chil, 11, pp. 64, 146; y Millares Torres, X, pp. 240, 266.
El primer autor que intenta estudiar esta forma es Glas, Enquiry, p. 175, pero
no encuentra ningún elemento del shilha al que remitir este elemento canario.
Bethencourt Alfonso (197) aporta el vasco ira "helecho" como posible paralelo.
Más tarde, Abercromby, p. 116, incluye este término en el apartado de voces
que no puede explicar a partir del bereber, pero remite al cabilio izuran
"raíces". También Wólfel, Monumenta, pp. 372, 516, 517, considera diversos
aspectos relacionados con esta voz: transmisión en las fuentes, dispersión
geográfica, forma y significación. Entre sus conclusiones, vemos que no admite
la relación entre el bereber izuran y el canario haran porque no puede
explicar el cambio z~h, y prefiere pensar que el valor de haran es "harina de
helechos", lo que le lleva a acercar este término al tinerfeño ahoren "cebada
tostada y molida" y a explicar ambos a través de las formas bereberes auren
"harina de cebada" (cabilio, Zwawa), aren "harina" (Nefusa, Siwa, Sokna, Sened),
aren (Mzab), aren (Segr.), agguren (Ntir, Sus), aggwer(lgerwan, Mgild), aggum
"harina"(shilha), aguren (Demnat), y ugger(beraber).
!guaje (288). Una yerba de pasto. No disponemos de otros registros de este
fitónimo en la literatura dialectal canaria. Nos preguntamos si se trata de una
variante de igualda, denominación herreña de la especie Reseda Juteola53•
Bethencourt Alfonso (289) vincula esta forma a dos términos del irlandés
gaélico: cuigeag "Potentilla reptans"y cusag "mostaza silvestre" (Sinapis).
Íncan, íncana (280). La res blanca y firanca, mitad blanca y mitad oscura.
No tenemos eliminadas todas nuestras dudas sobre la extracción preeuropea
de este término. En este sentido nos llama especialmente la atención su cercanía
a la voz oriscana que en La Palma, La Gomera, Tenerife y Gran Canaria
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tiene el valor de "cabra que tiene blanco el pelo de las orejas"54, e incluso al
latín incanus.
!rama (288). Bethencourt Alfonso no trae el valor preciso de este vegetal,
pero se trata de la especie Cneorum pulverulentum Vent. o Neochamaelea
pulverulenta, un arbusto muy xerófilo que vive en las zonas costeras más calurosas,
que es peculiar de Tenerife, Gran Canaria, La Gomera y El Hierro, y
que recibe diversos nombres: leña buena, leña blanca, leña santa, palo santo,
arraigote, orijama (La Gomera) e irama (El Hierro). Véase la descripción que
Viera y Clavijo hace de este vegetal en su Diccionario, s. v. leña buena. La referencia
más temprana de irama viene en el Diario de Urtusáustegui, p. 42, y
no figura en el Diccionario de Viera y Clavijo. Otras referencias se encuentran
en Chil, 11, pp. 146, 150; Millares Torres, X, p. 267; Álvarez Delgado, "Ecero",
p. 159; Rohlfs, p. 93; Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 77; Wólfel, Monumenta,
p. 158; y Barquín, pp. 16, 18 y 20. Nosotros hemos registrado este término en
las localidades de Isora, El Pinar y Sabinosa.
El elemento del irlandés gaélico ame "endrina" (Prunus spinosa) que BethencourtAlfonso
(289) da como correspondencia de este término herreño resulta
inaceptable para explicarlo. Aunque Wólfel no repara en este hecho, es evidente
que esta voz herreña está emparentada con la gomera orijama y que ambas
pertenecen al sustrato indígena. Referencias de orijama se encuentran en
Berthelot, Ethnographie, p. 188; Pizarroso, p. 160; Rohlfs, pp. 93-94; Wólfel,
Monumenta, p. 579; y Steffen, "Lexicología canaria" IV, pp. 98-100. Wolfel no
se detiene en el estudio de este fitónimo y solamente proporciona una serie de
posibles paralelos bereberes erhem "expulsar", el!J.em "coger con los dientes",
y alagmu "acción de estar roto" (Ahaggar).
!eren (255). El palo del molino. Nosotros hemos registrado este término en
la localidad de Isora y en Sabinosa hemos recogido la voz equivalente eje. Otras
referencias vienen en Armas Ayala, "Pequeño vocabulario", p. 69; ALE!Can,
I, mapa 168; Reyes del Pino, pp. 25, 65; Barrera Álamo, p. 31, y Lorenzo, Morera
y Ortega, p. 192.
Jicanejo (288). Un liquen tintóreo. BethencourtAlfonso también registra esta
forma para Fuerteventura. De igual manera Álvarez Rixo, Voces, frases y
proverbios, pp. 63-64, 65, 89, registra ahicanejo y ajicán para Fuerteventura y
escán para Lanzarote. En La Gomera se da la variante jaicán. Alicaneja y
orcaneja escribe Viera en su Diccionario de Historia Natural. Referencias de
estos términos figuran en Webb y Berthelot, III, 2, p. 52; Álvarez Delgado,
"Ecero", p. 160; Navarro Artiles y Calero Carreño, p .123; ALE!Can, 111, mapa
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1088; y Lorenzo, Morera y Ortega, pp. 27, 193. Para un buen número de autores,
a partir de Álvarez Rixo, se trata de un término prehispánico. Véase Álvarez
Rixo, Lenguaje de los antiguos isleños, pp. 48, 99; Pizarroso, p. 154; Rohlfs, p.
94; y Steffen, "Lexicología canaria" V, p. 77. Wólfel incluye el término es sus
Monumenta, pp. 574, 579.
Jiga (278). Marca que consiste en un corte en la oreja desde la punta a la
base y como a la mitad de la altura, otro corte de través. Ni este nombre ni el
tipo de corte que designa vienen en la completa lista de marcas del ganado
que Armas Ayala incluye en su trabajo "Vocabulario toponímico". Lorenzo,
Morera y Ortega, p. 193, recogen jiga en La Gomera con el valor de "chichofe
que se hace cerca de la punta de la oreja del animal".
No creemos que existan argumentos para considerar esta voz como prehispánica.
Debe tratarse de una adaptación de la castellana higa55•
Jilmero (244). Pescador de caña de ribera. BethencourtAlfonso también da
esta forma para Tenerife. En varias trabajos dialectales del presente siglo y
del anterior, este término tiene el valor de "tacaño", "mezquino", "miserable".
Así viene inventariado por Álvarez Rixo, Voces, frases y proverbios, p. 113, que
trae el refrán tradicional Palmero jilmero, con el cual se vituperaba popularmente
a los naturales de La Palma por considerarlos cicateros y miserables.
También vemos este término en Franchy y Roca y en los hermanos Millares
Cubas. Otras referencias vienen en Lorenzo, Morera y Ortega, p. 193, que registran
la voz en Gran Canaria, y en el ALE/Can, 11, mapa 675, que trae jimero
"tacaño" en Teguise. A lo que parece eljilmero actual es una adaptación de la
voz schirmeiro que Valentim Femandes emplea en varios momentos de su
Descripción para designar a los pescadores azanegues de las islas y costa de
Arguin, al sur de Cabo Blanco. Luego vemos que Frutuoso, cap. XI, al tratar
de las entradas en Berbería del marqués de Lanzarote don Agustín de Herrera,
utiliza xilmeiro para denominar a los pobres habitantes y pastores de la costa
de Berbería, que con sus mujeres e hijos vivían en aquella tierra llana y arenosa
en aduares o chozas cubiertas de maleza y que se dedicaban al cuidado de
las vacas y a buscar ámbar de ballena.
Para Franchy y Roca jJlmero debe ser una adaptación del arcaísmo jismero
"chismoso". De modo diferente, Campbell y BethencourtAlfonso (222, 244)
consideran que se trata de un término que procede de los aborígenes canarios
y que se explica perfectamente a partir del galo genweiro, de igual valor que
la palabra insular. Como podemos comprobar una vez más, las hipótesis
etimológicas de Campbell carecen de todo fundamento.
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Jo1jal (288). Arsila blanca en La Gomera. Se trata de una especie de Senecio.
ALE!Can, I, mapa 218, recoge jorjales "tusilago" en Frontera y nosotros hemos
registrado jorjales "flor de mayo" en la localidad de Sabinosa. Barquín , pp. 15,
21, trae jórjal. Bethencourt Alfonso (289) da como correspondencia de esta voz
canaria el irlandés gaélico crostal, crutal "moho", "musgo". Nosotros creemos
que hay que vincular jórjal a jorja y jorjado, denominación popular en
Fuerteventura de la especie Odontospermum sericeum, una especie subarbustiva
endémica de las Canarias orientales.
Jóscoma (255). Palo o bastón largo con uno de los extremos en gancho natural
para abatir las ramas de los árboles. Bethencourt Alfonso no tiene del
todo claro que se trate de una voz preeuropea, y por ello se pregunta si no se
trata de una adaptación de horqueta. Desconocemos los argumentos que
BethencourtAlfonso tiene para formular esta posibilidad, pero es evidente que
jóscoma no es voz romance y además presenta una estructura proparoxítona
que es c