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ALMOGAREN XXXIX/2008MM149 ALMOGAREN XXXIX/2008 IC INSTITUTUM CANARIUM ICDIGITAL Separata XXXIX-8 150MMALMOGAREN XXXIX/2008 ICDIGITAL Eine PDF-Serie des Institutum Canarium herausgegeben von Hans-Joachim Ulbrich Technische Hinweise für den Leser: Die vorliegende Datei ist die digitale Version eines im Jahrbuch "Almogaren" ge-druckten Aufsatzes. Aus technischen Gründen konnte – nur bei Aufsätzen vor 1990 – der originale Zeilenfall nicht beibehalten werden. Das bedeutet, dass Zeilen-nummern hier nicht unbedingt jenen im Original entsprechen. Nach wie vor un-verändert ist jedoch der Text pro Seite, so dass Zitate von Textstellen in der ge-druckten wie in der digitalen Version identisch sind, d.h. gleiche Seitenzahlen (Pa-ginierung) aufweisen. Der im Aufsatzkopf erwähnte Erscheinungsort kann vom Sitz der Gesellschaft abweichen, wenn die Publikation nicht im Selbstverlag er-schienen ist (z.B. Vereinssitz = Hallein, Verlagsort = Graz wie bei Almogaren III). Die deutsche Rechtschreibung wurde – mit Ausnahme von Literaturzitaten – den aktuellen Regeln angepasst. Englischsprachige Keywords wurden zum Teil nach-träglich ergänzt. PDF-Dokumente des IC lassen sich mit dem kostenlosen Adobe Acrobat Reader (Version 7.0 oder höher) lesen. Für den Inhalt der Aufsätze sind allein die Autoren verantwortlich. Dunkelrot gefärbter Text kennzeichnet spätere Einfügungen der Redaktion. Alle Vervielfältigungs- und Medien-Rechte dieses Beitrags liegen beim Institutum Canarium Hauslabgasse 31/6 A-1050 Wien IC-Separata werden für den privaten bzw. wissenschaftlichen Bereich kostenlos zur Verfügung gestellt. Digitale oder gedruckte Kopien von diesen PDFs herzu-stellen und gegen Gebühr zu verbreiten, ist jedoch strengstens untersagt und be-deutet eine schwerwiegende Verletzung der Urheberrechte. Weitere Informationen und Kontaktmöglichkeiten: institutum-canarium.org almogaren.org Abbildung Titelseite: Original-Umschlag des gedruckten Jahrbuches. Institutum Canarium 1969-2015 für alle seine Logos, Services und Internetinhalte ALMOGAREN XXXIX/2008MM151 Inhaltsverzeichnis (der kompletten Print-Version) Alain Rodrigue: Les chars gravés du Jbel Aoufilal (Taouz, Maroc) .......................................... 7 Robert G. Bednarik: Die Kranichberger Petroglyphen bei Gloggnitz, Niederösterreich ................... 19 Yves & Christine Gauthier: À propos des Monuments À Alignements du Sahara .................................... 27 Franz Trost: Bemerkungen zum Papyrus Louvre I. 3079, Kol. 111, Zeile 82-86 ................ 89 Joaquín Caridad Arias: El título canario Mencey "rey", un derivado del teónymo púnico Melkart ................................................... 105 Werner Pichler: Bericht über den aktuellen Stand der Erforschung und Erhaltung der libysch-berberischen Felsinschriften auf den Kanarischen Inseln .................... 117 Andoni Sáenz de Buruaga: Nota sobre un panel con grabados de équidos en el abrigo rupestre de Galabt El Jeil 2 (Tiris, Sahara Occidental) ............................................ 137 Julio Cuenca Sanabría et alii: El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) .......................................... 153 Werner Pichler: The rock art sites in the region of Igherm/Anti-Atlas (S-Morocco) ................... 191 Dolores García Padrón: Agustín Millares Cubas y los inicios de la lexicografía canaria .................. 239 Hartwig-E. Steiner: Die Jungfrauen-Höhle auf der Osterinsel Ana O Keke auf Poike / Rapa Nui, Polynesien ............................................................... 253 Hartwig-E. Steiner: Das Areal der weißen Steinhügel auf Selvagem Grande. Ilhas Selvagens, Portugal ........................................................................... 321 152MMALMOGAREN XXXIX/2008 Cuenca, Julio; García, Milagrosa; González, Leticia; García, Marco; Montelongo, José; Ramos, Pilar (2008): El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria).- Almogaren XXXIX (Institutum Canarium), Wien, 153-190 Zitieren Sie bitte diesen Aufsatz folgendermaßen / Please cite this article as follows: ALMOGAREN XXXIX/2008MM153 Almogaren XXXIX / 2008 Wien 2008 153 - 190 Julio Cuenca, Milagrosa García, Leticia González, Marco García, José Montelongo, Pilar Ramos El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) Key words: Gran Canaria, Almogaren sanctuaries, "Tamogante en Acoran", prehispanic Canary islanders, caves, rock art, religion, fertility cult, vulvas, cupules Resumen: Almogaren y Tamogante en Acoran eran términos con que los antiguos canarios designa-ban a los santuarios y lugares donde realizaban sus rituales. El presente artículo trata sobre el descubrimiento, por parte de nuestro equipo, en el interior montañoso de Gran Canaria, de una serie de cuevas artificiales con manifestaciones rupestres, que inter-pretamos como almogarenes cubiertos, demostrando con ello que los santuarios canarios presentaban una tipología mucho más rica y compleja de lo que creíamos hasta ahora. Zusammenfassung: Almogaren und Tamogante en Acoran waren Ausdrücke, mit denen die Altkanarier die Weihe- und Kultstätten für die Durchführung ihrer Rituale bezeichneten. Nachstehender Artikel handelt von der Entdeckung einiger von Menschenhand geschaffener Höhlen im gebirgigen Inselinneren Gran Canarias, in denen unser Team Felsformationen fand, die von uns als überdachte Almogarenes interpretiert wurden. Dies dient als Beweis dafür, dass auf den Kanarischen Inseln eine viel komplexere und vielfältigere Typologie an Kultstätten existierte, als bisher angenommen. Abstract: Almogaren and Tamogante en Acoran were terms used by the original natives of the Canary Islands to designate sanctuaries or sacred places of ritual. This article describes our team's discovery in Gran Canaria's mountainous hinterland of a series of artificial caves with wall drawings and carvings, which we have interpreted to be covered almogarenes, thus broadening the range and complexity of the sacred places of ritual over and above the classic typologies as known to date. De siempre el ser humano ha sentido atracción y veneración pero también temor por las cuevas. Este hecho está ampliamente demostrado para la mayo-ría de las culturas de cualquier contexto geográfico del planeta. Y es que la cueva es el trasunto de algo así como la puerta de acceso al mundo donde habitan los genios y otros seres sobrenaturales. Las paredes, techos y suelos 154MMALMOGAREN XXXIX/2008 de las cuevas, no son más que finas membranas que separaban a los seres humanos de las criaturas y de los acontecimientos del mundo subterráneo. Las cuevas se consideraban entonces como lugares temibles, de tránsito que les conducían hacia otro universo (Clottes, Lewis, 2001). Puede que esta sea la explicación más plausible del arte parietal. Es verdad que también el arte rupestre existe al aire libre, pero es en las cuevas donde mejor se perciben estas creencias (Lewis-Williams, 2005). Entre los pueblos bereberes del Norte de África, la tierra ancestral de los canarios, el culto a las cuevas, todavía en la actualidad se encuentra muy extendido. El bereber cree en los jnoum, genio de las cuevas, y también piensa que ciertas grutas son el acceso a un mundo subterráneo habitado por los Izzabbaren, raza de ogros o de gigantes que vivían en el país antes de la llega-da de los musulmanes. A principios del siglo XX, durante la etapa del protec-torado, etnógrafos franceses como Henrri Basset, Emile Laoust o Edmond Doutte, pudieron realizar, no sin enormes dificultades, estudios sobre estas indómitas poblaciones bereberes de Marruecos y Argelia, todavía profunda-mente ancladas al medio rural y con una economía de subsistencia, de carác-ter familiar, basada en la explotación agroganadera del territorio. Entonces, como ahora, los trogloditas eran numerosos en todo el Atlas Medio y sobre el reborde norte de los contrafuertes de esta cadena montañosa (El-Hajbe ou Ifran). También eran numerosos en la otra vertiente, en los Dader, así como en el Alto Atlas. Las grandes ciudades, como Fez, Tlemcen o Taza, también con-tenían núcleos trogloditas, densamente habitados. Algunos autores piensan que incluso el nombre de África podría proceder etimológicamente de IFRI, palabra bereber que significa cueva. El nombre de los Beni-Ifren, una de las grandes familias de los ZANATAS, se refiere a los trogloditas. Todavía en la actualidad, refiere Basset, se les da el nombre de Ait-Ifri a las gentes del Dades que viven en cuevas (Basset, 1920). El bereber practicaba numerosos rituales sobre todo de carácter agrario, en el interior e inmediaciones de ciertas cuevas consideradas como sagradas, que también eran visitadas por aprendices de oficios, enfermos, sobre todo mentales y mujeres que no podían tener hijos, para realizar el rito de la incubación, en la creencia de que al quedarse dormidos a la entrada o en cier-tas partes del interior de la cueva, durante los días que fueran necesarios, los genios que la habitaban se les aparecerían en sueños y les daría la solución a sus males. Los que padecían problemas mentales apoyaban la cabeza en el interior de una hornacina que eran consideradas como las puertas de acceso o de tránsito entre el mundo de superficie y el subterráneo utilizadas por los genios. Estos ritos de incubación, que pudieron ser observados por los autores ALMOGAREN XXXIX/2008MM155 antes citados, a principios del siglo pasado, ya fueron descritos por Heródoto de Halicarnaso en el siglo V antes de Cristo, para ciertas poblaciones bereberes, llamadas Nasamones por el Padre de la Historia: "En su modo de jurar y adivinar, juran por aquellos hombres que pasan entre ellos por los más justos y mejores de todos, y en el acto mismo de jurar tocan sus sepulcros; adivinan yendo a las sepulturas de sus antepasados, donde después de hechas sus deprecaciones se ponen a dormir, y se gobiernan por lo que allí ven entre sueños" (Heródoto, 1960). La necromancia, la adivinación por la evocación de los muertos, era prac-ticada hasta tiempos recientes, y puede que aún en la actualidad, por los bereberes en cuevas y tumbas consideradas como sepulturas de santones o antepasados relevantes. Existen también en el mundo bereber las cuevas salutíferas o curativas, y las cuevas terapéuticas, muchas de las cuales tienen fuentes de agua que ma-nan de su interior. Estas son especialmente veneradas y visitadas por la pobla-ción. Y es que las aguas nacidas en el seno de la tierra, sobre todo las que surgen en el interior de cuevas, especialmente las termales, poseen un poder potenciado más allá del poder fecundante, ya que también son aguas purificadoras y curativas. Estas fuentes subterráneas, custodiadas por divinidades benéficas, suelen marcar hitos destacados en la sacralización del territorio (Diez, 1995). Pero son los rituales agrarios que las poblaciones bereberes celebraban en determinadas épocas del año en las cuevas-santuarios, lo que nos interesa es-pecialmente para los objetivos que perseguimos en este trabajo. En efecto es-tos rituales con infinidad de variantes se celebraban en todo el Norte de Áfri-ca, siempre asociados a ciertas cuevas, que presentaban un carácter sagrado y en ellos participaba toda la población. Herri Basset y Emile Laoust pudieron estudiar estos rituales que hace un siglo se celebraban con toda su intensidad. Son importantes al respecto los ritos de expulsión del mal, en el contexto agrí-cola, que se practicaban en el Anti-Atlas. El ritual consistía en defender las cosechas de los genios que habitan las cuevas, también hambrientos que acu-dían de noche a los campos cultivados en busca de su alimento. Para evitar que las cosechas fueran arrasadas por estos genios, se llevaban a cabo rituales de carácter mágico-religioso que se realizan primero en los mismos campos, para apartar o neutralizar las malas influencias devastadoras y erradicarlas lejos de los campos cultivados. Después jóvenes púberes de ambos sexos, acudían con comida que depositan en las entradas de las cuevas donde habitan los genios, se trata de la parte que les correspondía y que se les entregaba por adelantado, antes de la cosecha, para evitar que los genios fueran a saquearlas. 156MMALMOGAREN XXXIX/2008 Estos rituales agrarios se pueden llevar a cabo colectivamente pero tam-bién de forma individual, en la que solo participa una familia, como hacían los miembros de la tribu de los Ida Gounidif, en una cueva denominada Ifri Ntzlout, en la cual por la misma fecha de los rituales colectivos que se celebra-ban en el mes de marzo, cada familia acudía individualmente para realizar una ofrenda propiciatoria. Pero tal y como señala Basset, lo que hace a esta cueva de los Ida Gounidif especialmente interesante es que siendo frecuenta-da por los genios a los que se les va a hacer ofrendas propiciatorias para salvar las cosechas, también son frecuentadas por enfermos, aprendices y gente en busca de oráculos. Además la tradición sostiene que esta cueva encierra gran-des riquezas. Por lo que concluye Basset que esto demuestra que los genios que devastan los campos de cultivos y causan enfermedades, son al mismo tiempo los que curan, aconsejan, enseñan a los aprendices (estos también acu-den a las cuevas en busca de consejos para aprender mejor su oficio) y guar-dan los tesoros subterráneos (Basset, 1920). Parece ser entonces que el culto a las cuevas en el Norte de África está íntimamente relacionado con los ritos agrarios tal y como se desprende de la tradición y de las supervivencias aún muy numerosas a principios del pasado siglo, en países como Argelia y sobre todo Marruecos. Estos rituales agrarios se celebraban sobre todo en la primavera, en el momento en que brota de la tierra la vegetación, pero también se celebraban, aunque más raramente, du-rante el otoño, cuando la tierra, agotada tras la cosecha, atraviesa por un pe-ríodo crítico en el cual es preciso, mediante ciertos rituales, favorecer su resu-rrección. Es durante el otoño cuando los bereberes de la tribu de los Beni-Mhacen, celebraban el ritual de la "noche del error" también denominada "La noche del año" o "La noche de la felicidad". Según estas tradiciones, cada año, en una fecha fija, todos los miembros de ciertas fracciones de los Beni-Mhacen se reunían por la noche en una cueva señalada para ello. A una señal dada se apagaban las antorchas y todos se mezclaban indistintamente, cada hombre se copulaba al azar con la mujer más próxima, mientras que por medio de una cuerda, pasada a la altura del hombre, el Cheik se aseguraba qu nadie perma-necía de pie. Todo extraño que intentara introducirse en la cueva sería impla-cablemente condenado a muerte. La tradición de la noche del error estaba extendida, a principios del pasado siglo, sobre todo por el norte de Marruecos, particularmente como hemos se-ñalado entre los Beni-Mhacen, fracción de los Gaitas, también entre los Zkara, los Bdadoua del Gharb y los Ghenanema. Estas escenas de orgías están en relación con ritos sexuales de carácter esencialmente agrarios, destinados, ALMOGAREN XXXIX/2008MM157 por un procedimiento de magia simpática a asegurar la fecundación de los campos y en consecuencia las buenas cosechas (Basset, Ibídem). A este respecto Mircea Eliade señala que la solidaridad mística entre la fecundidad de la tierra y la fuerza creadora de la mujer es una de las institu-ciones fundamentales de lo podríamos llamar la "conciencia agrícola". En muchas culturas las labores agrícolas: surcar la tierra, depositar la semilla y la posterior recogida de la cosecha, eran actuaciones solían estar acompañadas de rituales de carácter sexual: copular o masturbarse sobre la tierra, recién arada para que el semen fecunde la semilla, son entre otras prácticas comunes que se enmarcan dentro de los ritos agrarios. Así en numerosas sociedades tradicionales el rito realizado a imagen de la hierogámia (unión sexual sagra-da), conlleva prácticas licenciosas en las que las normas de reproducción se disuelven durante unas horas (La Noche del Error) y todo el grupo es poseído de un furor sexual sagrado. En otros casos, como ya dijimos, no se trata de prácticas orgiásticas múltiples, sino de la realización de la cópula directamen-te sobre la tierra para transmitirle el despertar fecundo que se anhela. (Diez, Ibídem). El origen bereber de los primeros grupos humanos que arriban a las costas del Archipiélago Canario, en unas fechas no precisadas, pero que, por ahora, podríamos situar entorno a los inicios de la Era, nos lleva a considerar nece-sariamente que los primeros canarios son portadores de un bagaje propio de la cultura bereber. Evidentemente este pueblo evoluciono por espacio de más de mil cuatrocientos años, sin recibir influencias exteriores significativas, debido al aislamiento que les proporcionaba un medio insular que nunca aban-donaron, porque no practicaron la navegación de altura ni siquiera entre islas. Probablemente los canarios tuvieron que adaptar sus conocimientos tecno-lógicos que traían aprendidos de las tierras de sus ancestros, a la nueva reali-dad, y es probable que para sobrevivir tuvieran que modificar parte sus patro-nes de comportamiento y organización socioeconómica. Pero en el ámbito de lo sagrado las modificaciones tuvieron que ser escasas, porque si hay algo que no evoluciona, si no es por influencias externas, es el mundo de las creencias religiosas y prácticas cultuales de los pueblos. A este respecto basta con pen-sar en lo poco que ha evolucionado el catolicismo en los últimos mil años. Es lógico entonces considerar que el mundo de las creencias religiosas y prácticas cultuales de los antiguos canarios, guarde estrechas similitudes con el que practicaban sus ancestros, los bereberes del norte de África. En este sentido existen evidencias arqueológicas contrastadas: La sacralización por parte de los canarios, de ciertas montañas y roques prominentes, en cuyas cimas se han encontrado estructuras de piedra y cuevas artificiales con mani- 158MMALMOGAREN XXXIX/2008 festaciones rupestres que interpretamos como almogarenes o lugares de culto y rituales de estas antiguas poblaciones, se da también entre las poblaciones bereberes del Norte de Africa, donde el carácter autóctono de la veneración de los altos lugares está probado por la existencia de torretas, estructuras, cuevas consideradas sagradas por los bereberes, así como numerosas estaciones de grabados rupestres de significación religiosa agrupados en ciertas montañas del Alto Atlas marroquí (Yagour, Rhat), cuya antigüedad se remonta en algu-nos casos al neolítico, todo ello unido a las peregrinaciones más o menos islamizadas que se perpetúan sobre estos mismos lugares y que conservan en estos sitios sagrados su profunda religiosidad (Camps, 1980). Las cuevas con manifestaciones rupestres de Gran Canaria Los canarios utilizaron ciertas cuevas como lugares de culto para la celebra-ción de rituales. No solo las antiguas crónicas lo señalan, sino que existen evi-dencias arqueológicas que de una u otra forma lo corroboran, sobre todo para el caso de Gran Canaria, donde se tienen documentadas numerosas cuevas artificiales, excavadas por los antiguos canarios, que presentan en su interior manifestaciones rupestres, en forma de grabados y pinturas, en paredes, techos y suelos. Hasta ahora se pensaba que estas manifestaciones que se encontraban en el interior de estas cuevas, no eran más que expresiones artísticas, sin ma-yor significado que lo puramente decorativo o funcional, así lo vieron los pri-meros cronistas e investigadores que estudiaron la cultura de los antiguos ca-narios, que hablaban de cuevas y casas de piedra cuyos interiores forrados de tablones estaban decorados con motivos pintados, lo que las convertían en ver-daderos palacios de personajes relevantes de la sociedad aborigen. "Solo una casa que fue la de Guanarteme se hallo aforrada en tablones de tea mui ajustados que no se conosian las junturas, ensima estaban pintados de blanco con tierra i de colorado con almagra, i de negro con carbón molido, unos ajedresados, i tarjetas redondas a modo de quesos por el techo; otra casa estaba mui grande i pintada junto a roma qe servía de seminario o re-cojimiento de doncellas, hijas de hombres principales onde tenían una maes-tra, mujer, anciana de buena vida [...]. Otras muchas casas tenían pintadas y cuebas con colores i era también pòrque las ajumaban con luces que era de rajas de tea que encendian a prima noche en las puertas de las casas [...]" (Morales, 1978). El final ignominioso de aquella obra portentosa conocida como el "Palacio de Los Gunartemes" se produjo, tres siglos después de conquistada la isla, en 1754, cuando fue materialmente desmantelada, para aprovechar los maderos y piedras labradas, que se emplearon después en la construcción de la iglesia de Santiago de Los Caballeros de Gáldar: ALMOGAREN XXXIX/2008MM159 "El real palacio del guanarteme de Galdar era una espaciosa casa subterrá-nea a manera de una gruta. Sus techos estaban formados por sólidos maderos y sus paredes dadas de blanco y además pintadas de varios colores con dife-rentes tierras arcillosas. Esta regia mansión existió hasta el año 1754, que se enajenaron los materiales que contenía para la fábrica del nuevo templo" (Déniz, S.XIX). Hasta finales del siglo XIX, al margen de estas referencias históricas, no se conocían en Gran Canaria sino dos cuevas artificiales con manifestaciones rupestres: La Cueva Pintada de Gáldar y la Cueva del Rey de Tejeda. La pri-mera se salvaría de la barbarie iconoclasta galdense, gracias a que permane-ció sepultada durante mucho tiempo, aunque aquel venerable santuario de los canarios, se estaba utilizando como chiquero para guardar cerdos, cuando fue descubierto para la ciencia, a finales del siglo XIX. La Cueva del Rey, no tuvo mejor suerte, porque cuando Grau Bassas la descubre en 1888, servía entonces para guardar cabras. No obstante ambas cuevas han sobrevivido hasta nuestros días, la primera convertida en un par-que arqueológico dotado de recursos, y la segunda, sin ganado de cabras, pero sumida en la más absoluta indefensión. Hoy los yacimientos arqueológicos, formados por cuevas artificiales con manifestaciones rupestres, descubiertos en Gran Canaria, son mucho más numerosos de los que se conocían entonces, y este hecho ha significado un cambio radical en los planteamientos interpretativos, sobre el significado y sobre todo la posible funcionalidad que desempeñaron estas cuevas. Si nos fijamos en el mapa de distribución de las cuevas con arte rupestre de Gran Canaria, podemos observar cómo, en su inmensa mayoría, se localizan en el interior montañoso de la isla. Por lo general estas cuevas se encuentran formando parte de los poblados trogloditas fortificados, interpretando mu-chas de ellas como cuevas de habitación, en cuyo caso si podríamos hablar de una cierta intencionalidad decorativa, al encontrar vestigios de pintura roja y blanca (pigmentos de origen mineral) aplicados a modo de zócalos, marcos de huecos interiores, incluso embadurnados totales de techos y paredes, encon-trando los ejemplos más notorios en los poblados trogloditas de Acusa, Cue-vas del Rey, Cuevas de La Mesa, Solana del Pinillo y La Montaña de Tunte. Pero en esos mismos complejos trogloditas, a los que nos hemos referido, existen otras cuevas artificiales con manifestaciones pictóricas en su interior, aplicadas en sus paredes y con complejos sistemas de cazoletas y cúpulas que fueron excavadas también en las paredes, pero sobre todo en los suelos, pre-viamente nivelados, lo que nos sugiere que la funcionalidad de estas cuevas, va mucho más allá que la puramente decorativa. Además estas cuevas, al menos en las zonas montañosas del interior de la Isla, se encuentran siempre 160MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 1. – Mapa de Gran Canaria con la localización de las cuevas con manifestaciones rupestres. Se produce una mayor concentración hacia los territorios del centro montañoso de la Isla. ALMOGAREN XXXIX/2008MM161 asociadas a graneros colectivos fortificados, como la Cueva de Las Estrellas, y la Cueva Pintada (C-7) de La Candelaria en Acusa. Cueva del Rey, en el Roque y Cueva Pintada de La Montaña de Tunte. Se conservan otras cuevas pintadas de estas características en la isla, pero esta vez no asociadas, de forma tan evidente, a graneros colectivos fortifica-dos, nos referiremos a la Cueva Pintada de Gáldar, asociada a un poblado de casas de piedra y las Cuevas Pintadas de Morros de Ávila, situadas en la cima de una montaña, en la desembocadura del barranco de Guayadeque (Agüimes). En ambos casos, las cámaras excavadas presentan en sus paredes manifesta-ciones pictóricas complejas, representando auténticos ideogramas, como el friso de la Cueva Pintada de Gáldar. Pero algo en común entre todas estas cuevas pintadas, y es que todas presentan complejos sistemas de cazoletas excavadas en los suelos así como numerosas cúpulas en las paredes. Nosotros consideramos que este tipo de cuevas son en realidad santuarios o recintos para la celebración de rituales, como más adelante veremos al tratar otro tipo N 2.- Planta de la Cueva N 7 de La Candelaria. Mesa de Acusa. Las paredes interiores están decoradas con rojo-almagre y en el suelo se encuentra numerosas cazoletas que fueron excavadas. La cueva, que ha sido excavada, está orientada, intencionadamente, hacia dos hitos geológicos de la Caldera de Tejeda: El Roque Nublo y El Roque Bentayga. 162MMALMOGAREN XXXIX/2008 de cuevas artificiales en las que se han encontrado motivos grabados, asocia-dos también a cazoletas labradas en los suelo. No podemos, por razones de espacio, y porque tampoco es el objeto de esta publicación, dedicar nuestra atención al estudio de todas las cuevas que con-tienen manifestaciones rupestres de la isla de Gran Canaria, dejaremos para otra ocasión los resultados de la investigación sobre el proyecto que en estos momentos venimos desarrollando, para determinar el estado de conservación de las cuevas con presencia de manifestaciones rupestres que existen en la isla. Dicho estudio conlleva la realización de levantamientos planimétricos de las cavidades y la reproducción mediante imágenes digitalizadas de todas las manifestaciones rupestres detectadas, lo que nos proporciona una gran canti-dad de datos y un corpus de motivos suficientemente amplio, como para abor-dar con un mínimo de garantía, el análisis interpretativo de estas manifesta-ciones culturales. Pero también nos interesan los contextos geográficos, el paisaje arqueoló-gico, donde se han excavado esas cuevas que fueron tratadas en su interior con motivos pintados o grabados. Porque estamos convencidos de que mu-chas de estas cuevas artificiales que contienen manifestaciones rupestres, son en realidad antiguos santuarios de los aborígenes canarios. Las cuevas santuarios y los rituales de la fertilidad Para este trabajo nos centraremos en el análisis interpretativo de determi-nadas cuevas artificiales en cuyo interior se han encontrado grabados rupes-tres con formas de triángulos de tendencia equilátera con el vértice superior invertido, que interpretamos como representaciones del triángulo púbico fe-menino, el símbolo de la fertilidad por excelencia, que ya representaron los hombres del Auriñaciense hace 30.000 años. Pero a diferencia de lo que sucede en el norte de África, en Canarias, y más concretamente en Gran Canaria, no han quedado pervivencias sobre los ritua-les que pudieron haberse celebrado en estas cuevas santuarios. No dispone-mos de pruebas etnográficas porque la religión de los canarios como cual-quier otra manifestación de su cultura, sería rápidamente reprimida tras un proceso de aculturación brutal, incluso su lengua se perdió al paso de unas pocas generaciones. Sin embargo, a medida que profundizamos en el estudio sobre la religión de los aborígenes canarios, percibimos, que nos aproximamos a una mejor comprensión sobre las formas de pensamiento religioso de estas antiguas poblaciones, que no dejaron textos escritos, pero si un amplio repertorio de evidencias arqueológicas, muebles e inmuebles, que leídas con rigor, pero sin ALMOGAREN XXXIX/2008MM163 complejos, nos aportan un enorme caudal de información, sobre cuestiones tales como el paisaje sagrado, la arquitectura de lo sagrado, la distribución de los principales santuarios y la organización del ritual que estas antiguas po-blaciones llevaban a cabo. Centraremos nuestra atención en lo que se denomina la arquitectura de lo sagrado, que en Gran Canaria presenta una amplia tipología, tanto en estruc-turas de piedra que se encuentran en superficie, como sobre todo en cuevas artificiales, porque es en estos contextos, mejor conservados, donde se perci-be la estructura y el sentido del santuario, en la forma de las cámaras y muy especialmente en las manifestaciones rupestres que encierran y que permane-cen en el mismo lugar donde fueron realizadas en un remoto pasado que aún no hemos podido determinar. Las primeras referencias escritas para la isla de Gran Canaria, que dan cuenta de la existencia de grabados que representan triángulos púbicos y vulvas datan de finales del siglo XIX, cuando A. Martínez Escobar, en la lec-tura de una memoria anual del Museo Canario da a conocer el descubrimien-to de una cueva funeraria en Gáldar, que tenía sus paredes interiores decorada con este tipo de ideogramas: "Hay otra cueva a poca distancia que llamó mucho mi atención por los letreros o figuras talladas en la propia roca, siendo la que más domina la triangular equilátera. Sería lugar de adoración donde representa el símbolo de la divinidad? Al descubrirse aquel local se encontró un esqueleto humano, cuyo cráneo se hallaba colocado entre dos piedras, junto al costado del poniente, izquierda entrando, y en el suelo vasijas diversas, pintaderas, agujas de hueso y otros útiles que hoy figuran en nuestro Museo". Este yacimiento arqueológico sería por ese tiempo destruido o sepultado como otros tanto vestigios de la población aborigen de la zona, que desapare-cen como consecuencia de las profundas transformaciones que sufre el paisa-je arqueológico de Gáldar, debido en parte al desarrollo urbano del núcleo poblacional y a la adecuación del suelo para la implantación de cultivos como la platanera. Durante toda la primera mitad del siglo XX no se vuelven a tener noticias sobre otros hallazgos de esta naturaleza, hasta que en 1974, cuando, la Comi-sión de Arqueología del Museo Canario, publica un primer inventario de ya-cimientos rupestres de la Isla, donde aparecen un número considerable de estaciones rupestres, con presencia de motivos triangulares pintados o graba-dos (El Museo Canario, 1974). 164MMALMOGAREN XXXIX/2008 De entre las estaciones rupestres que se dieron a conocer, aunque sin ser estudiadas, en el referido inventario, destacamos para nuestro artículo, las Cuevas del Caballero, La Cueva del Cagarrutal y La Cueva de Los Candiles, localizadas en lo que nosotros denominamos Santuario del Risco Chapín, en realidad un cadena montañosa de más de 1400 metros de altura, de paredes verticales, que constituyen los restos geológicos del borde norte de la antigua Caldera de Tejeda, en el centro montañoso de Gran Canaria. De estas estaciones rupestres que hacemos referencia, publicamos en su día, varios trabajos que incluían, planos, calcos así como valoraciones interpretativas1 (Cuenca, Rivero, 1994). N 3.- Planos de planta y sección, con representación de las manifestaciones rupestres, de La Cueva de Los Candiles en el Santuario del Risco Chapín. Tejeda-Artenara. Gran Canaria (Archivo Julio Cuenca). Pero a medida que se intensifican las prospecciones arqueológicas por la geografía insular, el mapa de distribución de este tipo de manifestaciones rupestres va ampliándose con nuevos hallazgos, como la estación del Roque Bentayga, descubierta y estudiada por nosotros en 1992 (Cuenca,1996), ó los más recientes hallazgos realizados por nuestro equipo en las Cuevas de Risco Caído y Cueva de La Paja, en Barranco Hondo, Artenara, así como los de Cuevas de Lezcano en el Barranco de Teror (Peña, Cuenca y Guillén, 2006). El presente trabajo se centra en el análisis interpretativo de las nuevas estaciones rupestres con representaciones de triángulos púbicos y cazoletas del poblado troglodita de Risco Caído, que dimos en parte a conocer en 2004, con motivo del XV Coloquio de de historia Canario Americana, y que ahora ALMOGAREN XXXIX/2008MM165 N 4 a.- Calcos de grabados de triángu-los púbicos y vulvas de la Pared W del interior de la Cueva de Los Candiles. Santuario del Risco Chapín. Tejeda. Gran Canaria. (Archivo Julio cuenca). N 4b.- Calcos grabados triángulos púb-icos pared Este del interior de la Cueva de Los Candiles. Santuario del Risco Chapín. Gran Canaria. (Archivo Julio Cuenca). 4a 4b 166MMALMOGAREN XXXIX/2008 reinterpretamos, en base a los nuevos hallazgos arqueológicos que realiza-mos, al estudiar de nuevo este asentamiento troglodita de los aborígenes ca-narios, en el marco del proyecto de investigación: "Estado de Conservación de las Cuevas con Manifestaciones Rupestres de Gran Canaria" por encargo del Cabildo de la Isla. Las cuevas de Barranco Hondo: El asentamiento canario de Artevigua? Descendiendo de la cumbre de Los Moriscos, a 1772 metros de altura sobre el nivel del mar, en dirección NW, se precipitan una serie de profundos ba-rrancos (Coruña, Lugarejo, Juncalillo, Bco. Hondo, Fagajesto) que a unos 1000 m.a.s.n.m ven interrumpida sus trayectorias al chocar materialmente con la vertiente noreste del Macizo de Tamadaba, convirtiéndose así en tributarios o colectores del gran Barranco de Agaete, que tiene allí su nacimiento, y que a su vez conforma la línea divisoria, por esta parte de la isla, entre la Neocanaria y la Pelocanaria. La cabecera del Barranco de Agaete secciona y resalta un conjunto de pe-queñas rampas basálticas pliopleistocénicas (Rampas de Juncalillo) por donde discurren los barrancos antes mencionados. Estas rampas están formadas por materiales de la Serie Roque Nublo, conglomerados heterométricos compac-tados, presentes en planchas de gran volumen y altura que caracterizan a los riscos de Lugarejos, Barranco Hondo, El Sao y El Hornillo (Santana, Naranjo, 1992). Este territorio objeto de estudio, de las tierras altas de Gran Canaria, se encuentra enmarcado en el ámbito bioclimático del Noroeste, por lo que se ve afectado por una influencia constante de los vientos alisios. El estrato arbóreo dominante esta caracterizado por el Pinus canariensis (Pinar de Tamadaba) además de por relictos del monte verde que antaño ocupó una mayor exten-sión llegando incluso a entremezclarse con el pinar. Durante el proceso de elaboración de la Carta Arqueológica de Artenara (Cuenca, 2000) tuvimos la ocasión de prospectar en profundidad gran parte de las "Rampas de Juncalillo", donde se localizan, en las vertientes de los principales barrancos que la surcan, numerosos asentamientos trogloditas, que en su mayor parte tienen su origen en la Gran Canaria prehistórica. Barranco Hondo, es uno de los mayores asentamientos trogloditas de toda esta comarca montañosa. Así, prácticamente desde su cabecera, en la Monta-ña de Los Moriscos (1772 m.), la huella de la presencia humana es absoluta-mente perceptible, y así, a lo largo de todo su cauce. Cuevas viviendas y ban-cales artificiales para el cultivo de cereales, hortalizas y algunos frutales pre-ferentemente la higuera, conforman en fin, el paisaje dominante. Hoy casi ALMOGAREN XXXIX/2008MM167 despoblado, Barranco Hondo fue, hasta mediados del siglo XX, uno de los mayores asentamientos trogloditas habitados, de las tierras altas de la Isla. Y aunque en la actualidad, Barranco Hondo, es el topónimo que identifica a solo una parte del primitivo asentamiento troglodita, lo cierto es que Juncalillo y El Tablado, otros dos asentamientos en cuevas que se localizan en el curso alto del referido barranco, tuvieron que conformar en el pasado parte del gran asentamiento. Además creemos que también Lugarejo, otro poblado troglodita, a la vez que importante centro locero de tradición aborigen (Cuen-ca, 1981), hoy casi desaparecido, que se localiza en las proximidades del Ba-rranco Hondo, debió formar parte del primigenio asentamiento cuyo topónimo se ha perdido, aunque barajamos, a modo de hipótesis, que podría tratarse del legendario Artevirgo o Artevigua, que en algunas crónicas aparece mencio-nado como Artenara, y cuya localización primigenia nada tiene que ver con su actual ubicación. Se trata en definitiva de un importante núcleo de población de los aboríge-nes canarios, mencionado ya en las primeras crónicas, concretamente, en el supuesto acto de vasallaje que los canarios rindieron a Diego de Herrera en el Puerto de Las Isletas el 12 de agosto de 1461 (once de enero de 1476 en Abreu Galindo). A dicho encuentro acudieron los dos Guanartemes de la Isla, así como un número considerable de guayres, que representaban a los diferentes cantones en que se encontraba dividido el territorio insular. En la lista de Abreu, que copian los demás autores que mencionan este hecho histórico, el nombre de Artenara no es mencionado pero si el de Artevirgo y el de su Guayre, Artenteyfac. La otra referencia que encontramos sobre la existencia de este gran asenta-miento aborigen, del que nada sabíamos, aparece en las Crónicas de la Con-quista de Gran Canaria, aunque en esta ocasión se menciona el topónimo de Artenara, para referirse a uno de los asentamientos canarios asaltados por las tropas de Alonso Fernandez de Lugo, cuando llevan a cabo desde la torre-fortaleza de Agaete, una incursión nocturna, con la ayuda de Hernán Peraza y aborígenes gomeros, por el Barranco de Agaete, hacia las tierras altas del centro de la Isla, donde hacen una gran presa de canarios, ganados y alimen-tos: "... y encargóle que allí acompañase a su alcalde Alonso Fernandez de Lugo, i que juntos hiziesen sus entradas en los canarios como de nobles se esperaba, y así lo hizieron, salteándolos sobre la Uayayedra y sobre el Valle y sobre Artenara, haziendo presa en ellos y en sus ganados y mantenimientos con ciento y cuarenta hombres que tenían" (Morales, 1978). Quien conozca el territorio por donde se desarrollaron aquellos aconteci-mientos bélicos, que debemos situar entorno a 1480 -1481, sabe que en efecto, 168MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 5.- Plano situación Bco. Hondo (1:5000) con localización del complejo arqueológico de Risco Caído. ALMOGAREN XXXIX/2008MM169 el Barranco de Agaete, constituye tal vez la mejor entrada natural hacia el centro montañoso de la vertiente noroeste de la Isla. Pero ascendiendo por el Valle de Agaete y al llegar a la altura de Los Berrazales, nos encontramos con lo que aparentemente constituye una barrera montañosa insalvable, formada por el macizo de Tamadaba y el escarpe de El Hornillo. Pero existen dos pasos de montaña que franquean estos obstáculos. El paso del Macizo de Tamadaba se franquea por Bisbique, un impresionante sendero, posiblemente ejecutado por los canarios, que en su mayor parte ha sido labrado en el risco y que dis-curre serpenteando entre las vertientes acantiladas de altas montañas hasta alcanzar los llanos de Tamadaba a 1100 metros de altura sobre el nivel del mar. Posiblemente está sería una de las rutas seguidas por las tropas de Lugo y Peraza, en sus razzias de castigo contra la población aborigen, y es probable que por este paso de montaña, atacara el poblado troglodita fortificado de Bisbique e incluso llegara hasta el recóndito Valle de Guayedra, contando siem-pre con la inestimable ayuda de los aborígenes gomeros que se movían con facilidad por aquellos parajes. Pero el asalto a los asentamientos canarios de Artenara ó Artevigua y Acu-sa, los llevó a cabo Lugo por otro paso de montaña que ascendiendo por la márgen derecha del Barranco de Agaete, atraviesa el Sao y El Hornillo para llegar hasta la desembocadura de lo que hoy se conoce como Barranco Hondo, y era allí donde se encontraba el poblado aborigen de Artevigua o Artenara2 , donde Lugo hizo una importante presa, posiblemente amparándose en horas de la noche, tal y como refiere Abreu Galindo: "Hernan Peraza y Alonso Fernández de Lugo salieron del Lagaete la misma noche y tomaron el camino de Artenara, donde se hizo una buena presa y mataron algunos canarios, los cuales peleaban con desesperación, viéndose ir apocando, haciendo también harto daño en los cristianos " (Abreu, 1977). Es posible que la incursión militar continuara hasta la Mesa de Acusa, pero ya sin contar con el factor sorpresa que le favoreció en los primeros momen-tos del asalto. En Barranco Hondo hemos encontrado suficientes evidencias arqueológi-cas como para asegurar que buena parte de los núcleos trogloditas que apare-cen diseminados por todo el barranco, sean de origen prehistórico. Basamos esta hipótesis por un lado en las evidencias arqueológicas, de las que hablaremos más adelante, y que en definitiva vienen a demostrar que es-tamos ante un asentamiento aborigen, que ha seguido siendo habitado a lo largo de los siglos. Pero el que sea o no Artevigua, es algo que sólo podemos saber por las fuentes etnohistóricas; así, en las referencias escritas extraídas del "Libro de Protocolos de Repartimientos de Tierras de 1542" encontramos 170MMALMOGAREN XXXIX/2008 mencionado varias veces el topónimo de Artevigua, para referirse a un bar-ranco delimitado por el antiguo camino de Acusa y por las montañas de Ta-madaba, que por su descripción nos parece que coincide con el actual barran-co de Lugarejo. En el folio 206 (original) del referido libro encontramos la petición de tierras que hace un vecino de Gáldar, el colono García de La Coru-ña en los siguientes términos: "Muy magníficos señores: Garsya de La Coruña vecino de la villa de Galdar beso las manos de vuestra señoría a la cual suplico y pido me fagan merced de un pedazo de tierra de sequero que es en Artevigua término de Galdar la cual dicha tierra es en el barranco que viene para las tierras de Simón Gil del camino de Alcusa para baxo fasta la punta de los barrancos a los Roques aguas vertientes de las laderas de Tamadaba al barranco de Artevigua, en el que podrá haber fasta treinta fanegas de sembradura las cuales están montuosas y por aprovechar así mismo suplico a vuestras señorías me fagan merced de un asiento de colmenas dentro de estos linderos de las dichas tierras y de más de administrar justicia a mi faran mercedes por lo cual nuestro señor prospere por largos años...". El nombre de Artevigua se ha perdido en la actualidad, pero no el de Coru-ña, una pequeña localidad de Artenara, situada frente al pinar de Tamadaba, en la margen derecha del Barranco de Lugarejo. Es lógico suponer que este antropónimo se identifique con parte de la data solicitada a principios del siglo XVI. Por otra parte es cierto que en la petición de tierras que hace García de La Coruña no se menciona en ningún momento la presencia de los grandes poblados aborígenes que existían en la zona, pero este hecho parece ser una constante en las peticiones que se conservan en el Libro de Repartimientos. De hecho solo se refieren de manera vaga a cuevas de los canarios, iglesia de los canarios, estanque de los canarios, etc., pero no se mencionan poblados habitados. Creemos que tal omisión es intencionada para evitar posibles impugnaciones o conflictos de propiedad, aunque no es menos cierto que los canarios por entonces, no gozaban de excesivos derechos sobre la propiedad de la tierra de la que no podían aportar documentos de ninguna clase. En cuanto a las evidencias arqueológicas lo cierto es que tanto en Lugarejo, como en Barranco Hondo, se han encontrado vestigios arqueológicos que re-fuerzan nuestra tesis, en el sentido de que se tratan de asentamientos canarios que ya existían antes de la conquista de la isla, y que de forma continuada han seguido siendo habitados hasta la actualidad. Las importantes estaciones rupestres de Risco Caído y Cuevas de La Paja, localizadas y estudiadas por nosotros en Barranco Hondo, constituyen una prueba evidente del carácter aborigen de estos asentamientos trogloditas, so-bre los que aportamos una primera valoración interpretativa. ALMOGAREN XXXIX/2008MM171 Barranco Hondo presenta un paisaje profundamente humanizado, caracte-rizado por una extraordinaria profusión de bancales artificiales de cultivo, contenidos por fuertes muros de piedra seca, que se extienden desde el cauce de los barrancos hasta la cima de las montañas, pero sobre todo llama la aten-ción la gran cantidad de cuevas artificiales que han sido excavadas a lo largo de los siglos a ambos márgenes del gran barranco: La Gloria, El Tablao, Hoya Casa, El Andén, Hoya de Moreno, El Pedregal, Era de Las Toscas, El Majadal, La Montañeta, las Lajillas, El Solapón (según la tradición oral el lugar donde vivieron los primeros pobladores canarios) La Poza, La Hoyeta, Telde, El Pocillo, La Solaneta, La Caleta, Risco Grande, Cueva de Las Cenizas, Andén Gómez, Piedra Blanca, Baja Lobo, Roque del Pino, Risco Caído, La Solaneta, La Cueva de La Paja, Raja de Peraza, Lugarejos, Las Hoyas, son topónimos que se refieren a los asentamientos en cuevas que se encuentran en la zona. Por qué se produjo tal concentración de población en estos apartados terri-torios de las tierras altas de Gran Canaria? En primer lugar por el carácter recóndito y fortificado del propio Barranco Hondo, con escarpados márgenes que presentaban potentes paquetes de toba volcánica donde resultaba relati-vamente fácil excavar cuevas. Pero sobre todo debido a que este barranco era extremadamente rico en recursos acuíferos y por consiguiente también dispo-nía de una densa cobertura vegetal, de hecho en esta zona, como ya indicamos más arriba, se sitúa el límite del bosque húmedo del Norte de Gran Canaria. Además los habitantes de la zona, disponían de suelos ricos en nutrientes y de los recursos que ofrecía el Pinar de Tamadaba. Estamos hablando por tanto de un biotopo suficientemente rico como para soportar un gran número de población, como de hecho así sucedió hasta la década de los años 60 del pasado siglo XX, cuando comienza el éxodo de la población hacia otros puntos de la isla, empujados por la imposibilidad de sostener por más tiempo un modelo económico familiar basado en la explota-ción agroganadera de la zona. La construcción de las presas de Lugarejo y Los Pérez, que anegarían las mejores tierras de cultivo de la zona, la prohibición de explotar los recursos de Tamadaba, la tala abusiva del bosque húmedo y por último la captación incontrolada del acuífero de Barranco Hondo por los aguatenientes de Gáldar y Guia, terminarían por provocar la ruina de uno de los núcleos de población más antiguos de las montañas de Gran Canaria. Las cuevas de Risco Caído En la margen izquierda del curso bajo de Barranco Hondo, a unos 100 metros de altura con respecto al cauce, se localiza un antiguo poblado troglo-dita hoy abandonado, que se conoce como Risco Caído o Risco Maldito. 172MMALMOGAREN XXXIX/2008 El asentamiento formado por 21 cuevas artificiales se encuentra a 1070 m.a.s.n.m en lo alto de un escarpado acantilado que forma un saliente sobre la margen izquierda de Barranco Hondo, entre los barranquillos del Parral y el de Los Linderos. Conocido también como Risco Maldito, este antiguo pobla-do, se encuentra abandonado desde fechas que no hemos podido determinar, pero que, por algunas referencias orales, podría situarse a principios del siglo XX, debido fundamentalmente a que sufre grandes desprendimientos de pie-dra, que están provocando la destrucción de la mayoría de las cuevas. Este proceso destructivo viene motivado, en parte por las filtraciones de aguas de escorrentía que penetran por las grietas y por el vacío que ocasionan las oque-dades excavadas en un estrato de tobas volcánicas que ha terminado por ceder ante el peso de un potente estrato de conglomerado o brecha de la serie Roque Nublo, que se encuentra por encima de los niveles de toba. Este mismo proce-so destructivo se viene detectando, debido a las mismas causas, en otros asentamientos trogloditas de la Isla, como en Acusa Seca, Cuevas del Rey y La Montaña de Tunte, entre otros muchos. En las prospecciones realizadas hemos podido acceder a cuevas que tenían la entrada obstruida por grandes bloques de conglomerado desprendidos de las partes altas del risco. Las cuevas de habitación presentan en su interior una dependencia principal de planta cuadrada con dos aposentos al fondo, a los que se accede a través de un vano con arco de medio punto. Varias hornacinas de diferentes formas se encuentran excavadas en las paredes interiores, las cuales están pintadas de cal y presentan un zócalo de color añil que también enmarcan los accesos a los aposentos y las hornacinas. En el exterior, las cuevas de habitación presentan hornos para pan y otras construcciones de piedra y barro techadas con caña y barro, que sirvieron como cocinas. Todas las cuevas viviendas estuvieron cerradas con puertas de madera de tea. El almogaren de Risco Caído No todas las cuevas de Risco Caído fueron viviendas, también se encuen-tran otras destinadas a guardar pasto y ganado. Pero llama la atención espe-cialmente un conjunto formado por tres cuevas artificiales alineadas con sus entradas orientadas al naciente, situadas en el extremo norte del poblado. Estas cuevas se utilizaron como pajeros, al menos en la fase final de ocupación del asentamiento, y lo extraño es que resultan ser las de mayor tamaño, las que precisaron por tanto de un enorme esfuerzo para su excavación, y las únicas además que no sufrieron alteración alguna con respecto a su forma original. Hasta el punto que aún se conservan en sus paredes interiores numerosos grabados que representan triángulos púbicos, así como un número considera- ALMOGAREN XXXIX/2008MM173 N 6.- El poblado troglodita de Risco Caído fotografiado desde Bajalobo (Artenara). N 7.- Desprendimientos en el sector norte del poblado troglodita de Risco Caído. 174MMALMOGAREN XXXIX/2008 Cueva No. 6 N 8.- Planta y sección del almogaren de risco Caído (cuevas 6-7 del complejo arqueológico). En planta se observa la distribución de las cazoletas que fueron excavadas en los pisos nivelados de las cuevas. ALMOGAREN XXXIX/2008MM175 ble de grandes cazoletas excavadas en el suelo, que se taparon con piedras para permitir el tránsito de personas y animales. Y es precisamente la presen-cia de estos ítems, cazoletas y grabados, lo que confiere a estas cuevas una clara adscripción aborigen y dentro de esta un carácter marcadamente religio-so, conformando por tanto un almogaren, de lo que hablaremos más adelante, en las conclusiones, después del análisis descriptivo de este conjunto troglodi-ta de carácter cultual. Pasamos seguidamente a describir este conjunto cámaras decoradas de Risco Caído así como otra estación descubierta por nosotros recientemente, a unos 300 m. al Oeste de este conjunto, pero en el mismo contexto de Risco Caído, conocida como Cueva de La Paja, que presenta igualmente grabados de triángulos púbicos en su interior. Nos referiremos a estas cuevas utilizando para cada una de ellas, la misma numeración que le asignamos en las fichas de yacimientos de la Carta Arqueológica de Artenara. Se trata de la cueva artificial que presenta el labrado más complejo de todo el conjunto. Tiene planta de tendencia circular, con las paredes curvadas y el techo intencionadamente labrado hasta llegar a formar una cúpula en forma de casquete esférico apuntado, a más de 4 m. de altura con respecto del suelo. En el lado Este de la cúpula, coincidiendo casi con el punto más elevado, se abre una claraboya rectangular orientada al naciente, por la que penetra la luz. Esta cueva presenta dos huecos de acceso, uno de ellos de 2.50 m. de ancho, está orientado a 90 grados Este. En la actualidad este acceso se encuentra sellado por un muro de piedra seca, pero antiguamente pudo haber sido uno de los accesos originales, dado que quien entrara por este hueco, vería de frente en la pared del fondo, la escena grabada de los triángulos púbicos, que encierra esta cueva. Un segundo hueco de acceso dotado de una tosca puerta de tea, se abre a 190 grados Sur. A este acceso se llega por otra cueva de tendencia globular que mide 4.50 m. de fondo por 2.95 m. de ancho y 2.05 m. de alto. La planta de la Cueva no es enteramente circular, porque a la derecha del acceso Este, se excavó una pequeña dependencia de planta cuadrangular y de unos dos metros de profundidad, que hace que el ancho máximo mida 6.30 m. en ese punto, por 4.90 m de profundidad. La altura máxima aproximada es de 4 m. En el suelo de la cueva, que fue labrado y nivelado, encontramos, bajo una capa de pasto seco, numerosas cazoletas de forma circular, repartidas por toda la planta pero mayormente concentradas en las proximidades de la pared donde están los grabados. Las paredes interiores, que presentan tres hornacinas labradas de diferen-tes tamaños, se encuentran ennegrecidas por efecto del humo producido por 176MMALMOGAREN XXXIX/2008 la combustión de los hachones de tea. El suelo de la cueva se encuentra tam-bién labrado y nivelado, y sobre el mismo se labraron un sistema complejo de cazoletas de tendencia circular, que no están conectadas entre sí, y cuya ma-yor concentración se encuentra localizada al pié de los grabados. Pero además de por su especial arquitectura (No conocemos otros casos de cuevas artificiales, cuyos techos presenten cúpulas labradas de esta enverga-dura y complejidad, salvo un caso en el complejo troglodita habitacional de Tara (Telde), concretamente en la Cueva de la Virgen) esta cueva encierra otros valores, como son las manifestaciones rupestres que encontramos en pared del fondo (Oeste), si nos orientamos a partir del acceso Este. Allí, en la mitad de la pared, se encuentra una composición formada por unos 30 graba-dos de motivos triangulares de tendencia equilátera con el vértice superior invertido, que forman dos hileras paralelas. Asociados a estos motivos trian-gulares y formando parte del mismo lienzo, se encuentran numerosas cúpulas artificiales, algunas de las cuales aparecían selladas con piedras y sobre éstas un mortero de argamasa blanca. En el mismo paño de pared se encuentran dos grandes hornacinas, una de ellas, la de mayor tamaño, presenta una forma rectangular. En la pared derecha, junto al hueco de acceso, en su parte supe-rior izquierda localizamos otro grabado triangular de similares características tipológicas a los anteriormente descritos. Igualmente localizamos otros dos motivos triangulares en la pared izquierda, junto al hueco de acceso del lado sur, y es probable que existieran algunos más que pudieron ser destruidos al abrirse el hueco de acceso. Los grabados fueron realizados mediante incisiones profundas para mar-car los contornos de las figuras y seguidamente se procedió al rebaje median-te el picado de la superficie interior hasta lograr un motivo en bajorrelieve, utilizando como soporte las paredes labradas de toba volcánica de la cueva. Es la de mayor tamaño del conjunto y se encuentra a unos 3 m. en dirección Sur de la cueva n 6, de hecho como ya indicamos forma parte de la misma unidad cultural. Se trata de una cueva artificial de planta de tendencia cua-drangular, de techo, suelo y paredes rectas debido a un minucioso trabajo de labrado. Mide 7.50 m. de fondo por 5.76 m. de ancho y 3.50 m. de altura. La entrada original de la cueva, orientada a 100 Este, es de grandes dimensio-nes, pues tiene casi el ancho y alto de la cueva. Posiblemente, siempre dispuso de un muro de cierre, como el que tenía cuando la estudiamos por primera vez, en 1996, que cerraba prácticamente la gran entrada a base de un para-mento de piedra seca que dejaba sólo en la parte central un vano dintelado con bastidor de madera que sostenía una puerta de tea. En sucesivas visitas a la cueva para completar su estudio, que incluía la realización de los calcos de los ALMOGAREN XXXIX/2008MM177 N 10.- Detalle fotográfico de las manifestaciones rupestres de la cueva n 6. N 9.- Reproducción de los grabados de triángulos púbicos y cúpulas de la pared Oeste de la cueva n 6 del almogaren de Risco Caído. grabados, comprobamos que el muro de cierre se había desmoronado comple-tamente como consecuencia de los desprendimientos de grandes bloques de piedra procedentes del techo y paredes laterales, que terminaron por arruinar parte de los grabados de la pared izquierda. En la actualidad este proceso destructivo continúa, por lo que peligra este importante yacimiento. 178MMALMOGAREN XXXIX/2008 En la pared Norte de esta cueva, existe un vano de 2.20 m. de ancho que hoy permanece sellado por un muro de piedra con argamasa de barro, por el que se accedía a otra cueva de planta rectangular con dos cámaras, que nos parece que ha sido modificada y agrandada, con respecto a la planta original, a juzgar por las huellas de pico de hierro que se aprecia en las paredes y techo. La cueva principal tiene el techo y las paredes completamente ennegreci-das por efecto del humo que desprende la resina quemada de los hachones de tea, lo que indica que el en su interior se acostumbraba a encender dichas luminarias, bien en horas nocturnas o puede que también en horas diurnas, lo que nos indicaría, en este caso, que la cueva tuvo un muro de cierre en su entrada, que impediría la entrada de luz natural. El suelo original de la cueva, que en el momento en que se iniciaron los estudios, permanecía oculto bajo una gruesa capa compactada de estiércol animal, presentaba, tras retirar dicho sedimento, un complejo sistema de cazoletas de tendencia circular y diferentes profundidades, no comunicadas por canalillos, que fueron excavadas artificialmente, y que prácticamente ocu-paba toda la superficie del suelo, lo que hacía impracticable cualquier activi-dad que conllevara un tránsito en su interior, de hecho para su reutilización como alpendre, uso al que estuvo destinada dicha cueva hasta el momento de su abandono, fue necesario rellenar dichas cazoletas a base de piedras que encajaban y ocupaban todo el interior estos receptáculos, con el fin de permi-tir el tránsito de personas y animales3 . Otra de las particularidades de esta cueva es que, como sucede con la Cue-va de Los Candiles, las tres paredes interiores presentan grabados en bajo relieve de figuras de tendencia triangular equiláteras con el vértice superior invertido, representaciones de triángulos púbicos y vulvas, a las que están asociadas numerosas cúpulas o pequeñas cazoletas de diferente diámetro y algunas hornacinas. En total hemos documentado unos 70 grabados de moti-vos triangulares, aunque algunos de ellos se han perdido debido a los conti-nuos desprendimientos4 . La pared Sur, la más afectada por los derrumbes, presentaba en el momento en que procedimos al calco de las manifestaciones rupestres, al menos 24 grabados de figuras de tendencia equilátera con el vértice superior invertido dotadas o no de bisectriz, a los que se asocian unas 30 cúpulas de diferentes diámetros. Los grabados han sido realizados sobre un soporte de toba volcáni-ca muy compacta, mediante incisiones que remarcan el contorno de la figura, la cual es seguidamente vaciada en su superficie interior mediante el picado de la piedra, con lo que se obtiene una figura en bajo relieve no muy profunda. Los grabados triangulares, aunque todos tienden a la figura equilátera, ALMOGAREN XXXIX/2008MM179 N 12.- Complejo sistema de cazoletas que fueron excavadas en el piso nivelado de la cueva n 7, descubiertas al retirar capa de estiércol que cubría el suelo. N 11.- Interior de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. 180MMALMOGAREN XXXIX/2008 presentan no obstante diferentes variantes en tamaño y formas, ya señalamos que pueden estar dotados o no de una incisión profunda que parte del vértice superior invertido hacia el centro de la figura o incluso, en algunos casos ha-cia el exterior del triángulo. La pared del fondo, orientada al Oeste, registra 32 grabados de triángulos púbicos, algunos dotados de una profunda incisión que pueden estar orienta-das hacia el interior o hacia el exterior del triángulo y que indican la vulva. Asociados a estos grabados geométricos se encuentran al menos 30 cúpulas de diferentes diámetros, que fueron labradas también en la pared. El conjunto de grabados triangulares se distribuye en torno a una hornacina de tendencia rectangular. En el extremo derecho de la pared en su parte inferior se encuen-tran tres hornacinas circulares alineadas. Los grabados han sido realizados sobre la toba volcánica compacta, a base de incisiones que enmarcan la figura, la cual es vaciada por medio de un picado o desbastado de la toba, lo que forma tras este proceso una figura en bajo relieve, no muy profunda. La pared Norte, presenta un total de 18 grabados de triángulos púbicos pro-vistos o no de incisiones representativas de la vulva. Es probable que esta pared tuviera más grabados, pero también ha sufrido importantes daños como consecuencia de los desprendimientos que afectan a la cueva. Además en este lienzo de pared, cerca de la entrada, se excavó un acceso hacia otra cueva, el cual se encuentra hoy cerrado por un muro de piedra y barro. Seguramente esta obra provocó la destrucción de grabados, lo que deducimos al fijarnos en la distribución de los motivos representados en el entorno del hueco excavado. En el lienzo de pared que quedó a la derecha del hueco que se excavó para acceder a la otra cueva referida, localizamos cerca de la entrada, en la zona de contacto entre la pared y techo, una serie de motivos grabados que podrían representar caracteres alfabéticos, no conocidos hasta ahora al menos en esta Isla. En principio los confundimos con huellas del labrado, pero después de una nueva lectura comprobamos que se tratan de verdaderos signos, que se representaron en un plano horizontal pero a la altura de techo, a la entrada de la gran cueva. Lamentablemente, esta zona se encuentra afectada por graves derrumbes, que ha terminado por dañar al panel de estas inscripciones, des-truyéndolo en parte. Entre la cueva 6 y 7, como ya indicamos más arriba, existe otra cueva for-mada por dos cámaras de planta de tendencia rectangular, alineadas de la entrada al fondo. La primera de estas cámaras podría haber sido en origen una dependencia de la cueva N 7, lo que deducimos por la existencia de un hueco de acceso que comunicaba ambas cuevas, practicado en la pared norte de la referida cueva, hoy sellado con un muro de piedra seca. La segunda cámara es ALMOGAREN XXXIX/2008MM181 N 14.- Reproducción de los grabados de la pared Oeste (vulvas y cúpulas) de la cueva n 7. N 13.- Reproducción de los grabados que representan triángulos púbicos, vulvas y cúpulas, localizados en la pared Sur de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. claramente histórica ya que se observan perfectamente las señales del pico de hierro en el proceso de labrado. La Cueva de la Paja La Cueva de La Paja, da nombre a un conjunto de 13 cuevas artificiales que fueron excavadas en la parte alta de un potente paquete de brecha volcánica de la serie Roque Nublo, que conforma la pared acantilada de la margen iz-quierda del Barranco Hondo, cerca de su desembocadura o confluencia con el Barranco de Las Hoyas. Este poblado se localiza entre el Barranquillo de Los Linderos y El Paso de Los Pérez. Las cuevas se encuentran estratégicamente 182MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 16 y 17. Exterior e interior de la Cueva de La Paja. N 15.- Reproducción grabados de la pared Norte (vulvas y cúpulas) de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. 16 17 ALMOGAREN XXXIX/2008MM183 situadas y son difíciles de localizar hasta que no se llega al sitio. Por el camino de acceso, se observan acequias y canales excavados en los afloramientos de toba, con la intención de aprovechar las aguas de lluvia que eran conducidas por estos canales hacia cuevas cisternas. La mayor parte de las Cuevas de La Paja han sido utilizadas como alpendes y pajeros. Tan sólo una cueva, precisa-mente la denominada Cueva de La Paja, número 11 de nuestro inventario, parece haber sido la única del conjunto que fue utilizada como vivienda, y es precisamente la que presenta grabados de triángulos púbicos en una de sus paredes interiores. Esta cueva artificial presenta una planta compleja formada por varias cá-maras o dependencias adosadas y comunicadas entre sí. La cámara principal, que fue albeada con cal, contiene tres dependencias de planta cuadrangular, con las paredes, techos y suelos labrados. Mide 9.50 m. de fondo por 8.16 m. de ancho y tiene una altura media de 2.25 m. La entrada de la cueva, que estuvo cerrada con puerta y bastidor de madera, está orientada al NE. Cerca de la entrada, en la pared derecha (Norte), existió un hueco de acceso hoy sellado, de 1.73 m de ancho por donde se accedía a una segunda cueva artifi-cial que mide 6.70 m. de fondo por 6.30 m. de ancho y 2.20 m. de altura. La cueva principal, que contiene tres dependencias interiores, presenta en el tercio inferior de la pared derecha (Norte) de la cámara principal, 10 graba-dos de triángulos equiláteros con el vértice superior invertido, realizados mediante incisiones profundas que remarcan el motivo y un picado o desbas-tado del interior de la figura que convierte los motivos grabados en bajorrelie-ve. El triángulo mayor mide 36 cm. de lado y 16 cm. el más pequeño. Primeras conclusiones Ya dijimos en otra parte de este trabajo, que las cuevas grabadas de Risco Caído y La Paja, se encontraban inmersas en un antiguo asentamiento troglo-dita, que ha venido siendo ocupado de forma continuada durante al menos los últimos 600 años, período de tiempo durante el cual la mayor parte de las cuevas, han sufrido profundas remodelaciones, como ampliaciones y refilados con instrumentos de hierro, de techos, paredes y suelos, encalado y pintura de paredes interiores, preferentemente con cal y añil, inclusión de pisos de ce-mento lavado, bastidores y puertas de madera, cuartos exteriores de piedra con techos de caña, utilizados como cocinas, hornos de pan., etc. Por el contrario y a pesar de que estas cuevas con grabados se encuentran inmersas en los conjuntos trogloditas, y son además la de mayor tamaño, no han sufrido la más mínima alteración (la Cueva de La Paja fue albeada con cal pero se respetaron las manifestaciones rupestres) guardando su forma origi- 184MMALMOGAREN XXXIX/2008 nal, sobre todo en el interior, por lo que se han podido conservar las represen-taciones rupestres de forma íntegra. Ello nos lleva a plantearnos si los cana-rios de Risco Caído, es decir los que habitaron este asentamiento hasta tiem-pos recientes, fueron en realidad conscientes del verdadero significado de estas cuevas hasta el punto de no alterarlas en lo sustancial, lo que trasmitieron de una a otra generación. Pensamos que esta hipótesis es plausible, primero por las evidencias arqueológicas expuestas más arriba, y además por los docu-mentos escritos antiguos que así lo podrían confirmar. Por este tipo de fuentes documentales sabemos que en 1684, Francisco López, propietario de Tirma, descendiente de Hernán Sánchez Ventidagua (posiblemente también descendiente de aborígenes canarios) y del que había heredado todos sus bienes, incluyendo una serie de almogarenes y sises para uso del ganado. Hizo testamento notarial, a favor de su hermano Alonso Hernández, de uno de los almogarenes, situado en una zona cercana a la casa del testador. Se lo donó con la condición de no poder enajenarlo, venderlo ni mucho menos destruirlo. Al mismo tiempo, Alonso Hernández se obligaba a traspasarlo a su muerte a su sobrina, María Téllez. Hasta tal punto interesaba al testador la conservación a perpetuidad de aquel apreciado bien cultural, heredado de sus antepasados, que, su hermano Alonso Hernández, para poder tomar posesión del almogaren, tuvo que buscar fiador para asegurar el cum-plimiento de su promesa, a la vez que vinculaba junto a un total de cuatro fanegadas de tierra a favor del Beneficio de Gáldar con la obligación de sus descendientes de pagar anualmente una renta de 2000 maravedíes. La descen-diente de los dos hermanos fue la citada María Téllez, la cual además de los citados bienes inmuebles, incluidos el almogaren, recibió de su madre una vivienda canaria, donde vivía María con sus cuatro hijos, así como otras tres viviendas canarias y un cortijo de tierra de labranza en el pago de La Montaña (Quintana, 2004). En un documento anterior, fechado en 1664, otro vecino de Artenara, Se-bastián Rodríguez, manda en su testamento que se celebren cinco misas reza-das por su alma, a costa de sus propiedades, entre las que destaca "otra cueva con un almogaren por la parte de abajo en donde vivía el otorgante que linda por una parte con cueva de Martín Suarez y por otro lado cueva suia que está junto a la selda que sirver de granel.." (Rodríguez, 2000). No conocemos, por el momento, el contenido completo de ambos documen-tos. No obstante por lo publicado sabemos que los bienes inmuebles referidos, los almogarenes, se encontraban en la comarca de Artenara. Por la carta arqueo-lógica de este municipio, sabemos donde se encontraban los más importantes asentamientos trogloditas canarios en este territorio, como sin duda lo fueron ALMOGAREN XXXIX/2008MM185 los de la Mesa de Acusa y Artevigua. Sería uno de estos almogarenes las cuevas con grabados de triángulos púbicos y cazoletas de Risco Caído? No lo descarta-mos en absoluto, y será cuestión de intentar identificar el lugar al que hacen referencias estos documentos, antropónimos, etc. No obstante, debemos con-templar otras posibilidades, en base al conocimiento que hoy poseemos sobre las cuevas-santuarios que los canarios tenían en la comarca de Tejeda-Artenara, como las localizadas, en lo que hemos denominado, el Santuario del Risco Cha-pín, con las Cuevas del Caballero, Las Machas, Candiles y El Cagarrutal. O las cuevas grabadas y pintadas Cuevas del Rey y Mesa de Acusa Otra cuestión que no podemos pasar por alto, a la hora de aproximarnos al significado de estas cuevas de Risco Caído, es la que tiene que ver con la definición y descripción del santuario, espacio ritual y lugar de culto de los antiguos canarios. Referidos estos espacios rituales, por los antiguos cronis-tas, con los términos de Tamogante en Acoran (Casa de Dios), y Almogaren, o con el nombre genérico de templo, lo cierto es que todavía hoy no se tiene una idea clara de la tipología de estos recintos cultuales. No es este el espacio para tratar este complejo tema, pero si podemos señalar que, en base a las pruebas arqueológicas que manejamos, existe una amplia variedad de estructuras que responden a las características que definen a los lugares de culto. Estos pue-den estar formados por estructuras de piedra seca de diferente tipología, o bien a complejos sistemas de cazoletas excavadas en la roca, al aire libre, o a recintos excavados que forman cámaras artificiales en cuyo interior aparecen grabados, pinturas o cazoletas labradas en los suelos rocosos y paredes. El mapa de distribución geográfica de estos santuarios y recintos cultuales nos aporta una información vital para entender la geografía de lo sagrado de estas antiguas poblaciones. Sobre las prácticas cultuales llevadas a cabo por los canarios en estos espa-cios de lo sagrado, no es mucha la información disponible, solo sabemos de ciertas prácticas relacionadas con los rituales promovidos para acabar con las sequías prolongadas. Así sabemos que en períodos de grandes sequías, o de otras calamidades, que pusieran en peligro la subsistencia del grupo, toda la población, convocada por el estamento religioso, iniciaba una larga peregri-nación hacia los santuarios de montaña (Almogranes y/o Tamogante en Aco-ran) los cuales estaban custodiados por hombres y mujeres dedicados al culto, así como a la administración y custodia de ciertos graneros colectivos y al cuidado del ganado sagrado, aquel que hacía de "medianero" entre los hom-bres y los Seres Sobrenaturales por medio de los cuales podían conseguir poner fin a la sequía que amenazaba las cosechas, que desapareciera la plaga de langostas o que acabara la enfermedad que esquilmaba la cabaña ganadera. 186MMALMOGAREN XXXIX/2008 Durante varios días, en los santuarios de montaña, se llevaban a cabo ritua-les propiciatorios. La población ayunaba, se separaban a los baifos de las ca-bras para que tampoco pudieran alimentarse, y con la estremecedora gritería de hombres y animales se esperaba la intervención de Alcorac que intercedía a favor de la población. Existieron otros muchos rituales relacionados con el calendario agrícola y otros eventos que marcaban la vida de estas poblacio-nes, pero desconocemos los procedimientos. Pero si bien los procedimientos rituales que llevaron a cabo estas antiguas poblaciones, han desaparecido, han quedado, como ya hemos señalado, los vestigios arqueológicos de esos espacios sagrados. Gran parte de nuestra in-vestigación se centra, desde hace años, en el estudio de estos vestigios, que aportan una valiosa información sobre el mundo de las creencias y prácticas religiosas de los aborígenes canarios. N 18.- Dibujo de figura en barro cocido de tipo antropomorfo femeni-no, con marcada estea-topígia en extremidades inferiores y con indica-ción de triángulo púbico con vulva. Este signo claramente femenino es el encontramos en for-ma de grabados cubri-endo las paredes inte-riores de ciertas cuevas que interpretamos como almogarenes de los anti-guos canarios. ALMOGAREN XXXIX/2008MM187 Así las cosas, y retomando el hilo de nuestra argumentación, resulta rele-vante el hecho de que a escasa distancia de Risco Caído, en las más elevadas montañas de la zona, que cierran por el Norte la Caldera de Tejeda, con los Riscos de Juan Fernández y El Chapín, se encuentre la mayor concentración de estaciones rupestres con grabados de triángulos púbicos de toda Gran Ca-naria. Los grabados se concentran en el interior de cuevas artificiales que están orientadas hacia el interior de la Caldera. Las Cuevas del Caballero, Cueva de los Candiles y Cueva del Cagarrutal, aunque distantes entre sí pero excavadas en el mismo acantilado, forman lo que nosotros consideramos uno de los principales santuarios canarios de la Isla, que no es mencionado por las antiguas crónicas, pero que en nuestra opinión reúne evidencias arqueológi-cas suficientes como para inferirles dicho carácter cultual. Por otro lado es destacable la aparición de estos motivos grabados fuera de este ámbito de la Caldera, por el momento, en el Barranco de Teror y Barranco de Silva y los ya descritos de Barranco Hondo. Nosotros vemos una conexión clara entre el almogaren de Risco Caído y el santuario principal del Risco Chapín, es más pensamos que formaba parte de el, al encontrarse enclavado en uno de los itinerarios o rutas de lo sagrado por la que ascendía la población cuando acudía en peregrinación hacia las monta-ñas más altas de la isla, para celebrar los rituales que refieren las crónicas. Por el momento hemos podido establecer tres de esos itinerarios de lo sa-grado que conducían a la Caldera de Tejeda, donde creemos se encontraba el territorio sagrado por excelencia de los antiguos canarios. Grosso modo po-demos señalar que uno de esos itinerarios es el que acabamos de definir, y que constituiría la ruta norte-noroeste y que transcurriría por el Valle de Agaete hacia el macizo de Tamadaba, o por Tirma y Acusa si se procedía desde la Aldea-Barranco Hondo y Risco Chapín. El segundo itinerario ascendería por la Caldera de Tirajana para las pobla-ciones del Este-Sureste de la isla. Y un tercer itinerario para las poblaciones del suroeste que discurriría por la rampa de Tauro. Todas estas rutas de lo sagrado estaban jalonadas por estructuras cultuales, que hemos podido estu-diar: construcciones de piedra seca de diferente tipología y cuevas artificiales con manifestaciones rupestre. Todos las rutas confluirían hacia el centro de la isla, donde estaba la impresionante Caldera de Tejeda, el espacio sagrado por excelencia de los antiguos canarios, donde además de los lugares de culto se concentraban los más importantes graneros fortificados del territorio insular. Solo las evidencias arqueológicas, que hay que saber, o al menos intentar, interpretar, nos pueden ayudar a desentrañar este complejo mundo de las creen-cias y prácticas rituales de los antiguos canarios. Para ello será necesario 188MMALMOGAREN XXXIX/2008 abandonar la práctica de la "Arqueología de Vía Estrecha" a la que todavía algunos parecen aferrarse, ver si no (E. Martín y A. Rodríguez, 2006), y abor-dar el problema con otros presupuestos metodológicos: El enfoque herme-néutico. La Arqueología del paisaje y en definitiva la aplicación de los méto-dos de análisis e interpretación que definen a la Arqueología posprocesual, en tanto que interesada en el estudio de los aspectos cognitivos de la vida huma-na, son las herramientas y procedimientos que entendemos más adecuados para abordar cuestiones relacionadas con la comprensión e interpretación del fenómeno religioso de estas antiguas poblaciones. Notas: 1 En un artículo publicado en esta misma revista (Almogaren no. XXXVII. 2006), E. Martín y A. Rodríguez, critican la interpretación que hacemos sobre el significado de los grabados rupestres de la Cueva de los Candiles y de la interpretación que damos sobre lo que en su momento denominamos el Santuario del Risco Chapín. El plan-teamiento expuesto por estos autores, al márgen de no aportar nada que haga re-flexionar sobre nuevas hipótesis interpretativas, salvo una crítica exacerbada fuera de lugar, esconde carencias científicas y deficiencias sobre el terreno que tratan. Espe-ramos en lo sucesivo, aportes más consistentes para el debate. 2 El actual Artenara no es un asentamiento que tenga un origen prehispánico. Se trata por el contrario de un asentamiento troglodita posconquista, como muy temprano de finales del XVI, aunque más bien del XVII. Y aunque es cierto que en el Risco Chapín se encuentran vestigios de un gran santuario, además de un granero fortificado y algunas cuevas de habitación, posiblemente vinculados con aquel. Lo cierto es que los dos grandes núcleos de población aborigen de la zona, se encontraban en la Mesa de Acusa y Artevigua o Artenara, en el actual Barranco Hondo. 3 Este tipo de manifestaciones, nos referimos a las cazoletas o cúpulas, que en un número considerable se encuentran tamizando el suelo, y en algunos casos las paredes, de las cuevas estudiadas, lo encontramos también en otros contextos arqueológicos, como son ciertas cuevas artificiales que igualmente presentan manifestaciones rupestres (pinturas y grabados), como Cuevas del Caballero ( donde hemos localizado numerosas cazoletas excavadas en los suelos rocosos de la mayor parte de las cuevas del complejo, tras los trabajos de limpieza superficial). Cueva del Rey en Tejeda. Cueva Pintada (no.7) de La Candelaria, Acusa. Cueva Pintada de Galdar, por citar los ejemplos más relevantes. Y si bien la presencia de estos elementos (cazoletas) labradas en los suelos de las cuevas, se ha querido identificar o relacionar con actividades domésticas, funcionales y/o artesanales, nuestra opinión, por el contrario, es que estas cuevas están en relación, y por tanto delatan lugares de culto y ritual, en definitiva verdaderos almogarenes, que no solo existieron al aire libre, sino más frecuentemente en el interior de cuevas artificiales preparadas ex profeso para tal fin. 4 Es posible incluso que en el momento en que redactamos este trabajo, el proceso destructivo que afecta a este poblado este provocando nuevos e irreversibles daños a la cueva y por tanto también a las manifestaciones rupestres que contiene, por lo que de no poner remedio a esta grave situación, probablemente en el futuro nuestro estudio ALMOGAREN XXXIX/2008MM189 constituya el único documento consultable sobre las características de este importante yacimiento. Desde 2004 venimos desarrollando (PROPAC) un estudio detallado del complejo troglodita, que incluye el levantamiento topográfico de las cuevas, calcos y reproducciones digitales de las manifestaciones rupestres, estudio geológico y seguimiento de los derrumbes con vistas a determinar el grado y dinámica destructiva del complejo. Se han llevado a cabo también trabajos de limpieza en el interior de las cuevas con grabados, especialmente en lo que se refiere a la retirada del pasto seco acumulado en su interior y capa de estiércol que cubre el piso de las cuevas. Se trata de un proyecto encargado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, con el objeto no solo de documentar en detalle el complejo arqueológico que puede desaparecer, sino además con la finalidad de elaborar propuestas encaminadas a salvar el yacimiento. Bibliografía: ABREU Y GALINDO, J. (1977): HISTORIA DE LA CONQUISTA DE LAS SIE-TE ISLAS CANARIAS. Ediciones Goya. 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Calificación | |
Colección | Almogaren |
Título y subtítulo | El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) |
Autor principal | Cuenca, Julio ; García, Milagrosa ; González, Leticia ; García, Marco ; Montelongo, José ; Ramos, Pilar |
Entidad | Institutum Canarium |
Publicación fuente | Almogaren |
Numeración | Número 39 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Hallein |
Editorial | Institutum Canarium |
Fecha | 2008 |
Páginas | pp. 153-190 |
Materias | Prehistoria ; Islas Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 4919629 Bytes |
Texto | ALMOGAREN XXXIX/2008MM149 ALMOGAREN XXXIX/2008 IC INSTITUTUM CANARIUM ICDIGITAL Separata XXXIX-8 150MMALMOGAREN XXXIX/2008 ICDIGITAL Eine PDF-Serie des Institutum Canarium herausgegeben von Hans-Joachim Ulbrich Technische Hinweise für den Leser: Die vorliegende Datei ist die digitale Version eines im Jahrbuch "Almogaren" ge-druckten Aufsatzes. Aus technischen Gründen konnte – nur bei Aufsätzen vor 1990 – der originale Zeilenfall nicht beibehalten werden. Das bedeutet, dass Zeilen-nummern hier nicht unbedingt jenen im Original entsprechen. Nach wie vor un-verändert ist jedoch der Text pro Seite, so dass Zitate von Textstellen in der ge-druckten wie in der digitalen Version identisch sind, d.h. gleiche Seitenzahlen (Pa-ginierung) aufweisen. Der im Aufsatzkopf erwähnte Erscheinungsort kann vom Sitz der Gesellschaft abweichen, wenn die Publikation nicht im Selbstverlag er-schienen ist (z.B. Vereinssitz = Hallein, Verlagsort = Graz wie bei Almogaren III). Die deutsche Rechtschreibung wurde – mit Ausnahme von Literaturzitaten – den aktuellen Regeln angepasst. Englischsprachige Keywords wurden zum Teil nach-träglich ergänzt. PDF-Dokumente des IC lassen sich mit dem kostenlosen Adobe Acrobat Reader (Version 7.0 oder höher) lesen. Für den Inhalt der Aufsätze sind allein die Autoren verantwortlich. Dunkelrot gefärbter Text kennzeichnet spätere Einfügungen der Redaktion. Alle Vervielfältigungs- und Medien-Rechte dieses Beitrags liegen beim Institutum Canarium Hauslabgasse 31/6 A-1050 Wien IC-Separata werden für den privaten bzw. wissenschaftlichen Bereich kostenlos zur Verfügung gestellt. Digitale oder gedruckte Kopien von diesen PDFs herzu-stellen und gegen Gebühr zu verbreiten, ist jedoch strengstens untersagt und be-deutet eine schwerwiegende Verletzung der Urheberrechte. Weitere Informationen und Kontaktmöglichkeiten: institutum-canarium.org almogaren.org Abbildung Titelseite: Original-Umschlag des gedruckten Jahrbuches. Institutum Canarium 1969-2015 für alle seine Logos, Services und Internetinhalte ALMOGAREN XXXIX/2008MM151 Inhaltsverzeichnis (der kompletten Print-Version) Alain Rodrigue: Les chars gravés du Jbel Aoufilal (Taouz, Maroc) .......................................... 7 Robert G. Bednarik: Die Kranichberger Petroglyphen bei Gloggnitz, Niederösterreich ................... 19 Yves & Christine Gauthier: À propos des Monuments À Alignements du Sahara .................................... 27 Franz Trost: Bemerkungen zum Papyrus Louvre I. 3079, Kol. 111, Zeile 82-86 ................ 89 Joaquín Caridad Arias: El título canario Mencey "rey", un derivado del teónymo púnico Melkart ................................................... 105 Werner Pichler: Bericht über den aktuellen Stand der Erforschung und Erhaltung der libysch-berberischen Felsinschriften auf den Kanarischen Inseln .................... 117 Andoni Sáenz de Buruaga: Nota sobre un panel con grabados de équidos en el abrigo rupestre de Galabt El Jeil 2 (Tiris, Sahara Occidental) ............................................ 137 Julio Cuenca Sanabría et alii: El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) .......................................... 153 Werner Pichler: The rock art sites in the region of Igherm/Anti-Atlas (S-Morocco) ................... 191 Dolores García Padrón: Agustín Millares Cubas y los inicios de la lexicografía canaria .................. 239 Hartwig-E. Steiner: Die Jungfrauen-Höhle auf der Osterinsel Ana O Keke auf Poike / Rapa Nui, Polynesien ............................................................... 253 Hartwig-E. Steiner: Das Areal der weißen Steinhügel auf Selvagem Grande. Ilhas Selvagens, Portugal ........................................................................... 321 152MMALMOGAREN XXXIX/2008 Cuenca, Julio; García, Milagrosa; González, Leticia; García, Marco; Montelongo, José; Ramos, Pilar (2008): El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria).- Almogaren XXXIX (Institutum Canarium), Wien, 153-190 Zitieren Sie bitte diesen Aufsatz folgendermaßen / Please cite this article as follows: ALMOGAREN XXXIX/2008MM153 Almogaren XXXIX / 2008 Wien 2008 153 - 190 Julio Cuenca, Milagrosa García, Leticia González, Marco García, José Montelongo, Pilar Ramos El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios: el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) Key words: Gran Canaria, Almogaren sanctuaries, "Tamogante en Acoran", prehispanic Canary islanders, caves, rock art, religion, fertility cult, vulvas, cupules Resumen: Almogaren y Tamogante en Acoran eran términos con que los antiguos canarios designa-ban a los santuarios y lugares donde realizaban sus rituales. El presente artículo trata sobre el descubrimiento, por parte de nuestro equipo, en el interior montañoso de Gran Canaria, de una serie de cuevas artificiales con manifestaciones rupestres, que inter-pretamos como almogarenes cubiertos, demostrando con ello que los santuarios canarios presentaban una tipología mucho más rica y compleja de lo que creíamos hasta ahora. Zusammenfassung: Almogaren und Tamogante en Acoran waren Ausdrücke, mit denen die Altkanarier die Weihe- und Kultstätten für die Durchführung ihrer Rituale bezeichneten. Nachstehender Artikel handelt von der Entdeckung einiger von Menschenhand geschaffener Höhlen im gebirgigen Inselinneren Gran Canarias, in denen unser Team Felsformationen fand, die von uns als überdachte Almogarenes interpretiert wurden. Dies dient als Beweis dafür, dass auf den Kanarischen Inseln eine viel komplexere und vielfältigere Typologie an Kultstätten existierte, als bisher angenommen. Abstract: Almogaren and Tamogante en Acoran were terms used by the original natives of the Canary Islands to designate sanctuaries or sacred places of ritual. This article describes our team's discovery in Gran Canaria's mountainous hinterland of a series of artificial caves with wall drawings and carvings, which we have interpreted to be covered almogarenes, thus broadening the range and complexity of the sacred places of ritual over and above the classic typologies as known to date. De siempre el ser humano ha sentido atracción y veneración pero también temor por las cuevas. Este hecho está ampliamente demostrado para la mayo-ría de las culturas de cualquier contexto geográfico del planeta. Y es que la cueva es el trasunto de algo así como la puerta de acceso al mundo donde habitan los genios y otros seres sobrenaturales. Las paredes, techos y suelos 154MMALMOGAREN XXXIX/2008 de las cuevas, no son más que finas membranas que separaban a los seres humanos de las criaturas y de los acontecimientos del mundo subterráneo. Las cuevas se consideraban entonces como lugares temibles, de tránsito que les conducían hacia otro universo (Clottes, Lewis, 2001). Puede que esta sea la explicación más plausible del arte parietal. Es verdad que también el arte rupestre existe al aire libre, pero es en las cuevas donde mejor se perciben estas creencias (Lewis-Williams, 2005). Entre los pueblos bereberes del Norte de África, la tierra ancestral de los canarios, el culto a las cuevas, todavía en la actualidad se encuentra muy extendido. El bereber cree en los jnoum, genio de las cuevas, y también piensa que ciertas grutas son el acceso a un mundo subterráneo habitado por los Izzabbaren, raza de ogros o de gigantes que vivían en el país antes de la llega-da de los musulmanes. A principios del siglo XX, durante la etapa del protec-torado, etnógrafos franceses como Henrri Basset, Emile Laoust o Edmond Doutte, pudieron realizar, no sin enormes dificultades, estudios sobre estas indómitas poblaciones bereberes de Marruecos y Argelia, todavía profunda-mente ancladas al medio rural y con una economía de subsistencia, de carác-ter familiar, basada en la explotación agroganadera del territorio. Entonces, como ahora, los trogloditas eran numerosos en todo el Atlas Medio y sobre el reborde norte de los contrafuertes de esta cadena montañosa (El-Hajbe ou Ifran). También eran numerosos en la otra vertiente, en los Dader, así como en el Alto Atlas. Las grandes ciudades, como Fez, Tlemcen o Taza, también con-tenían núcleos trogloditas, densamente habitados. Algunos autores piensan que incluso el nombre de África podría proceder etimológicamente de IFRI, palabra bereber que significa cueva. El nombre de los Beni-Ifren, una de las grandes familias de los ZANATAS, se refiere a los trogloditas. Todavía en la actualidad, refiere Basset, se les da el nombre de Ait-Ifri a las gentes del Dades que viven en cuevas (Basset, 1920). El bereber practicaba numerosos rituales sobre todo de carácter agrario, en el interior e inmediaciones de ciertas cuevas consideradas como sagradas, que también eran visitadas por aprendices de oficios, enfermos, sobre todo mentales y mujeres que no podían tener hijos, para realizar el rito de la incubación, en la creencia de que al quedarse dormidos a la entrada o en cier-tas partes del interior de la cueva, durante los días que fueran necesarios, los genios que la habitaban se les aparecerían en sueños y les daría la solución a sus males. Los que padecían problemas mentales apoyaban la cabeza en el interior de una hornacina que eran consideradas como las puertas de acceso o de tránsito entre el mundo de superficie y el subterráneo utilizadas por los genios. Estos ritos de incubación, que pudieron ser observados por los autores ALMOGAREN XXXIX/2008MM155 antes citados, a principios del siglo pasado, ya fueron descritos por Heródoto de Halicarnaso en el siglo V antes de Cristo, para ciertas poblaciones bereberes, llamadas Nasamones por el Padre de la Historia: "En su modo de jurar y adivinar, juran por aquellos hombres que pasan entre ellos por los más justos y mejores de todos, y en el acto mismo de jurar tocan sus sepulcros; adivinan yendo a las sepulturas de sus antepasados, donde después de hechas sus deprecaciones se ponen a dormir, y se gobiernan por lo que allí ven entre sueños" (Heródoto, 1960). La necromancia, la adivinación por la evocación de los muertos, era prac-ticada hasta tiempos recientes, y puede que aún en la actualidad, por los bereberes en cuevas y tumbas consideradas como sepulturas de santones o antepasados relevantes. Existen también en el mundo bereber las cuevas salutíferas o curativas, y las cuevas terapéuticas, muchas de las cuales tienen fuentes de agua que ma-nan de su interior. Estas son especialmente veneradas y visitadas por la pobla-ción. Y es que las aguas nacidas en el seno de la tierra, sobre todo las que surgen en el interior de cuevas, especialmente las termales, poseen un poder potenciado más allá del poder fecundante, ya que también son aguas purificadoras y curativas. Estas fuentes subterráneas, custodiadas por divinidades benéficas, suelen marcar hitos destacados en la sacralización del territorio (Diez, 1995). Pero son los rituales agrarios que las poblaciones bereberes celebraban en determinadas épocas del año en las cuevas-santuarios, lo que nos interesa es-pecialmente para los objetivos que perseguimos en este trabajo. En efecto es-tos rituales con infinidad de variantes se celebraban en todo el Norte de Áfri-ca, siempre asociados a ciertas cuevas, que presentaban un carácter sagrado y en ellos participaba toda la población. Herri Basset y Emile Laoust pudieron estudiar estos rituales que hace un siglo se celebraban con toda su intensidad. Son importantes al respecto los ritos de expulsión del mal, en el contexto agrí-cola, que se practicaban en el Anti-Atlas. El ritual consistía en defender las cosechas de los genios que habitan las cuevas, también hambrientos que acu-dían de noche a los campos cultivados en busca de su alimento. Para evitar que las cosechas fueran arrasadas por estos genios, se llevaban a cabo rituales de carácter mágico-religioso que se realizan primero en los mismos campos, para apartar o neutralizar las malas influencias devastadoras y erradicarlas lejos de los campos cultivados. Después jóvenes púberes de ambos sexos, acudían con comida que depositan en las entradas de las cuevas donde habitan los genios, se trata de la parte que les correspondía y que se les entregaba por adelantado, antes de la cosecha, para evitar que los genios fueran a saquearlas. 156MMALMOGAREN XXXIX/2008 Estos rituales agrarios se pueden llevar a cabo colectivamente pero tam-bién de forma individual, en la que solo participa una familia, como hacían los miembros de la tribu de los Ida Gounidif, en una cueva denominada Ifri Ntzlout, en la cual por la misma fecha de los rituales colectivos que se celebra-ban en el mes de marzo, cada familia acudía individualmente para realizar una ofrenda propiciatoria. Pero tal y como señala Basset, lo que hace a esta cueva de los Ida Gounidif especialmente interesante es que siendo frecuenta-da por los genios a los que se les va a hacer ofrendas propiciatorias para salvar las cosechas, también son frecuentadas por enfermos, aprendices y gente en busca de oráculos. Además la tradición sostiene que esta cueva encierra gran-des riquezas. Por lo que concluye Basset que esto demuestra que los genios que devastan los campos de cultivos y causan enfermedades, son al mismo tiempo los que curan, aconsejan, enseñan a los aprendices (estos también acu-den a las cuevas en busca de consejos para aprender mejor su oficio) y guar-dan los tesoros subterráneos (Basset, 1920). Parece ser entonces que el culto a las cuevas en el Norte de África está íntimamente relacionado con los ritos agrarios tal y como se desprende de la tradición y de las supervivencias aún muy numerosas a principios del pasado siglo, en países como Argelia y sobre todo Marruecos. Estos rituales agrarios se celebraban sobre todo en la primavera, en el momento en que brota de la tierra la vegetación, pero también se celebraban, aunque más raramente, du-rante el otoño, cuando la tierra, agotada tras la cosecha, atraviesa por un pe-ríodo crítico en el cual es preciso, mediante ciertos rituales, favorecer su resu-rrección. Es durante el otoño cuando los bereberes de la tribu de los Beni-Mhacen, celebraban el ritual de la "noche del error" también denominada "La noche del año" o "La noche de la felicidad". Según estas tradiciones, cada año, en una fecha fija, todos los miembros de ciertas fracciones de los Beni-Mhacen se reunían por la noche en una cueva señalada para ello. A una señal dada se apagaban las antorchas y todos se mezclaban indistintamente, cada hombre se copulaba al azar con la mujer más próxima, mientras que por medio de una cuerda, pasada a la altura del hombre, el Cheik se aseguraba qu nadie perma-necía de pie. Todo extraño que intentara introducirse en la cueva sería impla-cablemente condenado a muerte. La tradición de la noche del error estaba extendida, a principios del pasado siglo, sobre todo por el norte de Marruecos, particularmente como hemos se-ñalado entre los Beni-Mhacen, fracción de los Gaitas, también entre los Zkara, los Bdadoua del Gharb y los Ghenanema. Estas escenas de orgías están en relación con ritos sexuales de carácter esencialmente agrarios, destinados, ALMOGAREN XXXIX/2008MM157 por un procedimiento de magia simpática a asegurar la fecundación de los campos y en consecuencia las buenas cosechas (Basset, Ibídem). A este respecto Mircea Eliade señala que la solidaridad mística entre la fecundidad de la tierra y la fuerza creadora de la mujer es una de las institu-ciones fundamentales de lo podríamos llamar la "conciencia agrícola". En muchas culturas las labores agrícolas: surcar la tierra, depositar la semilla y la posterior recogida de la cosecha, eran actuaciones solían estar acompañadas de rituales de carácter sexual: copular o masturbarse sobre la tierra, recién arada para que el semen fecunde la semilla, son entre otras prácticas comunes que se enmarcan dentro de los ritos agrarios. Así en numerosas sociedades tradicionales el rito realizado a imagen de la hierogámia (unión sexual sagra-da), conlleva prácticas licenciosas en las que las normas de reproducción se disuelven durante unas horas (La Noche del Error) y todo el grupo es poseído de un furor sexual sagrado. En otros casos, como ya dijimos, no se trata de prácticas orgiásticas múltiples, sino de la realización de la cópula directamen-te sobre la tierra para transmitirle el despertar fecundo que se anhela. (Diez, Ibídem). El origen bereber de los primeros grupos humanos que arriban a las costas del Archipiélago Canario, en unas fechas no precisadas, pero que, por ahora, podríamos situar entorno a los inicios de la Era, nos lleva a considerar nece-sariamente que los primeros canarios son portadores de un bagaje propio de la cultura bereber. Evidentemente este pueblo evoluciono por espacio de más de mil cuatrocientos años, sin recibir influencias exteriores significativas, debido al aislamiento que les proporcionaba un medio insular que nunca aban-donaron, porque no practicaron la navegación de altura ni siquiera entre islas. Probablemente los canarios tuvieron que adaptar sus conocimientos tecno-lógicos que traían aprendidos de las tierras de sus ancestros, a la nueva reali-dad, y es probable que para sobrevivir tuvieran que modificar parte sus patro-nes de comportamiento y organización socioeconómica. Pero en el ámbito de lo sagrado las modificaciones tuvieron que ser escasas, porque si hay algo que no evoluciona, si no es por influencias externas, es el mundo de las creencias religiosas y prácticas cultuales de los pueblos. A este respecto basta con pen-sar en lo poco que ha evolucionado el catolicismo en los últimos mil años. Es lógico entonces considerar que el mundo de las creencias religiosas y prácticas cultuales de los antiguos canarios, guarde estrechas similitudes con el que practicaban sus ancestros, los bereberes del norte de África. En este sentido existen evidencias arqueológicas contrastadas: La sacralización por parte de los canarios, de ciertas montañas y roques prominentes, en cuyas cimas se han encontrado estructuras de piedra y cuevas artificiales con mani- 158MMALMOGAREN XXXIX/2008 festaciones rupestres que interpretamos como almogarenes o lugares de culto y rituales de estas antiguas poblaciones, se da también entre las poblaciones bereberes del Norte de Africa, donde el carácter autóctono de la veneración de los altos lugares está probado por la existencia de torretas, estructuras, cuevas consideradas sagradas por los bereberes, así como numerosas estaciones de grabados rupestres de significación religiosa agrupados en ciertas montañas del Alto Atlas marroquí (Yagour, Rhat), cuya antigüedad se remonta en algu-nos casos al neolítico, todo ello unido a las peregrinaciones más o menos islamizadas que se perpetúan sobre estos mismos lugares y que conservan en estos sitios sagrados su profunda religiosidad (Camps, 1980). Las cuevas con manifestaciones rupestres de Gran Canaria Los canarios utilizaron ciertas cuevas como lugares de culto para la celebra-ción de rituales. No solo las antiguas crónicas lo señalan, sino que existen evi-dencias arqueológicas que de una u otra forma lo corroboran, sobre todo para el caso de Gran Canaria, donde se tienen documentadas numerosas cuevas artificiales, excavadas por los antiguos canarios, que presentan en su interior manifestaciones rupestres, en forma de grabados y pinturas, en paredes, techos y suelos. Hasta ahora se pensaba que estas manifestaciones que se encontraban en el interior de estas cuevas, no eran más que expresiones artísticas, sin ma-yor significado que lo puramente decorativo o funcional, así lo vieron los pri-meros cronistas e investigadores que estudiaron la cultura de los antiguos ca-narios, que hablaban de cuevas y casas de piedra cuyos interiores forrados de tablones estaban decorados con motivos pintados, lo que las convertían en ver-daderos palacios de personajes relevantes de la sociedad aborigen. "Solo una casa que fue la de Guanarteme se hallo aforrada en tablones de tea mui ajustados que no se conosian las junturas, ensima estaban pintados de blanco con tierra i de colorado con almagra, i de negro con carbón molido, unos ajedresados, i tarjetas redondas a modo de quesos por el techo; otra casa estaba mui grande i pintada junto a roma qe servía de seminario o re-cojimiento de doncellas, hijas de hombres principales onde tenían una maes-tra, mujer, anciana de buena vida [...]. Otras muchas casas tenían pintadas y cuebas con colores i era también pòrque las ajumaban con luces que era de rajas de tea que encendian a prima noche en las puertas de las casas [...]" (Morales, 1978). El final ignominioso de aquella obra portentosa conocida como el "Palacio de Los Gunartemes" se produjo, tres siglos después de conquistada la isla, en 1754, cuando fue materialmente desmantelada, para aprovechar los maderos y piedras labradas, que se emplearon después en la construcción de la iglesia de Santiago de Los Caballeros de Gáldar: ALMOGAREN XXXIX/2008MM159 "El real palacio del guanarteme de Galdar era una espaciosa casa subterrá-nea a manera de una gruta. Sus techos estaban formados por sólidos maderos y sus paredes dadas de blanco y además pintadas de varios colores con dife-rentes tierras arcillosas. Esta regia mansión existió hasta el año 1754, que se enajenaron los materiales que contenía para la fábrica del nuevo templo" (Déniz, S.XIX). Hasta finales del siglo XIX, al margen de estas referencias históricas, no se conocían en Gran Canaria sino dos cuevas artificiales con manifestaciones rupestres: La Cueva Pintada de Gáldar y la Cueva del Rey de Tejeda. La pri-mera se salvaría de la barbarie iconoclasta galdense, gracias a que permane-ció sepultada durante mucho tiempo, aunque aquel venerable santuario de los canarios, se estaba utilizando como chiquero para guardar cerdos, cuando fue descubierto para la ciencia, a finales del siglo XIX. La Cueva del Rey, no tuvo mejor suerte, porque cuando Grau Bassas la descubre en 1888, servía entonces para guardar cabras. No obstante ambas cuevas han sobrevivido hasta nuestros días, la primera convertida en un par-que arqueológico dotado de recursos, y la segunda, sin ganado de cabras, pero sumida en la más absoluta indefensión. Hoy los yacimientos arqueológicos, formados por cuevas artificiales con manifestaciones rupestres, descubiertos en Gran Canaria, son mucho más numerosos de los que se conocían entonces, y este hecho ha significado un cambio radical en los planteamientos interpretativos, sobre el significado y sobre todo la posible funcionalidad que desempeñaron estas cuevas. Si nos fijamos en el mapa de distribución de las cuevas con arte rupestre de Gran Canaria, podemos observar cómo, en su inmensa mayoría, se localizan en el interior montañoso de la isla. Por lo general estas cuevas se encuentran formando parte de los poblados trogloditas fortificados, interpretando mu-chas de ellas como cuevas de habitación, en cuyo caso si podríamos hablar de una cierta intencionalidad decorativa, al encontrar vestigios de pintura roja y blanca (pigmentos de origen mineral) aplicados a modo de zócalos, marcos de huecos interiores, incluso embadurnados totales de techos y paredes, encon-trando los ejemplos más notorios en los poblados trogloditas de Acusa, Cue-vas del Rey, Cuevas de La Mesa, Solana del Pinillo y La Montaña de Tunte. Pero en esos mismos complejos trogloditas, a los que nos hemos referido, existen otras cuevas artificiales con manifestaciones pictóricas en su interior, aplicadas en sus paredes y con complejos sistemas de cazoletas y cúpulas que fueron excavadas también en las paredes, pero sobre todo en los suelos, pre-viamente nivelados, lo que nos sugiere que la funcionalidad de estas cuevas, va mucho más allá que la puramente decorativa. Además estas cuevas, al menos en las zonas montañosas del interior de la Isla, se encuentran siempre 160MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 1. – Mapa de Gran Canaria con la localización de las cuevas con manifestaciones rupestres. Se produce una mayor concentración hacia los territorios del centro montañoso de la Isla. ALMOGAREN XXXIX/2008MM161 asociadas a graneros colectivos fortificados, como la Cueva de Las Estrellas, y la Cueva Pintada (C-7) de La Candelaria en Acusa. Cueva del Rey, en el Roque y Cueva Pintada de La Montaña de Tunte. Se conservan otras cuevas pintadas de estas características en la isla, pero esta vez no asociadas, de forma tan evidente, a graneros colectivos fortifica-dos, nos referiremos a la Cueva Pintada de Gáldar, asociada a un poblado de casas de piedra y las Cuevas Pintadas de Morros de Ávila, situadas en la cima de una montaña, en la desembocadura del barranco de Guayadeque (Agüimes). En ambos casos, las cámaras excavadas presentan en sus paredes manifesta-ciones pictóricas complejas, representando auténticos ideogramas, como el friso de la Cueva Pintada de Gáldar. Pero algo en común entre todas estas cuevas pintadas, y es que todas presentan complejos sistemas de cazoletas excavadas en los suelos así como numerosas cúpulas en las paredes. Nosotros consideramos que este tipo de cuevas son en realidad santuarios o recintos para la celebración de rituales, como más adelante veremos al tratar otro tipo N 2.- Planta de la Cueva N 7 de La Candelaria. Mesa de Acusa. Las paredes interiores están decoradas con rojo-almagre y en el suelo se encuentra numerosas cazoletas que fueron excavadas. La cueva, que ha sido excavada, está orientada, intencionadamente, hacia dos hitos geológicos de la Caldera de Tejeda: El Roque Nublo y El Roque Bentayga. 162MMALMOGAREN XXXIX/2008 de cuevas artificiales en las que se han encontrado motivos grabados, asocia-dos también a cazoletas labradas en los suelo. No podemos, por razones de espacio, y porque tampoco es el objeto de esta publicación, dedicar nuestra atención al estudio de todas las cuevas que con-tienen manifestaciones rupestres de la isla de Gran Canaria, dejaremos para otra ocasión los resultados de la investigación sobre el proyecto que en estos momentos venimos desarrollando, para determinar el estado de conservación de las cuevas con presencia de manifestaciones rupestres que existen en la isla. Dicho estudio conlleva la realización de levantamientos planimétricos de las cavidades y la reproducción mediante imágenes digitalizadas de todas las manifestaciones rupestres detectadas, lo que nos proporciona una gran canti-dad de datos y un corpus de motivos suficientemente amplio, como para abor-dar con un mínimo de garantía, el análisis interpretativo de estas manifesta-ciones culturales. Pero también nos interesan los contextos geográficos, el paisaje arqueoló-gico, donde se han excavado esas cuevas que fueron tratadas en su interior con motivos pintados o grabados. Porque estamos convencidos de que mu-chas de estas cuevas artificiales que contienen manifestaciones rupestres, son en realidad antiguos santuarios de los aborígenes canarios. Las cuevas santuarios y los rituales de la fertilidad Para este trabajo nos centraremos en el análisis interpretativo de determi-nadas cuevas artificiales en cuyo interior se han encontrado grabados rupes-tres con formas de triángulos de tendencia equilátera con el vértice superior invertido, que interpretamos como representaciones del triángulo púbico fe-menino, el símbolo de la fertilidad por excelencia, que ya representaron los hombres del Auriñaciense hace 30.000 años. Pero a diferencia de lo que sucede en el norte de África, en Canarias, y más concretamente en Gran Canaria, no han quedado pervivencias sobre los ritua-les que pudieron haberse celebrado en estas cuevas santuarios. No dispone-mos de pruebas etnográficas porque la religión de los canarios como cual-quier otra manifestación de su cultura, sería rápidamente reprimida tras un proceso de aculturación brutal, incluso su lengua se perdió al paso de unas pocas generaciones. Sin embargo, a medida que profundizamos en el estudio sobre la religión de los aborígenes canarios, percibimos, que nos aproximamos a una mejor comprensión sobre las formas de pensamiento religioso de estas antiguas poblaciones, que no dejaron textos escritos, pero si un amplio repertorio de evidencias arqueológicas, muebles e inmuebles, que leídas con rigor, pero sin ALMOGAREN XXXIX/2008MM163 complejos, nos aportan un enorme caudal de información, sobre cuestiones tales como el paisaje sagrado, la arquitectura de lo sagrado, la distribución de los principales santuarios y la organización del ritual que estas antiguas po-blaciones llevaban a cabo. Centraremos nuestra atención en lo que se denomina la arquitectura de lo sagrado, que en Gran Canaria presenta una amplia tipología, tanto en estruc-turas de piedra que se encuentran en superficie, como sobre todo en cuevas artificiales, porque es en estos contextos, mejor conservados, donde se perci-be la estructura y el sentido del santuario, en la forma de las cámaras y muy especialmente en las manifestaciones rupestres que encierran y que permane-cen en el mismo lugar donde fueron realizadas en un remoto pasado que aún no hemos podido determinar. Las primeras referencias escritas para la isla de Gran Canaria, que dan cuenta de la existencia de grabados que representan triángulos púbicos y vulvas datan de finales del siglo XIX, cuando A. Martínez Escobar, en la lec-tura de una memoria anual del Museo Canario da a conocer el descubrimien-to de una cueva funeraria en Gáldar, que tenía sus paredes interiores decorada con este tipo de ideogramas: "Hay otra cueva a poca distancia que llamó mucho mi atención por los letreros o figuras talladas en la propia roca, siendo la que más domina la triangular equilátera. Sería lugar de adoración donde representa el símbolo de la divinidad? Al descubrirse aquel local se encontró un esqueleto humano, cuyo cráneo se hallaba colocado entre dos piedras, junto al costado del poniente, izquierda entrando, y en el suelo vasijas diversas, pintaderas, agujas de hueso y otros útiles que hoy figuran en nuestro Museo". Este yacimiento arqueológico sería por ese tiempo destruido o sepultado como otros tanto vestigios de la población aborigen de la zona, que desapare-cen como consecuencia de las profundas transformaciones que sufre el paisa-je arqueológico de Gáldar, debido en parte al desarrollo urbano del núcleo poblacional y a la adecuación del suelo para la implantación de cultivos como la platanera. Durante toda la primera mitad del siglo XX no se vuelven a tener noticias sobre otros hallazgos de esta naturaleza, hasta que en 1974, cuando, la Comi-sión de Arqueología del Museo Canario, publica un primer inventario de ya-cimientos rupestres de la Isla, donde aparecen un número considerable de estaciones rupestres, con presencia de motivos triangulares pintados o graba-dos (El Museo Canario, 1974). 164MMALMOGAREN XXXIX/2008 De entre las estaciones rupestres que se dieron a conocer, aunque sin ser estudiadas, en el referido inventario, destacamos para nuestro artículo, las Cuevas del Caballero, La Cueva del Cagarrutal y La Cueva de Los Candiles, localizadas en lo que nosotros denominamos Santuario del Risco Chapín, en realidad un cadena montañosa de más de 1400 metros de altura, de paredes verticales, que constituyen los restos geológicos del borde norte de la antigua Caldera de Tejeda, en el centro montañoso de Gran Canaria. De estas estaciones rupestres que hacemos referencia, publicamos en su día, varios trabajos que incluían, planos, calcos así como valoraciones interpretativas1 (Cuenca, Rivero, 1994). N 3.- Planos de planta y sección, con representación de las manifestaciones rupestres, de La Cueva de Los Candiles en el Santuario del Risco Chapín. Tejeda-Artenara. Gran Canaria (Archivo Julio Cuenca). Pero a medida que se intensifican las prospecciones arqueológicas por la geografía insular, el mapa de distribución de este tipo de manifestaciones rupestres va ampliándose con nuevos hallazgos, como la estación del Roque Bentayga, descubierta y estudiada por nosotros en 1992 (Cuenca,1996), ó los más recientes hallazgos realizados por nuestro equipo en las Cuevas de Risco Caído y Cueva de La Paja, en Barranco Hondo, Artenara, así como los de Cuevas de Lezcano en el Barranco de Teror (Peña, Cuenca y Guillén, 2006). El presente trabajo se centra en el análisis interpretativo de las nuevas estaciones rupestres con representaciones de triángulos púbicos y cazoletas del poblado troglodita de Risco Caído, que dimos en parte a conocer en 2004, con motivo del XV Coloquio de de historia Canario Americana, y que ahora ALMOGAREN XXXIX/2008MM165 N 4 a.- Calcos de grabados de triángu-los púbicos y vulvas de la Pared W del interior de la Cueva de Los Candiles. Santuario del Risco Chapín. Tejeda. Gran Canaria. (Archivo Julio cuenca). N 4b.- Calcos grabados triángulos púb-icos pared Este del interior de la Cueva de Los Candiles. Santuario del Risco Chapín. Gran Canaria. (Archivo Julio Cuenca). 4a 4b 166MMALMOGAREN XXXIX/2008 reinterpretamos, en base a los nuevos hallazgos arqueológicos que realiza-mos, al estudiar de nuevo este asentamiento troglodita de los aborígenes ca-narios, en el marco del proyecto de investigación: "Estado de Conservación de las Cuevas con Manifestaciones Rupestres de Gran Canaria" por encargo del Cabildo de la Isla. Las cuevas de Barranco Hondo: El asentamiento canario de Artevigua? Descendiendo de la cumbre de Los Moriscos, a 1772 metros de altura sobre el nivel del mar, en dirección NW, se precipitan una serie de profundos ba-rrancos (Coruña, Lugarejo, Juncalillo, Bco. Hondo, Fagajesto) que a unos 1000 m.a.s.n.m ven interrumpida sus trayectorias al chocar materialmente con la vertiente noreste del Macizo de Tamadaba, convirtiéndose así en tributarios o colectores del gran Barranco de Agaete, que tiene allí su nacimiento, y que a su vez conforma la línea divisoria, por esta parte de la isla, entre la Neocanaria y la Pelocanaria. La cabecera del Barranco de Agaete secciona y resalta un conjunto de pe-queñas rampas basálticas pliopleistocénicas (Rampas de Juncalillo) por donde discurren los barrancos antes mencionados. Estas rampas están formadas por materiales de la Serie Roque Nublo, conglomerados heterométricos compac-tados, presentes en planchas de gran volumen y altura que caracterizan a los riscos de Lugarejos, Barranco Hondo, El Sao y El Hornillo (Santana, Naranjo, 1992). Este territorio objeto de estudio, de las tierras altas de Gran Canaria, se encuentra enmarcado en el ámbito bioclimático del Noroeste, por lo que se ve afectado por una influencia constante de los vientos alisios. El estrato arbóreo dominante esta caracterizado por el Pinus canariensis (Pinar de Tamadaba) además de por relictos del monte verde que antaño ocupó una mayor exten-sión llegando incluso a entremezclarse con el pinar. Durante el proceso de elaboración de la Carta Arqueológica de Artenara (Cuenca, 2000) tuvimos la ocasión de prospectar en profundidad gran parte de las "Rampas de Juncalillo", donde se localizan, en las vertientes de los principales barrancos que la surcan, numerosos asentamientos trogloditas, que en su mayor parte tienen su origen en la Gran Canaria prehistórica. Barranco Hondo, es uno de los mayores asentamientos trogloditas de toda esta comarca montañosa. Así, prácticamente desde su cabecera, en la Monta-ña de Los Moriscos (1772 m.), la huella de la presencia humana es absoluta-mente perceptible, y así, a lo largo de todo su cauce. Cuevas viviendas y ban-cales artificiales para el cultivo de cereales, hortalizas y algunos frutales pre-ferentemente la higuera, conforman en fin, el paisaje dominante. Hoy casi ALMOGAREN XXXIX/2008MM167 despoblado, Barranco Hondo fue, hasta mediados del siglo XX, uno de los mayores asentamientos trogloditas habitados, de las tierras altas de la Isla. Y aunque en la actualidad, Barranco Hondo, es el topónimo que identifica a solo una parte del primitivo asentamiento troglodita, lo cierto es que Juncalillo y El Tablado, otros dos asentamientos en cuevas que se localizan en el curso alto del referido barranco, tuvieron que conformar en el pasado parte del gran asentamiento. Además creemos que también Lugarejo, otro poblado troglodita, a la vez que importante centro locero de tradición aborigen (Cuen-ca, 1981), hoy casi desaparecido, que se localiza en las proximidades del Ba-rranco Hondo, debió formar parte del primigenio asentamiento cuyo topónimo se ha perdido, aunque barajamos, a modo de hipótesis, que podría tratarse del legendario Artevirgo o Artevigua, que en algunas crónicas aparece mencio-nado como Artenara, y cuya localización primigenia nada tiene que ver con su actual ubicación. Se trata en definitiva de un importante núcleo de población de los aboríge-nes canarios, mencionado ya en las primeras crónicas, concretamente, en el supuesto acto de vasallaje que los canarios rindieron a Diego de Herrera en el Puerto de Las Isletas el 12 de agosto de 1461 (once de enero de 1476 en Abreu Galindo). A dicho encuentro acudieron los dos Guanartemes de la Isla, así como un número considerable de guayres, que representaban a los diferentes cantones en que se encontraba dividido el territorio insular. En la lista de Abreu, que copian los demás autores que mencionan este hecho histórico, el nombre de Artenara no es mencionado pero si el de Artevirgo y el de su Guayre, Artenteyfac. La otra referencia que encontramos sobre la existencia de este gran asenta-miento aborigen, del que nada sabíamos, aparece en las Crónicas de la Con-quista de Gran Canaria, aunque en esta ocasión se menciona el topónimo de Artenara, para referirse a uno de los asentamientos canarios asaltados por las tropas de Alonso Fernandez de Lugo, cuando llevan a cabo desde la torre-fortaleza de Agaete, una incursión nocturna, con la ayuda de Hernán Peraza y aborígenes gomeros, por el Barranco de Agaete, hacia las tierras altas del centro de la Isla, donde hacen una gran presa de canarios, ganados y alimen-tos: "... y encargóle que allí acompañase a su alcalde Alonso Fernandez de Lugo, i que juntos hiziesen sus entradas en los canarios como de nobles se esperaba, y así lo hizieron, salteándolos sobre la Uayayedra y sobre el Valle y sobre Artenara, haziendo presa en ellos y en sus ganados y mantenimientos con ciento y cuarenta hombres que tenían" (Morales, 1978). Quien conozca el territorio por donde se desarrollaron aquellos aconteci-mientos bélicos, que debemos situar entorno a 1480 -1481, sabe que en efecto, 168MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 5.- Plano situación Bco. Hondo (1:5000) con localización del complejo arqueológico de Risco Caído. ALMOGAREN XXXIX/2008MM169 el Barranco de Agaete, constituye tal vez la mejor entrada natural hacia el centro montañoso de la vertiente noroeste de la Isla. Pero ascendiendo por el Valle de Agaete y al llegar a la altura de Los Berrazales, nos encontramos con lo que aparentemente constituye una barrera montañosa insalvable, formada por el macizo de Tamadaba y el escarpe de El Hornillo. Pero existen dos pasos de montaña que franquean estos obstáculos. El paso del Macizo de Tamadaba se franquea por Bisbique, un impresionante sendero, posiblemente ejecutado por los canarios, que en su mayor parte ha sido labrado en el risco y que dis-curre serpenteando entre las vertientes acantiladas de altas montañas hasta alcanzar los llanos de Tamadaba a 1100 metros de altura sobre el nivel del mar. Posiblemente está sería una de las rutas seguidas por las tropas de Lugo y Peraza, en sus razzias de castigo contra la población aborigen, y es probable que por este paso de montaña, atacara el poblado troglodita fortificado de Bisbique e incluso llegara hasta el recóndito Valle de Guayedra, contando siem-pre con la inestimable ayuda de los aborígenes gomeros que se movían con facilidad por aquellos parajes. Pero el asalto a los asentamientos canarios de Artenara ó Artevigua y Acu-sa, los llevó a cabo Lugo por otro paso de montaña que ascendiendo por la márgen derecha del Barranco de Agaete, atraviesa el Sao y El Hornillo para llegar hasta la desembocadura de lo que hoy se conoce como Barranco Hondo, y era allí donde se encontraba el poblado aborigen de Artevigua o Artenara2 , donde Lugo hizo una importante presa, posiblemente amparándose en horas de la noche, tal y como refiere Abreu Galindo: "Hernan Peraza y Alonso Fernández de Lugo salieron del Lagaete la misma noche y tomaron el camino de Artenara, donde se hizo una buena presa y mataron algunos canarios, los cuales peleaban con desesperación, viéndose ir apocando, haciendo también harto daño en los cristianos " (Abreu, 1977). Es posible que la incursión militar continuara hasta la Mesa de Acusa, pero ya sin contar con el factor sorpresa que le favoreció en los primeros momen-tos del asalto. En Barranco Hondo hemos encontrado suficientes evidencias arqueológi-cas como para asegurar que buena parte de los núcleos trogloditas que apare-cen diseminados por todo el barranco, sean de origen prehistórico. Basamos esta hipótesis por un lado en las evidencias arqueológicas, de las que hablaremos más adelante, y que en definitiva vienen a demostrar que es-tamos ante un asentamiento aborigen, que ha seguido siendo habitado a lo largo de los siglos. Pero el que sea o no Artevigua, es algo que sólo podemos saber por las fuentes etnohistóricas; así, en las referencias escritas extraídas del "Libro de Protocolos de Repartimientos de Tierras de 1542" encontramos 170MMALMOGAREN XXXIX/2008 mencionado varias veces el topónimo de Artevigua, para referirse a un bar-ranco delimitado por el antiguo camino de Acusa y por las montañas de Ta-madaba, que por su descripción nos parece que coincide con el actual barran-co de Lugarejo. En el folio 206 (original) del referido libro encontramos la petición de tierras que hace un vecino de Gáldar, el colono García de La Coru-ña en los siguientes términos: "Muy magníficos señores: Garsya de La Coruña vecino de la villa de Galdar beso las manos de vuestra señoría a la cual suplico y pido me fagan merced de un pedazo de tierra de sequero que es en Artevigua término de Galdar la cual dicha tierra es en el barranco que viene para las tierras de Simón Gil del camino de Alcusa para baxo fasta la punta de los barrancos a los Roques aguas vertientes de las laderas de Tamadaba al barranco de Artevigua, en el que podrá haber fasta treinta fanegas de sembradura las cuales están montuosas y por aprovechar así mismo suplico a vuestras señorías me fagan merced de un asiento de colmenas dentro de estos linderos de las dichas tierras y de más de administrar justicia a mi faran mercedes por lo cual nuestro señor prospere por largos años...". El nombre de Artevigua se ha perdido en la actualidad, pero no el de Coru-ña, una pequeña localidad de Artenara, situada frente al pinar de Tamadaba, en la margen derecha del Barranco de Lugarejo. Es lógico suponer que este antropónimo se identifique con parte de la data solicitada a principios del siglo XVI. Por otra parte es cierto que en la petición de tierras que hace García de La Coruña no se menciona en ningún momento la presencia de los grandes poblados aborígenes que existían en la zona, pero este hecho parece ser una constante en las peticiones que se conservan en el Libro de Repartimientos. De hecho solo se refieren de manera vaga a cuevas de los canarios, iglesia de los canarios, estanque de los canarios, etc., pero no se mencionan poblados habitados. Creemos que tal omisión es intencionada para evitar posibles impugnaciones o conflictos de propiedad, aunque no es menos cierto que los canarios por entonces, no gozaban de excesivos derechos sobre la propiedad de la tierra de la que no podían aportar documentos de ninguna clase. En cuanto a las evidencias arqueológicas lo cierto es que tanto en Lugarejo, como en Barranco Hondo, se han encontrado vestigios arqueológicos que re-fuerzan nuestra tesis, en el sentido de que se tratan de asentamientos canarios que ya existían antes de la conquista de la isla, y que de forma continuada han seguido siendo habitados hasta la actualidad. Las importantes estaciones rupestres de Risco Caído y Cuevas de La Paja, localizadas y estudiadas por nosotros en Barranco Hondo, constituyen una prueba evidente del carácter aborigen de estos asentamientos trogloditas, so-bre los que aportamos una primera valoración interpretativa. ALMOGAREN XXXIX/2008MM171 Barranco Hondo presenta un paisaje profundamente humanizado, caracte-rizado por una extraordinaria profusión de bancales artificiales de cultivo, contenidos por fuertes muros de piedra seca, que se extienden desde el cauce de los barrancos hasta la cima de las montañas, pero sobre todo llama la aten-ción la gran cantidad de cuevas artificiales que han sido excavadas a lo largo de los siglos a ambos márgenes del gran barranco: La Gloria, El Tablao, Hoya Casa, El Andén, Hoya de Moreno, El Pedregal, Era de Las Toscas, El Majadal, La Montañeta, las Lajillas, El Solapón (según la tradición oral el lugar donde vivieron los primeros pobladores canarios) La Poza, La Hoyeta, Telde, El Pocillo, La Solaneta, La Caleta, Risco Grande, Cueva de Las Cenizas, Andén Gómez, Piedra Blanca, Baja Lobo, Roque del Pino, Risco Caído, La Solaneta, La Cueva de La Paja, Raja de Peraza, Lugarejos, Las Hoyas, son topónimos que se refieren a los asentamientos en cuevas que se encuentran en la zona. Por qué se produjo tal concentración de población en estos apartados terri-torios de las tierras altas de Gran Canaria? En primer lugar por el carácter recóndito y fortificado del propio Barranco Hondo, con escarpados márgenes que presentaban potentes paquetes de toba volcánica donde resultaba relati-vamente fácil excavar cuevas. Pero sobre todo debido a que este barranco era extremadamente rico en recursos acuíferos y por consiguiente también dispo-nía de una densa cobertura vegetal, de hecho en esta zona, como ya indicamos más arriba, se sitúa el límite del bosque húmedo del Norte de Gran Canaria. Además los habitantes de la zona, disponían de suelos ricos en nutrientes y de los recursos que ofrecía el Pinar de Tamadaba. Estamos hablando por tanto de un biotopo suficientemente rico como para soportar un gran número de población, como de hecho así sucedió hasta la década de los años 60 del pasado siglo XX, cuando comienza el éxodo de la población hacia otros puntos de la isla, empujados por la imposibilidad de sostener por más tiempo un modelo económico familiar basado en la explota-ción agroganadera de la zona. La construcción de las presas de Lugarejo y Los Pérez, que anegarían las mejores tierras de cultivo de la zona, la prohibición de explotar los recursos de Tamadaba, la tala abusiva del bosque húmedo y por último la captación incontrolada del acuífero de Barranco Hondo por los aguatenientes de Gáldar y Guia, terminarían por provocar la ruina de uno de los núcleos de población más antiguos de las montañas de Gran Canaria. Las cuevas de Risco Caído En la margen izquierda del curso bajo de Barranco Hondo, a unos 100 metros de altura con respecto al cauce, se localiza un antiguo poblado troglo-dita hoy abandonado, que se conoce como Risco Caído o Risco Maldito. 172MMALMOGAREN XXXIX/2008 El asentamiento formado por 21 cuevas artificiales se encuentra a 1070 m.a.s.n.m en lo alto de un escarpado acantilado que forma un saliente sobre la margen izquierda de Barranco Hondo, entre los barranquillos del Parral y el de Los Linderos. Conocido también como Risco Maldito, este antiguo pobla-do, se encuentra abandonado desde fechas que no hemos podido determinar, pero que, por algunas referencias orales, podría situarse a principios del siglo XX, debido fundamentalmente a que sufre grandes desprendimientos de pie-dra, que están provocando la destrucción de la mayoría de las cuevas. Este proceso destructivo viene motivado, en parte por las filtraciones de aguas de escorrentía que penetran por las grietas y por el vacío que ocasionan las oque-dades excavadas en un estrato de tobas volcánicas que ha terminado por ceder ante el peso de un potente estrato de conglomerado o brecha de la serie Roque Nublo, que se encuentra por encima de los niveles de toba. Este mismo proce-so destructivo se viene detectando, debido a las mismas causas, en otros asentamientos trogloditas de la Isla, como en Acusa Seca, Cuevas del Rey y La Montaña de Tunte, entre otros muchos. En las prospecciones realizadas hemos podido acceder a cuevas que tenían la entrada obstruida por grandes bloques de conglomerado desprendidos de las partes altas del risco. Las cuevas de habitación presentan en su interior una dependencia principal de planta cuadrada con dos aposentos al fondo, a los que se accede a través de un vano con arco de medio punto. Varias hornacinas de diferentes formas se encuentran excavadas en las paredes interiores, las cuales están pintadas de cal y presentan un zócalo de color añil que también enmarcan los accesos a los aposentos y las hornacinas. En el exterior, las cuevas de habitación presentan hornos para pan y otras construcciones de piedra y barro techadas con caña y barro, que sirvieron como cocinas. Todas las cuevas viviendas estuvieron cerradas con puertas de madera de tea. El almogaren de Risco Caído No todas las cuevas de Risco Caído fueron viviendas, también se encuen-tran otras destinadas a guardar pasto y ganado. Pero llama la atención espe-cialmente un conjunto formado por tres cuevas artificiales alineadas con sus entradas orientadas al naciente, situadas en el extremo norte del poblado. Estas cuevas se utilizaron como pajeros, al menos en la fase final de ocupación del asentamiento, y lo extraño es que resultan ser las de mayor tamaño, las que precisaron por tanto de un enorme esfuerzo para su excavación, y las únicas además que no sufrieron alteración alguna con respecto a su forma original. Hasta el punto que aún se conservan en sus paredes interiores numerosos grabados que representan triángulos púbicos, así como un número considera- ALMOGAREN XXXIX/2008MM173 N 6.- El poblado troglodita de Risco Caído fotografiado desde Bajalobo (Artenara). N 7.- Desprendimientos en el sector norte del poblado troglodita de Risco Caído. 174MMALMOGAREN XXXIX/2008 Cueva No. 6 N 8.- Planta y sección del almogaren de risco Caído (cuevas 6-7 del complejo arqueológico). En planta se observa la distribución de las cazoletas que fueron excavadas en los pisos nivelados de las cuevas. ALMOGAREN XXXIX/2008MM175 ble de grandes cazoletas excavadas en el suelo, que se taparon con piedras para permitir el tránsito de personas y animales. Y es precisamente la presen-cia de estos ítems, cazoletas y grabados, lo que confiere a estas cuevas una clara adscripción aborigen y dentro de esta un carácter marcadamente religio-so, conformando por tanto un almogaren, de lo que hablaremos más adelante, en las conclusiones, después del análisis descriptivo de este conjunto troglodi-ta de carácter cultual. Pasamos seguidamente a describir este conjunto cámaras decoradas de Risco Caído así como otra estación descubierta por nosotros recientemente, a unos 300 m. al Oeste de este conjunto, pero en el mismo contexto de Risco Caído, conocida como Cueva de La Paja, que presenta igualmente grabados de triángulos púbicos en su interior. Nos referiremos a estas cuevas utilizando para cada una de ellas, la misma numeración que le asignamos en las fichas de yacimientos de la Carta Arqueológica de Artenara. Se trata de la cueva artificial que presenta el labrado más complejo de todo el conjunto. Tiene planta de tendencia circular, con las paredes curvadas y el techo intencionadamente labrado hasta llegar a formar una cúpula en forma de casquete esférico apuntado, a más de 4 m. de altura con respecto del suelo. En el lado Este de la cúpula, coincidiendo casi con el punto más elevado, se abre una claraboya rectangular orientada al naciente, por la que penetra la luz. Esta cueva presenta dos huecos de acceso, uno de ellos de 2.50 m. de ancho, está orientado a 90 grados Este. En la actualidad este acceso se encuentra sellado por un muro de piedra seca, pero antiguamente pudo haber sido uno de los accesos originales, dado que quien entrara por este hueco, vería de frente en la pared del fondo, la escena grabada de los triángulos púbicos, que encierra esta cueva. Un segundo hueco de acceso dotado de una tosca puerta de tea, se abre a 190 grados Sur. A este acceso se llega por otra cueva de tendencia globular que mide 4.50 m. de fondo por 2.95 m. de ancho y 2.05 m. de alto. La planta de la Cueva no es enteramente circular, porque a la derecha del acceso Este, se excavó una pequeña dependencia de planta cuadrangular y de unos dos metros de profundidad, que hace que el ancho máximo mida 6.30 m. en ese punto, por 4.90 m de profundidad. La altura máxima aproximada es de 4 m. En el suelo de la cueva, que fue labrado y nivelado, encontramos, bajo una capa de pasto seco, numerosas cazoletas de forma circular, repartidas por toda la planta pero mayormente concentradas en las proximidades de la pared donde están los grabados. Las paredes interiores, que presentan tres hornacinas labradas de diferen-tes tamaños, se encuentran ennegrecidas por efecto del humo producido por 176MMALMOGAREN XXXIX/2008 la combustión de los hachones de tea. El suelo de la cueva se encuentra tam-bién labrado y nivelado, y sobre el mismo se labraron un sistema complejo de cazoletas de tendencia circular, que no están conectadas entre sí, y cuya ma-yor concentración se encuentra localizada al pié de los grabados. Pero además de por su especial arquitectura (No conocemos otros casos de cuevas artificiales, cuyos techos presenten cúpulas labradas de esta enverga-dura y complejidad, salvo un caso en el complejo troglodita habitacional de Tara (Telde), concretamente en la Cueva de la Virgen) esta cueva encierra otros valores, como son las manifestaciones rupestres que encontramos en pared del fondo (Oeste), si nos orientamos a partir del acceso Este. Allí, en la mitad de la pared, se encuentra una composición formada por unos 30 graba-dos de motivos triangulares de tendencia equilátera con el vértice superior invertido, que forman dos hileras paralelas. Asociados a estos motivos trian-gulares y formando parte del mismo lienzo, se encuentran numerosas cúpulas artificiales, algunas de las cuales aparecían selladas con piedras y sobre éstas un mortero de argamasa blanca. En el mismo paño de pared se encuentran dos grandes hornacinas, una de ellas, la de mayor tamaño, presenta una forma rectangular. En la pared derecha, junto al hueco de acceso, en su parte supe-rior izquierda localizamos otro grabado triangular de similares características tipológicas a los anteriormente descritos. Igualmente localizamos otros dos motivos triangulares en la pared izquierda, junto al hueco de acceso del lado sur, y es probable que existieran algunos más que pudieron ser destruidos al abrirse el hueco de acceso. Los grabados fueron realizados mediante incisiones profundas para mar-car los contornos de las figuras y seguidamente se procedió al rebaje median-te el picado de la superficie interior hasta lograr un motivo en bajorrelieve, utilizando como soporte las paredes labradas de toba volcánica de la cueva. Es la de mayor tamaño del conjunto y se encuentra a unos 3 m. en dirección Sur de la cueva n 6, de hecho como ya indicamos forma parte de la misma unidad cultural. Se trata de una cueva artificial de planta de tendencia cua-drangular, de techo, suelo y paredes rectas debido a un minucioso trabajo de labrado. Mide 7.50 m. de fondo por 5.76 m. de ancho y 3.50 m. de altura. La entrada original de la cueva, orientada a 100 Este, es de grandes dimensio-nes, pues tiene casi el ancho y alto de la cueva. Posiblemente, siempre dispuso de un muro de cierre, como el que tenía cuando la estudiamos por primera vez, en 1996, que cerraba prácticamente la gran entrada a base de un para-mento de piedra seca que dejaba sólo en la parte central un vano dintelado con bastidor de madera que sostenía una puerta de tea. En sucesivas visitas a la cueva para completar su estudio, que incluía la realización de los calcos de los ALMOGAREN XXXIX/2008MM177 N 10.- Detalle fotográfico de las manifestaciones rupestres de la cueva n 6. N 9.- Reproducción de los grabados de triángulos púbicos y cúpulas de la pared Oeste de la cueva n 6 del almogaren de Risco Caído. grabados, comprobamos que el muro de cierre se había desmoronado comple-tamente como consecuencia de los desprendimientos de grandes bloques de piedra procedentes del techo y paredes laterales, que terminaron por arruinar parte de los grabados de la pared izquierda. En la actualidad este proceso destructivo continúa, por lo que peligra este importante yacimiento. 178MMALMOGAREN XXXIX/2008 En la pared Norte de esta cueva, existe un vano de 2.20 m. de ancho que hoy permanece sellado por un muro de piedra con argamasa de barro, por el que se accedía a otra cueva de planta rectangular con dos cámaras, que nos parece que ha sido modificada y agrandada, con respecto a la planta original, a juzgar por las huellas de pico de hierro que se aprecia en las paredes y techo. La cueva principal tiene el techo y las paredes completamente ennegreci-das por efecto del humo que desprende la resina quemada de los hachones de tea, lo que indica que el en su interior se acostumbraba a encender dichas luminarias, bien en horas nocturnas o puede que también en horas diurnas, lo que nos indicaría, en este caso, que la cueva tuvo un muro de cierre en su entrada, que impediría la entrada de luz natural. El suelo original de la cueva, que en el momento en que se iniciaron los estudios, permanecía oculto bajo una gruesa capa compactada de estiércol animal, presentaba, tras retirar dicho sedimento, un complejo sistema de cazoletas de tendencia circular y diferentes profundidades, no comunicadas por canalillos, que fueron excavadas artificialmente, y que prácticamente ocu-paba toda la superficie del suelo, lo que hacía impracticable cualquier activi-dad que conllevara un tránsito en su interior, de hecho para su reutilización como alpendre, uso al que estuvo destinada dicha cueva hasta el momento de su abandono, fue necesario rellenar dichas cazoletas a base de piedras que encajaban y ocupaban todo el interior estos receptáculos, con el fin de permi-tir el tránsito de personas y animales3 . Otra de las particularidades de esta cueva es que, como sucede con la Cue-va de Los Candiles, las tres paredes interiores presentan grabados en bajo relieve de figuras de tendencia triangular equiláteras con el vértice superior invertido, representaciones de triángulos púbicos y vulvas, a las que están asociadas numerosas cúpulas o pequeñas cazoletas de diferente diámetro y algunas hornacinas. En total hemos documentado unos 70 grabados de moti-vos triangulares, aunque algunos de ellos se han perdido debido a los conti-nuos desprendimientos4 . La pared Sur, la más afectada por los derrumbes, presentaba en el momento en que procedimos al calco de las manifestaciones rupestres, al menos 24 grabados de figuras de tendencia equilátera con el vértice superior invertido dotadas o no de bisectriz, a los que se asocian unas 30 cúpulas de diferentes diámetros. Los grabados han sido realizados sobre un soporte de toba volcáni-ca muy compacta, mediante incisiones que remarcan el contorno de la figura, la cual es seguidamente vaciada en su superficie interior mediante el picado de la piedra, con lo que se obtiene una figura en bajo relieve no muy profunda. Los grabados triangulares, aunque todos tienden a la figura equilátera, ALMOGAREN XXXIX/2008MM179 N 12.- Complejo sistema de cazoletas que fueron excavadas en el piso nivelado de la cueva n 7, descubiertas al retirar capa de estiércol que cubría el suelo. N 11.- Interior de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. 180MMALMOGAREN XXXIX/2008 presentan no obstante diferentes variantes en tamaño y formas, ya señalamos que pueden estar dotados o no de una incisión profunda que parte del vértice superior invertido hacia el centro de la figura o incluso, en algunos casos ha-cia el exterior del triángulo. La pared del fondo, orientada al Oeste, registra 32 grabados de triángulos púbicos, algunos dotados de una profunda incisión que pueden estar orienta-das hacia el interior o hacia el exterior del triángulo y que indican la vulva. Asociados a estos grabados geométricos se encuentran al menos 30 cúpulas de diferentes diámetros, que fueron labradas también en la pared. El conjunto de grabados triangulares se distribuye en torno a una hornacina de tendencia rectangular. En el extremo derecho de la pared en su parte inferior se encuen-tran tres hornacinas circulares alineadas. Los grabados han sido realizados sobre la toba volcánica compacta, a base de incisiones que enmarcan la figura, la cual es vaciada por medio de un picado o desbastado de la toba, lo que forma tras este proceso una figura en bajo relieve, no muy profunda. La pared Norte, presenta un total de 18 grabados de triángulos púbicos pro-vistos o no de incisiones representativas de la vulva. Es probable que esta pared tuviera más grabados, pero también ha sufrido importantes daños como consecuencia de los desprendimientos que afectan a la cueva. Además en este lienzo de pared, cerca de la entrada, se excavó un acceso hacia otra cueva, el cual se encuentra hoy cerrado por un muro de piedra y barro. Seguramente esta obra provocó la destrucción de grabados, lo que deducimos al fijarnos en la distribución de los motivos representados en el entorno del hueco excavado. En el lienzo de pared que quedó a la derecha del hueco que se excavó para acceder a la otra cueva referida, localizamos cerca de la entrada, en la zona de contacto entre la pared y techo, una serie de motivos grabados que podrían representar caracteres alfabéticos, no conocidos hasta ahora al menos en esta Isla. En principio los confundimos con huellas del labrado, pero después de una nueva lectura comprobamos que se tratan de verdaderos signos, que se representaron en un plano horizontal pero a la altura de techo, a la entrada de la gran cueva. Lamentablemente, esta zona se encuentra afectada por graves derrumbes, que ha terminado por dañar al panel de estas inscripciones, des-truyéndolo en parte. Entre la cueva 6 y 7, como ya indicamos más arriba, existe otra cueva for-mada por dos cámaras de planta de tendencia rectangular, alineadas de la entrada al fondo. La primera de estas cámaras podría haber sido en origen una dependencia de la cueva N 7, lo que deducimos por la existencia de un hueco de acceso que comunicaba ambas cuevas, practicado en la pared norte de la referida cueva, hoy sellado con un muro de piedra seca. La segunda cámara es ALMOGAREN XXXIX/2008MM181 N 14.- Reproducción de los grabados de la pared Oeste (vulvas y cúpulas) de la cueva n 7. N 13.- Reproducción de los grabados que representan triángulos púbicos, vulvas y cúpulas, localizados en la pared Sur de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. claramente histórica ya que se observan perfectamente las señales del pico de hierro en el proceso de labrado. La Cueva de la Paja La Cueva de La Paja, da nombre a un conjunto de 13 cuevas artificiales que fueron excavadas en la parte alta de un potente paquete de brecha volcánica de la serie Roque Nublo, que conforma la pared acantilada de la margen iz-quierda del Barranco Hondo, cerca de su desembocadura o confluencia con el Barranco de Las Hoyas. Este poblado se localiza entre el Barranquillo de Los Linderos y El Paso de Los Pérez. Las cuevas se encuentran estratégicamente 182MMALMOGAREN XXXIX/2008 N 16 y 17. Exterior e interior de la Cueva de La Paja. N 15.- Reproducción grabados de la pared Norte (vulvas y cúpulas) de la cueva n 7 del almogaren de Risco Caído. 16 17 ALMOGAREN XXXIX/2008MM183 situadas y son difíciles de localizar hasta que no se llega al sitio. Por el camino de acceso, se observan acequias y canales excavados en los afloramientos de toba, con la intención de aprovechar las aguas de lluvia que eran conducidas por estos canales hacia cuevas cisternas. La mayor parte de las Cuevas de La Paja han sido utilizadas como alpendes y pajeros. Tan sólo una cueva, precisa-mente la denominada Cueva de La Paja, número 11 de nuestro inventario, parece haber sido la única del conjunto que fue utilizada como vivienda, y es precisamente la que presenta grabados de triángulos púbicos en una de sus paredes interiores. Esta cueva artificial presenta una planta compleja formada por varias cá-maras o dependencias adosadas y comunicadas entre sí. La cámara principal, que fue albeada con cal, contiene tres dependencias de planta cuadrangular, con las paredes, techos y suelos labrados. Mide 9.50 m. de fondo por 8.16 m. de ancho y tiene una altura media de 2.25 m. La entrada de la cueva, que estuvo cerrada con puerta y bastidor de madera, está orientada al NE. Cerca de la entrada, en la pared derecha (Norte), existió un hueco de acceso hoy sellado, de 1.73 m de ancho por donde se accedía a una segunda cueva artifi-cial que mide 6.70 m. de fondo por 6.30 m. de ancho y 2.20 m. de altura. La cueva principal, que contiene tres dependencias interiores, presenta en el tercio inferior de la pared derecha (Norte) de la cámara principal, 10 graba-dos de triángulos equiláteros con el vértice superior invertido, realizados mediante incisiones profundas que remarcan el motivo y un picado o desbas-tado del interior de la figura que convierte los motivos grabados en bajorrelie-ve. El triángulo mayor mide 36 cm. de lado y 16 cm. el más pequeño. Primeras conclusiones Ya dijimos en otra parte de este trabajo, que las cuevas grabadas de Risco Caído y La Paja, se encontraban inmersas en un antiguo asentamiento troglo-dita, que ha venido siendo ocupado de forma continuada durante al menos los últimos 600 años, período de tiempo durante el cual la mayor parte de las cuevas, han sufrido profundas remodelaciones, como ampliaciones y refilados con instrumentos de hierro, de techos, paredes y suelos, encalado y pintura de paredes interiores, preferentemente con cal y añil, inclusión de pisos de ce-mento lavado, bastidores y puertas de madera, cuartos exteriores de piedra con techos de caña, utilizados como cocinas, hornos de pan., etc. Por el contrario y a pesar de que estas cuevas con grabados se encuentran inmersas en los conjuntos trogloditas, y son además la de mayor tamaño, no han sufrido la más mínima alteración (la Cueva de La Paja fue albeada con cal pero se respetaron las manifestaciones rupestres) guardando su forma origi- 184MMALMOGAREN XXXIX/2008 nal, sobre todo en el interior, por lo que se han podido conservar las represen-taciones rupestres de forma íntegra. Ello nos lleva a plantearnos si los cana-rios de Risco Caído, es decir los que habitaron este asentamiento hasta tiem-pos recientes, fueron en realidad conscientes del verdadero significado de estas cuevas hasta el punto de no alterarlas en lo sustancial, lo que trasmitieron de una a otra generación. Pensamos que esta hipótesis es plausible, primero por las evidencias arqueológicas expuestas más arriba, y además por los docu-mentos escritos antiguos que así lo podrían confirmar. Por este tipo de fuentes documentales sabemos que en 1684, Francisco López, propietario de Tirma, descendiente de Hernán Sánchez Ventidagua (posiblemente también descendiente de aborígenes canarios) y del que había heredado todos sus bienes, incluyendo una serie de almogarenes y sises para uso del ganado. Hizo testamento notarial, a favor de su hermano Alonso Hernández, de uno de los almogarenes, situado en una zona cercana a la casa del testador. Se lo donó con la condición de no poder enajenarlo, venderlo ni mucho menos destruirlo. Al mismo tiempo, Alonso Hernández se obligaba a traspasarlo a su muerte a su sobrina, María Téllez. Hasta tal punto interesaba al testador la conservación a perpetuidad de aquel apreciado bien cultural, heredado de sus antepasados, que, su hermano Alonso Hernández, para poder tomar posesión del almogaren, tuvo que buscar fiador para asegurar el cum-plimiento de su promesa, a la vez que vinculaba junto a un total de cuatro fanegadas de tierra a favor del Beneficio de Gáldar con la obligación de sus descendientes de pagar anualmente una renta de 2000 maravedíes. La descen-diente de los dos hermanos fue la citada María Téllez, la cual además de los citados bienes inmuebles, incluidos el almogaren, recibió de su madre una vivienda canaria, donde vivía María con sus cuatro hijos, así como otras tres viviendas canarias y un cortijo de tierra de labranza en el pago de La Montaña (Quintana, 2004). En un documento anterior, fechado en 1664, otro vecino de Artenara, Se-bastián Rodríguez, manda en su testamento que se celebren cinco misas reza-das por su alma, a costa de sus propiedades, entre las que destaca "otra cueva con un almogaren por la parte de abajo en donde vivía el otorgante que linda por una parte con cueva de Martín Suarez y por otro lado cueva suia que está junto a la selda que sirver de granel.." (Rodríguez, 2000). No conocemos, por el momento, el contenido completo de ambos documen-tos. No obstante por lo publicado sabemos que los bienes inmuebles referidos, los almogarenes, se encontraban en la comarca de Artenara. Por la carta arqueo-lógica de este municipio, sabemos donde se encontraban los más importantes asentamientos trogloditas canarios en este territorio, como sin duda lo fueron ALMOGAREN XXXIX/2008MM185 los de la Mesa de Acusa y Artevigua. Sería uno de estos almogarenes las cuevas con grabados de triángulos púbicos y cazoletas de Risco Caído? No lo descarta-mos en absoluto, y será cuestión de intentar identificar el lugar al que hacen referencias estos documentos, antropónimos, etc. No obstante, debemos con-templar otras posibilidades, en base al conocimiento que hoy poseemos sobre las cuevas-santuarios que los canarios tenían en la comarca de Tejeda-Artenara, como las localizadas, en lo que hemos denominado, el Santuario del Risco Cha-pín, con las Cuevas del Caballero, Las Machas, Candiles y El Cagarrutal. O las cuevas grabadas y pintadas Cuevas del Rey y Mesa de Acusa Otra cuestión que no podemos pasar por alto, a la hora de aproximarnos al significado de estas cuevas de Risco Caído, es la que tiene que ver con la definición y descripción del santuario, espacio ritual y lugar de culto de los antiguos canarios. Referidos estos espacios rituales, por los antiguos cronis-tas, con los términos de Tamogante en Acoran (Casa de Dios), y Almogaren, o con el nombre genérico de templo, lo cierto es que todavía hoy no se tiene una idea clara de la tipología de estos recintos cultuales. No es este el espacio para tratar este complejo tema, pero si podemos señalar que, en base a las pruebas arqueológicas que manejamos, existe una amplia variedad de estructuras que responden a las características que definen a los lugares de culto. Estos pue-den estar formados por estructuras de piedra seca de diferente tipología, o bien a complejos sistemas de cazoletas excavadas en la roca, al aire libre, o a recintos excavados que forman cámaras artificiales en cuyo interior aparecen grabados, pinturas o cazoletas labradas en los suelos rocosos y paredes. El mapa de distribución geográfica de estos santuarios y recintos cultuales nos aporta una información vital para entender la geografía de lo sagrado de estas antiguas poblaciones. Sobre las prácticas cultuales llevadas a cabo por los canarios en estos espa-cios de lo sagrado, no es mucha la información disponible, solo sabemos de ciertas prácticas relacionadas con los rituales promovidos para acabar con las sequías prolongadas. Así sabemos que en períodos de grandes sequías, o de otras calamidades, que pusieran en peligro la subsistencia del grupo, toda la población, convocada por el estamento religioso, iniciaba una larga peregri-nación hacia los santuarios de montaña (Almogranes y/o Tamogante en Aco-ran) los cuales estaban custodiados por hombres y mujeres dedicados al culto, así como a la administración y custodia de ciertos graneros colectivos y al cuidado del ganado sagrado, aquel que hacía de "medianero" entre los hom-bres y los Seres Sobrenaturales por medio de los cuales podían conseguir poner fin a la sequía que amenazaba las cosechas, que desapareciera la plaga de langostas o que acabara la enfermedad que esquilmaba la cabaña ganadera. 186MMALMOGAREN XXXIX/2008 Durante varios días, en los santuarios de montaña, se llevaban a cabo ritua-les propiciatorios. La población ayunaba, se separaban a los baifos de las ca-bras para que tampoco pudieran alimentarse, y con la estremecedora gritería de hombres y animales se esperaba la intervención de Alcorac que intercedía a favor de la población. Existieron otros muchos rituales relacionados con el calendario agrícola y otros eventos que marcaban la vida de estas poblacio-nes, pero desconocemos los procedimientos. Pero si bien los procedimientos rituales que llevaron a cabo estas antiguas poblaciones, han desaparecido, han quedado, como ya hemos señalado, los vestigios arqueológicos de esos espacios sagrados. Gran parte de nuestra in-vestigación se centra, desde hace años, en el estudio de estos vestigios, que aportan una valiosa información sobre el mundo de las creencias y prácticas religiosas de los aborígenes canarios. N 18.- Dibujo de figura en barro cocido de tipo antropomorfo femeni-no, con marcada estea-topígia en extremidades inferiores y con indica-ción de triángulo púbico con vulva. Este signo claramente femenino es el encontramos en for-ma de grabados cubri-endo las paredes inte-riores de ciertas cuevas que interpretamos como almogarenes de los anti-guos canarios. ALMOGAREN XXXIX/2008MM187 Así las cosas, y retomando el hilo de nuestra argumentación, resulta rele-vante el hecho de que a escasa distancia de Risco Caído, en las más elevadas montañas de la zona, que cierran por el Norte la Caldera de Tejeda, con los Riscos de Juan Fernández y El Chapín, se encuentre la mayor concentración de estaciones rupestres con grabados de triángulos púbicos de toda Gran Ca-naria. Los grabados se concentran en el interior de cuevas artificiales que están orientadas hacia el interior de la Caldera. Las Cuevas del Caballero, Cueva de los Candiles y Cueva del Cagarrutal, aunque distantes entre sí pero excavadas en el mismo acantilado, forman lo que nosotros consideramos uno de los principales santuarios canarios de la Isla, que no es mencionado por las antiguas crónicas, pero que en nuestra opinión reúne evidencias arqueológi-cas suficientes como para inferirles dicho carácter cultual. Por otro lado es destacable la aparición de estos motivos grabados fuera de este ámbito de la Caldera, por el momento, en el Barranco de Teror y Barranco de Silva y los ya descritos de Barranco Hondo. Nosotros vemos una conexión clara entre el almogaren de Risco Caído y el santuario principal del Risco Chapín, es más pensamos que formaba parte de el, al encontrarse enclavado en uno de los itinerarios o rutas de lo sagrado por la que ascendía la población cuando acudía en peregrinación hacia las monta-ñas más altas de la isla, para celebrar los rituales que refieren las crónicas. Por el momento hemos podido establecer tres de esos itinerarios de lo sa-grado que conducían a la Caldera de Tejeda, donde creemos se encontraba el territorio sagrado por excelencia de los antiguos canarios. Grosso modo po-demos señalar que uno de esos itinerarios es el que acabamos de definir, y que constituiría la ruta norte-noroeste y que transcurriría por el Valle de Agaete hacia el macizo de Tamadaba, o por Tirma y Acusa si se procedía desde la Aldea-Barranco Hondo y Risco Chapín. El segundo itinerario ascendería por la Caldera de Tirajana para las pobla-ciones del Este-Sureste de la isla. Y un tercer itinerario para las poblaciones del suroeste que discurriría por la rampa de Tauro. Todas estas rutas de lo sagrado estaban jalonadas por estructuras cultuales, que hemos podido estu-diar: construcciones de piedra seca de diferente tipología y cuevas artificiales con manifestaciones rupestre. Todos las rutas confluirían hacia el centro de la isla, donde estaba la impresionante Caldera de Tejeda, el espacio sagrado por excelencia de los antiguos canarios, donde además de los lugares de culto se concentraban los más importantes graneros fortificados del territorio insular. Solo las evidencias arqueológicas, que hay que saber, o al menos intentar, interpretar, nos pueden ayudar a desentrañar este complejo mundo de las creen-cias y prácticas rituales de los antiguos canarios. Para ello será necesario 188MMALMOGAREN XXXIX/2008 abandonar la práctica de la "Arqueología de Vía Estrecha" a la que todavía algunos parecen aferrarse, ver si no (E. Martín y A. Rodríguez, 2006), y abor-dar el problema con otros presupuestos metodológicos: El enfoque herme-néutico. La Arqueología del paisaje y en definitiva la aplicación de los méto-dos de análisis e interpretación que definen a la Arqueología posprocesual, en tanto que interesada en el estudio de los aspectos cognitivos de la vida huma-na, son las herramientas y procedimientos que entendemos más adecuados para abordar cuestiones relacionadas con la comprensión e interpretación del fenómeno religioso de estas antiguas poblaciones. Notas: 1 En un artículo publicado en esta misma revista (Almogaren no. XXXVII. 2006), E. Martín y A. Rodríguez, critican la interpretación que hacemos sobre el significado de los grabados rupestres de la Cueva de los Candiles y de la interpretación que damos sobre lo que en su momento denominamos el Santuario del Risco Chapín. El plan-teamiento expuesto por estos autores, al márgen de no aportar nada que haga re-flexionar sobre nuevas hipótesis interpretativas, salvo una crítica exacerbada fuera de lugar, esconde carencias científicas y deficiencias sobre el terreno que tratan. Espe-ramos en lo sucesivo, aportes más consistentes para el debate. 2 El actual Artenara no es un asentamiento que tenga un origen prehispánico. Se trata por el contrario de un asentamiento troglodita posconquista, como muy temprano de finales del XVI, aunque más bien del XVII. Y aunque es cierto que en el Risco Chapín se encuentran vestigios de un gran santuario, además de un granero fortificado y algunas cuevas de habitación, posiblemente vinculados con aquel. Lo cierto es que los dos grandes núcleos de población aborigen de la zona, se encontraban en la Mesa de Acusa y Artevigua o Artenara, en el actual Barranco Hondo. 3 Este tipo de manifestaciones, nos referimos a las cazoletas o cúpulas, que en un número considerable se encuentran tamizando el suelo, y en algunos casos las paredes, de las cuevas estudiadas, lo encontramos también en otros contextos arqueológicos, como son ciertas cuevas artificiales que igualmente presentan manifestaciones rupestres (pinturas y grabados), como Cuevas del Caballero ( donde hemos localizado numerosas cazoletas excavadas en los suelos rocosos de la mayor parte de las cuevas del complejo, tras los trabajos de limpieza superficial). Cueva del Rey en Tejeda. Cueva Pintada (no.7) de La Candelaria, Acusa. Cueva Pintada de Galdar, por citar los ejemplos más relevantes. Y si bien la presencia de estos elementos (cazoletas) labradas en los suelos de las cuevas, se ha querido identificar o relacionar con actividades domésticas, funcionales y/o artesanales, nuestra opinión, por el contrario, es que estas cuevas están en relación, y por tanto delatan lugares de culto y ritual, en definitiva verdaderos almogarenes, que no solo existieron al aire libre, sino más frecuentemente en el interior de cuevas artificiales preparadas ex profeso para tal fin. 4 Es posible incluso que en el momento en que redactamos este trabajo, el proceso destructivo que afecta a este poblado este provocando nuevos e irreversibles daños a la cueva y por tanto también a las manifestaciones rupestres que contiene, por lo que de no poner remedio a esta grave situación, probablemente en el futuro nuestro estudio ALMOGAREN XXXIX/2008MM189 constituya el único documento consultable sobre las características de este importante yacimiento. Desde 2004 venimos desarrollando (PROPAC) un estudio detallado del complejo troglodita, que incluye el levantamiento topográfico de las cuevas, calcos y reproducciones digitales de las manifestaciones rupestres, estudio geológico y seguimiento de los derrumbes con vistas a determinar el grado y dinámica destructiva del complejo. Se han llevado a cabo también trabajos de limpieza en el interior de las cuevas con grabados, especialmente en lo que se refiere a la retirada del pasto seco acumulado en su interior y capa de estiércol que cubre el piso de las cuevas. Se trata de un proyecto encargado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, con el objeto no solo de documentar en detalle el complejo arqueológico que puede desaparecer, sino además con la finalidad de elaborar propuestas encaminadas a salvar el yacimiento. Bibliografía: ABREU Y GALINDO, J. (1977): HISTORIA DE LA CONQUISTA DE LAS SIE-TE ISLAS CANARIAS. Ediciones Goya. 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