ALMOGAREN XXXIX/2008MM235
ALMOGAREN
XXXIX/2008
IC INSTITUTUM CANARIUM
ICDIGITAL Separata XXXIX-10
236MMALMOGAREN XXXIX/2008
ICDIGITAL
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Inhaltsverzeichnis
(der kompletten Print-Version)
Alain Rodrigue:
Les chars gravés du Jbel Aoufilal (Taouz, Maroc) .......................................... 7
Robert G. Bednarik:
Die Kranichberger Petroglyphen bei Gloggnitz, Niederösterreich ................... 19
Yves & Christine Gauthier:
À propos des Monuments À Alignements du Sahara .................................... 27
Franz Trost:
Bemerkungen zum Papyrus Louvre I. 3079, Kol. 111, Zeile 82-86 ................ 89
Joaquín Caridad Arias:
El título canario Mencey "rey",
un derivado del teónymo púnico Melkart ................................................... 105
Werner Pichler:
Bericht über den aktuellen Stand der Erforschung und Erhaltung der
libysch-berberischen Felsinschriften auf den Kanarischen Inseln .................... 117
Andoni Sáenz de Buruaga:
Nota sobre un panel con grabados de équidos en el abrigo rupestre
de Galabt El Jeil 2 (Tiris, Sahara Occidental) ............................................ 137
Julio Cuenca Sanabría et alii:
El culto a las cuevas entre los aborigenes canarios:
el almogaren de Risco Caído (Gran Canaria) ................................................................. 153
Werner Pichler:
The rock art sites in the region of Igherm/Anti-Atlas (S-Morocco) ................... 191
Dolores García Padrón:
Agustín Millares Cubas y los inicios de la lexicografía canaria .............. 239
Hartwig-E. Steiner:
Die Jungfrauen-Höhle auf der Osterinsel Ana O Keke
auf Poike / Rapa Nui, Polynesien ............................................................... 253
Hartwig-E. Steiner:
Das Areal der weißen Steinhügel auf Selvagem Grande.
Ilhas Selvagens, Portugal ........................................................................... 321
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García Padrón, Dolores (2008): Agustín Millares Cubas y los inicios de la lexicografía
canaria.- Almogaren XXXIX (Institutum Canarium), Wien, 239-251
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Almogaren XXXIX / 2008 Wien 2008 239-251
Dolores García Padrón1
Agustín Millares Cubas y los inicios de la
lexicografía canaria
Key words: Canary Islands, Agustín Millares Cubas, linguistic analysis, lexicography
Resumen:
Cómo hablan los canarios (1932) es el primer repertorio de palabras y expresiones
fraseológicas canarias que, junto al significado de las voces, ofrece un análisis de su
cambios de sentido, su filiación portuguesa, guanche, americana, la explicación de las
variantes respecto del estándar, los ámbitos diafásicos de uso, su vigencia, etc. Amenísimos
comentarios costumbristas ayudan a contextualizar adecuadamente las voces. En este
trabajo se da cuenta de varios aspectos lingüístico-filológicos, tales como la elección del
material, la estructura de la definición, la explicación de los significados y empleos de las
palabras y de los fraseologismos, etc.
Zusammenfassung:
Cómo hablan los canarios (1932) (Wie die Kanarier sprechen) ist die erste Sammlung von
kanarischen Wörtern und Redensarten, die gleichzeitig Vokabelerläuterungen enthält,
Sinnveränderungen analysiert, auf die portugiesische, amerikanische bzw. Guanchen-
Herkunft der Ausdrücke eingeht, die Varianten in Bezug auf die Hochsprache erklärt, das
jeweilige sprachliche Register sowie Gebrauch und Gültigkeit berücksichtigt, etc. Unter-haltsame
Kommentare zu Sitten und Gebräuchen verdeutlichen auf sinnvolle Weise den
Wortkontext. Vorliegende Arbeit erläutert zahlreiche linguistisch-philologische Aspekte,
wie beispielsweise die Materialauswahl, die Definitionsstruktur, die Bedeutungs- und
Verwendungserklärungen der Wörter, Phraseologismen usw.
Abstract:
Cómo hablan los canarios (1932) (How the Canary Islanders speak) is the first repertoire
of Canary words and expressions, or phrases, with attached meanings, offering an analysis
of changes in meaning, the Portuguese, Guanche and Latin American roots, explanations
of variations with respect to Standard Spanish, the where and when of usage, the linguistic
register, and current use, among other aspects. The expressions and words are put into
context thanks to the accompanying commentaries and humorous, easy to read,
idiosyncratic anecdotes. This work covers various linguistic-philological aspects, such as
choice of materials, structure of the definitions, explanation of meanings, and uses of
words and set expressions or phrases, among others.
1 Instituto de Lingüística Andrés Bello de la Universidad de La Laguna.
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Desde que en 18462 Sebastián de Lugo-Viña y Massieu recogió aproxima-damente
un centenar de voces y frases canarias, hasta la publicación reciente
de varios diccionarios de canarismos, como el ideológico de González Aguiar
de 2005, e incluso alguno específico de fraseologismos como el de Ortega
Ojeda y González Aguiar de 2000, muchos han sido los repertorios léxicos
ordenados alfabéticamente que han dado cuenta de la idiosincrasia del voca-bulario
canario3 . En esta relación, la obra de Agustín Millares Cubas Cómo
hablan los canarios4 , publicada en 1932, constituye, a mi modo de ver, el esla-bón
que enlaza la importante labor de mera recogida de materiales con el
inicio del tratamiento filológico-lingüístico que se inició a partir de los años
cuarenta del siglo XX de la mano de J. Álvarez Delgado, G. Rohlfs, D. J. Wölfel,
M. Steffen o M. Alvar (Díaz Alayón, 1990).
En 1924 ve la luz en Las Palmas de Gran Canaria el Léxico de Gran Cana-ria5
, firmado por los hermanos Luis y Agustín Millares Cubas6 . Estos, médico
y notario respectivamente, llevados por el afán folklorista que también los
había impulsado a escribir varios cuentos, novelas y obras de teatro de tipo
costumbrista (y a representarlas en su famoso "teatrillo de los Millares"),
habían ido recogiendo numerosos modismos canarios con la involuntaria
colaboración de "la familia, los criados, los amigos, y sobre todo los clientes"
(1924: VII), y decidieron hacia 1922 catalogarlos en un, al decir de ellos, "di-minuto
diccionario", como una "tentativa folklórica" más. Esta primera obra
de 1924 contiene 490 entradas entre voces simples y expresiones fraseológicas
ordenadas alfabéticamente, y se constituye en ese momento como el compen-dio
más amplio de canarismos publicado hasta entonces. Al publicar el Léxico
fueron conscientes de que buena parte del vocabulario que recogían se usaba
también en el resto de las islas, pero se sentían seguros informantes del habla
grancanaria y no querían exponerse a las críticas por arrogarse el conocimien-
2 La obra de Lugo Coleczión de vozes i frases de Canarias hecha por D. Sebastián de Lugo,
natural de aquellas islas fue publicada por primera vez en 1920 en el Boletín de la Real
Academia VII, y posteriormente fue reeditada por Pérez Vidal en 1946. Quizá el
Diccionario de Historia Natural de Viera, que permaneció manuscrito hasta que lo editó
M. Alvar en 1982 (Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas), pueda considerarse la
primera recopilación de canarismos, al menos de voces referentes a la flora y fauna.
3 Para una información detallada y actualizada de lo publicado sobre el español de
Canarias, véase la Bibliografía Lingüística de Canarias (BILICan), coordinada por
Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, disponible en http://www.iecan.es/enlaces.htm.
4 En adelante, Cómo.
5 En adelante, Léxico.
6 En el Diario inédito de Agustín Millares Cubas, que conserva su familia, este declara
que también el Léxico es obra enteramente suya.
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to de hablas que no fueran la suya propia (Léxico, VIII). Ocho años más tarde,
en 1932, fallecido ya en 1925 su hermano Luis, Agustín publica la obra refun-dida,
a la que había añadido casi 150 entradas nuevas, con el más apropiado y
conocido título de Cómo hablan los canarios.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, los trabajos de S. de Lugo, J. A.
Álvarez Rixo, J. Mafiotte y E. Zerolo habían logrado inventariar como
canarismos una nómina de aproximadamente ciento cincuenta voces, inclui-dos
los sustantivos denominativos de la flora y la fauna canarias, de las que se
ofrece, tras la indicación abreviada de la categoría y del género, en su caso,
una breve y elemental definición. En el caso del trabajo de Zerolo, a menudo
se indica la relación entre el uso canario y la acepción correspondiente que
recoge la edición del DRAE del momento. Y en la obra de Lugo, la descrip-ción
se ve reforzada en unas cuantas voces con ejemplos de uso. Muy distinta
es la obra que nos ocupa. Aunque correspondiente de la Real Academia Espa-ñola
(según se indica en la portada de la obra), a Millares no lo anima un afán
académico, como sí, por ejemplo, le ocurría a Álvarez Rixo o a Zerolo, quie-nes,
al calor de la decisión de la RAE de incluir provincialismos en el diccio-nario
académico, pretendían con sus repertorios ofrecer una lista de
dialectalismos canarios que debían ser incorporados. Lo que se persigue y se
ofrece sin embargo en esta obra de Millares es una especie de foto fija del
vocabulario canario de la época, de modo que cada artículo es una pequeña
descripción del valor, del origen y del uso de las voces y expresiones
contextualizados hasta el punto de que la mayoría de ellos son una especie de
miniescenas costumbristas a las que eran tan aficionados. Millares era plena-mente
consciente de que no se trataba de una obra filológica en el sentido más
estricto, y así lo indica reiteradamente tanto en las "Advertencias" a la prime-ra
edición como en la introducción a la edición definitiva. Por ello, el trabajo
recibió en su momento varias críticas, sobre todo por el carácter poco purista
–o, casi se diría mejor, poco prescriptivista de su objetivo–, críticas de las que
él mismo se hizo eco y comentó en el prólogo a la refundición de 1932. No
obstante, no siendo el suyo un objetivo filológico, sí que sus logros llegaron
lejos, como lo prueba el hecho de merecer una extensa y elogiosa reseña de
Wagner, publicada en 1925 en la Revista de Filología Española. Lo que hace
de Cómo hablan los canarios una obra señera en la lexicografía canaria con-temporánea
no es tanto que recoja seiscientas y tantas voces y expresiones
canarias, sino que ofrezca un conjunto de intuiciones filológico-lingüísticas
que marcarían un modo de acercarse al vocabulario dialectal canario.
Aunque me detendré más adelante y de un modo particular en varios de
estos aspectos, es preciso destacar que, aun careciendo de esta formación
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filológica, Millares supo ofrecer una reflexión global más sistematizada en la
introducción a la obra. En ella sobresale la clasificación en nueve tipos que
hace de los canarismos, atendiendo a su origen (portuguesismos como geito
'destreza', guanchismos como baifo 'cría de la cabra', americanismos como
guineo 'sonsonete' y voces importadas de la costa africana como taifa 'baile'),
al mantenimiento como arcaísmo de voces ya desusadas en el español penin-sular
como añugarse 'atragantarse', a la alteración fónica de las voces del es-pañol
general como (en) pelete 'en pelotas'7 , y a los desplazamientos se-mánticos
que sufren los significados al adquirir entre los canarios una acep-ción
específica, como en alcanzar 'recibir un golpe', o bien el paso de sentidos
físicos a sentidos figurados en voces marineras como apopar 'animar, apoyar'.
En último lugar, recoge un grupo misceláneo de voces de origen desconocido
sobre las que él aventura alguna hipótesis o, en fin, cataloga como debidas a
circunstancias que se han perdido o al "capricho popular".
En cuanto al material seleccionado, tal y como indica Millares en las "Ad-vertencias",
no se incluye en esta obra –a diferencia de las anteriores de Lugo,
Álvarez Rixo, Mafiotte o Zerolo– vocabulario terminológico de flora y fauna
canarias, a excepción de aquellas voces que hubieran sufrido procesos de
metaforización (como, por ejemplo, ocurre en guirre 'persona delgada'), lo cual
viene a denotar la preocupación por recoger el uso diferencial, las voces y
empleos que identifican un modo de hablar, tal y como explícitamente se re-coge
en el título de la obra. En relación con esto, y a propósito de ciertas crí-ticas
recibidas, trazó unas pinceladas acerca de cómo el léxico canario es evi-dentemente
parte constitutiva de la lengua española. Merece la pena reprodu-cir
sus palabras:
Estoy seguro de que, de los vocablos contenidos en el Léxico, las tres cuartas
partes, cuando menos, pertenecen a la lengua madre, y figuran en los
diccionarios más o menos académicos. Lo cual no tiene nada de particular,
pues formando parte la Región Canaria de la gran familia hispánica, no
íbamos a hablar en caldeo o en sánscrito. Los vocablos y modismos escogidos
tanto en el Léxico como en ésta su refundición mas sensatamente apellidada
"Cómo hablan los canarios", son los que, tal vez con indisculpable ligereza,
nos parecieron dignos de ser catalogados por su indiscutible sabor y colorido
isleños. Qué también se usan en otras regiones españolas? Mejor. No nos
recatamos, antes bien tenemos a gala que nuestros remotos ascendientes
procedieran de dos de las regiones más hermosas de la Península, de
Andalucía y Galicia (Cómo, X)8 .
7 A pesar de que Millares cree que se trata de una deformación de (en) pelotas, lo cierto
es que esta locución adverbial es general en español con el sentido de desnudo . Véase
Corominas y Pascual (1981), s.v. pelo.
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Con la conciencia de que buena parte del léxico canario se estaba perdien-do,
Millares persiguió, además, con este diccionario dejar una estampa del
modo de vida de las islas en un momento en que se estaban produciendo en
ellas importantes transformaciones sociales que llevaban aparejadas, como
en todo tiempo, un cambio en el modo de hablar de las distintas generaciones.
No obstante ser una obra muy heterodoxa y con desaciertos, por ejemplo en lo
tocante a la filiación de muchas voces, Wagner, muy atinadamente, ensalza en
la mencionada reseña la utilidad de la obra, el acierto de la clasificación rea-lizada,
el gran acopio de materiales léxicos, así como los sensatos comenta-rios
de Millares acerca de la importancia del componente luso en las hablas
canarias, que en ella se atisbó, y orientó en gran medida, como es sabido, el
desarrollo de los estudios posteriores que inició el propio Wagner en esta re-seña,
y sobre todo posteriormente, a partir de los años cuarenta, J. Régulo, M.
Steffen y J. Pérez Vidal.
Centrándonos ya en el recuento de las voces y expresiones, hay que señalar
en primer lugar que no hay en la obra de Millares un trabajo sistemático. La
propia ordenación alfabética de las voces y expresiones está descuidada, pues,
por ejemplo, recoge voces bajo la ch (tras la h), pero llegar, la única voz que
empieza por ll , no se encuentra bajo la letra ll, como cabría esperar, sino
que es la última en el recuento de la letra l; probablemente primaron razones
estéticas al componer el texto en la imprenta, pero lo cierto es que esto, unido
al hecho de que varias voces no se encuentran en el orden alfabético adecuado
y a la poca homogeneidad en el tratamiento de las definiciones, termina por
dar una imagen de un cuaderno de trabajo avanzado, de "librejo", como él
decía, más que de obra filológica definitiva.
En la obra se recoge un total de 636 entradas, de las que 561 son voces
simples y 75 son expresiones fijas. En el caso de las entradas de unidades
simples, encontramos algunas variantes:
a)una voz simple de uso libre: baladrón 'fanfarrón', tabefe 'suero de la le-che',
etc.
b)una voz simple usada en clichés de variado tipo: a veces con indicación
del fraseologismo, como en rasquera ("tener rasquera" o "quedarle a uno
rasquera"), y otras veces sin hacerlo explícito, como en penino "hacer
peninos" 'dar el niño los primeros pasos'.
c) dos voces de la misma familia de las cuales una suele ser derivada de la
otra, unidas por una coma, un guión o las conjunciones o e y, sin que estos
8 En todas las citas textuales de la obra que se reproducirán a lo largo de este trabajo se
mantienen las grafías de la edición manejada.
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signos gráficos tengan un valor único. A veces la coma sirve para separar
sinónimos, como en almanaque, almanaquiento 'persona exagerada'; o para
indicar la variación de género: pedilón, pedilona 'que pide mucho', pero
también repudioso, -a 'escrupuloso en demasía'. Otras veces, la coma sepa-ra
proyecciones categoriales distintas, como en embullo, embullarse 'exci-tación'
y 'meterse en bulla', respectivamente. En otras ocasiones, es el guión
el que hace la misma función, como en cambullón-cambullonero 'venta
ambulante a bordo de los barcos' y 'persona que se dedica a esta actividad',
etc.
d) en otros casos, se da una entrada única a dos voces sinónimas, como
rabisca-rentera 'malestar que sienten los niños cuando brotan las primeros
dientes'; o cuasi-sinónimas, como ñoños-ñames 'pies de los niños' y 'pies
deformados de las personas mayores'.
e) o, por último, también recoge como entrada doble las variantes fónicas
del tipo encloquillado o encluquillado 'puesto en cuclillas'.
Por lo que respecta a las 75 entradas de expresiones fraseológicas9 , predo-minan
las locuciones, y, dentro de ellas, las verbales, del tipo coger la camella
'tener a alguien supeditado', estar ciego 'no tener un duro', hacer salvaje 'qui-tar,
sustraer'; pero también se registran fórmulas expresivas y psico-sociales
como
amargos chochos! para la 'lástima', o
Ángela María! para la 'aproba-ción
o asentimiento', etc. Es de destacar que recoja apenas dos refranes. Todo
ello sin olvidar el importante número de expresiones que anota en las entra-das
de voces simples, lo cual aumenta considerablemente el caudal de unida-des
fraseológicas recogidas y explicadas en la obra.
No hay, sin embargo, en la definición un tratamiento diferente en las entra-das
de unidades simples y de unidades fraseológicas. En todas ellas se advier-te
igualmente la ausencia de un patrón que les dé una cierta homogeneidad.
Millares parece estar más preocupado por que el modismo quede perfecta-mente
identificado como expresión de un sentir cultural y social peculiar que
por una definición lexicográfica al uso. Por ello, prescinde de los consabidos
datos gramaticales de la categoría y del género, y se extiende en explicar de
dónde proviene la voz, qué hechos habituales han motivado un determinado
sentido, en qué ámbito sinestrático o sinfásico se emplea, su frecuencia de
uso, la vigencia del empleo, las acepciones canarias de voces del español ge-
9 Aunque alguna que otra de las que recoge no son propiamente fraseologismos, como son
el caso de pegar a empezar , o irse de desprenderse de algo . Asimismo, cabría discutir
si expresiones como
bueno! o
cristiano!, al no ser poliléxicas podrían ser consideradas
unidades fraseológicas, asunto que excede el ámbito de este trabajo. Vid. Corpas Pastor,
1996.
ALMOGAREN XXXIX/2008MM245
neral e incluso las diferencias de empleo con respecto a otras variedades, el
paso de sentidos rectos a figurados, en fin, un registro informativo muy com-pleto.
Y además todo ello aderezado con comentarios muy concretos sobre
elementos de la cultura material canaria y siempre contextualizados en esce-nas
que recogen los usos y costumbres de las islas en aquella época (en ocasio-nes
con personajes y datos muy precisos) y de épocas anteriores que Millares,
con su diccionario, trataba de preservar, a los que añadía su comentario
personal sobre la política insular canaria y española, la institución parlamen-taria,
las costumbres morales, etc., generalmente en un tono bastante soca-rrón.
Este tipo de definición subjetiva es el que asimismo encuentra Seco en el
Diccionario nacional o gran diccionario clásico de la lengua española de
Ramón Joaquín Domínguez, publicado en Madrid, en dos volúmenes, en 1846
y 1847. Ejemplos del mismo, ya anotados por Casares en su Introducción a la
lexicografía española aunque atribuidos a otro autor (Seco, 1983: 167), en los
que aparecen notas de humor, caricaturescas, morales, políticas, estéticas, etc.,
son puestos en relación por Seco con la definición lexicográfica del Dictionary
of the English Language de Samuel Johnson, publicado en 1755.
No obstante algunas inexactitudes o dudas confesadas a la hora de determi-nar
el origen de las voces o usos de algunas de ellas, en general –y como
destacó Wagner– la mayoría de ellas resulta perfectamente identificada como
guanchismo, galaico-portuguesismo, americanismo (especialmente cuba-nismo)
y procedentes de la costa de África, en este caso, por la actividad
pesquera que los canarios han practicado allí desde siempre. Y así cataloga
palabras o usos de origen prehispánico, como baifo 'cría de la cabra' o gofio
'harina de cereal tostado'; portuguesismos como arrente 'junto a, pegado a',
engodo 'cebo para pescar' o tonturas 'mareos'; americanismos como bembas
'labios gruesos' o singuango 'bobalicón'; o unas pocas voces de África, como
taifa 'baile' o guayete 'niño que aún no sabe hablar'. En algunos casos, incluso,
no se limita a indicar el origen, sino que rastrea el modo en que se ha adecua-do
la voz al uso canario, como en guineo, que define del siguiente modo:
Vino de América, donde guineo era un baile de negros y también el canto
monótono que lo acompañaba. Para nosotros el guineo es una canturia con-tinuada,
monótona y fastidiosa; por ejemplo, el quejido sin lágrimas del niño
después de una rabieta. También se llama guineo la conversación aburrida y
monótona de los solistas o modernos latistas, semejante al zumbido de un
abejón. Con este vocablo se ha construído un refrán canario Guineo de boca
cualquiera lo toca que
oh, maravilla! diríase expresamente hecho para el
Parlamento hispano en el que tanto abundan los guineos y los cualquieras.
Como no podría ser de otro modo, buena parte del léxico que Millares re-coge
como canarismo está formado por palabras españolas que presentan acep-
246MMALMOGAREN XXXIX/2008
ciones que se usan en Canarias (y hoy sabemos que también en otras modali-dades
del español meridional). Lo sobresaliente en la obra es que él es cons-ciente
de ello, y así lo consigna al definirlas, ofreciendo explicaciones varia-das,
como la que da en embustero:
Claro es que no damos cabida en estas páginas al mencionado adjetivo en su
acepción común de mentiroso, de enemigo sistemático de la verdad. El cana-rio
suele calificar de embustero al chiquillo gracioso, decidor, travieso: –
Qué
embustero es este niño!
la que ofrece de achicar:
Como activo, tiene este verbo castellano una acepción que creemos genuina-mente
canaria: dar de comer o beber. Ejemplo: achicarle a uno ron, achicarle
papas y pescado.
o la de alrededor:
Palabra que, además de su sentido genuino castellano, como adverbio y como
sustantivo, significa en Gran Canaria "al cuidado de". Véanse un par de ejem-plos
tomados de la plática vulgar: –Toda la mañana estuve alrededor de las
vacas. – Qué está usted haciendo, Pino?
-Señorita, estoy alrededor de la leche, no sea que se pegue.
Otra particularidad del léxico canario que merece su atención es la de la
pervivencia de palabras y usos que son arcaicos en el español peninsular, como
palanquín:
Bien puede tenérsele por arcaísmo vigente en Gran Canaria, porque, en efec-to,
quién llama hoy en la península palanquín al mozo de cuerda? [...] Palan-quín
es también sinónimo de pelafustán, pobretón.
También las que además presentan alguna transformación en su expresión
formal, como añugarse:
Corrupción del arcaísmo añusgarse, atragantarse, estrecharse u obstruirse el
tragadero como si le hubieran hecho un nudo en él.
O encetar:
Arcaísmo que sustituye a "decentar", nunca usado en Gran Canaria (empezar
a cortar o gastar de alguna cosa). Se aplica al líquido y al sólido, pués aquí se
habla indistintamente del jamón encetado o de la botella encetada.
Destaca también Millares la importancia del componente marinero, forma-do
por voces que han sufrido un desplazamiento semántico que va desde el
simple uso figurado, como en tolete:
Además de la acepción marinera, tiene esta voz en Gran Canaria la proce-dente
de América (garrote corto, con un clavo aguzado en uno de sus extre-mos
para arrear al mulo y al burro) y también el sentido figurado de torpe,
lerdo, estúpido. –Este chico no entiende de nada. Es un tolete.
O en envergado, del que dice:
Dicen los marinos: –El barco no tiene más velas que las envergadas, es decir,
no hay velas de repuesto. Estas y otras frases del léxico marítimo han pasado
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al lenguaje familiar, de modo que para significar que una persona está mal de
ropa, suele decirse que no tienen más que lo envergado o sea, lo puesto, el
terno que lleva encima.
a la generalización o restricción semánticas de su valor, como en virarse:
Voz de indudable procedencia náutica y de gran aplicación entre nosotros
para significar los cambios de casaca, tan frecuentes en la política hispana,
que casi, casi, ya no llaman la atención. – Pancho no vota ya con los republi-canos?
–
Está bueno! Qué tiempo ha que se viró. –No te fíes de Chano, que
se te vira.
Es frecuente encontrar la explicación del paso de los sentidos rectos a los
figurados; es especialmente notable la decisión ya comentada de no incluir
voces de la flora y fauna canarias, salvo que se hayan consolidado en el em-pleo
corriente como voces no terminológicas; y así tenemos definidas gallina
'excoriaciones en las extremidades inferiores', morrocoyo 'individuo obeso',
perinquén 'persona delgada y larguirucha', etc., o fraseologismos como (coger
una) gata 'emborracharse' (s.v. gata), (coger una) vieja 'avergonzarse' (s.v. vie-ja),
etc., lo cual evidencia, una vez más, el carácter de "diccionario de uso"
que Millares trataba de ofrecer.
En general, y a pesar de que se confiesa reiteradamente lego en filología,
son muchas las ocasiones en que nuestro autor intenta dar una descripción, a
veces es sólo una indicación, de los fenómenos lingüísticos que a su juicio se
observaban en el uso canario de las palabras. La lista es enorme y variada,
pero daré una pequeña muestra: en apelativo, dice que hay una etimología
popular; en asorimbar, que se usa en sentido activo y como reflexivo; en besos
dice que hay metonimia; en corromperse, que se trata de un eufemismo; en la
expresión fraseológica
cosa con esa!, que se trata de un uso preposicional
con valor adverbial; en jalada, que el canario aspira la h, lo mismo que el
andaluz; en rengue, que no se usa en sentido específico sino en el genérico,
etc.; y entre todas ellas destaca la definición de aquellar, que merece la pena
ser reproducida en su totalidad:
Aquí llegamos al colmo de la sencillez filológica: la sustitución de todos los
verbos por uno solo. El isleño del pueblo y el del campo acude al simpático
verbo aquellar para designar la acción o estado cuyo preciso signo de expre-sión
ignora o no recuerda. Aquellar es, pues, un verbo universal, de significa-do
elástico y altísimo. Parécenos que una de sus acepciones más frecuentes
es la que se refiere al deterioro y reparación de un objeto. Por ejemplo, la
cocinera dice al ama de la casa: –Señorita, la tapa del hornillo está aquellada
(estropeada, averiada). –Vino el herrero y la dejó aquellada (reparada, com-puesta).
Nos sirve esta definición de aquellar, en la que en el ejemplo de uso se pone
en boca de una persona del servicio doméstico, para pasar a comentar cómo
248MMALMOGAREN XXXIX/2008
Millares también da cuenta de modo explícito del uso de ciertas voces y ex-presiones
en los distintos niveles sociales y estilos de habla. Sobre todo, se
encuentran indicaciones de los estratos bajos; no sabemos si de ello hay que
concluir que cuando no hay marca indicada es porque la voz o expresión está
generalizada, pero Millares dice de al modo que lo usa el vulgo, o que al
rumbo lo dicen personas de poca ilustración, que desgraciar se usa en el pue-blo
y en el campo, que como el otro que dice es de gente inculta, que
fulandanguear es propio del lenguaje vulgarísimo (s.v. fulandango); sólo en
una ocasión indica que
fo!, que es general en todos los canarios, es entre la
gente fina
fos!
Lo mismo cuando se trata de los distintos registros diafásicos; por ejemplo,
da como propios del lenguaje familiar las palabras apalastrarse 'tenderse',
quejo 'mandíbula inferior'o tiesto 'hombre despreciable' o 'mujer de vida aira-da';
atribuye al habla del campo o de los barrios populares palabras como jao,
que es una interjección de llamada, o salpicado 'salteado, no correlativo', o
fogalera 'hoguera', llamadas así por el pueblo, etc.
Millares ensaya, incluso, alguna explicación sobre cómo se han motivado
los sentidos canarios de algunas palabras, como enroñarse 'enojarse', esperrido
'alarido', mamado 'torpe' o abrocharse, que explica así:
Puede considerarse como palabra regional cuando se usa por abotonarse, con
aplicación a las prendas de vestir masculinas (abróchate los pantalones) y es
quizá uno de los arcaísmos a que se alude en la Introducción, voz de uso muy
general en la Península cuando los vestidos masculinos se ajustaban y cerra-ban
con broches y conservada entre nosotros gracias al aislamiento de las
Canarias, que duró hasta muy avanzado el siglo anterior.
Asimismo aparecen en las definiciones datos sobre la frecuencia de uso y
la vigencia de las unidades. Da como muy frecuentes expresiones y palabras
como al modo 'por lo visto', tirarse un salto 'ir rápidamente', molleros 'bíceps',
fechar 'cerrar', relajar 'hartar', relajo 'situación de falta de seriedad' y relajado
'empalagado' (s.v. relajar), etc. Y de otras se lamenta de su escaso empleo,
como angurria 'incontinencia de orina' o a fuleque 'en exceso'.
Toda esta variadísima información sobre cada canarismo es insertada por
Millares en definiciones que van desde las más enciclopédicas, fundamental-mente
en aquellas relativas a utensilios, alimentos, etc., como abanador, ca-charro,
gofio, mojo, pírgano, rapadura, tabefe, talla, tollos, etc., en las que nos
informa acerca de qué es, cómo se usa, quiénes conservan la tradición en su
caso, etc., como podemos ver en la de piña:
La piña, por antonomasia, no es entre nosotros la del pino, la del ciprés, ni
siquiera la de América (ananás). Es la mazorca del millo, llamado aquí maíz
por las personas distinguidas. El millo, en Canarias, sirve de alimento a ra-
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cionales e irracionales. Estos lo comen en el pesebre y aquéllos en variadas
formas, por ejemplo: tostado y molido (el preclaro gofio) [...] En sentido figu-rado,
que también lo tiene, una piña es un mojicón, una trompada. De aquí
las frases fajarse a la piña, enredarse a puñetazos y bueno para la piña, que
designa al boxeador canario.
hasta las más costumbristas, en las que el hecho y los personajes locales son
los protagonistas, lo cual da una imagen completa de las palabras en su "ac-ción"
comunicativa, como en la de palanquín:
Bien puede tenérsele por arcaísmo vigente en Gran Canaria, porque, en efec-to,
quién llama hoy en la Península palanquín al mozo de cuerda? Los que
florecían en nuestras mocedades, tenían su oficina en el poyo que bordeaba
la pared del naciente del palacio episcopal o en los de la antigua Plazuela.
Evocaremos las sombras alcohólicas de Juan Rapadura, de Pesca Ranas, de
Domingo Maita? [...] Palanquín es también sinónimo de pelafustán, pobretón.
Hay, no obstante, algunas que, podríamos decir, se acercan más a los requi-sitos
de la definición canónica, en las que la información está organizada más
ortodoxamente, pero en las que se pierde lo sustantivo de la obra de Millares;
sirvan de ejemplo las definiciones de agoniar o de sorroballar:
Apurar, molestar, estrechar una persona a otra con pretensiones apremiantes
e inaplazables, exigiéndole, por ejemplo, que haga una cosa difícil sin pérdi-da
de tiempo. –No me agoníes, hombre. Haré lo posible por complacerte.
Estar agoniado, es hallarse apurado en grado extremo, lleno de angustia, v.g.
por falta de medios económicos, del voluble e inestable numerario.
Es voltear, refregar a una persona en el polvo o en el lodo. En este sentido
activo sorroballar es vejar, humillar y también vencer, superar. Así, el vence-dor
en un debate, concurso u oposición, sorroballó a su contrincante. Tam-bién
se usa en sentido reflexivo: sorroballarse. – El niño se ha estado sorro-ballando
en la arena.
en las que tenemos el sentido o sentidos en que se usan, el ejemplo que
contextualiza el empleo y las expresiones fraseológicas que en su caso se han
formado.
Un último apunte sobre los ejemplos. Millares no sólo aporta estos
microtextos que hemos ido viendo en los que una determinada voz o
fraseologismo queda evidenciado, sino que a menudo procura aprovechar la
ocasión para usar varios canarismos en ellos, lo que compone una estampa
completa de cómo los canarios usan el español, como podemos apreciar, por
ejemplo, en la voz alcanzar:
Además de las acepciones castizas, tiene este verbo en Gran Canaria la espe-cial
de recibir un "golpe". –Alcanzó una trompada, un guantazo. Cuando el
niño coje una perrera, la madre canaria suele decirle. –Cállate, que vas a
alcanzar.
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Tras esta panorámica general sobre la obra, en la que se ha ido dando cuen-ta
de la variedad, la importancia y la trascendencia de los comentarios filoló-gico-
lingüísticos que constituyen cada una de las entradas, no parece que pue-da
decirse que esta obra de Agustín Millares Cubas sea una más de sus "tenta-tivas
folklóricas", como reza en el subtítulo de la obra. Antes bien, la sagaz
intuición idiomática de nuestra lengua y de la variedad canaria que se hace
patente en las definiciones convierte a la obra en el trabajo lexicográfico del
habla canaria que habrá de orientar la investigación de nuestro dialecto en el
siglo XX, el eslabón del que hablábamos al comienzo entre las recopilaciones
de Lugo, Álvarez Rixo, Mafiotte y Zerolo y los estudios, ya definitivamente
lingüísticos, de los grandes y muy conocidos estudiosos de la modalidad ca-naria
a partir del siglo XX.
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