ALMOGAREN 46-47/2015-2016MM51
ICDIGITAL Separata 46-47/3
ALMOGAREN
46-47/2015-2016
IC
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ICDIGITAL
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Inhaltsverzeichnis
(der kompletten Print-Version)
Franz Trost
Erzählungen der Twareg am nächtlichen Lagerfeuer ......................................... 7
Alain Rodrigue, Francis Auvray, Jean-Pierre Levallois & Mado Villet
New rock engravings at Imaoun (Morocco) .................................................. 45
Enrique Gozalbes Cravioto & Helena Gozalbes García
Nuevos datos sobre el círculo megalítico de Mezora (Marruecos) .............. 55
Hans-Joachim Ulbrich
Script mixing on ancient Fuerteventura and Lanzarote ................................ 69
Andoni Sáenz de Buruaga & Mark Milburn
Documentation of burial practices around the
Tingefuf E-1 goulet (Dougaj, West Sahara) .................................................. 87
Pablo Martín-Ramos, Jesús Martín-Gil, María del Carmen Ramos-Sánchez,
María Teresa Periáñez-Ramos & Francisco Javier Martín-Gil
Sobre las puntas de flecha procedentes del noroeste
del Sáhara (especialmente, aterienses y neolíticas) ..................................... 101
Marcos Sarmiento Pérez
Las investigaciones de Richard Greeff en Lanzarote en 1866-1867 ............ 113
Susan Searight-Martinet
Nomenclature of engravings of axes in Moroccan protohistoric rock art .....131
Hans-Joachim Ulbrich
Canarian "pyramids" revisited – are they pre-Hispanic or recent? .............. 139
Georgia Lee, Paul Horley, Paul Bahn, Sonia Haoa Cardinali,
Lilian González Nualart & Ninoska Cuadros Hucke
Secondary applications of rock art at coastal sites
of Easter Island (Rapa Nui) ........................................................................ 157
Hartwig-E. Steiner
Eine Kult-Höhle auf der Osterinsel
am Kratersee ›Rano Aroi / Rapa Nui, Polynesien ...................................... 211
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Gozalbes Cravioto, Enrique; Gozalbes García, Helena (2016): Nuevos datos sobre
el círculo megalítico de Mezora (Marruecos).- Almogaren 46-47 / 2015-2016
(Institutum Canarium), Wien, 55-67
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Almogaren 46-47 Wien 2016 55 - 67
Enrique Gozalbes Cravioto* & Helena Gozalbes García**
Nuevos datos sobre el círculo megalítico
de Mezora (Marruecos)
Keywords: Morocco, Mezora, megaliths, protohistory, engravings, quarry techniques
Resumen:
En el presente trabajo se realiza un estudio acerca de varios elementos del círculo de
megalitos del monumento protohistórico de Mezora. En concreto se estudian algunos
grabados, hasta ahora no localizados, pero mencionados en dos casos diferentes por parte
de autores antiguos, se localiza por vez primera una puerta de entrada secundaria tan
sólo observada por Capell Brooke en 1829; finalmente, se estudian los agujeros presentes
en determinados monolitos del círculo, así como de otros conjuntos secundarios cercanos.
Algunos de ellos, de trazos rectos, corresponden sin duda a señales de la técnica seguida
en el proceso de extracción de la cantera, pero la mayoría de ellos corresponden a formas
ovales, es decir el modelo de cupules, presentes en otras estructuras de la región, y también
en otros monumentos megalíticos de épocas diversas.
Abstract:
In this paper we present a study about several elements of the megalith circle of Mezora
protohistoric monument. In particular, we study some engravings, so far not localized,
but in two cases mentioned by ancient authors, we identified firstly a secondary entrance
door only observed by Capell Brooke in 1829; finally, we studied the holes present in
certain circle monoliths and other nearby secondary assemblies. Some of them, of straight
lines, correspond certainly to signals of the technique followed in the extraction process
of the quarry. However, most of them correspond to oval shapes of a cupules model which
is present in other structures of the region and also in other megalithic monuments from
different periods.
Zusammenfassung:
In dieser Arbeit präsentieren wir eine Studie mehrerer Elemente eines protohistorischen
Monuments: des Megalith-Kreises von Mezora (Marokko). Im Einzelnen untersuchen wir
einige Gravuren, die bislang nicht lokalisiert waren, aber in zwei Fällen von älteren Au-toren
erwähnt wurden. Weiterhin identifizieren wir erstmals einen Nebeneingang, der
nur von Capell Brooke 1829 beobachtet wurde. Und schließlich untersuchten wir Näpf-chen
in bestimmten Monolithen des Kreises und anderen benachbarten Strukturen. Eini-ge
davon, in ausgerichteten Linien, sind sicher Teil der Abbau-Technik des entsprechen-
* Universidad de Castilla-La Mancha: Enrique.Gozalbes uclm.es
** Universidad de Granada: helenagoga hotmail.com
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den Steinbruchs. Die meisten jedoch gehören mit ihrer ovalen Form zu einer Näpfchen-
Art, die sowohl in anderen Strukturen der Region als auch in megalithischen Monumen-ten
unterschiedlicher Zeitperioden anzutreffen ist.
Un avance de la presente aportación fue presentado por los autores con el
título de "Primitive engravings in the megalithic complex of Mezora (Arcila,
Morocco)" en el "XVII Congrès Mondial de l'Union International des Sciences
Préhistoriques et Protohistoriques" celebrado en septiembre de 2014 en Burgos.
El monumento megalítico de Mezora o M'Zora (Tnin de Sidi Iamani, Arcila,
Marruecos) constituye uno de los sitios arqueológicos más curiosos e
importantes del Marruecos antiguo. Aunque a lo largo del tiempo se ha puesto
en relación con el megalitismo atlántico europeo, e incluso se ha comparado
en alguna ocasión con algunas estructuras constructivas canarias y saharianas,
lo cierto es que responde a una construcción particularmente tardía, con toda
probabilidad realizada en el siglo IV a. C., y que muy pronto fue considerada
como la tumba de un importante rey del pasado existente en el territorio. De
hecho, la tumba fue identificada ya en los siglos II-I a.C. con la del mítico rey
Anteo, como muestra la exploración mandada realizar en el año 81 a.C. por el
general romano Sertorio (Tarradell, 1952, que constituyó el estudio "clásico"
sobre el monumento).
No vamos ahora a extendernos en la descripción y estudio acerca del mismo,
que tiene una bibliografía particularmente abundante, y sobre el que ya
tratamos uno de nosotros en un número anterior de la revista (Gozalbes, 2012).
Dejaremos de lado el túmulo (muy alterado) existente en su interior, así como
también la galería con el pulimentado enlosado que lo rodeaba al pie del
túmulo y que fue puesto al descubierto en la intervención realizado por C. L.
Montalbán a partir del año 1932. Por el contrario, en esta ocasión nos vamos a
ocupar brevemente del círculo exterior de monolitos, así como de algunos
datos en relación con los llamados conjuntos secundarios, otros menores y no
ligados al túmulo y que se encuentran a distancias variables en cada caso.
Esta investigación que presentamos corresponde al resultado de un estudio
bibliográfico y fotográfico previo, que nos permitió el desarrollo de un análisis
sobre el terreno realizada en el mes de agosto de 2014, y cuyo objetivo era
localizar aspectos perdidos en relación con los propios monolitos.
Ya quien dio la primera noticia moderna sobre el monumento, en 1831 el
viajero británico Sir Arthur de Capell Brooke, mencionaba algunos curiosos
elementos que estaban presentes en el círculo de monolitos. Unos de ellos eran
las cazoletas, o agujeros ovales y circulares de forma cóncava, que curiosamente
consideraba de trazado moderno, casi contemporáneo. Junto a ello mencionaba
un par de grabados groseros, en relación uno de ellos con una hipotética entrada
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del círculo de monolitos, constituido por dos piedras que eran iguales y de
forma perfectamente cónica. En nuestro trabajo anterior, ya mencionado,
tratamos de esta cuestión sin realizar una precisión concreta sobre el propio
monumento, si bien el tema de la presencia de las cazoletas (cupules en la
terminología arqueológica francesa) es recurrente en la historiografía.
Cuatro décadas después del Sir británico, el cónsul francés Charles Tissot,
en su descripción del monumento, volvía acerca de sus referencias, aunque
aparentemente confundía algo los términos. Las cazoletas eran bien desta-cadas,
presentes no sólo en los monolitos del círculo. Sino también en otros de
los conjuntos secundarios. Pero sin embargo, señalaba ya Tissot que pese a
sus esfuerzos no había podido descubrir ni los grabados a los que se había
hecho referencia ni tampoco la supuesta entrada. Se dejaba en pie la posibilidad
de que en esas cuatro décadas los lugareños hubieran afectado el monumento
y se hubieran trasladado piedras (Tissot, 1876).
Los trabajos posteriores del siglo XX, con una excepción que señalamos,
han dado resultados coincidentes con los de Tissot: así tanto H. Koehler (1932)
como el citado M. Tarradell, o Mavor (1976) han insistido en el trazado de
cupules, pero también han indicado la inexistencia de datos sobre grabados y
acerca de la mencionada puerta. En especial se destacaban dos realidades en
las cupules de Mezora. En primer lugar, la enorme concavidad que el gran
monolito del El-Outed tenía a una altura de unos dos metros aproximadamente,
en su cara interior. En segundo lugar, las cupules especialmente concentradas,
en grupos de líneas, incluso formando algún hipotético cruciforme, en uno de
los monolitos exteriores que se encuentra tumbado en las cercanías del
monumento. En especial destacaba la foto realizada por el P. Koehler en 1932,
y que recogíamos en el trabajo anterior (Gozalbes, 2012: 143). Por el contrario,
los distintos escritores que han visitado y tratado del monumento no muestran
la visión de los grabados.
La excepción en la bibliografía científica vino representada por el estudio
del periodista italo-español Angelo Ghirelli, quien no sólo habla de cupules en
numerosos monolitos sino que además indicaba la existencia de una piedra
con dos bárbaros grabados, y el hecho de que publicara un dibujo nos ha
parecido precioso para poder trabajar sobre el terreno. Para ello teníamos una
referencia a una hipotética entrada con piedras de forma cónica, ubicada en
un lado del círculo, con la existencia cercana del grabado del gbárbaro
enrejado h mencionado por Capell Brooke. Por el otro, disponemos del dibujo
de Ghirelli que, con mucha menos precisión de orientación, pero señalaba la
forma del monolito lo que podía facilitar su búsqueda. El dibujo recogido por
el escritor acerca de la piedra de grabados era el siguiente (fig. 1).
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La forma de la piedra no era demasiado
específica, y tampoco en el dibujo la preci-sión
era muy grande, pero es cierto que por
eliminación podía realizarse una cierta apro-ximación
a la misma. Las pesquisas al res-pecto,
después de cierto tiempo, alcanzaron
su éxito y, en efecto, logramos identificar uno
de los monolitos que, como puede verse, se
encuentra bastante alterado por la humedad
y mal de la piedra, y que está ubicado en la
parte Sur-Oeste del círculo, justo frente a la
zanja brutal abierta por C. L. Montalbán en
su excavación (fig. 2).
Fig. 1. Monolito con dos grabados en el círculo
de Mezora.
Fig. 2. Monolito de los grabados en el
círculo de Mezora (zona Sur-Oeste).
Fig. 3. Grabados de un monolito de Mezora iden-tificados
sobre el terreno.
El mal de la piedra, y el desgaste de la misma, así como el evidente trazo
grosero de los grabados, dificulta extraordinariamente su visión. Es perfecta-mente
razonable el que estos grabados hayan pasado desapercibidos para los
investigadores. Nosotros los identificamos por realizar una búsqueda precisa.
Así pues, con bastante esfuerzo por sus características, así como por su des-gaste,
podemos señalar sobre la piedra la forma de esos grabados (fig. 3). La
misma nos parece algo más imprecisa o insegura que la recogida por A.
Ghirelli, aunque a grandes rasgos es coincidente con ella. Así en un lugar
podemos identificar un cierto cruciforme, que como quiso el escritor italo-español
podría corresponder lejanamente a un antropomorfo enormemente
esquematizado, si bien tampoco esta interpretación es del todo segura. En el
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segundo caso no es tan exactamente una t como reflejaba el autor, puesto que
la línea vertical se prolonga más allá de la segunda horizontal, y en parte
también ésta algo sobrepasa a la vertical, en la forma más precisa que
dibujamos sobre la fotografía.
En segundo lugar, nuestra investigación sobre el terreno pretendía el
localizar la hipotética entrada en el círculo megalítico que tan sólo había
logrado interpretar Capell Brooke en 1831. Siempre se ha aceptado, como hizo
el propio Sir, que la entrada principal se encontraba en relación con el monolito
mayor, el Outed de 6 metros, máxime cuando en sus cercanías se encuentran
enhiestos o inclinados los monolitos de una mayor altura. De hecho, Montalbán
inició la excavación por este lugar, con una zanja que trataba de buscar el
corredor de entrada que, en realidad, no existía. De la que tratamos sería otra
entrada al monumento. Se trataba, por tanto, de buscar unos monolitos no de
gran altura, pero sí de una forma bastante regular, con un más cuidado
desbastado que diera lugar a la forma cónica. Tan sólo la referencia de que se
hallaba en uno de los lados de la entrada representada por El-Outed nos
permitía el aproximar algo más la ubicación. No obstante, debe indicarse que
ninguna de las zonas simétricas que pudieran corresponder, en una entrada
por el Norte, o por el Sur, correspondían a unos monolitos de esta forma. No
obstante, en una zona algo más alejada en el círculo, en concreto en la parte
Sureste del mismo, pudimos encontrar el lugar que con una total seguridad, al
menos a nuestro juicio, correspondía con la entrada que tan sólo Capell Brooke
localizó sobre el terreno.
Como puede observarse en las fotografías (figs. 4 y 5) se trata de dos pilares
de una altura no demasiado elevada, de unos 90 cms. de altura, muy bien
desbastado por mano humana, y en efecto más allá de los ataques y humedades
de la piedra mantienen sus formas perfectamente cónicas. La separación ent-re
las dos es bastante mayor de la corriente entre los monolitos del círculo de
Mezora, y obviamente parece marcar una posible entrada, más allá de lo que
es una realidad, la del cierto movimiento cercano de las piedras. De hecho,
también ellas por cada lado están algo separadas de los monolitos más
cercanos, todo lo cual apunta a que en algún momento este conjunto fue
desplazado en algunos centímetros.
Pero esta entrada está disimulada por la presencia intermedia de otro
pequeño monolito que, a nuestro juicio, es claramente intrusivo. De hecho, el
mismo está calzado con un fragmento de piedra que, por su anchura y carácter,
no es siquiera parte del mismo. Este hecho apunta claramente a que no se trata
de un monolito in situ sino trasladado y puesto en este hueco, probablemente
en el proceso de embellecimiento del lugar para su visita realizado por el propio
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C. L. Montalbán. Así pues, creemos que con casi total seguridad aquí se
encuentra ubicada la entrada secundaria del círculo de la que habló Capell
Brooke, pero que después no ha sido identificada, e incluso se ha transformado
por la ubicación de una piedra intrusiva (fig. 6).
En tercer lugar, Capell Brooke había mencionado la existencia cerca de
esta entrada de un bárbaro grabado, compuesto por una serie de líneas
entrelazadas. Tenía que ser algo muy difícil de precisar, puesto que Tissot
indicaba que lo buscó y no lo encontró, y lo mismo podemos decir de Ghirelli.
Fig. 5. Entrada al círculo de Mezora con la piedra (calzada) intrusiva.
Fig. 4. Mezora. Momento de la localización de la entrada mencionada por Capell Brooke.
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La búsqueda justo en el entorno de los monolitos cónicos de esta entrada no
fue exitosa: en ninguno de ellos se podía identificar nada parecido a lo descrito.
Sin duda resultaba un hecho muy difícil, pero sin embargo con un cierto
componente de suerte siempre necesaria, pudimos descubrir este grabado que
no se detectaba desde hace casi doscientos años. El mismo se encuentra en
uno de los monolitos no muy próximos, aunque ciertamente no demasiado
alejados, de la entrada antes indicada, de hecho a grandes rasgos se trata de
uno de las piedras intermedias entre la que disponía de los grabados antes
señalados y esta entrada. El problema es que este entrelazado de líneas en una
y otra dirección, aparte de grosero, se encuentra terriblemente desgastado. Se
encuentra en la parte superior de uno de los monolitos, en inclinación la
superficie de la piedra, de tal forma que recibe el impacto y el correr del agua
de lluvia, con todo el deterioro que ello supone.
Otro de los aspectos, no señalados por investigadores anteriores, es el de la
presencia de otros grabados diferentes. Es cierto que un análisis exhaustivo al
respecto exigiría una dedicación de tiempo superior a aquella de la que
disponíamos en nuestro trabajo. En cualquier caso, precisamos entre grabados
de antigüedad bastante verosímil y los que parecen corresponder a acciones
Fig. 6. Monolito del enrejado (se ven algunas líneas) sólo detectado por Capell Brooke.
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de simple deterioro moderno, tris-tes
agresiones. Respecto a los pri-meros,
por su dibujo y caracte-rísticas,
y por la propia patina en
la piedra, nos parece claramente
antiguos dos de ellos que aparecen
en uno de los monolitos del círculo
y que aparecen en la fotografía
(fig. 7), que con notable imagina-ción
podría aproximarse a una
embarcación. Se trata de uno de los
dos pilares de la entrada antes
mencionada.
Sin embargo, en algunos de los
monolitos de Mezora existen otros
grabados que son cuando menos
discutibles. Menos lo es una agre-
Fig. 7. Grabados antiguos hasta ahora
no identificados.
sión en El-Outed, en los últimos años, de algunas letras árabes, incluyendo el
nombre de alguien. Pero entre estos elementos dudosos destacamos uno
incluido en uno de los conjuntos secundarios menores que ha sido incluido en
el recinto recientemente construido con una valla. Se trata de un monolito de
algo más de un metro de longitud y que está derribado. En la parte superior
del mismo se puede detectar no sólo alguna pequeña cazoleta sino también un
grabado triangular, con dos líneas en su interior. Este dibujo no nos parece
antiguo y de hecho consideramos la línea moderna, además perfectamente
recta, muy probablemente tiene muy pocas décadas (fig. 8).
Pasamos al último aspecto del que vamos a tratar que es el de las cupules o
cazoletas. Son bastantes los monolitos que muestran la presencia de algún
agujero realizado artificialmente, algunos con trazos rectos que son señales
de extracción, aunque los que tienen varios de ellos son alrededor de una
docena que pudiéramos comprobar. No vamos a extendernos en relación con
cada uno de ellos, puesto que no consideramos que podamos aproximarnos a
su verdadero significado, en la medida en la que no detectamos orden en los
mismos. Nos basta con reproducir dos de ellos que muestran en general la
representatividad de muchos de ellos en el conjunto (figs. 9, 10).
Indudablemente el más interesante de todos los monolitos con cupules es
aquel que ya hemos mencionado, que se encuentra tumbado en uno de los
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conjuntos secundarios, cerca del monumento, en la actualidad fuera del vallado
de protección pero cercano a la entrada del mismo. Por la enorme cantidad de
cazoletas que muestra, por la distribución de las mismas, su propia situación
Figs. 9 y 10. Monolitos de Mezora con cupules.
Fig. 8. Grabado muy probablemente reciente en un monolito que,
sin embargo, tiene cazoletas.
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que servía para el juego de los niños, siempre ha sido el que con más frecuencia
ha atraído a los investigadores. En cualquier caso debe indicarse que en la
actualidad dicho monolito se encuentra muy deteriorado por los agentes
atmosféricos, e incluso en parte por las agresiones humanas. Una fotografía
del mismo permite documentar sin lugar a las dudas la existencia de las
numerosas cazoletas, siempre mencionadas, pero también ese creciente
deterioro que en el futuro hará difícil su conservación.
Pese a todo se pueden detectar con facilidad las series de cazoletas, unas de
mayores dimensiones y otras de tamaño mucho más reducido (fig. 11). Pero
hemos escogido una fotografía que muestra que las cupules no sólo se
encuentran en la cara superior, sino que grupos de las de pequeñas dimensiones
se encuentran también en el lateral. Este hecho parece descartar el que, como
en otros casos, las cazoletas tuvieran que haber sido realizadas después del
tallado del monolito, y también el que tuvieran que ver en este caso con un rito
relacionado con líquidos.
Al respecto de este hipotético rito, en efecto se ha podido observar a veces
que las cazoletas tenían que ver con el correr de líquidos, como explica el que
a veces incluso existan canales entre unas y otras. Este hecho en el área regi-onal
lo hemos podido detectar en las numerosas cazoletas existentes en un
suelo rocoso en el Douar Ziaten, en Tánger, y que publicaremos próximamente.
De igual forma, este rito de líquidos, y más en concreto agua, se podría
relacionar con otras cazoletas generalmente más grandes que se mencionan
como existentes en Rfaif, en La Gharbia, no muy lejos del monumento de
Fig. 11. Gran monolito exterior, conjunto secundario C,
partido y con gran cantidad de cupules.
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Mezora. Y un posible rito propiciatorio de la lluvia en la antigüedad en esta
misma región es mencionado por el geógrafo Pomponio Mela, en la primera
mitad del siglo I.
Señalaba Mela (III, 10) lo siguiente: hic Antaeus regnasse dicitur, et signum
quod fabulae prorsus ostenditur collis modicus resupini hominis imagine
iacentis illius, ut incolae ferunt, tumulus: unde ubi aliqua pars eruta est, solen
timbres spargi, et donec effossa repleantur eveniunt. Es decir, los habitantes de
la región mencionaban que en la misma en el pasado había reinado Anteo, y
en prueba de ello mostraban una colina de una escasa altura (āel túmulo de
Mezora?) que se asemejaba a un hombre recostado y que se indicaba que era
su sepulcro. Información probablemente alterada, pero que como señalamos
puede referirse al monumento de Mezora. Pero el interés que tiene la mención
de Mela es el añadido fantástico de que se decía que si se realizaba un agujero
en algún sitio entonces las lluvias comenzaban a caer y no paraban hasta que
los agujeros estuvieran rellenos de agua. Demasiada directa alusión a un rito
propiciatorio de la lluvia, cuando se precisaba la misma, además puesta en
relación con la región donde se hallaba la tumba de Anteo, identificada en la
antigüedad con Mezora.
Fig. 12. Trazado de monolito en la cantera de Mezora, con las cazoletas
(según N. Bakkali).
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Sin embargo, pensamos que por desgracia las cosas no son tan sencillas
como podría pensarse a partir de los datos anteriores. Pese a los paralelos
regionales de las cupules, y también pese al texto curioso de Pomponio Mela,
es muy probable que las cazoletas de Mezora no estén relacionadas con un rito
sobre el agua. En efecto, si ya en su momento C.L. Montalbán había logrado
localizar la cantera de la que se extrajeron los monolitos, ubicada a unos 500
metros del monumento, las mismas han vuelto a encontrarse recientemente.
Aunque la publicación al respecto es poco específica, y más centrada en el
aprovechamiento turístico del lugar, sin embargo la mención que hace de la
cantera, así como las fotografías que inserta de la misma, muestran en el
planteamiento en la pared rocosa del suelo del corte del monolito la existencia,
en unos casos, de los agujeros de líneas rectas, pero también en otros casos de
las cupules, de pequeñas dimensiones, presentes en algunos monolitos del
monumento (Bakkali, 2013).
Estos últimos datos aclaran que las cupules, al menos en algunos casos, no
se trazaban en el propio monumento sino que se planteaban ya desde el propio
corte del monolito en la cantera. Así pues, por sencilla y hasta lógica que fuera
la explicación de los líquidos, y magia propiciatoria de la lluvia, parece evi-dente
que por el trazado en la cantera, así como por la posición de las propias
cazoletas, difícilmente pueden tener esa explicación. Pese a todo, es cierto
que ello nos plantea el problema, al menos de momento irresoluble, de buscar
un sentido y explicación. Pero en cualquier caso, debe indicarse que no nos
hallamos ante un rito prehistórico sino protohistórico, pues la construcción
del círculo con megalitos de cantera no es un fenómeno del neolítico sino de
muy pocos siglos antes del cambio de Era.
Conclusiones
El trabajo realizado permite detectar hasta qué punto todavía en la
actualidad, después de dos siglos de aportaciones, el monumento de Mezora
tiene la potencialidad de ofrecer nuevos datos. Si es cierto que se ha avanzado
en la protección del conjunto monumental, con su vallado, no lo es menos que
continuamos señalando la profunda preocupación que puede tenerse en
relación con su deterioro. Ya lo expusimos uno de nosotros en 2012, y en este
caso hacemos referencia a las agresiones sobre algunos de los monolitos.
También algunos monolitos han caído e incluso rodado sobre el terreno en
algunos sectores del círculo. Sería preciso un estudio en detalle para poder
cuidar su nueva puesta en pie y ubicación más correcta.
En el trabajo señalamos como el desplazamiento, si bien cercano, de
monolitos, y la inserción en pie del fragmento de alguno de ellos, ha
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disimulado durante décadas la existencia de la entrada secundaria que en 1831
señalaba Capell Brooke. Así pues, sería preciso un estudio más detallado que
condujera a un plan de restauración del círculo que se va deteriorando de forma
creciente, más allá de las agresiones con instrumentos metálicos de algunos
visitantes. También están sin protección alguna, y sobre todo con deterioro de
agentes atmosféricos, monolitos exteriores. Una visita a los alrededores del
monumento, en su exterior, muestra la existencia de agujeros trazados
probablemente por furtivos, que dejan al descubierto señales de monolitos (de
unas menores dimensiones) efectivamente enterrados.
Como hemos señalado, los grabados señalados por Capell Brooke, así como
los indicados por A. Ghirelli, no vistos en cada caso por otros autores, son
reales. Pero como nosotros mismos recogemos, existen otros grabados, con
difícil interpretación, que un estudio detenido y completo revelaría, si bien
los mismos se encuentran ocultos por el proceso de deterioro de la piedra. Las
propias cazoletas, presentes en una docena de monolitos del círculo, pero
también en otros del exterior, muestran un rito desconocido que puede o no
coincidir con el de otros lugares. En este caso, las cazoletas aparecen, al menos
en parte, ya en la fábrica misma, en la cantera, y la posición de las mismas
descarta la tentadora relación con el agua o líquidos, que sin embargo sí está
presente en otros lugares.
Bibliografía:
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García, L. y Roldán, A. R.: Relaciones interculturales en la diversidad, Córdoba, 179-
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Capell Brooke, Arthur (1831): Sketches in Spain and Morocco, vol. 2, Londres.
Ghirelli, A. (1932): Apuntes de prehistoria norte-marroquí, Madrid.
Gozalbes, Enrique (2006): El monumento protohistórico de Mezora (Arcila, Marruecos),
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Gozalbes, Enrique (2012): Observaciones sobre el conjunto megalítico de Mezora
(Arcila, Marruecos), Almogaren, 43, 133-154.
Koehler, Henry (1932): La civilisation mégalithique au Maroc. Menhir de Mçora, Bul-letin
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Mavor, J.W. jr. (1976): The riddle of Mzorah, Almogaren, 7, 89-121.
Souville, Georges (2000): Nouvelles observations sur le tumulus de Mezora, Homenaje
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68MMALMOGAREN 46-47/2015-2016