DEL LANZAROTE HEROICO
LA VIRGEN DE
GUADALUPE~PATRONA
DETEGUISE
L a Imagen de Ntra. Sra. de
Guadalupe, Patrona de la Iglesia
Parroquial de Teguise, capital señorial
histórica de la isla de Lanzarote, fue en
palabras de fray Juan de M~dinilla "la
primera imagen de la Reina del Cielo
venerada en estas islas por los
cristianos". Pues aunque pueda reputarse
como más antigua la primitiva de la
Virgen de Candelaria, en Tenerife, su
veneración antes de la conquista de dicha
isla en 1496 hay que atribuirla a los guanches
todavía paganos, si bien "incontaminados""
en expresión del P. Espinosa.
Tanto el mencionado Medinilla, que
predicó en nuestros lares a comienzos de
1758, como don Pedro Agustín del
Castillo en su "Descripción histórica y
geográfica de las Islas Canarias" (1737)
recogen la tradición de que "los turcos"
cuando invadieron la isla en 1618 se llevaron
dicha imagen a la ciudad de Argel;
el que la poseía la pregonó en el zoco o
plaza pública y como nadie ofertó por
ella, la decapitó con su cimitarra, provocando
la reacción de un perro enfurecido
el cual acabó con su vida. Añade el cronista
que una cautiva lanzaroteña, presente
en el suceso, doña Francisca Ayala,
recogió del suelo la sagrada cabeza de la
imagen rota y al ser rescatada se la llevó
a Sevilla, donde encargó la restauración
de la pieza, aunque siempre le quedó la
señal, así como el esculpido de un nuevo
cuerpo.
Viera y Clavijo repite la versión del
cronista grancanario, pero añade que don
Diego de Laguna, sobrino de doña
Francisca Ayala y beneficiado de la
parroquia de Teguise, promovió el culto
y la devoción a la sagrada e histórica
imagen.
En cambio, el cronista lanzaroteño
don Lorenzo Betancor aseguraba en un
trabajo que publicó en la Rev. de Historia
11 (1926-28) que la imagen se llevó a la
alejada ermita de las Nieves y permaneció
olvidada hasta que don Antonio Gil,
el párroco del que recibimos nuestras
aguas bautismales, la trasladó a Teguise
para restaurarla, apreciándosele la fractura
atribuida por la tradicción, por lo que
aumentó la devoción de los fieles y
quedó instalada de nuevo en la parroquia.
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Don Buenaventura Bonnel Reverón,
que visitó las islas de Lanzarote y
Fuerteventura en enero de 1942, formando
parte de una comisión de estudios de
la Facultad de Filosofía de la Universidad
La Laguna, presidida por su decano
Dr. Serra Rafols, redactó una memoria y
publicó unas notas sobre algunos templos
e imágenes sagradas visitadas en ambas
islas. Y en lo concerniente a esta leyenda
histórica sobre la Virgen de Guadalupe,
aunque admite que late un fondo de ver-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
Es decir, que en 1445 ya estaba construida
la iglesia parroquial de Teguise,
pero aún no figuraba bajo la advocación
de la Virgen de Guadalupe, ni había venido
personalmente Diego de Herrera, ya
reconocido como señor consorte de la
isla. Por consiguiente la traída de la
Sagrada Imagen hemos de situarla en la
mitad del siglo XV. Y no cabe relacionarla
ni confundirla con su homónima la
Virgen de Guadalupe mejicana, porque
todavía ni se había descubierto América.
De ahí que nos resulte sorprendente
que en un documento anónimo del siglo
XIX, que se conserva en el Archivo
Diocesano de Canarias, presumiblemente
escrito por mano de clérigo, publicado
por el Ayuntamiento de Teguise en 1991
entre los recopilados por don Antonio
Hernández Rivero, se empiece afirmando
que "La primera atención de los españoles,
conquistada la isla de Lanzarote, fue
levantar un suntuoso Templo consagrado
a Ntra. Sra. de Guadalupe". Ya hemos
visto que el templo empezó llamándose
de Santa María de Teguise. Pero lo que
ya resulta incomprensible es añadir "por
haber sido entonces cuando, la aparición
milagrosa de esta Imagen en la reciente
conquista de Méjico". La confusión cronológica
puede disculparse, pero la iconográfica
entre dos representaciones
marianas que sólo tienen de común la
coincidencia del nombre nos hace dudar
de que haya podido escribirlo un clérigo.
Conviene que expongamos las diferencias
entre ambas.
dad en la misma, le pone varios reparos y
objeciones, tnles como que los berberiscos
en sus razzias no solían llevarse las
imágenes, sino destruirlas, ya que el islamismo
es iconoclasta. Que la Virgen de
Guadalupe podía haber sido escondida en
la Cueva de los Verdes. Que el pregón en
Argel no parece indicado porque los
potenciales compradores eran cautivos
sin recursos. Y por último, porque la
fractura en la cabeza de la imagen va de
las orejas a los ojos, tal como se puede
observar, y no en el cuello, como hubiera
correspondido si se hubiera intentado
decapitarla con un tajo de cimitarra.
Hoy disponemos de una documentación
complementaria, con la cual se disipan
nuestras dudas, se confmna la autenticidad
histórica de la leyenda, y se corrigen
las inexactitudes en que incurrió el
historiador Castillo y mantuvieron los
cronistas posteriores, hasta nuestro siglo
como el precitado Bonnet ReverÓn.
La "piedra de Rosetta" que ha clarificado
la piadosa leyenda y le ha dado
plena confmnación histórica, es un documento
notarial del siglo XVII (31-11664)
que se conserva entre los legajos
que el erudito sacerdote don José
Rodríguez Moure dejó al archivo de la
Real Sociedad Económica de La Laguna,
dado a conocer por Carmen Fraga en un
interesante trabajo que publicó en el
Anuario de Estudios Americanos n° 37
(Sevilla, 1983). En el mismo se transcribe
una petición hecha por el primer marqués
de Lanzarote, don Agustín de Herrera,
ante la Real Audiencia de Canaria en
favor de su ilustre yerno Gonzalo Argote
de Molina, cuando todavía reinaba la
concordia familiar y no se habían acibarado
las mieles del himeneo.
Por este importante documento nos
enteramos, en primer lugar, que la captura
de la Sagrada Imagen no se produjo,
como han venido creyendo todos los historiadores
regionales, el año 1618, sino
bastante antes, en la primera de las grandes
invasiones berberiscas a la isla, en
1569, comandada por Calafat, corsario
del rey de Fez. Y por consiguiente, los
cautivos no desembarcaron en Argelia,
sino en Marruecos.
El incidente de la subasta, la sacrílega
profanación de la Santa Imagen y la reacción
vindicativa del agresivo can, sucedió
con toda probabilidad en Fez, la capital
histórica. La cautiva cristiana que trajo
devotamente la cabeza mutilada de la
Imagen a Sevilla fue doí'ía Francisca
Ayala, hija de doña Sancha, prima de don
Agustín de Herrera por la rama sevillana
de don Pedro el Desheredado, y mujer de
Diego Cabrera Betancurt, gobernador de
Lanzarote, la cual murió en el cautiverio.
Doí'ía Francisca Ayala, quien recibió la
reliquia como un presente de un caid
Iglesia de quadalupe, 1909 (Tres días antes de la quema)"
moro, se puso en contacto) con Argote de Betencourt, conw representante de Diego
Molina, a la sazón soltero. residente en de Herrera y acompañado del escribano
Sevilla y bien relacionado con los ámbi- Juan Ruiz, la nobleza y el pueblo para
tos artísticos de la metrópolis andaluza. presentar su nombramiento de gobernaArgote
le gestionó los servicios del escul- dor de la isla""
tor abulense Juan Bautista Vázquez el
Viejo y del estofador Antonio de Arfian,
quienes ejecutaron su trabajo con eficiencia
y responsabilidad.
El error de P.A. del Castillo al datar la
captura de la imagen en·1618 pudo estar
motivado porque esta incursión' fue la
más numerosa y devastadora que sufrió la
depredada isla, puesto que obtuvieron
casi un millar de cautivos y porque, efectivamente,
en esa luctuosa incursión también
capturaron los piratas una imagen
mariana que el trinitario fray Diego de
Ortigosa recuperó por unos pocos reales
y la llevó a la iglesia de su convento en
Madrid, donde era conocida por "la
Virgen del Rescate", de la que todavía
nos hablaba en la pasada centuria el cronista
madrileí'ío Antonio de León Pinelo.
El profesor Rumeu de Armas publicó en
el A.E.A. n° 20 1974 un trabajo con el
título: "La Virgen del Rescate, símbolo
espiritual del Lanzarote heroico""
Pero acaso el dato más interesante que
nos proporciona el singular documento
sea la inequívoca afirmación de que "la
Imagen de Ntra. Sra. con el Niño Jesús
Nuestro Salvador en los brazos, la trajo
Diego de Herrera de Espaíia""
Por consiguiente, no cabe la más
mínima duda respecto a su procedencia, y
nos acota la fecha aproximada de su traída.
Pues nuestros historiadores recogen
(Chil, "Estudios.""""que el día 24 agosto
de 1445 se reunieron en la iglesia de
Santa María de Teguise, a la hora de
nona, convocados por Adrián de
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
·LA VIRGEN DE GUADALUPE
EXTREMEÑA y LA MEJICANA
La Virgen de Guadalupe que se venera
en el monasterio extremeño de su
nombre es una talla de estilo románico,
con el Niño Jesús en sus brazos, y debe
remontarse al siglo XIII. Aunque estaba
sentada, desde que empezó a vestírsela
en el siglo XIV, parece estar de pie, si
bien ello disminuye su estatura y acusa
cierta desproporción de la cabeza y torax
con la longitud de las piernas. Por eso
también la imagen de Teguise es de talla
pequeña, apenas 50 centímetros, y la
parte alta de la escultura, incluyendo al
Niño Jesús, destaca en sus proporciones.
La Pátrona de Extremadura está
aureolada por la leyenda. Y una leyenda
que quiere remontarse hasta San Lucas,
al cual se le atribuye haberla tallado y ser
sepultado en Acaya junto con ella. Y que
luego, en el siglo IV, fue exhumado su
cuerpo y la Imagen pasó por orden del
emperador Constantino a Bizancio; que
allí la regalaron al Cardenal Gregorio,
quien la llevó a Roma y al ser elegido
Papa en el 590 se la obsequió a San
Leandro de Sevilla. Cuando se produjo la
invasión árabe en el 711, los cristianos en
retirada hacia Asturias la escondieron
junto al río Guadalupe. Y al ser reconquistado
el territorio, se apareció al pastor
Gil Cordero, en las postrimerías del
siglo XII.
Como puede colegirse, pues, se trata
de una imagen mariana que se remonta a
la época de la Reconquista Ibérica, como
la de Covadonga y la de Monserrat, aunque
posterior a ~stas en el tiempo. Pero
que la leyenda y la historia relacionada
también con Sevilla y con Andalucía, en
un período histórico en que la empresa de
la expulsión del Islam no estaba consumada.
Las imágenes de la Virgen María
para los caballeros cristianos era estímulo
y bandera de lucha. Sus santuarios, hitos
de reconquista. Esta devoción la profesaban
los propios Reyes Católicos, heredada
de Alfonso XI, quien se encomendó a
su celestial patrocinio antes de la batalla
del Salado. Y continuó con sus sucesores,
incluidos todos los monarcas de la
casa de Austria. Resulta, pues, lógico que
Diego García de Herrera profesara también
gran devoción a la Virgen María
bajo la advocación de Guadalupe. Y nos
parece natural que trajese la Sagrada
Imagen a la capital de su nuevo señorío,
donde la lucha contra el Islam sólo iba a
cambiar de escenario.
y los hechos confirmaron sus previsiones.
La Virgen María, bajo su advocación
de Guadalupe, parece que no quiso
sustraer su imagen al cautiverio, pero
tampoco quiso abandonar a sus devotos.
Tras el exilio y la mutilación, retomó
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remozada, aunque exhibiendo con orgullo
la noble cicatriz que circunda su cara,
desde las orejas a los ojos. La Virgen de
Guadalupe de Teguise, como la de
Extramadura, es la Virgen del Cautiverio
y la Virgen de los Cautivos.
Recordemos que Cervantes fue a visitar
el monasterio extremeño, como tantos
otros, al ser liberado en Argel. Y en su
obra póstuma, "Los trabajos de Persiles y
Segismunda" le llama "Libertad de los
cautivos, lima de sus hierros y alivio de
sus prisiones". Llegó a escribirse que el
hierro traído al monasterio de Guadalupe
por los cautivos, no podría ser transportado
ni por 200 carros. Cuando la amenaza
berberisca de disipó, su presencia en la
liturgia católica de Lanzarote parece
haber pasado a un segundo plano. Ante
los problemas más apremiantes de la
escasez de lluvia y las plagas de langosta,
la Patrona de Teguise cedió su protagonismo
a la advocación de la Virgen de las
Nieves. Y cuando las erupciones volcánicas
amenazaron y enlutaron los campos
de la isla, prefirió acercarse a los fieles
como la Virgen de los Dolores, más en
consonancia con la angustia reinante y
con los negros mantos de lava que recubrían
la convulsa isla. Por eso no nos sorprende
que don Lorenzo Betancor afirme
que la imagen de la Virgen de Guadalupe
pennaneció olvidada en las Nieves, hasta
que el benemérito párroco don Antonio
Gil la rescató, restauró y devolvió al
culto de la Iglesia Parroquial, tras descubrírsele
la honrosa cicatriz que testimonia
la cuita de su cautiverio.
Hoy preside la Iglesia Parroquial de
Teguise, que lleva su glorioso nombre. Y
aunque ha cedido su protagonismo a
otras imágenes, advocaciones y liturgias,
como la devoción a la Santísima Virgen
del Carmen, promovida por los desaparecidos
franciscanos y practicada por los
hombre de la mar, los prodigios de la
Virgen cautiva no se han olvidado. Como
peana de la Imagen de Guadalupe lanzaroteña
podemos contemplar la tabla pintada
por doña Esperanza Spínola, devota
y artista, que nos recuerda la escena del
vindicativo perro exasperado por el sacrilegio,
para ejemplaridad y testimonio de
la fe.
Esta advocación mariana se conserva
también en Guatiza, de cuya iglesia es
copatrona, aunque está representada por
una pobre imagen de escayola en un
altarcito lateral. Además se conserva en
la mencionada iglesia una imagen de tela
encolada del siglo XVllI.
En cambio, la Virgen de Guadalupe
mejicana sólo coincide con la Extremeña
en el nombre. Resulta evidente que la
Guadalupe mejicana es una representación
pictográfica de la Inmaculada. No
porta ningún Niño, ni presenta signos de
maternidad. Para explicarse la coincidencia
del nombre, quienes no conozcan al
detalle las apariciones al indio Juan
Diego, pensará, como nos ocurrió a nosotros,
en la coincidencia de que Hernán
Cortés y varios de sus compañeros eran
extremeños. Pero ello no es suficiente y
Helen Behrens ha encontrado una más
convincente explicación.
La Virgen María en sus apariciones
en el Nuevo MunQo quiso identificarse,
pero habló a los indios en su lengua: el
azteca. Estos repitieron en su misma lengua
el mensaje recibido ante el obispo
Zumárraga. Sus palabras claves: "Te
coatlaxopeuh", cuya pronunciación sonó
a los oídos del obispo, de origen extremeño,
como "Guadalupe", con fonética
extraña. Pero según los filólogos conocedores
del lenguaje azteca, dichos vocablos
se desgranan así: .Te=piedra
coa=serpiente y hopeuh=aplastar o
pisar. En suma: que la Virgen de
Guadalupe mejicana es una Purísima o
Inmaculada, que aplasta la serpiente bajo
sus pies. Y esta serpiente es una serpiente
emplumada, ídolo adorado por los aztecas,
al cual ofrecían más de 20.000 víctimas
anuales. Las fechas en que las apariciones
tuvieron lugar también resultan
muy significativas: a partir del 9 de
diciembre de 1531, y todas dentro de la
octava de la fiesta litúrgica de la
Inmaculada Concepción.
Conociendo los antecedentes expuestos,
y que la representación de la Virgen
mejicana es una pictografía que se estampó
en la tilma o capa del indio Juan
Diego, resulta incompresible relacionar,
ni en su iconografía, ni en su cronología
y en su historia, a la Patrona de Teguise
con la de Méjico. Pero nos permite clasificar
objetivamente y sin complejidad las
representaciones marianas de la Virgen
de Guadalupe que existen en Canarias,
encrucijada de rutas e influencias, en sus
versiones extremena o mejicana. Ya lo
hizo Carmen Fraga en su precitado trabajo.
FRANCISCO PÉREZ SAAYEDRA
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010