"¡Cuántos nacen, viven y mueren
en un territorio como el nuestro, sin conocer
lo que ven, sin saber lo que pisan,
sin detenerse en lo que encuentran!"
Para ellos las plantas más singulares no
son sino yerbas; las piedras y las tierras
casi todas una; los pájaros los mismos
que los de otras provincias; los peces
los de todos los mares.""
Esta entusiasmada expresión parece
escrita en nuestros días, cuando la
eclosión del interés por los temas isleños
y el estudio en profundidad de los
diferentes aspectos naturales y sociales
de nuestro Archipiélago alcanzan el
grado más alto y razonable. Sin embargo,
tales palabras fueron insertadas
hace, nada menos, casi dos siglos por
don José Viera y Clavija en el prólogo a
su Diccionario de Historia Natural
(1799), formando parte de un discurso
destinado a convencer a sus conciudadanos
de la lógica exigencia de interesarse
por el conocimiento de su propio
y peculiar medio natural. Popularmente,
Viera y Clavija (Los Realejos,
1731 - Las Palmas de Gran Canaria,
1813) es conocido como el historiador
clásico de Canarias. Su Noticia de la Historia
General de las Islas Canarias, publicada
en cuatro tomos entre los años
1772 y 1783, le hizo legítimo e imperecedero
merecedor de tal título. Sin embargo,
su tarea como naturalísta le atribuye,
sin duda, el mérito de ser recordado
en cuanto tal con la misma categoría
que la de historiador.
A partir, aproximadamente, de
1762, Viera se había dedicado a elaborar
y escribir su Historia. Antes de ello el
horizonte de su pensamiento había sido
iluminado por la lectura de las obras de
Feijoo y, después de haber pasado a
residir en La Laguna desde 1757, por su
participación en la tertulia de amantes
de las artes y las ciencias que se reunia
en la casa del marqués de Villanueva del
Prado, Tomás de Nava Grimón. Asistían
a estas reuniones varias de las personas
de mayor cultura de la isla. Entre ellas
Viera pudo, a pesar de su juventud, destacar
por sus amplios afanes y por su
i.ngeniosídad. El pequeño pero valioso
mundo de la tertulia de Nava le proporcionó
la capacidad de apreciar la cultura
europea y la enciclopédica biblioteca
del marqués -seguramente la más rica
y selecta del Archipiélago en su
tiempo- le permitió conocer a los grandes
autores franceses del XVIII (Voltaire,
Rousseau, Fontenelle, etc." El Papel
Hebdomadario (1757-58) -considerado
el primer periódico de las
Islas-, el Síndico Personero (1764) y la
Gaceta de Daute (1765) fueron redactados
por el sacerdote tinerfeño en este
periodo.
En 1770 tenía terminado el primer
tomo de la Historia y parte del segundo.
Desde hacía tiempo -escribiría el propio
historiador- le "causaba desconsuelo
el ver que carecía su patria de una
exacta, juiciosa y digna historia, porque
la de D. Juan Núñez de la Peña, sobre
ser chabacana y plagada de errores, se
6
Viera y
Clavijo,
naturalista
había hecho rara y no honraba mucho al
país"""Y -añade-- después de haber
acopiado varías preciosos documentos,
memorias, noticias, manuscritos impresos
y señaladamente la primitiva historia
francesa de Juan Bethencourt, escrita
por Bontier y Leverrier, emprendió
la obra, bajo los más felices auspicios.""
Muchas de esas noticias y memorias
le fueron suministradas por colaboradores
y corresponsales (Vandewalle
Cervellón, Lope Antonio de la
Guerra, Malina Quesada, etc.) de las diversas
islas. Pero, además, el autor fue
recopilando un extenso conjunto de
descripciones y fuentes impresas sobre
las Islas que incorporó profusamente al
texto general, enriqueciéndolo de
forma insospechada en comparación
con los textos históricos que le precedieron
sobre el Archipiélago y proporcionándole
un valor como texto de consulta
que se ha mantenido hasta nuestros
días. Los cuatro tomos de la Historia
de Viera y Clavija constituyen un ingente
material de noticias sobre el pasado
del Archipiélago, cuyo alto nivel
sólo comenzaría a superarse en los Estudios
Históricos (publicados a partir de
1876) de Chil y Naranjo.
MADRID y EUROPA
En 1770 decidió Viera marchar a
Madrid para ocuparse de la impresión
de los primeros tomos de la Historia.
Llegó a la capital del Imperio a finales de
aquel año. Una favorable coinciden,_;a
iba a facilitar los proyectos del historiador
isleño y a prolongar su estancia
fuera del Archipiélago durante quince
años. Residía entonces en la Corte su
amigo Agustín Ricardo Mádan, prebendado
de la catedral canaria, quien desempeñaba
interinamente el puesto de
preceptor del hijo único del marqués de
Santa Cruz. Mádan se preparaba entonces
para optar a la cátedra de Hebreo en
los Reales Estudios de San Isidro y para
poder dedicarse por entero a ello recomendó
a Viera para cubrir su empleo en
la casa del marqués.
Cuando don José de Viera y Clavija,
que por entonces contaba 39 años,
aceptó el ser preceptor de Francisco de
Silva, marqués del Viso, nunca pensó
que tal circunstancia habría de significar
más tarde un importante giro en su
vida. Su adscripción a la casa del marqués
de Santa Cruz -grande de España,
gentilhombre de la Cámara del
Rey, destinado al servicio del príncipe
de Asturias- favoreció sus movimientos,
sus relaciones y su posición entre
los sectores influyentes de la capital y
del Reino. En 1774 fue admitido en la
Real Academia de la Historia y tres años
después fue considerado académico
supernumerario. Pero, sobre todo, el
viaje emprendido por los marqueses a
varios países a partir de 1777 le permitió
el tomar contacto con la cultura europea
de su tiempo. En París, posiblemente el
foco cultural más luminoso de Europa
por entonces, adquirirá su formación
científica.
En 1776 el marqués del Viso se había
casado con la hija del duque del Infantado.
Al año siguiente los duques
dispusieron hacer un viaje por Francia,
Flandes y Alemania, con la finalidad especial
de proporcionar a su hija la toma
de los baños de Spá, que los médicos
habían indicado para su convalencia de
la enfermedad de viruelas que habia padecido.
El viaje se inició el24 de junio de
1777 y durante más de un año residió en
diversas ciudades europeas, especialmente
en la capital francesa. De paso
para Flandes el grupo permanece dos
meses en París (14 de agosto a 15 de
octubre). Viera y el abateCavanilles-el
futuro gran botánico, que va como preceptor
del hijo del duque-- recorren
aquel París de las Tullerías y los Campos
Elíseos, de N6tre Dame y el PontNeuf,
del Panteón y los Inválidos, de la
Plaza Vend6me, del Campo de Marte,
de los grandes palacios reales de la periferia
"" Podemos imaginar la profunda
impresión que recibiría el isleño Viera
en aquel París monumental de los últimos
tiempos de la monarquía absoluta,
que brillaba tanto por un increíble arte
urbano como por el cultivo de las ciencias
y de todos los aspectos concernientes
a un mundo cultural en explosión.
Además de los principales monumentos
de la capital francesa, en aquella
primera visita Viera acudió a la Biblioteca
del Rey, que entonces contaba
con trescientos mil volúmenes; a Iq
Academia Francesa, en donde conoció
a D'Alembert, Condillac, Marmontel, La
Harpe y Delille; a la biblioteca y el gabi-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
nete de historia natural de Santa Genoveva,
y al Jardín de Plantas. "Allí
-escribía en su Diario en relación con la
visita al botánico del Rey- vi el Eupharbium
Canariense que tenía sólo media
vara de alto con dos renuevos muy pequeños;
el Plátano Bananier, reducido a
un tronco casi seco. El Drago que tenía
vara y media; la Pitera etc." También se
desplazaron a ver la famosa máquina de
Marly, complicado artilugio compuesto
de catorce ruedas hidráulicas y otras
tantas bombas que desde las orillas del
Sena transportaban agua para los jardines
de Versalles.
y durante sus paseos parisinos encontró
en una librería de viejo una edición
de "Le Canarien", las crónicas de la
conquista franconormanda de Canarias,
que inmediatamente adquirió.
FORMACION CIENTlFICA
Después de viajar por Flandes, el 7
de noviembre se halla Viera de nuevo
en París, en donde permanecerá hasta
el 21 de julio del año siguiente. Estos
ocho meses pasados allí tendrán gran
influencia en su aprendizaje en las disciplinas
científicas, especialmente en la
historia natural, en la física y en la química.
Toda la parte del Diario dedicada
a esta nueva residencia en la capital
francesa está repleta de anotaciones sobre
sus visitas a centros y gabinetes
científicos y sobre los cursos de aquellas
disciplinas científicas a los que
asistió.
Entre el 17 y el 28 de noviembre
siguió las disertaciones y experiencias
sobre los "aires fijos" impartidas por el
físico Sigaud Lafond, que precisamente
en el año 1779 publicaba Essai sur différentes
especes d'air fixe, una de las numerosas
obras científicas (sobre física
experimental, electricidad, etc.) de las
que fue autor. Con el propio Sigaud sigUió
un curso experimental de física y
química, que inició el 24 de diciembre y
finalizó el 25 de febrero.
El afán de Viera y Clavija por las
ciencias y por la historia natural no surgía
entonces. Por el contrario, era ya
manifiesto en su periodo lagunero.
Clara manifestación de ello son su Carta
filosófica sobre la Aurora Boreal observada
en la ciudad de La Laguna en la
noche del 18 de enero de 1nO y sus
Observaciones del paso de Venus sobre
el disco solar del día 3 de junio de 1769.
Este fue el famoso eclipse, seguido al
igual que el de 1761 con gran interés por
los astrónomos de aquel tiempo el que
determinó a la Royal Society a enviar al
capitán Cook, con un astrónomo, a la
bahía de Matavai, en Tahití, como punto
óptimo para su contemplación.
Sin embargo, profundo interés por
las ciencias naturales pudo ser desarrollado
a través de la penetración en aquel
universo científico que le proporcionaban
las academias, los observatorios,
los gabinetes, las bibliotecas y, en especial,
la comunicación con varios de los
grandes científicos de la época. Además
del curso citado, asistió a un curso de
química con el profesor Sage y a otro de
historia natural impartido por el profesor
Valmont de Bomare.
El curso B.J. Sage se extendió
desde el 1de diciembre de 1777 al13 de
marzo siguiente. Sage era un joven químico
y mineralogista, recién ingresado
en la Academia de Ciencias. Sus conocimientos
químicos guardaban fidelidad
a la teoría del flogisto, la cual siguió
defendiendo incluso años después de
que fuera rebatida por Lavoisier por
aquellas mismas fechas. La concepción
del flogisto había sido lanzada por
Georg Ernst Stahl a finales del siglo
XVII, siguiendo la estela de los alquimistas
y las enseñanzas de su maestro Joachin
Becher. En pocas palabras, el fIogisto
era un elemento inaprensible que,
según esta teoría, contienen todos los
cuerpos combustibles; en el momento
de la combustión el flogisto rompe su
unión con esos cuerpos (como el azufre,
el carbón, los aceites, el fósforo) y con
esa supuesta pérdida de flogisto se explicaba
el cambio de propiedades de
aquéllos después de la combustión. En
cuanto que explicaba algo que hasta entonces
no recibía otra interpretación,
esta teoría se mantuvo a lo largo del
sigla XVIII hasta que en el último tercio
de esta centuria las experiencias realizadas
en torno a los gases por Priestley,
Scheele, Cavendish y, sobre todo, por
Lavoisier (con el precedente de Lomonosov)
la fueron desmoronando y refutando
de forma definitiva. Desgraciadamente,
Viera aprendió la química del
flogisto cuando ésta ya empezaba a ser
desechada por la vanguardia científica
que entonces representaba Lavoisier, el
padre de la química moderna. Pero también
aprendió de Sage otros fundamentos
de química y de mineralogía y, entre
otras cosas, el procedimiento para verificar'análisis
de aguas, experiencia muy
de moda en aquellos tiempos.
Viera compatiblizó su asistencia a
las lecciones de Sage con la aplicación
al curso de historia natural de Valmont
de Bomare, naturalista que se había distinguido
por sus eruditas conferencias
en el campo de la mineralogía entre
1756 y 1788 y, más tarde, en el de la
botánica. Este curso significó un recorrido
general por los conocimientos de
los tres reinos de la naturaleza, desde la
geología y los minerales hasta la zoología
terrestre y marina, pasando por los
sistemas botánicos (Linneo y Tourne-
Casa natal de. Viera y Clavijo, en Los Realejos
fort) y los árboles y plantas de interés
económico. Fue un curso de cuatro meses
de duración (desde principios de diciembre
hasta finales de marzo). Este
naturalista -que, entre otros tratados,
fue autor de un Diccionario razonado
universal de historia natural (1765)sería
recordado por Viera en el prólogo
a su propio Diccionario, rememorando
"aquellas cortas luces que no dejé de
adquirir -escribe- en el curso de historia
natural que hice con el célebre Valmont
de Bomare, durante mi mansión
en París""
Su espirltu pleno de viva curuosldad
y su gran avidez de conocimientos
le llevaron al Gabinete de Historia Natural
del Rey (el actual Museum), en
donde pudo contemplar dos momias de
Tenerife, una de ellas perteneciente a
una mujer (seguramente las que había
llevado Borda en 1776); al Gabinete de
Máquinas del duque de Chartres; a la
Academia de Ciencias, en donde, en distintas
ocasiones, tuvo oportunidad de
asistir a sesiones científicas en las que
tuvieron lugar disertaciones y lecturas
de memorias por D'Alembert, Lavoisier,
Daubenton, Maguer, Delalande y otros
científicos; a la Academia de Medicina;
al Hotel d'Espagne, en donde vio los
movimientos de un artilugio inglés que
reproducía el sistema solar; al Colegio
Real, en donde conoció al astrónomo
Delalande; al observatorio astronómico
de Messier, a través de cuyos aparatos
observó las manchas solares, las cumbres
de la Luna, el planeta Venus, los
satélites de Júpiter y el anillo de Saturno;
tuvo ocasión, asimismo, de observar
el eclipse de sol del 24de juniode
1778; estuvo en los talleres de los relojeros
Berthoud y Leroy, inventores de
cronómetros marinos de gran precisión;
visitó el taller de Fournier, fundidor
de caracteres de imprenta, y, de
nuevo, acudió a la Biblioteca del Rey y al
Jardín de Plantas.
Frecuentó, asimismo, con gran asiduidad,
las reuniones que celebraba De
la Blancherie, a las que concurrían las
más destacadas personalidades de las
artes y las letras. En una de ellas conoció
al botánico Adanson, de la Academia
de Ciencias, quien le recordó a
Viera su estancia en Canarias, de paso
hacia el Senegal, en 1749. Además de
7
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
los ya mencionados, Viera tuvo contacto
con otros relevantes intelectuales,
académicos y políticos. Estuvo presente
en una sesión de la Academia de Inscripciones
y Bellas Letras en la que se
hallaba Turgot. Con el propio De la Blancherie
visitó los estudios de artistas tan
destacados como Fragonard. Y es bien
conocida la anécdota de su presencia en
aquella sesión de la Academia de Ciencias
en homenaje a Voltaire, en la que
éste -en los últimos tiempos de su
vida- se había quedado dormido
desde el comienzo, junto a Voltaire se
hallaba Benjamín Franklin, entonces residente
en París. Al regresar a España,
nuestro historiador traería la noticia de
la muerte de Voltaire -conciencia y revulsivo
del pensamiento de su siglo- y
también la de Rousseau, el más importante
e influyente pensador de su
tiempo en el orden de la filosofía moral
y de la filosofía política.
Todavía realízaría Viera un nuevo
viaje (1780-1781) a otros países europeos
-Italia, Austria, Alemania-,
acompañando esta vez al marqués de
Santa Cruz, que había enviudado y contraería
nuevo matrimonio con una joven
de la aristocracia de Viena. En Italia
tomaría contacto con el legado artístico
del Renacimiento y del Barroco italiano
y con el mundo de la antigüedad clásica.
Visita Milán, Pisa, Siena, Florencia, Bolonia,
Roma, Venecia." En la Biblioteca
Vaticana, el archivero Felipe Larzoni
pone a su disposición "muchas bulas,
breves, letras apostólicas y noticias pertenecientes
a las antigüedades eclesiásticas
de las Canarias, durante el siglo
quince""
Pero de este segundo viaje nos interesa
especialmente recordar las anotaciones
de su estancia en Viena, entre
noviembre de 1780 y febrero del siguiente
año, porque allí conoció a Jan
Ingenhousz, científico holandés al servicio
de la familia imperial austríaca como
médico. Ingenhousz, padre de la fisiología
vegetal, fue el primero que demostró
-siguiendo los trabajos de Hales y
Priestley- que las plantas verdes absorben
anhídrido carbónico y exhalan
oxígeno a la luz solar. Había publicado
sus experiencias en 1779, ingresando
en la Royal Society de Londres. En su
laboratorio, asistió en dos ocasiones a
experiencias sobre electricidad y sobre
el oxígeno desprendido por las plantas,
que Viera en su Diario sigue llamando
aire desflogisticado, de acuerdo con la
concepción del flogisto e incluso con
Priestley, descubridor del oxígeno.
También en Viena recorrió el jardín
botánico, en uno de cuyos invernaderos
crecían "plantas africanas y de las Canarias,
como son plátanos, dragos, ñames,
cirios, citiso, retama de las cumbres
de Tenerife, etc."
Le acompañó en esta oportunidad
el naturalista, también holandés, J. Jacquin,
quien había estudiado la flora de
las islas del Caribe y había introducido
en los invernaderos de Schoenbrunn
numerosas plantas americanas.
Se relacionó, además, en la capital
austríaca con su paisano Domingo de
Iriarte, secretario de la embajada de
8
Carlos 111, y con Juan José d'Elhuyar, el
único español descubridor de un elemento
químico: el wolfranio. Conoció a
Metastasio, pero no a Mozart; y visitó la
biblioteca imperial y la gran galería de
arte del Belvedere.
A finales de junio de 1781 Viera
regresó a España del que había sido su
segundo y último largo viaje por Europa.
Al igual que de su primer recorrido,
volvía impresionado y entusiasmado
de cuanto pudo ver y conocer en
Italia, Austria y Alemania. Cuando en
octubre de ese año escribía al marqués
NOTICIAS
DE LA HISTORIA
GENERAL
DE LAS ISLAS
DE CANARIA.
CONTIENEN
LA DeSCUPCION GEOGIlAI'ICA DE TODAS.
llNA IDEA DEL ORIGEN, CARAC1'ER. usos
""""'''''0 ti, Sil' ."'Illlo/b"bi/~1lttl : D, rOl tlUII",.¡,";1I110I,
't'"""isU' fUI Itlb" ,/J:u hi'¡lrQlI !tu ENroplD' ; Dl/u G,,,¡',"
JU Etlul."ü,. PDlitk" M,lit."; Dd tlfabluirnitnttl.' JI«."
"'¡"'.t ti, 111 p,¡",,1'¡l Ndlru: D, JI., V.'O"tI ¡¡/UI", P'"
~piWtl. ''''pln/, .''''.', /tI,"" 1 uNII••• : D, 11111M"""",~. !f'tItlw,i'IM, fUlur.Ju.""",ni" "tI /IU !,¡_I,Ju ""
'tlII ¡, 1" ,J,;_" "1"'_
:POR DON JOSErH DE VIER "". y CLAVIJO,
rrC'~bYfcro del mbmo ObisD¡do.
TOMO PRIMERO
de San Andrés contándole de sus viajes
le dice: "He tratado los sabios de más
celebridad en todas las materias."" y,
entre todo lo que había visto en aquellos
países europeos, menciona "15 jardines
botánicos, 44 soberbias bibliotecas,
9 observatorios astronómicos y 25
gabinetes principales de historia natural""
Con anterioridad, durante los meses
pasados en París, había escrito al
botánico Gómez Ortega, sorprendido
del gran florecimiento científico de la
ca~ital de Francia: "Somos testigos de
los asombrosos adelantamientos de
esta nación en ciencias y artes. Nos encontramos
con numerosos sujetos que,
cultivándolas, instruyen a un pueblo ya
instruido. Volvemos los ojos hacia
nuestra tierra, hacemos la triste comparación,
buscamos el modo de consolarnos""
ADELANTADO DE LA CIENCIA
Con esta apreciación y este reconocimiento
de lo que la ciencia significaba
en la Europa de su tiempo y del
adelanto material de aquellas naciones
regresaba Viera a Madrid. Pero volvía,
además, con un insospechado bagaje
cultural y científico, fruto de los cursos,
sesiones académicas, visitas de todo
género y contactos con intelectuales y
científicos relevantes. Todo ello había
enriquecido cualitativamente su horizonte
intelectual y le había preparado
para emprender una nueva y no menos
fructífera etapa, en su actividad
intelectual.
De vuelta en Madrid, continuó
acrecentando sus conocimientos y si-guió
un curso de botánica con Antonio
Palau Verdera, segundo catedrático del
Jardín Botánico y traductor de Linneo.
Después del primer viaje, Viera había
comenzado a revertir los conocimientos
que había adquirido en París
desarrollando un curso de física y química
en el gabinete de máquinas del
marqués de Santa Cruz. A ello alude en
sus Memorias cuando escribe que en
París había adquirido por mediación de
Sigaud Lafond y "por encargo del marqués
de Santa Cruz, todos los vasos y
máquinas que eran más necesarios
para ejecutar los experimentos; habíalos
conducido a Madrid, y colocado en
el gabinete de la casa, y fue Viera el
primero que demostró en esta Corte los
fenómenos principales de los gases,
para lo cual se tenían varias sesiones, a
que concurrían muchas personas condecoradas,
damas de la grandeza, algunos
médicos y boticarios, profesores de
física y otros sujetos amantes de las incidencias,
con general satisfacción". A
través de este curso, Viera y Clavija habría
introducido, en opinión de algunos,
la física de Newton en España, a la par
que Antonio Ximeno y Pujades, primer
profesor de matemáticas del Colegio de
Artillería de Segovia. Tan bajo era el
nivel de los conocimientos científicos
en España que las concepciones de
Newton comenzaban a conocerse más
de un siglo después de que se hubieran
publicado los Principia.
Por otro lado, fue Viera de los primeros
en realizar experiencias con globos
aerostáticos en Madrid, siguiendo
la moda vigente en París dede que en
1773 los Mongolfier iniciaran la navegación
aérea. Con tal motivo trabó relación
con Bernardo Gálvez -que después
sería virrey de Méjico-, muy aficionado
a estos experimentos, algunos
de los cuales llevó a cabo en los canales
de Madrid. Ambos personajes mantendrían
en el futuro una comunicación
postal en la que no faltaría la referencia
a este tema. En noviembre de 1786
Viera escribía al virrey: "Siento que la
quebrantada salud de V.E., unida a las
graves atenciones de su empleo, no le
hayan permitido practicar aquellas bien
imaginadas tentativas que su deseo de
perfeccionar esta asombrosa invención
de nuestra edad le ocuparon tanto en la
Corte; especialmente la bella idea de
aquellas alas horizontales de ballena y
tafetán, que movidas de arriba a baxo,
pudieran dar impulso y dirección a los
globos, de lo que con tanta satisfacción
hicimos la prueba con la barca del canal
de Madrid la tarde del dos de marzo de
1784."" Gálvez nunca llegó a leer estas
líneas pues moriría en Méjico días después
de haber sido escritas por su corresponsal
isleño.
LA ULTIMA ETAPA: GRAN CANARIA
A poco de regresar a Madrid en
1781 Viera se plantea su definitivo regreso
a Canarias. Su correspondencia
nos revela su impresión personal de
que en Madrid no encontraría lugar, ni
puesto adecuado a sus merecimientos y
a sus inclinaciones, a pesar de que el
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
Un laboratorio de química en el siglo XVIII
marqués de Santa Cruz le mantenía
como miembro de su casa, después de;
haber muerto su hijo, el marqués del
Viso, a finales de 1779. Vacante el cargo
de arcediano de Fuerteventura en la catedral
de Canarias, en julio de 1782 CarIas
111 presentó a Viera para recibir tal
dignidad, en la cual fue aceptado. No
obstante, permaneció en la Corte hasta
la edición del tomo cuarto de su Historia,
que se imprimió en 1783. En marzo
de 1782 comunicaba al marqués de San
Andrés su nombramiento y su determi-;
nación de volver a las Islas: "De esta
noticia -le escribe- puede usted sacar
muchas consecuencias. Las principales
son que me volveré a ser guanche.""
Pocos meses después, en otra carta, le
dirá: "Vámonos a Canaria, dije yo. Vámonos
a la montaña de Doramas, y bebiendo
en el Leteo del olvido de quanto
he visto, conocido y tratado en el gran
mundo, viviré como alma separada en
aquellos Elíseos."" Y cuando, por esos
años, comenta en su correspondencia
con el marqués de Villanueva del Prado
su definitiva decisión de instalarse en
Gran Canaria le confesará que lo que
echará de menos será el gran mundo de
la cultura y la ciencia europeos, concretamente
sus vivencias en París, pero no
Madrid; la distancia real estaría entre la
eclosión cultural y vital de una ciudad
como la capital francesa de entonces y
el plácido retiro en Gran Canaria.
Al fin, en el otoño de 1884 se encuentra
ya en Gran Canaria desempeñando
el arcedianato de Fuertevenlura
en la catedral del Archipiélago. Además
de cumplir con sus obligaciones eclesiales
(en algunos momentos es goberna- "
dar de la Diócesis) y de dar rienda suelta
a sus aficiones literarias, inicia en las
Islas, inicia en Gran Canaria, una nueva "
e importante fase de su actividad científica.
'::s a partir de entonces cuando podremos
hablar de un Viera científico y
naturalista.
En el año 1785, con motivo de haber
acudido a Teror durante las celebraciones
de la Virgen del Pino, lleva a cabo
un análisis de las aguas de la fuente
Agria. Esto lo cuenta en la siguiente
forma en una misiva al marqués de VilIanueva:""Me fuí después al campo, a
la fiesta del Pino de Teror, me divertí
con los paisanos y con aquella naturaleza
rústica, pero magnífica, especialmente
con el examen analítico que hice
en su debida forma, de la fuente agria,
para el qual había llevado conmigo los
utensilios y reactivos necesarios. Esta
operación me sirvió de singular entretenimiento,
por lo que los experimentos
que practicaba, me salían todos según
anticipadamente los preveía, y sus fenómenos
eran peregrinos. Ya puede V.
inferir que la causa de aquel vivísimo
ácido y picante es el Ayre fixo o gas
calcáreo de que está saturada; pero los
arbitrios de que usé para manifestarlo
con entera evidencia, fueron verdaderamente
curiosos. He puesto por escrito
mis observaciones, y por presentarlas a
alguien, las he presentado a esta Sociedad
Económica, para la cual estará en
Griego". Aquí vemos ya a un Viera preocupado
por el conocimiento científico
del medio insular, que aplica al análisis
de las aguas minerales los conocimientos
que había adquirido en sus cursos
de París. Ese "aire fijo" que menciona
con este nombre había sido descubierto
años atrás por Black y es el dióxido de
carbono o anhídrido carbónico. Durante
sus años de Madrid y, concretamente, a
raíz del curso que impartió en el gabinete
del marqués de Santa Cruz, había
publicado el poema "Los aires fixos""
del que en nuestros días dirá Sarrailh:""hagamos un favor a Viera no citando
algunas de sus estrofas". Los análisis
de aguas constituían una experiencia
frecuente en el siglo XVIII y Viera se- "
guirá esta moda verificando también el
análisis de las aguas de Telde.
Fruto del análisis de las de Teror '
fue, como indicaba en su carta al marqués
de Villanueva, la primera de las
memorias presentadas a la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de
las Palmas de Gran Canaria, de la que
será director desde 1790. Entre noviembre
de 1785 y marzo de 1788 traslada a
la citada entidad una serie de memorias
en las que manifiesta sus conocimientos,
más o menos sólidos, de química,
mineralogía y botánica; entre ellas, además
de las citadas, se encuentran los
informes sobre la orchilla, la barrilla, el
tártago o ricino, el tazaygo o raspilla,
etc. desde la perspectiva de sus usos
industriales y económicos.
El DICCIONARIO DE HISTORIA
NATURAL "
Pero lo que domina en Viera ya
desde estos años es su interés por la
historia natural (en 1796 escribiría al
" marqués de Villanueva: "Todo lo relativo
a la Historia Natural de nuestras
Canarias es lo que ahora llama más mi
atención, pues quisiera dexar algo es-o
crito en obsequio de la patria"" Desde
su llegada a Gran Canaria comenzó a
reuní¡ colecciones de piedras, lavas y
roca", volcánicas, tierras, arenas, conchas,
y se dedicó a observar plantas y
árboles, aves, reptiles y peces. Formó
así un gabinete de historia natural de las
Islas, posiblemente el primero que se
reunió en el Archipiélago, ochenta años
antes que se instituyeran el Gabinete
Científico, en Santa Cruz de Tenerife, y
el Museo Canario, en Las Palmas de
Gran Canaria. En 1790 ofrece en su casa
a un grupo de amigos e interesados un
breve curso, a la vista de las piezas de su
gabinete, acompañado de varios experimentos
químicos.
Se dedica por esos años a la elaboración
del Diccionario de Historia Natural
de las Islas Canarias, que concluirá
en 1799. Como indica su nombre, se
trata de una descripción de ejemplares
de los tres reinos de la naturaleza: rocas
y minerales, plantas y especies animales
del Archipiélago Canario, endémicas
o no de estas Islas. Es el primers;ompendio
descriptivo de la naturaleza insular.
La corrección de las descripciones
permite afirmar que el autor está en
contacto con el ejemplar que describe, a
través de una observación directa, bien
mediante un trabajo de campo, bien en
su propio gabinete. El Diccilnario destaca
especialmente en las descripciones
botánicas. De la clasificación que emplea,
se deduce que Viera conocía las
obras de Tournefort, Linneo, Linneo filius
y Lamarck (tenía en su biblioteca
una edición de la Encic~ia Mmdica,
cuya sección de botánica estuvo a
cargo de este último), así como los trabajos
de recolección de Masson y de
Broussonet y el ICDleS PBtaRm de
Cavanilles. A la hora de hacer la descripción,
establece, en algunos casos, comparacionesentre
las diferentes especies
de las islas y señala la afinidad de plantas
nativas con algunas de la península
y otras mediterráneas y europeas; sin
embargo, en diversas ocasiones no señala
la peculiaridad de algunas plantas
endémicas del Archipiélago y las clasifica
como si fueran las mismas que crecen
en otras latitudes. Un dato curioso
lo aportan, por otra parte, las referencias
que verifica en ocasiones sobre la
~ presencia de plantas canarias en jardines
botánicos europeos.
Incluyó también Viera en esta obra
los cultivos ordinarios. Al propio
tiempo, hace frecuentes alusiones a la
utilización de las plantas, por lo que el
DicciDnario es, además, un vademecum
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
medicinal, artesanal e industrial. Otro
detalle curioso nos lo proporciona
cuando, por ejemplo, habla del alpiste
(Phalaris canariense) y se preocupa de
la importación que del mismo se hacía,
cuando es una planta endémica de las
Islas que aquí se da silvestre y que -afirma-
se ha llevado desde Canarias al
Languedoc, a Malta y otras regiones:
Interesante es también su vertiente
conservacionista de la naturaleza, que
manifiesta especialmente cuando habla
de los árboles y bosques del Archipiélago,
subrayando la beneficiosa función
que ejercen para un mayor índice de
pluviosidad en las medianías insulares
y mostrando su inquietud por la extinciórJ
de las masas forestales. Y, así,
cuando habla de especies como el mocán
o el palo blanco se duele de que
estén desapareciendo casi totalmente
de nuestros montes. A través de estas
apreciaciones testimonia el gran polígrafo
una temprana dimensión ecologista,
que se anticipa casi en dos siglos
a esta tardía, agria y hasta ahora, por
desgracia, impotente tarea que nos ha
tocado en nuestros días a los amantes
de esta tierra.
DICCIONARIO
DE
HISTORIA NATURAL
DE LAS
ISLAS CANARIAS
o
INDICE ALFABEI'ICO DESCRIP1'IVU
DE SUS TRES REINOS
Animal, Vegetal y Mineral
POR
D. JOSE DE VIERA Y CLAVIJO
1866
TO M o "
S4-"YA CRUZ DF TENERIFE (ISLAS CANARIAS)"
Imprenta Valentfn 5anz, 15.
1942
Viera y Clavija fue, con Agustín de
Bethencourt y Clavija Fajardo, la cima
de la Ilustración canaria. Y no casualmente
cada una de estas tres figuras
-cuya personalidad científica trascendió
los límites del Archipiélago- hubo
de beber en las fuentes de la cultura
europea de su tiempo, más allá, también,
del legado cultural que podrían
recibir en aquellas y estas Islas del aislamiento.
Como persona, como natura¡
ista y como historiador Viera se adelantó
a tantas y tantas inquietudes que
hoy comparten los canarios de mentalidad
más progresiva y, en este sentido,
su ingente labor intelectual podría ser
proyectada al presente recordando
aquel pensamiento de Chaucer que dice
así: "Y de campos más antiguos que los
que el hombre ve procede este grano
nuevo""
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El 250 aniversario del nacimiento de don José de Viera y Clavijo- que vino al
mundo en los Realejos el28 de diciembre de 1731 y murió en Las Palmas de
Gran Canaria en 1813- se celebró brillantemente con una serie de actos
organizados por la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Viera fue
director de la Económica de Las Palmas a partir del año 1790 y merced a su
iniciativa se llevaron a cabo diversas acciones de signo positivo para el progreso
de la isla, entre ellas la instalación de la primera imprenta que funcionó en Gran
Canaria.
El programa se inició el día 22 de diciembre con la presentación del nuevo
salón de actos de la Económica a cargo de don Diego Cambreleng Mesa, director
de la Institución. El día 23 se descubrió el busto de Viera y Clavija -obra del
escultor Plácido Fleitas- en su nuevo emplazamiento de la Plaza de la Real
Sociedad Económica de Amigos del País; en este acto se hizo una ofrenda floral
" por diversas entidades e instituciones sociales y culturales de Gran Canaria y el
alcalde de la ciudad, señor Rodríguez Doreste, pronunció unas palabras recordatorias
y enaltecedoras de la figura del ilustre polígrafo. Por la tarde, el escritor e
investigador don Alfredo Herrera Piqué disertó sobre el tema "El horizonte
científico europeo y Canarias en la época de Viera y Clavija", fue presentado por
don Juan Andrés Melián, vicepresidente del Cabildo Insular de Gran Canaria y
vocal de la Económica.
El 28 de diciembre se inauguró en el Museo Canario la exposición "Recuerdos
de D. José de Viera y Clavija, su obra y su época"; hizo la presentación el
presidente de la Junta Directiva de dicha Entidad, don José Miguel Alzola.
Seguidamente se celebró en la catedral de Santa Ana una misa solemne, con
intervención de la coral "Regina Coelli", dirigida por el maestro Chano Ramírez;
al finalizar la misa se verificó un responso ante la tumba de Viera y Clavija, en la
capilla de San José de dicho templo. Después los asistentes a los actos se
trasladaron al salón de la Económica en donde, previas las palabras de don
Cristóbal Garcia del Rosario, bibliotecario de esta Real Sociedad, se presentaron
los libros Extractos de las Actas de la Real Sociedad Económica de Amigos del
Pais de Las Palmas de Gran Canaria", desde su primera erección hasta fines del
año 1790, realizados por Viera y Clavija, e Historia de la Real Sociedad Económica
de Amigos del Pais de Las Palmas, 1776-1900, de Cristóbal Garcia del
Rosario.
Las palabras de presentación corrieron a cargo del investigador don Enri-que
Romeu Palazuelos, secretario de la Real Sociedad Económica de Amigos del
'País de La Laguna. Finalmente, don Joaquín Blanco Montesdeoca, director del
Archivo Histórico Provincial, pronunció una conferencia con el título de "D. José
de Viera y Clavija, un canario universal""
Los actos prosiguieron con las conferencias pronunciadas el día 29 por el
investigador y escritor don José Ju~J Ojeda Quintana sobre el tema "El cambio
de la concepción de la Historia desde Viera y Clavija hasta nuestros días", con
presentación del conferenciante por don Gabriel Cardona v\'ood, vicesecretario
de la R.S.E.; el día 4 de enero, con intervención de don Juan Luis BaézArencibia,
catedrático de Química, sobre "La obra científica de Viera y Clavija", previa
presentación de don Nicolás Díaz-Saavedra de Morales, secretario de dicha
sociedad; y, por último, el día 8 C0n la presencia del investigador don Miguel
Rodríguez y Díaz de Quintana que trató de "La ascendencia portuguesa de Viera
y Clavija", tras ser presentado por don Andrés Hernández Navarro, escritor y
censor de la Económica.
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