Texto de la Conferencia pronunciada por E.R. Sventenius
en la Universidad Internacional de Canarias en 1965
Naturaleza canaria y conservación
Sección a cargo del Jardín Botánico IIVieray Clavijoll de Gr?n Canaria
LA FLOR. HISTORIAL DE SU CULTIVO Y SU
INFLUENCIA EN LA CULTURA DE LOS PUEBLOS
[IJ
Tratar de este tema relacionado con
la flor, que ha sido bastante poco
en su aspecto general, es lo que me
propongo en esta conferencia que ha de
versar especialmente sobre el historial
de su cultivo y de su influencia en sí en
la cultura, principalmente en el Arte y en
la Lengua de los pueblos, historial que
sería, naturalmente, muchísimo más
completo de haber podido añadir algunos
datos comprobados respecto a la ya
también reconocida influencia sobre el
individuo, y muy en particular sobre la
infancia aunque esto último pertenezca
al terreno de la pedagogía.
Cabrá, pues, a mis oyentes hacerse
las siguientes preguntas: ¿Qué historial
puede tener el cultivo de la flor? ¿Cómo
es que la flor puede influir en las Artes y
contribuir a modelar la Lengua de los
pueblos? Pues sí, señores. Como todas
las actividades humanas tienen su historial
más o menos largo, más o menos
corto; como lo tienen todas las profesiones,
ya participen en ellas pueblos y
razas en masas o sean mantenidas por
pocos o poquísimos individuos, algunos
de cuyos historiales se pierden en
los albores de la cultura del hombre,
que abarcan en el tiempo miles de años
o siglos, así el cultivo de la flor o Floricultura
tiene también el suyo desde tan
antiguo que tal vez sólo puede ser pFe··
cedido por el de los cultos y los de la
caza, la agricultura y zootécnica y derivados,
la labranza de la piedra, alfareria,
manufactura de armas, etc., actividades
todas estas últimas con el fin de cubrir
las necesidades perentorias del hombre
o del clan de aquel entonces cuando él
era todavía nómada o seminómada,
pero con las cuales tiene poco o nada en
común la Floricultura que todavía en
nuestros tiempos sigue situada en el
mismo lugar sobre la escala de las necesidades
humanas." superflua pero muy
necesaria.
Es muy difícil, por no decir imposible,
poder aproximar algunos datos CFOnológicos
referentes a la entrada del
elemento flor en la vida artística del
hombre primitivo. Pero hay que suponer
que al mismo tiempo que el hombre
comenzó a interesarse por los animales
bajo el concepto de simple observador,
estudiándolos con relación a sus vidas y
costumbres y reproduciéndolos en sus
dibujos y pinturas rupestres y, dicho sea
de paso, algunas de ellas maravillosamente
bien ejecutadas, debió también
empezar a interesarse por las diferentes
hierbas y flo, res que eran una condición
vital de aquéllos, viviendo, además,
como debía vivir en contacto inmediato
con las manifestaciones más puras y
auténticas de la misma Naturaleza. Esto
debió suceder unos diez mil años antes
de Jesucristo. Sin embargo, los primeros
testigos fehacientes de que el hombre
había admitido el elemento Flor entre
los motivos de su repertorio artístico
no se pudieron obtener hasta que se
había hecho sedentario, o sea cuando él
tuvo la tranquilidad y el tiempo suficiente
para dedicarse a decorar los recipientes
de barro y de otros materiales
más nobles. El proceso de reunirse en
pueblos y ciudades fue un paso de muchísima
importancia en el sentido
político-social del hombre, pero tampoco
de menos importancia en el desa-rrollo
del ser humano. Y aquí cabría hacer
la pregunta de si la Floricultura empezó
a ser practicada en las viejas ciudades
de Asia Menor unos 5.000 ó 6.000
años antes de nuestra era. Las plantas
que sirvieron de modelo o ins~iración a
aquellos artistas joyeros y decoradores
de cerámicas no parecen haber sido todas
plantas silvestres de aquellas tierras
y cuya flora se conoce hoy con bastante
perfección. Pero cultivándolas, el
artista podría permitirse tener las plantas,
que él necesitaba para sus obras,
más cerca de sí y de su clientela, ávida
de joyas y de hermosos objetos domés- "
ticos y quizás también estas plantas entonces
como hoy contribuían a embellecerle
y añadir sentido a su vida artística
y mantener el contacto con la NatuFaleza,
que dentro de las ciudades, amUFaliadas
o no, siempre ha corrido el riesgo
de perderse. Yen nuestros tiempos más
que nunca. Sea como fuera, aquí no Fesulta
ser el lugar y el momento para
aclarar dónde estuvo enclavado el primer
jardín de la Humanidad. Pero sí hay
sobrado motivo para creer que donde
éste existió, allí comenzaron los primeros
titubeos de la Floricultura.
¿Qué factor hubiera podido ser en
las flores que más llamara la atención
del hombre en aquellos lejanos tiempos
para que las admitiera como elemento
integrante de su vida y como fuente de
inspiración para el embellecimiento de
los utensilios domésticos más triviales
o para crear joyas y adornos personales
de una gran belleza intrínseca? La pFegunta
es fácil de hacer pero, y huelga
decirlo, sumamente difícil, por no decir
imposible, de contestar con certeza. Hállase
más a mano suponer que debiera
probablemente primero ser la forma de
las plantas, y quizás más bien la rama,
respectivamente la hoja, que la flor lo
que atrayera la atención de aquellos
hombres. Sin querer de ningún modo
fijar normas y presentar hipótesis sobre
tan sugestivo tema, que, al final de las
cuentas pertenece a los arqueólogos
versados en estas especialidades, sin
embargo, durante mis muchas horas
gastadas en las salas de colecciones
pertenecientes a las culturas más antiguas
de los principales museos en Eu-
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
ropa, junto con una, tal vez menos valiosa
bibliografía sobre cerámica decorada
de las edades más lejanas, he podido
observar que en todo ello hay una
tendencia más o menos dominante de
preferencia por las partes netamente
vegetativas de las plantas, o sea árboles,
ramas y hojas que, junto con las
figuras de animales, representan la
parte decorativa en la cerámica, mientras
que en los objetos destinados al
adorno y compostura de la persona, especialmente
de la mujer, la flor resulta
ser más usada como motivo u ocupando
un puesto de neta preferencia en
éstas, que podríamos llamar, verdaderas
"creaciones". Si a estas tendencias
deseáramos buscar el porqué, podríamos
alegar la razón de que para la mayoría
resulta más fácil dibujar una rama
o una simple hoja que pintar una flor.
Además, para poder pintar ésta el artista
de entonces hubiera tenido que enfrentarse
con las dificultades para poder
conseguir los colores y prepararlos, oircunstancias
que forzosamente debieron
rebajar sus aspiraciones dentro del
arte pictórico. La fácil solución consistente
en sólo apretar un tubo con el color
deseado, vendría unos cinco mil
años más tarde.
A lo mejor muchos de mis oyentes
se extrañarán ante la insistencia por
parte mía al indicar y comentar tantos
detalles en torno de la Flor en unos
tiempos tan distantes de nosotros como
son aquellas eras prehistóricas, y fermular
ante ustedes tantas preguntas y
enigmas con una aclaración a medias o
con ninguna. Como débil justificación
de este mi proceder, debo hacer constar
que este asunto, o sea "La Flor en su
relación con el Ser Humano", es una
cuestión que me ha interesado durante
mucho tiempo, durante un lapso de
tiempo que ocupa los dos terc;os de mi
vida. Sin embargo, estas pequeñas observaciones
jamás fueron expuestas en
público, salvo, a lo más, comentadas
alguna rara vez entre amigos y personas
interesódas por estas cosas. Ha sido
mi único deseo el elaborar con lo ante-
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dicho el fondo sobre el cual podrán quedarse
mejor destacados los hechos con
fechas; en fin, la parte netamente histórica
de este historial de la Flor y la Floricultura,
fechas y lugares más o menos
sujetos a las viejas culturas, en su mayor
parte desaparecidas ya hace muchísimos
siglos en diferentes lugares de la
Tierra, y hasta intentar de conectar algo
de aquello con los hechos y la vida de
nuestros tiempos. Ahí vamos:
La Sagrada Escritura: El Génesis,
primer libro del Pentateuco, nos da a
conocer eon definición el nombre y aspecto
del primer lugar mencionado en
la Tierra: El Paraíso, que nos es presentado
y descrito como algo parecido a uh
delicioso Jardín y lugar de agradable
bienestar. Entre las numerosas plantas
que debían crecer dentro de este recinto
no es, sín embargo, mencionada ninguna
flor, lo que, no obstante, no ha
sido obstáculo alguno para que los artistas
de todos los tiempos nos hayan
mostrado todo lo contrario, segUfamente
por la sencilla razón de que resulta
algo difícil imaginarse un jardín sin
flores. El Pentateuco tampoco menciona
utílidad alguna, sino exponiéndonoslo
simplemente como un don hecho
a los primeros seres humanos por parte
del Supremo Creador. El Paraíso ha sido
un tema que ha tenido una profundísima
influencia en la vida interior del
Mundo Cristiano y como impulso en las
Artes así como en la cultura europea en
general.
u ciudad de Ur: Entre los primeros
datos en relación con el tema aquí tratado,
deben figurar los hallazgos arqueológicos
hechos relativamene hace
poco tiempo en el Asia Menor, y para
más precisar, en la antiquísima y bíblica
ciudad del Uro En una de las tumbas
reales fue encontrado, entre otros interesantísimos
objetos, un tan curioso
como valioso adorno de cabeza de mujer,
compuesto de flores y hojas de oro,
lo que al mismo tiempo resulta ser una
importantísima comprobación relacio-nada
con la influencia floral sobre las
modas femeninas tan lejanas de nosotros
como unos tres mil años antes de
Jesucristo.
En Babilonia: existían en el siglo
VIII antes de Cristo los famosos Jardines
Colgantes de la Reina Semíramis
que eran considerados como una de las
siete maravillas del Mundo antiguo.
Pero tampoco de este Jardín disponemos
de dato alguno de sus flores, lo que
no quiere decir que el día menos esperado
se encuentre, bajo gruesas capas
de escombros y estratos de barro, algún
archivo que encierre el "Catalogus Plantarum""
escrito sobre tablillas de barro
cocido, de los Jardines de la reina Semíramis,
pues los babilonios tenían fama
de ser muy meticulosos como administradores
de bienes ajenos.
Egipto: con sus muchas y largas
dinastías reinantes, estuvo muy entfegado
al cultivo de las plantas y flores.
Esta afición refleja tan a menudo y con
tanta variación la importancia de la flor
en la vida cotidana de aquella potente y
culta ciudad humana y reproducida con
un sinfín de detalles y tanta fidelidad en
las innumerables obras de Arte que nos
han dejado, que se debe admitir la existencia
de una floricultura bastante avanzada
en el gran País del Nilo. Lo único
que no se puede saber de cierto es si
existía una floricultura en plan explotación
comercial, lo que, por otra parte, no
tendría nada de particular en un país
con uné;ls normas de trabajo tan avanzadas
en el sentido de organización y
aprovechamiento de la irrigación y del
clima.
La Flor debió haber sido en el
Egipto de aquellas épocas un artículo de
necesidad en las esferas sociales económicamente
algo favorecidas. Pero
también lo fue para los artistas del Arte
puro como para los arquitectos. Al nombrar
este último grupo profesional no
podemos omitir dos plantas que tuvieron
una muy profunda influencia ~n la
arquitectura del legendario país de los
faraones, especialmente en su arquitectura
monumental. Estas dos plantas son
el PAPIRO (Cyperus papyrus L.) y el
LOTO, o sea el Loto de los antiguos (Nelumbium
speciosum \ft¡ illd.) que por sus
estéticas formas inspiraron la creación
de dos columnas con sus inconfundibles
capiteles, estilos que todavía se llaman
con los nombres "papiriforme" y
"lotiforme", la primera como representante
del Viejo Imperio (2.900 años antes
de Cristo) y la segunda, como exponente
del llamado Nuevo Imperio, el sigld
XIV antes de nuestra era. A pesar de
todos los grandiosos impulsos que las
flores dieron a las construcciones, y
como inagotable fuente para la artesanía
de muebles, cerámica, objetos de
lujo y joyería, la faceta más bella y más
interesante, según mi modo de ver las
cosas, debió ser su influencia sobre la
misma vida del hombre, tanto en vida
como muerto. Así todo el Mundo resultó
al parecer emocionado por la noticia
de que el descubridor de la tumba
del Faraón Tutankamon en el Valle de
los Reyes er. el Alto Egipto, que el día 24
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
de Noviembre de 1922 penetró en la
cámara sepulcral de este Faraón que
reinó en el sigld XIV antes de Jesucristo,
encontrarse entre los inmensos tesoros
allí reunidos, o mejor dicho amontonados,
unas flores colocadas como una
última despedida antes de ser cerrada la
entrada y sellada con la impronta del
real sello del muerto por un tiempo de
más de tres mil años.
Grecia: Comparada ésta con algunos
países anteriomente nombrados y
otros aún por mencionar, los elementos
del reino vegetal no tuvieron aqui tanta
influencia durante el gran florecimiento
de la cultura griega (siglos V hasta siglo
111 antes de Cristo) como podría esperarse:
Aunque es bien conocido que los
griegos se interesaban científicamente
por las plantas en general como objetos
de estudio (Aristóteles Teophrasto y
más tarde Dioscórides) sabemos relativamente
poco sobre la influencia de la
Flor en la vida de aquel pueblo que fue
el más culto de la Tierra. Pero creo que
podemos decir que el griego medio no
tenía una sensibilídad en el sentido de
un Rousseau para la Naturaleza. El objeto
más digno para ser estudiado en
primer lugar, era para el griego el
mismo Ser humano: él mismo y su
modo de pensar. Pero sabemos que a
pesar de esta nota de egotismo, o tal vez
precisamente debido a esta postura
personal y en general, a los griegos gustaba
ponerse coronas de flores en la
cabeza; en la fiesta o en el banquete era,
entre otras flores la Violeta la que servía
para el adorno de muchas célebres testas;
para los vencedores en los Juegos
Olímpicos les esperaban las coronas de
ramas de Olivos silvestres, que no podían
ser cortadas por otra persona que
por un adolescente que debía tener aún
sus padres er;l vida; la flor del Narciso
parece· haber sido considerada como la
flor de la juventud, mientras que el
Mirto intervenía en las fiestas nupciales.
También sabemos que las ofrendas a
los muertos consístían en parte de fFutos
y flores. Sin ser partidario de buscar
y subrayar las coincidencias, creo, sin
embargo, que en relación a lo última-mente
dicho sobre las ofrendas a los
muertos, debe ser mencionado un hecho
que los viejos textos de la Antigüedad
nos han transmitido y (según Vitfuvio)
tuvo una influencia notable dentro
de la arquitectura griega. Se trata de la
ocasión en que el escultor jónico Calímaco
vio en un cementerio un canastillo
de ofrendas votivas sobre una tumba
y parcialmente cubierto por las hermosas
hojas de un Acanto silvestre. La impresión
por él recibida fue lo suficiente
para que creara un nuevo estilo de capitel-
el capitel corintio- una de las manifestaciones
más bellas de la arquitectura
griega como también de la arquitectura
universal.
Pero la antigua Grecia fue un país
donde las plantas y las flores, así como
los animales y los fenómenos pUFamente
de orden físico de la Naturaleza,
tuvieron una influencia extraordinaria
en el Lenguaje y la Literatura. Quizás
podríamos decir que la verdadera y
gran influencía de las plantas y flores
sobre el pueblo griego fue por medio de
su literatura, principalmente en su poesía
y sus leyendas. Ya hemosdicho que
el griego generalmente no sentía más
que una mera curiosidad por el mundo
de los vegetales, aunque tenía grandes
conocimientos de ellos, pero los cultivó
en los jardines de su excepcional fantasía.
Sus divinidades tomaron a menudo
las formas de las plantas o las plantas
eran convertidas en diosas y las aventuras
y complicacicones de estos seres ya
no solamente forman un mundo aparte
de lo que es el pensar humano sino también
en el mundo de la literatura de todos
los tiem pos.
China: Pero casi simultáneamente
que en Grecia y en sus colonias las fIares
y las plantas inspiran a crear grandes
obras de arte y cultura, difundiéndolas
por el Viejo Mundo, el gran Imperio
Celeste de la China vive por su parte
una intensa vida cultural-artística, pero
de cierto modo distinta por ser dirigida
más hacia lo íntimo de la vida humana,
o sea la vida personal y del hogar. Raras
veces se ocupa de crear arte monumental.
Este arte, en que las plantas y las
flores ocupan un lugar de cierta preferencia,
solamente podría ser posible
gracias a una profunda y aguda observación
y un fino instinto para ver los
valores estéticos de las cosas y después
exponerlas en tamaños módicos o en
miniaturas. Así crean sus admirables
obras en bronces y porcelanas en cuyas
superficies tenues plantas y delicadas
flores disputan el espacio con mitológicos
dragones, todo cubierto por finísimos
esmaltes multicolores, o se dedican
a reproducirlas en delicadas y magistrales
tallas en jade, marfil, nácar y
otras materias nobles. No obstante lo ya
dicho, la verdadera influencia de los vegetales
en el Arte chino probablemente
la encontraremos en el Arte textil o en
sus dibujos y pinturas sobre el papel de
arroz. Sin embargo, todo este Arte tiene
algo muy importante en común." un
distinto modo de ver y sentir.
Japón: Tratándose del lejano
Oriente me parece que no podemos dejar
de mencionar al Japón. Quizá no
tanto por su antigüedad com parado con
el viejo Arte de la China sino más especialmente
por su extraño arte en cuanto
se trata de la composición de los adernos
florales.
Aquí nos enfrentamos con unas
viejas alegorías que sin duda tienen que
proceder de los ambientes místicoreligiosos.
Todo Arte floral en este país
se funda siempre en un motivo simbólico
principal determinado y del cual las
plantas, ramas o las flores deben ser
intérpretes. Uno de los temas principales
en casi todas estas creaciones artísticas
suelen ser los elementos Cielo,
Hombre y Tierra y generalmente expFesados
por mediación de ramas en distintas
posiciones. Los demás elementos
de adorno son detalles complementarios
expresivos dirigidos a la persona o
personas que deben ser homenajeadas.
Este singular y complicado Arte floral se
ha convertido en casi una ciencia.
India: También este vasto y para
los occidentales tan legendario y mlstico
país, ha sido siempre un declarado
e incansable admirador de las flores. Su
arte escultórico, generalmente con tendencia
antropomorfa, casi no se concibe
sin el adorno floral,' llegando a veces
a tal dominación que se aparta un
tanto de lo que nosotros solemos considerar
como cosa sobria y de buen
gusto. En la India la flor de Loto (Nelumbium
speciosum '1/1; illd.) ha tenido y todavía
tiene una gran influencia en la religión,
datándose del siglo V antes de Jesucristo,
pero aquí íntimamente lígada
con las creencias de Suda.
Roma: Solamente al pronunciar
este nombre a veces suelen producirse
en los oyentes unas asociaciones de
ideas y que casi toman la forma de una
reacción en cadena: Edificios públicos
monumentales, grandes vías triunfales,
monumentos de todos los gustos y tamaños,
templos y basílicas, Emperadores,
Cónsules, Lictores y Tribunos, ejércitos
que íban, ejércitos que volvían, Senadores
y grandes Hombres de Estado,
algún poeta, poca Filosofía y aún menos
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jardines. Tanta magnificencia, tanto de
lo grande nos reconstruimos mentalmente
con sólo oír el nombre de Roma,
que al final nos queda sólo preguntarnos
si por casualidad hubo algún sitio
para alguna modesta flor.
y tal vez después de una breve reflexión,
tenemos que contestar con un
Sí. ¡No faltaria más! ¿La dueña del
mundo sin flores? Los grandes
prohombres que regían los destinos de
aquel inmenso imperio a veces se dedicaban
más a cultivar sus gustos personales
que a los intereses del Estado a
ellos confiados. Muchos tenían en las
afueras de la gran urbe sus llamadas
"villas urbanas" con sus jardines y
donde sus dueños descansaban de sus
agitados quehaceres. Aquí el cultivo de
la flor debía ser bastante corriente y probablemente
sujeto a un surtido bastante
variado. Así sabemos que el
mismo Cicerón poseía una casa de
campo en Arpino, que al mismo tiempo
era su casa natal. y donde él se retiraba
tan a menudo como podía. Su propia
descripción de este lugar campestre es
una de sus páginas más bellas y emotivas.
Como es natural no se olvidó de
incluir las plantas en su relato. Pero
también sabemos por cierto que la flor
desempeñaba un papel bastante impertante
en los tan celebrados banquetes
en la gran ciudad imperial así como en
otras partes y que consistía más bien en
lo que benignamente podríamos llamar
una especie de intervención en la fiesta.
Pues cuando el banquete se hallaba en
un estado lo suficientemente avanzado,
los comensales se ponían las guirnaldas
de flores en sus cuellos y, a veces,
en el momento de pronunciar los brindis
y las palabras de buen augurio en
presencia de las estatuitas de los Lares
de la casa, el anfitrión hacía llover flores
desde el techo sobre los invitados. De
aquellas fiestas, con el inconfundible
sello de la exageración pero en plena
consonancia con el estilo de la época,
tanto bajo el Imperio como durante la
República, tal vez podríamos decir que
lo único natural de ellas debieron ser las
flores.
Muy buenas e inconfundibles
muestras del Arte floral que existía en
los dos siglos de enlace entre la Era Antigua
y el primer siglo de la nuestra,
tenemos en las recuperadas ruinas de
Pompeya. Con sus a veces muy bien
conservadas pinturas murales con escenas
de la vida o con motivos mitológicos,
y cuyos bordes o molduras se hallan
compuestas por motivos florales
más o menos acusadamente estilizados,
o a veces paños enteros con flores
como único motivo, nos dan unas perfectas
ideas sobre la importancia de la
Flor dentro de un núcleo humano que
no era más que un mediano lugar sobre
la escala cultural en aquellos tiempos.
El Mundo Arabe: Al venir al Mundo el
Mahoma a mediados del primer milenio
después de Jesucristo, el Mundo Arabe
tuvo el momento más importante de
toda su historia, pues desde este instante
comienza su verdadera unión que,
como sabemos, no fue solamente un
34
gran acontecim iento histórico sino también
de una gran importancia de índole
cultural. No fue un puro azar que las dos
"culturas" o sea la Cultura árabe y la
Floricultura se unieron en Europa desde
el principio. Y partiendo del viejo concepto
que donde florece la cultura florecen
también las flores, este viejo adagio
pudo una vez más ser comprobado en
lo de su veracidad. Además, creo no
exagerar, cuando digo la feliz fusión de
estas dos "culturas" fue de una gran
importancia para los países donde primeramente
se establecieron, y más
tarde para la Europa entera. Las sobrias
y al mismo tiempo refinadas costumbres
de los adictos al Gran Profeta no
solamente trajeron consigo considerables
adelantos técnicos en la Agricultura
en su época sino también que de
ellos se favorecieron notablemente la
Floricultura como la Fruticultura. Fue
principalmente España la que más supo
aprovecharse de estas enseñanzas y
que, como bien sabemos, tuvo el honor
de albergar a estos grandes maestros
en sus tierras meridionales. Debió de
haber sido una muy buena enseñanza
con magníficos ejemplos. Hay que suponer
que un gran número de plantas,
que aún hoy cultivamos, hubieron de
ser introducidas por ellos al mismo
tiempo que crearon la primera arquitectura
seria relacionada con el Arte de Jardín.
El antiguo alcázar de la Alhambra y
su palacete Generalife en Granada son
todavía buenos testigos de la gran misión
en pro de la cultura europea realizada
por estos nobles hijos de los grandes
desiertos. Pero lo que más nos interesa
saber es que ellos también favorecieron
grandemente a la Floricultura,
dándole el verdadero impulso que necesitaba
para poder destacar en aquella
oscurecida Edad Media europea. Muy
notable es el gran uso de los motivos de
flores y plantas en sus obras de Arte,
especialmente en sus variadísimos mosaicos,
estucados y artesonados, obedeciendo
tal vez esta predilección más
bien a las sujeciones a las reglas impúestas
por el mismo Mahoma, que a
las iniciativas e inclinaciones artisticas
propias.
La Edad Media: Larga época ofuscada
por ideas supersticiosas, procedi-mientos
bárbaros, intrigas, discordias y
actos viles junto con guerras sin terminación.
Ciudades formadas por casas
apretadas e insanas, calles sucias, estrechas
y oscuras y con seres humanos
dentro, azotados por el hambre y las
epidemias, todo amurallado." en fin, la
Edad Media, que alguien llamó la noche
de Europa y, por cierto, ambiente muy
poco propicio para poder hablar de cultivo
de Flores; ambiente más natural "
para bacterias y hongos. Pero entre todas
estas sombras y calamidades hubo
unos refugios abiertos para la Floricultura
y éstos eran los Monasterios y no
solamente en la Península Ibérica sino
en toda Europa.
Pero en ellos no era sólo la Floricultura
la que se refugió, sino todo lo que
simplemente entendemos como cultura
humana. Fue también en estos remansos
de paz y de virtudes donde se
mantuvieron vivos los conocimientos
sobre las virtudes medicinales de las
plantas. No es de extrañar que muchos
monjes fueran en aquellos tiempos las
primeras figuras en cuanto se trataba de
conocimientos de las plantas, pero el
que, entre muchos, se ha quedado en
lugar preferente es Fray Alberto a quien
se añadió el sobrenombre de Magno.
Perteneció a la Orden Dominicana y vivió
desde 1193 hasta 1280. En cierto
modo podemos decir, que las plantas
refugiadas en estos lugares florecieron
en dos sentidos o sea en los primeros
libros escritos sobre ellas y, por cierto
no menos importante, con su gran influencia
decorativa en la literatura contemporánea.
Pues era en gran parte gracias
a estos monasterios, con sus pacienzudos
moradores, que se salvaron
muchos de los grandes textos heredados
desde los tiempos de la cultura clásica.
Y es en estos pergaminos amarillentos
donde ahora sale a relucir el Arte
floral. Pero es un. arte muy distinto de
aquellas variaciones nombradas anteriormente;
más bien un arte espiritualizado.
Su influencia generalmente se·limita
a decorar las letras iniciales de los
textos manuscritos de los grandes humanistas,
sabios y místicos de los siglos
ya lejanos. No está por demás de mencionar
que fueron principalmente los
monjes cristianos, en su mayoría pertenecientes
a las Ordenes de San Basilio,
San Jerónimo y de San Benito, que pasaron
sus vidas entretenidos por salvar
estos grandes tesoros antiguos para la
posteridad. ¡Qué pobre sería hoy el
Mundo si asi no lo hubieran hecho!"
Como recuerdo vivo de aquellas
épocas tenemos en nuestros jardines la
blanca flor de'la Azucena (Lilium candidum
Linn.) probablemente traída a Europa
al volver de sus peregrinaciones a
la Tierra Santa. Esta flor era frecuentemente
reproducida en las pinturas sobre
tablas de madera que todavía llamamos
retablos. A la Edad Media pertenecen
también los dos estilos arquitectónicos
llamados románico y gótico y en
cuyos adornos y decoraciones intervienen
los motivos florales muy a menudo
yen inagotables variaciones.
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