lA AGRICUnURA IN CANARIAS AMIlAD DIl SIGlO XIX
UN CUIIlVO I1PICO OllA IPOCA: lA COCHINillA
La Memoria sobre- el estado de la
agricultura en Canarias a mitad del siglo
XIX, de la que venimos dando cuenta
parcialmente, se ocupa con detalle de
la descripción y técnica de todos los
cultivos de la época, desde el ma íz -como
les ofrecimos en el número anteriorhasta
el del nopal para la inserción de la
cochinilla. Por sus características peculiares,
reproducimos aqu í lo referente a
este insecto que significó el renglón más
importante de la exportación agrícola
en Canarias durante el siglo pasado.
Proseguimos, después, con los referente
a instrumentos agrícolas y ganadería.
Cultivo de cochinilla en Arucas (Gran Canaria)
PROPAGACION, CRIA y RECOLECCION
DE LA COCHINILLA.
La primera semi Ilación se hace en los
meses de marzo, abril o mayo, según
se adelanta la estación y que prmcipian
a desovar las destinadas para madres.
En los meses calurosos, emplezan a
desovar de los setenta y cinco a los
noventa días de nacidas, y en los más
frias de los noventa y cinco a los ciento
quince: se han indicado por los inteligentes
varias señales para conocer la
proximidad al parto; pero nosotros
creemos que lo l!Iás positivo es ver que
principia a andar por las palas la nueva
cría; entonces sin demvra se procederá
a recoger cuidadosamente las madres en
la forma que más adelante marcaremos.
Recogidas, pues, se extienden a media
pulgada de espesor en tableros o cajones
de madera de una y media a dos
varas de largo, y una de ancho sobre
medio pie de alto: pónense encima de
la cochinilla trapos de una de largo y
cuatro o cinco dedos de ancho, no
debiendo dárseles mayores dimensiones
porque recargando de insectos la penca
se crían débiles y pequeños, producen
menos con mayor gasto de madres, y se
atrasa y consume la hoja. Los trapos
extendidos sobre la cochinilla se quitan
y reponen diariamente, pero pueden
mudarse dos y aun tres veces al día, si
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es muy abundante el desove. Cuando
está bien cubierta de él la parte inferior
de los trapos, se llevan estos al tuneral
en cestas entre largas u otro utensilio
análogo, y se coloca cada trapo abrazando
una pala a lo ancho; para fijarlos
se clavan en ella sus extremos con púas
de tunera, que es lo que menos lastima la
planta. Observándose que unos días
después que el insecto ha prendido en
la penca, se quita de ella el trapo que se
destina al mismo uso: siguiéndose este
método de semi llar no hay inconveniente
en verificarlo a cualquiera hora del
día. En algunas instrucciones se dice
que el desove de las madres no debe
tomarse sino cinco a seis días, porque
después la cría sale de mala condición;
pero repetidos ensayos nos han hecho
ver que de doce y aún de quince días es
igual la cría a la anterior, si la madre
está en buen estado.
Algunos para semi llar la, cochinilla
no usan dE) estos trapos, sino que hacen
unos saquillos de tul u otro tejido firme
y claro, ponen en cada uno de ellos la
cantidad de madres que hace una
cucharilla de té, y prenden un saquito a
cada penca clavándolo por la parte
superior con una púa, y concluido el
desove recogen los saquillos para
aprovechar las madres y volverlos a
usar; pero con este método se gasta o
emplea más cochinilla, y tiene tambien
el inconveniente de que la cría provenida
del desove se agolpa en el solo punto
en que se prendió el saquillo.
Hecha lasemillaci6n, se matan y
secan las madres, que es la cochinilla
preferida por los compradores.
Debe no olvidarse que cuando la
tunera está ml,Jy frondosa y la hoja muy
llena y tersa, con dificultad prende en
ella el pequeño insecto, por lo que, si el
tuneral es de riego, conviene que antes
de la semillación se le deje pasar alguna
sed a la planta, para que, marchitándose
un poco, agarre mejor la cochinilla "
dándosele después un riego, a fin de
que tome fuerza y se alimente éste.
De los cincuenta a los sesentadías
de puesta,' nacen los machos, que son
unas pequeñas mariposillas de un color
blanco sucio, fecundan a las hembras y
mueren a poco tiempo. La figura de
éstas es una elipse sólida, cortada longitudinalmente;
su largo, de tres a cuatro
líneas; permanece en el punto en que
desde luego se prendió por medio de su
trompa, no pudiendo volver a asirse una
vez que fue separada: según lo más o
menos caluroso de la estación, alargan
el empezar el desove desde los setenta y
cinco a los ciento quince días, y se
deben recoger cuando ya han empezado
a desovar, a fin de dejar nuevamente
semillada la penca.
Para recoger la grana, se usa de unas
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
Instmmentos agrarios: el arado,
la hoz, la horqueta, el trillo' y pocos más
cucharas grandes de latón, con la punta
cortada y con una pieza soldada que
cubre los dos tercios de su convexidad,
contando desde su unión con el mango:
éste es de media vara de largo, y termina
en una lengüetilla también de lata;
por manera. que,despegándose la cochinilla
con la punta de la cuchara, no se
caen las que ya se hallan dentro de ésta,
aunque se baje un poco la mano, porque
les impide el derramarse la tapa que
cubre la parte posterior de la misma
cuchara. Mientras se opera así con la
mano derecha, o se desprende la cochinilla
con la citada lengüetilla del mango,
se tiene en la mano izquierda otro instrumento.
Este es un cajoncillo de lata
de cinco a seis pulgadas de alto, y que
forma un triángulo isósceles: en el
centro del lado menor lleva un mango,
y el largo de cada uno de los lados
mayores es de siete a ocho pulgadas:
manteniéndolo por el mango con la
mano izquierda, se acerca uno de los
lados más largos a la parte inferior de la
hoja, para que caiga dentro de dicho
cajón la cochinilla que se desprende al
tocarla con la lengüeta del mango de la
cuchara, y para vaciar la que esta contiene
cuando es mas cómodo operar
con la parte convexa de la misma, y hay
en ella demasiada cantidad de grano:
llenos los cajoncillos, se vacían en otras
vasijas que se tienen prontas al efecto.
A fin de que la cochinilla, siendo
más granada, tenga mayor estimación,
es lo mejor, si bien más detenido, que al
recogerla no se tome toda la que tenga
la hoja, sino la mayor, y que esté en
perfección, dejando para otra mano la
más pequeña, que entonces se adelanta
con prontitud. Cuando se trata de destinar
alguna a madres, debe tomarse
para esto la mejor, o sea la recogida
primero. A intento de evitar en lo posible
esta desigualdad en la cochinilla,
conviene hacer la semillación continuadamente
y con prontitud, para que
toda la cría sea de un tiempo.
En cada día de la recolección, oa
más tardar al siguiente, se procede a
matar toda la grana recogida. Para esto
se pone a dos pulgadas de espesor dentro
de grandes bandejas de lata o barro,
que se entran en una estufa u horno
calentado a 44~ termómetro de Reaumur:
mientras están all í, es preciso examinar
y remover con frecuencia la
cochinilla, no sea que se queme o pegue
en el fondo de las bandejas. Ya muerta,
se coloca a dos pulgadas de espesor
dentro de los cajones o tableros, de que
hemos hablado, y se ponen al sol hasta
que aquella se seque perfectamente,
cuidando de removerla y voltearla
todos los días, a fin de que no se enmohezca.
Hay otro método aún más sencillo
y económico de matarla, y es llenar
vasijas de barro de forma cil índrica que
hagan doce libras de cochinilla: tap~ndalas
bien, mueren en veinte y cuatro
horas; pero si la vasija es menor o no se
llena, es necesario un· doble tiempo;
mas este método presenta el inconve-niente
de que para sacar la grana es
preciso hacerlo a un calor artificial
moderado, pues poniéndola sólo al sol,
tarda muchos días en secarse bien. Tres
libras y cuarta, o tres libras y cinco
onzas de cochinilla verde, dan una libra
perfectamente seca. Para venderla se
pasa por un tamiz para despojarla del
polvillo blanco que trae siempre de la
planta.
Cuando la estación permite semillar
la cochinilla temprano, después de recoger
la primera cosecha queda el nopal
con nueva cría para una segunda cosecha,
que se coge a los setenta y cinco
días por ser la época más calurosa; y si
las aguas de invierno son tardías, y poco
fuertes las de la otoñada, se puede consegu
ir una tercera cosecha, a lo menos en
las costas, pues en nuestro clima templado
y benigno no muere la cochinilla
en diciembre, y sólo en las medianías la
matan los fríos de enero.
Las plantaciones de nopales deben
cuidarse de limpiarlas de ratones y
lagartos, pues estos animales hacen un
gran daño a la cochinilla: también
comen mucha todas las aves domésticas
y los pájaros.
El producto por término medio de
una fanega de tierra (medida de Canaria)"
siendo de riego y estando bien
semillado el nopal, es de cinco quintales
de cochinilla seca. En los secanos, según
la clase de terreno y estado del tuneral "
varía mucho desde cincuenta 1ibras a
tres quintales por fanega.
MEJORAS
Esta explotación pudiera darnos
aún más utilidad si se hiciesen algunas
econom ías. En los puntos retirados de
las costas es preciso, por la primavera,
traer las madres de otros parajes más
cálidos, a causa de que en aquéllos
muere casi toda la cochinilla en el rigor
del inviernn y, sin embargo, no se
forman invernaderos para conservarla.
Con este objeto debería separarse una
pequeña extensión del terreno, y en él
se plantarían mucho más espesas las
tuneras, dejando sólo una calle de una y
media a dos varas de ancho cada seis
hileras de nopales: en las orillas de las
calles se clavarían horcones que saliesen
perpendicularmente del terreno dos
varas, y éstos sostendrían una latada
clara de cañas, la cual se cubriría con
haces de juncos o de paja de centeno,
para tapar así las hileras de nopales,
dejando en claro las calles: de este
modo, en los días de sol despejado,
podrían descorrerse fácilmente los
techos, para que disfrutaran de su benéfico
influjo las plantas. Pasado el invierno,
se dejarían en pie los horcones y
armazón de cañas, y guardándose los
haces que las cubrían hasta la próxima
invernada. Esta medida traería considerables
ventajas y economías: 1~. Proporcionaría
el medio de que en los puntos
del Norte yen los del Sur, retirados
hacia lo interior, se tuviesen a mano las
madres para semillar en primavera, y no
que se pierdan uno o dos meses por no
encontrarlas, y de consiguiente, da el
nopal una cosecha menos . 2~. Se evitaría
el crecido coste de comprar las
madres a un precio· doble y a veces
triple del que tiene después de la coch inilla,
a más de los gastos de conducción
pues les precisa ir abuscarlas a las costas
y partes del Sur en que naturalmente
resiste al invierno, con especial idad
la que se halla en la faz que mira
hacia abajo en las palas inclinadas al
suelo. 3~. Estarían las madres en mejor
condición para semillas, pues viniendo
amontonadas d8sde considerables
distancias, y agitadas por el movimiento
del que las conduce, se estropean
mucho: así que, adoptando lo que
hemos indicado, se semillaría con menor
cantidad de madres y mas sanas. 4~. Y
finalmente, se haría la semillación con
cochinilla aclimatada ya a aquel temperamento,
y no con otra que, viniendo
de puntos más calientes y secos, no
debe darse también en los más frias y
húmedos.
Es, pues, visto, que si se hiciesen
todas las econom ías en esta explotación
que nuestro benigno clima nos permite
hacer sin precauciones dispendiosas, y
cuyos trabajos ofrecen la ventaja de poder
verificarse casi todos con mujeres y
muchachos, fuera de suma utilidad para
la provincia, aunque el precio actual es
muy bajo, pues no pasa de siete y medio
a ocho rpta. la libra de cochinilla
seca.
INSTRUMENTOS AGRARIOS
Atrasada nuestra agricultura en casi
todos los ramos, escaso es el número de
los instrumentos que se emplean en los
trabajos rurales. Por otra parte, a excepción
de algunos predios bastante extensos
que pertenecen: a algunos grandes
propietarios, el resto de terreno está dividido
en pequeñísimas fracciones que
poseen infinidad de pegujaleros y personas
de escasa fortuna: así que no
pueden hacerse explotaciones en
grande, ni usarse instrumentos complicados
y costosos aunque más ventajosos
y útiles. Opónese tambien a esto en
muchas partes la mucha constitución y
disposición del terreno que, fuera de
algunas pequeñas vegas, es en lo general
quebrado, siendo necesario formar paredes
de piedra seca, que llamamos cade- ~
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Ganadería existente en las Islas
en el siglo pasado
LA AGRICULTURA EN CANARIAS
A MITAD DEL SIGLO XIX
nas, en los valles y cañadas para allanar
algunos trozos.
No usamos más que el arado común
y sencillo tirado por un par de bueyes o
vacas. Y en la isla del Hierro no se
conoce ni el yugo para el arado: usan
sólo de lo que llaman carga o palo con
que sujetan el tim an del arado, de modo
que las reses tiren haciendo la fuerza
con el pecho; del mismo modo se valen
en la isla de Fuerteventura cuando sus
yuntas consisten en un par de jumentos
o de camellos. A efecto de cavar la
tierra se emplea la azada, variando sus
dimensiones según la clase de terreno
en que se trabaja y la labor que se hace:
para las tierras sueltas se le da a la azada
ocho, nueve y hasta diez pulgadas, y
aún menos para las pedregosas: para
cavar y binar la tierra plantada de
papas se valen también de las pequeñas
azadas; cuando se riega usan de las mismas
con que se cava el terreno, según
su clase; pero suelen ponerles un mango
más largo a fin de no mojarse los regadores.
Para sorribar o remover profundamente
la tierra emplean la azada si
aquella es suelta, y el pico y la barra
cuando está muy apretada o es cascajosa.
La hoz sirve para segar el trigo, la
cebada, el centeno y la yerba: con un
cuchillo largo de punta que usan todos
los labradores, siegan los palotes de usi110
y pican el verde a sus animales; con
la rozadera, especie de hoz sin dientes,
y puesta en un palo largo, siegan las
zarzas y otros arbustos espinosos, y el
podan sirve para podar las vides.
Para extender los abonos sobre las
tierras suelen emplear palas de madera,
y también a fin de darle aire al trigo
amontonado; las de hierro se usan para
sacar las horruras de las acequias; pero
por lo común no se ejercita en esto más
que la azada.
En las eras sirve la horqueta para voltear
las parvas,y el trillo para la separación
del grano.Son los trillos de figura
de un cuadrilongo rectangular o de un
trapecio formado de un tablón armado
de pedernales por la faz inferior: tienen
comúnmente de cinco a cinco y medio
pies de largo, y de tres a tres y medio
pies por la parte más ancha si su forma
es un trapecio: los tira una yunta de
bueyes o vacas; pero en los puntos en
que se encuentran menos reses vacunas,
trillan las cebadas y legumbres con bestias
atadas por los cuellos, y a las cuales
se las hace correr circularmente sobre la
parva, manteniendo un hombre la extremidad
de la soga con que están atadas.
Para aventar se emplea el bieldo u
horqueta de cuatro puntas achatadas, y
con las zarandas se limpia el grano.
En algunos parajes para allanar el
terreno después de removido se usa el
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rodillo; esto es, un cilindro de piedra de
cuatro pies de largo y dos de di ámetro
que se arrastra volteando sobre un eje
de madera que lo atraviesa por su centro.
En jardines y huertas de varios hacendados
se emplean diversos instrumentos
más perfeccionados; pero como
su uso no se ha extendido y no ha tenido
influencia ninguna en la generalidad
de los trabajos agrícolas de la provincia,
parece que es inútil hacer mención de
aquellos instrumentos.
RELACIONES ENTRE EL CULTIVO
Y LA GANADERIA
No existiendo en esta provincia una
estad ística exacta, y ni aún que dé un
resultado aproximado, difícil es, si no
imposible, fijar el número de cada cIase
de ganado y sus relaciones con la
agricultura, a más de que en cada isla
varía esta relación según pasamos a
indicar.
CLASES DE GANADO
Lo hay vacuno, lanar, cabrío, de
cerda, caballar, asnal, mular y camellar.
Ganado vacuno.- En la isla de Tenerife
no hay sino casi el preciso para
las labores rurales; as í parte de la carne
de esta clase que se consume en la villa
de Santa Cruz y bandas del naciente es
de la isla de Canaria y alguna de Fuerteventura;
y la que se come en la villa
de la Orotava y otros puntos del Oeste,
es de algún ganado del pa ís o de Canaria,
la Gamera y el Hierro. Pocos labradores
tratan de propagar estas reses y
los que lo hacen sólo destinan la leche a
la cría de los becerros y a vender el sobrante.
En Canaria abundan las reses vacunas
más que en ninguna de las otras
islas, sin duda a causa de que siendo
mucho mayor la extensión de los regad¡'
os y cultivándose en ellos el maíz,
con cuya espiga, cohollos y hojas se
alimentan en el verano y parte del otoño,
pueden multiplicarse más las vacas
por haber más medios de alimentarlas.
En primavera y fines de invierno se las
mantiene con yerba, cuando la hay,
bien sea segada, o bien estancando las
reses en los manchones y con legumbres
que comen también sobre el terreno para
beneficiarlo: en el resto del año se les
da pasto de hojas secas y palotes picados
de ma íz, y las camisas u hojas que
cubren las mazorcas; y en los puntos en
que se cultiva el trigo y la cebada más
que aquel grano, paja de uno: y otra, si
bien prefieren la de ésta.
En los regadíos de costas, en los
cuales se pone casi exclusivamente maíz
y patatas, puede calcularse que dos fanegadas
de tierra mantienen una yunta
de bueyes o vacas: donde se alternan
otros cultivos, o la tierra es de mediana
calidad y no muy abundantes los abonos,
puede regularse un duplo de terreno
para sostener una yunta y lo mismo
en las buenas tierras de las medianías;
en los secanos de éstas y en las cumbres
no es fácil fijar el número de fanegadas
que por término medio necesiten por la
variedad de clases de tierra y de su rendimiento.
Este ganado se cría siempre a la mano
en establos: es de mediana alzada,
pero las vacas dan bastante leche. En
los puntos en que abundan los pastos
suculentos, puede arreglarse en dos botijas
a 12 cuartillos, medida de Canaria,
la leche diaria que da una vaca hasta un
par de meses después de parida, y aún
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
hay muchas que llegan a 20 cuartillos
de la misma medida. En las costas, como
es la parte más poblada, se vende
diariamente la leche; en los altos de las
jurisdicciones de Gu ía,Gáldar,AgaeteArtenara
y San Nicolás se destina a manteca
con la que se provee al consumo de
la isla y de la mayor parte de la de Tenerife.
En los demás pueblos de lo interior
de la isla se emplea en quesos que
se comen frescos si se hacen sólo con la
leche de vacas, o se venden después de
curados, si para hacerlos se les mezcla
mayor cantidad de la de ovejas.
En la Palma apenas hay de este ganado
el necesario para los trabajos del
campo: se cría también en establos, y
proviene, según tradición, de reses que,
poco después de conquistada la isla,
llevaron de la Madera. Son de mala cIase
y dan poca leche, que por la misma
razón sólo se destina a la manutención
de los becerros.
En Fuerteventura y Lanzarote
abundaron en otro tiempo estas reses;
pero en el día escasean aún más que en
la Pal ma a causa, sin duda, de la casi
completa esterilidad de aquellas islas
durante muchos años, tanto que en el
día parte de las labores rurales que debieran
hacer bueyes o vacas, se ejecutan
con camellos. Especialmente en Fuerteventura
son las reses vacunas pequeñas
y mal encornadas: su carne es poco
gustosa, tal vez por los malos alimentos,
y rinden corta cantidad de leche; así sólo
se emplea en la lactancia de las crías,
y alguna que sobra la toman los naturales
bebida o cocida con yerbas. Los
propietarios que tienen mayor número
de cabezas de este ganado suelen destinar
aquel sobrante a hacer pequeños
quesos.
Las vacas gomeras son también de
mala clase porque su carne es de inferior
calidad y escasa su leche. En esta
isla, en que abundan las aguas y pudieran
alimentarse mejor las reses, sería
muy fácil mejorar la casta y multiplicarlas
más perfeccionando el cultivo, pues
los adelantos de éste y los de la criazón
de ganados marchan a la par.
El ganado vacuno tampoco es muy
abundante en el Hierro; y además pobre
de leche, mas sI' de gustosa carne.
Convendría, pues, que en las otras
islas se procurara cruzar la casta con reses
de Canaria, escogidas de las de mejor
clase, cuidando de llevar no sólo toros,
sino también vacas. Es sabido que
el terreno participa más de las cualidades
de la madre que de las del padre,
pero siendo asimismo un hecho acreditado
entre nosotros por la experiencia
que el ser una vaca abundante en leche
lo debe más a la raza de su padre que a
la de su madre, deben cruzarse cubriendo
las vacas de otras islas con toros canarios
si sólo se busca la anted icha cualidad;
y al contrario si lo que se pretende
conseguir es la buena configuración
y la fuerza.
Ganado ovejuno. Lo hay en todas
las islas; pero en las más de ellas en pequeña
cantidad: algunas cabezas se
crían en establos y la mayor parte en
pequeños hatos desde 30 a 50 ovejas.
También este ganado abunda más en la
isla de Canaria y generalmente da más
leche, haciéndose de ella exquisitos
quesos en las jurisdicciones centrales: los
mejores son los de fines de marzo y los
de abril cuando la avena, el cerrillo
(bromus ciliatus) empiezan a amarillear,
y las demás yerbas están igualmente
menos acuosas y tiernas. Los hatos de
ovejas en esta isla son, por término medio,
de 80 a 140 cabezas: su lana es
churra o basta, y por lo común se emplea
sólo en colchones y en sombreros
o tejidos bastos. Por la contra en Fuerteventura
es muy fina la lana del ganado
ovejuno, pero éste escaso en leche.
Pudieran cruzarse una y otra raza, pues
aunque en Fuerteventura se ha observado
que los carneros u ovejas llevados
de Canaria apenas viven all í un año por
la diferencia de los pastos, las crías resultantes
se acl imatan y mejoran la ra-za.
En epocas anteriores se han traído a
Canaria algunas cabezas de ganado merino
de la pen ínsula, pero se dice que
las crías que dieron eran de poca leche
y mala carne, por lo cual se ha desistido
de estos cruzamientos: sin embargo,
deberían repetirse, pues la misma preocupación
había en muchos puntos de
Europa, y la han desvanecido las experiencias
hechas en Francia y principalmente
en el establecimiento de Rambocullet.
También deberían hacerse cruzar
con moruecos de las buenas razas inglesas,
porque algunos ensayos en Tenerife
con carneros de Irlanda y ovejas del
país han dado buenos resultados.
Constantes nosotros en nuestro perjudicial
y equivocado sistema de abandonarlo
todo a las fuerzas de la naturaleza,
un pastor que los lleve a los puntos
en que puedan hallar pastos, que
son desde mediados de invierno hasta
fines de junio, los altos y después las
costas; una cueva en que recogerlos de
noche, si está el tiempo malo, y si no a
la intemperie; y algún pasto seco, cuando
no encuentran en el campo yerbas ni
rastrojos; he aquí todo su cuidado y alimento.
Se esquilan las ovejas a fines de
mayo o en junio, y se las cubren de modo
que paran en diciembre, pues en
nuestro benigno clima nacen y crecen
las yerbas desde las primeras lluvias de
invierno.
El descuido en el abrigo, el permitir
a estos animales comer mala yerba y sin
dejarla secar ante el rocío de la mañana,
ocasionándoles con ello indigestiones
mefíticas, diarreas y otras enfermedades;
el no atenderlos ni curarlos en
éstas y permitir que los carneros y las
ovejas se unan y procreen antes de los
dos años sin tener la robustez necesaria,
y dando, por lo tanto, crías endebles,
son faltas que deberían corregir nuestros
criadores para asegurar la buena calidad
y aun la vida de sus ganados, que
con tanto abandono se mira entre nosotros.
La formación de prados artificiales
en nuestras medianías y altos, o
por lo menos el no dejar la tierra vac ía
en barbecho, proporcionaría también
criar un número más crecido de cabezas
de ganado, y darles mejores alimentos,
con grande. uti Iidad de los propietarios
y colonos.
Las cabras. Pocas serán las personas
de campo que en nuestro país no tengan
una cabra para util izarse de su leche;
pero a más de las criadas a la mano,
se encuentran rebaños de ellas en la
isla de Tenerife, en algunos altos y en
las bandas del Sur de la de Canaria, y en
todas las demás. En Fuerteventura
abundan mucho, y las hay silvestres en
la parte del Sur de la isla que denominan
Jandía. De estas últimas se utiliza
la carne y la piel, cogiéndolas en las batidas
que para ello se hacen. También
las había silvestres en los pinares de Canaria,
y han contribuido no poco a su
destrucción, pero los guarda - bosques
casi las han exterminado últimamente.
En Lanzarote, y sobre todo en
Fuerteventura, donde el arbolado es escaso
y ninguno el monte, y donde la
pobreza y mala clase de los pastos hace
apetecible este ganado, que no es delicado
en la elección de alimentos, y sufre
mejor que otro ningunoel exceso del
calor, convenimos en que pueden tolerarse
y aún ser útiles sus hatos, pero en
las demás islas, en las cuales se podrían
reemplazar con las ovejas, mucho más
productivas y menos dañinas, y donde
tanto mal hacen al arbolado las cabras
sueltas, no deberían tenerse sino criadas
a la mano en establos, fuera de que aun
cuando sea más costosa su manutención,
también dan triple y aun cuádruple
cantidad de leche, que es su principal
producto. Las que criamos en pesebre
en Canaria y Tenerife, dan diariamente
de leche cuatro y aun cinco cuartillos
de nuestra medida, llegando a dar
algunas, si bien pocas, hasta seis cuartillos,
cuando tienen abundantes y suculentos
partos."(Concluirá en nuestro
próximo número)"
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