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1 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE CANARIAS. REFLEXIONES SOBRE ASPECTOS TEÓRICOS Y DATOS EMPÍRICOS ONCE AGAIN ON THE ANCIENT DISCOVERY AND COLONIZATION OF THE CANARY ISLANDS. THOUGHTS ON THEORETICAL ASPECTS AND EMPIRICAL DATA Mª del Carmen del Arco Aguilar∗ Fecha de Recepción: 1 de junio de 2020 Fecha de Aceptación: 28 de octubre de 2020 Cómo citar este artículo/Citation: Mª del Carmen del Arco Aguilar (2021). De nuevo sobre el descubrimiento y colonización antiguos de Canarias. Reflexiones sobre aspectos teóricos y datos empíricos. Anuario de Estudios Atlánticos; nº 67: 067-006. http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10595/10174 ISSN 2386-5571. https://doi.org/10.36980/10595.10174 Resumen: El proceso del descubrimiento y primera colonización de las islas Canarias ha sido siempre y, en especial, en los últimos veinticinco años, tema central de investigación, sobre todo, para un grupo de investigadores que ha analizado este proceso desde una perspectiva bioantropológica y en una valoración contextual del territorio. Aquí se analiza ese proceso y se reflexiona sobre los modelos teóricos a manejar y sobre qué nos dicen los registros arqueológicos y las cronologías asociadas. En ese sentido se defiende que el contexto de las navegaciones atlánticas en manos de fenicio-púnicos, primero, y romanos, después, favoreció el descubrimiento del archipiélago, el reconocimiento de sus recursos y el progreso de su colonización. Palabras clave: Protohistoria, colonización insular, cronología. Abstract: The process of discovery and first colonisation of the Canary Islands has always been, and especially in the last twenty-five years, a central topic of research. This is particularly true for a group of researchers who have analysed this process from a bioanthropological perspective and in a contextual assessment of the territory. In this study, that process is analysed and a reflection is made on the theoretical models to be used and on what information we can extract from the archaeological records and associated chronologies. In this sense, it is argued that the context of the Atlantic navigations in the hands of the Phoenician-Punics, first, and the Romans, later, favoured the discovery of the Archipelago, the recognition of its resources and the progress of its colonisation. Keywords: Protohistory, island colonization, chronology. In memorian Enrique Gozalbez Cravioto Rafael Muñoz Jiménez Antonio Rodríguez Rodríguez ∗ Departamento de Geografía e Historia. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara. Apartado 456. 38200. San Cristóbal de La Laguna. Tenerife. España Teléfono: +34922317733; correo electrónico: cardarco@ull.edu.es © 2021 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 2 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 DE LO RECORRIDO Ha transcurrido un periodo de 25 años1 cuando, tras el hallazgo de La Piedra Zanata en Tenerife, inicié junto a otros colegas2 una línea de investigación centrada en la problemática del primigenio poblamiento del archipiélago canario. Interpretamos la pieza como una escultura pisciforme, específicamente un túnido —que se había localizado en la alta montaña de la isla, en un espacio reconocido como escondrijo —lugares que, para distintos investigadores3, constituyen puntos de ofrendas— y que, además, mostraba en su superficie una abundante iconografía de otros pisciformes, así como un espacio central trabajado mediante rebaje: otro pisciforme a modo de cartucho, en el que se situaba una inscripción en grafía líbica-bereber cuya lectura, zanãta, realizada por R. Muñoz4, terminaría dándole nombre. Los arqueólogos que trabajamos en su contextualización cultural indagamos sobre el sentido que podía mostrar este objeto en relación a dos aspectos. Uno, por su vinculación a una inscripción que resultaba un etnónimo (zanãta/cinethi), lo que vendría a significar que estaba bien enraizada en la pertenencia a determinados valores de ese grupo étnico, del que derivaría la denominación de guanche; y otro, porque al ser la iconografía mayor un túnido, y estar cargado de abundantes pisciformes en su superficie, la reconstrucción histórica que se había efectuado sobre la cultura indígena de Tenerife y para todo el archipiélago mantenía que estas gentes vivían de espaldas al mar y carecían de tecnología náutica5. En esa situación valoramos que la pieza mostraría un alto valor simbólico, un sentido que los arqueólogos atribuimos frecuentemente a los grabados rupestres; que esos pisciformes, donde el túnido destacaba, podían manifestar una imagen del papel desempeñado por los recursos ícticos en una etapa anterior de los indígenas guanches, y que ese repertorio iconográfico abundaba en el ámbito cultural de Gadir6, en un espacio que la historiografía había denominado “Círculo del Estrecho”, o de influjo púnico-gadirita, y que estuvo sistemáticamente recorrido por agentes semitas, primero, y romanos, después, que progresarían en la explotación de los potenciales piscícolas del banco canario-sahariano, con la instalación de enclaves de diversas características en la costa noroccidental africana7, que supondrían el jalonamiento y control de un territorio, el acceso a variables recursos, entre ellos los del mar, con factorías de salazones o cetariae, que se explicarían por la vinculación inmediata a esos potenciales piscícolas, aspectos que 1 Un tiempo profundamente enriquecedor en el que nuestra investigación sobre el tema del poblamiento se ha desarrollado junto al equipo del Museo Arqueológico de Tenerife, liderado por Rafael González Antón, con el emprendimiento de distintas acciones financiadas por el Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife y por la ejecución de varios Proyectos de Investigación, entre ellos PYCIA. Poblamiento Y Colonización de Islas en el Atlántico. Sitios y gentes (Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información, Gobierno de Canarias, Fondos Feder) y, más recientemente, en una actuación conjunta (Unidad de Patrimonio Cultural del Cabildo de Fuerteventura, Museo Arqueológico de Tenerife-OAMC y Universidad de La Laguna) sobre el Taller de púrpura romano del islote de Lobos (Fuerteventura), así como en el Proyecto Arqueología del Poblamiento y Colonización Antigua de Canarias. Codificando el territorio, recursos insulares y bienes en circulación (ARQPYCAC) de la Fundación CajaCanarias y Fundación Bancaria la Caixa (2018PATRI17). A todos, mi agradecimiento, en especial a Rafael González, Rodrigo de Balbín, Primitiva Bueno, Mercedes del Arco, Candelaria Rosario, Pablo Atoche, Conrado Rodríguez-Maffiotte y a Antonio Macías, por la contribución al debate de ideas, compartiendo resultados e interpretaciones. Al final, tanto de cada una de nuestras contribuciones es también parte de los demás. 2 Una parte de sus resultados se encuentran en GONZÁLEZ, DE BALBÍN, BUENO y DEL ARCO (1995); GONZÁLEZ, DEL ARCO, DE BALBÍN y BUENO (1998); DE BALBÍN, BUENO, GONZÁLEZ y DEL ARCO (1995a y b, 2000); DE BALBÍN y otros (2009); DEL ARCO (2004); DEL ARCO y otros (2000a, b y c, 2005, 2009a y b, 2016a y b, 2009a y b); GONZÁLEZ (2004); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2001, 2006a y b, 2007, 2009); GONZÁLEZ y otros (2003a y b, 2009, 2016); RODRÍGUEZ y GONZÁLEZ (2003); RODRÍGUEZ, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009); ATOCHE y otros (1999b); BENITO y otros (2016). 3 TEJERA (1988), pp. 43 y ss.; GONZÁLEZ y otros (1995), pp. 171 y ss.; DEL ARCO y otros (1999), pp. 61-62. 4 MUÑOZ (1994). 5 Desde que tempranamente J. Álvarez Delgado así lo hubiera señalado (1950), un aspecto que también habría ido configurando L. Diego Cuscoy en su discurso (1951, 1968). 6 MEDEROS y ESCRIBANO (2015a), pp. 205 y ss. 7 JODIN (1967); PONSICH et TARRADELL (1965); PONSICH (1988); ARANEGUI (2001); HABIBI y ARANEGUI (2005); LÓPEZ y MEDEROS (2008); GOZALBES (2015). Una síntesis de esos enclaves puede encontrarse en MEDEROS y ESCRIBANO (2015a), particularmente entre las pp. 73-152. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 3 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 comenzamos a manejar al considerar que pudieron ser el vehículo que terminó llevando a estos productores semitas, luego, en esa estela, seguidos por los romanos, a toparse con el archipiélago; en definitiva, a descubrir nuevos territorios, a evaluar sus potenciales, a interesarse por sus recursos y a sopesar opciones relativas a la eventual instalación en él para ejercer su control, tanto para la inserción de poblaciones que mantuvieran una relación de dependencia o mostraran lazos de cooperación, como por algún tipo de instalación propia que no produjera centros coloniales, en el más estricto sentido del término. Significando, desde el comienzo, la diferencia entre las acciones de descubrir y la de poblar o colonizar. A la par, e imbricado en lo anterior, sopesábamos otros dos aspectos de imprescindible tratamiento para comprender el proceso de ese descubrimiento y poblamiento, que hemos ido perfilando y puntualizando. Uno, que el archipiélago era un territorio en el camino8 para las gentes protohistóricas que navegaron por el Atlántico (por su extensión E-O, unos 450 km desde los casi 100 que le separan de las costa africana y por su profundidad N-S, en unos 250 km), y, donde una vez avistada una de las islas, el factor altitudinal y la distribución y anchura de los canales interinsulares, consolidada la visibilidad entre ellas, propiciarían el descubrimiento del resto. Otro, que la decisión de poblarlas y progresar en su colonización, dada la naturaleza y diversidad de potenciales de sus ecosistemas, debió ser planificada con la importación de los adecuados contingentes biológicos, en el espectro de humanos, animales y vegetales que funcionarían como stocks fundacionales y que pudieron ser renovados o refrescados por nuevas incorporaciones durante bastante tiempo9. Con ello, estábamos introduciendo un factor en la concepción de esta etapa de la historia antigua de Canarias que eliminaba el poblamiento de fortuna y la supuesta arribada de «arcas de Noé»10; que planteaba la necesidad de análisis del proceso desde una perspectiva bioantropológica y el reto de afrontar el establecimiento de una fasificación o secuenciación de las culturas canarias. Estas estaban dibujadas como «prehistorias insulares planas»11, más allá de algunas de las aportaciones ya realizadas, que considerábamos superadas, sobre etapas o fases culturales apoyadas por la diversidad de manufacturas cerámicas12, o por variables comportamientos funerarios13. tendencias siempre construidas bajo la perspectiva del peso de la corriente difusionista, donde tales cambios debieran suponer un componente exógeno, asociado a una o varias oleadas poblacionales que habrían hecho desistir de sus hábitos a las gentes ya instaladas en las islas, en unos procesos no definidos y tampoco expresamente secuenciados o explicados. En esa propuesta de fasificación a la que alertábamos, indicábamos que resultaba incoherente que, como historiadores, tuviéramos que renunciar a vislumbrar el conocimiento de los diversos procesos culturales con todas las herramientas a nuestro alcance, lo que suponía un afrontamiento de la reconstrucción de esos tiempos poniendo la vista sobre otros conceptos y modelos teóricos, observando los registros culturales existentes y otros que hubiesen sido despreciados, como no genuinos, e interpretándolos en los eventuales contextos de procedencia y abundando en los repertorios de dataciones absolutas. En ese mismo sentido, reconocíamos que las llamadas culturas aborígenes canarias14 que se habían definido correspondían a la etapa más reciente de la vida indígena, donde se habría consolidado un proceso de aislamiento del archipiélago y donde los mecanismos adaptativos habían conformado nuevos patrones culturales, lo que había servido para definir lo genuino de 8 GONZÁLEZ y otros (1998); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 44 y ss. 9 DEL ARCO y otros (2000a); RODRÍGUEZ y GONZÁLEZ (2003); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007); RODRÍGUEZ y otros (2009). 10 ÁLVAREZ DELGADO (1950); SERRA (1957, 1971); TEJERA (1992), p. 18. Como síntesis y en una nueva relectura, véase GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 37 y ss. 11 GONZÁLEZ y otros (1998), pp. 47 y ss. 12 Así, la sistematización de una secuencia cultural compresiva de 4 fases en La Palma atiende a los cambios observados en las formas y decoración de las cerámicas (estilos cerámicos) que se hacían depender de nuevas oleadas poblacionales y que vemos en los trabajos de PELLICER y ACOSTA (1975) y HERNÁNDEZ (1977), y matizada en revisiones posteriores para reducir a dos el número de oleadas en NAVARRO y MARTÍN (1985-87). En Tenerife la propuesta es realizada por ARNAY (1981-82) al estudiar los materiales cerámicos procedentes de la zona de Las Cañadas. 13 NAVARRO (1992). 14 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 21-28. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 4 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 ellas a finales del XIX, tomando como referente el relato de las fuentes etnohistóricas que, evidentemente, mostraba en gran medida la visión que de su fase final tuvieron los relatores postconquista. Así considerábamos que, si no estudiábamos registros o contextos más antiguos, entroncados con las primeras fases del poblamiento —en definitiva, los rasgos culturales más próximos a ese origen—, difícilmente podríamos saber cómo se produjeron esos procesos adaptativos 15. Sucede, sin embargo, que hablar de esto pareció, y sigue pareciendo, a un buen número de arqueólogos un esfuerzo vano, al considerar que estaba zanjado desde hace bastante tiempo el origen bereber de las poblaciones canarias16, por más que no se profundizase sobre qué supone el empleo de ese término y la indefinición de las poblaciones y de sus características culturales en origen a las que va dirigido, de las que se hace depender las culturas canarias que terminan por ser entroncadas con diversos etnónimos norteafricanos, en atención a la homofonía que muestra el referente registrado en la fuente etnohistórica canaria con uno de esos grupos tribales norteafricanos17. Y en paralelo, las culturas canarias, cargadas aún de su vieja caracterización de neolíticas, al ser sociedades productoras no metalúrgicas y agrícolas-ganaderas, en equilibrio y peso diferente según los territorios y las etapas de su historia, soportan que se les siga denominando prehistóricas, después de habérseles aplicado para su comprensión modelos de sociedades cazadoras-recolectoras con una incipiente economía productora. Sin embargo, tal como hemos defendido y volveremos a expresar en esta contribución, en función de los tiempos cronológicos para su llegada a las islas, los rasgos definitorios de las culturas de los contextos más próximos atlánticos y mediterráneos occidentales —en los que está incluido el mundo norteafricano— muestran a culturas productoras, metalúrgicas, de diversa etnicidad que calificaríamos, en todo caso, de protohistóricas, unas culturas que han sido afectadas por procesos muy diversos de interculturalidad18 en el discurrir del primer milenio antes de la era (el tiempo que nos interesa para el tema que nos ocupa), y en el que los contactos entre poblaciones indígenas norteafricanas, del sur ibérico, colonos semitas y romanos han sido una realidad. Son pues esos grupos poblacionales los que trasladarían su bagaje cultural en origen, quizás también modelado cuanto más profundo fuera su conocimiento previo de estos ámbitos insulares a colonizar, y sobre los que se van a producir consecuentes fenómenos de adaptación, de los que el más comúnmente mencionado entre la cultura material sería la pérdida progresiva del utillaje metálico aportado y la incapacidad de restituirlo tras su intensivo uso ante la carencia de las materias primas necesarias. Más aún, esa clasificación de culturas protohistóricas parecería incuestionable, dado el conocimiento de diversos sistemas escriturarios, que nos hablan de su multiculturalidad, por más que, hasta el momento, los arqueólogos o filólogos discutamos sobre su filiación o no hayamos contribuido a su definitivo desciframiento19, así como por el hecho de que para efectuar su reconstrucción tengamos, además del registro arqueológico, las fuentes etnohistóricas correspondientes a la etapa de la conquista e incorporación de las islas a la corona de Castilla. 15 GONZÁLEZ y otros (1998); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). 16 Utilizamos el término bereber por ser el más generalizado, hasta tiempos recientes, en la historiografía; empleado con la alternativa del de libios, también derivada del nombre recibido de otros, en época antigua, o el de amazigh, como se denominarían a sí mismos. A la par hemos defendido que no hay bereberes/paleobereberes/libios o amazighs puros, sino fenómenos de hibridación y una gran diversidad (GONZÁLEZ y DEL ARCO, 2006a, 2007, pp. 25 y ss.). 17 El punto de arranque y consolidación de esa tendencia se observa en la publicación de la serie de pequeñas monografías por el Centro de la Cultura Popular Canaria dedicadas a las prehistorias insulares, bajo la coordinación de Tejera (1992-93) y en las que junto al nombre de cada isla aparecerá un etnónimo: Lanzarote y los majos, Fuerteventura y los majoreros, Gran Canaria y los canarios, Tenerife y los guanches, La Gomera y los gomeros, El Hierro y los bimbaches y La Palma y los auaritas. Será TEJERA (2006) quien abandere a continuación una línea que pone el poblamiento del archipiélago en manos del imperio romano a partir de la traída forzosa de esas tribus norteafricanas y su estancamiento individualizado en cada una de las islas. Una muy completa síntesis historiográfica e interpretativa la encontramos en MEDEROS y ESCRIBANO (2016b). 18 GOZALBES (1993); GHAKI (2004). 19 Entre otras muchas contribuciones, sirva de muestra de las distintas orientaciones dadas a estos estudios las aportaciones de BELMONTE, PERERA Y GARCÍA (2017); FARRUJIA, PICHLER, RODRIGUE y GARCÍA (2009); MUÑOZ (1994); SPRINGER (1994, 2015-16). DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 5 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 En conjunto, una hipótesis teórica, desgranada con varios documentos arqueológicos que, prontamente y en paralelo, encontraba cabida en los discursos de otros investigadores20, interesados también en vislumbrar indicios de esas etapas primeras de nuestra historia, introduciendo nuevos puntos de vista y registros materiales que llevaban a jalonar esas etapas, a su contextualización e interpretación. Una temática sobre la que también planificamos indagar en cómo se había formalizado su discurso histórico21. En el trayecto hasta aquí, de ser un aspecto casi marginal en las investigaciones se ha transformado en un tema recurrente en el que retomando la leyenda de las lenguas cortadas —uno de los relatos reconstruidos en las fuentes etnohistóricas22— se ha ido configurando un poblamiento reciente de Canarias23, al que se atiende igualmente como una de las conclusiones de los análisis paloegenéticos24 o de la valoración de las series cronológicas del archipiélago y, particularmente, de Gran Canaria25. Simultáneamente, se ha afrontado el fortalecimiento del vínculo amazigh de las culturas canarias26 —desde mi perspectiva no negado por ningún investigador—, si bien bajo esa variedad de denominaciones (bereber, paleobereber, amazigh, libio), o en la más amplia multietnicidad o multiculturalidad, pero sin que tales discursos planteen en paralelo los mecanismos y el proceso de ese poblamiento. En gran medida cada una de esas aportaciones se configura como piezas de un entramado complejo que aún debe ser articulado. Sin embargo, un conjunto de datos empíricos y la propuesta de un análisis teórico de los mismos, que no debiera desecharse para el adecuado progreso de la investigación, nos llevan a contrarrestar tales asertos. Me parece que casi el único aspecto en que estaríamos de acuerdo todos los investigadores que trabajamos sobre esta parte de la historia de Canarias es que el tema del poblamiento y la intensiva colonización del archipiélago esconde muchas facetas y puede abordarse, en consecuencia, desde variados puntos de vista. Con tal perspectiva, desarrollo en estas páginas algunas reflexiones sobre los tiempos y algunas de las propuestas y modelos sobre el primigenio poblamiento y colonización del archipiélago. Ellas van a la memoria de tres investigadores, aparentemente dispares pero que tenían en común, además de una sólida formación científica, su interés por nuevas propuestas al conocimiento y por su difusión: Enrique Gozalbes, colaborador continuo de esta revista y que desde el campo de la Antigüedad vio el interés de nuestras líneas de investigación; Rafael Muñoz que, desde sus amplios conocimientos como experto filólogo en lenguas semíticas y el mundo árabe, afrontó el reto de trabajar en La Piedra Zanata, apostando por la certeza de poder progresar en el desciframiento de nuestras inscripciones; y Antonio Rodríguez que, desde su profundo conocimiento de los suelos de nuestras islas, estuvo siempre dispuesto a contribuir en 20 Con aportaciones de gran interés en el diseño de Proyectos de Investigación y sus resultados, así como en la reinterpretación de registros arqueológicos, tenemos, entre otros, los trabajos de ATOCHE (2002, 2003, 2009a y b, 2013); ATOCHE y RAMÍREZ (2011a y b); ATOCHE y MARTÍN (1999); ATOCHE y PAZ (2009); ATOCHE, MARTÍN y RAMÍREZ (1997, 1999); ATOCHE, PAZ, RAMÍREZ y ORTÍZ (1995); ATOCHE y otros (1999b); SANTANA y ARCOS (2002, 2006, 2009); SANTANA, ARCOS, ATOCHE y MARTÍN (2002). A la par, existen investigadores como A. Mederos y G. Escribano, con una abundante producción, en muchos casos síntesis actualizadas o estado de la cuestión, sobre un amplio conjunto de aspectos relacionados con esta temática, sin que en sus comienzos se acompañase de propuestas, hipótesis o interpretaciones. Como muestra de esa producción tenemos a ESCRIBANO, MEDEROS y CHINEA (1997); ESCRIBANO y MEDEROS (1996a y b); MEDEROS y ESCRIBANO (1997a, b y c, 1999a, y b, 2000, 2002a y b, 2005, 2006, 2008, 2009, 2015a y b); MEDEROS, ESCRIBANO y RUIZ (2000, 2001-02). 21 Diseñando y dirigiendo la tesis doctoral de A. J. FARRUJIA (2004) y trabajando conjuntamente en algunos análisis de ese tipo. FARRUJIA y DEL ARCO (2002a y b, 2004a, b y c), una línea que daría continuidad Farrujia. De este menciono ahora una de sus últimas aportaciones (2019), pues en ella se pueden encontrar referencias a su producción y amplios registros que ahora nos interesan. 22 ÁLVAREZ DELGADO (1977); CHAUSA (2003, 2006, 2007); FARRUJIA (2006); FARRUJIA y DEL ARCO (2002b); MEDEROS y ESCRIBANO (1999b); TEJERA y CHAUSA (1999). 23 MEDEROS y ESCRIBANO (2016a); GARCÍA y TEJERA (2018). 24 En este caso se toma la información de esas tendencias interpretativas sobre poblamiento más reciente. De los trabajos paleogenéticos, como propuesta más actualizada puede verse FREGEL y otros (2019). 25 VELASCO y otros (2020). 26 Con análisis historiográfico y algunos registros arqueológicos, en especial las variables inscripciones alfabéticas. FARRUJIA (2019); FARRUJIA y otros (2009). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 6 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 la ejecución de variadas analíticas e interpretación de sus resultados. A todos ellos se les truncó demasiado pronto esa vida fructífera. TIEMPOS Y CONTEXTOS, JALONANDO EL PROCESO Sin duda, en la construcción de los discursos sobre el tema que abordo ha pesado mucho el tiempo marcado por Pellicer27 cuando, a su llegada a la Universidad de La Laguna, quiso sistematizar el conocimiento previo que le llevaría a sentar una línea postquem para el poblamiento de Canarias. Dicha línea atendería a la valoración de distintos elementos culturales que, en gran medida, venían acumulados por las aportaciones de la historiografía de raigambre decimonónica, de la antropología racial, los rasgos arqueológicos y la sistemática de los investigadores franceses para el norte de África, marcándola en su etapa protohistórica y no antes de mediados del primer milenio antes de la era28. Se configuraba así un limes29, difícil de traspasar para una situación en la que la arqueología casi no contaba con secuencias estratigráficas30, ni con fechas radiocarbónicas. De manera muy inmediata, ese perfil, denominado protohistórico, pero muy anclado en sociedades neolíticas, le llevó a interpretar, junto a P. Acosta, como un género de vida preneolítico o de tipo neolítico precerámico el nivel más profundo de la primera y única estratigrafía arqueológica que trabajaría en Tenerife, La Cueva de La Arena31, donde no aparecían restos materiales de la cultura, salvo detritus de lacértidos y carbones valorados como estrategia alimentaria y, sin embargo, dentro de sus tiempos previstos para la primera aportación poblacional a la isla, con una data C14 2490±60 BP (Tabla 1). De ella, consideraríamos que, al no ir asociada a evidencias seguras de una ocupación humana, debiera quedar en suspenso32. También siempre estaría presente en los discursos la idea transmitida por las fuentes etnohistóricas sobre la ausencia del conocimiento de sistemas de navegación entre las gentes de Canarias, si hacemos salvedad de la referencia de Torriani33 sobre los canarios y su movilidad, en torno a su isla, hacia Fuerteventura y Tenerife34, o si interpretamos la noticia de la Ovetense sobre la tecnología pesquera de aquellos para inferir el imprescindible uso de algún tipo de embarcación35. En este punto, no es baladí insistir en la iconografía de naviformes del registro arqueológico, en la discusión sobre su significado, especialmente de si debiéramos considerar 27 (1968-69, 1971-72). 28 En la órbita de los discursos que para entonces se habían defendido en el Simposio Internacional conmemorativo del centenario del descubrimiento del primer hombre de Cro-Magnon, con sede en Canarias (1969) particularmente por Balout, Camps o Souville, y que fueron publicados por el Anuario de Estudios Atlánticos en su vol. 15 (1968). 29 Así lo denominamos por entender que había funcionado como una sólida frontera, institucionalizada. GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), p. 58. 30 Este conocimiento y los problemas subyacentes a su interpretación pueden encontrarse en DEL ARCO (1998), pp.15 y ss. 31 Refiriendo aspectos relacionados con el tránsito de una economía de depredación propia del paleolítico a una ganadera de neolitización, PELLICER y ACOSTA (1971), p. 278, marcándole, sin duda, tal como he defendido con anterioridad, los modelos neolíticos que había aplicado en el Mediterráneo occidental ibérico, DEL ARCO y otros (2000a), pp.69-70 y 112, notas 7 y 8. En todo caso, será una idea que parece quedar en suspenso, pues ya no se reitera explícitamente en el estudio posterior, significando que pudiera corresponder a la primera presencia humana en la cueva, incluso durante el proceso espeleogenésico, si bien se señalan modelos de sociedades pastoriles trashumantes. ACOSTA y PELLICER (1976), pp. 166, 172. Desde luego, todo en un contexto de incertidumbre, y sin saber encajar los resultados en los estándares culturales al uso que manejaban, porque se carecía de buenos registros, hasta el punto de que manifestaban debían «recurrir a procedimientos físicos como el del C-14 para establecer cronologías absolutas, a pesar de las reservas que hay que tener en cuenta, debido a los frecuentes errores derivados de este sistema de datación», ACOSTA y PELLICER (1976), p.165. 32 DEL ARCO y otros (1999), pp.11-12. 33 (1592), pp. 113. Una noticia que ha sido interpretada generalmente como excepción y dudosa, probablemente por el silencio de las demás fuentes etnohistóricas, por más que Torriani introduzca elementos comparativos para la tecnología pesquera o sea considerado muy preciso a la hora de describir otros aspectos de la cultura canaria. 34 Lo que implicaría además un buen conocimiento de los sistemas de corrientes en trayectorias opuestas para la ida y el retorno. 35 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.128-130. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 7 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 que los indígenas fueron exclusivamente meros ejecutores gráficos de las naves que vieron circundar en sus mares, es decir, si fueron solo espectadores del tráfico marítimo con naves púnicas o romanas, o si tuvieron un pasado y una realidad náutica, una vez asentados en el archipiélago 36. Tampoco es baladí sopesar que en el esquema teórico empleado para la reconstrucción de todos los procesos tecnológicos que pudieran ser considerados más avanzados se los ha hecho depender de préstamos culturales de otros, particularmente de la etapa del redescubrimiento, con la llegada de los mallorquines37. Así, la construcción de estructuras artificiales38 y la extensión selectiva de aquellos cultivos más exigentes o de una arboricultura, trigo e higuera, mantenidos hasta fechas relativamente cercanas como una realidad exclusiva de Gran Canaria39. Unos aspectos tecnológicos que también estarán subyacentes en otros dos parámetros asumidos por muchos investigadores, y con la misma raíz textual, que carecían de metales y que su cerámica era realizada a mano, lo que afectaría al desprecio secular sobre los registros de aquella naturaleza, de la cerámica a torno o del vidrio, marginando ese tipo de materiales por su atribución a una etapa postconquista40. Unas premisas que, de seguro, impidieron obtener mejores registros y una más adecuada contextualización, sin atender a que los mismos debieran encontrarse para una etapa antigua, por formar parte de los stocks fundacionales o como producto de intercambio en distintas etapas del recorrido histórico, sólo marcadas, en todo caso, para el entorno del llamado redescubrimiento y periodo de conquista. Y junto a ello, también el peso de las referencias documentales sobre la diversidad de lenguas insulares que coadyuvará a la definición del aislamiento y de las llamadas prehistorias 36 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.78-91. En esas páginas podemos encontrar referencias bibliográficas para esos naviformes a las que tendríamos que añadir MEDEROS y ESCRIBANO (2008). 37 En un relato sustentado desde ABREU (1602), pp. 161-162, que lleva a su incorporación al discurso histórico de VIERA (1772-1792), T.I.L.2, pp.135-136, y L.3., p. 262; también visto en GOMES SCUDERO (XVII), pp. 440-441 o MARÍN (1694), p.264, y referido a la sepultura en cajas de tea en TORRIANI (1592), p.114. Sobre estos aspectos se vierte una reflexión argumentada en contra por SERRA (1941), p. 206 y nota 32, y centrada en la higuera como cultivo indígena por ÁLVAREZ DELGADO (1944). 38 No deja de sorprender que JIMÉNEZ SÁNCHEZ, aun considerando en su producción la atribución indígena de las construcciones artificiales o el trigo (1952), luego termine señalando que la «cultura megalítica canaria» evolucionaría y daría un salto desde el neolítico y alcanzaría su perfección con los exploradores genoveses, aragoneses y mallorquines (1945), p.185 y (1963), p.12. También, influido por el peso de las fuentes etnohistóricas, DIEGO CUSCOY (1963), pp. 20, señalaría la imposibilidad de que hubiese cuevas labradas en Tenerife, o PELLICER (1971-72), pp. 58, negaría la adscripción indígena de Cuatro Puertas, por razones tecnológicas. 39 Desde hace ya bastante tiempo expusimos los hallazgos de una agricultura cerealista y de regadío en Tenerife, así como el conocimiento de la higuera y de la vid en una fecha anterior a la era. Entre otras referencias puede encontrarse información en DEL ARCO (1985), p, 366; DEL ARCO y otros (2000a); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), p. 246 y ss. Igualmente tendríamos los registros carpológicos de cereales y leguminosas en Gran Canaria, cada día más numerosos en el archipiélago. MORALES (2003); MORALES, RODRÍGUEZ y HENRÍQUEZ-VALIDO (2017); también en La Palma, isla que se mostraba como el paradigma de una economía en exclusividad ganadera, o en la de Fuerteventura, siempre con más dudas, de las que ha venido a ser rescatada por los recientes hallazgos de cebada, trigo y lentejas de La Cueva de Villaverde (https://www3.gobiernodecanarias.org/noticias/el-analisis-de-semillas-arqueologicas-de-la-cueva-de-villaverde-modifica-el-conocimiento-sobre-los-majos/). No deja de sorprender que se siga afirmando la existencia exclusiva de Ficus carica (higuera) en Gran Canaria, MORALES y otros (2017), pp. 209-210, cuando contamos con el hallazgo de carbón de la misma en las Cuevas de Las Palomas-Don Gaspar, DEL ARCO y otros (2000). El argumento de que el carbón no esté fechado no parece válido, dada la datación en tiempo indígena para el piso de ocupación y el contexto cultural al que se asocia. Al final, es una muestra más del peso de los antiguos discursos y de la escasa reflexión sobre el modelo de poblamiento con stocks fundacionales de acuerdo con el bagaje cultural del grupo. Debo insistir en que, si está ampliamente registrada en Gran Canaria, terminará estándolo igualmente en las demás. Otro tema es que la Arqueología no la haya identificado hasta ahora, cosa que sí ha sucedido en Tenerife, sin olvidar las dificultades de conservación en el registro arqueológico de los productos cuya ingesta se hace en estado fresco o hervido, lo que sucede mayoritariamente con varios frutos y las leguminosas. Razón, entre otras, de la variable representatividad que tienen los taxones que identificamos. 40 En este sentido, hemos comentado cómo los primeros hallazgos de cerámicas a torno romanas de El Bebedero, ATOCHE y otros (1995) o los más recientes del mismo equipo, (ATOCHE, en producción citada en la nota 20) son marginados del discurso histórico, incluso cuando se habla de romanos en Canarias, en GARCÍA y TEJERA (2018), o la invisibilidad de tal tipo de materiales en la Carta Arqueológica de Lobos, previa a la identificación del Taller de púrpura, DEL ARCO y otros (2016b) p. 59. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 8 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 insulares, por más que aquellas mostraran también que indígenas de una isla sirven como intérprete en la conquista de otras. Así, en esa dicotomía, no tecnología náutica/variables lenguas, y en aislamiento consolidado (la aparente peor de las situaciones), la única salida es la dependencia de otros para llegar, para moverse, para relacionarse con el exterior o para volver. Si a ello unimos la ya señalada ut supra imposibilidad de poblamiento de un territorio como éste por medios de fortuna o escasamente planificados, tendremos la opción a una perspectiva de análisis integrando en el proceso a grupos culturales coetáneos que sí poseían esos medios tecnológicos, particularmente gentes feno-púnicas y romanas. Una vez en marcha estas propuestas, y comenzadas a jalonarse con indicios, se produce como argumento en contra41 la valoración de las enormes dificultades de la navegación hacia las latitudes canarias frente a un Atlántico ibérico más favorable; pero al unísono, lo cual parece contradictorio, termina proponiéndose a partir de las atribuciones de algunos naviformes canarios identificados con canoas o barcazas monóxilas, de las que, amén de la noticia de Torriani, sería un ejemplo, amortizado como ataúd, la pieza procedente de un túmulo del Cascajo de las Nieves (Gran Canaria), que los canarios poseerían unas bases técnicas para el desarrollo de una carpintería naval42, quedando abierta la vía consiguiente a una colonización autónoma. Es esta una opción teórica que, si bien cuenta con los registros más claros de la estación rupestre de Las Barandas43, deja a un lado el otro conjunto de naviformes de tipo púnico o romano44, y que no podemos aceptar como vía de poblamiento o llegada sistemática de colonos, por las características biogeográficas de este ámbito territorial ya comentadas, como por mostrar una implementación técnica más precaria que las que se exigen a los fenopúnicos para llegar y trasegar en los mares de Canarias45. Además, al final con esa propuesta parecería volverse a la opción de una navegación de fortuna que nos parece inviable. En un análisis riguroso de este tema es imprescindible insistir en que no es posible dejar de lado los registros y las cronologías que jalonan el proceso de descubrimiento y colonización del archipiélago. Algunos investigadores vienen defendiendo que este proceso se habría producido tardíamente después del inicio de la era. En una tendencia, esta propuesta se ha sustentado, como indicaba antes, en el relato de las lenguas cortadas que se vincula a la deportatio ad insulam46, una hipótesis difícilmente contrastable que extrapola ese modelo, siempre aplicado a contextos mediterráneos, donde existe ya una población (islas pobladas) y para gentes de un perfil social muy concreto, a unas islas lejanas, consideradas casi ausentes del conocimiento del mundo romano, sin que venga acompañado de los intereses subyacentes para la realización de una empresa de esa categoría47 que, al final, acabaría en el abandono y la pérdida de un importante potencial humano. De haberse producido un episodio de esa naturaleza implicaría un control férreo del territorio, que no se defiende expresamente. Esta tendencia se sustenta también en el seguimiento de una idea ya desbrozada por Álvarez Delgado48. 41 GUERRERO (2009). Un trabajo que parte de la dificultad para esa navegación atlántica ante la ausencia de derroteros, empleando argumentos poco sustantivos sobre las formas expresivas de los naviformes canarios, que ya comentamos, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), pp, 24,31-32; muestra además el desconocimiento de algunos registros canarios. No deja de sorprender que en ese trabajo el autor no cite nuestra monografía, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), que trata en profundidad estos contenidos. 42 GUERRERO (2009), p.111. Un conocimiento del oficio de carpintero, de sogueros y textiles, señalado en las crónicas, que por nuestra parte ya habíamos considerado pudiera estar relacionado con la experiencia de trabajos dependiente de la tecnología náutica y la mar, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 88-89, 234 y 238. 43 MEDEROS y ESCRIBANO (2008). 44 Que definitivamente no son negados por el proponente de esta idea, y que también se valoran como integrantes del conjunto de Las Barandas. 45 Tampoco deja de sorprender que Guerrero en otro trabajo (2004), dedicado a la colonización del archipiélago balear, defienda que el poblamiento de un archipiélago queda fuera de los modelos de fortuna y encajado en la valoración de sus rasgos biogeográficos y de la existencia previa de derroteros náuticos. 46 MEDEROS y ESCRIBANO (1998, 1999b); CHAUSA (2006, 2007); TEJERA (2006) y GARCÍA y TEJERA (2018). En esta última aportación se encuentran otras contribuciones anteriores de A. Tejera, al que considero sistematizador de esta tendencia. 47 Más allá de la eliminación de unas tribus levantiscas. 48 Una idea que no sería bien publicada hasta fechas muy recientes, cuando MEDEROS y ESCRIBANO (2015b) sistematizan la documentación del manuscrito de Álvarez Delgado sobre el poblamiento que se conserva DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 9 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 La otra tendencia que defiende una similar modernidad del poblamiento, pero sin plantear las circunstancias históricas de cómo se produciría, está centrada en la valoración de las dataciones radiocarbónicas49, argumentándose la escasa fiabilidad de las que no son de ciclo corto u otras obtenidas en determinados laboratorios. Compartiendo las certezas que proporcionan los materiales orgánicos de ciclo corto, debiéramos convenir que esas dataciones sólo nos dan la horquilla temporal de ese taxon, pero que de ella no puede inferirse que el poblamiento tenga esos límites, ni tampoco del repertorio más denso de las cronologías que se tienen para Gran Canaria; un amplio repertorio, desde luego, en el que se integran también los restos de materiales esqueléticos recuperados en un tiempo de la investigación que podemos calificar de pretérito, por lo que parte de esas datas pudieran estar rejuvenecidas. No debe dejarse atrás que es imprescindible valorar un análisis del proceso colonial en ese territorio desde un modelo comprensible, en el sentido de que difícilmente las fechas del interior de la isla pueden revelar un horizonte primo colonizador. Tampoco lo haría la explotación agrícola generadora de excedentes con almacenajes en silos estructurados de considerable capacidad que, además, difícilmente pueden entregar vestigios de sus primeros usos, pues sufrirían limpiezas continuadas, al igual que la mayor frecuencia de dataciones en espacios funerarios en unos tiempos concretos nos vendría a indicar el incremento poblacional, tras etapas previas de llegada de contingentes de colonos, de tamaño más reducido. Si observamos esa isla en el contexto del archipiélago, para el que tenemos algunas certezas de registros más antiguos que no se pueden obviar, habremos de convenir desde un análisis teórico que Gran Canaria, por sus características biogeográficas —sin entrar ahora en la valoración de algunos de sus rasgos culturales50—, debió estar poblada con anterioridad. Los registros más antiguos muestran, en efecto, que en algunas islas hay gentes asentadas en el primer tercio y primera mitad del primer milenio antes de la era. Sin duda, el yacimiento más significativo es el de Buenavista (Lanzarote) con una amplia serie cronológica sobre muestras de distinta naturaleza51 (Tabla 1)52, pero siempre con resultados coincidentes, y como les acompaña un conjunto de manufacturas que son exógenas a lo genuino canario no hay marcha atrás; se desgranan en tiempos anteriores al tránsito de era y terminan por traspasar esta. Podremos discutir qué significa y qué peso tiene en la colonización, pero es un enclave que no puede obviarse, que muestra la fijación en el territorio de gentes vinculadas con el mundo feno-púnico en sus primeras etapas y que, como se mantienen durante bastante tiempo, no puede tratarse sólo de un aporte fortuito. Con una similar cronología tenemos El Cordón Litoral de La Graciosa. En este caso obtenida por TLM (OSL)53 sobre materiales cerámicos a torno, en consecuencia, de nuevo exógenos, mostrándonos una horquilla temporal que no desentona con la más antigua de Buenavista, si bien esta era desconocida en el momento en que trabajamos aquél. Nos situaba, dependiendo de qué sector de la horquilla temporal manejáramos, en un momento temprano de las navegaciones oceánicas que relacionamos con una de las etapas exploratorias previas sobre el archipiélago, que estaría asociada al testado de murícidos, provistos de su patrón de fractura y otros elementos antrópicos que, a pesar de la caracterización del lugar como un espacio secundario, cohesionaban la idea de aquella presencia antigua. Este enclave merece ahora dos comentarios. Uno de ellos es sobre su interpretación, en el sentido de que tras el conocimiento bien sustentado del Taller de púrpura romano de Lobos 1 y de esa explotación en el Mediterráneo y en el Fondo documental de ese investigador en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, un texto e ideas, por otro lado, siempre anunciados por su autor. 49 VELASCO y otros (2020). 50 Planteados con anterioridad en GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). 51 ATOCHE (2009 a y b, 2013); ATOCHE y RAMÍREZ (2011a y b, 2017). Cuando se han empleado muestras de diferente naturaleza, los resultados son coincidentes y en coherencia con los registros estratigráficos. 52 Para todas las referencias que se incluyen a continuación debe consultarse esta tabla. Hemos considerado oportuno recalibrar (REIMER y otros, 2013; STUIVER and REIMER, 1986-2018) todas las fechas más antiguas que se incluyen en ella o que en la publicación de origen no lo estaban o, estándolo, hacerlo para favorecer su comparativa. 53 Obtenida con todos los parámetros metodológicos exigibles, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 10 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Atlántico 54, no debiera haber duda para ser considerado el depósito residual de una antigua explotación purpurígena. El otro es que debiéramos ser conscientes de que el registro arqueológico relacionado con la etapa del descubrimiento o del reconocimiento de las islas habría dejado indicios “fosilizados” mínimos, por su propio carácter efímero55, por lo que su identificación resulta harto difícil56. En un ámbito temporal similar a Buenavista y El Cordón litoral se inserta la datación más antigua de Tenerife, procedente de la Cueva de Los Guanches (Icod de los Vinos), en este caso, sin asociación a materiales exógenos. Es una datación de amplia horquilla temporal, en la que la mayor probabilidad estaría en el 960 BC, indudablemente muy antigua, y que siempre consideramos debiera mantenerse en reserva a la espera de otros registros igual de antiguos para el archipiélago y la isla. Sin embargo, en ese mismo yacimiento, en el próximo de la Cueva de Las Palomas, o en el de Las Estacas (Buenavista) se suceden cinco cronologías que encajan en una etapa anterior a la era, y que no debieran ser marginadas, desde un 531 BC. a un 31 BC (Tabla 1). Con respecto a Gran Canaria, si se consideran rechazables las viejas cronologías de La Fortaleza, las de Arteara o la algo más reciente de Los Caserones57, parece oportuno reflexionar sobre estos dos enclaves. Dos de sus datas, respectivamente 625 BC y 119 AD (Tabla 1), aún analizadas por el cuestionado laboratorio japonés, proceden de maderas, que necesariamente no debemos interpretar como envejecidas por ser taxones vegetales no identificados, pues también pueden ser piezas reutilizadas y amortizadas en la sepultura o en la estructura habitacional. En este sentido, sucedería lo mismo con la data 211 AD de la Estructura 1 de La Puntilla (Tabla 1), obviamente más antigua que los registros procedentes de la última ocupación de esa construcción. Por otro lado, las variables dataciones que oferta el túmulo 727 de Arteara (Tabla 1), de las que las antiguas (474 BC, 242 BC) son rechazadas por su envejecimiento frente a la más moderna (1090/1309 AD)58, muestran una horquilla temporal que me parece debiera ser valorada también atendiendo a que ese túmulo es una sepultura colectiva, con un NMI de 1359, por lo que las fechas pueden estar revelando distintos episodios o gestos funerarios, un proceso aún por evaluar. Al igual que sucedería con la propia necrópolis y sus más de 137.000 m2 y 809 túmulos60 que, por lo ya observado, no tienen por qué ser individuales, por lo que su uso debió tener un amplio recorrido temporal, por pautar. En el extremo occidental, La Palma sólo posee una datación que se inserta en un tiempo anterior a la era. Procedente del tablón funerario de la Cueva de La Palmera, pudiera considerarse envejecida para el contexto del hallazgo por ser un taxon de vida larga. Sin embargo, al igual que otros tablones con la misma función61, pudiéramos estar ante una pieza usada que se amortiza en un espacio funerario; no debiera perderse de vista que se ha asociado a la denominada fase o estilo cerámico IIIa62, lo que viene a indicar que las anteriores fases pudieran tener, al menos, cronologías similares a las del tablón o, incluso, anteriores. Al respecto cabe señalar que de las fechas de ciclo corto, sobre semillas de El Tendal63, se señala 54 DEL ARCO y otros (2016). No parece haber diferencias sustantivas en estos ámbitos entre los talleres púnicos conocidos con los romanos. 55 Es como señala habitualmente A. Macías, en las conversaciones que mantenemos, tan difícil como «encontrar una aguja en un pajar», empleando tal imagen incluso para los registros de las primeras etapas coloniales. 56 En este sentido, no hemos querido traer aquí la discusión sobre ese tipo de registros que, en otra ocasión, centramos en la problemática de huellas de probables tanteos más pretéritos en dependencia de los hallazgos del Bco. de la Monja (Fuerteventura) y Guatiza (Lanzarote), GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), pp.27-28 y 36. 57 VELASCO y otros (2020), p. 8. 58 Esta datación se publica con variables http://dataciones.grancanariapatrimonio.com/ y en VELASCO y otros (2020), p. 23. 59 SCHLUETER (2009), p. 73. 60 SCHLUETER (2009), p.42, 54. 61 No sólo en Gran Canaria sino también en Tenerife, DEL ARCO y otros, 1997. 62 MARTÍN (1993), p. 19. 63 MORALES y otros (2017), pp.204, 209. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 11 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 para sus niveles inferiores un 385 AD y para los superiores un 484 AD 64, aunque, al no indicarse los niveles concretos de procedencia, se hace difícil estimar la pertenencia a una fase de la data más antigua. Sí me parece que esa horquilla de niveles inferiores-superiores de El Tendal es un corto tiempo para la implementación de su secuencia estratigráfica. Tampoco debemos perder de vista en el análisis de estas fases antiguas los naviformes de El Cercado, que permiten marcar una relación con navegaciones púnicas, que terminarían en conjunto arropando la idea de que los primeros colonos llegarían antes del inicio de la era. Una circulación náutica, imprescindible en las etapas de reconocimiento del archipiélago, de explotación de sus recursos y de la instalación de los primeros colonos, que hoy es preciso asociar con las dataciones de La Graciosa, Lanzarote, Tenerife y enlazar con Gran Canaria y La Palma. En los tiempos más modernos de ella se registran los hallazgos subacuáticos en el entorno de La Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, pertenecientes a tipos anfóricos romanos, ampliamente debatidos desde su descubrimiento65. Nos muestran que naves con manufacturas romanas circunnavegaron desde el tránsito al siglo I antes de la era hasta el IV-V66 por el archipiélago, un trasiego náutico que necesariamente implica un recorrido por el banco canario-sahariano, las costas occidentales africanas y el ámbito del “Círculo del Estrecho”, recalando en ensenadas canarias y dejando igualmente huella de ese proceso y algo más en tierra. Hemos considerado que serían vestigios de esas navegaciones los pozos de El Rubicón (Lanzarote), correspondiendo a prototipos púnicos, el Pozo de la Cruz67, y romanos, el de San Marcial, nunca a una factura normanda, y viniendo a evidenciar la instalación de una infraestructura imprescindible para el abastecimiento en la ruta de entrada al archipiélago68, bien situados, por otra parte, en un lugar estratégico del canal interinsular entre Lanzarote y Fuerteventura, con el jalón intermedio de Lobos, y cómo se observa igualmente en la instalación de El Cordón Litoral de La Graciosa, en el canal entre ella y Lanzarote69. Por otro lado, modelos arquitectónicos de pozos que no desentonan con los hallazgos en tierra de esa isla, el comentado de Buenavista y El Bebedero. Este es un enclave con materiales exógenos romanos (cerámicos, metal y vidrio) y unas cronologías, tanto por paralelos muebles como absolutas (Tabla 1), que muestran unas relaciones con el exterior desde el siglo I a.n.e. hasta el II70. Y, por supuesto, el Taller de púrpura de Lobos 1, (islote de Lobos, Fuerteventura)71 termina por consolidar las certezas de una explotación de los recursos por agentes exógenos a las comunidades indígenas canarias definidas como genuinas. Es en efecto una instalación productiva de clara filiación romana, desde época tardo-republicana a tiberiana, centrada en el aprovechamiento de los murícidos, pero también de otros recursos haliéuticos, que hemos considerado el reflejo de una empresa económica con origen muy probable en Gades72. Los contextos materiales muestran una clara dependencia de las manufacturas cerámicas elaboradas en la bahía gaditana y Bajo 64 La calibración ha sido efectuada por mí en el contexto referido. Corresponden la primera a BETA-206154, Hordeum vulgare, 1660±40 BP, 318-434 AD [385 AD] y la segunda a BETA-206156, Hordeum vulgare, 1570±40 BP, 403-571 AD [484 AD]. 65 SERRA (1963-64, 1966 y 1970); GARCÍA Y BELLIDO (1967, 1970); PELLICER (1970); TEJERA y DE BALBÍN (1983); ATOCHE y otros (1995); ESCRIBANO y MEDEROS (1996a y b); MEDEROS y ESCRIBANO (1997b); CHÁVEZ y TEJERA (2001); ESCRIBANO, MEDEROS y GARCÍA (2014). 66 ESCRIBANO, GARCÍA y MEDEROS (2016). 67 Recordemos, ligado también a una iconografía de Tanit y a una inscripción de raigambre neopúnica. 68 ATOCHE y otros (1999b); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.58-60, 224 y ss. 69 DEL ARCO y otros (2016b), pp. 52 y ss. 70 ATOCHE y otros (1995); ATOCHE y RAMÍREZ (2017). 71 DEL ARCO y otros (2016b); CEBRIÁN, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b); CEBRIÁN y otros (2019c); DEL ARCO y DEL ARCO (2020); DEL ARCO y otros (2019a); DEL ARCO, RODRÍGUEZ y DEL ARCO (2019b); GARRIDO, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b); GARRIDO, DEL ARCO, DEL ARCO y FERNÁNDEZ-GARCÍA (2019c); SIVERIO, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b). 72 No deja de sorprender que, casi a día de hoy, pueda señalarse que el enclave de Lobos lo es aparentemente, VELASCO y otros (2020), p.8, cuando existe una literatura ya al respecto, amén de haberse mostrado con anterioridad en una exposición monográfica, de larga duración, los primeros resultados, algo no habitual en nuestro ámbito. En ese mismo sentido, obviar en el discurso interpretativo registros arqueológicos como el de Buenavista o El Bebedero, más allá de incluir el listado de sus dataciones en una tabla, o no integrar en esta las dataciones de Lobos 1, cuando se pretende someter a discusión la antigüedad de la instalación de poblaciones en Canarias, carece de justificación en el ámbito científico. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 12 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Guadalquivir, junto a otras producciones, más escasas, de origen mediterráneo, para el tiempo señalado, donde la producción cerámica permite aquilatar su desarrollo. A la par, si bien no es este el lugar para presentar toda la serie de dataciones absolutas obtenidas 73 sobre diversidad de materiales (carbón, ovicápridos, conchas marinas y cetáceos), hemos seleccionado algunas (Tabla 1) que muestran sobradamente su desarrollo. Tabla 1. Dataciones antiguas de Canarias Yacimientos Laboratorio-Muestra Datación BP Calibración (2σ)* [+ probabilidad] La Graciosa El Cordón Litoral / El Descubrimiento (1) TLM-OSL, cer. a torno -Mad-3292: 3099±278 BP -Mad-3334: 2953±227 BP -Mad-3292: 1374-818 BC -Mad-3334: 1177-723 BC Lanzarote Buenavista (2) E.V.1, D9/II-3 Base Beta-251322, carbon 2810±40 BP 1050-890 BC & 870-850 BC [960 BC] Buenavista (2, 3) E.V.1, F4/II-3 Base Beta-237341, Cenizas/Sed. 2450±50 BP 780-400 BC [530 BC] Buenavista (2, 3, 4) E.V.1. B6/II-1 Beta-230885, Cenizas / Sed. 2280±40 BP 400-350 BC [380 BC] Buenavista (2, 3, 4) E.V.1. E4/II-1 Beta-237340, Cenizas/ Sed. 2180±40 BP 370-150 BC [330 BC] Buenavista (4) E.V.1 X3/II-1 Beta-445242, Sed. orgánico 2170±30 BP 355-275, 255-165 & 125-120 BC [200 BC] Buenavista (2, 4) E.V.1 H2/1-2 Base Beta-251323, Sed. orgánico 2140±40 BP 200-150 BC [180 BC] Buenavista (2, 4) E.V.1 D9/1-2 Beta-251321, Sed. orgánico 2030±40 BP 60 BC-10 AD [40 BC] El Bebedero (3, 4) E.V.1. Corte A7 GrA-2477, Carbón 1980±50 BP 110 BC-130 AD [0 BC/AD] El Bebedero (3, 4) E.IV.4. Corte A7 GrN-19194, Ovicáprido 1980±140 BP 400 BC-350 AD [0 BC/AD] Lobos Lobos 1 (5) M12-V Beta-331838, Malacof.marina 2380±30 BP **140 BC-20 AD [40 BC] Lobos 1 (5) O12.73 Beta-510608, Ovicáprido 2030±30 BP 114 BC-52 AD [31 BC] Lobos 1 (5) P11-V Beta-331835, Malacof.marina 2370±30 BP **120 BC-40 AD [30 BC] Lobos 1 (5) P11-IV Beta-331834, Malacof.marina 2340±30 BP **80 BC-70 AD [0 BC] Lobos 1 (5) M12-III Beta-331837, Malacof.marina 2320±30 BP **40 BC-90 AD [20 AD] Lobos 1 (5) P13.81 Beta-510610, Ovicáprido 1980±30 BP 45 BC - 77 AD [20 AD] Fuerteventura Butihondo (6) Asentamiento GrA-26873, Cenizas-carbón 1830±40 BP *AD 80-257 AD [183 AD] Villaverde (7) 401.CA2. Niv.II CSIC-556. Carbón 1730±50 BP *210 AD - 416 AD [306 AD] Gran Canaria Arteara (8) Túm. 638 GAK-13328, Madera 2510±100 BP *BC 819-400 BC [625 BC] Arteara (8) Túm. 638 GAK-13329, Hueso humano 960±90 BP *941-1256 AD [1086 AD] Arteara (8, 9) GAK-12407, Carbón *673-353 BC 73 Si bien no todas, una parte de ellas ya han sido publicadas, DEL ARCO y otros (2016b, 2019a). DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 13 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Túm. 727 2360±70 BP [474 BC] Arteara (8, 9) Túm. 727, Sector CNIV GAK-12406, Carbón 2190±90 BP *405-20 BC [242 BC] Arteara (10) Túm. 727 Beta-34611, Textil vegetal 670±30 BP 970±30 BP (7) *1279-1319 AD [1309 AD] *1063-1154 AD [1090 AD] Arteara (8) Sector A/79 GAK-9592, Textil vegetal 1980±50 BP *107 BC -129 AD [17 AD] Los Caserones (11) Estr. 3, Cuad.A2 GAK-8064, Madera 1890±150 BP *210 BC-430 AD [119 AD] La Puntilla-Bco. Los Gatos (12) Estr.1, Cuad.Z8-III GX-23807, Madera 1810±75 BP *59-390 AD [211 AD] Tenerife Cva. de Los Guanches (13) Boca 2-VII GAK-14599, Cenizas-Sed. 2770±160 BP *1326-538 BC [963 BC] Cva. de La Arena (14) E.IV-IIIb CSIC-189. Carbón. 2490 ± 60 BP *789-430 BC [623 BC] Cva. de Los Guanches (13) Int. A4-XI GAK-14600, Cenizas-Sed. 2400±80 BP *782-363 BC [531 BC] Las Estacas-1 (15) Niv. XI BETA-127932 2210±60 BP *397 -149 BC [274 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. VI GAK-15980, Carbón 2200±90 BP *409-19 BC [252 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. IV Gak-13088, Cenizas-Sed. 2040 ± 100 BP *361 BC -140 AD [65 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. IV Gak-13084, Cenizas-Sed. 2010 ± 190 BP *488 BC-426 AD [31 BC] Cva. de La Arena (14) E.III CSIC-188. Carbón 1970±60 BP *118 BC-142 AD [26 AD] La Palma La Palmera (16) Fase IIIa GrN-13753, Madera 2190±90 BP *405-20 BC [242 BC] La Gomera El Pescante (17) PESCANTE614 Beta-232015, Hueso humano 1700±40 BP *247-415AD [343 AD] Alto del Garajonay (18) Beta-206020, Carbón 1590 ± 60 BP *342-596 AD [473 AD] El Hierro La Lajura (19) Fase antigua BETA-12884, Carbón 1740±60 BP *134-410 AD [294 AD] La Lajura (20) BETA-261244, Hordeum vulgare 1530±40 BP *424-607 AD [522 AD] * Calib. REIMER y otros (2013); STUIVER and REIMER (1986-2018). **Calib. MARINE09, HEATON y otros (2009); REIMER y otros (2009). (1) GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009). (2) ATOCHE y RAMÍREZ (2011b), p. 154. (3) Calibración en ATOCHE (2009a), p.123. (4) ATOCHE y RAMÍREZ (2017), p. 282-4. (5) DEL ARCO y otros (2016, 2019a). (6) DEL ARCO y otros (2006), p. 35-37. (7) HERNÁNDEZ y SÁNCHEZ (1990), p.84. (8) VELASCO y otros (2020), p. 19 y 23. (9) SCHLUETER (2009), p.71. (10) http://dataciones. grancanariapatrimonio.com/ (11) DEL ARCO y otros (1977-79), p. 73. (12) DEL ARCO (2011), p. 34. (13) DEL ARCO y otros (1997), pp. 74-75. (14) ACOSTA y PELLICER (1976), p.153, 159. (15) GALVÁN y otros (1999), p. 31, sin referencia al tipo de muestra. (16) MARTÍN (1993), p. 19. (17) FREGEL y otros (2019). (18) HERNÁNDEZ y NAVARRO (2011-12), p. 31. (19) VELASCO y otros (2005), p.126-127. (20) MORALES y otros (2017), p. 209. Por el momento no encontramos en Lobos 1 indicios de materiales de la convivencia con las comunidades indígenas, contactos que necesariamente debieron existir con las dos islas próximas, Lanzarote y Fuerteventura y que, quizás podamos testar a partir de los resultados de los análisis paleogenéticos ya en marcha sobre restos de los animales domésticos sacrificados y consumidos en el islote, con los de otros enclaves de esas islas y del territorio atlántico. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 14 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Recordemos que en la primera de aquellas hay población desde época temprana, mientras que en la segunda la fecha más antigua (183 AD) (Tabla 1) es la del poblado de Butihondo 74, seguida de La Cueva de Villaverde con un 306 AD75. La instalación de Butihondo, en el sur de la isla, y la actividad de frecuencias en la circulación que encontramos en Lanzarote o en Lobos para etapas anteriores, así como la proximidad de estas dos islas, que pueden verse como un continuum, nos lleva a considerar que las investigaciones arqueológicas en ella debieran terminar deparando asentamientos de mayor antigüedad. En efecto, desde una perspectiva teórica de análisis del territorio La Cueva de Villaverde pudiera llegar a aportar fases antiguas de ocupación, en las que no sería extraño localizar nexos con el asentamiento romano de Lobos. Esa dinámica (Figura 1), islas pobladas de antiguo y otras cuyos jalones cronológicos no lo atestiguan por el momento o son cuestionados, sí nos dice o abre expectativas interpretativas diferentes. Una, tal como hemos señalado76, es la de que el proceso natural de penetración sería el archipiélago Chinijo, que se constituye como las puertas de entrada, y a partir de La Graciosa se iniciaría el progreso de circunnavegación por las canales interinsulares y con una trayectoria de este a oeste, indicativa del recorrido más habitual de las navegaciones. También, que las series más antiguas alcanzan hasta Tenerife y, probablemente, La Palma, y en ese recorrido la vacía Fuerteventura o la cuestionada Gran Canaria debieron estar pobladas con anterioridad a lo que marcan las datas. Otra, que resulta aplicable a cualquier contexto, pero en nuestro caso a las islas mayores (GC, T, LP) con mayor diversidad biogeográfica, aunque con un variable registro de dataciones, es que siempre la mayor concentración de fechas en un ámbito temporal para distintos enclaves de un mismo nicho insular (espacios de signo económico, habitacionales o funerarios) está señalando que ya hay bastante gente, es decir, que la colonización de ese territorio insular ha sido intensa y ha habido un incremento demográfico porque, de lo contrario, tendríamos que considerar que en un momento, ya iniciada la era, llega mucha población y que el proceso colonial arrastró en sí mismo una alta tasa de mortalidad que hubiera llevado seguramente al fracaso de la acción colonizadora. En consecuencia, la arqueología debiera deparar nuevos indicios, propios de las primeras etapas coloniales y, en su caso, de la fase más efímera, arqueológicamente hablando, de descubrimiento y reconocimiento de los territorios. Otra de las cuestiones en este panorama es la situación que puede derivar del conocimiento que tenemos de la ocupación de La Gomera y El Hierro que, tanto por su situación suroccidental, rasgos biogeográficos y por sus dimensiones, son susceptibles de considerarse como espacios con más baja capacidad de carga. Las fechas más antiguas conocidas para la primera se sitúan en 343 AD y 473 AD (El Pescante y El Alto del Garajonay) (Tabla 1), aunque sabemos de una cronología anterior, más próxima al tránsito de la era en El Lomito del Medio 177. En el caso de El Hierro, dejando las más antiguas de Guinea, por las dudas sobre varias de ellas o por su envejecimiento respecto a la serie obtenida78, el inicio de la ocupación de la cueva funeraria de La Lajura se habría producido muy avanzado el siglo III (294 AD), fecha de carbón procedente de un tablón funerario, y la siguiente data sería del 522 AD en el mismo enclave (Tabla 1). Así que podríamos decir que algunas son más antiguas que las de la serie más consolidada de Gran Canaria, y que en las más recientes hay coincidencia con ese contingente de dataciones mayoritario de las dos islas centrales, que probablemente nos están mostrando ese modelo de ocupación pleno una vez instalados en los nichos insulares. En ese mismo sentido, la data de El Pescante es la cronología más vieja sobre huesos humanos en todo el archipiélago junto a la de El Hormiguero79 (Gran Canaria). Con todo, no entra dentro de la lógica de los 74 DEL ARCO, GONZÁLEZ, ROSARIO Y DEL ARCO (2006). 75 Como data más antigua publicada por el momento. 76 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007 y 2009); DEL ARCO y otros (2016b) pp.52 y ss. 77 Debo agradecer a Elías Sánchez Cañadillas la confirmación de esta cronología más antigua, que se difundió en https://diariodeavisos.elespanol.com/2018/12/retrasan-hasta-el-siglo-i-d-c-la-fecha-del-primer-poblamiento-en-la-isla-de-la-gomera/ 78 JIMÉNEZ y JIMÉNEZ (2007-08). 79 DEL ARCO y otros (1977-79), p. 75. Sus datos y recalibración son: GAK-8057.Restos humanos, 1740±90 BP, Cal. 2σ 78-435 AD [290 AD]. Sin embargo, es fecha descartada por VELASCO y otros (2020), p. 8, al considerar su procedencia del Gakushuin. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 15 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 modelos bioantropológicos de colonización de islas considerar que El Hierro o La Gomera se hubieran poblado con anterioridad a Gran Canaria, o que esta lo fuese después que Tenerife. Todo porque la colonización de este archipiélago, de la que conocemos fue un proceso exitoso, no pudo dejar pasar la ocupación temprana de las islas que fueron más frecuentadas por la navegación, el ámbito del NE, porque así nos lo muestran las series de dataciones, los registros arqueológicos y, en los últimos tiempos, los estudios paleogenéticos80, pero también aquellas que ofertaban más posibilidades, que no eran justamente las orientales, sino las centrales, Tenerife y Gran Canaria, y La Palma. Figura 1. Distribución de dataciones C14 antiguas de Canarias. Calibración sg. REIMER y otros (2013). HACIA EL FUTURO Llegados a este punto, debo insistir en la necesidad de progresar en la búsqueda y el jalonamiento de este proceso histórico del archipiélago, porque la comprensión de las culturas canarias quedará mermada si no somos capaces de reconocer sus rasgos desde el inicio. Los datos que hemos venido desgranando alertan, por un lado, sobre el hecho de que los procesos de descubrimiento y progresiva colonización son más antiguos de lo que últimamente 80 Como aportación más reciente, FREGEL y otros (2019). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 16 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 se viene defendiendo por un sector de arqueólogos y, por el otro, de la necesidad de manejar modelos teóricos integradores de los stocks biológicos y culturales en las etapas de partida que posibiliten su adecuada contrastación en los procesos adaptativos posteriores. Además, señalan, de forma incuestionable que las islas no estuvieron necesariamente aisladas durante todo el tiempo de su secuencia histórica antigua, por más que en la historiografía canaria ha tenido y sigue teniendo un gran peso la idea de que tras un episodio de poblamiento único se habrían mantenido al margen de los territorios de procedencia o sin contacto con el exterior. Recordemos pues que datos, que necesariamente no hemos manejado intensamente en estas páginas, como un espectro más variado de materiales e iconografías exógenas, la pluralidad de los alfabetos, o los más aparentemente sorpresivos sobre multietnicidad en los estudios paleogenéticos humanos, son una muestra incuestionable de tales presupuestos. Al igual que la incorporación de cultivos en algunas islas, frente a lo marcado con anterioridad o los resultados obtenidos en la actividad de campo en los yacimientos de La Graciosa, Lanzarote y el islote de Lobos, debieran servir para afrontar un cambio en los paradigmas asumidos, con diseños de búsqueda provistos de una perspectiva múltiple e integradora de la diversidad de resultados, y siempre en un análisis contextual. Por todo ello, no deja de sorprender que los enclaves arqueológicos, bien estudiados, con intensas campañas de excavación, trabajos específicos y adecuada contextualización, como los de El Bebedero, Buenavista y El Taller de púrpura de Lobos sean despreciados en los discursos que muestran como objetivo la teórica intención de reconstruir estos procesos, cuando proporcionan materiales exógenos a las culturas canarias genuinas, que nos vienen a mostrar, sin lugar a dudas, cómo la ausencia de aislamiento, propuesta con anterioridad, es falsada en el registro arqueológico, y cuando proporcionan datos empíricos bien contrastados de ese conocimiento antiguo. No reflexionar sobre ello, al igual que sobre el sentido que tienen los registros de variada índole que poseemos es errar en el procedimiento más adecuado que como investigadores debiéramos aplicar. Terrible es también que se abandone la opción al diseño de modelos teóricos, provistos de hipótesis alternativas porque, en gran medida, no buscaremos lo que no pensamos previamente. REFERENCIAS ABREU GALINDO, J. (1602/1977). Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria. Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones. ACOSTA MARTÍNEZ, P. y PELLICER CATALÁN, M. (1976). “Excavaciones arqueológicas en la Cueva de La Arena (Barranco Hondo, Tenerife)”. Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 22, pp. 125-184. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1944). “De la vida indígena. II. Canarismos geográfico-lingüísticos. Higueras”. Revista de Historia, núm. 66, pp. 148-155. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1950). “La navegación entre los canarios prehispánicos”. Archivo Español de Arqueología, núm. 78, pp. 164-180. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1977). Leyenda erudita sobre la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas. Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 23, pp. 51-81. ARANEGUI GASCÓ, C. (Ed.). (2001). 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España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 https://www3.gobiernodecanarias.org/noticias/el-analisis-de-semillas-arqueologicas-de-la-cueva-de-villaverde-modifica-el-conocimiento-sobre-los-majos/ (última consulta el 14 de mayo de 2020). http://dataciones.grancanariapatrimonio.com/ (última consulta, el 24 de mayo de 2020).
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Título y subtítulo | De nuevo sobre el descubrimiento y colonización antiguos de Canarias. Reflexiones sobre aspectos teóricos y datos empíricos = Once again on the ancient discovery and colonization of the Canary islands. Thoughts on theoretical aspects and empirical data |
Autor principal | Arco Aguilar, Mª del Carmen del |
Entidad | Casa de Colón |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 67 |
Sección | Arqueología |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo de Gran Canaria |
Fecha | 2021 |
Páginas | 27 p. |
Materias | Historia ; Canarias ; Arqueología ; Prehistoria ; Colonización ; Protohistoria |
Enlaces relacionados | http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
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Texto | 1 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE CANARIAS. REFLEXIONES SOBRE ASPECTOS TEÓRICOS Y DATOS EMPÍRICOS ONCE AGAIN ON THE ANCIENT DISCOVERY AND COLONIZATION OF THE CANARY ISLANDS. THOUGHTS ON THEORETICAL ASPECTS AND EMPIRICAL DATA Mª del Carmen del Arco Aguilar∗ Fecha de Recepción: 1 de junio de 2020 Fecha de Aceptación: 28 de octubre de 2020 Cómo citar este artículo/Citation: Mª del Carmen del Arco Aguilar (2021). De nuevo sobre el descubrimiento y colonización antiguos de Canarias. Reflexiones sobre aspectos teóricos y datos empíricos. Anuario de Estudios Atlánticos; nº 67: 067-006. http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10595/10174 ISSN 2386-5571. https://doi.org/10.36980/10595.10174 Resumen: El proceso del descubrimiento y primera colonización de las islas Canarias ha sido siempre y, en especial, en los últimos veinticinco años, tema central de investigación, sobre todo, para un grupo de investigadores que ha analizado este proceso desde una perspectiva bioantropológica y en una valoración contextual del territorio. Aquí se analiza ese proceso y se reflexiona sobre los modelos teóricos a manejar y sobre qué nos dicen los registros arqueológicos y las cronologías asociadas. En ese sentido se defiende que el contexto de las navegaciones atlánticas en manos de fenicio-púnicos, primero, y romanos, después, favoreció el descubrimiento del archipiélago, el reconocimiento de sus recursos y el progreso de su colonización. Palabras clave: Protohistoria, colonización insular, cronología. Abstract: The process of discovery and first colonisation of the Canary Islands has always been, and especially in the last twenty-five years, a central topic of research. This is particularly true for a group of researchers who have analysed this process from a bioanthropological perspective and in a contextual assessment of the territory. In this study, that process is analysed and a reflection is made on the theoretical models to be used and on what information we can extract from the archaeological records and associated chronologies. In this sense, it is argued that the context of the Atlantic navigations in the hands of the Phoenician-Punics, first, and the Romans, later, favoured the discovery of the Archipelago, the recognition of its resources and the progress of its colonisation. Keywords: Protohistory, island colonization, chronology. In memorian Enrique Gozalbez Cravioto Rafael Muñoz Jiménez Antonio Rodríguez Rodríguez ∗ Departamento de Geografía e Historia. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara. Apartado 456. 38200. San Cristóbal de La Laguna. Tenerife. España Teléfono: +34922317733; correo electrónico: cardarco@ull.edu.es © 2021 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 2 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 DE LO RECORRIDO Ha transcurrido un periodo de 25 años1 cuando, tras el hallazgo de La Piedra Zanata en Tenerife, inicié junto a otros colegas2 una línea de investigación centrada en la problemática del primigenio poblamiento del archipiélago canario. Interpretamos la pieza como una escultura pisciforme, específicamente un túnido —que se había localizado en la alta montaña de la isla, en un espacio reconocido como escondrijo —lugares que, para distintos investigadores3, constituyen puntos de ofrendas— y que, además, mostraba en su superficie una abundante iconografía de otros pisciformes, así como un espacio central trabajado mediante rebaje: otro pisciforme a modo de cartucho, en el que se situaba una inscripción en grafía líbica-bereber cuya lectura, zanãta, realizada por R. Muñoz4, terminaría dándole nombre. Los arqueólogos que trabajamos en su contextualización cultural indagamos sobre el sentido que podía mostrar este objeto en relación a dos aspectos. Uno, por su vinculación a una inscripción que resultaba un etnónimo (zanãta/cinethi), lo que vendría a significar que estaba bien enraizada en la pertenencia a determinados valores de ese grupo étnico, del que derivaría la denominación de guanche; y otro, porque al ser la iconografía mayor un túnido, y estar cargado de abundantes pisciformes en su superficie, la reconstrucción histórica que se había efectuado sobre la cultura indígena de Tenerife y para todo el archipiélago mantenía que estas gentes vivían de espaldas al mar y carecían de tecnología náutica5. En esa situación valoramos que la pieza mostraría un alto valor simbólico, un sentido que los arqueólogos atribuimos frecuentemente a los grabados rupestres; que esos pisciformes, donde el túnido destacaba, podían manifestar una imagen del papel desempeñado por los recursos ícticos en una etapa anterior de los indígenas guanches, y que ese repertorio iconográfico abundaba en el ámbito cultural de Gadir6, en un espacio que la historiografía había denominado “Círculo del Estrecho”, o de influjo púnico-gadirita, y que estuvo sistemáticamente recorrido por agentes semitas, primero, y romanos, después, que progresarían en la explotación de los potenciales piscícolas del banco canario-sahariano, con la instalación de enclaves de diversas características en la costa noroccidental africana7, que supondrían el jalonamiento y control de un territorio, el acceso a variables recursos, entre ellos los del mar, con factorías de salazones o cetariae, que se explicarían por la vinculación inmediata a esos potenciales piscícolas, aspectos que 1 Un tiempo profundamente enriquecedor en el que nuestra investigación sobre el tema del poblamiento se ha desarrollado junto al equipo del Museo Arqueológico de Tenerife, liderado por Rafael González Antón, con el emprendimiento de distintas acciones financiadas por el Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC) del Cabildo de Tenerife y por la ejecución de varios Proyectos de Investigación, entre ellos PYCIA. Poblamiento Y Colonización de Islas en el Atlántico. Sitios y gentes (Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información, Gobierno de Canarias, Fondos Feder) y, más recientemente, en una actuación conjunta (Unidad de Patrimonio Cultural del Cabildo de Fuerteventura, Museo Arqueológico de Tenerife-OAMC y Universidad de La Laguna) sobre el Taller de púrpura romano del islote de Lobos (Fuerteventura), así como en el Proyecto Arqueología del Poblamiento y Colonización Antigua de Canarias. Codificando el territorio, recursos insulares y bienes en circulación (ARQPYCAC) de la Fundación CajaCanarias y Fundación Bancaria la Caixa (2018PATRI17). A todos, mi agradecimiento, en especial a Rafael González, Rodrigo de Balbín, Primitiva Bueno, Mercedes del Arco, Candelaria Rosario, Pablo Atoche, Conrado Rodríguez-Maffiotte y a Antonio Macías, por la contribución al debate de ideas, compartiendo resultados e interpretaciones. Al final, tanto de cada una de nuestras contribuciones es también parte de los demás. 2 Una parte de sus resultados se encuentran en GONZÁLEZ, DE BALBÍN, BUENO y DEL ARCO (1995); GONZÁLEZ, DEL ARCO, DE BALBÍN y BUENO (1998); DE BALBÍN, BUENO, GONZÁLEZ y DEL ARCO (1995a y b, 2000); DE BALBÍN y otros (2009); DEL ARCO (2004); DEL ARCO y otros (2000a, b y c, 2005, 2009a y b, 2016a y b, 2009a y b); GONZÁLEZ (2004); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2001, 2006a y b, 2007, 2009); GONZÁLEZ y otros (2003a y b, 2009, 2016); RODRÍGUEZ y GONZÁLEZ (2003); RODRÍGUEZ, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009); ATOCHE y otros (1999b); BENITO y otros (2016). 3 TEJERA (1988), pp. 43 y ss.; GONZÁLEZ y otros (1995), pp. 171 y ss.; DEL ARCO y otros (1999), pp. 61-62. 4 MUÑOZ (1994). 5 Desde que tempranamente J. Álvarez Delgado así lo hubiera señalado (1950), un aspecto que también habría ido configurando L. Diego Cuscoy en su discurso (1951, 1968). 6 MEDEROS y ESCRIBANO (2015a), pp. 205 y ss. 7 JODIN (1967); PONSICH et TARRADELL (1965); PONSICH (1988); ARANEGUI (2001); HABIBI y ARANEGUI (2005); LÓPEZ y MEDEROS (2008); GOZALBES (2015). Una síntesis de esos enclaves puede encontrarse en MEDEROS y ESCRIBANO (2015a), particularmente entre las pp. 73-152. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 3 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 comenzamos a manejar al considerar que pudieron ser el vehículo que terminó llevando a estos productores semitas, luego, en esa estela, seguidos por los romanos, a toparse con el archipiélago; en definitiva, a descubrir nuevos territorios, a evaluar sus potenciales, a interesarse por sus recursos y a sopesar opciones relativas a la eventual instalación en él para ejercer su control, tanto para la inserción de poblaciones que mantuvieran una relación de dependencia o mostraran lazos de cooperación, como por algún tipo de instalación propia que no produjera centros coloniales, en el más estricto sentido del término. Significando, desde el comienzo, la diferencia entre las acciones de descubrir y la de poblar o colonizar. A la par, e imbricado en lo anterior, sopesábamos otros dos aspectos de imprescindible tratamiento para comprender el proceso de ese descubrimiento y poblamiento, que hemos ido perfilando y puntualizando. Uno, que el archipiélago era un territorio en el camino8 para las gentes protohistóricas que navegaron por el Atlántico (por su extensión E-O, unos 450 km desde los casi 100 que le separan de las costa africana y por su profundidad N-S, en unos 250 km), y, donde una vez avistada una de las islas, el factor altitudinal y la distribución y anchura de los canales interinsulares, consolidada la visibilidad entre ellas, propiciarían el descubrimiento del resto. Otro, que la decisión de poblarlas y progresar en su colonización, dada la naturaleza y diversidad de potenciales de sus ecosistemas, debió ser planificada con la importación de los adecuados contingentes biológicos, en el espectro de humanos, animales y vegetales que funcionarían como stocks fundacionales y que pudieron ser renovados o refrescados por nuevas incorporaciones durante bastante tiempo9. Con ello, estábamos introduciendo un factor en la concepción de esta etapa de la historia antigua de Canarias que eliminaba el poblamiento de fortuna y la supuesta arribada de «arcas de Noé»10; que planteaba la necesidad de análisis del proceso desde una perspectiva bioantropológica y el reto de afrontar el establecimiento de una fasificación o secuenciación de las culturas canarias. Estas estaban dibujadas como «prehistorias insulares planas»11, más allá de algunas de las aportaciones ya realizadas, que considerábamos superadas, sobre etapas o fases culturales apoyadas por la diversidad de manufacturas cerámicas12, o por variables comportamientos funerarios13. tendencias siempre construidas bajo la perspectiva del peso de la corriente difusionista, donde tales cambios debieran suponer un componente exógeno, asociado a una o varias oleadas poblacionales que habrían hecho desistir de sus hábitos a las gentes ya instaladas en las islas, en unos procesos no definidos y tampoco expresamente secuenciados o explicados. En esa propuesta de fasificación a la que alertábamos, indicábamos que resultaba incoherente que, como historiadores, tuviéramos que renunciar a vislumbrar el conocimiento de los diversos procesos culturales con todas las herramientas a nuestro alcance, lo que suponía un afrontamiento de la reconstrucción de esos tiempos poniendo la vista sobre otros conceptos y modelos teóricos, observando los registros culturales existentes y otros que hubiesen sido despreciados, como no genuinos, e interpretándolos en los eventuales contextos de procedencia y abundando en los repertorios de dataciones absolutas. En ese mismo sentido, reconocíamos que las llamadas culturas aborígenes canarias14 que se habían definido correspondían a la etapa más reciente de la vida indígena, donde se habría consolidado un proceso de aislamiento del archipiélago y donde los mecanismos adaptativos habían conformado nuevos patrones culturales, lo que había servido para definir lo genuino de 8 GONZÁLEZ y otros (1998); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 44 y ss. 9 DEL ARCO y otros (2000a); RODRÍGUEZ y GONZÁLEZ (2003); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007); RODRÍGUEZ y otros (2009). 10 ÁLVAREZ DELGADO (1950); SERRA (1957, 1971); TEJERA (1992), p. 18. Como síntesis y en una nueva relectura, véase GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 37 y ss. 11 GONZÁLEZ y otros (1998), pp. 47 y ss. 12 Así, la sistematización de una secuencia cultural compresiva de 4 fases en La Palma atiende a los cambios observados en las formas y decoración de las cerámicas (estilos cerámicos) que se hacían depender de nuevas oleadas poblacionales y que vemos en los trabajos de PELLICER y ACOSTA (1975) y HERNÁNDEZ (1977), y matizada en revisiones posteriores para reducir a dos el número de oleadas en NAVARRO y MARTÍN (1985-87). En Tenerife la propuesta es realizada por ARNAY (1981-82) al estudiar los materiales cerámicos procedentes de la zona de Las Cañadas. 13 NAVARRO (1992). 14 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 21-28. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 4 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 ellas a finales del XIX, tomando como referente el relato de las fuentes etnohistóricas que, evidentemente, mostraba en gran medida la visión que de su fase final tuvieron los relatores postconquista. Así considerábamos que, si no estudiábamos registros o contextos más antiguos, entroncados con las primeras fases del poblamiento —en definitiva, los rasgos culturales más próximos a ese origen—, difícilmente podríamos saber cómo se produjeron esos procesos adaptativos 15. Sucede, sin embargo, que hablar de esto pareció, y sigue pareciendo, a un buen número de arqueólogos un esfuerzo vano, al considerar que estaba zanjado desde hace bastante tiempo el origen bereber de las poblaciones canarias16, por más que no se profundizase sobre qué supone el empleo de ese término y la indefinición de las poblaciones y de sus características culturales en origen a las que va dirigido, de las que se hace depender las culturas canarias que terminan por ser entroncadas con diversos etnónimos norteafricanos, en atención a la homofonía que muestra el referente registrado en la fuente etnohistórica canaria con uno de esos grupos tribales norteafricanos17. Y en paralelo, las culturas canarias, cargadas aún de su vieja caracterización de neolíticas, al ser sociedades productoras no metalúrgicas y agrícolas-ganaderas, en equilibrio y peso diferente según los territorios y las etapas de su historia, soportan que se les siga denominando prehistóricas, después de habérseles aplicado para su comprensión modelos de sociedades cazadoras-recolectoras con una incipiente economía productora. Sin embargo, tal como hemos defendido y volveremos a expresar en esta contribución, en función de los tiempos cronológicos para su llegada a las islas, los rasgos definitorios de las culturas de los contextos más próximos atlánticos y mediterráneos occidentales —en los que está incluido el mundo norteafricano— muestran a culturas productoras, metalúrgicas, de diversa etnicidad que calificaríamos, en todo caso, de protohistóricas, unas culturas que han sido afectadas por procesos muy diversos de interculturalidad18 en el discurrir del primer milenio antes de la era (el tiempo que nos interesa para el tema que nos ocupa), y en el que los contactos entre poblaciones indígenas norteafricanas, del sur ibérico, colonos semitas y romanos han sido una realidad. Son pues esos grupos poblacionales los que trasladarían su bagaje cultural en origen, quizás también modelado cuanto más profundo fuera su conocimiento previo de estos ámbitos insulares a colonizar, y sobre los que se van a producir consecuentes fenómenos de adaptación, de los que el más comúnmente mencionado entre la cultura material sería la pérdida progresiva del utillaje metálico aportado y la incapacidad de restituirlo tras su intensivo uso ante la carencia de las materias primas necesarias. Más aún, esa clasificación de culturas protohistóricas parecería incuestionable, dado el conocimiento de diversos sistemas escriturarios, que nos hablan de su multiculturalidad, por más que, hasta el momento, los arqueólogos o filólogos discutamos sobre su filiación o no hayamos contribuido a su definitivo desciframiento19, así como por el hecho de que para efectuar su reconstrucción tengamos, además del registro arqueológico, las fuentes etnohistóricas correspondientes a la etapa de la conquista e incorporación de las islas a la corona de Castilla. 15 GONZÁLEZ y otros (1998); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). 16 Utilizamos el término bereber por ser el más generalizado, hasta tiempos recientes, en la historiografía; empleado con la alternativa del de libios, también derivada del nombre recibido de otros, en época antigua, o el de amazigh, como se denominarían a sí mismos. A la par hemos defendido que no hay bereberes/paleobereberes/libios o amazighs puros, sino fenómenos de hibridación y una gran diversidad (GONZÁLEZ y DEL ARCO, 2006a, 2007, pp. 25 y ss.). 17 El punto de arranque y consolidación de esa tendencia se observa en la publicación de la serie de pequeñas monografías por el Centro de la Cultura Popular Canaria dedicadas a las prehistorias insulares, bajo la coordinación de Tejera (1992-93) y en las que junto al nombre de cada isla aparecerá un etnónimo: Lanzarote y los majos, Fuerteventura y los majoreros, Gran Canaria y los canarios, Tenerife y los guanches, La Gomera y los gomeros, El Hierro y los bimbaches y La Palma y los auaritas. Será TEJERA (2006) quien abandere a continuación una línea que pone el poblamiento del archipiélago en manos del imperio romano a partir de la traída forzosa de esas tribus norteafricanas y su estancamiento individualizado en cada una de las islas. Una muy completa síntesis historiográfica e interpretativa la encontramos en MEDEROS y ESCRIBANO (2016b). 18 GOZALBES (1993); GHAKI (2004). 19 Entre otras muchas contribuciones, sirva de muestra de las distintas orientaciones dadas a estos estudios las aportaciones de BELMONTE, PERERA Y GARCÍA (2017); FARRUJIA, PICHLER, RODRIGUE y GARCÍA (2009); MUÑOZ (1994); SPRINGER (1994, 2015-16). DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 5 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 En conjunto, una hipótesis teórica, desgranada con varios documentos arqueológicos que, prontamente y en paralelo, encontraba cabida en los discursos de otros investigadores20, interesados también en vislumbrar indicios de esas etapas primeras de nuestra historia, introduciendo nuevos puntos de vista y registros materiales que llevaban a jalonar esas etapas, a su contextualización e interpretación. Una temática sobre la que también planificamos indagar en cómo se había formalizado su discurso histórico21. En el trayecto hasta aquí, de ser un aspecto casi marginal en las investigaciones se ha transformado en un tema recurrente en el que retomando la leyenda de las lenguas cortadas —uno de los relatos reconstruidos en las fuentes etnohistóricas22— se ha ido configurando un poblamiento reciente de Canarias23, al que se atiende igualmente como una de las conclusiones de los análisis paloegenéticos24 o de la valoración de las series cronológicas del archipiélago y, particularmente, de Gran Canaria25. Simultáneamente, se ha afrontado el fortalecimiento del vínculo amazigh de las culturas canarias26 —desde mi perspectiva no negado por ningún investigador—, si bien bajo esa variedad de denominaciones (bereber, paleobereber, amazigh, libio), o en la más amplia multietnicidad o multiculturalidad, pero sin que tales discursos planteen en paralelo los mecanismos y el proceso de ese poblamiento. En gran medida cada una de esas aportaciones se configura como piezas de un entramado complejo que aún debe ser articulado. Sin embargo, un conjunto de datos empíricos y la propuesta de un análisis teórico de los mismos, que no debiera desecharse para el adecuado progreso de la investigación, nos llevan a contrarrestar tales asertos. Me parece que casi el único aspecto en que estaríamos de acuerdo todos los investigadores que trabajamos sobre esta parte de la historia de Canarias es que el tema del poblamiento y la intensiva colonización del archipiélago esconde muchas facetas y puede abordarse, en consecuencia, desde variados puntos de vista. Con tal perspectiva, desarrollo en estas páginas algunas reflexiones sobre los tiempos y algunas de las propuestas y modelos sobre el primigenio poblamiento y colonización del archipiélago. Ellas van a la memoria de tres investigadores, aparentemente dispares pero que tenían en común, además de una sólida formación científica, su interés por nuevas propuestas al conocimiento y por su difusión: Enrique Gozalbes, colaborador continuo de esta revista y que desde el campo de la Antigüedad vio el interés de nuestras líneas de investigación; Rafael Muñoz que, desde sus amplios conocimientos como experto filólogo en lenguas semíticas y el mundo árabe, afrontó el reto de trabajar en La Piedra Zanata, apostando por la certeza de poder progresar en el desciframiento de nuestras inscripciones; y Antonio Rodríguez que, desde su profundo conocimiento de los suelos de nuestras islas, estuvo siempre dispuesto a contribuir en 20 Con aportaciones de gran interés en el diseño de Proyectos de Investigación y sus resultados, así como en la reinterpretación de registros arqueológicos, tenemos, entre otros, los trabajos de ATOCHE (2002, 2003, 2009a y b, 2013); ATOCHE y RAMÍREZ (2011a y b); ATOCHE y MARTÍN (1999); ATOCHE y PAZ (2009); ATOCHE, MARTÍN y RAMÍREZ (1997, 1999); ATOCHE, PAZ, RAMÍREZ y ORTÍZ (1995); ATOCHE y otros (1999b); SANTANA y ARCOS (2002, 2006, 2009); SANTANA, ARCOS, ATOCHE y MARTÍN (2002). A la par, existen investigadores como A. Mederos y G. Escribano, con una abundante producción, en muchos casos síntesis actualizadas o estado de la cuestión, sobre un amplio conjunto de aspectos relacionados con esta temática, sin que en sus comienzos se acompañase de propuestas, hipótesis o interpretaciones. Como muestra de esa producción tenemos a ESCRIBANO, MEDEROS y CHINEA (1997); ESCRIBANO y MEDEROS (1996a y b); MEDEROS y ESCRIBANO (1997a, b y c, 1999a, y b, 2000, 2002a y b, 2005, 2006, 2008, 2009, 2015a y b); MEDEROS, ESCRIBANO y RUIZ (2000, 2001-02). 21 Diseñando y dirigiendo la tesis doctoral de A. J. FARRUJIA (2004) y trabajando conjuntamente en algunos análisis de ese tipo. FARRUJIA y DEL ARCO (2002a y b, 2004a, b y c), una línea que daría continuidad Farrujia. De este menciono ahora una de sus últimas aportaciones (2019), pues en ella se pueden encontrar referencias a su producción y amplios registros que ahora nos interesan. 22 ÁLVAREZ DELGADO (1977); CHAUSA (2003, 2006, 2007); FARRUJIA (2006); FARRUJIA y DEL ARCO (2002b); MEDEROS y ESCRIBANO (1999b); TEJERA y CHAUSA (1999). 23 MEDEROS y ESCRIBANO (2016a); GARCÍA y TEJERA (2018). 24 En este caso se toma la información de esas tendencias interpretativas sobre poblamiento más reciente. De los trabajos paleogenéticos, como propuesta más actualizada puede verse FREGEL y otros (2019). 25 VELASCO y otros (2020). 26 Con análisis historiográfico y algunos registros arqueológicos, en especial las variables inscripciones alfabéticas. FARRUJIA (2019); FARRUJIA y otros (2009). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 6 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 la ejecución de variadas analíticas e interpretación de sus resultados. A todos ellos se les truncó demasiado pronto esa vida fructífera. TIEMPOS Y CONTEXTOS, JALONANDO EL PROCESO Sin duda, en la construcción de los discursos sobre el tema que abordo ha pesado mucho el tiempo marcado por Pellicer27 cuando, a su llegada a la Universidad de La Laguna, quiso sistematizar el conocimiento previo que le llevaría a sentar una línea postquem para el poblamiento de Canarias. Dicha línea atendería a la valoración de distintos elementos culturales que, en gran medida, venían acumulados por las aportaciones de la historiografía de raigambre decimonónica, de la antropología racial, los rasgos arqueológicos y la sistemática de los investigadores franceses para el norte de África, marcándola en su etapa protohistórica y no antes de mediados del primer milenio antes de la era28. Se configuraba así un limes29, difícil de traspasar para una situación en la que la arqueología casi no contaba con secuencias estratigráficas30, ni con fechas radiocarbónicas. De manera muy inmediata, ese perfil, denominado protohistórico, pero muy anclado en sociedades neolíticas, le llevó a interpretar, junto a P. Acosta, como un género de vida preneolítico o de tipo neolítico precerámico el nivel más profundo de la primera y única estratigrafía arqueológica que trabajaría en Tenerife, La Cueva de La Arena31, donde no aparecían restos materiales de la cultura, salvo detritus de lacértidos y carbones valorados como estrategia alimentaria y, sin embargo, dentro de sus tiempos previstos para la primera aportación poblacional a la isla, con una data C14 2490±60 BP (Tabla 1). De ella, consideraríamos que, al no ir asociada a evidencias seguras de una ocupación humana, debiera quedar en suspenso32. También siempre estaría presente en los discursos la idea transmitida por las fuentes etnohistóricas sobre la ausencia del conocimiento de sistemas de navegación entre las gentes de Canarias, si hacemos salvedad de la referencia de Torriani33 sobre los canarios y su movilidad, en torno a su isla, hacia Fuerteventura y Tenerife34, o si interpretamos la noticia de la Ovetense sobre la tecnología pesquera de aquellos para inferir el imprescindible uso de algún tipo de embarcación35. En este punto, no es baladí insistir en la iconografía de naviformes del registro arqueológico, en la discusión sobre su significado, especialmente de si debiéramos considerar 27 (1968-69, 1971-72). 28 En la órbita de los discursos que para entonces se habían defendido en el Simposio Internacional conmemorativo del centenario del descubrimiento del primer hombre de Cro-Magnon, con sede en Canarias (1969) particularmente por Balout, Camps o Souville, y que fueron publicados por el Anuario de Estudios Atlánticos en su vol. 15 (1968). 29 Así lo denominamos por entender que había funcionado como una sólida frontera, institucionalizada. GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), p. 58. 30 Este conocimiento y los problemas subyacentes a su interpretación pueden encontrarse en DEL ARCO (1998), pp.15 y ss. 31 Refiriendo aspectos relacionados con el tránsito de una economía de depredación propia del paleolítico a una ganadera de neolitización, PELLICER y ACOSTA (1971), p. 278, marcándole, sin duda, tal como he defendido con anterioridad, los modelos neolíticos que había aplicado en el Mediterráneo occidental ibérico, DEL ARCO y otros (2000a), pp.69-70 y 112, notas 7 y 8. En todo caso, será una idea que parece quedar en suspenso, pues ya no se reitera explícitamente en el estudio posterior, significando que pudiera corresponder a la primera presencia humana en la cueva, incluso durante el proceso espeleogenésico, si bien se señalan modelos de sociedades pastoriles trashumantes. ACOSTA y PELLICER (1976), pp. 166, 172. Desde luego, todo en un contexto de incertidumbre, y sin saber encajar los resultados en los estándares culturales al uso que manejaban, porque se carecía de buenos registros, hasta el punto de que manifestaban debían «recurrir a procedimientos físicos como el del C-14 para establecer cronologías absolutas, a pesar de las reservas que hay que tener en cuenta, debido a los frecuentes errores derivados de este sistema de datación», ACOSTA y PELLICER (1976), p.165. 32 DEL ARCO y otros (1999), pp.11-12. 33 (1592), pp. 113. Una noticia que ha sido interpretada generalmente como excepción y dudosa, probablemente por el silencio de las demás fuentes etnohistóricas, por más que Torriani introduzca elementos comparativos para la tecnología pesquera o sea considerado muy preciso a la hora de describir otros aspectos de la cultura canaria. 34 Lo que implicaría además un buen conocimiento de los sistemas de corrientes en trayectorias opuestas para la ida y el retorno. 35 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.128-130. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 7 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 que los indígenas fueron exclusivamente meros ejecutores gráficos de las naves que vieron circundar en sus mares, es decir, si fueron solo espectadores del tráfico marítimo con naves púnicas o romanas, o si tuvieron un pasado y una realidad náutica, una vez asentados en el archipiélago 36. Tampoco es baladí sopesar que en el esquema teórico empleado para la reconstrucción de todos los procesos tecnológicos que pudieran ser considerados más avanzados se los ha hecho depender de préstamos culturales de otros, particularmente de la etapa del redescubrimiento, con la llegada de los mallorquines37. Así, la construcción de estructuras artificiales38 y la extensión selectiva de aquellos cultivos más exigentes o de una arboricultura, trigo e higuera, mantenidos hasta fechas relativamente cercanas como una realidad exclusiva de Gran Canaria39. Unos aspectos tecnológicos que también estarán subyacentes en otros dos parámetros asumidos por muchos investigadores, y con la misma raíz textual, que carecían de metales y que su cerámica era realizada a mano, lo que afectaría al desprecio secular sobre los registros de aquella naturaleza, de la cerámica a torno o del vidrio, marginando ese tipo de materiales por su atribución a una etapa postconquista40. Unas premisas que, de seguro, impidieron obtener mejores registros y una más adecuada contextualización, sin atender a que los mismos debieran encontrarse para una etapa antigua, por formar parte de los stocks fundacionales o como producto de intercambio en distintas etapas del recorrido histórico, sólo marcadas, en todo caso, para el entorno del llamado redescubrimiento y periodo de conquista. Y junto a ello, también el peso de las referencias documentales sobre la diversidad de lenguas insulares que coadyuvará a la definición del aislamiento y de las llamadas prehistorias 36 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.78-91. En esas páginas podemos encontrar referencias bibliográficas para esos naviformes a las que tendríamos que añadir MEDEROS y ESCRIBANO (2008). 37 En un relato sustentado desde ABREU (1602), pp. 161-162, que lleva a su incorporación al discurso histórico de VIERA (1772-1792), T.I.L.2, pp.135-136, y L.3., p. 262; también visto en GOMES SCUDERO (XVII), pp. 440-441 o MARÍN (1694), p.264, y referido a la sepultura en cajas de tea en TORRIANI (1592), p.114. Sobre estos aspectos se vierte una reflexión argumentada en contra por SERRA (1941), p. 206 y nota 32, y centrada en la higuera como cultivo indígena por ÁLVAREZ DELGADO (1944). 38 No deja de sorprender que JIMÉNEZ SÁNCHEZ, aun considerando en su producción la atribución indígena de las construcciones artificiales o el trigo (1952), luego termine señalando que la «cultura megalítica canaria» evolucionaría y daría un salto desde el neolítico y alcanzaría su perfección con los exploradores genoveses, aragoneses y mallorquines (1945), p.185 y (1963), p.12. También, influido por el peso de las fuentes etnohistóricas, DIEGO CUSCOY (1963), pp. 20, señalaría la imposibilidad de que hubiese cuevas labradas en Tenerife, o PELLICER (1971-72), pp. 58, negaría la adscripción indígena de Cuatro Puertas, por razones tecnológicas. 39 Desde hace ya bastante tiempo expusimos los hallazgos de una agricultura cerealista y de regadío en Tenerife, así como el conocimiento de la higuera y de la vid en una fecha anterior a la era. Entre otras referencias puede encontrarse información en DEL ARCO (1985), p, 366; DEL ARCO y otros (2000a); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), p. 246 y ss. Igualmente tendríamos los registros carpológicos de cereales y leguminosas en Gran Canaria, cada día más numerosos en el archipiélago. MORALES (2003); MORALES, RODRÍGUEZ y HENRÍQUEZ-VALIDO (2017); también en La Palma, isla que se mostraba como el paradigma de una economía en exclusividad ganadera, o en la de Fuerteventura, siempre con más dudas, de las que ha venido a ser rescatada por los recientes hallazgos de cebada, trigo y lentejas de La Cueva de Villaverde (https://www3.gobiernodecanarias.org/noticias/el-analisis-de-semillas-arqueologicas-de-la-cueva-de-villaverde-modifica-el-conocimiento-sobre-los-majos/). No deja de sorprender que se siga afirmando la existencia exclusiva de Ficus carica (higuera) en Gran Canaria, MORALES y otros (2017), pp. 209-210, cuando contamos con el hallazgo de carbón de la misma en las Cuevas de Las Palomas-Don Gaspar, DEL ARCO y otros (2000). El argumento de que el carbón no esté fechado no parece válido, dada la datación en tiempo indígena para el piso de ocupación y el contexto cultural al que se asocia. Al final, es una muestra más del peso de los antiguos discursos y de la escasa reflexión sobre el modelo de poblamiento con stocks fundacionales de acuerdo con el bagaje cultural del grupo. Debo insistir en que, si está ampliamente registrada en Gran Canaria, terminará estándolo igualmente en las demás. Otro tema es que la Arqueología no la haya identificado hasta ahora, cosa que sí ha sucedido en Tenerife, sin olvidar las dificultades de conservación en el registro arqueológico de los productos cuya ingesta se hace en estado fresco o hervido, lo que sucede mayoritariamente con varios frutos y las leguminosas. Razón, entre otras, de la variable representatividad que tienen los taxones que identificamos. 40 En este sentido, hemos comentado cómo los primeros hallazgos de cerámicas a torno romanas de El Bebedero, ATOCHE y otros (1995) o los más recientes del mismo equipo, (ATOCHE, en producción citada en la nota 20) son marginados del discurso histórico, incluso cuando se habla de romanos en Canarias, en GARCÍA y TEJERA (2018), o la invisibilidad de tal tipo de materiales en la Carta Arqueológica de Lobos, previa a la identificación del Taller de púrpura, DEL ARCO y otros (2016b) p. 59. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 8 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 insulares, por más que aquellas mostraran también que indígenas de una isla sirven como intérprete en la conquista de otras. Así, en esa dicotomía, no tecnología náutica/variables lenguas, y en aislamiento consolidado (la aparente peor de las situaciones), la única salida es la dependencia de otros para llegar, para moverse, para relacionarse con el exterior o para volver. Si a ello unimos la ya señalada ut supra imposibilidad de poblamiento de un territorio como éste por medios de fortuna o escasamente planificados, tendremos la opción a una perspectiva de análisis integrando en el proceso a grupos culturales coetáneos que sí poseían esos medios tecnológicos, particularmente gentes feno-púnicas y romanas. Una vez en marcha estas propuestas, y comenzadas a jalonarse con indicios, se produce como argumento en contra41 la valoración de las enormes dificultades de la navegación hacia las latitudes canarias frente a un Atlántico ibérico más favorable; pero al unísono, lo cual parece contradictorio, termina proponiéndose a partir de las atribuciones de algunos naviformes canarios identificados con canoas o barcazas monóxilas, de las que, amén de la noticia de Torriani, sería un ejemplo, amortizado como ataúd, la pieza procedente de un túmulo del Cascajo de las Nieves (Gran Canaria), que los canarios poseerían unas bases técnicas para el desarrollo de una carpintería naval42, quedando abierta la vía consiguiente a una colonización autónoma. Es esta una opción teórica que, si bien cuenta con los registros más claros de la estación rupestre de Las Barandas43, deja a un lado el otro conjunto de naviformes de tipo púnico o romano44, y que no podemos aceptar como vía de poblamiento o llegada sistemática de colonos, por las características biogeográficas de este ámbito territorial ya comentadas, como por mostrar una implementación técnica más precaria que las que se exigen a los fenopúnicos para llegar y trasegar en los mares de Canarias45. Además, al final con esa propuesta parecería volverse a la opción de una navegación de fortuna que nos parece inviable. En un análisis riguroso de este tema es imprescindible insistir en que no es posible dejar de lado los registros y las cronologías que jalonan el proceso de descubrimiento y colonización del archipiélago. Algunos investigadores vienen defendiendo que este proceso se habría producido tardíamente después del inicio de la era. En una tendencia, esta propuesta se ha sustentado, como indicaba antes, en el relato de las lenguas cortadas que se vincula a la deportatio ad insulam46, una hipótesis difícilmente contrastable que extrapola ese modelo, siempre aplicado a contextos mediterráneos, donde existe ya una población (islas pobladas) y para gentes de un perfil social muy concreto, a unas islas lejanas, consideradas casi ausentes del conocimiento del mundo romano, sin que venga acompañado de los intereses subyacentes para la realización de una empresa de esa categoría47 que, al final, acabaría en el abandono y la pérdida de un importante potencial humano. De haberse producido un episodio de esa naturaleza implicaría un control férreo del territorio, que no se defiende expresamente. Esta tendencia se sustenta también en el seguimiento de una idea ya desbrozada por Álvarez Delgado48. 41 GUERRERO (2009). Un trabajo que parte de la dificultad para esa navegación atlántica ante la ausencia de derroteros, empleando argumentos poco sustantivos sobre las formas expresivas de los naviformes canarios, que ya comentamos, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), pp, 24,31-32; muestra además el desconocimiento de algunos registros canarios. No deja de sorprender que en ese trabajo el autor no cite nuestra monografía, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), que trata en profundidad estos contenidos. 42 GUERRERO (2009), p.111. Un conocimiento del oficio de carpintero, de sogueros y textiles, señalado en las crónicas, que por nuestra parte ya habíamos considerado pudiera estar relacionado con la experiencia de trabajos dependiente de la tecnología náutica y la mar, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp. 88-89, 234 y 238. 43 MEDEROS y ESCRIBANO (2008). 44 Que definitivamente no son negados por el proponente de esta idea, y que también se valoran como integrantes del conjunto de Las Barandas. 45 Tampoco deja de sorprender que Guerrero en otro trabajo (2004), dedicado a la colonización del archipiélago balear, defienda que el poblamiento de un archipiélago queda fuera de los modelos de fortuna y encajado en la valoración de sus rasgos biogeográficos y de la existencia previa de derroteros náuticos. 46 MEDEROS y ESCRIBANO (1998, 1999b); CHAUSA (2006, 2007); TEJERA (2006) y GARCÍA y TEJERA (2018). En esta última aportación se encuentran otras contribuciones anteriores de A. Tejera, al que considero sistematizador de esta tendencia. 47 Más allá de la eliminación de unas tribus levantiscas. 48 Una idea que no sería bien publicada hasta fechas muy recientes, cuando MEDEROS y ESCRIBANO (2015b) sistematizan la documentación del manuscrito de Álvarez Delgado sobre el poblamiento que se conserva DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 9 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 La otra tendencia que defiende una similar modernidad del poblamiento, pero sin plantear las circunstancias históricas de cómo se produciría, está centrada en la valoración de las dataciones radiocarbónicas49, argumentándose la escasa fiabilidad de las que no son de ciclo corto u otras obtenidas en determinados laboratorios. Compartiendo las certezas que proporcionan los materiales orgánicos de ciclo corto, debiéramos convenir que esas dataciones sólo nos dan la horquilla temporal de ese taxon, pero que de ella no puede inferirse que el poblamiento tenga esos límites, ni tampoco del repertorio más denso de las cronologías que se tienen para Gran Canaria; un amplio repertorio, desde luego, en el que se integran también los restos de materiales esqueléticos recuperados en un tiempo de la investigación que podemos calificar de pretérito, por lo que parte de esas datas pudieran estar rejuvenecidas. No debe dejarse atrás que es imprescindible valorar un análisis del proceso colonial en ese territorio desde un modelo comprensible, en el sentido de que difícilmente las fechas del interior de la isla pueden revelar un horizonte primo colonizador. Tampoco lo haría la explotación agrícola generadora de excedentes con almacenajes en silos estructurados de considerable capacidad que, además, difícilmente pueden entregar vestigios de sus primeros usos, pues sufrirían limpiezas continuadas, al igual que la mayor frecuencia de dataciones en espacios funerarios en unos tiempos concretos nos vendría a indicar el incremento poblacional, tras etapas previas de llegada de contingentes de colonos, de tamaño más reducido. Si observamos esa isla en el contexto del archipiélago, para el que tenemos algunas certezas de registros más antiguos que no se pueden obviar, habremos de convenir desde un análisis teórico que Gran Canaria, por sus características biogeográficas —sin entrar ahora en la valoración de algunos de sus rasgos culturales50—, debió estar poblada con anterioridad. Los registros más antiguos muestran, en efecto, que en algunas islas hay gentes asentadas en el primer tercio y primera mitad del primer milenio antes de la era. Sin duda, el yacimiento más significativo es el de Buenavista (Lanzarote) con una amplia serie cronológica sobre muestras de distinta naturaleza51 (Tabla 1)52, pero siempre con resultados coincidentes, y como les acompaña un conjunto de manufacturas que son exógenas a lo genuino canario no hay marcha atrás; se desgranan en tiempos anteriores al tránsito de era y terminan por traspasar esta. Podremos discutir qué significa y qué peso tiene en la colonización, pero es un enclave que no puede obviarse, que muestra la fijación en el territorio de gentes vinculadas con el mundo feno-púnico en sus primeras etapas y que, como se mantienen durante bastante tiempo, no puede tratarse sólo de un aporte fortuito. Con una similar cronología tenemos El Cordón Litoral de La Graciosa. En este caso obtenida por TLM (OSL)53 sobre materiales cerámicos a torno, en consecuencia, de nuevo exógenos, mostrándonos una horquilla temporal que no desentona con la más antigua de Buenavista, si bien esta era desconocida en el momento en que trabajamos aquél. Nos situaba, dependiendo de qué sector de la horquilla temporal manejáramos, en un momento temprano de las navegaciones oceánicas que relacionamos con una de las etapas exploratorias previas sobre el archipiélago, que estaría asociada al testado de murícidos, provistos de su patrón de fractura y otros elementos antrópicos que, a pesar de la caracterización del lugar como un espacio secundario, cohesionaban la idea de aquella presencia antigua. Este enclave merece ahora dos comentarios. Uno de ellos es sobre su interpretación, en el sentido de que tras el conocimiento bien sustentado del Taller de púrpura romano de Lobos 1 y de esa explotación en el Mediterráneo y en el Fondo documental de ese investigador en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, un texto e ideas, por otro lado, siempre anunciados por su autor. 49 VELASCO y otros (2020). 50 Planteados con anterioridad en GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). 51 ATOCHE (2009 a y b, 2013); ATOCHE y RAMÍREZ (2011a y b, 2017). Cuando se han empleado muestras de diferente naturaleza, los resultados son coincidentes y en coherencia con los registros estratigráficos. 52 Para todas las referencias que se incluyen a continuación debe consultarse esta tabla. Hemos considerado oportuno recalibrar (REIMER y otros, 2013; STUIVER and REIMER, 1986-2018) todas las fechas más antiguas que se incluyen en ella o que en la publicación de origen no lo estaban o, estándolo, hacerlo para favorecer su comparativa. 53 Obtenida con todos los parámetros metodológicos exigibles, GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 10 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Atlántico 54, no debiera haber duda para ser considerado el depósito residual de una antigua explotación purpurígena. El otro es que debiéramos ser conscientes de que el registro arqueológico relacionado con la etapa del descubrimiento o del reconocimiento de las islas habría dejado indicios “fosilizados” mínimos, por su propio carácter efímero55, por lo que su identificación resulta harto difícil56. En un ámbito temporal similar a Buenavista y El Cordón litoral se inserta la datación más antigua de Tenerife, procedente de la Cueva de Los Guanches (Icod de los Vinos), en este caso, sin asociación a materiales exógenos. Es una datación de amplia horquilla temporal, en la que la mayor probabilidad estaría en el 960 BC, indudablemente muy antigua, y que siempre consideramos debiera mantenerse en reserva a la espera de otros registros igual de antiguos para el archipiélago y la isla. Sin embargo, en ese mismo yacimiento, en el próximo de la Cueva de Las Palomas, o en el de Las Estacas (Buenavista) se suceden cinco cronologías que encajan en una etapa anterior a la era, y que no debieran ser marginadas, desde un 531 BC. a un 31 BC (Tabla 1). Con respecto a Gran Canaria, si se consideran rechazables las viejas cronologías de La Fortaleza, las de Arteara o la algo más reciente de Los Caserones57, parece oportuno reflexionar sobre estos dos enclaves. Dos de sus datas, respectivamente 625 BC y 119 AD (Tabla 1), aún analizadas por el cuestionado laboratorio japonés, proceden de maderas, que necesariamente no debemos interpretar como envejecidas por ser taxones vegetales no identificados, pues también pueden ser piezas reutilizadas y amortizadas en la sepultura o en la estructura habitacional. En este sentido, sucedería lo mismo con la data 211 AD de la Estructura 1 de La Puntilla (Tabla 1), obviamente más antigua que los registros procedentes de la última ocupación de esa construcción. Por otro lado, las variables dataciones que oferta el túmulo 727 de Arteara (Tabla 1), de las que las antiguas (474 BC, 242 BC) son rechazadas por su envejecimiento frente a la más moderna (1090/1309 AD)58, muestran una horquilla temporal que me parece debiera ser valorada también atendiendo a que ese túmulo es una sepultura colectiva, con un NMI de 1359, por lo que las fechas pueden estar revelando distintos episodios o gestos funerarios, un proceso aún por evaluar. Al igual que sucedería con la propia necrópolis y sus más de 137.000 m2 y 809 túmulos60 que, por lo ya observado, no tienen por qué ser individuales, por lo que su uso debió tener un amplio recorrido temporal, por pautar. En el extremo occidental, La Palma sólo posee una datación que se inserta en un tiempo anterior a la era. Procedente del tablón funerario de la Cueva de La Palmera, pudiera considerarse envejecida para el contexto del hallazgo por ser un taxon de vida larga. Sin embargo, al igual que otros tablones con la misma función61, pudiéramos estar ante una pieza usada que se amortiza en un espacio funerario; no debiera perderse de vista que se ha asociado a la denominada fase o estilo cerámico IIIa62, lo que viene a indicar que las anteriores fases pudieran tener, al menos, cronologías similares a las del tablón o, incluso, anteriores. Al respecto cabe señalar que de las fechas de ciclo corto, sobre semillas de El Tendal63, se señala 54 DEL ARCO y otros (2016). No parece haber diferencias sustantivas en estos ámbitos entre los talleres púnicos conocidos con los romanos. 55 Es como señala habitualmente A. Macías, en las conversaciones que mantenemos, tan difícil como «encontrar una aguja en un pajar», empleando tal imagen incluso para los registros de las primeras etapas coloniales. 56 En este sentido, no hemos querido traer aquí la discusión sobre ese tipo de registros que, en otra ocasión, centramos en la problemática de huellas de probables tanteos más pretéritos en dependencia de los hallazgos del Bco. de la Monja (Fuerteventura) y Guatiza (Lanzarote), GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009), pp.27-28 y 36. 57 VELASCO y otros (2020), p. 8. 58 Esta datación se publica con variables http://dataciones.grancanariapatrimonio.com/ y en VELASCO y otros (2020), p. 23. 59 SCHLUETER (2009), p. 73. 60 SCHLUETER (2009), p.42, 54. 61 No sólo en Gran Canaria sino también en Tenerife, DEL ARCO y otros, 1997. 62 MARTÍN (1993), p. 19. 63 MORALES y otros (2017), pp.204, 209. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 11 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 para sus niveles inferiores un 385 AD y para los superiores un 484 AD 64, aunque, al no indicarse los niveles concretos de procedencia, se hace difícil estimar la pertenencia a una fase de la data más antigua. Sí me parece que esa horquilla de niveles inferiores-superiores de El Tendal es un corto tiempo para la implementación de su secuencia estratigráfica. Tampoco debemos perder de vista en el análisis de estas fases antiguas los naviformes de El Cercado, que permiten marcar una relación con navegaciones púnicas, que terminarían en conjunto arropando la idea de que los primeros colonos llegarían antes del inicio de la era. Una circulación náutica, imprescindible en las etapas de reconocimiento del archipiélago, de explotación de sus recursos y de la instalación de los primeros colonos, que hoy es preciso asociar con las dataciones de La Graciosa, Lanzarote, Tenerife y enlazar con Gran Canaria y La Palma. En los tiempos más modernos de ella se registran los hallazgos subacuáticos en el entorno de La Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, pertenecientes a tipos anfóricos romanos, ampliamente debatidos desde su descubrimiento65. Nos muestran que naves con manufacturas romanas circunnavegaron desde el tránsito al siglo I antes de la era hasta el IV-V66 por el archipiélago, un trasiego náutico que necesariamente implica un recorrido por el banco canario-sahariano, las costas occidentales africanas y el ámbito del “Círculo del Estrecho”, recalando en ensenadas canarias y dejando igualmente huella de ese proceso y algo más en tierra. Hemos considerado que serían vestigios de esas navegaciones los pozos de El Rubicón (Lanzarote), correspondiendo a prototipos púnicos, el Pozo de la Cruz67, y romanos, el de San Marcial, nunca a una factura normanda, y viniendo a evidenciar la instalación de una infraestructura imprescindible para el abastecimiento en la ruta de entrada al archipiélago68, bien situados, por otra parte, en un lugar estratégico del canal interinsular entre Lanzarote y Fuerteventura, con el jalón intermedio de Lobos, y cómo se observa igualmente en la instalación de El Cordón Litoral de La Graciosa, en el canal entre ella y Lanzarote69. Por otro lado, modelos arquitectónicos de pozos que no desentonan con los hallazgos en tierra de esa isla, el comentado de Buenavista y El Bebedero. Este es un enclave con materiales exógenos romanos (cerámicos, metal y vidrio) y unas cronologías, tanto por paralelos muebles como absolutas (Tabla 1), que muestran unas relaciones con el exterior desde el siglo I a.n.e. hasta el II70. Y, por supuesto, el Taller de púrpura de Lobos 1, (islote de Lobos, Fuerteventura)71 termina por consolidar las certezas de una explotación de los recursos por agentes exógenos a las comunidades indígenas canarias definidas como genuinas. Es en efecto una instalación productiva de clara filiación romana, desde época tardo-republicana a tiberiana, centrada en el aprovechamiento de los murícidos, pero también de otros recursos haliéuticos, que hemos considerado el reflejo de una empresa económica con origen muy probable en Gades72. Los contextos materiales muestran una clara dependencia de las manufacturas cerámicas elaboradas en la bahía gaditana y Bajo 64 La calibración ha sido efectuada por mí en el contexto referido. Corresponden la primera a BETA-206154, Hordeum vulgare, 1660±40 BP, 318-434 AD [385 AD] y la segunda a BETA-206156, Hordeum vulgare, 1570±40 BP, 403-571 AD [484 AD]. 65 SERRA (1963-64, 1966 y 1970); GARCÍA Y BELLIDO (1967, 1970); PELLICER (1970); TEJERA y DE BALBÍN (1983); ATOCHE y otros (1995); ESCRIBANO y MEDEROS (1996a y b); MEDEROS y ESCRIBANO (1997b); CHÁVEZ y TEJERA (2001); ESCRIBANO, MEDEROS y GARCÍA (2014). 66 ESCRIBANO, GARCÍA y MEDEROS (2016). 67 Recordemos, ligado también a una iconografía de Tanit y a una inscripción de raigambre neopúnica. 68 ATOCHE y otros (1999b); GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007), pp.58-60, 224 y ss. 69 DEL ARCO y otros (2016b), pp. 52 y ss. 70 ATOCHE y otros (1995); ATOCHE y RAMÍREZ (2017). 71 DEL ARCO y otros (2016b); CEBRIÁN, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b); CEBRIÁN y otros (2019c); DEL ARCO y DEL ARCO (2020); DEL ARCO y otros (2019a); DEL ARCO, RODRÍGUEZ y DEL ARCO (2019b); GARRIDO, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b); GARRIDO, DEL ARCO, DEL ARCO y FERNÁNDEZ-GARCÍA (2019c); SIVERIO, DEL ARCO y DEL ARCO (2019a y b). 72 No deja de sorprender que, casi a día de hoy, pueda señalarse que el enclave de Lobos lo es aparentemente, VELASCO y otros (2020), p.8, cuando existe una literatura ya al respecto, amén de haberse mostrado con anterioridad en una exposición monográfica, de larga duración, los primeros resultados, algo no habitual en nuestro ámbito. En ese mismo sentido, obviar en el discurso interpretativo registros arqueológicos como el de Buenavista o El Bebedero, más allá de incluir el listado de sus dataciones en una tabla, o no integrar en esta las dataciones de Lobos 1, cuando se pretende someter a discusión la antigüedad de la instalación de poblaciones en Canarias, carece de justificación en el ámbito científico. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 12 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Guadalquivir, junto a otras producciones, más escasas, de origen mediterráneo, para el tiempo señalado, donde la producción cerámica permite aquilatar su desarrollo. A la par, si bien no es este el lugar para presentar toda la serie de dataciones absolutas obtenidas 73 sobre diversidad de materiales (carbón, ovicápridos, conchas marinas y cetáceos), hemos seleccionado algunas (Tabla 1) que muestran sobradamente su desarrollo. Tabla 1. Dataciones antiguas de Canarias Yacimientos Laboratorio-Muestra Datación BP Calibración (2σ)* [+ probabilidad] La Graciosa El Cordón Litoral / El Descubrimiento (1) TLM-OSL, cer. a torno -Mad-3292: 3099±278 BP -Mad-3334: 2953±227 BP -Mad-3292: 1374-818 BC -Mad-3334: 1177-723 BC Lanzarote Buenavista (2) E.V.1, D9/II-3 Base Beta-251322, carbon 2810±40 BP 1050-890 BC & 870-850 BC [960 BC] Buenavista (2, 3) E.V.1, F4/II-3 Base Beta-237341, Cenizas/Sed. 2450±50 BP 780-400 BC [530 BC] Buenavista (2, 3, 4) E.V.1. B6/II-1 Beta-230885, Cenizas / Sed. 2280±40 BP 400-350 BC [380 BC] Buenavista (2, 3, 4) E.V.1. E4/II-1 Beta-237340, Cenizas/ Sed. 2180±40 BP 370-150 BC [330 BC] Buenavista (4) E.V.1 X3/II-1 Beta-445242, Sed. orgánico 2170±30 BP 355-275, 255-165 & 125-120 BC [200 BC] Buenavista (2, 4) E.V.1 H2/1-2 Base Beta-251323, Sed. orgánico 2140±40 BP 200-150 BC [180 BC] Buenavista (2, 4) E.V.1 D9/1-2 Beta-251321, Sed. orgánico 2030±40 BP 60 BC-10 AD [40 BC] El Bebedero (3, 4) E.V.1. Corte A7 GrA-2477, Carbón 1980±50 BP 110 BC-130 AD [0 BC/AD] El Bebedero (3, 4) E.IV.4. Corte A7 GrN-19194, Ovicáprido 1980±140 BP 400 BC-350 AD [0 BC/AD] Lobos Lobos 1 (5) M12-V Beta-331838, Malacof.marina 2380±30 BP **140 BC-20 AD [40 BC] Lobos 1 (5) O12.73 Beta-510608, Ovicáprido 2030±30 BP 114 BC-52 AD [31 BC] Lobos 1 (5) P11-V Beta-331835, Malacof.marina 2370±30 BP **120 BC-40 AD [30 BC] Lobos 1 (5) P11-IV Beta-331834, Malacof.marina 2340±30 BP **80 BC-70 AD [0 BC] Lobos 1 (5) M12-III Beta-331837, Malacof.marina 2320±30 BP **40 BC-90 AD [20 AD] Lobos 1 (5) P13.81 Beta-510610, Ovicáprido 1980±30 BP 45 BC - 77 AD [20 AD] Fuerteventura Butihondo (6) Asentamiento GrA-26873, Cenizas-carbón 1830±40 BP *AD 80-257 AD [183 AD] Villaverde (7) 401.CA2. Niv.II CSIC-556. Carbón 1730±50 BP *210 AD - 416 AD [306 AD] Gran Canaria Arteara (8) Túm. 638 GAK-13328, Madera 2510±100 BP *BC 819-400 BC [625 BC] Arteara (8) Túm. 638 GAK-13329, Hueso humano 960±90 BP *941-1256 AD [1086 AD] Arteara (8, 9) GAK-12407, Carbón *673-353 BC 73 Si bien no todas, una parte de ellas ya han sido publicadas, DEL ARCO y otros (2016b, 2019a). DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 13 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Túm. 727 2360±70 BP [474 BC] Arteara (8, 9) Túm. 727, Sector CNIV GAK-12406, Carbón 2190±90 BP *405-20 BC [242 BC] Arteara (10) Túm. 727 Beta-34611, Textil vegetal 670±30 BP 970±30 BP (7) *1279-1319 AD [1309 AD] *1063-1154 AD [1090 AD] Arteara (8) Sector A/79 GAK-9592, Textil vegetal 1980±50 BP *107 BC -129 AD [17 AD] Los Caserones (11) Estr. 3, Cuad.A2 GAK-8064, Madera 1890±150 BP *210 BC-430 AD [119 AD] La Puntilla-Bco. Los Gatos (12) Estr.1, Cuad.Z8-III GX-23807, Madera 1810±75 BP *59-390 AD [211 AD] Tenerife Cva. de Los Guanches (13) Boca 2-VII GAK-14599, Cenizas-Sed. 2770±160 BP *1326-538 BC [963 BC] Cva. de La Arena (14) E.IV-IIIb CSIC-189. Carbón. 2490 ± 60 BP *789-430 BC [623 BC] Cva. de Los Guanches (13) Int. A4-XI GAK-14600, Cenizas-Sed. 2400±80 BP *782-363 BC [531 BC] Las Estacas-1 (15) Niv. XI BETA-127932 2210±60 BP *397 -149 BC [274 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. VI GAK-15980, Carbón 2200±90 BP *409-19 BC [252 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. IV Gak-13088, Cenizas-Sed. 2040 ± 100 BP *361 BC -140 AD [65 BC] Cva. de Las Palomas (13) Niv. IV Gak-13084, Cenizas-Sed. 2010 ± 190 BP *488 BC-426 AD [31 BC] Cva. de La Arena (14) E.III CSIC-188. Carbón 1970±60 BP *118 BC-142 AD [26 AD] La Palma La Palmera (16) Fase IIIa GrN-13753, Madera 2190±90 BP *405-20 BC [242 BC] La Gomera El Pescante (17) PESCANTE614 Beta-232015, Hueso humano 1700±40 BP *247-415AD [343 AD] Alto del Garajonay (18) Beta-206020, Carbón 1590 ± 60 BP *342-596 AD [473 AD] El Hierro La Lajura (19) Fase antigua BETA-12884, Carbón 1740±60 BP *134-410 AD [294 AD] La Lajura (20) BETA-261244, Hordeum vulgare 1530±40 BP *424-607 AD [522 AD] * Calib. REIMER y otros (2013); STUIVER and REIMER (1986-2018). **Calib. MARINE09, HEATON y otros (2009); REIMER y otros (2009). (1) GONZÁLEZ y DEL ARCO (2009). (2) ATOCHE y RAMÍREZ (2011b), p. 154. (3) Calibración en ATOCHE (2009a), p.123. (4) ATOCHE y RAMÍREZ (2017), p. 282-4. (5) DEL ARCO y otros (2016, 2019a). (6) DEL ARCO y otros (2006), p. 35-37. (7) HERNÁNDEZ y SÁNCHEZ (1990), p.84. (8) VELASCO y otros (2020), p. 19 y 23. (9) SCHLUETER (2009), p.71. (10) http://dataciones. grancanariapatrimonio.com/ (11) DEL ARCO y otros (1977-79), p. 73. (12) DEL ARCO (2011), p. 34. (13) DEL ARCO y otros (1997), pp. 74-75. (14) ACOSTA y PELLICER (1976), p.153, 159. (15) GALVÁN y otros (1999), p. 31, sin referencia al tipo de muestra. (16) MARTÍN (1993), p. 19. (17) FREGEL y otros (2019). (18) HERNÁNDEZ y NAVARRO (2011-12), p. 31. (19) VELASCO y otros (2005), p.126-127. (20) MORALES y otros (2017), p. 209. Por el momento no encontramos en Lobos 1 indicios de materiales de la convivencia con las comunidades indígenas, contactos que necesariamente debieron existir con las dos islas próximas, Lanzarote y Fuerteventura y que, quizás podamos testar a partir de los resultados de los análisis paleogenéticos ya en marcha sobre restos de los animales domésticos sacrificados y consumidos en el islote, con los de otros enclaves de esas islas y del territorio atlántico. Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 14 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 Recordemos que en la primera de aquellas hay población desde época temprana, mientras que en la segunda la fecha más antigua (183 AD) (Tabla 1) es la del poblado de Butihondo 74, seguida de La Cueva de Villaverde con un 306 AD75. La instalación de Butihondo, en el sur de la isla, y la actividad de frecuencias en la circulación que encontramos en Lanzarote o en Lobos para etapas anteriores, así como la proximidad de estas dos islas, que pueden verse como un continuum, nos lleva a considerar que las investigaciones arqueológicas en ella debieran terminar deparando asentamientos de mayor antigüedad. En efecto, desde una perspectiva teórica de análisis del territorio La Cueva de Villaverde pudiera llegar a aportar fases antiguas de ocupación, en las que no sería extraño localizar nexos con el asentamiento romano de Lobos. Esa dinámica (Figura 1), islas pobladas de antiguo y otras cuyos jalones cronológicos no lo atestiguan por el momento o son cuestionados, sí nos dice o abre expectativas interpretativas diferentes. Una, tal como hemos señalado76, es la de que el proceso natural de penetración sería el archipiélago Chinijo, que se constituye como las puertas de entrada, y a partir de La Graciosa se iniciaría el progreso de circunnavegación por las canales interinsulares y con una trayectoria de este a oeste, indicativa del recorrido más habitual de las navegaciones. También, que las series más antiguas alcanzan hasta Tenerife y, probablemente, La Palma, y en ese recorrido la vacía Fuerteventura o la cuestionada Gran Canaria debieron estar pobladas con anterioridad a lo que marcan las datas. Otra, que resulta aplicable a cualquier contexto, pero en nuestro caso a las islas mayores (GC, T, LP) con mayor diversidad biogeográfica, aunque con un variable registro de dataciones, es que siempre la mayor concentración de fechas en un ámbito temporal para distintos enclaves de un mismo nicho insular (espacios de signo económico, habitacionales o funerarios) está señalando que ya hay bastante gente, es decir, que la colonización de ese territorio insular ha sido intensa y ha habido un incremento demográfico porque, de lo contrario, tendríamos que considerar que en un momento, ya iniciada la era, llega mucha población y que el proceso colonial arrastró en sí mismo una alta tasa de mortalidad que hubiera llevado seguramente al fracaso de la acción colonizadora. En consecuencia, la arqueología debiera deparar nuevos indicios, propios de las primeras etapas coloniales y, en su caso, de la fase más efímera, arqueológicamente hablando, de descubrimiento y reconocimiento de los territorios. Otra de las cuestiones en este panorama es la situación que puede derivar del conocimiento que tenemos de la ocupación de La Gomera y El Hierro que, tanto por su situación suroccidental, rasgos biogeográficos y por sus dimensiones, son susceptibles de considerarse como espacios con más baja capacidad de carga. Las fechas más antiguas conocidas para la primera se sitúan en 343 AD y 473 AD (El Pescante y El Alto del Garajonay) (Tabla 1), aunque sabemos de una cronología anterior, más próxima al tránsito de la era en El Lomito del Medio 177. En el caso de El Hierro, dejando las más antiguas de Guinea, por las dudas sobre varias de ellas o por su envejecimiento respecto a la serie obtenida78, el inicio de la ocupación de la cueva funeraria de La Lajura se habría producido muy avanzado el siglo III (294 AD), fecha de carbón procedente de un tablón funerario, y la siguiente data sería del 522 AD en el mismo enclave (Tabla 1). Así que podríamos decir que algunas son más antiguas que las de la serie más consolidada de Gran Canaria, y que en las más recientes hay coincidencia con ese contingente de dataciones mayoritario de las dos islas centrales, que probablemente nos están mostrando ese modelo de ocupación pleno una vez instalados en los nichos insulares. En ese mismo sentido, la data de El Pescante es la cronología más vieja sobre huesos humanos en todo el archipiélago junto a la de El Hormiguero79 (Gran Canaria). Con todo, no entra dentro de la lógica de los 74 DEL ARCO, GONZÁLEZ, ROSARIO Y DEL ARCO (2006). 75 Como data más antigua publicada por el momento. 76 GONZÁLEZ y DEL ARCO (2007 y 2009); DEL ARCO y otros (2016b) pp.52 y ss. 77 Debo agradecer a Elías Sánchez Cañadillas la confirmación de esta cronología más antigua, que se difundió en https://diariodeavisos.elespanol.com/2018/12/retrasan-hasta-el-siglo-i-d-c-la-fecha-del-primer-poblamiento-en-la-isla-de-la-gomera/ 78 JIMÉNEZ y JIMÉNEZ (2007-08). 79 DEL ARCO y otros (1977-79), p. 75. Sus datos y recalibración son: GAK-8057.Restos humanos, 1740±90 BP, Cal. 2σ 78-435 AD [290 AD]. Sin embargo, es fecha descartada por VELASCO y otros (2020), p. 8, al considerar su procedencia del Gakushuin. DE NUEVO SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN ANTIGUOS DE… 15 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 modelos bioantropológicos de colonización de islas considerar que El Hierro o La Gomera se hubieran poblado con anterioridad a Gran Canaria, o que esta lo fuese después que Tenerife. Todo porque la colonización de este archipiélago, de la que conocemos fue un proceso exitoso, no pudo dejar pasar la ocupación temprana de las islas que fueron más frecuentadas por la navegación, el ámbito del NE, porque así nos lo muestran las series de dataciones, los registros arqueológicos y, en los últimos tiempos, los estudios paleogenéticos80, pero también aquellas que ofertaban más posibilidades, que no eran justamente las orientales, sino las centrales, Tenerife y Gran Canaria, y La Palma. Figura 1. Distribución de dataciones C14 antiguas de Canarias. Calibración sg. REIMER y otros (2013). HACIA EL FUTURO Llegados a este punto, debo insistir en la necesidad de progresar en la búsqueda y el jalonamiento de este proceso histórico del archipiélago, porque la comprensión de las culturas canarias quedará mermada si no somos capaces de reconocer sus rasgos desde el inicio. Los datos que hemos venido desgranando alertan, por un lado, sobre el hecho de que los procesos de descubrimiento y progresiva colonización son más antiguos de lo que últimamente 80 Como aportación más reciente, FREGEL y otros (2019). Mª DEL CARMEN DEL ARCO AGUILAR 16 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2021), núm. 67: 067-006, pp. 1-27 se viene defendiendo por un sector de arqueólogos y, por el otro, de la necesidad de manejar modelos teóricos integradores de los stocks biológicos y culturales en las etapas de partida que posibiliten su adecuada contrastación en los procesos adaptativos posteriores. Además, señalan, de forma incuestionable que las islas no estuvieron necesariamente aisladas durante todo el tiempo de su secuencia histórica antigua, por más que en la historiografía canaria ha tenido y sigue teniendo un gran peso la idea de que tras un episodio de poblamiento único se habrían mantenido al margen de los territorios de procedencia o sin contacto con el exterior. Recordemos pues que datos, que necesariamente no hemos manejado intensamente en estas páginas, como un espectro más variado de materiales e iconografías exógenas, la pluralidad de los alfabetos, o los más aparentemente sorpresivos sobre multietnicidad en los estudios paleogenéticos humanos, son una muestra incuestionable de tales presupuestos. Al igual que la incorporación de cultivos en algunas islas, frente a lo marcado con anterioridad o los resultados obtenidos en la actividad de campo en los yacimientos de La Graciosa, Lanzarote y el islote de Lobos, debieran servir para afrontar un cambio en los paradigmas asumidos, con diseños de búsqueda provistos de una perspectiva múltiple e integradora de la diversidad de resultados, y siempre en un análisis contextual. Por todo ello, no deja de sorprender que los enclaves arqueológicos, bien estudiados, con intensas campañas de excavación, trabajos específicos y adecuada contextualización, como los de El Bebedero, Buenavista y El Taller de púrpura de Lobos sean despreciados en los discursos que muestran como objetivo la teórica intención de reconstruir estos procesos, cuando proporcionan materiales exógenos a las culturas canarias genuinas, que nos vienen a mostrar, sin lugar a dudas, cómo la ausencia de aislamiento, propuesta con anterioridad, es falsada en el registro arqueológico, y cuando proporcionan datos empíricos bien contrastados de ese conocimiento antiguo. No reflexionar sobre ello, al igual que sobre el sentido que tienen los registros de variada índole que poseemos es errar en el procedimiento más adecuado que como investigadores debiéramos aplicar. Terrible es también que se abandone la opción al diseño de modelos teóricos, provistos de hipótesis alternativas porque, en gran medida, no buscaremos lo que no pensamos previamente. REFERENCIAS ABREU GALINDO, J. (1602/1977). Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria. Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones. ACOSTA MARTÍNEZ, P. y PELLICER CATALÁN, M. (1976). “Excavaciones arqueológicas en la Cueva de La Arena (Barranco Hondo, Tenerife)”. Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 22, pp. 125-184. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1944). “De la vida indígena. II. Canarismos geográfico-lingüísticos. Higueras”. Revista de Historia, núm. 66, pp. 148-155. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1950). “La navegación entre los canarios prehispánicos”. Archivo Español de Arqueología, núm. 78, pp. 164-180. ÁLVAREZ DELGADO, J. (1977). Leyenda erudita sobre la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas. Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 23, pp. 51-81. ARANEGUI GASCÓ, C. (Ed.). (2001). 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