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Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 1 © 2018 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. * Licenciado en Historia (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), Licenciado en Estudios Eclesiásticos (Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias). IES El Doctoral. Paseo Alejo Pérez Santana, 7, 1º B. 35200. Telde. Gran Canaria. España. Teléfono: +34617758926; correo electrónico: encaramo@gmail.com A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR SAINT AVITUS MARTYR’S STORY REVISITED Enrique C. Alonso Morales* Recibido: 29 de marzo de 2017 Aceptado: 17 de julio de 2017 Cómo citar este artículo/Citation: Alonso Morales, E. C. (2018). A vueltas con San Avito Mártir. Anuario de Estudios Atlánticos, nº 64: 064-005. http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10159 Resumen: En la historiografía de Canarias de la Edad Moderna planeó el mito de la predicación en las islas por parte de san Avito que, víctima de los falsarios españoles, terminó tan desfigurado e irreconocible que se dio por invención y patraña su existencia y presencia en las islas. Sin embargo, con el regreso a las fuentes, podríamos hablar de un cruzado normando que sitúan en las islas en los albores del siglo XII, mucho antes de la presencia normanda en las islas conocida por todos. Palabras clave: Canarias, san Avito, normandos, cruzadas, evangelización en el Atlántico, poblamiento de Ca-narias Abstract: The myth of St. Avitus’s preaching in the Islands was always argued by the Canarian historiography during Modern Age. This supposed historical event ended disfigured and unrecognisable because it was a victim of the Spanish falsifier historians. So historiography abandoned the idea of St. Avitus martyr’s existence and also his presence in the islands like an untestable fact. However, returning to the sources, we could talk about a norman crusader in the islands in the early 12th century, long before the norman presence in the islands that is known by all. Keywords: Canary Islands, St. Avitus, Normans, crusades, evangelization in the Atlantic, Canary settlement 1. Introducción. Un problema historiográfico de la protohistoria de Canarias La historiografía relativa a los orígenes de la europeización de las islas Canarias a partir de la Edad Media nos ha revelado una historia episódica que, desde nuestro punto de vista, adolece todavía de un hilo conductor que concretice aún más el acontecer de la expansión europea medieval. Marineros y comerciantes de toda procedencia llegaron a Canarias para abastecerse de mercancías preciadas como esclavos, orchilla, sangre de drago, etc., en una sucesión más o menos clara en cuanto a su procedencia y cronología: fenicios, romanos, vándalos, árabes, genoveses, portugueses y castellanos, mallorquines, catalanes, normandos, etc. A día de hoy el redescubrimiento de las islas se atribuye a los comerciantes y aventureros genoveses, según nos explica la posesión que incluso llegó a establecer Lancelotto Malocello en la isla que de sí toma el nombre en el siglo XIV. Este trasiego de comerciantes, este darse a conocer las islas en todos los puertos del mediterráneo es coetáneo a que en la corte papal de Avignon se decida investir a D. Luis de la Cerda como príncipe de la Fortuna en el s. XIV. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 2 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Sobre esta primera experiencia colonizadora global todas las pruebas indican que fracasó, salvo en su vertiente puramente religiosa, con la creación del Obispado de la Fortuna, primero, y de Telde, poste-riormente. Esta, si bien pudo ser sólo una experiencia testimonial, sí que atrajo a grupos de misioneros, sobre todo mallorquines y catalanes, hasta nuestras costas. El siguiente episodio es ya el de la conquista normanda de las islas, preámbulo de la historia mejor conocida de Canarias que continúa con la conquista señorial de las islas, la realenga y la plena incorpo-ración a la Corona de Castilla ya desde finales de la Edad Media. Con todo, el conocimiento de las islas Canarias y su poblamiento por europeos fue mucho más común de lo que podemos pensar, estableciéndose pequeños asentamientos de europeos que convivían con los aborígenes canarios en la bonanza y en las escaramuzas que podían producirse en el “hipermercado” que constituía el archipiélago para piratas, mercaderes y aventureros en ruta hacia zonas inexploradas y presumiblemente ricas de África. Por todo ello, quizás se pueda retrotraer la presencia normanda en las islas mucho más atrás del co-mienzo del siglo XV en que Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle arriban a las costas de Lanzarote. El primero conoció Canarias a partir de 1390 cuando, de parte de Francia, ayuda a Génova. Gadifer de la Salle, si no las conocía ya, lo haría en su trato con Jean de Béthencourt. Este interés normando por unas islas allende los mares se entronca con el interés general de los nor-mandos que ya en el siglo XII contaban con grandes posesiones. Tarragona formó parte de sus posesio-nes, así como todo el reino de Inglaterra, el norte de Francia, el reino de Sicilia (que abarcaba también parte de Italia y parte del norte de África), así como las ciudades conquistadas en Tierra Santa. En esta expansión cabe preguntarse si llegaron los normandos a Canarias como parte del trasiego generado en el Mediterráneo con la I cruzada y los consiguientes ataques piráticos berberiscos. Nuestra hipótesis de trabajo se basará en la posibilidad de si los normandos llegaron a las islas ya desde el s. XII. En esta línea, podrá ayudarnos el desentrañar la base real, si la tuviera, de la predicación en las islas por parte de san Avito, mártir; pero no aquel del que hasta ahora se ha escrito e investigado como «uno de los problemas más interesantes para la protohistoria de Canarias»1, sino del que realmente desvelan las fuentes. 2. San Avito de Canarias. Verosimilitud de las fuentes De pronto, a comienzos del siglo XVI, la noticia de que las afortunadas fueron cristianizadas por san Avito, desconocido santo que incluso entregó su vida a los aborígenes canarios, que lo martirizaron, comenzó a darse a conocer en la medida en que las crónicas de literatos e historiadores de la época iban dando razón de su vida, obras, misión en Canarias y posterior martirio. En España, aunque ninguno de los grandes falsarios lo reconoció para así poder atribuirlo engañosa-mente a otras fuentes más antiguas y de mayor prestigio (Dextro, Liutprando, etc.), la noticia llegaría con total probabilidad con la publicación del Martyrologium de Francesco Maurólico en 1550. Este, como apéndice, llevaba la primera traducción al latín de una obra hasta el momento desconocida, el Mappemonde Spirituelle2 o Topographia Sacra, de un obispo de la diócesis de Chalôns sur Saone en Francia de nombre Jean Germain3. Este autor galo citado en las obras de los historiadores españoles quedaría castellanizado como Primo Cabilonense. Primo I, debido a la confusión con su firma por parte de Maurólico que en la “I” intuyó un número romano y no la inicial de Iean, y, por otro lado, Cabilonense, por el gentilicio latinizado de la ciudad de su sede episcopal. 1 MEDEROS (2011), p. 118. 2 Puede consultarse online en http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b9060776h 3 Jean Germain (m. 1462), canciller de la Orden del Toisón de Oro y obispo primero de Nevers y luego de Chalon-sur- Saöne. Entre sus obras destaca una Topographia Sacra (1449) en la que, hablando de la geografía mundial, recoge los santos adscritos a cada lugar de los nombrados. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 3 A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR No es lugar para hacer una historiografía de la mixtificación interesada de algunos historiadores del supuesto hecho histórico de san Avito y Canarias recogido en una fuente francesa del siglo XV. Esto ya ha sido ampliamente estudiado por otros autores como Fremiot Hernández4, que, suponemos que por descuido, cree que el origen de toda la noticia es cronológicamente el cronicón de Dextro, obviando también al cabilonense cuya obra es más antigua en el tiempo. Sin embargo, cabe al menos una crónica del proceso que se dio y que nos conviene traer a colación: 1449, Jean Germain publica su Mappemonde Spirituelle y cuando habla de las islas Canarias dice literalmente: «Ylle de Canare. Cy aujourduy a un g royaume de crestiens nouvellement conquis et mis a lobeissance de leglise de rome. Cy prescha longuement saint avite la coronne de martire»5 (Isla de Canaria. Allí, a día de hoy, hay un gran reino de cristianos recientemente conquistado y puesto a la obe-diencia de la Iglesia de Roma. Allí predicó durante mucho tiempo san Avito la corona de mártir). Llama la atención el conocimiento preciso de la situación político religiosa de la isla. 1550, Francisco Maurólico publica una traducción del texto del Cabilonense al latín como apéndice a su martirologio con la reseña de ser una traducción hasta el momento nunca hecha de tal obra: «Ca-naria insula in oceano atlántico. Huc dilatata est Christi fides. Hic Anitus martr»6 (Isla de Canaria en el océano Atlántico. Por allí la fe de Cristo está extendida. Allí Anitus mártir). Como se puede ver, la traducción es una auténtica traición. De hecho, su martirologio fue pronto denostado y prohibido por sus inexactitudes, que fue enmendado oficialmente con la publicación del Martirologio Romano revisado por el cardenal Baronio entre 1580 y 1584. 1594, Jerónimo Román de la Higuera -uno de los falsarios de la historia de España-, redactó sus tristemente famosos cronicones atribuyéndolos, uno a Flavio Lucio Dextro, y otro, a Liutprando de Cremona, cronicones ambos que tanta divulgación tendrán de la mano de Francisco de Vivar (m. 1636), Juan Tamayo Salazar (m. 1672) y Tomás Tamayo Vargas (m. 1641). Todos ellos recurren para citar la obra del cabilonense a la transcripción-traición hecha por Maurólico7, que, obviamente, no es citado como el originador de la noticia, sino que viene a refrendar a los falsos Dextro y Liutprando en los que supuestamente se inspirarían. Según el cronicón de Liutprando, san Avito llegó a Canarias como uno de los siete varones apostóli-cos discípulos de Santiago, invención motivada porque Las Canarias habían sido desheredadas en la distribución de los varones apostólicos; Liutprando, no queriendo que en esto fuesen aquellas islas desafortunadas, se apresuró a reparar la falta, consignando que la fe cristiana fue allí predicada en el primer siglo por discípulos de Santiago8. Según el cronicón de Dextro, san Avito llegó a las islas tras estar predicando en la península como compañero de san Eugenio. Con este llegó a Hispania en misión evangelizadora como legados del papa san Clemente y el obispo san Dionisio de París. San Avito, de pronto, es recordado como obispo y mártir a mano de los aborígenes canarios, aparte de personaje secundario en el establecimiento de Toledo como sede primada de España ya desde el siglo I. Curiosamente Tamayo quiere ver en este santo al Avito amigo del poeta Marcial (m. 104) que, con-vertido a la fe católica, iniciaría una nueva vida de regreso a su patria, Hispania, de la mano del obispo de Toledo Marco Macelo Eugenio antes comentado. Como se puede comprobar, el interés por exaltar a la ciudad de Toledo como sede primada de España manipuló a su antojo a muchos crédulos de los cronicones citados, falsos compendios de historia que aún en el siglo XXI dan para dudar sobre si hay en ellos algo de cierto: «respecto a la presencia de san 4 HERNÁNDEZ (2002), pp. 247-268. 5 GERMAIN (1449), s/p. 6 MAURÓLICO (1568), p. 109. 7 TAMAYO (1624), pp. 57-58. 8 GODOY (1868), p. 190. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 4 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Avito en Canarias, no tenemos datos para confirmarla, pero tampoco los tenemos para negarla. Todo depende del crédito que demos a los cronicones»9. Algunos cronistas de Canarias, por su parte, proponen una situación similar: 1594, Fray Alonso de Espinosa se hace eco en Canarias del origen apostólico de los evangelizadores de las islas: «Desde que hay gente en estas islas hay memoria de más de mil y quinientos y tantos años. Porque es fama que los apóstoles enviaron a ellas a predicar la fe un obispo, cuyo nombre me han pro-metido decir»10. Obviamente está dejando caer lo que en la historiografía peninsular está en boga sobre san Avito. 1632, Abreu Galindo nos habla de que «también recibió martirio en estas islas san Avito, fraile menor»11, sin ponerle mucha más atención y confundiéndolo con san Adiuto, franciscano martirizado en 1220 en Marruecos con cuatro compañeros y cuya memoria trascendió a la provincia franciscana de Canarias hasta tal punto que sus vidas se confundieron con la de los eremitas despeñados en la sima de Jinámar, recogiéndolo así los primeros cronistas. De hecho, el escudo de la Orden Franciscana para su recién erigida provincia de Canarias mostraba el emblema de estos cinco mártires12. 1694, Tomás Marín de Cubas dedica toda su amplia Historia de las siete Islas de Canaria a la figura de san Avito, cuya existencia cree a ciencia cierta y cuya presencia en las islas está seguro de poder de-mostrar, no sólo en las consabidas fuentes, sino también mediante la tradición oral, sueños místicos de devotas por él aleccionadas en las virtudes del santo, apariciones, milagros, etc. Es lo que nos narra en el tercer libro de su obra. Coincide con los datos que de san Avito nos da Tamayo, el Avito amigo del poeta Marcial, pero ya nos ofrece toda una serie de datos concretos como la fecha exacta de su arribo a nuestras costas, concre-tamente a Arguineguín, donde está la cueva en la que celebraba la eucaristía: la ermita de Santa Águeda. Nos facilita además la fecha exacta de su martirio, 105 d. C., tras cuatro años de labor misionera en la isla. Narra cómo se asentó en el arrabal de Telde que era Arauz y cómo desde allí bajaba todos los días al barranco real a bautizar en un naciente a los aborígenes que se convertían. También propone cómo y dónde fue martirizado, cuyo cuerpo fue después arrojado a la sima de Jinámar a donde el propio histo-riador confiesa que iba a rezar con frecuencia. Hasta la iglesia parroquial de san Gregorio Taumaturgo de Los Llanos de Jaraquemada de Telde podría tener su advocación errada pues responde la elección del santo obispo griego al santo obispo que los lugareños veían en sus apariciones derramando su sangre en la tierra. Por supuesto, este era san Avito para nuestro historiador y no el griego taumaturgo. Apariciones, sueños y leyendas son las fuentes de todo el tercer libro de su historia. Tomás Arias Marín de Cubas podría ser un buen ejemplo de cómo se diseña la santidad haciendo de la epopeya una hagiografía que desfiguraba por completo al santo. «No bastaba tergiversar los escritos, había que hacer lo propio con la vida [de San Avito en este caso], presentándolo con los tópicos y estereotipos de la santidad barroca»13. 1773, José de Viera y Clavijo termina de publicar los varios tomos de su Noticias de la Historia Gen-eral de las Islas de Canaria. Ilustrado y racionalista, acaba con el dilema historiográfico de san Avito. Tampoco merece mayor crédito la predicación de San Avito, mártir, en la Gran Canaria, desde prin-cipios del segundo siglo de la Iglesia, por más que Tamayo de Vargas la refiera (…) ¿Qué autores cita 9 HERNANDEZ (2002), p. 258. 10 ESPINOSA {1594 1980}, p. 33. 11 ABREU {1632 1977}, p. 113. 12 BONET (1941), pp. 294-298. 13 SÁNCHEZ (2004), p. 13. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 5 el crédulo Tamayo? Aquellos que bastan para hacer evidente la impostura. Liutprando, Flavio Lucio Dextro, y otros semejantes falsarios de la verdad histórica en estos Reinos14. 1879, Gregorio Chil y Naranjo publica el primer tomo de su obra Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias, adoptando una postura no tan crítica con el hecho de que san Avito llegara a las islas: Lo dicho basta, a mi parecer, para dar una idea de la tradición referente a la predicación y martirio de san Avito, sin que por mi parte entre a negar decididamente, ni a dar un completo asenso a cuanto se ha dicho y escrito sobre el asunto; pero no desconozco que entre tantas opiniones opuestas, robustecidas por diversos escritores, algo puede haber de cierto, y que el hecho nada tiene de sobrenatural ni de mara-villoso, mucho menos cuando acontecimientos semejantes han ocurrido en otros países, antes y después de la fecha en que se supone que aquel Santo se embarcó y llegó a estas islas. También debo decir que mis investigaciones se han extendido a buscar, aunque en vano, algo que me diese luz sobre este importante asunto; pero ni en el archivo de la Santa Iglesia Catedral, ni en la bib-lioteca del Seminario Conciliar, he podido encontrar dato alguno que confirme o desmienta la tradición a que me he referido15. En definitiva, conocer la realidad de san Avito y de su posible presencia en las islas debe romper con todo el imaginario barroco que desfiguró la que es la fuente original sobre sí, el Mappemonde Spirituelle de Jean Germain, un obispo francés que en 1449 era conocedor de que la isla de Canaria estaba reciente-mente cristianizada y de que en ella san Avito predicó la corona del martirio. Por lo tanto, la única investigación que cabe en la actualidad es la de comprobar la veracidad de esta fuente, muy anterior a los cronicones de los falsarios españoles y sus crédulos, fuente que, como ya hemos visto, terminaron usando mal traducida y transcrita durante siglos. Y no para demostrar la presencia o no de un soldado cruzado en las islas en sí, sino porque este hecho daría pie a nuevas inves-tigaciones sobre desde qué fecha son conocidas las islas y frecuentadas por las potencias del momento. 3. En busca de San Avito. Relectura de la fuente primigenia Seis siglos de historiografía acerca de san Avito mártir en Canarias pueden estar equivocadas desde que todos los cronistas e historiadores (falsarios, crédulos y críticos) aceptaran la traducción-traición de Maurólico. Si nos detenemos en el manuscrito y lo analizamos en relación a otras páginas sobre el santo, debemos darnos cuenta de lo que realmente dice y, por lo tanto, de lo que no dice. No dice que san Avito fuera obispo. Ni siquiera nos dice su condición clerical, si la tuvo, cuando de todos los demás santos de los que habla el Cabilonense en su obra sí que lo especifica. Por lo tanto, nos habla de un laico. No dice que san Avito fuera discípulo de los Apóstoles, ni de San Eugenio No dice que san Avito fuera martirizado por los aborígenes, ni siquiera dice que muriera mártir. «Predicar la corona del martirio» por la isla puede ser haberse visto exiliado o apresado en ella por causa de su fe; o correr mil y un peligros entre los aborígenes, pero no terminar siendo asesinado. De hecho, de haberlo sido, lo habría reflejado como lo hace en su obra con otros santos con un «fue mártir» o «fue asesinado». No dice en qué época vivió san Avito, lo que puede sernos también de gran ayuda, pues otros már-tires son situados cronológicamente por el cabilonense al especificar siempre en manos de quién o por orden de quién murieron. Así, tenemos que rechazar a los «Avitos» mártires de emperadores romanos, vándalos, musulmanes de Al-Andalus, etc., persecuciones que el cabilonense cita perfectamente como causa de la muerte del santo o santa que lo ocupa en su descripción de otros lugares reseñados en su manuscrito. 14 VIERA Y CLAVIJO {1773 1863}, p. 4. 15 CHIL Y NARANJO (1879), p. 218. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 6 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 No dice, ni siquiera, que sea san Avito. Es aquí donde proponemos un giro a seis siglos de historio-grafía sobre el asunto. Jamás el cabilonense habló de san Avito en Canarias, sino de san Aiute. La lectura de la letra gótica en cuanto a la grafía de la i, la u, la m, la n, así como la lectura de la u como v y de la i como j, ha sido la causa de la confusión, así como la escasa o nula puntuación y acen-tuación por parte del autor en su escritura de las vocales. Para comprobar esta relectura que hacemos fehacientemente, podemos observar que el mismo autor, cuando se refiere a san Avito de Vienne en su recorrido topográfico por las regiones galas, escribe «Avi-tius » y no «Avite», por lo que, hablando de Canaria, no habla de «Avite», sino de «Aiute». Con este análisis de la fuente primigenia quedan automáticamente descartados todos los «Avito» que fueron conformando-inventando los cronistas arriba reseñados. 4. San Adjutor de Vernon Cuando se realiza una búsqueda en los martirologios de los san Aiute posibles, sobre la marcha en-contramos a san Aiuto, Adjutor, Adjuteur o Aiute, caballero normando que estuvo en la primera cruzada diecisiete años y que consiguió escapar de su presidio en manos musulmanas para regresar a su Nor-mandía natal. Allí profesaría de benedictino en el monasterio de Thiron. Como tal, posteriormente, decidirá terminar sus días como eremita en la capilla de la Magdalena, que había edificado en sus tierras en Vernon donde, a su muerte, prosiguió la fundación de benedictinos tironenses. De sus diecisiete años en las cruzadas no hay más información que las hagiográficas, con la consa-bida manipulación y milagrería que la jalonan. Estas nos hablan de la valentía y arrojo mostrados en las emboscadas sarracenas librando de mil peligros a sus compañeros normandos que se encomendaban siempre en la oración a santa María Magdalena. También se nos informa de que cayó preso una o dos veces en manos musulmanas. Una de ellas pudo escapar nadando y otra, de manera misteriosa. La hagiografía ha querido ver en esta liberación un mila-groso traslado desde su presidio a su Francia natal por ángeles, según algunas hagiografías, o bien, según otras, por los santos Bernardo de Thiron y María Magdalena, a la cual el santo mostraba gran devoción y a quien prometió levantar una ermita si se veía libre. Como vemos, la hagiografía desdibuja al normando cruzado Adjutor, del que nos queda solo algunos datos concretos gracias a la vida que escribió el arzobispo de Rouen, Hugo de Amiens, a la muerte del santo en el siglo XII y, más tardíamente, en el siglo XVII, Jean Theroude, sacerdote de Vernon. Esta última obra ya nos muestra todos los hechos prodigiosos que se fueron atribuyendo al santo cruzado y monje con el devenir de los años. Entre estos prodigios, la veneración que los soldados normandos le fueron tomando como protector desde que, cual Santiago en la batalla de Clavijo, afirmaran que los acompañaba y ayudaba en sus incur-siones contras los tártaros en Prusia, incursiones en las que también participó Gadifer de la Salle ambas veces en 1378 y 138016, por lo que así se pudo conocer tal leyenda. También pudo comenzar esta relación en el imaginario popular el propio Jean de Béthencourt, de quien dicen que en su juventud gastaba horas «pensando de día y de noche en el mar y en sus misterios, preocupado por aquellas encantadoras Islas Afortunadas de que le había hablado, desde su «no sé si el prior de Rougecamp, o algún monje erudito de la abadía de Tréport»17. Si bien es cierto que puede ser una invención sobre los años de su biografía menos claros, el cono-cimiento de las islas por parte de los monjes benedictinos hunde sus raíces en las propias leyendas de san Brandán y san Maclovio, ampliamente relacionados también con la historia de Canarias. ¿Estarían hablándole desde su infancia del santo cruzado Adjutor y su exilio en las islas? Es más que probable pues, el P. Pierre Boutier, que lo acompaña en su gesta conquistadora, fue monje benedictino como lo fue el cruzado, por lo que lo conocería de primera mano al celebrar el martirologio propio de su orden cada día. 16 THEORUDE {1638 1864}, p. 49 y BONNET (1954), p. 28. 17 CIORANESCU (1959), I, p. 109. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 7 De entre todo lo comentado, lo que es indudable es que, tras su pronta santificación, fue tomado como patrono por los caballeros normandos, por lo que no es de extrañar que encontrara su lugar en el Mappemonde Spirituelle de manos del cabilonense en la isla de Canaria, una de las islas que habían sido objeto del acontecer cruzado normando más reciente que él conoce: pretendida y deseada aunque no conquistada. Así sus diecisiete años en las cruzadas se transforman en el «durante mucho tiempo» de la cita; y su «predicó la corona del martirio» la referencia a que de estos diecisiete años muchos los pasó preso y torturado por los sarracenos, hasta que fue liberado o pudo escapar y regresó a su Normandía natal. 4.1. San Adjutor ¿en Canaria? Llegados a este punto, constatar o no la presencia de un soldado cruzado en las Canarias en el siglo XII no es lo central en sí mismo, pero, si Jean Germain recogió un hecho histórico en su obra su Mappe-monde Spirituelle, constituiría una narración más para la investigación histórica acerca del redescu-brimiento de las islas desde tiempos de la I Cruzada. En este sentido, el conocimiento sería de los piratas musulmanes que hasta allí llevaron al cruzado, por los propios capturados allí deportados y por los comerciantes o aventureros que hasta allí también llegaron, por azar o no, y que permitieron su rescate, en este caso, el regreso de Adjutor a su Vernon natal. 4.1.1.- Por parte de los piratas musulmanes Un documento que viene a ser posible refrendo de esta hipótesis es la Crónica del rey de Castilla Juan II, redactada entre 1406 y 1454 y coetánea al Mappemonde Spirituelle del Cabilonense de 1449. E el que ordenó esta Corónica fizo mucho por saver de dónde e de qué gentes quedaron estos canarios; que eran vnas gentes que andauan desnudos, saluo que traían vnas bragas de palmas. E vnos dezían que avían sido de los que hecho Ti(to) Vespasiano en las barcas, quando conquirió a Iherusalem. E otros di-zen que fueron aláraves (alavares) moros de la mar, que aportaron a aquellas yslas de la tierra. La verdad que mejor dello se pudo sauer, es que vn Rei de Córdoba que llamavan Almaçor, que por traición que le fizieron aquellas gentes los echo en aquellas islas, que entonçes dis que heran de Córdoba. Como quiera que cada vna destas islas tobiese su lenguaje18. Las informaciones que recibe el cronista hablan de la toma de Jerusalén por el emperador Tito en el año 70 d. C. y no sabemos nada acerca de las personas a las que preguntó para informarse. Si estas fueron aborígenes recientemente aculturados, cabe preguntarse si en la memoria transmitida por sus ancestros no se referirían antes a la toma de Jerusalén de la I Cruzada (1099) y no a la que acudió final-mente el cronista, como refrendo clásico a sus informaciones, mucho más lejana en el tiempo. Esta fecha de final del siglo XI y del comienzo del siglo XII sí concuerda con la siguiente infor-mación dada en la crónica, la de los aláraves o moros del mar. Las propias fuentes árabes, precisamente del siglo XII, con respecto a lo que parece identificarse con Canarias, también nos hablan de la presencia pirática musulmana y el comercio de otras potencias a las que asaltaban. Hacia 1154, El-Edrisí termina su Geografía, extenso tratado de las tierras conocidas. Cita, entre las islas situadas frente al puerto de Asafi, la isla de los Carneros, y un poco más alejada, la isla de los Pájaros; en sus alrededores señala la existencia de dos islotes. Y adereza estas noticias ciertamente reales con la fábula prodigiosa del origen divino de los islotes: con la leyenda de los dos hermanos Cherham. Según El-Edrisí, estos dos hermanos, valerosos piratas, habitaban las islas mayores, desde donde atalayaban el mar para lanzarse sobre los incautos navegantes y para regresar, cargados de mercaderías, con las 18 CARRIAZO (1946), pp. 7-8. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 8 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 tripulaciones convertidas en traíllas de esclavos. Alá, por fin, irritado ante el constante espectáculo de tal maldad y de tanta fechoría, los condenó a permanecer en perpetua centinela y vigía constante de aquellas costas que fueron escenario de sus hazañas, pero inmovilizados, de tal modo que no pudiesen efectuar, en toda la eternidad, ningún otro acto de piratería19. Acerca de El-Edrisi hay que recordar que fue cortesano de Roger II, rey normando de Sicilia y del reino normando de África, el cual le encargó expresamente reflejar sus posesiones en un mapamundi. En este, la conocida como «tabula rogeriana», se identifican las islas de la Calidad (Al-Jalidat) con algunas de las islas macaronésicas.20 Su identificación con las Canarias y no con otras la encontramos posteriormente en la obra de Ibn Jaldún (1332-1406), en la cual, hablando de estas islas, da a entender características propias de la vida aborigen canaria y, además, otro hecho fundamental para su no con-fusión con otros archipiélagos macaronésicos como el de Madeira, mucho más lejano e imposible de encontrar sin perder de vista las costas africanas, a lo que no se aventuraban los navegantes del «mar circundante»21. 4.1.2.- Por parte de los capturados allí desterrados Se habla en la Crónica de Juan II antes expuesta de los exiliados en Canarias, aunque se quiere hacer, desde un punto de vista explicativo, del origen de los pobladores aborígenes de las islas. Esta «leyenda de los deslenguados» también parece intuirse para los gomeros en la narración que de ellos se hace en Le Canarien. Posteriormente, Argote de Molina, Díaz Tanco y otros de entre nuestros cronistas la recogieron en sus textos utilizándose en la historiografía canaria como explicación plausible bien de su poblamiento en general, bien de aportes puntuales de exiliados en particular. En la actualidad, hay quienes siguen considerándola como un mito de creación erudita22, bien acogiéndola como posibilidad23 de una de las arribadas, entre tantas, de grupos de población a las islas. Con respecto al hilo conductor que nos ocupa, entre todos los aportes documentales existentes sobre «los deslenguados», destaca la leyenda de la arribada de cristianos a la playa de la costa tinerfeña, por lo que recibe el nombre de «Los Cristianos». Constituye una prueba del uso de las islas como lugar de destierro o prisión natural: Hace unas cuarenta edades, reinando el mencey Imogue celebrábase en el chabor de Adeje con ruidosa alegría el Gran Tagóror del mes de Beñesmer (...) llevaban dos días de festejos, cuando en la amanecida del tercero cundió́ la alarma de improviso: las fogatas de rebato brillaron en los tagoros de Guaza, los silbidos y toques de caracol sonaron por todas partes y los correos menudearon a la corte con la novedad de que la isla iba a ser invadida por las playas de Chayofa. Sobresaltados los habitantes acudieron de tropel al punto amenazado, no siendo el último el rey al frente de buen golpe de guerreros. Observaron que uno de los buques, descubiertos en la madrugada por los atalayeros costeños, continuaba como con rumbo a la Gomera, y otros dos que habían virado en redondo en demanda del puerto, se acercaban a la playa a fuerza de vela y remos. No bien dieron fondo, en medio de confuso clamoreo que se oía desde tierra, precipitaban dentro de los esquifes a empujones y latigazos muchedumbre de personas, que desembarcaban con la misma prisa en formas tan brutales que varias se ahogaron. Los guanches que presenciaban como abobados esta escena, vieron al poco rato con asombro que las naves se alejaban para no volver. En la ribera quedaron sobre doscientos de estos extraños huéspedes, famélicos, sucios, haraposos, con 19 BLANCO (1976), pp. 20-21. 20 «En los textos árabes de los siglos IX al XV encontramos una serie de noticias que tienen que ver con Canarias, y donde se emplea también una nomenclatura mítica para su designación. Aquí nos encontramos con nombres como Al-Jazair al- Jalidat, que traducimos por «Islas Eternas», Al- Jazair as Saadat o «Islas de la Felicidad» y Al- Jazair as Suadet o «Islas de los Bienaventurados». Se está de acuerdo en que todas estas denominaciones son otras tantas versiones árabes del concepto griego Makáron nesoi». MARTÍNEZ (2010) p. 147. 21 SERRA (1949), pp. 171-172. 22 ÁLVAREZ (1977) o AGUILAR (2002). 23 JIMÉNEZ (2004). ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 9 señales de grandes sufrimientos y horrorosamente mutilados: unos sin narices, ya sin alguna de las ma-nos, a otros les faltaban las orejas y a muchísimos la lengua cortada de raíz. Hablaban un idioma inin-teligible, ‘como farfullento’, con sendos rosarios, pasando las cuentas como si rezaran; besaban el suelo, arrodillábanse con los brazos abiertos demandando piedad y gritaban todos a una dirigiéndose a los guanches: ‘cristiano’, ‘cristiano’, a la vez que señalaban sus propias personas para significar que lo eran. Destacábanse entre ellos, por las muestras de respetuosa veneración y de obediencia con que eran tratados, unos cuantos individuos a todas luces de mayor autoridad y que pertenecían al sacerdocio; que nombraban babilones. Cuando aprendieron más adelante la lengua del país, dijeron que a causa de sus ideas habían sido per-seguidos y castigados por el príncipe de un reino próximo. Y aquí termina la tradición aún conocida entre nuestros pastores y labriegos por ‘la llegada de los des-lenguados’ 24. Esta arribada de cristianos mutilados, de ser cierta, no puede remontarse a los tiempos de la invasión vándala del norte de África (s. V d. C.), durante la que también hay constancia de desterrados mutilados en las crónicas de Víctor de Vita.25 De hecho, no puede remontarse a antes del s. XII, que es cuando se comenzó a difundir la devoción del rosario con los primeros cordeles anudados o «paternostreros»26, según algunas crónicas, objeto devocional ideado por Pedro el Ermitaño, precisamente el animador de la I Cruzada.27 Sin salir del campo de las hipótesis que podrían ser demostradas o rebatidas en futuras investigacio-nes, todo lo comentado encontraría cierta luz explicativa si hablásemos del reino próximo como el ám-bito musulmán al que se enfrentó occidente desde la I Cruzada y que se extendía también por el África bereber; y del hablar farfullento como el idioma de los normandos. Estos fueron los soldados con mayoritaria presencia en las batallas por la toma de Jerusalén de 1099. Incluso, cabe recordar, la fiesta del Beñesmer se celebraba en lo que para nosotros es el mes de agosto, dando tiempo a los captores de trasladar a los allí capturados a las islas, tras un periplo de navegación de alrededor de un mes. Y es que las principales batallas por la toma de Jerusalén se produjeron durante el mes de julio de 1099. Arroja aún más luz a la cuestión la primera hagiografía de san Avito, escrita por Hugo de Amiens, ar-zobispo de Rouen, coetáneo del santo. Cuando nos habla de cómo fue capturado en la toma de Jerusalén (1099) y de cómo pudo regresar a su patria pasados los años, recurre al testimonio de otros soldados. Estos testifican al obispo sobre el inexplicable regreso del santo a su Francia natal ya que “comieron y estuvieron con él la noche anterior”. Esto indica que también ellos fueron capturados y pudieron escapar y regresar a su patria, aunque posteriormente. «Et ut diligentissimis per nos factis informationibus cum Petro de Curtiniaco, Henrico de Pratellis, Andrea de Feritate, Rofredo de Puteaco, Odone de Porco-mortuo et pluribus aliis, qui eum die ipsam noctem praecedente viderant et cum ipso comederant et loquuti fuerant, reperimus certissimum» (Y diligentemente hemos hecho averiguaciones por medio de Petro de Curtiniaco, Henrico de Pratellis, Andrea de Feritate, Rofredo de Puteaco, Odone de Porco-mortuo y muchos otros que la noche anterior lo habían visto y con él habían comido y hablado, afirmándolo con seguridad) 28. Por supuesto nada afirman, explícitamente, del lugar de este presidio, cárcel o destierro, pero sí, im-plícitamente, de cierta libertad para comer y estar todos juntos la noche anterior a la fuga o liberación. Sin embargo, que Adjutor consiguiera escapar o ser rescatado antes que el resto de compañeros, que lo harían más tarde, nos deja entrever cierta incongruencia de la fuente que no podemos clarificar por el momento. ¿Podría tratarse de una liberación previo pago de un rescate? Al fin y al cabo este modus operandi se 24 BÉTHENCOURT (1905), pp. 10-14. 25 VITENSIS {1455 1694}, p. 76. 26 ESCRIVÁ (2010), pp. 67-68. 27 FERNÁNDEZ (1627), p. 66. 28 THEROUDE {1638 1864}, de la Vita escrita por Hugo de Amiens, p. 14. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 10 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 extendió en las relaciones esclavo-rescatadores cristiano-musulmanas hasta bien entrada la modernidad, lo que fue muy frecuente durante la I Cruzada en la que soldados cruzados apresados por los musul-manes eran retenidos hasta que ellos consiguieran una espléndida suma de dinero.29 Sin duda, se trata de otro campo para la investigación pues en las islas Canarias, aparte del de san Adjutor -de ser cierto-, se constata un caso de retención-liberación todavía más avanzado el tiempo, ya en el s. XV. Juan de Valencia testifica en el arzobispado de Zaragoza en 1436 que fue capturado por los aborígenes canarios y por ellos retenido durante quince años.30 Por otro lado, con respecto a «los deslenguados», también se nos informa una recopilación de su-puestos milagros obra del santo, hecha por otro arzobispo de Rouen, Gautier de Coutances (+1207): cómo Adjutor devolvió el habla a Heusbertus al que en una disputa fue capturado y su lengua cortada como castigo.31 Obviamente no se trata de entrar en la veracidad o no del milagro, sino de cómo esta fuente nos in-forma de una manera de proceder en la violencia del momento: apresar y deslenguar al adversario como castigo. 4.1.3.- Por los posibles rescatadores (aventureros, comerciantes…) Siguiendo la línea de investigación de los desterrados que pudieron regresar a su patria, ¿quiénes fueron los posibles rescatadores? Hablamos de navegantes (comerciantes, piratas…) que por azar o conocimiento específico alcanzaron las costas de las islas y se encontraron con compatriotas allí aban-donados- castigados. En el caso de que Adjutor viviera el mismo modus liberandi, fueron sus compatriotas normandos o aliados quienes también alcanzaron las islas, bien por azar en la búsqueda de nuevas zonas de pertrecho de mercancías, bien por el conocimiento específico, dando lugar al consabido rescate y regreso de Adju-tor a su Francia natal. Por lo tanto, la hipótesis que se plantea es si las islas fueron paso desde tan temprana fecha para los normandos de la que estas son algunas indicaciones explicativas de la presencia normanda en las islas desde antes del siglo XII en general, de la posible veracidad del paso de san Adjutor en particular: a) “Majus” es la palabra árabe que designa a los normandos. Es un epíteto dado sobre todo a aquellos normandos que atacaron Al-Andalus en los siglos IX y X. Podría explicar esta acepción la nominación de Lanzarote y Fuerteventura desde esta época -porque los “majus” ya las frecuentaban-, mucho mejor que otras etimologías que para “majo” se han venido estudiando32. Además, la presencia normanda pudo haber evitado la ocupación de las islas por los árabes en la planificación de la guerra contra el infiel que las potencias cristianas ponían en práctica y, del mismo modo, favorecer la futura ocupación genovesa de Lanzarote del siglo XIV. Precisamente, los genoveses fueron los mejores aliados de los soldados cruzados en su pragmática política comercial y pirática, mediterránea y atlántica, durante la I Cruzada.33 Además, en el portulano de Dulcert de 1339 son estas dos islas las únicas que aún son reflejadas junto a Alegranza y la isla de Lobos. Los normandos, en su lucha contra la piratería berberisca norteafricana, esos “moros del mar” que frecuentaban también las islas según la Crónica de Juan II, intentaron asentarse también en sus prin-cipales plazas fuerte para no dejar en manos infieles el comercio mediterráneo. Así se explicaron las cruzadas de Mahdía en Túnez de 1087 y la de 1390, en la primera de las cuales la participación genovesa fue bastante numerosa para lograr hacerse con el control de las rutas comerciales de manos de los com-erciantes y piratas musulmanes. 29 FRIEDMAN (2002). 30 FERNÁNDEZ (1978), p. 274. 31 «Capi et linguam ei praecendi fecit». THEROUDE {1634 1864}, de la Miracula escrita por Gautier de Coutances, p. 23. 32 ÁLVAREZ (1957), pp. 7-8 “mahoh” en aborigen “país, tierra” o bien CABRERA (1999), pp. 71-74. 33 HEERS (1997), pp. 274-286. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 11 Siguiendo a estos “moros del mar” conocerían las islas hasta el punto de ser capaces de asentar una explotación de recursos permanente ya en el s. XIV por parte de Lanceloto Malocello. Sin duda, la experiencia del reino normando de África es la que puso en contacto estas rutas mediterráneas con aquellas otras que se aventuraban en el Atlántico, dado que los almorávides, a quienes Roger II gana la ciudad de Mahdía (Mahdiyyah) y La Goullete en 1147, se extendían por todo lo que hoy denominamos Magreb con importantes ciudades en la costa sahariana frente a las islas como el puerto atlántico de Safi (Marruecos) referido por El-Idrisi. No en vano, entre los intereses expansionistas de Roger II estaba el control del comercio marítimo mediterráneo y terrestre norteafricano. Roger’s conquests in north of Africa efectively cut of the alternative, non-Sicilian route for trafic from east to west-Tunis being the only stopping-point not under direct Norman dominion. Taxes could be drawn from merchant shipping (…); hostile vessels could be watched for more eficiently, and piracy suppressed. The caravan routes from Morocco through Tunisia to Egypt could be policed and taxed (…). Still more alluring were the caravans arriving from the southern Sahara, bearing the gold dust known as paiole gold, for use in the mints of Mahdiyyah, Sicily, Egypt and elsewhere34. (Las conquistas de Roger en el norte de África aislaron efectivamente la ruta alternativa no siciliana para el tráfico del este al oeste de Túnez pues el único punto de parada no estaba bajo el directo dominio normando. Se podían cobrar impuestos del comercio marítimo (...); las embarcaciones hostiles podrían ser vistas más eficientemente, y la piratería suprimida. Las rutas de las caravanas procedentes de Marruecos a través de Túnez a Egipto podrían ser vigiladas y sometidas y fiscalizadas (...). Aún más atractivas fueron las caravanas provenientes del sur del Sahara que llevaban el polvo de oro conocido como el oro “paiole” para su uso en las casas de moneda de Mahdiyyah, Sicilia, Egipto y en otras partes.) En este trasiego marítimo comercial, no exento de peligros pese al protectorado siciliano de África, no es nada aventurado pensar que los normandos arribaran a Canarias como plaza llena de recursos para el comercio (esclavos, madera, orchilla, piel de foca, etc.) mucho antes que Lancelotto Malocello en el siglo XIV y Jean de Béthencourt en el XV. En esta línea, cabe recordar que del espíritu aventurero nor-mando se siguen aportando muchos datos como el de que los vikingos, antecesores de los normandos, podrían haber frecuentado ya con antelación a 1036 la isla de Madeira35. Sin embargo, todas estas aportaciones deben mantenerse como hipótesis hasta que otras fuentes o investigaciones las puedan contrastar, más allá de la posible referencia implícita de Jean Germain que nos ocupa. b) El papa Clemente VI36 cuando erigió el principado de la Fortuna y posteriormente el obispado de las Afortunadas, luego de Telde, puede darnos alguna idea también para la investigación. Este papa escogió a D. Luis de la Cerda, sobrino de la reina Juana I de Nápoles, como príncipe de la Fortuna, por las presiones de esta que reclamaba como suya la posesión de Canarias, en virtud de la donación papal a su abuelo y antecesor en el trono, Roberto I. Dicha donación, si Marín de Cubas no yerra, debió de ser cierta -por cuanto sus presiones fueron escuchadas-, y encuadradas cronológicamente en el primer tercio del s. XIV37. Juana I de Nápoles es heredera de una larga dinastía de normandos que con antelación a 1130, con Roger II, conquistaron y conformaron el reino de Sicilia y su protectorado en África como hemos visto en el apartado anterior. Plantear que la ascendencia sobre las islas Canarias que esgrime la reina Juana se remonte a que las islas entraron en la órbita comercial de las rutas marítimas de estos puertos norteafricanos normando-sicilianos no es nada aventurado, pues precisamente a D. Luis de la Cerda también se encomendó con 34 ABULAFÍA (1984), pp. 35-36. 35 ALCOVER (2014) Las poblaciones actuales de ratón doméstico de Madeira muestran similitudes en el ADN mitocon-drial con las de Escandinavia y el norte de Alemania, pero no con las de Portugal. 36 Este pontífice era benedictino y, además, antes de ser escogido como tal, obispo de Rouen, diócesis normanda centro del culto a san Adjutor, por lo que la experiencia canaria del santo, de ser cierta, no le sería desconocida ni por su condición de monje ni por su condición episcopal. 37 MARÍN {1694 1993}, fols. 14-15. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 12 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 la bula Tuae devotionis sinceritas de erección del principado de la Fortuna, el peñón mediterráneo de La Goleta, es decir, el mencionado puerto de La Goullete, que formaría parte junto con el archipiélago canario del mismo principado. Podría interpretarse como un intento por parte de la reina Juana de resucitar la gloria pasada del im-perio Siciliano y su control sobre las rutas comerciales mediterráneas y atlánticas, un intento escuchado y refrendado por el papa Clemente VI por parte de la reina de Nápoles y, posteriormente, también de Mallorca por su matrimonio con Jaime IV, hijo de Jaime III, promotor de muchas de las expediciones a las islas, precisamente denominadas «perdidas», quizás porque algún día se pensaron como propias y no sólo porque se suponían como tal ante el «recientemente encontradas» de las bulas y documentación oficial38. Estos intentos de proseguir con el control de las rutas comerciales en manos cristianas, fracasada también la experiencia del principado de la Fortuna, se retomarán con la cruzada de Mahdía de 1390, en la que participó Jean de Béthencourt, hecho que dicen provocó su definitivo conocimiento y querencia por el archipiélago canario39. c) El contacto comentado con las rutas comerciales y piráticas norteafricanas desde su protectorado o reino de África40 -si no ya desde antes con las incursiones en la península ibérica desde finales del s. IX- 41, fue también fruto de la búsqueda de garantías en el comercio mediterráneo que, fuertemente oprimido por los piratas musulmanes durante la I Cruzada, se vio necesitado de la búsqueda de nuevas zonas de abastecimiento de mercancías. «It was important for the rulers of Sicily to keep the sea routes clear of pirates and to promote profitable trade, including trade in corn from the fertile island to Norht Africa. Roger II was the most active and ambitious»42. (Para los comerciantes de Sicilia fue prioritario mantener las rutas marítimas limpias de piratas y promover el comercio rentable, incluyendo el comercio de cere-ales desde la fértil isla al norte de África. Roger II fue el más activo y ambicioso en ello). Además, estos posibles intercambios comerciales normandos con las islas pudieron ocasionar las reminiscencias que se detectan en la crónica de la expedición portuguesa de 1341 a las islas que difundió Boccaccio -cortesano precisamente del mencionado Roberto I de Nápoles-. Por ejemplo, en ella se nos desvela que los aborígenes «bailan al estilo francés»43 y que con la cultura troglodita convive otra de casas de piedra con cultivos de hortalizas. ¿Posibles puertos de intercambio normando-aborigen? Podría ser el caso del mencionado «puerto de Telde»44, la zona del yacimiento de la Restinga en la desembocadura del barranco real de Telde, ciudad que, dato curioso, Gadifer de la Salle manifiesta con-ocer y apetecer muy bien, aunque no la ha visitado nunca. Este yacimiento cuenta con estructuras arqui-tectónicas poco frecuentes entre las propiamente aborígenes que, además, no sabemos a qué uso podrían corresponder y si fueron reutilizadas-modificadas como elementos de defensa en los siglos posteriores45. Las fechas de datación de tal yacimiento demuestran que fue ocupado al menos desde el s. XII46, justo en plena expansión normanda. Si pensamos, además, en los primeros en aventurarse por las islas, desde el ámbito pirático de la I Cruzada, enseguida tropezamos con la figura central en el aporte 38 SEVILLANO (1972), p. 11. 39 CIORANESCU (1959), I, pp. 122-124. 40 METCALFE (2009), pp. 160-180. 41 FERREIRO (1999), pp. 17-73. 42 CHIBNALL (2006), p. 102. 43 BONET (1943), p. 119. 44 «Y el propósito de Gadifer es, si puede encontrar cien arqueros y otros tantos peones, entrar en el país y alojarse en Telde, que es buena población abierta y tiene buen río que corre por en medio y está a media legua de un puerto de mar; y allí se fortificará y permanecerá hasta que, con la ayuda de Dios, haya puesto todo el país en su poder y en la fe cristiana». CIORA-NESCU (1964), III, p. 967, «Entonces volvieron a la barcaza y levaron el ancla y se fueron al puerto de Telde y permanecieron allí dos días». CIORANESCU (1960), II, p. 224. Aunque en sus notas Cioranescu y Serra pretendan decir al autor que más que el puerto de Telde se referían a la bahía de Gando, es evidente que el cronista cita ambos emplazamientos como lugares bien distintos en diversas partes de su obra. Además, la distancia de media legua (aprox. 3 kms) con respecto a la ciudad de Telde coincide más con la playa de Bocabarranco que con Gando 45 ALONSO (2014), p. 42. 46 Los análisis del C14 certifican el poblamiento en este yacimiento con seguridad desde el 1134 d. C. CABILDO DE GRAN CANARIA (2014), p. 2. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 13 logístico a las tropas cruzadas del pirata normando Guynemer de Boulogne47 -también cautivo durante años48- y cuyo nombre, en lo que a su pronunciación se refiere, recuerda a la del topónimo Jinámar, en las inmediaciones del lugar citado. Con todo, el conocimiento secular de esta entrada natural a Telde, siguiendo fácilmente su río cauce arriba por el Portichuelo hasta el núcleo fundacional de la ciudad, es lo que hará que sea esta la escogida como sede episcopal para el obispado de la Fortuna frente a otros emplazamientos isleños. d) Con respecto a la evangelización de las islas, un repaso a los santos titulares de las ermitas en Gran Canaria -siempre asimiladas a la experiencia misional mallorquina tras la experiencia del principado de la Fortuna y obispado de Telde-, nos hace caer en la cuenta de que responden, no obstante, a advocacio-nes de honda raigambre en plazas normandas. La cueva de santa Águeda, mártir natural de Sicilia (reino normando de Sicilia). La ermita de san Nicolás de Bari, pues el de Tolentino no fue canonizado hasta 1446 (y, por lo tanto, no se permitía su culto ni mucho menos consagrarle una ermita) a la Bari italiana, ciudad que recibió con gran júbilo las reliquias del santo de Mira en 1096 que era normanda desde 1071. Y hasta la ermita de santa Catalina ya que no se llamó así en su origen ni tenía la imagen de esta santa en su ajuar, sino la de santa María Magdalena49 casualmente la advocación preferida y manifiesta de todo normando y cruzado50. Tuvieron los mallorquines en esta isla de Canaria algunos puertos, que sabemos de su comercio a las Isletas en una fuerte casa de piedra sola muy fuerte, que su pared tenía de ancho y de grandes piedras siete palmos grandes, y según los cimientos una cuadra muy ancha y larga donde hoy está una Ermita de Santa Catalina Mártir, a la parte Sur, en el Ganeguin, una cueva donde se decía misa que oían los cristia-nos que comerciaban, llamada Santa Águeda, como la Iglesia mayor de Sicilia, que así́ es llamada, a la parte de poniente a unas poblaciones de canarios, llamadas Tirma y otras, la de la Aldea de San Nicolás de Tolentino, donde se decía misa muy cerca del mar en una Ermita muy pequeña la mitad cueva y la otra mitad de piedra; y en la playa Gaete llamada así́ por los sicilianos, y la casa que allí́ tenían como presidio con una pared de piedra hasta la playa con saeteras a modo de muralla51. Probablemente los mallorquines se limitaron a continuar la evangelización desde los puertos otrora descubiertos y acondicionados por los normandos. Y es que la Gaeta a la que Marín de Cubas refiere la etimología de Agaete no está en la isla de Sicilia, sino en la península itálica, por lo que la referencia “a los sicilianos” que hace Marín no tiene sentido, sino mientras esta perteneció al reino normando de Sicilia del que hablamos. 5. Conclusiones El movimiento en torno a la figura del legendario san Avito trastocó la historiografía española del siglo XVI. La realidad es que ni las crónicas de los propios conquistadores hablaban de este santo cuando, de pronto, un obispo francés en 1449 sancionaba que por Canaria estuvo. Este dato hizo que los falsarios, dando rienda suelta a su imaginación, hicieran de las islas un lugar de sobra conocido y evangelizado desde el siglo II d. C., cuando la realidad es que las islas Canarias estaban recién incorporadas a la Corona. Lo más lógico es pensar que el cabilonense asumió el «ir a las Cruzadas» de san Adjutor como ir a tierra de sarracenos en general y, por qué no, a Canaria en particular. No en vano, en Le Canarien los 47 HEERS (1997), p. 273. 48 FRIEDMAN (2002), p. 22. 49 ABREU {1632 1977}, p. 41 «una (ermita), camino del puerto, en la cual estaba un bulto de Nuestra Señora con su hijo en brazos y otra de san Juan Evangelista; y otras, de santa María Magdalena, que hoy llaman la ermita de santa Catalina». 50 FAILLON (1865), pp. 809-820. La devoción a santa María Magdalena alcanzó gran raigambre en la Francia medieval, sobre todo entre los caballeros cruzados. 51 MARÍN (1694 1993), p. 21. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 14 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 aborígenes son conocidos también como sarracenos y la conquista normanda del archipiélago se finan-ció cual cruzada. Además, es en 1404, a la par que los primeros años de la conquista normanda de las islas, cuando se vive en la ciudad gala de Vernon un renacer de la devoción al santo cruzado con la reconstrucción de su capilla. Esta quedó destruida en el siglo anterior por las batallas de la Guerra de los Cien Años52. Entre los benefactores, la familia Harcour, benefactores también de Béthencourt y su campaña conquistadora. Bien pudo este renacer de la devoción al santo confundir a nuestro autor creyéndolo soldado cruzado pero en la conquista de las islas -la cruzada del momento-, usándolo así para que esta lejana zona geográ-fica en su Topographia sacra no quedara sin referencia beatífica. En resumen, lo más lógico es pensar que la posible presencia de san Adjutor en Canarias no se trate más que de una invención al modo de la de Santiago en la batalla de Clavijo (o del mismo Adjutor en las batallas prusianas) o, al menos, una desinformación manifiesta o interesada del Cabilonense que asume como una misma zona o región las tierras de cruzada sin tener en cuenta las distancias geográficas. Sin embargo, este obispo, conocedor de Le Canarien de Gadifer53, experto en geografía y asistente al concilio de Basilea, donde se argumentó exhaustivamente sobre Canarias y su lugar en los mapas por parte de Castilla y por parte de Portugal, ¿pudo confundir Tierra Santa con Canarias? La respuesta es clara: no. Su Mappemonde comienza con una excelente descripción geográfica de todas y cada una de las ciudades y plazas de Tierra Santa y sus «santos lugares». Por otro lado, tampoco necesitaba no dejar sin referencia beatífica a las islas pues con otras muchas regiones y ciudades citadas en su obra lo hace sin mayor importancia. Por todo ello, la relectura de esta fuente hace que la presencia de un normando cruzado desterrado en las islas en los años finales del siglo XI y primeros del siglo XII sea merecedora de una posible expli-cación en atención a su posible veracidad y lo que ello implicaría, que las islas eran frecuentadas desde tiempos de la I Cruzada por las distintas potencias marítimas del momento. La imposibilidad de contrastar fehacientemente la hipótesis argumental de este artículo -siempre queda abierta la posibilidad de que Jean Germain se inventara su escrito- hace que deba quedar abierta. Sin embargo, la relectura de las fuentes documentales aportadas desde esta óptica arroja pistas a la in-vestigación futura sobre el redescubrimiento de las islas en fechas anteriores al siglo XIV. Si estuvo o no Adjutor no es lo importante. Sin embargo, ¿acaso no habla de los cruzados y sus ex-periencias en tierras de infieles la introducción del mismo Le Canarien? Siendo así que es cierto que muchos caballeros, al escuchar contar las grandes aventuras, las hazañas y las hermosas acciones de los que, en tiempos pasados, han emprendido hacer viajes y conquistas sobre los infieles, con la esperanza de cambiarlos y convertirlos a la fe cristiana, han cobrado valor, atrevimiento y voluntad de parecerse a ellos por sus buenas obras; y con el fin de evitar todos los vicios y ser virtuosos y que al terminar sus días puedan ganar vida eterna, Gadifer de La Salle y Jean de Béthencourt, cabal-leros naturales del reino de Francia, han emprendido este viaje para honra de Dios y para mantenimiento y aumento de nuestra santa fe, a las partes del Mediodía, a ciertas islas que están hacia aquel lado, que se llaman las islas de Canaria habitadas por gentes infieles de diversas leyes y de diferentes lenguajes, de las cuales la Gran Canaria es una de las mejores y de las más importantes, con la intención de convertirlas y de atraerlas a nuestra fe; y por esto este libro se llama el Canario54. La experiencia del principado de la Fortuna, en la argumentación de Marín de Cubas, parece haber querido resucitar la gloria económica pasada del reino normando-siciliano y su experiencia de control del comercio norteafricano55 como hemos visto con la posibilidad de que las Canarias fueran zona de aprovisionamiento de mercancías lejos del asedio constante de la piratería berberisca mediterránea. 52 THEROUDE {1638 1864}, p. XIX. 53 Ambos, Gadifer y Jean Germain, entregaron sus obras al duque de Borgoña, Felipe el Bueno. BENITO (1955), p. 552. Además, este último era consejero del duque no sólo como arzobispo, sino como gran canciller de la orden del Toisón de Oro, por lo que conocería sobradamente la experiencia normanda en Canarias. 54 CIORANESCU (1969), III, p. 14. 55 Roger II llegó a establecer impuestos sobre el comercio de las caravanas que recorrían la ruta desde Marruecos a Egipto. ABULAFÍA (1984), pp. 36-37. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 15 En este sentido, el apoyo logístico de los genoveses a los cruzados durante la I Cruzada pudo ser el comienzo del conocimiento de las rutas a Canarias, que más tarde conformaron uno de sus emplaza-mientos comerciales. No obstante, es una lástima la escasez de fuentes sobre la historia marítima de las cruzadas, con todo el aporte de conocimientos náuticos de los comerciantes y piratas que jalonaron las aguas mediterráneas y atlánticas (en lo que a circunvalar África se refiere) abriendo nuevas rutas y buscando nuevos mercados desconocidos por los enemigos ante el cada vez más conflictivo transitar por el Mediterráneo. Sin embargo, la historia plausible del cruzado Adjutor desde la veracidad de la fuente de Jean Ger-main, tan fehaciente en el resto de sus localizaciones geográficas y beatíficas, hace que la relectura de muchas de las pruebas documentales aportadas en esta investigación indiquen, cuanto menos, la posi-bilidad de que las Canarias fueron transitadas desde mucho antes de lo que hasta ahora es denominado como su redescubrimiento en el s. XIV. Bibliografía ABREU GALINDO, J. ([1632] 1977). Historia de la conquista de las siete islas de Canaria. Santa Cruz de Tenerife, España: Goya ALBULAFÍA, D. (1984). «The normam kingdom of Africa and the norman expeditions to Majorca and the Muslims Mediterraneam». Anglo-Norman Studies, núm. 7, pp. 26-49. ALCOVER, J. A. (2014). Madeira ¿primero vikinga? Libertad digital. http://www.libertaddigital.com/ ciencia-tecnologia/ciencia/2014-04-30/madeira-primero-vikinga-1276517196/. [25 de marzo de 2016]. ALONSO MORALES, E. C. (2014). «13 de octubre de 1741. 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Historia persecutionis vandalicae in duas partes disntinct. Opera et stu-dio Domni Theodorici Ruinart. París, Francia. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 17 Referencias de las ilustraciones Ilustración 1. Recuperada de http://www.dbnl.org/tekst/prev002prin01_01/prev002 prin01_01_0014. php Ilustración 2. Recuperada de Theroude, J. (1638/1864), p. 134. Ilustraciones 3, 4 y 5. Recuperadas de http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b9060776h/f32. image.r=JE AN%20GERMAIN,%20«%20Mappemonde%20spirituelle.langES Ilustración 6. Recuperada de https://es.wikipedia.org/wiki/Kitab_Ruyar Ilustraciones Ilustración 1. Ilustración de la edición miniada del Mapamundi spiritual en la que el autor, Jean Germain obispo de Chalons, ofrece y dedica su obra al duque de Borgoña Felipe el Bueno. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 18 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Ilustración 2. Grabado de san Adjutor realizado por M. van Lochom. Ilustración 3. Página del manuscrito en el que se refiere a Canarias. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 19 Ilustración 4. Pormenor del manuscrito en el que se refiere a Canarias. Ilustración 5. Pormenor del manuscrito sobre san Avito de Vienne, literalmente «avitius» y no «avite». A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 20 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Ilustración 6. Tabula rogeriana, mapamundi de 1154 que demuestra el conocimiento de las islas de la Calidad (¿Canarias?) por los normandos del reino de Sicilia. ENRIQUE C. ALONSO MORALES
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Título y subtítulo | A vueltas con San Avito Mártir |
Autor principal | Alonso Morales, Enrique C. |
Entidad | Casa Colón |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 64 |
Sección | Historia Atlántica |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo de Gran Canaria |
Fecha | 2018 |
Páginas | pp. 062-081 |
Materias | Historia ; Islas Canarias ; Historiografía ; Cruzadas |
Notas | En la historiografía de Canarias de la Edad Moderna planeó el mito de la predicación en las islas por parte de san Avito que, víctima de los falsarios españoles, terminó tan desfigurado e irreconocible que se dio por invención y patraña su existencia y presencia en las islas. Sin embargo, con el regreso a las fuentes, podríamos hablar de un cruzado normando que sitúan en las islas en los albores del siglo XII, mucho antes de la presencia normanda en las islas conocida por todos. |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 2470803 Bytes |
Texto | Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 1 © 2018 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. * Licenciado en Historia (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), Licenciado en Estudios Eclesiásticos (Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias). IES El Doctoral. Paseo Alejo Pérez Santana, 7, 1º B. 35200. Telde. Gran Canaria. España. Teléfono: +34617758926; correo electrónico: encaramo@gmail.com A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR SAINT AVITUS MARTYR’S STORY REVISITED Enrique C. Alonso Morales* Recibido: 29 de marzo de 2017 Aceptado: 17 de julio de 2017 Cómo citar este artículo/Citation: Alonso Morales, E. C. (2018). A vueltas con San Avito Mártir. Anuario de Estudios Atlánticos, nº 64: 064-005. http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/10159 Resumen: En la historiografía de Canarias de la Edad Moderna planeó el mito de la predicación en las islas por parte de san Avito que, víctima de los falsarios españoles, terminó tan desfigurado e irreconocible que se dio por invención y patraña su existencia y presencia en las islas. Sin embargo, con el regreso a las fuentes, podríamos hablar de un cruzado normando que sitúan en las islas en los albores del siglo XII, mucho antes de la presencia normanda en las islas conocida por todos. Palabras clave: Canarias, san Avito, normandos, cruzadas, evangelización en el Atlántico, poblamiento de Ca-narias Abstract: The myth of St. Avitus’s preaching in the Islands was always argued by the Canarian historiography during Modern Age. This supposed historical event ended disfigured and unrecognisable because it was a victim of the Spanish falsifier historians. So historiography abandoned the idea of St. Avitus martyr’s existence and also his presence in the islands like an untestable fact. However, returning to the sources, we could talk about a norman crusader in the islands in the early 12th century, long before the norman presence in the islands that is known by all. Keywords: Canary Islands, St. Avitus, Normans, crusades, evangelization in the Atlantic, Canary settlement 1. Introducción. Un problema historiográfico de la protohistoria de Canarias La historiografía relativa a los orígenes de la europeización de las islas Canarias a partir de la Edad Media nos ha revelado una historia episódica que, desde nuestro punto de vista, adolece todavía de un hilo conductor que concretice aún más el acontecer de la expansión europea medieval. Marineros y comerciantes de toda procedencia llegaron a Canarias para abastecerse de mercancías preciadas como esclavos, orchilla, sangre de drago, etc., en una sucesión más o menos clara en cuanto a su procedencia y cronología: fenicios, romanos, vándalos, árabes, genoveses, portugueses y castellanos, mallorquines, catalanes, normandos, etc. A día de hoy el redescubrimiento de las islas se atribuye a los comerciantes y aventureros genoveses, según nos explica la posesión que incluso llegó a establecer Lancelotto Malocello en la isla que de sí toma el nombre en el siglo XIV. Este trasiego de comerciantes, este darse a conocer las islas en todos los puertos del mediterráneo es coetáneo a que en la corte papal de Avignon se decida investir a D. Luis de la Cerda como príncipe de la Fortuna en el s. XIV. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 2 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Sobre esta primera experiencia colonizadora global todas las pruebas indican que fracasó, salvo en su vertiente puramente religiosa, con la creación del Obispado de la Fortuna, primero, y de Telde, poste-riormente. Esta, si bien pudo ser sólo una experiencia testimonial, sí que atrajo a grupos de misioneros, sobre todo mallorquines y catalanes, hasta nuestras costas. El siguiente episodio es ya el de la conquista normanda de las islas, preámbulo de la historia mejor conocida de Canarias que continúa con la conquista señorial de las islas, la realenga y la plena incorpo-ración a la Corona de Castilla ya desde finales de la Edad Media. Con todo, el conocimiento de las islas Canarias y su poblamiento por europeos fue mucho más común de lo que podemos pensar, estableciéndose pequeños asentamientos de europeos que convivían con los aborígenes canarios en la bonanza y en las escaramuzas que podían producirse en el “hipermercado” que constituía el archipiélago para piratas, mercaderes y aventureros en ruta hacia zonas inexploradas y presumiblemente ricas de África. Por todo ello, quizás se pueda retrotraer la presencia normanda en las islas mucho más atrás del co-mienzo del siglo XV en que Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle arriban a las costas de Lanzarote. El primero conoció Canarias a partir de 1390 cuando, de parte de Francia, ayuda a Génova. Gadifer de la Salle, si no las conocía ya, lo haría en su trato con Jean de Béthencourt. Este interés normando por unas islas allende los mares se entronca con el interés general de los nor-mandos que ya en el siglo XII contaban con grandes posesiones. Tarragona formó parte de sus posesio-nes, así como todo el reino de Inglaterra, el norte de Francia, el reino de Sicilia (que abarcaba también parte de Italia y parte del norte de África), así como las ciudades conquistadas en Tierra Santa. En esta expansión cabe preguntarse si llegaron los normandos a Canarias como parte del trasiego generado en el Mediterráneo con la I cruzada y los consiguientes ataques piráticos berberiscos. Nuestra hipótesis de trabajo se basará en la posibilidad de si los normandos llegaron a las islas ya desde el s. XII. En esta línea, podrá ayudarnos el desentrañar la base real, si la tuviera, de la predicación en las islas por parte de san Avito, mártir; pero no aquel del que hasta ahora se ha escrito e investigado como «uno de los problemas más interesantes para la protohistoria de Canarias»1, sino del que realmente desvelan las fuentes. 2. San Avito de Canarias. Verosimilitud de las fuentes De pronto, a comienzos del siglo XVI, la noticia de que las afortunadas fueron cristianizadas por san Avito, desconocido santo que incluso entregó su vida a los aborígenes canarios, que lo martirizaron, comenzó a darse a conocer en la medida en que las crónicas de literatos e historiadores de la época iban dando razón de su vida, obras, misión en Canarias y posterior martirio. En España, aunque ninguno de los grandes falsarios lo reconoció para así poder atribuirlo engañosa-mente a otras fuentes más antiguas y de mayor prestigio (Dextro, Liutprando, etc.), la noticia llegaría con total probabilidad con la publicación del Martyrologium de Francesco Maurólico en 1550. Este, como apéndice, llevaba la primera traducción al latín de una obra hasta el momento desconocida, el Mappemonde Spirituelle2 o Topographia Sacra, de un obispo de la diócesis de Chalôns sur Saone en Francia de nombre Jean Germain3. Este autor galo citado en las obras de los historiadores españoles quedaría castellanizado como Primo Cabilonense. Primo I, debido a la confusión con su firma por parte de Maurólico que en la “I” intuyó un número romano y no la inicial de Iean, y, por otro lado, Cabilonense, por el gentilicio latinizado de la ciudad de su sede episcopal. 1 MEDEROS (2011), p. 118. 2 Puede consultarse online en http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b9060776h 3 Jean Germain (m. 1462), canciller de la Orden del Toisón de Oro y obispo primero de Nevers y luego de Chalon-sur- Saöne. Entre sus obras destaca una Topographia Sacra (1449) en la que, hablando de la geografía mundial, recoge los santos adscritos a cada lugar de los nombrados. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 3 A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR No es lugar para hacer una historiografía de la mixtificación interesada de algunos historiadores del supuesto hecho histórico de san Avito y Canarias recogido en una fuente francesa del siglo XV. Esto ya ha sido ampliamente estudiado por otros autores como Fremiot Hernández4, que, suponemos que por descuido, cree que el origen de toda la noticia es cronológicamente el cronicón de Dextro, obviando también al cabilonense cuya obra es más antigua en el tiempo. Sin embargo, cabe al menos una crónica del proceso que se dio y que nos conviene traer a colación: 1449, Jean Germain publica su Mappemonde Spirituelle y cuando habla de las islas Canarias dice literalmente: «Ylle de Canare. Cy aujourduy a un g royaume de crestiens nouvellement conquis et mis a lobeissance de leglise de rome. Cy prescha longuement saint avite la coronne de martire»5 (Isla de Canaria. Allí, a día de hoy, hay un gran reino de cristianos recientemente conquistado y puesto a la obe-diencia de la Iglesia de Roma. Allí predicó durante mucho tiempo san Avito la corona de mártir). Llama la atención el conocimiento preciso de la situación político religiosa de la isla. 1550, Francisco Maurólico publica una traducción del texto del Cabilonense al latín como apéndice a su martirologio con la reseña de ser una traducción hasta el momento nunca hecha de tal obra: «Ca-naria insula in oceano atlántico. Huc dilatata est Christi fides. Hic Anitus martr»6 (Isla de Canaria en el océano Atlántico. Por allí la fe de Cristo está extendida. Allí Anitus mártir). Como se puede ver, la traducción es una auténtica traición. De hecho, su martirologio fue pronto denostado y prohibido por sus inexactitudes, que fue enmendado oficialmente con la publicación del Martirologio Romano revisado por el cardenal Baronio entre 1580 y 1584. 1594, Jerónimo Román de la Higuera -uno de los falsarios de la historia de España-, redactó sus tristemente famosos cronicones atribuyéndolos, uno a Flavio Lucio Dextro, y otro, a Liutprando de Cremona, cronicones ambos que tanta divulgación tendrán de la mano de Francisco de Vivar (m. 1636), Juan Tamayo Salazar (m. 1672) y Tomás Tamayo Vargas (m. 1641). Todos ellos recurren para citar la obra del cabilonense a la transcripción-traición hecha por Maurólico7, que, obviamente, no es citado como el originador de la noticia, sino que viene a refrendar a los falsos Dextro y Liutprando en los que supuestamente se inspirarían. Según el cronicón de Liutprando, san Avito llegó a Canarias como uno de los siete varones apostóli-cos discípulos de Santiago, invención motivada porque Las Canarias habían sido desheredadas en la distribución de los varones apostólicos; Liutprando, no queriendo que en esto fuesen aquellas islas desafortunadas, se apresuró a reparar la falta, consignando que la fe cristiana fue allí predicada en el primer siglo por discípulos de Santiago8. Según el cronicón de Dextro, san Avito llegó a las islas tras estar predicando en la península como compañero de san Eugenio. Con este llegó a Hispania en misión evangelizadora como legados del papa san Clemente y el obispo san Dionisio de París. San Avito, de pronto, es recordado como obispo y mártir a mano de los aborígenes canarios, aparte de personaje secundario en el establecimiento de Toledo como sede primada de España ya desde el siglo I. Curiosamente Tamayo quiere ver en este santo al Avito amigo del poeta Marcial (m. 104) que, con-vertido a la fe católica, iniciaría una nueva vida de regreso a su patria, Hispania, de la mano del obispo de Toledo Marco Macelo Eugenio antes comentado. Como se puede comprobar, el interés por exaltar a la ciudad de Toledo como sede primada de España manipuló a su antojo a muchos crédulos de los cronicones citados, falsos compendios de historia que aún en el siglo XXI dan para dudar sobre si hay en ellos algo de cierto: «respecto a la presencia de san 4 HERNÁNDEZ (2002), pp. 247-268. 5 GERMAIN (1449), s/p. 6 MAURÓLICO (1568), p. 109. 7 TAMAYO (1624), pp. 57-58. 8 GODOY (1868), p. 190. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 4 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Avito en Canarias, no tenemos datos para confirmarla, pero tampoco los tenemos para negarla. Todo depende del crédito que demos a los cronicones»9. Algunos cronistas de Canarias, por su parte, proponen una situación similar: 1594, Fray Alonso de Espinosa se hace eco en Canarias del origen apostólico de los evangelizadores de las islas: «Desde que hay gente en estas islas hay memoria de más de mil y quinientos y tantos años. Porque es fama que los apóstoles enviaron a ellas a predicar la fe un obispo, cuyo nombre me han pro-metido decir»10. Obviamente está dejando caer lo que en la historiografía peninsular está en boga sobre san Avito. 1632, Abreu Galindo nos habla de que «también recibió martirio en estas islas san Avito, fraile menor»11, sin ponerle mucha más atención y confundiéndolo con san Adiuto, franciscano martirizado en 1220 en Marruecos con cuatro compañeros y cuya memoria trascendió a la provincia franciscana de Canarias hasta tal punto que sus vidas se confundieron con la de los eremitas despeñados en la sima de Jinámar, recogiéndolo así los primeros cronistas. De hecho, el escudo de la Orden Franciscana para su recién erigida provincia de Canarias mostraba el emblema de estos cinco mártires12. 1694, Tomás Marín de Cubas dedica toda su amplia Historia de las siete Islas de Canaria a la figura de san Avito, cuya existencia cree a ciencia cierta y cuya presencia en las islas está seguro de poder de-mostrar, no sólo en las consabidas fuentes, sino también mediante la tradición oral, sueños místicos de devotas por él aleccionadas en las virtudes del santo, apariciones, milagros, etc. Es lo que nos narra en el tercer libro de su obra. Coincide con los datos que de san Avito nos da Tamayo, el Avito amigo del poeta Marcial, pero ya nos ofrece toda una serie de datos concretos como la fecha exacta de su arribo a nuestras costas, concre-tamente a Arguineguín, donde está la cueva en la que celebraba la eucaristía: la ermita de Santa Águeda. Nos facilita además la fecha exacta de su martirio, 105 d. C., tras cuatro años de labor misionera en la isla. Narra cómo se asentó en el arrabal de Telde que era Arauz y cómo desde allí bajaba todos los días al barranco real a bautizar en un naciente a los aborígenes que se convertían. También propone cómo y dónde fue martirizado, cuyo cuerpo fue después arrojado a la sima de Jinámar a donde el propio histo-riador confiesa que iba a rezar con frecuencia. Hasta la iglesia parroquial de san Gregorio Taumaturgo de Los Llanos de Jaraquemada de Telde podría tener su advocación errada pues responde la elección del santo obispo griego al santo obispo que los lugareños veían en sus apariciones derramando su sangre en la tierra. Por supuesto, este era san Avito para nuestro historiador y no el griego taumaturgo. Apariciones, sueños y leyendas son las fuentes de todo el tercer libro de su historia. Tomás Arias Marín de Cubas podría ser un buen ejemplo de cómo se diseña la santidad haciendo de la epopeya una hagiografía que desfiguraba por completo al santo. «No bastaba tergiversar los escritos, había que hacer lo propio con la vida [de San Avito en este caso], presentándolo con los tópicos y estereotipos de la santidad barroca»13. 1773, José de Viera y Clavijo termina de publicar los varios tomos de su Noticias de la Historia Gen-eral de las Islas de Canaria. Ilustrado y racionalista, acaba con el dilema historiográfico de san Avito. Tampoco merece mayor crédito la predicación de San Avito, mártir, en la Gran Canaria, desde prin-cipios del segundo siglo de la Iglesia, por más que Tamayo de Vargas la refiera (…) ¿Qué autores cita 9 HERNANDEZ (2002), p. 258. 10 ESPINOSA {1594 1980}, p. 33. 11 ABREU {1632 1977}, p. 113. 12 BONET (1941), pp. 294-298. 13 SÁNCHEZ (2004), p. 13. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 5 el crédulo Tamayo? Aquellos que bastan para hacer evidente la impostura. Liutprando, Flavio Lucio Dextro, y otros semejantes falsarios de la verdad histórica en estos Reinos14. 1879, Gregorio Chil y Naranjo publica el primer tomo de su obra Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias, adoptando una postura no tan crítica con el hecho de que san Avito llegara a las islas: Lo dicho basta, a mi parecer, para dar una idea de la tradición referente a la predicación y martirio de san Avito, sin que por mi parte entre a negar decididamente, ni a dar un completo asenso a cuanto se ha dicho y escrito sobre el asunto; pero no desconozco que entre tantas opiniones opuestas, robustecidas por diversos escritores, algo puede haber de cierto, y que el hecho nada tiene de sobrenatural ni de mara-villoso, mucho menos cuando acontecimientos semejantes han ocurrido en otros países, antes y después de la fecha en que se supone que aquel Santo se embarcó y llegó a estas islas. También debo decir que mis investigaciones se han extendido a buscar, aunque en vano, algo que me diese luz sobre este importante asunto; pero ni en el archivo de la Santa Iglesia Catedral, ni en la bib-lioteca del Seminario Conciliar, he podido encontrar dato alguno que confirme o desmienta la tradición a que me he referido15. En definitiva, conocer la realidad de san Avito y de su posible presencia en las islas debe romper con todo el imaginario barroco que desfiguró la que es la fuente original sobre sí, el Mappemonde Spirituelle de Jean Germain, un obispo francés que en 1449 era conocedor de que la isla de Canaria estaba reciente-mente cristianizada y de que en ella san Avito predicó la corona del martirio. Por lo tanto, la única investigación que cabe en la actualidad es la de comprobar la veracidad de esta fuente, muy anterior a los cronicones de los falsarios españoles y sus crédulos, fuente que, como ya hemos visto, terminaron usando mal traducida y transcrita durante siglos. Y no para demostrar la presencia o no de un soldado cruzado en las islas en sí, sino porque este hecho daría pie a nuevas inves-tigaciones sobre desde qué fecha son conocidas las islas y frecuentadas por las potencias del momento. 3. En busca de San Avito. Relectura de la fuente primigenia Seis siglos de historiografía acerca de san Avito mártir en Canarias pueden estar equivocadas desde que todos los cronistas e historiadores (falsarios, crédulos y críticos) aceptaran la traducción-traición de Maurólico. Si nos detenemos en el manuscrito y lo analizamos en relación a otras páginas sobre el santo, debemos darnos cuenta de lo que realmente dice y, por lo tanto, de lo que no dice. No dice que san Avito fuera obispo. Ni siquiera nos dice su condición clerical, si la tuvo, cuando de todos los demás santos de los que habla el Cabilonense en su obra sí que lo especifica. Por lo tanto, nos habla de un laico. No dice que san Avito fuera discípulo de los Apóstoles, ni de San Eugenio No dice que san Avito fuera martirizado por los aborígenes, ni siquiera dice que muriera mártir. «Predicar la corona del martirio» por la isla puede ser haberse visto exiliado o apresado en ella por causa de su fe; o correr mil y un peligros entre los aborígenes, pero no terminar siendo asesinado. De hecho, de haberlo sido, lo habría reflejado como lo hace en su obra con otros santos con un «fue mártir» o «fue asesinado». No dice en qué época vivió san Avito, lo que puede sernos también de gran ayuda, pues otros már-tires son situados cronológicamente por el cabilonense al especificar siempre en manos de quién o por orden de quién murieron. Así, tenemos que rechazar a los «Avitos» mártires de emperadores romanos, vándalos, musulmanes de Al-Andalus, etc., persecuciones que el cabilonense cita perfectamente como causa de la muerte del santo o santa que lo ocupa en su descripción de otros lugares reseñados en su manuscrito. 14 VIERA Y CLAVIJO {1773 1863}, p. 4. 15 CHIL Y NARANJO (1879), p. 218. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 6 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 No dice, ni siquiera, que sea san Avito. Es aquí donde proponemos un giro a seis siglos de historio-grafía sobre el asunto. Jamás el cabilonense habló de san Avito en Canarias, sino de san Aiute. La lectura de la letra gótica en cuanto a la grafía de la i, la u, la m, la n, así como la lectura de la u como v y de la i como j, ha sido la causa de la confusión, así como la escasa o nula puntuación y acen-tuación por parte del autor en su escritura de las vocales. Para comprobar esta relectura que hacemos fehacientemente, podemos observar que el mismo autor, cuando se refiere a san Avito de Vienne en su recorrido topográfico por las regiones galas, escribe «Avi-tius » y no «Avite», por lo que, hablando de Canaria, no habla de «Avite», sino de «Aiute». Con este análisis de la fuente primigenia quedan automáticamente descartados todos los «Avito» que fueron conformando-inventando los cronistas arriba reseñados. 4. San Adjutor de Vernon Cuando se realiza una búsqueda en los martirologios de los san Aiute posibles, sobre la marcha en-contramos a san Aiuto, Adjutor, Adjuteur o Aiute, caballero normando que estuvo en la primera cruzada diecisiete años y que consiguió escapar de su presidio en manos musulmanas para regresar a su Nor-mandía natal. Allí profesaría de benedictino en el monasterio de Thiron. Como tal, posteriormente, decidirá terminar sus días como eremita en la capilla de la Magdalena, que había edificado en sus tierras en Vernon donde, a su muerte, prosiguió la fundación de benedictinos tironenses. De sus diecisiete años en las cruzadas no hay más información que las hagiográficas, con la consa-bida manipulación y milagrería que la jalonan. Estas nos hablan de la valentía y arrojo mostrados en las emboscadas sarracenas librando de mil peligros a sus compañeros normandos que se encomendaban siempre en la oración a santa María Magdalena. También se nos informa de que cayó preso una o dos veces en manos musulmanas. Una de ellas pudo escapar nadando y otra, de manera misteriosa. La hagiografía ha querido ver en esta liberación un mila-groso traslado desde su presidio a su Francia natal por ángeles, según algunas hagiografías, o bien, según otras, por los santos Bernardo de Thiron y María Magdalena, a la cual el santo mostraba gran devoción y a quien prometió levantar una ermita si se veía libre. Como vemos, la hagiografía desdibuja al normando cruzado Adjutor, del que nos queda solo algunos datos concretos gracias a la vida que escribió el arzobispo de Rouen, Hugo de Amiens, a la muerte del santo en el siglo XII y, más tardíamente, en el siglo XVII, Jean Theroude, sacerdote de Vernon. Esta última obra ya nos muestra todos los hechos prodigiosos que se fueron atribuyendo al santo cruzado y monje con el devenir de los años. Entre estos prodigios, la veneración que los soldados normandos le fueron tomando como protector desde que, cual Santiago en la batalla de Clavijo, afirmaran que los acompañaba y ayudaba en sus incur-siones contras los tártaros en Prusia, incursiones en las que también participó Gadifer de la Salle ambas veces en 1378 y 138016, por lo que así se pudo conocer tal leyenda. También pudo comenzar esta relación en el imaginario popular el propio Jean de Béthencourt, de quien dicen que en su juventud gastaba horas «pensando de día y de noche en el mar y en sus misterios, preocupado por aquellas encantadoras Islas Afortunadas de que le había hablado, desde su «no sé si el prior de Rougecamp, o algún monje erudito de la abadía de Tréport»17. Si bien es cierto que puede ser una invención sobre los años de su biografía menos claros, el cono-cimiento de las islas por parte de los monjes benedictinos hunde sus raíces en las propias leyendas de san Brandán y san Maclovio, ampliamente relacionados también con la historia de Canarias. ¿Estarían hablándole desde su infancia del santo cruzado Adjutor y su exilio en las islas? Es más que probable pues, el P. Pierre Boutier, que lo acompaña en su gesta conquistadora, fue monje benedictino como lo fue el cruzado, por lo que lo conocería de primera mano al celebrar el martirologio propio de su orden cada día. 16 THEORUDE {1638 1864}, p. 49 y BONNET (1954), p. 28. 17 CIORANESCU (1959), I, p. 109. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 7 De entre todo lo comentado, lo que es indudable es que, tras su pronta santificación, fue tomado como patrono por los caballeros normandos, por lo que no es de extrañar que encontrara su lugar en el Mappemonde Spirituelle de manos del cabilonense en la isla de Canaria, una de las islas que habían sido objeto del acontecer cruzado normando más reciente que él conoce: pretendida y deseada aunque no conquistada. Así sus diecisiete años en las cruzadas se transforman en el «durante mucho tiempo» de la cita; y su «predicó la corona del martirio» la referencia a que de estos diecisiete años muchos los pasó preso y torturado por los sarracenos, hasta que fue liberado o pudo escapar y regresó a su Normandía natal. 4.1. San Adjutor ¿en Canaria? Llegados a este punto, constatar o no la presencia de un soldado cruzado en las Canarias en el siglo XII no es lo central en sí mismo, pero, si Jean Germain recogió un hecho histórico en su obra su Mappe-monde Spirituelle, constituiría una narración más para la investigación histórica acerca del redescu-brimiento de las islas desde tiempos de la I Cruzada. En este sentido, el conocimiento sería de los piratas musulmanes que hasta allí llevaron al cruzado, por los propios capturados allí deportados y por los comerciantes o aventureros que hasta allí también llegaron, por azar o no, y que permitieron su rescate, en este caso, el regreso de Adjutor a su Vernon natal. 4.1.1.- Por parte de los piratas musulmanes Un documento que viene a ser posible refrendo de esta hipótesis es la Crónica del rey de Castilla Juan II, redactada entre 1406 y 1454 y coetánea al Mappemonde Spirituelle del Cabilonense de 1449. E el que ordenó esta Corónica fizo mucho por saver de dónde e de qué gentes quedaron estos canarios; que eran vnas gentes que andauan desnudos, saluo que traían vnas bragas de palmas. E vnos dezían que avían sido de los que hecho Ti(to) Vespasiano en las barcas, quando conquirió a Iherusalem. E otros di-zen que fueron aláraves (alavares) moros de la mar, que aportaron a aquellas yslas de la tierra. La verdad que mejor dello se pudo sauer, es que vn Rei de Córdoba que llamavan Almaçor, que por traición que le fizieron aquellas gentes los echo en aquellas islas, que entonçes dis que heran de Córdoba. Como quiera que cada vna destas islas tobiese su lenguaje18. Las informaciones que recibe el cronista hablan de la toma de Jerusalén por el emperador Tito en el año 70 d. C. y no sabemos nada acerca de las personas a las que preguntó para informarse. Si estas fueron aborígenes recientemente aculturados, cabe preguntarse si en la memoria transmitida por sus ancestros no se referirían antes a la toma de Jerusalén de la I Cruzada (1099) y no a la que acudió final-mente el cronista, como refrendo clásico a sus informaciones, mucho más lejana en el tiempo. Esta fecha de final del siglo XI y del comienzo del siglo XII sí concuerda con la siguiente infor-mación dada en la crónica, la de los aláraves o moros del mar. Las propias fuentes árabes, precisamente del siglo XII, con respecto a lo que parece identificarse con Canarias, también nos hablan de la presencia pirática musulmana y el comercio de otras potencias a las que asaltaban. Hacia 1154, El-Edrisí termina su Geografía, extenso tratado de las tierras conocidas. Cita, entre las islas situadas frente al puerto de Asafi, la isla de los Carneros, y un poco más alejada, la isla de los Pájaros; en sus alrededores señala la existencia de dos islotes. Y adereza estas noticias ciertamente reales con la fábula prodigiosa del origen divino de los islotes: con la leyenda de los dos hermanos Cherham. Según El-Edrisí, estos dos hermanos, valerosos piratas, habitaban las islas mayores, desde donde atalayaban el mar para lanzarse sobre los incautos navegantes y para regresar, cargados de mercaderías, con las 18 CARRIAZO (1946), pp. 7-8. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 8 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 tripulaciones convertidas en traíllas de esclavos. Alá, por fin, irritado ante el constante espectáculo de tal maldad y de tanta fechoría, los condenó a permanecer en perpetua centinela y vigía constante de aquellas costas que fueron escenario de sus hazañas, pero inmovilizados, de tal modo que no pudiesen efectuar, en toda la eternidad, ningún otro acto de piratería19. Acerca de El-Edrisi hay que recordar que fue cortesano de Roger II, rey normando de Sicilia y del reino normando de África, el cual le encargó expresamente reflejar sus posesiones en un mapamundi. En este, la conocida como «tabula rogeriana», se identifican las islas de la Calidad (Al-Jalidat) con algunas de las islas macaronésicas.20 Su identificación con las Canarias y no con otras la encontramos posteriormente en la obra de Ibn Jaldún (1332-1406), en la cual, hablando de estas islas, da a entender características propias de la vida aborigen canaria y, además, otro hecho fundamental para su no con-fusión con otros archipiélagos macaronésicos como el de Madeira, mucho más lejano e imposible de encontrar sin perder de vista las costas africanas, a lo que no se aventuraban los navegantes del «mar circundante»21. 4.1.2.- Por parte de los capturados allí desterrados Se habla en la Crónica de Juan II antes expuesta de los exiliados en Canarias, aunque se quiere hacer, desde un punto de vista explicativo, del origen de los pobladores aborígenes de las islas. Esta «leyenda de los deslenguados» también parece intuirse para los gomeros en la narración que de ellos se hace en Le Canarien. Posteriormente, Argote de Molina, Díaz Tanco y otros de entre nuestros cronistas la recogieron en sus textos utilizándose en la historiografía canaria como explicación plausible bien de su poblamiento en general, bien de aportes puntuales de exiliados en particular. En la actualidad, hay quienes siguen considerándola como un mito de creación erudita22, bien acogiéndola como posibilidad23 de una de las arribadas, entre tantas, de grupos de población a las islas. Con respecto al hilo conductor que nos ocupa, entre todos los aportes documentales existentes sobre «los deslenguados», destaca la leyenda de la arribada de cristianos a la playa de la costa tinerfeña, por lo que recibe el nombre de «Los Cristianos». Constituye una prueba del uso de las islas como lugar de destierro o prisión natural: Hace unas cuarenta edades, reinando el mencey Imogue celebrábase en el chabor de Adeje con ruidosa alegría el Gran Tagóror del mes de Beñesmer (...) llevaban dos días de festejos, cuando en la amanecida del tercero cundió́ la alarma de improviso: las fogatas de rebato brillaron en los tagoros de Guaza, los silbidos y toques de caracol sonaron por todas partes y los correos menudearon a la corte con la novedad de que la isla iba a ser invadida por las playas de Chayofa. Sobresaltados los habitantes acudieron de tropel al punto amenazado, no siendo el último el rey al frente de buen golpe de guerreros. Observaron que uno de los buques, descubiertos en la madrugada por los atalayeros costeños, continuaba como con rumbo a la Gomera, y otros dos que habían virado en redondo en demanda del puerto, se acercaban a la playa a fuerza de vela y remos. No bien dieron fondo, en medio de confuso clamoreo que se oía desde tierra, precipitaban dentro de los esquifes a empujones y latigazos muchedumbre de personas, que desembarcaban con la misma prisa en formas tan brutales que varias se ahogaron. Los guanches que presenciaban como abobados esta escena, vieron al poco rato con asombro que las naves se alejaban para no volver. En la ribera quedaron sobre doscientos de estos extraños huéspedes, famélicos, sucios, haraposos, con 19 BLANCO (1976), pp. 20-21. 20 «En los textos árabes de los siglos IX al XV encontramos una serie de noticias que tienen que ver con Canarias, y donde se emplea también una nomenclatura mítica para su designación. Aquí nos encontramos con nombres como Al-Jazair al- Jalidat, que traducimos por «Islas Eternas», Al- Jazair as Saadat o «Islas de la Felicidad» y Al- Jazair as Suadet o «Islas de los Bienaventurados». Se está de acuerdo en que todas estas denominaciones son otras tantas versiones árabes del concepto griego Makáron nesoi». MARTÍNEZ (2010) p. 147. 21 SERRA (1949), pp. 171-172. 22 ÁLVAREZ (1977) o AGUILAR (2002). 23 JIMÉNEZ (2004). ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 9 señales de grandes sufrimientos y horrorosamente mutilados: unos sin narices, ya sin alguna de las ma-nos, a otros les faltaban las orejas y a muchísimos la lengua cortada de raíz. Hablaban un idioma inin-teligible, ‘como farfullento’, con sendos rosarios, pasando las cuentas como si rezaran; besaban el suelo, arrodillábanse con los brazos abiertos demandando piedad y gritaban todos a una dirigiéndose a los guanches: ‘cristiano’, ‘cristiano’, a la vez que señalaban sus propias personas para significar que lo eran. Destacábanse entre ellos, por las muestras de respetuosa veneración y de obediencia con que eran tratados, unos cuantos individuos a todas luces de mayor autoridad y que pertenecían al sacerdocio; que nombraban babilones. Cuando aprendieron más adelante la lengua del país, dijeron que a causa de sus ideas habían sido per-seguidos y castigados por el príncipe de un reino próximo. Y aquí termina la tradición aún conocida entre nuestros pastores y labriegos por ‘la llegada de los des-lenguados’ 24. Esta arribada de cristianos mutilados, de ser cierta, no puede remontarse a los tiempos de la invasión vándala del norte de África (s. V d. C.), durante la que también hay constancia de desterrados mutilados en las crónicas de Víctor de Vita.25 De hecho, no puede remontarse a antes del s. XII, que es cuando se comenzó a difundir la devoción del rosario con los primeros cordeles anudados o «paternostreros»26, según algunas crónicas, objeto devocional ideado por Pedro el Ermitaño, precisamente el animador de la I Cruzada.27 Sin salir del campo de las hipótesis que podrían ser demostradas o rebatidas en futuras investigacio-nes, todo lo comentado encontraría cierta luz explicativa si hablásemos del reino próximo como el ám-bito musulmán al que se enfrentó occidente desde la I Cruzada y que se extendía también por el África bereber; y del hablar farfullento como el idioma de los normandos. Estos fueron los soldados con mayoritaria presencia en las batallas por la toma de Jerusalén de 1099. Incluso, cabe recordar, la fiesta del Beñesmer se celebraba en lo que para nosotros es el mes de agosto, dando tiempo a los captores de trasladar a los allí capturados a las islas, tras un periplo de navegación de alrededor de un mes. Y es que las principales batallas por la toma de Jerusalén se produjeron durante el mes de julio de 1099. Arroja aún más luz a la cuestión la primera hagiografía de san Avito, escrita por Hugo de Amiens, ar-zobispo de Rouen, coetáneo del santo. Cuando nos habla de cómo fue capturado en la toma de Jerusalén (1099) y de cómo pudo regresar a su patria pasados los años, recurre al testimonio de otros soldados. Estos testifican al obispo sobre el inexplicable regreso del santo a su Francia natal ya que “comieron y estuvieron con él la noche anterior”. Esto indica que también ellos fueron capturados y pudieron escapar y regresar a su patria, aunque posteriormente. «Et ut diligentissimis per nos factis informationibus cum Petro de Curtiniaco, Henrico de Pratellis, Andrea de Feritate, Rofredo de Puteaco, Odone de Porco-mortuo et pluribus aliis, qui eum die ipsam noctem praecedente viderant et cum ipso comederant et loquuti fuerant, reperimus certissimum» (Y diligentemente hemos hecho averiguaciones por medio de Petro de Curtiniaco, Henrico de Pratellis, Andrea de Feritate, Rofredo de Puteaco, Odone de Porco-mortuo y muchos otros que la noche anterior lo habían visto y con él habían comido y hablado, afirmándolo con seguridad) 28. Por supuesto nada afirman, explícitamente, del lugar de este presidio, cárcel o destierro, pero sí, im-plícitamente, de cierta libertad para comer y estar todos juntos la noche anterior a la fuga o liberación. Sin embargo, que Adjutor consiguiera escapar o ser rescatado antes que el resto de compañeros, que lo harían más tarde, nos deja entrever cierta incongruencia de la fuente que no podemos clarificar por el momento. ¿Podría tratarse de una liberación previo pago de un rescate? Al fin y al cabo este modus operandi se 24 BÉTHENCOURT (1905), pp. 10-14. 25 VITENSIS {1455 1694}, p. 76. 26 ESCRIVÁ (2010), pp. 67-68. 27 FERNÁNDEZ (1627), p. 66. 28 THEROUDE {1638 1864}, de la Vita escrita por Hugo de Amiens, p. 14. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 10 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 extendió en las relaciones esclavo-rescatadores cristiano-musulmanas hasta bien entrada la modernidad, lo que fue muy frecuente durante la I Cruzada en la que soldados cruzados apresados por los musul-manes eran retenidos hasta que ellos consiguieran una espléndida suma de dinero.29 Sin duda, se trata de otro campo para la investigación pues en las islas Canarias, aparte del de san Adjutor -de ser cierto-, se constata un caso de retención-liberación todavía más avanzado el tiempo, ya en el s. XV. Juan de Valencia testifica en el arzobispado de Zaragoza en 1436 que fue capturado por los aborígenes canarios y por ellos retenido durante quince años.30 Por otro lado, con respecto a «los deslenguados», también se nos informa una recopilación de su-puestos milagros obra del santo, hecha por otro arzobispo de Rouen, Gautier de Coutances (+1207): cómo Adjutor devolvió el habla a Heusbertus al que en una disputa fue capturado y su lengua cortada como castigo.31 Obviamente no se trata de entrar en la veracidad o no del milagro, sino de cómo esta fuente nos in-forma de una manera de proceder en la violencia del momento: apresar y deslenguar al adversario como castigo. 4.1.3.- Por los posibles rescatadores (aventureros, comerciantes…) Siguiendo la línea de investigación de los desterrados que pudieron regresar a su patria, ¿quiénes fueron los posibles rescatadores? Hablamos de navegantes (comerciantes, piratas…) que por azar o conocimiento específico alcanzaron las costas de las islas y se encontraron con compatriotas allí aban-donados- castigados. En el caso de que Adjutor viviera el mismo modus liberandi, fueron sus compatriotas normandos o aliados quienes también alcanzaron las islas, bien por azar en la búsqueda de nuevas zonas de pertrecho de mercancías, bien por el conocimiento específico, dando lugar al consabido rescate y regreso de Adju-tor a su Francia natal. Por lo tanto, la hipótesis que se plantea es si las islas fueron paso desde tan temprana fecha para los normandos de la que estas son algunas indicaciones explicativas de la presencia normanda en las islas desde antes del siglo XII en general, de la posible veracidad del paso de san Adjutor en particular: a) “Majus” es la palabra árabe que designa a los normandos. Es un epíteto dado sobre todo a aquellos normandos que atacaron Al-Andalus en los siglos IX y X. Podría explicar esta acepción la nominación de Lanzarote y Fuerteventura desde esta época -porque los “majus” ya las frecuentaban-, mucho mejor que otras etimologías que para “majo” se han venido estudiando32. Además, la presencia normanda pudo haber evitado la ocupación de las islas por los árabes en la planificación de la guerra contra el infiel que las potencias cristianas ponían en práctica y, del mismo modo, favorecer la futura ocupación genovesa de Lanzarote del siglo XIV. Precisamente, los genoveses fueron los mejores aliados de los soldados cruzados en su pragmática política comercial y pirática, mediterránea y atlántica, durante la I Cruzada.33 Además, en el portulano de Dulcert de 1339 son estas dos islas las únicas que aún son reflejadas junto a Alegranza y la isla de Lobos. Los normandos, en su lucha contra la piratería berberisca norteafricana, esos “moros del mar” que frecuentaban también las islas según la Crónica de Juan II, intentaron asentarse también en sus prin-cipales plazas fuerte para no dejar en manos infieles el comercio mediterráneo. Así se explicaron las cruzadas de Mahdía en Túnez de 1087 y la de 1390, en la primera de las cuales la participación genovesa fue bastante numerosa para lograr hacerse con el control de las rutas comerciales de manos de los com-erciantes y piratas musulmanes. 29 FRIEDMAN (2002). 30 FERNÁNDEZ (1978), p. 274. 31 «Capi et linguam ei praecendi fecit». THEROUDE {1634 1864}, de la Miracula escrita por Gautier de Coutances, p. 23. 32 ÁLVAREZ (1957), pp. 7-8 “mahoh” en aborigen “país, tierra” o bien CABRERA (1999), pp. 71-74. 33 HEERS (1997), pp. 274-286. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 11 Siguiendo a estos “moros del mar” conocerían las islas hasta el punto de ser capaces de asentar una explotación de recursos permanente ya en el s. XIV por parte de Lanceloto Malocello. Sin duda, la experiencia del reino normando de África es la que puso en contacto estas rutas mediterráneas con aquellas otras que se aventuraban en el Atlántico, dado que los almorávides, a quienes Roger II gana la ciudad de Mahdía (Mahdiyyah) y La Goullete en 1147, se extendían por todo lo que hoy denominamos Magreb con importantes ciudades en la costa sahariana frente a las islas como el puerto atlántico de Safi (Marruecos) referido por El-Idrisi. No en vano, entre los intereses expansionistas de Roger II estaba el control del comercio marítimo mediterráneo y terrestre norteafricano. Roger’s conquests in north of Africa efectively cut of the alternative, non-Sicilian route for trafic from east to west-Tunis being the only stopping-point not under direct Norman dominion. Taxes could be drawn from merchant shipping (…); hostile vessels could be watched for more eficiently, and piracy suppressed. The caravan routes from Morocco through Tunisia to Egypt could be policed and taxed (…). Still more alluring were the caravans arriving from the southern Sahara, bearing the gold dust known as paiole gold, for use in the mints of Mahdiyyah, Sicily, Egypt and elsewhere34. (Las conquistas de Roger en el norte de África aislaron efectivamente la ruta alternativa no siciliana para el tráfico del este al oeste de Túnez pues el único punto de parada no estaba bajo el directo dominio normando. Se podían cobrar impuestos del comercio marítimo (...); las embarcaciones hostiles podrían ser vistas más eficientemente, y la piratería suprimida. Las rutas de las caravanas procedentes de Marruecos a través de Túnez a Egipto podrían ser vigiladas y sometidas y fiscalizadas (...). Aún más atractivas fueron las caravanas provenientes del sur del Sahara que llevaban el polvo de oro conocido como el oro “paiole” para su uso en las casas de moneda de Mahdiyyah, Sicilia, Egipto y en otras partes.) En este trasiego marítimo comercial, no exento de peligros pese al protectorado siciliano de África, no es nada aventurado pensar que los normandos arribaran a Canarias como plaza llena de recursos para el comercio (esclavos, madera, orchilla, piel de foca, etc.) mucho antes que Lancelotto Malocello en el siglo XIV y Jean de Béthencourt en el XV. En esta línea, cabe recordar que del espíritu aventurero nor-mando se siguen aportando muchos datos como el de que los vikingos, antecesores de los normandos, podrían haber frecuentado ya con antelación a 1036 la isla de Madeira35. Sin embargo, todas estas aportaciones deben mantenerse como hipótesis hasta que otras fuentes o investigaciones las puedan contrastar, más allá de la posible referencia implícita de Jean Germain que nos ocupa. b) El papa Clemente VI36 cuando erigió el principado de la Fortuna y posteriormente el obispado de las Afortunadas, luego de Telde, puede darnos alguna idea también para la investigación. Este papa escogió a D. Luis de la Cerda, sobrino de la reina Juana I de Nápoles, como príncipe de la Fortuna, por las presiones de esta que reclamaba como suya la posesión de Canarias, en virtud de la donación papal a su abuelo y antecesor en el trono, Roberto I. Dicha donación, si Marín de Cubas no yerra, debió de ser cierta -por cuanto sus presiones fueron escuchadas-, y encuadradas cronológicamente en el primer tercio del s. XIV37. Juana I de Nápoles es heredera de una larga dinastía de normandos que con antelación a 1130, con Roger II, conquistaron y conformaron el reino de Sicilia y su protectorado en África como hemos visto en el apartado anterior. Plantear que la ascendencia sobre las islas Canarias que esgrime la reina Juana se remonte a que las islas entraron en la órbita comercial de las rutas marítimas de estos puertos norteafricanos normando-sicilianos no es nada aventurado, pues precisamente a D. Luis de la Cerda también se encomendó con 34 ABULAFÍA (1984), pp. 35-36. 35 ALCOVER (2014) Las poblaciones actuales de ratón doméstico de Madeira muestran similitudes en el ADN mitocon-drial con las de Escandinavia y el norte de Alemania, pero no con las de Portugal. 36 Este pontífice era benedictino y, además, antes de ser escogido como tal, obispo de Rouen, diócesis normanda centro del culto a san Adjutor, por lo que la experiencia canaria del santo, de ser cierta, no le sería desconocida ni por su condición de monje ni por su condición episcopal. 37 MARÍN {1694 1993}, fols. 14-15. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 12 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 la bula Tuae devotionis sinceritas de erección del principado de la Fortuna, el peñón mediterráneo de La Goleta, es decir, el mencionado puerto de La Goullete, que formaría parte junto con el archipiélago canario del mismo principado. Podría interpretarse como un intento por parte de la reina Juana de resucitar la gloria pasada del im-perio Siciliano y su control sobre las rutas comerciales mediterráneas y atlánticas, un intento escuchado y refrendado por el papa Clemente VI por parte de la reina de Nápoles y, posteriormente, también de Mallorca por su matrimonio con Jaime IV, hijo de Jaime III, promotor de muchas de las expediciones a las islas, precisamente denominadas «perdidas», quizás porque algún día se pensaron como propias y no sólo porque se suponían como tal ante el «recientemente encontradas» de las bulas y documentación oficial38. Estos intentos de proseguir con el control de las rutas comerciales en manos cristianas, fracasada también la experiencia del principado de la Fortuna, se retomarán con la cruzada de Mahdía de 1390, en la que participó Jean de Béthencourt, hecho que dicen provocó su definitivo conocimiento y querencia por el archipiélago canario39. c) El contacto comentado con las rutas comerciales y piráticas norteafricanas desde su protectorado o reino de África40 -si no ya desde antes con las incursiones en la península ibérica desde finales del s. IX- 41, fue también fruto de la búsqueda de garantías en el comercio mediterráneo que, fuertemente oprimido por los piratas musulmanes durante la I Cruzada, se vio necesitado de la búsqueda de nuevas zonas de abastecimiento de mercancías. «It was important for the rulers of Sicily to keep the sea routes clear of pirates and to promote profitable trade, including trade in corn from the fertile island to Norht Africa. Roger II was the most active and ambitious»42. (Para los comerciantes de Sicilia fue prioritario mantener las rutas marítimas limpias de piratas y promover el comercio rentable, incluyendo el comercio de cere-ales desde la fértil isla al norte de África. Roger II fue el más activo y ambicioso en ello). Además, estos posibles intercambios comerciales normandos con las islas pudieron ocasionar las reminiscencias que se detectan en la crónica de la expedición portuguesa de 1341 a las islas que difundió Boccaccio -cortesano precisamente del mencionado Roberto I de Nápoles-. Por ejemplo, en ella se nos desvela que los aborígenes «bailan al estilo francés»43 y que con la cultura troglodita convive otra de casas de piedra con cultivos de hortalizas. ¿Posibles puertos de intercambio normando-aborigen? Podría ser el caso del mencionado «puerto de Telde»44, la zona del yacimiento de la Restinga en la desembocadura del barranco real de Telde, ciudad que, dato curioso, Gadifer de la Salle manifiesta con-ocer y apetecer muy bien, aunque no la ha visitado nunca. Este yacimiento cuenta con estructuras arqui-tectónicas poco frecuentes entre las propiamente aborígenes que, además, no sabemos a qué uso podrían corresponder y si fueron reutilizadas-modificadas como elementos de defensa en los siglos posteriores45. Las fechas de datación de tal yacimiento demuestran que fue ocupado al menos desde el s. XII46, justo en plena expansión normanda. Si pensamos, además, en los primeros en aventurarse por las islas, desde el ámbito pirático de la I Cruzada, enseguida tropezamos con la figura central en el aporte 38 SEVILLANO (1972), p. 11. 39 CIORANESCU (1959), I, pp. 122-124. 40 METCALFE (2009), pp. 160-180. 41 FERREIRO (1999), pp. 17-73. 42 CHIBNALL (2006), p. 102. 43 BONET (1943), p. 119. 44 «Y el propósito de Gadifer es, si puede encontrar cien arqueros y otros tantos peones, entrar en el país y alojarse en Telde, que es buena población abierta y tiene buen río que corre por en medio y está a media legua de un puerto de mar; y allí se fortificará y permanecerá hasta que, con la ayuda de Dios, haya puesto todo el país en su poder y en la fe cristiana». CIORA-NESCU (1964), III, p. 967, «Entonces volvieron a la barcaza y levaron el ancla y se fueron al puerto de Telde y permanecieron allí dos días». CIORANESCU (1960), II, p. 224. Aunque en sus notas Cioranescu y Serra pretendan decir al autor que más que el puerto de Telde se referían a la bahía de Gando, es evidente que el cronista cita ambos emplazamientos como lugares bien distintos en diversas partes de su obra. Además, la distancia de media legua (aprox. 3 kms) con respecto a la ciudad de Telde coincide más con la playa de Bocabarranco que con Gando 45 ALONSO (2014), p. 42. 46 Los análisis del C14 certifican el poblamiento en este yacimiento con seguridad desde el 1134 d. C. CABILDO DE GRAN CANARIA (2014), p. 2. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 13 logístico a las tropas cruzadas del pirata normando Guynemer de Boulogne47 -también cautivo durante años48- y cuyo nombre, en lo que a su pronunciación se refiere, recuerda a la del topónimo Jinámar, en las inmediaciones del lugar citado. Con todo, el conocimiento secular de esta entrada natural a Telde, siguiendo fácilmente su río cauce arriba por el Portichuelo hasta el núcleo fundacional de la ciudad, es lo que hará que sea esta la escogida como sede episcopal para el obispado de la Fortuna frente a otros emplazamientos isleños. d) Con respecto a la evangelización de las islas, un repaso a los santos titulares de las ermitas en Gran Canaria -siempre asimiladas a la experiencia misional mallorquina tras la experiencia del principado de la Fortuna y obispado de Telde-, nos hace caer en la cuenta de que responden, no obstante, a advocacio-nes de honda raigambre en plazas normandas. La cueva de santa Águeda, mártir natural de Sicilia (reino normando de Sicilia). La ermita de san Nicolás de Bari, pues el de Tolentino no fue canonizado hasta 1446 (y, por lo tanto, no se permitía su culto ni mucho menos consagrarle una ermita) a la Bari italiana, ciudad que recibió con gran júbilo las reliquias del santo de Mira en 1096 que era normanda desde 1071. Y hasta la ermita de santa Catalina ya que no se llamó así en su origen ni tenía la imagen de esta santa en su ajuar, sino la de santa María Magdalena49 casualmente la advocación preferida y manifiesta de todo normando y cruzado50. Tuvieron los mallorquines en esta isla de Canaria algunos puertos, que sabemos de su comercio a las Isletas en una fuerte casa de piedra sola muy fuerte, que su pared tenía de ancho y de grandes piedras siete palmos grandes, y según los cimientos una cuadra muy ancha y larga donde hoy está una Ermita de Santa Catalina Mártir, a la parte Sur, en el Ganeguin, una cueva donde se decía misa que oían los cristia-nos que comerciaban, llamada Santa Águeda, como la Iglesia mayor de Sicilia, que así́ es llamada, a la parte de poniente a unas poblaciones de canarios, llamadas Tirma y otras, la de la Aldea de San Nicolás de Tolentino, donde se decía misa muy cerca del mar en una Ermita muy pequeña la mitad cueva y la otra mitad de piedra; y en la playa Gaete llamada así́ por los sicilianos, y la casa que allí́ tenían como presidio con una pared de piedra hasta la playa con saeteras a modo de muralla51. Probablemente los mallorquines se limitaron a continuar la evangelización desde los puertos otrora descubiertos y acondicionados por los normandos. Y es que la Gaeta a la que Marín de Cubas refiere la etimología de Agaete no está en la isla de Sicilia, sino en la península itálica, por lo que la referencia “a los sicilianos” que hace Marín no tiene sentido, sino mientras esta perteneció al reino normando de Sicilia del que hablamos. 5. Conclusiones El movimiento en torno a la figura del legendario san Avito trastocó la historiografía española del siglo XVI. La realidad es que ni las crónicas de los propios conquistadores hablaban de este santo cuando, de pronto, un obispo francés en 1449 sancionaba que por Canaria estuvo. Este dato hizo que los falsarios, dando rienda suelta a su imaginación, hicieran de las islas un lugar de sobra conocido y evangelizado desde el siglo II d. C., cuando la realidad es que las islas Canarias estaban recién incorporadas a la Corona. Lo más lógico es pensar que el cabilonense asumió el «ir a las Cruzadas» de san Adjutor como ir a tierra de sarracenos en general y, por qué no, a Canaria en particular. No en vano, en Le Canarien los 47 HEERS (1997), p. 273. 48 FRIEDMAN (2002), p. 22. 49 ABREU {1632 1977}, p. 41 «una (ermita), camino del puerto, en la cual estaba un bulto de Nuestra Señora con su hijo en brazos y otra de san Juan Evangelista; y otras, de santa María Magdalena, que hoy llaman la ermita de santa Catalina». 50 FAILLON (1865), pp. 809-820. La devoción a santa María Magdalena alcanzó gran raigambre en la Francia medieval, sobre todo entre los caballeros cruzados. 51 MARÍN (1694 1993), p. 21. A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 14 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 aborígenes son conocidos también como sarracenos y la conquista normanda del archipiélago se finan-ció cual cruzada. Además, es en 1404, a la par que los primeros años de la conquista normanda de las islas, cuando se vive en la ciudad gala de Vernon un renacer de la devoción al santo cruzado con la reconstrucción de su capilla. Esta quedó destruida en el siglo anterior por las batallas de la Guerra de los Cien Años52. Entre los benefactores, la familia Harcour, benefactores también de Béthencourt y su campaña conquistadora. Bien pudo este renacer de la devoción al santo confundir a nuestro autor creyéndolo soldado cruzado pero en la conquista de las islas -la cruzada del momento-, usándolo así para que esta lejana zona geográ-fica en su Topographia sacra no quedara sin referencia beatífica. En resumen, lo más lógico es pensar que la posible presencia de san Adjutor en Canarias no se trate más que de una invención al modo de la de Santiago en la batalla de Clavijo (o del mismo Adjutor en las batallas prusianas) o, al menos, una desinformación manifiesta o interesada del Cabilonense que asume como una misma zona o región las tierras de cruzada sin tener en cuenta las distancias geográficas. Sin embargo, este obispo, conocedor de Le Canarien de Gadifer53, experto en geografía y asistente al concilio de Basilea, donde se argumentó exhaustivamente sobre Canarias y su lugar en los mapas por parte de Castilla y por parte de Portugal, ¿pudo confundir Tierra Santa con Canarias? La respuesta es clara: no. Su Mappemonde comienza con una excelente descripción geográfica de todas y cada una de las ciudades y plazas de Tierra Santa y sus «santos lugares». Por otro lado, tampoco necesitaba no dejar sin referencia beatífica a las islas pues con otras muchas regiones y ciudades citadas en su obra lo hace sin mayor importancia. Por todo ello, la relectura de esta fuente hace que la presencia de un normando cruzado desterrado en las islas en los años finales del siglo XI y primeros del siglo XII sea merecedora de una posible expli-cación en atención a su posible veracidad y lo que ello implicaría, que las islas eran frecuentadas desde tiempos de la I Cruzada por las distintas potencias marítimas del momento. La imposibilidad de contrastar fehacientemente la hipótesis argumental de este artículo -siempre queda abierta la posibilidad de que Jean Germain se inventara su escrito- hace que deba quedar abierta. Sin embargo, la relectura de las fuentes documentales aportadas desde esta óptica arroja pistas a la in-vestigación futura sobre el redescubrimiento de las islas en fechas anteriores al siglo XIV. Si estuvo o no Adjutor no es lo importante. Sin embargo, ¿acaso no habla de los cruzados y sus ex-periencias en tierras de infieles la introducción del mismo Le Canarien? Siendo así que es cierto que muchos caballeros, al escuchar contar las grandes aventuras, las hazañas y las hermosas acciones de los que, en tiempos pasados, han emprendido hacer viajes y conquistas sobre los infieles, con la esperanza de cambiarlos y convertirlos a la fe cristiana, han cobrado valor, atrevimiento y voluntad de parecerse a ellos por sus buenas obras; y con el fin de evitar todos los vicios y ser virtuosos y que al terminar sus días puedan ganar vida eterna, Gadifer de La Salle y Jean de Béthencourt, cabal-leros naturales del reino de Francia, han emprendido este viaje para honra de Dios y para mantenimiento y aumento de nuestra santa fe, a las partes del Mediodía, a ciertas islas que están hacia aquel lado, que se llaman las islas de Canaria habitadas por gentes infieles de diversas leyes y de diferentes lenguajes, de las cuales la Gran Canaria es una de las mejores y de las más importantes, con la intención de convertirlas y de atraerlas a nuestra fe; y por esto este libro se llama el Canario54. La experiencia del principado de la Fortuna, en la argumentación de Marín de Cubas, parece haber querido resucitar la gloria económica pasada del reino normando-siciliano y su experiencia de control del comercio norteafricano55 como hemos visto con la posibilidad de que las Canarias fueran zona de aprovisionamiento de mercancías lejos del asedio constante de la piratería berberisca mediterránea. 52 THEROUDE {1638 1864}, p. XIX. 53 Ambos, Gadifer y Jean Germain, entregaron sus obras al duque de Borgoña, Felipe el Bueno. BENITO (1955), p. 552. Además, este último era consejero del duque no sólo como arzobispo, sino como gran canciller de la orden del Toisón de Oro, por lo que conocería sobradamente la experiencia normanda en Canarias. 54 CIORANESCU (1969), III, p. 14. 55 Roger II llegó a establecer impuestos sobre el comercio de las caravanas que recorrían la ruta desde Marruecos a Egipto. ABULAFÍA (1984), pp. 36-37. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 15 En este sentido, el apoyo logístico de los genoveses a los cruzados durante la I Cruzada pudo ser el comienzo del conocimiento de las rutas a Canarias, que más tarde conformaron uno de sus emplaza-mientos comerciales. No obstante, es una lástima la escasez de fuentes sobre la historia marítima de las cruzadas, con todo el aporte de conocimientos náuticos de los comerciantes y piratas que jalonaron las aguas mediterráneas y atlánticas (en lo que a circunvalar África se refiere) abriendo nuevas rutas y buscando nuevos mercados desconocidos por los enemigos ante el cada vez más conflictivo transitar por el Mediterráneo. Sin embargo, la historia plausible del cruzado Adjutor desde la veracidad de la fuente de Jean Ger-main, tan fehaciente en el resto de sus localizaciones geográficas y beatíficas, hace que la relectura de muchas de las pruebas documentales aportadas en esta investigación indiquen, cuanto menos, la posi-bilidad de que las Canarias fueron transitadas desde mucho antes de lo que hasta ahora es denominado como su redescubrimiento en el s. XIV. Bibliografía ABREU GALINDO, J. ([1632] 1977). Historia de la conquista de las siete islas de Canaria. Santa Cruz de Tenerife, España: Goya ALBULAFÍA, D. (1984). «The normam kingdom of Africa and the norman expeditions to Majorca and the Muslims Mediterraneam». Anglo-Norman Studies, núm. 7, pp. 26-49. ALCOVER, J. A. (2014). Madeira ¿primero vikinga? Libertad digital. http://www.libertaddigital.com/ ciencia-tecnologia/ciencia/2014-04-30/madeira-primero-vikinga-1276517196/. [25 de marzo de 2016]. ALONSO MORALES, E. C. (2014). «13 de octubre de 1741. 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España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Ilustración 2. Grabado de san Adjutor realizado por M. van Lochom. Ilustración 3. Página del manuscrito en el que se refiere a Canarias. ENRIQUE C. ALONSO MORALES Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 19 Ilustración 4. Pormenor del manuscrito en el que se refiere a Canarias. Ilustración 5. Pormenor del manuscrito sobre san Avito de Vienne, literalmente «avitius» y no «avite». A VUELTAS CON SAN AVITO MÁRTIR Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas d 20 e Gran Canaria. España (2018), núm. 64: 064-005, pp. 1-20 Ilustración 6. Tabula rogeriana, mapamundi de 1154 que demuestra el conocimiento de las islas de la Calidad (¿Canarias?) por los normandos del reino de Sicilia. ENRIQUE C. ALONSO MORALES |
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