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Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 1 La economía vinícola de Tenerife. Los precios del vino en bodega, 1505-1650 The wine economy of the Tenerife Island. The prices of the wine in winery, 1505-1650 Antonio M. Macias Hernández* Recibido: 3 de junio de 2014 Aceptado: 15 de junio de 2014 Cómo citar este artículo/Citation: Macias Hernández, A.M. (2015). La economía vinícola de Tenerife. Los precios del vino en bodegas, 1505-1650. Anuario de Estudios Atlánticos, nº 61: 061-010. http:// anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/9310 Resumen: El vino constituyó el primer producto exportador de las Islas Canarias desde mediados del siglo xvi hasta la cuarta década del siglo xix. Fue, pues, la principal riqueza de los insulares y con ella sufragaron las im-portaciones de bienes y servicios. Este artículo se inscribe en una línea de investigación que trata de cuantificar la cadena de valor generada por esta agroindustria. Estudia los inicios del segmento comercial de esta cadena, esto es, los precios del vino en las bodegas de la principal isla productora durante la fase de implantación y primer gran auge de este ciclo exportador. Palabras clave: Historia Económica, Historia Agraria, Economía vitivinícola, Comercio atlántico del vino, Islas Canarias. Abstract: Wine was the main exporting product of the economy of the Canary Islands from mid xvi century to the fourth decade of xix century. It was, of course, the main wealth of the Islanders and with this wealth they sup-ported the imports of goods and services. This article follows a line of investigation that tries to quantify the chain of value generated by this agrarian industry. It studies the beginnings of the commercial segment of this chain, this is, the prices of the wine in the wineries the main producing island during the phase of implantation and first great height of this exporting cycle. Keywords: Economic History, Agrarian History, Wine Economy, Atlantic Wine Commerce, Canary Islands. 1. Introducción La colonización europea del Archipiélago comenzó en propiedad en el último cuarto del siglo XV1. Los principales interesados en el comercio europeo del azúcar, los comerciantes banqueros genoveses, propiciaron la introducción de esta agroindustria a principios de la década de 1480; nuevas técnicas incrementaron su productividad a principios del quinientos2, y la oferta azucarera canaria aumentó su presencia y capacidad competitiva en los mercados del Mediterráneo y del Noroeste europeo durante las tres primeras décadas de aquella centuria. La fuerte vitalidad de esta especialización productiva atrajo de inmediato a nuevas gentes, generó el ahorro necesario para pagar la deuda externa debida a la coloni- * Catedrático de Historia de las Instituciones Económicas. Director del Departamento de Historia de las Instituciones Económicas. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara, s/n. 38071. La Laguna. Tenerife. España. Teléfono: +34 922 317 181; correo electrónico: amacias@ull.es 1 Aznar Vallejo (1983); Fernández-Armesto (1983). 2 Macías Hernández (2010). © 2015 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. zación y para financiar el desarrollo de los primeros centros urbanos, y al calor de la demanda agregada interna crecieron las sementeras, las viñas y pomares, así como los primeros talleres y los servicios que requería la naciente colonia. Marinos y mercaderes de diversas procedencias intercambiaban los azú-cares por manufacturas, y como el conquistador y colono indiano exigió el suministro de toda clase de bienes de este lado del Atlántico, los insulares gozaron muy pronto de licencia regia para poder atender con gran provecho esta demanda3. Lo dicho permite sostener que la estrategia productiva agroexportadora que determinó la construc-ción de la economía canaria, diseñada por las fuerzas que impulsaban la expansión ultramarina de la economía europea, cumplió con su función colonizadora. E interesa también subrayar que esta estrategia productiva no acabó una vez finalizado el proceso colonizador. Por el contario, persistió luego y con mayor intensidad si cabe durante los siglos posteriores, de modo que las etapas de bonanza y miseria de los isleños dependieron en buena medida de la fuerza de aquella estrategia para mantener activos sus lazos con el mercado internacional. En efecto. La ruina de los azúcares canarios por la competencia brasileña y antillana llegó a mediados del quinientos. Pero la apuesta de los agentes económicos isleños por vincular su economía al escenario internacional tuvo a partir de ahora un mayor impulso gracias al desarrollo de la estrategia agroexpor-tadora con mayor dimensión espacial y riqueza de la historia económica de las Islas: la vitivinicultura. El viñedo era el cultivo que mejor se adecuaba a las condiciones geoclimáticas de la mayor parte de los suelos insulares, especialmente en el caso de Tenerife4, y su expansión requería menores dosis de capital y trabajo que el cañaveral y su ingenio, de modo que el plantío de cepas, estimulado por la demanda vinícola exterior, estaba al alcance de las disponibilidades financieras de los pequeños y medianos pro-pietarios. En Tenerife, los primeros sarmientos se plantaron en los años 1495-1510, su producción vinícola cubrió en muy poco tiempo la demanda interna, y en 1525 llegó la preceptiva licencia regia para poder exportar los excedentes5. Y como sus consumidores europeos y americanos validaron la calidad y el buen precio de los nuevos caldos, el estímulo de la demanda externa animó las nuevas plantaciones. En 1549 se suprimieron las licencias de exportación y se inició entonces un ciclo exportador vitivinícola que alcanzó su punto álgido en los años centrales del siglo XVII6. Así pues, una nueva fuente de renta, generada otra vez gracias al vínculo con el exterior, potenciaba el crecimiento de la economía canaria. Y frente a los que sostienen el carácter negativo de este vínculo o minusvaloran su alcance, argumentando el carácter periférico y dependiente de la economía insular, en la línea propuesta por I. Wallerstein, cabe citar aquí lo que sugiere el valor franco a bordo de varias cargazones vinícolas a los mercados coloniales durante el período 1500-1600; representaba por término medio el 60 por ciento del importe total exportado, lo que sugiere que igual proporción ocupaba la ri-queza que le correspondía a los insulares7. Este artículo se inscribe en una línea de investigación que trata de cuantificar la cadena de valor generada por esta agroindustria durante su fase de implantación y primer auge (1500-1650). Estudia 3 Peraza de Ayala (1977), pp. 19-21. Los canarios podían exportar al mercado indiano frutos y manufacturas del país, de modo que los puertos insulares fueron la única excepción al régimen de monopolio con las Indias hasta el decreto de libre comercio (1778). Y si bien los envíos de manufacturas extranjeras estaban vedados, el contrabando constituyó una de las principales partidas del comercio canario-americano. Sobre esta cuestión, véase también Morales Padrón (1955). 4 La caña requiere para su adecuado desarrollo terrenos de aluvión, arcillosos y profundos, ricos en cal y nutrientes y próximos al mar, además de temperaturas cálidas y abundante humedad. En el caso del Archipiélago, estas condiciones de suelo y temperatura únicamente se dan en las tierras situadas por debajo de los 300 m de altitud y, sobre todo, en la plataforma costera. Pero la pluviometría aquí es muy escasa, de modo que el desarrollo de la estrategia cañera solo fue posible en las islas con aquel tipo de suelos en la franja litoral, con una floresta que permitía cubrir la fuerte demanda de leña de las calderas de los ingenios, y con un recurso hídrico abundante para poder irrigar los cañaverales, lo que exigió la construcción de la infraestructura hidráu-lica necesaria para conducir las aguas de escorrentía de los barrancos a los plantíos de caña. La disponibilidad de suelos, leña y, sobre todo, del recurso agua y su tecnología, determinaron, pues, el avance del frente colonizador cañero, y está bien claro que estos factores de producción tuvieron una baja incidencia en la expansión vitícola, pues la vid soporta incluso el stress hídrico. Sobre agua y colonización, véase Macías Hernández (2009). 5 Martínez Galindo (1998). Macías Hernández (2007). 6 Béthencourt Massieu (1991). Macías Hernández (2000). 7 Macías Hernández (2014). Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 2 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ los inicios del segmento comercial de esta cadena, esto es, los precios del vino nuevo en las bodegas de su principal isla productora8 y los de su principal envase, la pipa de cargazón, al tiempo que aporta las referencias imprescindibles para avanzar en nuestro conocimiento de una industria que vinculó toda su historia al de la vinicultura: la tonelería. 2. El precio de los caldos Las vendimias en las viñas de Tenerife ocupaban los meses de agosto y septiembre9, y los mostos se encerraban en las bodegas de sus respectivas haciendas. Pero la norma general era trasladarlos desde la bica de los lagares a las bodegas situadas en las inmediaciones de los principales centros urbanos (San Cristóbal de La Laguna, La Orotava) o urbano-portuarios (Garachico, Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife). Téngase en cuenta, además, que las viñas y haciendas de este período de la historia vitiviní-cola de Tenerife bordeaban la franja litoral y que la mayor parte del vino se acarreaba desde la bodega a la playa para su transporte por mar a las bodegas de los centros portuarios. A mediados del mes de noviembre, cosecheros y mercaderes verificaban la calidad de la nueva aña-da, y comenzaba entonces su cadena de comercialización. Por supuesto, esta cadena se había iniciado meses atrás. Los vitivinicultores con problemas de liquidez solicitaban anticipos de dinero y mercancías a los comerciantes de caldos a cambio de la totalidad o parte de su futura cosecha10. Pero era a partir de noviembre, por San Martín, cuando se abrían las bodegas, y desde los toneles de fermentación situados en sus canteros comenzaba a fluir el mejor vino nuevo, el más maduro, sin malos olores ni punta de vi-nagre. Era entonces cuando se trasegaba este caldo con su borra, lías o madre —caso del vino malvasía o de cargazón para el Norte (Europa)— o bien en limpio —caso del vino vidueño o de cargazón para las colonias o para vender en el mercado interior— a un nuevo envase, la pipa de cargazón, equivalente a 487,68 litros11. Así pues, el primer segmento de la cadena de comercialización de los vinos, su contratación en bode-ga, incluía dos costes claramente diferenciados: el valor del caldo y el valor de su envase. Examinemos entonces el primero, que constituía el ingreso bruto de los vitivinicultores, pues los procesos vitícola y vinícola no estaban separados en esta agroindustria12. El Cabildo del municipio-isla —en nuestro caso, de Tenerife— fijaba la postura o tasa del vino nuevo en los meses de noviembre o diciembre de cada año y este precio quedó anotado en las actas municipales13. Ahora bien, se trata del precio oficial de mercado o de taberna del mejor vino nuevo; un precio que, por supuesto, los cosecheros y mercaderes tenían en cuenta a la hora de comercializar los caldos; que los regidores, dueños en su mayor parte de haciendas vitivinícolas, hacían subir por razones 8 Sobre el comercio exterior de vinos de Gran Canaria y La Palma, véanse: Lobo Cabrera (1993) y Torres Santana (2003). 9 Los inicios de la vendimia dependían de la altitud y de la calidad de las elaboraciones. Comenzaba a finales de julio en las viñas de la zona costera destinadas a la elaboración de vino vidueño, y se retrasaba en el caso de las vides de malvasía con objeto de aumentar el contenido en azúcares de sus mostos. Se obtenía así un vino dulce natural de alta graduación y elevada calidad. 10 Los préstamos sobre futuros fueron siempre el sistema crediticio propio de toda especialización agraria, y la viti-vinícola isleña no fue una excepción al respecto. Y aunque disponemos de numerosos contratos de préstamos, firmados por pequeños y medianos propietarios, renteros y medianeros, desconocemos por el momento su grado de importancia económica. 11 La metrología vinícola de Tenerife tuvo su origen en el patrón castellano, la arroba o cántara de Toledo; tenía ocho azumbres y cada azumbre 4 cuartillos, y las estimaciones de la equivalencia actual de la arroba toledana van de 16 a 16,24 litros, según refiere Hamilton (1975), p. 183. Los mejores estudiosos de la metrología insular otorgaron al cuartillo una capacidad de 1,016 litros; 480 cuartillos hacían una pipa de 120 azumbres o de 30 arrobas. Por consiguiente, la arroba insular tenía cuatro azumbres y 16,256 litros. Sobre esta temática, véase González Rodríguez (2011). 12 El mosto se vendía también a la bica de los lagares, y su comprador corría con los costes enológicos. Pero estas cortas ventas, realizadas mediante la modalidad de préstamos sobre futuros, no permiten sostener la separación de ambos procesos, pues los compradores de este mosto eran taberneros, artesanos y otras gentes del mundo urbano que adquirían de este modo el vino que precisaban para sus negocios o para atender la demanda de sus economías familiares. 13 La postura oficial podía oscilar a lo largo del año, en función de la bondad de la añada. Y debo advertir que no siempre se anotó en las actas; en realidad, sólo lo fue a partir de mediados del quinientos y aún así hubo años en que no se hizo constar. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 3 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 de escasez o para mejorar la posición negociadora de los vitivinicultores14. Pero todos sabían que este precio tenía poco que ver con las cotizaciones del vino nuevo en bodega destinado a la exportación, que «compran los mercaderes a los vecinos particulares en sus bodegas y haciendas»15. Cuadro 1 Referencias notariales sobre precios del vino en bodega y pipas vendidas, 1545-1634. Totales quinquenales Quinquenios Escrituras Pipas vendidas Quinquenios Escrituras Pipas vendidas 1545-1549 44 299 1590-1594 95 1.697 1550-1554 46 930 1595-1599 99 2.357 1555-1559 32 543 1600-1604 53 1.155 1560-1564 54 386 1605-1609 78 1.674 1565-1569 46 582 1610-1614 93 2.732 1570-1574 49 524 1615-1619 76 1.443 1575-1579 81 957 1620-1624 80 1.090 1580-1584 97 1.312 1625-1629 69 2.146 1585-1589 103 1.022 1630-1634 46 1.228 Fuente: Tabla 1 del apéndice estadístico. Lo dicho sugiere que las fuentes más adecuadas para conocer los precios del vino nuevo en las bode-gas insulares serían la contabilidad de un gran vitivinicultor o de un destacado mercader de caldos. Sin embargo, carecemos de esta información para este período —excepto para los años 1629-1650, como veremos luego—, de modo que hemos tenido que recurrir a la fuente notarial. Las escrituras de obli-gación o compraventa a crédito del vino nuevo en bodega, tanto del caldo como de la pipa encascada (caldo+envase), permiten reconstruir los precios de este vino nuevo16. Veamos entonces las característi-cas y posibles limitaciones de esta fuente notarial. Hemos encontrado un total de 1.241 escrituras para el período 1545-1634, siendo 22.077 el núme-ro de pipas vendidas, lo que supone un promedio anual de 14 escrituras y 245 pipas (cf. cuadro 1 y gráfico 1). La tabla 1 del apéndice estadístico recoge las referencias anuales, las pipas de vino vendidas y sus precios mínimo, máximo y medio ponderado. La bondad estadística de la serie mejora a partir de 1575 y decae después de 1630, cuando prácticamente desaparece este tipo de contrato de los protocolos; la laguna documental de 1634 a 1650 se ha resuelto gracias a las ventas de vino en bodega anotadas en la contabilidad de un gran cosechero17. 14 Así ocurrió, por ejemplo, en 1617, cuando los ediles elevaron la tasa «por lo mucho que han costado las fábricas de los vinos este año y que se compraba el trigo a quarenta y quatro reales la fanega y los demás sustentos a precios extraordinarios». Archivo Municipal de La Laguna (AMLL). Libro de acuerdos, libro 17, oficio 1, fol. 252. Acuerdo de 20-12-1617. 15 AMLL. Libro de acuerdos, libro 17, oficio 1, fol. 18. Acuerdo de 20-04-1587. 16 Los protocolos se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (en adelante AHPSCT), y se han consultado cientos de legajos, pues no siempre se localiza el número mínimo de referencias anuales que exige la cons-trucción de toda serie de precios. El grueso de la información lo ocupan las bodegas situadas en Garachico, el enclave portuario y mercantil de la principal área vitivinícola de la isla; la segunda área estudiada corresponde a las bodegas de la capital insular y de Santa Cruz de Tenerife, mientras que los precios del vino nuevo de las bodegas del Valle de La Orotava no pueden conocerse por el grave deterioro sufrido por los legajos de las escribanías de esta zona. Y debo añadir que la consulta aún no ha finalizado, especialmente para algunos años; en un próximo estudio publicaremos los datos de estas escrituras y su fuente, y esperamos poder ampliar el número de referencias. 17 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad de Pedro Westerling. Tenía haciendas y bodegas en La Laguna y en La Ram-bla, y la mayor parte de sus caldos eran de malvasía. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 4 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ Nuestras escrituras de obligación o compraventa a crédito del vino nuevo son de dos tipos, atendiendo a la naturaleza socioeconómica de vendedores y compradores, y en todas ellas subyace, obviamente, un tipo de interés a muy corto plazo, aunque de difícil estimación. En la primera, el deudor es el vitivinicul-tor, que recibe dinero y mercancías —normalmente, de seis a cuatro meses antes de la vendimia— a cambio de un volumen de caldos, que debe guardar en su bodega hasta su entrega en la fecha estipulada en el contrato; se trata, por tanto, de una escritura de préstamo sobre futuros, y el tipo de interés de esta operación de crédito a corto plazo corre en favor del prestamista18. En la segunda modalidad de escritura de obligación, el deudor es un mercader de caldos, que se compromete a pagar el importe del vino adquirido a crédito en el plazo fijado en el contrato —por regla general, por Navidad o por Pascua Florida—, de modo que el interés corre en este caso a favor del viti-vinicultor. Las primeras escrituras son muy frecuentes en la etapa anterior a 1550, cuando la estrategia vinícola exportadora aún no se había consolidado y el riesgo mercantil era alto, y tienden a desaparecer luego de 1560, cuando se alcanzó aquel proceso y el vitivinicultor reforzó, por consiguiente, su posición en el mercado vinícola insular. Convendría entonces conocer este tipo de interés para unificar los valores expresados en estas escrituras de obligación, pero esta tarea es imposible por el momento y, además, no afecta, como veremos luego, a la construcción de las series. La segunda nota crítica sobre la bondad estadística de nuestras escrituras de obligación o com-praventa a crédito del vino nuevo en bodega se refiere a la calidad de los caldos vendidos. Como ya se ha dicho, la vinicultura elaboraba por regla general dos clases de vinos: los vidueños o calidad inferior, 18 Los testimonios recogidos para el último cuarto del siglo xvii sugieren un tipo de interés en torno al uno por ciento. Veamos el siguiente ejemplo, tomado de la contabilidad de la firma Cólogan. AHPSCT. Fondo Zarate-Cólogan, libro diario, signatura 194, fol. 419. Asiento de fecha 1-06-1677: «Pedro Bardonas debe 3.284 reales que se los doy en este día en letra de 4.000 reales para Cádiz sobre Duarso Mig y Cía, a pagar en los vinos de D. Juan Riquel, a precio de dos ducados menos que en Los Príncipes, que por la anticipación me a de hazer…, y si por algún accidente no fuera de mi satisfacción [los vinos] me a de bolver el dinero con interés del uno por ciento». La entrega del vino se realizó el 7 de noviembre de 1677, según consta en asiento de esta fecha en el mismo libro, p. 495, de modo que entre la fecha del préstamo y su cancelación habían transcurrido 160 días. Cólogan compró el vino de la hacienda de Los Príncipes a 704 reales la pipa encascada (caldo+envase); si le restamos los dos ducados (22 reales), el precio del vino en la venta anticipada fue de 682 reales. Fuente: Cuadro 1 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 5 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 y los malvasías, de superior calidad y precio. Ocurre, sin embargo, que la fuente notarial no especifica el tipo de caldos vendido en bodega; únicamente y en contadas ocasiones indica que se trata de vino de car-gazón para Indias, que podemos entonces identificar con toda claridad como vino vidueño, mientras que la referencia a vino de cargazón para el Norte, con madre, borra o lía, hace alusión al vino malvasía, mención esta última que aparece en muy pocos contratos y casi todos firmados con posterioridad a 1600. Esta dificultad acerca de la calidad de las elaboraciones no desvirtúa nuestra serie de precios del vino en bodega según la fuente notarial, que debemos considerar por el momento como el precio medio pon-derado de toda la oferta vinícola insular. Los testimonios disponibles sobre la exportación sugieren con bastante solvencia que el primer destino de los caldos canarios fue el mercado colonial hipano-luso, cuyas compras de vidueños subieron de 4.000 pipas en 1550 a más de 20.000 hacia la década de 163019, mientras que las exportaciones de vino malvasía al Norte de Europa tuvieron un corto volumen inicial —de 300 a 600 pipas a finales del siglo xvi—, ascendiendo luego a más de 5.000 pipas en la citada década20. Cabe entonces afirmar que la estructura de la producción vinícola en lo que respecta a sus elaboracio-nes tendió a alterarse durante el período 1550-1650, al adquirir un peso relativo cada vez mayor la pro-ducción de caldos de superior calidad, las malvasías. Pues bien, la creciente divergencia que se observa en las rectas de tendencia de los precios máximos y mínimos obedece, a nuestro juicio, a este cambio en la estructura de las elaboraciones (cf. gráfico 2), y otorga validez, por consiguiente, a nuestra serie de precios medios ponderados para el período 1546-1634. Los precios del vino nuevo en bodega, tomados de la contabilidad de Pedro Westerling y para los años 1634-1650, también se han ponderado. Ahora bien, las haciendas de este cosechero producían vinos de malvasía de varias calidades y destinados a los 19 La exportación al mercado colonial español, tomada de los registros, infravalora la realidad del tráfico, como indica López Cantos (1979). Los coetáneos estimaron una media de 8.000 pipas anuales exportadas en la década de 1560, y un infor-me de 1611 señala el envío de 14.000 pipas a Barlovento y Tierra Firme, a las que habría que agregar las cargadas para Angola y Brasil. 20 Steckley (1980), pp. 335-350. Fuente: Tabla 1 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 6 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ mercados del Noroeste europeo, pues sus compradores son mercaderes ingleses, y aunque la malvasía de inferior calidad o de tercera suerte tenía un valor similar al vidueño de primera clase, debemos mejo-rar en futuros trabajos nuestra información sobre el precio de esta última calidad. Martínez Galindo utilizó la fuente notarial para su estudio de los precios del vino nuevo en bodega de la primera mitad el siglo xvi, y publicó sus valores máximos y mínimos sin mencionar el número de pipas vendidas. Y dado que se refieren en su mayor parte a precios del vino vidueño en bodega por lo dicho más arriba, podemos enlazar su serie de precios medios sin ponderar con nuestros precios medios ponderados. El resultado es una serie de precios del vino nuevo en bodega para el período 1505-1650; una serie que refleja con toda claridad, a nuestro entender, el proceso de formación y desarrollo de la vitivinicultura de Tenerife, la principal isla productora de caldos del Archipiélago (cf. gráfico 3). 2.1. El futuro está en el mercado exterior La construcción de este viñedo comenzó en 1495, esto es, una vez finalizada la conquista de la isla y con los primeros repartimientos de tierras y aguas entre un colonato de mayoritaria procedencia lusita-na21, y su estímulo inmediato fue el mercado interior, abastecido en un primer momento de vinos de la Baja Andalucía y, por supuesto, de caldos de baja calidad y elevado precio (cf. gráfico 3)22. Y aunque no faltaron los años de cosechas deficitarias y corto suministro exterior —así, el cabildo de Tenerife insiste en agosto de 1514 en potenciar el plantío de viñas para que la pipa valga mil maravedíes y no la compren los vecinos como al presente, por cuatro mil maravedíes23—, la oferta equilibró la demanda hacia 1516, cuando los ediles propusieron por primera vez reservar el mercado interior para la producción local24. No obstante, la propuesta no convenía aún a todos, pues si bien favorecía a los productores, su insuficiente oferta provocaba las quejas de los consumidores y de la sacarocracia sin intereses vinícolas por el ele-vado peso del vino en el jornal mixto. La expansión vitivinícola continuó, los precios en bodega del vino nuevo siguieron cayendo —a más de la mitad en 1520 con respecto a su cotización en 1505 (cf. gráfico 3)— y el consenso no fue ya ne-cesario a partir de 151925. La oferta vinícola local comenzó a cubrir la demanda a un precio inferior a la foránea, sobre todo en la década de 1540, cuando el precio del vino en el mercado de Sevilla duplicaba (86 reales/pipa) el de las compras anticipadas de vino nuevo de producción local (45 reales/pipa)26. En resumen, la oferta isleña era más competitiva que la importada desde la década de 1520 debido a la elevada productividad de un viñedo joven en una tierra de reciente roturación, a la preparación tecnológica de sus vitivinicultores y a la pronta presencia de sus vinos en el mercado por la temprana vendimia. Y aunque la calidad, como ocurre en todo vino joven, era discutible —de ahí que los regidores insistieran en la conveniencia de producir vinos bien cocidos—, los consumidores atlánticos estaban dispuestos a comprar con premura los vinos nuevos tan pronto dejaran de hervir en sus cocederos; se tra-taba, además, de vinos blancos, adecuados al paladar de los consumidores de origen andaluz o lusitano, es decir, de los protagonistas de la expansión ultramarina ibérica. Los vitivinicultores insulares podían entonces aspirar con fundamento productivo a la conquista del mercado exterior, desplazando a una oferta andaluza de vinos de inferior calidad que con difi-cultades lograba atender la primera demanda indiana27. Al propio tiempo, podían también hacer no- 21 Martínez Galindo (1998), pp. 28-37; Macías Hernández (2007), pp. 18-19. 22 Así, en Cabildo de 22-12-1516 «se platicó sobre el favor que deben haber los vecinos para que planten muchas vi-ñas;[…] se debía vedar que [el] vino de fuera no se venda en un cierto tiempo para que los vecinos primero vendan sus propios vinos[…], porque […] son buenos y no con horruras y turbios, lo que es en contrario los vinos de Castilla». Véase. Serra Ràfols y Rosa Olivera (1965), p. 40. 23 Cf. nota 21. 24 Serra Ràfols y Rosa Olivera (1965), p. 181. 25 Serra Ràfols y Rosa Olivera (1970), p. 58. 26 Macías Hernández (2007), p. 37. 27 El debate acerca del papel del mercado americano en la expansión de la vitivinicultura andaluza sigue aún abierto. Véase. Iglesias Rodríguez (1995), pp. 64-66; Pérez Camacho (1998), pp. 13-17. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 7 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 tar su presencia en el mercado del Noroeste europeo, y recordemos al respecto que los insulares contaban para este objeto con la red mercantil precisa gracias a las exportaciones azucareras hacia este destino. En síntesis, cabe afirmar que a la altura de 1520, el estímulo institucional que necesi-taba la vitivinicultura de Tenerife para continuar su senda de crecimiento no era la reserva del mer-cado interior, ganada ya por méritos propios, sino facilitarle el libre acceso al mercado internacional. La normativa exportadora regia exigía garantizar el abastecimiento del mercado interior de subsis-tencias y sólo autorizaba la exportación de una parte del excedente, por lo general un tercio, denominado tercio de saca, siendo la autoridad local la encargada de conceder a los productores la licencia de saca. Los vitivinicultores solicitaron entonces la autorización regia para exportar su tercio de saca, y en 1525 la Corona permitió que la autoridad concejil concediera la licencia de exportación28. Pero la licencia del tercio de saca de los caldos tenía poco mérito en un escenario vinculado estre-chamente al comercio internacional. Sus productores estaban siempre dispuestos a exportar cualquier producto que maximizara su valor en términos de bienes y servicios importados. Aplicada esta tesis a un mercado exterior vinícola dominado por la escasez, la conclusión es obvia: los beneficios generados por la venta del vino en el mercado interior eran muy inferiores a los obtenidos de su exportación siempre y cuando concurran demandantes foráneos dispuestos a comprar los caldos a cualquier precio. Y resulta que esta concurrencia actuó casi desde los inicios de la industria vinícola insular. Citemos el avitual-lamiento de las naves que frecuentaban las rutas atlánticas y Portugal fue el primer reino que adquirió vino canario para sus plazas africanas29. Las denuncias sobre la escasez de caldos por la insuficiente cosecha pueden entonces obedecer a su exportación, que comenzaría desde que hubo interesados en ella, es decir, mucho antes de las licencias 28 Morales Padrón (1955), p. 173. 29 Martínez Galindo (1998), pp. 835-836. Fuente: Tabla 2 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 8 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ de saca, y de ahí que los municipios prohibieran la extracción desde que se obtuvo el primer caldo. Los agraciados con las licencias confirman estas sospechas. El municipio autorizaba el embarque del tercio de saca desde la apertura de las bodegas hasta Navi-dad, y cerraba luego la exportación con objeto de garantizar el abastecimiento del mercado interior. Pero los regidores con intereses vitícolas gozaban de prioridad en la concesión de las licencias, mientras la oferta de los pequeños viticultores quedaba para el mercado interno. Además, los regidores obtenían sus licencias de saca después de Navidad, cuando sus caldos estaban bien cocidos y obtenían mejor precio en el mercado exterior, y, por último, las licencias se vendían y compraban «porque muchos de los regi-dores tienen viñas y quieren anticiparse en vender y granjear sus vinos con saca por estar de su mano para ello»30, y «solamente los ricos y poderosos gozan y se aprovechan de la saca y ellos lo sacan todo»31. Los viticultores denunciaron esta corruptela de los privilegiados ante la Corona en 1542 y exigieron un reparto más justo de las licencias. La provisión real de este año otorgó la licencia de un tercio de saca a cada vinicultor, pero el problema persistió porque se mantuvo el plazo de saca y los regidores expor-taban sus caldos fuera de este plazo. En 1545 se solicitó la libertad de exportación, que llegó en 1549; a partir de ahora todo vitivinicultor, rico o pobre, pudo embarcar libremente sus caldos. 2.2. La fase de consolidación y auge del mercado exterior La Naturaleza interrumpió de forma breve este prometedor futuro. La primera enfermedad de la viticultura canaria, la mangla o cochinilla algodonosa de la vid (Planococcus citri)32, importada pro-bablemente en el material vegetal empleado en la génesis de esta viticultura, hizo acto de presencia en sus cultivares hacia la década de 153033, y quince años más tarde se convirtió en una verdadera plaga y en tal modo que, en el caso de las vides de Tenerife, redujo en un cuarto su producción vinícola34. Pero si exceptuamos las denuncias sobre la escasez y los elevados precios de los primeros años de la década de 1550 (cf. gráfico 3), la plaga remitió bien pronto gracias al esfuerzo de los viticultores, y asistimos entonces a una febril expansión vitivinícola, debida principalmente al tirón de la demanda exterior35. La tendencia de los precios medios ponderados del vino nuevo en bodega revela la fuerza de este estímulo externo, y sus oscilaciones anuales tuvieron que ver con las de una oferta que se vio afectada de manera puntual por la sequía, o por la langosta y los vientos cálidos y huracanados, procedentes estos dos males del continente vecino. Es posible también que la peste atlántica, que llegó a los puertos de Tenerife y Gran Canaria36, redujera los cortos envíos que en los años de la pestilencia iban al Noroeste europeo. Ahora bien, si observamos el movimiento general de los precios del vino nuevo en bodega, las únicas graves caídas que reclaman por ahora nuestra atención son las ocurridas entre 1611 y 1626 y luego de 1640. Y como sabemos que los envíos a los mercados del Noroeste europeo no hicieron más que crecer a lo largo de la primera mitad del seiscientos —aunque, por supuesto, hubo algunas interrupciones, debidas únicamente a la enemistad política hispano-inglesa37—, la explicación de este 30 Martínez Galindo (1998), p. 712. 31 Martínez Galindo (1998), p. 725. 32 Insecto homóptero que se alimenta de la savia. Recibió el nombre de mangla y con esta misma denominación se conoce en la actualidad, y también con el de melazo debido al líquido viscoso y dulce que segrega el insecto y que alimenta a su agente difusor, las hormigas, así como a dos hongos saprofitos que afectan también a la vida de la planta. 33 Archivo Catedralicio de la Diócesis Canariense. Libros de actas capitulares, libro 2, fol. 34. Acta de 7-08-1536. 34 Martínez Galindo (1998), pp. 124-125. 35 Conocemos su sostenido crecimiento gracias a la renta decimal del mosto; en términos nominales, subió de una media anual de 322.000 reales en el quinquenio 1550-1554, a 2,5 millones en el decenio 1590-1599, alcanzando los 5,6 millones en la década de 1630. Datos de mi estudio en preparación sobre la producción vinícola insular. 36 Carecemos de registros de entierros que permitan medir con cierta precisión la intensidad de la epidemia. Pero en el apartado demográfico de mi tesis doctoral demostré que dejó su huella en las series de bautizados, es decir, en la caída de los na-cimientos en los años en que alcanzaba la edad reproductiva las generaciones afectadas por la enfermedad. Por su parte, Viera y Clavijo (1971), t. ii, pp. 169-170, menciona su arribada al puerto de Garachico en 1602 y su posterior difusión a partir de este primer contagio, y Anaya Hernández y Arroyo Doreste (1984-1986) aportan valiosos testimonios al respecto. 37 Béthencourt Massieu (1991), pp. 22-23. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 9 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 comportamiento de los precios debemos buscarla en las exportaciones de caldos vidueños a los merca-dos coloniales hispano-lusos, como ya apuntó en su día el profesor Béthencourth38. Veamos la primera. Todos los autores, basándose en testimonios de carácter cualitativo, sugieren la mayor competitividad de los caldos canarios respecto de los andaluces en el mercado colonial hispa-no39, y de ahí la constante ofensiva de los mercaderes de la cabecera del monopolio contra el comercio canario-americano. Una ofensiva cuyo objetivo no era otro que lograr el apoyo institucional regio para poder suprimir la concurrencia de la oferta vinícola isleña en el mercado indiano, lo cual refuerza la tesis de su mayor competitividad frente a la andaluza. Por nuestra parte, hemos localizado numerosas escrituras de cargazones de vinos canarios para los mercados de Tierra Firme cuyos compradores eran comerciantes sevillanos asentados en Sevilla40. Unas operaciones que financiaban con los envíos de mercancías manufacturadas para su venta en el mercado insular41, o mediante contratos de riesgo marítimo cuyos prestamistas eran los propios vitivinicultores isleños42, y no faltan, por último, referencias sobre la arribada de navíos en lastre a los puertos insulares para embarcar vinos canarios al mercado indiano43. En cuanto a las exportaciones de estos caldos a las colonias portuguesas de África y América, los autores achacan su competitividad a la elevada fiscalidad que pesaba sobre las exportaciones de caldos lusos44, y sostienen incluso que la producción doméstica era insuficiente para cubrir la demanda del mercado metropolitano45. Ahora bien, en todo caso, los embarques de caldos canarios a los mercados coloniales lusos comenzaron en fecha muy temprana46, y, por nuestra parte, hemos también localizado cargazones cuyos compradores eran mercaderes asentados en Oporto o Lisboa, siendo su praxis mercan-til similar a la de los mercaderes sevillanos. Lo dicho sugiere, pues, que los caldos canarios eran más competitivos que los andaluces y lusos en los mercados coloniales. Ahora bien, para poder sostener con rigor esta tesis necesitamos conocer la es-tructura de costes de estas cargazones y sus respectivas series de precios del vino nuevo franco a bordo. Y como esta exigencia analítica aún no se ha resuelto, lo único que podemos reiterar son las ventajas de la oferta vinícola isleña. La temporal parece clara, pues era la primera oferta atlántica en estar disponible para su venta en el mercado colonial; agreguemos los bajos costes de comercialización por su proximi-dad al puerto de embarque, y la baja fiscalidad47. Finalmente, otra singular ventaja institucional favorecía a los caldos canarios en sus ventas en el mercado colonial hispano. Accedían a este mercado fuera del régimen de flotas, de modo que cubrían la demanda antes de la llegada de los caldos andaluces. Y significa esto que los dos factores que garanti-zaban las elevadas ganancias del comercio colonial, la escasez y carestía, beneficiaban en primer lugar a los caldos canarios. Las protestas de los cargadores sevillanos dieron su fruto en 1611. A partir de ahora, los vinos ca-narios debían navegar en conserva de las flotas si querían acceder a los mercados de Tierra Firme, y únicamente gozaron de libre acceso y limitado tonelaje a los puertos de La Habana, Campeche, Mara-caibo y La Guaira. Los sevillanos habían, pues, ganado el pulso a los insulares, que protestaron ante la Corte48, argumentando que tales limitaciones arruinarían su economía vinícola y, por extensión, toda la 38 Béthencourt Massieu (1991), pp. 31-40. 39 Chaunu (1955-1690), t. iii, p. 316. Morales Padrón (1955), pp. 178-179. 40 Una muestra de estas cargazones puede verse en Macías Hernández (2014). 41 Macías Hernández (2000). 42 Macías Hernández (en prensa). 43 El fiscal de la Real Audiencia de Canarias sostuvo en 1611 que «an salido de Sevilla onze navíos con muchas botijas vacías para cargar de vinos en esas yslas, las quales hazen tantas toneladas como la flota». Cf. Archivo General de Indias. Escri-banía de Cámara, leg. 948A. El fiscal de la Audiencia de Canarias contra varios vecinos sobre el embarque de vinos sin registrar. 44 Vila Vilar (1977), p. 287. 45 Mauro (1960), p. 357. 46 Mauro (1960). 47 Recordemos que el cargador andaluz debía abonar un arancel del 7%, el derecho consular, el corretaje y la alcabala a la exportación, además de las cartas a su entrada en el mercado indiano, mientras que los caldos insulares abonaban únicamente un 2,5% de salida y otros 2,5% de entrada. Para el caso de las exportaciones portuguesas, se indica un arancel de salida del 23%. 48 Peraza de Ayala (1977), pp. 86-87. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 10 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ economía del país, pues la especialización productiva vitivinícola articulaba toda la potencialidad pro-ductiva del Archipiélago49. Todo fue en vano; el marco institucional no atendió las quejas de los insulares, las exportaciones de caldos vidueños se resintieron y perdieron empuje sus precios luego de 1611. Pero si algo distingue el aliento mercantil atlántico de los isleños es su capacidad para mejorar su suerte; y dado que el alivio a ella no estaba en la Corte, lo buscaron en el terreno de la economía. Construyeron una red mercantil para poder acceder de manera ilegal al mercado vinícola de Tierra Firme desde los puertos de su permisión indiana, e incrementaron los envíos de vidueños al mercado colonial lusitano. Esta estrategia dio sus frutos a media-dos de la década de 1620; porque, de un lado, las quejas de los cargadores sevillanos persistieron, así como su contratación de caldos canarios incluso para navegar en conserva de las flotas, mientras que el estudio de la comercialización de los caldos mediante el riesgo marítimo revela que el mercado colonial lusitano, especialmente el brasileño, absorbía el 67 por ciento de las exportaciones50. Estamos ahora en condiciones de comprender la segunda caída de los precios del vino nuevo en bodega (calidad vidueño), ocurrida luego de 1640. La independencia de Portugal supuso la pérdida del principal mercado de los vidueños canarios. La nueva corona lusa impuso fuertes aranceles a la entrada de estos vi-nos en sus colonias con el fin de favorecer la expansión de la vitivinicultura en Madeira y en el continente51, y el golpe de gracia llegó con el monopolio, es decir, con la creación de la Compañía General del Brasil en 1649. A partir de ahora, las exportaciones canarias de vidueños debían ampliar su presencia en el mercado colonial hispano, lo que provocó de nuevo la oposición de los cargadores sevillanos52. 3. El precio de la pipa de cargazón El precio del envase o pipa de cargazón era el segundo coste del primer segmento de la cadena de comercialización vinícola. Este segundo coste, que recaía en el cosechero en el caso de que vendiera el caldo con su envase, o bien en el mercader que adquiría el caldo en su bodega, debemos precisarlo con todo detalle por tres razones principales: a) el único ingreso bruto del vitivinicultor isleño era el valor de su caldo; b) la construcción de la pipa de cargazón, así como del resto de los envases vinícolas (toneles, botas, barriles, medias pipas, cuarterolas), propició el desarrollo de la tonelería insular; y c) como la materia prima empleada en esta manufactura era toda ella importada, el único valor añadido generado por la economía vitivinícola isleña en este apartado fue la renta bruta de los toneleros. Durante la fase de despegue de esta economía, los bodegueros y mercaderes aprovecharon los enva-ses de los vinos importados —la mayor parte, de la vinicultura andaluza53—, al tiempo que los bosques de monteverde o laurisilva proporcionaron la madera necesaria para fabricar los nuevos envases que requerían las labores enológicas y la comercialización de los vinos en el mercado interno. Las duelas se construían con madera de loro (Laurus novocanariensis) y los arcos con varas de follado (Viburnum rigidum), de modo que la única materia prima que importó la economía vitivinícola insular fue el yeso, utilizado durante el proceso de vinificación. Ahora bien, esta tonelería con materia prima local no duró mucho tiempo. Los fundadores de la econo-mía vitivinícola isleña eran originarios en su mayor parte de los centros vitivinícolas de Oporto y de la Baja Andalucía54. Se habían formado, por tanto, en el seno de un sector vitivinícola luso y andaluz vinculado desde principios del siglo xv al menos a los mercados vinícolas del Noroeste europeo, y conocían muy bien que la apuesta por la calidad en la elaboración, conservación y venta de los caldos exigía fabricar las duelas de toneles, botas y pipas con madera de roble, y los arcos con varas de castaño o de avellano. 49 Macías Hernández (2001). 50 Macías Hernández (en prensa). 51 Mauro (1960), p. 357; Vila Vilar (1977), p. 293. 52 Peraza de Ayala (1977). 53 Martínez Galindo (1998), pp. 186-187. 54 Macías Hernández (2007), pp. 18-19. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 11 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Cuadro 2 Escrituras notariales sobre las ventas de pipas de roble con arcos de castaño, 1560-1633. Totales quinquenales Quinquenios Escrituras Pipas vendidas Quinquenios Escrituras Pipas vendidas 1560-1564 6 507 1600-1604 9 857 1565-1569 15 647 1605-1609 8 533 1570-1574 17 1.932 1610-1614 13 1.784 1575-1579 17 2.036 1605-1619 18 2.274 1580-1584 13 847 1620-1624 43 1.312 1585-1589 14 965 1625-1629 9 587 1590-1594 15 1.450 1630-1633 7 124 1595-1599 20 915 Totales 224 16.770 Fuente: tabla 3 del apéndice estadístico. Elaboración propia. Los vitivinicultores pronto comprobaron que la madera local no favorecía el buen quehacer enológi-co, de modo que a medida que se afianzaba una estrategia productiva vitivinícola competitiva, de calidad y ligada al mercado exterior, crecía la importación de aquella materia prima, procedente de Galicia, de la fachada norte peninsular y, por último, de Flandes. Y como aquella estrategia se consolidó a mediados del quinientos, como veremos luego, puede afirmarse con toda solvencia que desde esta fecha la totali-dad de los envases se construían con materia prima importada55. ¿Cómo podemos precisar el precio de la pipa de cargazón para el período 1550-1650? Carecemos de fuentes directas, esto es, de libros de contabilidad referidos a la industria tonelera; y carecemos tam-bién de contabilidad agrícola o comercial con referencias a la tonelería —únicamente para unos pocos años, como luego indicaremos—, de modo que hemos tenido que recurrir de nuevo a las obligaciones de compraventa a crédito de los protocolos notariales56. Mediante esta escritura pública, el cosechero o mercader adquiría al tonelero un determinado número de pipas, obligándose a satisfacer su importe en el momento de su entrega o bien en la fecha estipulada en el contrato. Hemos encontrado un total de 231 escrituras para el período 1546-1634, siendo 17.774 el número de pipas vendidas. La tabla 3 del apéndice estadístico recoge las referencias anuales, las pipas vendidas y su precio medio ponderado en los casos en que se han encontrado dos o más cotizaciones. El escaso número de referencias para la década de 1550 se ha resuelto mediante interpolación o bien considerando que la diferencia entre el precio medio ponderado del caldo de una pipa y el precio medio ponderado de la pipa encascada (caldo+envase) representaba el precio del envase57. La bondad estadística de la serie mejora luego de 1560 (cf. cuadro 2 y gráfico 4), dado el número de escrituras localizadas y de pipas vendidas, y la carencia de información notarial para los años 1634-1650 se ha solventado mediante las compras de pipas anotadas en la contabilidad de un gran cosechero58. El gráfico 5 y la tabla 4 del apéndice estadístico resume nuestras estimaciones. El precio de la pipa 55 Lo dicho no niega que se construyeran envases con madera local con posterioridad a esta fecha, pero las referencias al respecto son meramente testimoniales. 56 Los protocolos consultados se encuentran, como ya se ha dicho, en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. 57 Hemos calculado así los precios de los años 1580, 1582, 1587, 1602 y 1607, pues no hemos hallado obligaciones nota-riales de venta de pipas, a pesar de haber consultado la mayor parte de los protocolos conservados de estos años. 58 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 12 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ Fuente: Tabla 4 del apéndice estadístico Fuente: Cuadro 2 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 13 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 de roble con arcos de castaño o de avellano, es decir, de la pipa de cargazón o de embarque, experi-mentó un alza continuada durante el período 1546-1650. Pero importan también los matices, aunque su explicación sea bastante compleja. La tendencia, inicialmente moderada, ganó un fuerte ritmo alcista entre 1575 y 1590, y cabe interpretar estos años como los de consolidación de la nueva tonelería, que estaría motivada por la gran demanda de pipas como consecuencia del auge de la exportación vinícola, especialmente de vidueños al mercado colonial luso-hispano59. Se observa luego una sensible caída del precio de la pipa de roble (1590-1598), una ligera recuper-ación (1599-1604), y una estabilidad hasta finales de la década de 1610. Y caben aquí dos explicaciones. La primera guardaría relación con el volumen exportador; el comportamiento de los precios de la pipa de cargazón tendría que ver con una oferta tonelera que cubría sin restricción alguna la demanda de cosecheros y exportadores. La estabilidad de la década de 1610 se relacionaría con una oferta de pipas que no encontró salida por las dificultades del comercio exterior vinícola. Los precios retomaron su tendencia alcista en 1621 hasta alcanzar su máxima cotización en 1637; un comportamiento que no podemos aclarar por el momento, pero que podría obedecer al incremento de los costes, especialmente de la materia prima60, o bien a un posible desajuste entre la oferta de pipas y su demanda por parte de cosecheros y exportadores, ante el nuevo crecimiento del volumen exportador, pues fue en las décadas de 1620 y 1630 cuando aumentaron los envíos de vino malvasía a los mercados del Noroeste europeo, al tiempo que se recuperaron los envíos a los mercados coloniales. Finalmente, la caída de los precios de la pipa de cargazón en la década de 1640 obedece a la ruina total de las exporta-ciones a las colonias lusas como consecuencia de la independencia de Portugal. 59 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling.. 60 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling.. Fuente: Tabla 6 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 14 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 4. Los precios del caldo y del envase: la pipa encascada Interesa ahora medir el peso relativo correspondiente al caldo y al casco en el valor de la pipa encascada (caldo+envase), al menos para el período 1546-1650, con objeto de determinar el significado económico del envase para bodegueros y comerciantes de vinos. Por término medio, el caldo suponía el 80 por ciento y el resto concernía al casco (cf. tabla 6 del apéndice y gráfico 6); esta última proporción era, obviamente, inferior en el caso del valor de la pipa encascada de vino malvasía, dado el elevado precio de su caldo respecto del caldo vidueño. Por consiguiente, a medida que aquella primera elaboración ganó posiciones en el volumen exportado, descendió la proporción debida al envase en favor de la cor-respondiente al caldo en el precio de la pipa encascada; una creciente divergencia que se ve reflejada en las respectivas tendencias (cf. gráfico 6). Ahora bien, en todo caso, está claro que el precio de los envases constituía un coste importante para la vitivinicultura insular, y más aún si consideramos que su fábrica exigía la importación de la materia prima. 5. La tonelería: el coste de la materia prima El precio de la pipa de cargazón consta de tres elementos principales: el coste de su materia prima importada (madera de roble y arcos de castaño o de avellano), el trabajo del tonelero y el beneficio mer-cantil. Y como ya hemos indicado, es preciso calcular el valor de esta materia prima, por cuanto era un coste para la economía insular, quedando únicamente en la tierra el trabajo de los toneleros. Ocurre, sin embargo, que las escrituras notariales de obligación sobre la venta de esta materia prima no son repre-sentativas; además, mencionan únicamente la compraventa de millares de madera de roble o de fejes de arcos de castaño o de avellano y sus respectivas cotizaciones, y no indican el número de pipas que pue-den hacerse con estos materiales ni el coste de su fábrica61. Deberíamos entonces asumir el riesgo que supone estimar aquel número para poder precisar luego el coste de dicha materia en el valor conocido de la pipa, y quedaría pendiente conocer el ingreso de los toneleros. Los contratos notariales de obligación que evitan aquel riesgo y solventan esta laguna son los que se re-fieren expresamente a la manufactura tonelera. Se trataba de una industria que contaba, como en la mayor parte de la manufactura, con dos socios principales: el mercader (capital) y el tonelero (trabajo), y debemos aquí señalar el origen lusitano de la totalidad de los toneleros que hemos encontrado en nuestra consulta de los protocolos notariales. Ahora bien, en los inicios de esta actividad y debido quizás al carácter arriesgado de la misma por la cortedad de la demanda, el socio tonelero aportó algo más que su oficio, pues abundan los contratos de encomienda, con ganancias y riesgos de la operación mercantil-manufacturera se repartían entre ambos socios según la costumbre vigente en este tipo de contratos. Hemos localizado únicamente dos. El primero fue firmado en Garachico por el mercader Antonio de Villalpando y el tonelero Diego González en 1584. El socio viajero fue en este caso el mercader; se comprometía a enviar desde los puertos de Galicia y Asturias treinta millares de madera de pipas a la consignación del segundo, que debía abonar los costes de fletes, derechos y descarga, costear los mim-bres y otras materias, y labrar las pipas, percibiendo «seys reales de hechura de cada pipa»62. El segundo contrato fue firmado en Sevilla en 1588 entre el comerciante Juan de Molina, vecino de esta ciudad, y el tonelero Melchor González, vecino del puerto de Garachico. El socio capitalista entre-gó al tonelero 4.950 reales para que viajara a Galicia y comprara madera «para traer e labrar pipas en 61 Sólo disponemos de una referencia sobre el precio de la madera y el número de pipas. El 19 de junio de 1565, el mer-cader Sebastián de Villalpando, natural de Medina de Rioseco y residente en Garachico, se obliga a entregar a los toneleros Pedro Bravo y Luis Hernández, vecinos ambos de este lugar, «la madera de carballo que haga cien pipas, que a de ser madera cruda, […] por rasón de cien doblas de oro que por compra de ella me dice pagó». El valor de la madera cruda por pipa sería en este año de 1565 de 10,5 reales de plata, y como el precio de venta de la pipa fue de 22,47 reales (cf. cuadro 1), el coste de la madera suponía el 47,7 por ciento del precio de la pipa. AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.055, fol. 565r. 62 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.237, fols. 1.011r-1.012r. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 15 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 el puerto de Garachico»63. El socio sevillano falleció y en 1590 su sobrino, Francisco de Molina, resi-dente en Las Palmas (Gran Canaria), se trasladó a Garachico para liquidar las cuentas de la operación. Cuadro 3 Costes, ingresos y beneficios de la tonelería en 1588 (en reales) Costes Ingresos Costes Importe (%) Pipas Precio Importe Madera importada 4.950 30,2 250 38 9.500 Otros costes1 8.162 50,0 288 44 12.672 Hechura2 3.228 19,8 538 22.172 Totales 16.340 100,0 Beneficios 5.832 El tonelero fabricó 538 pipas con la madera importada; 250 se vendieron a 38 reales y el resto (288 pipas) a 44 reales, de modo que el ingreso bruto de la operación fue de 22.172 reales (cf. cuadro 3). Y como el principal (4.950 reales) y los demás costes, incluyendo la hechura, sumaron 16.340 reales, la ganancia neta fue de 5.832 reales (35,7%), correspondiendo dos tercios a Molina (3.888 reales) y un tercio al tonelero (1.944 reales)64. Y como este último debió cobrar la hechura de las pipas, que hemos estimado en 3.288 reales y representa el 20 por ciento de los costes (cf. cuadro 3), cabe concluir que capital y trabajo se repartieron a partes iguales el beneficio neto de la operación. Ahora bien, el modelo de asociación de capital y trabajo en la manufactura tonelera insular se conso-lidó bien pronto. La clase mercantil importaba la materia prima, que entregaba a los toneleros, quienes se obligaban a construir las pipas en un determinado plazo, recibiendo como salario un estipendio por pipa. El contrato de tonelería suscrito el 14 de mayo de 1577 entre el comerciante Melchor Luis y el tonelero Antonio Gaspar, naturales ambos de la ciudad de Oporto y residentes en Tenerife, ejemplifica esta asociación, que sabemos se mantuvo vigente hasta el final del proceso vinícola insular65. El merca-der entregó al tonelero «trese millares de madera de duelas de pipas, con sus fondos y arcos de castaño e mymbres, todo lo que obiere menester y fuere necesario para labrar e dar fechas pipas de la marca de esta ysla, pipas buenas e bien fechas de dar e de recibir entre oficiales y mercaderes»66. El artesano debía comenzar la obra desde la fecha del contrato, no abandonarla hasta su terminación, y Melchor Luis se obligaba a pagarle por su trabajo 8,5 reales por pipa. En 1601, el cosechero, mercader y regidor Pedro Soler contrató la manufactura de 70 pipas con los toneleros Marcos Sánchez, Pedro Hernández y Bernabé González, y se obligó a pagar «por la hechura de cada una pipa… onze reales, dándonos madera, arcos, mimbres y barras y los arcos remozados»67. En 1603, el tonelero Diego González, vecino de La Laguna, declara en descargo de su conciencia y por encon-trarse enfermo, que recibió 12.165 duelas de los mercaderes y cosecheros Pedro de Castro Navarro y Juan de Ascanio, «y se concertó con ellos que le abían de dar por haser cada pipa un ducado»68. En 1604, el almojarife del Puerto de la Cruz, Gaspar Gómez de Acuña, contrató la fábrica de 250 pipas con el tonelero Gaspar Hernández; el almojarife «me a de dar toda la madera e mimbres que para 63 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.243, fols. 853r-854v. 64 La escritura no desglosa los costes por la hechura de las pipas, que hemos estimado según se indica en el cuadro y que constituyen la renta del tonelero, a la que debemos agregar en este caso su parte en el beneficio de la operación. 65 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.229A, fols. 389v-391v. Reproducido en el apéndice documental 1. 66 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.229A, fols. 389v-391v. Reproducido en el apéndice documental 1. 67 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 65, fol. 221v. El 8-08-1601. 68 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 920, fols. 202r-202v. Escritura de 13-07-1603. 1 Fletes, derechos de descarga y otros gastos no indicados. 2 Se ha estimado considerando su coste en 1584 (6 reales). Fuente: AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.243, fols. 853r-854v. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 16 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ las dichas pipas fuere necesario e solo e de poner el trabajo de mis manos e me a de dar por cada una de las dichas pipas seys reales y seys cuartos de hechura»69. En 1612, el tonelero Cristóbal García, vecino de Garachico, se obliga a labrar dos millares de madera de pipas al mercader Juan de Montesdeoca, «poniendo el susodicho la madera e arcos e mimbres e ba-rras e todo lo demás, e las haré cada pipa a presio de ocho reales»70. Finalmente, en un contrato de 1630 el coste de la hechura de cada pipa era de 9 reales71. El mercader vendía las pipas e igual operación realizaban los toneleros que arriesgaban su capital en la compra de la materia prima; de hecho, en la mayor parte de las escrituras notariales de obligación relativas a la compra de pipas, los vendedores eran mercaderes o toneleros. Por consiguiente, de los tres elementos que conforman el precio de la pipa de cargazón —la materia prima, el trabajo del tonelero y el beneficio mercantil—, conocemos el coste de la tonelería en los años mencionados y el precio de la pipa, de modo que faltaría por precisar el beneficio mercantil para poder estimar el valor correspondien-te a la materia prima. Cuadro 4 Componentes principales del precio de la pipa de cargazón Materia prima Tonelero Mercader Años Precios pipa Reales (%) Reales (%) Reales (%) 1577 27,02 13,12 48,5 8,50 31,5 5,40 20,0 1584 26,24 14,99 57,1 6,00 22,9 5,25 20,0 1601 47,14 26,71 56,7 11,00 23,3 9,43 20,0 1603 35,00 17,00 48,6 11,00 31,4 7,00 20,0 1604 34,24 20,64 60,3 6,75 19,7 6,85 20,0 1612 40,71 24,57 60,3 8,00 19,7 8,14 20,0 1630 44,00 26,20 59,5 9,00 20,5 8,80 20,0 Fuente: Véanse las referencias comentadas en el texto. El reparto de las ganancias entre capital y trabajo en nuestro contrato de 1588 sugiere que el beneficio mercantil por pipa era igual al coste de su hechura. Pues bien, la contabilidad de la casa de comercio Cólogan, radicada en el Puerto de la Cruz72, reitera esta conclusión. A finales del siglo xvii, el responsable de la firma importaba la materia prima, que entregaba luego a los toneleros, abonándoles 10 reales por la hechura de cada pipa. Su precio de venta ascendía a 50 reales, siendo su beneficio de 10 reales, esto es, igual al coste de la manufactura (20%), de modo que el valor de la materia prima era de 30 reales (60%). Por consiguiente, si aceptamos que el beneficio mercantil por pipa se mantuvo constante, esto es, fue similar al coste de su hechu-ra, podemos estimar el coste de la materia prima (cf. cuadro 4); en este sentido, se observa un crecimiento a lo largo de la segunda mitad del quinientos, para estancarse luego en torno al 60 por ciento. 69 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 795, roto. 70 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.265, fols. 225v-226r. Contrato de 11-07-1612. 71 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 728, fol. 728r. 72 Sobre la actividad de esta firma, véase Guimerá Ravina (1985). Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 17 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Conclusiones Nuestra serie de precios del vino nuevo en las bodegas de Tenerife, elaborado a partir de la única fuente disponible, la notarial, tiene sus indudables limitaciones, pero su comentario crítico sugiere su bondad estadística y potencial analítico para precisar el proceso de formación y desarrollo de la principal oferta agroexportadora de la historia económica canaria. La colonización comenzó en 1495 y el cons-tante crecimiento de la oferta vinícola durante los siguientes cuatro lustros abarató los precios del vino en el mercado interior. Llegó un momento —década de 1520— en que la continuidad de la expansión vitivinícola requería el acceso al mercado exterior. La oferta vinícola isleña surgió entonces como la más competitiva del mercado vinícola atlántico y ganó consumidores en el mercado indiano. La libertad exportadora llegó en 1549 y comenzó entonces un largo ciclo exportador. Los precios del vino nuevo en bodega permiten conocer este ciclo. Su fase inicial de sostenido cre-cimiento se vio interrumpida por las restricciones regias a la libertad comercial de 1611, que redujeron las exportaciones de vidueños al mercado colonial hispano, único mecanismo que tuvo la oferta vinícola andaluza para poder competir con la isleña. Los vitivinicultores insulares encontraron entonces el modo de soslayar este obstáculo institucional, al tiempo que ampliaron la presencia de sus caldos en el merca-do colonial portugués. Pero este mercado se cerró en 1640, a raíz de la independencia de Portugal, y los vidueños canarios debieron de nuevo encontrar acomodo en el mercado colonial hispano, surgiendo otra vez y con mayor vigor la oposición de los cargadores sevillanos. Nuestro artículo aborda también otro importante coste de la cadena de comercialización de los caldos: el precio de su envase. Como hemos visto, representaba por término medio el 20 por ciento del valor de la pipa encascada (caldo+envase). Y como este envase se fabricaba con materia prima importada, hemos tratado de precisar el coste de esta materia; la conclusión en este apartado, aún provisional, sugiere que suponía el 60 por ciento del precio de la pipa. En resumen, nuestro trabajo ha permitido precisar en todos sus términos el primer segmento de la cadena de comercialización de los caldos canarios del período 1550-1650. Apéndice estadístico Tabla 1 Precios del vino en bodega según la fuente notarial, 1540-1630 (en reales) Precio de la Precio de la Pipas pipa de caldo pipa encascada Añadas Nº ref. vendidas Mn Mx Mp Mn Mx Mp 1544-1545 4 7 47,25 57,75 50,18 67,25 77,75 70,18 1545-1546 12 145 36,46 59,08 51,71 56,46 79,08 71,71 1546-1547 5 56 41,67 55,29 48,38 61,67 75,29 68,38 1547-1548 11 27 31,50 62,50 47,05 51,50 82,50 67,05 1548-1549 12 64 31,50 62,50 51,45 52,50 83,50 72,45 1549-1550 17 325 31,50 52,50 47,58 51,92 72,92 68,00 1550-1551 8 130 41,67 73,50 58,16 61,67 93,50 78,16 1551-1552 6 184 54,69 73,50 67,76 74,69 93,50 87,76 1552-1553 5 198 53,65 80,00 67,66 73,65 100,00 87,66 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 18 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1553-1554 10 93 84,00 131,25 103,21 104,00 151,25 123,21 1554-1555 7 131 83,33 104,00 90,06 103,33 124,50 110,06 1555-1556 6 27 84,00 100,50 88,74 104,00 120,50 108,74 1556-1557 7 29 81,67 99,80 85,00 102,67 120,88 106,00 1557-1558 7 294 61,50 105,00 83,56 81,50 115,50 103,56 1558-1559 5 62 63,50 100,00 77,31 83,50 120,00 97,31 1559-1560 11 46 62,50 105,00 84,89 82,50 125,00 104,89 1560-1561 9 99 52,08 119,75 92,70 74,08 141,75 114,70 1561-1562 8 61 62,50 87,13 75,95 84,50 109,13 97,95 1562-1563 7 44 103,43 114,58 106,48 125,00 136,15 143,19 1563-1564 19 136 83,33 135,42 104,56 105,33 157,42 123,22 1564-1565 6 64 72,92 104,17 74,45 97,92 129,17 99,45 1565-1566 6 38 75,54 93,75 82,51 96,92 115,75 104,51 1566-1567 10 144 78,13 130,21 115,67 99,13 151,21 136,67 1567-1568 15 213 72,92 155,08 99,65 94,92 177,08 121,65 1568-1569 9 123 72,92 150,59 89,06 96,62 174,29 112,76 1569-1570 8 52 70,75 115,50 82,51 93,75 138,50 105,51 1570-1571 13 245 83,33 118,50 107,43 126,00 143,00 132,98 1571-1572 9 54 72,92 156,33 88,55 125,00 176,00 128,70 1572-1573 11 76 104,17 125,00 114,97 127,17 148,00 137,97 1573-1574 8 97 83,33 198,92 159,52 103,16 218,75 179,35 1574-1575 11 190 125,00 208,00 157,84 148,00 231,00 180,84 1575-1576 10 149 121,63 166,67 140,29 156,25 201,29 174,91 1576-1577 21 226 83,33 124,50 107,67 116,33 157,50 140,67 1577-1578 12 47 105,00 140,63 113,97 132,00 167,63 140,97 1578-1579 27 345 72,00 147,00 107,15 97,43 172,43 132,58 1579-1580 17 249 78,68 116,18 88,79 105,50 143,00 115,61 1580-1581 23 330 70,00 126,87 85,60 102,69 159,56 118,29 1581-1582 13 45 100,00 132,00 120,13 133,73 165,73 153,86 1582-1583 16 353 88,54 134,66 113,90 120,54 166,66 145,90 1583-1584 28 335 80,00 167,00 125,39 111,00 198,00 156,39 1584-1585 40 430 84,00 166,67 120,61 110,24 192,91 146,85 1585-1586 21 258 95,00 150,00 125,06 123,40 178,40 153,46 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 19 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1586-1587 15 125 80,00 147,00 115,81 109,15 176,15 144,96 1587-1588 9 69 120,00 176,00 157,33 149,00 205,00 186,33 1588-1589 18 140 105,00 188,87 126,12 136,63 220,00 157,25 1589-1590 14 86 96,00 148,00 115,94 140,00 192,50 159,94 1590-1591 21 680 104,17 165,00 135,26 144,17 205,00 175,26 1591-1592 24 357 110,00 182,29 147,06 152,00 224,30 189,06 1592-1593 20 440 110,00 189,00 134,54 152,00 231,00 176,54 1593-1594 16 134 120,00 158,00 138,56 160,00 198,00 178,56 1594-1595 16 458 116,50 157,00 124,06 159,50 200,00 167,06 1595-1596 13 437 107,50 157,50 136,68 144,50 194,50 173,68 1596-1597 23 311 121,00 224,60 182,37 149,36 253,00 210,73 1597-1598 22 504 140,00 240,00 211,80 175,00 275,00 246,80 1598-1599 25 647 213,68 280,00 238,50 247,00 313,32 271,82 1599-1600 17 163 166,00 266,29 200,63 189,71 290,00 264,83 1600-1601 11 415 137,50 180,00 157,08 171,30 209,00 190,88 1601-1602 13 136 150,00 242,00 203,29 197,14 289,14 259,33 1602-1603 4 124 196,00 235,25 229,42 231,00 270,25 264,42 1603-1604 8 317 196,00 275,00 213,97 231,00 310,00 248,97 1604-1605 15 408 176,00 208,00 184,32 210,00 242,00 218,32 1605-1606 16 313 150,00 259,14 206,66 190,86 300,00 247,52 1606-1607 18 259 170,00 264,00 192,49 210,00 304,00 232,49 1607-1608 21 472 166,00 286,00 221,29 210,00 330,00 265,29 1608-1609 8 222 231,00 303,00 272,47 269,00 341,00 310,47 1909-1610 23 405 180,00 274,50 242,65 208,00 302,50 270,65 1610-1611 13 628 184,00 242,00 223,11 220,00 278,00 259,11 1611-1612 17 611 160,00 264,72 237,35 192,28 297,00 269,63 1612-1613 22 758 160,00 224,00 198,21 200,00 264,00 238,21 1613-1614 18 330 175,00 257,00 223,99 215,00 297,00 263,99 1614-1615 16 389 140,00 261,00 221,84 176,00 297,00 257,84 1615-1616 17 343 170,00 231,00 205,27 203,00 264,00 238,27 1616-1617 20 219 180,00 264,00 193,79 218,00 302,00 231,79 1617-1618 10 221 177,00 226,50 216,65 220,00 269,50 259,65 1618-1619 13 271 171,00 237,00 218,72 209,00 275,00 256,72 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 20 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1619-1620 23 204 212,00 275,00 229,56 245,00 308,00 262,56 1620-1621 13 109 196,18 262,18 230,57 231,00 297,00 265,39 1621-1622 16 342 180,00 264,00 221,52 221,23 305,23 262,75 1622-1623 16 98 150,00 241,60 193,37 205,40 297,00 248,77 1623-1624 12 337 148,00 210,00 176,89 203,50 265,05 231,94 1624-1625 6 110 143,57 200,00 191,92 193,00 249,43 241,35 1625-1626 19 449 150,00 264,00 201,56 192,78 306,78 244,34 1626-1627 17 308 170,00 240,00 218,51 222,00 292,00 270,51 1627-1628 14 962 180,00 241,54 225,74 235,46 297,00 279,88 1628-1629 13 317 164,06 225,00 203,99 220,00 280,94 259,93 1629-1630 5 213 207,00 220,00 214,94 262,00 275,00 269,94 1630-1631 19 277 180,00 283,00 229,26 224,00 327,00 273,26 1631-1632 15 518 212,23 281,33 251,32 250,00 319,00 288,99 1632-1633 4 155 200,00 253,00 230,56 244,00 297,00 274,56 1633-1634 3 64 213,00 270,00 257,66 259,00 316,25 303,66 1634-1635 2 181 200,00 279,50 279,06 250,50 330,00 329,56 Precios: Mn = mínimo; Mx = máximo; Mp = medio ponderado. Fuente: AHPSCT. Protocolos notariales. Elaboración propia. Tabla 2 Precios de la pipa de vino (caldo) en bodega según la fuente notarial, 1505-1650 (en reales) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1505 90,48 1542 46,88 1579 107,15 1616 205,27 1506 85,02 1543 54,69 1580 88,79 1617 193,79 1507 95,24 1544 44,27 1581 85,60 1618 216,65 1508 100,00 1545 50,18 1582 120,13 1619 218,72 1509 71,43 1546 51,71 1583 113,90 1620 229,56 1510 71,43 1547 48,38 1584 125,39 1621 230,57 1511 77,38 1548 47,05 1585 120,61 1622 221,52 1512 80,36 1549 51,45 1586 125,06 1623 193,37 1513 59,52 1550 47,58 1587 115,81 1624 176,89 1514 59,52 1551 58,16 1588 157,33 1625 191,92 1515 68,45 1552 67,76 1589 126,12 1626 201,56 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 21 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1516 77,38 1553 67,66 1590 115,94 1627 218,51 1517 72,93 1554 103,21 1591 135,26 1628 225,74 1518 56,85 1555 90,06 1592 147,06 1629 203,99 1519 60,51 1556 88,74 1593 134,54 1630 214,94 1520 56,55 1557 85,00 1594 138,56 1631 229,26 1521 45,14 1558 83,56 1595 124,06 1632 251,32 1522 62,50 1559 77,31 1596 136,68 1633 230,56 1523 66,00 1560 84,89 1597 182,37 1634 257,66 1524 51,23 1561 92,70 1598 211,80 1635 279,06 1525 51,07 1562 75,95 1599 238,50 1636 280,50 1526 49,58 1563 106,48 1600 200,63 1637 300,00 1527 48,18 1564 104,56 1601 157,08 1638 219,91 1528 41,67 1565 74,45 1602 203,29 1639 229,86 1529 20,83 1566 82,51 1603 229,42 1640 222,45 1530 46,88 1567 115,67 1604 213,97 1641 221,50 1531 67,71 1568 99,65 1605 184,32 1642 234,36 1532 49,48 1569 89,06 1606 206,66 1643 259,38 1533 52,08 1570 82,51 1607 192,49 1644 235,52 1534 46,88 1571 107,43 1608 221,29 1645 165,15 1535 58,19 1572 88,55 1609 272,47 1646 154,62 1536 41,67 1573 114,97 1610 242,65 1647 221,52 1537 36,46 1574 159,52 1611 223,11 1648 270,00 1538 36,46 1575 157,84 1612 237,35 1649 218,52 1539 57,29 1576 140,29 1613 198,21 1650 308,00 1540 39,06 1577 107,67 1614 223,99 1541 39,06 1578 113,97 1615 221,84 Fuente: 1505-1544: Martínez Galindo (1998), pp. 902-903. 1545-1633: Tabla 1 del apéndice estadístico. 1634-1650: AHPSCT. Fonto Lercaro. Libro de cuentas de P. Westerling. Tabla 3 Precio medio ponderado de la pipa de roble con arcos de castaño (en reales de plata) Años Ref. Pipas Pmp Años Ref. Pipas Pmp Años Ref. Pipas Pmp 1546 1 20 10,00 1576 1 30 33,00 1605 2 210 40,86 1547 2 286 9,02 1577 5 1403 27,02 1606 2 150 40,13 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 22 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1548 1578 4 146 25,43 1607 1549 1 15 20,00 1579 2 167 26,82 1608 3 166 37,83 1550 1580 1609 1 7 28,00 1551 1581 5 128 33,73 1610 1 60 36,00 1552 1582 1611 3 467 32,28 1553 1 26 15,75 1583 4 393 30,92 1612 2 28 40,71 1554 1584 4 326 26,24 1613 4 570 40,16 1555 1585 5 351 28,40 1614 3 659 35,15 1556 1 15 21,00 1586 4 235 29,15 1615 6 1645 33,44 1557 1587 1616 3 220 37,73 1558 1 4 20,00 1588 2 32 31,13 1617 4 80 43,75 1559 1589 3 347 44,09 1618 3 225 37,56 1560 1 50 22,00 1590 4 559 40,72 1619 2 104 33,70 1561 1 100 22,00 1591 4 270 42,81 1620 6 280 34,82 1562 2 55 21,57 1592 1 100 41,67 1621 7 214 41,23 1563 1 202 22,00 1593 3 296 39,53 1622 9 363 55,40 1564 1 100 25,00 1594 3 225 43,48 1623 10 254 55,05 1565 3 190 22,47 1595 4 280 36,68 1624 11 201 49,43 1566 2 100 21,00 1596 3 250 28,36 1625 2 90 42,78 1567 1 200 22,00 1597 4 218 35,00 1626 1 94 52,00 1568 6 605 23,75 1598 7 124 33,32 1627 3 96 55,46 1569 3 190 23,00 1599 2 43 23,71 1628 2 267 55,94 1570 3 121 24,50 1600 2 375 33,80 1629 1 40 55,00 1571 6 872 19,67 1601 2 14 47,14 1630 1 14 44,00 1572 2 200 23,00 1602 1631 2 12 37,67 1573 2 121 19,83 1603 1 200 35,00 1632 3 78 44,00 1574 4 618 23,05 1604 4 268 34,24 1633 1 20 46,00 1575 5 290 34,62 Ref. = número de escrituras localizadas. Pipas = número de pipas vendidas. Pmp = precio medio ponderado. Fuente: AHPSCT. Sección protocolos notariales. Años indicados. Fuente: Tabla 1 del apéndice. Tabla 4 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 23 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Precios de la pipa de roble con arcos de castaño, 1546-1650 (en reales de plata) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1546 20,00 1567 22,00 1588 31,13 1609 28,00 1630 44,00 1547 20,00 1568 23,75 1589 44,09 1610 36,00 1631 37,67 1548 20,00 1569 23,00 1590 40,72 1611 32,28 1632 44,00 1549 20,42 1570 24,50 1591 42,81 1612 40,71 1633 46,00 1550 19,26 1571 19,67 1592 41,67 1613 40,16 1634 50,50 1551 19,00 1572 23,00 1593 39,53 1614 35,15 1635 55,00 1552 19,00 1573 19,83 1594 43,48 1615 33,44 1636 59,50 1553 19,00 1574 23,05 1595 36,68 1616 37,73 1637 66,00 1554 22,00 1575 34,62 1596 28,36 1617 43,75 1638 63,00 1555 21,00 1576 33,00 1597 35,00 1618 37,56 1639 60,00 1556 21,00 1577 27,02 1598 33,32 1619 33,70 1640 60,00 1557 20,50 1578 25,43 1599 23,71 1620 34,82 1641 60,00 1558 20,00 1579 26,82 1600 33,80 1621 41,23 1642 44,00 1559 21,00 1580 32,69 1601 47,14 1622 55,40 1643 44,00 1560 22,00 1581 33,73 1602 35,00 1623 55,05 1644 44,00 1561 22,00 1582 32,00 1603 35,00 1624 49,43 1645 44,00 1562 21,57 1583 30,92 1604 34,24 1625 42,78 1646 44,00 1563 22,00 1584 26,24 1605 40,86 1626 52,00 1647 40,00 1564 25,00 1585 28,40 1606 40,13 1627 55,46 1648 40,00 1565 22,47 1586 29,15 1607 44,00 1628 55,94 1649 35,00 1566 21,00 1587 29,00 1608 37,83 1629 55,00 1650 35,00 Tabla 5 Precio de la pipa encascada (caldo+envase), 1546-1650 (en reales) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1546 71,71 1567 136,67 1588 186,33 1609 310,47 1630 269,94 1547 68,38 1568 121,65 1589 157,25 1610 270,65 1631 273,26 1548 67,05 1569 112,76 1590 159,94 1611 259,11 1632 288,99 1549 72,45 1570 105,51 1591 175,26 1612 269,63 1633 274,56 1550 68,00 1571 132,98 1592 189,06 1613 238,21 1634 303,66 1551 78,16 1572 128,70 1593 176,54 1614 263,99 1635 329,56 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 24 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1552 87,76 1573 137,97 1594 178,56 1615 257,84 1636 340,00 1553 87,66 1574 179,35 1595 167,06 1616 238,27 1637 366,00 1554 123,21 1575 180,84 1596 173,68 1617 231,79 1638 282,91 1555 110,06 1576 174,91 1597 210,73 1618 259,65 1639 289,86 1556 108,74 1577 140,67 1598 246,80 1619 256,72 1640 282,45 1557 106,00 1578 140,97 1599 271,82 1620 262,56 1641 281,50 1558 103,56 1579 132,58 1600 264,83 1621 265,39 1642 278,36 1559 97,31 1580 115,61 1601 190,88 1622 262,75 1643 303,38 1560 104,89 1581 118,29 1602 259,33 1623 248,77 1644 279,52 1561 114,70 1582 153,86 1603 264,42 1624 231,94 1645 209,15 1562 97,95 1583 145,90 1604 248,97 1625 241,35 1646 198,62 1563 143,19 1584 156,39 1605 218,32 1626 244,34 1647 261,52 1564 123,22 1585 146,85 1606 247,52 1627 270,51 1648 310,00 1565 99,45 1586 153,46 1607 232,49 1628 279,88 1649 253,52 1566 104,51 1587 144,96 1608 265,29 1629 259,93 1650 343,00 Fuente: Tablas 2 y 3 del apéndice estadístico. Tabla 6 Participación del caldo y del casco en el precio de la pipa encascada, 1546-1650 Años Caldo Casco Años Caldo Casco Años Caldo Casco 1546 72,1 27,9 1581 72,4 27,64 1616 86,1 13,9 1547 70,8 29,2 1582 78,1 21,92 1617 83,6 16,4 1548 70,2 29,8 1583 78,1 21,93 1618 83,4 16,6 1549 71,0 29,0 1584 80,2 19,82 1619 85,2 14,8 1550 70,0 30,0 1585 82,1 17,87 1620 87,4 12,6 1551 74,4 25,6 1586 81,5 18,51 1621 86,9 13,1 1552 77,2 22,8 1587 79,9 20,11 1622 84,3 15,7 1553 77,2 22,8 1588 84,4 15,56 1623 77,7 22,3 1554 83,8 16,2 1589 80,2 19,80 1624 76,3 23,7 1555 81,8 18,2 1590 72,5 27,51 1625 79,5 20,5 1556 81,6 18,4 1591 77,2 22,82 1626 82,5 17,5 1557 80,2 19,8 1592 77,8 22,22 1627 80,8 19,2 1558 80,7 19,3 1593 76,2 23,79 1628 80,7 19,3 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 25 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1559 79,4 20,6 1594 77,6 22,40 1629 78,5 21,5 1560 80,9 19,1 1595 74,3 25,74 1630 79,6 20,4 1561 80,8 19,2 1596 78,7 21,30 1631 83,9 16,1 1562 77,5 22,5 1597 86,5 13,46 1632 87,0 13,0 1563 74,4 25,6 1598 85,8 14,18 1633 84,0 16,0 1564 84,9 15,1 1599 87,7 12,26 1634 84,9 15,1 1565 74,9 25,1 1600 75,8 24,24 1635 84,7 15,3 1566 79,0 21,0 1601 82,3 17,71 1636 82,5 17,5 1567 84,6 15,4 1602 78,4 21,61 1637 82,0 18,0 1568 81,9 18,1 1603 86,8 13,24 1638 77,7 22,3 1569 79,0 21,0 1604 85,9 14,06 1639 79,3 20,7 1570 78,2 21,8 1605 84,4 15,57 1640 78,8 21,2 1571 80,8 19,2 1606 83,5 16,51 1641 78,7 21,3 1572 68,8 31,2 1607 82,8 17,20 1642 84,2 15,8 1573 83,3 16,7 1608 83,4 16,59 1643 85,5 14,5 1574 88,9 11,1 1609 87,8 12,24 1644 84,3 15,7 1575 87,3 12,7 1610 89,7 10,35 1645 79,0 21,0 1576 80,2 19,8 1611 86,1 13,89 1646 77,8 22,2 1577 76,5 23,5 1612 88,0 11,97 1647 84,7 15,3 1578 80,8 19,2 1613 83,2 16,79 1648 87,1 12,9 1579 80,8 19,2 1614 84,8 15,15 1649 86,2 13,8 1580 76,8 23,2 1615 86,0 13,96 1650 89,8 10,2 Fuente: tablas 2 y 3 del apéndice estadístico. 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Título y subtítulo | La economía vinícola de Tenerife. Los precios del vino en bodega, 1505-1650 / The wine economy of the Tenerife island. The prices of the wine in winery, 1505-1650 |
Autor principal | Macias Hernández, Antonio M. |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 61 |
Sección | Historia económica |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas |
Editorial | Cabildo de Gran Canaria |
Fecha | 2015 |
Páginas | p. 170-198 |
Materias | Canarias ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 954951 Bytes |
Texto | Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 1 La economía vinícola de Tenerife. Los precios del vino en bodega, 1505-1650 The wine economy of the Tenerife Island. The prices of the wine in winery, 1505-1650 Antonio M. Macias Hernández* Recibido: 3 de junio de 2014 Aceptado: 15 de junio de 2014 Cómo citar este artículo/Citation: Macias Hernández, A.M. (2015). La economía vinícola de Tenerife. Los precios del vino en bodegas, 1505-1650. Anuario de Estudios Atlánticos, nº 61: 061-010. http:// anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/9310 Resumen: El vino constituyó el primer producto exportador de las Islas Canarias desde mediados del siglo xvi hasta la cuarta década del siglo xix. Fue, pues, la principal riqueza de los insulares y con ella sufragaron las im-portaciones de bienes y servicios. Este artículo se inscribe en una línea de investigación que trata de cuantificar la cadena de valor generada por esta agroindustria. Estudia los inicios del segmento comercial de esta cadena, esto es, los precios del vino en las bodegas de la principal isla productora durante la fase de implantación y primer gran auge de este ciclo exportador. Palabras clave: Historia Económica, Historia Agraria, Economía vitivinícola, Comercio atlántico del vino, Islas Canarias. Abstract: Wine was the main exporting product of the economy of the Canary Islands from mid xvi century to the fourth decade of xix century. It was, of course, the main wealth of the Islanders and with this wealth they sup-ported the imports of goods and services. This article follows a line of investigation that tries to quantify the chain of value generated by this agrarian industry. It studies the beginnings of the commercial segment of this chain, this is, the prices of the wine in the wineries the main producing island during the phase of implantation and first great height of this exporting cycle. Keywords: Economic History, Agrarian History, Wine Economy, Atlantic Wine Commerce, Canary Islands. 1. Introducción La colonización europea del Archipiélago comenzó en propiedad en el último cuarto del siglo XV1. Los principales interesados en el comercio europeo del azúcar, los comerciantes banqueros genoveses, propiciaron la introducción de esta agroindustria a principios de la década de 1480; nuevas técnicas incrementaron su productividad a principios del quinientos2, y la oferta azucarera canaria aumentó su presencia y capacidad competitiva en los mercados del Mediterráneo y del Noroeste europeo durante las tres primeras décadas de aquella centuria. La fuerte vitalidad de esta especialización productiva atrajo de inmediato a nuevas gentes, generó el ahorro necesario para pagar la deuda externa debida a la coloni- * Catedrático de Historia de las Instituciones Económicas. Director del Departamento de Historia de las Instituciones Económicas. Universidad de La Laguna. Campus de Guajara, s/n. 38071. La Laguna. Tenerife. España. Teléfono: +34 922 317 181; correo electrónico: amacias@ull.es 1 Aznar Vallejo (1983); Fernández-Armesto (1983). 2 Macías Hernández (2010). © 2015 Cabildo de Gran Canaria. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional. zación y para financiar el desarrollo de los primeros centros urbanos, y al calor de la demanda agregada interna crecieron las sementeras, las viñas y pomares, así como los primeros talleres y los servicios que requería la naciente colonia. Marinos y mercaderes de diversas procedencias intercambiaban los azú-cares por manufacturas, y como el conquistador y colono indiano exigió el suministro de toda clase de bienes de este lado del Atlántico, los insulares gozaron muy pronto de licencia regia para poder atender con gran provecho esta demanda3. Lo dicho permite sostener que la estrategia productiva agroexportadora que determinó la construc-ción de la economía canaria, diseñada por las fuerzas que impulsaban la expansión ultramarina de la economía europea, cumplió con su función colonizadora. E interesa también subrayar que esta estrategia productiva no acabó una vez finalizado el proceso colonizador. Por el contario, persistió luego y con mayor intensidad si cabe durante los siglos posteriores, de modo que las etapas de bonanza y miseria de los isleños dependieron en buena medida de la fuerza de aquella estrategia para mantener activos sus lazos con el mercado internacional. En efecto. La ruina de los azúcares canarios por la competencia brasileña y antillana llegó a mediados del quinientos. Pero la apuesta de los agentes económicos isleños por vincular su economía al escenario internacional tuvo a partir de ahora un mayor impulso gracias al desarrollo de la estrategia agroexpor-tadora con mayor dimensión espacial y riqueza de la historia económica de las Islas: la vitivinicultura. El viñedo era el cultivo que mejor se adecuaba a las condiciones geoclimáticas de la mayor parte de los suelos insulares, especialmente en el caso de Tenerife4, y su expansión requería menores dosis de capital y trabajo que el cañaveral y su ingenio, de modo que el plantío de cepas, estimulado por la demanda vinícola exterior, estaba al alcance de las disponibilidades financieras de los pequeños y medianos pro-pietarios. En Tenerife, los primeros sarmientos se plantaron en los años 1495-1510, su producción vinícola cubrió en muy poco tiempo la demanda interna, y en 1525 llegó la preceptiva licencia regia para poder exportar los excedentes5. Y como sus consumidores europeos y americanos validaron la calidad y el buen precio de los nuevos caldos, el estímulo de la demanda externa animó las nuevas plantaciones. En 1549 se suprimieron las licencias de exportación y se inició entonces un ciclo exportador vitivinícola que alcanzó su punto álgido en los años centrales del siglo XVII6. Así pues, una nueva fuente de renta, generada otra vez gracias al vínculo con el exterior, potenciaba el crecimiento de la economía canaria. Y frente a los que sostienen el carácter negativo de este vínculo o minusvaloran su alcance, argumentando el carácter periférico y dependiente de la economía insular, en la línea propuesta por I. Wallerstein, cabe citar aquí lo que sugiere el valor franco a bordo de varias cargazones vinícolas a los mercados coloniales durante el período 1500-1600; representaba por término medio el 60 por ciento del importe total exportado, lo que sugiere que igual proporción ocupaba la ri-queza que le correspondía a los insulares7. Este artículo se inscribe en una línea de investigación que trata de cuantificar la cadena de valor generada por esta agroindustria durante su fase de implantación y primer auge (1500-1650). Estudia 3 Peraza de Ayala (1977), pp. 19-21. Los canarios podían exportar al mercado indiano frutos y manufacturas del país, de modo que los puertos insulares fueron la única excepción al régimen de monopolio con las Indias hasta el decreto de libre comercio (1778). Y si bien los envíos de manufacturas extranjeras estaban vedados, el contrabando constituyó una de las principales partidas del comercio canario-americano. Sobre esta cuestión, véase también Morales Padrón (1955). 4 La caña requiere para su adecuado desarrollo terrenos de aluvión, arcillosos y profundos, ricos en cal y nutrientes y próximos al mar, además de temperaturas cálidas y abundante humedad. En el caso del Archipiélago, estas condiciones de suelo y temperatura únicamente se dan en las tierras situadas por debajo de los 300 m de altitud y, sobre todo, en la plataforma costera. Pero la pluviometría aquí es muy escasa, de modo que el desarrollo de la estrategia cañera solo fue posible en las islas con aquel tipo de suelos en la franja litoral, con una floresta que permitía cubrir la fuerte demanda de leña de las calderas de los ingenios, y con un recurso hídrico abundante para poder irrigar los cañaverales, lo que exigió la construcción de la infraestructura hidráu-lica necesaria para conducir las aguas de escorrentía de los barrancos a los plantíos de caña. La disponibilidad de suelos, leña y, sobre todo, del recurso agua y su tecnología, determinaron, pues, el avance del frente colonizador cañero, y está bien claro que estos factores de producción tuvieron una baja incidencia en la expansión vitícola, pues la vid soporta incluso el stress hídrico. Sobre agua y colonización, véase Macías Hernández (2009). 5 Martínez Galindo (1998). Macías Hernández (2007). 6 Béthencourt Massieu (1991). Macías Hernández (2000). 7 Macías Hernández (2014). Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 2 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ los inicios del segmento comercial de esta cadena, esto es, los precios del vino nuevo en las bodegas de su principal isla productora8 y los de su principal envase, la pipa de cargazón, al tiempo que aporta las referencias imprescindibles para avanzar en nuestro conocimiento de una industria que vinculó toda su historia al de la vinicultura: la tonelería. 2. El precio de los caldos Las vendimias en las viñas de Tenerife ocupaban los meses de agosto y septiembre9, y los mostos se encerraban en las bodegas de sus respectivas haciendas. Pero la norma general era trasladarlos desde la bica de los lagares a las bodegas situadas en las inmediaciones de los principales centros urbanos (San Cristóbal de La Laguna, La Orotava) o urbano-portuarios (Garachico, Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife). Téngase en cuenta, además, que las viñas y haciendas de este período de la historia vitiviní-cola de Tenerife bordeaban la franja litoral y que la mayor parte del vino se acarreaba desde la bodega a la playa para su transporte por mar a las bodegas de los centros portuarios. A mediados del mes de noviembre, cosecheros y mercaderes verificaban la calidad de la nueva aña-da, y comenzaba entonces su cadena de comercialización. Por supuesto, esta cadena se había iniciado meses atrás. Los vitivinicultores con problemas de liquidez solicitaban anticipos de dinero y mercancías a los comerciantes de caldos a cambio de la totalidad o parte de su futura cosecha10. Pero era a partir de noviembre, por San Martín, cuando se abrían las bodegas, y desde los toneles de fermentación situados en sus canteros comenzaba a fluir el mejor vino nuevo, el más maduro, sin malos olores ni punta de vi-nagre. Era entonces cuando se trasegaba este caldo con su borra, lías o madre —caso del vino malvasía o de cargazón para el Norte (Europa)— o bien en limpio —caso del vino vidueño o de cargazón para las colonias o para vender en el mercado interior— a un nuevo envase, la pipa de cargazón, equivalente a 487,68 litros11. Así pues, el primer segmento de la cadena de comercialización de los vinos, su contratación en bode-ga, incluía dos costes claramente diferenciados: el valor del caldo y el valor de su envase. Examinemos entonces el primero, que constituía el ingreso bruto de los vitivinicultores, pues los procesos vitícola y vinícola no estaban separados en esta agroindustria12. El Cabildo del municipio-isla —en nuestro caso, de Tenerife— fijaba la postura o tasa del vino nuevo en los meses de noviembre o diciembre de cada año y este precio quedó anotado en las actas municipales13. Ahora bien, se trata del precio oficial de mercado o de taberna del mejor vino nuevo; un precio que, por supuesto, los cosecheros y mercaderes tenían en cuenta a la hora de comercializar los caldos; que los regidores, dueños en su mayor parte de haciendas vitivinícolas, hacían subir por razones 8 Sobre el comercio exterior de vinos de Gran Canaria y La Palma, véanse: Lobo Cabrera (1993) y Torres Santana (2003). 9 Los inicios de la vendimia dependían de la altitud y de la calidad de las elaboraciones. Comenzaba a finales de julio en las viñas de la zona costera destinadas a la elaboración de vino vidueño, y se retrasaba en el caso de las vides de malvasía con objeto de aumentar el contenido en azúcares de sus mostos. Se obtenía así un vino dulce natural de alta graduación y elevada calidad. 10 Los préstamos sobre futuros fueron siempre el sistema crediticio propio de toda especialización agraria, y la viti-vinícola isleña no fue una excepción al respecto. Y aunque disponemos de numerosos contratos de préstamos, firmados por pequeños y medianos propietarios, renteros y medianeros, desconocemos por el momento su grado de importancia económica. 11 La metrología vinícola de Tenerife tuvo su origen en el patrón castellano, la arroba o cántara de Toledo; tenía ocho azumbres y cada azumbre 4 cuartillos, y las estimaciones de la equivalencia actual de la arroba toledana van de 16 a 16,24 litros, según refiere Hamilton (1975), p. 183. Los mejores estudiosos de la metrología insular otorgaron al cuartillo una capacidad de 1,016 litros; 480 cuartillos hacían una pipa de 120 azumbres o de 30 arrobas. Por consiguiente, la arroba insular tenía cuatro azumbres y 16,256 litros. Sobre esta temática, véase González Rodríguez (2011). 12 El mosto se vendía también a la bica de los lagares, y su comprador corría con los costes enológicos. Pero estas cortas ventas, realizadas mediante la modalidad de préstamos sobre futuros, no permiten sostener la separación de ambos procesos, pues los compradores de este mosto eran taberneros, artesanos y otras gentes del mundo urbano que adquirían de este modo el vino que precisaban para sus negocios o para atender la demanda de sus economías familiares. 13 La postura oficial podía oscilar a lo largo del año, en función de la bondad de la añada. Y debo advertir que no siempre se anotó en las actas; en realidad, sólo lo fue a partir de mediados del quinientos y aún así hubo años en que no se hizo constar. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 3 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 de escasez o para mejorar la posición negociadora de los vitivinicultores14. Pero todos sabían que este precio tenía poco que ver con las cotizaciones del vino nuevo en bodega destinado a la exportación, que «compran los mercaderes a los vecinos particulares en sus bodegas y haciendas»15. Cuadro 1 Referencias notariales sobre precios del vino en bodega y pipas vendidas, 1545-1634. Totales quinquenales Quinquenios Escrituras Pipas vendidas Quinquenios Escrituras Pipas vendidas 1545-1549 44 299 1590-1594 95 1.697 1550-1554 46 930 1595-1599 99 2.357 1555-1559 32 543 1600-1604 53 1.155 1560-1564 54 386 1605-1609 78 1.674 1565-1569 46 582 1610-1614 93 2.732 1570-1574 49 524 1615-1619 76 1.443 1575-1579 81 957 1620-1624 80 1.090 1580-1584 97 1.312 1625-1629 69 2.146 1585-1589 103 1.022 1630-1634 46 1.228 Fuente: Tabla 1 del apéndice estadístico. Lo dicho sugiere que las fuentes más adecuadas para conocer los precios del vino nuevo en las bode-gas insulares serían la contabilidad de un gran vitivinicultor o de un destacado mercader de caldos. Sin embargo, carecemos de esta información para este período —excepto para los años 1629-1650, como veremos luego—, de modo que hemos tenido que recurrir a la fuente notarial. Las escrituras de obli-gación o compraventa a crédito del vino nuevo en bodega, tanto del caldo como de la pipa encascada (caldo+envase), permiten reconstruir los precios de este vino nuevo16. Veamos entonces las característi-cas y posibles limitaciones de esta fuente notarial. Hemos encontrado un total de 1.241 escrituras para el período 1545-1634, siendo 22.077 el núme-ro de pipas vendidas, lo que supone un promedio anual de 14 escrituras y 245 pipas (cf. cuadro 1 y gráfico 1). La tabla 1 del apéndice estadístico recoge las referencias anuales, las pipas de vino vendidas y sus precios mínimo, máximo y medio ponderado. La bondad estadística de la serie mejora a partir de 1575 y decae después de 1630, cuando prácticamente desaparece este tipo de contrato de los protocolos; la laguna documental de 1634 a 1650 se ha resuelto gracias a las ventas de vino en bodega anotadas en la contabilidad de un gran cosechero17. 14 Así ocurrió, por ejemplo, en 1617, cuando los ediles elevaron la tasa «por lo mucho que han costado las fábricas de los vinos este año y que se compraba el trigo a quarenta y quatro reales la fanega y los demás sustentos a precios extraordinarios». Archivo Municipal de La Laguna (AMLL). Libro de acuerdos, libro 17, oficio 1, fol. 252. Acuerdo de 20-12-1617. 15 AMLL. Libro de acuerdos, libro 17, oficio 1, fol. 18. Acuerdo de 20-04-1587. 16 Los protocolos se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (en adelante AHPSCT), y se han consultado cientos de legajos, pues no siempre se localiza el número mínimo de referencias anuales que exige la cons-trucción de toda serie de precios. El grueso de la información lo ocupan las bodegas situadas en Garachico, el enclave portuario y mercantil de la principal área vitivinícola de la isla; la segunda área estudiada corresponde a las bodegas de la capital insular y de Santa Cruz de Tenerife, mientras que los precios del vino nuevo de las bodegas del Valle de La Orotava no pueden conocerse por el grave deterioro sufrido por los legajos de las escribanías de esta zona. Y debo añadir que la consulta aún no ha finalizado, especialmente para algunos años; en un próximo estudio publicaremos los datos de estas escrituras y su fuente, y esperamos poder ampliar el número de referencias. 17 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad de Pedro Westerling. Tenía haciendas y bodegas en La Laguna y en La Ram-bla, y la mayor parte de sus caldos eran de malvasía. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 4 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ Nuestras escrituras de obligación o compraventa a crédito del vino nuevo son de dos tipos, atendiendo a la naturaleza socioeconómica de vendedores y compradores, y en todas ellas subyace, obviamente, un tipo de interés a muy corto plazo, aunque de difícil estimación. En la primera, el deudor es el vitivinicul-tor, que recibe dinero y mercancías —normalmente, de seis a cuatro meses antes de la vendimia— a cambio de un volumen de caldos, que debe guardar en su bodega hasta su entrega en la fecha estipulada en el contrato; se trata, por tanto, de una escritura de préstamo sobre futuros, y el tipo de interés de esta operación de crédito a corto plazo corre en favor del prestamista18. En la segunda modalidad de escritura de obligación, el deudor es un mercader de caldos, que se compromete a pagar el importe del vino adquirido a crédito en el plazo fijado en el contrato —por regla general, por Navidad o por Pascua Florida—, de modo que el interés corre en este caso a favor del viti-vinicultor. Las primeras escrituras son muy frecuentes en la etapa anterior a 1550, cuando la estrategia vinícola exportadora aún no se había consolidado y el riesgo mercantil era alto, y tienden a desaparecer luego de 1560, cuando se alcanzó aquel proceso y el vitivinicultor reforzó, por consiguiente, su posición en el mercado vinícola insular. Convendría entonces conocer este tipo de interés para unificar los valores expresados en estas escrituras de obligación, pero esta tarea es imposible por el momento y, además, no afecta, como veremos luego, a la construcción de las series. La segunda nota crítica sobre la bondad estadística de nuestras escrituras de obligación o com-praventa a crédito del vino nuevo en bodega se refiere a la calidad de los caldos vendidos. Como ya se ha dicho, la vinicultura elaboraba por regla general dos clases de vinos: los vidueños o calidad inferior, 18 Los testimonios recogidos para el último cuarto del siglo xvii sugieren un tipo de interés en torno al uno por ciento. Veamos el siguiente ejemplo, tomado de la contabilidad de la firma Cólogan. AHPSCT. Fondo Zarate-Cólogan, libro diario, signatura 194, fol. 419. Asiento de fecha 1-06-1677: «Pedro Bardonas debe 3.284 reales que se los doy en este día en letra de 4.000 reales para Cádiz sobre Duarso Mig y Cía, a pagar en los vinos de D. Juan Riquel, a precio de dos ducados menos que en Los Príncipes, que por la anticipación me a de hazer…, y si por algún accidente no fuera de mi satisfacción [los vinos] me a de bolver el dinero con interés del uno por ciento». La entrega del vino se realizó el 7 de noviembre de 1677, según consta en asiento de esta fecha en el mismo libro, p. 495, de modo que entre la fecha del préstamo y su cancelación habían transcurrido 160 días. Cólogan compró el vino de la hacienda de Los Príncipes a 704 reales la pipa encascada (caldo+envase); si le restamos los dos ducados (22 reales), el precio del vino en la venta anticipada fue de 682 reales. Fuente: Cuadro 1 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 5 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 y los malvasías, de superior calidad y precio. Ocurre, sin embargo, que la fuente notarial no especifica el tipo de caldos vendido en bodega; únicamente y en contadas ocasiones indica que se trata de vino de car-gazón para Indias, que podemos entonces identificar con toda claridad como vino vidueño, mientras que la referencia a vino de cargazón para el Norte, con madre, borra o lía, hace alusión al vino malvasía, mención esta última que aparece en muy pocos contratos y casi todos firmados con posterioridad a 1600. Esta dificultad acerca de la calidad de las elaboraciones no desvirtúa nuestra serie de precios del vino en bodega según la fuente notarial, que debemos considerar por el momento como el precio medio pon-derado de toda la oferta vinícola insular. Los testimonios disponibles sobre la exportación sugieren con bastante solvencia que el primer destino de los caldos canarios fue el mercado colonial hipano-luso, cuyas compras de vidueños subieron de 4.000 pipas en 1550 a más de 20.000 hacia la década de 163019, mientras que las exportaciones de vino malvasía al Norte de Europa tuvieron un corto volumen inicial —de 300 a 600 pipas a finales del siglo xvi—, ascendiendo luego a más de 5.000 pipas en la citada década20. Cabe entonces afirmar que la estructura de la producción vinícola en lo que respecta a sus elaboracio-nes tendió a alterarse durante el período 1550-1650, al adquirir un peso relativo cada vez mayor la pro-ducción de caldos de superior calidad, las malvasías. Pues bien, la creciente divergencia que se observa en las rectas de tendencia de los precios máximos y mínimos obedece, a nuestro juicio, a este cambio en la estructura de las elaboraciones (cf. gráfico 2), y otorga validez, por consiguiente, a nuestra serie de precios medios ponderados para el período 1546-1634. Los precios del vino nuevo en bodega, tomados de la contabilidad de Pedro Westerling y para los años 1634-1650, también se han ponderado. Ahora bien, las haciendas de este cosechero producían vinos de malvasía de varias calidades y destinados a los 19 La exportación al mercado colonial español, tomada de los registros, infravalora la realidad del tráfico, como indica López Cantos (1979). Los coetáneos estimaron una media de 8.000 pipas anuales exportadas en la década de 1560, y un infor-me de 1611 señala el envío de 14.000 pipas a Barlovento y Tierra Firme, a las que habría que agregar las cargadas para Angola y Brasil. 20 Steckley (1980), pp. 335-350. Fuente: Tabla 1 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 6 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ mercados del Noroeste europeo, pues sus compradores son mercaderes ingleses, y aunque la malvasía de inferior calidad o de tercera suerte tenía un valor similar al vidueño de primera clase, debemos mejo-rar en futuros trabajos nuestra información sobre el precio de esta última calidad. Martínez Galindo utilizó la fuente notarial para su estudio de los precios del vino nuevo en bodega de la primera mitad el siglo xvi, y publicó sus valores máximos y mínimos sin mencionar el número de pipas vendidas. Y dado que se refieren en su mayor parte a precios del vino vidueño en bodega por lo dicho más arriba, podemos enlazar su serie de precios medios sin ponderar con nuestros precios medios ponderados. El resultado es una serie de precios del vino nuevo en bodega para el período 1505-1650; una serie que refleja con toda claridad, a nuestro entender, el proceso de formación y desarrollo de la vitivinicultura de Tenerife, la principal isla productora de caldos del Archipiélago (cf. gráfico 3). 2.1. El futuro está en el mercado exterior La construcción de este viñedo comenzó en 1495, esto es, una vez finalizada la conquista de la isla y con los primeros repartimientos de tierras y aguas entre un colonato de mayoritaria procedencia lusita-na21, y su estímulo inmediato fue el mercado interior, abastecido en un primer momento de vinos de la Baja Andalucía y, por supuesto, de caldos de baja calidad y elevado precio (cf. gráfico 3)22. Y aunque no faltaron los años de cosechas deficitarias y corto suministro exterior —así, el cabildo de Tenerife insiste en agosto de 1514 en potenciar el plantío de viñas para que la pipa valga mil maravedíes y no la compren los vecinos como al presente, por cuatro mil maravedíes23—, la oferta equilibró la demanda hacia 1516, cuando los ediles propusieron por primera vez reservar el mercado interior para la producción local24. No obstante, la propuesta no convenía aún a todos, pues si bien favorecía a los productores, su insuficiente oferta provocaba las quejas de los consumidores y de la sacarocracia sin intereses vinícolas por el ele-vado peso del vino en el jornal mixto. La expansión vitivinícola continuó, los precios en bodega del vino nuevo siguieron cayendo —a más de la mitad en 1520 con respecto a su cotización en 1505 (cf. gráfico 3)— y el consenso no fue ya ne-cesario a partir de 151925. La oferta vinícola local comenzó a cubrir la demanda a un precio inferior a la foránea, sobre todo en la década de 1540, cuando el precio del vino en el mercado de Sevilla duplicaba (86 reales/pipa) el de las compras anticipadas de vino nuevo de producción local (45 reales/pipa)26. En resumen, la oferta isleña era más competitiva que la importada desde la década de 1520 debido a la elevada productividad de un viñedo joven en una tierra de reciente roturación, a la preparación tecnológica de sus vitivinicultores y a la pronta presencia de sus vinos en el mercado por la temprana vendimia. Y aunque la calidad, como ocurre en todo vino joven, era discutible —de ahí que los regidores insistieran en la conveniencia de producir vinos bien cocidos—, los consumidores atlánticos estaban dispuestos a comprar con premura los vinos nuevos tan pronto dejaran de hervir en sus cocederos; se tra-taba, además, de vinos blancos, adecuados al paladar de los consumidores de origen andaluz o lusitano, es decir, de los protagonistas de la expansión ultramarina ibérica. Los vitivinicultores insulares podían entonces aspirar con fundamento productivo a la conquista del mercado exterior, desplazando a una oferta andaluza de vinos de inferior calidad que con difi-cultades lograba atender la primera demanda indiana27. Al propio tiempo, podían también hacer no- 21 Martínez Galindo (1998), pp. 28-37; Macías Hernández (2007), pp. 18-19. 22 Así, en Cabildo de 22-12-1516 «se platicó sobre el favor que deben haber los vecinos para que planten muchas vi-ñas;[…] se debía vedar que [el] vino de fuera no se venda en un cierto tiempo para que los vecinos primero vendan sus propios vinos[…], porque […] son buenos y no con horruras y turbios, lo que es en contrario los vinos de Castilla». Véase. Serra Ràfols y Rosa Olivera (1965), p. 40. 23 Cf. nota 21. 24 Serra Ràfols y Rosa Olivera (1965), p. 181. 25 Serra Ràfols y Rosa Olivera (1970), p. 58. 26 Macías Hernández (2007), p. 37. 27 El debate acerca del papel del mercado americano en la expansión de la vitivinicultura andaluza sigue aún abierto. Véase. Iglesias Rodríguez (1995), pp. 64-66; Pérez Camacho (1998), pp. 13-17. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 7 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 tar su presencia en el mercado del Noroeste europeo, y recordemos al respecto que los insulares contaban para este objeto con la red mercantil precisa gracias a las exportaciones azucareras hacia este destino. En síntesis, cabe afirmar que a la altura de 1520, el estímulo institucional que necesi-taba la vitivinicultura de Tenerife para continuar su senda de crecimiento no era la reserva del mer-cado interior, ganada ya por méritos propios, sino facilitarle el libre acceso al mercado internacional. La normativa exportadora regia exigía garantizar el abastecimiento del mercado interior de subsis-tencias y sólo autorizaba la exportación de una parte del excedente, por lo general un tercio, denominado tercio de saca, siendo la autoridad local la encargada de conceder a los productores la licencia de saca. Los vitivinicultores solicitaron entonces la autorización regia para exportar su tercio de saca, y en 1525 la Corona permitió que la autoridad concejil concediera la licencia de exportación28. Pero la licencia del tercio de saca de los caldos tenía poco mérito en un escenario vinculado estre-chamente al comercio internacional. Sus productores estaban siempre dispuestos a exportar cualquier producto que maximizara su valor en términos de bienes y servicios importados. Aplicada esta tesis a un mercado exterior vinícola dominado por la escasez, la conclusión es obvia: los beneficios generados por la venta del vino en el mercado interior eran muy inferiores a los obtenidos de su exportación siempre y cuando concurran demandantes foráneos dispuestos a comprar los caldos a cualquier precio. Y resulta que esta concurrencia actuó casi desde los inicios de la industria vinícola insular. Citemos el avitual-lamiento de las naves que frecuentaban las rutas atlánticas y Portugal fue el primer reino que adquirió vino canario para sus plazas africanas29. Las denuncias sobre la escasez de caldos por la insuficiente cosecha pueden entonces obedecer a su exportación, que comenzaría desde que hubo interesados en ella, es decir, mucho antes de las licencias 28 Morales Padrón (1955), p. 173. 29 Martínez Galindo (1998), pp. 835-836. Fuente: Tabla 2 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 8 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ de saca, y de ahí que los municipios prohibieran la extracción desde que se obtuvo el primer caldo. Los agraciados con las licencias confirman estas sospechas. El municipio autorizaba el embarque del tercio de saca desde la apertura de las bodegas hasta Navi-dad, y cerraba luego la exportación con objeto de garantizar el abastecimiento del mercado interior. Pero los regidores con intereses vitícolas gozaban de prioridad en la concesión de las licencias, mientras la oferta de los pequeños viticultores quedaba para el mercado interno. Además, los regidores obtenían sus licencias de saca después de Navidad, cuando sus caldos estaban bien cocidos y obtenían mejor precio en el mercado exterior, y, por último, las licencias se vendían y compraban «porque muchos de los regi-dores tienen viñas y quieren anticiparse en vender y granjear sus vinos con saca por estar de su mano para ello»30, y «solamente los ricos y poderosos gozan y se aprovechan de la saca y ellos lo sacan todo»31. Los viticultores denunciaron esta corruptela de los privilegiados ante la Corona en 1542 y exigieron un reparto más justo de las licencias. La provisión real de este año otorgó la licencia de un tercio de saca a cada vinicultor, pero el problema persistió porque se mantuvo el plazo de saca y los regidores expor-taban sus caldos fuera de este plazo. En 1545 se solicitó la libertad de exportación, que llegó en 1549; a partir de ahora todo vitivinicultor, rico o pobre, pudo embarcar libremente sus caldos. 2.2. La fase de consolidación y auge del mercado exterior La Naturaleza interrumpió de forma breve este prometedor futuro. La primera enfermedad de la viticultura canaria, la mangla o cochinilla algodonosa de la vid (Planococcus citri)32, importada pro-bablemente en el material vegetal empleado en la génesis de esta viticultura, hizo acto de presencia en sus cultivares hacia la década de 153033, y quince años más tarde se convirtió en una verdadera plaga y en tal modo que, en el caso de las vides de Tenerife, redujo en un cuarto su producción vinícola34. Pero si exceptuamos las denuncias sobre la escasez y los elevados precios de los primeros años de la década de 1550 (cf. gráfico 3), la plaga remitió bien pronto gracias al esfuerzo de los viticultores, y asistimos entonces a una febril expansión vitivinícola, debida principalmente al tirón de la demanda exterior35. La tendencia de los precios medios ponderados del vino nuevo en bodega revela la fuerza de este estímulo externo, y sus oscilaciones anuales tuvieron que ver con las de una oferta que se vio afectada de manera puntual por la sequía, o por la langosta y los vientos cálidos y huracanados, procedentes estos dos males del continente vecino. Es posible también que la peste atlántica, que llegó a los puertos de Tenerife y Gran Canaria36, redujera los cortos envíos que en los años de la pestilencia iban al Noroeste europeo. Ahora bien, si observamos el movimiento general de los precios del vino nuevo en bodega, las únicas graves caídas que reclaman por ahora nuestra atención son las ocurridas entre 1611 y 1626 y luego de 1640. Y como sabemos que los envíos a los mercados del Noroeste europeo no hicieron más que crecer a lo largo de la primera mitad del seiscientos —aunque, por supuesto, hubo algunas interrupciones, debidas únicamente a la enemistad política hispano-inglesa37—, la explicación de este 30 Martínez Galindo (1998), p. 712. 31 Martínez Galindo (1998), p. 725. 32 Insecto homóptero que se alimenta de la savia. Recibió el nombre de mangla y con esta misma denominación se conoce en la actualidad, y también con el de melazo debido al líquido viscoso y dulce que segrega el insecto y que alimenta a su agente difusor, las hormigas, así como a dos hongos saprofitos que afectan también a la vida de la planta. 33 Archivo Catedralicio de la Diócesis Canariense. Libros de actas capitulares, libro 2, fol. 34. Acta de 7-08-1536. 34 Martínez Galindo (1998), pp. 124-125. 35 Conocemos su sostenido crecimiento gracias a la renta decimal del mosto; en términos nominales, subió de una media anual de 322.000 reales en el quinquenio 1550-1554, a 2,5 millones en el decenio 1590-1599, alcanzando los 5,6 millones en la década de 1630. Datos de mi estudio en preparación sobre la producción vinícola insular. 36 Carecemos de registros de entierros que permitan medir con cierta precisión la intensidad de la epidemia. Pero en el apartado demográfico de mi tesis doctoral demostré que dejó su huella en las series de bautizados, es decir, en la caída de los na-cimientos en los años en que alcanzaba la edad reproductiva las generaciones afectadas por la enfermedad. Por su parte, Viera y Clavijo (1971), t. ii, pp. 169-170, menciona su arribada al puerto de Garachico en 1602 y su posterior difusión a partir de este primer contagio, y Anaya Hernández y Arroyo Doreste (1984-1986) aportan valiosos testimonios al respecto. 37 Béthencourt Massieu (1991), pp. 22-23. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 9 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 comportamiento de los precios debemos buscarla en las exportaciones de caldos vidueños a los merca-dos coloniales hispano-lusos, como ya apuntó en su día el profesor Béthencourth38. Veamos la primera. Todos los autores, basándose en testimonios de carácter cualitativo, sugieren la mayor competitividad de los caldos canarios respecto de los andaluces en el mercado colonial hispa-no39, y de ahí la constante ofensiva de los mercaderes de la cabecera del monopolio contra el comercio canario-americano. Una ofensiva cuyo objetivo no era otro que lograr el apoyo institucional regio para poder suprimir la concurrencia de la oferta vinícola isleña en el mercado indiano, lo cual refuerza la tesis de su mayor competitividad frente a la andaluza. Por nuestra parte, hemos localizado numerosas escrituras de cargazones de vinos canarios para los mercados de Tierra Firme cuyos compradores eran comerciantes sevillanos asentados en Sevilla40. Unas operaciones que financiaban con los envíos de mercancías manufacturadas para su venta en el mercado insular41, o mediante contratos de riesgo marítimo cuyos prestamistas eran los propios vitivinicultores isleños42, y no faltan, por último, referencias sobre la arribada de navíos en lastre a los puertos insulares para embarcar vinos canarios al mercado indiano43. En cuanto a las exportaciones de estos caldos a las colonias portuguesas de África y América, los autores achacan su competitividad a la elevada fiscalidad que pesaba sobre las exportaciones de caldos lusos44, y sostienen incluso que la producción doméstica era insuficiente para cubrir la demanda del mercado metropolitano45. Ahora bien, en todo caso, los embarques de caldos canarios a los mercados coloniales lusos comenzaron en fecha muy temprana46, y, por nuestra parte, hemos también localizado cargazones cuyos compradores eran mercaderes asentados en Oporto o Lisboa, siendo su praxis mercan-til similar a la de los mercaderes sevillanos. Lo dicho sugiere, pues, que los caldos canarios eran más competitivos que los andaluces y lusos en los mercados coloniales. Ahora bien, para poder sostener con rigor esta tesis necesitamos conocer la es-tructura de costes de estas cargazones y sus respectivas series de precios del vino nuevo franco a bordo. Y como esta exigencia analítica aún no se ha resuelto, lo único que podemos reiterar son las ventajas de la oferta vinícola isleña. La temporal parece clara, pues era la primera oferta atlántica en estar disponible para su venta en el mercado colonial; agreguemos los bajos costes de comercialización por su proximi-dad al puerto de embarque, y la baja fiscalidad47. Finalmente, otra singular ventaja institucional favorecía a los caldos canarios en sus ventas en el mercado colonial hispano. Accedían a este mercado fuera del régimen de flotas, de modo que cubrían la demanda antes de la llegada de los caldos andaluces. Y significa esto que los dos factores que garanti-zaban las elevadas ganancias del comercio colonial, la escasez y carestía, beneficiaban en primer lugar a los caldos canarios. Las protestas de los cargadores sevillanos dieron su fruto en 1611. A partir de ahora, los vinos ca-narios debían navegar en conserva de las flotas si querían acceder a los mercados de Tierra Firme, y únicamente gozaron de libre acceso y limitado tonelaje a los puertos de La Habana, Campeche, Mara-caibo y La Guaira. Los sevillanos habían, pues, ganado el pulso a los insulares, que protestaron ante la Corte48, argumentando que tales limitaciones arruinarían su economía vinícola y, por extensión, toda la 38 Béthencourt Massieu (1991), pp. 31-40. 39 Chaunu (1955-1690), t. iii, p. 316. Morales Padrón (1955), pp. 178-179. 40 Una muestra de estas cargazones puede verse en Macías Hernández (2014). 41 Macías Hernández (2000). 42 Macías Hernández (en prensa). 43 El fiscal de la Real Audiencia de Canarias sostuvo en 1611 que «an salido de Sevilla onze navíos con muchas botijas vacías para cargar de vinos en esas yslas, las quales hazen tantas toneladas como la flota». Cf. Archivo General de Indias. Escri-banía de Cámara, leg. 948A. El fiscal de la Audiencia de Canarias contra varios vecinos sobre el embarque de vinos sin registrar. 44 Vila Vilar (1977), p. 287. 45 Mauro (1960), p. 357. 46 Mauro (1960). 47 Recordemos que el cargador andaluz debía abonar un arancel del 7%, el derecho consular, el corretaje y la alcabala a la exportación, además de las cartas a su entrada en el mercado indiano, mientras que los caldos insulares abonaban únicamente un 2,5% de salida y otros 2,5% de entrada. Para el caso de las exportaciones portuguesas, se indica un arancel de salida del 23%. 48 Peraza de Ayala (1977), pp. 86-87. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 10 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ economía del país, pues la especialización productiva vitivinícola articulaba toda la potencialidad pro-ductiva del Archipiélago49. Todo fue en vano; el marco institucional no atendió las quejas de los insulares, las exportaciones de caldos vidueños se resintieron y perdieron empuje sus precios luego de 1611. Pero si algo distingue el aliento mercantil atlántico de los isleños es su capacidad para mejorar su suerte; y dado que el alivio a ella no estaba en la Corte, lo buscaron en el terreno de la economía. Construyeron una red mercantil para poder acceder de manera ilegal al mercado vinícola de Tierra Firme desde los puertos de su permisión indiana, e incrementaron los envíos de vidueños al mercado colonial lusitano. Esta estrategia dio sus frutos a media-dos de la década de 1620; porque, de un lado, las quejas de los cargadores sevillanos persistieron, así como su contratación de caldos canarios incluso para navegar en conserva de las flotas, mientras que el estudio de la comercialización de los caldos mediante el riesgo marítimo revela que el mercado colonial lusitano, especialmente el brasileño, absorbía el 67 por ciento de las exportaciones50. Estamos ahora en condiciones de comprender la segunda caída de los precios del vino nuevo en bodega (calidad vidueño), ocurrida luego de 1640. La independencia de Portugal supuso la pérdida del principal mercado de los vidueños canarios. La nueva corona lusa impuso fuertes aranceles a la entrada de estos vi-nos en sus colonias con el fin de favorecer la expansión de la vitivinicultura en Madeira y en el continente51, y el golpe de gracia llegó con el monopolio, es decir, con la creación de la Compañía General del Brasil en 1649. A partir de ahora, las exportaciones canarias de vidueños debían ampliar su presencia en el mercado colonial hispano, lo que provocó de nuevo la oposición de los cargadores sevillanos52. 3. El precio de la pipa de cargazón El precio del envase o pipa de cargazón era el segundo coste del primer segmento de la cadena de comercialización vinícola. Este segundo coste, que recaía en el cosechero en el caso de que vendiera el caldo con su envase, o bien en el mercader que adquiría el caldo en su bodega, debemos precisarlo con todo detalle por tres razones principales: a) el único ingreso bruto del vitivinicultor isleño era el valor de su caldo; b) la construcción de la pipa de cargazón, así como del resto de los envases vinícolas (toneles, botas, barriles, medias pipas, cuarterolas), propició el desarrollo de la tonelería insular; y c) como la materia prima empleada en esta manufactura era toda ella importada, el único valor añadido generado por la economía vitivinícola isleña en este apartado fue la renta bruta de los toneleros. Durante la fase de despegue de esta economía, los bodegueros y mercaderes aprovecharon los enva-ses de los vinos importados —la mayor parte, de la vinicultura andaluza53—, al tiempo que los bosques de monteverde o laurisilva proporcionaron la madera necesaria para fabricar los nuevos envases que requerían las labores enológicas y la comercialización de los vinos en el mercado interno. Las duelas se construían con madera de loro (Laurus novocanariensis) y los arcos con varas de follado (Viburnum rigidum), de modo que la única materia prima que importó la economía vitivinícola insular fue el yeso, utilizado durante el proceso de vinificación. Ahora bien, esta tonelería con materia prima local no duró mucho tiempo. Los fundadores de la econo-mía vitivinícola isleña eran originarios en su mayor parte de los centros vitivinícolas de Oporto y de la Baja Andalucía54. Se habían formado, por tanto, en el seno de un sector vitivinícola luso y andaluz vinculado desde principios del siglo xv al menos a los mercados vinícolas del Noroeste europeo, y conocían muy bien que la apuesta por la calidad en la elaboración, conservación y venta de los caldos exigía fabricar las duelas de toneles, botas y pipas con madera de roble, y los arcos con varas de castaño o de avellano. 49 Macías Hernández (2001). 50 Macías Hernández (en prensa). 51 Mauro (1960), p. 357; Vila Vilar (1977), p. 293. 52 Peraza de Ayala (1977). 53 Martínez Galindo (1998), pp. 186-187. 54 Macías Hernández (2007), pp. 18-19. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 11 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Cuadro 2 Escrituras notariales sobre las ventas de pipas de roble con arcos de castaño, 1560-1633. Totales quinquenales Quinquenios Escrituras Pipas vendidas Quinquenios Escrituras Pipas vendidas 1560-1564 6 507 1600-1604 9 857 1565-1569 15 647 1605-1609 8 533 1570-1574 17 1.932 1610-1614 13 1.784 1575-1579 17 2.036 1605-1619 18 2.274 1580-1584 13 847 1620-1624 43 1.312 1585-1589 14 965 1625-1629 9 587 1590-1594 15 1.450 1630-1633 7 124 1595-1599 20 915 Totales 224 16.770 Fuente: tabla 3 del apéndice estadístico. Elaboración propia. Los vitivinicultores pronto comprobaron que la madera local no favorecía el buen quehacer enológi-co, de modo que a medida que se afianzaba una estrategia productiva vitivinícola competitiva, de calidad y ligada al mercado exterior, crecía la importación de aquella materia prima, procedente de Galicia, de la fachada norte peninsular y, por último, de Flandes. Y como aquella estrategia se consolidó a mediados del quinientos, como veremos luego, puede afirmarse con toda solvencia que desde esta fecha la totali-dad de los envases se construían con materia prima importada55. ¿Cómo podemos precisar el precio de la pipa de cargazón para el período 1550-1650? Carecemos de fuentes directas, esto es, de libros de contabilidad referidos a la industria tonelera; y carecemos tam-bién de contabilidad agrícola o comercial con referencias a la tonelería —únicamente para unos pocos años, como luego indicaremos—, de modo que hemos tenido que recurrir de nuevo a las obligaciones de compraventa a crédito de los protocolos notariales56. Mediante esta escritura pública, el cosechero o mercader adquiría al tonelero un determinado número de pipas, obligándose a satisfacer su importe en el momento de su entrega o bien en la fecha estipulada en el contrato. Hemos encontrado un total de 231 escrituras para el período 1546-1634, siendo 17.774 el número de pipas vendidas. La tabla 3 del apéndice estadístico recoge las referencias anuales, las pipas vendidas y su precio medio ponderado en los casos en que se han encontrado dos o más cotizaciones. El escaso número de referencias para la década de 1550 se ha resuelto mediante interpolación o bien considerando que la diferencia entre el precio medio ponderado del caldo de una pipa y el precio medio ponderado de la pipa encascada (caldo+envase) representaba el precio del envase57. La bondad estadística de la serie mejora luego de 1560 (cf. cuadro 2 y gráfico 4), dado el número de escrituras localizadas y de pipas vendidas, y la carencia de información notarial para los años 1634-1650 se ha solventado mediante las compras de pipas anotadas en la contabilidad de un gran cosechero58. El gráfico 5 y la tabla 4 del apéndice estadístico resume nuestras estimaciones. El precio de la pipa 55 Lo dicho no niega que se construyeran envases con madera local con posterioridad a esta fecha, pero las referencias al respecto son meramente testimoniales. 56 Los protocolos consultados se encuentran, como ya se ha dicho, en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. 57 Hemos calculado así los precios de los años 1580, 1582, 1587, 1602 y 1607, pues no hemos hallado obligaciones nota-riales de venta de pipas, a pesar de haber consultado la mayor parte de los protocolos conservados de estos años. 58 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 12 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ Fuente: Tabla 4 del apéndice estadístico Fuente: Cuadro 2 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 13 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 de roble con arcos de castaño o de avellano, es decir, de la pipa de cargazón o de embarque, experi-mentó un alza continuada durante el período 1546-1650. Pero importan también los matices, aunque su explicación sea bastante compleja. La tendencia, inicialmente moderada, ganó un fuerte ritmo alcista entre 1575 y 1590, y cabe interpretar estos años como los de consolidación de la nueva tonelería, que estaría motivada por la gran demanda de pipas como consecuencia del auge de la exportación vinícola, especialmente de vidueños al mercado colonial luso-hispano59. Se observa luego una sensible caída del precio de la pipa de roble (1590-1598), una ligera recuper-ación (1599-1604), y una estabilidad hasta finales de la década de 1610. Y caben aquí dos explicaciones. La primera guardaría relación con el volumen exportador; el comportamiento de los precios de la pipa de cargazón tendría que ver con una oferta tonelera que cubría sin restricción alguna la demanda de cosecheros y exportadores. La estabilidad de la década de 1610 se relacionaría con una oferta de pipas que no encontró salida por las dificultades del comercio exterior vinícola. Los precios retomaron su tendencia alcista en 1621 hasta alcanzar su máxima cotización en 1637; un comportamiento que no podemos aclarar por el momento, pero que podría obedecer al incremento de los costes, especialmente de la materia prima60, o bien a un posible desajuste entre la oferta de pipas y su demanda por parte de cosecheros y exportadores, ante el nuevo crecimiento del volumen exportador, pues fue en las décadas de 1620 y 1630 cuando aumentaron los envíos de vino malvasía a los mercados del Noroeste europeo, al tiempo que se recuperaron los envíos a los mercados coloniales. Finalmente, la caída de los precios de la pipa de cargazón en la década de 1640 obedece a la ruina total de las exporta-ciones a las colonias lusas como consecuencia de la independencia de Portugal. 59 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling.. 60 AHPSCT. Fondo Lercaro. Contabilidad agrícola de Pedro Westerling.. Fuente: Tabla 6 del apéndice estadístico Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 14 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 4. Los precios del caldo y del envase: la pipa encascada Interesa ahora medir el peso relativo correspondiente al caldo y al casco en el valor de la pipa encascada (caldo+envase), al menos para el período 1546-1650, con objeto de determinar el significado económico del envase para bodegueros y comerciantes de vinos. Por término medio, el caldo suponía el 80 por ciento y el resto concernía al casco (cf. tabla 6 del apéndice y gráfico 6); esta última proporción era, obviamente, inferior en el caso del valor de la pipa encascada de vino malvasía, dado el elevado precio de su caldo respecto del caldo vidueño. Por consiguiente, a medida que aquella primera elaboración ganó posiciones en el volumen exportado, descendió la proporción debida al envase en favor de la cor-respondiente al caldo en el precio de la pipa encascada; una creciente divergencia que se ve reflejada en las respectivas tendencias (cf. gráfico 6). Ahora bien, en todo caso, está claro que el precio de los envases constituía un coste importante para la vitivinicultura insular, y más aún si consideramos que su fábrica exigía la importación de la materia prima. 5. La tonelería: el coste de la materia prima El precio de la pipa de cargazón consta de tres elementos principales: el coste de su materia prima importada (madera de roble y arcos de castaño o de avellano), el trabajo del tonelero y el beneficio mer-cantil. Y como ya hemos indicado, es preciso calcular el valor de esta materia prima, por cuanto era un coste para la economía insular, quedando únicamente en la tierra el trabajo de los toneleros. Ocurre, sin embargo, que las escrituras notariales de obligación sobre la venta de esta materia prima no son repre-sentativas; además, mencionan únicamente la compraventa de millares de madera de roble o de fejes de arcos de castaño o de avellano y sus respectivas cotizaciones, y no indican el número de pipas que pue-den hacerse con estos materiales ni el coste de su fábrica61. Deberíamos entonces asumir el riesgo que supone estimar aquel número para poder precisar luego el coste de dicha materia en el valor conocido de la pipa, y quedaría pendiente conocer el ingreso de los toneleros. Los contratos notariales de obligación que evitan aquel riesgo y solventan esta laguna son los que se re-fieren expresamente a la manufactura tonelera. Se trataba de una industria que contaba, como en la mayor parte de la manufactura, con dos socios principales: el mercader (capital) y el tonelero (trabajo), y debemos aquí señalar el origen lusitano de la totalidad de los toneleros que hemos encontrado en nuestra consulta de los protocolos notariales. Ahora bien, en los inicios de esta actividad y debido quizás al carácter arriesgado de la misma por la cortedad de la demanda, el socio tonelero aportó algo más que su oficio, pues abundan los contratos de encomienda, con ganancias y riesgos de la operación mercantil-manufacturera se repartían entre ambos socios según la costumbre vigente en este tipo de contratos. Hemos localizado únicamente dos. El primero fue firmado en Garachico por el mercader Antonio de Villalpando y el tonelero Diego González en 1584. El socio viajero fue en este caso el mercader; se comprometía a enviar desde los puertos de Galicia y Asturias treinta millares de madera de pipas a la consignación del segundo, que debía abonar los costes de fletes, derechos y descarga, costear los mim-bres y otras materias, y labrar las pipas, percibiendo «seys reales de hechura de cada pipa»62. El segundo contrato fue firmado en Sevilla en 1588 entre el comerciante Juan de Molina, vecino de esta ciudad, y el tonelero Melchor González, vecino del puerto de Garachico. El socio capitalista entre-gó al tonelero 4.950 reales para que viajara a Galicia y comprara madera «para traer e labrar pipas en 61 Sólo disponemos de una referencia sobre el precio de la madera y el número de pipas. El 19 de junio de 1565, el mer-cader Sebastián de Villalpando, natural de Medina de Rioseco y residente en Garachico, se obliga a entregar a los toneleros Pedro Bravo y Luis Hernández, vecinos ambos de este lugar, «la madera de carballo que haga cien pipas, que a de ser madera cruda, […] por rasón de cien doblas de oro que por compra de ella me dice pagó». El valor de la madera cruda por pipa sería en este año de 1565 de 10,5 reales de plata, y como el precio de venta de la pipa fue de 22,47 reales (cf. cuadro 1), el coste de la madera suponía el 47,7 por ciento del precio de la pipa. AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.055, fol. 565r. 62 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.237, fols. 1.011r-1.012r. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 15 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 el puerto de Garachico»63. El socio sevillano falleció y en 1590 su sobrino, Francisco de Molina, resi-dente en Las Palmas (Gran Canaria), se trasladó a Garachico para liquidar las cuentas de la operación. Cuadro 3 Costes, ingresos y beneficios de la tonelería en 1588 (en reales) Costes Ingresos Costes Importe (%) Pipas Precio Importe Madera importada 4.950 30,2 250 38 9.500 Otros costes1 8.162 50,0 288 44 12.672 Hechura2 3.228 19,8 538 22.172 Totales 16.340 100,0 Beneficios 5.832 El tonelero fabricó 538 pipas con la madera importada; 250 se vendieron a 38 reales y el resto (288 pipas) a 44 reales, de modo que el ingreso bruto de la operación fue de 22.172 reales (cf. cuadro 3). Y como el principal (4.950 reales) y los demás costes, incluyendo la hechura, sumaron 16.340 reales, la ganancia neta fue de 5.832 reales (35,7%), correspondiendo dos tercios a Molina (3.888 reales) y un tercio al tonelero (1.944 reales)64. Y como este último debió cobrar la hechura de las pipas, que hemos estimado en 3.288 reales y representa el 20 por ciento de los costes (cf. cuadro 3), cabe concluir que capital y trabajo se repartieron a partes iguales el beneficio neto de la operación. Ahora bien, el modelo de asociación de capital y trabajo en la manufactura tonelera insular se conso-lidó bien pronto. La clase mercantil importaba la materia prima, que entregaba a los toneleros, quienes se obligaban a construir las pipas en un determinado plazo, recibiendo como salario un estipendio por pipa. El contrato de tonelería suscrito el 14 de mayo de 1577 entre el comerciante Melchor Luis y el tonelero Antonio Gaspar, naturales ambos de la ciudad de Oporto y residentes en Tenerife, ejemplifica esta asociación, que sabemos se mantuvo vigente hasta el final del proceso vinícola insular65. El merca-der entregó al tonelero «trese millares de madera de duelas de pipas, con sus fondos y arcos de castaño e mymbres, todo lo que obiere menester y fuere necesario para labrar e dar fechas pipas de la marca de esta ysla, pipas buenas e bien fechas de dar e de recibir entre oficiales y mercaderes»66. El artesano debía comenzar la obra desde la fecha del contrato, no abandonarla hasta su terminación, y Melchor Luis se obligaba a pagarle por su trabajo 8,5 reales por pipa. En 1601, el cosechero, mercader y regidor Pedro Soler contrató la manufactura de 70 pipas con los toneleros Marcos Sánchez, Pedro Hernández y Bernabé González, y se obligó a pagar «por la hechura de cada una pipa… onze reales, dándonos madera, arcos, mimbres y barras y los arcos remozados»67. En 1603, el tonelero Diego González, vecino de La Laguna, declara en descargo de su conciencia y por encon-trarse enfermo, que recibió 12.165 duelas de los mercaderes y cosecheros Pedro de Castro Navarro y Juan de Ascanio, «y se concertó con ellos que le abían de dar por haser cada pipa un ducado»68. En 1604, el almojarife del Puerto de la Cruz, Gaspar Gómez de Acuña, contrató la fábrica de 250 pipas con el tonelero Gaspar Hernández; el almojarife «me a de dar toda la madera e mimbres que para 63 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.243, fols. 853r-854v. 64 La escritura no desglosa los costes por la hechura de las pipas, que hemos estimado según se indica en el cuadro y que constituyen la renta del tonelero, a la que debemos agregar en este caso su parte en el beneficio de la operación. 65 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.229A, fols. 389v-391v. Reproducido en el apéndice documental 1. 66 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.229A, fols. 389v-391v. Reproducido en el apéndice documental 1. 67 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 65, fol. 221v. El 8-08-1601. 68 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 920, fols. 202r-202v. Escritura de 13-07-1603. 1 Fletes, derechos de descarga y otros gastos no indicados. 2 Se ha estimado considerando su coste en 1584 (6 reales). Fuente: AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.243, fols. 853r-854v. Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 16 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ las dichas pipas fuere necesario e solo e de poner el trabajo de mis manos e me a de dar por cada una de las dichas pipas seys reales y seys cuartos de hechura»69. En 1612, el tonelero Cristóbal García, vecino de Garachico, se obliga a labrar dos millares de madera de pipas al mercader Juan de Montesdeoca, «poniendo el susodicho la madera e arcos e mimbres e ba-rras e todo lo demás, e las haré cada pipa a presio de ocho reales»70. Finalmente, en un contrato de 1630 el coste de la hechura de cada pipa era de 9 reales71. El mercader vendía las pipas e igual operación realizaban los toneleros que arriesgaban su capital en la compra de la materia prima; de hecho, en la mayor parte de las escrituras notariales de obligación relativas a la compra de pipas, los vendedores eran mercaderes o toneleros. Por consiguiente, de los tres elementos que conforman el precio de la pipa de cargazón —la materia prima, el trabajo del tonelero y el beneficio mercantil—, conocemos el coste de la tonelería en los años mencionados y el precio de la pipa, de modo que faltaría por precisar el beneficio mercantil para poder estimar el valor correspondien-te a la materia prima. Cuadro 4 Componentes principales del precio de la pipa de cargazón Materia prima Tonelero Mercader Años Precios pipa Reales (%) Reales (%) Reales (%) 1577 27,02 13,12 48,5 8,50 31,5 5,40 20,0 1584 26,24 14,99 57,1 6,00 22,9 5,25 20,0 1601 47,14 26,71 56,7 11,00 23,3 9,43 20,0 1603 35,00 17,00 48,6 11,00 31,4 7,00 20,0 1604 34,24 20,64 60,3 6,75 19,7 6,85 20,0 1612 40,71 24,57 60,3 8,00 19,7 8,14 20,0 1630 44,00 26,20 59,5 9,00 20,5 8,80 20,0 Fuente: Véanse las referencias comentadas en el texto. El reparto de las ganancias entre capital y trabajo en nuestro contrato de 1588 sugiere que el beneficio mercantil por pipa era igual al coste de su hechura. Pues bien, la contabilidad de la casa de comercio Cólogan, radicada en el Puerto de la Cruz72, reitera esta conclusión. A finales del siglo xvii, el responsable de la firma importaba la materia prima, que entregaba luego a los toneleros, abonándoles 10 reales por la hechura de cada pipa. Su precio de venta ascendía a 50 reales, siendo su beneficio de 10 reales, esto es, igual al coste de la manufactura (20%), de modo que el valor de la materia prima era de 30 reales (60%). Por consiguiente, si aceptamos que el beneficio mercantil por pipa se mantuvo constante, esto es, fue similar al coste de su hechu-ra, podemos estimar el coste de la materia prima (cf. cuadro 4); en este sentido, se observa un crecimiento a lo largo de la segunda mitad del quinientos, para estancarse luego en torno al 60 por ciento. 69 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 795, roto. 70 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 2.265, fols. 225v-226r. Contrato de 11-07-1612. 71 AHPSCT. Protocolos notariales, leg. 728, fol. 728r. 72 Sobre la actividad de esta firma, véase Guimerá Ravina (1985). Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 17 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Conclusiones Nuestra serie de precios del vino nuevo en las bodegas de Tenerife, elaborado a partir de la única fuente disponible, la notarial, tiene sus indudables limitaciones, pero su comentario crítico sugiere su bondad estadística y potencial analítico para precisar el proceso de formación y desarrollo de la principal oferta agroexportadora de la historia económica canaria. La colonización comenzó en 1495 y el cons-tante crecimiento de la oferta vinícola durante los siguientes cuatro lustros abarató los precios del vino en el mercado interior. Llegó un momento —década de 1520— en que la continuidad de la expansión vitivinícola requería el acceso al mercado exterior. La oferta vinícola isleña surgió entonces como la más competitiva del mercado vinícola atlántico y ganó consumidores en el mercado indiano. La libertad exportadora llegó en 1549 y comenzó entonces un largo ciclo exportador. Los precios del vino nuevo en bodega permiten conocer este ciclo. Su fase inicial de sostenido cre-cimiento se vio interrumpida por las restricciones regias a la libertad comercial de 1611, que redujeron las exportaciones de vidueños al mercado colonial hispano, único mecanismo que tuvo la oferta vinícola andaluza para poder competir con la isleña. Los vitivinicultores insulares encontraron entonces el modo de soslayar este obstáculo institucional, al tiempo que ampliaron la presencia de sus caldos en el merca-do colonial portugués. Pero este mercado se cerró en 1640, a raíz de la independencia de Portugal, y los vidueños canarios debieron de nuevo encontrar acomodo en el mercado colonial hispano, surgiendo otra vez y con mayor vigor la oposición de los cargadores sevillanos. Nuestro artículo aborda también otro importante coste de la cadena de comercialización de los caldos: el precio de su envase. Como hemos visto, representaba por término medio el 20 por ciento del valor de la pipa encascada (caldo+envase). Y como este envase se fabricaba con materia prima importada, hemos tratado de precisar el coste de esta materia; la conclusión en este apartado, aún provisional, sugiere que suponía el 60 por ciento del precio de la pipa. En resumen, nuestro trabajo ha permitido precisar en todos sus términos el primer segmento de la cadena de comercialización de los caldos canarios del período 1550-1650. Apéndice estadístico Tabla 1 Precios del vino en bodega según la fuente notarial, 1540-1630 (en reales) Precio de la Precio de la Pipas pipa de caldo pipa encascada Añadas Nº ref. vendidas Mn Mx Mp Mn Mx Mp 1544-1545 4 7 47,25 57,75 50,18 67,25 77,75 70,18 1545-1546 12 145 36,46 59,08 51,71 56,46 79,08 71,71 1546-1547 5 56 41,67 55,29 48,38 61,67 75,29 68,38 1547-1548 11 27 31,50 62,50 47,05 51,50 82,50 67,05 1548-1549 12 64 31,50 62,50 51,45 52,50 83,50 72,45 1549-1550 17 325 31,50 52,50 47,58 51,92 72,92 68,00 1550-1551 8 130 41,67 73,50 58,16 61,67 93,50 78,16 1551-1552 6 184 54,69 73,50 67,76 74,69 93,50 87,76 1552-1553 5 198 53,65 80,00 67,66 73,65 100,00 87,66 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 18 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1553-1554 10 93 84,00 131,25 103,21 104,00 151,25 123,21 1554-1555 7 131 83,33 104,00 90,06 103,33 124,50 110,06 1555-1556 6 27 84,00 100,50 88,74 104,00 120,50 108,74 1556-1557 7 29 81,67 99,80 85,00 102,67 120,88 106,00 1557-1558 7 294 61,50 105,00 83,56 81,50 115,50 103,56 1558-1559 5 62 63,50 100,00 77,31 83,50 120,00 97,31 1559-1560 11 46 62,50 105,00 84,89 82,50 125,00 104,89 1560-1561 9 99 52,08 119,75 92,70 74,08 141,75 114,70 1561-1562 8 61 62,50 87,13 75,95 84,50 109,13 97,95 1562-1563 7 44 103,43 114,58 106,48 125,00 136,15 143,19 1563-1564 19 136 83,33 135,42 104,56 105,33 157,42 123,22 1564-1565 6 64 72,92 104,17 74,45 97,92 129,17 99,45 1565-1566 6 38 75,54 93,75 82,51 96,92 115,75 104,51 1566-1567 10 144 78,13 130,21 115,67 99,13 151,21 136,67 1567-1568 15 213 72,92 155,08 99,65 94,92 177,08 121,65 1568-1569 9 123 72,92 150,59 89,06 96,62 174,29 112,76 1569-1570 8 52 70,75 115,50 82,51 93,75 138,50 105,51 1570-1571 13 245 83,33 118,50 107,43 126,00 143,00 132,98 1571-1572 9 54 72,92 156,33 88,55 125,00 176,00 128,70 1572-1573 11 76 104,17 125,00 114,97 127,17 148,00 137,97 1573-1574 8 97 83,33 198,92 159,52 103,16 218,75 179,35 1574-1575 11 190 125,00 208,00 157,84 148,00 231,00 180,84 1575-1576 10 149 121,63 166,67 140,29 156,25 201,29 174,91 1576-1577 21 226 83,33 124,50 107,67 116,33 157,50 140,67 1577-1578 12 47 105,00 140,63 113,97 132,00 167,63 140,97 1578-1579 27 345 72,00 147,00 107,15 97,43 172,43 132,58 1579-1580 17 249 78,68 116,18 88,79 105,50 143,00 115,61 1580-1581 23 330 70,00 126,87 85,60 102,69 159,56 118,29 1581-1582 13 45 100,00 132,00 120,13 133,73 165,73 153,86 1582-1583 16 353 88,54 134,66 113,90 120,54 166,66 145,90 1583-1584 28 335 80,00 167,00 125,39 111,00 198,00 156,39 1584-1585 40 430 84,00 166,67 120,61 110,24 192,91 146,85 1585-1586 21 258 95,00 150,00 125,06 123,40 178,40 153,46 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 19 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1586-1587 15 125 80,00 147,00 115,81 109,15 176,15 144,96 1587-1588 9 69 120,00 176,00 157,33 149,00 205,00 186,33 1588-1589 18 140 105,00 188,87 126,12 136,63 220,00 157,25 1589-1590 14 86 96,00 148,00 115,94 140,00 192,50 159,94 1590-1591 21 680 104,17 165,00 135,26 144,17 205,00 175,26 1591-1592 24 357 110,00 182,29 147,06 152,00 224,30 189,06 1592-1593 20 440 110,00 189,00 134,54 152,00 231,00 176,54 1593-1594 16 134 120,00 158,00 138,56 160,00 198,00 178,56 1594-1595 16 458 116,50 157,00 124,06 159,50 200,00 167,06 1595-1596 13 437 107,50 157,50 136,68 144,50 194,50 173,68 1596-1597 23 311 121,00 224,60 182,37 149,36 253,00 210,73 1597-1598 22 504 140,00 240,00 211,80 175,00 275,00 246,80 1598-1599 25 647 213,68 280,00 238,50 247,00 313,32 271,82 1599-1600 17 163 166,00 266,29 200,63 189,71 290,00 264,83 1600-1601 11 415 137,50 180,00 157,08 171,30 209,00 190,88 1601-1602 13 136 150,00 242,00 203,29 197,14 289,14 259,33 1602-1603 4 124 196,00 235,25 229,42 231,00 270,25 264,42 1603-1604 8 317 196,00 275,00 213,97 231,00 310,00 248,97 1604-1605 15 408 176,00 208,00 184,32 210,00 242,00 218,32 1605-1606 16 313 150,00 259,14 206,66 190,86 300,00 247,52 1606-1607 18 259 170,00 264,00 192,49 210,00 304,00 232,49 1607-1608 21 472 166,00 286,00 221,29 210,00 330,00 265,29 1608-1609 8 222 231,00 303,00 272,47 269,00 341,00 310,47 1909-1610 23 405 180,00 274,50 242,65 208,00 302,50 270,65 1610-1611 13 628 184,00 242,00 223,11 220,00 278,00 259,11 1611-1612 17 611 160,00 264,72 237,35 192,28 297,00 269,63 1612-1613 22 758 160,00 224,00 198,21 200,00 264,00 238,21 1613-1614 18 330 175,00 257,00 223,99 215,00 297,00 263,99 1614-1615 16 389 140,00 261,00 221,84 176,00 297,00 257,84 1615-1616 17 343 170,00 231,00 205,27 203,00 264,00 238,27 1616-1617 20 219 180,00 264,00 193,79 218,00 302,00 231,79 1617-1618 10 221 177,00 226,50 216,65 220,00 269,50 259,65 1618-1619 13 271 171,00 237,00 218,72 209,00 275,00 256,72 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 20 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1619-1620 23 204 212,00 275,00 229,56 245,00 308,00 262,56 1620-1621 13 109 196,18 262,18 230,57 231,00 297,00 265,39 1621-1622 16 342 180,00 264,00 221,52 221,23 305,23 262,75 1622-1623 16 98 150,00 241,60 193,37 205,40 297,00 248,77 1623-1624 12 337 148,00 210,00 176,89 203,50 265,05 231,94 1624-1625 6 110 143,57 200,00 191,92 193,00 249,43 241,35 1625-1626 19 449 150,00 264,00 201,56 192,78 306,78 244,34 1626-1627 17 308 170,00 240,00 218,51 222,00 292,00 270,51 1627-1628 14 962 180,00 241,54 225,74 235,46 297,00 279,88 1628-1629 13 317 164,06 225,00 203,99 220,00 280,94 259,93 1629-1630 5 213 207,00 220,00 214,94 262,00 275,00 269,94 1630-1631 19 277 180,00 283,00 229,26 224,00 327,00 273,26 1631-1632 15 518 212,23 281,33 251,32 250,00 319,00 288,99 1632-1633 4 155 200,00 253,00 230,56 244,00 297,00 274,56 1633-1634 3 64 213,00 270,00 257,66 259,00 316,25 303,66 1634-1635 2 181 200,00 279,50 279,06 250,50 330,00 329,56 Precios: Mn = mínimo; Mx = máximo; Mp = medio ponderado. Fuente: AHPSCT. Protocolos notariales. Elaboración propia. Tabla 2 Precios de la pipa de vino (caldo) en bodega según la fuente notarial, 1505-1650 (en reales) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1505 90,48 1542 46,88 1579 107,15 1616 205,27 1506 85,02 1543 54,69 1580 88,79 1617 193,79 1507 95,24 1544 44,27 1581 85,60 1618 216,65 1508 100,00 1545 50,18 1582 120,13 1619 218,72 1509 71,43 1546 51,71 1583 113,90 1620 229,56 1510 71,43 1547 48,38 1584 125,39 1621 230,57 1511 77,38 1548 47,05 1585 120,61 1622 221,52 1512 80,36 1549 51,45 1586 125,06 1623 193,37 1513 59,52 1550 47,58 1587 115,81 1624 176,89 1514 59,52 1551 58,16 1588 157,33 1625 191,92 1515 68,45 1552 67,76 1589 126,12 1626 201,56 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 21 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1516 77,38 1553 67,66 1590 115,94 1627 218,51 1517 72,93 1554 103,21 1591 135,26 1628 225,74 1518 56,85 1555 90,06 1592 147,06 1629 203,99 1519 60,51 1556 88,74 1593 134,54 1630 214,94 1520 56,55 1557 85,00 1594 138,56 1631 229,26 1521 45,14 1558 83,56 1595 124,06 1632 251,32 1522 62,50 1559 77,31 1596 136,68 1633 230,56 1523 66,00 1560 84,89 1597 182,37 1634 257,66 1524 51,23 1561 92,70 1598 211,80 1635 279,06 1525 51,07 1562 75,95 1599 238,50 1636 280,50 1526 49,58 1563 106,48 1600 200,63 1637 300,00 1527 48,18 1564 104,56 1601 157,08 1638 219,91 1528 41,67 1565 74,45 1602 203,29 1639 229,86 1529 20,83 1566 82,51 1603 229,42 1640 222,45 1530 46,88 1567 115,67 1604 213,97 1641 221,50 1531 67,71 1568 99,65 1605 184,32 1642 234,36 1532 49,48 1569 89,06 1606 206,66 1643 259,38 1533 52,08 1570 82,51 1607 192,49 1644 235,52 1534 46,88 1571 107,43 1608 221,29 1645 165,15 1535 58,19 1572 88,55 1609 272,47 1646 154,62 1536 41,67 1573 114,97 1610 242,65 1647 221,52 1537 36,46 1574 159,52 1611 223,11 1648 270,00 1538 36,46 1575 157,84 1612 237,35 1649 218,52 1539 57,29 1576 140,29 1613 198,21 1650 308,00 1540 39,06 1577 107,67 1614 223,99 1541 39,06 1578 113,97 1615 221,84 Fuente: 1505-1544: Martínez Galindo (1998), pp. 902-903. 1545-1633: Tabla 1 del apéndice estadístico. 1634-1650: AHPSCT. Fonto Lercaro. Libro de cuentas de P. Westerling. Tabla 3 Precio medio ponderado de la pipa de roble con arcos de castaño (en reales de plata) Años Ref. Pipas Pmp Años Ref. Pipas Pmp Años Ref. Pipas Pmp 1546 1 20 10,00 1576 1 30 33,00 1605 2 210 40,86 1547 2 286 9,02 1577 5 1403 27,02 1606 2 150 40,13 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 22 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1548 1578 4 146 25,43 1607 1549 1 15 20,00 1579 2 167 26,82 1608 3 166 37,83 1550 1580 1609 1 7 28,00 1551 1581 5 128 33,73 1610 1 60 36,00 1552 1582 1611 3 467 32,28 1553 1 26 15,75 1583 4 393 30,92 1612 2 28 40,71 1554 1584 4 326 26,24 1613 4 570 40,16 1555 1585 5 351 28,40 1614 3 659 35,15 1556 1 15 21,00 1586 4 235 29,15 1615 6 1645 33,44 1557 1587 1616 3 220 37,73 1558 1 4 20,00 1588 2 32 31,13 1617 4 80 43,75 1559 1589 3 347 44,09 1618 3 225 37,56 1560 1 50 22,00 1590 4 559 40,72 1619 2 104 33,70 1561 1 100 22,00 1591 4 270 42,81 1620 6 280 34,82 1562 2 55 21,57 1592 1 100 41,67 1621 7 214 41,23 1563 1 202 22,00 1593 3 296 39,53 1622 9 363 55,40 1564 1 100 25,00 1594 3 225 43,48 1623 10 254 55,05 1565 3 190 22,47 1595 4 280 36,68 1624 11 201 49,43 1566 2 100 21,00 1596 3 250 28,36 1625 2 90 42,78 1567 1 200 22,00 1597 4 218 35,00 1626 1 94 52,00 1568 6 605 23,75 1598 7 124 33,32 1627 3 96 55,46 1569 3 190 23,00 1599 2 43 23,71 1628 2 267 55,94 1570 3 121 24,50 1600 2 375 33,80 1629 1 40 55,00 1571 6 872 19,67 1601 2 14 47,14 1630 1 14 44,00 1572 2 200 23,00 1602 1631 2 12 37,67 1573 2 121 19,83 1603 1 200 35,00 1632 3 78 44,00 1574 4 618 23,05 1604 4 268 34,24 1633 1 20 46,00 1575 5 290 34,62 Ref. = número de escrituras localizadas. Pipas = número de pipas vendidas. Pmp = precio medio ponderado. Fuente: AHPSCT. Sección protocolos notariales. Años indicados. Fuente: Tabla 1 del apéndice. Tabla 4 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 23 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 Precios de la pipa de roble con arcos de castaño, 1546-1650 (en reales de plata) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1546 20,00 1567 22,00 1588 31,13 1609 28,00 1630 44,00 1547 20,00 1568 23,75 1589 44,09 1610 36,00 1631 37,67 1548 20,00 1569 23,00 1590 40,72 1611 32,28 1632 44,00 1549 20,42 1570 24,50 1591 42,81 1612 40,71 1633 46,00 1550 19,26 1571 19,67 1592 41,67 1613 40,16 1634 50,50 1551 19,00 1572 23,00 1593 39,53 1614 35,15 1635 55,00 1552 19,00 1573 19,83 1594 43,48 1615 33,44 1636 59,50 1553 19,00 1574 23,05 1595 36,68 1616 37,73 1637 66,00 1554 22,00 1575 34,62 1596 28,36 1617 43,75 1638 63,00 1555 21,00 1576 33,00 1597 35,00 1618 37,56 1639 60,00 1556 21,00 1577 27,02 1598 33,32 1619 33,70 1640 60,00 1557 20,50 1578 25,43 1599 23,71 1620 34,82 1641 60,00 1558 20,00 1579 26,82 1600 33,80 1621 41,23 1642 44,00 1559 21,00 1580 32,69 1601 47,14 1622 55,40 1643 44,00 1560 22,00 1581 33,73 1602 35,00 1623 55,05 1644 44,00 1561 22,00 1582 32,00 1603 35,00 1624 49,43 1645 44,00 1562 21,57 1583 30,92 1604 34,24 1625 42,78 1646 44,00 1563 22,00 1584 26,24 1605 40,86 1626 52,00 1647 40,00 1564 25,00 1585 28,40 1606 40,13 1627 55,46 1648 40,00 1565 22,47 1586 29,15 1607 44,00 1628 55,94 1649 35,00 1566 21,00 1587 29,00 1608 37,83 1629 55,00 1650 35,00 Tabla 5 Precio de la pipa encascada (caldo+envase), 1546-1650 (en reales) Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios Años Precios 1546 71,71 1567 136,67 1588 186,33 1609 310,47 1630 269,94 1547 68,38 1568 121,65 1589 157,25 1610 270,65 1631 273,26 1548 67,05 1569 112,76 1590 159,94 1611 259,11 1632 288,99 1549 72,45 1570 105,51 1591 175,26 1612 269,63 1633 274,56 1550 68,00 1571 132,98 1592 189,06 1613 238,21 1634 303,66 1551 78,16 1572 128,70 1593 176,54 1614 263,99 1635 329,56 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 24 ANTONIO M. MACÍAS HERNÁNDEZ 1552 87,76 1573 137,97 1594 178,56 1615 257,84 1636 340,00 1553 87,66 1574 179,35 1595 167,06 1616 238,27 1637 366,00 1554 123,21 1575 180,84 1596 173,68 1617 231,79 1638 282,91 1555 110,06 1576 174,91 1597 210,73 1618 259,65 1639 289,86 1556 108,74 1577 140,67 1598 246,80 1619 256,72 1640 282,45 1557 106,00 1578 140,97 1599 271,82 1620 262,56 1641 281,50 1558 103,56 1579 132,58 1600 264,83 1621 265,39 1642 278,36 1559 97,31 1580 115,61 1601 190,88 1622 262,75 1643 303,38 1560 104,89 1581 118,29 1602 259,33 1623 248,77 1644 279,52 1561 114,70 1582 153,86 1603 264,42 1624 231,94 1645 209,15 1562 97,95 1583 145,90 1604 248,97 1625 241,35 1646 198,62 1563 143,19 1584 156,39 1605 218,32 1626 244,34 1647 261,52 1564 123,22 1585 146,85 1606 247,52 1627 270,51 1648 310,00 1565 99,45 1586 153,46 1607 232,49 1628 279,88 1649 253,52 1566 104,51 1587 144,96 1608 265,29 1629 259,93 1650 343,00 Fuente: Tablas 2 y 3 del apéndice estadístico. Tabla 6 Participación del caldo y del casco en el precio de la pipa encascada, 1546-1650 Años Caldo Casco Años Caldo Casco Años Caldo Casco 1546 72,1 27,9 1581 72,4 27,64 1616 86,1 13,9 1547 70,8 29,2 1582 78,1 21,92 1617 83,6 16,4 1548 70,2 29,8 1583 78,1 21,93 1618 83,4 16,6 1549 71,0 29,0 1584 80,2 19,82 1619 85,2 14,8 1550 70,0 30,0 1585 82,1 17,87 1620 87,4 12,6 1551 74,4 25,6 1586 81,5 18,51 1621 86,9 13,1 1552 77,2 22,8 1587 79,9 20,11 1622 84,3 15,7 1553 77,2 22,8 1588 84,4 15,56 1623 77,7 22,3 1554 83,8 16,2 1589 80,2 19,80 1624 76,3 23,7 1555 81,8 18,2 1590 72,5 27,51 1625 79,5 20,5 1556 81,6 18,4 1591 77,2 22,82 1626 82,5 17,5 1557 80,2 19,8 1592 77,8 22,22 1627 80,8 19,2 1558 80,7 19,3 1593 76,2 23,79 1628 80,7 19,3 Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 2386-5571, Las Palmas de Gran Canaria. España (2015), núm. 61: 061-010, pp. 1-27 25 LA ECONOMÍA VINÍCOLA DE TENERIFE. LOS PRECIOS DEL VINO EN BODEGA, 1505-1650 1559 79,4 20,6 1594 77,6 22,40 1629 78,5 21,5 1560 80,9 19,1 1595 74,3 25,74 1630 79,6 20,4 1561 80,8 19,2 1596 78,7 21,30 1631 83,9 16,1 1562 77,5 22,5 1597 86,5 13,46 1632 87,0 13,0 1563 74,4 25,6 1598 85,8 14,18 1633 84,0 16,0 1564 84,9 15,1 1599 87,7 12,26 1634 84,9 15,1 1565 74,9 25,1 1600 75,8 24,24 1635 84,7 15,3 1566 79,0 21,0 1601 82,3 17,71 1636 82,5 17,5 1567 84,6 15,4 1602 78,4 21,61 1637 82,0 18,0 1568 81,9 18,1 1603 86,8 13,24 1638 77,7 22,3 1569 79,0 21,0 1604 85,9 14,06 1639 79,3 20,7 1570 78,2 21,8 1605 84,4 15,57 1640 78,8 21,2 1571 80,8 19,2 1606 83,5 16,51 1641 78,7 21,3 1572 68,8 31,2 1607 82,8 17,20 1642 84,2 15,8 1573 83,3 16,7 1608 83,4 16,59 1643 85,5 14,5 1574 88,9 11,1 1609 87,8 12,24 1644 84,3 15,7 1575 87,3 12,7 1610 89,7 10,35 1645 79,0 21,0 1576 80,2 19,8 1611 86,1 13,89 1646 77,8 22,2 1577 76,5 23,5 1612 88,0 11,97 1647 84,7 15,3 1578 80,8 19,2 1613 83,2 16,79 1648 87,1 12,9 1579 80,8 19,2 1614 84,8 15,15 1649 86,2 13,8 1580 76,8 23,2 1615 86,0 13,96 1650 89,8 10,2 Fuente: tablas 2 y 3 del apéndice estadístico. BIBLIOGRAFÍA Anaya Hernández, A. y Arroyo Doreste, E. (1984-1986). «La peste de 1601-1606 en las Islas Canarias», Re-vista de Historia Canaria, 37. Béthencourt Massieu, A. (1991). Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800), Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria. Chaunu, P. (1955-1960). Séville et l’Atlantique (1504-1650). París. González Rodríguez, J.M. (2011). «Consideraciones sobre algunas medidas canarias», Anuario de Estudios Atlánticos, 57, pp. 385-418. Guimerá Ravina, A. (1985). Burguesía extranjera y comercio atlántico: la empresa comercial irlandesa en Canarias (1703-1771). Santa Cruz de Tenerife: Gobierno de Canarias. Iglesias Rodríguez, J.J. (1995). «Los siglos modernos: el impacto de la coyuntura americana y la diversifi-cación de mercados», en Iglesias Rodríguez, J. J. (ed.). Historia y cultura del vino en Andalucía, Sevilla, Universidad de Sevilla, pp. 63-90. Lobo Cabrera, M. (1993). 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