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841 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. APUNTES DE HISTORIA CULTURAL TWO CULTURAL ASSOCIATIONS FROM THE EARLY 20TH CENTURY IN GRAN CANARIA. CULTURAL AND HISTORICAL NOTES Yolanda Arencibia* Recibido: 3 de julio de 2012 Aceptado: 28 de julio de 2012 Resumen: En las primeras décadas del siglo XX toda España conoció numerosas agrupaciones asociati-vas impulsadas por grupos limita-dos de individuos de inquieta y vo-luntariosa personalidad a quienes alentaba el afán de dar expresión a impulsos artísticos propios y com-partir (y debatir) inquietudes, opi-niones y aficiones. Existieron en to-das las Canarias y, aunque de distinto alcance y significación, su peso cultural fue importante: allí se leía, se intercambiaban noticias, se conversaba, se discutía… Las más interesantes programaban con-ferencias, recitales poéticos y actuaciones de teatro. De la gran mayoría de estos espacios sólo co-nocemos hoy el nombre y noticias Abstract: In the first few decades of the Twentieth Century, there were numerous groups and cultural asso-ciations that flourished all over Spain promoted by small numbers of creative people eager to give out-let to their artistic concerns, to de-bate their interests and share their concerns, opinions and hobbies. The Canary Islands were no excep-tion and, despite their varying sig-nificance and scope, these small as-sociations pulled their weight in cultural circles. Texts were read and circulated there, news exchanged and debates and discussions were held. The more active groups even organised conferences, poetry read-ings and performances of plays. Nowadays, only their names persist * Catedrática Emérita de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Cátedra Pérez Galdós. C/ Primero de mayo, 20. 35002. Las Palmas de Gran Canaria. Teléfono: +34 928 36 71 89; correo electronico: yaren@idecnet.com. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 842 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 2 más o menos confusas. De las que dejaron actas de sus Juntas o impri-mían programas de sus actuaciones podemos tener más datos. El presente trabajo tratará de dos de estas asociaciones que tuvieron en Gran Canaria importancia sin-gular: El Recreo y Los doce. Palabras clave: Cultura, Literatura, Asociaciones culturales, Artes escénicas, Siglo XX. or some limited and confused refer-ences to their organization, in the shape of Minutes of their Meetings or printed programmes of their events. This article underlines the particu-lar importance of two of these asso-ciations in Gran Canaria: El Recreo and Losdoce. Keywords: Culture. Literature. Cul-tural Associations. Performing Arts. 20th Century El espíritu humano necesita solaz y esparcimientos; y el que es, además, cultivado e inquieto, necesita compartir vivencias y afinidades artísticas con sensibilidades cercanas: de esta eviden-cia social nace la larga tradición de tertulias y asociaciones cul-turales —de muy diferente nivel de cualificación y de muy varia-da estructuración— que ofrece la historia reciente. Nada es nuevo. Acercarnos a los orígenes del asunto nos remontaría has-ta los cimientos de nuestra cultura. No es el momento ni la oca-sión de digresión tan amplia; pero sí que nos proponemos abor-dar el asunto con referencia al tema concreto que nuestro título señala. Reflexionando sobre la génesis de las agrupaciones asociativas españolas en la época moderna, recordaríamos que se extendieron a partir del siglo XVIII por todo el país. Y que mucho tuvo que ver en la existencia, consolidación y auge de las más oficiales y estructuradas el afán por contribuir al progreso, al conocimiento general y su difusión, que caracterizó al espí-ritu de la Ilustración. Además de las Academias reales, las So-ciedades de Amigos del País, que surgieron durante ese siglo por toda España al calor del anuncio de la modernidad, fueron es-tandartes oficiales de la «utilidad pública» y consiguieron, de un modo u otro, servir de modelo. Muchos otros espacios de cultura y de opinión (nada oficia-les, espontáneos y voluntaristas) fueron surgiendo desde aque-lla época en toda la geografía española; con tanta diversidad de perfiles como grandes eran las diferencias existentes entre la distintas provincias de España, por razones diversas, entre las que destaca el nivel de desarrollo político o social que éstas lle- 843 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 3 garon a adquirir o el punto de la geografía patria que las ubicó, extremos —por cierto— que no dejan de estar relacionados. Son estos espacios los que ahora nos interesan. Son sus impulsores grupos limitados de individuos de inquieta y voluntariosa perso-nalidad a quienes alienta el deseo íntimo de dar expresión a impulsos artísticos y compartir (y debatir) inquietudes, opinio-nes y aficiones. Fueron semiprivados la mayoría de ellos, aun-que se registraran oficialmente. Gran número de estos espacios hubo en la sociedad canaria en aquellas primeras décadas del siglo XX que este trabajo se ha propuesto abarcar; y siempre con marcado interés por las artes escénicas en general (música, teatro, recitales poéticos). Existieron en todas las islas, bajo el marbete general de Sociedades. Aunque de distinto alcance y sig-nificación y —muchas de ellas— de vida efímera, tuvieron gran peso cultural y social: allí se leía, se intercambiaban noticias, se conversaba, se discutía...; frecuentemente se organizaban «re-uniones » en donde no faltaban la música y el baile. Con fre-cuencia se programaban conferencias, recitales poéticos o ac-tuaciones de teatro de muy distinta relevancia: casi siempre con parquedad de medios y preparado entre amigos; y no era extra-ño que intercambiasen actividades entre ellas. De la gran mayo-ría de estos espacios sólo conocemos hoy el nombre y noticias sueltas bastante confusas; de las que dejaron actas de sus Jun-tas o imprimían programas de actuaciones podemos tener más datos. Muchas lagunas de investigación existen sobre ellas; y más que complicado resulta aportar datos contrastados sobre pervivencias, actividades concretas y nombres de sus protago-nistas; especialmente porque no era extraño que muchas de ellas se aglutinaran con los mismos animadores pero con nom-bre distinto, y porque no se conservan noticias contrastadas ni documentación suficiente. No falta información —nunca ex-haustiva— de las que contaron entre las más importantes. Mu-cho queda —repito— por investigar1. 1 Mucho queda por investigar, en efecto; porque cada localidad requeri-ría atención propia. Por otra parte, los datos no son fáciles de encontrar ni las fuentes suelen ser de fiabilidad absoluta. Hay alguna bibliografía intere-sante, sin embargo. Respecto a la provincia de Las Palmas en la que nos YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 844 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 4 LA SOCIEDAD EL RECREO De la Sociedad El Recreo tenemos noticias relativamente amplias, a las que han podido añadir rigor y detalle las declara-ciones de uno de sus socios, el poeta Saulo Torón2, y las noticias publicadas por don Juan Medina Sanabria en su colección de datos múltiples sobre el barrio de La Isleta. Llamada primero de Instrucción y Recreo, la Sociedad El Recreo fue —por lo que hoy sabemos— la primera que se fun-dara en el Puerto de la Luz. Se constituyó el 9 de enero de 1899 y tuvo su sede en la antigua calle de la Pescadería (hoy de López Socas) en un local muy cercano a la actual iglesia de La Luz. Formaron su primera junta directiva don Cándido Padilla y don Manuel Pérez Castañeda (presidente y vicepresidente), don Julián Torón y don Blas Pereira (secretarios), don Eusebio Peñate (presidente de Recreo), don Ambrosio Ramírez Velázquez (contador) y don Sixto Sánchez (tesorero). Desde el inicio de sus actividades El Recreo tuvo presencia activa en los actos festivos de las fiestas de La Naval (la más importante de la zona del Puerto) y organizaba veladas musicales, teatrales, bailes y también Fiestas de Arte, de modo que llegó a convertir-se en importante eje artístico de la capital en su época: mucho tuvo que ver en ello la personalidad y el entusiasmo de sus so-cios y el certero impulso de otro de sus presidentes, don Salva-dor Pérez Miranda que, nombrado en 1901, desempeñó el car-go durante casi toda la vida de la Sociedad. Tenemos noticias de diversas actividades entre el año de 1899 y 1903, bien en el pequeño local de la Sociedad, bien, aun-que organizadas por El Recreo, en el entonces Teatro Tirso de centramos, sin duda es la tesis doctoral de Isabel Saavedra (que ha recogido los nombres de más de un centenar de estas asociaciones en la citada pro-vincia), es la más completa y valiosa al respecto. Vid SAAVEDRA ROBAINA (2007). 2 El Eco de Canarias publicó entre el 26 de octubre y el once de noviem-bre de 1966 una serie de entrevistas con don Saulo Torón, de las que he ex-traído no pocos de estos datos. Aunque hay ejemplares en las hemerotecas, a mí me las dejó directamente su hija, Isabel Torón, quien las guarda en su archivo familiar. Que conste aquí mi agradecimiento. 845 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 5 Molina. También sabemos que patrocinaba la Banda de Música del Puerto y que el 15 de diciembre de 1902 abrió una academia de música gratuita en horas de 7 a 9 de la noche. En julio de 1903 El Recreo sufrió un terrible incendio que afectó a todo su mobiliario (al parecer solo se salvó el piano, la mesa de billar y algunas sillas). No pudo la desgracia, sin em-bargo, terminar con ella, pues conocemos nueva directiva en 1906 presidida, de nuevo, por don Salvador Pérez, con la ayuda de Juan García Barbuzano como vicepresidente, José Jorge García y Francisco Navarro Motas como presidentes de Recreo y Fomento, Sixto Flores como bibliotecario, Leonardo Rivero Pérez y Rafael Jorge García como secretarios y, como vocales, José Monzón Grondona, Manuel Barraquero, Álvaro S. Pérez, Luis Becerra, José Santana y Sebastián Pérez. Siguió El Recreo promoviendo eventos culturales impor-tantes. En 1907 proyecta un «Club Naútico» que acabará es-tableciéndose en el Puerto de la Luz con gran éxito. En 1909, con el fin de poder cubrir la estancia del poeta Salva-dor Rueda (a quien Tomás Morales invitara aprovechando su paso para Cuba), El Recreo organizó veladas recaudatorias pre-vias al acontecimiento, y por fin, la entusiasta sesión en que se coronaría a Rueda como poeta en el Teatro Pérez Gal-dós: fue jornada memorable del 14 de enero de 1910; en ella, entre lecturas poéticas de Tomás Morales y discursos de González Díaz, de Franchy y Roca y de don Luis Millares, el entonces alcalde don Felipe Massieu coronó de laureles la cabeza del malagueño3. Igualmente fue iniciativa de la socie-dad El Recreo la organización de los Juegos Florales de 1910 que trajeron a la ciudad a Miguel de Unamuno como mante- 3 Rueda llegó a Gran Canaria el 30 de diciembre y permaneció en ella más de dos semanas ampliamente agasajado. Invitado por la Sociedad La Unión, vivió en Telde una atractiva jornada cultural el 10 de enero. Rafael Franquelo dio información detallada de esa vista. Vid FRANQUELO (1975). 4 Muy amplia y diversa es la bibliografía de que existe sobre la estancia de Unamuno en Gran Canaria. Baste remitir ahora a la publicación que re-cogió las aportaciones científicas de los actos conmemorativos del centena-rio de esa estancia que organizó José Antonio Luján Henríquez el pasado 2010. Vid AA.VV (2010). YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 846 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 6 nedor4 y en los que recibirían galardón Tomás Morales5 y Alonso Quesada. Contaba El Recreo con un interesante «grupo de declama-ción » en cuyos primeros tiempos figuraban, al menos, Elena Anchuela, Micaela Torón y Álvaro Santana Pérez. De ese grupo de declamación procede igualmente la figura de José Rivero González quien, tras formarse en la Escuela de Declamación de Madrid pensionado por el Ayuntamiento de la capital grancanria, llegó a destacar como actor importante en el teatro y el cine nacionales6. En ese marco cercano y cómplice debieron estrenarse las tres obras de teatro que don Saulo Torón escribió con temática isleña y que se mantuvieron inéditas hasta 1992 en que las publicó Ignacio Morán: los sainetes La última de Frascorrita y La familia de don Pancho, sus tertulias y el inglés; y Duelo y Jolgorio (Escenas de la vida isleña)7. En las páginas del ejercicio de memoria de don Saulo ver-tido en El eco de Canarias (ya reseñado), comenta el gran poeta y testigo excepcional de aquellos tiempos que, desa-parecida la Sociedad, él mismo colaboró (y llegó a ser direc-tor) de otra asociación similar formada por jóvenes entusiastas del Puerto y cuya sede estaba en los bajos del desaparecido Teatro Circo. «Acepté ser director de escena para ayudarles. Y animé para que participaran Néstor, Claudio y Alonso. Para resucitar los mejores años de El Recreo, ya muerto», expli-ca don Saulo. Podría referirse a la inquieta Sociedad 1º de Mayo que organizó el estreno de Llanura de Alonso Que-sada en ese Teatro Circo del Puerto, el 25 de octubre de 5 Tomás Morales estaba fuera de la isla, por lo que leyó unas cuartillas en su nombre el gran charlista Federico García Sanchiz. 6 La mañana del 19 de diciembre de 1901 daba noticia de su debut en El Español de Madrid «en un corto papel»; y el ABC de 27 de diciembre de 1949 anotaba su fallecimiento como el de «una de las figuras más destacadas de nuestra escena», que había actuado con Carmen Cobeña y con Margarita Xirgu, «con quien estrenó Marianela de Galdós». En su filmografía pueden anotarse, al menos, diez títulos, desde El nocturno de Chopin, de 1915 a Doña María la Brava de 1948; en medio, El beso de la muerte (1917), Niebla (1932) o Currito de la Cruz (1936). 7 Vid MORÁN RUBIO (1992). Para el teatro de Saulo Torón, pp. 27-147. 847 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 7 19198, con Rita Suárez Morales (meses más tarde, esposa del autor) como protagonista. Por esos tiempos funcionó también en el Puerto la sociedad de Cultura y Recreo, de quien fue director artístico José Suárez Morales y tesorero Manuel Victorino, según noticias de prensa que destaca a la asociación como «cuadro de aficionados» de gran animación y prestigio9. LA SOCIEDAD DE DECLAMACIÓN LOS DOCE La Sociedad de Declamación (o de Arte dramático) Los Doce fue verdaderamente activa, y de significación muy especial para las artes escénicas que ahora nos ocupan. Bastantes datos tene-mos sobre la misma gracias a que conserva El Museo Canario un atractivo legajo10 que redactó el que fuera alma mater, de ella, don José Rodríguez Iglesias, depositado en la institución a tra-vés de los recientemente fallecidos Manuel González Sosa y Mª. Dolores de la Fe. En ese archivo fundamentamos los datos que cerrarán este trabajo. 8 Nota de Lázaro Santana en «Informe sobre Alonso Quesada» en Alonso Quesada. Obras Completas, tomo I, Cabildo de Gran Canaria, 1976, p. 56. 9 Estas noticias aparecen en El Tribuno de 20 de mayo de 1924, en nota «Nuestras sociedades», sin firma. Ese mismo año José Suárez Morales firma-ba en el mismo periódico un suelto en nombre de la directiva de Cultura y Recreo. Era José hijo del apreciado «maestro de la Isleta» José Suárez León, sobrino del escritor y pintor Francisco Suárez León y del también escritor, rapsoda y amplio hombre de cultura, Sebastián Suárez León. José Suárez Morales fue redactor de El Tribuno entre 1915 y 1929 en que falleció; firma-ba casi siempre como «El brujo de la Isleta». 10 Se trata de una caja-archivo titulada Sociedad de arte dramático Los Doce. Apuntes sobre sus actividades redactadas por D. José Rodríguez Iglesias. Contiene esa caja: 1. relación de estrenos y otras actuaciones detallada en 129 cuartillas numeradas y dos hojas preliminares marcadas con numeración I y II; 2. relación de las funciones benéficas realizadas por la Sociedad o en colaboración; 3. textos mecanografiados de algunas cartas de adhesión co-rrespondientes a un homenaje a González Díaz; y 4. narración de un sucedi-do con Valle Inclán durante su estancia en 1910 con la compañía de García Ortega. Esta caja se encuentra depositada en el Departamento de Musicología de El Museo Canario. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 848 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 8 La Sociedad de Los Doce se constituyó y comenzó sus activi-dades a principios de 1904 con el objetivo de realizar represen-taciones teatrales en la propia sede y organizar excursiones al campo; y tuvo existencia oficial a partir del 8 de diciembre de 1905. El nombre se debe a que eran, efectivamente, doce los socios fundadores, aunque con el tiempo este número varió, incrementándose notablemente. Tuvo su primera sede social en el número 32 de la calle de San Francisco (hoy de General Bra-vo), en el local de una tienda de comestibles que allí tenía don Juan González Quesada, aquel de los componentes que figuró como primer presidente; pero se trasladarían a una nueva sede (Viera y Clavijo, 4) el 22 de septiembre de 1906. El director y el secretario fueron, en principio, don Miguel Rivero Montañez y don José Macario Brito. Entre 1904 y la fecha constitucional de 1905, fueron tres los presidentes de la asociación: Francisco y Sebastián Suárez León, y el ya citado González Quesada. Otros presidentes cubrieron etapas distintas; así, Francisco León González, que fue nombrado en junta de 1º de agosto de 1906 (antes había sido tesorero) y José Rodríguez Iglesias, en (o a partir de) 1913. Contó la Sociedad con un Presidente de Honor acordado en junta de 27 de agosto de 1906: el gran actor Enri-que Borrás11. Como directores conocemos, al menos, los nom-bres de Miguel Rivero Montañez, José Rodríguez Iglesias, Néstor Martín Fernández de la Torre y Jerónimo Falcón Bethencourt. En la andadura larga de la Sociedad, alternaron y cambiaron distintos nombres en estos cargos de especial res-ponsabilidad, dentro del ambiente de distención y amistad que reinaba entre ellos. El diario La Provincia de 20 de enero de 11 Enrique Borrás (1863-1957), tras su presentación en el Novedades de Barcelona al frente del reparto de El Gran Galeoto de Echegaray, debutó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1904, para actuar luego en todos los teatros de Madrid y de casi toda España, con grandes temporadas en Norte de África y América del Sur, circunstancia que influyó en el conocimiento directo de su arte en Gran canaria y en Tenerife. Fue actor mimado por el público. Cuentan entre sus grandes éxitos Hamlet y Otelo, El abuelo de Galdós, además de lo más característico de Calderón: La vida es sueño y El alcalde de Zalamea. En 1932 formará compañía con Margarita Xirgu, otra personalidad de gran carisma actorial. Fue para Los Doce un gran maestro a quien admiraron profundamente. 849 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 9 1913 da una relación de directiva de la Sociedad con el nombre de Rodríguez Iglesias como presidente, seguido de Enrique Ponce, Antonio Cabrera Iglesias, Fernando Serrano, Ubaldo Wood, Rafael Gómez Santana, Ventura Doreste, Nicolás Bautis-ta Franco, Sebastián Díaz Bordón, Jerónimo Falcón Bethencourt, Cristóbal Rodríguez del Rosario y Bernardo Doreste Silva. Sin duda fue José Rodríguez Iglesias —excelente actor con presencia activa en todas las veladas de Los Doce— el director o presidente más carismático y, seguramente, el más inquieto y diligente de los socios. También el más eficaz, porque a su diligencia debe el Grupo la publicación de noticias veraces sobre su existencia y su actividad. Aunque no podemos establecer con certeza absoluta la per-sonalidad de esos doce de la constitución del grupo, sí que pro-gramas y actas nos permiten añadir como componentes activos en el devenir de la Sociedad, además de los ya citados, los nom-bres de Juan Falcón Quintana, José Gil Pineda, Pablo Gil Pine-da, Daniel Ramírez Acosta, José Santos Farray, Adolfo Struch Cotapo, Carlos Luis Monzón, Antonio Abad Hernández, Rafael Sánchez Hernández, Francisco Toledo Falcón, Rafael Fuentes Solano, Francisco Quesada Rodríguez12, Daniel Ramírez Acosta, Juan y Antonio Pulido Rodríguez... Todos hombres, como pode-mos observar; pues sólo se incorporaron mujeres al grupo para la representación del 14 de abril de 1907, circunstancia que Rodríguez Iglesias resalta como «fecha memorable»: «No era fácil —indica—, por oposición de sus familias». Se estrenan en esa fecha las actrices Carmen Ventura y Adelina Miró Company para cerrar la velada del día citado con la comedia en un acto y verso de Eduardo Zamora y Caballero El laurel y la oliva, com-partiendo reparto con José Santos Farray, José Rodríguez Igle-sias y Rafael Sánchez Hernández13. En adelante, nunca faltaron 12 Destaca Rodríguez Iglesias a Quesada Rodríguez (primo del poeta Alonso Quesada) como excelente actor «que perteneció a Los Doce en su primera etapa»; y lamenta que no se dedicara más al teatro por exiliarse a La Argentina en 1906. 13 Adelina Miró llegó a ser un valiosísimo elemento para la sociedad; pero Carmen Ventura —lamenta Rodríguez Iglesias— fue «discretísima aficiona-da que sólo trabajó en una obra porque su familia se trasladó a vivir al inte-rior de la isla». YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 850 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 voces femeninas en los repartos organizados por la Sociedad; entre las más fieles: Matilde y Capitolina Gaspar Martí, Dolores y Eulalia Calvo García14 y Conchita Rodríguez; también Julia Real, María Guerra Guerra, Rosario Cabrera Melián, Marina Trujillo, Carmen González, Soledad Perdomo... Más que atrac-tivo resultó al público (día grande para la Sociedad) el estreno de la comedia en dos actos de Martínez Sierra Canción de cuna la noche del 12 agosto de 1911, que reunió sobre la escena y junto a dos actores, a quince damas: Matilde Gaspar, Rosario Cabrera Melián, María Guerra Guerra, Conchita Rodríguez, Rafaela Batista, Marina Trujillo Guerra, Micalea Cabrera Melián, Jacinta Batista, Capitolina Gaspar, Rosario Hernández, Magdalena Trujillo Guerra, Dolores Cabrera Melián, Ana Callicó Morales y Rosario y Flora Benítez González. Fueron los actores Enrique Ponce y Cristóbal Rodríguez del Rosario. El intermedio fue recitado por Alonso Quesada, y se encargó de los decorados el gran artista, consocio y amigo Carlos Luis Monzón15. Fueran o no socios, gran parte de la sociedad culta de enton-ces colaboró de un modo u otro con la Los Doce. Rodríguez Iglesias inicia las cuartillas de su archivo con una relación muy larga de quienes «colaboraron estrechamente» con la Sociedad, en la que figuran los más destacados nombres de la intelectualidad de la época: los hermanos Millares, Domingo Doreste, Franchy y Roca, Tomás Morales, González Díaz, Arturo y Miguel Sarmiento Salom... Además los pintores Nicolás Massieu, Carlos Monzón Frondona; los maestros Bernardino 14 Rodríguez Iglesias, al reseñar en la velada del 12 de mayo de 1911 la puesta en escena de la comedia en dos actos de Ramos Carrión y Vital Aza Zaragüeta, se lamenta de la ausencia de los Calvo, todos ellos actores: el pa-dre don Andrés Calvo Jáimez y las dos hijas Dolores y Eulalia, pues por ju-bilación (don Andrés era alcaide de la cárcel) la familia había trasladado su residencia a Madrid. 15 Carlos Luis Monzón Grondona, un verdadero artista de especial sensi-bilidad, fue más que importante escenógrafo y director de espectáculos diver-sos ligado a la mayor parte de los espectáculos artísticos de la época. En 1918 solicitó a la Sociedad Económica de Amigos del País la plaza de profe-sor de dibujo interino. Con Francisco González González fue director del primer film de tema canario, La hija del mestre, que se estrenó en el Cinema Royal de la capital grancanaria el 3 de abril de 1928. 10 851 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 11 Valle, A. Manchado Viglietti, hermanos García de la Torre y A. Hernández Sánchez; los cantantes Néstor y Manuel de la Torre, Juan Pulido, Isidro Brito, Miss Lathbridge, Dª. Carlota Sanford, Germán Perera Hernández, Alfonso Mesa y López, Néstor Doreste Silva; los actores Josefina Blanco y Vicente Calvo; las agrupaciones de cuerda La Florida y La Lira; y una relación amplia de instrumentistas: pianistas (Cástor Gómez, Manolito Funes, Miguel Bénitez Inglot, Mrs. Woorton, Federico Quevedo Sarmiento, María Vinglietti Medina), chelistas (Mrs. Mackinon, Pedro Peñate y Flores), guitarristas (Carmelo Cabral), flautistas (Agustín Quevedo Arronte), etc., etc. Rodríguez Iglesias destaca la colaboración de los hermanos Millares con la entrega de su comedia Viva la vida para una de sus primeras salidas públicas; y, reiteradamente, la del poeta Alonso Quesada, quien –destaca– llegó a servir de actor en un desplazamiento de la Sociedad al Teatro de Guía, el 4 de septiembre de 190616. Sin duda, fue cons-tante y contagioso el voluntarismo entusiasta del grupo; al me-nos entre la fecha anteriormente citada de 1904 y la que hoy nos consta como la de la última actuación, en diciembre de 1929. Según testimonio de don José Macario Brito17, la primera excursión se efectuó a Valleseco, en un coche grande («char-a-banc ») alquilado en la cochera cercana de Sebastián Jaimez (misma calle de San Francisco, frente a la plaza San Bernardo). El primer estreno teatral no se hizo esperar: 7 de mayo de 1904, con La agonía de Colón, drama en verso de Larra, con J. 16 Sustituyó Alonso a un miembro del grupo de declamación que enfer-mó la noche anterior a la salida para el compromiso con el Teatro de Guía, para el que habían alquilado «dos coches de caballerías». Según Rodríguez Iglesias, el poeta no se hizo de rogar: «Me llevo un ejemplar [de la obra] para mi casa y la leo un par de veces». No aclara don José en cuál de las dos obras de esa velada intervino Quesada (fueron un cuadro del drama Juan José de Dicenta y el juguete cómico de Ángel del Arco Molinero, Solo para hombres) y tampoco si actuó con arte; pero sí que la buena disposición del poeta lo-gró que don José (y el Grupo) pasara del disgusto «al placer de ver al gran poeta en nuestro elenco y de ver actuar a nuestro director y gran artista D. Miguel Rivero Montañez una de las pocas veces que lo hizo en público». (Rivero había representado ese día el monólogo de Copée La huelga de los herreros). 17 Archivo Saulo Torón. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 852 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 12 Rodríguez Iglesias, Francisco León González y Juan Falcón Quintana; el monólogo cómico de Sebastián Suárez León De vuelta al trabajo, y el diálogo cómico en prosa de Juan del Pe-ral, Un cuarto con dos camas, «declamado» por F. León González y Juan Falcón Quintana. En adelante, más de un centenar de veladas organizaron Los Doce (constatadas, ciento veintitrés), y con otras muchas asocia-ciones o entidades colaboraron: con El Recreo, con el Ayunta-miento de Las Palmas, con La Juventud Canaria, con Explorado-res de Tenerife, con el Círculo Mercantil, con Fomento y Turismo... Colaboraron también con la Sociedad de Actores españoles en la iniciativa del traslado de los restos de los grandes actores Anto-nio Vico Pinto y Rafael Calvo desde Cádiz (junio de 1907) al Panteón de Hombres ilustres de Madrid18, en cuyos actos fueron representados por el dramaturgo Manuel Linares Rivas. Para sumarse a este evento coincidiendo con la llegada a Madrid «de los que fueron gloria del teatro nacional», Los Doce promovie-ron un acto-homenaje en el teatrillo propio y en el que, además de música orquestal y discursos del presidente León González, de Franchy y Roca y de González Díaz, hubo una «apoteosis final» donde, entre artísticos decorados de M. Rivero Montañez y Carlos Luis Monzón, una señorita con túnica griega coronaba de laurel los bustos19 de los recordados actores mientras sona-ba la Marcha fúnebre de Chopin. Como «sociedad de declamación» que se intitulaba, interesa-ba sobre todo a Los Doce el teatro, como directores, escenógrafos o actores; o ejerciendo las tres actividades a la vez. Actores fueron todos —o casi todos— ellos, escénografos desta-cados algunos (Néstor, Massieu, Luis Carlos Monzon, Rivero Montanez...), y no faltan los que aportaron su nombre como autores. 18 Los dos grandes actores, ambos pertenecientes a familias de cómicos de larga tradición y grandes amigos (aunque rivales en la escena), se habían unido en 1880 para formar compañía común. Calvo, fallecido en 1888, re-posaba en Cádiz. Los restos de Vico llegaron a esa ciudad desde La Habana, pues en Nuevitas (Cuba) había fallecido en 1902. 19 Hace constar don José que fueron Rafael Bello O´Shanahan y Antonio Cabrera Marrero los autores de tales bustos. 853 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 13 Un recuento de los títulos llevados a escena por Los Doce ofrece la cifra de sesenta y ocho obras de más de treinta y nue-ve autores distintos, casi todos foráneos y de resonancia nacio-nal (Joaquín Abati, Hnos. Álvarez Quintero, A. del Arco Moline-ro, J. Benavente, E. Blasco, Campoamor, R. Catarineu, F. Copée, J. Dicenta, J. Echegaray, F. Flores, A. Guimerá, I. Iglesias, A. Jiménez Guerra, Mariano J. de Larra, S. Lastra, Martínez Sie-rra, Martínez Olmedilla, Maeterlink —traducción de los Milla-res—, G. Merino, Pablo Parellada, Ramos Carrión, S. Rusiñol, C. Suárez Bravo, J. de la Velilla, Vital Aza, E. Zamora Caballe-ro, José Zorrilla y A. Zozaya)20. También figuraron en su escena obras de autores canarios, como los hermanos Millares, Tomás Morales, Francisco Suárez León, Sebastián Suárez León, Santiago Tejera y Waldo Moll Iz-quierdo21. Todos ellos fueron muy bien acogidos, y alguno con éxito más que notable. Un acontecimiento fue el estreno de La cena de Bethania de Tomás Morales, concienzudamente prepa-rada y que se estrenaría en el Teatro Pérez Galdós el 27 de marzo de 1910, con decorados de Nicolás Massieu y más de 26 personajes en escena en torno al Jesús que daba vida José Rodríguez Iglesias. Francisco González Díaz acompaña la pre-sentación de la obra con sentido discurso en la segunda parte. Se representó de nuevo (mismo teatro) el 16 de abril acompa-ñada del diálogo de S. Rusiñol La eterna canción; y luego, en función matiné de las cuatro y media de la tarde, el 24 de abril22. La colaboración de los Hermanos Millares con Los Doce 20 De los hermanos Álvarez Quintero, Los Doce subieron a escena cator-ce títulos distintos y diez de Benavente. Dos títulos representaron de Abati, de Dicenta y de Sebastián Súarez Léon. 21 A Waldo Moll cita Iglesias como actor en más de una decena de pape-les entre el 24 de noviembre de 1912, en que participó con el vaudeville Los fiambres de R. Catarineu, y el 24 de mayo de 1916. Como autor-actor lo cita en el monólogo ¡¡Guardias!!, representado el 12 de octubre de 1913. 22 Así en el archivo Rodríguez Iglesias; Sebastián de la Nuez da fechas distintas: el 4, el 15 y el 24 de abril de ese 1910; y acompañada en la segun-da representación del diálogo de los Quintero, Mañana de sol. Vid. NUEZ CABALLERO (1995), pp. 31-32. El investigador Guillermo Perdomo, que ha preparado una edición de La cena… coincide en las inseguridades respecto a las fechas; pero habiéndolas analizado a la luz de la prensa del momento, YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 854 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 14 fue constante, como ya indicamos. De ellos estrenaron Viva la vida, el 21 de noviembre de 1910 en el Teatro Pérez Galdós, con presentación de Domingo Doreste (fray Lesco), decorados de Néstor, y los nombres de Matilde Gaspar, Conchita Rodríguez del Rosario, Rosario Cabrera Melián, J. Rodríguez Iglesias y Antonio Abad Hernández en la escena. Fue un gran éxito, como reseña el periódico La Mañana al día siguiente. Estrenaron igualmente Los Doce las versiones que ellos hicieron de Maeterlinck, Interior y La intrusa. Ocurrió el primero en la se-sión con que se agasajó a Luis Morote («Figura ilustre del perio-dismo y gran panegirista de Gran Canaria, por ello Diputado a Cortes, y autor de La tierra de los Guanartemes») en el Teatro Pérez Galdós la noche del 26 octubre de 1909. Para la ocasión, Néstor efectuó los decorados; y representaron la obra Dolores Calvo García, Matilde Gaspar Martí, Miguel Rivero Montañez, Antonio Abad Hernández y Fernando Doreste Sánchez; en el interior intervenían Conchita Rodríguez del Rosario, Eulalia Calvo, María Avilés, la niña Felicidad Gravo Falcón, Rafael Gómez Santana, «y muchedumbre». Se repitió la obra en el mismo espacio el 28 de noviembre siguiente y, en el teatrillo de la calle Travieso y con decorados de Manuel Reyes Brito el 18 de junio de 1915, con motivo de la velada necrológica en memoria de Miguel Rivero Montañez, que había fallecido ese día de 1910. Se realizó nueva velada necrológica por el llorado director el 29 de junio de 1918, estrenándose esta vez La intrusa, con José Rodríguez Iglesias, Rafael Gómez, Juan Pulido, Conchita Rodríguez, Pino Suárez y Juanita Amador en la escena. Los decorados fueron obra de Carlos Luis Monzón. La obra se repu-so el 14 de octubre siguiente y el 9 de mayo de 1919 en la fun-ción benéfica en pro de los cinco huérfanos que resultaron del desplome de una cueva. llega a la conclusión de que hubo lectura íntima en la casa de Alonso Quesada el 13 de febrero; posible estreno de la obra, pero cancelado por enfermedad del actor principal, Miguel Rivero, el 27 de marzo; nuevo aviso de estreno cancelado el 3 de abril; estreno final el 4 de abril con nueva re-presentación el 16 de abril. Y el paso que iba a acompañarla en la velada, La eterna canción, se sustituye por Mañana de sol. 855 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 15 Igualmente tuvo gran éxito el estreno El rosal rojo, obra dra-mática en dos actos del ferviente doceísta Sebastián Suárez León23. Fue este estreno la colaboración de esta Sociedad en la velada organizada por la de Fomento y Turismo el 23 de diciem-bre de 1918 en el Teatro Circo Cuyás. En la escena: Conchita Rodríguez, Rita Suárez Morales, Ana Suárez Morales, Jesús Perdomo Caballero, Pino Suárez Herrera, J. Rodríguez Iglesias, Santiago Rivero Marrero, Sebastián Suárez León. Preparó los decorados Carlos Luis Monzón. La obra se repuso en el mismo espacio el 9 de mayo siguiente, en función benéfica en pro de los cinco huérfanos que resultaron del desplome de una cueva, ya citado. En esta ocasión las cuatro actrices del estreno fueron sustituidas por profesionales de la compañía de Luis del Llano, de paso por nuestra ciudad. No menor fue el éxito del estreno de la zarzuela Folías tris-tes de Santiago Tejera Ossavarry, en función dedicada al autor en el Teatro Circo Cuyás el 4 de marzo 1920. La puesta en esce-na de Folias tristes fue acontecimiento local con amplia partici-pación de artistas de la sociedad grancanaria: Anita Suárez de Mesa, Juan Pulido, María Santaella, Néstor Doreste, J. Rodríguez Iglesias, Isidro Brito, Candelaria Morales Martínez de Escobar, Pino Ensell González, Manuel del Toro, Josefa Rome-ro Quesada, Trinidad Reina, Elvira Padilla; y en los coros, Pino Martinón Navarro, Luisa Cambreleng Mesa, Adela Sunico Nava- 23 El rosal rojo, que se publicó enseguida con dedicación expresa a Los Doce, significa una llamada a la rebeldía juvenil, entre romántica y realista. No era la primera obra de su autor, quien en 1903 había publicado Esbozos, una colección de cuentos de alto contenido social. Sebastián Suárez León, periodista (fue director de El tribuno, diario republicano federal), escritor y gran rapsoda, perteneció a una familia de particular inquietud artística y social: así sus hermanos José («el maestro de la Isleta») y Francisco (escri-tor y pintor) Suárez León. A su sobrino, José Suárez Morales, hemos dedi-cado la nota 8. Sobrinas suyas eran las actrices del reparto de esta obra Rita y Ana Suárez Morales. En 1934, Pedro García Cabrera anunciaba un recital de él en el tinerfeño Círculo de Bellas Artes elogiándolo como «periodista dramaturgo y recitador […] de voz caliente de dorado timbre, rica en matices y aterciopeladas tonalidades». («Sobre el próximo recital de S. Suárez León», La prensa, Sta. Cruz de Tenerife, 25 de noviembre de 1934. Cito por Obras completas, VI, pp. 283-284). YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 856 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 16 rro, Amalia Pérez, Ana Padilla, Luci Nansón, Lola de León, Concha de León, Paquita González, Rita Suárez, Isabel Darana Romero, Antonio Pulido, Juan Arencibia, Pedro Rodríguez, Manuel Valle Gracia, A. Doreste, Agustín Peano, José Rodríguez Naranjo, Pedro Matos del Toro, Luis Bravo Falcón, Fernando Rivero del Castillo, Tomás Doreste, Juan Cambreleng Mesa y Nicolás Navarro Mendoza. Fue un gran éxito. La obra se repu-so dos veces más en el mismo año y en sendas funciones bené-ficas (a beneficio del Asilo de Ancianos y del de Niños de San Antonio)24. Los Doce admiraban profundamente a Galdós; y noticias te-nemos de la mediación del Grupo en la promoción de funcio-nes homenaje a Galdós (o en su beneficio) cuando las compa-ñías que pasaban por la isla ponían en escena algunos de sus títulos25. El 24 de octubre de 1912 Los doce pusieron en escena el IV acto de Electra, con decorados de Luis Carlos Monzón, y con Conchita Rodríguez del Rosario, Rosario Cabrera Melián, Matilde y Capitolina Gaspar Martí, Antonio Abad Hernández, 24 El asunto de estas funciones benéficas mereció mesa especial para la administración de los beneficios; en ella, grandes damas de la época: doña María Suárez, viuda de Del Toro; doña María Mesa, viuda de Cambreleng; y doña María Quesada, viuda de Suárez. Como dato interesante añadamos que a esta última señora, María Quesada Romero, le fue concedida la Medalla al Mérito del Trabajo en 1933 pues, habiéndose quedado viuda con muchos hijos, logró sacarlos adelante con una librería que regentó en la calle de Muro de nuestra ciudad. La librería marcaría época, pues en su planta baja (casi sótano) doña María dirigía un tertulia de literatura, de pensamiento y de opinión. Fue abuela materna de Pacota Mesa, quien continuó esas activi-dades en la misma librería. Para datos sobre doña María o tros damas, ver REINA JIMÉNEZ (2010), p. 24. 25 El archivo de la Casa Museo Pérez Galdós conserva un telegrama de felicitación del Grupo y cuatro cartas de Francisco Abad Hernández a don Benito (seguramente, hubo más). Por ellas sabemos que, al menos, hubo función de este tipo con La loca de la casa, («fue un éxito extraordinario de público y de entusiasmo»; carta de 31 de marzo de 1914), con El abuelo y con Casandra, por la compañía Palma-Vico. El contenido del telegrama citado da fe del éxito que significó la puesta en escena de El abuelo por la compañía de Borrás, en 1908: «Sociedad Los Doce y presidente honorario Borrás cele-bran esta noche función honor vuestro representándose Abuelo localidades agotadas teatro engalanado, música, cohetes, bengalas, iluminación, entu-siasmo grandioso (… )». 857 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 17 Enrique Ponce, José Rodríguez Iglesias y Rafael Gómez Santana, en el reparto de actores. Nada indica el archivo de Rodríguez Izquierdo de una puesta en escena de La loca de la casa, el gran éxito galdosiano de 1883; pero Martín Moreno, en una de sus atractivas «Siesta de memorias» de La Provincia re-cuerda, sin indicar fecha, que «el entusiasmo de Los Doce» la puso en escena en el Pérez Galdós con «los escenógrafos «ofi-ciales »: Nicolás Massieu, Néstor Martín-Fernández de la Torre y Carlos Luis Monzón», y los actores «Rafaela Batista, Adelina Miró, Matilde y Capitolina Gaspar, Magdalena Trujillo, Ana Callicó, Conchita Rodríguez, Rosario Hernández, Jacinta Batis-ta, Rosario Benítez, M. de la Soledad Perdomo, Rita Suarez Morales, María Trujillo, Dolores Calvo...; y José Rodríguez Igle-sias, Antonio Abad Hernández, Enrique Ponce, Sebastián Suárez León, José Macario Brito, Juan Pulido, Marcial Martín, Nicolás Bautista, Bernardo Doreste Silva y un montón más de actores y actrices». Podría pensarse que se registran de-masiados nombres para los trece personajes (seis femeninos, siete masculinos) que tiene la obra; pero, como indica Galdós en la edición primera, a los personajes principales habría que añadir «hermanas de la caridad, señoras y caballeros del vecinda-rio de Santa Madrona, etc.». Extraño es que no lo reseñe Rodríguez Iglesias; pero la espléndida foto que aporta en la página periodística el recordado cronista apoya la veracidad de la noticia26. Para Los Doce y como colaboración al homenaje que se hizo a Valle Inclán (al que nos referiremos más adelante), escribieron Federico Cuyás y Rafael Romero (Alonso Quesada) un monólo-go cómico en prosa titulado, en guiño de humor, 7, pues fue la fecha de ese homenaje el de siete de enero de 1907. No llegó a representarse (no tenemos noticia de que se representara alguna vez) pero se publicó enseguida, lo que permite conocer hoy su 26 La familia Rodríguez Iglesias recuerda igualmente la pasión de su padre por El abuelo de Galdós, y conserva fotos de don José atractivamente caracte-rizado como el Conde de Albrit que la protagoniza; pero nada indica éste en sus testimonios. Hoy sabemos que la caracterización de Don José ocurrió cuando ya no existían Los Doce como asociación, y con motivo del homenaje que la ciudad dedicó a don Benito en 1931, en el Teatro Pérez Galdós. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 858 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 18 condición de juego satírico en torno a la significación negativa de ese número27. En las «Palabras al lector» iniciales, indican los autores la circunstancia de su no estreno «por inconvenientes surgidos a última hora», que fueron —según Rodríguez Igle-sias— el haber llegado tarde para su inclusión en el programa. La estructura de las veladas de Los Doce respondían a lo que era habitual en la época: entradas e intermedios musicales y, engarzadas entre ellos, dos sesiones escénicas de duración varia-ble: juguete cómico, monólogo o sainete, precedida o seguida de otra pieza de más extensión o envergadura. Cuando la ocasión lo requería no faltaban los discursos o las presentaciones verba-les. Tuvieron como escenario el Teatro Pérez Galdós, el Teatro Circo del Puerto, el Teatro de La Luz... y no fueran pocas las actuaciones por distintos puntos de la isla: más de una ocurrió en santa Brígida al calor de la Sociedad La Amistad, y otras hubo en Guía, Gáldar, Telde, San Mateo, Teror, Arucas... No pocas de estas funciones tuvieron como marco las dos sedes que la Sociedad tuvo. Particularmente atractiva debió de resultar la de la inauguración de la segunda sede, decorada especialmente por «nuestro director y gran artista D. Miguel Rivero Montañez junto a Carlos Luis Monzón y Pablo Sánchez Hernández». En ella, tras la Fantasía de la ópera Norma, por grupo orquestal bajo la batuta del maestro Andrés García de la Torre, pronunció un discurso Arturo Sarmiento Salom; luego, tras nueva actua-ción musical, se estrenó el entremés cómico de los Quintero El ojito derecho, con atractivos decorados de Francisco Suárez León. Como era lógico, para complacer a públicos diversos y sacar rentabilidad al trabajo realizado, las obras se reponían en escenarios distintos y no siempre con los mismos actores, cir-cunstancia que permite asombrarnos de versatilidad y el alto nivel de afición de estos antepasados nuestros tan interesantes. Que las reposiciones se hicieran por los mismos actores fue cir-cunstancia excepcional que don José hace constar respecto a una de las obras: la comedia del contemporáneo madrileño Gabriel Merino (1862-1903) El rey de Lydia que, tras su estreno en Teatro Circo del Puerto se repuso cinco veces más (en Telde, 27 CUYÁS y ROMERO (1907). 859 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 19 en el Pérez Galdós, en el local social, en Guía y de nuevo en el Puerto) con invariabilidad del elenco de actores: Matilde Gaspar Martí, Dolores Calvo García, Enrique Ponce Puente, José Rodríguez Iglesias, Sebastián Suárez León y Antonio Abad Hernández. Doña Clarines de los Hermanos Quintero se repre-sento, al menos, once veces en espacios distintos: tal vez fue la que obtuvo mayor número de reposiciones. Otro gran éxito fue la obra dramática en tres actos La madre eterna, del barcelonés Ignacio Iglesias (1871-1928), que se estrenó el 21 de mayo de 1914 con Conchita Rodríguez, A. Abad Hernández, José Rodríguez Iglesias, Waldo Moll, Rafael Gómez, Cristóbal Rodríguez del Rosario y Sebastián Díaz Bordón. Se repuso tres veces en el Teatro Pérez Galdós y se representó, al menos en el Teatro de la Luz, en Telde y en Arucas28. Aunque no era lo habitual, no faltaron recitales poéticos en las veladas de Los Doce. Las organizadas por ellos tenían como escenario el del local social; pero colaboraron con otras socie-dades mediante recitales en distintos espacios. Destaca Rodríguez Iglesias que Alonso Quesada («Nuestro exquisito poe-ta »), escogiera el teatrillo de Los Doce («nuestro teatrito de la calle Travieso 31, decorado por Néstor») para dar a conocer muchas de sus poesías el 17 de septiembre de 1913. En el mis-mo lugar, y en sesión homenaje a la memoria de Rubén Darío fallecido veinte días antes, Alonso Quesada recitó un poemario escogido del maestro modernista, entre un sentido panegírico de Luis Doreste Silva (el organizador) y la música del violinista José de Avellaneda acompañado al piano por Miguel Benítez Inglott; era 26 de febrero de 1916. Y el 30 de marzo siguiente volverá al teatrito social el mismo Alonso para dar voz a poemas de Las moradas del amor de Luis Doreste Silva. En el Casino de Gáldar, Francisco Suárez León recitará poesías propias, A Gáldar, el 25 de julio de 1905 con ocasión de las fiestas grandes de Santiago apóstol. En el Teatro Pérez Galdós, el 12 de junio de 28 Fue gran éxito personal de Antonio Abad, según comunica éste a Be-nito Pérez Galdós en carta de 1º de junio de 1914: «He representado La Madre eterna con asistencia grande de gente y de don Ambrosio e Ignacio gustando muchísimo y ovacionándome bastante, hablando los periódicos todos admirablemente». YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 860 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 20 1909, Tomás Morales recitará poemas propios en función a be-neficio de los habitantes de Fuerteventura; y Alonso Quesada prestará su voz a poemas de Tomás en sendas funciones bené-ficas: la noche del 29 de agosto de 1909, en función a beneficio de las familias de los reservistas que marcharon a la guerra de Melilla, y la del 25 de septiembre de 1921, en velada organiza-da por La juventud canaria a beneficio de los habitantes de El Hierro víctimas de pertinaz sequía. Agustín Millares Carlo («jo-ven licenciado en Filosofía y Letras») recitó con Los Doce en la función homenaje a Antonio Abad Hernández de 29 de octubre de 1915. Los Doce colaboraron ampliamente con otras Sociedades en funciones benéficas (Rodríguez Iglesias contabiliza treinta y sie-te de ellas; la primera, a beneficio de las Escuelas gratuitas, el 11 de enero de 1905), y en otras de distinta significación. Algu-nas de ellas han sido ya citadas. Hubo otras muchas: para apo-yar a Cruz Roja, para remediar problemas sociales, para ayudar a compañeros en apuros, para socorrer desgracias sobreveni-das... Sin duda fue especialmente emotiva su colaboración en la velada de 27 de octubre de 1912 en beneficio de los estudios profesionales del compañero Antonio Abad Hernández: repre-sentaron allí el acto IV de Electra de Galdós ya citado. Al año siguiente, en velada de 12 de octubre, la Sociedad presentaría a Antonio Abad como primer alumno de la Academia de Teatro de Madrid. Colaborarían también Los Doce, invitando a los socios del Círculo Mercantil, en la velada que en el Teatro Pérez Galdós agasajó al «maravilloso niño pianista Manolito Funes», en su beneficio, el 21 marzo de 191129. Aunque esta velada fue, sobre todo, musical, Los Doce pusieron en escena Doña Clarines; y el joven portento (no debía de tener más de once años) acompañó a Agustín Quevedo en su concierto de flauta. La intrusa de 29 Manuel Funes fue un pianista excelente. El periódico ABC de 5 de abril de 1935 anuncia un concierto suyo en el Círculo de Bellas Artes «mañana, a las seis y media»; y añade que, más conocido en el extranjero que en su pa-tria, acababa de regresar de Estados Unidos «donde está consagrado su nom-bre como uno de los más eminentes virtuosos del piano y donde ha residido muchos años (…) En breve regresará Manuel Funes a los Estados Unidos donde seguirá cosechando triunfos». 861 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 21 Maeterlink sería la obra elegida por Los Doce el 9 de octubre de 1917 para colaborar en nueva velada benéfica a favor del can-tante de Tenerife Luis Armas de Miranda, quien interpretaría arias de ópera en las dos partes de la función. Actuaron igual-mente las celebradas artistas tinerfeñas Carmen (violinista) y María Luisa (pianista) García López. Merecería igualmente función expresa y para los mismos fi-nes de apoyo y beneficio el joven actor Santiago Rivero Marrero, el 7 de noviembre de 1920 en el Teatro Circo Cuyás30. El propio artista actuaría ese día en La reina mora de los Quin-tero acompañado en escena por Dolores Cabrera, Rosario Vali-do, Bernarda González, Antonio Pulido Rodríguez, J. Rodríguez Iglesias, Reyes García, Cristóbal y Juan Fonseca acompañados de guitarristas; Antonio Abad Hernández actuó de maestro y director y Carlos Luis Monzón se encargo de los decorados. La soprano tinerfeña Matilde Martín Hernández31 fue objeto igual-mente de función benéfica propia, en la capital y en Arucas el 10 y 13 de diciembre, respectivamente, de 1916. En ambas ve-ladas los felices asistentes pudieron escuchar a la excelente so-prano, a los barítonos German Perera y Juan Pulido, y gozar la interpretación de los pasos de los Alvárez Quintero ¿A quién me recuerda usted?, en la primera, y Mañana de sol, en la segunda. 30 De Santiago Rivero deberíamos tener más datos. Algo he podido reca-bar, tras una pista que me dio Isabel Torón (gracias, otra vez) y un rastreo por Internet. Fue natural de Arucas en donde nació el 4 de enero de 1906. Sus estudios en Madrid, ayudado por la sociedad canaria con actuaciones como la citada en que participan Los Doce, no fue infructuosa porque, con el tiempo, llegó a actor destacado de cine y de televisión. Hemos podido anotar unos setenta títulos de películas en cuyo reparto figura su nombre, desde 1944 (el drama Lola Montes dirigido por Antonio Román), hasta 1973 (el film de horror que dirige Carlos Aured El retorno de Walpurgis). En me-dio títulos atractivos como La cruz de mayo, de Florian Rey, en 1944; Don Juan, de Sáenz de Heredia, en 1950; Las de Caín, de Pedro Lazaga, en 1957; y El hincha o Viento del sur, de José María Elorrieta, en 1957 y 1963, respec-tivamente. 31 Indica Rodríguez Iglesias que la soprano iba a marchar a Italia para perfeccionarse. Al menos sí que sabemos que amplió estudios en Madrid becada por el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Vid. YÁNEZ MESA (2008), p. 258. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 862 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 22 Muy grata debió ser la velada del 14 de agosto de 1915 en que la revista Florilegio celebró el segundo año de su publica-ción: fue en el salón Dorado del Gabinete Literario, con colabo-ración de esa Sociedad además de la Filarmónica y Los Doce, quienes pusieron en escena la comedia de J. Benavente Sin que-rer, con Conchita Rodríguez, Soledad Perdomo, J. Rodríguez Iglesias y Nicolás Bautista Franco. Otro día especial para Los Doce fue el 30 de octubre de 1920 en que organizaron una fun-ción en homenaje, beneficio y despedida al amigo, consocio y especial colaborar el barítono Juan Pulido32. En él añadieron sus espléndidas voces a la del homenajeado, sus compañeros Isidro Brito, Juan Arencibia Cabrera y Micaela Rodríguez Moreno quien añadió, en la segunda parte, cantos populares (guitarra y bandurria) con Aurelio García Rufino y Salvador Perdomo de la agrupación La Florida. Al piano, Federico Quevedo. La última velada de colaboración que reseña Rodríguez Igle-sias refiere a los dos conciertos homenaje a Juan Pulido que el Pérez Galdós celebró el 7 y el 8 de diciembre de 1929 con esplendido programa musical. Días especialmente grandes vivieron Los Doce. Añadamos a los ya reseñados el que les permitiera descubrir en el vestíbulo del Pérez Galdós una placa conmemorativa de la estancia de la compañía de Enrique Borrás durante la espléndida gira del ac-tor y su compañía a principios de 1908. Trajo Borrás a la isla lo mejor de su repertorio (El alcalde Zalamea, Otelo, El abuelo, Amor y ciencia, Los intereses creados, El genio alegre, El místico, Tierra baja, etc.); debutó el 19 de enero en el Teatro Pérez Galdós y actuó en este espacio y en el Teatro Circo del Puerto, con éxi-to extraordinario siempre. Organizaron Los Doce diversos homenajes. Ya nos hemos referido al dedicado a Luis Morote la noche del 26 de octubre de 1909. Hubo muchos más. Homenajearon a Benavente, en jornada de 20 julio de 1913 con el estreno de su drama en dos 32 Muchas funciones se hicieron por esos días en nuestra isla para ayu-dar a Juan Pulido en la andadura próxima que se le presentaba. Como sabe-mos, espléndida fue la trayectoria futura de nuestro barítono. Un interesan-te y documentado trabajo al respecto publicó el musicólogo Isidoro Santana. Vid. SANTANA GIL (2002). 863 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 23 actos Sacrificios, con magníficos decorados de Néstor Martín Fernández de la Torre. Homenajearon a Valle Inclán el 7 de enero de 1907, aprovechando la estancia del escritor admirado en nuestra isla agregado a la compañía de Ricardo Calvo, en gira hacia Argentina, en la que era primera dama la que sería su esposa, la actriz Josefina Blanco33. Hubo en el acto, además de excelente música, discurso-presentación de Miguel Sarmiento, poesías de Zorrilla por el actor Ricardo Calvo y una memorable actuación de Josefina interpretando el monólogo en verso y pro-sa de F. Flores García, Fea. Acompañaron a Valle en el escena-rio además de Sarmiento, Franchy y Roca, González Díaz, y el presidente de Los Doce Francisco León. El homenajeado «no abrió la boca y a todos nos dejó con la boca abierta», indica Rodríguez Iglesias. Homenajearon Los Doce igualmente al admirado escritor, consocio y amigo Francisco González Díaz por el éxito de su libro Especies con banquete en el hotel Continental el 4 de agos-to de 1912. Rodríguez Iglesias ha añadido a este archivo las cartas-adhesión de quienes no pudieron asistir: de Luis y Agustín Millares que expresan su admiración y cariño, pero que no asisten «por estar afectados por luto reciente»; de Fernando Inglott por la misma razón; de Federico León que indica que, aunque «médico a ras del suelo y apóstol de la religión materia-lista » reconoce y admira a quien, como González Díaz, «fabri-ca maravillas (...) y siembra con la pluma, chispazos de genio, regueros de sentimiento»; de Franchy y Roca que felicita cor-dialmente; y, por último, de Alonso Quesada, quien se excusa igualmente, felicitando cordialmente al homenajeado que es, como el resto de los intelectuales amigos, «la fuerza de espiri-tualidad de este tan apenado pueblo». Cuando falleció Galdós (4 de enero de 1920) la Sociedad se reunió en junta para hacer figurar el pésame en acta y en-viárselo a la familia. En los actos fúnebres, la Sociedad fue 33 Josefina Blanco (1878-1955), memorable actriz, se casó con Valle el 24 de agosto de 1907. En documento añadido al archivo que hemos manejado, Rodríguez Iglesias la dibuja como dama toda ella «delicadeza y bondad» dotada además de gentileza, elegancia y talento, que sufría con resignada be-nevolencia las excentricidades de su esposo. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 864 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 24 representada con flores por mediación de los Hermanos Quintero. Días grandes vivieron Los Doce, dijimos, y así los reconoció la sociedad que tuvo la suerte de conocerlos y admirarlos; y de aprender y disfrutar con ellos. Muchas lecciones podemos ex-traer hoy de su ejemplo y de su legado; así como del entusias-mo voluntarista de tantas y tantas asociaciones de nuestro pa-sado inmediato. BIBLIOGRAFÍA AA.VV. (2010). Unamuno en Canarias. 100 años de historia (1910-2010). LUJÁN, J.A. 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Sociedades e instituciones musicales en las Cana-rias Orientales en las épocas moderna y contemporánea. Tesis doctoral inédi-ta. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. SANTANA GIL, I. (2002). «Juan Pulido y Dalia Iñiguez en la vida y el arte a am-bos lados del Atlántico», en MORALES PADRÓN, F. (coord.). XIV Coloquio de Historia Canario-Americana (2000), pp. 1.538-1.565.
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Calificación | |
Título y subtítulo | Dos Asociaciones culturales grancanarias a principios del siglo XX. Apuntes de historia cultural / Two cultural Associations from the early 20th century in Gran Canaria. Cultural and historical notes |
Autor principal | Arencibia Santana, Yolanda |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 59 |
Sección | Bellas Artes |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas |
Editorial | Cabildo de Gran Canaria |
Fecha | 2013 |
Páginas | p. 841-866 |
Materias | Canarias ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 103061 Bytes |
Texto | 841 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. APUNTES DE HISTORIA CULTURAL TWO CULTURAL ASSOCIATIONS FROM THE EARLY 20TH CENTURY IN GRAN CANARIA. CULTURAL AND HISTORICAL NOTES Yolanda Arencibia* Recibido: 3 de julio de 2012 Aceptado: 28 de julio de 2012 Resumen: En las primeras décadas del siglo XX toda España conoció numerosas agrupaciones asociati-vas impulsadas por grupos limita-dos de individuos de inquieta y vo-luntariosa personalidad a quienes alentaba el afán de dar expresión a impulsos artísticos propios y com-partir (y debatir) inquietudes, opi-niones y aficiones. Existieron en to-das las Canarias y, aunque de distinto alcance y significación, su peso cultural fue importante: allí se leía, se intercambiaban noticias, se conversaba, se discutía… Las más interesantes programaban con-ferencias, recitales poéticos y actuaciones de teatro. De la gran mayoría de estos espacios sólo co-nocemos hoy el nombre y noticias Abstract: In the first few decades of the Twentieth Century, there were numerous groups and cultural asso-ciations that flourished all over Spain promoted by small numbers of creative people eager to give out-let to their artistic concerns, to de-bate their interests and share their concerns, opinions and hobbies. The Canary Islands were no excep-tion and, despite their varying sig-nificance and scope, these small as-sociations pulled their weight in cultural circles. Texts were read and circulated there, news exchanged and debates and discussions were held. The more active groups even organised conferences, poetry read-ings and performances of plays. Nowadays, only their names persist * Catedrática Emérita de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Cátedra Pérez Galdós. C/ Primero de mayo, 20. 35002. Las Palmas de Gran Canaria. Teléfono: +34 928 36 71 89; correo electronico: yaren@idecnet.com. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 842 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 2 más o menos confusas. De las que dejaron actas de sus Juntas o impri-mían programas de sus actuaciones podemos tener más datos. El presente trabajo tratará de dos de estas asociaciones que tuvieron en Gran Canaria importancia sin-gular: El Recreo y Los doce. Palabras clave: Cultura, Literatura, Asociaciones culturales, Artes escénicas, Siglo XX. or some limited and confused refer-ences to their organization, in the shape of Minutes of their Meetings or printed programmes of their events. This article underlines the particu-lar importance of two of these asso-ciations in Gran Canaria: El Recreo and Losdoce. Keywords: Culture. Literature. Cul-tural Associations. Performing Arts. 20th Century El espíritu humano necesita solaz y esparcimientos; y el que es, además, cultivado e inquieto, necesita compartir vivencias y afinidades artísticas con sensibilidades cercanas: de esta eviden-cia social nace la larga tradición de tertulias y asociaciones cul-turales —de muy diferente nivel de cualificación y de muy varia-da estructuración— que ofrece la historia reciente. Nada es nuevo. Acercarnos a los orígenes del asunto nos remontaría has-ta los cimientos de nuestra cultura. No es el momento ni la oca-sión de digresión tan amplia; pero sí que nos proponemos abor-dar el asunto con referencia al tema concreto que nuestro título señala. Reflexionando sobre la génesis de las agrupaciones asociativas españolas en la época moderna, recordaríamos que se extendieron a partir del siglo XVIII por todo el país. Y que mucho tuvo que ver en la existencia, consolidación y auge de las más oficiales y estructuradas el afán por contribuir al progreso, al conocimiento general y su difusión, que caracterizó al espí-ritu de la Ilustración. Además de las Academias reales, las So-ciedades de Amigos del País, que surgieron durante ese siglo por toda España al calor del anuncio de la modernidad, fueron es-tandartes oficiales de la «utilidad pública» y consiguieron, de un modo u otro, servir de modelo. Muchos otros espacios de cultura y de opinión (nada oficia-les, espontáneos y voluntaristas) fueron surgiendo desde aque-lla época en toda la geografía española; con tanta diversidad de perfiles como grandes eran las diferencias existentes entre la distintas provincias de España, por razones diversas, entre las que destaca el nivel de desarrollo político o social que éstas lle- 843 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 3 garon a adquirir o el punto de la geografía patria que las ubicó, extremos —por cierto— que no dejan de estar relacionados. Son estos espacios los que ahora nos interesan. Son sus impulsores grupos limitados de individuos de inquieta y voluntariosa perso-nalidad a quienes alienta el deseo íntimo de dar expresión a impulsos artísticos y compartir (y debatir) inquietudes, opinio-nes y aficiones. Fueron semiprivados la mayoría de ellos, aun-que se registraran oficialmente. Gran número de estos espacios hubo en la sociedad canaria en aquellas primeras décadas del siglo XX que este trabajo se ha propuesto abarcar; y siempre con marcado interés por las artes escénicas en general (música, teatro, recitales poéticos). Existieron en todas las islas, bajo el marbete general de Sociedades. Aunque de distinto alcance y sig-nificación y —muchas de ellas— de vida efímera, tuvieron gran peso cultural y social: allí se leía, se intercambiaban noticias, se conversaba, se discutía...; frecuentemente se organizaban «re-uniones » en donde no faltaban la música y el baile. Con fre-cuencia se programaban conferencias, recitales poéticos o ac-tuaciones de teatro de muy distinta relevancia: casi siempre con parquedad de medios y preparado entre amigos; y no era extra-ño que intercambiasen actividades entre ellas. De la gran mayo-ría de estos espacios sólo conocemos hoy el nombre y noticias sueltas bastante confusas; de las que dejaron actas de sus Jun-tas o imprimían programas de actuaciones podemos tener más datos. Muchas lagunas de investigación existen sobre ellas; y más que complicado resulta aportar datos contrastados sobre pervivencias, actividades concretas y nombres de sus protago-nistas; especialmente porque no era extraño que muchas de ellas se aglutinaran con los mismos animadores pero con nom-bre distinto, y porque no se conservan noticias contrastadas ni documentación suficiente. No falta información —nunca ex-haustiva— de las que contaron entre las más importantes. Mu-cho queda —repito— por investigar1. 1 Mucho queda por investigar, en efecto; porque cada localidad requeri-ría atención propia. Por otra parte, los datos no son fáciles de encontrar ni las fuentes suelen ser de fiabilidad absoluta. Hay alguna bibliografía intere-sante, sin embargo. Respecto a la provincia de Las Palmas en la que nos YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 844 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 4 LA SOCIEDAD EL RECREO De la Sociedad El Recreo tenemos noticias relativamente amplias, a las que han podido añadir rigor y detalle las declara-ciones de uno de sus socios, el poeta Saulo Torón2, y las noticias publicadas por don Juan Medina Sanabria en su colección de datos múltiples sobre el barrio de La Isleta. Llamada primero de Instrucción y Recreo, la Sociedad El Recreo fue —por lo que hoy sabemos— la primera que se fun-dara en el Puerto de la Luz. Se constituyó el 9 de enero de 1899 y tuvo su sede en la antigua calle de la Pescadería (hoy de López Socas) en un local muy cercano a la actual iglesia de La Luz. Formaron su primera junta directiva don Cándido Padilla y don Manuel Pérez Castañeda (presidente y vicepresidente), don Julián Torón y don Blas Pereira (secretarios), don Eusebio Peñate (presidente de Recreo), don Ambrosio Ramírez Velázquez (contador) y don Sixto Sánchez (tesorero). Desde el inicio de sus actividades El Recreo tuvo presencia activa en los actos festivos de las fiestas de La Naval (la más importante de la zona del Puerto) y organizaba veladas musicales, teatrales, bailes y también Fiestas de Arte, de modo que llegó a convertir-se en importante eje artístico de la capital en su época: mucho tuvo que ver en ello la personalidad y el entusiasmo de sus so-cios y el certero impulso de otro de sus presidentes, don Salva-dor Pérez Miranda que, nombrado en 1901, desempeñó el car-go durante casi toda la vida de la Sociedad. Tenemos noticias de diversas actividades entre el año de 1899 y 1903, bien en el pequeño local de la Sociedad, bien, aun-que organizadas por El Recreo, en el entonces Teatro Tirso de centramos, sin duda es la tesis doctoral de Isabel Saavedra (que ha recogido los nombres de más de un centenar de estas asociaciones en la citada pro-vincia), es la más completa y valiosa al respecto. Vid SAAVEDRA ROBAINA (2007). 2 El Eco de Canarias publicó entre el 26 de octubre y el once de noviem-bre de 1966 una serie de entrevistas con don Saulo Torón, de las que he ex-traído no pocos de estos datos. Aunque hay ejemplares en las hemerotecas, a mí me las dejó directamente su hija, Isabel Torón, quien las guarda en su archivo familiar. Que conste aquí mi agradecimiento. 845 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 5 Molina. También sabemos que patrocinaba la Banda de Música del Puerto y que el 15 de diciembre de 1902 abrió una academia de música gratuita en horas de 7 a 9 de la noche. En julio de 1903 El Recreo sufrió un terrible incendio que afectó a todo su mobiliario (al parecer solo se salvó el piano, la mesa de billar y algunas sillas). No pudo la desgracia, sin em-bargo, terminar con ella, pues conocemos nueva directiva en 1906 presidida, de nuevo, por don Salvador Pérez, con la ayuda de Juan García Barbuzano como vicepresidente, José Jorge García y Francisco Navarro Motas como presidentes de Recreo y Fomento, Sixto Flores como bibliotecario, Leonardo Rivero Pérez y Rafael Jorge García como secretarios y, como vocales, José Monzón Grondona, Manuel Barraquero, Álvaro S. Pérez, Luis Becerra, José Santana y Sebastián Pérez. Siguió El Recreo promoviendo eventos culturales impor-tantes. En 1907 proyecta un «Club Naútico» que acabará es-tableciéndose en el Puerto de la Luz con gran éxito. En 1909, con el fin de poder cubrir la estancia del poeta Salva-dor Rueda (a quien Tomás Morales invitara aprovechando su paso para Cuba), El Recreo organizó veladas recaudatorias pre-vias al acontecimiento, y por fin, la entusiasta sesión en que se coronaría a Rueda como poeta en el Teatro Pérez Gal-dós: fue jornada memorable del 14 de enero de 1910; en ella, entre lecturas poéticas de Tomás Morales y discursos de González Díaz, de Franchy y Roca y de don Luis Millares, el entonces alcalde don Felipe Massieu coronó de laureles la cabeza del malagueño3. Igualmente fue iniciativa de la socie-dad El Recreo la organización de los Juegos Florales de 1910 que trajeron a la ciudad a Miguel de Unamuno como mante- 3 Rueda llegó a Gran Canaria el 30 de diciembre y permaneció en ella más de dos semanas ampliamente agasajado. Invitado por la Sociedad La Unión, vivió en Telde una atractiva jornada cultural el 10 de enero. Rafael Franquelo dio información detallada de esa vista. Vid FRANQUELO (1975). 4 Muy amplia y diversa es la bibliografía de que existe sobre la estancia de Unamuno en Gran Canaria. Baste remitir ahora a la publicación que re-cogió las aportaciones científicas de los actos conmemorativos del centena-rio de esa estancia que organizó José Antonio Luján Henríquez el pasado 2010. Vid AA.VV (2010). YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 846 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 6 nedor4 y en los que recibirían galardón Tomás Morales5 y Alonso Quesada. Contaba El Recreo con un interesante «grupo de declama-ción » en cuyos primeros tiempos figuraban, al menos, Elena Anchuela, Micaela Torón y Álvaro Santana Pérez. De ese grupo de declamación procede igualmente la figura de José Rivero González quien, tras formarse en la Escuela de Declamación de Madrid pensionado por el Ayuntamiento de la capital grancanria, llegó a destacar como actor importante en el teatro y el cine nacionales6. En ese marco cercano y cómplice debieron estrenarse las tres obras de teatro que don Saulo Torón escribió con temática isleña y que se mantuvieron inéditas hasta 1992 en que las publicó Ignacio Morán: los sainetes La última de Frascorrita y La familia de don Pancho, sus tertulias y el inglés; y Duelo y Jolgorio (Escenas de la vida isleña)7. En las páginas del ejercicio de memoria de don Saulo ver-tido en El eco de Canarias (ya reseñado), comenta el gran poeta y testigo excepcional de aquellos tiempos que, desa-parecida la Sociedad, él mismo colaboró (y llegó a ser direc-tor) de otra asociación similar formada por jóvenes entusiastas del Puerto y cuya sede estaba en los bajos del desaparecido Teatro Circo. «Acepté ser director de escena para ayudarles. Y animé para que participaran Néstor, Claudio y Alonso. Para resucitar los mejores años de El Recreo, ya muerto», expli-ca don Saulo. Podría referirse a la inquieta Sociedad 1º de Mayo que organizó el estreno de Llanura de Alonso Que-sada en ese Teatro Circo del Puerto, el 25 de octubre de 5 Tomás Morales estaba fuera de la isla, por lo que leyó unas cuartillas en su nombre el gran charlista Federico García Sanchiz. 6 La mañana del 19 de diciembre de 1901 daba noticia de su debut en El Español de Madrid «en un corto papel»; y el ABC de 27 de diciembre de 1949 anotaba su fallecimiento como el de «una de las figuras más destacadas de nuestra escena», que había actuado con Carmen Cobeña y con Margarita Xirgu, «con quien estrenó Marianela de Galdós». En su filmografía pueden anotarse, al menos, diez títulos, desde El nocturno de Chopin, de 1915 a Doña María la Brava de 1948; en medio, El beso de la muerte (1917), Niebla (1932) o Currito de la Cruz (1936). 7 Vid MORÁN RUBIO (1992). Para el teatro de Saulo Torón, pp. 27-147. 847 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 7 19198, con Rita Suárez Morales (meses más tarde, esposa del autor) como protagonista. Por esos tiempos funcionó también en el Puerto la sociedad de Cultura y Recreo, de quien fue director artístico José Suárez Morales y tesorero Manuel Victorino, según noticias de prensa que destaca a la asociación como «cuadro de aficionados» de gran animación y prestigio9. LA SOCIEDAD DE DECLAMACIÓN LOS DOCE La Sociedad de Declamación (o de Arte dramático) Los Doce fue verdaderamente activa, y de significación muy especial para las artes escénicas que ahora nos ocupan. Bastantes datos tene-mos sobre la misma gracias a que conserva El Museo Canario un atractivo legajo10 que redactó el que fuera alma mater, de ella, don José Rodríguez Iglesias, depositado en la institución a tra-vés de los recientemente fallecidos Manuel González Sosa y Mª. Dolores de la Fe. En ese archivo fundamentamos los datos que cerrarán este trabajo. 8 Nota de Lázaro Santana en «Informe sobre Alonso Quesada» en Alonso Quesada. Obras Completas, tomo I, Cabildo de Gran Canaria, 1976, p. 56. 9 Estas noticias aparecen en El Tribuno de 20 de mayo de 1924, en nota «Nuestras sociedades», sin firma. Ese mismo año José Suárez Morales firma-ba en el mismo periódico un suelto en nombre de la directiva de Cultura y Recreo. Era José hijo del apreciado «maestro de la Isleta» José Suárez León, sobrino del escritor y pintor Francisco Suárez León y del también escritor, rapsoda y amplio hombre de cultura, Sebastián Suárez León. José Suárez Morales fue redactor de El Tribuno entre 1915 y 1929 en que falleció; firma-ba casi siempre como «El brujo de la Isleta». 10 Se trata de una caja-archivo titulada Sociedad de arte dramático Los Doce. Apuntes sobre sus actividades redactadas por D. José Rodríguez Iglesias. Contiene esa caja: 1. relación de estrenos y otras actuaciones detallada en 129 cuartillas numeradas y dos hojas preliminares marcadas con numeración I y II; 2. relación de las funciones benéficas realizadas por la Sociedad o en colaboración; 3. textos mecanografiados de algunas cartas de adhesión co-rrespondientes a un homenaje a González Díaz; y 4. narración de un sucedi-do con Valle Inclán durante su estancia en 1910 con la compañía de García Ortega. Esta caja se encuentra depositada en el Departamento de Musicología de El Museo Canario. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 848 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 8 La Sociedad de Los Doce se constituyó y comenzó sus activi-dades a principios de 1904 con el objetivo de realizar represen-taciones teatrales en la propia sede y organizar excursiones al campo; y tuvo existencia oficial a partir del 8 de diciembre de 1905. El nombre se debe a que eran, efectivamente, doce los socios fundadores, aunque con el tiempo este número varió, incrementándose notablemente. Tuvo su primera sede social en el número 32 de la calle de San Francisco (hoy de General Bra-vo), en el local de una tienda de comestibles que allí tenía don Juan González Quesada, aquel de los componentes que figuró como primer presidente; pero se trasladarían a una nueva sede (Viera y Clavijo, 4) el 22 de septiembre de 1906. El director y el secretario fueron, en principio, don Miguel Rivero Montañez y don José Macario Brito. Entre 1904 y la fecha constitucional de 1905, fueron tres los presidentes de la asociación: Francisco y Sebastián Suárez León, y el ya citado González Quesada. Otros presidentes cubrieron etapas distintas; así, Francisco León González, que fue nombrado en junta de 1º de agosto de 1906 (antes había sido tesorero) y José Rodríguez Iglesias, en (o a partir de) 1913. Contó la Sociedad con un Presidente de Honor acordado en junta de 27 de agosto de 1906: el gran actor Enri-que Borrás11. Como directores conocemos, al menos, los nom-bres de Miguel Rivero Montañez, José Rodríguez Iglesias, Néstor Martín Fernández de la Torre y Jerónimo Falcón Bethencourt. En la andadura larga de la Sociedad, alternaron y cambiaron distintos nombres en estos cargos de especial res-ponsabilidad, dentro del ambiente de distención y amistad que reinaba entre ellos. El diario La Provincia de 20 de enero de 11 Enrique Borrás (1863-1957), tras su presentación en el Novedades de Barcelona al frente del reparto de El Gran Galeoto de Echegaray, debutó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1904, para actuar luego en todos los teatros de Madrid y de casi toda España, con grandes temporadas en Norte de África y América del Sur, circunstancia que influyó en el conocimiento directo de su arte en Gran canaria y en Tenerife. Fue actor mimado por el público. Cuentan entre sus grandes éxitos Hamlet y Otelo, El abuelo de Galdós, además de lo más característico de Calderón: La vida es sueño y El alcalde de Zalamea. En 1932 formará compañía con Margarita Xirgu, otra personalidad de gran carisma actorial. Fue para Los Doce un gran maestro a quien admiraron profundamente. 849 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 9 1913 da una relación de directiva de la Sociedad con el nombre de Rodríguez Iglesias como presidente, seguido de Enrique Ponce, Antonio Cabrera Iglesias, Fernando Serrano, Ubaldo Wood, Rafael Gómez Santana, Ventura Doreste, Nicolás Bautis-ta Franco, Sebastián Díaz Bordón, Jerónimo Falcón Bethencourt, Cristóbal Rodríguez del Rosario y Bernardo Doreste Silva. Sin duda fue José Rodríguez Iglesias —excelente actor con presencia activa en todas las veladas de Los Doce— el director o presidente más carismático y, seguramente, el más inquieto y diligente de los socios. También el más eficaz, porque a su diligencia debe el Grupo la publicación de noticias veraces sobre su existencia y su actividad. Aunque no podemos establecer con certeza absoluta la per-sonalidad de esos doce de la constitución del grupo, sí que pro-gramas y actas nos permiten añadir como componentes activos en el devenir de la Sociedad, además de los ya citados, los nom-bres de Juan Falcón Quintana, José Gil Pineda, Pablo Gil Pine-da, Daniel Ramírez Acosta, José Santos Farray, Adolfo Struch Cotapo, Carlos Luis Monzón, Antonio Abad Hernández, Rafael Sánchez Hernández, Francisco Toledo Falcón, Rafael Fuentes Solano, Francisco Quesada Rodríguez12, Daniel Ramírez Acosta, Juan y Antonio Pulido Rodríguez... Todos hombres, como pode-mos observar; pues sólo se incorporaron mujeres al grupo para la representación del 14 de abril de 1907, circunstancia que Rodríguez Iglesias resalta como «fecha memorable»: «No era fácil —indica—, por oposición de sus familias». Se estrenan en esa fecha las actrices Carmen Ventura y Adelina Miró Company para cerrar la velada del día citado con la comedia en un acto y verso de Eduardo Zamora y Caballero El laurel y la oliva, com-partiendo reparto con José Santos Farray, José Rodríguez Igle-sias y Rafael Sánchez Hernández13. En adelante, nunca faltaron 12 Destaca Rodríguez Iglesias a Quesada Rodríguez (primo del poeta Alonso Quesada) como excelente actor «que perteneció a Los Doce en su primera etapa»; y lamenta que no se dedicara más al teatro por exiliarse a La Argentina en 1906. 13 Adelina Miró llegó a ser un valiosísimo elemento para la sociedad; pero Carmen Ventura —lamenta Rodríguez Iglesias— fue «discretísima aficiona-da que sólo trabajó en una obra porque su familia se trasladó a vivir al inte-rior de la isla». YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 850 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 voces femeninas en los repartos organizados por la Sociedad; entre las más fieles: Matilde y Capitolina Gaspar Martí, Dolores y Eulalia Calvo García14 y Conchita Rodríguez; también Julia Real, María Guerra Guerra, Rosario Cabrera Melián, Marina Trujillo, Carmen González, Soledad Perdomo... Más que atrac-tivo resultó al público (día grande para la Sociedad) el estreno de la comedia en dos actos de Martínez Sierra Canción de cuna la noche del 12 agosto de 1911, que reunió sobre la escena y junto a dos actores, a quince damas: Matilde Gaspar, Rosario Cabrera Melián, María Guerra Guerra, Conchita Rodríguez, Rafaela Batista, Marina Trujillo Guerra, Micalea Cabrera Melián, Jacinta Batista, Capitolina Gaspar, Rosario Hernández, Magdalena Trujillo Guerra, Dolores Cabrera Melián, Ana Callicó Morales y Rosario y Flora Benítez González. Fueron los actores Enrique Ponce y Cristóbal Rodríguez del Rosario. El intermedio fue recitado por Alonso Quesada, y se encargó de los decorados el gran artista, consocio y amigo Carlos Luis Monzón15. Fueran o no socios, gran parte de la sociedad culta de enton-ces colaboró de un modo u otro con la Los Doce. Rodríguez Iglesias inicia las cuartillas de su archivo con una relación muy larga de quienes «colaboraron estrechamente» con la Sociedad, en la que figuran los más destacados nombres de la intelectualidad de la época: los hermanos Millares, Domingo Doreste, Franchy y Roca, Tomás Morales, González Díaz, Arturo y Miguel Sarmiento Salom... Además los pintores Nicolás Massieu, Carlos Monzón Frondona; los maestros Bernardino 14 Rodríguez Iglesias, al reseñar en la velada del 12 de mayo de 1911 la puesta en escena de la comedia en dos actos de Ramos Carrión y Vital Aza Zaragüeta, se lamenta de la ausencia de los Calvo, todos ellos actores: el pa-dre don Andrés Calvo Jáimez y las dos hijas Dolores y Eulalia, pues por ju-bilación (don Andrés era alcaide de la cárcel) la familia había trasladado su residencia a Madrid. 15 Carlos Luis Monzón Grondona, un verdadero artista de especial sensi-bilidad, fue más que importante escenógrafo y director de espectáculos diver-sos ligado a la mayor parte de los espectáculos artísticos de la época. En 1918 solicitó a la Sociedad Económica de Amigos del País la plaza de profe-sor de dibujo interino. Con Francisco González González fue director del primer film de tema canario, La hija del mestre, que se estrenó en el Cinema Royal de la capital grancanaria el 3 de abril de 1928. 10 851 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 11 Valle, A. Manchado Viglietti, hermanos García de la Torre y A. Hernández Sánchez; los cantantes Néstor y Manuel de la Torre, Juan Pulido, Isidro Brito, Miss Lathbridge, Dª. Carlota Sanford, Germán Perera Hernández, Alfonso Mesa y López, Néstor Doreste Silva; los actores Josefina Blanco y Vicente Calvo; las agrupaciones de cuerda La Florida y La Lira; y una relación amplia de instrumentistas: pianistas (Cástor Gómez, Manolito Funes, Miguel Bénitez Inglot, Mrs. Woorton, Federico Quevedo Sarmiento, María Vinglietti Medina), chelistas (Mrs. Mackinon, Pedro Peñate y Flores), guitarristas (Carmelo Cabral), flautistas (Agustín Quevedo Arronte), etc., etc. Rodríguez Iglesias destaca la colaboración de los hermanos Millares con la entrega de su comedia Viva la vida para una de sus primeras salidas públicas; y, reiteradamente, la del poeta Alonso Quesada, quien –destaca– llegó a servir de actor en un desplazamiento de la Sociedad al Teatro de Guía, el 4 de septiembre de 190616. Sin duda, fue cons-tante y contagioso el voluntarismo entusiasta del grupo; al me-nos entre la fecha anteriormente citada de 1904 y la que hoy nos consta como la de la última actuación, en diciembre de 1929. Según testimonio de don José Macario Brito17, la primera excursión se efectuó a Valleseco, en un coche grande («char-a-banc ») alquilado en la cochera cercana de Sebastián Jaimez (misma calle de San Francisco, frente a la plaza San Bernardo). El primer estreno teatral no se hizo esperar: 7 de mayo de 1904, con La agonía de Colón, drama en verso de Larra, con J. 16 Sustituyó Alonso a un miembro del grupo de declamación que enfer-mó la noche anterior a la salida para el compromiso con el Teatro de Guía, para el que habían alquilado «dos coches de caballerías». Según Rodríguez Iglesias, el poeta no se hizo de rogar: «Me llevo un ejemplar [de la obra] para mi casa y la leo un par de veces». No aclara don José en cuál de las dos obras de esa velada intervino Quesada (fueron un cuadro del drama Juan José de Dicenta y el juguete cómico de Ángel del Arco Molinero, Solo para hombres) y tampoco si actuó con arte; pero sí que la buena disposición del poeta lo-gró que don José (y el Grupo) pasara del disgusto «al placer de ver al gran poeta en nuestro elenco y de ver actuar a nuestro director y gran artista D. Miguel Rivero Montañez una de las pocas veces que lo hizo en público». (Rivero había representado ese día el monólogo de Copée La huelga de los herreros). 17 Archivo Saulo Torón. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 852 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 12 Rodríguez Iglesias, Francisco León González y Juan Falcón Quintana; el monólogo cómico de Sebastián Suárez León De vuelta al trabajo, y el diálogo cómico en prosa de Juan del Pe-ral, Un cuarto con dos camas, «declamado» por F. León González y Juan Falcón Quintana. En adelante, más de un centenar de veladas organizaron Los Doce (constatadas, ciento veintitrés), y con otras muchas asocia-ciones o entidades colaboraron: con El Recreo, con el Ayunta-miento de Las Palmas, con La Juventud Canaria, con Explorado-res de Tenerife, con el Círculo Mercantil, con Fomento y Turismo... Colaboraron también con la Sociedad de Actores españoles en la iniciativa del traslado de los restos de los grandes actores Anto-nio Vico Pinto y Rafael Calvo desde Cádiz (junio de 1907) al Panteón de Hombres ilustres de Madrid18, en cuyos actos fueron representados por el dramaturgo Manuel Linares Rivas. Para sumarse a este evento coincidiendo con la llegada a Madrid «de los que fueron gloria del teatro nacional», Los Doce promovie-ron un acto-homenaje en el teatrillo propio y en el que, además de música orquestal y discursos del presidente León González, de Franchy y Roca y de González Díaz, hubo una «apoteosis final» donde, entre artísticos decorados de M. Rivero Montañez y Carlos Luis Monzón, una señorita con túnica griega coronaba de laurel los bustos19 de los recordados actores mientras sona-ba la Marcha fúnebre de Chopin. Como «sociedad de declamación» que se intitulaba, interesa-ba sobre todo a Los Doce el teatro, como directores, escenógrafos o actores; o ejerciendo las tres actividades a la vez. Actores fueron todos —o casi todos— ellos, escénografos desta-cados algunos (Néstor, Massieu, Luis Carlos Monzon, Rivero Montanez...), y no faltan los que aportaron su nombre como autores. 18 Los dos grandes actores, ambos pertenecientes a familias de cómicos de larga tradición y grandes amigos (aunque rivales en la escena), se habían unido en 1880 para formar compañía común. Calvo, fallecido en 1888, re-posaba en Cádiz. Los restos de Vico llegaron a esa ciudad desde La Habana, pues en Nuevitas (Cuba) había fallecido en 1902. 19 Hace constar don José que fueron Rafael Bello O´Shanahan y Antonio Cabrera Marrero los autores de tales bustos. 853 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 13 Un recuento de los títulos llevados a escena por Los Doce ofrece la cifra de sesenta y ocho obras de más de treinta y nue-ve autores distintos, casi todos foráneos y de resonancia nacio-nal (Joaquín Abati, Hnos. Álvarez Quintero, A. del Arco Moline-ro, J. Benavente, E. Blasco, Campoamor, R. Catarineu, F. Copée, J. Dicenta, J. Echegaray, F. Flores, A. Guimerá, I. Iglesias, A. Jiménez Guerra, Mariano J. de Larra, S. Lastra, Martínez Sie-rra, Martínez Olmedilla, Maeterlink —traducción de los Milla-res—, G. Merino, Pablo Parellada, Ramos Carrión, S. Rusiñol, C. Suárez Bravo, J. de la Velilla, Vital Aza, E. Zamora Caballe-ro, José Zorrilla y A. Zozaya)20. También figuraron en su escena obras de autores canarios, como los hermanos Millares, Tomás Morales, Francisco Suárez León, Sebastián Suárez León, Santiago Tejera y Waldo Moll Iz-quierdo21. Todos ellos fueron muy bien acogidos, y alguno con éxito más que notable. Un acontecimiento fue el estreno de La cena de Bethania de Tomás Morales, concienzudamente prepa-rada y que se estrenaría en el Teatro Pérez Galdós el 27 de marzo de 1910, con decorados de Nicolás Massieu y más de 26 personajes en escena en torno al Jesús que daba vida José Rodríguez Iglesias. Francisco González Díaz acompaña la pre-sentación de la obra con sentido discurso en la segunda parte. Se representó de nuevo (mismo teatro) el 16 de abril acompa-ñada del diálogo de S. Rusiñol La eterna canción; y luego, en función matiné de las cuatro y media de la tarde, el 24 de abril22. La colaboración de los Hermanos Millares con Los Doce 20 De los hermanos Álvarez Quintero, Los Doce subieron a escena cator-ce títulos distintos y diez de Benavente. Dos títulos representaron de Abati, de Dicenta y de Sebastián Súarez Léon. 21 A Waldo Moll cita Iglesias como actor en más de una decena de pape-les entre el 24 de noviembre de 1912, en que participó con el vaudeville Los fiambres de R. Catarineu, y el 24 de mayo de 1916. Como autor-actor lo cita en el monólogo ¡¡Guardias!!, representado el 12 de octubre de 1913. 22 Así en el archivo Rodríguez Iglesias; Sebastián de la Nuez da fechas distintas: el 4, el 15 y el 24 de abril de ese 1910; y acompañada en la segun-da representación del diálogo de los Quintero, Mañana de sol. Vid. NUEZ CABALLERO (1995), pp. 31-32. El investigador Guillermo Perdomo, que ha preparado una edición de La cena… coincide en las inseguridades respecto a las fechas; pero habiéndolas analizado a la luz de la prensa del momento, YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 854 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 14 fue constante, como ya indicamos. De ellos estrenaron Viva la vida, el 21 de noviembre de 1910 en el Teatro Pérez Galdós, con presentación de Domingo Doreste (fray Lesco), decorados de Néstor, y los nombres de Matilde Gaspar, Conchita Rodríguez del Rosario, Rosario Cabrera Melián, J. Rodríguez Iglesias y Antonio Abad Hernández en la escena. Fue un gran éxito, como reseña el periódico La Mañana al día siguiente. Estrenaron igualmente Los Doce las versiones que ellos hicieron de Maeterlinck, Interior y La intrusa. Ocurrió el primero en la se-sión con que se agasajó a Luis Morote («Figura ilustre del perio-dismo y gran panegirista de Gran Canaria, por ello Diputado a Cortes, y autor de La tierra de los Guanartemes») en el Teatro Pérez Galdós la noche del 26 octubre de 1909. Para la ocasión, Néstor efectuó los decorados; y representaron la obra Dolores Calvo García, Matilde Gaspar Martí, Miguel Rivero Montañez, Antonio Abad Hernández y Fernando Doreste Sánchez; en el interior intervenían Conchita Rodríguez del Rosario, Eulalia Calvo, María Avilés, la niña Felicidad Gravo Falcón, Rafael Gómez Santana, «y muchedumbre». Se repitió la obra en el mismo espacio el 28 de noviembre siguiente y, en el teatrillo de la calle Travieso y con decorados de Manuel Reyes Brito el 18 de junio de 1915, con motivo de la velada necrológica en memoria de Miguel Rivero Montañez, que había fallecido ese día de 1910. Se realizó nueva velada necrológica por el llorado director el 29 de junio de 1918, estrenándose esta vez La intrusa, con José Rodríguez Iglesias, Rafael Gómez, Juan Pulido, Conchita Rodríguez, Pino Suárez y Juanita Amador en la escena. Los decorados fueron obra de Carlos Luis Monzón. La obra se repu-so el 14 de octubre siguiente y el 9 de mayo de 1919 en la fun-ción benéfica en pro de los cinco huérfanos que resultaron del desplome de una cueva. llega a la conclusión de que hubo lectura íntima en la casa de Alonso Quesada el 13 de febrero; posible estreno de la obra, pero cancelado por enfermedad del actor principal, Miguel Rivero, el 27 de marzo; nuevo aviso de estreno cancelado el 3 de abril; estreno final el 4 de abril con nueva re-presentación el 16 de abril. Y el paso que iba a acompañarla en la velada, La eterna canción, se sustituye por Mañana de sol. 855 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 15 Igualmente tuvo gran éxito el estreno El rosal rojo, obra dra-mática en dos actos del ferviente doceísta Sebastián Suárez León23. Fue este estreno la colaboración de esta Sociedad en la velada organizada por la de Fomento y Turismo el 23 de diciem-bre de 1918 en el Teatro Circo Cuyás. En la escena: Conchita Rodríguez, Rita Suárez Morales, Ana Suárez Morales, Jesús Perdomo Caballero, Pino Suárez Herrera, J. Rodríguez Iglesias, Santiago Rivero Marrero, Sebastián Suárez León. Preparó los decorados Carlos Luis Monzón. La obra se repuso en el mismo espacio el 9 de mayo siguiente, en función benéfica en pro de los cinco huérfanos que resultaron del desplome de una cueva, ya citado. En esta ocasión las cuatro actrices del estreno fueron sustituidas por profesionales de la compañía de Luis del Llano, de paso por nuestra ciudad. No menor fue el éxito del estreno de la zarzuela Folías tris-tes de Santiago Tejera Ossavarry, en función dedicada al autor en el Teatro Circo Cuyás el 4 de marzo 1920. La puesta en esce-na de Folias tristes fue acontecimiento local con amplia partici-pación de artistas de la sociedad grancanaria: Anita Suárez de Mesa, Juan Pulido, María Santaella, Néstor Doreste, J. Rodríguez Iglesias, Isidro Brito, Candelaria Morales Martínez de Escobar, Pino Ensell González, Manuel del Toro, Josefa Rome-ro Quesada, Trinidad Reina, Elvira Padilla; y en los coros, Pino Martinón Navarro, Luisa Cambreleng Mesa, Adela Sunico Nava- 23 El rosal rojo, que se publicó enseguida con dedicación expresa a Los Doce, significa una llamada a la rebeldía juvenil, entre romántica y realista. No era la primera obra de su autor, quien en 1903 había publicado Esbozos, una colección de cuentos de alto contenido social. Sebastián Suárez León, periodista (fue director de El tribuno, diario republicano federal), escritor y gran rapsoda, perteneció a una familia de particular inquietud artística y social: así sus hermanos José («el maestro de la Isleta») y Francisco (escri-tor y pintor) Suárez León. A su sobrino, José Suárez Morales, hemos dedi-cado la nota 8. Sobrinas suyas eran las actrices del reparto de esta obra Rita y Ana Suárez Morales. En 1934, Pedro García Cabrera anunciaba un recital de él en el tinerfeño Círculo de Bellas Artes elogiándolo como «periodista dramaturgo y recitador […] de voz caliente de dorado timbre, rica en matices y aterciopeladas tonalidades». («Sobre el próximo recital de S. Suárez León», La prensa, Sta. Cruz de Tenerife, 25 de noviembre de 1934. Cito por Obras completas, VI, pp. 283-284). YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 856 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 16 rro, Amalia Pérez, Ana Padilla, Luci Nansón, Lola de León, Concha de León, Paquita González, Rita Suárez, Isabel Darana Romero, Antonio Pulido, Juan Arencibia, Pedro Rodríguez, Manuel Valle Gracia, A. Doreste, Agustín Peano, José Rodríguez Naranjo, Pedro Matos del Toro, Luis Bravo Falcón, Fernando Rivero del Castillo, Tomás Doreste, Juan Cambreleng Mesa y Nicolás Navarro Mendoza. Fue un gran éxito. La obra se repu-so dos veces más en el mismo año y en sendas funciones bené-ficas (a beneficio del Asilo de Ancianos y del de Niños de San Antonio)24. Los Doce admiraban profundamente a Galdós; y noticias te-nemos de la mediación del Grupo en la promoción de funcio-nes homenaje a Galdós (o en su beneficio) cuando las compa-ñías que pasaban por la isla ponían en escena algunos de sus títulos25. El 24 de octubre de 1912 Los doce pusieron en escena el IV acto de Electra, con decorados de Luis Carlos Monzón, y con Conchita Rodríguez del Rosario, Rosario Cabrera Melián, Matilde y Capitolina Gaspar Martí, Antonio Abad Hernández, 24 El asunto de estas funciones benéficas mereció mesa especial para la administración de los beneficios; en ella, grandes damas de la época: doña María Suárez, viuda de Del Toro; doña María Mesa, viuda de Cambreleng; y doña María Quesada, viuda de Suárez. Como dato interesante añadamos que a esta última señora, María Quesada Romero, le fue concedida la Medalla al Mérito del Trabajo en 1933 pues, habiéndose quedado viuda con muchos hijos, logró sacarlos adelante con una librería que regentó en la calle de Muro de nuestra ciudad. La librería marcaría época, pues en su planta baja (casi sótano) doña María dirigía un tertulia de literatura, de pensamiento y de opinión. Fue abuela materna de Pacota Mesa, quien continuó esas activi-dades en la misma librería. Para datos sobre doña María o tros damas, ver REINA JIMÉNEZ (2010), p. 24. 25 El archivo de la Casa Museo Pérez Galdós conserva un telegrama de felicitación del Grupo y cuatro cartas de Francisco Abad Hernández a don Benito (seguramente, hubo más). Por ellas sabemos que, al menos, hubo función de este tipo con La loca de la casa, («fue un éxito extraordinario de público y de entusiasmo»; carta de 31 de marzo de 1914), con El abuelo y con Casandra, por la compañía Palma-Vico. El contenido del telegrama citado da fe del éxito que significó la puesta en escena de El abuelo por la compañía de Borrás, en 1908: «Sociedad Los Doce y presidente honorario Borrás cele-bran esta noche función honor vuestro representándose Abuelo localidades agotadas teatro engalanado, música, cohetes, bengalas, iluminación, entu-siasmo grandioso (… )». 857 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 17 Enrique Ponce, José Rodríguez Iglesias y Rafael Gómez Santana, en el reparto de actores. Nada indica el archivo de Rodríguez Izquierdo de una puesta en escena de La loca de la casa, el gran éxito galdosiano de 1883; pero Martín Moreno, en una de sus atractivas «Siesta de memorias» de La Provincia re-cuerda, sin indicar fecha, que «el entusiasmo de Los Doce» la puso en escena en el Pérez Galdós con «los escenógrafos «ofi-ciales »: Nicolás Massieu, Néstor Martín-Fernández de la Torre y Carlos Luis Monzón», y los actores «Rafaela Batista, Adelina Miró, Matilde y Capitolina Gaspar, Magdalena Trujillo, Ana Callicó, Conchita Rodríguez, Rosario Hernández, Jacinta Batis-ta, Rosario Benítez, M. de la Soledad Perdomo, Rita Suarez Morales, María Trujillo, Dolores Calvo...; y José Rodríguez Igle-sias, Antonio Abad Hernández, Enrique Ponce, Sebastián Suárez León, José Macario Brito, Juan Pulido, Marcial Martín, Nicolás Bautista, Bernardo Doreste Silva y un montón más de actores y actrices». Podría pensarse que se registran de-masiados nombres para los trece personajes (seis femeninos, siete masculinos) que tiene la obra; pero, como indica Galdós en la edición primera, a los personajes principales habría que añadir «hermanas de la caridad, señoras y caballeros del vecinda-rio de Santa Madrona, etc.». Extraño es que no lo reseñe Rodríguez Iglesias; pero la espléndida foto que aporta en la página periodística el recordado cronista apoya la veracidad de la noticia26. Para Los Doce y como colaboración al homenaje que se hizo a Valle Inclán (al que nos referiremos más adelante), escribieron Federico Cuyás y Rafael Romero (Alonso Quesada) un monólo-go cómico en prosa titulado, en guiño de humor, 7, pues fue la fecha de ese homenaje el de siete de enero de 1907. No llegó a representarse (no tenemos noticia de que se representara alguna vez) pero se publicó enseguida, lo que permite conocer hoy su 26 La familia Rodríguez Iglesias recuerda igualmente la pasión de su padre por El abuelo de Galdós, y conserva fotos de don José atractivamente caracte-rizado como el Conde de Albrit que la protagoniza; pero nada indica éste en sus testimonios. Hoy sabemos que la caracterización de Don José ocurrió cuando ya no existían Los Doce como asociación, y con motivo del homenaje que la ciudad dedicó a don Benito en 1931, en el Teatro Pérez Galdós. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 858 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 18 condición de juego satírico en torno a la significación negativa de ese número27. En las «Palabras al lector» iniciales, indican los autores la circunstancia de su no estreno «por inconvenientes surgidos a última hora», que fueron —según Rodríguez Igle-sias— el haber llegado tarde para su inclusión en el programa. La estructura de las veladas de Los Doce respondían a lo que era habitual en la época: entradas e intermedios musicales y, engarzadas entre ellos, dos sesiones escénicas de duración varia-ble: juguete cómico, monólogo o sainete, precedida o seguida de otra pieza de más extensión o envergadura. Cuando la ocasión lo requería no faltaban los discursos o las presentaciones verba-les. Tuvieron como escenario el Teatro Pérez Galdós, el Teatro Circo del Puerto, el Teatro de La Luz... y no fueran pocas las actuaciones por distintos puntos de la isla: más de una ocurrió en santa Brígida al calor de la Sociedad La Amistad, y otras hubo en Guía, Gáldar, Telde, San Mateo, Teror, Arucas... No pocas de estas funciones tuvieron como marco las dos sedes que la Sociedad tuvo. Particularmente atractiva debió de resultar la de la inauguración de la segunda sede, decorada especialmente por «nuestro director y gran artista D. Miguel Rivero Montañez junto a Carlos Luis Monzón y Pablo Sánchez Hernández». En ella, tras la Fantasía de la ópera Norma, por grupo orquestal bajo la batuta del maestro Andrés García de la Torre, pronunció un discurso Arturo Sarmiento Salom; luego, tras nueva actua-ción musical, se estrenó el entremés cómico de los Quintero El ojito derecho, con atractivos decorados de Francisco Suárez León. Como era lógico, para complacer a públicos diversos y sacar rentabilidad al trabajo realizado, las obras se reponían en escenarios distintos y no siempre con los mismos actores, cir-cunstancia que permite asombrarnos de versatilidad y el alto nivel de afición de estos antepasados nuestros tan interesantes. Que las reposiciones se hicieran por los mismos actores fue cir-cunstancia excepcional que don José hace constar respecto a una de las obras: la comedia del contemporáneo madrileño Gabriel Merino (1862-1903) El rey de Lydia que, tras su estreno en Teatro Circo del Puerto se repuso cinco veces más (en Telde, 27 CUYÁS y ROMERO (1907). 859 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 19 en el Pérez Galdós, en el local social, en Guía y de nuevo en el Puerto) con invariabilidad del elenco de actores: Matilde Gaspar Martí, Dolores Calvo García, Enrique Ponce Puente, José Rodríguez Iglesias, Sebastián Suárez León y Antonio Abad Hernández. Doña Clarines de los Hermanos Quintero se repre-sento, al menos, once veces en espacios distintos: tal vez fue la que obtuvo mayor número de reposiciones. Otro gran éxito fue la obra dramática en tres actos La madre eterna, del barcelonés Ignacio Iglesias (1871-1928), que se estrenó el 21 de mayo de 1914 con Conchita Rodríguez, A. Abad Hernández, José Rodríguez Iglesias, Waldo Moll, Rafael Gómez, Cristóbal Rodríguez del Rosario y Sebastián Díaz Bordón. Se repuso tres veces en el Teatro Pérez Galdós y se representó, al menos en el Teatro de la Luz, en Telde y en Arucas28. Aunque no era lo habitual, no faltaron recitales poéticos en las veladas de Los Doce. Las organizadas por ellos tenían como escenario el del local social; pero colaboraron con otras socie-dades mediante recitales en distintos espacios. Destaca Rodríguez Iglesias que Alonso Quesada («Nuestro exquisito poe-ta »), escogiera el teatrillo de Los Doce («nuestro teatrito de la calle Travieso 31, decorado por Néstor») para dar a conocer muchas de sus poesías el 17 de septiembre de 1913. En el mis-mo lugar, y en sesión homenaje a la memoria de Rubén Darío fallecido veinte días antes, Alonso Quesada recitó un poemario escogido del maestro modernista, entre un sentido panegírico de Luis Doreste Silva (el organizador) y la música del violinista José de Avellaneda acompañado al piano por Miguel Benítez Inglott; era 26 de febrero de 1916. Y el 30 de marzo siguiente volverá al teatrito social el mismo Alonso para dar voz a poemas de Las moradas del amor de Luis Doreste Silva. En el Casino de Gáldar, Francisco Suárez León recitará poesías propias, A Gáldar, el 25 de julio de 1905 con ocasión de las fiestas grandes de Santiago apóstol. En el Teatro Pérez Galdós, el 12 de junio de 28 Fue gran éxito personal de Antonio Abad, según comunica éste a Be-nito Pérez Galdós en carta de 1º de junio de 1914: «He representado La Madre eterna con asistencia grande de gente y de don Ambrosio e Ignacio gustando muchísimo y ovacionándome bastante, hablando los periódicos todos admirablemente». YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 860 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 20 1909, Tomás Morales recitará poemas propios en función a be-neficio de los habitantes de Fuerteventura; y Alonso Quesada prestará su voz a poemas de Tomás en sendas funciones bené-ficas: la noche del 29 de agosto de 1909, en función a beneficio de las familias de los reservistas que marcharon a la guerra de Melilla, y la del 25 de septiembre de 1921, en velada organiza-da por La juventud canaria a beneficio de los habitantes de El Hierro víctimas de pertinaz sequía. Agustín Millares Carlo («jo-ven licenciado en Filosofía y Letras») recitó con Los Doce en la función homenaje a Antonio Abad Hernández de 29 de octubre de 1915. Los Doce colaboraron ampliamente con otras Sociedades en funciones benéficas (Rodríguez Iglesias contabiliza treinta y sie-te de ellas; la primera, a beneficio de las Escuelas gratuitas, el 11 de enero de 1905), y en otras de distinta significación. Algu-nas de ellas han sido ya citadas. Hubo otras muchas: para apo-yar a Cruz Roja, para remediar problemas sociales, para ayudar a compañeros en apuros, para socorrer desgracias sobreveni-das... Sin duda fue especialmente emotiva su colaboración en la velada de 27 de octubre de 1912 en beneficio de los estudios profesionales del compañero Antonio Abad Hernández: repre-sentaron allí el acto IV de Electra de Galdós ya citado. Al año siguiente, en velada de 12 de octubre, la Sociedad presentaría a Antonio Abad como primer alumno de la Academia de Teatro de Madrid. Colaborarían también Los Doce, invitando a los socios del Círculo Mercantil, en la velada que en el Teatro Pérez Galdós agasajó al «maravilloso niño pianista Manolito Funes», en su beneficio, el 21 marzo de 191129. Aunque esta velada fue, sobre todo, musical, Los Doce pusieron en escena Doña Clarines; y el joven portento (no debía de tener más de once años) acompañó a Agustín Quevedo en su concierto de flauta. La intrusa de 29 Manuel Funes fue un pianista excelente. El periódico ABC de 5 de abril de 1935 anuncia un concierto suyo en el Círculo de Bellas Artes «mañana, a las seis y media»; y añade que, más conocido en el extranjero que en su pa-tria, acababa de regresar de Estados Unidos «donde está consagrado su nom-bre como uno de los más eminentes virtuosos del piano y donde ha residido muchos años (…) En breve regresará Manuel Funes a los Estados Unidos donde seguirá cosechando triunfos». 861 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 21 Maeterlink sería la obra elegida por Los Doce el 9 de octubre de 1917 para colaborar en nueva velada benéfica a favor del can-tante de Tenerife Luis Armas de Miranda, quien interpretaría arias de ópera en las dos partes de la función. Actuaron igual-mente las celebradas artistas tinerfeñas Carmen (violinista) y María Luisa (pianista) García López. Merecería igualmente función expresa y para los mismos fi-nes de apoyo y beneficio el joven actor Santiago Rivero Marrero, el 7 de noviembre de 1920 en el Teatro Circo Cuyás30. El propio artista actuaría ese día en La reina mora de los Quin-tero acompañado en escena por Dolores Cabrera, Rosario Vali-do, Bernarda González, Antonio Pulido Rodríguez, J. Rodríguez Iglesias, Reyes García, Cristóbal y Juan Fonseca acompañados de guitarristas; Antonio Abad Hernández actuó de maestro y director y Carlos Luis Monzón se encargo de los decorados. La soprano tinerfeña Matilde Martín Hernández31 fue objeto igual-mente de función benéfica propia, en la capital y en Arucas el 10 y 13 de diciembre, respectivamente, de 1916. En ambas ve-ladas los felices asistentes pudieron escuchar a la excelente so-prano, a los barítonos German Perera y Juan Pulido, y gozar la interpretación de los pasos de los Alvárez Quintero ¿A quién me recuerda usted?, en la primera, y Mañana de sol, en la segunda. 30 De Santiago Rivero deberíamos tener más datos. Algo he podido reca-bar, tras una pista que me dio Isabel Torón (gracias, otra vez) y un rastreo por Internet. Fue natural de Arucas en donde nació el 4 de enero de 1906. Sus estudios en Madrid, ayudado por la sociedad canaria con actuaciones como la citada en que participan Los Doce, no fue infructuosa porque, con el tiempo, llegó a actor destacado de cine y de televisión. Hemos podido anotar unos setenta títulos de películas en cuyo reparto figura su nombre, desde 1944 (el drama Lola Montes dirigido por Antonio Román), hasta 1973 (el film de horror que dirige Carlos Aured El retorno de Walpurgis). En me-dio títulos atractivos como La cruz de mayo, de Florian Rey, en 1944; Don Juan, de Sáenz de Heredia, en 1950; Las de Caín, de Pedro Lazaga, en 1957; y El hincha o Viento del sur, de José María Elorrieta, en 1957 y 1963, respec-tivamente. 31 Indica Rodríguez Iglesias que la soprano iba a marchar a Italia para perfeccionarse. Al menos sí que sabemos que amplió estudios en Madrid becada por el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Vid. YÁNEZ MESA (2008), p. 258. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 862 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 22 Muy grata debió ser la velada del 14 de agosto de 1915 en que la revista Florilegio celebró el segundo año de su publica-ción: fue en el salón Dorado del Gabinete Literario, con colabo-ración de esa Sociedad además de la Filarmónica y Los Doce, quienes pusieron en escena la comedia de J. Benavente Sin que-rer, con Conchita Rodríguez, Soledad Perdomo, J. Rodríguez Iglesias y Nicolás Bautista Franco. Otro día especial para Los Doce fue el 30 de octubre de 1920 en que organizaron una fun-ción en homenaje, beneficio y despedida al amigo, consocio y especial colaborar el barítono Juan Pulido32. En él añadieron sus espléndidas voces a la del homenajeado, sus compañeros Isidro Brito, Juan Arencibia Cabrera y Micaela Rodríguez Moreno quien añadió, en la segunda parte, cantos populares (guitarra y bandurria) con Aurelio García Rufino y Salvador Perdomo de la agrupación La Florida. Al piano, Federico Quevedo. La última velada de colaboración que reseña Rodríguez Igle-sias refiere a los dos conciertos homenaje a Juan Pulido que el Pérez Galdós celebró el 7 y el 8 de diciembre de 1929 con esplendido programa musical. Días especialmente grandes vivieron Los Doce. Añadamos a los ya reseñados el que les permitiera descubrir en el vestíbulo del Pérez Galdós una placa conmemorativa de la estancia de la compañía de Enrique Borrás durante la espléndida gira del ac-tor y su compañía a principios de 1908. Trajo Borrás a la isla lo mejor de su repertorio (El alcalde Zalamea, Otelo, El abuelo, Amor y ciencia, Los intereses creados, El genio alegre, El místico, Tierra baja, etc.); debutó el 19 de enero en el Teatro Pérez Galdós y actuó en este espacio y en el Teatro Circo del Puerto, con éxi-to extraordinario siempre. Organizaron Los Doce diversos homenajes. Ya nos hemos referido al dedicado a Luis Morote la noche del 26 de octubre de 1909. Hubo muchos más. Homenajearon a Benavente, en jornada de 20 julio de 1913 con el estreno de su drama en dos 32 Muchas funciones se hicieron por esos días en nuestra isla para ayu-dar a Juan Pulido en la andadura próxima que se le presentaba. Como sabe-mos, espléndida fue la trayectoria futura de nuestro barítono. Un interesan-te y documentado trabajo al respecto publicó el musicólogo Isidoro Santana. Vid. SANTANA GIL (2002). 863 DOS ASOCIACIONES CULTURALES GRANCANARIAS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 23 actos Sacrificios, con magníficos decorados de Néstor Martín Fernández de la Torre. Homenajearon a Valle Inclán el 7 de enero de 1907, aprovechando la estancia del escritor admirado en nuestra isla agregado a la compañía de Ricardo Calvo, en gira hacia Argentina, en la que era primera dama la que sería su esposa, la actriz Josefina Blanco33. Hubo en el acto, además de excelente música, discurso-presentación de Miguel Sarmiento, poesías de Zorrilla por el actor Ricardo Calvo y una memorable actuación de Josefina interpretando el monólogo en verso y pro-sa de F. Flores García, Fea. Acompañaron a Valle en el escena-rio además de Sarmiento, Franchy y Roca, González Díaz, y el presidente de Los Doce Francisco León. El homenajeado «no abrió la boca y a todos nos dejó con la boca abierta», indica Rodríguez Iglesias. Homenajearon Los Doce igualmente al admirado escritor, consocio y amigo Francisco González Díaz por el éxito de su libro Especies con banquete en el hotel Continental el 4 de agos-to de 1912. Rodríguez Iglesias ha añadido a este archivo las cartas-adhesión de quienes no pudieron asistir: de Luis y Agustín Millares que expresan su admiración y cariño, pero que no asisten «por estar afectados por luto reciente»; de Fernando Inglott por la misma razón; de Federico León que indica que, aunque «médico a ras del suelo y apóstol de la religión materia-lista » reconoce y admira a quien, como González Díaz, «fabri-ca maravillas (...) y siembra con la pluma, chispazos de genio, regueros de sentimiento»; de Franchy y Roca que felicita cor-dialmente; y, por último, de Alonso Quesada, quien se excusa igualmente, felicitando cordialmente al homenajeado que es, como el resto de los intelectuales amigos, «la fuerza de espiri-tualidad de este tan apenado pueblo». Cuando falleció Galdós (4 de enero de 1920) la Sociedad se reunió en junta para hacer figurar el pésame en acta y en-viárselo a la familia. En los actos fúnebres, la Sociedad fue 33 Josefina Blanco (1878-1955), memorable actriz, se casó con Valle el 24 de agosto de 1907. En documento añadido al archivo que hemos manejado, Rodríguez Iglesias la dibuja como dama toda ella «delicadeza y bondad» dotada además de gentileza, elegancia y talento, que sufría con resignada be-nevolencia las excentricidades de su esposo. YOLANDA ARENCIBIA Anuario de Estudios Atlánticos 864 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2013), núm. 59, pp. 833-856 24 representada con flores por mediación de los Hermanos Quintero. Días grandes vivieron Los Doce, dijimos, y así los reconoció la sociedad que tuvo la suerte de conocerlos y admirarlos; y de aprender y disfrutar con ellos. Muchas lecciones podemos ex-traer hoy de su ejemplo y de su legado; así como del entusias-mo voluntarista de tantas y tantas asociaciones de nuestro pa-sado inmediato. BIBLIOGRAFÍA AA.VV. (2010). Unamuno en Canarias. 100 años de historia (1910-2010). LUJÁN, J.A. (coord.). Cabildo Insular de Gran Canaria. ARCHIVO familiar de D. José Rodríguez Iglesias. ARCHIVO familiar de D. Saulo Torón. ARCHIVO: Sociedad de arte dramático Los Doce. Apuntes sobre sus actividades redactadas por D. José Rodríguez Iglesias. Las Palmas de Gran Canaria: El Museo Canario. CANO VERA (1996). «Nuestra ciudad y sus hombres (Conversaciones noveladas)», en El Eco de Canarias, XI cpts., 26 octubre-12 de noviembre de 1996. CUYÁS, F. y ROMERO, R. (1907). 7. Monólogo cómico, Tip. Alzola. FRANQUELO, R. (1975). «Salvador Rueda en Canarias«. Jábega, 10, pp. 75-80. MORÁN RUBIO, I. (1992). Teatro teldense. Ayuntamiento de Telde. NUEZ CABALLERO, S. De la (1995). «Tomás Morales autor teatral. La cena de Bethania«. Anuario de Estudios Atlánticos, 1, 1955, pp. 29-51; este dato en pp. 31-32. REINA JIMÉNEZ, Mª.C. (2010). Mujer y cultura en Canarias, Colectivo de mujeres Canarias, Las Palmas de Gran Canaria. SAAVEDRA ROBAINA, I. (2007). Sociedades e instituciones musicales en las Cana-rias Orientales en las épocas moderna y contemporánea. Tesis doctoral inédi-ta. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. SANTANA GIL, I. (2002). «Juan Pulido y Dalia Iñiguez en la vida y el arte a am-bos lados del Atlántico», en MORALES PADRÓN, F. (coord.). XIV Coloquio de Historia Canario-Americana (2000), pp. 1.538-1.565. |
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