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U R B A N I S M O © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 571 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA P O R ANTONIO NAVAL MAS RESUMEN El trabajo presenta un diagnóstico de la situación real de la Ciudad de la Habana en cuanto que es Ciudad Patrimonio de la Humanidad, por la categoría de su arquitectura y la articulación de la misma en un conjunto urbano relevante. Sin ignorar los esfuerzos que se están haciendo tanto por la administración del país como por instituciones extranjeras, entre ellas las españolas, llama la atención y debe preocupar el grave deterioro experimen-tado por el abandono a que ha tenido que ser sometido este conjunto como consecuencia de la situación social actual. Desde esta constatación se hace una reflexión extrapolando las consecuencias del devenir de esta ciudad a lo que pueden ser las ciudades de nuestra cultura, que, aunque por otras cau-sas sociales e inmersas en otros mecanismos de motivación económica, es-tán avocadas a una decadencia, no al margen del devenir de la civilización occidental. Palabras clave: Centros históricos - Patrimonio arquitectónico - Conser-vación y restauración - Historia del urbanismo. ABSTRACT This paper examines the actual situation of Havana — city with the sta-tus of World Heritage Site due to the importance of its architecture and the way this is integrated in a relevant urban context. Indeed, the latter is seiously damaged and derelict because of the current social situation — in spite of the efforts that are being made by both the Cuban authorities and foreing administrations like Spanish one. In this respect, in this paper a reflection is made upon Havana´s future, taking this as the starting point to make some generalisations on the situation of other cities of our culture. These face the same degeneration which, although caused by various social and economic factors, also points to the evolution of Western civilization. Key words: Historical centres - Architectural heritage - Conservation and restauration - History of urban development. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 572 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 2 Callejear por la Habana actual es una experiencia mezcla de fascinación y turbación desconcertante. La fascinación que pro-duce la cantidad de edificaciones de una calidad visual de alta resolución arquitectónica queda turbada por la fuerte degrada-ción a que ha sido rebajado todo un conjunto. La ciudad de la Habana es una metáfora del declive, una incitación a la reflexión de lo que puede ser el gran Patrimonio de nuestra civilización recibido de generaciones de destacada fecundidad. Una premonición de lo que puede ser el aspecto de las ciudades de una civilización en decadencia, la occidental. Porque la actual Habana, de amplísima extensión por imperati-vo de un devenir conyuntural y con un amplio desarrollo urba-nístico, no es más que una envejecida imagen de la ciudad acti-va y fecunda que fue, en el intento por superar las peores consecuencias de aquella actividad. 1. LA HABANA VIEJA Dentro de esta ciudad hay un sector que se localiza en lo que fue el asentamiento colonial que se identifica como Habana Vieja. A partir de allí, como en cualquier otra ciudad, el paisaje urbano es documento de los avatares que la han zarandeado a lo largo de todo el siglo XX. Conseguida la independencia de España, y tras una breve etapa de intervención norteamericana, Cuba se constituyó en república, pasando a estar dinamizada por los recursos e inicia-tiva de su país vecino, que le proporcionó una inusitada activi-dad. Esta actividad marcó una etapa fecunda en franca supera-ción y claro contraste con la etapa precedente de dependencia española, en que la metrópoli tuvo que dedicar los numerosos recursos destinados a la Isla a controlar una situación política que acabó escapando de las manos. España, por su parte, difí-cilmente podía activar en ultramar un dinamismo del que care-cía en casa. El país inició una etapa de extraordinaria fecundidad econó-mica que quedó reflejado en lo que es documento fehaciente de esta realidad. Este desarrollo no estuvo al margen de las secue- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 573 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 3 las sociales inherentes a un descontrolado liberalismo económi-co. Una ciudad pensada en una vertebración urbana coherente con la formulación social que la estaba definiendo, cuidada en su conjunto y en los elementos que la articulaban, las edificacio-nes, refinada hasta ostentación en el diseño de las casas, y lujo-sa en los elementos que se eligieron para amueblar parques y jardines, plazas y paseos. Mobiliario urbano y acabados de obra, farolas, apliques, bancos, enlosados y rejillas, señalización, y, por supuesto, los monumentos conmemorativos, eran dignos de las mejores ciudades europeas y americanas, que quisieron emular. En la medida en que se conservan, aunque deteriorados, son exponente de un buen hacer y un buen gusto. En definiti-va, es la trayectoria de todas las ciudades a lo largo de la histo-ria, que hoy en día merecen nuestra admiración al margen de que ésta sea reconocimiento de los mecanismos que las dotaron del esplendor, hoy, más que nunca, puestos en crítica. Esa es la ciudad que se ha ido degradando hasta la pérdida irreparable en los últimas décadas, llegando a tal extremo de deterioro que ha motivado que instituciones internacionales tomaran cartas en el asunto. Plano de la Habana en el siglo XVI. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 574 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 4 1.1. Lo que se está haciendo En la Habana vieja, desde 1991 han sido salvadas de la de-gradación algunos rincones y sectores: la plaza de Armas, la de la Catedral, la plaza Vieja, y la de San Francisco, con algunas de las arterias que conducen a ellas o las interrelacionan. La actua-ción se ha centrado en la franja que rodea el puerto desde San Francisco de Paula al Castillo de la Punta, y desde la plaza de Armas al Parque Central con eje en la calle del Obispo, la de los Oficios, hasta el Paseo del Prado. Probablemente han merecido ya alguna atención, todos los edificios coloniales sobresalientes, y algunos, muy pocos, de la época de actividad económica, prin-cipalmente de inspiración americana. El resultado es entre pin-toresco y extraño, al convivir edificios de destacada volumetría y buenos diseños con otros, que también lo fueron, pero que, convertidos en tugurios, continúan siendo de utilización incon trolada. Todo ello motiva una ambientación muy peculiar amal-gamando unos colectivos humanos formados por turistas, y cla-ses sociales de aspecto marginado, por curiosos y gentes que necesitan aprovecharse de los curiosos. En lo que se ve queda al desnudo la impotencia de la administración, no al margen de un proclamado objetivo de no marginación de la población nativa residente. Asumiendo esta extraña mezcolanza, y contrapesan-do la proclividad a una lamentación fácil con una motivación para la reflexión, es incuestionablemente atractivo pasear por estas calles. Más, es una experiencia distinta. Uno percibe lo que fue una ciudad y lo que pudo ser, lo que ha dejado de ser, y lo que, siendo constatación más cruel, con dificultad podrá volver a ser. Bellos edificios, acogedores rincones y refinados ambien-tes, el indicio de la obra bien terminada y el detalle fruto de la situación holgada han sido suplantados por la inevitable degra-dación, consecuencia del abandono por impotencia. En la reca-pitulación se detecta que hay calles que son patética caricatura de si mismas, pues habiendo sido consideradas «pequeña Wall Street», debido a la actividad financiera desarrollada y a la si-militud de marco urbano constituido por edificios de inspira-ción y arquitectos americanos, actualmente ofrecen un deplora- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 575 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 5 ble aspecto. Entre ellos algunos edificios han sido recuperados pensando en un turismo del que se quiere sacar un rendimien-to económico que resulta incómodamente llamativo para los visitantes. Estas estridencias y esa necesidad de sobrevivir cons-tituyen una oportunidad de reflexión para todo el que quiera hacer de un viaje algo más que una evasión, y, de la vida, algo bastante distinto a enrolarse en el diario sobrevivir. De todas formas, en un conjunto tan vasto corre el riego de quedar desvanecidos esfuerzos realizados, pero que están mate-rializados. Dos son las áreas principales en las que se ha progra-mado esta recomposición. La considerada Habana Vieja, y el Malecón. Aquella viene incentivada por la declaración de la UNESCO, en 1982, como Patrimonio de la Humanidad, y, ésta, por especial patrocinio de España, principalmente a iniciativa de la Junta de Andalucía, aunque no sólo de esta comunidad. El resto de las actuaciones son puntuales y están centradas en edi-ficios aislados. Una parte de estos han sido rehabilitados para museos de los que son numerosos los calificados como tales en la ciudad. A esto hay que añadir el tratamiento dado a las sedes de las instituciones extrajeras establecidas en el país, y el con-junto de hoteles activados por capital extranjero, en buena par-te, español. Otro tipo de actuaciones se ha llevado a cabo interviniendo en los edificios que son de ordinaria habitación de los haba- Casa señorial convertida en alojamiento colectivo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 576 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 6 neros. El objetivo era enfrentarse al deteriorado aspecto mejo-rando la calidad de la vivienda. Un proyecto especial se ha ma-terializado en un área identificada con el Barrio de San Isidro, con delimitación del sector comprendido entre la calle de la Merced y la de San Pedro, que es vial de circunvalación por la parte de la estación y el puerto. Edificios como el Palacio de los Capitanes Generales, reha-bilitado para uno de los museos mejor acondicionados, ha recu-perado toda la dignidad y esplendor que lo caracterizó y con el que fue habitado. Más atención necesita la catedral, todavía con graves deficiencias. La Iglesia de San Francisco y resto del con-vento, ha sido habilitado para adecuada sala de conciertos y museo, de despliegue museográfico, elemental pero digno y lim-pio. El Convento de Santa Clara, es hoy centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. La Casa del Conde de Casa Bayona, en la Plaza de la Cate-dral, es Museo de Arte Colonial, con una destacable colección de muebles de aquella época, y mamparas características de esta isla. Antiguos palacios de la aristocracia y buenas mansiones de la burguesía, son sedes de otros museos, como el de Alejandro von Humbolt, de la Artesanía (palacio Mateo Pedroso) o de aso-ciaciones y entidades como la casa de los Artistas, con diversas galerías (en la plaza Vieja). Se han fundado complejos como Casa de Asia, y Casa de los árabes. Otros Palacios han sido ha-bilitados para las diferentes gerencias en las que está ramificada la Oficia del Historiador1. También han sido recuperados varios hoteles como el de Ambos Mundos y el Hotel Florida en la calle del Obispo, y el Hotel Santa Isabel (casa del conde de Santovenia), en la plaza de Armas, y el Hostal Valencia. Restaurantes como Don Gio-vanni, y cafés como La Marina han sido abiertos en antiguos edificios que fueron de habitación. Con función más directamente relacionada con las necesida-des de los habaneros, han sido instalados, en diversos edificios históricos, centros de rehabilitación, escuelas y casas-madre. 1 AGUIRRE (1985), p. 38: se enumeran otras casas coloniales rescatadas, ayudando a precisar el estado de la recuperación de edificios históricos. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 577 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 7 Los niños, en la nueva sociedad cubana, tienen especial aten-ción, con ludotecas y lugares de entretenimiento, bibliotecas y centros pediátricos. Etc. 1.2. Un proyecto en marcha Uno de los proyectos pioneros es el conjunto del barrio de San Isidro, que forma parte de la Habana Vieja. Este barrio está altamente densificado en una área urbana no menos degradada que otras, pero con peor apariencia si cabe, como consecuencia de haber sido históricamente de edificación más popular. Fue actuación prioritaria dentro del Plan Maestro dada «la criticidad del fondo habitacional, concentrada en esta zona sur del centro Histórico, así como la amenaza de pérdida de un valio-so patrimonio edilicio representativo de las primeras etapas de su desarrollo y el agravamiento de los problemas sociales de su pobla-ción derivados de las condiciones inadecuadas de vida»2. Las guías para turistas repiten que fue un barrio de prosti-tución dada su proximidad al puerto, ya en tiempos del presi-dente de la Republica José Miguel Gómez que dejó vía libre a un tal Yarini. Recalcan a su vez, que la degradación como el resto de la ciudad vieja se remonta al siglo XIX, no siendo su-perada en este otro tiempo ni en vivienda ni en infraestructuras. Las casas del barrio, ciertamente, no son las de construcción más destacada de la Habana Vieja, pues fueron habitadas por trabajadores en buena parte inmigrados. Los informes explican que al haber sido mal pagados ha permitido conservar el barrio sin alteraciones. Lo cierto es que los que lo habitan no están mejor remunerados y que la más acentuada falta de recursos no solo ha impedido irremediablemente la intervención conserva-dora sino que ha sumido la apariencia del barrio en una degra-dación rayana en la miseria. El aspecto que se percibe es el de calles de las que es difícil saber cual es su pavimentación prefe-rente, tendidos eléctricos que son bosques de postes y cables, 2 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 578 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 8 fachadas alteradas por remiendos y acoples de emergencia con materiales de desecho. El aspecto interior de las viviendas resul-ta de difícil imaginación. Fue en 1996 cuando se decidió asignar un millón de dólares a la rehabilitación de este sector del centro histórico, uno de los más necesitados desde el punto de vista físico y social, eligién-dolo, a su vez, como Actuación Piloto donde experimentar las políticas y estrategias que venía formuladas en el Plan Maestro redactado en 1994. Convento de Santa Clara rehabilitado para Centro de Conservación, Restauración y Museología. Según el censo hay en el área delimitada para su interven-ción 1244 viviendas en las que habitan 3965 personas. Parece-ría normal la relación vivienda-habitantes, pero el 52,8 % de estas viviendas son habitaciones o cuartuchos agrupados en lo que se identifica como «ciudadelas», que no son otra cosa que pisos fragmentados3. El informe técnico previo a la intervención detectó en más de la mitad fallos estructurales, grietas o desplo-mes de paredes y filtraciones en el techo o entrepisos. Las con-diciones sanitarias pueden adivinarse del hecho de que el 40% de los vecinos se provee manualmente del agua que consume cada día4. 3 Ciudadela: antiguo palacete convertido en casa de vecindad. 4 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 579 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 9 La mayor parte de los huecos de la planta baja que fueron almacenes, hoteles, bares etc., si no están reutilizados como vi-viendas, garajes o almacenes de cacharros, están cerrados. Los pocos comercios existentes son de oferta tan elemental que hay que preguntar qué es lo que en ellos se vende, pues las mercan-cías son tan escasas que no se ven. No faltan casos de antiguas tiendas que fueron en su día amuebladas con mobiliario de buena carpintería que hoy constituirían comercios de refinado atractivo por su añejas ambientaciones, de cuño modernista o de art decó, que están en tal grado de deterioro que suscitan los más contradictorias emociones a quien está sensibilizado con el tema de la conservación del Patrimonio. Es una de las razones por las que resulta inaudito, entre grotesco y cómico, leer en los informes que estos lugares fueron restituidos al orden después de 1959. El mismo informe afirma en otro punto que, en los años 80’ hubo una cierta activación en solares de derrumbes, con un reconocimiento que suscita perplejidad, al decir que a pesar de los mecanismos para el control de la calidad de los proyectos y las obras, algunas de las soluciones resultaron negativas por la volumetría y la mala calidad de los materiales y las termina-ciones5. En 1996 se abrió un taller para la revitalización integral del barrio. Desde entonces y hasta 1999 se había intervenido en más de 120 edificaciones, tal como afirma el informe. Lo cierto es que es difícil encontrar edificios consecuencia de esta interven-ción y los que muestran indicios de ello no pasan de haber sido repintados con colores de mala calidad en una gama de tonos pastel que, de prodigarse, dará una visión típica a la ciudad, lo que no debe entenderse como acertada y fiel a su imagen identificativa. Esta es una característica de la intervención en la Habana y una tendencia que puede dar una imagen inauténtica al conjunto. A falta de una comprobación exhaustiva se puede 5 VARIOS: Plan (1998), p. 79. El Plan Maestro hace una estimación en 25 millones de dólares para 260 edificaciones urgidas de intervención, 1.334 viviendas y locales de uso público, de los cuales 74 necesitan mantenimien-to; 806 reparaciones, 404 remodelaciones, 33 rehabilitación, y 67 nuevas construcciones. La magnitud del deterioro rebasa el alcance financiero de la administración. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 580 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 10 afirmar que da la impresión de que deben ser muy escasas las intervenciones hechas en la que incuestionablemente es difícil, por problemática, actuación en los interiores. Si en tantos proyectos de intervención de cascos históricos, por ejemplo de España, suelen quedarse en el papel los objeti-vos que fundamentan las intervenciones no es de extrañar que dadas las extremas limitaciones del país y, consecuentemente de la ciudad, no pasen de ser una manifestación de buenas inten-ciones formulaciones como la que sigue: «Se trata no solo de recuperar lo mejor, sino de fomentar nuevas costumbres en esta zona históricamente subestimada. La actual es, por lo tanto, la gran misión de dignificar un barrio más allá de su imagen exterior, transformarlo radicalmente hasta consolidar su estructura social, y lograr que armonice en el entorno de renova-ción que se respira ya en las zonas rehabilitadas de la vieja ciu-dad »6. 1.3. La gestión de las actuaciones La carga de todo el programa recae sobre la que se denomi-na Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. Esta es institución que se remonta al año 1938, y que fue respetada por el Gobierno revolucionario que mantuvo al director fundador doctor Emilio Roig hasta su muerte. También es cierto que has-ta el año 1981, en que el estado proporcionó algunos fondos, poco fue lo que pudo hacer, y que desde ese año hasta 1991, fue periodo principalmente de estudio y planteamiento. Con la si-tuación de abandono en que quedó sumergido el país con el desmoronamiento del bloque socialista, el estado cubano se vio en la imposibilidad de dedicar ninguna clase de fondos. Con posterioridad, en el año 1995, se hizo un replanteamiento total-mente diferente en que dependiendo directamente del Consejo de Estado se daba autonomía a la Oficina del Historiador que tendría que proveerse de los recursos, dada la potencialidad turística que se le reconocía al Centro Histórico. El documento rector iba a ser el Plan Maestro de Revitalización Integral de la 6 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 196. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 581 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 11 Habana Vieja, redactado como avance en 1994. Existen numero-sas conclusiones hechas desde una amplia recogida de datos de variedad multidisciplinar (PULÍN, 1998)7. En aquel año de 1995, el Centro Histórico mereció una con-sideración especial al ser relanzada la Oficina mediante Decre-to Ministerial, constituyéndola como agente no solo principal sino único en la rehabilitación y potenciación de la ciudad de la Habana8. Esta recuperación se hacía fundamentalmente pensan-do en los turistas y en su explotación. Simultáneamente, se le encomendaban otras funciones complementarias que serían subsidiarias de lo que en otros países estarían encomendadas a varios ministerios, como son las diversas políticas de vivienda, atención social, y concienciación política, aparte de toda una gestión administrativa para la obtención de recursos. Teórica-mente la concepción del Plan podría resultar paradigmática para lo que sería ideal para todos los centros históricos, y refe-rencia ante la descoordinación y desajuste en los resultados que muchos de ellos consiguen. Pero, curiosamente, y no al margen de lo paradójico, el arranque y fundamentación de todos los objetivos está en la potencialidad turística que se reconoce a esta área de la ciudad. Lo que básicamente se pretende es explotar turisticamente el área histórica para mejorar las enormes deficiencias de todo tipo que sufre la población9. Y, esto, en un momento y a partir 7 PULÍN (1998): Otros documentos reguladores precedieron y siguieron al Plan Maestro: Plan Director de la ciudad (1976); Lineamientos para el Cen-tro Histórico (1985); Plan de acción municipal (1991); Plan de desarrollo integral , avance Oficina del historiador Habana vieja, (1998): en el Plan Maestro para la Revitalización integral de la Haban Vieja (1998), p. 29, se de-finen la filosofía, objetivos, conceptualización, etc. 8 En la literatura sobre la ciudad de la Habana puede surgir cierta con-fusión si no se tiene en cuenta que la «Habana vieja» se refiere a la ciudad que estuvo intramuros, y «Centro Histórico» incluye también la franja extra-muros, lo que fueron los glacis, sustituidos por una arquitectura y hechos urbanos, de principios del siglo XX de destacado valor. 9 En el Acuerdo del Consejo de Ministros se declara al Centro Histórico «Zona de alta significación para el turismo» y se amplia las facultades de la Oficina, entre otros aspectos, permitiéndole administrar lo relativo a la vi-vienda y creándose una inmobiliaria propia, Fénix, para el arriendo de loca-les y prestación de servicios propios. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 582 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 12 de una época en que se incrementaron considerablemente los problemas económicos del país. Desde entonces, los gestores se vieron forzados a abrir el país al turismo que ciertamente cons-tituye una importante fuente de ingresos a la limitada economía cubana10. En todo caso, por lo menos sobre el papel está el ob-jetivo claro de evitar que el centro Histórico acabe en área de servicios sustituyendo el componente social por la tercialización del área. Complemento de la Oficina del Historiador es la Comisión Provincial de Monumentos, que aunque diferente, comparte con aquella la misma persona gestora. El trabajo de la Oficina está diversificado en Direcciones tan distintas como la encargada de la vivienda social, de la arquitectura histórica y del resto del Patrimonio Cultural, que engloba arqueología, museos, restau-ración etc. La justificación es comprensible tras la precisión anterior. La Oficina tiene empresas propias, tanto de construc-ción e inmobiliarias como de restauración de monumentos, y de ella dependen escuelas-taller, concebidas de acuerdo con el modelo ampliamente extendido en España. No menos peculiar es su sistema de financiación, que dela-ta su concepción y sus limitaciones más que las posibilidades. Esta concebida para una autofinanciación, pues no solo no re-cibe ninguna subvención del Estado sino que tiene que cargar con programas sociales y políticos de la ciudad, además de te-ner que contribuir a las arcas del Estado. Para la obtención de recursos dependen de su control algu-nos hostales, la hostelería que puede considerarse más cuidada, y el comercio, que obviamente, es de titularidad estatal. Tiene capacidad para hacer inversiones, cobrar impuestos, y desarro-llar una gestión comercial. Como queda dicho con antelación, la sobreexplotación del turismo es objetivo considerado como ra-zonable, de acuerdo con los esquemas políticos del país. El ries-go, que no parece suficientemente previsto, es que el abuso pueda revolverse contra la estructura11. 10 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 58. 11 De la Oficina del Historiador dependen «cinco hoteles, y otros trece es-pecializados, cuarenta y tres cafeterías, diez aires-libres, cuatro cremerías y © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 583 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 13 2. EL MALECÓN El otro punto programado, en vías de actuación, es el paseo identificado popularmente como Malecón. La iniciativa, en este caso, se debe a España y fue concebi-da su gestión mediante la Agencia Española de Cooperación In-ternacional. Varias autonomías prometieron su ayuda. La inicia-tiva fue de la Junta de Andalucía. Se perciben algunas mejoras. El sector elegido, de construcción relativamente reciente, está compuesto por un conjunto arquitectónico homogéneo y de calidad visual, en un enclave distinguido, y con una imagen dis-tintiva de la ciudad. La publicación realizada por el Colegio de Arquitectos de Navarra sobre esta destacada actuación12, es un estudio comple-to, minucioso, operativo si se le tiene en cuenta y se obtienen los recursos necesarios. A su vez, por realista, evidencia la en-vergadura de la intervención como consecuencia de la situación social, y, más particularmente, de la problemática calidad del hábitat. Esta no es ni mejor ni peor que la de otros sectores de la ciudad, por lo que el estudio constituye un indicio fiable de lo que es la situación de la Habana, resultando, en consecuen-cia, extremadamente alarmante, tanto desde el punto de vista de la vivienda social como desde la perspectiva de intervención en el patrimonio arquitectónico, y poniendo de manifiesto la enor-me dificultad para salvar esta ciudad. pastelerías, nueve mercados y veintitrés comercios» administrados por Habaguanex. El Centro Histórico produjo más de 70 millones de dólares en cinco años, lo cual ha permitido hacer mucho más en un lustro que lo que se rea-lizó en medio siglo. Con ese dinero se habían terminado 95 obras, y había 58 en ejecución. De las inversiones del 99, el 48% fue reinvertido en proyectos productivos, el 33% se destinó a programas sociales y apoyo al Gobierno Municipal, y el e 8% se dedicó a contribución a la nación. Ver VARIOS, Ciu-dad- City (1998), pp. 68 y 69. 12 La publicación Ciudad-City, citada varias veces, por sus aportaciones, es un estudio amplio, dilucidador de toda la problemática y estado de la cuestión, en el que una parte es un riguroso, detallado y completo informe sobre el Malecón, que puede usarse como chequeo de la situación global de la ciudad histórica. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 584 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 14 El proceso de densificación es paralelo a la alteración de la distribución original de las viviendas. Las subdivisiones en plan-ta y en altura son innumerables, en las llamadas ciudadelas, como consecuencia de la multiplicación de habitaciones o «cuarterías», y de las llamadas barbacoas, es decir cuartuchos construidos entre plantas. Zaguanes y azoteas están sobreuti-lizados. La tugurización es el rasgo que lo califica, y el hacina-miento uno de los resultados. Esta constatación, que es conse-cuencia de una radical falta de recursos y posibilidades, va inevitablemente acompañada de una ausencia total de trabajos de mantenimiento. Consecuentemente, la buena arquitectura que originalmente caracterizó al sector ha sido desfigurada al-terando drásticamente la apariencia del distintivo conjunto, for-mado por relevantes tipologías constructivas13. Tal como recoge este estudio, el Malecón empezó a configu-rarse con el comienzo del siglo XX. En 1919 el Malecón se ha-bía extendido hasta la calzada de Belascoaín en el lugar donde actualmente se levanta el monumento al general Antonio Ma-ceo. Por el año 1921, se había llegado hasta lo que se conoce y El Malecón. 13 Cuarterias: tipo de vivienda colectiva, concebida para que cada uni-dad familiar le corresponda un cuarto y donde los servicios sanitarios son co-munes. Barbacoas: nombre popular dado al mezzanine o entrepiso, construido para ampliar la superficie útil de la vivienda. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 585 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 15 denomina como la Rampa, en cuya proximidad se levantarían conocidos hoteles. Con la Revolución el ritmo constructivo se alteró. A partir de los años sesenta las actuaciones son de signo radicalmente distinto y la calidad de la arquitectura contrasta por su deficiente diseño y la construcción. Altas torres no son otra cosa que el apilamiento de pisos de promoción social de baja resolución. En el conjunto del Malecón si se ha conservado la arquitectu-ra original es simplemente porque no se ha caído. Por supuesto, están muy desvaídas sus notables características por la ausencia total de mínimos de actuación y de conservación, que, por otra parte, y como queda claro, no estaban al alcance de nadie. La tipología arquitectónica conservada es de ascendencia, inspiración y gusto de la que, por entonces, principios del si-glo XX, se estaba haciendo en los Estados Unidos, en una va-riante característica de la ciudad de la Habana al incluir sopor-tales en sus bajos. Es éste un elemento urbano característico y tradicional desde época colonial en la Habana, en numerosas de cuyas calles aparece. El resultado es un seafront, a la america-na, un frente marino de arquitectura ecléctica, pero homogénea en concepción y volumetría, interrumpida no obstante por algu-na edificación pretenciosa en diseño, dentro de los gustos de la época, o de marcada proyección vertical, siempre en el gusto americano. En la actualidad quedan incrustadas en esta panta-lla marítima las intervenciones realizadas tras la Revolución, que como toda arquitectura de esta época es de pobrísima reso-lución y pésimo acabado, constituyendo auténticas chapuzas, desconocedoras por completo del medio donde se insertaron. La justificación sin duda está en la restringida disponibilidad de recursos de las últimas décadas. En esta línea está la interven-ción al final del primer tramo del malecón, en la plaza del Ge-neral Antonio Maceo, donde el monumento del mejor diseño y realización dentro de este tipo de construcciones propias de fi-nales de siglo y principios del XX está degradado por un audi-torio, pésima construcción de hormigón, y, en sus cercanías, tie-ne la torre descomunal de un hospital. Resultan elocuentes las fotografías comparativas de los años anteriores y posteriores de la Revolución. La actividad circula- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 586 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 16 toria es notablemente inferior en la actualidad. Por supuesto la inexistencia de pasos peatonales actualiza antiguos grabados en los que parecían mezclados a lo largo de los paseos paseantes y carruajes, que, en el caso de la Habana, son tan monumentales como vetustos coches, reliquia de la época prerrevolucionaria. 3. LO QUE LA CIUDAD FUE Dada la limitada información gráfica que es posible aportar, recordar en síntesis la trayectoria de esta ciudad ayudará a in-tuir lo que de drama tiene la conservación del Patrimonio Arqui-tectónico y urbano. 3.1. La ciudad relevante La ciudad de la Habana fue fundada con el nombre de San Cristóbal de la Habana en 1515 en un poblado cuyo jefe se lla-maba Habaguanex, y según tradición, fue trasladada y se empe-zó a construir en su emplazamiento actual cuatro años después, junto a la bahía que ofrece excelentes condiciones para puerto. Fue en 1533 cuando el gobernador se trasladó a ella, constitu-yéndola en capital de la isla en 1603. A finales del siglo XVIII se consolidó una burguesía criolla que empezó a construir palacios de bella arquitectura en la que el patio era tanto una característica como una necesidad, dado el clima y las fuertes brisas. El Palacio de los Capitanes Gene-rales y el del Segundo Cabo, (Ambos en la plaza de Armas) con armoniosos patios de finales del siglo XVIII, son dos edificios representativos. La arquitectura religiosa esta informada de los estilos euro-peos y ofrece peculiaridades arquitectónicas definidas en la isla. La catedral, del arquitecto italiano Perovani, fue acabada en 1777. El convento de Nuestra Señora de Belén, que llegó a te-ner seis claustros, fue construido entre 1712 y 1720. La iglesia del Espíritu Santo es de 1638 pero fue reconstruida en 1760. Santa María del Rosario es de 1766 y el convento de la Merced © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 587 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 17 comenzado en 1755 (terminado en 1878). El de Santa Clara, con dos claustros, es de 1638, el más antiguo. La alameda de San Pedro, fue un lugar distinguido de paseo, que también fue ordenado en el siglo XVIII, con obra de cante-ría y rejas, porque por entonces, final de siglo, había una clase social pudiente que ennobleció la ciudad con nuevas construc-ciones. También entre los edificios religiosos más recientes se en-cuentran edificaciones representativas de los diferentes estilos que se han sucedido. La iglesia Presbiteriana, de 1907, la del Corazón de Jesús y San Ignacio fue construida entre 1914 y 1922, dentro de un estilo neogótico muy riguroso, la de Mira-mar, en 1953, etc.14. La arquitectura de habitación más antigua encuentra sus modelos más cercanos en la de las Islas Canarias y se remonta al siglo XVII, Una buena muestra de ella es la casa esquina de las calles Obrapía y San Ignacio con galería de madera tor-neada; el palacio Pedroso, también con galería de madera, inclu-yendo un entresuelo de ventanas, es ya del XVIII. De este siglo es también la que hace esquina a las calles Muralla y San Igna-cio con logia baja y alta. Son muestras de una arquitectura que mantuvo un hilo que hilvana la evolución que también se per-cibe en el conjunto. Como queda dicho, una de las constantes es la permanencia del uso de soportales hasta constituir uno de los distintivos y atractivos de la ciudad. Alejo Carpentier plasmó esta nota identificativa cuando de la Habana dijo que era «un santuario de columnas, un bosque de columnas, una infinita columnata, la última ciudad que tiene columnas en tal canti-dad »15. A finales del siglo XIX se introdujo la casa precedida de pór-tico que puede acabar rodeándola en todo su perímetro. Según Joaquín Rallo surgió a partir de «Balloon Frame» construida de madera y con amplia aceptación a partir de entonces16. 14 RODRÍGUEZ (1999), pp. 73, 74 y 174. 15 CARPENTIER (1982). 16 RALLO (1985), pp. 5-16 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 588 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 18 En el siglo XIX, las clases pudientes abandonaron algunas de sus mansiones de la ciudad colonial para construir sus quin-tas en terrenos extramuros. Lo hicieron de acuerdo con el gus-to neoclásico e incluyeron invariablemente pórticos que, en oca-siones, rodean toda la construcción. Estos edificios acentuaron la distinción en torno a la portada de acceso y con distinguidos zaguanes y escaleras, cuidaron ventanas y rejerías y tuvieron sus interiores acondicionados con buen mobiliario. Este siglo fue de prosperidad económica y dificultad políti-ca, ambas interrelacionadas. Muchos de los hijos de españoles, nacidos en la isla, habían desarrollado unos sentimientos de identificación que les impulsó a reclamar una autonomía que permitiera incrementar, al margen de cortapisas, la que era su prosperidad. El país siguió mejorando, introduciendo adelantos simultáneamente, o, incluso antes que en la metrópoli. Al mis-mo tiempo, las revueltas independentistas frenaron este desarro-llo y prosperidad. El ferrocarril se inauguró en 1837, antes, por lo tanto, que el de Barcelona-Mataró. El transporte marítimo con vapor funcio-naba entre la Habana y Matanzas en 1819, siendo el primero en dominio español. Alumbrado de gas había en 1844, y en 1890 fue inaugurado el alumbrado público eléctrico. En 1881 había servicio telefónico, y todavía está en servicio la que, en 1893, fue una destacada obra de ingeniería, el Acueducto de Alberar, para llevar agua a la ciudad. Por entonces, tenía la ciudad 250.000 habitantes. En la segunda mitad del siglo XIX se construyeron buenos teatros, siguiendo modelos españoles. En las primeras décadas del siglo XX se habían consolidado dos tipos de centros socia-les que eran tipologías arquitectónicas, el casino y el liceo. Aquel para los españoles y estos para los criollos, más cultos. Tras la ralentización que sufrió el país en la segunda mi-tad del siglo XIX, entró en un proceso de acelerado desarrollo, después del periodo de intervención americana, entre 1898 y 1902 en que se creó la Republica. Buena parte de la prosperidad de las décadas siguientes fue debida a las inversiones proceden-tes de los Estados Unidos. Fue la época de mayor productivi-dad del cultivo de la azúcar. Fue en tiempos de la República © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 589 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 19 cuando se configuró la zona en torno al Parque Central y Paseo del Prado con edificios de empaque señorial, conseguidos den-tro de lo que generalmente se denomina estilo Bellas Artes y que dieron a la Habana la talla equiparable a otras capitales europeas. De todo ello es documento fehaciente, al igual que a lo lar-go de todos los tiempos, la arquitectura, al construirse en la ciu-dad un amplio y variado muestrario, selecto en los diseños y de buen acabado, que configuró el aspecto de la ciudad de la Ha-bana, tanto en el interior de la ciudad histórica como en los ensanches. El muestrario comprende todas las variedades que entonces estaban en vigor, con realizaciones que pueden figurar entre lo mejor conseguido en cada una de ellas. Dentro de la corriente arquitectónica identificada con el modernismo, se hi-cieron construcciones entre 1905 y 1920 siguiendo las diferen-tes modelos europeos, tanto belga como el vienés, y el más ecléctico identificado como catalán17. Casa con galería que recuerda la arquitectura canaria. 17 CASANOVAS-VILLAVERDE (1998), pp. 44-49. Los emigrantes españoles, por su parte, fueron otro de los grupos sociales que, en la medida en que incrementaron su for-tuna enriquecieron el país. Mantuvieron estilos, que, a pesar de su anacronismo, hacían presente su patria de origen. Es posible © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 590 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 20 encontrar edificios de apariencia árabe y neomudéjares, y, otros de reminiscencias regionalistas, tal como por entonces se esta-ba haciendo en la península. Son edificios destacados en la ciu-dad, los Centros Gallego (1915), y Asturiano (1927). Son armo-niosas construcciones. Sus arquitectos Paul Belau, y el español Manuel de Busto, respectivamente, pusieron de manifiesto ser conocedores y saber resolver edificios, en esta ocasión, de ascen-dencia neorrenacentista y neobarroca respectivamente. Este úl-timo es el actual Teatro Nacional o de García Lorca. Con antelación, en 1914, el arquitecto Luis Dediot había construido el Casino español de acuerdo con el estilo plateres-co. Otro edificio, con precedentes en este mismo estilo, es el edificio de la Telefónica (1927), de Leonardo Morales. Su silue-ta no es ajena al de la Gran Vía madrileña. Durante las décadas de la república tuvieron gran aceptación los edificios construidos de acuerdo con el estilo Beaux Arts, es decir, de la Escuela de Bellas Artes de París, que difundieron Thomas M. Newton y el cubano Emilio Heredia. Lo mismo que en otras ciudades europeas, principalmente con función de capitalidad, eran formas adecuadas para levantar construccio-nes oficiales y administrativas. En 1919 fue construido el Pala-cio Presidencial de Pau Belau y Carlos Maruri, con decora-ción interior de Tiffany. El Capitolio, de 1929, es obra de Raul Otero. Es edificio de majestuosa solemnidad, inspirado en el de los Estados Unidos, cuya cúpula sobrepasa en diámetro, y, ambos, teniendo como referencia la cúpula de la catedral de Londres. La importante presencia de capital e iniciativa americana se tradujo en la presencia en la isla de la amplia gama de solucio-nes arquitectónicas que se habían consolido o estaban en acti-vo en ese país. Se identifican inequívocamente en los hoteles Palace (actualmente ocupado por más de 200 familias) y el Hotel Presidente, restaurado y rehabilitado con capital español. Famoso, por lo que fue, es el enorme Hotel Nacional (1930) de los arquitectos McKim, Mead & White, que sin embargo tiene resuelto el vestíbulo en un estilo sevillano, que resulta extraño en construcciones como ésta. El Hotel de Inglaterra, cerca del Capitolio había sido comenzado en 1856 y fue rehecho en 1915. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 591 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 21 También tiene ambientes de inspiración andaluza, en la planta baja. A partir de 1927 (dos años después de la Exposición de Artes Decorativas de París) apareció en Cuba la arquitectura identifi-cada con el Art Decó, debido a la importancia que dio a la deco-ración. El edificio Bacardí, otro de los emblemáticos de la ciudad, es de 1930, según diseño del arquitecto Esteban Ro-dríguez. La ciudad cuenta con un amplio conjunto de edificios, que son relevantes muestras de esta concepción arquitectónica. De todo ello publicó un completo estudio Eduardo Rodrí-guez, aportación imprescindible para captar este panorama y sumamente útil para contrastar con el estado de deterioro en que se encuentran las construcciones. La información fotográ-fica es importante en esta publicación. A través de ella se cons-tata la categoría de la arquitectura que queremos poner de manifiesto. Llamar la atención del conjunto arquitectónico de esta ciudad y del estado de ruina en que se encuentra es la ra-zón del resumido elenco que precede (RODRÍGUEZ Eduardo Luis, 1998)18. Roberto Segre había hecho con antelación un utilísimo resumen19. Un aspecto extraordinariamente destacable en relación con toda esta arquitectura es el de la rejería y la carpintería de vanos en fachadas. Es sorprendente el nivel que herreros y carpinteros alcanzaron. Los diseños, originales e ingeniosos y, a veces, de complicada solución dentro de una variedad de una extraordina-ria riqueza hacen de estas obras un conjunto de destacada cali- 18 El estudio de Eduardo Luis RODRÍGUEZ, Habana, arquitectura del si-glo XX (1999), es una excelente publicación con no menos excelente docu-mentación fotográfica que permite acercarse a una ciudad con empaque y categoría, distinguida en su apariencia y destacada en la arquitectura cons-truida. Trata sobre todo de atraer la atención sobre la arquitectura que no es la colonial, y sin la cual no se puede entender la categoría de la Habana. Con antelación, de Roberto SEGRE hay publicado en la revista Ciudad y Territorio una utilísima síntesis, completa y precisa, de las etapas de evolución arqui-tectónica, de fácil lectura por el estilo elegante, necesariamente optimista hasta la sublimación, al ser vista desde la situación vivida en el interior del país, «La Habana siglo XX: espacio dilatado y tiempo contraído, en Ciudad y Territorio-Estudios Territoriales, núm. 110 (1996), pp. 713-731. 19 SEGRE (1996), pp. 17-26. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 592 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 22 dad. Actualmente, estos rasgos resultan grotescos cuando se ven en edificios totalmente degradados hasta resultar irrecuperables. Este tipo de trabajos en hierro, son el final de una larga trayecto-ria que se remontaba a época colonial en que las ventanas habían sido protegidas con rejería de madera torneada en el XVII y XVIII. Recuerdan las celosías, pero tienen más permeabilidad, dan intimidad y protección y permiten comunicación. El racionalismo europeo llegó a Cuba a finales de los años 20, y se ve en el arquitecto Max Borges hijo, uno de los difun-didores. De los años 50 es el edificio Farfantes, realizado por F Martínez, que se inspiró en Le Corbusier. Es decir: lo dicho hasta ahora es una forma de llamar la atención sobre una ciu-dad que ofrece muestras de la mejor arquitectura de cada épo-ca desde el momento que se fundó hasta mediados del siglo XX. Las cosas cambiaron radi-calmente con el triunfo de la Revolución. El Movimiento quiso dejar huella de su puesta al día, rompiendo con el inme-diato pasado y demostrando una fecundidad propia. La Es-cuela Nacional de Danza Mo-derna (1965), obra del arquitec-to R. Porro, pretende recuperar tradicionalismos presentados con aditamentos simbólicos. Como obra en la que se ha que-rido ver especial originalidad se cita la Heladería Copelia (1966) de M. Girona. Joaquín Rallo había publi-cado, poco después del triunfo de la revolución, un artículo reproducido en Ciudad y Terri-torio, el año 1985, en que ve el panorama desde la euforia del reciente cambio revolucionario20. Edificio Bacardí restaurado. 20 RALLO (1985), pp. 5-16. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 593 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 23 Lo cierto es que, en esta última etapa, las innumerables limi-taciones y dificultades de la administración, siempre justificadas con el drástico bloqueo comercial que le fue impuesto, se han traducido en una arquitectura irrelevante por su resolución pero llamativa por haber alterado drásticamente los emplazamientos donde fue construida. Lo mismo que sucedió en otros países socialistas, los elementos prefabricados son un recurso y mar-can distintivamente los lugares y las correspondientes adminis-traciones que las gestionaron. Con este recurso constructivo el arquitecto A. Garrudo diseñó la Escuela Lenin en 1974. Numerosas torres destacan en las panorámicas de la ciudad. Son elementales estructuras de hormigón toscamente maciza-das en los huecos que generan, generalmente mal pintadas y nunca bien conservadas. A esto hay que añadir las indiscipli-nadas modificaciones que han podido hacer en las galerías cada uno de sus ocupantes. 3.2. Los intentos de reurbanizar la ciudad Todas aquellas construcciones de buena diseño, se habían levantado en el interior de la Habana Vieja y a lo largo de los sucesivos ensanches fruto de los dos planes concebidos, que dotaron a la ciudad de ensanches ordenados y una jerarquía de vías y viales, paseos y plazas. Las murallas fueron eliminadas en 1863, siguiendo la prác-tica de muchas ciudades españolas. Habían sido rebasadas a finales del siglo anterior. Por eso, tras la independencia, con el establecimiento de la república, la ciudad experimentó un es-pectacular desarrollo del que todavía es documento la fuerte actividad constructiva y la calidad de la construcción realizada por entonces. En las primeras décadas del siglo XX la ciudad se incrementó considerablemente hasta el millón y medio, como consecuencia de la actividad azucarera. Las clases pudientes se establecieron en los antiguos glacis de la muralla y construyeron sus primeros palacetes modernos en el palacio del Prado. Lue-go se fueron al Vedado. A lo largo del siglo XIX la ciudad creció y se expandió por © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 594 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 24 la parte denominada el Vedado, a lo que contribuyó una plani-ficación hecha en 1859 por el ingeniero Luis Yboleón. De enton-ces hay alguna casa de buena construcción, por ejemplo la quin-ta Del Rosario (calle 17), construida en 1888. Ya en el siglo XX, y dada la demanda, se redactó un primer plan de Urbanismo que diseñó el francés Forestier, en tiempos del dictador general Machado, bien visto, como es obvio, por las familias que tenían sus quintas por esa parte y que con ello veían la posibilidad de verse integradas en la ciudad y revalori-zados sus terrenos. Fue concebido de acuerdo con lo que enton-ces estaba consagrado por el urbanismo americano que era la retícula, pero que en realidad era de ascendencia española, al haberse implantado en las ciudades de nueva construcción en el Nuevo Mundo. De la práctica americana tomó la identificación de las calles mediante números y letras. Incluía viales principa-les de gran anchura y especial tratamiento, que desembocaban en el mar, parques, y localización de edificios destacados. Los acontecimientos de 1929 con la caída del dictador, impidieron llevarlo a cabo en su totalidad. Roberto Segre, en una de sus publicaciones hace ver las aportaciones de este urbanista francés solicitado en los más le-janos países y ciudades como puedan ser Buenos Aires, Marrue-cos y Sevilla. Pone de manifiesto que, como era lógico, el obje-tivo era hacer una gran ciudad a la altura de las circunstancias, y con un simbolismo intencionado al servicio de los parámetros de las clases instaladas, dominantes21. En los años 50, el país gozaba de buena salud económica, bajo iniciativa fundamentalmente norteamericana. Otra cosa fue el deterioro social. Un nuevo plan director fue redactado por el conocido arquitecto español José Luis Sert, y por Wiener. Es-taba basado en la diferenciación social de los sectores y de pro-ducción, y seguía propuestas difundidas por Le Corbusier, que conllevaban unas prioridades con respecto a las tramas históri-cas, de forma que los monumentos que sobrevivían aparecerían aislados quedando en otros contextos. 21 SEGRE (1985), pp. 17-26. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 595 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 25 «Hacer de la Habana una capitalidad con respetuosidad burguesa, moderna y desarrollada, ajena a las difíciles condiciones de vida del resto del país, puede ser uno de sus objetivos. El mayor énfa-sis del Plan estuvo dirigido a los nuevos centros administrativos, comerciales, recreativos y turísticos, proponiendo un nuevo centro en una isla frente al Malecón y otro en el corazón de la Habana vieja, así como diseñó un nuevo palacio Presidencial entre las for-talezas del Morro y la Cabaña»22. El Vedado, nombre que encuentra su explicación en la pro-hibición que había en tiempos de la colonización a construir en esta área por razones de seguridad, pues era terreno que rodea-ba a la ciudad por tierra firme, pasó a ser el centro geográfico de la Habana23. La arteria más destacada y central es la Rampa, calle en pendiente que conecta con el mar, de gran actividad en el ámbito del ocio24. Perpendicular a ésta es la avenida de los Presidentes que también desciende desde la colina al mar, y al Malecón. Está bordeada por bellas villas de variados diseños, pero que armo-nizan entre sí. El paseo está jalonado por una serie de monu-mentos de los que fueron presidentes, de equilibradas propor-ciones y bellos diseños, que contrastan con los incorporados 22 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 209. 23 Entre los edificios destacables y cuidados, están la Sede de la Unión de Escritores Cubanos (1920), del arquitecto Juan Gelats, con vidrieras de Art Decó. La Casa de los Marqueses de Avilés (1951), la Casa del arquitecto T.L. Hustons , de inspiración mudéjar, la casa de José Gómez Mena, actual Mu-seo de Artes Decorativas, (1927). Los edificios de las actuales Embajada de China, (1916) y el de la de Corea. Son soluciones formales vinculadas a los estilos renacentista, barroco y neoclásico. Están unificadas por su escala y volumetría dentro del estilo denominado globalmente de Bellas Artes. Con antelación, en 1837, había sido construida la Quinta de los Molinos, como re-sidencia de verano de los Capitanes Generales. 24 El Vedado es un urbanismo en retícula, pero con jerarquización de calles. A finales del XIX una clase pudiente que abandonó la zona que habían ocupado las murallas se fue desplazando a la parte occidental. Por la costa prosiguió a Miramar y Marianao con la Quinta Avenida como eje. Acabó siendo el centro geográfico de la Habana, lo cual no fácilmente se percibe por el visitante si se mueve solamente por el Centro Histórico. Ver OTERO NA-RANJO, Concepción (1998), pp. 779-784. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 596 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 26 recientemente, desproporcionados en algún caso, de tosca rea-lización y, al menos curiosos, por su concepción. Esta arteria resultó ser el emplazamiento ideal para las cla-ses mejor situadas que comenzaron a construir pequeños hote-litos de acuerdo con los gustos arquitectónicos de la época y los lugares de procedencia de los nuevos moradores, en el caso de ser inmigrantes o descendientes de estos. En el Vedado, en los años cuarenta, las parcelas fueron más grandes y rodeadas de vegetación25. Así fue como se materializó la actividad de una ciudad. Ha-ciendo justicia a la historia, quizá es más exacto decir, que un conjunto de grupos sociales tomaron ventaja de las circunstan-cias que les fueron favorables o hicieron que les resultaran fa-vorables. Es lo que dejan de manifiesto los escritores nativos, por lo menos, si sus análisis son de la etapa inmediatamente posterior al triunfo de la revolución. Por entonces Joaquín Ra-llo afirmaba con contundencia que «En todos estos barrios se desarrolló, de espaldas al resto del país, una vida fastuosa equiparable en equipamientos y servicios a la de las mejores ciudades del mundo. Los mejores centros comerciales, colegios, una Universidad privada, clubs deportivos y sociales, si-guen esta marcha hacia el oeste en pos de esta poderosa clase de propietarios o comerciantes y de políticos o profesionales a su ser-vicio »26. Esta es la ciudad que fue hecha, y que, ciertamente, ahondó profundamente en las diferencias sociales. Esas diferencias ac-tualmente ya no existen, pero la ciudad como toda ciudad, con-tinúa siendo documento de otras realidades de alcance social, con otro tipo de resortes subyacentes. 25 Tal como hizo observar Joaquín RALLO, la nueva tipología trajo consi-go el abandonó de soluciones que habían sido tradicionales en la arquitec-tura cubana: El antiguo patio desaparece y en su lugar aparece el «hall», de ascendencia inglesa, en torno al cual se distribuyen los distintos ambientes de la casa. «Los volúmenes compactos, más o menos regulares que hasta en-tonces habían predominado, se desintegran a favor de una mayor articulación en cuerpos que se extienden modulando el espacio exterior próximo a la vivien-da ». RALLO, J., p. 17. 26 RALLO (1985), p. 10. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 597 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 27 3.3. La realidad actual La precedente enumeración, a pesar de las numerosas alu-siones es un resumen, y va encaminada a subrayar el contraste entre lo que la ciudad de la Habana fue y lo que realmente es en la actualidad, desde el punto de vista de pérdida del Pa-trimonio Arquitectónico, en un conjunto urbano declarado Patrimonio de la Humanidad. Quedan para otros campos de la investigación los análisis propios de las ciencias sociales, que ciertamente están en el trasfondo del documento plástico que es la actual ciudad de la Habana, tanto de lo que fue, como de lo que no debió ser, de lo que es, de lo que ha querido ser y de lo que nunca podrá llegar a ser. Frente a la constatación de realidades que pertenecen a la historia, la panorámica que ofrece hoy la ciudad está formada por aspectos que resultan increíbles y difícilmente descriptibles. La ciudad actual de la Habana es la de una urbe ahogada por hacinamiento y falta de infraestructuras, sumergida en una de-gradación urbana. Un indicio de la situación y posibilidades de futuro es la constatación hecha por el mismo informe de la Oficina del Historiador: El proceso de pérdida es alarmante, cada tres días ocurren dos derrumbes de diversa magnitud, que si bien no significan en su mayoría pérdidas totales, contribuyen a incrementar la situación de alta peligrosidad y desaparición a la que está sometido un alto por ciento del territorio27. Volver a lucir con el esplendor que la caracterizó es una meta muy difícil porque el ritmo de recuperación es inferior al de pérdida y degradación28. La ciudad actual sobrepasa los 2.000.000 de habitantes, como consecuencia de la inmigración, aunque la Revolución intentó frenar esta inurbación atendiendo otras ciudades de la 27 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 69. 28 Fernando PULÍN afirma que en junio de 1995 hubo 174 derrumbes parciales que obligaron al desalojo de familias. Es una ciudad donde los vien-tos huracanados son un factor posible. PULÍN (1998), p. 47. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 598 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 28 isla, con preferencia a la propia capital. A las viejas mansiones, ya antes convertidas en ciudadelas, se vinieron a sumar las entonces abandonadas que fueron adjudicadas o también ocu-padas, y que como consecuencia de la falta de espacio se frag-mentarían, en un sistema de cuartuchos, o «cuarterías» ya co-mentado. A todo ello hay que añadir la problemática de los conocidos como «albergados», aquellos que por la peligrosidad de su hábitat se desplazan en búsqueda de otro lugar. La situa-ción es lamentable por las condiciones de vida de una población empobrecida, y, consecuentemente, preocupante por el deterio-ro que ha experimentado la ciudad hasta límites de muy difícil solución29. Edificios del Paseo del Prado. 29 La cuarta parte de los emigrantes llegó después de 1990, durante el pe-ríodo especial, de los 56,5% de emigrantes que son los del Centro histórico: VARIOS, Plan (1998), p. 53. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 599 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 29 Ciertamente que el centro había sido invadido con antela-ción y que durante los grandes planes oficialmente no se había hecho casi nada, pero es difícil defender que la situación global haya mejorado. Los datos por ahora disponibles se reducen ex-clusivamente al Centro Histórico y al Malecón. Se descono-cen los relacionados con los ensanches, de tipologías construc-tivas diferentes, como queda recogido, pero en un grado de degradación igualmente muy acusado. Semejante a la situa-ción de la Habana vieja es el área que tiene por arteria princi-pal la calle Simón Bolívar. Los datos disponibles de aquellas áreas, no obstante, nos sirven de referencia con respecto a otras zonas. En el centro histórico el hábitat está caracterizado en gran medida por las malas condiciones de la vivienda, y el déficit cuantitativo y cualitativo de los servicios, a lo que hay que aña-dir, el ya comentado sobreuso de los edificios, todo lo cual pro-voca el consiguiente deterioro, por el hacinamiento. Según el informe de la Oficina del Historiador «En el centro Histórico hay 22.516 viviendas, de las cuales 166 están desocupadas. Un tercio de ellas son apartamentos, mientras que la mitad se sitúa en ciudadelas y cuarterías y una cantidad similar tiene barbacoas, o sea, que han duplicado su espacio en la misma área ocupada. La tercera parte de las viviendas no recibe agua y la situación de los servicios sanitarios es crítica, con ma-yores indicadores en las ciudadelas y cuarterías, donde el 36% de ellas no posee este servicio de forma adecuada, pues generalmente es de uso común»30. La densidad de población del Centro Histórico, sobre 214 hectáreas, donde 113 son de habitación, es de 621 habitantes, Pero tomando como referencia el estudio del Malecón, válido como indicio del conjunto y más fiable, la densidad sería mayor. En el Malecón la densidad detectada es de 1035 habitantes por hectárea31. 30 VARIOS, Plan (1998), p. 72. 31 El informe hecho por el equipo español sobre el Malecón es fiable, siendo tanto interesante como significativa la aportación que se hace de otros datos comparativos entre lo que aparece en la información oficial y lo detec-tado. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 600 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 30 El 38 % son niños o personas mayores de 64 años. Más de la mitad son inmigrantes, y, de ellos, una tercera parte llegó entre 1990 y 1995, acentuando, como queda dicho, una de las causas de la sobrepoblación y el agravamiento del problema. A esta sobrecarga de inquilinos hay que añadir los proble-mas de habitabilidad, anteriores incluso a la sobrepoblación. En casi un tercio de las viviendas el agua que se utiliza está provis-ta manualmente, y en igual proporción el sistema de almacena-je es en tanques sin conexión con la red. El 20,1% no dispone de servicios sanitarios en condiciones adecuadas, al utilizarlo en común con otras familias o no poseerlo. El 39,2% tiene este servicio sin instalación del agua. Por otro lado, aproximadamen-te algo más de una de cada diez viviendas, no tiene baños o duchas, son de uso común o están fuera del recinto. A todo ello hay que añadir los problemas relacionados con la red de traída de aguas y alcantarillado y otros de los que no se hace referen-cia, como son los tendidos eléctricos32. En cuanto a la patología de las edificaciones, el mismo infor-me recoge cifras que llevan a deducir que la «vivienda presenta signos alarmantes: el 43 % tiene fallas estruc-turales en el techo: el 42%, grietas o desplomes en las paredes; el 24% hundimientos en el piso; el 51% tiene filtraciones en el techo o entrepiso, mientras que el 38% las presenta en las paredes»33. 32 La red de alcantarillado es todavía la de 1913. Antiguas son también las otras redes de gas y eléctrica. 33 VARIOS, Plan (1998): El Plan de desarrollo integral, aporta otros datos de interés en tanto por ciento, (p. 46), así como datos relativos a la: subdivisión de interiores, ocupación de patios, barbacoas, etc. (p. 47). Joaquín Rallo por su parte había puesto el énfasis en cómo estaba la situación en el momento del triunfo de la Revolución: en 1958, dice el 30% eran inaceptables desde el punto de vista de la habitabilidad. El 50% no tenían servicios sanitarios y el 13% carecían de servicio eléctrico. Del total de la vivienda cubana solo el 32% eran buenas o aceptables, y de ellas el 80% se hallaba en la Habana. El 46% que cobijaban el 35% de la población no reunían las condiciones míni-mas de habitabilidad y muchas de ellas estaban en estado de ruina inminen-te. Ver RALLO (1985), pp. 5-16. Lo cierto es que la administración del país durante todo el tiempo ha tenido que dedicar más atención a la vivienda nueva que al cuidado y reha-bilitación de la antigua, entre otras razones, por la problemática inherente a la propiedad que constituye otra de las peculiaridades de la Isla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 601 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 31 Desde otros puntos de vista, y como consecuencia de la de-riva que arrastra al país y de la dificultad para un control, la ciudad cuenta con todos los factores degradantes que puedan incluirse en un listado: fábricas de gas, plantas termoeléctricas y fábrica de fertilizantes, factores contaminantes como monó-xido de carbono y nitrógeno, y dióxido de azufre y carbono de los carburantes, aerosoles salinos... Su peculiar emplazamiento le proporciona agentes geográficos adversos que incrementan la peligrosidad de los factores anteriormente mencionados la hu-medad, las brisas, y los vientos huracanados. Esta es la sintomatología de una ciudad que en otros tiem-pos fue considerada referencia en el Caribe. Sus edificios hubie-ran sido deseados por las mejores ciudades para dar empaque a sus paisajes urbanos, pero la rehabilitación hecha en las últi-mas décadas era la única posible para una sociedad moldeada por una utopía irresponsable. 5. LAS SOLUCIONES Las soluciones rozan otra utopía. Cuando cambie la situa-ción estará en pie la potencialidad de unas clases sociales emi-grantes cuya capacidad de gestión es conocida y su operatividad probada. Si unos y otros, los que quedaron y los que tuvieron que salir, ignoran la historia lo que pueda suceder puede no te-ner justificación ante la misma historia. Además de ello, el tra-bajo por hacer es de tal amplitud que sobrepasará sin duda las posibilidades del ámbito cubano. La ciudad de la Habana forma parte de la Historia de España, y más recientemente forma par-te también de la historia de ese otro país vecino, Estados Uni-dos, por lo que en una primera etapa hizo, y por lo que en una segunda dejó de hacer. Estos dos países aunque con muy diver-sas potencialidades, no pueden eludir compromisos que los acontecimientos les han impuesto. La tarea solo está en parte hecha. Lo que se pueda hacer y de hecho se haga lo verán generaciones venideras que evocarán, pues en todas las historias hay malos sueños que evocar, la si-tuación actual, insostenible desde hace décadas. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 602 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 32 6. A MANERA DE REFLEXION FINAL La Habana es una ciudad que fascina y deja perplejos. Fas-cina por la calidad de su marco urbano comparable a las mejo-res capitales europeas, de más solera y con más activas etapas en su historia, y deja perplejos por la increíble degradación a la que ha llegado una ciudad de tal categoría. Es por eso que debe ser además de una llamada a la solución un inevitable pretexto para una reflexión sobre lo que es una realidad premonitoria y una consecuencia de una de las locuras a las que puede llevar las utopías revolucionarias de cualquier tiempo. Pasear por plazas, paseos y parques, callejear por sus calles y callejas, es una experiencia extraña porque amalgama las con-tradictorias emociones que suscitan realidades que son incom-patibles: se percibe la añeja fastuosidad reducida a caricatura y la desbordante vitalidad surgida de la miseria, y la desconcer-tante constatación de una situación idílica, la actual, en tanto en cuanto motivada por una ausencia de las necesidades, al menos aparentemente, inoculadas en otras culturas urbanas de occi-dente. El bullicio de unas gentes que parecen no estar aqueja-dos por grandes preocupaciones surge de la ruina, el adorno mutilado, la mansión reducida a despojo. Diríase, o al menos eso es lo que aparece, la felicidad ha hecho menosprecio de la ostentación en otros tiempos añorada. Esta ha quedado reduci-da a caricatura de si misma. Los estándares de vida de quien habitó amplias zonas de esta ciudad pudieron ser provocativos, la vitalidad de sus acti-vidades no llegaba a las clases populares, incluso, como una y otra vez se recoge, la degradación humana llegaba a caracteri-zar algunos barrios y sectores sociales, a algunas personas, re-ducidas a mercancía, y sus chulos. A cambio de eso la ciudad ha quedado convertida en un inmenso suburbio, y las condiciones del hábitat no alcanzan los mínimos. La Habana es la consecuencia del desquiciamiento al que puede llegar una obsesión, las repercusiones de la incapacidad de marcha atrás del líder, la evidencia de que son indefendibles © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 603 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 causas con tan alto precio e injustificables victorias con tales consecuencias. Edificio de la calle Simón Bolívar. La Habana, a su vez, es una premonición de lo que pueden ser muchas de las capitales del poder económico y político, de esa civilización occidental irremediablemente unificada en la medida en que es irremediablemente globalizada, si por otros objetivos y por otros conductos mantiene obsesiones sin tomar 33 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 604 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 en cuenta el aniquilamiento de colectivos y recursos, la supera-ción de hábitos y la implantación de otros comportamientos. Uno no puede menos que intentar evocar el aspecto en que que-daron aquellas monumentales ciudades tras la caída de esa ci-vilización y cultura que fue el imperio romano. En esa ocasión uno de los signos y causas fue la drástica despoblación. Tam-bién la superpoblación de Roma había acompañado a los mejo-res tiempos de ese emporio. A la belleza, siguió la desolación, que iría acompañada de la degradación, y a ésta, la ruina. No-sotros, sin embargo, de la recuperación de esta ruina hemos hecho una actividad. Y desde esta actividad nos complace escu-driñar detectando solo lo que de deslumbrante tuvo, olvidando casi siempre el proceso que la aniquiló. La declaración de la Habana como Patrimonio de la Huma-nidad es un título que avala el reconocimiento de valores, en esta ocasión de plástica visual, sobresalientes por distintos, y distintos por su acumulación y la calidad de los resultados. Pueden ser fruto contradictorio de desequilibrios y excesos, de posibilidades y necesidades creadas, y, paradójicamente, éste es el signo que acompaña muchas de las realizaciones arquitectó-nicas que hoy admiramos en ciudades consideradas como so-bresalientes legados del pasado. No se trata de que, como siem-pre se ha hecho, en la historia destruyamos o dejemos en un proceso de autodestrucción aquello que no queríamos que hu-biera sucedido, o que queramos eliminar lo que nos delata, sino que leamos las huellas del pasado en clave de documento para prevenir el futuro. Entonces será cuando el arte y sus monu-mentos, las instituciones y las personas, los hechos relevantes, nos guste o nos desagraden, dejarán de estar mediatizados a gustos y preferencias y conseguirán una dignidad que quizá no está en las causas que los generaron. Junto a la conservación de los valores plásticos que acumula, esta ciudad ofrece la posibi-lidad de ser permanente exponente de errores que debe evitar la humanidad. No hay recursos para que esta ciudad recupere su esplendor urbano resurgiendo del hundimiento, como parece que tampo-co los hay para salvar otras ciudades, porque el Patrimonio de la Humanidad no es solo la Habana y Venecia, ni la humanidad 34 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 605 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 está solamente aquejada por problemas relacionados con la con-servación de su Patrimonio. Pero ésta es una de esas oportunas declaraciones de protección. La Habana, como Venecia, son realidades que cada una en su ámbito y con plasmaciones diferentes, son llamadas de aten-ción para toda la civilización occidental. Es ineludible sentir impotencia ante lo que parece inevitable. Por compromiso soli-dario con una humanidad aquejada por graves problemas, y más particularmente con la problemática de conservación del Patrimonio Arquitectónico que no es solo el de esta ciudad, de forma desconcertante, tenemos que asistir a una lenta pero in-evitable descomposición de una de las creaciones más relevan-tes de las culturas occidentales. Nuestra civilización, todos no-sotros, no habrá querido entender la historia si nos limitamos a contemplarla con el alivio que aparentemente proporciona el lamento lastimero, sin dejarnos conmover de forma comprome-tedora para prevenir otras situaciones y salvar otras realidades que todavía no han entrado en una situación terminal. BIBLIOGRAFÍA CITADA AGUIRRE, Yolanda (1985): «Un puerto y una ciudad: San Cristóbal de la Haba-na », Ciudad y Territorio, Madrid, MOPU (enero-junio), pp. 27-40. CARPENTIER, Alejo (1982): La ciudad de las columnas, La Habana. 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SEGRE, Roberto (1996b): «La Habana siglo XX: espacio dilatado y tiempo contraído», Ciudad y Territorio-Estudios territoriales, Madrid, núm. 110, pp. 713-731. 35 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 606 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 SEGRE, Roberto (1997c): «La Habana de Sert, CIAM, RON Y “CHA, CHA, CHA”», en Historia Urbana, Revista de Historia de la ideas y de las transfor-maciones urbanas, La Habana, núm. 4, pp. 49-61. VARIOS, Ciudad-City (1999): La Oficina del historiador de la ciudad de la Ha-bana- Pamplona, Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, pp. 152. VARIOS, Plan de desarrollo integral: la Habana Vieja (1998): La Habana, Oficina del Historiador, 187 pp. (reprografiado). 36 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011
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Título y subtítulo | La ciudad de La Habana, símbolo de una decadencia |
Autor principal | Naval Mas, Antonio |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 55 |
Sección | Urbanismo |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2009 |
Páginas | p. 560-606 |
Materias | Arquitectura ; Urbanismo ; Ciudad ; Construcciones ; La Habana ; Cuba |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1860962 Bytes |
Texto | U R B A N I S M O © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 571 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA P O R ANTONIO NAVAL MAS RESUMEN El trabajo presenta un diagnóstico de la situación real de la Ciudad de la Habana en cuanto que es Ciudad Patrimonio de la Humanidad, por la categoría de su arquitectura y la articulación de la misma en un conjunto urbano relevante. Sin ignorar los esfuerzos que se están haciendo tanto por la administración del país como por instituciones extranjeras, entre ellas las españolas, llama la atención y debe preocupar el grave deterioro experimen-tado por el abandono a que ha tenido que ser sometido este conjunto como consecuencia de la situación social actual. Desde esta constatación se hace una reflexión extrapolando las consecuencias del devenir de esta ciudad a lo que pueden ser las ciudades de nuestra cultura, que, aunque por otras cau-sas sociales e inmersas en otros mecanismos de motivación económica, es-tán avocadas a una decadencia, no al margen del devenir de la civilización occidental. Palabras clave: Centros históricos - Patrimonio arquitectónico - Conser-vación y restauración - Historia del urbanismo. ABSTRACT This paper examines the actual situation of Havana — city with the sta-tus of World Heritage Site due to the importance of its architecture and the way this is integrated in a relevant urban context. Indeed, the latter is seiously damaged and derelict because of the current social situation — in spite of the efforts that are being made by both the Cuban authorities and foreing administrations like Spanish one. In this respect, in this paper a reflection is made upon Havana´s future, taking this as the starting point to make some generalisations on the situation of other cities of our culture. These face the same degeneration which, although caused by various social and economic factors, also points to the evolution of Western civilization. Key words: Historical centres - Architectural heritage - Conservation and restauration - History of urban development. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 572 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 2 Callejear por la Habana actual es una experiencia mezcla de fascinación y turbación desconcertante. La fascinación que pro-duce la cantidad de edificaciones de una calidad visual de alta resolución arquitectónica queda turbada por la fuerte degrada-ción a que ha sido rebajado todo un conjunto. La ciudad de la Habana es una metáfora del declive, una incitación a la reflexión de lo que puede ser el gran Patrimonio de nuestra civilización recibido de generaciones de destacada fecundidad. Una premonición de lo que puede ser el aspecto de las ciudades de una civilización en decadencia, la occidental. Porque la actual Habana, de amplísima extensión por imperati-vo de un devenir conyuntural y con un amplio desarrollo urba-nístico, no es más que una envejecida imagen de la ciudad acti-va y fecunda que fue, en el intento por superar las peores consecuencias de aquella actividad. 1. LA HABANA VIEJA Dentro de esta ciudad hay un sector que se localiza en lo que fue el asentamiento colonial que se identifica como Habana Vieja. A partir de allí, como en cualquier otra ciudad, el paisaje urbano es documento de los avatares que la han zarandeado a lo largo de todo el siglo XX. Conseguida la independencia de España, y tras una breve etapa de intervención norteamericana, Cuba se constituyó en república, pasando a estar dinamizada por los recursos e inicia-tiva de su país vecino, que le proporcionó una inusitada activi-dad. Esta actividad marcó una etapa fecunda en franca supera-ción y claro contraste con la etapa precedente de dependencia española, en que la metrópoli tuvo que dedicar los numerosos recursos destinados a la Isla a controlar una situación política que acabó escapando de las manos. España, por su parte, difí-cilmente podía activar en ultramar un dinamismo del que care-cía en casa. El país inició una etapa de extraordinaria fecundidad econó-mica que quedó reflejado en lo que es documento fehaciente de esta realidad. Este desarrollo no estuvo al margen de las secue- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 573 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 3 las sociales inherentes a un descontrolado liberalismo económi-co. Una ciudad pensada en una vertebración urbana coherente con la formulación social que la estaba definiendo, cuidada en su conjunto y en los elementos que la articulaban, las edificacio-nes, refinada hasta ostentación en el diseño de las casas, y lujo-sa en los elementos que se eligieron para amueblar parques y jardines, plazas y paseos. Mobiliario urbano y acabados de obra, farolas, apliques, bancos, enlosados y rejillas, señalización, y, por supuesto, los monumentos conmemorativos, eran dignos de las mejores ciudades europeas y americanas, que quisieron emular. En la medida en que se conservan, aunque deteriorados, son exponente de un buen hacer y un buen gusto. En definiti-va, es la trayectoria de todas las ciudades a lo largo de la histo-ria, que hoy en día merecen nuestra admiración al margen de que ésta sea reconocimiento de los mecanismos que las dotaron del esplendor, hoy, más que nunca, puestos en crítica. Esa es la ciudad que se ha ido degradando hasta la pérdida irreparable en los últimas décadas, llegando a tal extremo de deterioro que ha motivado que instituciones internacionales tomaran cartas en el asunto. Plano de la Habana en el siglo XVI. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 574 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 4 1.1. Lo que se está haciendo En la Habana vieja, desde 1991 han sido salvadas de la de-gradación algunos rincones y sectores: la plaza de Armas, la de la Catedral, la plaza Vieja, y la de San Francisco, con algunas de las arterias que conducen a ellas o las interrelacionan. La actua-ción se ha centrado en la franja que rodea el puerto desde San Francisco de Paula al Castillo de la Punta, y desde la plaza de Armas al Parque Central con eje en la calle del Obispo, la de los Oficios, hasta el Paseo del Prado. Probablemente han merecido ya alguna atención, todos los edificios coloniales sobresalientes, y algunos, muy pocos, de la época de actividad económica, prin-cipalmente de inspiración americana. El resultado es entre pin-toresco y extraño, al convivir edificios de destacada volumetría y buenos diseños con otros, que también lo fueron, pero que, convertidos en tugurios, continúan siendo de utilización incon trolada. Todo ello motiva una ambientación muy peculiar amal-gamando unos colectivos humanos formados por turistas, y cla-ses sociales de aspecto marginado, por curiosos y gentes que necesitan aprovecharse de los curiosos. En lo que se ve queda al desnudo la impotencia de la administración, no al margen de un proclamado objetivo de no marginación de la población nativa residente. Asumiendo esta extraña mezcolanza, y contrapesan-do la proclividad a una lamentación fácil con una motivación para la reflexión, es incuestionablemente atractivo pasear por estas calles. Más, es una experiencia distinta. Uno percibe lo que fue una ciudad y lo que pudo ser, lo que ha dejado de ser, y lo que, siendo constatación más cruel, con dificultad podrá volver a ser. Bellos edificios, acogedores rincones y refinados ambien-tes, el indicio de la obra bien terminada y el detalle fruto de la situación holgada han sido suplantados por la inevitable degra-dación, consecuencia del abandono por impotencia. En la reca-pitulación se detecta que hay calles que son patética caricatura de si mismas, pues habiendo sido consideradas «pequeña Wall Street», debido a la actividad financiera desarrollada y a la si-militud de marco urbano constituido por edificios de inspira-ción y arquitectos americanos, actualmente ofrecen un deplora- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 575 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 5 ble aspecto. Entre ellos algunos edificios han sido recuperados pensando en un turismo del que se quiere sacar un rendimien-to económico que resulta incómodamente llamativo para los visitantes. Estas estridencias y esa necesidad de sobrevivir cons-tituyen una oportunidad de reflexión para todo el que quiera hacer de un viaje algo más que una evasión, y, de la vida, algo bastante distinto a enrolarse en el diario sobrevivir. De todas formas, en un conjunto tan vasto corre el riego de quedar desvanecidos esfuerzos realizados, pero que están mate-rializados. Dos son las áreas principales en las que se ha progra-mado esta recomposición. La considerada Habana Vieja, y el Malecón. Aquella viene incentivada por la declaración de la UNESCO, en 1982, como Patrimonio de la Humanidad, y, ésta, por especial patrocinio de España, principalmente a iniciativa de la Junta de Andalucía, aunque no sólo de esta comunidad. El resto de las actuaciones son puntuales y están centradas en edi-ficios aislados. Una parte de estos han sido rehabilitados para museos de los que son numerosos los calificados como tales en la ciudad. A esto hay que añadir el tratamiento dado a las sedes de las instituciones extrajeras establecidas en el país, y el con-junto de hoteles activados por capital extranjero, en buena par-te, español. Otro tipo de actuaciones se ha llevado a cabo interviniendo en los edificios que son de ordinaria habitación de los haba- Casa señorial convertida en alojamiento colectivo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 576 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 6 neros. El objetivo era enfrentarse al deteriorado aspecto mejo-rando la calidad de la vivienda. Un proyecto especial se ha ma-terializado en un área identificada con el Barrio de San Isidro, con delimitación del sector comprendido entre la calle de la Merced y la de San Pedro, que es vial de circunvalación por la parte de la estación y el puerto. Edificios como el Palacio de los Capitanes Generales, reha-bilitado para uno de los museos mejor acondicionados, ha recu-perado toda la dignidad y esplendor que lo caracterizó y con el que fue habitado. Más atención necesita la catedral, todavía con graves deficiencias. La Iglesia de San Francisco y resto del con-vento, ha sido habilitado para adecuada sala de conciertos y museo, de despliegue museográfico, elemental pero digno y lim-pio. El Convento de Santa Clara, es hoy centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. La Casa del Conde de Casa Bayona, en la Plaza de la Cate-dral, es Museo de Arte Colonial, con una destacable colección de muebles de aquella época, y mamparas características de esta isla. Antiguos palacios de la aristocracia y buenas mansiones de la burguesía, son sedes de otros museos, como el de Alejandro von Humbolt, de la Artesanía (palacio Mateo Pedroso) o de aso-ciaciones y entidades como la casa de los Artistas, con diversas galerías (en la plaza Vieja). Se han fundado complejos como Casa de Asia, y Casa de los árabes. Otros Palacios han sido ha-bilitados para las diferentes gerencias en las que está ramificada la Oficia del Historiador1. También han sido recuperados varios hoteles como el de Ambos Mundos y el Hotel Florida en la calle del Obispo, y el Hotel Santa Isabel (casa del conde de Santovenia), en la plaza de Armas, y el Hostal Valencia. Restaurantes como Don Gio-vanni, y cafés como La Marina han sido abiertos en antiguos edificios que fueron de habitación. Con función más directamente relacionada con las necesida-des de los habaneros, han sido instalados, en diversos edificios históricos, centros de rehabilitación, escuelas y casas-madre. 1 AGUIRRE (1985), p. 38: se enumeran otras casas coloniales rescatadas, ayudando a precisar el estado de la recuperación de edificios históricos. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 577 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 7 Los niños, en la nueva sociedad cubana, tienen especial aten-ción, con ludotecas y lugares de entretenimiento, bibliotecas y centros pediátricos. Etc. 1.2. Un proyecto en marcha Uno de los proyectos pioneros es el conjunto del barrio de San Isidro, que forma parte de la Habana Vieja. Este barrio está altamente densificado en una área urbana no menos degradada que otras, pero con peor apariencia si cabe, como consecuencia de haber sido históricamente de edificación más popular. Fue actuación prioritaria dentro del Plan Maestro dada «la criticidad del fondo habitacional, concentrada en esta zona sur del centro Histórico, así como la amenaza de pérdida de un valio-so patrimonio edilicio representativo de las primeras etapas de su desarrollo y el agravamiento de los problemas sociales de su pobla-ción derivados de las condiciones inadecuadas de vida»2. Las guías para turistas repiten que fue un barrio de prosti-tución dada su proximidad al puerto, ya en tiempos del presi-dente de la Republica José Miguel Gómez que dejó vía libre a un tal Yarini. Recalcan a su vez, que la degradación como el resto de la ciudad vieja se remonta al siglo XIX, no siendo su-perada en este otro tiempo ni en vivienda ni en infraestructuras. Las casas del barrio, ciertamente, no son las de construcción más destacada de la Habana Vieja, pues fueron habitadas por trabajadores en buena parte inmigrados. Los informes explican que al haber sido mal pagados ha permitido conservar el barrio sin alteraciones. Lo cierto es que los que lo habitan no están mejor remunerados y que la más acentuada falta de recursos no solo ha impedido irremediablemente la intervención conserva-dora sino que ha sumido la apariencia del barrio en una degra-dación rayana en la miseria. El aspecto que se percibe es el de calles de las que es difícil saber cual es su pavimentación prefe-rente, tendidos eléctricos que son bosques de postes y cables, 2 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 578 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 8 fachadas alteradas por remiendos y acoples de emergencia con materiales de desecho. El aspecto interior de las viviendas resul-ta de difícil imaginación. Fue en 1996 cuando se decidió asignar un millón de dólares a la rehabilitación de este sector del centro histórico, uno de los más necesitados desde el punto de vista físico y social, eligién-dolo, a su vez, como Actuación Piloto donde experimentar las políticas y estrategias que venía formuladas en el Plan Maestro redactado en 1994. Convento de Santa Clara rehabilitado para Centro de Conservación, Restauración y Museología. Según el censo hay en el área delimitada para su interven-ción 1244 viviendas en las que habitan 3965 personas. Parece-ría normal la relación vivienda-habitantes, pero el 52,8 % de estas viviendas son habitaciones o cuartuchos agrupados en lo que se identifica como «ciudadelas», que no son otra cosa que pisos fragmentados3. El informe técnico previo a la intervención detectó en más de la mitad fallos estructurales, grietas o desplo-mes de paredes y filtraciones en el techo o entrepisos. Las con-diciones sanitarias pueden adivinarse del hecho de que el 40% de los vecinos se provee manualmente del agua que consume cada día4. 3 Ciudadela: antiguo palacete convertido en casa de vecindad. 4 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 579 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 9 La mayor parte de los huecos de la planta baja que fueron almacenes, hoteles, bares etc., si no están reutilizados como vi-viendas, garajes o almacenes de cacharros, están cerrados. Los pocos comercios existentes son de oferta tan elemental que hay que preguntar qué es lo que en ellos se vende, pues las mercan-cías son tan escasas que no se ven. No faltan casos de antiguas tiendas que fueron en su día amuebladas con mobiliario de buena carpintería que hoy constituirían comercios de refinado atractivo por su añejas ambientaciones, de cuño modernista o de art decó, que están en tal grado de deterioro que suscitan los más contradictorias emociones a quien está sensibilizado con el tema de la conservación del Patrimonio. Es una de las razones por las que resulta inaudito, entre grotesco y cómico, leer en los informes que estos lugares fueron restituidos al orden después de 1959. El mismo informe afirma en otro punto que, en los años 80’ hubo una cierta activación en solares de derrumbes, con un reconocimiento que suscita perplejidad, al decir que a pesar de los mecanismos para el control de la calidad de los proyectos y las obras, algunas de las soluciones resultaron negativas por la volumetría y la mala calidad de los materiales y las termina-ciones5. En 1996 se abrió un taller para la revitalización integral del barrio. Desde entonces y hasta 1999 se había intervenido en más de 120 edificaciones, tal como afirma el informe. Lo cierto es que es difícil encontrar edificios consecuencia de esta interven-ción y los que muestran indicios de ello no pasan de haber sido repintados con colores de mala calidad en una gama de tonos pastel que, de prodigarse, dará una visión típica a la ciudad, lo que no debe entenderse como acertada y fiel a su imagen identificativa. Esta es una característica de la intervención en la Habana y una tendencia que puede dar una imagen inauténtica al conjunto. A falta de una comprobación exhaustiva se puede 5 VARIOS: Plan (1998), p. 79. El Plan Maestro hace una estimación en 25 millones de dólares para 260 edificaciones urgidas de intervención, 1.334 viviendas y locales de uso público, de los cuales 74 necesitan mantenimien-to; 806 reparaciones, 404 remodelaciones, 33 rehabilitación, y 67 nuevas construcciones. La magnitud del deterioro rebasa el alcance financiero de la administración. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 580 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 10 afirmar que da la impresión de que deben ser muy escasas las intervenciones hechas en la que incuestionablemente es difícil, por problemática, actuación en los interiores. Si en tantos proyectos de intervención de cascos históricos, por ejemplo de España, suelen quedarse en el papel los objeti-vos que fundamentan las intervenciones no es de extrañar que dadas las extremas limitaciones del país y, consecuentemente de la ciudad, no pasen de ser una manifestación de buenas inten-ciones formulaciones como la que sigue: «Se trata no solo de recuperar lo mejor, sino de fomentar nuevas costumbres en esta zona históricamente subestimada. La actual es, por lo tanto, la gran misión de dignificar un barrio más allá de su imagen exterior, transformarlo radicalmente hasta consolidar su estructura social, y lograr que armonice en el entorno de renova-ción que se respira ya en las zonas rehabilitadas de la vieja ciu-dad »6. 1.3. La gestión de las actuaciones La carga de todo el programa recae sobre la que se denomi-na Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana. Esta es institución que se remonta al año 1938, y que fue respetada por el Gobierno revolucionario que mantuvo al director fundador doctor Emilio Roig hasta su muerte. También es cierto que has-ta el año 1981, en que el estado proporcionó algunos fondos, poco fue lo que pudo hacer, y que desde ese año hasta 1991, fue periodo principalmente de estudio y planteamiento. Con la si-tuación de abandono en que quedó sumergido el país con el desmoronamiento del bloque socialista, el estado cubano se vio en la imposibilidad de dedicar ninguna clase de fondos. Con posterioridad, en el año 1995, se hizo un replanteamiento total-mente diferente en que dependiendo directamente del Consejo de Estado se daba autonomía a la Oficina del Historiador que tendría que proveerse de los recursos, dada la potencialidad turística que se le reconocía al Centro Histórico. El documento rector iba a ser el Plan Maestro de Revitalización Integral de la 6 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 196. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 581 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 11 Habana Vieja, redactado como avance en 1994. Existen numero-sas conclusiones hechas desde una amplia recogida de datos de variedad multidisciplinar (PULÍN, 1998)7. En aquel año de 1995, el Centro Histórico mereció una con-sideración especial al ser relanzada la Oficina mediante Decre-to Ministerial, constituyéndola como agente no solo principal sino único en la rehabilitación y potenciación de la ciudad de la Habana8. Esta recuperación se hacía fundamentalmente pensan-do en los turistas y en su explotación. Simultáneamente, se le encomendaban otras funciones complementarias que serían subsidiarias de lo que en otros países estarían encomendadas a varios ministerios, como son las diversas políticas de vivienda, atención social, y concienciación política, aparte de toda una gestión administrativa para la obtención de recursos. Teórica-mente la concepción del Plan podría resultar paradigmática para lo que sería ideal para todos los centros históricos, y refe-rencia ante la descoordinación y desajuste en los resultados que muchos de ellos consiguen. Pero, curiosamente, y no al margen de lo paradójico, el arranque y fundamentación de todos los objetivos está en la potencialidad turística que se reconoce a esta área de la ciudad. Lo que básicamente se pretende es explotar turisticamente el área histórica para mejorar las enormes deficiencias de todo tipo que sufre la población9. Y, esto, en un momento y a partir 7 PULÍN (1998): Otros documentos reguladores precedieron y siguieron al Plan Maestro: Plan Director de la ciudad (1976); Lineamientos para el Cen-tro Histórico (1985); Plan de acción municipal (1991); Plan de desarrollo integral , avance Oficina del historiador Habana vieja, (1998): en el Plan Maestro para la Revitalización integral de la Haban Vieja (1998), p. 29, se de-finen la filosofía, objetivos, conceptualización, etc. 8 En la literatura sobre la ciudad de la Habana puede surgir cierta con-fusión si no se tiene en cuenta que la «Habana vieja» se refiere a la ciudad que estuvo intramuros, y «Centro Histórico» incluye también la franja extra-muros, lo que fueron los glacis, sustituidos por una arquitectura y hechos urbanos, de principios del siglo XX de destacado valor. 9 En el Acuerdo del Consejo de Ministros se declara al Centro Histórico «Zona de alta significación para el turismo» y se amplia las facultades de la Oficina, entre otros aspectos, permitiéndole administrar lo relativo a la vi-vienda y creándose una inmobiliaria propia, Fénix, para el arriendo de loca-les y prestación de servicios propios. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 582 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 12 de una época en que se incrementaron considerablemente los problemas económicos del país. Desde entonces, los gestores se vieron forzados a abrir el país al turismo que ciertamente cons-tituye una importante fuente de ingresos a la limitada economía cubana10. En todo caso, por lo menos sobre el papel está el ob-jetivo claro de evitar que el centro Histórico acabe en área de servicios sustituyendo el componente social por la tercialización del área. Complemento de la Oficina del Historiador es la Comisión Provincial de Monumentos, que aunque diferente, comparte con aquella la misma persona gestora. El trabajo de la Oficina está diversificado en Direcciones tan distintas como la encargada de la vivienda social, de la arquitectura histórica y del resto del Patrimonio Cultural, que engloba arqueología, museos, restau-ración etc. La justificación es comprensible tras la precisión anterior. La Oficina tiene empresas propias, tanto de construc-ción e inmobiliarias como de restauración de monumentos, y de ella dependen escuelas-taller, concebidas de acuerdo con el modelo ampliamente extendido en España. No menos peculiar es su sistema de financiación, que dela-ta su concepción y sus limitaciones más que las posibilidades. Esta concebida para una autofinanciación, pues no solo no re-cibe ninguna subvención del Estado sino que tiene que cargar con programas sociales y políticos de la ciudad, además de te-ner que contribuir a las arcas del Estado. Para la obtención de recursos dependen de su control algu-nos hostales, la hostelería que puede considerarse más cuidada, y el comercio, que obviamente, es de titularidad estatal. Tiene capacidad para hacer inversiones, cobrar impuestos, y desarro-llar una gestión comercial. Como queda dicho con antelación, la sobreexplotación del turismo es objetivo considerado como ra-zonable, de acuerdo con los esquemas políticos del país. El ries-go, que no parece suficientemente previsto, es que el abuso pueda revolverse contra la estructura11. 10 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 58. 11 De la Oficina del Historiador dependen «cinco hoteles, y otros trece es-pecializados, cuarenta y tres cafeterías, diez aires-libres, cuatro cremerías y © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 583 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 13 2. EL MALECÓN El otro punto programado, en vías de actuación, es el paseo identificado popularmente como Malecón. La iniciativa, en este caso, se debe a España y fue concebi-da su gestión mediante la Agencia Española de Cooperación In-ternacional. Varias autonomías prometieron su ayuda. La inicia-tiva fue de la Junta de Andalucía. Se perciben algunas mejoras. El sector elegido, de construcción relativamente reciente, está compuesto por un conjunto arquitectónico homogéneo y de calidad visual, en un enclave distinguido, y con una imagen dis-tintiva de la ciudad. La publicación realizada por el Colegio de Arquitectos de Navarra sobre esta destacada actuación12, es un estudio comple-to, minucioso, operativo si se le tiene en cuenta y se obtienen los recursos necesarios. A su vez, por realista, evidencia la en-vergadura de la intervención como consecuencia de la situación social, y, más particularmente, de la problemática calidad del hábitat. Esta no es ni mejor ni peor que la de otros sectores de la ciudad, por lo que el estudio constituye un indicio fiable de lo que es la situación de la Habana, resultando, en consecuen-cia, extremadamente alarmante, tanto desde el punto de vista de la vivienda social como desde la perspectiva de intervención en el patrimonio arquitectónico, y poniendo de manifiesto la enor-me dificultad para salvar esta ciudad. pastelerías, nueve mercados y veintitrés comercios» administrados por Habaguanex. El Centro Histórico produjo más de 70 millones de dólares en cinco años, lo cual ha permitido hacer mucho más en un lustro que lo que se rea-lizó en medio siglo. Con ese dinero se habían terminado 95 obras, y había 58 en ejecución. De las inversiones del 99, el 48% fue reinvertido en proyectos productivos, el 33% se destinó a programas sociales y apoyo al Gobierno Municipal, y el e 8% se dedicó a contribución a la nación. Ver VARIOS, Ciu-dad- City (1998), pp. 68 y 69. 12 La publicación Ciudad-City, citada varias veces, por sus aportaciones, es un estudio amplio, dilucidador de toda la problemática y estado de la cuestión, en el que una parte es un riguroso, detallado y completo informe sobre el Malecón, que puede usarse como chequeo de la situación global de la ciudad histórica. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 584 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 14 El proceso de densificación es paralelo a la alteración de la distribución original de las viviendas. Las subdivisiones en plan-ta y en altura son innumerables, en las llamadas ciudadelas, como consecuencia de la multiplicación de habitaciones o «cuarterías», y de las llamadas barbacoas, es decir cuartuchos construidos entre plantas. Zaguanes y azoteas están sobreuti-lizados. La tugurización es el rasgo que lo califica, y el hacina-miento uno de los resultados. Esta constatación, que es conse-cuencia de una radical falta de recursos y posibilidades, va inevitablemente acompañada de una ausencia total de trabajos de mantenimiento. Consecuentemente, la buena arquitectura que originalmente caracterizó al sector ha sido desfigurada al-terando drásticamente la apariencia del distintivo conjunto, for-mado por relevantes tipologías constructivas13. Tal como recoge este estudio, el Malecón empezó a configu-rarse con el comienzo del siglo XX. En 1919 el Malecón se ha-bía extendido hasta la calzada de Belascoaín en el lugar donde actualmente se levanta el monumento al general Antonio Ma-ceo. Por el año 1921, se había llegado hasta lo que se conoce y El Malecón. 13 Cuarterias: tipo de vivienda colectiva, concebida para que cada uni-dad familiar le corresponda un cuarto y donde los servicios sanitarios son co-munes. Barbacoas: nombre popular dado al mezzanine o entrepiso, construido para ampliar la superficie útil de la vivienda. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 585 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 15 denomina como la Rampa, en cuya proximidad se levantarían conocidos hoteles. Con la Revolución el ritmo constructivo se alteró. A partir de los años sesenta las actuaciones son de signo radicalmente distinto y la calidad de la arquitectura contrasta por su deficiente diseño y la construcción. Altas torres no son otra cosa que el apilamiento de pisos de promoción social de baja resolución. En el conjunto del Malecón si se ha conservado la arquitectu-ra original es simplemente porque no se ha caído. Por supuesto, están muy desvaídas sus notables características por la ausencia total de mínimos de actuación y de conservación, que, por otra parte, y como queda claro, no estaban al alcance de nadie. La tipología arquitectónica conservada es de ascendencia, inspiración y gusto de la que, por entonces, principios del si-glo XX, se estaba haciendo en los Estados Unidos, en una va-riante característica de la ciudad de la Habana al incluir sopor-tales en sus bajos. Es éste un elemento urbano característico y tradicional desde época colonial en la Habana, en numerosas de cuyas calles aparece. El resultado es un seafront, a la america-na, un frente marino de arquitectura ecléctica, pero homogénea en concepción y volumetría, interrumpida no obstante por algu-na edificación pretenciosa en diseño, dentro de los gustos de la época, o de marcada proyección vertical, siempre en el gusto americano. En la actualidad quedan incrustadas en esta panta-lla marítima las intervenciones realizadas tras la Revolución, que como toda arquitectura de esta época es de pobrísima reso-lución y pésimo acabado, constituyendo auténticas chapuzas, desconocedoras por completo del medio donde se insertaron. La justificación sin duda está en la restringida disponibilidad de recursos de las últimas décadas. En esta línea está la interven-ción al final del primer tramo del malecón, en la plaza del Ge-neral Antonio Maceo, donde el monumento del mejor diseño y realización dentro de este tipo de construcciones propias de fi-nales de siglo y principios del XX está degradado por un audi-torio, pésima construcción de hormigón, y, en sus cercanías, tie-ne la torre descomunal de un hospital. Resultan elocuentes las fotografías comparativas de los años anteriores y posteriores de la Revolución. La actividad circula- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 586 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 16 toria es notablemente inferior en la actualidad. Por supuesto la inexistencia de pasos peatonales actualiza antiguos grabados en los que parecían mezclados a lo largo de los paseos paseantes y carruajes, que, en el caso de la Habana, son tan monumentales como vetustos coches, reliquia de la época prerrevolucionaria. 3. LO QUE LA CIUDAD FUE Dada la limitada información gráfica que es posible aportar, recordar en síntesis la trayectoria de esta ciudad ayudará a in-tuir lo que de drama tiene la conservación del Patrimonio Arqui-tectónico y urbano. 3.1. La ciudad relevante La ciudad de la Habana fue fundada con el nombre de San Cristóbal de la Habana en 1515 en un poblado cuyo jefe se lla-maba Habaguanex, y según tradición, fue trasladada y se empe-zó a construir en su emplazamiento actual cuatro años después, junto a la bahía que ofrece excelentes condiciones para puerto. Fue en 1533 cuando el gobernador se trasladó a ella, constitu-yéndola en capital de la isla en 1603. A finales del siglo XVIII se consolidó una burguesía criolla que empezó a construir palacios de bella arquitectura en la que el patio era tanto una característica como una necesidad, dado el clima y las fuertes brisas. El Palacio de los Capitanes Gene-rales y el del Segundo Cabo, (Ambos en la plaza de Armas) con armoniosos patios de finales del siglo XVIII, son dos edificios representativos. La arquitectura religiosa esta informada de los estilos euro-peos y ofrece peculiaridades arquitectónicas definidas en la isla. La catedral, del arquitecto italiano Perovani, fue acabada en 1777. El convento de Nuestra Señora de Belén, que llegó a te-ner seis claustros, fue construido entre 1712 y 1720. La iglesia del Espíritu Santo es de 1638 pero fue reconstruida en 1760. Santa María del Rosario es de 1766 y el convento de la Merced © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 587 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 17 comenzado en 1755 (terminado en 1878). El de Santa Clara, con dos claustros, es de 1638, el más antiguo. La alameda de San Pedro, fue un lugar distinguido de paseo, que también fue ordenado en el siglo XVIII, con obra de cante-ría y rejas, porque por entonces, final de siglo, había una clase social pudiente que ennobleció la ciudad con nuevas construc-ciones. También entre los edificios religiosos más recientes se en-cuentran edificaciones representativas de los diferentes estilos que se han sucedido. La iglesia Presbiteriana, de 1907, la del Corazón de Jesús y San Ignacio fue construida entre 1914 y 1922, dentro de un estilo neogótico muy riguroso, la de Mira-mar, en 1953, etc.14. La arquitectura de habitación más antigua encuentra sus modelos más cercanos en la de las Islas Canarias y se remonta al siglo XVII, Una buena muestra de ella es la casa esquina de las calles Obrapía y San Ignacio con galería de madera tor-neada; el palacio Pedroso, también con galería de madera, inclu-yendo un entresuelo de ventanas, es ya del XVIII. De este siglo es también la que hace esquina a las calles Muralla y San Igna-cio con logia baja y alta. Son muestras de una arquitectura que mantuvo un hilo que hilvana la evolución que también se per-cibe en el conjunto. Como queda dicho, una de las constantes es la permanencia del uso de soportales hasta constituir uno de los distintivos y atractivos de la ciudad. Alejo Carpentier plasmó esta nota identificativa cuando de la Habana dijo que era «un santuario de columnas, un bosque de columnas, una infinita columnata, la última ciudad que tiene columnas en tal canti-dad »15. A finales del siglo XIX se introdujo la casa precedida de pór-tico que puede acabar rodeándola en todo su perímetro. Según Joaquín Rallo surgió a partir de «Balloon Frame» construida de madera y con amplia aceptación a partir de entonces16. 14 RODRÍGUEZ (1999), pp. 73, 74 y 174. 15 CARPENTIER (1982). 16 RALLO (1985), pp. 5-16 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 588 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 18 En el siglo XIX, las clases pudientes abandonaron algunas de sus mansiones de la ciudad colonial para construir sus quin-tas en terrenos extramuros. Lo hicieron de acuerdo con el gus-to neoclásico e incluyeron invariablemente pórticos que, en oca-siones, rodean toda la construcción. Estos edificios acentuaron la distinción en torno a la portada de acceso y con distinguidos zaguanes y escaleras, cuidaron ventanas y rejerías y tuvieron sus interiores acondicionados con buen mobiliario. Este siglo fue de prosperidad económica y dificultad políti-ca, ambas interrelacionadas. Muchos de los hijos de españoles, nacidos en la isla, habían desarrollado unos sentimientos de identificación que les impulsó a reclamar una autonomía que permitiera incrementar, al margen de cortapisas, la que era su prosperidad. El país siguió mejorando, introduciendo adelantos simultáneamente, o, incluso antes que en la metrópoli. Al mis-mo tiempo, las revueltas independentistas frenaron este desarro-llo y prosperidad. El ferrocarril se inauguró en 1837, antes, por lo tanto, que el de Barcelona-Mataró. El transporte marítimo con vapor funcio-naba entre la Habana y Matanzas en 1819, siendo el primero en dominio español. Alumbrado de gas había en 1844, y en 1890 fue inaugurado el alumbrado público eléctrico. En 1881 había servicio telefónico, y todavía está en servicio la que, en 1893, fue una destacada obra de ingeniería, el Acueducto de Alberar, para llevar agua a la ciudad. Por entonces, tenía la ciudad 250.000 habitantes. En la segunda mitad del siglo XIX se construyeron buenos teatros, siguiendo modelos españoles. En las primeras décadas del siglo XX se habían consolidado dos tipos de centros socia-les que eran tipologías arquitectónicas, el casino y el liceo. Aquel para los españoles y estos para los criollos, más cultos. Tras la ralentización que sufrió el país en la segunda mi-tad del siglo XIX, entró en un proceso de acelerado desarrollo, después del periodo de intervención americana, entre 1898 y 1902 en que se creó la Republica. Buena parte de la prosperidad de las décadas siguientes fue debida a las inversiones proceden-tes de los Estados Unidos. Fue la época de mayor productivi-dad del cultivo de la azúcar. Fue en tiempos de la República © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 589 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 19 cuando se configuró la zona en torno al Parque Central y Paseo del Prado con edificios de empaque señorial, conseguidos den-tro de lo que generalmente se denomina estilo Bellas Artes y que dieron a la Habana la talla equiparable a otras capitales europeas. De todo ello es documento fehaciente, al igual que a lo lar-go de todos los tiempos, la arquitectura, al construirse en la ciu-dad un amplio y variado muestrario, selecto en los diseños y de buen acabado, que configuró el aspecto de la ciudad de la Ha-bana, tanto en el interior de la ciudad histórica como en los ensanches. El muestrario comprende todas las variedades que entonces estaban en vigor, con realizaciones que pueden figurar entre lo mejor conseguido en cada una de ellas. Dentro de la corriente arquitectónica identificada con el modernismo, se hi-cieron construcciones entre 1905 y 1920 siguiendo las diferen-tes modelos europeos, tanto belga como el vienés, y el más ecléctico identificado como catalán17. Casa con galería que recuerda la arquitectura canaria. 17 CASANOVAS-VILLAVERDE (1998), pp. 44-49. Los emigrantes españoles, por su parte, fueron otro de los grupos sociales que, en la medida en que incrementaron su for-tuna enriquecieron el país. Mantuvieron estilos, que, a pesar de su anacronismo, hacían presente su patria de origen. Es posible © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 590 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 20 encontrar edificios de apariencia árabe y neomudéjares, y, otros de reminiscencias regionalistas, tal como por entonces se esta-ba haciendo en la península. Son edificios destacados en la ciu-dad, los Centros Gallego (1915), y Asturiano (1927). Son armo-niosas construcciones. Sus arquitectos Paul Belau, y el español Manuel de Busto, respectivamente, pusieron de manifiesto ser conocedores y saber resolver edificios, en esta ocasión, de ascen-dencia neorrenacentista y neobarroca respectivamente. Este úl-timo es el actual Teatro Nacional o de García Lorca. Con antelación, en 1914, el arquitecto Luis Dediot había construido el Casino español de acuerdo con el estilo plateres-co. Otro edificio, con precedentes en este mismo estilo, es el edificio de la Telefónica (1927), de Leonardo Morales. Su silue-ta no es ajena al de la Gran Vía madrileña. Durante las décadas de la república tuvieron gran aceptación los edificios construidos de acuerdo con el estilo Beaux Arts, es decir, de la Escuela de Bellas Artes de París, que difundieron Thomas M. Newton y el cubano Emilio Heredia. Lo mismo que en otras ciudades europeas, principalmente con función de capitalidad, eran formas adecuadas para levantar construccio-nes oficiales y administrativas. En 1919 fue construido el Pala-cio Presidencial de Pau Belau y Carlos Maruri, con decora-ción interior de Tiffany. El Capitolio, de 1929, es obra de Raul Otero. Es edificio de majestuosa solemnidad, inspirado en el de los Estados Unidos, cuya cúpula sobrepasa en diámetro, y, ambos, teniendo como referencia la cúpula de la catedral de Londres. La importante presencia de capital e iniciativa americana se tradujo en la presencia en la isla de la amplia gama de solucio-nes arquitectónicas que se habían consolido o estaban en acti-vo en ese país. Se identifican inequívocamente en los hoteles Palace (actualmente ocupado por más de 200 familias) y el Hotel Presidente, restaurado y rehabilitado con capital español. Famoso, por lo que fue, es el enorme Hotel Nacional (1930) de los arquitectos McKim, Mead & White, que sin embargo tiene resuelto el vestíbulo en un estilo sevillano, que resulta extraño en construcciones como ésta. El Hotel de Inglaterra, cerca del Capitolio había sido comenzado en 1856 y fue rehecho en 1915. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 591 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 21 También tiene ambientes de inspiración andaluza, en la planta baja. A partir de 1927 (dos años después de la Exposición de Artes Decorativas de París) apareció en Cuba la arquitectura identifi-cada con el Art Decó, debido a la importancia que dio a la deco-ración. El edificio Bacardí, otro de los emblemáticos de la ciudad, es de 1930, según diseño del arquitecto Esteban Ro-dríguez. La ciudad cuenta con un amplio conjunto de edificios, que son relevantes muestras de esta concepción arquitectónica. De todo ello publicó un completo estudio Eduardo Rodrí-guez, aportación imprescindible para captar este panorama y sumamente útil para contrastar con el estado de deterioro en que se encuentran las construcciones. La información fotográ-fica es importante en esta publicación. A través de ella se cons-tata la categoría de la arquitectura que queremos poner de manifiesto. Llamar la atención del conjunto arquitectónico de esta ciudad y del estado de ruina en que se encuentra es la ra-zón del resumido elenco que precede (RODRÍGUEZ Eduardo Luis, 1998)18. Roberto Segre había hecho con antelación un utilísimo resumen19. Un aspecto extraordinariamente destacable en relación con toda esta arquitectura es el de la rejería y la carpintería de vanos en fachadas. Es sorprendente el nivel que herreros y carpinteros alcanzaron. Los diseños, originales e ingeniosos y, a veces, de complicada solución dentro de una variedad de una extraordina-ria riqueza hacen de estas obras un conjunto de destacada cali- 18 El estudio de Eduardo Luis RODRÍGUEZ, Habana, arquitectura del si-glo XX (1999), es una excelente publicación con no menos excelente docu-mentación fotográfica que permite acercarse a una ciudad con empaque y categoría, distinguida en su apariencia y destacada en la arquitectura cons-truida. Trata sobre todo de atraer la atención sobre la arquitectura que no es la colonial, y sin la cual no se puede entender la categoría de la Habana. Con antelación, de Roberto SEGRE hay publicado en la revista Ciudad y Territorio una utilísima síntesis, completa y precisa, de las etapas de evolución arqui-tectónica, de fácil lectura por el estilo elegante, necesariamente optimista hasta la sublimación, al ser vista desde la situación vivida en el interior del país, «La Habana siglo XX: espacio dilatado y tiempo contraído, en Ciudad y Territorio-Estudios Territoriales, núm. 110 (1996), pp. 713-731. 19 SEGRE (1996), pp. 17-26. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 592 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 22 dad. Actualmente, estos rasgos resultan grotescos cuando se ven en edificios totalmente degradados hasta resultar irrecuperables. Este tipo de trabajos en hierro, son el final de una larga trayecto-ria que se remontaba a época colonial en que las ventanas habían sido protegidas con rejería de madera torneada en el XVII y XVIII. Recuerdan las celosías, pero tienen más permeabilidad, dan intimidad y protección y permiten comunicación. El racionalismo europeo llegó a Cuba a finales de los años 20, y se ve en el arquitecto Max Borges hijo, uno de los difun-didores. De los años 50 es el edificio Farfantes, realizado por F Martínez, que se inspiró en Le Corbusier. Es decir: lo dicho hasta ahora es una forma de llamar la atención sobre una ciu-dad que ofrece muestras de la mejor arquitectura de cada épo-ca desde el momento que se fundó hasta mediados del siglo XX. Las cosas cambiaron radi-calmente con el triunfo de la Revolución. El Movimiento quiso dejar huella de su puesta al día, rompiendo con el inme-diato pasado y demostrando una fecundidad propia. La Es-cuela Nacional de Danza Mo-derna (1965), obra del arquitec-to R. Porro, pretende recuperar tradicionalismos presentados con aditamentos simbólicos. Como obra en la que se ha que-rido ver especial originalidad se cita la Heladería Copelia (1966) de M. Girona. Joaquín Rallo había publi-cado, poco después del triunfo de la revolución, un artículo reproducido en Ciudad y Terri-torio, el año 1985, en que ve el panorama desde la euforia del reciente cambio revolucionario20. Edificio Bacardí restaurado. 20 RALLO (1985), pp. 5-16. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 593 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 23 Lo cierto es que, en esta última etapa, las innumerables limi-taciones y dificultades de la administración, siempre justificadas con el drástico bloqueo comercial que le fue impuesto, se han traducido en una arquitectura irrelevante por su resolución pero llamativa por haber alterado drásticamente los emplazamientos donde fue construida. Lo mismo que sucedió en otros países socialistas, los elementos prefabricados son un recurso y mar-can distintivamente los lugares y las correspondientes adminis-traciones que las gestionaron. Con este recurso constructivo el arquitecto A. Garrudo diseñó la Escuela Lenin en 1974. Numerosas torres destacan en las panorámicas de la ciudad. Son elementales estructuras de hormigón toscamente maciza-das en los huecos que generan, generalmente mal pintadas y nunca bien conservadas. A esto hay que añadir las indiscipli-nadas modificaciones que han podido hacer en las galerías cada uno de sus ocupantes. 3.2. Los intentos de reurbanizar la ciudad Todas aquellas construcciones de buena diseño, se habían levantado en el interior de la Habana Vieja y a lo largo de los sucesivos ensanches fruto de los dos planes concebidos, que dotaron a la ciudad de ensanches ordenados y una jerarquía de vías y viales, paseos y plazas. Las murallas fueron eliminadas en 1863, siguiendo la prác-tica de muchas ciudades españolas. Habían sido rebasadas a finales del siglo anterior. Por eso, tras la independencia, con el establecimiento de la república, la ciudad experimentó un es-pectacular desarrollo del que todavía es documento la fuerte actividad constructiva y la calidad de la construcción realizada por entonces. En las primeras décadas del siglo XX la ciudad se incrementó considerablemente hasta el millón y medio, como consecuencia de la actividad azucarera. Las clases pudientes se establecieron en los antiguos glacis de la muralla y construyeron sus primeros palacetes modernos en el palacio del Prado. Lue-go se fueron al Vedado. A lo largo del siglo XIX la ciudad creció y se expandió por © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 594 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 24 la parte denominada el Vedado, a lo que contribuyó una plani-ficación hecha en 1859 por el ingeniero Luis Yboleón. De enton-ces hay alguna casa de buena construcción, por ejemplo la quin-ta Del Rosario (calle 17), construida en 1888. Ya en el siglo XX, y dada la demanda, se redactó un primer plan de Urbanismo que diseñó el francés Forestier, en tiempos del dictador general Machado, bien visto, como es obvio, por las familias que tenían sus quintas por esa parte y que con ello veían la posibilidad de verse integradas en la ciudad y revalori-zados sus terrenos. Fue concebido de acuerdo con lo que enton-ces estaba consagrado por el urbanismo americano que era la retícula, pero que en realidad era de ascendencia española, al haberse implantado en las ciudades de nueva construcción en el Nuevo Mundo. De la práctica americana tomó la identificación de las calles mediante números y letras. Incluía viales principa-les de gran anchura y especial tratamiento, que desembocaban en el mar, parques, y localización de edificios destacados. Los acontecimientos de 1929 con la caída del dictador, impidieron llevarlo a cabo en su totalidad. Roberto Segre, en una de sus publicaciones hace ver las aportaciones de este urbanista francés solicitado en los más le-janos países y ciudades como puedan ser Buenos Aires, Marrue-cos y Sevilla. Pone de manifiesto que, como era lógico, el obje-tivo era hacer una gran ciudad a la altura de las circunstancias, y con un simbolismo intencionado al servicio de los parámetros de las clases instaladas, dominantes21. En los años 50, el país gozaba de buena salud económica, bajo iniciativa fundamentalmente norteamericana. Otra cosa fue el deterioro social. Un nuevo plan director fue redactado por el conocido arquitecto español José Luis Sert, y por Wiener. Es-taba basado en la diferenciación social de los sectores y de pro-ducción, y seguía propuestas difundidas por Le Corbusier, que conllevaban unas prioridades con respecto a las tramas históri-cas, de forma que los monumentos que sobrevivían aparecerían aislados quedando en otros contextos. 21 SEGRE (1985), pp. 17-26. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 595 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 25 «Hacer de la Habana una capitalidad con respetuosidad burguesa, moderna y desarrollada, ajena a las difíciles condiciones de vida del resto del país, puede ser uno de sus objetivos. El mayor énfa-sis del Plan estuvo dirigido a los nuevos centros administrativos, comerciales, recreativos y turísticos, proponiendo un nuevo centro en una isla frente al Malecón y otro en el corazón de la Habana vieja, así como diseñó un nuevo palacio Presidencial entre las for-talezas del Morro y la Cabaña»22. El Vedado, nombre que encuentra su explicación en la pro-hibición que había en tiempos de la colonización a construir en esta área por razones de seguridad, pues era terreno que rodea-ba a la ciudad por tierra firme, pasó a ser el centro geográfico de la Habana23. La arteria más destacada y central es la Rampa, calle en pendiente que conecta con el mar, de gran actividad en el ámbito del ocio24. Perpendicular a ésta es la avenida de los Presidentes que también desciende desde la colina al mar, y al Malecón. Está bordeada por bellas villas de variados diseños, pero que armo-nizan entre sí. El paseo está jalonado por una serie de monu-mentos de los que fueron presidentes, de equilibradas propor-ciones y bellos diseños, que contrastan con los incorporados 22 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 209. 23 Entre los edificios destacables y cuidados, están la Sede de la Unión de Escritores Cubanos (1920), del arquitecto Juan Gelats, con vidrieras de Art Decó. La Casa de los Marqueses de Avilés (1951), la Casa del arquitecto T.L. Hustons , de inspiración mudéjar, la casa de José Gómez Mena, actual Mu-seo de Artes Decorativas, (1927). Los edificios de las actuales Embajada de China, (1916) y el de la de Corea. Son soluciones formales vinculadas a los estilos renacentista, barroco y neoclásico. Están unificadas por su escala y volumetría dentro del estilo denominado globalmente de Bellas Artes. Con antelación, en 1837, había sido construida la Quinta de los Molinos, como re-sidencia de verano de los Capitanes Generales. 24 El Vedado es un urbanismo en retícula, pero con jerarquización de calles. A finales del XIX una clase pudiente que abandonó la zona que habían ocupado las murallas se fue desplazando a la parte occidental. Por la costa prosiguió a Miramar y Marianao con la Quinta Avenida como eje. Acabó siendo el centro geográfico de la Habana, lo cual no fácilmente se percibe por el visitante si se mueve solamente por el Centro Histórico. Ver OTERO NA-RANJO, Concepción (1998), pp. 779-784. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 596 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 26 recientemente, desproporcionados en algún caso, de tosca rea-lización y, al menos curiosos, por su concepción. Esta arteria resultó ser el emplazamiento ideal para las cla-ses mejor situadas que comenzaron a construir pequeños hote-litos de acuerdo con los gustos arquitectónicos de la época y los lugares de procedencia de los nuevos moradores, en el caso de ser inmigrantes o descendientes de estos. En el Vedado, en los años cuarenta, las parcelas fueron más grandes y rodeadas de vegetación25. Así fue como se materializó la actividad de una ciudad. Ha-ciendo justicia a la historia, quizá es más exacto decir, que un conjunto de grupos sociales tomaron ventaja de las circunstan-cias que les fueron favorables o hicieron que les resultaran fa-vorables. Es lo que dejan de manifiesto los escritores nativos, por lo menos, si sus análisis son de la etapa inmediatamente posterior al triunfo de la revolución. Por entonces Joaquín Ra-llo afirmaba con contundencia que «En todos estos barrios se desarrolló, de espaldas al resto del país, una vida fastuosa equiparable en equipamientos y servicios a la de las mejores ciudades del mundo. Los mejores centros comerciales, colegios, una Universidad privada, clubs deportivos y sociales, si-guen esta marcha hacia el oeste en pos de esta poderosa clase de propietarios o comerciantes y de políticos o profesionales a su ser-vicio »26. Esta es la ciudad que fue hecha, y que, ciertamente, ahondó profundamente en las diferencias sociales. Esas diferencias ac-tualmente ya no existen, pero la ciudad como toda ciudad, con-tinúa siendo documento de otras realidades de alcance social, con otro tipo de resortes subyacentes. 25 Tal como hizo observar Joaquín RALLO, la nueva tipología trajo consi-go el abandonó de soluciones que habían sido tradicionales en la arquitec-tura cubana: El antiguo patio desaparece y en su lugar aparece el «hall», de ascendencia inglesa, en torno al cual se distribuyen los distintos ambientes de la casa. «Los volúmenes compactos, más o menos regulares que hasta en-tonces habían predominado, se desintegran a favor de una mayor articulación en cuerpos que se extienden modulando el espacio exterior próximo a la vivien-da ». RALLO, J., p. 17. 26 RALLO (1985), p. 10. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 597 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 27 3.3. La realidad actual La precedente enumeración, a pesar de las numerosas alu-siones es un resumen, y va encaminada a subrayar el contraste entre lo que la ciudad de la Habana fue y lo que realmente es en la actualidad, desde el punto de vista de pérdida del Pa-trimonio Arquitectónico, en un conjunto urbano declarado Patrimonio de la Humanidad. Quedan para otros campos de la investigación los análisis propios de las ciencias sociales, que ciertamente están en el trasfondo del documento plástico que es la actual ciudad de la Habana, tanto de lo que fue, como de lo que no debió ser, de lo que es, de lo que ha querido ser y de lo que nunca podrá llegar a ser. Frente a la constatación de realidades que pertenecen a la historia, la panorámica que ofrece hoy la ciudad está formada por aspectos que resultan increíbles y difícilmente descriptibles. La ciudad actual de la Habana es la de una urbe ahogada por hacinamiento y falta de infraestructuras, sumergida en una de-gradación urbana. Un indicio de la situación y posibilidades de futuro es la constatación hecha por el mismo informe de la Oficina del Historiador: El proceso de pérdida es alarmante, cada tres días ocurren dos derrumbes de diversa magnitud, que si bien no significan en su mayoría pérdidas totales, contribuyen a incrementar la situación de alta peligrosidad y desaparición a la que está sometido un alto por ciento del territorio27. Volver a lucir con el esplendor que la caracterizó es una meta muy difícil porque el ritmo de recuperación es inferior al de pérdida y degradación28. La ciudad actual sobrepasa los 2.000.000 de habitantes, como consecuencia de la inmigración, aunque la Revolución intentó frenar esta inurbación atendiendo otras ciudades de la 27 VARIOS, Ciudad-City (1999), p. 69. 28 Fernando PULÍN afirma que en junio de 1995 hubo 174 derrumbes parciales que obligaron al desalojo de familias. Es una ciudad donde los vien-tos huracanados son un factor posible. PULÍN (1998), p. 47. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 598 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 28 isla, con preferencia a la propia capital. A las viejas mansiones, ya antes convertidas en ciudadelas, se vinieron a sumar las entonces abandonadas que fueron adjudicadas o también ocu-padas, y que como consecuencia de la falta de espacio se frag-mentarían, en un sistema de cuartuchos, o «cuarterías» ya co-mentado. A todo ello hay que añadir la problemática de los conocidos como «albergados», aquellos que por la peligrosidad de su hábitat se desplazan en búsqueda de otro lugar. La situa-ción es lamentable por las condiciones de vida de una población empobrecida, y, consecuentemente, preocupante por el deterio-ro que ha experimentado la ciudad hasta límites de muy difícil solución29. Edificios del Paseo del Prado. 29 La cuarta parte de los emigrantes llegó después de 1990, durante el pe-ríodo especial, de los 56,5% de emigrantes que son los del Centro histórico: VARIOS, Plan (1998), p. 53. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 599 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 29 Ciertamente que el centro había sido invadido con antela-ción y que durante los grandes planes oficialmente no se había hecho casi nada, pero es difícil defender que la situación global haya mejorado. Los datos por ahora disponibles se reducen ex-clusivamente al Centro Histórico y al Malecón. Se descono-cen los relacionados con los ensanches, de tipologías construc-tivas diferentes, como queda recogido, pero en un grado de degradación igualmente muy acusado. Semejante a la situa-ción de la Habana vieja es el área que tiene por arteria princi-pal la calle Simón Bolívar. Los datos disponibles de aquellas áreas, no obstante, nos sirven de referencia con respecto a otras zonas. En el centro histórico el hábitat está caracterizado en gran medida por las malas condiciones de la vivienda, y el déficit cuantitativo y cualitativo de los servicios, a lo que hay que aña-dir, el ya comentado sobreuso de los edificios, todo lo cual pro-voca el consiguiente deterioro, por el hacinamiento. Según el informe de la Oficina del Historiador «En el centro Histórico hay 22.516 viviendas, de las cuales 166 están desocupadas. Un tercio de ellas son apartamentos, mientras que la mitad se sitúa en ciudadelas y cuarterías y una cantidad similar tiene barbacoas, o sea, que han duplicado su espacio en la misma área ocupada. La tercera parte de las viviendas no recibe agua y la situación de los servicios sanitarios es crítica, con ma-yores indicadores en las ciudadelas y cuarterías, donde el 36% de ellas no posee este servicio de forma adecuada, pues generalmente es de uso común»30. La densidad de población del Centro Histórico, sobre 214 hectáreas, donde 113 son de habitación, es de 621 habitantes, Pero tomando como referencia el estudio del Malecón, válido como indicio del conjunto y más fiable, la densidad sería mayor. En el Malecón la densidad detectada es de 1035 habitantes por hectárea31. 30 VARIOS, Plan (1998), p. 72. 31 El informe hecho por el equipo español sobre el Malecón es fiable, siendo tanto interesante como significativa la aportación que se hace de otros datos comparativos entre lo que aparece en la información oficial y lo detec-tado. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 600 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 30 El 38 % son niños o personas mayores de 64 años. Más de la mitad son inmigrantes, y, de ellos, una tercera parte llegó entre 1990 y 1995, acentuando, como queda dicho, una de las causas de la sobrepoblación y el agravamiento del problema. A esta sobrecarga de inquilinos hay que añadir los proble-mas de habitabilidad, anteriores incluso a la sobrepoblación. En casi un tercio de las viviendas el agua que se utiliza está provis-ta manualmente, y en igual proporción el sistema de almacena-je es en tanques sin conexión con la red. El 20,1% no dispone de servicios sanitarios en condiciones adecuadas, al utilizarlo en común con otras familias o no poseerlo. El 39,2% tiene este servicio sin instalación del agua. Por otro lado, aproximadamen-te algo más de una de cada diez viviendas, no tiene baños o duchas, son de uso común o están fuera del recinto. A todo ello hay que añadir los problemas relacionados con la red de traída de aguas y alcantarillado y otros de los que no se hace referen-cia, como son los tendidos eléctricos32. En cuanto a la patología de las edificaciones, el mismo infor-me recoge cifras que llevan a deducir que la «vivienda presenta signos alarmantes: el 43 % tiene fallas estruc-turales en el techo: el 42%, grietas o desplomes en las paredes; el 24% hundimientos en el piso; el 51% tiene filtraciones en el techo o entrepiso, mientras que el 38% las presenta en las paredes»33. 32 La red de alcantarillado es todavía la de 1913. Antiguas son también las otras redes de gas y eléctrica. 33 VARIOS, Plan (1998): El Plan de desarrollo integral, aporta otros datos de interés en tanto por ciento, (p. 46), así como datos relativos a la: subdivisión de interiores, ocupación de patios, barbacoas, etc. (p. 47). Joaquín Rallo por su parte había puesto el énfasis en cómo estaba la situación en el momento del triunfo de la Revolución: en 1958, dice el 30% eran inaceptables desde el punto de vista de la habitabilidad. El 50% no tenían servicios sanitarios y el 13% carecían de servicio eléctrico. Del total de la vivienda cubana solo el 32% eran buenas o aceptables, y de ellas el 80% se hallaba en la Habana. El 46% que cobijaban el 35% de la población no reunían las condiciones míni-mas de habitabilidad y muchas de ellas estaban en estado de ruina inminen-te. Ver RALLO (1985), pp. 5-16. Lo cierto es que la administración del país durante todo el tiempo ha tenido que dedicar más atención a la vivienda nueva que al cuidado y reha-bilitación de la antigua, entre otras razones, por la problemática inherente a la propiedad que constituye otra de las peculiaridades de la Isla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 601 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 31 Desde otros puntos de vista, y como consecuencia de la de-riva que arrastra al país y de la dificultad para un control, la ciudad cuenta con todos los factores degradantes que puedan incluirse en un listado: fábricas de gas, plantas termoeléctricas y fábrica de fertilizantes, factores contaminantes como monó-xido de carbono y nitrógeno, y dióxido de azufre y carbono de los carburantes, aerosoles salinos... Su peculiar emplazamiento le proporciona agentes geográficos adversos que incrementan la peligrosidad de los factores anteriormente mencionados la hu-medad, las brisas, y los vientos huracanados. Esta es la sintomatología de una ciudad que en otros tiem-pos fue considerada referencia en el Caribe. Sus edificios hubie-ran sido deseados por las mejores ciudades para dar empaque a sus paisajes urbanos, pero la rehabilitación hecha en las últi-mas décadas era la única posible para una sociedad moldeada por una utopía irresponsable. 5. LAS SOLUCIONES Las soluciones rozan otra utopía. Cuando cambie la situa-ción estará en pie la potencialidad de unas clases sociales emi-grantes cuya capacidad de gestión es conocida y su operatividad probada. Si unos y otros, los que quedaron y los que tuvieron que salir, ignoran la historia lo que pueda suceder puede no te-ner justificación ante la misma historia. Además de ello, el tra-bajo por hacer es de tal amplitud que sobrepasará sin duda las posibilidades del ámbito cubano. La ciudad de la Habana forma parte de la Historia de España, y más recientemente forma par-te también de la historia de ese otro país vecino, Estados Uni-dos, por lo que en una primera etapa hizo, y por lo que en una segunda dejó de hacer. Estos dos países aunque con muy diver-sas potencialidades, no pueden eludir compromisos que los acontecimientos les han impuesto. La tarea solo está en parte hecha. Lo que se pueda hacer y de hecho se haga lo verán generaciones venideras que evocarán, pues en todas las historias hay malos sueños que evocar, la si-tuación actual, insostenible desde hace décadas. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 602 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 32 6. A MANERA DE REFLEXION FINAL La Habana es una ciudad que fascina y deja perplejos. Fas-cina por la calidad de su marco urbano comparable a las mejo-res capitales europeas, de más solera y con más activas etapas en su historia, y deja perplejos por la increíble degradación a la que ha llegado una ciudad de tal categoría. Es por eso que debe ser además de una llamada a la solución un inevitable pretexto para una reflexión sobre lo que es una realidad premonitoria y una consecuencia de una de las locuras a las que puede llevar las utopías revolucionarias de cualquier tiempo. Pasear por plazas, paseos y parques, callejear por sus calles y callejas, es una experiencia extraña porque amalgama las con-tradictorias emociones que suscitan realidades que son incom-patibles: se percibe la añeja fastuosidad reducida a caricatura y la desbordante vitalidad surgida de la miseria, y la desconcer-tante constatación de una situación idílica, la actual, en tanto en cuanto motivada por una ausencia de las necesidades, al menos aparentemente, inoculadas en otras culturas urbanas de occi-dente. El bullicio de unas gentes que parecen no estar aqueja-dos por grandes preocupaciones surge de la ruina, el adorno mutilado, la mansión reducida a despojo. Diríase, o al menos eso es lo que aparece, la felicidad ha hecho menosprecio de la ostentación en otros tiempos añorada. Esta ha quedado reduci-da a caricatura de si misma. Los estándares de vida de quien habitó amplias zonas de esta ciudad pudieron ser provocativos, la vitalidad de sus acti-vidades no llegaba a las clases populares, incluso, como una y otra vez se recoge, la degradación humana llegaba a caracteri-zar algunos barrios y sectores sociales, a algunas personas, re-ducidas a mercancía, y sus chulos. A cambio de eso la ciudad ha quedado convertida en un inmenso suburbio, y las condiciones del hábitat no alcanzan los mínimos. La Habana es la consecuencia del desquiciamiento al que puede llegar una obsesión, las repercusiones de la incapacidad de marcha atrás del líder, la evidencia de que son indefendibles © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 603 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 causas con tan alto precio e injustificables victorias con tales consecuencias. Edificio de la calle Simón Bolívar. La Habana, a su vez, es una premonición de lo que pueden ser muchas de las capitales del poder económico y político, de esa civilización occidental irremediablemente unificada en la medida en que es irremediablemente globalizada, si por otros objetivos y por otros conductos mantiene obsesiones sin tomar 33 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 ANTONIO NAVAL MAS Anuario de Estudios Atlánticos 604 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 en cuenta el aniquilamiento de colectivos y recursos, la supera-ción de hábitos y la implantación de otros comportamientos. Uno no puede menos que intentar evocar el aspecto en que que-daron aquellas monumentales ciudades tras la caída de esa ci-vilización y cultura que fue el imperio romano. En esa ocasión uno de los signos y causas fue la drástica despoblación. Tam-bién la superpoblación de Roma había acompañado a los mejo-res tiempos de ese emporio. A la belleza, siguió la desolación, que iría acompañada de la degradación, y a ésta, la ruina. No-sotros, sin embargo, de la recuperación de esta ruina hemos hecho una actividad. Y desde esta actividad nos complace escu-driñar detectando solo lo que de deslumbrante tuvo, olvidando casi siempre el proceso que la aniquiló. La declaración de la Habana como Patrimonio de la Huma-nidad es un título que avala el reconocimiento de valores, en esta ocasión de plástica visual, sobresalientes por distintos, y distintos por su acumulación y la calidad de los resultados. Pueden ser fruto contradictorio de desequilibrios y excesos, de posibilidades y necesidades creadas, y, paradójicamente, éste es el signo que acompaña muchas de las realizaciones arquitectó-nicas que hoy admiramos en ciudades consideradas como so-bresalientes legados del pasado. No se trata de que, como siem-pre se ha hecho, en la historia destruyamos o dejemos en un proceso de autodestrucción aquello que no queríamos que hu-biera sucedido, o que queramos eliminar lo que nos delata, sino que leamos las huellas del pasado en clave de documento para prevenir el futuro. Entonces será cuando el arte y sus monu-mentos, las instituciones y las personas, los hechos relevantes, nos guste o nos desagraden, dejarán de estar mediatizados a gustos y preferencias y conseguirán una dignidad que quizá no está en las causas que los generaron. Junto a la conservación de los valores plásticos que acumula, esta ciudad ofrece la posibi-lidad de ser permanente exponente de errores que debe evitar la humanidad. No hay recursos para que esta ciudad recupere su esplendor urbano resurgiendo del hundimiento, como parece que tampo-co los hay para salvar otras ciudades, porque el Patrimonio de la Humanidad no es solo la Habana y Venecia, ni la humanidad 34 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 605 LA CIUDAD DE LA HABANA, SÍMBOLO DE UNA DECADENCIA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 571-606 está solamente aquejada por problemas relacionados con la con-servación de su Patrimonio. Pero ésta es una de esas oportunas declaraciones de protección. La Habana, como Venecia, son realidades que cada una en su ámbito y con plasmaciones diferentes, son llamadas de aten-ción para toda la civilización occidental. Es ineludible sentir impotencia ante lo que parece inevitable. Por compromiso soli-dario con una humanidad aquejada por graves problemas, y más particularmente con la problemática de conservación del Patrimonio Arquitectónico que no es solo el de esta ciudad, de forma desconcertante, tenemos que asistir a una lenta pero in-evitable descomposición de una de las creaciones más relevan-tes de las culturas occidentales. Nuestra civilización, todos no-sotros, no habrá querido entender la historia si nos limitamos a contemplarla con el alivio que aparentemente proporciona el lamento lastimero, sin dejarnos conmover de forma comprome-tedora para prevenir otras situaciones y salvar otras realidades que todavía no han entrado en una situación terminal. BIBLIOGRAFÍA CITADA AGUIRRE, Yolanda (1985): «Un puerto y una ciudad: San Cristóbal de la Haba-na », Ciudad y Territorio, Madrid, MOPU (enero-junio), pp. 27-40. CARPENTIER, Alejo (1982): La ciudad de las columnas, La Habana. 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