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483 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO MEXICANO. SU RELACIÓN CON ALFONSO REYES Y EL COLEGIO DE MÉXICO P O R JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ RESUMEN Análisis de la correspondencia de Agustín Millares Carlo durante los años del exilio mexicano, en especial de la cruzada con Alfonso Reyes. Las cartas intercambiadas nos permiten alcanzar detalles de la confección de sus trabajos científicos. Así como completar datos sobre su biografía. Nos conceden, en fin, explicación a muchas de las experiencias y actividades vi-vidas por los exiliados españoles en México. Estas cartas se constituyen en fuente insustituible para conocer detalles sobre sus vivencias. Reflejan, además, parte de la contribución de Reyes, Millares y otros exiliados espa-ñoles a la cultura mexicana, al mismo tiempo que narran situaciones coti-dianas. Palabras clave: Epistolario; Datos biográficos; Agustín Millares Carlo; Alfonso Reyes; El Colegio de México; Exilio español. ABSTRACT Analysis of the correspondence of Agustín Millares Carlo during the years of the mexican exile, in special of crossed Alfonso Reyes. The inter-changed letters allow us to reach details of the preparation of their scien-tific works. As well as to complete data on its biography. They grant to us, in short, explanation to many of the experiences and activities lived by the Spanish exilied in Mexico. These letters are constituted in irreplaceable source to know details on their experiences. They reflect, in addition, part of the contribution to the Mexican culture of Reyes, Millares and other Spanish exilied. At the same time narrate daily situations. Key words: Correspondence; Biographical data; Agustín Millares Carlo; Alfonso Reyes; El Colegio de México; Spanish exile. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 484 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 2 INTRODUCCIÓN La obtención de datos para una construcción biográfica pue-de enriquecerse notablemente con la aportación de noticias con-servadas por familiares y amigos, que completan las recogidas en archivos, bibliografías e instituciones. De forma que las foto-grafías, los retratos, los diarios personales y otros escritos par-ticulares conservados durante años, en especial las cartas1, al-canzan un alto valor. La carta es una manifestación comunicativa muy frecuente entre interlocutores con relación personal. Cuando las cartas se corresponden durante un periodo de tiempo se genera un epistolario que, además de su valor creativo, completan biogra-fías, matizan datos y nos acercan a la calidad espiritual y huma-na de sus autores. Así las historias familiares, las migraciones, las costumbres, la propia sociedad y, desde luego, las autobio-grafías quedan reflejadas en las cartas, que nos recuperan la voz de quienes las escribieron2. Al afrontar un análisis histórico es conveniente separar el descubrimiento del pasado hecho a partir de documentos, del elaborado como historia vivida, ya que este presenta unos ras-gos particulares que, en el caso de una biografía, muestran la diversidad de contextos interpretativos del narrador. Por ello, las cartas privadas, deben valorarse como fuente indirecta para conocer al emisor y al receptor, pues no provienen de una inten-ción de proporcionar información, igual que pasa con otros productos de la actividad humana como los registros de propie-dad, las actas institucionales, los informes diplomáticos o policiales, e incluso diarios, entrevistas, ensayos y documentos, en nuestro caso, sobre las actividades de los exiliados, que per-miten reconstruir el proceso del exilio al resaltar las experien-cias y acciones de quienes lo vivieron. 1 THAD SITTON, G. et al. (1989), p. 12. 2 Hay repertorios de marcado carácter filosófico: LEIBNIZ (1994); otros se dan como conversación entre literatos: SALINAS y GUILLÉN (1992); incluso las hay de indudable valor histórico por el carácter de los participantes, como FELIPE II (1999). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 485 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 3 Es un objetivo general, desde luego, abordar los testimonios personales dejados por quienes sufrieron el desgarramiento del exilio. Nuestras fuentes de datos son cartas que suministran un apoyo documental de gran relevancia, pues su análisis nos per-mitirá progresar desde lo cercano hacia explicaciones genéri-cas3. Su interés proviene del propio origen de nuestro objeto, los epistolarios originados en México por los exiliados españoles tras la Guerra Civil4. Cartas que eran el hilo que unía las dos orillas del Atlántico, que hicieron un largo recorrido espacial y temporal para llegar a su destinatario, muchas veces escondi-das, y cuya consulta nos brinda ahora el testimonio de persona-jes relevantes y de los episodios por ellos vividos. El aliciente de conocer la vida de los exiliados lo constató la exposición sobre las «Literaturas del exilio» organizada en Méxi-co por la Editorial Mexicana en julio de 2007, que se aproximó al exilio de cientos de personas mediante fotos, postales, cartas, diarios, memorias, poemas y notas de prensa elaborados prin-cipalmente por exiliados catalanes5, donde se retrató la llegada a los países americanos: Argentina, Chile, Dominicana y Vene-zuela, pero sobre todo a México, reflejando la vida diaria, el choque cultural, el rechazo6 y la idea de volver cuando se iba aflojando la indagación franquista. LOS REPERTORIOS EPISTOLARES DE ALFONSO REYES Y DE MILLARES CARLO: ESTUDIOS PRECURSORES También en el caso de Agustín Millares Carlo y de Alfonso Reyes, las cartas que escribieron o recibieron nos permiten con-tar con vestigios de primera mano que revelan muchos datos biográficos tanto sobre su carrera humanística y erudita, como acerca de su acontecer personal. En ocasiones estas cartas se constituyen en la única fuente para obtener detalles relativos a 3 ZELAYA (1985). 4 Sirvan de ejemplo los casos de PRADOS (1997) y FABRA (1998). 5 Exposición Literaturas del Exilio (2007). 6 SHERIDAN (2002). No es extraño que al principio se viera a los exiliados como mensajeros de una discordia política que podía desplazarse a México. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atl��nticos 486 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 4 sus vivencias. En ellas hablan de sus contribuciones a la cultu-ra mexicana, al mismo tiempo que narran situaciones cotidia-nas, sin duda aún comunes con los universitarios actuales, de empleo, de financiación adicional para algún trabajo en curso y, en el caso de Millares, de apreturas y reivindicaciones económi-cas o profesionales. Ambos eruditos mantuvieron un contacto regular e inmenso con familiares y amigos mediante cartas ju-gosas y amenas, que reflejan de primera mano las inquietudes y preocupaciones de cada momento, conteniendo testimonios personales que dan constancia fidedigna de los hechos vividos. Se han convertido, en consecuencia, en fuente imprescindible para fijar datos, comprobar hipótesis y, sobre todo, obtener in-formación exacta sobre sus opiniones y sentimientos. Millares, desde que fuera a estudiar a Madrid en 1909, man-tuvo toda la vida una rica relación epistolar7. En el Seminario «Millares Carlo» de la UNED grancanaria, donde las depositó Agustín Millares Sall hace veinticinco años, pueden consultarse más de ochenta cartas posteriores a 1952, fecha del primer re-greso desde el exilio. Si bien se trata tan solo de cartas escritas por Millares Carlo, ya que no se conservan las respuestas que debieron perderse junto con sus bienes patrimoniales en 1938. A través de ellas conocemos el ritmo de los estudios, la opinión de sus profesores, la obtención de los grados académicos, junto a noticias de los amigos, de los primeros trabajos y concursos, también de las dificultades económicas propias de un estudian-te. Contienen sus opiniones políticas, y testimonian sus amores, su afecto familiar, o la venida de los hijos. Al ser cartas escritas a sus personas más allegadas son de expresión espontánea, por lo que reflejan con profusión los rasgos de su personalidad. Aparecen muchos detalles irónicos y la crítica exacta por medio siempre de un gran ingenio expresivo, junto a su sentido de la realidad divertido y jovial. También se descubren los sentimien-tos más profundos y la respuesta dada a las diferentes pruebas de la vida. Sin embargo, las investigaciones hechas en España sobre la correspondencia de Millares han presentado deficiencias en el 7 MOREIRO (1989), pp. 334-343. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 487 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 5 acceso a las fuentes documentales conservadas en América. Nos referimos a las cartas que permanecieron en América y que han ido editándose en los últimos veinte años. Son repertorios cru-zados con personajes americanos, pero cuya posibilidad de ac-ceso se ha abierto gracias en parte al interés por el estudio de la figura de Millares que ha ido aumentando conforme se apre-ciaba su legado académico. El objetivo principal de este artícu-lo reside precisamente en el estudio de esa correspondencia desvelada en el ínterin. Las cartas conservadas por Millares Sall fueron el hilo de unión con la tierra y las cosas más queridas, hablan de investigaciones en curso y dan cientos de detalles de la vida diaria en México, primero, y luego en Venezuela. Muchas de ellas procuran datos bibliográficos para confeccionar la Biobibliografía de Autores Canarios de la que preparaba una nueva edición8. Pero son, al tiempo, un medio de reflexión acer-ca de los problemas del exilio, sobre las condiciones en la nue-va tierra, la plenitud de sus convicciones políticas o los recursos propios, y hasta sobre la melancolía que producía la lejanía de la familia y la casa. Si bien se trata tan solo de cartas escritas por Millares Carlo, pues no hay constancia de su contraparte. Ya en Venezuela, la correspondencia con Millares Sall mos-tró una intensidad menor, pues Manuel Hernández Suárez pasó a responsabilizarse desde 1958 de las tareas de la Biobibliografía en Las Palmas, así como de los trabajos de edición de la revista El Museo Canario. Se conservan ciento setenta cartas dirigidas a Hernández Suárez en el archivo de El Museo Canario de Las Palmas. Datadas en 1959, último año de residencia en México, y en Venezuela, entre 1959 y 1975, atienden principalmente a asuntos de carácter editorial y ofrecen abundantes comentarios sobre los trabajos en curso y las conferencias impartidas. Mues-tran, en fin, los pensamientos y situaciones por los que pasó Millares Carlo hacía el final de su vida americana. En los años setenta se intensificaron las consultas sobre el regreso a España y su situación profesional, eje del intercambio mantenido con Félix Sagredo potenciado por el Homenaje que se le tributó en Las Palmas en 1975, y por muchas solicitudes de 8 MILLARES, A. y HERNÁNDEZ, M. (1975-1993). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 488 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 6 reproducción de manuscritos para incluirlos en el Corpus de códices visigóticos9 y en el Tratado de Paleografía10. Estableció otra relación epistolar en torno a consultas de carácter biblio-gráfico con Simón Díaz11, así como con Tomás Marín sobre la reposición en la cátedra de Paleografía madrileña. Algunos in-tercambios epistolares suyos han sido estudiados de forma pro-funda, como los mantenidos con Alonso Quesada, por Antonio Henríquez12, o con Pedro Grases13. Por otra parte, hemos de ver como una constante en la vida de Alfonso Reyes el contacto epistolar con escritores e intelec-tuales, tal como demuestran los abundantes repertorios que nos ha dejado desde principios del siglo XX. Reflejan una asociación de espíritus ilustrados que ayudó a innovar la cultura mexicana, como se deduce de la correspondencia entre Reyes y autores como Henríquez Ureña14 o Genaro Estrada15. Respecto al epistolario sostenido entre Alfonso Reyes y des-tacados exiliados españoles, su conocimiento debe mucho a los estudios hechos por Alberto Enríquez Perea. Son cartas escritas en las dos primeras décadas del exilio, 1940 y 1950, límite im-puesto por el fallecimiento de don Alfonso en 1959, cuya lectu-ra concede una clara idea del recibimiento dado a los escritores e intelectuales españoles por México, en especial, a través de La Casa de España, luego El Colegio de México. Alfonso Reyes, si-guiendo el apoyo convencido del Presidente Lázaro Cárdenas, y con la colaboración destacada de Daniel Cossío Villegas, Isidro Fabela y Gilberto Bosques, se dispuso a ayudar a una Repúbli-ca española que estaba a punto de perder la Guerra Civil. Ha-bía que tender un puente a los republicanos que, en reciproci-dad y por gratitud, acabarían aportando su saber y trabajo a la Historia de la Cultura y de la Ciencia mexicanas. Reyes comple-tó en 1939 su periodo como embajador en Argentina y se insta- 99 MILLARES (1999). 10 MILLARES (1983). 11 «Cartas de don Agustín Millares Carlo a don José Simón Díaz» (1981). 12 HENRÍQUEZ (1996-1997), pp. 445-470. HENRÍQUEZ (1997). 13 GRASES (2002). 14 REYES y HENRÍQUEZ (1986). 15 ZAITZEFF (1995), pp. 304-306. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 489 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 7 ló definitivamente en el Distrito Federal, donde presidió El Co-legio de México y fue miembro fundador de El Colegio Nacio-nal (1943) y del Instituto Francés de América Latina (IFAL), para acoger a intelectuales franceses que escapaban de la opre-sión nazi, instituciones todas desde las que ayudó a jóvenes es-critores16, entre ellos a Octavio Paz. Anthony Stanton ha recogi-do las cartas que se cruzaron Alfonso Reyes y Octavio Paz, que confirman su amistad pese a la diferencia de edad. Cuando Paz empezaba su carrera literaria, Reyes financió el arranque de la Revista Taller, primera empresa literaria del luego premio Nóbel17. Por lo que respecta a su relación con exiliados españoles, las cartas descritas y diseminadas por Enríquez Perea dibujan ese espacio de encuentro y reconocimiento. A él se debe que conoz-camos la correspondencia mantenida por Alfonso Reyes con José Gaos18, Gustavo Baz19, Luis Cernuda20, Juan Rejano21, o Max Aub22. Y con mayor profundidad de análisis las cruzadas entre Alfonso Reyes y María Zambrano23, o entre Alfonso Reyes y Agustín Millares Carlo. En todos los casos, aparece la figura generosa y cordial de Alfonso Reyes abriendo puertas, facilitan-do pagos, enviando libros, o cuidando impresiones y ediciones de los españoles. Lo mismo se preocupaba de gestionar todo tipo de papeles y pasaportes, que procuraba envíos de dinero al extranjero, tanto recomendaba o suministraba bibliografías, como apoyaba solicitudes de ayudas y becas académicas, o co-laboraba en la organización de cursos y conferencias. A él se presentaban nada más llegar desorientados por vez primera al Distrito Federal, o cuando estaban necesitados de empleo, o a la 16 Lo constatan sobradamente los repertorios epistolares: REYES y GONZÁLEZ (2002) publicados antes por el propio Reyes en la revista Ábside en los dos últimos números de 1953 y los primeros de 1954. También, REYES (2005). 17 REYES y PAZ (1998). 18 GAOS (1999). 19 REYES (2001). 20 REYES (2003 A). 21 REYES (2003 B). 22 REYES y MAX (2007). 23 ENRÍQUEZ PEREA (2006). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 490 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 8 hora de localizar algún familiar perdido en Francia. La respues-ta era inmediata, pues Reyes se ocupaba presto de quien le mostraba necesidades tan urgentes, intentando darle tran-qui1idad y sosiego. Tal vez aquí resida el rasgo más definitorio de Reyes, el de «desatar nudos, que fue su vida y que él llevaba en su sonrisa. Verle sonreír era saber ya de él profundamente. Era un mediador porque sabía sonreír y sonriendo había resuel-to tantos conflictos, al parecer irresolubles, tantos desatados nudos había desatado»24. El afecto y el respeto que su figura generó entre los exiliados, lo refleja José Gaos cundo le declara «el más español de los mexicanos». No es, por tanto, una exa-geración el elogio que le hace Gaos25, cuya gratitud se plasmó en el neologismo «transterrado» para definir el exilio en México, pues Gaos, como muchos españoles, no se sentía allí ni deste-rrado ni refugiado; lo primero porque no se encontraba en una tierra extraña, lo segundo por no haber sido recibido desde una compasión deshonrosa. Por ello, igual que tantos otros, fue un transterrado en el generoso acogimiento mexicano26. Por si fue-ra poco, coincidieron estos años de tantos compromisos y difi-cultades con una gran fecundidad en la creación literaria de Reyes27, sin duda, uno de los renovadores de la prosa castella-na, como luego lo sería Borges. LA CORRESPONDENCIA ENTRE ALFONSO REYES Y MILLARES CARLO La valoración de la obra del Dr. Millares Carlo en México ha seguido un largo proceso necesario para conocer bien las actua-ciones que tuvo mientras vivió allí. Su figura siempre ocupa un 24 ZAMBRANO (1989), p. VIII. 25 GAOS (1999), p. 17. 26 Aparece el término en su ensayo GAOS (1942). Luego lo empleó en los títulos de sus obras: GAOS (1947) y GAOS (1963). 27 Su obra, excepto los Diarios y la Correspondencia, se publicó en el Fondo de Cultura Económico, conformando un total de 26 volúmenes coor-dinados por José Luís Martínez y supervisados por su nieta y heredera, Ali-cia Reyes. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 491 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 9 lugar destacado en los estudios que abordan la fertilidad del trabajo de los humanistas españoles, siendo uno de los miem-bros más brillantes entre los clasicistas transterrados. En una miscelánea reciente sobre los Científicos y Humanistas del exi-lio merece que se le dediquen a él solo cuatro páginas en las que se valora sus aportaciones al latín, medievalismo y archivología, así como a la biblioteconomía y edición de fuentes28. En el mis-mo volumen es estudiado además entre los historiadores, más en concreto dentro de las áreas instrumentales de la archi-vística, la diplomática, la paleografía y las investigaciones biblio-gráficas29. La intensa relación epistolar mantenida siempre por Milla-res aumentó en los años del exilio para continuar sus relaciones con eruditos y académicos de diversas especialidades del saber humanístico. Cada trabajo, cada situación originó cartas dirigi-das a editores e impresores; a los miembros de las Bibliotecas Nacionales española, mexicana o venezolana; consultas hechas a los Archivos de Simancas, del Reino de Valencia, al Histórico Nacional español y al venezolano, o al Histórico provincial de León. Intercambios regulares con la Real Academia de la Histo-ria, la Organización de Estados Americanos, las Fundaciones John Boulton y Juan March, la Escuela Interamericana de Bibliotecología, el COLMEX, el Ayuntamiento de Las Palmas o el Cabildo Insular de Gran Canaria. Junto a cientos de cartas personales recibidas desde cualquier parte del mundo, desde múltiples instituciones y de amigos personales, casi siempre de sesgo académico. Tres son los fondos en que se integran las cartas ahora ana-lizadas. El primero se custodia en el Archivo histórico de El Colegio de México, correspondiendo el segundo al archivo par-ticular de Alfonso Reyes que ha dado a conocer Alberto Enrí-quez Perea30 y que está custodiado en la Capilla Alfonsina, don-de se guardan fotos, documentos, cuadros y diversos objetos que 28 HERNÁNDEZ DE LEÓN (2006). Atiende específicamente a la figura de Millares en las pp. 68-72. 29 LIDA (2006), pp. 89-97. 30 ENRÍQUEZ PEREA (2005). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 492 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 10 representan parte de la vida de Alfonso Reyes y su familia31. El tercero se conforma con cartas de su expediente personal en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. El primer fondo dio origen a la investigación titulada «Do-cumentos administrativos sobre Agustín Millares Carlo en Méxi-co »32, donde se analizó su expediente en El Colegio de México entre 1938 y 1963, compuesto por una variada colección, prin-cipalmente de actas de exámenes, avisos, cartas, contratos, convocatorias, hojas curriculares, horarios docentes, informes, oficios, programas de asignaturas impartidas, relaciones biblio-gráficas, solicitudes de anticipos, y hasta anuncios de prensa. Desde el principio del exilio, La Casa de España y El Colegio de México contaron con Alfonso Reyes como Presidente del Patro-nato, y con Eduardo Villaseñor, Gustavo Baz, Enrique Arreguín, y Daniel Cosío VilIegas como miembros. Mientras que como miembros residentes de la Casa y, por tanto, con sus condicio-nes económicas resueltas favorablemente, estaban Bal y Gay, Costero, Díez Canedo, Domenchina, Juan de la Encina, León Felipe, Gaos, Madinaveitia, Moreno Villa, Oriol, Pi i Suñer, Recaséns, Rodríguez Lafora, Adolfo Salazar, Sánchez de Ocaña, Antonio Trías, María Zambrano, Joaquín Xirau y Millares Carlo. No debe de extrañarnos que muchos de esos residentes inicia-ran entonces una relación perdurable con Alfonso Reyes, cuya continuidad produjo los repertorios epistolares antes comen-tados. Se observa que las cartas dirigidas por Agustín Millares a Alfonso Reyes tienen un carácter preferentemente analítico de sus colaboraciones con el Colegio de México, pues describe con bastante detalle los proyectos abordados, el estado de desarro-llo de las tareas que lleva a cabo, las memorias de ejecución y las notas de trabajos realizados33. Por su parte, las cartas emiti- 31 En sus salas alberga los fondos Alfonso Reyes, Ricardo Covarrubias, Pedro Reyes Velázquez y Fernando Díaz Ramírez. 32 MOREIRO (2001), pp. 35-49. 33 Por otra parte, algunas cartas de tramitación de asuntos ante el COLMEX no iban dirigidas a Reyes si no a Daniel Cosío Villegas como las del 23 de febrero y 14 de marzo de 1939, 12 de enero y 11 de marzo de 1941 y 12 de marzo y 20 de diciembre de 1943. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 493 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUST��N MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 11 das por Reyes tienen que ver más con la tramitación de solici-tudes o con la respuesta exacta a las peticiones que Millares le hacía para sí o para otros exiliados. A las que hemos podido acceder presentan un número sensiblemente superior, sin duda debido a que sus copias fueron guardadas como manifestación de un acto administrativo, con control de salida. Debe de apreciarse que hubo más cartas cruzadas entre Re-yes y Millares que no se han conservado, como puede deducir-se del ritmo de envíos y respuestas o de las propias referencias a contenidos que no aparecen en las cartas consultadas. Alguna TABLA 1 CORRESPONDENCIA ENTRE AGUSTÍN MILLARES CARLO Y ALFONSO REYES, POR AÑOS 1919 1 — 1938 2 1 1939 4 9 1940 5 9 1941 3 4 1942 2 2 1943 8 7 1944 2 2 1945 — 2 1946 1 3 1947 1 1 1949 — 3 1950 1 2 1951 2 4 1952 2 1 1953 4 2 1954 2 3 1955 — 5 1957 2 1 1958 1 2 Total 43 63 Año Cartas de Millares Cartas de Reyes © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 494 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 12 de las cartas aquí contribuidas no están archivadas en la Capi-lla Alfonsina, si no en la UNAM o en el archivo del COLMEX, tal como sucede con las cartas dirigidas por Millares a Reyes con fecha 17 de febrero de 1938, 14 de junio de 1940 y 23 de marzo de 1957. LA BIOGRAFÍA DE MILLARES CARLO EN MÉXICO DESDE SU EPISTOLARIO CON ALFONSO REYES Millares había conocido a Reyes durante su exilio en Madrid entre 1914 y 1924, al parecer con cierta coincidencia de aficio-nes e intereses, como demuestran sus encuentros en el Ateneo y en el Centro de Estudios Históricos. La primera carta que se cruzaron acompañaba el envío de la tesis doctoral de Millares en 191934. No es patente otro contacto directo hasta el 28 de octubre de 1938, cuando Millares escribió a Reyes, Encargado de Negocios en Río de Janeiro, para darle cuenta de su ida a México como exiliado, viudo y solo con la obligación de sacar adelante a sus cuatro hijos, al tiempo que le solicitaba datos existentes en el Instituto Histórico a fin de identificar las poe-sías de Anchieta, el fundador de São Paulo, que Mello había incluido en su Curso de literatura brasileira35. Reyes, en cordial respuesta el 26 de noviembre, se comprometía a buscar los do-cumentos solicitados y hablaba de reencontrarse en México en un plazo breve. Le deseaba una acogida allí tan reconfortante como la que él había recibido en Madrid. Desde que llegó a México, Millares tuvo el privilegio de ac-tuar de introductor de muchos intelectuales republicanos en la Casa de España. Por sus obligaciones como Vicecónsul español y como miembro del Comité técnico de Ayuda a los españoles en México, mantuvo un contacto continuo y próximo con Alfon-so Reyes y con Daniel Cosío, como prueba su decisiva interven-ción con el helenista Vicente Blanco García a la hora de facili-tarle su ida a México cuando aún trabajaba en el Centro de Estudios Históricos de Valencia. O la recuperación de Juan 34 MILLARES (1918). 35 MELLO (1870). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 495 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 13 María Aguilar, Catedrático de Historia de América de la Univer-sidad de Sevilla, que había escrito a Millares desde el domicilio de Bataillon en París, tras dejar Barcelona el día antes de que la perdiesen los republicanos36. México aparecía como la salida más oportuna, pues allí estaban siendo acogidos otros intelec-tuales como María Zambrano, posiblemente por intermediación de José Gaos37. Otro caso vino a través de Alfonso Reyes con una petición de ayuda de Rafael Somonte en 1939, o para aten-der a la apertura de una Escuela de Química en Morelia, donde encontraron empleo cinco exiliados españoles entre ellos el ca-tedrático de Matemáticas Juan Sancho, y Francisco Giral hijo. En 1940 presentaba ante Alfonso Reyes al Catedrático de Histo-ria y Geografía Amós Ruiz Lecina38, y abogaba por traer de San-to Domingo al profesor de Historia del Arte Rafael Sánchez Ventura, cuando ya se había desentendido de los asuntos de emigración. Todavía en 1942 apoyaba el ingreso de Matilde Goulart en «El Colegio», para que pudiese alcanzar el estatu-to de asilada política39. Incluso, acabándose 1943, apoyaba ante Cosío Villegas la concesión a Juan López Marichal de la beca que había solicitado al Centro de Estudios Sociales del COLMEX. El mismo sitio donde aún en 1954 intentaba conse-guir trabajo para Mariano Muñoz Rivero, sobrino del autor del conocido Manual de Paleografía40. 36 Las cartas de Agustín Millares Carlo a Daniel Cosío Villegas son del 23 de febrero y 14 de marzo de 1939. La carta de Juan Mª Aguilar a Millares es del 2 de marzo de 1939. Confirma que Bataillon había recibido dinero de Millares para solucionar la salida de España de su sobrino Jorge Hernández Millares. 37 Aguilar acabó recalando en Colombia, pero no vio allí cumplidas las promesas que le habían hecho y el 15 de mayo de 1939 escribía a Cosío Villegas insistiendo en la solicitud de situarse en México. Acompañaba su pe-tición con un breve Currículum vitae. 38 Carta de Millares Carlo a Alfonso Reyes, 14 de junio de 1940. Al des-pedirse dice: Vale et me ama. 39 Carta de Rafael Molina Betancourt, Director General de Población, a Alfonso Reyes, 15 de enero de 1942. Matilde Goulart estaba en Estocolmo y por su preparación era una candidata idónea para colaborar en las activida-des del COLMEX. 40 Carta dirigida a Alfonso Reyes, 28 de enero de 1954. La obra citada es: MUÑOZ Y RIVERO (1881). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 496 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 14 Sin duda el principal empeño de Millares consistió en pro-longar las actividades académicas que venía desarrollando en España. Así en el primer año del exilio propuso a Alfonso Reyes publicar en La Casa de España trabajos interrumpidos por el exilio, o hacer nuevas ediciones de los ya publicados. En concre-to pretendía elaborar un catálogo general de los libros de los siglos XVI y XVII, tanto impresos en España como de autores hispanos publicados fuera de España. Quería aprovechar así los materiales de sus dos premios nacionales de Bibliografía espa-ñola, junto a los fondos de la Biblioteca Nacional de México y los de otras bibliotecas destacadas de aquel país. Proyecto que no se pondría nunca en práctica, y que vería pasar mucho tiem-po antes de que se viese publicado parcialmente41. De igual manera le expuso la disposición de la editorial Hachette de Buenos Aires a publicar su Gramática y Antología Latinas e in-dagó la posibilidad de hacerlo en La Casa de España, lo que Reyes aceptó de inmediato42. Aún en 1938 comenzó a trabajar en la descripción bibliográfica de los fondos de la sala de Teo-logía de la Biblioteca Nacional, examinó los textos latinos de la antigua Universidad de Tiripetío en la Biblioteca pública de Morelia43, e inició sus investigaciones sobre fray Alonso de Veracruz. El 7 de diciembre de 1938 Millares escribió a su ex-rector, José Gaos, con la idea de retomar en México las actividades docentes, para lo que le proponía impartir dos seminarios, de Latín y de Paleografía moderna, pues le parecía serían de inte- 41 MILLARES (1932), que fue Premio Nacional de Bibliografía en 1929. Repitió este premio en 1935 por la obra Historia y bibliografía de la imprenta en el siglo XVI. 42 Se refiere a su obra MILLARES y GÓMEZ IGLESIAS (1935), cuya segunda edición se hizo en La Casa de España en 1941; y a MILLARES (1937), reedi-tada por La Casa de España también en 1941. 43 El 17 de febrero Millares envió a Reyes un informe de las actividades realizadas en Morelia: descripción del fondo bibliográfico antiguo de Museo Michoacano, procedente de los antiguos conventos agustinos de Tiripetío y Cuitzao. Identificación de una parte del fondo que se almacenaba, deteriora-do, en el despacho del Director. Trascripción del testamento de Antonio Utzimengari, Gobernador de Michoacán (siglo XVI). Elaboración de un pro-yecto de publicación del Catálogo del fondo antiguo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 497 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 15 rés en México. A la vez que se ofertaba para editar las Cuestio-nes académicas de Cicerón, así como para seguir completando el Corpus de Códices visigóticos. La carta y sus peticiones fue-ron entregadas en mano por Gaos a Cosío Villegas, quien ese mismo mes44 le hacía saber su satisfacción porque hubiese acep-tado integrarse en La Casa de España, donde iría a impartir cursos en 1939, así como le avisaba de haber iniciado el proce-so ante las autoridades académicas para que le incluyesen en la plantilla de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como para investigar en el archivo General de la Nación. A la hora de valorar la importancia que tuvo La Casa de España en la vida de Millares en México no es una cuestión menor el he-cho de que fuese su puente hacia la UNAM, pues por su inter-mediación empezó a colaborar allí en septiembre de 1939 im-partiendo un curso sobre Salustio45. El balance del primer año de cooperación con la Casa de España fue tan satisfactorio que Alfonso Reyes le propuso el 25 de octubre de 1939 continuar su programa de actividades en el año académico siguiente. Millares le contestó cuatro días des-pués de forma detallada manteniendo el Curso general de len-gua latina, y el cursillo semestral del Bellum lugurthinum, e in-troduciendo uno nuevo sobre los elegíacos latinos: Tíbulo, Propercio y Ovidio. Seguiría con el curso de Paleografía ayuda-do por Gómez de Orozco. Su investigación continuaría con las actividades iniciadas en la Biblioteca Pública de Morelia y en la Sala de Teología de la Biblioteca Nacional, donde colaborarían, comisionados también por La Casa de España, Jorge Hernández Millares y Concepción Muedra, así como en el Archivo de Pro-tocolos notariales46. Respecto a las publicaciones, le hace saber 44 Carta de Cosío Villegas a Agustín Millares Carlo. 20 de diciembre de 1938. 45 Carta de Alfonso Reyes a Antonio Caso, Decano de la Facultad, 21de agosto de 1939. En 1940 Millares impartiría cursos de Introducción al Latín y a la Paleografía: Carta de Millares a Antonio Caso, 11 de febrero de 1940. 46 El 31 de marzo de 1940 entregó la memoria de los trabajos realizados tanto en la Biblioteca Nacional como en el Archivo de Notarías, donde estu-dió un inventario de libros llegados de Sevilla en 1675, protocolos notariales del siglo XVI, en especial los referidos a otorgamientos hechos por Hernán Cortés, y otros relacionados con las costumbres y la topografía de México © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 498 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 16 que, además de la Gramática y la Antología latinas, tenía prepa-rados para entregar a la imprenta unos Estudios de Paleografía, que se publicarían en 194147. Pese a sentirse bien acogido y generar una brillante produc-ción, las preocupaciones enervaban con frecuencia a don Agus-tín, dedicado como estaba a sacar adelante una casa nueva con muchos inquilinos para lo que todo trabajo era poco. A finales de 1940 dejó de ocuparse de los asuntos de emigración en el Consulado y dispuso de mayor tiempo libre. Para llenarlo, como siempre que pasaba por apuros económicos, propuso a Alfonso Reyes hacer alguna traducción, mientras, en paralelo, proyecta-ba el Centro Bibliográfico Mexicano (futuro Instituto Bibliográ-fico Mexicano) cuya puesta en marcha se pospuso. Salir adelante en México exigía una dedicación muy intensa. Sin contar las clases de las que hablábamos, en 1940 Millares dedicaba las mañanas a investigaciones fomentadas desde La Casa de España en la Biblioteca Nacional. Por las tardes acudía al Archivo de Notarías del Distrito Federal. En las cartas cons-ta incluso la relación inicial de obras de la Bibliotheca Scrip-torum Graecorum et Romanorum Mexicana que editaría la UNAM48. El cuidado de la filología latina pasó a ocupar ahora colonial. Se publicaron: MILLARES CARLO, A. y MANTECÓN NAVASAL, J. I, Ín-dice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notarías del Departamento de México, D. F. México: El Colegio de México, 1944 y 1946. 47 Se publicó como MILLARES CARLO, A., Nuevos estudios de Paleografía Española. México: FCE - La Casa de España, 1941. La carta adjuntaba el programa del Curso de Paleografía, un breve Currículum vitae y una decla-ración de las actividades realizadas. Cuando se publicó el libro, Millares es-cribió a Cosío el 11 de marzo de 1941, indicándole más de sesenta personas y entidades a quienes había que enviar un ejemplar, en especial a una veintena de Universidades y revistas latinoamericanas y estadounidenses, pero sobre todo a otros españoles exiliados fuera de México, como Américo Castro, Tomás Navarro, Federico de Onís, Luís A. Santullano, José Prat y Leopoldo Castedo. 48 Carta de Agustín Millares Carlo al decano de la Facultad Julio Jiménez Rueda, de 27 de octubre de 1942. La relación de obras latinas aparece como addenda a esa carta. En esa primera relación aparecen las siguientes obras: de Cicerón: De signis, De suppliciis, Orator, Pro Ligario, Pro Marcello, Pro Milone; de Cornelius Nepos; de Horacio, Odas y Ars poetica; Ovidio (selec-ción); Fedro: Fábulas (selección); Plauto: Aulularia; Séneca: De vita beata, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 499 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 17 el primer plano de su quehacer científico. En el aula, su expe-riencia y cualidades humanas, junto a la satisfacción que le cau-saba, hacían fácil el ingreso de los estudiantes en la cultura la-tina. Como sucedía también cuando enseñaba Paleografía, los textos latinos le llevaban a recrear magistralmente los hechos a los que se referían. Se implicaba tanto con la narración que evocaba en los alumnos cuanto ésta podía sugerir. Incluso llegó a llorar en clase, después de traducir el libro IV de la Eneida reviviendo la muerte de Dido49. Empezando 1941 Millares envió a Cosío Villegas el plan de trabajo a desarrollar tanto en el Instituto de Investigaciones Históricas como en la Facultad de Filosofía y Letras. Lo acom-pañó con la traducción del Libro I de la Utopía, y confirmaba que se ocupaba de la traducción del Libro II50, así como de la traducción y transcripción del Palacios Rubios51. Ese año empe-zó sus colaboraciones con José Ignacio Mantecón, archivero del de Indias en Sevilla, que tantos frutos daría a las ciencias auxi-liares históricas en México. La ocasión se dio a través del Insti-tuto de Investigaciones Históricas al que pertenecía Millares y en el que también estaban Vicens y Mantecón52. Estos confeccio- Epistulae (selección); Tácito: Agricola; Germania; Tito Livio: Libri XXI-XXII; Terencio: Los Adelfos; Virgilio: Eneida, liber IV. 49 Lo afirma ASCENSIÓN HERNÁNDEZ DE LEÓN PORTILLA en «Agustín Mi-llares Carlo, polígrafo de España y de América», en Cuadernos Americanos, 1994, núm. 47. p. 90. Lo toma de una aseveración hecha ante ella por Anto-nio Gómez Robledo en octubre de 1986. 50 Aparecerían publicadas como Utopías del Renacimiento: MORO, Tomás, Utopía; CAMPANELLA, Tomaso, La ciudad del sol; BACON, Francis, Nueva Atlántida. Traducción de la Utopía de Moro por Agustín Millares Carlo. Méxi-co: FCE, 1941. 51 Los trabajos de Palacios Rubios tardaron muchos años en publicarse: LÓPEZ DE PALACIOS RUBIOS, Juan, De las islas del mar Océano. PAZ, Fr. Matías de, Del dominio de los reyes de España sobre los indios. Introducción de Silvio Zavala. Traducción, notas y bibliografía de A. Millares Carlo. México: FCE, 1954. La obra de Palacios Rubios fue luego incluida en el libro de A. MILLA-RES CARLO, Tres estudios biobibliográficos. Maracaibo: Universidad del Zu-lia, 1961. 52 Millares continuó en México la docencia de Latín y Paleografía (si-glos XVI y XVII) queriendo preparar a los alumnos para trabajar en los ar-chivos históricos. El nivel de la primera promoción le pareció insuficiente, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 500 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 18 naron una propuesta detallada para elaborar un Índice Analíti-co de las Colecciones Documentales de Historia de América y otra para hacer las Fuentes Literarias de la Cultura Mexicana en la época colonial (Siglos XVI a XVIII), proyectos que elevó Millares a la atención de Alfonso Reyes en busca de patrocinio el 17 de enero de 1941. La carta iba acompañada de la descripción de-tallada de ambos proyectos. Nueve días después Reyes le remi-te a Silvio Zabala para obtener ayuda de instituciones estado-unidenses. Especialmente el Índice Analítico le pareció una propuesta coherente con la línea abierta en México por Lewis Hanke. Este proyecto fue el origen de una larga asociación con Mantecón que produjo bienes extraordinarios en los campos de la Archivística53, la Bibliografía54, la Historia o la Paleografía y Diplomática. Asimismo, el contacto con Hanke, a través de Silvio Zavala, supondría el inicio de las investigaciones indige-nistas de Millares, suscitada por unos documentos que el norte-americano había encontrado en la Biblioteca del Congreso y que supuso otra de las grandes labores de Millares en México, en torno a las instituciones jurídicas del período colonial de la his-toria de América, en especial las dedicadas al estudio de Las Casas y las grandes obras del Derecho indiano55. Así pues, desde el principio del exilio se evidencia su afán por estudiar la obra de los juristas españoles del siglo XVI que buscaban enunciar unos títulos más perfectos que justificaran la por lo que solicitó una hora más de docencia semanal (Carta a Alfonso Re-yes, s.d., finales de 1941). Además pedía que se crease un curso de Ar-chivología y Biblioteconomía, que supondría el inicio de los estudios de Biblioteconomía y Documentación en la UNAM. 53 Millares abogó ante Zavala y Cosío (12 de marzo de 1943) por la inte-gración de Mantecón en el Centro de Estudios Históricos. De la producción conjunta podemos destacar: MILLARES y MANTECÓN (1944 -1946). Así como MILLARES y MANTECÓN (1948). La primera promoción a la que Millares dio clase trabajó en la traducción y comentario de fragmentos del De procuranda indorum salute del padre Acosta; lectura y análisis de Catilina y del Bellum Iugurthinum de Salustio. Los alumnos que formaban esa promoción fueron: Carlos Bosch García, Enriqueta López Lira, Susana Uribe, Pedro Tomé, García Ruiz, Juan La Torre, y Sandoval. 54 MILLARES y MANTECÓN (1943). 55 Cuerpos de documentos (1943). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 501 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 19 integración de las Indias en la Corona de Castilla56. En ellas se recoge la reflexión jurídica que trata de revisar los conflictos que surgieron entre los colonizadores y la metrópoli. Acabaría estudiando a los autores que se habían propuesto resolver esta cuestión de la manera más justa; por lo que no se limitaron a esgrimir razonamientos relativos a la fe, sino que se propusie-ron enfrentarse a los abusos de la conquista57. En su consecu-ción esgrimieron unos valores jurídicos que alcanzarían recono-cimiento universal. Sin duda, Reyes se convirtió en un apoyo imprescindible por su cercanía y suministro constante de ayuda. Era el apoyo mo-ral y financiero de las múltiples iniciativas que Millares empren-día. En marzo de 1941 (carta del día 11) Millares le agradecía explícitamente el préstamo de los recursos necesarios para ela-borar el «Registro bibliográfico» de la revista Filosofía y Letras de la UNAM58. Así como la publicación de los Nuevos estudios de Paleografía española59, al tiempo que se interesaba por el posible cobro de los derechos de autor. Lo que no era obstácu-lo para, de inmediato, solicitarle ayuda para solventar cuestio-nes técnicas en orden a la consulta directa en el COLMEX de los Protocolos del siglo XVI, que publicaría con Mantecón entre 1944 y 1946. 56 En julio de 1941 tenían ya las pruebas. Reyes escribió a Eduardo Re-guera, Director del Museo Nacional de Arqueología e Historia, para que per-mitiese a Millares consultar una fotocopia de la obra guardada en su centro. Al final se editó como CASAS (1942). 57 Lo analiza extensamente BOLAÑOS (2004), pp. 1071-1100. 58 Desde 1940 Millares había contribuido a entregas bibliográficas en España Peregrina, núm. 2, 3, 4, 5 y 6, Y en Ultramar, con la Bibliografía es-pañola del destierro. Los registros que aquí se citan se publicaron en los suplementos de 1941 y 1942 (vols. 3 y 4) de la revista Filosofía y Letras. 59 Se publicó como MILLARES (1941). La carta adjuntaba el programa del Curso de Paleografía, un breve Currículum vitae y una declaración de las actividades realizadas. Cuando se publicó el libro, Millares escribió a Cosío el 11 de marzo de 194], indicándole más de sesenta personas y enti-dades a quienes había que enviar un ejemplar, en especial a una veintena de Universidades y revistas latinoamericanas y estadounidenses, pero sobre todo a otros españoles exiliados fuera de México, como Américo Castro, To-más Navarro, Federico de Onís, Luís A. Santullano, José Prat y Leopoldo Castedo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 502 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 20 Vamos observando cómo las cartas de Millares a Reyes ge-neralmente dan cuenta de los proyectos, de los trabajos en cur-so, de las publicaciones recientes, de los trámites ante editoria-les o instituciones de investigación y docencia o bien piden anticipas, licencias o ayudas para atender a otros exiliados, o para satisfacer alguna necesidad sobrevenida. En su larga co-rrespondencia, Agustín y Alfonso supieron mantener siempre la elegancia, incluso cuando las noticias eran malas, como sucedió con las restricciones presupuestarias de 1942 en que Reyes tuvo que comunicar a Millares una disminución salarial y el final del contrato que les unía cuando el año terminase, pero que Reyes supo prorrogar durante el año 1943 (Carta del 16 de febrero de 1942). Por reducciones presupuestarias de la Secretaría de Edu-cación Pública, el Colegio de México se vio obligado a reducir los honorarios que percibía Millares, al tiempo que fijaba el 31 de diciembre como fecha límite del contrato de Millares. Sin embargo, un año después, el 6 de enero de 1943, vuelven a con-tratarle hasta el 31 de diciembre aumentándole considerable-mente la remuneración mensual que percibía. De esta manera, cada año, se fijada la colaboración de Millares con el Colegio para el curso siguiente y se revisaría el sueldo percibido. La respuesta de Millares fue elegante y cortés al reconocer cuanto Reyes y Cosío hacían por él y por los suyos: «he de ex-presarle en nombre de los míos el testimonio de agradecimien-to y la deuda de gratitud que con ustedes hemos para siempre contraído por la generosidad y delicadeza con que han procedi-do en toda ocasión para con nosotros»60. La misma sutileza mostraba Reyes a la hora de decirle a Millares que su condición de Catedrático cumplía tan solo una función docente, debiendo evitar participar en las elecciones universitarias y en los tribu-nales para catedrático. Reyes también se dirige a Millares con cierta frecuencia para solicitarle información. Son ejemplos claros la carta del 8 de febrero de 1945 en que le requiere unos artículos sobre Valle lnclán para Carlos, el hijo de este, o la del 5 de agosto de 1946 pidiendo referencias sobre posibles obras de Luisa Magdalena 60 Carta de Millares a Alfonso Reyes, 19 de febrero de 1942. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 503 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 21 de Jesús, protectora de Sor Juana Inés de la Cruz. O cuando el 25 de octubre de 1950 le solicitaba su opinión para seleccionar la adquisición de tul fondo bibliográfico relacionado con las Lenguas indígenas, que a Millares le parece de escaso interés (respuesta del 16 de noviembre siguiente), frente a un lote de valor apreciable sobre Historia y Bibliografía mexicanas. El ritmo de trabajo crecía con los años, pese a que la salud no acompañaba todo lo que era deseable61. Cada año, una de las cartas de Millares a Reyes resumía y valoraba las actividades docentes e investigadoras en las que había colaborado con el Colegio durante el curso anterior. La del 8 de febrero de 1943 mostraba una magnífica producción al dar término a la traduc-ción de las Décadas de Pedro Mártir62; a la edición del ya co-mentado De insulis de Palacios Rubios; al traducir las Cuestio-nes Académicas y el De Oficiis de Cicerón63; y la Conjuración de Catilina de Salustio64; y al completar dos repositorios bibliográ-ficos para Filosofía y Letras, así como la Bibliografía de bibliogra-fías mexicanas con Mantecón65; mientras continuaba con los Índices y extractos del archivo de Notarías. LAS ACTIVIDADES ACADÉMICAS EN EL COLMEX Y EN LA UNAM Desde el Colegio de México se fraguó el Centro de Estudios Clásicos de la UNAM, en cuyo diseño participaron activamente García Bacca y Millares, quien informó a Reyes (Carta del 29 de marzo de 1943) de las conversaciones y la redacción del plan creador y organizador de ese centro donde se generaría la gran 61 En sus cartas a Reyes y a Cosío alude con frecuencia Millares a pro-blemas de salud, con tendencia a la depresión, y con abundantes subidas de la presión sanguínea, que le obligaban a desplazarse a Acapulco buscando un clima y una altitud más conveniente, incluso habla de periodos de enferme-dad superiores a un mes (carta a Reyes, 6 de julio de 1946). 62 MÁRTIR DE ANGLERÍA (1945). 63 CICERÓN (1944) y CICERÓN (1945). 64 SALUSTIO (1944). 65 MILLARES y MANTECÓN (1943). Estaban acabando MILLARES y MANTE-CÓN (1944-1946). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 504 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 22 empresa editorial de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana. Estaban ya diseñadas las líneas por don-de correría la investigación de Millares en su larga estancia en México, cuya extensión y profundización daría obras magistra-les. La misma carta sirve para retomar la puesta en marcha del Instituto Bibliográfico Mexicano, donde le indicaba cómo Ra-fael Heliodoro Valle había defendido su necesidad en The Hispanic Historical Review. Millares, agobiado por las investigaciones pendientes en la Biblioteca Nacional y en la propia Biblioteca universitaria, aca-baría renunciando a ocupar la Cátedra de Latín en la UNAM66. Le sustituyó su alumno Manuel Alcalá. Esto no supuso el fin de las colaboraciones docentes de Millares en Latín, como demues-tra una nueva renuncia de 1947 a impartir esa disciplina a los alumnos del segundo curso67. Aunque continuó con las clases68, dejaron de ser su principal actividad que ahora pasó a la inves-tigación dentro del Seminario de Traducción del Latín que se creó en la Facultad69. En el COLMEX su docencia perduró has-ta que en 1950 se cerraron los Cursos de Latín, por más que continuase atendiendo a grupos muy reducidos como se mues-tra en un informe del 7 de junio de 1952. De los trabajos desarrollados en la Biblioteca Nacional y en otras donde había investigado, Millares ofrecía para su posible publicación a finales de 1944 una serie de estudios conjuntados en el nombre de Investigaciones de biobibliografía americana, en la que figuraban los trabajos iniciales de posteriores investiga- 66 Carta de Agustín Millares Carlo al decano de la Facultad D. Julio Jiménez Rueda, de 20 de julio de 1943. La carta de propuesta del decano era del 4 de agosto. Millares se lo había comunicado también a Alfonso reyes el 13 de julio de 1943, al tiempo que aprovechaba para abogar por su hija Mercedes para que se iniciase en los trabajos de oficina en el COLMEX. 67 Carta al Decano de fecha 16 de abril de 1947, con respuesta de acep-tación dos días después. 68 Incluso Alfonso Reyes le propuso ante la Facultad para impartir un curso de Literatura Latina (20 de abril de 1949). 69 Propuesta del decano Samuel Ramos al rector Salvador Zubirán, 20 de marzo de 1946.El Seminario de Griego lo llevaba Juan D. García Bacca. La creación de estos seminarios de investigación debe de verse como consecuen-cia del éxito que alcanzó la colección de clásicos editada por la UNAM © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 505 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 23 ciones más amplias que marcarían gran parte de sus mejores publicaciones mexicanas70. Me refiero a Juan José de Eguiara y Eguren y su Biblioteca Mexicana; Notas acerca de la familia de Eguiara; El padre Feijoo y América; Notas de bibliografía colo-nial mexicana (sobre el poeta Bernardo de la Vega; sobre Juan Ruiz de Alarcón; consideraciones acerca de la historia de la imprenta en Mérida; sobre el Speculum coniugorum de fray Alonso de la Veracruz71; Algunos documentos de tipógrafos mexicanos del siglo XVI; Un libro propiedad de Zumárraga y una obra inédita del chantre Pedraza72), Breves notas acerca de fray Toribio de Benavente o Motolinía, Más datos sobre el apóstol del Brasil, o Algunas noticias sobre fray Alonso de Es-pinosa. No hay duda de que las ediciones críticas hechas por Milla-res de la obra de Juan Ruiz de Alarcón se habían ocasionado en el interés y conocimiento que Reyes siempre mostró por ella, cuyo valor y trascendencia se propuso reivindicar, como se cons-tata en la introducción a las obras completas73. Consideraba Reyes que Alarcón debía ser visto como el origen literario del genio mexicano, ideal arquetípico de la forma de ser diferen-ciadora74. Fue asimismo en El COLMEX donde Millares inició sus tra-bajos sobre sor Juana Inés de la Cruz. Casi desde su llegada a México se habituó al contacto con documentos sobre ella en el Archivo de Protocolos. Pero la ocasión fue el envío por la seño-ra Spell de unos documentos sobre sor Juana que Millares de-bió de comparar con los originales (carta a Alfonso Reyes, 17 de enero de 1947). Por entonces apareció el testamento, encontra-do por Cervantes en ese archivo, y unas poesías desconocidas de sor Juana. Pasarían diez años antes de que Millares completase 70 En carta dirigida a Alfonso Reyes, 18 de octubre de 1944. La obra no vería la luz hasta MILLARES (1950). Desapareció del proyecto original para integrarse en publicaciones específicas de mayor calado todo lo referente a Eguiara y Eguren, así como a Feijoo y América, pero se mantuvieron traba-jos sobre Bartolomé de las Casas y Cervantes de Salazar. 71 MILLARES (1944). 72 MILLARES (1945), pp. 56-64. 73 RUIZ DE ALARCÓN (1957-1959). 74 ENRÍQUEZ PEREA (205), pp. 150-152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 506 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 24 la Bibliografía de la poetisa, corrigiendo y actualizando la edi-ción de Pedro Henríquez Ureña, con ayuda precisamente de Susana Henríquez Ureña, cuando ya no estaba en la plantilla del COLMEX pero continuaba trabajando allí, donde contaba incluso con despacho. En ese centro, desde 1950, Millares aban-donó la docencia y se dedicó tan solo a actividades investigado-ras. Al tiempo que colaboraba con Raimundo Lida, Director del Centro de Estudios Lingüísticos, en las tareas editoriales de la Nueva Revista de Filología Hispánica, en especial elaborando repertorios y reseñas75. El afecto entre Reyes y Millares se hace explícito en una carta en latín que Millares le dirigió en marzo de 1951 dando respuesta a una petición de información sobre nutrición que había hecho al COLMEX Luis Santullano76, a la que respondió Reyes en constancia poética el 22 del mismo mes. El primer viaje a España en 1952 y las preocupaciones por los asuntos que quedaban en México está perfectamente refleja-do en los documentos del archivo histórico del COLMEX. Espe-cialmente las preocupaciones familiares y personales, pero tam-bién las académicas. Fue el tiempo en que quiso completar una obra muchas veces relegada en su vida, el Corpus de Códices Visigóticos77. Para hacerla, pensó Millares aprovechar una estan-cia de dos años que quería cumplir en España (Carta a Alfonso Reyes, 7 de julio de 1952). No sabía don Agustín que regresaría muy pronto a México y que permanecería aún más de veinte 75 Carta de Reyes a Millares, 7 de septiembre de 1950. 76 SÁNCHEZ CUERVO (2002), pp. 107-118. 77 Informe de Millares a Manuel Calvillo, Secretario del COLMEX, 7 de junio de 1952. Desde Madrid Millares envió dinero a su nueva compañera en México, Herlinda Soto, a través de sus sobrinos Jorge Hernández Millares (que por entonces trabajaba en UTEHA) y Lucrecia de la Torre, cuando no cheques mediante Juan Arellano (cartas desde Madrid a Juan Arellano, Se-cretario del COLMEX, el 1 y el 28 de diciembre de 1952, 16 y 31 de marzo, 18 y 24 de abril de 1953, donde le anunciaba que salía para París el día 25, desde le volvería a escribir el 7 de mayo). Creemos que el dinero estaba des-tinado al alquiler de la casa común, mientras las hijas vivían, primero, en Tlalpa, calle Morelos 45, y luego en los Jardines del Sur de Xochimilco. Mi-llares se casaría por lo civil con Herlinda el 22 de noviembre de 1957, sien-do testigos Ernesto de la Torre Millares y Bonifaz Nuño. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 507 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 25 años fuera de España. Estando en Madrid viajó a México y El Salvador, pero tuvo que regresar precipitadamente por proble-mas personales a Madrid. Desde Madrid le confirmó a Reyes que su estado de salud era precario (carta de 13 de marzo de 1953). El día 23 justificaba su marcha precipitada de El Salva-dor a causa de su salud quebrantada, si bien estaba dispuesto a cumplir lo acordado con la Dirección de Bellas Artes. Durante la estancia en Madrid 1mbía intentado su restitución en la Cá-tedra de la Central de Madrid. No quedarse, como deseaba, lo causó la aparición interesada de una acusación de haber solici-tado en 1924 la pertenencia a una logia masónica mientras en-señaba en el Instituto de Filología Española de Buenos Aires, cosa que Millares no contradice en su carta a Reyes, pero que debemos considerar como una mera anécdota en su vida (Car-ta a Alfonso Reyes, 23 de marzo de 1957)78. Sin duda todo estu-vo motivado en que su regreso impediría alcanzar esa cátedra a alguien que la deseaba mucho. Dado que el resultado debería esperarse por mucho tiempo, se verá obligado a volver a Méxi-co a causa de esa intriga. Tras unos meses de estancia en Paris y Londres, no tuvo otra opción personal y profesional que regresar. Alfonso Reyes y Juan Arellano quisieron facilitarle el reingreso, retornando la cooperación que Millares había tenido con el Colegio desde su fundación. Para salir adelante contaba además con sus colabo-raciones en UTEHA, la trascripción del tomo I de los protoco-los de Santiago de Chile y, sobre todo, su trabajo en la Univer-sidad, para lo que escribió al Decano Antonio Castro Leal (en 1954 Millares fue nombrado Profesor a Tiempo Completo en la UNAM, lo que suponía pasar a ser Catedrático de carrera)79. 78 BOLAÑOS (1997), pp. 11-20. 79 El expediente personal de Millares en la UNAM contiene su nombra-miento como Profesor a Tiempo Completo de la Facultad de Filosofia y Le-tras, con sus obligaciones académicas, docentes e investigadoras (28 de junio de 1954). Tras ser nombrado, envió una carta al rector Nabor Carrillo el 8 de julio de 1954 haciéndole saber que a la par desarrollaba tareas profesiona-les en El COLMEX desde su fundación, pues ser funcionario de carrera le obligaba. por incompatibilidad, a pedir un año de licencia sin sueldo en el COLMEX. Por entonces vivía en la calle Newton, 181-6 del Distrito Federal. Al año siguiente se trasladó a la calle Anaxágoras, 546 en la Colonia Narvarte. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 508 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 26 Pero de nuevo puede afirmarse que fue el COLMEX principal asidero. Reyes le volvió a solucionar las cosas según reconoció Millares el 10 de julio de 1953 desde Londres. Aún en septiem-bre de 1953 volvió a El Salvador a cumplir con el compromiso pendiente, que interrumpió un problema de salud por el que debió estar ingresado nueve días. El 17 de octubre Millares con-firmaba a Reyes que lo había satisfecho, al tiempo que le pro-ponía realizar una segunda edición de la Bibliografía de Biblio-grafías mexicanas. Durante los años que Millares perteneció al COLMEX, Reyes y Cosío estuvieron siempre solícitos para atender cualquier pe-tición suya, solucionándole una infinidad de dificultades y situa-ciones adversas. Por su medio se arregló en 1954 el permiso de emigración de Mercedes, la hija de Millares, cuando quiso re-gresar a México después de residir en España desde 1951. O en un caso similar con su hijo Agustín acogiéndole como becario de Filología. En 1954 Millares obtuvo contrato de Profesor a Tiempo completo en la UNAM, por lo que debió de pedir un año de licencia sin sueldo en el COLMEX para no caer en incompa-tibilidad (Carta a Alfonso Reyes, 29 de julio de 1954). Sin embargo, la generosidad con que México había recibido a los republicanos no bastaba para hacerles olvidar que perma-necían allí transterrados. Vivían con frecuencia arrastrados por el recuerdo nostálgico de Espa��a. Regresar se hizo una necesi-dad para Millares. Conforme pasaban los años había ido cre-ciendo la añoranza por la tierra, la familia lejana y los amigos. La correspondencia de Millares refleja con claridad la amargu-ra por mantener una situación que llevaba trazos de hacerse permanente. Estado que se hizo más sensible a partir de 1953. Cumplir sesenta años en el exilio se le antojaba el fin de la es-peranza de solucionar la vuelta a casa. Sin embargo, la familia en España estaba convencida de su deseo de regresar casi des-de que llegara a México. Las cartas manifiestan la soledad y el sentimiento de postergación. La vida profesional, que tan fruc-tífera era en México, no le daba en lo personal las satisfaccio-nes que buscaba. Lo desagradable que se le hacía el ambiente y lo imprescindible del regreso se habían vuelto referencia común en los mensajes enviados a su sobrino Agustín Millares Sall, a © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 509 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 27 su amigo Manuel Hernández, y de modo destacado a su herma-no Juan. Incluso antes de volver a España desde el exilio por primera vez se quejaba con amargura: «añoro la tranquilidad y la paz, y pienso cada día más en conseguirlas. El «sacrificio por los ideales es muy bello, pero está condicionado, no por el egoís-mo, sino por el límite de las fuerzas humanas. Si el ambiente en que a uno a la fuerza le ha tocado vivir fuera, al menos, agra-dable, la cosa no sería tan trágica; pero si vieras la mezquindad de tantas pasiones, rencillas y odios que a diario tengo que su-frir, comprenderías mi posición y mis deseos de librarme»80. La vida gastada en esfuerzos ilógicos y la incomprensión de su presencia por parte de algunos compañeros en los centros de trabajo eran razones muy fuertes para que el resto de cosas compensasen el profundo malestar que sentía. El primer regre-so a España acentuó esta sensibilidad. Desde entonces, cada vez que retornó a México se hacía insoportable la ausencia de los seres queridos y de los momentos vividos en Las Palmas, cuya intensidad expresaba luego en las cartas de manera entrañable y un tanto melancólica: la charla con los amigos, la hora sagra-da del café81, el deseo de consagrar sus futuros trabajos a la erudición isleña, y hasta el malvasía dorado de Lanzarote. Cada retorno al Archipiélago renovaba los esfuerzos para hacerla de-finitivo. Pero siempre acababan infructuosamente. Lo daría todo por volver a casa y sin embargo su deseo quedaba invaria-blemente insatisfecho. El regreso se hacía difícil. Cada año un nuevo plan para volver, cada plan se veía reiteradamente trun-cado. Por entonces ni siquiera podía sospechar que le quedaba por vivir otro largo plazo en América. Por lo que respecta a la Facultad, en la memoria anual de actividades correspondiente al curso de 1955, don Agustín con-firmaba ante el Decano Juan Hernández Luna haber impartido las disciplinas de Latín de primer curso (cuatro horas por sema- 80 Carta dirigida a Juan Millares Carlo. México, 19 de julio de 1949. 81 La tertulia que se organizaba a la hora del café le permitía gozar de la conversación de los amigos de Las Palmas mientras, con un cigarrillo siem-pre en la mano, dejaba salir toda su enorme simpatía e ironía socarrona. Luego, desde México recordaba esos momentos con insistencia en cartas y conversaciones. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 510 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 28 na), Cultura latina (dos horas a la semana), así como el Semi-nario de Lengua y Literatura latinas (otras dos horas). Al mis-mo tiempo asistía dos horas cada semana a la Biblioteca de la Facultad para solucionar problemas bibliográficos y atender a consultas de los alumnos, y continuaba en el Archivo General de la Nación preparando la obra: Documentos para la Historia de la Cultura en México durante los siglos XVI y XVII82. Dirigía a la par dos tesis de Maestría: una relacionando a García Larca con Juan Ramón Jiménez, y otra sobre el escritor latino Minu-cia Félix. La memoria de actividades fue enviada el 20 de enero de 1956 por Millares desde San Luís Potosí, anexa a una carta en que explicaba que impartía cuatro disciplinas hasta finales de febrero. Estaba allí porque la Academia Potosina de Ciencias y Artes le había encargado seis conferencias para sus Cursos de Invierno, del 20 al 25 de febrero, lo que aprovechó para comple-tar desde primeros de año investigaciones pendientes. En 1957, además de cuidar en el COLMEX la actualización ya comentada de la Bibliografía de Sor Juana, revisaba y actua-lizaba las referencias bibliográficas de la Nueva Revista de Filo-logía Española, e intentaba que le editasen su Catálogo crítico de códices visigóticos, a la vez que enriquecía y actualizaba sus trabajos sobre la historia de la imprenta en Barcelona, si-glo XVII. El 5 de diciembre de 1957 Millares agradecía a Reyes la posibilidad de realizar un viaje desde el 6 de diciembre (Veracruz, Bremen, Madrid) Estaría en España hasta finales de abril de 2008, con estancias breves en Las Palmas, León, Ar-cahueja, Granada, Barcelona, Toledo, Silos, París y Londres. Entre las vicisitudes vividas en la UNAM aparece una carta sin fechar en la que el decano Salvador Azuela contesta, supo-nemos que a una petición de permiso de Millares, de manera muy fría y burocrática recordándole el compromiso de su con-trato, que le obligaba a impartir cursos de Historia de la Lite-ratura Latina, Paleografía española y el Seminario de traduc-ción de clásicos latinos, además de orientar a los profesores menos expertos de Letras clásicas y traducir una obra de un clásico de la Literatura Latina por curso. Sin duda alguna, fue 82 MILLARES y MANTECÓN (1955). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 511 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 29 este el inicio de las quejas de Millares respecto al trato recibido en la Facultad, que generaron un sentimiento de postergación que acabaría llevándole fuera de México cuando acabase la dé-cada. El último mensaje escrito que se cruzaron Reyes y Millares fue el 17 de mayo de 1959 mediante un saluda de Reyes que acompañaba a su original «La supervivencia en la religión grie-ga » para que lo publicasen en el Anuario de Estudios Clásicos. CONCLUSIONES Las cartas suponen un apoyo documental de extraordinaria relevancia, pues su consulta nos ofrece los testimonios más per-sonales que dejaron los exiliados españoles en México tras la Guerra Civil. Las cartas de los exiliados en México muestran cómo se adaptaron a la nueva situación. Frecuentes reuniones les permi-tían intercambiar ideas y alcanzar planteamientos conjuntos, luego reflejados en las participaciones elegíacas o reivindicativas de las revistas del exilio. En un principio su actividad estuvo presidida por el dolor que todavía producían hechos tan recien-tes, por lo cual en las primeras entregas estaba aún muy presen-te la España madrastra. Pasando el tiempo los humanistas del exilio fueron equilibrando su erudito bagaje español con la aco-modación progresiva al estudio de asuntos propios de la tierra que les acogió. Inicialmente, puede considerarse el Latín la prin-cipal salida académica y profesional de Millares en México. Su dominio de la lengua romana le ofreció la posibilidad de sobre-vivir gracias a su magistral docencia y a unas ediciones cuida-dísimas. Las cartas demuestran que El Colegio de México, sim-bolizado en Reyes, sirvió de enlace entre Millares y la Biblioteca Nacional, la UNAM y algunas de las editoriales más relevantes. En el caso de Agustín Millares Carlo y de Alfonso Reyes, las cartas que se cruzaron nos permiten contar con vestigios de primera mano mediante los que se revela una gran cantidad de información biográfica tanto sobre su carrera humanística y erudita, como acerca de su acontecer personal. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 512 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 30 El análisis de esa correspondencia aporta datos relevantes sobre el periodo de la vida de Millares desde su llegada a Méxi-co en 1938 y hasta prácticamente su marcha a Venezuela en 1959, año del fallecimiento de Alfonso Reyes. Una deducción inmediata de la consulta de la correspondencia entre Alfonso Reyes y los intelectuales españoles llegados a México desde 1938 es que aparece ante estos siempre como una persona de con-fianza, incluso amiga, alguien a quien recurrir siempre seguros de obtener comprensión para los problemas que se le plantea-sen, fuesen cuales fuesen. Las cartas reflejan el compromiso profundo de Millares con otra de sus grandes tareas en México, la realizada en torno a las instituciones jurídicas del período colonial de la historia de América. Hizo unas valiosas ediciones críticas de los autores que pretendieron resolver el asunto del modo más justo, por lo que aceptaron la obligación de la Iglesia a cristianizar a los in-dios; pero no se conformaron con esgrimir los títulos que toca-ban a la fe, sino que el esfuerzo se encaminó a resolver jus-tamente los abusos de la conquista desde unos valores jurí-dicos que sin ser novedosos se expresaron de forma más uni-versal. Las cartas cruzadas entre Millares y Reyes deben considerar-se como un testimonio de trato caballeroso y fino, pero además todo un repertorio del acontecer vital que Millares exponía con sinceridad y respeto en busca de ayuda, pidiendo opiniones, dando cuenta de investigaciones y proyectos, o intercambiando favores. BIBLIOGRAFÍA BOLAÑOS MEJÍAS, Carmen (1997), «El «procedimiento» contra Agustín Millares Carlo en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comu-nismo ». Boletín Millares Carlo, 16, pp. 11-20. BOLAÑOS MEJÍAS, Carmen (2004), «La restitución del amparo mexicano por los exiliados: la obra de Millares Carlo sobre las instituciones jurídicas duran-te la colonia». Anuario de Estudios Atlánticos, 50, v. 2, pp. 1071-1100. CASAS, Bartolomé de las (1942), De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem. Copia del S. XVI en la Biblioteca Pública del Estado de Oaxaca. 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Título y subtítulo | Repertorios epistolares de Agustín Millares Carlo desde el exilio mexicano. Su relación con Alfonso Reyes y el Colegio de México |
Autor principal | Moreiro González, José Antonio |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 55 |
Sección | Historiografía y documentación |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2009 |
Páginas | p. 483-516 |
Materias | Millares Carlo, Agustín (1893-1980) ; Correspondencia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
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Texto | 483 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO MEXICANO. SU RELACIÓN CON ALFONSO REYES Y EL COLEGIO DE MÉXICO P O R JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ RESUMEN Análisis de la correspondencia de Agustín Millares Carlo durante los años del exilio mexicano, en especial de la cruzada con Alfonso Reyes. Las cartas intercambiadas nos permiten alcanzar detalles de la confección de sus trabajos científicos. Así como completar datos sobre su biografía. Nos conceden, en fin, explicación a muchas de las experiencias y actividades vi-vidas por los exiliados españoles en México. Estas cartas se constituyen en fuente insustituible para conocer detalles sobre sus vivencias. Reflejan, además, parte de la contribución de Reyes, Millares y otros exiliados espa-ñoles a la cultura mexicana, al mismo tiempo que narran situaciones coti-dianas. Palabras clave: Epistolario; Datos biográficos; Agustín Millares Carlo; Alfonso Reyes; El Colegio de México; Exilio español. ABSTRACT Analysis of the correspondence of Agustín Millares Carlo during the years of the mexican exile, in special of crossed Alfonso Reyes. The inter-changed letters allow us to reach details of the preparation of their scien-tific works. As well as to complete data on its biography. They grant to us, in short, explanation to many of the experiences and activities lived by the Spanish exilied in Mexico. These letters are constituted in irreplaceable source to know details on their experiences. They reflect, in addition, part of the contribution to the Mexican culture of Reyes, Millares and other Spanish exilied. At the same time narrate daily situations. Key words: Correspondence; Biographical data; Agustín Millares Carlo; Alfonso Reyes; El Colegio de México; Spanish exile. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 484 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 2 INTRODUCCIÓN La obtención de datos para una construcción biográfica pue-de enriquecerse notablemente con la aportación de noticias con-servadas por familiares y amigos, que completan las recogidas en archivos, bibliografías e instituciones. De forma que las foto-grafías, los retratos, los diarios personales y otros escritos par-ticulares conservados durante años, en especial las cartas1, al-canzan un alto valor. La carta es una manifestación comunicativa muy frecuente entre interlocutores con relación personal. Cuando las cartas se corresponden durante un periodo de tiempo se genera un epistolario que, además de su valor creativo, completan biogra-fías, matizan datos y nos acercan a la calidad espiritual y huma-na de sus autores. Así las historias familiares, las migraciones, las costumbres, la propia sociedad y, desde luego, las autobio-grafías quedan reflejadas en las cartas, que nos recuperan la voz de quienes las escribieron2. Al afrontar un análisis histórico es conveniente separar el descubrimiento del pasado hecho a partir de documentos, del elaborado como historia vivida, ya que este presenta unos ras-gos particulares que, en el caso de una biografía, muestran la diversidad de contextos interpretativos del narrador. Por ello, las cartas privadas, deben valorarse como fuente indirecta para conocer al emisor y al receptor, pues no provienen de una inten-ción de proporcionar información, igual que pasa con otros productos de la actividad humana como los registros de propie-dad, las actas institucionales, los informes diplomáticos o policiales, e incluso diarios, entrevistas, ensayos y documentos, en nuestro caso, sobre las actividades de los exiliados, que per-miten reconstruir el proceso del exilio al resaltar las experien-cias y acciones de quienes lo vivieron. 1 THAD SITTON, G. et al. (1989), p. 12. 2 Hay repertorios de marcado carácter filosófico: LEIBNIZ (1994); otros se dan como conversación entre literatos: SALINAS y GUILLÉN (1992); incluso las hay de indudable valor histórico por el carácter de los participantes, como FELIPE II (1999). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 485 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 3 Es un objetivo general, desde luego, abordar los testimonios personales dejados por quienes sufrieron el desgarramiento del exilio. Nuestras fuentes de datos son cartas que suministran un apoyo documental de gran relevancia, pues su análisis nos per-mitirá progresar desde lo cercano hacia explicaciones genéri-cas3. Su interés proviene del propio origen de nuestro objeto, los epistolarios originados en México por los exiliados españoles tras la Guerra Civil4. Cartas que eran el hilo que unía las dos orillas del Atlántico, que hicieron un largo recorrido espacial y temporal para llegar a su destinatario, muchas veces escondi-das, y cuya consulta nos brinda ahora el testimonio de persona-jes relevantes y de los episodios por ellos vividos. El aliciente de conocer la vida de los exiliados lo constató la exposición sobre las «Literaturas del exilio» organizada en Méxi-co por la Editorial Mexicana en julio de 2007, que se aproximó al exilio de cientos de personas mediante fotos, postales, cartas, diarios, memorias, poemas y notas de prensa elaborados prin-cipalmente por exiliados catalanes5, donde se retrató la llegada a los países americanos: Argentina, Chile, Dominicana y Vene-zuela, pero sobre todo a México, reflejando la vida diaria, el choque cultural, el rechazo6 y la idea de volver cuando se iba aflojando la indagación franquista. LOS REPERTORIOS EPISTOLARES DE ALFONSO REYES Y DE MILLARES CARLO: ESTUDIOS PRECURSORES También en el caso de Agustín Millares Carlo y de Alfonso Reyes, las cartas que escribieron o recibieron nos permiten con-tar con vestigios de primera mano que revelan muchos datos biográficos tanto sobre su carrera humanística y erudita, como acerca de su acontecer personal. En ocasiones estas cartas se constituyen en la única fuente para obtener detalles relativos a 3 ZELAYA (1985). 4 Sirvan de ejemplo los casos de PRADOS (1997) y FABRA (1998). 5 Exposición Literaturas del Exilio (2007). 6 SHERIDAN (2002). No es extraño que al principio se viera a los exiliados como mensajeros de una discordia política que podía desplazarse a México. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atl��nticos 486 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 4 sus vivencias. En ellas hablan de sus contribuciones a la cultu-ra mexicana, al mismo tiempo que narran situaciones cotidia-nas, sin duda aún comunes con los universitarios actuales, de empleo, de financiación adicional para algún trabajo en curso y, en el caso de Millares, de apreturas y reivindicaciones económi-cas o profesionales. Ambos eruditos mantuvieron un contacto regular e inmenso con familiares y amigos mediante cartas ju-gosas y amenas, que reflejan de primera mano las inquietudes y preocupaciones de cada momento, conteniendo testimonios personales que dan constancia fidedigna de los hechos vividos. Se han convertido, en consecuencia, en fuente imprescindible para fijar datos, comprobar hipótesis y, sobre todo, obtener in-formación exacta sobre sus opiniones y sentimientos. Millares, desde que fuera a estudiar a Madrid en 1909, man-tuvo toda la vida una rica relación epistolar7. En el Seminario «Millares Carlo» de la UNED grancanaria, donde las depositó Agustín Millares Sall hace veinticinco años, pueden consultarse más de ochenta cartas posteriores a 1952, fecha del primer re-greso desde el exilio. Si bien se trata tan solo de cartas escritas por Millares Carlo, ya que no se conservan las respuestas que debieron perderse junto con sus bienes patrimoniales en 1938. A través de ellas conocemos el ritmo de los estudios, la opinión de sus profesores, la obtención de los grados académicos, junto a noticias de los amigos, de los primeros trabajos y concursos, también de las dificultades económicas propias de un estudian-te. Contienen sus opiniones políticas, y testimonian sus amores, su afecto familiar, o la venida de los hijos. Al ser cartas escritas a sus personas más allegadas son de expresión espontánea, por lo que reflejan con profusión los rasgos de su personalidad. Aparecen muchos detalles irónicos y la crítica exacta por medio siempre de un gran ingenio expresivo, junto a su sentido de la realidad divertido y jovial. También se descubren los sentimien-tos más profundos y la respuesta dada a las diferentes pruebas de la vida. Sin embargo, las investigaciones hechas en España sobre la correspondencia de Millares han presentado deficiencias en el 7 MOREIRO (1989), pp. 334-343. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 487 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 5 acceso a las fuentes documentales conservadas en América. Nos referimos a las cartas que permanecieron en América y que han ido editándose en los últimos veinte años. Son repertorios cru-zados con personajes americanos, pero cuya posibilidad de ac-ceso se ha abierto gracias en parte al interés por el estudio de la figura de Millares que ha ido aumentando conforme se apre-ciaba su legado académico. El objetivo principal de este artícu-lo reside precisamente en el estudio de esa correspondencia desvelada en el ínterin. Las cartas conservadas por Millares Sall fueron el hilo de unión con la tierra y las cosas más queridas, hablan de investigaciones en curso y dan cientos de detalles de la vida diaria en México, primero, y luego en Venezuela. Muchas de ellas procuran datos bibliográficos para confeccionar la Biobibliografía de Autores Canarios de la que preparaba una nueva edición8. Pero son, al tiempo, un medio de reflexión acer-ca de los problemas del exilio, sobre las condiciones en la nue-va tierra, la plenitud de sus convicciones políticas o los recursos propios, y hasta sobre la melancolía que producía la lejanía de la familia y la casa. Si bien se trata tan solo de cartas escritas por Millares Carlo, pues no hay constancia de su contraparte. Ya en Venezuela, la correspondencia con Millares Sall mos-tró una intensidad menor, pues Manuel Hernández Suárez pasó a responsabilizarse desde 1958 de las tareas de la Biobibliografía en Las Palmas, así como de los trabajos de edición de la revista El Museo Canario. Se conservan ciento setenta cartas dirigidas a Hernández Suárez en el archivo de El Museo Canario de Las Palmas. Datadas en 1959, último año de residencia en México, y en Venezuela, entre 1959 y 1975, atienden principalmente a asuntos de carácter editorial y ofrecen abundantes comentarios sobre los trabajos en curso y las conferencias impartidas. Mues-tran, en fin, los pensamientos y situaciones por los que pasó Millares Carlo hacía el final de su vida americana. En los años setenta se intensificaron las consultas sobre el regreso a España y su situación profesional, eje del intercambio mantenido con Félix Sagredo potenciado por el Homenaje que se le tributó en Las Palmas en 1975, y por muchas solicitudes de 8 MILLARES, A. y HERNÁNDEZ, M. (1975-1993). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 488 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 6 reproducción de manuscritos para incluirlos en el Corpus de códices visigóticos9 y en el Tratado de Paleografía10. Estableció otra relación epistolar en torno a consultas de carácter biblio-gráfico con Simón Díaz11, así como con Tomás Marín sobre la reposición en la cátedra de Paleografía madrileña. Algunos in-tercambios epistolares suyos han sido estudiados de forma pro-funda, como los mantenidos con Alonso Quesada, por Antonio Henríquez12, o con Pedro Grases13. Por otra parte, hemos de ver como una constante en la vida de Alfonso Reyes el contacto epistolar con escritores e intelec-tuales, tal como demuestran los abundantes repertorios que nos ha dejado desde principios del siglo XX. Reflejan una asociación de espíritus ilustrados que ayudó a innovar la cultura mexicana, como se deduce de la correspondencia entre Reyes y autores como Henríquez Ureña14 o Genaro Estrada15. Respecto al epistolario sostenido entre Alfonso Reyes y des-tacados exiliados españoles, su conocimiento debe mucho a los estudios hechos por Alberto Enríquez Perea. Son cartas escritas en las dos primeras décadas del exilio, 1940 y 1950, límite im-puesto por el fallecimiento de don Alfonso en 1959, cuya lectu-ra concede una clara idea del recibimiento dado a los escritores e intelectuales españoles por México, en especial, a través de La Casa de España, luego El Colegio de México. Alfonso Reyes, si-guiendo el apoyo convencido del Presidente Lázaro Cárdenas, y con la colaboración destacada de Daniel Cossío Villegas, Isidro Fabela y Gilberto Bosques, se dispuso a ayudar a una Repúbli-ca española que estaba a punto de perder la Guerra Civil. Ha-bía que tender un puente a los republicanos que, en reciproci-dad y por gratitud, acabarían aportando su saber y trabajo a la Historia de la Cultura y de la Ciencia mexicanas. Reyes comple-tó en 1939 su periodo como embajador en Argentina y se insta- 99 MILLARES (1999). 10 MILLARES (1983). 11 «Cartas de don Agustín Millares Carlo a don José Simón Díaz» (1981). 12 HENRÍQUEZ (1996-1997), pp. 445-470. HENRÍQUEZ (1997). 13 GRASES (2002). 14 REYES y HENRÍQUEZ (1986). 15 ZAITZEFF (1995), pp. 304-306. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 489 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 7 ló definitivamente en el Distrito Federal, donde presidió El Co-legio de México y fue miembro fundador de El Colegio Nacio-nal (1943) y del Instituto Francés de América Latina (IFAL), para acoger a intelectuales franceses que escapaban de la opre-sión nazi, instituciones todas desde las que ayudó a jóvenes es-critores16, entre ellos a Octavio Paz. Anthony Stanton ha recogi-do las cartas que se cruzaron Alfonso Reyes y Octavio Paz, que confirman su amistad pese a la diferencia de edad. Cuando Paz empezaba su carrera literaria, Reyes financió el arranque de la Revista Taller, primera empresa literaria del luego premio Nóbel17. Por lo que respecta a su relación con exiliados españoles, las cartas descritas y diseminadas por Enríquez Perea dibujan ese espacio de encuentro y reconocimiento. A él se debe que conoz-camos la correspondencia mantenida por Alfonso Reyes con José Gaos18, Gustavo Baz19, Luis Cernuda20, Juan Rejano21, o Max Aub22. Y con mayor profundidad de análisis las cruzadas entre Alfonso Reyes y María Zambrano23, o entre Alfonso Reyes y Agustín Millares Carlo. En todos los casos, aparece la figura generosa y cordial de Alfonso Reyes abriendo puertas, facilitan-do pagos, enviando libros, o cuidando impresiones y ediciones de los españoles. Lo mismo se preocupaba de gestionar todo tipo de papeles y pasaportes, que procuraba envíos de dinero al extranjero, tanto recomendaba o suministraba bibliografías, como apoyaba solicitudes de ayudas y becas académicas, o co-laboraba en la organización de cursos y conferencias. A él se presentaban nada más llegar desorientados por vez primera al Distrito Federal, o cuando estaban necesitados de empleo, o a la 16 Lo constatan sobradamente los repertorios epistolares: REYES y GONZÁLEZ (2002) publicados antes por el propio Reyes en la revista Ábside en los dos últimos números de 1953 y los primeros de 1954. También, REYES (2005). 17 REYES y PAZ (1998). 18 GAOS (1999). 19 REYES (2001). 20 REYES (2003 A). 21 REYES (2003 B). 22 REYES y MAX (2007). 23 ENRÍQUEZ PEREA (2006). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 490 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 8 hora de localizar algún familiar perdido en Francia. La respues-ta era inmediata, pues Reyes se ocupaba presto de quien le mostraba necesidades tan urgentes, intentando darle tran-qui1idad y sosiego. Tal vez aquí resida el rasgo más definitorio de Reyes, el de «desatar nudos, que fue su vida y que él llevaba en su sonrisa. Verle sonreír era saber ya de él profundamente. Era un mediador porque sabía sonreír y sonriendo había resuel-to tantos conflictos, al parecer irresolubles, tantos desatados nudos había desatado»24. El afecto y el respeto que su figura generó entre los exiliados, lo refleja José Gaos cundo le declara «el más español de los mexicanos». No es, por tanto, una exa-geración el elogio que le hace Gaos25, cuya gratitud se plasmó en el neologismo «transterrado» para definir el exilio en México, pues Gaos, como muchos españoles, no se sentía allí ni deste-rrado ni refugiado; lo primero porque no se encontraba en una tierra extraña, lo segundo por no haber sido recibido desde una compasión deshonrosa. Por ello, igual que tantos otros, fue un transterrado en el generoso acogimiento mexicano26. Por si fue-ra poco, coincidieron estos años de tantos compromisos y difi-cultades con una gran fecundidad en la creación literaria de Reyes27, sin duda, uno de los renovadores de la prosa castella-na, como luego lo sería Borges. LA CORRESPONDENCIA ENTRE ALFONSO REYES Y MILLARES CARLO La valoración de la obra del Dr. Millares Carlo en México ha seguido un largo proceso necesario para conocer bien las actua-ciones que tuvo mientras vivió allí. Su figura siempre ocupa un 24 ZAMBRANO (1989), p. VIII. 25 GAOS (1999), p. 17. 26 Aparece el término en su ensayo GAOS (1942). Luego lo empleó en los títulos de sus obras: GAOS (1947) y GAOS (1963). 27 Su obra, excepto los Diarios y la Correspondencia, se publicó en el Fondo de Cultura Económico, conformando un total de 26 volúmenes coor-dinados por José Luís Martínez y supervisados por su nieta y heredera, Ali-cia Reyes. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 491 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 9 lugar destacado en los estudios que abordan la fertilidad del trabajo de los humanistas españoles, siendo uno de los miem-bros más brillantes entre los clasicistas transterrados. En una miscelánea reciente sobre los Científicos y Humanistas del exi-lio merece que se le dediquen a él solo cuatro páginas en las que se valora sus aportaciones al latín, medievalismo y archivología, así como a la biblioteconomía y edición de fuentes28. En el mis-mo volumen es estudiado además entre los historiadores, más en concreto dentro de las áreas instrumentales de la archi-vística, la diplomática, la paleografía y las investigaciones biblio-gráficas29. La intensa relación epistolar mantenida siempre por Milla-res aumentó en los años del exilio para continuar sus relaciones con eruditos y académicos de diversas especialidades del saber humanístico. Cada trabajo, cada situación originó cartas dirigi-das a editores e impresores; a los miembros de las Bibliotecas Nacionales española, mexicana o venezolana; consultas hechas a los Archivos de Simancas, del Reino de Valencia, al Histórico Nacional español y al venezolano, o al Histórico provincial de León. Intercambios regulares con la Real Academia de la Histo-ria, la Organización de Estados Americanos, las Fundaciones John Boulton y Juan March, la Escuela Interamericana de Bibliotecología, el COLMEX, el Ayuntamiento de Las Palmas o el Cabildo Insular de Gran Canaria. Junto a cientos de cartas personales recibidas desde cualquier parte del mundo, desde múltiples instituciones y de amigos personales, casi siempre de sesgo académico. Tres son los fondos en que se integran las cartas ahora ana-lizadas. El primero se custodia en el Archivo histórico de El Colegio de México, correspondiendo el segundo al archivo par-ticular de Alfonso Reyes que ha dado a conocer Alberto Enrí-quez Perea30 y que está custodiado en la Capilla Alfonsina, don-de se guardan fotos, documentos, cuadros y diversos objetos que 28 HERNÁNDEZ DE LEÓN (2006). Atiende específicamente a la figura de Millares en las pp. 68-72. 29 LIDA (2006), pp. 89-97. 30 ENRÍQUEZ PEREA (2005). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 492 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 10 representan parte de la vida de Alfonso Reyes y su familia31. El tercero se conforma con cartas de su expediente personal en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. El primer fondo dio origen a la investigación titulada «Do-cumentos administrativos sobre Agustín Millares Carlo en Méxi-co »32, donde se analizó su expediente en El Colegio de México entre 1938 y 1963, compuesto por una variada colección, prin-cipalmente de actas de exámenes, avisos, cartas, contratos, convocatorias, hojas curriculares, horarios docentes, informes, oficios, programas de asignaturas impartidas, relaciones biblio-gráficas, solicitudes de anticipos, y hasta anuncios de prensa. Desde el principio del exilio, La Casa de España y El Colegio de México contaron con Alfonso Reyes como Presidente del Patro-nato, y con Eduardo Villaseñor, Gustavo Baz, Enrique Arreguín, y Daniel Cosío VilIegas como miembros. Mientras que como miembros residentes de la Casa y, por tanto, con sus condicio-nes económicas resueltas favorablemente, estaban Bal y Gay, Costero, Díez Canedo, Domenchina, Juan de la Encina, León Felipe, Gaos, Madinaveitia, Moreno Villa, Oriol, Pi i Suñer, Recaséns, Rodríguez Lafora, Adolfo Salazar, Sánchez de Ocaña, Antonio Trías, María Zambrano, Joaquín Xirau y Millares Carlo. No debe de extrañarnos que muchos de esos residentes inicia-ran entonces una relación perdurable con Alfonso Reyes, cuya continuidad produjo los repertorios epistolares antes comen-tados. Se observa que las cartas dirigidas por Agustín Millares a Alfonso Reyes tienen un carácter preferentemente analítico de sus colaboraciones con el Colegio de México, pues describe con bastante detalle los proyectos abordados, el estado de desarro-llo de las tareas que lleva a cabo, las memorias de ejecución y las notas de trabajos realizados33. Por su parte, las cartas emiti- 31 En sus salas alberga los fondos Alfonso Reyes, Ricardo Covarrubias, Pedro Reyes Velázquez y Fernando Díaz Ramírez. 32 MOREIRO (2001), pp. 35-49. 33 Por otra parte, algunas cartas de tramitación de asuntos ante el COLMEX no iban dirigidas a Reyes si no a Daniel Cosío Villegas como las del 23 de febrero y 14 de marzo de 1939, 12 de enero y 11 de marzo de 1941 y 12 de marzo y 20 de diciembre de 1943. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 493 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUST��N MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 11 das por Reyes tienen que ver más con la tramitación de solici-tudes o con la respuesta exacta a las peticiones que Millares le hacía para sí o para otros exiliados. A las que hemos podido acceder presentan un número sensiblemente superior, sin duda debido a que sus copias fueron guardadas como manifestación de un acto administrativo, con control de salida. Debe de apreciarse que hubo más cartas cruzadas entre Re-yes y Millares que no se han conservado, como puede deducir-se del ritmo de envíos y respuestas o de las propias referencias a contenidos que no aparecen en las cartas consultadas. Alguna TABLA 1 CORRESPONDENCIA ENTRE AGUSTÍN MILLARES CARLO Y ALFONSO REYES, POR AÑOS 1919 1 — 1938 2 1 1939 4 9 1940 5 9 1941 3 4 1942 2 2 1943 8 7 1944 2 2 1945 — 2 1946 1 3 1947 1 1 1949 — 3 1950 1 2 1951 2 4 1952 2 1 1953 4 2 1954 2 3 1955 — 5 1957 2 1 1958 1 2 Total 43 63 Año Cartas de Millares Cartas de Reyes © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 494 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 12 de las cartas aquí contribuidas no están archivadas en la Capi-lla Alfonsina, si no en la UNAM o en el archivo del COLMEX, tal como sucede con las cartas dirigidas por Millares a Reyes con fecha 17 de febrero de 1938, 14 de junio de 1940 y 23 de marzo de 1957. LA BIOGRAFÍA DE MILLARES CARLO EN MÉXICO DESDE SU EPISTOLARIO CON ALFONSO REYES Millares había conocido a Reyes durante su exilio en Madrid entre 1914 y 1924, al parecer con cierta coincidencia de aficio-nes e intereses, como demuestran sus encuentros en el Ateneo y en el Centro de Estudios Históricos. La primera carta que se cruzaron acompañaba el envío de la tesis doctoral de Millares en 191934. No es patente otro contacto directo hasta el 28 de octubre de 1938, cuando Millares escribió a Reyes, Encargado de Negocios en Río de Janeiro, para darle cuenta de su ida a México como exiliado, viudo y solo con la obligación de sacar adelante a sus cuatro hijos, al tiempo que le solicitaba datos existentes en el Instituto Histórico a fin de identificar las poe-sías de Anchieta, el fundador de São Paulo, que Mello había incluido en su Curso de literatura brasileira35. Reyes, en cordial respuesta el 26 de noviembre, se comprometía a buscar los do-cumentos solicitados y hablaba de reencontrarse en México en un plazo breve. Le deseaba una acogida allí tan reconfortante como la que él había recibido en Madrid. Desde que llegó a México, Millares tuvo el privilegio de ac-tuar de introductor de muchos intelectuales republicanos en la Casa de España. Por sus obligaciones como Vicecónsul español y como miembro del Comité técnico de Ayuda a los españoles en México, mantuvo un contacto continuo y próximo con Alfon-so Reyes y con Daniel Cosío, como prueba su decisiva interven-ción con el helenista Vicente Blanco García a la hora de facili-tarle su ida a México cuando aún trabajaba en el Centro de Estudios Históricos de Valencia. O la recuperación de Juan 34 MILLARES (1918). 35 MELLO (1870). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 495 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 13 María Aguilar, Catedrático de Historia de América de la Univer-sidad de Sevilla, que había escrito a Millares desde el domicilio de Bataillon en París, tras dejar Barcelona el día antes de que la perdiesen los republicanos36. México aparecía como la salida más oportuna, pues allí estaban siendo acogidos otros intelec-tuales como María Zambrano, posiblemente por intermediación de José Gaos37. Otro caso vino a través de Alfonso Reyes con una petición de ayuda de Rafael Somonte en 1939, o para aten-der a la apertura de una Escuela de Química en Morelia, donde encontraron empleo cinco exiliados españoles entre ellos el ca-tedrático de Matemáticas Juan Sancho, y Francisco Giral hijo. En 1940 presentaba ante Alfonso Reyes al Catedrático de Histo-ria y Geografía Amós Ruiz Lecina38, y abogaba por traer de San-to Domingo al profesor de Historia del Arte Rafael Sánchez Ventura, cuando ya se había desentendido de los asuntos de emigración. Todavía en 1942 apoyaba el ingreso de Matilde Goulart en «El Colegio», para que pudiese alcanzar el estatu-to de asilada política39. Incluso, acabándose 1943, apoyaba ante Cosío Villegas la concesión a Juan López Marichal de la beca que había solicitado al Centro de Estudios Sociales del COLMEX. El mismo sitio donde aún en 1954 intentaba conse-guir trabajo para Mariano Muñoz Rivero, sobrino del autor del conocido Manual de Paleografía40. 36 Las cartas de Agustín Millares Carlo a Daniel Cosío Villegas son del 23 de febrero y 14 de marzo de 1939. La carta de Juan Mª Aguilar a Millares es del 2 de marzo de 1939. Confirma que Bataillon había recibido dinero de Millares para solucionar la salida de España de su sobrino Jorge Hernández Millares. 37 Aguilar acabó recalando en Colombia, pero no vio allí cumplidas las promesas que le habían hecho y el 15 de mayo de 1939 escribía a Cosío Villegas insistiendo en la solicitud de situarse en México. Acompañaba su pe-tición con un breve Currículum vitae. 38 Carta de Millares Carlo a Alfonso Reyes, 14 de junio de 1940. Al des-pedirse dice: Vale et me ama. 39 Carta de Rafael Molina Betancourt, Director General de Población, a Alfonso Reyes, 15 de enero de 1942. Matilde Goulart estaba en Estocolmo y por su preparación era una candidata idónea para colaborar en las activida-des del COLMEX. 40 Carta dirigida a Alfonso Reyes, 28 de enero de 1954. La obra citada es: MUÑOZ Y RIVERO (1881). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 496 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 14 Sin duda el principal empeño de Millares consistió en pro-longar las actividades académicas que venía desarrollando en España. Así en el primer año del exilio propuso a Alfonso Reyes publicar en La Casa de España trabajos interrumpidos por el exilio, o hacer nuevas ediciones de los ya publicados. En concre-to pretendía elaborar un catálogo general de los libros de los siglos XVI y XVII, tanto impresos en España como de autores hispanos publicados fuera de España. Quería aprovechar así los materiales de sus dos premios nacionales de Bibliografía espa-ñola, junto a los fondos de la Biblioteca Nacional de México y los de otras bibliotecas destacadas de aquel país. Proyecto que no se pondría nunca en práctica, y que vería pasar mucho tiem-po antes de que se viese publicado parcialmente41. De igual manera le expuso la disposición de la editorial Hachette de Buenos Aires a publicar su Gramática y Antología Latinas e in-dagó la posibilidad de hacerlo en La Casa de España, lo que Reyes aceptó de inmediato42. Aún en 1938 comenzó a trabajar en la descripción bibliográfica de los fondos de la sala de Teo-logía de la Biblioteca Nacional, examinó los textos latinos de la antigua Universidad de Tiripetío en la Biblioteca pública de Morelia43, e inició sus investigaciones sobre fray Alonso de Veracruz. El 7 de diciembre de 1938 Millares escribió a su ex-rector, José Gaos, con la idea de retomar en México las actividades docentes, para lo que le proponía impartir dos seminarios, de Latín y de Paleografía moderna, pues le parecía serían de inte- 41 MILLARES (1932), que fue Premio Nacional de Bibliografía en 1929. Repitió este premio en 1935 por la obra Historia y bibliografía de la imprenta en el siglo XVI. 42 Se refiere a su obra MILLARES y GÓMEZ IGLESIAS (1935), cuya segunda edición se hizo en La Casa de España en 1941; y a MILLARES (1937), reedi-tada por La Casa de España también en 1941. 43 El 17 de febrero Millares envió a Reyes un informe de las actividades realizadas en Morelia: descripción del fondo bibliográfico antiguo de Museo Michoacano, procedente de los antiguos conventos agustinos de Tiripetío y Cuitzao. Identificación de una parte del fondo que se almacenaba, deteriora-do, en el despacho del Director. Trascripción del testamento de Antonio Utzimengari, Gobernador de Michoacán (siglo XVI). Elaboración de un pro-yecto de publicación del Catálogo del fondo antiguo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 497 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 15 rés en México. A la vez que se ofertaba para editar las Cuestio-nes académicas de Cicerón, así como para seguir completando el Corpus de Códices visigóticos. La carta y sus peticiones fue-ron entregadas en mano por Gaos a Cosío Villegas, quien ese mismo mes44 le hacía saber su satisfacción porque hubiese acep-tado integrarse en La Casa de España, donde iría a impartir cursos en 1939, así como le avisaba de haber iniciado el proce-so ante las autoridades académicas para que le incluyesen en la plantilla de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como para investigar en el archivo General de la Nación. A la hora de valorar la importancia que tuvo La Casa de España en la vida de Millares en México no es una cuestión menor el he-cho de que fuese su puente hacia la UNAM, pues por su inter-mediación empezó a colaborar allí en septiembre de 1939 im-partiendo un curso sobre Salustio45. El balance del primer año de cooperación con la Casa de España fue tan satisfactorio que Alfonso Reyes le propuso el 25 de octubre de 1939 continuar su programa de actividades en el año académico siguiente. Millares le contestó cuatro días des-pués de forma detallada manteniendo el Curso general de len-gua latina, y el cursillo semestral del Bellum lugurthinum, e in-troduciendo uno nuevo sobre los elegíacos latinos: Tíbulo, Propercio y Ovidio. Seguiría con el curso de Paleografía ayuda-do por Gómez de Orozco. Su investigación continuaría con las actividades iniciadas en la Biblioteca Pública de Morelia y en la Sala de Teología de la Biblioteca Nacional, donde colaborarían, comisionados también por La Casa de España, Jorge Hernández Millares y Concepción Muedra, así como en el Archivo de Pro-tocolos notariales46. Respecto a las publicaciones, le hace saber 44 Carta de Cosío Villegas a Agustín Millares Carlo. 20 de diciembre de 1938. 45 Carta de Alfonso Reyes a Antonio Caso, Decano de la Facultad, 21de agosto de 1939. En 1940 Millares impartiría cursos de Introducción al Latín y a la Paleografía: Carta de Millares a Antonio Caso, 11 de febrero de 1940. 46 El 31 de marzo de 1940 entregó la memoria de los trabajos realizados tanto en la Biblioteca Nacional como en el Archivo de Notarías, donde estu-dió un inventario de libros llegados de Sevilla en 1675, protocolos notariales del siglo XVI, en especial los referidos a otorgamientos hechos por Hernán Cortés, y otros relacionados con las costumbres y la topografía de México © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 498 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 16 que, además de la Gramática y la Antología latinas, tenía prepa-rados para entregar a la imprenta unos Estudios de Paleografía, que se publicarían en 194147. Pese a sentirse bien acogido y generar una brillante produc-ción, las preocupaciones enervaban con frecuencia a don Agus-tín, dedicado como estaba a sacar adelante una casa nueva con muchos inquilinos para lo que todo trabajo era poco. A finales de 1940 dejó de ocuparse de los asuntos de emigración en el Consulado y dispuso de mayor tiempo libre. Para llenarlo, como siempre que pasaba por apuros económicos, propuso a Alfonso Reyes hacer alguna traducción, mientras, en paralelo, proyecta-ba el Centro Bibliográfico Mexicano (futuro Instituto Bibliográ-fico Mexicano) cuya puesta en marcha se pospuso. Salir adelante en México exigía una dedicación muy intensa. Sin contar las clases de las que hablábamos, en 1940 Millares dedicaba las mañanas a investigaciones fomentadas desde La Casa de España en la Biblioteca Nacional. Por las tardes acudía al Archivo de Notarías del Distrito Federal. En las cartas cons-ta incluso la relación inicial de obras de la Bibliotheca Scrip-torum Graecorum et Romanorum Mexicana que editaría la UNAM48. El cuidado de la filología latina pasó a ocupar ahora colonial. Se publicaron: MILLARES CARLO, A. y MANTECÓN NAVASAL, J. I, Ín-dice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notarías del Departamento de México, D. F. México: El Colegio de México, 1944 y 1946. 47 Se publicó como MILLARES CARLO, A., Nuevos estudios de Paleografía Española. México: FCE - La Casa de España, 1941. La carta adjuntaba el programa del Curso de Paleografía, un breve Currículum vitae y una decla-ración de las actividades realizadas. Cuando se publicó el libro, Millares es-cribió a Cosío el 11 de marzo de 1941, indicándole más de sesenta personas y entidades a quienes había que enviar un ejemplar, en especial a una veintena de Universidades y revistas latinoamericanas y estadounidenses, pero sobre todo a otros españoles exiliados fuera de México, como Américo Castro, Tomás Navarro, Federico de Onís, Luís A. Santullano, José Prat y Leopoldo Castedo. 48 Carta de Agustín Millares Carlo al decano de la Facultad Julio Jiménez Rueda, de 27 de octubre de 1942. La relación de obras latinas aparece como addenda a esa carta. En esa primera relación aparecen las siguientes obras: de Cicerón: De signis, De suppliciis, Orator, Pro Ligario, Pro Marcello, Pro Milone; de Cornelius Nepos; de Horacio, Odas y Ars poetica; Ovidio (selec-ción); Fedro: Fábulas (selección); Plauto: Aulularia; Séneca: De vita beata, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 499 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 17 el primer plano de su quehacer científico. En el aula, su expe-riencia y cualidades humanas, junto a la satisfacción que le cau-saba, hacían fácil el ingreso de los estudiantes en la cultura la-tina. Como sucedía también cuando enseñaba Paleografía, los textos latinos le llevaban a recrear magistralmente los hechos a los que se referían. Se implicaba tanto con la narración que evocaba en los alumnos cuanto ésta podía sugerir. Incluso llegó a llorar en clase, después de traducir el libro IV de la Eneida reviviendo la muerte de Dido49. Empezando 1941 Millares envió a Cosío Villegas el plan de trabajo a desarrollar tanto en el Instituto de Investigaciones Históricas como en la Facultad de Filosofía y Letras. Lo acom-pañó con la traducción del Libro I de la Utopía, y confirmaba que se ocupaba de la traducción del Libro II50, así como de la traducción y transcripción del Palacios Rubios51. Ese año empe-zó sus colaboraciones con José Ignacio Mantecón, archivero del de Indias en Sevilla, que tantos frutos daría a las ciencias auxi-liares históricas en México. La ocasión se dio a través del Insti-tuto de Investigaciones Históricas al que pertenecía Millares y en el que también estaban Vicens y Mantecón52. Estos confeccio- Epistulae (selección); Tácito: Agricola; Germania; Tito Livio: Libri XXI-XXII; Terencio: Los Adelfos; Virgilio: Eneida, liber IV. 49 Lo afirma ASCENSIÓN HERNÁNDEZ DE LEÓN PORTILLA en «Agustín Mi-llares Carlo, polígrafo de España y de América», en Cuadernos Americanos, 1994, núm. 47. p. 90. Lo toma de una aseveración hecha ante ella por Anto-nio Gómez Robledo en octubre de 1986. 50 Aparecerían publicadas como Utopías del Renacimiento: MORO, Tomás, Utopía; CAMPANELLA, Tomaso, La ciudad del sol; BACON, Francis, Nueva Atlántida. Traducción de la Utopía de Moro por Agustín Millares Carlo. Méxi-co: FCE, 1941. 51 Los trabajos de Palacios Rubios tardaron muchos años en publicarse: LÓPEZ DE PALACIOS RUBIOS, Juan, De las islas del mar Océano. PAZ, Fr. Matías de, Del dominio de los reyes de España sobre los indios. Introducción de Silvio Zavala. Traducción, notas y bibliografía de A. Millares Carlo. México: FCE, 1954. La obra de Palacios Rubios fue luego incluida en el libro de A. MILLA-RES CARLO, Tres estudios biobibliográficos. Maracaibo: Universidad del Zu-lia, 1961. 52 Millares continuó en México la docencia de Latín y Paleografía (si-glos XVI y XVII) queriendo preparar a los alumnos para trabajar en los ar-chivos históricos. El nivel de la primera promoción le pareció insuficiente, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 500 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 18 naron una propuesta detallada para elaborar un Índice Analíti-co de las Colecciones Documentales de Historia de América y otra para hacer las Fuentes Literarias de la Cultura Mexicana en la época colonial (Siglos XVI a XVIII), proyectos que elevó Millares a la atención de Alfonso Reyes en busca de patrocinio el 17 de enero de 1941. La carta iba acompañada de la descripción de-tallada de ambos proyectos. Nueve días después Reyes le remi-te a Silvio Zabala para obtener ayuda de instituciones estado-unidenses. Especialmente el Índice Analítico le pareció una propuesta coherente con la línea abierta en México por Lewis Hanke. Este proyecto fue el origen de una larga asociación con Mantecón que produjo bienes extraordinarios en los campos de la Archivística53, la Bibliografía54, la Historia o la Paleografía y Diplomática. Asimismo, el contacto con Hanke, a través de Silvio Zavala, supondría el inicio de las investigaciones indige-nistas de Millares, suscitada por unos documentos que el norte-americano había encontrado en la Biblioteca del Congreso y que supuso otra de las grandes labores de Millares en México, en torno a las instituciones jurídicas del período colonial de la his-toria de América, en especial las dedicadas al estudio de Las Casas y las grandes obras del Derecho indiano55. Así pues, desde el principio del exilio se evidencia su afán por estudiar la obra de los juristas españoles del siglo XVI que buscaban enunciar unos títulos más perfectos que justificaran la por lo que solicitó una hora más de docencia semanal (Carta a Alfonso Re-yes, s.d., finales de 1941). Además pedía que se crease un curso de Ar-chivología y Biblioteconomía, que supondría el inicio de los estudios de Biblioteconomía y Documentación en la UNAM. 53 Millares abogó ante Zavala y Cosío (12 de marzo de 1943) por la inte-gración de Mantecón en el Centro de Estudios Históricos. De la producción conjunta podemos destacar: MILLARES y MANTECÓN (1944 -1946). Así como MILLARES y MANTECÓN (1948). La primera promoción a la que Millares dio clase trabajó en la traducción y comentario de fragmentos del De procuranda indorum salute del padre Acosta; lectura y análisis de Catilina y del Bellum Iugurthinum de Salustio. Los alumnos que formaban esa promoción fueron: Carlos Bosch García, Enriqueta López Lira, Susana Uribe, Pedro Tomé, García Ruiz, Juan La Torre, y Sandoval. 54 MILLARES y MANTECÓN (1943). 55 Cuerpos de documentos (1943). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 501 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 19 integración de las Indias en la Corona de Castilla56. En ellas se recoge la reflexión jurídica que trata de revisar los conflictos que surgieron entre los colonizadores y la metrópoli. Acabaría estudiando a los autores que se habían propuesto resolver esta cuestión de la manera más justa; por lo que no se limitaron a esgrimir razonamientos relativos a la fe, sino que se propusie-ron enfrentarse a los abusos de la conquista57. En su consecu-ción esgrimieron unos valores jurídicos que alcanzarían recono-cimiento universal. Sin duda, Reyes se convirtió en un apoyo imprescindible por su cercanía y suministro constante de ayuda. Era el apoyo mo-ral y financiero de las múltiples iniciativas que Millares empren-día. En marzo de 1941 (carta del día 11) Millares le agradecía explícitamente el préstamo de los recursos necesarios para ela-borar el «Registro bibliográfico» de la revista Filosofía y Letras de la UNAM58. Así como la publicación de los Nuevos estudios de Paleografía española59, al tiempo que se interesaba por el posible cobro de los derechos de autor. Lo que no era obstácu-lo para, de inmediato, solicitarle ayuda para solventar cuestio-nes técnicas en orden a la consulta directa en el COLMEX de los Protocolos del siglo XVI, que publicaría con Mantecón entre 1944 y 1946. 56 En julio de 1941 tenían ya las pruebas. Reyes escribió a Eduardo Re-guera, Director del Museo Nacional de Arqueología e Historia, para que per-mitiese a Millares consultar una fotocopia de la obra guardada en su centro. Al final se editó como CASAS (1942). 57 Lo analiza extensamente BOLAÑOS (2004), pp. 1071-1100. 58 Desde 1940 Millares había contribuido a entregas bibliográficas en España Peregrina, núm. 2, 3, 4, 5 y 6, Y en Ultramar, con la Bibliografía es-pañola del destierro. Los registros que aquí se citan se publicaron en los suplementos de 1941 y 1942 (vols. 3 y 4) de la revista Filosofía y Letras. 59 Se publicó como MILLARES (1941). La carta adjuntaba el programa del Curso de Paleografía, un breve Currículum vitae y una declaración de las actividades realizadas. Cuando se publicó el libro, Millares escribió a Cosío el 11 de marzo de 194], indicándole más de sesenta personas y enti-dades a quienes había que enviar un ejemplar, en especial a una veintena de Universidades y revistas latinoamericanas y estadounidenses, pero sobre todo a otros españoles exiliados fuera de México, como Américo Castro, To-más Navarro, Federico de Onís, Luís A. Santullano, José Prat y Leopoldo Castedo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 502 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 20 Vamos observando cómo las cartas de Millares a Reyes ge-neralmente dan cuenta de los proyectos, de los trabajos en cur-so, de las publicaciones recientes, de los trámites ante editoria-les o instituciones de investigación y docencia o bien piden anticipas, licencias o ayudas para atender a otros exiliados, o para satisfacer alguna necesidad sobrevenida. En su larga co-rrespondencia, Agustín y Alfonso supieron mantener siempre la elegancia, incluso cuando las noticias eran malas, como sucedió con las restricciones presupuestarias de 1942 en que Reyes tuvo que comunicar a Millares una disminución salarial y el final del contrato que les unía cuando el año terminase, pero que Reyes supo prorrogar durante el año 1943 (Carta del 16 de febrero de 1942). Por reducciones presupuestarias de la Secretaría de Edu-cación Pública, el Colegio de México se vio obligado a reducir los honorarios que percibía Millares, al tiempo que fijaba el 31 de diciembre como fecha límite del contrato de Millares. Sin embargo, un año después, el 6 de enero de 1943, vuelven a con-tratarle hasta el 31 de diciembre aumentándole considerable-mente la remuneración mensual que percibía. De esta manera, cada año, se fijada la colaboración de Millares con el Colegio para el curso siguiente y se revisaría el sueldo percibido. La respuesta de Millares fue elegante y cortés al reconocer cuanto Reyes y Cosío hacían por él y por los suyos: «he de ex-presarle en nombre de los míos el testimonio de agradecimien-to y la deuda de gratitud que con ustedes hemos para siempre contraído por la generosidad y delicadeza con que han procedi-do en toda ocasión para con nosotros»60. La misma sutileza mostraba Reyes a la hora de decirle a Millares que su condición de Catedrático cumplía tan solo una función docente, debiendo evitar participar en las elecciones universitarias y en los tribu-nales para catedrático. Reyes también se dirige a Millares con cierta frecuencia para solicitarle información. Son ejemplos claros la carta del 8 de febrero de 1945 en que le requiere unos artículos sobre Valle lnclán para Carlos, el hijo de este, o la del 5 de agosto de 1946 pidiendo referencias sobre posibles obras de Luisa Magdalena 60 Carta de Millares a Alfonso Reyes, 19 de febrero de 1942. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 503 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 21 de Jesús, protectora de Sor Juana Inés de la Cruz. O cuando el 25 de octubre de 1950 le solicitaba su opinión para seleccionar la adquisición de tul fondo bibliográfico relacionado con las Lenguas indígenas, que a Millares le parece de escaso interés (respuesta del 16 de noviembre siguiente), frente a un lote de valor apreciable sobre Historia y Bibliografía mexicanas. El ritmo de trabajo crecía con los años, pese a que la salud no acompañaba todo lo que era deseable61. Cada año, una de las cartas de Millares a Reyes resumía y valoraba las actividades docentes e investigadoras en las que había colaborado con el Colegio durante el curso anterior. La del 8 de febrero de 1943 mostraba una magnífica producción al dar término a la traduc-ción de las Décadas de Pedro Mártir62; a la edición del ya co-mentado De insulis de Palacios Rubios; al traducir las Cuestio-nes Académicas y el De Oficiis de Cicerón63; y la Conjuración de Catilina de Salustio64; y al completar dos repositorios bibliográ-ficos para Filosofía y Letras, así como la Bibliografía de bibliogra-fías mexicanas con Mantecón65; mientras continuaba con los Índices y extractos del archivo de Notarías. LAS ACTIVIDADES ACADÉMICAS EN EL COLMEX Y EN LA UNAM Desde el Colegio de México se fraguó el Centro de Estudios Clásicos de la UNAM, en cuyo diseño participaron activamente García Bacca y Millares, quien informó a Reyes (Carta del 29 de marzo de 1943) de las conversaciones y la redacción del plan creador y organizador de ese centro donde se generaría la gran 61 En sus cartas a Reyes y a Cosío alude con frecuencia Millares a pro-blemas de salud, con tendencia a la depresión, y con abundantes subidas de la presión sanguínea, que le obligaban a desplazarse a Acapulco buscando un clima y una altitud más conveniente, incluso habla de periodos de enferme-dad superiores a un mes (carta a Reyes, 6 de julio de 1946). 62 MÁRTIR DE ANGLERÍA (1945). 63 CICERÓN (1944) y CICERÓN (1945). 64 SALUSTIO (1944). 65 MILLARES y MANTECÓN (1943). Estaban acabando MILLARES y MANTE-CÓN (1944-1946). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 504 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 22 empresa editorial de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana. Estaban ya diseñadas las líneas por don-de correría la investigación de Millares en su larga estancia en México, cuya extensión y profundización daría obras magistra-les. La misma carta sirve para retomar la puesta en marcha del Instituto Bibliográfico Mexicano, donde le indicaba cómo Ra-fael Heliodoro Valle había defendido su necesidad en The Hispanic Historical Review. Millares, agobiado por las investigaciones pendientes en la Biblioteca Nacional y en la propia Biblioteca universitaria, aca-baría renunciando a ocupar la Cátedra de Latín en la UNAM66. Le sustituyó su alumno Manuel Alcalá. Esto no supuso el fin de las colaboraciones docentes de Millares en Latín, como demues-tra una nueva renuncia de 1947 a impartir esa disciplina a los alumnos del segundo curso67. Aunque continuó con las clases68, dejaron de ser su principal actividad que ahora pasó a la inves-tigación dentro del Seminario de Traducción del Latín que se creó en la Facultad69. En el COLMEX su docencia perduró has-ta que en 1950 se cerraron los Cursos de Latín, por más que continuase atendiendo a grupos muy reducidos como se mues-tra en un informe del 7 de junio de 1952. De los trabajos desarrollados en la Biblioteca Nacional y en otras donde había investigado, Millares ofrecía para su posible publicación a finales de 1944 una serie de estudios conjuntados en el nombre de Investigaciones de biobibliografía americana, en la que figuraban los trabajos iniciales de posteriores investiga- 66 Carta de Agustín Millares Carlo al decano de la Facultad D. Julio Jiménez Rueda, de 20 de julio de 1943. La carta de propuesta del decano era del 4 de agosto. Millares se lo había comunicado también a Alfonso reyes el 13 de julio de 1943, al tiempo que aprovechaba para abogar por su hija Mercedes para que se iniciase en los trabajos de oficina en el COLMEX. 67 Carta al Decano de fecha 16 de abril de 1947, con respuesta de acep-tación dos días después. 68 Incluso Alfonso Reyes le propuso ante la Facultad para impartir un curso de Literatura Latina (20 de abril de 1949). 69 Propuesta del decano Samuel Ramos al rector Salvador Zubirán, 20 de marzo de 1946.El Seminario de Griego lo llevaba Juan D. García Bacca. La creación de estos seminarios de investigación debe de verse como consecuen-cia del éxito que alcanzó la colección de clásicos editada por la UNAM © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 505 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 23 ciones más amplias que marcarían gran parte de sus mejores publicaciones mexicanas70. Me refiero a Juan José de Eguiara y Eguren y su Biblioteca Mexicana; Notas acerca de la familia de Eguiara; El padre Feijoo y América; Notas de bibliografía colo-nial mexicana (sobre el poeta Bernardo de la Vega; sobre Juan Ruiz de Alarcón; consideraciones acerca de la historia de la imprenta en Mérida; sobre el Speculum coniugorum de fray Alonso de la Veracruz71; Algunos documentos de tipógrafos mexicanos del siglo XVI; Un libro propiedad de Zumárraga y una obra inédita del chantre Pedraza72), Breves notas acerca de fray Toribio de Benavente o Motolinía, Más datos sobre el apóstol del Brasil, o Algunas noticias sobre fray Alonso de Es-pinosa. No hay duda de que las ediciones críticas hechas por Milla-res de la obra de Juan Ruiz de Alarcón se habían ocasionado en el interés y conocimiento que Reyes siempre mostró por ella, cuyo valor y trascendencia se propuso reivindicar, como se cons-tata en la introducción a las obras completas73. Consideraba Reyes que Alarcón debía ser visto como el origen literario del genio mexicano, ideal arquetípico de la forma de ser diferen-ciadora74. Fue asimismo en El COLMEX donde Millares inició sus tra-bajos sobre sor Juana Inés de la Cruz. Casi desde su llegada a México se habituó al contacto con documentos sobre ella en el Archivo de Protocolos. Pero la ocasión fue el envío por la seño-ra Spell de unos documentos sobre sor Juana que Millares de-bió de comparar con los originales (carta a Alfonso Reyes, 17 de enero de 1947). Por entonces apareció el testamento, encontra-do por Cervantes en ese archivo, y unas poesías desconocidas de sor Juana. Pasarían diez años antes de que Millares completase 70 En carta dirigida a Alfonso Reyes, 18 de octubre de 1944. La obra no vería la luz hasta MILLARES (1950). Desapareció del proyecto original para integrarse en publicaciones específicas de mayor calado todo lo referente a Eguiara y Eguren, así como a Feijoo y América, pero se mantuvieron traba-jos sobre Bartolomé de las Casas y Cervantes de Salazar. 71 MILLARES (1944). 72 MILLARES (1945), pp. 56-64. 73 RUIZ DE ALARCÓN (1957-1959). 74 ENRÍQUEZ PEREA (205), pp. 150-152. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 506 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 24 la Bibliografía de la poetisa, corrigiendo y actualizando la edi-ción de Pedro Henríquez Ureña, con ayuda precisamente de Susana Henríquez Ureña, cuando ya no estaba en la plantilla del COLMEX pero continuaba trabajando allí, donde contaba incluso con despacho. En ese centro, desde 1950, Millares aban-donó la docencia y se dedicó tan solo a actividades investigado-ras. Al tiempo que colaboraba con Raimundo Lida, Director del Centro de Estudios Lingüísticos, en las tareas editoriales de la Nueva Revista de Filología Hispánica, en especial elaborando repertorios y reseñas75. El afecto entre Reyes y Millares se hace explícito en una carta en latín que Millares le dirigió en marzo de 1951 dando respuesta a una petición de información sobre nutrición que había hecho al COLMEX Luis Santullano76, a la que respondió Reyes en constancia poética el 22 del mismo mes. El primer viaje a España en 1952 y las preocupaciones por los asuntos que quedaban en México está perfectamente refleja-do en los documentos del archivo histórico del COLMEX. Espe-cialmente las preocupaciones familiares y personales, pero tam-bién las académicas. Fue el tiempo en que quiso completar una obra muchas veces relegada en su vida, el Corpus de Códices Visigóticos77. Para hacerla, pensó Millares aprovechar una estan-cia de dos años que quería cumplir en España (Carta a Alfonso Reyes, 7 de julio de 1952). No sabía don Agustín que regresaría muy pronto a México y que permanecería aún más de veinte 75 Carta de Reyes a Millares, 7 de septiembre de 1950. 76 SÁNCHEZ CUERVO (2002), pp. 107-118. 77 Informe de Millares a Manuel Calvillo, Secretario del COLMEX, 7 de junio de 1952. Desde Madrid Millares envió dinero a su nueva compañera en México, Herlinda Soto, a través de sus sobrinos Jorge Hernández Millares (que por entonces trabajaba en UTEHA) y Lucrecia de la Torre, cuando no cheques mediante Juan Arellano (cartas desde Madrid a Juan Arellano, Se-cretario del COLMEX, el 1 y el 28 de diciembre de 1952, 16 y 31 de marzo, 18 y 24 de abril de 1953, donde le anunciaba que salía para París el día 25, desde le volvería a escribir el 7 de mayo). Creemos que el dinero estaba des-tinado al alquiler de la casa común, mientras las hijas vivían, primero, en Tlalpa, calle Morelos 45, y luego en los Jardines del Sur de Xochimilco. Mi-llares se casaría por lo civil con Herlinda el 22 de noviembre de 1957, sien-do testigos Ernesto de la Torre Millares y Bonifaz Nuño. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 507 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 25 años fuera de España. Estando en Madrid viajó a México y El Salvador, pero tuvo que regresar precipitadamente por proble-mas personales a Madrid. Desde Madrid le confirmó a Reyes que su estado de salud era precario (carta de 13 de marzo de 1953). El día 23 justificaba su marcha precipitada de El Salva-dor a causa de su salud quebrantada, si bien estaba dispuesto a cumplir lo acordado con la Dirección de Bellas Artes. Durante la estancia en Madrid 1mbía intentado su restitución en la Cá-tedra de la Central de Madrid. No quedarse, como deseaba, lo causó la aparición interesada de una acusación de haber solici-tado en 1924 la pertenencia a una logia masónica mientras en-señaba en el Instituto de Filología Española de Buenos Aires, cosa que Millares no contradice en su carta a Reyes, pero que debemos considerar como una mera anécdota en su vida (Car-ta a Alfonso Reyes, 23 de marzo de 1957)78. Sin duda todo estu-vo motivado en que su regreso impediría alcanzar esa cátedra a alguien que la deseaba mucho. Dado que el resultado debería esperarse por mucho tiempo, se verá obligado a volver a Méxi-co a causa de esa intriga. Tras unos meses de estancia en Paris y Londres, no tuvo otra opción personal y profesional que regresar. Alfonso Reyes y Juan Arellano quisieron facilitarle el reingreso, retornando la cooperación que Millares había tenido con el Colegio desde su fundación. Para salir adelante contaba además con sus colabo-raciones en UTEHA, la trascripción del tomo I de los protoco-los de Santiago de Chile y, sobre todo, su trabajo en la Univer-sidad, para lo que escribió al Decano Antonio Castro Leal (en 1954 Millares fue nombrado Profesor a Tiempo Completo en la UNAM, lo que suponía pasar a ser Catedrático de carrera)79. 78 BOLAÑOS (1997), pp. 11-20. 79 El expediente personal de Millares en la UNAM contiene su nombra-miento como Profesor a Tiempo Completo de la Facultad de Filosofia y Le-tras, con sus obligaciones académicas, docentes e investigadoras (28 de junio de 1954). Tras ser nombrado, envió una carta al rector Nabor Carrillo el 8 de julio de 1954 haciéndole saber que a la par desarrollaba tareas profesiona-les en El COLMEX desde su fundación, pues ser funcionario de carrera le obligaba. por incompatibilidad, a pedir un año de licencia sin sueldo en el COLMEX. Por entonces vivía en la calle Newton, 181-6 del Distrito Federal. Al año siguiente se trasladó a la calle Anaxágoras, 546 en la Colonia Narvarte. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 508 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 26 Pero de nuevo puede afirmarse que fue el COLMEX principal asidero. Reyes le volvió a solucionar las cosas según reconoció Millares el 10 de julio de 1953 desde Londres. Aún en septiem-bre de 1953 volvió a El Salvador a cumplir con el compromiso pendiente, que interrumpió un problema de salud por el que debió estar ingresado nueve días. El 17 de octubre Millares con-firmaba a Reyes que lo había satisfecho, al tiempo que le pro-ponía realizar una segunda edición de la Bibliografía de Biblio-grafías mexicanas. Durante los años que Millares perteneció al COLMEX, Reyes y Cosío estuvieron siempre solícitos para atender cualquier pe-tición suya, solucionándole una infinidad de dificultades y situa-ciones adversas. Por su medio se arregló en 1954 el permiso de emigración de Mercedes, la hija de Millares, cuando quiso re-gresar a México después de residir en España desde 1951. O en un caso similar con su hijo Agustín acogiéndole como becario de Filología. En 1954 Millares obtuvo contrato de Profesor a Tiempo completo en la UNAM, por lo que debió de pedir un año de licencia sin sueldo en el COLMEX para no caer en incompa-tibilidad (Carta a Alfonso Reyes, 29 de julio de 1954). Sin embargo, la generosidad con que México había recibido a los republicanos no bastaba para hacerles olvidar que perma-necían allí transterrados. Vivían con frecuencia arrastrados por el recuerdo nostálgico de Espa��a. Regresar se hizo una necesi-dad para Millares. Conforme pasaban los años había ido cre-ciendo la añoranza por la tierra, la familia lejana y los amigos. La correspondencia de Millares refleja con claridad la amargu-ra por mantener una situación que llevaba trazos de hacerse permanente. Estado que se hizo más sensible a partir de 1953. Cumplir sesenta años en el exilio se le antojaba el fin de la es-peranza de solucionar la vuelta a casa. Sin embargo, la familia en España estaba convencida de su deseo de regresar casi des-de que llegara a México. Las cartas manifiestan la soledad y el sentimiento de postergación. La vida profesional, que tan fruc-tífera era en México, no le daba en lo personal las satisfaccio-nes que buscaba. Lo desagradable que se le hacía el ambiente y lo imprescindible del regreso se habían vuelto referencia común en los mensajes enviados a su sobrino Agustín Millares Sall, a © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 509 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 27 su amigo Manuel Hernández, y de modo destacado a su herma-no Juan. Incluso antes de volver a España desde el exilio por primera vez se quejaba con amargura: «añoro la tranquilidad y la paz, y pienso cada día más en conseguirlas. El «sacrificio por los ideales es muy bello, pero está condicionado, no por el egoís-mo, sino por el límite de las fuerzas humanas. Si el ambiente en que a uno a la fuerza le ha tocado vivir fuera, al menos, agra-dable, la cosa no sería tan trágica; pero si vieras la mezquindad de tantas pasiones, rencillas y odios que a diario tengo que su-frir, comprenderías mi posición y mis deseos de librarme»80. La vida gastada en esfuerzos ilógicos y la incomprensión de su presencia por parte de algunos compañeros en los centros de trabajo eran razones muy fuertes para que el resto de cosas compensasen el profundo malestar que sentía. El primer regre-so a España acentuó esta sensibilidad. Desde entonces, cada vez que retornó a México se hacía insoportable la ausencia de los seres queridos y de los momentos vividos en Las Palmas, cuya intensidad expresaba luego en las cartas de manera entrañable y un tanto melancólica: la charla con los amigos, la hora sagra-da del café81, el deseo de consagrar sus futuros trabajos a la erudición isleña, y hasta el malvasía dorado de Lanzarote. Cada retorno al Archipiélago renovaba los esfuerzos para hacerla de-finitivo. Pero siempre acababan infructuosamente. Lo daría todo por volver a casa y sin embargo su deseo quedaba invaria-blemente insatisfecho. El regreso se hacía difícil. Cada año un nuevo plan para volver, cada plan se veía reiteradamente trun-cado. Por entonces ni siquiera podía sospechar que le quedaba por vivir otro largo plazo en América. Por lo que respecta a la Facultad, en la memoria anual de actividades correspondiente al curso de 1955, don Agustín con-firmaba ante el Decano Juan Hernández Luna haber impartido las disciplinas de Latín de primer curso (cuatro horas por sema- 80 Carta dirigida a Juan Millares Carlo. México, 19 de julio de 1949. 81 La tertulia que se organizaba a la hora del café le permitía gozar de la conversación de los amigos de Las Palmas mientras, con un cigarrillo siem-pre en la mano, dejaba salir toda su enorme simpatía e ironía socarrona. Luego, desde México recordaba esos momentos con insistencia en cartas y conversaciones. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 510 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 28 na), Cultura latina (dos horas a la semana), así como el Semi-nario de Lengua y Literatura latinas (otras dos horas). Al mis-mo tiempo asistía dos horas cada semana a la Biblioteca de la Facultad para solucionar problemas bibliográficos y atender a consultas de los alumnos, y continuaba en el Archivo General de la Nación preparando la obra: Documentos para la Historia de la Cultura en México durante los siglos XVI y XVII82. Dirigía a la par dos tesis de Maestría: una relacionando a García Larca con Juan Ramón Jiménez, y otra sobre el escritor latino Minu-cia Félix. La memoria de actividades fue enviada el 20 de enero de 1956 por Millares desde San Luís Potosí, anexa a una carta en que explicaba que impartía cuatro disciplinas hasta finales de febrero. Estaba allí porque la Academia Potosina de Ciencias y Artes le había encargado seis conferencias para sus Cursos de Invierno, del 20 al 25 de febrero, lo que aprovechó para comple-tar desde primeros de año investigaciones pendientes. En 1957, además de cuidar en el COLMEX la actualización ya comentada de la Bibliografía de Sor Juana, revisaba y actua-lizaba las referencias bibliográficas de la Nueva Revista de Filo-logía Española, e intentaba que le editasen su Catálogo crítico de códices visigóticos, a la vez que enriquecía y actualizaba sus trabajos sobre la historia de la imprenta en Barcelona, si-glo XVII. El 5 de diciembre de 1957 Millares agradecía a Reyes la posibilidad de realizar un viaje desde el 6 de diciembre (Veracruz, Bremen, Madrid) Estaría en España hasta finales de abril de 2008, con estancias breves en Las Palmas, León, Ar-cahueja, Granada, Barcelona, Toledo, Silos, París y Londres. Entre las vicisitudes vividas en la UNAM aparece una carta sin fechar en la que el decano Salvador Azuela contesta, supo-nemos que a una petición de permiso de Millares, de manera muy fría y burocrática recordándole el compromiso de su con-trato, que le obligaba a impartir cursos de Historia de la Lite-ratura Latina, Paleografía española y el Seminario de traduc-ción de clásicos latinos, además de orientar a los profesores menos expertos de Letras clásicas y traducir una obra de un clásico de la Literatura Latina por curso. Sin duda alguna, fue 82 MILLARES y MANTECÓN (1955). © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 511 REPERTORIOS EPISTOLARES DE AGUSTÍN MILLARES CARLO DESDE EL EXILIO Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 29 este el inicio de las quejas de Millares respecto al trato recibido en la Facultad, que generaron un sentimiento de postergación que acabaría llevándole fuera de México cuando acabase la dé-cada. El último mensaje escrito que se cruzaron Reyes y Millares fue el 17 de mayo de 1959 mediante un saluda de Reyes que acompañaba a su original «La supervivencia en la religión grie-ga » para que lo publicasen en el Anuario de Estudios Clásicos. CONCLUSIONES Las cartas suponen un apoyo documental de extraordinaria relevancia, pues su consulta nos ofrece los testimonios más per-sonales que dejaron los exiliados españoles en México tras la Guerra Civil. Las cartas de los exiliados en México muestran cómo se adaptaron a la nueva situación. Frecuentes reuniones les permi-tían intercambiar ideas y alcanzar planteamientos conjuntos, luego reflejados en las participaciones elegíacas o reivindicativas de las revistas del exilio. En un principio su actividad estuvo presidida por el dolor que todavía producían hechos tan recien-tes, por lo cual en las primeras entregas estaba aún muy presen-te la España madrastra. Pasando el tiempo los humanistas del exilio fueron equilibrando su erudito bagaje español con la aco-modación progresiva al estudio de asuntos propios de la tierra que les acogió. Inicialmente, puede considerarse el Latín la prin-cipal salida académica y profesional de Millares en México. Su dominio de la lengua romana le ofreció la posibilidad de sobre-vivir gracias a su magistral docencia y a unas ediciones cuida-dísimas. Las cartas demuestran que El Colegio de México, sim-bolizado en Reyes, sirvió de enlace entre Millares y la Biblioteca Nacional, la UNAM y algunas de las editoriales más relevantes. En el caso de Agustín Millares Carlo y de Alfonso Reyes, las cartas que se cruzaron nos permiten contar con vestigios de primera mano mediante los que se revela una gran cantidad de información biográfica tanto sobre su carrera humanística y erudita, como acerca de su acontecer personal. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 JOSÉ ANTONIO MOREIRO GONZÁLEZ Anuario de Estudios Atlánticos 512 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 483-516 30 El análisis de esa correspondencia aporta datos relevantes sobre el periodo de la vida de Millares desde su llegada a Méxi-co en 1938 y hasta prácticamente su marcha a Venezuela en 1959, año del fallecimiento de Alfonso Reyes. Una deducción inmediata de la consulta de la correspondencia entre Alfonso Reyes y los intelectuales españoles llegados a México desde 1938 es que aparece ante estos siempre como una persona de con-fianza, incluso amiga, alguien a quien recurrir siempre seguros de obtener comprensión para los problemas que se le plantea-sen, fuesen cuales fuesen. Las cartas reflejan el compromiso profundo de Millares con otra de sus grandes tareas en México, la realizada en torno a las instituciones jurídicas del período colonial de la historia de América. Hizo unas valiosas ediciones críticas de los autores que pretendieron resolver el asunto del modo más justo, por lo que aceptaron la obligación de la Iglesia a cristianizar a los in-dios; pero no se conformaron con esgrimir los títulos que toca-ban a la fe, sino que el esfuerzo se encaminó a resolver jus-tamente los abusos de la conquista desde unos valores jurí-dicos que sin ser novedosos se expresaron de forma más uni-versal. Las cartas cruzadas entre Millares y Reyes deben considerar-se como un testimonio de trato caballeroso y fino, pero además todo un repertorio del acontecer vital que Millares exponía con sinceridad y respeto en busca de ayuda, pidiendo opiniones, dando cuenta de investigaciones y proyectos, o intercambiando favores. BIBLIOGRAFÍA BOLAÑOS MEJÍAS, Carmen (1997), «El «procedimiento» contra Agustín Millares Carlo en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comu-nismo ». Boletín Millares Carlo, 16, pp. 11-20. BOLAÑOS MEJÍAS, Carmen (2004), «La restitución del amparo mexicano por los exiliados: la obra de Millares Carlo sobre las instituciones jurídicas duran-te la colonia». Anuario de Estudios Atlánticos, 50, v. 2, pp. 1071-1100. CASAS, Bartolomé de las (1942), De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem. Copia del S. XVI en la Biblioteca Pública del Estado de Oaxaca. 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