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159 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 LA FORMACION DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII P O R MARTA GARCÍA GARRALÓN RESUMEN El intenso tráfico marítimo comercial mantenido entre España y las co-lonias de ultramar a lo largo de la Edad Moderna requirió de una gran in-fraestructura logística, de barcos, y del elemento humano necesario para integrar las tripulaciones de sus navíos. La formación de los pilotos asigna-dos a los buques que transitaron las rutas atlánticas se convirtió en un pro-blema de Estado, dada la importancia del grado de preparación de estos profesionales a la hora de hacerse a la mar. El conocimiento de la situación de la enseñanza del pilotaje en el siglo XVIII arroja una nueva luz sobre aspectos hasta el momento poco tratados por la historiografía, como ha sido la instrucción y aportación de pilotos y de gente de mar por parte del Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla a las necesidades de la Carrera de Indias y de la propia Armada. Palabras clave: Pilotaje. Enseñanza de la náutica. Enseñanza de la mari-nería. Formación naval. Piloto. Pilotín. Piloto mercante. Piloto de la armada. Carrera de Indias. Obra pía. Seminario de caridad. Huérfanos. Santelmistas. Universidad de Mareantes de Sevilla. Escuelas de náutica. Piloto mayor. Ca-tedrático de cosmografía. Casa de la Contratación. Embarques. Pilotos practicones. Pilotos senistas. José de Gálvez, Marqués de la Sonora. José de Mazarredo. Francisco Javier Winthuysen y Pineda. ABSTRACT The intense maritime commercial traffic supported between Spain and the colonies of overseas along the Modern Age needed of a great logistic infrastructure, of ships, and of the human necessary element to integrate the crews of their ships. The training of the navigators assigned to the vessels who travelled the Atlantic routes turned into a problem of State, because of the importance of the degree of preparation of these professionals at the moment of sailing. The knowledge of the situation of the piloting education in the 18th century throws a new light on aspects up to the moment little © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 160 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 2 treated by the historiography, as the instruction and contribution of navi-gators and the seafarers on the part of the Royal Seminar College of San Telmo in Seville to the needs of the Carrera de Indias — Indies Trade — and of the own Navy. Key words: Piloting. Nautic education. Seamanship education. Navy training. Navigator. Merchant officer. Naval officer. The race of the Indies. Charity Seminar. Orphans. Navigation Schools. José de Gálvez, Marquis of la Sonora. José de Mazarredo. Francisco Javier Winthuysen y Pineda. La idea de formar individuos en las artes de la marinería, la artillería y el pilotaje constituyó un deseo largamente acaricia-do por la Monarquía española como respuesta al déficit de gen-te de mar que se vino padeciendo desde los primeros años del descubrimiento de América. La conjunción de dos factores como la prohibición legal de la participación de gente de mar extranjera en las tripulaciones de la Carrera de Indias y la es-casez de marineros, artilleros y pilotos para abastecer los na-víos de las flotas de la Carrera de Indias y de las armadas, dio lugar a la puesta en práctica de diversas soluciones con distin-to éxito. El Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla fue una de las apuestas más serias hechas en este aspecto: una institu-ción fundada en 1681, que combinó las características de obra pía y centro de náutica, y que recorrió dos siglos y medio de existencia hasta su extinción en 1847. En este artículo me propongo el análisis de tres cuestiones básicas en torno a la institución docente de San Telmo. En pri-mer lugar, definir las características que identificaron al Colegio sevillano en contraposición con otras iniciativas o centros de formación de pilotos o de gente de mar nacidos en España. El segundo aspecto se refiere al examen de la formación recibida por el alumnado, tanto en el plano teórico como en el práctico, lo que nos lleva a la pregunta concreta de si la instrucción reci-bida por los santelmistas en pilotaje fue suficiente para el pos-terior ejercicio de esta profesión. Para terminar, el tercer foco de nuestra atención lo constituirá la comprobación de los resulta-dos obtenidos por el Colegio de San Telmo en la formación de pilotos. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 161 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 3 El estado de la enseñanza de la náutica en España entre los siglos XVI y XVIII experimentó una evolución especialmente notoria en el siglo de las luces. Esta transformación caminó de forma paralela al avance científico ilustrado, al desarrollo de la técnica de la navegación, y a las reformas estructurales acome-tidas por los ministros de la nueva dinastía borbónica en parce-las de gobierno de importancia capital para los intereses espa-ñoles como la marina real, la navegación y el comercio con las Indias. Durante los siglos XVI y XVII la Casa de la Contratación de Sevilla fue el centro más importante de enseñanza de la técnica de la navegación en España, por encima de otros núcleos difusores de estos conocimientos como la Academia de Matemá-ticas1, el cosmógrafo mayor del reino2, el poco conocido Colegio de Pilotos Vizcaínos de Cádiz, o las Universidades de Zaragoza y Salamanca3. La Casa de la Contratación, fundada en 1503, se convirtió en un órgano centralizador de la actividad náutica a través de las figuras del piloto mayor, el catedrático de cosmografía y el cos- 1 Mariano ESTEBAN PIÑEIRO y María Isabel VICENTE MAROTO (2002): «La Casa de la Contratación y la Academia Real Matemática», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla. Valladolid, vol. III, pp. 35-51. 2 Mariano ESTEBAN PIÑEIRO (2002): «Los cosmógrafos y otros oficios matemáticos», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla. Valladolid, vol. III, pp. 129-145. 3 Además de los citados establecimientos, se conservan testimonios sobre la enseñanza del arte de navegar de forma no institucionalizada en algunas poblaciones costeras, como en Bilbao, San Sebastián o Guipúzcoa. Con-súltese el artículo de Itxaso IBÁÑEZ y José LLOMBART, La formación de pilotos en la Escuela de Náutica de Bilbao, siglos XVIII y XIX, pp. 747-772, nota a pie de página núm. 1. Internet, formato pdf. Para una mayor información sobre la enseñanza de la náutica en España en general, vid. Julio GUILLÉN (años 1918-1919): «La enseñanza naval militar en España», en Revista General de Marina, núms. 83 y 84, pp. 605-625 y 179-196; José RICART GIRALT (enero 1929): «Las escuelas de Náutica y su profesorado. Reseña histórica de la de Barcelona en general», en Revista General de Marina, pp. 187-202; Ricardo ARROYO (1994): «Las enseñanzas de náutica en el siglo XVIII», en Revista de Historia Naval, núm. 46, pp. 7-30; y Manuel Antonio SELLÉS (2002): «Rodear los continentes y surcar los mares», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla, Valladolid, vol. IV, pp. 499-539. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 162 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 4 mógrafo fabricador de instrumentos, cargos que pusieron al servicio de la Corona española sus saberes científicos y su expe-riencia en las navegaciones. A este centro de estudios hidrográficos y náuticos acudían todos los pilotos de la Carrera de Indias para instruirse en el arte de la navegación durante un período de tiempo, transcurri-do el cual, realizaban un examen que acreditaba sus conoci-mientos y su capacidad para navegar una determinada ruta transoceánica4. Una vez superada esta prueba, los examinados obtenían el grado de piloto necesario para hacerse con la direc-ción técnica de un navío. Este sistema rigió durante más de dos centurias de vida de la institución. Llegado el siglo XVIII, las competencias de la Casa de la Contratación en materia de pilo-taje, así como toda una serie de competencias relacionadas con la ciencia y la navegación fueron absorbidas de forma progresi-va por la Armada, en un fenómeno que se ha venido a denomi-nar de «militarización de la ciencia»5. 4 El examen de los pilotos de la Carrera de Indias se realizaba respecto de singladuras concretas, de tal manera que el poseedor de un título de pi-loto para la ruta de Nueva España no estaba facultado para navegar en la ruta de Tierra Firme si no se había examinado específicamente de aquel de-rrotero. También existió un examen especial para los pilotos que navegaban al Río de la Plata. José de VEITIA LINAJE (1672): Norte de la Contratación de las Indias Occidentales dirigido al Excmo. Señor D. Gaspar de Bracamonte y Guzmán, Conde de Peñaranda, Gentilhombre de Cámara del Rey Nuestro Señor, de sus Consejos de Estado y Guerra y de la Junta de Gobierno Universal de estos Reinos y Presidente antes del Consejo Supremo de las Indias, ya del de Italia por José de Veitia Linaje, Caballero de la Orden de Santiago, Señor de la Casa de Veitia, del Consejo de Su Majestad, su Tesorero, Juez Oficial de la Real Audiencia de la Casa de la Contratación de las Indias. Sevilla, Juan Francisco de Blas. Libro II, capítulo XII, núms. 17 y 19. 5 La Armada se convirtió en el mayor demandante y ofertante de ciencia y tecnología en la España del siglo XVIII. Al respecto se puede consultar: Vicente PALACIO ATARD (coord.) (1989), España y el mar en el siglo de Carlos III, Madrid; Antonio LAFUENTE (1982): «La enseñanza de las ciencias duran-te la primera mitad del siglo XVIII», en Estudios dedicados a Juan Peset Aleixandre. Tomo II. Universidad de Valencia, pp. 477-493; José Luis PESET (1982): «Ciencia, nobleza y ejército en el Seminario de Nobles de Madrid (1770-1788)», en Mayans y la Ilustración. Ayuntamiento de Oliva, pp. 519-535; Antonio LAFUENTE y José Luis PESET (1982): «Las Academias Militares y la inversión en ciencia en la España ilustrada (1750-1760)», en Dynamis, 2, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 163 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 5 A las citadas instituciones deben añadirse dos experimentos relacionados con el aprendizaje de la navegación, llevados a cabo en la primera década del siglo XVII con escaso éxito: el. Seminario de Marinos de Guipúzcoa, Señorío de Vizcaya y las cuatro Villas6, ideado para la zona septentrional de la penínsu-la, y el Seminario encargado al duque de Medina Sidonia, que se concentró en la parte meridional del país. Ambos modelos se encuadran dentro de una política de re-formas de la Marina relacionadas con las primeras tentativas de realización de un reclutamiento naval. Las Matrículas de 1607 y 1625 respondieron a la voluntad del Estado de hacer uso de una marinería que cubriera sobre todo las necesidades de los navíos de guerra. Algunas de aquellas propuestas fueron discu-tidas en el seno de la Junta de Armadas, organismo creado para la toma de decisiones en el ámbito de la defensa naval. Estas tentativas giraron en torno a la instalación de agentes de reclu-tamiento en diversos puertos del norte o sur de la península, el rescate de marineros cautivos en Argel, el enrolamiento de hom-bres de tierra adentro, o sobre la creación de escuelas para la formación de jóvenes marineros7. pp. 193-209; Antonio LAFUENTE y Manuel SELLÉS (1984): «La milicia aca-demizada: el conflicto entre la pluma y la espada durante la primera mitad del siglo XVIII», en Educación e Ilustración en España, Universidad de Bar-celona, pp. 245-253; Antonio LAFUENTE y José Luis PESET (1985): «Militari-zación de las actividades científicas en la España ilustrada (1726-1754)», en La ciencia moderna y el nuevo mundo (Actas de la I Reunión de Historia de la Ciencia y de la Técnica de los Países Ibéricos e Iberoamericanos —Madrid, 25 a 28 de septiembre de 1984—), Madrid, pp. 127-147; y Gregorio VALDEVIRA GONZÁLEZ (1994): «La contribución de los marinos ilustrados del siglo XVIII al progreso de las ciencias sociales», en Revista de Historia Naval, núm. 45, pp. 7-19. 6 La información acerca de la creación de un Seminario de marineros proviene del artículo de Jesús VARELA MARCOS (enero-junio 1979): «El Semi-nario de marinos: un intento de formación de los marineros para las arma-das y flotas de Indias», en Revista de Historia de América, núm. 87, pp. 9-36. La misma información por parte del citado autor, más resumida (1996), apa-rece en «La fundación del Seminario de marinos de Guipúzcoa en 1606. Origen de las Escuelas Navales», en Comerciantes, mineros y nautas. Los vas-cos en la economía americana. Vitoria-Gasteiz, pp. 67-76. 7 En relación con los ensayos de matrícula de mar en España durante el © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 164 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 6 El Seminario de Marinos de Guipúzcoa, Señorío de Vizcaya y las cuatro Villas constituye un claro precedente del Colegio de San Telmo de Sevilla. Sus líneas fundamentales de actuación se basaron en la recogida de muchachos pobres, entre 12 y 16 años, en las poblaciones de Guipúzcoa, Vizcaya, las Cuatro Vi-llas y Asturias, para ser entregados a los capitanes y maestres que se dedicaban a la pesca del bacalao en las aguas de Terra-nova, o bien a la pesca de bajura. Al parecer, los muchachos recibían una instrucción teórica elemental de un mes y medio de duración antes de iniciar sus prácticas a bordo de los navíos. Transcurridos unos dos años de aprendizaje, estos marineros eran enrolados en las armadas y flotas reales. Las similitudes con el Colegio de San Telmo de Sevilla son claras: ambos mo-delos gozaban de la protección directa de la Corona, se financia-ban a través de un impuesto o gravamen, y pretendían instruir a los jóvenes en las disciplinas objeto de la navegación, así como en la doctrina cristiana, compaginando dicho aprendizaje con los embarques en navíos. El segundo ensayo de aprendizaje de la navegación fue en-cargado al duque de Medina Sidonia a instancias de la Univer-sidad de Mareantes de Sevilla8. Esta experiencia se diferenció notablemente de las actuaciones desarrolladas en la zona norte. Bajo un objetivo de eficacia y rapidez de operatividad, el duque inició un procedimiento de recluta por la fuerza de la mayor cantidad posible de jóvenes, con el objetivo de aumentar el nú-mero de gente de mar9. En realidad, este sistema no pasó de una simple ejecución periódica de levas. siglo XVII y la instauración del sistema de matrícula en el XVIII, vid. la obra fundamental de José Manuel VÁZQUEZ LIJÓ (2007): La matrícula de mar en la España del siglo XVIII. Registro, inspección y evolución de las clases de mari-nería y maestranza, Madrid. 8 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. Representación de la Uni-versidad de Mareantes, de 12 de junio de 1779. 9 En 1607 una Real Cédula de 21 de abril encargó al duque de Medina Sidonia, capitán general del Mar Océano y de las costas de Andalucía, la introducción de un Seminario de muchachos, recogiendo los huérfanos y vagabundos de doce a quince años que se hallasen sanos en las ciudades u otros lugares de la comarca. Mandaba también que se recibiesen los mucha-chos que el capitán general del Mar Océano señalase en los galeones de las © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 165 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 7 Ambas iniciativas encaminadas a la formación de gente de mar en el norte y sur de la península fracasaron y no lograron perpetuarse en el tiempo. Entrados ya en el siglo XVIII, el más brillante modelo de enseñanza de la navegación lo protagonizó la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, fundada por iniciativa de José Patiño en 1717, un centro de formación reservado a los oficia-les de la Armada e inspirado en el modelo francés de las escue-las de la marina real establecidas en Brest, Rochefort y Toulon desde el año 168210. La Academia de Guardias Marinas se creó como institución docente de gran exigencia en la formación científica de sus alumnos, fijando su atención en las enseñanzas matemáticas necesarias para ser buenos marinos: cálculo, trigo-nometría, astronomía, geografía y náutica. Se trataba de un modelo de pensionado con disciplina militar, dotado de una doble estructura, castrense y docente, en el que el mando de la primera pertenecía al comandante de la Compañía de Guardias Marinas, y el de la segunda a un director civil. Los aspirantes a oficiales de la Armada debían acreditar su condición de noble-za a través de la presentación de expedientes de limpieza de sangre11. Pero, dejando a un lado la labor de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, y volviendo nuestra mirada a las intensas transformaciones operadas en el siglo XVIII, cabe manifestar que dentro de esta política general de reestructuración de la armadas de la Carrera y en las capitanas y almirantas de las flotas, alistán-dolos por sus señas, edad y filiación, para luego entregarlos de vuelta. Reco-pilación de Leyes de los Reinos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del Rey Don Carlos II. Nuestro Señor. Cuarta impresión. Hecha de orden del Real y Supremo Consejo de las Indias. Ley XVII, libro VIII, título XXV, tomo III. 10 Respecto al modelo francés, consúltese Michel VERGÉ-FRANCESCHI (1998): Marine et Éducation sous l’Ancien Régime, Centre Nacional de la Recherche Scientifique. 11 Para más información sobre la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, vid.: Horacio CAPEL (1982): Geografía y matemáticas en la España del siglo XVIII. Barcelona, pp. 112-119, aunque el mejor estudio sobre la insti-tución sigue siendo el de Antonio LAFUENTE y Manuel Antonio SELLÉS (1988): El Observatorio de Cádiz (1753-1831). Madrid. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 166 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 8 Armada española, la entrada en 1743 del nuevo ministro de Felipe V, el marqués de la Ensenada, en el juego político impul-só con nuevos bríos toda una batería de reformas en este cam-po. Entre otros aspectos, Ensenada propició la integración den-tro de la estructura de la Armada de los pilotos, profesión que hasta el momento se había mantenido al margen de la estructu-ra militar y que no había gozado de graduación alguna. A par-tir de ahora, se trataba de garantizar un número de pilotos mí-nimo para los barcos de guerra y, por otro lado, que toda la comunidad de pilotos, los de guerra y los pilotos mercantes, tuvieran unos conocimientos homogéneos. Para ambos proble-mas, se diseñaron diversas soluciones; primera, la creación de un Cuerpo de Pilotos de la Armada, segunda, el nombramiento de un Piloto Mayor, bajo cuya autoridad se realizarían los exá-menes para la obtención del título de piloto y, tercera, la crea-ción de tres escuelas de la Armada para la formación de pilotos, sitas en los nuevos Departamentos marítimos de Cádiz, Car-tagena y El Ferrol. Todas estas innovaciones contenidas en las nuevas Ordenanzas de la Armada de 1748 constituirán el punto de partida de un fenómeno de absorción de competencias en materia de pilotaje por parte de la Armada12. Las escuelas de pilotos de la Armada o Reales Escuelas de Navegación, fueron creadas como semillero particular de pilo-tos para la marina de guerra, aunque en ellas también quedaron obligados a examinarse todos los individuos dedicados al pilo-taje de navíos mercantes. Su puesta en funcionamiento arrancó en el año 1751. Las tres escuelas estaban dirigidas por un Direc-tor de Pilotos, quien, a su vez, dependía del Piloto Mayor de la Armada, conocido años más tarde como el Comandante en Jefe del Cuerpo de Pilotos. Para cada una de las tres escuelas se nombraron dos maestros (el primero con el grado de piloto de la Armada), junto con un maestro delineador. La enseñanza 12 En relación con los cambios protagonizados por la Armada, vid. Ricar-do ARROYO ZORRILLA (1989): Apunte para una historia de la enseñanza de la náutica en España. Madrid, pp. 78-84; Ordenanzas de Su Majestad para el go-bierno militar, político y económico de su Armada naval. Madrid, 1748. Las disposiciones relativas a los pilotos se hallan contenidas en la Parte Prime-ra, Tratado Cuarto, Títulos Primero y Segundo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 167 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 9 impartida era fundamentalmente práctica, iniciada con unos conocimientos teóricos que, una vez concluidos, dejaban paso a un aprendizaje de la navegación basado en los embarques13. Como podemos apreciar, el panorama del pilotaje se va en-riqueciendo a lo largo del siglo XVIII respecto de la producción de pilotos formados en las distintas instituciones o entidades. Este incremento se produce de forma paralela y debe en parte su causa a la expansión del tráfico marítimo comercial español. El citado fenómeno de crecimiento aún experimenta una mayor diversidad como consecuencia de una serie de decisiones toma-das desde el poder a partir de la segunda mitad de la centuria, centradas en la liberalización del comercio con las colonias americanas y, por lo tanto, en la eliminación de la imposición de un solo puerto como terminal del tráfico marítimo14. Los resul- 13 Ricardo ARROYO (1989): Apunte para una historia..., p. 80. La bibliogra-fía sobre las escuelas departamentales de la Armada de la que disponemos es la siguiente: Sobre la Academia de Cartagena: Juan Francisco LÓPEZ SÁN-CHEZ (1994): Astronomía, náutica y meteorología en la España ilustrada: la obra científica de Gabriel Ciscar (1760-1829). Tesis doctoral dirigida por M. Varela CANDEL, Universidad de Murcia, en pp. 65-143; Rosa María HERVÁS AVILÉS (1995): «La formación académica en la Armada: guardiamarinas americanos en Cartagena, 1777-1824», en Revista de Historia Naval, vol. 13, núm. 49, pp. 105-112; Emilio LAPARRA LÓPEZ (1995): El Regente Gabriel Cis-car. Ciencia y revolución en la España romántica. Madrid, pp. 47-55; y Juan Francisco LÓPEZ SÁNCHEZ, Manuel VALERA CANDEL y Carlos LÓPEZ HER-NÁNDEZ (1995): «La Academia de Guardias Marinas de Cartagena (1776- 1824)», en Antilla. Revista española de las ciencias de la naturaleza y de la Tecnología, vol. I, Historia de la Biología, Facultad de Biología, Universidad Complutense de Madrid, art. núm. 3. Y sobre la Academia de Ferrol: María Dolores GONZÁLEZ-RIPOLL (1995): «La formación académica y práctica de los marinos del siglo XVIII: Cosme Churruca (1761-1805), un oficial científico», en Alejandro DÍEZ TORRE, Tomás MALLO y Daniel PACHECO HERNÁNDEZ (coords.): España y las expediciones científicas en América y Filipinas. Madrid, pp. 313-323, 316-317. 14 A medidas tales como el traslado de la Casa de la Contratación de Se-villa a Cádiz (1717), la puesta en marcha del Proyecto de Flotas y Galeones (1720), la expulsión de los franceses del Mar del Sur (1724-1725), la abolición del asiento de negros y del navío de permiso a favor de potencias extranje-ras (1750), se añadieron otras como la potenciación de áreas coloniales de-primidas apartadas de los grandes circuitos navegados por las flotas, la crea-ción de las compañías de comercio privilegiadas (la Compañía Guipuzcoana de Caracas —1728—, la Compañía de La Habana —1740—, la Real Compa- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 168 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 10 tados del libre comercio ofrecieron un balance sumamente positivo, materializado en la gran expansión del tráfico, la cre-ciente nacionalización de las exportaciones (con el aumento del porcentaje de participación de los productos españoles), la con-siderable rentabilidad del negocio, la incorporación de otras regiones a la Carrera de Indias y, finalmente, el aumento de los efectivos de la flota colonial. Pues bien, dentro de este contexto de fin del monopolio co-mercial y expansión del tráfico ultramarino nacen numerosas escuelas de Náutica dependientes de los Consulados de Comer-cio de distintas ciudades españolas: la escuela de náutica de Barcelona (1769), San Sebastián (1756), Arenys de Mar (1779), Mataró (1781), La Coruña (1790), Santander (1790), el Real Ins-tituto de Náutica y Mineralogía de Gijón (1792), Alicante (1799), Palma de Mallorca (1802), Cádiz (1804) y Santa Cruz de Tene-rife (1835), sin olvidar la escuela de náutica de Bilbao que ha-bía sido fundada en 1740, o las nacidas en tierras americanas, como la escuela de náutica de Cartagena de Indias (1810)15. ñía de Barcelona —1756— y la Compañía de Filipinas —1785—), la designa-ción de un segundo puerto (La Coruña) como sede de un monopolio secun-dario, la promulgación del decreto de Comercio Libre de Barlovento (1765) y, finalmente, la trascendental norma del Decreto de Libre Comercio, de 12 de octubre de 1778, que culminó el proceso de apertura del comercio ultrama-rino a los puertos peninsulares e indianos. Al respecto, consúltese: Carlos MARTÍNEZ SHAW (1999): «El comercio, pieza clave del reformismo económi-co del siglo XVIII», en Miguel MELÓN JIMÉNEZ (coord.): Los antecedentes de la Cámara de Comercio de Cáceres: sociedades mercantiles y comerciantes a finales del Antiguo Régimen (1750-1850)». Cáceres, pp. 13-30. 15 Respecto de las escuelas de náutica dependientes de los Consulados existe una variada bibliografía. Sobre BARCELONA, vid. José RICART GIRALT (1901): Historia de la Escuela Especial y Provincial de Náutica de Barcelona. Barcelona; Jaime CARRERA PUJAL (1957): La enseñanza profesional en Barce-lona en los siglos XVIII y XIX, Barcelona; José María MARTÍNEZ HIDALGO (1983): Las enseñanzas marítimas en Barcelona antes y después de la inaugu-ración de la actual escuela, Barcelona; Javier MORENO RICO (1993): «La ense-ñanza náutica en Barcelona entre 1769 y 1939», Revista de Historia Naval, núm. 41, pp. 25-45. Sobre SAN SEBASTIAN, vid. Gonzalo DUO (2001): Las Escuelas de Náutica de Bizkaia, Gipuzkoa y Laburdi, Vitoria-Gasteiz. Sobre ARENYS DE MAR, vid. José María PONS GURI (1960): Estudi dels pilots. Ensayo monográfico sobre la Real Escuela de Náutica de Arenys de Mar, Arenys de Mar. Sobre MATARO, vid. Joan FLORENSA (1984): «Ensenyament de Náu- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 169 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 11 Cada una de estas escuelas dispuso de ordenanzas propias y, por lo tanto, la enseñanza impartida dependió de las circunstancias particulares de cada centro. La existencia de un variado elenco de escuelas de náutica, financiadas por distintos organismos y con criterios particulares de funcionamiento reclamaba a gritos la aplicación de una legis-lación común para todas ellas. Y este proceso de unificación de criterios se inició a fines del siglo XVIII con la publicación de disposiciones únicas para la instrucción de los pilotos. Gracias a la implantación de esta nueva normativa, tanto las escuelas de pilotos de la Armada como las particulares pertenecientes a los distintos Consulados de Comercio recibieron un tratamiento uniforme, lo que repercutió beneficiosamente en la clarificación del método docente. A partir de entonces, los estudios tuvieron tica als Escolapis de Mataró», en Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación: Educación e Ilustración en España. III Coloquio de Historia de la Educación, Barcelona, pp. 451-457. Sobre LA CORUÑA, vid. Antonio MEIJIDE PARDO (1963): Origen y progresos de la Escuela de Náutica de La Coruña (1790-1825). Discurso leído ante la Real Academia Gallega el día 25 de mayo de 1963 en el acto de su recepción pública..., La Coruña. Sobre PAL-MA DE MALLORCA, vid. Juan LLABRÉS BERNAL (1925): La escuela de náuti-ca de Palma de Mallorca. Monografía histórica, Palma de Mallorca. Sobre ALICANTE, vid. José TARÍ NAVARRO (1921): Sucinta relación histórica de la creación, desarrollo y funcionamiento de la escuela de náutica de Alicante, Ali-cante. Sobre SANTANDER, vid. Ramón VILA GIL (1977): «Algo de historia sobre la Escuela de Náutica de Santander», en Anuario de Estudios marítimos Juan de la Cosa, Santander, pp. 259-275. Sobre CADIZ, vid. R. FERNÁNDEZ y S. TINOCO RUBIALES: «Formación profesional y desarrollo económico: los Consulados de Cádiz y Sevilla (1784-1829)», II Coloquios de Historia de An-dalucía, t. I, pp. 617-637; Lutgardo GARCÍA FUENTES (1986): «La Academia Mercantil del Consulado de Cádiz (1799-1837): Aspectos pedagógicos», en Andalucía y América en el siglo XIX, Sevilla, t. I, pp. 303-316; M. M. BA-RRIENTOS MÁZQUEZ (1992): «Escuela de comercio del Consulado Gaditano», en Trocadero, núm. 4, pp. 7-20. Sobre BILBAO, vid. José LLOMBART PALET (1990): «Noticia sobre el Museo matemático de la M.N. y M.L. Villa de Bil-bao, el Señorío de Vizcaya y su Casa de Contratación», en Roser CODINA y Rosa LLOBERA (eds.), Historia, ciencia y enseyament, Barcelona, pp. 339-352; Itxaso IBÁÑEZ y José LLOMBART: «La formación de pilotos en la Escuela de Náutica de Bilbao, siglos XVIII y XIX», en Internet, pdf. Finalmente, sobre CARTAGENA DE INDIAS, vid. Manuel LUCENA GIRALDO (1990): «Ciencia y crisis política: la doble creación de la escuela náutica de Cartagena de Indias (1810-1822)», en Revista de Historia Naval, núm. 30, pp. 31-38. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 170 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 12 una duración de dos años, el primero centrado en las matemá-ticas, y el segundo en las materias relacionadas con el ejercicio de la profesión. Los textos empleados como manuales pertene-cían a los más brillantes estudiosos españoles de la navegación de la época (Jorge Juan, Mendoza y Ríos y Gabriel Ciscar), y los exámenes se realizaban ante un tribunal, presidido por el co-mandante de Marina, y también con la presencia de miembros del Consulado16. Al margen del relato de las experiencias docentes y del naci-miento de los distintos centros de náutica mencionados, hechos que nos permiten observar con una mayor amplitud el panora-ma de la instrucción náutica en la España moderna, hemos de volver al siglo XVII para constatar que la monarquía había manejado durante largo tiempo un proyecto de creación de un centro docente en las artes de la navegación y de la marinería. Su objetivo se centró en reducir la crónica escasez de gente de mar, dando una salida a la vez a la numerosa población infantil huérfana, ociosa y de humilde condición. Este proyecto quedó materializado con la fundación del Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847), un cen-tro de naturaleza mixta, que alternó la labor docente con la obra pía y asistencial. Según sus reales cédulas fundacionales, 150 muchachos españoles, pobres, preferentemente huérfanos, entre 8 y 14 años de edad, tuvieron acceso a una instrucción especia-lizada en el arte de la marinería, de la artillería y del pilotaje, con el objetivo final de servir en las armadas y flotas de la Ca-rrera de Indias17. Si bien fue el rey el que se encargó de acoger 16 Ricardo ARROYO: Apunte para una historia..., pp. 28 y 29. 17 Sobre el Real Colegio de San Telmo de Sevilla existe una extensa biblio-grafía, mayoritariamente plasmada en artículos publicados en libros o revis-tas especializadas que tratan sobre asuntos concretos relacionados con la institución. En la primera mitad del siglo XX, destacan: Manuel SERRANO Y ORTEGA (1901): Real Colegio de San Telmo de Sevilla, Sevilla, y Francisco de las BA-RRAS Y ARAGÓN (1935): «Circunstancias que motivaron la fundación del Co-legio de San Telmo de Sevilla», en Estudios sobre la ciencia española del si-glo XVII, Madrid, pp. 279-321. En la segunda mitad de siglo apareció el meritorio trabajo de Antonio HERRERA GARCÍA (1958): «Estudio histórico sobre el Real Colegio Seminario © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 171 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 13 personalmente este proyecto, amparando bajo el patronato real al Colegio de San Telmo, la financiación del Seminario corrió a de San Telmo de Sevilla», en Archivo Hispalense, núms. 89 y 90, pp. 234-266 y 47-76. Este mismo autor publicó en 1992 un artículo que reunía diversa bibliografía sobre la institución de San Telmo (1992): «El Colegio de San Telmo de Sevilla, Escuela de mareantes para Indias. Addenda historio-bibliográfica », en IX Congreso de Profesores-Investigadores. Palos de la Fron-tera, pp. 409-427. Por otro lado, Manuel BABIO WALLS (1981) publicó el Real Colegio Seminario de San Telmo (1681-1981). Bosquejo de su fundación, Sevi-lla, con motivo del tercer centenario de la fundación de la institución sevi-llana, y unos años después salió a la luz el artículo de Pilar CASTILLO MANRUBIA (1986) titulado «Los Colegios de San Telmo», en Revista de Histo-ria Naval, núm. 13. Pero San Telmo también ha sido objeto de análisis desde otras perspec-tivas, como la de la historia del arte y la de la arquitectura, gracias a las cuales se ha obtenido una valiosa visión de las características de su original capilla, así como del conjunto del edificio sevillano, uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco español. Han trabajado en estos aspectos Merce-des JOS LÓPEZ (1986): La capilla de San Telmo. Sevilla; Antonio SANCHO COR-BACHO (1984): Arquitectura barroca sevillana. Madrid; José María VÁZQUEZ SOTO (1990): San Telmo, biografía de un palacio. Sevilla; Teodoro FALCÓN MÁZQUEZ (1991): El Palacio de San Telmo. Sevilla; y Román FERNÁNDEZ-BACA CASARES, Vicente LLEÓ CAÑAL, Eduardo MOSQUERA ADELL, Lorenzo PÉREZ DEL CAMPO, Delfín RODRÍGUEZ RUIZ y Carlos RIVERA-ECHEGARAY (diciembre 2004): «Criterios. Especial informe histórico-arquitectónico sobre el Palacio de San Telmo», en PH51. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histó-rico, año XII, núm. 51. También existen autores que han centrado sus estudios en las relaciones del instituto hispalense con las Islas Canarias, como Javier ORTIZ DE LA TA-BLA DUCASSE (1979): «Comercio colonial canario, siglo XVIII. Nuevo índice para su cuantificación: la contabilidad del Colegio de San Telmo, 1708-1776», en Actas del II Coloquio de Historia Canario-Americana (Sevilla, 1979), II, pp. 5-18, y Manuel FARIÑA GONZÁLEZ (1985): «La aportación canaria al Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla», en V Coloquio de Historia Ca-nario- Americana (1982). Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas y Cabil-do Insular de Gran Canaria, tomo II, pp. 221-277. Otros autores concentraron su mirada en San Telmo para analizar su labor como centro docente: Horacio CAPEL (1982): Geografía y matemáticas en la España del siglo XVIII. Barcelona; Manuel SELLÉS GARCÍA (2000): Na-vegación astronómica en la España del siglo XVIII. Madrid, y este mismo autor, junto con Antonio LAFUENTE (1985): «La formación de los pilotos en la España del siglo XVIII», en La ciencia moderna y el nuevo mundo. Actas de la I Reunión de la Ciencia y de la Técnica de los Países Ibéricos e Ibero-americanos. Ed. José Luis PESET, Madrid, pp. 149-191. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 172 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 14 cargo de un impuesto que gravaba el comercio, devengado so-bre los viajes realizados por los navíos mercantes de la Carrera Los detalles concernientes a las calidades y limpieza de sangre requeri-das a los colegiales porcionistas que ingresaban en el Colegio han sido exa-minados por José Antonio DELGADO ORELLANA (1985): Catálogo de pruebas de nobleza del Real Colegio de San Telmo de Sevilla. Madrid. El Colegio de San Telmo de Sevilla también ha merecido la atención parcial de los historiadores al centrarse en puntos concretos relacionados con el Seminario sevillano, como la economía, la enseñanza, los bienes inmuebles del instituto o la extracción social del alumnado: Julián RUIZ RIVERA (1977): «Los precios del pan y la carne en la contabilidad del Colegio de San Telmo. Sevilla, 1760-1799», en Archivo Hispalense, núm. 184, pp. 157-171; María del Carmen MENA GARCÍA (1978): «La enseñanza en el Colegio de San Telmo a través de las ordenanzas de 1786», en Andalucía moderna (siglo XVIII). Ac-tas del I Congreso de Historia de Andalucía, Huelva, pp. 21-31, y (1984): «Las propiedades del Colegio Seminario de San Telmo en el siglo XVII», en Actas de las III Jornadas de Andalucía y América, Sevilla, pp. 325-339; María del Carmen BORREGO PLÁ (1981): «Extracción social de los alumnos del Colegio de San Telmo de Sevilla (1721)», en Actas de las I Jornadas de Andalucía y América,Huelva, tomo I, pp. 199-214; (1982): «Rentas y alumnos canarios en el Real Colegio de San Telmo de Sevilla», en Actas del V Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas, vol. II, pp. 248-277; (1985): «El Real Colegio de San Telmo de Málaga a través de las ordenanzas de 1789», en Andalucía y América en el siglo XVIII. Actas de las IV Jornadas de Andalucía y Améri-ca, Sevilla, pp. 151-173, y (1988): «El piloto sevillano Esteban José Martínez, explorador de Alaska», en Archivo Hispalense, núm. 217, pp. 71-94. Pero la investigadora que hasta el momento ha puesto una mayor aten-ción en el centro sevillano ha sido Elisa JIMÉNEZ JIMÉNEZ, la cual ha venido publicando desde 1990 diversos artículos, en su mayor parte relativos al fun-cionamiento económico del Colegio, sin dejar de abordar otras cuestiones: (1991): «Alumnos castellano-leoneses matriculados en el Real Colegio de San Telmo», en Actas del IV Congreso de Historia de América, Valladolid, vol. III, pp. 127-144; (1993): «Onubenses en el Real Colegio de San Telmo de Sevilla», en Actas de las XI Jornadas de Andalucía y América, Huelva, vol. I, pp. 27-39; (1994): «El Colegio de San Telmo de Sevilla en el siglo XVIII: numerarios y porcionistas nobles procedentes de la región del antiguo Reino de Granada», en Actas del V Congreso Internacional de Historia de América, Granada, vol. II, pp. 239-249; (1996): «La contribución del derecho de toneladas de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas al Real Colegio de San Telmo de Sevilla (1730-1778)», en Comerciantes, mineros y nautas. Los vascos en la economía americana, Vitoria, pp. 313-326; (1996): «La financiación del Real Colegio de San Telmo de Sevilla y su dependencia del tráfico comercial español con América (1698-1778)», en Actas del VII Congreso de Historia de América. Vol. III. La economía marítima del Atlántico: pesca, navegación y comercio, Za- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 173 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 15 de Indias. La entidad encargada de la administración del Semi-nario fue la Universidad de Mareantes de Sevilla, una asociación de gente de mar nacida en el siglo XVI, aglutinadora de los in-tereses de los propietarios de navíos, maestres y pilotos de la Carrera de Indias18. El Colegio de San Telmo fue el único centro especializado en la enseñanza de la navegación y concretamente en el pilotaje en España desde su fundación en 1681 hasta el nacimiento de la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz en 1717. En todo caso, téngase en cuenta que las primeras generaciones de oficia-les con conocimientos de pilotaje salidos de la nueva academia gaditana no se produjeron hasta, al menos, una década y media o dos después de su nacimiento, por lo que la importancia del Colegio de San Telmo como el único centro de producción de pilotos existente en gran escala se acrecienta a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. El esquema organizativo que dio lugar al nacimiento de este instituto sevillano partía de la concepción característica de un centro docente en aquellas décadas finiseculares del reinado de Carlos II. Por un lado, su estructura alternaba la fisonomía de una institución típica del Antiguo Régimen, sometida al control ejercido por la Casa de la Contratación en la figura de un juez conservador superintendente, con un objetivo novedoso: el de ragoza, pp. 1535-1566; (1998): «Desarrollo económico del Real Colegio de San Telmo de Sevilla en sus primeros años de funcionamiento (1681-1697)», en Temas Americanistas, Sevilla, núm. 14, pp. 14-21; (2000): «El derecho de toneladas pagado por los navíos canarios al Real Colegio de San Telmo de Sevilla (1686-1778)», en Actas del XIII Coloquio de Historia Canario America-na, Las Palmas, pp. 1958-1965; (2000): «Sobre los precedentes y la fundación del Real Colegio Seminario de San Telmo», en Ciencia, Economía y política en Hispanoamérica Colonial, Sevilla, pp. 35-49, y (2002): «La financiación del Real Colegio de San Telmo de Sevilla tras la promulgación del Decreto de Libre Comercio (1778-1808)», en IX Congreso Internacional de Historia de América, Badajoz, tomo I, pp. 381-385. En el año 2002 esta misma autora ha condensado su trabajo anterior en una obra más generalista sobre el Semi-nario: El Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1808). Sevilla. 18 AHUS (Archivo Histórico Universitario de Sevilla). Libro 324 bis. Rea-les cédulas de 17 de junio de 1981. Sobre la Universidad de Mareantes de Se-villa, vid., Luis NAVARRO GARCÍA y María del Carmen BORREGO PLÁ (1972): Actas de la Universidad de Mareantes. Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 174 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 16 proporcionar abundante gente de mar para las armadas y flotas de Indias. Su clásica configuración se hacía aún más patente en el modelo de financiación. La fuente fundamental de obtención de recursos se basó, al menos originariamente, en el tradicional modo de navegación ejercido durante dos siglos en la Carrera de Indias, es decir, en el sistema de flotas y galeones. Las características que definen este centro de enseñanza de la navegación son, a nuestro entender, tres. Primero, el Colegio de San Telmo participó de una naturaleza dual por ser una obra pía y un centro de formación de náutica a la vez. Segunda, este instituto instruyó a miles de muchachos en diversas profesiones de la mar, aunque con el tiempo se fue especializando cada vez más en la formación de pilotos. Y, tercera, los pilotos santel-mistas integraron las tripulaciones de los barcos mercantes, pero también las de los navíos de guerra. Las expresadas peculiaridades configuran a este instituto como un centro de formación náutica sin parangón con el res-to de escuelas y Academias de Náutica de la historia. Si la Aca-demia de Guardias Marinas de Cádiz formaba a la nobleza para la futura oficialidad de la Armada, el Colegio de San Telmo re-cogía a los huérfanos del estrato más humilde: la clase baja, socialmente despreciada y ayuna de todo tipo de formación, para instruirlos como pilotos, marineros o artilleros. Aunque para el ingreso en el Seminario de San Telmo se exigió a partir de 1721 la acreditación de la limpieza de sangre del aspirante, es decir, la ausencia en los antepasados del muchacho de «toda mala raza de judíos, moros o mulatos», este hecho en ningún momento mejoró la baja consideración social de aquellos huér-fanos19. Por tanto, las comparaciones entre el Seminario sevilla-no de huérfanos y la institución gaditana de Guardias Marinas no son procedentes, pues los objetivos de ambas instituciones siempre fueron bien distintos20. 19 La aprobación por la Universidad de Mareantes, administradora del Colegio, de los estatutos de limpieza de sangre se realizó en junta de 27 de julio de 1721. AHUS. Libro 310. El Consejo de Indias dictó al respecto una carta orden, de 2 de junio de 1722. AHUS. Libro 310. En relación con este punto, vid. María del Carmen Borrego Plá (1982): «Extracción social...», en Primeras Jornadas... 20 Hemos de aclarar que entre 1787 y 1810 el Colegio de San Telmo de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 175 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 17 La aparición a partir de la segunda mitad del siglo XVIII de las escuelas reales de náutica de los departamentos de Marina restó un cierto protagonismo al Colegio de San Telmo de Sevi-lla, por cuanto hasta ese momento los pilotos formados en este centro sevillano habían prestado servicios a la Armada en no pocas ocasiones. A partir de entonces, la marina de guerra dio prioridad a los pilotos formados en sus propias escuelas por delante de la admisión de santelmistas, aunque, debido a los conflictos bélicos acaecidos en este período, siguió habiendo una demanda de pilotos mercantes por parte de la Armada. Finalmente, el nacimiento de las escuelas de náutica ampa-radas por los Consulados de comercio sí supuso una verdadera competencia para los pilotos santelmistas. Ambos tipos de ins-tituciones proveían de pilotos a la marina mercante, con la di-ferencia de que a mediados del siglo XVIII el Colegio de San Telmo arrastraba una estructura institucional desfasada y, por el contrario, las recién creadas escuelas de los Consulados eran más pequeñas, flexibles y respondían a la creciente demanda de pilotos local derivada del libre comercio. La proliferación de centros de formación de pilotos concen-trada, sobre todo, en la segunda mitad de siglo, puso de mani-fiesto la existencia de numerosos focos de instrucción creados para un mismo fin. Ello nos lleva a reflexionar acerca de la ausencia de un plan premeditado por parte de los sucesivos gobiernos a la hora de organizar la estructura de la marina en general, y su ramificación en las marinas mercante y de guerra. Sevilla aceptó el ingreso de jóvenes procedentes de la nobleza sevillana (porcionistas) a cambio del pago de una pensión, bajo la mentalidad ilustra-da de instruir a la nobleza sevillana. Aunque estos jóvenes nobles recibían prácticamente la misma formación en matemáticas y navegación que los huérfanos, ninguno de aquellos hidalgos, hijos de condes, marqueses o caba-lleros de la Orden de San Juan se embarcó ni ejerció profesiones relaciona-das con la mar. La gran mayoría abandonó el centro antes de completar su formación. Este fracaso está directamente relacionado con el rechazo fron-tal de las clases altas españolas al ejercicio de las profesiones de la mar. Para una mayor información, vid. el capítulo denominado «La entrada de la no-bleza », correspondiente a la obra de Marta GARCÍA GARRALÓN (2007): Taller de mareantes: el Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847), Fundación Caja Sol, Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 176 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 18 La realidad es que los nacimientos de las distintas escuelas de náutica a lo largo del siglo obedecieron más a respuestas loca-les y corporativistas para dar satisfacción a una demanda de pilotos, que a un proyecto de formación de gente de mar a gran escala y a largo plazo. En palabras de un marino y científico de gran peso en la historia de la navegación española del si-glo XVIII, Antonio de Ulloa, la producción de pilotos hacia el año 1773 en Sevilla y Cádiz resultaba excesiva en comparación con la demanda existente: «...La Real Ordenanza de Marina estableció una escuela de pilo-tos en el Departamento de Cádiz sin tener presente que el Semi-nario de San Telmo estaba erigido desde el año 1681 con este principal fin bajo la Real protección de S.M., y lo que se ha re-sultado es que, acrecentándose el número de los que voluntaria-mente hacen su estudio allí, se perjudican unos a otros, por no haberse acrecentado a proporción la navegación, que en España está ceñida a los navíos de la Armada y a los que pasan a Indias en flotas o en registros, cuyo inconveniente es preciso que se vaya haciendo más perceptible cuanto más crezca el número de aquellos discípulos...»21. Para evitar esta sobreabundancia, Ulloa propuso destinar la escuela departamental de Cádiz al perfeccionamiento de la na-vegación, con lo que dejaría de competir con el Colegio de San Telmo de Sevilla. El ejemplo a seguir propuesto por este mari-no para el centro de la Armada era el del Depósito de la Mari-na de París. En Cádiz los pilotos de guerra debían dedicarse al examen de los diarios de navegación, a la determinación de las longitudes, costas, bajos, arrecifes, y a la elaboración de cartas náuticas correctas. En este proyecto de escuela de alto nivel científico técnico, Ulloa también propuso que se impartieran cursos de perfeccionamiento de pilotaje a los pilotos en ejerci-cio22. Sabemos que las sensatas ideas de este oficial de la mari- 21 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. Informe de Antonio de Ulloa para el secretario de Indias, Julián de Arriaga, sobre el Real Colegio de San Telmo de Sevilla como resultado de la visita de inspección efectuada en abril de 1773. 22 De la misma opinión que Antonio de Ulloa fueron los funcionarios de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 177 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 19 na cayeron en saco roto, aunque a los investigadores nos han proporcionado una valiosa información sobre la formación en pilotaje en la segunda mitad de la centuria. En todo caso, la comparación en términos numéricos de la producción de pilotos procedentes de cada una de estas institu-ciones es, a la fecha de hoy, un trabajo pendiente de hacer, al no existir un estudio comparativo que apunte a este objetivo. El segundo propósito que nos habíamos hecho con este tra-bajo de investigación consiste en el análisis de la instrucción recibida por los huérfanos de San Telmo. Recordamos que las enseñanzas náuticas impartidas en la Casa de la Contratación de Sevilla, sobre las que se apoyó el Seminario en sus primeros años, venían atravesando una prolongada decadencia en el si-glo XVII. Los cargos responsables de la instrucción y examen de los pilotos se habían convertido en empleos más burocráticos que científicos, vaciados de contenido en cuanto a sus respon-sabilidades, debido, entre otras causas, a la excesiva burocrati-zación y deficiente dotación presupuestaria de sus funciones23. A pesar de su reciente fundación, el Colegio de San Telmo de Sevilla respondía al diseño y funcionaba condicionado por unas estructuras enraizadas en el Antiguo Régimen y, por lo tanto, poco preparadas para enfrentarse a las circunstancias que ha-brían de sucederse a lo largo del siglo XVIII. Su dependencia directa de la Casa de la Contratación, una institución que ya mostraba un evidente anquilosamiento, no le dejó mucho mar-gen de actuación para adaptarse a los tiempos venideros. La trayectoria dibujada por el centro de náutica sevillano en la formación de los pilotos de la Carrera de Indias es desigual y presenta variaciones respecto de la línea original planteada en la época fundacional. Dichos cambios deben su razón a factores como la evolución del comercio, el desarrollo de la navegación y la criticable administración del instituto a cargo de la Uni-la Casa de la Contratación Antonio Porlier y Francisco Machado en su infor-me presentado al secretario de Indias en 1785. AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. 23 Al respecto, puede consultarse la obra de José PULIDO RUBIO (1950): El Piloto Mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla. Pilotos Mayores, catedrá-ticos de cosmografía y cosmógrafos. Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 178 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 20 versidad de Mareantes24. Esta corporación de gente de mar se-villana sufrió una notable decadencia ya en el siglo XVIII, en lo que a la consecución de sus intereses como grupo se refiere. El traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz y, consecuentemente, el desplazamiento de la comunidad de co-merciantes y de los mareantes sevillanos a la ciudad gaditana fueron los golpes definitivos que vaciaron de contenido a la Uni-versidad de Mareantes. Cuando aludimos al declive de esta ins-titución, nos referimos a su deterioro, su pérdida de represen-tatividad como asociación de gente de mar, porque de lo que no cabe duda es que la Universidad seguía existiendo solamente y gracias a su nombramiento como administradora del Colegio de huérfanos. Esa fue la única razón que le permitió sobrevivir hasta finales de siglo. En el siglo de las luces ya no era la por-tavoz, como lo había sido en el pasado, de las inquietudes y problemas de un amplio abanico de gente de mar. Por el contra-rio, sus destinos eran ahora manejados por un pequeño grupo de mareantes que se había hecho con la dirección de la corpo-ración, y que se preocupaba más de favorecer sus intereses par-ticulares que de intentar dar un nuevo rumbo a la antigua Her-mandad25. 24 En relación con la administración por la Universidad de Mareantes del Colegio de San Telmo, consúltese AGMAB. Colegio de San Telmo. Expedien-te sobre la visita de inspección efectuada por Antonio Arnuero al Colegio en 1779. En este voluminoso expediente el funcionario de la Casa de la Contra-tación de Sevilla Antonio de Arnuero incluye un buen resumen de la histo-ria de esta institución, además de una dura y rigurosa crítica de la gestión que esta corporación de gente de mar hizo del Colegio de San Telmo de Se-villa. También pueden consultarse el informe elaborado en 1783 por dos fun-cionarios de la Casa de la Contratación (Antonio Porlier y Francisco Macha-do) acerca de la viabilidad de esta institución, en AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1019. El fiscal de Nueva España y el contador general, en 17 de agosto de 1783, informan con vista de la visita hecha por don Antonio de Arnuero a la Universidad de Mareantes de Sevilla, sobre si debe, o no, subsistir este cuerpo, y señalarse en el fondo del 1 por ciento algún equivalente de su antiguo real y medio por tonelada. 25 Según Machado y Porlier, en el año 1779 la Universidad de Mareantes únicamente contaba con 39 miembros, de los que 9 eran dueños de naos, 15 maestres, 6 capitanes y 7 pilotos (de los dos restantes se desconocía su pro-fesión). AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1019. El fiscal de Nueva Es-paña y el contador general, en 17 de agosto de 1783... © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 179 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 21 Todos estos condicionantes mediaron de forma determinan-te durante la primera mitad del siglo XVIII en el funcionamien-to del Colegio de San Telmo, y le obligaron a someterse a un profundo proceso de renovación acontecido durante la segunda mitad de la centuria, en plena época del reformismo ilustrado. El promotor de esta reforma no fue otro que el responsable de la secretaría de Indias, José de Gálvez, el marqués de la Sono-ra. Cambios radicales en la financiación y en la dirección del instituto (se decidió la salida de la Universidad de Mareantes de la administración y su sustitución por la figura de un director) convirtieron al Colegio de San Telmo en un moderno centro de enseñanza de la navegación, y le permitieron acercarse de for-ma notable a sus objetivos fundacionales. Pero tan provechosa trayectoria se vio truncada con la crisis acontecida en los últi-mos años de la centuria y la llegada de la Guerra de la Indepen-dencia. La última etapa de la vida del Seminario, representada en los años correspondientes a la primera mitad del siglo XIX, fue de lenta e inexorable decadencia, abandonado a la desidia e incluso a la pobreza, por la falta de fondos económicos necesa-rios para su mantenimiento y desarrollo. Las reales cédulas fundacionales del Colegio de San Telmo de Sevilla idearon un modelo docente de carácter integral, con una formación que se iniciaba con los primeros conocimientos, dado que los huérfanos ingresaban en el centro sin haber reci-bido educación previa alguna. Las enseñanzas primarias deja-ban paso a una especialización en las disciplinas vinculadas a la navegación. Los alumnos estudiaban, durante un período apro-ximado de dos años la doctrina cristiana, aprendían la lectura, la escritura y unas nociones básicas de matemáticas. Una vez superada esta fase, los santelmistas se introducían en el apren-dizaje de las materias técnicas relacionadas con la navegación, y los alumnos más aventajados o mejor dotados intelectualmen-te eran instruidos en la disciplina del pilotaje. Transcurrida esta primera etapa docente de adquisición de conocimientos teóri-cos, se iniciaba un segundo período de instrucción basado en la práctica de la navegación. El Colegio organizaba los embarques de los alumnos en el puerto de Cádiz, acomodándoles en los bajeles de la Carrera de Indias y, en ocasiones, en los navíos de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 180 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 22 la Armada, con el objetivo de ejercitarlos en las labores propias de la mar. De este modo, la formación práctica recibida a bor-do de los navíos que surcaban las rutas indianas servía de com-plemento al aprendizaje que sobre el papel había ocupado los primeros años de aquellos huérfanos en el recinto sevillano de San Telmo. Una vez completados los embarques, los santelmistas queda-ban libres para «licenciarse» y ejercer una de las profesiones de la mar por su propia cuenta. Sólo los más preparados continua-ban en el Colegio y se empleaban en el estudio de cara a su examen para la obtención del grado de piloto. Al terminar esta prueba, tanto si era superada como si no, abandonaban el Se-minario de forma definitiva. Como ya hemos mencionado, la instrucción de aquellos muchachos huérfanos y su encauzamiento hacia las profesiones ejercitadas a bordo de un navío (marinero, guardián, contra-maestre, artillero o piloto) cumplía con el propósito de suminis-trar mano de obra a los bajeles. Así lo declaraba expresamente la cédula fundacional, al establecer que el objetivo del Semina-rio era el de «recoger y educar muchachos... [y] enseñarlos para que sirvan de pajes, grumetes y marineros en las Armadas y Flotas...», o que «se recojan los muchachos pobres naturales de estos reinos y en él [el Seminario] sean educados y enseñados en el Arte del Pilotaje, Artillería y Marinería, para que así haya en abundancia gente de mar, Artilleros y Pilotos expertos...»26. Sin embargo, con el paso de los años, este objetivo varió y ya en la segunda mitad del siglo XVIII los esfuerzos del Colegio de San Telmo se encaminaron hacia una meta más especializada y ambiciosa: la formación de pilotos para la Carrera de Indias. Durante las dos primeras décadas de existencia del instituto las enseñanzas náuticas recibidas por los huérfanos de San Telmo no debieron ser muy extensas ni pormenorizadas. La ins-trucción de la cosmografía y la navegación corría a cargo del catedrático de cosmografía de la Casa de la Contratación de Sevilla, en aquellos años Alonso de Bacas Montoya. También sabemos que el piloto mayor, Francisco Antonio de Orbe, impar- 26 AHUS (Archivo Histórico Universitario de Sevilla). Libro 324 bis. Rea-les cédulas de 17 de junio de 1981. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 181 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 23 tía clases de matemáticas a los pilotos, pues era posesor del tí-tulo de catedrático en esta materia27. Los santelmistas se desplazaban desde el Colegio hasta la lonja de la Casa de la Contratación28, en donde recibían las cla-ses (la denominada «lectura de la cátedra»). Pero a estas leccio-nes también asistían todos los aspirantes a la obtención del gra-do de piloto de la Carrera de Indias, por lo que consideramos que el tiempo real de dedicación por parte de los maestros a los jóvenes huérfanos debió necesariamente ser muy escaso. Los desplazamientos a la lonja con las consiguientes pérdidas de tiempo lectivo, unidos a la decadencia de los empleos científico técnicos de la Casa y el desinterés docente mostrado hacia los huérfanos, no fueron un buen comienzo para el aprendizaje de la náutica29. Buena prueba de ello es que la Universidad de Mareantes, administradora del Colegio, reconocía en 1685 que los alumnos recibían (no sabemos si de forma continuada o sólo transitoria) un refuerzo en esta materia, independiente- 27 José PULIDO RUBIO (1950): El Piloto Mayor de la Casa de la Contrata-ción..., p. 920. 28 Compendio de las mas individuales noticias del Real Colegio Seminario de San Telmo de niños huérfanos, extra-muros de Sevilla, su instituto, orden, con que se gobiernan, y los que han salido aprovechados hijos de él, con otras cosas, que adelante se expresarán. Ordenado imprimir por Orden del Marqués de la Ensenada, de 25 de junio de 1743, p. 50. 29 Un memorial de un capitán de la Carrera de Indias y miembro de la Universidad de Mareantes, Bartolomé Antonio Garrote, presentado al Conse-jo de Indias en 1703 revelaba que los niños de San Telmo acudían tres veces por semana a la lonja, por la tarde, junto con los pilotos, pero que el cate-drático de cosmografía no siempre asistía «por estar muy viejo». AGI (Archi-vo General de Indias). Indiferente General, 1637. Memorial del capitán Bartolomé Antonio Garrote, de 5 de enero de 1703. Como consecuencia de las manifestaciones de este capitán, el Consejo de Indias reconoció el condicionante de la avanzada edad de Bacas Montoya, aunque consideraba que tenía capacidad para enseñar y convenía mantenerle por su inteligencia y buenos servicios. A pesar de sus manifestaciones, el Consejo de Indias de-cidió reconvenirle. Lo mismo ocurrió con el caso del piloto mayor, Francis-co Antonio de Orbe, que compatibilizaba este cargo con el de catedrático de matemáticas, impartiendo clases en esta materia a los pilotos. El Consejo admitió que era omiso y negligente en la asistencia a los muchachos, por lo que también resolvió amonestarle. AGI. Indiferente General, 1636. Informe de 15 de mayo de 1703. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 182 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 24 mente de la formación proporcionada por la Casa de la Contra-tación30. Al margen de las clases impartidas por el catedrático de cos-mografía, los santelmistas recibían instrucción del artillero mayor de la Casa de la Contratación, que se desplazaba al Co-legio para impartir clases en esta disciplina, acompañadas de demostraciones prácticas31. A la navegación y la artillería las ordenanzas añadieron una tercera disciplina dentro del progra-ma docente: la fábrica de navíos. Sin embargo, esta materia nunca llegó a impartirse en San Telmo. Transcurridos 20 años desde la fundación y visto el escaso aprovechamiento obtenido por los muchachos, el Colegio tomó la resolución de buscar un profesor de matemáticas que se en-cargase personalmente de la enseñanza de la navegación de sus huérfanos. De hecho, ya desde el año 1701 los santelmistas ve-nían recibiendo instrucción en esta materia en las mismas de-pendencias del centro sevillano y de la mano de Pedro Manuel Cedillo y Rujaque, un antiguo alumno aventajado del Semina-rio. En 1714 el fiscal del Consejo de Indias, al hilo de una peti-ción realizada por Cedillo solicitando un aumento de salario, reconocía que, en realidad, el único aprovechamiento de los muchachos de San Telmo se debía gracias a la labor de este profesor32. Desconocemos hasta qué fecha exacta los huérfanos recibieron instrucción en la Casa de la Contratación, pero sabe-mos que en 1714 el Consejo ordenó que se siguieran mantenien-do las clases del catedrático de cosmografía de la Casa de la Contratación, por considerar a este sujeto como uno «de los mayores hombres de esta profesión», sin perjuicio de que Cedillo se encargase de reforzar las nociones aprendidas por los santelmistas, y del cuidado y vigilancia de sus costumbres33. A pesar de esta orden expresa, creemos que los huérfanos de San 30 En 1685 el capellán del Seminario recibió el encargo de enseñar cos-mografía a los santelmistas, además de la instrucción en doctrina cristiana de la que se venía encargando. AHUS. Libro de salarios 212. 31 AHUS. Libro 324 bis. Real cédula de 17 de junio de 1981. 32 AGI. Indiferente General, 1638. Informe del fiscal del Consejo de In-dias, de 13 de abril de 1714. 33 Ibídem. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 183 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 25 Telmo ya no acudían por estas fechas a la lonja para asistir a clase, aunque sí para la realización de los preceptivos exámenes de pilotos previos a la obtención del título34. En la citada deci-sión el Consejo de Indias aceptó incrementar el sueldo al joven profesor, pero no accedió a equiparar su salario al del maestro de primeras letras. Cedillo sólo logró la remuneración equiva-lente al salario de un simple ayudante de maestro (esta medida nos da una idea de la baja estima que para el órgano judicial tenía la labor de este docente). Las materias objeto de aprendizaje en esta primera época comprendían, una vez superada la lectura, la escritura y la doc-trina cristiana, la explicación de la aritmética inferior y superior y, para los más adelantados, el estudio del álgebra. Además, se impartían clases de artillería, geometría, trigonometría plana y esférica, junto a la explicación de los globos terráqueo y celes-te35. Por otro lado, los alumnos eran instruidos en el manejo del utillaje propio de la navegación: astrolabio, ballestilla, cuadran-tes de observación y reducción, cartas o mapas, aguja y escalas plana y artificial36. La etapa de formación de los alumnos de San Telmo a car-go de Pedro Manuel Cedillo y Rujaque mejoró sustancialmente la calidad de la formación recibida hasta el momento de la Casa 34 De hecho, no tenemos ninguna referencia documental de que las cla-ses continuaran a cargo del catedrático de cosmografía o del de matemáti-cas de la Casa de la Contratación, pero sí, en cambio, de la docencia asumi-da por Pedro Manuel Cedillo y de las pretensiones de los administradores del Colegio respecto al tipo de formación exigida. 35 Compendio de las mas individuales noticias..., p. 6. 36 Compendio de las mas individuales noticias..., p. 6. Hasta finales del siglo XVII, el encargado de elaborar y reparar los instrumentos de navega-ción para el Colegio fue Salvador Barreto, último cosmógrafo ejerciente de la Casa de la Contratación de Sevilla. Posteriormente, Pedro Manuel Cedillo asumió esta labor hasta 1721, año en el que otro antiguo alumno del Semi-nario, Domingo Antonio Pérez, pasó a encargarse de este trabajo. AHUS. Libros 3, 19, 20 y 28 de cuentas. A la hora de embarcarse, sólo los alumnos destinados a la práctica del pilotaje recibían algunos instrumentos de nave-gación por parte del Colegio: una ballestilla, una carta de marear, una esca-la de Gunter de madera de boj, un compás de metal y probablemente un ejemplar de alguno de los tratados de Cedillo. Durante el embarque, el cole-gial guardaba el instrumental en un arca de pino de Flandes. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 184 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 26 de la Contratación. De hecho, este antiguo santelmista se con-virtió en una de las poquísimas personas dedicadas en España a la enseñanza de la navegación durante la primera mitad del siglo XVIII. Sus manuales presentaban adecuadamente las re-glas náuticas del momento, y sirvieron de norte a los tratados de navegación más correctos escritos en España durante esta épo-ca37. En 1724 Cedillo abandonó el Colegio de San Telmo para incorporarse como director y maestro de matemáticas a la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, empleo que también llevaba aparejado el título de piloto mayor del reino, lo que le facultó para examinar y conceder grados de pilotos a todos los aspirantes que superasen las pruebas establecidas al efecto38. La vacante de Pedro Cedillo en el Seminario fue rápidamen-te cubierta por el presbítero Juan Sánchez Reciente, un hombre culto y descendiente de una conocida familia de impresores se-villanos. Su obra escrita fue considerable, y englobó diversos tratados de matemáticas y navegación que sirvieron a varias generaciones de estudiantes. La línea docente seguida por este nuevo maestro fue de carácter continuista respecto de su ante-cesor. El número de colegiales incorporados a las clases de matemáticas y navegación se incrementó considerablemente, hecho que llevó a la contratación de un segundo maestro de matemáticas, Domingo Antonio Pérez, otro antiguo alumno del Seminario que se había destacado por su habilidad en la fabri-cación y reparación de instrumentos náuticos39. Ambos instructores se repartieron el alumnado por mitad y los buenos resultados alcanzados les animaron a ampliar los aspectos teóricos del estudio de la navegación. Sin embargo, este alejamiento de los planteamientos fundacionales no fue del gusto del órgano gestor formado por los representantes de la Universidad de Mareantes. La diputación consideraba que la 37 Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica en la España del siglo XVIII, Madrid, UNED, pp. 38 y 89. 38 AHUS. Libro 212 de salarios. Este nombramiento se produjo como con-secuencia del fallecimiento de Francisco Antonio de Orbe, último piloto mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla y director de la Real Acade-mia de Guardias Marinas de Cádiz. 39 AHUS. Libro 212 de salarios. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 185 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 27 verdadera finalidad del Seminario estaba en el adiestramiento de seminaristas en las materias más generales para su rápido embarque a Indias, y su asentamiento en las plazas de mar que pudieran corresponderles en función de su habilidad. La políti-ca inmovilista de la Universidad de Mareantes y la necesidad de sacar el mayor número de gente de mar con destino a los bar-cos de la Carrera impidió un ahondamiento en el estudio de la navegación40. Domingo Antonio Pérez abandonó en 1737 el Colegio de San Telmo para incorporarse al cargo de director de la Escuela de Pilotos del departamento de Marina de El Ferrol, con el grado de capitán de fragata41. Sánchez Reciente continuó como titular en la maestría de matemáticas y navegación, beneficiándose de la ayuda de su sobrino, Diego, que fue contratado como ayudan-te a cambio de un modesto salario42. El fallecimiento del maestro de matemáticas en 1757 dio lugar a la entrada en San Telmo de un ex seminarista más, ave-zado en el estudio y en la práctica del pilotaje. El sevillano Fran-cisco de Barreda y Acevedo, de 44 años, contaba con más de dos décadas de experiencia en navegaciones por el Mediterráneo e Indias43. Los libros de texto objeto de estudio durante la etapa en que Francisco de Barreda ocupó la titularidad de la maestría de matemáticas y navegación abarcaban la trigonometría gene-ral, la trigonometría aplicada a la náutica (con especial atención sobre las esferas y las cartas), y la geometría especulativa y prác-tica. Los colegiales más adelantados aprendían la aritmética sir-viéndose de instrumentos como la escala doble o sacabuche, o la pantómetra, tal y como se hacía en la Real Academia de 40 AHUS. Libro 310. Junta de 24 de noviembre de 1732. La diputación también rechazó la propuesta de Sánchez Reciente de reducir el número de horas empleadas en actos de la comunidad y en doctrina cristiana, para ampliar el tiempo dedicado a las clases de matemáticas y navegación, argu-mentando que los colegiales siempre habían tenido tiempo suficiente para los estudios técnicos y que el número de adelantados en estas facultades era satisfactorio. AHUS. Libro 310. Junta de 21 de agosto de 1734. 41 AHUS. Libro 272 de recepción y salida de colegiales. 42 AHUS. Libro 310. Junta de 1 de septiembre de 1751. 43 AHUS. Libro 284. En 1763 fue admitido como hermano de la Univer-sidad de Mareantes de Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 186 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 28 Guardias Marinas de Cádiz. También se practicaban observacio-nes con ayuda del octante inglés44. Pero, además de las anteriores disciplinas, la artillería esta-ba presente como asignatura integrante del programa docente. No debemos olvidar que la profesión de artillero fue, junto a la del piloto, una de las más demandadas en las tripulaciones de los bajeles españoles. Las mismas cédulas fundacionales, recor-damos, habían encargado la instrucción de esta materia al arti-llero mayor de la Casa de la Contratación. Sin embargo, esta materia estuvo sometida durante la primera mitad del si-glo XVIII a ciertos vaivenes. En los primeros años de siglo su enseñanza fue encargada al profesor de matemáticas y navega-ción, pero, desde 1732, esta disciplina fue varias veces suprimi-da o reincorporada al plan docente en función de los horarios y del tiempo de formación disponible. Sólo fue a partir de 1742 cuando la artillería se asentó como definitiva dentro del pro-grama general. Los contenidos de la materia comprendían el conocimiento de los tipos de pólvora, su composición, la cons-trucción de las cureñas de marina y de campaña, y la elabora-ción y utilización de piezas. Estos conocimientos se acompaña-ban de demostraciones prácticas realizadas por los santelmistas en un patio del Seminario, con cañones y material del Co-legio45. Transcurrida la primera mitad del siglo XVIII y conseguida la estabilidad en la enseñanza de esta materia, en 1756 se apro-bó la creación de una plaza de maestro de artillería, que recayó en el condestable de artillería de marina, Juan Coll y Salva46. El nuevo manual de estudio adoptado se destacó por ser de los primeros libros centrados en el estudio de la artillería de mari-na, como práctica separada e independiente de la artillería de tierra47. Al fallecer Juan Coll en 1773, le sustituyó otro antiguo santelmista, Francisco José Antonio Pizarro, que se había des-tacado en esta disciplina, pero que también demostraba conoci- 44 AHUS. Libro 311. Junta de 21 de noviembre de 1763. 45 Las prácticas de tiro se realizaban sobre la mitad de un costado de un navío fingido. AHUS. Libros 16, 53 y 58 de cuentas. 46 AHUS. Libro 212 de salarios. 47 AHUS. Libro 311. Junta de 21 de noviembre de 1763. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 187 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 29 mientos en aritmética, geometría y en las materias relacionadas con la navegación48. Este modelo de enseñanza imperante en el Colegio de San Telmo durante más de 70 años (desde la contratación de Pedro Cedillo como profesor de matemáticas y navegación) se apoyó en una instrucción de la navegación limitada al aprendizaje de los conceptos teóricos fundamentales, y volcada sobre todo en la experiencia que el alumno iba adquiriendo gracias a los su-cesivos embarques. Pero, como vamos a ver, esta idea evolucio-nó a medida que la técnica de la navegación se fue transforman-do en una disciplina más compleja, como consecuencia de la evolución de la astronomía, la geodesia, la cartografía y las matemáticas. Un buen ejemplo de ello lo constituyó la implantación en San Telmo de un nuevo método de estudio de la náutica. Uno de los hitos más relevantes en la política de formación desarrolla-da por el instituto sevillano fue la puesta en práctica a partir de mayo de 1778 del Método con que se enseñan en las tres Clases de el Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla las Matemá-ticas y Facultades Náuticas de su Instituto49. El innovador programa de enseñanza fue una prueba de los nuevos tiempos que corrían. Los estudios basados en la navega-ción de estima fueron superados por una navegación basada en fundamentos científicos, produciéndose de este modo una evo-lución desde el «arte de navegar» a la «ciencia de la navega-ción ». Hasta la primera mitad del siglo XVIII los tratados de náutica se habían basado en la aplicación de reglas matemáti-cas. A partir de la publicación del Compendio de navegación de Jorge Juan se empezó a exigir de los pilotos, particularmente de los oficiales de Marina salidos de la Academia gaditana, el co-nocimiento de los fundamentos matemáticos de los distintos problemas, aplicándose una racionalidad de corte científico al tratamiento de determinadas situaciones que, hasta el momen-to, se habían confiado únicamente a la experiencia del piloto. Los cambios operados en la educación de los pilotos se debie- 48 AHUS. Libro 311. Junta de 6 de marzo de 1773. 49 AGMAB (Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán). Colegio de San Telmo. Legajo 988. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 188 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 30 ron en parte al desarrollo de la mecánica celeste newtoniana y a las necesidades de la navegación. Ambos factores desemboca-ron en una mayor precisión en la determinación de la posición de las estrellas y en una mejora de los procedimientos de obten-ción de la latitud y la longitud. Los notables avances experimen-tados en cartografía, así como en la fabricación de instrumen-tos náuticos específicos adaptados a las necesidades de los navegantes constituyeron otros condicionantes añadidos de re-levancia50. Si bien la plenitud de efectos de todos estos cambios no fue recogida en el nuevo Método inaugurado en San Telmo en 1778, sí lo fueron las bases y principios de muchos de ellos. La apli-cación de este nuevo sistema de estudios produjo de forma pa-ralela un enfrentamiento entre dos concepciones distintas sobre la enseñanza de la navegación. Un primer grupo, formado por el antiguo maestro principal de matemáticas y navegación, algu-nos diputados de la Universidad de Mareantes y el inspector enviado por la Casa de la Contratación, Antonio de Arnuero, defendía la plena validez del antiguo método de estudio para los colegiales de San Telmo, atacando el excesivo contenido teórico del nuevo plan y el incremento del gasto operado en las dotacio-nes asignadas a tal efecto. Por otro lado, el peso específico del impulso renovador en las nuevas enseñanzas lo pusieron dos personajes del momento: Juan Manuel de Vivero, mayordomo diputado de la Universidad de Mareantes que, contra la opinión antireformista de parte del órgano de gobierno del Colegio, de-fendió el nuevo Método como el mejor sistema de estudios de la historia del Seminario para el aprendizaje de la navegación, y el autor material del nuevo plan: el profesor de artillería, aritmé-tica y delineación, Francisco Pizarro51. El modelo que sirvió de guía al Método fue el sistema implantado en la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz52. Teniendo en cuenta la impor- 50 Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica..., pp. 27-30, y 93. 51 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 985. Méritos de don Francisco Pizarro. 52 AGS (Archivo General de Simancas). Marina. Legajo 216. Carta de An-tonio de Arnuero al marqués de la Sonora. 27 de febrero de 1781. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 189 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 31 tancia de los cambios en el nuevo plan de enseñanzas, cabe destacar la arriesgada apuesta realizada por el mayordomo Vi-vero, al ordenar la entrada en vigor del nuevo Método. Sobre todo si tenemos en cuenta que Vivero nunca sometió la reforma a la preceptiva aprobación real. A pesar de ello, el Método estu-vo vigente durante ocho años, hasta 1786, fecha en la que fue-ron aprobadas las primeras ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla. Este plan docente supuso una evolución en el planteamien-to de las disciplinas objeto de estudio y un esfuerzo de adapta-ción a los nuevos tiempos. El texto se estructuraba de forma clara y ordenada en apartados relativos a las distintas discipli-nas objeto de estudio (desde el estudio de las primeras letras hasta las facultades relacionadas con la navegación). La ense-ñanza de las materias técnicas se repartió en tres clases, a car-go de tres maestros. La primera de ellas, bajo la responsabilidad de Diego Sánchez Reciente, comprendía el estudio de la aritmé-tica inferior, la aritmética superior, la geometría elemental y práctica, la trigonometría rectilínea y algunos rudimentos de la geometría esférica. En la segunda clase el maestro principal, Francisco de Barreda y Acevedo, se responsabilizó de materias como la enseñanza de la cosmografía, la práctica de la navega-ción, el uso, manejo y reparación de instrumentos náuticos, las operaciones trigonométricas, el cálculo loxodrómico, la forma-ción de los diarios de navegación, el seguimiento de las derro-tas, el arte de la marinería, y la táctica o evoluciones marítimas. La tercera clase se reservó para el maestro José Portillo, que asumió la instrucción de la artillería y la delineación. En resumen, el Método implantado en 1778 supuso una eta-pa de transición en el estudio de la navegación, previa a la pues-ta en vigor de un nuevo sistema de estudios inspirado en el más puro espíritu ilustrado. Las Ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla, de 6 de noviembre de 1786, fueron el resultado de un proceso de reforma estructural de la institución, iniciado tres décadas an-tes y culminado en los últimos años del reinado de Carlos III. El cosmógrafo e historiador Juan Bautista Muñoz, funcionario de la Secretaría de Indias, fue el encargado de dar forma a las © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 190 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 32 nuevas bases del Colegio. Para ello, siguió atentamente las indi-caciones que le hizo el marqués de la Sonora, imprimiéndoles a la vez un enfoque personal sobre lo que debía ser una institu-ción moderna. Este proyecto de remodelación del Colegio sevi-llano fue paralelo a la creación de un centro homólogo (el Co-legio de San Telmo de Málaga) fundado con idénticos fines para la zona marítimo comercial malagueña53. Las ordenanzas de 1786 se convirtieron en el primer cuerpo legislativo de la historia del Colegio de San Telmo de Sevilla. La ambiciosa reforma realizada sobre el instituto hispalense se basó en un doble objetivo: por un lado, la creación de un cen-tro de investigación científica, emulando los años dorados de la Casa de la Contratación como centro difusor de los avances más importantes operados en navegación, cosmografía e hidrografía y, por otro, la instrucción de pilotos y otros oficiales de mar con arreglo a los conocimientos más modernos de la época. En re-lación con este segundo propósito, el Colegio debía proporcio-nar el suficiente personal técnico principalmente a los barcos de la Carrera de Indias y, en caso de necesidad, a la marina real. El marqués de la Sonora y Juan Bautista Muñoz estaban conven-cidos de que ambas marinas debían complementarse y auxi-liarse mutuamente, sin necesidad de excluirse54, a pesar de la 53 El propio Juan Bautista Muñoz relata cómo le fue encargada esta co-misión y su recuerdo de aquellos meses dedicados a San Telmo: «...el señor marqués de la Sonora me encargó encarecidamente, con el título de especial servicio de Dios, del rey i del público, que pusiera toda mi atención en la reforma del Colegio de San Telmo, de Sevilla. Dedíqueme a examinar esta fundación desde su origen, leí los expedientes de visitas, los informes i cuan-to pude hablar en este asunto; hice mi plan, y aprobado éste extendí las Reales ordenanzas con la mayor precisión y simplicidad a mi posible. Luego dispuse el mejor modo de reducirlo a ejecución, que se logró felizmente el día 1º de este año. En seguida dispuse el establecimiento de otro igual Cole-gio en Málaga hasta su solemne apertura, verificada en 1º del antecedente junio. Yo sólo sé quánto tuve que trabajar en uno i otro, haciendo i rehacien-do las cosas diversas veces, ya por llenar las ideas de dicho señor marqués i satisfacer a su delicado gusto, ya por satisfacerme a mí mismo en beneficio común». Nicolás BAS MARTÍN (2002): El cosmógrafo e historiador Juan Bau-tista Muñoz (1745-1799). Valencia, p. 142. Al respecto, vid. Isabel GRANA GIL (1995): El Real Colegio de San Telmo de Málaga, Málaga. 54 Según comentaba Juan Bautista Muñoz, «...últimamente el disfavor de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 191 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 33 política de absorción de competencias llevada a cabo por la Ar-mada en el terreno del desarrollo científico y de la navegación en España. Los cambios introducidos en el Seminario hispalense se con-virtieron en uno de los puntales de un macroproyecto a gran escala ideado por la secretaría de Indias y basado en la re-vitalización del comercio y la navegación en la ciudad de Sevi-lla. Los pilares restantes del nuevo plan estaban todavía por acometer. Se trataba de toda una batería de medidas futuras como la fundación de un nuevo consulado de comercio en Se-villa, la mejora del río Guadalquivir, la construcción de naos adaptadas a su río y barra, la regeneración de la Universidad de Mareantes, y la revitalización del cuerpo de la marina mercan-te local55. Como parte de estos designios previstos para Sevilla, una de las decisiones adoptadas apuntó a la recuperación de los anti-guos oficios de cosmógrafo, piloto mayor, artillero mayor y cos-mógrafo mayor del Consejo de Indias. Según Juan Bautista Muñoz, la creación en Madrid de una plaza de cronista y cos-mógrafo mayor serviría para centralizar y progresar en el estu-dio de gran parte de la información científica proporcionada desde los distintos ámbitos de la navegación. Las funciones atri-la marina real, que con sus nuevos establecimientos ha intentado anonadar a aquellos mismos que podían contribuir al mayor lustre de ella. Es axioma evidente que la marina del comercio es el cimiento y la madre de la Arma-da. Déjense bajas rivalidades y combínense los establecimientos de tal mane-ra que, lejos de dañarse, se presten mutuos auxilios. Revísense en cada ramo lo que por experiencia se halló ser útil, y poniéndose puntos de unión con-curran todos al bien común.» RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Infor-me de 18 de marzo de 1783. 55 Este proyecto aparece recogido en: RAH (Real Academia de la Histo-ria). Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783 sobre la reforma del Colegio de San Telmo de Sevilla y de la Universidad de Mareantes, y AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. informe de Fran-cisco Machado y Antonio Porlier para José de Gálvez. 3 de febrero de 1785. El plan del marqués de la Sonora nunca llegó a fructificar. Sus sueños de fortalecer la marina mercante en Sevilla chocaron contra un escenario en el que brilló un arraigado asentamiento del comercio en la ciudad de Cádiz. La falta de viabilidad de los objetivos marcados sepultó de forma definitiva las aspiraciones de José de Gálvez. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 192 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 34 buidas al cosmógrafo del Consejo de Indias se relacionarían con la inspección de los colegios de enseñanza de la náutica, la re-copilación y ordenación de la información hidrográfica, la prác-tica de observaciones celestes y, en general, todas aquellas labo-res que contribuyeran al perfeccionamiento de la hidrografía y de otras materias de orden científico56. El centro de desarrollo de la navegación diseñado para San Telmo incluía cuatro áreas de actuación. La primera consistía en un observatorio dotado de los más avanzados instrumentos para la realización de observaciones celestes aplicadas a la na-vegación. En segundo lugar, la mejora y estudio de las técnicas hidrográficas, especialmente de las cartas, planos, mapas de costas, ríos, puertos, etc., con el fin de poseer información lo más exacta posible de los derroteros a Indias y de sus costas. La tercera aplicación se centraba en la fabricación de instrumentos geométricos y astronómicos relacionados con los estudios y ejer-cicios náuticos y, por último, todas estas tareas debían ser com-plementadas con la formación de una escuela de dibujo57. Dicha reestructuración se complementó con una política de fomento de la investigación y recogida de datos, materializada en la con-cesión de premios, medallas y honores dirigida a los alumnos aventajados y a los profesores que con su labor contribuyesen al adelanto de la navegación58. En el aspecto docente, las ordenanzas de 1786 crearon el denominado Curso de estudios náuticos, a cargo de cuatro cate-dráticos de matemáticas y navegación. El primero de ellos, el 56 RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783 sobre la reforma del Colegio de San Telmo de Sevilla y de la Universidad de Mareantes. 57 RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783. 58 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Artículos CCXXXI a CCXLVIII. Por otra parte, el proyecto ideado por José de Gálvez se enfrentó con otro gran escollo: los intereses de la Marina de gue-rra eran contrapuestos a los de la secretaría de Indias, y la Armada nunca hubiera permitido la existencia de un centro de formación de pilotos mercan-tes y de investigación de la náutica fuera de su control. La solución de este problema llegó en 1787 con la inclusión del Colegio de San Telmo de Sevilla en el ámbito de la Armada, quedando desactivado de esta manera el peligro de un competidor. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 193 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 35 más antiguo, llevaba aparejado el título de piloto mayor de Se-villa, lo que le suponía el disfrute de las preeminencias anejas al otrora piloto mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla. El segundo catedrático fue nombrado cosmógrafo de Sevilla y los otros dos restantes, cosmógrafos. Basándose en tratados funda-mentales de la época para el estudio de la técnica de la navega-ción, como fueron los de Jorge Juan, Pièrre Bouguer, Vicente Tofiño, o Benito Bails, los catedráticos tenían la obligación de promover el estudio de la teórica y práctica de la navegación «y de las facultades previas y accesorias a ella, por medio de una aplicación incesante al estudio y a la observación»59. De esta manera, el catedrático más antiguo se encargó de las competen-cias hidrográficas, a través de la enmienda y mejora de las car-tas y derrotas, así como de la disposición de nuevos padrones de navegación, auxiliado por el resto de los catedráticos-cosmógra-fos. En las reuniones denominadas juntas literarias, estos maes-tros debían dar a conocer sus trabajos de elaboración y publi-cación de cartas ajustadas a los padrones, la fabricación de instrumentos para el pilotaje, o de tratados encaminados al pro-greso de sus disciplinas, dando cuenta de todo ello a la superio-ridad. Como última novedad, las ordenanzas concedieron a los catedráticos la facultad de examinar y otorgar grados de pilotos y pilotines, quedando restauradas las antiguas competencias reservadas en las Leyes de Indias al piloto mayor y a los cosmógrafos de la Casa de la Contratación. El Curso de estudios náuticos fue dividido en cuatro clases cuya duración comprendía un período de cuatro años. En la primera clase se impartían conocimientos de aritmética inferior, extracción de raíces cuadradas y cúbicas, cálculo decimal y sexagesimal, logaritmos, geometría elemental con nociones de secciones cónicas, y trigonometría plana. Superada la primera clase, los santelmistas se iniciaban en la segunda clase en los principios del álgebra, en la aplicación a cuestiones aritméti-cas, geométricas, y a las curvas, la resolución de ecuaciones, el cálculo infinitesimal y a sus aplicaciones a la geometría. La ter- 59 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Ar-tículo CXCI. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 194 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 36 cera clase incluía la mecánica aplicada a usos, máquinas e ins-trumentos náuticos, la construcción y movimiento de buques, y, finalmente, los conocimientos sobre materiales de construcción y pertrechamiento de bajeles. La obra fundamental sobre la que debían apoyarse las explicaciones disciplinares era el Examen marítimo de Jorge Juan, si bien, dada su complejidad, podía ser dosificada en sus contenidos por el catedrático en función de la capacidad de cada uno de los alumnos. La última clase estaba dirigida por el catedrático más antiguo, cuyo programa docen-te recogía las materias de trigonometría esférica y navegación, basándose en el tratado de navegación de Jorge Juan y en las obras de Étienne Bezout, acompañadas de las tablas de José de Mazarredo y del Almanak náutico. Paralelamente a la instruc-ción náutica, la materia de dibujo fue incluida de forma sepa-rada en los planes de estudio, abarcando el dibujo de la figura humana y el dibujo técnico (denominado militar y geográfico). El aprendizaje de toda esta serie de materias era sometido a exámenes periódicos a lo largo del curso, cuya superación per-mitía al alumno acceder al siguiente estadio de instrucción60. Manuel Sellés García califica el contenido docente de las orde-nanzas de 1786 como extremadamente ambicioso, llegando a equipararlo al programa de estudios de las Academias de Guardias Marinas61. En realidad, los nuevos contenidos disciplinares se habían multiplicado enormemente en variedad y extensión, sobre-pasando con creces los conocimientos necesarios para el ejercicio del pilotaje en un barco de guerra o mercante. Los nuevos obje-tivos docentes se acercaban más a la formación de un piloto cien-tífico, instruido para la realización de misiones hidrográficas o astronómicas, que a la de un sencillo piloto cuyo objetivo no era otro que el de conducir el bajel hasta su puerto de destino. Como vemos, la formación náutica implantada en el Colegio en estas últimas décadas del siglo XVIII alcanzó un alto nivel académico, que, combinado con los embarques permitió la sa-lida de pilotos de una cualificación muy aceptable. Este hecho contrasta con los pilotos practicones formados décadas antes en 60 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Ar-tículos CXCVIII a CCXXII. 61 Manuel A. SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica..., p. 232. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 195 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 37 el seno esta misma institución, en la que ante todo se había priorizado el aprendizaje práctico de la navegación. Dejando a un lado el reto planteado por la legislación de 1786 de formación de jóvenes en materias que iban más allá del mero pilotaje, el hecho relevante residió en la brevedad del pe-ríodo temporal de vigencia de esta normativa. Cuando aún no se había logrado poner en marcha algunas de las novedades intro-ducidas por las ordenanzas de 1786 ni, mucho menos, recogido los primeros frutos, el 8 de julio de 1787 se ordenó el traslado del Colegio de San Telmo de Sevilla a la jurisdicción de la Se-cretaría de Marina, bajo la dirección del baylío Antonio de Valdés y Bazán62. Desconocemos las causas argumentadas en la toma de una decisión de este calibre, pero de lo que no cabe duda es que, ya desde la primera mitad del siglo XVIII, la Arma-da venía desplegando una política de absorción de competencias en el terreno del desarrollo científico y de la navegación. El Colegio de San Telmo, como centro de formación de pilotos, fue uno de sus objetivos, y terminó siendo arrastrado hacia su ám-bito de decisión63. El nuevo entorno que arroparía a partir de entonces al Cole-gio de San Telmo de Sevilla hizo necesarios una serie de cam-bios en tiempo récord para adaptar el instituto de náutica a la estructura de funcionamiento de la Armada. Dos conocidos ofi-ciales de Marina de la segunda mitad de siglo prestaron sus conocimientos para dar forma a las segundas ordenanzas del 62 Introducción a las Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla, de 2 de julio de 1788. 63 El primer paso importante dado en este proceso de «militarización de la ciencia», concretamente del cuerpo de la Armada, lo protagonizó José Patiño al promover la fundación de la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz en 1717, un centro militar de formación de oficiales de marina, entre cuyas disciplinas se encontraba el aprendizaje de la navegación. Tres décadas después, se publicaron las Ordenanzas Generales de la Armada de 1748, en las que se creó el Cuerpo de Pilotos de la Armada, y en las que las competencias para el examen y otorgamiento de los títulos de pilotos y pilotines fueron trasladadas a la nueva figura del piloto mayor de la Arma-da, cargo detentado por un oficial de guerra. Al nacimiento de estas institu-ciones se añadió el del Real Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz, en 1748, y la creación, a instancias del marino y científico Jorge Juan y Santacilia, del Observatorio de Cádiz en 1753. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 196 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 38 Colegio de San Telmo, nacidas en 178864: José de Mazarredo y Francisco Javier Winthuysen y Pineda. Mazarredo elaboró un amplio informe65 en el que, entre diver-sas opiniones vertidas sobre la Marina de finales del siglo XVIII, defendía la existencia y validez de una institución como la de San Telmo. Desde su condición de marino ilustrado, profundo conocedor de los últimos avances experimentados en la astrono-mía y en la navegación, Antonio de Mazarredo abogó por inci-dir en un conocimiento práctico de la técnica del pilotaje, fren-te al excesivamente teórico, en el que se corría el riesgo de caer si los conocimientos adquiridos no se aplicaban con extensión a la práctica de la navegación. Vemos en estas manifestaciones un alejamiento del informante respecto del enfoque docente implantado en 1786, receloso de provocar un desequilibrio en-tre los contenidos teóricos y el ejercicio práctico de la nave-gación. El segundo asesor, Francisco Javier Winthuysen, había reci-bido previamente del secretario Valdés el encargo de inspeccio-nar el Colegio de San Telmo de Sevilla para comprobar su esta-do y necesidades de adecuación al organigrama de la Armada. El informe de Winthuysen66 resaltó el principal objetivo que se pretendía extraer del instituto sevillano: la formación de pilotos hábiles para la marina real y el comercio de Indias. Para ello, creía este oficial, al igual que Mazarredo, que los aspectos más teórico científicos de las ordenanzas diseñadas por la secretaría de Indias debían ser suprimidos en favor de un enfoque más práctico del plan de estudios. Para ello propugnó, entre otras medidas, la reducción del Curso de estudios náuticos de cuatro a tres años. Las novedades aportadas por las nuevas ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla de 1788 redujeron, efectivamen- 64 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla, de 2 de ju-lio de 1788. 65 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 984. Informe en virtud de la Real Orden de 11 de marzo último sobre la ordenanza dispuesta para el gobierno y enseñanza del Colegio de San Telmo de Sevilla. 9 de abril de 1788. Firmado por José de Mazarredo. 66 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 984. El informe está incluido en un extracto sin fecha denominado Ordenanzas del Colegio de San Telmo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 197 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 39 te, la extensión de las materias objeto de estudio. Las matemá-ticas inferiores, la navegación, el dibujo, la artillería y la manio-bra fueron los pilares fundamentales sobre los que se desplegó la enseñanza en el centro sevillano. Si bien el proyecto de fo-mento y desarrollo de la navegación creado en 1786 por la se-cretaría de Indias, basado tanto en la estimulación de los alum-nos como en la incentivación de los profesores para el estudio de la disciplina, se mantuvo con las segundas ordenanzas de 1788, también es cierto que, dejando a un lado las labores do-centes de los catedráticos, el proyecto no llegó a fructificar de acuerdo con su espíritu inicial. En este punto cabe expresar que la realidad se impuso a unos ambiciosos planes (los diseñados por la secretaría de Indias), de facto inviables. La Armada ya poseía un centro de desarrollo de las técnicas más avanzadas de astronomía y navegación en el Observatorio de Marina, creado por Jorge Juan en 1753 y unido a la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Ambas instituciones formaban un núcleo de enseñanza superior y de difusión de las ciencias67. Esta circuns-tancia echó por tierra el proyecto del marqués de la Sonora pues, una vez situado el Colegio de San Telmo bajo la jurisdic-ción de Marina, carecía de sentido duplicar objetivos y esfuer-zos económicos en dos centros docentes bajo un mismo mando. Por tanto, los planes de la Armada llevaron al Colegio de San Telmo de Sevilla a convertirse en un centro de capacitación pro-fesional en las artes de la navegación, básicamente dirigido a la formación de oficiales de mar destinados a la navegación mer-cante. Por otro lado, la existencia paralela de los colegios de Sevi-lla y Málaga con un funcionamiento basado en distintas legisla-ciones, pero con los mismos fines, llevó a Valdés a ordenar su fusión en un solo cuerpo legal, labor que quedó materializada en las ordenanzas de 179468. Esta fue la última normativa que se publicó para estas instituciones, reforma que no supuso cam- 67 Sobre la Academia de Guardias Marinas de Cádiz y el Observatorio de Cádiz, vid. Antonio LAFUENTE y Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (1988): El observatorio de Cádiz (1753-1831). Madrid. 68 Ordenanza de S.M. para los Reales Colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga. Madrid, 1794. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 198 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 40 bio alguno de entidad en relación con los aspectos docentes implantados por su antecesora. Una de las consecuencias del monopolio ejercido por la Ar-mada en el ámbito de la navegación se plasmó en el proceso de uniformización de la enseñanza y de los exámenes de pilotos y pilotines llevado a cabo en las últimas décadas de la centuria, asunto que ya hemos mencionado brevemente al principio de este trabajo. Una vez que, tanto los colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga así como las escuelas de náutica del reino, jun-to con las escuelas departamentales de la Armada estuvieron todas ellas reunidas bajo una misma jurisdicción, se acometió el desarrollo de un sistema unitario de estudios y exámenes para todos los centros docentes de náutica del reino. En 1790 el co-mandante en jefe del Cuerpo de Pilotos de la Armada, Francis-co Javier Winthuysen, redactó una instrucción con el objetivo de homogeneizar la enseñanza en las escuelas. Otro paso definiti-vo dado en este proceso consistió en la publicación en 1803 del Curso de estudios elementales de Marina de Gabriel Císcar, con-vertido en un completo curso de pilotaje, ampliamente utiliza-do y numerosas veces reeditado, que sirvió de texto para los estudios de náutica durante muchos años. Finalmente, en la primera década del siglo XIX las escuelas de náutica fueron clasificadas en primarias y secundarias, de-pendiendo del método de enseñanza aplicado. Las academias departamentales de la Armada, junto con los colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga fueron encuadrados dentro del pri-mer grupo. En la segunda categoría quedaron asignadas el res-to de escuelas particulares de náutica, costeadas de forma más modesta por los Consulados de comercio u otros organismos69. Toda esta serie de cambios acontecidos en la segunda mitad del siglo XVIII también influyó en el trabajo docente desplega-do por el profesorado. Durante las dos últimas décadas de siglo, los maestros que cubrieron las cátedras de matemáticas y nave-gación aplicaron los nuevos planes de estudio con una mentali-dad bien distinta a la de los primeros 50 años. La fundamen-tación matemática y la incorporación de los últimos avances 69 AHUS. Libro 325. Fr. Francisco Gil a Adrián María García de Castro. 24 de octubre de 1805. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 199 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 41 experimentados en el cálculo de la longitud constituyeron nove-dades esenciales en el enfoque de unos estudios que evoluciona-ron desde el arte de la navegación hasta la navegación astro-nómica. Los informes elevados a la superioridad sobre estos emplea-dos por el inspector de los colegios de náutica, Francisco Javier Winthuysen, fueron muy positivos, rozando la admiración en el caso de Francisco Antonio Pizarro70. Los tres docentes contribu-yeron de forma notable a la mejora del Colegio como centro de enseñanza de la náutica, pudiéndose afirmar, sin lugar a dudas, que el período transcurrido entre 1786 y 1800 fue el más inten-so y fructífero desde el punto de vista de la formación de los colegiales. La reforma de los planes de estudio unida a su eficaz labor docente desembocó en un buen nivel de la docencia y en la salida del mayor contingente de pilotos de la historia del co-legio. Sin embargo, el cambio de siglo marcó una inflexión en línea ascendente. La sucesión de penalidades, como la epidemia de fiebre amarilla, la invasión de las tropas francesas y la gue-rra con Francia, unido al largo proceso de independendización de las colonias americanas, llevó al país a una crisis de la que el Colegio de San Telmo de Sevilla no se pudo sustraer. La pa-ralización del suministro de fondos económicos en algunas oca-siones, o la reducción drástica de los mismos, el resto de las veces, sumieron al instituto en una decadencia larga y penosa hasta su extinción en 1847. En 1812 los tres catedráticos de matemáticas que ejercían por aquellas fechas fueron procesados y retirados de sus em-pleos acusados de adictos a las ideas constitucionales71. Pese a los azarosos acontecimientos, el Colegio logró mantenerse de forma milagrosa durante varias décadas. Las clases siguieron impartiéndose a un número reducido de alumnos y la escasez económica terminó afectando incluso al material necesario para la instrucción. De este último período de existencia del institu-to cabe destacar la realización por parte de uno de los catedrá- 70 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1021. Informes secretos de los dependientes del Colegio de San Telmo de Sevilla, firmado por Winthuysen el 13 de abril de 1793. 71 AHUS. Libro 327. Notificación de 6 de agosto de 1814. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 200 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 42 ticos, Manuel Espínola Quintana, de un atlas de la costa occi-dental de la América meridional72. Culminada la instrucción de los colegiales en las materias relacionadas con el pilotaje y la navegación, el Colegio de San Telmo de Sevilla abría un segundo período de aprendizaje, en el que los santelmistas embarcaban a bordo de los navíos fondea-dos en el puerto de Cádiz. Durante las navegaciones, los mucha-chos ponían en práctica los conocimientos adquiridos en el re-cinto sevillano. Una vez que el maestro o catedrático de matemáticas daba el visto bueno confirmando la suficiencia teórica del colegial en las disciplinas técnicas, éste era trasladado a Cádiz en las tarta-nas que recorrían el Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda y, desde esta última población, se desplazaba por tierra hasta su destino. El tiempo de estadía en Cádiz dependía de múltiples cir-cunstancias. En el caso de los registros que navegaban solos o acompañados de un reducido grupo de embarcaciones, la sa-lida solía ser rápida, produciéndose en cuestión de días. Pero, tratándose de flotas o escuadras de guerra, la compleja prepa-ración y pertrecho de un número abultado de bajeles solía de-morar la fecha de partida semanas o incluso meses. Por tanto, la duración de la propartida (tiempo previo a la salida de un barco de puerto) de un santelmista era incalculable. Sin embargo, no cabía duda de que si un empleado con-tratado por el Colegio asumía diligentemente las funciones de cuidado y atención de los colegiales desplazados, así como de gestión de los trámites administrativos necesarios para el asen-tamiento de los muchachos en las plazas libres de los bajeles, el ahorro de las partidas presupuestarias destinadas a este fin se-ría considerable y, por otra parte, la vigilancia de los colegiales aumentaría. Fueron éstas las razones por las que en 1761 el 72 Atlas de las cartas esféricas de la costa occidental de la América meridio-nal, construidas y dispuestas con presencia de los documentos de las corbetas de SM Descubierta y Atrevida, destinadas a la rectificación del Atlas de la Amé-rica meridional en 1793, por D Manuel Spinola, en Cádiz, mayo de 1798. MN. Catálogo de los documentos de la expedición Malaspina, doc. 1, 1697. Sigs. XXVII B. (8), XI A. (7), L.C. (9) y XXXIV. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 201 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 43 Colegio de San Telmo creó la plaza denominada «director de los colegiales en Cádiz»73. Hasta entonces, la institución sevillana había contado con la ayuda de un apoderado destinado básicamente a la gestión ad-ministrativa, pero cuya actividad era ajena al control de los des-plazados. El director de colegiales se convirtió en una especie de tutor de los santelmistas y gestor ante los órganos marítimo administrativos gaditanos74. La importancia del éxito y eficacia de sus trámites dependió en buena medida de sus dotes y habi-lidades de relación con las distintas autoridades portuarias, y de su conocimiento de la información relacionada con el movi-miento de los navíos. Estas averiguaciones le eran de suma uti-lidad para prevenir futuros problemas o solventar los ya existen-tes. Su trabajo comprendía frecuentes traslados a la Casa de la Contratación, radicada en la ciudad gaditana desde 1717, y a los órganos administrativos dependientes de la Armada75. El director de colegiales en Cádiz tramitaba los embarques, desembarques o transbordo de los colegiales en los navíos, ha-bilitaba ante el intendente de Marina a los pilotines y presenta-ba las certificaciones de sus viajes, se encargaba de presentar a los aspirantes a pilotos o pilotines para las pruebas de admisión, y proporcionaba cama y comida en su propia casa a los mucha-chos desplazados76. Al regreso de los embarcados, este emplea-do gestionaba el desembarco y comprobaba el estado de sus 73 AHUS. Libro 288 de empleados. 74 AHUS. Libro 373. Instrucción que ha de observar el Sr. Dn. José Franco Reynoso Presbitero en el empleo de Director en la ciudad de Cádiz de los Cole-giales del Real Seminario del Sr. Sn. Telmo de Sevilla en que está nombrado interinamente. Documento firmado por la diputación de la Universidad de Mareantes y el contratado. 5 de octubre de 1780. 75 En 1772 el Ministerio de Marina se trasladó de Cádiz a la Isla de León. El director de colegiales se vio obligado a hacer numerosos desplazamientos desde la sede de la Dependencia de Matrícula (donde se atendía al arribo y salida de los santelmistas en bajeles mercantes), en Cádiz, a la Oficina de Marina y Mayoría General, sitas en la Isla de León, en donde se gestionaban los embarques a bordo de navíos de la Armada. 76 Durante los días tranquilos en los que no había salida o regreso de navíos, los muchachos, nada más levantarse, oían misa y luego desayunaban. Posteriormente, dedicaban unas horas al estudio y, terminado éste, salían a la calle durante una hora, de dos en dos, y con la prohibición de acercarse a © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 202 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 44 pertenencias contenidas en el arca proporcionada por el Colegio (ropa, libros, instrumentos, diario de navegación...), así como la certificación extendida por el piloto, acreditativa del viaje reali-zado. Posteriormente, devolvía a los muchachos al Colegio. En ocasiones, los embarques se producían de forma seguida, enla-zándose unos con otros, hasta que el alumno culminaba su pe-ríodo instructivo práctico. Pero, en otros casos, el santelmista retornaba a Sevilla a la vuelta de la travesía, donde permanecía estudiando hasta que le surgía la oportunidad de un nuevo embarque. Cuando alguno de los colegiales caía enfermo, el director se encargaba de su traslado al Hospital de San Juan de Dios, en el caso de que hubiera navegado o estuviera listo para hacerlo en un barco mercante, o al Hospital Real de la Marina, si había sido asentado en un navío de la Armada. En estos casos, vigila-ba a los convalecientes y daba continua cuenta a la dirección del Colegio de su estado. Una vez embarcado el santelmista, el Colegio se liberaba de su manutención, que corría a cargo del patrón del bajel o del comandante del navío. Aun así, el director vigilaba la permanen-cia de los colegiales a bordo, impidiendo las bajadas a tierra y las pernoctas fuera de las embarcaciones, salvo en los casos de enfermedad o de realización de las labores de lavado de la ropa. De esta manera, se evitaban casos de santelmistas que perdían sus navíos por encontrarse irregularmente en tierra a la hora de zarpar, o de distracciones de jóvenes entregados al ocio en los aledaños del puerto. Los preparativos previos a los embarques conllevaban la en-trega al colegial de un arca en la que depositaba diversos obje-tos. Necesariamente, el contenido era el imprescindible para navegar, muchas veces escaso o insuficiente. Hasta 1763 los colegiales embarcados iban provistos de un capote de paño par- «casas sospechosas o a parajes poco decentes donde se malogre la buena educación que se les ha dado». Después de la comida, se empleaban otro rato en el estudio de las materias náuticas y, a continuación, disfrutaban de otro tiempo de recreo. Al «toque del Ave María» volvían a la casa, rezaban el ro-sario y se iban a dormir. AHUS. Libro 373. Instrucción que ha de observar el Sr. Dn. José Franco Reynoso Presbitero... 5 de octubre de 1780. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 203 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 45 do, una camisa de crea, un vestido, medias y zapatos. Los más avezados en el estudio de la náutica llevaban algunos instru-mentos77. A partir de esta fecha se amplió la dotación de cada embarcado. Para aquellos santelmistas con destino a América en navíos de guerra o de práctica del corso, se les entregaba un paquete con ropa suplementaria, además del vestido de chupa y el calzón de paño. Los alumnos calificados como hábiles (po-tenciales aspirantes a pilotos) recibían una chupa de paño azul, y los llamados inútiles (y destinados a la marinería) obtenían una chupa de paño pardo. Para aquellos colegiales que se em-barcaban con dirección a las gélidas y lejanas aguas de la Mar del Sur, además se les facilitaba otra muda completa de chaque-ta forrada en bayeta, calzones largos de paño, medias abata-nadas, un capote forrado y un gorro de lana. A modo de cama, los santelmistas también subían a bordo un petate de esparto y dos mantas de jerga78. Pero, dejando a un lado el pertrechamiento de los huérfanos, hemos de analizar como punto final a este trabajo los resulta-dos obtenidos por el Colegio de San Telmo en la formación de pilotos. Uno de los aspectos más indicativos sobre éxito total o parcial del método de enseñanza práctica seguido por el Cole-gio de San Telmo reside en la comprobación del número de alumnos que logró embarcarse durante su estancia en el Semi-nario. Los datos nos muestran que, del total de colegiales que fueron asentados en sus libros de registro (3505 individuos), 2440 muchachos (69,6%) realizaron prácticas a bordo de navíos y, el resto, 1065 (30,4%) no lo hicieron79. 77 Dependiendo de la época, estos instrumentos fueron ballestillas o cua-drantes, agujas de marear, cuarterones, compases, plumas, cartas y mapas, el diario de navegación y, en ocasiones, un catecismo y un manual para el estu-dio. Por ejemplo, en 1723 el Colegio de San Telmo adquirió diversos instru-mentos para los embarcados en las flotas de Nueva España, dirigida por Anto-nio Serrano, y de Tierra Firme, al mando del marqués del Grillo, consistentes en 4 ballestillas, 1 cuadrante de dos arcos (cuadrante de Davis), 6 cuarterones y 32 compases. AHUS. Libro 21 de cuentas. 20 de agosto de 1723. 78 AHUS. Libro 311. Acuerdos de 3 de mazo de 1763. AHUS. Libro 326. Notificación de Luis de Córdova a Antonio Ramos. 20 de julio de 1790. 79 Los resultados estadísticos mostrados en adelante se basan en datos ex-traídos del AHUS. Libros 271-281. Libros de recepción y salida de colegiales del Real Colegio Seminario de San Telmo. Años 1682-1832. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 204 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 46 Resulta una cifra bastante abultada la constituida por el gru-po de jóvenes que no llegó a navegar (casi uno de cada tres), hecho que demuestra que un porcentaje elevado de colegiales no cumplió con los objetivos establecidos por el instituto. Las causas de este fracaso parcial son diversas. Las más importan-tes, a nuestro entender, residieron en el masivo número de abandonos sucedido, sobre todo, en la primera etapa de existen-cia del instituto. Aunque tampoco debe olvidarse la admisión por parte del Colegio de muchachos analfabetos, sin conoci-mientos básicos de lectura, escritura y matemáticas elementales. Este hecho obligó al centro de náutica a alargar el tiempo de estancia del alumno hasta su licenciamiento, favoreciéndose con ello los casos de colegiales que eligieron otros oficios distintos al de la navegación. Por otro lado, si el Colegio hubiera admiti-do únicamente a muchachos ya instruidos de forma elemental, ello le hubiera permitido ahorrar costes y tiempo de estudio, lo que hubiera favorecido un aumento del porcentaje de alumnos embarcados. Además de los factores señalados, el Colegio de San Telmo se encontró de forma generalizada con dificultades a la hora de proporcionar embarques a su alumnado. La resistencia natural mostrada por los capitanes y maestres de las embarcaciones, unida a la falta de interés con que las autoridades hicieron cum-plir las normas preferenciales de embarques a favor de los santelmistas fueron las causas de tales dificultades. Durante el siglo XIX la razón principal de la escasez de embarques (la peor etapa en la vida del Colegio) residió en la misma decadencia de la Carrera de Indias, la crisis económica, la guerra con Francia y en la independencia de las colonias americanas, agentes todos ellos que desembocaron en una reducción de la navegación, y por consiguiente del número de embarques de santelmistas has-ta límites insospechados. Una vez conocida la ratio de alumnos embarcados, pasamos a analizar otro apunte en relación con los embarques. El núme-ro de viajes o campañas realizado por cada seminarista duran-te su estancia en el centro es otro de los datos que nos permite conocer el grado de experiencia obtenido por los jóvenes y el tiempo dedicado a la instrucción práctica. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 205 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 47 De un total de 2440 alumnos embarcados, un 47,46% reali-zó un solo embarque, un 26,72% realizó dos viajes, un 13,69% lo hizo en tres ocasiones, un 5,74% cuatro, un 2,70% cinco, un 1,52% seis, un 0,25% siete, y, tan sólo, un 0,04% (es decir, dos alumnos) lo hicieron en 8 y 9 ocasiones. En esta estadística debemos detallar que desconocemos el número de viajes reali-zado por un 1,84% de alumnos. Los resultados apuntan a una formación práctica de un solo viaje para la mayoría de los em-barcados, de tal forma que este grupo de alumnos constituyó prácticamente la mitad del contingente de muchachos embarca-dos. Como manifestación más expresiva, podemos señalar que, de cada cuatro santelmistas embarcados, dos hicieron un solo viaje, uno practicó dos navegaciones y el último llegó a embar-carse en tres o más ocasiones. Los datos apuntados demuestran que la gran mayoría de los colegiales que navegaron fue destinada a engrosar las filas de la marinería de la Carrera de Indias. La razón reside en que un solo viaje no servía para poder aspirar
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Calificación | |
Título y subtítulo | La formación de los pilotos de la carrera de Indias en el siglo XVIII |
Autor principal | García Garralón, María |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 55 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2009 |
Páginas | p. 159-228 |
Materias | Navegación ; Enseñanza ; América ; Siglo 18 |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1349327 Bytes |
Texto | 159 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 LA FORMACION DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII P O R MARTA GARCÍA GARRALÓN RESUMEN El intenso tráfico marítimo comercial mantenido entre España y las co-lonias de ultramar a lo largo de la Edad Moderna requirió de una gran in-fraestructura logística, de barcos, y del elemento humano necesario para integrar las tripulaciones de sus navíos. La formación de los pilotos asigna-dos a los buques que transitaron las rutas atlánticas se convirtió en un pro-blema de Estado, dada la importancia del grado de preparación de estos profesionales a la hora de hacerse a la mar. El conocimiento de la situación de la enseñanza del pilotaje en el siglo XVIII arroja una nueva luz sobre aspectos hasta el momento poco tratados por la historiografía, como ha sido la instrucción y aportación de pilotos y de gente de mar por parte del Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla a las necesidades de la Carrera de Indias y de la propia Armada. Palabras clave: Pilotaje. Enseñanza de la náutica. Enseñanza de la mari-nería. Formación naval. Piloto. Pilotín. Piloto mercante. Piloto de la armada. Carrera de Indias. Obra pía. Seminario de caridad. Huérfanos. Santelmistas. Universidad de Mareantes de Sevilla. Escuelas de náutica. Piloto mayor. Ca-tedrático de cosmografía. Casa de la Contratación. Embarques. Pilotos practicones. Pilotos senistas. José de Gálvez, Marqués de la Sonora. José de Mazarredo. Francisco Javier Winthuysen y Pineda. ABSTRACT The intense maritime commercial traffic supported between Spain and the colonies of overseas along the Modern Age needed of a great logistic infrastructure, of ships, and of the human necessary element to integrate the crews of their ships. The training of the navigators assigned to the vessels who travelled the Atlantic routes turned into a problem of State, because of the importance of the degree of preparation of these professionals at the moment of sailing. The knowledge of the situation of the piloting education in the 18th century throws a new light on aspects up to the moment little © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 160 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 2 treated by the historiography, as the instruction and contribution of navi-gators and the seafarers on the part of the Royal Seminar College of San Telmo in Seville to the needs of the Carrera de Indias — Indies Trade — and of the own Navy. Key words: Piloting. Nautic education. Seamanship education. Navy training. Navigator. Merchant officer. Naval officer. The race of the Indies. Charity Seminar. Orphans. Navigation Schools. José de Gálvez, Marquis of la Sonora. José de Mazarredo. Francisco Javier Winthuysen y Pineda. La idea de formar individuos en las artes de la marinería, la artillería y el pilotaje constituyó un deseo largamente acaricia-do por la Monarquía española como respuesta al déficit de gen-te de mar que se vino padeciendo desde los primeros años del descubrimiento de América. La conjunción de dos factores como la prohibición legal de la participación de gente de mar extranjera en las tripulaciones de la Carrera de Indias y la es-casez de marineros, artilleros y pilotos para abastecer los na-víos de las flotas de la Carrera de Indias y de las armadas, dio lugar a la puesta en práctica de diversas soluciones con distin-to éxito. El Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla fue una de las apuestas más serias hechas en este aspecto: una institu-ción fundada en 1681, que combinó las características de obra pía y centro de náutica, y que recorrió dos siglos y medio de existencia hasta su extinción en 1847. En este artículo me propongo el análisis de tres cuestiones básicas en torno a la institución docente de San Telmo. En pri-mer lugar, definir las características que identificaron al Colegio sevillano en contraposición con otras iniciativas o centros de formación de pilotos o de gente de mar nacidos en España. El segundo aspecto se refiere al examen de la formación recibida por el alumnado, tanto en el plano teórico como en el práctico, lo que nos lleva a la pregunta concreta de si la instrucción reci-bida por los santelmistas en pilotaje fue suficiente para el pos-terior ejercicio de esta profesión. Para terminar, el tercer foco de nuestra atención lo constituirá la comprobación de los resulta-dos obtenidos por el Colegio de San Telmo en la formación de pilotos. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 161 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 3 El estado de la enseñanza de la náutica en España entre los siglos XVI y XVIII experimentó una evolución especialmente notoria en el siglo de las luces. Esta transformación caminó de forma paralela al avance científico ilustrado, al desarrollo de la técnica de la navegación, y a las reformas estructurales acome-tidas por los ministros de la nueva dinastía borbónica en parce-las de gobierno de importancia capital para los intereses espa-ñoles como la marina real, la navegación y el comercio con las Indias. Durante los siglos XVI y XVII la Casa de la Contratación de Sevilla fue el centro más importante de enseñanza de la técnica de la navegación en España, por encima de otros núcleos difusores de estos conocimientos como la Academia de Matemá-ticas1, el cosmógrafo mayor del reino2, el poco conocido Colegio de Pilotos Vizcaínos de Cádiz, o las Universidades de Zaragoza y Salamanca3. La Casa de la Contratación, fundada en 1503, se convirtió en un órgano centralizador de la actividad náutica a través de las figuras del piloto mayor, el catedrático de cosmografía y el cos- 1 Mariano ESTEBAN PIÑEIRO y María Isabel VICENTE MAROTO (2002): «La Casa de la Contratación y la Academia Real Matemática», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla. Valladolid, vol. III, pp. 35-51. 2 Mariano ESTEBAN PIÑEIRO (2002): «Los cosmógrafos y otros oficios matemáticos», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla. Valladolid, vol. III, pp. 129-145. 3 Además de los citados establecimientos, se conservan testimonios sobre la enseñanza del arte de navegar de forma no institucionalizada en algunas poblaciones costeras, como en Bilbao, San Sebastián o Guipúzcoa. Con-súltese el artículo de Itxaso IBÁÑEZ y José LLOMBART, La formación de pilotos en la Escuela de Náutica de Bilbao, siglos XVIII y XIX, pp. 747-772, nota a pie de página núm. 1. Internet, formato pdf. Para una mayor información sobre la enseñanza de la náutica en España en general, vid. Julio GUILLÉN (años 1918-1919): «La enseñanza naval militar en España», en Revista General de Marina, núms. 83 y 84, pp. 605-625 y 179-196; José RICART GIRALT (enero 1929): «Las escuelas de Náutica y su profesorado. Reseña histórica de la de Barcelona en general», en Revista General de Marina, pp. 187-202; Ricardo ARROYO (1994): «Las enseñanzas de náutica en el siglo XVIII», en Revista de Historia Naval, núm. 46, pp. 7-30; y Manuel Antonio SELLÉS (2002): «Rodear los continentes y surcar los mares», en Historia de la Ciencia y la Técnica en la Corona de Castilla, Valladolid, vol. IV, pp. 499-539. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 162 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 4 mógrafo fabricador de instrumentos, cargos que pusieron al servicio de la Corona española sus saberes científicos y su expe-riencia en las navegaciones. A este centro de estudios hidrográficos y náuticos acudían todos los pilotos de la Carrera de Indias para instruirse en el arte de la navegación durante un período de tiempo, transcurri-do el cual, realizaban un examen que acreditaba sus conoci-mientos y su capacidad para navegar una determinada ruta transoceánica4. Una vez superada esta prueba, los examinados obtenían el grado de piloto necesario para hacerse con la direc-ción técnica de un navío. Este sistema rigió durante más de dos centurias de vida de la institución. Llegado el siglo XVIII, las competencias de la Casa de la Contratación en materia de pilo-taje, así como toda una serie de competencias relacionadas con la ciencia y la navegación fueron absorbidas de forma progresi-va por la Armada, en un fenómeno que se ha venido a denomi-nar de «militarización de la ciencia»5. 4 El examen de los pilotos de la Carrera de Indias se realizaba respecto de singladuras concretas, de tal manera que el poseedor de un título de pi-loto para la ruta de Nueva España no estaba facultado para navegar en la ruta de Tierra Firme si no se había examinado específicamente de aquel de-rrotero. También existió un examen especial para los pilotos que navegaban al Río de la Plata. José de VEITIA LINAJE (1672): Norte de la Contratación de las Indias Occidentales dirigido al Excmo. Señor D. Gaspar de Bracamonte y Guzmán, Conde de Peñaranda, Gentilhombre de Cámara del Rey Nuestro Señor, de sus Consejos de Estado y Guerra y de la Junta de Gobierno Universal de estos Reinos y Presidente antes del Consejo Supremo de las Indias, ya del de Italia por José de Veitia Linaje, Caballero de la Orden de Santiago, Señor de la Casa de Veitia, del Consejo de Su Majestad, su Tesorero, Juez Oficial de la Real Audiencia de la Casa de la Contratación de las Indias. Sevilla, Juan Francisco de Blas. Libro II, capítulo XII, núms. 17 y 19. 5 La Armada se convirtió en el mayor demandante y ofertante de ciencia y tecnología en la España del siglo XVIII. Al respecto se puede consultar: Vicente PALACIO ATARD (coord.) (1989), España y el mar en el siglo de Carlos III, Madrid; Antonio LAFUENTE (1982): «La enseñanza de las ciencias duran-te la primera mitad del siglo XVIII», en Estudios dedicados a Juan Peset Aleixandre. Tomo II. Universidad de Valencia, pp. 477-493; José Luis PESET (1982): «Ciencia, nobleza y ejército en el Seminario de Nobles de Madrid (1770-1788)», en Mayans y la Ilustración. Ayuntamiento de Oliva, pp. 519-535; Antonio LAFUENTE y José Luis PESET (1982): «Las Academias Militares y la inversión en ciencia en la España ilustrada (1750-1760)», en Dynamis, 2, © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 163 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 5 A las citadas instituciones deben añadirse dos experimentos relacionados con el aprendizaje de la navegación, llevados a cabo en la primera década del siglo XVII con escaso éxito: el. Seminario de Marinos de Guipúzcoa, Señorío de Vizcaya y las cuatro Villas6, ideado para la zona septentrional de la penínsu-la, y el Seminario encargado al duque de Medina Sidonia, que se concentró en la parte meridional del país. Ambos modelos se encuadran dentro de una política de re-formas de la Marina relacionadas con las primeras tentativas de realización de un reclutamiento naval. Las Matrículas de 1607 y 1625 respondieron a la voluntad del Estado de hacer uso de una marinería que cubriera sobre todo las necesidades de los navíos de guerra. Algunas de aquellas propuestas fueron discu-tidas en el seno de la Junta de Armadas, organismo creado para la toma de decisiones en el ámbito de la defensa naval. Estas tentativas giraron en torno a la instalación de agentes de reclu-tamiento en diversos puertos del norte o sur de la península, el rescate de marineros cautivos en Argel, el enrolamiento de hom-bres de tierra adentro, o sobre la creación de escuelas para la formación de jóvenes marineros7. pp. 193-209; Antonio LAFUENTE y Manuel SELLÉS (1984): «La milicia aca-demizada: el conflicto entre la pluma y la espada durante la primera mitad del siglo XVIII», en Educación e Ilustración en España, Universidad de Bar-celona, pp. 245-253; Antonio LAFUENTE y José Luis PESET (1985): «Militari-zación de las actividades científicas en la España ilustrada (1726-1754)», en La ciencia moderna y el nuevo mundo (Actas de la I Reunión de Historia de la Ciencia y de la Técnica de los Países Ibéricos e Iberoamericanos —Madrid, 25 a 28 de septiembre de 1984—), Madrid, pp. 127-147; y Gregorio VALDEVIRA GONZÁLEZ (1994): «La contribución de los marinos ilustrados del siglo XVIII al progreso de las ciencias sociales», en Revista de Historia Naval, núm. 45, pp. 7-19. 6 La información acerca de la creación de un Seminario de marineros proviene del artículo de Jesús VARELA MARCOS (enero-junio 1979): «El Semi-nario de marinos: un intento de formación de los marineros para las arma-das y flotas de Indias», en Revista de Historia de América, núm. 87, pp. 9-36. La misma información por parte del citado autor, más resumida (1996), apa-rece en «La fundación del Seminario de marinos de Guipúzcoa en 1606. Origen de las Escuelas Navales», en Comerciantes, mineros y nautas. Los vas-cos en la economía americana. Vitoria-Gasteiz, pp. 67-76. 7 En relación con los ensayos de matrícula de mar en España durante el © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 164 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 6 El Seminario de Marinos de Guipúzcoa, Señorío de Vizcaya y las cuatro Villas constituye un claro precedente del Colegio de San Telmo de Sevilla. Sus líneas fundamentales de actuación se basaron en la recogida de muchachos pobres, entre 12 y 16 años, en las poblaciones de Guipúzcoa, Vizcaya, las Cuatro Vi-llas y Asturias, para ser entregados a los capitanes y maestres que se dedicaban a la pesca del bacalao en las aguas de Terra-nova, o bien a la pesca de bajura. Al parecer, los muchachos recibían una instrucción teórica elemental de un mes y medio de duración antes de iniciar sus prácticas a bordo de los navíos. Transcurridos unos dos años de aprendizaje, estos marineros eran enrolados en las armadas y flotas reales. Las similitudes con el Colegio de San Telmo de Sevilla son claras: ambos mo-delos gozaban de la protección directa de la Corona, se financia-ban a través de un impuesto o gravamen, y pretendían instruir a los jóvenes en las disciplinas objeto de la navegación, así como en la doctrina cristiana, compaginando dicho aprendizaje con los embarques en navíos. El segundo ensayo de aprendizaje de la navegación fue en-cargado al duque de Medina Sidonia a instancias de la Univer-sidad de Mareantes de Sevilla8. Esta experiencia se diferenció notablemente de las actuaciones desarrolladas en la zona norte. Bajo un objetivo de eficacia y rapidez de operatividad, el duque inició un procedimiento de recluta por la fuerza de la mayor cantidad posible de jóvenes, con el objetivo de aumentar el nú-mero de gente de mar9. En realidad, este sistema no pasó de una simple ejecución periódica de levas. siglo XVII y la instauración del sistema de matrícula en el XVIII, vid. la obra fundamental de José Manuel VÁZQUEZ LIJÓ (2007): La matrícula de mar en la España del siglo XVIII. Registro, inspección y evolución de las clases de mari-nería y maestranza, Madrid. 8 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. Representación de la Uni-versidad de Mareantes, de 12 de junio de 1779. 9 En 1607 una Real Cédula de 21 de abril encargó al duque de Medina Sidonia, capitán general del Mar Océano y de las costas de Andalucía, la introducción de un Seminario de muchachos, recogiendo los huérfanos y vagabundos de doce a quince años que se hallasen sanos en las ciudades u otros lugares de la comarca. Mandaba también que se recibiesen los mucha-chos que el capitán general del Mar Océano señalase en los galeones de las © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 165 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 7 Ambas iniciativas encaminadas a la formación de gente de mar en el norte y sur de la península fracasaron y no lograron perpetuarse en el tiempo. Entrados ya en el siglo XVIII, el más brillante modelo de enseñanza de la navegación lo protagonizó la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, fundada por iniciativa de José Patiño en 1717, un centro de formación reservado a los oficia-les de la Armada e inspirado en el modelo francés de las escue-las de la marina real establecidas en Brest, Rochefort y Toulon desde el año 168210. La Academia de Guardias Marinas se creó como institución docente de gran exigencia en la formación científica de sus alumnos, fijando su atención en las enseñanzas matemáticas necesarias para ser buenos marinos: cálculo, trigo-nometría, astronomía, geografía y náutica. Se trataba de un modelo de pensionado con disciplina militar, dotado de una doble estructura, castrense y docente, en el que el mando de la primera pertenecía al comandante de la Compañía de Guardias Marinas, y el de la segunda a un director civil. Los aspirantes a oficiales de la Armada debían acreditar su condición de noble-za a través de la presentación de expedientes de limpieza de sangre11. Pero, dejando a un lado la labor de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, y volviendo nuestra mirada a las intensas transformaciones operadas en el siglo XVIII, cabe manifestar que dentro de esta política general de reestructuración de la armadas de la Carrera y en las capitanas y almirantas de las flotas, alistán-dolos por sus señas, edad y filiación, para luego entregarlos de vuelta. Reco-pilación de Leyes de los Reinos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del Rey Don Carlos II. Nuestro Señor. Cuarta impresión. Hecha de orden del Real y Supremo Consejo de las Indias. Ley XVII, libro VIII, título XXV, tomo III. 10 Respecto al modelo francés, consúltese Michel VERGÉ-FRANCESCHI (1998): Marine et Éducation sous l’Ancien Régime, Centre Nacional de la Recherche Scientifique. 11 Para más información sobre la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, vid.: Horacio CAPEL (1982): Geografía y matemáticas en la España del siglo XVIII. Barcelona, pp. 112-119, aunque el mejor estudio sobre la insti-tución sigue siendo el de Antonio LAFUENTE y Manuel Antonio SELLÉS (1988): El Observatorio de Cádiz (1753-1831). Madrid. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 166 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 8 Armada española, la entrada en 1743 del nuevo ministro de Felipe V, el marqués de la Ensenada, en el juego político impul-só con nuevos bríos toda una batería de reformas en este cam-po. Entre otros aspectos, Ensenada propició la integración den-tro de la estructura de la Armada de los pilotos, profesión que hasta el momento se había mantenido al margen de la estructu-ra militar y que no había gozado de graduación alguna. A par-tir de ahora, se trataba de garantizar un número de pilotos mí-nimo para los barcos de guerra y, por otro lado, que toda la comunidad de pilotos, los de guerra y los pilotos mercantes, tuvieran unos conocimientos homogéneos. Para ambos proble-mas, se diseñaron diversas soluciones; primera, la creación de un Cuerpo de Pilotos de la Armada, segunda, el nombramiento de un Piloto Mayor, bajo cuya autoridad se realizarían los exá-menes para la obtención del título de piloto y, tercera, la crea-ción de tres escuelas de la Armada para la formación de pilotos, sitas en los nuevos Departamentos marítimos de Cádiz, Car-tagena y El Ferrol. Todas estas innovaciones contenidas en las nuevas Ordenanzas de la Armada de 1748 constituirán el punto de partida de un fenómeno de absorción de competencias en materia de pilotaje por parte de la Armada12. Las escuelas de pilotos de la Armada o Reales Escuelas de Navegación, fueron creadas como semillero particular de pilo-tos para la marina de guerra, aunque en ellas también quedaron obligados a examinarse todos los individuos dedicados al pilo-taje de navíos mercantes. Su puesta en funcionamiento arrancó en el año 1751. Las tres escuelas estaban dirigidas por un Direc-tor de Pilotos, quien, a su vez, dependía del Piloto Mayor de la Armada, conocido años más tarde como el Comandante en Jefe del Cuerpo de Pilotos. Para cada una de las tres escuelas se nombraron dos maestros (el primero con el grado de piloto de la Armada), junto con un maestro delineador. La enseñanza 12 En relación con los cambios protagonizados por la Armada, vid. Ricar-do ARROYO ZORRILLA (1989): Apunte para una historia de la enseñanza de la náutica en España. Madrid, pp. 78-84; Ordenanzas de Su Majestad para el go-bierno militar, político y económico de su Armada naval. Madrid, 1748. Las disposiciones relativas a los pilotos se hallan contenidas en la Parte Prime-ra, Tratado Cuarto, Títulos Primero y Segundo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 167 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 9 impartida era fundamentalmente práctica, iniciada con unos conocimientos teóricos que, una vez concluidos, dejaban paso a un aprendizaje de la navegación basado en los embarques13. Como podemos apreciar, el panorama del pilotaje se va en-riqueciendo a lo largo del siglo XVIII respecto de la producción de pilotos formados en las distintas instituciones o entidades. Este incremento se produce de forma paralela y debe en parte su causa a la expansión del tráfico marítimo comercial español. El citado fenómeno de crecimiento aún experimenta una mayor diversidad como consecuencia de una serie de decisiones toma-das desde el poder a partir de la segunda mitad de la centuria, centradas en la liberalización del comercio con las colonias americanas y, por lo tanto, en la eliminación de la imposición de un solo puerto como terminal del tráfico marítimo14. Los resul- 13 Ricardo ARROYO (1989): Apunte para una historia..., p. 80. La bibliogra-fía sobre las escuelas departamentales de la Armada de la que disponemos es la siguiente: Sobre la Academia de Cartagena: Juan Francisco LÓPEZ SÁN-CHEZ (1994): Astronomía, náutica y meteorología en la España ilustrada: la obra científica de Gabriel Ciscar (1760-1829). Tesis doctoral dirigida por M. Varela CANDEL, Universidad de Murcia, en pp. 65-143; Rosa María HERVÁS AVILÉS (1995): «La formación académica en la Armada: guardiamarinas americanos en Cartagena, 1777-1824», en Revista de Historia Naval, vol. 13, núm. 49, pp. 105-112; Emilio LAPARRA LÓPEZ (1995): El Regente Gabriel Cis-car. Ciencia y revolución en la España romántica. Madrid, pp. 47-55; y Juan Francisco LÓPEZ SÁNCHEZ, Manuel VALERA CANDEL y Carlos LÓPEZ HER-NÁNDEZ (1995): «La Academia de Guardias Marinas de Cartagena (1776- 1824)», en Antilla. Revista española de las ciencias de la naturaleza y de la Tecnología, vol. I, Historia de la Biología, Facultad de Biología, Universidad Complutense de Madrid, art. núm. 3. Y sobre la Academia de Ferrol: María Dolores GONZÁLEZ-RIPOLL (1995): «La formación académica y práctica de los marinos del siglo XVIII: Cosme Churruca (1761-1805), un oficial científico», en Alejandro DÍEZ TORRE, Tomás MALLO y Daniel PACHECO HERNÁNDEZ (coords.): España y las expediciones científicas en América y Filipinas. Madrid, pp. 313-323, 316-317. 14 A medidas tales como el traslado de la Casa de la Contratación de Se-villa a Cádiz (1717), la puesta en marcha del Proyecto de Flotas y Galeones (1720), la expulsión de los franceses del Mar del Sur (1724-1725), la abolición del asiento de negros y del navío de permiso a favor de potencias extranje-ras (1750), se añadieron otras como la potenciación de áreas coloniales de-primidas apartadas de los grandes circuitos navegados por las flotas, la crea-ción de las compañías de comercio privilegiadas (la Compañía Guipuzcoana de Caracas —1728—, la Compañía de La Habana —1740—, la Real Compa- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 168 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 10 tados del libre comercio ofrecieron un balance sumamente positivo, materializado en la gran expansión del tráfico, la cre-ciente nacionalización de las exportaciones (con el aumento del porcentaje de participación de los productos españoles), la con-siderable rentabilidad del negocio, la incorporación de otras regiones a la Carrera de Indias y, finalmente, el aumento de los efectivos de la flota colonial. Pues bien, dentro de este contexto de fin del monopolio co-mercial y expansión del tráfico ultramarino nacen numerosas escuelas de Náutica dependientes de los Consulados de Comer-cio de distintas ciudades españolas: la escuela de náutica de Barcelona (1769), San Sebastián (1756), Arenys de Mar (1779), Mataró (1781), La Coruña (1790), Santander (1790), el Real Ins-tituto de Náutica y Mineralogía de Gijón (1792), Alicante (1799), Palma de Mallorca (1802), Cádiz (1804) y Santa Cruz de Tene-rife (1835), sin olvidar la escuela de náutica de Bilbao que ha-bía sido fundada en 1740, o las nacidas en tierras americanas, como la escuela de náutica de Cartagena de Indias (1810)15. ñía de Barcelona —1756— y la Compañía de Filipinas —1785—), la designa-ción de un segundo puerto (La Coruña) como sede de un monopolio secun-dario, la promulgación del decreto de Comercio Libre de Barlovento (1765) y, finalmente, la trascendental norma del Decreto de Libre Comercio, de 12 de octubre de 1778, que culminó el proceso de apertura del comercio ultrama-rino a los puertos peninsulares e indianos. Al respecto, consúltese: Carlos MARTÍNEZ SHAW (1999): «El comercio, pieza clave del reformismo económi-co del siglo XVIII», en Miguel MELÓN JIMÉNEZ (coord.): Los antecedentes de la Cámara de Comercio de Cáceres: sociedades mercantiles y comerciantes a finales del Antiguo Régimen (1750-1850)». Cáceres, pp. 13-30. 15 Respecto de las escuelas de náutica dependientes de los Consulados existe una variada bibliografía. Sobre BARCELONA, vid. José RICART GIRALT (1901): Historia de la Escuela Especial y Provincial de Náutica de Barcelona. Barcelona; Jaime CARRERA PUJAL (1957): La enseñanza profesional en Barce-lona en los siglos XVIII y XIX, Barcelona; José María MARTÍNEZ HIDALGO (1983): Las enseñanzas marítimas en Barcelona antes y después de la inaugu-ración de la actual escuela, Barcelona; Javier MORENO RICO (1993): «La ense-ñanza náutica en Barcelona entre 1769 y 1939», Revista de Historia Naval, núm. 41, pp. 25-45. Sobre SAN SEBASTIAN, vid. Gonzalo DUO (2001): Las Escuelas de Náutica de Bizkaia, Gipuzkoa y Laburdi, Vitoria-Gasteiz. Sobre ARENYS DE MAR, vid. José María PONS GURI (1960): Estudi dels pilots. Ensayo monográfico sobre la Real Escuela de Náutica de Arenys de Mar, Arenys de Mar. Sobre MATARO, vid. Joan FLORENSA (1984): «Ensenyament de Náu- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 169 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 11 Cada una de estas escuelas dispuso de ordenanzas propias y, por lo tanto, la enseñanza impartida dependió de las circunstancias particulares de cada centro. La existencia de un variado elenco de escuelas de náutica, financiadas por distintos organismos y con criterios particulares de funcionamiento reclamaba a gritos la aplicación de una legis-lación común para todas ellas. Y este proceso de unificación de criterios se inició a fines del siglo XVIII con la publicación de disposiciones únicas para la instrucción de los pilotos. Gracias a la implantación de esta nueva normativa, tanto las escuelas de pilotos de la Armada como las particulares pertenecientes a los distintos Consulados de Comercio recibieron un tratamiento uniforme, lo que repercutió beneficiosamente en la clarificación del método docente. A partir de entonces, los estudios tuvieron tica als Escolapis de Mataró», en Departamento de Educación Comparada e Historia de la Educación: Educación e Ilustración en España. III Coloquio de Historia de la Educación, Barcelona, pp. 451-457. Sobre LA CORUÑA, vid. Antonio MEIJIDE PARDO (1963): Origen y progresos de la Escuela de Náutica de La Coruña (1790-1825). Discurso leído ante la Real Academia Gallega el día 25 de mayo de 1963 en el acto de su recepción pública..., La Coruña. Sobre PAL-MA DE MALLORCA, vid. Juan LLABRÉS BERNAL (1925): La escuela de náuti-ca de Palma de Mallorca. Monografía histórica, Palma de Mallorca. Sobre ALICANTE, vid. José TARÍ NAVARRO (1921): Sucinta relación histórica de la creación, desarrollo y funcionamiento de la escuela de náutica de Alicante, Ali-cante. Sobre SANTANDER, vid. Ramón VILA GIL (1977): «Algo de historia sobre la Escuela de Náutica de Santander», en Anuario de Estudios marítimos Juan de la Cosa, Santander, pp. 259-275. Sobre CADIZ, vid. R. FERNÁNDEZ y S. TINOCO RUBIALES: «Formación profesional y desarrollo económico: los Consulados de Cádiz y Sevilla (1784-1829)», II Coloquios de Historia de An-dalucía, t. I, pp. 617-637; Lutgardo GARCÍA FUENTES (1986): «La Academia Mercantil del Consulado de Cádiz (1799-1837): Aspectos pedagógicos», en Andalucía y América en el siglo XIX, Sevilla, t. I, pp. 303-316; M. M. BA-RRIENTOS MÁZQUEZ (1992): «Escuela de comercio del Consulado Gaditano», en Trocadero, núm. 4, pp. 7-20. Sobre BILBAO, vid. José LLOMBART PALET (1990): «Noticia sobre el Museo matemático de la M.N. y M.L. Villa de Bil-bao, el Señorío de Vizcaya y su Casa de Contratación», en Roser CODINA y Rosa LLOBERA (eds.), Historia, ciencia y enseyament, Barcelona, pp. 339-352; Itxaso IBÁÑEZ y José LLOMBART: «La formación de pilotos en la Escuela de Náutica de Bilbao, siglos XVIII y XIX», en Internet, pdf. Finalmente, sobre CARTAGENA DE INDIAS, vid. Manuel LUCENA GIRALDO (1990): «Ciencia y crisis política: la doble creación de la escuela náutica de Cartagena de Indias (1810-1822)», en Revista de Historia Naval, núm. 30, pp. 31-38. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 170 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 12 una duración de dos años, el primero centrado en las matemá-ticas, y el segundo en las materias relacionadas con el ejercicio de la profesión. Los textos empleados como manuales pertene-cían a los más brillantes estudiosos españoles de la navegación de la época (Jorge Juan, Mendoza y Ríos y Gabriel Ciscar), y los exámenes se realizaban ante un tribunal, presidido por el co-mandante de Marina, y también con la presencia de miembros del Consulado16. Al margen del relato de las experiencias docentes y del naci-miento de los distintos centros de náutica mencionados, hechos que nos permiten observar con una mayor amplitud el panora-ma de la instrucción náutica en la España moderna, hemos de volver al siglo XVII para constatar que la monarquía había manejado durante largo tiempo un proyecto de creación de un centro docente en las artes de la navegación y de la marinería. Su objetivo se centró en reducir la crónica escasez de gente de mar, dando una salida a la vez a la numerosa población infantil huérfana, ociosa y de humilde condición. Este proyecto quedó materializado con la fundación del Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847), un cen-tro de naturaleza mixta, que alternó la labor docente con la obra pía y asistencial. Según sus reales cédulas fundacionales, 150 muchachos españoles, pobres, preferentemente huérfanos, entre 8 y 14 años de edad, tuvieron acceso a una instrucción especia-lizada en el arte de la marinería, de la artillería y del pilotaje, con el objetivo final de servir en las armadas y flotas de la Ca-rrera de Indias17. Si bien fue el rey el que se encargó de acoger 16 Ricardo ARROYO: Apunte para una historia..., pp. 28 y 29. 17 Sobre el Real Colegio de San Telmo de Sevilla existe una extensa biblio-grafía, mayoritariamente plasmada en artículos publicados en libros o revis-tas especializadas que tratan sobre asuntos concretos relacionados con la institución. En la primera mitad del siglo XX, destacan: Manuel SERRANO Y ORTEGA (1901): Real Colegio de San Telmo de Sevilla, Sevilla, y Francisco de las BA-RRAS Y ARAGÓN (1935): «Circunstancias que motivaron la fundación del Co-legio de San Telmo de Sevilla», en Estudios sobre la ciencia española del si-glo XVII, Madrid, pp. 279-321. En la segunda mitad de siglo apareció el meritorio trabajo de Antonio HERRERA GARCÍA (1958): «Estudio histórico sobre el Real Colegio Seminario © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 171 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 13 personalmente este proyecto, amparando bajo el patronato real al Colegio de San Telmo, la financiación del Seminario corrió a de San Telmo de Sevilla», en Archivo Hispalense, núms. 89 y 90, pp. 234-266 y 47-76. Este mismo autor publicó en 1992 un artículo que reunía diversa bibliografía sobre la institución de San Telmo (1992): «El Colegio de San Telmo de Sevilla, Escuela de mareantes para Indias. Addenda historio-bibliográfica », en IX Congreso de Profesores-Investigadores. Palos de la Fron-tera, pp. 409-427. Por otro lado, Manuel BABIO WALLS (1981) publicó el Real Colegio Seminario de San Telmo (1681-1981). Bosquejo de su fundación, Sevi-lla, con motivo del tercer centenario de la fundación de la institución sevi-llana, y unos años después salió a la luz el artículo de Pilar CASTILLO MANRUBIA (1986) titulado «Los Colegios de San Telmo», en Revista de Histo-ria Naval, núm. 13. Pero San Telmo también ha sido objeto de análisis desde otras perspec-tivas, como la de la historia del arte y la de la arquitectura, gracias a las cuales se ha obtenido una valiosa visión de las características de su original capilla, así como del conjunto del edificio sevillano, uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco español. Han trabajado en estos aspectos Merce-des JOS LÓPEZ (1986): La capilla de San Telmo. Sevilla; Antonio SANCHO COR-BACHO (1984): Arquitectura barroca sevillana. Madrid; José María VÁZQUEZ SOTO (1990): San Telmo, biografía de un palacio. Sevilla; Teodoro FALCÓN MÁZQUEZ (1991): El Palacio de San Telmo. Sevilla; y Román FERNÁNDEZ-BACA CASARES, Vicente LLEÓ CAÑAL, Eduardo MOSQUERA ADELL, Lorenzo PÉREZ DEL CAMPO, Delfín RODRÍGUEZ RUIZ y Carlos RIVERA-ECHEGARAY (diciembre 2004): «Criterios. Especial informe histórico-arquitectónico sobre el Palacio de San Telmo», en PH51. Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histó-rico, año XII, núm. 51. También existen autores que han centrado sus estudios en las relaciones del instituto hispalense con las Islas Canarias, como Javier ORTIZ DE LA TA-BLA DUCASSE (1979): «Comercio colonial canario, siglo XVIII. Nuevo índice para su cuantificación: la contabilidad del Colegio de San Telmo, 1708-1776», en Actas del II Coloquio de Historia Canario-Americana (Sevilla, 1979), II, pp. 5-18, y Manuel FARIÑA GONZÁLEZ (1985): «La aportación canaria al Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla», en V Coloquio de Historia Ca-nario- Americana (1982). Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas y Cabil-do Insular de Gran Canaria, tomo II, pp. 221-277. Otros autores concentraron su mirada en San Telmo para analizar su labor como centro docente: Horacio CAPEL (1982): Geografía y matemáticas en la España del siglo XVIII. Barcelona; Manuel SELLÉS GARCÍA (2000): Na-vegación astronómica en la España del siglo XVIII. Madrid, y este mismo autor, junto con Antonio LAFUENTE (1985): «La formación de los pilotos en la España del siglo XVIII», en La ciencia moderna y el nuevo mundo. Actas de la I Reunión de la Ciencia y de la Técnica de los Países Ibéricos e Ibero-americanos. Ed. José Luis PESET, Madrid, pp. 149-191. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 172 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 14 cargo de un impuesto que gravaba el comercio, devengado so-bre los viajes realizados por los navíos mercantes de la Carrera Los detalles concernientes a las calidades y limpieza de sangre requeri-das a los colegiales porcionistas que ingresaban en el Colegio han sido exa-minados por José Antonio DELGADO ORELLANA (1985): Catálogo de pruebas de nobleza del Real Colegio de San Telmo de Sevilla. Madrid. El Colegio de San Telmo de Sevilla también ha merecido la atención parcial de los historiadores al centrarse en puntos concretos relacionados con el Seminario sevillano, como la economía, la enseñanza, los bienes inmuebles del instituto o la extracción social del alumnado: Julián RUIZ RIVERA (1977): «Los precios del pan y la carne en la contabilidad del Colegio de San Telmo. Sevilla, 1760-1799», en Archivo Hispalense, núm. 184, pp. 157-171; María del Carmen MENA GARCÍA (1978): «La enseñanza en el Colegio de San Telmo a través de las ordenanzas de 1786», en Andalucía moderna (siglo XVIII). Ac-tas del I Congreso de Historia de Andalucía, Huelva, pp. 21-31, y (1984): «Las propiedades del Colegio Seminario de San Telmo en el siglo XVII», en Actas de las III Jornadas de Andalucía y América, Sevilla, pp. 325-339; María del Carmen BORREGO PLÁ (1981): «Extracción social de los alumnos del Colegio de San Telmo de Sevilla (1721)», en Actas de las I Jornadas de Andalucía y América,Huelva, tomo I, pp. 199-214; (1982): «Rentas y alumnos canarios en el Real Colegio de San Telmo de Sevilla», en Actas del V Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas, vol. II, pp. 248-277; (1985): «El Real Colegio de San Telmo de Málaga a través de las ordenanzas de 1789», en Andalucía y América en el siglo XVIII. Actas de las IV Jornadas de Andalucía y Améri-ca, Sevilla, pp. 151-173, y (1988): «El piloto sevillano Esteban José Martínez, explorador de Alaska», en Archivo Hispalense, núm. 217, pp. 71-94. Pero la investigadora que hasta el momento ha puesto una mayor aten-ción en el centro sevillano ha sido Elisa JIMÉNEZ JIMÉNEZ, la cual ha venido publicando desde 1990 diversos artículos, en su mayor parte relativos al fun-cionamiento económico del Colegio, sin dejar de abordar otras cuestiones: (1991): «Alumnos castellano-leoneses matriculados en el Real Colegio de San Telmo», en Actas del IV Congreso de Historia de América, Valladolid, vol. III, pp. 127-144; (1993): «Onubenses en el Real Colegio de San Telmo de Sevilla», en Actas de las XI Jornadas de Andalucía y América, Huelva, vol. I, pp. 27-39; (1994): «El Colegio de San Telmo de Sevilla en el siglo XVIII: numerarios y porcionistas nobles procedentes de la región del antiguo Reino de Granada», en Actas del V Congreso Internacional de Historia de América, Granada, vol. II, pp. 239-249; (1996): «La contribución del derecho de toneladas de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas al Real Colegio de San Telmo de Sevilla (1730-1778)», en Comerciantes, mineros y nautas. Los vascos en la economía americana, Vitoria, pp. 313-326; (1996): «La financiación del Real Colegio de San Telmo de Sevilla y su dependencia del tráfico comercial español con América (1698-1778)», en Actas del VII Congreso de Historia de América. Vol. III. La economía marítima del Atlántico: pesca, navegación y comercio, Za- © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 173 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 15 de Indias. La entidad encargada de la administración del Semi-nario fue la Universidad de Mareantes de Sevilla, una asociación de gente de mar nacida en el siglo XVI, aglutinadora de los in-tereses de los propietarios de navíos, maestres y pilotos de la Carrera de Indias18. El Colegio de San Telmo fue el único centro especializado en la enseñanza de la navegación y concretamente en el pilotaje en España desde su fundación en 1681 hasta el nacimiento de la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz en 1717. En todo caso, téngase en cuenta que las primeras generaciones de oficia-les con conocimientos de pilotaje salidos de la nueva academia gaditana no se produjeron hasta, al menos, una década y media o dos después de su nacimiento, por lo que la importancia del Colegio de San Telmo como el único centro de producción de pilotos existente en gran escala se acrecienta a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. El esquema organizativo que dio lugar al nacimiento de este instituto sevillano partía de la concepción característica de un centro docente en aquellas décadas finiseculares del reinado de Carlos II. Por un lado, su estructura alternaba la fisonomía de una institución típica del Antiguo Régimen, sometida al control ejercido por la Casa de la Contratación en la figura de un juez conservador superintendente, con un objetivo novedoso: el de ragoza, pp. 1535-1566; (1998): «Desarrollo económico del Real Colegio de San Telmo de Sevilla en sus primeros años de funcionamiento (1681-1697)», en Temas Americanistas, Sevilla, núm. 14, pp. 14-21; (2000): «El derecho de toneladas pagado por los navíos canarios al Real Colegio de San Telmo de Sevilla (1686-1778)», en Actas del XIII Coloquio de Historia Canario America-na, Las Palmas, pp. 1958-1965; (2000): «Sobre los precedentes y la fundación del Real Colegio Seminario de San Telmo», en Ciencia, Economía y política en Hispanoamérica Colonial, Sevilla, pp. 35-49, y (2002): «La financiación del Real Colegio de San Telmo de Sevilla tras la promulgación del Decreto de Libre Comercio (1778-1808)», en IX Congreso Internacional de Historia de América, Badajoz, tomo I, pp. 381-385. En el año 2002 esta misma autora ha condensado su trabajo anterior en una obra más generalista sobre el Semi-nario: El Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1808). Sevilla. 18 AHUS (Archivo Histórico Universitario de Sevilla). Libro 324 bis. Rea-les cédulas de 17 de junio de 1981. Sobre la Universidad de Mareantes de Se-villa, vid., Luis NAVARRO GARCÍA y María del Carmen BORREGO PLÁ (1972): Actas de la Universidad de Mareantes. Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 174 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 16 proporcionar abundante gente de mar para las armadas y flotas de Indias. Su clásica configuración se hacía aún más patente en el modelo de financiación. La fuente fundamental de obtención de recursos se basó, al menos originariamente, en el tradicional modo de navegación ejercido durante dos siglos en la Carrera de Indias, es decir, en el sistema de flotas y galeones. Las características que definen este centro de enseñanza de la navegación son, a nuestro entender, tres. Primero, el Colegio de San Telmo participó de una naturaleza dual por ser una obra pía y un centro de formación de náutica a la vez. Segunda, este instituto instruyó a miles de muchachos en diversas profesiones de la mar, aunque con el tiempo se fue especializando cada vez más en la formación de pilotos. Y, tercera, los pilotos santel-mistas integraron las tripulaciones de los barcos mercantes, pero también las de los navíos de guerra. Las expresadas peculiaridades configuran a este instituto como un centro de formación náutica sin parangón con el res-to de escuelas y Academias de Náutica de la historia. Si la Aca-demia de Guardias Marinas de Cádiz formaba a la nobleza para la futura oficialidad de la Armada, el Colegio de San Telmo re-cogía a los huérfanos del estrato más humilde: la clase baja, socialmente despreciada y ayuna de todo tipo de formación, para instruirlos como pilotos, marineros o artilleros. Aunque para el ingreso en el Seminario de San Telmo se exigió a partir de 1721 la acreditación de la limpieza de sangre del aspirante, es decir, la ausencia en los antepasados del muchacho de «toda mala raza de judíos, moros o mulatos», este hecho en ningún momento mejoró la baja consideración social de aquellos huér-fanos19. Por tanto, las comparaciones entre el Seminario sevilla-no de huérfanos y la institución gaditana de Guardias Marinas no son procedentes, pues los objetivos de ambas instituciones siempre fueron bien distintos20. 19 La aprobación por la Universidad de Mareantes, administradora del Colegio, de los estatutos de limpieza de sangre se realizó en junta de 27 de julio de 1721. AHUS. Libro 310. El Consejo de Indias dictó al respecto una carta orden, de 2 de junio de 1722. AHUS. Libro 310. En relación con este punto, vid. María del Carmen Borrego Plá (1982): «Extracción social...», en Primeras Jornadas... 20 Hemos de aclarar que entre 1787 y 1810 el Colegio de San Telmo de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 175 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 17 La aparición a partir de la segunda mitad del siglo XVIII de las escuelas reales de náutica de los departamentos de Marina restó un cierto protagonismo al Colegio de San Telmo de Sevi-lla, por cuanto hasta ese momento los pilotos formados en este centro sevillano habían prestado servicios a la Armada en no pocas ocasiones. A partir de entonces, la marina de guerra dio prioridad a los pilotos formados en sus propias escuelas por delante de la admisión de santelmistas, aunque, debido a los conflictos bélicos acaecidos en este período, siguió habiendo una demanda de pilotos mercantes por parte de la Armada. Finalmente, el nacimiento de las escuelas de náutica ampa-radas por los Consulados de comercio sí supuso una verdadera competencia para los pilotos santelmistas. Ambos tipos de ins-tituciones proveían de pilotos a la marina mercante, con la di-ferencia de que a mediados del siglo XVIII el Colegio de San Telmo arrastraba una estructura institucional desfasada y, por el contrario, las recién creadas escuelas de los Consulados eran más pequeñas, flexibles y respondían a la creciente demanda de pilotos local derivada del libre comercio. La proliferación de centros de formación de pilotos concen-trada, sobre todo, en la segunda mitad de siglo, puso de mani-fiesto la existencia de numerosos focos de instrucción creados para un mismo fin. Ello nos lleva a reflexionar acerca de la ausencia de un plan premeditado por parte de los sucesivos gobiernos a la hora de organizar la estructura de la marina en general, y su ramificación en las marinas mercante y de guerra. Sevilla aceptó el ingreso de jóvenes procedentes de la nobleza sevillana (porcionistas) a cambio del pago de una pensión, bajo la mentalidad ilustra-da de instruir a la nobleza sevillana. Aunque estos jóvenes nobles recibían prácticamente la misma formación en matemáticas y navegación que los huérfanos, ninguno de aquellos hidalgos, hijos de condes, marqueses o caba-lleros de la Orden de San Juan se embarcó ni ejerció profesiones relaciona-das con la mar. La gran mayoría abandonó el centro antes de completar su formación. Este fracaso está directamente relacionado con el rechazo fron-tal de las clases altas españolas al ejercicio de las profesiones de la mar. Para una mayor información, vid. el capítulo denominado «La entrada de la no-bleza », correspondiente a la obra de Marta GARCÍA GARRALÓN (2007): Taller de mareantes: el Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847), Fundación Caja Sol, Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 176 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 18 La realidad es que los nacimientos de las distintas escuelas de náutica a lo largo del siglo obedecieron más a respuestas loca-les y corporativistas para dar satisfacción a una demanda de pilotos, que a un proyecto de formación de gente de mar a gran escala y a largo plazo. En palabras de un marino y científico de gran peso en la historia de la navegación española del si-glo XVIII, Antonio de Ulloa, la producción de pilotos hacia el año 1773 en Sevilla y Cádiz resultaba excesiva en comparación con la demanda existente: «...La Real Ordenanza de Marina estableció una escuela de pilo-tos en el Departamento de Cádiz sin tener presente que el Semi-nario de San Telmo estaba erigido desde el año 1681 con este principal fin bajo la Real protección de S.M., y lo que se ha re-sultado es que, acrecentándose el número de los que voluntaria-mente hacen su estudio allí, se perjudican unos a otros, por no haberse acrecentado a proporción la navegación, que en España está ceñida a los navíos de la Armada y a los que pasan a Indias en flotas o en registros, cuyo inconveniente es preciso que se vaya haciendo más perceptible cuanto más crezca el número de aquellos discípulos...»21. Para evitar esta sobreabundancia, Ulloa propuso destinar la escuela departamental de Cádiz al perfeccionamiento de la na-vegación, con lo que dejaría de competir con el Colegio de San Telmo de Sevilla. El ejemplo a seguir propuesto por este mari-no para el centro de la Armada era el del Depósito de la Mari-na de París. En Cádiz los pilotos de guerra debían dedicarse al examen de los diarios de navegación, a la determinación de las longitudes, costas, bajos, arrecifes, y a la elaboración de cartas náuticas correctas. En este proyecto de escuela de alto nivel científico técnico, Ulloa también propuso que se impartieran cursos de perfeccionamiento de pilotaje a los pilotos en ejerci-cio22. Sabemos que las sensatas ideas de este oficial de la mari- 21 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. Informe de Antonio de Ulloa para el secretario de Indias, Julián de Arriaga, sobre el Real Colegio de San Telmo de Sevilla como resultado de la visita de inspección efectuada en abril de 1773. 22 De la misma opinión que Antonio de Ulloa fueron los funcionarios de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 177 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 19 na cayeron en saco roto, aunque a los investigadores nos han proporcionado una valiosa información sobre la formación en pilotaje en la segunda mitad de la centuria. En todo caso, la comparación en términos numéricos de la producción de pilotos procedentes de cada una de estas institu-ciones es, a la fecha de hoy, un trabajo pendiente de hacer, al no existir un estudio comparativo que apunte a este objetivo. El segundo propósito que nos habíamos hecho con este tra-bajo de investigación consiste en el análisis de la instrucción recibida por los huérfanos de San Telmo. Recordamos que las enseñanzas náuticas impartidas en la Casa de la Contratación de Sevilla, sobre las que se apoyó el Seminario en sus primeros años, venían atravesando una prolongada decadencia en el si-glo XVII. Los cargos responsables de la instrucción y examen de los pilotos se habían convertido en empleos más burocráticos que científicos, vaciados de contenido en cuanto a sus respon-sabilidades, debido, entre otras causas, a la excesiva burocrati-zación y deficiente dotación presupuestaria de sus funciones23. A pesar de su reciente fundación, el Colegio de San Telmo de Sevilla respondía al diseño y funcionaba condicionado por unas estructuras enraizadas en el Antiguo Régimen y, por lo tanto, poco preparadas para enfrentarse a las circunstancias que ha-brían de sucederse a lo largo del siglo XVIII. Su dependencia directa de la Casa de la Contratación, una institución que ya mostraba un evidente anquilosamiento, no le dejó mucho mar-gen de actuación para adaptarse a los tiempos venideros. La trayectoria dibujada por el centro de náutica sevillano en la formación de los pilotos de la Carrera de Indias es desigual y presenta variaciones respecto de la línea original planteada en la época fundacional. Dichos cambios deben su razón a factores como la evolución del comercio, el desarrollo de la navegación y la criticable administración del instituto a cargo de la Uni-la Casa de la Contratación Antonio Porlier y Francisco Machado en su infor-me presentado al secretario de Indias en 1785. AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. 23 Al respecto, puede consultarse la obra de José PULIDO RUBIO (1950): El Piloto Mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla. Pilotos Mayores, catedrá-ticos de cosmografía y cosmógrafos. Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 178 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 20 versidad de Mareantes24. Esta corporación de gente de mar se-villana sufrió una notable decadencia ya en el siglo XVIII, en lo que a la consecución de sus intereses como grupo se refiere. El traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz y, consecuentemente, el desplazamiento de la comunidad de co-merciantes y de los mareantes sevillanos a la ciudad gaditana fueron los golpes definitivos que vaciaron de contenido a la Uni-versidad de Mareantes. Cuando aludimos al declive de esta ins-titución, nos referimos a su deterioro, su pérdida de represen-tatividad como asociación de gente de mar, porque de lo que no cabe duda es que la Universidad seguía existiendo solamente y gracias a su nombramiento como administradora del Colegio de huérfanos. Esa fue la única razón que le permitió sobrevivir hasta finales de siglo. En el siglo de las luces ya no era la por-tavoz, como lo había sido en el pasado, de las inquietudes y problemas de un amplio abanico de gente de mar. Por el contra-rio, sus destinos eran ahora manejados por un pequeño grupo de mareantes que se había hecho con la dirección de la corpo-ración, y que se preocupaba más de favorecer sus intereses par-ticulares que de intentar dar un nuevo rumbo a la antigua Her-mandad25. 24 En relación con la administración por la Universidad de Mareantes del Colegio de San Telmo, consúltese AGMAB. Colegio de San Telmo. Expedien-te sobre la visita de inspección efectuada por Antonio Arnuero al Colegio en 1779. En este voluminoso expediente el funcionario de la Casa de la Contra-tación de Sevilla Antonio de Arnuero incluye un buen resumen de la histo-ria de esta institución, además de una dura y rigurosa crítica de la gestión que esta corporación de gente de mar hizo del Colegio de San Telmo de Se-villa. También pueden consultarse el informe elaborado en 1783 por dos fun-cionarios de la Casa de la Contratación (Antonio Porlier y Francisco Macha-do) acerca de la viabilidad de esta institución, en AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1019. El fiscal de Nueva España y el contador general, en 17 de agosto de 1783, informan con vista de la visita hecha por don Antonio de Arnuero a la Universidad de Mareantes de Sevilla, sobre si debe, o no, subsistir este cuerpo, y señalarse en el fondo del 1 por ciento algún equivalente de su antiguo real y medio por tonelada. 25 Según Machado y Porlier, en el año 1779 la Universidad de Mareantes únicamente contaba con 39 miembros, de los que 9 eran dueños de naos, 15 maestres, 6 capitanes y 7 pilotos (de los dos restantes se desconocía su pro-fesión). AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1019. El fiscal de Nueva Es-paña y el contador general, en 17 de agosto de 1783... © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 179 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 21 Todos estos condicionantes mediaron de forma determinan-te durante la primera mitad del siglo XVIII en el funcionamien-to del Colegio de San Telmo, y le obligaron a someterse a un profundo proceso de renovación acontecido durante la segunda mitad de la centuria, en plena época del reformismo ilustrado. El promotor de esta reforma no fue otro que el responsable de la secretaría de Indias, José de Gálvez, el marqués de la Sono-ra. Cambios radicales en la financiación y en la dirección del instituto (se decidió la salida de la Universidad de Mareantes de la administración y su sustitución por la figura de un director) convirtieron al Colegio de San Telmo en un moderno centro de enseñanza de la navegación, y le permitieron acercarse de for-ma notable a sus objetivos fundacionales. Pero tan provechosa trayectoria se vio truncada con la crisis acontecida en los últi-mos años de la centuria y la llegada de la Guerra de la Indepen-dencia. La última etapa de la vida del Seminario, representada en los años correspondientes a la primera mitad del siglo XIX, fue de lenta e inexorable decadencia, abandonado a la desidia e incluso a la pobreza, por la falta de fondos económicos necesa-rios para su mantenimiento y desarrollo. Las reales cédulas fundacionales del Colegio de San Telmo de Sevilla idearon un modelo docente de carácter integral, con una formación que se iniciaba con los primeros conocimientos, dado que los huérfanos ingresaban en el centro sin haber reci-bido educación previa alguna. Las enseñanzas primarias deja-ban paso a una especialización en las disciplinas vinculadas a la navegación. Los alumnos estudiaban, durante un período apro-ximado de dos años la doctrina cristiana, aprendían la lectura, la escritura y unas nociones básicas de matemáticas. Una vez superada esta fase, los santelmistas se introducían en el apren-dizaje de las materias técnicas relacionadas con la navegación, y los alumnos más aventajados o mejor dotados intelectualmen-te eran instruidos en la disciplina del pilotaje. Transcurrida esta primera etapa docente de adquisición de conocimientos teóri-cos, se iniciaba un segundo período de instrucción basado en la práctica de la navegación. El Colegio organizaba los embarques de los alumnos en el puerto de Cádiz, acomodándoles en los bajeles de la Carrera de Indias y, en ocasiones, en los navíos de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 180 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 22 la Armada, con el objetivo de ejercitarlos en las labores propias de la mar. De este modo, la formación práctica recibida a bor-do de los navíos que surcaban las rutas indianas servía de com-plemento al aprendizaje que sobre el papel había ocupado los primeros años de aquellos huérfanos en el recinto sevillano de San Telmo. Una vez completados los embarques, los santelmistas queda-ban libres para «licenciarse» y ejercer una de las profesiones de la mar por su propia cuenta. Sólo los más preparados continua-ban en el Colegio y se empleaban en el estudio de cara a su examen para la obtención del grado de piloto. Al terminar esta prueba, tanto si era superada como si no, abandonaban el Se-minario de forma definitiva. Como ya hemos mencionado, la instrucción de aquellos muchachos huérfanos y su encauzamiento hacia las profesiones ejercitadas a bordo de un navío (marinero, guardián, contra-maestre, artillero o piloto) cumplía con el propósito de suminis-trar mano de obra a los bajeles. Así lo declaraba expresamente la cédula fundacional, al establecer que el objetivo del Semina-rio era el de «recoger y educar muchachos... [y] enseñarlos para que sirvan de pajes, grumetes y marineros en las Armadas y Flotas...», o que «se recojan los muchachos pobres naturales de estos reinos y en él [el Seminario] sean educados y enseñados en el Arte del Pilotaje, Artillería y Marinería, para que así haya en abundancia gente de mar, Artilleros y Pilotos expertos...»26. Sin embargo, con el paso de los años, este objetivo varió y ya en la segunda mitad del siglo XVIII los esfuerzos del Colegio de San Telmo se encaminaron hacia una meta más especializada y ambiciosa: la formación de pilotos para la Carrera de Indias. Durante las dos primeras décadas de existencia del instituto las enseñanzas náuticas recibidas por los huérfanos de San Telmo no debieron ser muy extensas ni pormenorizadas. La ins-trucción de la cosmografía y la navegación corría a cargo del catedrático de cosmografía de la Casa de la Contratación de Sevilla, en aquellos años Alonso de Bacas Montoya. También sabemos que el piloto mayor, Francisco Antonio de Orbe, impar- 26 AHUS (Archivo Histórico Universitario de Sevilla). Libro 324 bis. Rea-les cédulas de 17 de junio de 1981. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 181 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 23 tía clases de matemáticas a los pilotos, pues era posesor del tí-tulo de catedrático en esta materia27. Los santelmistas se desplazaban desde el Colegio hasta la lonja de la Casa de la Contratación28, en donde recibían las cla-ses (la denominada «lectura de la cátedra»). Pero a estas leccio-nes también asistían todos los aspirantes a la obtención del gra-do de piloto de la Carrera de Indias, por lo que consideramos que el tiempo real de dedicación por parte de los maestros a los jóvenes huérfanos debió necesariamente ser muy escaso. Los desplazamientos a la lonja con las consiguientes pérdidas de tiempo lectivo, unidos a la decadencia de los empleos científico técnicos de la Casa y el desinterés docente mostrado hacia los huérfanos, no fueron un buen comienzo para el aprendizaje de la náutica29. Buena prueba de ello es que la Universidad de Mareantes, administradora del Colegio, reconocía en 1685 que los alumnos recibían (no sabemos si de forma continuada o sólo transitoria) un refuerzo en esta materia, independiente- 27 José PULIDO RUBIO (1950): El Piloto Mayor de la Casa de la Contrata-ción..., p. 920. 28 Compendio de las mas individuales noticias del Real Colegio Seminario de San Telmo de niños huérfanos, extra-muros de Sevilla, su instituto, orden, con que se gobiernan, y los que han salido aprovechados hijos de él, con otras cosas, que adelante se expresarán. Ordenado imprimir por Orden del Marqués de la Ensenada, de 25 de junio de 1743, p. 50. 29 Un memorial de un capitán de la Carrera de Indias y miembro de la Universidad de Mareantes, Bartolomé Antonio Garrote, presentado al Conse-jo de Indias en 1703 revelaba que los niños de San Telmo acudían tres veces por semana a la lonja, por la tarde, junto con los pilotos, pero que el cate-drático de cosmografía no siempre asistía «por estar muy viejo». AGI (Archi-vo General de Indias). Indiferente General, 1637. Memorial del capitán Bartolomé Antonio Garrote, de 5 de enero de 1703. Como consecuencia de las manifestaciones de este capitán, el Consejo de Indias reconoció el condicionante de la avanzada edad de Bacas Montoya, aunque consideraba que tenía capacidad para enseñar y convenía mantenerle por su inteligencia y buenos servicios. A pesar de sus manifestaciones, el Consejo de Indias de-cidió reconvenirle. Lo mismo ocurrió con el caso del piloto mayor, Francis-co Antonio de Orbe, que compatibilizaba este cargo con el de catedrático de matemáticas, impartiendo clases en esta materia a los pilotos. El Consejo admitió que era omiso y negligente en la asistencia a los muchachos, por lo que también resolvió amonestarle. AGI. Indiferente General, 1636. Informe de 15 de mayo de 1703. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 182 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 24 mente de la formación proporcionada por la Casa de la Contra-tación30. Al margen de las clases impartidas por el catedrático de cos-mografía, los santelmistas recibían instrucción del artillero mayor de la Casa de la Contratación, que se desplazaba al Co-legio para impartir clases en esta disciplina, acompañadas de demostraciones prácticas31. A la navegación y la artillería las ordenanzas añadieron una tercera disciplina dentro del progra-ma docente: la fábrica de navíos. Sin embargo, esta materia nunca llegó a impartirse en San Telmo. Transcurridos 20 años desde la fundación y visto el escaso aprovechamiento obtenido por los muchachos, el Colegio tomó la resolución de buscar un profesor de matemáticas que se en-cargase personalmente de la enseñanza de la navegación de sus huérfanos. De hecho, ya desde el año 1701 los santelmistas ve-nían recibiendo instrucción en esta materia en las mismas de-pendencias del centro sevillano y de la mano de Pedro Manuel Cedillo y Rujaque, un antiguo alumno aventajado del Semina-rio. En 1714 el fiscal del Consejo de Indias, al hilo de una peti-ción realizada por Cedillo solicitando un aumento de salario, reconocía que, en realidad, el único aprovechamiento de los muchachos de San Telmo se debía gracias a la labor de este profesor32. Desconocemos hasta qué fecha exacta los huérfanos recibieron instrucción en la Casa de la Contratación, pero sabe-mos que en 1714 el Consejo ordenó que se siguieran mantenien-do las clases del catedrático de cosmografía de la Casa de la Contratación, por considerar a este sujeto como uno «de los mayores hombres de esta profesión», sin perjuicio de que Cedillo se encargase de reforzar las nociones aprendidas por los santelmistas, y del cuidado y vigilancia de sus costumbres33. A pesar de esta orden expresa, creemos que los huérfanos de San 30 En 1685 el capellán del Seminario recibió el encargo de enseñar cos-mografía a los santelmistas, además de la instrucción en doctrina cristiana de la que se venía encargando. AHUS. Libro de salarios 212. 31 AHUS. Libro 324 bis. Real cédula de 17 de junio de 1981. 32 AGI. Indiferente General, 1638. Informe del fiscal del Consejo de In-dias, de 13 de abril de 1714. 33 Ibídem. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 183 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 25 Telmo ya no acudían por estas fechas a la lonja para asistir a clase, aunque sí para la realización de los preceptivos exámenes de pilotos previos a la obtención del título34. En la citada deci-sión el Consejo de Indias aceptó incrementar el sueldo al joven profesor, pero no accedió a equiparar su salario al del maestro de primeras letras. Cedillo sólo logró la remuneración equiva-lente al salario de un simple ayudante de maestro (esta medida nos da una idea de la baja estima que para el órgano judicial tenía la labor de este docente). Las materias objeto de aprendizaje en esta primera época comprendían, una vez superada la lectura, la escritura y la doc-trina cristiana, la explicación de la aritmética inferior y superior y, para los más adelantados, el estudio del álgebra. Además, se impartían clases de artillería, geometría, trigonometría plana y esférica, junto a la explicación de los globos terráqueo y celes-te35. Por otro lado, los alumnos eran instruidos en el manejo del utillaje propio de la navegación: astrolabio, ballestilla, cuadran-tes de observación y reducción, cartas o mapas, aguja y escalas plana y artificial36. La etapa de formación de los alumnos de San Telmo a car-go de Pedro Manuel Cedillo y Rujaque mejoró sustancialmente la calidad de la formación recibida hasta el momento de la Casa 34 De hecho, no tenemos ninguna referencia documental de que las cla-ses continuaran a cargo del catedrático de cosmografía o del de matemáti-cas de la Casa de la Contratación, pero sí, en cambio, de la docencia asumi-da por Pedro Manuel Cedillo y de las pretensiones de los administradores del Colegio respecto al tipo de formación exigida. 35 Compendio de las mas individuales noticias..., p. 6. 36 Compendio de las mas individuales noticias..., p. 6. Hasta finales del siglo XVII, el encargado de elaborar y reparar los instrumentos de navega-ción para el Colegio fue Salvador Barreto, último cosmógrafo ejerciente de la Casa de la Contratación de Sevilla. Posteriormente, Pedro Manuel Cedillo asumió esta labor hasta 1721, año en el que otro antiguo alumno del Semi-nario, Domingo Antonio Pérez, pasó a encargarse de este trabajo. AHUS. Libros 3, 19, 20 y 28 de cuentas. A la hora de embarcarse, sólo los alumnos destinados a la práctica del pilotaje recibían algunos instrumentos de nave-gación por parte del Colegio: una ballestilla, una carta de marear, una esca-la de Gunter de madera de boj, un compás de metal y probablemente un ejemplar de alguno de los tratados de Cedillo. Durante el embarque, el cole-gial guardaba el instrumental en un arca de pino de Flandes. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 184 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 26 de la Contratación. De hecho, este antiguo santelmista se con-virtió en una de las poquísimas personas dedicadas en España a la enseñanza de la navegación durante la primera mitad del siglo XVIII. Sus manuales presentaban adecuadamente las re-glas náuticas del momento, y sirvieron de norte a los tratados de navegación más correctos escritos en España durante esta épo-ca37. En 1724 Cedillo abandonó el Colegio de San Telmo para incorporarse como director y maestro de matemáticas a la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz, empleo que también llevaba aparejado el título de piloto mayor del reino, lo que le facultó para examinar y conceder grados de pilotos a todos los aspirantes que superasen las pruebas establecidas al efecto38. La vacante de Pedro Cedillo en el Seminario fue rápidamen-te cubierta por el presbítero Juan Sánchez Reciente, un hombre culto y descendiente de una conocida familia de impresores se-villanos. Su obra escrita fue considerable, y englobó diversos tratados de matemáticas y navegación que sirvieron a varias generaciones de estudiantes. La línea docente seguida por este nuevo maestro fue de carácter continuista respecto de su ante-cesor. El número de colegiales incorporados a las clases de matemáticas y navegación se incrementó considerablemente, hecho que llevó a la contratación de un segundo maestro de matemáticas, Domingo Antonio Pérez, otro antiguo alumno del Seminario que se había destacado por su habilidad en la fabri-cación y reparación de instrumentos náuticos39. Ambos instructores se repartieron el alumnado por mitad y los buenos resultados alcanzados les animaron a ampliar los aspectos teóricos del estudio de la navegación. Sin embargo, este alejamiento de los planteamientos fundacionales no fue del gusto del órgano gestor formado por los representantes de la Universidad de Mareantes. La diputación consideraba que la 37 Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica en la España del siglo XVIII, Madrid, UNED, pp. 38 y 89. 38 AHUS. Libro 212 de salarios. Este nombramiento se produjo como con-secuencia del fallecimiento de Francisco Antonio de Orbe, último piloto mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla y director de la Real Acade-mia de Guardias Marinas de Cádiz. 39 AHUS. Libro 212 de salarios. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 185 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 27 verdadera finalidad del Seminario estaba en el adiestramiento de seminaristas en las materias más generales para su rápido embarque a Indias, y su asentamiento en las plazas de mar que pudieran corresponderles en función de su habilidad. La políti-ca inmovilista de la Universidad de Mareantes y la necesidad de sacar el mayor número de gente de mar con destino a los bar-cos de la Carrera impidió un ahondamiento en el estudio de la navegación40. Domingo Antonio Pérez abandonó en 1737 el Colegio de San Telmo para incorporarse al cargo de director de la Escuela de Pilotos del departamento de Marina de El Ferrol, con el grado de capitán de fragata41. Sánchez Reciente continuó como titular en la maestría de matemáticas y navegación, beneficiándose de la ayuda de su sobrino, Diego, que fue contratado como ayudan-te a cambio de un modesto salario42. El fallecimiento del maestro de matemáticas en 1757 dio lugar a la entrada en San Telmo de un ex seminarista más, ave-zado en el estudio y en la práctica del pilotaje. El sevillano Fran-cisco de Barreda y Acevedo, de 44 años, contaba con más de dos décadas de experiencia en navegaciones por el Mediterráneo e Indias43. Los libros de texto objeto de estudio durante la etapa en que Francisco de Barreda ocupó la titularidad de la maestría de matemáticas y navegación abarcaban la trigonometría gene-ral, la trigonometría aplicada a la náutica (con especial atención sobre las esferas y las cartas), y la geometría especulativa y prác-tica. Los colegiales más adelantados aprendían la aritmética sir-viéndose de instrumentos como la escala doble o sacabuche, o la pantómetra, tal y como se hacía en la Real Academia de 40 AHUS. Libro 310. Junta de 24 de noviembre de 1732. La diputación también rechazó la propuesta de Sánchez Reciente de reducir el número de horas empleadas en actos de la comunidad y en doctrina cristiana, para ampliar el tiempo dedicado a las clases de matemáticas y navegación, argu-mentando que los colegiales siempre habían tenido tiempo suficiente para los estudios técnicos y que el número de adelantados en estas facultades era satisfactorio. AHUS. Libro 310. Junta de 21 de agosto de 1734. 41 AHUS. Libro 272 de recepción y salida de colegiales. 42 AHUS. Libro 310. Junta de 1 de septiembre de 1751. 43 AHUS. Libro 284. En 1763 fue admitido como hermano de la Univer-sidad de Mareantes de Sevilla. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 186 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 28 Guardias Marinas de Cádiz. También se practicaban observacio-nes con ayuda del octante inglés44. Pero, además de las anteriores disciplinas, la artillería esta-ba presente como asignatura integrante del programa docente. No debemos olvidar que la profesión de artillero fue, junto a la del piloto, una de las más demandadas en las tripulaciones de los bajeles españoles. Las mismas cédulas fundacionales, recor-damos, habían encargado la instrucción de esta materia al arti-llero mayor de la Casa de la Contratación. Sin embargo, esta materia estuvo sometida durante la primera mitad del si-glo XVIII a ciertos vaivenes. En los primeros años de siglo su enseñanza fue encargada al profesor de matemáticas y navega-ción, pero, desde 1732, esta disciplina fue varias veces suprimi-da o reincorporada al plan docente en función de los horarios y del tiempo de formación disponible. Sólo fue a partir de 1742 cuando la artillería se asentó como definitiva dentro del pro-grama general. Los contenidos de la materia comprendían el conocimiento de los tipos de pólvora, su composición, la cons-trucción de las cureñas de marina y de campaña, y la elabora-ción y utilización de piezas. Estos conocimientos se acompaña-ban de demostraciones prácticas realizadas por los santelmistas en un patio del Seminario, con cañones y material del Co-legio45. Transcurrida la primera mitad del siglo XVIII y conseguida la estabilidad en la enseñanza de esta materia, en 1756 se apro-bó la creación de una plaza de maestro de artillería, que recayó en el condestable de artillería de marina, Juan Coll y Salva46. El nuevo manual de estudio adoptado se destacó por ser de los primeros libros centrados en el estudio de la artillería de mari-na, como práctica separada e independiente de la artillería de tierra47. Al fallecer Juan Coll en 1773, le sustituyó otro antiguo santelmista, Francisco José Antonio Pizarro, que se había des-tacado en esta disciplina, pero que también demostraba conoci- 44 AHUS. Libro 311. Junta de 21 de noviembre de 1763. 45 Las prácticas de tiro se realizaban sobre la mitad de un costado de un navío fingido. AHUS. Libros 16, 53 y 58 de cuentas. 46 AHUS. Libro 212 de salarios. 47 AHUS. Libro 311. Junta de 21 de noviembre de 1763. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 187 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 29 mientos en aritmética, geometría y en las materias relacionadas con la navegación48. Este modelo de enseñanza imperante en el Colegio de San Telmo durante más de 70 años (desde la contratación de Pedro Cedillo como profesor de matemáticas y navegación) se apoyó en una instrucción de la navegación limitada al aprendizaje de los conceptos teóricos fundamentales, y volcada sobre todo en la experiencia que el alumno iba adquiriendo gracias a los su-cesivos embarques. Pero, como vamos a ver, esta idea evolucio-nó a medida que la técnica de la navegación se fue transforman-do en una disciplina más compleja, como consecuencia de la evolución de la astronomía, la geodesia, la cartografía y las matemáticas. Un buen ejemplo de ello lo constituyó la implantación en San Telmo de un nuevo método de estudio de la náutica. Uno de los hitos más relevantes en la política de formación desarrolla-da por el instituto sevillano fue la puesta en práctica a partir de mayo de 1778 del Método con que se enseñan en las tres Clases de el Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla las Matemá-ticas y Facultades Náuticas de su Instituto49. El innovador programa de enseñanza fue una prueba de los nuevos tiempos que corrían. Los estudios basados en la navega-ción de estima fueron superados por una navegación basada en fundamentos científicos, produciéndose de este modo una evo-lución desde el «arte de navegar» a la «ciencia de la navega-ción ». Hasta la primera mitad del siglo XVIII los tratados de náutica se habían basado en la aplicación de reglas matemáti-cas. A partir de la publicación del Compendio de navegación de Jorge Juan se empezó a exigir de los pilotos, particularmente de los oficiales de Marina salidos de la Academia gaditana, el co-nocimiento de los fundamentos matemáticos de los distintos problemas, aplicándose una racionalidad de corte científico al tratamiento de determinadas situaciones que, hasta el momen-to, se habían confiado únicamente a la experiencia del piloto. Los cambios operados en la educación de los pilotos se debie- 48 AHUS. Libro 311. Junta de 6 de marzo de 1773. 49 AGMAB (Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán). Colegio de San Telmo. Legajo 988. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 188 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 30 ron en parte al desarrollo de la mecánica celeste newtoniana y a las necesidades de la navegación. Ambos factores desemboca-ron en una mayor precisión en la determinación de la posición de las estrellas y en una mejora de los procedimientos de obten-ción de la latitud y la longitud. Los notables avances experimen-tados en cartografía, así como en la fabricación de instrumen-tos náuticos específicos adaptados a las necesidades de los navegantes constituyeron otros condicionantes añadidos de re-levancia50. Si bien la plenitud de efectos de todos estos cambios no fue recogida en el nuevo Método inaugurado en San Telmo en 1778, sí lo fueron las bases y principios de muchos de ellos. La apli-cación de este nuevo sistema de estudios produjo de forma pa-ralela un enfrentamiento entre dos concepciones distintas sobre la enseñanza de la navegación. Un primer grupo, formado por el antiguo maestro principal de matemáticas y navegación, algu-nos diputados de la Universidad de Mareantes y el inspector enviado por la Casa de la Contratación, Antonio de Arnuero, defendía la plena validez del antiguo método de estudio para los colegiales de San Telmo, atacando el excesivo contenido teórico del nuevo plan y el incremento del gasto operado en las dotacio-nes asignadas a tal efecto. Por otro lado, el peso específico del impulso renovador en las nuevas enseñanzas lo pusieron dos personajes del momento: Juan Manuel de Vivero, mayordomo diputado de la Universidad de Mareantes que, contra la opinión antireformista de parte del órgano de gobierno del Colegio, de-fendió el nuevo Método como el mejor sistema de estudios de la historia del Seminario para el aprendizaje de la navegación, y el autor material del nuevo plan: el profesor de artillería, aritmé-tica y delineación, Francisco Pizarro51. El modelo que sirvió de guía al Método fue el sistema implantado en la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz52. Teniendo en cuenta la impor- 50 Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica..., pp. 27-30, y 93. 51 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 985. Méritos de don Francisco Pizarro. 52 AGS (Archivo General de Simancas). Marina. Legajo 216. Carta de An-tonio de Arnuero al marqués de la Sonora. 27 de febrero de 1781. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 189 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 31 tancia de los cambios en el nuevo plan de enseñanzas, cabe destacar la arriesgada apuesta realizada por el mayordomo Vi-vero, al ordenar la entrada en vigor del nuevo Método. Sobre todo si tenemos en cuenta que Vivero nunca sometió la reforma a la preceptiva aprobación real. A pesar de ello, el Método estu-vo vigente durante ocho años, hasta 1786, fecha en la que fue-ron aprobadas las primeras ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla. Este plan docente supuso una evolución en el planteamien-to de las disciplinas objeto de estudio y un esfuerzo de adapta-ción a los nuevos tiempos. El texto se estructuraba de forma clara y ordenada en apartados relativos a las distintas discipli-nas objeto de estudio (desde el estudio de las primeras letras hasta las facultades relacionadas con la navegación). La ense-ñanza de las materias técnicas se repartió en tres clases, a car-go de tres maestros. La primera de ellas, bajo la responsabilidad de Diego Sánchez Reciente, comprendía el estudio de la aritmé-tica inferior, la aritmética superior, la geometría elemental y práctica, la trigonometría rectilínea y algunos rudimentos de la geometría esférica. En la segunda clase el maestro principal, Francisco de Barreda y Acevedo, se responsabilizó de materias como la enseñanza de la cosmografía, la práctica de la navega-ción, el uso, manejo y reparación de instrumentos náuticos, las operaciones trigonométricas, el cálculo loxodrómico, la forma-ción de los diarios de navegación, el seguimiento de las derro-tas, el arte de la marinería, y la táctica o evoluciones marítimas. La tercera clase se reservó para el maestro José Portillo, que asumió la instrucción de la artillería y la delineación. En resumen, el Método implantado en 1778 supuso una eta-pa de transición en el estudio de la navegación, previa a la pues-ta en vigor de un nuevo sistema de estudios inspirado en el más puro espíritu ilustrado. Las Ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla, de 6 de noviembre de 1786, fueron el resultado de un proceso de reforma estructural de la institución, iniciado tres décadas an-tes y culminado en los últimos años del reinado de Carlos III. El cosmógrafo e historiador Juan Bautista Muñoz, funcionario de la Secretaría de Indias, fue el encargado de dar forma a las © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 190 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 32 nuevas bases del Colegio. Para ello, siguió atentamente las indi-caciones que le hizo el marqués de la Sonora, imprimiéndoles a la vez un enfoque personal sobre lo que debía ser una institu-ción moderna. Este proyecto de remodelación del Colegio sevi-llano fue paralelo a la creación de un centro homólogo (el Co-legio de San Telmo de Málaga) fundado con idénticos fines para la zona marítimo comercial malagueña53. Las ordenanzas de 1786 se convirtieron en el primer cuerpo legislativo de la historia del Colegio de San Telmo de Sevilla. La ambiciosa reforma realizada sobre el instituto hispalense se basó en un doble objetivo: por un lado, la creación de un cen-tro de investigación científica, emulando los años dorados de la Casa de la Contratación como centro difusor de los avances más importantes operados en navegación, cosmografía e hidrografía y, por otro, la instrucción de pilotos y otros oficiales de mar con arreglo a los conocimientos más modernos de la época. En re-lación con este segundo propósito, el Colegio debía proporcio-nar el suficiente personal técnico principalmente a los barcos de la Carrera de Indias y, en caso de necesidad, a la marina real. El marqués de la Sonora y Juan Bautista Muñoz estaban conven-cidos de que ambas marinas debían complementarse y auxi-liarse mutuamente, sin necesidad de excluirse54, a pesar de la 53 El propio Juan Bautista Muñoz relata cómo le fue encargada esta co-misión y su recuerdo de aquellos meses dedicados a San Telmo: «...el señor marqués de la Sonora me encargó encarecidamente, con el título de especial servicio de Dios, del rey i del público, que pusiera toda mi atención en la reforma del Colegio de San Telmo, de Sevilla. Dedíqueme a examinar esta fundación desde su origen, leí los expedientes de visitas, los informes i cuan-to pude hablar en este asunto; hice mi plan, y aprobado éste extendí las Reales ordenanzas con la mayor precisión y simplicidad a mi posible. Luego dispuse el mejor modo de reducirlo a ejecución, que se logró felizmente el día 1º de este año. En seguida dispuse el establecimiento de otro igual Cole-gio en Málaga hasta su solemne apertura, verificada en 1º del antecedente junio. Yo sólo sé quánto tuve que trabajar en uno i otro, haciendo i rehacien-do las cosas diversas veces, ya por llenar las ideas de dicho señor marqués i satisfacer a su delicado gusto, ya por satisfacerme a mí mismo en beneficio común». Nicolás BAS MARTÍN (2002): El cosmógrafo e historiador Juan Bau-tista Muñoz (1745-1799). Valencia, p. 142. Al respecto, vid. Isabel GRANA GIL (1995): El Real Colegio de San Telmo de Málaga, Málaga. 54 Según comentaba Juan Bautista Muñoz, «...últimamente el disfavor de © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 191 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 33 política de absorción de competencias llevada a cabo por la Ar-mada en el terreno del desarrollo científico y de la navegación en España. Los cambios introducidos en el Seminario hispalense se con-virtieron en uno de los puntales de un macroproyecto a gran escala ideado por la secretaría de Indias y basado en la re-vitalización del comercio y la navegación en la ciudad de Sevi-lla. Los pilares restantes del nuevo plan estaban todavía por acometer. Se trataba de toda una batería de medidas futuras como la fundación de un nuevo consulado de comercio en Se-villa, la mejora del río Guadalquivir, la construcción de naos adaptadas a su río y barra, la regeneración de la Universidad de Mareantes, y la revitalización del cuerpo de la marina mercan-te local55. Como parte de estos designios previstos para Sevilla, una de las decisiones adoptadas apuntó a la recuperación de los anti-guos oficios de cosmógrafo, piloto mayor, artillero mayor y cos-mógrafo mayor del Consejo de Indias. Según Juan Bautista Muñoz, la creación en Madrid de una plaza de cronista y cos-mógrafo mayor serviría para centralizar y progresar en el estu-dio de gran parte de la información científica proporcionada desde los distintos ámbitos de la navegación. Las funciones atri-la marina real, que con sus nuevos establecimientos ha intentado anonadar a aquellos mismos que podían contribuir al mayor lustre de ella. Es axioma evidente que la marina del comercio es el cimiento y la madre de la Arma-da. Déjense bajas rivalidades y combínense los establecimientos de tal mane-ra que, lejos de dañarse, se presten mutuos auxilios. Revísense en cada ramo lo que por experiencia se halló ser útil, y poniéndose puntos de unión con-curran todos al bien común.» RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Infor-me de 18 de marzo de 1783. 55 Este proyecto aparece recogido en: RAH (Real Academia de la Histo-ria). Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783 sobre la reforma del Colegio de San Telmo de Sevilla y de la Universidad de Mareantes, y AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 988. informe de Fran-cisco Machado y Antonio Porlier para José de Gálvez. 3 de febrero de 1785. El plan del marqués de la Sonora nunca llegó a fructificar. Sus sueños de fortalecer la marina mercante en Sevilla chocaron contra un escenario en el que brilló un arraigado asentamiento del comercio en la ciudad de Cádiz. La falta de viabilidad de los objetivos marcados sepultó de forma definitiva las aspiraciones de José de Gálvez. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 192 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 34 buidas al cosmógrafo del Consejo de Indias se relacionarían con la inspección de los colegios de enseñanza de la náutica, la re-copilación y ordenación de la información hidrográfica, la prác-tica de observaciones celestes y, en general, todas aquellas labo-res que contribuyeran al perfeccionamiento de la hidrografía y de otras materias de orden científico56. El centro de desarrollo de la navegación diseñado para San Telmo incluía cuatro áreas de actuación. La primera consistía en un observatorio dotado de los más avanzados instrumentos para la realización de observaciones celestes aplicadas a la na-vegación. En segundo lugar, la mejora y estudio de las técnicas hidrográficas, especialmente de las cartas, planos, mapas de costas, ríos, puertos, etc., con el fin de poseer información lo más exacta posible de los derroteros a Indias y de sus costas. La tercera aplicación se centraba en la fabricación de instrumentos geométricos y astronómicos relacionados con los estudios y ejer-cicios náuticos y, por último, todas estas tareas debían ser com-plementadas con la formación de una escuela de dibujo57. Dicha reestructuración se complementó con una política de fomento de la investigación y recogida de datos, materializada en la con-cesión de premios, medallas y honores dirigida a los alumnos aventajados y a los profesores que con su labor contribuyesen al adelanto de la navegación58. En el aspecto docente, las ordenanzas de 1786 crearon el denominado Curso de estudios náuticos, a cargo de cuatro cate-dráticos de matemáticas y navegación. El primero de ellos, el 56 RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783 sobre la reforma del Colegio de San Telmo de Sevilla y de la Universidad de Mareantes. 57 RAH. Colección Juan Bautista Muñoz. Informe de 18 de marzo de 1783. 58 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Artículos CCXXXI a CCXLVIII. Por otra parte, el proyecto ideado por José de Gálvez se enfrentó con otro gran escollo: los intereses de la Marina de gue-rra eran contrapuestos a los de la secretaría de Indias, y la Armada nunca hubiera permitido la existencia de un centro de formación de pilotos mercan-tes y de investigación de la náutica fuera de su control. La solución de este problema llegó en 1787 con la inclusión del Colegio de San Telmo de Sevilla en el ámbito de la Armada, quedando desactivado de esta manera el peligro de un competidor. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 193 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 35 más antiguo, llevaba aparejado el título de piloto mayor de Se-villa, lo que le suponía el disfrute de las preeminencias anejas al otrora piloto mayor de la Casa de la Contratación de Sevilla. El segundo catedrático fue nombrado cosmógrafo de Sevilla y los otros dos restantes, cosmógrafos. Basándose en tratados funda-mentales de la época para el estudio de la técnica de la navega-ción, como fueron los de Jorge Juan, Pièrre Bouguer, Vicente Tofiño, o Benito Bails, los catedráticos tenían la obligación de promover el estudio de la teórica y práctica de la navegación «y de las facultades previas y accesorias a ella, por medio de una aplicación incesante al estudio y a la observación»59. De esta manera, el catedrático más antiguo se encargó de las competen-cias hidrográficas, a través de la enmienda y mejora de las car-tas y derrotas, así como de la disposición de nuevos padrones de navegación, auxiliado por el resto de los catedráticos-cosmógra-fos. En las reuniones denominadas juntas literarias, estos maes-tros debían dar a conocer sus trabajos de elaboración y publi-cación de cartas ajustadas a los padrones, la fabricación de instrumentos para el pilotaje, o de tratados encaminados al pro-greso de sus disciplinas, dando cuenta de todo ello a la superio-ridad. Como última novedad, las ordenanzas concedieron a los catedráticos la facultad de examinar y otorgar grados de pilotos y pilotines, quedando restauradas las antiguas competencias reservadas en las Leyes de Indias al piloto mayor y a los cosmógrafos de la Casa de la Contratación. El Curso de estudios náuticos fue dividido en cuatro clases cuya duración comprendía un período de cuatro años. En la primera clase se impartían conocimientos de aritmética inferior, extracción de raíces cuadradas y cúbicas, cálculo decimal y sexagesimal, logaritmos, geometría elemental con nociones de secciones cónicas, y trigonometría plana. Superada la primera clase, los santelmistas se iniciaban en la segunda clase en los principios del álgebra, en la aplicación a cuestiones aritméti-cas, geométricas, y a las curvas, la resolución de ecuaciones, el cálculo infinitesimal y a sus aplicaciones a la geometría. La ter- 59 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Ar-tículo CXCI. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 194 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 36 cera clase incluía la mecánica aplicada a usos, máquinas e ins-trumentos náuticos, la construcción y movimiento de buques, y, finalmente, los conocimientos sobre materiales de construcción y pertrechamiento de bajeles. La obra fundamental sobre la que debían apoyarse las explicaciones disciplinares era el Examen marítimo de Jorge Juan, si bien, dada su complejidad, podía ser dosificada en sus contenidos por el catedrático en función de la capacidad de cada uno de los alumnos. La última clase estaba dirigida por el catedrático más antiguo, cuyo programa docen-te recogía las materias de trigonometría esférica y navegación, basándose en el tratado de navegación de Jorge Juan y en las obras de Étienne Bezout, acompañadas de las tablas de José de Mazarredo y del Almanak náutico. Paralelamente a la instruc-ción náutica, la materia de dibujo fue incluida de forma sepa-rada en los planes de estudio, abarcando el dibujo de la figura humana y el dibujo técnico (denominado militar y geográfico). El aprendizaje de toda esta serie de materias era sometido a exámenes periódicos a lo largo del curso, cuya superación per-mitía al alumno acceder al siguiente estadio de instrucción60. Manuel Sellés García califica el contenido docente de las orde-nanzas de 1786 como extremadamente ambicioso, llegando a equipararlo al programa de estudios de las Academias de Guardias Marinas61. En realidad, los nuevos contenidos disciplinares se habían multiplicado enormemente en variedad y extensión, sobre-pasando con creces los conocimientos necesarios para el ejercicio del pilotaje en un barco de guerra o mercante. Los nuevos obje-tivos docentes se acercaban más a la formación de un piloto cien-tífico, instruido para la realización de misiones hidrográficas o astronómicas, que a la de un sencillo piloto cuyo objetivo no era otro que el de conducir el bajel hasta su puerto de destino. Como vemos, la formación náutica implantada en el Colegio en estas últimas décadas del siglo XVIII alcanzó un alto nivel académico, que, combinado con los embarques permitió la sa-lida de pilotos de una cualificación muy aceptable. Este hecho contrasta con los pilotos practicones formados décadas antes en 60 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla de 1786. Ar-tículos CXCVIII a CCXXII. 61 Manuel A. SELLÉS GARCÍA (2000): Navegación astronómica..., p. 232. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 195 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 37 el seno esta misma institución, en la que ante todo se había priorizado el aprendizaje práctico de la navegación. Dejando a un lado el reto planteado por la legislación de 1786 de formación de jóvenes en materias que iban más allá del mero pilotaje, el hecho relevante residió en la brevedad del pe-ríodo temporal de vigencia de esta normativa. Cuando aún no se había logrado poner en marcha algunas de las novedades intro-ducidas por las ordenanzas de 1786 ni, mucho menos, recogido los primeros frutos, el 8 de julio de 1787 se ordenó el traslado del Colegio de San Telmo de Sevilla a la jurisdicción de la Se-cretaría de Marina, bajo la dirección del baylío Antonio de Valdés y Bazán62. Desconocemos las causas argumentadas en la toma de una decisión de este calibre, pero de lo que no cabe duda es que, ya desde la primera mitad del siglo XVIII, la Arma-da venía desplegando una política de absorción de competencias en el terreno del desarrollo científico y de la navegación. El Colegio de San Telmo, como centro de formación de pilotos, fue uno de sus objetivos, y terminó siendo arrastrado hacia su ám-bito de decisión63. El nuevo entorno que arroparía a partir de entonces al Cole-gio de San Telmo de Sevilla hizo necesarios una serie de cam-bios en tiempo récord para adaptar el instituto de náutica a la estructura de funcionamiento de la Armada. Dos conocidos ofi-ciales de Marina de la segunda mitad de siglo prestaron sus conocimientos para dar forma a las segundas ordenanzas del 62 Introducción a las Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla, de 2 de julio de 1788. 63 El primer paso importante dado en este proceso de «militarización de la ciencia», concretamente del cuerpo de la Armada, lo protagonizó José Patiño al promover la fundación de la Real Academia de Guardias Marinas de Cádiz en 1717, un centro militar de formación de oficiales de marina, entre cuyas disciplinas se encontraba el aprendizaje de la navegación. Tres décadas después, se publicaron las Ordenanzas Generales de la Armada de 1748, en las que se creó el Cuerpo de Pilotos de la Armada, y en las que las competencias para el examen y otorgamiento de los títulos de pilotos y pilotines fueron trasladadas a la nueva figura del piloto mayor de la Arma-da, cargo detentado por un oficial de guerra. Al nacimiento de estas institu-ciones se añadió el del Real Colegio de Cirugía de la Armada en Cádiz, en 1748, y la creación, a instancias del marino y científico Jorge Juan y Santacilia, del Observatorio de Cádiz en 1753. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 196 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 38 Colegio de San Telmo, nacidas en 178864: José de Mazarredo y Francisco Javier Winthuysen y Pineda. Mazarredo elaboró un amplio informe65 en el que, entre diver-sas opiniones vertidas sobre la Marina de finales del siglo XVIII, defendía la existencia y validez de una institución como la de San Telmo. Desde su condición de marino ilustrado, profundo conocedor de los últimos avances experimentados en la astrono-mía y en la navegación, Antonio de Mazarredo abogó por inci-dir en un conocimiento práctico de la técnica del pilotaje, fren-te al excesivamente teórico, en el que se corría el riesgo de caer si los conocimientos adquiridos no se aplicaban con extensión a la práctica de la navegación. Vemos en estas manifestaciones un alejamiento del informante respecto del enfoque docente implantado en 1786, receloso de provocar un desequilibrio en-tre los contenidos teóricos y el ejercicio práctico de la nave-gación. El segundo asesor, Francisco Javier Winthuysen, había reci-bido previamente del secretario Valdés el encargo de inspeccio-nar el Colegio de San Telmo de Sevilla para comprobar su esta-do y necesidades de adecuación al organigrama de la Armada. El informe de Winthuysen66 resaltó el principal objetivo que se pretendía extraer del instituto sevillano: la formación de pilotos hábiles para la marina real y el comercio de Indias. Para ello, creía este oficial, al igual que Mazarredo, que los aspectos más teórico científicos de las ordenanzas diseñadas por la secretaría de Indias debían ser suprimidos en favor de un enfoque más práctico del plan de estudios. Para ello propugnó, entre otras medidas, la reducción del Curso de estudios náuticos de cuatro a tres años. Las novedades aportadas por las nuevas ordenanzas para el Colegio de San Telmo de Sevilla de 1788 redujeron, efectivamen- 64 Ordenanzas para el Real Colegio de San Telmo de Sevilla, de 2 de ju-lio de 1788. 65 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 984. Informe en virtud de la Real Orden de 11 de marzo último sobre la ordenanza dispuesta para el gobierno y enseñanza del Colegio de San Telmo de Sevilla. 9 de abril de 1788. Firmado por José de Mazarredo. 66 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 984. El informe está incluido en un extracto sin fecha denominado Ordenanzas del Colegio de San Telmo. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 197 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 39 te, la extensión de las materias objeto de estudio. Las matemá-ticas inferiores, la navegación, el dibujo, la artillería y la manio-bra fueron los pilares fundamentales sobre los que se desplegó la enseñanza en el centro sevillano. Si bien el proyecto de fo-mento y desarrollo de la navegación creado en 1786 por la se-cretaría de Indias, basado tanto en la estimulación de los alum-nos como en la incentivación de los profesores para el estudio de la disciplina, se mantuvo con las segundas ordenanzas de 1788, también es cierto que, dejando a un lado las labores do-centes de los catedráticos, el proyecto no llegó a fructificar de acuerdo con su espíritu inicial. En este punto cabe expresar que la realidad se impuso a unos ambiciosos planes (los diseñados por la secretaría de Indias), de facto inviables. La Armada ya poseía un centro de desarrollo de las técnicas más avanzadas de astronomía y navegación en el Observatorio de Marina, creado por Jorge Juan en 1753 y unido a la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Ambas instituciones formaban un núcleo de enseñanza superior y de difusión de las ciencias67. Esta circuns-tancia echó por tierra el proyecto del marqués de la Sonora pues, una vez situado el Colegio de San Telmo bajo la jurisdic-ción de Marina, carecía de sentido duplicar objetivos y esfuer-zos económicos en dos centros docentes bajo un mismo mando. Por tanto, los planes de la Armada llevaron al Colegio de San Telmo de Sevilla a convertirse en un centro de capacitación pro-fesional en las artes de la navegación, básicamente dirigido a la formación de oficiales de mar destinados a la navegación mer-cante. Por otro lado, la existencia paralela de los colegios de Sevi-lla y Málaga con un funcionamiento basado en distintas legisla-ciones, pero con los mismos fines, llevó a Valdés a ordenar su fusión en un solo cuerpo legal, labor que quedó materializada en las ordenanzas de 179468. Esta fue la última normativa que se publicó para estas instituciones, reforma que no supuso cam- 67 Sobre la Academia de Guardias Marinas de Cádiz y el Observatorio de Cádiz, vid. Antonio LAFUENTE y Manuel Antonio SELLÉS GARCÍA (1988): El observatorio de Cádiz (1753-1831). Madrid. 68 Ordenanza de S.M. para los Reales Colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga. Madrid, 1794. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 198 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 40 bio alguno de entidad en relación con los aspectos docentes implantados por su antecesora. Una de las consecuencias del monopolio ejercido por la Ar-mada en el ámbito de la navegación se plasmó en el proceso de uniformización de la enseñanza y de los exámenes de pilotos y pilotines llevado a cabo en las últimas décadas de la centuria, asunto que ya hemos mencionado brevemente al principio de este trabajo. Una vez que, tanto los colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga así como las escuelas de náutica del reino, jun-to con las escuelas departamentales de la Armada estuvieron todas ellas reunidas bajo una misma jurisdicción, se acometió el desarrollo de un sistema unitario de estudios y exámenes para todos los centros docentes de náutica del reino. En 1790 el co-mandante en jefe del Cuerpo de Pilotos de la Armada, Francis-co Javier Winthuysen, redactó una instrucción con el objetivo de homogeneizar la enseñanza en las escuelas. Otro paso definiti-vo dado en este proceso consistió en la publicación en 1803 del Curso de estudios elementales de Marina de Gabriel Císcar, con-vertido en un completo curso de pilotaje, ampliamente utiliza-do y numerosas veces reeditado, que sirvió de texto para los estudios de náutica durante muchos años. Finalmente, en la primera década del siglo XIX las escuelas de náutica fueron clasificadas en primarias y secundarias, de-pendiendo del método de enseñanza aplicado. Las academias departamentales de la Armada, junto con los colegios de San Telmo de Sevilla y Málaga fueron encuadrados dentro del pri-mer grupo. En la segunda categoría quedaron asignadas el res-to de escuelas particulares de náutica, costeadas de forma más modesta por los Consulados de comercio u otros organismos69. Toda esta serie de cambios acontecidos en la segunda mitad del siglo XVIII también influyó en el trabajo docente desplega-do por el profesorado. Durante las dos últimas décadas de siglo, los maestros que cubrieron las cátedras de matemáticas y nave-gación aplicaron los nuevos planes de estudio con una mentali-dad bien distinta a la de los primeros 50 años. La fundamen-tación matemática y la incorporación de los últimos avances 69 AHUS. Libro 325. Fr. Francisco Gil a Adrián María García de Castro. 24 de octubre de 1805. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 199 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 41 experimentados en el cálculo de la longitud constituyeron nove-dades esenciales en el enfoque de unos estudios que evoluciona-ron desde el arte de la navegación hasta la navegación astro-nómica. Los informes elevados a la superioridad sobre estos emplea-dos por el inspector de los colegios de náutica, Francisco Javier Winthuysen, fueron muy positivos, rozando la admiración en el caso de Francisco Antonio Pizarro70. Los tres docentes contribu-yeron de forma notable a la mejora del Colegio como centro de enseñanza de la náutica, pudiéndose afirmar, sin lugar a dudas, que el período transcurrido entre 1786 y 1800 fue el más inten-so y fructífero desde el punto de vista de la formación de los colegiales. La reforma de los planes de estudio unida a su eficaz labor docente desembocó en un buen nivel de la docencia y en la salida del mayor contingente de pilotos de la historia del co-legio. Sin embargo, el cambio de siglo marcó una inflexión en línea ascendente. La sucesión de penalidades, como la epidemia de fiebre amarilla, la invasión de las tropas francesas y la gue-rra con Francia, unido al largo proceso de independendización de las colonias americanas, llevó al país a una crisis de la que el Colegio de San Telmo de Sevilla no se pudo sustraer. La pa-ralización del suministro de fondos económicos en algunas oca-siones, o la reducción drástica de los mismos, el resto de las veces, sumieron al instituto en una decadencia larga y penosa hasta su extinción en 1847. En 1812 los tres catedráticos de matemáticas que ejercían por aquellas fechas fueron procesados y retirados de sus em-pleos acusados de adictos a las ideas constitucionales71. Pese a los azarosos acontecimientos, el Colegio logró mantenerse de forma milagrosa durante varias décadas. Las clases siguieron impartiéndose a un número reducido de alumnos y la escasez económica terminó afectando incluso al material necesario para la instrucción. De este último período de existencia del institu-to cabe destacar la realización por parte de uno de los catedrá- 70 AGMAB. Colegio de San Telmo. Legajo 1021. Informes secretos de los dependientes del Colegio de San Telmo de Sevilla, firmado por Winthuysen el 13 de abril de 1793. 71 AHUS. Libro 327. Notificación de 6 de agosto de 1814. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 200 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 42 ticos, Manuel Espínola Quintana, de un atlas de la costa occi-dental de la América meridional72. Culminada la instrucción de los colegiales en las materias relacionadas con el pilotaje y la navegación, el Colegio de San Telmo de Sevilla abría un segundo período de aprendizaje, en el que los santelmistas embarcaban a bordo de los navíos fondea-dos en el puerto de Cádiz. Durante las navegaciones, los mucha-chos ponían en práctica los conocimientos adquiridos en el re-cinto sevillano. Una vez que el maestro o catedrático de matemáticas daba el visto bueno confirmando la suficiencia teórica del colegial en las disciplinas técnicas, éste era trasladado a Cádiz en las tarta-nas que recorrían el Guadalquivir hasta Sanlúcar de Barrameda y, desde esta última población, se desplazaba por tierra hasta su destino. El tiempo de estadía en Cádiz dependía de múltiples cir-cunstancias. En el caso de los registros que navegaban solos o acompañados de un reducido grupo de embarcaciones, la sa-lida solía ser rápida, produciéndose en cuestión de días. Pero, tratándose de flotas o escuadras de guerra, la compleja prepa-ración y pertrecho de un número abultado de bajeles solía de-morar la fecha de partida semanas o incluso meses. Por tanto, la duración de la propartida (tiempo previo a la salida de un barco de puerto) de un santelmista era incalculable. Sin embargo, no cabía duda de que si un empleado con-tratado por el Colegio asumía diligentemente las funciones de cuidado y atención de los colegiales desplazados, así como de gestión de los trámites administrativos necesarios para el asen-tamiento de los muchachos en las plazas libres de los bajeles, el ahorro de las partidas presupuestarias destinadas a este fin se-ría considerable y, por otra parte, la vigilancia de los colegiales aumentaría. Fueron éstas las razones por las que en 1761 el 72 Atlas de las cartas esféricas de la costa occidental de la América meridio-nal, construidas y dispuestas con presencia de los documentos de las corbetas de SM Descubierta y Atrevida, destinadas a la rectificación del Atlas de la Amé-rica meridional en 1793, por D Manuel Spinola, en Cádiz, mayo de 1798. MN. Catálogo de los documentos de la expedición Malaspina, doc. 1, 1697. Sigs. XXVII B. (8), XI A. (7), L.C. (9) y XXXIV. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 201 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 43 Colegio de San Telmo creó la plaza denominada «director de los colegiales en Cádiz»73. Hasta entonces, la institución sevillana había contado con la ayuda de un apoderado destinado básicamente a la gestión ad-ministrativa, pero cuya actividad era ajena al control de los des-plazados. El director de colegiales se convirtió en una especie de tutor de los santelmistas y gestor ante los órganos marítimo administrativos gaditanos74. La importancia del éxito y eficacia de sus trámites dependió en buena medida de sus dotes y habi-lidades de relación con las distintas autoridades portuarias, y de su conocimiento de la información relacionada con el movi-miento de los navíos. Estas averiguaciones le eran de suma uti-lidad para prevenir futuros problemas o solventar los ya existen-tes. Su trabajo comprendía frecuentes traslados a la Casa de la Contratación, radicada en la ciudad gaditana desde 1717, y a los órganos administrativos dependientes de la Armada75. El director de colegiales en Cádiz tramitaba los embarques, desembarques o transbordo de los colegiales en los navíos, ha-bilitaba ante el intendente de Marina a los pilotines y presenta-ba las certificaciones de sus viajes, se encargaba de presentar a los aspirantes a pilotos o pilotines para las pruebas de admisión, y proporcionaba cama y comida en su propia casa a los mucha-chos desplazados76. Al regreso de los embarcados, este emplea-do gestionaba el desembarco y comprobaba el estado de sus 73 AHUS. Libro 288 de empleados. 74 AHUS. Libro 373. Instrucción que ha de observar el Sr. Dn. José Franco Reynoso Presbitero en el empleo de Director en la ciudad de Cádiz de los Cole-giales del Real Seminario del Sr. Sn. Telmo de Sevilla en que está nombrado interinamente. Documento firmado por la diputación de la Universidad de Mareantes y el contratado. 5 de octubre de 1780. 75 En 1772 el Ministerio de Marina se trasladó de Cádiz a la Isla de León. El director de colegiales se vio obligado a hacer numerosos desplazamientos desde la sede de la Dependencia de Matrícula (donde se atendía al arribo y salida de los santelmistas en bajeles mercantes), en Cádiz, a la Oficina de Marina y Mayoría General, sitas en la Isla de León, en donde se gestionaban los embarques a bordo de navíos de la Armada. 76 Durante los días tranquilos en los que no había salida o regreso de navíos, los muchachos, nada más levantarse, oían misa y luego desayunaban. Posteriormente, dedicaban unas horas al estudio y, terminado éste, salían a la calle durante una hora, de dos en dos, y con la prohibición de acercarse a © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 202 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 44 pertenencias contenidas en el arca proporcionada por el Colegio (ropa, libros, instrumentos, diario de navegación...), así como la certificación extendida por el piloto, acreditativa del viaje reali-zado. Posteriormente, devolvía a los muchachos al Colegio. En ocasiones, los embarques se producían de forma seguida, enla-zándose unos con otros, hasta que el alumno culminaba su pe-ríodo instructivo práctico. Pero, en otros casos, el santelmista retornaba a Sevilla a la vuelta de la travesía, donde permanecía estudiando hasta que le surgía la oportunidad de un nuevo embarque. Cuando alguno de los colegiales caía enfermo, el director se encargaba de su traslado al Hospital de San Juan de Dios, en el caso de que hubiera navegado o estuviera listo para hacerlo en un barco mercante, o al Hospital Real de la Marina, si había sido asentado en un navío de la Armada. En estos casos, vigila-ba a los convalecientes y daba continua cuenta a la dirección del Colegio de su estado. Una vez embarcado el santelmista, el Colegio se liberaba de su manutención, que corría a cargo del patrón del bajel o del comandante del navío. Aun así, el director vigilaba la permanen-cia de los colegiales a bordo, impidiendo las bajadas a tierra y las pernoctas fuera de las embarcaciones, salvo en los casos de enfermedad o de realización de las labores de lavado de la ropa. De esta manera, se evitaban casos de santelmistas que perdían sus navíos por encontrarse irregularmente en tierra a la hora de zarpar, o de distracciones de jóvenes entregados al ocio en los aledaños del puerto. Los preparativos previos a los embarques conllevaban la en-trega al colegial de un arca en la que depositaba diversos obje-tos. Necesariamente, el contenido era el imprescindible para navegar, muchas veces escaso o insuficiente. Hasta 1763 los colegiales embarcados iban provistos de un capote de paño par- «casas sospechosas o a parajes poco decentes donde se malogre la buena educación que se les ha dado». Después de la comida, se empleaban otro rato en el estudio de las materias náuticas y, a continuación, disfrutaban de otro tiempo de recreo. Al «toque del Ave María» volvían a la casa, rezaban el ro-sario y se iban a dormir. AHUS. Libro 373. Instrucción que ha de observar el Sr. Dn. José Franco Reynoso Presbitero... 5 de octubre de 1780. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 203 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 45 do, una camisa de crea, un vestido, medias y zapatos. Los más avezados en el estudio de la náutica llevaban algunos instru-mentos77. A partir de esta fecha se amplió la dotación de cada embarcado. Para aquellos santelmistas con destino a América en navíos de guerra o de práctica del corso, se les entregaba un paquete con ropa suplementaria, además del vestido de chupa y el calzón de paño. Los alumnos calificados como hábiles (po-tenciales aspirantes a pilotos) recibían una chupa de paño azul, y los llamados inútiles (y destinados a la marinería) obtenían una chupa de paño pardo. Para aquellos colegiales que se em-barcaban con dirección a las gélidas y lejanas aguas de la Mar del Sur, además se les facilitaba otra muda completa de chaque-ta forrada en bayeta, calzones largos de paño, medias abata-nadas, un capote forrado y un gorro de lana. A modo de cama, los santelmistas también subían a bordo un petate de esparto y dos mantas de jerga78. Pero, dejando a un lado el pertrechamiento de los huérfanos, hemos de analizar como punto final a este trabajo los resulta-dos obtenidos por el Colegio de San Telmo en la formación de pilotos. Uno de los aspectos más indicativos sobre éxito total o parcial del método de enseñanza práctica seguido por el Cole-gio de San Telmo reside en la comprobación del número de alumnos que logró embarcarse durante su estancia en el Semi-nario. Los datos nos muestran que, del total de colegiales que fueron asentados en sus libros de registro (3505 individuos), 2440 muchachos (69,6%) realizaron prácticas a bordo de navíos y, el resto, 1065 (30,4%) no lo hicieron79. 77 Dependiendo de la época, estos instrumentos fueron ballestillas o cua-drantes, agujas de marear, cuarterones, compases, plumas, cartas y mapas, el diario de navegación y, en ocasiones, un catecismo y un manual para el estu-dio. Por ejemplo, en 1723 el Colegio de San Telmo adquirió diversos instru-mentos para los embarcados en las flotas de Nueva España, dirigida por Anto-nio Serrano, y de Tierra Firme, al mando del marqués del Grillo, consistentes en 4 ballestillas, 1 cuadrante de dos arcos (cuadrante de Davis), 6 cuarterones y 32 compases. AHUS. Libro 21 de cuentas. 20 de agosto de 1723. 78 AHUS. Libro 311. Acuerdos de 3 de mazo de 1763. AHUS. Libro 326. Notificación de Luis de Córdova a Antonio Ramos. 20 de julio de 1790. 79 Los resultados estadísticos mostrados en adelante se basan en datos ex-traídos del AHUS. Libros 271-281. Libros de recepción y salida de colegiales del Real Colegio Seminario de San Telmo. Años 1682-1832. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 MARTA GARCÍA GARRALÓN Anuario de Estudios Atlánticos 204 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 46 Resulta una cifra bastante abultada la constituida por el gru-po de jóvenes que no llegó a navegar (casi uno de cada tres), hecho que demuestra que un porcentaje elevado de colegiales no cumplió con los objetivos establecidos por el instituto. Las causas de este fracaso parcial son diversas. Las más importan-tes, a nuestro entender, residieron en el masivo número de abandonos sucedido, sobre todo, en la primera etapa de existen-cia del instituto. Aunque tampoco debe olvidarse la admisión por parte del Colegio de muchachos analfabetos, sin conoci-mientos básicos de lectura, escritura y matemáticas elementales. Este hecho obligó al centro de náutica a alargar el tiempo de estancia del alumno hasta su licenciamiento, favoreciéndose con ello los casos de colegiales que eligieron otros oficios distintos al de la navegación. Por otro lado, si el Colegio hubiera admiti-do únicamente a muchachos ya instruidos de forma elemental, ello le hubiera permitido ahorrar costes y tiempo de estudio, lo que hubiera favorecido un aumento del porcentaje de alumnos embarcados. Además de los factores señalados, el Colegio de San Telmo se encontró de forma generalizada con dificultades a la hora de proporcionar embarques a su alumnado. La resistencia natural mostrada por los capitanes y maestres de las embarcaciones, unida a la falta de interés con que las autoridades hicieron cum-plir las normas preferenciales de embarques a favor de los santelmistas fueron las causas de tales dificultades. Durante el siglo XIX la razón principal de la escasez de embarques (la peor etapa en la vida del Colegio) residió en la misma decadencia de la Carrera de Indias, la crisis económica, la guerra con Francia y en la independencia de las colonias americanas, agentes todos ellos que desembocaron en una reducción de la navegación, y por consiguiente del número de embarques de santelmistas has-ta límites insospechados. Una vez conocida la ratio de alumnos embarcados, pasamos a analizar otro apunte en relación con los embarques. El núme-ro de viajes o campañas realizado por cada seminarista duran-te su estancia en el centro es otro de los datos que nos permite conocer el grado de experiencia obtenido por los jóvenes y el tiempo dedicado a la instrucción práctica. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2011 205 LA FORMACIÓN DE LOS PILOTOS DE LA CARRERA DE INDIAS EN EL SIGLO XVIII Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria (2009), núm. 55, pp. 159-228 47 De un total de 2440 alumnos embarcados, un 47,46% reali-zó un solo embarque, un 26,72% realizó dos viajes, un 13,69% lo hizo en tres ocasiones, un 5,74% cuatro, un 2,70% cinco, un 1,52% seis, un 0,25% siete, y, tan sólo, un 0,04% (es decir, dos alumnos) lo hicieron en 8 y 9 ocasiones. En esta estadística debemos detallar que desconocemos el número de viajes reali-zado por un 1,84% de alumnos. Los resultados apuntan a una formación práctica de un solo viaje para la mayoría de los em-barcados, de tal forma que este grupo de alumnos constituyó prácticamente la mitad del contingente de muchachos embarca-dos. Como manifestación más expresiva, podemos señalar que, de cada cuatro santelmistas embarcados, dos hicieron un solo viaje, uno practicó dos navegaciones y el último llegó a embar-carse en tres o más ocasiones. Los datos apuntados demuestran que la gran mayoría de los colegiales que navegaron fue destinada a engrosar las filas de la marinería de la Carrera de Indias. La razón reside en que un solo viaje no servía para poder aspirar |
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