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E C O N O M Í A Núm. 48 (2002) 413 68 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN (1556-1834) * P O R MAXIMILIANO BARRIO GOZALO En una sociedad profundamente sacralizada, como es la del antiguo régimen, la figura del obispo adquiere gran importan-cia histórica, porque constituye una de las elites más poderosa del obispado. No sólo es el responsable de fomentar y controlar la vida religiosa de sus diocesanos, sino también de imbuirles el respeto a las autoridades constituidas, tanto eclesiásticas como civiles. Además, el prestigio religioso y social del prelado va acompañado de un gran potencial económico, de forma que su status y estilo de vida le sitúan entre los primeros privilegiados de las islas Canarias. * En este estudio se utilizan las abreviaturas siguientes: AGS = Archivo General de Simancas; AHN = Archivo Histórico Nacional, Madrid; ASV = Archivo Secreto Vaticano; AN Madrid = Archivo de la Nunciatura de Ma-drid; PC = Procesos Consistoriales; AC = Acta Camerarii; AM = Acta Misce-lánea; AV = Acta Vicecancellarii; AEESS = Archivo de la Embajada de España ante la Santa Sede, depositado actualmente en el Archivo de Asun-tos Exteriores, Madrid; AHDC = Archivo Histórico Diocesano de Canarias; BEESS = Biblioteca de la Embajada de España ante la Santa Sede, depo-sitada en la Biblioteca de la Iglesia Nacional de España en Roma; y BN = Biblioteca Nacional, Madrid MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 En las páginas siguientes, dedicadas a estudiar los aspectos socio-económicos de los obispos que rigen la diócesis de Cana-rias durante el largo periodo de 1556-1834, antepondré unas líneas para trazar una visión general del espacio diocesano y de su población que nos ayuden a comprender mejor los ámbitos social y económico 1. 1. ESPACIO DIOCESANO Y POBLACIÓN El año 1404 se crea la primera diócesis de las Islas Cana-rias: San Marcial de Rubicón, con sede en la isla de Lanzarote. A finales del mismo siglo, en 1483, Sixto IV transfiere la sede a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con el titulo de obis-pado de Canarias. Desde esta fecha hasta el año 1818, que se erige el obispado de Tenerife, la diócesis canaria abarca las sie-te islas: Tenerife, Gran Canaria, La Palma, Fuerteventura, Lanzarote, La Gomera y El Hierro, con una extensión aproxi-mada de 7.458 kilómetros cuadrados 2, y es sufragánea de Se-villa. El año 1590 el obispo Suárez de Figueroa describe las siete islas que constituyen la diócesis de esta forma tan sencilla: La principal se llama Canaria y es la más noble de las siete e in-cluso la más abundante. «Tendrá dieciocho leguas de largo, está poblada menos de la mitad y sólo se cultivan seis leguas. Tiene unos tres mil vecinos; es montuosa y de malos caminos, y tiene muchas aguas y buenas». En la ciudad de Las Palmas está la iglesia catedral, que tiene hoy ocho dignidades, dieciséis canó-nigos y doce racioneros, más ocho capellanes de coro y otros clérigos y mozos de coro, el tribunal de la Inquisición y la real 1 Este trabajo completa y enriquece la aportación que presenté al Colo-quio sobre Canarias y el Atlántico (1580-1648): M. BARRIO GOZALO, «Los obispos de Canarias (1580-1648). Aspectos socio-económicos de una elite de poder», en A. DE BÉTHENCOURT (coord.), IV Centenario del ataque de Van der Does a las Palmas de Gran Canaria (1999), Las Palmas de Gran Canaria 2001, pp. 627-649. 2 Esta es la superficie que el Instituto Geográfico Catastral adjudica a las Islas Canarias. Núm. 48 (2002) 415 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 3 Audiencia. La segunda se llama Tenerife y es más grande y más rica de pan y vino. Tiene más de veinte leguas de largo y están pobladas las cuatro de ellas por unos seis mil vecinos. Es montuosa, de caminos arduos y peligrosos. La tercera se llama La Palma, que es muy buena y solía ser muy rica de vino y azúcar. Tiene dieciséis leguas de largo y está poblada en su ter-cera parte por unos tres mil vecinos. Es montuosa y de ásperos caminos. Estas tres islas son del rey católico, que tiene el dere-cho de patronato y presentación de todas las prebendas, canon-jías y beneficios eclesiásticos que hay en ellas. Las otras cuatro islas son de jurisdicción señorial. La Gomera pertenece al conde del mismo nombre. Tiene doce leguas de lar-go y unos quinientos vecinos. Es muy montañosa y produce algunos frutos de pan y vino, ganados, azúcar y seda. La isla del Hierro también es del señorío del conde de la Gomera, tiene unas diez leguas de largo y está poco poblada, pues en toda ella habrá cuatrocientos vecinos. Es montuosa y fértil para el ganado. En ella está aquel árbol del que tantos han escrito que la gente y el ganado se sustentaba del agua que destilaba por las hojas. Yo lo vi —dice el obispo—, y al pie de él mucha cantidad de agua, pero no le vi destilar. Dicen los vecinos que sí se sus-tentan de aquel agua los veranos y otoños secos, dando por medida a cada vecino lo que ha menester para un día, y hay guardas en esta agua, y dicen que muchas veces se gasta toda y destila tanto el árbol aquella noche que hay harta agua para otro día. Su destilar es en verano con una nuve que se le pone encima. El árbol se llama Til, es odífero, aromático, es muy fresco y las hojas como castaño. Hay otras dos islas. La una se llama Lanzarote y pertenece al marqués del mismo nombre. Tiene unas diez leguas de largo y unos trescientos vecinos. Es muy fértil de pan y ganado caprino y camellos. La otra se llama Fuerteventura y pertenece al mismo marqués. Tiene treinta leguas de largo y unos trescientos veci-nos. Tiene mucho ganado caprino, camellos y asnillos silvestres 3. 3 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 13: Relación que el obispo de Canarias da a S. S. de la visita que ha hecho a su obispado los años 1588 y 1590. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 416 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 Las relaciones que los obispos envían a Roma en los años siguientes muestran la evolución que se va produciendo en las islas y en la organización pastoral de la diócesis. En 1688 el prelado recalca la importancia de Tenerife, la isla más populosa y principal. De ordinario reside en ella el capitán general y go-bernador de todas las islas, y a ella concurre todo el comercio de los puertos del norte y demás ciudades. Tiene una sola ciu-dad, que se llama San Cristóbal o La Laguna. Después de ella está la de Canaria, que tiene mucho menos población y dos ciu-dades: Las Palmas y Telde. En la primera está la iglesia cate-dral y el palacio episcopal, los tribunales de la Inquisición y Cruzada, la real Audiencia y su presidente, que es el capitán general, aunque no reside allí, y el ayuntamiento del regimien-to y cabildo secular de toda la isla 4. En la relación de 1744 el prelado describe los desastrosos efectos que causó el volcán que estalló en la isla de Lanzarote el primero de septiembre de 1730. La isla de Lanzarote —dice el obispo— era antes la más llana y una de las más abundantes de granos y ganados, de suerte que se socorrían y participaban de su abundan-cia las demás islas, pero ahora después del furioso volcán, que ha padecido por espacio de más de cinco años, ha quedado por partes montuosa y toda ella muy asolada, o por el fuego del volcán que abrasó una tercera parte de su terreno o por las muchas piedras y arena que vomitó el volcán, el cual reventó el día primero de septiembre de 1730 con un gran temblor de tierra y tanto estruendo que aun en la isla de Canaria, que dista 40 leguas causó tanto es-panto que muchos religiosos celosos sin saber la causa de tan gran temblor salían por las calles predicando peniten-cia (...). Vomitaban cinco bocas muchas piedras y peñas, que en el aire se hacían pedazos dando grandes estallidos, y tanta cantidad de arena que inundó toda la isla y por su mucha abundancia a mediodía impidió la luz y resplandor del sol, y fue preciso a los pocos moradores que quedaron alumbrarse con luz artificial, y cubrió trece lugares dejan-do las casas enterradas en ella como hoy están. Por la tie-rra se esparcieron diferentes ríos de fuego que abrasaron y consumieron diez lugares con su territorio, los mejores y más fértiles, que será la tercera parte de la isla, dejándolos 4 Ibídem, ff. 141-147. Núm. 48 (2002) 417 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 5 inhábiles para siempre, porque la tierra quedó y se conser-va como la escoria del hierro quemado (...). Finalmente el 16 de abril de 1736 levantó Dios la mano a tanto castigo y se apagó el volcán, y luego empezaron los moradores a volver a su patria, aunque no todos a sus casas y lugares por haberlos hallado consumidos de fuego o tapado de arena 5. Por último, en 1749 ofrece una descripción preciosa de la situación demográfica y de su organización parroquial. La dió-cesis tiene 564 poblaciones o pagos, 74 parroquias, 52 benefi-cios colativos que provee el rey a consulta del obispo, 40 cura-tos amovibles que provee el prelado, algunos el cabildo y otros los mismos beneficiados, «porque son sus tenientes y sirven en ayudas de parroquia». El clero secular está constituido por 92 párrocos, entre beneficiados y curas, 372 clérigos ordenados in sacris y 44 beneficiados de la catedral (8 dignidades, 16 canóni-gos, 12 racioneros y 8 capellanes), que en total suman 508 clé-rigos seculares. El clero regular también es numeroso. Los reli-giosos tienen 44 casas y 936 miembros distribuidos de la forma siguiente: veinte conventos de franciscanos con 468 frailes, tre-ce de dominicos con 251, ocho de agustinos con 203 y tres ca-sas de jesuitas con 14 miembros. Los conventos de monjas son quince y las religiosas de velo negro 746. En total la población eclesiástica de la diócesis asciende a 2.190 miembros 6. La diócesis canaria abarca las siete islas hasta principios del siglo XIX, en que se crea el obispado de Tenerife. Pero ya en 1786 el ayuntamiento de La Laguna plantea la necesidad de dividir la diócesis canaria y crear otra en Tenerife, aunque hay que es-perar a las Cortes de Cádiz para que el proyecto comience a ha-cerse realidad. Los representantes tinerfeños presentaron la pro-puesta de crear un nuevo obispado en las islas, que dio como resultado la instrucción de un expediente que pasó a consulta del Consejo de Castilla. Pese a la oposición de los cabildos cate- 5 Ibídem, f. 291. 6 Ibídem, f. 325. En el número de los clérigos seculares no se incluye a los cuatro inquisidores, ni a los capellanes y familiares del obispo. Este prelado, Francisco Guillén, en los ocho primeros años de su pontificado ordenó a 226 subdiáconos, 222 diáconos y 211 presbíteros. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 418 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 dral y secular de Gran Canaria, el papa Pío VII erige la diócesis nivariense (1-II-1818), señalando como sede episcopal la parro-quia de Nuestra Señora de los Remedios de la ciudad de San Cristóbal de la Laguna, quedando sometida a la metrópoli de Sevilla. El 27 de agosto de 1819 Fernando VII confirma la erec-ción y se desgajan de la diócesis canaria las cuatro islas occi-dentales: Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro 7. El conocimiento de la evolución de la población canaria se ve facilitado por la abundancia relativa de estadísticas existen-tes 8. Aunque las islas Canarias no se incluyen en los vecinda-rios de carácter fiscal que se hacen en Castilla durante el si-glo XVI, la relación de vecinos que la curia episcopal envía a la Cámara en 1587 9 y el vecindario de Valcárcel, fechado en torno a 1589 10 permiten aproximarnos al volumen de la población ca-naria a finales del siglo XVI, pues cruzando los datos de ambos se rellenan casi todas las lagunas existentes en cada uno de ellos. El vacío de información gubernamental que se registra en el siglo XVII se suple con creces con la rica documentación que hay de carácter eclesiástico. Para 1629 existe un vecindario, inclui- 7 M. F. NÚÑEZ MUÑOZ, «La diócesis de Tenerife. Apuntes para su histo-ria », Revista de Historia de Canarias, 171 (1979), pp. 33-72; 172 (1980), pp. 119-154; y 173 (1983), pp. 56-88. 8 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Fuentes y principales problemas metodo-lógicos de la demografía histórica de Canarias», Anuario de Estudios Atlán-ticos, 34 (1988), pp. 51-157, analiza los recuentos de población existen-tes y hace una valoración de cada uno de ellos, y es a quien sigo en estas líneas. 9 En la relación que la curia episcopal envía a la Cámara el 6 de mayo de 1587 (AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136) afirma que en las islas hay 45 pilas y 7.741 vecinos. Domínguez Ortiz (La sociedad española en el si-glo XVII, I, Madrid 1963, p. 352) cree esta cifra fidedigna, siempre que se sume la gente de guerra, los extranjeros, el clero y, sobre todo, los numero-sos esclavos infieles, con lo cual el total de habitantes podía elevarse a 50.000 personas. A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias y la crisis del si-glo XVII. La singularidad isleña», Revista de Historia de Canarias, 176 (1992), p. 247, afirma que la población de Canarias en 1590 sube a 52.133 habitantes. 10 E. MARCO DORTA, «Descripción de las Islas Canarias, hecha en virtud del mandato de S. M. por un tío del licenciado Valcárcel», Revista de His-toria Canaria, 19 (1943), pp. 197-204. Núm. 48 (2002) 419 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 7 do en las sinodales del obispo Cámara y Murga11, y para los años 1676-1688 están las relaciones de la población del obispado, ela-boradas por el obispo García Jiménez, en las que se especifica, lugar por lugar, las casas o vecinos, el total de personas, las de confesión y comunión, los bautizados y los difuntos 12, lo que nos permite conocer el volumen de la población y su estructura. Para el siglo XVIII se cuenta con un buen número de recuen-tos de población. En la primera mitad del siglo hay que desta-car dos de carácter eclesiástico: el vecindario incluido en las sinodales del obispo Dávila de 1733 13 y, sobre todo, los recuen-tos de vecinos y personas de la diócesis del obispo Guillén refe-ridos a los años 1742-1745 en que visita las siete islas del obis-pado. En el informe que envía a Roma en 1745 afirma que la diócesis tiene 565 poblaciones, 74 parroquias, 31.869 familias, 136.092 personas y 28.731 hombres de armas, distribuidos de la forma siguiente 14: 1742 G. Canaria 172 15 8.720 33.764 4.394 1744 Fuerteventura 33 3 1.653 7.382 1.956 1744 Lanzarote 38 3 1.627 7.210 1.811 1744 Tenerife 192 33 13.624 60.218 15.190 1745 La Palma 50 13 3.874 17.580 3.148 1745 La Gomera 49 6 1.515 6.251 1.525 1745 El Hierro 31 1 856 3.687 698 TOTAL 565 74 31.869 136.092 28.731 Año Isla Poblaciones Parroquias Familias Personas H. Armas A mediados del siglo, aunque Canarias no se incluyó en el catastro de Ensenada, por su especial régimen fiscal, se realiza un computo de la población en 1755 por orden real 15. Y por fin, 11 C. de la CÁMARA Y MURGA, Constituciones sinodales del obispado de Canarias, Madrid 1631, pp. 310-312. 12 J. SÁNCHEZ HERRERO, «La población de las Islas Canarias en la segun-da mitad del siglo XVII (1676-1688)», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), pp. 237-415. 13 P. DÁVILA Y CÁRDENAS, Constituciones y nuevas adicciones sinodales del obispado de Canarias, Madrid 1737. 14 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 325. 15 BN, m. 2785. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 420 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 los tres censos generales del último tercio del siglo (1768, 1787 y 1797) incluyen ya a Canarias 16. El siglo XIX se inicia con buen pie en Canarias, gracias a la estadística de población que reali-za el comisionado regio Escolar Serrano en 1802 17, pero luego las cifras que aportan los censos de 1822, 1824 y 1833 son con-tradictorias y dispares. A pesar de los problemas que plantean los recuentos de po-blación mencionados y la diferente fiabilidad de los mismos, lo importante es que permiten aproximarnos a la realidad demo-gráfica de Canarias y, en consecuencia, afirmar que durante el antiguo régimen su población aumenta considerablemente a pesar de las crisis que se suceden y la emigración a América (ver cuadro 1). Durante los siglos XVII y XVIII los efectivos humanos se triplican ampliamente, pues los 52.000 habitantes de 1587 suben a 192.000 en 1802. En el primer tercio del siglo XIX pare-ce que continúa la dinámica alcista, pero las cifras que ofrecen los censos son tan contradictorias que es difícil precisar la cuan-tía del crecimiento demográfico 18. 1590 52.133 7,0 100,0 1676 93.108 12,5 178,6 1688 105.375 14,1 202,1 1733 126.384 16,9 242,4 1757 153.723 20,6 294,8 1787 168.328 22,6 322,8 1797 173.865 23,3 333,5 1802 192.189 25,8 386,6 CUADRO 1 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE LA DIÓCESIS CANARIA Año Habitantes Densidad Índice 16 Los datos de estos censos se encuentran publicados en los resúmenes provinciales de los censos de Floridablanca y Godoy, y también en F. JIMÉNEZ DE GREGORIO, «La población de las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVIII», Anuario de Estudios Atlánticos, 14 (1968), pp. 127-175. 17 Arch. Museo Canario: Descripción topográfica, geográfica y militar de las Islas Canarias, ms. 18 Un censo de 1822 señala 215.106 habitantes, pero otro de 1824 sólo registra 200.534, e igual distorsión se observa en 1833, pues un recuento Núm. 48 (2002) 421 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 9 En el siglo XVI y buena parte del XVII la vitalidad del comer-cio exterior propicia un importante crecimiento de la población, que se caracteriza por un saldo vegetativo favorecido por una persistente corriente inmigratoria y por una incidencia limitada de las crisis de mortalidad. Y esto explica que la tasa anual del crecimiento de la población entre 1587 y 1688 se sitúe en torno al 0,75 por 100. Sin embargo, la ruina del comercio que se pro-duce en la segunda mitad del siglo XVII introduce cambios sus-tanciales en el proceso demográfico con la desaparición de la corriente inmigratoria y, a partir de 1680, con el incremento de las crisis de mortalidad. Crece la pobreza y la miseria y en 1678 la corona concede a los naturales libertad para emigrar a las Indias 19. En el siglo XVIII el crecimiento de la población depende del saldo vegetativo que se va acumulando anualmente, favorecido por la elevada natalidad y contrarrestado por la casi ininterrum-pida emigración a América. Las estadísticas más fiables indican una tasa de crecimiento anual del 0,50 por 100, si bien esta tasa no es uniforme para todas las islas. Pues mientras la población del Hierro permanece estancada y la de Tenerife presenta un ritmo de crecimiento muy bajo, las otras islas superan amplia-mente la tasa, lo que podría explicarse porque el destino de la mayor parte de las familias pobres de Tenerife no fueron a las Indias sino a las otras islas, originando así un reajuste en la dis-tribución población de las diferentes islas 20, como se puede ob-servar al comparar la densidad de población de las distintas is-las en 1688 y 1787: indica 233.789 y otro del mismo año reduce la población de las islas a 199.950 habitantes. Cfr. A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Fuentes para el estudio de la población...», p. 91. 19 A.M. MACÍAS HERNÁNDEZ, La migración canaria, 1500-1980, Oviedo 1992, y también «Canarias y la crisis del del siglo XVII...», pp. 188-202. 20 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias en el siglo XVIII: Una sociedad en crisis», en España en el siglo XVIII. Homenaje a Pierre Vilar, Barcelona 1985, pp. 417-419. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 422 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 Esta población se halla distribuida en diferentes parroquias, cuyo número es de 45 en 1587, «diecinueve son beneficios cu-rados que ponen los prelados y así son amovibles, y los veinti-séis restantes son beneficios por elección de los cabildos y con-firmación de S. M.» 21. A mediados del siglo XVIII las parroquias suben ya a 75 y su distribución refleja de alguna manera la evolución demográfica y económica de las islas. Según los da-tos que Antonio Bethencourt ofrece para mediados del setecien-tos, el número de habitantes por parroquia es relativamente bajo en La Gomera, mediano en La Palma, Tenerife y Fuerte-ventura y alto en Gran Canaria, Lanzarote y El Hierro 22. 2. ASPECTOS SOCIALES En nuestros días existe una verdadera corriente historio-gráfica orientada al estudio de los integrantes de una institu-ción, desde una perspectiva fundamentalmente social, reunien-do el máximo de información posible sobre los titulares que ocupan los diversos cargos: datos de naturaleza familiar, cultu-ral, religiosa, política y económica, a fin de trazar una biogra- Islas 1688 1787 Tenerife 25,4 30,1 Gran Canaria 14,4 31,9 La Palma 20,3 33,6 Fuerteventura 2,3 6,4 Lanzarote 5,2 14,8 La Gomera 12,5 18,6 El Hierro 13,8 13,2 Archipiélago 14,1 22,5 21 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136. Curia episcopal de Canarias a la Cámara, 6 mayo 1585. 22 A. BÉTHENCOURT MASSIEU, «Evolución de las jurisdicciones parro-quiales de Fuerteventura durante el siglo XVIII», Revista de Historia Cana-ria, 170 (1976), p. 11. Núm. 48 (2002) 423 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 11 fía colectiva que permita aproximarnos a una sociología retros-pectiva de un determinado grupo social. Esto se ha traducido en la publicación de bastantes estudios sobre los diferentes gru-pos sociales, entre ellos del clero 23, de forma que este grupo social ya no es un desconocido, como afirmaba Fernández Díaz en 1990 24. Es verdad que todavía falta mucho por hacer y, por esta razón, dedicaré las páginas de este estudio a aportar un poco de luz sobre los aspectos socio-económicos de los obispos que rigen la diócesis de Canarias durante los años 1556-1834, puesto que el poder económico, social, religioso, cultural y, a veces, también político que detentan les convierte en una de las elites más poderosas del obispado, que es lo mismo que decir de las Islas Canarias. 2.1. Las fuentes Las fuentes que posibilitan el estudio sociológico de los obis-pos de Canarias durante este periodo se encuentran fundamen-talmente en el Archivo Secreto Vaticano, en el de Simancas y en el Histórico Nacional de Madrid. Las distintas series del fon-do Consistorial del Archivo Vaticano, sobre todo las de Procesos 23 Entre los publicados sobre la jerarquía eclesiástica en la época mo-derna se pueden citar los de M. BARRIO GOZALO, «Perfil socio-económico de una elite de poder. Los obispos de Castilla la Vieja, 1600-1840», Anthologica Annua, 28-29 (1981-82), pp. 71-138; «Perfil..., II. Los obispos del reino de León, 1600-1840», ibídem, 30-31 (1983-84), pp. 209-294; «Per-fil..., III. Los obispos del reino de Galicia, 1600-1840», ibídem, 32 (1985), pp. 11-107; «Perfil..., IV. Los obispos de Castilla la Nueva y Extremadura, 1600-1840», ibídem, 33 (1986), pp. 159-302; «Perfil..., V. Los obispos de Andalucía, 1600-1840», ibídem, 34 (1987), pp. 11-188; «Perfil..., VI. Los obispos de Pamplona, 1556-1834», ibídem, 38 (1991), pp. 43-106; «Perfil..., VII. Los obispos de Cartagena-Murcia, 1556-1834», ibídem, 39 (1992), pp. 103-166; «Perfil... Los obispos del reino de Aragón, 1556-1834», ibídem, 43 (1996), pp. 107-211; y «La economía de los obispos en la España del Antiguo Régimen, 1556-1834», en Fra Spazio e Tempo. Studi in onore di Luigi De Rosa, I, Napoli 1995, pp. 33-57. 24 R. FERNÁNDEZ DÍAZ, «La clerecía catalana en el Setecientos», en Esglèsia i societat a la Catalunya del s. XVIII, I, Cervera 1990, pp. 23-118. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 424 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 Consistoriales 25, Acta Camerarii 26 y Acta Miscelanea 27 ofrecen in-formación sobre los aspectos sociológicos. Los procesos informativos son una de las fuentes más ricas para estudiar la sociología de los obispos y, a partir del concilio de Trento, se fue precisando cada vez más la normativa sobre la manera de instruirlos 28. El proceso consta de dos interro-gatorios sobre los que debían declarar tres testigos «en serie y por extenso, sin que se admitan las solas afirmaciones o nega-ciones en forma concisa y lacónica». El primero, que es el que ahora nos interesa, consta de trece preguntas y versa sobre las calidades personales del electo: edad, padres, lugar de nacimien-to, grados académicos, cargos desempeñados, costumbres, etc. La serie de Acta Camerarii está constituida por actas consis-toriales de carácter oficial, es decir, notas oficiales sobre los con-sistorios públicos y secretos en los que se hace la presentación y nombramiento del electo para una determinada diócesis. A pe-sar de su brevedad, estas notas aportan interesantes datos his-tóricos. Primero, indican la fecha exacta de la confirmación de los obispos y, por tanto, permiten saber con precisión el día de su promoción; y segundo, informan de los cardenales protecto-res o relatores que hacen la propuesta en el consistorio, de la edad y profesión del electo, diócesis a que pertenece, cargo que desempeña, grados académicos, nombre del obispo predecesor, causa de la vacante, cargas y pensiones que se le imponen, etc. La serie de Acta Miscelanea es una colección de documentos consistoriales, pero sin carácter oficial alguno. Generalmente son extractos y copias de las Acta Camerarii y de Acta Vicen-cancellarii 29, hechos con diversos fines. 25 ASV, Arch. Concist., PC, vols. 17, ff. 170-185; 23, ff. 683-696; 33, ff. 663-669; 48, ff. 488-499; 57, ff. 476-492; 63, ff. 207-222; 99, ff. 80-94; 103, ff. 136-149; 110, ff. 122-135; 117, 120-129; 125; ff. 67-81; 139, ff. 48-56; 157, ff. 93-104; 167, ff. 84-94; 185, ff. 212-220; 193, ff. 64-72; 200, ff. 45-51; 221, ff. 195-202; 223, ff. 25-30; 225, ff. 118-123; y 234, ff. 120-123. 26 Ibídem, AC, vols. 10-56. 27 Ibídem, AM, vols. 97 y 98. 28 Información sobre los procesos en R. RITZLER, «Procesos informati-vos de los obispos de España y sus dominios en el Archivo Vaticano», Anthologica Annua, 4 (1956), pp. 466-474. 29 Estas, al igual que las Acta Camerarii, son documentos consistoriales Núm. 48 (2002) 425 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 13 También hay que hacer mención a las consultas de la Cá-mara de Castilla relativas a la presentación de los obispos de Canarias que se conservan en el Archivo Histórico Nacional 30, pues ponen de relieve el criterio que las informaba y, normal-mente, ofrecen un breve «curriculum vitae» de los propuestos, aparte de revelarnos la importancia que se concedía al factor económico en las provisiones. Por último, hay que hacer alusión a los volúmenes de Hierarchia Catholica 31, que toma la mayor parte de los datos que ofrece del citado fondo consistorial del Archivo Vaticano, al episcopologio canario 32 y a las historias locales 33, así como a la múltiple y rica documentación que se custodia en los archivos diocesano y catedral de Canarias y Tenerife. En las páginas si-guientes, sin embargo, me atendré de forma prioritaria a los datos que aporta la documentación vaticana, completada y en-riquecida en algunos casos con otros aportes documentales y bibliográficos. 2.2. La carrera episcopal La similitud de origen y formación presta a este grupo una notable homogeneidad, patente en las biografías de los prelados, que parecen calcadas por un mismo patrón. Los provenientes del clero secular, después de estudiar gramática en su villa o ciudad natal, acuden a la universidad y obtienen beca en un de carácter oficial, que han sido redactados bajo la vigilancia del Vice-canciller. Para los años 1560-1632 se encuentran en ASV, Arch. Concist., AV, vols. 14-18. 30 AHN, Consejos, libros 1-124, y legs. 15.194-15.227 y 16.898. Tam-bién hay algunas en AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 6, 7 y 136. 31 Hierarchia Catholica Medi et Recentioris Aevi, III (153-1592), Monasterii 1923; y IV (1592-1667), Monasterii 1935; V (1667-1730), Patavii 1952; VI (1730-1799), Patavii 1958; y VII (1800-1846), Pata-vii 1968. 32 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias y Rubicón, Ma-drid 1997. 33 J. VIERA, Noticias de la Historia General de las Islas de Canarias, Ma-drid 1776 (reimp. Santa Cruz de Tenerife 1982). MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 426 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 colegio; si se trata de uno de los colegios mayores su suerte está asegurada, pues su poder era indiscutible. Del colegio muchos pasan al disfrute de alguna prebenda en los cabildos catedrales o colegiales, y otros buscan acomodo en la burocracia civil (oidores, fiscales, consejeros, etc.) o en la eclesiástica (provisor y vicario general, auditor, etc.) para dar el salto después a una mitra. Los que proceden del clero regular comportan algunas diferencias, aunque por lo general los electos son seleccionados entre los que han cursado estudios superiores en la universidad o en los centros de su religión, han ejercido la docencia o han desempeñado cargos de gobierno en su religión. La carrera episcopal, por tanto, constituía un auténtico cursus honorum, en el que se ingresaba generalmente por una diócesis pobre y se ascendía por antigüedad y méritos a las más ricas o apetecibles. Sólo personas de la primera nobleza o ex-cepcionales comenzaban su carrera por una de las primeras mitras. De esta forma, la esperanza de ascenso era uno de los motivos de más peso para tratar de mantenerse en la gracia de la corona, pues los monarcas, a pesar de tener en cuenta los aspectos espirituales, no por eso dejaron de valorar los aspectos económicos anejos a la designación o traslado de los titulares de las mitras, manejando los nombramientos como instrumen-tos de su política estatal. Aunque entre los obispos que, en algún momento del perio-do estudiado, rigen la diócesis de Canarias no se encuentran carreras tan fulgurantes como las que se observan en Toledo o Sevilla 34, si que se hallan algunos casos que conviene resaltar. Por una parte, para observar como el cursus se suele traducir en una mejora del nivel económico y, por otra, para descubrir las interrelaciones que, al menos durante los Austrias, existen entre burocracia civil y eclesiástica 35. Un ejemplo del primer caso sería Francisco Martínez de Ce-niceros (1597-1607), que nace en el pueblo riojano de Cenicero 34 M. BARRIO GOZALO, «Perfil..., IV: Los obispos de Castilla la Nueva y Extremadura...», pp. 213-214; y «V: Los obispos de Andalucía...», pp. 74-77. 35 M. BARRIO GOZALO, «Rasgos burgueses en la jerarquía eclesiástica española, 1556-1834», en La Burguesía española en la Edad Moderna, I, Valladolid, 1996, pp. 163-181, analiza esta interrelación. Núm. 48 (2002) 427 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 15 en el seno de una familia de la pequeña nobleza. Después de estudiar las primeras letras y gramática, consigue beca en uno de los colegios mayores de Alcalá y cursa los estudios de teolo-gía, aunque luego se traslada a Salamanca donde se gradúa de doctor y obtiene una cátedra en dicha facultad. Por fin, el 14 de abril de 1597 ingresa en la carrera episcopal, al ser nombra-do obispo de Canarias 36. Diez años después (13-VIII-1607) pro-mueve a la sede de Cartagena 37 y posteriormente, el 3 de agos-to de 1615, a la de Jaén 38. Como consecuencia de estos traslados, las rentas de Martínez de Ceniceros se multiplican casi por tres, pues los 15.000 ducados que renta la mitra de Canarias, suben a 28.000 en Cartagena y a 40.000 en Jaén. La interrelación entre burocracia eclesiástica y civil se puede apreciar perfectamente en el cursus de Antonio Corrionero. Nace en el pueblo salmantino de Babilafuente hacia el año 1554 de padres labradores pertenecientes a la baja nobleza. Estudia en las universidades de Salamanca, Oñate y Valladolid, donde dis-fruta una beca en el Colegio Mayor de Santa Cruz. En esta universidad se doctora en ambos derechos y regenta una cáte-dra, aunque por poco tiempo. Marcha a Cuenca para desempe-ñar el cargo de vicario general y provisor de su obispado, luego consigue una plaza de oidor en la Chancillería de Granada y después en la de Valladolid, promoviendo más tarde a regente en la Audiencia de Sevilla. «Hombre de singular ingenio y pe-netración, teólogo admirable y muy sabio en la historia de la Iglesia y en las buenas letras» 39, se ordena de presbítero en Se-villa y Felipe III premia su mérito en el manejo de estos empleos presentándole al obispado de Canarias. Confirmado su nombra-miento en el consistorio de 6 de octubre de 1614 40, pastorea la iglesia canaria durante seis años y el 17 de mayo de 1621 pro-mueve a la más apetecible de Salamanca, donde muere el 4 de abril de 1633. 36 ASV, Arch. Concist, AM, vol.. 97, f. 260. 37 Ibídem, AC, vol.14, f. 72. 38 Ibídem, AC, vol. 15, f. 16. 39 D. de TORRES VILLARROEL, Noticias de las virtudes medicinales de las aguas minerales de la fuente del Caño de Babilafuente, Salamanca 1903. 40 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 14, f. 274. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 2.2.1. Criterios de selección Desde que el papa Inocencio VIII concedió a los Reyes Cató-licos en 1486 el derecho de presentación de personas idóneas a las iglesias del reino de Granada y de Canarias 41, y Adriano VI lo hizo extensible en 1523 a todas las iglesias de las coronas de Castilla y Aragón, los monarcas obtuvieron el control de las personas que iban a ser pastores y señores de los obispados, premiándoles con el traslado a mitras más rentables o cómodas si su actuación se ajustaba a los dictámenes de la corona o dejándoles transcurrir sus días en la sede que ocupaban. La provisión del obispado de Canarias durante el antiguo régimen discurrió, en líneas generales, por los cauces que mar-caron los Reyes Católicos y Felipe II 42, si bien es verdad que la tendencia a considerar al obispo como un agente gubernamental del que se esperaba que fuese no sólo un celoso pastor sino tam-bién un auxiliar político que exhortara al pueblo a la obediencia, se reforzó con el conde-duque de Olivares y con los monarcas de la segunda mitad del siglo XVIII, acentuándose aún más en los años 1814-1833 43. Esto determinó que el factor político, entendi-do en un sentido muy general, aparezca como el componente esencial de los nombramientos que se llevan a cabo en los últi-mos años del antiguo régimen, hasta el punto que su constata-ción hace exclamar al nuncio Tiberi en 1829 que en España «si consideranno i prelati quasi publici funcionari; si da loro il passaggio quasi ricompensa e si ha vista maggior rendita»44. 41 J. PERAZA DE AYALA, «El real patronato de Canarias». Anuario de His-toria del Derecho Español, 30 (1960), pp. 113-174. 42 Instrucción que debe observar la Cámara en las consultas para la pro-visión de prelacías (...) de 6 de enero de 1588, que pasó a integrar la ley 11, tít. 17, libro I de la Novísima Recopilación. 43 M. BARRIO GOZALO, «La política vaticana y el nombramiento de obis-pos en España al final del antiguo régimen (1814-1824)», en Liberalisme Chrétien et Catholicisme Liberal en Espagne, France et Italie dans la premier moitie du XIXe siècle, Aix-en-Provence, Publications Université Provence, 1989, pp. 175-200. 44 ASV, Segr. Stato. Ep. Moderna, 249 (1827-30), vol. 466: Tiberi a Albani. Madrid 24 diciembre 1829. Núm. 48 (2002) 429 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 17 Es verdad que el cabildo catedral de Canarias pide al monar-ca en diferentes ocasiones que nombre prelado que tenga edad competente y sea robusto para afrontar los trabajos, que sea caritativo y se preocupe del bien de sus feligreses y que haga la visita a todas las islas. Por ejemplo, el año 1614 piden que nom-bre un prelado en el que concurran estas calidades: Lo primero y más importante, que no sea de mucha edad, sino robusto y para trabajar, porque por nuestros pecados hay muchos lugares que habrá cincuenta años que no ha entrado en ellos prelado, ni se ha hecho visita ni confir-mación. Lo segundo, que no sólo sea caritativo, sino que casi sea en él naturaleza serlo, porque como les parece que hacen mucho en pasar allá, los más son la misma avaricia, por-que con el deseo que tienen de volver a su patria todo es ahorrar, y como este vicio cuanto más adelante se hace mayor, se ha entendido de algunos que han traído más de 200.000 ducados, dejando perecer a los pobres y a los na-turales escandalizados, y a muchas naciones extranjeras que tratan y contratan en las islas con muy mal ejemplo. Y es con tanto extremo esto, que desde que se fundó la Iglesia no se hallará que en ella se haya hecho una obra pía, ni colegio o seminario, ni otra cosa del servicio de Dios. Tanto que, habiéndose quemado las casas episcopales, que eran muy buenas y de mucha autoridad, que con muy poco se pudieran remediar, las han dejado hundir de todo punto por no gastar cuatro maravedíes, alquilando casa, porque allí están de paso, sin atender a hacer la visita ni otras cosas a que están obligados, que ha muchísimos años que no se ha visto otra visita sino la de D. Francisco Martínez y esa por su edad no la pudo acabar. Y tercero, por ver cuanto importa que luego el obispo haga la visita de todas las islas y, de paso, confirme a to-dos, y que esto, por ser cosa de trabajo por la navegación, no la ha de hacer sino persona de satisfacción y que le duela mucho ver esto 45. 45 AHN, Consejos, leg. 15.213: Cabildo catedral de Canarias a S. M. Año 1614. Consecuencia de esta representación, fue la consulta de la Cámara de 13 de abril de 1614, que analizó la carta del cabildo y propuso para obis-po de Canarias, en primer lugar, a don Antonio Corrionero, que fue nom-brado por el monarca y confirmado por Roma el 6 de octubre de 1614. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 430 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS La provisión tenía que recorrer un largo camino diplomáti-co hasta hacerse efectiva. Designada la persona por el rey, se entablaba un proceso informativo sobre las cualidades y capaci-dades del electo (lugar de nacimiento, padres, edad, órdenes sagradas que posee, vida, fama y costumbres, grados académi-cos, cargos desempeñados, etc.), y sobre el status ecclesiae, es decir, sobre la situación de la catedral, de la ciudad episcopal y de la diócesis. Acto seguido, se expedía al embajador en Roma un documento de presentación de tal persona para el obispado 46 con el fin de elevar la presentación a la curia romana, donde era examinada por el consistorio de cardenales. Aceptada la pro-visión en el consistorio, el provisto o su representante abonaba las tasas debidas y la curia expedía las bulas, que al obispo de Canarias le costaban unos 56.400 reales de vellón 47. Estas se remitían a la corte de Madrid y, desde allí, al interesado. Cum-plimentados por el electo los requisitos cortesanos, se libraban las cartas ejecutoriales para que las bulas tuvieran efecto y el nuevo obispo pudiera tomar posesión de la sede y entrar en posesión de las rentas de la mitra. Pero ¿la curia romana acepta siempre al candidato nombra-do por el monarca? Normalmente si. Hasta principios del si-glo XIX la norma general sólo se rompe en algunos casos con-cretos por razones de idoneidad o motivos políticos, pero en al-gunos momentos del primer tercio del XIX las excepciones se convierten casi en norma general 48. En la diócesis canaria úni-camente he encontrado un caso durante el Trienio liberal. Aunque la sede estaba vacante desde el 27 de septiembre de 1816 por muerte del obispo Verdugo, Fernando VII dejo pasar más de tres años sin nombrar sucesor por los problemas anejos 46 Estas reales cédulas de presentación se encuentran en el AEESS, legs. 1-11, 93-101, 250-274 y 673-707 (años 1556-1834). 47 La tasa nominal de las bulas de provisión se computaba en florines, pero la tasa real se pagaban en escudos de oro de Roma, de 15 julios cada uno. Su importe puede verse en la BEESS, ms, 368, ff. 233-242. La tasa nominal del obispado de Canarias era de 1.000 florines, pero la tasa real se elevaba a 2.000 escudos de oro de Roma, que suponen 56.320 reales de vellón. 48 Sobre este tema ver el trabajo de M. BARRIO GOZALO, «La política vaticana y el nombramiento de obispos...», pp. 175-200. 18 Núm. 48 (2002) 431 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 19 a la división de la diócesis con motivo de la creación del obispa-do de Tenerife. Cuando los liberales se hacen con el poder en marzo de 1820 aprovechan las vacantes episcopales para cubrir-las con sujetos afines a sus ideas, nombrando obispo de Cana-rias a finales de 1821 a don José Joaquín Pérez Necochea, ca-nónigo doctoral de la colegiata de San Ildefonso de la Granja. El nuncio Giustiniani, al tener noticia de la presentación, se apresura a decir a Roma que son pésimos los informes que tie-ne sobre el electo, «que parece reunir mucha ignorancia y per-versos principios» 49. Y un mes después completa el juicio nega-tivo que le merecía el nuevo obispo de Canarias con los informes que recibe del abad de la colegiata de San Ildefonso, del obispo de Segovia, «óptimos prelados y amigos míos», y del infante don Carlos. El primero dice «que el nuevo candidato profesa las más peligrosas doctrinas y una decidida aversión contra la Santa Sede, y que más que ascender y promover merecería descender y retroceder». El obispo de Segovia ratifica este juicio y don Carlos le redondea diciendo que «sus ideas políticas correspon-den a la religiosas, pues él es el corifeo del partido revoluciona-rio en la ciudad de San Ildefonso» 50. Ante estos informes Roma se negó a confirmar el nombramiento y Pérez Necochea no lle-gó ser obispo de Canarias. La sede canaria tuvo que esperar a que Fernando VII recuperase el poder para que nombrara nue-vo obispo a Manuel Morete, canónigo de Burgos, que fue con-firmado por Roma el 27 de septiembre de 1824 51, porque Giustiniani no encontró en su conducta nada que mancillara la pureza de los principios ni la moral, aunque afirma que es «de poco saber y propenso a los manejos de la corte» 52. 49 ASV, AN Madrid, caja 238, tít. III: Nuncio a Secretario de Estado. Madrid 31 diciembre 1821. 50 Ibídem. Madrid 31 enero 1822. 51 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 54, f. 313. 52 ASV, AN Madrid, caja 239: Nuncio a Secretario de Estado. Madrid 13 enero 1824. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 2.2.2. La edad de nombramiento Aunque el cabildo catedral de Canarias, cuando vaca la mi-tra, solicita reiteradamente a la Cámara que conviene al servi-cio de Dios y utilidad espiritual del obispado que el sucesor sea de edad competente y robusto para que pueda resistir el mucho trabajo de la visita pastoral, porque debe embarcarse muchas veces para hacerla y la tierra es muy fragosa y quebrada 53, no se observan diferencias importantes respecto a otras diócesis. El examen de la edad media a que son nombrados los obis-pos que rigen la diócesis de Canarias entre 1556 y 1834 mues-tra un rasgo a la vez normal e indicativo del tipo de cuerpo social al que hacemos referencia. Los seleccionados son hom-bres en plena madurez vital, «venerables ancianos» para la concepción de la época. Los 53 años, 3 meses y 17 días que se registran como media general en los casi tres siglos que anali-zamos, no deja lugar a dudas respecto a las condiciones de madurez y responsabilidad que se exigen a los que ocupan la sede episcopal. Esta afirmación se revalida aún más si se tienen en cuenta los juicios que las gentes de aquella época emiten sobre la concepción habitual respecto a la vejez, ya que para ellos «llegar a los 52 años era raro y le colocaba a uno en la venerable categoría de los ancianos» 54. Por otra parte, los hom-bres de la segunda mitad del setecientos no debían tener un criterio muy distinto cuando en la división por edades de la población censada situaban en el último tramo de la pirámide a todos los «de cincuenta años arriba» 55. Los datos del cuadro 2 muestran que la edad media indica-da experimenta un nivel de fluctuación relativamente bajo a lo largo de todo el periodo, con la excepción de los subperio-dos 1556-1599, que es muy baja (– 10,9 %), y 1800-1834, que 53 AHN, Consejos, leg. 16.994: Cabildo a Cámara. Las Palmas 31 mar-zo 1705. 54 V. PÉREZ MOREDA, Las crisis de mortalidad en la España Interior. Si-glos XVI-XIX, Madrid 1980, p. 188. 55 Esto se puede observar en los censos de Ensenada (1768) y Flori-dablanca (1787). Núm. 48 (2002) 433 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 21 es muy alta y se sitúa veintiocho puntos por encima de la me-dia (+ 28,1 %). CUADRO 2 EDAD MEDIA DE PRECONIZACIÓN (Índice 100 = Media) 1556-1599 47 6 2 89,1 1600-1649 55 7 18 104,4 1650-1699 50 6 — 94,8 1700-1749 51 7 9 96,8 1750-1799 55 5 3 104,0 1800-1834 68 3 2 128,1 MEDIA 53 3 17 100,0 Período Años Meses Días Índice Hay que precisar, no obstante, que aunque la tendencia cen-tral del conjunto de datos fija en algo más de 53 años y 3 me-ses la edad media a que se nombra a los obispos que en algún momento rigen la sede canaria, la dispersión de edades es rela-tivamente grande, como se puede apreciar en la distribución de frecuencias de edades a que son preconizados, que se indica a continuación, si bien es verdad que la mayoría absoluta (64,7 %) son nombrados entre los 50 y 59 años: Al igual que sucede en otras diócesis, los regulares propues-tos para ocupar la sede episcopal normalmente lo son a una edad más avanzada que los clérigos seculares, sin que apenas se observen diferencias a lo largo del periodo estudiado, pues la edad de los regulares supera a la de los seculares en algo más del 10 por 100, según se indica a continuación: Edad Número % 40-49 7 20,6 50-59 22 64,7 60-69 2 8,8 70-79 2 5,9 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 434 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 Por último, se ha de tener en cuenta que la fecha indicada es la de su primera preconización, pues durante este periodo hay cuatro obispos que llegan a Canarias después de ocupar otro obispado, lo que hace que la edad media del nombramiento para la sede canaria se eleve algo más de seis meses. 2.2.3. La duración de los pontificados El promedio de duración se sitúa en 12 años, 6 meses y 20 días, pero los datos de cuadro 3 muestran que su evolución a lo largo del periodo estudiado traza una línea quebrada, cuyos niveles más bajos se sitúan en el primer tercio del siglo XIX (– 22,4 %) y en la primera mitad del XVIII (– 12,4 %), y los más altos en la segunda mitad del XVII y XVIII (+ 17,4 y 12,6 % res-pectivamente). 1556-1699 100 111,9 + 11,9 1700-1834 100 113,1 + 13,1 MEDIA 100 112,7 + 12,7 Período Seculares Índice Regulares Índice Diferencia en % Los datos del cuadro se refieren a la totalidad de su carrera episcopal, pero si se contabilizan sólo los años que rigen la sede canaria, como después haremos, el promedio desciende a 7 años CUADRO 3 DURACIÓN DE LOS PONTIFICADOS. (Indice 100 = Media) 1556-1599 13 6 — 107,5 1600-1649 11 9 2 93,6 1650-1699 14 9 4 117,4 1700-1749 11 — — 87,6 1750-1799 14 1 20 112,6 1800-1834 9 9 3 77,6 MEDIA 12 6 20 100,0 Período Años Meses Días Índice Núm. 48 (2002) 435 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 23 y medio, lo que equivale a decir que únicamente pastorean la diócesis de Canarias el 59,7 por 100 de sus años de episcopado, ocupando el 40,3 por 100 restante en el gobierno de otras igle-sias de la monarquía, tanto en la Península como en Italia y América. El carrusel de los obispos queda patente al analizar la carre-ra episcopal completa, pues de esta forma se llega a la siguien-te conclusión: el 32,4 por 100 sólo rigen una diócesis, la de Canarias; el 50 por 100 dos y el 17,6 por 100 restante tres. Los datos del cuadro 4 precisan un poco más y muestran que las diferencias temporales que se observan son grandes, pues si en la segunda mitad del siglo XVII la mayoría de los obispos (75 %) sólo pastorean la iglesia de Canarias, en la primera mitad de esa centuria su porcentaje baja al 12,5 por 100 y en los restantes periodos se acerca más a la media. Los frecuentes traslados de los prelados encontraron reparos en algunos teólogos, al ser algo opuesto a la tradición eclesiás-tica que asimilaba la prelacía a una especie de matrimonio es-piritual indisoluble del obispo con su iglesia, y también de la curia romana, a pesar de los beneficios económicos que la re-portaba 56. El año 1599 el papa Clemente VIII envía un breve a Felipe III, encargándole no hacer traslados de obispos sin necesidad 57; 56 J. MARTÍNEZ, Discursos theológicos y políticos, Alcalá de Henares 1664, dedica una parte de su obra a combatir los traslados episcopales. 57 GONZÁLEZ DÁVILA, Historia de Felipe III, libro II, cap. VIII. 1556-1599 33,3 50,0 16,7 1600-1649 12,5 50,0 37,5 1650-1699 75,0 25,0 — 1700-1749 40,0 60,0 — 1750-1799 28,6 42,8 28,6 1800-1834 25,0 75,5 — CUADRO 4 DIÓCESIS QUE RIGEN (Expresado en %) Período Una Dos Tres MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 sin embargo la carta que el secretario de Estado de la Santa Sede escribe al nuncio en Madrid el 8 de noviembre de 1617 «sobre traslados de obispos y escrúpulos del confesor del rey» 58, y los datos anteriores indican que se continuó practicando la traslación de obispos de forma generalizada. Unos años después, el rey Felipe IV, por el decreto que dirige a los consejos de Castilla y Aragón el 11 de noviembre de 1656, ordena que se «excusen las frecuentes traslaciones de prelados de unas iglesias a otras» y en el caso de Canarias parece que así se hizo, pues es en la segunda mitad del seiscientos cuando el número de obispos que empieza y termina su pontificado en la diócesis al-canza el porcentaje más alto (75 %); en cambio a medida que avanza el setecientos y en el primer tercio del ochocientos el número de obispos que sólo rigen la sede canaria baja drás-ticamente. Fenómeno que difiere del comportamiento que se observa en la mayor parte de las diócesis españolas. En Roma continuaba preocupando el abuso introducido en los traslados de unas sedes a otras. Los nuncios decían que, aunque era costumbre antigua, el gobierno los realizaba con excesiva frecuencia y por los más impensados motivos, ya que se consideraba a los obispos como funcionarios públicos, a los que se promovía a una diócesis con mayor renta o más cómoda para premiar méritos personales o servicios prestados a la mo-narquía, y otras veces por razones de amistad, paisanaje o in-fluencia política. Los nuncios, sin embargo, nunca se atrevieron a protestar ni Roma dijo una palabra al respecto, porque en algunas ocasiones el traslado de un obispo resolvía muchos pro-blemas. Los daños temporales de estos traslados no eran pocos, a causa del coste de las bulas y del disfrute de las rentas que pro-ducía la vacante, y resulta inexplicable que cuando tanto se cla-maba contra las grandes sumas de dinero que salían para Roma fuera el propio gobierno español el que incrementara de este modo tales salidas 59. Los espirituales eran todavía mayores: qui- 58 AEESS, leg. 95. 59 La protesta contra el dinero que salía hacia Roma fue constante a lo largo del siglo XVII y primera mitad del XVIII, según ha puesto de manifies-to Q. ALDEA, «Iglesia y sociedad en la España del siglo XVII», Miscelánea de Núm. 48 (2002) 437 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 25 taban independencia a los prelados frente al poder real y con la vacancia frecuente de la sede y los cambios de obispo se produ-cía un deterioro en la disciplina y en la moral 60. Por lo general, todo traslado implicaba el ascenso a una sede más importante y con mayor nivel de renta, pero en el caso de Canarias, como después veremos con más detenimiento, se observan muchos casos en que el traslado implica una disminución del poder eco-nómico. 2.2.4. El reclutamiento regional El estudio de la procedencia geográfica de los obispos que rigen la diócesis de Canarias pone de manifiesto, al igual que sucede en otros obispados de la corona de Castilla, el predomi-nio absoluto de los castellanos (94,1 %) frente a los aragoneses y, dentro de aquellos, la supremacía de los naturales de la Castilla interior (55,9 %), es decir, de los naturales de ambas Castillas y León, seguidos a gran distancia por los andaluces (23,6 %) y otras regiones. Sin embargo, no se deben olvidar los cambios que se operan a partir del siglo XVIII, pues si en el pe-riodo 1556-1699 todos los electos, menos uno, son originarios de la Castilla interior y Andalucía (94,4 %), en el de 1700-1834 la presencia de los andaluces se mantiene, pero la de los caste-llanos y leoneses disminuye sensiblemente, abriéndose las puer-tas del obispado de Canarias a los naturales de otras regiones de Castilla y Aragón (ver cuadro 5). Una cosa llama la atención, la ausencia de canarios en la sede episcopal hasta 1796, en que Comillas, 36 (1961), pp. 255-346, y se puede ver en las múltiples represen-taciones que se envían a Roma: ASV, AN Madrid, vol. 79, ff. 109-110: Me-morial dado por Chumacero y Pimentel, obispo de Córdoba, a S. S. Urba-no VIII. Año 1633; ASV, Segr. Stato, Spagna, apénd, VI, fasc. 2, núm. 3: Apuntamiento sobre los agravios que padece España en la corte de Roma y del remedio que se debe tomar. Año 1709; ASV, AN Madrid, vol. 79, ff. 227- 282: Representación de la Junta de ministros y teólogos a S. M. Madrid 20 octubre 1729; etc. 60 P. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Conservación de monarquías y discursos políticos, Madrid 1626 (reimp. Madrid 1982), p. 233, habla de los daños espirituales que causan los frecuentes traslados de obispos. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 438 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 se nombra a Manuel Verdugo, natural de Las Palmas de Gran Canaria, que rige la diócesis hasta su muerte, acaecida el 27 de septiembre de 1816 61. Como era de esperar, el análisis de la procedencia urbana o rural de estos prelados pone de manifiesto la primacía de los segundos (67,6 %) frente a los primeros (32,4 %), aunque se observan grandes diferencias temporales (ver cuadro 6), pues en el periodo 1700-1834 los procedentes del medio rural suben hasta el 81,3 por 100, lo que sin duda está en relación con el tipo de crecimiento de la población que se produce en el sete-cientos, que fundamentalmente es de base agraria 62. 61 Nombrado obispo el 27 de junio de 1796. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 41, f. 360. 62 En otras regiones los porcentajes de obispos de procedencia urbana o rural son muy similares, según se puede ver en M. BARRIO GOZALO, «Los obispos de Cartagena-Murcia...», p. 126. CUADRO 5 ORIGEN REGIONAL DE LOS OBISPOS Corona de Castilla 18 14 32 94,1 — Andalucía 4 4 8 23,6 — Asturias — 1 1 2,9 — Canarias — 1 5 14,7 — Castilla la Nueva 4 1 9 26,5 — Castilla la Vieja 6 3 1 2,9 — Extremadura — 1 1 2,9 — Galicia — 1 1 2,9 — León 3 1 5 14,7 — País Vasco 1 2 1 2,9 Corona de Aragón — 2 2 5,8 — Aragón — 1 1 2,9 — Valencia — 1 1 2,9 TOTAL 18 16 34 100,0 Regiones 1556-1699 Núm. 1700-1834 Núm. Núm. % T O T A L Núm. 48 (2002) 439 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 27 2.2.5. Un mundo social diverso El examen de la extracción social de los elevados a prelacías aparece dificultado por la escasa información que aportan las fuentes consultadas. En los procesos informativos que se hacían cuando uno era nombrado obispo sólo la tercera pregunta del primer interrogatorio inquiere sobre los padres del candidato: «si es hijo de legítimo matrimonio, de honestos y catholicos padres, y cómo se llaman», sin que demande información sobre su pro-cedencia social. Esto da lugar a que únicamente en los casos de alta nobleza los testigos informen con cierta precisión sobre el particular. Este es el caso de Cristóbal Vela y Acuña (1574- 1580), hijo de Blasco Núñez y Vela, primer virrey del Perú, y Brianda de Acuña; Félix Bernuy Zapata (1724-1730), hijo de los mariscales de Alcalá y marqueses de Benamejí, «primera noble-za y emparentada con muchas casas y títulos de Castilla» 63, entre otros. En caso contrario, se limitan a decir que sus pa-dres son «nobles e hidalgos principales» (Cámara y Murga), de las primeras familias de nobleza y distinción de aquellos contor-nos » (Dávila y Cárdenas) o «de aquel lugar» (Ruiz y Simón), o simplemente indican que son «personas principales y qualifi-cadas » u «honestos y catholicos». Algo similar ocurre con los episcopologios y biografías, pues sólo cuando pertenecen a los estratos más altos o más bajos de la sociedad, con mayor prefe-rencia hacia los títulos nobiliarios, dan información abundante. La parquedad de datos que ofrecen las fuentes consultadas me han llevado a simplificar la categoría social de los padres de 1556-1699 44,4 55,6 100 1700-1834 18,7 81,3 100 TOTAL 32,4 67,6 100 CUADRO 6 EXTRACCIÓN URBANA O RURAL (Expresado en %) Período Urbana Rural Total 63 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 110, f. 123v. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 los obispos que rigen la diócesis canaria en el periodo estudiado en cuatro grupos: miembros de la nobleza titulada (5,9 %); miembros de la nobleza no titulada, es decir, de la pequeña y mediana nobleza tan abundante en el centro y norte de Castilla (58,8 %); miembros de las clases medias (29,4 %), sobre todo labradores acomodados y empleados en la administración, y miembros de las clases bajas (5,9 %). Los datos del cuadro 7 muestran que a medida que avanza el tiempo se opera una dis-minución de los miembros del estamento noble en favor de las clases medias, que cada vez están más representadas. 2.2.6. Niveles de instrucción Uno de los criterios regios para la provisión de los obispados, según se indica en la carta que Felipe II escribe a los prelados en 1578 para que le envíen una relación de los eclesiásticos de sus diócesis que juzguen dignos de ser presentados a prelacías y otras dignidades, es «que sean graduados en teología o cánones por universidades aprobadas». Y en efecto, el análisis de la for-mación cultural de los obispos de Canarias pone de manifiesto que todos, menos dos, eran letrados; es decir, han cursado estu-dios superiores en alguna de las universidades aprobadas de la monarquía y cuatro miembros del clero regular en los centros superiores de su religión. La mayoría (59,4 %) obtienen la titu-lación académica en alguna de las principales universidades de Castilla: nueve en Salamanca y cinco en Alcalá y Valladolid res-pectivamente; el 18,7 por 100 la consigue en las universidades castellanas de segunda fila (Ávila, Granada, Sevilla, Sigüenza y Calidad 1556-1699 1700-1834 Total Nobleza titulada 5,5 6,3 5,9 Nobleza no titulada 72,2 43,7 58,8 Clase media 16,7 43,7 29,4 Clase baja 5,5 6.3 5,9 CUADRO 7 EXTRACCIÓN SOCIAL DE LOS OBISPOS (Expresado en %) Núm. 48 (2002) 441 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 29 Toledo), el 9,4 por 100 en las aragonesas de Huesca, Valencia y Zaragoza, y el 12,5 por 100 restante en los centros superiores de su religión. Sin embargo, no se debe olvidar que algunos comienzan los estudios superiores e incluso adquieren el grado de licenciado en una de las universidades mayores, pero por motivos económicos o por el nivel de exigencia el grado de doc-tor lo consiguen en una universidad de categoría inferior. Por ejemplo, Bartolomé García Jiménez (1665-1690), después de es-tudiar artes en Sevilla, se traslada a Salamanca para cursar teología y en su universidad se gradúa de licenciado, pero el doctorado lo consigue años después en la universidad de Se-villa 64. Los datos de cuadro 8 indican que la mayoría de ellos (68,8 %) obtienen el título de doctor, alcanzando así la cumbre de la titulación académica; el 18,7 por 100 son licenciados y el 12,5 por 100 maestros en teología. El examen de las disciplinas en que se gradúan muestra un predominio absoluto de la teolo-gía (71,9 %) sobre el derecho (28,1 %) en todos los grados y, de forma especial, en los maestros por su religión 65. 64 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 63, f. 210. 65 En el cuadro, cuando alguno tiene más de un grado se contabiliza el superior. Grados Teología Derecho Total Doctor 46,9 21,9 68,8 Licenciado 12,5 6,2 18,7 Maestro 12,5 – 12,5 TOTAL 71,9 28,1 100,0 CUADRO 8 GRADOS Y DISCIPLINAS QUE ESTUDIAN. (Expresado en %) El estar graduado en alguna facultad calificaba a los provis-tos para «tener la doctrina que se requiere a un obispo para poderlo ser y enseñar a sus diocesanos». De aquí el interés de los testigos que declaran en el proceso informativo de los dos electos que no poseen grados académicos en dejar bien claro que MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 442 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 no han recibido grados porque en la Orden de San Francisco no se acostumbra, recalcando que los electos poseen suficiente doctrina 66. 2.2.7. El cursus anterior Otro indicador de la sociografía episcopal son los cargos o experiencia profesional anterior a su promoción al episcopado. El análisis de los cargos previos de los obispos de Canarias pone de manifiesto que los canales que confluyen en la elección pro-vienen de fuentes muy diversas, que se pueden englobar en los apartados siguientes: Asistencia familia real ...................... 2 Burocracia civil ................................. 1 Burocracia eclesiástica ..................... 4 Cargos en Ordenes religiosas .......... 10 Catedráticos Universidad .................. 2 Clero capitular ................................... 14 Clero parroquial ................................ 1 TOTAL ...................... 34 66 Los dos obispos de Canarias que no consta que tuvieran grados aca-démicos son el franciscano descalzo Juan Bautista Cervera (1769-1777) y el franciscano observante Fernando Cano (1825-1826). La frialdad de los datos anteriores requiere una explicación para su mejor interpretación. La mayor parte de los miembros del clero secular que ocupan la sede canaria están enclavados de una forma u otra en el clero capitular. Exactamente el 55,9 por 100 goza de una prebenda capitular en el momento de su primera preconización, y el 41,2 por 100 sólo posee el beneficio capitular en el momento de su nombramiento. Entre los capi-tulares a los que se abren las puertas del episcopado encontra-mos un prior de la colegiata de Roncesvalles y un abad de la de Santillana, cinco dignidades de iglesias catedrales, siete canóni-gos de oficio y otros cinco titulares. La burocracia civil está re-presentada por un regente de la Audiencia de Sevilla y la ecle-siástica por tres vicarios generales y un auditor del tribunal de Núm. 48 (2002) 443 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 31 la Rota de Madrid, la asistencia espiritual a la familiar real por un capellán y un predicador de la corte, la enseñanza universitaria por dos catedráticos de la Universidad de Salamanca y la cura pastoral por un párroco de San Miguel de Madrid. Por último, los miembros del clero regular que ocupan la sede canaria en este periodo son doce (el 35,3 % de los electos): cuatro franciscanos, dos jerónimos y otros dos de la orden militar de Santiago, y un dominico, mercedario, cisterciense y calatravo respectivamente. Diez de estos regulares desempeñan cargos de gobierno en sus ór-denes, bien como priores, provinciales o generales. 2.2.8. Una larga vida Operando con las fechas de nacimiento y defunción se pue-de conocer la vida media de los obispos que rigen la diócesis canaria, así como los posibles cambios de tendencia. En el pe-riodo estudiado la media de vida se sitúa en 66 años y 7 meses. Esta cifra, según se puede apreciar en el cuadro 9, tiene un comportamiento ascendente a lo largo del periodo, aunque su proceso no es lineal, sino que se observan alzas y bajas. Ahora bien, si se analiza la fecha obituaria de los distintos prelados se observa la amplitud real del abanico de decesos: el 23,5 por 100 muere antes de alcanzar los 60 años, pero la ma-yoría absoluta (70,6 %) lo hace entre los 60 y los 79, y el 5,9 por 100 restante con más de ochenta. Los prelados más pro- Período Años Meses Días Índice 1556-1599 61 — — 91,6 1600-1649 68 7 16 103,0 1659-1699 65 3 — 98,0 1700-1749 62 7 9 94,0 1750-1799 71 8 19 107,7 1800-1834 68 3 2 102,5 MEDIA 66 7 2 100,0 CUADRO 9 VIDA MEDIA DE LOS OBISPOS. (Índice 100 = Media) MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 444 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 vectos de todo el periodo son Pedro de Herrera (1621-1622) y Valentín Morán (1751-1761), que mueren con cerca de ochenta y dos años. Los datos siguientes muestran la frecuencia de eda-des a que mueren los obispos de Canarias: Edad % 40-49 2,9 50-59 20,6 60-69 35,3 70-79 35,3 80-89 5,8 Estos datos adquieren su exacta significación si se tiene en cuenta que el año 1688 en las islas Canarias sólo el 6,6 por 100 de la población masculina sobrepasa los sesenta años67, y que la esperanza de vida es muy baja pues, a juicio de Pérez More-da, no llega a los treinta años 68. De acuerdo con los datos ante-riores se puede afirmar que la esperanza de vida de los prelados de Canarias a los cuarenta años es muy superior a la de los obispos latinoamericanos (+ 24,6 %) y algo inferior a la de los catalanes, castellanos, aragoneses y franceses, según se especi-fica a continuación 69: 67 J. SÁNCHEZ HERRERO, «La población de las Islas Canarias en la segun-da mitad del siglo XVII (1676-1688)», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), p. 415. 68 V. PÉREZ MOREDA, Las crisis de mortalidad..., pp. 139-146. 69 Los datos de la esperanza de vida de los obispos españoles se han tomado de los trabajos de M. Barrio Gozalo sobre los obispos de estas regiones, citados en la nota 8, y los de América Latina y Francia de A. GU-TIÉRREZ, «La mortalité des evéques latinoamericains aux XVIIe et XVIIIe siècles», Annales de Demographie Historique, 1986, pp. 31-33. Canarias 26,5 100,0 Aragón 27,6 104,1 Castilla 27,4 103,4 Cataluña 27,2 102,6 América Latina 20,0 75,4 Francia 28,2 105,6 Esperanza de vida Obispos a los 40 años Índice Núm. 48 (2002) 445 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 33 Entonces, ¿se puede afirmar que la esperanza de vida de los obispos de Canarias es más alta que la de otros grupos sociales de las Islas? Para contestar a esta pregunta tendríamos que dis-poner de monografías que estudiasen la mortalidad diferencial de los distintos grupos sociales, pero este tipo de estudios sigue siendo escaso y esto hace difícil valorar el comportamiento so-cialmente diferenciado de este grupo privilegiado, que al concen-trar en sus manos un importante contingente del excedente agrario de la diócesis se vio a salvo de las crisis de mortandad provocadas por la falta de subsistencias y poco afectado por las crisis epidémicas que afectan a la sociedad canaria. 2.3. La carrera del obispo en Canarias Económicamente hablando, la mitra de Canarias estaba con-siderada como una de las medianas de la monarquía. Sus ren-tas experimentan un incremento relativo a lo largo del si-glos XVII, lo que hace que del puesto 28 que ocupa en el ranking de los niveles de renta del conjunto de las mitras españolas en el periodo 1556-1599, baje al 20 en 1600-1749, para volver a subir hasta el puesto 28 en los años 1750-1834 70. Sin embargo, la distancia geográfica que separa a Canarias de la Península influye más que el nivel de renta de la mitra en el nombramien-to del prelado y determina que casi todos los obispos que rigen la diócesis sean nombrados de primera preconización (88,2 %), lo que hace que entre la edad de primera preconización y el nombramiento para Canarias sólo haya una diferencia de seis meses, pues únicamente cuatro prelados llegan a Canarias des-pués de haber ocupado otra sede: Juan de Arzolaras (1568-1574) fue designado dos años antes obispo de Santo Domingo en la Isla Española 71, pero no llegó a residir; Francisco Sánchez de Villanueva (1635-1651) llega a Canarias después de haber ocu- 70 M. BARRIO GOZALO, «La economía de los obispos en la España del Antiguo Régimen (1556-1834)», en Fra spazio e tempo. Studi in onore di Luigi de Rosa, I, Napoli 1995, pp. 48-49. 71 Había sido nombrado arzobispo de Santo Domingo el 5 de febrero de 1566. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 9, f. 138. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 446 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 pado las sedes italianas de Tarento y Mazzara 72; Valentín Morán (1751-1761) después de ser un año obispo de Panamá 73, aun-que no llegó a posesionarse de la diócesis americana, y Fernan-do Cano (1825-1826), que había sido nombrado obispo de Antioquia (Colombia) el 21 de marzo de 1818, pero «no pudo tomar posesión por la situación de los tiempos» 74. 2.3.1. El pontificado en Canarias y su término Los prelados que rigen la diócesis de Canarias sólo invierten el 59,7 por 100 de su vida de obispos residenciales en la sede canaria, mientras que el 40,30 por 100 restante lo emplean en pastorear otras iglesias. El cuadro 10 muestra que el promedio de la duración de los pontificados sólo es de siete años y medio, aunque se observan grandes fluctuaciones a lo largo del perio-do estudiado: el nivel más bajo se sitúa en los años 1556-1649 y el más alto en 1650-1749, mientras que las cifras de 1750-1834 se acercan bastante a la media. 72 Nombrado arzobispo de Tarento el 24 de enero de 1628, pasa a Mazzara el 23 de septiembre de 1630 y promueve a Canarias el 9 de julio de 1635. 73 El consistorio confirmó el nombramiento de obispo de Panamá el 23 de septiembre de 1750. 74 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 214, f. 118. Período Años Meses Días % del total 1556-1599 6 6 — 48,1 1600-1649 5 4 15 45,7 1650-1699 13 — — 88,1 1700-1749 8 2 13 74,5 1750-1799 8 5 2 59,6 1800-1834 5 3 1 53,8 MEDIA 7 6 — 59,7 CUADRO 10 DURACIÓN DEL PONTIFICADO EN CANARIAS Y SU RELACIÓN CON EL TOTAL DE SU VIDA EPISCOPAL Núm. 48 (2002) 447 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 35 Por otra parte, la corta duración de los pontificados cana-rios se complica aún más con el tiempo que los electos tardan en llegar a su iglesia y con el absentismo episcopal que se regis-tra en algunos momentos de la primera mitad del siglo XVII 75. Francisco de Sosa, nombrado obispo de Canarias el 3 de sep-tiembre de 1607 76, no llega a residir en la diócesis, sino que permanece en la corte cobrando las rentas de la mitra hasta que dimite en 1610. El sucesor, Nicolás Valdés de Carriazo, nombra-do el 26 de abril de 1610 77, «estando para embarcarse, la vista del mar le hizo entrar en reflexiones tan serias que se quedó en la Península» hasta que el 10 de octubre de 1611 le trasladan a Guadix 78. Lope Velasco de Valdivieso, preconizado el 14 de no-viembre de 1611 79, muere en octubre de 1613 y apenas reside medio año en la diócesis. Y los problemas no terminaban con la travesía, porque el prelado que quería cumplir con sus obli-gaciones de visitar la diócesis y confirmar tenía que hacer cons-tantes viajes a las siete Islas, siempre expuesto a los azares del mar y a los ataques de los piratas. En 1614 la situación religiosa se encuentra tan deteriorada, que el cabildo catedral escribe a la Cámara exponiendo los males que se derivan del absentismo episcopal y pidiendo que se reme-dien con el nombramiento de un prelado que resida y tenga la salud y robustez necesarias para efectuar la visita pastoral, «pues hay muchos lugares que hará cincuenta años que no ha entrado en ellos prelado, ni se ha hecho visita ni confirmación» 80. La Cámara atiende la petición y el 6 de junio de 1614 81 se nombra a Antonio Corrionero, que gobernó la diócesis durante siete años y residió en ella hasta que fue trasladado a Salamanca en 1621. El problema de la residencia se vuelve a plantear con Francisco 75 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, «Absentismo eclesiástico en Canarias», Anuario de Estudios Atlánticos, 10 (1964), pp. 235-247, ofrece algunos datos sobre este problema. 76 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 15, f. 38r. 77 Ibídem, f. 68r. 78 Ibídem, f. 83v. 79 Ibídem, AC, vol. 14, f. 193r. 80 AHN, Consejos, leg. 15.213: Consulta de la Cámara sobre la carta del deán y cabildo de la Iglesia de Canarias. Año1614. 81 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 14, f. 274r. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 Sánchez Villanueva, nombrado obispo de Canarias el 9 de julio de 1635 82. Los diez primeros años reside en la diócesis, aunque mostró más preocupación por acumular riquezas que por cum-plir con sus obligaciones pastorales; luego marcha a la corte y solicita al monarca que le permita renunciar el obispado, asig-nándole una pensión de 4.200 ducados al año. Pero la Cámara, al descubrir graves irregularidades en su gobierno, se opone a la petición y «le ordena volver a la diócesis y, enmendando sus faltas, vuelva al cumplimiento de sus obligaciones» 83. Unos años des-pués, en 1651, le aceptan la renuncia a la sede. El nombramiento para la sede canaria no significaba forzo-samente el final de la carrera episcopal. La mayoría (52,9 %) son trasladados a sedes de la Península, más apetecibles aunque no siempre más ricas, tres renuncian el obispado y trece (38,2 %) mueren siendo obispos de Canarias. El posible ascenso para un obispo de Canarias consistía en el traslado a una sede peninsu-lar, más codiciadas aunque tuvieran rentas más bajas, pues la distancia de las Islas devalúa sensiblemente su importancia eco-nómica. Y esto explica que varios obispos soliciten y acepten el traslado a una sede peninsular con un nivel de renta inferior, que en algunos casos no alcanza la mitad del valor de la mitra canaria. Si Vela, Suárez de Figueroa, Martínez de Cenicero, Guzmán, Conejero, Dávila, Guillén, Delgado, Tavira, Morete y Romo consiguen trasladarse a sedes peninsulares más prestigio-sas y con mayor nivel de renta, los otros lo hacen perdiendo dinero y, en algunos casos, mucho. Valdés de Carriazo ve redu-cidas sus rentas al 30 por 100 de lo que recibía en Canarias. Algo similar ocurre con Pedro Herrera; en cambio, los traslados de Corrionero y de la Cámara a Salamanca también implican pérdidas económicas, pero menores, al igual que sucede con los de Juan de Toledo a León y Cervera y Martínez de la Plaza a Cádiz. Los datos del cuadro 11 especifican los niveles de renta de los obispos canarios que promueven a otras sedes 84. 82 Ibídem, vol. 17, f. 96r. 83 BN, ms. 6.734, ff. 121-123: Consulta hecha por D. Antonio Contre-ras y el confesor real sobre la renuncia que hace del obispado de Canarias D. Francisco Sánchez Villanueva, de 11 de septiembre de 1645 (copia). 84 El importe de la renta se expresa en ducados de vellón y se ha toma- Núm. 48 (2002) 449 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 37 Pero veamos algunos detalles de estos prelados canarios. Cristóbal Vela y Acuña (1574-1580), nombrado obispo de Cana-rias el 15 de diciembre de 1574 85, llega a su iglesia y toma pose-sión el 3 de junio del año siguiente. Hace la visita pastoral a todas las islas, siendo el primer obispo que se internó en el agrio y profundo lugar de Tirajana, donde ningún obispo antes se había atrevido a entrar. El año 1579 celebra sínodo y el 27 de mayo de 1580 promueve al arzobispado de Burgos, con cual sus ingresos se incrementan considerablemente. CUADRO 11 NIVEL DE RENTA DE LOS OBISPOS EN LA DIÓCESIS DE ORIGEN Y DESTINO (Expresado en ducados) C. Vela y Acuña 1574-1580 15.000 Burgos 40.000 + 166,6 F. Suárez de Figueroa 1587-1597 17.000 Zamora 24.000 + 41,1 F. Martínez Cenicero 1597-1607 15.000 Cartagena 28.000 + 86,6 N. Valdés de Carriazo 1610-1611 20.000 Guadix 6.000 – 70,0 A. Corrionero 1614-1621 20.000 Salamanca 14.000 – 30,0 P. Herrera 1621-1622 20.000 Tuy 10.000 – 50,0 J. Guzmán 1622-1627 18.000 Tarragona 20.000 + 11,1 C. de la Cámara 1627-1635 20.000 Salamanca 14.000 – 30,0 J. de Toledo 1659-1665 18.000 León 13.196 – 26.7 L. Conejero 1714-1724 33.350 Burgos 35.000 + 4,9 M. Dávila y Cárdenas 1731-1738 29,127 Plasencia 40.000 + 37,3 J. F. Guillén 1739-1751 29.092 Burgos 37.627 + 29,3 F. J. Delgado 1761-1768 30.000 Sigüenza 49.146 + 63,8 J. B. Cervera 1769-1777 25.000 Cádiz 24.500 – 2,0 A. Martín de la Plaza 1785-1790 30.000 Cádiz 20.497 – 31,6 A. Tavira y Almazán 1791-1796 35.000 Osma 48.528 + 38,6 M. Morete 1824-1825 24.500 Astorga 30.000 + 22,4 J. J. Romo 1834-1847 — Sevilla — — Obispo C a n a r i a s Años Renta T r a s l a d o Sede Renta Diferencia en % do de AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 135-137, y de ASV, Arch. Concist., PC y AC, vols. de los respectivos años. 85 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 10, f. 166. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 450 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 Fernando Suárez de Figueroa (1587-1596), preconizado obis-po de Canarias el 22 de junio de 1587 86, es consagrado en Ma-drid el 30 de agosto por el arzobispo de Toledo y los obispos de Segorbe y Oviedo, y el 24 de julio de 1588 llega a su diócesis. Cumplidos los requisitos establecidos por el concilio de Trento, comienza la visita pastoral para corregir y reformar los defec-tos. Comienza por la capital del obispado y visita la iglesia cate-dral y a sus miembros, dotando al cabildo de un nuevo estatuto y reformando el descuido en el silencio del coro y otras costum-bres. Después hizo público un edicto para que todo el clero y pueblo dijese acerca de los peca-dos públicos y escandalosos, tratos ilícitos, simoniacos, usu-ras, quebrantamiento de la ley de Dios y de los manda-mientos de la Iglesia. Si hay hechiceros, brujas o cosas que contradigan la ley de Dios y obediencia a la Iglesia y a Su Santidad. Concluida la visita a la capital, cumple el precepto evangéli-co de exponer la vida por sus ovejas y se embarca diez veces para visitar las siete islas, «con riesgo de vida por las olas del mar y por tantos enemigos que andan por estos mares, que no se les escapa barca ni bajel que no toman». Al terminar de visitar to-das las iglesias del obispado se siente satisfecho porque el clero vive honesta y castamente conforme a la religión cristiana y obediencia a la Iglesia, y en el estado seglar se han corregido todos los pecados públicos y escandalosos, confirmando a unas 14.000 personas. Pero ha quedado tan «estragado y perdido del estomago que sólo en pensar de embarcarse trueca lo que hay en él» 87. El año 1594 escribe al monarca que en los seis años que lleva en la diócesis ha realizado la visita pastoral a las siete is-las, «siendo el segundo obispo que lo ha hecho con el riesgo de su vida», y ha tratado de corregir los vicios y escándalos, en los que tienen buena parte el gobernador y los oficiales de la Au-diencia, que han levantado falsos testimonios para desacreditar- 86 Ibídem, vol. 11, f. 65. 87 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., , caja 178-A, ff. 11 y 13: Obis-po de Canarias al Papa. Año 1590. Núm. 48 (2002) 451 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 39 le. Por ello, pide al rey que «me saque de esta tierra, donde ya ni a Dios ni a V. M. puedo servir, o me de licencia para que puesto ante sus reales pies le de cuenta de lo que para su real conciencia y descargo de ella conviene» 88. Felipe II escucha la súplica del obispo y el 22 de enero de 1596 le traslada a la dió-cesis de Zamora 89. El prelado, lleno de contento, da las gracias al monarca con estas barrocas palabras: quisiera estar en parte que besara la tierra que tiene deba-jo de los píes, y pues yo lo estoy por la obediencia, honra y hacienda, nadie en mundo la pondrá por su servicio con más amor ni fortaleza como la pusieron todos mis antepa-sados90. Francisco Martínez de Cenicero (1597-1607), nombrado obis-po de Canarias el 14 de abril de 1597 91, arriba a la diócesis un año después. En 1599 se produce el desembarco de la escuadra holandesa de Van der Does en Las Palmas y el prelado partici-pa en la defensa de la isla. El 13 de agosto de 1607 promueve a Cartagena y el 9 de noviembre sale para su nueva sede. Nicolás Valdés de Carriazo (1610-1611), designado obispo de Canarias el 26 de abril de 1610 92, toma posesión de la mitra por procurador el 29 de noviembre, pero él no llega a residir, pues «estando para embarcarse, la vista del mar le hizo entrar en reflexiones tan serias sobre la edad avanzada y achaques de la gota que le oprimía, que solicitó vivamente quedarse en la pe-nínsula ». Quizá por esto, el 10 de octubre de 1610 se le trasla-da a una de las diócesis más pobres, la de Guadix, con lo cual sus rentas quedan reducidas al 30 por 100 de lo que recibía en Canarias. 88 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136: Obispo de Canarias al rey. Las Palmas 6 enero 1594. 89 El nombramiento no se hará efectivo hasta el 26 de marzo de 1597, en que lo confirme el consistorio de cardenales. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 13, f. 73r. 90 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136: Obispo de Canarias al rey. Las Palmas 25 marzo 1597. 91 ASV, Arch. Concist., AM, vol. 97, f. 260. 92 Ibídem, AV, vol. 15, f. 38. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 452 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 Antonio Corrionero (1614-1621), preconizado obispo de Ca-narias el 6 de octubre de 1614 93, llega a la diócesis el 5 de abril de 1615. Como hacía algunos años que no se había realizado la visita, comenzó a visitar todas las islas «con harto peligro de moros y mar que estos años les han molestado», y en los dos años que duró confirmó a 24.000 personas y castigó los peca-dos públicos que pudo averiguar 94. El 19 de julio de 1621 pro-mueve al obispado de Salamanca, con lo que pierde poder eco-nómico pero retorna a su país de origen 95. Pedro de Herrera (1621-1622), nombrado obispo de Canarias el 7 de junio de 1621 96, toma posesión de la mitra el 9 de enero de 1622 por procurador, pero él no se atreve a embarcarse y pide al monarca que le de un obispado en la península, aunque sea de menos valor. Así lo hace y el 17 de junio de 1622 se le tras-lada a Tuy, con lo que sus rentas bajan el 50 por 100. Juan de Guzmán (1622-1627), designado obispo de Canarias el 11 de julio de 1622 97, llega a su iglesia un año después. En el mes de septiembre comienza la visita pastoral, pasando de isla en isla con mucho peligro de caer en manos de los moros, «pues estos años los piratas nos han molestado mucho». Tarda más de tres años en realizar la visita y en ella confirma a 24.000 personas, realiza los actos pontificales necesarios y predica en todos los lugares del obispado en los tiempos de adviento y cua-resma y otros días del año, y remedia muchos pecados públicos y escándalos, incoando más de quinientos procesos 98. Concluida la visita pastoral, el 6 de octubre de 1627 promueve al arzobis-pado de Tarragona, con lo que gana prestigio pero no dinero. Cristóbal de la Cámara y Murga (1627-1635), preconizado obispo de Canarias el 15 de noviembre de 1627 99, llega a la sede el 18 de mayo de 1628. En los primeros dos años de pontificado 93 Ibídem, AC, vol. 14, f. 274. 94 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 35: Obispo de Canarias a S. S.. 15 abril 1615. 95 Había sido nombrado obispo de Salamanca el 17 de mayo de 1621. 96 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 16, f. 17v. 97 Ibídem, AM, vol. 97, f. 528. 98 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 62: Relación que envía el obispo de Canarias el año 1627. 99 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 16, f. 212v. Núm. 48 (2002) 453 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 41 visita todas las iglesias y ermitas de la diócesis, sin faltar una ciudad, villa o lugar de las siete islas. En todas he estado —dice el obispo—, sin faltar iglesia o ermitas que no haya visitado, visto y tocado todo por mis ojos y manos, como constará más largamente en la rela-ción de la visita, que de todo y de todas las cosas, cual nunca se ha dado, presento ante el señor presidente y Con-sejo de Cámara de su majestad, y no me ha quedado lu-gar ni iglesia donde no aya predicado, y en algunas tres, cuatro, quince o veinte sermones en púlpito, sin muchas pláticas hechas en conventos de monjas y cárceles. Para todo lo cual, desde que salí de España, me he embarcado once veces, sea Dios bendito, y vuelvo agora a començar segunda visita 100. Y cuando termina, el 30 de abril de 1629 reúne sínodo, en el que establece «buenas leyes y saludables mandatos para todo el obispado». Presentado a la iglesia de Salamanca, acepta y la curia romana confirma el traslado el 7 de mayo de 1635. Juan de Toledo (1659-1665), nombrado obispo de Canarias el 9 de junio de 1659 101, llega a Tenerife el 4 de diciembre del mismo año y, poco después, comienza la visita pastoral, mostran-do gran liberalidad con los pobres y necesitados. El 12 de enero de 1665 promueve al obispado de León, aunque su nivel de ren-ta era sensiblemente inferior. Lucas Conejero de Molina (1714-1724), designado obispo de Canarias el 28 de mayo de 1714 102, llega al Puerto de la Luz el 13 de julio de 1715 y durante su pontificado, además del traba-jo pastoral, trató de paliar los efectos de la carestía que afectó a las islas en 1721. En la relación que envía a Roma en 1719 hace una preciosa descripción de cada isla, indicando sus situa-ción, población y recursos económicos, como se puede aprecia-ra a través de lo que dice sobre Tenerife: La isla de Tenerife es la más copiosa y la mayor en vecin-dad, frutos y comercio. Tienen 15 leguas de longitud y 9 100 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias..., p. 206. 101 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 21, f. 79v. 102 Ibídem, vol. 26, f. 180v. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 454 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS de latitud. Es abundante en todo género de granos y ga-nados, aún más que la de Gran Canaria, pero le falta mucho para su manutención por la copiosa vecindad, que se compone de 14.781 familias y en ellas 46.755 personas , además de la mucha gente que entra y sale por el comer-cio, con que siempre necesita de comestibles de afuera. Tiene gran copia de vinos y mayor de otra especie excelen-te de vino llamada Malvassia, que ha traído grandes cau-dales por el comercio de los puertos del Norte, aunque ahora se experimentan quiebras; pero les falta el fruto del aceite, y aunque conserva algunas fábricas de seda y lana son muy cortas y no alcanzan como no venga de fuera todo el género de vestuario 103. Propuesto para la sede arzobispal de Burgos, acepta y Roma confirma la promoción el 26 de junio de 1724. Pedro Manuel Dávila Cárdenas (1731-1738), preconizado obispo de Canarias el 6 de agosto de 1731 104, llega a Las Pal-mas el 9 de junio de 1732 y dos meses después comienza la vi-sita pastoral. En 1735 celebra sínodo y sus constituciones actua-lizan, matizan y enriquecen las del sínodo de 1629. El 19 de diciembre de 1738 promueve al rico obispado de Plasencia y sus rentas aumentan considerablemente. Juan Francisco Guillén Isso (1739-1751), nombrado obispo de Canarias el 30 de septiembre de 1739 105, llega a su iglesia el 2 de febrero de 1741. Recibe la felicitación de Felipe V por su contribución a la defensa de Gran Canaria ante el ataque in-glés de junio de 1743 y visita todas las parroquias de la diócesis entre los años 1742 y 1744-1745, enviando a Roma una rela-ción «exacta y puntual del número de poblaciones o pagos, pi-las, beneficiados, curas, clérigos, familias, personas, hombres de armas obligados por lista, religiosos y monjas, hospitales y er-mitas » 106, a la vez que describe con toda clase de detalles las peripecias que sufre al dirigirse a la isla de Fuerteventura. 103 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Diocec., caja 178-A, f. 232: Relación que el obispo de Canarias envía a Roma el año 1719. 104 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 30, f. 150v. 105 Ibídem, vol. 31, f. 230. 106 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 325. 42 Núm. 48 (2002) 455 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) Al realizar la visita —dice el obispo—, por no dar en la mano de los muchos corsarios ingleses y moros que infec-tan esta travesía, padecí algunos trabajos más de los ordi-narios que lleva consigo la visita de unas islas a otras tan distantes, pues en esta ocasión no dándome lugar el vien-to contrario de llegar a puerto alguno, después de haber estado dos días y dos noches batallando contra él en para-je cursado de moros y de ingleses, me fue preciso de to-mar la lancha a más de tres horas de tierra y desembarcar en la parte despoblada de dicha isla (Fuerteventura) y en la primera tierra de ella distante del primer lugar más de quince leguas, por lo que mientras se envió aviso y vinie-ron a buscarnos con caballerías pasaron otros dos días y dos noches, que nos fue preciso tolerar en dicho paraje al raso sin haber en todo aquel terreno ni casa ni aun una mala choza o cueva en que albergarnos, ni que comer más que lo poco que sacamos en la lancha con nosotros y lo que se pudo pescar hasta que al día siguiente pudo acer-carse más la embarcación, y estando en igual riesgo que antes de desembarcar, según nos previnieron después los paisanos por ser aquel paraje en donde desembarcan los ingleses y moros a hacer aguada y coger ganado, fiados en la soledad y gran distancia que hay hasta lo poblado, y también por estar este paraje tan cerca de Berbería que de uno de los lugares de esta isla, que aún está más aparta-do, dicen por dicho vulgar: de Tuinege a Berbería van y vienen en un día 107. El prelado da por bien empleados estos trabajos y riesgos ante el fruto espiritual de la vista pastoral. En 1749 la Cámara le propone para el obispado de Coria, que no acepta, pero al año siguiente si que acepta el arzobispado de Burgos, para donde sale el 24 de septiembre de 1751. Francisco Javier Delgado y Venegas (1761-1768), designado obispo de Canarias el 25 de mayo de 1761 108, no llega a la dió-cesis hasta el 16 de junio de 1763 a causa de la guerra de los Siete Años, que enfrentaba a España con Inglaterra e impedía la navegación. Se preocupó de mejorar la formación del clero y de erradicar todo lo que sonase a superstición. El 19 de diciem-bre de 1768 promueve al rico obispado de Sigüenza. 107 Ibídem, ff. 285-297: Relación que el obispo de Canarias envía en 1744. Tequise 26 marzo 1744. 108 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 35, f. 328. 43 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 456 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Juan Bautista Cervera (1769-1777), preconizado obispo de Canarias el 12 de junio de 1769 109, llega al puerto de Santa Cruz de Tenerife el 1 de septiembre del mismo año. Visita las islas y consigue terminar el seminario conciliar, que inaugura en junio de 1777, cuando ya había sido nombrado obispo de Cádiz (12- V-1777), para donde parte el mes de julio de dicho año. Antonio Martínez de la Plaza (1785-1790), designado obispo de Canarias el 14 de febrero de 1785 110, llega a su iglesia el 21 de agosto del mismo año. En consonancia con su espíritu ilus-trado, presta especial atención al cuidado de los niños expósi-tos, a las mujeres reclusas y a la enseñanza. El 29 de noviem-bre de 1790 promueve a Cádiz. Antonio Tavira y Almazán (1791-1796), nombrado obispo de Canarias el 11 de abril de 1791 111, llega al Puerto de la Luz el 30 de noviembre. Al año siguiente comienza la visita pastoral a las siete islas y, al concluirla, afirma que «ha sido la más com-pleta desde el tiempo de la conquista, porque me propuse, y lo he cumplido hasta ahora, no dejar el más pequeño pago y aun el más inaccesible sin visitar» 112. Inicia el plan de reforma beneficial y el expediente para dotar al clero de congrua sufi-ciente, moderniza el seminario y trata de plasmar su mentali-dad «jansenista» en la vida religiosa de la diócesis 113. Propuesto para el obispado de Osma, acepta el traslado «con la esperanza de que, mudando el clima, pueda restablecer su salud», y Roma lo confirma el 27 de junio de 1796. Manuel Bernardo Morete (1824-1825), preconizado obispo de Canarias el 27 de septiembre de 1824, no llega a residir en la diócesis, porque unos meses después (21-III-1825) fue traslada-do al obispado de Astorga. Judas José Romo (1834-1847) es el último obispo que nom-bra Fernando VII 114, aunque la confirmación romana no llega 109 Ibídem, vol. 37, f. 7v. 110 Ibídem, vol. 40, f. 17. 111 Ibídem, vol. 40, f. 241. 112 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias..., p. 340. 113 Información sobre su mentalidad en J. SAUGNIEEUX, Un prelat éclairé, D. Antonio Tavira y Almazán (1737-1807). Contribution à l’étude du jansenisme espagnol, Toulouse 1970. 114 En el informe que el nuncio Tiberi envía a Roma (ASV, AN Madrid, 44 Núm. 48 (2002) 457 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) hasta 20 de enero de 1834 115, cuando ya había muerto el mo-narca. Llega a Las Palmas el mes de septiembre y desde allí contempla impotente la desarticulación de la iglesia del antiguo régimen. Protesta contra las medidas que toma el gobierno li-beral, pero sólo consigue que le confinen. Con la subida de los moderados al poder en 1845 su estrella vuelve a brillar y el 17 de diciembre de 1847 promueve al arzobispado de Sevilla 116. En segundo lugar, tres obispos renuncian a la mitra cana-ria. Francisco de Sosa (1607-1610), nombrado obispo de Cana-rias el 3 de septiembre de 1607 117, ocupa la sede canaria duran-te casi dos años y medio, toma posesión del obispado por medio de procurador el 19 de marzo de 1608, pero él no llega residir. A principios de 1610 renuncia a la sede y el monarca le asigna una pensión de 4.200 sobre las rentas de la mitra canaria 118. Sigue residiendo en la corte, donde desempeña diferentes encar-gos, y el 23 de septiembre de 1613 pasa a ocupar la sede de Osma119. Francisco Sánchez Villanueva (1635-1651), designado obispo de Canarias el 9 de julio de 1635 120, reside en su iglesia nueve años y vuelve a la corte en 1645 con la esperanza de que le acepten la dimisión, aduciendo «que tenía muchos achaques que los había cobrado en las jornadas y visitas a su obispado, en cumplimiento de sus obligaciones». El monarca pasa a consulta de la Cámara la petición del prelado y ésta se opone a que se le caja 280, f. 129. Madrid 12 septiembre 1833) dice que el canónigo Judas José Romo Gamboa «si è riconosciuto essere degnissimo della mitra di Canarias, cui si presenta da S.M.C. A nobili natali riunisce costumi esemplari e non volgare istruzione e dottrina. I sermoni impressi lo dimostrano erudito, eloquente e di buone massime. Si comenda da tutti come oltremodo é benéfico e generoso con i poveri. Si opone in contra-rio che durante el goberno costituzionale fosse incaricato a formar l’in-dice dellla Biblioteca dell’Escorial, della quale a lui si debe la conser-vazione ». 115 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 56, f. 332. 116 Algunos datos sobre este prelado en J. M. CUENCA TORIBIO, Sociedad y clero en la España del siglo XIX, Córdoba 1980, pp. 357-360. 117 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 15, f. 68. 118 Ibídem., AM, vol. 97, f. 428r. 119 Ibídem, vol. 98, f. 297, y AV, vol. 15, f. 70r. 120 Ibídem, vol. 17, f. 96. 45 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 458 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS admita, al descubrir que el prelado había faltado con gran nota a sus obligaciones en Canarias, añadiendo que admitirle la de-jación del obispado y asignarle renta eclesiástica con que viva, tiene reparos de consideración: El primero, que quedan disimuladas acciones tales como se dicen, indignas de un obispo, y siquiera aún no se le hace una advertencia, que puede ser de importancia para su enmienda, pues no se ha de presumir que es incorregible y que no le aprovecharán la corrección y advertencia, sabien-do que V. M. y sus ministros lo miran; y cuando esto no aprovechara (que es dificultoso de entender) se irá justifi-cando el pasar a otros medios para su enmienda. El segundo, que viene a conseguir premio por lo que merece pena; porque si él dejó el obispado para venir a la Corte a gozar de la hacienda que se dice trae, y ahora se le acrecienta, para vivir en ella, tres o cuatro mil duca-dos de renta, consigue lo que desea en daño de la causa pública. El tercero, el mal ejemplar para los obispos, que (como se ha dicho a V. M.) apenas hay quien no desee de los obispos vivir en la Corte, y cierto es buena prebenda gozar buena renta y los aplausos de la Corte sin tener que hacer y en hábito episcopal, al cual V. M. y todos hacen el respe-to que se debe, y cualquiera que esto pretendiese podrá tomar el medio de hacer en Madrid un colegio de obispos jubilados, que si en la ocupación de su obispado no proce-dían como debían, ¿qué se puede prometer con la ociosi-dad y entretenimiento en la Corte? Finalmente, V. M. ha mandado que no se admitan es-tas dejaciones que se hacen por los obispos por las razo-nes que se ponderan a V. M., y no es poco de notar que hasta ahora no se tiene noticia haya querido el Pontífice pasar la de la Iglesia de Valladolid, y sería desdoro de la regalía que estrota la dificultase más S. S., con ver se con-tinúan ejemplares no usados y poco convenientes. La Cámara termina proponiendo al monarca que le amones-ta por la falta de residencia, al haber venido a la corte sin li-cencia, y por gastar en su provecho las rentas de la mitra que debía invertir en beneficio de sus diocesanos, ordenándole vol-ver a su sede, para que enmiende sus faltas y vuelva al cumpli-miento de sus obligaciones a fin de que aquellas islas queden 46 Núm. 48 (2002) 459 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) edificadas con su ejemplo y doctrina. 121. El prelado regresa a Canarias y, unos años después, vuelve a presentar la renuncia, que el monarca y el papa aceptan en 1651, señalándole una pensión de 2.400 ducados sobre las rentas de la mitra canaria 122. Fallece en Madrid en 1658. Valentín Morán (1751-1761), nombrado obispo de Canarias el 15 de marzo de 1751 123, llega a la diócesis el 14 de julio. Austero consigo mismo, fue generoso en extremo, mantuvo la armonía con el cabildo y demás instituciones y visitó todas las islas. En 1760 decide renunciar a la mitra por sentirse enfermo e impedido para ejercer el ministerio pastoral, porque de tanto montar a caballo en sus visitas pastorales «se le enconó una fístula que tenía de catorce años». El rey acepta la renuncia y el papa la confirma el 20 de mayo de 1761, concediéndole una pensión de 3.935 ducados de vellón sobre las rentas de la mitra canaria 124. El 16 de abril abandona Canarias y se retira al con-vento de la Merced de Avilés, su país natal, donde muere el 9 de enero de 1776. Por último, otros trece obispos terminan la carrera episcopal en la sede canaria y mueren ocupando la mitra. Bartolomé de Torres (1565-1568), nombrado obispo de Canarias el 15 de mayo de 1566 125, llega a Tenerife el 17 de mayo de 1567 e inicia la visita pastoral de las islas, pero no tiene tiempo de terminarla porque muere a los pocos meses, el 1 de febrero de 1568 en el castillo de La Luz. Juan de Alzolaras (1568-1574), designado obispo de Canarias el 17 de septiembre de 1568 126, reside en la diócesis, pero son pocas las noticias que se conservan de su pontificado. Muere en Las Palmas el 7 de mayo de 1574. 121 BN, ms. 6734, ff. 121-123: Copia de la consulta hecha por D. Anto-nio Contreras y el confesor real sobre la renuncia que hace el Sr. Obispo de Canarias D. Francisco Sánchez de Villanueva, de fecha 11 de septiembre de 1645. 122 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 48, ff.. 488-490r. 123 Ibídem, AC, vol. 34, f. 50. 124 Ibídem, AN Madrid, vol. 109, f. 49: Dimisión de Mons. Morán, obis-po de Canarias (1751-1761). 125 Ibídem, AC, vol. 9, f. 144. 126 Ibídem, AC, vol. 10, f. 21. 47 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 460 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Fernando de Rueda (1580-1585), preconizado obispo de Ca-narias el 22 de junio de 1580 127, toma posesión por medio de procurador, pero él no llega a la diócesis hasta 1582. Realiza la visita pastoral de algunas parroquias y muere el 16 de junio de 1585 en La Laguna. Lope Velasco de Valdivieso (1611-1613), nombrado obispo de Canarias el 14 de noviembre de 1611 128, toma posesión por medio de procurador el 28 de abril de 1612, pero él no llega a la diócesis hasta el 3 de abril de 1613. Muere en Las Palmas unos meses después, el 29 de octubre de 1613. Rodrigo Gutiérrez de Rozas (1651-1658), preconizado obispo de Canarias el 3 de julio de 1651 129, llega a su iglesia el 10 de marzo de 1652 y de su pontificado sólo se recuerdan los duros enfrentamientos que mantuvo con las autoridades civiles y ecle-siásticas. En 1658 marcha a Madrid para justificar su conducta ante la Cámara y allí muere el 14 de diciembre. Bartolomé García Jiménez Rabadán (1665-1690), designado obispo de Canarias el 16 de marzo de 1665 130, el 5 de julio se embarca para su diócesis, a donde tarda en llegar seis meses, después de un accidentado viaje que se convirtió en una verda-dera odisea. Su embarcación se perdió en el Océano, navegando prime-ro por costas de moros, para tomar luego rumbo hacia América, llegando a Puerto Rico y Santo Domingo. Al re-greso, camino de Canarias, sufrió un nuevo y desgraciado percance. La nave se averió, siendo auxiliado por un navío de la flota inglesa, cuyo capitán exigió como pago la en-trega de todos los bienes que llevaba el obispo. Este llegó a puerto tan maltrecho que pensaban los canarios que no tendrían obispo para veinte y cinco días, sin embargo su pontificado duró veinticinco años, el segundo más largo de la diócesis, y sin haber dejado después su residencia por una hora 131. 127 Ibídem, AC, vol. 10, f. 291. 128 Ibídem, AC, vol. 14, f. 139. 129 Ibídem, AC, vol. 19, f. 193v. 130 Ibídem, AC, vol. 21, f. 89v. 131 J. SÁNCHEZ, «La Odisea del Obispo Rabadán», en Iglesia al Día, fe-brero y marzo de 1997. 48 Núm. 48 (2002) 461 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) Una vez que se restableció, comenzó a visitar la diócesis, dando instrucciones y mandatos para el buen gobierno y refor-ma de las costumbres. En la relación que envía a Roma en 1688, además de informar con amplitud de la situación material y espiritual de las siete islas, indica que la distancia de mar que hay de unas a otras no permite que el gobierno eclesiástico fun-cione con la armonía y precisión que debiera, porque todos los avisos necesarios para el gobierno deben ir por mar y, si falta el viento o es contrario o hay enemigos, no puede salir el pasaje del puerto y todo se retrasa 132. El 14 de mayo de 1690 muere en Santa Cruz de Tenerife. Bernardo de Vicuña y Zuazo (1691-1705), nombrado obispo de Canarias el 12 de noviembre de 1691 133, llega al Puerto de la Luz el 1 de agosto de 1692 y durante su pontificado visita todas las islas. El 31 de enero de 1705 muere en la Orotava dentro de una cabaña dispuesta para que se guarneciese de las erupcio-nes del volcán de Güimar. Juan Ruiz y Simón (1706-1712), preconizado obispo de Ca-narias el 22 de febrero de 1706 134, llega a su sede el 8 de julio del mismo año y muere el 6 de junio de 1712 en el Puerto de la Cruz, sin que los episcopologios reseñen nada especial de su pontificado, Félix Bernuy Zapata (1724-1730), nombrado obispo de Ca-narias el 20 de noviembre de 1724 135, llega a Las Palmas el 13 de agosto de 1725 y muy pronto comienzan los problemas con el cabildo. Quizá por esto, a principios de 1726, fija su residen-cia en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife y allí muere el 23 de mayo de 1730. Joaquín de Herrera (1779-1783), designado obispo de Cana-rias el 1 de marzo de 1779 136, arriba al Puerto de la Luz el 12 de julio. Suprime los cultos y procesiones nocturnas para evitar 132 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 141: Relación que el obispo de Canarias envía a Roma. Santa Cruz de Tenerife 26 septiem-bre 1688. 133 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 287v. 134 Ibídem, AC, vol. 25, f. 153v. 135 Ibídem, AC, vol. 28, f. 112v. 136 Ibídem, AC, vol. 39, f. 68. 49 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 462 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS deshonestidades, remodela el seminario y, a pesar del estilo monacal que imprimió a su pontificado, no minimizó su im-pronta de gran pastor. Muere en su palacio de Las Palmas el 4 de diciembre de 1783. Manuel José Verdugo y Abiturría (1796-1816), preconizado obispo de Canarias el 27 de junio de 1796 137, se convierte en el primer canario que ocupa su sede episcopal. Recibe la consagra-ción episcopal en Madrid, donde desempeñaba el cargo de audi-tor del tribunal de la Rota de la Nunciatura, y el 5 de junio de 1798 llega a Las Palmas. Durante su pontificado se aprueba el plan de reforma beneficial iniciado por Tavira y, a juicio de Cuenca Toribio, fue el arquetipo de obispo ilustrado 138. Muere en Las Palmas el 27 de septiembre de 1816. Fernando Cano Almirante (1825-1826), nombrado obispo de Canarias el 19 de diciembre de 1825 139, llega al Puerto de la Luz el 3 de agosto de 1826 y muere de repente el 22 de septiembre del mismo año. Bernardo Martínez Carnero (1827-1833), designado obispo de Canarias el 20 de mayo de 1827 140, arriba a la diócesis el 5 de junio de 1828 y muere en Las Palmas el 26 de enero de 1833, sin que apenas sepamos nada de su pontificado. 3. ASPECTOS ECONÓMICOS Aunque resulta difícil evaluar con cierta exactitud la riqueza que posee la iglesia canaria, algunos datos pueden servirnos de orientación. El Estado de cuentas que los procuradores de la Congregación del clero de los reinos de Castilla y León presen-tan en Roma en 1630 141 informa que el importe de las rentas 137 Ibídem, AC, vol. 41, f. 360. 138 J. M. CUENCA TORIBIO, Sociedad y clero en la España del siglo XIX, pp. 356. 139 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 54, f. 467. 140 Ibídem, AC, vol. 55, f. 77. 141 ASV, Misc. Arm. I, vol. 90, f. 246: Valor de todas las rentas eclesiásti-cas y seglares de los reinos de Castilla y León, reducidos los frutos de la tie-rra a dinero, y en particular se declara el de los cinco arzobispados y 31 obispados (...). Año 1630. 50 Núm. 48 (2002) 463 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) eclesiásticas de Canarias representan el 20 por 100 de la renta global de las Islas. Este elevado volumen de riqueza se distribu-ye de forma desigual entre los distintos beneficiarios, siendo el obispo quien relativamente se apropia de la porción más eleva-da, pues hacia 1630 se beneficia del 10 por 100 de las rentas eclesiásticas seculares de la diócesis. No obstante, para la justa valoración de las rentas episcopales hay que tener presentes los gastos y las cargas que pesan sobre ellas, así como su contribu-ción a la cultura y a la asistencia social, tanto a través de la limosna como creando y protegiendo instituciones benéfico-asistenciales en la diócesis. 3.1. Las fuentes La documentación que voy a utilizar para realizar una eva-luación aproximativa de la renta de la mesa episcopal de Cana-rias son las Relaciones de valores de la mitra 142 enviadas a la secretaría del real patronato, y los datos que aparecen en las series de Procesos Consistoriales y de Acta Camerarii del Archivo Vaticano, pero esta documentación presenta algunos problemas que se deben aclarar. Las Relaciones de valores remitidas a la secretaría del real patronato abarcan la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII, el fondo de Simancas, y desde 1635 hasta 1833 el fondo que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional 143. Cuando moría un obispo o renunciaba a la sede, la secretaría del real patronato escribía al cabildo catedral de Canarias, sede vacante, pidiendo relación detallada de las rentas de la mitra en el trienio (fondo de Simancas) 144 o en el quinquenio (fondo de 142 AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 6, 7 y 136; y AHN, Consejos, legs. 16.994 y 16.995. 143 Las que se conservan en Simancas (AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136) ofecen las rentas por trienios, mientras que las de Madrid (AHN, Consejos, leg. 16.994) lo hacen por quinquenios y, por lo general, son más completas. 144 Alguna de estas relaciones han sido publicadas por L. FERNÁNDEZ, «Aspectos económicos, administrativos y humanos de la diócesis de Cana-rias en la segunda mitad del siglo XVI», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), pp. 95-130. 51 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 464 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Madrid) anterior, con el fin de cargar al nuevamente provisto las pensiones que cupieran en la tercera o cuarta parte de la renta líquida y deducir la cuantía de la mesada que el electo tenía que abonar, con estas palabras: Al servicio de S. M. conviene que, luego que V. S. reciba ésta, remita a mis manos testimonio auténtico, por princi-pal y duplicado, del valor que ha tenido ese obispado en cada uno de los cinco años últimos próximos hasta el pre-sente, así en maravedíes como en frutos y demás emolu-mentos, contando el pan a la tasa real, si hubiera llegado a ella, y sino al precio que comúnmente hubiera corrido, descontando y expresando lo que hubiera pagado de subsi-dio y excusado, y demás cargas reales, con relación de las pensiones que se cargaron al obispo difunto al tiempo que entró en ese obispado, con expresión de las que hubiesen vacado y las que al presente subsisten vivas, por qué per-sonas y la cantidad de cada una. Cuyos instrumentos me remitirá V. S. con la mayor claridad y brevedad posible, por lo que quedo agradecido para dar cuenta a S. M. 145. El cabildo de Canarias, encargado de la contaduría de diez-mos, elaboraba las cuentas, bien analizando año por año o de forma global, y las remitía a la secretaría del real patronato, donde eran supervisadas por la contaduría de hacienda, que las daba por buenas o las ponía reparos a los que debía dar satis-facción el autor de las mismas. Estas relaciones son muy prácticas para nuestro objetivo, pues algunas indican, junto con la cuantía de los frutos, los precios a que se vendieron y su importe global. Sin embargo, presentan el gran inconveniente de que en vez de valorar los granos al precio de venta lo hacen al de la tasa antigua, cuan-do aquél es más elevado, pues en caso contrario se evalúan al precio que se vendieron. Esta práctica, seguida de forma gene-ralizada por todas las mitras, según declara el secretario del Real Patronato en 1743: Vendidos los valores —dice el secretario— se reconoce el número de fanegas que se vendieron y todas las de trigo 145 AHN, Consejos, leg. 17013. Madrid 9 enero 1708. 52 Núm. 48 (2002) 465 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) que lo están a subidos precios, aunque sea el de 70 u 80 reales, se ponen al de 18 reales la fanega, según la tasa antigua. Las venidas a menos, al precio que dicen se ven-dieron, aunque sea el más ínfimo, y si exceden de la tasa a los 18 reales de ésta. Que lo mismo se practica en la regulación de la cebada, centeno y demás semillas, que vendidas a subidos precios se ponen al de 9 reales de la tasa, y las demás al que dicen se vendieron 146, también se utiliza en la de Canarias. Es cierto que fue contes-tada en distintas ocasiones 147 e incluso la Cámara en la consul-ta de 13 de marzo de 1709 se mostró partidaria «de que los granos de los prelados se valoren al precio de venta a la hora de hacer la liquidación de los valores de cada obispado» 148, pero continuó practicándose hasta finales del setecientos y ello hace que frecuentemente los valores indicados estén sensiblemente infravalorados. Por ejemplo, en el quinquenio 1745-1749 las rentas importan 280.060 reales de vellón al año, si los produc-tos se valoran a la tasa, pero suben a 384.813 si se valoran al precio de venta, lo que supone un 37,4 por 100 sobre el impor-te anterior 149. A partir de 1800, una real cédula del 14 de no-viembre dispone que los granos se regulen a los precios que al-cancen en el mercado en cada uno de los cinco años del quinquenio 150, y así se hace hasta la abolición de la obligación civil de pagar el diezmo en 1837. Los datos que se encuentran en las series de Procesos Consis-toriales y Acta Camerarii también precisan una explicación. En el proceso informativo que se entablaba cuando era presentado un nuevo obispo para Canarias se hacía un interrogatorio sobre el estado de la iglesia catedral y el obispado, demandando a los testigos en la novena pregunta del segundo interrogatorio, «si saben el verdadero valor de las rentas de dicho obispado, cuánto montan en cada año, en qué consisten y si tienen reservada 146 Ibídem, leg. 17116. 147 AGS, Gracia y Justicia, leg. 608: Parecer del Confesor real sobre la forma de valorar los frutos de las mitras. Madrid 28 abril 1708. 148 AHN, Consejos, leg. 17013: Consulta de la Cámara . Madrid 13 mar-zo 1709. 149 Ibídem, leg. 16994. 150 Una copia en Ibídem, leg. 17047. 53 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 466 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS alguna pensión». La respuesta de los testigos, aunque con fre-cuencia es meramente convencional, pues unos afirman no co-nocer la diócesis y otros remiten a las relaciones de valores de la secretaría del real patronato, se aproximan bastante a las cifras que ofrecen las del real patronato y algunas aportan detalles interesantes. Por ejemplo, en el proceso que se hace a Bernardo Martínez en 1828 se dice que la mitra renta anualmente 30.000 ducados, «producto de los diezmos, tanto de la isla en que está situada, como de las de Lanzarote y Fuerteventura, y además los que rinden la villa de Agüimes y el Carrizal» 151. Las valoraciones que se encuentran en las anotaciones de Acta Camerarii suelen repetir las cifras de los procesos consistoriales y, además, indican el importe de la pensión cargada sobre la mitra. 3.2. Naturaleza de las rentas Las fuentes consultadas permiten afirmar que las rentas de la mitra de Canarias están constituidas mayoritariamente por los diezmos que percibe en las diferentes dezmerías del obispa-do y por otras pequeñas partidas de carácter vario y menor cuantía. Los datos del cuadro 12 muestran la representación de las partidas más importantes y su evolución a lo largo del pe-riodo estudiado. Los diezmos de la cilla común constituyen la mayoría abso-luta de las rentas (90 %) y consisten en los frutos decimales que se distribuyen en dinero por San Juan y Navidad o en especies de trigo, cebada y centeno. Los cereales se administran directa-mente por la contaduría decimal y los denominados «menudos» se arriendan en pública subasta. El importe de cada uno de estos conceptos es muy desigual y, además, fluctúa sensiblemente a lo largo del periodo, como ha puesto de manifiesto Macías Hernández152. 151 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 225, f. 122v. 152 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, Economía y sociedad en Canarias durante el Antiguo Régimen (c. 1500-1850). Santa Cruz de Tenerife 1988. Este au-tor también ha publicado otros trabajos sobre el tema: «La producción de cereales en Canarias: El ejemplo del trigo (1610-1820)», en Congreso de Historia Rural. Siglos XV al XIX, Madrid 1983, pp. 747-768; «Fuentes para 54 Núm. 48 (2002) 467 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) La cuantificación de la masa decimal percibida por el obispo sería de gran interés para conocer la cuantía de los productos agrarios que recibe y para obtener información sobre la produc-ción agraria de las Islas, pero este proyecto presenta la dificul-tad de que las fuentes consultadas suelen ofrecer información del importe de los productos, no de los frutos. Sólo en algunos años se indican también los frutos habidos, lo que permite apuntar dos conclusiones: primera, que se produce un incremen-to impresionante de los cereales, pues las casi seis mil fanegas de granos que la mitra percibe en la segunda mitad del siglo XVI se duplican ampliamente en el mismo periodo del XVIII, y segun-da, que el trigo pierde su hegemonía a favor de la cebada, que experimenta un aumento espectacular, y que la representación del el centeno cae drásticamente 153. Los datos siguientes especi-fican el porcentaje que corresponde a cada cereal: La documentación si que informa con más detalle del impor-te de los diezmos de granos, que fluctúa de un año a otro en función de la cosecha y del precio de venta, y su importancia dentro de la renta global de la mitra desciende considerablemen-te a lo largo del periodo estudiado, pues mientras en los años 1556-1599 los ingresos que aportan suman el 41 por 100 de las rentas, en el siglo XVII apenas llegan al 34 y en el XVIII sólo re-presentan el 26 por 100 (ver cuadro 12). En cambio, los diezmos que se distribuyen en dinero, como son el vino, el azúcar, los demás menudos y los residuos, cons-tituyen el capítulo más importante de las rentas de la mitra y su importancia se va incrementando progresivamente, pues su participación sube del 53,8 por 100 en los últimos decenios del XVI al 67 por 100 en el siglo XVIII. Los diezmos de azúcar el estudio de la producción agraria en las islas Canarias: el diezmo en la diócesis canaria (1480-1820)». Anuario de Estudio Atlánticos, 32 (1986), pp. 269-353; «Canarias y la crisis del siglo XVII...», pp. 179-206; etc. 153 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136, y AHN, Consejos, leg. 16994. Años Trigo Cebada Centeno 1556-1599 52,7 27,7 19,6 1650-1699 45,4 40,2 14,4 1750-1799 40,7 53,8 5,5 55 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 468 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS que recibe en las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma y La Gomera pierden peso específico dentro de las rentas por la recesión azucarera, que comienza a agudizarse a partir de 1560 con la llegada del azúcar antillano y brasileño a los mercados europeos, y esto hace que su representación baje del 8,8 por 100, que supone en la segunda mitad del siglo XVI, al 5 por 100 en el XVIII. Por el contrario, el vino experimenta un aumento espec-tacular en el segundo tercio del siglo XVII, pues el índice 100 del primer tercio sube hasta 172 en el segundo, comenzando a caer progresivamente en el tercero hasta el 123. La mitra, además de los diezmos de la cilla común, tiene otras rentas de menor cuantía (cerca del 10 por 100) provenien-tes de la villa de Agüimes, que pertenece a la cámara epis-copal 154, y del tributo de la marca del ganado de la isla de Fuerteventura. Las rentas decimales y señoriales de Agüimes se van incrementando progresivamente a lo largo del periodo, mientras la que cobra por la marca del ganado, al ser una can-tidad fija, se va devaluando con el paso del tiempo. 154 S. CAZORLA, Agüimes. Real señorío de los obispos de Canarias (1486- 1837), Las Palmas de Gran Canaria 1984. El año 1486 los Reyes Católicos donan al obispo López de la Serna, para que lo disfruten él y sus suceso-res, el término de Agüimes, «con todos los vasallos e con sus puertos e pesquerías, e con todas dehesas, prados e hidos e cañaverales e aguas co-rrientes, estantes e manantes, e con todas otras cosas anexas e pertenecien-tes » (lo citado en p. 22). En cambio, Macias Hernández («Fuentes para el estudio de la producción...», p. 293) dice que el obispo cobra los diezmos en Agüimes no en virtud de privilegio real, sino por concesión efectuada en el primer sínodo. Cfr. Constituciones Sinodales del obispo Muros en 1497, publicadas por J. M. ZUAZNAVAR, Compendio de la Historia de Cana-rias, Madrid 1816 (reimp. en Santa Cruz de Tenerife, 1863), p. 131. CUADRO 12 CONCEPTOS QUE COMPONEN LAS RENTAS DE LA MITRA (Expresado en %) Concepto 1580-1599 1600-1699 1700-1818 Diezmos de granos 41,0 34,2 26,4 Diezmos de azúcar 8,8 6,5 5,2 Diezmos menudos y residuos 45,0 49,1 61,9 Renta de Agüimes 4,7 9,2 11,5 Marca del ganado 0,5 0,3 0,2 56 Núm. 48 (2002) 469 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 3.3. De la renta bruta a la renta disponible por el obispo 3.3.1. La renta bruta Descrita la naturaleza de las rentas de la mitra de Canarias, paso a ofrecer una evaluación global de las mismas. En el cua-dro 13 se presentan dos valoraciones distintas, de acuerdo con las fuentes utilizadas para su confección. La primera (A) se ha elaborado a base de los datos que aportan las Relaciones de los valores de la mitra enviadas a la secretaría del real patronato, y la segunda (B) a través de las cifras que se encuentran en la serie de Procesos consistoriales del Archivo Secreto Vaticano. La documentación utilizada permite afirmar que la renta bruta de la mitra tiene un comportamiento alcista hasta el si-glo XIX, pues los 168.375 reales de vellón (moneda de Castilla), que por término medio importa al año en el periodo 1556-1599, suben hasta 561.924 en 1750-1799, lo que supone un incremen-to superior al 300 por 100. A partir de 1818 la renta disminuye sensiblemente por la erección de la diócesis de Tenerife, que segrega de la diócesis canaria las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro 155, y por la disminución de los precios 155 En el trienio 1825-1827, la renta bruta anual de la mitra de Tenerife asciende a 311.814 reales de vellón. Cfr. AHN, Consejos, leg. 17.056. CUADRO 13 IMPORTE DE LA RENTA BRUTA (Media anual en reales de vellón e índice 100 = 1650-1749) 1556-1599 168.375 56.2 153.500 52,4 1600-1649 226.777 75,7 228.062 77,9 1650-1699 255.969 85,4 239.970 82,0 1700-1749 342.946 114,5 345.136 117,9 1750-1799 561.924 187,6 422.468 144,4 1800-1834 452.660 151,1 397.985 136,0 Período (A) (B) Importe Índice Importe Índice 57 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS agrícolas. Hay que resaltar, no obstante, que el aumento de las rentas en el siglo XVII hace que el comportamiento económico de la mesa episcopal de Canarias se diferencie de lo que sucede al resto de las castellanas, cuyas rentas suelen descender en este periodo, si bien es verdad que esto está en consonancia con el comportamiento singular de la economía canaria del siglo XVII 156. Los ingresos de la mitra, al provenir en su casi totalidad de rentas de carácter decimal, están sujetos a la fluctuación de las cosechas y de los precios, de tal manera que la conjunción de estas dos variables determina el movimiento de las rentas. Sin embargo hay que precisar que hasta finales del siglo XVIII la valoración de los granos se hace normalmente al precio de la tasa antigua, con lo que la variable del precio sólo influye cuan-do el precio de venta es inferior al de la tasa, en cambio a par-tir de 1800 siempre se valoran al precio de venta. En consecuen-cia, durante el periodo 1556-1799 el movimiento de la renta de la mitra se ajusta en líneas generales al movimiento de la pro-ducción, mientras que de 1800 a 1834 son los precios los que determinan de forma decisiva la fluctuación de las rentas 157. En Canarias también hay que tener en cuenta la situación geopolítica, pues los ataques corsarios o las guerras pueden in-cidir negativamente y agravar la situación económica. El año 1593 la isla de Fuerteventura fue saqueada por los moros y hubo langosta, con lo cual no se cogió ninguna renta en ella, antes bien fue necesario dar limosna a los vecinos para que pudiesen comer y sembrar» 158. En 1730 el cabildo catedral se queja de la disminución de los diezmos por las repetidas cala-midades que las islas han padecido en el presente siglo, ya por la falta del comercio, ocasionada con las guerras, ya por la esterilidad y penuria experimentada en los años de 1703, 1718 y siguientes hasta 1721, con las regulares 156 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias y las crisis del siglo XVII...», pp. 179-206. 157 El cambio que se produce en la administración de la casa mayor dezmera a partir de 1760 parece que fue poco significativa por los acuer-dos entre la Real Hacienda y la contaduría decimal de la diócesis, así como por el fraude tan grande que se practicaba en la elección de tales casas. 158 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136. 58 Núm. 48 (2002) 471 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) consecuencias de mortandad de hombres y ganado, que han causado tal disminución en la suma decimal que nos hemos visto precisados a implorar como único remedio la piedad de V. M.159. 4.3.2. Aproximación a la renta líquida Para evaluar la renta líquida y pensionable de la mitra me atengo a lo dispuesto en el decreto de 7 de junio de 1746, don-de se dispone que «solamente se bajen los gastos y cargas per-tenecientes a la administración, recolección de frutos, beneficio y cobranza de las rentas, con el subsidio y excusado del todo de la mitra», así como otros conceptos de pequeña cuantía que se engloban en tres apartados: cargas fiscales, gastos de adminis-tración y cargas varias. En primer lugar, las rentas de la mitra de Canarias están sujetas al pago de las contribuciones ordinarias y extraordina-rias que de forma fija u ocasional se imponen al estado ecle-siástico con la debida autorización pontificia, como son el sub-sidio de galeras, el excusado, el noveno decimal y otras de carácter extraordinario. La cantidad que corresponde abonar al obispo por el subsi-dio de galeras —contribución de 420.000 ducados que el papa Pío V concede a Felipe II sobre las rentas eclesiásticas de Espa-ña— se sitúa en torno a los tres mil reales de vellón al año, aunque su cuantía exacta varía en función de los repartimientos que se hacen a lo largo del periodo. Por la gracia del excusado o diezmo de la casa más rica de cada parroquia, concedida también por Pío V a Felipe II, paga hasta el año 1760 una cantidad media anual de 7.500 reales de vellón. El año 1761 el excusado pasa a ser administrado por la Real Hacienda y la mitra deja de percibir una porción de frutos decimales no tan importante como cabría esperar, por los acuer-dos entre la contaduría decimal y la real hacienda y por el frau-de que se practicaba en la elección de la casa mayor dezmera. 159 AHN, Consejos, leg. 16994: Cabildo de Canarias a S. M. Las Palmas 10 diciembre 1730. 59 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS El papa Pío VII concede a Carlos IV el 3 de octubre de 1800 la exacción de un noveno extraordinario de todos los diezmos, a excepción de los percibidos por los beneficios curados y demás piezas eclesiásticas que con esta imposición se quedaran in-congruos, por el tiempo de diez años, aunque se fue prorrogan-do hasta la abolición de la obligación civil de pagar los diezmos en 1837. Por último, se deben contabilizar los subsidios extraordina-rios que el rey, con autorización pontificia, impone al estado eclesiástico. Son muy frecuentes durante el reinado de Felipe IV, con motivo de la guerra de los Treinta Años; en los primeros años del siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión; a finales del mismo siglo con motivo de la guerra contra los franceses, y a principios del XIX durante la guerra de Independencia y a lo largo del reinado de Fernand
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Título y subtítulo | Estudio socioeconómico de los obispos de Canarias durante el Antiguo Régimen (1556-1834) |
Autor principal | Barrio Gozalo, Maximiliano |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 48 |
Sección | Economía |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2002 |
Páginas | p. 413-481 |
Materias | Obispos ; Nivel social ; Antiguo Régimen ; Historia ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 264771 Bytes |
Texto | E C O N O M Í A Núm. 48 (2002) 413 68 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN (1556-1834) * P O R MAXIMILIANO BARRIO GOZALO En una sociedad profundamente sacralizada, como es la del antiguo régimen, la figura del obispo adquiere gran importan-cia histórica, porque constituye una de las elites más poderosa del obispado. No sólo es el responsable de fomentar y controlar la vida religiosa de sus diocesanos, sino también de imbuirles el respeto a las autoridades constituidas, tanto eclesiásticas como civiles. Además, el prestigio religioso y social del prelado va acompañado de un gran potencial económico, de forma que su status y estilo de vida le sitúan entre los primeros privilegiados de las islas Canarias. * En este estudio se utilizan las abreviaturas siguientes: AGS = Archivo General de Simancas; AHN = Archivo Histórico Nacional, Madrid; ASV = Archivo Secreto Vaticano; AN Madrid = Archivo de la Nunciatura de Ma-drid; PC = Procesos Consistoriales; AC = Acta Camerarii; AM = Acta Misce-lánea; AV = Acta Vicecancellarii; AEESS = Archivo de la Embajada de España ante la Santa Sede, depositado actualmente en el Archivo de Asun-tos Exteriores, Madrid; AHDC = Archivo Histórico Diocesano de Canarias; BEESS = Biblioteca de la Embajada de España ante la Santa Sede, depo-sitada en la Biblioteca de la Iglesia Nacional de España en Roma; y BN = Biblioteca Nacional, Madrid MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 En las páginas siguientes, dedicadas a estudiar los aspectos socio-económicos de los obispos que rigen la diócesis de Cana-rias durante el largo periodo de 1556-1834, antepondré unas líneas para trazar una visión general del espacio diocesano y de su población que nos ayuden a comprender mejor los ámbitos social y económico 1. 1. ESPACIO DIOCESANO Y POBLACIÓN El año 1404 se crea la primera diócesis de las Islas Cana-rias: San Marcial de Rubicón, con sede en la isla de Lanzarote. A finales del mismo siglo, en 1483, Sixto IV transfiere la sede a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con el titulo de obis-pado de Canarias. Desde esta fecha hasta el año 1818, que se erige el obispado de Tenerife, la diócesis canaria abarca las sie-te islas: Tenerife, Gran Canaria, La Palma, Fuerteventura, Lanzarote, La Gomera y El Hierro, con una extensión aproxi-mada de 7.458 kilómetros cuadrados 2, y es sufragánea de Se-villa. El año 1590 el obispo Suárez de Figueroa describe las siete islas que constituyen la diócesis de esta forma tan sencilla: La principal se llama Canaria y es la más noble de las siete e in-cluso la más abundante. «Tendrá dieciocho leguas de largo, está poblada menos de la mitad y sólo se cultivan seis leguas. Tiene unos tres mil vecinos; es montuosa y de malos caminos, y tiene muchas aguas y buenas». En la ciudad de Las Palmas está la iglesia catedral, que tiene hoy ocho dignidades, dieciséis canó-nigos y doce racioneros, más ocho capellanes de coro y otros clérigos y mozos de coro, el tribunal de la Inquisición y la real 1 Este trabajo completa y enriquece la aportación que presenté al Colo-quio sobre Canarias y el Atlántico (1580-1648): M. BARRIO GOZALO, «Los obispos de Canarias (1580-1648). Aspectos socio-económicos de una elite de poder», en A. DE BÉTHENCOURT (coord.), IV Centenario del ataque de Van der Does a las Palmas de Gran Canaria (1999), Las Palmas de Gran Canaria 2001, pp. 627-649. 2 Esta es la superficie que el Instituto Geográfico Catastral adjudica a las Islas Canarias. Núm. 48 (2002) 415 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 3 Audiencia. La segunda se llama Tenerife y es más grande y más rica de pan y vino. Tiene más de veinte leguas de largo y están pobladas las cuatro de ellas por unos seis mil vecinos. Es montuosa, de caminos arduos y peligrosos. La tercera se llama La Palma, que es muy buena y solía ser muy rica de vino y azúcar. Tiene dieciséis leguas de largo y está poblada en su ter-cera parte por unos tres mil vecinos. Es montuosa y de ásperos caminos. Estas tres islas son del rey católico, que tiene el dere-cho de patronato y presentación de todas las prebendas, canon-jías y beneficios eclesiásticos que hay en ellas. Las otras cuatro islas son de jurisdicción señorial. La Gomera pertenece al conde del mismo nombre. Tiene doce leguas de lar-go y unos quinientos vecinos. Es muy montañosa y produce algunos frutos de pan y vino, ganados, azúcar y seda. La isla del Hierro también es del señorío del conde de la Gomera, tiene unas diez leguas de largo y está poco poblada, pues en toda ella habrá cuatrocientos vecinos. Es montuosa y fértil para el ganado. En ella está aquel árbol del que tantos han escrito que la gente y el ganado se sustentaba del agua que destilaba por las hojas. Yo lo vi —dice el obispo—, y al pie de él mucha cantidad de agua, pero no le vi destilar. Dicen los vecinos que sí se sus-tentan de aquel agua los veranos y otoños secos, dando por medida a cada vecino lo que ha menester para un día, y hay guardas en esta agua, y dicen que muchas veces se gasta toda y destila tanto el árbol aquella noche que hay harta agua para otro día. Su destilar es en verano con una nuve que se le pone encima. El árbol se llama Til, es odífero, aromático, es muy fresco y las hojas como castaño. Hay otras dos islas. La una se llama Lanzarote y pertenece al marqués del mismo nombre. Tiene unas diez leguas de largo y unos trescientos vecinos. Es muy fértil de pan y ganado caprino y camellos. La otra se llama Fuerteventura y pertenece al mismo marqués. Tiene treinta leguas de largo y unos trescientos veci-nos. Tiene mucho ganado caprino, camellos y asnillos silvestres 3. 3 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 13: Relación que el obispo de Canarias da a S. S. de la visita que ha hecho a su obispado los años 1588 y 1590. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 416 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 Las relaciones que los obispos envían a Roma en los años siguientes muestran la evolución que se va produciendo en las islas y en la organización pastoral de la diócesis. En 1688 el prelado recalca la importancia de Tenerife, la isla más populosa y principal. De ordinario reside en ella el capitán general y go-bernador de todas las islas, y a ella concurre todo el comercio de los puertos del norte y demás ciudades. Tiene una sola ciu-dad, que se llama San Cristóbal o La Laguna. Después de ella está la de Canaria, que tiene mucho menos población y dos ciu-dades: Las Palmas y Telde. En la primera está la iglesia cate-dral y el palacio episcopal, los tribunales de la Inquisición y Cruzada, la real Audiencia y su presidente, que es el capitán general, aunque no reside allí, y el ayuntamiento del regimien-to y cabildo secular de toda la isla 4. En la relación de 1744 el prelado describe los desastrosos efectos que causó el volcán que estalló en la isla de Lanzarote el primero de septiembre de 1730. La isla de Lanzarote —dice el obispo— era antes la más llana y una de las más abundantes de granos y ganados, de suerte que se socorrían y participaban de su abundan-cia las demás islas, pero ahora después del furioso volcán, que ha padecido por espacio de más de cinco años, ha quedado por partes montuosa y toda ella muy asolada, o por el fuego del volcán que abrasó una tercera parte de su terreno o por las muchas piedras y arena que vomitó el volcán, el cual reventó el día primero de septiembre de 1730 con un gran temblor de tierra y tanto estruendo que aun en la isla de Canaria, que dista 40 leguas causó tanto es-panto que muchos religiosos celosos sin saber la causa de tan gran temblor salían por las calles predicando peniten-cia (...). Vomitaban cinco bocas muchas piedras y peñas, que en el aire se hacían pedazos dando grandes estallidos, y tanta cantidad de arena que inundó toda la isla y por su mucha abundancia a mediodía impidió la luz y resplandor del sol, y fue preciso a los pocos moradores que quedaron alumbrarse con luz artificial, y cubrió trece lugares dejan-do las casas enterradas en ella como hoy están. Por la tie-rra se esparcieron diferentes ríos de fuego que abrasaron y consumieron diez lugares con su territorio, los mejores y más fértiles, que será la tercera parte de la isla, dejándolos 4 Ibídem, ff. 141-147. Núm. 48 (2002) 417 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 5 inhábiles para siempre, porque la tierra quedó y se conser-va como la escoria del hierro quemado (...). Finalmente el 16 de abril de 1736 levantó Dios la mano a tanto castigo y se apagó el volcán, y luego empezaron los moradores a volver a su patria, aunque no todos a sus casas y lugares por haberlos hallado consumidos de fuego o tapado de arena 5. Por último, en 1749 ofrece una descripción preciosa de la situación demográfica y de su organización parroquial. La dió-cesis tiene 564 poblaciones o pagos, 74 parroquias, 52 benefi-cios colativos que provee el rey a consulta del obispo, 40 cura-tos amovibles que provee el prelado, algunos el cabildo y otros los mismos beneficiados, «porque son sus tenientes y sirven en ayudas de parroquia». El clero secular está constituido por 92 párrocos, entre beneficiados y curas, 372 clérigos ordenados in sacris y 44 beneficiados de la catedral (8 dignidades, 16 canóni-gos, 12 racioneros y 8 capellanes), que en total suman 508 clé-rigos seculares. El clero regular también es numeroso. Los reli-giosos tienen 44 casas y 936 miembros distribuidos de la forma siguiente: veinte conventos de franciscanos con 468 frailes, tre-ce de dominicos con 251, ocho de agustinos con 203 y tres ca-sas de jesuitas con 14 miembros. Los conventos de monjas son quince y las religiosas de velo negro 746. En total la población eclesiástica de la diócesis asciende a 2.190 miembros 6. La diócesis canaria abarca las siete islas hasta principios del siglo XIX, en que se crea el obispado de Tenerife. Pero ya en 1786 el ayuntamiento de La Laguna plantea la necesidad de dividir la diócesis canaria y crear otra en Tenerife, aunque hay que es-perar a las Cortes de Cádiz para que el proyecto comience a ha-cerse realidad. Los representantes tinerfeños presentaron la pro-puesta de crear un nuevo obispado en las islas, que dio como resultado la instrucción de un expediente que pasó a consulta del Consejo de Castilla. Pese a la oposición de los cabildos cate- 5 Ibídem, f. 291. 6 Ibídem, f. 325. En el número de los clérigos seculares no se incluye a los cuatro inquisidores, ni a los capellanes y familiares del obispo. Este prelado, Francisco Guillén, en los ocho primeros años de su pontificado ordenó a 226 subdiáconos, 222 diáconos y 211 presbíteros. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 418 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 dral y secular de Gran Canaria, el papa Pío VII erige la diócesis nivariense (1-II-1818), señalando como sede episcopal la parro-quia de Nuestra Señora de los Remedios de la ciudad de San Cristóbal de la Laguna, quedando sometida a la metrópoli de Sevilla. El 27 de agosto de 1819 Fernando VII confirma la erec-ción y se desgajan de la diócesis canaria las cuatro islas occi-dentales: Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro 7. El conocimiento de la evolución de la población canaria se ve facilitado por la abundancia relativa de estadísticas existen-tes 8. Aunque las islas Canarias no se incluyen en los vecinda-rios de carácter fiscal que se hacen en Castilla durante el si-glo XVI, la relación de vecinos que la curia episcopal envía a la Cámara en 1587 9 y el vecindario de Valcárcel, fechado en torno a 1589 10 permiten aproximarnos al volumen de la población ca-naria a finales del siglo XVI, pues cruzando los datos de ambos se rellenan casi todas las lagunas existentes en cada uno de ellos. El vacío de información gubernamental que se registra en el siglo XVII se suple con creces con la rica documentación que hay de carácter eclesiástico. Para 1629 existe un vecindario, inclui- 7 M. F. NÚÑEZ MUÑOZ, «La diócesis de Tenerife. Apuntes para su histo-ria », Revista de Historia de Canarias, 171 (1979), pp. 33-72; 172 (1980), pp. 119-154; y 173 (1983), pp. 56-88. 8 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Fuentes y principales problemas metodo-lógicos de la demografía histórica de Canarias», Anuario de Estudios Atlán-ticos, 34 (1988), pp. 51-157, analiza los recuentos de población existen-tes y hace una valoración de cada uno de ellos, y es a quien sigo en estas líneas. 9 En la relación que la curia episcopal envía a la Cámara el 6 de mayo de 1587 (AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136) afirma que en las islas hay 45 pilas y 7.741 vecinos. Domínguez Ortiz (La sociedad española en el si-glo XVII, I, Madrid 1963, p. 352) cree esta cifra fidedigna, siempre que se sume la gente de guerra, los extranjeros, el clero y, sobre todo, los numero-sos esclavos infieles, con lo cual el total de habitantes podía elevarse a 50.000 personas. A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias y la crisis del si-glo XVII. La singularidad isleña», Revista de Historia de Canarias, 176 (1992), p. 247, afirma que la población de Canarias en 1590 sube a 52.133 habitantes. 10 E. MARCO DORTA, «Descripción de las Islas Canarias, hecha en virtud del mandato de S. M. por un tío del licenciado Valcárcel», Revista de His-toria Canaria, 19 (1943), pp. 197-204. Núm. 48 (2002) 419 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 7 do en las sinodales del obispo Cámara y Murga11, y para los años 1676-1688 están las relaciones de la población del obispado, ela-boradas por el obispo García Jiménez, en las que se especifica, lugar por lugar, las casas o vecinos, el total de personas, las de confesión y comunión, los bautizados y los difuntos 12, lo que nos permite conocer el volumen de la población y su estructura. Para el siglo XVIII se cuenta con un buen número de recuen-tos de población. En la primera mitad del siglo hay que desta-car dos de carácter eclesiástico: el vecindario incluido en las sinodales del obispo Dávila de 1733 13 y, sobre todo, los recuen-tos de vecinos y personas de la diócesis del obispo Guillén refe-ridos a los años 1742-1745 en que visita las siete islas del obis-pado. En el informe que envía a Roma en 1745 afirma que la diócesis tiene 565 poblaciones, 74 parroquias, 31.869 familias, 136.092 personas y 28.731 hombres de armas, distribuidos de la forma siguiente 14: 1742 G. Canaria 172 15 8.720 33.764 4.394 1744 Fuerteventura 33 3 1.653 7.382 1.956 1744 Lanzarote 38 3 1.627 7.210 1.811 1744 Tenerife 192 33 13.624 60.218 15.190 1745 La Palma 50 13 3.874 17.580 3.148 1745 La Gomera 49 6 1.515 6.251 1.525 1745 El Hierro 31 1 856 3.687 698 TOTAL 565 74 31.869 136.092 28.731 Año Isla Poblaciones Parroquias Familias Personas H. Armas A mediados del siglo, aunque Canarias no se incluyó en el catastro de Ensenada, por su especial régimen fiscal, se realiza un computo de la población en 1755 por orden real 15. Y por fin, 11 C. de la CÁMARA Y MURGA, Constituciones sinodales del obispado de Canarias, Madrid 1631, pp. 310-312. 12 J. SÁNCHEZ HERRERO, «La población de las Islas Canarias en la segun-da mitad del siglo XVII (1676-1688)», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), pp. 237-415. 13 P. DÁVILA Y CÁRDENAS, Constituciones y nuevas adicciones sinodales del obispado de Canarias, Madrid 1737. 14 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 325. 15 BN, m. 2785. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 420 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 los tres censos generales del último tercio del siglo (1768, 1787 y 1797) incluyen ya a Canarias 16. El siglo XIX se inicia con buen pie en Canarias, gracias a la estadística de población que reali-za el comisionado regio Escolar Serrano en 1802 17, pero luego las cifras que aportan los censos de 1822, 1824 y 1833 son con-tradictorias y dispares. A pesar de los problemas que plantean los recuentos de po-blación mencionados y la diferente fiabilidad de los mismos, lo importante es que permiten aproximarnos a la realidad demo-gráfica de Canarias y, en consecuencia, afirmar que durante el antiguo régimen su población aumenta considerablemente a pesar de las crisis que se suceden y la emigración a América (ver cuadro 1). Durante los siglos XVII y XVIII los efectivos humanos se triplican ampliamente, pues los 52.000 habitantes de 1587 suben a 192.000 en 1802. En el primer tercio del siglo XIX pare-ce que continúa la dinámica alcista, pero las cifras que ofrecen los censos son tan contradictorias que es difícil precisar la cuan-tía del crecimiento demográfico 18. 1590 52.133 7,0 100,0 1676 93.108 12,5 178,6 1688 105.375 14,1 202,1 1733 126.384 16,9 242,4 1757 153.723 20,6 294,8 1787 168.328 22,6 322,8 1797 173.865 23,3 333,5 1802 192.189 25,8 386,6 CUADRO 1 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE LA DIÓCESIS CANARIA Año Habitantes Densidad Índice 16 Los datos de estos censos se encuentran publicados en los resúmenes provinciales de los censos de Floridablanca y Godoy, y también en F. JIMÉNEZ DE GREGORIO, «La población de las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVIII», Anuario de Estudios Atlánticos, 14 (1968), pp. 127-175. 17 Arch. Museo Canario: Descripción topográfica, geográfica y militar de las Islas Canarias, ms. 18 Un censo de 1822 señala 215.106 habitantes, pero otro de 1824 sólo registra 200.534, e igual distorsión se observa en 1833, pues un recuento Núm. 48 (2002) 421 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 9 En el siglo XVI y buena parte del XVII la vitalidad del comer-cio exterior propicia un importante crecimiento de la población, que se caracteriza por un saldo vegetativo favorecido por una persistente corriente inmigratoria y por una incidencia limitada de las crisis de mortalidad. Y esto explica que la tasa anual del crecimiento de la población entre 1587 y 1688 se sitúe en torno al 0,75 por 100. Sin embargo, la ruina del comercio que se pro-duce en la segunda mitad del siglo XVII introduce cambios sus-tanciales en el proceso demográfico con la desaparición de la corriente inmigratoria y, a partir de 1680, con el incremento de las crisis de mortalidad. Crece la pobreza y la miseria y en 1678 la corona concede a los naturales libertad para emigrar a las Indias 19. En el siglo XVIII el crecimiento de la población depende del saldo vegetativo que se va acumulando anualmente, favorecido por la elevada natalidad y contrarrestado por la casi ininterrum-pida emigración a América. Las estadísticas más fiables indican una tasa de crecimiento anual del 0,50 por 100, si bien esta tasa no es uniforme para todas las islas. Pues mientras la población del Hierro permanece estancada y la de Tenerife presenta un ritmo de crecimiento muy bajo, las otras islas superan amplia-mente la tasa, lo que podría explicarse porque el destino de la mayor parte de las familias pobres de Tenerife no fueron a las Indias sino a las otras islas, originando así un reajuste en la dis-tribución población de las diferentes islas 20, como se puede ob-servar al comparar la densidad de población de las distintas is-las en 1688 y 1787: indica 233.789 y otro del mismo año reduce la población de las islas a 199.950 habitantes. Cfr. A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Fuentes para el estudio de la población...», p. 91. 19 A.M. MACÍAS HERNÁNDEZ, La migración canaria, 1500-1980, Oviedo 1992, y también «Canarias y la crisis del del siglo XVII...», pp. 188-202. 20 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias en el siglo XVIII: Una sociedad en crisis», en España en el siglo XVIII. Homenaje a Pierre Vilar, Barcelona 1985, pp. 417-419. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 422 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 Esta población se halla distribuida en diferentes parroquias, cuyo número es de 45 en 1587, «diecinueve son beneficios cu-rados que ponen los prelados y así son amovibles, y los veinti-séis restantes son beneficios por elección de los cabildos y con-firmación de S. M.» 21. A mediados del siglo XVIII las parroquias suben ya a 75 y su distribución refleja de alguna manera la evolución demográfica y económica de las islas. Según los da-tos que Antonio Bethencourt ofrece para mediados del setecien-tos, el número de habitantes por parroquia es relativamente bajo en La Gomera, mediano en La Palma, Tenerife y Fuerte-ventura y alto en Gran Canaria, Lanzarote y El Hierro 22. 2. ASPECTOS SOCIALES En nuestros días existe una verdadera corriente historio-gráfica orientada al estudio de los integrantes de una institu-ción, desde una perspectiva fundamentalmente social, reunien-do el máximo de información posible sobre los titulares que ocupan los diversos cargos: datos de naturaleza familiar, cultu-ral, religiosa, política y económica, a fin de trazar una biogra- Islas 1688 1787 Tenerife 25,4 30,1 Gran Canaria 14,4 31,9 La Palma 20,3 33,6 Fuerteventura 2,3 6,4 Lanzarote 5,2 14,8 La Gomera 12,5 18,6 El Hierro 13,8 13,2 Archipiélago 14,1 22,5 21 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136. Curia episcopal de Canarias a la Cámara, 6 mayo 1585. 22 A. BÉTHENCOURT MASSIEU, «Evolución de las jurisdicciones parro-quiales de Fuerteventura durante el siglo XVIII», Revista de Historia Cana-ria, 170 (1976), p. 11. Núm. 48 (2002) 423 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 11 fía colectiva que permita aproximarnos a una sociología retros-pectiva de un determinado grupo social. Esto se ha traducido en la publicación de bastantes estudios sobre los diferentes gru-pos sociales, entre ellos del clero 23, de forma que este grupo social ya no es un desconocido, como afirmaba Fernández Díaz en 1990 24. Es verdad que todavía falta mucho por hacer y, por esta razón, dedicaré las páginas de este estudio a aportar un poco de luz sobre los aspectos socio-económicos de los obispos que rigen la diócesis de Canarias durante los años 1556-1834, puesto que el poder económico, social, religioso, cultural y, a veces, también político que detentan les convierte en una de las elites más poderosas del obispado, que es lo mismo que decir de las Islas Canarias. 2.1. Las fuentes Las fuentes que posibilitan el estudio sociológico de los obis-pos de Canarias durante este periodo se encuentran fundamen-talmente en el Archivo Secreto Vaticano, en el de Simancas y en el Histórico Nacional de Madrid. Las distintas series del fon-do Consistorial del Archivo Vaticano, sobre todo las de Procesos 23 Entre los publicados sobre la jerarquía eclesiástica en la época mo-derna se pueden citar los de M. BARRIO GOZALO, «Perfil socio-económico de una elite de poder. Los obispos de Castilla la Vieja, 1600-1840», Anthologica Annua, 28-29 (1981-82), pp. 71-138; «Perfil..., II. Los obispos del reino de León, 1600-1840», ibídem, 30-31 (1983-84), pp. 209-294; «Per-fil..., III. Los obispos del reino de Galicia, 1600-1840», ibídem, 32 (1985), pp. 11-107; «Perfil..., IV. Los obispos de Castilla la Nueva y Extremadura, 1600-1840», ibídem, 33 (1986), pp. 159-302; «Perfil..., V. Los obispos de Andalucía, 1600-1840», ibídem, 34 (1987), pp. 11-188; «Perfil..., VI. Los obispos de Pamplona, 1556-1834», ibídem, 38 (1991), pp. 43-106; «Perfil..., VII. Los obispos de Cartagena-Murcia, 1556-1834», ibídem, 39 (1992), pp. 103-166; «Perfil... Los obispos del reino de Aragón, 1556-1834», ibídem, 43 (1996), pp. 107-211; y «La economía de los obispos en la España del Antiguo Régimen, 1556-1834», en Fra Spazio e Tempo. Studi in onore di Luigi De Rosa, I, Napoli 1995, pp. 33-57. 24 R. FERNÁNDEZ DÍAZ, «La clerecía catalana en el Setecientos», en Esglèsia i societat a la Catalunya del s. XVIII, I, Cervera 1990, pp. 23-118. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 424 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 Consistoriales 25, Acta Camerarii 26 y Acta Miscelanea 27 ofrecen in-formación sobre los aspectos sociológicos. Los procesos informativos son una de las fuentes más ricas para estudiar la sociología de los obispos y, a partir del concilio de Trento, se fue precisando cada vez más la normativa sobre la manera de instruirlos 28. El proceso consta de dos interro-gatorios sobre los que debían declarar tres testigos «en serie y por extenso, sin que se admitan las solas afirmaciones o nega-ciones en forma concisa y lacónica». El primero, que es el que ahora nos interesa, consta de trece preguntas y versa sobre las calidades personales del electo: edad, padres, lugar de nacimien-to, grados académicos, cargos desempeñados, costumbres, etc. La serie de Acta Camerarii está constituida por actas consis-toriales de carácter oficial, es decir, notas oficiales sobre los con-sistorios públicos y secretos en los que se hace la presentación y nombramiento del electo para una determinada diócesis. A pe-sar de su brevedad, estas notas aportan interesantes datos his-tóricos. Primero, indican la fecha exacta de la confirmación de los obispos y, por tanto, permiten saber con precisión el día de su promoción; y segundo, informan de los cardenales protecto-res o relatores que hacen la propuesta en el consistorio, de la edad y profesión del electo, diócesis a que pertenece, cargo que desempeña, grados académicos, nombre del obispo predecesor, causa de la vacante, cargas y pensiones que se le imponen, etc. La serie de Acta Miscelanea es una colección de documentos consistoriales, pero sin carácter oficial alguno. Generalmente son extractos y copias de las Acta Camerarii y de Acta Vicen-cancellarii 29, hechos con diversos fines. 25 ASV, Arch. Concist., PC, vols. 17, ff. 170-185; 23, ff. 683-696; 33, ff. 663-669; 48, ff. 488-499; 57, ff. 476-492; 63, ff. 207-222; 99, ff. 80-94; 103, ff. 136-149; 110, ff. 122-135; 117, 120-129; 125; ff. 67-81; 139, ff. 48-56; 157, ff. 93-104; 167, ff. 84-94; 185, ff. 212-220; 193, ff. 64-72; 200, ff. 45-51; 221, ff. 195-202; 223, ff. 25-30; 225, ff. 118-123; y 234, ff. 120-123. 26 Ibídem, AC, vols. 10-56. 27 Ibídem, AM, vols. 97 y 98. 28 Información sobre los procesos en R. RITZLER, «Procesos informati-vos de los obispos de España y sus dominios en el Archivo Vaticano», Anthologica Annua, 4 (1956), pp. 466-474. 29 Estas, al igual que las Acta Camerarii, son documentos consistoriales Núm. 48 (2002) 425 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 13 También hay que hacer mención a las consultas de la Cá-mara de Castilla relativas a la presentación de los obispos de Canarias que se conservan en el Archivo Histórico Nacional 30, pues ponen de relieve el criterio que las informaba y, normal-mente, ofrecen un breve «curriculum vitae» de los propuestos, aparte de revelarnos la importancia que se concedía al factor económico en las provisiones. Por último, hay que hacer alusión a los volúmenes de Hierarchia Catholica 31, que toma la mayor parte de los datos que ofrece del citado fondo consistorial del Archivo Vaticano, al episcopologio canario 32 y a las historias locales 33, así como a la múltiple y rica documentación que se custodia en los archivos diocesano y catedral de Canarias y Tenerife. En las páginas si-guientes, sin embargo, me atendré de forma prioritaria a los datos que aporta la documentación vaticana, completada y en-riquecida en algunos casos con otros aportes documentales y bibliográficos. 2.2. La carrera episcopal La similitud de origen y formación presta a este grupo una notable homogeneidad, patente en las biografías de los prelados, que parecen calcadas por un mismo patrón. Los provenientes del clero secular, después de estudiar gramática en su villa o ciudad natal, acuden a la universidad y obtienen beca en un de carácter oficial, que han sido redactados bajo la vigilancia del Vice-canciller. Para los años 1560-1632 se encuentran en ASV, Arch. Concist., AV, vols. 14-18. 30 AHN, Consejos, libros 1-124, y legs. 15.194-15.227 y 16.898. Tam-bién hay algunas en AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 6, 7 y 136. 31 Hierarchia Catholica Medi et Recentioris Aevi, III (153-1592), Monasterii 1923; y IV (1592-1667), Monasterii 1935; V (1667-1730), Patavii 1952; VI (1730-1799), Patavii 1958; y VII (1800-1846), Pata-vii 1968. 32 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias y Rubicón, Ma-drid 1997. 33 J. VIERA, Noticias de la Historia General de las Islas de Canarias, Ma-drid 1776 (reimp. Santa Cruz de Tenerife 1982). MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 426 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 colegio; si se trata de uno de los colegios mayores su suerte está asegurada, pues su poder era indiscutible. Del colegio muchos pasan al disfrute de alguna prebenda en los cabildos catedrales o colegiales, y otros buscan acomodo en la burocracia civil (oidores, fiscales, consejeros, etc.) o en la eclesiástica (provisor y vicario general, auditor, etc.) para dar el salto después a una mitra. Los que proceden del clero regular comportan algunas diferencias, aunque por lo general los electos son seleccionados entre los que han cursado estudios superiores en la universidad o en los centros de su religión, han ejercido la docencia o han desempeñado cargos de gobierno en su religión. La carrera episcopal, por tanto, constituía un auténtico cursus honorum, en el que se ingresaba generalmente por una diócesis pobre y se ascendía por antigüedad y méritos a las más ricas o apetecibles. Sólo personas de la primera nobleza o ex-cepcionales comenzaban su carrera por una de las primeras mitras. De esta forma, la esperanza de ascenso era uno de los motivos de más peso para tratar de mantenerse en la gracia de la corona, pues los monarcas, a pesar de tener en cuenta los aspectos espirituales, no por eso dejaron de valorar los aspectos económicos anejos a la designación o traslado de los titulares de las mitras, manejando los nombramientos como instrumen-tos de su política estatal. Aunque entre los obispos que, en algún momento del perio-do estudiado, rigen la diócesis de Canarias no se encuentran carreras tan fulgurantes como las que se observan en Toledo o Sevilla 34, si que se hallan algunos casos que conviene resaltar. Por una parte, para observar como el cursus se suele traducir en una mejora del nivel económico y, por otra, para descubrir las interrelaciones que, al menos durante los Austrias, existen entre burocracia civil y eclesiástica 35. Un ejemplo del primer caso sería Francisco Martínez de Ce-niceros (1597-1607), que nace en el pueblo riojano de Cenicero 34 M. BARRIO GOZALO, «Perfil..., IV: Los obispos de Castilla la Nueva y Extremadura...», pp. 213-214; y «V: Los obispos de Andalucía...», pp. 74-77. 35 M. BARRIO GOZALO, «Rasgos burgueses en la jerarquía eclesiástica española, 1556-1834», en La Burguesía española en la Edad Moderna, I, Valladolid, 1996, pp. 163-181, analiza esta interrelación. Núm. 48 (2002) 427 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 15 en el seno de una familia de la pequeña nobleza. Después de estudiar las primeras letras y gramática, consigue beca en uno de los colegios mayores de Alcalá y cursa los estudios de teolo-gía, aunque luego se traslada a Salamanca donde se gradúa de doctor y obtiene una cátedra en dicha facultad. Por fin, el 14 de abril de 1597 ingresa en la carrera episcopal, al ser nombra-do obispo de Canarias 36. Diez años después (13-VIII-1607) pro-mueve a la sede de Cartagena 37 y posteriormente, el 3 de agos-to de 1615, a la de Jaén 38. Como consecuencia de estos traslados, las rentas de Martínez de Ceniceros se multiplican casi por tres, pues los 15.000 ducados que renta la mitra de Canarias, suben a 28.000 en Cartagena y a 40.000 en Jaén. La interrelación entre burocracia eclesiástica y civil se puede apreciar perfectamente en el cursus de Antonio Corrionero. Nace en el pueblo salmantino de Babilafuente hacia el año 1554 de padres labradores pertenecientes a la baja nobleza. Estudia en las universidades de Salamanca, Oñate y Valladolid, donde dis-fruta una beca en el Colegio Mayor de Santa Cruz. En esta universidad se doctora en ambos derechos y regenta una cáte-dra, aunque por poco tiempo. Marcha a Cuenca para desempe-ñar el cargo de vicario general y provisor de su obispado, luego consigue una plaza de oidor en la Chancillería de Granada y después en la de Valladolid, promoviendo más tarde a regente en la Audiencia de Sevilla. «Hombre de singular ingenio y pe-netración, teólogo admirable y muy sabio en la historia de la Iglesia y en las buenas letras» 39, se ordena de presbítero en Se-villa y Felipe III premia su mérito en el manejo de estos empleos presentándole al obispado de Canarias. Confirmado su nombra-miento en el consistorio de 6 de octubre de 1614 40, pastorea la iglesia canaria durante seis años y el 17 de mayo de 1621 pro-mueve a la más apetecible de Salamanca, donde muere el 4 de abril de 1633. 36 ASV, Arch. Concist, AM, vol.. 97, f. 260. 37 Ibídem, AC, vol.14, f. 72. 38 Ibídem, AC, vol. 15, f. 16. 39 D. de TORRES VILLARROEL, Noticias de las virtudes medicinales de las aguas minerales de la fuente del Caño de Babilafuente, Salamanca 1903. 40 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 14, f. 274. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 2.2.1. Criterios de selección Desde que el papa Inocencio VIII concedió a los Reyes Cató-licos en 1486 el derecho de presentación de personas idóneas a las iglesias del reino de Granada y de Canarias 41, y Adriano VI lo hizo extensible en 1523 a todas las iglesias de las coronas de Castilla y Aragón, los monarcas obtuvieron el control de las personas que iban a ser pastores y señores de los obispados, premiándoles con el traslado a mitras más rentables o cómodas si su actuación se ajustaba a los dictámenes de la corona o dejándoles transcurrir sus días en la sede que ocupaban. La provisión del obispado de Canarias durante el antiguo régimen discurrió, en líneas generales, por los cauces que mar-caron los Reyes Católicos y Felipe II 42, si bien es verdad que la tendencia a considerar al obispo como un agente gubernamental del que se esperaba que fuese no sólo un celoso pastor sino tam-bién un auxiliar político que exhortara al pueblo a la obediencia, se reforzó con el conde-duque de Olivares y con los monarcas de la segunda mitad del siglo XVIII, acentuándose aún más en los años 1814-1833 43. Esto determinó que el factor político, entendi-do en un sentido muy general, aparezca como el componente esencial de los nombramientos que se llevan a cabo en los últi-mos años del antiguo régimen, hasta el punto que su constata-ción hace exclamar al nuncio Tiberi en 1829 que en España «si consideranno i prelati quasi publici funcionari; si da loro il passaggio quasi ricompensa e si ha vista maggior rendita»44. 41 J. PERAZA DE AYALA, «El real patronato de Canarias». Anuario de His-toria del Derecho Español, 30 (1960), pp. 113-174. 42 Instrucción que debe observar la Cámara en las consultas para la pro-visión de prelacías (...) de 6 de enero de 1588, que pasó a integrar la ley 11, tít. 17, libro I de la Novísima Recopilación. 43 M. BARRIO GOZALO, «La política vaticana y el nombramiento de obis-pos en España al final del antiguo régimen (1814-1824)», en Liberalisme Chrétien et Catholicisme Liberal en Espagne, France et Italie dans la premier moitie du XIXe siècle, Aix-en-Provence, Publications Université Provence, 1989, pp. 175-200. 44 ASV, Segr. Stato. Ep. Moderna, 249 (1827-30), vol. 466: Tiberi a Albani. Madrid 24 diciembre 1829. Núm. 48 (2002) 429 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 17 Es verdad que el cabildo catedral de Canarias pide al monar-ca en diferentes ocasiones que nombre prelado que tenga edad competente y sea robusto para afrontar los trabajos, que sea caritativo y se preocupe del bien de sus feligreses y que haga la visita a todas las islas. Por ejemplo, el año 1614 piden que nom-bre un prelado en el que concurran estas calidades: Lo primero y más importante, que no sea de mucha edad, sino robusto y para trabajar, porque por nuestros pecados hay muchos lugares que habrá cincuenta años que no ha entrado en ellos prelado, ni se ha hecho visita ni confir-mación. Lo segundo, que no sólo sea caritativo, sino que casi sea en él naturaleza serlo, porque como les parece que hacen mucho en pasar allá, los más son la misma avaricia, por-que con el deseo que tienen de volver a su patria todo es ahorrar, y como este vicio cuanto más adelante se hace mayor, se ha entendido de algunos que han traído más de 200.000 ducados, dejando perecer a los pobres y a los na-turales escandalizados, y a muchas naciones extranjeras que tratan y contratan en las islas con muy mal ejemplo. Y es con tanto extremo esto, que desde que se fundó la Iglesia no se hallará que en ella se haya hecho una obra pía, ni colegio o seminario, ni otra cosa del servicio de Dios. Tanto que, habiéndose quemado las casas episcopales, que eran muy buenas y de mucha autoridad, que con muy poco se pudieran remediar, las han dejado hundir de todo punto por no gastar cuatro maravedíes, alquilando casa, porque allí están de paso, sin atender a hacer la visita ni otras cosas a que están obligados, que ha muchísimos años que no se ha visto otra visita sino la de D. Francisco Martínez y esa por su edad no la pudo acabar. Y tercero, por ver cuanto importa que luego el obispo haga la visita de todas las islas y, de paso, confirme a to-dos, y que esto, por ser cosa de trabajo por la navegación, no la ha de hacer sino persona de satisfacción y que le duela mucho ver esto 45. 45 AHN, Consejos, leg. 15.213: Cabildo catedral de Canarias a S. M. Año 1614. Consecuencia de esta representación, fue la consulta de la Cámara de 13 de abril de 1614, que analizó la carta del cabildo y propuso para obis-po de Canarias, en primer lugar, a don Antonio Corrionero, que fue nom-brado por el monarca y confirmado por Roma el 6 de octubre de 1614. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 430 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS La provisión tenía que recorrer un largo camino diplomáti-co hasta hacerse efectiva. Designada la persona por el rey, se entablaba un proceso informativo sobre las cualidades y capaci-dades del electo (lugar de nacimiento, padres, edad, órdenes sagradas que posee, vida, fama y costumbres, grados académi-cos, cargos desempeñados, etc.), y sobre el status ecclesiae, es decir, sobre la situación de la catedral, de la ciudad episcopal y de la diócesis. Acto seguido, se expedía al embajador en Roma un documento de presentación de tal persona para el obispado 46 con el fin de elevar la presentación a la curia romana, donde era examinada por el consistorio de cardenales. Aceptada la pro-visión en el consistorio, el provisto o su representante abonaba las tasas debidas y la curia expedía las bulas, que al obispo de Canarias le costaban unos 56.400 reales de vellón 47. Estas se remitían a la corte de Madrid y, desde allí, al interesado. Cum-plimentados por el electo los requisitos cortesanos, se libraban las cartas ejecutoriales para que las bulas tuvieran efecto y el nuevo obispo pudiera tomar posesión de la sede y entrar en posesión de las rentas de la mitra. Pero ¿la curia romana acepta siempre al candidato nombra-do por el monarca? Normalmente si. Hasta principios del si-glo XIX la norma general sólo se rompe en algunos casos con-cretos por razones de idoneidad o motivos políticos, pero en al-gunos momentos del primer tercio del XIX las excepciones se convierten casi en norma general 48. En la diócesis canaria úni-camente he encontrado un caso durante el Trienio liberal. Aunque la sede estaba vacante desde el 27 de septiembre de 1816 por muerte del obispo Verdugo, Fernando VII dejo pasar más de tres años sin nombrar sucesor por los problemas anejos 46 Estas reales cédulas de presentación se encuentran en el AEESS, legs. 1-11, 93-101, 250-274 y 673-707 (años 1556-1834). 47 La tasa nominal de las bulas de provisión se computaba en florines, pero la tasa real se pagaban en escudos de oro de Roma, de 15 julios cada uno. Su importe puede verse en la BEESS, ms, 368, ff. 233-242. La tasa nominal del obispado de Canarias era de 1.000 florines, pero la tasa real se elevaba a 2.000 escudos de oro de Roma, que suponen 56.320 reales de vellón. 48 Sobre este tema ver el trabajo de M. BARRIO GOZALO, «La política vaticana y el nombramiento de obispos...», pp. 175-200. 18 Núm. 48 (2002) 431 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 19 a la división de la diócesis con motivo de la creación del obispa-do de Tenerife. Cuando los liberales se hacen con el poder en marzo de 1820 aprovechan las vacantes episcopales para cubrir-las con sujetos afines a sus ideas, nombrando obispo de Cana-rias a finales de 1821 a don José Joaquín Pérez Necochea, ca-nónigo doctoral de la colegiata de San Ildefonso de la Granja. El nuncio Giustiniani, al tener noticia de la presentación, se apresura a decir a Roma que son pésimos los informes que tie-ne sobre el electo, «que parece reunir mucha ignorancia y per-versos principios» 49. Y un mes después completa el juicio nega-tivo que le merecía el nuevo obispo de Canarias con los informes que recibe del abad de la colegiata de San Ildefonso, del obispo de Segovia, «óptimos prelados y amigos míos», y del infante don Carlos. El primero dice «que el nuevo candidato profesa las más peligrosas doctrinas y una decidida aversión contra la Santa Sede, y que más que ascender y promover merecería descender y retroceder». El obispo de Segovia ratifica este juicio y don Carlos le redondea diciendo que «sus ideas políticas correspon-den a la religiosas, pues él es el corifeo del partido revoluciona-rio en la ciudad de San Ildefonso» 50. Ante estos informes Roma se negó a confirmar el nombramiento y Pérez Necochea no lle-gó ser obispo de Canarias. La sede canaria tuvo que esperar a que Fernando VII recuperase el poder para que nombrara nue-vo obispo a Manuel Morete, canónigo de Burgos, que fue con-firmado por Roma el 27 de septiembre de 1824 51, porque Giustiniani no encontró en su conducta nada que mancillara la pureza de los principios ni la moral, aunque afirma que es «de poco saber y propenso a los manejos de la corte» 52. 49 ASV, AN Madrid, caja 238, tít. III: Nuncio a Secretario de Estado. Madrid 31 diciembre 1821. 50 Ibídem. Madrid 31 enero 1822. 51 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 54, f. 313. 52 ASV, AN Madrid, caja 239: Nuncio a Secretario de Estado. Madrid 13 enero 1824. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 2.2.2. La edad de nombramiento Aunque el cabildo catedral de Canarias, cuando vaca la mi-tra, solicita reiteradamente a la Cámara que conviene al servi-cio de Dios y utilidad espiritual del obispado que el sucesor sea de edad competente y robusto para que pueda resistir el mucho trabajo de la visita pastoral, porque debe embarcarse muchas veces para hacerla y la tierra es muy fragosa y quebrada 53, no se observan diferencias importantes respecto a otras diócesis. El examen de la edad media a que son nombrados los obis-pos que rigen la diócesis de Canarias entre 1556 y 1834 mues-tra un rasgo a la vez normal e indicativo del tipo de cuerpo social al que hacemos referencia. Los seleccionados son hom-bres en plena madurez vital, «venerables ancianos» para la concepción de la época. Los 53 años, 3 meses y 17 días que se registran como media general en los casi tres siglos que anali-zamos, no deja lugar a dudas respecto a las condiciones de madurez y responsabilidad que se exigen a los que ocupan la sede episcopal. Esta afirmación se revalida aún más si se tienen en cuenta los juicios que las gentes de aquella época emiten sobre la concepción habitual respecto a la vejez, ya que para ellos «llegar a los 52 años era raro y le colocaba a uno en la venerable categoría de los ancianos» 54. Por otra parte, los hom-bres de la segunda mitad del setecientos no debían tener un criterio muy distinto cuando en la división por edades de la población censada situaban en el último tramo de la pirámide a todos los «de cincuenta años arriba» 55. Los datos del cuadro 2 muestran que la edad media indica-da experimenta un nivel de fluctuación relativamente bajo a lo largo de todo el periodo, con la excepción de los subperio-dos 1556-1599, que es muy baja (– 10,9 %), y 1800-1834, que 53 AHN, Consejos, leg. 16.994: Cabildo a Cámara. Las Palmas 31 mar-zo 1705. 54 V. PÉREZ MOREDA, Las crisis de mortalidad en la España Interior. Si-glos XVI-XIX, Madrid 1980, p. 188. 55 Esto se puede observar en los censos de Ensenada (1768) y Flori-dablanca (1787). Núm. 48 (2002) 433 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 21 es muy alta y se sitúa veintiocho puntos por encima de la me-dia (+ 28,1 %). CUADRO 2 EDAD MEDIA DE PRECONIZACIÓN (Índice 100 = Media) 1556-1599 47 6 2 89,1 1600-1649 55 7 18 104,4 1650-1699 50 6 — 94,8 1700-1749 51 7 9 96,8 1750-1799 55 5 3 104,0 1800-1834 68 3 2 128,1 MEDIA 53 3 17 100,0 Período Años Meses Días Índice Hay que precisar, no obstante, que aunque la tendencia cen-tral del conjunto de datos fija en algo más de 53 años y 3 me-ses la edad media a que se nombra a los obispos que en algún momento rigen la sede canaria, la dispersión de edades es rela-tivamente grande, como se puede apreciar en la distribución de frecuencias de edades a que son preconizados, que se indica a continuación, si bien es verdad que la mayoría absoluta (64,7 %) son nombrados entre los 50 y 59 años: Al igual que sucede en otras diócesis, los regulares propues-tos para ocupar la sede episcopal normalmente lo son a una edad más avanzada que los clérigos seculares, sin que apenas se observen diferencias a lo largo del periodo estudiado, pues la edad de los regulares supera a la de los seculares en algo más del 10 por 100, según se indica a continuación: Edad Número % 40-49 7 20,6 50-59 22 64,7 60-69 2 8,8 70-79 2 5,9 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 434 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 Por último, se ha de tener en cuenta que la fecha indicada es la de su primera preconización, pues durante este periodo hay cuatro obispos que llegan a Canarias después de ocupar otro obispado, lo que hace que la edad media del nombramiento para la sede canaria se eleve algo más de seis meses. 2.2.3. La duración de los pontificados El promedio de duración se sitúa en 12 años, 6 meses y 20 días, pero los datos de cuadro 3 muestran que su evolución a lo largo del periodo estudiado traza una línea quebrada, cuyos niveles más bajos se sitúan en el primer tercio del siglo XIX (– 22,4 %) y en la primera mitad del XVIII (– 12,4 %), y los más altos en la segunda mitad del XVII y XVIII (+ 17,4 y 12,6 % res-pectivamente). 1556-1699 100 111,9 + 11,9 1700-1834 100 113,1 + 13,1 MEDIA 100 112,7 + 12,7 Período Seculares Índice Regulares Índice Diferencia en % Los datos del cuadro se refieren a la totalidad de su carrera episcopal, pero si se contabilizan sólo los años que rigen la sede canaria, como después haremos, el promedio desciende a 7 años CUADRO 3 DURACIÓN DE LOS PONTIFICADOS. (Indice 100 = Media) 1556-1599 13 6 — 107,5 1600-1649 11 9 2 93,6 1650-1699 14 9 4 117,4 1700-1749 11 — — 87,6 1750-1799 14 1 20 112,6 1800-1834 9 9 3 77,6 MEDIA 12 6 20 100,0 Período Años Meses Días Índice Núm. 48 (2002) 435 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 23 y medio, lo que equivale a decir que únicamente pastorean la diócesis de Canarias el 59,7 por 100 de sus años de episcopado, ocupando el 40,3 por 100 restante en el gobierno de otras igle-sias de la monarquía, tanto en la Península como en Italia y América. El carrusel de los obispos queda patente al analizar la carre-ra episcopal completa, pues de esta forma se llega a la siguien-te conclusión: el 32,4 por 100 sólo rigen una diócesis, la de Canarias; el 50 por 100 dos y el 17,6 por 100 restante tres. Los datos del cuadro 4 precisan un poco más y muestran que las diferencias temporales que se observan son grandes, pues si en la segunda mitad del siglo XVII la mayoría de los obispos (75 %) sólo pastorean la iglesia de Canarias, en la primera mitad de esa centuria su porcentaje baja al 12,5 por 100 y en los restantes periodos se acerca más a la media. Los frecuentes traslados de los prelados encontraron reparos en algunos teólogos, al ser algo opuesto a la tradición eclesiás-tica que asimilaba la prelacía a una especie de matrimonio es-piritual indisoluble del obispo con su iglesia, y también de la curia romana, a pesar de los beneficios económicos que la re-portaba 56. El año 1599 el papa Clemente VIII envía un breve a Felipe III, encargándole no hacer traslados de obispos sin necesidad 57; 56 J. MARTÍNEZ, Discursos theológicos y políticos, Alcalá de Henares 1664, dedica una parte de su obra a combatir los traslados episcopales. 57 GONZÁLEZ DÁVILA, Historia de Felipe III, libro II, cap. VIII. 1556-1599 33,3 50,0 16,7 1600-1649 12,5 50,0 37,5 1650-1699 75,0 25,0 — 1700-1749 40,0 60,0 — 1750-1799 28,6 42,8 28,6 1800-1834 25,0 75,5 — CUADRO 4 DIÓCESIS QUE RIGEN (Expresado en %) Período Una Dos Tres MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 sin embargo la carta que el secretario de Estado de la Santa Sede escribe al nuncio en Madrid el 8 de noviembre de 1617 «sobre traslados de obispos y escrúpulos del confesor del rey» 58, y los datos anteriores indican que se continuó practicando la traslación de obispos de forma generalizada. Unos años después, el rey Felipe IV, por el decreto que dirige a los consejos de Castilla y Aragón el 11 de noviembre de 1656, ordena que se «excusen las frecuentes traslaciones de prelados de unas iglesias a otras» y en el caso de Canarias parece que así se hizo, pues es en la segunda mitad del seiscientos cuando el número de obispos que empieza y termina su pontificado en la diócesis al-canza el porcentaje más alto (75 %); en cambio a medida que avanza el setecientos y en el primer tercio del ochocientos el número de obispos que sólo rigen la sede canaria baja drás-ticamente. Fenómeno que difiere del comportamiento que se observa en la mayor parte de las diócesis españolas. En Roma continuaba preocupando el abuso introducido en los traslados de unas sedes a otras. Los nuncios decían que, aunque era costumbre antigua, el gobierno los realizaba con excesiva frecuencia y por los más impensados motivos, ya que se consideraba a los obispos como funcionarios públicos, a los que se promovía a una diócesis con mayor renta o más cómoda para premiar méritos personales o servicios prestados a la mo-narquía, y otras veces por razones de amistad, paisanaje o in-fluencia política. Los nuncios, sin embargo, nunca se atrevieron a protestar ni Roma dijo una palabra al respecto, porque en algunas ocasiones el traslado de un obispo resolvía muchos pro-blemas. Los daños temporales de estos traslados no eran pocos, a causa del coste de las bulas y del disfrute de las rentas que pro-ducía la vacante, y resulta inexplicable que cuando tanto se cla-maba contra las grandes sumas de dinero que salían para Roma fuera el propio gobierno español el que incrementara de este modo tales salidas 59. Los espirituales eran todavía mayores: qui- 58 AEESS, leg. 95. 59 La protesta contra el dinero que salía hacia Roma fue constante a lo largo del siglo XVII y primera mitad del XVIII, según ha puesto de manifies-to Q. ALDEA, «Iglesia y sociedad en la España del siglo XVII», Miscelánea de Núm. 48 (2002) 437 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 25 taban independencia a los prelados frente al poder real y con la vacancia frecuente de la sede y los cambios de obispo se produ-cía un deterioro en la disciplina y en la moral 60. Por lo general, todo traslado implicaba el ascenso a una sede más importante y con mayor nivel de renta, pero en el caso de Canarias, como después veremos con más detenimiento, se observan muchos casos en que el traslado implica una disminución del poder eco-nómico. 2.2.4. El reclutamiento regional El estudio de la procedencia geográfica de los obispos que rigen la diócesis de Canarias pone de manifiesto, al igual que sucede en otros obispados de la corona de Castilla, el predomi-nio absoluto de los castellanos (94,1 %) frente a los aragoneses y, dentro de aquellos, la supremacía de los naturales de la Castilla interior (55,9 %), es decir, de los naturales de ambas Castillas y León, seguidos a gran distancia por los andaluces (23,6 %) y otras regiones. Sin embargo, no se deben olvidar los cambios que se operan a partir del siglo XVIII, pues si en el pe-riodo 1556-1699 todos los electos, menos uno, son originarios de la Castilla interior y Andalucía (94,4 %), en el de 1700-1834 la presencia de los andaluces se mantiene, pero la de los caste-llanos y leoneses disminuye sensiblemente, abriéndose las puer-tas del obispado de Canarias a los naturales de otras regiones de Castilla y Aragón (ver cuadro 5). Una cosa llama la atención, la ausencia de canarios en la sede episcopal hasta 1796, en que Comillas, 36 (1961), pp. 255-346, y se puede ver en las múltiples represen-taciones que se envían a Roma: ASV, AN Madrid, vol. 79, ff. 109-110: Me-morial dado por Chumacero y Pimentel, obispo de Córdoba, a S. S. Urba-no VIII. Año 1633; ASV, Segr. Stato, Spagna, apénd, VI, fasc. 2, núm. 3: Apuntamiento sobre los agravios que padece España en la corte de Roma y del remedio que se debe tomar. Año 1709; ASV, AN Madrid, vol. 79, ff. 227- 282: Representación de la Junta de ministros y teólogos a S. M. Madrid 20 octubre 1729; etc. 60 P. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Conservación de monarquías y discursos políticos, Madrid 1626 (reimp. Madrid 1982), p. 233, habla de los daños espirituales que causan los frecuentes traslados de obispos. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 438 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 se nombra a Manuel Verdugo, natural de Las Palmas de Gran Canaria, que rige la diócesis hasta su muerte, acaecida el 27 de septiembre de 1816 61. Como era de esperar, el análisis de la procedencia urbana o rural de estos prelados pone de manifiesto la primacía de los segundos (67,6 %) frente a los primeros (32,4 %), aunque se observan grandes diferencias temporales (ver cuadro 6), pues en el periodo 1700-1834 los procedentes del medio rural suben hasta el 81,3 por 100, lo que sin duda está en relación con el tipo de crecimiento de la población que se produce en el sete-cientos, que fundamentalmente es de base agraria 62. 61 Nombrado obispo el 27 de junio de 1796. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 41, f. 360. 62 En otras regiones los porcentajes de obispos de procedencia urbana o rural son muy similares, según se puede ver en M. BARRIO GOZALO, «Los obispos de Cartagena-Murcia...», p. 126. CUADRO 5 ORIGEN REGIONAL DE LOS OBISPOS Corona de Castilla 18 14 32 94,1 — Andalucía 4 4 8 23,6 — Asturias — 1 1 2,9 — Canarias — 1 5 14,7 — Castilla la Nueva 4 1 9 26,5 — Castilla la Vieja 6 3 1 2,9 — Extremadura — 1 1 2,9 — Galicia — 1 1 2,9 — León 3 1 5 14,7 — País Vasco 1 2 1 2,9 Corona de Aragón — 2 2 5,8 — Aragón — 1 1 2,9 — Valencia — 1 1 2,9 TOTAL 18 16 34 100,0 Regiones 1556-1699 Núm. 1700-1834 Núm. Núm. % T O T A L Núm. 48 (2002) 439 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 27 2.2.5. Un mundo social diverso El examen de la extracción social de los elevados a prelacías aparece dificultado por la escasa información que aportan las fuentes consultadas. En los procesos informativos que se hacían cuando uno era nombrado obispo sólo la tercera pregunta del primer interrogatorio inquiere sobre los padres del candidato: «si es hijo de legítimo matrimonio, de honestos y catholicos padres, y cómo se llaman», sin que demande información sobre su pro-cedencia social. Esto da lugar a que únicamente en los casos de alta nobleza los testigos informen con cierta precisión sobre el particular. Este es el caso de Cristóbal Vela y Acuña (1574- 1580), hijo de Blasco Núñez y Vela, primer virrey del Perú, y Brianda de Acuña; Félix Bernuy Zapata (1724-1730), hijo de los mariscales de Alcalá y marqueses de Benamejí, «primera noble-za y emparentada con muchas casas y títulos de Castilla» 63, entre otros. En caso contrario, se limitan a decir que sus pa-dres son «nobles e hidalgos principales» (Cámara y Murga), de las primeras familias de nobleza y distinción de aquellos contor-nos » (Dávila y Cárdenas) o «de aquel lugar» (Ruiz y Simón), o simplemente indican que son «personas principales y qualifi-cadas » u «honestos y catholicos». Algo similar ocurre con los episcopologios y biografías, pues sólo cuando pertenecen a los estratos más altos o más bajos de la sociedad, con mayor prefe-rencia hacia los títulos nobiliarios, dan información abundante. La parquedad de datos que ofrecen las fuentes consultadas me han llevado a simplificar la categoría social de los padres de 1556-1699 44,4 55,6 100 1700-1834 18,7 81,3 100 TOTAL 32,4 67,6 100 CUADRO 6 EXTRACCIÓN URBANA O RURAL (Expresado en %) Período Urbana Rural Total 63 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 110, f. 123v. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 los obispos que rigen la diócesis canaria en el periodo estudiado en cuatro grupos: miembros de la nobleza titulada (5,9 %); miembros de la nobleza no titulada, es decir, de la pequeña y mediana nobleza tan abundante en el centro y norte de Castilla (58,8 %); miembros de las clases medias (29,4 %), sobre todo labradores acomodados y empleados en la administración, y miembros de las clases bajas (5,9 %). Los datos del cuadro 7 muestran que a medida que avanza el tiempo se opera una dis-minución de los miembros del estamento noble en favor de las clases medias, que cada vez están más representadas. 2.2.6. Niveles de instrucción Uno de los criterios regios para la provisión de los obispados, según se indica en la carta que Felipe II escribe a los prelados en 1578 para que le envíen una relación de los eclesiásticos de sus diócesis que juzguen dignos de ser presentados a prelacías y otras dignidades, es «que sean graduados en teología o cánones por universidades aprobadas». Y en efecto, el análisis de la for-mación cultural de los obispos de Canarias pone de manifiesto que todos, menos dos, eran letrados; es decir, han cursado estu-dios superiores en alguna de las universidades aprobadas de la monarquía y cuatro miembros del clero regular en los centros superiores de su religión. La mayoría (59,4 %) obtienen la titu-lación académica en alguna de las principales universidades de Castilla: nueve en Salamanca y cinco en Alcalá y Valladolid res-pectivamente; el 18,7 por 100 la consigue en las universidades castellanas de segunda fila (Ávila, Granada, Sevilla, Sigüenza y Calidad 1556-1699 1700-1834 Total Nobleza titulada 5,5 6,3 5,9 Nobleza no titulada 72,2 43,7 58,8 Clase media 16,7 43,7 29,4 Clase baja 5,5 6.3 5,9 CUADRO 7 EXTRACCIÓN SOCIAL DE LOS OBISPOS (Expresado en %) Núm. 48 (2002) 441 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 29 Toledo), el 9,4 por 100 en las aragonesas de Huesca, Valencia y Zaragoza, y el 12,5 por 100 restante en los centros superiores de su religión. Sin embargo, no se debe olvidar que algunos comienzan los estudios superiores e incluso adquieren el grado de licenciado en una de las universidades mayores, pero por motivos económicos o por el nivel de exigencia el grado de doc-tor lo consiguen en una universidad de categoría inferior. Por ejemplo, Bartolomé García Jiménez (1665-1690), después de es-tudiar artes en Sevilla, se traslada a Salamanca para cursar teología y en su universidad se gradúa de licenciado, pero el doctorado lo consigue años después en la universidad de Se-villa 64. Los datos de cuadro 8 indican que la mayoría de ellos (68,8 %) obtienen el título de doctor, alcanzando así la cumbre de la titulación académica; el 18,7 por 100 son licenciados y el 12,5 por 100 maestros en teología. El examen de las disciplinas en que se gradúan muestra un predominio absoluto de la teolo-gía (71,9 %) sobre el derecho (28,1 %) en todos los grados y, de forma especial, en los maestros por su religión 65. 64 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 63, f. 210. 65 En el cuadro, cuando alguno tiene más de un grado se contabiliza el superior. Grados Teología Derecho Total Doctor 46,9 21,9 68,8 Licenciado 12,5 6,2 18,7 Maestro 12,5 – 12,5 TOTAL 71,9 28,1 100,0 CUADRO 8 GRADOS Y DISCIPLINAS QUE ESTUDIAN. (Expresado en %) El estar graduado en alguna facultad calificaba a los provis-tos para «tener la doctrina que se requiere a un obispo para poderlo ser y enseñar a sus diocesanos». De aquí el interés de los testigos que declaran en el proceso informativo de los dos electos que no poseen grados académicos en dejar bien claro que MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 442 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 no han recibido grados porque en la Orden de San Francisco no se acostumbra, recalcando que los electos poseen suficiente doctrina 66. 2.2.7. El cursus anterior Otro indicador de la sociografía episcopal son los cargos o experiencia profesional anterior a su promoción al episcopado. El análisis de los cargos previos de los obispos de Canarias pone de manifiesto que los canales que confluyen en la elección pro-vienen de fuentes muy diversas, que se pueden englobar en los apartados siguientes: Asistencia familia real ...................... 2 Burocracia civil ................................. 1 Burocracia eclesiástica ..................... 4 Cargos en Ordenes religiosas .......... 10 Catedráticos Universidad .................. 2 Clero capitular ................................... 14 Clero parroquial ................................ 1 TOTAL ...................... 34 66 Los dos obispos de Canarias que no consta que tuvieran grados aca-démicos son el franciscano descalzo Juan Bautista Cervera (1769-1777) y el franciscano observante Fernando Cano (1825-1826). La frialdad de los datos anteriores requiere una explicación para su mejor interpretación. La mayor parte de los miembros del clero secular que ocupan la sede canaria están enclavados de una forma u otra en el clero capitular. Exactamente el 55,9 por 100 goza de una prebenda capitular en el momento de su primera preconización, y el 41,2 por 100 sólo posee el beneficio capitular en el momento de su nombramiento. Entre los capi-tulares a los que se abren las puertas del episcopado encontra-mos un prior de la colegiata de Roncesvalles y un abad de la de Santillana, cinco dignidades de iglesias catedrales, siete canóni-gos de oficio y otros cinco titulares. La burocracia civil está re-presentada por un regente de la Audiencia de Sevilla y la ecle-siástica por tres vicarios generales y un auditor del tribunal de Núm. 48 (2002) 443 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 31 la Rota de Madrid, la asistencia espiritual a la familiar real por un capellán y un predicador de la corte, la enseñanza universitaria por dos catedráticos de la Universidad de Salamanca y la cura pastoral por un párroco de San Miguel de Madrid. Por último, los miembros del clero regular que ocupan la sede canaria en este periodo son doce (el 35,3 % de los electos): cuatro franciscanos, dos jerónimos y otros dos de la orden militar de Santiago, y un dominico, mercedario, cisterciense y calatravo respectivamente. Diez de estos regulares desempeñan cargos de gobierno en sus ór-denes, bien como priores, provinciales o generales. 2.2.8. Una larga vida Operando con las fechas de nacimiento y defunción se pue-de conocer la vida media de los obispos que rigen la diócesis canaria, así como los posibles cambios de tendencia. En el pe-riodo estudiado la media de vida se sitúa en 66 años y 7 meses. Esta cifra, según se puede apreciar en el cuadro 9, tiene un comportamiento ascendente a lo largo del periodo, aunque su proceso no es lineal, sino que se observan alzas y bajas. Ahora bien, si se analiza la fecha obituaria de los distintos prelados se observa la amplitud real del abanico de decesos: el 23,5 por 100 muere antes de alcanzar los 60 años, pero la ma-yoría absoluta (70,6 %) lo hace entre los 60 y los 79, y el 5,9 por 100 restante con más de ochenta. Los prelados más pro- Período Años Meses Días Índice 1556-1599 61 — — 91,6 1600-1649 68 7 16 103,0 1659-1699 65 3 — 98,0 1700-1749 62 7 9 94,0 1750-1799 71 8 19 107,7 1800-1834 68 3 2 102,5 MEDIA 66 7 2 100,0 CUADRO 9 VIDA MEDIA DE LOS OBISPOS. (Índice 100 = Media) MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 444 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 vectos de todo el periodo son Pedro de Herrera (1621-1622) y Valentín Morán (1751-1761), que mueren con cerca de ochenta y dos años. Los datos siguientes muestran la frecuencia de eda-des a que mueren los obispos de Canarias: Edad % 40-49 2,9 50-59 20,6 60-69 35,3 70-79 35,3 80-89 5,8 Estos datos adquieren su exacta significación si se tiene en cuenta que el año 1688 en las islas Canarias sólo el 6,6 por 100 de la población masculina sobrepasa los sesenta años67, y que la esperanza de vida es muy baja pues, a juicio de Pérez More-da, no llega a los treinta años 68. De acuerdo con los datos ante-riores se puede afirmar que la esperanza de vida de los prelados de Canarias a los cuarenta años es muy superior a la de los obispos latinoamericanos (+ 24,6 %) y algo inferior a la de los catalanes, castellanos, aragoneses y franceses, según se especi-fica a continuación 69: 67 J. SÁNCHEZ HERRERO, «La población de las Islas Canarias en la segun-da mitad del siglo XVII (1676-1688)», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), p. 415. 68 V. PÉREZ MOREDA, Las crisis de mortalidad..., pp. 139-146. 69 Los datos de la esperanza de vida de los obispos españoles se han tomado de los trabajos de M. Barrio Gozalo sobre los obispos de estas regiones, citados en la nota 8, y los de América Latina y Francia de A. GU-TIÉRREZ, «La mortalité des evéques latinoamericains aux XVIIe et XVIIIe siècles», Annales de Demographie Historique, 1986, pp. 31-33. Canarias 26,5 100,0 Aragón 27,6 104,1 Castilla 27,4 103,4 Cataluña 27,2 102,6 América Latina 20,0 75,4 Francia 28,2 105,6 Esperanza de vida Obispos a los 40 años Índice Núm. 48 (2002) 445 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 33 Entonces, ¿se puede afirmar que la esperanza de vida de los obispos de Canarias es más alta que la de otros grupos sociales de las Islas? Para contestar a esta pregunta tendríamos que dis-poner de monografías que estudiasen la mortalidad diferencial de los distintos grupos sociales, pero este tipo de estudios sigue siendo escaso y esto hace difícil valorar el comportamiento so-cialmente diferenciado de este grupo privilegiado, que al concen-trar en sus manos un importante contingente del excedente agrario de la diócesis se vio a salvo de las crisis de mortandad provocadas por la falta de subsistencias y poco afectado por las crisis epidémicas que afectan a la sociedad canaria. 2.3. La carrera del obispo en Canarias Económicamente hablando, la mitra de Canarias estaba con-siderada como una de las medianas de la monarquía. Sus ren-tas experimentan un incremento relativo a lo largo del si-glos XVII, lo que hace que del puesto 28 que ocupa en el ranking de los niveles de renta del conjunto de las mitras españolas en el periodo 1556-1599, baje al 20 en 1600-1749, para volver a subir hasta el puesto 28 en los años 1750-1834 70. Sin embargo, la distancia geográfica que separa a Canarias de la Península influye más que el nivel de renta de la mitra en el nombramien-to del prelado y determina que casi todos los obispos que rigen la diócesis sean nombrados de primera preconización (88,2 %), lo que hace que entre la edad de primera preconización y el nombramiento para Canarias sólo haya una diferencia de seis meses, pues únicamente cuatro prelados llegan a Canarias des-pués de haber ocupado otra sede: Juan de Arzolaras (1568-1574) fue designado dos años antes obispo de Santo Domingo en la Isla Española 71, pero no llegó a residir; Francisco Sánchez de Villanueva (1635-1651) llega a Canarias después de haber ocu- 70 M. BARRIO GOZALO, «La economía de los obispos en la España del Antiguo Régimen (1556-1834)», en Fra spazio e tempo. Studi in onore di Luigi de Rosa, I, Napoli 1995, pp. 48-49. 71 Había sido nombrado arzobispo de Santo Domingo el 5 de febrero de 1566. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 9, f. 138. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 446 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 pado las sedes italianas de Tarento y Mazzara 72; Valentín Morán (1751-1761) después de ser un año obispo de Panamá 73, aun-que no llegó a posesionarse de la diócesis americana, y Fernan-do Cano (1825-1826), que había sido nombrado obispo de Antioquia (Colombia) el 21 de marzo de 1818, pero «no pudo tomar posesión por la situación de los tiempos» 74. 2.3.1. El pontificado en Canarias y su término Los prelados que rigen la diócesis de Canarias sólo invierten el 59,7 por 100 de su vida de obispos residenciales en la sede canaria, mientras que el 40,30 por 100 restante lo emplean en pastorear otras iglesias. El cuadro 10 muestra que el promedio de la duración de los pontificados sólo es de siete años y medio, aunque se observan grandes fluctuaciones a lo largo del perio-do estudiado: el nivel más bajo se sitúa en los años 1556-1649 y el más alto en 1650-1749, mientras que las cifras de 1750-1834 se acercan bastante a la media. 72 Nombrado arzobispo de Tarento el 24 de enero de 1628, pasa a Mazzara el 23 de septiembre de 1630 y promueve a Canarias el 9 de julio de 1635. 73 El consistorio confirmó el nombramiento de obispo de Panamá el 23 de septiembre de 1750. 74 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 214, f. 118. Período Años Meses Días % del total 1556-1599 6 6 — 48,1 1600-1649 5 4 15 45,7 1650-1699 13 — — 88,1 1700-1749 8 2 13 74,5 1750-1799 8 5 2 59,6 1800-1834 5 3 1 53,8 MEDIA 7 6 — 59,7 CUADRO 10 DURACIÓN DEL PONTIFICADO EN CANARIAS Y SU RELACIÓN CON EL TOTAL DE SU VIDA EPISCOPAL Núm. 48 (2002) 447 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 35 Por otra parte, la corta duración de los pontificados cana-rios se complica aún más con el tiempo que los electos tardan en llegar a su iglesia y con el absentismo episcopal que se regis-tra en algunos momentos de la primera mitad del siglo XVII 75. Francisco de Sosa, nombrado obispo de Canarias el 3 de sep-tiembre de 1607 76, no llega a residir en la diócesis, sino que permanece en la corte cobrando las rentas de la mitra hasta que dimite en 1610. El sucesor, Nicolás Valdés de Carriazo, nombra-do el 26 de abril de 1610 77, «estando para embarcarse, la vista del mar le hizo entrar en reflexiones tan serias que se quedó en la Península» hasta que el 10 de octubre de 1611 le trasladan a Guadix 78. Lope Velasco de Valdivieso, preconizado el 14 de no-viembre de 1611 79, muere en octubre de 1613 y apenas reside medio año en la diócesis. Y los problemas no terminaban con la travesía, porque el prelado que quería cumplir con sus obli-gaciones de visitar la diócesis y confirmar tenía que hacer cons-tantes viajes a las siete Islas, siempre expuesto a los azares del mar y a los ataques de los piratas. En 1614 la situación religiosa se encuentra tan deteriorada, que el cabildo catedral escribe a la Cámara exponiendo los males que se derivan del absentismo episcopal y pidiendo que se reme-dien con el nombramiento de un prelado que resida y tenga la salud y robustez necesarias para efectuar la visita pastoral, «pues hay muchos lugares que hará cincuenta años que no ha entrado en ellos prelado, ni se ha hecho visita ni confirmación» 80. La Cámara atiende la petición y el 6 de junio de 1614 81 se nombra a Antonio Corrionero, que gobernó la diócesis durante siete años y residió en ella hasta que fue trasladado a Salamanca en 1621. El problema de la residencia se vuelve a plantear con Francisco 75 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, «Absentismo eclesiástico en Canarias», Anuario de Estudios Atlánticos, 10 (1964), pp. 235-247, ofrece algunos datos sobre este problema. 76 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 15, f. 38r. 77 Ibídem, f. 68r. 78 Ibídem, f. 83v. 79 Ibídem, AC, vol. 14, f. 193r. 80 AHN, Consejos, leg. 15.213: Consulta de la Cámara sobre la carta del deán y cabildo de la Iglesia de Canarias. Año1614. 81 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 14, f. 274r. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 Sánchez Villanueva, nombrado obispo de Canarias el 9 de julio de 1635 82. Los diez primeros años reside en la diócesis, aunque mostró más preocupación por acumular riquezas que por cum-plir con sus obligaciones pastorales; luego marcha a la corte y solicita al monarca que le permita renunciar el obispado, asig-nándole una pensión de 4.200 ducados al año. Pero la Cámara, al descubrir graves irregularidades en su gobierno, se opone a la petición y «le ordena volver a la diócesis y, enmendando sus faltas, vuelva al cumplimiento de sus obligaciones» 83. Unos años des-pués, en 1651, le aceptan la renuncia a la sede. El nombramiento para la sede canaria no significaba forzo-samente el final de la carrera episcopal. La mayoría (52,9 %) son trasladados a sedes de la Península, más apetecibles aunque no siempre más ricas, tres renuncian el obispado y trece (38,2 %) mueren siendo obispos de Canarias. El posible ascenso para un obispo de Canarias consistía en el traslado a una sede peninsu-lar, más codiciadas aunque tuvieran rentas más bajas, pues la distancia de las Islas devalúa sensiblemente su importancia eco-nómica. Y esto explica que varios obispos soliciten y acepten el traslado a una sede peninsular con un nivel de renta inferior, que en algunos casos no alcanza la mitad del valor de la mitra canaria. Si Vela, Suárez de Figueroa, Martínez de Cenicero, Guzmán, Conejero, Dávila, Guillén, Delgado, Tavira, Morete y Romo consiguen trasladarse a sedes peninsulares más prestigio-sas y con mayor nivel de renta, los otros lo hacen perdiendo dinero y, en algunos casos, mucho. Valdés de Carriazo ve redu-cidas sus rentas al 30 por 100 de lo que recibía en Canarias. Algo similar ocurre con Pedro Herrera; en cambio, los traslados de Corrionero y de la Cámara a Salamanca también implican pérdidas económicas, pero menores, al igual que sucede con los de Juan de Toledo a León y Cervera y Martínez de la Plaza a Cádiz. Los datos del cuadro 11 especifican los niveles de renta de los obispos canarios que promueven a otras sedes 84. 82 Ibídem, vol. 17, f. 96r. 83 BN, ms. 6.734, ff. 121-123: Consulta hecha por D. Antonio Contre-ras y el confesor real sobre la renuncia que hace del obispado de Canarias D. Francisco Sánchez Villanueva, de 11 de septiembre de 1645 (copia). 84 El importe de la renta se expresa en ducados de vellón y se ha toma- Núm. 48 (2002) 449 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 37 Pero veamos algunos detalles de estos prelados canarios. Cristóbal Vela y Acuña (1574-1580), nombrado obispo de Cana-rias el 15 de diciembre de 1574 85, llega a su iglesia y toma pose-sión el 3 de junio del año siguiente. Hace la visita pastoral a todas las islas, siendo el primer obispo que se internó en el agrio y profundo lugar de Tirajana, donde ningún obispo antes se había atrevido a entrar. El año 1579 celebra sínodo y el 27 de mayo de 1580 promueve al arzobispado de Burgos, con cual sus ingresos se incrementan considerablemente. CUADRO 11 NIVEL DE RENTA DE LOS OBISPOS EN LA DIÓCESIS DE ORIGEN Y DESTINO (Expresado en ducados) C. Vela y Acuña 1574-1580 15.000 Burgos 40.000 + 166,6 F. Suárez de Figueroa 1587-1597 17.000 Zamora 24.000 + 41,1 F. Martínez Cenicero 1597-1607 15.000 Cartagena 28.000 + 86,6 N. Valdés de Carriazo 1610-1611 20.000 Guadix 6.000 – 70,0 A. Corrionero 1614-1621 20.000 Salamanca 14.000 – 30,0 P. Herrera 1621-1622 20.000 Tuy 10.000 – 50,0 J. Guzmán 1622-1627 18.000 Tarragona 20.000 + 11,1 C. de la Cámara 1627-1635 20.000 Salamanca 14.000 – 30,0 J. de Toledo 1659-1665 18.000 León 13.196 – 26.7 L. Conejero 1714-1724 33.350 Burgos 35.000 + 4,9 M. Dávila y Cárdenas 1731-1738 29,127 Plasencia 40.000 + 37,3 J. F. Guillén 1739-1751 29.092 Burgos 37.627 + 29,3 F. J. Delgado 1761-1768 30.000 Sigüenza 49.146 + 63,8 J. B. Cervera 1769-1777 25.000 Cádiz 24.500 – 2,0 A. Martín de la Plaza 1785-1790 30.000 Cádiz 20.497 – 31,6 A. Tavira y Almazán 1791-1796 35.000 Osma 48.528 + 38,6 M. Morete 1824-1825 24.500 Astorga 30.000 + 22,4 J. J. Romo 1834-1847 — Sevilla — — Obispo C a n a r i a s Años Renta T r a s l a d o Sede Renta Diferencia en % do de AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 135-137, y de ASV, Arch. Concist., PC y AC, vols. de los respectivos años. 85 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 10, f. 166. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 450 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 Fernando Suárez de Figueroa (1587-1596), preconizado obis-po de Canarias el 22 de junio de 1587 86, es consagrado en Ma-drid el 30 de agosto por el arzobispo de Toledo y los obispos de Segorbe y Oviedo, y el 24 de julio de 1588 llega a su diócesis. Cumplidos los requisitos establecidos por el concilio de Trento, comienza la visita pastoral para corregir y reformar los defec-tos. Comienza por la capital del obispado y visita la iglesia cate-dral y a sus miembros, dotando al cabildo de un nuevo estatuto y reformando el descuido en el silencio del coro y otras costum-bres. Después hizo público un edicto para que todo el clero y pueblo dijese acerca de los peca-dos públicos y escandalosos, tratos ilícitos, simoniacos, usu-ras, quebrantamiento de la ley de Dios y de los manda-mientos de la Iglesia. Si hay hechiceros, brujas o cosas que contradigan la ley de Dios y obediencia a la Iglesia y a Su Santidad. Concluida la visita a la capital, cumple el precepto evangéli-co de exponer la vida por sus ovejas y se embarca diez veces para visitar las siete islas, «con riesgo de vida por las olas del mar y por tantos enemigos que andan por estos mares, que no se les escapa barca ni bajel que no toman». Al terminar de visitar to-das las iglesias del obispado se siente satisfecho porque el clero vive honesta y castamente conforme a la religión cristiana y obediencia a la Iglesia, y en el estado seglar se han corregido todos los pecados públicos y escandalosos, confirmando a unas 14.000 personas. Pero ha quedado tan «estragado y perdido del estomago que sólo en pensar de embarcarse trueca lo que hay en él» 87. El año 1594 escribe al monarca que en los seis años que lleva en la diócesis ha realizado la visita pastoral a las siete is-las, «siendo el segundo obispo que lo ha hecho con el riesgo de su vida», y ha tratado de corregir los vicios y escándalos, en los que tienen buena parte el gobernador y los oficiales de la Au-diencia, que han levantado falsos testimonios para desacreditar- 86 Ibídem, vol. 11, f. 65. 87 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., , caja 178-A, ff. 11 y 13: Obis-po de Canarias al Papa. Año 1590. Núm. 48 (2002) 451 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 39 le. Por ello, pide al rey que «me saque de esta tierra, donde ya ni a Dios ni a V. M. puedo servir, o me de licencia para que puesto ante sus reales pies le de cuenta de lo que para su real conciencia y descargo de ella conviene» 88. Felipe II escucha la súplica del obispo y el 22 de enero de 1596 le traslada a la dió-cesis de Zamora 89. El prelado, lleno de contento, da las gracias al monarca con estas barrocas palabras: quisiera estar en parte que besara la tierra que tiene deba-jo de los píes, y pues yo lo estoy por la obediencia, honra y hacienda, nadie en mundo la pondrá por su servicio con más amor ni fortaleza como la pusieron todos mis antepa-sados90. Francisco Martínez de Cenicero (1597-1607), nombrado obis-po de Canarias el 14 de abril de 1597 91, arriba a la diócesis un año después. En 1599 se produce el desembarco de la escuadra holandesa de Van der Does en Las Palmas y el prelado partici-pa en la defensa de la isla. El 13 de agosto de 1607 promueve a Cartagena y el 9 de noviembre sale para su nueva sede. Nicolás Valdés de Carriazo (1610-1611), designado obispo de Canarias el 26 de abril de 1610 92, toma posesión de la mitra por procurador el 29 de noviembre, pero él no llega a residir, pues «estando para embarcarse, la vista del mar le hizo entrar en reflexiones tan serias sobre la edad avanzada y achaques de la gota que le oprimía, que solicitó vivamente quedarse en la pe-nínsula ». Quizá por esto, el 10 de octubre de 1610 se le trasla-da a una de las diócesis más pobres, la de Guadix, con lo cual sus rentas quedan reducidas al 30 por 100 de lo que recibía en Canarias. 88 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136: Obispo de Canarias al rey. Las Palmas 6 enero 1594. 89 El nombramiento no se hará efectivo hasta el 26 de marzo de 1597, en que lo confirme el consistorio de cardenales. Cfr. ASV, Arch. Concist., AC, vol. 13, f. 73r. 90 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136: Obispo de Canarias al rey. Las Palmas 25 marzo 1597. 91 ASV, Arch. Concist., AM, vol. 97, f. 260. 92 Ibídem, AV, vol. 15, f. 38. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 452 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 Antonio Corrionero (1614-1621), preconizado obispo de Ca-narias el 6 de octubre de 1614 93, llega a la diócesis el 5 de abril de 1615. Como hacía algunos años que no se había realizado la visita, comenzó a visitar todas las islas «con harto peligro de moros y mar que estos años les han molestado», y en los dos años que duró confirmó a 24.000 personas y castigó los peca-dos públicos que pudo averiguar 94. El 19 de julio de 1621 pro-mueve al obispado de Salamanca, con lo que pierde poder eco-nómico pero retorna a su país de origen 95. Pedro de Herrera (1621-1622), nombrado obispo de Canarias el 7 de junio de 1621 96, toma posesión de la mitra el 9 de enero de 1622 por procurador, pero él no se atreve a embarcarse y pide al monarca que le de un obispado en la península, aunque sea de menos valor. Así lo hace y el 17 de junio de 1622 se le tras-lada a Tuy, con lo que sus rentas bajan el 50 por 100. Juan de Guzmán (1622-1627), designado obispo de Canarias el 11 de julio de 1622 97, llega a su iglesia un año después. En el mes de septiembre comienza la visita pastoral, pasando de isla en isla con mucho peligro de caer en manos de los moros, «pues estos años los piratas nos han molestado mucho». Tarda más de tres años en realizar la visita y en ella confirma a 24.000 personas, realiza los actos pontificales necesarios y predica en todos los lugares del obispado en los tiempos de adviento y cua-resma y otros días del año, y remedia muchos pecados públicos y escándalos, incoando más de quinientos procesos 98. Concluida la visita pastoral, el 6 de octubre de 1627 promueve al arzobis-pado de Tarragona, con lo que gana prestigio pero no dinero. Cristóbal de la Cámara y Murga (1627-1635), preconizado obispo de Canarias el 15 de noviembre de 1627 99, llega a la sede el 18 de mayo de 1628. En los primeros dos años de pontificado 93 Ibídem, AC, vol. 14, f. 274. 94 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 35: Obispo de Canarias a S. S.. 15 abril 1615. 95 Había sido nombrado obispo de Salamanca el 17 de mayo de 1621. 96 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 16, f. 17v. 97 Ibídem, AM, vol. 97, f. 528. 98 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 62: Relación que envía el obispo de Canarias el año 1627. 99 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 16, f. 212v. Núm. 48 (2002) 453 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 41 visita todas las iglesias y ermitas de la diócesis, sin faltar una ciudad, villa o lugar de las siete islas. En todas he estado —dice el obispo—, sin faltar iglesia o ermitas que no haya visitado, visto y tocado todo por mis ojos y manos, como constará más largamente en la rela-ción de la visita, que de todo y de todas las cosas, cual nunca se ha dado, presento ante el señor presidente y Con-sejo de Cámara de su majestad, y no me ha quedado lu-gar ni iglesia donde no aya predicado, y en algunas tres, cuatro, quince o veinte sermones en púlpito, sin muchas pláticas hechas en conventos de monjas y cárceles. Para todo lo cual, desde que salí de España, me he embarcado once veces, sea Dios bendito, y vuelvo agora a començar segunda visita 100. Y cuando termina, el 30 de abril de 1629 reúne sínodo, en el que establece «buenas leyes y saludables mandatos para todo el obispado». Presentado a la iglesia de Salamanca, acepta y la curia romana confirma el traslado el 7 de mayo de 1635. Juan de Toledo (1659-1665), nombrado obispo de Canarias el 9 de junio de 1659 101, llega a Tenerife el 4 de diciembre del mismo año y, poco después, comienza la visita pastoral, mostran-do gran liberalidad con los pobres y necesitados. El 12 de enero de 1665 promueve al obispado de León, aunque su nivel de ren-ta era sensiblemente inferior. Lucas Conejero de Molina (1714-1724), designado obispo de Canarias el 28 de mayo de 1714 102, llega al Puerto de la Luz el 13 de julio de 1715 y durante su pontificado, además del traba-jo pastoral, trató de paliar los efectos de la carestía que afectó a las islas en 1721. En la relación que envía a Roma en 1719 hace una preciosa descripción de cada isla, indicando sus situa-ción, población y recursos económicos, como se puede aprecia-ra a través de lo que dice sobre Tenerife: La isla de Tenerife es la más copiosa y la mayor en vecin-dad, frutos y comercio. Tienen 15 leguas de longitud y 9 100 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias..., p. 206. 101 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 21, f. 79v. 102 Ibídem, vol. 26, f. 180v. MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 454 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS de latitud. Es abundante en todo género de granos y ga-nados, aún más que la de Gran Canaria, pero le falta mucho para su manutención por la copiosa vecindad, que se compone de 14.781 familias y en ellas 46.755 personas , además de la mucha gente que entra y sale por el comer-cio, con que siempre necesita de comestibles de afuera. Tiene gran copia de vinos y mayor de otra especie excelen-te de vino llamada Malvassia, que ha traído grandes cau-dales por el comercio de los puertos del Norte, aunque ahora se experimentan quiebras; pero les falta el fruto del aceite, y aunque conserva algunas fábricas de seda y lana son muy cortas y no alcanzan como no venga de fuera todo el género de vestuario 103. Propuesto para la sede arzobispal de Burgos, acepta y Roma confirma la promoción el 26 de junio de 1724. Pedro Manuel Dávila Cárdenas (1731-1738), preconizado obispo de Canarias el 6 de agosto de 1731 104, llega a Las Pal-mas el 9 de junio de 1732 y dos meses después comienza la vi-sita pastoral. En 1735 celebra sínodo y sus constituciones actua-lizan, matizan y enriquecen las del sínodo de 1629. El 19 de diciembre de 1738 promueve al rico obispado de Plasencia y sus rentas aumentan considerablemente. Juan Francisco Guillén Isso (1739-1751), nombrado obispo de Canarias el 30 de septiembre de 1739 105, llega a su iglesia el 2 de febrero de 1741. Recibe la felicitación de Felipe V por su contribución a la defensa de Gran Canaria ante el ataque in-glés de junio de 1743 y visita todas las parroquias de la diócesis entre los años 1742 y 1744-1745, enviando a Roma una rela-ción «exacta y puntual del número de poblaciones o pagos, pi-las, beneficiados, curas, clérigos, familias, personas, hombres de armas obligados por lista, religiosos y monjas, hospitales y er-mitas » 106, a la vez que describe con toda clase de detalles las peripecias que sufre al dirigirse a la isla de Fuerteventura. 103 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Diocec., caja 178-A, f. 232: Relación que el obispo de Canarias envía a Roma el año 1719. 104 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 30, f. 150v. 105 Ibídem, vol. 31, f. 230. 106 Ibídem, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 325. 42 Núm. 48 (2002) 455 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) Al realizar la visita —dice el obispo—, por no dar en la mano de los muchos corsarios ingleses y moros que infec-tan esta travesía, padecí algunos trabajos más de los ordi-narios que lleva consigo la visita de unas islas a otras tan distantes, pues en esta ocasión no dándome lugar el vien-to contrario de llegar a puerto alguno, después de haber estado dos días y dos noches batallando contra él en para-je cursado de moros y de ingleses, me fue preciso de to-mar la lancha a más de tres horas de tierra y desembarcar en la parte despoblada de dicha isla (Fuerteventura) y en la primera tierra de ella distante del primer lugar más de quince leguas, por lo que mientras se envió aviso y vinie-ron a buscarnos con caballerías pasaron otros dos días y dos noches, que nos fue preciso tolerar en dicho paraje al raso sin haber en todo aquel terreno ni casa ni aun una mala choza o cueva en que albergarnos, ni que comer más que lo poco que sacamos en la lancha con nosotros y lo que se pudo pescar hasta que al día siguiente pudo acer-carse más la embarcación, y estando en igual riesgo que antes de desembarcar, según nos previnieron después los paisanos por ser aquel paraje en donde desembarcan los ingleses y moros a hacer aguada y coger ganado, fiados en la soledad y gran distancia que hay hasta lo poblado, y también por estar este paraje tan cerca de Berbería que de uno de los lugares de esta isla, que aún está más aparta-do, dicen por dicho vulgar: de Tuinege a Berbería van y vienen en un día 107. El prelado da por bien empleados estos trabajos y riesgos ante el fruto espiritual de la vista pastoral. En 1749 la Cámara le propone para el obispado de Coria, que no acepta, pero al año siguiente si que acepta el arzobispado de Burgos, para donde sale el 24 de septiembre de 1751. Francisco Javier Delgado y Venegas (1761-1768), designado obispo de Canarias el 25 de mayo de 1761 108, no llega a la dió-cesis hasta el 16 de junio de 1763 a causa de la guerra de los Siete Años, que enfrentaba a España con Inglaterra e impedía la navegación. Se preocupó de mejorar la formación del clero y de erradicar todo lo que sonase a superstición. El 19 de diciem-bre de 1768 promueve al rico obispado de Sigüenza. 107 Ibídem, ff. 285-297: Relación que el obispo de Canarias envía en 1744. Tequise 26 marzo 1744. 108 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 35, f. 328. 43 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 456 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Juan Bautista Cervera (1769-1777), preconizado obispo de Canarias el 12 de junio de 1769 109, llega al puerto de Santa Cruz de Tenerife el 1 de septiembre del mismo año. Visita las islas y consigue terminar el seminario conciliar, que inaugura en junio de 1777, cuando ya había sido nombrado obispo de Cádiz (12- V-1777), para donde parte el mes de julio de dicho año. Antonio Martínez de la Plaza (1785-1790), designado obispo de Canarias el 14 de febrero de 1785 110, llega a su iglesia el 21 de agosto del mismo año. En consonancia con su espíritu ilus-trado, presta especial atención al cuidado de los niños expósi-tos, a las mujeres reclusas y a la enseñanza. El 29 de noviem-bre de 1790 promueve a Cádiz. Antonio Tavira y Almazán (1791-1796), nombrado obispo de Canarias el 11 de abril de 1791 111, llega al Puerto de la Luz el 30 de noviembre. Al año siguiente comienza la visita pastoral a las siete islas y, al concluirla, afirma que «ha sido la más com-pleta desde el tiempo de la conquista, porque me propuse, y lo he cumplido hasta ahora, no dejar el más pequeño pago y aun el más inaccesible sin visitar» 112. Inicia el plan de reforma beneficial y el expediente para dotar al clero de congrua sufi-ciente, moderniza el seminario y trata de plasmar su mentali-dad «jansenista» en la vida religiosa de la diócesis 113. Propuesto para el obispado de Osma, acepta el traslado «con la esperanza de que, mudando el clima, pueda restablecer su salud», y Roma lo confirma el 27 de junio de 1796. Manuel Bernardo Morete (1824-1825), preconizado obispo de Canarias el 27 de septiembre de 1824, no llega a residir en la diócesis, porque unos meses después (21-III-1825) fue traslada-do al obispado de Astorga. Judas José Romo (1834-1847) es el último obispo que nom-bra Fernando VII 114, aunque la confirmación romana no llega 109 Ibídem, vol. 37, f. 7v. 110 Ibídem, vol. 40, f. 17. 111 Ibídem, vol. 40, f. 241. 112 S. CAZORLA y J. SÁNCHEZ, Obispos de Canarias..., p. 340. 113 Información sobre su mentalidad en J. SAUGNIEEUX, Un prelat éclairé, D. Antonio Tavira y Almazán (1737-1807). Contribution à l’étude du jansenisme espagnol, Toulouse 1970. 114 En el informe que el nuncio Tiberi envía a Roma (ASV, AN Madrid, 44 Núm. 48 (2002) 457 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) hasta 20 de enero de 1834 115, cuando ya había muerto el mo-narca. Llega a Las Palmas el mes de septiembre y desde allí contempla impotente la desarticulación de la iglesia del antiguo régimen. Protesta contra las medidas que toma el gobierno li-beral, pero sólo consigue que le confinen. Con la subida de los moderados al poder en 1845 su estrella vuelve a brillar y el 17 de diciembre de 1847 promueve al arzobispado de Sevilla 116. En segundo lugar, tres obispos renuncian a la mitra cana-ria. Francisco de Sosa (1607-1610), nombrado obispo de Cana-rias el 3 de septiembre de 1607 117, ocupa la sede canaria duran-te casi dos años y medio, toma posesión del obispado por medio de procurador el 19 de marzo de 1608, pero él no llega residir. A principios de 1610 renuncia a la sede y el monarca le asigna una pensión de 4.200 sobre las rentas de la mitra canaria 118. Sigue residiendo en la corte, donde desempeña diferentes encar-gos, y el 23 de septiembre de 1613 pasa a ocupar la sede de Osma119. Francisco Sánchez Villanueva (1635-1651), designado obispo de Canarias el 9 de julio de 1635 120, reside en su iglesia nueve años y vuelve a la corte en 1645 con la esperanza de que le acepten la dimisión, aduciendo «que tenía muchos achaques que los había cobrado en las jornadas y visitas a su obispado, en cumplimiento de sus obligaciones». El monarca pasa a consulta de la Cámara la petición del prelado y ésta se opone a que se le caja 280, f. 129. Madrid 12 septiembre 1833) dice que el canónigo Judas José Romo Gamboa «si è riconosciuto essere degnissimo della mitra di Canarias, cui si presenta da S.M.C. A nobili natali riunisce costumi esemplari e non volgare istruzione e dottrina. I sermoni impressi lo dimostrano erudito, eloquente e di buone massime. Si comenda da tutti come oltremodo é benéfico e generoso con i poveri. Si opone in contra-rio che durante el goberno costituzionale fosse incaricato a formar l’in-dice dellla Biblioteca dell’Escorial, della quale a lui si debe la conser-vazione ». 115 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 56, f. 332. 116 Algunos datos sobre este prelado en J. M. CUENCA TORIBIO, Sociedad y clero en la España del siglo XIX, Córdoba 1980, pp. 357-360. 117 ASV, Arch. Concist., AV, vol. 15, f. 68. 118 Ibídem., AM, vol. 97, f. 428r. 119 Ibídem, vol. 98, f. 297, y AV, vol. 15, f. 70r. 120 Ibídem, vol. 17, f. 96. 45 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 458 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS admita, al descubrir que el prelado había faltado con gran nota a sus obligaciones en Canarias, añadiendo que admitirle la de-jación del obispado y asignarle renta eclesiástica con que viva, tiene reparos de consideración: El primero, que quedan disimuladas acciones tales como se dicen, indignas de un obispo, y siquiera aún no se le hace una advertencia, que puede ser de importancia para su enmienda, pues no se ha de presumir que es incorregible y que no le aprovecharán la corrección y advertencia, sabien-do que V. M. y sus ministros lo miran; y cuando esto no aprovechara (que es dificultoso de entender) se irá justifi-cando el pasar a otros medios para su enmienda. El segundo, que viene a conseguir premio por lo que merece pena; porque si él dejó el obispado para venir a la Corte a gozar de la hacienda que se dice trae, y ahora se le acrecienta, para vivir en ella, tres o cuatro mil duca-dos de renta, consigue lo que desea en daño de la causa pública. El tercero, el mal ejemplar para los obispos, que (como se ha dicho a V. M.) apenas hay quien no desee de los obispos vivir en la Corte, y cierto es buena prebenda gozar buena renta y los aplausos de la Corte sin tener que hacer y en hábito episcopal, al cual V. M. y todos hacen el respe-to que se debe, y cualquiera que esto pretendiese podrá tomar el medio de hacer en Madrid un colegio de obispos jubilados, que si en la ocupación de su obispado no proce-dían como debían, ¿qué se puede prometer con la ociosi-dad y entretenimiento en la Corte? Finalmente, V. M. ha mandado que no se admitan es-tas dejaciones que se hacen por los obispos por las razo-nes que se ponderan a V. M., y no es poco de notar que hasta ahora no se tiene noticia haya querido el Pontífice pasar la de la Iglesia de Valladolid, y sería desdoro de la regalía que estrota la dificultase más S. S., con ver se con-tinúan ejemplares no usados y poco convenientes. La Cámara termina proponiendo al monarca que le amones-ta por la falta de residencia, al haber venido a la corte sin li-cencia, y por gastar en su provecho las rentas de la mitra que debía invertir en beneficio de sus diocesanos, ordenándole vol-ver a su sede, para que enmiende sus faltas y vuelva al cumpli-miento de sus obligaciones a fin de que aquellas islas queden 46 Núm. 48 (2002) 459 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) edificadas con su ejemplo y doctrina. 121. El prelado regresa a Canarias y, unos años después, vuelve a presentar la renuncia, que el monarca y el papa aceptan en 1651, señalándole una pensión de 2.400 ducados sobre las rentas de la mitra canaria 122. Fallece en Madrid en 1658. Valentín Morán (1751-1761), nombrado obispo de Canarias el 15 de marzo de 1751 123, llega a la diócesis el 14 de julio. Austero consigo mismo, fue generoso en extremo, mantuvo la armonía con el cabildo y demás instituciones y visitó todas las islas. En 1760 decide renunciar a la mitra por sentirse enfermo e impedido para ejercer el ministerio pastoral, porque de tanto montar a caballo en sus visitas pastorales «se le enconó una fístula que tenía de catorce años». El rey acepta la renuncia y el papa la confirma el 20 de mayo de 1761, concediéndole una pensión de 3.935 ducados de vellón sobre las rentas de la mitra canaria 124. El 16 de abril abandona Canarias y se retira al con-vento de la Merced de Avilés, su país natal, donde muere el 9 de enero de 1776. Por último, otros trece obispos terminan la carrera episcopal en la sede canaria y mueren ocupando la mitra. Bartolomé de Torres (1565-1568), nombrado obispo de Canarias el 15 de mayo de 1566 125, llega a Tenerife el 17 de mayo de 1567 e inicia la visita pastoral de las islas, pero no tiene tiempo de terminarla porque muere a los pocos meses, el 1 de febrero de 1568 en el castillo de La Luz. Juan de Alzolaras (1568-1574), designado obispo de Canarias el 17 de septiembre de 1568 126, reside en la diócesis, pero son pocas las noticias que se conservan de su pontificado. Muere en Las Palmas el 7 de mayo de 1574. 121 BN, ms. 6734, ff. 121-123: Copia de la consulta hecha por D. Anto-nio Contreras y el confesor real sobre la renuncia que hace el Sr. Obispo de Canarias D. Francisco Sánchez de Villanueva, de fecha 11 de septiembre de 1645. 122 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 48, ff.. 488-490r. 123 Ibídem, AC, vol. 34, f. 50. 124 Ibídem, AN Madrid, vol. 109, f. 49: Dimisión de Mons. Morán, obis-po de Canarias (1751-1761). 125 Ibídem, AC, vol. 9, f. 144. 126 Ibídem, AC, vol. 10, f. 21. 47 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 460 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Fernando de Rueda (1580-1585), preconizado obispo de Ca-narias el 22 de junio de 1580 127, toma posesión por medio de procurador, pero él no llega a la diócesis hasta 1582. Realiza la visita pastoral de algunas parroquias y muere el 16 de junio de 1585 en La Laguna. Lope Velasco de Valdivieso (1611-1613), nombrado obispo de Canarias el 14 de noviembre de 1611 128, toma posesión por medio de procurador el 28 de abril de 1612, pero él no llega a la diócesis hasta el 3 de abril de 1613. Muere en Las Palmas unos meses después, el 29 de octubre de 1613. Rodrigo Gutiérrez de Rozas (1651-1658), preconizado obispo de Canarias el 3 de julio de 1651 129, llega a su iglesia el 10 de marzo de 1652 y de su pontificado sólo se recuerdan los duros enfrentamientos que mantuvo con las autoridades civiles y ecle-siásticas. En 1658 marcha a Madrid para justificar su conducta ante la Cámara y allí muere el 14 de diciembre. Bartolomé García Jiménez Rabadán (1665-1690), designado obispo de Canarias el 16 de marzo de 1665 130, el 5 de julio se embarca para su diócesis, a donde tarda en llegar seis meses, después de un accidentado viaje que se convirtió en una verda-dera odisea. Su embarcación se perdió en el Océano, navegando prime-ro por costas de moros, para tomar luego rumbo hacia América, llegando a Puerto Rico y Santo Domingo. Al re-greso, camino de Canarias, sufrió un nuevo y desgraciado percance. La nave se averió, siendo auxiliado por un navío de la flota inglesa, cuyo capitán exigió como pago la en-trega de todos los bienes que llevaba el obispo. Este llegó a puerto tan maltrecho que pensaban los canarios que no tendrían obispo para veinte y cinco días, sin embargo su pontificado duró veinticinco años, el segundo más largo de la diócesis, y sin haber dejado después su residencia por una hora 131. 127 Ibídem, AC, vol. 10, f. 291. 128 Ibídem, AC, vol. 14, f. 139. 129 Ibídem, AC, vol. 19, f. 193v. 130 Ibídem, AC, vol. 21, f. 89v. 131 J. SÁNCHEZ, «La Odisea del Obispo Rabadán», en Iglesia al Día, fe-brero y marzo de 1997. 48 Núm. 48 (2002) 461 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) Una vez que se restableció, comenzó a visitar la diócesis, dando instrucciones y mandatos para el buen gobierno y refor-ma de las costumbres. En la relación que envía a Roma en 1688, además de informar con amplitud de la situación material y espiritual de las siete islas, indica que la distancia de mar que hay de unas a otras no permite que el gobierno eclesiástico fun-cione con la armonía y precisión que debiera, porque todos los avisos necesarios para el gobierno deben ir por mar y, si falta el viento o es contrario o hay enemigos, no puede salir el pasaje del puerto y todo se retrasa 132. El 14 de mayo de 1690 muere en Santa Cruz de Tenerife. Bernardo de Vicuña y Zuazo (1691-1705), nombrado obispo de Canarias el 12 de noviembre de 1691 133, llega al Puerto de la Luz el 1 de agosto de 1692 y durante su pontificado visita todas las islas. El 31 de enero de 1705 muere en la Orotava dentro de una cabaña dispuesta para que se guarneciese de las erupcio-nes del volcán de Güimar. Juan Ruiz y Simón (1706-1712), preconizado obispo de Ca-narias el 22 de febrero de 1706 134, llega a su sede el 8 de julio del mismo año y muere el 6 de junio de 1712 en el Puerto de la Cruz, sin que los episcopologios reseñen nada especial de su pontificado, Félix Bernuy Zapata (1724-1730), nombrado obispo de Ca-narias el 20 de noviembre de 1724 135, llega a Las Palmas el 13 de agosto de 1725 y muy pronto comienzan los problemas con el cabildo. Quizá por esto, a principios de 1726, fija su residen-cia en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife y allí muere el 23 de mayo de 1730. Joaquín de Herrera (1779-1783), designado obispo de Cana-rias el 1 de marzo de 1779 136, arriba al Puerto de la Luz el 12 de julio. Suprime los cultos y procesiones nocturnas para evitar 132 ASV, Congr. Concilio, Relat. Dioec., caja 178-A, f. 141: Relación que el obispo de Canarias envía a Roma. Santa Cruz de Tenerife 26 septiem-bre 1688. 133 Ibídem, Arch. Concist., AC, vol. 287v. 134 Ibídem, AC, vol. 25, f. 153v. 135 Ibídem, AC, vol. 28, f. 112v. 136 Ibídem, AC, vol. 39, f. 68. 49 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 462 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS deshonestidades, remodela el seminario y, a pesar del estilo monacal que imprimió a su pontificado, no minimizó su im-pronta de gran pastor. Muere en su palacio de Las Palmas el 4 de diciembre de 1783. Manuel José Verdugo y Abiturría (1796-1816), preconizado obispo de Canarias el 27 de junio de 1796 137, se convierte en el primer canario que ocupa su sede episcopal. Recibe la consagra-ción episcopal en Madrid, donde desempeñaba el cargo de audi-tor del tribunal de la Rota de la Nunciatura, y el 5 de junio de 1798 llega a Las Palmas. Durante su pontificado se aprueba el plan de reforma beneficial iniciado por Tavira y, a juicio de Cuenca Toribio, fue el arquetipo de obispo ilustrado 138. Muere en Las Palmas el 27 de septiembre de 1816. Fernando Cano Almirante (1825-1826), nombrado obispo de Canarias el 19 de diciembre de 1825 139, llega al Puerto de la Luz el 3 de agosto de 1826 y muere de repente el 22 de septiembre del mismo año. Bernardo Martínez Carnero (1827-1833), designado obispo de Canarias el 20 de mayo de 1827 140, arriba a la diócesis el 5 de junio de 1828 y muere en Las Palmas el 26 de enero de 1833, sin que apenas sepamos nada de su pontificado. 3. ASPECTOS ECONÓMICOS Aunque resulta difícil evaluar con cierta exactitud la riqueza que posee la iglesia canaria, algunos datos pueden servirnos de orientación. El Estado de cuentas que los procuradores de la Congregación del clero de los reinos de Castilla y León presen-tan en Roma en 1630 141 informa que el importe de las rentas 137 Ibídem, AC, vol. 41, f. 360. 138 J. M. CUENCA TORIBIO, Sociedad y clero en la España del siglo XIX, pp. 356. 139 ASV, Arch. Concist., AC, vol. 54, f. 467. 140 Ibídem, AC, vol. 55, f. 77. 141 ASV, Misc. Arm. I, vol. 90, f. 246: Valor de todas las rentas eclesiásti-cas y seglares de los reinos de Castilla y León, reducidos los frutos de la tie-rra a dinero, y en particular se declara el de los cinco arzobispados y 31 obispados (...). Año 1630. 50 Núm. 48 (2002) 463 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) eclesiásticas de Canarias representan el 20 por 100 de la renta global de las Islas. Este elevado volumen de riqueza se distribu-ye de forma desigual entre los distintos beneficiarios, siendo el obispo quien relativamente se apropia de la porción más eleva-da, pues hacia 1630 se beneficia del 10 por 100 de las rentas eclesiásticas seculares de la diócesis. No obstante, para la justa valoración de las rentas episcopales hay que tener presentes los gastos y las cargas que pesan sobre ellas, así como su contribu-ción a la cultura y a la asistencia social, tanto a través de la limosna como creando y protegiendo instituciones benéfico-asistenciales en la diócesis. 3.1. Las fuentes La documentación que voy a utilizar para realizar una eva-luación aproximativa de la renta de la mesa episcopal de Cana-rias son las Relaciones de valores de la mitra 142 enviadas a la secretaría del real patronato, y los datos que aparecen en las series de Procesos Consistoriales y de Acta Camerarii del Archivo Vaticano, pero esta documentación presenta algunos problemas que se deben aclarar. Las Relaciones de valores remitidas a la secretaría del real patronato abarcan la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII, el fondo de Simancas, y desde 1635 hasta 1833 el fondo que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional 143. Cuando moría un obispo o renunciaba a la sede, la secretaría del real patronato escribía al cabildo catedral de Canarias, sede vacante, pidiendo relación detallada de las rentas de la mitra en el trienio (fondo de Simancas) 144 o en el quinquenio (fondo de 142 AGS, Patronato Eclesiástico, legs. 6, 7 y 136; y AHN, Consejos, legs. 16.994 y 16.995. 143 Las que se conservan en Simancas (AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136) ofecen las rentas por trienios, mientras que las de Madrid (AHN, Consejos, leg. 16.994) lo hacen por quinquenios y, por lo general, son más completas. 144 Alguna de estas relaciones han sido publicadas por L. FERNÁNDEZ, «Aspectos económicos, administrativos y humanos de la diócesis de Cana-rias en la segunda mitad del siglo XVI», Anuario de Estudios Atlánticos, 21 (1975), pp. 95-130. 51 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 464 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Madrid) anterior, con el fin de cargar al nuevamente provisto las pensiones que cupieran en la tercera o cuarta parte de la renta líquida y deducir la cuantía de la mesada que el electo tenía que abonar, con estas palabras: Al servicio de S. M. conviene que, luego que V. S. reciba ésta, remita a mis manos testimonio auténtico, por princi-pal y duplicado, del valor que ha tenido ese obispado en cada uno de los cinco años últimos próximos hasta el pre-sente, así en maravedíes como en frutos y demás emolu-mentos, contando el pan a la tasa real, si hubiera llegado a ella, y sino al precio que comúnmente hubiera corrido, descontando y expresando lo que hubiera pagado de subsi-dio y excusado, y demás cargas reales, con relación de las pensiones que se cargaron al obispo difunto al tiempo que entró en ese obispado, con expresión de las que hubiesen vacado y las que al presente subsisten vivas, por qué per-sonas y la cantidad de cada una. Cuyos instrumentos me remitirá V. S. con la mayor claridad y brevedad posible, por lo que quedo agradecido para dar cuenta a S. M. 145. El cabildo de Canarias, encargado de la contaduría de diez-mos, elaboraba las cuentas, bien analizando año por año o de forma global, y las remitía a la secretaría del real patronato, donde eran supervisadas por la contaduría de hacienda, que las daba por buenas o las ponía reparos a los que debía dar satis-facción el autor de las mismas. Estas relaciones son muy prácticas para nuestro objetivo, pues algunas indican, junto con la cuantía de los frutos, los precios a que se vendieron y su importe global. Sin embargo, presentan el gran inconveniente de que en vez de valorar los granos al precio de venta lo hacen al de la tasa antigua, cuan-do aquél es más elevado, pues en caso contrario se evalúan al precio que se vendieron. Esta práctica, seguida de forma gene-ralizada por todas las mitras, según declara el secretario del Real Patronato en 1743: Vendidos los valores —dice el secretario— se reconoce el número de fanegas que se vendieron y todas las de trigo 145 AHN, Consejos, leg. 17013. Madrid 9 enero 1708. 52 Núm. 48 (2002) 465 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) que lo están a subidos precios, aunque sea el de 70 u 80 reales, se ponen al de 18 reales la fanega, según la tasa antigua. Las venidas a menos, al precio que dicen se ven-dieron, aunque sea el más ínfimo, y si exceden de la tasa a los 18 reales de ésta. Que lo mismo se practica en la regulación de la cebada, centeno y demás semillas, que vendidas a subidos precios se ponen al de 9 reales de la tasa, y las demás al que dicen se vendieron 146, también se utiliza en la de Canarias. Es cierto que fue contes-tada en distintas ocasiones 147 e incluso la Cámara en la consul-ta de 13 de marzo de 1709 se mostró partidaria «de que los granos de los prelados se valoren al precio de venta a la hora de hacer la liquidación de los valores de cada obispado» 148, pero continuó practicándose hasta finales del setecientos y ello hace que frecuentemente los valores indicados estén sensiblemente infravalorados. Por ejemplo, en el quinquenio 1745-1749 las rentas importan 280.060 reales de vellón al año, si los produc-tos se valoran a la tasa, pero suben a 384.813 si se valoran al precio de venta, lo que supone un 37,4 por 100 sobre el impor-te anterior 149. A partir de 1800, una real cédula del 14 de no-viembre dispone que los granos se regulen a los precios que al-cancen en el mercado en cada uno de los cinco años del quinquenio 150, y así se hace hasta la abolición de la obligación civil de pagar el diezmo en 1837. Los datos que se encuentran en las series de Procesos Consis-toriales y Acta Camerarii también precisan una explicación. En el proceso informativo que se entablaba cuando era presentado un nuevo obispo para Canarias se hacía un interrogatorio sobre el estado de la iglesia catedral y el obispado, demandando a los testigos en la novena pregunta del segundo interrogatorio, «si saben el verdadero valor de las rentas de dicho obispado, cuánto montan en cada año, en qué consisten y si tienen reservada 146 Ibídem, leg. 17116. 147 AGS, Gracia y Justicia, leg. 608: Parecer del Confesor real sobre la forma de valorar los frutos de las mitras. Madrid 28 abril 1708. 148 AHN, Consejos, leg. 17013: Consulta de la Cámara . Madrid 13 mar-zo 1709. 149 Ibídem, leg. 16994. 150 Una copia en Ibídem, leg. 17047. 53 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 466 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS alguna pensión». La respuesta de los testigos, aunque con fre-cuencia es meramente convencional, pues unos afirman no co-nocer la diócesis y otros remiten a las relaciones de valores de la secretaría del real patronato, se aproximan bastante a las cifras que ofrecen las del real patronato y algunas aportan detalles interesantes. Por ejemplo, en el proceso que se hace a Bernardo Martínez en 1828 se dice que la mitra renta anualmente 30.000 ducados, «producto de los diezmos, tanto de la isla en que está situada, como de las de Lanzarote y Fuerteventura, y además los que rinden la villa de Agüimes y el Carrizal» 151. Las valoraciones que se encuentran en las anotaciones de Acta Camerarii suelen repetir las cifras de los procesos consistoriales y, además, indican el importe de la pensión cargada sobre la mitra. 3.2. Naturaleza de las rentas Las fuentes consultadas permiten afirmar que las rentas de la mitra de Canarias están constituidas mayoritariamente por los diezmos que percibe en las diferentes dezmerías del obispa-do y por otras pequeñas partidas de carácter vario y menor cuantía. Los datos del cuadro 12 muestran la representación de las partidas más importantes y su evolución a lo largo del pe-riodo estudiado. Los diezmos de la cilla común constituyen la mayoría abso-luta de las rentas (90 %) y consisten en los frutos decimales que se distribuyen en dinero por San Juan y Navidad o en especies de trigo, cebada y centeno. Los cereales se administran directa-mente por la contaduría decimal y los denominados «menudos» se arriendan en pública subasta. El importe de cada uno de estos conceptos es muy desigual y, además, fluctúa sensiblemente a lo largo del periodo, como ha puesto de manifiesto Macías Hernández152. 151 ASV, Arch. Concist., PC, vol. 225, f. 122v. 152 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, Economía y sociedad en Canarias durante el Antiguo Régimen (c. 1500-1850). Santa Cruz de Tenerife 1988. Este au-tor también ha publicado otros trabajos sobre el tema: «La producción de cereales en Canarias: El ejemplo del trigo (1610-1820)», en Congreso de Historia Rural. Siglos XV al XIX, Madrid 1983, pp. 747-768; «Fuentes para 54 Núm. 48 (2002) 467 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) La cuantificación de la masa decimal percibida por el obispo sería de gran interés para conocer la cuantía de los productos agrarios que recibe y para obtener información sobre la produc-ción agraria de las Islas, pero este proyecto presenta la dificul-tad de que las fuentes consultadas suelen ofrecer información del importe de los productos, no de los frutos. Sólo en algunos años se indican también los frutos habidos, lo que permite apuntar dos conclusiones: primera, que se produce un incremen-to impresionante de los cereales, pues las casi seis mil fanegas de granos que la mitra percibe en la segunda mitad del siglo XVI se duplican ampliamente en el mismo periodo del XVIII, y segun-da, que el trigo pierde su hegemonía a favor de la cebada, que experimenta un aumento espectacular, y que la representación del el centeno cae drásticamente 153. Los datos siguientes especi-fican el porcentaje que corresponde a cada cereal: La documentación si que informa con más detalle del impor-te de los diezmos de granos, que fluctúa de un año a otro en función de la cosecha y del precio de venta, y su importancia dentro de la renta global de la mitra desciende considerablemen-te a lo largo del periodo estudiado, pues mientras en los años 1556-1599 los ingresos que aportan suman el 41 por 100 de las rentas, en el siglo XVII apenas llegan al 34 y en el XVIII sólo re-presentan el 26 por 100 (ver cuadro 12). En cambio, los diezmos que se distribuyen en dinero, como son el vino, el azúcar, los demás menudos y los residuos, cons-tituyen el capítulo más importante de las rentas de la mitra y su importancia se va incrementando progresivamente, pues su participación sube del 53,8 por 100 en los últimos decenios del XVI al 67 por 100 en el siglo XVIII. Los diezmos de azúcar el estudio de la producción agraria en las islas Canarias: el diezmo en la diócesis canaria (1480-1820)». Anuario de Estudio Atlánticos, 32 (1986), pp. 269-353; «Canarias y la crisis del siglo XVII...», pp. 179-206; etc. 153 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136, y AHN, Consejos, leg. 16994. Años Trigo Cebada Centeno 1556-1599 52,7 27,7 19,6 1650-1699 45,4 40,2 14,4 1750-1799 40,7 53,8 5,5 55 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 468 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS que recibe en las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma y La Gomera pierden peso específico dentro de las rentas por la recesión azucarera, que comienza a agudizarse a partir de 1560 con la llegada del azúcar antillano y brasileño a los mercados europeos, y esto hace que su representación baje del 8,8 por 100, que supone en la segunda mitad del siglo XVI, al 5 por 100 en el XVIII. Por el contrario, el vino experimenta un aumento espec-tacular en el segundo tercio del siglo XVII, pues el índice 100 del primer tercio sube hasta 172 en el segundo, comenzando a caer progresivamente en el tercero hasta el 123. La mitra, además de los diezmos de la cilla común, tiene otras rentas de menor cuantía (cerca del 10 por 100) provenien-tes de la villa de Agüimes, que pertenece a la cámara epis-copal 154, y del tributo de la marca del ganado de la isla de Fuerteventura. Las rentas decimales y señoriales de Agüimes se van incrementando progresivamente a lo largo del periodo, mientras la que cobra por la marca del ganado, al ser una can-tidad fija, se va devaluando con el paso del tiempo. 154 S. CAZORLA, Agüimes. Real señorío de los obispos de Canarias (1486- 1837), Las Palmas de Gran Canaria 1984. El año 1486 los Reyes Católicos donan al obispo López de la Serna, para que lo disfruten él y sus suceso-res, el término de Agüimes, «con todos los vasallos e con sus puertos e pesquerías, e con todas dehesas, prados e hidos e cañaverales e aguas co-rrientes, estantes e manantes, e con todas otras cosas anexas e pertenecien-tes » (lo citado en p. 22). En cambio, Macias Hernández («Fuentes para el estudio de la producción...», p. 293) dice que el obispo cobra los diezmos en Agüimes no en virtud de privilegio real, sino por concesión efectuada en el primer sínodo. Cfr. Constituciones Sinodales del obispo Muros en 1497, publicadas por J. M. ZUAZNAVAR, Compendio de la Historia de Cana-rias, Madrid 1816 (reimp. en Santa Cruz de Tenerife, 1863), p. 131. CUADRO 12 CONCEPTOS QUE COMPONEN LAS RENTAS DE LA MITRA (Expresado en %) Concepto 1580-1599 1600-1699 1700-1818 Diezmos de granos 41,0 34,2 26,4 Diezmos de azúcar 8,8 6,5 5,2 Diezmos menudos y residuos 45,0 49,1 61,9 Renta de Agüimes 4,7 9,2 11,5 Marca del ganado 0,5 0,3 0,2 56 Núm. 48 (2002) 469 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) 3.3. De la renta bruta a la renta disponible por el obispo 3.3.1. La renta bruta Descrita la naturaleza de las rentas de la mitra de Canarias, paso a ofrecer una evaluación global de las mismas. En el cua-dro 13 se presentan dos valoraciones distintas, de acuerdo con las fuentes utilizadas para su confección. La primera (A) se ha elaborado a base de los datos que aportan las Relaciones de los valores de la mitra enviadas a la secretaría del real patronato, y la segunda (B) a través de las cifras que se encuentran en la serie de Procesos consistoriales del Archivo Secreto Vaticano. La documentación utilizada permite afirmar que la renta bruta de la mitra tiene un comportamiento alcista hasta el si-glo XIX, pues los 168.375 reales de vellón (moneda de Castilla), que por término medio importa al año en el periodo 1556-1599, suben hasta 561.924 en 1750-1799, lo que supone un incremen-to superior al 300 por 100. A partir de 1818 la renta disminuye sensiblemente por la erección de la diócesis de Tenerife, que segrega de la diócesis canaria las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro 155, y por la disminución de los precios 155 En el trienio 1825-1827, la renta bruta anual de la mitra de Tenerife asciende a 311.814 reales de vellón. Cfr. AHN, Consejos, leg. 17.056. CUADRO 13 IMPORTE DE LA RENTA BRUTA (Media anual en reales de vellón e índice 100 = 1650-1749) 1556-1599 168.375 56.2 153.500 52,4 1600-1649 226.777 75,7 228.062 77,9 1650-1699 255.969 85,4 239.970 82,0 1700-1749 342.946 114,5 345.136 117,9 1750-1799 561.924 187,6 422.468 144,4 1800-1834 452.660 151,1 397.985 136,0 Período (A) (B) Importe Índice Importe Índice 57 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS agrícolas. Hay que resaltar, no obstante, que el aumento de las rentas en el siglo XVII hace que el comportamiento económico de la mesa episcopal de Canarias se diferencie de lo que sucede al resto de las castellanas, cuyas rentas suelen descender en este periodo, si bien es verdad que esto está en consonancia con el comportamiento singular de la economía canaria del siglo XVII 156. Los ingresos de la mitra, al provenir en su casi totalidad de rentas de carácter decimal, están sujetos a la fluctuación de las cosechas y de los precios, de tal manera que la conjunción de estas dos variables determina el movimiento de las rentas. Sin embargo hay que precisar que hasta finales del siglo XVIII la valoración de los granos se hace normalmente al precio de la tasa antigua, con lo que la variable del precio sólo influye cuan-do el precio de venta es inferior al de la tasa, en cambio a par-tir de 1800 siempre se valoran al precio de venta. En consecuen-cia, durante el periodo 1556-1799 el movimiento de la renta de la mitra se ajusta en líneas generales al movimiento de la pro-ducción, mientras que de 1800 a 1834 son los precios los que determinan de forma decisiva la fluctuación de las rentas 157. En Canarias también hay que tener en cuenta la situación geopolítica, pues los ataques corsarios o las guerras pueden in-cidir negativamente y agravar la situación económica. El año 1593 la isla de Fuerteventura fue saqueada por los moros y hubo langosta, con lo cual no se cogió ninguna renta en ella, antes bien fue necesario dar limosna a los vecinos para que pudiesen comer y sembrar» 158. En 1730 el cabildo catedral se queja de la disminución de los diezmos por las repetidas cala-midades que las islas han padecido en el presente siglo, ya por la falta del comercio, ocasionada con las guerras, ya por la esterilidad y penuria experimentada en los años de 1703, 1718 y siguientes hasta 1721, con las regulares 156 A. M. MACÍAS HERNÁNDEZ, «Canarias y las crisis del siglo XVII...», pp. 179-206. 157 El cambio que se produce en la administración de la casa mayor dezmera a partir de 1760 parece que fue poco significativa por los acuer-dos entre la Real Hacienda y la contaduría decimal de la diócesis, así como por el fraude tan grande que se practicaba en la elección de tales casas. 158 AGS, Patronato Eclesiástico, leg. 136. 58 Núm. 48 (2002) 471 ESTUDIO SOCIOECONÓMICO DE LOS OBISPOS DE CANARIAS (1556-1834) consecuencias de mortandad de hombres y ganado, que han causado tal disminución en la suma decimal que nos hemos visto precisados a implorar como único remedio la piedad de V. M.159. 4.3.2. Aproximación a la renta líquida Para evaluar la renta líquida y pensionable de la mitra me atengo a lo dispuesto en el decreto de 7 de junio de 1746, don-de se dispone que «solamente se bajen los gastos y cargas per-tenecientes a la administración, recolección de frutos, beneficio y cobranza de las rentas, con el subsidio y excusado del todo de la mitra», así como otros conceptos de pequeña cuantía que se engloban en tres apartados: cargas fiscales, gastos de adminis-tración y cargas varias. En primer lugar, las rentas de la mitra de Canarias están sujetas al pago de las contribuciones ordinarias y extraordina-rias que de forma fija u ocasional se imponen al estado ecle-siástico con la debida autorización pontificia, como son el sub-sidio de galeras, el excusado, el noveno decimal y otras de carácter extraordinario. La cantidad que corresponde abonar al obispo por el subsi-dio de galeras —contribución de 420.000 ducados que el papa Pío V concede a Felipe II sobre las rentas eclesiásticas de Espa-ña— se sitúa en torno a los tres mil reales de vellón al año, aunque su cuantía exacta varía en función de los repartimientos que se hacen a lo largo del periodo. Por la gracia del excusado o diezmo de la casa más rica de cada parroquia, concedida también por Pío V a Felipe II, paga hasta el año 1760 una cantidad media anual de 7.500 reales de vellón. El año 1761 el excusado pasa a ser administrado por la Real Hacienda y la mitra deja de percibir una porción de frutos decimales no tan importante como cabría esperar, por los acuer-dos entre la contaduría decimal y la real hacienda y por el frau-de que se practicaba en la elección de la casa mayor dezmera. 159 AHN, Consejos, leg. 16994: Cabildo de Canarias a S. M. Las Palmas 10 diciembre 1730. 59 MAXIMILIANO BARRIO GOZALO 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS El papa Pío VII concede a Carlos IV el 3 de octubre de 1800 la exacción de un noveno extraordinario de todos los diezmos, a excepción de los percibidos por los beneficios curados y demás piezas eclesiásticas que con esta imposición se quedaran in-congruos, por el tiempo de diez años, aunque se fue prorrogan-do hasta la abolición de la obligación civil de pagar los diezmos en 1837. Por último, se deben contabilizar los subsidios extraordina-rios que el rey, con autorización pontificia, impone al estado eclesiástico. Son muy frecuentes durante el reinado de Felipe IV, con motivo de la guerra de los Treinta Años; en los primeros años del siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión; a finales del mismo siglo con motivo de la guerra contra los franceses, y a principios del XIX durante la guerra de Independencia y a lo largo del reinado de Fernand |
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