LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES.
ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N
DIFUSIONISTAS EN LA ARQUEOLOGÍA
CANARIA
P O R
ALFREDO MEDEROS MART~N*
RESUMEN
La investigación arqueológica en Canarias durante la década de los
noventa ha sido afectada por el descubrimiento de unas pirámides escalo-nadas
en las islas de Tenerife y La Palma. Han coexistido dos posturas di-vergentes,
la visión mayoritaria que las consideran de cronología histórica,
posteriores a la conquista de las Islas Canarias en el siglo XV, y aquellos
que propugnan una cronología aborigen pre-conquista. Prospecciones selec-tivas
y excavaciones arqueológicas han probado la utilización del entorno
de las pirámides de Güímar (Tenerife) en época aborigen. Sin embargo, aún
no existen pruebas empíricas para plantear que estas construcciones fue-ron
construidas en fechas anteriores de la conquista de las Canarias Occi-dentales.
Palabras clave: Historiografía. Islas Canarias. Pirámides. Difusion. Amé-rica.
ABSTRACT
The archaeological research in the Canary Islands during the decade of
the nineties has been affected by the discovery of severa1 pyramids in the
;cl.,mAc A -r- --.:.L .,.A T D l-- n..-:..- +L:- --..:-a L --.- - - - . . : -~- a A -..- 151-11U3 VI IL1lLIIIL LIllu~ z ai a lllla. YUlllls L1113 YClluU llaVc LWu
divergent postures, the majority vision that consider them of historical
* Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Ma-drid.
Facultad de Geografía e Historia. Ciudad Universitaria.
Núm. 45 (1999) 119
2 ALFREDO MEDEROS MART~N
chronology, subsequent to the conquest of the Canary Islands in the 15th
century AD, and those that support an aboriginal chronology. Selective
surveys and archaeological excavations have proven the utilization of the
area surrounding of the pyramids of Güímar (Tenenfe) in aboriginal time.
However, yet do not exist empirical proofs 10 oiitline that these construc-tions
were built in previous dates to the concliic.51 of the Canary Islands.
Key wovds: Historiography. Canary Islands. Pyramids. Diffusion. Ame-rica.
Sin lugar a duda, la investigación arqueológica en Canarias
durante la primera mitad de los años noventa ha estado mar-cada
por dos polémicas que han generado más de dos cente-nares
de artículos de prensa, las pirámides escalonadas de
Güímar desde enero de 1990 y la piedra zanata a partir de
septiembre de 1992.
Al tratarse de los dos principales fenómenos arqueológicos
que han interesado a la opinión pública durante el quinque-nio
1990-95, de forma más intensa en las Canarias Occidenta-les,
cabe plantearse objetivamente si ello se debe al menor
interés científico de otras facetas de la investigación, como el
1 Congreso Internacional sobre Momias, celebrado en febrero
de 1992, aunque la exposición paralela llegó a ser visitada por
más de 40.000 personas, o a que realmente inciden sobre te-mas
que interesan de verdad al gran público, el poblamiento
de Canarias en el caso de la piedra zanata o la presencia de
contrucciones monumentales aborígenes en el tema de las pi-rámides
escalonadas.
Es este segundo aspecto, donde confluyen causas socioló-gicas
e históricas, que a nuestro juicio ha ay-ü&& a rlan-tener
vivo el interés por ambos temas, generando una abierta
polémica, que ha acabado exigiendo la toma de posición de
investigadores e instituciones públicas.
Nuestro objetivo será presentar una revisión historiográfica
deta!!ada de! descubrirniente de !as pirámides esca!enad~r,
excavación y consecuencias derivadas de los resultados obte-nidos,
que no se ha explicado con precisión, lo que ha sem-brado
una permanente confusión hasta la actualidad sobre lo
120 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 3
sucedido. Y simultáneamente, analizar los fundamentos cien-tíficos
difusionistas que sustentan la principal tesis defensora
de una filiación aborígen de las pirámides escalonadas cana-rias,
sin entrar en detalle en los argumentos en contra o a
favor de la construcción postconquista o aborigen de las pirá-mides,
planteamientos opuestos que serán expuestos según las
opiniones de los principales implicados en la investigación.
El hallazgo de las pirámides escalonadas de Güímar surge
de la revisión en 1987 de la documentación de Emiliano
Bethencourt de Miranda y Villalba, primo del Dr. Juan Bethen-court
Alfonso, autor de la Historia del Pueblo Guanche (1912),
por su nieto Emiliano Bethencourt Miranda (Bethencourt et
alii, 1996: 181), donde se encontraban las coordenadas de unas
pirámides escalonadas, aparentemente procedente de informa-ción
oral recogida por Juan Bethencourt en 191 l , dos años
antes de su muerte.
Tras su localización en 1988, durante la simultánea búsque-da
de un supuesto ((asentamiento templario)) del siglo XIII d.C.
al que vinculan la llegada de la Virgen de la Candelaria a
Güímar, E. Bethencourt formará el «Grupo de Investigaciones
BK (Brahmanes & Kchatriyas))) en 1988, que se tranformará
en junio de 1989 en la ((Confederación Internacional Atlán-tidan.
Según su presidente, E. Bethencourt (en Vázquez, 1990: 76)
el nombre proviene de que ((Nosotros estamos convencidos de
que este fermS p x t e de !a Atkntida y qUe !os priaeros
guanches fueron primitivos atlantes (...) Por eso hemos crea-do
la Confederación Internacional Atlántida, con el propósito
de investigar los orígenes de los pueblos que bordean el At-lántico
en busca de unos orígenes atlantes comunes, tratando
de conocer la cultura de estos pueblos en todas sus vertien-tes.
Ahora mismo tenemos relación con grupos que están in-tegrando
la Confederación de Azores, Madeira, Portugal, na-turalmente
toda España y también América, Florida, Islas del
Núm. 45 (1999) 121
4 ALFREDO MEDEROS MART~N
Caribe, Venezuela, Puerto Rico y, últimamente sobre todo, Mé-xico
y Brasil».
Las pirámides escalonadas canarias, consideradas hasta
entonces por los agricultores como molleros de piedras, cons-truidos
al despedregar antiguas zonas de malpaíses sin otor-gárseles
un valor especial, aparecen súbitamente en los medios
de opinión pública el 28 de enero de 1990 tras publicarse en
dos secciones dominicales en la prensa de Tenerife de habi-tual
contenido esotérico ((Otros mundos, Otros misterios.. . » del
Diario de Avisos (Padrón, 1990a: 30) y el «El tesoro de las is-las
» de la Gaceta de Canarias (Armas, 1990: 66-67), represen-tativas
del interés que despiertan estos temas en la opinión
pública. También la sección dominical de El Día, ((Claves del
Camino», tratará poco después varias veces el tema en textos
firmados por el periodista J. G. González Gutiérrez.
Días después, una turista noruega entregará una fotocopia
del artículo de F. Padrón a Thor Heyerdhal en el Museo «Kon-
Tikix de Olso (Heyerdhal en Padrón, 1990b: 31), quien tras
observar detenidamente las 4 fotografías del trabajo «me hu-bieran
hecho sospechar que esto era una estructura arquitec-tónica
muy cuidada y no simplemente el resultado de una lim-pieza
de terreno con fines agrícolas» (Jiménez y Heyerdahl,
1991: 8), lo que le inducirá a realizar una primera visita pri-vada
en marzo de 1990.
Paralelamente, los miembros de la Confederación Atlántida
elaboraron un dossier de las pirámides y un informe en inglés
por F. Rojas que remitieron simultáneamente a un grupo de
((estudios templarios)) francés, a un Departamento de Arqueo-logía
en la Unión Soviética, a algún Departamento de An-
&op&gi~ & &tu&s IJni&s, 2 la F~fi&ciSn aKon-T&j» &
T. Heyerdahl y aparentemente al Departamento o a algún
miembro del Departamento de Prehistoria, Antropología y
Paleoambiente de la Universidad de La Laguna. El primero y
único en interesarse seriamente será T. Heyerdahl quien soli-citó
más información y se desplazará a Tenerife por segunda
vez los días 16 y 17 de julio de 1990 contactando ahora con
el periodista F. Padrón y los miembros de la Confederación
Atlántida.
122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 5
Durante seis meses, hasta el final de 1990, se tratará insis-tentemente
el tema en los periódicos locales sobre el presunto
carácter aborigen de las pirámides escalonadas, destacando
algún artículo como el de César Rodríguez Maffiotte (1990: 2)
con el significativo título «Primero vaya a verlo y después opi-ne
» donde considera que si fuesen aborígenes por las implica-ciones
difusionistas «no se trataría del descubrimiento del si-glo
sino del milenio)).
El rasgo más significativo durante estos meses será el co-mienzo
de la generalización de la presencia de pirámides es-calonadas
en otros lugares de las Islas Canarias. Fotos de las
mismas irán progresivamente apareciendo en puntos como El
Gincho-Los Cancajos (Breña Baja, La Palma) (Padrón, 5-8-
1990c: 291, La Mancha y Santo Domingo (Icod, Tenerife) (Pa-drón,
26-8- 1 99Od: 29)) Mazo (La Palma) (Padrón, 16-9- l99Oe:
35), Los Llanos de Aridane (La Palma) (Padrón, 10-2-1991a:
37), Las Cuevas (La Orotava, Tenerife) (González Gutiérrez,
21-8-1991a: 57; Cabrera y Báez, 27-8-1991: 30), El Paso
(González Gutiérrez, 29-9- 199 1 c: 60) ya citadas por E. Bethen-court
(en Vázquez, 1990: 76), Llanos de San Felipe (Puerto de
la Cruz, Tenerife) (Alemán, 21- 10-1991: 42; Hernández Pérez,
22-12-1991a: 70) y La Polvasera (Breña Baja, La Palma)
(Bethencourth Miranda et alii, 1996). No obstante, antes de la
polémica ya existían comentarios sobre este tipo de construc-ciones
también denominadas paredones (Rodríguez Pages,
1989: 24-25).
El único ejemplar de Gran Canaria que se identificó a tra-vés
de una antigua fotografía en la zona militar de La Isleta
(Las Palmas de Gran Canaria) (González Gutiérrez, 26-7-1992:
(,i j, apareiltemeiite c"ii uii riido de anietra]lad"ra en su
actualmente no se conserva, interpretándose también como
un posible horno de cal (C.H.E.C., 1993: XI). Tampoco resul-ta
de momento válida la referencia oral que dice tener F. de
Luca (1995: 59) sobre una pirámide escalonada aún no locali-
7aAa nnr 61 en e! Noreste de Y! Hiel~e. este fen& u--&+ Y"'
meno, hasta la actualidad, a las islas de Tenerife y La Palma,
las dos de más reciente vulcanismo, con la excepción de
Lanzarote.
Núm. 45 (1999) 123
6 ALFREDO MEDEROS MART~N
Sin embargo, en ningún caso se ha presentado un levanta-miento
planimétrico o descripción detallada, restringiéndose a
la simple publicación de fotos. No deja de resultar represen-tativo
de una forma discutible de investigación que entre 1990-
1996 el único dibujo aceptable con escala de alguna construc-ción
piramidal ha sido el croquis de las 3 principales de
Güímar publicado por C. Esteban et alii (1992: 6, fig. 1) y las
plantas-croquis del conjunto de las pirámides de Icod y
Güímar (Hahnel, 1996: 367-373, fig. 1 -8b).
Inicialmente, durante el verano u otoño de 1990, sin auto-rización
oficial de la Dirección General de Cultura, parece que
se realizó un sondeo por miembros de la Confederación
Atlántida, concretamente «una pequeña excavación con el per-miso
del dueño del terreno, desde el vértice de una de las pi-rámides,
sobre la que había noticias de que existía una cueva
y un conducto. Llegamos a un punto en el que ya no podía-mos
avanzar, porque una pared sellaba la entrada. No segui-mos
» (Bethencourt Miranda en Pamplona, 199 1 : 18)) sondeo
que posteriormente se tapó (vide infva).
Poco después, T. Heyerdahl volverá por tercera vez a
Tenerife en noviembre de 1990, permaneciendo hasta fines de
enero de 1991, para organizar la excavación de las pirámides
escalonadas, ya con la promesa de financiación de Fred Olsen
por parte de Ferry Gomera, S. A.
A través de E!in Hamiet W y k , ent~ncesm ielnilbre de! Ken-
Tiki Museet de Oslo, que participaba en el Proyecto de Inves-tigación
Cuevas de San Juan (San Andrés y Sauces, La Pal-ma),
realizando su memoria de licenciatura sobre análisis
arqueométricos y de caracterización microscópica de la cerá-mica
de La Palma, T. Heyerdahl inicialmente contactó con el
profesor de la Universidad de La Laguna Juan Francisco Na-varro
Mederos, solicitándole la normativa oficial de excava-ciones.
124 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN 7
Posteriormente, una vez llegado a Tenerife, durante no-viembre
de 1990 se realizará una entrevista entre T. Heyerdahl,
J. F. Navarro y M." Cruz Jiménez Gómez, esta última también
profesora de la Universidad de La Laguna, quien se incorpo-rará
al Proyecto con el que se sentía progresivamente impli-cada
por su nacimiento en Güímar y haber desarrollado
excavaciones arqueológicas en la Cueva de Chingüaro (Güí-mar)
desde diciembre de 1987.
La participación de ambos investigadores canarios resulta
muy. relevante, no sólo porque la normativa arqueológica re-cogida
en la Ley 16/85, de 25 de junio así lo exige, ya que un
investigador extranjero debe codirigir cualquier excavación con
otro nacional, sino que resultaba también una respuesta tras
un año de críticas por pi_e de la prensa local y la &nfe&-
ración Atlántida, según la cual supuestamente las principales
instituciones arqueológicas canarias, Universidad de La Lagu-na
y Museo Arqueológico y Etnográfico de Tenerife, se habían
desentendido del problema. El titular de la sección «Otros
mundos, Otros misterios...)), tras la llegada de T. Heyerdhal,
revela un estado de opinión latente entonces, ya que el enca-bezado
decía se comienza a estudiar el fenómeno por cientí-ficos
de fuera» (Padrón, 1990f: 37).
Unas declaraciones de M." C. Jiménez Gómez (en Rodrí-guez,
1992: 61) son lo suficientemente claras. «Nosotros éra-mos
bastante reticentes a meternos ahí. (...) Este asunto no
nos cuadraba ni nos interesaba, porque partíamos de la pre-misa
de que esas construcciones son postconquista. Pero lo
que más nos influyó fue la presión social. A mí no me impor-taban
tanto las acusaciones de los particulares como la de-manda
del pueblo. Porque ésta era la primera vez que había
un interés generalizado por la Prehistoria (...) Entonces, noso-tros
pensamos en dar esa respuesta que se nos estaba pidien-do
desde nuestra sociedad, la que nos paga y en la que somos
uno más. Y ese fue el principal factor para embarcarnos...».
TVQCQ n~anc-4nvca 1- nQv t ; A n o & A n nnA;voctn-oo A- <- LLUO u i i u l r L r u i ~iu~ ~ U ~ L L L ~ ~ U L L W LLULUL W LUULILLLULC;~ UG 111-
vestigadores de la Universidad de La Laguna, la directora del
entonces Departamento de Prehistoria, Antropología y Paleo-ambiente,
Carmen del Arco Aguilar, manifestará publicamente
Núm. 45 (1999) 125
en escrito del 11 de diciembre (El Día, 14-12-1990: 11) que al
no haberse presentado el Proyecto de Excavación a evaluación
en el Departamento no podía considerarse todavía un Proyec-to
Departamental, y los investigadores del mismo sólo partici-paban
a título particular.
Estas declaraciones fueron interpretadas por algún perio-dista
(Pardellas, 1991b: 39)) según «Todas las fuentes consul-tadas
» (sic), como indicativas del «gran enfrentamiento que se
originó entre las 'familias de arqueólogos' de la Universidad de
La Laguna» sobre la conveniencia o no de participar en estas
excavaciones.
El 18 de diciembre, T. Heyerdahl y M." C. Jiménez Gómez,
como directores del Proyecto, presentarán solicitud de autori-
7ar iAn p ~ en1 p r f i y e ~ t ~ Ifiv~tigaciSn« Sm&wr en el em- ---A---
plazamiento de Chacona)) en la Vicenconsejería de Cultura y
Deportes, que fue informada desfavorablemente por el Jefe de
Sección del Patrimonio Histórico, Armando del Toro, por ca-recer
el Proyecto de una memoria científica y no estar avalada
por un departamento universitario o museo arqueológico, pero
sí lo será favorablemente por Javier Díaz Reixa, Inspector
General de Patrimonio Histórico y el 8 de enero de 1991 por
la Comisión Asesora de Investigaciones Arqueológicas, Paleon-tológicas
y Etnográficas, con la condición de que se comple-tase
la documentación y se realizase previamente una prospec-ción
geofisica.
La memoria del Proyecto había ingresado en el Departa-mento
de Prehistoria, Antropología y Paleoambiente el 3 de
enero de 1991, durante las navidades, y el 11 de enero, tras
una reunión, el Departamento de Prehistoria informará favo-rabiemente
sobre ia memoria científica.
Ese mismo día dicha documentación le será reclamada por
la Viceconsejería de Cultura y Deportes a los directores de la
excavación. Esta documentación complementaria entrará el 2 1
de enero en la Dirección General de Cultura siendo autoriza-
A- c --.,-, LI ,,,, +, ,,, ,.. n:,--n+,, pq,l,, n:.,,-~,l+,,,~
Ud 1 c i V U 1 a u I c l u c l l L c pul JU UI I CLLVI-4, 1 IWJ UIuL-u- l r r u i ~ u
Marrero, el 25 de enero. Pero restringiéndola a un sondeo
geofísico, asignándole la tutela científica del Museo Arqueoló-gico
de Tenerife en la persona del Inspector Insular de Patri-
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN 9
monio, Rafael González Antón, y dejando a un próximo futu-ro
la aprobación de la autorización específica para la realiza-ción
de sondeos arqueológicos.
Ante la exigencia de una tutela cientifica por parte de una
institución, la profesora M." C. Jiménez Gómez presentará el
31 de enero una solicitud de aval científico a la Rectora de la
Universidad de La Laguna, Marisa Tejedor, quien en respues-ta
por parte del Vicerrector de Investigación, Juan Jacinto del
Castillo, se indicará que ningún profesor universitario requie-re
de tutela científica por parte de otra institución.
Ese día 31 de enero también los directores de la excava-ción
presentarán un escrito a la Dirección General de Cultura
ante la negativa para la realización de sondeos arqueológicos
y asignación de tutela científica del Museo Arqueológico de
Tenerife, que no será aceptado por dicho organismo, quien se
volverá a reafirmar en resolución de 6 de febrero sobre su
anterior escrito de de 25 de enero.
Es importante señalar que el mismo día 31 de enero el al-calde
de Güímar, Víctor Pérez, enviará un escrito de protesta
a la Dirección General de Cultura por la denegación de la
autorización a realizar excavaciones arqueológicas, que será
contestado ese mismo día 31 por la Dirección General reafir-mándose
en su postura, ya que también la alcadía de Güímar
será atacada por algunos medios de desentenderse del tema.
El 25 de enero, T. Heyerdahl dará su primera conferencia
pública en SIC de Tenerife, junto al periodista y arqueólogo
Germán Carrasco, sobre «Las pirámides de Túcume (Chicayo,
Perú)» en la que se ofrecieron algunas impresiones sobre las
pirámides de Güímar.
y un di2 dPSp1?&,e ] 26 de pfipye, && ~ ~ t i r ,di ea
la obtención del permiso oficial por el propio T. Heyerdahl a
una agencia de noticias (Ideapress, 199 la: 52), anunciando la
participación de cuatro de los arqueólogos más prestigiosos
del mundo»: Arne Skoslvold, director del departamento de
Arqueología de la Universidad de Oslo; Oyestin Johansen, ex-director
de la Academia de Ciencias de Noruega, y los investi-gadores
suecos de la Universidad de Upsala, Paul y Elena
Wallin. No obstante, el Proyecto de excavación se restringía,
Núm. 45 (1999) 127
básicamente, a dos directores, T. Heyerdahl y M." C. Jiménez
Gómez, y dos investigadores integrados en el mismo, J. F. Na-varro
y A. Skoslvold.
Inmediatamente después, el 28 de enero, comenzará una
prospección geofísica de las pirámides escalonadas por dos
miembros del Instituto Geotécnico de Noruega, que ya habían
trabajado previamente durante las excavaciones de Heyerdahl
en las pirámides peruanas de Túcume, el Dr. Fan-Nian Kong
y el ingeniero Jan Kristiansen, quienes hasta el 1 de febrero
realizarán prospecciones geofísicas de 3 pirámides, la platafor-ma
situada entre las dos principales, varias terrazas y los ba-rrancos
circundantes, anunciándose el 3 de febrero que en la
plataforma situada entre las dos principales pirámides escalo-nadas,
((entre los 2 y 5 m. de profundidad existe una acumu-lación
importante de materiales distintos a los de superficie
(fundamentalmente lava y tierra)» (Kong y Kristiansen en
Pardellas, 1991a: 49), y dos semanas después se precisará que
«puede ser otro tipo de terreno, una cueva o aire» (Kong y
Kristiansen en Pardellas, 199 1 b: 39).
El impacto de la portada del Diario de Avisos del domingo
3 de febrero, «Hay 'algo' enterrado en las pirámides de Güí-mar
» será tal que, el 7 de febrero, M." C. Jiménez y T. He-yerdahl
(1 99 1 : 8) se verán obligados a sacar una nota indican-do
que era una interpretación incorrecta puesto que aún no
se había procesado en Oslo la información geofísica obtenida.
Sin embargo, esta nota publicada un jueves como ((Tribuna
Abierta» en una página de opinión del Diavio de Avisos pasará
prácticamente desapercibida.
Aún en julio, profesores de la Universidad de La Laguna
s e g x im s e ñ ~ ! a n d(B~ a starrica, 1991a: 23) que con la prospec-ción
geofísica «no se ha descubierto nada». Estas declaracio-nes
poco podían hacer cuando el titular del artículo a doble
página declaraba «En septiembre conoceremos 'el secreto' de
las pirámides de Güímar~.
Como significativo eiemplo de la euforia y expectación le-vantada,
el mismísimo Consejero de Educación, Cultura y
Deportes del Gobierno de Canarias, Juan Manuel García Ra-mos,
poco después de haber visitado las pirámides escalona-
128 ANUAEUO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN 11
das, comentará el 17 de febrero que las pirámides «no son
contrucciones agrícolas, ya que se percibe intencionalidad en
el diseño urbano)) expresando su esperanza de que dos posi-bles
hallazgos o cámaras funerarias que se pudieran encontrar
confirmarán la vinculación del conjunto arquitectónico del
Valle del Güímar con una cultura más allá de lo hasta ahora
conocido)) (Pardellas, 199 1 b: 38-39).
En esta línea eufórica, E. Bethencourt (en Puyol, 1991: 8)
un día después acabará afirmando que de confirmarse su ca-rácter
aborigen «podría cambiar la historia de Canarias e, in-cluso,
del mundo, ya que Canarias podría ser el eslabón entre
África y América».
El aparente resultado positivo de las prospecciones geofí-sicas
salta a la prensa internacional en _The FUYQ~ PQ(CEr zf-field,
1991 : 1, 3), donde se indica que T. Heyerdahl había en-contrado
dificultades para la excavación de las pirámides
escalonadas por parte de las autoridades y arqueólogos cana-rios,
sugiriéndose el papel de las Islas Canarias como eslabón
intermedio entre Egipto y las culturas americanas mayas y
aztecas.
Por entonces, la excavación arqueológica seguía paralizada
y tras el escrito de la Dirección General de Cultura oponién-dose
a la misma de 6 de febrero, con soporte jurídico T. He-yerdahl
y M." C. Jiménez presentaran alegaciones y un recur-so
de alzada el día 9 de febrero, que no tendrán contestación
hasta el 14 de abril, en el cual la Dirección General anula sus
anteriores resoluciones de 25 de enero y 6 de febrero, autori-zando
por primera vez la realización de sondeos arqueoló-gicos.
Tu+, , a c aud~d, e aportar daim que iavorecieran su excavación,
E. Bethencourt y F. Rojas presentarán, el 5 de junio, una quin-cena
de fragmentos cerámicos decorados con incisiones, apa-rentemente
procedentes de las proximidades de una de las
pirámide. No obstante, el Dr. J. F. Navarro, advertía que asa-bíamos
que en la Chacmz existen restes de cerámica de ori-gen
prehispánico y también de tipo popular), pero «aunque eso
fuera cerámica aborígen, no se deriva necesariamente (. . .) que
las pirámides sean prehistóricas. El terreno puede removerse
Núm. 45 (1999) 129
mucho con el paso de los siglos (...) Personalmente sigo pen-sando
que estas edificaciones formaban parte de una estrate-gia
agrícola8 (Navarro en González Jerez, 1991: 14).
No obstante, un mes después, durante julio, E. Bethencourt
y F. Rojas no se sentían muy satisfechos de su situación por-que
«Si se descubre algo en septiembre cuando se realicen las
excavaciones, la gloria se la llevarán otros; pero si no hay
nada, todos los palos, como ahora, irán sobre nosotros. Somos
el punto más débil de la historia»; «nos hemos llevado palos
de todo el mundo, incluida la Universidad, nos han llamado
impresentables y muchas cosas más: Y ahora viene el gran
científico y todo el mundo está en la foto, menos nosotros». a
c.
Pese a todo, en una línea notoriamente más optimista afir- E
maban «Que todo este asunto va a traer cola, que tiene unas O
d dimensiones mayores de lo que imagina mucha gente, que lo
-
m
O
E que hay allí enterrado puede ser un descubrimiento colosal» E
2
(Bastarrica, 199 1b : 10-11 ). -E
3
-
EL ESTUDIO ARQUEOASTRON~MICO
-
0
m
E
Simultáneamente, se había venido realizado desde febrero
de 1991 una investigación arqueoastronómica por C. Esteban,
J. A. Belmonte y A. Aparicio del «Instituto Astrofísico de Ca-narias~
(I.A.C.) en las tres principales pirámides escalonadas
de Güímar (Aíl, B/2 y C/3), detectándose dos alineamientos,
el eje principal del complejo que se encontraba orientado a la
puesta del Sol del solsticio de verano en la caldera volcánica
de Pedro Gil, y un segundo eje, que marcaba la salida del sol
en e! so!stici~ de i,n,vie,r~~.
Antes de divulgar el estudio teórico, se esperó al 21 de ju-nio,
el día más largo del año, cuando se confirmó en la prác-tica
que el solsticio de verano se podía observar desde las pi-rámides
escalonadas, y consecuentemente «podrían ser útiles,
como estación astronómica, para la predicción de fechas cla-ves
del ciclo agrícola, y en consecuencia, para establecer un
calendario», si bien «independientemente del propósito con
que fuesen construidos o de su fecha de erección» (Esteban et
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 13
alii, 1991a: 6-7), lo que pronto será divulgado por la prensa
desde el 8 de agosto como indicativo de la presencia de una
((estación astronómica)) (Díaz, 1991 : 56).
Un día después serán los propios investigadores (Esteban
et alii, 1991b: 64) quienes plantearán claramente tras el título
«Los majanos de Güímar podrían ser estaciones astronó-micas)),
la conclusión de que «independientemente de la fecha
de construcción» ((hemos demostrado, los majanos y todo el
complejo en que se hallan insertos se construyeron en una
maravillosa y perfecta orientación astronómica, tan bien de-finida
que resulta difícil creer que sea debida a mera casua-lidad)).
En trabajos posteriores se desarrollarán más detalladamen-te
sus argumentos [Esteban et alii; 1992: 6, 8, 10) especifican-do
que «el complejo de Güímar, independientemente del pro-blema
de su origen, pudo haber sido utilizado con fines
astronómicos y, más concretamente, para la determinación de
un calendario».
Particularmente, se enfatizará el hecho de que ((después de
una primera ocultación del Sol detrás de un saliente del bor-de
de la Caldera de Pedro Gil parte del disco volvía a emerger
de nuevo por debajo de ese saliente, brillando por intervalo de
unos dos minutos)). Dado «el corto intervalo de tiempo en que
reaparecía, se puede deducir que ese particular fenómeno es
sólo observable desde la línea de visión de los 'majanos' du-rante
los atardeceres de no más de tres días antes y tres días
después del solsticio de verano (...) este fenómeno no sería
visible desde ningún lugar del valle de Güímar que esté situa-do
a más de 100 ó 200 metros de la línea de visión de los
najafios. (... j Todo ello pazece indicar que el lugar de erección
de los 'majanos' fue elegido cuidadosamente por sus construc-tores
».
((Nuestra conclusión principal es que los 'majanos' de
Güímar y el complejo que forman, están orientados astronómi-camente.
E! hecho de qrie pudierur, haber side ~tlizadasp r a
determinar la fecha del solsticio de verano, con una notable
precisión, ha quedado bien establecido. Por otra parte, es po-sible
determinar también otras fechas importantes, como la
Núm. 45 (1999) 131
14 ALFREDO MEDEROS MART~N
del solsticio de invierno, los equinoccios, el día de año nuevo
de los guanches y otros eventos astronómicos, como, por ejem-plo,
el orto y el ocaso de la Luna en los momentos de decli-nación
extrema».
Periódicos como el Diario de Avisos (1992: 11) resaltarán en
abril del año siguiente que los investigadores del I.A.C. presen-tarían
entre el 27 de abril y 2 de mayo en un congreso de
arqueoastronomía en Frombork (Polonia) la posible utilidad
como estaciones astronómicas de las pirámides escalonadas de
Güímar, donde se alcanzarán conclusiones similares (Aparicio
et alii, 1994: 365, 367), considerando demostrado «un posible
uso del complejo piramidal de Chacona como un calendario
astronómico, registrando eventos solares (y tal vez también
lunares)». Y sin entrar en la cronología de las mismas, reco-nocen
que «estas estructuras fueron construidas con impresio-nante,
y casi perfectas, orientaciones astronómicas, las cuales
están tan bien establecidas que es muy difícil creer que fue-ron
debidas a la casualidad)) (Aparicio et alii, 1994: 366-367).
Finalmente, también en su artículo «un marcador solsticial
en Tenerife: 'Los majanos de Chacona1» (Belmonte et alii, 1993:
S68) su «principal conclusión es que los majanos de Güímar,
y el complejo del cual ellos forman parte, están astrómi-camente
orientados (...) pudieron haber sido usados para de-terminar
la fecha del solsticio de verano con precisión muy
elevada, y también el solsticio de invierno; y vemos pequeña
la probabilidad de que este alineamiento ocurra por casua-lidad
».
Sin embargo, a raíz de los resultados negativos de las exca-vaciones
arqueológicas en la plataforma de las pirámides es-caloíladas
& Güiqar Cii& hfiu)C, . Esteban e[ &! (19942:
S84-S86) plantearon el posible uso de la vara castellana como
unidad de medida durante las construcción de las pirámides
escalonadas, al detectar, a posteviori, una elevada recurrencia
de las medidas 0.826 m., próximo al 0.836 m. de la vara cas-te!!
aníl, i"n tercer pico de 1.086 m.: aproximadamente 413 de
la vara y un sexto pico de 1.654 m., aproximadamente dos
veces la vara, lo que aparentemente apoyaría la cronología
postconquista de las pirámides escalonadas.
132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 15
Ante esta disyuntiva cronológica, «debido a las implicacio-nes
astrónomicas que presentan, difíciles de justificar en el
caso de tratarse realmente de construcciones históricas)) con-cluyen
sugiriendo que «los majanos pudieran ser un testigo
fósil de las antiguas tradiciones aborígenes, que conservadas
por los descendientes de aquellos primitivos habitantes, fueron
plasmadas, en un momento todavía indeterminado de la histo-ria
ya castellana de la isla...)) (Esteban et alii, 1994b: 208, 211).
Otra posible explicación de esta dicotomía fue ofrecida por
J. Barrios en la prensa local y en el debate de una mesa re-donda
celebrada en La Laguna, respectivamente los días 3 y 7
de noviembre de 1991, y alcanzó mayor difusión en el Con-greso
Internacional de Arqueoastronomía celebrado en Smol-
.y,a-mu \mu2 üqI-,.+-:- lia) C...-L.I"- ILIC el 31 de agosto y el 2 de septiembre de
1993 (Barrios, 1996). Ambos artículos son anteriores de los dos
últimos trabajos de C. Esteban et alii (1994a y 1994b), en las
que los investigadores del I.A.C. continuan manteniendo la
orientación astronómica de las pirámides escalonadas, pero
defendiendo ahora claramente una filiación postconquista.
La crítica de J. Barrios (1991: 16D-17D y 1996: 103-104) se
dirige hacia tres puntos:
1. El uso no adecuado de las referencias de algunas fuen-tes
históricas como Abreu Galindo (1 590- l632/1977: 297) y
Viana (160411996: 71).
2. El carácter histórico del volcán de Las Arenas en 1705,
hacia el cual se orienta la alineación de las pirámides escalo-nadas,
que pudo haber provocado un elevamiento de la zona
ocupada por el volcán y causado derrumbes laterales en el
pico más elevado del valle, el volcán de Cho Marcial, lo que
implicaría una reconstrución hipotética del horizonte de pues-ta
del sol durante el solsticio de verano.
3. La relativa imprecisión de las medidas tomadas por los
investigadores del I.A.C., exclusivamente por medio de brúju-la,
que al ser comprobadas con un teodoiito de precisión, el
supuesto alineamiento muestra una desviación de 1.9" al Nor-te
de la presente puesta de sol, o sea, hacia donde ocurría la
puesta de sol hace unos 6.000 años, hacia el 4000 AC.
Núm. 45 (1 999) 133
16 ALFREDO MEDEROS MART~N
En conclusión, según J. Barrios (1991: 17D), no existen
alineamientos astronómicos precisos que demuestren una elec-ción
consciente con fines astronómicos, si bien reconoce un
emplazamiento «con cierta intención solsticial D.
Sin embargo, estos argumentos no han sido rebatidos por
C. Esteban et alii (1994a y 1994b) que sólo tenían entonces
constancia del primer trabajo en la prensa (Barrios, 1991),
aunque sí se corrige el mes del Beñesmer guanche (Abreu,
1590-163211977: 297), inicialmente atribuido al 23-24 de julio
(Aparicio e? alii, 1994: 365) y posteriormente situado en el 15-
16 de agosto (Esteban et alii, 1994b: 21 1). 2
w
P
EL P.4Sn.aQLTF ET~?IGR-&ICO -n- a
Un hecho que no conviene perder de vista en la polémica E
B
de las pirámides escalonadas es que, tras las prospeccio- -
nes geofísicas y antes de disponer de resultados de una exca- 5
vación, desde el 22 de marzo de 1991 se anuncia la compra a -
de 80.000 m* en terrenos situados en las inmediaciones de las Q
B
pirámides por parte de Fred Olsen a través de la empresa P
Ferry Gomera S.A. (Ideapress, 19 9 1b : 2 1) , más concretamente -S
(Rodríguez, 1992: 61) se trató de 37.000 m* comprados a Juan $
Pedro Pérez y Pérez y su hermano, junto a dos pequeñas par- A
celas propiedad de varias personas, adquiridas por un montan- - n
n
te de unos 90 millones de pesetas, si bien ambos hermanos 5S
conservarán la parcela donde se asientan las pirámides, de la O
que cederán los derechos de explotación a la ((Foundation for
Exploration and Research on Cultural Origins» (F.E.R.C.O.), en
la cual también se integrará el Ayuntamiento de Güímai-.
Según su antiguo propietario, J. P. Pérez y Pérez (en Idea-press,
1992: 19) la explotación del parque etnográfico se plan-teaba
«no desde un punto de vista especulativo, sino de forma
que los ingresos que se obtengan vayan a parar a la fun-dación
».
Tras vallarse la finca en 1992, durante 1993 se redactará un
proyecto de Parque Etnográfico de las Pirámides de Güímar
por los arquitectos madrileños César Ruiz Larrea, Enrique
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN 17
Álvarez Sala y Carlos Rubio, con una inversión total de algo
más de 1.000 millones de pesetas, comenzando incialmente
por reconstruir parte de los muros de algunas pirámides esca-lonadas
junto a la limpieza del terreno de piedras y basuras.
En julio de 1994 se presentará el proyecto en el Ayunta-miento
de Güímar, que será rectificado por la Oficina Técnica
Municipal ya que exigirá modificaciones puntuales de las Nor-mas
Subsidiarias que preveían a la presencia de un parque
verde urbano y el trazado de una vía de acceso, siendo lleva-do
por primera vez a pleno en octubre de 1994, recibirá ale-gaciones,
y será aprobado definitivamente el 13 de mayo de
1995. Las obras comenzarán el 18 de mayo y sus actuaciones
principales serán la restauración de la Casa de Chacona o
«Casa del Miedo)) como museo etnográfico y la construcción
de un edificio para la recepción de visitantes y venta de bille-tes,
con salas de conferencias y exposiciones, sala de proyec-ciones
documentales, tiendas, servicios, bar-cafetería, etc.
Una de las claves del acuerdo será el proyecto de integra-ción
del futuro Parque Arqueológico del Barranco de Chin-güaro
y del Parque Natural del Malpaís de Güímar en las visi-tas
programadas al Parque Etnográfico de las Pirámides de
Chacona para crear en el próximo futuro un circuito turístico
ecológico-cultural dentro del municipio de Güímar.
En la fase inicial del proyecto, el director del Museo Ar-queológico
y Etnográfico de Tenerife, Rafael González Antón
(en Trujillo, 1991: 56), a quien se le había encargado el segui-miento
de las prospecciones geofísicas por la Dirección Gene-ral
de Cultura, dado su cargo de Inspector Insular de Patri-monio,
tras apuntar agudamente que ante la expectación
pública enter,r,p,s existexite ::si se desc~brz üri solo fkmur ahí
debajo, será como la segunda aparición de la virgen de Can-delaria)),
abrirá un nuevo frente de discusión desde agosto de
1991 al comentar que «el descubrimiento de las pirámides de
Güímar es una montaje para la llamar la atención a una zona
destinada a la urbanización)).
Como respuesta a esta última frase la Confederación
Atlántida (1991: 8) manifestará que «la acusación indirecta de
montaje con tintes inmobiliarios (...) lleva a terrenos peligro-
Núm. 45 (1999) 135
sos donde puede hablarse de calumnia, en lo que respecta a
nuestras intenciones y de injuria, por cuanto que perjudica
nuestras investigaciones. No sabemos cual es el propósito de
tales palabras pero eso debena resolverse o bien privadamen-te
o por las vías que ofrece un Estado de Derecho».
También serán rebatidas las afirmaciones sobre un supues-to
montaje inmobiliario por el periodista F. Padrón (1 99 lb: 3 1)
quien lo considerará una acusación «bastante grave)), y tras
presuponer que «sus pruebas tendrán, solicita «que algún día
las exponga públicamente)). En esta línea, el periodista J. G.
González Gutiérrez (1991d: 64) las considerará la «guinda» a
los ataques sufridos por los defensores del carácter aborigen N2"
de las pirámides de Güímar.
Casi inmediatamente, R. González Antón (19 9 1: 14-1 S ), ob- nO
viando la frase de la polémica, planteará en detalle sus puntos
-- a
de vista y de la plantilla del Museo Arqueológico y Etnográ- E
fico. En dicho trabajo se indica que el museo había estudiado B
durante varios meses «el problema de las pirámides)) tras un
-
5S
exhaustivo rastreo bibliográfico, inspeccionándolas, levantan- -
do planos, tomando fotos aéreas, fotografías y filmaciones, y mQa'
tras considerarlas históricas comenta que «el Museo no ha P
aconsejado su excavación puesto que no se justifica en fun- S
ción de ser un conjunto de naturaleza arqueológica)). Sin em- n
bargo, «Es posible, y hasta probable, que bajo de las pirámi- g
des puedan encontrarse restos aborígenes (...) Pero los datos 4
n
disponibles hasta la fecha no permiten afirmar nada en ese n
S
sentido)). Además, «Como miembros de una comunidad cien- 3
O
tífica aceptamos como igualmente legítimas otras hipótesis y
teorías, al tiempo que estamos dispuestos a cambiar las nues-tras
cuunds evidencias, datos y teorías alternativas den una
mejor explicación».
Estas declaraciones conciliadoras, se reforzarán aún más
dos meses después, cuando se consigue a inicios de octubre
de 1991 una mayor fluidez en las relaciones entre la Confede-ración
Atlántida y el Consejero del Organismo Autónomo de
Museos del Cabildo de Tenerife, Antonio López Bonilla, quien
se comprometerá a la creación de una Asociación de Amigos
del Museo Arqueológico.
136 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~~NTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 19
Según A. López Bonilla (en P., 1991: 6) «Hace unos días se
produjeron unas escaramuzas radiofónicas a raíz de las cua-les
decidí entrevistame con representantes de la Confederación
Atlántida para ver qué estaba pasando. Creo que estas discre-pancias
se han producido porque se ha querido personalizar
al museo en su director, Rafael González. No obstante, des-pués
de algunas reuniones decidimos trabajar juntos)).
Dentro de esta nueva línea conciliadora, en declaraciones
radiofónicas (González Gutiérrez, 199 1 d: 64)) R. González
Antón comentará que sus manifestaciones habían sido sacadas
de contexto y que la frase polémica nunca fue pronunciada.
Este acuerdo del Consejero del Cabildo con la Confedera-ción
Atlántida no será bien recibido en diversos ámbitos, tan-ti
efi z!gfina &-cil!nr p - i ~ & ~ tqci e~ n~o &~&,n en definir-lo
de «cortocircuito arqueológico)) (González Jerez, 199 1 b: 4),
como entre profesionales de la Universidad de La Laguna,
caso del Dr. A. Tejera (en Pardellas, 1991c: 19 y 1991d: 7))
quien plantea que toda excavación no controlada por especia-listas
«es negativo para la ciencia)) puesto que «este modo
erróneo de extracción de restos arqueológicos desvirtúa el lu-gar
donde fueron encontrados)). Otros profesores y profesio-nales
pertenecientes a la Asociación Canaria de de Arqueolo-gía
y Prehistoria (1992: 5) considerarán que se ((otorga carta
blanca a un grupo de aficionados sin ninguna cualificación»,
«prácticas clandestinas» que ((ahora comprobamos con estu-por
como se pretende oficializar este tipo de actividades)). In-clusive
el mismo consejero A. López Bonilla reconocerá que
estas actividades de campo por parte de los aficionados
aentrañan cierto peligro si no se realizan con cautela o sin el
rigor suficiente)).
El nuevo clima de entendimiento con las autoridades dará
lugar a unas triunfales declaraciones del presidente de la Con-federación
Atlántida, E. Bethencourt, quien tras proclamar que
«el pueblo ha tomado la Bastilla» consideró que «la campana
de er; la Yfie "3 czu;~~jnl?o-sj aLiíeii i;ifieoc e 'i~-amiliados'
se está resquebrajando con la participación de gente prepara-da
y autodidacta)), y desde la futura Asociación de Amigos del
Museo Arqueológico «el pueblo podrá fiscalizar, ver, observar
Núm. 45 (1 999) 137
2 0 ALFREDO MEDEROS MART~N
y controlar todo el material que hay disperso por ahí y entre-garlo
en un gran museo».
El retraso en el inicio de la excavación y el desconocimien-to
sobre los datos obtenidos en la prospección geofísica será
resaltado por la prensa local (Alonso, 1991: 19)) y a los impe-dimentos
burocráticos parece que se unía da oposición del
sector científico)) según una de los codirectores, M." C. Jimé- a
nez Gómez (en Pardellas, 1992: 7). N
E A ello se sumará la polémica que alcanza la primera pági- O
na del Diario de Avisos (Rojas, 1991: 1; Hahnel. 1996: 372-373, n-- m fig. 7 y 8b) por la completa destrucción de una pirámide en O E
La Mancha (Icod, Tenerife) de 45 m. de largo, 16-19 m. de E
2
ancho, 8 terrazas escalonadas y una escalera con 21 escalo- -E
nes, arrasada por la empresa contratista, Ferrovial, durante la 3
construcción de la variante Norte de la autopista con el per- --
miso de la Consejería de Obras Públicas. 0
m
E
Aunque el alcalde y el concejal de Obras y Urbanismo del O
Ayuntamiento de Icod se habían interesado por su conserva- n
ción, cuando se denunció el riesgo que sufría (González -E
Gutiérrez, 1991b: 52-53) ya había sido arrasada desde el 4 a
2
de septiembre, recogiéndose presuntamente a posteriori cerá- n
n
micas, huesos, conchas y obsidiana entre sus restos (Rojas,
1991: 10). 3
O
Según el Director Territorial del Ministerio de Obras Públi-cas
y Transporte (Montoro, 1991: 4) las competencias estaban
detentadas poz la Consejeh de Obras Zúb!ieas de! Gobierrio
de Canarias, y éstos señalarán a la compañía adjudicataria de
la carretera. En este sentido, para el ingeniero de Ferrovial y
responsable de la obra, Oscar Heras Gara (en González
Gutiérrez, 1991b: 53)) el eje de la carretera al ir entre casas
&bia afectar 2 a!,mzus de e!!~s <<yp r s qc&g 3 pirámi-d
e s ~c,o mo así ocurrió
Este hecho provocará que el Frente Popular por la Inde-pendencia
de Canarias (FRE.P.I.C.-AWARAKp) resentase un
138 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTzCOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 2 1
escrito en el Cabildo de Tenerife solicitando que las pirámides
de los municipios de Icod y Güímar fuesen declaradas Bien
de Interés Cultural (Perera, 1991: 6).
Según el asesor arqueológico de F.E.R.C.O., Vicente Valen-cia
Afonso (en González Jerez, 1995c: la), de no haberse com-prado
el terreno en 1991 por Ferry Gomera S.A. para la cons-trucción
del Parque Etnográfico de Chacona, también las
pirámides de Güímar habrían sido probablemente destruidas
ya que al estar situadas dentro del casco urbano del pueblo,
estaba previsto en las Normas Subsidiarias el trazado de una
red de calles desde el barrio de Fátima que habrían atravesa-do
el conjunto piramidal.
Finalmente, con financiación privada de Ferry Gomera,
S. A.; actualmente Fred Olsen, S. A., la excavación comenzará
el 2 de septiembre hasta mediados de diciembre, dirigida por
M." C. Jiménez y J.F. Navarro, participando regularmente los
licenciados por la Universidad de La Laguna, E. Almenara,
A. M." Cabrera, L. Díaz, G. Escribano, V. Febles, M." J. Lugo,
C. Marante, R. Quintana, S. Sánchez Perera y P. Valera, junto
con alumnos de las Universidades de La Laguna y Oslo, coor-dinados
por A. Valencia.
La excavación va a centrarse en la plataforma trapezoidal
de unos 1.200 m2 situada entre las pirámides A11 y BI2, que
cuenta con dos accesos con escaleras, uno al S.SO. y otro al
N.NE, explanada donde se abrieron 8 cortes de 25 m2. La elec-ción
de la plataforma, previo «acuerdo entre arqueólogos ca-narios,
noruegos y suecos» fue, según T. Heyerdahl (en Guan-che,
1992: 17) «para no dañar la construcción [pirámide],
porque la podíamos destruir y entonces sí que podíamos ser
criticidesn.
Es importante resaltar que el propietario de las pirámides,
J. P. Pérez y Pérez, aún recordaba (en Ideapress, 1992: 19) que
algunas de las pirámides habían sido utilizadas para la exten-sión
de parras de viñas y como secaderos de higos.
El inicio de la excavación será destacado en primera pági-na
en varios periódicos (García Ramos, 1991: 1, 7; El Día,
1991: 1, 21). Sin embargo, la lentitud que exige toda excava-ción
y la ausencia de noticias positivas sobre hallazgos espec-
Núm. 45 (1999) 139
taculares creará entre septiembre y noviembre de 1991 un
práctico vacío informativo, ocupado por la polémica sobre la
pirámide escalonada de Icod (vide supua). No obstante, los di-rectores
de la excavación permitirán que todos los viernes
cualquier persona pudiese visitar el yacimiento con un ar-queólogo
que fuese explicando detalles del mismo.
De acuerdo con los resultados obtenidos en la plataforma
situada entre las dos principales construcciones escalonadas o
pirámides, según M." C. Jiménez y J. F. Navarro (en González
Jerez, 1995b: 16) «Creemos que fueron erigidas en época his-tórica
(...) Los testimonios escritos (...) no son, en ningún caso,
anteriores al siglo m». «El conjunto de Chacona es (...) una
contrucción destinada a cultivos agrícolas (...) las dos pirámi-des
mayores apoyan sus bases en esa roca. Los constructores,
con una pericia extraordinaria, regularizaron el terreno con
pequeñas piedras y cascajos para, a continuación, recubrirlo
de una tierra que trasladaron desde otra zona. Y en esa tierra
se cultivaron plantas, principalmente cereales». «Encontramos
bastantes cosas: cerámica popular, lozas, clavos, tapones de
cristal e incluso un sello de plomo de esos que se colocaban
anteriormente en las botellas, que lleva inscrita la fecha de
1842. Lo único de origen guanche eran unas escasísimas pie-zas
de obsidiana. Sostenemos, sin embargo, que esas piezas
fueron trasladadas con la misma tierra». En este sentido, se-gún
J. F. Navarro (en Rodríguez, 1992: 61) «Hay algún trocito
de obsidiana, algún fragmento de cerámica aborigen, pero está
todo mezclado (...) Por tanto, lo que sí sabemos es que se tra-ta
de tierra de acarreo, que se ha sacado de otro lugar en épo-ca
muy reciente, y donde posiblemente había un asentamien-to
aborigen. Es decir, no hay un depósito estratigráfico que
revele que hubo un uso en época prehistórica».
Aquí parecen coincidir todos, pero extrayendo conclusiones
diferentes. Por ejemplo, T. Heyerdahl también comenta (en
Guanche, 1992: 17, Rodríguez, 1992: 61 y González Jerez,
1995a: 17) que en ningún momento se ha encontrado mate-rial
estratificado «dado el uso agrícola intensivo que se dio al
lugar en el último siglo» y la plataforma fue rellenada con tie-rra
de acarreo. Pero como «no hemos tenido la oportunidad
140 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 2 3
de encontrar el dato de la construcción)) y ((lamentablemente
no hemos encontrado material orgánico» para realizar da-taciones
radiocarbónicas, da fecha de construcción no pode-mos
averiguarla)) y por tanto no se puede saber y demostrar
la antigüedad de las pirámides. A su juicio, «Se trata de es-tructuras
que existían con una determinada función (posi-blemente
religiosa) antes de las llegadas de los españoles)), y
concretamente la plataforma habría sido utilizada para la ce-lebración
de alguna ceremonia o competición deportiva ya que
das escaleras [de la pirámide] llegaban justo hasta la plata-forma,
lo que interpreto como el camino utilizado por los sa-cerdotes
para preparar el ritual en un lugar más elevado que
el pueblo».
Este dato es crucial puesto que si la plataforma es reciente
y las escaleras de la pirámide sólo llegan hasta la plataforma
implicaría, desde un punto de vista de lógica constructiva, que
ambas se construyeron en el mismo momento, como se pue-de
apreciar tras la excavación al pie de dicha escalera.
También los miembros de la Confederación Atlántida sos-tienen
(Bethencourt Miranda et alii, 1996: 209) que se trata de
tierras de acarreo para el cultivo pero, dada la presencia de
cerámicas históricas, «Si ya estaban los majanos ahí, sólo cabe
una conclusión, que los fragmentos de cerámica estaban en-tre
la tierra con la que se acondicionó el lugar para el cultivo,
posterior a las pirámides».
Si aceptamos también esta última hipótesis, tanto los esca-sos
fragmentos de cerámicas prehistoncas y de obsidiana como
las cerámicas históricas u otros artefactos, procederían de tie-rras
de otro lugar transportadas para dar una utilidad agrícola
9 1- nl~t. ifnrm2T a r 1 1 ~ c t i A nq g p retarja r f ip=&~ .a hora u LU yLurUrvLiiru. u- rurur-uii
sería, jsi la plataforma ya existía?, entonces, ¿de que estaba
rellena? La opción más lógica sería piedras que se extrajeron
para dar un uso agrícola a la misma, puesto que si fuese tierra
sería absurdo que se sacara para utilizar tierras de otro lugar,
salvo que estuviese rellena de tierra de calidad agrícola muy
pobre y pudiese requerir un cambio o mezcla de tierra.
Inclusive, admiten (Bethencourt Miranda et alii, 1996: 182,
188) la presencia en uno de los dos muros de la plataforma,
Núm. 45 (1999) 141
24 ALFREDO MEDEROS MART~N
concretamente «la pared que tomábamos como eje solsticial»,
de «un desagüe transversal de reciente construcción que tenía
como objeto el no encharcamiento de la superficie de esta pla-za,
cuando era utilizada para los cultivos de viñas)).
Sin embargo, desde su punto de vista no tendría lógica la
construcción inicial de una plataforma por los agricultores,
que consideran fue posteriormente reutilizada. A su juicio, la
cuestión clave a plantear sobre la plataforma situada entre las
dos pirámides sería el argumento propuesto por el geólogo
alemán Walter Hahnel (1995 y 1996), «por qué los campesi-nos
lo utlizaron para el despedregamiento del terreno si su
única intención era la de limpiar los campos de piedras que
con dicha elevación supuso un doble trabajo)).
Al resultar negativos los sondeos realizados en la platafor-ma
situada entre las dos pirámides principales, que pueden
resumirse en la portada y titular del Diario de Avisos (15-11-
91a: 1, 12) «Las pirámides de Chacona pierden interés arqueo-lógico.
Hasta el momento las excavaciones no han hecho nin-gún
hallazgo)), puede decirse que comienza a articularse una
reacción para defender su carácter aborigen.
El desencadenante serán unas breves declaraciones de T.
Heyerdahl, recogidas en portada por el Diario de Avisos (1-1 2-
199 1 b: 1, 89), donde manifiesta que las pirámides escalonadas
«no se deben a la limpieza del terreno para fines agrícolas)),
«se trata de algo importante, una arquitectura trabajada por
gente que no era primitiva)), «en algunas partes de los muros
se presenta la roca madre cortada por alguien con el fin de
lograr una mejor estética)), sin embargo «no sabemos en que
fecha h e realizada, ni por qué».
El segundo paso será intentar aportar pruebas artefactuales
sobre su filiación aborigen, que será realizada por el profesor
de E.G.B. y pintor José Antonio Martín Hernández (en Rieu,
1992: 7), quien ante los infructuosos resultados de la excava-ción
de Güímar, criticará el lugar donde se desarrollaron por-
142 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 25
que ((excavaron en el lugar más ilógico, en el campo de lucha
y juego del palo donde (...) los guanches se cuidaban mucho
de matenerlo limpio para la práctica de estos juegos» (sic).
Dicho profesor, aparentemente días después de ingresar en
la Confederación Atlántica (Rieu, 1992: 7), lo que será nega-do
por esta organización (C.A., 1992: 4)) presentará pública-mente
diversos artefactos arqueológicos presuntamente proce-dentes
de los escalones de las pirámides. Éstos, que habrían
sido recogidos en el lugar hacia 1967, procederían de la pirá-mide
principal con 9 escalones o núm. 2, caso de fragmentos
de supuesta cerámica pintada con un círculo, conchas perfo-radas,
((punzones)) de hierro y conchas trabajadas. De la pirá-mide
con 3 escalones o núm. 5, parcialmente destruida, frag-mentos
de huesos humanos, cerámica decorada (con trozos
de mapa [y] hexágonos)) (sic), cuchillos de basalto «con per-files
de caras humanas» (sic), supuestas pintaderas triangula-res
y «tapas de vasos)). Y de otras cuatro pirámides destacan
respectivamente un fragmento de obsidiana «con cabeza de
perro en relieve)) (sic), una cerámica decorada «con espigas y
plantas de cebadan, fragmentos de «vasos planos» y dos frag-mentos
de cerámica castellana con dibujos de ((palmeras
canariensis » .
Además deben citarse para encuadrar mejor las poco rigu-rosas
atribuciones de J. A. Martín Hernández ((unas lentes
planoides para observar el sol)), «el bordillo de piedra del
tagoro)), da peana de la virgen de barro Chaxiraxi)) y el «hue-so
sagrado del juramento de los Menceyess (sic).
J. A. Martín Hernández manifestó, asimismo, que poco des-pués
de su hallazgo había entregado dos piezas al Museo Ar-qdeo!
6girc! de Tefierife, e n t ~ n d~ireig~id o por L. niego Cusr.oy,
un «hacha» de basalto y un supuesto «perro» de arcilla, pero
habían sido clasificados erróneamente como procedentes de
Santa Úrsula, pusieron incorrectamente su nombre, aunque en
los registros del museo aparece que fueron entregados por un
extranjero, y pese a que entonces presuntamente informó de
la presencia de las pirámides escalonadas, L. Diego Cuscoy
habría rechazado cualquier filiación aborigen de las mismas
y, supuestamente, habría comentado coloquialmente que dado
Núm. 45 (1999) 143
su nulo interés y construcción reciente sería mejor «meter una
pala y derruirlas».
Un año después, J. A. Martín Hernández volverá a la ac-tualidad
por el supuesto desciframiento de las pinturas geomé-tricas
de la Cueva Pintada de Gáldar, que tradujo como
«Chaman baabaa-tun» (sic), o sea, presuntamente, «el espíritu
de vuestro padre» (sic) (Pagés, 1993: 56). Y aprovechará tam-bién
para mencionar un nuevo «artefacto» aparentemente tam-bién
encontrado en las pirámides, un supuesto pequeño «bar-co
» fabricado en madera de sabina.
Los artefactos donados por J. A. Martín Hernández ac-tualmente
están depositados en dos cajas en el Museo Ar- a N
queológico de Tenerife con el número de inventario 1.15 1, e in- E
cluyen: O n - -
nm
- 6 fragmentos de huesos humanos quemados (2 de crá- E
E
2 neo, 2 de radio, 1 cúbito o radio y 1 de tibia) y 1 frag- -E
mento de fémur humano.
- 3 pequeños fragmentos de huesos de fauna, dos quizás 3
-
de ave o conejo (Oryctolagus cuniculus). -
0
m
E
- 17 fragmentos perforados de Patella ulyssiponensis
O
aspera.
- 23 fragmentos perforados de Patella candei crenata y 4 n
E
no perforados, uno trabajado en los bordes a modo de -
a
cuchara. 2
n
- 3 fragmentos de Conus pulcher y 1 Conus completo per- n
forado. O3
- 1 fragmento de Ostrón.
- 43 lascas de obsidiana, al menos de dos variedades dis-tintas,
alguna retocada.
- 27 basaltos, generalmente disyunsiones columnares
basálticas no modificadas, muchas de ellas con filos na-turales,
alguna retocada.
- 1 canto rodado retocado.
- 35 fragmentos de cerámica aborigen (1 asa de cinta, 1
mamelón, 3 bordes con mamelones, 7 bordes y 22
amorfos). De ellos destacan, 1 borde con la pared deco-rada
de ungulaciones, 1 borde con decoración incisa
144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDESE.S TRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 27
vertical desde una línea incisa horizontal, 1 amorfo in-ciso,
1 amorfo acanalado (y otro quizás popular) y 8
fragmentos con alisado tosco que presentan trazos
incisos dudosos aislados (1 borde y 7 amorfos).
Con clara cronología histórica cabe citar:
- 3 fragmentos de hierro muy corroído, quizás todos de
un posible clavo.
- 1 fragmento de madera trabajada, no carbonizada, qui-zás
de un mango.
- 3 fragmentos de cerámica a torno vidriada blanca con
motivos azules (2 bordes y 1 amorfo), una probablemen-te
importación china.
- 1 fragmento de cerámica a torno vidriada blanca con
motivos marrones y decoración de palmetas.
- 35 fragmentos de cerámica popular, a menudo con
engobe rojizo (10 bordes, 8 fondos planos, bases y
ónfalos, 2 asas de cinta y 15 amorfos).
La cuestión es como interpretar esta serie de artefactos. En
general, todas los factores que podemos valorar nos inducen
a tomarlos con grandes reservas:
1. Se trata de una antigua serie descontextualizada, ya que
no procede de una excavación arqueológica, recogida desde
hace 25 años, aunque parece conocerse, según su descubridor,
la procedencia de algunas piezas que habría recogido en de-terminadas
pirámides (vide supra).
.7 Nnc enrnntramnc ante Iina cerie r l a r am~ n tn~r nr~t - l~n- L."" U"'"""""'"" "U'" U"" "U"" "'..'U"'U"-" y A V I I U I I .
te de una recogida selectiva de artefactos. Que el tipo más
abundante sea la presencia de 43 lascas de obsidiana frente a
artefactos generalmente más abundantes como la cerámica
aborigen es un típico ejemplo. Sin embargo, lo heterogéneo de
la serie, habiéndose recogido fragmentos de hierro o cerámi-ca
vidriada que el autor de la recuperación sabía, con absolu-ta
certeza, que no eran aborígenes otorga un cierto grado de
confianza sobre su carácter aleatorio.
Núm. 45 (1999) 145
3. Las declaraciones del donante no favorecen la acepta-ción
de la supuesta procedencia. Sin embargo, revisada la se-rie
depositada en el Museo Arqueológico de Tenerife, se ad-vierte
la inexistencia de los artefactos aborígenes anómalos en
un contexto tinerfeño, caso de pintaderas triangulares o cerá-mica
pintada, lo que implica que las atribuciones que realiza
el autor del hallazgo realmente perjudican al posible interés
de la serie.
A pesar de ello, en todo hallazgo ocasional y donaciones
que tanto abundan en los museos, la fiabilidad que le otor-guemos,
especialmente a su contexto, depende del grado de
confianza que suele inspirar el donante. Este factor resulta es-pecialmente
problemático en casos como las pirámides esca-lonadas
de Güímar en las que existe una abierta polémica
entre los partidarios u opuestos a la filiación aborigen de las
pirámides, en los que puede existir un mayor motivo para el
aporte de datos dudosos, como es cualquier hallazgo descon-textualizado,
lo que exige minimizar el valor de estos datos
hasta que se obtengan otros que realmente los confirmen.
4. Resulta altamente paradójico que mientras la excava-ción
que ha movido un gran volumen de sedimentos apenas
ha aportado alguna lasca de obsidiana o fragmento de cerá-mica
aborigen, nos encontremos aquí con una serie modesta,
pero relativamente variada, de lo que habitualmente suele en-contrarse
en un yacimiento aborigen tinerfeño.
5. Finalmente, aunque todos coinciden en que el sedimen-to
presente dentro de la plataforma es fruto de un relleno por
aporte antrópico, resulta metodológicamente incorrecto tratar
de otorgar cronología aborigen a un yacimiento a partir de
a r t ~ f a r t n cr ~ r i i n ~ r s d npcn ~ ~ = p r f i~_ ~~i ~2,1 n0s de s~t r & ~ar~- -L .."L%+"b.," *"V.-. Y-*---"
queológicos apenas los proporcionan.
Ante las declaraciones de J. A. Martín Hernández, y en cier-to
modo de T. Heyerdahl, la codirectora del Proyecto M." C. Ji-ménez
Gómez manifestará (en Pardellas, 1992: 7) su opinión
que en la plataforma situada entre ambas pirámides «No hay
sedimentación natural, ni hemos encontrado (...) nada prehis-tórico)).
El problema era que ((10 que hemos encontrado no
146 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDESE.S TRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 2 9
cuadra con lo que cierto sector quiere que se diga» y «alguien
parece estar empeñado en hacer creer a la opinión pública que
estamos manipulando la información que hemos obtenido de
nuestras excavaciones)).
Si bien T. Heyerdahl se distanciará de las manifestaciones
de J. A. Martín Hernandez, ya que no había visto el material
arqueológico ni hablado con él, indicando (en Guanche, 1992:
17) que de acuerdo con la foto «gran parte son piedras natu-rales,
aunque algunos fragmentos de cerámica podrían ser
guanches)) se irá creando una progresiva falta de sintonía en-tre
ambos codirectores ante la divergencia de opiniones.
Estos diferentes puntos de vista se acabarán plasmando en
unas concluyentes declaraciones de T. Heyerdahl (en Guanche,
1992: 17) donde planteaba su esperanza de que a partir de
ahora ((nadie se atreva a decir que se trata de simples mo-lleros,
hechos por campesinos para limpiar el terreno)) pues se
trata «de forma clara de una construcción arquitectónica, ya
que cada piedra está colocada con su cara plana hacia afuera.
No parece verosímil que cualquier campesino tenga mucho
tiempo para hacer esa clase de trabajo. Este tipo de construc-ción
sólo es posible dentro de una sociedad con un alto nivel,
ya que se ha precisado de la participación de mucha gente»,
si bien «no hemos tenido la oportunidad de encontrar el dato
de la construcción)). «Lo que encontramos fueron unos frag-mentos
de cerámica guanche y algunos trozos de obsidianan
sin estratificar «dado el uso agrícola intensivo que se dio al
lugar en el último siglo)). Por último, justificaba las excava-ciones
en la plataforma entre las dos pirámides principales
«porque nuestro principal interés era buscar datos sobre la
construcción de las pirámides. Elesirnos la plataforma para ne
dañar la construcción)).
Resultado de este relativo distanciamiento será el aplaza-miento
de la excavación prevista en una cueva bajo una de las
pirámides que inicialmente se pensaba realizar hacia octubre
o noviembre de 1992, la cual según J. F. Navarro (en Ro-dríguez,
1992: 61) «da la sensación de que fue utilizada en
época aborigen, pero que no se mete debajo de las construc-ciones
[piramidales] como se ha dicho)).
Núm. 45 (1999) 147
30 ALFREDO MEDEROS MART~N
Del mismo modo, ambos investigadores no participarán en
las siguientes actuaciones financiadas por la Foundation for
Exploration and Research of Cultural Origins (F.E.R.C.O.), caso
del intento de comenzar prospecciones y excavaciones en el
puerto de Lixus (Marruecos) durante abril de 1996.
Respecto a la cueva donde se pensaban continuar las
excavaciones (vide infra), había sido localizada por la Confe-deración
Atlántida en 1991. Según palabras de E. Bethencourt
y F. Rojas (en Bastarrica, 1991b: 11) «en nuestras visitas en-contramos
una cueva tapada por una tubería, en uno de los
vértices de la pirámide. (...) En ella había un túnel taponado,
con tierra nueva. Destaponamos ese túnel y avanzamos diez
metros prácticamente bajo la pirámide, a unos dos metros de
profundidad. Pasados esos diez metros, encontramos una pa-red
de piedra y decidimos no seguir adeiante (...j Otra vez se
perdieron unos niños, por lo que la gente del pueblo decidió
taponar la cueva, que fue la tierra nueva que nosotros en-contramos
(...) lo que hay allí dentro lo conocemos por otras
fuentes».
Menos comedido, E. Bethencourt sorprenderá dos años
después con una «primicia» para la redactora de la revista eso-térica
Espacio y Eempo (Pérez de la Hiz, 1993: 19), «Como
sabéis se han encontrado dos esqueletos en las pirámides de
Güímar que, para mí, son los guardianes de la otra puerta.
Pues bien, como primicia te diré que detras de un muro hay
una gran cantidad de momias que quizás sean la dinastía
completa de todos los reyes de la zona. (...) nosotros tenemos
nuestro informe y sabemos qué hay debajo». Sin embargo, han
pasado los años y no se ha vuelto a saber nada más de esta
«exclusiva».
De dicha cueva supuestamente provendría un enterramien-to
parcialmente momificado, .entre trozos de cueros» según
un anciano del lugar y varias vasijas aborígenes, actualmente
en una colección particular de Fuerteventura (Bethencourt
Miranda et alii, 1996: 186-187), pero no se ha presentado nin-gún
dibujo o foto.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
PRESENTACY IP~UNBL ICACI~ND E RESULTADOS
Han tenido que pasar cinco años desde la excavación para
que se anunciasen los primeros resultados de la investigación.
Esto fue debido, según M." C. Jiménez Gómez y J. F. Navarro
(en González Jerez, 1995b: 16), a que {(Nosotros, concretamen-te,
hemos sufrido bastante por la presión social que ha rodea-do
las noticias sobre Chacona. Se han armado revuelos impre-sionantes,
se ha criticado y atacado al Departamento de
Prehistoria de La Laguna (...) Llegamos a una situación de
hartazgo inaguantable. Por eso, hasta ahora, hemos optado
por apartarnos de cualquier conato de debate. No por ningún
secretismo, sino porque decidimos no prestarnos más a polé-micas
y griterías estériles)).
Los resultados de la excavación se presentaron incialmente
el 24 de junio de 1996 en el Centro de Estudios Hispánicos
del Puerto de la Cruz dentro de una mesa redonda donde par-ticiparon
tres arqueó1ogos;M." C. Jiménez Gómez, J. F. Nava-rro,
A. Tejera y un astrónomo, J. A. Belmonte, coincidiendo
todos en el carácter histórico y agrícola de las pirámides es-calonadas,
que pasará desapercibida en la prensa. Una segun-da
ocasión fue una conferencia dentro del Curso de la Uni-versidad
de Verano de Adeje Arte y Sociedad en el Egipto
Antiguo entre el 22-26 de julio de 1996 (Navarro y Jiménez,
e.p. a). Y finalmente se presentará a nivel científico en la sec-ción
de Arqueología Histórica el 8 de octubre de 1996 dentro
del XII Coloquio de Historia Canario-Americana celebrado en
Las Palmas (Jiménez y Navarro, 1998), donde ante los resul-tados
negativos de la excavación dtq-rfará n-& interés ?e-riodístico.
Estos datos no deben minusvalorarse porque durante los
cursos de la Universidad de Verano de Adeje los periódicos El
Día y Diario de Avisos dedicaban una página diaria a los cur-sos
y otro tanto sucedió a lo largo del XII Coloquio de Histo-ria
Canario-Americana con los periódicos Canarias 7 y La PYO-vincia,
mereciendo muchas conferencias el interés de los
informadores. El olvido voluntario de estas tres conferencias
Núm. 45 (1999) 149
refleja claramente el nulo interés de la opinión pública ante
los resultados negativos sobre el supuesto carácter aborigen de
las pirámides de Güímar, completamente opuesto al ofrecido
cuando se especulaba con una cronología preconquista.
En estas dos conferencias se ofreció por primera vez una
evaluación detallada de la estratigrafía documentada entre las
plataformas (Jiménez y Navarro, 1998: 529-530). Un estrato 111
o inferior, en contacto con la roca, compuesto por un nivel
artificial de roca volcánica utilizado para nivelar el terreno y
crear una plataforma plana. En este nivel apareció, dentro del
corte 1, junto a la morra NI, un fragmento de cerámica a
torno del alfar de San Andrés (Tenerife), que tuvo el apogeo
de su producción en el siglo m. Un estrato 11 de 0.25 m., for-mado
por tierra vegetal traída de fuera del entorno, que pre-senta
cerámica a torno tipo Cartuja, un precinto oficial de
1848 y raíces de vid. Y finalmente, un estrato 1 o superior de
0.20 m., compuesto también por tierra vegetal traída de fuera
para el cultivo de la vid mediante regadío, confirmado por la
presencia de numerosas raíces de vid y una acequia. En este
sentido, el último propietario de la pirámides recodaba que
algunas de ellas habían sido utilizadas para la extensión en
superficie de parras de vid (en Ideapress, 1992: 19). Este es-trato
1 fue datado por sus excavadores hacia 1940 o 1950 del
siglo m.
Que todos no compartían estos resultados negativos lo
ejemplifica la respuesta del periodista J. G. González Gutiérrez
(1996: 10) quien reclamaba, con razón, en la mesa redonda del
Puerto de la Cruz, al menos, la presencia de alguien que re-presentase
la opinión contraria y, en concreto, de algún miem-bro
de la Confederación Atlántida.
Poco después se ha defendido con más detalle la opinión
contraria con la publicación y presentación del libro Las Pirá-mides
de Canarias y el Valle Sagrado de Güímar redactado por
E. E. Bethencourt, F. P. de Luca y F. E. Perera, que fue presen-tado
el 11 de diciembre de 1996 en La Laguna y en marzo de
1997 en Las Palmas.
El trabajo de estos investigadores autodidactas de la Con-federación
Atlántida adolece de problemas propios de princi-
150 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 33
piantes. Un exceso de voluntarismo con ciertas dosis de
victimismo, mezclado con un uso deficiente de la bibliografía,
particularmente cuando no tratan temas estrictamente cana-rios,
les lleva a presentar datos erróneos o extrapolaciones
temporales y espaciales incorrectas que hacen perder el hilo
argumenta1 conductor, la defensa del carácter aborigen de las
pirámides escalonadas. Esta cuestión, que debería haber
focalizado el estudio, se restringe a los capítulos 6 y 7, sin
aportar documentación clarificadora sobre textos escritos pre-cisos
y reproducidos completos, artefactos arqueológicos, di-bujos
de plantas y secciones de pirámides, etc., salvo repro-ducciones
fotográficas aceptables, pero no reveladoras de
detalles respecto a datos constructivos. La ambición por pre-sentar
un nuevo modelo del poblamiento canario les lleva a
no demostrar con datos concretos lo que debió haber sido la
meta final del libro, el presunto carácter aborigen de las pirá-mides,
el cual justificaría este aparente gran descubrimiento
que levantó tanta expectación.
EL CONTRATASQONUDEEO: ARQUEOL~GICOY APERTURA
DEL PARQUE ETNOGRÁFICO
Las obras para la creación del Parque Etnográfico de las
Pirámides de Güímar se prologarán entre 1993 y 1997. Deter-minadas
circunstancias como la modificación de las normas
subsidiarias para recalificar el suelo del parque etnográfico
(vide supra), la declaración como Bien de Interés Cultural de
la Casa de Chacona cuando estaba siendo habilitada como
espacio de. exp"sieibn muceisiica, lo yue a: tipo de
restauración que había de ser objeto y la suspensión de pagos
que sufrirá a nivel del Estado la empresa constructora del par-que
etnográfico, Huarte, ralentizaron durante años la finaliza-ción
de la obra.
Sin en.,bqr~,te niéncl,Gse previ~t lS U i f i ~ ~ g ~ rnflir~i2i! S ~
para los primeros meses de 1998, ya desde un año antes se
había presentado un proyecto y solicitado permiso para la rea-lización
de un sondeo arqueológico en la cueva situada bajo
Núm. 45 (1999) 151
34 ALFREDO MEDEROS MART~N
la pirámide más oriental, descubierta en 1991 por la Confede-ración
Atlántida. Esta cueva ya en 1992 se había barajado la
posibilidad de excavarla, porque cuando se realizó un sondeo
al exterior de la cueva por Jiménez y Navarro (1998: 528),
denominado Zona 111, se detectó dentro de un nivel muy alte-rado
por intrusiones posteriores, cerámicas aborígenes del
Grupo 11 de Tenerife, dentro de las agrupaciones cerámicas
definidas por Arnay y González Reimers (1984: 94-96).
La excavación será dirigida finalmente entre fines de no-viembre
e inicios de diciembre de 1997 por los arqueólogos
Vicente Valencia y el norteamericano Donald P. Ryan. Aun
cuando el sondeo se limitó a una pequeña cata de 1 m2 en la
cueva, que cuenta con unas dimensiones de 8 m. de largo y
0.70-1.40 m. de altura, se pudo localizar a partir del segundo
nivel, de los cinco documentados, un área de habitación con
un hogar, cerámica aborigen, un esferoide de basalto pulimen-tado,
una cuenta de collar, obsidiana, fragmentos de un pun-zón
de hueso y restos de carbón que permitieron la toma de
una muestra de hueso para su análisis por carbono 14, que
resultó estar contaminada por intrusiones recientes.
Con estos datos en la mano, el último acto oficial ha sido
finalmente una presentación preliminar del Parque Etnográ-fico
el 19 de diciembre de 1997 y apertura al público (Alonso,
1997: 15) con la asistencia del presidente de F.E.R.C.O.,
T. Heyerdahl y el director general de la compañía propietaria
del parque, Fred Olsen S.A., Guillermo van de Waal. Sin em-bargo,
determinados datos como la creación de 25 puestos de
trabajo, el 95 % vecinos de Güímar, o la prevista vista de
250.000 turistas al año quedaron relegados en los titulares pe-riG&
sticGs (E! nia, !a??: 20)) frente a! hechG de! &jcUVri-miento
científico de vestigios aborígenes en la cueva situada
debajo de una de las pirámides. Que el Parque Etnográfico va
cumpliendo sus objetivos lo demuestran los más de 120.000
visitantes que logró durante su primer año de funcionamiento
(Diario de Avisos, 1999: 6).
Si bien es obvio que el descubrimiento no constituye a
pviovi una prueba del carácter aborigen de las pirámides, ya
que se trata de una cueva situada bajo una de dichas estruc-
152 ANUARIO DE ESTUDJOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIdN 35
turas, sí ayuda a explicar la presencia de algunos artefactos
aborígenes en la superficie de su entorno. Por otra parte, cla-ramente
descarta las teorías de la Confederación Atlántida
sobre la supuesta presencia de una cueva de enterrarnientos y
momias aborígenes en su interior (vide supva).
Sin embargo, los partidarios de su cronología aborigen no
tardaron nada en esgrimir los nuevos datos en la prensa recla-mando
que «han confirmado aquellos supuestos 'disparates y
mentirasv» (Padrón, 1998: 37) o algo más prudentemente que
((refuerza la posibilidad de que estas edificaciones fuesen erigi-das
con fines ceremoniales relacionados con la muerte en época
aborigen, o cuando menos pudieran ser construcciones históri-cas
construidas siguiendo un modelo prehispánico en un lugar
sacralizado por los aborígenes (González Gutiérrez, 1998: 18).
Por el contrario, inicialmente Antonio Tejera Gaspar (1994:
59) y posteriormente Nicolás González Lemus (1998: y 1999:
3), han tratado que insertar la construcción de las pirámides
dentro de un contexto histórico coherente, el auge de la ex-plotación
de la cochinilla en Canarias a mediados del siglo XIX,
utilizada para la obtención de tintes naturales. Durante esta
etapa se produjo una especulación desmesurada sobre las fin-cas
agrícolas multiplicándose su precio que hizo rentable los
elevados costos para despedregar superficies de tierra volcáni-ca
en zonas de malpaís. Esta ardua labor permitía crear nue-vos
bancales de terrenos cultivables con muros exteriores que
protegían un mínimo de 1 m. de profundidad de tierra. Las
piedras retiradas se apilaban en forma de pirámides escalona-das
en las peores partes de las fincas, ocupando el mínimo es-pacio
posible y evitando que las piedras no rodasen en épocas
d e g r ~ ~ d !e!usriu s.
Para ello, N. González Lemus se apoya en la explicación
ofrecida por el Marqués de la Florida al viajero francés E. Pé-got-
Ogier (1871: 136) sobre el proceso de construcción de las
pirámides, entonces denominadas molleros en el Norte de
Tenerife y majanos en el Sur de la isla. Sin embargo, es una
pena que ninguno de ellos presenta traducciones literales de
los textos de este autor, que en otros puntos referentes a Gran
Canaria resulta más ambiguo.
Núm. 45 (1999) 153
3 6 ALFREDO MEDEROS MART~N
Las investigaciones de campo han continuado a lo largo de
1998, realizándose dos nuevas campañas de excavación en
abril y julio, nuevamente dirigidas por V. Valencia, que han
terminado de excavar el paquete arqueológico situado al inte-rior
de la cueva.
En todo caso, la futura continuidad de las excavaciones en
el entorno de las pirámides deberá de tratar de aportar datos
definitivos sobre las relaciones estructurales de las pirámides
con el entorno inmediato porque, con los datos actualmente
disponibles de la excavación de la plataforma trapezoidal por
M." C. Jiménez y J. F. Navarro (vide supva), no puede inferirse
una cronología aborigen para las estructuras escalonadas de
piedra, aunque sí una frecuentación aborigen del entorno, la
cual, cuando se publiquen los datos de la excavación de la
cueva, podremos evaluar con precisión y encuadrar cronoló-gicamente.
Uno de los problemas que ha afectado a T. Heyerdahl ha
sido la confusión entre sus propias declaraciones y las apro-piaciones
de su imagen que ha realizado la Confederación
Atlántida para buscar soporte científico a sus teorías. Excep-cionalmente,
se ha pronunciado Heyerdahl sobre el tema (en
Rodríguez, 1992a: 60) y sus manifestaciones son lo suficiente-mente
precisas sobre su punto de vista «Yo debo decir bien
claro que gracias a ellos estoy aquí. Esto no quiere decir que
esté de acuerdo con sus ideas. (...) Debo decir que, si no hu-hiera
sido por este gn~po, ningiln científico hubiera venido
aquí. Por eso, creo que les debo tratar con respeto y gratitud)).
Además, respecto a la faceta atlante, el rechazo de He-yerdahl
es claro, «Hasta que emerjan mejores razones para
revivir la leyenda de la Atlántida, parecería mejor dejar des-cansar
los textos de Platón en el reino de la mitología))
(Heyerdahl, 1983: 412). No obstante, en fechas recientes pare-ce
introducir un punto de incertidumbre, cuando plantea ((Le
diré una cosa que no creo que se la vaya a oír a muchos cien-
154 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN 37
tíficos: todavía no sabemos si sí o si no (...) No excluyo de
lo posible que haya existido la Atlántida, pero faltan prue-bas
para llegar a una conclusión~ (Heyerdahl en Rodríguez,
1992b: V).
La consolidación de las ideas del difusionismo atlántico de
T. Heyerdahl, si nos atenemos a sus propias palabras (He-yerdahl,
1972: 14), deriva de los resultados positivos de las
expediciones Ra 1 y 11 que atravesaron el Atlántico desde Safí
(Marruecos) hasta Barbados en 1969 y 1970. Según él, antes
de estas expediciones, «cualquiera que buscara seriamente una
posible conexión entre las antiguas culturas de Egipto y de
México no podía soslayar amplias lagunas en la cronología,
inexplicables contradicciones y un foso oceánico».
Sin embargo, la conclusión final del libro sobre las dos
expediciones resulta bastante explícita (Heyerdahl, 1972: 333)
y abiertamente opuesta a la que mantuvo previamente, «de
ahora en adelante consideraré casi un milagro el que a la
multitud de activas expediciones marítimas de la antigüedad
durante dos milenios no se les hayan roto alguna vez los ti-mones
a la altura de Lixus o no se vieran apartadas de su
rumbo cuando luchaban para evitar el naufragio entre las pe-ligrosas
corrientes de Cabo Jubi. (...) Derivamos hacia Améri-ca
(...) porque navegamos por el océano y no sobre un mapa».
La elección de Safí será debida a su emplazamiento ligera-mente
más al norte del asentamiento fenicio de Mogador
(Jodin, 1966 y 1967). Además, la presencia en el río Loukos,
donde se situa el yacimiento de Lixus, de barcos de juncos que
empleaban remos y vela, denominados «madia» hasta la déca-da
de los años veinte de este siglo, justificaba el empleo de
simiiar material consiructivo para las embarcacivrws iia í y 11.
Por otra parte, la técnica de fabricación todavía se mantenía
a fines de los sesenta cuando pescadores de la región fabrica-ron
una embarcación pequeña con estos materiales para de-mostrarlo
(Heyerdahl, 1972: 149, 285).
Las expe&ciGnes RU uprover,h~ráfi nr inr ina lm~ntl~2 Ce- Y---- y"""-"'-
rriente de Canarias siendo la fase más peligrosa del trayecto,
paradójicamente, atravesar el espacio entre Fuerteventura y
Cabo Juby, ante el riesgo que chocar con el extremo saliente
Núm. 45 (1999) 155
3 8 ALFREDO MEDEROS MART~N
de la costa de Tarfaya y Juby. Sin embargo, en ambos viajes
no llegaron a divisar Canarias, y particularmente el pico del
Teide, por la presencia de densos bancos de nubes. Esta ruta,
actualmente, casi no se utiliza ya que suele optarse por el ca-nal
que se forma entre las islas de La Palma y Tenerife, el más
adecuado para la navegación.
Una figura importante en la relación de T. Heyerdahl con
Canarias será la participación en la expedición Ra del antro-pólogo
hispano-mexicano Santiago Genovés, quien había vivi-do
de pequeño en Canarias y se exilió de España después de
la Guerra Civil. S. Genovés le informó en detalle durante am-bos
viajes «de los misteriosos guanches~ (Heyerdahl, 1972:
1891, los cuales ganarán protagonismo en una monografía
posterior sobre la navegación atlántica (Heyerdahl, 19831, y
que tras descubrirse las pirámides escalonadas de Güímar
se han convertido en el eslabón intermedio en la ruta hacia
América.
La pregunta principal que Heyerdahl (1983: 89) se plantea
es «¿por qué la aparición de la civilización se produjo si-multáneamente
a ambos extremos de la corriente de las Ca-narias?
D.
Y la premisa previa y básica de Heyerdhal (1983: 430) para
responderla se resume en pocas palabras «La distancia desde
Asia Menor a las islas Canarias es igual en millas a la distan-cia
desde estas islas a Mesoamérica, pero esta manga trans-atlántica
es infinitamente más rápida y sencilla. Atravesar toda
la extensión del Mediterráneo y llegar a las Canarias, más allá
de Gibraltar, requiere habilidad naútica y un buque maniobre-ro.
Seguir la corriente de las Canarias durante el resto del
camino hasta Mesoam&-ica no que so-porte
que flote», como le sucedió a él tras la rotura del timón
del Ra 1 y fue empujado por la Corriente de Canarias hacia
América.
La exposición de su argumentación sigue varias etapas,
:rnmn3: «-T- n-c- ..c,,i- i-rAn ~Ar-iAn cAl- n-Vc., U- --, A-V-, ac. irinc l-n-.c, -h-i -t i.tLa c.I Y, --Y lnc ..-----A-U, f ~ n i r i n c AY- lnc
egipcios y el pueblo de Lixus eran todos ellos unos fanáticos
adoradores del Sol, lo mismo que lo fueron los olmecas, los
mochicas y todos sus sucesores hasta tiempos de los aztecas,
156 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 3 9
los mayas y los incas en México y el Perú. Construyeron ob-servatorios
astronómicos para estudiar los movimientos sola-res,
y estaban más preparados que cualquier otro pueblo para
navegar rumbo al oeste siguiendo la ruta del Sol, a fin de vi-sitar
el lugar donde se ocultaba todos los días)) (Heyerdahl,
1983: 85).
(Por qué?: apoyándose en la cronología de las fuentes clá-sicas
sobre la fundación de Lixus, Cádiz y Útica ((alrededor del
año 1200 antes de Jesucristo (...) los 'Pueblos del Mar' reco-rrieron
el Mediterráneo con grandes flotas, saqueando las cos-tas
del Asia Menor y Egipto. El hambre asoló repentinamente
todo el Oriente Medio (...) Los colonos fenicios abandonaron
sus puertos de origen y cruzaron en gran número el estrecho
de Gibraltar, para fundar importantes asentarnientos en la cos-ta
española y en las costas atlánticas de Marruecos)) (Heyer-dahl,
1983: 101).
La fundación arcaica de Lixus es defendida por Plinio (N.H.,
XIX, 63) que situa allí el santuario de Heracles más antiguo de
Occidente, incluso al que posteriormente se fundará en Cádiz.
La fundación de Cádiz se situa poco después de la caída de
Troya por Estrabón (Stv. 1, 3, 2), Plinio (N.H., XIX, 216), Pom-ponio
Mela (111, 6, 46) y especialmente Veleyo Patérculo (1, 2, 3;
1, 8, 4) quien situa la fundación 80 años después de la caída de
Troya, ca. 1190 a.c., o sea sobre el 11 10 a.c.
Pero además, «frente a Mogador, al sur de Safí. Allí y en la
costa del Río de Oro, al sur de Marruecos, se excavan vesti-gios
fenicios. Los modernos arqueólogos han descubierto que
los fenicios tuvieron establecimientos permanentes entre los
guanches, en las Canarias, y que emplearon estas islas oceá-nicas
como base inierniedia para do"uliir coli seguridad Cabo
Jubi y Cabo Bojadorn (Heyerdahl, 1972: 241).
Sobre esta supuesta presencia de asentarnientos fenicios en
las Islas Canarias o el litoral atlántico al sur de Mogador, que
no ha sido demostrada aún arqueológicamente, se reafirmará
p=ster i=~~~~r . tsei, Vien ,nlc indica en hise 2 ni le f i t ~ n t ~ c
Y-- --------
apoya para tales afirmaciones. En este sentido, a su juicio
habían «familias fenicias que navegaron (...) para fundar gran-des
colonias en la costa atlántica de España y Marruecos, e
Núm. 45 (1999) 157
40 ALFREDO MEDEROS MART~N
incluso se adentraron en el cauce de la corriente de las Cana-rias
para establecer bases en estas islas)) (Heyerdahl, 1983:
423). Y concretando, desde su punto de vista, «Los fenicios (...)
se establecieron en las Canarias varios siglos antes del naci-miento
de Cristo. Utilizaban aquellas islas como escala en las
navegaciones a sus factonas dedicadas a la manufactura de la
púrpura, vestigios de las cuales se han descubierto desde Ma-rruecos
hasta la costa del Senegal actual)) (Heyerdahl, 1983:
149), aparentemente apoyándose en la supuesta ruta del peri-plo
de Hannón.
¿Cuando?: partiendo del emplazamiento litoral de los Esta-dos
olmecas, en torno a los estados mexicanos de Veracruz y
Tabasco (Soustelle, 1984: 38), apunta «puesto que la historia
de la civilización olmeca y mexicana comenzó cuando acaba-ron
tantas culturas mediterráneas, a orillas de las aguas de la
corriente de las Canarias, ¿no podría ser que alguno de los
paralelos de los difusionistas, si bien insuficientes como prue-ba
de viajes por mar, pudieran ser debidos, sin embargo, a
estos viajes? La falta de pruebas no es por sí una contra-evi-dencia
válida)).
¿Quienes?: frente al carácter barbilampiño de los indígenas
americanos, serán «Hombres rubios con barbas. Fueron tan
corrientes entre la población aborigen de las montañas del
Atlas como entre los bereberes de las llanuras contiguas a la
Ciudad del Sol [Lixus], en la costa marroquí (...) y ellos nave-garon
desde la costa de África con su mujeres y bestias, a tra-vés
del Atlántico, para establecerse como guanches en las is-las
Canarias.
Barbudos hombres rubios que no fueron vikingos, porque
,-n-.?+,-,,x,c.,-nn -;,-A-;Ae'. ., nAn,-nv#.- -1 ..-1 cm.--- ,-.- +#.Ann 1-,.
LVI IJLL u y CIL VLI ~ I aLiu iuLa y auul ai VI+ al JUL, rif;ul aii c r i L u u a 3 la3
leyendas relacionadas con las antiguas culturas americanas
desde México al Perú. Por toda la América tropical, donde-quiera
que existían pirámides (...) los españoles supieron que
ellos no fueron los primeros hombres blancos y barbados que
habían llegado navegando a través del Atlántico)) (Heyerdahl;
1972: 248).
Finalmente, el papel que otorga a las pirámides escalonadas
resulta bastante preciso: dos marinos fenicios (...) Si fueron
158 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 4 1
ellos quienes vivieron en esta ciudad atlántica [Lixus], tenían
que conocer todo acerca de los antiguos tipos de pirámides del
Viejo Mundo, tanto escalonadas como de lados lisos. Sabemos
que las expediciones marítimas fenicias hechas con fines de ex-ploración
lo fueron a requerimiento de Egipto (...) Los fenicios
conocían todavía mejor que los egipcios las pirámides escalona-das
de adobe del Asia Menor, que se diferenciaban de las de los
faraones en que tenían una estrecha escalera o rampa que, des-de
el centro de una o más terrazas de la base, conducían a un
pequeño templo de piedra situado en el vértice, exactamente
como en las primeras pirámides levantadas en la orilla america-na
del Atlántico)) (Heyerdahl, 1972: 244).
Además, «Se puede postular, por ejemplo, que si el uno por
ciento de la población mundial hubiese construido pirámides
orientadas astronómicamente, entonces habría la probabilidad
de un uno por ciento de que alguien más tuviese la idea de
construir semejantes estructuras)) (Heyerdahl, 1983: 103).
Que estos puntos de vista aún los sigue manteniendo los
refleja en una reciente larga entrevista (Heyerdahl en Rodrí-guez,
1992b: 111-IV). En este sentido, su respuesta a la pregun-ta:
«¿Cree que existen conexiones entre las pirámides de am-bos
lados del Atlántico?» fue claramente «Sí. Porque yo sé que
es tan fácil atravesar el Atlántico en el tipo de embarcaciones
que había en el mundo mediterráneo y África del Norte en
tiempos de los hititas, de los bereberes ... Es obvio que los
bereberes son los primeros que llegaron a Canarias». «¿Enton-ces,
los guanches atravesaron o no el Atlántico hacia Améri-c
a ? ~«. Podrían hacerlo por las embarcaciones que conocían,
pero no creo que lo hicieran, porque los guanches no tenían
iincs cnnecimientns tírn devadnc cnmn los fiinclad~resd e las
culturas americanas. Creo que pueden ser ramificaciones de
la misma raza, que habitaba el Norte de África y en el Medi-terráneo)).
Entonces «l ...lo s guanches pertenezcan a la misma
raza de gentes blancas y barbudas de las que hablan las le-yendas
americanas sobre Quetzacoatl y Viracocha? ». « Sí, así
lo creo. No es necesario que hayan sido los propios guanches
los que hayan llegado allí, pero sí son ramificaciones de los
mismos navegantes)).
Núm. 45 (1999) 159
Concluyendo, la propuesta de Heyerdahl asume una de las
propuestas difusionistas más raras y difíciles de probar, una
migración transatlántica hacia el 1200 a.c. de un grupo más
o menos pequeño de individuos, quizás una o varias tripula-ciones,
que habrían llevado hasta el litoral atlántico mexicano
parte de su patrimonio cultural, el cual habría sido aceptado
por los indígenas americanos por su carácter más avanzado.
Como el mismo Heyerdahl reconoce, no existen pruebas
que sustenten esta migración transatlántica, y lo que es más
importante a nuestro juicio, aunque se hubiese podido produ-cir
alguna navegación accidental de una embarcación fenicia,
púnica, gaditana, romana o musulmana que hubiese alcanza-do
América, más difícil aún es que una simple tripulación
hubiese sido el factor desencadenante del origen de la civili-zación
en América, y más concretamente de la Olmeca, que
tendrá su despegue hacia el 1200 a.c. en San Lorenzo y el
1 100 a.c. en La Venta.
1. Las pirámides escalonadas de Güímar han sido el pri-mer
gran tema patrimonial que ha suscitado un marcado in-terés
de la opinión pública canaria, lo que ha facilitado el sen-sacionalismo
periodístico, notoria desinformación por no
contrastarse las fuentes cuando se obtenía un titular apeteci-ble
y cierto grado de manipulación interesada por parte de la
Confederación Atlántida para defender su hipótesis sobre el
carácter aborigen de las pirámides.
-2.. Si bien Thor Heyerdahl ha sido hastante escueto en sus
declaraciones y aún no ha escrito un trabajo específico sobre
las pirámides escalonadas de Güímar, sus libros previos de-muestran
que sigue una estrategia de investigación claramen-te
trazada cuyo fin último es demostrar la navegación trans-atlántica
entre los distintos continentes. Las expediciones
denominadas Kon-Eki (América-Oceanía), Ra (Mediterráneo-
América), Egris (~sia-ÁfricaI:r ak-Pakistán-Somalia) y la difu-sión
de la civilización desde los fenicios de Lixus (Marruecos)
160 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDESE. STRATEGIAS DE INvESTICACIÓN 43
hacia los Olmecas (México) y desde el Perú hacia la isla de
Pascua y Polinesia. En este proceso, la Corriente de Canarias
juega un papel deteminante como eje vinculante de Europa
y América, y las Islas Canarias, desde su punto de vista, se
habrían poblado por primera vez con los fenicios. Con la apa-rición
de las pirámides escalonadas de Güímar se lograría el
eslabón intermedio entre las antiguas civilizaciones meditemá-neas
y las civilizaciones precolombinas. La momificación, la
trepanación, los ídolos antropomorfos o las pintaderas cana-rias
(Heyerdahl, 1983: 428-429) serán otras evidencias de esta
conexión.
3. Aunque pueda resultar paradójico, actualmente Tenerife
no dispone de ni un solo yacimiento de época aborigen,
mediamente acondicionado, que pueda ser visitado tanto por
los canarios como por sus casi cinco millones de visitantes
anuales, lo que dificulta transmitir una visión realista sobre
sus condiciones de vida pretéritas.
El habitual recurso a la utilización de cuevas naturales, hoy
en su mayoría saqueadas, y el lamentable estado de conserva-ción
de muchos poblados de cabañas aborígenes, ha facilita-do
la búsqueda en las pirámides escalonadas de una aarqui-tectura
ceremonial» donde plasmar físicamente el pasado
idealizado sobre los guanches.
4. La clave sociológica que ha permitido la generalización
de la idea sobre el carácter aborigen de las pirámides escalo-nadas
canarias, pese a la falta de datos definitivos que apo-yen
esta hipótesis, ha sido el subconsciente colectivo de mu-chos
canarios que desean la confirmación de esta idea y da
sustento o, al menos, cierta credibilidad, sembrando la duda,
a los datos qiie dejarl puerias abiertas earác-ter
aborigen y les impide tomar una posición definitiva. El
resultado final es que la opinión pública aún continúa plan-teando
la ya clásica pregunta sobre si los guanches construye-ron
o no las pirámides escalonadas.
ALFREDO MEDEROS MARTfN
Queremos agradecer a J. F. Navarro y V. Valencia su ama-bilidad
al explicarnos detalles que nos ayudaron a completar
la tramitación burócrática que tuvieron las excavaciones en
Chacona y a R. González Antón el habernos autorizado a con-sultar
fondos del Museo Arqueológico de Tenerife. J. Barrios,
J. A. Belmonte y C. G. González tuvieron el detalle de ceder-nos
publicaciones.
ABREUY GALINDAO. , DE (1590-163211977): Historia de la conquista de las siete
islas de Canaria, en A. CIORANES(CedU.) , Goya Ediciones, Tenerife.
ALEMAN, G. (1991): «Otra pirámide en el Puerto de la Cruz», Diario de Avi-sos,
21-10-1991: 42.
ALONSOJ., (1991): «Se mantiene la incertidumbre en torno a las pirámides
de Chacona. Los resultados del sondeo con geo-radar no han sido dados
a conocer», Diario de Avisos, 22-6-1991: 19.
- (1997): «Hoy será presentado públicamente el Parque Etnográfico de Las
Pirámides», Diario de Avisos, 19-12-1997: 15.
APARICIAO.;, BELMONTJ.E A, ., y ESTEBACN., (1994): ((Archeoastronomyi n the
Canary Islands: The Pyramids of Güíman, en S. IWANISZEWA.K LI,E BEUF,
A. WIERCINSyK MI . ZIOLKOWS(eKdsI. ): lime and Astronomy at the Meeting
of Two Worlds (Frombork, Poland, 1992), Center for Latin American
Studies, Warsaw University, Warsaw: 361-379.
ARMACS. , DE (1990): «La ciudad del sol», La Gaceta de Canarias, 28-1-1990:
66-67.
ARNAY,M ., y GONZALERZE IMERSE,. (1984): «Vasos cerámicos prehispánicos
de Tenerife: un análisis estadístico),, Anuario de Estudios Atlánticos, 30:
79-102.
ASOCIACCI~ANN ARIDAE ARQUEOLOGY~ AP REHISTOR(1IA99 2): «La Arqueología
canana, entre el intrusismo y el absurdo», La Gaceta de Canarias, 17-1-
1992: 5.
BARRIOGSA RCÍAJ., (1991): «Apuntes para un estudio arqueoastronómico de
las pirámides de Chacona (Güímar, Tenenfe))), La Gaceta de Canarias, 3-
11-1991: 16D-17D.
- (1996): «Some remarks about the astronomical orientation of the pyra-mids
of Chacona (Güímar, Tenerife)~,e n V. KOLEVyA D . KOLEV(e ds.):
Astronomical Traditions in Past Cultures. First Annual General Meeting of
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRAMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 4 5
the European Society for Astronomy in Culture (Smolyan, Bulgaria, 1993).
National Astronomical Observatory Rozhen. Sofía: 101-106.
BASTARRIEC.A (,1 991a): «Todo a punto para las excavaciones: En septiembre
conoceremos 'el secreto' de las pirámides de Güímar)), Diario de Avisos,
15-7-1991: 1, 22-23.
- (1991b): «Nosotros sabemos lo que hay bajo las pirámides de Güímar.
Entrevista con los primeros estudiosos de las construcciones de Chaco-na
», Diario de Avisos, 21-7-1991: 1, 10-1 1.
BELMONTJ.E A, .; APARICIAO.,, y ESTEBACN., (1993): «A Solsticial Marker in Te-nenfe:
The 'Majanos de Chacona's, Archaeoastronomy, 18: S65-S68.
BETHENCOUMRITR ANDEA. , E.; LUCAF,. P. DE, y PERERASA NTANFA. ,E . (1996):
Las Pirámides de Canarias y el Valle Sagrado de Güírnar (Estudio históri-co,
etnográfico y toponímico), Imprenta Reyes, Santa Cruz de Tenenfe.
CABRERJA. I, ., y BAEz, M. (1991): «Las pirámides de La Orotava)), La Gaceta
de Canarias, 27-8-1991: 30.
COMISID~EN H ISTORIYA E TNOGRADEF ~CAA NAB(1~9S9 3): «Alg~m ás s&re ! l s fd-sas
pirámides)), La Provincia, 19-12-1993: XI.
CONFEDERAACTLIA~NNT IDA( 1991): «La Confederación Atlántida replica al direc-tor
del Museo Arqueológico por las declaraciones sobre las pirámides de
Güimarn, Diario de Avisos, 4-8-1991: 8.
- (1992): ((Sobre dioses, fiscales y patnmonio/l», Diario de Avisos, 31-1-
1992: 4.
CREFIELKD., (1991): «Puzzle of island pyramids. Piramid link between two
worldsn, The European, 15-3-1991: 1, 3.
DIARIODE AVISOS(1 991a): «Las pirámides de Chacona pierden interés arqueo-lógico.
Hasta el momento las excavaciones no han hecho ningún hallaz-go
», Diario de Avisos, 15-11-91: 1, 12.
- (1991b): «Las pirámides de Güímar, arquitectura ceremonial. El científico
Thor Heyerdahl ve claras evidencias)), Diario de Avisos, 1-12-1991: 1, 89.
- (1992): ((La utilidad astronómica de los majanos de Güímar será discuti-da
en Polonia. Tres investigadores del I.A.C. la expondrán en un congre-so
», Diario de Avisos, 25-4-1992: 11.
- (1999): «Más de ciento veinte mil visitantes han pasado por las Pirámi-des
de Güímarn, Diario de Avisos, 1-6-1999: 6.
Df~z, R. (1991): «Las pirámides de Güímar podrían ser una estación astro-nómica.
Un estudio revela su relación con los solsticios», Diario de Avi-
SOS, 8-8-1991: 56.
EL DÍA (1990): «La Laguna niega el carácter prehistórico de las pirámi-des.
Oposición al proyecto de intervención arqueológica», E¿ Día, 14-12-
1990: 11.
- (1991): «Comienzan los trabajos arqueológicos en las pirámides,,, El Día,
3-9-1991: 1, 21.
- (1997): «Descubren una cueva con útiles aborígenes en el Parque Etno-gráfico)),
El Día, 20-12-1997: 20.
Núm. 45 (1999) 163
ESTEBANC,. ; BELMONTJE. ,A ., y APARICIOA., (1991a): «Investigación astro-nómica
de los 'majanos' de Güímar)), Instituto Astrofísico de Canarias.
Noticias, 20 (junio): 6-7.
- (1991b): «Los majanos de Güímar podrían ser estaciones astronómicas)),
La Gaceta de Canarias, 9-8-1991: 64.
- (1991~)(:( Investigación astronómica sobre los 'majanos' de Güímar. Estu-dio
del Instituto Astrofísico de Canarias sobre las 'pirámides' de Chaco-na
», El Día, 10-8-1991: 14.
- (1992): «Los 'majanos' de Güímar. Un calendario en la piedra», Astrum,
107: 6-10.
- (1994a): «A Solsticial Marker in Tenerife: addendum)), Archaeoastronomy,
19: S84-S86.
- (1994b): «Astronomía y calendario entre las culturas aborígenes canarias)),
en J. A. Belmonte (ed.): Arqueoastronomía Hispana. Prácticas astronómicas
en la Prehistoria de la Península Ibérica y los Archipiélagos Balear y Cana-rio,
Grupo Sirius, Madrid: 183-213.
GARCR~AOJ ASE, . R. (1991): «Universitarios de La Laguna han iniciado exca-vaciones
en las 'pirámides' de Chacona. Las pirámides de Chacona: jcons-trucciones
aborígenes o acumulamientos de piedras?», La Gaceta de Ca-narias,
7-9-1991: l , 12.
GONZÁLEAZN T~NR,. (1991): «Nota aclaratoria del Museo Arqueológico y
Etnográfico de Tenerife sobre las "Pirámides de Güímar"~, La Gaceta de
Canarias, 14-8-1991: 14-15.
GONZÁLEGZU TIÉRREJZ. ,G . (1991a): «Construcciones piramidales, el estandar-te
de la investigación paracientífica'en Canarias. Cuarta Dimensión con-sigue
pruebas inéditas de edificaciones similares en La Orotava),, El Día,
21-8-1991: 57.
- (1991b): «Las pirámides de Icod. La pirámide de La Mancha está en pe-ligro)),
El Día, 8-9-1991: 52-53K-XI.
- (1991~)(:( Trabajando por nosotros mismos)), El Día, 29-9-1991 : 60íXVIII.
- (1991d): «Arqueología: nuestro pasado en juego», El Día, 20-10-1991:
64KXII.
- (1992): «Majanos, barrancos, acantilados y terrenos militares», El Día, 26-
7-1992: 61íXVII.
- (1998): ((Arqueología en Chacona., El Día, 3-1-1998: 18.
GONZÁLEJEZR EZA, . (1991a): «El complejo monumental de Chacona, entre la
investigación y la polémica. Aseguran tener pruebas que demuestran su
origen prehispánico., La Gaceta de Canarias, 6-6-199 1: 14.
- (1991b): «Cortocircuito arqueológico^^, La Gaceta de Canarias, 9-10-1991 : 4.
- (1995a): «Pirámides, Majanos o Duros (1). De la sorpresa al negocios, La
Gaceta de Canarias, 3 1-1-1995: 17.
- (1995b): ((Pirámides, Majanos o Duros (2). No hay un solo indicio que
certifique el origen prehispánico de las pirámides de Güímar)), La Gaceta
de Canarias, 2-2-1995: 16.
164 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTIGACI~N 47
- (1995~):« Pirámides, Majanos o Duros (3). 'Sin el Parque Etnográfico de
Chacona, por aquí hubiera pasado una carretera')), La Gaceta de Canarias,
4-2-1995: 18.
GONZÁLELZE MUSN, . (1998): Viajeros Victorianos en Canarias. Imágenes de la
sociedad isleña en la prosa de viajes, Cabildo Insular de Gran Canaria, Ma-drid-
Las Palmas.
- (1999): «El origen de las pirámides. Las pirámides y los viajeros ingle-ses
», El Día-La Prensa, 29-5-1999: 1-3.
GUANCHGE., (1992): ((Heyerdahl: 'las pirámides de Chacona, prehispánicasl»,
El Día, 16-1-1992: 17.
HAHNEWL,. B. (1995): The Pyramids of Tenerife, The Sahr (Society for Atlantic
History Research), Occasional Papers, 1.
- (1996): aDie Pyramiden von Tenenfe., Ahnogaren, 27: 359-374.
HERNÁNDPEÉZR EZM, . (1991a): «El Puerto también tuvo su conjunto piramidal
(I))), El Día, 22-12-1991: 70lXXVIII.
- (1991b): «El Puerto también tuvo su conjunto piramidal (II)», El Día, 29-
12-1991: 6?IxYVIII.
HEYERDATH. L(,1 970): Ra, London.
- (1972): Las expediciones Ra, Juventud, Barcelona.
- (1978): Eady Man and the Ocean, London.
- (1983): El hombre primitivo y el océano, Juventud, Barcelona.
IDEAPRE(S1S9 91a): ((Heyerdahl descubre 'coincidencias extraordinarias' en-tre
las pirámides de Güímar y las de Perú e Irak)), Diario de Avisos, 27-1-
1991: 52.
- (1991b): ~Atlántida, el grupo que redescubno las pirámides de Güímar,
se disuelve. El empresario Fred Olsen ha comprado 80.000 metros cua-drados
en las inmediaciones del conjunto)), La Provincia, 24-3- 199 l : 2 l.
- (1992): «El dueño de la finca cree que el Ayuntamiento debe restaurar las
'pirámides de Chacona'», La Gaceta de Canarias, 18-1-1992: 19.
JIMÉNEZG ~MEMZ.,= C., y HEYERDAHT.L (, 1991): «Sobre las pirámides de
Güímarn, Diario de Avisos, 7-2- 199 1: 8.
- y NAVARRJ.O F, . (1998): «El complejo de las morras de Chacona (Güímar,
Tenerife). Resultados del proyecto de investigación)),e n F. MORALEPSA DR~N
(ed.): XII Coloquio de Historia Canario-Americana (Las Palmas, 1996), Ca-bildo
Insular de Gran Canaria, Madrid-Las Palmas: 523-537.
Juüi:;, A. (1966): ?~fogüdoC~.~ ~i i i j iopi:ii& icien du ivíaroc aíianíique, Éditions
Marocaines et Intemationales, Tánger.
- (1967): Les étabíissements du roi Juba II aux ]les Purpuraires (Mogador),
Éditions Marocaines et Internationales, Tánger.
LUCAL ~PEFZ. ,P . DE (1995): «Del origen guanche de las pirámides de Güímar
(I)», El Día, 12-3-1995: 59lXVII.
MONTORMOA RT~PN. (,1 991): «No fue Obras Púh!icar», Diario de P.visns, ZQ-9-
1991: 4.
NAVARRJO. F, ., y JIMÉNEZM,. a C. (e.p a): ((El difusionismo transatlántico y las
'pirámides' de Chacona)),e n M. A. MOLINERy OD . SOLA(e ds.): Arte y Socie-dad
en el Egipto Antiguo (Adeje, Tenerife, 1996).
Núm. 45 (1999) 165
4 8 ALFREDO MEDEROS MART~N
G., N. (1992): ((Cedido un lote arqueológico de las pirámides de Güímar 25
años después de su hallazgo., La Gaceta de Canarias, 10-1-1992: 17.
P., R. (1991): «El grupo Atlántida entregó restos guanches al Museo Arqueo-lógico
tras superar ciertas desconfianzas)), Diario de Avisos, 9- 10- 199 1 : 6.
PADRH~NER NÁNDEF.Z (, 1990a): «Las extrañas terrazas de Chacona, en Güímar.
Unas viejas construcciones que demandan una investigación», Diario de
Avisos, 28-1-1990: 30.
- (1990b): ((Thor Heyerdhal visitó las construcciones piramidales de Güímar.
Recomendó su conservación y estudio por especialistas)), Diario de Avi-sos,
22-7-1990: 31.
- (1990~):« Algo más sobre la hipótesis de las extrañas singularidades de
Güímar. El misterio de los incidentes en una construcción del siglo m»,
Diario de Avisos, 5-8-1990: 29.
- (1990d): «Nuevas construcciones piramidales aparecen en otros sitios
de las islas. Vanas de ellas se localizan en Icodn, Diario de Avisos, 26-8-
1990: 29.
- (!??Ve): ::Las 'pintuderas' canarks pestigin de un pasado diferente al del
relato oficial?. Nueva localización de construcciones piramidales, en La
Palma», Diario de Avisos, 16-9-1990: 35.
- (19900: «Ahora que está aquí Thor Heyerdahl para investigar las pirámi-des
de Güím ar... Comienza a estudiar el fenómeno por científicos de fue-ra
», Diario de Avisos, 2-12-1990: 37.
- (1991a): (('Confederación Atlántida' tiene en marcha grandes proyectos de
investigación canaria. Posible existencia de una pirámide submarina y de
petroglifosn, Diario de Avisos, 10-2-1991: 37.
- (1991b): «Comentanos alrededor de las pirámides de Güímar. Anteceden-tes
y desarrollo de un caso polémico., Diario de Avisos, 11-8-1991: 3 1.
- (1997): «Hallazgos arqueológicos bajo las pirámides de Güímar. Destacan
su importancia y confirman algunas supuestas y fantásticas teorias., Dia-rio
de Avisos, 3-1-1998: 37.
PncÉs, G. (1993): «Un investigador descifra el significado de la Cueva Pinta-da
de Gáldar. Los signos geométncos, escritos en tifinag, significan 'el es-píritu
de vuestro padre'», El Día, 13-1-1993: 56.
PARDELLJA. SM, . (1991a): «Hay 'algo' enterrado en las pirámides de Güímar.
Los científicos detectan la presencia de extraños objetos*, Diario de Avi-sos,
3-2-1991: 1, 49.
- (1991b): «Tras el corazón guanche. Las investigaciones arqueológicas en
las pirámides de Güímar pueden arrojar luz sobre el origen de los pnme-ros
pobladores de Canarias)), La Provincia, 17-2-1991: 38-39, y Diario de
Avisos, 17-2-1991: 17.
- (1991~):« Las momias son cosa seria. Los descubrimientos de unos afi-cionados
a la arqueología abren una polémica en Tenenfe)), La Provincia,
13-10-1991: 19.
- (1991d): «Apoyar a aficionados que recojan restos arqueológicos es 'nega-tivo'
para la ciencia. Advertencia de la Universidad de La Lagunan, Diario
de Avisos, 18-10-1991: 7.
166 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS
LOS CIMIENTOS DE LAS PIRÁMIDES. ESTRATEGIAS DE INVESTICACIÓN 49
- (1992a): «La universidad se extraña por la nula colaboración. Continúan
investigando en Güímar», Diario de Avisos, 10-1- 1992: 7.
- (1992b): ((Entregan nuevas piezas supuestamente aborígenes halladas en
Güímar. La universidad critica el ocultismo de que hace gala un grupo
de aficionados)), La Provincia, 10-1-1992: 18.
PECOT-OGIEER. , (1871): Fortunate Zsles [Les Isíes Fortunées], Richard Bently
and Son, London.
PERERAJ., A. (1991): ((Pirámidesc anarias: bien de interés cultural)), La Gace-ta
de Canarias, 8-11-1991: 6.
PÉREZ DE LA HIZ, C. (1993): «¿Restos de la Atlántida?. Hallazgo de un muro
submarino en Canarias)), Espacio y Eernpo, 29: 23.
PUYOLN,. (1991a): «La posibilidad de un templo religioso desvela el secreto
de las pirámides de Chacona. Según estudios de la Confederación
Atlántida)), Jornada Deportiva, 18-2- 1991: 8.
RIEU, D. (1992): «Un profesor de EGB encuentra un centenar de fragmen-tos
de origen guanche en las pirámides de Güímar. La colección ha
sido integramente donada ai Museo Arqueológico», Diario de Avisos, 10-
1-1992: 7.
RODR~GUJ.E (Z1,9 92a): «Primeras conclusiones: las pirámides de Güímar tu-vieron
un uso agrícola. Según el equipo de la Universidad)), El Día, 5-9-
1992: 60-61.
- (1992b): «Thor Heyerdahl: en busca de la pirámide perdida. Los guanches
tuvieron capacidad para llegar a América, pero no creo que lo hicieran.
El origen de los guanches es Africa del Norte», El Día, 12-9-1992: 1, 111-V.
RODR~GUMEAZF FIOTTCE. , (1990): «En tomo a las construcciones piramidales
de Güímar. Primero vaya a verlo y después opine)), El Día, 5-8-1990: 2.
RODR~GUPAECZE SR, . (1989): «Los paredones)), La Graja, 3: 24-25.
ROJASF, . (19 9 1): «Una pala arrasa con la 'pirámide' de la Mancha)), Diario de
Avisos, 15-9-1991: 1 , 10.
SOUSTELLJ.E (,1 979): Les olrniques. La plus ancienne civilisation du Mexique,
Librairie Arthaud, Paris.
- (1984): Las Olrnecas, Fondo de Cultura Económica, México D.F.
TEJERAG ASPARA,. (1994): qSon prehispánicas las pirámides de Güímar?)), El
Dúr, 18-12-1994: 59BCVII.
TRUJILLDO., (1991): «Las pirámides de Güímar, un 'montaje' con tintes in-mobiliarios.
Según el director del Museo Arqueológico)), Diario de Avisos,
2-8-1991: 56.
V~ZQUESZ. (,1 990): «¿Huellas Atlantes en Canarias?)), Más Allá, 20: 74-81.
VIANAA, . DE (160411996): Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Ca-naria.
Conquista de Tenerife. Y aparescimiento de la Ymagen de Candelaria,
Fascímil, Ayuntamiento de La Laguna, La Laguna.
Núm. 45 (1999)