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CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE (EUPHORBIA BALSAMIFERA) P O R M. C. MARRERO GÓMEZ, O. RODRÍGUEDZE LGADO y W. WILDPRET DE LA TORRE La tabaiba dulce (Euphorbia balsamifeva) es un arbusto suculento, de tallo carnoso, densamente ramificado desde la base, con hojas estacionales (que desaparecen en el período de sequía veraniego) dispuestas hacia el ápice de las ramas, y con inflorescencia (ciatio) solitaria y en posición terminal. Su lá-tex, a diferencia de las otras especies del género, no es tóxico y ha tenido muchos usos. Es una de las especies vegetales eaiiai-ias que =As ha= !!amado !a atenc;.v,n a !=S &tintes via-jeros, cronistas, naturalistas, científicos, etc., que han visitado las islas desde tiempos antiguos. Del mismo modo, esta plan-ta ocupa un importante lugar en la cultura popular canaria, habiendo sido utilizada con fines diversos desde los primeros pehlders de! ArchípiPlagn. En este trabajo se recopila la información etnobotánica relativa a la tabaiba dulce existente en la bibliografía, fuentes orales y tradición popular, con el fin de plasmar el importan- Núm. 46 (2000) 19 2 M. C. MARRERO G~MEZIOR. ODR~GUEZD ELGADON WILDPRET DE LA TORRE te lugar que ocupa en la cultura canaria. De ahí que, tras ana-lizar el origen de su nombre vulgar y científico, hayamos re-copilado un elevado número de referencias y descripciones de esta especie, así como de los paisajes vegetales en los que muestra un papel dominante o significativo. En este sentido es importante señalar la gran cantidad de usos que se le atri-buyen, como puede ser el aprovechamiento de su látex con fines medicinales, conocido desde la época aborigen; en este aspecto destacan sus propiedades salivatorias y fortalecientes de las encías, al mismo tiempo que su éxito en la cura de di-versas afecciones de la piel. Por otro lado, también es impor-tante el empleo de su madera como combustible o materia prima para la construcción de antiguas viviendas y la elabo-ración de tapones de barricas de vino. Más rara ha sido la utiiización de su látex a modo de pegamento. Por último, se destaca la importancia simbólica de esta planta, haciendo referencia a algún ejemplar singular, y se pone de manifiesto su enorme protagonismo en la toponimia insular y en la poesía popular. Euphorbia balsamifera es conocida entre el pueblo canario con dos nombres comunes: tabaiba dulce y tabaiba mansa (El Hierro). En ambos casos se hace referencia a las propiedades terapéuticas que tradicionalmente han sido asociadas a su 1á-tex. No obstante, en la toponimia se recogen las variantes «tabaibe» (La Gomera y Fuerteventura), así como los diminu-tivgs et&&jtz» y «t&lihi]Ja>> vzfizs islas. En el continente africano esta planta recibe otros nombres, como son «ifemane», «femán» en el Noroeste de África (GuI-NEA, 1948), y «Yayo» en Senegal (BROWN19, 11 ). Por su parte, MORTIMO(R1E9 89) recoge el nombre de «Aliyara» en Nigeria. El testimonio de diversos cronistas que visitaron las islas lleva a pensar que la voz tabaiba proviene de las lenguas prehispánicas canarias. Sin embargo, algunos autores no pro-porcionan un juicio rotundo en relación con la filiación lin- 2 o ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 3 güística de «tabaiba», al no encontrar en el beréber vocablos semejantes a la voz canaria y resultar bastante alejados los términos africanos con los que se designa a los euforbios (takiut, takut). Junto a esta circunstancia, debemos tener en cuenta que las voces dabaiba)), dabaibera)) y « tabaibo)) son características de varias zonas del dominio lingüístico portu-gués y de Latinoamérica. Así, en Madeira y Porto Santo la especie Opuntia tuna Mill. recibe el nombre de dabaibera)) y su fruto el de ((tabaibo)), voz que también existe en Cabo Verde. En América Central se encuentran formas iguales o cer-canas, como son los nombres populares de la especie PZu-meria alba: «atabaiba» (Cuba), «tabaiba» (Puerto Rico), «ta-maiman, «atapaimo» (Venezuela), ((tapaiba)) y «tambaiba» (Antillas). Por otra parte, la voz ((tabaiban tiene una distribución li-mitada a los archipiélagos atlánticos de Cabo Verde, Canarias y Madeira, lo cual ha llevado a algunos autores a considerar el origen portugués del término. Sin embargo, el proceso in-verso, esto es, la procedencia canaria de algunos elementos lingüísticos comunes, resulta posible (ÁLVARREZIX O,1 992: 120). Asimismo, es importante señalar el hecho de que la emi-gración canaria hacia América llevó aparejado el uso de va-rios términos del léxico canario en este continente, entre ellos el de la tabaiba (LORENZROA MOS1, 984: 76). Por lo que se refiere al nombre científico, Euphorbia hace referencia a Euphorbos, médico del Rey Juba 11 de Mauritania. Por su parte, el nombre específico, balsamifera (del latín balsamum = bálsamo; fer = tener, llevar), pone de manifiesto la presencia en esta planta de látex con propiedades medici-ndes (KTITKEL1,9 91 ). REFERENCYIA DSE SCRIPCIONES HIST~RICAS DE LA TABAIBA DULCE Las primeras referencias a la tabaiba dulce, aunque no muy claras, se encuentran en la literatura clásica y se incluyen en los relatos que el naturalista latino Plinio hizo de las expedi- Núm. 46 (20001 2 1 4 M. C. MARRERO G~MEZIO. RODR~GUEZ DELGADON. WILDPRET DE LA TORRE ciones organizadas por el Rey Juba 11 de La Mauritania, apro-ximadamente en el siglo 1 después de Cristo. En su Historia Natural (Lib. VI, cap. 37), Plinio describe unos arbustos de «Las Afortunadas)), los cuales guardan cierta similitud con las tabaibas presentes en la islas: «primam vocari Ombrion nullis aedificiorum vestigiis: habere in montibus stagnum, arbores similes ferulae, ex quibus aqua exprimatur, ex nigris amara, ex candidioribus potui iucunda))l . Como veremos luego, VIERAY CLAVIJsOos tiene que Plinio se refería en esta cita a las tabaibas y cardones canarios, aunque otros autores han querido ver en ella una alusión al Garoé. En el mismo sentido que el anterior, Pomponio Mela, his-toriador latino contemporáneo de Plinio, recoge en sus rela-tos (De situs orbis) la existencia de dos fuentes, que podrían tener alguna relación con las tabaibas canarias: «Una singulari duorom fontium ingenio maxime insignis: alterum qui gus-tavere, risu solvuntur in mortem: ita affectis remedium est ex altero bibere~*. Asimismo, Julio Solino (siglo 111 después de Cristo) incor-pora a su obra Polyhistov, una referencia muy semejante a las anteriores: {(Ferulae ibi surgunt ad arboris magnitudinem. Earum quae nigrae sunt, expressae liquorem reddunt ama-rissimum: quae candidae, aquas revomunt etiam potui accom-modatas)) 3. En este punto parece adecuado hacer una reflexión para intentar comprender el significado de las ((ferulae))d e Plinio. Como ya hemos indicado, algunos autores, por ejemplo el ' La primera isla se llama Ombrios, sin huellas de habitación, que tie-ne en las montañas un estanque y árboles semejante a la férula, de los cua-les se extrae agua, amarga de los negros y agradable al gusto de los blan-cos. [JUANÁ LVAREDZ ELGADO,1 945, «Las "Islas Afortunadas" en Plinio», Revista de Historia Canaria, 11, p. 321. Una isla es grandemente célebre por la singular virtud de dos fuen-tes: los que han bebido de una, mueren riendo; beber de la otra es un re-medio para los que están tocados de este mal. [STEFFEN, 1944, «Las ,,o "teruiae" de Piinio y ei Garoe)), Kevista de Historia Canaria, 10, p. 1411. Allí (en la isla de Ombrios) crecen férulas hasta el tamaño de un árbol. Las que son negras, exprimiéndolas dan un líquido muy amargo; las blancas, sueltan agua hasta propia para beber. [STEFFENo,p . cit., p. 1421. 22 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS P. Hardouin, citado por VIERAY CLAVIJOha, n defendido la co-rrespondencia entre estas plantas y el Garoé de El Hierro. Si tenemos en cuenta que este árbol era un til, parece difícil de-fender esta hipótesis, teniendo en cuenta características tan evidentes como la morfología de las hojas y los frutos o el porte de este árbol. Por otro lado, Plinio habla de la necesi-dad de exprimirlo para obtener agua, hecho que no concuer-da con las descripciones del Garoé. En el mismo sentido, si Plinio en su obra se hubiera referido al Garoé de El Hierro, sería imposible hacer una diferenciación entre las plantas amargas y dulces, blancas y negras igualmente mencionadas en sus relatos. Es preciso tener en cuenta la dificultad que entraña llegar a una mnclusión definitiva en este tema, dados los problemas que entraña descifrar el significado de los relatos de los escri-tores antiguos, puesto que ni siquiera existe un consenso en relación con la identidad de la isla «Ombrios», lugar donde se encontraban los arbustos de Plinio y cuyo nombre ha sido atri-buido a El Hierro y Lanzarote (VIERAY CLAVIJO19, 82) o inclu-so a Salvajes (ÁLVAREDZE LGAD1O9,4 5). Una vez culminada la Conquista de las Islas Canarias, fue-ron numerosos los viajeros que visitaron las islas y describie-ron distintas singularidades de nuestro territorio insular (cos-tumbres y tradiciones aborígenes, flora, vegetación, etc.), gracias a los cuales podemos conocer las primeras referencias de plantas canarias. El autor extremeño Vasco Díaz Tanco visitó nuestras islas entre 1505 y 1520, y durante su estancia en ellas escribió dos poemas que tituló respectivamente: «Triunfo gomero diverso, hecho por k s c o Díaz de Fregenai dirigido ai íiiustríssimo y ornatissimo señor don E Pacheco, duque de Escalona, marqués de Villena, marqués de Moya y Conde de San Esteban» y «Triun-fo canario isleño, en el cual se notan las admirables cosas que en las islas de Canaria hay y ha habido)). En el segundo rela-cima una decena de endemismes c a x ~ i e sc, m sus nembres vulgares (((thabbaybas)), «halo», «sabinas», etc), unos de raíz castellana y otros prehispánica. Así, en la estrofa número 19 de este poema Díaz Tanco menciona la tabaiba: Núm. 46 (2000) 23 6 M. C. MARRERO GÓMEZIO. RODR~GUEZ DELGADOM! WILDPRET DE LA TORRE «Vi olmos y buxos y balos sabinas, vináticos, palmas, sci reses, laureles, vi plátanos, cedros y p. inaloeles, vi thiles, thabbaybas, tanbién azeuinas, vi assaz marmulanos, imientas muy finas, vi thexos cadecos, tan t ién orouales, vi dragos perfectos muy medicinales, tanbién leña santa para medicinas» 4. VIERAY CLAVIJhOa ce alusión a la tabaiba dulce en diversos puntos de su obra Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. En un pasaje de la misma recuerda el relato de Plinio, confirmando la posible correspondencia entre los arbus-tos que describe este último y los cardones y tabaibas dulces de las islas. VIERAd escarta la posibilidad de que en dicho rela-to se hiciera referencia a otras especies, como el Garoé de El Hierro o la caña de azúcar, tal como defendían otros autores: «Concluye Plinio las circunstancias características de la isla de Ombrios diciendo: que en ella se criaban unos árboles parecidos en cierto modo a la ferula o cañaheja, los cuales eran de dos especies orque unos tenían la corteza de color obscuro y otros Pa tenían un poco más blanca. Que de los primeros se exprimía cierta agua o jugo muy amargo, pero que el jugo de los segundos no dejaba de ser bastante grato al paladar. Esta es una noti-cia que, cuando se examina sin preocupación, no tiene relación alguna con el famoso árbol del Hierro, que des-tilaba el agua de las nubes, y sin embargo se ha preten-dido poner entre las pruebas con que se apoya la identi-dad. El árbol del Hierro era grande, frondoso y siempre verde, pues se asegura que era un tilo. ¿Cómo podía Juba, un rey tan sabio, ni Plinio, un naturalista de profe-sión, ecpivorarln con unas especies de cañahejas? Pero sean férulas los tilos, ¿En donde está esa división de ti-los en blancos y negros, dulces r, amargos? Haya esa di- visión, ¿Quién ignora que del ár o1 del Hierro se destila-ba el agua sin que fuese necesario exprimirle? Seamos más sinceros y digamos que los árboles de la isla de Ombrios ni eran de la especie de los del Hierro ni priva-tivos de ella sola. Véanse aquí mis conjeturas. A. R. RODR~GUEMZO NINO, 1934, «LOS Triunfos Canarios de Vasco Díaz Tanto», Revista del Museo Canario, 2 (4), p. 21. 2 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 7 Casi todas las costas de las Canarias abundan por punto general de una prodigiosa selva de ciertos arbus-tos que los isleños llaman cardones y tabaibas. [...] La otra especie de arbustos llamados tabaibas todavía tiene mayor semejanza con la férula, porque su tronco es bastante descollado, de donde se propagan muchos gajos que se subdividen y multiplican entre sí maravillosamen-te, sin otras hojas que unas muy pequeñas y angostas que de seis en seis coronan sus puntas. Entre las mismas tabaibas hay diferencias, porque algunas a enas se levan- tan una vara del suelo y otras descuellan [a sta igualarse con las higueras más frondosas. Sus vástagos o cañas, aunque no son huecas, son de una sustancia fungosa tan extremadamente ligera, que no hay madera más liviana. El color de su cáscara es de un blanco pálido, y su jugo una leche @utinosa, blanca y abundante, sin cpe tenga la cuaiidaa nociva del cardón; antes es taii d c e qUe des ués de cua'ada y reducida a una pasta gelatinosa, la sueP e n mascar io s paisanos. He querido hacer esta prolija descripción, ara que pueda servir de comentario al capítulo citado i' e Plinio. De ella se colige que este autor no habló en esta parte de los árboles ue destilaban agua en la isla del Hierro, ni tampoco de ¡! as cañas de azúcar, como creyó un expo-sitor de Solino; pues además de que es imposible soste-ner aquella división en dulces y amargas, en blancas y negras, debía Claudio Saumaise suponer que en nuestras islas no se cultivaron estas plantas hasta que cayeron en manos de los españoles. Por qué no diremos mejor que los árboles de la isla ombrios, tan parecidos a la ferula, son los cardones y las tabaibas? En efecto, sobre ser unas especies de cañas muy ligeras, se halla que el cardón es de un verde muy oscuro; que la tabaiba tira un poco a blanco; que el a ua o leche de aquél es amarga, acre y da al paladar)) 5. venenosa, y que fa de ésta es dulce, blanda y bien recibi- El mismo autor incluye esta especie en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias. En este libro continúa citando los pasajes de Plinio, poniendo una vez más de mani-fiesto la similitud entre Ias f6iii:as de aütor y !as tabaibas JOSÉ VIERA Y CLAVIJO, 1982, Noticias de la Historia General de Islas Canarias, tomo 1, pp. 77-79. Núm. 46 (2000) 25 8 M. C. MARRERO G~MEZIOR. ODR~GUEZD ELGADOM! WILDPRET DE LA TORRE canarias. Por ello, apunta de nuevo hacia la tabaiba dulce, mientras que sustituye el cardón por la tabaiba amarga: ((Arbusto de la familia de los euforbios, titímalos o lechetreznas, indígena y peculiar de nuestras Canarias, de que hacen particular mención algunos via eros. Críase con mucha abundancia en los terrenos incu 1 tos de todas estas islas, señaladamente en los que miran hacia el mar. Algunas de estas tabaibas apenas se levantan una vara del suelo, mientras descuellan otras hasta igualarse con una higuera regular. Sus troncos son de una madera fungosa, blanca, muy liviana, con la corteza lampiña, lustrosa pe-gajosa, de color cenicienta, y tan cargada de una leche a espesa, glutinosa, casi sin ninguna acrimonia ni mal sa- N E bor que a la menor incisión corre en mucha copia. Sus gajos se van ramificando articuladamente de cuatro en O n cuatro, y de tres en tres, sin otras hojas que las que co- - m O ronan sus extremidades, pues a proporción que los gajos E E crecen, se van las primeras hojas cayendo, y dejan una 2E cicatriz verrugosa en la corteza. Así, las nuevas hojas son - las que forman en los dichos remates unos ramilletitos 3 estrellados de nueve o diez; cada una es de figura Y - alanzada, de menos de una pu gada, con un piquillo de- - 0 m licado, enteras, muy lisas, de un verde más claro por fue- E ra que por dentro, llenas del jugo lechoso, y sin iezón. O Las flores nacen solitarias en el centro de los rami etitos n de hojas, y (como todos los titimalos o lechetreznas) -E constan de un cáliz, sin pedúnculo, con cuatro orejillas a 2 en el borde de color amarillo, un poco escotadas en n medias lunas, y en las dos puntas de ella, un cuerpecillo n globuloso, asemejándose todo el cáliz a una cruz de 3 Caravaca; doce estambres finos; y un ovario con tres pun- O teros rojos, artidos en dos filamentos; cu o fruto es una baya redon fa de tres celdillas, sentada sog r e el cáliz, de-positaria de las simientes. C...] Ultimamente no es de omitir aquí que cuando se considera aquel pasaje de Plinio, que dice: "había en las Islas Afortunadas dos es-pecies de arbolillos, semejantes a la férula o cañaheja, los unos de corteza negra cuyo jugo es amargo y los otros de corteza más blanquecina que lo daban grato al pala-dar", se presenta desde luego a nuestra imaginación, las tabaibas amargas salvajes y las tabaibas dulces)) 6. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, 1982, Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, pp. 403-405. 2 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El naturalista británico Philip B.WEBB realiza la siguiente descripción detallada de Euphorbia balsamifera en su Phytogra-phia canariensis (2" parte del tomo tercero de la Historia Na-tural de las Islas Canarias): «E. caule lignoso, robusto, ramosissimo, ramis bre-vibus, lignosis, crassis; foliis ad apicem ramorum rosu-latis, lineari-lanceolatis, brevibus, acutis, subcoriaceis, glaberrimis, pallidis; involucri scyphoidei squamis latis, brevibus, apice rotundatis, margine revolutis, sterilis latioris polyanthi flore femineo subclaviformi abortivo, majoribus, involucri hermaphroditi oliganthi flore femi-neo brevissimk stipitato, stipite sulcato apice subsqua-mato; capsulis orbiculari-depressis, erectis, pilosis; se-minibus suborbicularibus, levibus, cinereis, ve1 fuscis, epistGmiGd estitutis>:7. E B~RGES(E1N92 4) la describe como se reproduce en el si-guiente párrafo: «It seldom reaches more than 2 feet, high, or, at the most 3-4 feet, bit it is, on the other hand, very broad, often 6-7 feet or even more. It is rather poorly provided with leaves, which become fewer as the soil gets drier. The stem es easily to be seen among the leaves. The stem is very thick at the base, often more than 25 cm in diameter, and rapidly divides upwards into a great num-ber of branches, which spread out on al1 sides and finally end in innumerable branchlets where the few leaves are athered at the top. It is decidedly a "Federbusch plant Bc ompare SCHIMPEinR S CHENC1K. ,C . p. 271). The youngest leaves are always covered by the upward-turned older F~phe rhiac m t i!!^ !eñisi,r obusto, ramificado, ramas cortas, leño-sas, crasas; hojas hacia el ápice de las ramas formando rosetas, lineari-lanceoladas, cortas, agudas, subcoriáceas, glabras, pálidas; involucro en for-ma de copa, con escamas anchas, cortas con ápice redondeado, márgenes revolutos. Los involucros estériles. más anchos. con muchas flores v la fe-menina, abortiva, subclaviforme. Los involucros hermafroditas con pocas flores, la femenina cortamente estipitada, estípite sulcado, escamoso en el ápice. Cápsula orbicular-aplanada en la parte superior, erecta, pilosa. Semi-llas suborbiculares, lisas, gris-ceniciento o marrón oscuro. Carúncula ausen-te. [WEBB& BERTHELOT1,8 46-1847, Histoire Naturelle des 91es Canaries, t. 111, sectio 111, pp. 253-2541. Núm. 46 (2000) 2 7 10 M. C . MARRERO GÓMEZIORO. DRfGUEZ DELGADOW. WILDPRET DE LA TORRE ones which gradually, as they increase in size, bend downwards. The branches are covered with a glabrous grey bark. The leaves are small, about 3 lh cm. lon , greyish-green with reddish margins and, like the who f e lant, full of white milky juice. The flowers are yellow. P. ..] Already at an earl stage the hypocotylar part of the stem becomes barrel-S g apedly swelled, and may, in plants only 5-6 cm high, reach a thickness as much as 2 cm. This swelled part servesas a water-storage tissue for the plant. In transverse section it is apparent that in the middle it consists of a thick medullary tissue consisting of clear cells filled with juice, and round the vascular bundles there is again a thick, clear, parenchymatous tissue between these and the bark. In the innumerable, thin branches, so dry apart from their milky juice, this is not to be found. A transverse seetivii vf a thiii braneh h k s ihüs: Gii ihe outside ihere is a thick layer of cork, consisting of about 10 layers of cells, then follows a paranchymatous tissue, the cells of which are filled with starch. 1n this tissue large lacti-ferous vessels are to be found. After that the central cylinder follows, and finally there is in the middle a medulla, the cells of which are filled with starchx *. Rara vez alcanza más de dos pies de altura, o lo sumo 3-4 pies, pero por otra parte es muy ancha, a menudo 6-7 pies y a veces más. Es bastan-te pobre en hojas, llegando a tener sólo unas pocas en suelos secos. El ta-llo es muy grueso en la base, a menudo de más de 25 cm de diámetro, y rápidamente asciende dividiéndose en gran número de ramas, extendiéndo-se hacia todos los lados, para finalizar en innumerables ramitas donde las pocas hojas están reunidas en su ápice. Esta es, sin duda una planta ((Federbusch))( SCHIMPEinR S CHENKl. , C., p. 271). Las hojas más jóvenes están siempre cubiertas por un verticilo de hojas viejas, las cuales gradual-mente, como las anteriores crecen en tamaño, curvándose hacia abajo. Las ramas están cubiertas por una corteza gris. Las hojas son pequeñas, alre-dedor de 3 !h cm de largo, verde-grisáceas con los márgenes rojizos y al igual que el resto de la planta, rellena de un jugo lechoso blanco. Las flo-res son amarillas. [...] Ya en estado hipocotilar los tallos llegan a tener for-ma de barril, abultando en la planta 5-6 cm este abultamiento se corres-ponde con un depósito de agua en los tejidos. En sección transversal se observa en el centro un grueso tejido medular consistente en células lim-pias rellenas de «jugo», y alrededor de los haces vasculares se encuentra también un tejido grueso, limpio, parenquimatoso. Una sección de las ramas finas muestra lo siguiente: en el lado externo hay una gruesa capa de corcho, consistente en alrededor de 10 capas de 28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAN~COS CONTRIBUCIbN AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE DESCRIPCDIE~ NLO S PAISAJES VEGETALES CON TABAIBAS DULCES La clara dominancia de esta especie en el paisaje vegetal costero queda plasmada en las descripciones realizadas por los numerosos viajeros naturalistas que visitaron las islas desde tiempos muy antiguos. Otros, que han escrito en tiempos más recientes, han llegado a imaginarse cómo era la vegeta-ción, incluso, en la época guanche o en el momento de la Con-quista. RODRÍGUMEZO UREim aginaba el paisaje vegetal del munici-pio de Candelaril, en el momento de la Conquista, plasman-do en ella la notoria aridez que caracteriza este territorio: (c... y aunque en esta época el panorama no tenía la ex-tensión de aridez que hoy se nota, orque los pinares descendían desde las cumbres hasta e 7 nivel de los pagos de Araya, Cuevecitas e Igueste, desde esta zona a la ma-rina, entonces como hoy, sólo los Cardones, Tabaibas y Valos se veían por ser los únicos arbustos que resisten las sequías de dos y tres años con~ecutivos»~. VIERAY CLAVIJOen, sus ya mencionadas Noticias de la His-toria General de las Islas Canarias, también aporta una breve e hipotética descripción del paisaje vegetal del Barranco de Tahodio hacia 1496, al concluir la conquista de Tenerife, en la que menciona tabaibas, aunque sin hacer referencia a es-pecie alguna: ((Como quiera que fuese? Bencomo destacó de su campo dos espías, para que, avanzándose por el barranco de células, a continuación un tejido parenquimatoso de células rellenas de al-midón. En este tejido se observan largos laticíferos. Seguidamente están los vasos centrales y finalmente una médula cuyas células contienen almidón. [F. BORGESEN, 1924, Contributions to the knowledge of yhe vegetation of the Canary Zslands (Tenerife and Gran Canaria), pp. 28-29]. JOSÉ RODR~GUMEZO URE,1 991, Historia de la devoción del Pueblo ca-nario a Ntra. Sra. de Candelaria Patrona del Archipiélago y de sus dos Obispados, 2." ed., p. 243. La primera edición vio la luz en 1913. Núm. 46 (2000) 2 9 Tahodio, bajasen a reconocer las fuerzas del enemigo y observasen sus movimientos; pero fueron descubiertos entre la misma maleza de los valos, cardones y tabaibas, por cuatro soldados de a caballo y algunos de a pie» lo. Después de la Conquista se procedió al repartimiento de tierras a los conquistadores por parte del Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Dichas donaciones se recogieron en el li-bro de «datas» y, en muchas de ellas, se mencionan las for-maciones vegetales o los árboles que podían servir para deli-mitar lo mejor posible las propiedades: «Diego Álvarez. Un edazo de ta. de s. en el Reyno de Adexe, linda con la ?or taleza de Ayyo en la ladera della e de partes hacia abona hasta donde entran las vacas de Pedro de Hervas en d a , q. podrá haber 50 f. con mas io q. pudiéredes aprovechar, porque son montosas de car-dones e tabaibas e almácigos; esto porque la tierra se pueble, q. está despoblada. Digo 3 c. 4-V-1509~l l . Asimismo, algunas referencias a tabaibales aparecen en los protocolos de los primeros escribanos que se establecieron en la isla: «[ ...] y le manda un edazo de tierra que tiene y heredó de su padre, en que E abrá una fanega y media, esta tie-rra está debajo de la viña de Juan Berriel, donde está un tabaibal y una fuentezuela, lindante con tierras de Her-nán Martín, difunto, las cuales tierras se las manda por-que es su tío y ruegue a Dios por su alma [...]» 12. El farmacéutico Cipriano de ARRIBAS Y SÁNCHEaZ ,p rincipios 2-1 -2-1- -.-. -- --- l:L-- A 4 - O - - . L- 3- 1 - e r-1-- :-m uci sigiu AA, iiicluyc c ~siu llulu A rruvm u e í LUA ~ A L U A L u r L u r LU> una imaginaria descripción de la vegetación de la comarca de Guía de Isora en el momento de la aparición de Ntra. Sra. de Guía, en 1670: «Guiando la señora y atravesando un terreno 'O VIERA Y CLAVIJON, oticias ..., t. 1, p. 641. EL~ASSE RRA RAFoLS, 1978, Las Datas de Enerife, p. 244, num. 1264- 12 (1509). l2 DELFINA GALVÁN ALONSO, 1990, Protocolos de Bemardino Justiniano (1526-1527), t. 1, p. 444, núm. 1288 (1527). 3 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 13 cubierto de tabaibas, cardones y balos y otros diversos árbo-les añosos, entre piedras de lava [...]» 1 3 . Igualmente, el paisaje caracterizado por estos arbustos su-culentos tampoco escapó a la vista de M. J. MILBERTq,u ien describió la costa Sur de la isla en 1796: ((Bordeamos la costa con un viento fresco. En toda su extensión ofrece la misma esterilidad, el mismo aspecto salvaje que la de Anaga. Las montañas de una altura pro-digiosa presentan enormes grietas desde la cima hasta la mitad de su altura. Hoyos horrorosos dejan ver las rocas peladas que las componen. Las euforbias y los cactos se reproducen en esta parte de la isla, cuya única vegetación es una hierba rara y muy corta» 14. BORYDE SAINT-VINCEcNuaTn, do relata su estancia en Tenerife durante 1801 y 1802, también destaca el paisaje árido e inhós-pito caracterizado por los «euforbios», junto a otras especies que conforman el cortejo florístico del tabaibal-cardonal: «Es difícil formarse una idea de semejante suelo cuando no se ha visto; no se compone más que de piedras volcá-nicas, sin adherencia entre sí: estas piedras son secas, ardientes, desnudas, y dejan salir por sus junturas, ma-tas de higueras, de cactos, de cacalias y de euforbios cu o aspecto suculento y vigoroso contrasta con la aridez del terrenon 15. Asimismo W.R. WILDEre cogió hacia 1837, en su estancia en Tenerife, una descripción del paisaje de los alrededores de Santa Cruz, en la que también destacan las ((euforbias~: «El paisaje de los airededores de Santa Cruz es de un carácter que al principio no comprendimos. Los lechos de los ríos y torrentes están completamente secos. A sus la-l 3 CIPRIANO DE ARRIBAS Y SÁNCHEZ, 1993, A través de las Islas Cana-rias, p. 129. La primera edición fue publicada en 1900. l 4 M. J. MILBERT, 1996, Viaje pintoresco a la Isla de Tenerife, p. 71. l 5 J. B. G. M. BORYD E SAINT-VINCENT1,9 94, Viaje a las cuatro princi-pales islas de los mares de Africa, durante los años nueve y diez de la repú-blica, p. 84. Primera edición publicada en 1859. Núm. 46 (2000) 3 1 dos, las montañas se elevan cortadas a pico, desprovistas de cualquier muestra de vegetación, excepto unos pocos cactos y euforbias)) j6. Rene VERNEAeUn, su obra Cinco años de estancia en las Is-las Canarias, escrita durante los años 1876-1 878,1884-1 888, hizo referencia asimismo al carácter inhóspito de los paisajes vegetales dominados por el tabaibal-cardonal, al mencionar el Malpaís de Güímar y las zonas próximas a Igueste de San Andrés: «Cerca del mar se encuentra un pequeño volcán que de-rramó en sus cercanías torrentes de arena negra, lo que hace a toda esta comarca impropia para el cultivo. Allí sólo crecen innumerables tueras [sic] y euforbias» 17. «[...]Ya he tenido ocasión de hablar de los caminos rea-les del archipiélago canario, pero el que conduce a San Andrés merece una descripción especial [...l. Toda esta parte de la isla está completamente quemada por el.sol. La vegetación se reduce casi exclusivamente a las eufor-bias) la. A finales del siglo XIX, el botánico Hermam CHRISTv isita las islas y realiza un estudio de su flora y vegetación. En Gran Canaria, a su paso por el Barranco de Guiniguada, realiza la siguiente descripción del tabaibal dulce: «Y, luego, la vegetación: tipos desérticos puros, árboles enanos y arbustos sin hojas, voluminosos y espinosos, que cubren, como individuos bien definidos, las laderas, ero no les dan color verdoso, sino ue las salpican gris-verdosa que está muy extendida)) 19. gremefite, con la única excepcion l e la tabaiba duy.coe-l6 W. R. WILDE, 1994, Narración de un viaje a Tenerife, p. 24. l7 RENÉ VERNEAU, 1981, Cinco años de estancia en las Islas Canarias, p. 226. l 8 VERNEAUo, p. cit., p. 203. l9 H. CHRIST, 1998, Un viaje a Canarias en primavera, pp. 101-102. Pri-mera edición en alemán en 1886. CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOThNICO DE LA TABAIBA DULCE 15 El ficólogo BORGESEeNn, su ya mencionado libro sobre la vegetación de Tenerife y Gran Canaria, al hablar de esta últi-ma isla describe el paisaje caracterizado por la tabaiba dulce: «Othenvise the landscape had, as far as one could see from the heights towards the south, the greyish tone which marks the Euphorbia balsamifera association, that vegetation which apparently characterises the driest regions of the Canary Islands. From the diary of CHR. SMITHw, ho to ether with LEOPOLVDO N BUCHw andered round most o f Gran Canaria 1 shall quote a couple of sentences about these desolate regions. On page 42 one reads: "Through Telde to Guimes where the naked, brown fields scarcely showed a trace of vegetation". About the region between Arguineguin and Maspalomas in the south of the island he says (p. 44): "The road was now iess troubiesome, passing over smaii hiiis anci vaiieys, bui the landscape was no better looking. Euphorbia balsa-mifera stri ped of its leaves covered them with a copse wood, anB only awakened feelings of emptiness and melancholy [...]">*)O . Mme. TARDIEU-BLeOn Ts,u trabajo Sur la flore Ptéridologique des Iles Atlántiques, esboza una zonificación de la vegetación de Tenerife, en la que se incluye una «región basal», corres-pondiente a los ambientes más áridos y secos, en la cual se instala el tabaibal dulce: «lo) une basse région, s'etendant jusque vers 500 m. environ. Cette région, a flore tres particuliere, presque 20 De otra manera el paisaje tenía, tan lejos como se podía ver desde las alturas hacia el sur, los tonos grisáceos que denotan la asociación de Euphorbia balsamifera, que es la vegetación que aparentemente caracteriza las regiones más secas de las Islas Canarias. Del diario de CHR. SMITH, quien junto a LEOPOLVDO N BUCHr ecorrió la mayor parte de Gran Canaria yo citaré un par de frases acerca de esas regiones desoladas: «Desde Telde hasta Guimes, donde los campos marrones expuestos apenas muestran una huella de vegetación». Acerca de la región entre Arguineguin y Maspalo-mas en el sur de la isla él dice (p. 44): «La carretera estaba ahora menos dificultosa, pasando sobre iomos y vaiies, pero ei paisaje no es mejor. Euphorbia balsamifera caracteriza, cubierta de hojas, un bosquecillo leño-so, y sólo despierta sentimientos de vacío y melencolía». [BORGESENo,p . cit., pp. 35-36]. Núm. 46 (2000) 3 3 16 M. C. MARRERO G~MEZIO. RODR~GUEZ DELGADOW. WILDPRET DE LA TORRE saharienne, manque dans les autres Archipels. A I'Est, cette basse région est formée d'une zone seche c6tiere argilo-sableuse bien caractérisée par des buissons épars d'Euphorbia regis Jubae, E. balsamifera, Kleinia neriifo-lia, Zollikoferia spinosa, Polycarpaea candida, etc. [. . .] » 21. Usos Y APLICACIONES DE EUPHORBIBAA LSAMIFERA Los usos que se le atribuyen a la tabaiba dulce han sido numerosos y variados, destacando los que responden a nece-sidades domésticas y los que se relacionan con el campo de la medicina popular. Todos ellos están relacionados, en su práctica totalidad, con dos elementos oficinales de la planta: el látex y la madera. - =m O E E 1. Domésticos 2 E = Desde la época anterior a la Conquista ya se tiene constan- = cia de que esta especie, concretamente su madera, había sido - utilizada para la obtención de fuego, tal y como se recoge en 0m E la siguiente cita, extraída de la obra de Gaspar FRUCTUO«SqOu:e O o tiveram a inventaram fazer com dois paus, un chaimado g teimaste, que é rijo, e uotro tabaiba (de que se faz o visgo), n E que é brando, roucando un no outro» 22. a De la misma forma BETHENCOAULRFTO NSOr ecoge a comien- n zos de siglo el empleo de la tabaiba para obtener fuego: O «Conservaban el fuego abrigando las brasas con ceniza en el fogón o dejando encendido un tronco de tabaiba; y 21 1.') una región basal se extiende justamente hasta los 500 m. aproxi-madamente. Esta región posee una flora muy particular, casi sahariana, faltando en los otros archipiélagos. Al Éste, esta región basal esta formada por una zona costera seca, arcilloso-arenosa bien caracterizada por la apa-rición de las especies arbustivas Euphorbia regis-jubae, E. balsamifera, K".l einia neriifolia, Zollikoferia spinosa, Polycarpaea candida, etc. .. [Mme. -.-- .o., IAKUILU-LSLUI, 1 ~ 4 0S,U Y ia Eove Préria'oiogique des líes Atiantiques, p. 3363. 22 Que tuvieran o inventaran hacer fuego con dos palos de tabaiba, rozando uno con otros [GASPARD E FRUCTUOSO1,9 64, Las idas Canarias (De Saudades da Tema). Primera edición publicada en 15901. 3 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS C O N T R I B U C I ~ NA L ESTUDIO ETNOBOTANICOD E LA TABAIBA DULCE 17 cuando se les apagaba lo obtenían frotando con un pali-to de balo, brezo o corazón de granadillo, en una juápara de tabaiba dulce o de verode, es decir, en una ranura practicada en un gajo seco como lo hemos hecho))23. SABATBÉ EL, también menciona este uso en el Sur de Tenerife, en épocas recientes: «Las papas los productos del mar que no se reser-vaban para el & turo, eran cocinados con leña. El com-bustible de las hogueras sin ser el más idóneo, estaba formado por algunas especies herbáceas del entorno: sa-lado, leña blanca, aulagas, cardones y tabaibas secas.. . No siempre se disponía de fósforos con que prender la llama. Estos constituían un bien escaso, en ocasiones sustituido por "hierba seca, de eso de la mar, de eso de tabaibas dulces. Hacíamos pelándola así, y lo teníamos encendida todo el día porque cuando eso no, no, no po-día ir a comprar fósforos, porque no había dinero". El tizón bien seco de tabaiba, ardía poco a poco, sin apa-arse, y suministraba fuego también a muchas de aque- !as viejitas, fumadoras de cachimba)) ". En las labores de fabricación de los techos de antiguas construcciones de madera, la tabaiba dulce era utilizada a modo de «tomisas» 25 para sujetar el estrato de leñablanca o balo que se colocaba inmediatamente sobre las vigas. Se cor-taba un pedazo de tabaiba del tamaño idóneo y se ponía al fuego hasta desprender la cáscara, para luego sacar de él las tiras (BETHENCOAULRFTON SO,1 994, t.11: 470). Se puede incluir en este apartado el empleo de la madera de tabaiba dulce en'la fabricación de tapones para barricas de vino, asi como e! de su látex pura sellar 12s griets de 10s tn-neles. Ambos están constatados tanto en documentos como en 23 J. BETHENCOURATLF ONSO, 1994, Historia del pueblo guanche, t. 11, p. 41 1. Manuscrito terminado en 191 1. 24 FERNANDSOAB ATÉ BEL, 1992, Burgados, tomates, turistas y Espacios Protegidos. Cambios de usos y transformaciones de dos espacios iiroraies del Sur de Tenerife: Guaza y Rasca (Arona), p. 6 1. Por (domisa» o «tamiza» generalmente se entiende una cuerda de esparto o de hojas de palma. Núm. 46 (2000) 3 5 información oral, en diferentes municipios del Sur de la isla (RODRÍGU&E ZB ELTRÁN19, 90; PESTANGOA BINO1,9 96). También en relación con el látex, éste ha sido utilizado tra-dicionalmente a modo de pegamento, hecho conocido y des-tacado en las descripciones de los primeros viajeros que visi-taron las islas: ~TenerifeR roduce los mismos frutos que la Isla de Canaria y se alla también, como en las demás Islas, un arbolillo llamado Taybayda [sic], de que se saca un licor como leche, que se espesa á pocos instantes, y forma una excelente liga.. . D 26 a N Igualmente, Fray Alonso de ESPINOShAac e referencia al uso E del látex como pegamento, aunque con mayor nivel de detalle: O n - nm «Otro árbol e ueño hay, llamado tabaiba, que sajado EE echa de sí una blanca, que con el sol cuajada S E y mezclada dra o, sirve para sellar cartas y es mu buena. También se face della liga para cazar pájaros f..], 27. 3 - 0 m E Aunque menos extendido, también está constatado el uso O de este producto a modo de suelas o parches bajo los pies, g para lo cual ha llegado a comercializarse en épocas de esca- n E sez en algunos puntos de la isla (MÉNDEZ1,9 98). - a Asimismo, existe un posible uso de los frutos de esta espe- 2 n cie en la elaboración de adornos personales. Esta posibilidad n se fundamenta en el hallazgo de frutos de tabaiba (sin especi- 3O ficar la especie), durante una excavación arqueológica realiza-da en una cueva-habitación situada en la urbanización Las Cuevas (La Orotava. Isla de Tenerife), a 300 rn.s.m.(LoRE~zo PERERA1,9 75-76: 220; GLEZH. DEZ.1, 997: 190). Sin embargo, no podemos asegurar que dichos h t o s correspondan a la tabaiba dulce, puesto que la situación geográfica y la altitud son más idóneas para la tabaiba amarga, si bien podían haber sido transportados hasta allí desde otro lugar de la zona costera. 26 THOMAS NICOLS, 1990, Historia general de los viajes, p. 77. 27 FRAYA . DE ESPINOSA1,9 80, Historia de Nuestra Señora de Candela-ria, p. 29. Primera edición publicada en 1594. 3 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 19 Por último, entre los posibles aprovechamientos potencia-les de la tabaiba dulce VIERAY CLAVIJrOec oge los siguientes: «También es cierto, que como la leche de la tabaiba dul-ce, ya cuajada, arde muy bien al fue o, se pudieran hacer con ella hachas de viento para alum % rarse en las calles y caminos por las noches; y como arde con un género de chisporreteo muy vistoso, pudiera introducirse en los fue-gos artificiales de pólvora con mucha novedad. Otros dos partidos se pudieran sacar aún de esta resina en estado sólida, y en el de 1í uida. Sólida, toma derretida al fuego un colorcito de mieP , y un lustre casi como el barniz, por lo que parece a propósito para embadurnar las rejas de hierro, u otras iezas del mismo metal, a fin de preservar-las del orín, y 8ar le cierto aspecto de charol, de que tengo nrcrhzs; y !iqzi&, se pdieri emplear en Ixnefirior de ros globos aerostáticos, de tafetán, porque necesitándose de una goma, o resina para obstruir la porosidad de la tela, y que no se transpire el gas, sin que ella pierda do-cilidad, ni se quiebre, raje o desprenda; y siendo por otra parte tan rara y costosa la goma elástica de América, no menos que el disolverla por medio del éter vitriólico, el único disolvente que no le quita su elasticidad, nos ofrece la leche de tabaiba dulce estas apetecidas cualidades, pues la tela que se adereza con ella conserva la docilidad y elasticidad convenientes» 28. 2. Medicinales Tal como su nombre indica (balsamum = bálsamo, fer = te-ner llevar), Euphorbia balsamifera ha sido considerada como una especie con notable interés en la medicina popular gra-cias a su látex, al cual se le atribuyen diversas propiedades, que han sido conocidas y aplicadas desde la antigüedad. Las propiedades emolientes, salivatorias y fortalecientes de las en-cías (PÉREZ & MEDINA1,9 88: 43) son un ejemplo de este he-cho, recogido desde la antigüedad por numerosos cronistas, como Gaspar FRUCTUOSquOi,e n en su obra hace la siguiente referencia al látex de esta planta: 2 8 VIERA Y CLAVIJOD, iccionario ..., p. 404. Núm. 46 (2000) «...otras dos calidades de árboles llaman tabaiba dulce, de cuya leche, que se lleva a España y a otras partes, se hace visco o liga, el cual es blanco como masa de pan de tri-go, y algunas personas se ponen esta masa en la boca, porque dicen es buena para limpiar los dientes)) 29. También DÚRVILLEen, su relato descriptivo de la isla de Tenerife, hace referencia al mismo uso de la tabaiba dulce: «Esta nueva escursion á la rejion mediterranea de tenerife, nos proporcionó algunos objetos de historia na-tural, y también observamos algunos euforbios de dos especies, al uno canariensis y el otro balsamifera ambos muy notables por el abundante leche que derraman. La leche del primero ó cardon es cáustica, agria y ardiente; !U de! T U ~ U Jes~ tU~ rsi u r e y dulce, qi e !es meradees !U condensan y la consideran un artículo de boca» 30. VIERAY CLAVIJOen, su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, tampoco es ajeno a estas propiedades: «Esta leche, de que abundan todas las partes de este ar-busto, es una goma resina, que se coagula prontamente al sol; y como entonces pierde la corta acrimonia que puede tener en su estado de líquida, la suelen mascar con gusto nuestros paisanos para desalivar y fortalecer la den-tadura » 31. Este uso medicinal estuvo muy extendido en el Sur de la isla, donde en épocas de escasez de recursos algunas perso-nas se dedicaban a la recogida de esta sustancia en recipien-tes, en los que se guisaba hasta solidificarse. Posteriormente '-o nnme,-n;nl;~"l.n o1 -,-T\A.*n+n on 1"'. + ; o n r l n r rlo Ir. "nn" 32. L U I I I L I L ~ ~ L L L ~ U ~ ~1 ~IUUULLU LII la3 L l L l l u a 3 UL la Luiia, Ei modo de «quesitos» (SABATBÉE L, l992:94). Por otro lado, la aplicación del látex de la tabaiba dulce parece ser apropiada en el tratamiento de diversas afecciones de la piel, tales como quistes, verrugas y callos (JAÉN OTERO, 29 F~uc~uosoop,. cit., p. 104. 30 M. DUMONT D'URVILLE, 1990, Viaje pintoresco alrededor del mundo in Cartas desde la isla de Tenerife (1764) y otros relatos, p. 140. 3' JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJOD, iccionario ..., p. 404. 38 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 2 1 1984: 63) o para la cura de nacidos (CONCEPCI1~9N85,: 70); en estos casos, se aplica directamente sobre la zona afectada. También está documentado su uso para sanar frieras, grietas entre los dedos y heridas en general (SABATBÉE L, 1992: 93). También SABATBÉE L (1992: 93) menciona su empleo en la cura de catarros, aplicando el látex previa disolución en acei-te e impregnando con este líquido un paño blanco extendido sobre el pecho a modo de cataplasma. Por último, por su carácter balsámico ha sido utilizado como antídoto para sanar o aliviar los efectos nocivos produ-cidos por el látex de la tabaiba amarga o del cardón (LOREN-ZO, 1992, V 40). 3. Pastodes, pesqueros o agrícolas En épocas carentes de precipitaciones, en las que las hier-bas preferidas del ganado escasean, la tabaiba dulce también ha sido utilizada como forraje (del ARCO, 1993: 1 19). Asimis-mo se utilizaba para suplir la falta de agua, como recoge ÁLVAREZD ELGAD(1O9 46) en la isla de El Hierro: P astores de "ganado" (así se llaman en El Hie-rro usua mente sólo las ovejas), en las épocas de sequía y calor en zonas desprovistas o muy alejadas de las fuen-tes, como La Dehesa del Hierro, emplean para "matar la sed" lo que en el argot moderno llamaríamos chicle .de tabaiba mansa. Con el látex de la tabaiba dulce o mansa (Euphorbia dulcis canariensis L.) obtenido con una sen-cilla incisión de la corteza de la planta, K recogido antes de que se seque o endurezca mucho, acen pequeñas pelotitas que se conservan largo tiempo pastosas en su interior, y en horas de sed mascan abundantemente. Así lograban en la boca una gran salivación y en las fauces una extraordinaria frescura que les permitía aguantar a los pastores muchas horas sin beber agua, ni sufrir las angustias de la sed» 32. 32 JUANÁ LVAREZ DELGADO, 1946, ((Ecero. Notas lingüísticas sobre El Hierro)), Revista de Historia Canaria, 12: 284. Núm. 46 (2000) 3 9 Tradicionalmente, y hasta tiempos recientes, el látex ha sido utilizado en el control de la extracción de leche por par-te de los cabritos. Al cuajar esta sustancia se forma una pasta glutinosa que se extiende sobre pequeños listoncitos de piel flexible, los cuales, una vez pegados alrededor del pezón de la ubre de las cabras madres, impiden que las crías puedan sa-car leche (BERTHELO19T7,8 : 91). El proceso, básicamente, es el siguiente: ((Sirve para hacer un pegón, ara ello se coge tabaiba y se corta, la leche que sale se fej a en el tronco durante unos tres días hasta que esté cuajada, luego se mastica para que se haga como una especie de chicle y se pega un trozo de tela, como si fuera un esparadrapo. Ya está hecho el pegón, ahora se le pega en el pezón de la cabra para que los cabritos no mamen. Esto se hace cuando las cabras están en manada» 33. 4. Otros usos Fuera de Canarias existe otra serie de usos de la tabaiba dulce, que han sido confirmados en otros lugares de su área de distribución. GUINE(A1 9 48) confirma las propiedades tera-péuticas del látex de esta especie para solventar problemas en la piel de los camellos, a la vez que pone de manifiesto, aun-que de manera indirecta, su uso como alimento de estos ani-males: ((Nosotros vimos la especie que ahora nos ocupa en la formación costera de paquifitas al N. de nuestro Sáhara oceánico [...l. Tiene aplicaciones análogas a las del af-d1r3" y su iatex se empiea, de preferencia ai de esta plan-ta, para curar la sarna de los camellos» 35. 33 P. MÉNDEZ PÉREZ, 1998, El uso que hacían de algunas plantas los cabreros de Tenerife en su trabajo cotidiano. 34 El nombre ((afdirn corresponde a Euphorbia regis-jubae. En el mimo trabajo E. GUINEAa tribuye a esta especie el uso como pasto para camellos, además de las propiedades dermáticas de su látex. 35 E. GUINEA1, 948, ((Catálogo razonado de las plantas del Sáhara Es-pañol~, Anales del Jardín Botánico de Madrid, 8 (1947), p. 399. 4 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 23 En el mismo sentido, MATRE(1 938), aunque no hace refe-rencia a ninguna aplicación tradicional de las plantas africa-nas, sí menciona las características del látex: ((Le latex de la plante soudanaise et mauritanienne est, d'apres les renseignements obligeament fournis de meme pour 1'E. E alsamifera var. Rogeri,) 36. MONODd,'u nd gofit eu agréable, mais non acre; ip aern eMst. Por otro lado, BROW(N1 91 l), al describir Euphorbia sepium, pone de manifiesto su utilización en formación de setos con el fin de delimitar propiedades: ~Called "Yaro" by the natives and used as a hedge-shrubx 37. Por su parte, BALLY(1 965) apunta la posibilidad de su in-t r~di iccióne n e1 Éste de frica, mntivada por un interés eco-nómico: «In West Africa it is used medicinal1 besides the sap is boiled and eaten as a jelly; sections o? t he branches are used as corks for closing gourds; in Senegal it is planted as a hedge plant to demarcate cultivated fields. Beings thus of some economic importance, the possibility of its being brought to Arabia and to the East African coast by early seafaring people cannot be entirely mled out» 38. 36 El látex de la planta sudanesa y mauritana [Euphorbia balsamifera ssp. sepium (N.E. Brown) Maire] es, después de lo dicho gentilmente por MONODd, e un sabor poco agradable, pero no acre; esto es lo mismo para la Euphorbia balsamifera var. Rogeri. [R. MAIRE, 1938, ~Contributions A l'étude de la Flore de 1'Afrique du Nord» -Fasc. 26-, Bull. Soc. Hist. Nat. Afr. Nord, 29, p. 4511. 37 «Llamada "Yaro" por los nativos y usada como arbusto de seto)). La planta sobre todo es usada para la lación de dunas litorales. [N.E. BROWN, 1911, Fl. Trop. Africa, vol. 6, p. 5511. En el Oeste de África es usada con fines medicinales, además su látex es hervido y comido como una gelatina; secciones de sus ramas son usadas como corchos para cerrar calabazas; en Senegal es cultivada como una planta para setos para limitar campos de cultivo. Teniendo estas ca-racterísticas alguna importancia económica, la posibilidad de su introduc-ción en Arabia y en la costa del Este de frica por antiguos navegantes no puede ser enteramente descartada. [P. R. O. B A L L Y , (~~~M~is~ce,ll aneusn o-tes on the flora of Tropical East Africa, including descriptions of new taxa, 23-28», Candollea, 20, p. 321. Núm. 46 (2000) 4 1 24 M. C. MARRERO GÓMEZIO. RODRfGUEz DELGADOIW. WILDPRET DE LA TORRE Asimismo, a esta planta se le conocen usos alimenticios en el continente africano (Nigeria), donde los vástagos y las ho-jas son utilizadas como alimento (MORTIMOR1E98, 9). Finalmente, existen referencias de Senegal que afirman el carácter nocivo del látex de Euphorbia balsamifera, lo que con-trasta con el resto de los estudiosos que se han ocupado de esta planta: «Au Sénégal, les jeunes pousses sont parfois cuites dans le couscous, bien que le latex soit caustique)) 39. E La tabaiba dulce, Euphorbia balsamifeva ha adquirido una O import~ncir.s imbS!icu en nuestra smiedud. ?m- e!!=, esta es- - - m pecie fue designada por el Parlamento de Canarias, en la Ley O E aprobada el 17 de abril de 199 1, símbolo vegetal de la Isla de E 2 E Lanzarote. En Los Baldíos, en el límite entre los términos municipa- 3 les de Santa Cruz y La Laguna (Tenerife), existe un ejemplar O-de enormes dimensiones. Esta vieja tabaiba posee una talla de m E más de 4 metros de altura y entre 5 y 6 metros de diámetro O en su copa, alcanzando un grosor en la base del tronco de más de 50 centímetros de diámetro, lo que la convierte en una de E a las mayores existentes en las Islas. Recientemente, el Ayunta- - miento de la capital ha acordado su protección, a propuesta del grupo socialista. 3 O La búsqueda de topónimos referidos a la tabaiba se ha rea-lizado mediante la consulta de la cartografía militar 1:25000 de la isla, así como de la bibliografía relacionada con este 39 En Senegai, ios brotes jovenes son a veces cocidos, si bien su iátex es cáustico. [A. CHEVALIER1, 932, Liste des plantes cultivées ou a cultiver ou spontandées et utilisées par les indigenes dans le Sahara et Sur ses confins Nord et Sud, p. 2161. 42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 2 5 tema40. Conviene aclarar que, dada la imposibilidad para di-ferenciar las referencias a tabaibas dulces y amargas, se inclu-yen todos aquellos topónimos relacionados con da tabaiba)), en sentido amplio. Cabe destacar, a modo de conclusión, que la situación geográfica de estos topónimos presenta una cier-ta correspondencia con el área de distribución actual de Euphorbia balsamifera, de manera que la máxima concentra-ción de topónimos se localiza en el Sur de las Islas, pudiendo existir en determinados lugares de la vertiente septentrional una confusión entre ambas tabaibas. El listado de fitotopó-nimos se acompaña de una serie de mapas, en los que se in-dica la situación aproximada de los mismos en cada isla. Tenerife: Barranco Tabaibas (Arico); El Monte4' (finca de Adeje); La Tabaiba (paraje de Buenavista); Las Tabaibitas (pa-raje de Arona); Llano de la Tabaiba (Granadilla); Lomo de Las Tabaibas* (caserío de La Matanza y paraje de La Orotava); Montaña de Las Tabaibas (Granadilla, La Laguna y Arona); Tabaiba (barrio de El Rosario); Tabaibal* (caserío del Pto. de la Cruz); Tabaibarril (barrio de Granadilla). Gran Canaria: Castilletes de Tabaibales (caserío de San Nicolás de Tolentino); El Tabaibal (sendos parajes en Agaete y Telde); Lomo de La Tabaiba (Mogán); Lomo Tabaibales o Tabaibales (Mogán); Mesa de Las Tabaibas (paraje de San Bartolomé de Tirajana); Montaña Las Tabaibas (San Nicolás de Tolentino); Montaña Tabaibas (Telde); Punta de Tabaibales (paraje de Mogán);Tabaibal del Castillo (paraje de San Barto-lomé de Tirajana); Tabaibales (caserío de Mogán y barrio de San Nicolás de Tolentino). L=z~rete: Islote de Tabaibas, Las Tabaibas y Montaña de La Tabaiba (parajes de Tinajo). Fuerteventura: Barranco del Tabaibejo (Pájara); Caleta de la Tabaiba (Tuineje); Filo de Las Tabaibas (Betancuria); Mo- 40 Los topónimos que figuran con asterisco están recogidos en el Dic-cionario estadístico-administrativo de Pedro DE OLIVE. 41 Este nombre se aplicó en Rasca para nominar a un paraje caracte-rizado por una ingente cantidad de cardones y tabaibas, que parecía un xmontew [SABATÉ BEL, 1992: 1841. Núm. 46 (2000) 4 3 26 M. C. MARRERO G~ME Z IOR. ODR~GUEZD ELGADOIW. WILDPRET DE LA TORRE rro de Las Tabaibas (Puerto del Rosario); Morro La Tabaiba (Antigua); Morro Las Tabaibas (Tuineje); Rincón de Las Tabaibas (Pájara). El Hierro: Caldereta del Tabaibal Manso (Frontera); El Tabaibal (paraje de Valverde); El Tabaibal Manso (paraje de Frontera); La Tabaibita (paraje de Valverde); Lomo de la Tabaibita, Lomo Tabaibitas, Tabaiba Grande y Tabaibal (para-jes de Frontera). La Gomera: El Tabaibal (barrio de Hermigua); La Tabai-billa (paraje de Alajeró); Tabaibe (paraje de Alajeró). La tabaiba ha sido considerada, como ya se ha venido apuntando, un elemento más en la cultura popular de nues-tro Archipiélago, de tal modo que en varias ocasiones ha ju-gado un papel protagonista en poemas, coplas, etc. A conti-nuación reproducimos algunos de ellos: Canto a la tabaiba Si los vientos marinos del Este, fueran la causa de tu poca altura, aunque presumas de «esclavina verde)) habrá es eranza en tí, tabaiba pura. Bene !' actora al prestar tu servicio, por tener cubierta una necesidad, ya que tu madera es de gran beneficio, para las bodegas de la vecindad. Y no envidias a la abacía de Java, ni tampoco a la Hevea brasileña, ofreciendo así desinteresada, para todo el que contigo sueña algo más que las tapas de tu fama. mientras sigues firme... asida a la tierra. (Arafo, D. Alfonso Ferrera) 42 42 VARIOS AUTORES (s.d.), Poemario popular, Colegio Público «Andrés Orozco)), p. 4. 44 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El poeta canario Pedro GARCÍACA BRERtAam bién ha he-cho mención de la tabaiba en sus versos. Ejemplo de esto es el fragmento del poema que reproducimos a continuación y que hace referencia a la aridez de los paisajes del Sur de Tenerife: Tabaibas y lagartos bajo el viento es cuanto tengo ahora ante mis ojos. Y esta cueva también -esta visera de frescura- contemplando el paisaje. Uno se queda absorto, se sorprende de que tres elementos tan sencillos -el lagarto, la cueva, la tabaiba-compon an una estirpe de dragones. La tabai % a sacando de la roca su leche de mujer recién parida, el golpe de aldabón de los lagartos sobre la dura noche de la piedras y la cueva mirando como un búho tras el cristal de aumento de la sombra. Y por encima, el viento, el dios cernícalo, planeador del hombre y de la sed43. El mismo autor, cuando recorre los pueblos de la isla, tam-bién menciona esta planta al referirse a Granadilla de Abona: [...] La tabaiba, con su leche de bíblica comadrona, sin un fruto que criar en la carcel de las hojas. [...] 44. Otra singular referencia a la tabaiba dulce en la literatura canaria la encontramos en la obra de GARCIARRAMquOieSn, pone de manifiesto una vez más la importancia de ésta y otras plantas canarias en la cultura popular de las islas: 43 Pedro GARC~CAA BRERA1, 993, Antología, p. 102. Parte final del poe-ma «Peregrinando el Sur)), escrito en La Montaña (Granadiiiaj ei 23 de ju-lio de 1960. 44 PEDROG ARC~CAA BRERA1, 968, Vuelta a la Isla, p. 97. Fragmento del poema « Granadilla)). Núm. 46 (2000) 4 5 Canarios son, por su cepa, tabaiba, cardón y drago. Por razones conocidas y or otras ue me callo, voP c án de cu% r e y ceniza, tajinaste solitario, violeta de leve altura, lava, silencio y basalto. [. ..] 45. El poeta grancanario Felipe Baeza Betancort también men-ciona la tabaiba dulce al describir el paisaje de Arinaga, en Gran Canaria: Playas de luz, plegadas a los riscos resecos de tabaibas. La marea se desriiidu de brisa ei? !os rn~riscos~~. Por otro lado están las menciones que a esta planta se han hecho en el campo del folklore canario: Miel de tabaiba si tu querías en La Dehesa la conseguías E...] Higos pasados Pa' quien quisiera en el Pinar por donde quiera [...] Más por debajo El Sabina1 y más debajo el Veroda14'. Además, y para reafirmar la importancia de esta planta en la cultura popular, se debe señalar que la tabaiba dulce es la protagonista de varias adivinanzas propias de nuestra geo-grafía: ¿A qLii& se le en sus propias ramas 45 F. GARCIARRAMO1S9,7 8, Palabra Canaria, p. 39. Comienzo del poe-ma alava, silencio y basalto». 46 SEBASTIADNE LA NUEZ, 1986, Poesía Canaria 1940-1984. Antología, p. 173. 47 INMACULARDODAR ~GUE1Z9,9 6, La botánica en la copla canaria. Tra-bajo inédito del curso monográfico de Doctorado ~Etnobotánica en Ca-narias~. 46 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE la leche sacada de dura pedrada?48 Es humilde y muy sencilla y vive en terrenos áridos. Es tan buena y sensitiva que, si alguno la casti a en su tronco y en sus % razos, echa leche como llantos0. ÁLVARDEZE LGADJO., , 1945, «Las "Islas Afortunadas" en Plinio~R, evista de His-toria Canaria, 1 1 : 26-61. ÁLVAREDZE LGAD1O9,4 6, «Ecero. Notas lingüísticas sobre El Hierro», Revista de Historia Canaria, 12: 282-300. ÁLVARERZE O, J. A., 1992, Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras Islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones, Instituto de Estudios Canarios, 148 pp. ARCO AGUILAMR., C. 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TARAJAN1O9,8 9, Más de 2.000 adivinas, p. 27. 49 TARAJANoOp,. cit., p. 122. 50 Ibídem. Núm. 46 (2000) BETHENCOAULRFTO NSOJ.,, 1994, Historia del Pueblo Guanche. Tomo II. Etno-grafía y Organización socio-política, edición anotada por Manuel A. Fari-ña González, Francisco Lemus Editor, La Laguna, 655 pp. B~RGESEFN., ,1 924, Contributions to the knowledge of the vegetation of the Canaty Islands (Teneriffe and Gran Canaria), Kgl. Danske Vidensk. Selsk. Skr., Nat.-Mat. Afd., 8. VI, 3, 109 pp. BORYD E SAINT-VINCEJN. BT., G. M., 1988, Ensayos sobre las Islas Afortunadas y la antigua Atlántidao Compendio de la Historia General del Archipiélago Canario. Nota preliminar de Elfidio Alonso Quintero. Traducción de José A. Delgado Luis. Colección «A través del tiempo», Ediciones J. A. D. L., La Orotava, Tenenfe, 299 pp. BORYD E SAINT-VINCEJN. TB,. G. 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WILDPRET DE LA TORRE CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE Núm. 46 (2000) 38 M. C. MARRERO GOMEZIO. RODRfCUEZ DELGADOW. WlLDPRET DE LA TORRE Iconografia de Euphorbia balsamifera recogida en Phytographia canariensis ~WEBB& BERTHELO1T8.3 6-1 8501. M. C. MARRF.RO G ~ME Z I OR. ODR~GCEZD ELGADO&$! WlLDPRET DE LA TORRE ---- -- 1 FOTO 2.-Sus enormes dimensiones han dado a la tabaiba dulce de Los Baldíos una importancia simbólica y monumental.
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Calificación | |
Título y subtítulo | Contribución al estudio etnobotánico de la Tabaiba Dulce (Euphorbia Balsamifera) |
Autor principal | Marrero Gómez, M. C. |
Autores secundarios | Rodríguez, O. ; Wildpret de la Torre, Wolfredo |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 46 |
Sección | Etnobotánica |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2000 |
Páginas | p. 019-058 |
Materias | Euforbiáceas ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 3169489 Bytes |
Texto | CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE (EUPHORBIA BALSAMIFERA) P O R M. C. MARRERO GÓMEZ, O. RODRÍGUEDZE LGADO y W. WILDPRET DE LA TORRE La tabaiba dulce (Euphorbia balsamifeva) es un arbusto suculento, de tallo carnoso, densamente ramificado desde la base, con hojas estacionales (que desaparecen en el período de sequía veraniego) dispuestas hacia el ápice de las ramas, y con inflorescencia (ciatio) solitaria y en posición terminal. Su lá-tex, a diferencia de las otras especies del género, no es tóxico y ha tenido muchos usos. Es una de las especies vegetales eaiiai-ias que =As ha= !!amado !a atenc;.v,n a !=S &tintes via-jeros, cronistas, naturalistas, científicos, etc., que han visitado las islas desde tiempos antiguos. Del mismo modo, esta plan-ta ocupa un importante lugar en la cultura popular canaria, habiendo sido utilizada con fines diversos desde los primeros pehlders de! ArchípiPlagn. En este trabajo se recopila la información etnobotánica relativa a la tabaiba dulce existente en la bibliografía, fuentes orales y tradición popular, con el fin de plasmar el importan- Núm. 46 (2000) 19 2 M. C. MARRERO G~MEZIOR. ODR~GUEZD ELGADON WILDPRET DE LA TORRE te lugar que ocupa en la cultura canaria. De ahí que, tras ana-lizar el origen de su nombre vulgar y científico, hayamos re-copilado un elevado número de referencias y descripciones de esta especie, así como de los paisajes vegetales en los que muestra un papel dominante o significativo. En este sentido es importante señalar la gran cantidad de usos que se le atri-buyen, como puede ser el aprovechamiento de su látex con fines medicinales, conocido desde la época aborigen; en este aspecto destacan sus propiedades salivatorias y fortalecientes de las encías, al mismo tiempo que su éxito en la cura de di-versas afecciones de la piel. Por otro lado, también es impor-tante el empleo de su madera como combustible o materia prima para la construcción de antiguas viviendas y la elabo-ración de tapones de barricas de vino. Más rara ha sido la utiiización de su látex a modo de pegamento. Por último, se destaca la importancia simbólica de esta planta, haciendo referencia a algún ejemplar singular, y se pone de manifiesto su enorme protagonismo en la toponimia insular y en la poesía popular. Euphorbia balsamifera es conocida entre el pueblo canario con dos nombres comunes: tabaiba dulce y tabaiba mansa (El Hierro). En ambos casos se hace referencia a las propiedades terapéuticas que tradicionalmente han sido asociadas a su 1á-tex. No obstante, en la toponimia se recogen las variantes «tabaibe» (La Gomera y Fuerteventura), así como los diminu-tivgs et&&jtz» y «t&lihi]Ja>> vzfizs islas. En el continente africano esta planta recibe otros nombres, como son «ifemane», «femán» en el Noroeste de África (GuI-NEA, 1948), y «Yayo» en Senegal (BROWN19, 11 ). Por su parte, MORTIMO(R1E9 89) recoge el nombre de «Aliyara» en Nigeria. El testimonio de diversos cronistas que visitaron las islas lleva a pensar que la voz tabaiba proviene de las lenguas prehispánicas canarias. Sin embargo, algunos autores no pro-porcionan un juicio rotundo en relación con la filiación lin- 2 o ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 3 güística de «tabaiba», al no encontrar en el beréber vocablos semejantes a la voz canaria y resultar bastante alejados los términos africanos con los que se designa a los euforbios (takiut, takut). Junto a esta circunstancia, debemos tener en cuenta que las voces dabaiba)), dabaibera)) y « tabaibo)) son características de varias zonas del dominio lingüístico portu-gués y de Latinoamérica. Así, en Madeira y Porto Santo la especie Opuntia tuna Mill. recibe el nombre de dabaibera)) y su fruto el de ((tabaibo)), voz que también existe en Cabo Verde. En América Central se encuentran formas iguales o cer-canas, como son los nombres populares de la especie PZu-meria alba: «atabaiba» (Cuba), «tabaiba» (Puerto Rico), «ta-maiman, «atapaimo» (Venezuela), ((tapaiba)) y «tambaiba» (Antillas). Por otra parte, la voz ((tabaiban tiene una distribución li-mitada a los archipiélagos atlánticos de Cabo Verde, Canarias y Madeira, lo cual ha llevado a algunos autores a considerar el origen portugués del término. Sin embargo, el proceso in-verso, esto es, la procedencia canaria de algunos elementos lingüísticos comunes, resulta posible (ÁLVARREZIX O,1 992: 120). Asimismo, es importante señalar el hecho de que la emi-gración canaria hacia América llevó aparejado el uso de va-rios términos del léxico canario en este continente, entre ellos el de la tabaiba (LORENZROA MOS1, 984: 76). Por lo que se refiere al nombre científico, Euphorbia hace referencia a Euphorbos, médico del Rey Juba 11 de Mauritania. Por su parte, el nombre específico, balsamifera (del latín balsamum = bálsamo; fer = tener, llevar), pone de manifiesto la presencia en esta planta de látex con propiedades medici-ndes (KTITKEL1,9 91 ). REFERENCYIA DSE SCRIPCIONES HIST~RICAS DE LA TABAIBA DULCE Las primeras referencias a la tabaiba dulce, aunque no muy claras, se encuentran en la literatura clásica y se incluyen en los relatos que el naturalista latino Plinio hizo de las expedi- Núm. 46 (20001 2 1 4 M. C. MARRERO G~MEZIO. RODR~GUEZ DELGADON. WILDPRET DE LA TORRE ciones organizadas por el Rey Juba 11 de La Mauritania, apro-ximadamente en el siglo 1 después de Cristo. En su Historia Natural (Lib. VI, cap. 37), Plinio describe unos arbustos de «Las Afortunadas)), los cuales guardan cierta similitud con las tabaibas presentes en la islas: «primam vocari Ombrion nullis aedificiorum vestigiis: habere in montibus stagnum, arbores similes ferulae, ex quibus aqua exprimatur, ex nigris amara, ex candidioribus potui iucunda))l . Como veremos luego, VIERAY CLAVIJsOos tiene que Plinio se refería en esta cita a las tabaibas y cardones canarios, aunque otros autores han querido ver en ella una alusión al Garoé. En el mismo sentido que el anterior, Pomponio Mela, his-toriador latino contemporáneo de Plinio, recoge en sus rela-tos (De situs orbis) la existencia de dos fuentes, que podrían tener alguna relación con las tabaibas canarias: «Una singulari duorom fontium ingenio maxime insignis: alterum qui gus-tavere, risu solvuntur in mortem: ita affectis remedium est ex altero bibere~*. Asimismo, Julio Solino (siglo 111 después de Cristo) incor-pora a su obra Polyhistov, una referencia muy semejante a las anteriores: {(Ferulae ibi surgunt ad arboris magnitudinem. Earum quae nigrae sunt, expressae liquorem reddunt ama-rissimum: quae candidae, aquas revomunt etiam potui accom-modatas)) 3. En este punto parece adecuado hacer una reflexión para intentar comprender el significado de las ((ferulae))d e Plinio. Como ya hemos indicado, algunos autores, por ejemplo el ' La primera isla se llama Ombrios, sin huellas de habitación, que tie-ne en las montañas un estanque y árboles semejante a la férula, de los cua-les se extrae agua, amarga de los negros y agradable al gusto de los blan-cos. [JUANÁ LVAREDZ ELGADO,1 945, «Las "Islas Afortunadas" en Plinio», Revista de Historia Canaria, 11, p. 321. Una isla es grandemente célebre por la singular virtud de dos fuen-tes: los que han bebido de una, mueren riendo; beber de la otra es un re-medio para los que están tocados de este mal. [STEFFEN, 1944, «Las ,,o "teruiae" de Piinio y ei Garoe)), Kevista de Historia Canaria, 10, p. 1411. Allí (en la isla de Ombrios) crecen férulas hasta el tamaño de un árbol. Las que son negras, exprimiéndolas dan un líquido muy amargo; las blancas, sueltan agua hasta propia para beber. [STEFFENo,p . cit., p. 1421. 22 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS P. Hardouin, citado por VIERAY CLAVIJOha, n defendido la co-rrespondencia entre estas plantas y el Garoé de El Hierro. Si tenemos en cuenta que este árbol era un til, parece difícil de-fender esta hipótesis, teniendo en cuenta características tan evidentes como la morfología de las hojas y los frutos o el porte de este árbol. Por otro lado, Plinio habla de la necesi-dad de exprimirlo para obtener agua, hecho que no concuer-da con las descripciones del Garoé. En el mismo sentido, si Plinio en su obra se hubiera referido al Garoé de El Hierro, sería imposible hacer una diferenciación entre las plantas amargas y dulces, blancas y negras igualmente mencionadas en sus relatos. Es preciso tener en cuenta la dificultad que entraña llegar a una mnclusión definitiva en este tema, dados los problemas que entraña descifrar el significado de los relatos de los escri-tores antiguos, puesto que ni siquiera existe un consenso en relación con la identidad de la isla «Ombrios», lugar donde se encontraban los arbustos de Plinio y cuyo nombre ha sido atri-buido a El Hierro y Lanzarote (VIERAY CLAVIJO19, 82) o inclu-so a Salvajes (ÁLVAREDZE LGAD1O9,4 5). Una vez culminada la Conquista de las Islas Canarias, fue-ron numerosos los viajeros que visitaron las islas y describie-ron distintas singularidades de nuestro territorio insular (cos-tumbres y tradiciones aborígenes, flora, vegetación, etc.), gracias a los cuales podemos conocer las primeras referencias de plantas canarias. El autor extremeño Vasco Díaz Tanco visitó nuestras islas entre 1505 y 1520, y durante su estancia en ellas escribió dos poemas que tituló respectivamente: «Triunfo gomero diverso, hecho por k s c o Díaz de Fregenai dirigido ai íiiustríssimo y ornatissimo señor don E Pacheco, duque de Escalona, marqués de Villena, marqués de Moya y Conde de San Esteban» y «Triun-fo canario isleño, en el cual se notan las admirables cosas que en las islas de Canaria hay y ha habido)). En el segundo rela-cima una decena de endemismes c a x ~ i e sc, m sus nembres vulgares (((thabbaybas)), «halo», «sabinas», etc), unos de raíz castellana y otros prehispánica. Así, en la estrofa número 19 de este poema Díaz Tanco menciona la tabaiba: Núm. 46 (2000) 23 6 M. C. MARRERO GÓMEZIO. RODR~GUEZ DELGADOM! WILDPRET DE LA TORRE «Vi olmos y buxos y balos sabinas, vináticos, palmas, sci reses, laureles, vi plátanos, cedros y p. inaloeles, vi thiles, thabbaybas, tanbién azeuinas, vi assaz marmulanos, imientas muy finas, vi thexos cadecos, tan t ién orouales, vi dragos perfectos muy medicinales, tanbién leña santa para medicinas» 4. VIERAY CLAVIJhOa ce alusión a la tabaiba dulce en diversos puntos de su obra Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. En un pasaje de la misma recuerda el relato de Plinio, confirmando la posible correspondencia entre los arbus-tos que describe este último y los cardones y tabaibas dulces de las islas. VIERAd escarta la posibilidad de que en dicho rela-to se hiciera referencia a otras especies, como el Garoé de El Hierro o la caña de azúcar, tal como defendían otros autores: «Concluye Plinio las circunstancias características de la isla de Ombrios diciendo: que en ella se criaban unos árboles parecidos en cierto modo a la ferula o cañaheja, los cuales eran de dos especies orque unos tenían la corteza de color obscuro y otros Pa tenían un poco más blanca. Que de los primeros se exprimía cierta agua o jugo muy amargo, pero que el jugo de los segundos no dejaba de ser bastante grato al paladar. Esta es una noti-cia que, cuando se examina sin preocupación, no tiene relación alguna con el famoso árbol del Hierro, que des-tilaba el agua de las nubes, y sin embargo se ha preten-dido poner entre las pruebas con que se apoya la identi-dad. El árbol del Hierro era grande, frondoso y siempre verde, pues se asegura que era un tilo. ¿Cómo podía Juba, un rey tan sabio, ni Plinio, un naturalista de profe-sión, ecpivorarln con unas especies de cañahejas? Pero sean férulas los tilos, ¿En donde está esa división de ti-los en blancos y negros, dulces r, amargos? Haya esa di- visión, ¿Quién ignora que del ár o1 del Hierro se destila-ba el agua sin que fuese necesario exprimirle? Seamos más sinceros y digamos que los árboles de la isla de Ombrios ni eran de la especie de los del Hierro ni priva-tivos de ella sola. Véanse aquí mis conjeturas. A. R. RODR~GUEMZO NINO, 1934, «LOS Triunfos Canarios de Vasco Díaz Tanto», Revista del Museo Canario, 2 (4), p. 21. 2 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 7 Casi todas las costas de las Canarias abundan por punto general de una prodigiosa selva de ciertos arbus-tos que los isleños llaman cardones y tabaibas. [...] La otra especie de arbustos llamados tabaibas todavía tiene mayor semejanza con la férula, porque su tronco es bastante descollado, de donde se propagan muchos gajos que se subdividen y multiplican entre sí maravillosamen-te, sin otras hojas que unas muy pequeñas y angostas que de seis en seis coronan sus puntas. Entre las mismas tabaibas hay diferencias, porque algunas a enas se levan- tan una vara del suelo y otras descuellan [a sta igualarse con las higueras más frondosas. Sus vástagos o cañas, aunque no son huecas, son de una sustancia fungosa tan extremadamente ligera, que no hay madera más liviana. El color de su cáscara es de un blanco pálido, y su jugo una leche @utinosa, blanca y abundante, sin cpe tenga la cuaiidaa nociva del cardón; antes es taii d c e qUe des ués de cua'ada y reducida a una pasta gelatinosa, la sueP e n mascar io s paisanos. He querido hacer esta prolija descripción, ara que pueda servir de comentario al capítulo citado i' e Plinio. De ella se colige que este autor no habló en esta parte de los árboles ue destilaban agua en la isla del Hierro, ni tampoco de ¡! as cañas de azúcar, como creyó un expo-sitor de Solino; pues además de que es imposible soste-ner aquella división en dulces y amargas, en blancas y negras, debía Claudio Saumaise suponer que en nuestras islas no se cultivaron estas plantas hasta que cayeron en manos de los españoles. Por qué no diremos mejor que los árboles de la isla ombrios, tan parecidos a la ferula, son los cardones y las tabaibas? En efecto, sobre ser unas especies de cañas muy ligeras, se halla que el cardón es de un verde muy oscuro; que la tabaiba tira un poco a blanco; que el a ua o leche de aquél es amarga, acre y da al paladar)) 5. venenosa, y que fa de ésta es dulce, blanda y bien recibi- El mismo autor incluye esta especie en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias. En este libro continúa citando los pasajes de Plinio, poniendo una vez más de mani-fiesto la similitud entre Ias f6iii:as de aütor y !as tabaibas JOSÉ VIERA Y CLAVIJO, 1982, Noticias de la Historia General de Islas Canarias, tomo 1, pp. 77-79. Núm. 46 (2000) 25 8 M. C. MARRERO G~MEZIOR. ODR~GUEZD ELGADOM! WILDPRET DE LA TORRE canarias. Por ello, apunta de nuevo hacia la tabaiba dulce, mientras que sustituye el cardón por la tabaiba amarga: ((Arbusto de la familia de los euforbios, titímalos o lechetreznas, indígena y peculiar de nuestras Canarias, de que hacen particular mención algunos via eros. Críase con mucha abundancia en los terrenos incu 1 tos de todas estas islas, señaladamente en los que miran hacia el mar. Algunas de estas tabaibas apenas se levantan una vara del suelo, mientras descuellan otras hasta igualarse con una higuera regular. Sus troncos son de una madera fungosa, blanca, muy liviana, con la corteza lampiña, lustrosa pe-gajosa, de color cenicienta, y tan cargada de una leche a espesa, glutinosa, casi sin ninguna acrimonia ni mal sa- N E bor que a la menor incisión corre en mucha copia. Sus gajos se van ramificando articuladamente de cuatro en O n cuatro, y de tres en tres, sin otras hojas que las que co- - m O ronan sus extremidades, pues a proporción que los gajos E E crecen, se van las primeras hojas cayendo, y dejan una 2E cicatriz verrugosa en la corteza. Así, las nuevas hojas son - las que forman en los dichos remates unos ramilletitos 3 estrellados de nueve o diez; cada una es de figura Y - alanzada, de menos de una pu gada, con un piquillo de- - 0 m licado, enteras, muy lisas, de un verde más claro por fue- E ra que por dentro, llenas del jugo lechoso, y sin iezón. O Las flores nacen solitarias en el centro de los rami etitos n de hojas, y (como todos los titimalos o lechetreznas) -E constan de un cáliz, sin pedúnculo, con cuatro orejillas a 2 en el borde de color amarillo, un poco escotadas en n medias lunas, y en las dos puntas de ella, un cuerpecillo n globuloso, asemejándose todo el cáliz a una cruz de 3 Caravaca; doce estambres finos; y un ovario con tres pun- O teros rojos, artidos en dos filamentos; cu o fruto es una baya redon fa de tres celdillas, sentada sog r e el cáliz, de-positaria de las simientes. C...] Ultimamente no es de omitir aquí que cuando se considera aquel pasaje de Plinio, que dice: "había en las Islas Afortunadas dos es-pecies de arbolillos, semejantes a la férula o cañaheja, los unos de corteza negra cuyo jugo es amargo y los otros de corteza más blanquecina que lo daban grato al pala-dar", se presenta desde luego a nuestra imaginación, las tabaibas amargas salvajes y las tabaibas dulces)) 6. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, 1982, Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, pp. 403-405. 2 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El naturalista británico Philip B.WEBB realiza la siguiente descripción detallada de Euphorbia balsamifera en su Phytogra-phia canariensis (2" parte del tomo tercero de la Historia Na-tural de las Islas Canarias): «E. caule lignoso, robusto, ramosissimo, ramis bre-vibus, lignosis, crassis; foliis ad apicem ramorum rosu-latis, lineari-lanceolatis, brevibus, acutis, subcoriaceis, glaberrimis, pallidis; involucri scyphoidei squamis latis, brevibus, apice rotundatis, margine revolutis, sterilis latioris polyanthi flore femineo subclaviformi abortivo, majoribus, involucri hermaphroditi oliganthi flore femi-neo brevissimk stipitato, stipite sulcato apice subsqua-mato; capsulis orbiculari-depressis, erectis, pilosis; se-minibus suborbicularibus, levibus, cinereis, ve1 fuscis, epistGmiGd estitutis>:7. E B~RGES(E1N92 4) la describe como se reproduce en el si-guiente párrafo: «It seldom reaches more than 2 feet, high, or, at the most 3-4 feet, bit it is, on the other hand, very broad, often 6-7 feet or even more. It is rather poorly provided with leaves, which become fewer as the soil gets drier. The stem es easily to be seen among the leaves. The stem is very thick at the base, often more than 25 cm in diameter, and rapidly divides upwards into a great num-ber of branches, which spread out on al1 sides and finally end in innumerable branchlets where the few leaves are athered at the top. It is decidedly a "Federbusch plant Bc ompare SCHIMPEinR S CHENC1K. ,C . p. 271). The youngest leaves are always covered by the upward-turned older F~phe rhiac m t i!!^ !eñisi,r obusto, ramificado, ramas cortas, leño-sas, crasas; hojas hacia el ápice de las ramas formando rosetas, lineari-lanceoladas, cortas, agudas, subcoriáceas, glabras, pálidas; involucro en for-ma de copa, con escamas anchas, cortas con ápice redondeado, márgenes revolutos. Los involucros estériles. más anchos. con muchas flores v la fe-menina, abortiva, subclaviforme. Los involucros hermafroditas con pocas flores, la femenina cortamente estipitada, estípite sulcado, escamoso en el ápice. Cápsula orbicular-aplanada en la parte superior, erecta, pilosa. Semi-llas suborbiculares, lisas, gris-ceniciento o marrón oscuro. Carúncula ausen-te. [WEBB& BERTHELOT1,8 46-1847, Histoire Naturelle des 91es Canaries, t. 111, sectio 111, pp. 253-2541. Núm. 46 (2000) 2 7 10 M. C . MARRERO GÓMEZIORO. DRfGUEZ DELGADOW. WILDPRET DE LA TORRE ones which gradually, as they increase in size, bend downwards. The branches are covered with a glabrous grey bark. The leaves are small, about 3 lh cm. lon , greyish-green with reddish margins and, like the who f e lant, full of white milky juice. The flowers are yellow. P. ..] Already at an earl stage the hypocotylar part of the stem becomes barrel-S g apedly swelled, and may, in plants only 5-6 cm high, reach a thickness as much as 2 cm. This swelled part servesas a water-storage tissue for the plant. In transverse section it is apparent that in the middle it consists of a thick medullary tissue consisting of clear cells filled with juice, and round the vascular bundles there is again a thick, clear, parenchymatous tissue between these and the bark. In the innumerable, thin branches, so dry apart from their milky juice, this is not to be found. A transverse seetivii vf a thiii braneh h k s ihüs: Gii ihe outside ihere is a thick layer of cork, consisting of about 10 layers of cells, then follows a paranchymatous tissue, the cells of which are filled with starch. 1n this tissue large lacti-ferous vessels are to be found. After that the central cylinder follows, and finally there is in the middle a medulla, the cells of which are filled with starchx *. Rara vez alcanza más de dos pies de altura, o lo sumo 3-4 pies, pero por otra parte es muy ancha, a menudo 6-7 pies y a veces más. Es bastan-te pobre en hojas, llegando a tener sólo unas pocas en suelos secos. El ta-llo es muy grueso en la base, a menudo de más de 25 cm de diámetro, y rápidamente asciende dividiéndose en gran número de ramas, extendiéndo-se hacia todos los lados, para finalizar en innumerables ramitas donde las pocas hojas están reunidas en su ápice. Esta es, sin duda una planta ((Federbusch))( SCHIMPEinR S CHENKl. , C., p. 271). Las hojas más jóvenes están siempre cubiertas por un verticilo de hojas viejas, las cuales gradual-mente, como las anteriores crecen en tamaño, curvándose hacia abajo. Las ramas están cubiertas por una corteza gris. Las hojas son pequeñas, alre-dedor de 3 !h cm de largo, verde-grisáceas con los márgenes rojizos y al igual que el resto de la planta, rellena de un jugo lechoso blanco. Las flo-res son amarillas. [...] Ya en estado hipocotilar los tallos llegan a tener for-ma de barril, abultando en la planta 5-6 cm este abultamiento se corres-ponde con un depósito de agua en los tejidos. En sección transversal se observa en el centro un grueso tejido medular consistente en células lim-pias rellenas de «jugo», y alrededor de los haces vasculares se encuentra también un tejido grueso, limpio, parenquimatoso. Una sección de las ramas finas muestra lo siguiente: en el lado externo hay una gruesa capa de corcho, consistente en alrededor de 10 capas de 28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAN~COS CONTRIBUCIbN AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE DESCRIPCDIE~ NLO S PAISAJES VEGETALES CON TABAIBAS DULCES La clara dominancia de esta especie en el paisaje vegetal costero queda plasmada en las descripciones realizadas por los numerosos viajeros naturalistas que visitaron las islas desde tiempos muy antiguos. Otros, que han escrito en tiempos más recientes, han llegado a imaginarse cómo era la vegeta-ción, incluso, en la época guanche o en el momento de la Con-quista. RODRÍGUMEZO UREim aginaba el paisaje vegetal del munici-pio de Candelaril, en el momento de la Conquista, plasman-do en ella la notoria aridez que caracteriza este territorio: (c... y aunque en esta época el panorama no tenía la ex-tensión de aridez que hoy se nota, orque los pinares descendían desde las cumbres hasta e 7 nivel de los pagos de Araya, Cuevecitas e Igueste, desde esta zona a la ma-rina, entonces como hoy, sólo los Cardones, Tabaibas y Valos se veían por ser los únicos arbustos que resisten las sequías de dos y tres años con~ecutivos»~. VIERAY CLAVIJOen, sus ya mencionadas Noticias de la His-toria General de las Islas Canarias, también aporta una breve e hipotética descripción del paisaje vegetal del Barranco de Tahodio hacia 1496, al concluir la conquista de Tenerife, en la que menciona tabaibas, aunque sin hacer referencia a es-pecie alguna: ((Como quiera que fuese? Bencomo destacó de su campo dos espías, para que, avanzándose por el barranco de células, a continuación un tejido parenquimatoso de células rellenas de al-midón. En este tejido se observan largos laticíferos. Seguidamente están los vasos centrales y finalmente una médula cuyas células contienen almidón. [F. BORGESEN, 1924, Contributions to the knowledge of yhe vegetation of the Canary Zslands (Tenerife and Gran Canaria), pp. 28-29]. JOSÉ RODR~GUMEZO URE,1 991, Historia de la devoción del Pueblo ca-nario a Ntra. Sra. de Candelaria Patrona del Archipiélago y de sus dos Obispados, 2." ed., p. 243. La primera edición vio la luz en 1913. Núm. 46 (2000) 2 9 Tahodio, bajasen a reconocer las fuerzas del enemigo y observasen sus movimientos; pero fueron descubiertos entre la misma maleza de los valos, cardones y tabaibas, por cuatro soldados de a caballo y algunos de a pie» lo. Después de la Conquista se procedió al repartimiento de tierras a los conquistadores por parte del Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Dichas donaciones se recogieron en el li-bro de «datas» y, en muchas de ellas, se mencionan las for-maciones vegetales o los árboles que podían servir para deli-mitar lo mejor posible las propiedades: «Diego Álvarez. Un edazo de ta. de s. en el Reyno de Adexe, linda con la ?or taleza de Ayyo en la ladera della e de partes hacia abona hasta donde entran las vacas de Pedro de Hervas en d a , q. podrá haber 50 f. con mas io q. pudiéredes aprovechar, porque son montosas de car-dones e tabaibas e almácigos; esto porque la tierra se pueble, q. está despoblada. Digo 3 c. 4-V-1509~l l . Asimismo, algunas referencias a tabaibales aparecen en los protocolos de los primeros escribanos que se establecieron en la isla: «[ ...] y le manda un edazo de tierra que tiene y heredó de su padre, en que E abrá una fanega y media, esta tie-rra está debajo de la viña de Juan Berriel, donde está un tabaibal y una fuentezuela, lindante con tierras de Her-nán Martín, difunto, las cuales tierras se las manda por-que es su tío y ruegue a Dios por su alma [...]» 12. El farmacéutico Cipriano de ARRIBAS Y SÁNCHEaZ ,p rincipios 2-1 -2-1- -.-. -- --- l:L-- A 4 - O - - . L- 3- 1 - e r-1-- :-m uci sigiu AA, iiicluyc c ~siu llulu A rruvm u e í LUA ~ A L U A L u r L u r LU> una imaginaria descripción de la vegetación de la comarca de Guía de Isora en el momento de la aparición de Ntra. Sra. de Guía, en 1670: «Guiando la señora y atravesando un terreno 'O VIERA Y CLAVIJON, oticias ..., t. 1, p. 641. EL~ASSE RRA RAFoLS, 1978, Las Datas de Enerife, p. 244, num. 1264- 12 (1509). l2 DELFINA GALVÁN ALONSO, 1990, Protocolos de Bemardino Justiniano (1526-1527), t. 1, p. 444, núm. 1288 (1527). 3 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 13 cubierto de tabaibas, cardones y balos y otros diversos árbo-les añosos, entre piedras de lava [...]» 1 3 . Igualmente, el paisaje caracterizado por estos arbustos su-culentos tampoco escapó a la vista de M. J. MILBERTq,u ien describió la costa Sur de la isla en 1796: ((Bordeamos la costa con un viento fresco. En toda su extensión ofrece la misma esterilidad, el mismo aspecto salvaje que la de Anaga. Las montañas de una altura pro-digiosa presentan enormes grietas desde la cima hasta la mitad de su altura. Hoyos horrorosos dejan ver las rocas peladas que las componen. Las euforbias y los cactos se reproducen en esta parte de la isla, cuya única vegetación es una hierba rara y muy corta» 14. BORYDE SAINT-VINCEcNuaTn, do relata su estancia en Tenerife durante 1801 y 1802, también destaca el paisaje árido e inhós-pito caracterizado por los «euforbios», junto a otras especies que conforman el cortejo florístico del tabaibal-cardonal: «Es difícil formarse una idea de semejante suelo cuando no se ha visto; no se compone más que de piedras volcá-nicas, sin adherencia entre sí: estas piedras son secas, ardientes, desnudas, y dejan salir por sus junturas, ma-tas de higueras, de cactos, de cacalias y de euforbios cu o aspecto suculento y vigoroso contrasta con la aridez del terrenon 15. Asimismo W.R. WILDEre cogió hacia 1837, en su estancia en Tenerife, una descripción del paisaje de los alrededores de Santa Cruz, en la que también destacan las ((euforbias~: «El paisaje de los airededores de Santa Cruz es de un carácter que al principio no comprendimos. Los lechos de los ríos y torrentes están completamente secos. A sus la-l 3 CIPRIANO DE ARRIBAS Y SÁNCHEZ, 1993, A través de las Islas Cana-rias, p. 129. La primera edición fue publicada en 1900. l 4 M. J. MILBERT, 1996, Viaje pintoresco a la Isla de Tenerife, p. 71. l 5 J. B. G. M. BORYD E SAINT-VINCENT1,9 94, Viaje a las cuatro princi-pales islas de los mares de Africa, durante los años nueve y diez de la repú-blica, p. 84. Primera edición publicada en 1859. Núm. 46 (2000) 3 1 dos, las montañas se elevan cortadas a pico, desprovistas de cualquier muestra de vegetación, excepto unos pocos cactos y euforbias)) j6. Rene VERNEAeUn, su obra Cinco años de estancia en las Is-las Canarias, escrita durante los años 1876-1 878,1884-1 888, hizo referencia asimismo al carácter inhóspito de los paisajes vegetales dominados por el tabaibal-cardonal, al mencionar el Malpaís de Güímar y las zonas próximas a Igueste de San Andrés: «Cerca del mar se encuentra un pequeño volcán que de-rramó en sus cercanías torrentes de arena negra, lo que hace a toda esta comarca impropia para el cultivo. Allí sólo crecen innumerables tueras [sic] y euforbias» 17. «[...]Ya he tenido ocasión de hablar de los caminos rea-les del archipiélago canario, pero el que conduce a San Andrés merece una descripción especial [...l. Toda esta parte de la isla está completamente quemada por el.sol. La vegetación se reduce casi exclusivamente a las eufor-bias) la. A finales del siglo XIX, el botánico Hermam CHRISTv isita las islas y realiza un estudio de su flora y vegetación. En Gran Canaria, a su paso por el Barranco de Guiniguada, realiza la siguiente descripción del tabaibal dulce: «Y, luego, la vegetación: tipos desérticos puros, árboles enanos y arbustos sin hojas, voluminosos y espinosos, que cubren, como individuos bien definidos, las laderas, ero no les dan color verdoso, sino ue las salpican gris-verdosa que está muy extendida)) 19. gremefite, con la única excepcion l e la tabaiba duy.coe-l6 W. R. WILDE, 1994, Narración de un viaje a Tenerife, p. 24. l7 RENÉ VERNEAU, 1981, Cinco años de estancia en las Islas Canarias, p. 226. l 8 VERNEAUo, p. cit., p. 203. l9 H. CHRIST, 1998, Un viaje a Canarias en primavera, pp. 101-102. Pri-mera edición en alemán en 1886. CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOThNICO DE LA TABAIBA DULCE 15 El ficólogo BORGESEeNn, su ya mencionado libro sobre la vegetación de Tenerife y Gran Canaria, al hablar de esta últi-ma isla describe el paisaje caracterizado por la tabaiba dulce: «Othenvise the landscape had, as far as one could see from the heights towards the south, the greyish tone which marks the Euphorbia balsamifera association, that vegetation which apparently characterises the driest regions of the Canary Islands. From the diary of CHR. SMITHw, ho to ether with LEOPOLVDO N BUCHw andered round most o f Gran Canaria 1 shall quote a couple of sentences about these desolate regions. On page 42 one reads: "Through Telde to Guimes where the naked, brown fields scarcely showed a trace of vegetation". About the region between Arguineguin and Maspalomas in the south of the island he says (p. 44): "The road was now iess troubiesome, passing over smaii hiiis anci vaiieys, bui the landscape was no better looking. Euphorbia balsa-mifera stri ped of its leaves covered them with a copse wood, anB only awakened feelings of emptiness and melancholy [...]">*)O . Mme. TARDIEU-BLeOn Ts,u trabajo Sur la flore Ptéridologique des Iles Atlántiques, esboza una zonificación de la vegetación de Tenerife, en la que se incluye una «región basal», corres-pondiente a los ambientes más áridos y secos, en la cual se instala el tabaibal dulce: «lo) une basse région, s'etendant jusque vers 500 m. environ. Cette région, a flore tres particuliere, presque 20 De otra manera el paisaje tenía, tan lejos como se podía ver desde las alturas hacia el sur, los tonos grisáceos que denotan la asociación de Euphorbia balsamifera, que es la vegetación que aparentemente caracteriza las regiones más secas de las Islas Canarias. Del diario de CHR. SMITH, quien junto a LEOPOLVDO N BUCHr ecorrió la mayor parte de Gran Canaria yo citaré un par de frases acerca de esas regiones desoladas: «Desde Telde hasta Guimes, donde los campos marrones expuestos apenas muestran una huella de vegetación». Acerca de la región entre Arguineguin y Maspalo-mas en el sur de la isla él dice (p. 44): «La carretera estaba ahora menos dificultosa, pasando sobre iomos y vaiies, pero ei paisaje no es mejor. Euphorbia balsamifera caracteriza, cubierta de hojas, un bosquecillo leño-so, y sólo despierta sentimientos de vacío y melencolía». [BORGESENo,p . cit., pp. 35-36]. Núm. 46 (2000) 3 3 16 M. C. MARRERO G~MEZIO. RODR~GUEZ DELGADOW. WILDPRET DE LA TORRE saharienne, manque dans les autres Archipels. A I'Est, cette basse région est formée d'une zone seche c6tiere argilo-sableuse bien caractérisée par des buissons épars d'Euphorbia regis Jubae, E. balsamifera, Kleinia neriifo-lia, Zollikoferia spinosa, Polycarpaea candida, etc. [. . .] » 21. Usos Y APLICACIONES DE EUPHORBIBAA LSAMIFERA Los usos que se le atribuyen a la tabaiba dulce han sido numerosos y variados, destacando los que responden a nece-sidades domésticas y los que se relacionan con el campo de la medicina popular. Todos ellos están relacionados, en su práctica totalidad, con dos elementos oficinales de la planta: el látex y la madera. - =m O E E 1. Domésticos 2 E = Desde la época anterior a la Conquista ya se tiene constan- = cia de que esta especie, concretamente su madera, había sido - utilizada para la obtención de fuego, tal y como se recoge en 0m E la siguiente cita, extraída de la obra de Gaspar FRUCTUO«SqOu:e O o tiveram a inventaram fazer com dois paus, un chaimado g teimaste, que é rijo, e uotro tabaiba (de que se faz o visgo), n E que é brando, roucando un no outro» 22. a De la misma forma BETHENCOAULRFTO NSOr ecoge a comien- n zos de siglo el empleo de la tabaiba para obtener fuego: O «Conservaban el fuego abrigando las brasas con ceniza en el fogón o dejando encendido un tronco de tabaiba; y 21 1.') una región basal se extiende justamente hasta los 500 m. aproxi-madamente. Esta región posee una flora muy particular, casi sahariana, faltando en los otros archipiélagos. Al Éste, esta región basal esta formada por una zona costera seca, arcilloso-arenosa bien caracterizada por la apa-rición de las especies arbustivas Euphorbia regis-jubae, E. balsamifera, K".l einia neriifolia, Zollikoferia spinosa, Polycarpaea candida, etc. .. [Mme. -.-- .o., IAKUILU-LSLUI, 1 ~ 4 0S,U Y ia Eove Préria'oiogique des líes Atiantiques, p. 3363. 22 Que tuvieran o inventaran hacer fuego con dos palos de tabaiba, rozando uno con otros [GASPARD E FRUCTUOSO1,9 64, Las idas Canarias (De Saudades da Tema). Primera edición publicada en 15901. 3 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS C O N T R I B U C I ~ NA L ESTUDIO ETNOBOTANICOD E LA TABAIBA DULCE 17 cuando se les apagaba lo obtenían frotando con un pali-to de balo, brezo o corazón de granadillo, en una juápara de tabaiba dulce o de verode, es decir, en una ranura practicada en un gajo seco como lo hemos hecho))23. SABATBÉ EL, también menciona este uso en el Sur de Tenerife, en épocas recientes: «Las papas los productos del mar que no se reser-vaban para el & turo, eran cocinados con leña. El com-bustible de las hogueras sin ser el más idóneo, estaba formado por algunas especies herbáceas del entorno: sa-lado, leña blanca, aulagas, cardones y tabaibas secas.. . No siempre se disponía de fósforos con que prender la llama. Estos constituían un bien escaso, en ocasiones sustituido por "hierba seca, de eso de la mar, de eso de tabaibas dulces. Hacíamos pelándola así, y lo teníamos encendida todo el día porque cuando eso no, no, no po-día ir a comprar fósforos, porque no había dinero". El tizón bien seco de tabaiba, ardía poco a poco, sin apa-arse, y suministraba fuego también a muchas de aque- !as viejitas, fumadoras de cachimba)) ". En las labores de fabricación de los techos de antiguas construcciones de madera, la tabaiba dulce era utilizada a modo de «tomisas» 25 para sujetar el estrato de leñablanca o balo que se colocaba inmediatamente sobre las vigas. Se cor-taba un pedazo de tabaiba del tamaño idóneo y se ponía al fuego hasta desprender la cáscara, para luego sacar de él las tiras (BETHENCOAULRFTON SO,1 994, t.11: 470). Se puede incluir en este apartado el empleo de la madera de tabaiba dulce en'la fabricación de tapones para barricas de vino, asi como e! de su látex pura sellar 12s griets de 10s tn-neles. Ambos están constatados tanto en documentos como en 23 J. BETHENCOURATLF ONSO, 1994, Historia del pueblo guanche, t. 11, p. 41 1. Manuscrito terminado en 191 1. 24 FERNANDSOAB ATÉ BEL, 1992, Burgados, tomates, turistas y Espacios Protegidos. Cambios de usos y transformaciones de dos espacios iiroraies del Sur de Tenerife: Guaza y Rasca (Arona), p. 6 1. Por (domisa» o «tamiza» generalmente se entiende una cuerda de esparto o de hojas de palma. Núm. 46 (2000) 3 5 información oral, en diferentes municipios del Sur de la isla (RODRÍGU&E ZB ELTRÁN19, 90; PESTANGOA BINO1,9 96). También en relación con el látex, éste ha sido utilizado tra-dicionalmente a modo de pegamento, hecho conocido y des-tacado en las descripciones de los primeros viajeros que visi-taron las islas: ~TenerifeR roduce los mismos frutos que la Isla de Canaria y se alla también, como en las demás Islas, un arbolillo llamado Taybayda [sic], de que se saca un licor como leche, que se espesa á pocos instantes, y forma una excelente liga.. . D 26 a N Igualmente, Fray Alonso de ESPINOShAac e referencia al uso E del látex como pegamento, aunque con mayor nivel de detalle: O n - nm «Otro árbol e ueño hay, llamado tabaiba, que sajado EE echa de sí una blanca, que con el sol cuajada S E y mezclada dra o, sirve para sellar cartas y es mu buena. También se face della liga para cazar pájaros f..], 27. 3 - 0 m E Aunque menos extendido, también está constatado el uso O de este producto a modo de suelas o parches bajo los pies, g para lo cual ha llegado a comercializarse en épocas de esca- n E sez en algunos puntos de la isla (MÉNDEZ1,9 98). - a Asimismo, existe un posible uso de los frutos de esta espe- 2 n cie en la elaboración de adornos personales. Esta posibilidad n se fundamenta en el hallazgo de frutos de tabaiba (sin especi- 3O ficar la especie), durante una excavación arqueológica realiza-da en una cueva-habitación situada en la urbanización Las Cuevas (La Orotava. Isla de Tenerife), a 300 rn.s.m.(LoRE~zo PERERA1,9 75-76: 220; GLEZH. DEZ.1, 997: 190). Sin embargo, no podemos asegurar que dichos h t o s correspondan a la tabaiba dulce, puesto que la situación geográfica y la altitud son más idóneas para la tabaiba amarga, si bien podían haber sido transportados hasta allí desde otro lugar de la zona costera. 26 THOMAS NICOLS, 1990, Historia general de los viajes, p. 77. 27 FRAYA . DE ESPINOSA1,9 80, Historia de Nuestra Señora de Candela-ria, p. 29. Primera edición publicada en 1594. 3 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 19 Por último, entre los posibles aprovechamientos potencia-les de la tabaiba dulce VIERAY CLAVIJrOec oge los siguientes: «También es cierto, que como la leche de la tabaiba dul-ce, ya cuajada, arde muy bien al fue o, se pudieran hacer con ella hachas de viento para alum % rarse en las calles y caminos por las noches; y como arde con un género de chisporreteo muy vistoso, pudiera introducirse en los fue-gos artificiales de pólvora con mucha novedad. Otros dos partidos se pudieran sacar aún de esta resina en estado sólida, y en el de 1í uida. Sólida, toma derretida al fuego un colorcito de mieP , y un lustre casi como el barniz, por lo que parece a propósito para embadurnar las rejas de hierro, u otras iezas del mismo metal, a fin de preservar-las del orín, y 8ar le cierto aspecto de charol, de que tengo nrcrhzs; y !iqzi&, se pdieri emplear en Ixnefirior de ros globos aerostáticos, de tafetán, porque necesitándose de una goma, o resina para obstruir la porosidad de la tela, y que no se transpire el gas, sin que ella pierda do-cilidad, ni se quiebre, raje o desprenda; y siendo por otra parte tan rara y costosa la goma elástica de América, no menos que el disolverla por medio del éter vitriólico, el único disolvente que no le quita su elasticidad, nos ofrece la leche de tabaiba dulce estas apetecidas cualidades, pues la tela que se adereza con ella conserva la docilidad y elasticidad convenientes» 28. 2. Medicinales Tal como su nombre indica (balsamum = bálsamo, fer = te-ner llevar), Euphorbia balsamifera ha sido considerada como una especie con notable interés en la medicina popular gra-cias a su látex, al cual se le atribuyen diversas propiedades, que han sido conocidas y aplicadas desde la antigüedad. Las propiedades emolientes, salivatorias y fortalecientes de las en-cías (PÉREZ & MEDINA1,9 88: 43) son un ejemplo de este he-cho, recogido desde la antigüedad por numerosos cronistas, como Gaspar FRUCTUOSquOi,e n en su obra hace la siguiente referencia al látex de esta planta: 2 8 VIERA Y CLAVIJOD, iccionario ..., p. 404. Núm. 46 (2000) «...otras dos calidades de árboles llaman tabaiba dulce, de cuya leche, que se lleva a España y a otras partes, se hace visco o liga, el cual es blanco como masa de pan de tri-go, y algunas personas se ponen esta masa en la boca, porque dicen es buena para limpiar los dientes)) 29. También DÚRVILLEen, su relato descriptivo de la isla de Tenerife, hace referencia al mismo uso de la tabaiba dulce: «Esta nueva escursion á la rejion mediterranea de tenerife, nos proporcionó algunos objetos de historia na-tural, y también observamos algunos euforbios de dos especies, al uno canariensis y el otro balsamifera ambos muy notables por el abundante leche que derraman. La leche del primero ó cardon es cáustica, agria y ardiente; !U de! T U ~ U Jes~ tU~ rsi u r e y dulce, qi e !es meradees !U condensan y la consideran un artículo de boca» 30. VIERAY CLAVIJOen, su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, tampoco es ajeno a estas propiedades: «Esta leche, de que abundan todas las partes de este ar-busto, es una goma resina, que se coagula prontamente al sol; y como entonces pierde la corta acrimonia que puede tener en su estado de líquida, la suelen mascar con gusto nuestros paisanos para desalivar y fortalecer la den-tadura » 31. Este uso medicinal estuvo muy extendido en el Sur de la isla, donde en épocas de escasez de recursos algunas perso-nas se dedicaban a la recogida de esta sustancia en recipien-tes, en los que se guisaba hasta solidificarse. Posteriormente '-o nnme,-n;nl;~"l.n o1 -,-T\A.*n+n on 1"'. + ; o n r l n r rlo Ir. "nn" 32. L U I I I L I L ~ ~ L L L ~ U ~ ~1 ~IUUULLU LII la3 L l L l l u a 3 UL la Luiia, Ei modo de «quesitos» (SABATBÉE L, l992:94). Por otro lado, la aplicación del látex de la tabaiba dulce parece ser apropiada en el tratamiento de diversas afecciones de la piel, tales como quistes, verrugas y callos (JAÉN OTERO, 29 F~uc~uosoop,. cit., p. 104. 30 M. DUMONT D'URVILLE, 1990, Viaje pintoresco alrededor del mundo in Cartas desde la isla de Tenerife (1764) y otros relatos, p. 140. 3' JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJOD, iccionario ..., p. 404. 38 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 2 1 1984: 63) o para la cura de nacidos (CONCEPCI1~9N85,: 70); en estos casos, se aplica directamente sobre la zona afectada. También está documentado su uso para sanar frieras, grietas entre los dedos y heridas en general (SABATBÉE L, 1992: 93). También SABATBÉE L (1992: 93) menciona su empleo en la cura de catarros, aplicando el látex previa disolución en acei-te e impregnando con este líquido un paño blanco extendido sobre el pecho a modo de cataplasma. Por último, por su carácter balsámico ha sido utilizado como antídoto para sanar o aliviar los efectos nocivos produ-cidos por el látex de la tabaiba amarga o del cardón (LOREN-ZO, 1992, V 40). 3. Pastodes, pesqueros o agrícolas En épocas carentes de precipitaciones, en las que las hier-bas preferidas del ganado escasean, la tabaiba dulce también ha sido utilizada como forraje (del ARCO, 1993: 1 19). Asimis-mo se utilizaba para suplir la falta de agua, como recoge ÁLVAREZD ELGAD(1O9 46) en la isla de El Hierro: P astores de "ganado" (así se llaman en El Hie-rro usua mente sólo las ovejas), en las épocas de sequía y calor en zonas desprovistas o muy alejadas de las fuen-tes, como La Dehesa del Hierro, emplean para "matar la sed" lo que en el argot moderno llamaríamos chicle .de tabaiba mansa. Con el látex de la tabaiba dulce o mansa (Euphorbia dulcis canariensis L.) obtenido con una sen-cilla incisión de la corteza de la planta, K recogido antes de que se seque o endurezca mucho, acen pequeñas pelotitas que se conservan largo tiempo pastosas en su interior, y en horas de sed mascan abundantemente. Así lograban en la boca una gran salivación y en las fauces una extraordinaria frescura que les permitía aguantar a los pastores muchas horas sin beber agua, ni sufrir las angustias de la sed» 32. 32 JUANÁ LVAREZ DELGADO, 1946, ((Ecero. Notas lingüísticas sobre El Hierro)), Revista de Historia Canaria, 12: 284. Núm. 46 (2000) 3 9 Tradicionalmente, y hasta tiempos recientes, el látex ha sido utilizado en el control de la extracción de leche por par-te de los cabritos. Al cuajar esta sustancia se forma una pasta glutinosa que se extiende sobre pequeños listoncitos de piel flexible, los cuales, una vez pegados alrededor del pezón de la ubre de las cabras madres, impiden que las crías puedan sa-car leche (BERTHELO19T7,8 : 91). El proceso, básicamente, es el siguiente: ((Sirve para hacer un pegón, ara ello se coge tabaiba y se corta, la leche que sale se fej a en el tronco durante unos tres días hasta que esté cuajada, luego se mastica para que se haga como una especie de chicle y se pega un trozo de tela, como si fuera un esparadrapo. Ya está hecho el pegón, ahora se le pega en el pezón de la cabra para que los cabritos no mamen. Esto se hace cuando las cabras están en manada» 33. 4. Otros usos Fuera de Canarias existe otra serie de usos de la tabaiba dulce, que han sido confirmados en otros lugares de su área de distribución. GUINE(A1 9 48) confirma las propiedades tera-péuticas del látex de esta especie para solventar problemas en la piel de los camellos, a la vez que pone de manifiesto, aun-que de manera indirecta, su uso como alimento de estos ani-males: ((Nosotros vimos la especie que ahora nos ocupa en la formación costera de paquifitas al N. de nuestro Sáhara oceánico [...l. Tiene aplicaciones análogas a las del af-d1r3" y su iatex se empiea, de preferencia ai de esta plan-ta, para curar la sarna de los camellos» 35. 33 P. MÉNDEZ PÉREZ, 1998, El uso que hacían de algunas plantas los cabreros de Tenerife en su trabajo cotidiano. 34 El nombre ((afdirn corresponde a Euphorbia regis-jubae. En el mimo trabajo E. GUINEAa tribuye a esta especie el uso como pasto para camellos, además de las propiedades dermáticas de su látex. 35 E. GUINEA1, 948, ((Catálogo razonado de las plantas del Sáhara Es-pañol~, Anales del Jardín Botánico de Madrid, 8 (1947), p. 399. 4 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE 23 En el mismo sentido, MATRE(1 938), aunque no hace refe-rencia a ninguna aplicación tradicional de las plantas africa-nas, sí menciona las características del látex: ((Le latex de la plante soudanaise et mauritanienne est, d'apres les renseignements obligeament fournis de meme pour 1'E. E alsamifera var. Rogeri,) 36. MONODd,'u nd gofit eu agréable, mais non acre; ip aern eMst. Por otro lado, BROW(N1 91 l), al describir Euphorbia sepium, pone de manifiesto su utilización en formación de setos con el fin de delimitar propiedades: ~Called "Yaro" by the natives and used as a hedge-shrubx 37. Por su parte, BALLY(1 965) apunta la posibilidad de su in-t r~di iccióne n e1 Éste de frica, mntivada por un interés eco-nómico: «In West Africa it is used medicinal1 besides the sap is boiled and eaten as a jelly; sections o? t he branches are used as corks for closing gourds; in Senegal it is planted as a hedge plant to demarcate cultivated fields. Beings thus of some economic importance, the possibility of its being brought to Arabia and to the East African coast by early seafaring people cannot be entirely mled out» 38. 36 El látex de la planta sudanesa y mauritana [Euphorbia balsamifera ssp. sepium (N.E. Brown) Maire] es, después de lo dicho gentilmente por MONODd, e un sabor poco agradable, pero no acre; esto es lo mismo para la Euphorbia balsamifera var. Rogeri. [R. MAIRE, 1938, ~Contributions A l'étude de la Flore de 1'Afrique du Nord» -Fasc. 26-, Bull. Soc. Hist. Nat. Afr. Nord, 29, p. 4511. 37 «Llamada "Yaro" por los nativos y usada como arbusto de seto)). La planta sobre todo es usada para la lación de dunas litorales. [N.E. BROWN, 1911, Fl. Trop. Africa, vol. 6, p. 5511. En el Oeste de África es usada con fines medicinales, además su látex es hervido y comido como una gelatina; secciones de sus ramas son usadas como corchos para cerrar calabazas; en Senegal es cultivada como una planta para setos para limitar campos de cultivo. Teniendo estas ca-racterísticas alguna importancia económica, la posibilidad de su introduc-ción en Arabia y en la costa del Este de frica por antiguos navegantes no puede ser enteramente descartada. [P. R. O. B A L L Y , (~~~M~is~ce,ll aneusn o-tes on the flora of Tropical East Africa, including descriptions of new taxa, 23-28», Candollea, 20, p. 321. Núm. 46 (2000) 4 1 24 M. C. MARRERO GÓMEZIO. RODRfGUEz DELGADOIW. WILDPRET DE LA TORRE Asimismo, a esta planta se le conocen usos alimenticios en el continente africano (Nigeria), donde los vástagos y las ho-jas son utilizadas como alimento (MORTIMOR1E98, 9). Finalmente, existen referencias de Senegal que afirman el carácter nocivo del látex de Euphorbia balsamifera, lo que con-trasta con el resto de los estudiosos que se han ocupado de esta planta: «Au Sénégal, les jeunes pousses sont parfois cuites dans le couscous, bien que le latex soit caustique)) 39. E La tabaiba dulce, Euphorbia balsamifeva ha adquirido una O import~ncir.s imbS!icu en nuestra smiedud. ?m- e!!=, esta es- - - m pecie fue designada por el Parlamento de Canarias, en la Ley O E aprobada el 17 de abril de 199 1, símbolo vegetal de la Isla de E 2 E Lanzarote. En Los Baldíos, en el límite entre los términos municipa- 3 les de Santa Cruz y La Laguna (Tenerife), existe un ejemplar O-de enormes dimensiones. Esta vieja tabaiba posee una talla de m E más de 4 metros de altura y entre 5 y 6 metros de diámetro O en su copa, alcanzando un grosor en la base del tronco de más de 50 centímetros de diámetro, lo que la convierte en una de E a las mayores existentes en las Islas. Recientemente, el Ayunta- - miento de la capital ha acordado su protección, a propuesta del grupo socialista. 3 O La búsqueda de topónimos referidos a la tabaiba se ha rea-lizado mediante la consulta de la cartografía militar 1:25000 de la isla, así como de la bibliografía relacionada con este 39 En Senegai, ios brotes jovenes son a veces cocidos, si bien su iátex es cáustico. [A. CHEVALIER1, 932, Liste des plantes cultivées ou a cultiver ou spontandées et utilisées par les indigenes dans le Sahara et Sur ses confins Nord et Sud, p. 2161. 42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTÁNICO DE LA TABAIBA DULCE 2 5 tema40. Conviene aclarar que, dada la imposibilidad para di-ferenciar las referencias a tabaibas dulces y amargas, se inclu-yen todos aquellos topónimos relacionados con da tabaiba)), en sentido amplio. Cabe destacar, a modo de conclusión, que la situación geográfica de estos topónimos presenta una cier-ta correspondencia con el área de distribución actual de Euphorbia balsamifera, de manera que la máxima concentra-ción de topónimos se localiza en el Sur de las Islas, pudiendo existir en determinados lugares de la vertiente septentrional una confusión entre ambas tabaibas. El listado de fitotopó-nimos se acompaña de una serie de mapas, en los que se in-dica la situación aproximada de los mismos en cada isla. Tenerife: Barranco Tabaibas (Arico); El Monte4' (finca de Adeje); La Tabaiba (paraje de Buenavista); Las Tabaibitas (pa-raje de Arona); Llano de la Tabaiba (Granadilla); Lomo de Las Tabaibas* (caserío de La Matanza y paraje de La Orotava); Montaña de Las Tabaibas (Granadilla, La Laguna y Arona); Tabaiba (barrio de El Rosario); Tabaibal* (caserío del Pto. de la Cruz); Tabaibarril (barrio de Granadilla). Gran Canaria: Castilletes de Tabaibales (caserío de San Nicolás de Tolentino); El Tabaibal (sendos parajes en Agaete y Telde); Lomo de La Tabaiba (Mogán); Lomo Tabaibales o Tabaibales (Mogán); Mesa de Las Tabaibas (paraje de San Bartolomé de Tirajana); Montaña Las Tabaibas (San Nicolás de Tolentino); Montaña Tabaibas (Telde); Punta de Tabaibales (paraje de Mogán);Tabaibal del Castillo (paraje de San Barto-lomé de Tirajana); Tabaibales (caserío de Mogán y barrio de San Nicolás de Tolentino). L=z~rete: Islote de Tabaibas, Las Tabaibas y Montaña de La Tabaiba (parajes de Tinajo). Fuerteventura: Barranco del Tabaibejo (Pájara); Caleta de la Tabaiba (Tuineje); Filo de Las Tabaibas (Betancuria); Mo- 40 Los topónimos que figuran con asterisco están recogidos en el Dic-cionario estadístico-administrativo de Pedro DE OLIVE. 41 Este nombre se aplicó en Rasca para nominar a un paraje caracte-rizado por una ingente cantidad de cardones y tabaibas, que parecía un xmontew [SABATÉ BEL, 1992: 1841. Núm. 46 (2000) 4 3 26 M. C. MARRERO G~ME Z IOR. ODR~GUEZD ELGADOIW. WILDPRET DE LA TORRE rro de Las Tabaibas (Puerto del Rosario); Morro La Tabaiba (Antigua); Morro Las Tabaibas (Tuineje); Rincón de Las Tabaibas (Pájara). El Hierro: Caldereta del Tabaibal Manso (Frontera); El Tabaibal (paraje de Valverde); El Tabaibal Manso (paraje de Frontera); La Tabaibita (paraje de Valverde); Lomo de la Tabaibita, Lomo Tabaibitas, Tabaiba Grande y Tabaibal (para-jes de Frontera). La Gomera: El Tabaibal (barrio de Hermigua); La Tabai-billa (paraje de Alajeró); Tabaibe (paraje de Alajeró). La tabaiba ha sido considerada, como ya se ha venido apuntando, un elemento más en la cultura popular de nues-tro Archipiélago, de tal modo que en varias ocasiones ha ju-gado un papel protagonista en poemas, coplas, etc. A conti-nuación reproducimos algunos de ellos: Canto a la tabaiba Si los vientos marinos del Este, fueran la causa de tu poca altura, aunque presumas de «esclavina verde)) habrá es eranza en tí, tabaiba pura. Bene !' actora al prestar tu servicio, por tener cubierta una necesidad, ya que tu madera es de gran beneficio, para las bodegas de la vecindad. Y no envidias a la abacía de Java, ni tampoco a la Hevea brasileña, ofreciendo así desinteresada, para todo el que contigo sueña algo más que las tapas de tu fama. mientras sigues firme... asida a la tierra. (Arafo, D. Alfonso Ferrera) 42 42 VARIOS AUTORES (s.d.), Poemario popular, Colegio Público «Andrés Orozco)), p. 4. 44 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El poeta canario Pedro GARCÍACA BRERtAam bién ha he-cho mención de la tabaiba en sus versos. Ejemplo de esto es el fragmento del poema que reproducimos a continuación y que hace referencia a la aridez de los paisajes del Sur de Tenerife: Tabaibas y lagartos bajo el viento es cuanto tengo ahora ante mis ojos. Y esta cueva también -esta visera de frescura- contemplando el paisaje. Uno se queda absorto, se sorprende de que tres elementos tan sencillos -el lagarto, la cueva, la tabaiba-compon an una estirpe de dragones. La tabai % a sacando de la roca su leche de mujer recién parida, el golpe de aldabón de los lagartos sobre la dura noche de la piedras y la cueva mirando como un búho tras el cristal de aumento de la sombra. Y por encima, el viento, el dios cernícalo, planeador del hombre y de la sed43. El mismo autor, cuando recorre los pueblos de la isla, tam-bién menciona esta planta al referirse a Granadilla de Abona: [...] La tabaiba, con su leche de bíblica comadrona, sin un fruto que criar en la carcel de las hojas. [...] 44. Otra singular referencia a la tabaiba dulce en la literatura canaria la encontramos en la obra de GARCIARRAMquOieSn, pone de manifiesto una vez más la importancia de ésta y otras plantas canarias en la cultura popular de las islas: 43 Pedro GARC~CAA BRERA1, 993, Antología, p. 102. Parte final del poe-ma «Peregrinando el Sur)), escrito en La Montaña (Granadiiiaj ei 23 de ju-lio de 1960. 44 PEDROG ARC~CAA BRERA1, 968, Vuelta a la Isla, p. 97. Fragmento del poema « Granadilla)). Núm. 46 (2000) 4 5 Canarios son, por su cepa, tabaiba, cardón y drago. Por razones conocidas y or otras ue me callo, voP c án de cu% r e y ceniza, tajinaste solitario, violeta de leve altura, lava, silencio y basalto. [. ..] 45. El poeta grancanario Felipe Baeza Betancort también men-ciona la tabaiba dulce al describir el paisaje de Arinaga, en Gran Canaria: Playas de luz, plegadas a los riscos resecos de tabaibas. La marea se desriiidu de brisa ei? !os rn~riscos~~. Por otro lado están las menciones que a esta planta se han hecho en el campo del folklore canario: Miel de tabaiba si tu querías en La Dehesa la conseguías E...] Higos pasados Pa' quien quisiera en el Pinar por donde quiera [...] Más por debajo El Sabina1 y más debajo el Veroda14'. Además, y para reafirmar la importancia de esta planta en la cultura popular, se debe señalar que la tabaiba dulce es la protagonista de varias adivinanzas propias de nuestra geo-grafía: ¿A qLii& se le en sus propias ramas 45 F. GARCIARRAMO1S9,7 8, Palabra Canaria, p. 39. Comienzo del poe-ma alava, silencio y basalto». 46 SEBASTIADNE LA NUEZ, 1986, Poesía Canaria 1940-1984. Antología, p. 173. 47 INMACULARDODAR ~GUE1Z9,9 6, La botánica en la copla canaria. Tra-bajo inédito del curso monográfico de Doctorado ~Etnobotánica en Ca-narias~. 46 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS CONTRIBUCI~N AL ESTUDIO ETNOBOTANICO DE LA TABAIBA DULCE la leche sacada de dura pedrada?48 Es humilde y muy sencilla y vive en terrenos áridos. Es tan buena y sensitiva que, si alguno la casti a en su tronco y en sus % razos, echa leche como llantos0. ÁLVARDEZE LGADJO., , 1945, «Las "Islas Afortunadas" en Plinio~R, evista de His-toria Canaria, 1 1 : 26-61. ÁLVAREDZE LGAD1O9,4 6, «Ecero. Notas lingüísticas sobre El Hierro», Revista de Historia Canaria, 12: 282-300. ÁLVARERZE O, J. A., 1992, Voces, frases y proverbios provinciales de nuestras Islas Canarias con sus derivaciones, significados y aplicaciones, Instituto de Estudios Canarios, 148 pp. ARCO AGUILAMR., C. 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