FOLKLORE
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA
EN EL OESTE DE GRAN CANARIA
P O R
FRANCISCO SUÁREZ MORENO
A la grata memoria que tengo de
Marcelino Hernández Ramos (q. e. d.),
improvisadar del Rancho de LA Aldea.
Los estudios sobre los ranchos de ánimas o ranchos can-tadores
de Pascua en Canarias se han circunscrito geográ-ficamente
a las Canarias orientales por ser éstas las islas don-de
han subsistido o recuperado en su caso y sobre los que se
han realizado algunos estudios etnográficos, parte de los cua-les
se han difundido en jornadas de folclore, periódicos y re-vistas
de carácter divulgativo. Muy poco se ha avanzado en el
aspecto histórico con el objetivo de encontrar sus raíces y evo-lución
a lo largo del tiempo.
Esta aportación histórica al estudio de los ranchos de Ca-narias
tiene un marco geográfico muy definido; el oeste de
Gran Canaria, donde hace pocos años se ha recuperado uno
de ellos, el que hasta mediados ciei presente siglo actuaba en
La Aldea de San Nicolás. No vamos a profundizar en los ele-mentos
y estructuras musicales de estas agrupaciones ni en su
2 FRANCISCO SUÁREZ MORENO
composición o identidad como gmpo social para lo que ofre-cemos
la bibliografía más completa que hemos podido loca-lizar.
Los temas tan cotidianos de la vida y la muerte, las cos-tumbres,
la relación, la conflictividad social ... han sido y son
parte integrante del hecho histórico; de ahí que, tanto en nues-tros
de campo sobre esta amplia y lejana comarca de La Al-dea-
Mogán, nos hallamos encontrado, y de hecho prestado la
máxima atención, tantos relatos de nuestra tradición oral, en
muchos casos contrastada con la información manuscrita de
los archivos locales. Este trabajo se basa, fundamentalmente,
en el testimonio directo de unos 25 de testigos de nuestra tra-dición
oral, en su mayoría pertenecientes a los distintos ran-chos,
naturales o vecinos de La Aldea, Mogán, Tejeda, Jun-calillo
de Gáldar y Artenara, en edades comprendidas entre 62
y 93 años y en un período de investigación comprendido en-tre
1984 y 1996; en la consulta de manuscritos de los archi-vos
de la Catedral de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria)
y de las parroquias de la comarca; en una desperdigada biblio-grafía
de temas canarios sobre la muerte, las creencias popu-lares
y la Navidad y en los trabajos desarrollados en las Jor-nadas
Regionales de Folclore celebradas en La Aldea de San
Nicolás desde 1992. Han coadyuvado muy positivamente las
propias vivencias personales, ya que pudimos con 7 u 8 años
de edad, a mediados de los años 50, presenciar los últimos
cantos del Rancho de La Aldea y, luego, vivir de cerca su re-cuperación,
entre 1987 y 1991.
¿Desde cuándo empezaron a funcionar los ranchos en Ca-narias
y cuál fue su origen? (Qué papel representaban con sus
tonadas musicales orientales en la cultura y religiosidad del
canario? ¿Por qué han desaparecido de nuestra geografía?
Les rmches cmstikian wxi especie de agrüpacioiies mu-sicales
que por Pascua salían de puerta en puerta, con el pro-pósito
de recaudar fondos para las ánimas, con una música
560 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 3
claramente oriental en coplas y desechas con temas alusivos
a la muerte, a la Navidad y a la relación social l . También
actuaban en días festivos dentro de las iglesias. Se introduje-ron
en Canarias desde la península Ibérica, en los primeros
siglos de la Colonización. En un principio, según algunos au-tores,
estos ranchos salían por el mes de los difuntos y, dada
la cercanía de la Pascua, continuaban por estas fechas, siem-pre
con el mismo objetivo. De ahí que su origen próximo
como organización social se encuentre en el contexto del cul-to
a la muerte y las actividades seglares de las parroquias,
canalizadas por las cofradías; mientras que el de su identidad
ritual y musical tenga unas raíces tan profundas que se pier-den
en la cultura pagana del Mediterráneo Antiguo.
1.1. Las cofradías de las ánimas
A partir del siglo XVIII, las cofradías de ánimas, aparte otras
actividades propias del culto a la muerte (entierros, misas, etc.)
y la administración de propiedades, se encargaban a través del
rancho, por tiempo de la Navidad, de la recaudación de fon-dos.
No obstante, por falta de estudios precisos aún no pode-mos
establecer al respecto tesis concluyentes sobre cuándo y
por qué estas agrupaciones de cantadores llegaron a diferen-ciarse
o no como ranchos de Difuntos y ranchos de Pascua.
Lo cierto es que hacia el siglo XVIII casi todos los ranchos
actuaban por la Navidad, aunque tenemos datos, como el
aportado por Juan Bethencourt Alfonso, en su obra Costum-bres
populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte,
que indican que, en Barranco Hondo (Tenerifej, saki por !os
días de los difuntos, a finales del siglo XIX, un rancho de áni-mas,
con sus bandolas, panderetas, castañuelas, sonajillas,
' Sus cantos, monótonos y tristes, acompañados de un lento y rítmico
sms n ~ e t ex etn'licn poducido por friBng~lose;s padas; panderos ..., como así
los describe Lothar Siemens (1997), han servido para crear en la fraseolo-gía
popular grancanana la expresión de estar como un cantador de Pascua,
para referirse a actitudes hablantes cargadas de repeticiones e insistencias.
Núm. 44 (1998) 561
improvisando con sus cantos, temas dedicados a los santos, las
ánimas y las familias *.
El tema central de los ranchos canarios giraba sobre el
culto a la muerte, pues con esa esencia fueron introducidos
desde la península Ibérica, en los primeros años de la Coloni-zación.
Y es que por todas sus regiones (Madrid, Cuenca,
Extremadura, Portugal ...) existe constancia de este tipo de
agrupaciones, en estrecha relación con los animeros y con las
entonaciones de romances y canciones navideñas 3. Es, pues,
en el culto a la muerte, en las cofradías de ánimas, donde, por
ahora, debemos buscar los orígenes de los ranchos, aunque su
identidad musical y propia esencia sean raíces de las culturas
antiguas del Mediterráneo oriental.
José Miguel Alzola considera, en su obra sobre La Navidad
en Gmn Canaria 4, q ~ ees GÜI? czlntraseritido, un Uespropvsitu,
el iniciar un trabajo de la Navidad hablando de las ánimas que
penan sus culpas». «Es indudable -continúa- que el carác-ter
alegre, gozoso, regocijante de las fiestas pascuales no guar-da
la menor relación con las ideas de muerte y purgatorio que
Ob. cit., Edit. Aula de Cultura de Tenerife, 1985, pp. 243-245:
(...) van de casa en casa, en la noche del día de todos los Santos
y el día de finados, con objeto de alle ar recursos para hacer la no-vena
a las Animas. Más que un día 3 e finado parece un carnaval;
armados de guitarras, bandolas, panderetas, castañuelas, sonajillas y
triángulos, van de vecino en vecino improvisando y componiendo la
letra conforme al objeto que se proponen con el canto -con un tono
y aire especial y característic- para dedicarlo al Sor. la virgen, San-tos,
Animas o bien familias que tienen parientes en América o las
muchachas y mozos por encargo de sus novios y novias, o unos a
otros presentes, pues es de cortesía devolver el favorecido la cantiga;
cortesía que se paga a poca costa, pues su precio corriente es el de
una fisca.
El trecho que media entre las casas lo recorren tocando y can-
&--A- ----
Laiiuu iiiaiagucíiii~L UII gr-aridísima animación, pues ei vino ies ~r i n d a
en las casas con gran profusión. La cantiga consta de dos partes: una
la copla, que lleva la voz; y la otra la corrida que cantan a coro (...). ' GARC~DAIE GO, PILAR:« Canciones de Navidad)), en la Revista de
Dialectología y Tradiciones Populares, tomo XX, 1994, p. 532, cit. por JosÉ
MIGUELA LZOLAe n su obra La Navidad en Gran Canaria, 1982. TIMÓN T. M.=
P~A(:(L os ranchos de ánimas)). en la revista Narria E t w d i n de a r t a y cm-turnbres
populares, núm. 18.
Edición de El Museo Canario, Colección Viera y Clavijo, Madrid,
1982, pp. 19.
562 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 5
inspira el culto a las ánimas». Palabras que retomamos para
explicar brevemente aquel contexto del culto a la muerte que
se daba en Canarias entre los siglos XVII y XVIII y que entró en
decadencia en el XIX para acabar a principios del xx, por la
relación que tienen estos hechos históricos con el origen de
los ranchos de ánimas en el oeste de Gran Canaria.
El culto a las ánimas, en Canarias, estuvo inspirado por la
Iglesia de la Contrarreforma y tomó arraigo entre finales del
siglo xvr y principios del XVII. La creencia en el Purgatorio, en
el penar de las ánimas hasta el juicio final y aquel temor al
sufrimiento de los muertos en el más allá, en el fuego ~purifi-cador
» o en el caso contrario, el del infierno eterno, imprimía
una fuerte huella en la mentalidad y religiosidad.de la gente 5.
Por un lado, la Iglesia, con sus misas y demás actos por la
salvación de ias ánimas -para lo cual las cofradías y ranchos
cumplían su misión- y, por otro, la tremenda fuerza la su-perstición
popular - c o n la presencia animeros y espiritistas
fuera de la Iglesia que intercedían entre los vivos y las áni-ma&,
había generando una verdadera parafernalia en torno
a los muertos. La devoción a las ánimas cobró, pues, un de-sarrollo
espectacular dentro y fuera de la Iglesia. Todas las
parroquias contaban con aquellas cofradías, altares, cuadros y
rancho de ánimas, y en casi todas las comarcas existía un
animero espiritista consultor sobre cómo andaban y qué de-cían
desde el más allá los muertos, actividad desarrollada has-ta
tiempos recientes 6.
HERNÁNDGO~N ZÁLEL~,V ~ A N UVEILC ENTEM: muerre en Sananas en
el siglo x vu~E, dic. Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de
Tenerife, 1990, Taller de Historia, pp. 163-167.
En esta zona del centro y oeste de Gran Canaria tenemos el ejemplo
de la vecina de Lugarejo (Artenara), María Zaragoza Cabrera Díaz, Cha
Zaragoza, fallecida a mediados de los años 80, cuyo padre y un hermano
mayor v e &tu, co:: mterioridud, tambiér, hobiur, uctmde ceme tules. Ver
la obra de JosÉ A. LUJÁNH ENRÍQUEAZs,p ectos históricos de Artenara, Ayun-tamiento
de ArtenaraICabildo Insular de Gran Canana, Las Palmas de Gran
Canaria, 1994, p. 39.
Núm. 44 (1998) 563
FRANCISCO SUAREZ MORENO
1.2. La progresiva disminución del culto
a las ánimas
A finales del siglo XVIII penetra en nuestras parroquias el
culto mariano dentro de la preocupación de los vivos por sus
difuntos. La Virgen del Carmen y su escapulario aparecen
como protectores y salvadores ante el más allá; además, des-de
la élite ilustrada se comenzó a criticar aquella parafernalia
sobre la muerte, con la persecución de estas ideas renovado-ras
por la Inquisición. Como consecuencia de todo ello empe-zó
a disminuir el culto a las ánimas.
En el siglo xrx, por un lado el culto a la Virgen del Car-men
y por otro las acciones liberales de la Desamortización
de bienes ec!esiás:icos (lo we afectó &irectail;ei;te a las
propiedades de las cofradías), aceleraron el fin de aquella tre-menda
devoción y cultos por los muertos. Con ello las cofia-días
de ánimas y los ranchos cantadores (prácticamente ya
todos en tiempo de Pascua), fueron desapareciendo.
1.3. Intento de recuperación y fin de los ranchos
de ánimas
A finales del siglo XIX se intentó recuperar las cofradías de
las ánimas y por ende la de los ranchos; pero ya era tarde, en
muy pocas parroquias se había podido mantener o recuperar
en su caso. Es en las Canarias Orientales donde este fenóme-no
se mantuvo algún tiempo, teniendo los casos concretos, en
nuestra Isla, de los ranchos de La Aldea, Barranco Hondo1
Juncalillo, Arbejales de Teror, Valsequillo, Agüimes, Ingenio y
la propia capital; todos ellos, por supuesto, como ranchos can-tadores
de Pascua. Pero a raíz de la promulgación, en 1903,
por el papa Pío X del Motu propio sobre la música sagrada
(dado a conocer en el Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado
de Canarias de 14 de febrero de 1904) comenzó a prohibirse
en las iglesias toda música profana. En concreto, se hacía
mención al piano e instrumentos fragosos como el tambor,
564 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 7
platillos ... Pero los párrocos no cortaron radicalmente la pre-sencia
de la música popular dentro de las iglesias; sólo recor-taron,
progresivamente, las intervenciones de los tocadores y
cantadores. Esta medida afectaba directamente a las misas de
la luz ' y a los propios ranchos que intervenían, como era tra-dicional,
en estas misas y en las solemnidades de la Noche-buena,
Año Nuevo y Reyes. Algunos párrocos amantes de la
música popular alargaron la vida de los ranchos y la alegría
de las misas de la luz.
Finalmente, todas estas manifestaciones populares acaba-ron
en las Canarias orientales, con la prohibición expresa del
Sínodo Diocesano de 1947 del Obispado de Canarias. No obs-tante,
algunos ranchos continuaron actuando como grupo
musical aunque sin participar dentro de las iglesias. Su acti-viciad
se reducía a apariciones puniuaks en casas part-iie~la-res,
hasta que se desintegraron. La Iglesia, los había condena-do
a desaparecer, sólo el testimonio de algunos estudiosos a
través de la prensa local daban cuenta de su progresiva des-aparición
1.4. La otra dimensión ctlltural de los ranchos
supervivientes
Alcanzamos el último cuarto de nuestro siglo, donde los
poquísimos ranchos que subsistían, ya habían perdido identi-dad,
contenido y religiosidad, lógico era como manifestación
socioreligiosa y filosófica de entender la vida y la muerte, dado
los profundos cambios de la mentalidad colectiva canaria con
respecto al más allá. Habían sobrevivido quedando como re-flejo
del folclore tradicional y como elemento etnográfico a
proteger, de los que, a partir de los años 70-80, la prensa, es-tudios
musicales y folcloristas volvieron ocuparse en desper-digados
trabajos, e incluso volvieron a encontrarse juntos
ALZOLA, M., ch. cit., pp. S?Z.
Periódico La Falange, Las Palmas de Gran Canana. Artículos de Mi-guel
Miranda Suárez, 3-1-1943, y de Sebastián Jiménez Sánchez, 21-XII-
1951 y 24-XII-1956, respectivamente.
Núm. 44 (1998) S65
8 FRANCISCO SUAREZ MORENO
como hecho insólito, el 12 de diciembre de 1992, en el marco
de las I Jornadas Regionales de Folclore, celebradas en La Al-dea
de San Nicolás 9.
Analizado el contexto histórico de los ranchos o cantado-res
de Pascua desde su llegada a Canarias hasta la actualidad,
nos centramos en el papel que representó este híbrido fenó-meno
entre el culto a la muerte y el regocijo navideño, en la
lejana y montañosa zona del oeste y centro de Gran Canaria.
En este cuadrante insular, concurren cuatro municipios:
Artenara, Tejeda, La Aldea de San Nicolás y Mogán, donde
cinco ranchos de Pascua cantaron a lo largo de varios siglos.
Para el desarrollo histórico y especificidades de estas agrupa-ciones
históricas, las ubicamos en dos espacios geográficos
bien diferentes: la Cumbre y la Costa.
2.1. Los ranchos de la Cumbre
Desde la creación de las primeras infraestructuras de pa-rroquias,
las cofradía de ánimas formaron parte integrante de
las mismas. Así tenemos la de eje da, parroquia fundada en
1660 con una jurisdicción que abarcaba todo el suroeste de
Gran Canaria, 'de la que, en 1742, se segregó La Aldea y, en
18 14, Mogán, para constituir sus respectivas demarcaciones re-ligiosas.
El rancho de Tejeda tuvo que ser uno de los tantos desapa-recidos
durante el siglo xx, por lo que nada se conoce, a tra-
Periódico Canarias 7: ((Encuentros de Ranchos de Ánimas y de Navi-dad
», 12-XII-1992; «Hoy concluyen las Primeras Jornadas de Folclore)), 13-
xII-1992, y ~ C a ~ t edes amor y mUer:eii, !?-XII-!992. Efi a q ~ d l ao casión
se encontraron todos los ranchos supervivientes de Canarias: Arbejales,
Valsequillo y La Aldea (Gran Canaria); Tiscamanita (Fuerteventura) y
Teguise (Lanzarote).
566 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 9
vés de la tradición oral del mismo, salvo el recuerdo de algu-nos
de sus más célebres cantadores como Cho Pancho Vega,
citado por Sebastián Jiménez Sánchez, en 1943, como de los
más afamados de la Isla.
Artenara dispuso desde el primer tercio del siglo XWI de una
iglesia dependiente del Beneficio de Santiago de Gáldar y el
Convento de franciscanos, orden que según el sacerdote inves-tigador
Suárez Miranda (1943) pudo haber introducido a los
ranchos de ánimas en Canarias. En 1742 esta iglesia se con-virtió,
a la vez que la de La Aldea, en Ayudantía de Parroquia.
La existencia de una cofradía de ánimas en este lugar es muy
antigua, al menos ya en 1719 aparecen cuentas de la misma.
En 1763 se coloca en la misma el correspondiente cuadro de
ánimas. En consecuencia, desde tan temprana fecha, la parro-quia
debió de disponer de un rancho cantador de Pascuas. En
todas las cuentas de aquella cofradía se consigna los gastos del
rancho, ya convertido en navideño (se hace referencia a gas-tos
para los cantadores, cuerdas, panderos y esquilas). Este
rancho debió extinguirse hacia mediados del siglo pasado,
quedando concentrada la actividad animera en Barranco Hon-do
lo, aunque también es probable que el único rancho de
aquella parroquia fuera éste, de gran tradición por todo el
Norte y la Cumbre. Barranco Hondo, tras muchos conflictos,
se separaría de Artenara integrándose en el municipio de
Gáldar, tras un pleito de 1835 a 1846; no obstante, el rancho
de Barranco Hondo/Juncalillo continuó vinculado socialmen-te
a la Cumbre hasta su desaparición definitiva hacia la mi-tad
de este siglo.
En las fechas navideñas, el rancho de Barranco Hondo/
Juncalillo se recorría los pagos de Artenara y Tejeda, animan-do
el ambiente, llegando en alguna ocasión hasta La Aldea de
San Nicolás. Era un rancho curnbrero, cuyos miembros con
sus sombreros, mantas de lana para atajar el fÍío del invier-no,
faroles.. . por aquellos empinados caminos, conformaban
un cliché muy distinto a los ranchos de la costa.
'O LUJANH ENR~QUEJZO,S É A.: Aspectos históricos de Artenara, Cabildo
Insular de Gran Canaria/Ayuntamiento de Artenara, Las Palmas de Gran Ca-naria,
1994, pp. 132-134.
Núm. 44 (1998) 567
1 0 FRANCISCO SUÁREZ MORENO
La tradición oral aún mantiene vivo el recuerdo de sus últi-mos
cantadores: Juan Pedro Armas Martín, natural del pago
cercano de El Hornillo de Agaete, personaje de mucho ingenio
para la improvisación, quien fue animador también del rancho
de La Aldea; Antonio Ramos Ramos, luego vecino de La Aldea,
donde falleció en 1987, con margen de tiempo para entonar al-guna
estrofa, cuando poco antes de morir se intentaba recupe-rar
el rancho de este pueblo; Francisco Guillén Gil, conocido
por Palomino, excelente guitarrista y persona con alto nivel de
instrucción; Antonio Reyes Laso; Matías Cabrera, célebre poeta
popular y los hermanos Juan y Pedro Cubas Delgado. Además,
la misma tradición oral aún recuerda como excelentes impro-visadores
al mencionado Juan Pedro Armas, Francisco Mede-ros
Pulido, conocido por Pancho Mederos; Ceferino Velázquez y,
en especia!, a Afitofiio GSmez, úkime, mayordomo, cümü iarii-bién
lo había sido Julián Alonso. Estos y los demás miembros
que pasaron por este rancho pertenecían a las diferentes locali-dades
de aquella comarca: El Hornillo, Fagagesto, Barranco
Hondo, Juncalillo y Artenara, distribuidas entre tres demarca-ciones
municipales distintas: Gáldar, Agaete y Artenara.
La última vez que actuó dentro de la iglesia fue hacia 1948,
luego continuó tocando en fechas puntuales y debió desinte-grarse
hacia finales de los 50, ya desaparecidos los rancheros
más viejos y no admitida su presencia en la iglesia de Jun-calillo
ll.
2.2.
En la
Las cofradías y ranchos de la Costa
parroquia de San Nicolás de Tolentino.
,2:-1.- -=m-. -. --- oisiua nviii y A i A
Desde su erección como ayuda de parroquia en 1742, cuen-ta
La Aldea de San Nicolás con una cofradía de ánimas y su
" Todo su conjunto instrumental quedó custodiado, después de su
desintegración, en la casa de Francisco Mederos Pulido, Pnnchn Mederos,
situada entre Juncalillo y Barranco Hondo, en la zona conocida por La
Vecindad, desde donde se sacana años después para un belén viviente de'
Barranco Hondo, desconociéndose actualmente el paradero de éstos.
568 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 11
correspondiente rancho de ánimas. La presencia constante de
curas franciscanos de Gáldar, en este pueblo, pudo haber in-troducido
la tradición animera que siempre lo caracterizó. Es
posible que antes de dicha fecha, como así pasaba en Arte-nara,
contara este pueblo con su cofradía y rancho, pues dis-ponía
su propia ermita desde tiempos atrás. No obstante, par-tiendo
de lo seguro, comenzamos a comprobar desde 1742 que
en la contabilidad de la cofradía de ánimas aparecen, puntual-mente,
los gastos e ingresos que ocasionan los cantadores de
Pascua, sin especificar si era uno o dos ranchos. Los gastos
de los «cantadores de Pascua» (nombre con el que se consigna
en dicha contabilidad), son para la adquisición de «cuerdas,
tabacos, aguardiente y vino)) y en algunos casos las bebidas
como «refrescos». En algunos casos se menciona la «fiesta de
ias ánimas)), con io que pudiera entenderse que aciuabaii poi-el
día de los finados; no obstante continuamente es repetitivo
que son cantadores que piden por Pascuas)), con lo que pu-diera
ser que el rancho actuara tanto en la fiesta de los difun-tos
como por Navidad, aunque más bien entendemos que se
trata de gastos ocasionados por las misas en la fiesta de los
Difuntos. Como quiera que la contabilidad tenía un cierre
anual no hemos podido diferenciar si había recolectas distin-tas,
es decir por la fiesta de los difuntos y por la de Navidad '*.
A raíz de la incorporación del emigrante Manuel Araújo y
Lomba, natural de Tuy (reino de Galicia) y patriarca de todos
los Araújo de este pueblo, como mayordomo de la cofradía de
las ánimas, es cuando esta adquiere un gran dinamismo has-ta
el punto de que aparece como propietaria de cuatro suer-tes
de tierra, las que explota en régimen de arrendamiento.
La contabilidad parroquia1 de esta cofradía (1752-1766),
justifica la adquisición del célebre cuadro de ánimas por 52
reales, pintado en La Laguna, cuyo flete en barco costó 14
reales, además de la construcción, en 1764, del altar de las
Ánimas, situado debajo del citado cuadro. Entre 1754 y 1764
se ingresan 315 reales de vellón y se gastan 74 reales en bebi-
'* Archivo de la Parroquia de San Nicolás de Tolentin, La Aldea, Libro 1
de Fábrica. Varios expedientes sueltos sobre las cuentas de Fábrica y la Co-fradía
de Ánimas, de 1742 a 1886.
Núm. 44 (1998) 569
das, mientras que entre 1766 y 1773 se consiguieron 255 rea-les
de limosnas y un gasto de 11 reales en cuerdas y tabaco.
La existencia de un segundo rancho de esta parroquia en
documentación escrita aparece en la Navidad de 1836 y, aun-que
no se especifica su nombre, se trata sin duda alguna del
rancho de Tasarte. Estamos en un momento de crisis y las
recaudaciones no eran tan florecientes como en el último cuar-to
del siglo ~ I I n;o obstante, se consigna, en el ejercicio de
1837, la compra de tres panderos y un triángulo.
A medida que discurren los años del difícil siglo XIX, no
sólo los ingresos son menores, con promedios de tan sólo 5
pesos anuales, sino que la propia cofradía de Ánimas desapa-rece
cuyas propiedades rústicas, ubicadas en la zona de Furel,
quedaron afectadas por la Desamortización.
Como esiirdiaiiio~ anteriormente, a nivel de las Islas, asis-timos
al progresivo fin de las cofradías y de los ranchos de
ánimas. En la contabilidad parroquia1 de finales del siglo, des-aparecida
ya la Cofradía de las Ánimas de San Nicolás, el es-caso
ingreso bien por la cajita del altar de las ánimas, bien
por los ranchos, se contabilizaba en un anexo de las cuentas
de fábrica y apenas alcanzaba unas 30-40 pesetas. Se asiste a
la decadencia total en Canarias de los ranchos.
En la parroquia de Mogán. Siglo XIX
La parroquia de Mogán había sido creada en 1814 inme-diatamente
después de la finalización de las obras de su igle-sia
según los planos de Luján Pérez y con dinero de un emi-grante
hacendado, natural de la zona, Matías Sarmiento. Una
vez elegida esta parroquia se determina la creación de un
mayordomo para la fábrica así como de una cofradía de las
ánimas. Esta aparece funcionado al menos hasta 1834, en que
el cura párroco, Manuel Reyes Bueno, daba cuenta al obispa-do
de que por Navidad se organizaba un rancho segtín costum-h
~ IeJP !m PUP ~ !QCC L L X ~ ¿ L Md~eO p e r t u en pue" 13. No vbstafi-l3
Archivo de la Catedral de Canarias, Sección Secretaría, ((Informe
sobre mayordomías de 6-X-1834~. Cedido por Santiago Cazorla.
570 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 13
te, en las cuentas de la fábrica parroquial no se menciona el
movimiento económico de esta cofradía la que, como todas,
entró en decadencia a medida que avanzaban los años, hasta
su desaparición, arrastrando asimismo con la vida de aquel
rancho de Pascua cuya existencia no recuerdan ni los más vie-jos
del lugar. Probablemente, la estudiada pérdida de devoción
a las ánimas en Canarias y la grave crisis que arrastró la ad-ministración
parroquia1 y municipal, en la segunda mitad del
siglo m 14, que estuvo a punto de acabar con la propia identi-dad
de este pueblo, determinó que en esta joven parroquia no
llegase a consolidarse la cofradía ni su rancho de ánimas.
3. Los RANCHOS DE LA ALDEA EN EL SIGLO xx
Con la llegada a la parroquia de San Nicoias, hacia 1904,
del joven cura e hijo del pueblo, Juan León Llarena, persona
amante de la música y contradictoria figura de la historia lo-cal
15, los ranchos cobraron un nuevo impulso a pesar de las
normas dictadas por la Iglesia contra las manifestaciones po-pulares
dentro de los templos; además, este personaje había
sido capaz de crear la primera escuela y generación de músi-cos
de banda.
Por un lado el rancho de La Aldea y por otro el de Tasarte
llevaron a cabo, en tiempos navideños, una febril actividad, la
que recuerda con gran nostalgia los más ancianos del lugar,
especialmente cuando se encontraban en la iglesia de San Ni-colás
por Nochebuena, en la misa del gallo. Gracias a la tra-dición
oral hemos podido reconstruir esta última fase históri-ca
de estos dos ranchos. Para el caso de La Aldea, a nuestra
modesta aportación histórica se unen los valiosos trabajos
etnográficos para la recuperación del rancho por la Agrupa-ción
Folclórica y Etnográfica de La Aldea lb. En cambio, para
l 4 SUÁREZ MORENO,F RANCISCMOo:g án, de pueblo aislado a cosmopoli-ta,
Ayuntamiento de Mogán, Madrid, 1997, pp. 78-96 y 130-132.
l5 IRÍDEM. El Pleito de La Aldea. 300 años de lucha por la propiedad de
la tierra, Santa Cruz de Tenerife, 1990, pp. 281-307.
AGRUPACI~FNO LCL~RIYC EAT NOGRAFICDAE LA ALDEA (coord., LIDIA
SÁNCHEZ y JOSÉ PEDRO SUÁREZ): «El Rancho de La Aldea)), I Jornadas Re-
Núm. 44 (1998) 57 1
el de Tasarte, desaparecido hacia 1925-1928, el trabajo ha sido
más dificil habida cuenta el fallecimiento casi todos sus pro-tagonistas
y la imprecisión de las fuentes orales, muchas de
las cuales se tuvieron que encontrar fuera de este lugar por
los efectos de la emigración interior.
3.1. El rancho de La Aldea
Los miembros más antiguos que la tradición oral recuerda
de este rancho, personajes de finales del siglo xrx y principios
del xx, según nos contó en vida (1984), uno de los últimos
improvisadores, Marcelino Hernández Ramos, fueron Francis-co
Rodríguez Afonso, Cho Pancho el de la Atalayilla; Francisco
p ,,,, r 1 , - n ,...,. 1-- D - . - : A - . -1 -----,
uaaaa, L , L v KUILLILV DCILLLV, tx C U I ~ Juan León, Cayetano
Sánchez Martín, etc. y, en especial, el improvisador Santiago
Ramos Segura, Cho Santiago el de Furel. A ellos se incorpora-ba
el ya mencionado vecino de El Hornillo, Juan Pedro Armas,
que por estas fiestas bajaba al pueblo a pasar unos días con
su familia.
Este rancho actuó ininterrumpidamente con normalidad
hasta mediados de los años 40, con nuevas aportaciones hu-manas,
varios de los cuales aún viven. Participaba dentro de
la iglesia en las misas de la luz, domingos y fiestas significati-vas
entre el 8 de diciembre y 2 de febrero, además de visitar
todos los puntos del valle, de casa en casa, pernoctando in-cluso
fuera de sus hogares, como lo solían hacer la víspera de
Reyes en la casa de Eufemiano Araújo, el alcalde de El Hoyo.
De esta generación de cantadores de Pascua hemos localizado
una referencia escrita de Sebastián Jiménez Sánchez (1951):
(A)hova siete años, encontvándonos en el citado pueblo
de La Aldea de San Nicolás, fuimos gratamente sor-pvendi-dos
a eso de las diez de la noche, dando frente a la fonda
gionales de Folclore, La Aldea de San Nim!ás; .E! Rmche de Ár?im~sd e La
Aldea», revista de etnografía El Pajar, núm. 1, agosto 1996; Música tradicio-nal
y cultura oral en La Aldea de San Nicolás de Tolentino, disco editado por
Tecnosaga, Madrid, 1992.
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANAMA 15
en que nos hospedábamos, con una serenata de estos ran-chos,
serenata que nos dedicaba su octogenario director y
ranchero, don Santiago Ramos Segura 17.
Hacia 1956-1957 este rancho, que desde unos 10 años atrás
había perdido su identidad y razón de ser aunque continuaba
actuando fuera de la iglesia, se reunía por ultima vez por
Nochebuena, en la casa de Antonio Sánchez, en Los Espinos.
Luego, tras un dilatado sueño de 35 años volvía a reaparecer,
en el mismo lugar con otra generación, la de los más jóvenes
que por entonces la integraban.
3.2. E1 rancho de Tasarte
Unos 30 años antes de la desintegración del rancho de La
Aldea ya había desaparecido el otro rancho de la comarca, el
que funcionaba en Tasarte. Se trataba de una agrupación idén-tica
a la de La Aldea con la diferencia de que en los últimos
años tenía una alta participación de la mujer. Nuestras inda-gaciones
sobre una docena de testigos de la Historia oral arro-jan
por ahora, el siguiente y no muy prolijo contenido: Dispo-nía
de un instrumental completo (espada, triángulo, guitarras,
panderos, esquilas ...) que según la tradición oral de Tasarte
eran de alta calidad, sobre todo la espada de la que se decía
había pocas en la Isla con el mismo sonido. Su director más
célebre había sido el ingenioso Luciano Afonso García (1859-
1904), personaje natural de La Aldea que se había establecido
y casado en aquel lugar. De él cuentan alegres aventuras des-de
La Aldea a Mogán, inspiraciones poéticas y facilidad para
l1-a I-l*lu%oJ;lb-a- , 1 q,u,bo ur.,IL.o,litloiLsrlvr n;nA SU fiz: 12 visynrm de U ~ ONU PW
1904, enfermo con fiebre en su casa de Los Llanetes (El Pali-llo
de Tasarte), se le presentó la visita del rancho que sin su
acostumbrada animación no arrancaba; querían que comenza-ra
con la copla del Niño Jesús, pues sólo él sabía recitarla,
aceptó el reto con una fiebre alta, se levantó de la cama y la
cantó con el rancho, la última vez fue; murió a los pocos días,
I 7 Periódico La Falange, Las Palmas de Gran Canaria, 2 1-XI-1951.
Núm. 44 (1998) 573
dicen que del «enfriamiento» que cogió. Sólo tenía 44 años.
Sus tres hijas, Natividad, Guadalupe y Carmen Afonso Segu-ra
y algunos de sus yernos, continuaron siendo la base del
rancho.
Hoy, los más ancianos del lugar, entonces niños, recuerdan
que en sus últimos años, a principios de los años 20, el ran-cho
de Tasarte partía de El Canónigo, de la casa de Antonio
García Ramírez, conocido por Antonio Margara, esposo de una
hija de Luciano Afonso. Aquellos últimos cantadores de Pas-cua
se recorrían de casa en casa todo Tasarte, desde la
Posteragua hasta Toledo. Era un rancho, según la tradición
oral, muy particular, alegre y muy bien conjuntado, se diferen-ciaba
de todos los que hasta aquel momento funcionaban en
la Isla por la alta participación de las mujeres, incluso fuera
dz !as casas. Fueron célebres Ias mencionadas hijas de ¿u-ciano
Afonso, especialistas en los panderos y castañuelas, las
que cuando venían para La Aldea, sobre todo en El Hoyo, eran
muy solicitadas para que los tocaran. De igual forma fueron
grandes animadoras sus primas Juana y María Afonso, que
vivían en La Montañeta; también Nonita Viera García, con la
que sumamos nada menos que 6 mujeres, estando casi segu-ro
de que debieron existir otras.
De rancheros y cantadores más conocidos la historia oral
recuerda a Juan García, Cho Juan Margara y su hijo, el men-cionado
Antonio, en cuya casa se quedaron después de último
todos los instrumentos, Francisco Hernández Guerra, Sebas-tián
Hernández, Cancle; Juan Viera Moreno, casado con la
mencionada cantadora Juana Afonso, uno de los mejores
improvisadores de la comarca, como lo fue su hijo, el que
después de último se unió al rancho de La Aldea. Algunos
miembros de este último rancho se trasladaban a cantar a
Tasarte, siendo el más recordado el mencionado Francisco
Casas, Cho Pancho Benito; también pertenecía al rancho de
Tasarte Antonio Delgado Ramírez y más tarde su hijo Benito
(Juan Marco Delgado), quien fue mayordomo del mismo. La
lista se alarga con Cho Leon Oliva; José Kamírez, de Las Bre-ñas,
excelente improvisador; maestro Pedro Hernández, céle-bre
mampostero y otros.
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 17
Hacia 1925 dejó de oírse el rancho de Tasarte, aunque unos
dos o tres años después, al parecer en la Navidad de 1928,
reapareció en la casa de Eusebio Peñate para nunca más vol-ver
a reunirse. Sus instrumentos depositados en una casa de
El Canónigo pronto desaparecieron; las sonajas y esquilas sir-vieron
para cabras y perros; los demás, la espada, triángulo,
etc. se vendieron al estudiado rancho de Barranco HondoIJun-calillo,
a excepción de algunos panderos de propiedad priva-da.
Hoy, tan sólo los octogenarios de Tasarte, muy pocos, lo
recuerdan, algunos vagamente; lamentan su desaparición pero
con su típico y lógico orgullo local aseguran que además de
«muy conjuntadon, era «un rancho muy animado», segura-mente
por el halo y colorido alegre que le imprimía la fuerte
presencia de la mujer, caso excepcional en la historia de los
ranchos de Canarias.
3.3. Las relaciones sociales entre los distintos ranchos
Hemos comprobado a través de testimonios orales muy
contrastados, la estrecha la relación entre los ranchos de La
Aldea y Tasarte: el trasvase de cantadores de uno a otros la-dos
geográficos, la periódica concurrencia anual en la iglesia
y cómo eran muy solicitadas en La Aldea las tocadoras de
panderos y castañuelas de Tasarte.
De la cumbre al mar al menos tenemos el caso de Juan
Pedro Armas que animaba ocasionalmente al rancho de La
Aldea, sirviendo pues de enlace, en sus visitas a su familia.
Desconocemos el contexto de estos intercambios y visitas dado
el fallecimiento de los testigos de más edad; visitas que al
menos en una ocasión fue en bloque todo el rancho de Ba-rranco
Hondo que baja a La Aldea, desconociendo si hubo
devolución hacia la cumbre. En realidad son datos aislados
que no conforman tesis concluyentes pero que nos sirven para
planteamientos de investigación. Por un lado es cierto las re-laciones
sociales que se daban en todos estos pagos pese a su
lejanía: los bailes de taifas, fiestas, los propios ranchos ... con
la única fuente de la tradición oral que lo confirma; pero, por
Núm. 44 (1998) 575
18 FRANCISCO SUÁREZ MORENO
otro, cuantificar, determinar con exactitud ante la falta de
otras fuentes más precisas, dado el alejamiento cronológico,
ciertamente es algo difícil para la correcta determinación del
hecho histórico en sí. Tengamos en cuenta que estamos a fi-nal
de un siglo intentando reconstruir con vagos testimonios
orales hechos de principios del mismo o más atrás.
Uno de los últimos improvisadores del rancho de La Aldea,
el octogenario Marcelino Hernández Ramos, a raíz de un re-portaje
publicado en Canarias 7, en la Navidad de 1984, sobre
esta desaparecida agrupación, empezó a germinar la idea de su
recuperación IY. Como consecuencia de ello, en ei Ciub de Pen-sionistas
de este pueblo comenzó, a finales de la década, los
primeros contactos y ensayos. El proyecto no tomó cuerpo por
la decadencia física del citado ranchero, así como por la poca
fe de los participantes, personas que siendo muy jóvenes ha-bían
pertenecido al mismo rancho aunque habían olvidado
gran parte de sus estructuras musicales.
Tras aquel fracasado intento, a principios de los 90 dentro
del proyecto de la Agrupación Folclórica y Etnográfica de La
Aldea se retornó, con método y más rigor de trabajo la idea
de su recuperación. Al efecto, en diciembre 1990 estuvo a pun-to
de salir a la calle aunque sólo quedó en ensayos y el mar-gen
de tiempo para visitar al referido improvisador Marcelino
Hernández, ya muy enfermo y en los últimos momentos de su
vida, quien llegó a aclarar aspectos sobre la correcta compo-sición
musical. Entonces la principal base de la recuperación
estaba en las informaciones aportadas por otro octogenario,
Francisco Evaristo Díaz, conocido por Fulgencio. Incluso se
llegó a anunciar en la prensa la recuperación definitiva de este
rancho 19; no obstante, el proyecto no estaba maduro y fue al
'* Gna~ias 7 dks, sq!emeí?te derr,ií?ica! de Ccnarias 7, 3@XII-!%?4.
Reportaje del autor, «La Navidad y los Ranchos de Ánimas)).
l9 Periódico Canarias 7: «El Rancho de Navidad, una tradición que se
recupera)), Las Palmas de Gran Canaria, 10-XII-1990.
576 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 19
año siguiente, precisamente el 8 de diciembre, en la casa don-de
había tocado por última vez, donde emotivamente volvía a
oírse tras unos 35 años de silencio, sin la presencia, por falle-cimiento,
de los dos mencionados improvisadores 20.
Como cualquier valor patrimonial histórico o etnográfico,
cúmulo de adaptaciones culturales complejas, los ranchos su-pervivientes
no pueden ser tratados como algo estático pero
tampoco sometidos a los fuertes cambios que nuestra actual
sociedad, tan hornogeneizada, impone a nuestras costumbres
y tradiciones. Necesitan protección y su justa ubicación en el
y en e] viempz, de olc~aci(jn.
Los pocos ranchos' supervivientes de las Canarias orienta-les
han evolucionado en el plano de las estructuras musica-les,
frente al de La Aldea, que el largo sueño le ha permiti-do
despertar con las mismas estructuras musicales de antaño
aunque sometido a las exigencias de la sociedad, lo que ha-bría
que sopesar, como es el caso de su presencia en escena-rios
y fuera del contexto que históricamente lo ha definido.
Pero nadie desea retrocer a mentalidades cuyas concepciones
sobre el más allá, están cargadas de purgatorios e infiernos.
Sin duda los ranchos son hoy simples reliquias a conservar
y, como tales se deben considerar, no como ideologías o re-ligiosidades,
de lo que en su momento la Iglesia se encargó
de suprimir.
20 IB~DEM«:E l Rancho de La Aldea vuelve a escena después de 35
años», Las Palmas de Gran Canaria, 14-XII-1991.
Núm. 44 (1998) 577
FRANCISCO SUÁREZ MORENO
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O
Hermanos MORENUOM PIÉRRE(ZZa carías, 80 años, y Manuel, 78 años), 1996,
Tasarte.
NICOLÁSU ÁREGZ ARCIA93, años, 1996, Tasarte
MARG~IAJI LL~CNT _IR~6$9, ziñes, !9%, LE A!&z ( i r?f~rz?ucihd e Barranco
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GREGORMIAO NTESDEODÍCAAz, 89 años, 1996, Juncalillo (ídem anterior).
578 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS RANCHOS CANTADORES DE PASCUA EN EL OESTE DE GRAN CANARIA 2 1
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ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS