H I S T O R I A
Núm. 49 (2003) 71
68 TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI
TENERIFE Y LAS INDIAS
EN EL PRIMER TERCIO
DEL SIGLO XVI
P O R
MANUEL LOBO CABRERA
El archipiélago canario se insertó casi desde la época del
Descubrimiento en las rutas que llevaban al Nuevo Mundo, ex-portando
sus productos y sus hombres. Las islas mantuvieron
ritmos distintos en dicha inserción en función de que estuvie-ran
conquistadas o no, así Gran Canaria y La Gomera sirven
de escenario a los primeros viajes de Colón, mientras que las
restantes, y sobre todo Tenerife y La Palma, tuvieron que espe-rar
a la conclusión de la empresa militar para mantener con-tactos
con las expediciones que pasaban por ellas rumbo a las
Indias. Sin embargo, acabada la conquista van a meterse de lle-no
en aquellas actividades que generaban las expediciones que
tocaban en sus puertos, convirtiéndose los mismos en escalas
obligadas donde los barcos se pertrechaban de mantenimientos
a la vez que enrolaban en sus tripulaciones a vecinos de estas
islas. Todo esto sucede desde al menos 1508 en que se reconoce
legalmente la libertad de embarcar productos canarios a bordo
de las naves, al principio con exención de derechos y luego tri-butando
como todas las mercancías; esta época es conocida
como el período en que la Casa de la Contratación descuidaba
su acción sobre Canarias, al no exportar, todavía, las islas vinos
y no representar un peligro digno de consideración, aunque a
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2 MANUEL LOBO CABRERA
Sevilla se deben remitir desde 1526 los registros de los barcos
que salen de Canarias1.
A mayor abundamiento estas disposiciones tienen su razón
de ser al haberse convertido las islas en un lugar idóneo para
la navegación a las Indias, hasta el punto de que en 1526 unos
informes dados por algunos pilotos sostenían y defendían las
ventajas estratégicas y económicas del archipiélago. En estos
informes se hacía una apología de las fertilidad de Canarias y
se enumeraban todos los productos que las naves embarcaban
cuando fondeaban en los puertos insulares, tales como leña,
pan, carnes, pescado y quesos, entre otros2.
La isla de Tenerife jugó un papel importante en este proceso
al contar desde bien pronto con excedentes de alimentos, en
especial de trigo y del producto obtenido del mismo como eran
las harinas. El seguimiento de las actas capitulares, así como de
las peticiones que se realizan a la corte, amén de los contratos
y noticias que se recogen en los protocolos notariales nos van
dando cuenta de ello. En efecto, así lo reconocen los regidores
del cabildo, quienes al solicitar al rey las penas aplicadas a su
cámara para hacer un muelle en Santa Cruz; lo justifican por
ser un lugar
«donde suelen venir muchas naos e navíos, así de los que
van a las Indias, islas e tierra firme como por la especiería
como otros muchos que en la dicha isla tratan e se for-necen
de bastimentos e otras cosas...»3.
A esto hay que añadir que los monarcas fomentaron las re-laciones
y los intercambios entre Canarias y América, siendo sus
iniciativas decisivas, desde el momento en que permiten el en-vío
de toda clase de artículos en navíos sueltos, que se podían
introducir por cualquiera de los puertos y surgideros indianos;
estas facilidades otorgadas por los reyes hacen que se utilice el
1 A. CIORANESCU, Historia de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de
Tenerife, 1977, t. II, p. 44.
2 F. MORALES PADRÓN, El comercio canario-americano (siglos XVI, XVII
y XVIII), Sevilla, 1955, p. 174.
3 L. DE LA ROSA y M. MARRERO, Acuerdos del cabildo de Tenerife. 1525-
1533, La Laguna, 1986, p. 419.
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TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI 3
recurso de las Indias para todo tipo de negocios, así en 1524 hay
una queja por parte del almojarife mayor de Sevilla, de que los
navíos de Canarias llegaban a la ciudad del Betis cargados de
azúcar y para no pagar el almojarifazgo, decían que venían de
Indias4.
La iniciativa real la van a aprovechar los vecinos de Tenerife,
a través de su cabildo, para solicitar facultad para que desde la
isla se pudiera cargar para las Indias cualquier mantenimiento
y otras cosas5. Debe ser que cundió efecto porque en 1524 el
vecino y regidor Antonio Joven obtiene licencia para sacar de la
isla 500 fanegas de harina que tenía hechas para llevar a las
Indias6; meses más tarde otro regidor solicitaba licencia para
remitir quinientos quesos a las nuevas tierras7. En julio del mis-mo
año se insiste de nuevo en el cabildo sobre el mismo tema
dándose poder a un vecino para que pudiera solicitar merced de
hacer cargazones para las Indias, Yucatán, señoríos del Mar
Océano y Mar del Sur, así de mantenimientos como de otras
mercancías de que pudieran gozar y traer8.
Al parecer las islas fueron autorizadas desde 1508 para co-merciar
con las Indias y los comerciantes autorizados a cargar
cualquier clase de mercaderías no prohibidas con carácter ge-neral,
pero es en la década de los veinte cuando ya se regulan
las autorizaciones, así consta que en 1524 Tenerife debió disfru-tar
de alguna autorización para embarcar mantenimientos con
destino al Nuevo Mundo, tal como se comprueba en los carga-mentos
que se preparan en dicho año9. En 1526 se autoriza al
concejo y vecinos de la isla de Tenerife para que puedan condu-
4 AZNAR VALLEJO Y OTROS, Documentos canarios en el Registro general
del Sello (1518-1525), La Laguna, 1991, doc. 533. Asimismo se quejaba el
almojarife que los patronos de los barcos cargaban mercancías diciendo que
iban para Indias, cuando en realidad iban a las islas.
5 SERRA RÀFOLS Y L. DE LA ROSA, Acuerdos del cabildo de Tenerife. 1514-
1518, La Laguna, 1965, p. 222.
6 SERRA RÀFOLS Y L. DE LA ROSA, Acuerdos del cabildo de Tenerife. 1518-
1525, La Laguna, 1970, p. 227.
7 Ídem, p. 228.
8 Ídem, p. 241.
9 J. PERAZA DE AYALA, El régimen comercial de Canarias con las Indias en
los siglos XVI, XVII y XVIII, Sevilla, 1977, p. 22.
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4 MANUEL LOBO CABRERA
cir, por tiempo de dos años, hasta las Antillas, cualquier clase
de mantenimientos, provisiones y mercaderías y otras cosas que
en la isla hubiese10, pagando los derechos en la misma forma
que en Sevilla y remitiendo en un plazo de seis meses el regis-tro
a los oficiales de la Casa de la Contratación. Al año siguien-te
el concejo remite una nueva petición al monarca en donde
se le solicita licencia para poder cargar para las Indias, Tierra
Firme y Nueva España todas las mercaderías y cosas que se
pudieran cargar, igual que se hacía en la ciudad de Sevilla y de
la misma manera, sin necesidad de pagar derecho alguno; ale-gaban
que esta medida favorecía a las Indias al ser mejor
proveídas de vinos, harinas y otras cosas que se producían en
las islas11. A raíz de estas mercedes Tenerife eleva súplica para
que se le conceda la permisión perpetuamente pero solo logra
su pr��rroga, por lo cual en 1531 previa petición del cabildo, en
el que solicita que en aquel año y en los venideros se puedan
llevar a las Indias cualesquier tipo de mantenimientos, pagando
los derechos, se vuelve a dar autorización por tres años, retirán-dola
en 1534. En 1536 se confirma la de 1534 y se señala que
«conbiene que se puedan cargar en ella(Tenerife) todas las
mercaderías y otras cosas que en dicha isla obiere e qui-sieran
cargar para las nuestras Indias...»12.
Asimismo el monarca vuelve a conceder al archipiélago ca-nario
licencia en 1545, en 1547 y en 1549 en que concede un
privilegio de cuatro años para embarcar los frutos de las islas
para las Indias13. De acuerdo con estas licencias el monarca da
comisión en 1549 para que la Casa de la Contratación de a la
isla de Tenerife certificación de haber cumplido sus vecinos las
condiciones del privilegio de saca de sus frutos para las Indias14,
y en ese mismo año se concede licencia para que los vecinos de
10 A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales contra las Islas Cana-rias,
Madrid, 1947-1950, t. I, pp. 291-292.
11 L. DE LA ROSA y M. MARRERO, op. cit., p. 426.
12 Archivo Municipal de La Laguna, R-III, 29. 16 de febrero de 1536.
13 L. DE LA ROSA OLIVERA, Catálogo del Archivo Municipal de La Laguna,
La Laguna, 1944-1960, pp. 249, 256 y 258.
14 Ídem, p. 258.
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TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI 5
Tenerife puedan cargar los vinos producidos en aquella isla li-bremente
por
«... la muy gran cosecha de vinos de manera que es el tra-to
principal... para proveerla e llevar a las Yndias...»15.
De nuevo en los años de 1556 y 1557 se prórroga por varios
años la autorización para la saca de frutos para las Indias.
Estas concesiones o permisiones se van a ir manteniendo con
cierta regularidad, con algunos baches producidos a causa del
fraude y de la ilegalidad16.
Del mismo modo que se permite la exportación de los pro-ductos
isleños, también se permite la salida de personas a pesar
de que la regla general era la prohibición de pasar a Indias sin
expresa licencia, se concedieron en casos especiales para permi-tir
la emigración hacia las partes de las Indias que se necesita-ban
poblar, en especial a Santo Domingo y a otras zonas de la
nueva colonia, así por ejemplo ante la denuncia de varios veci-nos
de La Palma, que con sus mujeres e hijos pasaban a poblar
las Indias, de que eran molestados con el pago de ciertos dere-chos
por las cosas que llevaban, se expidió a su favor la real
cédula de 20 de febrero de 153417. En efecto, en 1545 los oidores
de la Audiencia de la isla La Española envían una carta al Con-sejo
de Indias, en donde explican que el mayor socorro que se
les hace proviene de Canarias18, y la respuesta real no se hace
esperar, desde el momento en que en ese mismo año el monar-ca
a petición de la ciudad de Santo Domingo concede licencia
para que gentes de Canarias puedan pasar a poblarla, porque
ha quedado muy falta de gente19. Dos años más tarde, por un
motivo similar, se incentiva la emigración a la isla del Caribe au-torizando
a los naturales de Canarias para ir con sus familias a
15 A.M.L.L., leg. XIV, libro 2.º de Reales Cédulas, núm. 112, f. 159 r.
16 F. MORALES PADRÓN, El comercio..., pp. 171-179; J. PERAZA DE AYALA,
op. cit., pp. 19-24.
17 J. PERAZA DE AYALA, op. cit., p. 28.
18 J. PÉREZ VIDAL, «Aportación de Canarias a la población de América»,
Anuario de Estudios Atlánticos, 1, Madrid-Las Palmas, 1955, p. 109.
19 A.M.L.L., Cuaderno segundo de testimonios de Reales Cédulas y Pri-vilegios,
f. 18.
76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
6 MANUEL LOBO CABRERA
poblar la isla de Santo Domingo, y en 1550 concede privilegio a
los comerciantes naturales de las Islas Canarias, residentes en
la de Santo Domingo, para continuar en ella por tres años sin
que puedan ser molestados20.
EXPEDICIONES Y VIAJES
A la par que el cabildo hacía sus gestiones para mantener
fluido el trato entre Tenerife y las Indias, los propios vecinos y
las expediciones que tenían por destino el Nuevo Mundo hacían
lo propio, así una serie de viajes que tenían por destino la ex-ploración
y la conquista de nuevas tierras hacen escala en los
puertos de la isla tinerfeña.
La primera expedición de la que tenemos noticias que pasa
por Tenerife es la de Juan Díaz de Solís, que con rumbo al Río
de la Plata, se rehace en Tenerife, a la cual le sigue la de
Magallanes, que, buscadora del estrecho de su nombre, toma
fuerza en la isla en 151921, donde permanece ocho días, después
de ocultarse en la costa sur de la isla por temor a los navíos
portugueses.
A éstas le continúan en 1531 la de Diego de Ordás, que con
destino a Paria y al Orinoco obtiene un asiento que le permite
marchar con una hueste que refresca en Tenerife, donde com-pra
dos carabelas y «tomo otros cien hombres isleños, buena
gente y proveyóse» según Fernández de Oviedo. Esta expedición
se demoró en la isla más de la cuenta, pues permaneció en la
misma cuarenta y cinco días, y se unieron a ella los tres her-manos
Silva, actores de una trágica historia en las bocas de
Orinoco. Esta expedición es la primera de la que sabemos que
se le permitió sacar vinos de la isla, a pesar de estar prohibida
su exportación por la gran necesidad que se tenía para el con-sumo
local; al factor de Ordás, Alonso de Herrera, se le permi-tió
cargar en una de las naves 12 botas de vino para la arma-
20 L. DE LA ROSA OLIVERA, Catálogo..., p. 259.
21 F. MORALES PADRÓN, «Las Islas Canarias y América», en Historia Ge-neral
de las Islas Canarias de A. Millares Torres, Santa Cruz de Tenerife,
1977, t. II, pp. 231-232.
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TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI 7
da. Esto se permitió, al comprobar los señores del cabildo que
la situación de la armada era crítica, porque no tenía el pan y
el vino suficiente para cubrir las necesidades de toda su gente,
por lo cual se le concede una provisión especial de 200 quinta-les
de bizcocho, 250 fanegas de harina y 25 botas de vino, me-diante
el pago del almojarifazgo, a la vez que se le permite car-gar
carne de vacuno, ovino, caprino, porcino y otros22. Los Silva,
ricos hacendados de Tenerife condujeron con ellos más de dos-cientas
personas entre soldados y pobladores, que iban en auxi-lio
de la expedición de Ordás.
En 1533 pasa por ella Jerónimo Dortal u Ortal, sucesor de
Ordás, que en Tenerife armó una carabela y añadió «copia de
gente» según el verso de Juan de Castellanos; al parecer incor-poró
con él a unos ochenta hombres naturales y residentes en
la isla. El mismo año y con destino a Venezuela, recala en la
isla Jorge Espira, quién engrosa su hueste con doscientos solda-dos
insulares.
Con destino al sur americano siguió el adelantado Pedro de
Mendoza que en 1535 toco en Tenerife, La Palma y La Gomera,
donde vio como mucha gente suya se le quedaba en tierra, lle-nando
los huecos con canarios, después de una estancia en las
islas de unos dos meses. En el mismo año don Pedro Fernández
de Lugo abandona la isla y su gobierno, para ir en busca de la
gobernación americana de Santa Marta, acompañado según
algunos autores de unos ochocientos hombres que reclutó en las
distintas Islas Canarias y yendo al frente de unas cuatro embar-caciones23.
A la par los vecinos de la isla, al comprobar el futuro que
tenía la nueva tierra descubierta, comienzan a participar viva-mente,
negociando, enrolándose y perterchando barcos que lle-ven
por destino el Nuevo Mundo. De modo que mucho antes de
que el cabildo lagunero inicie las gestiones con su solicitud a los
reyes, los vecinos le toman la iniciativa, así en 1509 un tal
22 L. DE LA ROSA, y M. Marrero, Acuerdos del cabildo de Tenerife. 1525-
1533, La Laguna, 1986, p. 47.
23 Ídem, pp. 232-233; A. BORGES, «Viajes colombinos. Participación
en la conquista de América», en Historia General de las Islas Canarias de
A. Millares Torres, Santa Cruz de Tenerife, 1977, t. II, pp. 250-251.
78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
8 MANUEL LOBO CABRERA
Alonso de Alcalá apodera a dos personas para que puedan ven-der
500 ovejas que tiene en la isla de La Palma con saca para
Indias24. Los animales al igual que el mantenimiento son elemen-tos
codiciados por las personas que van a Indias o que deman-dan
los allí establecidos, por ello ante esta situación se aprove-cha
la primera oportunidad que se tiene para introducirse en los
negocios, que es lo que hace el vecino Juan de Llerena en 1510
cuando le fleta un navío a dos sevillanos con porte de entre 70
a 80 toneladas para cargarlo en el puerto de Santa Cruz y en
La Orotava, con ropas, 30 fanegas de trigo y 120 ovejas25. Para
fletar este navío Juan de Llerena había dado poder especial a
los dos sevillanos para que pudieran ir a Castilla a fletar un
navío de hasta 80 toneladas, al objeto de enviarlo a las Indias
de la Mar Océano26.
Entre 1523 y 1524 se prepara otro viaje en Tenerife con des-tino
al puerto de Santo Domingo, que llaman de las Indias pri-meras,
y de allí al Yucatán. Para ello se compra un navío, de
50 a 60 toneles, surto en el puerto de La Gomera27. En estas dos
escrituras de venta se comprueba el carácter implícito de una
compañía, en donde cada uno de los socios participa con un
tercio, tanto en gastos como en beneficios, y se perfila la conti-nuidad
de la operación para otros viajes futuros. En esas mis-mas
fechas se pertercha otro navío, el cual recibe igualmente a
pasajeros con su mercancía para llevarlos a Yucatán o las In-dias,
de manera genérica28. En agosto de 1524 un vecino de las
Indias se concertaba con el escribano público Alonso Gutiérrez
para ir con él a las Indias, a Yucatán o Tierra Firme, a los puer-tos
y lugares donde se pueda contratar y tomar mantenimien-
24 E. GONZÁLEZ YANES y M. MARRERO RODRÍGUEZ, Protocolos del escriba-no
Hernán Guerra. La Laguna 1508-1510, La Laguna, 1958, doc. 155.
25 Ídem, doc. 1.366.
26 F. CLAVIJO HERNÁNDEZ, Protocolos de Hernán Guerra (1510-1511),
Santa Cruz de Tenerife, 1980, doc. 64.
27 M. I. COELLO GÓMEZ, M. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ y A. PARRILLA LÓPEZ,
Protocolos de Alonso Gutiérrez (1522-1525), Santa Cruz de Tenerife, 1980,
docs. 1.307 y 1.328. La propiedad del navío era de un mercader estante en
Tenerife quien lo vende por partes a un marinero, de origen asturiano y a
un vecino de Tenerife de nombre Antonio González de Salamanca.
28 Ídem, doc. 1663.
Núm. 49 (2003) 79
TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI 9
tos29. El viaje comienza en el puerto de Santa Cruz, lugar don-de
se carga el navío con productos y frutos de la tierra, y en los
puertos de destino se ha de vender la mercancía a los más y
mejores precios, para en el retorno volver a Sevilla, donde se
debían vender los productos coloniales y el beneficio emplearlo
en artículos necesarios y demandados por la población de
Tenerife. En la misma operación el escribano y el bachiller
Alonso de Belmonte ponen cada uno la mitad del navío, así
como 24 botas de vino, 150 fanegas de harina, 705 quesos en-tre
grandes y chicos y 47 quintales de pez, más 42 quintales de
bizcocho, ciertas arrobas de aceite, carne, pescado y otras cosas
para mantenimiento y aprovisionamiento de los tripulantes y
pasajeros. La duración de esta compañía dependía de la volun-tad
de los socios, y especialmente de la persona que se hacía
cargo de viajar con la mercancía y venderla en Indias, que no
era otro que el escribano, pero en último caso el tiempo límite
de la misma se establecía en tres años. Sin embargo, por la in-corporación
de Gutiérrez a su escribanía sabemos que la com-pañía
duró unos dos años30.
En 1530, de nuevo la isla de Tenerife es escenario de un
nuevo viaje a las Indias, con la idea de llevar un navío de 60
toneles, cuya carga se ha de realizar en los puertos de Garachico
y La Orotava, para llevarla con destino a la isla de Santo Do-mingo,
y de allí a la de San Juan, previa escala en las islas de
Cabo Verde, lo que puede dar a entender que allí se cargarían
esclavos, con el mismo destino. Las mercancías a cargar eran
las usuales en este tipo de viajes, tales como harina y vino, que
junto con los esclavos auguraban un buen negocio31. En estos
mismos años hallamos otras operaciones similares, participan-do
en una de ellas un vecino de Garachico, que se compromete
a cargar en un navío vinos, harinas y otras cosas, cuyo destino
29 Ídem, doc. 1.671. Para este viaje se contrata un maestre, un piloto y
el propio concertante que se obliga a ir como marinero y despensero del
navío.
30 M. MARRERO RODRÍGUEZ, «Algunos viajes atlánticos de los vecinos de
Tenerife en el primer tercio del siglo XVI», II Coloquio de Historia Canario-
Americana (1977), Sevilla, 1979, t. I, pp. 61-73.
31 Ídem, pp. 71-72.
80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
10 MANUEL LOBO CABRERA
son las islas de Santo Domingo, San Juan y la de las Perlas. El
otro viaje se realiza mediante una compañía formada por tres
personas, en donde dos ponen el caudal y la tercera el trabajo.
El objetivo de la compañía es llevar mercancías a la isla de
Cubagua, y si se estimara oportuno continuar hasta las de Puer-to
Rico y Santo Domingo. Aquí interviene ya una familia de
hacendados de cierta importancia en Tenerife como son los her-manos
Ponte, los cuales ponen el caudal en mercancías para
vender en las Indias32. El capital se invierte en 20 botas de vino,
50 quintales de pez y un barril de menudencias.
En 1533 entra de nuevo en escena el escribano Alonso
Gutiérrez quien se asocia con el vecino Alonso Pérez del Sauzal
mediante compañía, poniendo cada uno la mitad, para llevar a
Indias, al Río de la Plata y Paraná, en compañía del segundo
adelantado del Río de la Plata, un cargamento de vinos, hari-nas,
bizcocho, carne, aceite, vinagre, quesos y otras cosas33.
En la década de los cuarenta se incrementan los viajes a
Indias desde Tenerife, y se observa una mayor continuidad en
los embarques, de tal modo que en dicha década se realizan 16
viajes y se forman 12 compañías que tienen por objeto negociar
mercancías isleñas en el Nuevo Mundo. El primero que se rea-liza
en estos años, se inicia en 1540 en que dos vecinos fletan
un navío con destino a Puerto Rico, San Germán y Santo Do-mingo,
para llevar 80 pipas de vino, harinas y otras mercancías;
a este viaje le siguen otros en los años siguientes con destino a
Cubagua y a otras partes, entre los cuales destaca el que se
organiza en 1545, mediante una compañía en la cual se asocia
un importante cargador sevillano, Gaspar Jorge, con el vecino
Sancho de Almonte para hacer un viaje a Santo Domingo,
Nombre de Dios y otras partes de las Indias, mediante la socie-dad
organizada en Sevilla, para llevar y negociar en las dichas
partes 370 botas de vino y esclavos.
Las siguientes tienen por objeto casi lo mismo, lo único es
que cada vez las inversiones van en aumento así como la dura-
32 Ídem, p. 72.
33 P. M. MARTÍNEZ GALINDO, La vid y el vino en Tenerife en la primera
mitad del siglo XVI, La Laguna, 1998, Cuadro de compañías y «commendas».
Núm. 49 (2003) 81
TENERIFE Y LAS INDIAS EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVI 11
ción de la empresa, tal como se comprueba en una organizada
en 1549 que tiene por destino el Cabo de la Vela y Burburata,
para operar durante tres años, en que se invierten dineros en
300 pipas de vino, 50 pipas de harina y 50 piezas de esclavos
cada año34. En estas sociedades es curioso observar como cada
vez se van implicando más distintos sectores sociales de la isla,
a la vez que se incorporan inversores de origen andaluz, que
toman la isla como lugar de operaciones para realizar sus
negocios mercantiles, asociándose con autoridades y vecinos is-leños.
Tal como se ha comprobado por los documentos comenta-dos
y las operaciones realizadas en esta parte del siglo XVI los
vecinos de Tenerife se interesan por los negocios con las Indias,
pero sabedores de las mayores necesidades circunscriben sus
negocios al área del Caribe, y más especialmente a la isla de
Santo Domingo, amén de que en algunos viajes amplíen su
derrotero al Yucatán por un lado y por el otro hasta la isla de
Cubagua, considerada de cierta importancia por la producción
de perlas, cuya venta en la Península estaba asegurada así como
los beneficios a obtener en la ciudad del Betis. Así, solo en la
década de los 40, tenemos que de los 16 viajes realizados desde
Tenerife a las Indias, los 16 o van directamente a Santo Domin-go
o tocan en su derrota algún puerto de dicha isla.
Junto con las mercancías o en expediciones sueltas comien-zan
a enrolarse vecinos de la isla, así en 1516 una vecina com-parece
ante el teniente de gobernador para que le de licencia por
estar su marido fuera de la isla en las Indias35, a la vez que otra
hija de un irlandés, pero vecina de Tenerife, reclama la herencia
que su padre le dejó en Indias36. En 1520 otra vecina de la isla,
reconocía haber recibido 18 doblas de oro que le había enviado
su marido desde las Indias, hacia donde había emigrado37. Del
34 Ídem. En esta última compañía participaban como socios Juan Batis-ta
de Arguijo, en nombre de García de Arguijo, su hermano, y Pedro de
Alarcón, vecino y regidor de Ayamonte.
35 M. PADRÓN MESA, Protocolos de Juan Márquez (1518-1521), La Lagu-na,
1993, doc. 665.
36 Ídem, doc. 1.204.
37 P. MARTÍNEZ GALINDO, Protocolos de Rodrigo Fernández (1520-1526),
La Laguna, 1988, doc. 205.
82 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
12 MANUEL LOBO CABRERA
mismo modo, en 1522, otra vecina, en su testamento, reclama
100 castellanos de oro que su padre, muerto en Indias, le había
dejado en su última voluntad38. En 1526 sabemos que parte con
el mismo destino un médico, que había estado en La Gomera, lo
cual crea preocupación en el cabildo por la ausencia de tales
especialistas en la isla39.
Los regidores y gente con solvencia económica desde el mo-mento
en que consiguen licencia real comienzan a involucrarse
en estos viajes, así en 1525 el regidor Antonio Joven, que había
formado compañías mercantiles con su hermano, residente en
Gran Canaria, reconoce haber remitido mercancías a las islas
del Caribe y apodera a un segundo para pedir cuentas de su
resultado40. Al parecer hizo un concierto con el vecino Luis de
Aday y con otros vecinos de Gran Canaria y de Sevilla, a modo
de compañía, para enviar un navío a las Indias41. Del mismo
modo el escribano público Alonso Gutiérrez partió de la isla, al
menos en tres ocasiones, con ciertas mercaderías, bien suyas
como de otras personas, para venderlas en Indias42.
También bien pronto comienzan a participar en estos nego-cios
labradores y pequeños cosecheros, que ven en los mismos
una vía para aumentar sus beneficios.
Los sevillanos, tanto factores como cargadores, bien por
cuenta propia como en nombre de mercaderes de toda solven-cia
en la ciudad del Betis, participan en compañías, asociándo-se
a isleños, y repartiéndose las tareas, así uno queda en la isla
o se traslada a Sevilla, y otro viaja con la mercancía, la benefi-cia
y remite lo obtenido a Sevilla donde de nuevo se vuelve a
emplear lo obtenido, para así continuar el ciclo hasta la expira-ción
de la sociedad.
38 M. I. COELLO GÓMEZ, M. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, y A. PARRILLA LÓPEZ,
op. cit., doc. 342.
39 L. DE LA ROSA, y M. MARRERO, op. cit., p. 99.
40 M. PADRÓN MESA, op. cit., doc. 2.442.
41 M. I. COELLO GÓMEZ, M. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ y A. PARRILLA LÓPEZ,
op. cit., doc. 1.712. En el concierto figuran un canónigo de la catedral y
varios mercaderes de Sevilla, a quienes se adeudada 100 doblas de oro.
42 D. GALVÁN ALONSO, Protocolos de Bernardino Justiniano (1526-1527),
La Laguna, 1990, doc. 1.122. Entre otros llevó mercancías de Alonso Mi-guel,
el cual se da por pagado y contento puesto que el escribano a su re-greso
le liquidó la cuenta.
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Asimismo los extranjeros, y especialmente los portugueses,
utilizan la isla para preparar sus viajes a las Indias, tal como
hace en 1524 el portugués Bastián González, quien junto con
otro paisano se ofrecen como miembros de la tripulación para
ir a la isla de Santo Domingo y a su derrota, que era pasar
adelante hasta Yucatán y Tierra Firme43.
MERCANCÍAS Y DESTINO
Uno de los primeros destinos a donde dirigen las gentes de
Tenerife su mirada para realizar sus negocios y para poblar la
tierra, amén de aquellos que se enrolan en las expediciones, es
la isla de Santo Domingo, pues no en vano desde aquella isla
se reclama la presencia de canarios a la vez que reconocen que
la mejor ayuda para su mantenimiento les viene del archipiéla-go.
De hecho desde muy pronto se permite que los navíos suel-tos
que salen de Sevilla puedan tocar solo en los puertos de las
islas para tomar leña y otras cosas de mantenimiento, tal como
se permite en 151144. Le sigue en importancia como lugar de
destino la costa de Yucatán, a donde se dirigen varias embarca-ciones
desde los puertos tinerfeños.
Las mercancías que se demandan de las tierras americanas
tienen que ver directamente con el mantenimiento, por ello el
trigo, las harinas, de lo cual se permitía sacar el tercio de la
cosecha una vez que la isla estuviera abastecida, y algo de vino,
puesto que todavía este cultivo no había llegado a su apogeo en
Tenerife, son las mercancías que completan los fletes, junto con
las ropas que importan los mercaderes afincados en la isla de
Tenerife, y animales, especialmente ovejas y cabras. Sin embar-go
son las harinas las que llaman la atención de los barcos que
hacen la ruta atlántica, de tal modo que los molinos de La
Orotava casi se especializaron en este ramo, ocasionando pro-testas
en el cabildo por parte de algunos regidores, y exigiendo
43 Ídem, doc. 1.869.
44 E. AZNAR VALLEJO, La integración de las Islas Canarias en la corona de
Castilla (1478-1526). Aspectos administrativos, sociales y económicos, La
Laguna, 1983, p. 353.
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14 MANUEL LOBO CABRERA
al Adelantado que pusiera guardas en el puerto de La Orotava
porque era notorio que allí arribaban los navíos para cargar
harinas para las Indias, lo mismo que se hacía en el puerto de
Garachico45.
También, el vino, a medida que avanzaba el siglo, fue auto-rizado
por el monarca por encontrase las Indias desabastecidas,
por lo cual concedió a las Islas Canarias el privilegio para ex-portarlo,
razón por la cual la producción vitícola canaria inicia
su ciclo exportador en 152046, aunque la disposición definitiva
la realiza en 1542, concediendo licencia, a petición del escriba-no
público de la isla de Tenerife Bartolomé Joven47, para la ex-portación.
A partir de estas fechas se convierte en el principal
artículo de exportación, de tal manera que su peso especifico en
las cargas acaba por excluir a los demás48. Sin embargo el en-vío
de los vinos isleños a Indias, al hacer una dura competencia
a los andaluces, va a ser visto por la Casa de la Contratación
como una brecha en su comercio, en especial desde el momen-to
en que los compradores indianos van a preferirlos, con lo cual
se aviva el conflicto entre Tenerife y las otras islas y Sevilla. El
aumento de las cantidades exportadas es lo que en realidad pone
en guardia a los mercaderes sevillanos, que a través de la Casa
presionan para evitar la competencia de los caldos tiner-feños.
Las cifras son elocuentes: de los 9.600 litros exportados entre
1526-1535, se pasa a 38.400 entre 1536-1540, para pasar a
144.000 litros entre 1541-1545, y consolidar el mercado indiano
entre 1546-1550 con la remisión de 516.960 litros49.
Junto con el vino y la harina, hallamos como se cargan a
bordo de los navíos otro productos agropecuarios, tales como los
quesos, cuya demanda no dejará de crecer, pues desde el prin-cipio
la cantidad de quesos que se exportan desde Tenerife
va en aumento, de tal modo que en los registros de llegada a
Puerto Rico y a otras partes se contabilizan entre 1512-1513
45 L. DE LA ROSA y M. MARRERO, op. cit., p. 251.
46 A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías..., t. I, p, 293.
47 M. LOBO CABRERA, El comercio del vino entre Gran Canaria y las In-dias
en el siglo XVI, Las Palmas de Gran Canaria, 1993, pp. 163-164.
48 A. CIORANESCU, op. cit., t. II, p. 59.
49 P. M. MARTÍNEZ GALINDO, La vid y el vino..., p. 905.
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1.576 quesos de Canarias y entre 1516-1517 se registran 1.550
quesos50.
La pez, obtenida de los bosques de pino de la isla, también
era solicitada en los embarques tanto para calafatear los navíos,
como para utilizarla como remedio medicinal en ocasiones. De
lo cual se deduce que las principales exportaciones comprendían
los mantenimientos y los ganados, junto con otros artículo im-portados
del exterior, caso del aceite andaluz, y algo de tejidos
bastos canarios.
También en estos primeros años hallamos la presencia de
esclavos a bordo de los navíos, que son remitidos al Nuevo
Mundo para negociarlos, así en 1527 un mercader, vecino, re-conoce
haber entregado a un maestre, vecino de Sevilla, dos
esclavos51, para venderlos en Indias. Junto con los propios escla-vos
que se pueden conseguir en la isla, desde muy pronto los
mercaderes que operan en Tenerife comprueban como un ele-mento
a añadir a sus negocios, la estancia de las naves durante
unos días en Cabo Verde, para cargar esclavos y venderlos en
una tierra que los demandaba para poner en explotación su
territorio.
50 E. AZNAR VALLEJO, La integración..., p. 353.
51 D. GALVÁN AFONSO, Protocolos de Bernardino Justiniano (1526-1527),
La Laguna, 1990, doc. 2.393. Como el maestre se teme que por llevar los
esclavos sin licencia le puedan pedir alguna pena el mercader se obliga a
sacarlo en paz y a salvo de cualquier pena que le pidieran.