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68 LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS
EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA
P O R
JAVIER PONCE MARRERO
Dentro de una aproximación a los intereses extranjeros en
Canarias en los años previos a la Primera Guerra Mundial me-rece
especial atención el estudio de la rivalidad anglo-alemana,
que se incrementó en el archipiélago como exponente de un
desarrollo fundamental en las relaciones internacionales que
conducen a la Gran Guerra. Dicha rivalidad fue consecuencia
de la creciente presencia de Alemania en la economía, el comer-cio
y las aguas insulares, que amenazaba la clara hegemonía
de Gran Bretaña. Acudiremos aquí principalmente a la docu-mentación
diplomática que explicita específicamente esa pugna,
mostrándonos las iniciativas de los rivales y la actitud que, fren-te
a éstas, adoptaron las autoridades españolas.
El período que vamos a abordar es el de la Paz Armada de
1907 a 1914, cuando, configurados los dos bloques antagónicos,
se profundiza en esa rivalidad internacional anglo-alemana, y se
revela la naturaleza de la misma en el ámbito canario, tras los
Acuerdos de Cartagena de 1907 y el franco-alemán de 1911. Los
primeros significaron para España la obtención de la garantía
internacional —especialmente para Canarias— que perseguía
desde el 98, y la inclinación de su política exterior hacia Gran
Bretaña y su socia de la Entente; el segundo estableció la ex-
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134 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
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clusión germana de Marruecos, donde las apetencias de Alema-nia
habían impulsado algunas de sus iniciativas en las islas. La
pervivencia e, incluso, el incremento del antagonismo anglo-ale-mán
en el archipiélago hasta 1914 nos explicará los fundamen-tos
que lo fomentaron.
El contexto internacional del período prebélico venía marca-do
por el expansionismo europeo desarrollado desde el último
cuarto del siglo XIX, al que había contribuido la propia dinámi-ca
de crecimiento del capitalismo industrial y el surgimiento de
nuevas preocupaciones estratégicas, asociadas a la necesidad de
garantizar la seguridad de las comunicaciones marítimas y dis-poner
de puntos de aprovisionamiento para las flotas mercan-tes
y de guerra 1. Economía y estrategia, que junto a otras mo-tivaciones
demográficas, políticas e ideológicas, impulsaron este
desarrollo del imperialismo colonial europeo 2.
En los años noventa se incrementó la competencia por el
dominio colonial, con el comienzo a gran escala de la Weltpolitik
alemana y el ascenso de Japón y Estados Unidos como compe-tidores
extraeuropeos. Entonces empezaron a escasear los terri-torios
susceptibles de ser conquistados libremente por las gran-des
potencias y la expansión adoptó nuevas formas, asegurando
zonas de privilegio, derechos de prioridad, monopolios para la
explotación de recursos, o concesiones para la construcción de
1 Estas y otras preocupaciones estratégicas fueron expuestas en la obra
de JULIAN S. CORBETT, Some Principles of Maritime Strategy, Longmans,
Green, London, 1911. Los fundamentos estratégicos de la política naval
británica en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX han sido es-tudiados
por ARTHUR J. MARDER en The Anatomy of British Sea Power: A
History of British Naval Policy in the Pre-Dreadnought Era, 1880-1905,
Alfred A. Knopf, New York, 1940; y más recientemente por JON TETSURO
SUMIDA en In defence of naval supremacy: Finance, technology and British
naval policy, 1889-1914, Routledge, London and New York, 1993 (Unwin
Hyman, Boston, 1989), pássim, y especialmente pp. 3-36.
2 Cf. WILLIAM L. LANGER, The Diplomacy of Imperialism, 1890-1902,
Alfred A. Knopf, New York, 1951 (2.ª ed. rev.); y DAVID K. FIELDHOUSE, Eco-nomía
e imperio. La expansión de Europa (1830-1914), Siglo XXI, Madrid,
1990 (Economics and Empire, 1830-1914, Weidenfeld and Nicolson,
London, 1973), donde se examinan las distintas interpretaciones del impe-rialismo,
valoradas a la luz del estudio concreto de la expansión imperial
en diferentes áreas geográficas.
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LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 3
infraestructuras que abrieran el comercio. Ello ocasionó una
mayor competencia económica y financiera entre las gran-des
potencias industriales, a la vez que aumentó la presión de
éstas sobre los Estados colonizadores más débiles, que se vie-ron
obligados a hacer concesiones en los territorios bajo su do-minio.
Las islas Canarias no fueron ajenas a este movimiento
expansionista del capitalismo europeo. Bien al contrario, las is-las
estarían presentes en los sucesivos desarrollos de este movi-miento
de expansión económica y financiera, como consecuen-cia
de su posición estratégica, próximas al Estrecho de Gibraltar
y en el trayecto de las más importantes rutas marítimas abier-tas
al comercio europeo con América del Sur y el continente
africano. Si bien los planes expansionistas de las potencias eu-ropeas
podían realizarse sin el desalojo de la administración
española, fue la defensa de los distintos intereses implicados lo
que convirtió a Canarias en una pieza clave en el entramado
de la política internacional de las potencias europeas, cuyas ri-validades
encontraron en las islas un campo de acción que en
numerosas ocasiones probó la extrema fragilidad, en todos los
órdenes, de la realidad canaria correspondiente a este período
que culmina con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial.
El interés por las islas motivaba especialmente una compe-tencia
entre Gran Bretaña y Alemania relacionada con su riva-lidad
por el dominio de los mares, acentuada tras la segunda
crisis marroquí y el fracaso —en marzo de 1912— de las nego-ciaciones
tendentes a limitar la carrera de armamentos navales3.
Para ese dominio de los mares las islas Canarias ofrecían su
ubicación oceánica en las rutas más frecuentadas por el tráfico
marítimo. Concretemos el volumen real que en Canarias tenían
los intereses económicos de las dos principales potencias anta-gónicas,
que motivaban la presencia de las islas en las políticas
de sus cancillerías; una para conservar la primacía de sus inte-reses
nacionales en el archipiélago, otra para aprovechar las po-sibilidades
de expansión que éste le brindaba.
3 Cf. PAUL M. KENNEDY, The Rise of the Anglo-German Antagonism 1860-
1914, The Ashfield Press, London, 1990 (Allen & Unwin, 1980), pp. 448-452.
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4
LA PRIMACÍA BRITÁNICA
Gran Bretaña ocupaba en el sistema económico canario de
estos años una posición de predominio indiscutible, que había
ido consolidando a partir de la activa participación de compa-ñías
británicas en la construcción de los puertos insulares con
el propósito de que desempeñaran la función de escala para el
tráfico comercial británico. Este desarrollo había convertido los
dos puertos principales de Canarias —el de La Luz en Las Pal-mas4
y el de Santa Cruz de Tenerife 5— en emporios marítimos
de primer orden en las rutas marítimas intercontinentales. Ade-más,
con la extensión de la navegación a vapor los puertos ca-narios
acrecentaron su valor estratégico y se convirtieron en
atractivas estaciones carboneras, al servicio de poderosas so-ciedades
capitalistas británicas implicadas en la expansión co-lonial
6.
Esta función de los puertos canarios como estaciones de
carboneo estaba monopolizada por compañías británicas, con la
excepción de la Woermann Linie, que desde 1906 disponía de un
depósito de carbón en Las Palmas. Después del establecimiento
4 Fundamental para evaluar en su justa medida la participación del capi-tal
extranjero —británico en su práctica totalidad— en el desarrollo portua-rio
de Las Palmas hasta 1914 es la obra de FRANCISCO QUINTANA NAVARRO,
Barcos, negocios y burgueses en el Puerto de La Luz, 1883-1913, CIES, Las
Palmas de Gran Canaria, 1985, pássim, y especialmente pp. 45-68.
5 Para la presencia de los intereses extranjeros en la ampliación del
puerto de Santa Cruz de Tenerife se puede consultar la obra de ULISES
MARTÍN HERNÁNDEZ, Tenerife y el Expansionismo Ultramarino Europeo
(1880-1919), ACT, Santa Cruz de Tenerife, 1988, pp. 171-250.
6 Véanse AGUSTÍN MILLARES CANTERO, «Sobre el papel de las compañías
imperialistas en Gran Canaria. Canary Islands: Union, Coppa, City, Selp,
Cicer, Unelco y Tranvías», en Aguayro, núms. 98-101, Las Palmas, abril-julio
1978, pp. 31-34, 31-34, 39-42 y 31-33; y las varias contribuciones al
respecto de VÍCTOR MORALES LEZCANO, entre las que podemos mencionar
«Inversiones inglesas en Canarias durante el siglo XIX», en Moneda y Crédi-to,
núm. 118, Madrid, septiembre, 1971, pp. 101-121; y «Capitalismo in-dustrial
e inversiones extranjeras en Canarias (1850-1945)», IV Coloquio de
Historia Social de Canarias, en Anuario del Centro Asociado de la UNED de
Las Palmas, núm. 5, 1979, pp. 141-162.
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LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 5
de este depósito alemán, la relación de las concesiones existen-tes
en 1908 en los puertos canarios seguía mostrando a las cla-ras
el predominio británico en el negocio carbonero. En Las
Palmas disponían de almacenes y muelles de carbón las compa-ñías
británicas Cory Brothers, Miller & Co., Elder Dempster & Co.,
Elders & Fyffes Ltd., Blandy Brothers y Wilson Sons, además de
la mencionada Woermann Linie alemana. En Santa Cruz de
Tenerife disponían de concesiones análogas las compañías Cory
Brothers, Miller Wolfson & Co., Hamilton & Co., así como la Elder
Dempster & Co., todas ellas británicas.
El establecimiento de estas compañías respondía a la necesi-dad
de disponer de una base de operaciones para su flota y para
apoyar sus intereses coloniales en África —caso de Elder 7— y en
América —caso de Wilson Sons—. También servían de agencias
a las importantes navieras que eran atraídas por las facilidades
que encontraban en los puertos canarios. Estas compañías afian-zaron
su presencia, pues la preponderancia que pronto ostenta-ron
en todos los servicios portuarios les reportó pingües benefi-cios
que les permitieron la expansión de sus actividades a otros
sectores de la economía canaria. Controlaban las exportaciones
e importaciones, el sector financiero, el de los seguros, los esta-blecimientos
hoteleros y gran parte de los servicios públicos,
como el abasto de agua o las telecomunicaciones.
El imperio Elder fue el ejemplo más representativo de esta
expansión británica, pero desde luego no fue el único. Tras el
establecimiento en las islas de la sucursal de Elder Dempster
—con el objetivo de servir a la escala de líneas como British and
African Steam Navigation Co. y British and African Steamship
Co.—, fundó la Grand Canary Coaling Company y la Teneriffe
Coaling Company para el aprovisionamiento de carbón en Las
Palmas y en Santa Cruz de Tenerife, a lo que siguió su vincula-ción
con otros sectores económicos. Así, constituyó la Compa-ñía
de Vapores Correos Interinsulares Canarios —en la órbita del
capital de Elder, a pesar de su nombre—, concesionaria del ser-vicio
postal y la subvencionada navegación interinsular. A ello
se sumó su gestión de la sucursal del Bank of British West Afri-
7 Véase la obra de PETER N. DAVIES, The Trade Makers: Elder Dempster
in West Africa, 1852-1972, George Allen & Unwin, London, 1973.
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6
ca Ltd., soporte financiero para las actividades expansivas del
capitalismo británico, que con Elders & Fyffes impulsaba la ex-portación
a gran escala de los plátanos canarios hacia el mer-cado
británico 8.
Los servicios portuarios fundamentales para puertos de es-cala
eran el aprovisionamiento rápido y eficaz de los buques en
tránsito —carboneo, aguada y víveres—, así como reparaciones
y operaciones diversas a realizar en astilleros y varaderos. El
carboneo era la función esencial de los puertos canarios y las
compañías británicas transportaban el carbón desde Gran Bre-taña
—principalmente desde Cardiff—, lo cual vino a suponer
un espectacular incremento de las importaciones de carbón. El
valor de éstas en 1913 representaba más del 40 por 100 del to-tal
de las importaciones canarias de productos británicos 9.
Por otro lado, no se debe olvidar el componente estratégico
que se hallaba presente en este asentamiento de los capitales
británicos en las islas. En este sentido, Canarias, junto a Azores
y Madeira, se convirtió en una base de operaciones no sólo para
la flota mercante inglesa, sino también para su flota de guerra,
encargada de mantener expeditas las rutas abiertas por el co-mercio
británico. La significación estratégica del archipiélago fue
tratada al más alto nivel en junio de 1912, durante la entrevis-ta
que sobre política mediterránea mantuvieron en Gibraltar el
primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill —ministro
de Marina—, Bunsen, a la sazón embajador en España, y otros
mandos británicos, y en la que Bunsen recordó el peligro que
supondrían las islas Canarias en manos hostiles 10. En el perío-
8 Imprescindible para conocer en detalle la evolución de las exporta-ciones
de plátanos desde Canarias y la relación de su comercio con la ac-tividad
de Elder Dempster en otros sectores de la economía canaria, es la
obra del mismo autor, PETER N. DAVIES, Fyffes and the Banana: Musa
Sapientum. A Centenary History, 1888-1988, The Athlone Press, London,
1990, pássim.
9 Sugerente y esclarecedor resulta el artículo, que incluye un apéndice
estadístico, de JOAQUIM NADAL-FARRERAS, «Dependencia y subdesarrollo: el
caso canario. Notas sobre las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y
las Islas Canarias, 1809-1914», en Hacienda Pública Española, núm. 38,
Madrid, 1976, pp. 157-169.
10 Privado, Bunsen a Nicolson, Gibraltar, 8 junio 1912, BDOW (British
Núm. 48 (2002) 139
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 7
do previo a la guerra se sucedieron las visitas de buques de la
Armada británica a los puertos canarios 11.
LAS INICIATIVAS ALEMANAS Y LA REACCIÓN BRITÁNICA
Por su parte Alemania no había renunciado a la expan-sión
de sus intereses en Canarias, que se mostrarían muy acti-vos
en estos años que preceden a la guerra 12. La presencia ale-mana
se extendió en los primeros años del siglo XX al ámbito
portuario y de las comunicaciones, con el establecimiento de un
depósito de carbón en Las Palmas y la concesión para el ama-rre
de un cable telegráfico en Tenerife, acciones que aceleraron
las negociaciones que culminaron con los Acuerdos de Car-tagena
13.
Alemania continuaba desarrollando su Weltpolitik y su pro-grama
de construcciones navales —Flottenbau—, lo cual impli-caba
necesariamente la búsqueda de nuevos espacios para su
expansión. Así, en 1908, un año después de la firma de los
mencionados acuerdos mediterráneos, se produjo un intento
alemán de asegurarse otro depósito de carbón en Canarias, esta
Documents on the Origins of the War, 1898-1914, 11 vols., London, 1926-
1938), X, núm. 393.
11 Arthur H. Hardinge, embajador británico, al marqués de Lema, mi-nistro
de Estado, Madrid, 25 enero y 2 febrero 1914, AMAE (Archivo del
Ministerio de Asuntos Exteriores), Política Exterior. Gran Bretaña, H 2508.
12 Ya desde finales de la década de los ochenta del siglo XIX era percep-tible
la creciente penetración alemana en el mercado canario, según ponen
de relieve los informes consulares británicos de esos años, siempre pen-dientes
del lento —pero seguro— incremento del tráfico y el competitivo
comercio alemanes; véase el «Informe sobre el comercio de las Islas Cana-rias
» durante los años 1886, 1888 y 1895, en Informes Consulares Británi-cos
sobre Canarias (1856-1914), con edición y estudio preliminar de FRAN-CISCO
QUINTANA NAVARRO, 2 vols., CIES, Las Palmas de Gran Canaria, 1992,
I, pp. 332, 345, 395-396, 405, 412, 431-432, 435 y 440.
13 Véase nuestro trabajo sobre «Canarias en la política exterior españo-la
tras el 98: la senda hacia Cartagena», en La historia de las relaciones in-ternacionales:
una visión desde España, I Jornadas sobre Historia de las
Relaciones Internacionales, CEHRI, Madrid, 1996, pp. 473-495.
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8
vez en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde no disponían
de ninguna concesión. Ángel Crossa realizaba gestiones en Ma-drid
para obtener los permisos ministeriales necesarios, aunque
actuaba, según la embajada británica, como testaferro del North
German Lloyd o de otra compañía alemana. Esto provocó la
actividad diplomática inglesa desde comienzos del verano de
1908 para impedir que se otorgase la concesión solicitada, pre-textando
que una solicitud análoga a nombre de una compañía
inglesa había sido denegada en 1902 14.
Desde Tenerife diversas instituciones de la isla dirigieron al
Ministerio de Estado 15 y al propio Rey 16 telegramas para que se
accediese a la petición de Crossa y a las que pudiesen presen-tarse
para el establecimiento de nuevas casas carboneras. Se
argumentaba que ésta era la mejor forma de atender a los inte-reses
generales de la isla y solventar la crisis ocasionada en el
puerto capitalino por el monopolio de algunas casas en el su-ministro
de carbón, que ya había provocado un descenso del
tráfico marítimo y el desvío de parte de la navegación alemana
hacia otros puertos.
La Sección de Política del Ministerio de Estado expuso cla-ramente
el 8 de agosto el criterio que le merecía el asunto
en cuestión. Para dicha sección resultaba ante todo evidente
que:
... no cabe admitir el principio de que una exigencia de un
Gobierno extranjero ponga cortapisas a las decisiones del
de Su Majestad encaminadas a fomentar o proteger los
intereses de los naturales de una provincia española; inte-
14 Nota urgente de Evelyn Grant Duff, encargado de Negocios de Gran
Bretaña, a Manuel Allendesalazar, ministro de Estado, Madrid, 20 julio
1908, AMAE, Política Exterior. Gran Bretaña, H 2508.
15 Telegrama de Adolfo Benítez, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, a
Allendesalazar, ministro de Estado, Tenerife, 31 julio 1908; telegrama del
Ateneo de La Laguna al ministro de Estado, La Laguna (Tenerife), 3 agosto
1908; telegrama del alcalde de Santa Cruz de Tenerife al ministro de Esta-do,
Tenerife, 6 agosto 1908, ibíd.
16 Telegrama de Adolfo Benítez, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, al
jefe superior de Palacio, Tenerife, 31 julio 1908, AMAE, Política Exterior.
Alemania, H 2290.
Núm. 48 (2002) 141
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 9
reses que, a juzgar por los telegramas..., se verían altamen-te
favorecidos por la concesión de que se trata.
Acceder a semejante pretensión de la Embajada de la
Gran Bretaña equivaldría a menoscabar los derechos de
soberanía que disfruta toda nación independiente... 17.
Para el propio presidente del Consejo de Ministros resultaba
obvio la conveniencia de desbaratar el monopolio de las casas
carboneras inglesas en Canarias 18. En concordancia con el pre-sidente,
Primo de Rivera y Allendesalazar, ministros de la Gue-rra
y de Estado respectivamente, apuntaban la necesidad de
deshacer en lo posible este monopolio, por el evidente perjui-cio
que los elevados precios ocasionaban a los intereses del
archipiélago. Este motivo justificaba, en su opinión, la conce-sión
del muelle solicitado, reservándose expresamente el Gobier-no
la libertad de otorgar otras concesiones en análogos térmi-nos,
sin perjuicio de, una vez desmantelado el monopolio inglés,
perseverar en la línea de conducta de no otorgar a extranje-ros
ni a sus testaferros tales concesiones para evitar el riesgo de
que se acabase por enajenar el uso de casi toda la zona marí-tima
19.
El asunto fue despachado en Consejo de Ministros durante
el mismo mes de agosto para no dar ocasión a que se presenta-sen
otras peticiones. Además, el ministro de Estado comunicó al
embajador británico que en lo sucesivo se examinarían aislada-mente
las peticiones a medida que se fueran recibiendo y el
Gobierno las resolvería una por una, aceptándolas o rechazán-dolas
según fueran o no convenientes 20. Una Real Orden del 28
de septiembre de 1908 autorizaba a Ángel Crossa para estable-cer
un muelle de tráfico de toda clase de mercancías en el lu-gar
solicitado.
17 Sección de Política, Ministerio de Estado, Madrid, 8 agosto 1908,
ibíd.
18 Presidente del Consejo de Ministros a Faustino Rodríguez San Pe-dro,
ministro de Instrucción Pública, 4 agosto 1908, ibíd.
19 Allendesalazar, ministro de Estado, a Rodríguez San Pedro, ministro
de Instrucción Pública, San Sebastián, 7 agosto 1908, ibíd.
20 Particular, ministro de Estado a Bunsen, Guernica-Udechea, 24 agos-to
1908, ibíd.
JAVIER PONCE MARRERO
142 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
10
Las insistentes comunicaciones de la Embajada británica
sobre esta cuestión 21 tenían motivaciones estratégicas. Debido
al avance de la Flota alemana y a la tensión sobre la cues-tión
naval en 1908 los británicos estaban obligados a oponer-se
a este intento alemán de obtener otra estación de carbón
en Canarias 22. Aunque fracasaron sus gestiones para impedir
la concesión, la oposición de las casas británicas establecidas
en el archipiélago debió ser muy intensa, pues todavía en
marzo de 1909 la Embajada alemana en Madrid se dirigía al
Ministerio de Estado requiriendo la solución del asunto que,
debido a la imposibilidad técnica de cumplir una de las cláu-sulas
de la R.O. referida, se hallaba pendiente de un informe
del Estado Mayor Central. Al mismo tiempo, el embajador lla-maba
la atención del ministro sobre las gestiones que la
Wilson Sons Company Limited seguía realizando para que el
Gobierno español no accediera a las pretensiones de Crossa
sobre el muelle y depósito de carbón 23. La propia competencia
entre las compañías británicas en Canarias 24 motivó esta opo-sición
de la Wilson Sons Company Limited, compañía británi-ca
ya establecida en el puerto de Las Palmas, y que en 1909
aspiraba a introducirse en el negocio carbonero de Santa
Cruz de Tenerife 25.
Un día después de la comunicación de la Embajada alema-na,
el ministro de Estado dispuso que el asunto quedase en sus-penso
26 por las dificultades diplomáticas hispano-alemanas sur-gidas
en esos días acerca de las comunicaciones cablegráficas
canarias. En junio del mismo año la Embajada alemana en
21 Particular, Bunsen a Allendesalazar, ministro de Estado, San Sebas-tián,
8 agosto 1908; telegrama de Bunsen a Allendesalazar, Santander, 21
agosto 1908, ibíd.
22 British Foreign Policy under Sir Edward Grey, editado por F. H.
HINSLEY, Cambridge University Press, 1977, p. 224.
23 Embajada alemana en España al ministro de Estado, Madrid, 11
marzo 1909, AMAE, Política Exterior. Gran Bretaña, H 2508.
24 U. MARTÍN HERNÁNDEZ, op. cit., pp. 191-192.
25 Solicitud de concesión para establecer comercio de carbón en Santa
Cruz de Tenerife, sociedad inglesa carbonífera Wilson Sons Company
Limited, 1909, AMAE, Política Exterior. Gran Bretaña, H 2508.
26 Ministerio de Estado, 12 marzo 1909, ibíd.
Núm. 48 (2002) 143
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 11
Madrid volvió a solicitar al más alto nivel el despacho del expe-diente
sobre la concesión del muelle y depósito de carbón en
Tenerife 27. El Ministerio de la Guerra puso en curso la resolu-ción
que tenía detenida, y en julio se comunicó al Ministerio de
Estado que el expediente había sido informado de acuerdo con
los deseos de la Embajada alemana 28. Con ello, los buques ale-manes
se aseguraban el abastecimiento de carbón en Santa
Cruz de Tenerife, aunque aún pasarían unos años hasta el es-tablecimiento
de un depósito alemán en la isla, sin duda debido
a la oposición comercial que siguieron mostrando las compañías
carboneras británicas 29.
El estudio de este episodio de la competencia anglo-alemana
en Canarias, y las actitudes de las partes implicadas en el asun-to
—intereses británicos, alemanes y administración española—
muestran claramente la relación real de las fuerzas económicas
enfrentadas, aunque también ponen de manifiesto que la acti-vidad
alemana en las islas no descuidaba ninguna de las posibi-lidades
que se le ofrecían para su expansión.
En agosto de 1909 se inauguró el cable Emden-Tenerife,
explotado por la compañía Deutsch-Südamerikanische Tele-graphy.
Sin embargo, antes aún de la entrada en servicio del
cable con Tenerife, el Auswärtiges Amt comenzó una nueva ac-ción
diplomática para prolongar el cable hasta Marruecos, lo
cual no hacía sino confirmar los designios que fácilmente se
suponían estaban detrás de la primera solicitud, y que no ha-bían
pasado desapercibidos al Quai d’Orsay, al Foreign Office ni,
sin duda, al propio Ministerio de Estado. Éste se había visto en
el compromiso de acceder a la inicial petición alemana tras la
Conferencia de Algeciras de 1906, a sabiendas de que las condi-ciones
restrictivas que se estipulasen no impedirían que Ber-lín
solicitase nuevas concesiones de tendido de cables desde Ca-narias.
27 Telegrama del presidente del Consejo de Ministros al ministro
de Estado, Madrid, 28 junio 1909, AMAE, Política Exterior. Alemania,
H 2290.
28 Ministerio de Estado, AMAE, Política Exterior. Gran Bretaña, H 2508.
29 U. MARTÍN HERNÁNDEZ, op. cit., p. 192.
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144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
12
A propósito de las comunicaciones por cable submarino con
centro en Canarias, sería una coyuntura surgida de la política
de acuerdos de las grandes potencias europeas la que colocaría
a España en una situación comprometida. El acuerdo en cues-tión
fue el franco-alemán de febrero de 1909, que confirmaba
el dominio político francés sobre Marruecos a cambio de com-partir
su explotación económica. Este convenio colocaba en una
enojosa situación al Gobierno español, que cursó una invitación
a Berlín para firmar una declaración conjunta de reconocimien-to
de derechos en la zona de influencia española 30. Sin embar-go,
Alemania planteó el asunto como si de una negociación se
tratara, y exigió de Madrid, como compensación por reconocer
los derechos españoles sobre Marruecos, la prolongación del
cable Emden-Tenerife hasta Casablanca, a lo que se negaba el
Gobierno español por ser contrario a lo convenido al conceder
el cable a Tenerife 31.
Tras dos meses de difíciles negociaciones, cuando París 32 y
Londres 33 dieron seguridades de apoyar a la diplomacia españo-la,
ésta, que ya había estudiado fórmulas de concesión a Ale-mania
34, reiteró su negativa al Auswärtiges Amt sobre la cues-tión
del cable, ofreciendo como única compensación el depósito
de carbón de Tenerife 35. Por tanto, el Ministerio de Estado espa-
30 Telegrama de Allendesalazar, ministro de Estado, a Polo de Bernabé,
embajador de España en Berlín, Madrid, 13 marzo 1909, AMAE, Corres-pondencia.
Embajadas y Legaciones. Alemania, H 1336.
31 Telegrama de Allendesalazar, ministro de Estado, a Polo de Bernabé,
embajador de España en Berlín, Madrid, 19 marzo 1909, ibíd.
32 Telegrama de Allendesalazar, ministro de Estado, a Polo de Bernabé,
embajador de España en Berlín, Madrid, 4 mayo 1909, Ibíd; telegrama de
Villaurrutia, embajador de España, a Allendesalazar, ministro de Estado,
Londres, 4 mayo 1909, AMAE, Correspondencia. Embajadas y Legaciones.
Gran Bretaña, H 1583.
33 Telegrama de Polo de Bernabé, embajador de España, a Allende-salazar,
ministro de Estado, Berlín, 10 mayo 1909, AMAE, Corresponden-cia.
Embajadas y Legaciones. Alemania, H 1336.
34 Telegrama muy reservado de Allendesalazar, ministro de Estado, a
Polo de Bernabé, embajador de España en Berlín, Madrid, 3 mayo 1909, ibíd.
35 Telegrama muy reservado de Allendesalazar, ministro de Estado, a
Polo de Bernabé, embajador de España en Berlín, Madrid, 13 mayo 1909,
ibíd.
Núm. 48 (2002) 145
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 13
ñol logró finalmente impedir la prolongación del cable alemán
hasta Marruecos, pero la prolongación posterior del mismo hasta
Monrovia (Liberia) y Pernambuco (Brasil) convertiría a Canarias
en un centro de las comunicaciones cablegráficas alemanas con
África y América del Sur, rompiendo así el monopolio que po-seían
ingleses y franceses 36. Por otro lado, la expansión alema-na
en las islas Canarias siguió desarrollándose en los años de
rivalidad imperialista que restaban hasta el inicio de la Gran
Guerra, como lo atestiguan las diferentes solicitudes que el
Auswärtiges Amt cursó al Ministerio de Estado para la realiza-ción
de diferentes proyectos en el archipiélago.
Incluso, desde febrero de 1909, coincidiendo con el acuerdo
franco-alemán sobre Marruecos y las subsiguientes negociacio-nes
hispano-alemanas, se produjo un aumento de las solicitu-des
referidas a proyectos científicos alemanes, que deseaban es-tablecerse
principalmente en Tenerife. El embajador español en
Berlín, Polo de Bernabé, no veía peligro inminente en estos he-chos,
pero creía aconsejable no despreciar ni la más ligera sus-picacia
cuando se trataba de defender la independencia del
Gobierno español en el ejercicio de su soberanía. Mencionan-do
los proyectos alemanes de los dos últimos años, el embaja-dor
exponía los motivos que impulsaban las actividades ex-pansivas
de Alemania en Canarias, el alcance eventual de las
mismas y su contextualización en la política internacional del
momento:
Sin pretender buscar en estos diversos casos la ejecución
de un plan preconcebido, no cabe duda de que son una
36 En 1884 se había tendido un cable francés desde Tenerife hasta la
costa del Senegal; sobre el particular puede verse el «Informe del cónsul
Dupuis sobre el comercio de las Islas Canarias durante el año 1884», en
Informes Consulares Británicos..., I, p. 306. Unos meses antes del tendido
del cable telegráfico submarino francés se había llevado a cabo la primera
conexión telegráfica con España. El tendido desde diciembre de 1883 del
cable entre Cádiz y Tenerife —y entre ésta y Gran Canaria, La Palma y
Lanzarote—, lo había realizado la compañía inglesa India-rubber, Gutta-percha
and Telegraph Works, y —en opinión del representante británico—
coadyuvaría al desarrollo portuario; «Informe de cónsul Dupuis sobre el
comercio de Tenerife durante el año de 1883», Informes Consulares Britá-nicos...,
I, pp. 275 y 291-292.
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146 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
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muestra de la fuerza expansiva de la actividad alemana,
que el Gobierno Imperial pudiera creerse obligado algún
día a proteger y encauzar en una tendencia determinada;
en cual caso coincidirían perfectamente con los elementos
que este Gobierno necesita para favorecer su preponderan-cia
en la parte del Atlántico que le sirve de vía de comuni-cación
con sus colonias, por las cuales tan enormes sacri-ficios
se impone, donde no tiene al presente ningún punto
de apoyo para los movimientos de sus fuerzas navales, y
donde no puede tampoco, por el momento, distraer su es-cuadra,
consignada en Kiel mientras dure la rivalidad la-tente
con Inglaterra, pero que si por cualquier causa que
modificara la situación pudiera desatender su actual fon-deadero
obligado, no hay duda que saldría a otros parajes,
teniendo como norma el principio no olvidado por estos
estadistas de que «el porvenir de Alemania está en el
mar»37.
Ante las siguientes comunicaciones recibidas de su embaja-dor
en Berlín, el Gobierno español cursó instrucciones reserva-das
a las autoridades de Guerra y Gobernación en Canarias con
el fin de que permanecieran atentas a las actividades de súbdi-tos
alemanes 38, que en 1910 dirigían varias solicitudes de per-miso
de permanencia en Tenerife 39.En septiembre de 1910 una
solicitud de autorización para un concurso de tiro de la tripula-ción
del crucero alemán Hansa, que se encontraba en Canarias,
fue denegada de acuerdo con el criterio del presidente del Con-sejo
de Ministros y del ministro de Estado. Ambos entendían se
podía establecer un precedente 40 que no era deseado por el Go-bierno
español en vista del amplio despliegue de la actividad
37 Despacho muy reservado núm. 53 de Polo de Bernabé, embajador
de S.M., a Allendesalazar, ministro de Estado, Berlín, 15 marzo 1909,
AMAE, Política Exterior. Alemania, H 2290.
38 Reservado, Subsecretaría de Orden Público, Ministerio de la Gober-nación,
al ministro de Estado, Madrid, 4 octubre 1909 y 18 marzo 1910,
ibíd.
39 Despachos reservados núm. 37 y 52 de Polo de Bernabé, embajador
de S.M., a García Prieto, ministro de Estado, Berlín, 23 febrero y 15 mar-zo
1910; telegrama del gobernador al ministro de la Gobernación, Tenerife,
31 marzo 1910, ibíd.
40 Telegrama del ministro de Estado al de la Gobernación, Madrid, 26
septiembre 1910, ibíd.
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LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 15
alemana en Canarias, exponente del desarrollo que en las islas
tenía la Weltpolitik.
La significación que esta política tenía en la actitud de la
diplomacia alemana a la hora de defender cualesquiera intere-ses
de sus súbditos nos la muestra una comunicación del 12 de
febrero de 1911 del príncipe Ratibor, embajador alemán en
Madrid. Tras recibir informes del cónsul alemán en Santa Cruz
de Tenerife, el embajador llamaba la atención del ministro de
Gracia y Justicia sobre un litigio de propiedad pendiente de re-solución
y que enfrentaba a la sociedad alemana Kurhaus, pro-pietaria
en La Orotava del Gran Hotel, y a sus anteriores pro-pietarios
de la sociedad Taoro 41, que contaba con capital inglés.
Ratibor, al tiempo que expresaba sus dudas sobre la imparciali-dad
del Juzgado de La Orotava, instaba a que se activase la
resolución de un asunto que podía ocasionar enormes pérdidas
a una empresa alemana 42.
En noviembre de ese año de 1911 Alemania firmó con Fran-cia
un acuerdo en el que renunciaba a obstaculizar la acción
francesa en Marruecos. Este acuerdo ponía fin a la crisis de
Agadir, pero no significaba que Alemania renunciara también a
la expansión de sus intereses en Canarias. Más bien al contra-rio,
el archipiélago se revalorizó en la estrategia alemana como
punto de apoyo que proporcionaba, fundamentalmente, puertos
de escala. De hecho, en 1912, tras el acuerdo franco-alemán
sobre Marruecos, la correspondencia entre el embajador espa-ñol
en Berlín y el Ministerio de Estado a propósito de la expan-sión
alemana en las islas siguió siendo tan frecuente como lo
había sido anteriormente.
41 Utilizando fundamentalmente la documentación que sobre el par-ticular
contiene el legajo H 2290 de AMAE, Política Exterior. Alemania,
Manuel Espadas Burgos ha publicado los artículos «El interés alemán por
Canarias en vísperas de la Primera Guerra Mundial», en Homenaje al profe-sor
Antonio Domínguez Ortiz, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid,
1981, pp. 745-756; y «Empresas científicas y penetración alemana en Ca-narias.
El pleito del Hotel Taoro (1907-1912)», en Anuario de Estudios
Atlánticos, núm. 33, Patronato de la «Casa de Colón», Madrid-Las Palmas,
1987, pp. 221-235.
42 Urgente y privado, Ratibor, embajador alemán en España, a Ruiz
Valarino, ministro de Gracia y Justicia, Madrid, 12 febrero 1911, AMAE,
Política Exterior. Alemania, H 2290.
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16
En octubre de 1912 se presentaba a las Cortes un proyecto de
ley autorizando la concesión de un crédito extraordinario para el
establecimiento de un observatorio aerológico en Tenerife 43, que
los alemanes habían intentado establecer por su cuenta en co-nexión
con otros proyectos de índole más o menos científica. Por
supuesto que a Gran Bretaña y a su socia en la Entente no pasa-ban
desapercibidas las actividades de Alemania 44, que persistía en
las expediciones científicas al archipiélago 45 y utilizaba los puertos
canarios para escalas de navíos de su Marina de guerra —muy
numerosas en los meses previos a la contienda— y mercante, para
lo que intentaba obtener nuevos establecimientos portuarios en
Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
Sobre la solicitud de Miguel Curbelo Espino 46 —representan-te
del incipiente capitalismo canario que trataba de competir
con el monopolio ejercido por el capital británico— para trans-ferir
la concesión de almacenes y muelle, en el puerto de Las
Palmas, al súbdito alemán Eduardo Woermann, la defensa que
de dicha solicitud hizo en 1912 un representante canario a Cor-tes
exponía algunas consideraciones certeras sobre la situación
del archipiélago:
Existe una razón política de muchísima fuerza y que es la
que mejor puede garantir la integridad de nuestro territo-
43 Gaceta de Madrid, 16 octubre 1912, pp. 127-128.
44 El 24 de marzo de 1913 el Journal des Débats publicaba el artículo
«La Politique extérieure de l’Espagne: Neutralité, Triplice ou Triple Enten-te?
», en el que se mencionaba la solicitud alemana de concesión de un
depósito de carbón en Canarias y de un observatorio muy visiblemente es-tratégico
sobre el pico del Teide, en Tenerife.
45 Durante el verano de 1912 Polo de Bernabé había comunicado a
Madrid que seguían ocupándose muchos alemanes de Canarias; embajador
de S.M. en Berlín al ministro de Estado, Berlín, 17 julio 1912, AMAE,
Correspondencia. Embajadas y Legaciones. Alemania, H 1337. Incluso en
julio de 1914 el Gobierno alemán solicitaba facilidades para una expedi-ción
de cuatro personas que, dirigida por el profesor Dember, llegaría a
Tenerife a finales de mes —comienzo de la guerra— para la realización en
el Teide de ensayos eléctricos de fotometría y aerometría; Ratibor, embaja-dor
alemán en España, al marqués de Lema, ministro de Estado, Madrid,
13 julio 1914, AMAE, Política Exterior. Alemania, H 2290.
46 Un estudio de su actividad empresarial en F. QUINTANA NAVARRO,
op. cit., pp. 119-127 y pássim.
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rio en el Archipiélago Canario y que pueda conservarse in-definidamente
nuestra soberanía.
Dados los adelantos modernos en el arte de la guerra,
nuestros escasos medios en lo que toca a escuadra, la im-posibilidad
de poder resistir un bloqueo el Archipiélago por
falta de elementos de vida propia, se impone que hagamos
una política de carácter internacional, es decir, que demos
fácil entrada a peticiones de concesión de las distintas po-tencias,
huyendo estar únicamente en manos de una y tan-to
más si se tiene presente las discordias que minan desde
el punto de vista político aquel Archipiélago y constituye un
peligro grave para la patria 47.
Los dominantes intereses británicos tuvieron que ver, sin
duda, con el hecho de que la solicitud fuese paralizada por las
autoridades competentes de Canarias 48. No obstante, la Woer-mann
Linie había conseguido, como vimos, establecer un depó-sito
de carbón en Las Palmas. En Santa Cruz de Tenerife, don-de
los intereses alemanes lo habían intentado desde 1908 con
la mediación de la Embajada alemana, habría que esperar has-ta
enero de 1913 para ver operar a la compañía Deutsche Kohlen
Depot Geselschaft 49.
Esta mayor presencia alemana en las instalaciones portua-rias
reflejaba el incremento del número de buques de esa na-cionalidad
que entraban en los puertos canarios, especialmente
en el puerto de Las Palmas, que en 1913 era el primero —se-guido
por el de Santa Cruz de Tenerife— de todos los puertos
españoles en número de vapores y en tonelaje, además de ser el
47 Luis Morote, diputado a Cortes por Las Palmas, a Manuel García
Prieto, ministro de Estado, Madrid, 15 febrero 1912, AMAE, Política Exte-rior.
Alemania, H 2290.
48 Está por realizar una investigación minuciosa de las vinculaciones
existentes entre las élites políticas canarias y los intereses extranjeros con-currentes.
Los elementos condicionantes de esta relación han sido señala-dos
en varios trabajos, como el de M.ª TERESA NOREÑA SALTO y JOSÉ MI-GUEL
PÉREZ GARCÍA en la ponencia «Canarias: arcaísmo y modernización
(1876-1931)», presentada al VII Coloquio de Historia Contemporánea de
España, España entre dos siglos (1875-1931). Continuidad y cambio, Si-glo
XXI, Madrid, 1991, pp. 303-313.
49 «Informe sobre el comercio de las Islas Canarias durante el año
1912», Informes Consulares Británicos..., II, p. 849.
JAVIER PONCE MARRERO
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primer puerto de escala del Atlántico oriental 50. También era un
exponente de la competencia anglo-germana, que, a pesar de la
intensificación de las actividades alemanas en el archipiélago, se
saldaba con un dominio incuestionable del capital británico en
los diversos sectores de la economía canaria 51, ya que:
... las empresas [británicas] que tienen sucursales o agentes
que les representan aquí están trabajando el mercado cuida-dosa
y convenientemente. Dominan, con diferencia, la mayor
parte del comercio de las islas y no van a dejar pasar ningu-na
oportunidad de apertura a nuevas líneas de negocios 52.
Esta hegemonía económica de Gran Bretaña en las islas era
especialmente visible en la economía canaria de exportación,
como nos muestran las cifras referidas a los mercados de los
principales productos exportados el año anterior al de inicio de
las hostilidades:
50 F. QUINTANA NAVARRO, op. cit., pp. 37-40, 45-46 y 217.
51 En el negocio turístico debemos reseñar que el Gran Hotel de La
Orotava, en manos de la Kurhaus alemana, pasó de nuevo a ser controlado
en 1913 por la sociedad Taoro, invirtiéndose un importante capital de pro-cedencia
británica. En los servicios públicos, durante el mismo año, una
empresa británica que había obtenido la concesión empezaba importantes
obras destinadas al abastecimiento de agua a Las Palmas y al puerto de La
Luz; «Informe sobre el comercio de las Islas Canarias durante el año 1913»,
Informes Consulares Británicos..., II, pp. 882 y 898.
52 Ibíd., p. 876.
53 Fuente: Expediente sobre la exportación de frutos del país, 1913-
1934, ACCLP (Archivo de la Cámara de Comercio de Las Palmas), lega-jo
110. Elaboración propia.
MERCADOS DE EXPORTACIÓN CANARIA EN 191353
PLÁTANOS
HUACALES
Gran Bretaña 1.996.905 57,2 1.054.653 83,0 238.817 94,9
Alemania 775.797 22,2 175.550 13,8 12.603 5,0
Otros países (incluida Es-paña)
715.749 20,6 40.389 3,2 178 0,1
TOTALES 3.488.451 100 1.270.592 100 251.598 100
TOMATES
ATADOS
PATATAS
CAJAS
Núm. % Núm. % Núm. %
Núm. 48 (2002) 151
LA RIVALIDAD ANGLO-ALEMANA EN CANARIAS EN VÍSPERAS DE LA GRAN GUERRA 19
Sin embargo, la rivalidad anglo-germana se incrementó por
el desarrollo del comercio alemán, que a su hegemonía en las
importaciones canarias de alcohol, cerveza, azúcar y cristalerías,
añadía una importante participación en los suministros de ar-tículos
de ferretería, hierro y acero, papel, tabaco y café 54. En
la antesala de la guerra aumentó incluso el protagonismo ale-mán
en las importaciones de trigo y, más tímidamente, de abo-nos
químicos 55.
El creciente antagonismo de los intereses ingleses y alema-nes
en el archipiélago después del acuerdo franco-alemán que
apartaba a Alemania de Marruecos demuestra que sus iniciati-vas
en Canarias no se relacionaban sólo con su expansión en el
noroeste continental africano, sino que se insertaban en una
geoestrategia más amplia. O sea, podemos concluir que, si bien
la rivalidad anglo-alemana se relacionaba con sus intereses en
Marruecos y el noroeste africano, su ubicación oceánica inser-taba
a las islas en unas preocupaciones geoestratégicas mucho
más amplias. Así, Gran Bretaña, además de su interés en salva-guardar
Gibraltar, tenía, en relación con esto, un interés primor-dial
en salvaguardar su comercio marítimo, cuyo crossroads
principal en las rutas hacia América del Sur y El Cabo lo cons-tituían
las islas Canarias, en donde controlaba sus infraestruc-turas
principales.
Por su parte, el interés de Alemania se debe entender en el
mismo contexto, aunque desde una posición bien distinta, de
inferioridad manifiesta respecto a la que disfrutaba Gran Breta-ña,
ya que su expansión imperialista correspondía a un impulso
tardío, aunque pujante, de su Weltpolitik. Si es cierto que sus
proyectos en el archipiélago se relacionaban con sus intereses
en Marruecos, también respondían, como había tenido presente
el Foreign Office en las negociaciones de Cartagena, a una es-
54 Las importaciones de café y tabaco procedentes de Alemania experi-mentaron,
empero, una rápida caída en 1912 y 1913, respectivamente, coin-cidiendo
con la introducción en gran escala e inmediata supremacía que en
el mercado canario adquirieron el café brasileño y el tabaco estadounidense.
Ya en 1914 no se importó ninguna partida de café o tabaco de Alemania.
55 Cf. «Informe sobre el comercio de las Islas Canarias» durante los
años 1900-1914, Informes Consulares Británicos..., II, pp. 553-933.
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trategia que valoraba la importancia de Canarias por su situa-ción
de tránsito entre las colonias alemanas y la metrópoli,
mayor aún porque, debido a su rezagada expansión imperialis-ta,
Alemania carecía de puntos de apoyo en el Atlántico.
En este sentido, Canarias era el único de los archipiélagos
atlánticos donde podía adquirir algunos puntos de apoyo para
su flota y las comunicaciones con sus colonias, ya que había
sido el último de estos archipiélagos en incorporarse al sistema
defensivo de la Entente por los mencionados Acuerdos de
Cartagena 56. El Auswärtiges Amt no renunció, por tanto, a su
expansión en Canarias tras su pactado alejamiento de Marrue-cos.
El resultado de todo ello fue esta creciente rivalidad entre
Gran Bretaña y Alemania, que anticipó la confrontación estra-tégica
que ambas protagonizaron en las islas durante la Gran
Guerra.
56 ... Alguna gente parece pensar que nosotros no podemos evitar que Ale-mania
adquiera estaciones carboneras... pero, ¿dónde puede adquirir estacio-nes
carboneras no británicas o francesas? Nosotros estamos obligados a de-fender
las posesiones portuguesas. Sólo permanecen por lo tanto disponibles
las posesiones españolas y holandesas, lo cual justificaba —en opinión del
embajador británico en París— la conclusión de lo que sería el canje de
notas de 1907; privado y confidencial, Bertie a Grey, París, 3 enero 1907,
BDOW, VII, núm. 8.