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G E O G R A F Í A Núm. 49 (2003) 351 68 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI. UNA PERSPECTIVA DE LA SOCIEDAD INSULAR DESDE LA DEMOGEOGRAFÍA P O R RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 1. LA COMPLEJIDAD SOCIODEMOGRÁFICA DE LAS ISLAS CANARIAS A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 1.1. Introducción: la población y el poblamiento ante los recientes cambios económicos y territoriales En poco tiempo se han producido mutaciones sociodemo-gráficas de todo tipo y de hondo calado como son: fuerte con-centración urbana, éxodo rural, rápida desagrarización y con-secuentemente terciarización de la economía. Todavía no han sedimentado del todo las secuelas dejadas por esos cambios cuando la sociedad insular se prepara para empezar el siglo XXI con una economía en plena fase expansiva1 desde el punto de vista cuantitativo, presentando una composición, estructura y distribución de gran complejidad, definida por bruscos e inten- 1 El Archipiélago vive un «boom» demográfico parecido al de los años sesenta, coincidiendo con la etapa de desarrollismo que caracteriza a la economía española de la segunda mitad del siglo XX. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 sos cambios socio-territoriales2 y culturales que se caracterizan por su rápida implantación. Hecho este último que deja en el ambiente una cierta sensación de desestructuración social y de despersonalización generalizada ante la pérdida de referentes identitarios como son los valores culturales tradicionales y las costumbres cívico-sociales tan propias de las economías premo-dernas. El comienzo de los cambios comentados se detecta claramen-te a lo largo de la década de los años 50, cuando las islas se empezaron a convertir en un destino preferente de atracción turística. Eso provocará de una parte el progresivo aumento de la llegada de visitantes extranjeros procedentes de países demo-cráticos desarrollados, con hábitos, ideas y creencias profunda-mente diferentes y con un elevado nivel de consumo. Y de otra parte, el aprovechamiento de esta nueva función económica de los territorios insulares va a exigir la creación de servicios e infraestructuras para dar respuesta a la demanda turística, he-cho éste que va a provocar la arribada desde otras comunida-des del Estado español de un importante número de personas con la intención de trabajar en las nuevas instalaciones y servi-cios. Ambos fenómenos, la movilidad habitual turística y la in-migración interregional de tipo económico, conjuntamente con la cada vez mayor influencia de los medios de comunicación y transportes, así como la consolidación de un sistema de liberta-des democráticas, van a determinar cambios sustanciales en la configuración de la nueva sociedad residenciada en las islas durante la primera etapa de estabilización de la «industria» turística. En efecto, la entrada del turismo de masas en la dé-cada de los años cincuenta y principios de los años sesenta va a implicar importantes consecuencias sobre el tipo de comporta-miento individual y colectivo de la población isleña preexistente. 2 Según el ISTAC, entre 1987 y 1995, nada menos que un doce por ciento de la población de derecho (lo que afecta a un total de 178.857 personas) cambió dentro de la región su residencia a otra provincia cana-ria, lo que conlleva casi siempre también un cambio de domicilio habitual hacia una isla diferente de la que se ha nacido. Ello pone en evidencia la importancia que están adquiriendo estos movimientos en el interior del Ar-chipiélago. Núm. 49 (2003) 353 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 3 Uno de los resultados más visibles de estas mutaciones provie-ne de la transición de una sociedad rural casi cerrada, endo-gámica, caracterizada por las relaciones de proximidad (con una fuerte cohesión familiar y social), a una sociedad urbana más abierta, individualista y especializada en servicios, definida por una mayor movilidad social y espacial. En otras palabras, la fi-gura del «ruralita» va a ser progresivamente sustituida por la del «urbanita». Este cambio de paisaje y de paisanaje suscita impactos de diversas repercusiones, con una ruptura de los valores individua-les y colectivos que definían hasta entonces a la sociedad insu-lar: de la familia extensa plurigeneracional se pasa a la familia nuclear (cuando no a la monoparental3) y los lazos familiares se debilitan a pasos agigantados. En poco tiempo se desdibuja y hasta cierto punto se abandona la otrora sacrosanta solidaridad intergeneracional basada en los lazos de sangre, en un determi-nado orgullo de pertenencia a una saga o clan familiar con una sólida cohesión en su seno. La influencia social como elemento vertebrador de la sociedad isleña da paso al individualismo y al distanciamiento de las relaciones interpersonales. Con el trans-curso del tiempo, los procesos de modernización y estandari-zación de nuestra sociedad están incidiendo también en las mutaciones que se van generando en las funciones sociales del matrimonio como institución4, el rol de la mujer y el papel de la educación. Por lo tanto, la situación sociodemográfica que nos encontramos en la actualidad difiere notablemente de la de mediados del siglo XX y se puede definir por una serie de rasgos distintivos, entre los que destacaremos los siguientes. 3 Esta cuestión no deja de tener una notable y espacial incidencia por cuanto que ya en 1996, 73.635 viviendas familiares ocupadas estaban habi-tadas por una sola persona y otras 90.926 por sólo dos personas (Anuario Estadístico de Canarias de 1999, ISTAC). 4 En Canarias, el volumen de separaciones, divorcios y nulidades tota-les registrado dividido entre el número de matrimonios formalmente cele-brado en cada año fue, de acuerdo con los datos del ISTAC, muy superior a los índices del Estado español entre 1991 y 1995. Es más, la tendencia de las rupturas matrimoniales en estos mismos años es la de seguir aumen-tando: 53%, 56%, 62%, 55% y 71%, cuando los índices estatales se inscri-ben en una horquilla comprendida entre el 31% y 41%. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 354 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 1.2. En las dos últimas décadas se aprecian cambios relevantes en la demografía con la reducción del grupo de los jóvenes y el envejecimiento que está experimentando su población Aunque todavía se está lejos de alcanzar la media estatal, es evidente que también en el Archipiélago se asiste a un progresi-vo envejecimiento de las estructuras demográficas5 a causa, de una parte, del descenso de la natalidad y de la fecundidad6 des-de 1975. Y de otra parte, por la reducción de la mortalidad ge-neral, tanto de la infantil (con 5,5 por mil en 1998) como la de la misma gente mayor7. Contrariamente al modelo demográfico que prevaleció durante la primera parte del ciclo turístico (1950- 1975), que se caracterizaba por el aumento del número de na-cimientos y por las bajas tasas brutas de mortalidad, sin embar-go, se implanta a partir de estos momentos, desde mediados de la década de los años setenta, nuevas pautas socio- demográfi-cas en las cuales el rasgo más sobresaliente es el significativo descenso de la natalidad y de la fecundidad, que implica un mayor desarrollo en la moderación del crecimiento vegetativo que como consecuencia de ello se ha reducido en una tercera parte desde 19808. Ambos factores provocan en la estructura 5 La población mayor de 64 años era del 7,3 por ciento en 1981, pasó a ser del 9,5 por ciento en 1991, para alcanzar finalmente un volumen de más del 11,0 por ciento en el año 2001. En sólo veinte años la proporción de mayores se ha incrementado en 4,08 puntos. 6 De 25.000 nacimientos anuales en 1980 se ha pasado a menos de 17.000 en 1996 según el INE. La caída de la tasa bruta de natalidad en un 32 por ciento, ha ido acompañada de un drástico recorte de la fecundidad que ha descendido también desde una media de 3,7 a 1,20 hijos por mujer en edad de procrear. 7 Canarias es, después de la ciudad autónoma de Melilla, la Comunidad española con menor tasa de mortalidad: 7,37 por cada mil habitantes en 1998 (INE), cuando la media del Estado español está en 9,4 por mil para 1999. En el 2001 alcanzó el 6,5 por mil. Los datos sobre mortalidad per-miten comprobar que se está produciendo una disminución relativa tanto en hombres como en mujeres debido al incremento de la esperanza de vida fijada en 84 años para las féminas y en 76 años para los varones. 8 El saldo vegetativo entre 1981 y 1999 no ha hecho más que recortarse Núm. 49 (2003) 355 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 5 demográfica cambios de diferente sentido; por un lado, la dis-minución cada vez más notable del peso de las edades infanto-juveniles9; y de otra parte, la llegada desde el exterior de un contingente cada vez más numeroso de jóvenes y adultos atraí-dos por la demanda laboral. El resultado final no es otro que una progresiva concentración de las edades de la población en los diferentes tramos comprendidos entre los 25 y los 50 años. 1.3. Una nueva redistribución de los residentes en cada una de las islas En Canarias no se ha producido sólo un aumento de la po-blación sino además una redistribución de sus efectivos en el interior de cada una de las islas. Esto último se debe relacionar con las novedosas pautas de comportamiento residencial de los habitantes y que se registra muy especialmente durante las dé-cadas de los años cincuenta y sesenta. A lo largo de los últimos decenios del pasado siglo XX se continúa observando una distri-bución desigual de los efectivos demográficos sobre el territorio de las islas. Sin embargo, aparecen determinados cambios que muestran nuevas tendencias en la ubicación de la población residente, resultado de una evolución cambiante en los compor-tamientos residenciales de la población. Esta movilidad residencial es reflejo de la intensificación de la movilidad a nivel regional, insular e intramunicipal. Es, por así decirlo, la manifestación de un fenómeno de retorno residen-cial a determinados municipios del interior, especialmente a los pasando de 8,9 por mil a sólo 4,13 por mil. El crecimiento vegetativo de Canarias bajó en un 44 por ciento sólo entre 1981 y 1991. La tendencia a corto plazo parece proseguir ese proceso disminuyente, si bien más lenta-mente. 9 La población joven de 0-14 años de edad era del 31 por ciento en 1981. Desde entonces este grupo de edades no ha hecho más que perder peso relativo a un ritmo incesante, como lo demuestra el que en 1991 baje a 22,1 por ciento, en 1995 a 19,37 por ciento y en el 2000 a 17,99 por ciento, si bien es preciso recordar que siempre y en todo este tiempo ha estado por encima de la media española con un diferencial de hasta tres puntos. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 que rodean a las capitales insulares (Las Palmas de Gran Ca-naria, Santa Cruz de Tenerife, Arrecife, Puerto del Rosario o Santa Cruz de La Palma) y hacia los núcleos tradicionales de los principales ejes de comunicación (autovía Las Palmas de G. C. a Maspalomas, Santa Cruz de Tenerife-La Laguna- Tacoronte-La Orotava o Santa Cruz de Tenerife-Candelaria-El Rosario-Arafo). Pero la movilidad comporta también el recono-cimiento de una creciente multirresidencialidad por parte de los canarios que surge cuando el nivel de vida permite acceder a las modernas comunicaciones y a la generalización del vehículo particular. Estos nuevos movimientos residenciales se han de conside-rar en el marco de un proceso de creciente ‘rururbanización’, con el retorno de población hacia los espacios periurbanos y rurales de las islas («neoruralismo»), así como el surgimiento de nuevos núcleos residenciales de trabajadores de los servicios turísticos y de la construcción. Con relación al referido cambio residencial destacaremos al menos algunas cuestiones que nos parecen fun-damentales. CUADRO NÚM. 1 EVOLUCIÓN DE LAS DENSIDADES DE POBLAMIENTO POR ISLAS Y PROVINCIAS 1900 1940 1970 1991 1998 2001 Canarias 48,93 92,37 151,12 200,58 218,88 273 Lanzarote 21,66 32,15 48,63 76,72 100,29 169 Fuerteventura 7,03 8,29 18,81 22,23 29,53 55 Gran Canaria 82,09 180,35 314,02 427,02 458,97 533 Las Palmas 38,8 79,27 135,02 188,87 209,02 252 Tenerife 67,5 128,79 233,02 306,66 333,08 411 La Gomera 42,6 80,51 61,99 43,14 45,38 51,3 La Palma 65,68 90,45 104,16 111,39 110,45 124 El Hierro 28,88 36,46 21,61 26,62 28,54 38 Sta. Cruz de Tenerife 61,03 108,13 170,5 214,67 230,74 145 Fuente: INE e ISTAC. Núm. 49 (2003) 357 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 7 1.3.1. El crecimiento demográfico prosigue a ritmo trepidante Entre enero de 2000 y el mismo mes de 2001 la población canaria ha proseguido su habitual ritmo de crecimiento vertigi-noso pasando de 1.716.276 a 1.781.366 habitantes, lo que su-pone un aumento neto de 65.090 nuevos habitantes en tan sólo un año. La población canaria representa ahora mismo el 4,41 por ciento de la del conjunto del Estado, absorbió el 10,55 por ciento del crecimiento demográfico español interanual y se si-túa en el octavo puesto de las comunidades autónomas según su importancia poblacional. Pero este ritmo de elevado creci-miento no es el resultado de una coyuntura aislada o de un ciclo pasajero. Todo lo contrario. Es, por así decirlo, un ritmo de cre-cimiento trepidante habida cuenta de que viene produciéndose así constantemente desde finales del siglo XIX y, como se apre-cia en el cuadro núm. 2, es el término que mejor define el de-sarrollo demográfico de Canarias durante todo el siglo XX. Como consecuencia de ello la población canaria está adquiriendo cada vez más un mayor peso respecto al de la nación. Lo que se puede ver en el superior y siguientes cuadros. CUADRO NÚM. 2 DISPARIDADES EN EL RITMO DE CRECIMIENTO ENTRE LA POBLACIÓN CANARIA Y ESPAÑOLA, 1900 A 2002 (EN %) 1900-1930 54,8 26,9 1931-1950 42,9 18,7 1951-1975 75,8 28,3 1976-1986 15,1 8,3 1987-1991 1,8 1,0 1992-1996 7,5 2,0 1997-2002 14,8 7,3 Fuente: Censos y padrones oficiales (INE e ISTAC). Etapas Canarias España RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 1.3.2. La población canaria tiende a concentrarse en las islas centrales Las islas capitalinas absorben prácticamente toda la pobla-ción del Archipiélago, quedando un resto muy escaso para distribuirse entre las cinco restantes. Para exponerlo más gráfi-camente, basta con señalar que de cada cien canarios 44,5 vi-ven en Gran Canaria y 41,5 lo hacen en Tenerife; mientras que a las islas de Lanzarote y La Palma le corresponderían 5 habi-tantes a cada una de ellas; 2,5 a Fuerteventura, 1 a La Gomera y tan sólo 0,5 a El Hierro. Con ello se pone de manifiesto el notable desequilibrio existente en cuanto a la distribución de la población se refiere. Pero ese desequilibrio viene acompañado a su vez de otros contrastes no menos graves como es el que en cada una de las islas se está manteniendo y acentuando desni-veles muy relevantes que se han agudizado en las cinco últimas décadas entre las áreas urbanas (ocupadas por la expansión turística y residencial) por un lado y las áreas rurales tradicio-nales por otro. La capitalidad insular es un hecho irrefutable y determi-nante desde cualquier punto de vista que se mire. Las empresas y negocios o cualquier otra actividad no se consideran impor-tantes si no se realizan o se instalan en un ámbito espacial de centralidad inequívoca o principal en la escala de valores esta-blecidos. En este sentido, las capitales insulares han venido so-bresaliendo por el peso e influencia del funcionariado y por la potente centralidad administrativa y económica que ejercen so-bre sus respectivas islas. Por eso precisamente en cualquiera de las siete islas, la población correspondiente al municipio de las CUADRO NÚM. 3 PESO DE LA POBLACIÓN CANARIA EN RELACIÓN CON LA DEL ESTADO (EN %) 1900 1950 1975 1986 1991 1996 2002 1,93 2,83 3,58 3,81 3,93 4,10 4,41 Fuentes: INE e ISTAC. Censos y padrones oficiales. Núm. 49 (2003) 359 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 9 capitales insulares10 sigue concentrando una parte sustancial de sus recursos humanos totales, aun cuando algunas capitales hayan ralentizado su ritmo de crecimiento y puede que incluso estén en trance de reducir el número absoluto de habitantes, puesto que se les escapan ciudadanos debido a la expansión de sus áreas residenciales hacia los términos municipales vecinos, que engloban sus respectivas zonas metropolitanas de influen-cia. Estaríamos, pues, ante una modalidad de éxodo urbano. Las capitales de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Cana-ria, La Gomera y El Hierro absorben prácticamente entre un 40 y hasta más de un 50 por ciento de sus respectivas poblaciones, en tanto que los municipios capitalinos de La Palma y Tenerife contarían entre un 20 y un 30 por ciento de sus correspondien-tes totales insulares. Las demás áreas con densidades elevadas corresponden a los espacios que soportan una actividad turística en grado intensi- CUADRO NÚM. 4 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ISLAS Y PROVINCIAS DE CANARIAS 1900 (%) 1940 (%) 1970 (%) 1986 (%) 1998 (%) 2001 (%) Lanzarote 5,03 3,95 3,65 3,9 5,2 5,7 Fuerteventura 3,2 2 1,59 2,2 3 3,55 Gran Canaria 35,14 40,89 43,53 44,9 43,9 43,12 Las Palmas 43,47 46,84 48,77 51 52,13 52,39 Tenerife 37,8 38,08 42,11 41,9 41,6 41,37 La Gomera 4,32 4,33 2,04 1,2 1 1,08 La Palma 12,76 9,31 6,55 5,5 4,8 4,65 El Hierro 1,86 1,42 0,51 0,5 0,5 0,51 Sta. Cruz de Tenerife 56,74 53,15 51,22 49,1 47,87 47,61 Fuente: INE e ISTAC. 10 Según el Ministerio para las Administraciones Públicas en el año 2001 Canarias contaba con 105.468 empleados públicos que suponen el 4,77 por ciento del total español. De éstos, 22.021 corresponden a la Ad-ministración del Estado, 55.128 a la Comunidad Autónoma, 23.194 a los Ayuntamientos y 4.325 a las Universidades. Este volumen de empleados supone el 17 por ciento de los trabajadores afiliados a la Seguridad Social (al 31-08-2001) en Canarias. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 360 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 vo. El crecimiento vertiginoso de Lanzarote entre 1986 y 2001 ha beneficiado sobre todo a Arrecife11, como capital insular que es, pero no menos que a Yaiza (que ha multiplicado por tres sus efectivos), Tías o San Bartolomé de Lanzarote. Es decir, todo el litoral meridional conejero que se extiende desde Playa Blanca hasta Costa Teguise constituye en la práctica un espacio fuerte-mente humanizado y alterado por las urbanizaciones turísticas, residenciales, avenidas marítimas, red de carreteras, puertos pesqueros y muelles deportivos, polígonos industriales, grandes superficies comerciales y aeropuerto. Igualmente de espectacu-lar es el caso de Fuerteventura cuyo vigoroso crecimiento está posibilitando una expansión urbana sin precedentes a Puerto del Rosario y a los dos extremos de la isla: Corralejo (término mu-nicipal de La Oliva), por el Norte, y Morro Jable (municipio de Pájara), por el Sur. Otro tanto de lo mismo ha sucedido tam-bién en Gran Canaria con los municipios sureños de Santa Lucía12, San Bartolomé de Tirajana y Mogán, estos dos últimos especializados en servicios turísticos, en tanto que el primero se beneficia de la función residencial de trabajadores de los servi-cios, junto al espectacular crecimiento de Telde, en el Nordeste de la isla. A su vez, Santa Brígida y Valsequillo, en el límite del área metropolitana de Las Palmas de Gran Canaria, también se han visto afectados por la creciente expansión de los polígo-nos de viviendas sociales, áreas residenciales de baja densidad y pequeñas urbanizaciones de ‘chalets’ aislados, adosados o pa-reados. 11 Arrecife de Lanzarote ha pasado de 31.387 habitantes en 1986 a con-tar con 48.847 en 2001 debido a la inmigración intrarregional, peninsular y extranjera que agregada a su notable crecimiento vegetativo (con más de 7 por mil entre los años 1995 y 1999) le está generando un crecimiento desbordante. Aunque la expansión urbana se concentra en los barrios de San Francisco Javier o La Vega, en Lanzarote asistimos a un proceso muy dinámico de conurbación en torno a su capital insular en donde participan los núcleos urbanos de los municipios limítrofes de Tías, San Bartolomé y Teguise. 12 En Vecindario es donde se reúne la mayor parte de la población del municipio de Santa Lucía de Tirajana. La población de este término muni-cipal ha pasado de 30.528 habitantes en 1986 a 53.046 en el 2003, convir-tiéndose en el tercero de la provincia y el quinto de la región. Núm. 49 (2003) 361 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 11 En Tenerife los municipios sureños de Granadilla, Adeje, Arona, Guía de Isora y Santiago del Teide, han dado un salto considerable apoyándose en el espectacular crecimiento de la actividad turística, en tanto que Candelaria y El Rosario deben su dinamismo actual a la proximidad con la aglomeración de Santa Cruz de Tenerife-La Laguna. Aunque los desequilibrios subinsulares y comarcales están presentes en todas las islas, los mayores contrastes entre municipios que pierden población y los que ganan en habitantes están localizados en La Palma y La Gomera. Las razones de este fenómeno son más o menos las mismas: por una parte están los núcleos urbanos con fuerte actividad administrativa y de concentración de infraestructuras turísticas y de servicios; y por otra parte, aquellos otros lugares fuertemente caracterizados por las actividades agrícolas o pro-pias del mundo rural que son los que todavía identifican a «una Canarias profunda, arcaica en sus modos de vida y en la explo-taci��n de los recursos naturales, y que, no sin dificultades, se es-fuerza por adaptarse al modelo de desarrollo económico mediante las fórmulas del turismo rural y el reconocimiento de sus valores culturales»13. La isla de La Gomera pierde efectivos humanos en términos generales a excepción de su capital insular (San Sebastián) y los núcleos de Alajeró y Valle de Gran Rey por disponer de urbani-zaciones especializadas en turismo intensivo. Mientras tanto, el resto de esa isla se distingue cada vez más como territorio de ausencias por emigración masiva, por despoblamiento ininte-rrumpido y, sobretodo, por sus estructuras sociodemográficas fuertemente envejecidas. La Palma es otra isla que empieza a perder población y a envejecer. Solamente aumenta la población en el Valle de Aridane, debido a la agricultura intensiva de ex-portación y al dinamismo de los núcleos turísticos de Puerto Naos y Tazacorte. En tanto que Santa Cruz mantiene su poten-cial demográfico por su condición de capital administrativa y portuaria de la isla. Esta histórica ciudad, constreñida físicamen-te a un espacio limitado, extiende su influencia por el Sur ha-cia la zona de Las Breñas hasta Mazo, en donde se localiza el aeropuerto insular, convertida en área residencial con abundante 13 R. PÉREZ GONZÁLEZ (2000), Gran Atlas Temático de Canarias, p. 165. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 presencia de extranjeros europeos, especialmente alemanes, cuyo número se ha incrementado en los últimos años, gracias a los frecuentes enlaces aéreos directos entre aquella isla y las gran-des ciudades alemanas. Agüimes 15.986 22.012 25,88 Arrecife 33.398 44.980 34,67 Arucas 25.986 32.466 24,93 Gáldar 20.370 22.154 8,75 Haría 2.626 4.027 53,35 Ingenio 21.684 24.439 12,7 La Oliva 7.950 10.548 32,68 Puerto del Rosario 16.883 21.296 55,51 San Bartolomé de Lanzarote 6.798 13.030 91,67 Santa Brígida 12.224 17.598 43,96 Santa Lucía de Tirajana 32.732 47.652 45,58 Telde 77.640 87.949 13,27 Teror 10.341 12.042 10,34 Tuineje 7.001 9.843 40,6 Valsequillo 6.467 7.964 21,38 Adeje 9.708 20.255 108,64 Arona 22.721 40.826 79,68 Candelaria 10.688 14.247 33,3 Granadilla 16.884 21.135 26,34 Guía de Isora 11.915 14.982 25,74 La Orotava 35.142 37.438 7,38 Los Realejos 29.829 33.438 12,09 El Rosario 8.103 13.462 66,13 La Laguna 110.895 126.822 16,16 San Miguel 5.118 8.398 64,08 Santa Úrsula 8.599 10.803 25,63 Santiago del Teide 5.914 9.303 57,3 Tacoronte 17.074 20.295 18,86 Fuente: Censos de Población del INE. Elaboración propia. CUADRO NÚM. 5 LOS MUNICIPIOS CON MAYOR CRECIMIENTO DE CANARIAS Variación 1991 2001 en % Núm. 49 (2003) 363 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 13 1.3.3. Densidades medias muy elevadas La densidad media del Archipiélago es de 273,5 habitantes por kilómetro cuadrado para el año 2001, es decir, el triple de la del Estado español14 que también cuenta en esa misma fecha con 81,2 habitantes por kilómetro cuadrado y superada tan sólo por la comunidad de Madrid. Pero en ese aspecto, Canarias, que dentro del conjunto de las islas eurocomunitarias es superada por Guadalupe, Madeira, Martinica y Reunión, presenta contras-tes tan acusados como el de la isla de Gran Canaria con una densidad bruta de 533 habitantes por kilómetro cuadrado al lado de islas como las de Fuerteventura o El Hierro de tan sólo 55 y 38 habitantes por kilómetro cuadrados. 14 La densidad media de España es baja en relación a la Unión Euro-pea. Dentro del Estado español las provincias que cuentan con más de 150 habitantes por kilómetro cuadrado crecen en las zonas costeras como con-secuencia de la acusada litoralización de la población durante los últimos años. GRÁFICO NÚM. 1 MAPA DE DENSIDADES (2001) RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 364 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 Pero desequilibrios como los descritos los podemos encontrar, incluso más acusados todavía si cabe también, dentro de cada isla con municipios como el de Las Palmas de Gran Canaria, con más de 3.500 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a jurisdicciones locales débilmente pobladas como las de Artenara, Tejeda o Mogán con menos de 40 habitantes por kilómetro cua-drado. Por consiguiente, si sumamos la superficie de los 30 municipios, que cuentan con menos de 65 habitantes por kiló-metro cuadrado, veríamos que nada menos que el 52,51 por ciento del territorio canario soporta concentraciones demográfi-cas muy bajas en contraposición con los 28 municipios que cuentan con densidades superiores a 250 habitantes por kilóme-tro cuadrado que representan un escuálido porcentaje del 16,95 por ciento del territorio archipielágico. Nos encontramos, pues, ante un contraste significativo por el que más de la mitad del espacio insular soporta densidades muy bajas en tanto que, en determinados puntos nos encontramos con pequeñas superficies completamente masificadas y con su capacidad de carga en un punto crítico. 1.3.4. Los contrastes intrainsulares y sublocales La representación gráfica de las densidades permiten apre-ciar nítidamente cómo en el interior de determinadas islas exis-ten dos espacios distintos y opuestos. De una parte, el espacio constituido por los municipios de fuerte crecimiento demográfi-co, con estructura por edades predominantemente joven, con residentes activos empleados en el sector servicios (hostelería y comercio) y en donde la población no nacida en ellos alcanza proporciones significativas. Y de otro lado, el espacio que queda al margen del actual sistema socioeconómico canario subordi-nado a la especialización turística. Desde este último espacio de base agroganadera se han desviado los recursos humanos a tra-vés del formidable éxodo rural de los años sesenta-setenta que han culminado en una superterciarización de las actividades productivas15. Las bajas densidades en estas jurisdicciones loca- 15 R. DÍAZ HERNÁNDEZ (2001), «La estructura sociolaboral canaria entre 1950 y 1996: de la primacía del primario a la hegemonía del terciario», Núm. 49 (2003) 365 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 15 les muestran el estado de postración socioeconómica en la que se encuentran. Pero esto último no vincula del todo a aquellos municipios de turismo litoral y de vasta extensión (como son los de La Oliva, Pájara, Yaiza, Adeje, Arona, Guía de Isora, Arico, San Bartolomé de Tirajana o Mogán) cuyas débiles densidades no suelen acusar estos cambios, por eso y a escala sublocal con-viene matizar que allí lo que se pone de manifiesto son los se-rios contrastes entre una franja interior tradicional y poco di-námica frente a un activo corredor litoral ligado a la potente industria del descanso y del ocio16. 1.3.5. Los municipios canarios son los terceros más poblados de España Cierto es también que, en comparación con el resto del Es-tado español, los 87 municipios canarios se acaban de situar en el tercer lugar en cuanto a población media se refiere, detrás de los pertenecientes a las comunidades de Madrid y Murcia, puesto que alcanzan un promedio de 18.466 habitantes y 85,7 kilómetros cuadrados de extensión, según el Ministerio de Ad-ministraciones Públicas (al 11 de octubre de 2001). Pero esas cifras medias esconden fuertes contrastes también. Por ejemplo, en el 63 por ciento vive solamente el 15,07 por ciento de la población canaria, mientras que en el resto vive el otro 84,93 por ciento. En otras palabras: diez municipios canarios no al-canzan aun los dos mil habitantes y concentran entre todos ellos el 0,87 por ciento de la población canaria; 45 municipios cuen-tan con una población comprendida entre los 2.000 y los 10.000 habitantes y juntos llegan a sumar un exiguo 14,23 por ciento de la población regional, en tanto que las restantes 32 jurisdic-ciones que superan los diez mil habitantes concentran el 84,9 por ciento de los recursos humanos de Canarias. comunicación presentada al IV y VI Coloquio de Geografía Urbana y Geo-grafía del Turismo, Ocio y Recreación, celebrados en Las Palmas de Gran Canaria, del 22 al 24 de junio de 1998. A.G.E., Actas, pp. 354-358. 16 Según el ISTAC, durante el año 2000 los doce millones de turistas que visitaron las Islas gastaron en ellas más de dos billones de pesetas. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 1.3.6. Del predominio rural a la hegemonía urbana: una transición en aluvión, desordenada y vertiginosa La explosión urbana focalizada principalmente en las dos capitales provinciales durante los años 50-60 y parte de los se-tenta, con crecimiento desbordante (calificado de macrocefá-lico17), en donde prevaleció la improvisación, espontaneismo en los asentamientos de población y desplanificación al servicio de la especulación desenfrenada del suelo y del negocio inmobilia-rio, integró como pudo los flujos inmigratorios foráneos e intrarregionales, además de un éxodo rural sin precedentes y un elevado crecimiento vegetativo. El resultado de todo ello fue la aparición de unas zonas urbanas desequipadas e inhóspitas. Eso condujo a las principales ciudades a contar con bolsas urbanas de pobreza y marginalidad. A una primera etapa de expansión sucedió una segunda de éxodo urbano o de implosión urbana, con mayor o menor incidencia en las referidas macrourbes y conurbaciones sobresaturadas. Poco después del desarrollismo, la onda expansiva de la explosión urbana alcanzó también en aquellos años a ciudades medias como La Laguna, La Orotava, la conurbación Cruce de Sardina-Vecindario-El Doctoral, en Santa Lucía de Tirajana, o el experimentado por Telde. Simul-táneamente se aprecia un rápido surgir de núcleos urbanos «ex novo» (Morro Jable, Corralejo, Puerto del Carmen, Playa Hon-da, Costa Teguise, Los Cristianos, Playa de Las Américas, Puer-to Naos, etc.) o se reurbanizan núcleos residenciales preexis-tentes que enseguida se erigen como ciudades-dormitorio de trabajadores de los servicios turísticos (aspecto este último que, por ejemplo, en Gran Canaria, se puede comprobar en los emer-gentes enclaves de San Fernando de Maspalomas y El Tablero de San Bartolomé de Tirajana; Arguineguín y Puerto Rico, en Mogán, así como la conurbación Carrizal de Ingenio-Arinaga- Vecindario-El Doctoral, en el Sureste). Un proceso de similares 17 F. MARTÍN GALÁN (ed. en 1984 y 2001), La formación de Las Palmas: ciudad y puerto. Cinco siglos de evolución, coedición de la Junta del Puer-to de La Luz y Las Palmas, Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Cabildo Insular de G. C. y Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria, 524 pp. Núm. 49 (2003) 367 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 17 características se reproduce también en determinadas zonas de las islas de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura coincidiendo con espacios de actividad administrativa, comercial, industrial o tu-rística intensiva bien en sus propios municipios o bien en sus proximidades. 2. TENDENCIAS CONTRADICTORIAS ENTRE CRECIMIENTO Y AGOTAMIENTO URBANO Las últimas tendencias ligadas al nivel de vida18 alcanzado por las nuevas clases medias urbanas, a la mejora de las comu-nicaciones19 y a la generalización de los vehículos particulares20, son la multirresidencia y el retorno de la población de las capi-tales provinciales y aglomeraciones urbanas de cierta importan-cia numérica hacia las áreas residenciales ubicadas en munici- 18 Entre 1955 y 1998 el PIB canario aumentó el 728 por ciento en términos de pesetas constantes, lo que equivale a una tasa anual acu-mulativa del 5 por ciento. La Renta Familiar Disponible bruta creció algo menos en razón del 4,6 por ciento. Canarias, desde 1979, ha superado el 90 por ciento del PIB de la media española, alcanzando el 97,5 por ciento en 1998. El PIB por habitante ha pasado en Canarias de 18.947 pesetas corrientes a 2.244.096 pesetas entre 1959 y 1998, por debajo de las cifras españolas que fueron de 24.312 y 2.301.072 pesetas corrientes en las mis-mas fechas (Fundación BBVA, Renta Nacional de España y su distribución provincial). 19 Las infraestructuras viarias mantienen en Canarias una densidad me-dia de 1,67 kilómetros por cada kilómetro cuadrado. La red de carreteras de titularidad pública asciende a 12.441 kilómetros con referencia a 1998, lo que supone una pérdida de suelo que supera el 6 por ciento de la super-ficie del Archipiélago, cuando la media española o alemana se sitúa en 0,34 o 0,42 por ciento respectivamente. Entre 1993 y 1998 se produjo en ese sentido un crecimiento en la construcción de nuevas carreteras de un 161 por ciento. Dentro de las cifras consideradas no se incluyen la red de pistas rurales, forestales, vías privadas, caminos aptos para el tráfico viario, acce-sos rodados, etc. (Fuente: Consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias, 2002). 20 La evolución del parque automovilístico de Canarias es espectacular puesto que en menos de quince años se ha pasado de 500.000 vehículos a más de un millón doscientas mil unidades. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 pios periurbanos y/o rurales que se encuentran en la isocrona de los 30-45 minutos desde las áreas metropolitanas insulares y/o núcleos muy dinámicos en oferta laboral. Es el resultado del rechazo y de la huida de los inconvenientes de las megaciudades de la etapa desarrollista y que, pese a operaciones de lifting ur-bano de última hora, siguen percibiéndose hostiles y desatrac-tivas21. Eso se pone de manifiesto a través del proceso de difu-sión de la población hacia áreas geográficas más deseables, en un trasiego continuo de búsqueda de una mayor calidad de vida en medios residenciales no intensivamente urbanos o semirru-rales. Este fenómeno implica a veces la recuperación de hábitats semiabandonados durante los años 1950-1970 por el éxodo ru-ral en la periferia metropolitana y cambios en el tipo de fun-ción original de núcleos de residencia secundaria ubicados en diferentes urbanizaciones legales y/o fuera de ordenación, que se convierten de esta manera en asentamientos de residencia principal y permanente. A consecuencia de estos movimientos, determinadas capitales insulares y ciudades importantes han tenido en los últimos años un crecimiento moderado que, en ocasiones, se traduce en pérdida o estancamiento de efectivos humanos en relación con el total de sus respectivas islas22. Esta circunstancia se comprueba a través del aumento de población en los municipios próximos a las capitales, en espacios cercanos a las principales vías de comunicación, en municipios afectados por la actividad turística o en aquellos municipios tradicionales ubicados en el interior. El aumento de viviendas secundarias o desocupadas, principalmente en las dos capitales provinciales, 21 R. DÍAZ HERNÁNDEZ (1989), Origen geográfico de la actual población de Las Palmas de Gran Canaria, C.I.E.S. 22 Según el Padrón de Habitantes aprobado en 1998 por el INE el municipio de Las Palmas de Gran Canaria perdió 2.922 habitantes entre 1996 y 1998. Pero de acuerdo con el ISTAC entre 1988-1998 la capital de Gran Canaria tuvo un saldo migratorio de –16.761 habitantes en la movili-dad de la población entre municipios canarios al registrar 35.777 salidas frente a 19.016 entradas. En cambio los municipios de Teror, Santa Brígida, Firgas, Arucas, Guía, Gáldar, Valsequillo, San Mateo, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana absorben casi la mitad de las salidas de Las Palmas de Gran Canaria al agregar unos 16.719 vecinos a sus respectivas poblaciones en el mismo período. Núm. 49 (2003) 369 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 19 refuerza la idea de que estamos ante un claro proceso de difu-sión urbana23. 2.1. La relación de las metrópolis insulares con sus periferias Estos contramovimientos de retorno a los espacios rurales periféricos en las proximidades de las áreas metropolitanas se pueden considerar, en líneas generales, a través de las siguien-tes tipologías que vamos a exponer sin ningún afán exhaustivo, más que nada porque se trata de un fenómeno complejo, toda-vía poco estudiado en las Islas: 2.1.1. Una de las aspiraciones más deseadas de los canarios es la de poder vivir allí en donde se ha nacido, porque es donde está su ambiente, su familia o sus amigos. Esta propensión no es sólo aplicable a las personas que proceden de ciudades o de determinadas regiones (pueblos o aldeas), sino también respec-to de los propios barrios de las grandes ciudades. Muchos jóve-nes expulsados del interior de las ciudades por los altos precios de las viviendas se van a las afueras, en donde la oferta es más asequible. Pero lo hacen pensando en ahorrar y poder comprar más tarde un piso en una zona céntrica de una ciudad impor-tante. Más cuando deciden volver, ya son mayores, sus hijos se han emancipado, se dispone de un nivel de vida alto y se pare-cen bastante al prototipo de habitantes que suele vivir en el centro (pocos, viejos y acomodados). De lo que se deduce que estamos ante recurrentes movimientos de ida y vuelta y que se 23 Los municipios de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife cuentan actualmente con 18.243 y 8.317 viviendas desocupadas res-pectivamente. En el Archipiélago existen 71.000 pisos vacíos según el Mi-nisterio de Fomento, estando la mayoría concentrados en Gran Canaria y Tenerife (57.238). El Censo de Viviendas del INE de 2002 señala que el 32% de las viviendas que hay en Canarias están registradas como segun-da residencia. Esta cifra ha sufrido una espectacular subida en los últimos 10 años, cuando el índice de viviendas de segunda residencia apenas llega-ba al 15%. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 puede aplicar en este caso el viejo aforismo de que cuanto más joven se es, más lejos de los núcleos urbanos se está. 2.1.2. Lo anterior es compatible con los movimientos de re-torno de prejubilados y jubilados a sus pueblos de origen. Especial-mente los de rentas bajas o aquellos que al finalizar un ciclo vital encuentran razones afectivas o nostálgicas suficientes para regresar al lugar de procedencia al lado de familiares y amigos de la infancia. Dentro de esta tendencia, una modalidad no menos curiosa (y por ello no exenta de cierto clasismo) es la que se conoce como «el viaje a la semilla» y se explica como la nece-sidad de ciertas personas, cuando ya van cumpliendo años o a medida que se van haciendo viejas, de cumplir sueños que aca-riciaron durante su juventud como es la idea de construirse una vivienda o rehabilitar una casa antigua en el pueblo del que con tanto hastío renegaron años atrás. Es como si necesitaran ce-rrar un ciclo mágico por el que se vuelve al punto de partida24. 2.1.3. Inserción de jóvenes agricultores y empresarios agríco-las en el medio rural. Jóvenes con cierta cualificación o profesio-nales, unas veces descendientes de campesinos, otras veces he-rederos o personas en fin con fácil accesibilidad a fincas rústicas, que proyectan actividades y objetivos que a veces van contra corriente. Mientras que la mayoría de los agricultores abandonan el medio rural, ellos optan por vivir en y de la natu-raleza25. Se trata obviamente de desplazamientos minoritarios. 2.1.4. La vivienda secundaria como signo externo de éxito eco-nómico. Existe un cierto mimetismo (en ocasiones por incitación de las mismas agencias publicitarias e inmobiliarias) que ofertan productos de puro geomarketing proponiendo acceder a las vir-tudes del adosado e instrumentalizando comercialmente la in-fluencia ecologista (consumismo ambiental), todo ello arropado con envoltorios de ascenso económico, de éxito social o de estar 24 Esta necesidad se repite hasta en determinados escritores de prestigio-sa trayectoria. Por ejemplo, García Márquez dice que no logró darle forma a su obra hasta que regresó a su Aracataca (norte de Colombia) natal. La novela de Tomás Val titulada Palabras de madera abunda en esta curiosa temática, por otra parte tan reiterada en la literatura creativa y sociológica. 25 M. F. AYALA (2001), «La vuelta al campo», pp. 39-41, La Provincia- DLP, domingo 21 de cctubre. Núm. 49 (2003) 371 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 21 a la última moda (in). De esa forma se ha generado una nece-sidad que considera indispensable el poseer en propiedad una vivienda secundaria o de uso habitual en un paraje rústico o de baja densidad, con vistas panorámicas y proximidad con el me-dio natural, hecho que se traduce en la práctica por el cambio de «urbanita» a «neorrural». 2.1.5. Cierto éxodo de población urbana, a veces diaria o pen-dular, ligados en ocasiones a empleos cualificados en adminis-traciones públicas, privadas y servicios profesionales en las zo-nas agrarias. Empleados de los servicios públicos (Profesores, servicios asistenciales, cuerpos y fuerzas de seguridad, funciona-rios del sistema judicial, etc.) que con frecuencia acaban por fi-jar la residencia en el lugar de trabajo. 2.1.6. Otro movimiento que se observa es el denominado por los expertos como de «larga urbanización»: y que se produce como consecuencia de la mejora de los transportes y de las co-municaciones que han facilitado el que se dinamicen pueblos situados a más de 40 kilómetros de distancia de las grandes ciu-dades, pudiéndose desplazarse diariamente a trabajar. Se predi-ce, además, que el teletrabajo y el autoempleo potenciarán en el futuro este tipo de residencia pegada al medio natural, pero que sin embargo, presenta algunas desventajas entre las que se cuentan la falta de colegios, centros asistenciales26 y servicios equiparables a los núcleos urbanos tradicionales. 2.1.7. Ante los rigores invernales del Viejo Continente, se acrecienta la atracción climatológico-residencial de los europeos oc-cidentales, casi siempre con elevado nivel de ingresos y entrados en años, bajo un efecto parecido al que los sociólogos norteame-ricanos denominan «floridización» o «sun belt»27. 26 A. JIMÉNEZ BARCA (2001), «Así somos, así vivimos», El País Semanal, pp. 71-128. 27 En junio de 1999 y marzo de 2000 pudieron votar por primera vez en las elecciones locales y generales 26.052 extranjeros afincados en las Islas. De ellos, 13.900 estaban en la isla de Tenerife; 5.708 en la de Gran Canaria; 2.530 en La Palma, unos 2.000 en Lanzarote, aproximadamente 700 en La Gomera, 667 en Fuerteventura y sólo 247 en El Hierro. Estas cifras engloban a numerosos alemanes, ingleses y nórdicos que permane-cen largas temporadas en el Archipiélago. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 2.1.8. El mayor dinamismo del mercado de vivienda nueva y usada en municipios agrícolas de tamaño medio y pequeño a pre-cios más asequibles para jóvenes parejas y matrimonios de se-gundas nupcias constituye un aliciente importante. 2.1.9. Desprecio por la vivienda de alquiler y sentimiento de propiedad muy arraigado. En Canarias, desde hace varias gene-raciones, la vivienda en propiedad siempre ha significado una inversión segura. Un símbolo de solvencia y de prestigio social. Las viviendas nuevas y usadas en las zonas céntricas presentan el inconveniente de ofertarse a precios muy elevados. La vivien-da nueva en La Laguna, Las Palmas de G.C. o Santa Cruz de Tenerife suponían cantidades que iban, en 1999, desde las 149.945 a las 172.731 pesetas el metro cuadrado, incrementán-dose esos valores durante los años 2000 a 2002, muy por enci-ma de la media estatal28. Mientras que la vivienda usada en esas mismas localidades costaba entre las 115.548 y las 149.782 pe-setas29. Ante unos precios tan inaccesibles, es lógico que los mercados inmobiliarios periurbanos tengan en estos momentos un mayor atractivo en términos comparativos para las jóvenes parejas. 2.1.10. El efecto nostalgia del paraíso perdido que asocia vida rural con felicidad, es otra forma de atracción nada desdeñable. La opción por abandonar las ciudades impersonales, con fre-cuencia hostiles a ciertas sensibilidades, casi siempre está vincu-lada al fallecimiento de un miembro importante de la familia, un problema de corazón, una insuficiencia respiratoria o, en suma, un acontecimiento impactante que trunca o cambia ra-dicalmente la rutina cotidiana de los sujetos afectados o de sus familiares. 2.1.11. La autoconstrucción de viviendas de primera necesidad social en un momento en que las promociones públicas estaban desbordadas ante el éxodo rural. Sin duda, la apremiante deman-da de viviendas en las décadas de los sesenta y setenta unido 28 Canarias es la quinta comunidad en el ranking de las subidas del precio de la vivienda nueva durante el año 2001 con 12,4 por ciento, cuan-do la media española está en 8,9 por ciento (El País, viernes 4 de enero de 2002, p. 52). 29 ISTAC (2001), Anuario Estadístico de Canarias. Año 1999, p. 262. Núm. 49 (2003) 373 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 23 también a la idiosincrasia del canario, que ante todo desea vivir más independientemente en la periferia, puede tal vez justificar la importancia que ha tenido entre nosotros el fenómeno de la autoconstrucción de viviendas de primera necesidad tanto legal como ilegalmente, o como se prefiere señalar con el tecnicismo de «fuera de ordenación»30. 2.1.12. La evolución del chabolismo y de las infraviviendas tí-picas de las zonas periurbanas en asentamientos urbanos dignamen-te consolidados. Muchos de los antiguos asentamientos de cha-bolas e infraviviendas se han ido dignificando bien por el propio esfuerzo de sus ocupantes o bien gracias a la intervención de las instituciones públicas que han conseguido en determinados casos (La Cabritas o Taco, en Santa Cruz de Tenerife; El Polvo-rín o El Buque de Guerra en Las Palmas de Gran Canaria) mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de clase media baja, tanto vulnerables como excluidos socialmente, aco-modándolos bien en bloques de viviendas sociales, en adosados muy dignos o rehabilitando las viviendas que ya ocupaban31. En todos los casos se consigue el mismo efecto que es el de instalar a estas familias en nuevas barriadas situadas casi siempre en las afueras de las grandes concentraciones. 2.2. La creciente importancia de la dispersión del hábitat y el surgimiento de la «ciudad-isla» En la última década, el territorio canario se ha visto someti-do a la presión combinada de la prosperidad social32 y el desgo- 30 La Consejería de Política Territorial del Gobierno Canario tiene cen-sadas hasta 1997 más de 50.000 viviendas y edificaciones ilegales localiza-das fundamentalmente en las islas centrales y en las proximidades de las capitales provinciales. Después de esa fecha se han abierto alrededor de cuatro mil expedientes sancionadores por la Agencia de Protección del Medio Natural y Urbano. 31 El Gobierno de Canarias viene desarrollando desde 1987 con cierto éxito Planes de Rehabilitación de Viviendas Rurales y un Plan de Erradica-ción del Chabolismo entre 1994-1998. 32 Las viviendas secundarias han pasado de 43.606 unidades en 1981 a 72.824 en 1991, constituyendo un índice de casi un 13 por ciento del Cen- RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 bierno del territorio, dejado de la mano del mercado inmobilia-rio, con lo que se ha multiplicado hasta extremos desconocidos la demanda de suelo para usos residenciales, infraestructuras y zonas de ocio, extendiendo el proceso de suburbanización ini-ciado en los años sesenta hasta consumir cantidades ingentes de suelo agrícola. En este sentido tiene razón L. Fernández- Galiano cuando afirma que «A medida que se desdibujan los límites entre la ciudad y el campo, desflecando las tramas de tejido urbano y contaminando con construcciones azarosas los espacios abiertos del ámbito rural, el paisaje se transforma en una amalgama incierta y heteróclita gobernada por las leyes cambiantes del beneficio y la oportunidad, y este naufragio con-sentido alimenta el fervor por lo que desaparece»33. De la ciu-dad formalizada y compacta, característica del modelo de poblamiento tradicional, se está pasando al asentamiento disper-so de imitación estadounidense. Lo demuestra el crecimiento imparable de urbanizaciones residenciales o la rápida ocupación de las márgenes de las grandes vías de comunicación interur-banas y aledaños de autopistas radiales con radicación de gran-des superficies comerciales y polígonos industriales34. Las gran-des ciudades insulares están optando por una expansión sobre el territorio rural circundante de las infraestructuras y los usos residenciales generando asentamientos escasamente conectados entre sí y propiciando embotellamientos de tráfico en las horas punta para entrar o salir hacia o desde las nuevas zonas resi-denciales a los lugares de trabajo. Con este proceso se est�� desarrollando una ciudad en huida, como una ciudad expandida y sin fin, que en el presente está generando graves alteraciones so de Viviendas de Canarias. Más de la mitad de éstas se encuentran en Gran Canaria y Tenerife. Últimamente el fenómeno de la vivienda secunda-ria se extiende también a las islas periféricas existiendo ya 6.913 en Lanzarote, 4.695 en La Palma, 2.711 en Fuerteventura, 1.370 en La Gomera y 1.139 en El Hierro. 33 L. FERNÁNDEZ-GALIANO (2001), «La Ley de la Tierra», El País, sábado 12 de mayo, p. 31. 34 Los urbanistas denominan este fenómeno con el término inglés de sprawl o balsa de aceite. En Canarias, como en todas partes, los grandes centros de ocio y de compras situados en las afueras han distorsionado y desestructurado la trama urbana generando abundante tráfico. Núm. 49 (2003) 375 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 25 territoriales y paisajísticas al desestructurar los usos agrogana-deros preexistentes para terminar en un futuro no muy lejano enfrentándose a problemas de mantenimiento por su alto coste económico. El imparable «continuum» urbano es paralelo a la creciente y rápida desagrarización del Archipiélago. Sin embargo, y en contra de la lógica que rige al mercado, las zonas agrícolas cada vez menos productivas y rentables en vez de reducir su valor intrínseco lo están acrecentando al menos desde 1983 al intro-ducirse dentro de la oferta urbanística y paraurbanística. En efecto, a principios de los ochenta el precio medio general esta-ba en 2.361,9 euros la hectárea, por encima del promedio esta-tal. Hoy en día el precio de mercado del suelo agrícola se sitúa en 16.155,2 euros la hectáreas, cuando la media nacional está en 5.811,8 euros35. El precio de terrenos para uso agrario en las islas viene siendo uno de los más altos de España, tanto que mientras la evolución de la tasa anual acumulada fue para el conjunto nacional de 5,2 por ciento, en Canarias fue del 12,1 por ciento, es decir, más del doble, entre 1983 y 1997. Por otra parte, el mercado hipotecario de fincas rústicas ha mantenido un dinamismo que en nada se compadece con el bajo nivel que el Valor Añadido Bruto aportado por el sector primario supone para el conjunto de la economía de las Islas, y que durante el quinquenio 1991-1996 no significó más que un escuálido 5 por ciento de la producción total. A menos que se trate de operacio-nes que encubren lavado de dinero negro, no deja de producir cierta extrañeza que las inversiones en suelo agrícola hayan al-canzado cifras récords en los tres últimos años con 725, 617 y 1859 operaciones, que han movilizado créditos hipotecarios del orden de los 35,4; 30,3 y 90,2 millones de euros, respectivamen-te para 1999, 2000 y 2001. Ahora bien la expansión urbana no encaja nada con el índi-ce de viviendas desocupadas (12,17 por ciento), uno de los más altos de la Unión Europea. Hecho este último que no deja indi-ferente a nadie en una región en donde cada vez hay menos matrimonios, la natalidad se ha reducido en más de un 30 por 35 Fuente: Ministerio de Agricultura y Pesca e I.N.E. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 ciento y la tendencia a la desfamiliarización avanza a pasos agigantados. Entonces cabe preguntarse ¿para quién se proyec-ta la explosión constructiva que se está efectuando en Canarias desde hace más de una década y que va más allá incluso de lo que debería representar el sector inmobiliario en una economía que se supone que debe ser equilibrada como corresponde a un país moderno?36 La respuesta parcial a esta cuestión viene dada en que el mercado inmobiliario en su opacidad satisface a la demanda de bienes de uso inmediato, pero además juega un papel de receptor de inversiones especulativas al recibir órdenes orientadas a la reventa de edificaciones, inversiones de la RIC para supuestas oficinas y locales de negocios o se utiliza para el afloramiento de capitales de proveniencia desconocida. 3. CONTINUIDAD DE LOS FLUJOS INMIGRATORIOS HACIA LAS ISLAS El análisis de la evolución de la población de Canarias a lo largo de los últimos años nos muestra el papel decisivo que so-bre su crecimiento tienen los residentes llegados a las islas a través de diferentes agregados foráneos. La conjunción de estas tres principales corrientes de llegadas (inmigrantes peninsulares, residentes extranjeros de descanso, inmigrantes laborales extran-jeros y entrada de personas indocumentadas37), han comporta-do un notable crecimiento demográfico que implica, entre otras cuestiones, que en el Padrón de Habitantes del primero de ene-ro de 2000 la población canaria alcanzara la cifra de 1.716.276 36 El número de empresas de la construcción y la venta de cemento entre 1995 y 1999 han pasado de 6.118 a 8.378 inscritas en el Directorio Central de Empresas y de 1.177.838 Tms. a 1.902.445 Tms. según el Anua-rio Estadístico de Canarias, ISTAC, pp. 262-263. 37 El Archipiélago canario cambió el signo migratorio negativo en los años sesenta. Desde entonces la inmigración se ha impuesto a la emigra-ción siendo significativa su protagonismo y su participación en el crecimien-to absoluto de la población. Entre 1971 y 1986 el saldo migratorio de Ca-narias arrojó 57.359 llegadas más que las salidas. Sólo en los años 1987-1995 entraron en las Islas 117.243 inmigrantes peninsulares y 16.900 extranjeros que suman un total de 134.000 residentes más. Núm. 49 (2003) 377 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 27 habitantes, lo que supone un 6,8 por ciento más respecto al Pa-drón de 1996. En este sentido, Canarias es, después de Madrid, Cataluña y Baleares, la comunidad española que ha experimen-tado un mayor crecimiento poblacional en el último quinque-nio. Si a esta cifra de crecimiento absoluto le restamos la dife-rencia entre nacimientos y defunciones registrados, nos resulta un saldo migratorio positivo y numéricamente destacado38. Esta dinámica demográfica no es extraña al notable crecimiento eco-nómico que vive el Archipiélago que desde marzo de 1996 hasta enero de 2002 ha aumentado su población activa en 190.695 trabajadores, lo que supone un 38,97 por ciento, o sea, más de once puntos por encima de la media nacional. Tan sólo el ejer-cicio correspondiente a 2001 supuso un crecimiento del empleo de 24.261 puestos de trabajo, con lo que se registró una cifra record de inscripciones en la Seguridad Social que terminó di-cho año con 679.974 personas, es decir, un 3,7 por ciento más respecto al 2000. Con una situación así de expansiva, la acen-tuación de las entradas inmigratorias registradas a lo largo de este último decenio del siglo XX se hace imparable en correspon-dencia con las siguientes tipologías de flujos que pasamos a describir. 38 Pese al todavía estimable crecimiento vegetativo registrado en Cana-rias, éste aporta al incremento absoluto de la población menos de un 25 por ciento, siendo el resto el correspondiente al saldo migratorio (Informe anual 2000 y 2001 del Consejo Económico y Social de Canarias). CUADRO NÚM. 6 FACTORES DEL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DE CANARIAS DURANTE 1995 A 2001 Factores de crecimiento En cifras absolutas En % Llegadas desde otras comunidades autónomas (a) 94.901 59,52 Llegadas desde otros países (b) 33.282 20,87 Crecimiento vegetativo (c) 31.282 19,61 Crecimiento total (a+b+c) 159.465 100,00 Fuente: ISTAC. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 3.1. Inmigrantes que proceden de áreas deprimidas que componen la corriente Sur-Norte La mayoría proviene de América Latina y de África. El 65 por ciento de los procedentes de África son magrebíes, siendo el res-to originarios de países subsaharianos ribereños al océano At-lántico. A mucha distancia le siguen los grupos asiático (hin-dúes, pakistaníes, palestinos, filipinos, coreanos, chinos y japoneses) y de la Europa central y oriental. Conforman un contingente inmigratorio emergente cuyo móvil es esencialmen-te laboral y de claro carácter económico. Este grupo inmigrato-rio está experimentando un notable aumento ligado a la crecien-te demanda de mano de obra relacionada con el auge del sector de la construcción, en el que se ha registrado coyunturalmente una coincidencia entre la aceleración de la iniciativa construc-tora del sector privado y un importante plan de inversiones pú-blicas39. La agricultura, los servicios y el comercio también son sectores que vienen demandando gran cantidad de puestos de trabajo en las islas. La expansión de la construcción40 se ha tra-ducido en una intensificación de la llegada de inmigrantes la-borales procedentes mayoritariamente del Magreb, compuesta, en general, por personas con un nivel muy bajo de cualificación socioprofesional41. Desde la perspectiva de que en los primeros años del siglo XXI se anuncia un decaimiento por agotamiento cíclico de la actividad del sector de la construcción, tanto de iniciativa privada como pública, a causa de la finalización de las obras públicas ligadas a los planes de vivienda y de infraes-tructuras, así como de una recesión que extiende su acción pa- 39 En los últimos años se ejecutan planes de infraestructuras, equi-pamientos y dotaciones en todas las Islas con financiación estatal y europea. 40 Véase la cita número 37. 41 La economía sumergida es causa y a la vez consecuencia del incesan-te incremento de la inmigración. Según el periódico La Provincia-DLP (13 de mayo de 2001), reproduciendo el estudio de la Junta de Galicia titulado La Economía Sumergida, el sector informal de la economía canaria movió en 1999 unos 612.000 millones de pesetas, cifra superior al Presupuesto de la C. A. C. para el ejercicio 2002. Núm. 49 (2003) 379 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 29 ralizante al conjunto de las iniciativas productivas, esta pobla-ción inmigrada dudará entre quedarse al margen del mundo laboral y en una situación de paro o verse en la obligación de retornar a sus respectivos países de origen de manera más o menos forzada o cuanto menos no deseada. La situación actual ya es poco estable porque la mayoría poseen contratos de tra-bajo de duración muy corta o disponen de un nivel de precarie-dad muy alta. De acuerdo con estas, circunstancias se puede estimar que posiblemente una parte del contingente actual de extranjeros y peninsulares se quede a vivir en las Islas. Esta situación puede traer consigo un proceso de reunificación familiar que daría lugar a una bolsa de marginación económica y/o de pobreza que podría afectar a miles de personas durante las primeras déca-das del siglo XXI. Los residentes africanos, iberoamericanos, asiá-ticos y de la Europa oriental se aproximan en la actualidad a más treinta mil personas. Respecto de esta población agregada foránea habrá que perfilar nuevas estrategias de integración y de formación para su asimilación en un tiempo razonable. Población canaria 872.179 801.257 1.673.436 Población extranjera 52.379 55.551 107.930 Procedentes de África 9.399 2.727 12.126 Procedentes de Sudamérica 13.432 12.305 25.737 Procedentes de Europa 24.620 37.334 61.954 Otros extranjeros 4.928 3.185 8.113 Fuente: Ministerio del Interior. CUADRO NÚM. 7 EXTRANJEROS EN LAS ISLAS CANARIAS (2002) Origen geográfico Provincia de Las Palmas Provincia de Santa Cruz de Tenerife Canarias Recuérdese las vicisitudes que las islas vivieron durante la recesión económica de mediados de los setenta con el regreso de los expatriados del Sáhara Occidental, cuando todavía la in-tegración de los expulsados de Sidi-Ifni y Guinea Ecuatorial no había concluido. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 3.2. Continuidad del aporte peninsular La expansión del sector de la construcción, de los servicios y la demanda de mano de obra en la pesca y agricultura de ex-portación también ha atraído a otros flujos inmigratorios pro-cedentes de la Península, especialmente de Galicia42 y Portugal. Naturalmente estos últimos no plantean serios problemas de adaptación ni de integración y el retorno a las zonas de parti-da, en la medida en que se vaya enfriando la fase expansiva en los subsectores de la construcción y los servicios, está siendo asumido por sus protagonistas. A veces la permanencia en las islas depende de un cambio en las actividades que desempeñan. 3.3. Aplicación de los tratados de libre circulación de personas por el territorio eurocomunitario Cabe esperar en este sentido la continuación de nuevas lle-gadas a las islas por parte de residentes comunitarios altamente especializados desde el punto de vista socio-profesional, acogi-dos a los tratados de libre circulación de capital humano en el ámbito de la Unión Europea. Su privilegiada vinculación al mundo de las empresas multinacionales y a las grandes cade-nas hoteleras, de transportes, comerciales y financieras, pueden ocasionar impactos sociolaborales significativos en el Archipié-lago. El Acta Única de la Unión establece claramente la ausen-cia de barreras que obstruyan la movilidad de los trabajadores en el seno de los países miembros. Su presencia aquí es amplia-mente mayoritaria en relación con los extranjeros censados, destacando alemanes, británicos y originarios de los países bálticos. 42 La importancia de la colonia gallega en las islas se percibió clara-mente por primera vez en la últimas elecciones autonómicas celebradas por la Comunidad céltica, durante el otoño de 2001, en que las distintas fuer-zas políticas que concurrían a las mismas dedicaron tiempo y esfuerzo a captar apoyos de sus conciudadanos residentes en el Archipiélago. Con cier-ta exageración hemos leído últimamente referencias aparecidas en medios de comunicación peninsulares que afirman que Canarias es la quinta pro-vincia gallega. Núm. 49 (2003) 381 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 31 3.4. Prolongación de la estancia vacacional Finalmente constatar que prosigue el mantenimiento de la tendencia al aumento en el número y duración de la estancia de los residentes extranjeros por motivos de descanso y ocio, muy especialmente por parte de personas de edades maduras y mayores con un buen nivel de vida43. Las prejubilaciones y jubi-laciones de comunitarios a una media de 57-58 años de edad ha aumentado esta tendencia. La colonia alemana de personas mayores que pasa largas temporadas en Canarias ha sido estu-diada recientemente por T. Breuver (Universidad de Regensburg) comprobándose que su número se aproxima a las 90.000 per-sonas. 3.5. Inmigración y rejuvenecimiento de la pirámide de edades Las edades de los inmigrantes repercute en la estructura de edades de Canarias favoreciendo los tramos correspondientes a los jóvenes y adultos. En 1996, el 70 por ciento de los extranje-ros censados estaba por debajo de los 49 años de edad. Por su parte, la inmigración irregular acentúa aun más si cabe los ras-gos enumerados al reforzar con su aportación los peldaños de la pirámide de edades correspondientes a las edades 15-54 años, especialmente los tramos 20-34 años44. El resultado de todo ello es que, al final de las distintas fa-ses de implantación y afianzamiento de las actividades turísti-cas en Canarias, confluyen tres categorías de población residente en la actualidad. Esas categorías son el resultado de los distin- 43 Es frecuente encontrar en los medios de comunicación testimonios como el de Ilsen Dore Scweizer, alemana de 87 años, trabajadora de la industria automovilística jubilada, que vive siete meses al año junto al mar en Las Palmas de Gran Canaria y lo viene haciendo desde hace once años consecutivos. La Provincia-DLP, sábado 22 de diciembre de 2001. 44 J. DOMÍNGUEZ, R. DÍAZ y J. M. PARREÑO (2001), Inmigración extranje-ra e integración. La inmigración irregular en Canarias (1999-2000), p. 125. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 tos flujos migratorios que han venido llegando a las islas en los últimos 50 años. Este hecho implica una coexistencia espacial y temporal de los diferentes grupos poblacionales que se han ido agregando a la población insular de la fase preturística. Este conglomerado nos permite, sin embargo, distinguir: De una parte, la población autóctona, herencia de la situación anterior a la imposición del modelo turístico de masas, confor-mada por las personas y descendientes de la población preexis-tente en las Islas anterior a los años cincuenta. Sobre esta población y su descendencia se agrega posterior-mente un contingente poblacional proveniente de las distintas re-giones de la Península Ibérica. Configuran estos flujos migrato-rios, que van entrando en las islas durante estas cuatro o cinco últimas décadas, una población de aluvión con una identidad cultural diferente a la propia de los insulares. Este hecho pro-voca un primer impacto sociocultural y un cierto aliento a la resistencia en una etapa de colonización y marginación ante el absoluto control administrativo, social y económico del poder central sobre las islas durante el franquismo y la transición preautonómica45. Estos inmigrantes peninsulares incidieron de manera significativa sobre el crecimiento absoluto de la pobla-ción de las islas, tanto desde la perspectiva de los agregados de CUADRO NÚM. 8 IRREGULARES LLEGADOS A CANARIAS (1999-2002) 1999 2000 2001 2002 Total Lanzarote 393 254 959 1.790 3.396 Fuerteventura 1.755 1.858 3.136 7.045 13.793 Gran Canaria — — 33 212 245 Provincia de Las Palmas 2.148 2.112 4.127 9.047 17.434 Fuente: Ministerio del Interior. 45 Lo que en su día provocó el surgimiento de movimientos indepen-dentistas organizados como Canarias Libre, Movimiento para la Indepen-dencia del Archipiélago Canario, la Unión del Pueblo Canario y Pueblo Canario Unido. Núm. 49 (2003) 383 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 33 personas adultas, como de los jóvenes que vienen a trabajar. Se produjo también reagrupamiento familiar con personas del mis-mo origen y se constituyeron a su vez parejas mixtas entre autóctonos y alóctonos. Así como oleadas de retorno bien por jubilación o bien por promoción sociolaboral. Lo que sí se puso de manifiesto es que ambos factores van a provocar un aumen-to de la natalidad al tiempo que también influirán en el sen-sible incremento de la población insular, como ya se ha seña-lado46. A partir de los años ochenta y muy especialmente durante la década de los noventa, se registra una intensificación de los flujos migratorios (cuya insistencia no ha cesado aun) compues-ta por ciudadanos procedentes de distintos países europeos, funda-mentalmente de la Unión Europea. Esta corriente, sostenida to-davía a un buen ritmo, está constituida a su vez por diferentes tipos de contingentes poblacionales: La más importante está formada por una inmigración de corta duración motivada por la búsqueda de descanso y placer. El atractivo climatológico47 y la seguridad son, sin la menor, duda los principales alicientes junto a otras condiciones no menos favorables como son la cercanía relativa, la accesibilidad, los precios y la oportunidad de inversión en el mercado inmobi-liario, tanto de viviendas ubicadas en urbanizaciones residencia-les costeras como en el interior de los pueblos de las Islas o en sus respectivos espacios rurales48. El mercado local de viviendas rurales para su reforma y rentabilización en régimen de alqui-ler o en compraventa se ha activado en todas las Islas, incorpo-rándose a esta tendencia las islas Lanzarote, La Palma, La Gomera y El Hierro49. 46 El Plus de Residencia y la descanarización de las administraciones públicas al objeto de impedir aventuras emancipadoras de corte neoboli-variano. 47 Véase la cita número 43. 48 La Ley Strauss, por la que se premiaba fiscalmente las inversiones alemanas en el exterior, supuso la llegada de cuantiosas inversiones en el Archipiélago, especialmente en el sector turístico. 49 A este respecto véase las citas números 30, 31 y 32, en donde se re-laciona la importancia de las viviendas ilegales y secundarias por Islas. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 El aumento de los residentes extranjeros que vienen a des-cansar y la creciente afluencia de turistas internacionales, que superan ya los doce millones de personas al año, provoca una segunda oleada de entradas de carácter laboral ligada a los resi-dentes europeos que llegan a las Islas con la intención de tra-bajar en ocupaciones de elevada responsabilidad y de alta cua-lificación socioprofesional. La presencia de esta población comunitaria se puede relacionar con la movilidad que estimula la demanda de especialistas del sector turístico, tanto vincula-dos a los tours operators como a las cadenas hoteleras y redes de transportes multinacionales (guías turísticos, técnicos, ani-madores, directivos de hostelería y especialistas de salas de di-versión, espectáculos y recreo). Además se sienten atraídas per-sonas del mundo de los negocios inmobiliarios (oficinas de compraventa de inmuebles, agentes inmobiliarios, intermedia-rios, financieras, etc.) y los empresarios que, en su mayoría, se dedican a negocios relacionados con los servicios, tanto del sec-tor turístico como de las comunicaciones y los transportes. Tam-bién se pueden incluir en este apartado los free lance, teletra-bajadores extranjeros, artistas, creativos, funcionarios y profesiones liberales que viven en su mayoría como autoempleados de for-ma más o menos habitual o con estancias prolongadas en las islas. 4. TERRITORIO, IDENTIDAD Y SOSTENIBILIDAD El paisaje distingue y singulariza al Archipiélago. Las encues-tas demoscópicas y los sociobarómetros cuando preguntan a turistas y nativos coinciden en sus respuestas, casi siempre has-ta en un ochenta por ciento, al señalar que el paisaje es el ras-go diferenciador de las Islas Canarias, seguido de la bondad de un clima inigualable que condiciona estrechamente al territorio con sus usos50. Pero el paisaje es en nuestro caso algo más por-que está íntimamente asociado a la cultura, a las tradiciones y 50 Sociobarómetro del gobierno de Canarias correspondiente a los me-ses de marzo y julio de 2001 publicados en La Provincia-DLP el sábado 24 de marzo, pp. 8-12, y el sábado 28 de julio, pp. 6-12. Núm. 49 (2003) 385 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 35 a las formas de vida tan características de los canarios. En to-das las instancias de la vida insular se tiene conciencia de la fragilidad y escasez del territorio canario, formado por peque-ñas islas volcánicas a poco más de cien kilómetros del desierto más tórrido y extenso del mundo. Pero esa conciencia más o menos generalizada no ha sido capaz de conciliar desarrollo y conservación del recurso más importante y atractivo con que cuenta el Archipiélago como es el paisaje. Aunque parezca con-tradictorio, da la impresión que, después de tantos siglos de pobreza, de calamidades seculares y de emigración, los canarios no tengamos otro referente ni otro objetivo mejor que no sea vivir sin límites lo mejor posible y a costa de lo que sea. La ambición lucrativa y el bienestar individual a escala desmesura-da están produciendo impactos tan brutales sobre el territorio que lo amenazan gravemente: sólo en los últimos cuarenta años hemos ocupado más suelo que en los quinientos precedentes. Consumimos cinco veces más productos fitosanitarios y plagui- GRÁFICO NÚM. 2 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y DE LA ECONOMÍA DE CANARIAS (1996-2001) RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 cidas por hectárea cultivada que cualquiera otra parte del Esta-do español. Hemos desecado las reservas de agua fósil y favore-cido la intrusión marina que saliniza los niveles freáticos. La desforestación y el abandono de las actividades agroganaderas facilitan la erosión y pérdida del suelo vegetal. Ya referimos en otro apartado de este ensayo como el parque móvil se duplicó en poco tiempo. Los 1.553,89 kilómetros de costas presentan graves alteraciones por construcción de nuevos núcleos residen-ciales y turísticos en sus inmediaciones. La contaminación de las orillas del litoral es palpable y los asentamientos urbanos avan-zan ahora con fuerza hacia el interior de las islas cubriendo grandes espacios con carreteras y edificios. El precio que esta-mos pagando por nuestro extraordinario desarrollo supera lo razonable. Las señales de alarma han saltado ya y se pide una inflexión de las tendencias desarrollistas y una reorientación global que limite las leyes del mercado y gobierne sensatamente la gestión del territorio de modo que nos permita garantizar nuestra identidad y nuestra supervivencia. Años atrás los países europeos alumbraron reflexiones que sirvieron para establecer políticas de desarrollo condicionadas a la protección de los re-cursos naturales. Alarmada la sociedad canaria por los efectos destructivos del vigente modelo de desarrollo sobre el territorio ha desencadenado un conjunto de reacciones como la del 12 de enero de 2001 en que el Consejo del Gobierno canario aprueba la ‘moratoria turística’ suspendiendo durante un año, prorroga-ble a dos, la construcción inmediata de casi 200.000 nuevas camas de las 800.000 previstas en los planeamientos insulares y municipales. El 6 de febrero de 2001 entra en vigor el Decreto de Estándares Turísticos, en el que se fijan límites razonables al crecimiento y ocupación del suelo, garantizando el desarrollo de una estructura turística sostenible, respetuosa con el medio ambiente, el territorio y el patrimonio arquitectónico. Y, por úl-timo, se aprueba La Ley 19/2003, de 14 de abril, por la que se aprueban las Directrices de Ordenación General y las Directri-ces de Ordenación del Turismo de Canarias con las cuales se empieza una particular apuesta por un modelo de crecimiento económico equilibrado, no abocado a la catástrofe, como sería el derivado de las previsiones apuntadas, basado en el desarro- Núm. 49 (2003) 387 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 37 llo exclusivo y excesivamente centrado en el turismo. A partir de ahora la capacidad de acogida del Archipiélago debe fijarse de acuerdo con las posibilidades ambientales de las islas y en equi-librio con los demás sectores económicos. Sin duda, lo más im-portante de esta iniciativa a juicio de J. Araujo51 es que se insta al sector servicios a que debe ser precisamente la industria que amenazó la integridad de las islas a convertirse en el principal aliado del desarrollo sostenible. El turismo no sobreviviría si la calidad ambiental del Archipiélago se sigue degradando. La mo-ratoria para la edificación que lleva implícita esta iniciativa ad-quiere un especial relieve en unos momentos en que el peso de los servicios y la construcción hegemoniza toda la dinámica económica y por esta razón se habían impedido en la práctica el desarrollo conjunto y sostenible de casi todos los demás sec-tores productivos de nuestra economía. 5. EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN CANARIA Antes de desarrollar este apartado conviene detenernos en algunas consideraciones conceptuales previas utilizando para ello una frase reciente del profesor Pérez Gozálvez52 que dice que «La edad y el sexo de la población son variables demográfi-cas que tienen influencia directa en su dinamismo natural y en el funcionamiento de los sistemas económico-sociales. A su vez, la estructura por edad y sexo depende y/o tiene interdependen-cia con otras variables demográficas como la fecundidad, la mortalidad o las migraciones, sobre todo las interiores; estas últimas acentúan su «determinismo» sobre la estructura por edades de los grupos humanos de tamaño demográfico reduci-do ». Si aplicamos estas reflexiones a los resultados de los últi-mos censos oficiales se deduciría rápidamente que estamos de lleno en el comienzo de una nueva etapa en la evolución de la 51 J. ARAÚJO (2001), «Un sorbo de alivio», El País, 6 de febrero, p. 28. 52 V. PÉREZ GOZÁLVEZ (2001), «La nueva geodemografía de España», en la Nueva Revista, núm. 77, septiembre-octubre, pp. 4-13. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 población canaria. A pesar del peso que sigue teniendo la juven-tud en el conjunto de la estructura de la población por grupos de edades, uno de los rasgos que primero saltan a la vista y que definen la evolución geodemográfica de la población canaria es el progresivo envejecimiento de sus estructuras poblacionales. Ese hecho empezó a ponerse de manifiesto en 1996 cuando los mayores de 64 años alcanzaron la cifra de 166.521 personas y que las proyecciones del ISTAC anticiparon para el año 2011 que este grupo aumentaría su peso en Canarias a 249.666 per-sonas, que supondrán el 14 por ciento de la población de dere-cho. De entre los factores determinantes y explicativos del pro-ceso de envejecimiento de la población canaria cabe destacar básicamente dos aspectos determinantes: • El descenso de la fecundidad y la natalidad. Y • La reducción de la mortalidad general desde los años cua-renta; destacando especialmente el aumento de la edad media de los fallecimientos a edades cada vez más avan-zadas, así como el notable incremento de la esperanza de vida. Los datos más recientes sobre mortalidad también demues-tran que se producirá una creciente disminución tanto en los hombres como en las mujeres, que verán incrementada su es-peranza de vida en las próximas décadas, por encima de las ci-fras alcanzadas actualmente y que son de: 84 años para las mujeres y 76 para los hombres. Por otro lado, la incidencia de la mortalidad general sobre el proceso de envejecimiento sólo es significativo cuando se registra en las edades superiores53. Por el contrario, si el descenso se produce en el grupo joven de eda- 53 La edad media de las defunciones se ha prolongado considerablemente en la última etapa: en los varones ha pasado de 67,66 años en 1995 a ser de 69,6 años en 1999; mientras que para las mujeres la evolución ha sido desde 75,78 años de media en 1995 a 76,18 años en 1999. Pero estas cifras generales esconden altibajos significativos a nivel de las diferentes islas. Por ejemplo, la duración media de los hombres herreños es la más prolongada del Archipiélago con 76,31 años, en tanto que las palmeras con 79,75 años viven por término medio más tiempo que las canarias de las demás islas (ISTAC). Núm. 49 (2003) 389 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 39 des el resultado obtenido sería un rejuvenecimiento de la estruc-tura de edades de la población. Veamos seguidamente con más detenimiento estas cuestiones empezando por la fecundidad y la natalidad. 5.1. El descenso de la natalidad y la fecundidad 5.1.1. Los cambios en el modelo de comportamiento demográfico y sociocultural: la reducción de la natalidad, la fecundidad y la nupcialidad Como en todas las sociedades occidentales desarrolladas, los cambios en el modelo de comportamiento demográfico y socio-cultural han determinado una clara reducción de la natalidad y de la fecundidad, como se ha puesto de manifiesto anteriormen-te. La nupcialidad también ha experimentado transformaciones relevantes tanto en frecuencia numérica como en las edades de los contrayentes cada vez más avanzadas y con notables dife-rencias por islas. 5.2. La Natalidad y la Mortalidad en Las Islas Canarias La sociedad insular ha sufrido también a lo largo de la se-gunda mitad del pasado siglo XX diferentes impactos vinculados estrechamente a un amplio grupo de variables comportamen-tales a consecuencia de los cambios económicos y sociales a resultas de la introducción de nuevas pautas y valores que han modificado sus rasgos sociodemográficos. De entre todas las consecuencias señaladas, sobresale el creciente descenso del número de nacimientos. En efecto, la natalidad canaria en los últimos treinta años ha sufrido una progresiva merma tanto en relación a su volumen numérico como en relación a sus ta-sas brutas. La natalidad va a registrar desde el principio del si-glo XX una tendencia general a la reducción, pese a contar con anualidades muy destacadas, especialmente durante los años RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 sesenta y principios de los setenta, en que los índices brutos no cedieron casi siempre de 25 por mil54. Desde entonces, esta ten-dencia a la baja, que no se ha interrumpido más que momen-táneamente, proseguirá durante toda la segunda mitad de la referida centuria, fundamentalmente a partir de 1972 en que se obtuvieron 29.007 nacimientos (24,14 por cada mil habitantes) hasta 1998, año en el que se inscriben nada más que 18.546 recién nacidos (que suponen tan sólo el 11,37 por mil). Entre ambos cómputos se abre una diferencia significativa de 13 pun-tos en sólo 26 años a razón de un promedio de 0,5 puntos por anualidad. Esa caída, juntamente con el sostenimiento de una tasa bruta de mortalidad también baja, en torno al 8,4 y 7,6 por mil, para los años 1950 y 1998, respectivamente, pero más pre- 54 ARBELO CURBELO (1990) da cuenta en las pp. 159-162 de su libro Po-blación de Canarias, siglos XV al XX, y sus fenómenos demográficos sanita-rios 1901-1981, Las Palmas de G. C., cómo todavía entre los años 1963 a 1965 se obtenían tasas brutas de natalidad de 27 a 28 por mil. 160.000 120.000 80.000 40.000 0 GRÁFICO NÚM. 3 POBLACIÓN DE MENOS DE 20 AÑOS Núm. 49 (2003) 391 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 41 coz porque se anuncia ya desde antes de 195055, y estancada en los últimos decenios, van a determinar un crecimiento natural cada vez más reducido. Con una tasa bruta de mortalidad de 7,2 por mil para 1999, la Comunidad canaria se sitúa en el lu-gar más bajo del país detrás de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (INE). Con una dinámica interna como la descrita y de proseguir los ritmos y tendencias señalados por medio de los cuales la natalidad sigue estrechando su volumen y la mortalidad repunta ligeramente, el saldo natural resultante no puede hacer otra cosa más que perder peso específico con el paso del tiempo. Véase si no es así la escuálida diferencia entre nacimientos y defunciones que en 2001 se situó en un 3,43 por mil. Puestas las cosas de esta forma, el resultado final es que las tasas y los índices demográficos que se registran en la actualidad no ga-rantizan globalmente el nivel de reposición de la población ca-naria. La tasa bruta de natalidad registrada en el Archipiélago alcanzó en 1996 algo más de un 11 por mil, en 2001 bajó a 9,99 por mil, con pequeñas fluctuaciones entre los índices obtenidos por cada una de las Islas del Archipiélago. Así, las islas de Lanzarote y Fuerteventura están registrando en estos momen-tos los guarismos máximos regionales (13,3 y 14,8 por mil), de-bido a la permanente llegada de contingentes de inmigrantes jóvenes y adultos, lo que explica el mantenimiento de un rit-mo de nacimientos constante, mientras que Gran Canaria56, Tenerife57 y La Palma se estancan, al tiempo que El Hierro y La Gomera experimentan una notable caída de sus respectivos ín-dices. Asimismo, la fecundidad, fórmula de medición que nos muestra la relación entre los nacimientos y el número de muje-res en edad de procrear, también está sufriendo una fuerte ero- 55 Entre 1949, en que la tasa bruta de mortalidad se redujo a un dígito (9,1 por mil) y 1972 en que los índices anuales de natalidad estaban en torno al 25 por mil, es cuando la demografía canaria sufrió una auténtica explosión al obtener saldos vegetativos acumulativos muy elevados que oscilaron entre máximos de 20 por mil y mínimos de 14 por mil. 56 A excepción de municipios como Santa Lucía y Mogán. 57 Salvo Adeje, Arona o Santiago del Teide. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 392 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 42 sión. El índice sintético de fecundidad para el período 1995-1999 fue de 1,21 hijos por mujer, cifra que nos muestra su acelerada reducción sobre todo si la comparamos con anualidades inme-diatamente anteriores. Así vemos que, todavía hace muy pocos años, en 1980, la fecundidad media era de 3,7 hijos por mujer y que, algo más tarde, en 1991, esa cifra se reduce a 1,87 hijos por mujer, prosiguiendo la misma tónica en los años sucesivos. Con todo, no se debe perder de vista que estamos aun por enci-ma de la media del Estado español, que al registrar un 1,1 hi-jos por mujer se sitúa entre los índices más bajos del mundo, por lo que debemos pensar que la tendencia en el futuro será sin duda la de continuar decreciendo progresivamente, si la in-migración no consigue interrumpir esta tónica dominante e in-vertir el sentido de la evolución de esta variable. Es difícil no obstante estimar cuánto margen le falta todavía y por cuánto tiempo seguirá bajando aun el índice de fecundidad, ni cuándo podremos prever una hipotética recuperación y si esta situación se podrá remontar alguna vez a través de estímulos internos o externos. Ante lo cual parece legítimo preguntarse ¿y por qué no implementar políticas recuperadoras de la tasa de natalidad? Muy simple. Primero por que son costosas y porque los incenti-vos económicos por sí solos no consiguen disuadir a las muje-res en edad de procrear para que tengan más hijos. Y, segundo, porque el vigente modelo de sociedad que se ha impuesto en Occidente ha instituido unos valores fijos de competitividad y de nivel de vida exponencialmente al alza ante los cuales muchas parejas se ven impelidas a renunciar a la paternidad a cambio de estabilidad laboral (en el caso de la mujer trabajadora, sobre CUADRO NÚM. 9 FECUNDIDAD Y EDAD MEDIA DE LA MATERNIDAD Núm. medio de hijos/mujer Núm. medio de hijos/mujer Años 2000 2001 2000 España 1,24 1,24 30,73 Canarias 1,27 1,20 29,47 Diferencial 0,03 0,04 1,26 Fuente: ISTAC e I.N.E. Edad media de la maternidad Núm. 49 (2003) 393 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 43 todo), bienestar y capacidad de consumo58. En este contexto los hijos suponen una carga económica y un obstáculo para la pro-moción sociolaboral y la estabilización de las jóvenes parejas. 58 En 1996 un total de 62.755 familias canarias (13,7 por ciento del total) no tenían hijos y 73.000 viviendas (un 15 por ciento del total) esta-ban ocupadas por una sola persona. En 1991 nos encontrábamos con que mientras 4.876 mujeres casadas habían concebido nueve o más hijos cada una, existían en el lado opuesto más de 300.000 mujeres canarias en edad de procrear que no habían tenido ninguno (Anuarios Estadísticos de Cana-rias de 1992 a 1998, ISTAC). CUADRO NÚM. 10 LA TASA BRUTA DE NATALIDAD DE CANARIAS POR ISLAS (1995-1999) Canarias 16.927 18.456 10,46 11,18 Lanzarote 1.001 1.152 14,32 13,36 Fuerteventura 550 792 12,82 14,87 Gran Canaria 7.465 8.101 10,38 10,73 Tenerife 6.862 7.539 10,2 10,12 La Gomera 158 147 9,28 10,14 La Palma 723 653 8,83 8,66 El Hierro 68 72 8,35 8,48 Valores absolutos Valores relativos 1995 1999 1995 (‰ ) 1999 (‰ ) CUADRO NÚM. 11 LA TASA BRUTA DE MORTALIDAD DE CANARIAS POR ISLAS (1995-1999) Valores absolutos Valores relativos 1995 1999 1995 (‰ ) 1999 (‰ ) Variación (‰ ) Canarias 10.096 11.859 6,24 6,71 0,47 Lanzarote 318 517 4,14 5,5 1,36 Fuerteventura 175 243 4,08 4,02 –0,06 Gran Canaria 4.318 5.267 6 6,59 0,59 Tenerife 4.463 4.918 6,63 6,96 0,33 La Gomera 144 115 8,46 6,7 –1,76 La Palma 602 725 7,36 8,46 1,1 El Hierro 76 74 9,33 7,47 –1,86 Fuente: ISTAC. Variación (‰ ) 0,72 –0,96 2,05 0,65 –0,08 0,86 –0,17 0,13 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 394 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 44 Analizando desagregadamente las tasas brutas de natalidad registradas en cada una de las islas para el año 1999 (según el ISTAC) apreciamos las siguientes variaciones: por encima de la media regional se encuentran las islas de Fuerteventura y Lan-zarote, con 14,87 y 13,36 por mil, hecho que se explica por los efectos del impulso económico y el refuerzo de los grupos de eda-des jóvenes a causa de la reciente inmigración. Gran Canaria, Tenerife y La Gomera cuentan con valores coincidentes en gene-ral con los índices medios del Archipiélago. En cambio, en las is-las de La Palma y El Hierro las tasas brutas se alejan por debajo de la media regional, con 8,66 y 8,48 por mil respectivamente. La natalidad en Canarias es, pues, un fenómeno heterogéneo pues-to que todavía existen islas con resistencias a someterse a la tóni-ca descendente general, islas que siguen el ritmo general señala-do e incluso territorios insulares en que la caída de los valores se anticipa sobre el conjunto a una mayor velocidad. El análisis de la fecundidad específica por grupos de edades nos muestra unos índices bajos, resultado de una progresiva reducción a lo largo de la última década de las edades jóvenes. Por otra parte, aumenta ligeramente, o por lo menos no se re-ducen los grupos de edades más elevadas, resultado de la incor-poración de la mujer al mundo laboral antes de su actividad reproductora sin haber conseguido un cierto nivel de éxito o de consolidación profesional y no haber tenido aun tiempo de es-tabilizar económicamente su proyecto de vida. Esta circunstan-cia queda explicitada en la edad media de la maternidad, que en 1999 estaba ya cerca de alcanzar el promedio de los 30 años de edad59. Que la tendencia que se impone en Canarias es la de pocos hijos y a ser posible tenerlos a edades entradas ya en los treinta años nos lo revela el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria en donde nacieron 8.004 niños duran-te el año 2001, de los cuales el 18 por ciento correspondía a madres mayores de 34 años de edad60. Las tasas de reproduc- 59 Según el Anuario Estadístico de Canarias de 1999 (ISTAC), p. 59, la edad media total de las madres canarias está en 29,47. Por islas, en El Hierro es de 30,18 la máxima y las mínimas se encuentran localizadas en La Palma y Fuerteventura con 28,92 y 28,99, respectivamente. 60 La Provincia-DLP (2001): «El Materno Infantil supera la barrera de los 8.000 nacimientos a lo largo del año» (29 de diciembre). Núm. 49 (2003) 395 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 45 ción también son actualmente bajas, situándose ahora mismo en los mínimos de garantía de reposición generacional. La me-dia del Archipiélago canario se encuentra en el índice del 0,65. Su reciente evolución también nos muestra una tendencia cons-tante hacia la reducción de este índice. Parcialmente relaciona-da con las referidas tendencias de las tasas brutas de natalidad, de fecundidad y de reproducción se encuentra también la pro-gresiva disminución del número de matrimonios, que desde 1975 CUADRO NÚM. 12 NATALIDAD, MORTALIDAD Y SALDO VEGETATIVO DE CANARIAS ENTRE 1997 Y 2001 (POR MIL) Años Natalidad Mortalidad 1997 10,69 6,78 3,91 1998 10,55 7,07 3,48 1999 11,22 7,09 4,13 2000 10,76 6,87 3,89 2001 9.99 6,56 3,43 Fuente: ISTAC. Saldo vegetativo en adelante se traduce en un descenso constante de las tasas de nupcialidad. En el pasado no casarse era una extravagancia o una tara. El estado civil de las personas imprimía carácter. Contraer matrimonio era alcanzar la consideración de persona de orden. Lo romántico era no casarse. En cambio hoy en día el matrimonio está empezando a ser un acto de rebeldía a sabiendas que tres de cada cinco parejas se divorcian. En 1981 contrajeron matrimonio un total de 8.575 parejas. Esta cifra experimenta una drástica reducción diez años después, para luego estancarse a partir de 1996, año en que se registran 7.391 nupcias que supusieron una tasa bruta de 4,61 por mil; tres años más tarde, sólo se produjeron 6.062 casamientos. Hay gen-te que se casa por la Iglesia (matrimonio canónigo) y gente que se casa por lo civil. Eso no excluye otras alternativas conviven-ciales al margen del espacio matrimonial y familiar propiamen-te dicho. También se casan personas del mismo sexo, se unen o se confían bajo un mismo techo. Aunque todavía tengamos di-ficultades para acceder a registros estadísticos oficiales, sabemos RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 46 que las parejas de hecho (homosexuales y heterosexuales) están aumentando en las islas cada vez más como corresponde a las sociedades abiertas y permisivas, en donde la tendencia de los humanos es siempre a exacerbar actitudes individualistas (liber-tad de cargas y compromisos limitadores) o a uniones o relacio-nes estables periódicas en vez de continuas. Además de los cam-bios sociales, en donde la soltería emerge como una opción cada vez más aceptada, el fenómeno de la reducción de las cifras de enlaces matrimoniales indica también las numerosas dificulta-des con que se están encontrando los jóvenes para iniciar el proceso de creación de nuevas parejas. En 1997, los índices bru-tos más próximos a la media regional se localizaban en Gran Canaria y Tenerife. En las islas de La Palma, Lanzarote y Fuerteventura la tasa de nupcialidad se distancia un punto como mucho por debajo de los valores totales. En cambio El Hierro y La Gomera se alejan hasta en más de dos puntos de la citada referencia. En este proceso evolutivo sí se aprecia como, prácti-camente desde 1980 en adelante, se están retrasando progresi-vamente las edades de contraer matrimonio. Entre la referida fecha y el momento actual, la edad media de los contrayentes ha aumentado en uno, dos y hasta tres años. Las edades en que predominantemente se suelen celebrar los enlaces matrimonia-les, tanto en los hombres como en las mujeres, se sitúan entre los 25 y los 30 años61, con diferencias notorias entre las distin-tas islas. Por ejemplo, en 1999 la edad media de los varones gomeros al contraer nupcias se situaba en 45,91 años, mientras que sus homólogos herreños eran más precoces con 27,77 años. La media de edad de las mujeres es algo más baja y oscila en-tre los 24,81 años en el caso de las herreñas a los 28,72 de las tinerfeñas. Este cambio contrasta fuertemente con el pasado inmediato puesto que, hace tan sólo tres décadas atrás, la nupcialidad canaria se distinguía por la precocidad de los cón-yuges a la hora de contraer matrimonio62. 61 En el Anuario Social de España de 2001 se dice que en Canarias los varones suelen casarse por término medio a los 30,3 años y las mujeres a los 27,8 años. 62 Señala E. Burriel (Canarias: población y agricultura en una sociedad dependiente, pp. 146-147, Ed. Oikós-Tau,1982) que todavía en la primera Núm. 49 (2003) 397 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI ¿Cómo influye la caída de la tasa de nupcialidad en la nata-lidad? Por tradición y por influencia del cristianismo en los paí-ses de Europa occidental, el descenso actual de la fecundidad se suele asociar con un descenso de la nupcialidad y un aumen-to de la fragilidad de los matrimonios, tal como se aprecia en la creciente tasa de separaciones y divorcios. Sin embargo, la rea-lidad demuestra que las tasas de nupcialidad y de divorcios tie-nen cada vez una menor importancia como variables obstacu-lizadoras o favorecedoras de la fecundidad, debido al incremento de la cohabitación de parejas de hecho fuera de la institución matrimonial y del aumento de las tasas de nacidos al margen del marco oficial del matrimonio formalizado tanto civil como canónicamente. mitad de los setenta el 30 por ciento de las mujeres canarias se casaban con menos de veinte años. 47 GRÁFICO NÚM. 4 PIRÁMIDES DE LA POBLACIÓN CANARIA RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 398 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 5.3. Principales causas y factores que explican la reducción de la natalidad y la fecundidad Los impactos socioculturales del desarrollo del turismo y la modernización que ha traído consigo desde una perspectiva oc-cidental de la sociedad insular, han implicado importantes mu-taciones sobre los rasgos característicos de la población canaria que habitaba en las islas antes de la llegada del turismo de masas. Desde un enfoque demográfico, estos cambios aparecen siempre ligados a transformaciones sociales que se van impo-niendo progresivamente a lo largo de los últimos cuatro dece-nios. De entre todos éstos sobresalen los siguientes: 5.3.1. La progresiva desaparición de la familia extensa y su sustitución por la familia nuclear. Mitología y crisis de la institución nuclear Por definición, la familia constituye un ámbito privilegiado de maduración de las personas, de transmisión de valores, de seguridad económica o afectiva y, en definitiva, de autoprotec-ción de sus componentes. Esta concepción, sin duda tradicional, ha sido hasta hace poco patrimonio exclusivo de las opciones ideológicas conservadoras, en buena medida como resultado de la renuncia de los sectores progresistas a reconocerle un status social positivo. Nuestra sociedad ha descuidado en los últimos años esta figura por lo que se empieza a hablar sin tapujos de incipiente proceso de desfamiliarización. Con el resurgimiento de problemas como la delincuencia juvenil, el fracaso escolar, las desavenencias convivenciales o el creciente endeudamiento, las miradas se vuelven a centrar de nuevo en la maltrecha salud de la institución familiar afectada como es sabido por un sin fin de cuestiones serias y complejas como la incomunicación, desestructuración, subvaloración de su relevancia social o las derivadas de las penurias económicas de una parte considerable de las mismas. Lo cierto es que esta crisis se está haciendo notar externa-mente. La familia actual no responde a las funciones que la 48 Núm. 49 (2003) 399 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI sociedad tradicional le encomendó. De ahí el que se esté produ-ciendo en estos momento un debate tendente a redefinir la ade-cuación de la institución familiar a las nuevas exigencias socia-les y económicas. Se duda poco a estas alturas de que la familia y las situaciones matrimoniales seguirán cambiando todavía más de lo que ya lo vienen haciendo. La existencia de familias con un solo progenitor, con padres no biológicos por adopción o por nuevos y sucesivos matrimonios, con hijos nacidos fuera del matrimonio, el matrimonio de homosexuales o lesbianas, son algunos de los cambios que perdurarán y se extenderán. Nos encontramos, pues, en pleno proceso de deconstrucción y recons-trucción de las figuras del matrimonio y de la familia hacia fór-mulas que poco o nada tienen que ver con el pasado. Y no se trata de una fase meramente coyuntural, con un principio y una fecha de terminación con la que se dan por concluidas las mudanzas, como si de una moda pasajera se tratara; sino de una etapa en la que se está entrando de una forma cada vez más dinámica. Es por lo que, en los últimos años, estamos asis-tiendo a un redescubrimiento de las potencialidades de esta ins-titución y por lo tanto, cualquiera que sea su perfil final, por los efectos positivos que recaen en una sociedad equilibrada, se hace necesario potenciar. Este contexto tan característico de los países avanzados de Europa occidental es fácilmente extrapolable a una sociedad con tanta apertura y liberalidad como históricamente ha sido la ca-naria. Los cambios sociales y culturales que se registran en el Archipiélago desde aproximadamente la mitad del siglo XX im-plican el paso de una sociedad rural, fuertemente agrarizada, por una sociedad urbana con hegemonía del sector servicios. Este hecho comporta la progresiva desaparición de formas tra-dicionales de familia de tipo extensa, troncal o multigenera-cional, que hasta entonces predominaba en la sociedad rural insular desde prácticamente sus orígenes más remotos. Esos rasgos se están perdiendo paulatinamente a la vez que se van sustituyendo por otro modelo de familia nuclear, compuesta por padres, madres e hijos, y que se irá imponiendo en la fase de expansión urbana, con tendencia a ir disminuyendo en cuanto al número de sus componentes, así como normalizando otras 49 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 400 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS alternativas convivenciales toda vez que se empieza a admitir que una familia puede estar formada por cualquier combinación de personas, heterosexuales u homosexuales, que compartan sus vidas de manera íntima (no necesariamente sexual y no necesa-riamente intermediadas por controles administrativos o sociales). Poco a poco se está aceptando que los niños pueden ser tan felices en una familia de adopción como con sus padres biológi-cos, como también se está admitiendo que una familia no está obligada a la fuerza a tener descendencia. Una mujer no tiene por qué sentirse menos mujer porque decide no tener hijos. Según la oficina estadística de la U. E. (EUROSTAT) uno de cada cuatro europeos nacieron en 1997 de padres no casados. Una proporción que va en aumento, porque era sólo del 10 por ciento en 1980. En España también se avanza en esa dirección de forma que de un escaso tres por ciento se ha pasado a un 11,1 por ciento los hijos tenidos o concebidos fuera de la insti-tución matrimonial. El hecho mismo de que las personas estén transformando el concepto tradicional de familia es indicio de una sociedad sana que supera atavismos y se sacude los viejos prejuicios. Dice S. Hite63 que la estructura cambiante de la fa-milia ha hecho que cada vez haya más mujeres al frente de ella. Hoy son muchas las personas (tanto hombres como mujeres), en el mundo occidental, que prefieren renunciar a la institución familiar definida en términos estrictos y crear unas familias con rasgos propios. Esta circunstancia traerá consigo importantes consecuencias en el comportamiento social y geodemográfico de la población insular. En el antiguo modelo de familia extensa campesina, la dimensión de los hogares posibilitaba un refuer-zo de la mano de obra y por lo tanto más ayuda familiar. La dimensión productiva de la familia estaba en íntima relación con el tamaño de la misma, favoreciendo por lo tanto a las más amplias con numerosos miembros, como consecuencia del mo-delo económico imperante en una sociedad premoderna, con limitado uso de los avances tecnológicos. Asimismo, las perso-nas mayores tenían un papel significativo y decisivo en el seno de las familias mientras vivían. En la sociedad urbana, por el 63 Secciones habituales de S. Hite en El País Semanal, 2001. 50 Núm. 49 (2003) 401 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI contrario, el tamaño de la familia implica, en primer lugar, pro-blemas relacionados con la dimensión del espacio, ceñido casi siempre a pisos con pocas habitaciones para la pareja y sus hi-jos que deben conformarse a núcleos familiares medios de tres a cinco miembros por unidad. El precio de los pisos guarda una relación muy íntima con el tamaño de los mismos. Las familias en general no tienen acceso a ingresos complementarios en for-ma de ayuda familiar para hogares más amplios64, ya que el tipo de trabajo en las ciudades es de contratación individual y no familiar como en cierta medida sucedía antiguamente en las fincas agrarias y en las comarcas tomateras con la aparcería como sistema de arrendamiento de tierras cultivables. Poco a poco, estos cambios implican un debilitamiento de los vínculos intergeneracionales y de los valores familiares marca-dos por la tradición. Pero esta situación económica es comple-mentaria a los problemas de alojamiento vinculados al tamaño y a la tipología de las viviendas de los núcleos urbanos, casi siempre menos espaciosas que las rurales. Ambos hechos incidi-rán sobre una progresiva reducción de la dimensión de la fa-milia por una parte, y sobre la problemática de la acogida de personas mayores por otra. Por lo tanto, en la actualidad, pre-domina un tipo de unidad familiar en la que es muy frecuente encontrar conviviendo juntos a un menor número de componen-tes, a consecuencia, por otra parte, de la creciente reducción del número de hijos por mujer en los últimos decenios. Pasamos se-guidamente a comentar el panorama general de la familia en Canarias. 5.3.2. La familia en Canarias al finalizar el siglo XX Para empezar este apartado hay que señalar que el socio-barómetro realizado por el Gobierno canario el pasado mes de julio de 2001 destacaba que el 97,9 por ciento de los encuestados valoraban mucho/bastante a la institución familiar. Sólo un 31,7 por ciento consideraba a la familia como un ente pasado de 64 Hasta el año 2001, España ha venido destinando a la protección fa-miliar un 245 por ciento menos de la media comunitaria (EUROSTAT). 51 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 402 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS moda. Estas valoraciones ponen de manifiesto la fuerte consi-deración que todavía tiene en Canarias el matrimonio y la fa-milia. Pues bien, sobre esta cuestión lo primero que debemos destacar es que en nuestro Archipiélago la mayor parte de la población de derecho vive en familias nucleares (exactamente el 99,4 por ciento para el año 1996)65, distribuidas entre 355.206 familias que disponen de un núcleo, quedando fuera de esta consideración un total de 6.538 personas. Ahora bien, existen 472.567 hogares66, de los cuales 77.356 son hogares no familia-res67 y 12.422 hogares familiares sin núcleo68. En ese mismo es-cenario apreciamos también como las parejas con hijos ascien-den a 234.792 unidades, mientras que las sin hijos suman unas 65.755, en tanto que las familias monoparentales (es decir, aquellas que están constituidas por madres solas con hijos o padres solos con hijos) se elevan a 54.659 unidades. Junto a esas situaciones cabe indicar que en Canarias existen además otras 27.583 familias con dos o más núcleos69; 123.343 hogares con 65 ISTAC (1999), Encuesta de Población. Las familias. Comunidad Autó-noma e Islas. Canarias 1996, 182 pp.+XIV. 66 Se considera hogar a la unidad formada por la totalidad de los indi-viduos que están inscritos en una misma vivienda familiar o alojamiento. Las diferencias entre hogar y familia son dos: 1) El hogar puede ser unipersonal pero la familia no. Y 2) los miembros del hogar no tienen que estar necesariamente emparentados, mientras que los miembros de la fami-lia sí (ISTAC, 1996, p. 8). 67 Se refiere a aquellos hogares compuestos por miembros entre los que no existe ninguna relación de parentesco. Se incluyen aquellos en los que figura únicamente una persona en el hogar (de 16 y más años) y aquellos que se componen de dos o más personas que no presentan ningún vínculo de parentesco con la persona principal (ISTAC, 1996, p. 8). 68 Se trata de hogares cuyos miembros están emparentados entre sí, es decir, pertenecen a una misma familia, sin embargo, entre ellos no existe ninguna relación de tipo paterno-filial o de conyugalidad, por lo tanto no existe ningún núcleo familiar. Este grupo comprende también las familias sin núcleo con otras personas no emparentadas (ISTAC, 1996, p. 8). 69 Se trata de hogares cuyos miembros forman una familia que está compuesta por dos núcleos familiares resultado de la existencia de una o dos relaciones de conyugalidad y/o de filiación entre las personas del ho-gar. De las diferentes combinaciones de dos núcleos posibles dentro de una familia, se consideran: 1) dos parejas sin hijos; b) dos parejas con hijos; c) dos parejas, una con hijos y otra sin hijos y d) dos núcleos monoparentales 52 Núm. 49 (2003) 403 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI personas mayores de 64 años (34,7 por ciento de las familias) y 31.661 hogares con personas mayores de 79 años (8,9 por cien-to de las familias). Y, finalmente, un dato importante de cara a la edad media de emancipación y por ello sociológicamente sig-nificativo proviene del hecho de que casi un 14 por ciento de las familias isleñas convive con hijos de edades comprendidas entre los 25 y 29 años. Como no podía ser menos la aportación foránea a la estructuración familiar del Archipiélago es también relevante si nos atenemos al volumen alcanzado, puesto que supone ya un 25,08 por ciento del total, siendo 50.714 los ho-gares en donde residen inmigrantes procedentes de otras Comu-nidades españolas y 38.441 los formados por inmigrantes extran-jeros. A la vista de lo que acabamos de exponer podemos destacar unas cuantas apreciaciones que por su notorio alcan-ce pasamos a reseñar seguidamente: Primera, las parejas con hijos suponen una amplia mayoría, con un 66,1 por ciento del conjunto de las familias canarias. Pero queda fuera de esta consideración un resto importante. El 33,9 por ciento de las parejas viven solas. Esta cantidad invita a pensar que la familia de toda la vida cada vez lo es menos. En efecto, la mitología sustentada en el hecho de que una persona no es completamente normal si no consigue formar una fami-lia nuclear empieza a agrietarse. Segunda, las parejas sin hijos elevan su participación a un porcentaje de 18,5 por ciento de las familias, cifra nada des-deñable evidentemente. Cada vez habrán más parejas que vi-van solas y esta tónica al parecer tiende a prolongarse en el tiempo. Tercera, las familias monoparentales alcanzan ya el 15,38 por ciento, y se componen (46.406 unidades en 1996) en su mayo-ría por madres solas con hijos70, frente a las 8.253 formadas por padres solos con hijos. con hijos. Incluyen casos de dos padres solos con hijos, dos madres solas con hijos o padre y madre solos con hijos. (ISTAC, 1996, p. 9). 70 Un porcentaje muy elevado de las familias monoparentales están encabezadas por mujeres solas que tienen que criar uno o varios hijos sin ninguna ayuda de nadie. 53 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 404 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Cuarta, un 32,8 por ciento de los hogares canarios acogen a una persona mayor de 64 años o mayor de 79 años. Se trata de una cifra significativa que no debemos perder de vista. En tér-minos comparativos supone un porcentaje ciertamente elevado que nos permitirá esbozar un enfoque socio-asistencial diferen-ciado en relación con los modelos imperantes en las socieda-des occidentales en donde ni por asomo se da una situación pa-recida. Quinta, los jóvenes mayores de edad que siguen conviviendo con sus padres suponen todavía un porcentaje significativo. En Canarias los hijos suelen permanecer bajo el mismo techo de sus progenitores hasta los 29 años por término medio. Lo cual está incidiendo en el retraso de las edades de acceso al matrimonio e indirectamente acortando la duración del tiempo fértil en el caso de las mujeres que planean concebir hijos dentro de la institución familiar. Y sexta, los hogares con población inmigrante procedente del extranjero y de las restantes comunidades españolas alcanzaron una cifra relevante en relación con la estructura familiar regio-nal, con un 18,85 por ciento del total. Podemos concluir este apartado señalando que el número de familias tiende a reducirse a la vez que a tener menos miem-bros por unidad. Cada vez habrá más personas que vivan solas o en familias monoparentales. Cada vez es más frecuente en-contrarnos con familias con cónyuges que estuvieron antes ca-sados o con nuevas familias creadas a partir de casados en se-gundas nupcias. Las parejas de hecho y otras alternativas de cohabitación son también modalidades de conyugalidad a las que debemos acostumbrarnos. 5.3.3. Repercusiones de los cambios señalados en los valores sociales Los referidos cambios, que poco a poco están contribuyendo a subvertir la estructura sociocultural de prevalente signo retar-datario y subdesarrollado, tienen también, como es lógico, sus palpables repercusiones sobre la tipología y los rasgos caracte- 54 Núm. 49 (2003) 405 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI rísticos de la población actual de las Islas. Por ejemplo y para decirlo de un modo muy preciso, las transformaciones socioeco-nómicas incidieron sobre las formas de percepción tradicional de la institución familiar. Las nuevas circunstancias sociodemográ-ficas de las Islas han impactado sobre un tipo determinado de familia tradicional, implicando el surgimiento de fórmulas innovadoras de emparejamiento, aceptación social de la soltería definitiva como opción libremente elegida, aflorando tipos inédi-tos de comportamiento y de conyugalidad en las parejas y en la aparición de perfiles y roles familiares hasta ahora desconoci-dos y, en cierto modo, inaceptados. Podemos aseverar que no existe un modelo unívoco de familia. Aunque incipiente aun, la nueva diversidad en la configuración de las familias forma par-te de un pluralismo positivo, una transición fundamental en la organización de la sociedad, que necesita de una mentalidad abierta y la aportación de nuevas ideas. Si la reproducción ya no es la prioridad más urgente en las sociedades modernas, no es de extrañar que haya una rebelión contra la familia tradicio-nal. Era, para decirlo con palabras de S. Hite, hasta histórica-mente inevitable. Entre las causas más significativas que han venido influyendo sobre estos cambios sociodemográficos, des-tacaremos por su importancia las siguientes: A lo largo de las décadas de implantación del turismo de masas se registró una transición desde una sociedad cerrada, conservadora, tradicional y eminentemente católica hacia una sociedad más abierta, liberal, mestiza y secularizada. Esta secu-larización del pensamiento y de las actitudes conductuales implica a su vez una disminución de la influencia religiosa, al tiempo que se pone en resalte el valor del individuo y su desen-volvimiento personal71. Valga como ejemplo de la citada seculari- 71 El sociobarómetro del Gobierno canario de julio de 2001 señalaba que el 53,5 por ciento de los canarios valora poco o nada la religión. No obstante el 76,2 por ciento asegura que pertenece a alguna religión, mayoritariamente a la católica, frente al 23,2 por ciento que dice no perte-necer a ninguna fe religiosa. La mayoría señala que aun habiendo sido educado religiosamente en su casa, en un 42,2 por ciento nunca o práctica-mente nunca acude a una iglesia. Sólo el 12,8 por ciento confiesa que va una vez a la semana a la iglesia. La fe religiosa es calificada de importante para un 15,1 por ciento de los encuestados. 55 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS zación los cambios que se vienen produciendo en los diferentes tipos de matrimonios. En el año 1991, el 70,9 por ciento de los matrimonios se realizaban a través del matrimonio católico, ci-fra que en los años 1997 y 1998 bajó al 68,1 por ciento. Por otra parte, el tipo de casorio por lo civil ha pasado en los últi-mos años a ser de un 31,9 por ciento72. La evolución de la sociedad canaria ha implicado pues la implantación de un cambio significativo en las ideas y en el comportamiento de las personas que suponen el poder superar sin penosos traumas la concepción y función tradicional del papel del matrimonio, lo que ha supuesto además un debilita-miento del combinado sexualidad-legitimación matrimonial-pro-creación. A partir de ese momento se enfatizan las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva, la opción actual por la procrea-ción se deja a la libre disposición de las parejas, pero al mismo tiempo se impone la práctica de una planificación familiar que se ha convertido en uno de los imperativos que mayor inciden-cia ha tenido en el descenso de la natalidad y de paso como la principal consecuencia de la aceleración del proceso de enveje-cimiento de las estructuras demográficas insulares. La presen-cia de las familias numerosas con más de cuatro hijos, que en 1996 representaban el 52,33 por ciento del total, disminuyen progresivamente. As�� el tamaño medio de los hogares canarios pasó de 3,9 a 3,38 miembros por unidad, entre 1981 y 1996. Los hogares con ningún menor de 6 años pasaron de 313.759 en el año 1991 a ser 383.803 en 1996 (ISTAC,1996). En estos últimos decenios crece, por otra parte, el número de familias con un solo hijo o dos hijos como mucho. Paralelamente en Canarias aumenta el porcentaje de hijos nacidos de madres no casadas (maternidad de adolescentes, sol-teras, viudas, separadas o divorciadas)73. En 1995 y 1996 estos 72 ISTAC, Movimiento Natural de la Población, Cuadernos 3 al 7 de 1997 a 1998. Anuario Social de España 2001. 73 Según A. Arbelo Curbelo la natalidad ilegítima hasta los años cin-cuenta del siglo XX fue elevada oscilando entre un 5 y 7 por ciento de la natalidad general. Desciende luego entre los cincuenta y los sesenta, para empezar a repuntar desde los años setenta en adelante (Población de Cana-rias. Siglos XV al XX, y sus fenómenos demográficos sanitarios 1901-1981, pp. 164-168). 56 Núm. 49 (2003) 407 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI últimos nacimientos alcanzaban el 20,26 y el 22,43 por ciento del conjunto de los nacimientos, cuando en 1975 la maternidad extramatrimonial no llegaba más que al 2,78 por ciento de los nacimientos de mujeres casadas. El sociobarómetro del mes de Julio de 2001 incluía respuestas como que el 84,9 por ciento de la población canaria aprobaba el que una mujer tenga un hijo como madre soltera sin querer mantener relación estable con hombre alguno74. Todos los hechos enumerados implican la exis-tencia de nuevas formas de corresidencia y/o cohabitación que hemos venido señalando hasta aquí. Se aprecia, pues, una cre-ciente importancia de las formas familiares basadas en la coha-bitación, lo que implica también un cambio semántico que sus-tituye al oprobioso concepto de concubinato que empleaba tendenciosamente la sociedad conservadora y tradicional en tiempos pretéritos. Apréciese, además, que el porcentaje de separados/as y divor-ciados/ as se ha duplicado, pasando de 1,9 a 3,3 por ciento so-bre el conjunto de la población entre 1991 y 1996 y las ruptu-ras de parejas tienden a elevarse. La cohabitación se estima también que está aumentando desde mediados de la década de los ochenta a esta parte. De todas las maneras cabe señalar que, en general, no se trata todavía de una opción clara por un es-tilo de vida familiar alternativo, ya que un porcentaje elevado de esta tipología de corresidencia corresponde a segundas o ter-ceras oportunidades de reemparejamiento por parte de personas que antes habían estado casadas. Desde la perspectiva de los cambios económicos durante la mencionada etapa turística, las Islas Canarias se caracterizan por la transición desde una sociedad pobre a una sociedad con un aceptable nivel de bienestar. Pero esta última afirmación no pretende ocultar la existencia de niveles de exclusión social y marginación así como determinadas dificultades económicas y, en suma, la pervivencia de aspectos adversos en cierta medida. 74 Los nacimiento de madres no casadas se multiplican por 2,7 por cien-to al pasar de 1.400 en 1980 a 3.800 en 1996. Al margen de las adolescen-tes que conciben hijos precozmente y sin desearlo, la madre soltera actual responde casi siempre al perfil de mujer mayor de 30 años, independiente, con estatus socioeconómico medio alto y con una profesión. 57 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Por ejemplo, los grandes obstáculos para encontrar empleo por parte de los jóvenes. De acuerdo con la EPA (13.08.2001) la tasa de paro para los menores de 25 años era de 24,36 por ciento, duplicando la media general. Ello es debido, por una parte, a la débil oferta y/o déficit de nuestros viveros de trabajo; y de otra parte, a la existencia de un mercado laboral inflexible y con muchos elementos de precarización en los contratos. Estos pun-tos negativos en el panorama sociolaboral no contribuyen a crear las mínimas garantías de estabilidad con vistas a la for-mación de una familia y menos aún a la procreación intensiva. Así mismo, estos aspectos se complementan con la escasez de viviendas asequibles, circunstancia que está asociada a la espe-culación del suelo y al control oligopolista del mercado residen-cial por los promotores urbanísticos. Se ha producido también un cambio decisivo en el papel que la mujer desempeña en la sociedad insular durante el perío-do turístico, lo que lleva aparejado la superación del trinomio mujer-trabajo-reproducción. El acceso de la mujer al trabajo asalariado extradoméstico también incidirá en los cambios sociodemográficos como no podía ser menos. La tradicional interrelación mujer-trabajo-reproducción sufre los primeros sín-tomas de agrietamiento en igual proporción a medida que se van imponiendo progresivamente los nuevos roles conductuales asu-midos por la mayor parte de las mujeres isleñas. Desde esta perspectiva es muy importante destacar las transformaciones sociológicas que han favoreciendo a su vez cambios sin prece-dentes en el papel desempeñado por las mujeres en la sociedad actual y que se debe relacionar con distintas causas como son el aumento del nivel de instrucción o el proceso de seculariza-ción de las ideas. Es una prueba más de que el desarrollo eco-nómico moderno en sociedades abiertas y democráticas ofrece más autonomía individual a las personas que lo hacen posible. Eso ha generado, entre otros muchos aspectos, la superación del papel de la mujer como madre y como reposo del guerrero. La mujer en los últimos decenios ha tenido a su alcance más posi-bilidades de escolarización, lo que comporta mayores oportuni-dades de acceder a niveles educativos y formativos de máximo rango. Esta última circunstancia ha permitido, a muchas de 58 Núm. 49 (2003) 409 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI ellas, aumentar su participación en el mercado laboral, aun cuando la tasa de paro femenino sea del 17,61 por ciento (EPA), superior en cinco puntos a la media regional. En tiempos preté-ritos, la función de la mujer como madre y criadora de hijos no se acababa nunca hasta cumplir los cincuenta años. En la ac-tualidad se ha reducido considerablemente el período repro-ductivo, tanto en el tiempo de tener los hijos como en el dedi-cado a su crianza. Durante la década de los veinte del siglo que acaba de terminar, el 50 por ciento de las mujeres de entre 35 y 44 años habían tenido cinco o más partos. Este porcentaje se redujo al 14 por ciento en el año 1970, al 8 por ciento en 1985 y al 6 por ciento en 1991. Hay quien advierte que esta tenden-cia puede tal vez interrumpirse parcialmente, porque está emergiendo cierta propensión por la que determinadas personas están descubriendo la paternidad en plena madurez, configuran-do un fenómeno sociodemográfico novedoso, aunque no mucho más. Llegado a este punto cabe señalar que sobre estas circuns-tancias también ha intervenido el descenso de la mortalidad infantil. Recuérdese que en 1900 eran necesarios 5; 6 ó más hijos para poder garantizar la reproducción demográfica de la familia. Y que, en 1950, sólo eran suficientes tres hijos. En cam-bio, actualmente, sólo harían falta un poco más de dos para asegurar la sustitución generacional. La caída de la tasa de mortalidad infantil gracias al avance de la asistencia médico-asistencial ha contribuido de modo decisivo a superar los condicionantes de la reproducción intensiva. Canarias presenta-ba un índice de mortalidad infantil de 5,5 por mil en 1998 por detrás de Ceuta, Galicia, Melilla, Andalucía y Madrid. El resul-tado final es una reducción de la fecundidad como nunca hasta ahora se había podido verificar a lo largo de la historia de nues-tras Islas. Otros aspectos de carácter legislativo o político, como es el caso de la aparición a principios de la década de los años ochen-ta de la Ley de Divorcio o la Ley que regula la interrupción del embarazo, que han significado importantes cambios en los ries-gos de vulnerabilidad de la mujer a lo largo de su vida. Esto último que repercute, de una parte, en el aumento de familias de tipo monoparental; y de otra parte, un mayor cuidado por 59 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 410 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS parte de las mujeres respecto de los hijos que realmente desea tener. Todo
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Calificación | |
Título y subtítulo | Caracterización de la población canaria a comienzos del siglo XXI : una perspectiva de la sociedad insular desde la demografía |
Autor principal | Díaz Hernández, Ramón |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 49 |
Sección | Geografía |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2003 |
Páginas | p. 351-429 |
Materias | Demografía ; Población ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 647256 Bytes |
Texto | G E O G R A F Í A Núm. 49 (2003) 351 68 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI. UNA PERSPECTIVA DE LA SOCIEDAD INSULAR DESDE LA DEMOGEOGRAFÍA P O R RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 1. LA COMPLEJIDAD SOCIODEMOGRÁFICA DE LAS ISLAS CANARIAS A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 1.1. Introducción: la población y el poblamiento ante los recientes cambios económicos y territoriales En poco tiempo se han producido mutaciones sociodemo-gráficas de todo tipo y de hondo calado como son: fuerte con-centración urbana, éxodo rural, rápida desagrarización y con-secuentemente terciarización de la economía. Todavía no han sedimentado del todo las secuelas dejadas por esos cambios cuando la sociedad insular se prepara para empezar el siglo XXI con una economía en plena fase expansiva1 desde el punto de vista cuantitativo, presentando una composición, estructura y distribución de gran complejidad, definida por bruscos e inten- 1 El Archipiélago vive un «boom» demográfico parecido al de los años sesenta, coincidiendo con la etapa de desarrollismo que caracteriza a la economía española de la segunda mitad del siglo XX. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 sos cambios socio-territoriales2 y culturales que se caracterizan por su rápida implantación. Hecho este último que deja en el ambiente una cierta sensación de desestructuración social y de despersonalización generalizada ante la pérdida de referentes identitarios como son los valores culturales tradicionales y las costumbres cívico-sociales tan propias de las economías premo-dernas. El comienzo de los cambios comentados se detecta claramen-te a lo largo de la década de los años 50, cuando las islas se empezaron a convertir en un destino preferente de atracción turística. Eso provocará de una parte el progresivo aumento de la llegada de visitantes extranjeros procedentes de países demo-cráticos desarrollados, con hábitos, ideas y creencias profunda-mente diferentes y con un elevado nivel de consumo. Y de otra parte, el aprovechamiento de esta nueva función económica de los territorios insulares va a exigir la creación de servicios e infraestructuras para dar respuesta a la demanda turística, he-cho éste que va a provocar la arribada desde otras comunida-des del Estado español de un importante número de personas con la intención de trabajar en las nuevas instalaciones y servi-cios. Ambos fenómenos, la movilidad habitual turística y la in-migración interregional de tipo económico, conjuntamente con la cada vez mayor influencia de los medios de comunicación y transportes, así como la consolidación de un sistema de liberta-des democráticas, van a determinar cambios sustanciales en la configuración de la nueva sociedad residenciada en las islas durante la primera etapa de estabilización de la «industria» turística. En efecto, la entrada del turismo de masas en la dé-cada de los años cincuenta y principios de los años sesenta va a implicar importantes consecuencias sobre el tipo de comporta-miento individual y colectivo de la población isleña preexistente. 2 Según el ISTAC, entre 1987 y 1995, nada menos que un doce por ciento de la población de derecho (lo que afecta a un total de 178.857 personas) cambió dentro de la región su residencia a otra provincia cana-ria, lo que conlleva casi siempre también un cambio de domicilio habitual hacia una isla diferente de la que se ha nacido. Ello pone en evidencia la importancia que están adquiriendo estos movimientos en el interior del Ar-chipiélago. Núm. 49 (2003) 353 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 3 Uno de los resultados más visibles de estas mutaciones provie-ne de la transición de una sociedad rural casi cerrada, endo-gámica, caracterizada por las relaciones de proximidad (con una fuerte cohesión familiar y social), a una sociedad urbana más abierta, individualista y especializada en servicios, definida por una mayor movilidad social y espacial. En otras palabras, la fi-gura del «ruralita» va a ser progresivamente sustituida por la del «urbanita». Este cambio de paisaje y de paisanaje suscita impactos de diversas repercusiones, con una ruptura de los valores individua-les y colectivos que definían hasta entonces a la sociedad insu-lar: de la familia extensa plurigeneracional se pasa a la familia nuclear (cuando no a la monoparental3) y los lazos familiares se debilitan a pasos agigantados. En poco tiempo se desdibuja y hasta cierto punto se abandona la otrora sacrosanta solidaridad intergeneracional basada en los lazos de sangre, en un determi-nado orgullo de pertenencia a una saga o clan familiar con una sólida cohesión en su seno. La influencia social como elemento vertebrador de la sociedad isleña da paso al individualismo y al distanciamiento de las relaciones interpersonales. Con el trans-curso del tiempo, los procesos de modernización y estandari-zación de nuestra sociedad están incidiendo también en las mutaciones que se van generando en las funciones sociales del matrimonio como institución4, el rol de la mujer y el papel de la educación. Por lo tanto, la situación sociodemográfica que nos encontramos en la actualidad difiere notablemente de la de mediados del siglo XX y se puede definir por una serie de rasgos distintivos, entre los que destacaremos los siguientes. 3 Esta cuestión no deja de tener una notable y espacial incidencia por cuanto que ya en 1996, 73.635 viviendas familiares ocupadas estaban habi-tadas por una sola persona y otras 90.926 por sólo dos personas (Anuario Estadístico de Canarias de 1999, ISTAC). 4 En Canarias, el volumen de separaciones, divorcios y nulidades tota-les registrado dividido entre el número de matrimonios formalmente cele-brado en cada año fue, de acuerdo con los datos del ISTAC, muy superior a los índices del Estado español entre 1991 y 1995. Es más, la tendencia de las rupturas matrimoniales en estos mismos años es la de seguir aumen-tando: 53%, 56%, 62%, 55% y 71%, cuando los índices estatales se inscri-ben en una horquilla comprendida entre el 31% y 41%. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 354 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 1.2. En las dos últimas décadas se aprecian cambios relevantes en la demografía con la reducción del grupo de los jóvenes y el envejecimiento que está experimentando su población Aunque todavía se está lejos de alcanzar la media estatal, es evidente que también en el Archipiélago se asiste a un progresi-vo envejecimiento de las estructuras demográficas5 a causa, de una parte, del descenso de la natalidad y de la fecundidad6 des-de 1975. Y de otra parte, por la reducción de la mortalidad ge-neral, tanto de la infantil (con 5,5 por mil en 1998) como la de la misma gente mayor7. Contrariamente al modelo demográfico que prevaleció durante la primera parte del ciclo turístico (1950- 1975), que se caracterizaba por el aumento del número de na-cimientos y por las bajas tasas brutas de mortalidad, sin embar-go, se implanta a partir de estos momentos, desde mediados de la década de los años setenta, nuevas pautas socio- demográfi-cas en las cuales el rasgo más sobresaliente es el significativo descenso de la natalidad y de la fecundidad, que implica un mayor desarrollo en la moderación del crecimiento vegetativo que como consecuencia de ello se ha reducido en una tercera parte desde 19808. Ambos factores provocan en la estructura 5 La población mayor de 64 años era del 7,3 por ciento en 1981, pasó a ser del 9,5 por ciento en 1991, para alcanzar finalmente un volumen de más del 11,0 por ciento en el año 2001. En sólo veinte años la proporción de mayores se ha incrementado en 4,08 puntos. 6 De 25.000 nacimientos anuales en 1980 se ha pasado a menos de 17.000 en 1996 según el INE. La caída de la tasa bruta de natalidad en un 32 por ciento, ha ido acompañada de un drástico recorte de la fecundidad que ha descendido también desde una media de 3,7 a 1,20 hijos por mujer en edad de procrear. 7 Canarias es, después de la ciudad autónoma de Melilla, la Comunidad española con menor tasa de mortalidad: 7,37 por cada mil habitantes en 1998 (INE), cuando la media del Estado español está en 9,4 por mil para 1999. En el 2001 alcanzó el 6,5 por mil. Los datos sobre mortalidad per-miten comprobar que se está produciendo una disminución relativa tanto en hombres como en mujeres debido al incremento de la esperanza de vida fijada en 84 años para las féminas y en 76 años para los varones. 8 El saldo vegetativo entre 1981 y 1999 no ha hecho más que recortarse Núm. 49 (2003) 355 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 5 demográfica cambios de diferente sentido; por un lado, la dis-minución cada vez más notable del peso de las edades infanto-juveniles9; y de otra parte, la llegada desde el exterior de un contingente cada vez más numeroso de jóvenes y adultos atraí-dos por la demanda laboral. El resultado final no es otro que una progresiva concentración de las edades de la población en los diferentes tramos comprendidos entre los 25 y los 50 años. 1.3. Una nueva redistribución de los residentes en cada una de las islas En Canarias no se ha producido sólo un aumento de la po-blación sino además una redistribución de sus efectivos en el interior de cada una de las islas. Esto último se debe relacionar con las novedosas pautas de comportamiento residencial de los habitantes y que se registra muy especialmente durante las dé-cadas de los años cincuenta y sesenta. A lo largo de los últimos decenios del pasado siglo XX se continúa observando una distri-bución desigual de los efectivos demográficos sobre el territorio de las islas. Sin embargo, aparecen determinados cambios que muestran nuevas tendencias en la ubicación de la población residente, resultado de una evolución cambiante en los compor-tamientos residenciales de la población. Esta movilidad residencial es reflejo de la intensificación de la movilidad a nivel regional, insular e intramunicipal. Es, por así decirlo, la manifestación de un fenómeno de retorno residen-cial a determinados municipios del interior, especialmente a los pasando de 8,9 por mil a sólo 4,13 por mil. El crecimiento vegetativo de Canarias bajó en un 44 por ciento sólo entre 1981 y 1991. La tendencia a corto plazo parece proseguir ese proceso disminuyente, si bien más lenta-mente. 9 La población joven de 0-14 años de edad era del 31 por ciento en 1981. Desde entonces este grupo de edades no ha hecho más que perder peso relativo a un ritmo incesante, como lo demuestra el que en 1991 baje a 22,1 por ciento, en 1995 a 19,37 por ciento y en el 2000 a 17,99 por ciento, si bien es preciso recordar que siempre y en todo este tiempo ha estado por encima de la media española con un diferencial de hasta tres puntos. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 que rodean a las capitales insulares (Las Palmas de Gran Ca-naria, Santa Cruz de Tenerife, Arrecife, Puerto del Rosario o Santa Cruz de La Palma) y hacia los núcleos tradicionales de los principales ejes de comunicación (autovía Las Palmas de G. C. a Maspalomas, Santa Cruz de Tenerife-La Laguna- Tacoronte-La Orotava o Santa Cruz de Tenerife-Candelaria-El Rosario-Arafo). Pero la movilidad comporta también el recono-cimiento de una creciente multirresidencialidad por parte de los canarios que surge cuando el nivel de vida permite acceder a las modernas comunicaciones y a la generalización del vehículo particular. Estos nuevos movimientos residenciales se han de conside-rar en el marco de un proceso de creciente ‘rururbanización’, con el retorno de población hacia los espacios periurbanos y rurales de las islas («neoruralismo»), así como el surgimiento de nuevos núcleos residenciales de trabajadores de los servicios turísticos y de la construcción. Con relación al referido cambio residencial destacaremos al menos algunas cuestiones que nos parecen fun-damentales. CUADRO NÚM. 1 EVOLUCIÓN DE LAS DENSIDADES DE POBLAMIENTO POR ISLAS Y PROVINCIAS 1900 1940 1970 1991 1998 2001 Canarias 48,93 92,37 151,12 200,58 218,88 273 Lanzarote 21,66 32,15 48,63 76,72 100,29 169 Fuerteventura 7,03 8,29 18,81 22,23 29,53 55 Gran Canaria 82,09 180,35 314,02 427,02 458,97 533 Las Palmas 38,8 79,27 135,02 188,87 209,02 252 Tenerife 67,5 128,79 233,02 306,66 333,08 411 La Gomera 42,6 80,51 61,99 43,14 45,38 51,3 La Palma 65,68 90,45 104,16 111,39 110,45 124 El Hierro 28,88 36,46 21,61 26,62 28,54 38 Sta. Cruz de Tenerife 61,03 108,13 170,5 214,67 230,74 145 Fuente: INE e ISTAC. Núm. 49 (2003) 357 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 7 1.3.1. El crecimiento demográfico prosigue a ritmo trepidante Entre enero de 2000 y el mismo mes de 2001 la población canaria ha proseguido su habitual ritmo de crecimiento vertigi-noso pasando de 1.716.276 a 1.781.366 habitantes, lo que su-pone un aumento neto de 65.090 nuevos habitantes en tan sólo un año. La población canaria representa ahora mismo el 4,41 por ciento de la del conjunto del Estado, absorbió el 10,55 por ciento del crecimiento demográfico español interanual y se si-túa en el octavo puesto de las comunidades autónomas según su importancia poblacional. Pero este ritmo de elevado creci-miento no es el resultado de una coyuntura aislada o de un ciclo pasajero. Todo lo contrario. Es, por así decirlo, un ritmo de cre-cimiento trepidante habida cuenta de que viene produciéndose así constantemente desde finales del siglo XIX y, como se apre-cia en el cuadro núm. 2, es el término que mejor define el de-sarrollo demográfico de Canarias durante todo el siglo XX. Como consecuencia de ello la población canaria está adquiriendo cada vez más un mayor peso respecto al de la nación. Lo que se puede ver en el superior y siguientes cuadros. CUADRO NÚM. 2 DISPARIDADES EN EL RITMO DE CRECIMIENTO ENTRE LA POBLACIÓN CANARIA Y ESPAÑOLA, 1900 A 2002 (EN %) 1900-1930 54,8 26,9 1931-1950 42,9 18,7 1951-1975 75,8 28,3 1976-1986 15,1 8,3 1987-1991 1,8 1,0 1992-1996 7,5 2,0 1997-2002 14,8 7,3 Fuente: Censos y padrones oficiales (INE e ISTAC). Etapas Canarias España RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 1.3.2. La población canaria tiende a concentrarse en las islas centrales Las islas capitalinas absorben prácticamente toda la pobla-ción del Archipiélago, quedando un resto muy escaso para distribuirse entre las cinco restantes. Para exponerlo más gráfi-camente, basta con señalar que de cada cien canarios 44,5 vi-ven en Gran Canaria y 41,5 lo hacen en Tenerife; mientras que a las islas de Lanzarote y La Palma le corresponderían 5 habi-tantes a cada una de ellas; 2,5 a Fuerteventura, 1 a La Gomera y tan sólo 0,5 a El Hierro. Con ello se pone de manifiesto el notable desequilibrio existente en cuanto a la distribución de la población se refiere. Pero ese desequilibrio viene acompañado a su vez de otros contrastes no menos graves como es el que en cada una de las islas se está manteniendo y acentuando desni-veles muy relevantes que se han agudizado en las cinco últimas décadas entre las áreas urbanas (ocupadas por la expansión turística y residencial) por un lado y las áreas rurales tradicio-nales por otro. La capitalidad insular es un hecho irrefutable y determi-nante desde cualquier punto de vista que se mire. Las empresas y negocios o cualquier otra actividad no se consideran impor-tantes si no se realizan o se instalan en un ámbito espacial de centralidad inequívoca o principal en la escala de valores esta-blecidos. En este sentido, las capitales insulares han venido so-bresaliendo por el peso e influencia del funcionariado y por la potente centralidad administrativa y económica que ejercen so-bre sus respectivas islas. Por eso precisamente en cualquiera de las siete islas, la población correspondiente al municipio de las CUADRO NÚM. 3 PESO DE LA POBLACIÓN CANARIA EN RELACIÓN CON LA DEL ESTADO (EN %) 1900 1950 1975 1986 1991 1996 2002 1,93 2,83 3,58 3,81 3,93 4,10 4,41 Fuentes: INE e ISTAC. Censos y padrones oficiales. Núm. 49 (2003) 359 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 9 capitales insulares10 sigue concentrando una parte sustancial de sus recursos humanos totales, aun cuando algunas capitales hayan ralentizado su ritmo de crecimiento y puede que incluso estén en trance de reducir el número absoluto de habitantes, puesto que se les escapan ciudadanos debido a la expansión de sus áreas residenciales hacia los términos municipales vecinos, que engloban sus respectivas zonas metropolitanas de influen-cia. Estaríamos, pues, ante una modalidad de éxodo urbano. Las capitales de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Cana-ria, La Gomera y El Hierro absorben prácticamente entre un 40 y hasta más de un 50 por ciento de sus respectivas poblaciones, en tanto que los municipios capitalinos de La Palma y Tenerife contarían entre un 20 y un 30 por ciento de sus correspondien-tes totales insulares. Las demás áreas con densidades elevadas corresponden a los espacios que soportan una actividad turística en grado intensi- CUADRO NÚM. 4 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ISLAS Y PROVINCIAS DE CANARIAS 1900 (%) 1940 (%) 1970 (%) 1986 (%) 1998 (%) 2001 (%) Lanzarote 5,03 3,95 3,65 3,9 5,2 5,7 Fuerteventura 3,2 2 1,59 2,2 3 3,55 Gran Canaria 35,14 40,89 43,53 44,9 43,9 43,12 Las Palmas 43,47 46,84 48,77 51 52,13 52,39 Tenerife 37,8 38,08 42,11 41,9 41,6 41,37 La Gomera 4,32 4,33 2,04 1,2 1 1,08 La Palma 12,76 9,31 6,55 5,5 4,8 4,65 El Hierro 1,86 1,42 0,51 0,5 0,5 0,51 Sta. Cruz de Tenerife 56,74 53,15 51,22 49,1 47,87 47,61 Fuente: INE e ISTAC. 10 Según el Ministerio para las Administraciones Públicas en el año 2001 Canarias contaba con 105.468 empleados públicos que suponen el 4,77 por ciento del total español. De éstos, 22.021 corresponden a la Ad-ministración del Estado, 55.128 a la Comunidad Autónoma, 23.194 a los Ayuntamientos y 4.325 a las Universidades. Este volumen de empleados supone el 17 por ciento de los trabajadores afiliados a la Seguridad Social (al 31-08-2001) en Canarias. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 360 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 vo. El crecimiento vertiginoso de Lanzarote entre 1986 y 2001 ha beneficiado sobre todo a Arrecife11, como capital insular que es, pero no menos que a Yaiza (que ha multiplicado por tres sus efectivos), Tías o San Bartolomé de Lanzarote. Es decir, todo el litoral meridional conejero que se extiende desde Playa Blanca hasta Costa Teguise constituye en la práctica un espacio fuerte-mente humanizado y alterado por las urbanizaciones turísticas, residenciales, avenidas marítimas, red de carreteras, puertos pesqueros y muelles deportivos, polígonos industriales, grandes superficies comerciales y aeropuerto. Igualmente de espectacu-lar es el caso de Fuerteventura cuyo vigoroso crecimiento está posibilitando una expansión urbana sin precedentes a Puerto del Rosario y a los dos extremos de la isla: Corralejo (término mu-nicipal de La Oliva), por el Norte, y Morro Jable (municipio de Pájara), por el Sur. Otro tanto de lo mismo ha sucedido tam-bién en Gran Canaria con los municipios sureños de Santa Lucía12, San Bartolomé de Tirajana y Mogán, estos dos últimos especializados en servicios turísticos, en tanto que el primero se beneficia de la función residencial de trabajadores de los servi-cios, junto al espectacular crecimiento de Telde, en el Nordeste de la isla. A su vez, Santa Brígida y Valsequillo, en el límite del área metropolitana de Las Palmas de Gran Canaria, también se han visto afectados por la creciente expansión de los polígo-nos de viviendas sociales, áreas residenciales de baja densidad y pequeñas urbanizaciones de ‘chalets’ aislados, adosados o pa-reados. 11 Arrecife de Lanzarote ha pasado de 31.387 habitantes en 1986 a con-tar con 48.847 en 2001 debido a la inmigración intrarregional, peninsular y extranjera que agregada a su notable crecimiento vegetativo (con más de 7 por mil entre los años 1995 y 1999) le está generando un crecimiento desbordante. Aunque la expansión urbana se concentra en los barrios de San Francisco Javier o La Vega, en Lanzarote asistimos a un proceso muy dinámico de conurbación en torno a su capital insular en donde participan los núcleos urbanos de los municipios limítrofes de Tías, San Bartolomé y Teguise. 12 En Vecindario es donde se reúne la mayor parte de la población del municipio de Santa Lucía de Tirajana. La población de este término muni-cipal ha pasado de 30.528 habitantes en 1986 a 53.046 en el 2003, convir-tiéndose en el tercero de la provincia y el quinto de la región. Núm. 49 (2003) 361 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 11 En Tenerife los municipios sureños de Granadilla, Adeje, Arona, Guía de Isora y Santiago del Teide, han dado un salto considerable apoyándose en el espectacular crecimiento de la actividad turística, en tanto que Candelaria y El Rosario deben su dinamismo actual a la proximidad con la aglomeración de Santa Cruz de Tenerife-La Laguna. Aunque los desequilibrios subinsulares y comarcales están presentes en todas las islas, los mayores contrastes entre municipios que pierden población y los que ganan en habitantes están localizados en La Palma y La Gomera. Las razones de este fenómeno son más o menos las mismas: por una parte están los núcleos urbanos con fuerte actividad administrativa y de concentración de infraestructuras turísticas y de servicios; y por otra parte, aquellos otros lugares fuertemente caracterizados por las actividades agrícolas o pro-pias del mundo rural que son los que todavía identifican a «una Canarias profunda, arcaica en sus modos de vida y en la explo-taci��n de los recursos naturales, y que, no sin dificultades, se es-fuerza por adaptarse al modelo de desarrollo económico mediante las fórmulas del turismo rural y el reconocimiento de sus valores culturales»13. La isla de La Gomera pierde efectivos humanos en términos generales a excepción de su capital insular (San Sebastián) y los núcleos de Alajeró y Valle de Gran Rey por disponer de urbani-zaciones especializadas en turismo intensivo. Mientras tanto, el resto de esa isla se distingue cada vez más como territorio de ausencias por emigración masiva, por despoblamiento ininte-rrumpido y, sobretodo, por sus estructuras sociodemográficas fuertemente envejecidas. La Palma es otra isla que empieza a perder población y a envejecer. Solamente aumenta la población en el Valle de Aridane, debido a la agricultura intensiva de ex-portación y al dinamismo de los núcleos turísticos de Puerto Naos y Tazacorte. En tanto que Santa Cruz mantiene su poten-cial demográfico por su condición de capital administrativa y portuaria de la isla. Esta histórica ciudad, constreñida físicamen-te a un espacio limitado, extiende su influencia por el Sur ha-cia la zona de Las Breñas hasta Mazo, en donde se localiza el aeropuerto insular, convertida en área residencial con abundante 13 R. PÉREZ GONZÁLEZ (2000), Gran Atlas Temático de Canarias, p. 165. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 presencia de extranjeros europeos, especialmente alemanes, cuyo número se ha incrementado en los últimos años, gracias a los frecuentes enlaces aéreos directos entre aquella isla y las gran-des ciudades alemanas. Agüimes 15.986 22.012 25,88 Arrecife 33.398 44.980 34,67 Arucas 25.986 32.466 24,93 Gáldar 20.370 22.154 8,75 Haría 2.626 4.027 53,35 Ingenio 21.684 24.439 12,7 La Oliva 7.950 10.548 32,68 Puerto del Rosario 16.883 21.296 55,51 San Bartolomé de Lanzarote 6.798 13.030 91,67 Santa Brígida 12.224 17.598 43,96 Santa Lucía de Tirajana 32.732 47.652 45,58 Telde 77.640 87.949 13,27 Teror 10.341 12.042 10,34 Tuineje 7.001 9.843 40,6 Valsequillo 6.467 7.964 21,38 Adeje 9.708 20.255 108,64 Arona 22.721 40.826 79,68 Candelaria 10.688 14.247 33,3 Granadilla 16.884 21.135 26,34 Guía de Isora 11.915 14.982 25,74 La Orotava 35.142 37.438 7,38 Los Realejos 29.829 33.438 12,09 El Rosario 8.103 13.462 66,13 La Laguna 110.895 126.822 16,16 San Miguel 5.118 8.398 64,08 Santa Úrsula 8.599 10.803 25,63 Santiago del Teide 5.914 9.303 57,3 Tacoronte 17.074 20.295 18,86 Fuente: Censos de Población del INE. Elaboración propia. CUADRO NÚM. 5 LOS MUNICIPIOS CON MAYOR CRECIMIENTO DE CANARIAS Variación 1991 2001 en % Núm. 49 (2003) 363 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 13 1.3.3. Densidades medias muy elevadas La densidad media del Archipiélago es de 273,5 habitantes por kilómetro cuadrado para el año 2001, es decir, el triple de la del Estado español14 que también cuenta en esa misma fecha con 81,2 habitantes por kilómetro cuadrado y superada tan sólo por la comunidad de Madrid. Pero en ese aspecto, Canarias, que dentro del conjunto de las islas eurocomunitarias es superada por Guadalupe, Madeira, Martinica y Reunión, presenta contras-tes tan acusados como el de la isla de Gran Canaria con una densidad bruta de 533 habitantes por kilómetro cuadrado al lado de islas como las de Fuerteventura o El Hierro de tan sólo 55 y 38 habitantes por kilómetro cuadrados. 14 La densidad media de España es baja en relación a la Unión Euro-pea. Dentro del Estado español las provincias que cuentan con más de 150 habitantes por kilómetro cuadrado crecen en las zonas costeras como con-secuencia de la acusada litoralización de la población durante los últimos años. GRÁFICO NÚM. 1 MAPA DE DENSIDADES (2001) RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 364 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 Pero desequilibrios como los descritos los podemos encontrar, incluso más acusados todavía si cabe también, dentro de cada isla con municipios como el de Las Palmas de Gran Canaria, con más de 3.500 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a jurisdicciones locales débilmente pobladas como las de Artenara, Tejeda o Mogán con menos de 40 habitantes por kilómetro cua-drado. Por consiguiente, si sumamos la superficie de los 30 municipios, que cuentan con menos de 65 habitantes por kiló-metro cuadrado, veríamos que nada menos que el 52,51 por ciento del territorio canario soporta concentraciones demográfi-cas muy bajas en contraposición con los 28 municipios que cuentan con densidades superiores a 250 habitantes por kilóme-tro cuadrado que representan un escuálido porcentaje del 16,95 por ciento del territorio archipielágico. Nos encontramos, pues, ante un contraste significativo por el que más de la mitad del espacio insular soporta densidades muy bajas en tanto que, en determinados puntos nos encontramos con pequeñas superficies completamente masificadas y con su capacidad de carga en un punto crítico. 1.3.4. Los contrastes intrainsulares y sublocales La representación gráfica de las densidades permiten apre-ciar nítidamente cómo en el interior de determinadas islas exis-ten dos espacios distintos y opuestos. De una parte, el espacio constituido por los municipios de fuerte crecimiento demográfi-co, con estructura por edades predominantemente joven, con residentes activos empleados en el sector servicios (hostelería y comercio) y en donde la población no nacida en ellos alcanza proporciones significativas. Y de otro lado, el espacio que queda al margen del actual sistema socioeconómico canario subordi-nado a la especialización turística. Desde este último espacio de base agroganadera se han desviado los recursos humanos a tra-vés del formidable éxodo rural de los años sesenta-setenta que han culminado en una superterciarización de las actividades productivas15. Las bajas densidades en estas jurisdicciones loca- 15 R. DÍAZ HERNÁNDEZ (2001), «La estructura sociolaboral canaria entre 1950 y 1996: de la primacía del primario a la hegemonía del terciario», Núm. 49 (2003) 365 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 15 les muestran el estado de postración socioeconómica en la que se encuentran. Pero esto último no vincula del todo a aquellos municipios de turismo litoral y de vasta extensión (como son los de La Oliva, Pájara, Yaiza, Adeje, Arona, Guía de Isora, Arico, San Bartolomé de Tirajana o Mogán) cuyas débiles densidades no suelen acusar estos cambios, por eso y a escala sublocal con-viene matizar que allí lo que se pone de manifiesto son los se-rios contrastes entre una franja interior tradicional y poco di-námica frente a un activo corredor litoral ligado a la potente industria del descanso y del ocio16. 1.3.5. Los municipios canarios son los terceros más poblados de España Cierto es también que, en comparación con el resto del Es-tado español, los 87 municipios canarios se acaban de situar en el tercer lugar en cuanto a población media se refiere, detrás de los pertenecientes a las comunidades de Madrid y Murcia, puesto que alcanzan un promedio de 18.466 habitantes y 85,7 kilómetros cuadrados de extensión, según el Ministerio de Ad-ministraciones Públicas (al 11 de octubre de 2001). Pero esas cifras medias esconden fuertes contrastes también. Por ejemplo, en el 63 por ciento vive solamente el 15,07 por ciento de la población canaria, mientras que en el resto vive el otro 84,93 por ciento. En otras palabras: diez municipios canarios no al-canzan aun los dos mil habitantes y concentran entre todos ellos el 0,87 por ciento de la población canaria; 45 municipios cuen-tan con una población comprendida entre los 2.000 y los 10.000 habitantes y juntos llegan a sumar un exiguo 14,23 por ciento de la población regional, en tanto que las restantes 32 jurisdic-ciones que superan los diez mil habitantes concentran el 84,9 por ciento de los recursos humanos de Canarias. comunicación presentada al IV y VI Coloquio de Geografía Urbana y Geo-grafía del Turismo, Ocio y Recreación, celebrados en Las Palmas de Gran Canaria, del 22 al 24 de junio de 1998. A.G.E., Actas, pp. 354-358. 16 Según el ISTAC, durante el año 2000 los doce millones de turistas que visitaron las Islas gastaron en ellas más de dos billones de pesetas. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 1.3.6. Del predominio rural a la hegemonía urbana: una transición en aluvión, desordenada y vertiginosa La explosión urbana focalizada principalmente en las dos capitales provinciales durante los años 50-60 y parte de los se-tenta, con crecimiento desbordante (calificado de macrocefá-lico17), en donde prevaleció la improvisación, espontaneismo en los asentamientos de población y desplanificación al servicio de la especulación desenfrenada del suelo y del negocio inmobilia-rio, integró como pudo los flujos inmigratorios foráneos e intrarregionales, además de un éxodo rural sin precedentes y un elevado crecimiento vegetativo. El resultado de todo ello fue la aparición de unas zonas urbanas desequipadas e inhóspitas. Eso condujo a las principales ciudades a contar con bolsas urbanas de pobreza y marginalidad. A una primera etapa de expansión sucedió una segunda de éxodo urbano o de implosión urbana, con mayor o menor incidencia en las referidas macrourbes y conurbaciones sobresaturadas. Poco después del desarrollismo, la onda expansiva de la explosión urbana alcanzó también en aquellos años a ciudades medias como La Laguna, La Orotava, la conurbación Cruce de Sardina-Vecindario-El Doctoral, en Santa Lucía de Tirajana, o el experimentado por Telde. Simul-táneamente se aprecia un rápido surgir de núcleos urbanos «ex novo» (Morro Jable, Corralejo, Puerto del Carmen, Playa Hon-da, Costa Teguise, Los Cristianos, Playa de Las Américas, Puer-to Naos, etc.) o se reurbanizan núcleos residenciales preexis-tentes que enseguida se erigen como ciudades-dormitorio de trabajadores de los servicios turísticos (aspecto este último que, por ejemplo, en Gran Canaria, se puede comprobar en los emer-gentes enclaves de San Fernando de Maspalomas y El Tablero de San Bartolomé de Tirajana; Arguineguín y Puerto Rico, en Mogán, así como la conurbación Carrizal de Ingenio-Arinaga- Vecindario-El Doctoral, en el Sureste). Un proceso de similares 17 F. MARTÍN GALÁN (ed. en 1984 y 2001), La formación de Las Palmas: ciudad y puerto. Cinco siglos de evolución, coedición de la Junta del Puer-to de La Luz y Las Palmas, Consejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Cabildo Insular de G. C. y Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria, 524 pp. Núm. 49 (2003) 367 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 17 características se reproduce también en determinadas zonas de las islas de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura coincidiendo con espacios de actividad administrativa, comercial, industrial o tu-rística intensiva bien en sus propios municipios o bien en sus proximidades. 2. TENDENCIAS CONTRADICTORIAS ENTRE CRECIMIENTO Y AGOTAMIENTO URBANO Las últimas tendencias ligadas al nivel de vida18 alcanzado por las nuevas clases medias urbanas, a la mejora de las comu-nicaciones19 y a la generalización de los vehículos particulares20, son la multirresidencia y el retorno de la población de las capi-tales provinciales y aglomeraciones urbanas de cierta importan-cia numérica hacia las áreas residenciales ubicadas en munici- 18 Entre 1955 y 1998 el PIB canario aumentó el 728 por ciento en términos de pesetas constantes, lo que equivale a una tasa anual acu-mulativa del 5 por ciento. La Renta Familiar Disponible bruta creció algo menos en razón del 4,6 por ciento. Canarias, desde 1979, ha superado el 90 por ciento del PIB de la media española, alcanzando el 97,5 por ciento en 1998. El PIB por habitante ha pasado en Canarias de 18.947 pesetas corrientes a 2.244.096 pesetas entre 1959 y 1998, por debajo de las cifras españolas que fueron de 24.312 y 2.301.072 pesetas corrientes en las mis-mas fechas (Fundación BBVA, Renta Nacional de España y su distribución provincial). 19 Las infraestructuras viarias mantienen en Canarias una densidad me-dia de 1,67 kilómetros por cada kilómetro cuadrado. La red de carreteras de titularidad pública asciende a 12.441 kilómetros con referencia a 1998, lo que supone una pérdida de suelo que supera el 6 por ciento de la super-ficie del Archipiélago, cuando la media española o alemana se sitúa en 0,34 o 0,42 por ciento respectivamente. Entre 1993 y 1998 se produjo en ese sentido un crecimiento en la construcción de nuevas carreteras de un 161 por ciento. Dentro de las cifras consideradas no se incluyen la red de pistas rurales, forestales, vías privadas, caminos aptos para el tráfico viario, acce-sos rodados, etc. (Fuente: Consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias, 2002). 20 La evolución del parque automovilístico de Canarias es espectacular puesto que en menos de quince años se ha pasado de 500.000 vehículos a más de un millón doscientas mil unidades. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 pios periurbanos y/o rurales que se encuentran en la isocrona de los 30-45 minutos desde las áreas metropolitanas insulares y/o núcleos muy dinámicos en oferta laboral. Es el resultado del rechazo y de la huida de los inconvenientes de las megaciudades de la etapa desarrollista y que, pese a operaciones de lifting ur-bano de última hora, siguen percibiéndose hostiles y desatrac-tivas21. Eso se pone de manifiesto a través del proceso de difu-sión de la población hacia áreas geográficas más deseables, en un trasiego continuo de búsqueda de una mayor calidad de vida en medios residenciales no intensivamente urbanos o semirru-rales. Este fenómeno implica a veces la recuperación de hábitats semiabandonados durante los años 1950-1970 por el éxodo ru-ral en la periferia metropolitana y cambios en el tipo de fun-ción original de núcleos de residencia secundaria ubicados en diferentes urbanizaciones legales y/o fuera de ordenación, que se convierten de esta manera en asentamientos de residencia principal y permanente. A consecuencia de estos movimientos, determinadas capitales insulares y ciudades importantes han tenido en los últimos años un crecimiento moderado que, en ocasiones, se traduce en pérdida o estancamiento de efectivos humanos en relación con el total de sus respectivas islas22. Esta circunstancia se comprueba a través del aumento de población en los municipios próximos a las capitales, en espacios cercanos a las principales vías de comunicación, en municipios afectados por la actividad turística o en aquellos municipios tradicionales ubicados en el interior. El aumento de viviendas secundarias o desocupadas, principalmente en las dos capitales provinciales, 21 R. DÍAZ HERNÁNDEZ (1989), Origen geográfico de la actual población de Las Palmas de Gran Canaria, C.I.E.S. 22 Según el Padrón de Habitantes aprobado en 1998 por el INE el municipio de Las Palmas de Gran Canaria perdió 2.922 habitantes entre 1996 y 1998. Pero de acuerdo con el ISTAC entre 1988-1998 la capital de Gran Canaria tuvo un saldo migratorio de –16.761 habitantes en la movili-dad de la población entre municipios canarios al registrar 35.777 salidas frente a 19.016 entradas. En cambio los municipios de Teror, Santa Brígida, Firgas, Arucas, Guía, Gáldar, Valsequillo, San Mateo, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana absorben casi la mitad de las salidas de Las Palmas de Gran Canaria al agregar unos 16.719 vecinos a sus respectivas poblaciones en el mismo período. Núm. 49 (2003) 369 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 19 refuerza la idea de que estamos ante un claro proceso de difu-sión urbana23. 2.1. La relación de las metrópolis insulares con sus periferias Estos contramovimientos de retorno a los espacios rurales periféricos en las proximidades de las áreas metropolitanas se pueden considerar, en líneas generales, a través de las siguien-tes tipologías que vamos a exponer sin ningún afán exhaustivo, más que nada porque se trata de un fenómeno complejo, toda-vía poco estudiado en las Islas: 2.1.1. Una de las aspiraciones más deseadas de los canarios es la de poder vivir allí en donde se ha nacido, porque es donde está su ambiente, su familia o sus amigos. Esta propensión no es sólo aplicable a las personas que proceden de ciudades o de determinadas regiones (pueblos o aldeas), sino también respec-to de los propios barrios de las grandes ciudades. Muchos jóve-nes expulsados del interior de las ciudades por los altos precios de las viviendas se van a las afueras, en donde la oferta es más asequible. Pero lo hacen pensando en ahorrar y poder comprar más tarde un piso en una zona céntrica de una ciudad impor-tante. Más cuando deciden volver, ya son mayores, sus hijos se han emancipado, se dispone de un nivel de vida alto y se pare-cen bastante al prototipo de habitantes que suele vivir en el centro (pocos, viejos y acomodados). De lo que se deduce que estamos ante recurrentes movimientos de ida y vuelta y que se 23 Los municipios de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife cuentan actualmente con 18.243 y 8.317 viviendas desocupadas res-pectivamente. En el Archipiélago existen 71.000 pisos vacíos según el Mi-nisterio de Fomento, estando la mayoría concentrados en Gran Canaria y Tenerife (57.238). El Censo de Viviendas del INE de 2002 señala que el 32% de las viviendas que hay en Canarias están registradas como segun-da residencia. Esta cifra ha sufrido una espectacular subida en los últimos 10 años, cuando el índice de viviendas de segunda residencia apenas llega-ba al 15%. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 puede aplicar en este caso el viejo aforismo de que cuanto más joven se es, más lejos de los núcleos urbanos se está. 2.1.2. Lo anterior es compatible con los movimientos de re-torno de prejubilados y jubilados a sus pueblos de origen. Especial-mente los de rentas bajas o aquellos que al finalizar un ciclo vital encuentran razones afectivas o nostálgicas suficientes para regresar al lugar de procedencia al lado de familiares y amigos de la infancia. Dentro de esta tendencia, una modalidad no menos curiosa (y por ello no exenta de cierto clasismo) es la que se conoce como «el viaje a la semilla» y se explica como la nece-sidad de ciertas personas, cuando ya van cumpliendo años o a medida que se van haciendo viejas, de cumplir sueños que aca-riciaron durante su juventud como es la idea de construirse una vivienda o rehabilitar una casa antigua en el pueblo del que con tanto hastío renegaron años atrás. Es como si necesitaran ce-rrar un ciclo mágico por el que se vuelve al punto de partida24. 2.1.3. Inserción de jóvenes agricultores y empresarios agríco-las en el medio rural. Jóvenes con cierta cualificación o profesio-nales, unas veces descendientes de campesinos, otras veces he-rederos o personas en fin con fácil accesibilidad a fincas rústicas, que proyectan actividades y objetivos que a veces van contra corriente. Mientras que la mayoría de los agricultores abandonan el medio rural, ellos optan por vivir en y de la natu-raleza25. Se trata obviamente de desplazamientos minoritarios. 2.1.4. La vivienda secundaria como signo externo de éxito eco-nómico. Existe un cierto mimetismo (en ocasiones por incitación de las mismas agencias publicitarias e inmobiliarias) que ofertan productos de puro geomarketing proponiendo acceder a las vir-tudes del adosado e instrumentalizando comercialmente la in-fluencia ecologista (consumismo ambiental), todo ello arropado con envoltorios de ascenso económico, de éxito social o de estar 24 Esta necesidad se repite hasta en determinados escritores de prestigio-sa trayectoria. Por ejemplo, García Márquez dice que no logró darle forma a su obra hasta que regresó a su Aracataca (norte de Colombia) natal. La novela de Tomás Val titulada Palabras de madera abunda en esta curiosa temática, por otra parte tan reiterada en la literatura creativa y sociológica. 25 M. F. AYALA (2001), «La vuelta al campo», pp. 39-41, La Provincia- DLP, domingo 21 de cctubre. Núm. 49 (2003) 371 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 21 a la última moda (in). De esa forma se ha generado una nece-sidad que considera indispensable el poseer en propiedad una vivienda secundaria o de uso habitual en un paraje rústico o de baja densidad, con vistas panorámicas y proximidad con el me-dio natural, hecho que se traduce en la práctica por el cambio de «urbanita» a «neorrural». 2.1.5. Cierto éxodo de población urbana, a veces diaria o pen-dular, ligados en ocasiones a empleos cualificados en adminis-traciones públicas, privadas y servicios profesionales en las zo-nas agrarias. Empleados de los servicios públicos (Profesores, servicios asistenciales, cuerpos y fuerzas de seguridad, funciona-rios del sistema judicial, etc.) que con frecuencia acaban por fi-jar la residencia en el lugar de trabajo. 2.1.6. Otro movimiento que se observa es el denominado por los expertos como de «larga urbanización»: y que se produce como consecuencia de la mejora de los transportes y de las co-municaciones que han facilitado el que se dinamicen pueblos situados a más de 40 kilómetros de distancia de las grandes ciu-dades, pudiéndose desplazarse diariamente a trabajar. Se predi-ce, además, que el teletrabajo y el autoempleo potenciarán en el futuro este tipo de residencia pegada al medio natural, pero que sin embargo, presenta algunas desventajas entre las que se cuentan la falta de colegios, centros asistenciales26 y servicios equiparables a los núcleos urbanos tradicionales. 2.1.7. Ante los rigores invernales del Viejo Continente, se acrecienta la atracción climatológico-residencial de los europeos oc-cidentales, casi siempre con elevado nivel de ingresos y entrados en años, bajo un efecto parecido al que los sociólogos norteame-ricanos denominan «floridización» o «sun belt»27. 26 A. JIMÉNEZ BARCA (2001), «Así somos, así vivimos», El País Semanal, pp. 71-128. 27 En junio de 1999 y marzo de 2000 pudieron votar por primera vez en las elecciones locales y generales 26.052 extranjeros afincados en las Islas. De ellos, 13.900 estaban en la isla de Tenerife; 5.708 en la de Gran Canaria; 2.530 en La Palma, unos 2.000 en Lanzarote, aproximadamente 700 en La Gomera, 667 en Fuerteventura y sólo 247 en El Hierro. Estas cifras engloban a numerosos alemanes, ingleses y nórdicos que permane-cen largas temporadas en el Archipiélago. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 2.1.8. El mayor dinamismo del mercado de vivienda nueva y usada en municipios agrícolas de tamaño medio y pequeño a pre-cios más asequibles para jóvenes parejas y matrimonios de se-gundas nupcias constituye un aliciente importante. 2.1.9. Desprecio por la vivienda de alquiler y sentimiento de propiedad muy arraigado. En Canarias, desde hace varias gene-raciones, la vivienda en propiedad siempre ha significado una inversión segura. Un símbolo de solvencia y de prestigio social. Las viviendas nuevas y usadas en las zonas céntricas presentan el inconveniente de ofertarse a precios muy elevados. La vivien-da nueva en La Laguna, Las Palmas de G.C. o Santa Cruz de Tenerife suponían cantidades que iban, en 1999, desde las 149.945 a las 172.731 pesetas el metro cuadrado, incrementán-dose esos valores durante los años 2000 a 2002, muy por enci-ma de la media estatal28. Mientras que la vivienda usada en esas mismas localidades costaba entre las 115.548 y las 149.782 pe-setas29. Ante unos precios tan inaccesibles, es lógico que los mercados inmobiliarios periurbanos tengan en estos momentos un mayor atractivo en términos comparativos para las jóvenes parejas. 2.1.10. El efecto nostalgia del paraíso perdido que asocia vida rural con felicidad, es otra forma de atracción nada desdeñable. La opción por abandonar las ciudades impersonales, con fre-cuencia hostiles a ciertas sensibilidades, casi siempre está vincu-lada al fallecimiento de un miembro importante de la familia, un problema de corazón, una insuficiencia respiratoria o, en suma, un acontecimiento impactante que trunca o cambia ra-dicalmente la rutina cotidiana de los sujetos afectados o de sus familiares. 2.1.11. La autoconstrucción de viviendas de primera necesidad social en un momento en que las promociones públicas estaban desbordadas ante el éxodo rural. Sin duda, la apremiante deman-da de viviendas en las décadas de los sesenta y setenta unido 28 Canarias es la quinta comunidad en el ranking de las subidas del precio de la vivienda nueva durante el año 2001 con 12,4 por ciento, cuan-do la media española está en 8,9 por ciento (El País, viernes 4 de enero de 2002, p. 52). 29 ISTAC (2001), Anuario Estadístico de Canarias. Año 1999, p. 262. Núm. 49 (2003) 373 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 23 también a la idiosincrasia del canario, que ante todo desea vivir más independientemente en la periferia, puede tal vez justificar la importancia que ha tenido entre nosotros el fenómeno de la autoconstrucción de viviendas de primera necesidad tanto legal como ilegalmente, o como se prefiere señalar con el tecnicismo de «fuera de ordenación»30. 2.1.12. La evolución del chabolismo y de las infraviviendas tí-picas de las zonas periurbanas en asentamientos urbanos dignamen-te consolidados. Muchos de los antiguos asentamientos de cha-bolas e infraviviendas se han ido dignificando bien por el propio esfuerzo de sus ocupantes o bien gracias a la intervención de las instituciones públicas que han conseguido en determinados casos (La Cabritas o Taco, en Santa Cruz de Tenerife; El Polvo-rín o El Buque de Guerra en Las Palmas de Gran Canaria) mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de clase media baja, tanto vulnerables como excluidos socialmente, aco-modándolos bien en bloques de viviendas sociales, en adosados muy dignos o rehabilitando las viviendas que ya ocupaban31. En todos los casos se consigue el mismo efecto que es el de instalar a estas familias en nuevas barriadas situadas casi siempre en las afueras de las grandes concentraciones. 2.2. La creciente importancia de la dispersión del hábitat y el surgimiento de la «ciudad-isla» En la última década, el territorio canario se ha visto someti-do a la presión combinada de la prosperidad social32 y el desgo- 30 La Consejería de Política Territorial del Gobierno Canario tiene cen-sadas hasta 1997 más de 50.000 viviendas y edificaciones ilegales localiza-das fundamentalmente en las islas centrales y en las proximidades de las capitales provinciales. Después de esa fecha se han abierto alrededor de cuatro mil expedientes sancionadores por la Agencia de Protección del Medio Natural y Urbano. 31 El Gobierno de Canarias viene desarrollando desde 1987 con cierto éxito Planes de Rehabilitación de Viviendas Rurales y un Plan de Erradica-ción del Chabolismo entre 1994-1998. 32 Las viviendas secundarias han pasado de 43.606 unidades en 1981 a 72.824 en 1991, constituyendo un índice de casi un 13 por ciento del Cen- RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 bierno del territorio, dejado de la mano del mercado inmobilia-rio, con lo que se ha multiplicado hasta extremos desconocidos la demanda de suelo para usos residenciales, infraestructuras y zonas de ocio, extendiendo el proceso de suburbanización ini-ciado en los años sesenta hasta consumir cantidades ingentes de suelo agrícola. En este sentido tiene razón L. Fernández- Galiano cuando afirma que «A medida que se desdibujan los límites entre la ciudad y el campo, desflecando las tramas de tejido urbano y contaminando con construcciones azarosas los espacios abiertos del ámbito rural, el paisaje se transforma en una amalgama incierta y heteróclita gobernada por las leyes cambiantes del beneficio y la oportunidad, y este naufragio con-sentido alimenta el fervor por lo que desaparece»33. De la ciu-dad formalizada y compacta, característica del modelo de poblamiento tradicional, se está pasando al asentamiento disper-so de imitación estadounidense. Lo demuestra el crecimiento imparable de urbanizaciones residenciales o la rápida ocupación de las márgenes de las grandes vías de comunicación interur-banas y aledaños de autopistas radiales con radicación de gran-des superficies comerciales y polígonos industriales34. Las gran-des ciudades insulares están optando por una expansión sobre el territorio rural circundante de las infraestructuras y los usos residenciales generando asentamientos escasamente conectados entre sí y propiciando embotellamientos de tráfico en las horas punta para entrar o salir hacia o desde las nuevas zonas resi-denciales a los lugares de trabajo. Con este proceso se est�� desarrollando una ciudad en huida, como una ciudad expandida y sin fin, que en el presente está generando graves alteraciones so de Viviendas de Canarias. Más de la mitad de éstas se encuentran en Gran Canaria y Tenerife. Últimamente el fenómeno de la vivienda secunda-ria se extiende también a las islas periféricas existiendo ya 6.913 en Lanzarote, 4.695 en La Palma, 2.711 en Fuerteventura, 1.370 en La Gomera y 1.139 en El Hierro. 33 L. FERNÁNDEZ-GALIANO (2001), «La Ley de la Tierra», El País, sábado 12 de mayo, p. 31. 34 Los urbanistas denominan este fenómeno con el término inglés de sprawl o balsa de aceite. En Canarias, como en todas partes, los grandes centros de ocio y de compras situados en las afueras han distorsionado y desestructurado la trama urbana generando abundante tráfico. Núm. 49 (2003) 375 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 25 territoriales y paisajísticas al desestructurar los usos agrogana-deros preexistentes para terminar en un futuro no muy lejano enfrentándose a problemas de mantenimiento por su alto coste económico. El imparable «continuum» urbano es paralelo a la creciente y rápida desagrarización del Archipiélago. Sin embargo, y en contra de la lógica que rige al mercado, las zonas agrícolas cada vez menos productivas y rentables en vez de reducir su valor intrínseco lo están acrecentando al menos desde 1983 al intro-ducirse dentro de la oferta urbanística y paraurbanística. En efecto, a principios de los ochenta el precio medio general esta-ba en 2.361,9 euros la hectárea, por encima del promedio esta-tal. Hoy en día el precio de mercado del suelo agrícola se sitúa en 16.155,2 euros la hectáreas, cuando la media nacional está en 5.811,8 euros35. El precio de terrenos para uso agrario en las islas viene siendo uno de los más altos de España, tanto que mientras la evolución de la tasa anual acumulada fue para el conjunto nacional de 5,2 por ciento, en Canarias fue del 12,1 por ciento, es decir, más del doble, entre 1983 y 1997. Por otra parte, el mercado hipotecario de fincas rústicas ha mantenido un dinamismo que en nada se compadece con el bajo nivel que el Valor Añadido Bruto aportado por el sector primario supone para el conjunto de la economía de las Islas, y que durante el quinquenio 1991-1996 no significó más que un escuálido 5 por ciento de la producción total. A menos que se trate de operacio-nes que encubren lavado de dinero negro, no deja de producir cierta extrañeza que las inversiones en suelo agrícola hayan al-canzado cifras récords en los tres últimos años con 725, 617 y 1859 operaciones, que han movilizado créditos hipotecarios del orden de los 35,4; 30,3 y 90,2 millones de euros, respectivamen-te para 1999, 2000 y 2001. Ahora bien la expansión urbana no encaja nada con el índi-ce de viviendas desocupadas (12,17 por ciento), uno de los más altos de la Unión Europea. Hecho este último que no deja indi-ferente a nadie en una región en donde cada vez hay menos matrimonios, la natalidad se ha reducido en más de un 30 por 35 Fuente: Ministerio de Agricultura y Pesca e I.N.E. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 ciento y la tendencia a la desfamiliarización avanza a pasos agigantados. Entonces cabe preguntarse ¿para quién se proyec-ta la explosión constructiva que se está efectuando en Canarias desde hace más de una década y que va más allá incluso de lo que debería representar el sector inmobiliario en una economía que se supone que debe ser equilibrada como corresponde a un país moderno?36 La respuesta parcial a esta cuestión viene dada en que el mercado inmobiliario en su opacidad satisface a la demanda de bienes de uso inmediato, pero además juega un papel de receptor de inversiones especulativas al recibir órdenes orientadas a la reventa de edificaciones, inversiones de la RIC para supuestas oficinas y locales de negocios o se utiliza para el afloramiento de capitales de proveniencia desconocida. 3. CONTINUIDAD DE LOS FLUJOS INMIGRATORIOS HACIA LAS ISLAS El análisis de la evolución de la población de Canarias a lo largo de los últimos años nos muestra el papel decisivo que so-bre su crecimiento tienen los residentes llegados a las islas a través de diferentes agregados foráneos. La conjunción de estas tres principales corrientes de llegadas (inmigrantes peninsulares, residentes extranjeros de descanso, inmigrantes laborales extran-jeros y entrada de personas indocumentadas37), han comporta-do un notable crecimiento demográfico que implica, entre otras cuestiones, que en el Padrón de Habitantes del primero de ene-ro de 2000 la población canaria alcanzara la cifra de 1.716.276 36 El número de empresas de la construcción y la venta de cemento entre 1995 y 1999 han pasado de 6.118 a 8.378 inscritas en el Directorio Central de Empresas y de 1.177.838 Tms. a 1.902.445 Tms. según el Anua-rio Estadístico de Canarias, ISTAC, pp. 262-263. 37 El Archipiélago canario cambió el signo migratorio negativo en los años sesenta. Desde entonces la inmigración se ha impuesto a la emigra-ción siendo significativa su protagonismo y su participación en el crecimien-to absoluto de la población. Entre 1971 y 1986 el saldo migratorio de Ca-narias arrojó 57.359 llegadas más que las salidas. Sólo en los años 1987-1995 entraron en las Islas 117.243 inmigrantes peninsulares y 16.900 extranjeros que suman un total de 134.000 residentes más. Núm. 49 (2003) 377 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 27 habitantes, lo que supone un 6,8 por ciento más respecto al Pa-drón de 1996. En este sentido, Canarias es, después de Madrid, Cataluña y Baleares, la comunidad española que ha experimen-tado un mayor crecimiento poblacional en el último quinque-nio. Si a esta cifra de crecimiento absoluto le restamos la dife-rencia entre nacimientos y defunciones registrados, nos resulta un saldo migratorio positivo y numéricamente destacado38. Esta dinámica demográfica no es extraña al notable crecimiento eco-nómico que vive el Archipiélago que desde marzo de 1996 hasta enero de 2002 ha aumentado su población activa en 190.695 trabajadores, lo que supone un 38,97 por ciento, o sea, más de once puntos por encima de la media nacional. Tan sólo el ejer-cicio correspondiente a 2001 supuso un crecimiento del empleo de 24.261 puestos de trabajo, con lo que se registró una cifra record de inscripciones en la Seguridad Social que terminó di-cho año con 679.974 personas, es decir, un 3,7 por ciento más respecto al 2000. Con una situación así de expansiva, la acen-tuación de las entradas inmigratorias registradas a lo largo de este último decenio del siglo XX se hace imparable en correspon-dencia con las siguientes tipologías de flujos que pasamos a describir. 38 Pese al todavía estimable crecimiento vegetativo registrado en Cana-rias, éste aporta al incremento absoluto de la población menos de un 25 por ciento, siendo el resto el correspondiente al saldo migratorio (Informe anual 2000 y 2001 del Consejo Económico y Social de Canarias). CUADRO NÚM. 6 FACTORES DEL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DE CANARIAS DURANTE 1995 A 2001 Factores de crecimiento En cifras absolutas En % Llegadas desde otras comunidades autónomas (a) 94.901 59,52 Llegadas desde otros países (b) 33.282 20,87 Crecimiento vegetativo (c) 31.282 19,61 Crecimiento total (a+b+c) 159.465 100,00 Fuente: ISTAC. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 3.1. Inmigrantes que proceden de áreas deprimidas que componen la corriente Sur-Norte La mayoría proviene de América Latina y de África. El 65 por ciento de los procedentes de África son magrebíes, siendo el res-to originarios de países subsaharianos ribereños al océano At-lántico. A mucha distancia le siguen los grupos asiático (hin-dúes, pakistaníes, palestinos, filipinos, coreanos, chinos y japoneses) y de la Europa central y oriental. Conforman un contingente inmigratorio emergente cuyo móvil es esencialmen-te laboral y de claro carácter económico. Este grupo inmigrato-rio está experimentando un notable aumento ligado a la crecien-te demanda de mano de obra relacionada con el auge del sector de la construcción, en el que se ha registrado coyunturalmente una coincidencia entre la aceleración de la iniciativa construc-tora del sector privado y un importante plan de inversiones pú-blicas39. La agricultura, los servicios y el comercio también son sectores que vienen demandando gran cantidad de puestos de trabajo en las islas. La expansión de la construcción40 se ha tra-ducido en una intensificación de la llegada de inmigrantes la-borales procedentes mayoritariamente del Magreb, compuesta, en general, por personas con un nivel muy bajo de cualificación socioprofesional41. Desde la perspectiva de que en los primeros años del siglo XXI se anuncia un decaimiento por agotamiento cíclico de la actividad del sector de la construcción, tanto de iniciativa privada como pública, a causa de la finalización de las obras públicas ligadas a los planes de vivienda y de infraes-tructuras, así como de una recesión que extiende su acción pa- 39 En los últimos años se ejecutan planes de infraestructuras, equi-pamientos y dotaciones en todas las Islas con financiación estatal y europea. 40 Véase la cita número 37. 41 La economía sumergida es causa y a la vez consecuencia del incesan-te incremento de la inmigración. Según el periódico La Provincia-DLP (13 de mayo de 2001), reproduciendo el estudio de la Junta de Galicia titulado La Economía Sumergida, el sector informal de la economía canaria movió en 1999 unos 612.000 millones de pesetas, cifra superior al Presupuesto de la C. A. C. para el ejercicio 2002. Núm. 49 (2003) 379 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 29 ralizante al conjunto de las iniciativas productivas, esta pobla-ción inmigrada dudará entre quedarse al margen del mundo laboral y en una situación de paro o verse en la obligación de retornar a sus respectivos países de origen de manera más o menos forzada o cuanto menos no deseada. La situación actual ya es poco estable porque la mayoría poseen contratos de tra-bajo de duración muy corta o disponen de un nivel de precarie-dad muy alta. De acuerdo con estas, circunstancias se puede estimar que posiblemente una parte del contingente actual de extranjeros y peninsulares se quede a vivir en las Islas. Esta situación puede traer consigo un proceso de reunificación familiar que daría lugar a una bolsa de marginación económica y/o de pobreza que podría afectar a miles de personas durante las primeras déca-das del siglo XXI. Los residentes africanos, iberoamericanos, asiá-ticos y de la Europa oriental se aproximan en la actualidad a más treinta mil personas. Respecto de esta población agregada foránea habrá que perfilar nuevas estrategias de integración y de formación para su asimilación en un tiempo razonable. Población canaria 872.179 801.257 1.673.436 Población extranjera 52.379 55.551 107.930 Procedentes de África 9.399 2.727 12.126 Procedentes de Sudamérica 13.432 12.305 25.737 Procedentes de Europa 24.620 37.334 61.954 Otros extranjeros 4.928 3.185 8.113 Fuente: Ministerio del Interior. CUADRO NÚM. 7 EXTRANJEROS EN LAS ISLAS CANARIAS (2002) Origen geográfico Provincia de Las Palmas Provincia de Santa Cruz de Tenerife Canarias Recuérdese las vicisitudes que las islas vivieron durante la recesión económica de mediados de los setenta con el regreso de los expatriados del Sáhara Occidental, cuando todavía la in-tegración de los expulsados de Sidi-Ifni y Guinea Ecuatorial no había concluido. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 3.2. Continuidad del aporte peninsular La expansión del sector de la construcción, de los servicios y la demanda de mano de obra en la pesca y agricultura de ex-portación también ha atraído a otros flujos inmigratorios pro-cedentes de la Península, especialmente de Galicia42 y Portugal. Naturalmente estos últimos no plantean serios problemas de adaptación ni de integración y el retorno a las zonas de parti-da, en la medida en que se vaya enfriando la fase expansiva en los subsectores de la construcción y los servicios, está siendo asumido por sus protagonistas. A veces la permanencia en las islas depende de un cambio en las actividades que desempeñan. 3.3. Aplicación de los tratados de libre circulación de personas por el territorio eurocomunitario Cabe esperar en este sentido la continuación de nuevas lle-gadas a las islas por parte de residentes comunitarios altamente especializados desde el punto de vista socio-profesional, acogi-dos a los tratados de libre circulación de capital humano en el ámbito de la Unión Europea. Su privilegiada vinculación al mundo de las empresas multinacionales y a las grandes cade-nas hoteleras, de transportes, comerciales y financieras, pueden ocasionar impactos sociolaborales significativos en el Archipié-lago. El Acta Única de la Unión establece claramente la ausen-cia de barreras que obstruyan la movilidad de los trabajadores en el seno de los países miembros. Su presencia aquí es amplia-mente mayoritaria en relación con los extranjeros censados, destacando alemanes, británicos y originarios de los países bálticos. 42 La importancia de la colonia gallega en las islas se percibió clara-mente por primera vez en la últimas elecciones autonómicas celebradas por la Comunidad céltica, durante el otoño de 2001, en que las distintas fuer-zas políticas que concurrían a las mismas dedicaron tiempo y esfuerzo a captar apoyos de sus conciudadanos residentes en el Archipiélago. Con cier-ta exageración hemos leído últimamente referencias aparecidas en medios de comunicación peninsulares que afirman que Canarias es la quinta pro-vincia gallega. Núm. 49 (2003) 381 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 31 3.4. Prolongación de la estancia vacacional Finalmente constatar que prosigue el mantenimiento de la tendencia al aumento en el número y duración de la estancia de los residentes extranjeros por motivos de descanso y ocio, muy especialmente por parte de personas de edades maduras y mayores con un buen nivel de vida43. Las prejubilaciones y jubi-laciones de comunitarios a una media de 57-58 años de edad ha aumentado esta tendencia. La colonia alemana de personas mayores que pasa largas temporadas en Canarias ha sido estu-diada recientemente por T. Breuver (Universidad de Regensburg) comprobándose que su número se aproxima a las 90.000 per-sonas. 3.5. Inmigración y rejuvenecimiento de la pirámide de edades Las edades de los inmigrantes repercute en la estructura de edades de Canarias favoreciendo los tramos correspondientes a los jóvenes y adultos. En 1996, el 70 por ciento de los extranje-ros censados estaba por debajo de los 49 años de edad. Por su parte, la inmigración irregular acentúa aun más si cabe los ras-gos enumerados al reforzar con su aportación los peldaños de la pirámide de edades correspondientes a las edades 15-54 años, especialmente los tramos 20-34 años44. El resultado de todo ello es que, al final de las distintas fa-ses de implantación y afianzamiento de las actividades turísti-cas en Canarias, confluyen tres categorías de población residente en la actualidad. Esas categorías son el resultado de los distin- 43 Es frecuente encontrar en los medios de comunicación testimonios como el de Ilsen Dore Scweizer, alemana de 87 años, trabajadora de la industria automovilística jubilada, que vive siete meses al año junto al mar en Las Palmas de Gran Canaria y lo viene haciendo desde hace once años consecutivos. La Provincia-DLP, sábado 22 de diciembre de 2001. 44 J. DOMÍNGUEZ, R. DÍAZ y J. M. PARREÑO (2001), Inmigración extranje-ra e integración. La inmigración irregular en Canarias (1999-2000), p. 125. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 tos flujos migratorios que han venido llegando a las islas en los últimos 50 años. Este hecho implica una coexistencia espacial y temporal de los diferentes grupos poblacionales que se han ido agregando a la población insular de la fase preturística. Este conglomerado nos permite, sin embargo, distinguir: De una parte, la población autóctona, herencia de la situación anterior a la imposición del modelo turístico de masas, confor-mada por las personas y descendientes de la población preexis-tente en las Islas anterior a los años cincuenta. Sobre esta población y su descendencia se agrega posterior-mente un contingente poblacional proveniente de las distintas re-giones de la Península Ibérica. Configuran estos flujos migrato-rios, que van entrando en las islas durante estas cuatro o cinco últimas décadas, una población de aluvión con una identidad cultural diferente a la propia de los insulares. Este hecho pro-voca un primer impacto sociocultural y un cierto aliento a la resistencia en una etapa de colonización y marginación ante el absoluto control administrativo, social y económico del poder central sobre las islas durante el franquismo y la transición preautonómica45. Estos inmigrantes peninsulares incidieron de manera significativa sobre el crecimiento absoluto de la pobla-ción de las islas, tanto desde la perspectiva de los agregados de CUADRO NÚM. 8 IRREGULARES LLEGADOS A CANARIAS (1999-2002) 1999 2000 2001 2002 Total Lanzarote 393 254 959 1.790 3.396 Fuerteventura 1.755 1.858 3.136 7.045 13.793 Gran Canaria — — 33 212 245 Provincia de Las Palmas 2.148 2.112 4.127 9.047 17.434 Fuente: Ministerio del Interior. 45 Lo que en su día provocó el surgimiento de movimientos indepen-dentistas organizados como Canarias Libre, Movimiento para la Indepen-dencia del Archipiélago Canario, la Unión del Pueblo Canario y Pueblo Canario Unido. Núm. 49 (2003) 383 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 33 personas adultas, como de los jóvenes que vienen a trabajar. Se produjo también reagrupamiento familiar con personas del mis-mo origen y se constituyeron a su vez parejas mixtas entre autóctonos y alóctonos. Así como oleadas de retorno bien por jubilación o bien por promoción sociolaboral. Lo que sí se puso de manifiesto es que ambos factores van a provocar un aumen-to de la natalidad al tiempo que también influirán en el sen-sible incremento de la población insular, como ya se ha seña-lado46. A partir de los años ochenta y muy especialmente durante la década de los noventa, se registra una intensificación de los flujos migratorios (cuya insistencia no ha cesado aun) compues-ta por ciudadanos procedentes de distintos países europeos, funda-mentalmente de la Unión Europea. Esta corriente, sostenida to-davía a un buen ritmo, está constituida a su vez por diferentes tipos de contingentes poblacionales: La más importante está formada por una inmigración de corta duración motivada por la búsqueda de descanso y placer. El atractivo climatológico47 y la seguridad son, sin la menor, duda los principales alicientes junto a otras condiciones no menos favorables como son la cercanía relativa, la accesibilidad, los precios y la oportunidad de inversión en el mercado inmobi-liario, tanto de viviendas ubicadas en urbanizaciones residencia-les costeras como en el interior de los pueblos de las Islas o en sus respectivos espacios rurales48. El mercado local de viviendas rurales para su reforma y rentabilización en régimen de alqui-ler o en compraventa se ha activado en todas las Islas, incorpo-rándose a esta tendencia las islas Lanzarote, La Palma, La Gomera y El Hierro49. 46 El Plus de Residencia y la descanarización de las administraciones públicas al objeto de impedir aventuras emancipadoras de corte neoboli-variano. 47 Véase la cita número 43. 48 La Ley Strauss, por la que se premiaba fiscalmente las inversiones alemanas en el exterior, supuso la llegada de cuantiosas inversiones en el Archipiélago, especialmente en el sector turístico. 49 A este respecto véase las citas números 30, 31 y 32, en donde se re-laciona la importancia de las viviendas ilegales y secundarias por Islas. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 El aumento de los residentes extranjeros que vienen a des-cansar y la creciente afluencia de turistas internacionales, que superan ya los doce millones de personas al año, provoca una segunda oleada de entradas de carácter laboral ligada a los resi-dentes europeos que llegan a las Islas con la intención de tra-bajar en ocupaciones de elevada responsabilidad y de alta cua-lificación socioprofesional. La presencia de esta población comunitaria se puede relacionar con la movilidad que estimula la demanda de especialistas del sector turístico, tanto vincula-dos a los tours operators como a las cadenas hoteleras y redes de transportes multinacionales (guías turísticos, técnicos, ani-madores, directivos de hostelería y especialistas de salas de di-versión, espectáculos y recreo). Además se sienten atraídas per-sonas del mundo de los negocios inmobiliarios (oficinas de compraventa de inmuebles, agentes inmobiliarios, intermedia-rios, financieras, etc.) y los empresarios que, en su mayoría, se dedican a negocios relacionados con los servicios, tanto del sec-tor turístico como de las comunicaciones y los transportes. Tam-bién se pueden incluir en este apartado los free lance, teletra-bajadores extranjeros, artistas, creativos, funcionarios y profesiones liberales que viven en su mayoría como autoempleados de for-ma más o menos habitual o con estancias prolongadas en las islas. 4. TERRITORIO, IDENTIDAD Y SOSTENIBILIDAD El paisaje distingue y singulariza al Archipiélago. Las encues-tas demoscópicas y los sociobarómetros cuando preguntan a turistas y nativos coinciden en sus respuestas, casi siempre has-ta en un ochenta por ciento, al señalar que el paisaje es el ras-go diferenciador de las Islas Canarias, seguido de la bondad de un clima inigualable que condiciona estrechamente al territorio con sus usos50. Pero el paisaje es en nuestro caso algo más por-que está íntimamente asociado a la cultura, a las tradiciones y 50 Sociobarómetro del gobierno de Canarias correspondiente a los me-ses de marzo y julio de 2001 publicados en La Provincia-DLP el sábado 24 de marzo, pp. 8-12, y el sábado 28 de julio, pp. 6-12. Núm. 49 (2003) 385 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 35 a las formas de vida tan características de los canarios. En to-das las instancias de la vida insular se tiene conciencia de la fragilidad y escasez del territorio canario, formado por peque-ñas islas volcánicas a poco más de cien kilómetros del desierto más tórrido y extenso del mundo. Pero esa conciencia más o menos generalizada no ha sido capaz de conciliar desarrollo y conservación del recurso más importante y atractivo con que cuenta el Archipiélago como es el paisaje. Aunque parezca con-tradictorio, da la impresión que, después de tantos siglos de pobreza, de calamidades seculares y de emigración, los canarios no tengamos otro referente ni otro objetivo mejor que no sea vivir sin límites lo mejor posible y a costa de lo que sea. La ambición lucrativa y el bienestar individual a escala desmesura-da están produciendo impactos tan brutales sobre el territorio que lo amenazan gravemente: sólo en los últimos cuarenta años hemos ocupado más suelo que en los quinientos precedentes. Consumimos cinco veces más productos fitosanitarios y plagui- GRÁFICO NÚM. 2 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y DE LA ECONOMÍA DE CANARIAS (1996-2001) RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 cidas por hectárea cultivada que cualquiera otra parte del Esta-do español. Hemos desecado las reservas de agua fósil y favore-cido la intrusión marina que saliniza los niveles freáticos. La desforestación y el abandono de las actividades agroganaderas facilitan la erosión y pérdida del suelo vegetal. Ya referimos en otro apartado de este ensayo como el parque móvil se duplicó en poco tiempo. Los 1.553,89 kilómetros de costas presentan graves alteraciones por construcción de nuevos núcleos residen-ciales y turísticos en sus inmediaciones. La contaminación de las orillas del litoral es palpable y los asentamientos urbanos avan-zan ahora con fuerza hacia el interior de las islas cubriendo grandes espacios con carreteras y edificios. El precio que esta-mos pagando por nuestro extraordinario desarrollo supera lo razonable. Las señales de alarma han saltado ya y se pide una inflexión de las tendencias desarrollistas y una reorientación global que limite las leyes del mercado y gobierne sensatamente la gestión del territorio de modo que nos permita garantizar nuestra identidad y nuestra supervivencia. Años atrás los países europeos alumbraron reflexiones que sirvieron para establecer políticas de desarrollo condicionadas a la protección de los re-cursos naturales. Alarmada la sociedad canaria por los efectos destructivos del vigente modelo de desarrollo sobre el territorio ha desencadenado un conjunto de reacciones como la del 12 de enero de 2001 en que el Consejo del Gobierno canario aprueba la ‘moratoria turística’ suspendiendo durante un año, prorroga-ble a dos, la construcción inmediata de casi 200.000 nuevas camas de las 800.000 previstas en los planeamientos insulares y municipales. El 6 de febrero de 2001 entra en vigor el Decreto de Estándares Turísticos, en el que se fijan límites razonables al crecimiento y ocupación del suelo, garantizando el desarrollo de una estructura turística sostenible, respetuosa con el medio ambiente, el territorio y el patrimonio arquitectónico. Y, por úl-timo, se aprueba La Ley 19/2003, de 14 de abril, por la que se aprueban las Directrices de Ordenación General y las Directri-ces de Ordenación del Turismo de Canarias con las cuales se empieza una particular apuesta por un modelo de crecimiento económico equilibrado, no abocado a la catástrofe, como sería el derivado de las previsiones apuntadas, basado en el desarro- Núm. 49 (2003) 387 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 37 llo exclusivo y excesivamente centrado en el turismo. A partir de ahora la capacidad de acogida del Archipiélago debe fijarse de acuerdo con las posibilidades ambientales de las islas y en equi-librio con los demás sectores económicos. Sin duda, lo más im-portante de esta iniciativa a juicio de J. Araujo51 es que se insta al sector servicios a que debe ser precisamente la industria que amenazó la integridad de las islas a convertirse en el principal aliado del desarrollo sostenible. El turismo no sobreviviría si la calidad ambiental del Archipiélago se sigue degradando. La mo-ratoria para la edificación que lleva implícita esta iniciativa ad-quiere un especial relieve en unos momentos en que el peso de los servicios y la construcción hegemoniza toda la dinámica económica y por esta razón se habían impedido en la práctica el desarrollo conjunto y sostenible de casi todos los demás sec-tores productivos de nuestra economía. 5. EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN CANARIA Antes de desarrollar este apartado conviene detenernos en algunas consideraciones conceptuales previas utilizando para ello una frase reciente del profesor Pérez Gozálvez52 que dice que «La edad y el sexo de la población son variables demográfi-cas que tienen influencia directa en su dinamismo natural y en el funcionamiento de los sistemas económico-sociales. A su vez, la estructura por edad y sexo depende y/o tiene interdependen-cia con otras variables demográficas como la fecundidad, la mortalidad o las migraciones, sobre todo las interiores; estas últimas acentúan su «determinismo» sobre la estructura por edades de los grupos humanos de tamaño demográfico reduci-do ». Si aplicamos estas reflexiones a los resultados de los últi-mos censos oficiales se deduciría rápidamente que estamos de lleno en el comienzo de una nueva etapa en la evolución de la 51 J. ARAÚJO (2001), «Un sorbo de alivio», El País, 6 de febrero, p. 28. 52 V. PÉREZ GOZÁLVEZ (2001), «La nueva geodemografía de España», en la Nueva Revista, núm. 77, septiembre-octubre, pp. 4-13. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 población canaria. A pesar del peso que sigue teniendo la juven-tud en el conjunto de la estructura de la población por grupos de edades, uno de los rasgos que primero saltan a la vista y que definen la evolución geodemográfica de la población canaria es el progresivo envejecimiento de sus estructuras poblacionales. Ese hecho empezó a ponerse de manifiesto en 1996 cuando los mayores de 64 años alcanzaron la cifra de 166.521 personas y que las proyecciones del ISTAC anticiparon para el año 2011 que este grupo aumentaría su peso en Canarias a 249.666 per-sonas, que supondrán el 14 por ciento de la población de dere-cho. De entre los factores determinantes y explicativos del pro-ceso de envejecimiento de la población canaria cabe destacar básicamente dos aspectos determinantes: • El descenso de la fecundidad y la natalidad. Y • La reducción de la mortalidad general desde los años cua-renta; destacando especialmente el aumento de la edad media de los fallecimientos a edades cada vez más avan-zadas, así como el notable incremento de la esperanza de vida. Los datos más recientes sobre mortalidad también demues-tran que se producirá una creciente disminución tanto en los hombres como en las mujeres, que verán incrementada su es-peranza de vida en las próximas décadas, por encima de las ci-fras alcanzadas actualmente y que son de: 84 años para las mujeres y 76 para los hombres. Por otro lado, la incidencia de la mortalidad general sobre el proceso de envejecimiento sólo es significativo cuando se registra en las edades superiores53. Por el contrario, si el descenso se produce en el grupo joven de eda- 53 La edad media de las defunciones se ha prolongado considerablemente en la última etapa: en los varones ha pasado de 67,66 años en 1995 a ser de 69,6 años en 1999; mientras que para las mujeres la evolución ha sido desde 75,78 años de media en 1995 a 76,18 años en 1999. Pero estas cifras generales esconden altibajos significativos a nivel de las diferentes islas. Por ejemplo, la duración media de los hombres herreños es la más prolongada del Archipiélago con 76,31 años, en tanto que las palmeras con 79,75 años viven por término medio más tiempo que las canarias de las demás islas (ISTAC). Núm. 49 (2003) 389 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 39 des el resultado obtenido sería un rejuvenecimiento de la estruc-tura de edades de la población. Veamos seguidamente con más detenimiento estas cuestiones empezando por la fecundidad y la natalidad. 5.1. El descenso de la natalidad y la fecundidad 5.1.1. Los cambios en el modelo de comportamiento demográfico y sociocultural: la reducción de la natalidad, la fecundidad y la nupcialidad Como en todas las sociedades occidentales desarrolladas, los cambios en el modelo de comportamiento demográfico y socio-cultural han determinado una clara reducción de la natalidad y de la fecundidad, como se ha puesto de manifiesto anteriormen-te. La nupcialidad también ha experimentado transformaciones relevantes tanto en frecuencia numérica como en las edades de los contrayentes cada vez más avanzadas y con notables dife-rencias por islas. 5.2. La Natalidad y la Mortalidad en Las Islas Canarias La sociedad insular ha sufrido también a lo largo de la se-gunda mitad del pasado siglo XX diferentes impactos vinculados estrechamente a un amplio grupo de variables comportamen-tales a consecuencia de los cambios económicos y sociales a resultas de la introducción de nuevas pautas y valores que han modificado sus rasgos sociodemográficos. De entre todas las consecuencias señaladas, sobresale el creciente descenso del número de nacimientos. En efecto, la natalidad canaria en los últimos treinta años ha sufrido una progresiva merma tanto en relación a su volumen numérico como en relación a sus ta-sas brutas. La natalidad va a registrar desde el principio del si-glo XX una tendencia general a la reducción, pese a contar con anualidades muy destacadas, especialmente durante los años RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 sesenta y principios de los setenta, en que los índices brutos no cedieron casi siempre de 25 por mil54. Desde entonces, esta ten-dencia a la baja, que no se ha interrumpido más que momen-táneamente, proseguirá durante toda la segunda mitad de la referida centuria, fundamentalmente a partir de 1972 en que se obtuvieron 29.007 nacimientos (24,14 por cada mil habitantes) hasta 1998, año en el que se inscriben nada más que 18.546 recién nacidos (que suponen tan sólo el 11,37 por mil). Entre ambos cómputos se abre una diferencia significativa de 13 pun-tos en sólo 26 años a razón de un promedio de 0,5 puntos por anualidad. Esa caída, juntamente con el sostenimiento de una tasa bruta de mortalidad también baja, en torno al 8,4 y 7,6 por mil, para los años 1950 y 1998, respectivamente, pero más pre- 54 ARBELO CURBELO (1990) da cuenta en las pp. 159-162 de su libro Po-blación de Canarias, siglos XV al XX, y sus fenómenos demográficos sanita-rios 1901-1981, Las Palmas de G. C., cómo todavía entre los años 1963 a 1965 se obtenían tasas brutas de natalidad de 27 a 28 por mil. 160.000 120.000 80.000 40.000 0 GRÁFICO NÚM. 3 POBLACIÓN DE MENOS DE 20 AÑOS Núm. 49 (2003) 391 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 41 coz porque se anuncia ya desde antes de 195055, y estancada en los últimos decenios, van a determinar un crecimiento natural cada vez más reducido. Con una tasa bruta de mortalidad de 7,2 por mil para 1999, la Comunidad canaria se sitúa en el lu-gar más bajo del país detrás de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (INE). Con una dinámica interna como la descrita y de proseguir los ritmos y tendencias señalados por medio de los cuales la natalidad sigue estrechando su volumen y la mortalidad repunta ligeramente, el saldo natural resultante no puede hacer otra cosa más que perder peso específico con el paso del tiempo. Véase si no es así la escuálida diferencia entre nacimientos y defunciones que en 2001 se situó en un 3,43 por mil. Puestas las cosas de esta forma, el resultado final es que las tasas y los índices demográficos que se registran en la actualidad no ga-rantizan globalmente el nivel de reposición de la población ca-naria. La tasa bruta de natalidad registrada en el Archipiélago alcanzó en 1996 algo más de un 11 por mil, en 2001 bajó a 9,99 por mil, con pequeñas fluctuaciones entre los índices obtenidos por cada una de las Islas del Archipiélago. Así, las islas de Lanzarote y Fuerteventura están registrando en estos momen-tos los guarismos máximos regionales (13,3 y 14,8 por mil), de-bido a la permanente llegada de contingentes de inmigrantes jóvenes y adultos, lo que explica el mantenimiento de un rit-mo de nacimientos constante, mientras que Gran Canaria56, Tenerife57 y La Palma se estancan, al tiempo que El Hierro y La Gomera experimentan una notable caída de sus respectivos ín-dices. Asimismo, la fecundidad, fórmula de medición que nos muestra la relación entre los nacimientos y el número de muje-res en edad de procrear, también está sufriendo una fuerte ero- 55 Entre 1949, en que la tasa bruta de mortalidad se redujo a un dígito (9,1 por mil) y 1972 en que los índices anuales de natalidad estaban en torno al 25 por mil, es cuando la demografía canaria sufrió una auténtica explosión al obtener saldos vegetativos acumulativos muy elevados que oscilaron entre máximos de 20 por mil y mínimos de 14 por mil. 56 A excepción de municipios como Santa Lucía y Mogán. 57 Salvo Adeje, Arona o Santiago del Teide. RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 392 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 42 sión. El índice sintético de fecundidad para el período 1995-1999 fue de 1,21 hijos por mujer, cifra que nos muestra su acelerada reducción sobre todo si la comparamos con anualidades inme-diatamente anteriores. Así vemos que, todavía hace muy pocos años, en 1980, la fecundidad media era de 3,7 hijos por mujer y que, algo más tarde, en 1991, esa cifra se reduce a 1,87 hijos por mujer, prosiguiendo la misma tónica en los años sucesivos. Con todo, no se debe perder de vista que estamos aun por enci-ma de la media del Estado español, que al registrar un 1,1 hi-jos por mujer se sitúa entre los índices más bajos del mundo, por lo que debemos pensar que la tendencia en el futuro será sin duda la de continuar decreciendo progresivamente, si la in-migración no consigue interrumpir esta tónica dominante e in-vertir el sentido de la evolución de esta variable. Es difícil no obstante estimar cuánto margen le falta todavía y por cuánto tiempo seguirá bajando aun el índice de fecundidad, ni cuándo podremos prever una hipotética recuperación y si esta situación se podrá remontar alguna vez a través de estímulos internos o externos. Ante lo cual parece legítimo preguntarse ¿y por qué no implementar políticas recuperadoras de la tasa de natalidad? Muy simple. Primero por que son costosas y porque los incenti-vos económicos por sí solos no consiguen disuadir a las muje-res en edad de procrear para que tengan más hijos. Y, segundo, porque el vigente modelo de sociedad que se ha impuesto en Occidente ha instituido unos valores fijos de competitividad y de nivel de vida exponencialmente al alza ante los cuales muchas parejas se ven impelidas a renunciar a la paternidad a cambio de estabilidad laboral (en el caso de la mujer trabajadora, sobre CUADRO NÚM. 9 FECUNDIDAD Y EDAD MEDIA DE LA MATERNIDAD Núm. medio de hijos/mujer Núm. medio de hijos/mujer Años 2000 2001 2000 España 1,24 1,24 30,73 Canarias 1,27 1,20 29,47 Diferencial 0,03 0,04 1,26 Fuente: ISTAC e I.N.E. Edad media de la maternidad Núm. 49 (2003) 393 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 43 todo), bienestar y capacidad de consumo58. En este contexto los hijos suponen una carga económica y un obstáculo para la pro-moción sociolaboral y la estabilización de las jóvenes parejas. 58 En 1996 un total de 62.755 familias canarias (13,7 por ciento del total) no tenían hijos y 73.000 viviendas (un 15 por ciento del total) esta-ban ocupadas por una sola persona. En 1991 nos encontrábamos con que mientras 4.876 mujeres casadas habían concebido nueve o más hijos cada una, existían en el lado opuesto más de 300.000 mujeres canarias en edad de procrear que no habían tenido ninguno (Anuarios Estadísticos de Cana-rias de 1992 a 1998, ISTAC). CUADRO NÚM. 10 LA TASA BRUTA DE NATALIDAD DE CANARIAS POR ISLAS (1995-1999) Canarias 16.927 18.456 10,46 11,18 Lanzarote 1.001 1.152 14,32 13,36 Fuerteventura 550 792 12,82 14,87 Gran Canaria 7.465 8.101 10,38 10,73 Tenerife 6.862 7.539 10,2 10,12 La Gomera 158 147 9,28 10,14 La Palma 723 653 8,83 8,66 El Hierro 68 72 8,35 8,48 Valores absolutos Valores relativos 1995 1999 1995 (‰ ) 1999 (‰ ) CUADRO NÚM. 11 LA TASA BRUTA DE MORTALIDAD DE CANARIAS POR ISLAS (1995-1999) Valores absolutos Valores relativos 1995 1999 1995 (‰ ) 1999 (‰ ) Variación (‰ ) Canarias 10.096 11.859 6,24 6,71 0,47 Lanzarote 318 517 4,14 5,5 1,36 Fuerteventura 175 243 4,08 4,02 –0,06 Gran Canaria 4.318 5.267 6 6,59 0,59 Tenerife 4.463 4.918 6,63 6,96 0,33 La Gomera 144 115 8,46 6,7 –1,76 La Palma 602 725 7,36 8,46 1,1 El Hierro 76 74 9,33 7,47 –1,86 Fuente: ISTAC. Variación (‰ ) 0,72 –0,96 2,05 0,65 –0,08 0,86 –0,17 0,13 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 394 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 44 Analizando desagregadamente las tasas brutas de natalidad registradas en cada una de las islas para el año 1999 (según el ISTAC) apreciamos las siguientes variaciones: por encima de la media regional se encuentran las islas de Fuerteventura y Lan-zarote, con 14,87 y 13,36 por mil, hecho que se explica por los efectos del impulso económico y el refuerzo de los grupos de eda-des jóvenes a causa de la reciente inmigración. Gran Canaria, Tenerife y La Gomera cuentan con valores coincidentes en gene-ral con los índices medios del Archipiélago. En cambio, en las is-las de La Palma y El Hierro las tasas brutas se alejan por debajo de la media regional, con 8,66 y 8,48 por mil respectivamente. La natalidad en Canarias es, pues, un fenómeno heterogéneo pues-to que todavía existen islas con resistencias a someterse a la tóni-ca descendente general, islas que siguen el ritmo general señala-do e incluso territorios insulares en que la caída de los valores se anticipa sobre el conjunto a una mayor velocidad. El análisis de la fecundidad específica por grupos de edades nos muestra unos índices bajos, resultado de una progresiva reducción a lo largo de la última década de las edades jóvenes. Por otra parte, aumenta ligeramente, o por lo menos no se re-ducen los grupos de edades más elevadas, resultado de la incor-poración de la mujer al mundo laboral antes de su actividad reproductora sin haber conseguido un cierto nivel de éxito o de consolidación profesional y no haber tenido aun tiempo de es-tabilizar económicamente su proyecto de vida. Esta circunstan-cia queda explicitada en la edad media de la maternidad, que en 1999 estaba ya cerca de alcanzar el promedio de los 30 años de edad59. Que la tendencia que se impone en Canarias es la de pocos hijos y a ser posible tenerlos a edades entradas ya en los treinta años nos lo revela el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria en donde nacieron 8.004 niños duran-te el año 2001, de los cuales el 18 por ciento correspondía a madres mayores de 34 años de edad60. Las tasas de reproduc- 59 Según el Anuario Estadístico de Canarias de 1999 (ISTAC), p. 59, la edad media total de las madres canarias está en 29,47. Por islas, en El Hierro es de 30,18 la máxima y las mínimas se encuentran localizadas en La Palma y Fuerteventura con 28,92 y 28,99, respectivamente. 60 La Provincia-DLP (2001): «El Materno Infantil supera la barrera de los 8.000 nacimientos a lo largo del año» (29 de diciembre). Núm. 49 (2003) 395 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI 45 ción también son actualmente bajas, situándose ahora mismo en los mínimos de garantía de reposición generacional. La me-dia del Archipiélago canario se encuentra en el índice del 0,65. Su reciente evolución también nos muestra una tendencia cons-tante hacia la reducción de este índice. Parcialmente relaciona-da con las referidas tendencias de las tasas brutas de natalidad, de fecundidad y de reproducción se encuentra también la pro-gresiva disminución del número de matrimonios, que desde 1975 CUADRO NÚM. 12 NATALIDAD, MORTALIDAD Y SALDO VEGETATIVO DE CANARIAS ENTRE 1997 Y 2001 (POR MIL) Años Natalidad Mortalidad 1997 10,69 6,78 3,91 1998 10,55 7,07 3,48 1999 11,22 7,09 4,13 2000 10,76 6,87 3,89 2001 9.99 6,56 3,43 Fuente: ISTAC. Saldo vegetativo en adelante se traduce en un descenso constante de las tasas de nupcialidad. En el pasado no casarse era una extravagancia o una tara. El estado civil de las personas imprimía carácter. Contraer matrimonio era alcanzar la consideración de persona de orden. Lo romántico era no casarse. En cambio hoy en día el matrimonio está empezando a ser un acto de rebeldía a sabiendas que tres de cada cinco parejas se divorcian. En 1981 contrajeron matrimonio un total de 8.575 parejas. Esta cifra experimenta una drástica reducción diez años después, para luego estancarse a partir de 1996, año en que se registran 7.391 nupcias que supusieron una tasa bruta de 4,61 por mil; tres años más tarde, sólo se produjeron 6.062 casamientos. Hay gen-te que se casa por la Iglesia (matrimonio canónigo) y gente que se casa por lo civil. Eso no excluye otras alternativas conviven-ciales al margen del espacio matrimonial y familiar propiamen-te dicho. También se casan personas del mismo sexo, se unen o se confían bajo un mismo techo. Aunque todavía tengamos di-ficultades para acceder a registros estadísticos oficiales, sabemos RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 46 que las parejas de hecho (homosexuales y heterosexuales) están aumentando en las islas cada vez más como corresponde a las sociedades abiertas y permisivas, en donde la tendencia de los humanos es siempre a exacerbar actitudes individualistas (liber-tad de cargas y compromisos limitadores) o a uniones o relacio-nes estables periódicas en vez de continuas. Además de los cam-bios sociales, en donde la soltería emerge como una opción cada vez más aceptada, el fenómeno de la reducción de las cifras de enlaces matrimoniales indica también las numerosas dificulta-des con que se están encontrando los jóvenes para iniciar el proceso de creación de nuevas parejas. En 1997, los índices bru-tos más próximos a la media regional se localizaban en Gran Canaria y Tenerife. En las islas de La Palma, Lanzarote y Fuerteventura la tasa de nupcialidad se distancia un punto como mucho por debajo de los valores totales. En cambio El Hierro y La Gomera se alejan hasta en más de dos puntos de la citada referencia. En este proceso evolutivo sí se aprecia como, prácti-camente desde 1980 en adelante, se están retrasando progresi-vamente las edades de contraer matrimonio. Entre la referida fecha y el momento actual, la edad media de los contrayentes ha aumentado en uno, dos y hasta tres años. Las edades en que predominantemente se suelen celebrar los enlaces matrimonia-les, tanto en los hombres como en las mujeres, se sitúan entre los 25 y los 30 años61, con diferencias notorias entre las distin-tas islas. Por ejemplo, en 1999 la edad media de los varones gomeros al contraer nupcias se situaba en 45,91 años, mientras que sus homólogos herreños eran más precoces con 27,77 años. La media de edad de las mujeres es algo más baja y oscila en-tre los 24,81 años en el caso de las herreñas a los 28,72 de las tinerfeñas. Este cambio contrasta fuertemente con el pasado inmediato puesto que, hace tan sólo tres décadas atrás, la nupcialidad canaria se distinguía por la precocidad de los cón-yuges a la hora de contraer matrimonio62. 61 En el Anuario Social de España de 2001 se dice que en Canarias los varones suelen casarse por término medio a los 30,3 años y las mujeres a los 27,8 años. 62 Señala E. Burriel (Canarias: población y agricultura en una sociedad dependiente, pp. 146-147, Ed. Oikós-Tau,1982) que todavía en la primera Núm. 49 (2003) 397 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI ¿Cómo influye la caída de la tasa de nupcialidad en la nata-lidad? Por tradición y por influencia del cristianismo en los paí-ses de Europa occidental, el descenso actual de la fecundidad se suele asociar con un descenso de la nupcialidad y un aumen-to de la fragilidad de los matrimonios, tal como se aprecia en la creciente tasa de separaciones y divorcios. Sin embargo, la rea-lidad demuestra que las tasas de nupcialidad y de divorcios tie-nen cada vez una menor importancia como variables obstacu-lizadoras o favorecedoras de la fecundidad, debido al incremento de la cohabitación de parejas de hecho fuera de la institución matrimonial y del aumento de las tasas de nacidos al margen del marco oficial del matrimonio formalizado tanto civil como canónicamente. mitad de los setenta el 30 por ciento de las mujeres canarias se casaban con menos de veinte años. 47 GRÁFICO NÚM. 4 PIRÁMIDES DE LA POBLACIÓN CANARIA RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 398 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 5.3. Principales causas y factores que explican la reducción de la natalidad y la fecundidad Los impactos socioculturales del desarrollo del turismo y la modernización que ha traído consigo desde una perspectiva oc-cidental de la sociedad insular, han implicado importantes mu-taciones sobre los rasgos característicos de la población canaria que habitaba en las islas antes de la llegada del turismo de masas. Desde un enfoque demográfico, estos cambios aparecen siempre ligados a transformaciones sociales que se van impo-niendo progresivamente a lo largo de los últimos cuatro dece-nios. De entre todos éstos sobresalen los siguientes: 5.3.1. La progresiva desaparición de la familia extensa y su sustitución por la familia nuclear. Mitología y crisis de la institución nuclear Por definición, la familia constituye un ámbito privilegiado de maduración de las personas, de transmisión de valores, de seguridad económica o afectiva y, en definitiva, de autoprotec-ción de sus componentes. Esta concepción, sin duda tradicional, ha sido hasta hace poco patrimonio exclusivo de las opciones ideológicas conservadoras, en buena medida como resultado de la renuncia de los sectores progresistas a reconocerle un status social positivo. Nuestra sociedad ha descuidado en los últimos años esta figura por lo que se empieza a hablar sin tapujos de incipiente proceso de desfamiliarización. Con el resurgimiento de problemas como la delincuencia juvenil, el fracaso escolar, las desavenencias convivenciales o el creciente endeudamiento, las miradas se vuelven a centrar de nuevo en la maltrecha salud de la institución familiar afectada como es sabido por un sin fin de cuestiones serias y complejas como la incomunicación, desestructuración, subvaloración de su relevancia social o las derivadas de las penurias económicas de una parte considerable de las mismas. Lo cierto es que esta crisis se está haciendo notar externa-mente. La familia actual no responde a las funciones que la 48 Núm. 49 (2003) 399 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI sociedad tradicional le encomendó. De ahí el que se esté produ-ciendo en estos momento un debate tendente a redefinir la ade-cuación de la institución familiar a las nuevas exigencias socia-les y económicas. Se duda poco a estas alturas de que la familia y las situaciones matrimoniales seguirán cambiando todavía más de lo que ya lo vienen haciendo. La existencia de familias con un solo progenitor, con padres no biológicos por adopción o por nuevos y sucesivos matrimonios, con hijos nacidos fuera del matrimonio, el matrimonio de homosexuales o lesbianas, son algunos de los cambios que perdurarán y se extenderán. Nos encontramos, pues, en pleno proceso de deconstrucción y recons-trucción de las figuras del matrimonio y de la familia hacia fór-mulas que poco o nada tienen que ver con el pasado. Y no se trata de una fase meramente coyuntural, con un principio y una fecha de terminación con la que se dan por concluidas las mudanzas, como si de una moda pasajera se tratara; sino de una etapa en la que se está entrando de una forma cada vez más dinámica. Es por lo que, en los últimos años, estamos asis-tiendo a un redescubrimiento de las potencialidades de esta ins-titución y por lo tanto, cualquiera que sea su perfil final, por los efectos positivos que recaen en una sociedad equilibrada, se hace necesario potenciar. Este contexto tan característico de los países avanzados de Europa occidental es fácilmente extrapolable a una sociedad con tanta apertura y liberalidad como históricamente ha sido la ca-naria. Los cambios sociales y culturales que se registran en el Archipiélago desde aproximadamente la mitad del siglo XX im-plican el paso de una sociedad rural, fuertemente agrarizada, por una sociedad urbana con hegemonía del sector servicios. Este hecho comporta la progresiva desaparición de formas tra-dicionales de familia de tipo extensa, troncal o multigenera-cional, que hasta entonces predominaba en la sociedad rural insular desde prácticamente sus orígenes más remotos. Esos rasgos se están perdiendo paulatinamente a la vez que se van sustituyendo por otro modelo de familia nuclear, compuesta por padres, madres e hijos, y que se irá imponiendo en la fase de expansión urbana, con tendencia a ir disminuyendo en cuanto al número de sus componentes, así como normalizando otras 49 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 400 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS alternativas convivenciales toda vez que se empieza a admitir que una familia puede estar formada por cualquier combinación de personas, heterosexuales u homosexuales, que compartan sus vidas de manera íntima (no necesariamente sexual y no necesa-riamente intermediadas por controles administrativos o sociales). Poco a poco se está aceptando que los niños pueden ser tan felices en una familia de adopción como con sus padres biológi-cos, como también se está admitiendo que una familia no está obligada a la fuerza a tener descendencia. Una mujer no tiene por qué sentirse menos mujer porque decide no tener hijos. Según la oficina estadística de la U. E. (EUROSTAT) uno de cada cuatro europeos nacieron en 1997 de padres no casados. Una proporción que va en aumento, porque era sólo del 10 por ciento en 1980. En España también se avanza en esa dirección de forma que de un escaso tres por ciento se ha pasado a un 11,1 por ciento los hijos tenidos o concebidos fuera de la insti-tución matrimonial. El hecho mismo de que las personas estén transformando el concepto tradicional de familia es indicio de una sociedad sana que supera atavismos y se sacude los viejos prejuicios. Dice S. Hite63 que la estructura cambiante de la fa-milia ha hecho que cada vez haya más mujeres al frente de ella. Hoy son muchas las personas (tanto hombres como mujeres), en el mundo occidental, que prefieren renunciar a la institución familiar definida en términos estrictos y crear unas familias con rasgos propios. Esta circunstancia traerá consigo importantes consecuencias en el comportamiento social y geodemográfico de la población insular. En el antiguo modelo de familia extensa campesina, la dimensión de los hogares posibilitaba un refuer-zo de la mano de obra y por lo tanto más ayuda familiar. La dimensión productiva de la familia estaba en íntima relación con el tamaño de la misma, favoreciendo por lo tanto a las más amplias con numerosos miembros, como consecuencia del mo-delo económico imperante en una sociedad premoderna, con limitado uso de los avances tecnológicos. Asimismo, las perso-nas mayores tenían un papel significativo y decisivo en el seno de las familias mientras vivían. En la sociedad urbana, por el 63 Secciones habituales de S. Hite en El País Semanal, 2001. 50 Núm. 49 (2003) 401 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI contrario, el tamaño de la familia implica, en primer lugar, pro-blemas relacionados con la dimensión del espacio, ceñido casi siempre a pisos con pocas habitaciones para la pareja y sus hi-jos que deben conformarse a núcleos familiares medios de tres a cinco miembros por unidad. El precio de los pisos guarda una relación muy íntima con el tamaño de los mismos. Las familias en general no tienen acceso a ingresos complementarios en for-ma de ayuda familiar para hogares más amplios64, ya que el tipo de trabajo en las ciudades es de contratación individual y no familiar como en cierta medida sucedía antiguamente en las fincas agrarias y en las comarcas tomateras con la aparcería como sistema de arrendamiento de tierras cultivables. Poco a poco, estos cambios implican un debilitamiento de los vínculos intergeneracionales y de los valores familiares marca-dos por la tradición. Pero esta situación económica es comple-mentaria a los problemas de alojamiento vinculados al tamaño y a la tipología de las viviendas de los núcleos urbanos, casi siempre menos espaciosas que las rurales. Ambos hechos incidi-rán sobre una progresiva reducción de la dimensión de la fa-milia por una parte, y sobre la problemática de la acogida de personas mayores por otra. Por lo tanto, en la actualidad, pre-domina un tipo de unidad familiar en la que es muy frecuente encontrar conviviendo juntos a un menor número de componen-tes, a consecuencia, por otra parte, de la creciente reducción del número de hijos por mujer en los últimos decenios. Pasamos se-guidamente a comentar el panorama general de la familia en Canarias. 5.3.2. La familia en Canarias al finalizar el siglo XX Para empezar este apartado hay que señalar que el socio-barómetro realizado por el Gobierno canario el pasado mes de julio de 2001 destacaba que el 97,9 por ciento de los encuestados valoraban mucho/bastante a la institución familiar. Sólo un 31,7 por ciento consideraba a la familia como un ente pasado de 64 Hasta el año 2001, España ha venido destinando a la protección fa-miliar un 245 por ciento menos de la media comunitaria (EUROSTAT). 51 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 402 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS moda. Estas valoraciones ponen de manifiesto la fuerte consi-deración que todavía tiene en Canarias el matrimonio y la fa-milia. Pues bien, sobre esta cuestión lo primero que debemos destacar es que en nuestro Archipiélago la mayor parte de la población de derecho vive en familias nucleares (exactamente el 99,4 por ciento para el año 1996)65, distribuidas entre 355.206 familias que disponen de un núcleo, quedando fuera de esta consideración un total de 6.538 personas. Ahora bien, existen 472.567 hogares66, de los cuales 77.356 son hogares no familia-res67 y 12.422 hogares familiares sin núcleo68. En ese mismo es-cenario apreciamos también como las parejas con hijos ascien-den a 234.792 unidades, mientras que las sin hijos suman unas 65.755, en tanto que las familias monoparentales (es decir, aquellas que están constituidas por madres solas con hijos o padres solos con hijos) se elevan a 54.659 unidades. Junto a esas situaciones cabe indicar que en Canarias existen además otras 27.583 familias con dos o más núcleos69; 123.343 hogares con 65 ISTAC (1999), Encuesta de Población. Las familias. Comunidad Autó-noma e Islas. Canarias 1996, 182 pp.+XIV. 66 Se considera hogar a la unidad formada por la totalidad de los indi-viduos que están inscritos en una misma vivienda familiar o alojamiento. Las diferencias entre hogar y familia son dos: 1) El hogar puede ser unipersonal pero la familia no. Y 2) los miembros del hogar no tienen que estar necesariamente emparentados, mientras que los miembros de la fami-lia sí (ISTAC, 1996, p. 8). 67 Se refiere a aquellos hogares compuestos por miembros entre los que no existe ninguna relación de parentesco. Se incluyen aquellos en los que figura únicamente una persona en el hogar (de 16 y más años) y aquellos que se componen de dos o más personas que no presentan ningún vínculo de parentesco con la persona principal (ISTAC, 1996, p. 8). 68 Se trata de hogares cuyos miembros están emparentados entre sí, es decir, pertenecen a una misma familia, sin embargo, entre ellos no existe ninguna relación de tipo paterno-filial o de conyugalidad, por lo tanto no existe ningún núcleo familiar. Este grupo comprende también las familias sin núcleo con otras personas no emparentadas (ISTAC, 1996, p. 8). 69 Se trata de hogares cuyos miembros forman una familia que está compuesta por dos núcleos familiares resultado de la existencia de una o dos relaciones de conyugalidad y/o de filiación entre las personas del ho-gar. De las diferentes combinaciones de dos núcleos posibles dentro de una familia, se consideran: 1) dos parejas sin hijos; b) dos parejas con hijos; c) dos parejas, una con hijos y otra sin hijos y d) dos núcleos monoparentales 52 Núm. 49 (2003) 403 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI personas mayores de 64 años (34,7 por ciento de las familias) y 31.661 hogares con personas mayores de 79 años (8,9 por cien-to de las familias). Y, finalmente, un dato importante de cara a la edad media de emancipación y por ello sociológicamente sig-nificativo proviene del hecho de que casi un 14 por ciento de las familias isleñas convive con hijos de edades comprendidas entre los 25 y 29 años. Como no podía ser menos la aportación foránea a la estructuración familiar del Archipiélago es también relevante si nos atenemos al volumen alcanzado, puesto que supone ya un 25,08 por ciento del total, siendo 50.714 los ho-gares en donde residen inmigrantes procedentes de otras Comu-nidades españolas y 38.441 los formados por inmigrantes extran-jeros. A la vista de lo que acabamos de exponer podemos destacar unas cuantas apreciaciones que por su notorio alcan-ce pasamos a reseñar seguidamente: Primera, las parejas con hijos suponen una amplia mayoría, con un 66,1 por ciento del conjunto de las familias canarias. Pero queda fuera de esta consideración un resto importante. El 33,9 por ciento de las parejas viven solas. Esta cantidad invita a pensar que la familia de toda la vida cada vez lo es menos. En efecto, la mitología sustentada en el hecho de que una persona no es completamente normal si no consigue formar una fami-lia nuclear empieza a agrietarse. Segunda, las parejas sin hijos elevan su participación a un porcentaje de 18,5 por ciento de las familias, cifra nada des-deñable evidentemente. Cada vez habrán más parejas que vi-van solas y esta tónica al parecer tiende a prolongarse en el tiempo. Tercera, las familias monoparentales alcanzan ya el 15,38 por ciento, y se componen (46.406 unidades en 1996) en su mayo-ría por madres solas con hijos70, frente a las 8.253 formadas por padres solos con hijos. con hijos. Incluyen casos de dos padres solos con hijos, dos madres solas con hijos o padre y madre solos con hijos. (ISTAC, 1996, p. 9). 70 Un porcentaje muy elevado de las familias monoparentales están encabezadas por mujeres solas que tienen que criar uno o varios hijos sin ninguna ayuda de nadie. 53 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 404 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Cuarta, un 32,8 por ciento de los hogares canarios acogen a una persona mayor de 64 años o mayor de 79 años. Se trata de una cifra significativa que no debemos perder de vista. En tér-minos comparativos supone un porcentaje ciertamente elevado que nos permitirá esbozar un enfoque socio-asistencial diferen-ciado en relación con los modelos imperantes en las socieda-des occidentales en donde ni por asomo se da una situación pa-recida. Quinta, los jóvenes mayores de edad que siguen conviviendo con sus padres suponen todavía un porcentaje significativo. En Canarias los hijos suelen permanecer bajo el mismo techo de sus progenitores hasta los 29 años por término medio. Lo cual está incidiendo en el retraso de las edades de acceso al matrimonio e indirectamente acortando la duración del tiempo fértil en el caso de las mujeres que planean concebir hijos dentro de la institución familiar. Y sexta, los hogares con población inmigrante procedente del extranjero y de las restantes comunidades españolas alcanzaron una cifra relevante en relación con la estructura familiar regio-nal, con un 18,85 por ciento del total. Podemos concluir este apartado señalando que el número de familias tiende a reducirse a la vez que a tener menos miem-bros por unidad. Cada vez habrá más personas que vivan solas o en familias monoparentales. Cada vez es más frecuente en-contrarnos con familias con cónyuges que estuvieron antes ca-sados o con nuevas familias creadas a partir de casados en se-gundas nupcias. Las parejas de hecho y otras alternativas de cohabitación son también modalidades de conyugalidad a las que debemos acostumbrarnos. 5.3.3. Repercusiones de los cambios señalados en los valores sociales Los referidos cambios, que poco a poco están contribuyendo a subvertir la estructura sociocultural de prevalente signo retar-datario y subdesarrollado, tienen también, como es lógico, sus palpables repercusiones sobre la tipología y los rasgos caracte- 54 Núm. 49 (2003) 405 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI rísticos de la población actual de las Islas. Por ejemplo y para decirlo de un modo muy preciso, las transformaciones socioeco-nómicas incidieron sobre las formas de percepción tradicional de la institución familiar. Las nuevas circunstancias sociodemográ-ficas de las Islas han impactado sobre un tipo determinado de familia tradicional, implicando el surgimiento de fórmulas innovadoras de emparejamiento, aceptación social de la soltería definitiva como opción libremente elegida, aflorando tipos inédi-tos de comportamiento y de conyugalidad en las parejas y en la aparición de perfiles y roles familiares hasta ahora desconoci-dos y, en cierto modo, inaceptados. Podemos aseverar que no existe un modelo unívoco de familia. Aunque incipiente aun, la nueva diversidad en la configuración de las familias forma par-te de un pluralismo positivo, una transición fundamental en la organización de la sociedad, que necesita de una mentalidad abierta y la aportación de nuevas ideas. Si la reproducción ya no es la prioridad más urgente en las sociedades modernas, no es de extrañar que haya una rebelión contra la familia tradicio-nal. Era, para decirlo con palabras de S. Hite, hasta histórica-mente inevitable. Entre las causas más significativas que han venido influyendo sobre estos cambios sociodemográficos, des-tacaremos por su importancia las siguientes: A lo largo de las décadas de implantación del turismo de masas se registró una transición desde una sociedad cerrada, conservadora, tradicional y eminentemente católica hacia una sociedad más abierta, liberal, mestiza y secularizada. Esta secu-larización del pensamiento y de las actitudes conductuales implica a su vez una disminución de la influencia religiosa, al tiempo que se pone en resalte el valor del individuo y su desen-volvimiento personal71. Valga como ejemplo de la citada seculari- 71 El sociobarómetro del Gobierno canario de julio de 2001 señalaba que el 53,5 por ciento de los canarios valora poco o nada la religión. No obstante el 76,2 por ciento asegura que pertenece a alguna religión, mayoritariamente a la católica, frente al 23,2 por ciento que dice no perte-necer a ninguna fe religiosa. La mayoría señala que aun habiendo sido educado religiosamente en su casa, en un 42,2 por ciento nunca o práctica-mente nunca acude a una iglesia. Sólo el 12,8 por ciento confiesa que va una vez a la semana a la iglesia. La fe religiosa es calificada de importante para un 15,1 por ciento de los encuestados. 55 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS zación los cambios que se vienen produciendo en los diferentes tipos de matrimonios. En el año 1991, el 70,9 por ciento de los matrimonios se realizaban a través del matrimonio católico, ci-fra que en los años 1997 y 1998 bajó al 68,1 por ciento. Por otra parte, el tipo de casorio por lo civil ha pasado en los últi-mos años a ser de un 31,9 por ciento72. La evolución de la sociedad canaria ha implicado pues la implantación de un cambio significativo en las ideas y en el comportamiento de las personas que suponen el poder superar sin penosos traumas la concepción y función tradicional del papel del matrimonio, lo que ha supuesto además un debilita-miento del combinado sexualidad-legitimación matrimonial-pro-creación. A partir de ese momento se enfatizan las relaciones de pareja. Desde esta perspectiva, la opción actual por la procrea-ción se deja a la libre disposición de las parejas, pero al mismo tiempo se impone la práctica de una planificación familiar que se ha convertido en uno de los imperativos que mayor inciden-cia ha tenido en el descenso de la natalidad y de paso como la principal consecuencia de la aceleración del proceso de enveje-cimiento de las estructuras demográficas insulares. La presen-cia de las familias numerosas con más de cuatro hijos, que en 1996 representaban el 52,33 por ciento del total, disminuyen progresivamente. As�� el tamaño medio de los hogares canarios pasó de 3,9 a 3,38 miembros por unidad, entre 1981 y 1996. Los hogares con ningún menor de 6 años pasaron de 313.759 en el año 1991 a ser 383.803 en 1996 (ISTAC,1996). En estos últimos decenios crece, por otra parte, el número de familias con un solo hijo o dos hijos como mucho. Paralelamente en Canarias aumenta el porcentaje de hijos nacidos de madres no casadas (maternidad de adolescentes, sol-teras, viudas, separadas o divorciadas)73. En 1995 y 1996 estos 72 ISTAC, Movimiento Natural de la Población, Cuadernos 3 al 7 de 1997 a 1998. Anuario Social de España 2001. 73 Según A. Arbelo Curbelo la natalidad ilegítima hasta los años cin-cuenta del siglo XX fue elevada oscilando entre un 5 y 7 por ciento de la natalidad general. Desciende luego entre los cincuenta y los sesenta, para empezar a repuntar desde los años setenta en adelante (Población de Cana-rias. Siglos XV al XX, y sus fenómenos demográficos sanitarios 1901-1981, pp. 164-168). 56 Núm. 49 (2003) 407 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI últimos nacimientos alcanzaban el 20,26 y el 22,43 por ciento del conjunto de los nacimientos, cuando en 1975 la maternidad extramatrimonial no llegaba más que al 2,78 por ciento de los nacimientos de mujeres casadas. El sociobarómetro del mes de Julio de 2001 incluía respuestas como que el 84,9 por ciento de la población canaria aprobaba el que una mujer tenga un hijo como madre soltera sin querer mantener relación estable con hombre alguno74. Todos los hechos enumerados implican la exis-tencia de nuevas formas de corresidencia y/o cohabitación que hemos venido señalando hasta aquí. Se aprecia, pues, una cre-ciente importancia de las formas familiares basadas en la coha-bitación, lo que implica también un cambio semántico que sus-tituye al oprobioso concepto de concubinato que empleaba tendenciosamente la sociedad conservadora y tradicional en tiempos pretéritos. Apréciese, además, que el porcentaje de separados/as y divor-ciados/ as se ha duplicado, pasando de 1,9 a 3,3 por ciento so-bre el conjunto de la población entre 1991 y 1996 y las ruptu-ras de parejas tienden a elevarse. La cohabitación se estima también que está aumentando desde mediados de la década de los ochenta a esta parte. De todas las maneras cabe señalar que, en general, no se trata todavía de una opción clara por un es-tilo de vida familiar alternativo, ya que un porcentaje elevado de esta tipología de corresidencia corresponde a segundas o ter-ceras oportunidades de reemparejamiento por parte de personas que antes habían estado casadas. Desde la perspectiva de los cambios económicos durante la mencionada etapa turística, las Islas Canarias se caracterizan por la transición desde una sociedad pobre a una sociedad con un aceptable nivel de bienestar. Pero esta última afirmación no pretende ocultar la existencia de niveles de exclusión social y marginación así como determinadas dificultades económicas y, en suma, la pervivencia de aspectos adversos en cierta medida. 74 Los nacimiento de madres no casadas se multiplican por 2,7 por cien-to al pasar de 1.400 en 1980 a 3.800 en 1996. Al margen de las adolescen-tes que conciben hijos precozmente y sin desearlo, la madre soltera actual responde casi siempre al perfil de mujer mayor de 30 años, independiente, con estatus socioeconómico medio alto y con una profesión. 57 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Por ejemplo, los grandes obstáculos para encontrar empleo por parte de los jóvenes. De acuerdo con la EPA (13.08.2001) la tasa de paro para los menores de 25 años era de 24,36 por ciento, duplicando la media general. Ello es debido, por una parte, a la débil oferta y/o déficit de nuestros viveros de trabajo; y de otra parte, a la existencia de un mercado laboral inflexible y con muchos elementos de precarización en los contratos. Estos pun-tos negativos en el panorama sociolaboral no contribuyen a crear las mínimas garantías de estabilidad con vistas a la for-mación de una familia y menos aún a la procreación intensiva. Así mismo, estos aspectos se complementan con la escasez de viviendas asequibles, circunstancia que está asociada a la espe-culación del suelo y al control oligopolista del mercado residen-cial por los promotores urbanísticos. Se ha producido también un cambio decisivo en el papel que la mujer desempeña en la sociedad insular durante el perío-do turístico, lo que lleva aparejado la superación del trinomio mujer-trabajo-reproducción. El acceso de la mujer al trabajo asalariado extradoméstico también incidirá en los cambios sociodemográficos como no podía ser menos. La tradicional interrelación mujer-trabajo-reproducción sufre los primeros sín-tomas de agrietamiento en igual proporción a medida que se van imponiendo progresivamente los nuevos roles conductuales asu-midos por la mayor parte de las mujeres isleñas. Desde esta perspectiva es muy importante destacar las transformaciones sociológicas que han favoreciendo a su vez cambios sin prece-dentes en el papel desempeñado por las mujeres en la sociedad actual y que se debe relacionar con distintas causas como son el aumento del nivel de instrucción o el proceso de seculariza-ción de las ideas. Es una prueba más de que el desarrollo eco-nómico moderno en sociedades abiertas y democráticas ofrece más autonomía individual a las personas que lo hacen posible. Eso ha generado, entre otros muchos aspectos, la superación del papel de la mujer como madre y como reposo del guerrero. La mujer en los últimos decenios ha tenido a su alcance más posi-bilidades de escolarización, lo que comporta mayores oportuni-dades de acceder a niveles educativos y formativos de máximo rango. Esta última circunstancia ha permitido, a muchas de 58 Núm. 49 (2003) 409 CARACTERIZACIÓN DE LA POBLACIÓN CANARIA A COMIENZOS DEL SIGLO XXI ellas, aumentar su participación en el mercado laboral, aun cuando la tasa de paro femenino sea del 17,61 por ciento (EPA), superior en cinco puntos a la media regional. En tiempos preté-ritos, la función de la mujer como madre y criadora de hijos no se acababa nunca hasta cumplir los cincuenta años. En la ac-tualidad se ha reducido considerablemente el período repro-ductivo, tanto en el tiempo de tener los hijos como en el dedi-cado a su crianza. Durante la década de los veinte del siglo que acaba de terminar, el 50 por ciento de las mujeres de entre 35 y 44 años habían tenido cinco o más partos. Este porcentaje se redujo al 14 por ciento en el año 1970, al 8 por ciento en 1985 y al 6 por ciento en 1991. Hay quien advierte que esta tenden-cia puede tal vez interrumpirse parcialmente, porque está emergiendo cierta propensión por la que determinadas personas están descubriendo la paternidad en plena madurez, configuran-do un fenómeno sociodemográfico novedoso, aunque no mucho más. Llegado a este punto cabe señalar que sobre estas circuns-tancias también ha intervenido el descenso de la mortalidad infantil. Recuérdese que en 1900 eran necesarios 5; 6 ó más hijos para poder garantizar la reproducción demográfica de la familia. Y que, en 1950, sólo eran suficientes tres hijos. En cam-bio, actualmente, sólo harían falta un poco más de dos para asegurar la sustitución generacional. La caída de la tasa de mortalidad infantil gracias al avance de la asistencia médico-asistencial ha contribuido de modo decisivo a superar los condicionantes de la reproducción intensiva. Canarias presenta-ba un índice de mortalidad infantil de 5,5 por mil en 1998 por detrás de Ceuta, Galicia, Melilla, Andalucía y Madrid. El resul-tado final es una reducción de la fecundidad como nunca hasta ahora se había podido verificar a lo largo de la historia de nues-tras Islas. Otros aspectos de carácter legislativo o político, como es el caso de la aparición a principios de la década de los años ochen-ta de la Ley de Divorcio o la Ley que regula la interrupción del embarazo, que han significado importantes cambios en los ries-gos de vulnerabilidad de la mujer a lo largo de su vida. Esto último que repercute, de una parte, en el aumento de familias de tipo monoparental; y de otra parte, un mayor cuidado por 59 RAMÓN DÍAZ HERNÁNDEZ 410 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS parte de las mujeres respecto de los hijos que realmente desea tener. Todo |
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