APORTACIONES A LA HISTORIA
-DE LA ERMITA DE SAN GREGORIO
DE LOS LLANOS (TELDE)
P O R
ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
ACOTACIONESS OBRE LA IGLESIA DE SANG REGORIEON TELDE.
JUSTIFICACI~N
Con la presente aportación ni siquiera pretendo realizar un
estudio monográfico y total sobre este bello templo neoclásico.
Como es sabido, está ubicado en Los Llanos de la ciudad de
Telde, que este año celebra el 650 aniversario de su fundación
en que fue diócesis episcopal. Modestamente, me limitaré a
aportar alguna noticia inédita sobre la misma, así como rea-lizar
de paso ciertas reflexiones sobre su historia y significa-ds.
Er; vtras palabras, traer a cuento ciertas acotaciones.
Y la primera dejar constancia que en la segunda mitad del
Setecientos se construyeron simultáneamente en Gran Cana-ria
la segunda fase de la Catedral y la ermita de San José en
Las Palmas, las iglesias de Gáldar y Guía, se levantó dos ve-ces
la de Nuestra Señora del Pino, la enorme de Agüimes y
el templo -más que ermita- bajo la advocación de San
Gregorio Taumaturgo. Todo ello durante un largo ciclo de
contracción.
Núm. 47 (2001) 179
ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
1. LA ERMITA Y SU ENTORNO.
LOS LLANOSD E JARAQ UEMADA
Este barrio o pago nació muy temprano, a la vera de la
ciudad de Telde, una vez rematada la conquista. La fertilidad
de sus tierras fueron concedidas mediante datas a la familia
de los Palenzuelal. Agua y fertilidad comportaron su rápida
puesta en cultivo con caña dulce. Al tiempo establecieron los
Palenzuela un importante ingenio. Fueron propietarios de
otros dos, en Arucas y Firgas, según relata el presbítero don
Pedro Hernández. La instalación industrial y los cultivos su-pusieron
una incipiente agrupación urbana, de obreros y es-clavos,
dando lugar a un centro de callejones tortuosos y sin
"-1:A-U
a l r u a .
La atención espiritual del personal obligó, hacia 1550, al
dueño, don Alonso Rodríguez de Palenzuela a levantar una
ermita bajo la advocación de San Gregorio «donde hoy se
encuentra nuestro actual templo de corte Neoclá~ico»N~.o ta
curiosa es que su erección es contemporánea con la de otros
templos teldenses: San Juan Bautista y las ermitas de San
Sebastián, San Pedro Mártir y Santa María La Antigua3.
El núcleo incipiente fue aumentando al compás del creci-miento
demográfico. En la segunda mitad del siglo XVI debió
existir un cambio de propietario, pues según documentos
parroquiales el topónimo que se denominaba Llanos de Jara-quemada;
en la centuria siguiente el poblado es conocido como
Berbévica o bawio berberisco, seguramente por la presencia de
los descendientes de esclavos del ingenio y de mano de obra
de los cañaverales.
' ~Plasenciao Palencia~,s egún HERNÁNDEBZE NÍTEZP, ., en su Telde.
Sus valores arqueológicos, históricos y religiosos, Telde, Talleres Tipográfi-
.-F. ".,A COS, I Y 3 1 , />Y.
NÚÑEz MAYOR, Antonio de la, et allí., San Gregorio Taumaturgo, 1559,
Telde, Ayuntamiento, 1999, 12.
HERNÁNDEBZE NÍTEZP, ., ob. y IOC. cit.
180 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS
ANTONIO DE BÉTHENCOURTM ASSIEU
La primitiva ermita y crecimiento demográfico
Edificada la iglesia el culto se reducía a las misas en do-mingos
y festividades, así como las denominadas misas del
alba y procesiones en las onomásticas de San Gregorio, San-ta
Rosalía y Nuestra Señora del Buen Suceso, que dieron lu-gar
al nacimiento de tres cofradías, acogidas a la ermita.
Conocemos bastante bien su historia, gracias a las investi-gaciones
del presbítero Hernández Benítez. Con anterioridad
a 1700 fue incapaz de acoger al creciente número de fieles.
La solución del problema es resuelto aumentando su cabece-ra
y adosándole una nave4. En la lateral de la epístola se abrió
ur,u pmrtu. Está fechxh er! 1770 y consta en la misma el
inquisidor que la costeó.
La remodelación pronto resultó insatisfactoria para acoger
el aumento de fieles que acudían a Los Llanos. Lo que no es
de extrañar dado el crecimiento demográfico de la Isla a lo
largo de la centuria dieciochesca. Supuso el aumento de las
necesidades alimentarias, suministro de grandes partidas de
cereales y papas a Tenerife, la puesta en cultivo de nuevas
superficies, bien de forma legal o ilegal, una auténtica ham-bre
de tierra, generadora de tensiones sociales, que dan lugar
a numerosos motines.
Como es natural, Telde no quedó al margen de este proce-so.
Como quiera que el archivo parroquia1 se conservan los
padrones correspondientes a 178 1 y 1787 ', conocemos los
censos del conde de Aranda y Floridablanca6, así como las
Estadísticas de Francisco Escolar7, los datos que contienen nos
permiten realizar una aproximación, indicativa del mismo.
Ob. cit., 740.
ACOSTA BRITO,C ., y RODR~GUECAZL LEJA,J ., El Archivo Parroquia1 de
San Juan Bautista de Telde, Telde, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1999.
J IM~NEZG REGORIO«, La población de las Islas Canarias en la segun-da
mitad de! si& XIIIU, efi Anuu?io de Isrtdios At!ánticns (A.F..A ), 14
(1968), 123-31, pp. 23 [sic] y 103.
HERNANDERZ ODR~GUEGZ.,, Estadísticas de las Islas Canarias, 1793-
1806, de Francisco Escolar Santana, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, 3 t.,
182 ANUARlO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. GREGORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 5
CUADRO 1
Fuente Año Habitantes Diferencia
Censo C. de Aranda ........ 1766 5.664
Padrón parroquia1 ........... 1785 7.505 +1.840
Censo de Floridablanca .. 1787 7.687 + 183
Padrón parroquia1 ........... 1789 8.007 + 320
Estadísticas de Escolar .. 1802 7.483 - 524
Fuentes: Las mencionadas en el texto. Elaboración propia.
A los datos del cuadro podríamos añadir los que para 1846
o 47 nos ofrece Madoz y para 1850 León Falcón, 12.027 y
10.875 Sin embargo, los margino dada su lejanía con el ob-jeto
del tema: levantar el nuevo templo. Aunque sean expresi-vos
sobre el empuje del crecimiento demográfico y entre ellos
señalan una pérdida humana, consecuencia de la catastrófica
hambruna de 1847 que desembocará en la epidemia del cóle-ra
morbo.
Es observable como la población de Telde y, por tanto, la
de su barrio de Los Llanos, el crecimiento hasta la década
final de la centuria. Ésta, como veremos, fue de sequía, ca-restías,
hambrunas y consiguientemente de enfermedades y
defunciones, así como probablemente de la emigración.
Por lo que toca al primero de los aspectos señalados, se
advierte que en los 23 años transcurridos entre 1766 y 1789
la población creció en 2.338, o sea un 41,08% un aumento
medio anual de 101 habitantes, lo que significa una tasa de
crecimiento del 1,35 anual.
Si tenemos en cuenta semejante crecimiento para la ciu-dad,
hay que suponer que fuera aún superior en los barrios
periféricos que en el casco, como en el caso de Los Llanos.
La erección como parroquias sufraganeas de Vaisequiiio e
1, 365. Es muy interesante cuanto acumula sobre producción, sistema de
cultivo, ganadería, agua, etc.
MADOZ, Diccionario geográfico-estadístico de España, Madrid, 1845-
1850 (t. XIV, 1849). Para Canarias, hay la versión de SANCHEZS UAZOV,a -
lladolid, 1986, Y L E ~ NIA LCI~M::,: :~:X&k~m,u rias sobre e! estado de
la agricultura en la provincia de Canarias)), en Boletín Oficial del Minis-terio
de Fomento (Madrid), 1850. Utilizo separata de El Museo Canario,
p. 31.
Núm. 47 (2001) 183
6 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
Ingenio, así lo confirma. Y aún más si añadimos lo que trans-miten
algunas fuentes contemporáneas: en el último cuarto del
siglo Los Llanos fue centro de comunicación, por cruce de los
caminos que conducían a los pueblos del sur y de las
medianías, dando lugar a un mercado semanal, los domingos,
en la plaza y aledaños de la ermita, el establecimiento en este
sector del comercio que no cesará de crecer durante el si-glo
XIX, así como un profundo cambio de la estructura urba-na
con la desaparición de la vieja trama de callejones sin sa-lida
9.
11. EL NUEVO TEMPLO
La traza
En estos parámetros hay que situar la escasa cabida de la
ermita, aún remodelada a comienzos de la centuria, para aco-ger
el gran número de fieles de Los Llanos, más aquellos que
acudían al mercado dominical. Insuficiencia que despertó la
imperiosa necesidad de un nuevo templo más espacioso. Tan-to,
que puestos manos a la obra, resultará un templo de tal
volumen como la actual iglesia.
Son dos los problemas que se nos presenta. ¿Cuándo se
inician las obras? y ¿quién fuera el autor de la traza de este
ejemplar del Neoclásico?
La primera la despejó Hernández Benítez con pruebas do-cumentales
sobre 1777. El avezado presbítero teldense aseve-ra
que una escritura del 3 de enero del citado año, un tal
Francisco Morales dice que su casa tocaba con la ermita vie-ja.
El calificativo de vieja es prueba de que entonces, al me-nos,
habían sido iniciadas las obras de ia nueva, o sea, ia
Iglesia actual. Prueba que confirma otra de Antonio Sánchez
al hacer en la misma referencia a la nueva ermita de San
Gregorio en 1778 'O.
Si me permito denominar templo a la nueva ermita es en
razSri de sr? UimrnsiSn y estile. SSh huy n,ue comprar u San
HERNÁNDEZB EN~TEZo,b . cit., 739, y NÚÑEz MAYORA, ., ob. cit., 15.
lo hc. cit.
184 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLJ~NTICOS
Gregorio con las tradicionales y numerosísimas ermitas del
Archipiélago.
Sobre el autor de la traza hubo su polémica entre José
Luján Pérez y Diego Nicolás Eduardo, racionero de la Cate-dral
de Santa Ana, tracista y director de la ampliación de di-cho
templo, así como de otras numerosas obras mayores tan-to
en Gran Canaria como en Tenerife".
Por lo que toca .al tracista, el Dr. Hernández Benítez, se
determina por Nicolás Eduardo sin aportar prueba concreta.
Sin embargo, desecha la autoría de Luján por contar enton-ces
con una veintena de años. Es más, pues afirma nuestro
presbítero: «es indudable que fue de Diego Nicolás Eduardo» IZ.
Atribución que desde entonces es aceptada por la generalidad
de los autores, aunque sin la consiguiente prueba documen-ta!
y atrib~ci6:: qw hu side cmfirmada en 1982 mediante i?ni
brillante comunicación de Carmen Alemán Hernández y An-tonio
González Padrón al V Coloquio de Historia Canario-
Americana 13.
La tesis tiene por base la comprobación de la sincronía
entre la fecha de iniciación de las obras y la estancia en Gran
Canaria del racionero-arquitectoi4. El paso siguiente fue con-sultar
la clásica obra de Enrique Marco Dorta15, sobre planos
en la Catedral de Canarias, especialmente los que salieron de
" La biografía sobre este famoso arquitecto es numerosísima. Tanto en
obras generales como las Graziano Gasparini o Fraga González, a otras más
específicas como las de Hernández Perera, Marco Dorta, Millares Torres, los
numerosos artículos periodísticos de Padrón Acosta. Especial mención me-rece
RUMEU DE ARMAS con su «Diego Nicolás Eduardo, arquitecto de la
Catedral de Las Palmas», en A.E.A., 39 (1993), 291-369, con el que comple-menta
su importante aportación en Piraterías y ataques navales a las Islas
Canarias, Madrid, 1947-1950, en 3 t., 5 vols.; t. 3, vol. 1, 307-346. Cfr. .su
reedicion, bajo ei tituio Canarias y el Átiánrico. Pirarerías y ataques navales,
Canarias, Gobierno de Canarias, 1992.
l2 Ob. .cit., p. 155.
l3 «Diego Nicolás Eduardo, arquitecto de la iglesia de San Gregorion,
en VC.H.C.A. (1982), t. 11, Las Palmas de Gran Canaria, 729-744.
l4 «Siguiendo la historia del edificio podemos relacionar la cronolo-de:
a ~ t c icl ofi la obra 1777-78, Yiego NicG!Ss EdUurdc se eEc=ntr2b2
en Las Palmas de Gran Canaria». Ob. cit., 721.
l5 Planos y dibujos del Archivo de la Catedral de Las Palmas, El Museo
Canario, Las Palmas, 1964.
186 ANUANO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. GREGORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 9
la mano de Eduardo y constatar que en un croquis del plano
a mano alzadalb, a pesar de carecer de la firma del tracista,
coinciden exactamente con las medidas y plano del templo
teldense.
Un análisis pormenorizado y meticuloso resulta probatorio.
Incluso alguna ligera variante, sostienen los autores, obede-cen
a razones de economía, en una obra costosa y que tardó
tiempo en poderse rematar por las vicisitudes de los tiempos.
Meritoria aportación de los citados autores, pues permite atri-buir
obra tan significativa al autor del remate de la Catedral,
San Agustín, Gáldar, Inquisición y Jardín Botánico de La Oro-tava,
cuyos planos se conservan en el archivo catedralicio.
Hay más, y esta es opinión personal mía. Los autores ase-veran
que tras una metódica investigación sobre los ricos fon-dos
de! arc&vu parroiiuial de Saii Juan Bautista, de la que he
sufragánea San Gregorio «no exista fabricación de este tem-plo
» 17. Lo que aunque extraño, no lo es absoluto si, como
comprobaremos más adelante, el Cabildo Catedralicio tomó el
papel de protector del nuevo templo, ayudándolo económica-mente
a superar dificultades, dotándole de retablos, y algo más
significativo, encargándose de las mismas a la Junta de
Obras la. Si todo lo anterior es así jes de extrañar que los pla-l6
Lleva por título en la leyenda «Croquis a mano alzada de una igle-sia
de tres naves con pilares cruciformes, una de crucero tan ancha como
la normal., etc. En efecto, en la p. 87 y con el núm. 88 de los planos cata-logados
por MARCO DORTA, figura el Croquis de planta y alzado de un tem-plo.
Y aclara que si bien hay muchos firmados por Eduardo, otros por su
estilo pueden haber salido de sus manos. ALEMÁN Y GONZÁLEZ, comunica-ción
cit., 741.
l7 Ob. cit., 743.
l8 Esta Junta de Obras es la misma que figuraba al frente de las obras
de la Catedral. En efecto, fue fundada ante la necesidad de realizar para
las mismas un libramiento por importe de la respetable cantidad de cua-tro
mil pesos. Fue aprobado en reunión del cabildo extraordinario de 24
de agosto de 1784. Pero el seguimiento del gasto fue encomendado a los
tres canónigos que integraban dicha Junta. Las múltiples ocupaciones que
llevaba en el obispado y catedral el arcediano titular señor Toledo le Sir-vieron
para retirarse de ia Junta. Como de ia misma sóio quedaba el ca-nónigo
Henríquez, fueron designados los señores Raimundo Villar y
Ramírez. ARCHIVO DE LA CATEDRALD E SANTAAN A (A.C.S.A.), Libros de Ac-tas
del Cabildo, 20.08.798.
Núm. 47 (2001) 187
10 ANTONIO DE BÉTHENCOURTM ASSIEU
nos fueran encargados a un racionero cabildicio, que llevaba
adelante la segunda fase de la Catedral y era protegido espe-cialmente
por el canónigo Jerónimo Róo?
Resueltas las dos cuestiones, pasemos a la construcción de
la nueva ermita, que no fue fácil levantar, a pesar del entu-siasmo
del vecindario.
Dificultades iniciales
La aportación de los lugareños a las obras debió ser entu-siasta.
Una prueba la tenemos en el Diario de Telde del fiscal a
Zuaznavar Francia. El 27 de octubre de 1805 escribe: «Por la c.
E tarde hubo mojiganga al regreso de más de doscientos burros O
qce vdvi in de !a Isleta con malpaís para la iglesia de Los --:
Llanos del barrio de Telde~lg .
m
O
E
Lo arriba escrito es muestra del fervor popular por su SE
nueva ermita, que continuaba cobijando las tres cofradías: San E
Gregorio, la del Buen Suceso y la de Santa Rosalía. Desco-nozco
la causa, pero el caso es que se suscitaron problemas 3
entre las mayordomías. Seguramente la razón obedecería a no -
0
m
E mantenerse el culto adecuado mientras fabricaba la nueva O
iglesia, según se desprende de un documento conservado en
el Archivo Histórico de la Diócesis de Canarias. Cuestión que n
E
finalizó por orden del obispado con la incorporación en una a
sola las de San Gregorio y la del Buen SucesoZ0. 2
d
n
n
l9 MILLARES CARLO, A,, Ensayo de una biobibliografia de escritores na- 5
O
turales de las Islas Canarias (siglos WI, wu y XVIII), Tip. De Archivos, Ma-drid,
1932, «Diario de más ocupaciones en Telde a fines del año 1805 y
principios de 1806», pp. 625-663, 635.
i".~.U.S. Parroquiu~,T elde, caja 2. Expedeízfe dc !üs rnaprdmz:'=s de
San Gregorio y Buen Suceso, Telde, 15.02.1782. El documento está muy
deteriorado y en parte ilegible. Se deduce del mismo que por orden del
Vicario diocesano, Cristóbal Antonio Morales y Medina y Antonio Manuel
notificaron a José Naranjo que entregara a don Miguel Betancourt las per-tenencias
a las mencionadas mayordomías. Naranjo obedeció al mandato,
peru hizo ccnstar yur ei? r 2 z h de h~lher dimitido como mayordomo con
anterioridad, el Prior y Vicario carecía de autoridad para retirárselas.
Por lo visto cuando fue elegido don Pedro Sánchez como mayordomo
de la cofradía de San Gregorio, lo era también de la de Buen Suceso. Así
188 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
FIGUR3A.- Vista dcl intci-ioi- del templo. Enorme para cirin ermita.
12 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
Por lo que toca a la tercera, la de Santa Rosalía, sólo sabe-mos
que don José Massieu, vicario del prelado don Antonio
Martínez de la Plaza21 por decreto de 7 de febrero de 1787
hace saber a Antonio Perdomo, vecino del Valle de los Nueve,
que había presentado un escrito sobre la citada cofradía, que
lo remita por la vía reglamentaria, o sea, con poder a un pro-curador
22.
Pero es que las dificultades alcanzaron en los años del
advenimiento del siglo XIX una coyuntura de profunda crisis,
que necesariamente alcanzaba de plano a Los Llanos. Fueron
años de sequía, pésimas cosechas, carestías, hambruna y en-fermedades.
A tal cúmulo de desgracias habría que añadir el
hecho de que los propietarios, para tratar de sostener la ren-tabilidad
de sus predios, acortaban y subían cada vez más los
contratos de ai-i-en&rl~eri2i3o. s
Reactivación de las obras
A tiempos tan difíciles, añadimos la hermosura y volumen
de la nueva ermita, su parálisis es completamente explicable.
Tal fue la razón que indujo al alcalde real don Antonio Pa-drón,
seguido de los vecinos principales del barrio, como don
Francisco Suárez, Gregorio Peña, Gaspar Ramírez, José Betan-court
y demás vecinos del Pago de Los Llanos a elevar un
lo había afirmado el notario eclesiástico y lo manifestaba José Jaimes,
quien había pedido los títulos, siempre confirmado por [roto]. Desde aquí
el documento es ilegible, con lo que se nos escapa el razonamiento y el ori-gen
del problema. Terminan los informantes sosteniendo que Naranjo sus-tituyó
en ambas a Pedro Sánchez como mayordomo de las dos. El venir
recayendo las mayordomías de las dos cofradías en un mismo ad-ministrador,
jno hacía más racional reunirlas en una sola, la de San
Gregorio?
2' CAZORLLAE ~NS,. , y S~NCHERZO DR~GUEJ.Z, ,O bispos de Canarias y
Rubicón, Madrid, EXPASA, 1997, 333-337.
22 A.H.D.C., caja cit. Expediente de la mayordomía de Santa Rosalía,
perteneciente a ia Ermita de San Gregorio, de ia Parroquia áe Elde.
23 SUÁREZG RIM~NV.,, «Escuelas en Gran Canaria, las fundaciones de
Telde, Guía y Teror en el siglo XVIIID, en Homenaje a Alfonso Trujillo, Santa
Cruz de Tenerife, Cabildo Insular, Aula de Cultura, 1982, t. 11, 375-385, 338.
190 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. GREGORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 13
escrito exponiendo que «habiendo crecido mucho)) la comuni-dad,
tanto que el tamaño de la ermita impedía cobijarlos, «se
determinaron hace muchos años construir una Yglesia del
Santo». Pusieron manos a la obra, pero hubo de pararse por
((escasez de medios, lastimados algunos señores capitulares ...
en que no se concluyera su fábrica)), mientras aumenta a ojos
vista la población, «para que se prosiguiera, ayudando ellos
mismos con sus limosnas)), como hemos visto.
Sin embargo, tanta generosidad resultaba insuficiente, por
lo cual se dirigen al prelado, señalándole la imperiosa nece-sidad
del vecindario «de asistir a un buen oír misa, prédica y
tener imágenes que adorar)). Tener más culto ante el escasí-simo
que padecían.
En el templo, añaden, existe una cofradía de San Gregorio y oira de Santa Rosalia. A sus i.m a,g enes se hacfan seis fun-ciones
anuales «con mucho ostentación)). No obstante, siem-pre
de las limosnas quedaba algún sobrante. Aún podría éste
ser aumentado, ahorrando gastos superfluos. En razón de lo
anterior, solicitan sea autorizado aplicar el producto señala-do
a la fábrica de la ermita, conformándose sus mayordomos.
Es más, dada la finalidad óptima de su destino, el vecindario
se animaría en su gener~sidad~~.
Por parte del Ordinario, antes de una respuesta, solicitó el
parecer del beneficiado de San Juan Ba u t i ~ t aE~l ~p.á rroco don
Cristóbal Alonso Morales y el beneficiado Medina lo encuen-tran
laudable, pues saben que ya en 1779 la Cofradía de San
Gregorio tuvo un excedente de 465 reales y 9 maravedís, y la
de Santa Rosalía, de 499 reales y 41 mara~edís~~.
Vistos estos antecedentes el provisor y vicario general, se-ñor
Toledo, otorgó comisión a don Fernando Zambrano, ca-nSnig9
de !S Cutedru!, <<yciep e C~ U F ~ s~e Uhu~ h e&= curgs de
la obra de la ermita de San Gregorio ... para que arregle las
funciones y gastos)) de las cofradías, de modo que sin faltar
a la decencia del culto «se minoren los gastos durante la re-lacionada
fábrica, todo lo que sea posible)) para acelerar las
2 ~ . H . D . ST. e, i cie, caja cit. ~ernor iaid e i e s Lianos y soiicitud ai preia-do
en 1802.
25 3.03.1802, loc, cit.
26 Canaria, 16.03.1802, íd., íd.
Núm. 47 (2001)
14 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
mencionadas obras. Encarga a los mayordomos de presentar
los recibos de descargo y pagos. Pedro de la Ascensión, veci-no
de Los Llanos, recibe la misión por don Fernando Zam-brano
del cuidado y desembolso2'.
La consagración inicial
Aunque nuestra documentación es escasa y fragmentaria,
es posible sostener que el entusiasmo y marcha de la fábrica
iban por buen camino, pues en 1806, según escritura que
aporta don Pedro Hernández Benítez sabemos que Francisco
Ascanio dona una fanega de trigo anual como ayuda a la fá-brica
y en 18 13, 8 de marzo, Antonio Betancor Ruano cedía a
la iglesia de San Gregorio ei producto de la renta de dos ca-sas,
una en la ciudad, en El Palmital, y otra en la Hoya de la
Parra 28.
Tanto fue el entusiasmo y la actividad, que el comerciante
de la calle de La Peregrina, don Antonio Betencourt en el ú1-
timo asiento de sus Quadernos nos deja el testimonio de cómo
en ese domingo, 18 de octubre de 1807, onomástica de San
Lucas, concluida en parte la Iglesia de San Gregorio, fue so-lemnemente
bendecida. Con ese motivo se celebraron funcio-nes
religiosas, representación de comedias, gigantes, mu-chos
fuegos, siendo «mucho el concurso de gentes de todas
clases» 29.
Aunque no cabe la menor duda de la fecha que da el cita-do
diarista, dada la abundancia de personas que asistieron,
Hernández Benítez la fija en el 8 de enero de 1813. Se basa
en una afirmación que hizo Antonio Perdomo, donatario del
retabio de Santa Kosaiía, quien asevera lo acababa de ifista-
27 A.H.D.C., caja cit. Canaria, 7.04.802. Al siguiente día 8, tanto en Las
Palmas como en Telde reciben los destinatarios, el Sr. Zambrano y el rec-tor
de la parroquia, las instrucciones, loc. cit.
HERNÁNDEBZ EN~TEoZb, . cit., 190.
29 BETANCOURAT.,, LOS "QuademosMd el comerciante de la calle de La
Peregrina Don Antonio Betancourt (1 796-1807). Introducción de Antonio de
BÉTHENCOURMT ASSIEU,E d. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas,
1996, 335.
192 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLdhTKOS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. GREGORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 15
lar en la mueva fábrica)). Son, por tanto, algo más de dos años
de diferencia 30.
El propio Hernández Benítez entra en una flagrante con-tradicción,
tres páginas adelante3' al traer a cuento lo que nos
dice Romero Ceballos en su Diario3*, quien si no señala la
fecha es coincidente con don Antonio en el mes y año. Aun-que
la cita sea extensa, reproduciré el texto íntegro, pues re-fleja
la complacencia pública, la multitud que acudió y las
fiestas en honor al Santo Taumaturgo en su nuevo templo,
aunque sólo con categoría de ermita, llevaron un novenario.
«A fines de Octubre se colocó y estrenó Iglesia dedi-cada
al Señor San Gregario, que hizo el pueblo de Los
Llanos de Telde y hubo nueve días de funciones públicas,
comedias y otras diversiones, que acaso en el pueblo [no]
se habían visto; ni tanto concurso de todas clases de esta
ciudad [de Telde], como de todos los pueblos de la Ysla,
a la que asistieron para mantener el orden los Señores
Corregidores y Alcalde mayor)) 33.
Por tanto, fue el 18 de octubre de 1807 cuando la parte
construida del templo, desde la fachada al crucero, se cerra-rá
y comenzará a celebrarse el culto. Exactamente como se
verificó en la catedral de Santa Ana en 1570. Luego, en 1813
en una de las naves laterales se instalaría el retablo de Santa
Rosalía.
De esta forma en 1807 se remató la primera fase del her-moso
templo, que no fue coronado en su grandeza, tal como
hoy lo contemplamos, hasta 1848.
30 HERNÁNDEBZ EN~TEoZb,. cit., 190.
31 Ob. cit., 193.
32 ROMEROC EBALLOISs,i dro, Diario, mns. en El Museo Canario, 2 vols.,
t. E, folio Só "uelio.
33 Ob. cit., t. 11, folio 96 vuelto. Es significativo que este autor, tan
buen conocedor de la Isla, califique a Los Llanos como pueblo y no como
pago o barrio, o sea, un núcleo anuado y casi junto al casco de Telde.
Núm. 47 (2001) 193
111. ADEREZO DEL TEMPLO
Los retablos de Jaspe
El entusiasmo para rematar la primera fase de San Gre-gorio
debió ser grande, tanto en lo que toca a la fábrica como
a la dotación de los correspondientes retablos. En esto no faltó
la generosa contribución de los patronos de las capillas de la
antigua ermita, para no perder el derecho a la sepultura de
sus deudos. Tampoco faltó la contribución del cabildo catedra-licio,
como es el caso de los retablos de jaspe. a
El caso es que también a los cabildantes les preocupaba N
E
el tema de adquirirlos para las obras de la catedral que avan- O
zaban. E! 29 de me r o convocóse UEG extra~rdinuriep aru dis- n-- m
cutir de qué materiales se fabricarían y de qué fondos se abo- O
E
narían. Deberían ser «decentes y proporcionados a la hermo- E
2
E sura de la Yglesian. Se trata de dos retablos, «de los dos alta- -
res colaterales del nuevo crucero», por lo que harían juego con 3
el altar mayor. Acordóse encargar al Señor arcediano titular --
señor Toledo y al canónigo Briñes «para que examinen el re- 0
m
E
tablo de jaspes que se venden en esta ciudad e informen al O
Cabildo, con dictamen de don José [Luján] Pérez del estado n
en que se halla, de lo que pida por él y si puede servir para -E
alguna parte de la Iglesia» 34.
a
2
Toledo cumplimentó el encargo, exponiendo en el Cabildo n
del 16 de junio que fue adquirido un retablo de jaspe para el
altar dedicado a Santa Teresa, en la capilla de Nuestra Seño- 3
O
ra de La Antigua del nuevo templo. Sin embargo, como el
artista tuviera un segundo retablo gemelo, sería conveniente
U~UrYlnUiLiIi'Lr'i"r, ln ni i p c tenii 2 Ii. venta35.
Así consta en el documento citado y transcripción del acta
del Cabildo de 16 de junio. Pero me vino a la mente algo con-tradictorio
en la Historia de la Catedral de Las Palmas de don
Santiago Cazorla León, tan rica en noticias36. Pues bien si al
:' A.Z.S.H., Actas dei Cabildo, 29.01.1802.
35 ARCHIVOD E DONA ISABEL MANMQUED E LARAl,e gajo 2, at. 2, doc. 8.
36 Las Palmas de G. C., Real Sociedad Económica de Amigos del País
de Gran Canaria, 1992, 130 y SS.
194 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLhNTKOS
principio parece confirmar el aserto, pues dice: «En ella [la
capilla de La Antigua] se colocó el retablo de mármol y jas-pe,
con la imagen de Santa Teresa, traído de Génovan. Pensé
que el artífice genovés o su comisionado trajeron la pareja.
Prosigo la lectura y salta la duda. Afirma que fue donado
por el magistral Domingo Bagnoni y Longman, hijo de geno-vés
y tinerfeña. No sólo del retablo sino de la escultura3'. Lo
que prueba con la escritura de donación en 1807 del retablo
«genovés de jaspes de colores». El mismo fue montado en 1808
en la capilla de San Pedro, o sea, la denominada anteriormen-te
«La doble de La Antigua»38.
Lo cual suscita una serie de interrogantes ¿compró el re-tablo
el Cabildo y más tarde lo abonó el magistral para
donarlo, 1802-1807? ¿Vino a Canarias el autor o su comisio-i
i a d ~e oii !a pareja de retablos? ¿Se traía de retablos de dife-rentes
autores? Esto último es inverosímil, lo que no sería si
la cronología fuera otra: 1802 compra en Génova por parte de
Bagnoni, y ante el éxito, el autor prueba suerte enviando la
pareja.
Para no perder la ocasión, dada la preocupación por la
iglesia de San Gregorio, se indica a don Pedro Manrique de
Lara, que forma parte del Cabildo y sobrino de don Luis
Manrique de Lara, patrono de la capilla de San Gregorio, para
que «dada la generosidad y devoción al culto divino» lo com-pre
para el competente decoro de su capilla. Don Pedro, no
sólo accedió gustoso, sino que a los trescientos pesos que va-lía,
añade otros cien «para costos del asentado en el testero
de la capilla». Esperaba a su vez del Cabildo le fuera conser-vada
la «Bóveda de su familia que está en dicha capilla» y
copia del acuerdo para guardarlo entre sus papeles» 3g.
A !U ' ~ ~ iJrPt t~- 1 nonarr\r;rl~rl encargó per e! Cabildo a x a V l U C U Ub CUI 6 b I I b L V O I U - U
los «Señores de la Junta de Obras* para que tengan en cuenta
destinar la superficie necesaria para construir la bóveda de-lante
del altar, a fin de que el patrono pueda hacer libre uso
para el enterramiento de sus familiares40.
" Ub. cit., i33.
Ob. cit., 136.
39 Doc. cit.
40 DOC. cit.
Núm. 47 (2001)
FIGUR4A.- Retablo tlc jaspc donado por don Luis Rlanrique,
cn la nave del Sagrario dcl crucero.
196 Ah~UARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
FIGIJR5A.- Rctablo de jaspe en la nmrc dc la Epístola.
Estuvo en la capilla dc La Antigua de la catedral,
quc lo donó a la ermita. Reformado cn 1964
por José Arecibia.
ANTONIO DE B~THENCOURT MASSIEU
Paréntesis: los Manrique de Lava
en el cabildo catedralicio
La generosidad de don Luis Remigio Manrique de Lara
Trujillo Osorio y Béthencourt que fue quien adquirió el reta-blo
de jaspe, como patrono de una capilla en San Gregorio,
nació en Las Palmas el primero de octubre de 1744. Eligió la
carrera eclesiástica, profesó como presbítero y fue designado
canónigo de Santa Ana por real cédula de Carlos IV, fechada
en El Escorial el 28 de noviembre de 179641. Pronto fue dig-nidad
como Chantre, pasando a la otra vida en 1812 42.
Don Luis compartió las sesiones del Cabildo con los emi-nentes
José y Nicolás Viera y Clavijo, con Jerónimo Róo y
Manuel Verdugo Albiturría, más tarde su obispo.
Conocido es el dicho sobre el destino de los segundones de
las casas nobiliarias: «Iglesia, Mar o Casa Real», si es que
aspiraban abrirse camino. Ejemplo del dicho los tenemos a
centenares en Canarias entre las casas propietarias de los
grandes mayorazgos. La de Manrique de Lara no fue excep-ción,
pero con una peculiaridad, que por algunas vicisitudes,
los clérigos desempeñaron la primogenitura.
Esto lo advirtió Fernández Béthencout, quien enjuicia así
a los Manrique, ((Honrándole asimismo el recuerdo de las
grandes virtudes y eminentes méritos contraídos con la Igle-sia
por cuatro de sus más claros individuos, dignidades de la
Catedral de Canarias y prelado de Su Santidad, uno43.
Dos de ellos llevaron exactamente el nombre y apellidos de
nuestro personaje. El primero nace en 1644 y fallece con 57
años. Doctor en Teología, canónigo, tesorero y deán del Cabildo.
Era conocicio popuiarmente como el padre de Iüs pobres 44.
4' A.H.M.L., leg. 2, at. 2, doc. 5. Todos los prebendados de la diócesis de
Canarias -como los del reino de Granada- eran de nombramiento real, por
pertenecer a su Patronato Regio, por concesión de Inocencio VI1 a los Reyes
Católicos, mediante la bula Ortodoxia fidei, de 13 de diciembre de 1436.
42 FERNÁNDEBZÉ THENCOURF.T, N, obiliario y Blasón de las Islas Canarias,
8 t. Santa Cruz de Tenerife, 3; Valencia, 1, y Madrid, 3. 1878-1886, t. IV, 66.
43 Ob. cit., t. IV, 23.
44 Ob. cit., t. IV, 48-50.
198 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTZCOS
APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. GREGORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 21
El segundo don Luis, viene al mundo en 1679. Doctor, rec-tor
de Salamanca, canónigo a los 25 años, tesorero del Cabil-do
y provisor y vicario general de la Diócesis. Fue el primer
mayorazgo de segunda primogenitura, fundada por su tía
Gerónima en 1740 y por muerte de su hermano Salvador, de
la primogenitura de su casa hasta su muerte45. Finalmente,
don Gracía Jacinto Manrique de Lara (1723-1787), disfruta de
los mayorazgos, lo que no le impide doctorarse en Salamanca,
universidad de la que fue rector, canónigo de Santa Cruz y
juez de la Cámara Apostólica, encargando su testamento a su
hermano Luis, nuestro Chantre 46.
Dejemos a los Manrique y volvamos a San Gregorio y el
aderezo de la nueva ermita.
Las imágenes
Hernández Benítez afirma, no sin énfasis que las mejores
son las salidas de la gubia de José Luján Pérez. Sin embargo,
no las señala con claridad. Sin embargo, parecen sin duda que
fueron las de San Gregorio y San José. La de San Gregorio
le recuerda a la de San Agustín, aunque «manos perversas la
han embadurnado con brocha gorda». Con verde rabioso en
el envés «de la capa, negro plomizo en el bonete y charol
negro en la sotana»47E. l San Gregorio fue adquirido por el
alcalde de la ciudad, don Antonio Betancor Ruano, según
consta en su testamento, en 1813, en el que encarga y ruega
a sus herederos que procuren sostenerlo en buen estado4*.
La imagen de Nuestra Señora de los Dolores fue donada
por su autor, Silvestre Bello. La antigua de San Antonio de
I>a&da y la de Saz fueron donadas el pres'i>i~erc,y
mayordomo, don Salvador Romero Béthencourt según Her-nández
Benítez, mientras algún autor sostiene que la antigua
imagen de San Gregorio, al ser sustituida por la de Luján, fue
transformada en San Blas. Finalmente, la imagen sobre lien-Üb.
cit., t. TV, 57.
46 Ob. cit., t. IV, 60.
47 Ob. cit., 193.
48 IAC. cit.
Núm. 47 (2001)
2 2 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
zo del Rosario procede del convento de las clarisas de Las
Palmas, lo mismo que la custodia de plata, como resultado de
la desamortización.
IV. DE ERMITA A PARROQUIA
La petición
En 1841 el Ayuntamiento de Telde, dado el crecimiento de
Los Llanos se dirige al obispo Romo49 rogándole transforme
la ermita en parroquia sufragánea de San Juan Bautista de
Telde. El obispo consulta con la Corte e Isabel 11 responde
mediante la R.C. de 27 de agosto del mismo, excusando la
negativa en que el tempio no había sido ~oiichiido~~.
En ese mismo año Pedro Fuertes convoca al mayordomo
de la ermita de Los Llanos, señalándole, a la vista de la
desamortización, la conveniencia de realizar un inventario de
los bienes del convento de San Francisco ante el notario don
Rafael Rivero, con la finalidad de aprovechar ornamentos y
otros bienes para San Gregorio, facilitándose así la erección
del templo en parroquia.
Disputas en torno a la desamortización
de San Fvancisco
Las diligencias en sus inicios no marcharon por buen ca-mino,
pues el presbítero Juan Antonio Caño se negó a darse
por enterado de semejante encargo. Caño fue profeso en el
antiguo convento coiiiu fraik Y se encontraba s e c d ~ r i z a d ~ .
Por orden del Gobernador de la diócesis estaba encargado de
celebrar el culto en la iglesia del antiguo convento. Es más,
Rivero, el notario recomendado por el gobernador para dar fe,
tampoco se responsabilizaba.
49 CAZORLALE ÓN, S., y SÁNCHEZR ODRÍGUEZJ,. , ob. cit., 337-386. Ju-das
José Romo y Gamboa (1834-18471, 337-389.
50 HERNÁNDEZB EN~TEZob, . cit., 191.
200 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
El 17 de diciembre se soluciona el embrollo y Rivero co-mienza
a redactar el inventario en el que consta ropa y obje-tos
de culto5'. Así como un órgano depositado en casa de don
Fernando Zambrano, el canónigo. Fueron firmantes del mis-mo
Juan Antonio Caño, Salvador Rivero y Béthencourt y Ra-fael
Ramos, como notario.
También figura en el inventario riqueza variada en orna-mentos,
capas y casullas, etc., del convento de San Francis-co.
Indicador de la popularidad de los franciscos, recipen-diarios
de abundantes limosnas y enterramientos. Tanta era
la magnificencia de las ropas, que despertó el apetito de la
parroquia. Su mayordomo, Rafael Ramos, en 5 de agosto de
1842, solicita participar en el reparto de los bienes desamor-tizados,
criticando al ex-franciscano Juan Antonio Caño. Al
..,,,,,,, IILL' la~ o!o s beiiefieiabus para q e t rataran de alcan-zar
un acuerdo con los gestores de Los Llanos, para el tras-lado
de los objetos que estimaran conveniente ambas partes5*.
Don Juan Antonio Caño participa al obispado, que dada la
sequía que padecía la comarca de Telde, se le había encomen-dado,
ante la fuerte presión de los fieles, realizar el culto en la
iglesia de su antiguo convento, como capellán del mismo, siem-pre
que no quisiera admitir el encargo don Gabriel Fleitas.
Para ello, el beneficiado don Gregorio Chil y Morales debería
hacer entrega de los ornamentos, lo que explica la elaboración
de un segundo inventario el 27 de septiembre de 184253.
5' A.H.D.C., Parroquias, Telde, caja 2. En la misma figuran:
Una custodia de plata dorada.
Un copón pequeño de plata dorada.
Dos cálices de plata.
Dos pares de vinajeras de plata con platillo.
Un Cristo crucificado y la Virgen de La Antigua.
!3! ~!tir de Cmto Dc?rr\.ir?gc, ccn imágenes.
El altar de San Pedro de Alcántara, con imágenes.
Altar de Nuestra Señora de la Concepción.
Altar de Santa Lucía, imagen de vestir.
San Rafael, San Buenaventura y San Diego de Alcalá.
Altar de Jesús Nazareno, la Virgen y San Juan Evangelista.
Altar de Nuestra Señora de la Soledad, Jesucristo y San Juan.
Altar de Santa Rita.
Etc ...
52 Entrega de los Ornamentos del Convento de San Francisco en la Pa-rroquia
de Telde. A.H.D.C., Pawoquias, caja cit.
Expediente cit. Canaria, 6.12.839.
Núm. 47 (2001) 20 1
Los ornamentos que interesaban a la parroquia habían sido
entregados a su mayordomo por el capellán Caño en 5 de
octubre de 1842. Tres años más tarde el capellán considera que
el plazo ha sido suficiente, para que por la Fábrica de San
Juan Bautista hayan sido reemplazados. Razón por la que en
septiembre de 1845 pide le sean restituidos. Para ello, solici-tó
que el obispo ordenara al mayordomo de la fábrica su de-v
o l ~ c i ó n ~A~lg.u na dificultad, como es natural, debió susci-tarse,
pues en enero del siguiente el diocesano ordenó nueva
demora hasta la visita pastoral del prelados5.
Sin embargo, la visita episcopal no zanjó la cuestión, pues
don Pedro Regalado Hernández, secretario de la curia, el 20 a
de diciembre reconoce que no hay constancia de lo embarga- N
E
do al convento teldense de San Francisco para ayudar a la O
ermita de San Gregorio. Exige la búsq~eda del. expediente efi n-- m
el archivo de la parroquia, ya que había noticia de que sien- o
E
do gobernador del obispado don Fernando Falcón, fue redac- E
2
E tado un inventario de los ornamentos que salieron del con- -
vento a la parroquia, haciendo entrega de los mismos Juan 3
Centeno. --
0 De la documentación es deducible que debió recaer algu- m
E
na sospecha sobre el capellán Caño, pues los ornamentos eran O
valiosos. Tanto, que el 23 de enero de 1848 eleva el exclaus- no
trado su historial. Fraile en el convento de Telde, embarcó -E
para América como misionero. Su celo como sacerdote, cuan- B
2
do fue secularizado le obliga a regresar a las islas. El obispo n
z
le encargó el cuidado y culto del templo conventual como
capellán. Su esmero le llevaría a ocultar algunos ornamentos 3
O
de valor. Y, como prueba, acabó redactándose un meticuloso
inventario 56. - - - + +a R ~ f ~ Rp -lir nnc arriba nlPnci0- ~ L Y Va c ~ kíd rF;uaLrauv an,, *.-L----,
nado?
Sería lamentable, en caso de no aparecer en los archivos
de ambas parroquias los inventarios, la posibilidad de desco-nocer
qué piezas y ornamentos pasaron a San Juan Bautista
y San Gregorio de los desamortizados en el convento. Sólo un
54 Telde, 22.09.845, y Canaria, 27.10.845. Expediente cit.
55 Canana, 14.01.846.
56 Expediente cit. Caño al prelado, 29.01.1848.
202 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
minucioso análisis comparativo entre los incluidos en el inven-tario
conservado en el Archivo Diocesano y algunas piezas
conservadas en las parroquias, o referidas en sus respectivos
archivos, permitirían identificar alguna que otra.
La hambruna de 1847 y escasez de celebraciones
en San Gregorio
Es lógico que la crisis alimentaria, que degeneró en
hambruna y alcanzó su cúspide en 1847, afectara al decai-miento
del culto a las imágenes. Así al menos lo apunta el
presbítero don Salvador Rivero y Béthencourt, mayordomo de
la ermita de San Gregorio, en carta al gobernador de la dió-cesis,
Reciuerda en la misma como acudían los beneficiados
parroquiales, cuando en honor de las imágenes se celebraban
con esplendor las misas cantadas en prez de las mismas en
sus onomásticas. No sólo acudían los párrocos, sino otros
muchos presbíteros, que ahora se excusan en razón de la le-janía.
Persuadido ahora Rivero de que los beneficiados acu-dirían,
sin estipendios a cantarlas en los días de San Gregorio,
San Blas, Santa Rosalía, el novenario de la Virgen de La Luz,
así como las dominicas de Navidad y última de Carnaval, que
ha sido costumbre cantarlas, a excepción del nombre de la
Virgen y festividad de San José, «pues aquellas son las que
aceptan los beneficiados)). Amén de lo anterior solicita licen-cia
completa para cantar misa en las citadas fe~tividades~~.
Antes de tomar una decisión, la curia consulta a los pá-rrocos.
El 12 de febrero don Gregorio Chil y Morales y don
Bernardino Aguilar informan que en los años anteriores quien
actuó como misacantano en las festividades señaladas fue el
presbítero don Juan Antonio Caño, capellán de San Francis-co.
Aseguran que no existe tradición en el día de San Blas;
sólo se celebró un año, oficiando un sacerdote peninsular.
Saben de buena tinta que los nuevos, a pesar de la penuria
donan limosnas más que suficiente. Opina que la no celebra-cion
obedece más «a motivos particulares» que a ia pobreza
57 Expediente sobre el ceremonial en la Emita de San Gregorio. A.D.H.C.,
Parroquias, Telde, caja 2.
Núm. 47 (2001) 203
26 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
general por la escasez. Y condicionan su colaboración a las
celebraciones, a que la misa de la madrugada de la Navidad
sea oficiada por un párroco, y no otro
Aunque el gobernador diocesano opinó que se celebraron
todas las propuestas, incluso la del Domingo de Carnaval y,
en caso de negarse los beneficiados, quedaba autorizado el
mayordomo a invitar a otro clérigo. Sin embargo, adjunta
copia del informe de los beneficiados al mayordomo, don
Salvador Rivero, para que conozca sus razones59. Rivero nie-ga
en torno enérgico las citadas afirmaciones: que el decai-miento
del culto obedezca «a razones particulares»; la misa
en honor de San Blas fue instituida en 1807 con motivo de
consagrar su altar-retablo 60 y se continuaron, como prueba «el
libro de las limosnas)). Ofrece como explicación de no conme-mzlrarse
últimamente !a festividad de Santu Rosa!ia, por omi-sión
del patrono de la imagen. Y en esta forma continua ne-gando
o matizando las acusaciones de los beneficiados.
Al no tener nuevas condiciones, es de esperar, que el culto
en honor de los santos fuera restablecido en todo su esplen-dor.
Aún más si consideramos que el vecindario de Los Lla-nos
está a punto de obtener su prolongada aspiración: la es-pléndida
ermita elevada a la categoría de parroquia.
San Gregorio, parroquia
Seguimos ignorando la fecha exacta en que el templo
neoclásico fuera consagrado como parroquia sufragánea de la
de San Juan Bautista de Telde. Sí que fue erigida por Real
Cédula de 27 de agosto de 1847 signada por la reina Isabel 11.
Pero no funcionó como tal sino en los inicios de 1848, por
necesidad de rematar obras y poner todo a punto6', pues las
obras del templo no estaban finalizadas.
58 Finalmente relacionan las mismas cantadas que se ofician al cabo
un año en la iglesia de Saii jriaii Bautista de Te:&, Expedierite
59 Canana, 13.02.1847.
Se refiere al San Gregorio antiguo transformado en San Blas.
6' HERNÁNDEZB EN~TEZob, . cit.
Tenemos algunos documentos que así lo confirman. Por
ejemplo, las solicitudes de Antonio Ramos para ocupar la pla-za
de Sacristán, por tener noticias de su erección -o sea, de
la Real Cédula-; como mérito alude haber ejercido durante
cinco años como sacristán menor de San Juan Bautista. Juan
Santana aspiraba al mismo oficio, alegando la calidad de la
voz con que está dotado. Cristóbal Rodríguez Ortega aspira a
sacristán menor, por haberlo ejercido en la Parroquia. Tam-bién
le apetecía a José Agustín de Santa Ana62.
El 2 de enero de 1848 el gobernador diocesano designa
junto con el párroco don Cristóbal Aguilar Alemán, Pedro de
la Fuente como sacristán menor. También a don Juan Martel,
que sirve la plaza de sacristán mayor y sochantre para que
señalara el más conveniente al nuevo párroco. Veinte días más
tarde ei gobernador designa, definitivamente, para las plazas
a los siguientes: Salvador Rivera y Béthencourt, presbítero,
mayordomo de Fábrica, (quien ya había ejercido como tal en
ermita), don Cristóbal Rodríguez, sacristán mayor y sochan-tre
y sacristán menor Agustín de Santa Ana63.
Cuando se acercaba la Semana Santa el eficaz mayordo-mo,
dada la pobreza de la nueva parroquia, solicita en prés-tamo
un tenebrario, un cirio pascua1 y un cien pasos, que
procedían del convento de San Francisco y que el goberna-dor
diocesano ordenó fueran cedidos a la parroquia de San
Juan Bautista, una vez que en la ahora ermita de San Fran-cisco,
su capellán don Matías Padrón no realiza los oficios de
Semana Santa, con el compromiso de su devolución. Matías
Padrón asevera el cumplimiento en 3 de abril de 184864.
Muestras del celo del primer párroco, don Cristóbal Aguilar,
en favorecer a sus feligreses, se observa en la carta dirigida al
gobei-nador diucesaiizl. Dábak cüenta de ün expediente que
desde 1809 se conservaba en el archivo de la parroquia ma-triz,
consignando la voluntad por parte de feligreses para do-tar
misas perpetuas consagradas a San Gregorio. El entonces
Provisor, dado el número de las mismas, 142, las redujo a una
masa de 65 que se abonarían al capellán a razón de siete rea-
62 Solicitudes en la caja cit. del A.H.D.C.
63 DOCSe.n Ioc. cit.
M LOC. cit.
Núm. 47 (2001)
28 ANTONIO DE BÉTHENCOURT MASSIEU
les por cada una, con la condición de celebrarse de madruga-da.
Estas misas recibieron la denominación de misas del alba,
de gran utilidad entonces. La designación por un lado y el
monto anual, 455 reales de vellón, de otro, resultaba sustan-ciosa
para el capellán. El gobernador ordenó trasladarla a la
nueva parroquia y designó como capellán al presbítero don
José Henríquez, el dos de mayo de 1848.
Por lo que toca al estipendio establecido, es curioso traer
a cuento lo que nos dice Escolar Serrano en Estadística al
tratar de Telde: ((Además de diezmos y primicias, los vecinos
de cada uno de uno de los cuatro pagos que tiene ermita,
pagan al capellán ocho reales de vellón por cada misa en los
días de fiesta)). O sea, un real más que por las Misas del Alba b5.
Un templo terminado
E
No es de extrañar que, dada la dimensión catedralicia de
esta hermosa Iglesia neoclásica, no fuera acabada su fábrica, 3
sino en 1866. O-La
inauguración del templo, tal como lo contemplamos, m
E
coincidió con la visita pastoral a la ciudad de Telde del pre- O
lado don Joaquín Lluch y Garriga66, quien mostró su satisfac- n
ción solicitando al Secretario de la misma, para constancia: E
a
«En San Gregorio de Los Llanos encontró S.I. terminada la
fábrica de su hermosa Iglesia, colocando el nuevo retablo en n
n
que se venera la Virgen de los Dolores, un cancel de cristal
coloreado y la tribuna coral a la entrada del templob7.
3
O
De antiguo siento atracción por el papel que jugaron las
ermitas en el pasado de Canarias. Muestra de ello las tiene el
lector en el prólogo, -más bien análisis interpretativo sobre
65 Ob. d., t. 1, 399.
66 CAZORLAL EÓN, S., y SANCHERZO DR~GUE.ZJ.,, 1 8 5 8 - 1 8 6 2 , ob. cit.,
395-401.
67 HERNANDEBZE N~TEZob, . cit., 193.
el tema- que preside el libro de Pedro González Sosa sobre
las Ermitas de Guía, mi aportación sobre las divisiones juris-diccionales
de las parroquias de Fuerteventura durante el Se-tecientos
(Revista de Historia de Canarias) la lucha por trans-formar
la ermita de La Antigua, de la misma isla en parro-quia,
o más recientemente en el análisis sobre mentalidades
de los majoreros a la luz de la visita del obispo Tavira (Anua-rio
de Estudios Atlánticos).
Tema el de las ermitas al que han dedicado ímprobos es-fuerzos
historiadores de la Iglesia y eruditos locales. Sin em-bargo,
soy de la opinión que a estas alturas se debe realizar
una monografía que abarque la región -pues en el papel de
las mismas no es de esperar sobresalgan peculiaridades insu-lares-.
Para l.o .c ual se necesita que el autor sea joven, em- prendedvi-, zaficmnad~ a recxrer cadnos r e t e r r i d ~ r , 2 12
fotografía, y capaz de soportar con optimismo alguna mala
noche.
Fueron estos pequeños templos producto de las necesida-des
espirituales de una población campesina de hábitat dis-perso.
Es de algún interés social distinguir entre las funda-das
por poderosos terratenientes para los campesinos de sus
predios -el caso inicial de San Gregorio-, aquellos que in-vierten
para, como patronos, alcanzar un prestigio que los
acerque en algún grado al status nobiliario, u otras muchas
fabricadas, dotadas y sostenidas por comunidades rurales,
que conservarán con un enorme celo, en busca de un mayor
boato.
Emita süpone rvmeria. Fiestas a !u v e ucuden desde !e-jos
en la onomástica de sus santos titulares. Posiblemente aquí
encontraremos matices insulares, comarcales, o específicos de
alguna localidad. ¿Había o no representaciones teatrales? Todo
del mayor interés para antropólogos y los preocupados por
mentalidades, folklore y aún por los comportamientos.
La estructura arquitectónica, los artesonados, las porta-das,
pinturas, esculturas, orfebrería para los historiadores de
arte.
Núm. 47 (2001) 207
Algunas acogen cofradías; la preferencia en las rurales en
dedicar sus limosnas a los santos patronos que a la parro-quia,
incluso cuando el templo obtenga esta categoría eclesiás-tica.
Y por terminar, señalar como normalmente el lugar elegi-do
para su ubicación es el más adecuado como centro de
atracción de vecindario. De ellas surgen núcleos urbanos, ge-neralmente
lejanos a la parroquia, y otros en sus proximida-des.
Tanto que es muy numeroso en todas las islas el caso de
ermitas que con el crecimiento demográfico y una vida más
cómoda en las arruadas, alcanzar la parroquialidad, aunque
a veces necesiten ampliaciones. El caso de Los Llanos, como
hemos visto, resulta paradigmático.
El título de la presente contribución va precedido por el
término aportaciones. Por tanto, no he pretendido hacer un
estudio global de la ermita. Razón por la cual, pido excusas,
al haber marginado cualquier opinión -y no adjetivos- so-bre
los múltiples aspectos artísticos. Encuentro que es mate-ria
más propia de los especialistas.
En el mismo dejo más que entrever las muchas noticias
que sobre la iglesia consagrada a San Gregorio Taumaturgo
ha aportado el prestigioso presbítero don Pedro Hernández
Benítez.
Como en mis investigaciones en los archivos insulares he
ido encontrando una serie de noticias inéditas, me ha pareci-do
darles a luz a requerimiento de amigos teldenses. A éstos
como a los archiveros quiero manifestarles mi agradecimien-te
nnr lZS a x n 1 A 2 c rW- 17 r n n c ~ j o ~ ne le unteri=r se -3---" J "V"VV
explicita que mi labor se reduzca a publicar unas simples
acotaciones.
Creo, sin embargo, que a lo largo de las páginas antece-dentes
y con pretexto de presentar un texto coherente, he tra-tado
de exponer una aportación histórica al día. Así, ofrezco
datos utilizables por los colegas dedicados a los comporta-mientos,
por traer un ejemplo, las rencillas entre eclesiásticos,
celos e intereses encontrados, o desde el punto de vista de la
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APORTACIONES A LA HISTORIA DE LA ERMITA S. CRECORIO DE LOS LLANOS (TELDE) 3 1
burocracia administrativa eclesiásticas, los trámites para llevar
a buen puerto las querellas.
Pero también, en el caso del trabajo, existe una motivación
sentimental y personal del autor.
Cuando por las vicisitudes de la vida -guerra fratricida,
1936-1939- la movilización de mis hermanos, me vi obliga-do
con 17 años a administrar una finca de mi madre, situada
en San Antonio o, mejor, La Zarza. Misión que acentuó mi
aprecio por las cosas del campo.
Esta aproximación sobre otras observaciones con menos
años -Tafira, Firgas, Moya- me fueron de suma utilidad para
cuan& tuve con tenias agrarios gaiiader"s
como historiador. Reitero la utilidad, porque los historiadores
insulares que crecieron en el medio urbano denotan ciertas
carencias para entender a nuestro campesinado en el pasado.
Volvamos a Los Llanos. Cuando terminaba mis quehace-res,
me dirigía a la plaza de Los Llanos para tomar el pirata,
solía esperar un rato para, por comodidad, ocupar la plaza
delantera, junto al conductor.
El caso fue que un día ocupó una de las traseras una se-ñorona,
entrada en años y carnes, con su mantilla negra y
porción de cestos y paquetes, cuando se acercó un pobre. Me
pidió «tres perrillas para un quince». Le di media peseta,
mientras la señorona nos apostrofaba, por darle para beber.
No sin dignidad, el pobre le replicó: «-Señora, yo bebo por-que
el médico me ha dicho que si dejo de beber me muero,
porque estoy completamente sivilisado [sic]».
Anécdota a ün lado, en !os ratos de espera so!ia dar ;-;e!-
tas al templo o curiosear en su interior si la puerta estaba
abierta. Desde entonces siempre he sentido profunda admira-ción
ante este paradigmático ejemplo del neoclásico, como
obra de Diego Nicolás Eduardo, de los que no abundan en
exceso en nuestras islas.
Núm. 47 (2001)