UNA CARTA INÉDITA DEL APÓSTOL DEL BRASIL,
BEATO JOSÉ DE ANCHIETA, AL REY FELIPE 11
LA EXPEDICI~N DE DIEGO FLORES DE VALDÉS AL MAGALLANES *
1. JosÉ DE ANCHIETAA L SERVICIO DEL REY DE ESPANAF ELIPE11 .
CORRESPONDEENNTCREI AA MBOS
La figura del beato José de Anchieta tiene tal relieve en la
historia del Brasil que puede asegurarse que ninguna otra le
hace sombra en la etapa fundacional, es decir, a todo lo largo
del siglo XVI.
Como evangelizador y misionero no tiene rival, pese a con-vivir
con otras excepcionales figuras de la talla y nombradía
de los padres jesuitas Manuel da Nóbrega, Luis da Gr5, Inácio
de Azevedo, Manuel de Paiva, etc.
Como literato ha legado a la posterioridad una extensa pro-ducción
de primer orden, caracterizada por una expresión
poética inspirada e ingenua, producto de una extraña facun-dia
para versificar. Además del castellano, su lengua vernácu-la,
dominó el portugués a la perfección, adquiriendo de paso
un conocimiento profundo del latín, tanto hablado como escri-to.
Si a ello se suma la lectura asidua de los autores clásicos
* E! presente estüdis se publicú en la revista Hispania dei Consejo Su-perior
de Investigaciones Científicas (t. XL, núm. 159, año 1985, pp. 5-32).
Ahora se reimprime por sugerencia de la Secretaría de Congreso Interna-cional,
IV Centenario de Anchieta, auspiciado por la Universidad de La
Laguna, que se reunió en dicha ciudad entre los días 9-14 de junio de 1997.
Núm. 43 (1997) 469
2 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
y el auxilio de una privilegiada memoria, no es aventurado
calificarlo de auténtico humanista, primer escritor del Brasil
histórico y uno de los más fecundos autores de su tiempo.
Vienen en este momento a la memoria los grandes poemas
latinos salidos de su pluma: De Beata Virgine Matre Dei Maria
y De gestis Mendi de Saa, a los que hay que sumar centenares
de poesías en latín, castellano y portugués.
El dominio de las lenguas indígenas, en particular el tupí,
arrastró al beato Anchieta a escribir, para los indígenas, gra-máticas,
catecismos, obras teatrales y poesías '.
Mención especialísima hay que hacer, en la presente oca-sión,
de la correspondencia sostenida por nuestro protagonis- B
ta a lo largo de su asendereada existencia. Van dirigidas las N
misivas a los más diversos personajes o actores, siendo de des-tacar
las que tuvieron por destinatarios a los generales de la O
n Compañía de Jesús (San Ignacio de Loyola, Diego Láinez, San
-
m o
Francisco de Borja, Everardo Mercuriano y Claudio Acqua- E
E
viva) y a distintos socios de la misma por los que sintió parti- 2
E
cular afección (padres Pedro Leitao, Ignacio Tolosa y Manuel
-
Veigas y hermanos António Ribeiro y Francisco de Escalante). 3
En total se conservan, originales o en testimonio, 38 car- - -
0
tas salidas de su pluma (misivas, relaciones, cartas anuas). m
E
Esta correspondencia sobreviviente -parte mínima de la que O
debió escribir- ha sido dada a conocer por diversos autores, n
entre los que cabría destacar a Abreu, Vieira de Almeida, -E
Peixoto, Leite y Viotti *. Particular mención debe merecernos :
2 la reciente edición, completísima, del padre Hélio Abranches n
Viotti, S. J., titulada Pe. Joseph de Anchieta, S. J.: Cartas. n
Correspond2ncia ativa e passiva, aparecida en Sao Paulo el año O3
1984, en versión exclusivamente lusitana 3.
La correspondencia del beato Anchieta hay que calificarla
de auténtico géiiei-o hrario, pese a no estar escrita con e!
premeditado propósito de legarla a la posteridad. Destacan en
sus relatos la viveza en las descripciones y la agudeza en los
retratos, producto de sus excepcionales cualidades de fino ob-servador
y psicólogo.
! A C ~ U ~ I - - Y - - - . , ~ I V~ V7~- ~7 IA- L~ F~ ~- K PbCr Jfn ri n~ y~ IX-~K r~~h r r~i E L~ xU~rrri\;i~r.ri~i.uk uirÁ Mn r ; . 7 C I I Á R F ~E. &liigrn-fía
de escritores canarios (siglos XVI, WII y XVIII). El Museo Canario [Valen-cia],
1975, t. 1, pp. 181-250.
Ibíd., pp. 212-223.
Ediciones Loyola, 6." volumen de las Obras Completas, 504 páginas.
470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
UNA CARTA IN~DITA DEL APÓSTOL DEL BRASIL. BEATO JOSÉ DE ANCHIETA ... 3
Hace tiempo que vino casualmente a nuestras manos (dedi-cado
por entonces a intensas búsquedas sobre otros temas) una
carta de José de Anchieta a Felipe 11, escrita en Bahía de Todos
los Santos el 7 de agosto de 1583, conservada en el Archivo de
Simancas en la voluminosa sección de Guewa Antigua 4.
Desde un principio nos dimos cuenta de su excepcional
interés, por tratarse de la única carta hasta hoy conocida en-tre
el apóstol del Brasil y su soberano el rey de España
Felipe 11, escrita un trienio después de la integración de Por-tugal
en sus inmensos dominios de ambos mundos hasta con-vertirlo
en auténtico monarca universal.
Quien sepa leer entre líneas la carta aludida, descubrirá
cómo José de Anchieta, español por el nacimiento y la estir-pe,
pero vinculado desde la pubertad a Portugal, a cuyos inte-reses
sirvió con la entrega y lealtad de un nativo, sintió rena-cer
su amor a España, así que se produjo la unidad ibérica
con la trágica desaparición del rey don Sebastián en la des-graciada
batalla de Alcazarquivir (1578).
José de Anchieta, misionero, creyó ver en el poder de Feli-pe
11 un inestimable auxiliar para extender y propagar la reli-gión
de Cristo a todo lo largo y ancho del Nuevo Mundo. Por
tal razón se puso incondicionalmente a sus órdenes, orgulloso
de la hora que le tocaba vivir y satisfecho por los servicios
que, desde su humilde puesto, podía prestar a la causa de la
conversión de los indígenas y a los intereses de la monarquía.
La misiva del 7 de agosto de 1583 nos revela, por otra par-te,
la existencia de una inicial correspondencia entre el sobe-rano
de España y su vasallo, que acaso no se interrumpiese a
lo largo de la vida casi paralela de ambos.
Las cartas cruzadas entre el monarca hispano y el apóstol
del Brasil debieron ser por lo menos cinco, que pretendemos
jcstificz y miimerur.
1." Carta del provincial de la Compañía de Jesús, P. José
de Anchieta, a Felipe 11 con pormenores sobre la situa-ción
del Brasil (probable) 5.
La sección de Guerra Antigua es también denominada Mar y Tierra.
Legajo 148, documento 166.
Resulta verosímil que la iniciativa de la correspondencia partiese del
padre provincial.
ANTONIO RUiMEU DE ARMAS
Comunicación de Felipe 11 al padre provincial de la
Compañía de Jesús avisándole del inmediato ambo de
la escuadra del Magallanes (probable).
Misiva de José de Anchieta al rey de España escrita en
Río de Janeiro el 31 de enero de 1583 con pormeno-res
sobre la llegada de la armada del capitán general
Diego Flores de Valdés (desaparecida).
Carta del rey Felipe 11 para el provincial de la Compa-ñía
de Jesús en el Brasil, P. José de Anchieta, escrita
probablemente en febrero de 1583, de la que fue por-tador
en mano el sexto gobernador de la colonia Ma-nuel
Teles Barreto (desaparecida).
Misiva de José de Anchieta al rey de España escrita en
Bahía de Todos los Santos (Salvador) el 7 de agosto de
1583, con pormenores sobre la defensa de la colonia y la
conversión de los indios (objeto de ia presente pubiicacionj.
correspondencia sostenida entre nuestros principales
protagonistas sirvió de freno a la inmediata publicación de la
misiva casualmente descubierta. Hubo que esperar a una oca-sión
propicia para la búsqueda en el Archivo de Simancas de
las otras piezas del mosaico, aun conscientes de lo arriesgado
del empeño.
La investigación en el fondo de Guewa Antigua se ha anti-cipado
a 1577, año en que Anchieta fue designado provincial
del Brasil, y se ha prolongado hasta 1587 en que cesó en e1
desempeño del importante cargo. Pero hemos de confesar la
esterilidad del esfuerzo. El singular documento no ha sido
posible emparejarlo con sus corresponsales.
No debe perderse la esperanza del alumbramiento, bien en
el Archivo de Indias de Sevilla, bien en la Torre do Tombo de
T :-l.- L I O U V ~ .
En el reverso de ia carta que estamos estüdiaiidu se hace
constar quién era el destinatario y cuál el remitente: «A la S[a-cra]
C[atólica] R[eal] M[agesta]t del rey D. Philippe, n[uestro]
~[eñor]-. Del provincial de la Compa[ñí]a de Iesus del Brasil)).
472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
UNA CARTA INÉDITA DEL APÓSTOL DEL BRASIL, BEATO JOSÉ DE ANCHIETA ... 5
Por razón de lo expuesto, parece obligado en este instante
ilustrar al lector con una breve semblanza biográfica de nues-tro
principal protagonista.
José de Anchieta vino al mundo en la ciudad de La Lagu-na
(Tenerife) en 1534, siendo bautizado en la parroquiade
Nuestra Señora de los Remedios el 7 de abril. Su padre, Juan
de Anchieta, era oriundo y natural de Urrestilla, en los aleda-ños
de Azpeitia (~u i~ú z c o&em, parentado, por cierto, con San
Ignacio de Loyola. Su madre se llamaba Mencía Díaz de
Clavijo, viuda, de estirpe conversa 6.
El traslado paterno a Canarias estuvo motivado por la de-signación,
en 1528, de su persona como escribano real comi-sionado
cerca del juez Fernández de Reina para tomar resi-dencia
al segundo adelantado don Pedro de ¿ugo 7. Por causa
de su matrimonio, se afincó de manera definitiva en Tenerife,
ejerciendo la profesión de escribano público.
José de Anchieta estudió* primeras letras en la escuela de
gramática de la capital, La Laguna, siendo preciso destacar la
AGUSTÍN MILLARESC ARLO:« Algunos datos sobre el "Apóstol del Brasil"»,
en Investigaciones bibliográficas iberoamericanas, México, 1950, pp. 11-20.
-: «Más datos sobre el "Apóstol del Brasil" José de Anchietan, en Estu-dios
dedicados a R. Menéndez PidaZ, Madrid, 1950, t. 1, pp. 489-494.
ALEJANDRO CIORANESCU«: La familia de Anchieta en Tenenfe», en Re-vista
de Historia, La Laguna, t. XXVI (año 1960), pp. 1-54.
HÉLIO ABRANCHES VIOTTI, S. J.: Anchieta. O apóstolo do Brasil. Edicio-nes
Loyola. Si30 Paulo, 1980, pp. 25-27. ' ANTONIO RUMEUD E ARMAS: «El venerable Anchieta. El padre del após-tol
del Brasil y su vinculación a la isla», en El Día, 16 de enero de 1966.
ABRANCHES VIOTTI: op. cit., pp. 331-333.
En el ARCHIVO DE SIMANC(AReSg istro del Sello, 4 de abril de 1520) se con-serva
una Real provisión del emperador Carlos V concediendo el título de «es-cribano
y notario público en la nuestra corte e en todos los nuestros reinos e
señonos» a Juan de Anchieta, wezino de la villa de Medina del Campo».
La vecindad en Medina del Campo hace, de momento, muy difícil la
identificación de los dos Juan de Anchieta, el de 1520 y el de 1528.
Hélio Abranches Viotti da por sentada la identificación. Hace retornar
a Juan de Anchieta a la isla de Tenerife por motivos exclusivamente profe-sionales,
y considera el cargo de escribano como de «alta posicao», cosa
inexacta, pues era de rnodesia categoría en la sociedad castellana de su
tiempo.
Asimismo debe ser rechazada la identificación con el comunero Juan
López de Anchieta, propuesta por el P. FRANCISCMOA TEOS,S . J. (La ascen-dencia
de FI Anchieta y la guerra de las Comunidades, Madrid, 1967).
6 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
enfermedad que padeció en tan temprana edad -seguramen-te
tuberculosis ósea-, por cuya causa quedó corcovado para
siempre.
A los quince años se trasladó a Portugal, ingresando en la
Universidad de Coimbra, donde cursa humanidades con sin-gular
aprovechamiento. Por su aplicación y piedad, el P. Simón
Rodrigues, provincial de Portual y uno de los primeros com-pañeros
de San Ignacio, le incitó a ingresar en la Compañía
de Jesús (1551), siendo enviado dos años más tarde al Brasil,
a cuya evangelización había de consagrar el resto de su vida.
El Brasil se hallaba entonces en pleno proceso de coloniza-ción
y poblamiento. Dividido en capitanías hereditarias, la coro-na
lusa rectificó al nombrar en 1549 al primer gobernador ge-neral,
Tomé de Souza, quien fundó en ese año la ciudad de Ba-hia
de Todos los Santos, erigida en capital de la colonia. En su
compañía vinieron al Brasil los primeros jesuitas, actuando de
superior el P. Manuel da Nóbrega. El segundo gobernador,
Duarte da Costa, condujo una nueva promoción, entre cuyos
miembros figuraba nuestro principal protagonista.
Anchieta fue destinado, en 1553, a la capitanía de San Vi-cente,
a la ciudad de Santos, donde se radicó por breve tiem-po.
Los planes del P. Nóbrega eran mucho más ambiciosos:
abrirse camino en el interior, el llamado sertao (desierto) para
entrar en contacto directo con los indios tupís. El primer co-legio
fue fundado en la aldea de Piratininga entre las tribus
de los caciques Teberiqá y Cai-Ubi. Se dijo la primera misa el
25 de enero de 1554, día de la conversión de San Pablo, cir-cunstancia
que dio nombre a la gran ciudad brasileña.
Establecido Anchieta en Sao Paulo, irradió su acción a
otros muchos poblados, entre los que cabría destacar San José
de Cíimpos y Santo Amaro. La acción misional que desplegcí
fue intensísima. Educaba a los niños preferentemente; les en-señaba
oficios manuales, al mismo tiempo que introducía
plantas y animales europeos. Se auxiliaba para la catequesis
con el canto, componiendo él mismo canciones y obras dra-máticas
piadosas en tupí.
En 1558 se inició un período de extraordinaria inquietud
en la colonia por causa de la presencia de una escuadra fran-cesa
al mando del almirante Durand de Villegaignon, quien
consiguió desembarcar sus hombres, ocupando la bahía de
474 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS
UNA CARTA INÉDITA DEL APÓSTOL DEL BRASIL, BEATO JOSÉ DE ANCHIETA ... 7
Guanabara, sin encontrar resistencia. Ello trajo consigo la su-blevación
de los indios tamoyos, con grave riesgo para la obra
evangelizadora emprendida.
La metrópoli respondió al desafio con una expedición mi-litar
al mando del tercer gobernador de la colonia, Mem de
Sá, con el encargo expreso de combatir a los franceses y ex-pulsarlos
del territorio. El capitán luso desembarcó en Bahía
en el año expresado, pero se vio forzado a demandar reher-zos
ante la calidad y poder del enemigo. Al mismo tiempo,
solicitó auxilios militares a las misiones para poder combatir
en un doble frente a los hugonotes invasores.
En 1560 el gobernador Mem de Sá consiguió expugnar el
fuerte Coligny, con tropas portuguesas y auxiliares tupís; pero
la victoria fue efímera, pues los franceses se retiraron hacia el
interior para ocupar por segunda vez la bahía de Guanabara,
poco tiempo después de ser evacuada.
La sublevación de los tamoyos se extendió a las tribus
tupís, hasta el punto de que Sáo Paulo se vio asediada en 1562
por una confederación de pueblos indígenas del interior y de
la costa, pudiendo salvarse merced a la colaboración de los
indios leales. Ante la gravedad de la situación, Nóbrega y An-chieta
decidieron arriesgar sus vidas para procurar, a todo pre-cio,
la pacificación. Con dicho fin se internaron, en 1563, en
los sertones, donde vivieron totalmente aislados en medio de
peligros y asechanzas. La aventura terminó con el armisticio
de Iperoig, que restableció la paz y la armónica convivencia.
Otro hecho memorable en la historia del Brasil fue la hn-dación,
el 1 de mayo de 1565, por el gobernador Mem de Sá,
de la ciudad de Río de Janeiro en la bahía de Guanabara,
aproveciiaiiclo los refuerzos recibidos de ia metropoii, con-ducidos
por su sobrino Estacio de Sá. Después de dos años
de preparativos bélicos, los franceses fueron estrepitosamen-te
derrotados, liberándose el Brasil de tan incómoda presen-cia
(1567).
Agümx hechos más son dignos de destacar en la biografía
de Anchieta.
En primer término la consagración clerical. José de An-chieta
se ordena sacerdote en la catedral de Bahía, en 1566,
8 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
de manos del obispo Pedro Leitao, tras año y medio de inten-sos
estudios. El destino que le aguarda será el de superior de
la misión de San Vicente, tan vinculada a su anterior existen-cia
(1 567- 1577). Durante la década señalada prosigue incan-sablemente
las tareas de evangelización de tupís, tamoyos y
tapuyos. De esta época datan las fundaciones de un número
importante de poblados, entre los que cabría mencionar Reri-tiba,
Guarapari, los Reyes Magos, Macacu, Guarulhos, etc.
Un hecho aún más trascendente se produce al término
de la etapa señalada. El 8 de abril de 1577 hace su profesión
religiosa como jesuita, emitiendo los cuatro votos acostum-brados.
B
Pocos días más tarde abandona San Vicente, en compañía
del provincial Ignacio de Tolosa, con objeto de posesionarse o
de] ca-o de rectsr c&gic de R ~ Q& Jzn&rn para e! q-le n - m acaba de ser designado. Pero no tuvo ocasión de ejercerlo por O E
haberse recibido pliegos de Roma ascendiéndole al cargo su- SE
premo de provincial. E
Los prepósitos de la Compañía de Jesús en el Brasil tenían
su sede y residencia en la ciudad de Bahía de Todos los San- 3
tos. Por esta forzada circunstancia, José de Anchieta va a es- -
0
m
tablecerse en la capital de la colonia, aunque realizando visi- E
tas y estadías en Santos y Río de Janeiro. El cargo de provin- o
cial lo va a desempeñar entre 1577 y 1588 s. n
-E
a
111. LA CARTA DE 7 DE AGOSTO DE 1583. REPRODUCCI~N n
n
TEXTUAL DE LA MISMA
3
O
La carta del beato José de Anchieta al rey Felipe 11 de Es-paña
(Felipe I de Portugal) impone en este momento, dado su
extraordinario interés, la transcripción literal 9:
ABRANCHES VIOTTI: Anchieta [ 6 ] , pp. 29-190.
JULIÁN ESCRIBANGOA RRIDOS, . J.: El beato padve José de Anchieta de la
Compañía de Jestís, Santa Cmz de Tenerife, 1983, pp. 7-27.
En la edición se han salvado las abreviaturas, respetando la ortogra-fía.
La única licencia ~ermi t idah a sido transcribir de manera actual la le-tra
u con valor de v.
También se ha puesto orden en el uso de mayúsculas.
476 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LLP (L66l) EP 'm?N
1 0 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
m
Zesus
Por un pataxe de aviso, que vino a estas partes del Bra-sil,
y partió del Rio de Henero el último del mismo mes,
enbié a V[uestra] M[agesta]t un pliego de cartas del gene-ral
Diego Flores y escrevi del estado en que él estava con
su armada; y porque de lo más q[ue] succedió V[uestra]
M[agesta]t será ynformado por sus cartas, réstame a mi
dezir como estuve esperando por él en el Rio de Jan[ei]ro
todo el mes de marco, como él me había encomendado, y
aún despub mas todo ei mes de abrii parte de mayo en
que bobió de la boca del estrecho y h a d las Capitanías del
Rio de Jane[ei]ro y S[an] V[icen]te como las dexó, muy
quietas en la obediencia y servicio de V[uestra] M[agesta]t
como lo está toda la costa.
En el Rio de Jan[ei]ro traté con él si seria bueno q[ue]
visiiasse ia Capiianía áei S [iriiju Sancio, porqiuej avía
pocos dias que estuviera a l l uno de los galeones yngleses
que pelearon con las naos en S[an] V[icen]te, para que
viesse el sitio de la barra para en ella hazerse algún fuerte;
478 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
UNA CARTA INÉDITAD EL AP~STOLD EL BRASIL. BEATO J O S D~E ANCHIETA ... 11
mas como las naos estavan muy destrogadas y los tiempos
fueron contrarios y bravos, se vio a esta baya con mucho
trabajo; yo me vine or el Sp[irit]u Sancto, y hallé toda
aq[ue]lla tieíra asso f mlbrada con miedo de los yngleses,
porque dexaron dicho que para el año que vienen vemian
allí con tres o quatro galeones amados, y si lo cumplieren
y quisieren hacer fuerga, no tienen los moradores q[ue]
hazer sino acogerse cada qual por los montes por onde
mejor pudiere, porque no tienen otra defensión, y la barra
es tan acommodada q[ue] si los yngleses hizieren algún
fuerte en ella, sería muy difficultoso echarlos dallí. Por lo
qual, assi el g[obema]dor della Vasco F[emánde]z Coutinho
como los moradores, están muy desseosos [ue] V[uestra]
M[agesta]t tome la Capitanía por suya y la Zr-talesca, como
cosa de que pende toda su salvation; y desto tiene[n] mu-cha
necessidad todas las Capitanías, no sólo para conser-vación
deste Estado del Brazil, mas ta[m]bien para la na-vegación
del estrecho, Rio de la Plata y Perú; allende de
otras co[n]modidades, ue no son ara carta, que Diego
Flores tiene bien enten2 z do, y c rw Ple va deteminación de
platicar muy menudanente con V[uestra] M[agesta]t.
El g[obema]dor deste Brasil M[anu]el Telles me dio una
de V[uestra] M[agesta]t en que me manda le dee todas las
ynformationes avisos ne c e s sa~osp ara augmento de la
conversión de Y os yndios a n[uest]ra Sancta fee y conser-vación
en ella. Yo haré lo que V[uestra] M[agesta]t me
manda, dándole los recuerdos necessarios principalm[en]te
en cosa de tanto gusto y obligagión de V[uestra] M[agesta]t.
Porque la mayor parte de los yndios naturales del Brasil es
consumida; y algunos pocos que se an conservado, con la
diligentia y trabajos de la Comp[añí]a, son tan opprimidos
que en poco tiempo se gastarán; por lo cual tienen mucha
necessidad de particular favor de V[uestra] M[agesta]t, assi
para que los ya convertidos se conserven en la fee, como
pam qyLUe] los OiPüS ve[njCa[n j áei sertón :% recibiría de
nuevo, y juntame[n]te aya quien ayude a defender la tie-va,
orque bien se echa de ver. Y los portugueses assi lo
con&ssan, que sin ellos mal se podrá conservar este Esta-do
del Brasil; y con todo esso va la cosa, de manera que
en caso de servirse de los yndios cada uno tiene respecto a
st: p[m]?i~ y : í ' f e~s em as que ül Oie~zc ori.iú[n] de la iieíra
ni a la utilidad y conservación dellos.
lo Serton -en plural sertones- eran las tierras altas del interior. En
portugués, sertdo.
Núm. 43 (1997) 479
12 ANTONIO RUMEC DE ARMAS
De lo que la Comp[añí]a haze, y de los trabajos que lleva
en esta tiewa en servicio de Dios y de V[uestra] M[agesta]t,
no uiero más testigo que al mismo Dios en el cielo, y confio
que 4 general Diego Flores acá en la tiewa, como testigo de
vista, dirá lo que passa; al qual espero de ayudar mucho con
sacrificios y oraciones de los de la Comp[añí]a, como hasta
aqui sa ha a hecho, para que N[uestro] S[eñ]or lo lleve de-lante
de los ojos de V[uestra] M[agesta]t y le dee particular
relación de todo, como V[uestra] M[agesta]t dessea. De la
Baya de Todos los Santos, a 7 de agosto de 1583 años.
De V[uestra] R[eaU Mragestalt
Siervo humilde
Joseph de Anchieta
(ru bricado)
IV. LA EXPEDICI~ND EL CAPITÁN GENERAL DIEGOF LORES
DE VALDÉASL ESTRECHO DE MAGALLANES.
RECIBIMIENDITSPOEN SADO POR ANCHIETA
La carta de Anchieta de 7 de agosto de 1583 hace mención
principalísima del capitán general de la expedición al estrecho
de Magallanes, Diego Flores de Valdés, prestigioso marino as-turiano,
a quien el rey Felipe 11 había elegido, en 1581, para
mandar la escuadra, mientras el cargo de gobernador del te-rritorio
magallánico recaía en otro navegante aún más célebre,
el gallego Pedro Sarmiento de Gamboa.
Cuando el famoso pirata inglés Francis Drake, en su céle-bre
viaje de 1579, atravesó el estrecho de Magallanes asolan-do
los puertos de la costa del Océano Pacífico, se movilizaron
los navíos de aquella ribera, saliendo en su busca y captura
ulla e---s..-LrI-, uau ,l,,a,,,, l:i iiplvv;a,a,d a, U! mar,ds de S ~ r ~ i e n dt ee G~rril-boa.
Este intrépido marino llevó a cabo durante el bienio
1579-1580 una de las expediciones más arriesgadas y sorpren-dentes
de la época. Cruzó el estrecho de Magallanes de occi-dente
a oriente, desde el Pacífico al Atlántico, presentándose
er? Cádiz después de hacer escala en las islas Ascensión. Cabo
Verde y Azores 'l.
l1 CESÁREO FERNÁNDEZ DURO: Armada Española. Madrid, 1896, t. 11,
pp. 345-357.
480 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Parece obligado en este instante interrumpir el relato para
presentar a nuestros protagonistas con una breve semblanza
biográfica.
Diego Flores de Valdés y Dóriga había nacido en Las
Morteras, caserío de Somiedo, alrededor del año 1530 12. Des-de
muy joven se había alistado en la carrera de Indias, pres-tando
servicio en las armadas de guarda y en las flotas hasta
adquirir un extraordinario prestigio como experto navegante.
En 1565 Diego Flores se integró en la famosa expedición del
adelantado Pedro Menéndez de Avilés a La Florida, hallándo-se
presente en la fundación de San Agustín, primera población
de los Estados Unidos, y en las operaciones de limpieza con-tra
los piratas hugonotes franceses, cuyo jefe más destacado,
Jean Ribaut, fue hecho prisionero y ejecutado. Fores de Valdés
se cubrió de gloria capturando una de las fragatas enemigas.
Felipe 11 recompensó sus servicios, en 1566, con la gracia de
un hábito de la Orden de Santiago 13. Reintegrado a España,
AMANCIOL AND~CNA RRASCOVi: da y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa.
Instituto Histórico de Marina. Madrid, 1945, pp. 69-112. '* Sus padres se llamaron: Juan Flores de Quiñones y Urraca de Valdés
y Dóriga. Abuelos paternos: Alvaro Flores «el viejo» (señor de la casa y to-rre
de Flores en las Babias) y Brazaida de Quiñones. Abuelos maternos:
Fernán García Dóriga y María de Valdés.
La madre, doña Urraca, fundó mayorazgo con el 3." y 5." de sus bienes
en favor de Diego.
La abuela, María de Valdés, era hermana del arzobispo de Sevilla, Fer-nando
de Valdés.
l3 ARCHIVO HIST~RICNOA CIONASLa: ntiago, expediente 3.107.
Por la fecha de la concesión, 1566, Diego Flores se titulaba capitán. En
la Orden de Santiago acabará siendo comendador de Oreja.
Con anterioridad a la fecha indicada había participado en diversas mi-siones:
1." En 1552 sirve en la armada de Flandes a las órdenes de Pedro
Menéndez de Avilés.
2." En 1554 embarcó en uno de los navíos que acompañaron al prín-cipe
don Felipe, rey de Nápoles, en su viaje a Inglaterra para con-traer
matrimonio con la reina María Tudor.
3." En 1557 toma parte, a las órdenes de Pedro Menéndez de Avilés,
en las campañas del Mar del Norte y el Golfo de Vizcaya para com-batir
a los piratas.
FERNÁNDEDZU ROA: rmada Española [lo], t. 11, pp. 209-221
Núm. 43 (1997) 48 1
14 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
volvió a enrolarse en las flotas de Indias, adquiriendo una re-doblada
experiencia en la navegación atlántica 14.
Pedro Sarmiento de Gamboa tiene una personalidad de
mayor relieve; por esta circunstancia nos vemos obligados a
elaborar una semblanza más apretada. En la juventud había
emigrado a Méjico, integrándose en la vida de la colonia. Su
afición por la astronomía y la náutica le arrastraron a enrolarse
en la famosa expedición de Alvaro de Mendaña a las islas
Salomón, en el Océano Pacífico (1567-1569), empresa en la que
tuvo un destacado papel. Al regreso de la misma acusó al ex-plorador
por no haber seguido la ruta suroeste, la más adecua-da
según su criterio. Después se trasladó a vivir al Perú, donde B
medra bajo la protección del famoso virrey don Francisco de E
Toledo. Tomó parte en diversas empresas militares pacificado- O -
ras y la I;lLstOriud e los pIicas. Fue maridata- =m
O
rio quien puso bajo su gobierno la flotilla para combatir al pi- EE
rata Drake, operación que, de tumbo en tumbo, le llevaría nada SE
menos que a Cádiz, conforme se ha señalado 1 5 .
Pedro Sarmiento se entrevistó con Felipe 11 en Badajoz, 3
cuando el monarca hispano se dirigía a Portugal para pose- - -
0m
sionarse del reino recién anexionado, logrando persuadirle de E
la necesidad de colonizar el estrecho y fortificarlo, idea que O
siempre le dominó y a la que había de consagrar sus más te- n
naces esfuerzos. -E
a
El proyecto dio lugar en el Consejo de ~ u e r r aa contra- - puestos pareceres, imponiéndose a la postre el plan coloniza- n
dor 16. Para el mando de la flota fue designado Diego Flores, 3
O
l 4 En 1579 fue designado capitán general de la armada de Indias. Al-rededor
de esta fecha contrajo matrimonio con una sobrina de Pedro
Menéndez de ~vi iés.S e iiamaba Maria. Sus padres se denominaron: Aivar
Sánchez de Avilés, señor de la casa de Santa Paya, capitán de Infantería en
Flandes, general de la flota de Indias (1555-1558), y Marquesa de Valdés.
LAND~CNA RRASCOV: ida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa [lo],
pp. 11-112.
l6 Don Fernando Alvarez de Toledo, tercer duque de Alba, estimó im-
J - - L - 1- -........-.
~IUGCUCIILlCa rrriprcba. A SU juicio las foríaiezas cvnsiruidas en e1 estrecho
serían totalmente inútiles. En su opinión, el remedio consistía en apostar
una escuadra en las costas de Chile y el Perú.
FERNÁNDEDZU ROA: mada Española [lo], pp. 358.
UNA CARTA INÉDITA DEL APÓsTOL DEL BRASIL, BEATO J O SD~E ANCHIETA ... 15
con título de capitán general, y para la administración del te-rritorio
del Magallanes Pedro Sarmiento, con cargo de gober-nador
y capitán general. Iba como segundo de la escuadra,
con título de almirante, Diego de Ribera.
Hay que destacar, en primer término, la resistencia de Diego
Flores a asumir el mando de la expedición, y, en segundo lugar,
el antagonismo entre las dos cabezas, obstáculo poco menos
que invencible para el buen resultado de la ardua empresa.
La poderosa escuadra se aprestó en Sevilla en el otoño de
1581. La componían 23 navíos, en los que estaban previstos
embarcasen 3.000 personas entre soldados y colonos con sus
familias, obreros y labradores, incluidos 600 que iban a Chile
con el gobernador Alonso de Sotomayor. Los planos de los
fuertes habían sido ejecutados por el célebre ingeniern Bitic-ta
Antonelli.
En la desembocadura del Guadalquivir la escuadra se vio
azotada por un furioso temporal, zozobrando varios navíos
entre Rota y Arenas Gordas, con pérdida de 800 personas. La
empresa se iniciaba con los peores augurios.
Rehecha la armada, se hizo a la mar en Cádiz el 9 de di-ciembre
de 1581, con notoria disminución de fuerzas, pues los
navíos ascendían a 16, llevando a bordo 350 colonos y 400
soldados. La expedición se dirigió, a marchas forzadas, a las
islas de Cabo Verde, en las que se detuvieron por espacio de
un mes. Después de reparar averías y fuerzas, cruzaron el
Océano, agobiados por el calor de la zona tórrida, hasta que
consiguieron divisar la bella bahía de Río de Janeiro el 25 de
marzo de 1582 17.
Los primeros en hacer acto de presencia en el puerto fueron
el gobe~=nadodre la capitanía de Rio, Salvador Correia de Sá
(hijo del antiguo gobernador general Mem de Sá) y el provin-cial
de la Compañía de Jesús en Brasil, P. José de Anchieta 18.
l7 Zbid., pp. 358-361.
LAND~NC ARRASCQV:i & y viaje^ de PeUm Samie,:o de Gamboa [:O;,
pp. 115-128.
la ABRANCHES VIOTTI: Anchieta [6], pp. 193-197.
HÉLIO ABRANTES VIOTTI: Pe. Joseph de Anchieta, S. J. Cartas. Cowespon-dtncia
ativa e passiva. Ediciones Loyola. S5o Paulo, 1984, p. 352, n. 16.
Núm. 43 (1997) 483
16 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Como se ha puntualizado páginas atrás, los prepósitos te-nían
su residencia oficial en la capital de la colonia, la ciudad
y puerto de Bahía de Todos los Santos. Allí pasaría Anchieta la
mayor parte de la década de su gobierno (1577-1588), y en
esta misma urbe estuvo postrado en cama por enfermedad en
1 S8 1 y volvería a recluirse en 1584 19.
¿Por qué se hallaba Anchieta en el Colegio de Río de
Janeiro en marzo de 1582? ¿Fue una coincidencia casual?
¿Estaba a la espera de la flota como quien cumple una mi-sión?
Nos inclinamos por este último parecer. La presencia inha-bitual
de Anchieta en Río de Janeiro, en la fecha indicada, lo
hace así sospechar. Por eso dimos como probable en el epí-grafe
1 la existencia de una carta regia previniéndole del paso
de la escuadra y solicitando su valiosa ayuda.
Corroboran este supuesto el afán de colaboración y servi-cio
a Felipe 11 y a su armada de que va a hacer alarde el pro-vincial
durante la larga primera escala, y la permanencia inin-terrumpida
en Río de Janeiro y Bahía mientras la escuadra del
capitán general Diego Flores de Valdés cumplimentaba la de-licada
misión que se le había encomendado.
Desde marzo de 1582 a junio de 1583, un año largo, José
de Anchieta se establece en Río, y más adelante se afinca en
Bahía -julio de 1583 a marzo de 1584- hasta que vio zar-par
la flota con dirección a Pernambuco.
Digamos para rematar este epígrafe que los historiadores
han sido muy severos al enjuiciar la actuación del capitán
Diego Flores de Valdés, y harto generosos al ponderar las vir-tudes
del explorador Sarmiento de Gamboa. Sobresalen en
esta aciiiüd e! afamado historiador de lu mu r i n~r s p u ñ ~dl e~n
Cesáreo Fernández Duro y su más fiel seguidor don Amancio
Landín 20. Con una interpretación maniqueista de la historia,
Flores es siempre el malo y Sarmiento un dechado de bondad
y abnegación.
Ne =T-eter?demosa hora invertir los papeles. Seguramente
Diego Flores fue un hombre altivo, violento y voluntarioso;
l 9 ABRANCHES VIOTTI: Anchieta [ 6 ] , p. 192.
2o Armada Española [lo], t. 11, pp. 358-359 y 361-365.
484 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
pero no exento de sensibilidad y buen corazón. Por lo menos
los hechos y sucesos sobrevenidos durante las escalas en Río
y Bahía así lo dan a entender. El propio Anchieta entabló con
el navegante asturiano una amistad entrañable. Y a la hora de
abrir el corazón a los secretos, Flores fue el confidente del
santo, encargado de transmitir al rey prudente las inquietudes
y los sacrificios de los misioneros.
Véase, como ejemplo, el párrafo de la carta a Felipe 11 que
nos viene principalmente ocupando:
«De lo que la Compañía haze, y de los trabajos que
lleva en esta tierra en serviqio de Dios y de Vuestra
Magestat, no quiero más testigo que el mismo Dios en,&
cielo, y confío que1 general Diego Flores acá en la tierra,
como testigo de vista, dirá io que passan ".
La escuadra magallánica mandada por Diego Flores de
Valdés se había refugiado en Río de Janeiro para pasar la
invernada austral. Por esta circunstancia va a permanecer den-tro
de la bahía desde el 25 de marzo al 2 de noviembre de
1582; en total siete meses largos de estadía.
Como puede verse por la simple cronología, la invernada
se prolongó por encima de lo previsto. Esto se debió a difi-cultades
para reparar las embarcaciones después de la dura
travesía oceánica y a problemas no menos graves de aprovi-sionamiento.
¿Qué acontecimientos sobrevinieron que afectasen de ma-nera
directa a nuestros dos protagonistas, Anchieta y Diego
Flores?
Como es natural, sólo han sobrevivido testimonios esporá-dicos
de las relaciones entre el provincial, los misioneros je-suitas
y los expedicionarios. Para señalarlos, nos vamos a ser-vir
preferentemente de la carta anua del beato Anchieta, es-
21 Carta a Felipe 11, anteriormente transcrita, párrafo 4."
Núm. 43 (1997)
18 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
crita en Bahía el 1 de enero de 1584 y dirigida al general de
la Compañía de Jesús, P. Claudio Acquaviva.
Los tripulantes y colonos habían padecido toda clase de
enfermedades y privaciones durante la travesía atlántica, hasta
el punto de haber sucumbido 150, mientras los enfermos as-cendían
a la elevada cifra de unos 200 en números redondos.
El gobernador improvisó en los primeros instantes una nís-tica
enfermería. La Relación anónima de la jornada registra el
episodio con someras palabras: «Aquellos para quien no hubo
comodidad [en casas particulares] Pedro Sarmiento les hizo
chozas a la redonda de su casa ..., donde tenía enfemeria y con
el favor de Dios los curaba y alegraba» 22.
Sin embargo, esta solución de emergencia no era ni la más
indicada ni la más cristiana. Fue entonces cuando Anchieta
cc>ricibió la cc>ris;i-iiccióri del Euspiial de la Misei-icoi-dia, iríi-portante
obra para la que contó con la colaboración de los
misioneros, de los moradores de la urbe y de los indios de los
contornos.
Traduzcamos ahora el texto de la carta anua:
«Numerosa y bien aparejada entró en este Río, a to-mar
refresco, una armada del rey don Felipe, que se di-rigía
al estrecho de Magallanes. Trayendo más de dos mil
hombres de armas, no faltó trabajo a nuestros religiosos
para 2 ue se ejercitasen en obras de caridad. La primera
provi encia fue, en efecto, preparar para los innúmeros
enfermos desembarcados los medicamentos indispensa-bles
para recuperar la salud, ofreciéndoles por anticipa-do
los auxilios precisos para el bien de sus almas.»
Aportando más adelante datos sobre la construcción del
Eospitai, añade io siguiente:
«Notable fue, en aquel tiempo, el vivo interés y la libe-ralidad
de los moradores en agasajar y dar buen trata-
22 Relación de lo sucedido a la armada real de Su Magestad en este viaje
dei Estrecho de Magalíanes.
Vida y viajes ... [lo], pp. 116-146.
PABLOP ASTELLSS, . J.: El descubrimiento del Estrecho de Magallanes.
Madrid, 1920, pp. 154 y SS. (doc. 24).
486 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
miento a los enfermos, y sobre todo en la construcción
(obra a la cual aportaron nuestros indios su generoso es-fuerzo)
de los edificios donde se recogiesen los enfermos,
visto que de ninguna manera cabían en el hospital 23. Per-maneciendo
muchos de ellos en los navíos, allí acudieron
nuestros confesores y predicadores, desempeñando cada
cual su oficio, pudieron recoger un fruto espiritual nada
des reciable. Tan im resionado quedó el general y el res-to
1e la oficialidad 2'e este ministerio religioso que deno-minaban
comúnmente a los padres de la Compañía de
ángeles enviados del cielo. Y nos demostró durante todo
el tiempo de su estadía entrañable afecto, prometiendo
que de todo daría conocimiento al rey, como así lo hizo)>24 .
La caridad de Anchieta, tan heroica como sublime, desper-tó
la admiración de don Diego Flores de Valdés, quien acaba-ría
confesando que «nunca se había sentido tan pequeño, ante
cualquier majestad de la tierra, como experimentaba delante
de aquel santo, en apariencia insignificante)).
El informe que dio al rey Felipe 11 el almirante de la flota,
Diego de Ribera, es no menos elogioso, superándole en deta-lles:
«El padre provincial José de Anchieta -léese- no quiere
otro premio sino el de Dios; y que V[uestra] Magestad entien-da
con cuánta voluntad y fidelidad la Compañía de Jesús en
todas partes acude al servicio de Dios y de su Rey» 25.
23 En Río de Janeiro. como en todas las ciudades costeras. existía un
pequeño hospital o enfermería. En el nuevo edificio se conserva, en su za-guán,
una estatua monumental del fundador, en recuerdo de su meritoria
actuación.
24 ARCHIVO ROMANODE LA COMPAÑÍDAE JESÚS: Brasil [8], fols. 3-5v.
SERAFÍNL EITE:H istovia da Companhia de Jesus no Brasil. Lisboa-Río,
1938; t; II, pp. 577-178.
ABRANCHESV IOTTIC: artas [17], pp. 336-353 (texto portugués) y Apéndi-ce
V, pp. 483-492 (texto latino). Los párrafos transcritos en las pp. 346, 352
y 489-490.
Este autor encontró, en 1957, en el Archivo de Indias de Sevilla una
carta de Diego Flores a Felipe 11, datada el 23 de octubre de 1582, en la
que no se hace mención ni elogio de José de Anchita ni de !os jerriit~is. E!!^
le induce a creer que incumplió la palabra. Sin embargo, la afirmación del
provincial es rotunda -de visu-, por lo que cabe sospechar la existencia
de otras misivas (p. 352, nota 16).
25 ABRANCHES VIOTTI: Anchieta [6], p. 194.
Núm. 43 (1997)
20 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Después de reconfortar los espíritus y restañar heridas y
males había que procurar el rápido abastecimiento de la flo-ta.
Anchieta, de manera impersonal, da fe de ello:
«Estaba en esta ocasión en este Colegio el Padre provin-cial,
de cuya colaboración se valía a menudo el general
[Flores] para abastecer más rápidamente la flota y pro-seguir
la ruta comenzada con todos los aprestos para el
viaje. Por intervención del mismo padre, y con sus exhor-taciones,
no faltaron los ciudadanos más relevantes en
ponerse al trabajo para dar aprovisionamiento de acuer-do
con sus posibilidades.))
La frase final de la carta anua es bien expresiva:
«De esta manera todo fue proveído oportunamente
por los nuestros, tanto en las necesidades del espíritu
como del cuerpo» 26.
Una de las ocurrencias más peregrinas de Anchieta, vista la
parquedad de las provisiones, fue organizar, con la colabora-ción
de novicios y alumnos del Colegio y el inestimable auxilio
de los indios, una jornada pesquera en la laguna semimarítima
de Maricá, en los aledaños de Río de Janeiro. El mismo padre
provincial dirigió la operación, llevando como segundo al
despensero Pedro Leitao. El regreso a la escuadra con serones
repletos de peces constituyó una auténtica fiesta 27.
Durante la larga invernada en Río de Janeiro ocurrieron
otros dos acontecimientos de menor importancia, que mere-cen
ser revelados por afectar de manera directa al padre
provincial Anchieta.
El primero fue el ingreso en la Compañía de Jesús, en ca-lidad
de hermano, del carpintero de la expedición magallánica,
ODULFO VAN DER VAT, O. F. M.: Principios da lgreja no Brasil. Petrópolis,
1952, pp. 136-137.
26 ABRANCHES VIOTTI: Cartas [17], pp. 346347 y 490.
*' Aac:::v~ SECRETVQA TICAXO(K nmu): P ~ ~ ~ r s sitnlfrn rmn t l ~ ~i/ns
civitatis Sahatoris (Bahía), núm. 303, fols. 100v.-104v. Declaración de Pe-dro
Leitiio.
ABRANCHES VIOTTI: Anchiera [6], pp. 2 10-2 1 1.
UNA CARTA INÉDITA DEL APÓSTOL DEL BRASIL, BEATO J O S ~D E ANCHIETA ... 21
Francisco de Escalante, cuya vocación se despertó al contacto
con los misioneros y bajo el influjo de su abnegado ejemplo.
El gobernador de la colonia Pedro Sarmiento de Gamboa re-chazó
de plano la deserción y reclamó la devolución de lo que
él llamaba el fugitivo. La respuesta de Anchieta fue espartana:
«No tengo fuerzas para oponerme a Su Señoría, pero no pier-do
la esperanza de que me lo entregue sin más ni más». A
última hora medió en el asunto el capitán general, Diego Flo-res
de Valdés, quien, con el peso de su autoridad, decidió fa-vorablemente
la suerte futura del novicio
El segundo incidente se produjo por causa de la comisión
de un grave delito por uno de los soldados de la expedición,
de resultas del cual resultó condenado a muerte. Anchieta
medió en e1 asunto para dici t r r e! i ~ d d t eo, htrniende U !u
postre la conmutación de la pena.
En la carta anua de 1 de enero de 1584 da minuciosa cuen-ta
de la generosidad del capitán general de la escuadra don
Diego Flores de Valdés. He aquí las exactas palabras de
Anchieta:
«Habiendo sido condenado a muerte un soldado, me-diaron
para obtener el perdón, sin conseguirlo, al gober-nador
[Salvador Correia de Sá] y algunos frailes francis-canos.
Pero a nuestra solicitud declaró que en ninguna
manera podría rechazarla. »
El elogio a Flores se acentúa en la última frase:
<<Y atendía, además de esto, a muchas otras solicitudes
nuestras de no poca imortancian 29.
El apóstol del Brasil da fe de cómo pagaban las buenas
obras del general con la única moneda de que disponían: asa-crificios
y oraciones» 30.
28 PASTELLS:E l descubrimiento ... del MagaZlanes [20] , t. 11, p. 198.
ABRANCHESV IOTTI:A nchieta [6], pp. 196-197.
29 ABRANCHES VIOTTI: Cartas [17], pp. 346 y 490.
30 Carta a Felipe 11, anteriormente transcrita, párrafo 4.".
Núm. 43 (1997)
22 ANTONIO RUMEC DE ARMAS
VI. VIAJE DE IDA Y V~ELTA AL ESTRECHO DE MAGALLANES.
SEGUNDESATA NCIA EN Río DE JANEIREOL. REENCUENTRO
Y LA AMISTAD ENTRE FLOREDSE VALDÉYS ANCHIETA
Pasado el invierno austral de 1582, la escuadra se detuvo
durante parte de la primavera a causa del mal estado de las
embarcaciones, dañadas por la «broma».
Por fin, el 2 de noviembre del año expresado se pudo hacer
a la mar, con nimbo al estrecho de Magallanes. Componían en
esta ocasión la flota 15 navíos de la más diversa índole.
En este punto y hora nos interesa destacar un hecho reve- NB
lador que se registra en la carta de Anchieta a Felipe 11 de 7 E
de agosto de 1783. Diego Flores emplazó a su amigo con el
O n ruego de que ie esperase en iiío de Ja~ieiro para el iiioiiieiitü -- m
del regreso, que calculaba sería por todo el mes de marzo del O
E
E
año acabado de indicar 31. S
E
Esta declaración, tan simplista, arrastra en pos de sí im- -
portantes derivaciones. Se deduce de ella, contra el parecer 3
unánime, que Diego Flores cumplía tan sólo con la obligación - -
0
de transportar al gobernador Sarmiento y a los colonos al es- m
E
trecho de Magallanes; pero que no entraba, en cambio, en sus O
E obligaciones o, cuando menos, en sus propósitos, quedar de n
apostadero sine die en defensa y guarda de los establecimien- a-E
tos proyectados. Este extremo es decisivo e importante para l
penetrar en los actos futuros del capitán general, interpreta- n
n
dos como una decisión arbitraria cuando no cobarde. 3
La escuadra española descendió por la ribera americana del O
Atlántico Sur en medio de constantes adversidades y contra-tiempos.
A mitad de camino naufragaron las naos Awioía y
Santa Marta, mientras embarrancaba la Proveedova (almacén
de víveres), con pérdida de 300 tripulantes.
El estrecho de Magallanes fue alcanzado el 17 de febrero
de 1583.
Lo que más adelante pasó es un enigma indescifrable. Des-pués
de un breve recorrido del mismo, sin tomar tierra, deci-dió
inesperadamente el retorno, en medio del silencio de tri-
31 Ibíd., párrafo l.".
pulantes y colonos y con la protesta airada de Sarmiento de
Gamboa 32.
{Hubo división de pareceres? ¿Temieron los colonos que-darse
solos, sin protección náutica, dado el decidido propósi-to
por parte de Flores de abandonarlos a su suerte? ¿Estimó
éste, a la vista del panorama inhóspito, que el desembarco
equivalía a una muerte segura a corto plazo? Lo único que
cabe comprobar con los hechos es la operación de tornaviaje.
Mientras la armada española navegaba ahora de sur a nor-te,
deshaciendo la anterior derrota, se producían en Río de
Janeiro acontecimientos de relativa importancia.
El primero el ambo de un pataje de aviso para las autori-dades
locales con noticias del envío inmediato de una flota
auxiliar para la empresa magallánica. Cuando llegó el momen-to
del retorno -para ser exactos el 31 de enero de 1583- José
de Anchieta hizo depositario al capitán de un pliego de cartas
de don Diego Flores para Felipe 11, entregadas con ese fin en
el momento de la partida, y una misiva personal para el mo-narca
hispano, hoy, por desgracia, traspapelada o perdida. En
ella se refería el provincial «al estado en que él (Flores) estava
con su armada)), es decir, parte o todo de los pormenores que
conocemos 33.
El segundo hecho recordable fue la entrada en la bahía del
general don Diego de Alcega con cuatro naos grandes con
nuevos colonos, tripulaciones de refresco y abundantes provi-siones.
Venían además expresivos despachos recomendando a
los dos jefes la concordia y buena armonía, con objeto de sa-car
adelante la empresa.
La armada española del Magallanes hacía su entrada en el -..- 4- A- e--+-- A--&-- 2- 1- ---:A--!- J- e--- x r A- -1 q - 9
~ U C ILU uc oall~u3U,C IILIU UG la t,apLama ut: aa11 VIC~I IelL L~ 1 ,
de febrero de 1583. En este refugio se van a mantener, repa-rando
averías, por espacio de dos meses largos, pues hasta el
29 de abril no zarpa la flota con dirección al norte.
32 FERNÁNDEZ DURO: Amada Española [lo], t. 11, pp. 361-362.
LAND~NC ARRASCOV: ida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa [lo],
pp. 134-141.
33 Carta, párrafo. 1 .O.
24 ANTONIO RUMEL DE ARMAS
El arribo a Río de Janeiro, punto de partida, se data el 9
de mayo de 1583 34.
Como de sobra sabemos, Anchieta había contraído el fir-me
compromiso de quedar a la espera en Río hasta que se
produjese el retorno de su entrañable amigo el almirante:
({Réstame a mi dezir -1éese en la carta a Felipe 11- cómo
estuve esperando por él en el Río de Janeiro todo el mes de
marco, como él me había encomendado, y aun después más
todo el mes de abril y parte de mayo en que bolvió de la boca
del estrecho, y halló las capitanías del Río de Janeiro y San
Vicente como las dexó, muy quietas en la obediencia y servi-cio
de Vuestra Magestad, como lo está toda la costa» 35.
Había que resolver, en primer término, el arduo problema
de la expedición magallánica para acallar las insistentes de-mandas
y clamores de Sarmiento de Gamboa. Diego Flores de
Valdés decidió cortar por lo sano y desentenderse por comple-to
de la misma. Con este fin reagrupó los navíos de las dos
escuadras, asumiendo el mando de la que retornaría a Espa-ña,
mientras delegaba en Diego de Rivera, como capitán ge-neral,
y en Gregorio de las Alas, como almirante, la prosecu-ción
de la loca aventura del Magallanes. Seis galeones super-vivientes
quedaron a sus inmediatas órdenes, y los cinco res-tantes
al cuidado de sus subordinados 36.
Antes de la separación José de Anchieta, cada vez más in-teresado
por la política, se permitió recomendar a su amigo
una operación de limpieza por los aledaños. Preferimos a cual-quier
ampliación o extracto reproducir sus exactas palabras:
<<Enel Río de Janeiro traté con él si sería bueno que visitasse
la Capitanía del Spíritu Sancto, porque avia pocos días que
estuviera allí uno de los galeones yngleses que pelearon con
1,- ,A,, ,, C , , 77:,.,+, ,,,a ,..a . r ; , r r - -1 0- iaa iiava 1 ---,. l ~ i dia1 1 VILCI ILC, pala YUL VILJ JL LI JLLIW LU la ualla
para en ella hazerse algún fuerte».
34 FERNÁNDEZ DURO: Armada Española [lo], t. 11, pp. 363-364.
LANDÍN CARRASCO: Vida y viajes de Pedro Sarmiento de Garnboa [lo],
pp. 141-142.
35 Párrafo 1 .O.
36 FERNÁNDEZ DURO: Armada Espafiola [lo], t. 11, pp. 364-365.
LAND~CNA RRASCO:V ida y viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa [lo],
pp. 143-144.
492 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
La negativa, más que justificada, de Flores, no dio pie para
insistir: «mas como las naos estavan muy destrozadas y los
tiempos fueron contrarios y bravos, se vino a esta baya [de
Todos los Santos] con mucho trabajo» 37.
¿Cuál fue -pensará el lector- la suerte de los empecina-dos
expedicionarios al Magallanes, fieles seguidores del tesone-ro
Sarmiento de Gamboa? Anticipémonos a declarar que la
colonización acabó en auténtico desastre. El osado navegante
arribó al estrecho en septiembre de 1584; fundó un par de es-tablecimientos
y vio cómo éstos agonizaban lentamente en
medio de indescriptibles angustias. Cuando tres años más tar-de
recom'a aquellas latitudes el corsario inglés Cavendish reco-gió
a un marinero superviviente, quien le reveló los horrores
de la tragedia. El Magallanes acabaría siendo un inmenso ce-
--...+-A- -:- ---:Ll- A - 2 - ---- 1- --Ll- -:i- ----A:--- 78
IIIGIILCIIU, s u ~USIUIC: c s ~ a p a ~ u l lp aa l a l a p u m a u u l l u i u u v a --.
VII. LA TRAVESÍAR IOD E JANEIR- OBA HÍAD E TODOLSO S SANTOS.
LARGJAOR NADA EN LA CAPITAL DEL BRASILL.A DESPEDIDA
El viaje de la escuadra de Diego Flores de Valdés desde Río
de Janeiro a Bahía estaría fuera de lugar en estas páginas si
no se diese la curiosa circunstancia de que detrás de él, pi-sándole
materialmente los talones, partió el provincial con
objeto de atenderle y despedirle.
Veamos ahora, por separado, el viaje de cada uno, con to-das
sus particulares incidencias.
La derrota del almirante Flores se vio obstaculizada por los
elementos desde el punto y hora en que alzó velas el 2 de ju-nio
de 1583. Anchieta lo da bien claramente a entender en la
misiva al monarca: «como las naos estaban muy destrocadas,
y los tiempos fueron contrarios y bravos, se vino a esta Baya
con mucho trabajo» 39.
Los temporales estuvieron a punto de hacer encallar uno
de los galeones de la flota en la vecindad del poblado de
Abrantes, a ocho leguas de la capital. De nuevo el testimonio
37 Carta a Felipe IZ, párrafo 2.".
38 FERNANDEDZU RO:A rmada Española [lo], t. 11, pp. 368-374.
39 Carta a Felipe 11, párrafo 2.".
Núm. 43 (1997) 493
26 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
de Anchieta es muy significativo sobre el particular. En la car-ta
anua de 1 de enero de 1584 se expresa en estos términos
sobre el curioso episodio:
«Sucedió este año que una nao de la armada de Diego
Flores, general del rey don Felipe, arrastrada por la furia
de los vientos, se vio en peligro inminente de destrozarse
contra los escollos amenazadores en las proximidades de
una aldea distante ocho leguas de aquí. Al contemplar el
suceso los indios cristianos, abandonando sus casas, acu-dieron
rápidamente y lanzaron al mar sus «jangadas»
(nombre que dan los portugueses a una plataforma de
palos ligeros amarrados entre sí). Al menos para, después
del naufragio, recoger y salvar la vida a todos los expedi-cionarios.
Entretanto quiso Dios que el viento del norte,
soplando de tierra, arrastrase la nave hacia alta mar, y
ésta llegase incólume a Bahía. No cesaban los mareantes
de elogiar la actitud de los indios y de agradecer inten-samente
a los nuestros (misioneros), cuya actuación, para
inducirlos a la práctica del bien, reconocieron y experi-mentaron~
40 .
El recorrido de Anchieta por la costa se llevó a cabo con
escalas. La más importante en Vitoria, la capital de la Capita-nía
de Espíritu Santo.
Preferimos, una vez más, que sea la pluma del provincial
quien nos imponga de sus inquietudes y preocupaciones fren-te
al momento histórico:
«Yo me vine por el Spíritu Sancto, y hallé toda aque-lla
tierra assombrada, con miedo de los yngleses, porque
dexaron dicho que para el año que viene vernian allí con
tres o quatro galeones armados, y si lo cumplieren y
quisieren hazer fuerqa, no tienen los moradores que
hC,,,, ,;,, ,,,m,,,, ,,A, ",,C,l nn, 1nc ,,,+,e nn, ,A,
L I U L L L J L I L U ULVgLIJL LUUU YUUl P U L IVJ L L I U L L L L J P U L V I L U L
mejor pudiere, porque no tienen otra defensión, y la ba-rra
es tan acomodada que si los yngleses hizieren algún
fuerte en ella sería muy difficultoso echarlos dallí.))
José de Anchieta conversó sobre el particular con las auto-lLuauca
l"Lalca, y +---l-A- -1 ---- AA-A, , 1,1-, ~laalauaa i papci1 1-- :- -..: -+..A-- ---+--1:-.. la3 ~i iyuic~uuc~ac i i r i a ~ i ~ a -
doras del poder político:
40 ABRANCHESV IOTTI: Cartas [17], pp. 342 y 486-487.
494 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
«Por lo qual, assi el gobernador Vasco Fernández
Coutinho como los moradores están muy desseosos que
Vuestra Magestat tome la Ca itanía por suya y la forta-lesca,
como cosa de que pen $e toda su sa1vatión.n
El provincial de la Compañía de Jesús aprovecha la oca-sión
para ponderar el valor estratégico del Brasil como punto
clave en las rutas imperiales. La advertencia a Felipe 11 y a su
Consejo de Guerra merece asimismo la reproducción textual:
«Y desto tienen mucha necessidad todas las Capita-nías,
no solo para conservación deste Estado del Brasil,
mas también para la navegación del estrecho, Río de la
Plata y Perú. »
El apóstol del Brasil depositó su confianza en el capitán
general Diego Flores, como portavoz de las inquietudes brasi-leñas:
«Allende de otras conmodidades, que no son para car-ta,
que Diego Flores tiene bien entendido y creo lleva
determinación de platicar muy menudamente con Vues-tra
Magestadn 41.
El capitán general, Diego Flores de Valdés arribó a Bahía
de Todos los Santos con sus seis embarcaciones -naos,
galeazas y fragatas- el día 13 de julio de 1583, con objeto de
pasar la invernada al arrimo de su protección natural. Allí va
a permanecer sin interrupción hasta el 1 de marzo de 1584 42.
En los muelles le esperaba para recibirlo el nuevo gobernador
general del Brasil, Manuel Teles Barreto 43.
41 Carta a Felipe 11, párrafo 2.".
Es de advertir (aunque sea ajeno al tema principal que nos ocupa) que
el P. José de Anchieta, a su paso por Espíritu Santo y Vitoria, procuró la
reconciliación entre el gobernador Fernandes Coutinho y los pobladores o
colonos, enemistados por causa de los indios, aunque no se concrete el
punto clave del conflicto.
ABRANCHES VIOTTI: Cartas [17], pp. 348-349.
42 FERNÁNDEZ DURO: Armada Española [lo], t. 11, p. 366.
43 JAIMECO RTESÁO y PEDROC ALM~NB:r asil, Salvat Editores, Barcelo-na,
1956, p. 412.
Núm. 43 (1997) 495
28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
En cuanto a nuestro segundo protagonista, el provincial
José de Anchieta, su presencia en Bahía debió ser casi simul-tánea,
puesto que sabemos que el 7 de agosto rubricaba la
carta a Felipe 11, base sustancial del presente trabajo. En cuan-to
el gobernador Manuel Teles conoció su llegada se apresuró
a solicitar su comparecencia en la Casa regenta1 para hacerle
entrega de una carta personal que le dirigía el monarca reinan-te
44. A ella aludiremos en el epígrafe inmediato.
{Qué acontecimientos se produjeron dignos de mención
durante la larga estadía de la escuadra? Ninguno de particu-lar
importancia que interrumpiese la calma de un bien gana-do
descanso.
Solo cabe referir, a título de anécdota, las representaciones
teatrales que organizó José de Anchieta en el Colegio de la
r,,,,,,,f,,,, imn-q, nde,- J esús para hvmenajear a SUS visitantes e! gzlber-nador
Manuel Teles y el capitán general Diego Flores. Sabe-mos
que en ambas ocasiones pronunció el provincial un «dis-curso
en latín», seguido de un breve diálogo teatral entre los
alumnos (meninos) 45.
Llegado el momento de la definitiva partida el 1 de marzo
de 1584, Anchieta se encerró en el templo del Colegio para
impetrar de Dios sus favores. Refiriéndose a la partida del
general se expresa en estos términos:
«Al qual espero ayudar mucho con sacrificios y ora-ciones
de los de la Compañía, como hasta aquí se ha
hecho, para de Nuestro Señor lo lleve delante de los ojos
de Vuestra Magestat y le dee particular relación de todo,
como Vuestra Magestat dessea» 46.
VIII. EL PROBLEMA DE LA CONVERSI~N Y BUEN TRATO
DE LOS INDIOS. REMATFEIN AL
Sabemos por referencia del propio destinatario que la car-ta
de Felipe 11, traída en mano por el gobernador Teles, de-
" Párrafo 3.".
45 ABRANCHES VIOTTI: Cartas [17], pp. 343 y 487.
46 Carta a Felipe II, pfo. 4 . O .
496 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
mandaba «todas las ynformationes y avisos necessarios para
augmento de la conversión de los yndios a nuestra Sancta fee
y conservación en ella)).
La respuesta del provincial de la Compañía de Jesús pare-ce
extraída de uno de los escritos de fray Bartolomé de Las
Casas:
«Yo haré lo que Vuestra Magestat me manda, dándole
los recuerdos necessarios, principalmente en cosa de tan-to
gusto y obligación de Vuestra Magestat. Porque la
mayor parte de los yndios naturales del Brasil es consu-mida;
y algunos pocos que se an conservado, con la dili-gencia
y trabajos de la Compañía, son tan opprimidos
que en poco tiempo se gastarán; por lo cual tienen mu-cha
necessidad de particular favor de Vuestra Magestat,
assi para que ios ya convertidos se conserven en la fee,
como para que los otros vengan del sertón a recibirla de
nuevo, y juntamente aya quien ayude a defender la tie-rra,
porque bien se echa de ver.»
La opinión generalizada estaba en esa línea de actuación,
aunque cada cual interpretase a su manera los medios a uti-lizar:
«Y los portugueses assí lo confiessan, que sin ellos (los
indios) mal se podrá conservar este Estado del Brasil; y
con todo eso va la cosa, de manera que en caso de ser-virse
de los yndios, cada uno tiene respecto a su propio
ynterese mis que al bien común de la tierra ni a la utili-dad
y conversión dellos)) 47.
¿Nubla la visión de Anchieta la pasión del misionero? ¿Hay
exageracibn en s ~ essc ritos? Conviene que provin-cial
hace referencia a los abusos de los famosos bandeirantes,
primeros colonos del Brasil; que a la consunción de los indios
se refiere nada más que las zonas costeras sometidas al influ-jo
europeo, y que puede descubrirse un abultamiento de los
abi-~sos,d errnentidos por !es mismes h e c h ~ sy p r ! a pr~ve-chosa
actuación de la Compañía. Ello no es óbice para que
sean válidas con las reservas apuntadas.
47 Zbíd., párrafo 3 . O .
Núm. 43 (1997)
30 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Réstanos ahora, como remate, puntualizar unas palabras
en relación con nuestros principales protagonistas para que no
queden los hilos sueltos o perdidos.
Diego Flores Valdés abandonó Bahía -conforme se ha di-cho-
el 1 de marzo de 1584 en dirección a Pernambuco, con
el propósito de dirigirse a Parahiba con objeto de limpiar aque-lla
costa de nidos de piratas franceses. La operación se vio co-ronada
por el mayor de los éxitos 48. Más tarde se internó en el
Atlántico para hacer su entrada en Sevilla en el verano del año
indicado. Su ulterior destino sena la flota de Indias 49.
José de Anchieta consumió el mandato provincial en 1588,
al ser reemplazado por Marcial Beliarte. El nuevo destino que
le estuvo deparado por la Orden fue el de superior de la resi-dencia
de Sao Tiago en Vitória, capital de la Capitanía de Es-píritu
Santo. i~u e v eañ os k quedaban todavía de vida, pese a
sus enfermedades y achaques! Resulta imposible resumir los
viajes constantes, la acción misional, la actividad literaria. Por
donde quiera que iba derramaba su infinita caridad, siendo
permanente ejemplo para todos, religiosos y seglares, europeos
e indios.
En los días postreros su mayor ilusión era reintegrarse a
la aldea de Reritiba -una de sus fundaciones- para volcarse
de lleno en la catequización de sus amados hijos los indios
tupís. Allí, en olor de santidad, le sorprendió la muerte el 9
de junio de 1597.
48 FERNÁNDEZ DURO: Armada Española [lo], t. 11, pp. 366-368.
49 Diego Flores de Valdés fue uno de los almirantes que tomó parte en
la Armada Invencible contra Inglaterra en 1588. Cuando el duque de
Medina Sidonia hizo dejación del mando, después del desastre [frente a ias
costas de Irlanda) el marino asturiano reagrupó las naos que se mantenían
a flote, presentándose con ellas en La Coruña.
De resultas de la acción fue encarcelado en el castillo de Burgos, de
donde salió en 1590 tras sentencia favorable.
En la vida civil había sido alférez mayor del Concejo de Miranda y re-gidor
perpetuo de ios Concejos de Somiedo y Babia.
Otorgó testamento en Valladolid en 1585, creando mayorazgo de sus
bienes en Las Morteras y Piedrafita de Babia. La muerte le sobrevino en
1595.
498 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS