U R B A N I S M O
Núm. 48 (2002) 543
68 SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
LA CIUDAD DE SANTA CRUZ DE TENERIFE
A TRAVÉS DE SU REPRESENTACION
GRAFICA
P O R
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
La elaboración sistemática de planos de la ciudad de Santa
Cruz de Tenerife comenzaba a mitad del siglo XVIII. Con ante-rioridad,
solamente se había realizado el plano de 1588 de
Leonardo Torriani 1. Este y los trazados en el siglo XVIII (1701,
1740, 1771,1783) 2 y en la primera mitad del siglo XIX, fueron,
1 FERNANDO MARTÍN RODRÍGUEZ, La primera imagen de Canarias. Los
dibujos de Leonardo Torriani, C.O.A.C., Santa Cruz de Tenerife en 1986;
ANTONIO RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales contra las islas Cana-rias,
C.S.I.C., 5 vols., 3 tomos, Madrid, 1947-1950; JUAN TOUS MELIÁ, Santa
Cruz de Tenerife a través de la cartografía, Museo Militar Regional de Cana-rias,
Fundación Santa Cruz, 1994.
2 Véase ALEJANDRO CIORANESCU, Historia de Santa Cruz de Tenerife, Caja
General de Ahorros de Canarias, Santa Cruz de Tenerife (4 tomos), 1977-
1978; MARÍA ISABEL NAVARRO SEGURA, «El urbanismo moderno en Santa
Cruz de Tenerife. Documentos», en Actas del VI Coloquio de Historia Cana-rio-
Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1988, 2.º tomo, pp. 551-
626; ANTONIO RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales contra las islas
Canarias, C.S.I.C., 5 vols., 3 tomos, Madrid, 1947-1950; JUAN TOUS MELIÁ,
Santa Cruz de Tenerife a través de la cartografía, Museo Militar Regional de
Canarias, Fundación Santa Cruz, 1994.
Tous Meliá nos presenta un plano con la descripción topográfica de la
marina y puerto de Santa Cruz, firmado por Miguel Tiburcio Rossel y Lugo,
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
544 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
2
sin lugar a dudas, obra de ingenieros militares. Aquellos, que
trabajaban a las órdenes de los Capitanes Generales, máxima
autoridad militar en el Archipiélago, prestaron una preocupa-ción
especial por el aspecto defensivo y militar de la población.
Ya desde el siglo XVII, el ingeniero poseía» la aptitud de conce-bir,
organizar y poner en práctica los medios de destrucción y con-secuentemente
los de protección de la ciudad» 3.
A principios del siglo XVIII, y con la creación del cuerpo de
Ingenieros de Puentes y Caminos en 1716, las preocupaciones
militares se hicieron extensibles al ordenamiento total del terri-torio.
En los planos de esta centuria, se advierte precisión en la
exposición de los elementos más relevantes de la ciudad existen-te
y una aplicación de la lógica militar a la regularización espa-cial
de la ciudad.
Para los Capitanes Generales trabajaron ingenieros militares,
que con una formación diferente a la de nuestros maestros de
obras, diseñaron construcciones arquitectónicas e intervenciones
urbanísticas que comulgaban con los nuevos ideales. «El nuevo
ideal sustentado en los principios de “rigor” y “razón”, valoraba
la categoría estética propuesta por los teóricos de mediados del
siglo XVIII y primer cuarto del siguiente (Laugier, Blondel, Boullée,
Quatremére de Quincy...). Desde entonces, lo bello, el orden, la
armonía, la proporción y otros niveles tradicionales de la estética
o de la composición arquitectónica estarán sujetos a las faculta-des
empíricas de la razón» 4. Apoyándose en estas teorías surgiría
en 1701, que coincide física y morfológicamente con el plano de Santa Cruz
con sus contornos en la isla de Tenerife, documento que hasta el momento
Rumeu de Armas y Navarro Segura consideraban de autor desconocido y
fechable en la segunda mitad del siglo XVII.
FRANCISCO MORALES PADRÓN, en «Cartografía canaria en la biblioteca
nacional de París», en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 6, Madrid,
1960, pp. 521-546, señala la existencia de planos de la villa y rada de San-ta
Cruz de Tenerife en los años 1773 y 1780. Estos documentos gráficos
serán similares a los planos de 1774 y 1783.
3 MINISTERIO DE CULTURA/DIRECCIÓN GENERAL DE PATRIMONIO ARTÍSTICO,
ARCHIVOS Y MUSEOS, Arquitecturas de ingenieros (siglos XIX y XX). Exposi-ción
itinerante CCI, N. 8. Centre de Création Industrielle, Centre Georges
Pompidou, Madrid, febrero, 1980, p. 14.
4 FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ, «La Ilustración y la nueva imagen de
la arquitectura Canaria», en Revista Periférica, p. 41, y «Arquitectura y ciu-
Núm. 48 (2002) 545
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA 3
un nuevo concepto de urbe, configurada a partir de grandes
espacios abiertos, plazas, paseos y alamedas en un intento de
integrar la naturaleza en la ciudad.
En Santa Cruz de Tenerife, los ingenieros militares diseña-ron
una ciudad con fachada abierta al mar. Amat de Tortosa
trazó, en 1787, la alameda del Marqués de Branciforte o de la
Marina, paseo que «reflejaba el concepto ilustrado de la ciudad
hermoseada, caracterizada por la grata relación entre la naturale-za
y el mundo urbano» 5. El mencionado paseo ubicado en las
proximidades del puerto y concebido como solaz y esparcimien-to
de los amantes de la naturaleza 6 contribuía asimismo a dig-nificar
la entrada de la población 7. El acceso al paseo a través
de una gran puerta monumental, con triple arcada y adornada
con columnas y escudo real, recordaría al esquema de las ar-quitecturas
efímeras, que basándose en el concepto de ornato,
se levantaron, en época de Carlos III, para ennoblecer los acce-sos
a la ciudad.
El nuevo concepto del decoro generó una actividad cons-tructiva
encaminada al bienestar público. En este sentido se aco-metieron
obras para la terminación del muelle 8, la red de
abastecimiento de aguas 9, pavimentación de las principales
dad. La Ilustración en Canarias y el nuevo ideal estético», en Actas del VII
Congreso de Historia del Arte, Universidad de Murcia, tomo I, 1991.
5 FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ, El ideal clásico en la arquitectura
canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1989, p. 32. Véase JUAN TOUS MELIÁ,
Santa Cruz de Tenerife a través de la cartografía 1588-1899, Museo Militar
Regional de Canarias, Fundación Santa Cruz de Tenerife, 94, p. 41.
6 La Alameda de la Marina fue realizada por iniciativa del marqués de
Branciforte en 1783. El ingeniero Andrés Amat de Tortosa, que la traza, se
refiere a ella como «la Alameda proyecto de su Excelencia». Véase a POGGI
Y BORSOTTO, Guía histórica-descriptiva de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz
de Tenerife, 1881, pp. 120-122.
7 Entre las medidas adoptadas por el monarca Carlos III para embelle-cer
la ciudad destaca la conveniencia de dignificar y ennoblecer los acce-sos
a la ciudad mediante plazas y puertas de acceso.
8 Sobre las obras del muelle de Santa Cruz en los siglos XVII y XVIII
véase RUMEU DE ARMAS, ob. cit., t. 3, pp. 407-424.
9 El abastecimiento de agua en Santa Cruz de Tenerife se hizo por el
sistema de aljibes hasta que en 1708 el general Robles realizó la primera
conducción de aguas mediante canales de maderas superficiales desde las
Plano de Santa Cruz de Tenerife, 1780.
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SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
calles 10 y edificios de interés general como hospicios y hospi-tales
11.
Protagonista del cambio de imagen operado en la ciudad de
Santa Cruz a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, fue la
incipiente burguesía canaria y extranjera, afincada en la capital
al amparo del desarrollo comercial y portuario. Este grupo so-cial
receptor del nuevo ideal estético de la Ilustración generó una
actividad renovadora en la arquitectura y en el tejido urbano.
La asimilación de un arte basado en los principios de la «razón»,
«belleza» y «naturaleza» se mostró con mayor intensidad en la
arquitectura de las casas privada (en viviendas pertenecientes a
una minoría elitista), y especialmente en las fachadas —esfera
pública, social y representativa— «que adoptaron un revestimien-to
formal ligado al lenguaje del decoro» 12.
Las fachadas se modernizaron mediante la regularización de
vanos y la elevación de parapetos que ocultaban las techumbres
de tejas. Se trataba de negar los valores de la arquitectura
vernácula, en un afán de modernización y equiparación con la
sociedad privilegiada de Europa.
La intervención en el tejido urbano se reducía a la renova-ción
de las fachadas, que como elemento parlante de la situa-ción
social de su ocupante, va a difundir en la calle el ideal de
la ilustración, y a la incorporación de monumentos para enno-blecer
el solar en el que estaba afincada. En este sentido desta-fuentes
de Aguirre hasta la plaza de Santo Domingo, donde estaba ubicado
el depósito de distribución del cual partía hacia las fuentes públicas. En
1783 el general Tabolosos construyó un acueducto de mampostería, que
partiendo del barranco de Tahodio tenía un recorrido de ocho o nueve
kilómetros. Véase JOSÉ DESIRÉ DUGOUR, Apuntes para la historia de Santa
Cruz de Tenerife desde su fundación hasta nuestros días, Santa Cruz de
Tenerife, 1875, p. 290.
10 El empedrado de las calles había empezado en el siglo XVIII. El
marqués de Casa Cagigal fomentó el empedrado y embaldosado de las ca-lles
de Santa Cruz. Véase a A. CIORANESCU, ob. cit., t. 3, p. 261.
11 El hospital de los Desamparados fue construido en 1745, y el primer
hospital militar, construido por el general Tabalosos entre 1776 y 1779, fue
derribado a finales de la centuria pasada para emplazar en su lugar el edi-ficio
de la Capitanía.
12 FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ, El ideal clásico en la arquitectura
canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1989, p. 33.
5
Santa Cruz de Tenerife. Por Francisco Coello, 1849.
Núm. 48 (2002) 549
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA 7
camos la ornamentación de la plaza de la Pila con la cruz de
mármol y el obelisco del Triunfo de la Candelaria, obras finan-ciadas
por la familia Montañés 13.
Esta plaza, desde finales del siglo XVIII, se convierte en el
centro neurálgico de la población. En ella se asentaban los po-deres
representativos de la ciudad: el militar, desde que en 1723
el marqués de Valhermoso, en calidad de comandante general
se instaló en el castillo de San Cristóbal; el administrativo, con
la edificación de la Administración de la Real Renta del Tabaco,
la Aduana y la Tesorería; y el socioeconómico con la residencia
de familias notables como los Rodríguez Carta.
Este espacio abierto comenzaba a configurarse como plaza
mayor, entendida como lugar de reunión y de asentamiento de
los poderes sociopolíticos de la población. Interesa desde el pun-to
de vista urbanístico, en cuanto regulaba el crecimiento de la
ciudad. De ella parten las principales calles: Castillo, San Fran-cisco,
La Marina, Cruz Verde, vías en las que la presencia de
edificios de corte clasicista subrayan su carácter representativo.
De la misma manera, aquellas vías principales presentan cier-ta
regularidad, respondiendo a la perspectiva barroca y antici-pando
las leyes de alineaciones del siglo XIX. Como puntos
focales de estos ejes regulares y coincidiendo con los límites ar-quitectónicos
de la ciudad, se levantaban edificaciones públicas,
militares y religiosas, tales como el Hospital de los Desampara-dos,
al sur, el cuartel y hospital militar, al oeste y el convento de
San Francisco, al norte.
En el siglo XVIII, la consolidación del centro histórico produ-jo
la lógica segregación social del espacio, reservándose la plaza
de la Pila, calle del Castillo y cornisa Marítima para la nobleza
y burguesía local, desplazando los grupos sociales menos pudien-tes
a los barrios de la periferia.
La labor de los ingenieros militares en relación con la confi-guración
de la ciudad determinó la elaboración de los planos de
1819 y 1833. El primero, trazado por Vicente Ortiz, consiste en
un plano topográfico de la villa y plaza de Santa Cruz de
Tenerife, con la línea de defensa comprendida desde el barran-
13 Sobre la evolución de la plaza de la Pila véase MARÍA DEL CARMEN
FRAGA GONZÁLEZ, Las plazas de Tenerife, La Laguna, 1973, pp. 35-37.
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
550 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Plano de la Plaza de Santa Cruz de Tenerife.
Por Ingenieros Militares, 1856.
8
Núm. 48 (2002) 551
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
co Hondo a la batería de Paso Alto 14. El documento demuestra
la preocupación de los ingenieros militares por detallar minu-ciosamente
las construcciones defensivas de la población, de ahí
que el ordenamiento del espacio físico de la ciudad sea relegado
a un segundo orden.
El segundo, «plano del fondeadero de Santa Cruz de Tene-rife
» fue levantado por el teniente W. H. Church15. Se trata de
un plano militar que representaba la línea costera fuertemente
fortificada con las baterías de Paso Alto, San Miguel, parque de
la Artillería, castillos de San Juan y de San Cristóbal.
Del recinto urbano destacaban la plaza Real (actual plaza
Candelaria), las iglesias de San Francisco y de la Concepción y
el convento dominico; el resto lo formaban los macizos de edifi-caciones,
un tanto regularizadas. En las afueras del radio urba-no
aparecen marcados el cementerio y el lazareto.
La actividad de los ingenieros militares en relación con el
trazado de la ciudad cesaba, al menos de momento, a mediados
de la centuria pasada, cuando en 1846 se creaba el cuerpo de
ingenieros civiles. En 1848 el ingeniero jefe de obras públicas de
la provincia, Francisco Clavijo y Pló, firmó un plano de la po-blación
de Santa Cruz, que incluía el proyecto de un muelle de
abrigo 16. Los límites de la población venían fijados por el barran-co
de Santos al sur, el mar al este, la calle de San Roque, al
oeste y edificaciones próximas al barranco de San Francisco, al
norte. No obstante, se advertía un crecimiento siguiendo los ejes
direccionales de finales del siglo XVIII, es decir, al oeste y al nor-te,
según la alineación de la calle del Castillo y San Francisco,
respectivamente.
14 SERVICIO HISTÓRICO MILITAR DE MADRID, VICENTE ORTIZ, Plano topo-gráfico
de la villa y rada de la Plaza de Santa Cruz de Tenerife, con su línea
de defensa, 1819, sig. 021-239.
15 TOUS MELIÁ, ob. cit., p. 43. En el periódico La prensa se publica un
artículo, «Ante un viejo mapa de Santa Cruz de Tenerife», firmado por José
Rial que reproduce el mismo plano pero atribuido al capitán A. T. E. Vidal
y al teniente Arlett de la M. R. inglesa. La prensa, Santa Cruz de Tenerife,
20 de diciembre de 1934.
16 ARCHIVO DE LA JUNTA DE OBRAS DEL PUERTO, FRANCISCO CLAVIJO Y PLÓ,
Proyecto primitivo reformado, 1848, sig. N. 3.
9
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
552 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Asimismo, aparecían trazados los primitivos caminos de ron-da
de la ciudad, nos referimos al antiguo Camino de los Pesca-dores,
a la carretera a La Orotava, que se dobla a la izquierda
por el puente de Zurita y al paseo de los Coches, interrumpido
a la altura de Canales Bajas; hacia el sur, la actual Rambla del
General Franco se encuentra con la carretera de La Laguna.
Lindando con el paseo de los Coches y Santa Rita se trazó
la huerta de Mandillo, posteriormente propiedad de Juan Ma-nuel
de Foronda, una de las mejores huertas de la ciudad, don-de
se cultivaba desde 1811 frutas tropicales 17.
El número de ingenieros civiles en nuestra ciudad era limi-tado,
en consecuencia, en 1849, el teniente coronel, capitán de
ingenieros Francisco Coello firma nuevamente un documento 18
que ofrece como datos de interés la extensión de la huerta del
exconvento franciscano, que contrasta con la corta plaza de San
Francisco; la terminación de la calle del Castillo en un bloque
de casas de la calle de San Roque y las numerosas huertas y
solares que serían expropiados por las Sociedades de Edificación
y Reformas Urbanas para proceder al ensanche de la población.
En 1855, se deslindaban las atribuciones entre arquitectos,
ingenieros y maestros de obras. No obstante, la ausencia de téc-nicos
especializados determinó que los planos de 1856 y 1864
fueran ejecutados por ingenieros militares. Sin embargo, el pla-no
firmado el 13 de diciembre de 1856 19, no muestra únicamen-te
preocupaciones defensivas, al contrario, es fiel reflejo de las
17 FRANCISCO MORALES PADRÓN, «Cartografía canaria en la Biblioteca
Nacional de París», en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 6, Madrid,
1960, pp. 521-546, señala la existencia de un plano de Santa Cruz de
Tenerife, su costa y sondeo, con un muelle proyectado, levantado en 1840
por orden de su Majestad. Comprende desde la batería del barranco Hon-do
hasta el Roque de Anaga. La proximidad de fecha, con el trazado en
1848 por Francisco Clavijo y Plo, nos hace pensar que serían semejantes.
18 MANUEL PERDOMO ALFONSO, «Hacia el gran ensanche», La Tarde, San-ta
Cruz de Tenerife, 25 de julio de 1978. Plano perteneciente al archivo
Manuel Perdomo Alfonso. Veáse JUAN TOUS MELIÁ, ob. cit., p. 45.
19 El plano está firmado por la Comandancia Militar de Santa Cruz de
Tenerife. Firmas: el delineante de la Dirección, Ignacio Marchón y Esguaza;
comprobado, el teniente general del Cuerpo, comandante de la Plaza, Sal-vador
Clavijo; visto bueno, el coronel director subinspector, Antonio
Matamoro. Véase a MARÍA ISABEL NAVARRO SEGURA, ob. cit., p. 542.
10
Plano de la Plaza de Santa Cruz de Tenerife. Por Pedro Vergara, 1864.
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
554 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
12
operaciones urbanísticas acaecidas en esta centuria. El plano
demuestra la intención del gobierno de Isabel II de transfor-mar
los núcleos poblacionales en lugares ordenados, con calles
rectas y trazados regulares. De esta manera, el entramado cua-dricular
se aprecia en los terrenos comprendidos entre la calle
de San Roque y la calle de Callao de Lima. Las dificultades para
aplicar hasta ahora, un trazado reticular, en nuestra capital, se
debían a factores físicos e históricos, es decir, a la acciden-tada
topografía, a las irregularidades impuestas por los barran-cos,
y al predominio de un crecimiento urbano de carácter es-pontáneo.
Operaciones urbanísticas de interés en estos años son las
derivadas de las medidas desamortizadoras de Mendizábal, sin
embargo aún permanecía trazado el convento dominico, y no
se había producido la regulación del convento franciscano (pla-no
de 1860), ni la prolongación de la calle de Valentín Sanz
hacia el sur.
El plano de 1856 ha sido comparado por María Isabel Nava-rro
Segura 20, con el publicado por Cioranescu para 1864 21. En-tendemos,
como señala Navarro Segura, que el plano de 1864
fue ejecutado con anterioridad, pues en él no se aprecia la
regularización de la plaza del Príncipe, diseñada por Oraá
en 1860.
En el documento observamos que las principales vías de cir-culación
del centro histórico de la ciudad, han sido trazadas
sobre la cuenca de los viejos barrancos (el barranco de Santos
y de Almeida) que continuaban sin sistema de cubrición. Así por
ejemplo, la calle de Imeldo Serís se había formado encima del
barranquillo del Aceite 22 y la calle de Ruiz de Padrón, límite de
la plaza del Príncipe, se había formado con el barranquillo cu-bierto
de San Francisco «(...) que se echaba al mar después de
20 Ibídem, p. 542.
21 ALEJANDRO CIORANESCU, ob. cit., tomo III, p. 125.
22 El barranco del Aceite comienza a ser cubierto en su curso inferior
por orden del general Carvajal en 1810. En 1839, Robayna propuso la
continuación de las obras hasta llegar a su horno de cal. El curso superior
fue cubierto a principio de la actual centuria. Véase ALEJANDRO CIORANESCU,
ob. cit., tomo III, p. 284.
Núm. 48 (2002) 555
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA 13
haber torcido a derecha, por seguir el trazado inicial de la calle
del Tigre» 23.
En 1858, se decretó la creación del cuerpo de arquitectos
provinciales. Entre las atribuciones de este último, destacamos:
«(...) hacer planos, proyectos, presupuestos y pliegos de condicio-nes
a las obras del Estado, provinciales y municipales, levantar y
rectificar los planos de población y ejecutar tasaciones, reconoci-mientos
y demás trabajos facultativos que les encarguen los go-bernadores
» 24. A razón de esta circunstancia, en Santa Cruz de
Tenerife, se encargó un plano geométrico de la población a
Manuel de Oraá y Arcocha, primer arquitecto de Canarias. El
proyecto se presentó en 1860, siendo Oraá arquitecto provincial.
Este, constituye el primer «plano parcial» de la ciudad de Santa
Cruz de Tenerife con el proyecto de reformas y alineaciones a
que ha dado lugar la alameda del Príncipe de Asturias, tras la
exclaustración del convento franciscano 25.
El documento presenta a la plaza del Príncipe como elemen-to
generador de una estructura urbana ortogonal, con calles
alineadas y cortadas en ángulo recto. Aparece trazada la calle
del Consistorio, como prolongación de la calle del Saltillo y se-parando
la huerta de las dependencias conventuales. La calle
del Norte, eje longitudinal que unificaba los dos conventos des-amortizados,
se prolongaba hacia el sur hasta la calle del
Barranquillo, y por el norte hasta la calle de la Rosa. La calle
del Norte se convertía en un eje rectilíneo que comunicaba zo-nas
de esparcimiento y de recreo de la burguesía y sobre todo,
facilitaba el acceso de la población ubicada en el barrio del
Toscal a la zona sur de la ciudad. En este sentido, la actual
23 El barranco de San Francisco fue cubierto en 1810 en su curso infe-rior.
La parte correspondiente a la plaza del Patriotismo fue abovedada en
1846. Véase ALEJANDRO CIORANESCU, ob. cit., tomo III, p. 285.
24 A. BONET Y CORREA y otros, La polémica ingenieros-arquitectos en
España (siglo XIX), Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos,
Ediciones Turner, Madrid, 1985, p. 381.
25 ARCHIVO CENTRAL DE LA ADMINISTRACIÓN (Alcalá de Henares), Sección
Educación, 1860, exp. 8840-6. Consta de cinco hojas con rasantes y perfi-les
de las calles y edificios afectados. Véase FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ,
El ideal clásico en la arquitectura canaria, Las Palmas de Gran Canaria,
1989, p. 97.
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
556 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Plano de la Rada de Santa Cruz de Tenerife. Por J. Lorenzo, 1875.
14
Núm. 48 (2002) 557
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
calle de Valentín Sanz, servía de precedente al diseño de la Gran
Vía, que años más tarde proponían Patricio Estévanez y Manuel
de Cámara en el barrio de los Hoteles.
Para regularizar la plaza del Príncipe fue necesario crear dos
calles, la del Consistorio y la del Adelantado, cortadas en ángu-los
rectos; la segunda como continuación de la calle del barran-quillo
de San Francisco, que a la altura de la anterior se bifur-ca
en dos ejes viales, que desembocan en la calle del Norte y en
la plaza del Patriotismo.
En el encuentro entre las calles de San Roque, Felipe Neri y
el Norte se configuraba la plaza del Patriotismo, que existía
como plazuela desde 1826 alrededor del chorro que surtía al ba-rrio
del Toscal.
En 1860, Oraá dimitía como arquitecto municipal, por in-compatibilidad
con el cargo provincial. Años más tarde, en 1869,
se suprimía el cuerpo de arquitectos provinciales. Sin embargo,
algunos subsistieron nombrados por las Diputaciones, sobre la
base de una circular de 30 de septiembre del mismo año 26.
En los primeros años de la década del setenta, en Santa Cruz
de Tenerife serían nuevamente los ingenieros, los autores de los
documentos fechados en 1872, 1874 y 187527. Éstos, según Ma-ría
Isabel Navarro Segura, «(...) reflejan la simbiosis perfecta del
mundo del Antiguo Régimen en el que las ciudades, vistas a tra-vés
de los ingenieros militares en minuciosas representaciones de
su estado real, acaban complaciéndose en dotar de calidad urba-na
su núcleo original, para ceder el relevo a los técnicos que pro-pondrán
su modelo de crecimiento»28.
26 BONET CORREA y otros, ob. cit., p. 41. Se nos indica que a partir de la
supresión del cuerpo de arquitectos provinciales nació la polémica entre
arquitectos y maestros de obras, pues «al descentralizar la intervención del
Estado se concedía a los ayuntamientos y diputaciones la facultad de nom-brar
los técnicos para la construcción de sus obras» (p. 41). El problema
referido a los planes de ensanche encuentra solución en la propia legisla-ción,
al decretarse, el 8 de enero de 1870, la subordinación de los maes-tros
de obras de los arquitectos en obras de utilidad pública (p. 392).
27 Véase MAISA NAVARRO SEGURA, ob. cit., p. 545. Consultar también «El
plano de Santa Cruz de Tenerife y sus castillos», documento gráfico de
autor desconocido que resume el ordenamiento urbano de Santa Cruz des-de
1771 a 1874, Servicio Histórico Militar de Madrid, sig. 021-239-249.
28 MARÍA ISABEL NAVARRO SEGURA, ob. cit., p. 547.
15
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
558 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
El plano de 1872, levantado por Tomás Clavijo sirvió de base
a los documentos gráficos elaborados en 1874 y 1875. Las prin-cipales
aportaciones urbanísticas son las siguientes:
— Formación del barrio Nuevo.
— Prolongación de la calle del Castillo hasta la plaza Weyler.
— Regularización de la plaza Weyler.
— Inicio de la edificación en el barrio Duggi, con viviendas
en torno a la carretera a La Laguna y a la calle Serrano
e Iriarte
En 1874 la Brigada Topográfica elaboró varios planos topo-gráficos
que comprenden el conjunto de las defensas de la Pla-za
de Santa Cruz de Tenerife para «la eliminación de las zonas
polémicas» 29.
En 1875, la Dirección de Hidrografía realizó un nuevo levan-tamiento
cartográfico copiando de los anteriores. Los límites
poblaciones, fijados con construcciones militares, realizadas por
ingenieros militares y con fines defensivos (Cuartel de San Car-los,
Almeida y Capitanía Militar) han sido superados en el últi-mo
tercio del siglo XIX. Por otra parte, estas construcciones, que
llegaban a insertarse en el centro de la ciudad, importaran en
las próximas centurias por su carácter representativo y emble-mático.
Estos planos ejecutados por ingenieros militares sirvieron de
base para que los arquitectos municipales proyectaran el ensan-che
de la población en el último tercio de la centuria pasada.
La legislación de ensanche de la población, en 1864, estipulaba
que los planos de extensión de la ciudad, fueran aprobados por
el Gobierno, tras la autorización de una Junta integrada entre
otros por un arquitecto. En 1877, se aprobaba el nuevo regla-mento
para la ley de ensanche de las poblaciones. Se exigía a
la Real Academia de San Fernando el pronunciamiento sobre la
aprobación de planes de extensión de las ciudades. Así pues, con
la participación de los arquitectos en las Juntas de Ensanches,
y con el control de la Academia de Bellas Artes en esta materia
urbanística, excluimos al ingeniero, militar y civil, de la labor de
trazar los planes de extensión de la ciudad. Sin embargo, en
29 Servicio Histórico Militar de Madrid, sig. 021-239-249.
16
Núm. 48 (2002) 559
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
Santa Cruz de Tenerife, la municipalía no contaba con capital
suficiente para financiar el plan de extensión ni con técnicos
cualificados para acometer el proyecto. El crecimiento de la
población estaba dirigido por la iniciativa privada a través de las
Sociedades Constructoras de Edificios Urbanos30. En 1888, la
Sociedad Constructora de Edificaciones y reformas urbanas en-cargaba
al arquitecto Manuel de Cámara el plano de expansión
de la población. El documento elaborado por Cámara recogía
las influencias de las teorías del urbanismo decimonónico euro-peo
y nacional, pues estaban presentes las ideas de Ebenezer
Howard al proyectar hoteles unifamiliares con entorno ajar-dinado
en el tramo definido por el paseo de los Coches, Santa
Rita, gran Vía y Numancia y las propuestas de Idelfonso Cerdá
al trazar el sector limitado por la carretera a La Laguna, Gran
Vía, paseo de los Coches y Santa Rita con manzanas regulares
cortadas por dos avenidas ortogonales, la Gran Via y la actual
rambla de Pulido. El plano firmado en 1888 fue aprobado en
1889, pero salvo la avenida 25 de julio y algunas edificaciones
particulares no se llegó a ejecutar 31.
En 1894, Antonio Pintor presentaba el plan de ensanche del
barrio Duggi 32, advirtiendo en la memoria descriptiva del pro-yecto,
que dicha zona debía convertirse en un barrio obrero, con
trazado reticular y viviendas económicas e higiénicas.
Por estos años, se declaraba puerto de interés general de
segundo orden al puerto de Santa Cruz de Tenerife (ley del 7
de mayo de 1880). Ello determinó la elaboración de un nuevo
levantamiento gráfico de la ciudad. El plano fue elaborado por
30 Veáse ALBERTO DARÍAS PRÍNCIPE, «Las Sociedades Constructoras en
Canarias», en VI Coloquio de Historia Canario-Americana (1984), Excmo.
Cabildo Insular de Gran Canarias, 1988, tomo 2, 2.ª parte, pp. 626-670. Ar-quitectura
y arquitectos en las Canarias Occidentales (1874-1931), Servicios
de publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, Santa Cruz de
Tenerife, 1985. Estas asociaciones nacieron con fines filantrópicos, es de-cir,
fundar nuevos barrios y construir viviendas para las clases menos favo-recidas,
pero pronto se convirtieron en sociedades lucrativas que especula-ban
con el valor del suelo
31 Véase «El plan de ensanche de Santa Cruz de Tenerife, 1888», en
ALBERTO DARÍAS PRÍNCIPE, ob. cit., p. 478; TOUS MELIÁ, ob. cit., p. 61.
32 Ibídem.
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Plano de Santa Cruz de Tenerife. Por Hermanos Hardisson, 1891.
Núm. 48 (2002) 561
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA 19
el ingeniero Juan León y Castillo y aprobado por R. O. el 17 de
diciembre de 1881 33.
Las principales remodelaciones urbanísticas son:
— Consolidación del barrio de la Constructora.
— Urbanización de la Plaza Weyler.
— La calle de la Maestranza se interrumpe a la altura del
barranco de Santos.
— Incremento de las edificaciones en el barrio del Toscal.
— Prolongación del paseo de los Coches hacia el cuartel de
Almeida.
— Prolongación y ensanche de la calle de San Sebastián.
— La calle de Méndez Núñez, antigua calle del hospital,
aparece trazada en su primer tramo, el que enlazaba el
antiguo hospital Militar y la calle de San Rita. En docu-mentos
gráficos anteriores (1848-1875) la mencionada vía
se interrumpía en su enlace con la calle Robayna.
— El barrio de los Hoteles, diseñado por Manuel de Cámara
en 1888, ni siquiera aparece esbozado, tan sólo se traza-ba
un eje rectilíneo que comunicaba el paseo de los Co-ches
con la plaza Weyler, origen de la futura calle 25 de
julio.
— Desde el punto de vista arquitectónico estaban trazados
los edificios representativos de la ciudad: Capitanía Mili-tar,
hospital militar, cuartel de San Carlos, Teatro Guime-rá,
Mercado, Almeida, iglesia de San Francisco, y la
Maestranza.
Posteriormente, en 1891, la Municipalía, encargaba el plano
oficial de la ciudad. Había sido ideado por la Compañía Har-disson
Frére para formar parte de una guía turística. Según
María Isabel Navarro Segura 34, el autor utilizó como base el
documento gráfico de 1872, firmado por Tomás Clavijo. Por su
parte, Cioranescu 35 afirma que la Companía Hardisson Frére,
33 ARCHIVO DE LA JUNTA DE OBRAS DEL PUERTO DE SANTA CRUZ DE
TENERIFE, JUAN DE LEÓN Y CASTILLO, Proyecto de puerto de interés general de
segundo orden, 1881, sig. N. 10.
34 MARÍA ISABEL NAVARRO SEGURA, ob. cit., p. 544.
35 ALEJANDRO CIORANESCU, ob. cit., tomo III, p. 496.
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
562 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
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empresa de vapores franceses que frecuentaba el puerto de
Tenerife, encargó el plano al ingeniero de caminos Francisco
Clavijo Pló. Lo cierto es que los hermanos Hardisson, con fecha
del 17 de noviembre de 1878, cursan una carta al Ayuntamien-to
acompañada de dos planos, uno referido a la isla de Tenerife
y al Archipiélago, y otro de la ciudad. La Corporación a la vista
de los planos acordó «aceptar con suma complacencia a la aten-ción
de los Sres. Hardisson Hermanos, dándoles las más expresi-vas
gracias y simplificándole a la vez el agrado con que la muni-cipalidad
ha visto las gestiones practicadas por la casa de la
digna dirección de dicho Sres» 36.
El plano recoge testimonialmente las propuestas de ensan-che
de la ciudad; el trazado reticular del barrio Duggi se repe-tía
en el sector comprendido entre la carretera a La Laguna,
paseo de los Coches, y calle 25 de julio, y con menor regulari-dad
en el barrio de los Hoteles, cuya plazoleta central estaba
vinculada mediante la Gran Vía con el paseo de los Coches y
con Pino de Oro, hacia donde se prolongaban los terrenos del
futuro parque municipal, proyectado a comienzos de este siglo.
La idea de parque en el ensanche N.O. de la población había
sido propuesta por Patricio Estévanez en una conferencia pro-nunciada
en la Real Sociedad Económica de Amigos del País en
1881. Igualmente, observamos como el barrio del Cabo, que
había tenido un crecimiento limitado por falta de establecer una
red de puentes sobre el barranco de Santos, comenzaba a desa-rrollarse.
Construcciones con tipologías y lenguaje arquitectóni-co
de carácter clasicista (cuartel de San Carlos, hospital de los
Desamparados) ennoblecían la fachada costera de la ciudad. Las
calles del Humo, Mejías y San Sebastián se había prolongado
hacia el poniente. En la parte alta del Cabo y en pleno descam-pado,
tal como exigían las normas urbanísticas, se ubicaban el
cementerio de San Rafael y San Roque y el cementerio Protes-tante
37. Al sur del barrio del Cabo, se extiende el barrio de los
36 ARCHIVO MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, Libros de Actas,
Sesión Municipal del 29 de noviembre de 1878, fol. 47 v.
37 Véase FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ, «Los cementerios: otra lectu-ra
de la ciudad burguesía», en VII Coloquio de Historia Canario-Americana,
Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria,
pp. 603-612.
Plano de Santa Cruz de Tenerife. Por la Brigada Topográfica, 1899.
CARMEN MILAGROS GONZÁLEZ CHÁVEZ
564 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Llanos, con edificaciones pertenecientes a pescadores y trabaja-dores
del puerto. Núcleo angosto y desordenado, en el que se
distinguía la calle de la Regla que desemboca en la ermita de
igual advocación.
En definitiva, el plano de 1891 difundía la imagen de un
Santa Cruz con modernas propuestas urbanísticas: ensanches
reticulares, grandes avenidas, parques como zonas de esparci-miento
de la población... soluciones urbanas que se pondrían en
práctica en la primera mitad del siglo XX. De hecho, el plano de
Santa Cruz de Tenerife trazado por la Brigada Topográfica en
1899 38, nos muestra que la urbanización del barrio Duggi y de
los Hoteles estaba comenzando, que el sector limitado por la
carretera a La Laguna, paseo de los Coches, Gran Via seguía
sin planificar, que el parque aún no estaba trazado.
Así pues, a finales del siglo XIX Santa Cruz de Tenerife se
consolidaba como ciudad moderna, ampliando sus límites ha-cia
el N.O. Si analizamos las representaciones gráficas de la
población en 1783 y en 1899, podemos establecer los siguien-tes
avances acaecidos en el siglo pasado, en el terreno urbanís-tico:
— Colmatación del centro histórico de la ciudad.
— Expansión de la ciudad hacia el N.O.
— Organización racional del solar urbano: barrio de la
Constructora, Duggi y Hoteles.
— Establecimiento de barrios morfológicamente diferentes.
Los barrios del ensanche presentan un trazado reticular,
mientras que las primeras periferias de Santa Cruz, el
barrio del Toscal, al norte y el barrio del Cabo, al sur,
constituyen un claro ejemplo de crecimiento espontáneo.
No obstante, en esta etapa, el barrio del Toscal había
cubierto sus posibilidades constructivas, siguiendo alinea-ciones
y rasantes fijadas por el Ayuntamiento, con una
población obrera y clase media-baja.
— El barrio del Cabo continuaría alejado del centro históri-co
hasta que en las primeras décadas de este siglo se pro-yectó
la avenida Marítima.
38 JUAN TOUS MELIÁ, ob. cit., p. 64.
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Núm. 48 (2002) 565
SANTA CRUZ DE TENERIFE EN EL S. XIX A TRAVÉS DE SU REPRESENTACIÓN GRÁFICA
— Trazado de grandes avenidas (Gran Vía, Castillo, carrete-ra
a La Laguna) para unir puntos neurálgicos de la ciu-dad
y favorecer el tráfico. Estos ejes rectilíneos, a modo
de las grandes vías peninsulares, garantizan el enlace de
los distintos núcleos santacruceros, pues la capital había
crecido basándose en avances por sectores sin aparente
conexión entre ellos.
— Comienzan a perfilarse en esta época, los caminos de ron-da.
La principal vía de circunvalación, el paseo de los
Coches, límite expectante de la población a principio de
la centuria, fue superado al construirse los barrios del
ensanche. Aquella, además enlazaba a barrios morfoló-gica
y socialmente distintos, nos referimos al barrio Duggi
y Salamanca, zona de afincamiento de las clases medias
y obreras, y al barrio de los Hoteles, suelo reservado para
la burguesía elitista.
— Introducción de la naturaleza en la ciudad, con paseos
arbolados (Gran Vía, paseo de los Coches) y zonas verdes
(parque y plazas, proyectadas como lugares de concentra-ción
y de esparcimiento, alameda del Príncipe, plaza
Weyler y del Hospital Militar).
— Prolongación de las principales vías de comunicación ha-cia
el sur (Valentín Sanz, San Francisco de Paula, Gran
Vía...). Estas calles quedaban interrumpidas a la altura del
barranco de Santos.
— Aprovechamiento de los barrancos cubriéndolos con bó-vedas
o cruzándolos con puentes. El barranco de Santos,
principal barrera de la ciudad al sur, se salvó con la cons-trucción
de puentes, por ejemplo, el puente del Cabo en-lazaba
la plaza de la Iglesia con el hospital de los De-samparados.
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