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I T I - ~ A T I I ~ A LI I cnn I unn EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA Varias son las obras que Lope de Vega compuso sobre el tema del Descubrimiento y conquista de América. Entre ellas se encuentran El Nuevo Mundo descubierto por Colón, la más conocida; el Arauco domado, y el Brasil restituido, que con otra obra perdida sobre La conquista de Cortés forman las cuatro comedias americanas clasificadas por Menéndez Pelayo den-tro de las numerosas piezas teatrales denominadas «Crónicas y leyendas dramáticas de España», pues en realidad estas co-medias tienen todas las características que ha señalado Fran- C~SCG MC?-IIPS Padrh ' para la Crcínim de índim de Fe-mández de Oviedo que era «una mera narración objetiva, sin reflexión ni opinión (aunque esta idea nos parece relativa, pues hay una clara subjetividad cuando trata de las hazañas de la figura del Almirante), ni busca, ni juzga, ni intenta explicarse la causa de los hechos». Por otra parte, según el mismo investigador, atiene una cronología y geografía deficientes y posee la inde- ' Los conquistadores de América, Espasa-Calpe, Col. Austral, a. 1974. Núm. 44 (1998) 19 cisión de las tradiciones populares)). Lo mismo podríamos de-cir de las Crónicas y leyendas dramáticas de España, donde también, como apunta Morales Padrón, la crónica se popula-riza en manos de Berna1 Díaz del Castillo, «pues menciona no sólo a los capitanes sino también a los soldados)), lo mismo que ocurre en las comedias de este tipo de Lope, incluida la referente a la conquista de Tenerife, que mencionaremos aun-que ya la hemos estudiado en otro lugar 2. Y si además añadimos las otras características apuntadas para las crónicas por el mismo historiador canario, como son: carencia de interpretaciones, religiosidad, patriotismo, deseo de fama», tendremos una definición completa de esas a N comedias de Lope, a las que, por cierto, también en la obra E de Los guanches de Tenerife se hace mención a las ((Cróni- O n a s » , que han de esii-ibirse por dos vencedores)) de las haza- - =m O ñas de los conquistadores, y al mismo tiempo, de describir EE las nuevas tierras, se añaden referencias a las costumbres, or- 2 E ganización social, bailes, etc., para dar a la escena el am- = biente apropiado a la dramatización casi siempre real de los 3 hechos. - - 0m Se trata, pues, de unas obras escritas para el teatro, pero E que son verdaderas crónicas populares en acción sobre la te- O g mática del descubrimiento y la conquista de las que aquí nos n E vamos a ocupar, siguiendo el orden cronológico de los hechos - a históricos que se dramatizan que, por otra parte, es posible- 2 n mente el mismo orden de la composición de las obras, según n 0 el cómputo de Menéndez Pelayo y de otros como S. G. Morley, 3O C. Bruerton, M. Bataillon. Así, la referente a Colón, segura-mente es anterior a 1604, Araúco domado, se edita en 1625, pero se escribe unos años antes, mientras que la comedia de Ei Brasií restituido es de 1625, lo mismo que el acto sacra-mental La Araucana, que, al parecer, es imitación del poema del mismo título de Ercilla. Vide SEBASTIÁN DE LA NUEZ: [[Las Canarias en la obra de Lope de Vega», AEA, núm. 10. 2 0 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 3 Cuando Canarias y América eran sólo mitos Para los antiguos, las tierras situadas más allá de las Co-lumnas de Hércules eran el Finisterre (o finis teke), la últi-ma Tulé de Séneca en Medea, donde dice: Tiempos vendrán, al paso de los años, en que suele el océano las barreras del mundo y se abra la tierra en toda su extensión y Tetis nos descubra nuevos orbes y el confín de la Tierra ya no sea Tulé. Estas nuevas tierras por descubrir, que ampliarían el mun-do conocido, serían para algunos historiadores antiguos la supuesta Atlántida, pero para los cartógrafos y expedicionarios era mejor pensar en la lejana isla de Cipango o el conjunto de unas supuestas Islas occidentales, situadas en los confines de océano, como creía Colón antes y después del Descubri-miento. Sabido es cómo el futuro almirante de la mar Océana había oído hablar, en sus correrías por las islas de la Maca-ronesia, de unas islas o tierras desconocidas más allá del océa-no. Según dice Hernando Colón, «El almirante no se fio de lo que decían, porque conoció haber navegado a lo más cien le-guas, y podía engañarse, teniendo por islas unas grandes ro-cas, no pudo distinguirse)). Y añade el hijo de Colón que &S-tas podían ser las islas móviles de que habla Plinio (c. 27, lib. 11) cubiertas de árboles, formadas de raíces entretejidas, que lleva el viento a diversas partes del mar, como se presu-me eran las de San Brandán ... ». Y más adelante, dice final-mente, que «por esta razón y otras puede ser que los pueblos de las islas de Hierro, La Gomera y las Azores aseguran que veían todos los años algunas islas de la parte del Poniente, y en el año 1484 (fecha de la terminación de la conquista de Canaria por Pedro de Vera, el verdugo de los gomeros) fue un capitán de la Madera de Portugal a pedir una carabela para descubrir un país decía que veía cada año ... D. Muchos y diver-sos nombres recibió esa misteriosa isla movible desde la anti-güedad: San Brandán (isla del monje irlandés del siglo v d. Núm. 44 (1998) 2 1 4 SEBASTI~N DE LA NI:EZ CABALLERO Grabado de la Historia de las I?7dins que representa a Cristóbal ColOn en cl descubrimiento de la isla Margarita (1728). ANIIARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 5 de C. del mismo nombre), que por derivación se dijo San Borondón; también se le llamó Aprósitos, la primera isla de la carta de Ptolomeo (que significa inaccesible). Esta fantasía o mito de la isla Non Tnibada (como la denominan los lati-nos), según Eloy Benito Ruano, ((estuvo unida, incluso después del descubrimiento de América, a la suposición de existencia de tierras extremas de Occidente primero, intermedias entre Europa y Asia o entre Europa y América después ... » 3. El paso de las tres carabelas Un día del verano de 1492 partían tres carabelas del puer-to de Odie1 para lanzarse al océano al mando de un visiona-r i p~er c experte mvegunte, ! ! amd ~ CristSfnri Ci l~mboe, n busca de las Indias Orientales, rodeando el mundo por Occi-dente, pero antes debía pasar, forzosamente, por las Islas de Canarias, en vías aún de su conquista total por la Corona de Castilla. Vamos a dar, pues, una pequeña crónica de su peri-plo Huelva-Canarias. Al parecer -y seguimos el relato de Ale-jandro Cioranescu de su Colón y Canarias- antes de llegar a las islas se debió estropear el timón de la Pinta, y como dice Fernando Colón en su Historia ((procuraron remediarlo lo mejor que pudieron hasta que llegasen a Canarias, las cuales descubren los tres navíos el 9 de agosto, a la hora del alba». Mas, según dice Cioranescu, basándose en el relato de De las Casas (quien trasladó a su manera el «Diario de a bordo» del almirante), ((Sólo sabemos que el 7 de agosto, cuando no de-bía faltar mucho para llegar a las islas, los navegantes "andu-vieron en demanda de la isla de Lanzarote" (que era la más conocida y próxima a las rutas marinas). Pero al hacer 10s cálcuIos de la situación "Colón indicó que se hallaban muy cerca de la isla de Gran Canaria ... Debido a ello y a la urgen-te necesidad de adobar la Pinta que hacía agua y se goberna-ba mal ..." fue por lo que Colón quiso dirigirse a aquella isla c m e! fir, de arregl~r!u mv e 9 "hacerse. c m ntra cara?x!a Vide «La leyenda de San Borondónn, Revista de Historia, a. 1951, pp. 35-50. Núm. 44 (1998) 23 6 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO mejor acondicionada", pero a causa de las calmas o de los vientos contrarios, estuvieron detenidas las naves hasta el 12 de agosto. Ese día se separaron: Martín Alonso Pinzón se que-dó en Gran Canaria para arreglar a la Pinta y Colón se diri-gió con la Santa María, a la Gomera, con el fin de buscar otra nave y visitar a la señora de la isla, donde llegó el mismo día al anochecer. Allí se enteró de que no había ninguna nave y tampoco estaba su admirada amiga doña Beatriz de Bobadilla pero "que estaba para volver de Gran Canaria, por lo que de-cidió esperarla, pero al transcurrir una semana sin noticias Colón decidió salir de la Gomera y partir para Gran Canaria el día 24 de agosto, pasando por el sur de Tenerife, viendo, al parecer, una erupción del Teide desde lejosJ1.A l llegar a Cana-ria, el día 25 de agosto, supo que doña Beatriz "había salido ya de !a isla e! 20 dz ag~s ioc, on rümbo a la Gomera", pero que a causa de los vientos o de las calmas le habían impedi-do llegar a ella. Mas encontró que Martín Alonso había pues-to en condición de navegar a la averiada Pinta, cambiando incluso las velas, hasta el punto que fue una de las más rápi-das en la ruta del desconocido nuevo mundo. Reunidas, pues, las naves, se dirigen todos a la Gomera a donde llegan el 3 de septiembre. Allí hicieron agua, cargaron carne y varias provi-siones, y zarparon, definitivamente, el jueves por la mañana, día 6 de septiembre)). «De allí -añade Cioranescu- fueron a situarse a la altura de la isla del Hierro, de donde tomó rum-bo definitivo para su t ra~es ía) )p~u,e s era aquella la posición del meridiano cero, la punta de Orchilla, la última Tulé Occi-dental que Colón iba a encargarse de modificar. He aquí cómo Stephen Marlowe, en una reciente biografía novelada titulada Memorias de Cvistobal Colón (1987), nos re-lata, en primera persona, en ia figura del descubridor, cómo «La flota navega entre la Gomera y la isla mayor de Tenerife. Las Palmas queda ahora a popa, a considerable distancia la Niña lleva aparejos cuadrangulares y la Pinta ha estrenado ya las nuevas anillas del timón. Como un caballo en plena ten- Véase Colón y Canarias, Ed. Instituto de Estudios Canarios, Mo-nografía~, vol. XI, pp. 73-77. 2 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 7 sión rumbo a la meta, la Santa María alcanza entonces el punto álgido de su navegación, con el viento acariciándole el trasero desde la popa. La Gomera, y luego la pequeña isla de El Hierro, al sur de las Canarias quedan atrás. Al amanecer, con el viento estabilizado en el cuadrante de estribor navega-mos directamente hacia el oeste adonde ningún barco ha ido jamás desde el origen de los tiempos» Canarias, antesala y paralelo de los descubrimientos colombinos Hoy casi todos 16s investigadores de la Historia moderna opinan que la conquista y colonización de las Islas Canarias (1406-1496j marcan -junto con las otras islas de la Maca-ronesia- los primeros resultados, en el aspecto geográfico y económico, del Humanismo y el Renacimiento europeos, los preliminares de la exploración y conquista del Nuevo mundo y la circunvalación del continente africano y el descubrimien-to del camino, por el océano, a las Indias orientales. Lope de Vega, explorador también de todos los hechos más o menos fabulosos, legendarios o históricos referentes a Espa-ña, se ocupó, en sus dramas, de estos temas relacionados con la conquista y evangelización de las tierras descubiertas de allende los mares; primero, de las Canarias, y luego, del Nue-vo Mundo. Es curioso comprobar cómo los viajes anteriores de Colón por las costas africanas y por los archipiélagos macaronésicos y las costas de Portugal (viviendo, como se sabe, varios años en la isla de la Madera) viene a coincidir con la última fase de la conquista de las Islas Canarias, entre 1476 y 1496, antes y después del descubrimiento de América. Comenzando por los hechos más lejanos dramatizados por Lope, nos encontramos con su comedia de Santos, San Diego de Alcalá, cuya historia conocía por el Flos Sanctorum de Ribadeneyra (1599-1601). La obra de Lope de Vega, aventura Menendez Peiayo, pudo ser compuesta en i588, fecha de la Vid. ídem. Núm. 44 (1998) 8 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO canonización del santo, pero no fue impresa sino en la Parte tercera de los mejores ingenios de España (1653), después de la muerte de su autor 6. En relación con Canarias, Lope parte del pasaje de la biografía del santo, donde dice que «hecha su profesión, fue con obediencia a las islas de Canaria, en com-pañía de un sacerdote de la misma orden llamado fray Juan Santorcas, que iba a plantar la fe en aquella gente idólatra». Lo que nos interesa destacar ahora es el episodio en que el santo, seguramente en compañía del señor, trata, una, de ir a evangelizar la isla de Gran Canaria, y otro, de conquistarla. Aquí vemos ya la doble vertiente vital que impulsaba tanto a a los descubridores como a las órdenes religiosas: colonización N y evangelización. El mismo historiador Abreu Galindo dice: E «Muchas entradas hizo Diego de Herrera en Berbería, Tenerife O n y Gran Canaria, pero donde más resistencia hallaba y mayor - m O E daño se cobra es en la isla de Gran Canaria». La escena de E 2 uno de estos fracasados desembarcos con fines conquistado- -E res y evangelizadores es un claro antecedente de los motivos que justificaban la empresa de los descubrimientos de las cos- 3 - tas africanas y del Nuevo Mundo. Esta escena corresponde al - 0 m E pasaje de la obra del P. Ribadeneyra, que resume así la estan- O cia del santo en las islas: «Con este fervoroso deseo -el de convertir a los pueblos idólatras a la Fe católica- se embar- n -E có en un navío para pasar a Gran Canaria, que aún no era a 2 conquistada de cristianos y era poblada de gentiles, para n alumbrarles con la luz del Evangelio y, si fuere menester, mo- n rir en esta demanda. Mas los que gobernaban el navío no se 3 O atrevieron a saltar a tierra, por temor a aquella gente feroz y bárbara, guardando Dios al Santo Fray Diego para otras co-sas de su servicio» 7. He aquí cómo Lope dramatiza este pasaje con su habitual maestría. Se oye la voz de uno de los salvajes de la isla anun-ciando la llegada de los extranjeros de la siguiente forma: 6 T,-A ver. 1: - - v&se cs~uurus subre ei iearro de Lope de Vega, Ed. CSIC, Níadrici, 1949, t. 11, pp. 62 y SS. Flos Sanctovum, Barcelona, por Sebastián de Cormellas, 1623, parte primera, pp. 782-785. 2 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AM~RICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 9 ¿Qué hacéis?: Que un fuerte navío, lleno de españolas armas, viene de Fuerteventura con capitanes de España, haciendo con altas voces del mar resonar las aguas y estremecerse los montes. (San Diego, 11, 523, c) Llegan a desembarcar los invasores en la playa acompaña-dos por el santo evangelizador, quien anima a todos en la em-presa. Pero el capitán de los españoles no quiere hacer frente, con sus pocos soldados, a la avalancha que se le viene enci-ma, a pesar de la fe que el fraile lego había puesto en ellos: v destas montañas bajan bárbaros que el suelo cubren, y mar y tierra amenazan; y si allá en Fuerteventura dijera que gente tanta aquella isla cubría, ¿quién viniera a conquistarla? (San Diego, 11, 523, c) Pero el buen fraile quiere evangelizar a toda costa, y se resiste a abandonar tan fácilmente la empresa, e igual que los primeros conquistadores del Nuevo Mundo (como recoge Lope en su obra sobre el descubrimiento de América) planta su cruz en la playa diciendo: Pues vayan con Dios, Señores, que aquesta cruz es mi espada y yo pelearé con ella. (fdem, 11, 523-24) Pero el capitán porfía con el franciscano, y así tiene que llevárselo a la fuerza a bordo, entre gritos de alarma: Núm. 44 (1 998) Los canarios, a la playa, bajan con arcos diversos. ¡Embarca! ja la mar! jembarca! (Ídem, 524, a) 28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 11 Esta escena, pues, representaría la dramatización de la pri-mera fase de la conquista: intento de colonización y evangeli-zación, que corresponde, históricamente, a los finales de la Edad Media y del dominio de los señores. Precisamente poco después los Reyes Católicos asumían la conquista de las islas aún no dominadas: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. La otra obra compuesta por Lope sobre la conquista de Canarias es la titulada Los guanches de Tenerife y conquista de Gran Canaria, que al parecer de Menéndez Pelayo fue escrita antes de 1609, o mejor entre 1605 y 1609, ya que está inspira-da, en la mayoría de sus detalles históricos o ficticios, en el llamado Poema de Viana o Conquista de Tenerife y apareci-miento de la imagen de la Candelaria, publicada en Sevilla en 1604. Como en ia obra anterior, desde ei primer acto Lope pone en boca de D. Alonso Fernández de Lugo, el héroe español de la conquista de La Palma y Tenerife, los motivos de los inva-sores y de la acción dramática, donde ya parece hacer alusio-nes no sólo a Canarias, sino también a América: Vosotros que en las conquistas de naciones nunca vistas habéis hecho hazañas tales, que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (Los guanches, 1, 303, a) Así pues, además de los motivos oficiales de las conquistas y de la evangelización, ahora se añade el ansia de fama quijotesca que se reflejará en las crónicas históricas. Mas aquí ei hecho de ia evangelización va a estar ratificado o subraya-do por el milagro de la aparición de la Virgen; es decir, que se añade un elemento más del ámbito religioso en el que se mueven ambas obras. Este sentido también está confirmado por las palabras de D. Alonso: Bárbara es esta nación, y desnuda de riqueza mas nuestra justa intención SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO es resistir su fiereza. iAh, piadosa Religión! (Los guanches, 1, 303, b) El propósito del conquistador es echar «el demonio de sí / como salió de Canaria)), pues, precisamente, él mismo y sus huestes procedían de esta isla, y, como la historia cuenta, de allí venía un contingente de indígenas, que al mando de su antiguo guanarteme, Artemi Semidán (ahora bautizado con el nombre de Fernando) iban a colaborar en la conquista y co-lonización de Tenerife. En la comedia de Lope, El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, que hemos estudiado en otro lugar *, hay unas escenas alegóricas que recuerdan los misterios medievales y ios autos sacramentaies dei Sigio de Oro, que son un desarro-llo de aquella idea: la expulsión del demonio de la idolatría de las Islas, y después también de América. Colón en su ima-ginación personificada cree ver disputar a la Providencia con la Idolatría y el Demonio. Una frase de la Idolatría nos mues-tra la posesión del Demonio sobre las tierras por descubrir y conquistar, igual que sucedía todavía en Tenerife: Tras años inumerables que en las Indias de Occidente vivo engañando a la gente con mis errores notables, ...................................................... El demonio en ellas vive; la posesión le entregué. (Nuevo Mundo, 1, 351, a) Pero hay un extremo en que Canarias se aparta de Améri-ca, y es que la primera está «desnuda de riquezas», no hay tesoros, y si los hay son los de la religión establecida en torno a una imagen cristiana. Frente a la codicia podemos señalar una adivinación de Lope respecto a las tierras conquistadas de Canarias, dice que esa «tieiTa bella,, y que «Po-s Ed. Homenaje a Alberto Navarro González. Teatro del Siglo de Oro, Kassel Edition, Reichenberger, 1990. 3 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS dría / tener más provecho / del que por bárbaros cría,), con lo que se sienta el provecho de la explotación agrícola de las tie-rras canarias, que durante siglos ha sido la base de su subsis-tencia y de sus riquezas, desde el cultivo necesario para ex-plotar la orchilla, la caña de azúcar, las viñas, las plataneras ... En el segundo acto de la comedia de Los guanches de Tenerife hay una escena erótico espiritual respecto a «las al-mas españolas)) que se manifiestan después del acto amoroso entre las pastoras guanches y los soldados graciosos, escena que Menéndez Pelayo, califica de ñoñeces lopezcas, pero que a nosotros nos parece que podría interpretarse esa entrega del alma, a través del amor, no como traición o hechicería, como dicen los indígenas, sino como una especie de símbolo plató-nico, de captación cristiana de los idólatras por los españoles. Porque con esta donación amorosa del alma se les entregaba lo esencial cristiano, puesto que para Lope, y con él el sentir general, aquéllos eran bárbaros que vivían sin tener conscien-cia de su noble naturaleza anímica, casi como bestias. Deján-doles al alma, después del bautizo del amor y de la fe, se les elevaba a la categoría de seres humanos. Lo mismo veremos en la comedia de Arauco domado. En el acto tercero de esta misma comedia se plantea de una manera exhaustiva el tercer móvil de los descubrimientos, cosa que no era solamente de los portugueses, sino de todos los pue-blos conquistadores y viajeros, desde Alejandro a Marco Polo, hacia Oriente, o desde los fenicios o cartagineses hasta los por-tugueses, mallorquines e hispanos hasta Occidente: la búsque-da de nuevas rutas al comercio de las especies y el encuentro con el Dorado, cuyas riquezas fabulosas, «el oro, piedras, per-las: plata)): se encontraban en las tieras del Gran Khm. Mas en Canarias no existe ninguna de esas riquezas, sus te-soros son otros; los que Colón buscaba había que irlos a buscar más allá del mar conocido por las rutas que él mismo había trazado con sus tres carabelas en el año 1492, y justamente ahora el Almirante de la mar océana ve, al pasar por las Cana-rias, no sólo ardiendo el monte gigante, sino a toda la tierra Ni-varia en lucha por su independencia. Por eso ahora don Alon-so, dirigiéndose a sus tropas, puede decir por boca de Lope: Núm. 44 (1998) 3 1 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO -Señores, pues ya sabéis, aunque vuestro usto ataje, lo ue os dije de tesoro, % 1 no ay sino he o intentar cómo se puede % uscar: que si en Tenerife hay oro, (Cuáles indias son como ella? Lope nos presenta ahora una escena, «con azadas los sol-dados~ e, n busca de ese nuevo tesoro. Ante la codicia españo-la, nuestro dramaturgo da dos respuestas complementarias: la primera es la que ofrece el buen salvaje, en nombre de Bencomo, rindiéndose a los hispanos vencedores, y ofrecien-do, no sus riquezas materiales, sino los bienes del espíritu de su buen natural con su deseo de abrazar la nueva ley cristiana: Sí, buscáis, cristianos fuertes, oro, perlas, piedras, plata, no lo hallaréis escondido, sino en nuestras entrañas; con las cuales nos rendimos como el cielo nos lo manda. (Los guanches, 111, 339, a) La misma acción se produce, paralelamente, en la come-dia El Nuevo Mundo, cuando los indios, después del prodigio de la cruz, se rinden a la nueva luz de Cristo. La segunda res-puesta es la que identifica el supuesto tesoro con la Virgen de la Candelaria (de cuya adoración participan ya algunos nati-vos) que ahora aparece como réplica a don Alonso para que comprenda, de una vez, el motivo de la conquista, y también para servir de testimonio en el enlace de Dácil y Castillo, sím-boio de la unitn de las de los oliqu isiadures y IZiS il?& genas. Aquí termina lo que Menéndez Pelayo llama «égloga guanche)). Ya hemos apuntado en otro lugar que este último efecto escénico tiene tres fines muy significativos, que redon-dean el sentido de la obra: ((Las Canarias en la obra de Lope de Vega)), AEA, Madrid-Las Pal-mas, a. 1964, núm. 10, p. 96. 3 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 15 a) acaba con la ambigüedad del sueño de don Alonso y la codicia de los españoles, sentenciadas por las palabras del propio San Miguel de las Victorias, que ofrece un tesoro divi-no en vez de un tesoro terreno, cosa que no existe en las islas Canarias: Este tesoro hay aquí, que es la Virgen Candelaria. b) testificar, ante todos, el juramento de Castillo, y por lo tanto, la unión de los dos pueblos por el amor humano, y el amor divino que es la verdadera fe: Señora, sí soy testigo, yo cumpliré mi palabra. y convencer a los indígenas rebeldes de la superioridad de la religión de los conquistadores lo que hace exclamar al mencey Bencomo: i Hermosura rara! Por ella todos queremos de vuestro bautismo el agua. Finalmente uno de los mas relevantes caballeros que acom-pañaban al jefe de la expedición, don Lope Fernández de la Guerra, expone las razones fundamentales que llevaron a los españoles a la conquista de las islas y de las Nuevas Indias, que también son las razones históricas que mueven la acción de la comedia: La razón que os ha traído a !a eci~q~i sptai-e smte, justa, heroica y santa ha sido, y a España tan conveniente como cuantas ha tenido. (Los guanches, 1, 304, a) Y estas razones son, como hemos apuntado: 1) justas por ser «nación bárbara)), que hay que civilizar, 2) heroica porque se busca la fama, pues como dice más arriba: Núm. 44 (1998) 3 3 Poiil-ilc i-cl-ii-odiiccicin del desembarco de los conquistadores en una dc las islas canarias de realcngo. 34 ANIJARIO BE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 17 Habéis hecho hazañas tales que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (fdem, 1, 303, a) Y 3) santa porque lleva la luz de la fe a los que no la co-nocen. Todas ellas son razones históricas vigentes en la época de Lope de Vega, después de un siglo de descubrimientos y conquistas, aunque discutidas por doctos y eruditos historia-dores y teólogos contemporáneos de aquellos hechos. El auto del nacimiento del padre Anchieta Es interesante la figura y la obra del padre José de Anchie-ta (1534-1597), nacido en La Laguna (Tenerife) y muerto en Reritiba (Brasil, hoy ciudad Anchieta), por ser el primer hu-manista de América y fundador, al mismo tiempo, de la lite-ratura nacional brasileña, donde se funden las lenguas latinas más expansivas del Renacimiento, incorporando alguna de las lenguas indígenas de aquel gran territorio americano, que para el profesor canario José González Luis «es un fenómeno supraindividual que sobrevive al contexto histórico en que le correspondió actuar, pues su vida fue un milagrada completa-miento a los indios» lo. En cuanto al género literario que aquí nos ocupa, aunque estamos en general de acuerdo con dicho profesor que no creó un teatro autóctono y popular en Brasil, sino «que trasplantó el teatro peninsular quiñentista, teatro tradicional y alegí>ricoic on propbsitos catequísticos.,.~p, ensa-mos que es interesante examinar alguna de esas obras dramá-tico- religiosas como antecedente de las piezas que poco más tarde crearía Lope de Vega poniendo en contacto -por la ruta del descubrimiento- a España y Portugal con América pasan-do por Canarias. 'O Vide Poeta, humanista y apóstol de América, Comisión Diocesana del IV Centenario de Anchieta, La Laguna, 1997. Núm. 44 (1998) 35 18 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO El auto teatral elegido es el titulado Pregapo universal o La fiesta del nacimiento, que se considera la primera pieza dramática de Anchieta, compuesta entre 1561 y 1562, o sea, cuando contaba 26 años de edad. Se conoce la ocasión histó-rica que le dio origen: los indígenas quisieron representar un auto en la noche del Nacimiento en la iglesia del patrón del Colegio. El padre Nóbrega oyó una pieza poco convincente para un recitado sagrado, y propuso sustituirla por otra, cuya composición se encomendó a Anchieta, aún hermano y no sacerdote. El auto agradó enteramente y se repitió por toda la costa brasileña en adaptaciones, en mayor o menor medida, conforme a las circunstancias de tiempo y lugar. Hoy diríamos que ((estuvo en cartel)) por un año entero. Alguna representa-ción fue célebre como la del año 1576 en San Vicente, por el prodigio de suspenderse ia iiuvia y por ia introducción de un acto especial de hombres blancos, que dejó huella en la fun-ción de Vascocelos. Es éste del que tenemos más noticias, y que vamos a evocar brevemente. El auto se llamó de ((pregón universal)) porque iba dirigido a todos: blancos e indios de San Vicente, y de todo el Brasil fue conocido, y se escribió en portugués, español y tupí; por eso también se adaptó con facilidad por toda la costa, en todo tiempo y lugares. Aunque dispersas las diversas partes del cua-derno de Anchieta, puede, con total verosimilitud, recons-truirse tomándolo, como parte portuguesa, una copia de «Pe-lote Domingueiro)) sirviendo de prólogo su introducción (acto 1) y de epílogo su despedida (acto V). El 111 acto está formado por un desfile de pecadores públicos (de él quedan dos estrofas conservadas por el mismo historiador: 10 ó 12, que pueden ser suplidas con estrofas inspiradas en la compo-sición ((Desdichado pecador)) del propio Anchieta). No es pre-ciso decir que el acto 11 está formado por el diálogo tupí, que quedó en el autógrafo anchietano y en el texto próximo al original de Piratiniga, pues es la parte central del auto (...). El acto IV se conservó entero en el cuaderno del misionero je-suita, seguido del diálogo tupí. Es una danza de 10 inditos, cantando cada cual una quintilla: tres son en tupí, cinco en portugués y dos en castellano. Veamos algunos ejemplos: 36 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 19 Representación escultórica que simboliza la levenda del Padre Anchieta escribiendo en la arena el poema dedicado a la Virgen. Niíiir. 44 (1998) 37 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO Vimos a vos visitar, bom Menino, Deus eterno; vos nos quierais ajudar para poder escapar de grande fogo do inferno. Los Reyes, en este día, os trajeron muchos dones. Yo vengo, con alegría, Señora Santa María, a pedir muchos perdones. Ko ajú nde robaké, ndé resé quijerobiá. Ejon, xe jarigué! Taxerausúba jepé, nde mbaéramo xe ra! (Tupí. ) n -E Elementos estructuraZes básicos del auto a 2 n n 1. Lugar: Villa de San Paulo de Pirahuyo, Villa de San Vi- = cente, Ciudad de Río, Aldea de los Reyes Magos del Espíritu O Santo. 2. Fechas: Estreno, 26 de diciembre de 1561 (probable), en San Pauio (siendo Anchieta hermano); 31 de diciembre de 1576, en San Vicente, suspendida a causa de la lluvia (An-chieta, padre). 3. Escenarios: Entrada en la Villa o Aldea, delante de la imagen del Niño Jesús el acto 1. Dentro de la iglesia, delante de! pesebre en, !os &.ros uctos. 4. Personajes: ADAN, molinero, harapiento en el acto 1, en-casado (elegante) en el V acto; GUAIZARÁd,i ablo con cchifrem EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 21 (cuerpo de animal con garras); AIMBIRÉSS,U criado, con la mis-ma figura, y ARIJO, con alas de «cuervo»; 12 hombres blancos pecadores encadenados y conducidos por los diablos. 5. Tema: Se canta una alegoría de la historia del pecado: un molinero pierde su vestido de domingo (la gracia de Dios), robada por un ladrón o demonio. Será un desgraciado hasta que no es restituido por el nieto del molinero (Jesús). Conse-cuencia de la primera parte, quedan dos hombres, los dos dia-blos, Guaixará y Aimbiré, mostrando el mal que hacen al Bra-sil por todas partes, y ahora quieren pervertir la Aldea india con pecados. El ángel de la guarda de la Aldea se muestra condescendiente y los oyó al principio, pero acaba expulsán-dolos; exhortando a los indios a seguir la vida cristiana, la gracia de Jesús y la protección de María y coloca a los Reyes Magos en el retablo con una estrella que los guía, en señal de victoria o encuentro venturoso con el niño Jesús. A continua-ción, 12 pecadores blancos, encadenados, son conducidos al estrado por los demonios, y narran sus miserias delante del pesebre con la esperanza de ser atendidos. Al final terminan todos en libertad. Una danza de 12 niños indios, cantando y tocando, manifiestan la alegría de todos, con el sacrificio de sus vidas cristianas a Jesús y María. Termina la alegoría ini-cial cantada y representada: el nieto del molinero (Jesús) con su madre e hija del molinero (María) teje el nuevo vestido (la gracia de Dios) para el abuelo (Adán, el hombre caído) con sus trabajos salvadores (Encarnación, Circuncisión, Pasión) revestido con el traje de la alegría festiva. 6. Actos: 1, el Pelote Dominguero (vestidura de domingo o de fiesta) canta y representa la primera parte; 11, diálogo tupí de dos diablos y de dos ángeles; 111, desfile de los 12 pe-cadores blancos; IV, danza de los 12 niños indios; V, el Pelote Dominguero aparece cantando y representando (en la segun-da parte): «Ya tornarán ... ». Núm. 44 (1998) El aborigen canario en el teatro de Cairasco Extrapolando el pensamiento historicista que Cioranescu expone a través de Dilthey y de Ortega, como propuesta de la «filosofía de la historia)) de Viera y Clavijo, dice «que la fenomenología mantiene que la historia escrita no existe sino como función del historiador, es decir, como un ser. .. indivi-dual)), podríamos decir también que la historia no existe sino a través de la creación imaginativa, es decir, de la poesía. En este sentido, nuestras islas, las Afortunadas antiguas y las Ca-narias actuales, adquieren en la historia un sentido mítico-sim- L'l:,, ,,,, L-,-A, ,, 1- ,,-l:A-A A,,,i+- ,,, L:,&,,:,A ,,,, UULLLU, pc1 u uaaauu C L ~la lcailuau u c a u l L a pul i i i a L u l l a u u i c a y poetas tanto clásicos como modernos. Esta realidad mítica e histórica la vio y la explicó muy bien nuestro historiador máxi-mo, el propio Viera cuando dice en sus Noticias históricas de Canarias: «Si bien no se encuentran en las Canarias los prodi-gios que la exageración de la antigüedad contaba de las Afortunadas, sin embargo, los frondosos bosques de lau-reles que en ellas se encontraban, según Virgilio; las ca-bras fecundas que producían arroyos de leche, sin temor de víboras, lobos, ni otro animal feroz o ponzoñoso, de que nos habla Horacio; las peñas que destilaban miel, el dulce canto de los pájaros, la fra ancia de las flores y yerbas aromáticas, de que nos ha % la Tíbulo, Sidonio y Prudencia; no hay duda que todo eso se hallaba y se ha-lla aún en Canarias» ". Tanto Alejandro Cioranescu como Andrés Sánchez Robayna han señalado la pronta incorporación de estos mitos a la cul-tura renacentista de Canarias gracias al canónigo poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa (1 538-16 lo), que a finales del siglo XVI, tanto a través de la traducción de la Jerusalern Ziber- " Véase Noticias de la historia de Canarias, ed. CUPSA, preparada por A. Cioranescu, t. 1, p. 26. 40 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS tada de Torcuato Tasso, de su propio Templo' militante o de sus Comedias, recrea para la historia el mito y la realidad próxi-ma del «bosque umbríferon de Doramas, el héroe primitivo, de indudable historicidad. Como dice Sánchez Robayna, tam-bién con sus poemas «Cairasco está inaugurando el mito de un pasado armónico, arcádico, de la naturaleza insular...)) 12. Pero el pasaje que más nos interesa recordar en este lugar es el referente al carácter y costumbres de los primitivos ca-narios, a los cuales pinta muy favorablemente: En las costumbres fueron los canarios prudentes, avisados compuestos en las batallas, hábi Ye s, astutos, valientes, atrevidos y constantes; en la verdad y honor, tan puntuales "..O ,nm,;+nrn-mnn+n r i h n r r o A r l o UL JLlll ICLIIIUIIILIILL U U V I I L L I U U &e de efios la mentira y la deshonra. Eran en el sustento muy templados, nobles en condición y muy sencillos. Cairasco, según el gusto de la iglesia a la que pertenecía, simplificaba las creencias de los indígenas, y fue muy puntual en la descripción de sus armas de guerra, expresándose de esta manera: Nunca tuvieron ídolos; un solo Dios veneraban, señalando el cielo. Lanzas de fina tea eran sus armas, tarjas de drago, piedra fulminante y espada de acebuche, que en sus brazos no menos que de. acero parecían. Finalmente, describe la vestimenta sin distinción de sexo, y nos hace un beiio retrato de sus mujeres: El traje era de pieles de animales que llamaban tamarco, aderezado curiosamente a modo de repilla. Eran de mucha gracia las mujeres a!g~ merefiar, he!!ac y piadiras, '* Vid. Introducción a Museo Atlántico, Antología. Interinsular, Santa Cniz de Tenerife, 1983, p. 18. 24 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO honestos ojos negros y rasgados; su adorno era de pieles y esterillas de palma artificiosamente obradas 13. Y más adelante, con endecasílabos muy semejantes, a la selva o montaña de Doramas, señalando su .superioridad so-bre otras regiones idílicas, mitológicas o reales, pues es tan célebre en el Mundo, a quien rendido está el Pierio, el Pindo y el Parnaso. Vuelve a subrayar las cualidades elíseas, presentando allí los tópicos de la poesía idílica clásica: En ella se destila ambrosía y néctar y respirando un céfiro suave, ~uliscvla uua pcrpc~uap- .rL -~- iriavc~a. Pero los pasajes que Cairasco dedica con más detalle a la famosa selva son los contenidos en la Comedia del Recebi-miento -14. En la escena primera de esta comedia, compuesta con motivo de la llegada a Gran Canaria del obispo don Fernando de Rueda en 1582, hay una primera descripción que pone en boca de un personaje alegórico, la Invención, en un largo par-lamento escrito en los clásicos esdrújulos que hicieron famo-so a nuestro poeta: Este es el bosque umbrífero que de Doramas tiene el nombre célebre; y aquestos son los árboles que frisan ya con los del monte Líbano, y- -l-a-s palmas altísimas L- -L,. --.A 2- l7,L-a- le,. -:-L-:2,.- IllULllU 111'ls yuc uc LgIpLU Id> pll 'lllllUCS. Como se puede observar utiliza las mismas o parecidas comparaciones hiperbólicas en relación con los altos árboles, que ya sabemos como eran, además de las palmeras, los tilos l 3 Véase CAIRASCOD E FIGUEROAA: ntología poética, Ed. de A. Cio-ranescu, Interinsular Canaria, p. 92. l4 Véase Ed. de A. Cioranescu, Gráficas Goya, 1957. 42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATUNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AM~RICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 25 y laureles. A eso se añaden los productos: dos sabrosos dáti-les », la referencia, tópica y real a la vez, de {(los pintados pá-jaros~ canarios, y se describe como «salen las fuentes de pe-ñascos áridos» y se hace alusión a la espesura de la arboleda, donde no puede penetrar el «rayo cálido» de Apolo, y se aña-de una nueva referencia relacionada con el mar, elemento na-tural de todas las islas, cuando dice que a la selva: ni del profundo Océano pueden dañificar vapores húmedos Curiosa es la referencia que hace a las «letras góticas» de los visitantes de la selva, en las que ({escriben epigramas, nom-bres, títulos» en los árboles; idea, sin duda, sugerida por el héme renacentista Medorn cuando escribía su nombre enlaza-do con el de Angélica en los altos árboles, en el famoso poe-ma de Ariosto ... Se produce, además, en este pasaje de la Co-media, una trasposición temporal, por la que se traslada el pasado histórico de la Conquista de Canaria al presente de fi-nes del siglo XVI en que escribe Cairasco (1582), cuya finali-dad es presentarnos al héroe. canario, al señor de la Selva que tomó su nombre, como si fuera un sobreviviente del tiempo histórico en que se escenifican los hechos, un siglo después de su existencia real: Aquí, pues de la próspera fortuna está gozando un fuerte bárbaro, que por sus propios méritos alcanzó la corona y regia púrpura, y en la terrestre máquina es celebrado en ejercicio bélico; Doramas es el ínclito riuiTiloi-e de capit&il iliddiriiil>. Por otra parte, esta trasposición temporal es la que los poetas y novelistas canarios actuales realizan con frecuencia (véase obra de Alfonso García Ramos, León Barreto, Armas Marcelo, Arozarena, Lázaro Santana, etc.). En la escena 111 de dicha comedia aparece ya el propio personaje ficcionalizado en su medio geohistórico, y que a sí mismo se define a través de su selva: Yo soy aquel Doramas, tan famoso, que en cuanto el sol rodea y el mar baña; he dilatado el nombre generoso que aún vive entre umbrífera montaña; (p. 120). Fue éste el primer escritor canario del siglo xvr que compu-so una serie de comedias o más bien «autos» o ... de escenas alegóricas realizadas por personajes canarios. No vamos a ha-cer un examen de estas piezas teatrales, puesto que ya lo ha a hecho el Dr. D. Alejandro Cioranescu, obra publicada en 1957 E en ((Gaya Ediciones)) en Santa Cruz de Tenerife, bajo el título O de 0 h - n i~nk ditns, 1. Tentm. La cmxdia o acto qce nm interesa n =m estudiar aquí es la llamada «Auto del Recebimienton compues- O E to por Cairasco cuando el poeta contaba 20 años para celebrar E 2 E la llegada de D. Fernando de Rueda como obispo de Canaria el 8 de mayo de 1582. Este auto está formado por tres escenas o 3 breves actos menores. La primera está basada en cinco pasajes e-alegóricos costumbristas, que a su vez se dividen en uno de tres m E personajes representando otras tantas potencias intelectuales O que son: Aristóteles, Santo Tomás Narón; Sabiduría, Caridad e g n Introducción, y otros dos que representan a dos poblaciones aE canarias: Gáldar y Guía, cónsules extraordinarios y guías de n esta primera escena, en busca del héroe, el poderoso y valiente n Doramas, caudillo de la zona Norte de Canaria. 3 O Escena primera El tema de la primera parte de esta escena es el que plan-tean ias damas eiegidas para buscar la persona ideal, fuera histórica o fantástica, digna y propia para recibir al prelado D. Fernando de Rueda, nombrado obispo de Canarias, cuya venida es anunciada por la dama Sabiduria Persona de tan alto punto y nombre-que con gran majestad retumba y suena el eco de su fama en toda parte. (P. 99). Retrato de Cairasco de Figueroa, natural de Las Palmas, canónigo y prior de la Iglesia Canaria (1540-1610). A continuación interviene la dama Curiosidad, reclama la presencia de la dama Iinvención y ésta dice: Solícitas estáis, y no sin causa, pues una cosa sola es necesaria: y ésta es la brevedad, porque es la salsa de cuantas cosas hay en esta vida. Al fin la dama Sabiduría determina cuál ha de ser el con-cepto primordial que ha de presidir el recibimiento del nue-vo obispo y así se lo comunica a la Invención con estas palabras: Pero dejando aquesto, agora importa que inventes de improviso la figura que ha de salir a dar la bienvenida al gran pastor de todo este rebaño que propone primero «un pastorcicon, propuesta que es recha-zada porque ese personaje no tiene retórica o gobierno, cuali-dades de quien el Ilmo. se precia. Sigue la Invención propo-niendo a sus compañeras que sugieran a otros personajes, como son la Concordia y la Música. Finalmente la Invención, agotadas todas sus ideas, recurre a otros personajes alegóricos que son las Virtudes, donde se destaca la Caridad y la Fama, como son, precisamente, las virtudes extremas de los cristia-nos y los paganos, concluyendo: Y, si esto no queréis, salga la Fama, que publique sus obras por el mundo. Y, si esto menos, salgan siete ninfas ,e figüren !as islas de Car;ar;la. La Sabiduría reconoce que su compañera «buenas inven-ciones has tocado)), pero «yo querría que inventases alguna extraordinaria» Que satisfaga a los entendimientos, pues, como sabes, ya no se contentan sino de peregrinas invenciones. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Concepto éste que, sin duda, define una de las característi-cas del periodo prebarroco, que según la crítica caracteriza gran parte de la obra de Cairasco. Al fin la dama Invención dice: Una se me ha ofrecido en este punto, que me parece que ha de contentaros porque tiene extrañeza no pensada. (p. 104). A este anuncio sigue una larga exposición del referido buen canario, situado, como hemos dicho, en su medio natural. En esta larga descripción emplea el poeta sus célebres esdrújulos, que comienzan así: &te es e! hnsqe iimhrifero que de Doramas tiene el nombre célebre; y aquestos son los árboles que frisan ya con los del monte Líbano ..................................................................... Y la Invención termina, después de haber combinado «los peñascos áridos», de su isla con referencias a la retórica renacentista, como «Apolo Bélfi-cox, concluye con el retrato del «fuerte bárbaro», que señala al Nombre de este capitán indómito, si os parece, llamémosle que le dé bienvenida al Ilmo. Todavía la Curiosidad pone reparos por ser «un bárbaro tan rústico 1 ajeno de elegancia y de retórica», pero la Sabiduría reconoce que la Invención ha estado «celebérrima», y decide ella misma hacer al bárbaro «un gran retórico», infundiéndo-le da ciencia insólita» haciendo que un canario sea Demóstenes (p. 106). Una. vez decidida la elección del personaje que ha de ha-cer de embajador de Canaria al nuevo prelado, en esta escena Núm. 44 (1998) 47 se presenta el propio Doramas, reclamado en lengua castella-na por la dama Invención y la Caridad. Mas como el héroe no acude, recomiendan a Sabiduría que le llame en su propia lengua; ésta así lo hace, dejando para la posteridad una frase en lengua indígena, que posiblemente el poeta se atrevió a transcribir del modo siguiente: Aguay marane, Aguay marane ayermaraha. A lo que Doramas contesta: Aguay marana en maraguas ay ha acha aytimadas ayta ast Autindana ast Chanbeneguer ast Bentagayre. íiiterrogada la Sabiduría por sus compañeras cuál es ei significado de lo que ha dicho el héroe canario en su extraña lengua, ésta les traduce que él ha preguntado por «tres cana-rios valentísimos porque quiere luchar con ellos». Pero yo le he dicho que sólo le buscan tres damas que desean hablar con él, con lo cual me ha replicado que saldrá en seguida. Una vez presente continúa el diálogo de la Sabiduría con Doramas en la lengua indígena. Finalmente el indígena, como si fuera un cortesano de la época del propio poeta convida a merendar a las damas, que con gran sorpresa, dicha merien-da consiste en un potaje canario. Lo cual aprovecha Sabidu-ría para convidarlo a su vez con una bebida mágica que tras-mitirá al buen salvaje la ciencia infusan, cuyo contenido produce un profundo sueño a Doramas. Con este hecho ter-mina la segunda escena, quedando para la siguiente el resul-tado de la mágica bebida. Escena segunda El tema de la introducción de esta escena es el que plan- . _1 1 - - - - - - Leari las uarnas que representan a dos pueblos canarios: Gáidar y Guía, representativas, en aquella época, del progreso de la castellanización, enraizada, en parte, 'en las tradiciones indí- EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 3 f genas, que determinó hasta hoy una rivalidad, basada en la riqueza y en la nobleza de sus habitantes. Esta característica es recogida por Cairasco al comenzar esta escena, como se ve en el diálogo que ambas sostienen. Así, Guía dice: Tú te fundas en la honra, yo en ella y la riqueza, porque no hay mayor deshonra que la vida con pobreza. A lo que Gáldar le contesta: Tu codicia te deshonra, que la riqueza mayor que más se ha de estimar es el linaje y valor. Pero esta discusión al fin se sanja con las palabras amisto-sas de Guía: Hay tanto que replicar que callar es lo mejor. Cese ya la enemistad, mudemos el tono al canto, que faltar conformidad no se sufre donde hay tanto parentesco y vecindad. Entra en escena el citado y valiente Doramas, que cerca de ellas estaba adormecido por la Sabiduría y que ahora se des-pierta. Gáldar, lo identifica diciendo: Aqueste es el más fuerte de Canarias, a quien Fortuna varia ha levantado al más feliz estado de esta tierra, que el mismo Marte en guerra asombra, y Doramas se nombra A continuación ambas deidades lo llaman en la lengua in-dígena y en castellano sin recibir contestación aiguna, por io que Gáldar propone acudir a la dama Sabiduría, como hemos visto en la escena 1. Núm. 44 (1998) 49 Escena tercera Esta escena está dedicada, en su mayor parte, al discurso de Doramas ante D. Fernando de Rueda, que está formado por 258 endecasílabos clásicos e italianizantes, donde se muestra la españolización del héroe indígena, resultado de la influen-cia de la cultura literaria y renacentista, que al mismo tiempo es una especie de autobiografía del antiguo caudillo canario, que ahor; aparece iluminado bajo la sup&or influencia de los conquistadores. Este reconoce, desde el principio, la superio-ridad que representaba el nuevo mandatario eclesiástico, cuan-do dice: Y a nadie espante que la lengua ruda de un bárbaro canario a tal se atreva y, de estilo y retórica desnuda, presumo entrar en tan difícil prueba: que Aquél que desató mi lengua muda y me sacó de la profunda cueva, me dio poder de mejorar lenguaje, aunque me lo quitó de mudar traje O Terminando así el preámbulo de su exordio, y pidiendo 6 n permiso para comenzar su bienvenida diciendo «A vos, sacro E pastor, licencia pide)), comenzando por presentarse él mismo: a n Yo soy aquel Doramas, tan famoso, que en cuanto el sol rodea y el mar baña he dilatado el nombre generoso que aún vive entre umbrífera montafia; en ella tuve ya dulce reposo, albergue ameno, próspera cabaña, gozando de sus h t a s y arboleda, sin temor de Fortuna y de su rueda. A continuación sigue una descripción que recuerda la edad ,dichosa del Siglo de Oro, semejante al discurso de D. Quijote a 10s pastores donde reiiiabari la justicia y la paz entre los humanos, como se suponía que era la época de la indepen-dencia indígena de los canarios ... Mas Doramas vivió la época 50 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS de las luchas entre los Guanartemes del norte de la isla Cana-ria, que había soportado en una lucha a muerte contra los invasores europeos, así como la lucha con otro héroe canario llamado Bentagaire que ganó a nuestro héroe, como confiesa en estos versos: De solo Bentagayre en un asalto fui vencido en la fuerza, no en el brío Ya hemos destacado más arriba la autobiografía de «aquel Doramas tan famoso)), pero además en el transcurrir de su discurso, hemos hecho referencia a los otros héroes de la mi-tología canaria que pueden competir con él mismo, como dice en los siguientes versos: Testigos fueron ya de fuerza tanta los fuertes Maninidra y Adargoma, y aquellos Guanartemes, de quien canta la solícita fama en claro idioma él mismo dice cómo cobró la fama «sin que nadie ayudase mi partido, / sino sólo el valor de mi persona». Así, poco a poco, de lance en lance, llegó hasta alcanzar de rey digna corona, que no hay herencia acá tan estimada, que llegue a lo ganado por la espada. D. Bartolomé Cairasco, haciendo un juego con la proceden-cia dei nuevo obispo y del héroe canario, hace una correiación entre ambos personajes, pues en esta fertilísima montaña, fue sombra del albergo y patrio nido que vos, señor, tenéis en las de España; y, siendo montañés vuestro apellido, a propósito viene la maraña, pues, como yo le di nombre a la mía, así a las vuestras vos dais nombradía. Núm. 44 (1998) 34 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO Claro está el paralelo que hace nuestro poeta entre el pre-lado Rueda, procedente de la noble montaña santanderina con el bosque o montaña que recibió el nombre de Doramas y para más claridad este último añade: así de vuestras ínclitas montañas procedió la nobleza en las Españas. De suerte que ambos somos montañeses: el uno castellano, otro canario. Mas entrando en el tema principal de los presentes que la diosa Sabiduría quería presentar por la boca del héroe cana-rio a las islas que desde ahora el nuevo obispo debía gober-nar. Veamos ahora algunos pasajes poéticos de esta segunda y última parte del discurso que no es otra cosa que una especie A- ..---II-:- -..- ,.- L--- A- 1- A:--- :- n UG vaaaiiajc yuc ac iiauz uc ia LLCL la Laliar la. u ua~iii as ~uiiiicii-za por señalar su situación geográfica y geológica: Sobre las claras ondas levantadas, cerca de la arenosa Berbena, habitan siete ninfas estimadas en discreción, belleza, gallardía; y a continuación le dedica a cada una breve descripción de sus características más notables, empleando el poeta para ello la octava real, empezando por donde él vio la luz primera, que es para él la principal de todas, que la llama de vuestro amor está más encendida, la Gran canaria se intitula y llama Continúa luego por la que llaman Tenerife do está el Teide, el pico memorable, en pan y vino, próspera, fecunda, y sigue es la tercera ninfa tan hermosa, que es de los más valientes pretendida y llámase la Palma victoriosa 52 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMERICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 35 Define a la cuarta como «una dama tan gallarda8 de tanta agilidad y fortaleza ................................................................. triunfa con dardo, piedra y ligereza: llámase la Gomera; muy más fuerte será en quereros bien hasta la muerte. Como era de esperar en la ninfa quinta alude a «un famo-so árbol celebrado (El Garoé): sin el agua del cual sería a destierro, sin haber allí gente ni ganado, dice, señor, que, aunque se llama el Hierro, será en amaros oro tan celebrado. de quien tomaron los obispos nombre (se refiere a la primitiva población denominada el Rubicón). se llama Lanzarote; y tan entera, está en el valeroso sobrenombre que contra Mauritania y contra Francia tendrá, en vuestro amor perseverancia. Con ello se hace una alusión al famoso caballero Sir Lancelot, perteneciente a la Tabla Redonda del rey Artur. Finaliza su discurso, el valeroso Doramas diciendo que la ninfa postrera y mayor a quien el nombre de tan Fuerte y venturosa, p r ser!n en n b r s en qi-le se entretiene de orchilla y de ganados caudalosa. Pero aún como colofón y epílogo de la representación pe-regrina intervienen las personificaciones abstractas de los pue-blos más significativos de la lucha por la independencia de Canarias y son las que ponen fin ai discurso de Doramas en nombre del propio autor que aquí hace un alarde de retórica renacentista por boca de Doramas. Veamos una muestra: ' Núm. 44 (1998) 5 3 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO La esfera, el tiempo, la fortuna, el hado, favor, privanza, suerte, amor, ventura, mar, tierra, fuego, viento, en naipe y dado, linaje, fama, edad, fuerza, hermosura, paz, guerra, honor, y todo lo criado. Señalemos finalmente que en la obra de Cairasco, como se puede comprobar en esta última estrofa, se reúnen varios ele-mentos que se pueden considerar como antecedentes del ba-rroco a finales del Renacimiento, hecho que puede paran-gonarse con su paisano de la isla vecina, el beato Padre Anchieta. Limitándonos a hacer un paralelo entre los autos de am-bos poetas, vemos que en el primero el personaje central es el Niño-Dios y en el segundo el representante de Dios en la tie-rra, ei prelado Kuecia. Eistinto es también el empleo del ien-guaje indígena: el empleo del tupí brasileiro en el lagunero y la jerga indigenista del canario. Si en Anchieta el idioma pre-dominante es el portugués, en Cairasco es el castellano. Sin embargo, teniendo ambos el mismo sentido religioso, el pri-mero es un auto litúrgico-medieval y el segundo es un auto alegórico-renacentista que se acerca ya al barroco. Análisis de los elementos históricos y teatrales Como introducción Lope nos presenta, desde la primera escena, el tema de su obra: la certeza de la existencia del Nuevo Mundo en ia mente 6e su hturo descubridor, creencia apoyada por Bartolomé, su hermano, que le anima a confiar en los reyes o magnates que al fin le han de apoyar en su empresa. Así refiriéndose no al rey de Inglaterra a donde Cris-tóbal quiere enviarle, sino al propio rey de Portugal, en cuya cmte se supme cpe ce~i?iei,zu !a acciSr, teutra!: Pienso que te ha de admitir éste en cuyo reino estás. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Porque al fin noticia tiene, 3 ue es lo más ue te conviene, el nuevo mun 1 o que enseñas. En la larga contestación de Colón a Bartolomé, Lope nos muestra a su héroe a la altura del hombre que se debate en-tre las dudas, pero también investido con la intuición de su glorioso destino. Así, cuando dice: Mil veces atrás me vuelvo, y otras tantas me resuelvo en estas temeridades; en fábulas y verdades mil pensamientos revuelvo. Menéndez Peiayo ve en esta especie de soiiioquio la adi-vinación del carácter genial de Colón agitado por «el demo-nio de la inspiración para el cumplimiento de una misión al-tísima »: Una secreta deidad a que lo intente me impele, diciéndome que es verdad; que, en fin, que duerma o que vele persigue mi voluntad. ¿Qué es esto que ha entrado en mí? ¿Quién me lleva o mueve así? ¿Dónde voy? ¿Dónde camino? ¿Qué derrota, ué destino sigo o me con 3 uce aquí? «Aquí está el germen -dice nuestro erudito polígrafo- el verdadero espíritu de Colón, que tenía mucho de iluminado y visionario, aspecto que Lope procura exteriorizar», como ve-remos en una de las últimas escenas de este acto. Es acaso Gonzalo Fernández de Oviedo el que nos da una visión más imparcial de su persona, dentro de su gran admiración por su figura y por sus hechos, hasta el punto de decir que se mere-cía una estatua de oro por ser ei «primero descubridor e in-ventor destas Indias...)), pero esto no impedía que no consig-nara cualquier acto favorable o adverso en la historia del Núm. 44 (1998) 5 5 descubrimiento. He aquí cómo nos presenta el retrato físico y espiritual de Colón: «Hombre de honestos parientes e vida, de buena esta-tura e aspecto, más alto que mediano, e de recios miem-bros; los ojos vivos, e las otras partes del rostro de buen proporción; el cabello muy bermejo, e la cara algo encen-dida e pecoso; bien hablado, cauto e de gran ingenio, e gentil latino, e doctísimo cosmó rafo; gracioso cuando quería; iracundo cuando se enoja % a» 15. Lo que no parece ser muy cierto que fuera tan buen latino y cosmógrafo, sino que poseía una gran dosis de confianza en a N su convicción de que por Occidente se podía llegar relativa- E mente pronto a la fabulosa isla de Cipango y de Cathay, don- o - de se rncmtrarian ingefites rkpiezas. Lope recoge esta idea en - =m O el retrato que se hace el propio personaje en esta obra, en el EE que se muestra orgulloso de su persona y de su inteligencia: SE = ¡Un hombre pobre, aun roto, que aquí lo puedo ¿' ecir, y que vive de piloto, quiere a este mundo añadir otro mundo tan remoto! Y un poco más abajo, Lope, al querer dibujar a su perso- E a naje, le muestra también orgulloso de su linaje, de su destino n y de su empresa, de sus conocimientos clásicos, ansioso de la n fama: 3 O Alienta el pecho hidalgo a exceder al griego Euclides; que si con mi intento salgo, venzo la fama de Alcides y más que sus hechos valgo. En la segunda escena de este primer acto, Colón ya delan-te de1 rey de Portugal, Don Juan 11 de Avis, que se encontraba empeñado en una empresa parecida 2 12 de! m~ r i n eme, ~ c s n - trar una ruta al Gran Khan por Oriente, aprovecha la ocasión Ii Vid. ob. cit., p. 16. 5 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS para continuar su exposición autobiográfica, y al mismo tiem-po exponerle las razones que tenía para creer en la existencia de unas tierras más allá de la Mar Océana, y pedir ayuda para la empresa, y ofrecerlas con sus riquezas a la nación: Yo soy Cristóbal Colón, alto rey de Lusitania: nací en Nervi, pobre aldea de Génova, flor de Italia. Oviedo dice que «era natural de la provincia de Liguria, de la ciudad y señono de Génova: unos dicen que de Saona, y otros de un pequeño lugar o villa, dicho Nervi, que es la par-te de Levante y en la costa de la mar...)). Lope, como vemos, elige Nervi, entre las que cita Oviedo, más también se cuida de señalar ei iugar portugués de su residencia actiial: Ahora vivo en la isla que de la Madera llaman. El P. Las Casas dice que después de casado Colón con la portuguesa Felipa Moniz se fue a vivir a la isla de Puerto San-to pues allí residía la familia de su esposa, y porque «a causa de querer navegar, dejar allí a su mujer, y porque en aquella isla y en la de la Madera, que está junta y que también se había descubierto entonces, comenzaba a ser gran concurso de navíos.. . » . A continuación relata Colón el famoso caso del piloto ((huésped de mi humilde casa)) y que Oviedo sigue sin darle mucho crédito, pues dice que es como «novela que anda por el mundo entre la vulgar gente)). En cambio, el cronista López de Gómara lo da como un hecho cki-tü, id ~ 3 !O ~enp0oiie Lope en su obra como una de los argumentos de la fe de Co-lón en la existencia de otras tierras en la ruta de Occidente. He aquí como relata estos hechos el último cronista señalado: «Navegando una carabela por nuestra mar Océana tuvo tan forzoso viento de levante y tan contínuo, que fue a parar a tierra no sabida ni puesta en el mapa o carta de marear. Volvió de allá en muchos más días que fue; y Núm. 44 (1998) 57 cuando acá llegó no traía mas de el piloto y a otros tres O cuatro marineros, que, como venían enfermos de ham-bre y de trabajo se murieron de poco tiempo en el uer-to. He aquí como se descubrieron las Indias por gsdi-cha de quien primero las vio, pues acabó la vida sin gozar de ellas ... Unos hacen andaluz este piloto, que tra-taba en Canarias y en Madera cuando le aconteció aque-lla larga y mortal navegación; otro vizcaíno que contra-taba en Inglaterra y Francia ... empero ninguno afirma nada. Solamente concuerdan todos en que falleció aquel piloto en casa de Cristóbal Colón, en cuyo poder queda-ron las escrituras de la carabela y la relación de aquel luengo viaje con la marca y la altura de aquellas tierras nuevamente vistas y halladas)) l b . a N E Lope de Vega, con su imaginación, pone en boca de este O mictefincn pi!ete e! de~c1~hrimielitd0e ecus tierras: n - m O Donde vi con propios ojos nuevo cielo y tierras varias, tales, que nunca los hombres pensaron imaginarlas, cuanto más que fueran vistas y de nuestros pies tocadas. O Mas no cabe duda que la inclusión de este relato roman- g ceado es un acierto de nuestro dramaturgo, pues añade una n E intriga, un misterio, típico de las creaciones populares, con el a fin: l.", conmover a su auditorio; 2.", citar a un testigo de las n n nuevas tierras, y 3.", anunciar el posterior descubrimiento del n propio Colón. Éste, luego, muestra la confianza en sí mismo: 3O en sus teorías y conocimientos, al mismo tiempo que reconoce su pobreza, en lo que están de acuerdo todos los que le cono-cieron antes de que fuera nombrado almirante de las Indias: Yo aunque pobre nací tengo para cosas altas entendimiento y valor. Termina su petición y su ofrecimiento del poder y las ri-ípezas como premio a !a ajda red: Véase Historia General de las Indias, Eds. Clásicos Ribadeneyra, p. 165, a-b. 58 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Quiero si me das favor desta empresa temeraria, desta tierra nunca vista ser el rimero argonauta. Iré a c fa rte un Nuevo Mundo que a Portugal rinda parias, para tu gloria y aumento: piedras, perlas, oro, plata. Dame algunos portugueses, naves, carabelas, zabras; que yo romperé con ellos las nunca tocadas aguas. Serás señor del camino que el sol más ardiente abrasa, a la gente que le habita Karé que bese tus plantas. Alterando un poco la historia, Lope presenta la visita al rey de Portugal antes que la de Inglaterra, y aunque no dice de que rey de Portugal se trataba, porque si Oviedo dice que era Juan 11, el que recibió a Colón, y Gómara dice que fue Alfon-so V (su padre), Lope optó por no nombrar a ninguno, sino indicar que era rey. Nuestro dramaturgo pone en boca de éste todas las ideas contrarias que negaban las teorías del futuro descubridor, y le llama loco ((por haber creído en ¡Un muerto con frenesí te pudo mover así con dos borrados papeles! Y después pasa a exponer las ideas cosmográficas erróneas de Tolomeo y sus seguidores En tres partes dividieron la tierra, siempre estudiosos: Africa, Asia, Europa fueron sus nombres claros y hermosos. ....................................................... Pero que tras estas partes halles más yo no lo creo, si no es que sus partes partes o de aquel gran Tolomeo quieras exceder las artes. Núm. 44 (1998) Como se puede comprobar, en éste y otros discursos opues-tos a las ideas de Colón, siguen las teorías arcaicas de To-lomeo y de la antigüedad, que habían calculado mal el tama-ño de la tierra y dudado de su esfericidad, frente a las teorías expuestas en el mapa de Toscanelli, con el que tuvo correspon-dencia nuestro marino. La segunda carta se dirige a Colón, creyéndolo portugués le dice: «no me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y de toda la nación de portugueses, que han seído siempre hombres generosos en todas las empre-sas te vea con el corazón encendido y gran deseo de poner en obra el dicho viaje». Pero aquí falló con el rechazo del mo-narca de Avís, la generosidad y la empresa. Es precisamente su hijo Hernando Colón quien señala la importancia de la opi-nión de Toscanelli, aunque estuviera equivocado en las distan-cias. As: &-+- ,.--+- -- --- -1: L -I - -1 A 1--:--- -A- > L a La1 La CLILGIIULU l l l u ~ l l uC I ~ f i l l l l l ldl~~t : para su descubrimiento, si bien quien la envió estaba en el error de creer que las primeras tierras que se encontraban habían de ser las de Catay y el imperio del Gran Can, como lo demás que refiere; pues como ha probado la experiencia, es mayor la distancia desde nuestras Indias, allí, que la de aquí a dichos países.. En lo que se refiere a la réplica de D. Juan 11, imaginadas por Lope, a las propuestas de Colón, ob-serva, acertadamente, Menéndez Pelayo que es cierto el recha-zo «pero seguramente no son las burlas, insolencias y desati-nos cosmográficos que se ponen en su boca; ni puede darse cosa más ajena del carácter del Príncipe Pevfecto, tan enalteci-do por Lope en otra comedia escrita muchos años después y con más inteligencia y respeto de la verdad histórica ... » 17. Rechazada, pues, la propuesta de Juan 11 de Portugal, aca-so por estar muy ocupado y preocupado en los viajes y descu-bñmientos de ias costas africanas, especialmente ia Guinea, y en buscar una ruta, por el Cabo de Buena Esperanza, hacia las Indias del Oriente. Bartolomé Colón anima a su hermano a seguir solicitando ayuda a los reyes europeos, todos, en rea-lidad, interesados en los descubrimientos a la medida de los -.,, A-A-,,, ,-.-,,. .-,.. , A,. --- VCL uaucl u> p~ IILLI~CS uc >u LICIII~U. l7 Véase ob. cit., t. V, p. 317 60 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 43 BARTOLOMLuÉe:g o al punto a Inglaterra si gustas p a y . COLON: YO a Casti la porque es tierra a quien más amor cobré. En Sanlúcar o en el Puerto me hallarás entretenido si el Rey no acepta el concierto. Y aunque no indica Lope los motivos posteriores, se mani-fiesta el optimismo de Bartolomé en la nueva audiencia: Enrico Séptimo ha sido siempre cosmógrafo experto y creo que ha de aceptar esta empresa en su provecho. He aqul como relata C. Fernández de Ziviecio este episodio de la vida del Almirante: «Movido pues, Colón con este deseo, como hombre que alcanzaba el secreto del arte de navegar. .. trabajó por medio de Bartolomé Colón, su hermano, con el rey Enrique VI1 que favoreciese y armase para descubrir estos mares occidentales ofreciéndose a le dar muchos tesoros, en acrecentamiento de su corona y Estados, de muy grandes ser-vicios e reinos nuevos. Informado el rey de sus consejeros, y de personas a quien él sometió la examinación desto burló de cuanto Colón decía, e tuvo por vanas sus palabras)). A consecuencia de este fracaso, Colón, como lo presenta Lope, anunciando ya las escenas siguientes, decide marchar a Castilla: Quisiera al de España hablar, mas tiene que hacer sospecho más en tierra n11~ en e! mar '1"- -" Que la guerra de Granada le trae bien ocupada la persona, hacienda y gente .................................................. Los dos Duques de Medina Sidonia y Celi he de hablar. Es decir, su deseo sería solicitar apoyo de los Reyes Católi-cos, que en este momento están asediando al último reino de Núm. 44 (1998) 6 1 44 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO los mahometanos en España, pero en su defecto pediría au-diencia a los poderosos Duques de Medina Sidonia y Medina Celi. El tema de Granada, que en principio parece necesario, pues nos aparta de la acción principal, Lope lo considera jus-tificado, porque le parece necesario por estar relacionado con los hechos históricos que giran en torno al Gran Descubri-miento, y que por otra parte introduce .un elemento de con-traste y de colorido, donde el amor, las intrigas y la guerra se mezclan con la verdad social e histórica como solía hacer Lope en sus obras dramáticas sobre la Historia Nacional. Así esta nueva escena en el rey Mohamed (nombre tomado del tío de Boabdil el Zagal) mezcla amor y guerra con lo que Lope hace uno de sus alardes conceptistas o cultistas. Dalifa, su amada, le advierte con prudencia, la incompatibilidad de es-tos dos extremos: El cuidado de la guerra para amar te desocupa, si de cristianos te ocupa el rey Fernando la tierra. Pero Mahomet, como un galante cortesano de das come-dias de capa y espada)), le contesta por medio de un juego conceptista: Bien dices, que para amarte, Marte llaman su furor, y para amarte es mejor después que trato con Marte. Pero al mismo tiempo se da cuenta de su dramática situa-ción a causa de la división de su reino, enfrentado en lucha fraticida por el poder; por lo que confiesa: Tengo sólo el Albaicín, y con tan pocos amigos a ue ya sólo son testigos e mi acelerado fin. Mas la escena IV termina con una fugaz visión de los jar-dines de la Alhambra, tan romancescos como reales, hasta en EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 45 la misma actualidad, por lo que dice el rey haciendo gala de su cultura: Mientras callan atambores, bien podréis los dos cantar, que Alejandro así lo hacía para entrar en la batalla. Y Dalifa comenta en dos octosílabos llenos de plasticidad y de armoniosa belleza: La guerra y el viento calla y suena esta fuente fría. En 1- ncran- c.4~111;nntTn T \-P nana an h n r ~A n iin ri~ni inr- YII 1U bi>bbIICI a16UlbllLb bUyb YULIb bII VVbU Ue U A I aUYU-0 to alcaide de Granada, llamado Zelín, la situación extrema y dramática del reino granadino, echándole en cara al rey su desidia y su molicie ante el peligro eminente con que el rey Fernando amenaza a su reino; y que Lope, con un alarde poético combina con los h t o s de la granada el nombre de la ciudad: Deja el ámbar y las flores, juega el freno, embraza el ante mira que ya tu Granada abre las puertas y calles, y es señal que están maduras cuando las granadas se abren. Jurado Fernando tiene que no ha de llegar el martes sin ponerla por principio en sus manteles reales. El dramaturgo simplifica el largo asedio, la construcción de Santa Fe, los alardes heroicos de los principales caballeros árabes y cristianos, donde rivalizaron con sus hazañas Hernán Pérez del Pulgar, Gonzalo de Córdoba, Gacilaso de la Vega y sus oponentes Tarfe y Muza, que dieron lugar a bellos roman-ces heroicos, en una rendición honrosa, donde el Gran Capi-tán fue intermediario de la paz. Núm. 44 (1998) 63 MAHOMEHTo:y a ese Gran Capitán me ha de ir a llamar Zelín. ZEL~N: 2Ríndeste ya? MAHOMET: ¿Qué otro fin mis esperanzas tendrán? A continuación se cambia de escenario, y se deja un des-canso para presentarnos las gestiones históricas que Colón hizo acerca de los citados Duques. Es una escena corta donde se repiten una vez más las burlas a las teorías y pretenciones del futuro descubridor de las Indias. Para Menéndez Pelayo esta escena es menos histórica aún que la pasada con la del rey de Portugal, y, «por otra parte muy cómica en la que los dos duques, el de Medinasidonia y el de Medinaceli se mofan de las ofertas de Colón y le hacen pasar una especie de carre-ra de baquetas» 18. Lope reúne a los dos Duques en una sola entrevista, y comienza la acción ainmedia res» pues se supo-né que ya Colón ha expuesto las razones de su proyectada aventura, de la que los Duques se ríen y le contestan con fra-ses irónicas; así el de Sidonia le dice: Por cierto hermano, vos habéis venido a cosa que es locura tratar de ello. ¿Vos Nuevo Mundo? ¿Vos la gente opuesta? Y al enseñarle los mapas de la derrota al Occidente (segu-ramente el de Toscanelli), el de Celi exclama: ¡Qué gracioso papel de disR a rates! ¡Parece que aquí habéis ci ado el seso! Y tampoco quieren darle crédito porque era «extranjero y anrlaha pehrPmev~eeE fj&)>Ce me q ~ f i tLib pez de Gbmari, -A*--.,- que explica la burla de los Duques cuando al preguntarle Co-lón qué reparos ponen a su proyectado viaje, aquellos contes-tan con sorna: CELI: ¡Bien lo acredita el hombre! - - SIDONIA: Y bien ei traje. l8 Vid. ob. cit., t. V, p. 318. 64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS , EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 47 /' Pero también nos presenta, como fue discusión frecuente entre los cosmógrafos, sobre la cuestión de la habitabilidad o no de la zona tórrida o la existencia o no de las Antípodas. Así el de Celi le pregunta: ¿No sabéis vos, buen hombre, cuánto ha sido ventilado de antiguos y modernos si la tórrida zona ha roducido hombres que sufran E egos tan eternos? Y el de Sidonia le pregunta paralelamente: ¿Luego antípodas hay y hombres opuestos a nuestros pies, como yo estoy ahora? Aunque Lope de Vega acierta en ei orden cronoiógico de las peticiones (directas o indirectas) de Colón a los fam2sos Duques, siguiendo a Fernández de Oviedo y al Padre las Ca-sas, y no a Hernando Colón, altera la historia en dos aspec-tos: el reunir en una sola las entrevistas ante los próceres an-daluces (seguramente por exigencias de la representación) y el rechazo terminante de ambos, sin establecer diferencias entre el de Medinasidonia y el de Medinaceli. Sin duda Oviedo y Gómara, las principales fuentes de Lope, le indujeron a este error. He aquí la relación escueta del primero: «Fray Juan Pérez de Marchena (sic) fraile francisco de la Rábida, cosmó-grafo y humanista, a quien en prioridad descubrió su corazón, el cual fraile le esforzó mucho en su demanda y empresa, y le aconsejó que tratase su negocio con el Duque de Medina Sidonia, don Enrique de Guzmán, gran señor y rico, e luego con don Luis de la Cerda, duque de Medinaceli, que tenía muy buen aparejo en su puerto de Santa María para darle los na-víos y gente necesaria». Y añade «entrambos duques tuvieron aquel negocio y navegación por sueño y cosa de italiano bur-lador, que así habían hecho los reyes de Inglaterra y Portu-gal. .. D. Mas nuestro historiador Antonio Ballesteros afirma, basándose en textos fidedignos que civíedinaceii es de ios pri-meros convencidos de la viabilidad del proyecto ... y al mismo tiempo puede situarse a la cabeza de sus influyentes protecto- Núm. 44 (1998) 6 5 res en la corte». Efectivamente, el prolijo Padre Las Casas dice refiriéndose a este Duque, que ((luego que supo que estaba en su tierra aquel de quien la fama requería ofrecíase a los reyes que descubriría otros reinos y que serían señores de tantas riquezas y cosas de inestimable valor e importancia, mandóle llamar». Aduce también Ballesteros las cartas del de Medi-naceli al Cardenal Mendoza y a la Reina Isabel, en las que explica su interés en la empresa de Colón y las riquezas por las cuales no se determinó patrocinarla por su cuenta, puesto que como él escribe «e yo lo quisiera probar y enviar desde el Puerto que tenía bien aparejo con tres o cuatro carabelas, que no me demandaba más; pero como vi que era esta empresa para la reina nuestra Señora, escribilo a su Alteza desde Rota, y respondióme que gelo enviasen 19. Lope, como continuación y paralelo de la escena ciiírrti, donde se presentaba la situación del reino de Granada, intro-duce la escena novena en la que el rey Fernando, aparece por primera vez para recibir al Gran Capitán, Fernández de Cór-doba que solicita ir secretamente a entrevistarse con el rey Boabdil el Chico para tratar con él la rendición de la ciudad, por intermedio del alcaide Zelín como se ha anunciado en las escenas anteriores. También en esta audiencia muestra Lope su maestría dramática al dividir las opiniones de los reyes: Fernando decidido a conceder el permiso de la peligrosa em-bajada, e Isabel, tierna y preocupada por su preciosa persona. La escena X aparece también enlazada con otra anterior, que es el momento, en que fracasada la gestión con el rey de Portugal, Bartolomé Colón parte para intentarla con el rey de Inglaterra, que como él dice «es cosmógrafo experto 1 y creo que ha de aceptar / esta empresa en su provecho». Mas ahora e1 mismo Ralrtdumé comiinica u SU hermanv e! rcsühadu ad-verso de su embajada. Comienza la escena citada con una in-terrogación de Colón, a la que su hermano contesta: Esto dijo el rey Enrico más feroz que el portugués. l9 Vid Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, tomos 1 y 11, Salvat Editores, Barcelona y Buenos Aires, 1945. 66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 49 Es curioso como en esta escena Lope sigue todos los deta-lles que Oviedo consigna en su relación de las Indias: ((Como, dice, envió a su hermano Bartolomé, que también sabía el secreto, a negociar al rey de Inglaterra Enrique VII, que muy rico y sin guerras estaba, le diese navíos y favores para descu-brir las Indias, prometiendo traerle dellas muy gran tesoro en poco tiempo)). El motivo del rechazo, según la obra dramáti-ca, es, otra vez, como muestra Bartolomé con las siguientes palabras: Tan imposible, decía, que era haber más mundo y gente de la que se conocía, ni habitar la zona ardiente, como calentar la fría. Mas en esta escena Colón cuenta con un piloto de Palos, que Lope simplifica con el personaje Pinzón, que es una re-ducción de los tres hermanos Pinzones, y que ahora corres-ponde a Martín Alonso Pinzón, pues nuestro cronista dice que ((Colón se embarcó en Lisboa y vino a Palos de Moguer don-de habló con Martín Alonso Pinzón, piloto muy diestro, y que se le ofreció y que había oído decir como navegando tras el sol por la vía templada se hallarían grandes y ricas tierras ... D. Así lo traduce Lope poniendo estos hechos en boca del futuro Almirante: ¡Cosa extraña, que en mil gentes que he dicho este mundo ignoto sólo tu, amigo piloto, le conoces y consientes. Coion sigue habiandoie a Pinzón de como ha sido recha-zado en las cortes de Portugal y de Inglaterra, pero el piloto le recuerda su anterior consejo: Núm. 44 (1998) Aconsejéte que fueses al rey Fernando; y que dieses esta aventura a Castilla, por ue a su corona y silla tan 1 eroico aumento hicieses. 50 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO Entonces el genovés desencantado le replica que Ya lo intenté, pero a todos doy ocasión de burlar, arguyendo de mil modos que no se puede habitar. Efectivamente, según Oviedo, que intercala antes, la entre-vista de Colón con los duques de Sidonia y Medinaceli, como al parecer fue así en realidad, hace ahora referencia a tal en-trevista con los Reyes Católicos y su primer fracaso con los monarcas. «Animó10 a ir a la corte de los Reyes, escribe Oviedo, que holgaban de semejantes avisos ... Estuvo, pues, Colón en la corte de Castilla en 1486. Dio petición a su deseo y negocio a los Reyes Católicos, don Fernando y Doña Isabel, los cuales curaron poco de ella, como tenían los pensamien-tos en echar los moros del reino de Granada...». Mas ahora hay que citar también a los primeros que creyeron, en la cor-te española, en las proposiciones de Colón, que fueron como dice Lope por boca de Colón, cuando su hermano Bartolomé le pregunta: ¿A quién la empresa daremos que a todos parece impropia? A lo que contesta el futuro Almirante: Sólo el contador mayor Alonso de Quintanilla ha tomado esto mejor; ue es hombre en toda Castilla le grande in enio y valor. Este es aqueK que compuso 1," l,.,," A, 1, l-.,,,,A,A iaa L L ~ LU~L ia I L L I I L ~ ~ L I U ~ U , y el que a escucharme se puso con menos riguridad, y a creerme se dispuso. Efectivamente, es rigurosamente histórica la figura de nA ii,,v,, iiav A, n,.:,+,,;ii, +,A, , ,,,,,, A, T,LI r,+xi;,, * UL ~ u i i ~ r ~ i i r i r~uv,i i ~ u u vi iiiu yvr UL LJUULL ~ u r v i i ~ uCi,- tado por el Duque de Medinaceli en una carta, por haberle recomendado atendiera en su pobreza a Cristóbal Colón. Esta 68 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 5 1 protección también la recoge Fernández de Oviedo cuando en su relación dice que ((Solamente Alonso de Quintanilla, con-tador mayor, le daba de comer en su espensa, y le oía de bue-na gana las cosas que prometía de tierras nunca vistas, que le era un entretenimiento para no perder esperanza de negociar bien algún día con los Reyes Católicos)). Afirma también Oviedo, como hemos visto en los versos de Lope, «en este ca-ballero halló más parte e acogimiento Colón que en hombre de toda España e por respecto e intercesión fue conocido del reverendísimo e ilustre Cardenal de España, arzobispo de Toledo; don Pedro González de Mendoza)) (este noble era hijo del famoso marqués de Santillana, se distinguió en la batalla de Toro en favor de doña Isabel, y era consultado por los re-yes en los asuntos de gobierno). Oviedo da testimonio de como «e! mal cardenal comenzó a dar a~dienciaa C&n, e CGEGC~S del que era sabio y bien hablado, y que daba buena razón de lo que decía. Y túvole por hombre de ingenio y de grande habilidad; e concebido esto, tomóle en buena consideración e quísole favorescern. Todo lo recoge Lope en sus versos, pro-nunciados por el propio Colón, que reconoce la decisiva inter-vención de Quintanilla y de Mendoza: Un ingenio singular de ver grandezas tratar no se espanta, antes se goza: al cardenal de Mendoza me mandó comunicar. Habléle, y estuvo bien en mis negocios, gustando de que crédito me den; Habló luego el re Fernando a quien he habla ~o7 también. Con esto sigue a Oviedo quien dice que «como era tanta parte para ello, por medio del Cardenal y de Alonso de Quintanilla fue oído del Rey y de la Reina; e luego se empezó a dar crédito de sus memoriales y peticiones)). A propósito de esta primera entrevista hay, según el profesor Baiiesteros un detalle inapreciable del Cura de los Palacios, el cual refiere: «Así que Cristóbal Colón se vino a la corte del Rey don Fer- Núm. 44 (1998) 69 5 2 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO nando y de la Reina doña Isabel y les hizo relación de su ima-ginación, a la cual tampoco daba mucho crédito, y él les platicó y les dijo ser cierto lo que les decía, y les enseñó el mapa mundi de manera que les puso en deseo de saber de aquellas tierras» 20. El propio Colón, explica en la obra de Lope, los motivos del rechazo momentáneo a pesar del interés demostrado, y marca también su difícil situación personal, todo ello refren-dado por los cronistas. Pero, al fin, ha respondido que anda en la guerra ocupado que Granada tenido, y que, cual veis, me ha dejado más pobre y entretenido. - = Es curioso constatar que al final de esta escena, Colón que- m O E daba a la espera de la conquista de Granada, según le reco- E 2 mienda Martín Alonso Pinzón: E 3 Deja que se rinda el moro, y al Rey Católico espera. - 0m Haz a España aqueste bien. E o Se retira, cansado, a meditar, según se desprende de los n E versos que pone en boca de su hermano Bartolomé: a n No te alejes, como sueles, n dos leguas imaginando. 3 O Así también lo describe el cronista López de Gómara, des-pués de sus fracasados y dilatados plazos a sus propuestas: ::H&!j mn !=S cpe deciar; privar y vder coi; !as reyes eil !os negocios; mas como era extranjero y andaba pobremente ves-tido, y sin otro mayor crédito que el de un fraile menor (que llamaban Juan Pérez de Marchena), ni le creían ni aun le es-cuchaban; de lo cual sentía el gran tormento de la imagina-ción)). Creemos ver en estas últimas citas: donde hemos subra- Z0 Véase A. BALLESTEROíSd,e m. 70 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 53 yado la palabra imaginación, primero para indicar la exposi-ción de Colón a los reyes, según Andrés Bernáldez, segundo, para señalar las cavilaciones del marino genovés, y por últi-mo, para indicar el estado espiritual de Colón después de ser rechazado por tantas cortes y magnates. Sin duda, Lope que conocía algunos de los textos de los cronistas y los historia-dores, aprovechó el concepto y la imaginación para fundamen-tar la escena alegórica que sigue a la situación dramática an-terior. Nos encontramos ahora tres momentos escénicos que for-man una especie de acto alegórico o ((misterio medieval», como lo denomina Menéndez Pelayo, que junto a la primera parte (que aparece en el tercer acto) después de la conquista sirven no sólo para hacer más atractivo al público del siglo XVII la representación historicista, sino también para plantearse y plantearnos, lo que hoy diríamos de «el estado de la cuestión)) de la licitud o no licitud de la conquista indiana. La primera escena sirve de introducción donde aparece la propia Imagi-nación (convertida en personaje) de Colón, que en un momen-to de desaliento le dice: Quiero volverme a mi tierra; que no hallo en nadie favor. Mas Colón se ve arrastrado por ella, y en la siguiente es-cena, donde se supone cambia el espectáculo, aparece «un trono en que está sentada la Providencia, y a los lados la Re-ligión y la Idolatría», como si se tratara de un juicio. Efecti-vamente el acusado es Colón, por denuncia de la Idolatría que le acusa de querer poseer sus dominios: Por medio e un hombre pobre, ¿quieres que tu fe la cobre estando en la posesión? El demonio en ella vive; la posesión le entregué. Mas la Providencia juzga, como era de esperar, que el des-cubridor tiene derecho también a la conquista, Núm. 44 (1998) 71 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO Pues de lo que está cobrado por la falsa Idolatría no hay hablar, Religión mía; vaya mal lo mal ganado. Esta conquista se intente, que para Cristo ha de ser. Pero la Idolatría recurre a la ambición, empuja los conquis-tadores de nuevos mundos, empezando por el propio Colón, que «Van a buscar plata y oro / del encubierto tesoron, como hemos visto en la comedia Conquista de Tenerife que sin em-bargo, la Providencia justifica con argumentos que han de emplear los defensores de la conquista de los nuevos países, como vemos en los siguientes versos: Dios ji-~zga de la intención: si El, por el oro que encierra, gana las almas que ves, en el cielo hay interés, no es mucho le haya en la tierra. Todavía en la tercera escena de este pequeño auto alegóri-co, aparece la figura del Demonio, poseedor, como se ha visto antes, de las Indias Occidentales, e insiste en el mismo tema de la codicia de las riquezas: No les lleva cristiandad sino el oro y la codicia. que como ha visto muy bien Valentín de Pedro, «el demonio apareció en el primer acto entre las figuras que puebla la ima-ginación de Colón para echar su cuarto a espadas denigrando la intención de los conquistadores»21y como también el mis-mo crítico observa, aparecerá en el tercer acto el mismo per-sonaje alegórico «para quitarle la voluntad de hacerse amigo de ellos al cacique de los indios descubiertos». Mas la Provi-dencia sin admitir más réplicas sentencia brevemente: «La conquista se ha de hacer*; entonces, para cerrar el «auto», 21 Véase América en las letras españolas del Siglo de Oro, Ed. Sudame-ricana, Buenos Aires, 1954, p. 91. 7 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS después de la huida del Demonio vencido, la Providencia or-dena a la Imaginación (es decir, al propio Colón) que le acom-pañe a establecer las Capitulaciones con los reyes: Ve, Ima f inación, con él donde e rey Fernando está. Así pasamos ya a las últimas escenas de este primer acto de la obra de Lope, donde todos los hechos son rigurosamen-te ciertos, y que constituyen los preliminares del Descubri-miento y Conquista de América por España. En primer lugar, escenifica la rendición de Granada, ya anunciada en anterio-res escenas. Después de once años de lucha, ya en 1491, los reyes ponen cerco a Granada, cuando Colón esperaba pacien-temente hasta su rendición el 2 de enero de 1492, qüe haez exclamar al rey al ver ondear su pendón en las torres de la Alhambra: ¡Si ha sido el trabajo mucho, mucho ha sido el galardón! En este momento Colón está en santa Fe. El mismo nos narra en su Diario, su sorpresa y alegna por «haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, donde este presente año, a dos días del mes de enero, vide poner las ban-deras reales de vuestras altezas en las torres de Alfambra, que es la fortaleza de dicha ciudad, y vide salir al rey moro a las puestas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Al-tezas y luego, en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de Indias». Y añade: «El mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí con armadas suficientes me fuese a las dichas tierras de Indias». Con ello también se cierra la larga historia de la Recon-quista, que Lope pone en boca de Mahomed, el rey vencido, dirigiéndose a don Fernando, y haciendo aiusion a ia entrada de los árabes a consecuencia de la venganza del conde Don Julián: iOh cuánto te quiere Alá! ¡Cuánto de tu parte está! Pues el trágico castigo de España por don Rodrigo en ti se restaura ya. Termina esta escena con la legendaria y posiblemente his-tórica elegía del Llanto del rey Chico al despedirse de su bella ciudad, que Lope sabe darle una emocionada expresión poé-tica: Adiós, famosa e ínclita Granada, laurel de España, que su frente cierra; blanca y hermosa la nevada cierra bermeja ya de sangre derramada. Adiós el mi Albaicín y Alhambra amada, adiós Generalife, adiós mi tierra, que ya de vos la envidia me destierra, que se ha juntado a la cristiana espada. Con ella queda abierta la negociación de Colón con los Reyes Católicos, y como introducción a la escena final del acto 1, que Menéndez Pelayo considera el más logrado de la comedia de Lope, vemos al futuro Almirante en la antesala de Santa Fe, introd,ucido otra vez por Alonso de Quintanilla, que en esta crucial situación le anima con sus palabras: No te espante que cause maravilla, Colón amigo, la que a España has dado comprometer al suyo un mundo nuevo, siendo tu el inventor de aquestas Indias, que aquí no le sabemos otro nombre. P2r2 disipa 12s d u d ~ dse ! cmtadm real sobre !a enisieficia de esas tierras, Colón aduce el testimonio literario de los anti-guos, que seguramente el personaje real no conocía, pero que el culto Lope se lo atribuye: ¿Cómo imposible, si te muestro autores que digan esta tierra ha sido hallada en los tiempos que el grande Augusto César, como se ve en los versos de Virgilio ... ? 74 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Y ante la objeción que le puso el propio descubridor, en realidad éste replica con toda la vehemencia y gala poética, con toda una exaltada descripción del Nuevo Mundo y su fe anunciada siempre por la ya portentosa Imaginación: Creed que son las Indias que yo busco; creed que hay gentes, plata, perlas y oro, animales diversos, varias aves, árboles nunca vistos y otras cosas; yo sé que el cielo anima mi propósito y mi imaginación levanta al cielo. En la última escena de este acto los reyes reciben a Colón de nuevo y definitivamente para oír sus alegatos, promesas y neticiones. En primer lugar les habla de la grandeza del «mun- r do nuevo)) que va a ofrecerles, ahora que ha terminado la con-quista cfelicísima de Granadan: Ahora es tiempo de ganar un mundo que no penséis que es menos lo que ofrezco. Y ya también explica las razones científicas e histórico-cosmográficas que le. llevan a afirmar la existencia de ese mundo nuevo, o la ruta a esas desconocidas Indias: A los antiguos se perdió de vista; en sus tablas le ignora Tolomeo, que si no vio las Fortunadas Islas ni a Tulé conoció ¿qué os maravilla que niegue de horizonte las Antípodas, tierra en su longitud de ochenta grados? Resume aquí Lope, en seis endecasílabos,. una de las polé-micas que durante muchos años sostuvieron los cosmógrafos, y que está en todo el proceso de la génesis del descubrimien-to americano. ~ e j a n d oa un lado dónde estaría esta última Tulé, que mencionaba Séneca en su Medea, y a la que al pa-recer Coión arribó en sus primeros viajes de comerciante al norte de Inglaterra. Veamos como Lope, aunque dice que Tolomeo no conoció a Tulé, lo que ocurre es que conoció o imaginó otra Tulé, como se desprende de la memoria que Núm. 44 (1998) 75 Colón ((preparaba para demostrar que las cinco zonas de la tierra son habitables)), pues una de las objeciones alegadas contra él era que ((cualquiera que saliese del hemisferio de Tolomeo caería en el vacío)). Caldeo -según Ballesteros-imagina un diálogo mental de Colón con sus contradictores, revolviéndose contra la autoridad de Tolomeo y su hemisferio occidental. El Tolomeo, el famoso geógrafo alejandrino, pensana el Al-mirante, afirma que la última tierra conocida era Tulé, situada a 65" de latitud, y yo he visitado otra Tulé cuya parte meridio-nal está situada en el 73". Tolomeo coloca su Tulé dentro del hemisferio occidental y mi Tulé se halla mucho más a occiden-te que aquélla» 22. Curiosa es también la alusión a las «For-tunadas Islas)), con lo que vemos presente a Canarias en la mente de Lope, durante los preiiminares dei viaje hacia el mis-terioso occidente, que descubriría muy pronto. Finalmente, vuelve a referirse al tema tan traído y llevado de las famosas Antípodas, que hemos visto presente en todos los reyes y mag-nates, como argumento en contra, del proyectado viaje de Co-lón. López de Gómara trata el tema de las Antípodas contras-tando las distintas opiniones desde los antiguos filósofos hasta las opiniones de los cosmógrafos de su tiempo. Así dice el cro-nista: ((Strabon, y otros autores antes y depués, niegan a pie juntillas los antípodes, diciendo ser imposible que halla hom-bres en el hemisferio inferior...», y añade más abajo porque «era imposible ir ni venir, por estar entre medio muy grande y no navegable mar, y la tórrida zona, que atajaban el paso)). Pero también otros como Thales de Mileto afirmó la redondez de la tierra «aunque parezca llana)). Afirma Gómara por el tes-timonio de Plutarco y de Macrobio que tiene que haber Antí-podas, aunque los ejemplos que ponen están basados en el cálculo erróneo, también de Colón, del tamaño de la Tierra 23. Termina el discurso de Colón, aunque dirigido a don Fer-nando, para mover su piedad cristiana, halaga de paso, con una hiperbólica frase, la vanidad de la reina: 22 Vid. Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Ed. Salvat, Bar-celona, t. 1, p. 297. 23 Vid. Historia General de las Indias, ob. cit., pp. 159-b, 160-a y b. 7 6 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS Yo iré si tú, señor, me das ayuda a conquistar los indios, los idólatras; que es justo que a la fe cristiana nuestra reduzca un rey que se llamó Católico, con la prudente y más dichosa Reina que han visto las edades de oro antiguas. Volvemos, pues, a encontrarnos, como al comienzo de este ensayo, con el tema de los derechos de ocupación y de con-quista de las nuevas tierras, en cuya polémica no entraremos, y que estaba latente en la época de Lope de Vega, iniciada por el Padre de Las Casas y continuada por el padre Vitoria y Sepúlveda como hemos visto en otro lugar 24. Ya entrado en la negociación económica, don Fernando le pregunta a Colón: ...¿qu é has de menester para esta empresa? Y el marino genovés le contesta rotundamente: Señor, dineros; que el dinero en todo es el maestro, el norte, la derrota, el camino, el ingenio, industria y fuerza, Todos los detalles de esta última escena son rigurosamente históricos, y hasta las palabras de los personajes se nos anto-jan presumiblemente verídicas. Así la contestación del Rey Católico a la demanda de dineros: La Guerra de Granada me ha costado lo que ya por ventura habrás sabido. A este impedimento habría que añadir lo que dicen Her-nando Colón y el Padre Las Casas. El primero escrrbe en sus memorias: «Hacía más difícil la aceptación deste negocio lo mucho que Cristóbal Colón, en remuneración a sus trabajos y servicios e industria pedía»: Al mismo tiempo prometía y pe-día además de lo que consta en las célebres Capitulaciones de Santa Fe, io siguiente: l4 Vid. Las Canarias en la obra de Lope de Vega, Cap. «La polémica de la Conquista de Canarias», AEA, Las Palmas-Madrid, 1964, pp. 139 y ss. Núm. 44 (1998) 77 Saldrá España de pobre, y habrá tiempo que no se tenga en tanto el oro y plata, y que las piedras hasta aquí preciosas se vengan a vender a humilde precio. Yo he de menester armar tres carabelas con hasta ciento y veinte compañeros, que puedan pelear si se ofreciere, o quedar en la tierra que probare. Dieciséis mil ducados es lo menos que serán a mi intento necesarios. Véase cómo en estos versos el descubridor promete que el coste de la empresa no será nada comparado con los benefi-cios inmensos que reportarán las nuevas tierras. A continua- s N ción pide todo lo necesario empezando por las tres naves 25, 1 el número exacto de los que han de tripularlas, que coincide O a con el número señalado pnr P e d r ~M ártir de Ar;g!eria y - % ó" Fernández de Oviedo, aunque las Casas y Herrera dicen que S I sólo fueron noventa los que se embarcaron. Obséwese la do- 2 1 ble condición que debían tener estos tripulantes como guerre- % 5 ros conquistadores o como pacíficos emigrantes, como fueron Y en realidad los que realizaron la conquista y colonización e-m americana. Finalmente, indica la cantidad exacta en ducados, 1 que es la cantidad que consigna López de Gómara prestada O g por el escribano real Santángel como veremos enseguida. Este a E punto es el que preocupa a don Fernando: es precisamente - a ahora, cuando, con todos los visos de ser un hecho histórico, 2 a intervienen los dos favorecedores y protectores de Colón más a 0 cercanos a los Reyes: el contador y el escribano de ración: B O ¿Habrá decid, Alonso, quién nos preste este dinero a mí y a Colón? Y le contesta el contador real: Señor, que lo dará Luis de Santángel, que fue vuestro escribano de raciones. 25 ES curioso constatar que en la obra de L ~ p ede ! Eesr~hrimientud c América no se menciona la nave almirante sino a la Pinta y a la Niña cu-yos propietarios eran los hermanos Pinzones, mientras que la Santa María era de Juan de la Cosa. 78 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S Así, Lope deja entrever la decisiva intervención del judío converso Santángel, hombre entendido en negocios financie-ros, muy amigo de Colón, acerca de la Reina como lo consig-nan Hernando Colón y el Padre Las Casas. Veamos el relato del primero: ((Siendo entrado el mes de enero de 1492 el mis-mo día que el Almirante salió de Santa Fe, disgustado su par-tida, entre otros, a Luis de Santángel ... anheloso éste de algún remedio, se presentó a la Reina, y con palabras que el deseo le suministraba para persuadirla, y al mismo tiempo repren-derla, le dijo «que él se maravillaba de ver que siendo siem-pre su Alteza de ánimo presto para todo negocio grave e im-portante, le faltase ahora para emprender otro en el cual poco se aventuraba, y del que tanto servicio a Dios y a exaltación de su iglesia podría resultar, no sin grandísimo acrecentamien-to y gioria de sus reinos ... » Emplea pues los mismos argumen-tos prácticos y de poder que hemos visto emplear a Lope por boca de Colón ante los Reyes. Mas nuestro dramaturgo, aun-que no hace intervenir al racionero del Rey, si recoge el dato tomándolo seguramente del relato de López de Gómara quien dice: «Las capitulaciones deste concierto se hicieron en Santa Fe, y el privilegio de la merced en Granada y en 30 de abril del año en que se ganó aquella ciudad. Y porque los Reyes no tenían dinero para despachar a Colón les prestó Luis de Sant Ángel, su escribano de ración, seis cientos de maravedís, que son en cuenta más gruesa diez y seis mil ducados)) 26. Conseguido esto y el permiso del Rey, la gran aventura ya se puede poner en marcha para que se cumplan los dos fines de la empresa; ahora puestos en boca del Rey Católico: Porque a la fe se vuelvan los idólatras y se ensanche de España el señorío. Lo que en el umbral del Descubrimiento y conquista de América está de acuerdo con lo que ya hemos apuntado en nuestro citado estudio sobre Lope, cuando San Diego de Alcalá, va a evangelizar Canarias y Lope le hace exclamar: «Que aquesta cruz es mi espada», aquí es el propio Colón el 26 Vide ob. cit., p. 166, b. Núm. 44 (1998) que planta su cruz en la recién descubierta isla de Guanahaní, tomándola de manos de Fray Buyl: Padre, dadme aquesta cruz, que aquí la uiero poner que el farol 1 a de ser que de al mundo nueva luz. (Nuevo Mundo, ac. 11, p. 361, b). Esto se completa con aquellos otros versos insertos en Los guanches de Tenerife, cuando Fernández de Lugo anima a sus tropas a la conquista: Vosotros que en las conquistas de naciones nunca vistas habéis hecho hazañas tales; que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (Los guanches, 1, p. 303, a). A lo que habría que añadir las obras de dramaturgos y poetas desde Lope de Vega a Paul Claudel 27. Puede decirse que la lucha por la conquista del gran impe-rio de los aztecas realizada por Hernán Cortés y sus pocos soldados con la ayuda de las tribus vecinas y enemigas de Moctezuma es una de las grandes hazañas llevadas a cabo por los españoles después del Descubrimiento de Colón realizada entre 1519 y 1521. Es curioso que Lope intentara llevar el tema a su teatro hecho enclavado en el Septentrión después del descubrimiento de la América Central y finalmente, como veremos, en la América Meridional con el Auaúco domado, abarcando así los puntos claves del gran continente encontra-do o descubierto para la cultura europea. 27 Autor de El libro de Cristóbal Colón, Ed. Losada, S. A., Buenos Aires, 1954. 80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Se quejaba Lope de que en Italia, Francia o en las Indias podrían haber obras que llevaran su nombre que no eran de él. ¿Sería esta desconocida comedia, LQ conquista de Cortés, una de las apócrifas, y por eso no se publicó o se perdió? En el libro de Valentín de Pedro, América en las letras españolas del siglo de oro (1954), dice que si esta ((comedia se ha perdi-do » es de ((presumir la poca importancia que tenía, pues su autor no se preocupó de salvarla», pero en ese caso pueden estar muchas, pues sabido es que escribió más de mil, y no se conocen sino unas 350. Pero a falta de la obra, por lo menos podemos saber, según dice el comentarista, «el concepto que a Lope le merecía el gran conquistador de México», por unos poéticos autorretratos de personas ilustres, que aparecen en la Arcadia, su novela pastoril (1598), donde dice en una octa-villa: Cortés soy, el que venciera por tierra y por mar profundo con esta espada otro mundo, no otro mundo entonces viera. Di a España triunfos y paImas en felicísimas guerras al rey infinitas tierras y a Dios infinitas almas. Como se ve en los dos últimos versos, el poeta vuelve a señalar el fin perseguido por los conquistadores, que se refle-ja en todos los dramas escritos por Lope de tema americano, y que puede tenerse como el leit motif de la comedia perdida en este caso. En sus Estudios sobre el teatro de L q e de Vega don Marce-lino Menéndez y Pelayo hace una puntual relación de las cir-cunstancias históricas que dieron lugar a que nuestro gran dramaturgo del Siglo de Oro compusiera la comedia El Brasd restituido (1625), cuando hacía sólo algunos meses que las es-cuadras conjuntas de España y Portugal habían expulsado a Núm. 44 (1998) 8 1 los holandeses de Bahía a principios de mayo de 1625. Con este hecho se cumplía una de las últimas gestas en el apogeo de la expansih que había alcanzado el imperio hispano con la unión de España y Portugal, que comenzó en 1580 bajo el dominio de Felipe 11 y que terminaba, en los inicios de la de-cadencia, en 1643, en la época de Felipe IV. Por diversas circunstancias políticas y por competencias mercantilistas con españoles y portugueses con los anglo-sa. jones y holandeses en América del Norte, estos últimos de-cidieron establecerse en el Sur, asentando un enclave colonial Kcpro~liicciGn dc LIII ci i i~l i -od c Castillo, dcl Rlii\co dcl Fraclo, wbi -c el dciembarco del general don Fadrique dc Toledo en la Bahía de Todos los Santos, en donde derrotó a los holandeses por orden de Felipe 11. 8 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS en la larga y desguarnecida costa del Brasil, para lo cual pre-pararon una escuadra formidable formada por 26 navíos con más de 1.300 marinos y 1.700 hombres de armas al mando de Jacobo Willekens de Amsterdan, ayudados por fuerzas ingle-sas y francesas. Con el apoyo, desde tierra, por judíos conver-sos y por hugonotes que habían huido de Europa por temor a la Inquisición. La escuadra holandesa destruyó gran parte de las naves portuguesas de la Bahía do Santos y el ejército ata-có Salvador, en aquel momento residencia del Gobernador que se rindió a principios de mayo de 1624. España y Portugal decidieron, por mandato y expreso de-seo del Rey, formar dos escuadras con el fin de desalojar a los holandeses y a sus aliados del Brasil. En breve plazo de un mes estuvieron preparadas: la de Portugal estaba formada por 22 naves, al mando de D. Manuel de Meneses y la de España estaba formada por 30 navíos, siendo la dotación entre mari-nos y soldados de ambas naciones de 11.500, reunidos bajo el mando único del noble castellano D. Fadrique de Toledo y Osorio. Como siempre, Lope, cuando se trataba de estos temas his-tóricos, procuraba ser lo más realista y verdadero, pero tam-bién como hace en el Nuevo Mundo descubierto por Colón y en Araúco domado, utiliza la alegoría propia de los autos reli-giosos medievales, donde se personifican seres míticos, entes abstractos, que dan al espectador una ultrarrealidad. Así ocu-rre en El Brasil restituido (que había permanecido inédito has-ta la época moderna) en cuya jornada 11 aparecen personifi-cados la Religión católica, la Herejía, Apolo y el mismo Brasil, que hace el papel de apuntador (hoy si fuera en el cine, la voz en of), nos presenta al almirante de la expedición y hace, de paso, un panegírico a la nación de España y de su rey, que comienza así: Sabiendo su Majestad del Rey Felipe de España el notable atrevimiento de los rebeldes de Holanda nombró para General de mar y tierra, las armas de un generoso mancebo Núm. 44 (1998) SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO que lo es de esta misma armada; ......................................................... de ilustrísima prosapia de los Toledos y Osorios a quien don Fadnque llaman Nos da detalles de los compañeros de armas de las distin-tas naciones y del número de soldados: Son cinco mil y quinientos infantes los que el armada conduce gente escogida de la mejor Alemania, de Flandes de Milán, Española, a r fin que basta; dos mil y quinientos hombres de mar, que todos alcanzan el número de ocho mil La partida de la escuadra española le da pie a Lope para desplegar una cadena de versos formados por otras tantas be-llas imágenes y metáforas de intenso lirismo: Parte, al fin, la armada ilustre por las saladas montañas, abre camino a las ondas que cierra espumas blancas ..................................................... Lienzo tiende, escotas larga; ella selva, ellos jardín, pisando campos de plata, ciudad portátil del viento Precisa Lope el itinerario, que partiendo «de la bahía de Cádiz» ... ((treinta naves de alto bordo)), van a pasar por las Canarias, como lo habían hecho Colón y Camoes: Dieron vista a Tenerife y a Cabo verde, y la armada de Portugal descubrieron que la de Castilla aguarda .................................................. Por General de ella viene un caballero que llaman don Manuel de los Meneses ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Es interesante ver como el Fénix de los ingenios muestra su entusiasmo patriótico, en pie de igualdad, indicando, al propio tiempo, la diferencia de las dos naciones, que solas serían siendo únicas, pero que unidas podrían llevar a cabo la más sublime de las gestas que Occidente tenía aplazada desde que el imperio otomano ocupara Jerusalén: Aquí las alegres salvas destas dos fuertes naciones, que por nueva unión, hermanas, la emulación de sus glorias hace parecer contrarias ........................................................ porque fuera Lusitania única, a no haber Castilla, por las letras y por las armas, y si Portugal no hubiera Castilla por Fénix rara se celebrara en el mundo Según nos relata puntualmente don Marcelino en su estu-dio sobre esta obra: «Cuando el 29 de marzo (1625) apareció tan lucida expedición en la boca del puerto de Bahía, había comenzado la indisciplina y el desorden entre los holandeses ... Los colonos de Bahía, refugiados en el campo, se habían re-hecho, y hostigaban a la ciudad por todas partes ... Pero la pla-za estaba en condiciones de defensa muy superiores a la del año anterior. .. Se esperaba la inminente llegada de dos pode-rosas escuadras armadas en Amsterdan por la Compañía para defender y asegurar la conquista. Su tardanza, ocasionada por los temporales, permitió a don Fadrique efectuar el desembar-co ... Los e~iemlgos dzsampararoz sin grm resistencia !os fuer-tes, pero en la ciudad hicieron porfiada y valerosa resistencia, sosteniendo un mes entero la brecha abierta ... El 28 de abril se dio la señal de asalto, y cuando comenzaban los españoles a escalar uno de los baluartes, el jefe holandés Han Kyff ... pi-di6 rapit~!aciSn, consintiendo D. Fadrique en recibir a sus comisionados. Pretendían salir de la plaza con los honores de la guerra, pero nuestro general dictó, como vencedor, las con-diciones, que fueron generosas ciertamente)). He aquí cómo Núm. 44 (1 998) 85 representa Lope al final de la tercera y última jornada, la ren-dición de Bahía. Un supuesto emisario llamado Leonardo dirá: De parte del coronel Monsieur Armelingues vengo, !Oh General españoli !Oh generoso Toledoi de esta plaza que tenía, deste mar y deste puerto, por las islas a ofrecerte salud, paz y rendimiento, con aquestas condiciones, que ha firmado su Consejo en este papel. FADRIQUE (Le rasga.) ¿Por qué rasgas? FADRIQUE No pienso admitir yo condiciones de az ni de otros conciertos en E acienda de mi Rey por ue tanto atrevimiento me % a enviado a castigar, que no para usar con ellos la piedad que no merecen. Mas porque conozco el pecho de aquel divino Monarca, que cuando es juez severo sabrá ser padre piadoso reconociendo su imperio A continuación el devoto Lope nos presenta a D. Fadrique exigiendo al emisario de los holandeses que se arrodille ante un retrato de Felipe 11 como si de un santo se tratara (lo cual entra dentro de los posible, pensando que, hasta hace poco tiempo se atribuía a 1- reyes uc caracter divino). Entvrices es el mismo don Fadrique, como representante del rey, el que impone las condiciones de la rendición, que se resumen en estas cláusulas versales que son las siguientes: 86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Pues el perdón les concedo, dejando cuanto han hurtado y solamente saliendo con los vestidos que tienen, tres meses de bastimento y embarcación a sus tierras, sin que lleven sólo un verso, pólvora ni munición. Efectivamente «Los vencidos entregaron la ciudad con toda la artillería, banderas, dinero, navíos, mercancías, prisioneros y esclavos y juraron no hacer armas contra España hasta res-tituirse a Holanda. D. Fadrique les consintió sacar las ropas de su uso, víveres para tres meses y medio, y las armas nece-sarias para su defensa después de salir del puerto». El hecho de la invasiíin de Rahh por 10- holandeses y su posterior re-conquista tuvo una amplia repercusión en el mundo conoci-do: se escribieron en castellano y en portugués más de 11 his-torias y relatos de estos hechos, y además de la de Lope, Menéndez Pelayo dice que en Comedias varias (1670) hay una de Juan Antonio Carrera, titulada Pérdida y restauración de La bahía de Todos los Santos y quizá en el teatro portugués ... » Según valentín de Pedro en su obra América en las letras espa-ñolas, esta obra de Lope de Vega, «tuvo la fortuna de servir de modelo a Fray Juan Bautista Maíno para el famoso cuadro la Recuperación de Bahía ... pintado para el Salón grande del Buen retiro, inaugurado en 1635 ». Mas faltaba también otro asunto que liquidar: el asunto de los judíos que tomaron el bando y apoyaron a los invasores, que no podían perdonarse por haber sido traidores a la na-ción. Por eso dice D. Fadrique: Luego mandaré prenderlos, que tengo de castigarles. Significativa es esta escena, porque se refiere al botín y a ias riquezas que acumulaban, por tradición, 10s Judíos como se ve en el parlamento entre el soldado Machado y la hebrea, su amada Guiomar: Núm. 44 (1998) 8 7 -¿Qué escudos tenéis ahí? -Mil en doblones -¡San Pedro! yo soy Marqués del Brasil por librarte del brasero. Pero los rendidos salen; Luego del oro hablaremos. Es decir que por dinero la libraba de la hoguera de la In-quisición. Y cuando el coronel enemigo viene a rendirse ante don Fadrique, el mismo soldado le advierte: -¡Vive Cristo, que este pícaro hebrero el que te vendió! Y a continuación dice don Fadrique: -No puedo dejaros de castigar Al final el Brasil y la Religión vienen a coronar de laure-les, como a los antiguos cónsules y césares, en una apoteosis dedicada al vencedor de los enemigos y herejes, a D. Fadrique Toledo, mientras otra vez hablaba la nación liberada: Con este laurel iOh generoso Toledo! corona tus dignas sienes por tantos gloriosos hechos de Brasil restituido, principio de los deseos de serviros, aunque fin de todo heroico suceso. Finalmente diremos que el tema de las luchas de los espa-ñoles por dominar el cono sur de América en la región de Chile, el valle y selva de los araucanos, sin duda los más bra-vos indios americanos, y los que más resistencia opusieron a la conquista, atrajo la atención de Lope de Vega, acaso por eso 8 8 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS mismo, y porque representaba la última gesta de la primera época de los conquistadores en el Nuevo Mundo, cuyo descu-brimiento, como hemos visto, fue el primer tema dramatiza-do por nuestro escritor sobre América. Francisco Esteve Barba, dice que la conquista de Chile es-tuvo llena de tremendas dificultades, que podemos enumerar del siguiente modo: a) la situación geográfica que le separaba al Norte por el peligroso desierto, al Este por la tremenda cordillera de los Andes, al Oeste por el océano Pacífico y al Sur por la selva desconocida e impenetrable; b) aunque parez-ca paradójico, la desorganización indómita de los araucanos, fue una gran dificultad, porque no era como había sucedido con los aztecas o los incas, con los que se podía combatir o pactar con un caudillo de un pueblo más o menos unido, pero los innumerables jefes de tribus tan pronto sometidos, como nuevamente rebelados)), y por último; c) también las circuns-tancias históricas les fueron desfavorables a Valdivia (que le costó la vida) y a Hurtado de Mendoza, pues primero se en-contraron que el paso de Almagro, más que de exploración que de conquista, hizo que los indígenas interpretaran su par-tida como cobardía y miedo; los araucanos tenían en su me-moria histórica la idea de haber salido vencedores de los incas (o &gas») en la época de su floreciente imperio, y al llegar los españoles creían que volvían los aingasn, como se dice en una carta de Valdivia: por eso escribe el historiador Esteve Barba «en otras regiones de América pudo haber conversación o pacto; los araucanos, en cambio, fueron desde el primer día enemigos encarnizados, y sólo se sometieron provisionalmen-te a la fuerza, después de Andalien, de Penco y del castigo que se les impuso)). Referencias a casi todas estas dificultades y circunstancias históricas podemos encontrarlas en las dos obras de Lope so-bre la conquista de Chile, en especial del Araúco. La comedia clasificada entre las ((Crónicas y leyendas de España», El Araúco domado (escrita poco antes de su publicación en 1625) y el auto sacramental titulado La Araucana, según Menéndez Pelayo, tienen casi en exclusiva, su inspiración en el poema del joven chileno Pedro de Oña, del que Lope tomó hasta el Núm. 44 (1998) 89 SERASTIhN DE LA NUEZ CABALLERO Reprodiicción de la csiatua de Caupolicán, el ca~idillo rlc la indeprndcncia chilena, esculpida por Nicanor Plaza. 90 ANfJARlO DE ESTUDIOS ATIANTICOS título, publicado en Lima en 1596, que es, como dice el gran polígrafo santanderino, «Una adulación continua y fastidiosa al Marqués de Cañete y a su familia». Pero este poema es, en realidad, una segunda parte de la famosa Araucana de Ercilla, a partir del capítulo XIII, cuando el Marqués nombra a su hijo García, Gobernador de Chile, mas no llega al suplicio y muer-te del caudillo Caupolicán, y dominio transitorio de la tierra araucana, como Ercilla y Lope en sus obras. Claro que tam-bién hay otras fuentes de la comedia de nuestro Fénix, como es la histórica panegírica de Cristobal Suárez de Figueroa, «Hechos de D. García Hurtado de Mendoza ... » (1622), escrita por «nueve ingenios». Lo que provocó a Lope de Vega a escri-bir su Araúco domado, que como dice Menéndez Pelayo «no es ningún prodigio, pero vale mucho más que la comedia de los nueve poetas (pensamos que no es un capricho el número de sus compositores, sino que se debe a propósito de las nue-ve ciudades fundadas por los conquistadores de Chile, Pedro de Valdivia y el Marqués de Cañete). Sigue diciendo dicho erudito «tanto el historiador como los dramaturgos se inspiraron, para lo que llamamos color local de sus respectivas obras en el modelo de la Araucana de la cual afectaba separarse (y en algún caso corregir), pero cuyo prestigio ha pesado y pesará eternamente sobre todo lo que se escriba de las cosas de Araúco, y aun sobre todo poema de conquistas ultramarinas». Breve análisis de El Araúco domado El verdadero título (aquí incompleto) nos da ya el fin prin-cipal por lo que fue escrita esta comedia, aparte del motivo de su orgullo molesto por haber sido excluido en la citada comedia de los nueve autores, dedica como aquellos su obra al «excelentísirno Señor Hurtado de Mendozan, como reza en el título. Con la introducción, Lope de Vega nos dice además, qae Ir, accibl? y temas & !u ceme&U: ::siende esta dera historia, vencimientos y hazañas de aquel insigne capi-tán, padre de V. S. fiero español y yugo católico de la más Núm. 44 (1998) 91 indómita nación que ha producido la tierra, en la parte cuyo descubrimiento dio tanta gloria a España ... etc., etc.» Como se ve, aquí se trata de destacar las razones ideales que le movie-ron a componer esta obra: hazañas de don García Hurtado de Mendoza y vencimiento de un pueblo indómito precisamente en la última fase de los descubrimientos y conquista, que empezaron con la llegada de Colón a lo que creía las Indias orientales, como hemos visto en la primera de estas comedias, que tituló El Nuevo Mundo descubierto por Colón. Acto I. En la escena primera, Rebolledo, un soldado, nos presenta al héroe español: Éste es aquel Hurtado de Mendoza que a gobernar su padre a Chile envía. Luego entra García a manifestar «ante el santo secreto», en una escena que presagia el auto sacramental que Lope tendría ya in mente, los motivos de su empresa: La primera es ensanchar la fe de Dios; la segunda reducir y sujetar de Carlos a la coyunda esta tierra y este mar. En la segunda escena nos traslada el autor al campo ene-migo, donde nos deleita con unas sensuales estancias que tie-nen su antecedente en Pedro de Oña, que describen el refres-cante baño del caudillo Caupolicán con su amada Fresia, que recuerda los idilios del Renacimiento o de la antigüedad clá-sica de Teócrito o Virgilio: Aquí bañarte puedes, tú que a estos vidrios en blancura excedes le dice a la amada, y continúa Desnuda el cuerpo hermoso, dando a la luna envidia y quejárase el agua por tenerte; 92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 75 Cosa que nos recuerda algo a la escena de Dácil y Castillo en la laguna o fuente del Aguere, como cuentan Viana y el propio Lope. Mas este idilio se ve interrumpido por el espíri-tu de venganza y de lucha, y Caupolicán se jacta de haber dado muerte a Valdivia, mostrándose con inmodesto orgullo: Del polo en que el sol nace, a donde sus caballos enfrena, no hay poder ue me asombre; Yo soy el dios 2 e Araúco, no soy hombre y termina diciéndole a su amante que le pida: Caupolican, enlosa de cascos de españoles todo este mar, que por tragarlos gime; 1- L-..-- ---- ---- :--. ia rua LC iiiaaa csgilillc, hazme reina del mundo Se vierten aquí ciertos conceptos que como hemos dicho más arriba, dan como resultado el desprecio hacia los espa-ñoles, deduciendo el valor de sus tropas por la excursión de Almagro: Ya la española espada el arcabuz temido, En las escenas finales, vemos a García y a Caupolicán de-fendiendo dialécticamente sus posiciones y sus ideales, como antes las había defendido con las armas. Así dirá el general vencedor, cuyo triunfo lo hace el autor coincidir con tan his-tórico momento, como él mismo dice: Cuando el gran emperador Carlos quinto se retira a Yuste, el mundo mira que a ~ e r i l~e eha dejado Nuevo mundo conquistado con io que viene a cerrarse el de las grandes ccrnqüis-tas del continente americano, aunque no así el de las largas guerras por la hegemonía con los países europeos, que rivali- Núm. 44 (1998) 93 zaban con los españoles por el dominio de los dos mundos, el viejo y el nuevo (el propio Lope había dramatizado en El Bra-sil restituido, como ya hemos visto, una de estas luchas de naciones rivales). García justifica así la guerra contra los araucanos y su caudillo, pues aquí se trataba de un país per-teneciente al dominio de la corona española y por eso le pre-gunta a Caupolicán: ¿No eres vasallo del rey de España? A lo que le contesta valientemente Libre nací, La libertad defendí de mi patria y de mi ley. La vuestra no la he tomado Mas García le recuerda sus delitos como vasallo: subleva-ción contra el rey, la muerte de Valdivia, el vencimiento de Villagrán. Y termina: «Y tú morirás por ello», aunque Pésame, Caupolicán, que perdonarte no puedo. Pero Lope siguiendo las mismas normas y creencias, que ya hemos visto en Los guanches de Tenerife, donde el mencey Bencomo se hace bautizar, para salvar el alma, aquí es tam-bién el propio Caupolicán; hace un parejo razonamiento teo-lógico: Así baja y alza el vuelo la fortun-. de !1 g ~ e m ~ ; pues hoy me derriba al suelo, piérdase el cuerpo, que es tierra: gánase el .alma que es cielo. Este vencimiento da lugar a una escena de tragedia griega, en la que 12 r?l~~jdeerl c ~ s d i l !a~ru ucam, a q d h dulce Eresu, que hemos visto bañándose en un lago, al contemplar a su esposo entregarse humillado y vencido, atribuyéndolo a cobar- EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 77 día, y al no poderse vengar en sus enemigos, se venga en la sangre inocente de un hijo de ambos recién nacido de aque-llos amores, diciendo: Que tan afrentada estoy de que mi marido seas, que este hijo que te di entre los brazos me queda, por no tener de un cobarde a mis 0'0s tan vil prenda, lo estre / lo en estos peñascos! Todo esto hace que Caupolicán, ya en el suplicio, procla-me su arrepentimiento y su deseo de ser cristiano, con lo que Lope sigue a Oña y a Ercilla, que dice en una octava de su poema: Pero mudó10 Dios en un momento en el su poderosa mano, pues con lumbre de fe y conocimiento se quiso bautizar y ser cristiano y Lope, dice por boca del caudillo araucano: Señor, si yo era bárbaro, no tengo tanta culpa en no haberos conocido; ya que me han dicho lo que os he debido sin pies a vuestros pies clavados vengo. Yo confieso que tarde me prevengo; pero dicen que estando arrepentido, debo creer que en este día he nacido; Más L ~ p ede Vega es también Un profeta de !a historia americana, pues trae de nuevo a Engil, el hijo mayor del jefe araucano, que se había mostrado como fogoso y temerario guerrero, a pesar de sus pocos años, promete a su padre con-tinuar la lucha contra sus enemigos como así fue durante dos siglos en él y sus descendientes. He aquí el juramento: Padre, yo te vengaré si cubre el bozo mis labios: Núm. 44 (1998) yo te juro por el cielo y el sol que me está mirando, de no me llamar tu hijo, de no dormir en tu tambo, de no vestirme las armas ue a españoles has quitado, le no mirar mujer de no salir al campo Kasta que vengue tu muerte, pasando este mar a nado que de matar a García pequeña venganza aguardo. En la apoteosis final utiliza Lope los mismos recursos de 2 las comedias anteriores, la técnica del auto sacramental, don- w de se sustituye la Eucaristía o Cristo por el héroe, o en este P caso por el Rey- Felipe 11, a qüien Hü ~ a d ode Meíidzlza !e hace --n a un resumen de las hazañas de los españoles desde el descu- E brimiento de Colón, es decir, una síntesis de lo que el mismo B Lope había dramatizado: - 5S Invictísimo Felipe, nuevamente coronado por rey de España y del mundo que a vuestros abuelos santos halló Colón, y después, tantos es añoles brazos, a costa Be sangre suya os dieron y con uistaron: veis aquí nueve l, anderas, nueve batallas de Araúco que en vuestro nombre he vencido, pacificando su estado. Y aquí damos fin, en un breve resumen, lo que era una gran y dilatada hazaña del Fénix de los Ingenios que qui-so encerrar en cuatro comedias las dimensiones tan colosa-les como las de sus compatriotas en Canarias y en el Nuevo Mundo. ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S
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Título y subtítulo | El tema de Canaria en las obras dramáticas de Lope de Vega |
Autor principal | Nuez Caballero, Sebastián de la |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 44 |
Sección | Literatura |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1998 |
Páginas | p. 019-096 |
Materias | Vega, Lope de (1562-1635) ; Crítica e interpretación ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 6827997 Bytes |
Texto | I T I - ~ A T I I ~ A LI I cnn I unn EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA Varias son las obras que Lope de Vega compuso sobre el tema del Descubrimiento y conquista de América. Entre ellas se encuentran El Nuevo Mundo descubierto por Colón, la más conocida; el Arauco domado, y el Brasil restituido, que con otra obra perdida sobre La conquista de Cortés forman las cuatro comedias americanas clasificadas por Menéndez Pelayo den-tro de las numerosas piezas teatrales denominadas «Crónicas y leyendas dramáticas de España», pues en realidad estas co-medias tienen todas las características que ha señalado Fran- C~SCG MC?-IIPS Padrh ' para la Crcínim de índim de Fe-mández de Oviedo que era «una mera narración objetiva, sin reflexión ni opinión (aunque esta idea nos parece relativa, pues hay una clara subjetividad cuando trata de las hazañas de la figura del Almirante), ni busca, ni juzga, ni intenta explicarse la causa de los hechos». Por otra parte, según el mismo investigador, atiene una cronología y geografía deficientes y posee la inde- ' Los conquistadores de América, Espasa-Calpe, Col. Austral, a. 1974. Núm. 44 (1998) 19 cisión de las tradiciones populares)). Lo mismo podríamos de-cir de las Crónicas y leyendas dramáticas de España, donde también, como apunta Morales Padrón, la crónica se popula-riza en manos de Berna1 Díaz del Castillo, «pues menciona no sólo a los capitanes sino también a los soldados)), lo mismo que ocurre en las comedias de este tipo de Lope, incluida la referente a la conquista de Tenerife, que mencionaremos aun-que ya la hemos estudiado en otro lugar 2. Y si además añadimos las otras características apuntadas para las crónicas por el mismo historiador canario, como son: carencia de interpretaciones, religiosidad, patriotismo, deseo de fama», tendremos una definición completa de esas a N comedias de Lope, a las que, por cierto, también en la obra E de Los guanches de Tenerife se hace mención a las ((Cróni- O n a s » , que han de esii-ibirse por dos vencedores)) de las haza- - =m O ñas de los conquistadores, y al mismo tiempo, de describir EE las nuevas tierras, se añaden referencias a las costumbres, or- 2 E ganización social, bailes, etc., para dar a la escena el am- = biente apropiado a la dramatización casi siempre real de los 3 hechos. - - 0m Se trata, pues, de unas obras escritas para el teatro, pero E que son verdaderas crónicas populares en acción sobre la te- O g mática del descubrimiento y la conquista de las que aquí nos n E vamos a ocupar, siguiendo el orden cronológico de los hechos - a históricos que se dramatizan que, por otra parte, es posible- 2 n mente el mismo orden de la composición de las obras, según n 0 el cómputo de Menéndez Pelayo y de otros como S. G. Morley, 3O C. Bruerton, M. Bataillon. Así, la referente a Colón, segura-mente es anterior a 1604, Araúco domado, se edita en 1625, pero se escribe unos años antes, mientras que la comedia de Ei Brasií restituido es de 1625, lo mismo que el acto sacra-mental La Araucana, que, al parecer, es imitación del poema del mismo título de Ercilla. Vide SEBASTIÁN DE LA NUEZ: [[Las Canarias en la obra de Lope de Vega», AEA, núm. 10. 2 0 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 3 Cuando Canarias y América eran sólo mitos Para los antiguos, las tierras situadas más allá de las Co-lumnas de Hércules eran el Finisterre (o finis teke), la últi-ma Tulé de Séneca en Medea, donde dice: Tiempos vendrán, al paso de los años, en que suele el océano las barreras del mundo y se abra la tierra en toda su extensión y Tetis nos descubra nuevos orbes y el confín de la Tierra ya no sea Tulé. Estas nuevas tierras por descubrir, que ampliarían el mun-do conocido, serían para algunos historiadores antiguos la supuesta Atlántida, pero para los cartógrafos y expedicionarios era mejor pensar en la lejana isla de Cipango o el conjunto de unas supuestas Islas occidentales, situadas en los confines de océano, como creía Colón antes y después del Descubri-miento. Sabido es cómo el futuro almirante de la mar Océana había oído hablar, en sus correrías por las islas de la Maca-ronesia, de unas islas o tierras desconocidas más allá del océa-no. Según dice Hernando Colón, «El almirante no se fio de lo que decían, porque conoció haber navegado a lo más cien le-guas, y podía engañarse, teniendo por islas unas grandes ro-cas, no pudo distinguirse)). Y añade el hijo de Colón que &S-tas podían ser las islas móviles de que habla Plinio (c. 27, lib. 11) cubiertas de árboles, formadas de raíces entretejidas, que lleva el viento a diversas partes del mar, como se presu-me eran las de San Brandán ... ». Y más adelante, dice final-mente, que «por esta razón y otras puede ser que los pueblos de las islas de Hierro, La Gomera y las Azores aseguran que veían todos los años algunas islas de la parte del Poniente, y en el año 1484 (fecha de la terminación de la conquista de Canaria por Pedro de Vera, el verdugo de los gomeros) fue un capitán de la Madera de Portugal a pedir una carabela para descubrir un país decía que veía cada año ... D. Muchos y diver-sos nombres recibió esa misteriosa isla movible desde la anti-güedad: San Brandán (isla del monje irlandés del siglo v d. Núm. 44 (1998) 2 1 4 SEBASTI~N DE LA NI:EZ CABALLERO Grabado de la Historia de las I?7dins que representa a Cristóbal ColOn en cl descubrimiento de la isla Margarita (1728). ANIIARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 5 de C. del mismo nombre), que por derivación se dijo San Borondón; también se le llamó Aprósitos, la primera isla de la carta de Ptolomeo (que significa inaccesible). Esta fantasía o mito de la isla Non Tnibada (como la denominan los lati-nos), según Eloy Benito Ruano, ((estuvo unida, incluso después del descubrimiento de América, a la suposición de existencia de tierras extremas de Occidente primero, intermedias entre Europa y Asia o entre Europa y América después ... » 3. El paso de las tres carabelas Un día del verano de 1492 partían tres carabelas del puer-to de Odie1 para lanzarse al océano al mando de un visiona-r i p~er c experte mvegunte, ! ! amd ~ CristSfnri Ci l~mboe, n busca de las Indias Orientales, rodeando el mundo por Occi-dente, pero antes debía pasar, forzosamente, por las Islas de Canarias, en vías aún de su conquista total por la Corona de Castilla. Vamos a dar, pues, una pequeña crónica de su peri-plo Huelva-Canarias. Al parecer -y seguimos el relato de Ale-jandro Cioranescu de su Colón y Canarias- antes de llegar a las islas se debió estropear el timón de la Pinta, y como dice Fernando Colón en su Historia ((procuraron remediarlo lo mejor que pudieron hasta que llegasen a Canarias, las cuales descubren los tres navíos el 9 de agosto, a la hora del alba». Mas, según dice Cioranescu, basándose en el relato de De las Casas (quien trasladó a su manera el «Diario de a bordo» del almirante), ((Sólo sabemos que el 7 de agosto, cuando no de-bía faltar mucho para llegar a las islas, los navegantes "andu-vieron en demanda de la isla de Lanzarote" (que era la más conocida y próxima a las rutas marinas). Pero al hacer 10s cálcuIos de la situación "Colón indicó que se hallaban muy cerca de la isla de Gran Canaria ... Debido a ello y a la urgen-te necesidad de adobar la Pinta que hacía agua y se goberna-ba mal ..." fue por lo que Colón quiso dirigirse a aquella isla c m e! fir, de arregl~r!u mv e 9 "hacerse. c m ntra cara?x!a Vide «La leyenda de San Borondónn, Revista de Historia, a. 1951, pp. 35-50. Núm. 44 (1998) 23 6 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO mejor acondicionada", pero a causa de las calmas o de los vientos contrarios, estuvieron detenidas las naves hasta el 12 de agosto. Ese día se separaron: Martín Alonso Pinzón se que-dó en Gran Canaria para arreglar a la Pinta y Colón se diri-gió con la Santa María, a la Gomera, con el fin de buscar otra nave y visitar a la señora de la isla, donde llegó el mismo día al anochecer. Allí se enteró de que no había ninguna nave y tampoco estaba su admirada amiga doña Beatriz de Bobadilla pero "que estaba para volver de Gran Canaria, por lo que de-cidió esperarla, pero al transcurrir una semana sin noticias Colón decidió salir de la Gomera y partir para Gran Canaria el día 24 de agosto, pasando por el sur de Tenerife, viendo, al parecer, una erupción del Teide desde lejosJ1.A l llegar a Cana-ria, el día 25 de agosto, supo que doña Beatriz "había salido ya de !a isla e! 20 dz ag~s ioc, on rümbo a la Gomera", pero que a causa de los vientos o de las calmas le habían impedi-do llegar a ella. Mas encontró que Martín Alonso había pues-to en condición de navegar a la averiada Pinta, cambiando incluso las velas, hasta el punto que fue una de las más rápi-das en la ruta del desconocido nuevo mundo. Reunidas, pues, las naves, se dirigen todos a la Gomera a donde llegan el 3 de septiembre. Allí hicieron agua, cargaron carne y varias provi-siones, y zarparon, definitivamente, el jueves por la mañana, día 6 de septiembre)). «De allí -añade Cioranescu- fueron a situarse a la altura de la isla del Hierro, de donde tomó rum-bo definitivo para su t ra~es ía) )p~u,e s era aquella la posición del meridiano cero, la punta de Orchilla, la última Tulé Occi-dental que Colón iba a encargarse de modificar. He aquí cómo Stephen Marlowe, en una reciente biografía novelada titulada Memorias de Cvistobal Colón (1987), nos re-lata, en primera persona, en ia figura del descubridor, cómo «La flota navega entre la Gomera y la isla mayor de Tenerife. Las Palmas queda ahora a popa, a considerable distancia la Niña lleva aparejos cuadrangulares y la Pinta ha estrenado ya las nuevas anillas del timón. Como un caballo en plena ten- Véase Colón y Canarias, Ed. Instituto de Estudios Canarios, Mo-nografía~, vol. XI, pp. 73-77. 2 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 7 sión rumbo a la meta, la Santa María alcanza entonces el punto álgido de su navegación, con el viento acariciándole el trasero desde la popa. La Gomera, y luego la pequeña isla de El Hierro, al sur de las Canarias quedan atrás. Al amanecer, con el viento estabilizado en el cuadrante de estribor navega-mos directamente hacia el oeste adonde ningún barco ha ido jamás desde el origen de los tiempos» Canarias, antesala y paralelo de los descubrimientos colombinos Hoy casi todos 16s investigadores de la Historia moderna opinan que la conquista y colonización de las Islas Canarias (1406-1496j marcan -junto con las otras islas de la Maca-ronesia- los primeros resultados, en el aspecto geográfico y económico, del Humanismo y el Renacimiento europeos, los preliminares de la exploración y conquista del Nuevo mundo y la circunvalación del continente africano y el descubrimien-to del camino, por el océano, a las Indias orientales. Lope de Vega, explorador también de todos los hechos más o menos fabulosos, legendarios o históricos referentes a Espa-ña, se ocupó, en sus dramas, de estos temas relacionados con la conquista y evangelización de las tierras descubiertas de allende los mares; primero, de las Canarias, y luego, del Nue-vo Mundo. Es curioso comprobar cómo los viajes anteriores de Colón por las costas africanas y por los archipiélagos macaronésicos y las costas de Portugal (viviendo, como se sabe, varios años en la isla de la Madera) viene a coincidir con la última fase de la conquista de las Islas Canarias, entre 1476 y 1496, antes y después del descubrimiento de América. Comenzando por los hechos más lejanos dramatizados por Lope, nos encontramos con su comedia de Santos, San Diego de Alcalá, cuya historia conocía por el Flos Sanctorum de Ribadeneyra (1599-1601). La obra de Lope de Vega, aventura Menendez Peiayo, pudo ser compuesta en i588, fecha de la Vid. ídem. Núm. 44 (1998) 8 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO canonización del santo, pero no fue impresa sino en la Parte tercera de los mejores ingenios de España (1653), después de la muerte de su autor 6. En relación con Canarias, Lope parte del pasaje de la biografía del santo, donde dice que «hecha su profesión, fue con obediencia a las islas de Canaria, en com-pañía de un sacerdote de la misma orden llamado fray Juan Santorcas, que iba a plantar la fe en aquella gente idólatra». Lo que nos interesa destacar ahora es el episodio en que el santo, seguramente en compañía del señor, trata, una, de ir a evangelizar la isla de Gran Canaria, y otro, de conquistarla. Aquí vemos ya la doble vertiente vital que impulsaba tanto a a los descubridores como a las órdenes religiosas: colonización N y evangelización. El mismo historiador Abreu Galindo dice: E «Muchas entradas hizo Diego de Herrera en Berbería, Tenerife O n y Gran Canaria, pero donde más resistencia hallaba y mayor - m O E daño se cobra es en la isla de Gran Canaria». La escena de E 2 uno de estos fracasados desembarcos con fines conquistado- -E res y evangelizadores es un claro antecedente de los motivos que justificaban la empresa de los descubrimientos de las cos- 3 - tas africanas y del Nuevo Mundo. Esta escena corresponde al - 0 m E pasaje de la obra del P. Ribadeneyra, que resume así la estan- O cia del santo en las islas: «Con este fervoroso deseo -el de convertir a los pueblos idólatras a la Fe católica- se embar- n -E có en un navío para pasar a Gran Canaria, que aún no era a 2 conquistada de cristianos y era poblada de gentiles, para n alumbrarles con la luz del Evangelio y, si fuere menester, mo- n rir en esta demanda. Mas los que gobernaban el navío no se 3 O atrevieron a saltar a tierra, por temor a aquella gente feroz y bárbara, guardando Dios al Santo Fray Diego para otras co-sas de su servicio» 7. He aquí cómo Lope dramatiza este pasaje con su habitual maestría. Se oye la voz de uno de los salvajes de la isla anun-ciando la llegada de los extranjeros de la siguiente forma: 6 T,-A ver. 1: - - v&se cs~uurus subre ei iearro de Lope de Vega, Ed. CSIC, Níadrici, 1949, t. 11, pp. 62 y SS. Flos Sanctovum, Barcelona, por Sebastián de Cormellas, 1623, parte primera, pp. 782-785. 2 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AM~RICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 9 ¿Qué hacéis?: Que un fuerte navío, lleno de españolas armas, viene de Fuerteventura con capitanes de España, haciendo con altas voces del mar resonar las aguas y estremecerse los montes. (San Diego, 11, 523, c) Llegan a desembarcar los invasores en la playa acompaña-dos por el santo evangelizador, quien anima a todos en la em-presa. Pero el capitán de los españoles no quiere hacer frente, con sus pocos soldados, a la avalancha que se le viene enci-ma, a pesar de la fe que el fraile lego había puesto en ellos: v destas montañas bajan bárbaros que el suelo cubren, y mar y tierra amenazan; y si allá en Fuerteventura dijera que gente tanta aquella isla cubría, ¿quién viniera a conquistarla? (San Diego, 11, 523, c) Pero el buen fraile quiere evangelizar a toda costa, y se resiste a abandonar tan fácilmente la empresa, e igual que los primeros conquistadores del Nuevo Mundo (como recoge Lope en su obra sobre el descubrimiento de América) planta su cruz en la playa diciendo: Pues vayan con Dios, Señores, que aquesta cruz es mi espada y yo pelearé con ella. (fdem, 11, 523-24) Pero el capitán porfía con el franciscano, y así tiene que llevárselo a la fuerza a bordo, entre gritos de alarma: Núm. 44 (1 998) Los canarios, a la playa, bajan con arcos diversos. ¡Embarca! ja la mar! jembarca! (Ídem, 524, a) 28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 11 Esta escena, pues, representaría la dramatización de la pri-mera fase de la conquista: intento de colonización y evangeli-zación, que corresponde, históricamente, a los finales de la Edad Media y del dominio de los señores. Precisamente poco después los Reyes Católicos asumían la conquista de las islas aún no dominadas: Gran Canaria, La Palma y Tenerife. La otra obra compuesta por Lope sobre la conquista de Canarias es la titulada Los guanches de Tenerife y conquista de Gran Canaria, que al parecer de Menéndez Pelayo fue escrita antes de 1609, o mejor entre 1605 y 1609, ya que está inspira-da, en la mayoría de sus detalles históricos o ficticios, en el llamado Poema de Viana o Conquista de Tenerife y apareci-miento de la imagen de la Candelaria, publicada en Sevilla en 1604. Como en ia obra anterior, desde ei primer acto Lope pone en boca de D. Alonso Fernández de Lugo, el héroe español de la conquista de La Palma y Tenerife, los motivos de los inva-sores y de la acción dramática, donde ya parece hacer alusio-nes no sólo a Canarias, sino también a América: Vosotros que en las conquistas de naciones nunca vistas habéis hecho hazañas tales, que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (Los guanches, 1, 303, a) Así pues, además de los motivos oficiales de las conquistas y de la evangelización, ahora se añade el ansia de fama quijotesca que se reflejará en las crónicas históricas. Mas aquí ei hecho de ia evangelización va a estar ratificado o subraya-do por el milagro de la aparición de la Virgen; es decir, que se añade un elemento más del ámbito religioso en el que se mueven ambas obras. Este sentido también está confirmado por las palabras de D. Alonso: Bárbara es esta nación, y desnuda de riqueza mas nuestra justa intención SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO es resistir su fiereza. iAh, piadosa Religión! (Los guanches, 1, 303, b) El propósito del conquistador es echar «el demonio de sí / como salió de Canaria)), pues, precisamente, él mismo y sus huestes procedían de esta isla, y, como la historia cuenta, de allí venía un contingente de indígenas, que al mando de su antiguo guanarteme, Artemi Semidán (ahora bautizado con el nombre de Fernando) iban a colaborar en la conquista y co-lonización de Tenerife. En la comedia de Lope, El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, que hemos estudiado en otro lugar *, hay unas escenas alegóricas que recuerdan los misterios medievales y ios autos sacramentaies dei Sigio de Oro, que son un desarro-llo de aquella idea: la expulsión del demonio de la idolatría de las Islas, y después también de América. Colón en su ima-ginación personificada cree ver disputar a la Providencia con la Idolatría y el Demonio. Una frase de la Idolatría nos mues-tra la posesión del Demonio sobre las tierras por descubrir y conquistar, igual que sucedía todavía en Tenerife: Tras años inumerables que en las Indias de Occidente vivo engañando a la gente con mis errores notables, ...................................................... El demonio en ellas vive; la posesión le entregué. (Nuevo Mundo, 1, 351, a) Pero hay un extremo en que Canarias se aparta de Améri-ca, y es que la primera está «desnuda de riquezas», no hay tesoros, y si los hay son los de la religión establecida en torno a una imagen cristiana. Frente a la codicia podemos señalar una adivinación de Lope respecto a las tierras conquistadas de Canarias, dice que esa «tieiTa bella,, y que «Po-s Ed. Homenaje a Alberto Navarro González. Teatro del Siglo de Oro, Kassel Edition, Reichenberger, 1990. 3 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS dría / tener más provecho / del que por bárbaros cría,), con lo que se sienta el provecho de la explotación agrícola de las tie-rras canarias, que durante siglos ha sido la base de su subsis-tencia y de sus riquezas, desde el cultivo necesario para ex-plotar la orchilla, la caña de azúcar, las viñas, las plataneras ... En el segundo acto de la comedia de Los guanches de Tenerife hay una escena erótico espiritual respecto a «las al-mas españolas)) que se manifiestan después del acto amoroso entre las pastoras guanches y los soldados graciosos, escena que Menéndez Pelayo, califica de ñoñeces lopezcas, pero que a nosotros nos parece que podría interpretarse esa entrega del alma, a través del amor, no como traición o hechicería, como dicen los indígenas, sino como una especie de símbolo plató-nico, de captación cristiana de los idólatras por los españoles. Porque con esta donación amorosa del alma se les entregaba lo esencial cristiano, puesto que para Lope, y con él el sentir general, aquéllos eran bárbaros que vivían sin tener conscien-cia de su noble naturaleza anímica, casi como bestias. Deján-doles al alma, después del bautizo del amor y de la fe, se les elevaba a la categoría de seres humanos. Lo mismo veremos en la comedia de Arauco domado. En el acto tercero de esta misma comedia se plantea de una manera exhaustiva el tercer móvil de los descubrimientos, cosa que no era solamente de los portugueses, sino de todos los pue-blos conquistadores y viajeros, desde Alejandro a Marco Polo, hacia Oriente, o desde los fenicios o cartagineses hasta los por-tugueses, mallorquines e hispanos hasta Occidente: la búsque-da de nuevas rutas al comercio de las especies y el encuentro con el Dorado, cuyas riquezas fabulosas, «el oro, piedras, per-las: plata)): se encontraban en las tieras del Gran Khm. Mas en Canarias no existe ninguna de esas riquezas, sus te-soros son otros; los que Colón buscaba había que irlos a buscar más allá del mar conocido por las rutas que él mismo había trazado con sus tres carabelas en el año 1492, y justamente ahora el Almirante de la mar océana ve, al pasar por las Cana-rias, no sólo ardiendo el monte gigante, sino a toda la tierra Ni-varia en lucha por su independencia. Por eso ahora don Alon-so, dirigiéndose a sus tropas, puede decir por boca de Lope: Núm. 44 (1998) 3 1 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO -Señores, pues ya sabéis, aunque vuestro usto ataje, lo ue os dije de tesoro, % 1 no ay sino he o intentar cómo se puede % uscar: que si en Tenerife hay oro, (Cuáles indias son como ella? Lope nos presenta ahora una escena, «con azadas los sol-dados~ e, n busca de ese nuevo tesoro. Ante la codicia españo-la, nuestro dramaturgo da dos respuestas complementarias: la primera es la que ofrece el buen salvaje, en nombre de Bencomo, rindiéndose a los hispanos vencedores, y ofrecien-do, no sus riquezas materiales, sino los bienes del espíritu de su buen natural con su deseo de abrazar la nueva ley cristiana: Sí, buscáis, cristianos fuertes, oro, perlas, piedras, plata, no lo hallaréis escondido, sino en nuestras entrañas; con las cuales nos rendimos como el cielo nos lo manda. (Los guanches, 111, 339, a) La misma acción se produce, paralelamente, en la come-dia El Nuevo Mundo, cuando los indios, después del prodigio de la cruz, se rinden a la nueva luz de Cristo. La segunda res-puesta es la que identifica el supuesto tesoro con la Virgen de la Candelaria (de cuya adoración participan ya algunos nati-vos) que ahora aparece como réplica a don Alonso para que comprenda, de una vez, el motivo de la conquista, y también para servir de testimonio en el enlace de Dácil y Castillo, sím-boio de la unitn de las de los oliqu isiadures y IZiS il?& genas. Aquí termina lo que Menéndez Pelayo llama «égloga guanche)). Ya hemos apuntado en otro lugar que este último efecto escénico tiene tres fines muy significativos, que redon-dean el sentido de la obra: ((Las Canarias en la obra de Lope de Vega)), AEA, Madrid-Las Pal-mas, a. 1964, núm. 10, p. 96. 3 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 15 a) acaba con la ambigüedad del sueño de don Alonso y la codicia de los españoles, sentenciadas por las palabras del propio San Miguel de las Victorias, que ofrece un tesoro divi-no en vez de un tesoro terreno, cosa que no existe en las islas Canarias: Este tesoro hay aquí, que es la Virgen Candelaria. b) testificar, ante todos, el juramento de Castillo, y por lo tanto, la unión de los dos pueblos por el amor humano, y el amor divino que es la verdadera fe: Señora, sí soy testigo, yo cumpliré mi palabra. y convencer a los indígenas rebeldes de la superioridad de la religión de los conquistadores lo que hace exclamar al mencey Bencomo: i Hermosura rara! Por ella todos queremos de vuestro bautismo el agua. Finalmente uno de los mas relevantes caballeros que acom-pañaban al jefe de la expedición, don Lope Fernández de la Guerra, expone las razones fundamentales que llevaron a los españoles a la conquista de las islas y de las Nuevas Indias, que también son las razones históricas que mueven la acción de la comedia: La razón que os ha traído a !a eci~q~i sptai-e smte, justa, heroica y santa ha sido, y a España tan conveniente como cuantas ha tenido. (Los guanches, 1, 304, a) Y estas razones son, como hemos apuntado: 1) justas por ser «nación bárbara)), que hay que civilizar, 2) heroica porque se busca la fama, pues como dice más arriba: Núm. 44 (1998) 3 3 Poiil-ilc i-cl-ii-odiiccicin del desembarco de los conquistadores en una dc las islas canarias de realcngo. 34 ANIJARIO BE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 17 Habéis hecho hazañas tales que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (fdem, 1, 303, a) Y 3) santa porque lleva la luz de la fe a los que no la co-nocen. Todas ellas son razones históricas vigentes en la época de Lope de Vega, después de un siglo de descubrimientos y conquistas, aunque discutidas por doctos y eruditos historia-dores y teólogos contemporáneos de aquellos hechos. El auto del nacimiento del padre Anchieta Es interesante la figura y la obra del padre José de Anchie-ta (1534-1597), nacido en La Laguna (Tenerife) y muerto en Reritiba (Brasil, hoy ciudad Anchieta), por ser el primer hu-manista de América y fundador, al mismo tiempo, de la lite-ratura nacional brasileña, donde se funden las lenguas latinas más expansivas del Renacimiento, incorporando alguna de las lenguas indígenas de aquel gran territorio americano, que para el profesor canario José González Luis «es un fenómeno supraindividual que sobrevive al contexto histórico en que le correspondió actuar, pues su vida fue un milagrada completa-miento a los indios» lo. En cuanto al género literario que aquí nos ocupa, aunque estamos en general de acuerdo con dicho profesor que no creó un teatro autóctono y popular en Brasil, sino «que trasplantó el teatro peninsular quiñentista, teatro tradicional y alegí>ricoic on propbsitos catequísticos.,.~p, ensa-mos que es interesante examinar alguna de esas obras dramá-tico- religiosas como antecedente de las piezas que poco más tarde crearía Lope de Vega poniendo en contacto -por la ruta del descubrimiento- a España y Portugal con América pasan-do por Canarias. 'O Vide Poeta, humanista y apóstol de América, Comisión Diocesana del IV Centenario de Anchieta, La Laguna, 1997. Núm. 44 (1998) 35 18 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO El auto teatral elegido es el titulado Pregapo universal o La fiesta del nacimiento, que se considera la primera pieza dramática de Anchieta, compuesta entre 1561 y 1562, o sea, cuando contaba 26 años de edad. Se conoce la ocasión histó-rica que le dio origen: los indígenas quisieron representar un auto en la noche del Nacimiento en la iglesia del patrón del Colegio. El padre Nóbrega oyó una pieza poco convincente para un recitado sagrado, y propuso sustituirla por otra, cuya composición se encomendó a Anchieta, aún hermano y no sacerdote. El auto agradó enteramente y se repitió por toda la costa brasileña en adaptaciones, en mayor o menor medida, conforme a las circunstancias de tiempo y lugar. Hoy diríamos que ((estuvo en cartel)) por un año entero. Alguna representa-ción fue célebre como la del año 1576 en San Vicente, por el prodigio de suspenderse ia iiuvia y por ia introducción de un acto especial de hombres blancos, que dejó huella en la fun-ción de Vascocelos. Es éste del que tenemos más noticias, y que vamos a evocar brevemente. El auto se llamó de ((pregón universal)) porque iba dirigido a todos: blancos e indios de San Vicente, y de todo el Brasil fue conocido, y se escribió en portugués, español y tupí; por eso también se adaptó con facilidad por toda la costa, en todo tiempo y lugares. Aunque dispersas las diversas partes del cua-derno de Anchieta, puede, con total verosimilitud, recons-truirse tomándolo, como parte portuguesa, una copia de «Pe-lote Domingueiro)) sirviendo de prólogo su introducción (acto 1) y de epílogo su despedida (acto V). El 111 acto está formado por un desfile de pecadores públicos (de él quedan dos estrofas conservadas por el mismo historiador: 10 ó 12, que pueden ser suplidas con estrofas inspiradas en la compo-sición ((Desdichado pecador)) del propio Anchieta). No es pre-ciso decir que el acto 11 está formado por el diálogo tupí, que quedó en el autógrafo anchietano y en el texto próximo al original de Piratiniga, pues es la parte central del auto (...). El acto IV se conservó entero en el cuaderno del misionero je-suita, seguido del diálogo tupí. Es una danza de 10 inditos, cantando cada cual una quintilla: tres son en tupí, cinco en portugués y dos en castellano. Veamos algunos ejemplos: 36 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 19 Representación escultórica que simboliza la levenda del Padre Anchieta escribiendo en la arena el poema dedicado a la Virgen. Niíiir. 44 (1998) 37 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO Vimos a vos visitar, bom Menino, Deus eterno; vos nos quierais ajudar para poder escapar de grande fogo do inferno. Los Reyes, en este día, os trajeron muchos dones. Yo vengo, con alegría, Señora Santa María, a pedir muchos perdones. Ko ajú nde robaké, ndé resé quijerobiá. Ejon, xe jarigué! Taxerausúba jepé, nde mbaéramo xe ra! (Tupí. ) n -E Elementos estructuraZes básicos del auto a 2 n n 1. Lugar: Villa de San Paulo de Pirahuyo, Villa de San Vi- = cente, Ciudad de Río, Aldea de los Reyes Magos del Espíritu O Santo. 2. Fechas: Estreno, 26 de diciembre de 1561 (probable), en San Pauio (siendo Anchieta hermano); 31 de diciembre de 1576, en San Vicente, suspendida a causa de la lluvia (An-chieta, padre). 3. Escenarios: Entrada en la Villa o Aldea, delante de la imagen del Niño Jesús el acto 1. Dentro de la iglesia, delante de! pesebre en, !os &.ros uctos. 4. Personajes: ADAN, molinero, harapiento en el acto 1, en-casado (elegante) en el V acto; GUAIZARÁd,i ablo con cchifrem EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 21 (cuerpo de animal con garras); AIMBIRÉSS,U criado, con la mis-ma figura, y ARIJO, con alas de «cuervo»; 12 hombres blancos pecadores encadenados y conducidos por los diablos. 5. Tema: Se canta una alegoría de la historia del pecado: un molinero pierde su vestido de domingo (la gracia de Dios), robada por un ladrón o demonio. Será un desgraciado hasta que no es restituido por el nieto del molinero (Jesús). Conse-cuencia de la primera parte, quedan dos hombres, los dos dia-blos, Guaixará y Aimbiré, mostrando el mal que hacen al Bra-sil por todas partes, y ahora quieren pervertir la Aldea india con pecados. El ángel de la guarda de la Aldea se muestra condescendiente y los oyó al principio, pero acaba expulsán-dolos; exhortando a los indios a seguir la vida cristiana, la gracia de Jesús y la protección de María y coloca a los Reyes Magos en el retablo con una estrella que los guía, en señal de victoria o encuentro venturoso con el niño Jesús. A continua-ción, 12 pecadores blancos, encadenados, son conducidos al estrado por los demonios, y narran sus miserias delante del pesebre con la esperanza de ser atendidos. Al final terminan todos en libertad. Una danza de 12 niños indios, cantando y tocando, manifiestan la alegría de todos, con el sacrificio de sus vidas cristianas a Jesús y María. Termina la alegoría ini-cial cantada y representada: el nieto del molinero (Jesús) con su madre e hija del molinero (María) teje el nuevo vestido (la gracia de Dios) para el abuelo (Adán, el hombre caído) con sus trabajos salvadores (Encarnación, Circuncisión, Pasión) revestido con el traje de la alegría festiva. 6. Actos: 1, el Pelote Dominguero (vestidura de domingo o de fiesta) canta y representa la primera parte; 11, diálogo tupí de dos diablos y de dos ángeles; 111, desfile de los 12 pe-cadores blancos; IV, danza de los 12 niños indios; V, el Pelote Dominguero aparece cantando y representando (en la segun-da parte): «Ya tornarán ... ». Núm. 44 (1998) El aborigen canario en el teatro de Cairasco Extrapolando el pensamiento historicista que Cioranescu expone a través de Dilthey y de Ortega, como propuesta de la «filosofía de la historia)) de Viera y Clavijo, dice «que la fenomenología mantiene que la historia escrita no existe sino como función del historiador, es decir, como un ser. .. indivi-dual)), podríamos decir también que la historia no existe sino a través de la creación imaginativa, es decir, de la poesía. En este sentido, nuestras islas, las Afortunadas antiguas y las Ca-narias actuales, adquieren en la historia un sentido mítico-sim- L'l:,, ,,,, L-,-A, ,, 1- ,,-l:A-A A,,,i+- ,,, L:,&,,:,A ,,,, UULLLU, pc1 u uaaauu C L ~la lcailuau u c a u l L a pul i i i a L u l l a u u i c a y poetas tanto clásicos como modernos. Esta realidad mítica e histórica la vio y la explicó muy bien nuestro historiador máxi-mo, el propio Viera cuando dice en sus Noticias históricas de Canarias: «Si bien no se encuentran en las Canarias los prodi-gios que la exageración de la antigüedad contaba de las Afortunadas, sin embargo, los frondosos bosques de lau-reles que en ellas se encontraban, según Virgilio; las ca-bras fecundas que producían arroyos de leche, sin temor de víboras, lobos, ni otro animal feroz o ponzoñoso, de que nos habla Horacio; las peñas que destilaban miel, el dulce canto de los pájaros, la fra ancia de las flores y yerbas aromáticas, de que nos ha % la Tíbulo, Sidonio y Prudencia; no hay duda que todo eso se hallaba y se ha-lla aún en Canarias» ". Tanto Alejandro Cioranescu como Andrés Sánchez Robayna han señalado la pronta incorporación de estos mitos a la cul-tura renacentista de Canarias gracias al canónigo poeta Bartolomé Cairasco de Figueroa (1 538-16 lo), que a finales del siglo XVI, tanto a través de la traducción de la Jerusalern Ziber- " Véase Noticias de la historia de Canarias, ed. CUPSA, preparada por A. Cioranescu, t. 1, p. 26. 40 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS tada de Torcuato Tasso, de su propio Templo' militante o de sus Comedias, recrea para la historia el mito y la realidad próxi-ma del «bosque umbríferon de Doramas, el héroe primitivo, de indudable historicidad. Como dice Sánchez Robayna, tam-bién con sus poemas «Cairasco está inaugurando el mito de un pasado armónico, arcádico, de la naturaleza insular...)) 12. Pero el pasaje que más nos interesa recordar en este lugar es el referente al carácter y costumbres de los primitivos ca-narios, a los cuales pinta muy favorablemente: En las costumbres fueron los canarios prudentes, avisados compuestos en las batallas, hábi Ye s, astutos, valientes, atrevidos y constantes; en la verdad y honor, tan puntuales "..O ,nm,;+nrn-mnn+n r i h n r r o A r l o UL JLlll ICLIIIUIIILIILL U U V I I L L I U U &e de efios la mentira y la deshonra. Eran en el sustento muy templados, nobles en condición y muy sencillos. Cairasco, según el gusto de la iglesia a la que pertenecía, simplificaba las creencias de los indígenas, y fue muy puntual en la descripción de sus armas de guerra, expresándose de esta manera: Nunca tuvieron ídolos; un solo Dios veneraban, señalando el cielo. Lanzas de fina tea eran sus armas, tarjas de drago, piedra fulminante y espada de acebuche, que en sus brazos no menos que de. acero parecían. Finalmente, describe la vestimenta sin distinción de sexo, y nos hace un beiio retrato de sus mujeres: El traje era de pieles de animales que llamaban tamarco, aderezado curiosamente a modo de repilla. Eran de mucha gracia las mujeres a!g~ merefiar, he!!ac y piadiras, '* Vid. Introducción a Museo Atlántico, Antología. Interinsular, Santa Cniz de Tenerife, 1983, p. 18. 24 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO honestos ojos negros y rasgados; su adorno era de pieles y esterillas de palma artificiosamente obradas 13. Y más adelante, con endecasílabos muy semejantes, a la selva o montaña de Doramas, señalando su .superioridad so-bre otras regiones idílicas, mitológicas o reales, pues es tan célebre en el Mundo, a quien rendido está el Pierio, el Pindo y el Parnaso. Vuelve a subrayar las cualidades elíseas, presentando allí los tópicos de la poesía idílica clásica: En ella se destila ambrosía y néctar y respirando un céfiro suave, ~uliscvla uua pcrpc~uap- .rL -~- iriavc~a. Pero los pasajes que Cairasco dedica con más detalle a la famosa selva son los contenidos en la Comedia del Recebi-miento -14. En la escena primera de esta comedia, compuesta con motivo de la llegada a Gran Canaria del obispo don Fernando de Rueda en 1582, hay una primera descripción que pone en boca de un personaje alegórico, la Invención, en un largo par-lamento escrito en los clásicos esdrújulos que hicieron famo-so a nuestro poeta: Este es el bosque umbrífero que de Doramas tiene el nombre célebre; y aquestos son los árboles que frisan ya con los del monte Líbano, y- -l-a-s palmas altísimas L- -L,. --.A 2- l7,L-a- le,. -:-L-:2,.- IllULllU 111'ls yuc uc LgIpLU Id> pll 'lllllUCS. Como se puede observar utiliza las mismas o parecidas comparaciones hiperbólicas en relación con los altos árboles, que ya sabemos como eran, además de las palmeras, los tilos l 3 Véase CAIRASCOD E FIGUEROAA: ntología poética, Ed. de A. Cio-ranescu, Interinsular Canaria, p. 92. l4 Véase Ed. de A. Cioranescu, Gráficas Goya, 1957. 42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATUNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AM~RICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 25 y laureles. A eso se añaden los productos: dos sabrosos dáti-les », la referencia, tópica y real a la vez, de {(los pintados pá-jaros~ canarios, y se describe como «salen las fuentes de pe-ñascos áridos» y se hace alusión a la espesura de la arboleda, donde no puede penetrar el «rayo cálido» de Apolo, y se aña-de una nueva referencia relacionada con el mar, elemento na-tural de todas las islas, cuando dice que a la selva: ni del profundo Océano pueden dañificar vapores húmedos Curiosa es la referencia que hace a las «letras góticas» de los visitantes de la selva, en las que ({escriben epigramas, nom-bres, títulos» en los árboles; idea, sin duda, sugerida por el héme renacentista Medorn cuando escribía su nombre enlaza-do con el de Angélica en los altos árboles, en el famoso poe-ma de Ariosto ... Se produce, además, en este pasaje de la Co-media, una trasposición temporal, por la que se traslada el pasado histórico de la Conquista de Canaria al presente de fi-nes del siglo XVI en que escribe Cairasco (1582), cuya finali-dad es presentarnos al héroe. canario, al señor de la Selva que tomó su nombre, como si fuera un sobreviviente del tiempo histórico en que se escenifican los hechos, un siglo después de su existencia real: Aquí, pues de la próspera fortuna está gozando un fuerte bárbaro, que por sus propios méritos alcanzó la corona y regia púrpura, y en la terrestre máquina es celebrado en ejercicio bélico; Doramas es el ínclito riuiTiloi-e de capit&il iliddiriiil>. Por otra parte, esta trasposición temporal es la que los poetas y novelistas canarios actuales realizan con frecuencia (véase obra de Alfonso García Ramos, León Barreto, Armas Marcelo, Arozarena, Lázaro Santana, etc.). En la escena 111 de dicha comedia aparece ya el propio personaje ficcionalizado en su medio geohistórico, y que a sí mismo se define a través de su selva: Yo soy aquel Doramas, tan famoso, que en cuanto el sol rodea y el mar baña; he dilatado el nombre generoso que aún vive entre umbrífera montaña; (p. 120). Fue éste el primer escritor canario del siglo xvr que compu-so una serie de comedias o más bien «autos» o ... de escenas alegóricas realizadas por personajes canarios. No vamos a ha-cer un examen de estas piezas teatrales, puesto que ya lo ha a hecho el Dr. D. Alejandro Cioranescu, obra publicada en 1957 E en ((Gaya Ediciones)) en Santa Cruz de Tenerife, bajo el título O de 0 h - n i~nk ditns, 1. Tentm. La cmxdia o acto qce nm interesa n =m estudiar aquí es la llamada «Auto del Recebimienton compues- O E to por Cairasco cuando el poeta contaba 20 años para celebrar E 2 E la llegada de D. Fernando de Rueda como obispo de Canaria el 8 de mayo de 1582. Este auto está formado por tres escenas o 3 breves actos menores. La primera está basada en cinco pasajes e-alegóricos costumbristas, que a su vez se dividen en uno de tres m E personajes representando otras tantas potencias intelectuales O que son: Aristóteles, Santo Tomás Narón; Sabiduría, Caridad e g n Introducción, y otros dos que representan a dos poblaciones aE canarias: Gáldar y Guía, cónsules extraordinarios y guías de n esta primera escena, en busca del héroe, el poderoso y valiente n Doramas, caudillo de la zona Norte de Canaria. 3 O Escena primera El tema de la primera parte de esta escena es el que plan-tean ias damas eiegidas para buscar la persona ideal, fuera histórica o fantástica, digna y propia para recibir al prelado D. Fernando de Rueda, nombrado obispo de Canarias, cuya venida es anunciada por la dama Sabiduria Persona de tan alto punto y nombre-que con gran majestad retumba y suena el eco de su fama en toda parte. (P. 99). Retrato de Cairasco de Figueroa, natural de Las Palmas, canónigo y prior de la Iglesia Canaria (1540-1610). A continuación interviene la dama Curiosidad, reclama la presencia de la dama Iinvención y ésta dice: Solícitas estáis, y no sin causa, pues una cosa sola es necesaria: y ésta es la brevedad, porque es la salsa de cuantas cosas hay en esta vida. Al fin la dama Sabiduría determina cuál ha de ser el con-cepto primordial que ha de presidir el recibimiento del nue-vo obispo y así se lo comunica a la Invención con estas palabras: Pero dejando aquesto, agora importa que inventes de improviso la figura que ha de salir a dar la bienvenida al gran pastor de todo este rebaño que propone primero «un pastorcicon, propuesta que es recha-zada porque ese personaje no tiene retórica o gobierno, cuali-dades de quien el Ilmo. se precia. Sigue la Invención propo-niendo a sus compañeras que sugieran a otros personajes, como son la Concordia y la Música. Finalmente la Invención, agotadas todas sus ideas, recurre a otros personajes alegóricos que son las Virtudes, donde se destaca la Caridad y la Fama, como son, precisamente, las virtudes extremas de los cristia-nos y los paganos, concluyendo: Y, si esto no queréis, salga la Fama, que publique sus obras por el mundo. Y, si esto menos, salgan siete ninfas ,e figüren !as islas de Car;ar;la. La Sabiduría reconoce que su compañera «buenas inven-ciones has tocado)), pero «yo querría que inventases alguna extraordinaria» Que satisfaga a los entendimientos, pues, como sabes, ya no se contentan sino de peregrinas invenciones. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Concepto éste que, sin duda, define una de las característi-cas del periodo prebarroco, que según la crítica caracteriza gran parte de la obra de Cairasco. Al fin la dama Invención dice: Una se me ha ofrecido en este punto, que me parece que ha de contentaros porque tiene extrañeza no pensada. (p. 104). A este anuncio sigue una larga exposición del referido buen canario, situado, como hemos dicho, en su medio natural. En esta larga descripción emplea el poeta sus célebres esdrújulos, que comienzan así: &te es e! hnsqe iimhrifero que de Doramas tiene el nombre célebre; y aquestos son los árboles que frisan ya con los del monte Líbano ..................................................................... Y la Invención termina, después de haber combinado «los peñascos áridos», de su isla con referencias a la retórica renacentista, como «Apolo Bélfi-cox, concluye con el retrato del «fuerte bárbaro», que señala al Nombre de este capitán indómito, si os parece, llamémosle que le dé bienvenida al Ilmo. Todavía la Curiosidad pone reparos por ser «un bárbaro tan rústico 1 ajeno de elegancia y de retórica», pero la Sabiduría reconoce que la Invención ha estado «celebérrima», y decide ella misma hacer al bárbaro «un gran retórico», infundiéndo-le da ciencia insólita» haciendo que un canario sea Demóstenes (p. 106). Una. vez decidida la elección del personaje que ha de ha-cer de embajador de Canaria al nuevo prelado, en esta escena Núm. 44 (1998) 47 se presenta el propio Doramas, reclamado en lengua castella-na por la dama Invención y la Caridad. Mas como el héroe no acude, recomiendan a Sabiduría que le llame en su propia lengua; ésta así lo hace, dejando para la posteridad una frase en lengua indígena, que posiblemente el poeta se atrevió a transcribir del modo siguiente: Aguay marane, Aguay marane ayermaraha. A lo que Doramas contesta: Aguay marana en maraguas ay ha acha aytimadas ayta ast Autindana ast Chanbeneguer ast Bentagayre. íiiterrogada la Sabiduría por sus compañeras cuál es ei significado de lo que ha dicho el héroe canario en su extraña lengua, ésta les traduce que él ha preguntado por «tres cana-rios valentísimos porque quiere luchar con ellos». Pero yo le he dicho que sólo le buscan tres damas que desean hablar con él, con lo cual me ha replicado que saldrá en seguida. Una vez presente continúa el diálogo de la Sabiduría con Doramas en la lengua indígena. Finalmente el indígena, como si fuera un cortesano de la época del propio poeta convida a merendar a las damas, que con gran sorpresa, dicha merien-da consiste en un potaje canario. Lo cual aprovecha Sabidu-ría para convidarlo a su vez con una bebida mágica que tras-mitirá al buen salvaje la ciencia infusan, cuyo contenido produce un profundo sueño a Doramas. Con este hecho ter-mina la segunda escena, quedando para la siguiente el resul-tado de la mágica bebida. Escena segunda El tema de la introducción de esta escena es el que plan- . _1 1 - - - - - - Leari las uarnas que representan a dos pueblos canarios: Gáidar y Guía, representativas, en aquella época, del progreso de la castellanización, enraizada, en parte, 'en las tradiciones indí- EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 3 f genas, que determinó hasta hoy una rivalidad, basada en la riqueza y en la nobleza de sus habitantes. Esta característica es recogida por Cairasco al comenzar esta escena, como se ve en el diálogo que ambas sostienen. Así, Guía dice: Tú te fundas en la honra, yo en ella y la riqueza, porque no hay mayor deshonra que la vida con pobreza. A lo que Gáldar le contesta: Tu codicia te deshonra, que la riqueza mayor que más se ha de estimar es el linaje y valor. Pero esta discusión al fin se sanja con las palabras amisto-sas de Guía: Hay tanto que replicar que callar es lo mejor. Cese ya la enemistad, mudemos el tono al canto, que faltar conformidad no se sufre donde hay tanto parentesco y vecindad. Entra en escena el citado y valiente Doramas, que cerca de ellas estaba adormecido por la Sabiduría y que ahora se des-pierta. Gáldar, lo identifica diciendo: Aqueste es el más fuerte de Canarias, a quien Fortuna varia ha levantado al más feliz estado de esta tierra, que el mismo Marte en guerra asombra, y Doramas se nombra A continuación ambas deidades lo llaman en la lengua in-dígena y en castellano sin recibir contestación aiguna, por io que Gáldar propone acudir a la dama Sabiduría, como hemos visto en la escena 1. Núm. 44 (1998) 49 Escena tercera Esta escena está dedicada, en su mayor parte, al discurso de Doramas ante D. Fernando de Rueda, que está formado por 258 endecasílabos clásicos e italianizantes, donde se muestra la españolización del héroe indígena, resultado de la influen-cia de la cultura literaria y renacentista, que al mismo tiempo es una especie de autobiografía del antiguo caudillo canario, que ahor; aparece iluminado bajo la sup&or influencia de los conquistadores. Este reconoce, desde el principio, la superio-ridad que representaba el nuevo mandatario eclesiástico, cuan-do dice: Y a nadie espante que la lengua ruda de un bárbaro canario a tal se atreva y, de estilo y retórica desnuda, presumo entrar en tan difícil prueba: que Aquél que desató mi lengua muda y me sacó de la profunda cueva, me dio poder de mejorar lenguaje, aunque me lo quitó de mudar traje O Terminando así el preámbulo de su exordio, y pidiendo 6 n permiso para comenzar su bienvenida diciendo «A vos, sacro E pastor, licencia pide)), comenzando por presentarse él mismo: a n Yo soy aquel Doramas, tan famoso, que en cuanto el sol rodea y el mar baña he dilatado el nombre generoso que aún vive entre umbrífera montafia; en ella tuve ya dulce reposo, albergue ameno, próspera cabaña, gozando de sus h t a s y arboleda, sin temor de Fortuna y de su rueda. A continuación sigue una descripción que recuerda la edad ,dichosa del Siglo de Oro, semejante al discurso de D. Quijote a 10s pastores donde reiiiabari la justicia y la paz entre los humanos, como se suponía que era la época de la indepen-dencia indígena de los canarios ... Mas Doramas vivió la época 50 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS de las luchas entre los Guanartemes del norte de la isla Cana-ria, que había soportado en una lucha a muerte contra los invasores europeos, así como la lucha con otro héroe canario llamado Bentagaire que ganó a nuestro héroe, como confiesa en estos versos: De solo Bentagayre en un asalto fui vencido en la fuerza, no en el brío Ya hemos destacado más arriba la autobiografía de «aquel Doramas tan famoso)), pero además en el transcurrir de su discurso, hemos hecho referencia a los otros héroes de la mi-tología canaria que pueden competir con él mismo, como dice en los siguientes versos: Testigos fueron ya de fuerza tanta los fuertes Maninidra y Adargoma, y aquellos Guanartemes, de quien canta la solícita fama en claro idioma él mismo dice cómo cobró la fama «sin que nadie ayudase mi partido, / sino sólo el valor de mi persona». Así, poco a poco, de lance en lance, llegó hasta alcanzar de rey digna corona, que no hay herencia acá tan estimada, que llegue a lo ganado por la espada. D. Bartolomé Cairasco, haciendo un juego con la proceden-cia dei nuevo obispo y del héroe canario, hace una correiación entre ambos personajes, pues en esta fertilísima montaña, fue sombra del albergo y patrio nido que vos, señor, tenéis en las de España; y, siendo montañés vuestro apellido, a propósito viene la maraña, pues, como yo le di nombre a la mía, así a las vuestras vos dais nombradía. Núm. 44 (1998) 34 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO Claro está el paralelo que hace nuestro poeta entre el pre-lado Rueda, procedente de la noble montaña santanderina con el bosque o montaña que recibió el nombre de Doramas y para más claridad este último añade: así de vuestras ínclitas montañas procedió la nobleza en las Españas. De suerte que ambos somos montañeses: el uno castellano, otro canario. Mas entrando en el tema principal de los presentes que la diosa Sabiduría quería presentar por la boca del héroe cana-rio a las islas que desde ahora el nuevo obispo debía gober-nar. Veamos ahora algunos pasajes poéticos de esta segunda y última parte del discurso que no es otra cosa que una especie A- ..---II-:- -..- ,.- L--- A- 1- A:--- :- n UG vaaaiiajc yuc ac iiauz uc ia LLCL la Laliar la. u ua~iii as ~uiiiicii-za por señalar su situación geográfica y geológica: Sobre las claras ondas levantadas, cerca de la arenosa Berbena, habitan siete ninfas estimadas en discreción, belleza, gallardía; y a continuación le dedica a cada una breve descripción de sus características más notables, empleando el poeta para ello la octava real, empezando por donde él vio la luz primera, que es para él la principal de todas, que la llama de vuestro amor está más encendida, la Gran canaria se intitula y llama Continúa luego por la que llaman Tenerife do está el Teide, el pico memorable, en pan y vino, próspera, fecunda, y sigue es la tercera ninfa tan hermosa, que es de los más valientes pretendida y llámase la Palma victoriosa 52 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMERICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 35 Define a la cuarta como «una dama tan gallarda8 de tanta agilidad y fortaleza ................................................................. triunfa con dardo, piedra y ligereza: llámase la Gomera; muy más fuerte será en quereros bien hasta la muerte. Como era de esperar en la ninfa quinta alude a «un famo-so árbol celebrado (El Garoé): sin el agua del cual sería a destierro, sin haber allí gente ni ganado, dice, señor, que, aunque se llama el Hierro, será en amaros oro tan celebrado. de quien tomaron los obispos nombre (se refiere a la primitiva población denominada el Rubicón). se llama Lanzarote; y tan entera, está en el valeroso sobrenombre que contra Mauritania y contra Francia tendrá, en vuestro amor perseverancia. Con ello se hace una alusión al famoso caballero Sir Lancelot, perteneciente a la Tabla Redonda del rey Artur. Finaliza su discurso, el valeroso Doramas diciendo que la ninfa postrera y mayor a quien el nombre de tan Fuerte y venturosa, p r ser!n en n b r s en qi-le se entretiene de orchilla y de ganados caudalosa. Pero aún como colofón y epílogo de la representación pe-regrina intervienen las personificaciones abstractas de los pue-blos más significativos de la lucha por la independencia de Canarias y son las que ponen fin ai discurso de Doramas en nombre del propio autor que aquí hace un alarde de retórica renacentista por boca de Doramas. Veamos una muestra: ' Núm. 44 (1998) 5 3 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO La esfera, el tiempo, la fortuna, el hado, favor, privanza, suerte, amor, ventura, mar, tierra, fuego, viento, en naipe y dado, linaje, fama, edad, fuerza, hermosura, paz, guerra, honor, y todo lo criado. Señalemos finalmente que en la obra de Cairasco, como se puede comprobar en esta última estrofa, se reúnen varios ele-mentos que se pueden considerar como antecedentes del ba-rroco a finales del Renacimiento, hecho que puede paran-gonarse con su paisano de la isla vecina, el beato Padre Anchieta. Limitándonos a hacer un paralelo entre los autos de am-bos poetas, vemos que en el primero el personaje central es el Niño-Dios y en el segundo el representante de Dios en la tie-rra, ei prelado Kuecia. Eistinto es también el empleo del ien-guaje indígena: el empleo del tupí brasileiro en el lagunero y la jerga indigenista del canario. Si en Anchieta el idioma pre-dominante es el portugués, en Cairasco es el castellano. Sin embargo, teniendo ambos el mismo sentido religioso, el pri-mero es un auto litúrgico-medieval y el segundo es un auto alegórico-renacentista que se acerca ya al barroco. Análisis de los elementos históricos y teatrales Como introducción Lope nos presenta, desde la primera escena, el tema de su obra: la certeza de la existencia del Nuevo Mundo en ia mente 6e su hturo descubridor, creencia apoyada por Bartolomé, su hermano, que le anima a confiar en los reyes o magnates que al fin le han de apoyar en su empresa. Así refiriéndose no al rey de Inglaterra a donde Cris-tóbal quiere enviarle, sino al propio rey de Portugal, en cuya cmte se supme cpe ce~i?iei,zu !a acciSr, teutra!: Pienso que te ha de admitir éste en cuyo reino estás. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Porque al fin noticia tiene, 3 ue es lo más ue te conviene, el nuevo mun 1 o que enseñas. En la larga contestación de Colón a Bartolomé, Lope nos muestra a su héroe a la altura del hombre que se debate en-tre las dudas, pero también investido con la intuición de su glorioso destino. Así, cuando dice: Mil veces atrás me vuelvo, y otras tantas me resuelvo en estas temeridades; en fábulas y verdades mil pensamientos revuelvo. Menéndez Peiayo ve en esta especie de soiiioquio la adi-vinación del carácter genial de Colón agitado por «el demo-nio de la inspiración para el cumplimiento de una misión al-tísima »: Una secreta deidad a que lo intente me impele, diciéndome que es verdad; que, en fin, que duerma o que vele persigue mi voluntad. ¿Qué es esto que ha entrado en mí? ¿Quién me lleva o mueve así? ¿Dónde voy? ¿Dónde camino? ¿Qué derrota, ué destino sigo o me con 3 uce aquí? «Aquí está el germen -dice nuestro erudito polígrafo- el verdadero espíritu de Colón, que tenía mucho de iluminado y visionario, aspecto que Lope procura exteriorizar», como ve-remos en una de las últimas escenas de este acto. Es acaso Gonzalo Fernández de Oviedo el que nos da una visión más imparcial de su persona, dentro de su gran admiración por su figura y por sus hechos, hasta el punto de decir que se mere-cía una estatua de oro por ser ei «primero descubridor e in-ventor destas Indias...)), pero esto no impedía que no consig-nara cualquier acto favorable o adverso en la historia del Núm. 44 (1998) 5 5 descubrimiento. He aquí cómo nos presenta el retrato físico y espiritual de Colón: «Hombre de honestos parientes e vida, de buena esta-tura e aspecto, más alto que mediano, e de recios miem-bros; los ojos vivos, e las otras partes del rostro de buen proporción; el cabello muy bermejo, e la cara algo encen-dida e pecoso; bien hablado, cauto e de gran ingenio, e gentil latino, e doctísimo cosmó rafo; gracioso cuando quería; iracundo cuando se enoja % a» 15. Lo que no parece ser muy cierto que fuera tan buen latino y cosmógrafo, sino que poseía una gran dosis de confianza en a N su convicción de que por Occidente se podía llegar relativa- E mente pronto a la fabulosa isla de Cipango y de Cathay, don- o - de se rncmtrarian ingefites rkpiezas. Lope recoge esta idea en - =m O el retrato que se hace el propio personaje en esta obra, en el EE que se muestra orgulloso de su persona y de su inteligencia: SE = ¡Un hombre pobre, aun roto, que aquí lo puedo ¿' ecir, y que vive de piloto, quiere a este mundo añadir otro mundo tan remoto! Y un poco más abajo, Lope, al querer dibujar a su perso- E a naje, le muestra también orgulloso de su linaje, de su destino n y de su empresa, de sus conocimientos clásicos, ansioso de la n fama: 3 O Alienta el pecho hidalgo a exceder al griego Euclides; que si con mi intento salgo, venzo la fama de Alcides y más que sus hechos valgo. En la segunda escena de este primer acto, Colón ya delan-te de1 rey de Portugal, Don Juan 11 de Avis, que se encontraba empeñado en una empresa parecida 2 12 de! m~ r i n eme, ~ c s n - trar una ruta al Gran Khan por Oriente, aprovecha la ocasión Ii Vid. ob. cit., p. 16. 5 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS para continuar su exposición autobiográfica, y al mismo tiem-po exponerle las razones que tenía para creer en la existencia de unas tierras más allá de la Mar Océana, y pedir ayuda para la empresa, y ofrecerlas con sus riquezas a la nación: Yo soy Cristóbal Colón, alto rey de Lusitania: nací en Nervi, pobre aldea de Génova, flor de Italia. Oviedo dice que «era natural de la provincia de Liguria, de la ciudad y señono de Génova: unos dicen que de Saona, y otros de un pequeño lugar o villa, dicho Nervi, que es la par-te de Levante y en la costa de la mar...)). Lope, como vemos, elige Nervi, entre las que cita Oviedo, más también se cuida de señalar ei iugar portugués de su residencia actiial: Ahora vivo en la isla que de la Madera llaman. El P. Las Casas dice que después de casado Colón con la portuguesa Felipa Moniz se fue a vivir a la isla de Puerto San-to pues allí residía la familia de su esposa, y porque «a causa de querer navegar, dejar allí a su mujer, y porque en aquella isla y en la de la Madera, que está junta y que también se había descubierto entonces, comenzaba a ser gran concurso de navíos.. . » . A continuación relata Colón el famoso caso del piloto ((huésped de mi humilde casa)) y que Oviedo sigue sin darle mucho crédito, pues dice que es como «novela que anda por el mundo entre la vulgar gente)). En cambio, el cronista López de Gómara lo da como un hecho cki-tü, id ~ 3 !O ~enp0oiie Lope en su obra como una de los argumentos de la fe de Co-lón en la existencia de otras tierras en la ruta de Occidente. He aquí como relata estos hechos el último cronista señalado: «Navegando una carabela por nuestra mar Océana tuvo tan forzoso viento de levante y tan contínuo, que fue a parar a tierra no sabida ni puesta en el mapa o carta de marear. Volvió de allá en muchos más días que fue; y Núm. 44 (1998) 57 cuando acá llegó no traía mas de el piloto y a otros tres O cuatro marineros, que, como venían enfermos de ham-bre y de trabajo se murieron de poco tiempo en el uer-to. He aquí como se descubrieron las Indias por gsdi-cha de quien primero las vio, pues acabó la vida sin gozar de ellas ... Unos hacen andaluz este piloto, que tra-taba en Canarias y en Madera cuando le aconteció aque-lla larga y mortal navegación; otro vizcaíno que contra-taba en Inglaterra y Francia ... empero ninguno afirma nada. Solamente concuerdan todos en que falleció aquel piloto en casa de Cristóbal Colón, en cuyo poder queda-ron las escrituras de la carabela y la relación de aquel luengo viaje con la marca y la altura de aquellas tierras nuevamente vistas y halladas)) l b . a N E Lope de Vega, con su imaginación, pone en boca de este O mictefincn pi!ete e! de~c1~hrimielitd0e ecus tierras: n - m O Donde vi con propios ojos nuevo cielo y tierras varias, tales, que nunca los hombres pensaron imaginarlas, cuanto más que fueran vistas y de nuestros pies tocadas. O Mas no cabe duda que la inclusión de este relato roman- g ceado es un acierto de nuestro dramaturgo, pues añade una n E intriga, un misterio, típico de las creaciones populares, con el a fin: l.", conmover a su auditorio; 2.", citar a un testigo de las n n nuevas tierras, y 3.", anunciar el posterior descubrimiento del n propio Colón. Éste, luego, muestra la confianza en sí mismo: 3O en sus teorías y conocimientos, al mismo tiempo que reconoce su pobreza, en lo que están de acuerdo todos los que le cono-cieron antes de que fuera nombrado almirante de las Indias: Yo aunque pobre nací tengo para cosas altas entendimiento y valor. Termina su petición y su ofrecimiento del poder y las ri-ípezas como premio a !a ajda red: Véase Historia General de las Indias, Eds. Clásicos Ribadeneyra, p. 165, a-b. 58 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Quiero si me das favor desta empresa temeraria, desta tierra nunca vista ser el rimero argonauta. Iré a c fa rte un Nuevo Mundo que a Portugal rinda parias, para tu gloria y aumento: piedras, perlas, oro, plata. Dame algunos portugueses, naves, carabelas, zabras; que yo romperé con ellos las nunca tocadas aguas. Serás señor del camino que el sol más ardiente abrasa, a la gente que le habita Karé que bese tus plantas. Alterando un poco la historia, Lope presenta la visita al rey de Portugal antes que la de Inglaterra, y aunque no dice de que rey de Portugal se trataba, porque si Oviedo dice que era Juan 11, el que recibió a Colón, y Gómara dice que fue Alfon-so V (su padre), Lope optó por no nombrar a ninguno, sino indicar que era rey. Nuestro dramaturgo pone en boca de éste todas las ideas contrarias que negaban las teorías del futuro descubridor, y le llama loco ((por haber creído en ¡Un muerto con frenesí te pudo mover así con dos borrados papeles! Y después pasa a exponer las ideas cosmográficas erróneas de Tolomeo y sus seguidores En tres partes dividieron la tierra, siempre estudiosos: Africa, Asia, Europa fueron sus nombres claros y hermosos. ....................................................... Pero que tras estas partes halles más yo no lo creo, si no es que sus partes partes o de aquel gran Tolomeo quieras exceder las artes. Núm. 44 (1998) Como se puede comprobar, en éste y otros discursos opues-tos a las ideas de Colón, siguen las teorías arcaicas de To-lomeo y de la antigüedad, que habían calculado mal el tama-ño de la tierra y dudado de su esfericidad, frente a las teorías expuestas en el mapa de Toscanelli, con el que tuvo correspon-dencia nuestro marino. La segunda carta se dirige a Colón, creyéndolo portugués le dice: «no me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y de toda la nación de portugueses, que han seído siempre hombres generosos en todas las empre-sas te vea con el corazón encendido y gran deseo de poner en obra el dicho viaje». Pero aquí falló con el rechazo del mo-narca de Avís, la generosidad y la empresa. Es precisamente su hijo Hernando Colón quien señala la importancia de la opi-nión de Toscanelli, aunque estuviera equivocado en las distan-cias. As: &-+- ,.--+- -- --- -1: L -I - -1 A 1--:--- -A- > L a La1 La CLILGIIULU l l l u ~ l l uC I ~ f i l l l l l ldl~~t : para su descubrimiento, si bien quien la envió estaba en el error de creer que las primeras tierras que se encontraban habían de ser las de Catay y el imperio del Gran Can, como lo demás que refiere; pues como ha probado la experiencia, es mayor la distancia desde nuestras Indias, allí, que la de aquí a dichos países.. En lo que se refiere a la réplica de D. Juan 11, imaginadas por Lope, a las propuestas de Colón, ob-serva, acertadamente, Menéndez Pelayo que es cierto el recha-zo «pero seguramente no son las burlas, insolencias y desati-nos cosmográficos que se ponen en su boca; ni puede darse cosa más ajena del carácter del Príncipe Pevfecto, tan enalteci-do por Lope en otra comedia escrita muchos años después y con más inteligencia y respeto de la verdad histórica ... » 17. Rechazada, pues, la propuesta de Juan 11 de Portugal, aca-so por estar muy ocupado y preocupado en los viajes y descu-bñmientos de ias costas africanas, especialmente ia Guinea, y en buscar una ruta, por el Cabo de Buena Esperanza, hacia las Indias del Oriente. Bartolomé Colón anima a su hermano a seguir solicitando ayuda a los reyes europeos, todos, en rea-lidad, interesados en los descubrimientos a la medida de los -.,, A-A-,,, ,-.-,,. .-,.. , A,. --- VCL uaucl u> p~ IILLI~CS uc >u LICIII~U. l7 Véase ob. cit., t. V, p. 317 60 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 43 BARTOLOMLuÉe:g o al punto a Inglaterra si gustas p a y . COLON: YO a Casti la porque es tierra a quien más amor cobré. En Sanlúcar o en el Puerto me hallarás entretenido si el Rey no acepta el concierto. Y aunque no indica Lope los motivos posteriores, se mani-fiesta el optimismo de Bartolomé en la nueva audiencia: Enrico Séptimo ha sido siempre cosmógrafo experto y creo que ha de aceptar esta empresa en su provecho. He aqul como relata C. Fernández de Ziviecio este episodio de la vida del Almirante: «Movido pues, Colón con este deseo, como hombre que alcanzaba el secreto del arte de navegar. .. trabajó por medio de Bartolomé Colón, su hermano, con el rey Enrique VI1 que favoreciese y armase para descubrir estos mares occidentales ofreciéndose a le dar muchos tesoros, en acrecentamiento de su corona y Estados, de muy grandes ser-vicios e reinos nuevos. Informado el rey de sus consejeros, y de personas a quien él sometió la examinación desto burló de cuanto Colón decía, e tuvo por vanas sus palabras)). A consecuencia de este fracaso, Colón, como lo presenta Lope, anunciando ya las escenas siguientes, decide marchar a Castilla: Quisiera al de España hablar, mas tiene que hacer sospecho más en tierra n11~ en e! mar '1"- -" Que la guerra de Granada le trae bien ocupada la persona, hacienda y gente .................................................. Los dos Duques de Medina Sidonia y Celi he de hablar. Es decir, su deseo sería solicitar apoyo de los Reyes Católi-cos, que en este momento están asediando al último reino de Núm. 44 (1998) 6 1 44 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO los mahometanos en España, pero en su defecto pediría au-diencia a los poderosos Duques de Medina Sidonia y Medina Celi. El tema de Granada, que en principio parece necesario, pues nos aparta de la acción principal, Lope lo considera jus-tificado, porque le parece necesario por estar relacionado con los hechos históricos que giran en torno al Gran Descubri-miento, y que por otra parte introduce .un elemento de con-traste y de colorido, donde el amor, las intrigas y la guerra se mezclan con la verdad social e histórica como solía hacer Lope en sus obras dramáticas sobre la Historia Nacional. Así esta nueva escena en el rey Mohamed (nombre tomado del tío de Boabdil el Zagal) mezcla amor y guerra con lo que Lope hace uno de sus alardes conceptistas o cultistas. Dalifa, su amada, le advierte con prudencia, la incompatibilidad de es-tos dos extremos: El cuidado de la guerra para amar te desocupa, si de cristianos te ocupa el rey Fernando la tierra. Pero Mahomet, como un galante cortesano de das come-dias de capa y espada)), le contesta por medio de un juego conceptista: Bien dices, que para amarte, Marte llaman su furor, y para amarte es mejor después que trato con Marte. Pero al mismo tiempo se da cuenta de su dramática situa-ción a causa de la división de su reino, enfrentado en lucha fraticida por el poder; por lo que confiesa: Tengo sólo el Albaicín, y con tan pocos amigos a ue ya sólo son testigos e mi acelerado fin. Mas la escena IV termina con una fugaz visión de los jar-dines de la Alhambra, tan romancescos como reales, hasta en EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 45 la misma actualidad, por lo que dice el rey haciendo gala de su cultura: Mientras callan atambores, bien podréis los dos cantar, que Alejandro así lo hacía para entrar en la batalla. Y Dalifa comenta en dos octosílabos llenos de plasticidad y de armoniosa belleza: La guerra y el viento calla y suena esta fuente fría. En 1- ncran- c.4~111;nntTn T \-P nana an h n r ~A n iin ri~ni inr- YII 1U bi>bbIICI a16UlbllLb bUyb YULIb bII VVbU Ue U A I aUYU-0 to alcaide de Granada, llamado Zelín, la situación extrema y dramática del reino granadino, echándole en cara al rey su desidia y su molicie ante el peligro eminente con que el rey Fernando amenaza a su reino; y que Lope, con un alarde poético combina con los h t o s de la granada el nombre de la ciudad: Deja el ámbar y las flores, juega el freno, embraza el ante mira que ya tu Granada abre las puertas y calles, y es señal que están maduras cuando las granadas se abren. Jurado Fernando tiene que no ha de llegar el martes sin ponerla por principio en sus manteles reales. El dramaturgo simplifica el largo asedio, la construcción de Santa Fe, los alardes heroicos de los principales caballeros árabes y cristianos, donde rivalizaron con sus hazañas Hernán Pérez del Pulgar, Gonzalo de Córdoba, Gacilaso de la Vega y sus oponentes Tarfe y Muza, que dieron lugar a bellos roman-ces heroicos, en una rendición honrosa, donde el Gran Capi-tán fue intermediario de la paz. Núm. 44 (1998) 63 MAHOMEHTo:y a ese Gran Capitán me ha de ir a llamar Zelín. ZEL~N: 2Ríndeste ya? MAHOMET: ¿Qué otro fin mis esperanzas tendrán? A continuación se cambia de escenario, y se deja un des-canso para presentarnos las gestiones históricas que Colón hizo acerca de los citados Duques. Es una escena corta donde se repiten una vez más las burlas a las teorías y pretenciones del futuro descubridor de las Indias. Para Menéndez Pelayo esta escena es menos histórica aún que la pasada con la del rey de Portugal, y, «por otra parte muy cómica en la que los dos duques, el de Medinasidonia y el de Medinaceli se mofan de las ofertas de Colón y le hacen pasar una especie de carre-ra de baquetas» 18. Lope reúne a los dos Duques en una sola entrevista, y comienza la acción ainmedia res» pues se supo-né que ya Colón ha expuesto las razones de su proyectada aventura, de la que los Duques se ríen y le contestan con fra-ses irónicas; así el de Sidonia le dice: Por cierto hermano, vos habéis venido a cosa que es locura tratar de ello. ¿Vos Nuevo Mundo? ¿Vos la gente opuesta? Y al enseñarle los mapas de la derrota al Occidente (segu-ramente el de Toscanelli), el de Celi exclama: ¡Qué gracioso papel de disR a rates! ¡Parece que aquí habéis ci ado el seso! Y tampoco quieren darle crédito porque era «extranjero y anrlaha pehrPmev~eeE fj&)>Ce me q ~ f i tLib pez de Gbmari, -A*--.,- que explica la burla de los Duques cuando al preguntarle Co-lón qué reparos ponen a su proyectado viaje, aquellos contes-tan con sorna: CELI: ¡Bien lo acredita el hombre! - - SIDONIA: Y bien ei traje. l8 Vid. ob. cit., t. V, p. 318. 64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS , EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 47 /' Pero también nos presenta, como fue discusión frecuente entre los cosmógrafos, sobre la cuestión de la habitabilidad o no de la zona tórrida o la existencia o no de las Antípodas. Así el de Celi le pregunta: ¿No sabéis vos, buen hombre, cuánto ha sido ventilado de antiguos y modernos si la tórrida zona ha roducido hombres que sufran E egos tan eternos? Y el de Sidonia le pregunta paralelamente: ¿Luego antípodas hay y hombres opuestos a nuestros pies, como yo estoy ahora? Aunque Lope de Vega acierta en ei orden cronoiógico de las peticiones (directas o indirectas) de Colón a los fam2sos Duques, siguiendo a Fernández de Oviedo y al Padre las Ca-sas, y no a Hernando Colón, altera la historia en dos aspec-tos: el reunir en una sola las entrevistas ante los próceres an-daluces (seguramente por exigencias de la representación) y el rechazo terminante de ambos, sin establecer diferencias entre el de Medinasidonia y el de Medinaceli. Sin duda Oviedo y Gómara, las principales fuentes de Lope, le indujeron a este error. He aquí la relación escueta del primero: «Fray Juan Pérez de Marchena (sic) fraile francisco de la Rábida, cosmó-grafo y humanista, a quien en prioridad descubrió su corazón, el cual fraile le esforzó mucho en su demanda y empresa, y le aconsejó que tratase su negocio con el Duque de Medina Sidonia, don Enrique de Guzmán, gran señor y rico, e luego con don Luis de la Cerda, duque de Medinaceli, que tenía muy buen aparejo en su puerto de Santa María para darle los na-víos y gente necesaria». Y añade «entrambos duques tuvieron aquel negocio y navegación por sueño y cosa de italiano bur-lador, que así habían hecho los reyes de Inglaterra y Portu-gal. .. D. Mas nuestro historiador Antonio Ballesteros afirma, basándose en textos fidedignos que civíedinaceii es de ios pri-meros convencidos de la viabilidad del proyecto ... y al mismo tiempo puede situarse a la cabeza de sus influyentes protecto- Núm. 44 (1998) 6 5 res en la corte». Efectivamente, el prolijo Padre Las Casas dice refiriéndose a este Duque, que ((luego que supo que estaba en su tierra aquel de quien la fama requería ofrecíase a los reyes que descubriría otros reinos y que serían señores de tantas riquezas y cosas de inestimable valor e importancia, mandóle llamar». Aduce también Ballesteros las cartas del de Medi-naceli al Cardenal Mendoza y a la Reina Isabel, en las que explica su interés en la empresa de Colón y las riquezas por las cuales no se determinó patrocinarla por su cuenta, puesto que como él escribe «e yo lo quisiera probar y enviar desde el Puerto que tenía bien aparejo con tres o cuatro carabelas, que no me demandaba más; pero como vi que era esta empresa para la reina nuestra Señora, escribilo a su Alteza desde Rota, y respondióme que gelo enviasen 19. Lope, como continuación y paralelo de la escena ciiírrti, donde se presentaba la situación del reino de Granada, intro-duce la escena novena en la que el rey Fernando, aparece por primera vez para recibir al Gran Capitán, Fernández de Cór-doba que solicita ir secretamente a entrevistarse con el rey Boabdil el Chico para tratar con él la rendición de la ciudad, por intermedio del alcaide Zelín como se ha anunciado en las escenas anteriores. También en esta audiencia muestra Lope su maestría dramática al dividir las opiniones de los reyes: Fernando decidido a conceder el permiso de la peligrosa em-bajada, e Isabel, tierna y preocupada por su preciosa persona. La escena X aparece también enlazada con otra anterior, que es el momento, en que fracasada la gestión con el rey de Portugal, Bartolomé Colón parte para intentarla con el rey de Inglaterra, que como él dice «es cosmógrafo experto 1 y creo que ha de aceptar / esta empresa en su provecho». Mas ahora e1 mismo Ralrtdumé comiinica u SU hermanv e! rcsühadu ad-verso de su embajada. Comienza la escena citada con una in-terrogación de Colón, a la que su hermano contesta: Esto dijo el rey Enrico más feroz que el portugués. l9 Vid Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, tomos 1 y 11, Salvat Editores, Barcelona y Buenos Aires, 1945. 66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 49 Es curioso como en esta escena Lope sigue todos los deta-lles que Oviedo consigna en su relación de las Indias: ((Como, dice, envió a su hermano Bartolomé, que también sabía el secreto, a negociar al rey de Inglaterra Enrique VII, que muy rico y sin guerras estaba, le diese navíos y favores para descu-brir las Indias, prometiendo traerle dellas muy gran tesoro en poco tiempo)). El motivo del rechazo, según la obra dramáti-ca, es, otra vez, como muestra Bartolomé con las siguientes palabras: Tan imposible, decía, que era haber más mundo y gente de la que se conocía, ni habitar la zona ardiente, como calentar la fría. Mas en esta escena Colón cuenta con un piloto de Palos, que Lope simplifica con el personaje Pinzón, que es una re-ducción de los tres hermanos Pinzones, y que ahora corres-ponde a Martín Alonso Pinzón, pues nuestro cronista dice que ((Colón se embarcó en Lisboa y vino a Palos de Moguer don-de habló con Martín Alonso Pinzón, piloto muy diestro, y que se le ofreció y que había oído decir como navegando tras el sol por la vía templada se hallarían grandes y ricas tierras ... D. Así lo traduce Lope poniendo estos hechos en boca del futuro Almirante: ¡Cosa extraña, que en mil gentes que he dicho este mundo ignoto sólo tu, amigo piloto, le conoces y consientes. Coion sigue habiandoie a Pinzón de como ha sido recha-zado en las cortes de Portugal y de Inglaterra, pero el piloto le recuerda su anterior consejo: Núm. 44 (1998) Aconsejéte que fueses al rey Fernando; y que dieses esta aventura a Castilla, por ue a su corona y silla tan 1 eroico aumento hicieses. 50 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO Entonces el genovés desencantado le replica que Ya lo intenté, pero a todos doy ocasión de burlar, arguyendo de mil modos que no se puede habitar. Efectivamente, según Oviedo, que intercala antes, la entre-vista de Colón con los duques de Sidonia y Medinaceli, como al parecer fue así en realidad, hace ahora referencia a tal en-trevista con los Reyes Católicos y su primer fracaso con los monarcas. «Animó10 a ir a la corte de los Reyes, escribe Oviedo, que holgaban de semejantes avisos ... Estuvo, pues, Colón en la corte de Castilla en 1486. Dio petición a su deseo y negocio a los Reyes Católicos, don Fernando y Doña Isabel, los cuales curaron poco de ella, como tenían los pensamien-tos en echar los moros del reino de Granada...». Mas ahora hay que citar también a los primeros que creyeron, en la cor-te española, en las proposiciones de Colón, que fueron como dice Lope por boca de Colón, cuando su hermano Bartolomé le pregunta: ¿A quién la empresa daremos que a todos parece impropia? A lo que contesta el futuro Almirante: Sólo el contador mayor Alonso de Quintanilla ha tomado esto mejor; ue es hombre en toda Castilla le grande in enio y valor. Este es aqueK que compuso 1," l,.,," A, 1, l-.,,,,A,A iaa L L ~ LU~L ia I L L I I L ~ ~ L I U ~ U , y el que a escucharme se puso con menos riguridad, y a creerme se dispuso. Efectivamente, es rigurosamente histórica la figura de nA ii,,v,, iiav A, n,.:,+,,;ii, +,A, , ,,,,,, A, T,LI r,+xi;,, * UL ~ u i i ~ r ~ i i r i r~uv,i i ~ u u vi iiiu yvr UL LJUULL ~ u r v i i ~ uCi,- tado por el Duque de Medinaceli en una carta, por haberle recomendado atendiera en su pobreza a Cristóbal Colón. Esta 68 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMÁTICAS DE LOPE DE VEGA 5 1 protección también la recoge Fernández de Oviedo cuando en su relación dice que ((Solamente Alonso de Quintanilla, con-tador mayor, le daba de comer en su espensa, y le oía de bue-na gana las cosas que prometía de tierras nunca vistas, que le era un entretenimiento para no perder esperanza de negociar bien algún día con los Reyes Católicos)). Afirma también Oviedo, como hemos visto en los versos de Lope, «en este ca-ballero halló más parte e acogimiento Colón que en hombre de toda España e por respecto e intercesión fue conocido del reverendísimo e ilustre Cardenal de España, arzobispo de Toledo; don Pedro González de Mendoza)) (este noble era hijo del famoso marqués de Santillana, se distinguió en la batalla de Toro en favor de doña Isabel, y era consultado por los re-yes en los asuntos de gobierno). Oviedo da testimonio de como «e! mal cardenal comenzó a dar a~dienciaa C&n, e CGEGC~S del que era sabio y bien hablado, y que daba buena razón de lo que decía. Y túvole por hombre de ingenio y de grande habilidad; e concebido esto, tomóle en buena consideración e quísole favorescern. Todo lo recoge Lope en sus versos, pro-nunciados por el propio Colón, que reconoce la decisiva inter-vención de Quintanilla y de Mendoza: Un ingenio singular de ver grandezas tratar no se espanta, antes se goza: al cardenal de Mendoza me mandó comunicar. Habléle, y estuvo bien en mis negocios, gustando de que crédito me den; Habló luego el re Fernando a quien he habla ~o7 también. Con esto sigue a Oviedo quien dice que «como era tanta parte para ello, por medio del Cardenal y de Alonso de Quintanilla fue oído del Rey y de la Reina; e luego se empezó a dar crédito de sus memoriales y peticiones)). A propósito de esta primera entrevista hay, según el profesor Baiiesteros un detalle inapreciable del Cura de los Palacios, el cual refiere: «Así que Cristóbal Colón se vino a la corte del Rey don Fer- Núm. 44 (1998) 69 5 2 SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO nando y de la Reina doña Isabel y les hizo relación de su ima-ginación, a la cual tampoco daba mucho crédito, y él les platicó y les dijo ser cierto lo que les decía, y les enseñó el mapa mundi de manera que les puso en deseo de saber de aquellas tierras» 20. El propio Colón, explica en la obra de Lope, los motivos del rechazo momentáneo a pesar del interés demostrado, y marca también su difícil situación personal, todo ello refren-dado por los cronistas. Pero, al fin, ha respondido que anda en la guerra ocupado que Granada tenido, y que, cual veis, me ha dejado más pobre y entretenido. - = Es curioso constatar que al final de esta escena, Colón que- m O E daba a la espera de la conquista de Granada, según le reco- E 2 mienda Martín Alonso Pinzón: E 3 Deja que se rinda el moro, y al Rey Católico espera. - 0m Haz a España aqueste bien. E o Se retira, cansado, a meditar, según se desprende de los n E versos que pone en boca de su hermano Bartolomé: a n No te alejes, como sueles, n dos leguas imaginando. 3 O Así también lo describe el cronista López de Gómara, des-pués de sus fracasados y dilatados plazos a sus propuestas: ::H&!j mn !=S cpe deciar; privar y vder coi; !as reyes eil !os negocios; mas como era extranjero y andaba pobremente ves-tido, y sin otro mayor crédito que el de un fraile menor (que llamaban Juan Pérez de Marchena), ni le creían ni aun le es-cuchaban; de lo cual sentía el gran tormento de la imagina-ción)). Creemos ver en estas últimas citas: donde hemos subra- Z0 Véase A. BALLESTEROíSd,e m. 70 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 53 yado la palabra imaginación, primero para indicar la exposi-ción de Colón a los reyes, según Andrés Bernáldez, segundo, para señalar las cavilaciones del marino genovés, y por últi-mo, para indicar el estado espiritual de Colón después de ser rechazado por tantas cortes y magnates. Sin duda, Lope que conocía algunos de los textos de los cronistas y los historia-dores, aprovechó el concepto y la imaginación para fundamen-tar la escena alegórica que sigue a la situación dramática an-terior. Nos encontramos ahora tres momentos escénicos que for-man una especie de acto alegórico o ((misterio medieval», como lo denomina Menéndez Pelayo, que junto a la primera parte (que aparece en el tercer acto) después de la conquista sirven no sólo para hacer más atractivo al público del siglo XVII la representación historicista, sino también para plantearse y plantearnos, lo que hoy diríamos de «el estado de la cuestión)) de la licitud o no licitud de la conquista indiana. La primera escena sirve de introducción donde aparece la propia Imagi-nación (convertida en personaje) de Colón, que en un momen-to de desaliento le dice: Quiero volverme a mi tierra; que no hallo en nadie favor. Mas Colón se ve arrastrado por ella, y en la siguiente es-cena, donde se supone cambia el espectáculo, aparece «un trono en que está sentada la Providencia, y a los lados la Re-ligión y la Idolatría», como si se tratara de un juicio. Efecti-vamente el acusado es Colón, por denuncia de la Idolatría que le acusa de querer poseer sus dominios: Por medio e un hombre pobre, ¿quieres que tu fe la cobre estando en la posesión? El demonio en ella vive; la posesión le entregué. Mas la Providencia juzga, como era de esperar, que el des-cubridor tiene derecho también a la conquista, Núm. 44 (1998) 71 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO Pues de lo que está cobrado por la falsa Idolatría no hay hablar, Religión mía; vaya mal lo mal ganado. Esta conquista se intente, que para Cristo ha de ser. Pero la Idolatría recurre a la ambición, empuja los conquis-tadores de nuevos mundos, empezando por el propio Colón, que «Van a buscar plata y oro / del encubierto tesoron, como hemos visto en la comedia Conquista de Tenerife que sin em-bargo, la Providencia justifica con argumentos que han de emplear los defensores de la conquista de los nuevos países, como vemos en los siguientes versos: Dios ji-~zga de la intención: si El, por el oro que encierra, gana las almas que ves, en el cielo hay interés, no es mucho le haya en la tierra. Todavía en la tercera escena de este pequeño auto alegóri-co, aparece la figura del Demonio, poseedor, como se ha visto antes, de las Indias Occidentales, e insiste en el mismo tema de la codicia de las riquezas: No les lleva cristiandad sino el oro y la codicia. que como ha visto muy bien Valentín de Pedro, «el demonio apareció en el primer acto entre las figuras que puebla la ima-ginación de Colón para echar su cuarto a espadas denigrando la intención de los conquistadores»21y como también el mis-mo crítico observa, aparecerá en el tercer acto el mismo per-sonaje alegórico «para quitarle la voluntad de hacerse amigo de ellos al cacique de los indios descubiertos». Mas la Provi-dencia sin admitir más réplicas sentencia brevemente: «La conquista se ha de hacer*; entonces, para cerrar el «auto», 21 Véase América en las letras españolas del Siglo de Oro, Ed. Sudame-ricana, Buenos Aires, 1954, p. 91. 7 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS después de la huida del Demonio vencido, la Providencia or-dena a la Imaginación (es decir, al propio Colón) que le acom-pañe a establecer las Capitulaciones con los reyes: Ve, Ima f inación, con él donde e rey Fernando está. Así pasamos ya a las últimas escenas de este primer acto de la obra de Lope, donde todos los hechos son rigurosamen-te ciertos, y que constituyen los preliminares del Descubri-miento y Conquista de América por España. En primer lugar, escenifica la rendición de Granada, ya anunciada en anterio-res escenas. Después de once años de lucha, ya en 1491, los reyes ponen cerco a Granada, cuando Colón esperaba pacien-temente hasta su rendición el 2 de enero de 1492, qüe haez exclamar al rey al ver ondear su pendón en las torres de la Alhambra: ¡Si ha sido el trabajo mucho, mucho ha sido el galardón! En este momento Colón está en santa Fe. El mismo nos narra en su Diario, su sorpresa y alegna por «haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, donde este presente año, a dos días del mes de enero, vide poner las ban-deras reales de vuestras altezas en las torres de Alfambra, que es la fortaleza de dicha ciudad, y vide salir al rey moro a las puestas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Al-tezas y luego, en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de Indias». Y añade: «El mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí con armadas suficientes me fuese a las dichas tierras de Indias». Con ello también se cierra la larga historia de la Recon-quista, que Lope pone en boca de Mahomed, el rey vencido, dirigiéndose a don Fernando, y haciendo aiusion a ia entrada de los árabes a consecuencia de la venganza del conde Don Julián: iOh cuánto te quiere Alá! ¡Cuánto de tu parte está! Pues el trágico castigo de España por don Rodrigo en ti se restaura ya. Termina esta escena con la legendaria y posiblemente his-tórica elegía del Llanto del rey Chico al despedirse de su bella ciudad, que Lope sabe darle una emocionada expresión poé-tica: Adiós, famosa e ínclita Granada, laurel de España, que su frente cierra; blanca y hermosa la nevada cierra bermeja ya de sangre derramada. Adiós el mi Albaicín y Alhambra amada, adiós Generalife, adiós mi tierra, que ya de vos la envidia me destierra, que se ha juntado a la cristiana espada. Con ella queda abierta la negociación de Colón con los Reyes Católicos, y como introducción a la escena final del acto 1, que Menéndez Pelayo considera el más logrado de la comedia de Lope, vemos al futuro Almirante en la antesala de Santa Fe, introd,ucido otra vez por Alonso de Quintanilla, que en esta crucial situación le anima con sus palabras: No te espante que cause maravilla, Colón amigo, la que a España has dado comprometer al suyo un mundo nuevo, siendo tu el inventor de aquestas Indias, que aquí no le sabemos otro nombre. P2r2 disipa 12s d u d ~ dse ! cmtadm real sobre !a enisieficia de esas tierras, Colón aduce el testimonio literario de los anti-guos, que seguramente el personaje real no conocía, pero que el culto Lope se lo atribuye: ¿Cómo imposible, si te muestro autores que digan esta tierra ha sido hallada en los tiempos que el grande Augusto César, como se ve en los versos de Virgilio ... ? 74 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Y ante la objeción que le puso el propio descubridor, en realidad éste replica con toda la vehemencia y gala poética, con toda una exaltada descripción del Nuevo Mundo y su fe anunciada siempre por la ya portentosa Imaginación: Creed que son las Indias que yo busco; creed que hay gentes, plata, perlas y oro, animales diversos, varias aves, árboles nunca vistos y otras cosas; yo sé que el cielo anima mi propósito y mi imaginación levanta al cielo. En la última escena de este acto los reyes reciben a Colón de nuevo y definitivamente para oír sus alegatos, promesas y neticiones. En primer lugar les habla de la grandeza del «mun- r do nuevo)) que va a ofrecerles, ahora que ha terminado la con-quista cfelicísima de Granadan: Ahora es tiempo de ganar un mundo que no penséis que es menos lo que ofrezco. Y ya también explica las razones científicas e histórico-cosmográficas que le. llevan a afirmar la existencia de ese mundo nuevo, o la ruta a esas desconocidas Indias: A los antiguos se perdió de vista; en sus tablas le ignora Tolomeo, que si no vio las Fortunadas Islas ni a Tulé conoció ¿qué os maravilla que niegue de horizonte las Antípodas, tierra en su longitud de ochenta grados? Resume aquí Lope, en seis endecasílabos,. una de las polé-micas que durante muchos años sostuvieron los cosmógrafos, y que está en todo el proceso de la génesis del descubrimien-to americano. ~ e j a n d oa un lado dónde estaría esta última Tulé, que mencionaba Séneca en su Medea, y a la que al pa-recer Coión arribó en sus primeros viajes de comerciante al norte de Inglaterra. Veamos como Lope, aunque dice que Tolomeo no conoció a Tulé, lo que ocurre es que conoció o imaginó otra Tulé, como se desprende de la memoria que Núm. 44 (1998) 75 Colón ((preparaba para demostrar que las cinco zonas de la tierra son habitables)), pues una de las objeciones alegadas contra él era que ((cualquiera que saliese del hemisferio de Tolomeo caería en el vacío)). Caldeo -según Ballesteros-imagina un diálogo mental de Colón con sus contradictores, revolviéndose contra la autoridad de Tolomeo y su hemisferio occidental. El Tolomeo, el famoso geógrafo alejandrino, pensana el Al-mirante, afirma que la última tierra conocida era Tulé, situada a 65" de latitud, y yo he visitado otra Tulé cuya parte meridio-nal está situada en el 73". Tolomeo coloca su Tulé dentro del hemisferio occidental y mi Tulé se halla mucho más a occiden-te que aquélla» 22. Curiosa es también la alusión a las «For-tunadas Islas)), con lo que vemos presente a Canarias en la mente de Lope, durante los preiiminares dei viaje hacia el mis-terioso occidente, que descubriría muy pronto. Finalmente, vuelve a referirse al tema tan traído y llevado de las famosas Antípodas, que hemos visto presente en todos los reyes y mag-nates, como argumento en contra, del proyectado viaje de Co-lón. López de Gómara trata el tema de las Antípodas contras-tando las distintas opiniones desde los antiguos filósofos hasta las opiniones de los cosmógrafos de su tiempo. Así dice el cro-nista: ((Strabon, y otros autores antes y depués, niegan a pie juntillas los antípodes, diciendo ser imposible que halla hom-bres en el hemisferio inferior...», y añade más abajo porque «era imposible ir ni venir, por estar entre medio muy grande y no navegable mar, y la tórrida zona, que atajaban el paso)). Pero también otros como Thales de Mileto afirmó la redondez de la tierra «aunque parezca llana)). Afirma Gómara por el tes-timonio de Plutarco y de Macrobio que tiene que haber Antí-podas, aunque los ejemplos que ponen están basados en el cálculo erróneo, también de Colón, del tamaño de la Tierra 23. Termina el discurso de Colón, aunque dirigido a don Fer-nando, para mover su piedad cristiana, halaga de paso, con una hiperbólica frase, la vanidad de la reina: 22 Vid. Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, Ed. Salvat, Bar-celona, t. 1, p. 297. 23 Vid. Historia General de las Indias, ob. cit., pp. 159-b, 160-a y b. 7 6 ANUARIO DE ESTUDIOS AT~NTICOS Yo iré si tú, señor, me das ayuda a conquistar los indios, los idólatras; que es justo que a la fe cristiana nuestra reduzca un rey que se llamó Católico, con la prudente y más dichosa Reina que han visto las edades de oro antiguas. Volvemos, pues, a encontrarnos, como al comienzo de este ensayo, con el tema de los derechos de ocupación y de con-quista de las nuevas tierras, en cuya polémica no entraremos, y que estaba latente en la época de Lope de Vega, iniciada por el Padre de Las Casas y continuada por el padre Vitoria y Sepúlveda como hemos visto en otro lugar 24. Ya entrado en la negociación económica, don Fernando le pregunta a Colón: ...¿qu é has de menester para esta empresa? Y el marino genovés le contesta rotundamente: Señor, dineros; que el dinero en todo es el maestro, el norte, la derrota, el camino, el ingenio, industria y fuerza, Todos los detalles de esta última escena son rigurosamente históricos, y hasta las palabras de los personajes se nos anto-jan presumiblemente verídicas. Así la contestación del Rey Católico a la demanda de dineros: La Guerra de Granada me ha costado lo que ya por ventura habrás sabido. A este impedimento habría que añadir lo que dicen Her-nando Colón y el Padre Las Casas. El primero escrrbe en sus memorias: «Hacía más difícil la aceptación deste negocio lo mucho que Cristóbal Colón, en remuneración a sus trabajos y servicios e industria pedía»: Al mismo tiempo prometía y pe-día además de lo que consta en las célebres Capitulaciones de Santa Fe, io siguiente: l4 Vid. Las Canarias en la obra de Lope de Vega, Cap. «La polémica de la Conquista de Canarias», AEA, Las Palmas-Madrid, 1964, pp. 139 y ss. Núm. 44 (1998) 77 Saldrá España de pobre, y habrá tiempo que no se tenga en tanto el oro y plata, y que las piedras hasta aquí preciosas se vengan a vender a humilde precio. Yo he de menester armar tres carabelas con hasta ciento y veinte compañeros, que puedan pelear si se ofreciere, o quedar en la tierra que probare. Dieciséis mil ducados es lo menos que serán a mi intento necesarios. Véase cómo en estos versos el descubridor promete que el coste de la empresa no será nada comparado con los benefi-cios inmensos que reportarán las nuevas tierras. A continua- s N ción pide todo lo necesario empezando por las tres naves 25, 1 el número exacto de los que han de tripularlas, que coincide O a con el número señalado pnr P e d r ~M ártir de Ar;g!eria y - % ó" Fernández de Oviedo, aunque las Casas y Herrera dicen que S I sólo fueron noventa los que se embarcaron. Obséwese la do- 2 1 ble condición que debían tener estos tripulantes como guerre- % 5 ros conquistadores o como pacíficos emigrantes, como fueron Y en realidad los que realizaron la conquista y colonización e-m americana. Finalmente, indica la cantidad exacta en ducados, 1 que es la cantidad que consigna López de Gómara prestada O g por el escribano real Santángel como veremos enseguida. Este a E punto es el que preocupa a don Fernando: es precisamente - a ahora, cuando, con todos los visos de ser un hecho histórico, 2 a intervienen los dos favorecedores y protectores de Colón más a 0 cercanos a los Reyes: el contador y el escribano de ración: B O ¿Habrá decid, Alonso, quién nos preste este dinero a mí y a Colón? Y le contesta el contador real: Señor, que lo dará Luis de Santángel, que fue vuestro escribano de raciones. 25 ES curioso constatar que en la obra de L ~ p ede ! Eesr~hrimientud c América no se menciona la nave almirante sino a la Pinta y a la Niña cu-yos propietarios eran los hermanos Pinzones, mientras que la Santa María era de Juan de la Cosa. 78 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S Así, Lope deja entrever la decisiva intervención del judío converso Santángel, hombre entendido en negocios financie-ros, muy amigo de Colón, acerca de la Reina como lo consig-nan Hernando Colón y el Padre Las Casas. Veamos el relato del primero: ((Siendo entrado el mes de enero de 1492 el mis-mo día que el Almirante salió de Santa Fe, disgustado su par-tida, entre otros, a Luis de Santángel ... anheloso éste de algún remedio, se presentó a la Reina, y con palabras que el deseo le suministraba para persuadirla, y al mismo tiempo repren-derla, le dijo «que él se maravillaba de ver que siendo siem-pre su Alteza de ánimo presto para todo negocio grave e im-portante, le faltase ahora para emprender otro en el cual poco se aventuraba, y del que tanto servicio a Dios y a exaltación de su iglesia podría resultar, no sin grandísimo acrecentamien-to y gioria de sus reinos ... » Emplea pues los mismos argumen-tos prácticos y de poder que hemos visto emplear a Lope por boca de Colón ante los Reyes. Mas nuestro dramaturgo, aun-que no hace intervenir al racionero del Rey, si recoge el dato tomándolo seguramente del relato de López de Gómara quien dice: «Las capitulaciones deste concierto se hicieron en Santa Fe, y el privilegio de la merced en Granada y en 30 de abril del año en que se ganó aquella ciudad. Y porque los Reyes no tenían dinero para despachar a Colón les prestó Luis de Sant Ángel, su escribano de ración, seis cientos de maravedís, que son en cuenta más gruesa diez y seis mil ducados)) 26. Conseguido esto y el permiso del Rey, la gran aventura ya se puede poner en marcha para que se cumplan los dos fines de la empresa; ahora puestos en boca del Rey Católico: Porque a la fe se vuelvan los idólatras y se ensanche de España el señorío. Lo que en el umbral del Descubrimiento y conquista de América está de acuerdo con lo que ya hemos apuntado en nuestro citado estudio sobre Lope, cuando San Diego de Alcalá, va a evangelizar Canarias y Lope le hace exclamar: «Que aquesta cruz es mi espada», aquí es el propio Colón el 26 Vide ob. cit., p. 166, b. Núm. 44 (1998) que planta su cruz en la recién descubierta isla de Guanahaní, tomándola de manos de Fray Buyl: Padre, dadme aquesta cruz, que aquí la uiero poner que el farol 1 a de ser que de al mundo nueva luz. (Nuevo Mundo, ac. 11, p. 361, b). Esto se completa con aquellos otros versos insertos en Los guanches de Tenerife, cuando Fernández de Lugo anima a sus tropas a la conquista: Vosotros que en las conquistas de naciones nunca vistas habéis hecho hazañas tales; que los tiempos inmortales serán vuestros coronistas. (Los guanches, 1, p. 303, a). A lo que habría que añadir las obras de dramaturgos y poetas desde Lope de Vega a Paul Claudel 27. Puede decirse que la lucha por la conquista del gran impe-rio de los aztecas realizada por Hernán Cortés y sus pocos soldados con la ayuda de las tribus vecinas y enemigas de Moctezuma es una de las grandes hazañas llevadas a cabo por los españoles después del Descubrimiento de Colón realizada entre 1519 y 1521. Es curioso que Lope intentara llevar el tema a su teatro hecho enclavado en el Septentrión después del descubrimiento de la América Central y finalmente, como veremos, en la América Meridional con el Auaúco domado, abarcando así los puntos claves del gran continente encontra-do o descubierto para la cultura europea. 27 Autor de El libro de Cristóbal Colón, Ed. Losada, S. A., Buenos Aires, 1954. 80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Se quejaba Lope de que en Italia, Francia o en las Indias podrían haber obras que llevaran su nombre que no eran de él. ¿Sería esta desconocida comedia, LQ conquista de Cortés, una de las apócrifas, y por eso no se publicó o se perdió? En el libro de Valentín de Pedro, América en las letras españolas del siglo de oro (1954), dice que si esta ((comedia se ha perdi-do » es de ((presumir la poca importancia que tenía, pues su autor no se preocupó de salvarla», pero en ese caso pueden estar muchas, pues sabido es que escribió más de mil, y no se conocen sino unas 350. Pero a falta de la obra, por lo menos podemos saber, según dice el comentarista, «el concepto que a Lope le merecía el gran conquistador de México», por unos poéticos autorretratos de personas ilustres, que aparecen en la Arcadia, su novela pastoril (1598), donde dice en una octa-villa: Cortés soy, el que venciera por tierra y por mar profundo con esta espada otro mundo, no otro mundo entonces viera. Di a España triunfos y paImas en felicísimas guerras al rey infinitas tierras y a Dios infinitas almas. Como se ve en los dos últimos versos, el poeta vuelve a señalar el fin perseguido por los conquistadores, que se refle-ja en todos los dramas escritos por Lope de tema americano, y que puede tenerse como el leit motif de la comedia perdida en este caso. En sus Estudios sobre el teatro de L q e de Vega don Marce-lino Menéndez y Pelayo hace una puntual relación de las cir-cunstancias históricas que dieron lugar a que nuestro gran dramaturgo del Siglo de Oro compusiera la comedia El Brasd restituido (1625), cuando hacía sólo algunos meses que las es-cuadras conjuntas de España y Portugal habían expulsado a Núm. 44 (1998) 8 1 los holandeses de Bahía a principios de mayo de 1625. Con este hecho se cumplía una de las últimas gestas en el apogeo de la expansih que había alcanzado el imperio hispano con la unión de España y Portugal, que comenzó en 1580 bajo el dominio de Felipe 11 y que terminaba, en los inicios de la de-cadencia, en 1643, en la época de Felipe IV. Por diversas circunstancias políticas y por competencias mercantilistas con españoles y portugueses con los anglo-sa. jones y holandeses en América del Norte, estos últimos de-cidieron establecerse en el Sur, asentando un enclave colonial Kcpro~liicciGn dc LIII ci i i~l i -od c Castillo, dcl Rlii\co dcl Fraclo, wbi -c el dciembarco del general don Fadrique dc Toledo en la Bahía de Todos los Santos, en donde derrotó a los holandeses por orden de Felipe 11. 8 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS en la larga y desguarnecida costa del Brasil, para lo cual pre-pararon una escuadra formidable formada por 26 navíos con más de 1.300 marinos y 1.700 hombres de armas al mando de Jacobo Willekens de Amsterdan, ayudados por fuerzas ingle-sas y francesas. Con el apoyo, desde tierra, por judíos conver-sos y por hugonotes que habían huido de Europa por temor a la Inquisición. La escuadra holandesa destruyó gran parte de las naves portuguesas de la Bahía do Santos y el ejército ata-có Salvador, en aquel momento residencia del Gobernador que se rindió a principios de mayo de 1624. España y Portugal decidieron, por mandato y expreso de-seo del Rey, formar dos escuadras con el fin de desalojar a los holandeses y a sus aliados del Brasil. En breve plazo de un mes estuvieron preparadas: la de Portugal estaba formada por 22 naves, al mando de D. Manuel de Meneses y la de España estaba formada por 30 navíos, siendo la dotación entre mari-nos y soldados de ambas naciones de 11.500, reunidos bajo el mando único del noble castellano D. Fadrique de Toledo y Osorio. Como siempre, Lope, cuando se trataba de estos temas his-tóricos, procuraba ser lo más realista y verdadero, pero tam-bién como hace en el Nuevo Mundo descubierto por Colón y en Araúco domado, utiliza la alegoría propia de los autos reli-giosos medievales, donde se personifican seres míticos, entes abstractos, que dan al espectador una ultrarrealidad. Así ocu-rre en El Brasil restituido (que había permanecido inédito has-ta la época moderna) en cuya jornada 11 aparecen personifi-cados la Religión católica, la Herejía, Apolo y el mismo Brasil, que hace el papel de apuntador (hoy si fuera en el cine, la voz en of), nos presenta al almirante de la expedición y hace, de paso, un panegírico a la nación de España y de su rey, que comienza así: Sabiendo su Majestad del Rey Felipe de España el notable atrevimiento de los rebeldes de Holanda nombró para General de mar y tierra, las armas de un generoso mancebo Núm. 44 (1998) SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO que lo es de esta misma armada; ......................................................... de ilustrísima prosapia de los Toledos y Osorios a quien don Fadnque llaman Nos da detalles de los compañeros de armas de las distin-tas naciones y del número de soldados: Son cinco mil y quinientos infantes los que el armada conduce gente escogida de la mejor Alemania, de Flandes de Milán, Española, a r fin que basta; dos mil y quinientos hombres de mar, que todos alcanzan el número de ocho mil La partida de la escuadra española le da pie a Lope para desplegar una cadena de versos formados por otras tantas be-llas imágenes y metáforas de intenso lirismo: Parte, al fin, la armada ilustre por las saladas montañas, abre camino a las ondas que cierra espumas blancas ..................................................... Lienzo tiende, escotas larga; ella selva, ellos jardín, pisando campos de plata, ciudad portátil del viento Precisa Lope el itinerario, que partiendo «de la bahía de Cádiz» ... ((treinta naves de alto bordo)), van a pasar por las Canarias, como lo habían hecho Colón y Camoes: Dieron vista a Tenerife y a Cabo verde, y la armada de Portugal descubrieron que la de Castilla aguarda .................................................. Por General de ella viene un caballero que llaman don Manuel de los Meneses ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Es interesante ver como el Fénix de los ingenios muestra su entusiasmo patriótico, en pie de igualdad, indicando, al propio tiempo, la diferencia de las dos naciones, que solas serían siendo únicas, pero que unidas podrían llevar a cabo la más sublime de las gestas que Occidente tenía aplazada desde que el imperio otomano ocupara Jerusalén: Aquí las alegres salvas destas dos fuertes naciones, que por nueva unión, hermanas, la emulación de sus glorias hace parecer contrarias ........................................................ porque fuera Lusitania única, a no haber Castilla, por las letras y por las armas, y si Portugal no hubiera Castilla por Fénix rara se celebrara en el mundo Según nos relata puntualmente don Marcelino en su estu-dio sobre esta obra: «Cuando el 29 de marzo (1625) apareció tan lucida expedición en la boca del puerto de Bahía, había comenzado la indisciplina y el desorden entre los holandeses ... Los colonos de Bahía, refugiados en el campo, se habían re-hecho, y hostigaban a la ciudad por todas partes ... Pero la pla-za estaba en condiciones de defensa muy superiores a la del año anterior. .. Se esperaba la inminente llegada de dos pode-rosas escuadras armadas en Amsterdan por la Compañía para defender y asegurar la conquista. Su tardanza, ocasionada por los temporales, permitió a don Fadrique efectuar el desembar-co ... Los e~iemlgos dzsampararoz sin grm resistencia !os fuer-tes, pero en la ciudad hicieron porfiada y valerosa resistencia, sosteniendo un mes entero la brecha abierta ... El 28 de abril se dio la señal de asalto, y cuando comenzaban los españoles a escalar uno de los baluartes, el jefe holandés Han Kyff ... pi-di6 rapit~!aciSn, consintiendo D. Fadrique en recibir a sus comisionados. Pretendían salir de la plaza con los honores de la guerra, pero nuestro general dictó, como vencedor, las con-diciones, que fueron generosas ciertamente)). He aquí cómo Núm. 44 (1 998) 85 representa Lope al final de la tercera y última jornada, la ren-dición de Bahía. Un supuesto emisario llamado Leonardo dirá: De parte del coronel Monsieur Armelingues vengo, !Oh General españoli !Oh generoso Toledoi de esta plaza que tenía, deste mar y deste puerto, por las islas a ofrecerte salud, paz y rendimiento, con aquestas condiciones, que ha firmado su Consejo en este papel. FADRIQUE (Le rasga.) ¿Por qué rasgas? FADRIQUE No pienso admitir yo condiciones de az ni de otros conciertos en E acienda de mi Rey por ue tanto atrevimiento me % a enviado a castigar, que no para usar con ellos la piedad que no merecen. Mas porque conozco el pecho de aquel divino Monarca, que cuando es juez severo sabrá ser padre piadoso reconociendo su imperio A continuación el devoto Lope nos presenta a D. Fadrique exigiendo al emisario de los holandeses que se arrodille ante un retrato de Felipe 11 como si de un santo se tratara (lo cual entra dentro de los posible, pensando que, hasta hace poco tiempo se atribuía a 1- reyes uc caracter divino). Entvrices es el mismo don Fadrique, como representante del rey, el que impone las condiciones de la rendición, que se resumen en estas cláusulas versales que son las siguientes: 86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Pues el perdón les concedo, dejando cuanto han hurtado y solamente saliendo con los vestidos que tienen, tres meses de bastimento y embarcación a sus tierras, sin que lleven sólo un verso, pólvora ni munición. Efectivamente «Los vencidos entregaron la ciudad con toda la artillería, banderas, dinero, navíos, mercancías, prisioneros y esclavos y juraron no hacer armas contra España hasta res-tituirse a Holanda. D. Fadrique les consintió sacar las ropas de su uso, víveres para tres meses y medio, y las armas nece-sarias para su defensa después de salir del puerto». El hecho de la invasiíin de Rahh por 10- holandeses y su posterior re-conquista tuvo una amplia repercusión en el mundo conoci-do: se escribieron en castellano y en portugués más de 11 his-torias y relatos de estos hechos, y además de la de Lope, Menéndez Pelayo dice que en Comedias varias (1670) hay una de Juan Antonio Carrera, titulada Pérdida y restauración de La bahía de Todos los Santos y quizá en el teatro portugués ... » Según valentín de Pedro en su obra América en las letras espa-ñolas, esta obra de Lope de Vega, «tuvo la fortuna de servir de modelo a Fray Juan Bautista Maíno para el famoso cuadro la Recuperación de Bahía ... pintado para el Salón grande del Buen retiro, inaugurado en 1635 ». Mas faltaba también otro asunto que liquidar: el asunto de los judíos que tomaron el bando y apoyaron a los invasores, que no podían perdonarse por haber sido traidores a la na-ción. Por eso dice D. Fadrique: Luego mandaré prenderlos, que tengo de castigarles. Significativa es esta escena, porque se refiere al botín y a ias riquezas que acumulaban, por tradición, 10s Judíos como se ve en el parlamento entre el soldado Machado y la hebrea, su amada Guiomar: Núm. 44 (1998) 8 7 -¿Qué escudos tenéis ahí? -Mil en doblones -¡San Pedro! yo soy Marqués del Brasil por librarte del brasero. Pero los rendidos salen; Luego del oro hablaremos. Es decir que por dinero la libraba de la hoguera de la In-quisición. Y cuando el coronel enemigo viene a rendirse ante don Fadrique, el mismo soldado le advierte: -¡Vive Cristo, que este pícaro hebrero el que te vendió! Y a continuación dice don Fadrique: -No puedo dejaros de castigar Al final el Brasil y la Religión vienen a coronar de laure-les, como a los antiguos cónsules y césares, en una apoteosis dedicada al vencedor de los enemigos y herejes, a D. Fadrique Toledo, mientras otra vez hablaba la nación liberada: Con este laurel iOh generoso Toledo! corona tus dignas sienes por tantos gloriosos hechos de Brasil restituido, principio de los deseos de serviros, aunque fin de todo heroico suceso. Finalmente diremos que el tema de las luchas de los espa-ñoles por dominar el cono sur de América en la región de Chile, el valle y selva de los araucanos, sin duda los más bra-vos indios americanos, y los que más resistencia opusieron a la conquista, atrajo la atención de Lope de Vega, acaso por eso 8 8 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS mismo, y porque representaba la última gesta de la primera época de los conquistadores en el Nuevo Mundo, cuyo descu-brimiento, como hemos visto, fue el primer tema dramatiza-do por nuestro escritor sobre América. Francisco Esteve Barba, dice que la conquista de Chile es-tuvo llena de tremendas dificultades, que podemos enumerar del siguiente modo: a) la situación geográfica que le separaba al Norte por el peligroso desierto, al Este por la tremenda cordillera de los Andes, al Oeste por el océano Pacífico y al Sur por la selva desconocida e impenetrable; b) aunque parez-ca paradójico, la desorganización indómita de los araucanos, fue una gran dificultad, porque no era como había sucedido con los aztecas o los incas, con los que se podía combatir o pactar con un caudillo de un pueblo más o menos unido, pero los innumerables jefes de tribus tan pronto sometidos, como nuevamente rebelados)), y por último; c) también las circuns-tancias históricas les fueron desfavorables a Valdivia (que le costó la vida) y a Hurtado de Mendoza, pues primero se en-contraron que el paso de Almagro, más que de exploración que de conquista, hizo que los indígenas interpretaran su par-tida como cobardía y miedo; los araucanos tenían en su me-moria histórica la idea de haber salido vencedores de los incas (o &gas») en la época de su floreciente imperio, y al llegar los españoles creían que volvían los aingasn, como se dice en una carta de Valdivia: por eso escribe el historiador Esteve Barba «en otras regiones de América pudo haber conversación o pacto; los araucanos, en cambio, fueron desde el primer día enemigos encarnizados, y sólo se sometieron provisionalmen-te a la fuerza, después de Andalien, de Penco y del castigo que se les impuso)). Referencias a casi todas estas dificultades y circunstancias históricas podemos encontrarlas en las dos obras de Lope so-bre la conquista de Chile, en especial del Araúco. La comedia clasificada entre las ((Crónicas y leyendas de España», El Araúco domado (escrita poco antes de su publicación en 1625) y el auto sacramental titulado La Araucana, según Menéndez Pelayo, tienen casi en exclusiva, su inspiración en el poema del joven chileno Pedro de Oña, del que Lope tomó hasta el Núm. 44 (1998) 89 SERASTIhN DE LA NUEZ CABALLERO Reprodiicción de la csiatua de Caupolicán, el ca~idillo rlc la indeprndcncia chilena, esculpida por Nicanor Plaza. 90 ANfJARlO DE ESTUDIOS ATIANTICOS título, publicado en Lima en 1596, que es, como dice el gran polígrafo santanderino, «Una adulación continua y fastidiosa al Marqués de Cañete y a su familia». Pero este poema es, en realidad, una segunda parte de la famosa Araucana de Ercilla, a partir del capítulo XIII, cuando el Marqués nombra a su hijo García, Gobernador de Chile, mas no llega al suplicio y muer-te del caudillo Caupolicán, y dominio transitorio de la tierra araucana, como Ercilla y Lope en sus obras. Claro que tam-bién hay otras fuentes de la comedia de nuestro Fénix, como es la histórica panegírica de Cristobal Suárez de Figueroa, «Hechos de D. García Hurtado de Mendoza ... » (1622), escrita por «nueve ingenios». Lo que provocó a Lope de Vega a escri-bir su Araúco domado, que como dice Menéndez Pelayo «no es ningún prodigio, pero vale mucho más que la comedia de los nueve poetas (pensamos que no es un capricho el número de sus compositores, sino que se debe a propósito de las nue-ve ciudades fundadas por los conquistadores de Chile, Pedro de Valdivia y el Marqués de Cañete). Sigue diciendo dicho erudito «tanto el historiador como los dramaturgos se inspiraron, para lo que llamamos color local de sus respectivas obras en el modelo de la Araucana de la cual afectaba separarse (y en algún caso corregir), pero cuyo prestigio ha pesado y pesará eternamente sobre todo lo que se escriba de las cosas de Araúco, y aun sobre todo poema de conquistas ultramarinas». Breve análisis de El Araúco domado El verdadero título (aquí incompleto) nos da ya el fin prin-cipal por lo que fue escrita esta comedia, aparte del motivo de su orgullo molesto por haber sido excluido en la citada comedia de los nueve autores, dedica como aquellos su obra al «excelentísirno Señor Hurtado de Mendozan, como reza en el título. Con la introducción, Lope de Vega nos dice además, qae Ir, accibl? y temas & !u ceme&U: ::siende esta dera historia, vencimientos y hazañas de aquel insigne capi-tán, padre de V. S. fiero español y yugo católico de la más Núm. 44 (1998) 91 indómita nación que ha producido la tierra, en la parte cuyo descubrimiento dio tanta gloria a España ... etc., etc.» Como se ve, aquí se trata de destacar las razones ideales que le movie-ron a componer esta obra: hazañas de don García Hurtado de Mendoza y vencimiento de un pueblo indómito precisamente en la última fase de los descubrimientos y conquista, que empezaron con la llegada de Colón a lo que creía las Indias orientales, como hemos visto en la primera de estas comedias, que tituló El Nuevo Mundo descubierto por Colón. Acto I. En la escena primera, Rebolledo, un soldado, nos presenta al héroe español: Éste es aquel Hurtado de Mendoza que a gobernar su padre a Chile envía. Luego entra García a manifestar «ante el santo secreto», en una escena que presagia el auto sacramental que Lope tendría ya in mente, los motivos de su empresa: La primera es ensanchar la fe de Dios; la segunda reducir y sujetar de Carlos a la coyunda esta tierra y este mar. En la segunda escena nos traslada el autor al campo ene-migo, donde nos deleita con unas sensuales estancias que tie-nen su antecedente en Pedro de Oña, que describen el refres-cante baño del caudillo Caupolicán con su amada Fresia, que recuerda los idilios del Renacimiento o de la antigüedad clá-sica de Teócrito o Virgilio: Aquí bañarte puedes, tú que a estos vidrios en blancura excedes le dice a la amada, y continúa Desnuda el cuerpo hermoso, dando a la luna envidia y quejárase el agua por tenerte; 92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS EL TEMA DE CANARIAS Y AMBRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 75 Cosa que nos recuerda algo a la escena de Dácil y Castillo en la laguna o fuente del Aguere, como cuentan Viana y el propio Lope. Mas este idilio se ve interrumpido por el espíri-tu de venganza y de lucha, y Caupolicán se jacta de haber dado muerte a Valdivia, mostrándose con inmodesto orgullo: Del polo en que el sol nace, a donde sus caballos enfrena, no hay poder ue me asombre; Yo soy el dios 2 e Araúco, no soy hombre y termina diciéndole a su amante que le pida: Caupolican, enlosa de cascos de españoles todo este mar, que por tragarlos gime; 1- L-..-- ---- ---- :--. ia rua LC iiiaaa csgilillc, hazme reina del mundo Se vierten aquí ciertos conceptos que como hemos dicho más arriba, dan como resultado el desprecio hacia los espa-ñoles, deduciendo el valor de sus tropas por la excursión de Almagro: Ya la española espada el arcabuz temido, En las escenas finales, vemos a García y a Caupolicán de-fendiendo dialécticamente sus posiciones y sus ideales, como antes las había defendido con las armas. Así dirá el general vencedor, cuyo triunfo lo hace el autor coincidir con tan his-tórico momento, como él mismo dice: Cuando el gran emperador Carlos quinto se retira a Yuste, el mundo mira que a ~ e r i l~e eha dejado Nuevo mundo conquistado con io que viene a cerrarse el de las grandes ccrnqüis-tas del continente americano, aunque no así el de las largas guerras por la hegemonía con los países europeos, que rivali- Núm. 44 (1998) 93 zaban con los españoles por el dominio de los dos mundos, el viejo y el nuevo (el propio Lope había dramatizado en El Bra-sil restituido, como ya hemos visto, una de estas luchas de naciones rivales). García justifica así la guerra contra los araucanos y su caudillo, pues aquí se trataba de un país per-teneciente al dominio de la corona española y por eso le pre-gunta a Caupolicán: ¿No eres vasallo del rey de España? A lo que le contesta valientemente Libre nací, La libertad defendí de mi patria y de mi ley. La vuestra no la he tomado Mas García le recuerda sus delitos como vasallo: subleva-ción contra el rey, la muerte de Valdivia, el vencimiento de Villagrán. Y termina: «Y tú morirás por ello», aunque Pésame, Caupolicán, que perdonarte no puedo. Pero Lope siguiendo las mismas normas y creencias, que ya hemos visto en Los guanches de Tenerife, donde el mencey Bencomo se hace bautizar, para salvar el alma, aquí es tam-bién el propio Caupolicán; hace un parejo razonamiento teo-lógico: Así baja y alza el vuelo la fortun-. de !1 g ~ e m ~ ; pues hoy me derriba al suelo, piérdase el cuerpo, que es tierra: gánase el .alma que es cielo. Este vencimiento da lugar a una escena de tragedia griega, en la que 12 r?l~~jdeerl c ~ s d i l !a~ru ucam, a q d h dulce Eresu, que hemos visto bañándose en un lago, al contemplar a su esposo entregarse humillado y vencido, atribuyéndolo a cobar- EL TEMA DE CANARIAS Y AMÉRICA EN LAS OBRAS DRAMATICAS DE LOPE DE VEGA 77 día, y al no poderse vengar en sus enemigos, se venga en la sangre inocente de un hijo de ambos recién nacido de aque-llos amores, diciendo: Que tan afrentada estoy de que mi marido seas, que este hijo que te di entre los brazos me queda, por no tener de un cobarde a mis 0'0s tan vil prenda, lo estre / lo en estos peñascos! Todo esto hace que Caupolicán, ya en el suplicio, procla-me su arrepentimiento y su deseo de ser cristiano, con lo que Lope sigue a Oña y a Ercilla, que dice en una octava de su poema: Pero mudó10 Dios en un momento en el su poderosa mano, pues con lumbre de fe y conocimiento se quiso bautizar y ser cristiano y Lope, dice por boca del caudillo araucano: Señor, si yo era bárbaro, no tengo tanta culpa en no haberos conocido; ya que me han dicho lo que os he debido sin pies a vuestros pies clavados vengo. Yo confieso que tarde me prevengo; pero dicen que estando arrepentido, debo creer que en este día he nacido; Más L ~ p ede Vega es también Un profeta de !a historia americana, pues trae de nuevo a Engil, el hijo mayor del jefe araucano, que se había mostrado como fogoso y temerario guerrero, a pesar de sus pocos años, promete a su padre con-tinuar la lucha contra sus enemigos como así fue durante dos siglos en él y sus descendientes. He aquí el juramento: Padre, yo te vengaré si cubre el bozo mis labios: Núm. 44 (1998) yo te juro por el cielo y el sol que me está mirando, de no me llamar tu hijo, de no dormir en tu tambo, de no vestirme las armas ue a españoles has quitado, le no mirar mujer de no salir al campo Kasta que vengue tu muerte, pasando este mar a nado que de matar a García pequeña venganza aguardo. En la apoteosis final utiliza Lope los mismos recursos de 2 las comedias anteriores, la técnica del auto sacramental, don- w de se sustituye la Eucaristía o Cristo por el héroe, o en este P caso por el Rey- Felipe 11, a qüien Hü ~ a d ode Meíidzlza !e hace --n a un resumen de las hazañas de los españoles desde el descu- E brimiento de Colón, es decir, una síntesis de lo que el mismo B Lope había dramatizado: - 5S Invictísimo Felipe, nuevamente coronado por rey de España y del mundo que a vuestros abuelos santos halló Colón, y después, tantos es añoles brazos, a costa Be sangre suya os dieron y con uistaron: veis aquí nueve l, anderas, nueve batallas de Araúco que en vuestro nombre he vencido, pacificando su estado. Y aquí damos fin, en un breve resumen, lo que era una gran y dilatada hazaña del Fénix de los Ingenios que qui-so encerrar en cuatro comedias las dimensiones tan colosa-les como las de sus compatriotas en Canarias y en el Nuevo Mundo. ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S |
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