¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE?
Revisión histórica, filológica y antropológica
de un tópico
P O R
MAXIMIANO TRAPERO
Y
ELENA LLAMAS POMBO
SUMARIO
1. Objetivo y método.-2. Lo que dicen los diccionarios de 'kuanchen.-3. Las
principales recopilaciones de fuentes de la palabra "guanche".4. Nuestro pun-to
de partida.-5. Fuentes históricas en que se documenta la palabra "guanche"
(5.1. Informes tempranos de navegantes italianos y portugueses. 5.2. La cró-nica
de la conquista bethencouriana. 5.3. La Pesquisa de Pérez de Cabitos.
5.4. Las crónicas de la conquista castellana. 5.5. Las Datas de Tenerife.
5.6. Noticias de viajeros del siglo M. 5.7. Los Diálogos del brasileño Fernandes
Brandao. 5.8. Las primeras «historias» de Canarias. 5.9. Las historias pos-teriores).-
6. Interp~etaciones que se han dado de la palabra "guanche"
(6.1. Berthelot. 6.2. Alvarez Rixo. 6.3. Marqués de Bute. 6.4. Abercromby.
6.5. Bethencourt Alfonso. 6.6. Giese. 6.7. Vycichl. 6.8. Marcy. 6.9. Álvarez Del-gado.
6.10. Wolfel. 6.1 1. Muñoz. 6.12. Caridad Arias. 6.13. Una conclusión
provisional):-l. IVZAPWF fim2ks snbw " ~ U B E C ~ Py ' 'n uevnc ~ M ? P ~ ~ ~ P ? G C ~ G M P S
(7.1. La toponimia como fuente primaria. 7.2. Interpretación de la toponimia
de Guanche. 7.3. Un texto primitivo y problemático de guanche. 7.4. ¿Eran
[(guanches))s ólo los naturales de Tenenfe?).-8. Consideraciones antropoló-gicas
sobre la imposición de genti1icios.-9. "Guanche", un galicismo antiguo
(9.1. Grafías y pronunciación. 9.2. Significados y sentidos de guenchir y
guenche en el francés antiguo y medio. Estudio semántico. 9.3. De la acción
p e ~&i ? -Y !es xt e s de !es abdgenes gxnches. 9.4. De nombre comúr; a
gentilicio. 9.5. Pervivencia en el francés moderno).-10. La habilidad extra-ordinaria
de los canarios aborígenes ("guanches") para tirar y esquivar pie-dras
(10.1. Primeras noticias. 10.2. El testimonio excepcional de Abreu y
de Torriani. 10.3. El asombro de Nebrija).-11. Consideraciones conclusivas.
Núm. 44 (1998) 99
MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
Nos proponemos estudiar con detenimiento la palabra
guanche (y sus derivados), tanto por lo que se refiere a su eti-mología
como por lo que atañe a las significaciones que ha
tenido y tiene. Se trata, por tanto, de un estudio, por una par-te,
onomasiológico y, por otra, semasiológico, tomando siem-pre
en consideración y poniendo en relación los dos compo-nentes
de la voz. Podría pensarse que se trata de una cues-tión
meramente dialectal, propia y exclusiva del español de
Canarias, pero no es así, pues, si bien su referencia se limita
a un aspecto concreto de la historia de Canarias, la voz es de
uso general en el español moderno y, como tal, aparece en el
diccionario de la Academia y en todos los diccionarios gene-rales
de la lengua.
Si nos proponemos revisar todo lo que se ha dicho sobre
la voz guanche es porque partimos de la intuición -de mo-mento,
sólo intuición- de que las explicaciones dadas hasta
ahora no son convincentes, que están llenas de incertidumbres
y de interrogantes y que, por tanto, deben ser revisadas. Para
ello, podríamos partir, dándolo por bueno, del conjunto de
textos, noticias e interpretaciones que algunos autores han
acumulado, en su intento -paralelo al nuestro- de explicar
la palabra guanche, pero preferimos partir de cero y hacer
nuestra propia comprobación, sometiendo los textos que han
servido de fuente a otros estudiosos a una nueva revisión crí-tica,
a la vez que nos detendremos en otras fuentes que no
han sido tenidas en cuenta hasta ahora y que creemos funda-mentales.
Naturalmente, conridenndn también las inte-qreta-ciones
de quienes, antes que nosotros, trataron de explicar tan
problemática palabra.
Justamente por ser guanche una voz de tanta importancia
e interés para la historia de Canarias, ya que nombra a sus
habitantes primitivos -y a su raza, y a su cultura, y a su len-gua,
etc.-, antes de la conquista y ocupación de las Islas por
los españoles, ha sido tan estudiada. De la voz guanche -nos
referimos ahora sólo a la palabra, no a su referencia- se han
(ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 3
ocupado tantos estudiosos -y entre ellos algunos tan sa-bios-,
que, reunidas sus consideraciones, aparentan formar
una monumental montaña filológica, ya intocable, mucho más
firme e inaccesible por cuanto las razones y argumentos
etimológicos aducidos para su explicación pertenecen al ám-bito
de unas lenguas desaparecidas o de cuya supervivencia es
muy dificil la comprobación, como son las lenguas y dialec-tos
bereberes que, presumiblemente, son los que hablaron los
habitantes primitivos de Canarias.
2. LO QUE DICEN LOS DICCIONARIOS DE GUANCHE
La última edición del DRAE (1992) se limita a decir:
anche. adj. Dícese del individuo de la raza que pobla- $áI las islas Canarias al tiempo de su conquista. U.t.c.s.
Usase a veces la forma femenina guancha. 11 2. Pertene-ciente
o relativo a los guanches l.
Nada se dice en esta edición de la etimología, pero sí lo
habían dicho ediciones anteriores. Según nos informa el re-ciente
y magnífico DDEC de Corrales, Corbella y Álvarez
(1996), la voz guanche se recogió por vez primera en la 3." edi-ción
del DRAE de 1791, pero sólo desde la ed. de 1884 y has-ta
la de 1956 se incluyó la etimología, que decía: «Del berb. ú
acrex, hijo mozo». ¿De dónde sacó la Academia esa etimolo-gía,
que no coincide con ninguna de las otras muchas que los
berberólogos han atribuido a guanche en la filología canaria?
c. xr -..L --.J- _ii:l-ii~-- -1- 1- 1 o a -2 i que Ia.mlle> puuu LCIK~ pa1a qumula a ~ C ULII ut: 1o . CU..
¿Advertencia de disconformidad con las hipótesis que otros
autores barajaban, quizá?
Ya se sabe de los meandros -grandes y a veces incompren-sibles-
que ha tenido la lexicografía académica en el trata-mi
ent~d e si"s mcterizles 2 le hrgn de sus ya dns siglm y me-
' Y éste es el significado que invariablemente (con igual o parecida
redacción) se repite en los demás diccionarios del español general.
Núm. 44 (1 998) 101
4 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
dio largos de historia2. Por lo que se refiere a la palabra
guanche, nos informan detalladamente los autores del DDEC.
Se recogió por vez primera (junto a las formas guancha y
guancho) en la ed. 3." de 1791, con la indicación de sustanti-vo
y masc. y con la acepción «Los antiguos habitadores de la
Isla de Tenerife)). Deja de registrarse en las ediciones siguien-tes
de 1803 (4." ed.), 1817 (5." ed.), 1822 (6." ed.), 1832 (7." ed.)
y 1837 (8." ed.). Reaparece en la 9." edición, de 1843, con la
entrada guanches, en plural, y cambiando la definición ante-rior
por la siguiente: ((Antiguos habitantes de las Canarias)).
Así continúa en las ediciones de 1852 (10." ed.), 1869 (1 l." ed.)
y 1884 (12." ed.), añadiéndosele en esta última, según ya diji-mos,
la etimología. Desde la ed. de 1899, se le define como
adjetivo, con la indicación de Ú.t.c.s., y con la acepción
~Eícesed el individuo de la raza que poblaba ias isias Canarias
al tiempo de su conquistan. Se precisa a partir de la 15." edi-ción,
de 1925, que NÚsase a veces la forma femenina guaricha»
y se suprime la etimología, como también ya dijimos, a partir
de la edición de 1956. Por último, en la 2 1 ." edición y última,
de 1992, se añade una segunda acepción: «Perteneciente o re-lativo
a los guanches».
Si se observa con detenimiento, dejando aparte ahora la
etimología y las varias formas en que se manifiesta la voz, en
esos meandros académicos hay un cambio sustancial en la
definición: la primera vez que aparece, la denominación de
guanche se atribuye sólo a 'los antiguos habitantes de la isla
de Tenerife', mientras que desde la 9." edición, de 1899, y has-ta
la actualidad, extiende y generaliza el nombre de guan-ches
a 'todos los de aquella raza que habitaban las Islas Ca-narias
al tiempo de su conquista'. Ese cambio en la definición
académica, ¿a qué se debió? Porque refleja un estado de co-sas
-una historia y un problema lexicológico- bien diferen-te
del que refleja el DDEC en sus definiciones iniciales. Éste
Nosotros lo advertimos -y lo denunciamos- en el estudio de la pa-l
o ~ - ,.nwn,.,n r ~ - ~i a~a i ) ,. n.-~ ~-=+~..A;- ....O=+-- iuuiu r r r r r u r ;" ,LiulJI.lv ' ,, ', YC I.JI. C.JCUUlV lluCJCIV -y i i ~UC ! DDEC-procede
la identificación de todas y cada una de las ediciones del Diccio- .
nario de la Academia (año de edición y número de la edición), que hace-mos
constar aquí cuando corresponde.
102 ANUARIO DE ESTUDIOS ATUNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 5
dice en su primera acepción que guanche era el ((habitante
aborigen que poblaba la isla de Tenerife en el momento de la
conquista)), y en la segunda acepción, que, por extensión, la
voz se aplica al ((aborigen del resto de las islas),. Pero lo que
realmente nos importa aquí, no es la 'extensión semánticaJ que
la palabra guanche ha podido llegar a tener en las hablas ca-narias,
en las que, efectivamente, hoy se aplica, generalmente
y sin distinción, a los aborígenes de todas las Islas, sino la re-ferencia
específica que tuvo el nombre guanche en el momen-to
inicial de la conquista, es decir, su valor primigenio.
Será cuestión a la que volveremos más adelante: descono-cemos
las razones que tuvo la Academia para el cambio de su
definición lexicográfica, pero advertimos aquí que la «creen-cia
» -pues creencia supone aceptar que guanche significó en
su origen soio 'habitante aborigen de Tenerife'- en la que se
apoyan los autores del DDEC, es la ((doctrina))q ue se ha fija-do
como «oficial» en la historiografía y en la filología de Ca-narias
y que justamente esos mismos autores habían expuesto
ordenadamente unos años antes en su TLEC. «Creencia» y
((doctrina))q ue han trascendido generalmente al ámbito de los
conocimientos y de las opiniones de todos los canarios media-namente
instruidos (queremos decir conocedores superficiales)
o especialistas de la historia y, sobre todo, de la prehistoria de
Canarias.
3. LAS PRINCIPALES RECOPILACIONES
DE LA PALABRA GUANCHE
B ~ e fni rinripie n , ~ e s t rr~ex ~iciófi r----
confiar en la recopilación de textos y de opiniones filológicas
-y en este caso también de opiniones «históricas»-, que los
autores del TLEC hicieron para la voz guanche, una de las que
más extensión ocupa en ese diccionario: allí están las opinio-nes
de Álvarez Rixo, del Marqués de Bute, de Abercromby de
Álvarez Delgado, de Guerra, de Santiago, de la Nuez, de Ré-gulo,
de Alvar en el ALEICan y de Navarro Artiles. Pero en él
faltan las fuentes históricas -que son para nosotros funda-
Núm. 44 (1998) 1 03
6 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
mentales-, las primeras citas de la palabra guanche en las
crónicas e historias primitivas de Canarias. Y faltan también
algunos otros testimonios del máximo interés, como son los
de Berthelot y de Bethencourt Alfonso y, sobre todo, falta el
testimonio de Wolfel, que contiene la mejor recopilación de
fuentes históricas de Canarias hasta su fecha, aparte otros es-tudios
formulados con posterioridad a la aparición del TLEC,
como es el de Rafael Muñoz3.
Por su parte, Dominik Josef Wolfel, profesor de lingüística
comparada de la Universidad de Viena y estudioso principal
de todo lo que se refiere a la lengua de los habitantes pre-hispánicos
de las islas Canarias, hizo, como decimos, en sus
Monumenta Linguae Canariae (1996), la recopilación más
exhaustiva de las fuentes históricas antiguas y modernas en
A^--.-^ . .
LVLL~V a la voz g¿iünche, y a é! hbiéramos podido acim;cmo
confiar -con toda garantía, según hemos comprobado-, pero
también faltan en él fuentes fundamentales para esta cuestión.
Nosotros disponemos ahora de ediciones más modernas y fia-bles
de las fuentes a las que el lingüista austriaco tuvo acceso
en su tiempo. Por ello iniciamos nosotros una revisión total y
exhaustiva de las fuentes y de las interpretaciones que sobre
la palabra guanche se han dado, aunque, naturalmente, ten-gamos
en cuenta estas aportaciones valiosísimas de Wolfel y
del TLEC.
Por último, Rafael Muñoz, catedrático de lenguas semíticas
de la Universidad de La Laguna, ha publicado muy reciente-mente
(1994) un libro entero dedicado a demostrar la veraci-dad
de la inscripción que aparece en una pequeña piedra en-contrada
en un yacimiento arqueológico de Tenerife, cuyos
rasgos -según este autor- quieren decir zanata, una palabra
bereber que en iengua guanche quiere decir precisamente
'guanche'. Para ello dedica un capítulo entero (cap. 12, pági-nas
219-243) a analizar las relaciones entre lo bereber y lo
guanche, trayendo a examen las fuentes históricas canarias en
C I ~p sterio&!zd z Iz p~~blicacirdhe l DDEC; pero anteriormente es-crito
y entregado a la imprenta, el artículo que sobre guanche publican sus
autores aparece como contribución individual de Cristóbal Corrales (1997)
al Homenaje a Ramón Trujillo.
1 04 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
(ES GUANCHE LA PALABRA CLIANCHE? 7
que aparece la palabra guanche -y las interpretaciones moder-nas
que sobre ese término se han hecho en su relación con
las lenguas bereberes.
Nosotros contamos con una fuente que, sin ser nueva, na-die
ha considerado hasta ahora, cual es la presencia de la voz
guanche (y derivados) en la toponimia de las Islas, «fuente»
esta de la toponimia a la que damos un valor de primerísima
importancia, igual o más- que a los primeros testimonios es-critos;
contamos, además, con una nueva hipótesis sobre el
origen de la voz guanche, que en todo nos parece convincente
desde el punto de vista filológico, asi cwiiio coherente desde
el punto de vista histórico e, incluso, ajustada a las «leyes»
antropológicas universales que gobiernan la imposición de los
gentilicios y de los etnónimos.
Advertimos, en primer lugar, una disconformidad entre las
fuentes escritas históricas y la toponimia. Y advertimos, respec-to
a las fuentes históricas escritas, que a pesar de no ser unifor-mes
y sí, por el contrario, muy confusas y hasta contradicto-rias,
todos los autores las han dado, sin embargo, por buenas.
Respecto a la toponimia, denunciamos que no haya sido
tomada en consideración, pues, como se sabe, la toponimia ha
servido en todos los estudios históricos y filológicos como tes-timonio
tan valioso como cualquier fuente histórica escrita4.
Pero resulta, además, que en el caso de la palabra guanche, la
toponimia se ha mostrado especialmente generosa, pues la ha
dejado en todas las islas de Canarias, y no con un solo regis-tro,
sino con muchos y muy variados, de donde resulta, sin
duda, mucho más verosímil que las fuentes históricas que se
Es bien sabido que la toponimia antigua (determinados topónimos
aislados celtas, iberos, prerromanos ...) ha sido recurso al que han acudido
con frecüencia a~tmidades ccmc P.4enéndez Pida!, Lqrsz, C~riminzs,
Tovar, etc., para reconstruir determinados procesos lingüísticos de la histo-ria
del español, no datados ni documentados en ninguna otra fuente his-tórica.
Núm. 44 (1998) 105
8 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
han barajado. Porque no se trata, en este caso, de unos nom-bres
modernos, impuestos por una moda ((guanchista-naciona-listan
que está dejando actualmente su rastro en urbanizacio-nes,
fincas, lugares variados o complejos turísticos, ni del
rebautizo de algún otro lugar por testimonios arqueológicos
antiguos, no, sino que se trata en todos los casos de una
toponimia vieja, inmemorial y tradicional, que pertenece con
toda seguridad al tiempo de la conquista de cada una de las
Islas, desde las más tempranas de Lanzarote, Fuerteventura y
El Hierro, a principios del siglo xv, hasta las más tardías de
La Palma y Tenerife, en los últimos años del xv. ¡Y, justamen-te,
Tenerife, la isla a la que se asigna el pueblo y la palabra
guanche en exclusiva, fue la última conquistada!
Respecto a la filología, el étimo francés que proponemos
explica convincentemente el nrigen de 12 vez g t ~ a ~ c htem, t9
desde el punto de vista lingüístico como histórico. Desde el
punto de vista lingüístico, porque se constata en el francés
antiguo y medio una forma sustantiva guanche (y variantes) y
una forma verbal guenchir (y variantes), que explican directa-mente
la palabra canaria guanche, sin la necesidad de descom-poner
ésta y acomodar cada uno de sus segmentos a lo que
en la actualidad ha llegado a significar (o sea, procediendo al
revés de como lo hace la historia de la lengua: inventando una
etimología para que explique un significado), como indefecti-blemente
han hecho quienes han postulado su origen bereber;
es decir, todos. Y desde el punto de vista histórico, porque
explica de una manera lógica y cronológicamente exacta lo
ocurrido en Canarias en el tiempo en que la palabra se intro-dujo
en las Islas. No sería la palabra guanche la única voz que
habría quedado como testimonio lingüístico de aquella in-flüencia
hancesa. Los iio~~iiiand&de ia expedición de Jean de
Béthencourt dejaron en la toponimia de Lanzarote y de
Fuerteventura -y después algunos de esos términos pasarían
al resto del Archipiélago- otros nombres que han tenido en
las hablas de Canarias una historia paralela a la de guanche,
romQ P e1 case de jable (e s ~ h k )S~an, ,Ilímcial del Rubicór,
Del francés medio sable, derivado a su vez del francés antiguo sablon,
'playa de arena', 'arena'.
1 06 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 9
(en memoria de El Rubicón que está la lado de la Rochella),
los apellidos Bethencourt (con las variantes Betancourt y Be-tancor)
y Perdomo, etc.
Por tanto, nos proponemos aquí dos objetivos:
a) Desmontar una teoría doble: primera, que la voz guan-che
fuera exclusiva de los naturales de Tenerife (a pesar de que
en las crónicas de la conquista castellana y en algunas otras
fuentes históricas escritas se aplica, efectivamente, sólo a los
de Tenerife) y, segunda, que su etimología fuera precisamente
guanche.
b) Montar, a su vez, una nueva teoría también doble: pri-mera,
que el término guanche es de origen francés y, segunda,
que se aplicó desde un principio a todos los naturales de las
Islas.
5. FUENTEHSIS T~RICAS EN QUE SE DOCUMENTA
LA PALABRA GUANCHE
Expondremos primero, sistemáticamente y según un orden
cronológico, en la medida de lo posible6, los textos que dan
cuenta del nombre de los naturales de Tenerife, específica-mente
del término guanche, y, esporádicamente, de los nom-bres
que se dan a los naturales de las otras islas o del Archi-piélago
en general, incluyendo también aquellos otros textos
que, sin decir nada al respecto, son representativos en la
historiografía de las Islas y cuyo silencio en este caso puede
interpretarse como elocuente.
Es bien conocido el enmarañado problema de la datación de las
fuentes antiguas que tratan sobre las Islas Canarias, tanto las que sólo dan
ligeras referencias sobre su existencia y geografía, como las que se detie-nen
en relatar las costumbres de sus habitantes primitivos, y tanto las ex-tranjeras
(italianas, francesas, portuguesas ...) como las españolas (sobre
t i d i !ir &niminadar «Crbnicas & !a conquista Gran Canaria»).
confusa cronología llega, por lo menos, hasta finales del siglo XVI, con la
publicación de una obra señera de la historia de Canarias, la Historia de
Abreu Galindo.
Núm. 44 (1998) 107
10 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
5.1. Informes tempranos de navegantes italianos
y portugueses
Aunque el moderno descubrimiento de la existencia del
Obispado de Telde, y de su importancia fundamental para la
historia temprana de Canarias, por parte de Rumeu de Ar-mas
(1986), ha adelantado en prácticamente un siglo (el pri-mer
documento es de 1342) la presencia de Castilla en Ca-narias,
con la estancia de misioneros mallorquines y catala-nes,
nada encontramos en la documentación recopilada en
relación con ese Obispado que sea pertinente con el tema
objeto de nuestro estudio. Las menciones de las Islas se ha-cen
siempre desde afuera, desde Palma de Mallorca, de
.A- .v- i -ñ - í-i n- , de Barcelona, de Viterho, de Zarag~za,e tc., y, d e -
más, en una terminología todavía antigua, imprecisa (dn-sulas
Fortunarum», dlles de Fortuna», dnsulas vocatas per-dudes
o Canaria)), etc.), sin datos concretos sobre sus geogra-fías
reales ni sobre sus habitantes indígenas (((quas rurales
immo et brutales quodam modo gentes inhabitant, nulla
quidem lege viventes sed bestialiter facere in omnibus)), lee-mos
en el doc. 10, Rumeu 1986: 171). Por tanto, las prime-ras
noticias sobre los canarios aborígenes, así como las de-nominaciones
con que ellos se llamaban o con las que les
llamaron los europeos, siguen siendo las de los navegantes
italianos y portugueses del Trescento.
El italiano DOMENICSOIL VESTRhuI,m anista florentino que
escribió entre 1335 y 1411 un «insulario» titulado De insulis
et earum proprietatibus, con la pretensión de dar noticia y ha-cer
una descripción de todas las islas del mundo, da también
noticias bastantes explícitas, aunque algunas disparatadas, de
las «islas atlánticas)) de Canarias, siendo las que se refieren a
sus naturales del mismo tipo que las de Recco. Los nombres
que Silvestri atribuye a las islas siguen siendo los «míticos»
de la Antigüedad, procedentes de Plinio: Junonia, Capraria,
R- hv;nmn h1;qinv;n ptr I h K ~ r r r r c 1 0QA: 1 CC-3fiA\. pcr qü, u r i í u r íviírc, x . r v - i cír, r r r . \ r . s u s r v o L /,v I JJ-AVT,
respecta a Tenerife, dice: «Nivaria es una isla del mar Asiáti-co.
Es una de las Afortunadas de las que hemos hablado más
108 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PAMRA GUANCHE? 11
arriba. Está siempre con una atmósfera nebulosa y siempre
cubierta de nieve; de ahí ha salido su nombre)) (Ibid.: 196 ').
Nada dice al respecto el genovés NICOLOSDOA RECCO
(h. 1341), autor crucial, sin embargo, en lo referente a las pri-meras
noticias sobre las Islas y sobre las costumbres de sus
naturales. Tendremos ocasión de valorar su testimonio en
otras cuestiones, pero nos quedamos ahora con su silencio
en cuanto a las denominaciones de los naturales canarios, a
quienes llama, simplemente, insulares o isleños (ed. Pelegrini
1995: 115-130).
El veneciano ALVISE DE CADAMOSqTuOe, viajó entre 1455 y
1457 por la costa occidental africana con las expediciones
portuguesas y participó en la conquista de las Islas de Cabo
Verde, escribió un libro sobre esos viajes h. 1455, con noticias
muy imp?antes s ~ b r eC anarias; E n él; llama cristianos a los
españoles que habitan las 4 islas conquistadas en ese momen-to
(Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera), frente
a idólatras, que son los habitantes de las tres islas sin conquis-tar
(Gran Canaria, La Palma y Tenerife). Otras veces les dice
naturales del país o insulares; y otras canarios, en referencia
general a los habitantes de todas las islas (ed. Martins da Sil-va
Marques 1944: 11, 177-178).
El portugués GOMEES ANNEDSE AZURARAq,u e formaba parte
del círculo más próximo a Enrique el Navegante y que parti-cipó
de forma muy activa en las expediciones portuguesas por
las costas del África occidental, escribió el libro Crónica del
descubrimiento y conquista de Guinea (entre 1448 y 1451)) den-tro
del cual se incluye un capítulo sobre Canarias muy intere-sante.
Llama canarios [canareos en el original portugués] en
general a los de todas las islas:
E da primeira viinda desdes Canareos a este nosso
re no, e doutramuytas cousas que se passarom acerca
de f les, fallaremos mais compridamente na cronica geeral
do nosso regno (Wolfel 1966: 1, 104).
Marcos Martínez, el editor del texto, precisa que el nombre antiguo
de Nivaria que se da a Tenerife, procede de Solino, no de Plinio.
Núm. 44 (1998) 1 09
12 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
Pero también llama canarios, específicamente, a los habitan-tes
de La Gomera (Berthelot 1978: 39), lo mismo que a los de
Tenerife y La Palma (Ibid.: 43) y a los de Gran Canaria
(Ibidem.). Sólo en una ocasión les da el nombre específico de
gomeros a' los de La Gomera (Ibid.: 40) y el de «hombres de
Tenerife)) a los de esta isla, diciendo de ellos que «son muy
robustos y muy atrevidos)) (Ibid.: 44).
Por último, el también portugués DIEGOG OMEDZE CINTRA,
que, como sus contemporáneos, incluye en su libro de viajes
De Insulis primo inventis in mare oceano occidentis ... (1482),
un pequeño capítulo dedicado a Canarias, escrito después de
la conquista de Gran Canaria pero antes de las de Tenerife y
La Palma, se limita a decir:
En las dos islas, a saber: Tenerife y Palma, sus habi-tantes
san de aqie!!a gente que llaman Canarios Y, que es
un gran pueblo ... Y los canarios de esta isla [de Tenerife]
son de pequeña estatura y feroces para pelear (Gómez de
Cintra 1940-41: 98).
5.2. La crónica de la conquista bethencouriana
En ninguna de ,las dos crónicas de Le Canarien, fechadas
entre 1404 y 1408, se cita nunca la palabra guanche. Sólo se
dice que a la isla de Tenerife la llaman del Infierno y Tenerefix
y que viven en ella
muchas gentes, que son de pequeña talla, los más valien-tes
de cuantos viven en las islas, y nunca fueron asalta-dos
ni llevados en esclavitud, como los de las demás is-las
(Le Canarien 1980, texto G., p. 66);
texto que se copia idéntico en la crónica B (pp. 166-167). El
único nombre que da Le Canarien a los aborígenes es el de
Las cursivas, tanto en ésta como en las sucesivas citas en las que apa-rece
a!g~?md e !IS voces q~~iuqr rrerncs destacar, son mestras.
En la ed. de LR CanaYien de Elías Serra y Alejandro Cioranescu, de
El Museo Canario, 1959-60, se lee Tonerflz.
110 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 13
canarios lo, ya sea en referencia general a los de todas las islas
(por ejemplo, pp. 83, 191, etc.), o en especial a los de alguna
de ellas, como a los de Lanzarote (p.e.: 109 y 136) y a los de
Gran Canaria (130).
5.3. L,a "Pesquisa" de Pérez de Cabitos
Un texto fundamental para la temprana historia de Ca-narias
es la Pesquisa que los Reyes Católicos mandaron hacer
a Esteban Pérez de Cabitos, y que éste redactó en 1477, sobre
la realidad de las islas de Señorío y la viabilidad de la con-quista
definitiva de las islas que faltaban (Gran Canaria, La
Palma y Tenerife), por parte de la Corona, a la vista de la pro-longada
ineficacia que demostraban 10s Señores. Pues en tai
largo y minucioso texto (Pesquisa 1990) aún no aparece la
palabra guanche, cuestión harto significativa, por lo que se
refiere a la datación del término en las fuentes históricas y por
el uso que la voz pudiera tener en las Islas en la segunda mi-tad
del siglo m.
5.4. Las crónicas de la conquista castellana
Salvando la gran complejidad de textos entrecruzados y de
cronologías que tienen las Crónicas de la conquista castellana
(Morales Padrón 1978), y que agrupa tanto textos específicos
(las propiamente «crónicas» Ovetense, Lacunense y Matritense)
como «relaciones» y capítulos de otras obras históricas más
extensas (de López Ulloa, Sedeño y Gómez Escudero, que
amplifican el texto de la supuesta crónica original, o de Alonso
de Palencia, Diego de Varela y Andrés Bernáldez, que ofrecen
sus respectivas síntesis de la conquista), se puede decir que es
en ellas donde se documenta por vez primera la voz guanche,
y justamente para nombrar sólo y específicamente a los habi-tantes
de Tenerife.
'O Aparte otros más generales, relacionados con sus creencias, de gens
rnescreans 'gentes no creyentes', sarazins 'sarracenos' y paien(s) 'paganos'.
Ntirn. 44 (1998) 11 1
Como las crónicas se copian las unas a las otras, es fácil
localizar las citas, pues están en todos los casos en los dos
capítulos en que la narración se refiere a Tenerife; el primero
de ellos, cuando Juan Rejón envía a un grupo de canarios (de
Gran Canaria) a la exploración de aquella isla («De como el
gobernador Bera echó de la ysla a sien canarios christianos
disiéndoles que fuesen a conquistar a tenerife, y de lo que
sobre ello susedió)), reza el título del cap. 15 de la Ovetense),
y el segundo, que trata de su conquista («De cómo el Señor
Alonso de Lugo alcaide de la torre del Agaete fue ante sus
altesas y les pidió de merced la conquista de las yslas de
Tenerife y la Palma, y de cómo se la consedieron y de lo que
más susedió», dice el cap. 23).
El contenido de este capítulo 23 de la OVETENSnEo se de-tiene
sólo en la merced que Alonso de L u p pide a In Reyes
Católicos y en la concesión que éstos le dan para la conquista
de Tenerife, sino que narra resumidamente la conquista efec-tiva
de aquella isla, con lo que la datación de la crónica -y
específicamente de este capítulo- ha de ser posterior a 1496,
con la consecuencia inmediata que tiene para la cronología de
la voz guanche. Más aún: siendo ésta versión de Oviedo, en
opinión de Morales Padrón (1978: 81-85), la primera copia que
se hace, de entre las que se conservan, de aquella crónica pri-mitiva
de la conquista de Gran Canaria que escribiera el Alfé-rez
Jaime de Sotomayor, la datación de la voz guanche no va
más atrás del primer cuarto del siglo xvr, concretamente de
1525, fecha en la que Morales Padrón cree fue redactada la
Ovetense (Ibid.: 83).
Pues bien, en todas las Crónicas se llama de forma inequívo-ca
guanches (con algunas variantes que especificaremos) a los
~Verigeriesd e Tenerife, a difereilcia de !m riatüraks de las otras
islas, que reciben, en general, el nombre de canarios (Ov,, p. 1 11)
o, específicamente, referido a los habitantes de Gran Canaria
(1 11, 112, etc.), de Lanzarote y de Fuerteventura (1 1 l), o el de
mahoveros, que reciben los de Lanzarote (Ov.: 110, y Lac.: 188), o
el de a- omeros, que reciben los de La Gomera (Ov : 11 1 ) ' l .
No se nombran en las Crónicas de ninguna manera especial a los
de las demás islas: ni bimbapes a los de El Hierro, ni benahoaritas a los de
LES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 15
La forma guanches es, como decimos, la que se usa de con-tinuo
en todos los textos para los de Tenerife; por ejemplo:
Y así se consertó con dos maestros de dos nauíos para
ue se los lleuasen y echasen la dicha ysla de Thenerifee,
jonde como onbres esforzados y baquianos conquistasen
los guanches della (Ovetense, cap. 15, Morales Padrón
1978: 140).
Pero, además, esporádicamente, usan la forma guanchos la
crónica Matv., Gómez Escudero y Bernáldez, y la expresión
cjente Guaricha)), Gómez Escudero. Sólo Sedeño especifica en
una ocasión que ((los de la isla de Gran Canaria eran llama-dos
Canarios y los de Thenerife Guanachinet (Morales Padrón
1978: 378).
5.5. Las "Datas" de Tenerife
Se llama generalmente DATAl 2S a las actas de repartimiento
de tierras que se producen inmediatamente después de termi-
La Palma. En el caso de bimbapes -bimbapes y no bimbaches, como desde
la erudición se ha querido imponer- es voz auténtica primitiva para la de-signación
de los naturales de El Hierro, que se ha conservado viva hasta
hoy y que se utiliza de común en aquella isla. Por el contrario, en el caso
de la denominación de los naturales palmeros, Wolfel denuncia la ~false-dad
» de la voz en una carta que escribe a su amigo palmero Félix Duarte:
((Pido su perdón -le escribe- cuando le ruego no utilizar la expresión
auarifas. Jorge Glas, el inglés, y Sabin Berthelot, copiando a éste, identifi-có
sin base ninguna el Benahoare de Abreu Galindo con el [sic] tribu bere-ber
de los Hauwarah e inventó la expresión "hauarithes" para los indígenas
de La Palma. Invención gratuita y falsificación como es, tengo que refutar
tal expresión» (Díaz Alayón 1989: 30). En efecto, nunca en el habla popu-lar
dc La Palma ni de nicgmu utri is!2 se h2 !!amado a los palmeros indí-genas
de esa manera, como sí se ha llamado gomeros a los de la Gomera,
majoreros a los de Fuerteventura, canarios a los de Gran Canaria, bimbapes
a los de El Hierro, etc. Esa extraña y difícil denominación es «invento» de
unos ilustrados extranjeros que, como en tantas otras cosas relacionadas
con la antigüedad de las Islas, han quedado como dogmas de fe entre los
aficionados a la historia de Canarias, que se repiten y se repiten sin que
nadie los ponga en tela de juicio.
l 2 El nombre de Data lo toma del documento en que solía inscribirse
la datación de las tierras repartidas por orden del conquistador o bien la
Núm. 44 (1998) 11 3
16 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
nada la conquista de las islas de Realengo (Gran Canaria, La
Palma y Tenerife) y que constituyen una compilación de las
escrituras (o (calbalaesn) mediante las cuales se adjudicaban
las tierras a los conquistadores, a los colonizadores y a los
aborígenes. El repartimiento de tierras y de nacientes de aguas
como recompensa a los conquistadores, fue doctrina admitida
generalmente, y en Canarias se aplicó primeramente en Gran
Canaria, recién terminada su conquista, con una Real Cédula
de 1480 por la que los Reyes Católicos ordenan a su capitán y
conquistador Pedro de Vera que proceda a repartir tierras y
aguas, según sus merecimientos, entre «caballeros, escuderos
e marineros, e otras personas ansí de las que están en la di-cha
ysla como otras que agora van o fueren de aquí adelante»
(Libro rojo: 28-29). Después, el mismo sistema se aplicó en las
is!us de La Palma y TeneRfe (y pusieriorrnenie en Ame,r ica).
De las Datas de Canarias, se conservan casi completas las
referidas a Tenerife, pues las de Gran Canaria desaparecieron
tras el saqueo que los holandeses de Van der Does hicieron a
la ciudad de las Palmas en 1599 y tras el incendio de las Ca-sas
Consistoriales ocurrido en 1842, que destruyó totalmente
los archivos antiguos de la ciudad y de la isla. De los cuatro
primeros libros de datas originales de Tenerife (Serra 1978)
obtenemos los siguientes datos fundamentales sobre la voz
guanche.
Por los textos examinados hasta ahora, es en las Datas de
Tenerife donde por vez primera se registra la voz guanche,
siendo la primera documentación de 2498 (data 647), que ade-lanta
en más de un cuarto de siglo el registro de la Crónica
Ovetense. Los siguientes albalaes son de 1501 (datas 613
y 840), de 1502 (data 913), de 1503 (data 609), de 1504
(data 749j, de 1505 (data 1.220) y ya de continuo en datas de
años posteriores.
En cuanto a la forma léxica, es guanche la absolutamente
predominante, seguida del plural guanches y del femenino
solicitud que hacía el interesado; son h j . s sue!tas, de t a ~ m A mr ; i q des-iguales,
escritas con caligrafías muy dispares que, en todos los casos,
debían llevar la firma del Adelantado para que quedaran ratificadas (Se-rra
1978: 9-13).
114 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 17
guancha (unas veces con referencia a una mujer específi-ca,
«Catalina la Guanchan, data 840 o «Beatris Guancha~,
data 755; otras al colectivo 'gente guanche', data 463; y en
otras convertido ya en topónimo, ((Fonte de la Guanchan,
data 1.818). Una sola vez constatamos en estos cuatro prime-ros
libros de datas originales la forma guancho (data 1.12 1) y
otra única la forma goanches (data 1.588).
En cuanto a su contenido, distintos sentidos hallamos en
el uso de la voz guanche, todos ellos con una función iden-tificadora,
bien sea aplicado a una persona, a unas tierras u
otra propiedad, o específicamente a la denominación de la
propiedad datada. Pero en todos los casos es indudable el sig-nificado
'natural de la isla de Tenerife':
a) Mayoritariamente, se usa para referir el origen de la
persona que se menciona en el albalá (tipo ((Grantegina e Juan
Guanyacas, guanches, vs. de la dha. isla)), data 547).
b) Es también muy frecuente su uso para señalar un de-terminado
límite de las tierras donadas (tipo «abajo de un
tagoro de los guanches~, data 8 19; adonde está el avchón de
los guanchesn, data 913; .«camino viejo que solía ser del tiem-po
de los guanchesn, data 1.036, etc.).
c) O para referir una cronología antigua (tipo «que solían
senbrar en tienpo de guanches)), data 169).
d) Para la denominación de un lindero que tenía su pro-pio
nombre en la lengua guanche (tipo «que se decía en tiem-pos
de los guanches ... », data 609, o «que se llama en nombre
de guanches ... », data 1.220).
e) Finalmente, para este último sentido, se repite mucho
la fórmula «a fuer de guanchex (datas 1.191, 1.315, 1.708, etc.).
Decimos que en las Datas de Tenerife, desde ei punto de
vista semasiológico, hallamos siempre la voz guanche con un
sentido específico referido al aborigen de esa isla, aunque no
por ello deba interpretarse que esa denominación sea ex-clusiva
para los de Tenerife. Sin embargo, desde el punto de
---A- 1i-:-- ~ ; > mUL LUL~MS ~OIU~ IL1-U1-4-, 1 -4 e! s i g i i f i ~ ~'abdu~i- igeíi de Terieri-fe'
hallamos varias denominaciones: en primer lugar, y mayo-ritariamente,
como hemos dicho, guanche, pero también la
Núm. 44 (1998) 115
18 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
expresión naturales desta isla (datas 603, 1.303, etc.) y ca-nario.
Esta última voz, canario, tiene en las Datas de Tenerife un
alcance semántico de sentidos múltiples que conviene preci-sar,
por cuanto algunas veces se opone y otras se identifica
con guanche. El sentido mayoritario es, sin duda, el específi-co
'natural de Gran Canaria', seguido del más general 'natural
de las Islas Canarias'.
a) En el primer sentido de 'natural de Gran Canaria', hay
determinados albalaes que juntan las dos voces de canario y
guanche (datas 613, 883, 913, etc.), por aplicación inequívoca
respectiva a un natural indígena de Gran Canaria y a otro de a
Tenerife. Pero canario, en este primer sentido de 'natural de N
E
Gran Canaria', tanto puede referirse al 'aborigen' como al 'es- o
nañnl' Gran CuEuria; ejemp!Gs de Unes y atros ca- n -
= r ---' m
sos hay muchos: los son del sentido 'aborigen de Gran Cana- O
E
E ria' los usos de las datas 754, 1.104, 1.273, etc., mientras que S
E
manifiestan el sentido 'español nacido en Gran Canaria' las =
datas 10, 142, 613, 664, 906, etc.; otros, sin embargo, nos pa- 3
recen muy imprecisos, y tanto pueden referirse a uno o a otro, - - 0
como los de las datas 754, 1.253, 1.301, 1.500 y 1.589. Cierto m
E
es que en algunos albalaes la especificación que se da a un o
personaje de «conquistador», por ejemplo, aclara la situación. n
Hallamos también con mucha frecuencia la expresión natural E a-de
Gran Canaria, que parece aplicarse en todos los casos sólo nl
al 'español nacido en Gran Canaria' (datas 69, 108, 348, 684, n
0
729, etc.). Y frente a ella, la expresión canario de Gran Cana- =
ria, que interpretamos siempre como 'indígena de Gran Cana- O
ria' (datas 372, 934, 1.104, 1.347, 1.811, etc.). Pero esta expre-sión
segunda añade una imprecisión terminológica: si canario
significara siempre 'indígena de Gran Canaria' no sería nece-saria
la expresión redundante «de Gran Canaria», por lo tan-to,
los escribanos de las Datas interpretaban que había otros
canarios aborígenes que no eran de la Gran Canaria.
b) Así es, en efecto: canario significa también 'aborigen de
Ius Is!us Canuriusf, sin rr,& precisibn, ylue pUede ser nakra!
de cualquier isla, incluso 'indígena de Tenerife', como interpre-tamos,
por ejemplo, en las datas 694, 1.124, 1.409 y 1.259. Ésta
116 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLJ~NTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 19
última, fechada en 15 18, cita incluso la voz canavio al lado de
guanche, convertidas ambas en topónimos, con lo que ello tie-ne
ya de consagración léxica:
Juan Francés, ~[ecino]. Un pedazo de t[ierr]a de
~[equero]e n el lomo de los pinos, q[ue] podrá haber has-ta
100 f[anegas], linderos el barranco de La Guancha, el
barranco del Malpaís, y por abajo la t[ierr]a de los Cana-rios
y de Juan Suares, y por arriba la montaña.
Una última especificación onomasiológica hemos hallado
en las Datas de Tenerife: cuando el albalá se refiere, no a una
persona, sino a un cosa o punto referencia1 del terreno de los
indígenas de Tenerife (un camino, una cueva, un avchón, unas
tierras), siempre se dice guanche, nunca canario.
5.6. Noticias de viajeros del siglo xvr
A lo largo de toda su historia, las Islas Canarias han sido
un destino de muy especial interés para múltiples personajes
extranjeros (y, más raramente, españoles e isleños) que venían
con el ánimo de conocerlas, recorrerlas y estudiar algunos de
los fenómenos insulares (antropológicos, botánicos, zoológicos,
mineralógicos, vulcanológicos, etc.), que tanto interés tenían
para la ciencia o para la simple contemplación. Este interés
viajero se despertó muy pronto, recién terminada la conquis-ta,
y aún antes si consideramos como tales a los navegantes
italianos y portugueses de los siglos XIV y xv. Y no ha cesado
nunca. Lo realmente importante, fruto de esos viajes, han sido
las memorias escritas que cada viajero ha dejado de su expe-riencia
insular. Porque siempre tiene un interés especiai ei jui-cio
de un extranjero, que ve con ojos distanciados y aextraña-dos
» y que, por tanto, se fija en realidades que de ordinario
pasan desapercibidas, por comunes, a los ojos del nativo.
Pues bien, ya en el siglo m viene una importante lista de
"iajerus ex$i-anjei-os jaS Islas (jOs ingleses Nichojs y Szory; e!
portugués Frutuoso, el español Díaz Tanco ...), cuyas memorias
tienen un valor inapreciable para la historia temprana de Ca-
20 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
narias, con noticias que incluso sólo ellos documentan, cual
es el caso sobresaliente de Frutuoso. En ellos y en sus noti-cias
no nos fijaremos aquí, sino sólo en la datación de la pa-labra
guanche, que en todos es coincidente su referencia ex-clusiva
a los naturales de Tenerife.
El clérigo extremeño VASCOD ~ATZA NCOa,u tor de unos
«triunfos canarios)), es, al decir del primer editor de su obra,
Antonio Rodríguez-Moñino, «el primer poeta que canta [...] las
tierras y los hombres isleños)) (1934: 12). Eso ocurrió h. 1520,
estando el autor en La Gomera, al servicio del Conde Guillén
Peraza de Ayala. En sus cantos, cita por dos veces a los
guanches, sólo como nativos de Tenerife, una en el Triunfo a
Canario: N
E
DI e! brle!int~ide rn~gx~ifiecv~t)z a
. . .
cercado de guanches allá en la Orotava
(Rodríguez-Moñino 1934: 22)
y la otra en el Triunfo Gomero: -
0m
E
Los naturales ysleños
tienen bivienda terrestre
entre gomeros, herreños
assaz guanches y palmeños
con su loquela siluestre.
(Rodnguez-Moñino 1934: 30)
Por su parte, el inglés THOMANSI CHOL«Sm, ercader de azú-car,
hispanista y hereje)), según lo califica su estudioso y edi-tor
Alejandro Cioranescu (1963), estuvo en Canarias h. 1526,
y en su Descripción de las Islas Afortunadas dejó escrito res-pecto
a los naturales de Tenerife:
Esta población se llamaba guanches en su propia len-gua.
Hablaban otro idioma, muy diferente del de los Ca-narios,
y de igual modo cada isla hablaba un idioma a
parte (Cioranescu 1 963: 1 1 6).
118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 2 1
Por último, el más explícito de todos ellos, el portugués
GASPAFRR UTUOSqOue, debió de estar en las Islas13 entre 1580
y 1590, alterna en la denominación de los naturales de Tene-rife,
a quienes llama unas veces guanches (Frutuoso 1964: 105)
y otras ganches (Ibid.: 91, 104 y 105), y en ambos casos dan-do
su equivalencia en portugués:
Los isleños [de Tenerife] se llaman guanches, que en
nuestra lengua quiere decir valientes o fragueros (mon-tañero~
l)4 y así son los que hay todavía (Ibid.: 105).
Pero hay que añadir que Frutuoso también llama a los de Te-nerife
canarios (Ibid.: 104), como mahoreros a los de Fuer-teventura
y Lanzarote (Ibid.: 97).
5.7. Los "Diálogos" del brasileño Fernandes Brand60
Sin embargo, otro escritor de lengua portuguesa, Ambrósio
Fernandes Brandao, a finales del siglo XVI o muy a principios
del siglo XVII, atribuye claramente el nombre guanches a los
habitantes de todas las Islas, tal como comprobamos en sus
Diálogos das grandezas do Brasil (ca. 1618).
Estos célebres Diálogos pertenecen a la llamada «Literatu-ra
de la Expansión Portuguesa» y, más concretamente, a la li-teratura
seiscentista del Brasil inspirada por la curiosidad ante
las nuevas tierras. El brasileño cristianizado Fernandes Bran-da0
es considerado como hombre culto, conocedor de las au-l
3 Éste es un dato no comprobado; nosotros creemos que sí, que estu-vo
en las islas, pues un relato tan minucioso como ei que éi hace, sobre
todo en determinados episodios de la historia y geografía de El Hierro y
de La Palma, no puede escribirse por meras referencias; otro autores, por
el contrario (entre ellos, Lobo Cabrera 1997), opinan que escribió el capí-tulo
sobre las Canarias desde su isla natural de Las Azores, por noticias
que pudieron darle otros viajeros.
'4 &o P. q ~ dpiC P tr2&CCión p ~ p ñ & , p p y ~p fi erigifil! p~ytfi-gués
se dice enrochadores por 'fragueros', especificando los editores en nota
a pie de página que no descubren la relación que tenga este término con la
voz ganche o guanche (Fmtuoso 1964: 91).
Núm. 44 (1998) 119
2 2 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
toridades antiguas y deseoso de interpretar los problemas del
hombre y la naturaleza en su país. Aunque en estos diálogos
entre dos personajes podamos hallar algunas inexactitudes his-tóricas,
se considera que es un libro indispensable para la his-toria
de Brasil y de la cultura portuguesa. Es útil, pues, para
la datación de la voz guanche, que aparece en el fragmento
siguiente:
BRANDONEIsOs:a s ilhas que relata Aristóteles haverem
descoberto os Cartaginenses, abundantes das cousas
necessárias para a vida humana, nao S ~ Oou tras senáo as
Ilhas das Canárias, que estavam ovoadas, antes de serem
descobertas pelos Castelhanos, 1e gentes a que chamam
guanches, que deviam de ser descendentes daqueles
primeiros Cartaginenses que as descobriram (Fernandes
Brandáo 1966: 108) 15.
Adviértase que el brasileño no indica que los aborígenes se
llamaran guanches a sí mismos, sino que eran los castellanos
quienes los llamaban así.
5.8. Las primeras "historias" de Canarias
Las consideradas primeras historias generales de Canarias,
que son tres, las de Espinosa, Torriani y Abreu Galindo, con-temporáneos
los tres y deudores los dos últimos de una chis-torian
anterior perdida (la del famoso y enigmático Dr. Troya),
surgen a finales del siglo XVI, casi dos siglos después de ha-berse
iniciado la conquista normanda en las islas de Lanzarote
y Fuerteventura. Su importancia en la historiografía de Cana-rias
es crucial, no sólo por lo que cada una de ellas -y en su
conjunto- intrínsecamente vale, que es mucho, sino, además,
por lo que tienen de base para toda la historiografía posterior
(excepto la de Torriani, que, por seguir inédita hasta 1940, fue
desconocida). Y sus respectivos testimonios sobre la voz guan-che
serán, también, fundamentales.
En su diccionario etimológico, Machado mismo cita este testimonio
para la datación de la voz en portugués (DELP, eds. 1952, 1967 y 1977, S.V.:
120 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 23
El primero de estos autores, el dominico ALONSO DE ESPINO-SA,
dirá de los de Tenerife:
Los naturales de esta isla, que llamamos guanches, en
su lenguaje antiguo la llamaron Achinech [a Tenerife]
(1980: 26).
Dos aspectos merecen destacarse en esta cita: primero, que
la voz guanche la impusieron los europeos, los españoles, «que
llamamos guanches)) -dice-, y segundo, que la isla de
Tenerife era llamada por sus naturales Achinech. Volveremos
sobre estas dos cuestiones más adelante, pero algo más aquí.
Insiste Espinosa en otro lugar en que la calificación de
guanches se la dan los españoles:
En otro tiempo fue habitada esta isla de los naturales
della que llamamos guanches, cuyo origen, ni de dónde
hayan venido a ella, no he podido descubrir (1980: 31-32).
Y trata, además, de dar una explicación etimológica de la voz,
poniendo en contacto el etnónimo guanche con el nombre de
la isla de Tenerife. Dice:
Guanche quiere decir natural de Tenerife, como Maho-rero
natural de Fuerteventura, porque Guan quiere decir
ersona y Chinec Tenerife, así que Guanchinec dirá hom-
{re de Tenerife (1980: 35).
Frente a esta elocuencia de Espinosa en torno a la voz
guanche, resulta especialmente significativo el silencio del in-
6--Lnl;l l--rln V A;L+UollAiU ol lnVn TY LrnVkLrnI-D\YnVn TA nVluuiiia.A arei~ry la &verci&d de nombres
que ofrece el franciscano JUANDE ABREU GALINDTOo. rriani se
queda sólo en la denominación de la isla:
Los isleños, anteriormente a la conquista, le decían
Chinechi, y los palmeras, Tenerife, que en su lengua sig-nifica
tanto como 'monte de nieve' (1978: i i 2 j,
mientras que Abreu se refiere primero al nombre de la isla:
Núm. 44 (1998) 121
24 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
Los naturales de la mesma isla de Tenerife, en su pro-pio
lengua'e y común hablar, la llaman y nombran el día
de hoy Ac 1 ineche (1977: 291) 16.
y después al de sus naturales:
A los naturales de esta isla llaman guanches los que
la conquistaron (Ibidem).
Y más adelante vuelve'sobre el asunto, juntando en esta
ocasión el nombre de la isla y el de sus habitantes:
Esta isla de Tenerife se llamaba, en su común hablar, a N
Chineche, y a los naturales llamaban Bincheni (1977: 300). E
O
Resi"!ta fácil de aceptar qw CF,ir,ecF,e sea variante de =
m
O Achineche, pero json también variantes fonéticas guanche y EE
bincheni? Tratar de identificar etimológicamente estas dos vo- s
ces ha sido cuestión que ha traído de cabeza a muchos estu-diosos
de la lengua guanche, como luego veremos. 3
-
0m
E
O
5.9. Las historias postevioves
n
E
Tras las Historias de Espinosa y Abreu (ya hemos dicho que a
la de Torriani continuó inédita hasta 1940), los sucesivos his- n
toriadores de Canarias, todos llaman guanches a los naturales
de Tenerife 17. Pero sólo citaremos algunos textos significativos 3
O
Wolfel constata achinech en este texto de Abreu, al utilizar una edi-ción
distinta de la nuestra (Wolfel 1996: 11, 718-720).
l7 Aunqiw fiada qmrta a! ncmbre, es interesante citar aqii !P referen-cia
que hace Glas a mitad del siglo XVIII respecto a la pervivencia de los
guanches y de sus costumbres en Tenerife: «En el sudeste de la isla, hacia
el interior desde Candelaria, encontramos la ciudad de Güímar, un lugar
importante, pero como Chasnia, alejado de otros habitados; ambas ciuda-des
tienen algunas familias que viven en ellas, que se consideran a ellas
mismas como los auténticos descendientes de los guanches. He visto y he
hablado con esas personas; pero no pudieron satisfacer mi curiosidad en
ninguna cosa que se refiriera a los hábitos y costumbres de sus antepasa-dos,
cuyo lenguaje han perdido por completo)) (Glas 1982: 80).
122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
(ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 2 5
de Núñez de la Peña (1676), de Marín y Cubas (1687) y de
Viera y Clavijo (1772), importantes por la influencia que han
tenido estos autores en la erudición posterior, pero que com-plican
más que simplifican el asunto de guanche.
NÚÑEz DE LA PERAd esarrolla la argumentación de Espinosa,
tanto por lo que se refiere a la etimología como al uso de la
voz guanche, insistiendo en el hecho de que esa palabra la
inventaron los españoles por corrupción de la voz guanche
guanchinec:
Los de esta isla de Tenerife se llamaron guanches que
quiere decir natural de Tenerife, porque en su lengua
guan quiere decir persona, i chinec Tenerife, i así guan-chinec
quiere decir persona de Tenerife, que después los
españoles corrompiendo el nombre guanchinec, dixeron
guanche (1 847: 18) 18.
Por su parte, el testimonio de MAR~YN C UBApSa rece el re-sultado
de un «collage» de noticias de muy distintas proceden-cias
y no menos de su invención propia:
Los de Canaria llaman Thenerife porque así nombran
los canarios una punta de tierra que mira al sur donde
se descubre esta Isla de Thenerife; de sus mismos natu-rales
unos la llaman Chinechi y otros Binchini y sus mo-radores
guanches derivados del término Gucancha, que
significa perro, y así llaman al demonio que se les apare-ce
en esta forma grande y lanudo (1993: 219).
Primero dice que son los de Gran Canaria, y no los de La
Palma -como habían dicho Abreu y Torriani-, los que le lla-maban
Thenerife a la isla del Teide, y no precisamente por el
accidente sobresaliente del Teide -que los antiguos historia-dores
decían que se componía de tener 'monte' e ife 'blanco',
pues el Teide, en efecto, aparecía con frecuencia cubierto de
l8 Unas páginas más atrás, vuelve Nuñez de la Peña a repetir la mis-ma
información, de forma más resumida:
Los naturales de Tenerife se llamaban guanchinet, ue los Espa-ñoles
corrom ieron en guanche, que quiere decir natura de Tenerife.
guan quiere Becir persona y chinet Tenerife (1847: 33).
9
26 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
nieve-, sino porque la isla de Gran Canaria tiene una punta
de tierra que se llama TenevZfe y desde ella se divisa la isla del
Teide. Después parece malinterpretar a Abreu, diciendo que a
la isla de Tenerife unos la llaman Chinechi y otros Bincheni,
cuando lo que Abreu dice es que la isla, sí, se llama Chineche,
pero que el nombre de Bincheni es el de sus naturales, no el
de la isla. El nombre de guanches lo pudo tomar tanto de
Espinosa como de Abreu. Pero lo que sí es novedad en Marín
y Cubas es esa extraña voz de Gucancha que propone como
étimo de guanche, voz que sólo Chil y Naranjo tomará en con-sideración
después de él. Y más extraño aún es el significado
a de 'perro' que le atribuye, pues a esos perros grandes y lanu- N
dos que los canarios aborígenes identificaban con el demonio, E
según las Crónicas y la tradición posterior se les llamaba O
n Tibisenas, siendo esa creencia exclusiva de Gran Canaria, como
-
m
O
E
se expresa en Gómez EscuderoI9. E
2
Por último, merece un especial interés la opinión de VIERA -E
Y CLAVIJOpu, es no en vano fue el historiador mejor informa-do,
el que mayor número de fuentes manejó y quien con más 3
-
competencia trazó la historia general de Canarias. En relación -
0
m
E
con el asunto del guanche dice lo siguiente: O
Los mismos anticuarios afirman que el nombre de n
E guanches, con que los españoles distinguieron los natu- -
a
2
n
j 9 ((Muchas i frecuentes veses -dice Gómez Escudero- se les apare- n
cía el demonio en forma de perro mui grande i lanudo de noche i de día i 3
en varias otras formas que llamaban Tzbipnas» (Morales Padrón 1978: 439). O
Por el contrario, las fuentes históricas que hablan de las creencias en un
ser maligno de los «guanches» de Tenerife, desde Espinosa (1980: 35), lo
llamaban Guayota y lo vinculaban a las entrañas ígneas -el infierno- del
Teide (Tejera Gaspar 1988: 42-43). Una noticia interesante relacionada con
esto recoge Bethencourt Alfonso en su Histovia del Pueblo Guanche (1991:
1, 218-219), que comentaremos más adelante. El testimonio de Marín y
Cubas resulta, en efecto, confuso y hasta cierto punto contradictorio, pues
si una vez dice que los guanches llamaban al demonio Gucancha, mas ade-lante
dice que al Dios universal lo llamaban Jucancha (1993: 220), que pa-rece
ser- ia misma voz, y un poco más acieianre dice que «conocen haber
demonio y llaman guayote, y que sólo tiene la pena en la tierra, y en los
sitios donde hay volcanes, fuego y azufre, y en particular en el monte de
Teiden (Ibidem).
124 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
{ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 27
rales de esta isla, no era otro que esta voz Guanchinevfe,
sincopada y de que usaban ellos para declarar el país de
donde eran oriundos. De suerte que los isleños llamando
a un hombre Guan y a la isla Chinevfe o Tinevfe, quieran
decir hombre de Tenerife. Véase aquí como esta dicción
bárbara pudo transformarse en Tenerife cuando la pro-nunciaron
los europeos (1982: 1, 75).
Básicamente es la misma información de Espinosa (y pos-teriormente
de Núñez de la Peña), matizada en algunos aspec-tos
y complementada con algunos añadidos secundarios. Es
decir, la palabra guanche es invención de los españoles, como
resultado fonético evolucionado de la voz aborigen Guanchi-nevfe
(en Espinosa, Achinech, y en Núñez de la Peña, Guan-chinet),
voz compuesta de los elementos guan 'persona' y
chiney'e (en Espinosa, chinec o acizinech, y en Núnez de la
Peña, chinec) 'Tenerife'. Lo que añade Viera de su propia co-secha
es que el nombre de Chinevfe o de Tenerife se lo dieron
sus habitantes primeros por ser ése el nombre del lugar del
que eran originarios.
Hasta aquí hemos dejado hablar a los textos de las fuentes
históricas. Veremos ahora las interpretaciones que esos textos,
en mayor o menor medida contemplados (en realidad, sólo
Wolfel y Muñoz los examinan todos), han merecido entre los
estudiosos de las antigüedades de Canarias.
6. INTERPRETACIQOUEN SEES H AN DADO
DE LA PALABRA GUANCH OE'
Es bien sabido que hacia la mitad del siglo XIX empiezan a
interesar las antigüedades canarias, y muy especialmente la
lengua de sus aborígenes, y que el impulso de su estudio se
debió a la dedicación principal de determinados autores ex-tranjeros,
tales como Bory de Saint-Vincent, Berthelot, el Mar-iV
Dejamos aquí de iado ia consideración específica ciei étimo formu-lado
en las variantes Achinach, Achinech, Achinechi, Chinec, Chineche y
Ckinechi, que algunas fuentes históricas atribuyen al nombre de Tenerife, y
nos centraremos sólo en guanche.
Núm. 44 (1998) 125
2 8 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
qués de Bute, Abercromby, etc., llegando esa dedicación hasta
autores contemporáneos nuestros, como Marcy, Giese, Rohlfs,
Wolfel, etc., nómina a la que hay que añadir otros beneméri-tos
estudiosos isleños, como Álvarez Rixo, Bethencourt Alfon-so,
Álvarez Delgado o Navarro Artiles, por citar sólo a los de
obra más extensa al respecto.
Esa preocupación especial por la lengua guanche la había
iniciado George Glas en su Descripción de las Islas Canarias
(publicada en inglés en Londres en 1764), al reunir, por vez
primera, las voces prehispánicas en orden alfabético y separa-das
por islas (excepto las de Lanzarote y Fuerteventura, que
a
aparecen juntas). Curiosamente, entre las 119 voces guanches
E que recopila (pp. 174-180 de la edición inglesa) no aparece
guanche y sí, sin embargo, las voces Achineche y Vincheni (aquí O
-
con v) que Abreu Galindo recogió como nombres de la isla y m
O
E
de sus naturales, respectivamente. ¿A qué se debe esta ausen- SE
cia de guanche? ¿Tal vez creyó el inglés Glas que la voz guan- E
che no era guanche, sino española, al interpretar al pie de la 3
letra lo que dijo Abreu, que «a los naturales de esta isla lla- -
rnan guanches los que la conquistaron))? El hecho es que la 0
m
E
iniciativa recapituladora de Glas se convertirá en método, que O
seguirán después todos los autores, en una especie de carrera 6
por demostrar que cada uno de ellos había logrado reunir al- -
E
gunos cientos de palabras más que su antecesor, «aunque fue- a
se a base de recopilar errores de copias», como denuncia con -
justeza Wolfel (1996: 1, 56). Y hay que añadir que el método
iniciado por Glas incluye también la comparación de las vo- 3
O
ces guanches con la lengua de los bereberes.
Nada tenemos, por supuesto, contra la comparación de len-guas,
método que tantQ ha aydarle a !a f;!o!ogi~, e s general,
a clarificar asuntos muy oscuros, tanto sea en los aspectos
léxicos como fonológicos (menos en los sintácticos), pero no
es precisamente la lengua de los aborígenes canarios el mejor
ejemplo en donde ensayar los métodos comparatistas. Prime-ro,
porque esa lengua (¿quizás, en realidad, varias lenguas?)
se ha perdido irremisiblemente, quedándonos de ella sólo unos
pocos elementos léxicos (bastantes si consideramos la topo-nimia),
a partir de los cuales se pueden intuir -sólo intuir-
126 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 2 9
algunas características fonéticas y algunos elementos morfo-lógicos,
pero absolutamente nada de su gramática. Y segun-do,
porque no sabemos exactamente con qué lengua (o, me-jor,
lenguas) debemos compararlas.
Parece del todo razonable pensar en el bereber, pero esa
dimensión «bereber» es tan imprecisa, tanto desde el punto de
vista étnico como, sobre todo, lingüístico, que su estudio más
parece un ejercicio de adivinaciones que una dedicación cien-tífica.
En primer lugar, porque, como dice Rafael Muñoz, no
hay una raza bereber: «Los bereberes no se llaman a sí mis-mos
bereberes, ese es un apelativo que les han puesto los
«otros», los que no son bereberes)). Los bereberes -sigue di-ciendo
Muñoz- ajamás han tenido conciencia de formar una
etnia, porque no lo son. La definición de beréber es negativa.
Sm bereberes !n v e m es púnice, ni !&m, ni vándu!~,ri i
bizantino, ni europeo y que vive en el inmenso territorio que
va desde el Nilo hasta el Níger. Su unidad les viene de una
lengua de la que el líbico es la forma arcaica del beréber, que
pertenece a la familia carnito-semíticax (1994: 194). Y en se-gundo
lugar -nos preguntamos nosotros ahora-, ¿qué uni-dad
lingüística puede haber en «una» lengua que se habla en
tan inmensos territorios y, además, en su mayoría, por unos
pueblos nómadas, tan poco dados al contacto lingüístico esta-ble?
21 Más aún, esos territorios se islamizaron y arabizaron
desde los siglos VI1 y VI11 y, por tanto, hablar ahora del bere-ber
no puede entenderse en su sentido primigenio. Argumen-tar,
pues, la lingüística bereber de la actualidad para compa-rarla
con lo guanche, es como comparar el español actual (con
su base latina y sus superestratos góticos, árabes y demás,
pero también con el sustrato de las lenguas prerromanas) con
e: ibero, -una lerigua drsapai?eeida el guanche) pero que
dejó sus huellas léxicas en el español.
«Cuanto más incompleta nos haya llegado una lengua de-saparecida,
más supeditados estaremos a la comparación lin-
21 En efecto, «hay más de 20 lenguas bereberes, que hablan unos 12
millones de personas en todo el norte de África, principalmente en Argelia
y Marruecos. Incluyen el rifeño, el cabilé, el chelcha y el tamacheq, el idio-ma
muy disperso de los nómadas tuareg» (Crystal 1994: 316).
Núm. 44 (1998) 127
3 0 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
güística si queremos progresar en su comprensión», dice Wolfel
(1996: 1, 45)) y es verdad, pero con la condición de que la com-paración
se haga sobre bases científicas, es decir, sobre fenóme-nos
lingüísticos empíricos, sobre hechos ciertos y compro-bable~
y, no sobre suposiciones o invenciones, como de ordi-nario
se ha hecho en la comparación del guanche y el bere-ber.
Cierto que la comparación llevada a cabo con el bereber
ha sido positiva, pero no tan fructífera como asegura Wolfel
(Ibid.: 47), y esto es así, porque desentrañar los problemas que
plantean los materiales lingüísticos guanches exige al estudio-so
una triple condición muy difícil de reunir: por una parte,
conocer a fondo (y en su forma verdadera, no, como suele, en
formas adulteradas) los propios materiales guanches, tanto los
contenidos en las fuentes históricas como, sobre todo, los que
.A,,,, ,,1, ,,,1;JnJ A, +,A,, l a , T,l,,. ,,,+,,, P,,,,,, 1,'- 1-n
V L V G L L 2.11 ~aU L ~ L L U ~ UU L L u u a a ~ a LaJLU J, PUL ULLULV,I IVLLL LUJ LLLA-guas
bereberes primitivas de las que previsiblemente derivólde-rivaron
la(s) lengua(s) guanche(sj; y por otra, conocer bien el
español que se habla en las Islas, pues también los materiales
guanches están intensamente «españolizados», no sólo desde el
punto de vista fonético, sino también morfológico y léxico,
como hemos puesto de manifiesto en otros trabajos anteriores,
centrados en la toponimia guanche (Trapero 1995 y 1996)22.
Esa resbaladiza e insegura base filológica (en la mayoría
de los casos simplemente «pseudofilológica») que presenta el
tema que se quiere estudiar y las «alegrías» con que (también
en la mayoría de los casos) se han aplicado los métodos
comparatistas entre el guanche y el bereber, ofrecen un des-corazonador
panorama: si se ponen juntas las interpretaciones
de los estudiosos que han tratado de explicar los materiales
guanches en su relación con el bereber se llega a la conclu-sión
de que cuando no se copian ios unos a los otros, cada
uno busca una interpretación distinta, como si la filología fue-ra
cosa de acertijos. Y esto ocurre también con la palabra
guanche, como se verá a continuación.
22 Esta tercera condición faltó, en buena medida, en la excelente obra
de Wolfel, lo que explica el que haya atribuido una naturaleza guanche a
tantos nombres y topónimos que son puramente españoles e ibéricos, como
hemos dicho en otro lugar (Trapero 1995: 210-213).
LES CUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 3 1
6.1. El francés SABINBOE RTHEL(O1 T79 4-18 8O), establecido
en Tenerife, a quien ciertamente se debe tantísimo en el estu-dio
pionero de las antigüedades canarias, fue también quien
estableció muchas teorías erróneas sobre la lengua de los
guanches, teonas que, dado el prestigio general que ha tenido
su obra, han quedado como esos dogmas establecidos a que
hemos hecho referencia más arriba. Entre otros, también al-gunos
aspectos referidos a la palabra guanche.
Toda la hipótesis etimologista de guanche la basa Ber-thelot
(1978: 160-161) en opiniones ajenas y en deducciones
de proximidad fonética. Parte de la documentación de
Abreu, Glas y Viera, pero deformándola y acomodándola a
su discurso interesado; así, el nombre de Achineche, que dice
Abreu se refería a Tenerife, lo convierte Berthelot en At-chzmetche;
pero hay mas, como ha oído decir (a un tal Mr.
DIAvezac) que en las montañas del Djebel Ouanseris («a 20
leguas poco más o menos al sur del cabo Tenez, del otro
lado de Cheliff~) hay una tribu bereber que se llama
guanscheris o guanseris (pero que otro autor, Edrisi, los lla-ma
wanschyvs), por homofonía, Berthelot hace derivar a
los guanches de ellos; por una deducción caprichosa, hace
homófonas la voz bincheni, que según Abreu era el nombre
de los habitantes de Tenerife, y la voz Atchimetche; como
Glas hace derivar la voz vincheni (aquí escrito con -v-) de la
tribu bereber de los Zeneti o Zenetah, Berthelot concilia las
hipótesis diciendo que tal vez Tenerife o Chenevife sea «la
reunión de dos nombres desfigurados por la mala ortografía:
Chenetah por Zenetah, unido a la palabra Rif, y de aquí
Zenet'df, es decir, la playa o el país de los Zenetahn. Y en
fin, como Viera hace derivar la palabra guanche de guan
'hombre', y a Berthelot no le cuadra con la teoría por él
montada, la descarta y concluye que «nada encontramos en
los vocabularios bereberes que pueda garantizar esta signifi-cación
» (1978: 160-161).
Con razón, Wolfel, al finalizar de exponer la hipótesis tan
contundente de Berthelot -no sabemos si con ironía o en
serio- concluye: «No tenemos nada más que decir al respec-to
» (1996: 11, 720).
Núm. 44 (1998) 129
32 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
6.2. El tinerfeño JosÉ AGUSTÍNÁ LVAREZR Mo (17 96-18 84)) en
este caso de guanche, repite, resumida, la misma argumenta-ción
de Berthelot, como si fuera suya (1991: 112-1 13). Como
ambos son contemporáneos, nos preguntamos de quién será
la ((propiedad intelectual» de tal teoría, pues los dos la redac-tan
como propia23. De Berthelot debe de ser, pues Álvarez
Rixo, un poco después de exponerla (pp. 1 15- 124)) hace unas
«Observaciones» sobre la obra del primero, pero sin citar aquí
el caso de guanche. Lo que sí es original de Álvarez Rixo res-pecto
a la voz guanche, aunque pertenezca a otro libro suyo,
es la observación de que la voz sigue viva en el habla de Ca-narias
con el significado de ((hombre de estatura alta y seca»
(Álvarez Rixo 1992: S.V.).
6.3. Lo que dice el MARQUÉDSE BUTEs obre guanche es de
chiste. Después de un largo discurso sobre las relaciones
fonológicas entre los signos ortográficos b y v, v y w, y w y
wg, para poder argumentar sobre las variantes escritas, con-cluye
con esta perogrullada: «En la propia isla de Tenerife he
oído invariablemente la palabra guanche pronunciada wan-chen.
Esto es todo lo que de sustancia dice Bute sobre guanche
(cit. TLEC).
Y sin embargo, la lexicografía portuguesa ha mantenido
durante largo tiempo las teorías de este estudioso inglés. Para
la etimología de la voz guanche/guancho en portugués, Macha-do
citaba (en el DELP, eds. 1952, 1967 y 1977), única y lite-ralmente,
un comentario redactado en 19 10 por Gonqálvez
Viana (193 1: 155), quien, a su vez, daba por válidos los datos
de Bute, de 1891, referentes a los idiomas aborígenes y a la
etimología de guanche (< guanchinerf 'hombre de Tenerife') 24.
23 LOS autores del TLEC le dan la autoría a Álvarez Rixo, pues su tex-to
es el que recogen -y no el de Berthelot, que ignoran- como tercera
entrada del artículo lexicográfico guanche.
24 Más recientemente, el mismo Machado (DOELP, 1984) ha rectifica-do
su definición: guanches son 'os habitantes das Canárias'. Señala ahora
que ei origen de esta voz es controvertido (cita a Nascentes 1952) y apunta
la hipótesis de que tal vez se halle ligada al nombre Atlantes, «con varios
fenómenos de disimilación y asimilación vulgares)).
130 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA CUANCHE? 3 3
6.4. Lo de JOHNA BERCROMBeYs similar a lo de su compa-triota
Bute, sólo que aparenta mayor cientificismo. Lo suyo es
descomponer las palabras. Guanche -dice Abercromby- «es
una reducción de (g)wa-n-Chinet 'el de Chinet (Tenerife)'~;
bincheni o vincheni «son de ui-n-Chinet: ui es el plural de wa
'él, éste, el que9»; y concluye con una sarta de etimologías: «En
español ui podía escribirse bi, vi. Para Chinet, Chineche cfr.:
(Zenaga) tinie 'una gruta, cueva'. (Gebel Nefusa) tanut, el di-minutivo
de anu 'un pozo', quizá como referencia al cráter en
la cima del Pico» (cit. TLEC). Es decir, que el elemento chinet,
que para Espinosa, Núñez de la Peña, Viera, etc., es la base
etimológica de Tenerife, sobre la referencia del 'pico blanco' del
Teide, se convierte en la hipótesis etimologista de Abercromby
en 'gruta, cueva, pozo', también con la referencia al Teide,
pero no ai pico, sino, todo lo contrario, ai cráter que tiene.
Lo dicho: todos tienen etimologías para todo.
6.5. Nada original25, aunque sí novedosa, pues al estar in-édita
no había sido considerada, es la opinión del médico y
antropólogo tinerfeño JUANB ETHENCOUARLFTO NSO( 1 847- 191 3)
sobre el asunto de la etimología'de guanche: acoge lo dicho
por Viera y Berthelot. Pero sí es interesante la reafinnación
que hace Bethencourt Alfonso de algo ya apuntado por Espi-nosa,
Abreu, Núñez de la Peña y Viera: que los nombres que
se referían a la isla de Tenerife y a sus naturales no eran
25 En lo que sí resulta original Bethencourt Alfonso, es en la explica-ción
del nombre Infierno con que llamaron en la Antigüedad a la isla de
Tenerife. Ese nombre -dice - no se lo pusieron los navegantes por el as-pecto
espantoso de las erupciones, se lo dieron ((cuando puestos en contac-to
con los indígenas de Tenerife tradujeron fielmente la voz guanche
Chinechi, Chinefe o Achinech, modaiidades de un solo término, que signifi-ca
'infierno'; que los naturales empleaban en el centro de la isla, donde
moraba Guayota y demás divinidades infernales, siendo el Echeide o Teide
la boca de comunicación con el mundo de los vivos o séase la boca del
infierno [...] Y esto es tanto más exacto cuando en nuestros días, en la ac-tualidad,
en pleno siglo XX, cuando por los pueblos del Sur muei;e alguna
persmu rep~tudad e peFersa, es f rec~ente= ir frases ccme !as simientes:
«Este va a Chinechi,,, [[janda, a lo más hondo de Chineche!,,, «de Chinechi
no salgas»; ((porque de allí salen los xaxos condenados a encarnar a los vi-vos
» (1991: 1, 218-219).
Núm. 44 (1 998) 131
3 4 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
autóctonos, «sino que fueron dictados que les aplicaron los de
fuera cuando se enteraron de sus creencias teogónicas~( 1991:
1, 219) 26. Y una cosa más: el nombre de guanches se lo da el
antropólogo tinerfeño a los naturales de todo el Archipiélago,
sin distinción en ningún caso, desde el título de su magna
obra, Historia del Pueblo Guanche, que es general de todas las
Islas, hasta la consideración particular de cada una de las is-las
(Ibid., especialmente 70, 79, 80, etc.). Y hay que recordar
que Juan Bethencourt Alfonso estudió más intensamente y
conoció más directamente que nadie la pervivencia de la len-gua
y de la cultura guanches.
6.6. El interés por la lengua de los guanches y su relación
con la de los bereberes siguió vigente en el siglo xx, y a su
P S ~ & G& &rzmE nittb!es b ~ r b e r b l ~ gy ef~i l b l ~ ge~~tr~-fi -
jeros, como Giese, Vycichl, Marcy, Wolfel o Rohlfs, así como
filólogos canarios, entre los que destaca Álvarez Delgado.
El alemán WILHELMGI ESEs e ocupó en varias ocasiones de
la lengua guanche, tanto en aportaciones propias como en el
juicio de las ajenas. En un breve artículo de 1949 se detiene
en la etimología de guanche y análogos, que resumimos. La
tesis de Giese es que en la lengua de los aborígenes canarios
había palabras que empezaban por el componente guan-, que
significa 'hijo de', como un elemento antiguo de la lengua
guanche (bereber), correspondiente al Cil.ha u- o gu- y al líbico
u-; pero este guan aparece también en otras palabras con otros
significados, como guanarteme 'rey' o guañac ' repúbl i~a'~Y~ .
además hay otras palabras que empiezan por ben- (o ven-) que
26 Y afirma a continuación lo siguiente: ((Más en lo firme está Marín y
Ciibas a! declarar q'ie !m naturales la dennminaban G I A D M Cde~ d~oMnd~e ~
probablemente el nombre genérico de guanches que dieron a sus habitan-tes
» (Bethencourt Alfonso 1991: 1, 219). No encontramos esta cita en Marín
y Cubas, ni Wolfel la recoge en su exhaustivo Glosario de la parte 111 de su
Monumenta (1996: 1, 219-385), por tanto no la consideramos. Pero adverti-mos
que es ésta la única vez en que Bethencourt Alfonso se refiere a los
guanches como exclusivos de Tenerife. *' Y además, se podnan citar guanchineme 'profeta' (Wolfel 1996: 11,
531), guanchon 'cueva' (Ibid.: 644), guanchor 'nombre propio de La Gomera'
(Ibid.: 793, guanache-semidán 'guanarteme de Gáldar' (Ibid.: 803), gua-
132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 35
también significan 'hijo de' (entre las cuales está bincheni, de
Abreu), siendo este componente de origen árabe. Y concluye:
({La influencia del árabe Ben no debe ser muy antigua; este
Ben pudo ser introducido por elementos mudéjares españoles
en los primeros tiempos de la colonización» (Giese 1949: 196-
197). O sea, que guanche tiene una etimología diferente de la
de bincheni, como voces procedentes de lenguas distintas, y a
pesar de ello, algunos autores posteriores, como Wolfel (1996:
11, 720), tratarán de identificarlas.
6.7. El austríaco WERNEVR YCICHdLe dicó también un pe-queño
estudio en 1952 a la lengua de los antiguos canarios,
dentro del cual expone una serie de observaciones sobre el
nombre de la isla de Tenerife y de sus naturales. El párrafo
eri ceiiii-a S-u inierpreiaci& al respecto dee !u sigUiente:
Los habitantes de Tenerife se llamaban, según Marín
y Cubas, binchini, que es, claramente, nvi-n-tini 'los de
Cini' y se relaciona con Chinechi, nombre de Tenerife
transmitido por Abreu Galindo. Frutuoso llama a los ha-bitantes
de la isla guanches, nombre que, más tarde, se
extendió indebidamente a los habitantes de las demás is-las,
y asegura que quería decir 'los valientes'. Como sin- P ar nva-n-tasa puede significar bien 'el del valor, el va-iente',
interpretación que confirma la dada para Ata-zaicate
(ya comentado) 'animoso, de gran corazón', var.
Atacaycate 'gran corazón', a través del bil.ha tasa 'valor',
primitivamente 'hígado' (Vycichl 1952: 192-1 93).
¿Qué más podemos decir? Lo ya dicho: que siempre se
puede encontrar en el enigma de las lenguas bereberes la ex-plicación
etimológica conveniente para la observación que
cualquier autor antiguo hiciera; así, guanche tanto vale como
'hombre de Chini', para la etimología de Abreu y Marín y Cu-bas,
como 'valiente', para la valoración de F r ~ t u o s o ~ ~ .
ñameñes 'sacerdotes o adivinos' (Bethencourt Alfonso 1991: 1, 295), Guanha-hez
' ~ I I ~ TdPe Te!& y cP!ehre I ~ ~ h ñ d o(rIh' id . T. 3331, Guanchaven 'natu-ral
de Gran Canaria' (Ibid.: 1, 334).
El artículo de Vycichl está lleno de explicaciones y soluciones de este
tipo. La más artificiosamente elaborada -y falsa- nos parece la que ofre-
Núm. 44 (1998) 133
3 6 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
6.8. En una larga nota trata GEORGEMSA RCY(1 962: 253-
259) de los aspectos etimológicos de los nombres guanches de
la isla de Tenerife, que inevitablemente se vinculan con el pro-pio
nombre de guanche. Según Marcy, los elementos Chinet
(Núñez de la Peña), Achinech (Espinosa), . Chineche (Abreu),
Chinechi (Abreu y Marín y Cubas), etc., que aparecen en los
nombres que se asignan a la isla de Tenerife, no son sino va-riantes,
lo mismo que el componente de bin-cheni (Abreu) o
wi-n-ceni, literalmente 'el de Tenerife'. Todas ellas llevan al
prototipo tinit, con tratamiento i por e, al igual que ocurre en
las hablas bereberes saharianas. Pero las transcripciones espa-ñolas,
que empiezan siempre por ch-, obligan a suponer una
restitución del tipo *kinit o *tkinit, cuya verificación -dice
Marcy- debilitaría nuestra hipótesis» (1962: 254). Y concluye
Marcy con unas consideraciones sobre las dificultades que tie-ne
la interpretación de los materiales léxicos guanches y, por
tanto, de su provisionalidad, que resultan del todo acertadas.
Los nombres guanches -dice- los recogieron autores espa-ñoles
y europeos (Espinosa, Abreu, Torriani, Viana.. .) que
prácticamente ignoraban del todo la lengua de los naturales
isleños, ay, por tanto, eran incapaces de separar conveniente-mente
las palabras», y por otra parte, los viejos indígenas que
sugerían estas voces sabían poco más del español. En estas
condiciones -concluye- aquellas «sesiones de información,)
ce de la voz herreña Amoco. Según Abreu Galindo (1977: 85) la antigua
capital de los bimbapes se llamaba Amoco, mientras que la de los españo-les
se llama Valverde. Vycichl interpreta entonces que el español Valverde es
traducción exacta del guanche Amoco, y busca un étimo bereber que dé
consistencia filológica al apunte de Abreu, y lo halla en la voz %].ha tuga,
que quiere decir 'pradera' y «que bien puede traducirse por 'valle verde1»,
dice Vycichl (1952: 181). Pero el tal berberólogo Vycichl, que nunca estuvo
en Canarias y, por lo tanto, no conoce la geografía de la Valverde herreña,
no pudo adivinar que la actual capital del Hierro ni tiene que ver con un
valle, ni nada la caracteriza por el verde de la vegetación; al contrario,
Valverde está situada en una inhóspita ladera de lomos generalmente pela-dos,
y de fríos y humedades, que la convierten en uno de los lugares me-iios
atracii~os, en cuanto al clima y ai paisaje, cie la isia. Ei nombre de
Valverde no es, en este caso, un morfotopónimo, sino, presumiblemente, el
trasplante de un topónimo del que procedían sus fundadores peninsulares.
134 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
(ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 37
que procuraron Espinosa y Galindo ((debían parecerse un poco
a la vulgar 'conversación de dos sordos'n (Ibid. 257-258).
6.9. En fin, también el profesor de la Universidad de La
Laguna, JUANÁL VAREZD ELGAD(O1 900-1987), trató en varias oca-siones
y lugares sobre la voz guanche (largo resumen en
TLEC). Dice primero que guanche fue denominación exclusi-va
de los indígenas de Tenerife y voz originaria del habla de
la isla, que se extendió luego para designar todo lo aborigen
del Archipiélago. La hace derivar del bereber guán-chen o
guán-chin, cuyo primer elemento guan es voz canaria común
a todo el Archipiélago (pero íntegramente, con la n formando
parte del radical) y el segundo elemento chen o chin es la raíz
del nombre indígena de Tenerife, que Espinosa escribe Achi-nech,
pero Torriani y Abreu consignan Chinichi. Cita las dis-tintas
variantes registradas en las fuentes históricas y en la
toponimia de Tenerife y de Gran Canaria ,y elocubra sobre la
posible forma originaria: explica la alternancia ganche/guanche
«por un carácter especial labiovelar de la inicial indígena)); y
la vacilación guanche/guancho/guancha «es seguro reflejo de la
tendencia española a caracterizar el femenino», dado que es
muy posible que la forma original indígena tuviera un final
inadmisible en español 29.
6.10. Por fin llegamos a WOLFE(L1 888-1963), de quien he-mos
dicho que es, sin duda, el principal estudioso de los ma-teriales
lingüísticos guanches (bien que sólo sobre las fuentes
escritas), haciéndolo, además, con una admirable sistematiza-ción.
En cuanto a guanche y voces relacionadas con ella, em-pieza
Wolfel (1996: vol. 11? parte V: 9 486, pp. 718-720) por
recopilar las formas referidas a la isla de Tenerife en las fuen-
29 ¡Qué ridícula elucubración, llena de sinsentidos, tomando como «for-mas
» reales de la lengua guanche, no las formas orales -imposible de sa-ber
cuál fueran-, sino las grafías de los historiadores, que ya vemos que
son puramente caprichosas! ¿Y si después se constata que guanche es voz
originariamente románica? iY sabemos que el femenino guancha es adjeti-vo
colectivo, como se dice en Gómez Escudero ((jente guaricha)), y como en
el topónimo La Guaricha!
Núm. 44 (1998) 135
1
38 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
tes históricas primarias 30, que son: achinech (Espinosa y
Abreu), achinach (Espinosa), achineche (Glas), chinec y chinet
(Peña), chineche (Abreu) y chinechi (Torriani) 31. Sigue después
con las formas atribuidas a los naturales de Tenerife: bincheni
(Abreu), vincheni (Glas), binchini (Marín y Cubas), ganche/
ganches (Gómez Escudero y Frutuoso), guanchinet y guan-chinec
(Núñez de la Peña), guanchinerfe (Viera), guanches,
guanche y guancha (Espinosa, Abreu, López Ulloa, Lac., Da-tas,
procesos, etc.), guanchez (Bernáldez) y guanchos (Ber-náldez,
Matr. y Gómez E s c ~ d e r o )Y~ ~c.it a, por último, los
topónimos que conoce en que aparece el nombre: Guancha
(lugar de Tenerife, caserío de Firgas en Gran Canaria y locali-dad
de Gomera), Guanches (caserío de Tenerife), Guanchi (tér-mino
de Teror, Gran Canaria) y Guanchía (caserío de Teror) 33.
ve sus interpretaciones, exira¿iaiiios lo más significaiivo:
a) En las fuentes históricas primeras, el término guanche
se refiere de forma exclusiva a los habitantes de Tenerife.
b) En cuanto al nombre de la isla de Tenerife, son tantas
las variantes -dice- «que la búsqueda de paralelos [berebe-res]
resultaría tan sencilla como fútil)) (p. 719). Pero lo mis-mo
podríamos decir -añadimos nosotros- de los nombres
referidos a sus naturales.
c) El nombre guanche, deriva de guanchinec(h), con el res-.
paldo de benchini, que se puede reconstruir como singular y
plural de una misma palabra: wa-n-;ine/wi-n-C.ine2 'el de
Tenerifellos de Tenerife'. Lo mismo advirtió Abercromby, sin
embargo Marcy lo explica mediante wa-n-tia 'indígena', que no
está en consonancia con las fuentes.
30 Descartamo's nosotros aquí las citadas por los intérpretes posterio-res,
que en aigunos casos copiarun iiial las fuentes hisiericas. ' Incomprensiblemente, le faltó poner las variantes de Marín y Cubas
(chinechi y binchini) y de Viera y Clavijo (chinerfe).
32 En esta relación sí cita Wolfel a Marín y Cubas, pero sigue silen-ciando
a Viera.
33 Ni todas estas formas son ciertas ni, sobre todo, están aquí todos
!es t e p S n h ~ sex ister?tes CIE e! nnmhre de Gmnche (o derivados), como
diremos más adelante, pero cabría añadir a esta relación el topónimo
Guanchifira (localidad de Tenerife), que Wolfel cita en p. 993 y que relacio-na
con Tafira, Achifira y Archifira.
136 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 39
6.1 1. Por si faltaba alg- o, RAFAEML URO(Z1 994), tal cual ya
hemos dicho, vuelve a recapitular e interpretar todo lo dicho
sobre la palabra guanche, si bien su objetivo es demostrar la
relación -o mejor, la identidad- de ésta con la palabra
zanata, inscripción que, según él (y otros), se lee en una pie-dra
encontrada en Tenerife (y que tantas polémicas y descali-ficaciones
ha suscitado).
Agrupa Muñoz en cinco tipos los nombres referidos a
guanche (1994: 219-243), con un método que impida extraviar-se
«en los heterogéneos y ambiguos datos que nos han llega-do
» (220)34:
a) Tipo achinech y variantes (Espinosa, Torriani, Abreu y
Marín y Cubas). Las variantes de este gmpo -dice Muñoz-
«son la transcripción de la palabra zanata, tal como la pro-nunciaban
los antiguos habitantes prehispánicosx (223).
«Este nombre era el dado a la isla de Tenerife y correspon-día
[... a lo] que los árabes escribían zandta y pronunciaban
zenete D (226).
b) Tipo bincheni y variantes (Abreu y Marín y Cubas). Es
la raíz analizada por Álvarez Delgado, a quien ataca Muñoz:
«Siempre que leo las explicaciones de Álvarez Delgado, me
quedo atónito. ¿Es posible que llegase a creerse que la dife-rencia
entre bincheni y guanche sea solamente en cuanto al
género? [...] Bincheni y los otros vocablos de este tipo signifi-can
'el que es de la tribu, el tribal', como opuesto a aquellos
que no pertenecían a su grupo» (228-229).
c) Tipo guanchinech y variantes (Espinosa, Sedeño, Núñez
de la Peña y Marín y Cubas) y guanches y variantes (Espino-sa,
Abreu, Espinosa, Frutuoso, Datas, etc., e interpretaciones
de Abercrmdy, Re,rthe!et, Manriqm, - b ~ ~Deelzga do 35, Wijlfel
y Tejera).
34 Descarta considerar el gmpo guanchinerfe «porque -dice- no se
relaciona con la palabra guanche)) (1994: 219).
35 Vuelve a ironizar aquí Rafael Muñoz sobre las interpretaciones de
Ál.,----. n o l n qAn rritirinJnIn r l i i r a m ~ n t«~Y 12 C Q F ~es grave, porqiie se han L l I V U I , , L i "b15UU", bI . L l . , U I . . . V i U UU&Uiii--i--i
repetido después sus argumentos, apoyándose tan ciegamente en sus pala-bras,
que, a mi modo de ver, se ha hecho un daño enorme para el conoci-miento
del pasado de las islas)) (1994: 234).
40 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
d) Tipo heneto (que dio el topónimo Geneto en Tenerife).
Cita Muñoz un texto de las Datas de Tenerife: «Unas cuevas o
moradas q. son en Heneto q. han por nombre de los natura-les
desta dicha Guina q. son en el barranco de las tas. que
dicen de Guillén Castellano» (238). Y termina con dos conclu-siones;
primera: ((Heneto es 'el zanata', como nombre de per-sona
o de lugar», y segunda: «La palabra guanche proviene de
wa n Senet 'el que es de [la isla de] zarzata')) (239).
e) Tipo ache y variantes (Le C~ n a r i e n ~M~a,n n y Cubas,
Berthelot, Álvarez Delgado y Cubillo). La pregunta a la que
lleva a Muñoz esta palabra, siendo exclusiva de Lanzarote y
perteneciente a un aspirante a rey de aquella isla, es si en
Lanzarote se hablaba el zanata; al menos -dice- ala z la
pronunciarían a la manera zanatan (242).
Y llega Muñoz a la siguiente conclusión general: Todas las
variantes pertenecen al grupo chineche [...] Así, wa n cheneche
'el de Chineche, el zanata'; wa n chen 'el de los chen, el de la
tribu'; y, por fin, para quien creyera que n de chen es la partí-cula
de pertenencia 'de', la hacía desaparecer y se convirtió así
en wa n che 'el guanche' (243).
6.12. Finalmente, desde una perspectiva más antropoló-gica
que filológica, JOAQUC~ANR IDAADR IAS( 1995: 140-142) sos-tiene
la teoría de que numerosos topónimos ocultan nombres
de divinidades prehistóricas; este sería el caso del «nombre na-cional
de los guanchew, cuyo origen explica este autor me-diante
una argumentación harto enrevesada, que sintetizamos
a continuación:
a) Para él, guanches no deriva del nombre de una isla
(Cinechi, Chineche, Achinech, Tinechi o Ténechi), ((sino que
se refiere a la propia divinidad que también dio nombre a la
isla» (140). Guanches tiene un sentido general: si hay relación
36 El texto de esta cita de L.e Canarien lo transcribe Muñoz desde la
versión francesa; nosotros lo damos en la versión española: «Mientras tan-to
vino hacia Gadifer un tal Asche, pagano de la dicha isla [Lanzarote], que
quería ser rey de la isla de Lanzarote; y hablaron el señor Gadifer y él muy
detenidamente sobre aquel asunto; después se fue Ache y algunos días más
tarde envió a su sobrino...)) (Canarien, 1980: crónica B, cap. XXX, pág. 11 7).
138 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 41
de este nombre con el de Tenerife, «se deberá a que éste tiene
igual procedencia; dos derivados del mismo nombre)) (142).
b) Todo parece indicar -argumenta Caridad Arias- que,
si Guan-chinech y Guanche significan 'el o los hijos de Chi-nech',
y si esta última denominación está presente en todas las
islas, es porque «no se refiere a la isla de Tenerife, sino a la
divinidad pan-canaria Ten o Tin, de quien esta isla recibió el
nombre)) (ibid.).
c) La formación del gentilicio guanches sería semejante
-para el citado autor (140)- a la de todos los pueblos anti-guos,
que se ponían bajo la protección de una divinidad, de-nominándose
a sí mismos con el nombre de ésta. De tal modo,
guan significa 'el hijo de' y Chinech o linec son nombres con
"22 tprmin.rciSn o ~ni t i x rn q ~ iend ica la p ~ f l r n ~ n c ai a l a a------ -- >
divinidad; su significado sena 'de Teno', 'de Tino', 'de Cheno,
Chino'. La alternancia fonética [S] / [t] se explicaría como ma-nifestación
del doble registro de la lengua guanche: uno para
hombres y otro para mujeres, las cuales empleaban la varian-te
[!l.
Caridad Arias no aclara bien si pretende relacionar con
aquella divinidad Teno o lino el nombre Arta, Ártemi, Avtemis,
Artimi o Aritimi, «antigua diosa madre lunar)) y sus derivados.
Salvo en una referencia elogiosa a Bute, este autor no cita sus
fuentes; sin embargo, aunque presenta una nueva cetimolo-g
í a ~n, o hace sino continuar toda una tradición de descompo-sición
de la palabra guanche en raíces, prefijos y sufijos de la
lengua indígena. Hay un punto, no obstante, en el que consi-deramos
acertada la argumentación de este autor (142): como
bien dice, si la palabra guanche significara originariamente
. P > II 'uno de Ienerire, nombre de Tenerife', no sena lógica su pre-sencia
en todas las islas, como antropónimo y como topónimo.
6.13. Hasta aquí hemos dejado oír las voces de todos los
que han tratado sobre la voz guanche, centradas casi todas en
la búsrUeda de origer,. ;QUé cGl?c!UsiSn sacamGs?
Pues que no hay dos autores que digan lo mismo. Que cada
uno buscó la etimología que mejor le cuadraba para su expli-cación.
Pero es evidente que en una lengua no puede haber
42 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
tantos étimos como para ajustarse a explicaciones tan dispa-res.
Son éstas, etimologías conclusivas, que se hacen a pos-teriori,
para que digan lo que cada uno quiere que digan. La
«etimología» resulta así posterior al nombre evolucionado, y
no al revés. Es la práctica de quienes inventan un étímo para
explicar un nombre problemático y de antecedentes descono-cidos,
cuando no existe o se desconoce la raíz verdadera a
partir de la cual se deduce el término desarrollado.
Lo que se deduce de las interpretaciones que se han dado
a la palabra guanche es que no hay un étimo bereber que lo
explique, como expresamente reconocen Berthélot, Álvarez
Rixo, Bethencourt Alfonso y, hasta cierto punto, Wolfel, que
acepta en este punto la opinión de Berthelot. Todos se escu-daron
en lo indemostrable, invocando un tópico, el bereber,
que iodo lo puede explicar porque no es verificable, tanto en
sentido positivo como en sentido negativo. Por consiguiente,
tan sencillo y «científico» es decir uno solo de nosotros que
no, que guanche no es de origen bereber, como complicado y
variado fue para tantos otros decir que guanche era de origen
bereber.
7. NUEVAFSUE NTES SOBRE GUANCHE
Y NUEVAS INTERPRETACIONES
7.1. La toponimia como fuente prz'maria
No necesitamos insistir aquí en el valor histórico de la to-ponimia,
pues es éste, seguramente, el aspecto que con mayor
asiduidad se ha reiterado en los estudios sobre toponomástica,
y por parte, además, de autores de mucha autoridad científi-ca
en los distintos campos inclusos en ella, también la filolo-gía,
por supuesto.
Por ello, llama mucho la atención que no se haya tenido
en cuenta la toponimia de las Islas en esta cuestión de
guanche, siendo, desde nuestro punto de vista, tan esclarece-dora
y determinante. Es cierto que Álvarez Delgado y Wolfel,
tal cual lo hemos anotado, registraron una media docena de
140 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
(ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 4 3
topónimos con la voz Guanche procedentes de las islas de
Tenerife, Gran Canaria y La Gomera, pero se limitaron a de-cir
en cada caso 'lugar o caserío o término de...', sin ningún
tipo de valoración, ni siquiera el comentario mínimo de que
alguno de esos topónimos estuvieran fuera de la isla de
Tenerife, con lo que ello significa3'.
Nosotros, que hemos hecho del estudio de la toponimia de
Canarias una dedicación prolongada e intensiva, podemos
ofrecer ahora un panorama ciertamente novedoso al respecto,
con registros muchísimo más numerosos que los que ofrecían
los mapas militares, tenidos hasta ahora como los más auto-rizados
de la toponimia canaria. Los registros que citamos a
continuación están todos ellos comprobados con toda fiabili-dad,
unos recogidos personalmente y otros informados por
quienes mejor conocen en ia actualidad las toponimias respec-tivas
de cada isla.
De la isla de TENERIFeEs de la única que no tenemos infor-mación
ajena a la cartografía militar, razón por la que nos
basamos en sus registros, que son los siguientes:
La Guancha, pueblo y municipio de la parte norte de la isla.
La Guancha, lugar del mun. de Candelaria.
El Guanche, lugar del mun. de Buenavista del Norte.
Los Guanches, punto del mun. de La Laguna.
Los registros de GRANC ANARqIuAe citamos proceden de la re-ciente
recolección y estudio toponímico de la isla en la que no-sotros
mismos hemos participado (Trapero, Suárez et al. 1997):
Barranquillo y Cuevas del Guanche, puntos del mun. de San
Bartolomé de Tirajana.
Cüideíu de Güüízchiü, pinto de! mtin. de Temr, sec~ncluri~
del topónimo siguiente.
Guanchía, pequeña localidad del mun. de Teror.
" Sólo advierte este hecho recientemente -como señalamos más arri-ba-
Joaquín Caridad Arias (1995: 142), quien cita 20 antropónimos y
A--L-:--.- derivados de !a voz guanche, prxedentes de Grm C u x r i u ,
Lanzarote, La Gomera, El Hierro y Tenerife, presencia en las Islas que
invalida, para este autor, el significado exclusivo de 'hombre de Tenerife' que
ha sido atribuido a la voz guanche.
Núm. 44 (1998) 141
44 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
Hoya del Guanche, punto del mun. de Santa Mana de Guía.
La Guancha, llano del mun. de Gáldar.
La Guancha, vertiente del mun. de Firgas.
Punta, Puntón y Llano de la Guancha, puntos del mun. de
San Bartolomé de Tirajana.
Los de LA PALMlAo s tomamos de la excelente recolección
que Carmen Díaz Alayón efectuó en aquella isla como objeto
de su tesis doctoral (Díaz Alayón 1987):
Fuente de2 Guanche, punto de Garafía.
Cueva de los Guanches (o Cueva de la Virgen), punto de
Santa Cruz de La Palma. a
Los Guanches, punto de San Antonio del Monte, mun. de E
Garafía. O
Los Guanches, zona de La Caldera, mirn de E! h s i v e , I
n
=
m
su vez, tiene otros topónimos menores: Barranco, Cueva y O
E
Fuente de los Guanches. E
2
Los Guanches, zona de El Paso, que, a su vez, tiene un
topónimo menor: Barranco de los Guanches. 3
Los Guanchitos, punto intermedio entre El Mudo y El Pal- o-mar,
mun. de Garafía. m
E
O Los registros correspondientes a la isla de EL HIERROlo s
hemos recogido personalmente, junto a otros investigadores, n
E
y los hemos publicado recientemente (Trapero, Domínguez et a
al. 1997): n
0
El Guanche, amplio territorio de la zona costera del nores- 3
te, mun. de Valverde. O
El Guanche, línea de costa del norte, mun. de Valverde.
La Guancha, punto elevado de interior, cercano al anterior.
P u n t ~d e! Gut~nrhep, unta que se introdwe eíi e! mar,
topónimo secundario del segundo, mun. de Valverde.
Cueva el Guanche, cueva muy señalada, en las cercanías de
la Montaña el Mercadel, mun. de Frontera.
Los de FUERTEVENTlUosR Ato mamos de la recolección que
?Y"iamel Ahír, ~ui i toa un nutrido grupo de coiabsradores, di-rigió
y realizó en 1972 (cuyos materiales, inéditos, nos ha con-fiado
su autor para su estudio):
142 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA GOMERA 0
ISLAS CANARIAS
@
Lugares de las Islas denominados c:on el término Guanche (o derivados).
46 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
Casa del Guanche, mun. de Pájara.
Cueva de los Guanches, mun. de Antigua.
Cerca de la Cueva de los Guanches, topónimo secundario del
anterior, mun. de Antigua
De los datos de LANZAROnToEs ha informado Agustín
Pallarés, profundo conocedor de la toponimia de su isla natal,
en la que ha venido haciendo desde hace muchos años reco-lecciones
sistemáticas y estudios parciales (cf. Pallarés 1986,
en donde justamente da noticia de la presencia del topónimo
Guanche en Lanzarote):
Cueva del Guanche, cueva que presenta restos guanches, en
el Malpaís de La Corona, en el noreste de la isla, cerca de
Órzola, mun. de Haría. Tiene, a su vez, un topónimo secun-dario,
Hnyn de In Cueva del Gunwche.
Cueva de los Guanches, a más de 3 kms. de la anterior, tam-bién
con restos guanches, situada a unos 300 m de la famosa
Cueva de los Verdes, mun. de Haría.
Las Casas de los Guanches, supuestas casas aborígenes,
próximas a la anterior Cueva de los Guanches, con restos de
concheros y de cerámica, mun. de Haría.
El Lajío de los Guanches, lajial cercano a la Cueva de los
Verdes, mun. de Haría.
El Guanche, en el término de Femés, mun. de Yaiza, al sur
de la isla. Tiene un topónimo secundario, La Peña del Guan-che.
Hay una copla popular que menciona este topónimo:
Tengo mujer, tengo hijos,
tengo mi tierra en El Guanche,
tengo mi camella mora;
de todo estoy abundante.
Finalmente, la información sobre los topónimos de LA Go-
MERA, se la debemos a José Dámaso López, quien en este mo-mento
está realizando una minuciosa recolecta de términos
guanches vivos en la isla, tanto en la toponimia como en el
lenguaje común:
Playa la. Guancha, en las cercanías de San Sebastián, en
dirección sureste.
144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 47
Barranco de la Guancha, que va a desembocar a la Playa
la Guancha, mun. San Sebastián.
Cueva la Guancha, en La Laja, en el barranco de San
Sebastián de La Gomera.
Barranco los Guanches, en el término de Vallehermoso.
7.2. Interpretación de la toponimia de "Guanche"
Éstos son los topónimos que en las Islas tienen el término
guanche. Nuestra opinión es que en los que aparece el térmi-no
en femenino y en singular, La Guancha, no está referido a
una persona i n d i v i d~a la~ ~un, a mujer, sino que es un colecti-vo
con el valor 'lugar de la gente guancha', exactamente en el
mismo sentido que lo usó Gómez Escudero en su «crónica»
(Merdes. Padx-SI., 1978: 422). I~l c ! u s~c ~ a n d ca parece e a
masculino singular, El Guanche, por lo general, puede que ten-ga
también un valor colectivo, más que referirse a un hecho
concreto de una persona aislada. Igual valor colectivo atribui-mos
al término Guanchía en el topónimo de Gran Canaria,
éste ya con derivación morfológica española significativa de
abundativo. Y la forma diminutiva Los Guanchitos de La Pal-ma,
denota hasta qué punto la voz se siente ya como españo-la
al aplicarle un morfema derivativo propiamente dialectal.
Otra nota característica de la mayoría de estos topónimos
La etimología popular, sin embargo, ha funcionado en estos casos y
ha creado leyendas motivadoras del topónimo que, naturalmente, se han
arraigado firmemente en la tradición oral de cada isla. Así, por ejemplo, la
Playa de la Guancha de La Gomera se explica en una leyenda recogida por
Bethencourt Alfonso: «Existe en esta isla, cerca de San Sebastián, la aún
llamada Playa de la guancha, porque en tiempos remotos apareció por allí ,,..- .,...-.-, A T --l....--- . ,
uiia ;"v c i i uc 1Liir;l;fe ci l lvalcad~e ~ziü rrones. El acofiteciiiiieiito cofimOVi0
la isla y llevada ante el rey contó sus desventuras y la causa que le obligó
a huir de su tierra; añadiendo que no esperaba encontrar gente porque
nunca habían visto fuego. Como los indígenas ignoraban el modo de obte-nerlo,
les enseñó frotando dostrozos de madera; y fue tal el entusiasmo que
el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que llevaba en las entra-ñas
» (1991: 1; 62-63!. Y tina historia parecida, esta de un guanche de
Tenerife que llegó a las costas de El Hierro navegando sobre dos foles, he-mos
oído contar a los herreños para explicar el topónimo El Guanche de la
costa noreste de la isla.
4 8 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
(no podemos decir de todos, pues no es comprobable ya a
estas alturas) es que han sido aplicados a lugares de evidente
utilización por los indígenas (sobre todo cuevas), muchos de
ellos todavía con restos arqueológicos (algún tipo de construc-ción,
huesos, restos cerámicos, concheros, etc.) que prueban
esa ocupación. Se constata, además, que todos ellos son luga-res
que están muy apartados de los centros de población his-tóricamente
principales. Y, por último, que están muy disper-sos
y distantes entre sí, diseminados por cada isla.
(Qué demuestra todo ello? Primero, que los topónimos con
nombre Guanche no son exclusivos de Tenerife, sino que, por el
contrario, están repartidos por todo el Archipiélago, con presen-cia
abundante en todas y cada una de sus islas, y en varias con
presencia incluso más abundante que en Tenerife; sólo que el
topónimo más conocido, ¿a Guancha, está en Tenerife, pero sólo
porque se ha convertido en «topónimo mayor)), mientras que los
demás siguen designando lugares de «toponimia menor)); mas
eso en nada afecta a la verdadera naturaleza del nombre (es de-cir:
un topónimo no es más o menos atopónimon por designar a
un gran espacio o a un lugar puntual y minúsculo). Segundo,
que por esa dispersión y esa generalización, no pueden ser to-pónimos
recientes, sino viejos, de imposición inmemorial, que
nos llevan al momento mismo de la conquista y ocupación de
cada isla. Tercero, que las distintas variantes con que aparece el
término en la toponimia (Guanche, Guanches, Guancha, Guan-chía
y Guanchitos), implican una adaptación incluso lingüística
a las peculiaridades dialectales de cada lugar. Y cuarto, que la
presencia tan abundante -generalizada, podría decirse- del
topónimo Guanche en las Islas debe estar vinculada a un hecho
general, de aplicación en todo el Archipiélago, no a hechos indi-vidualizados
y particulares de cada lugar; o dicho de otra forma,
los lugares que recibieron el nombre de Guanche lo fueron por la
presencia abundante y significativa de los de esa raza, hasta el
punto de llamar la atención de los españoles, que les pusieron
esos nombres justamente por ser los más referenciales.
Con estos datos, si queremos acompasar nuestro razona-miento
a las «leyes» universales que rigen la toponomástica,
nos podemos plantear dos hipótesis «nominalizadoras»:
146 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 49
a) Si el origen del término guanche fuera de Tenerife y su
designación alcanzara sólo a sus naturales, el reparto del nom-bre
por toda las geografías insulares debería explicarse a base
también de un reparto por todas las Islas de ~guanches)d) e
Tenerife, bien fuera como esclavos, por parte de los españo-les,
bien por propia voluntad para ocupar determinados terri-torios.
Pero esa hipótesis va en contra de la lógica y de la his-toria.
Contra la lógica, porque eso sólo sería admisible en caso
de que el topónimo Guanche apareciera en un solo punto o
en muy contados puntos del resto del Archipiélago y en luga-res
apropiados a algún tipo de actividad vinculada con la ex-plotación
de esclavos, pero no disperso por todas las Islas y
en los lugares más apartados de donde históricamente se han
constituido los principales núcleos de población y de explota-ción
de 10s recursos naturaies. Y io que es más importante,
conservando muchos de ellos, todavía, muestras arqueológicas
de los pueblos naturales de cada isla. Y contra la historia,
porque, si los topónimos son antiguos -como sin duda lo
son-, su imposición no pudo estar motivada en el reparto de
esclavos de Tenerife, puesto que Tenerife fue la última isla
conquistada, casi un siglo después de ocupadas Lanzarote,
Fuerteventura y El Hierro, y la historia dice que fue justamen-te
al revés, que se llevaron naturales de las otras islas para
la conquista de Tenerife. Si los topónimos fueran modernos
-cosa que descartamos por toda evidencia- ¡qué coinciden-cia
que hubiera tantos «guanches» de Tenerife motivadores de
toponimia en tantos sitios diferentes!
b) Si, por el contrario, el término guanche fuera de origen
europeo, su imposición a la toponimia de las Islas podría expli-carse
lógicamente, al caracterizar los conquistadores y primeros
colonizadores esos lugares, bien fuera por la presencia signifi-cativa
de ellos (donde vivían, donde se reunían, donde hacían
sus concheros, etc.), bien por algún episodio particular de la
conquista o de la colonia primera (alguno que se escapó, otro
que se lanzó al vacío antes de entregarse, etc.). Así considerado
el «bautizo» de la geografía, los topónimos con la voz Guanche
fueron en su origen topónimos descriptivos y localizadores,
designativos, tal cual nace generalmente la toponimia.
Núm. 44 (1 998) 147
50 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
7.3. Un texto pvimitivo y problemático de "guanche"
En 1961 el catedrático de Historia de la Universidad de La
Laguna, Elías Serra Rafols, verdadero iniciador de la histo-riografía
moderna de Canarias, estudió minuciosamente un
texto portugués de finales del siglo XIV en el que aparece la
palabra guanche (en la forma portuguesa gaüchos); sin embar-go,
este texto ha pasado totalmente desapercibido para la crí-tica
y, especialmente, para los estudiosos de la voz en el es-pañol
39.
En 1925 se publicó en Coimbra el vol. 111 de la Historia de
Portugal de Fortunato de Almeida, en cuyas pp. 762 a 765 se
insertan tres documentos de 1370, 1376 y 1385, respectivamen-te,
referentes a !US huzuñus rumriuv de tm cieI.t~L anszrote de
Framqua, muerto en lucha con los indígenas (y que se identi-fica
con el genovés Lancelotto Malocello, personaje a quien se
atribuye, precisamente, el nombre de la isla de Lanzarote). En
el segundo de esos documentos, fechado el 7 de julio de 1376,
aparece la voz gaüchos, como sinónimo de naturales de las is-las
de Lanzarote y La Gomera.
Sin embargo, la autenticidad de estos textos fue enseguida
puesta en tela de juicio por los historiadores portugueses, has-ta
el punto de que los han silenciado sistemáticamente. Según
su primer publicador, pertenecían a un archivo particular que
posteriormente fue destruido, de tal modo que sólo la palabra
de Almeida los testifica.
El silencio acordado sobre los documentos de Almeida, por
creerlos falsos, lo rompió, sin embargo, Joao Martins da Silva
Marques en 1944, al incluirlos en su repertorio documental
fiescobrimen~os Poriugueses, de donde tomamos 1a cita que nos
interesa especialmente:
39 Con la excepción de Agustin Pallarés, quien, atento siempre a todo
lo relacionado con la toponimia de su isla natural de Lanzarote, mencionó
la noticia de Serra en su artículo citado de 1986. Sí ha tenido también en
c~e f i t ue ste texfs !U ! e ~ j ~ ec*u r a f í a -&-- p ~ r t q p ~Ms ~ E. K (D~E'P~ ~e&~. 1 952,
1967 y 1977; DOELP 1984) lo cita, precisamente, como testimonio más an-tiguo
de la voz guanche/guancho en portugués, en su variante antigua
gaánchos.
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 5 1
[...] a nosa uontade he de lle dar posiqam em que teña
mánteenca que troba fallymento por rezó daficada gue-rra
que ouve com os dictos gaachos e castellaós [...]
(ed. Martins da Silva Marques 1944, vol. 1: 155).
Con todo, Serra Rafols se alinea con la mayoría de los his-toriadores
portugueses y se muestra abiertamente contrario
a la autenticidad de los documentos de Almeida, sobre la
base de varios anacronismos en relación con la historia de Ca-narias:
a) El primero de ellos es el de llamar isla ((de Nosa
Senhora a Framqua (o Franca))) a la que ya tenía el nombre
consolidado de Insola de Lansarote.
b) El segundo, el situar a las Islas canarias en el ((Mar del
Cabo de Nao», cuando esta manera de nombrar a los mares
particulares como partes del mar general es totalmente desco-nocida
hasta los geógrafos teóricos del Renacimiento.
c) Y el tercer anacronismo -dice Serra- es el de adelan-tar
en un siglo el registro de la voz gaachos para los naturales
de Lanzarote y La Gomera, siendo que es el ((nombre gentili-cio
con que fueron designados los naturales de Tenerife por
sus conquistadores castellanos de fines del siglo xv [...] Y ade-más
[sigue diciendo Serra] su uso extensivo -y sin duda abu-sivo-
para designar cualesquiera nativos de las Islas Canarias
es modernísimo, pues no remonta más allá del siglo pasado,
adoptado por ciertos eruditos, sobre todo extranjeros, como
Berthelot y Verneau, felices de disponer de un nombre propio
para la supuesta nación indígena)) (Serra 1961: 234).
Nada podemos decir nosotros respecto a la autenticidad o
ia falsedad de estos documentos; aunque ia conjunción de tres
argumentos en los tres anacronismos denunciados por Serra
nos parece suficientemente fiable. Hemos de rectificar, sin
embargo, algunas de las razones esgrimidas por el historiador
canario, en lo que atañe al tercer anacronismo; hecho lo cual,
fifiestru prGpir, te=ric, de ,-,Uevo 2 darle razdn:
a) No es «modernísimo», ni «abusivo» el uso extensivo de
la voz guanches para todos los nativos de las islas; ni remonta
Núm. 44 (1998) 149
5 2 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
únicamente «al siglo pasado)), ni es solamente una adopción
de eruditos y extranjeros. Como acabamos de probar, los
topónimos con el nombre Guanche o sus derivados no son ex-clusivos
de Tenerife, sino que están repartidos por todo el
Archipiélago y datan del momento de la conquista y ocupa-ción
de cada isla. Por otra parte, mucho antes del siglo xx,
en 1618, ya encontramos algún testimonio portugués del uso
extensivo de guanches para los habitantes de todas las islas
(cf. apartado 5.7).
b) Que el nombre gentilicio fue empleado por los conquis-tadores
castellanos de fines del siglo xv es cierto, pero ello no
prueba en modo alguno que tal nombre fuera empleado por
primera vez en tal fecha. El nombre podría, perfectamente, ser
anterior: lo sería, en caso de que su origen fuera guanche
-como han creído hasta ahora todos, acepten o no el remoto
origen bereber-. Si el nombre fuera guanche, habría podido
ser empleado por cualquier cronista portugués, desde las in-cursiones
del trescento: gaáchos en el polémico texto no ha-bría
de constituir, pues, anacronismo alguno. Este gentilicio
sería también anterior a la conquista castellana, si su origen
fuera francés, puesto que habría que remontarlo hasta la con-quista
normanda de Jean de Béthencourt en 1402.
c) Lo que involuntariamente deja entender Sena -como
tantos otros autores- es el hecho de que guanches es la pala-bra
con la que los otros, los europeos, llamaban a los aboríge-nes.
Y es precisamente en este asunto en el que arroja algún
dato indiscutible el texto de dudosa y controvertida fecha de
1376. Tal dato es el de la extensión que tenía la voz gaáchos
para el locutor y escritor de portugués que redactó el docu-mente:
para éste, sea en la fecha que sea, eran g r . r n ~ c hl~i s
aborígenes de Lanzarote y La Gomera y tal nombre es el que
les daban los europeos (véanse en el texto las expresiones: «os
dictos gaachos D, esto es, dos llamados guanches)), del mismo
modo que «das dictas yllas de nosa señora aframqua)) o adic-ta
lanqarote»).
d) En lo que concierne a la datación de la voz guanche
en las Islas, la teoría del origen francés que nos proponemos
defender confirmaría la denuncia de anacronismo formulada
¿ES CUANCHE LA PALABRA CUANCHE? 5 3
por Serra Rafols: esta designación de los aborígenes habría de
ser posterior a 1402, por lo cual, el texto estaría registrando
la voz 26 años antes de su llegada al Archipiélago. Inversa-mente,
este texto es el único documento escrito que, de ser
auténtico, podna entrar en contradicción con nuestra teoría
del étimo francés: si fuera verdadero, y cierta su fecha, la voz
guanche no sería innovación de los normandos de 1402.
La invalidación de este documento por Serra, nos permiti-rá
sostener -ya sin prueba textual alguna en contrario- que
guanche es palabra de origen francés.
7.4. ¿Eran "guanches" sólo los naturales de Tenerife?
Sigue diciendo Serra Rafols que después de la adopción
general de la voz guanche para todos los habitantes primiti-vos
del Archipiélago, adopción hecha a fines del siglo xm por
«ciertos eruditos, sobre todo extranjeros)), como Berthelot y
Verneau, guanche «ha tenido enorme difusión y ha alcanzado
incluso al lenguaje popular». Y concluye, contundente y hasta
contrariado contra la aportación -cierta o incierta- de
Almeida: «Pero, por malaventura suya, a nadie antes de mitad
del siglo xm se le pudo ocurrir el llamar guanches a los nativos
de Lanzarote o de La Gomera. Esta huella digital, por sí sola,
basta para condenar toda la superchería» (Serra 1961: 234).
Muy equivocado estaba el profesor lagunero en este punto.
¿Que nadie ha llamado guanches a los naturales de otras islas
que no fueran los de Tenerife? Pues sí: los ha llamado así la
toponimia y el lenguaje común, que en ambos casos tienen
más valor probatorio, por lo generales que son, que rmlcpier
testimonio individual, por muy «histórico» que sea. Cierto que
no podemos dejar de reconocer que son los textos de los his-toriadores
de la segunda mitad del XVI -o quizá haya que
adelantar su uso a los últimos años del xv y primeros del xvr,
con las Datas de Tenerife- los primeros en documentar la voz
guanche y que ésta se aplica en ellos específicamente a los
habitantes de Tenerife. Pero es que también en esa época ha-bía
otros «textos», los toponímicos y los del lenguaje común,
Núm. 44 (1998) 15 1
54 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
que, al no estar escritos, no se han tenido en cuenta por «no
históricos)).
Del peso probatorio de los testimonios toponímicos ya he-mos
hablado. Lo haremos ahora del lenguaje común. No va-mos
a tomar como argumento a nuestro favor la primera
acepción que de guanche da la última edición del DRAE:
«Dícese del individuo de la raza que poblaba las islas Cana-rias
al tiempo de su conquista)), pues ya vimos que esa es re-dacción
modificada de otra edición anterior que decía: «Los
antiguos habitadores de la Isla de Tenerife)). La verdad histó-rica
no tiene por qué ir a buscarse a un diccionario de la len-gua,
aunque, en argumentación complementaria, más que con-traria,
en las informaciones de un buen diccionario de la len-gua
sí suelen descansar ciertas verdades históricas. Vayamos,
pues, ai buen diccionario diaiectai que es ei DDEC. En su pri-mera
acepción se atribuye a guanche el valor de 'habitante
aborigen de Tenerife', pero en su acepción segunda se dice
que, por extensión, se llama guanches a todos los aborígenes
de Canarias, y según la acepción sexta, se dice guanche al
«hombre corpulento, de fuerte complexión)). Estos dos últimos
valores ya los habían recogido en sus respectivos Vocabularios,
entre otros, Álvarez Rixo (1992) a mitad del siglo XIX y Pan-cho
Guerra (1965) a mitad del siglo xx. Y siguen hoy vivos, y
son de uso común, en el lenguaje popular de todas las Islas.
Aceptamos que, por extensión del significado, la acepción
sexta es un desplazamiento semantico de la segunda, al con-siderar
que el prototipo de guanche primitivo era de gran cor-pulencia
y fuerza, pero {la acepción segunda es, a su vez, una
«extensión» semántica de la primera? Para los autores del
DDEC, sí. Pero ipor qué no plantearlo al revés: que la acep-ción
primera sea una «restricción» semántica de la segunda,
es decir, que el valor primero de guanche fuese el de 'aborigen
de las Islas Canarias', valor que ha quedado incólume en el
habla de las islas hasta la actualidad, tal cual demuestra la
toponimia, y que fueron los textos (<históricos» y sólo ellos
-los textos históricos escritos y la interpretación que la eru-dición
ha hecho de ellos- los que limitaron su significado a
los naturales de Tenerife? ¿Cómo, si no, se explica esa per-
152 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 55
vivencia en el habla viva de todas las islas? ¿Cuándo la opi-nión
de uno o dos eruditos (Berthelot o Verneau, dicen Serra
y -con él- toda la ((tradición historicista~)q, ue no pasaron
de ser leídos por otros muy pocos eruditos, pues escribieron
en francés y sus obras no se tradujeron hasta hace unos po-cos
años, pudieron influir en la lengua común de un pueblo,
y en este caso de siete pueblos -islas-? {Cuándo, además, si
esa propuesta denominadora se produjo a mitad del siglo XIX,
en la historia de una lengua cualquiera, un cambio semántico
propuesto por un individuo logra tan rápida y total aceptación
por todo un pueblo como ha logrado el término guanche? ¿Y
cómo se explica el sentido vivo de 'hombre corpulento y va-liente'
que tiene también guanche en la actualidad, aplicado a
los canarios de hoy de todas las islas, si no es a partir de la
pervivencia de guanche 'aborigen de todas las islas'?
En esto encontramos concordancia plena entre la topo-nimia
y el uso común de la lengua. Pero, si hemos de ser ob-jetivos,
tenemos como prueba algo contraria la antroponimia,
pues ,el apellido Guanche es, sobre todo, un apellido de
Tenerife, como puede comprobar cualquier interesado curioso
consultando las páginas de la Guía Telefónica de las dos pro-vincias
canarias40. Nosotros lo hemos hecho y hemos obteni-do
los siguientes resultados aproximados 41. En la provincia de
Las Palmas de Gran Canaria hemos encontrado cuatro Guan-ches
en la ciudad de Las Palmas y uno solo en Arucas. Nada
más, ninguno en el resto de las localidades grancanarias, ni
40 Bien es verdad que estos datos no pueden tener ningún otro valor
que el meramente referencial, pero de ninguna manera estadístico, pues, no
todos los que se apellidan Guanche tienen por qué estar en la Guía (fuera
quedan ios que no tienen teiéfono, ios que io tienen y no figura a su nom-bre
y los que tienen el antropónimo como segundo apellido), pero sí tienen
un valor proporcional, por la enorme diferencia de cifras.
41 Nuestro recuento no ha pretendido ser exhaustivo, sino sólo aproxi-mativo:
hemos repasado las listas de la Guía Telefónica de las dos provin-cias
canarias atendiendo sólo al primer apellido Guanche, nunca al segun-
&, y s5!= er, !as !=calidades más imprtantes de cada prcvir,cia, b ~ s c a n d c
siempre por el orden alfabético. Naturalmente, hemos descartado del re-cuento
los muchísimos Guanche que aparecen, no como apellido, sino como
nombre comercial de las más variadas empresas o colectivos de todo tipo.
Núm. 44 (1998) 153
56 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
siquiera en las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Por el con-trario,
en la Guía de la provincia de Santa Cruz de Tenerife
hay muchísimos Guanches, todos ellos en la isla de Tenerife:
56 en Santa Cruz y La Laguna, 2 en Adeje, 20 en Candelaria,
2 en Garachico, 10 en Güímar, 1 en Puerto de la Cruz, 3 en
Los Realejos y 22 en Tacoronte. No aparece ninguno en otras
localidades tinerfeñas revisadas, como Arico, Arona, Grana-dilla,
La Orotava, El Rosario, San Miguel, Guía de Isora y, cu-riosamente,
La Guancha. Y tampoco hemos encontrado el
apellido Guanche en el resto de las islas de la provincia: La
Palma, La Gomera y El Hierro.
La existencia de nombres propios es uno de los universa-les
antropológicos y lingüísticos que responden a las necesi-dades
humanas de distinguir realidades individuales mediante
el lenguaje. Así, el nombre propio con referencia gentilicia
individualiza a grupos por su etnia, por su parentesco, por su
localización geográfica, etc., y la necesidad de tal distinción
presupone la existencia previa de una pluralidad de grupos.
Por ello, en el ámbito de los pueblos «primitivos», parece
lógico que la conciencia de comunidad (unidad de raza o de
familia, convivencia en un mismo espacio, etc.) sea condición
previa al uso de un gentilicio con el que un grupo de indivi-duos
se nombre a sí mismo. Parece lógico, también, que tal
conciencia sólo aparezca cuando exista otra comunidad fren-te
a la cual diferenciarse, dentro del «mundo» u horizonte
conocido.
Cuando la antropología cultural se ocupa de las modalida-des
de imposición de gentilicios, en los pueblos actuales de
cultura oral y en los pueblos antiguos en época preletrada,
pone de manifiesto que existe una serie de tendencias nomina-
]izadoras
a) La más simple es aquella por la que los individuos se
denominan a sí mismos con la mera referencia a la especie
154 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
(ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 57
humana. Los bosquimanos, por ejemplo, se denominan a sí
mismos como ko!, kung! o gwi! en su lengua «clic», nombres
que significan 'el hombre', 'un hombre'. El gentilicio que sole-mos
darles es, por supuesto, de creación europea: boschjesman
'hombre del bosque', en afrikaans (variedad del neerlandés,
DRAE, s.v: bosquimán). Según el mismo procedimiento, los
indios tejanos se autodenominan teha 'nosotros', 'la gente', los
esquimales inuit 'la gente', otro grupo de indios arapahoe 'los
seres humanos', etc.
b) Con frecuencia, los grupos adoptan el nombre que les
es dado por otro grupo de tecnología más desarrollada, situa-ción
en la que abundan las denominaciones con matices des-pectivos
o de burla, o con hipérboles de alguno de sus rasgos
característicos. Los himba africanos actuales, por ejemplo, se
&nGmifian 2 m i c m ~ cC Q p~ ~ f pc wntilirin qce h u d~ud e a-"""-'-
las tribus vecinas y cuyo significado es 'los pedigüeños'; ellos,
a su vez, llaman batuu a un tercer grupo, que acepta y em-plea
tal nombre, cuyo significado es, aproximadamente, el de
'los más pobres', 'los más pedigüeños' (Giner Abati 1995). La
descripción hiperbólica del «otro», del vecino, del que es dife-rente,
es tendencia absolutamente universal en el espacio y en
el tiempo: en China se llama 'los narigudos' a los europeos;
los vikingos llaman 'los enanos' a los esquimales; el argot fran-cés
llama macaronis a los italianos y bifteks a los ingleses; en
Canarias se llama chonis a los extranjeros, etc. También es
tendencia universal la adopción por parte de un pueblo del
nombre impuesto por un grupo o nación diferentes. El caso
más cercano es la forma del gentilicio español, cuyo origen,
como se sabe, está en el provenzal. Otro ejemplo cercano: pen-semos
en la denominación general de los indios de América,
procedente de los colonizadores españoles, quienes bajo este
nombre sitúan a una pluralidad de grupos humanos.
Tales tendencias tienen su explicación antropológica: a) El
pueblo aislado distingue y nombra a los humanos frente a los
otros seres: animales, plantas, espíritus, etc. b) El grupo que
se halla en contacto con otros ha de ser nombrado mediante
algún rasgo -propio ya del género humano- que lo indivi-dualice.
Núm. 44 (1998) 155
5 8 MAXIMIANO TRAPERO Y ELENA LLAMAS POMBO
La geografía española constata que la existencia abundan-tísima
de topónimos como Gallegos, Astuvianos, Bercianos,
Castellanos, Sewanos, etc., está siempre en territorios distintos
a los que el nombre se refiere, para señalar justamente que
allí habitaron gentes de otras tierras. ¿Y quién les puso esos
nombres a esos pueblos sino aquellos que no eran ni gallegos,
ni asturianos, ni bercianos, etc., es decir, dos otros», justamen-te
para señalar la diferencia de su procedencia?
Intentemos, a continuación, acercarnos a las condiciones
que, en la cultura aborigen de las Islas Canarias, habrían sido
determinantes para el origen y el significado del gentilicio
guanche, y volvamos a las dos hipótesis anteriormente plan-teadas:
a) Si aceptamos qUe este nombre pei-tznece a !a I e n g ~ aiii -
dígena y significa originariamente 'hombre de Tenerife', sólo
podremos apuntar una hipótesis poco firme desde un punto
de vista antropológico. Puesto que los primitivos isleños no
tuvieron relaciones entre sí, ya que desconocían la navegación,
parece poco probable que un grupo humano se dotara a sí
mismo con el nombre de 'hombre de Tenerife'; esto implicaría
reconocer que el indígena tenía conciencia de formar parte de
un pueblo o grupo diferente del de la(s) otra(s) isla(s); y esto
sería, en cualquier caso, pura conjetura.
b) Al contrario, la hipótesis de un origen europeo del tér-mino
guanche se ajusta perfectamente a la historia, porque
sólo los europeos pudieron diseminarlo e imponerlo a la
toponimia de todas las Islas (cf. apartados 7.1, 7.2 y 7.4). Y se
ajusta también a la lógica antropológica: un pueblo coloniza-dor,
de tecnología más desarrollada y de mayor poder, nom-bra
al grupo humano que se encuentra en el territorio explo-rado
y lo designa mediante su rasgo externo más llamativo. Y
se ajusta, por último, a las «leyes» nominalizadoras de la lin-güística:
un gentilicio es siempre un término derivado y, por
tanto, requiere de la existencia previa de un término primiti-vo:
guanche, como gentilicio para ia denominación de los abo-rígenes
de Canarias, debe proceder de un étimo (de otra len-gua)
que poseyera, no sólo la misma raíz léxica, sino, además,
¿ES GUANCHE LA PALABRA GUANCHE? 59
un significado que pudiera explicarse desde el significado que
tomó el derivado gentilicio.
Evidentemente, la lógica de la historia y de los universales
culturales no es suficiente para demostrar una etimología;
únicamente confirma y aclara las pruebas lingüísticas.
¿Existe, pues, una etimología europea de la palabra guan-che?
¿Podrían haber sido los normandos de las expediciones
encabezadas por Jean de Béthencourt quienes hubieran lla-mado
así por vez primera a los aborígenes? {Querría ello
decir que en el francés de aquellos tiempos existía aquel vo-cablo?
De existir, lqué tendría que ver su significado con el
carácter de los primitivos canarios?, ¿por qué guanches? Y
por último, si todo ello fuera cierto, ¿por qué no se empleó
este nombre como gentilicio en las crónicas escritas de aque-
!u cefiq~ictu?
El argumento lingüístico en favor del galicismo no puede
ser más sencillo: en francés antiguo y francés medio42 existía
la palabra guanche, escrita con esta misma ortografía y pro-nunciada,
en la época en que Jean de Béthencourt conquistó
las Islas Canarias,