mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
HISTORIA ECONÓMICA Núm. 51 (2005) 431 68 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS. APUNTES HISTÓRICO-ECONÓMICOS PO R NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Tras la grave crisis económica que vivieron las islas como consecuencia del hundimiento de la cría de la cochinilla, los propietarios locales (salvo pocas excepciones), mediatizados por la desconfianza en la experimentación con los nuevos monocul-tivos (azúcar y tabaco fundamentalmente), en serias dificulta-des financieras y con unas tierras muy desvalorizadas1, diver-sificaron la agricultura y desviaron la atención hacia los cultivos de subsistencia y hacia algún otro que pudiera servir de expor-tación. En 1883 la Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna, por ejemplo, tomó la iniciativa de dirigirse a algu-nos amigos residentes en Inglaterra para ver la posibilidad de introducir en la isla dos nuevas plantas, la Rhea, conocida como la hierba China o la hierba del lino, y la Helianthus annus, el girasol2, dada la idoneidad climática de las islas para su cultivo. La Rhea era una planta fibrosa de uno a dos metros de altura, que cuando su fibra se seca adquiere la forma de hilo, cuyo tejido, de gran resistencia y durabilidad, era más fuerte que el algodón y la lana. No perdía su forma ni encogía al lavar y se pensaba en ella como una fibra textil de gran potencial. El gi- 1 Valle de Orotava, 6-7-1888. 2 Public Record Office, H. CI 4776 xp 971. 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS rasol, además del aprovechamiento industrial de sus semillas se podía extraer aceite doméstico. Sin embargo, ninguno de estos dos experimentos tuvo éxito. Recurren a la sorriba de los terrenos de malpaís o por algu-na razón estériles para frutales mediterráneos, como el almen-dro y la higueras3, dos de las pocas plantas que pueden florecer perfectamente en este tipo de terreno. Los ingleses vieron la posibilidad de mejorar el secado del higo de El Hierro, con fama de ser los mejores de las islas, por su tamaño y sabor, para poderlos exportar a las Islas Británicas, pero nunca llegó a su-ceder tal cosa y «miles de toneladas de higos eran recibidos en el Reino Unido cada año desde Turquía y las regiones del Medi-terráneo ». Lo mismo sucedió con el otro higo, el higo de pico, apenas se consideraba una fruta, alimento de los más pobres y de los animales, cuyo mercado era completamente abastecido por los tunos de Malta. También seguía ampliándose el abanico de cultivos, desde cereales hasta gran variedad de frutales. Hasta los 400 metros de altitud en la vertiente norte de Tenerife proliferaba una gran vegetación rica en frutales, tales como guayaberos, membrillos, melocotoneros, naranjeros, limoneros, aguacateros, almendros y mangos. Por encima de este nivel se encontraban los castañe-ros, manzanos, ciruelos, perales, cerezales, fresas —muy culti-vada en la Villa de La Orotava—, etc. Se insistió en los tradicio-nales cultivos ordinarios, papas, cereales, vid y legumbres. Se incrementó la extensión del cultivo de cereales, tanto del maíz como del trigo4. El periódico local el Valle de Orotava comenta-ba en 1887: Anulada la grana; desechado el tabaco y suprimido el cultivo de la caña de azúcar ¿a qué pueden dedicarse los antes feraces campos de su extenso valle? A los mismos que 3 ISAAC LATIMER, Notes of travel in the islands of Teneriffe and Grand Canary, Simpkin, Marshall & Co., London, 1887, p. 120 (existe traducción en español publicado por J.A.D., La Orotava, 2002). 4 FRANCISCO GALVÁN FERNÁNDEZ y LUIS MARTÍNEZ AZAGRA, La transfor-mación del campo de La Orotava ante la primera gran crisis capitalista y algunos precios canarios, Benchomo, La Orotava, 1985, p. 16. Núm. 51 (2005) 433 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 3 los demás pueblos del norte, al cultivo ordinario de papas, viñas, cereales y legumbres5. El mismo rotativo del Valle de Orotava, en su intento de con-tribuir en la defensa de los intereses agrícolas, inauguró, a par-tir de octubre de 1887, una serie de publicaciones sobre nuevos posibles cultivos alternativos. Su objetivo era acercar a los agri-cultores el conocimiento de nuevas plantas, de nuevos produc-tos agrarios para su posible producción industrial en las islas cuyo cultivo se estaba extendiendo rápidamente por Europa (Francia, Bélgica, etc.) para paliar la crisis agraria que asolaba al viejo continente. Sugiere el tubérculo de la pataca, que apar-te de ser un producto alimenticio, del mismo se podía extraer alcohol. No debemos nosotros pasar en silencio los trabajos que en el extranjero se hacen por si las observaciones allí realiza-das pueden tener aplicación en nuestro país6. Otro cultivo recomendado, que podría ser de gran ayuda ali-menticia para la población, era el tubérculo crosno (stachys affinis). En vinagre [el crosno] es un elemento excelente para ha-cer pickles, da buenos fritos y preparado como las judías verdes a la maitre d’hotel o en su jugo es muy útil para adorno de los asados. Su sabor poco acentuado, pero agra-dable, es parecido al de la alcachofa y la papa7. Recomienda su adquisición por medio de los cónsules en las islas. Recomienda también que las plantas se distribuyan gratis a los agricultores que la soliciten para «que de este modo sean más numerosos e instructivos los ensayos»8. 5 Valle de Orotava, 6-X-1887. 6 Valle de Orotava, 14 de octubre de 1887. Sobre la pataca en la isla, véase la obra de FRANCISCO GALVÁN FERNÁNDEZ, Burgueses y obreros en Ca-narias (del siglo XIX al XX), La Laguna, 1886, pp. 72-77. 7 Valle de Orotava, 22 de octubre de 1887. 8 Ibidem. 434 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Se insistía en la producción de vinos y también se recomen-daba la utilización de los residuos de su fabricación para extraer diferentes productos «de gran aceptación en el comercio»9, sien-do los más importantes el alcohol, aceite de semillas10, ácido tártrico, crémor tártaro, vinagre y abono11. Todavía en 1889 se continúa insistiendo en productos agrarios «familiares» a los agricultores isleños como el cultivo de la naranja valenciana para competir en los mercados franceses e ingleses con la pro-ducida en la España peninsular y en el norte de África, particu-larmente en las tierras situadas en las faldas del Atlas y en la vega de Tetuán. Después de haber buscado con ansia un cultivo que re-emplazase al nopal; hoy que se ha desterrado la planta del tabaco de nuestros campos y que la caña de azúcar apenas presenta ventajas, creemos conveniente exponer a nuestro agricultor las ventajas que ofrece el cultivo de los naranjos... siempre y cuando se haga con cuidado y el estudio que se merece12, si aspiramos a que en parte pueda devolver a nues-tra decaída agricultura la animación y vida que actualmen-te le falta, salvando al agricultor de la ruina que inevitable-mente le amenaza, de continuar con los brazos cruzados, sin tomar una determinación salvadora13. La naranja se daba a una altura de 200 a 300 metros. En Tenerife se plantaron en el Valle de La Orotava y en Granadilla y en Gran Canaria en Telde, con fama de ser las de mejor cali-dad. No obstante, a pesar de su baratura (la caja de cien uni-dades costaba 10 pesetas) no hubo comercio de la fruta entre Inglaterra y Canarias hasta los primeros años ochenta14. Sin 99 Valle de Orotava, 30-IV-1889. 10 Las pepitas de la uva prensada —excelentes para alimentación de aves de corral— se mezclaban con agua caliente a 80º para obtener el aceite de semillas, muy útil para el alumbrado. 11 Se obtenía de la calcinación de todos los residuos no utilizados en la obtención de los productos señalados y se podía utilizar para fertilizar los viñedos. 12 Esta advertencia obedece al abandono a que estaba sometido el cul-tivo del naranjo desde hacía cierto tiempo. 13 Valle de Orotava, 22-VII-1889. 14 OLIVIA STONE, Tenerife and its six Satellites. The Canaries Past and Núm. 51 (2005) 435 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 5 embargo, al año siguiente de Olivia Stone escribir esto entre 1883-84, los señores de la casa comercial Miller en Las Palmas de Gran Canaria empezaron con un suministro regular con Inglaterra. A partir de esos momentos, las famosas naranjas de Canarias fueron objeto de un comercio diario considerable. El vapor Vigsnaes llegó a cargar 55 cajas de naranjas desde el Puer-to de la Cruz con destino a Londres el 28 de noviembre de 1897. Llegaban a pesar, a veces, 10 onzas (283,495 gramos). Éstas, las mayores, eran las preferidas, y costaban ½ penique cada una, unos 5 céntimos de peseta. Cuatro unidades de las más peque-ñas valía un penique (10 céntimos). También se vendía vino embotellado extraído del zumo de la naranja, y que solía valer una peseta la botella de clase superior15. Sin embargo, cuando Daniel Morris estuvo en Canarias, en marzo de 1893, advirtió que los naranjos canarios estaban afec-tados por una enfermedad grave y los isleños no tenían idea como tratarlos. Esta enfermedad, por lo visto, había sido incu-bada en América y se venía arrastrando desde hacía unos vein-te años. Según el doctor tinerfeño Víctor Pérez, la misma ata-caba igualmente al tronco que a las raíces, haciendo que se pudrieran, y, consecuentemente, el árbol se secaba. Ninguno de los productos aquí expuestos servían de referen-cia para la recuperación de una crisis que se estaba extendien-do a lo largo de toda la década de los ochenta. Pero mientras en las islas se seguía insistiendo en los cultivos tradicionales y se recomendaba prestar atención a los nuevos productos agra-rios, todos de baja rentabilidad productiva, la economía mun-dial, fundamentalmente la de Gran Bretaña, estaba incorporan-do zonas nuevas de la periferia, demandando artículos de consumo del campo. Present, Marcus Ward & Co., London, 1887, p. 283 (existe edición en espa-ñol publicada por el Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1995). 15 Valle de Orotava, núm. 104, del 11 de abril de 1890. 436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS DE NUEVO GRAN BRETAÑA, PAPAS Y CEBOLLAS La demanda de algunos de los nuevos productos alimenticios iría a vincular a las islas con su tradicional mercado británico. El Reino Unido había apostado fuerte por el librecambismo en la era del imperialismo y tal planteamiento significó el sacrificio del sector más deprimido de la economía británica: la agricul-tura. La depresión agrícola de la década de 1870-1880 significó la hora de la verdad para Gran Bretaña16, pues puso de mani-fiesto que la agricultura no podía abastecer la creciente deman-da de alimentos de las zonas urbanas e industriales de la isla. Para hacer frente a la situación, se abandona los cereales en beneficio de la ganadería y la producción láctea, la carne de baja calidad es sustituida por reces de más calidad y el campo por el huerto y el jardín17. Las tierras de cultivo se iban convir-tiendo en pastos con vistas a la provisión de carne18, e Inglate-rra necesitaba de fuertes importaciones de materias primas de ultramar para intercambiar los productos manufacturados bri-tánicos, reforzando así la «simbiosis entre el Reino Unido y el mundo subdesarrollado, sobre el que se apoyaba fundamental-mente la economía británica»19. Lo que en otras palabras signi-ficaba la búsqueda de mercados. Para resolver este problema se procedió a intensificar los intereses comerciales con las colonias antiguas y crear nuevas. Estrategia que fue emulada por el res-to de los países industrializados europeos, surgiendo de esa manera la nueva expansión imperialista. Por otro lado, fomen-tan la especialización económica de zonas periféricas en el pro-ducto o productos que en ellas se dan con más facilidad o me-nores costes. Canarias era una de esas zonas ideales para el establecimiento de un mercado alimenticio por su clima templa-do y bajo coste de producción. Consecuentemente, dirigieron su 16 ERIC J. HOBSBAWM, Industria e imperio, Ariel, Barcelona, 1988, p. 192. 17 Ibidem. 18 B. H. SLICHER VAN BATH, Historia agraria de Europa occidental, Pe-nínsula, Barcelona, 1978, p. 397. 19 ERIC J. HOBSBAWM, La era del imperio (1875-1914), Ariel, Barcelona, 1989, p. 40. Núm. 51 (2005) 437 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 7 mirada a los productos agrícolas susceptibles de exportación: papas, cebollas, tomates y plátanos. Se apoyaron en las casas comerciales establecidas en la isla (Hamilton and Co., Davidson & Co., Peter S. Reid, etc.); en la línea naviera más antigua que operaba en las islas, desde 1869, la British and Africam Steam Navigation Company de Alexander Elder y John Dempster20; en nuevos hombres de negocios venidos expresamente para tales fines como Henry Wolfson, Richard Blandy, Cecil Barker, Richard J. Yeoward, etc. Serán, pues, las nuevas demandas alimenticias de Gran Bre-taña las que vuelvan a vincular a las islas, y en especial a Tenerife, Gran Canaria y La Palma, con el área de la libra es-terlina. Fue como una válvula de escape a la maltrecha econo-mía isleña o al menos palió algo el déficit comercial que se es-taba padeciendo en las últimas décadas del siglo. Las papas bien conocidas en Gran Bretaña desde el siglo XVI, se convirtieron en Irlanda en el monocultivo por excelencia y, consecuentemente, en el alimento básico de la población y su exportación se orientó hacia Inglaterra, pero la enfermedad del hongo phytophtora infestans, que asoló a Irlanda entre 1846-4721, supuso un duro golpe a su producción, ocasionando lo que se conocería como la gran hambruna de 1846, con tres millones de emigrantes, un millón de muertos y un país hundido en la miseria. Los cosecheros y arrendatarios dejaron de cultivarla para dedicarse a la crianza de ganado bovino y vacuno22. De esta manera Inglaterra se vio privada del tal preciado tubércu-lo, lo que le indujo a potenciar la iniciativa privada para su aclimatación en zonas más templadas como Canarias, donde ya 20 P. N. DAVIES, The trade makers. Elder Dempster in West Africa (1852- 1972), George Allen & Unwin Ltd., London, p. 58. 21 La enfermedad de la papa Phytophthora infestans ya había aparecido en octubre de 1843 cerca de La Laguna y antes de 1845 se había exten-dido a todas las islas, diezmando seriamente las cosechas, como sucedería en Europa e Irlanda. Pero mientras en el continente europeo dicha enfer-medad duró hasta 1860, todavía en las islas a finales del siglo XIX seguía cometiendo grandes estragos, aunque era menos maligna de lo que había sido. 22 J. O’BEIRNE RANELAGH, Breve historia de Irlanda, F.C.E., México, 1983, p. 131. 438 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS se cultivaba el tubérculo. Era evidente que los británicos cono-cían las ventajas de la vertiente norte de las islas para la pro-ducción de papas tal como lo había resaltado Alexander von Humboldt a raíz de su visita a Tenerife en 1799. El naturalista alemán calculó que una misma extensión de terreno que pro-ducía 30 libras de trigo producía a su vez 1.000 libras de papas. Los ingleses establecidos en las islas por razones comerciales sabían que en las tierras fértiles de Canarias se daban tres co-sechas al año sobre la misma tierra cultivada, mientras en el Reino Unido solamente se daba una. En el Valle de La Orotava se plantaron hasta cerca de la costa, aunque tenían que ser terrenos de riego. Un poco más arriba, el suelo estaba amplia-mente mezclado con toba y piedra pómez desmenuzada, lo que permitía que se plantase sin necesidad de riego. Una papa muy robusta y fecunda, pero pequeña, del país y de un sabor infe-rior, llamada «palmera» se plantaba para el consumo local o para embarcar a las Antillas23. Los ingleses introducirían nuevas variedades de semillas, la Up to date desde Irlanda, la King Edward desde Escocia —va-riedades que en castellano corresponden a la ortodate y qui-negua, respectivamente— Suow-drop, Magnum Bonum, etc., para satisfacer no solamente el mercado inglés sino también para exportarlas a Estados Unidos, Cuba, Jamaica y a casi to-das las islas de las Antillas. Probablemente desde esas fechas procedan también las variedades Kerr´s pink y Arramn banner. En el Puerto de la Cruz eran vendidas para su embarque a 1 dólar y 25 centavos el quintal, unas 6 pesetas con 25 céntimos. Las semillas eran embarcadas desde el Reino Unido en sep-tiembre y octubre —según Samler Brown otra parte de la semi-lla procedía del continente—. Aquí se recibían entre octubre y 23 Ya desde la década de los cincuenta, se extendió el cultivo de esta clase de papa, sobre todo, en las tierras de primera del Puerto de la Cruz. En este municipio desaparece prácticamente toda la viña. Había quedado afectada por el virus del oidium, y fue sustituida por papas y millo, ocu-pando una extensión de 181 fanegadas y 46,95 almudes, seguido de un considerable aumento de la producción de centeno, ocupando una superfi-cie de 203 fanegadas y 530 almudes (A.M.P.C., Amillaramientos fincas rús-ticas, L.4. 1857). Núm. 51 (2005) 439 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 9 noviembre. Ya a finales de enero se recogía la primera cosecha, que era vendida rápidamente en Inglaterra hasta finales de mayo24. Las otras cosechas estaban listas para ser recogidas en junio, mientras que una tercera se planta en marzo y se recoge en julio. La semilla Magnum bonum estaba muy extendida en Tenerife. Se importaban de 60 a 70 toneladas. Las papas de semillas, generalmente Magnum bonum, se recibían entre octubre y noviembre. Aquí se planta todo tipo de papas, y el abono usado es fundamentalmente artificial. La producción en los años buenos es de 6 a 8 fold. La en-fermedad de la papa está muy extendida, y la mezcla de Burdeos debería ser tratada asiduamente como se recomen-dó para el tomate25. Las papas canarias recibidas en este país [Inglaterra] son excelentes y se venden enseguida, ago-tándose a finales de mayo. En 1893 fueron exportadas 15.101 cajas. En la primera mitad de 1894 se exportaron 32.600 cajas. El total de exportación de Gran Canaria y Tenerife sería de unas 50.000 cajas26. Los primeros embarques comenzaban a salir en los últimos días de enero. Parte de este comercio se realizaba en el muelle del Puerto de la Cruz. La fuerte demanda existente en Inglate-rra de la papa de la isla favorecía una fuerte especulación. Co-menta Isaac Latimer cuando el vicecónsul británico de origen escocés en el Puerto, Peter Reid, estaba despachando papas a los Messrs. Elder, Dempster and Co. para colocarlas en el mer-cado inglés: Él [Mr. Reid] estaba despachando un enorme envío de nuevas papas a los Messrs. Elder, Dempster and Co. de Liverpool para venderlas en el Norte de Inglaterra. El precio de éstas estaba a 3 chelines por 132 lb., excluido el trans- 24 C. M. G. MORRIS, Plants and Gardens of the Canary Islands, London, 1895, p. 97. 25 La mezcla de Bourdeos que Morris recomendaba para el tratamiento de la enfermedad que padecían tanto la papa como el tomate consistía en una mezcla de sulfato de cobre, cal y agua fresca, y que debería de ser suministrada sobre las plantas dos o tres veces al día, antes de que las mismas florecieran. 26 C. M. G. MORRIS, op. cit., p. 97. 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS porte, y las nuevas papas en Inglaterra eran vendidas en ese tiempo a 3 peniques por lb., o a la razón de 33 chelines por las 132 lb. Aquí hay un inmenso margen de beneficio, y el mercado no debería estar limitado a la emprendedora casa de Liverpool. El próximo año las papas serán abundante-mente cultivadas en las islas y formarán un producto agrí-cola valioso, puesto que pueden ser enviadas a Inglaterra antes que desde ningún otro país27. Ese interés mostrado por los británicos con la papa animó a los propietarios isleños a prestar mayor atención a su cultivo. Junto con la cochinilla y las cebollas, será el único producto de exportación destacable. También la batata (Ipomoea batatis) era extensamente culti-vada. Daba hasta dos y tres cosechas al año. Sus hojas eran muy apreciadas como alimento para el ganado y su bulbo for-maba parte de la dieta de los pobres de las islas. El otro producto agrícola que los ingleses prestaron atención fue la cebolla. En Inglaterra se usaba como condimento en car-nes, sopas y para la elaboración de salsas picantes como la Suace Robert que acompañaba a la carne de cerdo y la Sauce Soubine para las chuletas de cordero28. Era más lucrativa que la papa. Se cultivaba mucho más en invierno en zonas de costa y en terrenos de regadío. Jugaba el mismo papel que la papa para los isleños, pues, por un lado, era cosechada para el con-sumo interno, y por otro, para el mercado inglés, aunque con anterioridad, junto con la papa, había sido embarcada para Cuba. El negocio que suponía la exportación de este bulbo fue grande. Se exportaba semillas de cebollas, cebollinos, hacia Texas, en sus tres variedades cuidadosamente cultivadas: la Yellow Bermuda, la Red Bermuda y la Cristal Wax. La más cose-chada era la Yellow Bermuda29. Las exportaciones eran realiza-das desde el Puerto de la Cruz por Peter Reid. Prácticamente toda la Chiripa, San Fernando, Risco de Oro y alrededores del Puerto de la Cruz hasta el final de la Sortija (trasera del hotel 27 I. LATIMER, op. cit., p. 124. 28 JOAN MORGAN y ALISON RICHARDS, A paradiseout of a Common Field, Harper & Row, New York, 1990, p. 94. 29 Archivo Noel Reid, Puerto de la Cruz. Núm. 51 (2005) 441 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 11 Taoro) eran plantaciones de cebollas. Era también muy cosecha-da en los pueblos de Arafo y Güímar. La cochinilla, las papas, la cebolla, el tabaco y muy poco vino cubrían las exportaciones de las islas, sobre todo las dos primeras hacían presagiar pers-pectivas económicas satisfactorias a los agricultores por la bue-na venta que tenían en el Reino Unido. La presente cosecha de papas y cebollas en nuestro Valle está alcanzando un precio relativamente alto, en atención a que en los terrenos de la costa se plantaron papas tempra-nas que han comprado caras los extranjeros, hasta el punto de haber venido a cargar las mismas el día 10 del corriente dos vapores que fondearon en el Puerto de la Cruz30. El éxito de la producción de papas y cebollas, además de guisantes, judías y otras legumbres, fue adquiriendo importan-cia en Tenerife, pero sobre todo las papas, que a finales de los noventa fue la isla más importante en su producción y pronto se convirtió en el producto de exportación por excelencia de Canarias31. Por estos años la agricultura de subsistencia amplió su abanico agrícola. Junto a esos productos, aumentan las plan-taciones de los cereales maíz y trigo; hace su aparición el no-gal, cafetales y olivos; árboles frutales como guayaberos, agua-cateros, perales, manzanos, ciruelos, higueras, almendros, castañeros, datileras, mangos, melocotoneros, aumenta la plan-tación de la piña, y otras tantas especies que sería prolijo enu-merar. LA NUEVA RECONVERSIÓN ECONÓMICA, ¿PLÁTANOS, TOMATES O TURISMO? Pero ninguno de estos productos agrarios, a excepción de la papa y la cebolla aunque tampoco nada lucrativos, merecían 30 Valle de Orotava, 30-IV-1888. 31 Public Record Office, HCI 6449 0097. En el año 1892 entre papas, cebollas y tomates la producción alcanzó un valor de £130.652, y en 1895 la producción de papas alcanzó el valor de £49.502, una cantidad superior a la del plátano, que en ese año fue de £34.314. 442 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS destacarse como productos de exportación. Por tal razón, la oli-garquía isleña, tanto la comercial como la agraria, necesitaba nuevas perspectivas para su recuperación económica. Sin em-bargo, ¿se auspició el cambio agrícola en la búsqueda de un cultivo de plantación nuevo? Una aproximación rigurosa a la historia de la agricultura canaria desde 1880 hasta prácticamen-te finales de los noventa nos dice que no. Es verdad que algu-nos propietarios apostaron por los nuevos cultivos. Pero fueron muy pocos en comparación con la atención que prestaron los británicos, como veremos más adelante. El fracaso de la cochi-nilla, la frustración que se padeció con los cultivos alternativos (tabaco, caña de azúcar y vino) y con el tándem papas y cebo-llas originaron serias dificultades comerciales y monetarias que, a su vez, provocaron desánimo y desencanto, además de una cierta desconfianza y falta de iniciativa inversionista. ¿Cuál fue entonces, en esta fase de transición, la salida que se optó para su recuperación? El arrendamiento de bienes inmuebles y tie-rras a los británicos, y en muchos casos a la venta de terrenos; y fundamentalmente en Tenerife, pues la dinámica en Gran Canaria fue diferente. Lo primero supuso la apuesta por el tu-rismo y lo segundo, las facilidades que encontraron los británi-cos para explotar los nuevos productos agrarios de plantación: los tomates y los plátanos. Tales opciones ponen de manifiesto el tímido interés mostrado por los propietarios isleños ante esos nuevos cultivos. En efecto, mientras los agricultores isleños es-taban insistiendo en los cultivos de subsistencia y algo en la papa y la cebolla, los ingleses desde los años setenta ya estaban prestando atención a los nuevos productos de plantación. Hasta ahora los historiadores canarios hemos creído que la estrategia de la mayor parte de los empresarios agrícolas isle-ños para remontar la crisis sería con el cultivo del plátano, el tomate y la papa, siendo considerado el turismo como algo marginal en esta fase de transición agraria (1880-1900)32. Es más, se consideraba que el turismo fue una consecuencia del 32 A esta tendencia generalizada en la historiografía canaria, haría la excepción de ULISES MARTÍN HERNÁNDEZ, quien en su obra Tenerife y el expansionismo ultramarino europeo (1880-1919) se hace eco de la poca atención a ambas frutas brindada por los isleños. Núm. 51 (2005) 443 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 13 desarrollo de la explotación de ambas frutas por los británicos. Es decir, la evolución del sector exportador fue el preludio indis-pensable a la puesta en marcha del sector turístico. Sin embar-go, tal hipótesis es históricamente insostenible. En mi opinión, lo máximo que se podía considerar es que tomates, plátanos y turismo se yuxtaponen en el tiempo, pero nunca se puede afir-mar ni que la mayoría de los propietarios de Tenerife optaron por los nuevos productos agrarios ni que el turismo se establece al socaire de ese desarrollo. Al contrario, la apuesta de los pro-pietarios isleños por el tomate y el plátano fue bastante tímida, por no decir nula, sobre todo en Tenerife, y por el contrario fue mucho mayor por la industria turística. Insisto de nuevo que nos estamos refiriendo a Tenerife, ya que en Gran Canaria parece que tuvo otra dinámica, pues el proceso de incorporación de cada una de ellas fue en cierto modo diferente, aunque exhibie-ron similitudes en sus rasgos esenciales. Mi intención es presen-tar una síntesis, que en absoluto pretende agotar la discusión, sino abrir el debate, de cómo se fraguó la agricultura de plan-tación en esa fase de transición para ver con mayor claridad esta conclusión. La iniciativa de los británicos con los dos nuevos productos de exportación (plátano y tomate) es completamente diferente a como había sido anteriormente, pues si hasta entonces su ac-tuación con las papas y las cebollas había ocupado solamente su comercialización, no sucedería lo mismo con el tomate y el plátano. Con estos dos nuevos productos el papel jugado por los empresarios británicos fue mucho mayor que el desempeñado por los isleños, ya que se desarrollaron por iniciativa eminente-mente británica. El desempeñado por los isleños fue escaso en esa etapa inicial. Por lo tanto, la iniciativa británica fue más allá de lo meramente comercial, adentrándose en el terreno de su promoción y expansión, además de la organización de la infra-estructura empresarial para su explotación y comercialización. El protagonismo jugado por los británicos, como veremos ense-guida, ha conducido a algunos historiadores a afirmar que ju-garon un papel importante en lo referente a la «financiación» para la puesta en marcha. Es una verdad a media. Los británi-cos financiaron sólo lo referente a la experimentación de las 444 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS frutas en las fincas, compradas o arrendadas, pero en ningún momento facilitaron préstamos a los cosecheros isleños para su puesta en marcha. Se simplifica exageradamente cuando se re-duce una realidad agraria compleja a unas cuantas proposicio-nes basadas en hechos históricos que sucedieron mucho más tarde, entrado el siglo XX. Un estudio específico de cómo se dio esta intervención británica en el sector agrario en estos prime-ros años está aún por hacer. También se hace necesario saber por qué los propietarios isleños reaccionaron ante los nuevos productos como lo hicieron. Sin embargo, a sabiendas del vacío existente, intentaré aquí aproximarme al tema con la esperanza de que este error historiográfico sea revisado. Este acercamien-to también sirve para ver cómo muy pocos propietarios isleños recurrieron al tomate y al plátano como fórmula alternativa para remontar la crisis en la década de los ochenta y siguiente, y sin embargo sí recurrieron al turismo, al arrendamiento de inmuebles en muchas ocasiones con fines turísticos y al arren-damiento o en menor medida a la venta de terrenos producti-vos a los británicos. Empecemos a examinar el cambio agrícola producido por la iniciativa de los británicos para ver a continua-ción cómo se despertó el interés por el turismo entre los hacen-dados isleños. Ambas frutas eran bien conocidas en Canarias. El pláta-no, en sus variedades de Musa sapientum y Musa paradisiaca, había sido traída a Canarias en el siglo XV por los portugueses desde África occidental. Ya autores británicos tan tempranos como Thomas Nichols, George Glas y otros nos hablaron de la existencia de estas variedades en las islas. El historiador británi-co Peter N. Davis nos hace llegar la referencia de un artículo publicado en The Universal Magazine of Knowledge and Pleasure publicado en Londres, abril de 1748, pág. 532, que dice así: ...Canary Island (Gran Canary) is exceeding fruitful, and the soil fertile that they have two Harvest in one Year, its Commedities are Honey, Wax, Sugar [sic], Oad (?), Wine and plantains33, which bear an Apple like a Cucumber, 33 La palabra «plantain», en inglés, significa la variedad de plátano «musa paradisiaca» de la familia de la Musaceae, especie de plátano de la Núm. 51 (2005) 445 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 15 which when ripe, eats more deliciously than any Comfit. (Pear)34. Aparte de esas variedades, Viera y Clavijo hace referencia a la variedad del plátano oriental que recientemente había sido introducida en las islas y plantada en el Jardín Botánico de La Orotava, con excelentes resultados, bajo los auspicios del Mar-qués de Villanueva del Prado35. Sin embargo, no serían estas variedades las que se extende-rían a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La nueva varie-dad cultivada fue desde entonces la Musa chinensis o Musa cavendishii, también conocida como «banana enana»36. Su cul-tivo no se extendería masivamente en esta temprana fecha en-tre los agricultores, aunque se originaría un mercado de abas-tecimiento interno en la isla, al menos en el Valle de La Orotava. En la hacienda de La Fajana, situada entre La Orotava y Los Realejos, propiedad de Alonso Méndez Fernández de Lugo, des-de 1833, junto a las cebollas, cebada, otro productos, existía un importante mercado de la preciada fruta37. Sin embargo, a par-tir de la década de los sesenta el plátano Musa chinensis apare-ce ya muy cultivado en la costa norte —fundamentalmente den-tro de los patios de las casas, junto a otras variedades de plátanos mucho más duro y que se solía comer cocido en vez de crudo— en los jardines, en las laderas y en las llanuras has-ta una altura de 400 a 600 metros38. El plátano conoció una rápida propagación desde su intro-ducción en Canarias, pero no fue un producto agrario de ex-portación sino sólo de consumo personal y local. Se empleó su producción como fertilizantes naturales, a pesar de que en las India. Fruta de piel verde y comida básica de los trópicos a menudo asada, hervida o frita. 34 PETER DAVIS, Fyffes and the bananas, The Athlone Press, London, 1990, p. 45. 35 J. VIERA Y CLAVIJO, Diccionario de Historia Natural de las Islas Cana-rias. Gran Canaria, 1866, p. 203. 36 D. MORRIS, op. cit., p. 95. 37 Archivo Negrín Ponte. 38 V. PÉREZ y P. SAGOT, De la végétation aux Îles Canaries, Challamen Ainé, París, 1867, p. 19. 446 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS islas ya había abonos artificiales. Con las hojas y los tallos (rolos) de la platanera alimentaban al ganado (los bueyes empleados en tirar las carretas y en labranza) y utilizaban su estiércol para fertilizar la tierra39. Era una fruta muy generalizada en la ali-mentación insular, muy barata y de la que «los nativos nunca parecen cansarse»40. Era tan grande su excedente, que el pláta-no también se solía enterrar para conseguir una mayor fertili-dad del terreno41. En consecuencia, era considerado como un subproducto, sin valor lucrativo42, y más bien un artículo de subsistencia43. El tomate, aunque no contó con tanta antigüedad como el plátano, también era conocido en Canarias. En el informe pre-sentado a la Journal de l’ Agriculture des pays chauds en el cur-so de los años 1865 y 1866, y publicado como separata en París en 1867 bajo el titulo «De la vegetación de las Islas Canarias», escrito en francés por los doctores Víctor Pérez y P. Sagot —separata que parece destinada a recoger los cultivos de las Ca-narias para su posible introducción en Argelia y las colonias francesas— se recoge el tomate (Lycopersicon esculentum) como un producto que se cultivaba en abundancia en las islas, coin-cidiendo con el extraordinario desarrollo de su cultivo en los países mediterráneos durante la centuria decimonónica, espe-cialmente en Italia. En Tenerife, también se cultivaba el delicio-so «Árbol Tomate», (Cyphomandra betacea), del cual los ingleses obtenían exquisita mermelada y gelatina. Sin embargo, esta variedad era importada en Inglaterra fundamentalmente des-de Madeira. Morris llama la atención sobre ello y no duda en afirmar «que merece ser más ampliamente cosechado en las Ca-narias, tanto para su consumo local como para su exporta-ción »44. 39 CARSON A. RITCHIE, Comida y civilización, Alianza, Madrid, 1986, p. 236. 40 W. MARCET, The principal Southhern and Swiss Health Resort, their climate and medical aspect, Churchill, London, 1883, p. 248. 41 PATRICK BEAVER, Yes! We have some: the history of Fyffes, Publications for Companies, Stevenage, 1976, p. 15. 42 Ibidem. 43 P. DAVIS, op. cit., p. 48. 44 D. MORRIS, op. cit., p. 103. Núm. 51 (2005) 447 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 17 El tomate, a pesar de ser cosechado, curiosamente no era comestible en las islas. Por regla general no se comía porque se creía que tenía efectos negativos sobre la sangre. Era rechaza-do entre los naturales de las islas en la dieta y ni siquiera era un producto de comercialización entre las mismas. En todas las fuentes, tanto documentales como bibliográficas, sobre la dieta del isleño no aparece el tomate como parte de ella. A esta regla gastronómica se puede omitir la dieta de los hacendados isleños, mucho más permeables a la influencias extranjerizantes euro-peas. Por lo tanto, en Canarias se carecía de una cultura culi-naria y empresarial del tomate . Pues bien, mientras en el archipiélago el plátano era un pro-ducto ordinario, utilizado como abono y para consumo entre los pobres y el tomate era indiferente en la dieta, en Europa, espe-cialmente en Gran Bretaña, eran unas frutas raras, exóticas, exquisitas, unos artículos de lujo. Los productos conocidos des-de hacía mucho tiempo como «coloniales» (azúcar, té, café, ca-cao y sus derivados) eran vendidos en las tiendas con gran éxi-to45, pero no gozaron de la misma suerte las frutas tropicales y subtropicales por la ausencia de transportes adecuados. Los plá-tanos, a pesar de eso, habían llegado a los mercados de Lon-dres por iniciativa de los navegantes a lo largo del siglo XIX, aunque con muchas dificultades. La fruta se recogía verde, pero maduraba rápido debido al calor y a la tardanza de la travesía. Como resultado de ello no existía un mercado regular estableci-do46 y en las Islas Británicas muy pocos los habían probado47. Por tal razón, raramente se veían en los mercados, y en conse-cuencia eran consumidos raramente por los ricos y rechazados por los pobres48. Por el contrario, el tomate empezó a ser un alimento popu-lar entre los británicos, fundamentalmente a partir del último cuarto del siglo XIX, y era cada vez más apreciado para hacer salsas y considerado un vegetal muy útil para las malas diges- 45 E. J. HOBSBAWM, op. cit., p. 64. 46 P. BEAVER, op. cit., 1976, p. 15. 47 Ibidem. 48 CUTCLIFFE HYNE, Banana farming in the Canary Islands, Londres, 1898. p. 585. 448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS tiones49. En Gran Bretaña se hacían grandes esfuerzos para cultivar ambos productos agrarios (plátanos y tomates) en los invernaderos de los jardines particulares. Por lo tanto, los ingle-ses tenían mucho interés en su explotación. Con la mejora del transporte marítimo se solucionó el pro-blema50. Conocedores los empresarios ingleses de las navieras que desde hacía tiempo operaban en la costa occidental de Áfri-ca (Elder, Dempster & Co., Ferwood Bros y otras) de la demanda del plátano en su país, aprovechan los espacios libres de los barcos para embarcar la fruta a Inglaterra desde Tenerife y Gran Canaria. Thomas Fyffe fue tal vez el primero que hizo estos primeros escarceos de envíos, puesto que con él comenzó de una manera regular la comercialización desde Canarias, par-ticularmente desde Gran Canaria. James Hudson, uno de los hermanos de Hudson Company, se asoció con Thomas Fyffe para exportar carbón y té desde Inglaterra a Canarias e impor-tar vino y otros productos desde Madeira51. Hudson se estable-ció en el Covent Garden mientras Thomas Fyffe se trasladó a las islas como agente de una flota de barcos carboneros ingle-ses e importador de té y se estableció en Las Palmas de Gran Canaria en 187052. Para preservar la fruta verde, Fyffe logra controlar su temperatura envolviéndola en algodón, para aislar-la, y la envía en cajas abiertas sobre cubierta. A la temperatura uniforme a la que viajaba el plátano llegaba todavía verde a Inglaterra y podía madurar allí antes de venderse53. Tales opera-ciones empezaron a realizarse en la década de los setenta54. El mercado no se limitaba solamente a Londres, sino incluso a otras partes de Europa, como Marsella —según el médico William Marcet aseguró en 1878—55. En ese mismo año, Peter 49 TOM CARTER, The Victorian garden, London, 1984, p. 41. 50 Ibidem. 51 P. BEAVER, op. cit., p. 14. 52 Sobre la historia de la casa comercial Fyffe remito a los libros de CARSON I. RITCHIE, Comida y civilización, Madrid, 1986; P. BEAVER, Yes! We have some, London, 1976, y P. DAVIES, Fyffes and the banana, London, 1990. 53 Ibidem. 54 PATRICK BEAVER, op. cit., pp., 15-16, hace mención al año 1876 cuan-do logra el cambio de actitud de los cosecheros con los excedentes de plá-tanos y al año 1878 como la fecha de comienzo de los primeros envíos. 55 W. MARCET, op. cit., p. 248. Núm. 51 (2005) 449 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 19 Reid desde el Puerto de la Cruz, hace los primeros intentos de exportación de plátanos en pequeñas cantidades56. Reid logra-ba embarcarlos utilizando las tablas y la paja que envolvían las lozas importadas por él desde Inglaterra para cubrir los ra-cimos57. Estos primeros embarques tuvieron un éxito absoluto. A par-tir de entonces no se detendría el lucrativo negocio en manos de los británicos. En una fecha tan temprana como en octubre de 1883 ya se embarcaba gran cantidad de plátanos para Lon-dres. En ese mes fueron embarcados desde el Puerto de la Cruz hacia Londres 953 toneladas58. Al año siguiente, 1884, Alfred Lewis Jones, socio de la Elder, Dampster & Co., compañía navie-ra que cubría la ruta de Liverpool, Glasgow y África occidental se estableció en Las Palmas de Gran Canaria para suministrar carbón a sus barcos y pronto se ligará con la producción platanera en la isla. Ahora se trataba de hacer llegar el plátano a Liverpool. Jones tuvo que persuadir a los comerciantes de Merseydide (Liverpool) para que hiciesen un esfuerzo y promo-cionasen el delicado y exótico plátano porque desconocían la fruta. El mismo Jones trató de convencer directamente a los barrows boys (vendedores ambulantes de frutas) de Liverpool59. La respuesta fue positiva y a partir de ese momento se estable-ció una creciente demanda de plátanos, primeramente en Liverpool y después por todo el noroeste de Inglaterra. Conven-cido Alfred L. Jones del importante mercado que se divisaba para él, decidió establecer una sucursal de Elder, Dempster & Co. en la capital en 1885. Inmediatamente, de las escasas 10.000 piñas que se enviaron al Reino Unido en 1884, se pasó a 45.000 en 1885, y al año siguiente a 50.00060. De esta manera, a me-diados de la década se comercializa por canales normales, con el consiguiente despegue de la producción platanera. 56 A. RUIZ ÁLVAREZ, «El muelle del Puerto de la Cruz», A.E.A., núm. 19. 57 Entrevista sostenida por el autor con Mr. Noel Reid, Puerto de la Cruz, 31-7-92. 58 Public Record Office, Peter Reid’s letters from Puerto Orotava. 59 Ibidem. 60 A. S. BROWN, Report on the social condition of the Canary Islands, London, 1892, p. 35. 450 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Un impulso definitivo se dará en 1887, cuando visita las is-las el que rápidamente sería el mayor importador del plátano canario en Gran Bretaña: Edward Wathen Fyffe. Se encontra-ba en los comienzos de sus treinta años cuando se trasladó a Canarias en 1887 donde permaneció todo ese año y parte del siguiente61. Inmediatamente llegó a acuerdos comerciales con al-gunos de los miembros más destacados de las pequeñas colonias de británicos establecidas en Gran Canaria y Tenerife (Barkers, Leacocks, Blandys, Wolfson, etc.). Un año después, comenzó a operar la casa comercial Fyffe’s Ltd. Pronto, la iniciativa británica ya no se reduciría a la expor-tación de la fruta, sino que también ocuparía su producción. Arriendan y compran terrenos allí donde había suministro se-guro de agua. En este sentido proceden al arrendamiento de acciones de aguas y de fincas en el Puerto de la Cruz, La Orotava, Los Realejos, Icod y Garachico. En 1893 Morris diría: Las plantaciones de plátanos están enteramente en las manos de los canarios. Ningún europeo parece administrar-las tan bien debido al complicado sistema de la naturaleza de la tenencia de la tierra y las dificultades con el agua y la mano de obra62. Los británicos proceden a aplicar innovaciones técnicas pro-pias de una agricultura científica para racionalizar y aumentar la calidad de la producción, conocimientos que los propietarios locales carecían para su cultivo. Los isleños desconocían por completo que los plantones tenían que conservar una distancia mínima entre ellos —«estaban tan pegados unos de otros que era casi imposible caminar por el medio»—. En los mismos sur-cos se plantaban papas y otros productos63. Por esta razón, los racimos, en el momento de cortarse, pesaban de 5 a 6 kilos64. A esto habría que añadir que, excepto muy pocos, los propietarios isleños prácticamente descapitalizados y remisos a experimentar 61 P. DAVIS, op. cit., p. 54. 62 D. MORRIS, op. cit., p. 95. 63 A. S. BROWN, Madeira and The Canary Islands, Sampson Low Ed., London, 1894, p. 22. 64 A. F. BAILLON, Memorias, inéditas, Puerto de la Cruz. Núm. 51 (2005) 451 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 21 con nuevos cultivos, eran incapaces de invertir para mejorar la producción y crear la infraestructura que demandaba el cultivo de la nueva fruta. Sin embargo, según los métodos utilizados por los ingleses los plantones deberían estar a una distancia aproximada de 2 metros el uno del otro, libre el terreno de otras cosechas65. In-trodujeron técnicas de control de plagas y fumigadoras —los cosecheros locales usaban cubos— con desinfectantes mucho más eficientes, etc. De esta manera lograban obtener unos raci-mos mayores que contenían de 150 a 250 plátanos en cada uno. El precio de una piña de 180 «fingers» o plátanos ya alcanzaba en el año 1892 la cantidad de 2½ y 3 pesetas para embarcar. La tierra volvió a revalorizarse y alcanzó en 1898 hasta un precio de £1.000 por acre (entre 25.000 y 30.000 pesetas). En ese mis-mo año la piña de plátano llegó a costar 5 pesetas, cuando no hacía algunos años se pagaba a 2½ pesetas. Por otro lado, la oferta de trabajo iba en aumento. El emba-laje era hecho completamente por las mujeres, quienes llegaban a cobrar hasta 1 peseta al día, mientras, los hombres trabaja-ban en el empaquetado y la tierra, llegando a ganar 2½ pese-tas66. Estos bajos salarios, junto a otras condiciones, facilitó enormemente el desarrollo del mercado bananero y produjo grandes beneficios. El Valle de La Orotava en el norte de Tenerife, las vegas de Arucas y de Gáldar-Guía en Gran Cana-ria y en menor medida en La Palma y La Gomera conocieron la temprana expansión. A lo largo de la década de los noventa se realizó alguna que otra compra de terrenos, siempre teniendo en cuenta el sumi-nistro de agua, siendo la más destaca la de la finca de la Hoya Grande (Adeje). Tenía una superficie de 198 fanegadas y estaba destinada al cultivo del nopal para cochinilla, tabaco, maíz, papas, cebollas y árboles frutales. Poseía estanque y atarjeas para riego procedentes de las aguas de la galería Tejerea y Zauce. Su propietario, José María Herrera Pérez, quedó arruinado, como muchos otros isleños, tras el hundimiento de la grana. 65 A. S. BROWN, op. cit., ed. 1913, p. 15. 66 HYNE CUTCLIFFE, Banana farming in the Canary Islands, The Windsor Magazine, London, 1898. 452 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Para hacer frente a la crisis, en el año 1872 pidió un crédito al Banco Hipotecario de España en Madrid por valor de 350.075 pesetas, para lo cual tuvo que hipotecar la finca como garan-tía67. Ante la imposibilidad de librar la deuda contraída, en di-ciembre de 1882, el banco promueve en el juzgado de Madrid un expediente de posesión de la Hoya Grande y en enero de 1885 el juzgado de Primera Instancia de la capital se la adjudi-ca. Diez años después, en diciembre de 1895, el Banco Hipote-cario vende la finca a Richard Ridpath Blandy, Eduard Cecil Barker (ambos de Las Palmas de G. C.), Henry Wolfson Ossipoff (vecino de Santa Cruz), Edward Wathem Fyffe y James John Hudson, residentes en Londres, por el precio de 260.000 pese-tas, de las cuales quedan adeudando los compradores 234.000 pesetas. En garantía, los nuevos propietarios hipotecan la fin-ca68. En 1896 Hudson y Fyffe forman en Londres la compañía Fyffe Hudson & Co. Los pingües beneficios dados a la compañía por la exportación de plátanos y tomates permitió liquidar la deuda en 1901. Más tarde, en marzo de 1902, es vendida a Elder and Fyffes Ltd, empresa formada por Roger Ackerly, Henry Stockley, Cesil Barrer, Henry Wolfson, Leacock y Alfred Jones para llevar el negocio del plátano en Jamaica y Canarias. Tras la unión Henry Wolfson compró una casa en la playa de Adeje, desde donde muy probablemente exportaba la fruta, aparte de arrendar bastantes tierras en el mismo municipio de Adeje y Arona. A pesar de que la política que predominaba en Fyffes Ltd. era el arrendamiento, a lo largo de los años, ya en el siglo XX, continuará adquiriendo propiedades (Los Olivos, en Fañabé, Los Altos, terrenos en El Esquilón [Puerto de la Cruz], Garachico, Icod, etc.) y utilizando un sistema de arriendo muy singular que yo llamaría arriendo-hipotecario. Consistía en arrendar tierras o garantizar la compra de plátanos a través de actividades crediticias, un sistema mucho más usado en las primeras déca-das del siglo XX, y por lo tanto no corresponde al periodo cronológico en el que estamos. Dado que el agua era de suma importancia, se dedicaron a arrendarla por horas e intervinie- 67 Registro Propiedad Adeje, t. 5, f. 85 y f. 182. 68 Ibidem. Núm. 51 (2005) 453 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 23 ron activamente en la adquisición de acciones en las galerías. Para aumentar el alumbramiento de aguas Hamilton & Co. lle-varía a cabo una importante inversión hidráulica en 1898 con la formación de la sociedad anónima de aguas «La Gordejuela» (Realejo Bajo)69. Se trataba de elevar las aguas de los manan-tiales del lugar, situados a 50 metros del nivel del mar, hasta la cima del acantilado situado a una altura de 270 metros median-te un sistema de bombeo70. Suministraba el agua a Fyffes y a través de unos acueductos la distribuía hasta Santa Úrsula, La Victoria y Sauzal. Supuso una gran inversión valorada en £40.000 (entre 900.000 y 120.000 de pesetas), y al final acabó en fracaso71. Pero si bien la política de la casa comercial Fyffes Ltd para la expansión de los cultivos de plátanos y tomates fue el arren-damiento y en menor medida la compra de finca, diferente fue la dinámica empleada por Yeoward Bros. Ésta era una compa-ñía que comenzó sus actividades en las islas como naviera dedi-cada al transporte de plátanos a Liverpool y Londres. Inmedia-tamente la línea comienza a ofertar billetes de ida y vuelta duradero por 12 meses todos los miércoles desde Liverpool, Lis-boa, Madeira y Las Palmas y los sábados crucero directo hasta Las Palmas de G. C. Alrededor de 1902 establece sus propias oficinas en el muelle de Santa Catalina y Santa Cruz. Sin em-bargo, pronto se percata del potencial económico que ofrecía la explotación del plátano en Tenerife y decide invertir en el Valle de La Orotava. En 1918 Luis Francisco Carlos E. Artus, apode-rado de Richard Joseph Yeoward en Tenerife, compra la casa de la familia Sotomayor y González de Chaves en la calle San Juan (antiguo hotel Marina) e instala sus oficinas. Es el comienzo de la actividad financiera de Yeoward Brothers en la explotación de la fruta. También arrendarían tierras y concederían créditos, pero en una proporción mucho menor que sus compatriotas. Sus inversiones se dirigieron fundamentalmente a la compra de terrenos y propiedades. 69 AGUSTÍN GUIMERÁ RAVINA, La Casa Hamilton, Santa Cruz de Tenerife, 1989, p. 208. 70 Ibidem. 71 Ibidem, pp. 226-228. 454 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Con respecto al tomate, la nueva variedad que introdujeron los ingleses fue la llamada Perfección. En Gran Canaria se le debe al inglés Blisse, que llegó a la isla como encargado de la Swaston & Co para cultivar hortalizas en una finca que tenía la compañía en Telde72. Por su parte, su introducción en Tenerife la realizó Henry Wolfson en 188773. Vino a Tenerife en las pri-meras semanas del año 1886, y después de una corta estancia en la isla regresó a Inglaterra74. Regresó al años siguiente como agente de Burrel Co. y a los pocos meses se asocia con la com-pañía inglesa y forma The Burrel, Wolfson & Co. En Londres, junto con Burrel, formaliza The Tenerife Gaz and Cock Company. Retorna a la isla a finales de abril de 1887 acompañado del ingeniero T.H. Priestman para hacer los estudios y plazos para el alumbrado de gas de Santa Cruz75. Pronto se da cuenta de las posibilidades de la explotación del tomate, desatendido por los propietarios isleños, y comienza a interesarse por su cultivo. La semilla se importaba cada año desde Inglaterra. Los prime-ros maduraban en noviembre y diciembre; los segundos, consi-derados como los de mejor calidad, de enero a marzo. También se recogía verde, se seleccionaba cuidadosamente según su cali-dad, se envolvía en papel con serrín dentro de cajas de madera, de alrededor de unas 40 libras de peso, y eran distribuidas en Londres a 2 peniques (20 céntimos de peseta) por libra. Las primeras cajas fueron exportadas desde Tenerife en 1887. Su cultivo se incrementó a pasos agigantados, debido a su aprecio en los mercados londinenses por su gran tamaño y buen sabor. Pronto llegó a ser considerado como el negocio de exportación más rentable en las islas76. A finales de la década de los noventa del siglo XIX existía ya un considerable mercado hacia Londres desde el Puerto de la Cruz. El periódico Iriarte, en su edición del 72 CARLOS NAVARRO RUIZ, «Páginas históricas de Gran Canaria», Diario Las Palmas, 1933, p. 538. 73 MELTON PRIOR, «The Fortunate Islands», en el suplemento de The Illustrated London News del 5 de junio de 1909. 74 AUSTIN BAILLON, «Misters: británicos en Tenerife», Idea, Tenerife, 1995, p. 43. 75 La Opinión, 12-IV-1887. 76 MORRIS, op. cit., p. 96. Núm. 51 (2005) 455 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 25 domingo 28 de noviembre de 1897 da la noticia del embarque de 744 «atados de tomates» para ser vendidos en el mercado londinense de Covent Garden. El protagonismo británico sobre el tomate se desarrolló de tal manera que casi la exclusividad de la producción tomatera se exportaba a ese país. Su cultivo originaba tales beneficios, que un distinguido residente en el Puerto de la Cruz, Osbert Ward, llegó afirmar en 1902: El fruto del tomate puede desarrollar enfermedades en su ruta hacia Inglaterra, pero los beneficios son tan grandes cuando se da una buena cosecha que compensan cuando se dan varias malas77. Por lo tanto, en líneas generales, ambas frutas, salvo pocas excepciones, fueron desarrolladas intensamente por los británi-cos desde finales de la década de los ochenta del siglo XIX en la isla de Tenerife y en Gran Canaria78. En estos años iniciales la fruta se embarcaba con Elder and Dempster Co. —la mayor com-pañía exportadora de plátanos establecida en las islas—, la Ferwood Bros., naviera que emplearía los nuevos barcos especia-lizados desde la década de los noventa79 y la Yeoward Bros, aun-que esta última a comienzos del siglo XX. Mientras todo esta iniciativa agraria estaba desarrollándose de manos de los británicos, ¿que sucedía entre los propietarios locales? ¿Cuáles eran sus miras? Igual como le sucedió a la cochinilla, el tomate y el plátano también tuvieron oposición y desinterés por parte de los hacendados agrícolas en su introduc-ción, no sólo por su poco aprecio entre los isleños sino también por la poca predisposición a cambiar los cultivos, como recuer-dan todavía muchos hacendados locales de los comentarios de sus abuelos. Esto explica que todavía en 1885 se siga insistien-do en la caña de azúcar80 y en el tabaco —a sabiendas que no 77 OSBERT WARD, The Vale of Orotava, W. R. Russel and Co., London, 1905, p. 55. 78 Public Record Office, 5466 xp 00971. 79 P. DAVIS, op. cit., p. 70. 80 En abril de 1889 se terminó definitivamente la instalación de un tra-piche a vapor en la finca de «Las Cañas», en Icod de los Vinos, montada 456 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS eran artículos de exportación viables—81 porque confiaban en que en un futuro inmediato llegarían a serlos. Sobre todo en el tabaco de Tenerife, después de las expectativas en la Exposición de Manufacturas y Productos de las Islas celebrada en el mes de mayo de 1892 en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, respectivamente82. A pesar de que la depreciación del valor de la cochinilla seguía su curso, los propietarios de tie-rras seguían comprometidos en su explotación, convertida toda-vía en toda la década de los ochenta en el producto agrícola que más beneficio daba. Aún en el año 1887, la cochinilla estaba muy extensamente cultivada —aunque la anilina ya había arrui-nado su comercialización— y tanto en Tenerife como en Gran Canaria los propietarios se resistían a dejar una industria que tanto beneficio había dado y con la cual tanto dinero se había gastado83. Los plátanos y los tomates no eran considerados pro-ductos que merecieran la atención para la tan deseada recupe-ración económica. Uno, el tomate, ni se comía. El otro, el plá-tano, era un artículo de subsistencia para matar el hambre. Además, si algunos propietarios locales se plantearon acercarse a estos productos, muy pocos podían hacerlo en las mismas condiciones que los británicos, que no sólo tenían la tecnología adecuada para su explotación sino también el capital y los me-dios de transportes marítimos. La calidad del plátano entrañaba unos desembolsos económicos (cortar las cañas de azúcar plan-tadas años atrás, sorribar las tierras, terracear los terrenos le-vantando enormes muros de piedras, construcción de estanques y atarjeas para almacenamiento y conducción del agua, red viaria para acceder a los plantones, gastos de abonos, etc.) que para moler no sólo la caña que produce la finca mencionada, sino también la producida en Garachico y Los Silos. Según el periódico Valle de Orotava (6-V-1889) la casa arrendataria de la finca que instaló el trapiche era la misma que la de Daute, lo que nos indica que fue montada con capital inglés. Sin embargo, en Tenerife no se desarrollaría el cultivo de la caña tanto como en Gran Canaria, donde había 4 trapiches y 2 en fase de cons-trucción en el año 1890, además de 15 molinos (Ref. Public Record Office, HCI 5466 xp 00791). 81 Public Record Office, HCI 4776 xp 971. 82 Public Record Office, HCI 5580 xp 00971. 83 F. LATIMER, op. cit., p. 152. Núm. 51 (2005) 457 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 27 muy pocos podían costear. Unos estaban totalmente descapita-lizados. Otros, aunque no padecían un situación tan alarman-te, se encontraban en unas condiciones económicas algo mal-trechas. Había otros que tal vez por su posición monetaria algo más holgada preferían dedicarse a la profesión de prestamistas, realizando créditos-hipotecarios a unos elevados intereses (si hasta los años setenta eran del 2%, en las últimas se elevaron alcanzando entre el 10 y el 12%) dado el gran número de pro-pietarios y cosecheros que tuvieron que continuar solicitando préstamos para hacer frente a sus deudas tras la caída del mer-cado de la grana. Psicológicamente el crack de la cochinilla y los estrepito-sos fracasos de los cultivos alternativos (papas, tabaco, caña, vino, etc.), originaron el desánimo y desencanto de los sectores más acomodados de la islas y la pérdida de toda confianza e ini-ciativa inversionista, de espíritu emprendedor. El cónsul de Te-nerife, Charles Saunders Dundas, lo reflejó muy bien con estas palabras: Una razón que quizás debiera tenerse en consideración en relación al hecho de que estas islas, con un clima y suelo bien favorecidos, no hacen el progreso que debieran, es por la ausencia de espíritu de iniciativa (de empresa), que en efecto no consiguen estímulo para su desarrollo84. La resistencia al cambio agrario, la mentalidad rentista y la ausencia de espíritu empresarial llevaron a muchos isleños de los sectores de la terratenencia y burguesía agraria a renunciar a cualquier intento de probar con otras formas agrícolas o in-dustriales, encontrándose por tal razón la inmensa mayoría de los campos totalmente abandonados85. Por lo general, los empre-sarios canarios, como los del resto del estado, eran más segui-dores que emprendedores. Por tal razón, había entre ellos una aversión al riesgo, una ausencia de iniciativa. Adoptaron una actitud de espera, máxime cuando una reconversión a base de los productos como los tomates y los plátanos suponía asumir 84 Public Record Office, HC I 4292 4IP 00971. 85 Valle de Orotava, 22-VII-1889. 458 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS ciertos riesgos financieros que representaban un coste conside-rable86. En líneas generales, la mayoría de los miembros de la elite económica se mostró incapaz de plantearse esa tarea. Com-promisos que impidieron a los propietarios agrícolas tomar cual-quier iniciativa inversionista. Consecuentemente, el acercamiento al tomate y al plátano por parte de los propietarios locales fue muy tímido. Sólo se realizó bien avanzada la década de los noventa del siglo XIX, por no decir en la primera década del siglo XX, cuando la demanda se consolida. Ahora bien, decir que la iniciativa sobre el plátano y el tomate fueron desempeñados por los británicos no significa analizar suficientemente su contribución. ¿Cómo fue el tímido acercamiento de algunos cosecheros locales al sistema produc-tivo de ambos productos en sus inicios? ¿Cómo reaccionaron y se estimularon para incorporarse al cambio agrario? Para con-seguir que los propietarios locales se interesaran por sus culti-vos, los británicos trataban de estimularlos en el desarrollo agra-rio de los productos de dos maneras. Por un lado, utilizarían la política de créditos con aquellos propietarios isleños interesados en la producción de los nuevos cultivos. Política practicada fun-damentalmente por Fyffes Ltd87. Y por otro, garantizándoles la compra de la totalidad de la producción. Esto quiere decir, que tanto el plátano como el tomate se cultivaban bajo contrato de garantía de rentabilidad productiva. La fruta cosechada por los propietarios isleños no se ponía en el mercado libre, sino que estaba comprometida para ser enviada exclusivamente a Ingla-terra88. A éstos que producían bajo contrato se les llamaban contractors89. Lo mismo sucedió en Gran Canaria. Blisse alentó a los labradores de Telde a que emprendieran y practicaran el 86 A. S. BROWN, op. cit., p. 22. 87 Registro Propiedad Orotava, Libro de índices. 88 Public Record Office, HCI 6124 4IP 00971. También en D. MORRIS, The Plants and Gardens of the Canary Islands, London, 1896, p. 96. 89 Los ingleses llamaban a los naturales que cosechaban tomates contractors, palabra que no podríamos traducir por «constructores», sino que su significado más aproximado en castellano sería persona que se com-promete bajo contrato en realizar algún plan o acción. (Ref. The New Shorter Oxford, Oxford, 1993, p. 496). Núm. 51 (2005) 459 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 29 cultivo del tomate con la promesa que le compraba la totalidad de la fruta90. En Tenerife, con el tomate al principio utilizaron el trueque con la papa. En 1893 Henry Wolfson intercambia papas por tomates logrando de esa manera que le prestaran atención a su cultivo los cosecheros locales91. Lo cual pone de manifiesto: pri-mero la mayor consideración que se tenía a la papa entre los isleños, debido a su mejor remuneración en el mercado92, segun-do el aprecio que se le tenía para la dieta doméstica, y terce-ro, el desinterés como alimento que había hacia el tomate. Posteriormente, los británicos lograron que asumieran la plan-tación comprándoles la totalidad de la cosecha, garantizando así los locales la comercialización de su producción bajo con-trato. Tomando como base la producción de tomates desde 1896 hasta 1913 en la hacienda de la Hoya Grande (Adeje) de Fyffes- Wolfson para exportación al mercado inglés, sin duda insuficien-te para poder establecer estimaciones absolutas, pero muy ilustrativa para poder apreciar el comportamiento de los cose-cheros de la zona, vemos como mientras los británicos estaban realizando una producción importante con él, no sucedía lo mismo entre los cosecheros de la comarca que aparecen en es-cena con algo de producción del tomate en los últimos años de la primera década del siglo XX y vendiendo su producción a éstos. El hecho de que sea el año 1907 la fecha del comien-zo de la producción de tomates por los locales no significa, en absoluto, el momento de su introducción en la isla. En el Valle de La Orotava había comenzado mucho antes. El tras-lado de la superficie cultivada de norte a sur está en relación directa con los alumbramientos de aguas y construcción de ca-nales. 90 C. NAVARRO RUIZ, op. cit., p. 538. 91 ALEXANDER BAILLON, Memorias, inéditas. 92 En Tenerife aún en 1895 supuso una exportación por valor de £49.502. 460 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS El mismo sistema utilizaron con el plátano. Thomas Fyffe compraba a los cosecheros locales los plátanos que les sobraban, evitando de esa manera que los enterraran para fertilizar la tie-rra93. Elder, Dempster & Co. comenzó a realizar contratos con los productores locales para adquirir la totalidad de las cosechas, incentivando de esa manera a los propietarios locales. Por ejem-plo, llegó a establecer acuerdos con cosecheros de Garachico —uno de ellos Gregorio M. Carmona— para adquirir 5.000 li-bras (2.268 kgs.) de plátanos todos los meses, es decir, alrededor 93 C. I. RITCHIE, op. cit., p. 237. Años Bultos Cajas Comprados a los vecinos 1896/7 1.305 — » 1897/8 1.678 647 » 1898/9 2.995 20 » 1899/00 3.677 133 » 1900/01 1.104 — » 1901/02 1.959 102 » 1902/3 1.351 768 » 1903/4 2.853 591 » 1904/5 4.854 1.005 » 1905/6 6.489 — » 1906/7 4.317 — » 1907/8 9.282 — 101 1908/9 5.862 — 593 1909/10 12.463 192 1.046 1910/11 10.501 — 440 1911/12 7.743 — 138 1912/13 14.086 — 360 CUADRO I TOMATES EMBARCADOS. HOYA GRANDE Fuente: A.A.B. Libro de Cuentas de «Fyffes Limited». Núm. 51 (2005) 461 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 31 de unos 60.000 libras (27.136 kgs.) al año94. En Gran Canaria, Alfred Jones ofrecía mucho más por toda la fruta, incluso cuan-do era necesario les pagaba por adelantado o les daba anticipos y les financiaba la cosecha en general95. De esa manera, con el método usado por los británicos mediante la compra segura de la totalidad de la producción se pasa de una agricultura de sub-sistencia a otra de exportación. No todos los cosecheros tinerfeños fueron refractarios a la innovación. Hubo algunas excepciones que desde los primeros momentos optaron por su cultivo. A estos se les llamaban inde-pendientes. En el norte de Tenerife (en el Valle de La Orotava, fundamentalmente)96 Melchor Zárate y Monteverde, desde la temprana fecha de 1888 comenzó a liquidar parte de sus terre-nos de medianías y comprar en costas —según el testimonio de Melchor Zárate Cólogan—. Enrique Ascanio fue el más grande de los propietarios del grupo de los independiente del valle. Lle-gó a tener hasta 60 fanegadas de plataneras. Desde el principio se negó a arrendar terrenos a los británicos e incluso llegó a montar sus oficinas en Londres —«Ascanio Hermanos»— para encargarse de las exportaciones. En la capital británica estaba al frente su primo Ramón Estanislao Ascanio Cruzat. Su hijo Tomás Ascanio construyó el embalse de agua, conocido como «La Charca», para almacenar 400 millones de litros. Otro que seguiría los pasos de esa familia fue José Brier y Casabuena en Garachico, que desde 1893 también tenía representación en Londres para encargarse de sus exportaciones. Los británicos pronto comenzaron con la explotación a gran escala. Emplearon el sistema de arrendamiento de terrenos. A partir de entonces, la inmensa mayoría de los grandes propieta-rios locales del Valle de La Orotava y del lado norte de Tenerife arriendan sus fincas a Elder, Fyffes Ltd por contratos de diez años. De ese modo, en los primeros años de la siguiente centu-ria tenía arrendadas muchas fanegadas en el norte97. Se incluía 94 ISAAC LATIMER, op. cit., p. 124. 95 Entrevista hecha el 18 de junio de 1898 por la revista Great Thoughts a Alfred L. Jones. (Ref. P. DAVIS, op. cit., p. 49). 96 PATRICK BEAVER, op. cit., pp. 14-15. 97 Archivo Austin Baillon, Libro de Cuentas de «Fyffe Ltd.». 462 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS en el contrato las acciones de aguas de riego. Cuando las fin-cas no tenían agua propia, construyeron estanques y atarjeas para su transporte. También subarriendaron fincas que ya esta-ban cultivadas de plátanos. Francisco Bethancourt Montes-deoca, arrendatario del valle, subarrienda la Galvana y la Calderona a la compañía inglesa en 189898. La nueva empresa explotadora emprende una serie de mejoras que supuso un gran impulso al desarrollo de la producción platanera en el norte de Tenerife. Incluso, cuando arrendaba las tierras dedicadas al plá-tano se sustituía los viejos plantones por nuevos, mejorando la calidad de la fruta99. Pero la producción en Gran Canaria es muy diferente de la de Tenerife. Las cifras de las exportaciones de plátanos desde Canarias en el año 1885 a Europa fueron de 40.000 a 50.000 racimos, de los cuales 25.000 o 30.000 correspondieron a Gran Canaria100. En 1886 Gran Canaria ya producía alrededor de 350.000 racimos y en 1898 su producción alcanzó 534.580 raci- Años Tomates Plátanos 1891 — — 1892 — — 1893 — £60.696 1894 — — 1895 £64.525 £34.314 1896 — — 1897 £70.000 £6.350 1898 £67.350 £10.500 1899 £55.320 £14.955 1900 £44.864 £20.490 CUADRO II VALOR DE LAS EXPORTACIONES DE TOMATES Y PLÁTANOS ENTRE 1890-1900 TENERIFE 998 Registro Propiedad Puerto de la Cruz, f. 297. 999 A. F. BAILLON, Memorias, inéditas. 100 Public Record Office, CHI 4966 00971. Núm. 51 (2005) 463 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 33 mos. La producción de Tenerife en ese último año fue de 84.444 racimos, muy lejos de la cantidad alcanzada en la isla vecina101. Los datos que se muestran en los cuadros II y III reflejan com-parativamente la producción del plátano en ambas islas desde 1890 hasta 1900. En efecto, los valores de exportación ilustran con claridad la desigual acogida que recibieron los tomates y plátanos en Tenerife y Gran Canaria. Por lo tanto, la incorporación al siste-ma productivo en ambas islas mayores tuvo diferentes ritmos. Mientras en Gran Canaria la apuesta por el plátano fue firme desde un principio, en Tenerife hubo una cierta ambigüedad, producto de la cual se retrasó su desarrollo. Ya en 1885 el cón-sul británico Joseph Hutton Dupuis destaca la importancia que está adquiriendo su producción: Esta fruta se exporta en grandes cantidades, especialmente desde Gran Canaria, donde no deja de crecer su comercio102. CUADRO III VALOR DE LAS EXPORTACIONES DE TOMATES Y PLÁTANOS ENTRE 1890-1900 GRAN CANARIA Años Tomates Plátanos 1891 £2.960 £76.080 1892 — — 1893 £13.792 £52.126 1894 £16.800 £35.785 1895 — £42.125 1896 — — 1897 — — 1898 £13.195 £161.735 1899 — — 1900 £17.338 £174.892 Fuente: Public Record Office, Annual Series of Trade Reports. Elaboración propia. 101 Public Record Office, HCI 6449 00971. 102 Public Record Office, HCI 4966 00971. 464 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Para el británico Cutcliffe Hyne la razón por la cual en Gran Canaria se asumió con mucha más facilidad la cosecha del plá-tano fue por la diferencia del régimen de tenencia de la tierra y las aguas. Afirma que en el norte de Gran Canaria la tierra estaba más fragmentada, había un mayor minifundismo, proli-feraba las medianas explotaciones y consecuentemente abunda-ban más los pequeños propietarios de tierras y de aguas. Esto permitía que pequeños agricultores directos pudieran arrendar terrenos y trabajarlos ellos mismos y dedicarse así a este sector agrario. Dada la importancia del agua para su cultivo, en los contratos se incluía el suministro de agua por parte del propie-tario para el riego103, si el arrendatario no contaba con aguas propias. De esa manera se evitaba su especulación. De lo con-trario, tenían que comprarla a un precio de £7½ (unas 187, 50 pesetas) la hora104, elevadísima cantidad con muchas dificulta-des para pagarla. Por otro lado, la temprana actividad comer-cial desempeñada por Thomas Fyffe y otros británicos animó a la burguesía de Gran Canaria, cuyo protagonismo en la activi-dad comercial era mayor que la de Tenerife. También parece que el protagonismo del tomate en Gran Canaria fue escaso en esos primeros años, al contrario que Tenerife, que mostró una mejor acogida a partir de 1895. Sin embargo, ¿esos altos niveles de producción en Tenerife significa que se le dio una mejor recepción? Haciendo abstracción de las frías cifras, dos razones parecen explicar el alto nivel de produc-ción en Tenerife. Los mayores centros de explotación se encon-traban por orden de importancia en La Palma, Tenerife y La Gomera, (las tres islas donde las compañías británicas Brandy Brothers, Elder Dempster, Fyffes Co. y, entrado el siglo XX, Elder & Fyffes, comenzaron a explotar los nuevos productos de expor-tación) pero, en la medida en que desde las islas menores no se embarcaban por carecer de comunicación directa con Londres y restos de puertos europeos, eran transportados a Tenerife para ser despachados desde el muelle de Santa Cruz a su mercado de destino. 103 CUTCLIFFE HYNE, Banana farming in the Canary Islands, London, 1898, p. 585. 104 Ibidem. Núm. 51 (2005) 465 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 35 La misma consideración habría que tener con los niveles de exportación del plátano en Tenerife, ya que la producción de La Palma se remitía desde el puerto de Tazacorte, zona de mayor producción, al muelle de Santa Cruz para desde allí ser expor-tado al mercado inglés105. Además, habría que añadir una segun-da razón. Dado que la exportación de plátanos estaba ocupan-do un renglón significativo en el comercio exterior de Gran Canaria, al revés de lo que sucedía en Tenerife, propietarios grancanarios, deseando emprender unos su cultivo en Tenerife y ampliar otros sus negocios, se trasladan para arrendar tierras abandonadas o dedicadas al cultivo ordinario106, dedicándolas al cultivo del plátano. Francisco Bethencourt Montesdeoca, natu-ral de La Palmas se trasladó a Tenerife, estableciendo su resi-dencia en Icod, y arrienda las fincas la Galvana y la Calderona en el término municipal de La Orotava a Ignacio Fernando Llarena Monteverde en 1896, aunque años más tarde las sub-arrienda a la compañía Fyffes Ltd, como hemos visto107. Otro miembro de la burguesía grancanaria, José González Martín, natural de Guía, vinculado a la explotación del plátano, vino a mediados de la primera década del presente siglo y arrienda a la familia Cólogan las fincas en las Arenas para el cultivo del plátano. Luis Suarez arrienda fincas situadas también en las Arenas a Antonio Lercaro Ponte. Las familias Suárez, Sánchez, Jiménez, etc., fueron otras que vinieron desde Gran Canaria a Tenerife, en concreto al Valle de La Orotava, para arrendar te-rrenos a los hacendados locales para ocuparse del cultivo del plátano. Por último, hay que añadir las tierras arrendadas por Fyffes Ltd. en el mismo valle y la costa noroeste de la isla. A finales del siglo XIX tenían 567,39 fanegadas dedicadas solamente al cultivo del plátano. El total de fanegadas arrendadas era de 611,34, lo que indica que el resto lo dedicaban a otros cultivos108. Pero, a la vez, el arrendamiento nos indica el comportamien-to pasivo que tuvieron muchos propietarios tinerfeños con res- 105 GREGORIO HERNÁNDEZ GÓMEZ, Los Plátanos, Barcelona, 1991, p. 14. 106 C. NAVARRO RUIZ, op. cit., p. 538. 107 Registro Propiedad Puerto de la Cruz, f. 297. 108 Archivo Austin Baillon, Libro de Cuentas de «Fyffes Limited». 466 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS pecto al plátano. Era una actitud puramente rentista. Arrenda-ban sus tierras a los británicos y grancanarios para obtener unas entradas fijas, mientras los «foráneos» plantaban plátanos en sus tierras arrendadas. Así pues, en Tenerife aún en la década de los noventa y primeros años del siglo XX, los propietarios agrarios no habían mostrado mucho interés por la fruta, tardan-do décadas en asumirlo, todo lo contrario de lo que sucedió con el tomate, que parece que tuvo una mejor acogida. En 1889, el cónsul en Tenerife Joseph H. Dupuis afirmaba que «tras la re-ciente introducción de semillas inglesas y los trabajos en las Is-las Canarias, los cultivos de papas y tomates, hasta hace poco desatendidos o no considerados por los nativos como artículos de exportación, producen ahora enormes cosechas»109. La mayor parte procedían de Tenerife. Todavía en el año 1897 el periódi-co Iriarte del Puerto de la Cruz se limitaba a informar de las cotizaciones en los mercados de Londres, Manchester y Li-verpool de los productos de exportación más importantes de Tenerife: los tomates y las papas (calidad superior y me-dianas) 110. Sin embargo, ¿esta pasividad mostrada por los propietarios locales a los nuevos productos de exportación alcanzó a otros sectores de la economía? Sería totalmente erróneo pensar que desde la depreciación de la cochinilla se insistiera solamente en los policultivos y a la diversificación agraria para salir de la angustiosa situación unos y en la recuperación económica otros. Sería vano afirmar también que todo fue pereza. Hubo propie-tarios que intentaron remontar la crisis recurriendo a nuevas industrias. En 1887 en La Orotava se formó una sociedad para adquirir los materiales necesarios para la instalación de una fábrica textil111. Las Cañadas y el Teide fueron punto de mira para el aprovechamiento de sus recursos naturales. Por ejem-plo, ante la demanda de azufre para el cultivo de las vides, en 1887 los señores Rafael Frías y Pérez y Nicolás Ascanio y Negrín intentaron extraer azufre del Teide para su comercialización. Tuvieron éxito en su empresa y el azufre logrado fue muy apre- 109 Informes Consulares Británicos, op. cit., p. 351. 110 Iriarte, 25-IV-1897. 111 Las Noticias, núm. 1547, noviembre de 1887. Núm. 51 (2005) 467 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 37 ciado por los cosecheros112. También la piedra pómez que tanto abundaba en Las Cañadas y el Teide fue objeto de explotación para fines comerciales113. En 1889 se creó en París la Societé des carrieres de pierres ponce de Tenerife con un capital inicial de 6.000.000 de francos, nombrándose presidente al vizconde L. de Bondy y en la que intervinieron Abel Aguilar, con intereses co-merciales en la capital francesa, Rafael Vivas y Pérez y otros tinerfeños para la explotación de la piedra pómez de las faldas del Teide. Las obras se iniciaron y se llegó a construir casetas donde pernoctar los obreros, pero la falta de capital obligó a desistir de la idea114. Por su parte, desde las instituciones tam-bién se emprendían iniciativas. Tras la pérdida de las colonias (Filipinas y Cuba) se dislumbró cierta esperanza en la recupera-ción del tabaco. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife en circular del 10 de enero de 1899 invita a los ayuntamientos para que las corporaciones se dirijan al Ministe-rio de Hacienda solicitándole que se provea el Gobierno de ta-bacos de las islas en sustitución de las colonias perdidas115. ¿Por qué ese escaso interés por los nuevos cultivos de plan-tación? ¿Por qué el acercamiento de los propietarios isleños a ellos fue tímido y sólo mostrarían interés después de varias dé-cadas en manos británicas? Las respuestas a estas preguntas requiere un análisis más profundo de una realidad mucho más compleja. Por lo pronto no caven sino conjeturas acerca de la actitud que tomó el propietario isleño. En las últimas décadas del siglo pasado una parte importante de la historiografía está teniendo en cuenta el peso de las estructuras sociales a la hora de explicar las causas de los comportamientos que han caracte-rizado al propietario español116. Para uno de los representantes 112 Ibidem. 113 Public Record Office, H CI 4776 xp 971. 114 Valle de Orotava, 11-V-1890, núm. 108. 115 Archivo Histórico Municipal Puerto de la Cruz, Libro de Actas de 1899. 116 Entre otros citamos: G. TORTELLA CASARES, Los orígenes del capitalis-mo en España, Tecnos, Madrid, 1973; del mismo autor, «La iniciativa em-presarial, factor escaso en la España contemporánea», en La empresa en la historia de España, Civitas, Madrid, 1996, y Desarrollo de la España con-temporánea, Alianza, Madrid, 1994; BARTOLOMÉ BENNASSAR, Orígenes del 468 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS de esa corriente, Gabriel Tortella, cuando el español ha decidi-do asumir el papel de empresario ha tendido con gran frecuen-cia a procurar la protección estatal117. Señala, en base a una encuesta oficial realizada en 1889 sobre la reforma arancelaria, la hostilidad que había hacia el librecambio por parte del empresariado español era abrumadora: el 78% de los encues-tados, casi cuatro de cada cinco, estaban en contra de la reduc-ción arancelaria118. Todo parece indicar que el comportamiento de los propietarios isleños con respecto al tabaco y azúcar res-ponden a ese análisis, en la medida en que la burguesía espa-ñola era el espejo donde solía mirarse, aunque, al menos en el caso de Canarias, la situación dependía del tirón de la econo-mía capitalista mundial. Mientras hubo mercado exterior garan-tizado, con una gran demanda internacional del producto de exportación, caso de la grana, la respuesta de la terratenencia fue de apoyo decidido al librecambio. Pero, mientras la coyun-tura internacional era desfavorable a los cultivos de exportación que se querían introducir (caso del tabaco y la caña de azúcar), solía recurrir a las franquicias. También habría que tener en cuenta, tal como hemos venido indicando, la situación financie-ra, el atraso técnico, la resistencia al cambio agrícola, la falta de sentido del riesgo y la mentalidad rentista a la hora de expli-car tales actitudes del empresariado isleño. El acercamiento a las actitudes sociales, no sólo del propietario sino incluso de otros estamentos que forman la sociedad, es necesario realizar-lo a la hora de explicar las causas de la intervención en el pla-no económico, pues como dice Bartolomé Bennassar «lo econó-mico no es suficiente para explicar lo económico». No he hecho más que una breve alusión a un problema, repito, mucho más profundo y complejo. Por tal razón, puesto que está escasamen-te estudiado en la historiografía canaria, sería necesario que se abordara ampliamente en el futuro. atraso económico español, Ariel, Barcelona, 1985; ÁNGEL BAHAMONDE y TORO MÉRIDA, Burguesía, especulación y cuestión social en el Madrid del siglo XIX, Siglo XXI, Madrid, 1978, y A. BAHAMONDE y J. A. MARTÍNEZ, Historia de España siglo XIX, Cátedra, 1994. 117 G. TORTELLA, La empresa en la..., op. cit., p. 59. 118 Ibidem. Núm. 51 (2005) 469 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS También el comportamiento de la mayoría de la prensa mos-tró escaso interés. En la prensa provincial no se encuentran referencias al tomate hasta 1888 y al plátano hasta 1891 como productos de cierta importancia y sólo se hará cierta mención, aunque marginal, a partir de la década de los noventa. Un pe-riódico ligado a los intereses agrarios de la isla como era el Valle de Orotava aún en 1892 se refería a las buenas cosechas de papas, cereales y legumbres que se obtendrían ese año debido a las lluvias caídas. No menciona para nada el plátano. La pren-sa local insistía en los cultivos tradicionales y recomienda que se atiendan otros recursos agrarios, como hemos señalado, y la nueva fuente de ingresos que reportará la atención al visitante. En efecto, paralelo al nuevo proceso de producción agrícola, buena parte de los propietarios isleños optaron por el turismo, fundamentalmente en el Valle de La Orotava y Las Palmas de Gran Canaria. Pero como era de esperar, aquí el proceso fue inverso. Si en Gran Canaria se prestó mayor atención a la pro-ducción agraria, es de suponer que alguna iniciativa económica tuvo que abrazar con más energía Tenerife; esa fue el turismo. En lo que se refiere a Tenerife, la oligarquía del valle norteño de la isla tuvo desde los primeros años de la década de los ochen-ta una actitud favorable a fijar la atención en esta nueva for-ma de desarrollo económico. Y me refiero a los propietarios del Valle de La Orotava porque el interés de la burguesía capitalina en ese primer lustro se despertó, salvo raras excepciones, des-pués de la apertura del Orotava Grand Hotel en el Puerto de la Cruz. Por lo tanto, serán las clases acomodadas de la comarca norteña de Tenerife la que se movilice. Esto no significa, por otro lado, que la alta burguesía terrateniente de las islas, y par-ticularmente del valle, gozaran de una educación cosmopolita —como comentó Pègot-Ogier— y mostrara una vocación por la hospedería. No era un oficio de su agrado. La mentalidad de la sociedad canaria era esencialmente rural. Pero será la inciden-cia de la crisis económica la que desencadene su actuación. Por un lado, porque el riesgo de inversión era mucho menor para unos y para otros solamente significaba poner en arrendamien-to uno de sus muchos inmuebles. Por otro lado, los hacendados de la isla solían desplazarse de vacaciones o de luna de miel a 39 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Madeira, lo que les permitió conocer perfectamente la riqueza que generaban los extranjeros británicos en sus desplazamien-tos hacia la isla portuguesa. Es más, los análisis meteorológicos realizados por un puñado de médicos británicos y alemanes en Tenerife, y en particular del Valle de La Orotava y del Puerto de la Cruz, el marco natural y el prestigio del valle con la presen-cia del Teide, la instalación del cable telegráfico en 1883, que facilitaba la comunicación con el exterior y el aumento de las comunicaciones marítimas, lo que acercaba más a la isla con el continente europeo en unos momentos en que las posibilidades de la explotación del ocio producía un beneficio económico nada desdeñable y la presencia británica en el entramado productivo canario, despertaron el interés de muchos propietarios locales por el turismo. A falta de un cultivo de exportación lucrativo y con una co-chinilla, tabaco y caña de azúcar que no podían ser explotadas en la escala que sería deseable para sostener la competencia con otros países119 y el hecho de que el capital extranjero (sobre todo británico) dirigiera su interés inversionista hacia el turismo hi-cieron posible que desde muy temprano se manifestara la rela-ción existente entre el enfermo británico (turista) y el negocio. A partir de esos momentos comenzó a producirse una inclina-ción cada vez mayor hacia los negocios «extra-agrarios». En efecto, un sector mayoritario de la oligarquía del Valle de La Orotava no vacilará en optar por esta nueva actividad «indus-trial ». Rápidamente personas de alta posición social de la elite económica y destacadas personas del área formarían desde la temprana fecha de 1885-86 la compañía de Hoteles y Sana-torium del Valle de La Orotava con un capital social de 100.000 duros dividido en 1.000 acciones y en mayo de 1887 la compa-ñía Taoro, Compañía de Construcción y Explotación de Hoteles y Villas del Valle de La Orotava (The Taoro Company Limited). Fue la primera sociedad por acciones que se organizó en las islas y el arranque de una nueva pauta de la economía canaria. Los elogios a esta iniciativa emprendida para potenciar el Puerto de la Cruz como lugar de recepción de un turismo invernal llega- 119 Valle de Orotava, 10-X-1888. 40 Núm. 51 (2005) 471 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS ron de todos los rincones del resto de la isla. Desde uno de ellos, la capital Santa Cruz, se llegó a participar activamente. Es más, la presencia de la burguesía santacrucera en las sociedades for-madas en el valle hizo que la misma compañía, desde el mismo momento de su constitución, emprendiera las operaciones de crédito por valor de 50.000 duros120 para levantar otro hotel en Santa Cruz de Tenerife. La opción por esta alternativa econó-mica fue defendida firmemente por la burguesía capitalina a través del «Diario de Tenerife». Se exhortó a los sectores finan-cieros para que hicieran los desembolsos y sacrificios necesarios para la construcción de un hotel en la capital «no reparando en los gastos necesarios que a buen seguro han de ser muy productivos», afirma, para más adelante concluir: No se nos oculta que en esta capital quizás no haya medio de hacerlo si no es por la asociación; pero, ¿hemos de ser siempre apáticos y retraídos? ¿no se despertará entre no-sotros el espíritu de asociación? La conveniencia y el patrio-tismo lo exigen, y nosotros, mostrando esta verdad clara y patente a los ojos del público, cumplimos con nuestro deber121. El flujo de visitantes extranjeros que ocuparon las dependen-cias del hotel establecido por la compañía Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava en el año de su apertura (1886) y la gran demanda de casas —en su mayoría propiedad de los actores más activos de la compañía turística recién creada— para alquilar por acaudalados británicos hace pensar a la elite de Tenerife que el turismo sería con toda seguridad la primera industria de las islas. Se utilizaron sus ejemplos como modelo para emprender las grandes obras que el desarrollo necesita, porque sin la «aso-ciación » difícilmente se pone en marcha proyectos que la inicia-tiva privada es imposible conseguir»122. Desde todos los rincones sociales altos y medios (médicos, propietarios, prensa local, centros recreativos, etc.) se señaló la 120 Valle de Orotava, 30-V-1888. 121 Valle de Orotava del 6 de febrero de 1888, reproduciendo un artícu-lo publicado días atrás por el periódico Diario de Tenerife. 122 Valle de Orotava, 14-IV-1888. 41 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS nueva fuente de riqueza que puede proporcionar a la oligarquía agraria y sectores de la burguesía de la isla, y del Valle de La Orotava en particular, su antiguo esplendor económico perdido. Un periódico tan comprometido en la defensa de los intereses agrícolas, el Valle de Orotava, no oculta la dramática situación que vivía las islas aún a finales de 1888, y la nueva fuente de riqueza que supone la visita de turistas a nuestra isla: En circunstancias tan críticas para los agricultores y para los industriales ha venido a iniciarse una nueva fuente de riqueza que hábilmente explotada y bien dirigida, podría ser la firme base de la futura prosperidad del territorio: nos refe-rimos a la corriente de extranjeros que apreciando debida-mente las condiciones inmejorables de nuestro clima y los hermosos y variados paisajes que ofrece nuestra isla, acuden a la misma en número ya considerable por fortuna123. Después de la formación de la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava y la apertura del primer grand hotel canario a cargo de la misma compañía en el Puerto de la Cruz (1886), el 14 de agosto de 1888, dos años después, se forma la Canary Island Company en Gran Canaria. El despe-gue del turismo en Gran Canaria fue paralelo al de Tenerife, aunque con ciertas singularidades. En primer lugar, mientras que la poca burguesía santacrucera que participó en el fomen-to del turismo dirigió su participación financiera al Puerto de la Cruz, la de Gran Canaria la orientó a su capital Las Palmas. El establecimiento de una fuerte e importante colonia comercial británica en la ciudad jugó un papel catalizador de primer or-den. Por el contrario, en Santa Cruz de Tenerife no se creó compañía alguna, orientándose el capital británico y nacional en el turismo del Puerto de la Cruz, razón por la cual el turis-mo en Santa Cruz de Tenerife hasta los comienzos del siglo XX, es decir dos décadas después, fue muy deficitario. Y en segundo lugar, mientras la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava se formó en el Puerto de la Cruz y su gerencia estuvo el la ciudad isleña, The Canary Island Company Ldt. formada en Las Palmas Gran Canaria se 123 Valle de Orotava, núm. 51, 30-10-1888. 42 Núm. 51 (2005) 473 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS organizó en Londres y su sede y gerencia estaba en la capital británica. Terminaré estas reflexiones sobre la participación financiera británica en el turismo. Si bien es verdad que el papel británico en su puesta en marcha fue importante, incluso hasta decisiva, no significa que el desarrollo del turismo isleño estuvo impulsa-do al socaire de la expansión de los nuevos cultivos de planta-ción, de hecho el despegue del turismo fue anterior, ni tampoco que las empresas navieras foráneas iniciaron la construcción de las infraestructuras hoteleras, excepto el hotel Monopol en Las Palmas de Gran Canaria, hecho que ocurrió años después y bajo la responsabilidad de una compañía británica que se dedi-caba a muchos negocios, además del ámbito relacionado pura-mente con el mundo marítimo. 43
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Los inicios del tomate, plátano y turismo en Canarias : apuntes histórico-económicos |
Autor principal | González Lemus, Nicolás |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 51 |
Sección | Historia económica |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2005 |
Páginas | p. 431-473 |
Materias | Economía ; Historia ; Comercio ; Turismo ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 143107 Bytes |
Texto | HISTORIA ECONÓMICA Núm. 51 (2005) 431 68 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS. APUNTES HISTÓRICO-ECONÓMICOS PO R NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Tras la grave crisis económica que vivieron las islas como consecuencia del hundimiento de la cría de la cochinilla, los propietarios locales (salvo pocas excepciones), mediatizados por la desconfianza en la experimentación con los nuevos monocul-tivos (azúcar y tabaco fundamentalmente), en serias dificulta-des financieras y con unas tierras muy desvalorizadas1, diver-sificaron la agricultura y desviaron la atención hacia los cultivos de subsistencia y hacia algún otro que pudiera servir de expor-tación. En 1883 la Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna, por ejemplo, tomó la iniciativa de dirigirse a algu-nos amigos residentes en Inglaterra para ver la posibilidad de introducir en la isla dos nuevas plantas, la Rhea, conocida como la hierba China o la hierba del lino, y la Helianthus annus, el girasol2, dada la idoneidad climática de las islas para su cultivo. La Rhea era una planta fibrosa de uno a dos metros de altura, que cuando su fibra se seca adquiere la forma de hilo, cuyo tejido, de gran resistencia y durabilidad, era más fuerte que el algodón y la lana. No perdía su forma ni encogía al lavar y se pensaba en ella como una fibra textil de gran potencial. El gi- 1 Valle de Orotava, 6-7-1888. 2 Public Record Office, H. CI 4776 xp 971. 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS rasol, además del aprovechamiento industrial de sus semillas se podía extraer aceite doméstico. Sin embargo, ninguno de estos dos experimentos tuvo éxito. Recurren a la sorriba de los terrenos de malpaís o por algu-na razón estériles para frutales mediterráneos, como el almen-dro y la higueras3, dos de las pocas plantas que pueden florecer perfectamente en este tipo de terreno. Los ingleses vieron la posibilidad de mejorar el secado del higo de El Hierro, con fama de ser los mejores de las islas, por su tamaño y sabor, para poderlos exportar a las Islas Británicas, pero nunca llegó a su-ceder tal cosa y «miles de toneladas de higos eran recibidos en el Reino Unido cada año desde Turquía y las regiones del Medi-terráneo ». Lo mismo sucedió con el otro higo, el higo de pico, apenas se consideraba una fruta, alimento de los más pobres y de los animales, cuyo mercado era completamente abastecido por los tunos de Malta. También seguía ampliándose el abanico de cultivos, desde cereales hasta gran variedad de frutales. Hasta los 400 metros de altitud en la vertiente norte de Tenerife proliferaba una gran vegetación rica en frutales, tales como guayaberos, membrillos, melocotoneros, naranjeros, limoneros, aguacateros, almendros y mangos. Por encima de este nivel se encontraban los castañe-ros, manzanos, ciruelos, perales, cerezales, fresas —muy culti-vada en la Villa de La Orotava—, etc. Se insistió en los tradicio-nales cultivos ordinarios, papas, cereales, vid y legumbres. Se incrementó la extensión del cultivo de cereales, tanto del maíz como del trigo4. El periódico local el Valle de Orotava comenta-ba en 1887: Anulada la grana; desechado el tabaco y suprimido el cultivo de la caña de azúcar ¿a qué pueden dedicarse los antes feraces campos de su extenso valle? A los mismos que 3 ISAAC LATIMER, Notes of travel in the islands of Teneriffe and Grand Canary, Simpkin, Marshall & Co., London, 1887, p. 120 (existe traducción en español publicado por J.A.D., La Orotava, 2002). 4 FRANCISCO GALVÁN FERNÁNDEZ y LUIS MARTÍNEZ AZAGRA, La transfor-mación del campo de La Orotava ante la primera gran crisis capitalista y algunos precios canarios, Benchomo, La Orotava, 1985, p. 16. Núm. 51 (2005) 433 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 3 los demás pueblos del norte, al cultivo ordinario de papas, viñas, cereales y legumbres5. El mismo rotativo del Valle de Orotava, en su intento de con-tribuir en la defensa de los intereses agrícolas, inauguró, a par-tir de octubre de 1887, una serie de publicaciones sobre nuevos posibles cultivos alternativos. Su objetivo era acercar a los agri-cultores el conocimiento de nuevas plantas, de nuevos produc-tos agrarios para su posible producción industrial en las islas cuyo cultivo se estaba extendiendo rápidamente por Europa (Francia, Bélgica, etc.) para paliar la crisis agraria que asolaba al viejo continente. Sugiere el tubérculo de la pataca, que apar-te de ser un producto alimenticio, del mismo se podía extraer alcohol. No debemos nosotros pasar en silencio los trabajos que en el extranjero se hacen por si las observaciones allí realiza-das pueden tener aplicación en nuestro país6. Otro cultivo recomendado, que podría ser de gran ayuda ali-menticia para la población, era el tubérculo crosno (stachys affinis). En vinagre [el crosno] es un elemento excelente para ha-cer pickles, da buenos fritos y preparado como las judías verdes a la maitre d’hotel o en su jugo es muy útil para adorno de los asados. Su sabor poco acentuado, pero agra-dable, es parecido al de la alcachofa y la papa7. Recomienda su adquisición por medio de los cónsules en las islas. Recomienda también que las plantas se distribuyan gratis a los agricultores que la soliciten para «que de este modo sean más numerosos e instructivos los ensayos»8. 5 Valle de Orotava, 6-X-1887. 6 Valle de Orotava, 14 de octubre de 1887. Sobre la pataca en la isla, véase la obra de FRANCISCO GALVÁN FERNÁNDEZ, Burgueses y obreros en Ca-narias (del siglo XIX al XX), La Laguna, 1886, pp. 72-77. 7 Valle de Orotava, 22 de octubre de 1887. 8 Ibidem. 434 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Se insistía en la producción de vinos y también se recomen-daba la utilización de los residuos de su fabricación para extraer diferentes productos «de gran aceptación en el comercio»9, sien-do los más importantes el alcohol, aceite de semillas10, ácido tártrico, crémor tártaro, vinagre y abono11. Todavía en 1889 se continúa insistiendo en productos agrarios «familiares» a los agricultores isleños como el cultivo de la naranja valenciana para competir en los mercados franceses e ingleses con la pro-ducida en la España peninsular y en el norte de África, particu-larmente en las tierras situadas en las faldas del Atlas y en la vega de Tetuán. Después de haber buscado con ansia un cultivo que re-emplazase al nopal; hoy que se ha desterrado la planta del tabaco de nuestros campos y que la caña de azúcar apenas presenta ventajas, creemos conveniente exponer a nuestro agricultor las ventajas que ofrece el cultivo de los naranjos... siempre y cuando se haga con cuidado y el estudio que se merece12, si aspiramos a que en parte pueda devolver a nues-tra decaída agricultura la animación y vida que actualmen-te le falta, salvando al agricultor de la ruina que inevitable-mente le amenaza, de continuar con los brazos cruzados, sin tomar una determinación salvadora13. La naranja se daba a una altura de 200 a 300 metros. En Tenerife se plantaron en el Valle de La Orotava y en Granadilla y en Gran Canaria en Telde, con fama de ser las de mejor cali-dad. No obstante, a pesar de su baratura (la caja de cien uni-dades costaba 10 pesetas) no hubo comercio de la fruta entre Inglaterra y Canarias hasta los primeros años ochenta14. Sin 99 Valle de Orotava, 30-IV-1889. 10 Las pepitas de la uva prensada —excelentes para alimentación de aves de corral— se mezclaban con agua caliente a 80º para obtener el aceite de semillas, muy útil para el alumbrado. 11 Se obtenía de la calcinación de todos los residuos no utilizados en la obtención de los productos señalados y se podía utilizar para fertilizar los viñedos. 12 Esta advertencia obedece al abandono a que estaba sometido el cul-tivo del naranjo desde hacía cierto tiempo. 13 Valle de Orotava, 22-VII-1889. 14 OLIVIA STONE, Tenerife and its six Satellites. The Canaries Past and Núm. 51 (2005) 435 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 5 embargo, al año siguiente de Olivia Stone escribir esto entre 1883-84, los señores de la casa comercial Miller en Las Palmas de Gran Canaria empezaron con un suministro regular con Inglaterra. A partir de esos momentos, las famosas naranjas de Canarias fueron objeto de un comercio diario considerable. El vapor Vigsnaes llegó a cargar 55 cajas de naranjas desde el Puer-to de la Cruz con destino a Londres el 28 de noviembre de 1897. Llegaban a pesar, a veces, 10 onzas (283,495 gramos). Éstas, las mayores, eran las preferidas, y costaban ½ penique cada una, unos 5 céntimos de peseta. Cuatro unidades de las más peque-ñas valía un penique (10 céntimos). También se vendía vino embotellado extraído del zumo de la naranja, y que solía valer una peseta la botella de clase superior15. Sin embargo, cuando Daniel Morris estuvo en Canarias, en marzo de 1893, advirtió que los naranjos canarios estaban afec-tados por una enfermedad grave y los isleños no tenían idea como tratarlos. Esta enfermedad, por lo visto, había sido incu-bada en América y se venía arrastrando desde hacía unos vein-te años. Según el doctor tinerfeño Víctor Pérez, la misma ata-caba igualmente al tronco que a las raíces, haciendo que se pudrieran, y, consecuentemente, el árbol se secaba. Ninguno de los productos aquí expuestos servían de referen-cia para la recuperación de una crisis que se estaba extendien-do a lo largo de toda la década de los ochenta. Pero mientras en las islas se seguía insistiendo en los cultivos tradicionales y se recomendaba prestar atención a los nuevos productos agra-rios, todos de baja rentabilidad productiva, la economía mun-dial, fundamentalmente la de Gran Bretaña, estaba incorporan-do zonas nuevas de la periferia, demandando artículos de consumo del campo. Present, Marcus Ward & Co., London, 1887, p. 283 (existe edición en espa-ñol publicada por el Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1995). 15 Valle de Orotava, núm. 104, del 11 de abril de 1890. 436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS DE NUEVO GRAN BRETAÑA, PAPAS Y CEBOLLAS La demanda de algunos de los nuevos productos alimenticios iría a vincular a las islas con su tradicional mercado británico. El Reino Unido había apostado fuerte por el librecambismo en la era del imperialismo y tal planteamiento significó el sacrificio del sector más deprimido de la economía británica: la agricul-tura. La depresión agrícola de la década de 1870-1880 significó la hora de la verdad para Gran Bretaña16, pues puso de mani-fiesto que la agricultura no podía abastecer la creciente deman-da de alimentos de las zonas urbanas e industriales de la isla. Para hacer frente a la situación, se abandona los cereales en beneficio de la ganadería y la producción láctea, la carne de baja calidad es sustituida por reces de más calidad y el campo por el huerto y el jardín17. Las tierras de cultivo se iban convir-tiendo en pastos con vistas a la provisión de carne18, e Inglate-rra necesitaba de fuertes importaciones de materias primas de ultramar para intercambiar los productos manufacturados bri-tánicos, reforzando así la «simbiosis entre el Reino Unido y el mundo subdesarrollado, sobre el que se apoyaba fundamental-mente la economía británica»19. Lo que en otras palabras signi-ficaba la búsqueda de mercados. Para resolver este problema se procedió a intensificar los intereses comerciales con las colonias antiguas y crear nuevas. Estrategia que fue emulada por el res-to de los países industrializados europeos, surgiendo de esa manera la nueva expansión imperialista. Por otro lado, fomen-tan la especialización económica de zonas periféricas en el pro-ducto o productos que en ellas se dan con más facilidad o me-nores costes. Canarias era una de esas zonas ideales para el establecimiento de un mercado alimenticio por su clima templa-do y bajo coste de producción. Consecuentemente, dirigieron su 16 ERIC J. HOBSBAWM, Industria e imperio, Ariel, Barcelona, 1988, p. 192. 17 Ibidem. 18 B. H. SLICHER VAN BATH, Historia agraria de Europa occidental, Pe-nínsula, Barcelona, 1978, p. 397. 19 ERIC J. HOBSBAWM, La era del imperio (1875-1914), Ariel, Barcelona, 1989, p. 40. Núm. 51 (2005) 437 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 7 mirada a los productos agrícolas susceptibles de exportación: papas, cebollas, tomates y plátanos. Se apoyaron en las casas comerciales establecidas en la isla (Hamilton and Co., Davidson & Co., Peter S. Reid, etc.); en la línea naviera más antigua que operaba en las islas, desde 1869, la British and Africam Steam Navigation Company de Alexander Elder y John Dempster20; en nuevos hombres de negocios venidos expresamente para tales fines como Henry Wolfson, Richard Blandy, Cecil Barker, Richard J. Yeoward, etc. Serán, pues, las nuevas demandas alimenticias de Gran Bre-taña las que vuelvan a vincular a las islas, y en especial a Tenerife, Gran Canaria y La Palma, con el área de la libra es-terlina. Fue como una válvula de escape a la maltrecha econo-mía isleña o al menos palió algo el déficit comercial que se es-taba padeciendo en las últimas décadas del siglo. Las papas bien conocidas en Gran Bretaña desde el siglo XVI, se convirtieron en Irlanda en el monocultivo por excelencia y, consecuentemente, en el alimento básico de la población y su exportación se orientó hacia Inglaterra, pero la enfermedad del hongo phytophtora infestans, que asoló a Irlanda entre 1846-4721, supuso un duro golpe a su producción, ocasionando lo que se conocería como la gran hambruna de 1846, con tres millones de emigrantes, un millón de muertos y un país hundido en la miseria. Los cosecheros y arrendatarios dejaron de cultivarla para dedicarse a la crianza de ganado bovino y vacuno22. De esta manera Inglaterra se vio privada del tal preciado tubércu-lo, lo que le indujo a potenciar la iniciativa privada para su aclimatación en zonas más templadas como Canarias, donde ya 20 P. N. DAVIES, The trade makers. Elder Dempster in West Africa (1852- 1972), George Allen & Unwin Ltd., London, p. 58. 21 La enfermedad de la papa Phytophthora infestans ya había aparecido en octubre de 1843 cerca de La Laguna y antes de 1845 se había exten-dido a todas las islas, diezmando seriamente las cosechas, como sucedería en Europa e Irlanda. Pero mientras en el continente europeo dicha enfer-medad duró hasta 1860, todavía en las islas a finales del siglo XIX seguía cometiendo grandes estragos, aunque era menos maligna de lo que había sido. 22 J. O’BEIRNE RANELAGH, Breve historia de Irlanda, F.C.E., México, 1983, p. 131. 438 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS se cultivaba el tubérculo. Era evidente que los británicos cono-cían las ventajas de la vertiente norte de las islas para la pro-ducción de papas tal como lo había resaltado Alexander von Humboldt a raíz de su visita a Tenerife en 1799. El naturalista alemán calculó que una misma extensión de terreno que pro-ducía 30 libras de trigo producía a su vez 1.000 libras de papas. Los ingleses establecidos en las islas por razones comerciales sabían que en las tierras fértiles de Canarias se daban tres co-sechas al año sobre la misma tierra cultivada, mientras en el Reino Unido solamente se daba una. En el Valle de La Orotava se plantaron hasta cerca de la costa, aunque tenían que ser terrenos de riego. Un poco más arriba, el suelo estaba amplia-mente mezclado con toba y piedra pómez desmenuzada, lo que permitía que se plantase sin necesidad de riego. Una papa muy robusta y fecunda, pero pequeña, del país y de un sabor infe-rior, llamada «palmera» se plantaba para el consumo local o para embarcar a las Antillas23. Los ingleses introducirían nuevas variedades de semillas, la Up to date desde Irlanda, la King Edward desde Escocia —va-riedades que en castellano corresponden a la ortodate y qui-negua, respectivamente— Suow-drop, Magnum Bonum, etc., para satisfacer no solamente el mercado inglés sino también para exportarlas a Estados Unidos, Cuba, Jamaica y a casi to-das las islas de las Antillas. Probablemente desde esas fechas procedan también las variedades Kerr´s pink y Arramn banner. En el Puerto de la Cruz eran vendidas para su embarque a 1 dólar y 25 centavos el quintal, unas 6 pesetas con 25 céntimos. Las semillas eran embarcadas desde el Reino Unido en sep-tiembre y octubre —según Samler Brown otra parte de la semi-lla procedía del continente—. Aquí se recibían entre octubre y 23 Ya desde la década de los cincuenta, se extendió el cultivo de esta clase de papa, sobre todo, en las tierras de primera del Puerto de la Cruz. En este municipio desaparece prácticamente toda la viña. Había quedado afectada por el virus del oidium, y fue sustituida por papas y millo, ocu-pando una extensión de 181 fanegadas y 46,95 almudes, seguido de un considerable aumento de la producción de centeno, ocupando una superfi-cie de 203 fanegadas y 530 almudes (A.M.P.C., Amillaramientos fincas rús-ticas, L.4. 1857). Núm. 51 (2005) 439 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 9 noviembre. Ya a finales de enero se recogía la primera cosecha, que era vendida rápidamente en Inglaterra hasta finales de mayo24. Las otras cosechas estaban listas para ser recogidas en junio, mientras que una tercera se planta en marzo y se recoge en julio. La semilla Magnum bonum estaba muy extendida en Tenerife. Se importaban de 60 a 70 toneladas. Las papas de semillas, generalmente Magnum bonum, se recibían entre octubre y noviembre. Aquí se planta todo tipo de papas, y el abono usado es fundamentalmente artificial. La producción en los años buenos es de 6 a 8 fold. La en-fermedad de la papa está muy extendida, y la mezcla de Burdeos debería ser tratada asiduamente como se recomen-dó para el tomate25. Las papas canarias recibidas en este país [Inglaterra] son excelentes y se venden enseguida, ago-tándose a finales de mayo. En 1893 fueron exportadas 15.101 cajas. En la primera mitad de 1894 se exportaron 32.600 cajas. El total de exportación de Gran Canaria y Tenerife sería de unas 50.000 cajas26. Los primeros embarques comenzaban a salir en los últimos días de enero. Parte de este comercio se realizaba en el muelle del Puerto de la Cruz. La fuerte demanda existente en Inglate-rra de la papa de la isla favorecía una fuerte especulación. Co-menta Isaac Latimer cuando el vicecónsul británico de origen escocés en el Puerto, Peter Reid, estaba despachando papas a los Messrs. Elder, Dempster and Co. para colocarlas en el mer-cado inglés: Él [Mr. Reid] estaba despachando un enorme envío de nuevas papas a los Messrs. Elder, Dempster and Co. de Liverpool para venderlas en el Norte de Inglaterra. El precio de éstas estaba a 3 chelines por 132 lb., excluido el trans- 24 C. M. G. MORRIS, Plants and Gardens of the Canary Islands, London, 1895, p. 97. 25 La mezcla de Bourdeos que Morris recomendaba para el tratamiento de la enfermedad que padecían tanto la papa como el tomate consistía en una mezcla de sulfato de cobre, cal y agua fresca, y que debería de ser suministrada sobre las plantas dos o tres veces al día, antes de que las mismas florecieran. 26 C. M. G. MORRIS, op. cit., p. 97. 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS porte, y las nuevas papas en Inglaterra eran vendidas en ese tiempo a 3 peniques por lb., o a la razón de 33 chelines por las 132 lb. Aquí hay un inmenso margen de beneficio, y el mercado no debería estar limitado a la emprendedora casa de Liverpool. El próximo año las papas serán abundante-mente cultivadas en las islas y formarán un producto agrí-cola valioso, puesto que pueden ser enviadas a Inglaterra antes que desde ningún otro país27. Ese interés mostrado por los británicos con la papa animó a los propietarios isleños a prestar mayor atención a su cultivo. Junto con la cochinilla y las cebollas, será el único producto de exportación destacable. También la batata (Ipomoea batatis) era extensamente culti-vada. Daba hasta dos y tres cosechas al año. Sus hojas eran muy apreciadas como alimento para el ganado y su bulbo for-maba parte de la dieta de los pobres de las islas. El otro producto agrícola que los ingleses prestaron atención fue la cebolla. En Inglaterra se usaba como condimento en car-nes, sopas y para la elaboración de salsas picantes como la Suace Robert que acompañaba a la carne de cerdo y la Sauce Soubine para las chuletas de cordero28. Era más lucrativa que la papa. Se cultivaba mucho más en invierno en zonas de costa y en terrenos de regadío. Jugaba el mismo papel que la papa para los isleños, pues, por un lado, era cosechada para el con-sumo interno, y por otro, para el mercado inglés, aunque con anterioridad, junto con la papa, había sido embarcada para Cuba. El negocio que suponía la exportación de este bulbo fue grande. Se exportaba semillas de cebollas, cebollinos, hacia Texas, en sus tres variedades cuidadosamente cultivadas: la Yellow Bermuda, la Red Bermuda y la Cristal Wax. La más cose-chada era la Yellow Bermuda29. Las exportaciones eran realiza-das desde el Puerto de la Cruz por Peter Reid. Prácticamente toda la Chiripa, San Fernando, Risco de Oro y alrededores del Puerto de la Cruz hasta el final de la Sortija (trasera del hotel 27 I. LATIMER, op. cit., p. 124. 28 JOAN MORGAN y ALISON RICHARDS, A paradiseout of a Common Field, Harper & Row, New York, 1990, p. 94. 29 Archivo Noel Reid, Puerto de la Cruz. Núm. 51 (2005) 441 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 11 Taoro) eran plantaciones de cebollas. Era también muy cosecha-da en los pueblos de Arafo y Güímar. La cochinilla, las papas, la cebolla, el tabaco y muy poco vino cubrían las exportaciones de las islas, sobre todo las dos primeras hacían presagiar pers-pectivas económicas satisfactorias a los agricultores por la bue-na venta que tenían en el Reino Unido. La presente cosecha de papas y cebollas en nuestro Valle está alcanzando un precio relativamente alto, en atención a que en los terrenos de la costa se plantaron papas tempra-nas que han comprado caras los extranjeros, hasta el punto de haber venido a cargar las mismas el día 10 del corriente dos vapores que fondearon en el Puerto de la Cruz30. El éxito de la producción de papas y cebollas, además de guisantes, judías y otras legumbres, fue adquiriendo importan-cia en Tenerife, pero sobre todo las papas, que a finales de los noventa fue la isla más importante en su producción y pronto se convirtió en el producto de exportación por excelencia de Canarias31. Por estos años la agricultura de subsistencia amplió su abanico agrícola. Junto a esos productos, aumentan las plan-taciones de los cereales maíz y trigo; hace su aparición el no-gal, cafetales y olivos; árboles frutales como guayaberos, agua-cateros, perales, manzanos, ciruelos, higueras, almendros, castañeros, datileras, mangos, melocotoneros, aumenta la plan-tación de la piña, y otras tantas especies que sería prolijo enu-merar. LA NUEVA RECONVERSIÓN ECONÓMICA, ¿PLÁTANOS, TOMATES O TURISMO? Pero ninguno de estos productos agrarios, a excepción de la papa y la cebolla aunque tampoco nada lucrativos, merecían 30 Valle de Orotava, 30-IV-1888. 31 Public Record Office, HCI 6449 0097. En el año 1892 entre papas, cebollas y tomates la producción alcanzó un valor de £130.652, y en 1895 la producción de papas alcanzó el valor de £49.502, una cantidad superior a la del plátano, que en ese año fue de £34.314. 442 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS destacarse como productos de exportación. Por tal razón, la oli-garquía isleña, tanto la comercial como la agraria, necesitaba nuevas perspectivas para su recuperación económica. Sin em-bargo, ¿se auspició el cambio agrícola en la búsqueda de un cultivo de plantación nuevo? Una aproximación rigurosa a la historia de la agricultura canaria desde 1880 hasta prácticamen-te finales de los noventa nos dice que no. Es verdad que algu-nos propietarios apostaron por los nuevos cultivos. Pero fueron muy pocos en comparación con la atención que prestaron los británicos, como veremos más adelante. El fracaso de la cochi-nilla, la frustración que se padeció con los cultivos alternativos (tabaco, caña de azúcar y vino) y con el tándem papas y cebo-llas originaron serias dificultades comerciales y monetarias que, a su vez, provocaron desánimo y desencanto, además de una cierta desconfianza y falta de iniciativa inversionista. ¿Cuál fue entonces, en esta fase de transición, la salida que se optó para su recuperación? El arrendamiento de bienes inmuebles y tie-rras a los británicos, y en muchos casos a la venta de terrenos; y fundamentalmente en Tenerife, pues la dinámica en Gran Canaria fue diferente. Lo primero supuso la apuesta por el tu-rismo y lo segundo, las facilidades que encontraron los británi-cos para explotar los nuevos productos agrarios de plantación: los tomates y los plátanos. Tales opciones ponen de manifiesto el tímido interés mostrado por los propietarios isleños ante esos nuevos cultivos. En efecto, mientras los agricultores isleños es-taban insistiendo en los cultivos de subsistencia y algo en la papa y la cebolla, los ingleses desde los años setenta ya estaban prestando atención a los nuevos productos de plantación. Hasta ahora los historiadores canarios hemos creído que la estrategia de la mayor parte de los empresarios agrícolas isle-ños para remontar la crisis sería con el cultivo del plátano, el tomate y la papa, siendo considerado el turismo como algo marginal en esta fase de transición agraria (1880-1900)32. Es más, se consideraba que el turismo fue una consecuencia del 32 A esta tendencia generalizada en la historiografía canaria, haría la excepción de ULISES MARTÍN HERNÁNDEZ, quien en su obra Tenerife y el expansionismo ultramarino europeo (1880-1919) se hace eco de la poca atención a ambas frutas brindada por los isleños. Núm. 51 (2005) 443 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 13 desarrollo de la explotación de ambas frutas por los británicos. Es decir, la evolución del sector exportador fue el preludio indis-pensable a la puesta en marcha del sector turístico. Sin embar-go, tal hipótesis es históricamente insostenible. En mi opinión, lo máximo que se podía considerar es que tomates, plátanos y turismo se yuxtaponen en el tiempo, pero nunca se puede afir-mar ni que la mayoría de los propietarios de Tenerife optaron por los nuevos productos agrarios ni que el turismo se establece al socaire de ese desarrollo. Al contrario, la apuesta de los pro-pietarios isleños por el tomate y el plátano fue bastante tímida, por no decir nula, sobre todo en Tenerife, y por el contrario fue mucho mayor por la industria turística. Insisto de nuevo que nos estamos refiriendo a Tenerife, ya que en Gran Canaria parece que tuvo otra dinámica, pues el proceso de incorporación de cada una de ellas fue en cierto modo diferente, aunque exhibie-ron similitudes en sus rasgos esenciales. Mi intención es presen-tar una síntesis, que en absoluto pretende agotar la discusión, sino abrir el debate, de cómo se fraguó la agricultura de plan-tación en esa fase de transición para ver con mayor claridad esta conclusión. La iniciativa de los británicos con los dos nuevos productos de exportación (plátano y tomate) es completamente diferente a como había sido anteriormente, pues si hasta entonces su ac-tuación con las papas y las cebollas había ocupado solamente su comercialización, no sucedería lo mismo con el tomate y el plátano. Con estos dos nuevos productos el papel jugado por los empresarios británicos fue mucho mayor que el desempeñado por los isleños, ya que se desarrollaron por iniciativa eminente-mente británica. El desempeñado por los isleños fue escaso en esa etapa inicial. Por lo tanto, la iniciativa británica fue más allá de lo meramente comercial, adentrándose en el terreno de su promoción y expansión, además de la organización de la infra-estructura empresarial para su explotación y comercialización. El protagonismo jugado por los británicos, como veremos ense-guida, ha conducido a algunos historiadores a afirmar que ju-garon un papel importante en lo referente a la «financiación» para la puesta en marcha. Es una verdad a media. Los británi-cos financiaron sólo lo referente a la experimentación de las 444 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS frutas en las fincas, compradas o arrendadas, pero en ningún momento facilitaron préstamos a los cosecheros isleños para su puesta en marcha. Se simplifica exageradamente cuando se re-duce una realidad agraria compleja a unas cuantas proposicio-nes basadas en hechos históricos que sucedieron mucho más tarde, entrado el siglo XX. Un estudio específico de cómo se dio esta intervención británica en el sector agrario en estos prime-ros años está aún por hacer. También se hace necesario saber por qué los propietarios isleños reaccionaron ante los nuevos productos como lo hicieron. Sin embargo, a sabiendas del vacío existente, intentaré aquí aproximarme al tema con la esperanza de que este error historiográfico sea revisado. Este acercamien-to también sirve para ver cómo muy pocos propietarios isleños recurrieron al tomate y al plátano como fórmula alternativa para remontar la crisis en la década de los ochenta y siguiente, y sin embargo sí recurrieron al turismo, al arrendamiento de inmuebles en muchas ocasiones con fines turísticos y al arren-damiento o en menor medida a la venta de terrenos producti-vos a los británicos. Empecemos a examinar el cambio agrícola producido por la iniciativa de los británicos para ver a continua-ción cómo se despertó el interés por el turismo entre los hacen-dados isleños. Ambas frutas eran bien conocidas en Canarias. El pláta-no, en sus variedades de Musa sapientum y Musa paradisiaca, había sido traída a Canarias en el siglo XV por los portugueses desde África occidental. Ya autores británicos tan tempranos como Thomas Nichols, George Glas y otros nos hablaron de la existencia de estas variedades en las islas. El historiador británi-co Peter N. Davis nos hace llegar la referencia de un artículo publicado en The Universal Magazine of Knowledge and Pleasure publicado en Londres, abril de 1748, pág. 532, que dice así: ...Canary Island (Gran Canary) is exceeding fruitful, and the soil fertile that they have two Harvest in one Year, its Commedities are Honey, Wax, Sugar [sic], Oad (?), Wine and plantains33, which bear an Apple like a Cucumber, 33 La palabra «plantain», en inglés, significa la variedad de plátano «musa paradisiaca» de la familia de la Musaceae, especie de plátano de la Núm. 51 (2005) 445 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 15 which when ripe, eats more deliciously than any Comfit. (Pear)34. Aparte de esas variedades, Viera y Clavijo hace referencia a la variedad del plátano oriental que recientemente había sido introducida en las islas y plantada en el Jardín Botánico de La Orotava, con excelentes resultados, bajo los auspicios del Mar-qués de Villanueva del Prado35. Sin embargo, no serían estas variedades las que se extende-rían a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La nueva varie-dad cultivada fue desde entonces la Musa chinensis o Musa cavendishii, también conocida como «banana enana»36. Su cul-tivo no se extendería masivamente en esta temprana fecha en-tre los agricultores, aunque se originaría un mercado de abas-tecimiento interno en la isla, al menos en el Valle de La Orotava. En la hacienda de La Fajana, situada entre La Orotava y Los Realejos, propiedad de Alonso Méndez Fernández de Lugo, des-de 1833, junto a las cebollas, cebada, otro productos, existía un importante mercado de la preciada fruta37. Sin embargo, a par-tir de la década de los sesenta el plátano Musa chinensis apare-ce ya muy cultivado en la costa norte —fundamentalmente den-tro de los patios de las casas, junto a otras variedades de plátanos mucho más duro y que se solía comer cocido en vez de crudo— en los jardines, en las laderas y en las llanuras has-ta una altura de 400 a 600 metros38. El plátano conoció una rápida propagación desde su intro-ducción en Canarias, pero no fue un producto agrario de ex-portación sino sólo de consumo personal y local. Se empleó su producción como fertilizantes naturales, a pesar de que en las India. Fruta de piel verde y comida básica de los trópicos a menudo asada, hervida o frita. 34 PETER DAVIS, Fyffes and the bananas, The Athlone Press, London, 1990, p. 45. 35 J. VIERA Y CLAVIJO, Diccionario de Historia Natural de las Islas Cana-rias. Gran Canaria, 1866, p. 203. 36 D. MORRIS, op. cit., p. 95. 37 Archivo Negrín Ponte. 38 V. PÉREZ y P. SAGOT, De la végétation aux Îles Canaries, Challamen Ainé, París, 1867, p. 19. 446 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS islas ya había abonos artificiales. Con las hojas y los tallos (rolos) de la platanera alimentaban al ganado (los bueyes empleados en tirar las carretas y en labranza) y utilizaban su estiércol para fertilizar la tierra39. Era una fruta muy generalizada en la ali-mentación insular, muy barata y de la que «los nativos nunca parecen cansarse»40. Era tan grande su excedente, que el pláta-no también se solía enterrar para conseguir una mayor fertili-dad del terreno41. En consecuencia, era considerado como un subproducto, sin valor lucrativo42, y más bien un artículo de subsistencia43. El tomate, aunque no contó con tanta antigüedad como el plátano, también era conocido en Canarias. En el informe pre-sentado a la Journal de l’ Agriculture des pays chauds en el cur-so de los años 1865 y 1866, y publicado como separata en París en 1867 bajo el titulo «De la vegetación de las Islas Canarias», escrito en francés por los doctores Víctor Pérez y P. Sagot —separata que parece destinada a recoger los cultivos de las Ca-narias para su posible introducción en Argelia y las colonias francesas— se recoge el tomate (Lycopersicon esculentum) como un producto que se cultivaba en abundancia en las islas, coin-cidiendo con el extraordinario desarrollo de su cultivo en los países mediterráneos durante la centuria decimonónica, espe-cialmente en Italia. En Tenerife, también se cultivaba el delicio-so «Árbol Tomate», (Cyphomandra betacea), del cual los ingleses obtenían exquisita mermelada y gelatina. Sin embargo, esta variedad era importada en Inglaterra fundamentalmente des-de Madeira. Morris llama la atención sobre ello y no duda en afirmar «que merece ser más ampliamente cosechado en las Ca-narias, tanto para su consumo local como para su exporta-ción »44. 39 CARSON A. RITCHIE, Comida y civilización, Alianza, Madrid, 1986, p. 236. 40 W. MARCET, The principal Southhern and Swiss Health Resort, their climate and medical aspect, Churchill, London, 1883, p. 248. 41 PATRICK BEAVER, Yes! We have some: the history of Fyffes, Publications for Companies, Stevenage, 1976, p. 15. 42 Ibidem. 43 P. DAVIS, op. cit., p. 48. 44 D. MORRIS, op. cit., p. 103. Núm. 51 (2005) 447 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 17 El tomate, a pesar de ser cosechado, curiosamente no era comestible en las islas. Por regla general no se comía porque se creía que tenía efectos negativos sobre la sangre. Era rechaza-do entre los naturales de las islas en la dieta y ni siquiera era un producto de comercialización entre las mismas. En todas las fuentes, tanto documentales como bibliográficas, sobre la dieta del isleño no aparece el tomate como parte de ella. A esta regla gastronómica se puede omitir la dieta de los hacendados isleños, mucho más permeables a la influencias extranjerizantes euro-peas. Por lo tanto, en Canarias se carecía de una cultura culi-naria y empresarial del tomate . Pues bien, mientras en el archipiélago el plátano era un pro-ducto ordinario, utilizado como abono y para consumo entre los pobres y el tomate era indiferente en la dieta, en Europa, espe-cialmente en Gran Bretaña, eran unas frutas raras, exóticas, exquisitas, unos artículos de lujo. Los productos conocidos des-de hacía mucho tiempo como «coloniales» (azúcar, té, café, ca-cao y sus derivados) eran vendidos en las tiendas con gran éxi-to45, pero no gozaron de la misma suerte las frutas tropicales y subtropicales por la ausencia de transportes adecuados. Los plá-tanos, a pesar de eso, habían llegado a los mercados de Lon-dres por iniciativa de los navegantes a lo largo del siglo XIX, aunque con muchas dificultades. La fruta se recogía verde, pero maduraba rápido debido al calor y a la tardanza de la travesía. Como resultado de ello no existía un mercado regular estableci-do46 y en las Islas Británicas muy pocos los habían probado47. Por tal razón, raramente se veían en los mercados, y en conse-cuencia eran consumidos raramente por los ricos y rechazados por los pobres48. Por el contrario, el tomate empezó a ser un alimento popu-lar entre los británicos, fundamentalmente a partir del último cuarto del siglo XIX, y era cada vez más apreciado para hacer salsas y considerado un vegetal muy útil para las malas diges- 45 E. J. HOBSBAWM, op. cit., p. 64. 46 P. BEAVER, op. cit., 1976, p. 15. 47 Ibidem. 48 CUTCLIFFE HYNE, Banana farming in the Canary Islands, Londres, 1898. p. 585. 448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS tiones49. En Gran Bretaña se hacían grandes esfuerzos para cultivar ambos productos agrarios (plátanos y tomates) en los invernaderos de los jardines particulares. Por lo tanto, los ingle-ses tenían mucho interés en su explotación. Con la mejora del transporte marítimo se solucionó el pro-blema50. Conocedores los empresarios ingleses de las navieras que desde hacía tiempo operaban en la costa occidental de Áfri-ca (Elder, Dempster & Co., Ferwood Bros y otras) de la demanda del plátano en su país, aprovechan los espacios libres de los barcos para embarcar la fruta a Inglaterra desde Tenerife y Gran Canaria. Thomas Fyffe fue tal vez el primero que hizo estos primeros escarceos de envíos, puesto que con él comenzó de una manera regular la comercialización desde Canarias, par-ticularmente desde Gran Canaria. James Hudson, uno de los hermanos de Hudson Company, se asoció con Thomas Fyffe para exportar carbón y té desde Inglaterra a Canarias e impor-tar vino y otros productos desde Madeira51. Hudson se estable-ció en el Covent Garden mientras Thomas Fyffe se trasladó a las islas como agente de una flota de barcos carboneros ingle-ses e importador de té y se estableció en Las Palmas de Gran Canaria en 187052. Para preservar la fruta verde, Fyffe logra controlar su temperatura envolviéndola en algodón, para aislar-la, y la envía en cajas abiertas sobre cubierta. A la temperatura uniforme a la que viajaba el plátano llegaba todavía verde a Inglaterra y podía madurar allí antes de venderse53. Tales opera-ciones empezaron a realizarse en la década de los setenta54. El mercado no se limitaba solamente a Londres, sino incluso a otras partes de Europa, como Marsella —según el médico William Marcet aseguró en 1878—55. En ese mismo año, Peter 49 TOM CARTER, The Victorian garden, London, 1984, p. 41. 50 Ibidem. 51 P. BEAVER, op. cit., p. 14. 52 Sobre la historia de la casa comercial Fyffe remito a los libros de CARSON I. RITCHIE, Comida y civilización, Madrid, 1986; P. BEAVER, Yes! We have some, London, 1976, y P. DAVIES, Fyffes and the banana, London, 1990. 53 Ibidem. 54 PATRICK BEAVER, op. cit., pp., 15-16, hace mención al año 1876 cuan-do logra el cambio de actitud de los cosecheros con los excedentes de plá-tanos y al año 1878 como la fecha de comienzo de los primeros envíos. 55 W. MARCET, op. cit., p. 248. Núm. 51 (2005) 449 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 19 Reid desde el Puerto de la Cruz, hace los primeros intentos de exportación de plátanos en pequeñas cantidades56. Reid logra-ba embarcarlos utilizando las tablas y la paja que envolvían las lozas importadas por él desde Inglaterra para cubrir los ra-cimos57. Estos primeros embarques tuvieron un éxito absoluto. A par-tir de entonces no se detendría el lucrativo negocio en manos de los británicos. En una fecha tan temprana como en octubre de 1883 ya se embarcaba gran cantidad de plátanos para Lon-dres. En ese mes fueron embarcados desde el Puerto de la Cruz hacia Londres 953 toneladas58. Al año siguiente, 1884, Alfred Lewis Jones, socio de la Elder, Dampster & Co., compañía navie-ra que cubría la ruta de Liverpool, Glasgow y África occidental se estableció en Las Palmas de Gran Canaria para suministrar carbón a sus barcos y pronto se ligará con la producción platanera en la isla. Ahora se trataba de hacer llegar el plátano a Liverpool. Jones tuvo que persuadir a los comerciantes de Merseydide (Liverpool) para que hiciesen un esfuerzo y promo-cionasen el delicado y exótico plátano porque desconocían la fruta. El mismo Jones trató de convencer directamente a los barrows boys (vendedores ambulantes de frutas) de Liverpool59. La respuesta fue positiva y a partir de ese momento se estable-ció una creciente demanda de plátanos, primeramente en Liverpool y después por todo el noroeste de Inglaterra. Conven-cido Alfred L. Jones del importante mercado que se divisaba para él, decidió establecer una sucursal de Elder, Dempster & Co. en la capital en 1885. Inmediatamente, de las escasas 10.000 piñas que se enviaron al Reino Unido en 1884, se pasó a 45.000 en 1885, y al año siguiente a 50.00060. De esta manera, a me-diados de la década se comercializa por canales normales, con el consiguiente despegue de la producción platanera. 56 A. RUIZ ÁLVAREZ, «El muelle del Puerto de la Cruz», A.E.A., núm. 19. 57 Entrevista sostenida por el autor con Mr. Noel Reid, Puerto de la Cruz, 31-7-92. 58 Public Record Office, Peter Reid’s letters from Puerto Orotava. 59 Ibidem. 60 A. S. BROWN, Report on the social condition of the Canary Islands, London, 1892, p. 35. 450 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Un impulso definitivo se dará en 1887, cuando visita las is-las el que rápidamente sería el mayor importador del plátano canario en Gran Bretaña: Edward Wathen Fyffe. Se encontra-ba en los comienzos de sus treinta años cuando se trasladó a Canarias en 1887 donde permaneció todo ese año y parte del siguiente61. Inmediatamente llegó a acuerdos comerciales con al-gunos de los miembros más destacados de las pequeñas colonias de británicos establecidas en Gran Canaria y Tenerife (Barkers, Leacocks, Blandys, Wolfson, etc.). Un año después, comenzó a operar la casa comercial Fyffe’s Ltd. Pronto, la iniciativa británica ya no se reduciría a la expor-tación de la fruta, sino que también ocuparía su producción. Arriendan y compran terrenos allí donde había suministro se-guro de agua. En este sentido proceden al arrendamiento de acciones de aguas y de fincas en el Puerto de la Cruz, La Orotava, Los Realejos, Icod y Garachico. En 1893 Morris diría: Las plantaciones de plátanos están enteramente en las manos de los canarios. Ningún europeo parece administrar-las tan bien debido al complicado sistema de la naturaleza de la tenencia de la tierra y las dificultades con el agua y la mano de obra62. Los británicos proceden a aplicar innovaciones técnicas pro-pias de una agricultura científica para racionalizar y aumentar la calidad de la producción, conocimientos que los propietarios locales carecían para su cultivo. Los isleños desconocían por completo que los plantones tenían que conservar una distancia mínima entre ellos —«estaban tan pegados unos de otros que era casi imposible caminar por el medio»—. En los mismos sur-cos se plantaban papas y otros productos63. Por esta razón, los racimos, en el momento de cortarse, pesaban de 5 a 6 kilos64. A esto habría que añadir que, excepto muy pocos, los propietarios isleños prácticamente descapitalizados y remisos a experimentar 61 P. DAVIS, op. cit., p. 54. 62 D. MORRIS, op. cit., p. 95. 63 A. S. BROWN, Madeira and The Canary Islands, Sampson Low Ed., London, 1894, p. 22. 64 A. F. BAILLON, Memorias, inéditas, Puerto de la Cruz. Núm. 51 (2005) 451 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 21 con nuevos cultivos, eran incapaces de invertir para mejorar la producción y crear la infraestructura que demandaba el cultivo de la nueva fruta. Sin embargo, según los métodos utilizados por los ingleses los plantones deberían estar a una distancia aproximada de 2 metros el uno del otro, libre el terreno de otras cosechas65. In-trodujeron técnicas de control de plagas y fumigadoras —los cosecheros locales usaban cubos— con desinfectantes mucho más eficientes, etc. De esta manera lograban obtener unos raci-mos mayores que contenían de 150 a 250 plátanos en cada uno. El precio de una piña de 180 «fingers» o plátanos ya alcanzaba en el año 1892 la cantidad de 2½ y 3 pesetas para embarcar. La tierra volvió a revalorizarse y alcanzó en 1898 hasta un precio de £1.000 por acre (entre 25.000 y 30.000 pesetas). En ese mis-mo año la piña de plátano llegó a costar 5 pesetas, cuando no hacía algunos años se pagaba a 2½ pesetas. Por otro lado, la oferta de trabajo iba en aumento. El emba-laje era hecho completamente por las mujeres, quienes llegaban a cobrar hasta 1 peseta al día, mientras, los hombres trabaja-ban en el empaquetado y la tierra, llegando a ganar 2½ pese-tas66. Estos bajos salarios, junto a otras condiciones, facilitó enormemente el desarrollo del mercado bananero y produjo grandes beneficios. El Valle de La Orotava en el norte de Tenerife, las vegas de Arucas y de Gáldar-Guía en Gran Cana-ria y en menor medida en La Palma y La Gomera conocieron la temprana expansión. A lo largo de la década de los noventa se realizó alguna que otra compra de terrenos, siempre teniendo en cuenta el sumi-nistro de agua, siendo la más destaca la de la finca de la Hoya Grande (Adeje). Tenía una superficie de 198 fanegadas y estaba destinada al cultivo del nopal para cochinilla, tabaco, maíz, papas, cebollas y árboles frutales. Poseía estanque y atarjeas para riego procedentes de las aguas de la galería Tejerea y Zauce. Su propietario, José María Herrera Pérez, quedó arruinado, como muchos otros isleños, tras el hundimiento de la grana. 65 A. S. BROWN, op. cit., ed. 1913, p. 15. 66 HYNE CUTCLIFFE, Banana farming in the Canary Islands, The Windsor Magazine, London, 1898. 452 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Para hacer frente a la crisis, en el año 1872 pidió un crédito al Banco Hipotecario de España en Madrid por valor de 350.075 pesetas, para lo cual tuvo que hipotecar la finca como garan-tía67. Ante la imposibilidad de librar la deuda contraída, en di-ciembre de 1882, el banco promueve en el juzgado de Madrid un expediente de posesión de la Hoya Grande y en enero de 1885 el juzgado de Primera Instancia de la capital se la adjudi-ca. Diez años después, en diciembre de 1895, el Banco Hipote-cario vende la finca a Richard Ridpath Blandy, Eduard Cecil Barker (ambos de Las Palmas de G. C.), Henry Wolfson Ossipoff (vecino de Santa Cruz), Edward Wathem Fyffe y James John Hudson, residentes en Londres, por el precio de 260.000 pese-tas, de las cuales quedan adeudando los compradores 234.000 pesetas. En garantía, los nuevos propietarios hipotecan la fin-ca68. En 1896 Hudson y Fyffe forman en Londres la compañía Fyffe Hudson & Co. Los pingües beneficios dados a la compañía por la exportación de plátanos y tomates permitió liquidar la deuda en 1901. Más tarde, en marzo de 1902, es vendida a Elder and Fyffes Ltd, empresa formada por Roger Ackerly, Henry Stockley, Cesil Barrer, Henry Wolfson, Leacock y Alfred Jones para llevar el negocio del plátano en Jamaica y Canarias. Tras la unión Henry Wolfson compró una casa en la playa de Adeje, desde donde muy probablemente exportaba la fruta, aparte de arrendar bastantes tierras en el mismo municipio de Adeje y Arona. A pesar de que la política que predominaba en Fyffes Ltd. era el arrendamiento, a lo largo de los años, ya en el siglo XX, continuará adquiriendo propiedades (Los Olivos, en Fañabé, Los Altos, terrenos en El Esquilón [Puerto de la Cruz], Garachico, Icod, etc.) y utilizando un sistema de arriendo muy singular que yo llamaría arriendo-hipotecario. Consistía en arrendar tierras o garantizar la compra de plátanos a través de actividades crediticias, un sistema mucho más usado en las primeras déca-das del siglo XX, y por lo tanto no corresponde al periodo cronológico en el que estamos. Dado que el agua era de suma importancia, se dedicaron a arrendarla por horas e intervinie- 67 Registro Propiedad Adeje, t. 5, f. 85 y f. 182. 68 Ibidem. Núm. 51 (2005) 453 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 23 ron activamente en la adquisición de acciones en las galerías. Para aumentar el alumbramiento de aguas Hamilton & Co. lle-varía a cabo una importante inversión hidráulica en 1898 con la formación de la sociedad anónima de aguas «La Gordejuela» (Realejo Bajo)69. Se trataba de elevar las aguas de los manan-tiales del lugar, situados a 50 metros del nivel del mar, hasta la cima del acantilado situado a una altura de 270 metros median-te un sistema de bombeo70. Suministraba el agua a Fyffes y a través de unos acueductos la distribuía hasta Santa Úrsula, La Victoria y Sauzal. Supuso una gran inversión valorada en £40.000 (entre 900.000 y 120.000 de pesetas), y al final acabó en fracaso71. Pero si bien la política de la casa comercial Fyffes Ltd para la expansión de los cultivos de plátanos y tomates fue el arren-damiento y en menor medida la compra de finca, diferente fue la dinámica empleada por Yeoward Bros. Ésta era una compa-ñía que comenzó sus actividades en las islas como naviera dedi-cada al transporte de plátanos a Liverpool y Londres. Inmedia-tamente la línea comienza a ofertar billetes de ida y vuelta duradero por 12 meses todos los miércoles desde Liverpool, Lis-boa, Madeira y Las Palmas y los sábados crucero directo hasta Las Palmas de G. C. Alrededor de 1902 establece sus propias oficinas en el muelle de Santa Catalina y Santa Cruz. Sin em-bargo, pronto se percata del potencial económico que ofrecía la explotación del plátano en Tenerife y decide invertir en el Valle de La Orotava. En 1918 Luis Francisco Carlos E. Artus, apode-rado de Richard Joseph Yeoward en Tenerife, compra la casa de la familia Sotomayor y González de Chaves en la calle San Juan (antiguo hotel Marina) e instala sus oficinas. Es el comienzo de la actividad financiera de Yeoward Brothers en la explotación de la fruta. También arrendarían tierras y concederían créditos, pero en una proporción mucho menor que sus compatriotas. Sus inversiones se dirigieron fundamentalmente a la compra de terrenos y propiedades. 69 AGUSTÍN GUIMERÁ RAVINA, La Casa Hamilton, Santa Cruz de Tenerife, 1989, p. 208. 70 Ibidem. 71 Ibidem, pp. 226-228. 454 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Con respecto al tomate, la nueva variedad que introdujeron los ingleses fue la llamada Perfección. En Gran Canaria se le debe al inglés Blisse, que llegó a la isla como encargado de la Swaston & Co para cultivar hortalizas en una finca que tenía la compañía en Telde72. Por su parte, su introducción en Tenerife la realizó Henry Wolfson en 188773. Vino a Tenerife en las pri-meras semanas del año 1886, y después de una corta estancia en la isla regresó a Inglaterra74. Regresó al años siguiente como agente de Burrel Co. y a los pocos meses se asocia con la com-pañía inglesa y forma The Burrel, Wolfson & Co. En Londres, junto con Burrel, formaliza The Tenerife Gaz and Cock Company. Retorna a la isla a finales de abril de 1887 acompañado del ingeniero T.H. Priestman para hacer los estudios y plazos para el alumbrado de gas de Santa Cruz75. Pronto se da cuenta de las posibilidades de la explotación del tomate, desatendido por los propietarios isleños, y comienza a interesarse por su cultivo. La semilla se importaba cada año desde Inglaterra. Los prime-ros maduraban en noviembre y diciembre; los segundos, consi-derados como los de mejor calidad, de enero a marzo. También se recogía verde, se seleccionaba cuidadosamente según su cali-dad, se envolvía en papel con serrín dentro de cajas de madera, de alrededor de unas 40 libras de peso, y eran distribuidas en Londres a 2 peniques (20 céntimos de peseta) por libra. Las primeras cajas fueron exportadas desde Tenerife en 1887. Su cultivo se incrementó a pasos agigantados, debido a su aprecio en los mercados londinenses por su gran tamaño y buen sabor. Pronto llegó a ser considerado como el negocio de exportación más rentable en las islas76. A finales de la década de los noventa del siglo XIX existía ya un considerable mercado hacia Londres desde el Puerto de la Cruz. El periódico Iriarte, en su edición del 72 CARLOS NAVARRO RUIZ, «Páginas históricas de Gran Canaria», Diario Las Palmas, 1933, p. 538. 73 MELTON PRIOR, «The Fortunate Islands», en el suplemento de The Illustrated London News del 5 de junio de 1909. 74 AUSTIN BAILLON, «Misters: británicos en Tenerife», Idea, Tenerife, 1995, p. 43. 75 La Opinión, 12-IV-1887. 76 MORRIS, op. cit., p. 96. Núm. 51 (2005) 455 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 25 domingo 28 de noviembre de 1897 da la noticia del embarque de 744 «atados de tomates» para ser vendidos en el mercado londinense de Covent Garden. El protagonismo británico sobre el tomate se desarrolló de tal manera que casi la exclusividad de la producción tomatera se exportaba a ese país. Su cultivo originaba tales beneficios, que un distinguido residente en el Puerto de la Cruz, Osbert Ward, llegó afirmar en 1902: El fruto del tomate puede desarrollar enfermedades en su ruta hacia Inglaterra, pero los beneficios son tan grandes cuando se da una buena cosecha que compensan cuando se dan varias malas77. Por lo tanto, en líneas generales, ambas frutas, salvo pocas excepciones, fueron desarrolladas intensamente por los británi-cos desde finales de la década de los ochenta del siglo XIX en la isla de Tenerife y en Gran Canaria78. En estos años iniciales la fruta se embarcaba con Elder and Dempster Co. —la mayor com-pañía exportadora de plátanos establecida en las islas—, la Ferwood Bros., naviera que emplearía los nuevos barcos especia-lizados desde la década de los noventa79 y la Yeoward Bros, aun-que esta última a comienzos del siglo XX. Mientras todo esta iniciativa agraria estaba desarrollándose de manos de los británicos, ¿que sucedía entre los propietarios locales? ¿Cuáles eran sus miras? Igual como le sucedió a la cochinilla, el tomate y el plátano también tuvieron oposición y desinterés por parte de los hacendados agrícolas en su introduc-ción, no sólo por su poco aprecio entre los isleños sino también por la poca predisposición a cambiar los cultivos, como recuer-dan todavía muchos hacendados locales de los comentarios de sus abuelos. Esto explica que todavía en 1885 se siga insistien-do en la caña de azúcar80 y en el tabaco —a sabiendas que no 77 OSBERT WARD, The Vale of Orotava, W. R. Russel and Co., London, 1905, p. 55. 78 Public Record Office, 5466 xp 00971. 79 P. DAVIS, op. cit., p. 70. 80 En abril de 1889 se terminó definitivamente la instalación de un tra-piche a vapor en la finca de «Las Cañas», en Icod de los Vinos, montada 456 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS eran artículos de exportación viables—81 porque confiaban en que en un futuro inmediato llegarían a serlos. Sobre todo en el tabaco de Tenerife, después de las expectativas en la Exposición de Manufacturas y Productos de las Islas celebrada en el mes de mayo de 1892 en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, respectivamente82. A pesar de que la depreciación del valor de la cochinilla seguía su curso, los propietarios de tie-rras seguían comprometidos en su explotación, convertida toda-vía en toda la década de los ochenta en el producto agrícola que más beneficio daba. Aún en el año 1887, la cochinilla estaba muy extensamente cultivada —aunque la anilina ya había arrui-nado su comercialización— y tanto en Tenerife como en Gran Canaria los propietarios se resistían a dejar una industria que tanto beneficio había dado y con la cual tanto dinero se había gastado83. Los plátanos y los tomates no eran considerados pro-ductos que merecieran la atención para la tan deseada recupe-ración económica. Uno, el tomate, ni se comía. El otro, el plá-tano, era un artículo de subsistencia para matar el hambre. Además, si algunos propietarios locales se plantearon acercarse a estos productos, muy pocos podían hacerlo en las mismas condiciones que los británicos, que no sólo tenían la tecnología adecuada para su explotación sino también el capital y los me-dios de transportes marítimos. La calidad del plátano entrañaba unos desembolsos económicos (cortar las cañas de azúcar plan-tadas años atrás, sorribar las tierras, terracear los terrenos le-vantando enormes muros de piedras, construcción de estanques y atarjeas para almacenamiento y conducción del agua, red viaria para acceder a los plantones, gastos de abonos, etc.) que para moler no sólo la caña que produce la finca mencionada, sino también la producida en Garachico y Los Silos. Según el periódico Valle de Orotava (6-V-1889) la casa arrendataria de la finca que instaló el trapiche era la misma que la de Daute, lo que nos indica que fue montada con capital inglés. Sin embargo, en Tenerife no se desarrollaría el cultivo de la caña tanto como en Gran Canaria, donde había 4 trapiches y 2 en fase de cons-trucción en el año 1890, además de 15 molinos (Ref. Public Record Office, HCI 5466 xp 00791). 81 Public Record Office, HCI 4776 xp 971. 82 Public Record Office, HCI 5580 xp 00971. 83 F. LATIMER, op. cit., p. 152. Núm. 51 (2005) 457 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 27 muy pocos podían costear. Unos estaban totalmente descapita-lizados. Otros, aunque no padecían un situación tan alarman-te, se encontraban en unas condiciones económicas algo mal-trechas. Había otros que tal vez por su posición monetaria algo más holgada preferían dedicarse a la profesión de prestamistas, realizando créditos-hipotecarios a unos elevados intereses (si hasta los años setenta eran del 2%, en las últimas se elevaron alcanzando entre el 10 y el 12%) dado el gran número de pro-pietarios y cosecheros que tuvieron que continuar solicitando préstamos para hacer frente a sus deudas tras la caída del mer-cado de la grana. Psicológicamente el crack de la cochinilla y los estrepito-sos fracasos de los cultivos alternativos (papas, tabaco, caña, vino, etc.), originaron el desánimo y desencanto de los sectores más acomodados de la islas y la pérdida de toda confianza e ini-ciativa inversionista, de espíritu emprendedor. El cónsul de Te-nerife, Charles Saunders Dundas, lo reflejó muy bien con estas palabras: Una razón que quizás debiera tenerse en consideración en relación al hecho de que estas islas, con un clima y suelo bien favorecidos, no hacen el progreso que debieran, es por la ausencia de espíritu de iniciativa (de empresa), que en efecto no consiguen estímulo para su desarrollo84. La resistencia al cambio agrario, la mentalidad rentista y la ausencia de espíritu empresarial llevaron a muchos isleños de los sectores de la terratenencia y burguesía agraria a renunciar a cualquier intento de probar con otras formas agrícolas o in-dustriales, encontrándose por tal razón la inmensa mayoría de los campos totalmente abandonados85. Por lo general, los empre-sarios canarios, como los del resto del estado, eran más segui-dores que emprendedores. Por tal razón, había entre ellos una aversión al riesgo, una ausencia de iniciativa. Adoptaron una actitud de espera, máxime cuando una reconversión a base de los productos como los tomates y los plátanos suponía asumir 84 Public Record Office, HC I 4292 4IP 00971. 85 Valle de Orotava, 22-VII-1889. 458 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS ciertos riesgos financieros que representaban un coste conside-rable86. En líneas generales, la mayoría de los miembros de la elite económica se mostró incapaz de plantearse esa tarea. Com-promisos que impidieron a los propietarios agrícolas tomar cual-quier iniciativa inversionista. Consecuentemente, el acercamiento al tomate y al plátano por parte de los propietarios locales fue muy tímido. Sólo se realizó bien avanzada la década de los noventa del siglo XIX, por no decir en la primera década del siglo XX, cuando la demanda se consolida. Ahora bien, decir que la iniciativa sobre el plátano y el tomate fueron desempeñados por los británicos no significa analizar suficientemente su contribución. ¿Cómo fue el tímido acercamiento de algunos cosecheros locales al sistema produc-tivo de ambos productos en sus inicios? ¿Cómo reaccionaron y se estimularon para incorporarse al cambio agrario? Para con-seguir que los propietarios locales se interesaran por sus culti-vos, los británicos trataban de estimularlos en el desarrollo agra-rio de los productos de dos maneras. Por un lado, utilizarían la política de créditos con aquellos propietarios isleños interesados en la producción de los nuevos cultivos. Política practicada fun-damentalmente por Fyffes Ltd87. Y por otro, garantizándoles la compra de la totalidad de la producción. Esto quiere decir, que tanto el plátano como el tomate se cultivaban bajo contrato de garantía de rentabilidad productiva. La fruta cosechada por los propietarios isleños no se ponía en el mercado libre, sino que estaba comprometida para ser enviada exclusivamente a Ingla-terra88. A éstos que producían bajo contrato se les llamaban contractors89. Lo mismo sucedió en Gran Canaria. Blisse alentó a los labradores de Telde a que emprendieran y practicaran el 86 A. S. BROWN, op. cit., p. 22. 87 Registro Propiedad Orotava, Libro de índices. 88 Public Record Office, HCI 6124 4IP 00971. También en D. MORRIS, The Plants and Gardens of the Canary Islands, London, 1896, p. 96. 89 Los ingleses llamaban a los naturales que cosechaban tomates contractors, palabra que no podríamos traducir por «constructores», sino que su significado más aproximado en castellano sería persona que se com-promete bajo contrato en realizar algún plan o acción. (Ref. The New Shorter Oxford, Oxford, 1993, p. 496). Núm. 51 (2005) 459 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 29 cultivo del tomate con la promesa que le compraba la totalidad de la fruta90. En Tenerife, con el tomate al principio utilizaron el trueque con la papa. En 1893 Henry Wolfson intercambia papas por tomates logrando de esa manera que le prestaran atención a su cultivo los cosecheros locales91. Lo cual pone de manifiesto: pri-mero la mayor consideración que se tenía a la papa entre los isleños, debido a su mejor remuneración en el mercado92, segun-do el aprecio que se le tenía para la dieta doméstica, y terce-ro, el desinterés como alimento que había hacia el tomate. Posteriormente, los británicos lograron que asumieran la plan-tación comprándoles la totalidad de la cosecha, garantizando así los locales la comercialización de su producción bajo con-trato. Tomando como base la producción de tomates desde 1896 hasta 1913 en la hacienda de la Hoya Grande (Adeje) de Fyffes- Wolfson para exportación al mercado inglés, sin duda insuficien-te para poder establecer estimaciones absolutas, pero muy ilustrativa para poder apreciar el comportamiento de los cose-cheros de la zona, vemos como mientras los británicos estaban realizando una producción importante con él, no sucedía lo mismo entre los cosecheros de la comarca que aparecen en es-cena con algo de producción del tomate en los últimos años de la primera década del siglo XX y vendiendo su producción a éstos. El hecho de que sea el año 1907 la fecha del comien-zo de la producción de tomates por los locales no significa, en absoluto, el momento de su introducción en la isla. En el Valle de La Orotava había comenzado mucho antes. El tras-lado de la superficie cultivada de norte a sur está en relación directa con los alumbramientos de aguas y construcción de ca-nales. 90 C. NAVARRO RUIZ, op. cit., p. 538. 91 ALEXANDER BAILLON, Memorias, inéditas. 92 En Tenerife aún en 1895 supuso una exportación por valor de £49.502. 460 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS El mismo sistema utilizaron con el plátano. Thomas Fyffe compraba a los cosecheros locales los plátanos que les sobraban, evitando de esa manera que los enterraran para fertilizar la tie-rra93. Elder, Dempster & Co. comenzó a realizar contratos con los productores locales para adquirir la totalidad de las cosechas, incentivando de esa manera a los propietarios locales. Por ejem-plo, llegó a establecer acuerdos con cosecheros de Garachico —uno de ellos Gregorio M. Carmona— para adquirir 5.000 li-bras (2.268 kgs.) de plátanos todos los meses, es decir, alrededor 93 C. I. RITCHIE, op. cit., p. 237. Años Bultos Cajas Comprados a los vecinos 1896/7 1.305 — » 1897/8 1.678 647 » 1898/9 2.995 20 » 1899/00 3.677 133 » 1900/01 1.104 — » 1901/02 1.959 102 » 1902/3 1.351 768 » 1903/4 2.853 591 » 1904/5 4.854 1.005 » 1905/6 6.489 — » 1906/7 4.317 — » 1907/8 9.282 — 101 1908/9 5.862 — 593 1909/10 12.463 192 1.046 1910/11 10.501 — 440 1911/12 7.743 — 138 1912/13 14.086 — 360 CUADRO I TOMATES EMBARCADOS. HOYA GRANDE Fuente: A.A.B. Libro de Cuentas de «Fyffes Limited». Núm. 51 (2005) 461 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 31 de unos 60.000 libras (27.136 kgs.) al año94. En Gran Canaria, Alfred Jones ofrecía mucho más por toda la fruta, incluso cuan-do era necesario les pagaba por adelantado o les daba anticipos y les financiaba la cosecha en general95. De esa manera, con el método usado por los británicos mediante la compra segura de la totalidad de la producción se pasa de una agricultura de sub-sistencia a otra de exportación. No todos los cosecheros tinerfeños fueron refractarios a la innovación. Hubo algunas excepciones que desde los primeros momentos optaron por su cultivo. A estos se les llamaban inde-pendientes. En el norte de Tenerife (en el Valle de La Orotava, fundamentalmente)96 Melchor Zárate y Monteverde, desde la temprana fecha de 1888 comenzó a liquidar parte de sus terre-nos de medianías y comprar en costas —según el testimonio de Melchor Zárate Cólogan—. Enrique Ascanio fue el más grande de los propietarios del grupo de los independiente del valle. Lle-gó a tener hasta 60 fanegadas de plataneras. Desde el principio se negó a arrendar terrenos a los británicos e incluso llegó a montar sus oficinas en Londres —«Ascanio Hermanos»— para encargarse de las exportaciones. En la capital británica estaba al frente su primo Ramón Estanislao Ascanio Cruzat. Su hijo Tomás Ascanio construyó el embalse de agua, conocido como «La Charca», para almacenar 400 millones de litros. Otro que seguiría los pasos de esa familia fue José Brier y Casabuena en Garachico, que desde 1893 también tenía representación en Londres para encargarse de sus exportaciones. Los británicos pronto comenzaron con la explotación a gran escala. Emplearon el sistema de arrendamiento de terrenos. A partir de entonces, la inmensa mayoría de los grandes propieta-rios locales del Valle de La Orotava y del lado norte de Tenerife arriendan sus fincas a Elder, Fyffes Ltd por contratos de diez años. De ese modo, en los primeros años de la siguiente centu-ria tenía arrendadas muchas fanegadas en el norte97. Se incluía 94 ISAAC LATIMER, op. cit., p. 124. 95 Entrevista hecha el 18 de junio de 1898 por la revista Great Thoughts a Alfred L. Jones. (Ref. P. DAVIS, op. cit., p. 49). 96 PATRICK BEAVER, op. cit., pp. 14-15. 97 Archivo Austin Baillon, Libro de Cuentas de «Fyffe Ltd.». 462 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS en el contrato las acciones de aguas de riego. Cuando las fin-cas no tenían agua propia, construyeron estanques y atarjeas para su transporte. También subarriendaron fincas que ya esta-ban cultivadas de plátanos. Francisco Bethancourt Montes-deoca, arrendatario del valle, subarrienda la Galvana y la Calderona a la compañía inglesa en 189898. La nueva empresa explotadora emprende una serie de mejoras que supuso un gran impulso al desarrollo de la producción platanera en el norte de Tenerife. Incluso, cuando arrendaba las tierras dedicadas al plá-tano se sustituía los viejos plantones por nuevos, mejorando la calidad de la fruta99. Pero la producción en Gran Canaria es muy diferente de la de Tenerife. Las cifras de las exportaciones de plátanos desde Canarias en el año 1885 a Europa fueron de 40.000 a 50.000 racimos, de los cuales 25.000 o 30.000 correspondieron a Gran Canaria100. En 1886 Gran Canaria ya producía alrededor de 350.000 racimos y en 1898 su producción alcanzó 534.580 raci- Años Tomates Plátanos 1891 — — 1892 — — 1893 — £60.696 1894 — — 1895 £64.525 £34.314 1896 — — 1897 £70.000 £6.350 1898 £67.350 £10.500 1899 £55.320 £14.955 1900 £44.864 £20.490 CUADRO II VALOR DE LAS EXPORTACIONES DE TOMATES Y PLÁTANOS ENTRE 1890-1900 TENERIFE 998 Registro Propiedad Puerto de la Cruz, f. 297. 999 A. F. BAILLON, Memorias, inéditas. 100 Public Record Office, CHI 4966 00971. Núm. 51 (2005) 463 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 33 mos. La producción de Tenerife en ese último año fue de 84.444 racimos, muy lejos de la cantidad alcanzada en la isla vecina101. Los datos que se muestran en los cuadros II y III reflejan com-parativamente la producción del plátano en ambas islas desde 1890 hasta 1900. En efecto, los valores de exportación ilustran con claridad la desigual acogida que recibieron los tomates y plátanos en Tenerife y Gran Canaria. Por lo tanto, la incorporación al siste-ma productivo en ambas islas mayores tuvo diferentes ritmos. Mientras en Gran Canaria la apuesta por el plátano fue firme desde un principio, en Tenerife hubo una cierta ambigüedad, producto de la cual se retrasó su desarrollo. Ya en 1885 el cón-sul británico Joseph Hutton Dupuis destaca la importancia que está adquiriendo su producción: Esta fruta se exporta en grandes cantidades, especialmente desde Gran Canaria, donde no deja de crecer su comercio102. CUADRO III VALOR DE LAS EXPORTACIONES DE TOMATES Y PLÁTANOS ENTRE 1890-1900 GRAN CANARIA Años Tomates Plátanos 1891 £2.960 £76.080 1892 — — 1893 £13.792 £52.126 1894 £16.800 £35.785 1895 — £42.125 1896 — — 1897 — — 1898 £13.195 £161.735 1899 — — 1900 £17.338 £174.892 Fuente: Public Record Office, Annual Series of Trade Reports. Elaboración propia. 101 Public Record Office, HCI 6449 00971. 102 Public Record Office, HCI 4966 00971. 464 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Para el británico Cutcliffe Hyne la razón por la cual en Gran Canaria se asumió con mucha más facilidad la cosecha del plá-tano fue por la diferencia del régimen de tenencia de la tierra y las aguas. Afirma que en el norte de Gran Canaria la tierra estaba más fragmentada, había un mayor minifundismo, proli-feraba las medianas explotaciones y consecuentemente abunda-ban más los pequeños propietarios de tierras y de aguas. Esto permitía que pequeños agricultores directos pudieran arrendar terrenos y trabajarlos ellos mismos y dedicarse así a este sector agrario. Dada la importancia del agua para su cultivo, en los contratos se incluía el suministro de agua por parte del propie-tario para el riego103, si el arrendatario no contaba con aguas propias. De esa manera se evitaba su especulación. De lo con-trario, tenían que comprarla a un precio de £7½ (unas 187, 50 pesetas) la hora104, elevadísima cantidad con muchas dificulta-des para pagarla. Por otro lado, la temprana actividad comer-cial desempeñada por Thomas Fyffe y otros británicos animó a la burguesía de Gran Canaria, cuyo protagonismo en la activi-dad comercial era mayor que la de Tenerife. También parece que el protagonismo del tomate en Gran Canaria fue escaso en esos primeros años, al contrario que Tenerife, que mostró una mejor acogida a partir de 1895. Sin embargo, ¿esos altos niveles de producción en Tenerife significa que se le dio una mejor recepción? Haciendo abstracción de las frías cifras, dos razones parecen explicar el alto nivel de produc-ción en Tenerife. Los mayores centros de explotación se encon-traban por orden de importancia en La Palma, Tenerife y La Gomera, (las tres islas donde las compañías británicas Brandy Brothers, Elder Dempster, Fyffes Co. y, entrado el siglo XX, Elder & Fyffes, comenzaron a explotar los nuevos productos de expor-tación) pero, en la medida en que desde las islas menores no se embarcaban por carecer de comunicación directa con Londres y restos de puertos europeos, eran transportados a Tenerife para ser despachados desde el muelle de Santa Cruz a su mercado de destino. 103 CUTCLIFFE HYNE, Banana farming in the Canary Islands, London, 1898, p. 585. 104 Ibidem. Núm. 51 (2005) 465 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 35 La misma consideración habría que tener con los niveles de exportación del plátano en Tenerife, ya que la producción de La Palma se remitía desde el puerto de Tazacorte, zona de mayor producción, al muelle de Santa Cruz para desde allí ser expor-tado al mercado inglés105. Además, habría que añadir una segun-da razón. Dado que la exportación de plátanos estaba ocupan-do un renglón significativo en el comercio exterior de Gran Canaria, al revés de lo que sucedía en Tenerife, propietarios grancanarios, deseando emprender unos su cultivo en Tenerife y ampliar otros sus negocios, se trasladan para arrendar tierras abandonadas o dedicadas al cultivo ordinario106, dedicándolas al cultivo del plátano. Francisco Bethencourt Montesdeoca, natu-ral de La Palmas se trasladó a Tenerife, estableciendo su resi-dencia en Icod, y arrienda las fincas la Galvana y la Calderona en el término municipal de La Orotava a Ignacio Fernando Llarena Monteverde en 1896, aunque años más tarde las sub-arrienda a la compañía Fyffes Ltd, como hemos visto107. Otro miembro de la burguesía grancanaria, José González Martín, natural de Guía, vinculado a la explotación del plátano, vino a mediados de la primera década del presente siglo y arrienda a la familia Cólogan las fincas en las Arenas para el cultivo del plátano. Luis Suarez arrienda fincas situadas también en las Arenas a Antonio Lercaro Ponte. Las familias Suárez, Sánchez, Jiménez, etc., fueron otras que vinieron desde Gran Canaria a Tenerife, en concreto al Valle de La Orotava, para arrendar te-rrenos a los hacendados locales para ocuparse del cultivo del plátano. Por último, hay que añadir las tierras arrendadas por Fyffes Ltd. en el mismo valle y la costa noroeste de la isla. A finales del siglo XIX tenían 567,39 fanegadas dedicadas solamente al cultivo del plátano. El total de fanegadas arrendadas era de 611,34, lo que indica que el resto lo dedicaban a otros cultivos108. Pero, a la vez, el arrendamiento nos indica el comportamien-to pasivo que tuvieron muchos propietarios tinerfeños con res- 105 GREGORIO HERNÁNDEZ GÓMEZ, Los Plátanos, Barcelona, 1991, p. 14. 106 C. NAVARRO RUIZ, op. cit., p. 538. 107 Registro Propiedad Puerto de la Cruz, f. 297. 108 Archivo Austin Baillon, Libro de Cuentas de «Fyffes Limited». 466 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS pecto al plátano. Era una actitud puramente rentista. Arrenda-ban sus tierras a los británicos y grancanarios para obtener unas entradas fijas, mientras los «foráneos» plantaban plátanos en sus tierras arrendadas. Así pues, en Tenerife aún en la década de los noventa y primeros años del siglo XX, los propietarios agrarios no habían mostrado mucho interés por la fruta, tardan-do décadas en asumirlo, todo lo contrario de lo que sucedió con el tomate, que parece que tuvo una mejor acogida. En 1889, el cónsul en Tenerife Joseph H. Dupuis afirmaba que «tras la re-ciente introducción de semillas inglesas y los trabajos en las Is-las Canarias, los cultivos de papas y tomates, hasta hace poco desatendidos o no considerados por los nativos como artículos de exportación, producen ahora enormes cosechas»109. La mayor parte procedían de Tenerife. Todavía en el año 1897 el periódi-co Iriarte del Puerto de la Cruz se limitaba a informar de las cotizaciones en los mercados de Londres, Manchester y Li-verpool de los productos de exportación más importantes de Tenerife: los tomates y las papas (calidad superior y me-dianas) 110. Sin embargo, ¿esta pasividad mostrada por los propietarios locales a los nuevos productos de exportación alcanzó a otros sectores de la economía? Sería totalmente erróneo pensar que desde la depreciación de la cochinilla se insistiera solamente en los policultivos y a la diversificación agraria para salir de la angustiosa situación unos y en la recuperación económica otros. Sería vano afirmar también que todo fue pereza. Hubo propie-tarios que intentaron remontar la crisis recurriendo a nuevas industrias. En 1887 en La Orotava se formó una sociedad para adquirir los materiales necesarios para la instalación de una fábrica textil111. Las Cañadas y el Teide fueron punto de mira para el aprovechamiento de sus recursos naturales. Por ejem-plo, ante la demanda de azufre para el cultivo de las vides, en 1887 los señores Rafael Frías y Pérez y Nicolás Ascanio y Negrín intentaron extraer azufre del Teide para su comercialización. Tuvieron éxito en su empresa y el azufre logrado fue muy apre- 109 Informes Consulares Británicos, op. cit., p. 351. 110 Iriarte, 25-IV-1897. 111 Las Noticias, núm. 1547, noviembre de 1887. Núm. 51 (2005) 467 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS 37 ciado por los cosecheros112. También la piedra pómez que tanto abundaba en Las Cañadas y el Teide fue objeto de explotación para fines comerciales113. En 1889 se creó en París la Societé des carrieres de pierres ponce de Tenerife con un capital inicial de 6.000.000 de francos, nombrándose presidente al vizconde L. de Bondy y en la que intervinieron Abel Aguilar, con intereses co-merciales en la capital francesa, Rafael Vivas y Pérez y otros tinerfeños para la explotación de la piedra pómez de las faldas del Teide. Las obras se iniciaron y se llegó a construir casetas donde pernoctar los obreros, pero la falta de capital obligó a desistir de la idea114. Por su parte, desde las instituciones tam-bién se emprendían iniciativas. Tras la pérdida de las colonias (Filipinas y Cuba) se dislumbró cierta esperanza en la recupera-ción del tabaco. La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife en circular del 10 de enero de 1899 invita a los ayuntamientos para que las corporaciones se dirijan al Ministe-rio de Hacienda solicitándole que se provea el Gobierno de ta-bacos de las islas en sustitución de las colonias perdidas115. ¿Por qué ese escaso interés por los nuevos cultivos de plan-tación? ¿Por qué el acercamiento de los propietarios isleños a ellos fue tímido y sólo mostrarían interés después de varias dé-cadas en manos británicas? Las respuestas a estas preguntas requiere un análisis más profundo de una realidad mucho más compleja. Por lo pronto no caven sino conjeturas acerca de la actitud que tomó el propietario isleño. En las últimas décadas del siglo pasado una parte importante de la historiografía está teniendo en cuenta el peso de las estructuras sociales a la hora de explicar las causas de los comportamientos que han caracte-rizado al propietario español116. Para uno de los representantes 112 Ibidem. 113 Public Record Office, H CI 4776 xp 971. 114 Valle de Orotava, 11-V-1890, núm. 108. 115 Archivo Histórico Municipal Puerto de la Cruz, Libro de Actas de 1899. 116 Entre otros citamos: G. TORTELLA CASARES, Los orígenes del capitalis-mo en España, Tecnos, Madrid, 1973; del mismo autor, «La iniciativa em-presarial, factor escaso en la España contemporánea», en La empresa en la historia de España, Civitas, Madrid, 1996, y Desarrollo de la España con-temporánea, Alianza, Madrid, 1994; BARTOLOMÉ BENNASSAR, Orígenes del 468 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS de esa corriente, Gabriel Tortella, cuando el español ha decidi-do asumir el papel de empresario ha tendido con gran frecuen-cia a procurar la protección estatal117. Señala, en base a una encuesta oficial realizada en 1889 sobre la reforma arancelaria, la hostilidad que había hacia el librecambio por parte del empresariado español era abrumadora: el 78% de los encues-tados, casi cuatro de cada cinco, estaban en contra de la reduc-ción arancelaria118. Todo parece indicar que el comportamiento de los propietarios isleños con respecto al tabaco y azúcar res-ponden a ese análisis, en la medida en que la burguesía espa-ñola era el espejo donde solía mirarse, aunque, al menos en el caso de Canarias, la situación dependía del tirón de la econo-mía capitalista mundial. Mientras hubo mercado exterior garan-tizado, con una gran demanda internacional del producto de exportación, caso de la grana, la respuesta de la terratenencia fue de apoyo decidido al librecambio. Pero, mientras la coyun-tura internacional era desfavorable a los cultivos de exportación que se querían introducir (caso del tabaco y la caña de azúcar), solía recurrir a las franquicias. También habría que tener en cuenta, tal como hemos venido indicando, la situación financie-ra, el atraso técnico, la resistencia al cambio agrícola, la falta de sentido del riesgo y la mentalidad rentista a la hora de expli-car tales actitudes del empresariado isleño. El acercamiento a las actitudes sociales, no sólo del propietario sino incluso de otros estamentos que forman la sociedad, es necesario realizar-lo a la hora de explicar las causas de la intervención en el pla-no económico, pues como dice Bartolomé Bennassar «lo econó-mico no es suficiente para explicar lo económico». No he hecho más que una breve alusión a un problema, repito, mucho más profundo y complejo. Por tal razón, puesto que está escasamen-te estudiado en la historiografía canaria, sería necesario que se abordara ampliamente en el futuro. atraso económico español, Ariel, Barcelona, 1985; ÁNGEL BAHAMONDE y TORO MÉRIDA, Burguesía, especulación y cuestión social en el Madrid del siglo XIX, Siglo XXI, Madrid, 1978, y A. BAHAMONDE y J. A. MARTÍNEZ, Historia de España siglo XIX, Cátedra, 1994. 117 G. TORTELLA, La empresa en la..., op. cit., p. 59. 118 Ibidem. Núm. 51 (2005) 469 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS También el comportamiento de la mayoría de la prensa mos-tró escaso interés. En la prensa provincial no se encuentran referencias al tomate hasta 1888 y al plátano hasta 1891 como productos de cierta importancia y sólo se hará cierta mención, aunque marginal, a partir de la década de los noventa. Un pe-riódico ligado a los intereses agrarios de la isla como era el Valle de Orotava aún en 1892 se refería a las buenas cosechas de papas, cereales y legumbres que se obtendrían ese año debido a las lluvias caídas. No menciona para nada el plátano. La pren-sa local insistía en los cultivos tradicionales y recomienda que se atiendan otros recursos agrarios, como hemos señalado, y la nueva fuente de ingresos que reportará la atención al visitante. En efecto, paralelo al nuevo proceso de producción agrícola, buena parte de los propietarios isleños optaron por el turismo, fundamentalmente en el Valle de La Orotava y Las Palmas de Gran Canaria. Pero como era de esperar, aquí el proceso fue inverso. Si en Gran Canaria se prestó mayor atención a la pro-ducción agraria, es de suponer que alguna iniciativa económica tuvo que abrazar con más energía Tenerife; esa fue el turismo. En lo que se refiere a Tenerife, la oligarquía del valle norteño de la isla tuvo desde los primeros años de la década de los ochen-ta una actitud favorable a fijar la atención en esta nueva for-ma de desarrollo económico. Y me refiero a los propietarios del Valle de La Orotava porque el interés de la burguesía capitalina en ese primer lustro se despertó, salvo raras excepciones, des-pués de la apertura del Orotava Grand Hotel en el Puerto de la Cruz. Por lo tanto, serán las clases acomodadas de la comarca norteña de Tenerife la que se movilice. Esto no significa, por otro lado, que la alta burguesía terrateniente de las islas, y par-ticularmente del valle, gozaran de una educación cosmopolita —como comentó Pègot-Ogier— y mostrara una vocación por la hospedería. No era un oficio de su agrado. La mentalidad de la sociedad canaria era esencialmente rural. Pero será la inciden-cia de la crisis económica la que desencadene su actuación. Por un lado, porque el riesgo de inversión era mucho menor para unos y para otros solamente significaba poner en arrendamien-to uno de sus muchos inmuebles. Por otro lado, los hacendados de la isla solían desplazarse de vacaciones o de luna de miel a 39 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS Madeira, lo que les permitió conocer perfectamente la riqueza que generaban los extranjeros británicos en sus desplazamien-tos hacia la isla portuguesa. Es más, los análisis meteorológicos realizados por un puñado de médicos británicos y alemanes en Tenerife, y en particular del Valle de La Orotava y del Puerto de la Cruz, el marco natural y el prestigio del valle con la presen-cia del Teide, la instalación del cable telegráfico en 1883, que facilitaba la comunicación con el exterior y el aumento de las comunicaciones marítimas, lo que acercaba más a la isla con el continente europeo en unos momentos en que las posibilidades de la explotación del ocio producía un beneficio económico nada desdeñable y la presencia británica en el entramado productivo canario, despertaron el interés de muchos propietarios locales por el turismo. A falta de un cultivo de exportación lucrativo y con una co-chinilla, tabaco y caña de azúcar que no podían ser explotadas en la escala que sería deseable para sostener la competencia con otros países119 y el hecho de que el capital extranjero (sobre todo británico) dirigiera su interés inversionista hacia el turismo hi-cieron posible que desde muy temprano se manifestara la rela-ción existente entre el enfermo británico (turista) y el negocio. A partir de esos momentos comenzó a producirse una inclina-ción cada vez mayor hacia los negocios «extra-agrarios». En efecto, un sector mayoritario de la oligarquía del Valle de La Orotava no vacilará en optar por esta nueva actividad «indus-trial ». Rápidamente personas de alta posición social de la elite económica y destacadas personas del área formarían desde la temprana fecha de 1885-86 la compañía de Hoteles y Sana-torium del Valle de La Orotava con un capital social de 100.000 duros dividido en 1.000 acciones y en mayo de 1887 la compa-ñía Taoro, Compañía de Construcción y Explotación de Hoteles y Villas del Valle de La Orotava (The Taoro Company Limited). Fue la primera sociedad por acciones que se organizó en las islas y el arranque de una nueva pauta de la economía canaria. Los elogios a esta iniciativa emprendida para potenciar el Puerto de la Cruz como lugar de recepción de un turismo invernal llega- 119 Valle de Orotava, 10-X-1888. 40 Núm. 51 (2005) 471 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS ron de todos los rincones del resto de la isla. Desde uno de ellos, la capital Santa Cruz, se llegó a participar activamente. Es más, la presencia de la burguesía santacrucera en las sociedades for-madas en el valle hizo que la misma compañía, desde el mismo momento de su constitución, emprendiera las operaciones de crédito por valor de 50.000 duros120 para levantar otro hotel en Santa Cruz de Tenerife. La opción por esta alternativa econó-mica fue defendida firmemente por la burguesía capitalina a través del «Diario de Tenerife». Se exhortó a los sectores finan-cieros para que hicieran los desembolsos y sacrificios necesarios para la construcción de un hotel en la capital «no reparando en los gastos necesarios que a buen seguro han de ser muy productivos», afirma, para más adelante concluir: No se nos oculta que en esta capital quizás no haya medio de hacerlo si no es por la asociación; pero, ¿hemos de ser siempre apáticos y retraídos? ¿no se despertará entre no-sotros el espíritu de asociación? La conveniencia y el patrio-tismo lo exigen, y nosotros, mostrando esta verdad clara y patente a los ojos del público, cumplimos con nuestro deber121. El flujo de visitantes extranjeros que ocuparon las dependen-cias del hotel establecido por la compañía Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava en el año de su apertura (1886) y la gran demanda de casas —en su mayoría propiedad de los actores más activos de la compañía turística recién creada— para alquilar por acaudalados británicos hace pensar a la elite de Tenerife que el turismo sería con toda seguridad la primera industria de las islas. Se utilizaron sus ejemplos como modelo para emprender las grandes obras que el desarrollo necesita, porque sin la «aso-ciación » difícilmente se pone en marcha proyectos que la inicia-tiva privada es imposible conseguir»122. Desde todos los rincones sociales altos y medios (médicos, propietarios, prensa local, centros recreativos, etc.) se señaló la 120 Valle de Orotava, 30-V-1888. 121 Valle de Orotava del 6 de febrero de 1888, reproduciendo un artícu-lo publicado días atrás por el periódico Diario de Tenerife. 122 Valle de Orotava, 14-IV-1888. 41 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS NICOLÁS GONZÁLEZ LEMUS nueva fuente de riqueza que puede proporcionar a la oligarquía agraria y sectores de la burguesía de la isla, y del Valle de La Orotava en particular, su antiguo esplendor económico perdido. Un periódico tan comprometido en la defensa de los intereses agrícolas, el Valle de Orotava, no oculta la dramática situación que vivía las islas aún a finales de 1888, y la nueva fuente de riqueza que supone la visita de turistas a nuestra isla: En circunstancias tan críticas para los agricultores y para los industriales ha venido a iniciarse una nueva fuente de riqueza que hábilmente explotada y bien dirigida, podría ser la firme base de la futura prosperidad del territorio: nos refe-rimos a la corriente de extranjeros que apreciando debida-mente las condiciones inmejorables de nuestro clima y los hermosos y variados paisajes que ofrece nuestra isla, acuden a la misma en número ya considerable por fortuna123. Después de la formación de la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava y la apertura del primer grand hotel canario a cargo de la misma compañía en el Puerto de la Cruz (1886), el 14 de agosto de 1888, dos años después, se forma la Canary Island Company en Gran Canaria. El despe-gue del turismo en Gran Canaria fue paralelo al de Tenerife, aunque con ciertas singularidades. En primer lugar, mientras que la poca burguesía santacrucera que participó en el fomen-to del turismo dirigió su participación financiera al Puerto de la Cruz, la de Gran Canaria la orientó a su capital Las Palmas. El establecimiento de una fuerte e importante colonia comercial británica en la ciudad jugó un papel catalizador de primer or-den. Por el contrario, en Santa Cruz de Tenerife no se creó compañía alguna, orientándose el capital británico y nacional en el turismo del Puerto de la Cruz, razón por la cual el turis-mo en Santa Cruz de Tenerife hasta los comienzos del siglo XX, es decir dos décadas después, fue muy deficitario. Y en segundo lugar, mientras la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de La Orotava se formó en el Puerto de la Cruz y su gerencia estuvo el la ciudad isleña, The Canary Island Company Ldt. formada en Las Palmas Gran Canaria se 123 Valle de Orotava, núm. 51, 30-10-1888. 42 Núm. 51 (2005) 473 LOS INICIOS DEL TOMATE, PLÁTANO Y TURISMO EN CANARIAS organizó en Londres y su sede y gerencia estaba en la capital británica. Terminaré estas reflexiones sobre la participación financiera británica en el turismo. Si bien es verdad que el papel británico en su puesta en marcha fue importante, incluso hasta decisiva, no significa que el desarrollo del turismo isleño estuvo impulsa-do al socaire de la expansión de los nuevos cultivos de planta-ción, de hecho el despegue del turismo fue anterior, ni tampoco que las empresas navieras foráneas iniciaron la construcción de las infraestructuras hoteleras, excepto el hotel Monopol en Las Palmas de Gran Canaria, hecho que ocurrió años después y bajo la responsabilidad de una compañía británica que se dedi-caba a muchos negocios, además del ámbito relacionado pura-mente con el mundo marítimo. 43 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|