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Núm. 50 (2004) 155 68 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII P O R MARCIAL MORERA 1. INTRODUCCIÓN La historia del habla canaria presenta cuatro tipos de pro-blemas distintos, aunque, como es obvio, íntimamente relacio-nados: el problema de la fecha de la llegada del español al ar-chipiélago y su implantación definitiva; el problema de cuál de las diversas modalidades históricas de español es la que se trae a las islas; el problema de su adaptación; y el problema de su evolución interna y su papel en el contexto hispánico. El grado de complejidad de cada uno de estos temas es mayor o menor, según los casos. El problema de la llegada del español y su implantación de-finitiva en el archipiélago no ofrece, en realidad, grandes difi-cultades. Sabemos que esta lengua alcanza por primera vez la geografía isleña (más concretamente, la de las islas orientales de Lanzarote y Fuerteventura1) en los albores del siglo XV, en boca de los españoles que vinieron en las tripulaciones del con-quistador normando Jean de Bethencourt y los que arribaron después con las familias Peraza, García de Herrera, etc. La 1 Vid. mi «El español de Fuerteventura: estado de la cuestión y pers-pectivas de futuro», en El habla canaria en la escuela, Puerto del Rosario, 2004 (en prensa). 156 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 MARCIAL MORERA PÉREZ afluencia se intensificaría casi a finales de este mismo siglo, con los soldados y colonos que vienen a la conquista y ocupación de las islas de realengo Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Respecto de la filiación geográfica del español originario de Canarias, es de suponer que el habla que traen los primeros castellanos en pisar las islas es un habla meridional bastante arcaica, con muchos rasgos conservadores, tanto en vocabula-rio como en fonética y gramática2. Sólo la llegada posterior de grandes contingentes de andaluces que vienen a la conquista y colonización de las mencionadas Gran Canaria, La Palma y Tenerife introduciría un habla más evolucionada, que es la que correspondía entonces al reino de Sevilla. El problema de la adaptación del español a las islas implica, a su vez, dos temas distintos. Por una parte, el tema de cómo responde la lengua a la nueva realidad geográfica, social, natu-ral, etc. Como es obvio, la situación se saldó ya ampliando, por metáfora o metonimia, el campo de usos de las viejas palabras, ya creando voces nuevas a partir de las viejas raíces castellanas y los procedimientos derivativos y compositivos generales del idioma3. Por otra, el tema de la relación del español con las otras lenguas implicadas en el proceso colonizador: la lengua de la población prehispánica, la lengua de los miles de emigrantes portugueses que inundan las islas por la época y la lengua de la población morisca esclava. Aunque, como es obvio, el espa-ñol tuvo siempre vocación hegemónica, lo cierto es que, antes de acabar con ellas, tomó de las mencionadas lenguas no his-pánicas un enorme caudal de voces, relacionadas sobre todo con la cultura material (toponimia, ganadería, flora, fauna, gastro-nomía, mundo de la mar...), que han contribuido a enriquecer enormemente sus paradigmas léxicos4. 2 Para todo lo relacionado con el español medieval, vid. R. LAPESA, His-toria de la lengua española, Madrid, 1981, pp. 193-290. 3 El problema ha sido abordado ya por M. ALVAR en su «Adaptación, adopción y creación en el español de las Islas Canarias», en Estudios cana-rios, tomo II, Islas Canarias, 1993, pp. 153-176. 4 Se trata de uno de los aspectos más estudiados de la historia del es-pañol de Canarias. Vid. al respecto PÉREZ VIDAL, Los portugueses en Cana-rias. Portuguesismos, Las Palmas, 1991; FRANCISCO NAVARRO, Teberite. Dic-cionario de la lengua aborigen canaria, Las Palmas, 1984; MARCIAL MORERA, Núm. 50 (2004) 157 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 3 Por último, tenemos el problema de la evolución interna del habla canaria y su papel en el contexto hispánico. ¿Cómo se ha desarrollado internamente el español de las islas? ¿Cómo se ha ido renovando? ¿Cuáles son sus focos más innovadores? ¿Desde dónde irradian las innovaciones? Pensemos, por ejemplo, en la aspiración de la /-s/ implosiva. Sabemos que se trata de un he-cho de pronunciación de desarrollo tardío, hasta el punto de que todavía hoy no ha logrado implantarse definitivamente en el habla de la isla de El Hierro5. ¿Surgió espontáneamente en las islas? No lo parece. Lo más probable es que proceda de Andalu-cía, donde el fenómeno se detecta desde muy temprano. Ahora bien, si procede del español meridional, ¿cuándo se produce su introducción en el archipiélago? ¿Por qué isla penetra? ¿Cómo se difunde al resto de las islas? En realidad, nos encontramos ante el tema más complejo y complicado de la historia del espa-ñol de Canarias, un tema que solamente podremos resolver mediante estudios monográficos minuciosos de la documenta-ción escrita existente, como protocolos notariales, acuerdos de los viejos cabildos insulares, cartas y diarios particulares, cróni-cas, etc.6 Precisamente, lo que pretendemos nosotros con el presente estudio es aportar un pequeño granito de arena en el esclareci-miento de estos complicados problemas7, analizando algunas de las características del español canario del siglo XVIII, a partir, concretamente, de tres documentos que juzgamos de una im-portancia capital para la historia del habla de la época: las car-tas que Silvestre Izquierdo, medianero de la finca Las Palmas «El estudio de los guanchismos. Consideraciones metodológicas», Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 43 (1997), pp. 501-148, y Español y portugués en Canarias. Problemas interlingüísticos, Tenerife, 1994. 5 Vid. MANUEL ALVAR, «La articulación de la s herreña», en Estudios canarios, tomo II, pp. 59-70. 6 He abordado algunos de estos problemas en mi estudio «Origen y evo-lución del habla canaria», en El habla canaria en la escuela citado más arri-ba. 7 En relación con el habla canaria del siglo XVII, he publicado, en co-laboración con B. MONZÓ CONCEPCIÓN, el artículo «Aspectos lingüísticos de las actas del Cabildo de Lanzarote del siglo XVII», en X Jornadas de Estu-dios sobre Lanzarote y Fuerteventura, Arrecife, 2001 (en prensa). 158 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 MARCIAL MORERA PÉREZ de Anaga, escribió a su patrón Juan Castro, residente en Santa Cruz, entre los años 1769 y 1786, dándole cuenta del estado de su hacienda8, el diario en que Antonio Betancourt, comerciante de Las Palmas de Gran Canaria, fue relatando los sucesos más relevantes de su vida, entre los años 1796-18079, y el diario en que Isidoro Romero Ceballos, abogado y político de esta misma ciudad, fue anotando los sucesos más destacados de la vida del lugar, entre los años 1780 y 181410. Sobre todo los dos primeros documentos presentan un enorme interés filológico, porque es-tán redactados por gentes que carecen de los prejuicios acadé-micos que pervierten la realidad del lenguaje más natural y es-pontáneo. Según estos textos, ¿cómo era el habla canaria del siglo XVIII? Veamos sus distintos niveles de organización fónica, gramatical y léxica por separado. 2. ASPECTOS FÓNICOS En el ámbito del vocalismo, destacan por encima de todo, los dos hechos siguientes: En primer lugar, el cambio de timbre (por asimilación o disimilación) de determinadas vocales cuando aparecen en posi-ción átona, al sufrir la influencia del contexto, ya de forma per-manente ya de forma esporádica. Es el caso de las voces estilo, certidumbre, lagarta, entrega, primicia, legítimo, ninguno, verifi-car, raíz, después, lenteja, desocupar, impertinencia, trasquila, des-graciar, habilitar, murmurar, composición, Pires, exhibir, enviado, tumulto, deforme, ictericia, parche, ermita, Raimundo, recibimien-to, etc., como se aprecia en los textos que siguen: «no se parten 8 JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Cartas de medianeros de Tenerife (1769-1893), Islas Canarias, pp. 17-153. Citaremos por Cartas. 9 Diario de Don Antonio Betancourt, comerciante en Las Palmas de Gran Canaria (Fines del siglo XVIII y principios del XIX). Extractado, publicado y comentado por encargo de la Sociedad el Museo Canario (edic. de Agustín Millares Cubas), Madrid, 1931. Citaremos por Diario. 10 Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814), tomo I y tomo II (trans-cripción y estudio preliminar de V. J. Suárez Grimón), Las Palmas de Gran Canaria, 2002. Citaremos por Diario histórico I y Diario histórico II. Núm. 50 (2004) 159 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 5 hasta el día de su Santo q. es histilo el partir» (Cartas, 17); «no le puedo dar quenta con sertadumbre de lo q. cada una de por sí dio» (ídem, 19); «la legarta les ase mucho daño» (ídem, 21); «diga lo q. dispone o a quien se yntrega o devo dar qta. ques lo q. quiero saber» (ídem, 28); «la media fanega del trigo de la premisia no ai quien lo compre» (ídem, 36); «es el ligítimo due-ño de toda la hasienda» (ídem, 56); «yo por mi digo q. no e bendido a los ocho pesos nenguno» (ídem); «quisiera allarme ante Vmd. Con todos ellos para bereficar el quando me pidieron semilla» (ídem, 62); «ban unas reisitas de batatas y un buban-guito » (ídem, 64); «dispués q. conosco las palmas senpre se a hido a coger fuera de aquí» (ídem, 73); «ban quatro alms. de lantejas pardas» (ídem, 75); «no me parese fasil el q. se puedan desucupar» (ídem, 81); «dirá q. son empertinencias mías» (ídem, 111); «le mande dies y ocho libras de lana q. le toco de la tresquila deste año» (ídem, 117); «yo sentire mucho q. por an-dar en tan malas tierras de laderas y riscos se disgrasie alguno» (ídem, 125); «si Vmd. me abelita en esto la puedo aser» (ídem, 126); «ni por pienso me aia pasado el aser lo q. me anden mormurando por fuera» (ídem, 137); «en la composesión de las pipas fuera lo mismo» (ídem, 150); «Y tambien trajo dicho varco una pipa de aguardiente de la tierra para D. Antonio Piris» (Dia-rio, 4); «Se hisibieron 492 ps. corrts. 7 rrs. plata en presencia del escribano D. Thomas Oramas» (ídem, 13); «me avia ynbiado para mi enfermedad que me dio del costado» (ídem, 30); «fue tanto el tomulto que las gentes que se agolpiaron en parte» (ídem, 70); «se aparecieron enfrente del varranco unos tres pa-los mui diformes, lingados al modo de jangada» (ídem, 84); «murio el cura de Arucas D. Josef del Toro (...), de idropesia y tiricia negra» (ídem, 88); «y lo primero que se me puso en la llaga fue un parcho de aquilón» (ídem, 96); «el caso fue que junto al Armita de S. Diego (...) cojieron a esta infelis» (ídem, 147); «se cayó un chiquito de 6 a 7 años de D. Raymundo Farrugia, de la ventana a la calle, y solo se hiso unos quan-tos raspafilones» (ídem); «hiso buen resevimiento, como digo» (ídem, 157). En segundo lugar, la fuerte tendencia a la diptongación de los hiatos (ae/; /ea/, /eo/, /oa/: «siempre q. sea presiso el entrar 160 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 MARCIAL MORERA PÉREZ algún pion podran yr alguno de los medianeros» (Cartas, 20); «lo dio a maxar a destaxo las dies dosenas a rial y medio de plata» (ídem); «En quanto al beserro de tio basilio siempre q. nos ajustemos los traire el domingo» (ídem, 39); «tanbien me escribio Vmd. en dias pasado q. las breñas la e baldoniado mucho» (ídem, 63); «se allaron nueve piones todo el dia para cogerle un poco» (ídem, 74); «en que fué el señor probisor D. Juaquín Vicente» (Diario, 4); «llegó a Canaria la noticia de que avia perdido en la costa el barco nuevo de D. Domingo Suarez, S. Antonio de Pauda, por ver dado contra una roca barloben-tiando con la noche» (ídem, 7); «estubieron fondiados por mu-chos días» (ídem, 9); «me prestó el viato Francisco Carme me-dia fanega de gofio» (ídem, 21); «se corrió que avia el Ingles enpezado a bonbiar la plaza de Sta. Cruz» (ídem, 26); «compró mi sobrina Teresa la casa a Pepa Montesdioca» (ídem, 50); «costió el dicho Vetancourt todo el costo del viaje, que asendería a 20 ps.» (ídem, 56); «está junto al Galión en la hacienda de Josefa Nuez» (ídem, 63); «le acometió un grave asidente a Marianita la Vacharela, a causa de aver estado mala de su cos-tumbre y aver tomado un baso de helada, de cuia causa se inchó, se pribó y la oliaron» (ídem, 85-86); «se presentó Juanico Baiz en calidá de preso en el Principal» (ídem, 102); «Estos fondiaron asta más afuera de la Punta» (ídem, 108); «declaró mi comadre Manuela Higera que fué la primera ves que sintio meniarse en el bientre la criatura del segundo parto» (ídem, 115); «agolpiaron a Luis Cabrera el aserrador de Telde» (ídem, 124); «solo escasió la humedad un poco bien serca de la primavera» (Diario histórico I, 228); «A mediados de este mes se puso la postura a la libra forfolina de pan floriado a tres quartos y medio» (ídem, 257); «El día 31 se subió la postura a la libra de pan floriado medio quarto» (ídem, 261); «Aviéndose acrecentado la aflicción con la nobedad de haver fondiado en este puerto de la Luz» (Diario histórico II, 45). Tal vez como reacción a esta tendencia popular a la dipton-gación, han surgido los hiatos de las formas Eogenio y cambear, tradicionalmente diptongadas: «Eojenio gomero de un pedasito paga 4 de plata» (Cartas, 22); «pepe perera me a dicho que Vmd. le canbea dos fanegas» (ídem, 102); «beo q. mescrive q. yo Núm. 50 (2004) 161 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 7 le cambeo algunas reses suias quitando para mi las buenas» (ídem, 137). En ciertos casos nos encontramos también con determina-das voces que han desarrollado una yod epentética: «la q. se escapare ahora las llebaran apenas tengan alguna como una almiendra» (Cartas, 58); «en punto de trigo morisco por aca no ai quien lo cambeie» (ídem, 60); «muchas beses las apartamos para q. las salteie el toro» (ídem, 112); «para que este entriegue a D. Pedro Sedano mi agente» (Diario, 18); «murió el hijo de la Cangreja (...), a rresultas de una palicia que le dieron en una vela en el rrisco de S. Juan» (ídem, 98); «hisieron las esponsalias con el fin de casarse a buelta de este viaje que viniere de la Costa» (ídem, 108). También como reacción a esta práctica popular, es probable que se haya eliminado la yod o la /y/ de formas como leyendo, creyendo, habiendo, trayendo, cayendo, cayeron, etc., en los tex-tos que siguen: «tanbien lo echo ahora leendoles el papel a cada uno claramente» (Cartas, 49); «yo digo que Vmd. debe estar creendo q. acaso se los comen» (ídem, 78); «Vmd. esta creen-do q. esto consiste todo en la mala quenta que se le da» (ídem); «tanbien estraño q. abendole escrito esto mismo no aia Vmd. respondido» (ídem, 99); «trahendola su padre a su casa» (Diario, 37); «Juan Correda y otros muchos más caeron» (ídem, 49); «se le caheron quatro muelas y se le rompió algún diente» (ídem, 151). La vocal /u/, por último, desarrolla una consonante velar /g/ en determinados contextos, como los siguientes: «ban (...) quatro sestitos de frutas dos de sirguelas» (Cartas, 24); «por aca solo con algún guevo se le puede atender» (ídem, 38); «se le echa dos libras y media de pipa y tres guebos» (Diario, 14-15); «Estube en la guerta, me permitió lizencia para que entrase en la selda de las Sras. Falconas» (ídem, 28); «le empezaron a salir las vir-güelas a mi nietecito Nicolás» (ídem, 38); «les mandó de merien-da dos libras pan, un frasco de vino, dos rrapaduras, un padaso de sopa ingenio, dos guebos y una caja de tabaco» (ídem, 55); «avía diferencias sobre una guerta que fue dada a la iglesia» (Diario histórico I, 137); «una telecita tanbién se le aplicó, de güebo, puesto en el dedo margarito de la mano izquierdo» (ídem, 162 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 MARCIAL MORERA PÉREZ 232); «escalaron tres quatro ladrones los muros de la huerta del palacio episcopal» (ídem, 259); «mui señalado el rostro por sicatrises de virgüelas» (ídem, 330). En el ámbito de las consonantes, nos encontramos con una fuerte tendencia al relajamiento articulatorio, lo que se traduce en una serie de reducciones y neutralizaciones fonológicas, aun-que también se observa algún que otro caso de conservación. Veamos los aspectos más destacados de este problema: a) Uso de una sola consonante sibilante, la llamada /s/ predorso-dental, con total exclusión de la /s/ ápico-alveolar. Es lo que explica la alternancia indiscriminada de las grafías s y z -c- en los documentos que consideramos. Se trata de un fenó-meno tan omnipresente en los tres textos, que basta con poner un par de ejemplos para dejar constancia de su existencia: «al prezentestan bien le doi parte a Vmd. como mi Santiago me disen que quiere casar ahora luego» (Cartas, 54); «no las queria traer aquí porq. Se cequan mucho y se pierden» (ídem, 81); «Mui Sr. mío resivi el de Vmd. y quedo enterado de todo lo que me es presiso responder y digo que todas las cosas temporales se hacaban y tienen fin=en el tiempo de su abuelo conosi las palmas tan bien como las conosco ahora» (ídem, 110); «y en la ultima noche puse mas de sinquenta luses» (Diario, 8); «Se le pucieron por nombres Manuel, Isidoro, Juan, Estevan...» (Diario histórico I, 209)11. b) Mantenimiento de la aspiración procedente de /f/ inicial latina (o árabe), en muchas voces que la habían perdido ya a estas alturas de la evolución del idioma en su modalidad más estándar. Es lo que ocurre con las formas hoyo, harpillera, hato, alhondiga, haz, rehinchar, moho, herramienta, harina, ahorrar, herrar, ahechar, hurtar, hebra, huir, hacer, hilado, hembra, hablar, ahogar, higuera, hilo, herrero, hierro, haba, que aparecen en los siguientes textos: «Antonio rojo de la Joia del aseradero paga media fanega de trigo» (Cartas, 22); «mi conpadre oliva hiso una 11 Se trata de un fenómeno de pronunciación que se encontraba ya en el habla de los primeros españoles que llegaron a las islas. El tema ha sido perfectamente estudiado por Diego Catalán en su artículo «el çeçeo-zezeo al comenzar la expansión atlántica de Castilla», en El español. Orígenes de su diversidad, Madrid, 1989, pp. 53-75. Núm. 50 (2004) 163 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 9 bendimia en el joio» (ídem, 30); «ba la limeta con el vino = la serbilleta q. bino con el pan y la garpillera» (ídem, 38); «no se le pueden dar porq. las quiere ajuntar a otro jato grande q. tiene» (ídem, 50); «me dexo clabado con tres alms. de trigo q. debia en la aljondiga» (ídem, 69); «les tengo dicho le mandemos cada uno un jase del» (ídem, 74); «ban dos jasitos de juncos y unas batatitas» (ídem, 75); «me mando (...) que las reginchase con las madres» (ídem); «no tube lugar de rebatir la dicha Pipa ni reginchirla» (ídem, 78); «el año pasado plate unos pocos y se perdieron porq. le dio un mogillo blanco debago de la tierra» (ídem); «su tio Dh. Pedro bendio alguna piesa de jerramienta biexa q. abia» (ídem, 79); «todos se asen una jarina y luego q. se remojan se asen pedasos» (ídem, 81); «yo yre aprovechando y ajorando todas las q. pudiere» (ídem, 97); «mandeme Vmd. asufre y medio rial de clabos de jerar para los arcos de fierro» (ídem, 100); «le mandare de aquí la fanega de trigo bien ajechada y conpuesta» (ídem, 104); «tambien se an jurtado las papas de las chosas de tafada» (ídem, 105); «ban atadas con una jebra de hilado» (ídem, 116); «dudo que llegue barco aquí q. lo quiera llebar porq. juyen de llegar a tierra» (ídem, 118); «ella no puede ir a jaserle la escritura a la Ciudad» (ídem, 126); «mi pepa manda tres madegas de hilo blanco y dos guisadas = y de jilado» (ídem, 129); «le tocan a su parte de Vmd. sinco machos y dos baifos genbras» (ídem); «fueron por todos 26 de los quales les llevo el diesmo dos: macho y genbra» (ídem, 132); «biendo io los jablares de cada uno lo solte cargue mi jeramta.y me bine con dios» (ídem, 145); «solo me an entregado una fanega de jabas» (ídem, 147); «a las dose del dia, le gurtaron la Perrita a mi hija unos chiquillos» (Diario, 3); «a no aver sido Miguel Plaseres que se tiró al agua a sacarlo, se hubiera agogado» (ídem, 16); «El juyó y se escondió y la muchacha se quejó al Gobernador» (ídem, 31); «me siguió la cura con unas jilas de ungüento ama-rillo » (ídem, 49-50); «al cabo de 6 dias se juió para Galdar a embarcarse» (ídem, 57); «murió Jacinto Mederos, Gerrero, y me debia 34 ps. 7 pts. 12 quartos» (ídem, 69); «se casó y veló en la Iglesia Juan Roque y Agustina Marques y Gigera, hija de Maria Higera y de Francisco Marques, pescador» (ídem, 102); «llegó a Canaria el Sor. Obispo, de la visita de la Palma, Gierro y 164 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 MARCIAL MORERA PÉREZ Gomera» (ídem, 105-106); «se comieron unas jabas, quejando-se el dueño de las habas» (ídem, 116); «ofrecí yo 700 pesos (...), quatro botijas aceite y dos libras jilo carrero y mi perso-na » (ídem, 130); «En dicho dia se empesaron a jacer los oficios divinos» (ídem, 139); «La vara de sinta de giladillo a quarto y ¼» (Diario histórico I, 111); «por no haverlo fecho, estaba en gran riesgo de caer el maderamiento» (ídem, 136); «Una sita echa por el señor sarxento mayor (...) en dos fojas» (ídem, 204); «y la quina media onsa en polvo con jollín» (ídem, 233); «entre sus pasajeros, el jerreño capitán de mar» (ídem, 279); «Suceso trájico en el Jierro con unos estranjeros» (ídem, 289); «y otros sinco oficiales jerreños de Milisias» (ídem, 303); «Data de la Jolla de Mondalón en el Monte Lentiscal» (ídem, 308); «se persuadieron se ajundía la ciudad» (ídem, 349); «le eché jor-migón, y también lo hize echar al almasén grande» (Diario his-tórico II, 118). c) Aspiración de la /x/ tensa castellana, como se descubre en el hecho de que Silvestre Izquierdo ortografíe con h la j de palabras como migaja, junta, etc., lo que pone, además, de ma-nifiesto que su pronunciación no se diferenciaba de la pronun-ciación de la aspiración analizada en el apartado anterior: «se fueron aculando todas hunta sobre la fuga de un rrisco mui grande» (Cartas, 23); «ban dos madehitas de hilo y un sestito de ñames» (ídem, 43). d) Aspiración (y en algunos casos pérdida) de la /s/ implo-siva, fenómeno que, en las dos zonas del archipiélago represen-tadas por los textos que estudiamos, parece encontrarse ya por esta época totalmente consolidado. Es lo que indican textos como los siguientes: «se fueron aculando todas hunta sobre la fuga de un rrisco mui grande» (Cartas, 23); «bien tarde lechamo (al cochino) agua y de comer y comio bien» (ídem, 24-25); «pero ahora conoco io el buen conseto q. Vmd. hase de mi en q. no le miro pr. sus cosas» (ídem, 25); «hes lo q. le podra dar megores batata» (ídem, 42); «tanbien me escribio Vmd. en dias pasado que las breñas las e baldoniado mucho» (ídem, 63); «se hacen otras q. les sea de su satifacion dellos» (ídem, 90); «bea su merse si son esas la q. dise q. le falta» (ídem, 128); «pidio satifación al Comandante General para ocurrir al Madrí» (Diario, 25); «vino Núm. 50 (2004) 165 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 11 la seula del Consejo para el areglamento de pesos y media de todas las Islas que areglasen por las de Canaria» (ídem, 78); «se leyó en Sto. Domingo un apenitenciado por la Inquisición, por blafemo irreverente, en aver tomado la magestad al tiempo de comulgar y escupirla en el suelo y averla pisotiado» (ídem, 98); «hubo día que morían asta 250 cuerpos» (ídem, 122); «murió la muger de Alensibia de los Barranco» (ídem, 126); «decían los viejos que no avían bisto en su tiempo otros panes en aquella juridición tan frondosos» (Diario histórico I, 228). e) Neutralización de la oposición de las líquidas alveolares /r/- /l/, generalmente en favor del segundo miembro. Es lo que su-cede en el caso de las formas Almáciga, volver, albañil, almacén, remolque, Fulgencio, alguacil, Galván, reservar, clavel, carcelero, Arquineguín, Artenara, culpa, alcanzar, Javier, etc., que los auto-res ortografían ora con /r/ ora con /l/, según los casos: «tambien las dieron de medias a uno de armasica» (Cartas, 51); «pues conseturara el q. se borbiese luego» (ídem, 70); «mirando q. para borber a poner aquí las pipas tanbien le asen costo» (ídem, 84); «el otro dia se lo borvi a desir» (ídem, 122); «se apreció la casa de D. Francisco Laguna, en que vive Dª. Maria Volcán por el mtro. Visente Falcón de pedrero y por el mtro. Juan Cabral, portugués, de carpintero, cuios aprecios llegaron al Arbañil 291 ps. 7 pts.» (Diario, 5); «le mandé a Dª. Ana del Castillo dose pesos por quenta del armasén de la vodega que le tengo arqui-lada » (ídem, 15); «pincándole los cabos se la sacaron a la vela y remorque con el maior atrebimiento» (ídem, 20); «amenecio muerto de un fuerte tabardillo el hijo único que tenía D. Furgencio Arturo» (ídem, 23); «hera Arguaciel mayor y disen que hera incompatible» (ídem, 68); «le pagué a Dª. Ana del Castillo (...) los dose pesos del Armasén que le tengo arquilado en la casa de Cotando» (ídem, 74); «compré una cuchara a Fernando Garban, hijo de Diego Garban» (ídem, 81); «me puso mi hija en mi poder unas prendas, las que reselbé contra mi gusto» (ídem); «se hagogó un sobrino del canónigo D. Francisco Anriquez (...), en la mar, por enfrente de la calle del Claber» (ídem, 85); «fue motivo para embriagarse el calselero y calseleros para que ellos tubieran la libertá de salir» (ídem, 115); «Y el calselero fué des-terrado a un presidio por 6 años» (ídem); «Estos ingleses salta- 166 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 MARCIAL MORERA PÉREZ ron por Alganiguín y allí tomo algunos animalillos, guebos, ga-llinas y demás» (ídem, 130); «ofrecí de hacer una esplanada de artilleria en la marina al salir la calle del Claver» (ídem, 137); «se agogó un soldado que era cabo o sargento de Altenara» (ídem, 146); «declaró que el sobrino no a tenido curpa, y sanó de esta enfermedá» (ídem, 147); «murio de repente Frasquita Ortega Gil, (...) sin arcansal el S. Tolio» (ídem, 148); «le rompió una paré del armasén» (ídem, 151); «se entró en la casa del Sor. Oydor Oromiz un ladrón, hijo de Jabiel el tuerto» (ídem, 152- 153); «de arquiler di una moneda por cada camello» (Diario his-tórico I, 114); «Escritura de arrendamiento de las tierras de Tetil» (ídem, 156); «un barco de costa con la gente y demás peltrechos necesarios para la tentativa de la pesca» (ídem, 315); «arquilé en veinte y quatro pesos al año al contador don Francisco Días» (Diario histórico II, 62-63). También pertenecen a este apartado las formas armitir, armirar, etc., de textos como los siguientes: «sin remición de que se bolviera mas armitir en la Iglesia a este» (Diario, 101); «fue bastante para entrarse en el puerto y escapar de ella con armiración de quantos le mirabamos» (ídem, 136). Obviamente, se trata de formas que tenían originariamente el grupo conso-nántico /-dm-/, que el habla popular insular resuelve en /-lm-/, como veremos luego. Aunque muy raramente, también se detecta alguna que otra neutralización de la oposición consonántica que nos ocupa en posición explosiva: v. gr., pelegrina, por peregrina, flaile, y no frai-le, etc.: «bibia en la calle de Pelegrina» (Diario, 81); «se halló muerto al padre de Salbador el Flayle» (ídem, 118). Como ponen de manifiesto los mismos ejemplos aducidos, esta práctica fónica estaba por la época que estudiamos mucho más extendida en el habla grancanaria (incluso en la propia de la burguesía, clase social a la que pertenece Antonio Betancourt) que en el habla tinerfeña. Es prueba de que se trataba de un fenómeno de implantación más o menos reciente, que penetra en el archipiélago por la ciudad de Las Palmas de Gran Cana-ria, como otras tantas prácticas lingüísticas. f) En posición intervocálica (o flanquedas por líquida), las consonantes sordas /p/, /t/ y /k/ sonorizan esporádicamente, Núm. 50 (2004) 167 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 13 como se aprecia en los siguientes ejemplos: «en orden algodón tres pies no mas son lo q. ai todos petiseguos y quebrados de los bientos» (Cartas, 78); «no ai a quien apelar ni alguiladas ni dadas» (ídem, 97); «fue tan fuerte su estrépido que se oyó en la ciudad el golpe» (Diario, 86). Mucho más esporádica todavía es el ensordecimiento de las sonoras correspondientes. Es fenóme-no que solamente hemos detectado en la forma gangrena: «mu-rió D. Christobal Flores el músico encangrenado. Se enterró en Sto. Domingo y su enfermedá fué de mui pocos dias» (Diario, 86); «a este le entró cangrena» (ídem, 111). g) La consonante /b/ suele convertirse en /g/ cuando apare-ce seguida de la vocal velar /u/: «llegó a Canaria el aguelo de Ramonsillo el de mi hermana Francisca» (Diario, 16); «anoche se despareció una en el mismo abujero adonde las echamos a dormir» (ídem, 38); «murió la agüela de D. Sipriano Avilés» (ídem, 133). Al contrario, es muy probable que, por ultracorrec-ción, la /g/ (etimológica o popular) seguida de la mencionada vocal se convierta a veces en /b/: «ba media fanega de avas = unas papas = quatro bubangos = sebollas = y dos sestitos de fruta uno de sirbuelas» (Cartas, 22); «ban unas papas = tres sestitos de fruta dos de sirbuelas» (ídem, 87); «se hiso la escritu-ra de la casa que compró Maria Higera (...) a Josef Butierres el Purrandaño, uezº. De Santa Cruz» (Diario, 90). h) La /d/ intervocálica aparece frecuentemente elidida en el caso del texto grancanario, no así en el de la provincia occiden-tal. Es lo que les ha sucedido a las formas dentadura, cédula, marido, destacamento, discordia, Cádiz de los fragmentos que reproducimos a continuación: «la primera incomodidá que me avía dado mi entadura» (Diario, 34); «se rrematan por seulas en los 3 domingos primeros de Enero» (ídem, 39); «Y asimismo me entregó Ramón de Sta Ana, marío de Teresa, una cucharilla plata» (ídem, 41); «pesando el pescado de su barco, Francisco Miguel, marío de Frascorra Timoteo» (ídem, 48); «yendo a mariscar un meliciano de los que hian de estacamento al puer-to, se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «hubo una iscordia en-tre el cura de Arucas, el sacristán y monigotes con el alcalde» (ídem, 140); «salieron del Puerto de la Lus el barco de D. Juan Gabaso para Mogador y Cayz» (ídem, 169). Por el contrario, la 168 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 MARCIAL MORERA PÉREZ /d/ etimológica del verbo ver (lat. videre), se conserva intacta en la primera persona del singular del pretérito indefinido: «yo lo bide pero paresiome mui granado» (Cartas, 32); «El dia Juebes fui a misa a taganana y vide las quatro pipas q. estan en el roque de las bodegas» (ídem, 93). Como reacción a esta tenden-cia que los hablantes sienten muy popular, se introduce a veces una /d/ entre las vocales de determinados hiatos, como se apre-cia en los textos siguientes: «En este mes de maio de 1798 acadeció la falta del tabaco» (Diario, 31); «regalé a la Sra. Abbadesa con dos millares cacado y dos gallinas gallipabas» (ídem, 45); «una enfermedá muy aguda, que fué serrarse las dos vidas» (ídem, 149). También aparece elidida la /b/ intervocálica del pretérito im-perfecto de indicativo del verbo ir: «estube con Juan bastian quien me dixo hia a trillar» (Cartas, 52); «eogenio se fue uyendo de aqu sin yo saber q. se hia» (ídem, 69); «le benían dando a las bombas continuamente, que hía para el Norte mérica» (Dia-rio, 4); «yendo a mariscar un meliciano de los que hían de estacamente al puerto, se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «Y de cinco que hían solo se agogaron las dos» (ídem, 110). i) Determinadas consonantes implosivas tónicas tienden a perderse en posición final absoluta. Es lo que ocurre sistemá-ticamente en el caso de la consonante /-d/: v. gr., «el qual se hiso con pare bien alta» (Cartas, 36); «y yo si es bolunta de Vmd. q. se la quiten no tengo enpeño» (ídem, 45); «me causa mucha nobeda y me ase fuerza el creerlo porq. yo ynoro el motivo q. aia para ello» (ídem, 53); «pero no cogen para pagar la mita de lo que deben» (ídem, 59); «mi bolunta buena es de poderla sa-car el agua» (ídem, 63); «ba almu y medio de lantegas» (ídem, 76); «Mui Sr. mio no respondo ahora con clarida en orden al bino» (ídem, 77); «a esto respondo q. si Vmd. tiene tanta bolunta de quitarmela de ensima» (ídem, 142); «se sacó los pre-mios del cochino de San Antonio Abá» (Diario, 3); «la mortandá de los Ingleses se infieren fue mui grande» (ídem, 24); «pidio satifación al Comandante General para ocurrir al Madrí» (ídem, 25); «Se determinó mandar compañías en li de guerra» (ídem, 25-26); se alborotó la ciudá, a causa de aver tirado un cañonaso el castillo del puerto» (ídem, 85); «se sosegó esta tempestá y Núm. 50 (2004) 169 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 15 empesó a llover de la una de la noche en hadelante» (ídem, 87); «las que se hisieron con la maior solenida» (ídem, 122); «en la misma noche hiso un agujero en la paré» (ídem, 149). También es frecuente la elisión de la consonante nasal en posición final absoluta de palabra, como vemos en los siguien-tes textos: «todo lo que queda de mantencio dentro de la casa son nuebe almudes de trigo» (Cartas, 41); «algunos de los vezinos q. pudiera tenerle dos o tres dise que le tendra» (ídem, 44); «le habrieron la puerta de la lonja del viato Franciso Carme» (Diario, 21); «murió Pepe Candelaria, sapatero y marío de Agus-tina Chaschas, muy devoto de Ntra. Sra. del Carme» (ídem, 64); «fuí a Saltutejo o Engostura que llama en la Vega, a ver a mi hija y pasar un dia con ella» (ídem, 83); «por cuio motibo pasa-ba por aquel vejame vergonsoso» (ídem, 103). Por el contrario, en el caso del pronombre existencial nadie, se añade una nasal: «me quisieron quitar los calsones q. me balio tenerlos bien amarados porq. quieran vivir a su gusto y que nadien les diga nada» (Cartas, 51); «nadien quiere mandarle del q. tiene como lo e mandado yo» (ídem, 74). Más esporádica resulta la elisión de la consonante vibrante /r/ en posición final absoluta de palabra, aunque también se detecta algún que otro caso: «con tanta agua no se han podido fabrica las tierras en la breña» (Cartas, 76); «Se presentó Sebastián Quevedo de Agalves, que está en medio del piná a jalar la madera» (Diario, 111). Por su parte, la forma reloj se pronuncia con la consonante velar final aspirada: «se puso el rrelos en la Sta. Iglecia y empesó a dar las oras» (Diario, 141). j) La oposición /y/-/ll/ presenta dos soluciones distintas, se-gún los casos. En los textos de Silvestre Izquierdo y Antonio Bentancourt, no existe ni el más mínimo indicio de yeísmo. La consonante /ll/ se mantiene incólume en todos sus contextos tradicionales: «pocos son los que se allan en todos los vezinos porq. las gallinas no quieren poner» (Cartas, 38); «por aca no las allo caros ni baratos» (ídem, 47); «lleva el moso una fanega de trigo y 8 alms. de papas» (ídem, 51); «benia mal capado pues una criadilla se le a buelto abaxo» (ídem, 57); «es lo mismo q. llebar gallinas» (ídem); «en orden al sebollino tanto yo como 170 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 MARCIAL MORERA PÉREZ todos los demás sembranos para toda las palmas» (ídem, 59); «no se como se llama ni lo e bisto estos dias» (ídem, 74); «esta toda matada de modo q. no se le puede poner la silleta y de llevarla no llegara alla» (ídem, 107); «Vino el médico, le aplicó un baño a los pies, una tasa de agua de toronjil y unas cataplasmas de mostacilla» (Diario, 11); «desde que salieron de la ciudad les fue llobiendo» (ídem, 20); «se cogió una balandrilla inglesa por de-trás de los rroques de la Isleta» (ídem, 136). Por el contrario, el diario de Isidoro Romero y Ceballos confunde sistemáticamente el uso de ambas grafías, lo que pone de manifiesto que es su autor es flagrantemente yeísta: «Una compañía de sinco ase-rradores de Molla me aserraron dies hilos en dos días» (Diario histórico I, 120); «concurrir con su bestia de gracia cada ves que vallamos a Teror» (ídem, 153); «se olleron tres o quatro truenos mui recios sobre esta ciudad de Canaria» (ídem, 209); «El día 24 calló un hombre de los que estavan desvaratando las paredes de la capilla de la parroquia vieja» (ídem, 223); «las tercianas fue-ron disminullendo de su bigor» (ídem, 233); «aniquilaron la llerva, malograron la mayor parte de las crías en el ganado menor» (ídem, 239); «Paren a dos cachorros las lleguas y cae nieve» (ídem, 240); «estando la luna bien clara se estrayó por una imprudente confiansa» (ídem, 273); «Duró poco más de media hora, callendo tanta agua» (Diario histórico II, 15); «trastornando enteramente el gobierno monárquico sustitullendo república» (ídem, 26); «se manifestava de los cuerpos que con frequencia arrojava el mar a las plallas» (ídem, 45); «se reedificó (...) la casa que está en el hollo o caldera de mi cortijo de Calderetas» (ídem, 70); «hasta fines de mallo corrió el barranco» (ídem, 89); «hize el muro y pollo que está en el huertito contiguo» (ídem, 117); «se restitulleron a esa ysla al cabo de quince días» (ídem, 121); «se desarroyaron los miasmas del contagio que avía avido en la calle de Travieso» (ídem, 193). Obviamente, no se trata de una práctica de pronun-ciación general en el archipiélago por la época que nos ocupa, sino simplemente de un hecho idiolectal que afecta solamente al hablante que consideramos, que, como sabemos, había nacido y vivido los primeros nueve años de su vida en Caracas12, donde el 12 Es lo que señala V. J. Suárez Grimón en la introducción de la obra, p. 35. Núm. 50 (2004) 171 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 17 yeísmo había arraigado desde antiguo. En todo caso, se trata de un indicio de que el yeísmo que se empieza a detectar en el archipiélago a partir del siglo XX puede haber tenido su origen en América, más que en Andalucía.. k) Los grupos consonánticos, por fin, presentan soluciones diversas, según los casos: ka) El gruño /-kt/- se reduce sistemáticamente a la forma /t/: «los demas sienten q. yo les de mas de aquello q. hera su ditamen» (Cartas, 47); «desde el mes de otubre no se a bisto una bonansa para poder cargar» (ídem, 118); «respeto a lo q. Vmd. mescrive no puedo degar de responder» (ídem, 120); «a graduarse para estar ato para la canongia» (Diario, 6); «estaba yo en la atualidad de la fabrica de la casa de la calle de la Pelegrina» (ídem, 38); «me hizo el Sor. Provisor D. Miguel Toledo una visita con muchas afetaciones de cariño» (ídem, 51); «En 19 de Junio de 1800, juebes, dia otabo de Corpus, fué el primero dia que se puso de minifiesto el pan de media libra» (ídem, 58); «se echó menos un rrobo que se le hiso Antonio Rodrigues en la tienda, marido de una hija de la retora» (ídem, 102); «murió fray Agustin Camara, Religioso Agustino, por su estrabagante con-duta » (ídem, 109); «les hiso fuego el rreduto de la Carneseria» (ídem, 135); «el fiscal atual se llamaba D. José Osse» (ídem, 156). kb) Los grupos /-bs/-, /-ks/- y /-ps/- simplifican en la conso-nante /s/: «nada mas armaron un motin no mas q. porq. les digo q. se an de oserbar todas sus ordenes» (Cartas, 51); «ademas de su asidente habitual se le aña-de la pesadumbre de q. los vezinos le quieren aser car-go de algunos sien pesos de la aljondiga q. faltaron de la arca» (ídem, 124); «murió de repente D. Baltasar Martínez de un asidente que le dió» (Diario, 7); «cuia limosna hice en osequio del santo» (ídem, 33); «habien-do hesaminado al padre de la hija se le entregó a su tio Petro Yanes» (ídem, 40); «me costó 90 pesos que hesibí» (ídem, 46); «no se avia descubierto que yntencion o 172 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 MARCIAL MORERA PÉREZ malinidá de estas asiones» (ídem, 54); «cayeron dos sentellas o hesalaciones grandes» (ídem, 86); «me hisie-ron muchos osequios» (ídem, 108). kc) El grupo consonántico /-ns/- se resuelve en /s/ aspirada: «Cayó al istante, le llevaron al ospital, y el que hirió se rrefugió en la Iglesia» (Diario, 110); «llegó a Canª. el Barco (...), con la novedá de averse cospirado la com-pañía contra su mandador todo el viaje» (ídem, 127); «en los apuntes q. tiene alla costan las cabras q. tenia en aquel tpo.» (ídem, 132); «le despidieron del coro al istante, lo avilitaron por aver sido provocado por el D. Francisco» (ídem, 152). kd) El grupo consonántico /-ng/- se reduce a la nasal /n/: «y aunque tengo aquí las pipas basias q. binieron de Sta. Cruz son más yndinas q. las otras» (Cartas, 46); «ynoro el motivo porque fue tan grande agrabio» (ídem, 147); «siendo testigos D. Fernando Sotto y Inacio Trabieso, mtro. carpintero» (Diario, 33); «recaló una balandra inglesa europea con la bandera y insinia de San Jorge» (Diario histórico I, 249). ke) El grupo /-nx/- se resuelve siempre en aspiración: «ban unas batatas y calavasas sebollas y unas pocas de naraxas dulses» (Cartas, 34); «ahora ban nueve alms. de habas y unas batatas = y unas naragas q. es lo q. pue-den llevar» (ídem, 70); «mas ban unos limones y unas narajas» (ídem, 108). kf) Los grupos consonánticos /-dm/-, /-dk/- y /-db/- suelen presentar dos soluciones distintas. En unos casos, se reducen a las formas /m/, /k/ o /b/: «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quedo abertido de lo q. en el me avisa» (Cartas, 104); «En este dia, juebes de Dolores, 6 de Abril de 1797, aministraron a Larenza Galindo» (Diario, 19); «a quien se le aministró en hesa misma noche» (ídem, 52); «dio D. Esteban Laguna memorial al Cabildo para ver si le amitian en la contaduria» (ídem, 61); «no que-ría morir ni menos que se le aministrara» (ídem, 109). En otros, simplemente transforma en /l/ la consonante inicial del grupo: «los mas q. puedan alquerir noticias Núm. 50 (2004) 173 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 19 dellos» (Cartas, 106); «son quentos q. a Vmd. le lleban por aserme a mi ese favor lo qual conosco por su mis-mo papel q. Vmd. los almite» (ídem, 137); «se encalla-ron en la misma boca de barranco, con que fué almi-ración de todos su tamaño» (Diario, 84); «puso en almiración a las gentes» (ídem, 87). kg) El grupo consonántico /rl/ aparece a veces reducido a la forma /l/, tal vez después de pasar por la fase /hl/: «muchas della es menester entrales duelas y piesas de fondo q. daran q. aser» (Cartas, 92). Por el contrario, el grupo consonántico /rn/ aparece intacto en nuestros textos: «llebaron la sernidera a la Iglesia y empeso des-de este dia a ganar un rreal» (Diario, 13); «puse con arena del Varranco sernida (...) seis fanagas quatro almudes de trigo de Agüimes» (ídem, 59). l) También se detectan algunos casos de metátesis, sobre todo de la consonate /r/: v. gr., «fue Manuela Higera, que estaba en casa de Grabiela y Maria Mersedes en casa de la madre de Manuela» (Diario, 55); «Esta es la misma a quien yo compré la casa de la calle de Triana, que frabiqué y vibe en ella Mari Higera» (ídem, 148). 3. ASPECTOS GRAMATICALES Los aspectos gramaticales más relevantes de los tres docu-mentos que nos ocupan pueden resumirse en los siguiente apar-tados: a) Empleo más o menos sistemático de los sufijos diminuti-vos -ito, -illo e -ico, aunque con sentido distinto, por lo menos en el caso de los dos primeros: mientras que -ito se usa siempre con matiz apreciativo, como se observa en los ejemplos que si-guen: «ban 8 quesitos y una sartita de pescado que me dieron los barqueros» (Cartas, 19); «otros responden q. que no tienen lugar porq. estan recoxiendo sus frutitos» (ídem, 21); «todos estabamos muy atracados con las alsitas de las viñas» (ídem); «partisipo a Vmd. como se le a muerto uno de los dos lechon- 174 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 MARCIAL MORERA PÉREZ sitos» (ídem, 23); «al pte. Ai por recoxer esas papitas buenas o malas» (ídem, 26); «al Sr. beneficiado le dixe de la quentesita y responde como siempre» (ídem, 33); «ba la bara = y los planton-sitos de breveras blancas» (ídem, 37); «ba la sierrita y las papas que Vmd. pide» (ídem, 39); «en quanto a los carneritos del año pasado tiene tres y dos carneros grandes» (ídem, 44); «lo q. le queda en las cabras es un castradito no mas» (ídem); «mando con eogenio una fanega de trigo de la breña y un costalito de papas = y un bubanguito» (ídem, 48-49); «es presiso degar to-das las menuditas para semilla» (ídem, 55); «manuela lleva las dos gallinas q. le abian quedado en mi poder pollitas» (ídem, 117); «se hizo la escritura de la casita de Santo Domingo» (Dia-rio, 46); «murió Francisco, el bobito del Sor. Alfaro» (ídem, 26); «En 9 dicho le empezaron a salir las virgüelas a mi nietecito Nicolás» (ídem, 38); «murió Juan Galindo, el bobito, de una calda que se dise le dió Raimundo Casares» (ídem, 50); «le re-galé al Sor. Provisor D. Miguel Toledo, que estaba en la casa de la hacienda de D. Agustin Andrada en el monte un barrilito de salmón de fuera» (ídem, 56); «todos aquellos millos de sequero que cogió ia grandecitos» (Diario histórico I, 228); «En este mes hize nueva desde simientos la cosinita de la casa terrera mía de la calle de Triana» (Diario histórico II, 88); «se hicieron los muritos de resguardo de la Alameda» (ídem, 98); -illo presenta un matiz más bien atenuativo, como vemos en los casos si-guientes: «algunas salieron algo adolesidas y con algunos golpillos» (Cartas, 23); «este año pasado senbre unos pedasillos deste trigo» (ídem, 58); «aun tengo el millo sin desgranar y al-gunas calabasillas sin coger» (ídem, 65); «se quedó un pedasillo por cabar» (ídem, 127); «la que no entró y vino por el pilarillo del Perro» (Diario, 78); «Escritura hecha por Baltasar Her-nández Reyes, vecino de Barjada, de una suertecilla de tierra montuosa y por hacer» (Diario histórico I, 197)13. La diferencia de matiz entre estos dos sufijos es mucho más evidente cuando se combinan con nombres propios de persona. En esta distribu-ción, lo normal es que -ito se combine, bien con nombres pro- 13 Vid. mi artículo «Los diminutivos en el español de Fuerteventu-ra », en Español de Canarias e identidad nacional, Puerto del Rosario, 1997, pp. 157-169. Núm. 50 (2004) 175 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 21 pios de personas jóvenes de la clase alta, como en el caso de las frases «tambien lleva una libra de lino que manda a pedir Se-ñorita mariquita» (Cartas, 108); «ban dos madegitas de hilo q. mando señora Mariquita a pepa para que se lo guisara» (ídem, 116); «fue la primera leción que se le dió a Nicolasito en la Gitarra por su mtro. D. Christobal Millares» (Diario, 113); «Este contagio tocó a mi último hijo Tomasito, de edad de ocho me-ses » (Diario histórico I, 232), bien con nombres propios de per-sonas mayores de la clase popular, con un sentido de ‘respeto cariñoso’: «me notician de la cojida del barco de Siprianito Aviles, que se lo tomó el francés» (Diario, 4); «ofresiendo dar el barco a Roquito Gre» (ídem, 23); «fui yo con Domingito el de Terrero a haserme entrega de dicho barco» (ídem); «parió Agustinita Marta una niña» (ídem, 29); «se enterró María Antonia, muger de Dominguito el Serero» (ídem, 38); «regalé a Fabianita de S. Benito Velasco (...) con tres pesos fuertes» (ídem, 45); «me presenté al Sor. Corregidor Ibañes a hacerle una súpli-ca por parte de Periquito Nabarro» (ídem, 47); «se casó la hija de Mariquita Cruz, comadre de D. Rodrigo» (ídem, 49); «parió Ramonsita, la muger de Pepito de la Nuez» (ídem, 79); «admi-nistraron a Mariquita Antonia Cardoso, a causa de un fuerte asidente que le dió en la noche» (ídem, 79); «llegó a Canª. de Abogado el hijo de Mariquita Lugana» (ídem, 82); «se botó el navío del capitan Luna de Lanzarote y de D. Manuel el marido de Caethanita Galindo» (ídem, 100); «se le puso un ministro de guarda en la casa de Roquito el palmero» (ídem, 103); «a la prima noche, administraron a Estebanita Galindo» (ídem, 120); «amaneció un papel de mui buena letra puesto en la puerta de D. Manuel Alfonso, marido de Caitanita Galindo» (ídem, 134)14. Es muy probable que se trate de una mera extensión semántica del empleo anterior. En todo caso, hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un uso que solamente se detecta en el texto grancanario, no en el tinerfeño. Las formas -illo e -ico se combinan siempre con nombres propios de niños y de personas sin relieve social: «Lleva Juanillo 14 Vid. mi «El diminutivo de respeto cariñoso: aspectos semánticos y difusión en Canarias», en Español de Canarias e identidad nacional, pp. 171-178. 176 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 MARCIAL MORERA PÉREZ tres muestras del bino de abaxo» (Cartas, 61); «se escaldó Mariquilla, la chiquilla que tenía mi hija en su casa» (Diario, 168); «anica la billera debe dos pagas a sinco almudes por cada paga» (Cartas, 55); «se acababa de casar con el hermano Agustinico Morejón» (Diario, 16); «se quedó muerta de repente Anica Caneda, madre de Juan Caneda el músico» (ídem, 29); «se hizo en la casa de Francisca Higera y Anica su hermana un combite» (ídem, 74-75); se presentó Juanico Baiz en calidá de preso en el Principal» (ídem, 102); «murió de repente, sin alcan-zar el santolio, Juanico el pífano mayor de la tropa» (ídem, 106); «murió Teresica Naranjo, muger de D. Rafael Pastrana, la que padeció larga enfermedad a rresultas de un parto» (ídem, 131); «El día 15 les dio la primera calentura a Francisca, Jerónima y Aniquita» (Diario histórico II, 61). El empleo que comentamos de los sufijos diminutivos forma en realidad parte de un com-plejo sistema de tratamiento, donde entran en juego, además, las fórmulas léxicas don, señor, maestro, tío. Este sistema está organizado internamente de la siguiente manera. A las perso-nas adultas de la clase alta, como autoridades militares o reli-giosas, grandes comerciantes, terratenientes, etc., les correspon-de las fórmulas de tratamiento don, señor, vuestra merced y su merced: «murió el Sor. Cangº. D. Rafael Ramos» (Diario, 9); «se embarco Dª. Clara Romero para Sta. Cruz con Don Pedro Sarate, procurador» (ídem, 10); «murió el cura D. Pablo de Sil-va, casi de repente, sin embargo de haber estado malo por muchos días con una fatiga en el pecho que le estaba ago-gando » (ídem, 22); «En este dia 3 de maio, dia de la santísima Cruz, dió la criada de D. Agustín García una caída muy grande de la sotea de las Sras. Reyes al patio» (ídem, 54); «salió (...) el Sor. Oydor Virgil (...), para de allí irse para España junto con su esposa Dª. Josefa del Toro y Falcón» (ídem, 100); «murió Dª. Isabel del Castillo, hermana del Coronel D. Juan del Castillo» (ídem); «vinieron asistir en casa dos franzeses recomendados por los Sres. Casalones; el uno llamado D. Santiago y el otro D. Juan» (ídem, 102); «murió D. Francisco Torres, organista maior de la Sta. Iglesia» (ídem, 153); «murió D. Miguel Albarado, clé-rigo, del mal de orina» (ídem, 168); «el poquito de lino q. toca a su merced de todos los vezinos me lo an entregado» (Cartas, 19); Núm. 50 (2004) 177 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 23 «ban las dos bestias de su merse porque la mia ni aun basia se puede menear» (ídem, 29); «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quede enterado de todo lo contenido en él» (ídem, 59). A los niños y jóvenes de la clase alta, el tratamiento -ito. A las perso-nas de cierta consideración de la clase popular, también el tra-tamiento -ito. A los profesionales, como zapateros, barberos, al-bañiles, etc., les correspondía el tratamiento de maestro: «En 22 de Junio de 1798, entregué al mtro. Vizente dos velas de a li-bra » (Diario, 32); «murió el mtro. Josef de Mesa, pedredo» (ídem, 46); «murió Bernardo el figón, suegro de mtro. Bernardo, mi barbero» (ídem, 149); «murió la muger del mtro. zapatero Josef Pinto» (ídem, 154); «estrené las gafas de plata que me hiso el mtro. Carlos» (ídem, 162); «Buen oficial de mampostería en la ciudad es el maestro Vicente Falcón, diestro de mano y aseado» (Diario histórico I, 118). A las personas menos cualifi-cadas de la clase popular, se denomina con el nombre propio a secas: «murió Salbador Peres, tonelero» (Diario, 152); «heredó Andrés Melián, su criado» (ídem, 153); «murió María Rosa, pa-nadera » (ídem, 166). A los niños, disminuidos, etc., de la clase popular, les correspondía habitualmente el tratamiento -illo o -ico. A las personas mayores que se trataban con cierto cari-ño o proximidad, se les daba el tratamiento de tío, origen del posterior cho canario, casi desaparecido ya del habla viva: «la que entregué al mandadero tío Juan» (Diario, 44); «despidió mi hija a Mariquilla, la hija de tía María, que carga el agua» (ídem, 161). Referidos a individuos de la clase popular, es también muy frecuente, sobre todo en el documento grancanario, el uso de apodos. Se trata de nombres tanto de procedencia general como de procedencia dialectal: patata [«parió Maria del Pino, cuarta mujer de Pepe patata» (Diario, 8)], mañanica [«a causa de haver dado quenta un arriero que llaman Mañanica» (ídem, 41)]; caja la playa [«cuio muchacho era hijo de Caga la Plaia» (ídem, 93)], boca de cabrilla («dió D. Bartholomé boca de cabrilla y castella-no del castillo del Rey una calda de palos a una chica» (ídem, 104), tocha [«amanesió agogada en el charco de agua dulce (...) Antonia la Tocha, ya de edad, limosnera» (ídem, 131)], rasca-cio [«despidió Dª. Maria Volcán a la chiquilla Antonia, hija de 178 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 MARCIAL MORERA PÉREZ Esteban Rascacio, que la tenía en mi casa» (ídem, 140)], cu-rro [«También murió en la misma noche de otro asidente Agustinita la Curra y Andrés Cabrera de Tamaseite» (ídem, 160)], gangocha [«murió Luis Gangocha a causa de una quebra-dura » (ídem, 162)], pepino [«murió de un falto Luis Falcón, que lo llamaban Luis Pepino, latonero en el ospital» (ídem, 162)], etc.15 Combinado con sustantivos denotativos de parte del día, el sufijo -ito se usa para precisar la localización temporal: «fue su parto por la mañanita» (Diario, 139); «a la tardesita echó dos botes, el uno a las Comedurías» (ídem, 144). Desde el punto de vista formal, hay que decir que, en pala-bras agudas, el sufijo que nos ocupa suele ir precedido del in-terfijo /-s-/, como se aprecia en los mismo ejemplos aducidos antes, aunque, de forma esporádica, se añade directamente: «y en qto. a los lechonitos q. Vmd. dise le presisan mandar luego = digo q. aca hasta ora no ai» (Cartas, 19-20); «Señor le dio quenta a Vmd. como en la punta ai un ladronito de ganado y de todas cosas» (ídem, 105). b) El sufijo -ero aparece sistemáticamente en la forma-ción de nombres de árboles frutales, como vemos en los si-guientes ejemplos, «en quanto a las pimenteras no las man-do ahora porq. las q. ai estan quanto nasiditas» (Cartas, 18); «los mansaneritos y parras estan plantados adonde Vmd. a mandado» (ídem, 35); «fu el dia q. binieron los arvolitos q. me avisara q. los manzaneritos se los plantase en su guerta» (ídem, 114); «con árboles de higuera y granaderos, y el agua que le pertenece» (Diario histórico I, 197); «un pedaso de tierra con cinco higueras y un membrillero» (ídem, 198); «agua para regar el llano de los almendreros» (ídem, 282); «planté los limo-neros, mansaneros encarnados, jasminero real y escobones» (ídem, 287). c) El sufijo -ada aparece muy frecuentemente en la forma- 15 Vid. mi «Diminutivos, apodos, hipocorísticos, nombres de parentes-co y nombres de edad en el sistema de tratamientos populares de Fuerte-ventura (Canarias)», en La formación del vocabulario canario, Tenerife, 1993, pp. 219-244. Núm. 50 (2004) 179 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 25 ción de sustantivos de acción: «con la dilubiada del domingo de lasaro no quedo rastro del» (Cartas, 76). d) En el terreno pronominal, son dignos de destacar los dos hechos siguientes: Por una parte, los pronombres complementarios lo y le por lo general aparecen empleados en el texto siguiendo las pautas de los orígenes de la lengua: i. e., lo como acusativo y le como dativo, según se aprecia en los siguientes ejemplos: «no le conbiene el tenerla a Vmd. ni a mi porq. siempre an de aser daño en la biña» (Cartas, 43); «no ai quien las quiera coger no degandoles siempre el pasto» (ídem, 50); «a ribero no lo e bisto para preguntarle pr. el baifo del diesmo» (ídem, 52); «en qto. a berdolaga no la ai ahora en las guertas» (ídem, 54); «y le pagué a la negra azafrana porque le quidara en su enfermedá dos ptª. Cada dia, que fueron 13 dias los de su grabedá» (Diario, 16); «mataron unos ladrones a Marcos Artiles (...) y aunque lo ma-taron no le robaron» (ídem, 90); «le pusieron Manuel Antonio y lo crió su misma madre» (ídem, 121); «a transar lo que le da-ban por cada barco, menos el de la Habana, que lo dejaban para sí» (ídem, 130). No obstante esto, en el texto grancanario son frecuentes los casos de leísmo de persona: «le estaba auci-liándole D. Agustín Cabral» (Diario, 10); «solo le acompañó en el barco de descarga» (ídem, 53); «Vino a su casa, que le traje-ron, y murió a los 4 dias» (ídem, 87); «se le puso preso con el fin de embarcarle para la Madera» (ídem, 101); «le pusieron preso al Alcalde y Alcaldes, a Juan el barbero» (ídem, 114); «mataron al capitan (...), en cuia misma bateria caió al agua o le botaron» (ídem, 168); e incluso de leísmo de referente no per-sonal, aunque, obviamente, de forma más esporádica: «desian los nacidos que en su vida no le (el mar) avían visto tan fuerte» (Diario, 3); «pero el biento tan favorable que traiba el Carme fue bastante para entrarse en el puerto y escapar de ella con armiración de quantos le mirábamos» (ídem, 136). Lo más pro-bable es que se trate de una novedad del habla de la burguesía grancanaria, que no habría de tener éxito en el resto de las hablas insulares. La forma plural les aparece en ocasiones con la s elidida: «dexe de darla a todos y cada uno como le corres-ponde » (Cartas, 62). 180 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 MARCIAL MORERA PÉREZ Por otra parte, el pronombre relativo cual, presenta la for-ma cualo en algún que otro texto: «los vezinos disen q. le pue-den tener a la hoxa a qualos contenplo que los tendra entre machos y borregos» (Cartas, 44). e) En lo relativo al verbo, se destacan los siguientes hechos: ea) Determinados verbos que se usan como primitivos en la norma estándar aparecen prefijados por la preposición -a: «yo ocupe a todos los bezinos aber si entre ellos ajuntava algunos manogitos» (Cartas, 30); «disen no pueden asurcar la tierra por seca» (ídem, 63); «en or-den a las obexas los hise ajuntar» (ídem, 104); «dise que la chica le atoriaba boca de cabrilla y le sacaba la len-gua » (Diario, 104). También se da el caso contrario, es decir, usar en su forma primitiva determinados verbos que en la norma estándar aparecen prefijados: «el lino se acabo de liñar el qual remito beinte libras» (Cartas, 25); «los perros un día se marran y otros se sueltan» (ídem, 26); «es pr. donde los barqueros las garan quando las nadan» (ídem, 111); «tanta le entraba como se le sumia por el fondo» (ídem, 153); «les di de comer a 27 palmeros que hera la compaña del barco del Gallito, que los avia prisionado el Inglés» (Diario, 21). eb) El pretérito indefinido se usa tanto para expresar el pa-sado remoto: «Muy Señor mio el dia Jueves fui a las cabras a partir de la cria y partimos catorse baifos a cada uno tocaron siete quatro hembras y tres machos» (Cartas, 46); «Este se portó muy malamente por su estrabagancia, dió muchas incomodidades en la Iglesia, quien habia caminado con las mejores ventajas» (Dia-rio, 101); como para expresar el pasado reciente: «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quede enterado de todo lo contenido en el» (Cartas, 59); «En este día, 29 de Abril de 1797, a la noche, ia de San Pedro mártir, le habrieron la puerta de la lonja del viato Francisco Carme» (Dia-rio, 21); «En este dia, 24 de marzo de 98, me ragaló la Sra. S. Francisco de Asís un quadrito de la madre S. Esteban, que me avia ynviado para mi enfermedad que Núm. 50 (2004) 181 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 27 me dio del costado» (ídem, 29-30). Además, esta forma verbal hace la primera persona plural de la primera conjugación en la forma -amos, no en la forma -emos, que tanto se ha empleado en Canarias: «hoy Juebes nos aguantamos quinse hombres a sorivar en la guerta y se sorivo como la mita de lo que presisava de sorrivarse» (Cartas, 41). ec) El llamado pretérito perfecto se suele emplear con el sentido de ‘pasado no terminado’, tal como se aprecia en los siguientes ejemplos: «creo que Vmd. esta en el conosimiento q. aquí siempre abido junco de sobra pero es a la contra porq. dispues q. conosco las palmas senpre se a hido a coger fuera de aquí como a sido a benixo y adonde llaman el orobal» (Cartas, 73); «tan-bien me escribio Vmd. en dias pasado q. las breñas las e baldoniado mucho a lo q. respondo q. en quanto a la biña le ago todas sus fabricas» (ídem, 63). A pesar de ello, tampoco es raro su uso en el sentido de ‘pasado reciente’, como en la norma más estándar: «en quanto a las papas que Vmd. a mandando para q. se planten digo q. de la primera fanega plate luego unas pocas delante de la hermita» (ídem). ed) El pretérito imperfecto de subjuntivo aparece tanto en la forma -ra: «en quanto a las cabras yo me alegrara no quedaran aquí todo el año» (Cartas, 50); «siempre q. el moso pueda vinir por algo de carga todas las semanas me alegrara» (ídem, 95); «al primer puerto que llegara se entregase aquel corregidor» (Diario, 156), como en la forma -se: «en quanto a la carga q. Vmd. me avisa pusiese en taganana a mediado de semana no la man-de » (Cartas, 66); «me prebiene q. le avisase si los abia para estos días» (ídem, 114); «le ofrecí por mano de D. Juan Sall el dinero que necesitase» (Diario, 10); «le mandé carta al Sor. Corr. Para que me ocupase en todo lo que se le ofresca» (ídem, 11); «empezó a llober todo el mas del dia, sin que se viese el sol» (ídem, 44); «y echando unas gotas de aguardiente fuerte le tibiase y se pusiese unos paños al dia y la noche» (ídem, 68); 182 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 MARCIAL MORERA PÉREZ «nos combenimos le mandase el cofre» (ídem, 105); «para que los vendiese de su quenta a barios precios» (ídem, 106). Aquélla se usa más en Tenerife; ésta en el habla de la burguesía de Las Palmas de Gran Canaria. Es muy probable que, como los casos de leísmo comen-tados antes, se trate de una práctica gramatical neo-lógica. ee) En futuro imperfecto de subjuntivo presenta una vitali-dad total en los dos documentos que consideramos: «no tiene aquí pipa para recoxerlo lo que le tocare» (Cartas, 28); «por si acaso biniere alguno dellos quedandose megor la mar puse una pipa en limpio» (ídem, 39); «digo q. todo el ganado asi boregos como machos q. hai aqua los repartiere con todos los vezinos» (ídem, 47); «para el martes beremos si ubiere algunos mas» (ídem, 49); «entonses no tendra Vmd. sino alguno q. le tocare» (ídem, 50); «y ai puede Vmd. disponer llebar este bino y q. traigan las basias q. ubieren y sirbieren» (ídem, 55); «se guareseran las q. se plantaren ahora» (ídem, 58); «avisele q. luego mande las pipas q. uviere basias» (ídem, 100); «si manda Vmd. a bender algunos castrados me lo avisa para q. sino ubiere marchantes de la ciudad que queran benir por ellos mandare recado a los de Sta. Cruz» (ídem, 105); «se compondra luego por si acaso viniere el barco» (ídem, 118); «lo q. le restare se lo paguare luego q. benga el barco» (ídem, 119); «hisieron las esponsalias con el fin de casarse a vuelta de este viaje que viniere de la costa» (Diario, 108); «por si aca-so se encontrare en alguno de mis libros o papeles» (ídem, 113); «a las eses que quedaren en el paño se les puede volber a echar agua» (Diario histórico I, 14) . ef) También el gerundio preposicional tiene una presencia bastante destacada en los dos textos que nos ocupan: «en acavandose todas le avisare las q. cada uno a dado» (Cartas, 28); «en aquabandose no se q. tengo de haser» (ídem, 41); «esperamos en Dios la mandara en siendo servido» (ídem, 44); «entonses todo son dilaciones y apuros en llegándose el dia de aberse menester» (ídem, Núm. 50 (2004) 183 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 29 85); «no es su amo dueño de guareser una fruta y lo mismo en madurando las ubas que es mucho el destalaje» (ídem); «no puedo saber las q. basias podran quedar en acabando de trasegar y rejinchirlas» (ídem, 96); «en descayendose de las carnes q. ahora tienen se perdera la bente dellos» (ídem, 124). Por lo demás, como en el apartado de la fonética, nos en-contramos también en este apartado gramatical determinadas formas analógicas, como quedrá (e incluso quererá), futuro im-perfecto de indicativo del verbo querer, rompido, participio de pasado del verbo romper, etc.: «considero q. Vmd. los quedra para echar a la hoja por cuio motivo no lo mando» (Cartas, 42); «por quatro o sinco veses no mas no quedran nadie venir» (ídem, 105); «las dichas monjas los quereran llebar uno a uno» (ídem, 107); «quedra q. le mande alguna por cuio motivo mando el castrado grande» (ídem, 114); «pues los mios en el trabaxo de Vmd. se rompen y no siento eso porq. los dos pr. bien ronpidos» (ídem, 53); «por aberse rompido el cabrestillo de la suela no las e compuesto» (ídem, 69); «arribó a este puerto de la Lus un navio de guerra olandés con el mastelero de la gabia del trin-quete rompido» (Diario, 7). f) En el terreno adverbial, hay que destacar la altísima fre-cuencia de uso del adverbio demostrativo acá, en convivencia con aquí: «esta semana avian de quedar compuestas porq. estava aqua el tonelero» (Cartas, 27); «mande tres almudes de trigo y otros dos riales de pescado porq. aca ya no queda nada de grano» (ídem, 41); y la presencia del adverbios deantes: «bolbio a saltear las bacas lo mismo q. deantes» (Cartas, 48). g) En el ámbito de las preposiciones, nos encontramos con algunos usos arcaizantes y otros neológicos. Veamos algunos de ellos. La preposición a no solamente aparece introduciendo el complemento directo de persona, sino también algunos de cosa, como vemos en los siguientes textos: «fue adonde alcanzaron a la biña q. hase mi conpadre oliva» (Cartas, 45); «me enseñaron a una imagen que estaba de nuestra Sra. de la Rocha» (Diario, 28). Con todo, el complemento directo de persona aparece a veces sin determinación preposicional: «di quenta al alcalde para 184 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 MARCIAL MORERA PÉREZ q. llamara los cabreros» (Cartas, 45); «para que le mandaran su hijo y tambien un memorial para el Sr. Coronel» (Diario, 16); «solo mataron dos marineros y hirieron tres» (ídem, 20); «se llebó al tiempo de pasar el barranco por junto a la vanda del mar la mujer de Pepe el Tonelero» (ídem, 95); «mato el coche un mu-chacho hijo de Angel Guerra» (ídem, 164). La localización tem-poral en las distintas fases del día (mañana, amanecer, tarde, noche...) se expresa mediante la preposición en: «empesó a llober una agua quieta y serena, sino en el dia, en la noche se esperimentaba este veneficio que Dios nos hacia» (Diario, 141); «al dia mismo, Domingo en la mañana (...) le dieron fuego al barco de Flores» (ídem, 165). Si, en lugar de la idea de ‘situa-ción’, lo que se quiere expresar es la idea de ‘concurrencia’, en-tonces se emplea la preposición con: «llegó a Canaria la noticia de que avia perdido en la costa el barco nuevo de D. Domingo Suarez, S. Antonio de Pauda, por ver dado contra una roca barlobentiando con la noche» (Diario, 7); «parte de ellos entra-ron con la noche» (ídem, 108). La preposición contra, que pre-senta, además, la variante de expresión quentra [«lo alle asien-dose pedasos tirandose quentra las piedras y mui desesperado» (Cartas, 25)], se usa en algunos contextos con un sentido pura-mente orientativo: «Y contra las esquinas de abaxo tenia algu-na poquilla de tega» (Cartas, 152); «un sitio vasío o esconse que estaba contra la casa de la huertita que tengo allí» (Diario his-tórico II, 189). Por último, el sustantivo casa presenta tenden-cia a la preposicionalización en la locución en casa: «En este dia fui en casa de mi hermana Francisca y vey la cabra y el cochi-no » (Diario, 43); «aviendo concurrido con otros estudiantes en un bayle que se hiso en casa las morenas patricias» (ídem, 114). h) En el capítulo de las perífrasis verbales, destacan, por encima de todo, los tres hechos siguientes: ha) El uso del verbo pegar como auxiliar incoativo, aunque alternando con las for-mas más convencionales empezar y comenzar: «tengo yntencion de pegar aderesar las pipas» (Cartas, 26); «benian dos o tres ofi-ciales y se pegava a componer luego q. pasara el dia de las nie-ves » (ídem, 92). En ciertos casos, aparece también con este mis-mo sentido en construcciones no perifrásticas: «el dia martes pegamos al adereso de la bodega» (Cartas, 27); «las arbexas q. Núm. 50 (2004) 185 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 31 Vmd. dise q. le sienbre de puno en el pedaso q. se sorivara digo q. no le tiene quenta porq. pegamos a media guerta» (ídem, 42); hb) La altísima frecuencia de uso de la combinación tener + par-ticipio: «yo le tengo comprado en la punta tres reses dos boregos y un baifo» (Cartas, 44); «a los suares les tengo mandado mil recados» (ídem, 55); «no tengo visto ni oido inumanidá tal» (Diario, 148); hc) El uso esporádico del verbo ser como auxiliar del pretérito perfecto: «a las dos oras y media ya hera muerto» (Diario, 116). i) En relación con el orden de los elementos en la oración, se observa una tendencia a la posposición de las formas com-plementarias, al contrario de lo que ocurre en la norma más moderna, que prefiere la anteposición: «y a Señora darame Vmd. algo de pescado para dar de comer a las gramaderas» (Cartas, 22); «mandarame pescado y medio rial de aseite para el tonele-ro » (ídem, 27); «yo lo bide pero paresiome muy granado» (ídem, 32); «mandarame un poquito de aseite para la plana» (ídem, 57); «allome por mis enbarasos mui amarado por averseme ido dos mosos» (ídem, 82); «si los de la Ciudad quisieran benir estara Vmd. con alguno dellos y diraselo» (ídem, 106); «Esta presa logrola interesada en 7 a 8 mil pesos» (Diario histórico I, 210); «atravesaronla para asercarse a abrir la puerta» (ídem, 259); «Quitáronle quatro mil y quinientos pesos y se retiraron» (ídem). j) En el caso del pronombre posesivo, se prefiere en muchas ocasiones la forma pospuesta a la forma antepuesta: «Almasén mío nuevo se concluye y alquila» (Diario histórico II, 62) ); «En este mes hize nueva desde simientos la cosinita de la casa terre-ra mía de la calle de Triana» (ídem, 88); «puse en dicho mes los dos pies derechos que tiene la cumbrera de la casa mía del Pino» (ídem, 118). Por lo demás, se observan algunas construcciones que son también muy populares en el español actual, como, por ejem-plo, el uso tematizado del pronombre yo en combinaciones como yo me parece: «yo me parese q. sera mexor el que Vmd. lescriva a pancho a Sta Cruz para que able un barquito de los del chinchorro» (Cartas, 18); «yo me parese q. lo q. se podran aser de binagre son quatro pipas» (ídem, 76); el uso femenino del cuantificador poco en combinaciones como las siguientes, en 186 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 MARCIAL MORERA PÉREZ que la norma estándar actual exige la forma masculina: «por quedar unas poquitas de las mias q. apartar» (Cartas, 55); «se puso a rrepartir en casa D. Feliz Verlanga una poca sebada de Lanzarote» (Diario, 70); etc. 4. ASPECTOS LÉXICOS Los tres textos que estudiamos presentan una gran cantidad de material léxico tradicional canario, que va desde el de proce-dencia guanche hasta el de procedencia portuguesa, pasando por determinados arcaísmos hispánicos y bastantes neologismos morfológicos y compositivos16. a) Como vocabulario ya arcaico (por lo menos en la norma más estándar) por la época en que se redactaron es-tos documentos, encontramos en nuestros textos las siguientes voces: ajota (que). Valiéndose de que, confiando en que: «ajota q. tendran las cabras an de querer tener alguna manada de machos suios» (Cartas, 50). Del esp. ant. en hoto de ‘confian-do en alguien, contando con su protección’. alongar. Proyectar el busto hacia adelante: «creo q. se alongaria alcansar algun mato berde a la bera del risco y despidio un risco mui grande» (Cartas, 152). Del esp. ant. alongar (de a-y longo) ‘prolongar, alargar’, muy probablemente con influen-cia del port. alongar ‘ídem’. arveja. Guisante: «ban quatro almudes de senteno = tres alms. de arvexas» (Cartas, 20); «ban media fanega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (ídem, 24). Del esp. ant. arveja (del lat. ervilia, dimin. de ervum ‘lenteja’) ‘ídem’. asmar. Pasmar: «se iban ia las sevadas asmándose» (Diario his-tórico I, 293); «las sevadas tempranas se asmaron» (ídem, 278). Del esp. ant. asmar (del lat. adaestimare ‘estimar’) ‘que- 16 Los datos etimológicos que exponemos a continuación proceden de M. MORERA, Diccionario histórico-etimológico del habla canaria, Islas Ca-narias, 2001. Núm. 50 (2004) 187 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 33 darse un hombre suspenso o pensativo’, por aplicación metafórica. baja. Escollo próximo a la costa, que suele aflorar en la baja-mar: «al parecer llegó asta las bajas de Telde» (Diario, 165). Del esp. ant. baja ‘bajío, elevación del fondo en los mares, ríos y lagos’, por desplazamiento metonímico. Es probable que en esta conservación haya habido influencia del port. baixa ‘pedra de basalto, de grandes dimensões que aparece no quebra-mar’ (Falares da ilha). baldonar. Abandonar. «no se me debe baldonar mas q. a los demas» (Cartas, 54). Del esp. ant. baldonar (deriv. de baldón) ‘ídem). botar. Arrojar con fuerza: «todas las más de las noches se botavan fuera» (Cartas, 36); «Vmd. dise q. esto susede por andar botadas» (ídem, 134); «El Francisco el cochero se botó al agua» (Diario, 16); «queriendo botarse por una ventana baja del mismo quarto lo detubo D. Francisco Ascanio» (ídem, 153); «botaron el dicho Juan y su padrino algunos puñados de quartos y monedas» (ídem, 154); «Se votaron dentro para amasonarlos desmedidas peñas (...), ligando unas con otras con argamasa de arena gruesa o picón» (Diario histórico I, 231). Del esp. ant. botar ‘lanzar, arrojar, tirar’, muy probabl. por influencia del botar ‘echar la embarcación al agua’ marinero y del port. botar ‘lanzar fora, repelir’ (Fig.). bufadero. Agujero abierto por la erosión del mar en las rocas por donde, al comprimirse, sale el agua dando un fuerte bu-fido: «estrellarse con tanta fuerza sobre las rocas y bufaderos de la ysla» (Diario histórico II, 46). Deriv. del esp. ant. bufar ‘soplar expeliendo el aire con fuerza’ y el sufijo denotativo de lugar -dero. degredo. Cuarentena: «estubo en degredo asta el siguiente miercoles» (Diario, 18). Del esp. ant. degredo (del lat. decre-tum) ‘decreto’, por desplazamiento metonímico, muy probabl. por influencia del port. degredo ‘pena de destierro’ (Fig.). emprestar. Prestar: «los avía emprestado a su hermano don Francisco de Borja Romero» (Diario histórico I, 147). Del esp. ant. emprestar ‘ídem’. gago. Tartamudo: «llebando consigo algunos hombres, como 188 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 MARCIAL MORERA PÉREZ fueron uno el hijo de la Gaga» (Diario, 86); «murió de re-pente Bárbara la Gaga, que componía mondongos» (ídem, 131). Del esp. ant. gago ‘ídem’, acaso por influencia del port. gago ‘ídem’. horrura. Compuesto de materiales de y desecho: «avriendo en las laderas los torrentes profundas barranqueras y trayendo a las calles mucha orrura» (Diario histórico II, 15). Del esp. ant. horrura (del lat. horro) ‘suciedad, impureza, escoria’, por extensión semántica. mareante. Marinero, generalmente pescador: «echó agua al pi-lar de los mareantes de San Telmo» (Diario histórico II, 20). Del esp. ant. mareante (deriv. de marear) ‘marino’. margarito. Se dice del dedo meñique: «una telecita tanbién se le aplicó, de güebo, puesto en el dedo margarito de la mano izquierda» (Diario histórico I, 232). Deriv. del esp. ant. magarite ‘ídem’. monigote. Monaguillo: «El Alcalde lo intimó, puso preso al sa-cristán y los monigotes» (Diario, 140). Del esp. ant. monigote (probabl. de monagote ‘despectivo de monaguillo’) ‘monagui-llo o lego de convento’. restra. Ristra: «ban dos bubangos y una restra de sebollas» (Car-tas, 29); «lleva una fanega de trigo = 8 alms. de papas = una restra de sebollas = dos bubangos» (ídem, 54); «ai ban siete alms. de chicharos (...) dos restras de sevollas» (ídem, 103). Del esp. ant. restra ‘ídem’. ruin. Malo, de poca calidad: «en quanto a las papas mas es el travaxo q. an dado q. el probecho pr. q. an estado mui rui-nes » (Cartas, 28); «las q. ai aquí son pocas y mui ruines» (ídem, 55); «desde luego estan ruines y flacos pues dos dellos les a dado una correncia q. ya no pueden seguir los otros» (ídem, 136); «dejaron para mi los quatro (corderos) mas ruinitos» (ídem, 137). Del esp. ant. ruin (de ruina) ‘ídem’, acaso por influencia del port. ruim ‘mau, nocivo, inútil’ (Fig.). 2. Se dice del tiempo atmosférico, el mar, etc., desapacibles: «creo sera por causa de los malos tienpos y mar tan ruin como avido» (ídem, 118); «con el motibo de estar la mar ruin y averse buelto la lancha en que venia» (ídem). De la acep-ción anterior, por extensión semántica. Núm. 50 (2004) 189 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 35 sabio. Sabor: «dos tiene algo de sabio a podrido» (Cartas, 66); «el sabio malo que Vmd. le allo sera a lo podrido q. estava el esquilmo quando se bendimio» (ídem, 123). Del esp. sabio (deriv. de saber ‘tener sabor’) ‘que tiene sabor’, ‘buen sabor’, que, aunque Corominas (Diccianario, s. v. saber) considera «general en todas las épocas», no recoge el DRAE para el español contemporáneo. b) Los neologismos semánticos, morfológicos o compositivos españoles que aparecen en los tres textos son los siguientes: abocastro. Cigarra o langosta autóctona de mayor corpulencia que la cigarra común: «y tan voraz como ella, que los isle-ños llaman abocastros» (Diario histórico I, 258); «especial-mente la de los cigarrones que llaman abocastros» (ídem, 284). Muy probablemente, en relación con brugo (del lat. bruchus ‘especie de saltamontes’) ‘larva de un lepidóptero pequeño y nocturno que devora las hojas de las encinas y robledales’. aire. Corriente de aire súbita que puede producir efectos perju-diciales para la salud de las personas: «murió el sor Tesorero Dinidá de la Santa Iglesia D. Mateo de Bargas y Ponse, de ayre perlesia» (Diario, 153). De aire (del lat. aer, aeris) ‘fluido que forma la atmósfera de la tierra’, por desplazamiento metonímico. amusgar. Encanijarse, debilitarse las plantas: «estava ia para cavarse porque se amusgó y asocó» (Diario histórico I, 282). Muy probablemente, comp. de la preposición a- y musgo ‘nombre aplicado a muchas especies de plantas criptógamas’. andén. Paso estrecho en zona escarpada: «las demas q. no se mataron fue porq. pararon en un anden serca de ariva» (Car-tas, 23); «todo son andenes riscos y laderas» (ídem, 152). De andén (del lat. indago, -inis, ‘cerco’) ‘corredor, sitio destinado para andar’, por extensión semántica. atracar. Apretar con fuerza: «se deben aprontar para que dispues no nos allemos atracados sin pipas» (Cartas, 80); «en orden al camino estamos todos mui atracados con tanto q. aser» (ídem, 84). De atracar (del ár. at-taraqqa ‘la acción de 190 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 MARCIAL MORERA PÉREZ anclar la nave’) ‘acercar, arrimar’, probablemente por in-fluencia de su cognada port. atracar ‘segurar fortemente com os braços’. barquillo. Pequeña embarcación de pesca: «echó el bote al agua junto con un barquillo de pescar» (Diario, 129); «El día 8 se envarcó para Santa Cruz de Tenerife, en el barquillo de Mesa» (Diario histórico I, 214). Deriv. de barco (de barca) ‘construcción cóncava destinada a la navegación’ y el sufijo diminutivo -illo. barra. Muralla rocosa que cierra la entrada de una playa: «se entró asta la punta de la barra» (Diario, 27). De barra ‘ban-co o bajo de arena que se forma en la entrada de algunas rías, en la embocadura de algunos ríos y en la estrechura de ciertos mares o lagos, que hace peligrosa la navegación’, por extensión semántica, acaso por influencia del port. barra ‘di-que submarino formado junto da costa pelos materiais arras-trados pelas águas de um rio’ (Alm.). barranquera. Surco que abre la lluvia en el terreno: «avriendo en las laderas los torrentes profundas barranqueras y trayen-do a las calles mucha orrura» (Diario histórico II, 15). Deriv. de barranco (de or. inc., quizá prerromano) ‘quiebra pro-funda producida en la tierra por las corrientes de las aguas o por otras causas’ y el sufijo -ero. 2. Agua que discu-rre por el barranco: «a las oras de las 9 y 10 de la mañana vino una barranquera muy grande» (Diario, 38); «llobió mu-cho y vino una barranquera, en bote en bote mui grande» (ídem, 126). De la acepción anterior, por desplazamiento metonímico. barranquillo. Barranco pequeño que generalmente afluye a otro mayor: «abiendose metido todas las obexas por una cañada de un barranquillo paravaxo» (Cartas, 23); «En 17 febrero, fui de dibersion con la jente de Yanes al barranquillo de Suarez» (Diario, 41). Deriv. de barranco ‘quiebra producida en la tierra por las corrientes de aguas o por otras causas’ y el sufijo diminutivo -illo. blanquillo (de). Se dice del soldado de la reserva: «cuio solda-do hera del regimiento de los soldados de blanquillo» (Dia-rio, 98); «le disparó un soldado del batallón de blanquillo» Núm. 50 (2004) 191 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 37 (ídem, 110). De blanquillo (deriv. de blanco) ‘del color de la nieve o de la leche’, por desplazamiento metonímico. bocado. Terreno de labranza de pequeñas dimensiones: «me fal-taron como otra media para serar un boquadillo q. tengo asucardo» (Cartas, 61); «bendieron al licenciado don Sebastián Trujillo un bocado de asienda de parras» (Diario histórico I, 201); «facilitó el riego de algunos bocados de te-rreno » (ídem, 282). De bocado (deriv. de boca) ‘pedazo arran-cado de cualquier cosa con el sacabocados o violentamente’, por extensión semántica. cabo. Bulbo de la planta del ajo, constituido por múltiples dien-tes: «ban unas papas (...) y 9 cavos de ajos» (Cartas, 90); «ban dos bubangos y ocho cavos de ajos» (ídem, 144). De cabo (lat. caput) ‘extremidad, extremo’. cabro. Cabrío: «en quanto a ganado cabro no tengo macho ni genbra» (Cartas, 139). De cabra (del lat. capra.) ‘especie de mamífero doméstico’, por metábasis. calcar. Apretar mucho las cosas en un receptáculo para que quepa la mayor cantidad posible de ellas: «y no calcandolos se asen mas delgados por lo mucho que ellos se abaten en la enpleita» (Cartas, 83). De calcar (del lat. calcare) ‘apretar con el pie’, por extensión semántica, tal vez por influencia del port. calcar ‘comprimir’ (Fig.). calda. Tunda, zurra: «murió Juan Galindo el bobito, de una calda que se dise le dió Reimundo Casares» (Diario, 50); «dió una calda a las Capitas donde asistía, a causa de aver esta-do tomado de licores» (ídem, 57); «dio D. Bartholomé boca de cabrilla (...) una calda de palos a una chica criada de Pepa Juana, llamándola a su casa con engaño (...), a causa de que dise que la chica le atoriaba boca de cabrilla y le sacaba la lengua» (ídem, 104). Muy probablemente, de calda (del lat. calda) ‘acción y efecto de caldear’ de la expresión dar una calda a alguien ‘acalorarlo, estimularlo para que haga algu-na cosa’, o de carda (de cardar) ‘amonestación, reprensión’, por influencia del port. calda ‘tunda, sova’ (Fig.). caldera. Gran depresión volcánica: «se reedificó (...) la casa que está en el hollo o caldera de mi cortijo de Calderetas» (Dia-rio histórico II, 70). De caldera (lat. caldaria) ‘vasija de metal 192 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 MARCIAL MORERA PÉREZ grande y redonda’, por aplicación metafórica, tal vez por in-fluencia de su cognada del port. de Madeira y Azores caldeira ‘cratera vulcânica, em forma e bacia’ (Fig.). caletón. Entrante prolongada y estrecha del mar en tierra: «tomó la resolución de hacer el desenvarco por unos cale-tones » (Diario histórico I, 225); «encalló en los caletones que están entre el castillo grande del puerto y el reduto de San Fernando» (ídem, 304). Deriv. de caleta ‘cala pequeña’ y el sufijo aumentativo –ón. calmas. Zona del mar resguardada de los vientos alisios: «benía de la costa cargado de pescado en las Calmas de Canaria» (Diario, 61); «se cojió un (...), que venía de las Calmas» (ídem, 130); «las hizo pasar a las calmas de la Gomera» (Diario histórico I, 320). De calma (del lat. cauma, del griego kâuma ‘quemadura’) ‘estado de la atmósfera cuando no hay viento’, por desplazamiento metonímico. cantero. Subdivisión del terreno entre dos machos: «todas las demas son canteritos cortos» (Cartas, 20); «ahora le mando la semilla para un cantero» (ídem, 115); «tengo dos canteros bien grandes» (ídem). De cantero (de canto) ‘cada una de las porciones, por lo común bien delimitadas, en que se divide una tierra de labor para facilitar su riego’, acaso por influen-cia de su cognada port. de Madeira canteiro ‘terreno para semear certas hortaliças’ (Linguagem popular da Madeira). cañizo. Secadero para el queso, generalmente hecho de caña: «tanbien se asen mal echos despues de ponerlos en el cañiso» (Cartas, 83). Deriv. de caña (del lat. canna) ‘tallo de las plan-tas gramíneas, por lo común hueco y nudoso’ y el sufi-jo -izo. caño. Acequia formada por un caballón: «continuaron con una corta agua asta correr los caños» (Diario, 125); «linda con la plaza por la cabesera de la iglesia, con dos caños» (Diario histórico II, 28). De caño (de caña) ‘tubo para un líquido’, por extensión semántica, probabl. por influencia del port. cano ‘passagem natural ou artificial de águas’ (Alm.). chaplón. Escalón de entrada principal de la casa: «Grueso de tablas para umbrales y chaplones» (Diario histórico I, 121). De planchón ‘plancha grande’, por metátesis. Núm. 50 (2004) 193 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 39 compaña. Tripulación de una embarcación: «le di de comer a 27 palmeros que hera la compaña del barco del Gallito» (Diario, 21). De compaña (del lat. *compania, de cum y panis ‘pan’) ‘sociedad o junta de varias personas unidas para un mismo fin’, por desplazamiento metonímico. costa. Costa sahariana: «»se cojió sobre el Ganin el barco de Juan de Telde que venia de la costa» (Diario, 20); «su mari-do Francisco Barreto se fue aquella misma noche para la costa» (ídem, 132); «hubo leva de bagos y quinta entre los solteros de los marineros del tráfico de la costa» (Diario his-tórico II, 30). De costa (del gall. o cat. costa) ‘orilla del mar, de los ríos, lagos, etc., y tierra que está cerca de ella’, por desplazamiento metonímico. 2. Terreno comunal donde se echa a pastar el ganado: «benden la mitad de costas de campo que les pertenece en la Vega de Río de Palmas» (Dia-rio histórico I, 202). Del mismo origen que la acepción an-terior. costero. Relativo a la costa de África: «llegó a Canaria el varco costero de Sta. Crus llamado el Musico» (Diario, 76-77). Deriv. del can. costa ‘costa sahariana’ y el sufijo -ero. 2. Pescador canario que faena en la costa de África. Ú. t. c. adj.: «se agogó un muchacho costero por la Plaia de Santa Cathalina» (Diario, 93); «al costero lo llevaron al ospital» (ídem, 116). Del mismo origen que la acepción anterior. cumbre. Parte más alta de las islas de mayor relieve: «son obli-gados a la composisión del camino de la cumbre» (Cartas, 21); «cayó en la cumbre una granizada muy grande» (Dia-rio, 70); «yendo a mariscar un meliciano de los que hían de estacamento al puerto se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «Con el motibo tanbién de aver empezado, como se ha di-cho, el verano temprano, especialmente en las cumbres y costas meridionales de la isla» (Diario histórico I, 211). De cumbre (del lat. culmen, -inis) ‘parte más elevada, cima’, por antonomiasia. derriscar. Arriscar, precipitar: «y las obexas q. se le deriscaron no considero escapen nenguna» (Cartas, 25); «el barquero dise q. a bisto deriscado el buei y el toro» (ídem, 81). Del can. desriscar ‘ídem’, por cambio de prefijo. 194 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 MARCIAL MORERA PÉREZ empleita. Encella, molde de estera de palma para hacer el que-so: «en orden a los quesos q. dise Vmd. no se los calquen en la enpleita y q. les echen mui poca sal asi se le asen pero le digo de berda q. quedan mas peores» (Cartas, 83); «y no calcandolos se asen mas delgados por lo mucho que ellos se abaten en la enpleita» (ídem). De empleita (de en- y pleita) ‘faja o tira de esparto trenzada en varios ramales, o de pita, palmas, etc., que cosida con otras sirve para hacer esteras, sombreros, petacas y otras cosas’, por desplazamiento me-tonímico. encalar. Enlucir, poner una capa de mezcla a las paredes de las casas: «encalándose también las salas de las avitasiones de los presos» (Diario histórico I, 341); «En este verano encalé por de dentro la sala principal» (Diario histórico II, 82). Comp. de en- y cal. encalimar. Cargarse el aire de calima: «La entrada del mes de abril fue con un ardentísimo levante de sud encalimado» (Diario histórico I, 252). Comp. de en- y calima. fatiga. Desvanecimiento, desmayo: «no sacaron más que a la muger (...) y el marido con bastante fatiga» (Diario, 95); «murió Sor. Antonio Morales, monja clara, de rrepende, de una fatiga que le dió en aquella noche» (ídem, 121). De fati-ga (de fatigar) ‘molestia ocasionada por un esfuerzo más o menos prolongado u otras causas’, por extensión semántica. gorra. Prepucio, piel del glande: «se le puso una duresa grande en la piel de la gorra que llaman» (Diario, 67). De gorra (de or. inc.) ‘prenda de varias formas para abrigo de la cabeza’, por aplicación metafórica. halar. Tirar hacia sí de una cosa: «Se presentó Sebastián Quevedo de Agalves, que está en medio del piná a jalar la madera» (Diario, 111). Del término marinero halar (fr. haler) ‘tirar de un cabo, de una lona o de un remo en el acto de bogar’, por extensión semántica. lejío. Lugar alejado: «visitan los más remotos legíos, montes, montañas, pinales y realengos de la ysla» (Diario histórico I, 329). Deriv. de lejos ‘a gran distancia’ y el sufijo –ío. lidia. Trabajo duro: «lo q. siento mucho por la enfermedad de agustin por quedarme solo con la tanta lidia como tengo» Núm. 50 (2004) 195 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 41 (Cartas, 54); «como los mosos se me fueron emos quedado mui amarados con tanta lidia» (ídem, 94). Del can. lidiar ‘tra-bajar afanosamente’. lidiar. Trabajar afanosamente: «yo es berda q. ai algunos años q. estado lidiando y coriendo con ganado bacuno» (Cartas, 137). De lidiar (del lat. litigare) ‘tratar con una o más perso-nas que causan molestias y ejercitan la paciencia’, por exten-sión semántica, muy prob. por influencia del port. lidiar ‘trabalhar’, ‘labutar’ (Alm.). llano. Bancal o huerta grande: «agua para regar el llano de los almendrero» (Diario histórico I, 282). De llano (del lat. planus) ‘campo llano, llanura’, acaso por influencia del port. chao ‘pequena terra arvorizada e regadia’ (Fig.). lonja. Local destinado a la venta al por menor de pescado salpreso: «abrieron los simientos de las lonjas de pescadería y recoba» (Diario histórico I, 279). De lonja ‘tienda donde se vendía cacao, azúcar y otros géneros’, por extensión semán-tica. lonjero. Persona que despacha en la lonja: «hubo un pleito en-frente del pilar de Triana sobre amores con una lonjera» (Diario, 116). Deriv. del can. lonja ‘tienda de ultramatinos’ y el sufijo de sentido agentivo -ero. lustrar. Almibarar dulces y bizcochos: «me rregaló la Abadesa Bernarda con una fuente grande llena de viscochos lustra-dos » (Diario, 80). Deriv. verbal de lustre (de lustrar) de la ex-presión azúcar de lustre ‘azúcar molido y pasado por ceda-zo’. macho. En una huerta, surco principal: «le dió un asidente que solía darle y cayó en un macho y la agua lo agogó» (Diario, 167). De macho (del lat. masculus) ‘animal de sexo masculi-no’, por aplicación metafórica. marisco. Zona rocosa del mar: «se notó que claro no claro el dia, ya vían estado los 4 botes mui serca del Castillo de Sta Ana o marisco de S. Telmo» (Diario, 135). De marisco (deriv. de mar) ‘cualquier animal marino invertebrado, mucho del cual vive en las rocas’, por desplazamiento metonímico. mato. Arbusto: «creo q. se alongaria alcansar algun mato berde a la bera del risco y despidio un risco mui grande» (Cartas, 196 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 42 MARCIAL MORERA PÉREZ 152). De matojo ‘planta de tallo bajo, ramificado y leñoso’, por abreviación. medianía. Zona situada entre la costa y la cumbre de la isla: «hubo una buena cosecha de sevadas y demás semillas, que-so, lana, etc., en la juricdi(c)ción de Teror y demás tierras de medianía de la ysla» (Diario histórico I, 211). De mediania ‘término medio entre dos extremos’, por desplazamiento metonímico. mimo. Dulce hecho con clara de huevo y azúcar, cocido al hor-no: «Por dos pesos y seis Rs en quatro libras de mimos al mismo precio» (Cartas, 154). De mimo ‘cariño, halago o de-mostración de ternura’, por aplicación metafórica. monte. Elevación de terreno boscosa: «fué al monte mi hija, su madre, su hermana y yo» (Diario, 7); «Encontinente mandé al monte a mi hijo Pepe» (ídem, 11). Tal vez del monte de monte alto ‘gran elevación natural del terreno poblada de árboles’, por abreviación. orchillero. Relativo a la orchilla: «fue presiso colgarse mi San-tiago con dos cavos orchilleros» (Cartas, 23). Deriv. de orchilla ‘urchilla, especie de liquen de color gris blanquecino que cre-ce en los riscos y peñas próximos al mar’ y el sufijo -ero. 2. Recolector de orchilla: «tanbien me presisa abisarle a Vmd. como distintos sugetos como son los orchilleros no los puedo ser retirar de las breñas» (Cartas, 85). Del mismo origen que la acepción anterior. pajero. Sitio donde se guarda paja, forraje seco, aperos de la-branza, etc.: «con el motibo de aver un pagero de 400 fane-gas de trigo del mismo maiorazgo de Arucas, se abanzaron a él» (Diario, 54); «Escritura (...) a favor de dicho señor de una era cercada, con pajero» (Diario histórico I, 199). Deriv. de paja (del lat. palea) ‘caña de trigo, cebada, centeno y otras gramíneas, después de seca y separada del grano’ y el sufi-jo -ero. palote. Tallo del millo, generalmente seco: «tan solamente que-daron aca los palotes q. se caen al pie de la grana los quales hise magar» (Cartas, 53); «solo le quedaron los palotes los que no daran nada» (ídem, 75). Deriv. de palo (del lat. palus) ‘trozo de madera, más largo que grueso, generalmente cilín- Núm. 50 (2004) 197 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 43 drico y fácil de manejar’ y el sufijo aumentativo -ote, por extensión semántica. pedrero. Albañil o mampostero: «se cayó un maestro pedrero te-chando una sala terrera» (Diario histórico I, 286). Deriv. de piedra ‘sustancia mineral, más o menos dura y compacta, que no es terrosa ni de aspecto metálico’ y el sufijo –ero, acaso por influencia del port. pedreiro ‘aquele que trabalha em obras de pedra’ (Fig.). picón. Arena volcánica: «Se votaron dentro para amasonarlos peñas (...), ligando unas con otras con argamasa de arena gruesa o picón» (Diario histórico I, 231). De picón (de picar) ‘que pica’, por desplazamiento metonímico. pila. Vasija de piedra donde se echa de comer a los cerdos: «murió de repente mi compadre Domingo el Andeano (...) abriendo una pila para un cochino» (Diario, 166). De pila (del lat. pila ‘mortero’) ‘pieza grande de piedra o de otra materia, cóncava y profunda, donde se cae o se echa el agua para varios usos’, por extensión semántica. pomo. Zona del estómago que se descompone a consecuencia de un susto, una preocupación, etc.: «Parche para poner en el ombligo para fortalecer los nerbios de los hipocondrios y asegurar el pomo» (Diario histórico I, 115). De posmo ‘ídem’. portada. Puerta grande: «A mediados de este mes se concluyó la portada de Triana» (Diario histórico I, 276). Deriv. de puer-ta (del lat. porta) ‘armazón engoznado en un hueco que sir-ve para impedir la entrada y salida’ y el sufijo –ado, acaso por influencia del port. portada ‘porta grande e ornamenta-da’ (Alm.). rama. Conjunto de las hojas de las plantas: «en las palmas no hai nenguna porq. como se pudrieron las batatas perdio-se tanbien la rama» (Cartas, 42). De rama (de ramo) ‘cada una de las partes que nacen del tronco o tallo principal de la planta’, por extensión semántica, acaso por influencia del port. rama ‘conjunto dos ramos e das folhas da planta’ (Alm.). rancho. Grupo de personas: «Por empedrarme siete brasadas de largo y dos y media de ancho mías un rancho de empe-dradores dí dos pesos y medio» (Diario histórico I, 157). De 198 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 44 MARCIAL MORERA PÉREZ rancho ‘junta de personas que toman a un tiempo la comida llamada rancho’, por extensión semántica. ratonera. Se dice de varias especies de plantas urticáceas. Ú. c. t. c.: «se me rrecetó labatibas de malbas, yerba ratonera, miel de caña y bastante aseite para el dolor» (Diario, 42). Deriv. de ratón (lat. rato ‘ratón casero o campesino’) ‘mamífero roe-dor de pequeño tamaño que vive en las casas y el sufi-jo -ero. reboso. Mar de fondo con pleamar muy viva: «hubo un gran rreboso en el mar» (Diario, 91); «no avían visto los vesinos de aquel barrio reboso tan grande» (Diario histórico II, 87). De rebosar (del lat. reversare) ‘derramarse un líquido por en-cima de los bordes de un recipiente en que no cabe’, por extensión semántica. recova. Mercado de comestibles: «en el mismo maio se pusie-ron las puertas a la Recoba» (Diario, 57); «llenó una lonja de la rrcoba» (ídem, 102); «Dicho día 3 se concluió la casilla de la recoba» (Diario histórico I, 242). De recova ‘lugar pú-blico en que se venden las gallinas y demás aves domésticas’, por extensión semántica. recovero. Vendedor de la recova: «murió Juana Correa, rre-cobera, y en la misma recoba murió» (Diario, 166). Deriv. del can. recova ‘mercado de comestibles’ y el sufijo de sentido agentivo -ero. ríspido. Se dice del vino cuando está agrio: «repono 6 pipas tres pr. rispidos dos por sabio y una por agrio» (Cartas, 67). De ríspido (del lat. re- e hispidus ‘áspero’) ‘áspero, violento’. roza. Huerta: «platé luego unas pocas delante de la hermita y unas poquitas q. quedaron las plante ariva en las rosas» (Cartas, 63). De roza (de rozar) ‘tierra rozada y limpia de matas que naturalmente cría, para sembrar en ella’, por des-plazamiento metonímico. santanero. Expósito, inclusero: «sucedió en la ciudad de la La-guna de Tenerife uno de los casos más lastimosos con una muchacha que llamaban la Confitera y hera santanera» (Diario, 147). Deriv. de Santa Ana, nombre de la santa bajo cuya protección se ponía en Gran Canaria a los niños expó-sitos, y el sufijo -ero. Núm. 50 (2004) 199 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 45 sitio. Pequeña finca rústica cercana a la casa: «le toca por su muger en un pedaso de sitios en el lugar de la Antigua» (Diario histórico I, 202). De sitio ‘lugar o terreno determina-do que es a propósito para alguna cosa’, por desplazamiento metonímico. taparrumbo. Tabla que tapa las cabezas de los toneles: «no siendo clavos seguros les queda el taparunbo en la mano» (Cartas, 111); «para segurar los tarumbos en tal puerto como es el de las palmas lo menos que necesita cada pipa son 4 clavos» (ídem). Muy probabl. comp. de tapar y rumbo ‘cual-quier agujero que se hace o se produce en el casco de la nave’. tilla. Caña o tira de madera que sirve de soporte a las tejas: «puse la regita de hierro en mi pajar, teché con tilla» (Diario histórico II, 118). De tilla ‘entablado que cubre una parte de las embarcaciones menores’, por aplicación metafórica. tomar. Beber: «dio una calda a las Capitas donde asistía, a cau-sa de aver estado tomado de licores» (Diario, 57). De tomar (de or. inc.) ‘comer o beber’, muy probabl. por influencia del port. tomar ‘beber’ (Alm.). trabucar. Naufragar, hundir: «se trabucó una lancha costera del barco S. Rafael» (Diario, 111); «Y habiendose trabucado se agogaron ocho de los pasageros» (ídem, 111-112). De trabu-car (de tra-, por trans-, y buque) ‘trastornar, descomponer el buen orden o colocación que tiene alguna cosa, volviendo lo de arriba abajo o lo de un lado a otro’, por extensión semán-tica, probabl. por influencia del port. trabucar ‘ir a pique (o navio)’ (Alm.). tuno. Se dice del higo de la tuna: «señaladamente de durasnos, peras y higos tunos» (Diario histórico I, 340). De tuna (de origen taíno) ‘higo de tuna’. turrón. Pequeño dulce hecho especialmente de gofio y miel: «Modo de haser el turrón de gofio» (Diario, 14). De turrón (de or. inc.) ‘dulce, por lo general en forma de tableta, he-cho de almendras, piñones, avellanas y nueces, tostado todo y mezclado con miel y azúcar’, por extensión semántica. viejo. Más adelantado en edad: «murió la chiquita de D. Domin-go Romay, la más biejita de edad de cinco años mas o me- 200 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 46 MARCIAL MORERA PÉREZ nos» (Diario, 166). De viejo (del lat. vetulus) ‘dícese de la per-sona de edad’, muy probabl. por influencia de su cognada port. velho ‘el más avanzado en edad’. zafar. Terminar, concluir, dar fin: «si ubiera sido del morisco se ubiera safado megor» (Diario, 58); «Mui Sr. mio ya Dios a sido servido de aberme quedado safo» (ídem, 101); «un poquillo está gramado y otro tanto le queda por gramar con-forme safen las podas se gramara y lo mandare» (ídem, 118). Del término marinero zafar (probabl. del ár. zah ‘desapareció’) ‘desembarazar, libertar, quitar los estorbos de una cosa o de un sitio’, por extensión semántica. c) La inmensa mayoría de los portuguesismos que aparecen representados en nuestros textos se refieren a la morfología del terreno, a la agricultura, a la flora y a la fauna, a la elabora-ción del lino, a actividades cotidianas diversas, etc. Veamos cada uno de ellos por separado: aljorra. Tizón, hongo que ataca los cereales: «fue abundante (...), limpio de aljorras y pulgón» (Diario histórico I, 228); «La cosecha de granos menudos en las costas y medianías fue más que mediana y limpia de aljorras» (ídem, 243); «ha caí-do mucha aljorra a las mieses» (ídem, 279). Del port. alforra (del ár. al-hurr ‘enfermedad inflamatoria’) ‘cogumelo micros-cópico, que se desenvolve com a humidade das searas, enegrecendo o grao quando vem o calor’ (Fig.). aljorrar. Enfermarse de aljorra los cereales: «los tales quales pa-nes que davan esperenza de algún socorro en dichas me-dianías se aljorraron» (Diario histórico II, 44). Del port. alforrar ‘criar alforra’ (Alm.). arrendar. Cavar un terreno para quitar la hierba: «es berda q. al cavo de ariva se le quedo un pedasillo sin cabar pero la arendo temprano» (Cartas, 52); «yo tengo biñas a mi cargo q. arendar y despapanar» (ídem, 140); «tengo trigo q. segar y recoger a la era biña y biñas q. arendar» (ídem, 142). Del port. arrendar (de redrar, por rudrar; del lat. rutrum) ‘redrar; cavar segunda vez (vinhas ou milharais), para lhes tirar a erva’ (Fig.). Núm. 50 (2004) 201 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 47 bicuda. Espetón, pez teleósteo: «ai le mando esa bicudita leche unas piedritas de sal a ver si llega buena» (Cartas, 48). Del port. (de bicudo) ‘peixe do Brasil e dos Açores, de bico comprido e agudo’ (Fig.). bubango. Calabacita cilíndrica de corteza verde y carne blanca: «ban unas papas y bubangos» (Cartas, 19); «ban media fa-nega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (ídem, 24); «ba mi conpadre oliva con las bestias quien lleva unas papas dos bubangos = tres sestitos de fruta (...), y unos cachos que ai» (ídem, 27); «ban unas papitas un bubanguito y dos calabasitas berdes de guinea» (ídem, 47); «ban treinta y dos quesitos y un bubango berde» (ídem, 80). Del port. de Azores bogango ‘espécie de abóbara’. callado. Canto rodado de playas y barrancos: «bien largo está el callado adonde ponerlas» (Cartas, 83); «amanesió agogado en el charco del agua dulce que está por detrás de Pepe Santana de la casa, en el callado» (Diario, 131). Del port. calhau pedaço de rocha dura’, ‘pedra solta’ (Fig.). cantero. Maderos en que se asientan las pipas en la bodegas: «estoi remendando pipas biejas siquiera para estar en el can-tero » (Cartas, 60); «la una de ellas no se puede bullir del cantero» (ídem, 75). Del port. de Madeira canteiro ‘traves de madeira em que se colocam as pipas com os vinos’ (Vocabu-lario madeirense). cerne. Se dice de las cosas cuya sustancia está muy apretada: «aquí able yo a uno si las q.ria sacar de biñatigo serne» (Car-tas, 141). Del port. cerne (del lat. circe, -inis, ‘círculo’) ‘a par-te interior e mais dura das árvores’ Fig.). chazo. Remiendo, principalmente de madera, que se pone para reforzar algo: «gaste en el tres dias para ponerle el durmien-te nuevo dos chasos en al biga» (Cartas, 146). Del port. chaço ‘pedaço de madeira com que o tanoeiro aperta os arcos, batendolhe com o maço’ (Alm.). cherne. Pez marino teleósteo de color pardo grisáceo: «hubo una grande historia entre el Diputado Peniche y Carrera y el Corregidor D. Antonio Agirre, sobre un cherne fresco que un soldado traiba» (Diario, 149). Del port. cherne ‘ídem’. chícharo. Almorta: «puede Vmd. mandar dos o tres alms. de 202 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 48 MARCIAL MORERA PÉREZ chícharos» (Cartas, 32). Del port. chicharo (lat. cicer, -eris) ‘ídem’ (Elucidário). corsa. Rastra, narria: «Su parte de porte asta corsa de varco y aljameles» (Diario histórico I, 113). Del port. corça ’ídem’ (Fig.). coruja. Lechuza, ave rapaz nocturna: «y no se save si es gato o es coruja qn. las mata» (Cartas, 78). Del port. coruja ‘ave nocturna de rapina’ (Fig.). enjillado. Marchito: «para conoser lo q. cada pion basia en el sesto si traen algo berde o engillado» (Cartas, 82). Del port. engelhar (de en- y gelha) ‘contrair; murchar’ (Fig.). entullir. Cubrir o llenar totalmente con entullo: «se empesó a trabajar de cal y piedra y entullirse los simientos de la obra» (Diario histórico I, 229); «En principios de octubre se dio principio a entullirse los simientos» (Diario histórico II, 102). Del port. entulhar (del tulha ‘granel’) ‘encher de entulho’ (Alm.). escorrozo. Ruido provocado por algo que no se ve: «sin haverse persevido aquella noche en toda la ciudad el más mínimo escorroso» (Diario histório I, 259). En relación con el port. escorraçar ‘expulsar, afugentar batendo’ (Fig.). farrobo. Algarrobo: «junto al farrobo (...) le dieron una pedra-da » (Diario, 155). Del port. farroba ‘fruto da alfarrobeira’ (Alm.). fechadura. Cerradura: «Las dos lasenas de pino de los gavinetes me costaron ocho pesos con madera, menos fechaduras» (Diario histórico I, 131). Del port. fechadura ‘ídem’ (Fig.). fol. Odre hecho con una piel de cabra completa: «mandarame quatro clavitos para clabarlo = y un poquito de hilo de acareto para los foles» (Cartas, 28); «el quero lo sale no se si podra serbir para un fol» (ídem, 79). Del port. fole (del lat. follis) ‘talega de coiro’ (Fig.). fonil. Embudo, tanto el doméstico como el de bodega: «el caño pa. el fonil lo encarge Vmd. para q. me lo mande el Savado q. biene» (Cartas, 26); «Remito el fonil y el carnerito del año pasado» (ídem, 29). Del port. funil ‘ídem’ (Fig.). forfolina. Se dice de la libra de unas dieciséis onzas: «A media-dos de este mes se puso la postura a la libra forfolina de pan Núm. 50 (2004) 203 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 49 floriado a tres quartos y medio» (Diario histórico I, 257). Del folforinho de la combinación port. arrátel folforinho ‘libra es-peciera’. fornecer. Proveer: «este estaba fornecido para el dia siguiente hirse a la costa» (Diario, 60); «y otro también costero que se llamaba la Vosca, fornecido y todo» (ídem, 129). Del port. for-necer ‘prover do necessário’ (Alm.). frangollo. Millo o trigo triturado crudo para cocerlo: «yo puse de mi suron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (Cartas, 147). Del port. frangolho (del lat. frangere ‘romper’) ‘trigo mal pisado ou mal partido, com que se fazem papas’ (Fig.). gomo. Gajo de naranja y otros frutos semejantes: «Se le quita a la calabasa el gomo de dentro» (Diario histórico I, 109). Del port. gomo ‘cada uma das partes destacabais de certos fru-tos, como na laranja, por exemplo’ (Alm). gramadera. Persona que maja el lino con la agramadera: «a Señora que mande algo de pescado para las gramaderas de lino» (Cartas, 71). Deriv. del port. can. gramar ‘majar el lino’. gramar. Majar el lino con la agramadera: «a Señora q. le gramaron = 19 dosenas de lino» (Cartas, 23); «otro poquito de lino se gramó» (ídem, 24); «darles de comer y beber a las q. graman» (ídem, 118); «un poquillo esta gramado y otro tanto le queda por gramar conforme safen las podas se gramara y lo mandare» (ídem). Del port. gramar ‘ídem’. gual. Se dice de una variedad de uva blanca de bago pequeño, que da un caldo de buena calidad: «se an comensado las bendimias la primera fue en la cañada Salvador quito los guales y lo mas presiso que se perdia» (Cartas, 145). Del port. boal (de boa) ‘diz-se de uma variedade de uva branca e doce’ (Fig.). jurar. Perforar: «me juraron la pare por el mogine trasero» (Car-tas, 55). Del port. furar (del lat. forare) ‘abrir furo ou furos em’ (Alm.). laja. Piedra plana: «el otro bote fué a la Laja y se sacó un bar-co nuevo que estaba alli dando fondo» (Diario, 144); «la sa-cada de cada una a 11 quartos de dicho vellón y la de lajas 204 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 50 MARCIAL MORERA PÉREZ (...) a 2 de plata» (Diario histórico I, 161). Del port. laja ‘ídem’. legume. Legumbre: «todos an senbrado su lino y trigo y le-gumes » (Cartas, 106); «la quenta de toda la semilla de trigo y legume le yra el savado» (ídem, 113); «Vmd. tiene alla la quenta de legumes» (ídem, 147). Del port. legume (del lat. legumen) ‘fruto comestível das plantas leguminosas’ (Fig.). malamañado. Desmañado, torpe: «en orden a los queros no los an querido llebar porq. disen q. son mal amañados para llebar» (Cartas, 134). Del port. malamanhado ‘maljeitoso’ (Fig.). millo. Maíz: «en quanto al millo q. toco fueron seis fanegas» (Cartas, 42); «para ver si quería dar una declaración del es-tado en que se hallaba el pueblo de trigo, millo y sebada» (Diario, 134); «fue preciso arar muchos sercados para poner-los de millo» (Diario histórico I, 211); «todos aquellos millos de sequero que cogió ia grandecitos» (ídem, 228). Del port. milho ‘ídem’. paior. Depósito de provisiones: «conforme escurese la noche q. no se ve grano de trigo por las mochas q. ai en el paior» (Cartas, 102). Del port. paiol (cat. paiol) ‘depósito de provisoes alimentares ou bagagens’ (Alm.). picuda. Espetón: «vey sacar en el puerto de la Luz un lance de red o chinchorro y en él más de mil picudas» (Diario histó-rico I, 302). Del port. bicuda ‘ídem’. quejo. Quejada: «se hiso una herida en el quejo de la barba» (Diario, 150). Del port. queixo ‘maxila dos vertebrados’ (Fig.). salón. Capa de tierra arcillosa: «de medio patio ariva es todo un salón o risco» (Cartas, 36). Del port. salao (lat. sabulone ‘are-na gruesa’) ‘terreno arenoso e barrento’ (Alm.). sanguino. Árbol copudo de cinco a ocho metros de altura: «creo q. fue por aber comido alguna rama de sanguino» (Cartas, 144); «la res que come el biñatigo o sanguino neguna sirve para aprovechar» (ídem). Del port. sanguinho ‘árvore da fa-milia das Ramnáceas’ (Elucidário). solladía. Entarimado: «cada tabla de solladía labrada y clavada un real de plata» (Diario histórico I, 119). Deriv. del port. can. sollado ‘ídem’ y el sufijo –ío. Núm. 50 (2004) 205 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII sollado. Piso de madera, entarimado: «Advertencia: grueso de una tabla para sollado» (Diario histórico I, 120); «ajusté con una compañía de aserradores todos los hilos, así de tablas de sollado como tablones, vigas, etc.» (ídem, 161). Del port. soalhado ‘pavimento de madeira’ (Alm.). sollar. Entarimar, cubrir el suelo con tablas: «hize tablar y sollar dicha sala» (Diario histórico II, 82); «en mi casa principal de dicho Teror se sollaron las dos salitas nuevas» (ídem, 189). Del port. soalhar ‘pôr soalho em’. sorribar. Romper un terreno: «hoy Juebes nos aguantamos quinse hombres a sorivar en la guerta y se sorivo como la mita de lo que presisava» (Cartas, 41); «lo q. le quede q. sorribar q. presisa llevara otros quinse piones» (ídem); «en quanto a la guerta ya esta sorivada pero siempre le queda-ron tres o quatro toscas» (ídem, 42). Del port. surribar (lat. sub- y ripa) ‘descruar un terreno’ (Alm.). terrero. Se dice de la casa de una sola planta: «Escritura fecha por el ayudante (...) a favor de dicho señor (...), de una casa terrera» (Diario histórico I, 199); «se cayó un maestro pedre-ro techando una sala terrera» (ídem, 286). Del port. terriero ‘o mesmo que térreo: casa terreira’ (Fig.). tostón. Moneda de valor equivalente a la peseta columnaria: «y le vendí a uno de los mercantes media pipa de vino encas-cado en 27 ps. y un tostón» (Diario, 5); «le dió un tostón a la que llevó la niña» (ídem, 52); «fue presiso poner la postu-ra a dies y ocho quartos del quartillo de vino de vellón co-rriente, a tostón la del aguardiante» (Diario histórico II, 72). Del port. tostão (del fr. teston) ‘antiga moeda portugesa equivalente a des centavos’ (Alm.). tostonera. Se dice de cierto tipo de helecho: «la hierva tostonera no la mando ahora porque yo mismo sali y no di con ella» (Cartas, 37). Deriv. del port. can. tostón ‘moneda de valor equivalente a una peseta columnaria’ y el sufijo -ero, por alu-sión al parecido de la hoja de la planta designada con esta moneda. toza. Tronco de árbol cortado: «Una compañía de aserradores aserró en quatro días y medio quatro tosas de a palmo y medio de ancho» (Diario histórico I, 121). Del port. touça 51 206 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS MARCIAL MORERA PÉREZ ‘parte de uma planta, especialmente árvore, que compreende as bases do caule e da raiz’ (Alm.). traza. Larva que corroe determinados alimentos o la madera: «ya no sirve ni la mitad porq. esta echo un cascaron de la polilla y la trasa» (Cartas, 33). Del port. traça (ár. tahriza ‘pul-verizar’) ‘designação extensiva especialmente aos insectos no-civos que atacam, roendo, sementes, peles, madeiras, etc.’ (Alm.). trazar. Roer la traza el papel, la madera, la piel, los granos, etc.: «ai mucha palomilla y trasa q. pienso q. sera quien lo atra-sado » (Diario, 101); «el que tubiere otro mejor lo puede guar-dar para sembrar y comer deste por tener mucho trasado» (ídem, 102). Del port. traçar ‘ser roído pela traça’ (Alm.). vengar. Empezar a formarse el fruto: «los árboles frutales con el favor del calor y falta de eladas vengaron mui bien sus frutos» (Diario histórico I, 301). Del port. de Madeira vingar (lat. vindicare) ‘crescer’ (Falares da ilha). verga. Hilo metálico grueso: «se pusieron las vergas en la puer-ta del armacén y puerta del mar» (Diario, 117). Del port. verga (lat. virga) ‘barra delgada de ferro’ (Alm.). viñátigo. Árbol de la familia de las lauráceas: «aquí able yo a uno si las q.ria sacar de biñatigo serne» (Cartas, 141); «la res que come el biñatigo o sanguino nenguna sirve para apro-vechar » (ídem, 144). Del port. vinhatico (lat. vineaticus) ‘árvore leguminosa do Brasil e dos Açores’ (Fig.). d) Los guanchismos documentados en el texto pertenecen, como casi todo el material léxico heredado por el español isleño de la lengua canaria prehispánica, al mundo de rural. Son los siguientes: baifo. Cría de la cabra: «de las crias deste año estan onse baifos quatro machos y siete hembras» (Cartas, 17); «es como quien quita un baifo a medio mamar» (ídem, 39); «tanpoco se los baifos q. tienen desta cria las cabras ni mias ni suias» (ídem, 44); «mi compadre perera le tiene dos baifos deste año» (ídem, 88). Según Wölfel, del bereber beyyew ‘ser sin cuerno’ (Monumenta). 52 Núm. 50 (2004) 207 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII gofio. Harina gruesa de granos tostados: «me parese q. en todo mayo no tenemos gofio nuevo» (Cartas, 44); «yo puse de mi surron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (ídem, 147); «me prestó el viato Francisco Carme media fanega de gofio para pagársela en el tiempo de la cosecha» (Diario, 21); «se esperimentó en esta ysla una escases apretante de granos y por consiguiente de pan y gofio» (Diario histório I, 297-298); «la libra de pan a medio tostón y a proporción el gofio de millo» (Diario his-tórico II, 209). Según Ahmed Sabir, podría estar relacionada con el bereber buffi ‘sopa hecha a base de harina gruesa de granos’17. gofiero. Persona que hace el gofio: «mató en el mismo molino a un gofiero, ya hombre anciano» (Diario, 35). Deriv. del guanchismo gofio ‘harina gruesa de granos tostados’ y el sufijo -ero. gomero. Natural de la isla de La Gomera: «Mi conpadre Ma-nuel gomero de un pedaso paga beinte de plata» (Cartas, 22). Probablemente del bereber gumara ‘determinado pueblo del norte de África’. jairo. Se dice de la cabra doméstica. Ú. t. c. s.: «en quanto a las cabras jairas ya las abian buelto a echar con las nues-tras » (Cartas, 49); «la jaira se la mandé con Joseph de sosa» (ídem, 77); «tnabien se la ban cogiendo y dandosela a sus jairos» (ídem, 107). Según Wölfel, relacionada con la voz hausa ara-ara ‘carnero’, ‘oveja’, ‘cabra’ (Monumenta). e) Por lo demás, también se detecta algún que otro caso de andalucismo, como guinea ‘variedad de calabaza larga y cur-vada, con pulpa muy amarilla: «ban unas papitas un buban-guito y dos calabasitas berdes de guinea» (Cartas, 47)’, afrecho ‘salvado: «yo puse de mi suron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (ídem, 147)’; «apenas las bullan se hasen los arcos un afrecho» (ídem, 63), cortijo ‘finca grande con casa: «vendió (...) doze fanegadas 17 Las Canarias preeuropeas y el norte de África. El ejemplo de Marrue-cos. Paralelismos lingüísticos y culturales, Rabat, 2001, p. 166. 53 208 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS MARCIAL MORERA PÉREZ de tierra, parte de las que componían el cortijo que éste tenía en Miraflor» (Diario histórico I, 147)’, destalaje ‘desorden, des-barajuste: «no es su amo dueño de guareser una fruta y lo mis-mo en madurando las ubas que es mucho el destalaje» (Cartas, 85)’; escobón ‘arbusto leguminoso de flores amarillas: «planté los limoneros, mansaneros encarnados, jasminero real y escobones» (Diario histórico I, 287)’, tarajal ‘arbusto tamariscáceo: «En este mes se plantó la Alameda y tarajales que están a la entrada de la portada de Triana» (Diario histórico II, 24)’; americanismo, como papa ‘patata: «ban media fanega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (Cartas, 24)’; voces del oriente pe-ninsular, como pantana ‘fruto de la pantanera: «ban dos cachos una calabasa = un bubanguito berde y dos pantanitas» (Cartas, 71)’; galicismos, como malpaís ‘coladas lávidas basálticas de su-perficie irregular que hace difícil el tránsito sobre ellas: «Cada jubrón labrado y sentado para empesgado de malpaís un real de plata» (Diario histórico I, 119)’, jubrón ‘madero que va de la viga cumbrera a las soleras laterales’. 5. CONCLUSIONES Tres son las conclusiones más importantes que se derivan de nuestro estudio anterior: Primero, que en el siglo XVIII el español de Canarias había adquirido ya los principales rasgos fónicos, gramaticales y léxi-cos que va a presentar en la época contemporánea: aspiración de la /-s/ implosiva, neutralización de la oposición de líquidas /r/ -/l/ en posición implosiva, diptongación de hiatos, aspiración de la consonante velar tensa castellana /x/, pérdida de la /-d-/ intervocálica, reducción de determinados grupos consonánticos, neutralización de la oposición pronominal vosotros/ ustedes, a favor del segundo elemento, aparición del diminutivo de respec-to cariñoso, paradigmas léxicos plagados de neologismos, portuguesismos, guanchismos, etc. Segunda, el habla de la ciudad de Las Palmas de Gran Ca-naria, con su diminutivo de respeto cariñoso, frecuentes casos de leísmo, sistemática neutralización de la oposición de líquidas 54 Núm. 50 (2004) 209 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII /l/-/r/, altísima frecuencia de uso del pretérito imperfecto de sub-juntivo en –se, etc., es mucho más innovadora que el habla tinerfeña que reflejan las cartas de Silvestre Izquierdo. Tercera, la presión de la norma estándar sobre el español canario es mucho menos asfixiante que lo que va a ser en los siglos XIX y XX, en que erradicará del habla de las islas la as-piración de la /h-/ procedente de /f-/ inicial latina, el uso del futuro imperfecto de subjuntivo, los usos direccionales de la pre-posición contra, gran cantidad de las voces canarias de proce-dencia portuguesa, guanche, morisca, etc., restituirá determina-dos grupos consonánticos, obligará a anteponer los pronom-bres complementarios al verbo, salvo en determinados contex-tos, etc., etc. En realidad, la Real Academia no había alcanzado todavía el nivel de predominio que lograría después. 55
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Calificación | |
Título y subtítulo | Algunas características del español canario del siglo XVIII |
Autor principal | Morera Pérez, Marcial |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 50. Tomo 1 |
Sección | Filología |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2004 |
Páginas | p. 0155-0209 |
Materias | Lengua española ; Dialectos ; Canarias ; siglo 18 |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
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Texto | Núm. 50 (2004) 155 68 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII P O R MARCIAL MORERA 1. INTRODUCCIÓN La historia del habla canaria presenta cuatro tipos de pro-blemas distintos, aunque, como es obvio, íntimamente relacio-nados: el problema de la fecha de la llegada del español al ar-chipiélago y su implantación definitiva; el problema de cuál de las diversas modalidades históricas de español es la que se trae a las islas; el problema de su adaptación; y el problema de su evolución interna y su papel en el contexto hispánico. El grado de complejidad de cada uno de estos temas es mayor o menor, según los casos. El problema de la llegada del español y su implantación de-finitiva en el archipiélago no ofrece, en realidad, grandes difi-cultades. Sabemos que esta lengua alcanza por primera vez la geografía isleña (más concretamente, la de las islas orientales de Lanzarote y Fuerteventura1) en los albores del siglo XV, en boca de los españoles que vinieron en las tripulaciones del con-quistador normando Jean de Bethencourt y los que arribaron después con las familias Peraza, García de Herrera, etc. La 1 Vid. mi «El español de Fuerteventura: estado de la cuestión y pers-pectivas de futuro», en El habla canaria en la escuela, Puerto del Rosario, 2004 (en prensa). 156 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 2 MARCIAL MORERA PÉREZ afluencia se intensificaría casi a finales de este mismo siglo, con los soldados y colonos que vienen a la conquista y ocupación de las islas de realengo Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Respecto de la filiación geográfica del español originario de Canarias, es de suponer que el habla que traen los primeros castellanos en pisar las islas es un habla meridional bastante arcaica, con muchos rasgos conservadores, tanto en vocabula-rio como en fonética y gramática2. Sólo la llegada posterior de grandes contingentes de andaluces que vienen a la conquista y colonización de las mencionadas Gran Canaria, La Palma y Tenerife introduciría un habla más evolucionada, que es la que correspondía entonces al reino de Sevilla. El problema de la adaptación del español a las islas implica, a su vez, dos temas distintos. Por una parte, el tema de cómo responde la lengua a la nueva realidad geográfica, social, natu-ral, etc. Como es obvio, la situación se saldó ya ampliando, por metáfora o metonimia, el campo de usos de las viejas palabras, ya creando voces nuevas a partir de las viejas raíces castellanas y los procedimientos derivativos y compositivos generales del idioma3. Por otra, el tema de la relación del español con las otras lenguas implicadas en el proceso colonizador: la lengua de la población prehispánica, la lengua de los miles de emigrantes portugueses que inundan las islas por la época y la lengua de la población morisca esclava. Aunque, como es obvio, el espa-ñol tuvo siempre vocación hegemónica, lo cierto es que, antes de acabar con ellas, tomó de las mencionadas lenguas no his-pánicas un enorme caudal de voces, relacionadas sobre todo con la cultura material (toponimia, ganadería, flora, fauna, gastro-nomía, mundo de la mar...), que han contribuido a enriquecer enormemente sus paradigmas léxicos4. 2 Para todo lo relacionado con el español medieval, vid. R. LAPESA, His-toria de la lengua española, Madrid, 1981, pp. 193-290. 3 El problema ha sido abordado ya por M. ALVAR en su «Adaptación, adopción y creación en el español de las Islas Canarias», en Estudios cana-rios, tomo II, Islas Canarias, 1993, pp. 153-176. 4 Se trata de uno de los aspectos más estudiados de la historia del es-pañol de Canarias. Vid. al respecto PÉREZ VIDAL, Los portugueses en Cana-rias. Portuguesismos, Las Palmas, 1991; FRANCISCO NAVARRO, Teberite. Dic-cionario de la lengua aborigen canaria, Las Palmas, 1984; MARCIAL MORERA, Núm. 50 (2004) 157 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 3 Por último, tenemos el problema de la evolución interna del habla canaria y su papel en el contexto hispánico. ¿Cómo se ha desarrollado internamente el español de las islas? ¿Cómo se ha ido renovando? ¿Cuáles son sus focos más innovadores? ¿Desde dónde irradian las innovaciones? Pensemos, por ejemplo, en la aspiración de la /-s/ implosiva. Sabemos que se trata de un he-cho de pronunciación de desarrollo tardío, hasta el punto de que todavía hoy no ha logrado implantarse definitivamente en el habla de la isla de El Hierro5. ¿Surgió espontáneamente en las islas? No lo parece. Lo más probable es que proceda de Andalu-cía, donde el fenómeno se detecta desde muy temprano. Ahora bien, si procede del español meridional, ¿cuándo se produce su introducción en el archipiélago? ¿Por qué isla penetra? ¿Cómo se difunde al resto de las islas? En realidad, nos encontramos ante el tema más complejo y complicado de la historia del espa-ñol de Canarias, un tema que solamente podremos resolver mediante estudios monográficos minuciosos de la documenta-ción escrita existente, como protocolos notariales, acuerdos de los viejos cabildos insulares, cartas y diarios particulares, cróni-cas, etc.6 Precisamente, lo que pretendemos nosotros con el presente estudio es aportar un pequeño granito de arena en el esclareci-miento de estos complicados problemas7, analizando algunas de las características del español canario del siglo XVIII, a partir, concretamente, de tres documentos que juzgamos de una im-portancia capital para la historia del habla de la época: las car-tas que Silvestre Izquierdo, medianero de la finca Las Palmas «El estudio de los guanchismos. Consideraciones metodológicas», Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 43 (1997), pp. 501-148, y Español y portugués en Canarias. Problemas interlingüísticos, Tenerife, 1994. 5 Vid. MANUEL ALVAR, «La articulación de la s herreña», en Estudios canarios, tomo II, pp. 59-70. 6 He abordado algunos de estos problemas en mi estudio «Origen y evo-lución del habla canaria», en El habla canaria en la escuela citado más arri-ba. 7 En relación con el habla canaria del siglo XVII, he publicado, en co-laboración con B. MONZÓ CONCEPCIÓN, el artículo «Aspectos lingüísticos de las actas del Cabildo de Lanzarote del siglo XVII», en X Jornadas de Estu-dios sobre Lanzarote y Fuerteventura, Arrecife, 2001 (en prensa). 158 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 4 MARCIAL MORERA PÉREZ de Anaga, escribió a su patrón Juan Castro, residente en Santa Cruz, entre los años 1769 y 1786, dándole cuenta del estado de su hacienda8, el diario en que Antonio Betancourt, comerciante de Las Palmas de Gran Canaria, fue relatando los sucesos más relevantes de su vida, entre los años 1796-18079, y el diario en que Isidoro Romero Ceballos, abogado y político de esta misma ciudad, fue anotando los sucesos más destacados de la vida del lugar, entre los años 1780 y 181410. Sobre todo los dos primeros documentos presentan un enorme interés filológico, porque es-tán redactados por gentes que carecen de los prejuicios acadé-micos que pervierten la realidad del lenguaje más natural y es-pontáneo. Según estos textos, ¿cómo era el habla canaria del siglo XVIII? Veamos sus distintos niveles de organización fónica, gramatical y léxica por separado. 2. ASPECTOS FÓNICOS En el ámbito del vocalismo, destacan por encima de todo, los dos hechos siguientes: En primer lugar, el cambio de timbre (por asimilación o disimilación) de determinadas vocales cuando aparecen en posi-ción átona, al sufrir la influencia del contexto, ya de forma per-manente ya de forma esporádica. Es el caso de las voces estilo, certidumbre, lagarta, entrega, primicia, legítimo, ninguno, verifi-car, raíz, después, lenteja, desocupar, impertinencia, trasquila, des-graciar, habilitar, murmurar, composición, Pires, exhibir, enviado, tumulto, deforme, ictericia, parche, ermita, Raimundo, recibimien-to, etc., como se aprecia en los textos que siguen: «no se parten 8 JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Cartas de medianeros de Tenerife (1769-1893), Islas Canarias, pp. 17-153. Citaremos por Cartas. 9 Diario de Don Antonio Betancourt, comerciante en Las Palmas de Gran Canaria (Fines del siglo XVIII y principios del XIX). Extractado, publicado y comentado por encargo de la Sociedad el Museo Canario (edic. de Agustín Millares Cubas), Madrid, 1931. Citaremos por Diario. 10 Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos de esta isla de Gran Canaria (1780-1814), tomo I y tomo II (trans-cripción y estudio preliminar de V. J. Suárez Grimón), Las Palmas de Gran Canaria, 2002. Citaremos por Diario histórico I y Diario histórico II. Núm. 50 (2004) 159 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 5 hasta el día de su Santo q. es histilo el partir» (Cartas, 17); «no le puedo dar quenta con sertadumbre de lo q. cada una de por sí dio» (ídem, 19); «la legarta les ase mucho daño» (ídem, 21); «diga lo q. dispone o a quien se yntrega o devo dar qta. ques lo q. quiero saber» (ídem, 28); «la media fanega del trigo de la premisia no ai quien lo compre» (ídem, 36); «es el ligítimo due-ño de toda la hasienda» (ídem, 56); «yo por mi digo q. no e bendido a los ocho pesos nenguno» (ídem); «quisiera allarme ante Vmd. Con todos ellos para bereficar el quando me pidieron semilla» (ídem, 62); «ban unas reisitas de batatas y un buban-guito » (ídem, 64); «dispués q. conosco las palmas senpre se a hido a coger fuera de aquí» (ídem, 73); «ban quatro alms. de lantejas pardas» (ídem, 75); «no me parese fasil el q. se puedan desucupar» (ídem, 81); «dirá q. son empertinencias mías» (ídem, 111); «le mande dies y ocho libras de lana q. le toco de la tresquila deste año» (ídem, 117); «yo sentire mucho q. por an-dar en tan malas tierras de laderas y riscos se disgrasie alguno» (ídem, 125); «si Vmd. me abelita en esto la puedo aser» (ídem, 126); «ni por pienso me aia pasado el aser lo q. me anden mormurando por fuera» (ídem, 137); «en la composesión de las pipas fuera lo mismo» (ídem, 150); «Y tambien trajo dicho varco una pipa de aguardiente de la tierra para D. Antonio Piris» (Dia-rio, 4); «Se hisibieron 492 ps. corrts. 7 rrs. plata en presencia del escribano D. Thomas Oramas» (ídem, 13); «me avia ynbiado para mi enfermedad que me dio del costado» (ídem, 30); «fue tanto el tomulto que las gentes que se agolpiaron en parte» (ídem, 70); «se aparecieron enfrente del varranco unos tres pa-los mui diformes, lingados al modo de jangada» (ídem, 84); «murio el cura de Arucas D. Josef del Toro (...), de idropesia y tiricia negra» (ídem, 88); «y lo primero que se me puso en la llaga fue un parcho de aquilón» (ídem, 96); «el caso fue que junto al Armita de S. Diego (...) cojieron a esta infelis» (ídem, 147); «se cayó un chiquito de 6 a 7 años de D. Raymundo Farrugia, de la ventana a la calle, y solo se hiso unos quan-tos raspafilones» (ídem); «hiso buen resevimiento, como digo» (ídem, 157). En segundo lugar, la fuerte tendencia a la diptongación de los hiatos (ae/; /ea/, /eo/, /oa/: «siempre q. sea presiso el entrar 160 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 6 MARCIAL MORERA PÉREZ algún pion podran yr alguno de los medianeros» (Cartas, 20); «lo dio a maxar a destaxo las dies dosenas a rial y medio de plata» (ídem); «En quanto al beserro de tio basilio siempre q. nos ajustemos los traire el domingo» (ídem, 39); «tanbien me escribio Vmd. en dias pasado q. las breñas la e baldoniado mucho» (ídem, 63); «se allaron nueve piones todo el dia para cogerle un poco» (ídem, 74); «en que fué el señor probisor D. Juaquín Vicente» (Diario, 4); «llegó a Canaria la noticia de que avia perdido en la costa el barco nuevo de D. Domingo Suarez, S. Antonio de Pauda, por ver dado contra una roca barloben-tiando con la noche» (ídem, 7); «estubieron fondiados por mu-chos días» (ídem, 9); «me prestó el viato Francisco Carme me-dia fanega de gofio» (ídem, 21); «se corrió que avia el Ingles enpezado a bonbiar la plaza de Sta. Cruz» (ídem, 26); «compró mi sobrina Teresa la casa a Pepa Montesdioca» (ídem, 50); «costió el dicho Vetancourt todo el costo del viaje, que asendería a 20 ps.» (ídem, 56); «está junto al Galión en la hacienda de Josefa Nuez» (ídem, 63); «le acometió un grave asidente a Marianita la Vacharela, a causa de aver estado mala de su cos-tumbre y aver tomado un baso de helada, de cuia causa se inchó, se pribó y la oliaron» (ídem, 85-86); «se presentó Juanico Baiz en calidá de preso en el Principal» (ídem, 102); «Estos fondiaron asta más afuera de la Punta» (ídem, 108); «declaró mi comadre Manuela Higera que fué la primera ves que sintio meniarse en el bientre la criatura del segundo parto» (ídem, 115); «agolpiaron a Luis Cabrera el aserrador de Telde» (ídem, 124); «solo escasió la humedad un poco bien serca de la primavera» (Diario histórico I, 228); «A mediados de este mes se puso la postura a la libra forfolina de pan floriado a tres quartos y medio» (ídem, 257); «El día 31 se subió la postura a la libra de pan floriado medio quarto» (ídem, 261); «Aviéndose acrecentado la aflicción con la nobedad de haver fondiado en este puerto de la Luz» (Diario histórico II, 45). Tal vez como reacción a esta tendencia popular a la dipton-gación, han surgido los hiatos de las formas Eogenio y cambear, tradicionalmente diptongadas: «Eojenio gomero de un pedasito paga 4 de plata» (Cartas, 22); «pepe perera me a dicho que Vmd. le canbea dos fanegas» (ídem, 102); «beo q. mescrive q. yo Núm. 50 (2004) 161 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 7 le cambeo algunas reses suias quitando para mi las buenas» (ídem, 137). En ciertos casos nos encontramos también con determina-das voces que han desarrollado una yod epentética: «la q. se escapare ahora las llebaran apenas tengan alguna como una almiendra» (Cartas, 58); «en punto de trigo morisco por aca no ai quien lo cambeie» (ídem, 60); «muchas beses las apartamos para q. las salteie el toro» (ídem, 112); «para que este entriegue a D. Pedro Sedano mi agente» (Diario, 18); «murió el hijo de la Cangreja (...), a rresultas de una palicia que le dieron en una vela en el rrisco de S. Juan» (ídem, 98); «hisieron las esponsalias con el fin de casarse a buelta de este viaje que viniere de la Costa» (ídem, 108). También como reacción a esta práctica popular, es probable que se haya eliminado la yod o la /y/ de formas como leyendo, creyendo, habiendo, trayendo, cayendo, cayeron, etc., en los tex-tos que siguen: «tanbien lo echo ahora leendoles el papel a cada uno claramente» (Cartas, 49); «yo digo que Vmd. debe estar creendo q. acaso se los comen» (ídem, 78); «Vmd. esta creen-do q. esto consiste todo en la mala quenta que se le da» (ídem); «tanbien estraño q. abendole escrito esto mismo no aia Vmd. respondido» (ídem, 99); «trahendola su padre a su casa» (Diario, 37); «Juan Correda y otros muchos más caeron» (ídem, 49); «se le caheron quatro muelas y se le rompió algún diente» (ídem, 151). La vocal /u/, por último, desarrolla una consonante velar /g/ en determinados contextos, como los siguientes: «ban (...) quatro sestitos de frutas dos de sirguelas» (Cartas, 24); «por aca solo con algún guevo se le puede atender» (ídem, 38); «se le echa dos libras y media de pipa y tres guebos» (Diario, 14-15); «Estube en la guerta, me permitió lizencia para que entrase en la selda de las Sras. Falconas» (ídem, 28); «le empezaron a salir las vir-güelas a mi nietecito Nicolás» (ídem, 38); «les mandó de merien-da dos libras pan, un frasco de vino, dos rrapaduras, un padaso de sopa ingenio, dos guebos y una caja de tabaco» (ídem, 55); «avía diferencias sobre una guerta que fue dada a la iglesia» (Diario histórico I, 137); «una telecita tanbién se le aplicó, de güebo, puesto en el dedo margarito de la mano izquierdo» (ídem, 162 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 8 MARCIAL MORERA PÉREZ 232); «escalaron tres quatro ladrones los muros de la huerta del palacio episcopal» (ídem, 259); «mui señalado el rostro por sicatrises de virgüelas» (ídem, 330). En el ámbito de las consonantes, nos encontramos con una fuerte tendencia al relajamiento articulatorio, lo que se traduce en una serie de reducciones y neutralizaciones fonológicas, aun-que también se observa algún que otro caso de conservación. Veamos los aspectos más destacados de este problema: a) Uso de una sola consonante sibilante, la llamada /s/ predorso-dental, con total exclusión de la /s/ ápico-alveolar. Es lo que explica la alternancia indiscriminada de las grafías s y z -c- en los documentos que consideramos. Se trata de un fenó-meno tan omnipresente en los tres textos, que basta con poner un par de ejemplos para dejar constancia de su existencia: «al prezentestan bien le doi parte a Vmd. como mi Santiago me disen que quiere casar ahora luego» (Cartas, 54); «no las queria traer aquí porq. Se cequan mucho y se pierden» (ídem, 81); «Mui Sr. mío resivi el de Vmd. y quedo enterado de todo lo que me es presiso responder y digo que todas las cosas temporales se hacaban y tienen fin=en el tiempo de su abuelo conosi las palmas tan bien como las conosco ahora» (ídem, 110); «y en la ultima noche puse mas de sinquenta luses» (Diario, 8); «Se le pucieron por nombres Manuel, Isidoro, Juan, Estevan...» (Diario histórico I, 209)11. b) Mantenimiento de la aspiración procedente de /f/ inicial latina (o árabe), en muchas voces que la habían perdido ya a estas alturas de la evolución del idioma en su modalidad más estándar. Es lo que ocurre con las formas hoyo, harpillera, hato, alhondiga, haz, rehinchar, moho, herramienta, harina, ahorrar, herrar, ahechar, hurtar, hebra, huir, hacer, hilado, hembra, hablar, ahogar, higuera, hilo, herrero, hierro, haba, que aparecen en los siguientes textos: «Antonio rojo de la Joia del aseradero paga media fanega de trigo» (Cartas, 22); «mi conpadre oliva hiso una 11 Se trata de un fenómeno de pronunciación que se encontraba ya en el habla de los primeros españoles que llegaron a las islas. El tema ha sido perfectamente estudiado por Diego Catalán en su artículo «el çeçeo-zezeo al comenzar la expansión atlántica de Castilla», en El español. Orígenes de su diversidad, Madrid, 1989, pp. 53-75. Núm. 50 (2004) 163 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 9 bendimia en el joio» (ídem, 30); «ba la limeta con el vino = la serbilleta q. bino con el pan y la garpillera» (ídem, 38); «no se le pueden dar porq. las quiere ajuntar a otro jato grande q. tiene» (ídem, 50); «me dexo clabado con tres alms. de trigo q. debia en la aljondiga» (ídem, 69); «les tengo dicho le mandemos cada uno un jase del» (ídem, 74); «ban dos jasitos de juncos y unas batatitas» (ídem, 75); «me mando (...) que las reginchase con las madres» (ídem); «no tube lugar de rebatir la dicha Pipa ni reginchirla» (ídem, 78); «el año pasado plate unos pocos y se perdieron porq. le dio un mogillo blanco debago de la tierra» (ídem); «su tio Dh. Pedro bendio alguna piesa de jerramienta biexa q. abia» (ídem, 79); «todos se asen una jarina y luego q. se remojan se asen pedasos» (ídem, 81); «yo yre aprovechando y ajorando todas las q. pudiere» (ídem, 97); «mandeme Vmd. asufre y medio rial de clabos de jerar para los arcos de fierro» (ídem, 100); «le mandare de aquí la fanega de trigo bien ajechada y conpuesta» (ídem, 104); «tambien se an jurtado las papas de las chosas de tafada» (ídem, 105); «ban atadas con una jebra de hilado» (ídem, 116); «dudo que llegue barco aquí q. lo quiera llebar porq. juyen de llegar a tierra» (ídem, 118); «ella no puede ir a jaserle la escritura a la Ciudad» (ídem, 126); «mi pepa manda tres madegas de hilo blanco y dos guisadas = y de jilado» (ídem, 129); «le tocan a su parte de Vmd. sinco machos y dos baifos genbras» (ídem); «fueron por todos 26 de los quales les llevo el diesmo dos: macho y genbra» (ídem, 132); «biendo io los jablares de cada uno lo solte cargue mi jeramta.y me bine con dios» (ídem, 145); «solo me an entregado una fanega de jabas» (ídem, 147); «a las dose del dia, le gurtaron la Perrita a mi hija unos chiquillos» (Diario, 3); «a no aver sido Miguel Plaseres que se tiró al agua a sacarlo, se hubiera agogado» (ídem, 16); «El juyó y se escondió y la muchacha se quejó al Gobernador» (ídem, 31); «me siguió la cura con unas jilas de ungüento ama-rillo » (ídem, 49-50); «al cabo de 6 dias se juió para Galdar a embarcarse» (ídem, 57); «murió Jacinto Mederos, Gerrero, y me debia 34 ps. 7 pts. 12 quartos» (ídem, 69); «se casó y veló en la Iglesia Juan Roque y Agustina Marques y Gigera, hija de Maria Higera y de Francisco Marques, pescador» (ídem, 102); «llegó a Canaria el Sor. Obispo, de la visita de la Palma, Gierro y 164 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 10 MARCIAL MORERA PÉREZ Gomera» (ídem, 105-106); «se comieron unas jabas, quejando-se el dueño de las habas» (ídem, 116); «ofrecí yo 700 pesos (...), quatro botijas aceite y dos libras jilo carrero y mi perso-na » (ídem, 130); «En dicho dia se empesaron a jacer los oficios divinos» (ídem, 139); «La vara de sinta de giladillo a quarto y ¼» (Diario histórico I, 111); «por no haverlo fecho, estaba en gran riesgo de caer el maderamiento» (ídem, 136); «Una sita echa por el señor sarxento mayor (...) en dos fojas» (ídem, 204); «y la quina media onsa en polvo con jollín» (ídem, 233); «entre sus pasajeros, el jerreño capitán de mar» (ídem, 279); «Suceso trájico en el Jierro con unos estranjeros» (ídem, 289); «y otros sinco oficiales jerreños de Milisias» (ídem, 303); «Data de la Jolla de Mondalón en el Monte Lentiscal» (ídem, 308); «se persuadieron se ajundía la ciudad» (ídem, 349); «le eché jor-migón, y también lo hize echar al almasén grande» (Diario his-tórico II, 118). c) Aspiración de la /x/ tensa castellana, como se descubre en el hecho de que Silvestre Izquierdo ortografíe con h la j de palabras como migaja, junta, etc., lo que pone, además, de ma-nifiesto que su pronunciación no se diferenciaba de la pronun-ciación de la aspiración analizada en el apartado anterior: «se fueron aculando todas hunta sobre la fuga de un rrisco mui grande» (Cartas, 23); «ban dos madehitas de hilo y un sestito de ñames» (ídem, 43). d) Aspiración (y en algunos casos pérdida) de la /s/ implo-siva, fenómeno que, en las dos zonas del archipiélago represen-tadas por los textos que estudiamos, parece encontrarse ya por esta época totalmente consolidado. Es lo que indican textos como los siguientes: «se fueron aculando todas hunta sobre la fuga de un rrisco mui grande» (Cartas, 23); «bien tarde lechamo (al cochino) agua y de comer y comio bien» (ídem, 24-25); «pero ahora conoco io el buen conseto q. Vmd. hase de mi en q. no le miro pr. sus cosas» (ídem, 25); «hes lo q. le podra dar megores batata» (ídem, 42); «tanbien me escribio Vmd. en dias pasado que las breñas las e baldoniado mucho» (ídem, 63); «se hacen otras q. les sea de su satifacion dellos» (ídem, 90); «bea su merse si son esas la q. dise q. le falta» (ídem, 128); «pidio satifación al Comandante General para ocurrir al Madrí» (Diario, 25); «vino Núm. 50 (2004) 165 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 11 la seula del Consejo para el areglamento de pesos y media de todas las Islas que areglasen por las de Canaria» (ídem, 78); «se leyó en Sto. Domingo un apenitenciado por la Inquisición, por blafemo irreverente, en aver tomado la magestad al tiempo de comulgar y escupirla en el suelo y averla pisotiado» (ídem, 98); «hubo día que morían asta 250 cuerpos» (ídem, 122); «murió la muger de Alensibia de los Barranco» (ídem, 126); «decían los viejos que no avían bisto en su tiempo otros panes en aquella juridición tan frondosos» (Diario histórico I, 228). e) Neutralización de la oposición de las líquidas alveolares /r/- /l/, generalmente en favor del segundo miembro. Es lo que su-cede en el caso de las formas Almáciga, volver, albañil, almacén, remolque, Fulgencio, alguacil, Galván, reservar, clavel, carcelero, Arquineguín, Artenara, culpa, alcanzar, Javier, etc., que los auto-res ortografían ora con /r/ ora con /l/, según los casos: «tambien las dieron de medias a uno de armasica» (Cartas, 51); «pues conseturara el q. se borbiese luego» (ídem, 70); «mirando q. para borber a poner aquí las pipas tanbien le asen costo» (ídem, 84); «el otro dia se lo borvi a desir» (ídem, 122); «se apreció la casa de D. Francisco Laguna, en que vive Dª. Maria Volcán por el mtro. Visente Falcón de pedrero y por el mtro. Juan Cabral, portugués, de carpintero, cuios aprecios llegaron al Arbañil 291 ps. 7 pts.» (Diario, 5); «le mandé a Dª. Ana del Castillo dose pesos por quenta del armasén de la vodega que le tengo arqui-lada » (ídem, 15); «pincándole los cabos se la sacaron a la vela y remorque con el maior atrebimiento» (ídem, 20); «amenecio muerto de un fuerte tabardillo el hijo único que tenía D. Furgencio Arturo» (ídem, 23); «hera Arguaciel mayor y disen que hera incompatible» (ídem, 68); «le pagué a Dª. Ana del Castillo (...) los dose pesos del Armasén que le tengo arquilado en la casa de Cotando» (ídem, 74); «compré una cuchara a Fernando Garban, hijo de Diego Garban» (ídem, 81); «me puso mi hija en mi poder unas prendas, las que reselbé contra mi gusto» (ídem); «se hagogó un sobrino del canónigo D. Francisco Anriquez (...), en la mar, por enfrente de la calle del Claber» (ídem, 85); «fue motivo para embriagarse el calselero y calseleros para que ellos tubieran la libertá de salir» (ídem, 115); «Y el calselero fué des-terrado a un presidio por 6 años» (ídem); «Estos ingleses salta- 166 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 12 MARCIAL MORERA PÉREZ ron por Alganiguín y allí tomo algunos animalillos, guebos, ga-llinas y demás» (ídem, 130); «ofrecí de hacer una esplanada de artilleria en la marina al salir la calle del Claver» (ídem, 137); «se agogó un soldado que era cabo o sargento de Altenara» (ídem, 146); «declaró que el sobrino no a tenido curpa, y sanó de esta enfermedá» (ídem, 147); «murio de repente Frasquita Ortega Gil, (...) sin arcansal el S. Tolio» (ídem, 148); «le rompió una paré del armasén» (ídem, 151); «se entró en la casa del Sor. Oydor Oromiz un ladrón, hijo de Jabiel el tuerto» (ídem, 152- 153); «de arquiler di una moneda por cada camello» (Diario his-tórico I, 114); «Escritura de arrendamiento de las tierras de Tetil» (ídem, 156); «un barco de costa con la gente y demás peltrechos necesarios para la tentativa de la pesca» (ídem, 315); «arquilé en veinte y quatro pesos al año al contador don Francisco Días» (Diario histórico II, 62-63). También pertenecen a este apartado las formas armitir, armirar, etc., de textos como los siguientes: «sin remición de que se bolviera mas armitir en la Iglesia a este» (Diario, 101); «fue bastante para entrarse en el puerto y escapar de ella con armiración de quantos le mirabamos» (ídem, 136). Obviamente, se trata de formas que tenían originariamente el grupo conso-nántico /-dm-/, que el habla popular insular resuelve en /-lm-/, como veremos luego. Aunque muy raramente, también se detecta alguna que otra neutralización de la oposición consonántica que nos ocupa en posición explosiva: v. gr., pelegrina, por peregrina, flaile, y no frai-le, etc.: «bibia en la calle de Pelegrina» (Diario, 81); «se halló muerto al padre de Salbador el Flayle» (ídem, 118). Como ponen de manifiesto los mismos ejemplos aducidos, esta práctica fónica estaba por la época que estudiamos mucho más extendida en el habla grancanaria (incluso en la propia de la burguesía, clase social a la que pertenece Antonio Betancourt) que en el habla tinerfeña. Es prueba de que se trataba de un fenómeno de implantación más o menos reciente, que penetra en el archipiélago por la ciudad de Las Palmas de Gran Cana-ria, como otras tantas prácticas lingüísticas. f) En posición intervocálica (o flanquedas por líquida), las consonantes sordas /p/, /t/ y /k/ sonorizan esporádicamente, Núm. 50 (2004) 167 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 13 como se aprecia en los siguientes ejemplos: «en orden algodón tres pies no mas son lo q. ai todos petiseguos y quebrados de los bientos» (Cartas, 78); «no ai a quien apelar ni alguiladas ni dadas» (ídem, 97); «fue tan fuerte su estrépido que se oyó en la ciudad el golpe» (Diario, 86). Mucho más esporádica todavía es el ensordecimiento de las sonoras correspondientes. Es fenóme-no que solamente hemos detectado en la forma gangrena: «mu-rió D. Christobal Flores el músico encangrenado. Se enterró en Sto. Domingo y su enfermedá fué de mui pocos dias» (Diario, 86); «a este le entró cangrena» (ídem, 111). g) La consonante /b/ suele convertirse en /g/ cuando apare-ce seguida de la vocal velar /u/: «llegó a Canaria el aguelo de Ramonsillo el de mi hermana Francisca» (Diario, 16); «anoche se despareció una en el mismo abujero adonde las echamos a dormir» (ídem, 38); «murió la agüela de D. Sipriano Avilés» (ídem, 133). Al contrario, es muy probable que, por ultracorrec-ción, la /g/ (etimológica o popular) seguida de la mencionada vocal se convierta a veces en /b/: «ba media fanega de avas = unas papas = quatro bubangos = sebollas = y dos sestitos de fruta uno de sirbuelas» (Cartas, 22); «ban unas papas = tres sestitos de fruta dos de sirbuelas» (ídem, 87); «se hiso la escritu-ra de la casa que compró Maria Higera (...) a Josef Butierres el Purrandaño, uezº. De Santa Cruz» (Diario, 90). h) La /d/ intervocálica aparece frecuentemente elidida en el caso del texto grancanario, no así en el de la provincia occiden-tal. Es lo que les ha sucedido a las formas dentadura, cédula, marido, destacamento, discordia, Cádiz de los fragmentos que reproducimos a continuación: «la primera incomodidá que me avía dado mi entadura» (Diario, 34); «se rrematan por seulas en los 3 domingos primeros de Enero» (ídem, 39); «Y asimismo me entregó Ramón de Sta Ana, marío de Teresa, una cucharilla plata» (ídem, 41); «pesando el pescado de su barco, Francisco Miguel, marío de Frascorra Timoteo» (ídem, 48); «yendo a mariscar un meliciano de los que hian de estacamento al puer-to, se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «hubo una iscordia en-tre el cura de Arucas, el sacristán y monigotes con el alcalde» (ídem, 140); «salieron del Puerto de la Lus el barco de D. Juan Gabaso para Mogador y Cayz» (ídem, 169). Por el contrario, la 168 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 14 MARCIAL MORERA PÉREZ /d/ etimológica del verbo ver (lat. videre), se conserva intacta en la primera persona del singular del pretérito indefinido: «yo lo bide pero paresiome mui granado» (Cartas, 32); «El dia Juebes fui a misa a taganana y vide las quatro pipas q. estan en el roque de las bodegas» (ídem, 93). Como reacción a esta tenden-cia que los hablantes sienten muy popular, se introduce a veces una /d/ entre las vocales de determinados hiatos, como se apre-cia en los textos siguientes: «En este mes de maio de 1798 acadeció la falta del tabaco» (Diario, 31); «regalé a la Sra. Abbadesa con dos millares cacado y dos gallinas gallipabas» (ídem, 45); «una enfermedá muy aguda, que fué serrarse las dos vidas» (ídem, 149). También aparece elidida la /b/ intervocálica del pretérito im-perfecto de indicativo del verbo ir: «estube con Juan bastian quien me dixo hia a trillar» (Cartas, 52); «eogenio se fue uyendo de aqu sin yo saber q. se hia» (ídem, 69); «le benían dando a las bombas continuamente, que hía para el Norte mérica» (Dia-rio, 4); «yendo a mariscar un meliciano de los que hían de estacamente al puerto, se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «Y de cinco que hían solo se agogaron las dos» (ídem, 110). i) Determinadas consonantes implosivas tónicas tienden a perderse en posición final absoluta. Es lo que ocurre sistemá-ticamente en el caso de la consonante /-d/: v. gr., «el qual se hiso con pare bien alta» (Cartas, 36); «y yo si es bolunta de Vmd. q. se la quiten no tengo enpeño» (ídem, 45); «me causa mucha nobeda y me ase fuerza el creerlo porq. yo ynoro el motivo q. aia para ello» (ídem, 53); «pero no cogen para pagar la mita de lo que deben» (ídem, 59); «mi bolunta buena es de poderla sa-car el agua» (ídem, 63); «ba almu y medio de lantegas» (ídem, 76); «Mui Sr. mio no respondo ahora con clarida en orden al bino» (ídem, 77); «a esto respondo q. si Vmd. tiene tanta bolunta de quitarmela de ensima» (ídem, 142); «se sacó los pre-mios del cochino de San Antonio Abá» (Diario, 3); «la mortandá de los Ingleses se infieren fue mui grande» (ídem, 24); «pidio satifación al Comandante General para ocurrir al Madrí» (ídem, 25); «Se determinó mandar compañías en li de guerra» (ídem, 25-26); se alborotó la ciudá, a causa de aver tirado un cañonaso el castillo del puerto» (ídem, 85); «se sosegó esta tempestá y Núm. 50 (2004) 169 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 15 empesó a llover de la una de la noche en hadelante» (ídem, 87); «las que se hisieron con la maior solenida» (ídem, 122); «en la misma noche hiso un agujero en la paré» (ídem, 149). También es frecuente la elisión de la consonante nasal en posición final absoluta de palabra, como vemos en los siguien-tes textos: «todo lo que queda de mantencio dentro de la casa son nuebe almudes de trigo» (Cartas, 41); «algunos de los vezinos q. pudiera tenerle dos o tres dise que le tendra» (ídem, 44); «le habrieron la puerta de la lonja del viato Franciso Carme» (Diario, 21); «murió Pepe Candelaria, sapatero y marío de Agus-tina Chaschas, muy devoto de Ntra. Sra. del Carme» (ídem, 64); «fuí a Saltutejo o Engostura que llama en la Vega, a ver a mi hija y pasar un dia con ella» (ídem, 83); «por cuio motibo pasa-ba por aquel vejame vergonsoso» (ídem, 103). Por el contrario, en el caso del pronombre existencial nadie, se añade una nasal: «me quisieron quitar los calsones q. me balio tenerlos bien amarados porq. quieran vivir a su gusto y que nadien les diga nada» (Cartas, 51); «nadien quiere mandarle del q. tiene como lo e mandado yo» (ídem, 74). Más esporádica resulta la elisión de la consonante vibrante /r/ en posición final absoluta de palabra, aunque también se detecta algún que otro caso: «con tanta agua no se han podido fabrica las tierras en la breña» (Cartas, 76); «Se presentó Sebastián Quevedo de Agalves, que está en medio del piná a jalar la madera» (Diario, 111). Por su parte, la forma reloj se pronuncia con la consonante velar final aspirada: «se puso el rrelos en la Sta. Iglecia y empesó a dar las oras» (Diario, 141). j) La oposición /y/-/ll/ presenta dos soluciones distintas, se-gún los casos. En los textos de Silvestre Izquierdo y Antonio Bentancourt, no existe ni el más mínimo indicio de yeísmo. La consonante /ll/ se mantiene incólume en todos sus contextos tradicionales: «pocos son los que se allan en todos los vezinos porq. las gallinas no quieren poner» (Cartas, 38); «por aca no las allo caros ni baratos» (ídem, 47); «lleva el moso una fanega de trigo y 8 alms. de papas» (ídem, 51); «benia mal capado pues una criadilla se le a buelto abaxo» (ídem, 57); «es lo mismo q. llebar gallinas» (ídem); «en orden al sebollino tanto yo como 170 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 16 MARCIAL MORERA PÉREZ todos los demás sembranos para toda las palmas» (ídem, 59); «no se como se llama ni lo e bisto estos dias» (ídem, 74); «esta toda matada de modo q. no se le puede poner la silleta y de llevarla no llegara alla» (ídem, 107); «Vino el médico, le aplicó un baño a los pies, una tasa de agua de toronjil y unas cataplasmas de mostacilla» (Diario, 11); «desde que salieron de la ciudad les fue llobiendo» (ídem, 20); «se cogió una balandrilla inglesa por de-trás de los rroques de la Isleta» (ídem, 136). Por el contrario, el diario de Isidoro Romero y Ceballos confunde sistemáticamente el uso de ambas grafías, lo que pone de manifiesto que es su autor es flagrantemente yeísta: «Una compañía de sinco ase-rradores de Molla me aserraron dies hilos en dos días» (Diario histórico I, 120); «concurrir con su bestia de gracia cada ves que vallamos a Teror» (ídem, 153); «se olleron tres o quatro truenos mui recios sobre esta ciudad de Canaria» (ídem, 209); «El día 24 calló un hombre de los que estavan desvaratando las paredes de la capilla de la parroquia vieja» (ídem, 223); «las tercianas fue-ron disminullendo de su bigor» (ídem, 233); «aniquilaron la llerva, malograron la mayor parte de las crías en el ganado menor» (ídem, 239); «Paren a dos cachorros las lleguas y cae nieve» (ídem, 240); «estando la luna bien clara se estrayó por una imprudente confiansa» (ídem, 273); «Duró poco más de media hora, callendo tanta agua» (Diario histórico II, 15); «trastornando enteramente el gobierno monárquico sustitullendo república» (ídem, 26); «se manifestava de los cuerpos que con frequencia arrojava el mar a las plallas» (ídem, 45); «se reedificó (...) la casa que está en el hollo o caldera de mi cortijo de Calderetas» (ídem, 70); «hasta fines de mallo corrió el barranco» (ídem, 89); «hize el muro y pollo que está en el huertito contiguo» (ídem, 117); «se restitulleron a esa ysla al cabo de quince días» (ídem, 121); «se desarroyaron los miasmas del contagio que avía avido en la calle de Travieso» (ídem, 193). Obviamente, no se trata de una práctica de pronun-ciación general en el archipiélago por la época que nos ocupa, sino simplemente de un hecho idiolectal que afecta solamente al hablante que consideramos, que, como sabemos, había nacido y vivido los primeros nueve años de su vida en Caracas12, donde el 12 Es lo que señala V. J. Suárez Grimón en la introducción de la obra, p. 35. Núm. 50 (2004) 171 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 17 yeísmo había arraigado desde antiguo. En todo caso, se trata de un indicio de que el yeísmo que se empieza a detectar en el archipiélago a partir del siglo XX puede haber tenido su origen en América, más que en Andalucía.. k) Los grupos consonánticos, por fin, presentan soluciones diversas, según los casos: ka) El gruño /-kt/- se reduce sistemáticamente a la forma /t/: «los demas sienten q. yo les de mas de aquello q. hera su ditamen» (Cartas, 47); «desde el mes de otubre no se a bisto una bonansa para poder cargar» (ídem, 118); «respeto a lo q. Vmd. mescrive no puedo degar de responder» (ídem, 120); «a graduarse para estar ato para la canongia» (Diario, 6); «estaba yo en la atualidad de la fabrica de la casa de la calle de la Pelegrina» (ídem, 38); «me hizo el Sor. Provisor D. Miguel Toledo una visita con muchas afetaciones de cariño» (ídem, 51); «En 19 de Junio de 1800, juebes, dia otabo de Corpus, fué el primero dia que se puso de minifiesto el pan de media libra» (ídem, 58); «se echó menos un rrobo que se le hiso Antonio Rodrigues en la tienda, marido de una hija de la retora» (ídem, 102); «murió fray Agustin Camara, Religioso Agustino, por su estrabagante con-duta » (ídem, 109); «les hiso fuego el rreduto de la Carneseria» (ídem, 135); «el fiscal atual se llamaba D. José Osse» (ídem, 156). kb) Los grupos /-bs/-, /-ks/- y /-ps/- simplifican en la conso-nante /s/: «nada mas armaron un motin no mas q. porq. les digo q. se an de oserbar todas sus ordenes» (Cartas, 51); «ademas de su asidente habitual se le aña-de la pesadumbre de q. los vezinos le quieren aser car-go de algunos sien pesos de la aljondiga q. faltaron de la arca» (ídem, 124); «murió de repente D. Baltasar Martínez de un asidente que le dió» (Diario, 7); «cuia limosna hice en osequio del santo» (ídem, 33); «habien-do hesaminado al padre de la hija se le entregó a su tio Petro Yanes» (ídem, 40); «me costó 90 pesos que hesibí» (ídem, 46); «no se avia descubierto que yntencion o 172 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 18 MARCIAL MORERA PÉREZ malinidá de estas asiones» (ídem, 54); «cayeron dos sentellas o hesalaciones grandes» (ídem, 86); «me hisie-ron muchos osequios» (ídem, 108). kc) El grupo consonántico /-ns/- se resuelve en /s/ aspirada: «Cayó al istante, le llevaron al ospital, y el que hirió se rrefugió en la Iglesia» (Diario, 110); «llegó a Canª. el Barco (...), con la novedá de averse cospirado la com-pañía contra su mandador todo el viaje» (ídem, 127); «en los apuntes q. tiene alla costan las cabras q. tenia en aquel tpo.» (ídem, 132); «le despidieron del coro al istante, lo avilitaron por aver sido provocado por el D. Francisco» (ídem, 152). kd) El grupo consonántico /-ng/- se reduce a la nasal /n/: «y aunque tengo aquí las pipas basias q. binieron de Sta. Cruz son más yndinas q. las otras» (Cartas, 46); «ynoro el motivo porque fue tan grande agrabio» (ídem, 147); «siendo testigos D. Fernando Sotto y Inacio Trabieso, mtro. carpintero» (Diario, 33); «recaló una balandra inglesa europea con la bandera y insinia de San Jorge» (Diario histórico I, 249). ke) El grupo /-nx/- se resuelve siempre en aspiración: «ban unas batatas y calavasas sebollas y unas pocas de naraxas dulses» (Cartas, 34); «ahora ban nueve alms. de habas y unas batatas = y unas naragas q. es lo q. pue-den llevar» (ídem, 70); «mas ban unos limones y unas narajas» (ídem, 108). kf) Los grupos consonánticos /-dm/-, /-dk/- y /-db/- suelen presentar dos soluciones distintas. En unos casos, se reducen a las formas /m/, /k/ o /b/: «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quedo abertido de lo q. en el me avisa» (Cartas, 104); «En este dia, juebes de Dolores, 6 de Abril de 1797, aministraron a Larenza Galindo» (Diario, 19); «a quien se le aministró en hesa misma noche» (ídem, 52); «dio D. Esteban Laguna memorial al Cabildo para ver si le amitian en la contaduria» (ídem, 61); «no que-ría morir ni menos que se le aministrara» (ídem, 109). En otros, simplemente transforma en /l/ la consonante inicial del grupo: «los mas q. puedan alquerir noticias Núm. 50 (2004) 173 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 19 dellos» (Cartas, 106); «son quentos q. a Vmd. le lleban por aserme a mi ese favor lo qual conosco por su mis-mo papel q. Vmd. los almite» (ídem, 137); «se encalla-ron en la misma boca de barranco, con que fué almi-ración de todos su tamaño» (Diario, 84); «puso en almiración a las gentes» (ídem, 87). kg) El grupo consonántico /rl/ aparece a veces reducido a la forma /l/, tal vez después de pasar por la fase /hl/: «muchas della es menester entrales duelas y piesas de fondo q. daran q. aser» (Cartas, 92). Por el contrario, el grupo consonántico /rn/ aparece intacto en nuestros textos: «llebaron la sernidera a la Iglesia y empeso des-de este dia a ganar un rreal» (Diario, 13); «puse con arena del Varranco sernida (...) seis fanagas quatro almudes de trigo de Agüimes» (ídem, 59). l) También se detectan algunos casos de metátesis, sobre todo de la consonate /r/: v. gr., «fue Manuela Higera, que estaba en casa de Grabiela y Maria Mersedes en casa de la madre de Manuela» (Diario, 55); «Esta es la misma a quien yo compré la casa de la calle de Triana, que frabiqué y vibe en ella Mari Higera» (ídem, 148). 3. ASPECTOS GRAMATICALES Los aspectos gramaticales más relevantes de los tres docu-mentos que nos ocupan pueden resumirse en los siguiente apar-tados: a) Empleo más o menos sistemático de los sufijos diminuti-vos -ito, -illo e -ico, aunque con sentido distinto, por lo menos en el caso de los dos primeros: mientras que -ito se usa siempre con matiz apreciativo, como se observa en los ejemplos que si-guen: «ban 8 quesitos y una sartita de pescado que me dieron los barqueros» (Cartas, 19); «otros responden q. que no tienen lugar porq. estan recoxiendo sus frutitos» (ídem, 21); «todos estabamos muy atracados con las alsitas de las viñas» (ídem); «partisipo a Vmd. como se le a muerto uno de los dos lechon- 174 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 20 MARCIAL MORERA PÉREZ sitos» (ídem, 23); «al pte. Ai por recoxer esas papitas buenas o malas» (ídem, 26); «al Sr. beneficiado le dixe de la quentesita y responde como siempre» (ídem, 33); «ba la bara = y los planton-sitos de breveras blancas» (ídem, 37); «ba la sierrita y las papas que Vmd. pide» (ídem, 39); «en quanto a los carneritos del año pasado tiene tres y dos carneros grandes» (ídem, 44); «lo q. le queda en las cabras es un castradito no mas» (ídem); «mando con eogenio una fanega de trigo de la breña y un costalito de papas = y un bubanguito» (ídem, 48-49); «es presiso degar to-das las menuditas para semilla» (ídem, 55); «manuela lleva las dos gallinas q. le abian quedado en mi poder pollitas» (ídem, 117); «se hizo la escritura de la casita de Santo Domingo» (Dia-rio, 46); «murió Francisco, el bobito del Sor. Alfaro» (ídem, 26); «En 9 dicho le empezaron a salir las virgüelas a mi nietecito Nicolás» (ídem, 38); «murió Juan Galindo, el bobito, de una calda que se dise le dió Raimundo Casares» (ídem, 50); «le re-galé al Sor. Provisor D. Miguel Toledo, que estaba en la casa de la hacienda de D. Agustin Andrada en el monte un barrilito de salmón de fuera» (ídem, 56); «todos aquellos millos de sequero que cogió ia grandecitos» (Diario histórico I, 228); «En este mes hize nueva desde simientos la cosinita de la casa terrera mía de la calle de Triana» (Diario histórico II, 88); «se hicieron los muritos de resguardo de la Alameda» (ídem, 98); -illo presenta un matiz más bien atenuativo, como vemos en los casos si-guientes: «algunas salieron algo adolesidas y con algunos golpillos» (Cartas, 23); «este año pasado senbre unos pedasillos deste trigo» (ídem, 58); «aun tengo el millo sin desgranar y al-gunas calabasillas sin coger» (ídem, 65); «se quedó un pedasillo por cabar» (ídem, 127); «la que no entró y vino por el pilarillo del Perro» (Diario, 78); «Escritura hecha por Baltasar Her-nández Reyes, vecino de Barjada, de una suertecilla de tierra montuosa y por hacer» (Diario histórico I, 197)13. La diferencia de matiz entre estos dos sufijos es mucho más evidente cuando se combinan con nombres propios de persona. En esta distribu-ción, lo normal es que -ito se combine, bien con nombres pro- 13 Vid. mi artículo «Los diminutivos en el español de Fuerteventu-ra », en Español de Canarias e identidad nacional, Puerto del Rosario, 1997, pp. 157-169. Núm. 50 (2004) 175 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 21 pios de personas jóvenes de la clase alta, como en el caso de las frases «tambien lleva una libra de lino que manda a pedir Se-ñorita mariquita» (Cartas, 108); «ban dos madegitas de hilo q. mando señora Mariquita a pepa para que se lo guisara» (ídem, 116); «fue la primera leción que se le dió a Nicolasito en la Gitarra por su mtro. D. Christobal Millares» (Diario, 113); «Este contagio tocó a mi último hijo Tomasito, de edad de ocho me-ses » (Diario histórico I, 232), bien con nombres propios de per-sonas mayores de la clase popular, con un sentido de ‘respeto cariñoso’: «me notician de la cojida del barco de Siprianito Aviles, que se lo tomó el francés» (Diario, 4); «ofresiendo dar el barco a Roquito Gre» (ídem, 23); «fui yo con Domingito el de Terrero a haserme entrega de dicho barco» (ídem); «parió Agustinita Marta una niña» (ídem, 29); «se enterró María Antonia, muger de Dominguito el Serero» (ídem, 38); «regalé a Fabianita de S. Benito Velasco (...) con tres pesos fuertes» (ídem, 45); «me presenté al Sor. Corregidor Ibañes a hacerle una súpli-ca por parte de Periquito Nabarro» (ídem, 47); «se casó la hija de Mariquita Cruz, comadre de D. Rodrigo» (ídem, 49); «parió Ramonsita, la muger de Pepito de la Nuez» (ídem, 79); «admi-nistraron a Mariquita Antonia Cardoso, a causa de un fuerte asidente que le dió en la noche» (ídem, 79); «llegó a Canª. de Abogado el hijo de Mariquita Lugana» (ídem, 82); «se botó el navío del capitan Luna de Lanzarote y de D. Manuel el marido de Caethanita Galindo» (ídem, 100); «se le puso un ministro de guarda en la casa de Roquito el palmero» (ídem, 103); «a la prima noche, administraron a Estebanita Galindo» (ídem, 120); «amaneció un papel de mui buena letra puesto en la puerta de D. Manuel Alfonso, marido de Caitanita Galindo» (ídem, 134)14. Es muy probable que se trate de una mera extensión semántica del empleo anterior. En todo caso, hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un uso que solamente se detecta en el texto grancanario, no en el tinerfeño. Las formas -illo e -ico se combinan siempre con nombres propios de niños y de personas sin relieve social: «Lleva Juanillo 14 Vid. mi «El diminutivo de respeto cariñoso: aspectos semánticos y difusión en Canarias», en Español de Canarias e identidad nacional, pp. 171-178. 176 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 22 MARCIAL MORERA PÉREZ tres muestras del bino de abaxo» (Cartas, 61); «se escaldó Mariquilla, la chiquilla que tenía mi hija en su casa» (Diario, 168); «anica la billera debe dos pagas a sinco almudes por cada paga» (Cartas, 55); «se acababa de casar con el hermano Agustinico Morejón» (Diario, 16); «se quedó muerta de repente Anica Caneda, madre de Juan Caneda el músico» (ídem, 29); «se hizo en la casa de Francisca Higera y Anica su hermana un combite» (ídem, 74-75); se presentó Juanico Baiz en calidá de preso en el Principal» (ídem, 102); «murió de repente, sin alcan-zar el santolio, Juanico el pífano mayor de la tropa» (ídem, 106); «murió Teresica Naranjo, muger de D. Rafael Pastrana, la que padeció larga enfermedad a rresultas de un parto» (ídem, 131); «El día 15 les dio la primera calentura a Francisca, Jerónima y Aniquita» (Diario histórico II, 61). El empleo que comentamos de los sufijos diminutivos forma en realidad parte de un com-plejo sistema de tratamiento, donde entran en juego, además, las fórmulas léxicas don, señor, maestro, tío. Este sistema está organizado internamente de la siguiente manera. A las perso-nas adultas de la clase alta, como autoridades militares o reli-giosas, grandes comerciantes, terratenientes, etc., les correspon-de las fórmulas de tratamiento don, señor, vuestra merced y su merced: «murió el Sor. Cangº. D. Rafael Ramos» (Diario, 9); «se embarco Dª. Clara Romero para Sta. Cruz con Don Pedro Sarate, procurador» (ídem, 10); «murió el cura D. Pablo de Sil-va, casi de repente, sin embargo de haber estado malo por muchos días con una fatiga en el pecho que le estaba ago-gando » (ídem, 22); «En este dia 3 de maio, dia de la santísima Cruz, dió la criada de D. Agustín García una caída muy grande de la sotea de las Sras. Reyes al patio» (ídem, 54); «salió (...) el Sor. Oydor Virgil (...), para de allí irse para España junto con su esposa Dª. Josefa del Toro y Falcón» (ídem, 100); «murió Dª. Isabel del Castillo, hermana del Coronel D. Juan del Castillo» (ídem); «vinieron asistir en casa dos franzeses recomendados por los Sres. Casalones; el uno llamado D. Santiago y el otro D. Juan» (ídem, 102); «murió D. Francisco Torres, organista maior de la Sta. Iglesia» (ídem, 153); «murió D. Miguel Albarado, clé-rigo, del mal de orina» (ídem, 168); «el poquito de lino q. toca a su merced de todos los vezinos me lo an entregado» (Cartas, 19); Núm. 50 (2004) 177 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 23 «ban las dos bestias de su merse porque la mia ni aun basia se puede menear» (ídem, 29); «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quede enterado de todo lo contenido en él» (ídem, 59). A los niños y jóvenes de la clase alta, el tratamiento -ito. A las perso-nas de cierta consideración de la clase popular, también el tra-tamiento -ito. A los profesionales, como zapateros, barberos, al-bañiles, etc., les correspondía el tratamiento de maestro: «En 22 de Junio de 1798, entregué al mtro. Vizente dos velas de a li-bra » (Diario, 32); «murió el mtro. Josef de Mesa, pedredo» (ídem, 46); «murió Bernardo el figón, suegro de mtro. Bernardo, mi barbero» (ídem, 149); «murió la muger del mtro. zapatero Josef Pinto» (ídem, 154); «estrené las gafas de plata que me hiso el mtro. Carlos» (ídem, 162); «Buen oficial de mampostería en la ciudad es el maestro Vicente Falcón, diestro de mano y aseado» (Diario histórico I, 118). A las personas menos cualifi-cadas de la clase popular, se denomina con el nombre propio a secas: «murió Salbador Peres, tonelero» (Diario, 152); «heredó Andrés Melián, su criado» (ídem, 153); «murió María Rosa, pa-nadera » (ídem, 166). A los niños, disminuidos, etc., de la clase popular, les correspondía habitualmente el tratamiento -illo o -ico. A las personas mayores que se trataban con cierto cari-ño o proximidad, se les daba el tratamiento de tío, origen del posterior cho canario, casi desaparecido ya del habla viva: «la que entregué al mandadero tío Juan» (Diario, 44); «despidió mi hija a Mariquilla, la hija de tía María, que carga el agua» (ídem, 161). Referidos a individuos de la clase popular, es también muy frecuente, sobre todo en el documento grancanario, el uso de apodos. Se trata de nombres tanto de procedencia general como de procedencia dialectal: patata [«parió Maria del Pino, cuarta mujer de Pepe patata» (Diario, 8)], mañanica [«a causa de haver dado quenta un arriero que llaman Mañanica» (ídem, 41)]; caja la playa [«cuio muchacho era hijo de Caga la Plaia» (ídem, 93)], boca de cabrilla («dió D. Bartholomé boca de cabrilla y castella-no del castillo del Rey una calda de palos a una chica» (ídem, 104), tocha [«amanesió agogada en el charco de agua dulce (...) Antonia la Tocha, ya de edad, limosnera» (ídem, 131)], rasca-cio [«despidió Dª. Maria Volcán a la chiquilla Antonia, hija de 178 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 24 MARCIAL MORERA PÉREZ Esteban Rascacio, que la tenía en mi casa» (ídem, 140)], cu-rro [«También murió en la misma noche de otro asidente Agustinita la Curra y Andrés Cabrera de Tamaseite» (ídem, 160)], gangocha [«murió Luis Gangocha a causa de una quebra-dura » (ídem, 162)], pepino [«murió de un falto Luis Falcón, que lo llamaban Luis Pepino, latonero en el ospital» (ídem, 162)], etc.15 Combinado con sustantivos denotativos de parte del día, el sufijo -ito se usa para precisar la localización temporal: «fue su parto por la mañanita» (Diario, 139); «a la tardesita echó dos botes, el uno a las Comedurías» (ídem, 144). Desde el punto de vista formal, hay que decir que, en pala-bras agudas, el sufijo que nos ocupa suele ir precedido del in-terfijo /-s-/, como se aprecia en los mismo ejemplos aducidos antes, aunque, de forma esporádica, se añade directamente: «y en qto. a los lechonitos q. Vmd. dise le presisan mandar luego = digo q. aca hasta ora no ai» (Cartas, 19-20); «Señor le dio quenta a Vmd. como en la punta ai un ladronito de ganado y de todas cosas» (ídem, 105). b) El sufijo -ero aparece sistemáticamente en la forma-ción de nombres de árboles frutales, como vemos en los si-guientes ejemplos, «en quanto a las pimenteras no las man-do ahora porq. las q. ai estan quanto nasiditas» (Cartas, 18); «los mansaneritos y parras estan plantados adonde Vmd. a mandado» (ídem, 35); «fu el dia q. binieron los arvolitos q. me avisara q. los manzaneritos se los plantase en su guerta» (ídem, 114); «con árboles de higuera y granaderos, y el agua que le pertenece» (Diario histórico I, 197); «un pedaso de tierra con cinco higueras y un membrillero» (ídem, 198); «agua para regar el llano de los almendreros» (ídem, 282); «planté los limo-neros, mansaneros encarnados, jasminero real y escobones» (ídem, 287). c) El sufijo -ada aparece muy frecuentemente en la forma- 15 Vid. mi «Diminutivos, apodos, hipocorísticos, nombres de parentes-co y nombres de edad en el sistema de tratamientos populares de Fuerte-ventura (Canarias)», en La formación del vocabulario canario, Tenerife, 1993, pp. 219-244. Núm. 50 (2004) 179 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 25 ción de sustantivos de acción: «con la dilubiada del domingo de lasaro no quedo rastro del» (Cartas, 76). d) En el terreno pronominal, son dignos de destacar los dos hechos siguientes: Por una parte, los pronombres complementarios lo y le por lo general aparecen empleados en el texto siguiendo las pautas de los orígenes de la lengua: i. e., lo como acusativo y le como dativo, según se aprecia en los siguientes ejemplos: «no le conbiene el tenerla a Vmd. ni a mi porq. siempre an de aser daño en la biña» (Cartas, 43); «no ai quien las quiera coger no degandoles siempre el pasto» (ídem, 50); «a ribero no lo e bisto para preguntarle pr. el baifo del diesmo» (ídem, 52); «en qto. a berdolaga no la ai ahora en las guertas» (ídem, 54); «y le pagué a la negra azafrana porque le quidara en su enfermedá dos ptª. Cada dia, que fueron 13 dias los de su grabedá» (Diario, 16); «mataron unos ladrones a Marcos Artiles (...) y aunque lo ma-taron no le robaron» (ídem, 90); «le pusieron Manuel Antonio y lo crió su misma madre» (ídem, 121); «a transar lo que le da-ban por cada barco, menos el de la Habana, que lo dejaban para sí» (ídem, 130). No obstante esto, en el texto grancanario son frecuentes los casos de leísmo de persona: «le estaba auci-liándole D. Agustín Cabral» (Diario, 10); «solo le acompañó en el barco de descarga» (ídem, 53); «Vino a su casa, que le traje-ron, y murió a los 4 dias» (ídem, 87); «se le puso preso con el fin de embarcarle para la Madera» (ídem, 101); «le pusieron preso al Alcalde y Alcaldes, a Juan el barbero» (ídem, 114); «mataron al capitan (...), en cuia misma bateria caió al agua o le botaron» (ídem, 168); e incluso de leísmo de referente no per-sonal, aunque, obviamente, de forma más esporádica: «desian los nacidos que en su vida no le (el mar) avían visto tan fuerte» (Diario, 3); «pero el biento tan favorable que traiba el Carme fue bastante para entrarse en el puerto y escapar de ella con armiración de quantos le mirábamos» (ídem, 136). Lo más pro-bable es que se trate de una novedad del habla de la burguesía grancanaria, que no habría de tener éxito en el resto de las hablas insulares. La forma plural les aparece en ocasiones con la s elidida: «dexe de darla a todos y cada uno como le corres-ponde » (Cartas, 62). 180 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 26 MARCIAL MORERA PÉREZ Por otra parte, el pronombre relativo cual, presenta la for-ma cualo en algún que otro texto: «los vezinos disen q. le pue-den tener a la hoxa a qualos contenplo que los tendra entre machos y borregos» (Cartas, 44). e) En lo relativo al verbo, se destacan los siguientes hechos: ea) Determinados verbos que se usan como primitivos en la norma estándar aparecen prefijados por la preposición -a: «yo ocupe a todos los bezinos aber si entre ellos ajuntava algunos manogitos» (Cartas, 30); «disen no pueden asurcar la tierra por seca» (ídem, 63); «en or-den a las obexas los hise ajuntar» (ídem, 104); «dise que la chica le atoriaba boca de cabrilla y le sacaba la len-gua » (Diario, 104). También se da el caso contrario, es decir, usar en su forma primitiva determinados verbos que en la norma estándar aparecen prefijados: «el lino se acabo de liñar el qual remito beinte libras» (Cartas, 25); «los perros un día se marran y otros se sueltan» (ídem, 26); «es pr. donde los barqueros las garan quando las nadan» (ídem, 111); «tanta le entraba como se le sumia por el fondo» (ídem, 153); «les di de comer a 27 palmeros que hera la compaña del barco del Gallito, que los avia prisionado el Inglés» (Diario, 21). eb) El pretérito indefinido se usa tanto para expresar el pa-sado remoto: «Muy Señor mio el dia Jueves fui a las cabras a partir de la cria y partimos catorse baifos a cada uno tocaron siete quatro hembras y tres machos» (Cartas, 46); «Este se portó muy malamente por su estrabagancia, dió muchas incomodidades en la Iglesia, quien habia caminado con las mejores ventajas» (Dia-rio, 101); como para expresar el pasado reciente: «Mui Sr. mio resivi el de Vmd. y quede enterado de todo lo contenido en el» (Cartas, 59); «En este día, 29 de Abril de 1797, a la noche, ia de San Pedro mártir, le habrieron la puerta de la lonja del viato Francisco Carme» (Dia-rio, 21); «En este dia, 24 de marzo de 98, me ragaló la Sra. S. Francisco de Asís un quadrito de la madre S. Esteban, que me avia ynviado para mi enfermedad que Núm. 50 (2004) 181 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 27 me dio del costado» (ídem, 29-30). Además, esta forma verbal hace la primera persona plural de la primera conjugación en la forma -amos, no en la forma -emos, que tanto se ha empleado en Canarias: «hoy Juebes nos aguantamos quinse hombres a sorivar en la guerta y se sorivo como la mita de lo que presisava de sorrivarse» (Cartas, 41). ec) El llamado pretérito perfecto se suele emplear con el sentido de ‘pasado no terminado’, tal como se aprecia en los siguientes ejemplos: «creo que Vmd. esta en el conosimiento q. aquí siempre abido junco de sobra pero es a la contra porq. dispues q. conosco las palmas senpre se a hido a coger fuera de aquí como a sido a benixo y adonde llaman el orobal» (Cartas, 73); «tan-bien me escribio Vmd. en dias pasado q. las breñas las e baldoniado mucho a lo q. respondo q. en quanto a la biña le ago todas sus fabricas» (ídem, 63). A pesar de ello, tampoco es raro su uso en el sentido de ‘pasado reciente’, como en la norma más estándar: «en quanto a las papas que Vmd. a mandando para q. se planten digo q. de la primera fanega plate luego unas pocas delante de la hermita» (ídem). ed) El pretérito imperfecto de subjuntivo aparece tanto en la forma -ra: «en quanto a las cabras yo me alegrara no quedaran aquí todo el año» (Cartas, 50); «siempre q. el moso pueda vinir por algo de carga todas las semanas me alegrara» (ídem, 95); «al primer puerto que llegara se entregase aquel corregidor» (Diario, 156), como en la forma -se: «en quanto a la carga q. Vmd. me avisa pusiese en taganana a mediado de semana no la man-de » (Cartas, 66); «me prebiene q. le avisase si los abia para estos días» (ídem, 114); «le ofrecí por mano de D. Juan Sall el dinero que necesitase» (Diario, 10); «le mandé carta al Sor. Corr. Para que me ocupase en todo lo que se le ofresca» (ídem, 11); «empezó a llober todo el mas del dia, sin que se viese el sol» (ídem, 44); «y echando unas gotas de aguardiente fuerte le tibiase y se pusiese unos paños al dia y la noche» (ídem, 68); 182 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 28 MARCIAL MORERA PÉREZ «nos combenimos le mandase el cofre» (ídem, 105); «para que los vendiese de su quenta a barios precios» (ídem, 106). Aquélla se usa más en Tenerife; ésta en el habla de la burguesía de Las Palmas de Gran Canaria. Es muy probable que, como los casos de leísmo comen-tados antes, se trate de una práctica gramatical neo-lógica. ee) En futuro imperfecto de subjuntivo presenta una vitali-dad total en los dos documentos que consideramos: «no tiene aquí pipa para recoxerlo lo que le tocare» (Cartas, 28); «por si acaso biniere alguno dellos quedandose megor la mar puse una pipa en limpio» (ídem, 39); «digo q. todo el ganado asi boregos como machos q. hai aqua los repartiere con todos los vezinos» (ídem, 47); «para el martes beremos si ubiere algunos mas» (ídem, 49); «entonses no tendra Vmd. sino alguno q. le tocare» (ídem, 50); «y ai puede Vmd. disponer llebar este bino y q. traigan las basias q. ubieren y sirbieren» (ídem, 55); «se guareseran las q. se plantaren ahora» (ídem, 58); «avisele q. luego mande las pipas q. uviere basias» (ídem, 100); «si manda Vmd. a bender algunos castrados me lo avisa para q. sino ubiere marchantes de la ciudad que queran benir por ellos mandare recado a los de Sta. Cruz» (ídem, 105); «se compondra luego por si acaso viniere el barco» (ídem, 118); «lo q. le restare se lo paguare luego q. benga el barco» (ídem, 119); «hisieron las esponsalias con el fin de casarse a vuelta de este viaje que viniere de la costa» (Diario, 108); «por si aca-so se encontrare en alguno de mis libros o papeles» (ídem, 113); «a las eses que quedaren en el paño se les puede volber a echar agua» (Diario histórico I, 14) . ef) También el gerundio preposicional tiene una presencia bastante destacada en los dos textos que nos ocupan: «en acavandose todas le avisare las q. cada uno a dado» (Cartas, 28); «en aquabandose no se q. tengo de haser» (ídem, 41); «esperamos en Dios la mandara en siendo servido» (ídem, 44); «entonses todo son dilaciones y apuros en llegándose el dia de aberse menester» (ídem, Núm. 50 (2004) 183 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 29 85); «no es su amo dueño de guareser una fruta y lo mismo en madurando las ubas que es mucho el destalaje» (ídem); «no puedo saber las q. basias podran quedar en acabando de trasegar y rejinchirlas» (ídem, 96); «en descayendose de las carnes q. ahora tienen se perdera la bente dellos» (ídem, 124). Por lo demás, como en el apartado de la fonética, nos en-contramos también en este apartado gramatical determinadas formas analógicas, como quedrá (e incluso quererá), futuro im-perfecto de indicativo del verbo querer, rompido, participio de pasado del verbo romper, etc.: «considero q. Vmd. los quedra para echar a la hoja por cuio motivo no lo mando» (Cartas, 42); «por quatro o sinco veses no mas no quedran nadie venir» (ídem, 105); «las dichas monjas los quereran llebar uno a uno» (ídem, 107); «quedra q. le mande alguna por cuio motivo mando el castrado grande» (ídem, 114); «pues los mios en el trabaxo de Vmd. se rompen y no siento eso porq. los dos pr. bien ronpidos» (ídem, 53); «por aberse rompido el cabrestillo de la suela no las e compuesto» (ídem, 69); «arribó a este puerto de la Lus un navio de guerra olandés con el mastelero de la gabia del trin-quete rompido» (Diario, 7). f) En el terreno adverbial, hay que destacar la altísima fre-cuencia de uso del adverbio demostrativo acá, en convivencia con aquí: «esta semana avian de quedar compuestas porq. estava aqua el tonelero» (Cartas, 27); «mande tres almudes de trigo y otros dos riales de pescado porq. aca ya no queda nada de grano» (ídem, 41); y la presencia del adverbios deantes: «bolbio a saltear las bacas lo mismo q. deantes» (Cartas, 48). g) En el ámbito de las preposiciones, nos encontramos con algunos usos arcaizantes y otros neológicos. Veamos algunos de ellos. La preposición a no solamente aparece introduciendo el complemento directo de persona, sino también algunos de cosa, como vemos en los siguientes textos: «fue adonde alcanzaron a la biña q. hase mi conpadre oliva» (Cartas, 45); «me enseñaron a una imagen que estaba de nuestra Sra. de la Rocha» (Diario, 28). Con todo, el complemento directo de persona aparece a veces sin determinación preposicional: «di quenta al alcalde para 184 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 30 MARCIAL MORERA PÉREZ q. llamara los cabreros» (Cartas, 45); «para que le mandaran su hijo y tambien un memorial para el Sr. Coronel» (Diario, 16); «solo mataron dos marineros y hirieron tres» (ídem, 20); «se llebó al tiempo de pasar el barranco por junto a la vanda del mar la mujer de Pepe el Tonelero» (ídem, 95); «mato el coche un mu-chacho hijo de Angel Guerra» (ídem, 164). La localización tem-poral en las distintas fases del día (mañana, amanecer, tarde, noche...) se expresa mediante la preposición en: «empesó a llober una agua quieta y serena, sino en el dia, en la noche se esperimentaba este veneficio que Dios nos hacia» (Diario, 141); «al dia mismo, Domingo en la mañana (...) le dieron fuego al barco de Flores» (ídem, 165). Si, en lugar de la idea de ‘situa-ción’, lo que se quiere expresar es la idea de ‘concurrencia’, en-tonces se emplea la preposición con: «llegó a Canaria la noticia de que avia perdido en la costa el barco nuevo de D. Domingo Suarez, S. Antonio de Pauda, por ver dado contra una roca barlobentiando con la noche» (Diario, 7); «parte de ellos entra-ron con la noche» (ídem, 108). La preposición contra, que pre-senta, además, la variante de expresión quentra [«lo alle asien-dose pedasos tirandose quentra las piedras y mui desesperado» (Cartas, 25)], se usa en algunos contextos con un sentido pura-mente orientativo: «Y contra las esquinas de abaxo tenia algu-na poquilla de tega» (Cartas, 152); «un sitio vasío o esconse que estaba contra la casa de la huertita que tengo allí» (Diario his-tórico II, 189). Por último, el sustantivo casa presenta tenden-cia a la preposicionalización en la locución en casa: «En este dia fui en casa de mi hermana Francisca y vey la cabra y el cochi-no » (Diario, 43); «aviendo concurrido con otros estudiantes en un bayle que se hiso en casa las morenas patricias» (ídem, 114). h) En el capítulo de las perífrasis verbales, destacan, por encima de todo, los tres hechos siguientes: ha) El uso del verbo pegar como auxiliar incoativo, aunque alternando con las for-mas más convencionales empezar y comenzar: «tengo yntencion de pegar aderesar las pipas» (Cartas, 26); «benian dos o tres ofi-ciales y se pegava a componer luego q. pasara el dia de las nie-ves » (ídem, 92). En ciertos casos, aparece también con este mis-mo sentido en construcciones no perifrásticas: «el dia martes pegamos al adereso de la bodega» (Cartas, 27); «las arbexas q. Núm. 50 (2004) 185 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 31 Vmd. dise q. le sienbre de puno en el pedaso q. se sorivara digo q. no le tiene quenta porq. pegamos a media guerta» (ídem, 42); hb) La altísima frecuencia de uso de la combinación tener + par-ticipio: «yo le tengo comprado en la punta tres reses dos boregos y un baifo» (Cartas, 44); «a los suares les tengo mandado mil recados» (ídem, 55); «no tengo visto ni oido inumanidá tal» (Diario, 148); hc) El uso esporádico del verbo ser como auxiliar del pretérito perfecto: «a las dos oras y media ya hera muerto» (Diario, 116). i) En relación con el orden de los elementos en la oración, se observa una tendencia a la posposición de las formas com-plementarias, al contrario de lo que ocurre en la norma más moderna, que prefiere la anteposición: «y a Señora darame Vmd. algo de pescado para dar de comer a las gramaderas» (Cartas, 22); «mandarame pescado y medio rial de aseite para el tonele-ro » (ídem, 27); «yo lo bide pero paresiome muy granado» (ídem, 32); «mandarame un poquito de aseite para la plana» (ídem, 57); «allome por mis enbarasos mui amarado por averseme ido dos mosos» (ídem, 82); «si los de la Ciudad quisieran benir estara Vmd. con alguno dellos y diraselo» (ídem, 106); «Esta presa logrola interesada en 7 a 8 mil pesos» (Diario histórico I, 210); «atravesaronla para asercarse a abrir la puerta» (ídem, 259); «Quitáronle quatro mil y quinientos pesos y se retiraron» (ídem). j) En el caso del pronombre posesivo, se prefiere en muchas ocasiones la forma pospuesta a la forma antepuesta: «Almasén mío nuevo se concluye y alquila» (Diario histórico II, 62) ); «En este mes hize nueva desde simientos la cosinita de la casa terre-ra mía de la calle de Triana» (ídem, 88); «puse en dicho mes los dos pies derechos que tiene la cumbrera de la casa mía del Pino» (ídem, 118). Por lo demás, se observan algunas construcciones que son también muy populares en el español actual, como, por ejem-plo, el uso tematizado del pronombre yo en combinaciones como yo me parece: «yo me parese q. sera mexor el que Vmd. lescriva a pancho a Sta Cruz para que able un barquito de los del chinchorro» (Cartas, 18); «yo me parese q. lo q. se podran aser de binagre son quatro pipas» (ídem, 76); el uso femenino del cuantificador poco en combinaciones como las siguientes, en 186 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 32 MARCIAL MORERA PÉREZ que la norma estándar actual exige la forma masculina: «por quedar unas poquitas de las mias q. apartar» (Cartas, 55); «se puso a rrepartir en casa D. Feliz Verlanga una poca sebada de Lanzarote» (Diario, 70); etc. 4. ASPECTOS LÉXICOS Los tres textos que estudiamos presentan una gran cantidad de material léxico tradicional canario, que va desde el de proce-dencia guanche hasta el de procedencia portuguesa, pasando por determinados arcaísmos hispánicos y bastantes neologismos morfológicos y compositivos16. a) Como vocabulario ya arcaico (por lo menos en la norma más estándar) por la época en que se redactaron es-tos documentos, encontramos en nuestros textos las siguientes voces: ajota (que). Valiéndose de que, confiando en que: «ajota q. tendran las cabras an de querer tener alguna manada de machos suios» (Cartas, 50). Del esp. ant. en hoto de ‘confian-do en alguien, contando con su protección’. alongar. Proyectar el busto hacia adelante: «creo q. se alongaria alcansar algun mato berde a la bera del risco y despidio un risco mui grande» (Cartas, 152). Del esp. ant. alongar (de a-y longo) ‘prolongar, alargar’, muy probablemente con influen-cia del port. alongar ‘ídem’. arveja. Guisante: «ban quatro almudes de senteno = tres alms. de arvexas» (Cartas, 20); «ban media fanega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (ídem, 24). Del esp. ant. arveja (del lat. ervilia, dimin. de ervum ‘lenteja’) ‘ídem’. asmar. Pasmar: «se iban ia las sevadas asmándose» (Diario his-tórico I, 293); «las sevadas tempranas se asmaron» (ídem, 278). Del esp. ant. asmar (del lat. adaestimare ‘estimar’) ‘que- 16 Los datos etimológicos que exponemos a continuación proceden de M. MORERA, Diccionario histórico-etimológico del habla canaria, Islas Ca-narias, 2001. Núm. 50 (2004) 187 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 33 darse un hombre suspenso o pensativo’, por aplicación metafórica. baja. Escollo próximo a la costa, que suele aflorar en la baja-mar: «al parecer llegó asta las bajas de Telde» (Diario, 165). Del esp. ant. baja ‘bajío, elevación del fondo en los mares, ríos y lagos’, por desplazamiento metonímico. Es probable que en esta conservación haya habido influencia del port. baixa ‘pedra de basalto, de grandes dimensões que aparece no quebra-mar’ (Falares da ilha). baldonar. Abandonar. «no se me debe baldonar mas q. a los demas» (Cartas, 54). Del esp. ant. baldonar (deriv. de baldón) ‘ídem). botar. Arrojar con fuerza: «todas las más de las noches se botavan fuera» (Cartas, 36); «Vmd. dise q. esto susede por andar botadas» (ídem, 134); «El Francisco el cochero se botó al agua» (Diario, 16); «queriendo botarse por una ventana baja del mismo quarto lo detubo D. Francisco Ascanio» (ídem, 153); «botaron el dicho Juan y su padrino algunos puñados de quartos y monedas» (ídem, 154); «Se votaron dentro para amasonarlos desmedidas peñas (...), ligando unas con otras con argamasa de arena gruesa o picón» (Diario histórico I, 231). Del esp. ant. botar ‘lanzar, arrojar, tirar’, muy probabl. por influencia del botar ‘echar la embarcación al agua’ marinero y del port. botar ‘lanzar fora, repelir’ (Fig.). bufadero. Agujero abierto por la erosión del mar en las rocas por donde, al comprimirse, sale el agua dando un fuerte bu-fido: «estrellarse con tanta fuerza sobre las rocas y bufaderos de la ysla» (Diario histórico II, 46). Deriv. del esp. ant. bufar ‘soplar expeliendo el aire con fuerza’ y el sufijo denotativo de lugar -dero. degredo. Cuarentena: «estubo en degredo asta el siguiente miercoles» (Diario, 18). Del esp. ant. degredo (del lat. decre-tum) ‘decreto’, por desplazamiento metonímico, muy probabl. por influencia del port. degredo ‘pena de destierro’ (Fig.). emprestar. Prestar: «los avía emprestado a su hermano don Francisco de Borja Romero» (Diario histórico I, 147). Del esp. ant. emprestar ‘ídem’. gago. Tartamudo: «llebando consigo algunos hombres, como 188 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 34 MARCIAL MORERA PÉREZ fueron uno el hijo de la Gaga» (Diario, 86); «murió de re-pente Bárbara la Gaga, que componía mondongos» (ídem, 131). Del esp. ant. gago ‘ídem’, acaso por influencia del port. gago ‘ídem’. horrura. Compuesto de materiales de y desecho: «avriendo en las laderas los torrentes profundas barranqueras y trayendo a las calles mucha orrura» (Diario histórico II, 15). Del esp. ant. horrura (del lat. horro) ‘suciedad, impureza, escoria’, por extensión semántica. mareante. Marinero, generalmente pescador: «echó agua al pi-lar de los mareantes de San Telmo» (Diario histórico II, 20). Del esp. ant. mareante (deriv. de marear) ‘marino’. margarito. Se dice del dedo meñique: «una telecita tanbién se le aplicó, de güebo, puesto en el dedo margarito de la mano izquierda» (Diario histórico I, 232). Deriv. del esp. ant. magarite ‘ídem’. monigote. Monaguillo: «El Alcalde lo intimó, puso preso al sa-cristán y los monigotes» (Diario, 140). Del esp. ant. monigote (probabl. de monagote ‘despectivo de monaguillo’) ‘monagui-llo o lego de convento’. restra. Ristra: «ban dos bubangos y una restra de sebollas» (Car-tas, 29); «lleva una fanega de trigo = 8 alms. de papas = una restra de sebollas = dos bubangos» (ídem, 54); «ai ban siete alms. de chicharos (...) dos restras de sevollas» (ídem, 103). Del esp. ant. restra ‘ídem’. ruin. Malo, de poca calidad: «en quanto a las papas mas es el travaxo q. an dado q. el probecho pr. q. an estado mui rui-nes » (Cartas, 28); «las q. ai aquí son pocas y mui ruines» (ídem, 55); «desde luego estan ruines y flacos pues dos dellos les a dado una correncia q. ya no pueden seguir los otros» (ídem, 136); «dejaron para mi los quatro (corderos) mas ruinitos» (ídem, 137). Del esp. ant. ruin (de ruina) ‘ídem’, acaso por influencia del port. ruim ‘mau, nocivo, inútil’ (Fig.). 2. Se dice del tiempo atmosférico, el mar, etc., desapacibles: «creo sera por causa de los malos tienpos y mar tan ruin como avido» (ídem, 118); «con el motibo de estar la mar ruin y averse buelto la lancha en que venia» (ídem). De la acep-ción anterior, por extensión semántica. Núm. 50 (2004) 189 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 35 sabio. Sabor: «dos tiene algo de sabio a podrido» (Cartas, 66); «el sabio malo que Vmd. le allo sera a lo podrido q. estava el esquilmo quando se bendimio» (ídem, 123). Del esp. sabio (deriv. de saber ‘tener sabor’) ‘que tiene sabor’, ‘buen sabor’, que, aunque Corominas (Diccianario, s. v. saber) considera «general en todas las épocas», no recoge el DRAE para el español contemporáneo. b) Los neologismos semánticos, morfológicos o compositivos españoles que aparecen en los tres textos son los siguientes: abocastro. Cigarra o langosta autóctona de mayor corpulencia que la cigarra común: «y tan voraz como ella, que los isle-ños llaman abocastros» (Diario histórico I, 258); «especial-mente la de los cigarrones que llaman abocastros» (ídem, 284). Muy probablemente, en relación con brugo (del lat. bruchus ‘especie de saltamontes’) ‘larva de un lepidóptero pequeño y nocturno que devora las hojas de las encinas y robledales’. aire. Corriente de aire súbita que puede producir efectos perju-diciales para la salud de las personas: «murió el sor Tesorero Dinidá de la Santa Iglesia D. Mateo de Bargas y Ponse, de ayre perlesia» (Diario, 153). De aire (del lat. aer, aeris) ‘fluido que forma la atmósfera de la tierra’, por desplazamiento metonímico. amusgar. Encanijarse, debilitarse las plantas: «estava ia para cavarse porque se amusgó y asocó» (Diario histórico I, 282). Muy probablemente, comp. de la preposición a- y musgo ‘nombre aplicado a muchas especies de plantas criptógamas’. andén. Paso estrecho en zona escarpada: «las demas q. no se mataron fue porq. pararon en un anden serca de ariva» (Car-tas, 23); «todo son andenes riscos y laderas» (ídem, 152). De andén (del lat. indago, -inis, ‘cerco’) ‘corredor, sitio destinado para andar’, por extensión semántica. atracar. Apretar con fuerza: «se deben aprontar para que dispues no nos allemos atracados sin pipas» (Cartas, 80); «en orden al camino estamos todos mui atracados con tanto q. aser» (ídem, 84). De atracar (del ár. at-taraqqa ‘la acción de 190 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 36 MARCIAL MORERA PÉREZ anclar la nave’) ‘acercar, arrimar’, probablemente por in-fluencia de su cognada port. atracar ‘segurar fortemente com os braços’. barquillo. Pequeña embarcación de pesca: «echó el bote al agua junto con un barquillo de pescar» (Diario, 129); «El día 8 se envarcó para Santa Cruz de Tenerife, en el barquillo de Mesa» (Diario histórico I, 214). Deriv. de barco (de barca) ‘construcción cóncava destinada a la navegación’ y el sufijo diminutivo -illo. barra. Muralla rocosa que cierra la entrada de una playa: «se entró asta la punta de la barra» (Diario, 27). De barra ‘ban-co o bajo de arena que se forma en la entrada de algunas rías, en la embocadura de algunos ríos y en la estrechura de ciertos mares o lagos, que hace peligrosa la navegación’, por extensión semántica, acaso por influencia del port. barra ‘di-que submarino formado junto da costa pelos materiais arras-trados pelas águas de um rio’ (Alm.). barranquera. Surco que abre la lluvia en el terreno: «avriendo en las laderas los torrentes profundas barranqueras y trayen-do a las calles mucha orrura» (Diario histórico II, 15). Deriv. de barranco (de or. inc., quizá prerromano) ‘quiebra pro-funda producida en la tierra por las corrientes de las aguas o por otras causas’ y el sufijo -ero. 2. Agua que discu-rre por el barranco: «a las oras de las 9 y 10 de la mañana vino una barranquera muy grande» (Diario, 38); «llobió mu-cho y vino una barranquera, en bote en bote mui grande» (ídem, 126). De la acepción anterior, por desplazamiento metonímico. barranquillo. Barranco pequeño que generalmente afluye a otro mayor: «abiendose metido todas las obexas por una cañada de un barranquillo paravaxo» (Cartas, 23); «En 17 febrero, fui de dibersion con la jente de Yanes al barranquillo de Suarez» (Diario, 41). Deriv. de barranco ‘quiebra producida en la tierra por las corrientes de aguas o por otras causas’ y el sufijo diminutivo -illo. blanquillo (de). Se dice del soldado de la reserva: «cuio solda-do hera del regimiento de los soldados de blanquillo» (Dia-rio, 98); «le disparó un soldado del batallón de blanquillo» Núm. 50 (2004) 191 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 37 (ídem, 110). De blanquillo (deriv. de blanco) ‘del color de la nieve o de la leche’, por desplazamiento metonímico. bocado. Terreno de labranza de pequeñas dimensiones: «me fal-taron como otra media para serar un boquadillo q. tengo asucardo» (Cartas, 61); «bendieron al licenciado don Sebastián Trujillo un bocado de asienda de parras» (Diario histórico I, 201); «facilitó el riego de algunos bocados de te-rreno » (ídem, 282). De bocado (deriv. de boca) ‘pedazo arran-cado de cualquier cosa con el sacabocados o violentamente’, por extensión semántica. cabo. Bulbo de la planta del ajo, constituido por múltiples dien-tes: «ban unas papas (...) y 9 cavos de ajos» (Cartas, 90); «ban dos bubangos y ocho cavos de ajos» (ídem, 144). De cabo (lat. caput) ‘extremidad, extremo’. cabro. Cabrío: «en quanto a ganado cabro no tengo macho ni genbra» (Cartas, 139). De cabra (del lat. capra.) ‘especie de mamífero doméstico’, por metábasis. calcar. Apretar mucho las cosas en un receptáculo para que quepa la mayor cantidad posible de ellas: «y no calcandolos se asen mas delgados por lo mucho que ellos se abaten en la enpleita» (Cartas, 83). De calcar (del lat. calcare) ‘apretar con el pie’, por extensión semántica, tal vez por influencia del port. calcar ‘comprimir’ (Fig.). calda. Tunda, zurra: «murió Juan Galindo el bobito, de una calda que se dise le dió Reimundo Casares» (Diario, 50); «dió una calda a las Capitas donde asistía, a causa de aver esta-do tomado de licores» (ídem, 57); «dio D. Bartholomé boca de cabrilla (...) una calda de palos a una chica criada de Pepa Juana, llamándola a su casa con engaño (...), a causa de que dise que la chica le atoriaba boca de cabrilla y le sacaba la lengua» (ídem, 104). Muy probablemente, de calda (del lat. calda) ‘acción y efecto de caldear’ de la expresión dar una calda a alguien ‘acalorarlo, estimularlo para que haga algu-na cosa’, o de carda (de cardar) ‘amonestación, reprensión’, por influencia del port. calda ‘tunda, sova’ (Fig.). caldera. Gran depresión volcánica: «se reedificó (...) la casa que está en el hollo o caldera de mi cortijo de Calderetas» (Dia-rio histórico II, 70). De caldera (lat. caldaria) ‘vasija de metal 192 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 38 MARCIAL MORERA PÉREZ grande y redonda’, por aplicación metafórica, tal vez por in-fluencia de su cognada del port. de Madeira y Azores caldeira ‘cratera vulcânica, em forma e bacia’ (Fig.). caletón. Entrante prolongada y estrecha del mar en tierra: «tomó la resolución de hacer el desenvarco por unos cale-tones » (Diario histórico I, 225); «encalló en los caletones que están entre el castillo grande del puerto y el reduto de San Fernando» (ídem, 304). Deriv. de caleta ‘cala pequeña’ y el sufijo aumentativo –ón. calmas. Zona del mar resguardada de los vientos alisios: «benía de la costa cargado de pescado en las Calmas de Canaria» (Diario, 61); «se cojió un (...), que venía de las Calmas» (ídem, 130); «las hizo pasar a las calmas de la Gomera» (Diario histórico I, 320). De calma (del lat. cauma, del griego kâuma ‘quemadura’) ‘estado de la atmósfera cuando no hay viento’, por desplazamiento metonímico. cantero. Subdivisión del terreno entre dos machos: «todas las demas son canteritos cortos» (Cartas, 20); «ahora le mando la semilla para un cantero» (ídem, 115); «tengo dos canteros bien grandes» (ídem). De cantero (de canto) ‘cada una de las porciones, por lo común bien delimitadas, en que se divide una tierra de labor para facilitar su riego’, acaso por influen-cia de su cognada port. de Madeira canteiro ‘terreno para semear certas hortaliças’ (Linguagem popular da Madeira). cañizo. Secadero para el queso, generalmente hecho de caña: «tanbien se asen mal echos despues de ponerlos en el cañiso» (Cartas, 83). Deriv. de caña (del lat. canna) ‘tallo de las plan-tas gramíneas, por lo común hueco y nudoso’ y el sufi-jo -izo. caño. Acequia formada por un caballón: «continuaron con una corta agua asta correr los caños» (Diario, 125); «linda con la plaza por la cabesera de la iglesia, con dos caños» (Diario histórico II, 28). De caño (de caña) ‘tubo para un líquido’, por extensión semántica, probabl. por influencia del port. cano ‘passagem natural ou artificial de águas’ (Alm.). chaplón. Escalón de entrada principal de la casa: «Grueso de tablas para umbrales y chaplones» (Diario histórico I, 121). De planchón ‘plancha grande’, por metátesis. Núm. 50 (2004) 193 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 39 compaña. Tripulación de una embarcación: «le di de comer a 27 palmeros que hera la compaña del barco del Gallito» (Diario, 21). De compaña (del lat. *compania, de cum y panis ‘pan’) ‘sociedad o junta de varias personas unidas para un mismo fin’, por desplazamiento metonímico. costa. Costa sahariana: «»se cojió sobre el Ganin el barco de Juan de Telde que venia de la costa» (Diario, 20); «su mari-do Francisco Barreto se fue aquella misma noche para la costa» (ídem, 132); «hubo leva de bagos y quinta entre los solteros de los marineros del tráfico de la costa» (Diario his-tórico II, 30). De costa (del gall. o cat. costa) ‘orilla del mar, de los ríos, lagos, etc., y tierra que está cerca de ella’, por desplazamiento metonímico. 2. Terreno comunal donde se echa a pastar el ganado: «benden la mitad de costas de campo que les pertenece en la Vega de Río de Palmas» (Dia-rio histórico I, 202). Del mismo origen que la acepción an-terior. costero. Relativo a la costa de África: «llegó a Canaria el varco costero de Sta. Crus llamado el Musico» (Diario, 76-77). Deriv. del can. costa ‘costa sahariana’ y el sufijo -ero. 2. Pescador canario que faena en la costa de África. Ú. t. c. adj.: «se agogó un muchacho costero por la Plaia de Santa Cathalina» (Diario, 93); «al costero lo llevaron al ospital» (ídem, 116). Del mismo origen que la acepción anterior. cumbre. Parte más alta de las islas de mayor relieve: «son obli-gados a la composisión del camino de la cumbre» (Cartas, 21); «cayó en la cumbre una granizada muy grande» (Dia-rio, 70); «yendo a mariscar un meliciano de los que hían de estacamento al puerto se deriscó y se maltrató» (ídem, 73); «Con el motibo tanbién de aver empezado, como se ha di-cho, el verano temprano, especialmente en las cumbres y costas meridionales de la isla» (Diario histórico I, 211). De cumbre (del lat. culmen, -inis) ‘parte más elevada, cima’, por antonomiasia. derriscar. Arriscar, precipitar: «y las obexas q. se le deriscaron no considero escapen nenguna» (Cartas, 25); «el barquero dise q. a bisto deriscado el buei y el toro» (ídem, 81). Del can. desriscar ‘ídem’, por cambio de prefijo. 194 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 40 MARCIAL MORERA PÉREZ empleita. Encella, molde de estera de palma para hacer el que-so: «en orden a los quesos q. dise Vmd. no se los calquen en la enpleita y q. les echen mui poca sal asi se le asen pero le digo de berda q. quedan mas peores» (Cartas, 83); «y no calcandolos se asen mas delgados por lo mucho que ellos se abaten en la enpleita» (ídem). De empleita (de en- y pleita) ‘faja o tira de esparto trenzada en varios ramales, o de pita, palmas, etc., que cosida con otras sirve para hacer esteras, sombreros, petacas y otras cosas’, por desplazamiento me-tonímico. encalar. Enlucir, poner una capa de mezcla a las paredes de las casas: «encalándose también las salas de las avitasiones de los presos» (Diario histórico I, 341); «En este verano encalé por de dentro la sala principal» (Diario histórico II, 82). Comp. de en- y cal. encalimar. Cargarse el aire de calima: «La entrada del mes de abril fue con un ardentísimo levante de sud encalimado» (Diario histórico I, 252). Comp. de en- y calima. fatiga. Desvanecimiento, desmayo: «no sacaron más que a la muger (...) y el marido con bastante fatiga» (Diario, 95); «murió Sor. Antonio Morales, monja clara, de rrepende, de una fatiga que le dió en aquella noche» (ídem, 121). De fati-ga (de fatigar) ‘molestia ocasionada por un esfuerzo más o menos prolongado u otras causas’, por extensión semántica. gorra. Prepucio, piel del glande: «se le puso una duresa grande en la piel de la gorra que llaman» (Diario, 67). De gorra (de or. inc.) ‘prenda de varias formas para abrigo de la cabeza’, por aplicación metafórica. halar. Tirar hacia sí de una cosa: «Se presentó Sebastián Quevedo de Agalves, que está en medio del piná a jalar la madera» (Diario, 111). Del término marinero halar (fr. haler) ‘tirar de un cabo, de una lona o de un remo en el acto de bogar’, por extensión semántica. lejío. Lugar alejado: «visitan los más remotos legíos, montes, montañas, pinales y realengos de la ysla» (Diario histórico I, 329). Deriv. de lejos ‘a gran distancia’ y el sufijo –ío. lidia. Trabajo duro: «lo q. siento mucho por la enfermedad de agustin por quedarme solo con la tanta lidia como tengo» Núm. 50 (2004) 195 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 41 (Cartas, 54); «como los mosos se me fueron emos quedado mui amarados con tanta lidia» (ídem, 94). Del can. lidiar ‘tra-bajar afanosamente’. lidiar. Trabajar afanosamente: «yo es berda q. ai algunos años q. estado lidiando y coriendo con ganado bacuno» (Cartas, 137). De lidiar (del lat. litigare) ‘tratar con una o más perso-nas que causan molestias y ejercitan la paciencia’, por exten-sión semántica, muy prob. por influencia del port. lidiar ‘trabalhar’, ‘labutar’ (Alm.). llano. Bancal o huerta grande: «agua para regar el llano de los almendrero» (Diario histórico I, 282). De llano (del lat. planus) ‘campo llano, llanura’, acaso por influencia del port. chao ‘pequena terra arvorizada e regadia’ (Fig.). lonja. Local destinado a la venta al por menor de pescado salpreso: «abrieron los simientos de las lonjas de pescadería y recoba» (Diario histórico I, 279). De lonja ‘tienda donde se vendía cacao, azúcar y otros géneros’, por extensión semán-tica. lonjero. Persona que despacha en la lonja: «hubo un pleito en-frente del pilar de Triana sobre amores con una lonjera» (Diario, 116). Deriv. del can. lonja ‘tienda de ultramatinos’ y el sufijo de sentido agentivo -ero. lustrar. Almibarar dulces y bizcochos: «me rregaló la Abadesa Bernarda con una fuente grande llena de viscochos lustra-dos » (Diario, 80). Deriv. verbal de lustre (de lustrar) de la ex-presión azúcar de lustre ‘azúcar molido y pasado por ceda-zo’. macho. En una huerta, surco principal: «le dió un asidente que solía darle y cayó en un macho y la agua lo agogó» (Diario, 167). De macho (del lat. masculus) ‘animal de sexo masculi-no’, por aplicación metafórica. marisco. Zona rocosa del mar: «se notó que claro no claro el dia, ya vían estado los 4 botes mui serca del Castillo de Sta Ana o marisco de S. Telmo» (Diario, 135). De marisco (deriv. de mar) ‘cualquier animal marino invertebrado, mucho del cual vive en las rocas’, por desplazamiento metonímico. mato. Arbusto: «creo q. se alongaria alcansar algun mato berde a la bera del risco y despidio un risco mui grande» (Cartas, 196 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 42 MARCIAL MORERA PÉREZ 152). De matojo ‘planta de tallo bajo, ramificado y leñoso’, por abreviación. medianía. Zona situada entre la costa y la cumbre de la isla: «hubo una buena cosecha de sevadas y demás semillas, que-so, lana, etc., en la juricdi(c)ción de Teror y demás tierras de medianía de la ysla» (Diario histórico I, 211). De mediania ‘término medio entre dos extremos’, por desplazamiento metonímico. mimo. Dulce hecho con clara de huevo y azúcar, cocido al hor-no: «Por dos pesos y seis Rs en quatro libras de mimos al mismo precio» (Cartas, 154). De mimo ‘cariño, halago o de-mostración de ternura’, por aplicación metafórica. monte. Elevación de terreno boscosa: «fué al monte mi hija, su madre, su hermana y yo» (Diario, 7); «Encontinente mandé al monte a mi hijo Pepe» (ídem, 11). Tal vez del monte de monte alto ‘gran elevación natural del terreno poblada de árboles’, por abreviación. orchillero. Relativo a la orchilla: «fue presiso colgarse mi San-tiago con dos cavos orchilleros» (Cartas, 23). Deriv. de orchilla ‘urchilla, especie de liquen de color gris blanquecino que cre-ce en los riscos y peñas próximos al mar’ y el sufijo -ero. 2. Recolector de orchilla: «tanbien me presisa abisarle a Vmd. como distintos sugetos como son los orchilleros no los puedo ser retirar de las breñas» (Cartas, 85). Del mismo origen que la acepción anterior. pajero. Sitio donde se guarda paja, forraje seco, aperos de la-branza, etc.: «con el motibo de aver un pagero de 400 fane-gas de trigo del mismo maiorazgo de Arucas, se abanzaron a él» (Diario, 54); «Escritura (...) a favor de dicho señor de una era cercada, con pajero» (Diario histórico I, 199). Deriv. de paja (del lat. palea) ‘caña de trigo, cebada, centeno y otras gramíneas, después de seca y separada del grano’ y el sufi-jo -ero. palote. Tallo del millo, generalmente seco: «tan solamente que-daron aca los palotes q. se caen al pie de la grana los quales hise magar» (Cartas, 53); «solo le quedaron los palotes los que no daran nada» (ídem, 75). Deriv. de palo (del lat. palus) ‘trozo de madera, más largo que grueso, generalmente cilín- Núm. 50 (2004) 197 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 43 drico y fácil de manejar’ y el sufijo aumentativo -ote, por extensión semántica. pedrero. Albañil o mampostero: «se cayó un maestro pedrero te-chando una sala terrera» (Diario histórico I, 286). Deriv. de piedra ‘sustancia mineral, más o menos dura y compacta, que no es terrosa ni de aspecto metálico’ y el sufijo –ero, acaso por influencia del port. pedreiro ‘aquele que trabalha em obras de pedra’ (Fig.). picón. Arena volcánica: «Se votaron dentro para amasonarlos peñas (...), ligando unas con otras con argamasa de arena gruesa o picón» (Diario histórico I, 231). De picón (de picar) ‘que pica’, por desplazamiento metonímico. pila. Vasija de piedra donde se echa de comer a los cerdos: «murió de repente mi compadre Domingo el Andeano (...) abriendo una pila para un cochino» (Diario, 166). De pila (del lat. pila ‘mortero’) ‘pieza grande de piedra o de otra materia, cóncava y profunda, donde se cae o se echa el agua para varios usos’, por extensión semántica. pomo. Zona del estómago que se descompone a consecuencia de un susto, una preocupación, etc.: «Parche para poner en el ombligo para fortalecer los nerbios de los hipocondrios y asegurar el pomo» (Diario histórico I, 115). De posmo ‘ídem’. portada. Puerta grande: «A mediados de este mes se concluyó la portada de Triana» (Diario histórico I, 276). Deriv. de puer-ta (del lat. porta) ‘armazón engoznado en un hueco que sir-ve para impedir la entrada y salida’ y el sufijo –ado, acaso por influencia del port. portada ‘porta grande e ornamenta-da’ (Alm.). rama. Conjunto de las hojas de las plantas: «en las palmas no hai nenguna porq. como se pudrieron las batatas perdio-se tanbien la rama» (Cartas, 42). De rama (de ramo) ‘cada una de las partes que nacen del tronco o tallo principal de la planta’, por extensión semántica, acaso por influencia del port. rama ‘conjunto dos ramos e das folhas da planta’ (Alm.). rancho. Grupo de personas: «Por empedrarme siete brasadas de largo y dos y media de ancho mías un rancho de empe-dradores dí dos pesos y medio» (Diario histórico I, 157). De 198 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 44 MARCIAL MORERA PÉREZ rancho ‘junta de personas que toman a un tiempo la comida llamada rancho’, por extensión semántica. ratonera. Se dice de varias especies de plantas urticáceas. Ú. c. t. c.: «se me rrecetó labatibas de malbas, yerba ratonera, miel de caña y bastante aseite para el dolor» (Diario, 42). Deriv. de ratón (lat. rato ‘ratón casero o campesino’) ‘mamífero roe-dor de pequeño tamaño que vive en las casas y el sufi-jo -ero. reboso. Mar de fondo con pleamar muy viva: «hubo un gran rreboso en el mar» (Diario, 91); «no avían visto los vesinos de aquel barrio reboso tan grande» (Diario histórico II, 87). De rebosar (del lat. reversare) ‘derramarse un líquido por en-cima de los bordes de un recipiente en que no cabe’, por extensión semántica. recova. Mercado de comestibles: «en el mismo maio se pusie-ron las puertas a la Recoba» (Diario, 57); «llenó una lonja de la rrcoba» (ídem, 102); «Dicho día 3 se concluió la casilla de la recoba» (Diario histórico I, 242). De recova ‘lugar pú-blico en que se venden las gallinas y demás aves domésticas’, por extensión semántica. recovero. Vendedor de la recova: «murió Juana Correa, rre-cobera, y en la misma recoba murió» (Diario, 166). Deriv. del can. recova ‘mercado de comestibles’ y el sufijo de sentido agentivo -ero. ríspido. Se dice del vino cuando está agrio: «repono 6 pipas tres pr. rispidos dos por sabio y una por agrio» (Cartas, 67). De ríspido (del lat. re- e hispidus ‘áspero’) ‘áspero, violento’. roza. Huerta: «platé luego unas pocas delante de la hermita y unas poquitas q. quedaron las plante ariva en las rosas» (Cartas, 63). De roza (de rozar) ‘tierra rozada y limpia de matas que naturalmente cría, para sembrar en ella’, por des-plazamiento metonímico. santanero. Expósito, inclusero: «sucedió en la ciudad de la La-guna de Tenerife uno de los casos más lastimosos con una muchacha que llamaban la Confitera y hera santanera» (Diario, 147). Deriv. de Santa Ana, nombre de la santa bajo cuya protección se ponía en Gran Canaria a los niños expó-sitos, y el sufijo -ero. Núm. 50 (2004) 199 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 45 sitio. Pequeña finca rústica cercana a la casa: «le toca por su muger en un pedaso de sitios en el lugar de la Antigua» (Diario histórico I, 202). De sitio ‘lugar o terreno determina-do que es a propósito para alguna cosa’, por desplazamiento metonímico. taparrumbo. Tabla que tapa las cabezas de los toneles: «no siendo clavos seguros les queda el taparunbo en la mano» (Cartas, 111); «para segurar los tarumbos en tal puerto como es el de las palmas lo menos que necesita cada pipa son 4 clavos» (ídem). Muy probabl. comp. de tapar y rumbo ‘cual-quier agujero que se hace o se produce en el casco de la nave’. tilla. Caña o tira de madera que sirve de soporte a las tejas: «puse la regita de hierro en mi pajar, teché con tilla» (Diario histórico II, 118). De tilla ‘entablado que cubre una parte de las embarcaciones menores’, por aplicación metafórica. tomar. Beber: «dio una calda a las Capitas donde asistía, a cau-sa de aver estado tomado de licores» (Diario, 57). De tomar (de or. inc.) ‘comer o beber’, muy probabl. por influencia del port. tomar ‘beber’ (Alm.). trabucar. Naufragar, hundir: «se trabucó una lancha costera del barco S. Rafael» (Diario, 111); «Y habiendose trabucado se agogaron ocho de los pasageros» (ídem, 111-112). De trabu-car (de tra-, por trans-, y buque) ‘trastornar, descomponer el buen orden o colocación que tiene alguna cosa, volviendo lo de arriba abajo o lo de un lado a otro’, por extensión semán-tica, probabl. por influencia del port. trabucar ‘ir a pique (o navio)’ (Alm.). tuno. Se dice del higo de la tuna: «señaladamente de durasnos, peras y higos tunos» (Diario histórico I, 340). De tuna (de origen taíno) ‘higo de tuna’. turrón. Pequeño dulce hecho especialmente de gofio y miel: «Modo de haser el turrón de gofio» (Diario, 14). De turrón (de or. inc.) ‘dulce, por lo general en forma de tableta, he-cho de almendras, piñones, avellanas y nueces, tostado todo y mezclado con miel y azúcar’, por extensión semántica. viejo. Más adelantado en edad: «murió la chiquita de D. Domin-go Romay, la más biejita de edad de cinco años mas o me- 200 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 46 MARCIAL MORERA PÉREZ nos» (Diario, 166). De viejo (del lat. vetulus) ‘dícese de la per-sona de edad’, muy probabl. por influencia de su cognada port. velho ‘el más avanzado en edad’. zafar. Terminar, concluir, dar fin: «si ubiera sido del morisco se ubiera safado megor» (Diario, 58); «Mui Sr. mio ya Dios a sido servido de aberme quedado safo» (ídem, 101); «un poquillo está gramado y otro tanto le queda por gramar con-forme safen las podas se gramara y lo mandare» (ídem, 118). Del término marinero zafar (probabl. del ár. zah ‘desapareció’) ‘desembarazar, libertar, quitar los estorbos de una cosa o de un sitio’, por extensión semántica. c) La inmensa mayoría de los portuguesismos que aparecen representados en nuestros textos se refieren a la morfología del terreno, a la agricultura, a la flora y a la fauna, a la elabora-ción del lino, a actividades cotidianas diversas, etc. Veamos cada uno de ellos por separado: aljorra. Tizón, hongo que ataca los cereales: «fue abundante (...), limpio de aljorras y pulgón» (Diario histórico I, 228); «La cosecha de granos menudos en las costas y medianías fue más que mediana y limpia de aljorras» (ídem, 243); «ha caí-do mucha aljorra a las mieses» (ídem, 279). Del port. alforra (del ár. al-hurr ‘enfermedad inflamatoria’) ‘cogumelo micros-cópico, que se desenvolve com a humidade das searas, enegrecendo o grao quando vem o calor’ (Fig.). aljorrar. Enfermarse de aljorra los cereales: «los tales quales pa-nes que davan esperenza de algún socorro en dichas me-dianías se aljorraron» (Diario histórico II, 44). Del port. alforrar ‘criar alforra’ (Alm.). arrendar. Cavar un terreno para quitar la hierba: «es berda q. al cavo de ariva se le quedo un pedasillo sin cabar pero la arendo temprano» (Cartas, 52); «yo tengo biñas a mi cargo q. arendar y despapanar» (ídem, 140); «tengo trigo q. segar y recoger a la era biña y biñas q. arendar» (ídem, 142). Del port. arrendar (de redrar, por rudrar; del lat. rutrum) ‘redrar; cavar segunda vez (vinhas ou milharais), para lhes tirar a erva’ (Fig.). Núm. 50 (2004) 201 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 47 bicuda. Espetón, pez teleósteo: «ai le mando esa bicudita leche unas piedritas de sal a ver si llega buena» (Cartas, 48). Del port. (de bicudo) ‘peixe do Brasil e dos Açores, de bico comprido e agudo’ (Fig.). bubango. Calabacita cilíndrica de corteza verde y carne blanca: «ban unas papas y bubangos» (Cartas, 19); «ban media fa-nega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (ídem, 24); «ba mi conpadre oliva con las bestias quien lleva unas papas dos bubangos = tres sestitos de fruta (...), y unos cachos que ai» (ídem, 27); «ban unas papitas un bubanguito y dos calabasitas berdes de guinea» (ídem, 47); «ban treinta y dos quesitos y un bubango berde» (ídem, 80). Del port. de Azores bogango ‘espécie de abóbara’. callado. Canto rodado de playas y barrancos: «bien largo está el callado adonde ponerlas» (Cartas, 83); «amanesió agogado en el charco del agua dulce que está por detrás de Pepe Santana de la casa, en el callado» (Diario, 131). Del port. calhau pedaço de rocha dura’, ‘pedra solta’ (Fig.). cantero. Maderos en que se asientan las pipas en la bodegas: «estoi remendando pipas biejas siquiera para estar en el can-tero » (Cartas, 60); «la una de ellas no se puede bullir del cantero» (ídem, 75). Del port. de Madeira canteiro ‘traves de madeira em que se colocam as pipas com os vinos’ (Vocabu-lario madeirense). cerne. Se dice de las cosas cuya sustancia está muy apretada: «aquí able yo a uno si las q.ria sacar de biñatigo serne» (Car-tas, 141). Del port. cerne (del lat. circe, -inis, ‘círculo’) ‘a par-te interior e mais dura das árvores’ Fig.). chazo. Remiendo, principalmente de madera, que se pone para reforzar algo: «gaste en el tres dias para ponerle el durmien-te nuevo dos chasos en al biga» (Cartas, 146). Del port. chaço ‘pedaço de madeira com que o tanoeiro aperta os arcos, batendolhe com o maço’ (Alm.). cherne. Pez marino teleósteo de color pardo grisáceo: «hubo una grande historia entre el Diputado Peniche y Carrera y el Corregidor D. Antonio Agirre, sobre un cherne fresco que un soldado traiba» (Diario, 149). Del port. cherne ‘ídem’. chícharo. Almorta: «puede Vmd. mandar dos o tres alms. de 202 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 48 MARCIAL MORERA PÉREZ chícharos» (Cartas, 32). Del port. chicharo (lat. cicer, -eris) ‘ídem’ (Elucidário). corsa. Rastra, narria: «Su parte de porte asta corsa de varco y aljameles» (Diario histórico I, 113). Del port. corça ’ídem’ (Fig.). coruja. Lechuza, ave rapaz nocturna: «y no se save si es gato o es coruja qn. las mata» (Cartas, 78). Del port. coruja ‘ave nocturna de rapina’ (Fig.). enjillado. Marchito: «para conoser lo q. cada pion basia en el sesto si traen algo berde o engillado» (Cartas, 82). Del port. engelhar (de en- y gelha) ‘contrair; murchar’ (Fig.). entullir. Cubrir o llenar totalmente con entullo: «se empesó a trabajar de cal y piedra y entullirse los simientos de la obra» (Diario histórico I, 229); «En principios de octubre se dio principio a entullirse los simientos» (Diario histórico II, 102). Del port. entulhar (del tulha ‘granel’) ‘encher de entulho’ (Alm.). escorrozo. Ruido provocado por algo que no se ve: «sin haverse persevido aquella noche en toda la ciudad el más mínimo escorroso» (Diario histório I, 259). En relación con el port. escorraçar ‘expulsar, afugentar batendo’ (Fig.). farrobo. Algarrobo: «junto al farrobo (...) le dieron una pedra-da » (Diario, 155). Del port. farroba ‘fruto da alfarrobeira’ (Alm.). fechadura. Cerradura: «Las dos lasenas de pino de los gavinetes me costaron ocho pesos con madera, menos fechaduras» (Diario histórico I, 131). Del port. fechadura ‘ídem’ (Fig.). fol. Odre hecho con una piel de cabra completa: «mandarame quatro clavitos para clabarlo = y un poquito de hilo de acareto para los foles» (Cartas, 28); «el quero lo sale no se si podra serbir para un fol» (ídem, 79). Del port. fole (del lat. follis) ‘talega de coiro’ (Fig.). fonil. Embudo, tanto el doméstico como el de bodega: «el caño pa. el fonil lo encarge Vmd. para q. me lo mande el Savado q. biene» (Cartas, 26); «Remito el fonil y el carnerito del año pasado» (ídem, 29). Del port. funil ‘ídem’ (Fig.). forfolina. Se dice de la libra de unas dieciséis onzas: «A media-dos de este mes se puso la postura a la libra forfolina de pan Núm. 50 (2004) 203 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII 49 floriado a tres quartos y medio» (Diario histórico I, 257). Del folforinho de la combinación port. arrátel folforinho ‘libra es-peciera’. fornecer. Proveer: «este estaba fornecido para el dia siguiente hirse a la costa» (Diario, 60); «y otro también costero que se llamaba la Vosca, fornecido y todo» (ídem, 129). Del port. for-necer ‘prover do necessário’ (Alm.). frangollo. Millo o trigo triturado crudo para cocerlo: «yo puse de mi suron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (Cartas, 147). Del port. frangolho (del lat. frangere ‘romper’) ‘trigo mal pisado ou mal partido, com que se fazem papas’ (Fig.). gomo. Gajo de naranja y otros frutos semejantes: «Se le quita a la calabasa el gomo de dentro» (Diario histórico I, 109). Del port. gomo ‘cada uma das partes destacabais de certos fru-tos, como na laranja, por exemplo’ (Alm). gramadera. Persona que maja el lino con la agramadera: «a Señora que mande algo de pescado para las gramaderas de lino» (Cartas, 71). Deriv. del port. can. gramar ‘majar el lino’. gramar. Majar el lino con la agramadera: «a Señora q. le gramaron = 19 dosenas de lino» (Cartas, 23); «otro poquito de lino se gramó» (ídem, 24); «darles de comer y beber a las q. graman» (ídem, 118); «un poquillo esta gramado y otro tanto le queda por gramar conforme safen las podas se gramara y lo mandare» (ídem). Del port. gramar ‘ídem’. gual. Se dice de una variedad de uva blanca de bago pequeño, que da un caldo de buena calidad: «se an comensado las bendimias la primera fue en la cañada Salvador quito los guales y lo mas presiso que se perdia» (Cartas, 145). Del port. boal (de boa) ‘diz-se de uma variedade de uva branca e doce’ (Fig.). jurar. Perforar: «me juraron la pare por el mogine trasero» (Car-tas, 55). Del port. furar (del lat. forare) ‘abrir furo ou furos em’ (Alm.). laja. Piedra plana: «el otro bote fué a la Laja y se sacó un bar-co nuevo que estaba alli dando fondo» (Diario, 144); «la sa-cada de cada una a 11 quartos de dicho vellón y la de lajas 204 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS 50 MARCIAL MORERA PÉREZ (...) a 2 de plata» (Diario histórico I, 161). Del port. laja ‘ídem’. legume. Legumbre: «todos an senbrado su lino y trigo y le-gumes » (Cartas, 106); «la quenta de toda la semilla de trigo y legume le yra el savado» (ídem, 113); «Vmd. tiene alla la quenta de legumes» (ídem, 147). Del port. legume (del lat. legumen) ‘fruto comestível das plantas leguminosas’ (Fig.). malamañado. Desmañado, torpe: «en orden a los queros no los an querido llebar porq. disen q. son mal amañados para llebar» (Cartas, 134). Del port. malamanhado ‘maljeitoso’ (Fig.). millo. Maíz: «en quanto al millo q. toco fueron seis fanegas» (Cartas, 42); «para ver si quería dar una declaración del es-tado en que se hallaba el pueblo de trigo, millo y sebada» (Diario, 134); «fue preciso arar muchos sercados para poner-los de millo» (Diario histórico I, 211); «todos aquellos millos de sequero que cogió ia grandecitos» (ídem, 228). Del port. milho ‘ídem’. paior. Depósito de provisiones: «conforme escurese la noche q. no se ve grano de trigo por las mochas q. ai en el paior» (Cartas, 102). Del port. paiol (cat. paiol) ‘depósito de provisoes alimentares ou bagagens’ (Alm.). picuda. Espetón: «vey sacar en el puerto de la Luz un lance de red o chinchorro y en él más de mil picudas» (Diario histó-rico I, 302). Del port. bicuda ‘ídem’. quejo. Quejada: «se hiso una herida en el quejo de la barba» (Diario, 150). Del port. queixo ‘maxila dos vertebrados’ (Fig.). salón. Capa de tierra arcillosa: «de medio patio ariva es todo un salón o risco» (Cartas, 36). Del port. salao (lat. sabulone ‘are-na gruesa’) ‘terreno arenoso e barrento’ (Alm.). sanguino. Árbol copudo de cinco a ocho metros de altura: «creo q. fue por aber comido alguna rama de sanguino» (Cartas, 144); «la res que come el biñatigo o sanguino neguna sirve para aprovechar» (ídem). Del port. sanguinho ‘árvore da fa-milia das Ramnáceas’ (Elucidário). solladía. Entarimado: «cada tabla de solladía labrada y clavada un real de plata» (Diario histórico I, 119). Deriv. del port. can. sollado ‘ídem’ y el sufijo –ío. Núm. 50 (2004) 205 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII sollado. Piso de madera, entarimado: «Advertencia: grueso de una tabla para sollado» (Diario histórico I, 120); «ajusté con una compañía de aserradores todos los hilos, así de tablas de sollado como tablones, vigas, etc.» (ídem, 161). Del port. soalhado ‘pavimento de madeira’ (Alm.). sollar. Entarimar, cubrir el suelo con tablas: «hize tablar y sollar dicha sala» (Diario histórico II, 82); «en mi casa principal de dicho Teror se sollaron las dos salitas nuevas» (ídem, 189). Del port. soalhar ‘pôr soalho em’. sorribar. Romper un terreno: «hoy Juebes nos aguantamos quinse hombres a sorivar en la guerta y se sorivo como la mita de lo que presisava» (Cartas, 41); «lo q. le quede q. sorribar q. presisa llevara otros quinse piones» (ídem); «en quanto a la guerta ya esta sorivada pero siempre le queda-ron tres o quatro toscas» (ídem, 42). Del port. surribar (lat. sub- y ripa) ‘descruar un terreno’ (Alm.). terrero. Se dice de la casa de una sola planta: «Escritura fecha por el ayudante (...) a favor de dicho señor (...), de una casa terrera» (Diario histórico I, 199); «se cayó un maestro pedre-ro techando una sala terrera» (ídem, 286). Del port. terriero ‘o mesmo que térreo: casa terreira’ (Fig.). tostón. Moneda de valor equivalente a la peseta columnaria: «y le vendí a uno de los mercantes media pipa de vino encas-cado en 27 ps. y un tostón» (Diario, 5); «le dió un tostón a la que llevó la niña» (ídem, 52); «fue presiso poner la postu-ra a dies y ocho quartos del quartillo de vino de vellón co-rriente, a tostón la del aguardiante» (Diario histórico II, 72). Del port. tostão (del fr. teston) ‘antiga moeda portugesa equivalente a des centavos’ (Alm.). tostonera. Se dice de cierto tipo de helecho: «la hierva tostonera no la mando ahora porque yo mismo sali y no di con ella» (Cartas, 37). Deriv. del port. can. tostón ‘moneda de valor equivalente a una peseta columnaria’ y el sufijo -ero, por alu-sión al parecido de la hoja de la planta designada con esta moneda. toza. Tronco de árbol cortado: «Una compañía de aserradores aserró en quatro días y medio quatro tosas de a palmo y medio de ancho» (Diario histórico I, 121). Del port. touça 51 206 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS MARCIAL MORERA PÉREZ ‘parte de uma planta, especialmente árvore, que compreende as bases do caule e da raiz’ (Alm.). traza. Larva que corroe determinados alimentos o la madera: «ya no sirve ni la mitad porq. esta echo un cascaron de la polilla y la trasa» (Cartas, 33). Del port. traça (ár. tahriza ‘pul-verizar’) ‘designação extensiva especialmente aos insectos no-civos que atacam, roendo, sementes, peles, madeiras, etc.’ (Alm.). trazar. Roer la traza el papel, la madera, la piel, los granos, etc.: «ai mucha palomilla y trasa q. pienso q. sera quien lo atra-sado » (Diario, 101); «el que tubiere otro mejor lo puede guar-dar para sembrar y comer deste por tener mucho trasado» (ídem, 102). Del port. traçar ‘ser roído pela traça’ (Alm.). vengar. Empezar a formarse el fruto: «los árboles frutales con el favor del calor y falta de eladas vengaron mui bien sus frutos» (Diario histórico I, 301). Del port. de Madeira vingar (lat. vindicare) ‘crescer’ (Falares da ilha). verga. Hilo metálico grueso: «se pusieron las vergas en la puer-ta del armacén y puerta del mar» (Diario, 117). Del port. verga (lat. virga) ‘barra delgada de ferro’ (Alm.). viñátigo. Árbol de la familia de las lauráceas: «aquí able yo a uno si las q.ria sacar de biñatigo serne» (Cartas, 141); «la res que come el biñatigo o sanguino nenguna sirve para apro-vechar » (ídem, 144). Del port. vinhatico (lat. vineaticus) ‘árvore leguminosa do Brasil e dos Açores’ (Fig.). d) Los guanchismos documentados en el texto pertenecen, como casi todo el material léxico heredado por el español isleño de la lengua canaria prehispánica, al mundo de rural. Son los siguientes: baifo. Cría de la cabra: «de las crias deste año estan onse baifos quatro machos y siete hembras» (Cartas, 17); «es como quien quita un baifo a medio mamar» (ídem, 39); «tanpoco se los baifos q. tienen desta cria las cabras ni mias ni suias» (ídem, 44); «mi compadre perera le tiene dos baifos deste año» (ídem, 88). Según Wölfel, del bereber beyyew ‘ser sin cuerno’ (Monumenta). 52 Núm. 50 (2004) 207 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII gofio. Harina gruesa de granos tostados: «me parese q. en todo mayo no tenemos gofio nuevo» (Cartas, 44); «yo puse de mi surron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (ídem, 147); «me prestó el viato Francisco Carme media fanega de gofio para pagársela en el tiempo de la cosecha» (Diario, 21); «se esperimentó en esta ysla una escases apretante de granos y por consiguiente de pan y gofio» (Diario histório I, 297-298); «la libra de pan a medio tostón y a proporción el gofio de millo» (Diario his-tórico II, 209). Según Ahmed Sabir, podría estar relacionada con el bereber buffi ‘sopa hecha a base de harina gruesa de granos’17. gofiero. Persona que hace el gofio: «mató en el mismo molino a un gofiero, ya hombre anciano» (Diario, 35). Deriv. del guanchismo gofio ‘harina gruesa de granos tostados’ y el sufijo -ero. gomero. Natural de la isla de La Gomera: «Mi conpadre Ma-nuel gomero de un pedaso paga beinte de plata» (Cartas, 22). Probablemente del bereber gumara ‘determinado pueblo del norte de África’. jairo. Se dice de la cabra doméstica. Ú. t. c. s.: «en quanto a las cabras jairas ya las abian buelto a echar con las nues-tras » (Cartas, 49); «la jaira se la mandé con Joseph de sosa» (ídem, 77); «tnabien se la ban cogiendo y dandosela a sus jairos» (ídem, 107). Según Wölfel, relacionada con la voz hausa ara-ara ‘carnero’, ‘oveja’, ‘cabra’ (Monumenta). e) Por lo demás, también se detecta algún que otro caso de andalucismo, como guinea ‘variedad de calabaza larga y cur-vada, con pulpa muy amarilla: «ban unas papitas un buban-guito y dos calabasitas berdes de guinea» (Cartas, 47)’, afrecho ‘salvado: «yo puse de mi suron el gofio para aserles pagada a la hiegua y a la burra por no aver afrecho ni frangollo» (ídem, 147)’; «apenas las bullan se hasen los arcos un afrecho» (ídem, 63), cortijo ‘finca grande con casa: «vendió (...) doze fanegadas 17 Las Canarias preeuropeas y el norte de África. El ejemplo de Marrue-cos. Paralelismos lingüísticos y culturales, Rabat, 2001, p. 166. 53 208 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS MARCIAL MORERA PÉREZ de tierra, parte de las que componían el cortijo que éste tenía en Miraflor» (Diario histórico I, 147)’, destalaje ‘desorden, des-barajuste: «no es su amo dueño de guareser una fruta y lo mis-mo en madurando las ubas que es mucho el destalaje» (Cartas, 85)’; escobón ‘arbusto leguminoso de flores amarillas: «planté los limoneros, mansaneros encarnados, jasminero real y escobones» (Diario histórico I, 287)’, tarajal ‘arbusto tamariscáceo: «En este mes se plantó la Alameda y tarajales que están a la entrada de la portada de Triana» (Diario histórico II, 24)’; americanismo, como papa ‘patata: «ban media fanega de arvexas = unas papas quatro bubanguitos sevollas» (Cartas, 24)’; voces del oriente pe-ninsular, como pantana ‘fruto de la pantanera: «ban dos cachos una calabasa = un bubanguito berde y dos pantanitas» (Cartas, 71)’; galicismos, como malpaís ‘coladas lávidas basálticas de su-perficie irregular que hace difícil el tránsito sobre ellas: «Cada jubrón labrado y sentado para empesgado de malpaís un real de plata» (Diario histórico I, 119)’, jubrón ‘madero que va de la viga cumbrera a las soleras laterales’. 5. CONCLUSIONES Tres son las conclusiones más importantes que se derivan de nuestro estudio anterior: Primero, que en el siglo XVIII el español de Canarias había adquirido ya los principales rasgos fónicos, gramaticales y léxi-cos que va a presentar en la época contemporánea: aspiración de la /-s/ implosiva, neutralización de la oposición de líquidas /r/ -/l/ en posición implosiva, diptongación de hiatos, aspiración de la consonante velar tensa castellana /x/, pérdida de la /-d-/ intervocálica, reducción de determinados grupos consonánticos, neutralización de la oposición pronominal vosotros/ ustedes, a favor del segundo elemento, aparición del diminutivo de respec-to cariñoso, paradigmas léxicos plagados de neologismos, portuguesismos, guanchismos, etc. Segunda, el habla de la ciudad de Las Palmas de Gran Ca-naria, con su diminutivo de respeto cariñoso, frecuentes casos de leísmo, sistemática neutralización de la oposición de líquidas 54 Núm. 50 (2004) 209 ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ESPAÑOL CANARIO DEL SIGLO XVIII /l/-/r/, altísima frecuencia de uso del pretérito imperfecto de sub-juntivo en –se, etc., es mucho más innovadora que el habla tinerfeña que reflejan las cartas de Silvestre Izquierdo. Tercera, la presión de la norma estándar sobre el español canario es mucho menos asfixiante que lo que va a ser en los siglos XIX y XX, en que erradicará del habla de las islas la as-piración de la /h-/ procedente de /f-/ inicial latina, el uso del futuro imperfecto de subjuntivo, los usos direccionales de la pre-posición contra, gran cantidad de las voces canarias de proce-dencia portuguesa, guanche, morisca, etc., restituirá determina-dos grupos consonánticos, obligará a anteponer los pronom-bres complementarios al verbo, salvo en determinados contex-tos, etc., etc. En realidad, la Real Academia no había alcanzado todavía el nivel de predominio que lograría después. 55 |
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