LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMÉS,
LANZAROTE
P O R
M.a ANTONIA PERERA BETANCOR '
RENATA SPRINGER BUNK
ANTONIO TEJERA GASPAR
El macizo de los Ajaches es un lugar de gran interés para
el estudio de las manifestaciones rupestres, en el que se
conjuntan los motivos más representativos de la isla de Lan-zarote:
las inscripciones pertenecientes a dos tipos de escritu-ra:
líbico-bereber y la comúnmente denominada «latina», o
datina-pompeycna~,c uya adscripción definitiva, sin embargo,
se halla aún en discusión. Los grabados no alfabéticos son, en
su mayoría, incisiones rectilíneas, aunque se documentan tam-bién
un buen número de paneles con podomorfos, formas
geométri-as simples y comp1ejíi, y figurativ~rs( p-i~cri-n-nAl-m-p-n--
te las representaciones de barcos).
El área de los Ajaches está compuesta por un conjunto de
crestas que conforman un relieve aislado: Pico Naos (432 m.);
' La documentación arqueológica de este yacimiento ha sido posible
gracias a una ayuda de ia Dirección General de Patrimonio ~i s tór i cod ei
Gobierno de Canarias. Nuestro agradecimiento asimismo a nuestros com-pañeros
Margarita Cejudo Betancor, Javier Gutiérrez y Rita Marrero, que
colaboraron con nosotros en las tareas de prospección, fotografía y calcos
de los grabados rupestres del yacimiento.
Núm. 43 (1 997) 19
2 M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
Pico de La Aceituna (482 m.); Pico Redondo (551 m.); Muro
de Los Dises (480 m.); Hacha Grande (560 m.) y Hacha Chica
(261 m.). De estas crestas nos interesa el espacio comprendi-do
entre Pico Naos y Pico Aceituna, en donde se registran las
estaciones de grabados rupestres estudiadas.
Se trata de pitones basálticos olivínicos, a modo de re-saltes
orográficos de menor tamaño. Algunos de los situados
en las vertientes de los barrancos se muestran a modo de
disyunciones columnares, en los que se localizan los paneles
con grabados. Entre los resaltes, el terreno se configura a
modo de degolladas, como la que se encuentra al sur de Pico
Naos. B
Los barrancos que parten de esta dorsal o cresta se pro- N
E
yectan en dirección noroeste y suroeste, y es una de las for- o
mas de niodekido con relevmcia en este c m j u ~ t p~re, - n-- m
ducido por servir de cauce de fuertes y frecuentes escorrentías. O
E
Los suelos de Los Ajaches poeen un régimen hídrico aricico E
2
E por lo que durante el año no dispone de agua suficiente para -
que crezca la vegetación. Las lluvias de invierno le proporcio- 3
nan agua al suelo, que, debido a su escasa profundidad, su O- -
capacidad de almacenamiento es baja. También, por la eleva- m
E
da evaporación ambiental, el suelo se seca muy rápido. o
En consecuencia, la vegetación es escasa por lo que en las 5
n
partes altas apenas nacen las gramíneas y con mayor frecuen- -E
a
cia, en lugares determinados, crecen las tuneras indias (Opun- l
tia dilleni) y tabobos (Nicotiana glauca). n
n
El clima de Los Ajaches es de ambiente húmedo con una 3
variación diurna apreciable, pero homogénea a lo largo del O
año. Lo podemos clasificar como regular, entre suave y calien-te;
árido, entre estepa y desierto.
A pesar de que el macizo de Los Ajaches se encuentra en
el sur de la isla, éste se ve afectado por los vientos del norte,
aunque llegan algo desgastados.
Con respecto a las precipitaciones, ocurre algo similar. Los
Ajaches es uno de los territorios más secos de Lanzarote. En
Hacha Grande, con 561 m., y Pico Redondo, con 550 m., es
donde se registran las máximas precipitaciones, y en la franja
costera, y en el sur, se encuentran las mínimas de 100 mms.
LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE
ESTACION
Fig. 1 .-Situación del yacimiento rupestre de Femés (Lanzarote).
Núm. 43 (1997)
4 M."NTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
o inferior, aunque por ella pasa el agua recogida en las partes
altas, ya que ésta se encuentra con pendientes pronunciadas,
por lo que se trata de terrenos muy lavados, dado que la llu-via
es de corta duración y muy intensa. A poco de llover co-rren
los barrancos, debido a la pronta saturación. La media
de lluvia está en torno a los 120 ó 130 mms. De noviembre a
febrero son los meses más propensos a las lluvias. A partir de
marzo los alisios impiden que las nubes se asienten sobre este
territorio, por lo que las precipitaciones decrecen hasta mayo,
que ya se hacen nulas.
La lectura que podemos realizar de los diferentes tipos de
grabados localizados aquí varía según su naturaleza. Los
alfabéticos, por su carácter de testimonio escrito, nos ponen en
contacto con las sociedades que usaron dichas escrituras, aun-que
no podamos descifrar su contenido. Ciertas representacio-nes
figurativas podrían tener un valor simbólico, con lo que se
hace necesario estudiar su significado en las sociedades en las
que tuvieron o tienen vigencia. Finalmente, las incisiones
rectilíneas, si bien pueden haber sido realizadas en distintos
momentos, aparecen como motivos mayoritarios en los yaci-mientos
rupestres de la isla, constituyendo un componente re-petitivo
para todo el conjunto de este tipo de grabados.
Las manifestaciones rupestres de este yacimiento se pueden
adscribir, sin duda, a una facies de la cultura preeuropea de
la isla, aunque junto a ellas aparece también algún «graffitti»
moderno, que resulta fácil distinguir. No lo es, por el contra-rio,
saber cuál es el límite final de la utilización de este yaci-miento,
ni siquiera en lo que se refiere a las inscripciones
líbico-bereberes, al desconocer la fecha post quem en la que
ios majos dejaron de usar este sistema de comunicación. Este
problema, en todo caso, ha de hacerse extensivo a todas y
cada una de sus manifestaciones rupestres, y no sólo a su es-critura.
Este mismo problema se plantea si quisiéramos preci-sar
de qué fecha a qué fecha estuvo en uso este lugar, dentro
de los límites cronoiógicos de la cultura aborigen, desde que
se produjo el poblamiento de la isla, hasta inicios del siglo xv
en que se introdujo la cultura europea. Los primeros contac-tos
de la nueva sociedad tuvieron lugar precisamente por es-
2 2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE 5
tas tierras del Sur de la Isla. Y aunque el núcleo de Maciot,
cercano a Femés, fue la residencia del sobrino del Conquista-dor,
tal como indica su nombre, no podemos utilizar esta fe-cha
como punto de inflexión para establecer un antes y un
después de estos primeros contactos, ya que resulta probable
que las manifestaciones culturales y posibles prácticas cul-tuales
de la primitiva población pudieron haberse mantenido
hasta épocas muy posteriores. La tradición de grabar figuras
de barcos en muchos de estos yacimientos rupestres, como el
del cercano «Pico Naos)), puede ser un buen argumento para
no desechar, en ningún caso, el uso continuado de estos luga-res
en fechas que entrarían ya dentro de la etapa postcon-quista
de la historia de la isla.
La metodología aplicada al estudio de los yacimientos de
Los Ajaches ha sido la prospección diurna a partir del conoci-miento
previo que poseíamos del lugar. Posteriormente inicia-mos
las prospecciones diurnas y nocturnas, permitiéndonos
localizar un total de siete sitios que analizamos en este traba-jo,
y que mediante un estudio detallado, hemos podido inven-tariar
en su totalidad los conocidos en el macizo.
1.1. Catalogación
Hemos proporcionado tres valores para atender a la ubica-ción
y situación de ios grabados, de modo que la definición
de las estaciones la hemos hecho con un criterio espacial
amplio, adscribiendo aquellas unidades orográficas que se en-cuentran
distanciadas, y llegan a conformar una unidad en sí
mismo. De ellas hemos diferenciado siete en todo el área de
Los Ajaches, situadas en la cima de ia montaña que sigue una
dirección de N. a S.
Cada uno de los yacimientos se ha delimitado en sectores,
atendiendo a la situación diferenciadora entre unos y otros,
6 M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
establecido por la orientación o altitud de cada uno. La unidad
mínima de catalogación en cada sector la hemos denominado
panel, que definimos como el soporte que presenta caracterís-ticas
naturales determinadas, como orientación, grietas y hue-cos.
En la estación 1 -la más numerosa- diferenciamos el
sector 1 (Sl) y el sector 2 (S2) porque el primero ocupa una
ladera orientada hacia el S. y la segunda hacia el E. El prime-ro
de ellos contiene un total de 34 paneles y el S2, 49 paneles.
Estación 2. Posee un solo sector con un único panel.
Estación 3. Los grabados se distribuyen sólo en un sector
que posee 5 paneles.
Estación 4. Posee un sector con 3 paneles. En la estación NB 5, al igual que las dos anteriores, sólo hay un sector con un E
panel. O n
Estación 6. Con dos sectores. El pliiiiero de ellos tiene 18 -- m
paneles, y el S2 2 paneles. O
E
E
Por último, la estación 7 tiene 2 sectores, y en cada uno S
-E de ellos hay 10, 3 y 6 paneles.
1.2. Fichas
localiza- n
E ellos, no -
a
Es de suponer que la elección de los motivos y su
ción en el yacimiento, así como la combinación entre
responde a simples hechos de azar. Cabe pensar, por el con-trario,
que ciertos temas han sido destacados al emplazarlos
en un lugar preferente, asignándoles una parte central o sin-gular
sobre el panel, y tal vez trazando los surcos de una
manera más nítida para lograr ese efecto. La técnica emplea-du
pdr iu uri-irme tener cierta rdaci6n c m !^E m~ t i v ~dce,
manera que una u otra se empleara con mayor frecuencia, o
exclusivamente; y no indistintamente para cualquier grabado.
Las superposiciones de trazos pueden reflejar además la suce-sión
temporal, aún cuando no es posible conocer por ello el
tiempo transcurrido entre la ejecución de unos y otros. Todos
estos factores podrían revelarse de gran importancia, por lo
que era necesario documentarlos para comprobar el valor de
cada uno.
24 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEM~S, LANZAROTE 7
Para su estudio optamos por hacer fichas individualizadas
en cada uno de los paneles del yacimiento. Como exigencia
previa a su realización se imponía una numeración de los
paneles por cada una de las estaciones situadas en la cima de
la dorsal de la montaña, a diferentes distancias, a partir del
punto más cercano del pueblo de Fernés (de 1 a 7) y, a su vez,
éstas fueron divididas por sectores en relación a la orientación
sobre el yacimiento (sólo la estación n." 1 poseía un grupo de
paneles dirigidos hacia el E. y, en la otra cara del mismo fa-rallón,
hacia el S., el otro grupo de paneles). A continuación
se contabilizaron desde la cota superior y de izquierda a de-recha,
asignándoles a cada panel un número contiguo. Para
comprobar su exacta ubicación se fijaron en la misma hoja los
paneles vecinos, indicando si eran continuosi alejados: for-mando
ángulo recto, y si se hallaban en un nivel superior o
inferior. Se reflejó, además, la orientación del grabado, así
como la inclinación del panel elegido sobre varios puntos del
mismo.
Al margen de la ubicación se anotaron los motivos repre-sentados,
siguiendo un estricto criterio formal. Se concedió
especial importancia en dejar constancia del volumen que ocu-pan
los grabados sobre el panel, así como la manera en que
el espacio se ha distribuido sobre su superficie. En el caso de
que los grabados hubieran sido realizados mediante diferen-tes
técnicas, se registraron éstas, además de la corresponden-cia
entre ella y el motivo, para ver si en algunos existe predo-minio
en la utilización de una técnica determinada.
Con el procedimiento utilizado era conveniente hacer hin-capié
en las distintas facturas, como picado, picado continuo
y picado discontinuo, incisión profunda, media y10 superficial,
rayado y pulido. Se reflejaron, además, sus resultados sobre
los distintos paneles y tipos de superficies, ya que la colora-ción
de los surcos puede variar, como resultado de la dureza
o de la composición de la materia, incluso utilizando la mis-ma
técnica. Esto se demuestra frecuentemente en los graba-dos
recientes, que suelen tener una coloración más clara,
cuando el período transcurrido desde su realización aún no ha
dado tiempo para que aparezcan signos de meteorización de
Núm. 43 (1997) 2 5
8 M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINCER - ANTONIO TEJERA
las capas descubiertas por el surco. La apariencia de estos
surcos puede, por otro lado, tener un comportamiento diferen-te,
según la dureza de la roca, la orientación y la exposición
al sol, así como a las inclemencias del tiempo. Su profundi-dad
parece corresponderse con una intención de destacar un
tema determinado, acompañando igualmente su anchura. Se
ha tratado de analizar finalmente si las superposiciones per-mitían
reconocer la sucesión en el tiempo y la relación de
unos grabados con otros.
Los grabados de este yacimiento, realizados mediante dife-rentes
técnicas de ejecución, no se distinguen todos de mane-ra
igual, ni con la misma nitidez. El fondo de los surcos no
tiene -en la mayoría de los casos- una coloración diferente
a la superficie de la roca, sino que varía en una gama apenas
perceptible, mostrando un tono ligeramente más claro u os-curo,
mientras que su profundidad supera excepcionalmente
el milímetro y en muchos casos sólo en una décima de milí-metro.
El perfil de los surcos, en relación con la técnica, tie-ne
un comportamiento distinto sobre los paneles; ciertos pi-cados,
con surcos anchos, poco profundos y bordes muy te-nues
se confunden fácilmente con impurezas o pequeñas on-dulaciones
de la superficie, así como los surcos muy superfi-ciales
pueden llegar a ser imperceptibles a simple vista, a la
luz del día, y confundirse con pequeñas grietas de la piedra.
Todas estas dificultades imponían una reproducción de los
grabados, más de ufi proce&miente, para aprGvechar
las ventajas que ofrecían cada una de ellas. Se realizaron foto-grafías
de conjunto y de detalle, así como un calco de los mo-tivos
más llamativos. Por la noche, con luz rasante, se compro-baron
los calcos diurnos y se fotografiaron de nuevo algunos
paneles, asi temo un Vi-en númerc? de detdles de !^S trazos
que habían quedado dudosos a la luz del día; aunque algunos
grabados recogidos en fotografía y calco nocturno no pudieron
ser vistos con luz natural, por las razones ya explicadas.
2 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI ~NR UPESTRE DE FEMÉS, LANXAROTE 9
11.1. El contexto geográfico
Se ubica sobre la cordillera de Los Ajaches, Pico Aceituna-
Pico Naos. Se trata del primer farallón basáltico que se loca-lizó
y se caracteriza por poseer bloques de basalto de for-mas
rectangulares dispuestos a diferentes alturas. A sus pies
se encuentra la cabecera del Barranco del Pozo o de la Hi-guera.
Algunos de ellos presentan, en la actualidad, condiciones
peligrosas tanto para la ejecución como para el calco. La ma-yoría,
sin embargo, están en lugar de fkil acceso para una
realización cómoda. Son estos paneles los que presentan unas
características propias de la continuidad o vigencia del hábito
de grabar. Los paneles altos, en lugares peligrosos, se encuen-tran
sin alterar.
I
Fig. 2 . - V i s t a general de la estación 1. Sector 1. Paneles 1-34.
1 0 M.* ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
11.2. Ubicación de los paneles
Las unidades geomorfológicas en donde aparecen los gra-bados
son las caras verticales y horizontales de1 conjunto de
afloramientos basálticos, situados en la cima de la dorsal que
se extiende desde el pueblo de Femés hasta Pico Naos, sobre
unos 2 km aproximadamente.
El farallón situado inmediatamente sobre Femés forma el
núcleo más importante del yacimiento rupestre, en el que se
localiza el mayor número de paneles, así como también los
motivos más significativos, como las inscripciones alfabéticas
B y los podomorfos, que sólo se han documentado en este yaci- N
E miento, clasificado con el n.O 1.
O
--n m 1 ." Estación O E
E
Sector 1.-En el sector 1 se registraron 34 paneles sobre
superficies verticales y horizontales. Los motivos representa-dos
son mayoritariamente incisiones rectilíneas, como en las
demás estaciones. Documentamos, además, los siguiente mo-tivos:
- inscripciones líbico-bereberes: 2 paneles y una inscrip-ción
dudosa, en la que se mezclan signos conocidos de esta
escritura, junto a otros no documentados hasta la fecha;
- inscripciones de «tipo latino)): 2 paneles;
- podomorfos: 4 paneles, más uno dudoso;
- motivo en forma de peine: 1 panel;
- triángulos: 2 paneles;
- motivo arboriforme: 1 panel.
Cor tnv 2 . - ~ 1 ~ r 9 rrip oictrsJnp 49 pneles, p-dominando "LIeIvI "b"' ----
también las incisiones rectilíneas. Se documentaron, además,
los siguientes motivos:
- inscripciones líbico-bereberes: 2 paneles;
- inscripciones de «tipo latino»: 16 paneles;
- motivos geométricos curvilíneos: 1 panel;
- podomorfos: 2 paneles;
- motivos barquiformes: 2 paneles;
- motivos arboriformes: 1 panel.
28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
12 M..' ANTONlA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
Además de las mencionadas incisiones rectilíneas, se docu-mentaron
los siguientes motivos:
Sector 1
- motivos curvilíneos: 2 paneles;
- motivos barquiformes: 1 panel;
- motivo en forma de espiga: 1 panel;
- cruciforme: 1 panel.
Sector 2
- motivos curvilíneos: 1 panel.
7." Estación
Se registraron 3 sectores con 10, 3 y 6 paneles. Los moti-vos,
además de las incisiones rectilíneas, son los siguientes:
- inscripciones de «tipo latino»: 1 panel;
- reticulados: 2 paneles;
- barquiformes: 3 paneles;
- motivos curvilíneos: 2 paneles.
11.3. Combinatovia de grabados
Los diferentes motivos tienen una representación muy des-igual
en cuanto a la frecuencia con la que aparecen en los
paneles, si atendemos al número total de figuraciones del ya-cimiento.
La ocupación sobre ellos tiene el siguiente orden, en
cuanto a frecuencia de representaciones y de mayor a menor:
destacando en primer lugar las incisiones rectilíneas, inscrip-ciones
alfabéticas, las de ~ripola tino)), que predominan sobre
las Iíbico-bereberes y, en menor grado, los podomorfos y las
geométricas.
Las incisiones rectilíneas son, por su frecuencia, las que
se combinan con la mayoría de los grabados, que aparecen
conjuntamente con los podomorfos, así como las inscripcio-nes
que están en el mismo panel, junto a las incisiones
rectiiíneas.
3 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMgS, LANZAROTE
Los grabados de la estación de Femés aparecen distribui-dos
en diversos bloques temáticos que, en ocasiones, se corres-ponden
con diferentes técnicas de ejecución. Si bien no todas
las formas permiten una sistematización exhaustiva, se pue-den,
sin embargo, separar en dos grandes grupos de naturale-za
bien distinta: las inscripciones alfabéticas, que constan de
líneas pertenecientes a dos tipos de escrituras diferentes, y
grabados no alfabéticos. Uno de los textos, inscritos en una de
las modalidades de la escritura líbico-bereber, permite un es-tudio
comparativo de sus signos con los de otros alfabetos de
A,+, ,,,A+..,, ,,: ,a,- -*,+,,,+,, A,+,;,A, c a ~ aG ~ L I ;+, ; , ,+, , , , , I L U L ~ , a31 LUIL~W LWLLLI a a L a l ULLLL lllilrauaa LalaLLLr ~ L L -
cas, como la dirección de las líneas, adscripción a manifesta-ciones
rupestres, etc., de las que algunas se documentan en
Femés. La otra, por el contrario, está aún en un estado inci-piente
de investigación, aunque sabemos que su utilización
debió de ser muy común en las estaciones rupestres, a juzgar
por el gran número de paneles hallados en las islas de Lan-zarote
y Fuerteventura. Si bien estamos barajando aún diver-sas
hipótesis acerca de su adscripción, se aceptan como sig-nos
alfabéticos de una escritura, basándonos en el manteni-miento
de líneas con una sucesión ordenada de caracteres,
cuya repetición permite entrever un covus de signos, como es
característico en un sistema escriturario. En ella se han ob-servado
además ciertos convencionalismos, como la dirección
de las líneas, así como otros indicios, de los que algunos com-parte
con las inscripciones líbico-bereberes.
Las demás manifestaciones rupestres del yacimiento permi-ten
una clasificación desde una perspectiva formal, puesto que
la intrepretación sólo podrá llevarse a cabo después de cono-cer,
al menos, tres aspectos fundamentales: su adscripción a
culturas entre las que han estado en uso y cuyo significado era
conocido, así como el contexto de grabados en ei que puede
aparecer. De esta manera, podemos describir los tipos diferen-tes,
atendiendo a su morfología; ya sean representaciones de
podomorfos y algunas figurativas, como barcos, además de
Núm. 43 (1997) 3 1
14 M.= ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
notivos geométricos. Para su clasificación hemos establecido
el siguiente cuadro sinóptico:
figurativos: - podomorfos
- barcos
geométricos: - rectilíneos
- curvilíneos
- formas geométricas simples y compues-tas:
triángulos, reticulados, cuadrados
con subdivisiones interiores (como los
denominados comúnmente juegos).
111.1. Las inscripciones alfabéticas
Las inscripciones alfabéticas existentes en este yacimiento
y, por extensión, las de la isla, pertenecen a dos tipos diferen-tes
de escritura. Una de ellas es la líbico-bereber, documenta-da
en todo el archipiélago, que cuenta ya con una larga tra-yectoria
de investigación. La segunda, por el contrario, no
posee una distribución tan amplia, ya que, a diferencia de la
anterior, sólo consta su existencia en Lanzarote y Fuerte-ventura,
en donde los estudios han surgido en fechas relativa-mente
recientes. Estos textos, sin embargo, están presentes en
gran número de yacimientos, apareciendo en un contexto ge-neralmente
muy característico y fácil de distinguir; en la ma-yoría
de los casos, junto a incisiones rectilíneas, representa-ciones
de podomorfos o con diferentes motivos geométricos
incisos.
Las investigaciones sobre el origen de esta escritura de
I'UerteventUra y Lanzarote h a z dado z omu x s ~ l t a d ola pro-posición
de diferentes hipótesis. De una parte, por su pareci-do
formal, los textos documentados han sido relacionados con
escritura latino-povnpeyana, aunque también con otros yaci-mientos
rupestres de Libia, en donde aparecieron caracteres
cimih-es, qlie hm cide estiidiudes per R. Reh~dfzit c m e! tér-mino
de escritura libia; las Zíbico-canavias, según la propuesta
de A. Tejera para las de Canarias. H. J. Ulbrich (1990: 24-25)
apuntaba en sus primeras publicaciones un parentesco con la
32 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
escritura ibérica, aunque posteriormente se ha inclinado abier-tamente
a favor de una filiación latina. No ha faltado tampo-co
quien las relacionara con el neopúnico, aunque esta opción,
defendida por R. Muñoz, no ha tenido más seguidores que el
autor.
Estas referencias, que pueden significar un excelente pun-to
de partida para un estudio comparativo, revelan, no obstan-te,
los inconvenientes de un estado incipiente de investigación,
como la escasa presencia de yacimientos rupestres similares
en el continente africano y la carencia de estudios de sistema-tización
y comparación de los signos en uno y otro ámbito
geográfico. Es por ello que nosotros consideramos prematuro
pronunciarnos con certeza sobre su adscripción, limitándonos
a resumir exclusivamente las diferentes propuestas de una in-vestigación
que aún está en curso, utilizando mientras tanto
el término de «latino» por el que hasta el momento se cono-cen
e identifican estos textos.
Es importante señalar que las dos escrituras se relacionan
en las islas mencionadas por su coexistencia en gran número
de yacimientos, compartiendo incluso en ocasiones el espacio
sobre el mismo panel. En la mayona de los casos coinciden
también en la misma técnica, la incisión. La distribución so-bre
el panel es igualmente llamativa, ya que por lo general se
ha asignado cuidadosamente un espacio para cada una de las
inscripciones, no existiendo prácticamente superposiciones de
líneas en ambas escrituras. Podría hablarse también de cier-tos
hábitos escriturarios, como el de la rotación de los signos
en relación a la dirección del sentido de la línea, que se refle-ja
en ambas escrituras, hasta el punto de que podría perrnitir-nos
hablar de una influencia de ia iíbico-bereber sobre la de
«tipo latino» En cuanto a la frecuencia de su aparición, se
constata, sin embargo, un claro predominio de ésta sobre las
líbico-bereberes. Mientras que en las estaciones con inscripcio-nes
Iíbico-bereberes se ha hallado algún texto de escritura de
,,+;WA Int;qnn,. nn clionrln 1- m;rmn Q 1- ;n-<inrc~ c;nnAn 1- val- \ \ L L r V L U L L I L V " , IIW JUbbUb IW l l l l J l l l W U ILI IIIYbIJU, J I b I I U W IU IbIU
ción entre ambas muy inferior.
El hecho de que en el mismo conjunto en el que se inscri-ben
aparezcan unos y otros con la misma técnica de ejecu-
Núm. 43 (1997) 33
ción, hace pensar incluso que los autores de ambas escrituras
pudieran ser los mismos.
Esta posibilidad resulta aún más probable después de que
se hallaron dos líneas (una de ellas en este yacimiento) en las
que parece haberse recurrido al uso de signos de las dos es-crituras
indistintamente, o una a continuación de otra en una
misma inscripción. Este dato, de momento sólo documentado
en dos ocasiones y en inscripciones no excesivamente bien
conservadas, queda pendiente de confirmarse en otros casos,
pero podría revelar que los autores de estos textos poseían
cierto hábito en el manejo de las dos escrituras o, como míni-mo,
el conocimiento de ambas.
En cuanto a la lengua utilizada, no existe ningún argumen-to
para decantarnos con seguridad por ninguna opción, pues-to
que no han podido ser traducidas hasra el momento, entre
otras cosas, por el escaso conocimiento existente de las len-guas
prehispánicas habladas en Canarias.
Por su parte, W. Pichler ha intentado valorar la lengua uti-lizada,
mediante pruebas de frecuencia de letras, suponiendo
la lectura a partir del alfabeto latino, basándose para su trans-cripción
en su parecido formal. Mediante esta vía ha obteni-do
una probabilidad alta de que se trate de una de las moda-lidades
de la lengua bereber en todos los casos. De confinnar-se
esta hipótesis, estaríamos ante conclusiones de gran inte-rés,
puesto que relacionaría a los autores con bereberes
romanizados y, por tanto, conocedores de ambas escrituras, lo
que permitiría situar la fecha de llegada de esta sociedad a las
islas orientales, Lanzarote y Fuerteventura en los alrededores
del cambio de era, época en la que los romanos ya habían
ocupado el Norte de África.
Con esta posibilidad resulta sugerente realizar estudios
para comprobar, si fuera posible, que algunas palabras hubie-ran
podido ser redactadas en los dos sistemas de escritura, es
decir, nos ayudaría a saber si se trata en realidad de textos
bilingües.
Existe, finalmente, otro tipo de escritura reciente, que pue-de
relacionarse con caracteres actuales; incluye varios nom-bres
propios, escritos generalmente mediante rayones muy
3 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA E S T A C I ~ NR UPESTRE DE FEMBS. LANZAROTE 17
superficiales. En su mayoría, la coloración de sus surcos es de
un tono mucho más claro que el resto de las manifestaciones
rupestres de este yacimiento.
Las inscripciones líbico-bereberes de este yacimiento se
ubican en la primera estación, en los paneles situados en el
sector n." 1 (orientados mavoritariamente hacia el E.), así
como en el sector n." 2 (hacia el S.), siguiendo la numeración
de los paneles acordada para la totalidad de los grabados.
Hemos contabilizado un total de 5 paneles de lectura me-dianamente
segura, siendo variable el número de líneas en
cada uno de ellos; el panel n." 3 es el que aporta mayor núme-ro
de líneas y signos: siete líneas verticales con un total de 30
recurrencias, constituyendo así el mayor texto conocido de
Fig. 4.-Dctallc del panel 3, sector 1 , cstación 1 , con signos de tipo líl-iico-bereber.
Obsérvese el sobado, efectuado posterior a los signos y su colo-ración.
Lanzarote. Los demás paneles constan de inscripciones muy
cortas, de una o dos líneas solamente y con una media de unas
tres recurrencias por línea, tal como es frecuente encontrarlos
en los textos líbico-bereberes de las islas más orientales.
El procedimiento de ejecución de estas inscripciones es en
todos los casos la incisión. En ocasiones, cuando en el panel
existen otras incisiones que no forman signos, éstos son más
tenues que los caracteres alfabéticos, como se ve en el panel n."
11113. Otras inscripciones, como las del panel 1/2/23, se ven
muy débilmente; algunas formas se distinguen apenas de día; y
de noche sólo a la luz artificial de la linterna pueden ser reco-nocidos.
El tamaño de los signos oscila entre los 4 y 12 cm.
Para la descripción de los paneles incluimos, además de las
cinco inscripciones líbico-bereberes, otros dos textos, en los
que no podemos aportar una identificación segura de una par-te
de los caracteres. Sería posible, en todo caso, aislar una o
dos formas, y quizá sin las garantías necesarias para contabi-lizarlas
como signos líbico-bereberes.
Panel 1/1/2.-Panel cubierto por abundantes incisiones
rectilíneas y algunos motivos geométricos de menor tamaño.
Algunos tienen formas similares a los signos alfabéticos líbico-bereberes.
Sin embargo, su escasa nitidez, además de las
numerosísimas superposiciones, hacen prácticamente imposi-ble
aislar los probables signos sin incurrir en graves errores
de lectura. Por esta causa, hemos desistido de contabilizarlos,
dado que no existen garantías para que esta tarea pudiera Ile-varse
a cabo con corrección.
Pünel íflí3.-7 líneas verticales iíbico-bereberes.
Se encuentra en la parte superior de la cima sobre un pa-nel
de unos 70 x 71 cms., con una inclinación de 50-30". Las
líneas, siguiendo la orientación dada, son verticales, y ocupan
casi la totalidad del panel. Además de los signos existen va-
Bas iilcisiofies que, en SU iiiayoria, son de menor profundidad,
a excepción de unas cuantas que cruzan el panel. El tamaño
de los signos es relativamente uniforme, en torno a los 6 ó 7
cms. cada uno. La conservación es buena, aunque al tratarse
Núm. 43 (1997) 37
20 M."NTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
de incisiones, cuyo color no destaca apenas sobre la roca, pre-sentan
algunas dificultades para reconocer con exactitud to-dos
los surcos y no confundir otras incisiones con trazos de
signos.
Línea n." 1-3 recurrencias: se encuentra a la izquierda de
una grieta natural en la superficie, y el trazado es más tenue
que el del resto del texto.
Línea n." 2-4 recurrencias: contabilizadas desde arriba, la
tercera presenta una recurrencia con una barra oblicua aña-dida.
Se contabilizó como un solo signo, ya que esta combi-nación
se presenta en la isla de Lanzarote y Fuerteventura, de
forma muy repetitiva, en líneas verticales, así como en una NB
estación de Gran Canaria (Hoya de Toledo). E
Línea n." 3-6 recurrencias: hemos documentado la repeti- O n
ción de dos formas muy seguidas, como si se tratara de dos
-- m
O
recurrencias, que se presentan, aunque con una separación E
E
algo mayor, en la siguiente línea. 2
E
Línea n." 4-5 recurrencias: se repite la combinación ya
-
mencionada en la línea n." 3, y la sucesión de dos recurrencias 3
idénticas.
- -
0
m
Línea n." 5-5 recurrencias. E
Línea n." 6-4 recurrencias: se contabilizó como un solo sig- O
no una sucesión de cuatro barras horizontales en esta línea n
E vertical, dado que no se apreció indicio alguno que hiciera -
a
pensar en dos recurrencias idénticas de dos barras horizonta- 2
n
les cada una. Dicho signo se presenta de manera muy excep- n
n
cional en las islas; sin embargo, ya ha sido documentado en 3
O
otras estaciones.
Línea n." 7-3 recurrencias.
T-1 -4-1 2 A 1 ,.,,,no
~ U U K ~ i" ~ ~ ~de l1r ;Lul l r ; i iLiaa U ~ A p crlib! es de X.
Panel IDO.-1 línea vertical realizada mediante profundas
incisiones, aunque los caracteres han sido deteriorados por los
golpes. El lamentable estado de conservación permite recono-cer
~ G f id os fe-2s semejantes 3 signos libiro-bereberes; so-bre
un total de unos cuatro, que ya no pueden ser identifica-dos
con la misma seguridad. La línea presenta la extraña par-ticularidad
de que estos posibles signos líbico-bereberes inician
la línea desde la parte inferior, pero son seguidos por otros,
igualmente mal conservados, de otra escritura, posiblemente
la de «tipo latino ». Lamentamos extraordinariamente la poca
seguridad de lectura para aislar los caracteres, ya que de com-probarse
este dato en más ocasiones y con mayor nitidez, es-tas
líneas redactadas en dos escrituras hablarían claramente a
favor de que la sociedad estaba familiarizada con el uso de
ambas, y que sus autores serían los mismos. Al igual que en
el caso del panel 11112, hemos desistido asimismo de conside-rar
estos caracteres, para no exponernos a errores.
Panel 1/2/23.-2 líneas verticales de dos recurrencias cada
una. El signo superior de la línea izquierda presenta una barra
vertical añadida. Estas dos formas son casi i~~oisibkcsm luz
frontal, y fueron encontradas de noche al iluminar el panel con
linterna de luz fluorescente y rasante que, al proyectar sombra
sobre los bordes de la incisión, hacían posible su reconocimien-to.
La inscripción no presenta superposiciones, ni otros graba-dos
en el mismo panel, cuya dimensión es de 87 x 60 cms.
1 línea - 2 recurrencias, 1 al margen derecho de la supe-rior.
2 líneas - 2 recurrencias.
Panel l/l/32.- 1 línea de tres recurrencias.
Esta inscripción se encuentra sobre un desnivel de unos 12
cms. entre dos paneles dirigidos hacia el cenit (en el propio
suelo), de modo que foma la cara posterior del escalón entre
ambos. Consta de unos 30 cms. de largo y 12 de ancho. Los
signos se suceden horizontalmente sobre esta estrecha superfi-cie,
a ras del suelo, por lo que es difícil verlos, si no es desde el
mismo nivel. Esta inscripción fue realizada probablemente por
una persona recostada sobre el suelo, por lo que posiblemente
el trazado se realizaría haciendo suceder un signo tras otro,
desde arriba hacia abajo. Esta opinión nuestra podría venir
corroborada por la rotación de los signos «+» y «Z»ya ,qu e
hasta ia fecha sóio están documentados con una rotación de
90". A pesar de ello, y dada la importancia de mantener una
descripción sin interpretaciones, nos hemos decidido a reseñar-la
como línea horizontal, tal como aparece a la vista.
Núm. 43 (1997) 39
2 2 M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINCER - ANTONIO TEJERA
Sobre uno de los signos ha crecido una nutrida capa de
líquenes, indicando cierta antigüedad de su trazado. En este
panel no hay otros grabados.
1 línea - 3 recurrencias.
Panel 1/2/42.-1 línea vertical de 4 recurrencias.
Se encuentra sobre un panel en el que existen abundantes
líneas alfabéticas de «tipo latino)).
Panel 1/2/45.-2 líneas verticales, de 3 y 2 recurrencias.
Se encuentra sobre un panel vertical de 240 x 40 cms.,
como única representación, al lado de otro panel, con inscrip- NB
ciones de «tipo latino». Las líneas constan de signos de tama- E
ño muy superior a los demás. No presentan superposiciones O -
de otros grabados. -- m
O 1 línea - 3 recurrencias. E
E
2 líneas - 2 recurrencias. 2
-E
V. LOS SIGNOS
Las formas recopiladas exigen ser clasificadas, tratando de
aislar y valorar los signos del alfabeto utilizado, además de con- -
trastarlos con los documentados en los yacimientos de otras is- E
a
las, o en diversas regiones del Norte de África y Sáhara.
En cuanto al número de formas computadas, quisiéramos
señalar que hemos valorado como variantes las que poseen un 3
trazado más anguloso o redondo, al igual que algunas rota- O
ciones, que en los alfabetos líbico-bereberes .están docum.e nta- , dos como simples vuri~rites,n G !!evm& aparejadas en ningun
caso la representación de valores diferentes.
ANUARIO DE ESTUDlOS ATLÁNTICOS
LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMÉS. LANZAROTE 23
En líneas verticales:
1 - 2 rec. 1 rec. en el panel 11113, 1 rec. en el panel 1/1/23,
1 al margen de « » - - 2 rec. en el panel 1/1/3
--11 - 2 rec. 1 rec. en el panel 1/2/42, 1 rec. en el panel 1/2/45 - 2 rec. 1 rec. en el panel 11113, 1 rec. en el panel 1/2/23
111 - 2 rec. 1 rec. en el panel 1/2/42, 1 rec. en el panel 1/2/45
1\11 - 1 rec. en el panel 1/2/42
Z-- - 1 rer. en e! p n e ! ?/!/3
(D - 1 rec. en el panel 11113
€B - 1 rec. en el panel 1/2/23
+, x - 3 rec. 2 en el panel 11113, 1 rec. en 11113
U - 2 rec. en el panel 11113
3 - 2 rec. en el panel 11113
A - 6 rec. 5 en el panel 1/1/3, 1 rec. en 1/2/42
A\ - 2 rec. en el panel 11113
& - 1 rec. en el panel 11113
S - 5 rec. 2 rec. en el panel 11113, 2 rec. en el panel 1/2/45
1 rec. en 1/1/23
H - 1 rec. en el panel 11113
N - 1 rec. en el panel 11113, e en 1/2/42
h' - 1 rer. en e! pune! 11113
Ui - 4 rec. 3 rec. en el panel 11113, 1 rec. en 1/1/23 con una
barra vertical a su derecha.
En líneas horizontales: todos situados en el panel n." 1/1/32
U - 1 rec.
a - 1 rec.
- 1 rec.
24 M.-NTONIA PERERA - RENATA SPRIKGER - ANTONIO TEJERA
Las inscripciones de Femés aportan con el panel n." 11113
el mayor texto de la isla, y junto a las demás líneas el coqms
más amplio documentado en un yacimiento, lo que significa
un excelente punto de partida para la comparación de estas
inscripciones con las del resto de las islas, así como para con-trastarlas,
en un marco más amplio, con los textos y10 alfabe-tos
norteafricanos.
V. LOS SIGNOS ESCRITURARIOS EN EL CONTEXTO
DE LAS INSCRIPCIONES CANARIAS
En estudios anteriores ya se había comprobado que el cor-pus
de las inscripciones canarias no era homogéneo, puesto O
n
que algunos signos se documentaban exclusivamente en cier-
- m o
E tos yacimientos, mientras que otros mostraban ser ajenos a E
2
ellos. Este hecho nos había llevado a considerar la existencia E
de diferentes alfabetos, hasta tanto no aumentase el material
epigráfico para realizar las oportunas comprobaciones. Con los 3
resultados del estudio de este yacimiento, además de otros -
0
m
E hallados últimamente, tenemos ahora la posibilidad de revisar O
estos primeros datos.
En ocasiones anteriores habíamos considerado que las ins- n
E cripciones de Lanzarote y Fuerteventura formaban un único - :
alfabeto, por el mantenimiento homogéneo de los signos utili- n
zados, la técnica y el contexto. De los demás grupos estableci- n
dos en aquella primera propuesta de clasifcación, sólo el de O3
la isla de El Hierro, además de otros dos de Gran Canaria,
ofrecen cierta posibilidad para un estudio comparativo. Por el
contrario, el número tan reducido de inscripciones conucidas
hasta la fecha en las islas de la Gomera, Tenerife y la Palma
no pueden ser confrontadas con las demás, porque al tratarse
en cada caso de una sola inscripción, no resulta posible juz-gar
qué signos estarían ausentes de estos alfabetos.
T------ --.- I ~ ~ I I uI a~y qLuG~ a upvi lu yuL !va oc ;Lmgmi if ivca tIr- nrvr nrnlliul ~ur lvnocp n ,,
yacimiento de Femés constituyan la totalidad de los que com-ponen
este alfabeto. No sólo porque el número de caracteres es
bajo, sino porque sabemos también que para la isla de Lan-
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE 2 5
zarote se documentan otros, además de los de este yacimien-to,
entre los que hay que contar, entre ellos, O,O,lit,-T, q.
Con toda probabilidad forman parte del mismo alfabeto, pues-to
que se trata de caracteres con una aparición frecuente en los
yacimientos que, además, muestran semejanzas en cuanto a su
ubicación, soporte, contexto, etc. Sólo para una inscripción ex-presamos
nuestras reservas, tratándose de un texto absoluta-mente
excepcional por su dimensión, así como por otros rasgos.
Nos referimos al signo «...Sún ico conocido hasta la fecha en el
Archipiélago.
Comparamos, por tanto, los signos lanzaroteños con los del
Hierro (H) y los de Gran Canaria (GC-1) para las inscripcio-nes
del Barranco de Balos, Balos Alto y (GC-2) para las de
Hoya de Toledo que, pese a tratarse de un ihiro yacimiento,
ha aportado un elevado número de signos.
Comenzamos a destacar en primer lugar las semejanzas
existentes entre las inscripciones, señalando las que poseen
una distribución prácticamente generalizada en las islas. In-cluimos
para ellos las variantes, como antes hemos indicado,
con lo que figurarían los siguientes signos: m v\ , O n ,
U u,
Q - G, GC-1, GC-2, F
U - H, GC-1, GC-2, F. Llama la atención que en la isla de el
Hierro y GC-2 existe un claro predominio de «U » sobre
<< Q D, mientras que GC- 1 predomina « Q ».
C - H, GC-1, GC-2, (sólo << 3 D), al igual que en Femés 3 ;
todas ellas con sus variantes curvas o anguladas
I - H, GC-1 y GC-2, F - - H, GC-1 y GC-2, F (esta forma predomina ampliamente
sobre 1)
--I\ - H, GC-1 y GC-2, F -H, GC-1 y GC-2, F
\',i - E, GC-! y GC-2, F
H - H, GC-1 (no en GC-2), F
U - H, GC-1, GC-2, F
Núm. 43 (1997)
26 M .' ANTONIA PERERA - REN.4TA SPRINCER - ANTONIO TEJERA
N - aceptando como su variante la forma más redonda « N»:
H, GC, HT, F (muy escasa en Gran Canaria-1) (2rec).
Otros signos del corpus de Lanzarote muestran, por el con-trario,
una distribución más restringida, puesto que sólo han
podido ser documentados en lugares concretos. Los comenta-remos
a continuación:
, V - H, GC-2, F; no queremos por el momento valorarla
como variante de «U)), sobre todo cuando han sido realizados
mediante incisión, donde existe «U» en clara oposición a «V».
No ocurre lo mismo en la técnica del picado, donde en oca-siones
el trazado curvo y más grueso del surco hace difícil
valorar el ángulo. Además, la forma «U» realizada mediante
picado y con un ángulo relativamente estrecho, sólo se docu-menta
en la Candia, en el Hierro. Aunque entre los caracteres
tifinagh las formas «U» y «VD son variantes, no está demos-trado
que este caso sea así en todos los alfabetos, sobre todo
en los Iíbicos.
A\ - GC-2, F; esta combinación es propia y muy frecuente en
Lanzarote y Fuerteventura. En las demás islas se han encon-trado
varias en Hoya de Toledo (Gran Canaria), así como en
otros lugares de la isla, en donde las inscripciones están reali-zadas
mediante la técnica de incisión. Su frecuencia es muy
elevada en este tipo de yacimientos.
X - GC-1, GC-2, F: no existe en el Hierro, a pesar de que allí
hemos documentado ya cerca de 400 recurrencias, mientras
que en otros alfabetos es relativamente frecuente.
W. Aceptamos como variante « D, habiendo sido documen-tada
en el Hierro, GC-1 y GC-2, aunque sólo existen muy po-cas
representaciones (H-5, GC-1- 1, GC-2-6).
- - -':-+-:L.. . ,: A,
t. UM u~~~~~~~~e~n~ e~s~to s alfabetos, pero igualmen-te
con una frecuencia muy baja.
Esta distribución señala la existencia de grandes similitu-des
entre los signos de Lanzarote, Fuerteventura y las estacio-nes
rupestres de Eoya de Toledo, asi como otras de parecidas
cracterísticas -técnica de ejecución- en la isla de Gran Ca-naria.
Entre las diferencias que las inscripciones de estos ya-cimientos
poseen frente a otros, fundamentalmente con los de
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMÉS. LANZAROTE 27
el Hierro y los de Balos (Gran Canaria), destaca la forma «VD
en oposición a «U », además de la combinación de Al », ca-racterística
en los yacimientos de Fuerteventura, Lanzarote y
Hoya de Toledo (Gran Canaria), y la elevada frecuencia de
<< N >> .
VII. LOS SIGNOS CANARIOS Y LOS ALFABETOS NORTEAFRICANOS
En cuanto a los alfabetos norteafricanos, todavía no se co-noce
ninguno que coincida con alguno de los canarios. Inclu-so,
si en un primer paso decidiéramos evaluar sólo los alfabe-
+ 1 +;$;nnmL o--n Anr rrr-nrlnc Llnniinr nn ~~~~~4- L U 3 L l U L b W 3 7 LLLLI1Uf;LL L V L L I U UVJ f ; L U l L U L J UIVYUL3, IIV I W f j l U I I U -
mos incluir nuestras inscripciones en ninguno de ellos. En las
inscripciones canarias, por el contrario, se documentan signos
-en ocasiones en una misma línea- que en los alfabetos
norteafricanos y saharianos pertenecen a distintos grupos con
rasgo exclusivo en cada uno de ellos. Sirva para ilustrar, como
ejemplo de este hecho, los signos puntiformes y las ligaduras.
Ambos son caracteres tifinagh, y no existen en los alfabetos
líbicos, en los que, por el contrario, se registran los consisten-tes
en barras paralelas «11/, 1\11 , etc.», al igual que en Cana-rias.
Las ligaduras o biconsonantes (M , @) son conocidas
igualmente como propias de los caracteres tifinagh, y se con-sideran
ausentes en los alfabetos líbicos. En las inscripciones
canarias, para volver a nuestra comparación, han aparecido a
su vez los signos compuestos por barras paralelas (Zíbicos),
mientras que no se conocen los signos puntiformes (tifinagh),
de los que hasta ahora sólo ha aparecido uno en un caso ab-solutamente
excepcional.
De cualquier manera, hay que tener en cuenta que las cla-sificaciones
sobre las que comparamos nuestras inscripciones
fueron realizadas en fechas ya muy lejanas, y de las que care-cemos
de sistematizaciones más recientes. No podemos oivi-dar
tampoco que responden al intento de agrupar y describir
las diferencias de las inscripciones norteafricanas, con toda la
dificultad que ello entraña, y siempre en relación al material
Núm. 43 (1997) 4 5
28 M.= ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
epigráfico conocido en un momento dado, a pesar de que ha
aumentado sustancialmente desde aquellas fechas, pero aún
estamos lejos de conocer las inscripciones norteafricanas de
forma satisfactoria para llevar a cabo esta tarea.
VIII. LAS INSCRIPCIONES «LATINAS »
Estas inscripciones se conocen desde hace un tiempo rela-tivamente
corto. La primera fue hallada por el grupo que es-taba
realizando el mapa arqueológico de Lanzarote (M. A.
Perera, J. de León, R. Hernández, entre otros). Fue localizada
en el yacimiento conocido como Peña del Letrero, ubicado en
el valle de Zonzamas. Se trataba de una línea grabada sobre
la roca, que transcribieron como «sincicava», por las semejan-zas
con los caracteres del alfabeto latino. Algo más tarde se
encontró una segunda inscripción, observando en ella las se-mejanzas
con la primera. En este momento se cuenta ya con
un buen número de textos de esta escritura.
Se han barajado varias hipótesis sobre su origen, al rela-cionarlas
con la escritura ibérica, neopúnica, cursiva latina
pompeyana, etc., aunque en las últimas fechas parece predo-minar
claramente la opción de considerarlas «latinas», tal
como fue propuesto inicialmente por sus descubridores (J.
León, M. A. Perera, 1995).
La revista austríaca Almogaren ha dedicado varios núme-ros
a la publicación de los grabados e inscripciones de las is-las
de Lanzarote y Fuerteventura. Según la tesis sostenida por
H. J. LT!brich y Pir,hler, la escrituru uti!izudU Urribus is-las
es la misma. Los trabajos de W. Pichler (1993-1994) sobre
las inscripciones de Fuerteventura son los que representan
mejor el estado de conocimiento en este tema. En el n." XXIII
(1992) de la revista citada, el autor presenta unas 238 líneas
de dicha escritura, que le sirven de base para una interpreta-ción,
además de un ensayo de transcripción y lectura, de los
que algunos puntos nos parecen de gran interés.
Partiendo de la base de que se trata de «una variante de la
46 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE 29
escritura latina cursiva», W. Pichler (1993-4: 126) aísla unas 70
formas, gráficamente distintas (p. 125), interpretando un nú-mero
de unos 33 caracteres como ligaduras, valorando su fre-cuencia
y combinación en las diferentes líneas. A partir de
aquí trata de establecer la lengua de dichas inscripciones, por
medio de un estudio de frecuencia de los signos alfabéticos y
sonidos de diferentes idiomas, concluyendo que, con toda pro-babilidad,
las más similares resultan ser algunas modalidades
de la lengua bereber, el «canario antiguo» (establecido sobre
los restos lingüísticos recopilados) y aún más con la lengua
líbica hablada en la antigüedad en el Norte de África.
IX. LOS GRABADOS FIGURATIVOS
IX. 1. Las representaciones de podomorfos
Este grupo de figuraciones forman el conjunto tipológico
más singular. Se trata de la estación que en esta isla posee un
mayor número de paneles con representaciones de podo-morfos,
junto con las de la Peña de Mana Herrera, Peña del
Conchero, Piedra del Majo, Pozo de la Cruz (Rubicón), y nú-cleo
poblacional de Teguise. En la primera de ellas existe sólo
un panel con un par de pies. En la Peña del Conchero se do-cumenta
una silueta de pies. La estación de la Peña del Majo
es quizá la más numerosa con 6 paneles de grabados. En
Teguise se han contabilizado en el interior de la vivienda de
Peraza, así como en piedras en la calle que formaban parte
del antiguo adoquinado. En ellas predomina la técnica de pi-cado
continuo, compietado con un puiido o abrasión, aunque
esta técnica suele aparecer de forma aislada.
En las estaciones de Los Ajaches sólo se localizan los
podomorfos en la primera, en donde cuatro paneles se sitúan
en el S1 y tres en el S2.
En el Si, el P7 se encuentra ambientado por grabados
alfabéticos de tipo «latino» y geométricos. Se registran dos pies
juntos, cerca de otros dos; y al lado de esta última pareja se
sitúa otra silueta, con la peculiaridad de tener una línea inter-
Núm. 43 (1997) 47
M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
X. LOS GRABADOS GEOMÉTRICOS SIMPLES Y COMPLEJOS
Dentro de este apartado realizamos una distinción conven-cional
por la necesidad de ir diferenciando temas y10 posibles
motivos, que se documentan en el complejo mundo de los gra-bados
geométricos, aunque hemos excluido de esta clasifica-ción
las formas triangulares, rectangulares, incluidas de ma-nera
genérica dentro de los figurativos.
Hemos dicho que en Femés predominan las formas geomé-tricas:
rectilíneas, fundamentalmente, y en menor medida se
registran reticuladas (El, SI, P27; El, S2, P14; El, SI, P16;
El, S2, P14; El, S2, P14; El, S2, P5; El, S2, P29), triangula-res
(El, SI, P15; El, SI, P22).
Dentro de los motivos figurativos constatamos uii arboi'i-forme
(El, SI, P15): motivo estrellado (El, SI, P16; El, S2,
P33); y peine (El, SI, P20).
En el apartado temático destacamos grabados en forma de
dameros, considerados genéricamente como juegos, que en
Femés aparecen en número escaso (E5, SI, P1; E6, SI, P5):
barquiformes (El, S2, P11; El, S2, P27; E6, SI, P4; E7, S3,
P4; E7, S3, P5; E7, S3, P6).
XI. TÉCNICAY SM OTIVOS
En Femés hemos contabilizado una serie de técnicas de
ejecución que se concretan en los de piqueteado continuo y
discontinuo: incisión, incisión-acanalado, acanalado; rayado;
0 h r ~ c i A n . m n l n p n y py!id~. &~QS dQs últim~s procP&m~Pn~os UV'U.,""", 6VIy"V
no se utilizan para realizar grabados, sino que se registran
sólo en zonas pulidas en los paneles de grabados.
Existe un mayor registro de la técnica incisa y, dentro de
ésta, la ejecución superficial y media. La totalidad de los gra-bados
geométricos rectilíneos están realizados a base de inci-siones,
así como los alfabéticos de tipo líbico, excepto el gra-bado
de la El, S2, P45, que es rayado.
Esta última técnica cobra importancia, ya que desde hace
5 0 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMES. LANZAROTE 33
Fig. R.-Linca tci-tical dc signos. Esiacitin l . Scctoi- 1. P~incl 20.
34 M.' Ah'TONlA PERERA - RENATA SPRIUCER - ANTONIO TF..IERA
5
Fig. 9 . - M o t i v o trian_eular. Estación 1 . Sector 1 . Panel 22. -
e
3
años la hemos documentado para los grabados de «tipo lari- --
no» de la isla de Fuerteventura. Se trata de un ravado de apa- m0
1 riencia superficial, que consigue un efecto brillante, más blan- U
co que el panel y semejante al bruñido, pero de un grosor más E
reducido. m
-E
La utilizaci6n del piqueteado se reduce a los podomorfos, Aa
ya que casi la totalidad de ellos se hacen con esta técnica. m
Debemos exceptuar, no obstante, la parte superior, ya citada m ;
anteriormente, de la El, SI, P20. 5
El apartado de la técnica lo desarrollamos específicamente
con el soporte fotogr,ifico, va que, a través de él podemos ha-blar
visualmente del piqueteado continuo, discontinuo; inci-sión
superficial, media y profunda; rayado; golpeo, etc.
En algunos paneles aparecen superficies pulidas o bien bri-llantes,
por el roce producido por la continua frotación del
ganado que aprovecha muchos de estos lugares para guarecer-se
del calor cuando se hace muv intenso.
5 2 ANMRIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA E S T . ~ C I ~RVUP ESTRF DE F E ~ I ~%I.,A NZAROTF. 35
Flg. IO. - I ~ C I ~ I I I C ~(I c L I ~ I A s ~l~~<c' tl r; ip o c i c i i r i o ~lo s b,staci6n 1 . Sector 2.
Panel 18.
36 M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
XII. SIGNIFICAYD VOAL ORACI~ND EL YACIMIENTO DE FEMÉS
Los grabados rupestres poseen un enorme interés como
documentación histórica y como testimonio de un tiempo pa-sado.
Ciertos elementos, sobre todo los de marcado carácter
convencional, permiten establecer un estudio comparativo,
puesto que estuvieron vigentes durante largo tiempo en las
sociedades donde se originaron, reflejando de esta manera el
vínculo entre ellas. Los más destacados son los textos alfabé-ticos,
cuyos signos responden a un código cerrado, utilizado y
B aprendido por los miembros de una sociedad, siendo, a su vez, N
desconocido para alguien ajeno a su cultura.
Otras manifestaciones rupestres, aunque quizá en menor O
n medida, pueden mostrar también los vínculos que unen a los
-
m
O
E miembros de una sociedad a una forma concreta de expresión, E
2
en lo que hay que incluir representaciones y símbolos de di- -E
verso tipo, que se materializarían en algunos figurativos y
geométricos, y son representados con un estilo determinado, 3
-
así como tamaño, técnica, etc. -
0
m
E Los símbolos obedecen asimismo a diferentes necesidades O
sociales y sintetizan de alguna forma sus valores más esencia-les,
pero pueden variar en el transcurso del tiempo en relación n
E a su contenido, así como en la expresión, o mantenerse como -
a
representación, cuando ya se ha perdido toda noción de su 2
n
significado original. n
Por todo ello, los componentes de los grabados rupestres O3
-motivos, técnica, dimensión, estilo, superposiciones- poseen
para su estudio un valor distinto, y necesitan obligadamente
de -uiios ci-iiei-ios de an&sis para
A todos estos argumentos se impone otro de distinta índo-le;
la consideración a favor o en contra de que todos los ele-mentos
del yacimiento se adscriban a un mismo contexto cuI-tural
o cronológico.
Las inscripcienes a!fabéticuc pertenecen 2 tres e~critxmsd e
las que, al menos la líbico-bereber y la denominada «latina»
pudieron haber sido realizadas por la misma gente; no así la
tercera, que parece tratarse de grafías recientes, como lo de-
5 4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
38 M A ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
que hasta la fecha ha sido documentada exclusivamente en
Fuerteventura y Lanzarote, no disponemos aún de conoci-mientos
suficientes que nos permita relacionarla con regiones
concretas, donde pudiera haber sido utilizada, aunque resulta
probable que tuviese igual procedencia que la de los textos
líbico-bereberes. Ambas escrituras, no obstante, por el hecho
de ser sistemas convencionales de comunicación, remiten a las
sociedades en cuyo seno fueron utilizadas.
Las primeras manifesta-ciones
de la escritura líbico-bereber,
conocidas hasta aho-ra,
han sido fechadas en el f B
último tercio del siglo II a.c.
(138 a.c., datación de la ins-cripción
de Dougga, Túnez).
\/
Por el contrario, esta escritu- EE
ra ha perdurado viva entre SE
los tuareg, por lo que su =
distribución geográfica abar- F I ~12 .-In~cripción Iíbico-bereber 3
ca un extenso territorio en del valle de Zonzamas - - 0
el Norte de África y Sáhara, m
E
además de las Islas Canarias. Esta extensión tan amplia se O
complementa con la de su cronología, que dificulta no sólo su n
estudio, sino también una adscripción étnico-cultural. La exis- a-E
tencia de la escritura líbico-bereber y sus circunstancias crono- l
n lógicas y culturales ha influido de modo evidente en su evolu- n
0
ción, tal como se refleja en el uso de diferentes alfabetos, dis- 3
tribuidos por regiones diversas y en fechas igualmente distin- O
tas. La falta de análisis pormenorizados es una dificultad aña-dida
para estabkrer 1-in estudio comparativo. Sin que resolva-mos
este problema en el área nuclear norteafricana, difícil-mente
podemos referirnos a ella como si se tratase de un con-junto
homogéneo en el que podemos encontrar todas y cada
una de las correspondencias de los signos.
Las inscripciones de! y~~imi e nmt oa ntienen a1giinas seme-janzas
con las de los grupos líbicos y saharianos modernos,
así como con otros restos escriturarios de Lanzarote y Fuerte-ventura,
con los que comparte un buen número de signos. En
56 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACI~N RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE
Fig. 13.-Podomorfos con abundantes incisiones. Estación 1. Sector 1
Panel 28.
ambos grupos de alfabetos existen asimismo algunos no do-cumentados
hasta la fecha en las Islas Canarias, por lo que
ninguno parece tener una afinidad muy estrecha.
La posibilidad de realizar un estudio comparativo con los
textos de otros alfabetos, tal como habíamos adelantado, plan-tea
problemas porque faltan estudios exhaustivos de campo
que permitan excluir o valorar ciertos textos que parecen afi-nes.
A la ausencia de estudios pormenorizados, se han inten-tado
documentar yacimientos que presentan contextos de gra-bados
parecidos, así como comparar los signos de estas esta-ciones
rupestres, siempre conscientes de que se trabaja sobre
un estudio de muestreo, que en absoluto responde a un cono-cimiento
exhaustivo. Los resultados obtenidos hasta la fecha
señalan que, efectivamente, existen alfabetos en los que se
40 M.= ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
combinan signos, atribuidos generalmente como exclusivos en
los dos grupos señalados, entre los que hemos podido hallar
un buen grupo de inscripciones con características más comu-nes
con los de Canarias, al compartir un número mayor de
signos. Parece también que algunos alfabetos de estas carac-
Fig. 14.-Inscripciones de tipo líbico-bereber y «latinos». Estación 1.
Sector 1. Panel 32.
LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMÉS, LANZAROTE
Fig. 15.-Estación 1. Sector 2. Panel 47.
terísticas aparecen dispersos en el Norte de África sobre una
línea Oeste-Este con amplias representaciones, que hasta la
fecha no se haiia bien delimitada.
El coqms de signos de Canarias, por otra parte, si bien
puede aproximarse, no se corresponde con exactitud a ningu-no
de ellos, aunque este argumento nada dice en contra de la
Núm. 43 (1997) 5 9
4 2 M.' ANTONIA PERERA - RENATA SPRIKGER - ANTONIO TEJERA
hipótesis propuesta. Al
igual que para los yaci-mientos
en el Norte de
África, que en escasos
kms. de distancia pierden
el rasgo de su homogenei- Fig. 16.-Inscripción líbico-bereber
dad, mostrando diferen- con incisiones. Estación 1. Sector 1.
cias de menor o mayor Panel 3a.
grado, no es de suponer
que sea posible hallar un grupo de inscripciones que se corres-pondan
exactamente con nuestros textos. En todo caso, la re-lación
habrá que establecerla de manera aproximativa, valo-rando
un mayor o menor índice de semejanzas. Por el mo-mento,
hemos podido localizar en la zona del Presáhara yaci-z
i e ~ t o se n los qUe aparecen a la ~ ~ r ~ cnY-t-i ie~rn-í rr-r ~~c~ían
exclusivos de los alfabetos tuareg modernos, junto a otros que
gozan de la misma consideración que los líbicos. Y aunque el
avance resulta lento, el resultado de cara al futuro nos parece
alentador.
Los demás elementos susceptibles de un estudio compara-tivo
se restringen a unas representaciones figurativas o formas
Fig. 17.-Podomorfos. Estación 1. Sector 1. Panel 28
6 0 ANU.4RIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
geométricas. Partiendo de
la hipótesis de una adscrip-ción
conjunta entre los di-ferentes
elementos de la
estación rupestre de Fe-més,
estamos obligados a
buscar el mismo referente
en el mundo bereber nor-teafricano,
en donde apa-recen
las inscripciones líbi-co-
bereberes asociadas a
grabados y10 pinturas ru-pestres
(en una parte de
ellas, mientras que otra
aparece en estelas funera-rias).
En principio, aunque
a;e~6d existan diversas clasifica-
Fig. 18.-]inscripciones de «tipo latino)). ciones establecidas para
las manifestaciones rupes-tres
norteafricanas, la mayor parte de los investigadores coin-ciden
en asignar su aparición desde finales del período caba-llino,
con amplia repercusión en el posterior período camellino.
En el Alto Atlas se asocian a manifestaciones rupestres de re-presentaciones
antropomorfas, círculos con ornamentaciones
interiores (a veces descritos como escudos o soles), y armas, de
las que algunas son características de esta región y'han sido
fechadas dentro del primer milenio. Es por ello que se sitúa el
comienzo de las inscripciones a partir de los últimos siglos
antes del cambio de era, y dentro del período camellino. Este
perbdo, Uno de !os más recientes, recibe su nombre por la
repetida aparición del camello, figurado generalmente de ma-nera
muy esquemática, y que se reparte en las estacions ru-pestres
en un área geográfica de enorme amplitud (Sáhara
Central, Sáhara Occidental, Marruecos, Argelia, Libia, Mali, Ní- -
ger, etc.). Yxisterr, sir, embargo, otros motivos, qüe !ameniabIe-mente
han sido descritos o referenciados sólo de forma espo-rádica,
posiblemente porque este período ha interesado poco
en los estudios realizados sobre yacimientos rupestres.
M." ANTONIA PERERA - RENATA SPRINGER - ANTONIO TEJERA
Fig. 19.-Inscripción líbico-bereber, junto a incisiones rectilíneas.
Estación 1. Sector 1. Panel 3.
Es p r cpr !u refexih de V. Ailmassip, en un reciente
trabajo (1993), puede tomarse como representativa de un es-tado
de opinión por parte de muchos investigadores del arte
rupestre norteafricano, cuando afirma que el período camelli-no
«( ...) es dificil de definir cuando e1 camello falta (...). Algu-nos
autores han añadido otros motivos que creen asociados,
pero que igualmente se reducen a muy escasos elementos».
En algunos trabajos de campo y estudios monográficos han
sido mencionados otros temas que quizá no sean ni tan repre-
62 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ESTACIÓN RUPESTRE DE FEMGS. LANZAROTE 45
sentativos, ni gozan tampoco de una distribución tan genera-lizada
como la figuración del camello, ausente de las repre-sentaciones
rupestres de Canarias. Sin embargo, puede servir
de punto de partida para comprobar en estas islas la propues-ta
de otros autores. Una de ellas es la relación que establecía
H. Lothe entre las representaciones de podomorfos y las ins-cripciones
Iíbico-bereberes, que este autor las creía asocia-das,
tal como comprobó en múltiples yacimientos norteafri-canos.
En Canarias hemos podido constatar la existencia de cier-tas
formas que aparecen reiteradamente en África, en yaci-mientos
con inscripciones líbico-bereberes. Algunos parecen
ser símbolos, y es frecuente verlos asimismo en decoraciones
de casas, cerámicas y otros objetos del mundo bereber actual
Dejamos al margen las incisiones rectilíneas que, si bien
son especialmente hecuentes en las islas de Fuerteventura y
Lanzarote, además de Tenerife y la Gomera, y menos en Gran
Canaria, pueden ser halladas igualmente en el Norte de África
y Sáhara, como en amplísimas regiones del mundo. No cree-mos,
por ello, que por ahora podamos sacar conclusiones de
estas representaciones. Un argumento de mayor interés es el
de localizar conjuntos homogéneos con una distribución geo-gráfica
amplia, indicando que dichas conjunciones no se de-ben
a una mera casualidad, sino que son recurrentes en mu-chas
manifestaciones rupestres.
Entre los motivos no alfabéticos señalamos varios tipos de
representaciones, algunos de ellos con formas geométricas, y
otros hechos sobre simples líneas rectas, por lo general bas-tante
superficiales. Entre las primeras contamos los podomor-fos,
y algunas formas geométricas aisladas como un triángu-lo,
una figura de líneas horizontales con un eje transversal en
su centro y líneas paralelas. Las demás no sugieren formas en
las que podamos reconocer ninguna voluntad de representa-ción
de algún tema, tratándose de incisiones o rayados super-ficiales
que ni siquiera nos sugieren orden aiguno. Es, en
cuanto a su volumen, el tema mayoritario, y pueden asociarse
a los motivos antiguos de factura aborigen, como tratarse tam-bién
de obra más reciente.
Núm. 43 (19971 63
M.a ANTONIA PERERA - RENTA SPRIKGER - ANTONIO TEJERA
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