LOS INDIGENAS CANARIOS Y LA INQUISICION
POR
MANUEL LOBO CABRERA
La temática indígena ha llamado desde siempre la atención
de los historiadores. Casi todos los campos de la investigación
hummística la han incluido en sus estudios. Antropólogos, etnó-logos,
arqueólogos, lingüistas e historiadores han esbozado sus
hipótesis e interpretaciones l.
l La bibliografía sobre estos aspectos es amplia y variada; por ello,
vamos a citar la más significativa:
J. ABREUG ALINDOH:i storia de la conquista de las siete islas de la Gran
Canaria, S. C. de Tenerife, 1940; J . ALVAREZD ELGADOL:O S aborigenes de
Canarias ante la lingüistica, ((Actas y Memorias de la Sociedad Española
de Antropología, Etnografía y Prehistoria)), XVI, Madrid, 1941, pp. 276-290;
S. BERTHELOETtn: ografia y Anales de la Conquista de las Islas Canarias,
S. C. de Tenerife, 1879; G. CHILY NARANJOE:s tudios históricos, climatoló-gicos
y patológicos de las Islas Canarias, Las Palmas, 1880; L. DIEGO CUS-coy:
Los guanches. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife,
S. C. de Tenerife, 1968; M. HERNÁNDEPZÉR EZ: La Palma prehispánica, Las
Palmas, 1977; R. GONZÁLEZA NTÓN y A. TEJERAG ASPAR:L OS aborígenes ca-narios,
La Laguna, 1981; A. MILLARESH: istoria general de las Islas Cana-ria$
Las Pdmas, 18%; M oirrrcm CPTAL~~PFa: nwnmn 9 perspert4?lnr de
la arqueología canaria, ((Revista de Historia Canaria)), XXXII, La Lagu-na,
1969, pp. 291-302; Elementos culturales de la prehistoria canaria {En-sayo
sobre orígenes y cronología de las culturas), ((Miscelánea Arqueo-lógica)),
Barcelona, 11, 1974, pp. 145-162; A. RUMEU DE ARMAS: La politica
indigenista de Isabel la Católica, Valladolid, 1969; 1. SCHWIDETZLKaY :p o-blación
prehispánica de las Islas Canarias, S. C. de Tenerife, 1963; E. SE-Ndm.
29 (1983) 63
El interés por el tema ha encaminado, principalmente, a ios
estudiosos a las parcelas que van desde la prehistoria a la con-quista,
y sobre estos aspectos hay sobrados y abundantes ejem-plos.
En el campo de la historia, propiamente dicha, se ha inci-dido
mucho más en el aspecto militar y de conquista, junto con
el de la esclavitud y defensa de los derechos de los indígenas, que
en el de su asimilación. Son de sobra conocidos los estudios de
Rumeu de Armas, Serra Rafols, Morales Padrón, M. Marrero,
La Rosa Olivera, etc. '.
Sin embargo, la aculturación ha quedado relegada a un se-gundo
plano, aun cuando contemos con estudios que apuntan
el terma y que en algunos casos han desarrollado algunas cues-tiones
3. Se han analizado, por ejemplo, los grupos familiares
de los reinos de Tenerife, la defensa de los indígenas, actitu-des
que desarrollaron en la nueva sociedad, aspectos de acul-turación
4, pero aún quedan cuestiones por dilucidar tan im-
RRA RAFOLSE:l descubrimiento y los viajes medievales de los catalanes
a las Islas Afortunadas, La Laguna, 1926; J. VIERAY CLAVIJON: oticias
de la Historia General de las Islas Canarias, S. C. de Tenerife, 1967.
V. CORTÉSA LONSO: La conquista de las Islas Canarias a través de
las ventas de esclavos en Valencia, «ANUARIOD E ESTUDIOAST LÁNTICOS», 1,
Madrid-Las Palmas, 1955, pp. 479-548; Los cautivos canarios, «En Home-naje
a Elías Serra Rafolsn, 11, La Laguna, 1973, pp. 135-148; L. LA ROSA
OLIVERAN: otas sobre los Reyes de Tenerife y sus familias, en «El siglo
de la conquista)), S. C. de Tenerife, 1978; A. DE LA TORREY DEL CERRO:
Los canarios de Gomera vendidos como esclavos en 1489, ((Anuario de
Estudios Americanos)), VII, Sevilla, 1950, pp. 42-72; M. MARRERROO DRÍ-
GUEZ: La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista, La Laguna, 1966;
Los procuradores de los naturales canarios, en ((Homenaje a Elías So
rra Rafolsn, 1, La Laguna, 1973, pp. 349-368; F. MORALEPAS DRÓNC: anarias:
Crónicas de su conquista, Las Palmas, 1978; A. RUMEU DE ARMAS: 0p. cit.;
La conquista de Tenerife, 1494-1496, S. C. de Tenerife, 1975; E. SERRARA -
m ~ ys L. LA ROSAU LIVERAD: ocumentos: Los "reinos" de ienerije, ((Re-vista
Tagoron, 1, La Laguna, 1944; D. WOLFEL: La Curia romana y Za Co-rona
de España en la defensa de los aborígenes canarios, ((Antropos)),
XXV, 1930, PP. 1011-1083.
L. DIEW CUSCOYO:p . cit.
L LA ROSAO LTVERLAa: familia del Rey Bentoq ((ANTIARIOD E E s -
DIOS ATLÁNTICOS2))3, , Madrid-Las Palmas, 1977, pp. 421-442; El Rey don
64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
portantes como las anteriores. Una de éstas queremos acome-ter
como objeto del presente trabajo.
FUENTES Y OBJETIVOS
Para poder conocer la relación mantenida entre los aborí-genes
canarios y el tribunal del Santo Oficio, creado en Cana-rias
a fines del siglo xv con sede en Las Palmas, tenemos que
ajustarnos a las informaciones que nos ha legado el citado
tribunal.
Esta documentación se conserva en el Archivo del Museo
Canario de Las Palmas; en sus dos fondos, los ll~mado: cana-rio
y Bute. Este material no es nada homogéneo, pues junto a
procesos tenemos que ayudarnos de testificaciones, genealo-gías,
informes de limpieza de sangre, cartas, etc. Las fuentes
y los datos no nos permiten cuantificar de manera sistemática,
ya que los que poseemos son noticias sueltas, pero sí cualifi-car
el planteamiento del tribunal y su actitud para con los
indígenas.
Lo que pretendemos es dejar las cosas en su sitio sobre un
problema debatido y repetido por los historiadores 5, que puede
llevar a equívocos y confusiones, cuando se afirma que ante
Diego de Adexe y su familia, ({ANUARIDOE ESTUDIOAS TLÁNTICOS2D5,,
Madrid-Las Palmas, 1979, pp. 175-218; M. MARREROR ODRÍGUEZLO: S pro-curadores
..., art. cit.; E. SERRA RAFOLS: LOS últimos canarios, «Revista
de iiistüria Caiiarian, aav, ¿a Laguna, i%%, pp. 5-23; A. i%JMEu DE &-
MAS: La política ..., op. cit.; M. ~ Q B OC ABRERAL:O S indígenas tras Ea con-quista.
Comportamiento y mentalidad a través de los testamentos (en
prensa); R. GONZÁLEAZN T ~NC:o nquista g aculturación de los aborígenes
de Tenerife, «Gaceta de Canarias», 3, S. C. de Tenerife, 1982, pp. 35-48.
A. MILLARES TORRESH: istoria General de las Islas Canarias, 1, San-ta
Cruz de Tenerife, iY73, p. i96. Este autor es ei que afirma que íos in-dígenas
tuvieron complicaciones con el tribunal de la Inquisición. A par-tir
de él se ha repetido el tópico, aun cuando, para el siglo XVI Ih, a sido
discutido por L. ANAYAH ERNÁNDEZLO: S estatutos de limpiexa de sangre
y su aplicación en Canarias, «Aguayro», 104, Las Palmas, octubre, 1978,
páginas 10-13.
4 MANUEL LOBO CABRERA
el tribunal los indígenas no gozaron, en general, de los bene-ficios
y garantías de la raza conquistadora6.
EL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN
Se ha venido repitiendo constantemente que el origen de la
creación del tribunal del Santo Oficio en Canarias radica en
la presencia de judeo-conversos, esclavos negros, moriscos e
indigems mal convertidos. El historiador Millares Torres, ba-sándose
en tales supuestos, sitúa el inicio de la Inquisición
en Canarias en 1504, fecha del nombramiento de Bartolomé
López de Tribaldos para ocupar el cargo en Las Palmas7. Sin
-,L,WUU~ LA~-.-.A;, U, i ~ n r >,. ,,-A, , ~ i , ,,+,v., ,-,,..:,+,a, 1, ;,i, UGUUG ITJI, buauuu XJIV c~lraua b u l q L u D l r a u a ra rara
realenga de Gran Canaria junto con las de señorío por indi-cación
del tribunal de Sevilla, se nombra una comisión para
fundar Inquisición en Canarias como tribunal subalterno. Con
ello se pretendía, era el objeto de la creación, vigilar a los
n----nnrn- rr n n r n A i n n * . ln hnnn;<n ;,rrln;nn A n ln nrrnrrn +;nrnn nnn
~ U I I V G L ~ U yD GL I aulbar la r s l ~ j l aJ u ualba UG la UUGV a ~ 11 a~ b1uu-quistada,
pues muchos judíos al declararse la expulsión se re-fugiaron
en el archipiélago '.
En las testificaciones que se llevaron a cabo a fines del si-glo
m ante la comisión y ante el inquisidor ordinario, el obis-po
don niego de Muros, no hemos hallado ninguna referencia
en donde se nombre a los indígenas como motivo para decidir
cread el tribunal. En efecto, no ha lugar esta motivación por
cuanto que los reyes habían considerado a los naturales ca-narios,
y así lo hacen saber, como
« . . . a otros vecinos cristianos isleños.. . » lo,
Idem. Disiente de la autorizada opinión de fray Alonso de Espi-nosa,
más cercano en el tiempo a los aborígenes que él.
A. MILLARETS ORRESH: istoria de la Inquisición en las Islas Cana-rim,
Las Pakms, ?8?4, p. 47.
8 Las Canarias de señorío eran: Fuerteventura, Lanzarote, La Gome-ra
y El Hierro.
9 M. LOBOC ABRERyA A. RODRÍGUELZa: Inquisición en Canarias (en
prensa).
10 D. WOLFELL:a Curia. .., art. cit., p. 1027.
66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAiVTICOS
pese a su condición de gentilidad anterior. No obstante, es cier-to
que la Inquisición vigiló a la población canaria, pero no la
persiguió., El celo del tribunal se revela en las informaciones
que realiza y en los censos que ejecuta. Como se podrá com-probar
en apartados posteriores, la actuación inquisitorial fue
bastante benigna y flexible con la población isleña, si tenemos
en cuenta el número de habitantes de origen indígena que quedó
en las islas tras la conquista, y los procesos ejecutados con-tra
ellos.
Cuando la Inquisición sevillana, bajo la dirección del arzobis-po
hispalense fray Diego Deza, nombra como primer inquisidor
titular para el tribunal subalterno de Las Palmas a Bartolomé
López de Tribaldos 11, le encarga entre sus primeros cometidos
que ejecute un padrón de los nuevamente convertidos. Efecti-vamente,
este censo se lleva a cabo, y se remite a Sevilla. En él,
al parecer por las informaciones posteriores, se incluían los gm-pos
familiares y el conjunto total de los aborígenes, tanto los
que se mantenían puros como los que estaban mezclados.
No se vuelve a tener noticia de este padrón hasta la llegada
a Canarias del primer inquisidor independiente de Sevilla, que
tuvo el tribunal de Las Palmas. En 1577, don Diego Ortiz de
m e s , encargado de regir los destinos de la Inquisición isleña
desde 1563, escribía a la Suprema informando que no había ha-llado
el recuento realizado por Tribaldos, lo que nos permite
suponer que se vuelve a pedir información al respecto. No obs-tante,
dice que por los datos que constan en el archivo
K.. . se encontraron en estas siete yslas mil y doqientas fa-milias
canarias fuera de otras muchas que estaban mes-cladas
con ellas, pues con los conquistadores vinieron
mi~y pncm m-ijgprpc; y &zc; casarlas por niio 12 mayer -A-- porción de los conquistadores casaron con las de esta
tierra)) n.
l1 Vid. nota 7.
l2 A(RCHIVOM) (USEO) ~(ANARJO) , LXVII-7. Carta a la Suprema. Este
Núm. 29 (1983) 67
Según estos datos, vivían en el archipiélago a principios del
siglo XVI más de 6.000 indígenas, la mitad de los cuales se con-centraba
en Tenerife 13, y de éstos, en 1513, 600 eran hombres
adultos 14.
El inquisidor plantea, a falta de padrón, la posibilidad de
con algún trabajo poder formar un nuevo censo de los descen-dientes
de canarios, pese a que los naturales y sus familias ocul-taban
con cuidado su ascendencia.
Las cifras legadas por la información inquisitorial han dado
pie a formulaciones de hipótesis, en donde se explica que la
cuarta parte de la población isleña era de origen indígena 15.
En efecto, no va descaminada esta idea, si tenemos en cuen- 8
N
tc, otrm &tos. Por ejemp!~?, en- 1041 el cshilrln de Grm, Cmsiria S
denuncia ante los reyes que la entrada masiva de indígenas en U
u -
la citada isla hace que supere a la población cristiana y foránea 8'
de ellaI6. No cabe duda de que esta información puede estar 8
I manejada y falseada, ya que lo que intentan las autoridades
grz~ca~ar ieass qce !a CC?I.Qr~eEsi -IP~sBu expulsirín, Y hace: su e
oficio, ya que manda salir a los indígenas que superen el grupo 5
Y
de los cuarenta parientes de Guanarteme 17.
-
m0
Sin embargo, si admitimos la información inquisitorial U
de 1504 y la tesis de Serra Rafols de que en vez de personas se E
refieren a familias, llegamos a la conclusión de que la pobla- u
1
ción aborigen fue numerosa, a pesar de las deportaciones y a
2 ventas de esclavos en los mercados peninsulares 18. u
:
b
documento fue visto y recogido por A. MILLARES TORRES:H istoria Gene- 5
ral ..., op. cit., p. 192.
13 A. CIORANESCHUi:s toria de Santa Cruz de Tenerife, 1, S. C. de Te-nerife,
1977, p. 49.
14 E. SERRAR AFOLyS L. LA ROSA:A cuerdos del Cabildo de Tenerife,
11, 1508-1513, La Laguna, 1952, p. 281.
15 M. A. LADERQOU ESADAL:a economia de las Islas Canarias a comien-
~ 0 8 sfylo XV?, ~Amarie Z?e 'ITIst~dim Am-ericanos», X-X-XVI, Sevilla,
1974, p. 735.
16 E. SERRAR AFOLSL: OS tíltimos ..., art. cit., pp. 12-13.
11 D. WOLFEL: Don Juan de Frias, el gran conquistador de Gran Cana-ria,
((Revista Museo Canario)), 45-48, Las Palmas, 1953, p. 32.
18 E. SERRAR AFOLSL: OS iiltimos. .., art. cit., p. 14.
68 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
En otro informe, publicado por Wolfel, en donde se con-templan
las quejas que los canarios hacen a los reyes en 1504,
comprobamos que la población indígena de Gran Canafia, pese
a las afirmaciones de que la isla fue evacuada mayoritariamente,
era más cuantiosa de lo que se esperaba 19.
Ahora bien, el tratamiento que la Inquisición tuvo para los
aborígenes de Gran Canaria no fue igual, en ocasiones, que para
el resto de los naturales de otras islas. Se constata esto por el
libro 1 de genealogías.
En 1525, el inquisidor, chantre de la catedral de Las Pal-mas,
don Martín Jiménez publica una carta edicto en la que
concede prórroga a un edicto anterior, en el que había man-dado
que todos los nuevamente convertidos, incluidos
R... los esclavos xpistianos y las personas naturales desta
ysla (Gran Canaria) que sean vezinos o estantes en ella
que asymesmo fueran nuevamente convertidos a nuestra
santa fe católica. al tienpo que fueron ganadas estas ys
Iac ... Inc qxe fi'vren ceriwrtic(~sr. nwstra umta fe este-lica
así de judíos como de moros como de canarios e
ysleños desta ysla.. . n 'O,
presentaran su genealogía. En este edicto se incluían todos los
«ysleños»; sin embargo, sólo se presentaron a declarar nueve
indígenas, que representan dentro del cómputo de conjunto
de los conversos que declararon su ascendencia el 1,l por 100.
Este índice nos llevó en algún momento a considerar errónea
la afirmación de que una cuarta parte de la población insular
era indígena 21.
Sin embargo, la realidad es otra, porque sólo en Gáldar, se-gún
se desprende de los libros sacramentales de bautismo, exis-tía
un buen contingente de canarios y guanches ''.
D, WOLFEL: La Curia ..., art. cit.. p. 1071.
20 A.M.C., Inquisición, Libro I de genealoqias, CLII-1, foh. 28 y 29.
21 M. LOBOC ABRERAL:a esclavitud en las Canarias Orientales en el si-glo
XVI (en prensa).
a2 Archivo Parroquia1 de Gáldar, Libro 1 de Bautismos y Matrimo-nios:
1506-1679.
Núm. 29 (1983) 69
8 MANUEL LOBO CABRERA
De los nueve que presentan la genealogía, tres son de Gran
Canaria y seis de Tenerife. Son todos adultos y de avanzada
edad, y explican cómo accedieron a1 cristianismo. La edad de
los declarantes es un dato a tener en cuenta para seguir man-teniendo
que la población prehispánica, pese al proceso de acul-turación
y de cambio de costumbres, alcanzaba una edad avan-zada.
Los guanches hallados en Gran Canaria, a quienes conoce-mos
no sólo por la documentación inquisitorial, sino también
por la parroquia1 y de protocolos, son producto de los tras-vases
llevados a cabo por el adelantado de Tenerife Alonso
Fernández de Lugo. Todos declaran, a excepción de uno, que N-e
fmrm hmtizdcs en Gran Canaria o en otra isla. Habían reci- E
bido el sacramento en las iglesias de Santa Ana en Las Palmas O
n y en las propias de Telde y Agüimss. -
m
O
E
Un guanche declara que se había tornado cristiano antes de ;
la conquista de Tenerife, en kzerteventura. Por su edad, cin- -E
cuenta y cinco años, nació en 1470, y es posible que pasara
3 a la isla majorera en su juventud, como uno m$s de los escla- - -
vos que los señores de la isla habían tomado en sus frecuentes 0
m
E
incursiofies a la isla de Tenerife". O
Estos indígenas, pese a asegurar su sincera conversión; no n
estaban suficientemente informados de la nueva religión, tal -E
a
vez por ello se duda de su ortodoxia, pues muchos desconocían l
n ciertas oraciones tenidas por principales, como el «Ave María» n
n
y el «Padre Nuestro». Los inquisidores, frente a tornarse seve- 3
ros, los reprenden y les ordenan que en tres meses aprendan O
lo que les falta. El peor de todos, en conocimiento del catecis-mo,
era un tal maestre Rodrigo, guanche, de cuarenta años,
que aunque declaraba ser cristiano desde hacía veinte años no
sabía signarse ni santiguarse. Concurre en él además la condi- . < eioii de eselavu, a pesar de q&e cmfiesa ser libre, se@n testa
mento del marido de su señora.
23 A. RTJMEU DE ARMAS: La conquista ..., op. cit.
70 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Otra canaria de setenta años, bautizada según sras cálculos
en Fuerteventura en 1475, es decir, antes de iniciarse la conquis-ta
de Gran Canaria, tampoco sabe el «Credo» ni la «Salve»24.
Nos llama poderosamente la atención el que los guanches
citados procedan de los bandos de Anaga y Güimar, es decir,
de los de paces, con lo cual se confirma que el adelantado,
pese a su condición de tales, no respetó los acuerdos celebra-dos
con ellos ".
Salvo estos casos, no presentan su genealogía ninguno más.
¿Se deberá a que se consideraban cristianos viejos tal como
habían declarado los reyes y no conversos?
En el libro de genealogías, concerniente a Tenerife, sólo he-mos
hallado la referencia de una hija de indígena, Aldonsa de
Vldes, y del amo de aquella, condenado por el Santo Oficio
de Sevilla. Ella, para obviar cargar con un sambenito, pone en
duda la paternidad de aquél al alegar que unos decían que era
hija suya, aunque otros aseguraban que lo era de un Rodrigo
de Bolaños, natural de Sanlúcar de Barrameda. También aña-de
que su madre era cristiana vieja convertida al tiempo que
las islas se ganaron por los castellanos".
Desconocemos el motivo por el cual en Tenerife no presen-taron
más indígenas su genealogía. Pensamos lo mismo que el
inquisidor Ortiz de F'unes:
«. . . los naturales de estas yslas descendientes dellos lo ocul-tan
con cuidado.. . n 27.
También, a veces, colaboraron en borrar la descendencia
indígena alg-~nmf mc i ~ n a r i ~des 1% Inquisicibn, i?,z$zr&s de
las islas. A uno de ellos, no descen~diente de canarios, como
el fiscal Jusepe de Armas, se le acusa de que siendo natural
de la isla y debiendo tener noticia de los libros, registros y
24 Todos estos indígenas presentáronse ante el tribunal entre eI 25 de
septiembre de 1525 y el 9 de octubre del mismo año. A. M. C., Inquisición,
Libro I de genealogías, CLII-1, fols. 314 v., 316 v., 316 r. y v. y 323 r.
25 A. RUMEUD E AF~ASL:a politica ..., op. cit., p. 95.
26 A. M. C., Inqzisición, Libro 11 de Genealogias, CLII-2, fol. 206 r.
27 Vid. nota 12.
Núm. 29 (1983) 71
10 MANUEL LOBO CABRERA
limpieza de los naturales, para que no entraran a formar par-te
del tribunal, procuraba no conocerlos %.
Sin embargo, en este caso la acusación no iba por el lado
que pueda suponerse, sino porque éste era descendiente de
conversos judaizantes, y a esto se refiere quien lo acusa.
La ocultación de su origen, según palabras del inquisidor,
no creemos que tenga ninguna motivación real en relación con
la Inquisición, sino tal vez en la desconfianza hacia todo lo ex-terno.
También es posible que los canarios lo ocultaran porque se
consideraban castellanos, y esto lo explican ellos mismos en
1514, cuando reclaman los privilegios a los que creen tener
derecho, y dicen que
« .. . hemos y somos habidos por propios castellanos)) ''.
LIMPIEZASDE SANGRE
No fue inusual ni en el tribunal canario ni en otros de la
Península el que servicios de tipo secundario como el de con-sultores,
calificadores, contadores o fiscales cayeran y se ofre-cieran
a personas de comprobado servicio en otras ramas de
la Iglesia 'O. Es normal esta situación si tenemos en cuenta que
normalmente los inquisidores y muchos oficiales procedían de
la carrera eclesiástica.
Las i~formacionesd e limpieza se realizan cuando un preten-diente
aspira a algún oficio o ministerio de la Inquisición. Se in-tenta
con estas informaciones demostrar que se es cristiano
viejo, es decir, que no corre por sus venas sangre de judío ni
de morisco. En Canarias se complica con la ascendencia indí-gena.
No obstante, el ser descendiente de los antiguos canarios
no fue obstáculo para acceder a algún cargo u oficio en el tri-z8
A. M. C., Inquisición, CLVII-22, 1585-julio-1.
29 E. SERRRAA FOLSL: OS últimos ..., art. cit., p. 20.
J . CONTRERASE: l Santo Oficio de la Inquisición de Galicia (poder,
sociedad y cultura), Madrid, 1982, p. 193.
72 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
bunal. De hecho, tampoco lo era para ocupar un cargo en el
Cabildo catedral, aun cuando Viera y Clavijo afirma, según re-coge
Millares Torres. que para entrar en Colegios Mayores era
necesario no ser descendiente de canaria, morisco ni judío 31.
Afirmamos esto al comprobar que de ocho dignidades, tres
- e s decir, el 37,5 por 100- eran de origen isleño: dos mez-clados,
como fruto de la unión de indígenas con castellanos y
genoveses, y uno hijo de padres guanches 32.
De este último, el doctor Hernando Díaz de Vera, arcediano
de Tenerife, se pidió información de limpieza, y por ella sabe-mos
que los descendientes de indígenes o tales no fueron excep-tuados
de ocupar cargos en el tribunal. De este personaje se
han ocupado en otro trabajo sobre el rey don Diego de Adeje 33,
pero 10 que aquí nos interesa es cómo se practicó la prueba
de su limpieza de sangre.
En noviembre de 1585, a escasos meses de haber conseguido
la séptima digni'dad del Cabildo catedral de Canarias, pide in-gresar
como comisario en el Santo Oficio. En esta fecha los
inquisidores don Diego Osorio de Seixas y el licenciado Juan
Lorenzo envían a Tenerife un interrogatorio de preguntas para
averiguar la limpieza del doctor Díaz de Vera 34.
En esta averiguación se incluían once preguntas, en donde
se contiene y se pide a los testigos declaren si conocen al per-sonaje,
a sus padres, abuelos y demás ascendientes; de dónde
eran naturales y dónde habían vivido como vecinos; si sabían
si era legítimo y sus padres cristianos viejos, limpios de san-gre
judía, mora o de otros conversos nuevamente convertidos,
y si por tales eran tenidos y si algún familiar había sido con-üenado,
penitenciado o incurrido en infamia que le impidiese
tener honor y oficio público, y por Último que si era público
que tanto él como sus familiares eran cristianos viejos.
31 A -MILEARTEOSR RESU:l s t o r i~G enera!. .., 01).c it., p. 192.
a L. FERNÁNDEMZ ARTÍN:A spectos económicos, administrativos y hu-manos
de la diócesis de Canarias en la segunda mitad del siglo XVI,
{(ANUARIDOE ESTUDIOAST LÁNTICOS21», Madrid-Las Palmas, 1975, pp. 119-120.
33 L. LA ROSAO LIVERAE: l Rey don Diego ..., art. cit.
34 A. M. C., Inquisición, XLI-20, 1585-noviembre-7.
Núm. 29 (1983) 73
12 MANUEL LOBO CABRERA
A la vista del interrogatorio, conocemos cómo sus padres,
abuelos y demás ascendientes eran indígenas, efectivamente
nuevamente convertidos 35.
Contestan la encuesta ocho testigos, todos naturales, siete
de Tenerife y uno de Gran Canaria, y vecinos de Candelaria,
en el término de Güirnar, lugar donde según palabras de Es-pinosa
«... habitan los naturales guanches que han quedado que
son pocos, por estar mezclados y habitan allí por respeto
de la Santa imagen de Candelaria.. .N 36.
Son todos del sexo masculino, de más de cincuenta años de
edad, mm en pic;pecial In es de n&enf.a, y &clar~.n conocer al
pretendiente y a sus familiares por haber convivido juntos en
el sur de Tenerife, y tenerlos por cristianos viejos limpios de
mancha.
Los testigos declaran no tener parentesco con el arcediano;
sin embargo; uno de ellos; Juan Gaspar: aunque no tenía unión
de sangre, estaba casado con una prima de aquél; era éste nie-to
de un Gaspar Fernárrdez, indígena que colaboró con el ade-lantado
y guanche principal del bando de Anaga37. Al tiempo
que testifica era alcalde real de Candelaria 38. Este dato, junto
con el conocimiento que tenemos de otro indígena grancanario
que fue alcalde de Agaete, Francisco Sánchez Bentidagua, nos
lleva a asegurar que también éstos ocuparon cargos en el nue-vo
gobierno isleño y en otras zonas, pues así se afirma a fines
del XVI:
a . . . Han salido desta isla (Tenerife) y gente, hombres de
todos los estados, de quién el rey nuestro señor, así para
paz como para guerra, se ha servido con mucha acep-ción..
. N 39.
35 A. M. C.: Inquisición: CI-16.
36 A. DE ESPINOSAH:is toria de Nuestra Señora de Candelaria, San-ta
Cruz de Tenerife, 1967, p. 125.
37 L. LA ROSA OLIVERAN: otas sobre ..., art. cit., p. 17.
38 L. LA ROSA OLIVERA: El Rey don Diego ..., art. cit., p. 211.
39 A. DE ESPINOSA0: p. cit., p. 46.
74 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Tras la encuesta y respueshas positivas de los testigos, los
inquisidores admiten como calificador al doctor Hernando Díaz
de Verag0, y en efecto, en la década de los 90, así lo atestigua
el obispo don Fernando Suárez de Figueroa cuando en la infor-mación
que envía a Felipe 11 dice de él que es
N.. . homvre honesto y virtuoso, ayuda con su doctrina pre-dicando,
es de edad de treinta y seis años. Calificador del
Santo Oficio, natural de la isla de Tenerife y sus padres
naturales de la tierra, guanches, que así se llaman ... de
los naturales gentiles.. . » 41.
No hubo, por lo tctnto, ningún impedimento de los del tipo
del Dinomi" ñ-aza-reiigidií -pala nui?Lbrarlu ofi&al; contrario,
aun a sabiendas de su procedencia gentil por ambas ramas,
se le consideró descendiente de cristianos viejos.
Como apcstilh a este expediente de limpieza indicar que el
arcediano era bisnieto en línea directa del filtirno rey indí-gena
del bando tinerfeño de Ame, corno ha demostrado
La Rosa Olivera =.
De las sesenta y nueve informaciones de limpieza de sangre
que hemos hallado para el siglo XVI, sólo ésta es la que se prac-tica
a un indígena, pero por ella y por las que conoceurios del
siglo XVII podemos asegurar que la discriminación contra los
descendientes de aborígenes, que nos describe Miliares, no se
llevó a la práctica.
Nos confirma esta teoría el que en el siglo XVII los inqui-sidores
de Canarias
dencia indígena
u.. . de más de
para ministros
%seguren que los pretendientes con ascen-
100 años a esta parte han sido admitidos
del Santo Oficio.. . )) 43.
40 A. M. C., Inquisición, CI-16, 1586-enero-15.
41 L. FERNÁNDEMZ ARTÍN:A rt. cit., p. 120.
L. LA ROSAO LIVERAE: l Reg don Diego ..., art. cit.
43 L. ANAYAH ERNÁNDEZA:r t. cit., p. 13.
Núm. 29 (1983)
14 MANUEL LOBO CABRERA
Esta admisión sistemática, al parecer, aun cuando no po-seamos
más datos, nos da a entender que el tribunal no dudaba
de la condición de cristianos viejos de los aborígenes conver-tidos,
tal como habían señalado los reyes a principios del si-glo
XVI.
El padre Espinosa corrobora nuestra afirmación cuando
dice
«. . . conocida su limpieza la Santa Inquisición los admite
a sus consultas y secretos, con oficios honrosos los de-cora,
y las catedrales iglesias se honran de regirse y go-bernarse
por ellos, y que en sus púlpitos y cátedras se
suban y enseñen. . . 44. a
O
n
INFORMACIONES SOBRE LA GENTILIDAD DE LOS IND~GENAS =m
O
E
E La duda mantenida durante mucho tiempo acerca de la con- S
E versión de los indígenas canarios no era sólo de los ministros
del Santo Oficio, sino de toda la población insular. Esta re- =
serva, con base o sin ella, no se planteó sólo en Canarias, sino e-también
en aquellas zonas donde los aborígenes fueron vendi- m
E
dos, desterrados o agrupados. Así, por ejemplo, y refiriéndo- O
se a los canarios residentes en Sevilla, escriben los reyes n
en 1485 de que E a-
2
n
K.. . para que ellos no sigan juntándose en las casas que n
le señalare, haciendo los actos, e comunidades, e gentili-dad
que solían, se da comisión a Juan Guillen, Alcalde 3
O
Mayor de Sevilla.. . » 45.
En Tenerife, terminada la conquista, el cabildo lagunero
informa de la mala adaptación del guanche a la nueva cultura,
basándose en que
K. .. tienen otra manera de bevir, sino, por criar cabras e
ovejas e puercos, porque en el tienpo que heran infie-
44 A. DE ESPINOS01A):.c it., P. 46.
45 D. WOLFEL: Don Juan ..., art. cit., p. XIII.
76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS IND~GENAS CÁNAR~OS Y INQUISICI~N 15
les e fueron sojuzgados, no tenían ni sabían otra be-vienda.
. . )) 46.
En cabildos sucesivos se repite lo mismo en otros térmi-nos,
hasta que se formula como buena medida para adoctrinar-les
el
K.. . que los guanches.. . tovieren sus.. . habitaciones e vi-viendas
en los poblados, por la manera que sean bien
acostunbrados y doctrinados en la fee porque oyesen
misa.. . y sean puestos en camino de ser buenos cristianos
y todos se confiesen.. . » 47.
Estas opiniones generalizadas del concejo tinerfeño son tam-hi&
de los pohlar3nrp.s q-w no Inr tenla por h l ~ ~ mc rsi s t~ms ,
por su ignorancia, según ellos, de la mayor parte de los dogmas
y oraciones como por vestirse a uso gentil.
Sin embargo, a pesar de los acuerdos del cabildo, los indi-genas
consiguieron por medio de una cédula, dada en 1519 por
la reina doña Juana, poder fijar libremente sil residencia en
cualquier lugar de la isla 48.
*
Tal vez, en función de los rumores y disposiciones comen-tadas,
es por lo que el tribunal inquisitorial los manda presen-tar
ante sí para que declaren su genealogía, para comprobar su
convencimiento y conocimiento de la nueva religión. Por sus in-formaciones
sabemos que no estaban perfectamente adoctri-nados,
como tampoco lo estaban muchos cristianos viejos.
Tampoco se puede generalizar, ya que por sus testamentos
y otra documentación de protocolos comprobamos que, frente
a las opiniones anteriores, si en algo imitaron los aborígenes
totalmente a los castellanos fue en el aspecto religioso: m&os
de enterramiento, devociones y cortejo fúnebre 49. No hay que
negar tampoco que algunos continuaban practicando ritos ante-riores,
pero no tanto como se ha intentado demostrar basán-dose,
concretamente, en tres testificaciones presentadas ante
E. SERRRAA FOLSy L. LA ROSA: Acuerdos ..., op. cit., p. 281.
47 Idem, p. 134.
A. CIORANESCUO: p cit., p. 49.
49 M. LOBOC ABRERAL:O S indigenas... , art. cit.
Núm. 29 (1983)
la Inquisición. En una de ellas, rea1izad.a en diciembre de 1505,
un estante en Gran Cazzaria declaraba que en Telde, en un
campo que se decía Tesén y en una cueva donde los indígenas
solían enterrar a sus muertos, vio un canario, difunto desde
hacía pocos días, cubierto con esteras y un tamargo
En las dos restantes se acusa: a un grupo de guanches y
gomeros, residentes en Arguineguín, de no hacer obra de cris-tianosS1,
y a un guanche, de Güirnar, de haber comido carne
en cuaresma 52.
Opinamos que si bien estas tres citas, situadas en momen-tos
cercanos a la conquista, de 1439 a 1505, han servido para
comprobar que el número de indígenas residentes en Gran Ca- a
naria fue mayor a lo calculado, no da pie para afirmar tajan- N
E
temente su mala conversión. Porque se oponen a ello los casos O
de aborígenes y descendientes que ocuparon cargos importan- --- m
tes en el Cabildo catedral, como buenos sacerdotes, y los de O
E
E aquellos que en sus testamentos 53 y prácticas religiosas dan a S
E entender un fervor sentido y asimilado. Traigamos a colación -
otro texto de fray Alonso de Espinosa, en donde refiriéndose 3
a los naturales de Tenerife dice O--
m
E
(c.. . fueron gentiles incontarninados, sin ritos, ceremonias, O
sacrificios ni adoración de dioses ficticios, ni trato ni E
conversión con demonios, como otras naciones. Y como E
la tierra limpia ... así estos naturales, como estaban sin a
ley, hallolos el evangelio desembarazados y materia dis-puesta
en que obrar.. . y produjo varones aprobadisimos
y de gran celo de religión y cristiandad, varones de inge-nios
delicadísimos y caudalosos, así en las humanas como 3
O
divinas letras esmerados; varones que no solo con la toga,
no solo con el bonete, más tambien con la espada han
mostrado su valor y la virtud de sus antepasados.. . n ".
50 A.M.C., Inquisidón, Bute, vol. 1, fol. LXI v. Documento recogido
por SERRRAA FOLSe n Los últimos canarios, art. cit., p. 15, y e n La repo-biaci&
& iüs isiüs Clm~ . j . S ~ i g<,í Ama.í.io de YstUdks ??Idi',ieide~::, 5, EZF
c e l o ~ a ,1 968, p. 418.
51 A.M. C., Inquisición, Bute. vol. 1, f. XXXV v. Idem.
52 A.M. C., Inquisición, Bute, vol. 1, f d . LXXXIX r.
53 M. LOBOC ABRERAL: OS indiqenas ..., art. cit.
A. DE ESPINOSA: Op. cit., p. 46.
78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
En este texto, y en la defensa que hace el padre Espinosa
de los indígenas, puede verse el mismo sustrato que esgrimió
el padre Las Casas para los indios cuando dice
«. . . otros que ni algo jamás nos usurparon, ni algo jamás
nos debieron, nunca nos turbaron ni ofendieron nuestra
cristiana religión.. . viviendo en sus propias y naturales
tierras, reinos distintisimos de los nuestros suyos.. . » 55.
Las opiniones encontradas nos permiten plantear que du-rante
algún tiempo convivieron ritos gentiles con cristianos,
abrasados como dos dementos de culturas distintas, en don-de
acabó por imponerse la vencedora en la contienda militar.
ha ~iiy-&siciti1i1 0 u b ~ C~OI~Ltl~a 6 act"d e;;ee-sivamente
repres0i.a: sólo se limitó a reprenderlos y a indicar-les
una penitencia continuada y revisable.
A lo largo del siglo XVI los procesos incoados a aborígenes
son insignificantes, y ello da prueba de la benevolencia del tri-bunal
para con sus personas.
En un andisis del origen de los procesados por la Inquisi-ción,
los indígenas -que fueron siete- representan el 1,3
por 100. Este índice es escuálido, teniendo en cuenta además
que ninguno fue quemado en persona.
Los ejemplos son similares a 1,os practicados por otros gru-pos
humanos; se les acusa de amancebamie~tob, lasfemia, apos-tasía
y prácticas heréticas.
En 1510 fue procesado un don Diego, guanche, familiar posi-blemente
de los indígenas principales por la distinción que se
hace de su persona, por estar amancebado. Se le multó coa una
dobla -500 maravedí+ y se le reprendiós. En 1525 lo fue
Historia de las Indias por fray Bartolomé de Las Casas, t. LXII
de la Colección de documentos inéditos para la Historia, prólogo, p. 27.
A. M. C., Inquisición, CXXV-8, 1510-agosto-12.
Núm. 29 (1983) 79
otro por el mismo delito 57, y en 1586 le ocurre algo similar
a un guanche, natural del pueblo de Candelaria, en Tenerife,
de treinta y dos años. Fue preso en las cárceles secretas por
asegurar mientras segaba en un campo de trigo con otros com-pañeros
« . . . que tener aseso a una comadre, no era pecado))
Se le puso de pena 2.000 maravedís, tres meses de destierro
y no volverse a juntar con su parienta 59. La suerte de que sus
dos acusadores estuvieran discordes en sus acusaciones, des-pués
de haber estado en prisión algún tiempo, le permitió a
quedar absuelto de la instancia6'. En principio, la pena im-puesta
era mayor, tratándose de que era un hombre casado. O
Estas £altas pueden ponerse en relación con su anterior es- n-- m
O tado, pues en época prehispánica, y según versión de los cro- E
E nistas, los aborígenes practicaban el divorcio; por ello, este ú1- S
E timo veía normal repudiar a su legítima mujer para hacer vida
maridable con otra. 3
Tres isleñas son acusadas de hechiceras y de enseñar adivi- O-m
nanzas. Estas prácticas las habían aprendido, según propia con- E
fesión, en la convivencia continua con moriscas. Una de ellas, O
natural de Tenerife, declaraba haber conocido por una mora lo n
E siguiente: a-n
K.. . que al honbre que quisiese bien le tomase de los pelos n
n
de la cabeqa y de los sobacos y de todo su cuerpo y que 3 los quemase y que se los echase en la cabecera y en los O
@patos y que dixese que así anduviese un fulano que
quería bien como andaba el perro tras la perra y el ca-ballo
tras la yegua y el gato tras el ratón.. .» 'jl.
57 A. M. C.: Inquisición; 1-27, 1525-octubre22
* A. M. C., Inquisición, CVII-2, 1586-julio-18 a 1587-enero.
59 A. M. C., Inquisición, CXLVII-10, 1586-diciembre-20.
60 A. MILLARETSO RRESH: istoria de la ..., op. cit., 11, p. 97.
61 A.M. C., Inquisición, Bute, vol. 11, f. 187 r. 1524-junio-8. La indígena
se llamaba Juana de Tacoronte, y testificó en su contra una vecina de
Las Palmas, moradora en Triana, e isleña.
80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
Otra echaba plomo en agua para adivinar cosas futurass2.
Por estas prácticas fueron reconciliaclas en la catedral, con las
insignias del delito, para que renunciaran de la herejía y reco-nocieran
la verdadera fe.
La influencia que las moriscas tenían sobre las isleñas pue-de
relacionarse con que ambas pertenecían a grupos de servi-cios,
a que convivieran en las mismas zonas y además a que
hablaran posiblemente lenguas similares, más cercanas entre
sí que el castellano. Además, puestas a aprender costumbres
nuevas, qué más daba unas que otras: las asimilaban todas.
Por blasfemo tenemos procesado a un grancanario, porque
sabiendo, según los inquisidores y los testigos, lo que signifi-c&
st IQ qxe d ~ i m19s C&P!!~SS ctiu,n.do reEri61,duse E a!ge
o alguien comentaban
«. . . no me veais en este mundo malpasar, que en el otro
Dios procederá.. .N 63,
lo dijo. Por esta cuestión se le reprende, aun cuando conocien-do
la ignorancia que podían tener los indígenas en el signifi-cado
de la nueva lengua, dudamos que supiese digerir la frase
aludida.
Los celos podían llevar también a los aborígenes ante la In-quisición.
Un guanche cegado por ellos blasfemó y peleó con
el que él creía que era su rival 64.
Por último, tenemos el único ejemplo donde se relaja a un
natural de las islas en estatua. Esta se incorporó a un auto
de fe que tuvo lugar en 1557, siendo inquisidor don Luis de
Padilla, tesorero de la catedral. Acompañaban su esfinge dieci-siete
m&, todas de moriscos, a excepción de una de un fla-
62 A.M. C., inquisición, Bute, vol. 11, fd. 279 r. 1524-junio-20. Se le acu-sa
de q w mientras h8bIaba cm 4mu mxa echakua p!í;i~io 2;; -üii hwha,
y una ivez derretido lo echaba en una escudilla con agua para saber si
los que venían de la armada traían moros y estaban vivos.
A. M. C., Inquisición, CLXXVIII-80. El indígena se llamaba Juan
Cabrón.
A. M. C., Inquisición, 1-27.
Núm. 29 (1983) 61
20 MANUEL LOBO CABREIZA
memo. A los rnoriscos y al indígena se les quemó por sectarios
de Mahoma, y por herejes apóstatas, huidos a Berbería en
unión "5.
Los casos comentados no nos permiten relacionar estos pro-cesos
con la pervivencia de ritos de los naturales canarios, pues-tos
que eran de lo más común dentro de la sociedad de la época,
y se encontraban involucrados en ellos todos los sectores y to-dos
los grupos.
INDÍGENTAESST IGOS
Los indígenas, como cualquier vecino de las islas, colabo-rar=
n ccn 10s ixy~jc,j&rss &pAyy n11n fnteztn,rz a&rzr YnV
algún dato relacionado con procesos o sucesos. Fueron testigos
importantes en procesos contra judíos y únicos oculares ante
robos.
A principios del siglo x v ~se siguieron diligencias en la In-q-
dsicieii curitra Juan de Eerrem, COEverso de j-ddfo, pur sez-lizar
en su casa ceremonias propias de su casta junto con otras
personas. Su morada, que al parecer servía de sinagoga, se en-contraba
en una casa cercana a la iglesia de San Antonio Abad
de Las Palmas. Se descubre la puerta secreta que daba paso al
recinto donde se celebraban los actos con ocasión de intentar
un vecino forzar a una indígena, y así testifica cómo la puerta
se abrió cuando
« . . . yendo a meter mano en las tetas a una guancha.. .
y al huir la guancha.. . » 66.
La indígena en cuestión se llamaba Leonor Guancha, y es-taba
empeñada en poder del converso porque así lo había que-rido
su señor. Se le llamó a declarar y alegó que tenía a He-rrera
per cri&i,o y qEp =e ~ n n f i ~&i!i ---- C l l c =n-r--á..r-t-i-~M 6~7c.
65 A. MILLAREST ORRESH:i storia de Ea .., op. cit., pp. 115-116.
66 A. M. S., Inquisicidn, CXVIII-4.
67 A.M.C., Inquisici6n, BBute, vol. 1, fol. 150 r.
.82 ANUAEXO DE ESTUDIOS .ATLANllICOS
Por su condición de pastores son testigos oculares en robos
de ganado. Un guanche presencia una noche el hurto de puer-cos
a un vecino de Tenerife68.
Informan también de la presencia de navíos extranjeros en
parajes sólo transitados por ellos. Un natural y vecino de Mas-ca,
en Tenerife, testifica ante el comisario de Daute de la es-tancia
de navíos ingleses en el barranco de Masca, y da aviso
al capitán y alcalde de Buenavista. Le ayudaron en la pesquisa
otros hombres, naturales como él, a quienes les pagó para que
le acompañaran por
«ser pastores y hombres pobres.. . » 69.
Este informe, además del valor que pudo tener para con-trolar
los ataques de extranjeros a Tenerife, nos lleva a plan-tear
otras cuestiones: la existencia de indígenas en Masca, que
ya conociamos por los repartimientos que allí hizo el adelan-tado
al rey de Adeje, don Diego; a grancanarios partícipes en
la conquista, y a otros guanches 70; y las labores de pastoreo
de otros guanches, cuyo origen se pueda buscar en los alza-dos,
con pocos medios de vida.
Conocemos también por testificaciones de moriscos la pre-sencia
de indígenas en Berberís, probada por Rumeu de Ar-mas
71, a1 decir uno que
(cquando Guanarteme pasó en Bervería a resgatar su mora
;.= f.di er, e! navic de! uebm IIerxirr Earisu p m lerrpa...:: 72.
68 A. M. C., Z~quisición, 1-23, 1525-diciembre-30.
69 A.M. C., Inquisicidn, CVII-2, 1588-abril-11. San Pedro de Daute. Se
llamaba el indígena Baltasar Asencio.
E. SERRAR AFOLSL:a s datas de Tenerife, La Laguna, 1978, datas nú-meros
33, 637, 695, 856, 1.191, 1.214.
A. RUMEU DE AFCMAS: España en el Africa atlántica, Madrid, 1956,
páginas 531-532.
A. M. C., Znquisición, LVIII-10, 1532-diciembre-2,
22 MANUEL LOBO CABILERA
De estas expediciones organizadas por el adelantado se que-jan
ellos y nombran sus procuradores para quedar exentos, ya
que en las cabalgadas h a b h muerto la mitad de sus com-pañeros
ise
m 6 4
Con la interpretación de los &tos cerramos el examen de
las relaciones indígenas-Inquisición. A través de él hemos com-probado
c6mo la creación del tribunal inquisitorial de Las Pal-mas
no estuvo mediatizada por el problema de los aborígenes
mal convertidos, aun cuando una vez creado los vigiló y supo
de su número por padrones e informaciones genealógicas. ::
También se preocupó de su formación religiosa y del cono- *
cimiento que tenían del catecismo. U
Por las informaciones de limpieza de sangre sabemos que d -
8' los descendientes de indígenas o tales no fueron exceptuados 8 para ocupar cargos en el tribunal, a pesar de conocer su proce- I
dencia gentil. Por ello, a modo de conclusión, podemos tenni- e
nar diciendo que la Inquisición no tuvo con los indígenas nin- 5
Y guna actitud represora, como sí la tuvo con aquellos que se E
=n
encontraban incluidos en el binomio raza-religión: sólo se limi- 6
tó a reprenderlos y orientarlos. U
E
73 A. RU~IEUDE ARMAS:E spaña.. ., op. cit., p. 533.
34 ANUARIO DE ESTUDIOS. ATLANTICOS