L I T E R A T U R A
VIDA Y PASIÓN EN LA POiESfA
DE PINO BETANCOR
P O R
«El amor da sentido a todo. Y no s610 el amor de
la pareja, sino el amor a todo ser viviente.
((Me gusta nadar, danzar, cantar canciones con
un grupo de amigos, hacer el amor, en definitiva;
me gusta vivir.
PINO BETANCOR
En este estudio vamos a fijarnos fundamentalmente, en la
obra poética de Pino Betancor en función de su trayectoria vital
que gira alrededor de su gran amor a la vida. De ahí derivan
sus más poderosos sentimientos: el amor humano y el sexual,
el amor a la humanidad, el amor a la naturaleza y a la libertad,
y también las características pecuiiares de su ser: su genero-sidad,
su exaltación y su melancolía, su grandeza y su peque-ñez,
su fortaleza y su levedad.. . Todo ello se derrama por su
obra en abundancia que no podemos tocarlo todo, inter-pretarlo
todo; pero sí podemos señalar en sus principales obras
y poemas ios estados de sus sentimientos y sensaciones expre-sados
a través del temblor poético de sus metáforas y sus
símbolos, como veremos en seguida, siguiendo el orden crono-lógico
de su producción, ayudado por las contestaciones al
cuestionario y a las declaraciones realizadas por ella misma a la
Núm. 34 (1988) 247
prensa, a las que pertenecen las frases que presiden este trabajo.
Toda su obra puede sintetizarse en la expresión del sentimiento
vital y amoroso, que serviría para explicar el acierto de Sean
Paul Sartre, qiiien dice que ((el sentimiento se presenta como
una especie de temblor subjetivo e inefable, que tiene sin duda
una tonalidad individual, pero que queda encerrado en el su-jeto
que lo siente)) ', que expresa en nuestra poeta, como el de
la otra Pino el doloroso sentir de la vida.
Examinemos, bajo estas premisas y este orden los poemas de
Pino Betancor. En primer lugar tenemos Mamntial de silen"
cio (19511, obra que fue compuesta en 1950, época en que
conoció a José María Millares (poco más tarde su esposo), el 2
poeta que iniciaba con sus hermanos Agustín y Manolo la co- !i
lección «Planas de poesía)), donde publicaría varios de sus li- z-bros.
Este primero lo hace en colaboración con la joven pintora,
-
0"
Elvireta Escobio, que seria la mujer de Manolo Millares, el I
i conocido pintor canario. Es, pues, un momento crucial en el -
arte, en la poesía y el amor en la familia Millares, y el comienzo
de una carrera poética, la de Pino Betancor que acababa de 2
-B
llegar por primera vez a Canarias. =
0
Desde el punto de vista personal, los poemas de este libro U
-que surgieron espontáneamente en parte, y otras bajo la in- d
fluencia de la familia Millares Sall- corresponden a una época 8
1
fundamental en la vida de nuestra poeta: su traslado a Las C
2 Palmas, la muerte de su madre adoptiva (1949) y el conochnien-to
y amor de José María Millares. Arviértase que esta obra 1 f
está dedicada «a la memoria de mi madre; devotamente)). Sin Q
embargo, más que una alegoría de amor filial del primer amor,
puro y virginal, no exento de sexualidad, será clamor humano,
constante de sus principales libros. Ella misma, desde el primer
poema de esta obra nos revela el tema y las señales de su
((ofrenda))l írica, en la que no se libró de la influencia del poeta
de Mog~er:
Aquí está mi corazón
tierno como un junco nuevo.
Vease Lo imaginario, edi. Losada, S. A., Buenos Aires, 1960, p8g. 90.
248 AhTUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
P I N O B E T A N C O R
E L V I R E T A EECCOBIO
Elvireta Escobio y Pino Betancor en un dibujo de la primera
para el libro Manantial de silencio.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Esta ternura y esta novedad sintetizan el sentido de esta obra.,
Sin embargo, la joven poeta se siente ya madurada por el dolor
y la vida, y por eso exclama al final:
¡Ay amante, el corazón,
joven se me torna viejo!
Mas el sentido del nacimiento, de lo nuevo predominan en los
poemas siguientes, por ejemplo:
Siento dentro del pecho
nacer una rosa nueva,
que es, sin duda, el nacimiento del impulso amoroso, y si he-mos
de aceptar la teoría de Bachelard2, por las imágenes ígneas
que utiliza en unas de las estrofas de este poema, expresan el
nacimiento de una fuerte sexualidad:
Un río de lumbre clara
corre encendiendo mis venas.
Un río de lumbre clara
que baja de las estrelZczs.
Mas este nacimiento está ensombrecido, hay una nube negra.
en su juventud, 'que sin duda deriva de la infancia solitaria de
la nueva escritora, que a veces es expresada por una imagen
entre la metáfora lorquiana y la melancolía juanramoniana:
-pájaro de luna y aire-el
aire de mi tristeza,
o en otro poema, donde la escritora se funde con el agua que
corre:
Cristal verde, la acequia
se ha tragado
mi corazón de sombra.
2 Crf. Psicoamílisis del fuego, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1966, p&
ginas 75 y SS.
Núm. 34 (1988) 251
Lo nuevo en el nacimiento del amor le sugiere otras imá-genes
y metáforas en varios poemas, como la imagen tan clara
del ((alba)) que surge. Así se nota claramente en estos versos:
;Ay, amante qué alborada
me nació dentro del pecho,
o el «alba}>e s utilizada en una metáfora netamente lurquiana:
«ilos cuchillos del alba!)), como una exclamación dolorosa-mente
sexual. E1 primer poema de Cristal (1956) (es una espe-cie
de continuación y aun de reedición de Manantial del silen.
cio) tiene como motivo central y estilístico la imagen del
ctAiba», que recuerria ias viejas «aibadas» o y a las canciones
de amigo, también llenas de pristinidad de fuerte sentido
sexual. Así llama la joven galaico-portuguesa: «Al alba, mi
amigo, al alba.. .N Relacionado con ello están otros versos de
Manantial de silencio (que se repetirán en Cfistal):
¡Ay de mi cuerpo lleno de madrugada!
¿Dónde irás amor mío, que yo no vaya?
Mas las ctalboradas» por ser fugaces, no quieren espera, sino
claridad total, y por eso la misma poeta, imaginando un di4
Iogo dramático, hace hablar a su amante:
Hasta que un día.. .: Sombra -dirás con voz cansada-,
en mi pecho ya ha muerto toda luz de alborada.
El poemario retorna al sentimiento, ya presagiado, de la me-lancolía
y la tristeza, que, sin duda, tiene su origen en la época
del dolor, mezclado con la alegría, producida por los aconteci-mientos
contrapuestos del amor g la muerte3 como se refleja
en el úitimo poema de este libro, que titula, significativamente,
((Canción desesperada)), de donde surge, de uno de sus versos,
también el titulo de esta obra:
3 Recuérdese que su carrera de cantante fue truncada por la muerte,
en estos años, del director del teatro Liceo de Barcelona, luego el de la can-tante
Maruja Lisón, su preferida, y finalmente la de su «madre».
252 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Lirio de sombra, la noche,
se me enreda en el cabello
y en la sangre se me agolpa
un manantial de silencio
Esta canción desesperada parece no tener una motivación su-ficiente,
más que en el doloroso sentimiento padecido en su in-fancia
y en su juventud solitaria, lo que le hace pensar, des-aoncertada,
que
Mi VOZm, i VOZa,m or mío,
no puede encontrar su acento
En las torres de la angustia
gimen desnudos los ecos
mientras la distancia muerde
mi propio corazón yerto.
Como hemos dicho Cristal (1956) es una prolongación, y, a
veces, una repetición, casi sin modificación, de Manantial de
silencio, 'del que reproduce 8 poemas; solamente observaremos
que el poema que comienza «Tú me dirás Amante, mis brazos
te reclaman)), que el primer verso del úitimo sexteto alejmdri-no
dice:
mi beso que te busca con fiebre de poseso
en Cristal se sustituye por
y el corazón rebelde quede en tus labios preso
que nos parece, acaso, una sustitución justificada para evitar
la rima interna y un afán de modificar el matiz erótico deter-minado
por el sintagma «fiebre de poseso)).
Este libro es acaso uno de los más amplios y significativos
de la poesía de Pino Betancor, realizado en su edad juvenil
-época de la sinceridad y la espontaneidad- aunque publica-do
en su madura juventud, correspondiendo a la etapa inme
diatamente posterior a la crisis que representa Manantial de
silencio, crisis de la que Cristal es, en su conjunto, una supera-ción
plena, representando la culminación de la primera época
de su plenitud amorosa y juvenil, producida vitalmente por su
amor con el poeta José Mar«ía Millares, cosa que se refleja cla-ramente
en este poemario (significativamente dedicado al poe
ta canario), con la contrapartida de la frustración de su carre-ra
como artista del ((be1 canto» (nos confiesa que «La Traviata})
de Verdi, era su ópera preferida, con la que iba a debutar en
el citado Liceo. Esto quizá nos revele el temperamento apasio-nado
y romántico de nuestra poeta).
Cristal está dividido en dos estadios o partes de 19 y 22
poemas cada uno, que representa, como dicen sus títulos:
1.0 ((Canciones de agua y viento)), es decir, de sensualidad e
ilusiones, que corresponde la etapa que va desde la virginidad
enamorada hasta los primeros goces del amor logrado; y, 2."
{(Poemas de arcilla y cristal)), que pueden representar el barro
tierno de que están hechos sus anhelos, sus deseos de amor
acuciante y pleno, que es frágil como «el cristal)), pero también
tan sólido y trasparente como él, a través del cual se admira un
temperamento pasional, y goce siempre proyectado a otros
nuevos, en busca de la plenitud de la intimidad amorosa. A pro-pósito
de este libro dice el crítico y poeta Manuel Gonzáiez
Sosa: ((aunque la palabra privilegiada, la expresión de los en-tusiasmos
y deliquios de la pasión amorosa, el mundo en torno
sigue siendo un ámbito donde la naturaleza prodiga los seres
y las cosas que invitan al goce de los sentidos; y los versos
siempre ágiles y matizados, siempre cálidos y contagiantes, pa-recen
brotar impregnados de la voluntuosidad del ambiente)) 4.
Ya hemos visto cómo nuestra poeta utiliza el motivo del
{{alba»o la «alborada» amoroscl-errítica de la cancitín de -?_miga,
con qrre se inicia este poemario. Significa además las prirni-tivas
cosas del día: el despertar a la vida sexual, como se nota
4V6ase art. ((Pino Betancor~, en suplemento Archipiélago literario, nú-mero
53, de Jornada, Sta. C m de Tenerife, 31-X-87.
254 ANVARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
La poetisa Pino Betancor vista por su hijo Germán Millares.
en esta, estrofa, en la que «las hierbas mojadas)) (sexo femenino)
y el agua (corriente fecundante) alborotan la sangre y el cuerpo:
Recién mojadas las hierbas,
recién estrenada el agua, .
mi cuerpo se irá llenando
de rosas alborotadas.
Se inicia aquí también uno de los temas fundamentales de la
poesía amorosa, simbolizados por los labios, la boca y el beso
que se extiende a otros poemas de esta obra. Aquí ya se ad-v'krt,
o u! ~mado:
Mira que traigo en los labios
una esencia de retamas
para dejarla en tu boca'
triste de nieves manchadas.
Como también se puede ver en las poemas 5? y 8:. Mas aunque
todavía gravita' en la protagonista la sombra de la tristeza y la
amargura de una frustración reciente, ya se vislumbra la es-peranza
del alba vital que espera:
Que yo me iré desprendiendo
de esta azul corteza amarga
y seré lirios de espumas
entre tus manos, al alba.
En el siguiente poema, todavía, la queja de la enamorada tiene
el clima melancólico de las canciones galaico-portuguesas; tarn-bién
aparecen la boca y las flores amarillas, símbolos de lo
Cn'cCs.
I r A U W .
Que nadie venga a mi lado,
que tengo presa en mi boca
la flor amarilla y loca
del color enamorado.
En el poema ntimero cuatro continúa la arnbivalencia de lo
sensual y lo triste como en Manantiul de silencio. Es un poema
envuelto en dos interrogantes iguales: <{¿Dónde irás, amor mío,
que yo no vaya?)), nos muestra unas imggenes que encubren un
claro sentido amoroso-sexual como las siguientes:
Dos pájaros de sombra buscan sus nidos,
y la espada del viento hiere los lirios.
Es decir, la amada busca las caricias y los brazos del amado, y
la espada del falo desea la ruptura de la virginal blancura del
lirio de la amada. Pero en el poema número seis se vuelve a la.
tristeza cuando se supone la huída eterna del amado, como en
la canción de Juan Ramón: «Yo me iré / y quedarán los pájaros
cantando» que aquí se transforma en:
y tú te irás.
Qué infinita tristeza
mirar la vida, el alma de la vida,
entre mis manos, muerta.
Así se explica la búsqueda angustiosa del amado ausente, «cuan-do
los pensamientos son blancos cazadores ./ de lejanas nostal-gias
y pasados ardores)), y al final del poema el pesimismo le
hace exclamar desesperadamente, en unos versos entre filosó-ficos
y eróticos: «Por las aguas del río)) que pasa constantemente,
y el narcisismo del reflejo de las aguas que no se detienen:
iAh, la búsqueda inútil! En las aguas del río,
cuando busco tu rostro, tan sólo encuentro el mío.
Y en 61 se llega a la negación de la presencia personal, en-el
poema diez cuando dice:
Y tu rostro, ya mi rostro
parece el rostro de nadie.
Muy significativo es también el poema siguiente, «Una fragan-cia
», por la significación heterosexual y pesimista, como se nota
256 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
en la utilización de los símbolos del beso, la boca, las manos, el
agua estancada, etc., como en estos versos:
Un corazón abierto a la tristeza
y un beso deshojándose en mi boca
o como dice en la estrofa más significativa de todo el poema:
Cristal roto, quebrado: desvarío
de un espíritu enfermo, de una roja
plenitud de pasión, ,tal vez nacida
de tersos nardos y candentes rosas.
Donde el «cristal roto, quebrado)) puede ser su propia vida o su
propio cuerpo o su sexo; la expreskidad del encabalgamiento no
puede ser más plena que esa {(roja pasión» que domina no sólo
a este poema, sino a todo el libro y la obra de Pino Betancor,
ae.u'-rkr-ulrur r v r ln er r -rfivGa r v i r l n n r r w n nrirra*r a11e mi ems inhiwn nn nl UG u u yrvyro vrua, b u y u vrLgGi r ~ u c ri i ~ i u i ~u a~uuu j w brr v~
siguiente verso: «tal vez nacida / de tersos nardos y candentes
rosas)}, es decir, de la virginidad y del fuego interior de su propio
ser. Mas en la última estrofa vemos todavía la amargura de su
frustración juvenil:
Amarga de lirios que se han muerto
de amor, de un verde amor, entre las frondas.
Es en los últimos poemas de este primer apartado donde se
am-Leia e] sig&iite: de lohe terGUFiiüa: se pcisa lo
así como el símbolo del «agua y el vienton se convierten en ctar-cilla
y cristal)), es decir, el agua que fecunda la tierra crea la
materia primigenia de la arcilla que forma el cristal del cuerpo,
por eso en «variaciones», «el agua quiere ser luna» «y blanca
estrella la z r ~ ~ ~ j cj i,.5 ~5: C-ueqG we ez 361~c ~ e q u k
ya que él mismo se admira en esta expresiva exclamación:
Ay, cómo se maravilla
de siendo barro y no cielo
poseer su azul semilla.
Mum. 34 (1988)
Donde vemos que el símbolo del barro como cuerpo fecundante,
origen de la vida (según las tradiciones biblicas), pues posee
ala semilla del cielo)), o sea, el germen de la vida, que según al-gunas
teorías científicas bajó precisamente del firmamento a
fecundar la tierra. Finalmente elige, para cerrar estas ({Cancio-nes)),
el personaje de Sor Juana Inés de la Cruz con la que se
siente identificada a causa de sus posibles sentimientos de frus-tración
que le llevaron a enclaustrarse:
Ahogada entre blancas tocas
si era una llama tu cuerpo
o era tu cuerpo una rosa.
De todos modos habría que traducirlo como el fuego de la llama
de la vida y la rosa del sexo.
En los ((22 poemas de Arcilla y Cristal» nos encontramos con
el amor pleno y logrado, en todas sus gradaciones, desde los sen-timientos
más primarios hasta las más hondas entregas, resul-tado
de todos los placeres de la unión y del deseo, en su más
profunda expresión y sentido. Debió corresponder, sin duda, a
la unidn real con el poeta José María Millares. En el segundo
poema de este apartado, ((Cuando llega la noche», es decir, la
noche esperada, la noche deseada, la naturaleza tuda enema a
los amantes con «un primitivo olor a flores blancas», y también
hay
una fragancia sofocante y honda
de jazmines y rosas incendiadas
Es decir, de los deseos y el fuego que arde en las e n t r a s del
sexo, según la sirnbología de los acertos del psicoanálisis. El
pansexualismo se extiende, naturalmente, a las plantas, a los
ríos, la luna y el agua, que parecen palpitar en la atm6sfera
cmnml nim P--~-X-.~- -T.-P ~ V P 8 l-n-c- simantpc en .,-m l-a- n --n-c-h-w- -.
Hay un sensual olor a madreselva,
gimen de amor los ríos y las plantas,
y hasta la luna pierde su pureza
ante el lascivo palpitar del agua.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VIDA Y PASIQN EN LA POESÍ.~ DE PINO EETANCOR 13
Cada una de las estrofas de este verdadero poema del amor
sexual va ascendiendo gradualmente desde la atmósfera ardiente
que rodea a los amantes, !hasta el ofrecimiento pleno, después
de los deseos exacerbados por la espera, de la amada de'todos
los goces del amor hasta que «llegue e1 alba)):
Amigo, yo te espero en esta hora
en la que la sangre ardiente se desata.
Al mismo tiempo que le pide:
Dame a beber tu vino. aquel que tenga
sabor a sol y brille como escarcha.
En la que el vino debe simbolizar, por su efecto embriagador,
todos los estímulos amorosos, como se nota en los siguientes
versos de claro sentido sexual en la mención de las zonas eró-genas:
Deshójame la frente y los cabellos,
hazme vibrar como si fuese un arpa,
desflora con tus labios mis dos senos
y destruye después la flor del alma.
o del cuerpo, pues, en este caso, la culminación erótica es la de-floración
del sexo virgen. Después, como en las canciones de
amigo, desea prolongar los placeres del amor (como Calisto y
Melibea, como Romeo y Julieta) hasta que {(agoniza la luz y
llega el alba)); mas, mientras sea de noche le pide al amado gozar
hasta los limites del ahogo, del estertor sexual de los orgasmos
sucesivos:
Pero ahora trae tu vino, trae tu boca
y que la vida gima en mi qarganta,
el horizonte tiene todavía
su cinta negra y el amor aguarda.
Sin duda, es un poema fresco, sentido directa y recientemente,
pero para llegar a esa plenitud antes tendrán que pasar al.gunas
dificultades, como se refleja en el poema número 3 de este apar-tado,
que comienza:
Tú me dirás, Amante, mis brazos te reclaman,
te reclaman las rosas g los nos te llaman.
Vegetal y sereno me circunda tu nombre.. .
Continúa, pues, el pansexualismo expresado por medio de las
imágenes de Ia naturaleza vegetal de simbólico sentido mítico
(Dafne y Apolo), mas aún la amada dirá melancólica y becque-rima:
Pero antes tus paIabras llenas de primavera
mi voz sonará triste murrnurándote: espera.
En este momento de amor o de pasión el amante se siente ena-jenado
pasada la primavera juvenil, por eso ({dirá con voz can-sada
/ en mi pecho ya ha muerto toda luz de alborada, y por
último dirá con tristeza:
Ya no siento tus pasos ligeros, fugitivos,
ni el temblor de tus senos como pájaros vivos.
Después, en los poemas 5, 6 y 7 es donde la amante-poeta se pre-senta
como un torbellino de vida y erotismo: en la que ((quise
ser río siendo tierra)) ((fecunda en vez de ser fecundada), pero
((no tierra profanada)) sino {{poner entre tus labios la dulzura '/
luminosa del aguan (es decir, el origen luminoso del principio
del mundo); por eso en el poema siguiente le dice: {(He venido
hasta ti a través de los siglos.))
He venido hasta ti desnuda del pasado,
desnuda de mi nombre y ausente de mí misma.
En el siguiente poema se traslucen las dificultades reales del
acoplamiento entre los amantes (según nos dice ella misma: «él
vive más en el pasado y yo deseo vivir en el momento presenten):
260 RNUARZO DE ESTUDIOS ATLrlNTICOS
Después me vi desnuda en el espejo claro
que formaba tu boca 'de amante entristecido
y olvidando los nombres de los seres lejanos
cristalicé en mi pecho tu pena y mi delirio.
Significativo es el poema número 8, porque expresa su actitud
ante la muerte, que es, como ella misma ha manifestado des-pués:
«Creo que en realidad la muerte es una transformación,
que nunca se desaparece del todo». Esta creencia es el com-plemento
y a la vez consecuencia de afirmar como característica
de su personalidad {(su pasión por la vida». De ello surge este
q.ae c"~ema;
Amante, no se muere, sólo existe la vida.
Yo volveré a tu Iado en tierra convertida,
en fruto verde y nuevo de fragancia redonda,
o en río que se curva, o en flor que se deshoja.
Según esto, podría ser «celeste montaña)), {(agua o hierba),, «fra-gancia
de pálido jazmines)}, ({pájaro de alas leves)}, «junco soño-liento
», para terminar afirmando de nuevo:
No es cierto que se muera, sólo existe la vida.
Después de la serenidad y la calma que da al cuerpo y al alma
el amor saciado en plenitud, sobreviene cierta melancolía, como
se nota en estas alternancias entre la paz y la pasión, como ella
misma confiesa, entonces se puede sentir la eternidad, por en-cima
de todos los dolores y de todas las angustias. Por eso dirá
en el poema número 13:
Yo he sentido latir en mi la eternidad.
Acuné entre mis brazos un trozo de infinito.
En las composiciones números 15, 16 y 17 (formadas por tres
sonetos) nos expresa los instantes más plenos del amor consu-mado,
por medio de 30s más significativos símbolos eróticos, re
Núm. 34 (1988) 261
petidamente usados.por la poetisa. Así, en 'el primero de los so-netos,
el beso y Ia boca se expresan por un bello símil marinero:
Vino tu beso hasta mi boca, amante,
como un golpe de mar contra mi vida,
inundando de azul la calcinante
arena de mi sangre adormecida.
Pueden relacionarse estos últimos versos con el goce de la me-leste
carne de mujer» de Rubén, pero sentida aquí desde la arena
creadora de la sangre, gozada por el río fecundante, enriquecida a
la eqresidn c m la mt-ífora de la. ((cmlrnens arrlimt.e», e-: decir,
la del sexo doloroso y deseante: O
n - m
O
E Soy un río de amor desde este instante, E
2
una colmena ardiente y dolorida, E
consumida de luz por la quemante
3 caricia de tus labios desprendida.
-
0
m
E
En el poema número 16 vuelve a enlazar los comienzos sagrados O
del amor, simbolizados en el alba, con sus anhelos de pureza,
n para volver a ofrendarse intacta a los goces del amor: «Alba la -E
carne aunque quemada)), que termina con el signo sexual de la a
boca: n
y en la azulada sombra del desvelo
mi boca, amor, volcada hacia tu vida.
En el último de estos sonetos se podría estudiar toda una teoría
de los colores, como símbolos de los estados y sentimientos de
una pasión y una vida de amor, como también se encuentran en
muchas de sus composiciones. Así, en los tercetos se pasa desde
da sangre roja)) a las ((verdes soledades}) de la pasión y de la
juventud inrnarchitada o renovada. Le invita al amado a ser el
(trío ami que anhelan mis llanuras)), es decir, la corriente fecun-dante
del caudal impetuoso que se derrama (ten la llanura)) de
su cuerpo ansioso de amor. Este anhelo de amor que se da con
262 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
VIDA Y PASIÓN EN LA POESÍA DE PINO BETANCOR 17
tanta frecuencia ha sido también una realidad de la vida, y-así
lo expresa en los Úitimos endecasilabos:
sé el viento ,que despierte en mis alturas,
su celeste canción de realidades
que fueron sus siete hijos.
Hay además en el poema número 18 expresadas ciertas cir-cunstancias
autobiográficas de la poeta, que fue hija adoptiva de
sus padres ofici&les, a lo vial pueden referirse estos versos:
Soy la estatua que ignora qué escultor la ha labrado,
qué mano puso vida en mi arciiia cioiienie.
Desea que su ({poeta y amante)) que la ((tiene toda» descubra su
verdadero ser en su carne, y por eso le pide anhelosamente:
Desvélame. Haz que surja la esfinge,
quiero darme del todo a tu amor infinito,
llámame por mi nombre, por el que conozco,
,.. ... ,.. ,.. ... ... ... ... .., ... ... ... ... ... ... ...
Entonces seré tuya, carne y alma tangibles.
No puedes poseenne si tan sólo soy sueño.
Termina este poemario con unos ((Últimos diálogos de la no-che))
donde, según la poeta parecen fluir «de un silencio conver-tido
en música)). Se verifican, pues, estos diálogos de la amada y
el amante.. .
En esas últimas voces nocturnas
donde ya gime el alba.
Recordemos que en el poema segundo de los comprendidos en
los «de arcilla y cristal)), «al agonizar la luz de las últimas estre-llas))
y cuando llega el alba surge de nuevo «limpia y clara)),
después de haber sido «sangre ardiente» y haber destruido «la
flor del alma» y del cuerpo; pues aquí canta precisamente ese
momento del alma pura en que «yo vi transformarse mis manos
Núm. 34 (1988) 263
en lirios)). Se pregunta ahora, después de pasados los transpor
tes y la pasión de la noche:
¿Acaso convertida en enredadera
subí verde y Iragante hasta tu altura
y envolví con mis brazos vegetales
tu cuerpo esteremecido?
Pero también en estos momentos conoce la tristeza y la melan-coiía
del amado, para el que surge<( limpia de tierra)), es decir,
de lo que se considera una impureza, y así como un hada leve:
a
N
Filn lnc i i l f i m n c rliilnunc do 1s n n o h ~ L A ' *'U ..'"-..*-Y U-U-VbVY U" .I .*-U*",
E
oh, amor mío, cuando ya el alba empieza a cantar O
n y la luz va hollando las mojadas !hierbas
-
m
O
E con sus pies rosados. E 2
La obra de Pino Betancor, Los caminos perdidos ,(1962), for-mada
por una entrega de cuatro poemas, publicados siguiendo 3
la misma periodicidad que los anteriores poemarios, aparece -
0
m
E seis años más tarde que Cristal. Sin embargo, el tono pesimista
O
y melancólico que apenas tiene cabida en sus libros primeros,
aquí se acentúan claramente distanciando este libro del tono n
-E pasional y vivo de los anteriores. a
El primer poema, a pesar de que la autora sólo ha pasado la n
treintena, considera que su vida fue n
3
O
Fruta que apenas madura
por el viento del estío
perdió el oro y la dulzura.
Esto corresponde a lo que ella misma ha dicho que su vida ha
sido un inrbeiiio de amor, de hijos y de probiemas, que ia
conducen a considerar que todo fue
,Sueño que apenas fue vida.
Vida &quea penas sentí
y que hoy la siento perdida
VIDA Y PASIÓN EN U POES~A DE PINO BETANCOR 19
Casi en tono de copla, sigue, monótona, repitiendo los mismos
conceptos de cansancio, de desilusión y de tristeza a lo largo de
todo el poema, rememorando con nostalgia lo que fue en otro
tiempo, y expresó en sus versos que eran como un torrente
vital, y que ahora es sólo un recuerdo: ((juventud que fuiste
ayer.. . »,
Naturaleza de río,
empuje de potro y viento,
clavel de tallo bravío.
Y así sigue enumerando pesimismo: «ayer corola estrelIada, /
pacela de viva voz)), que se transformaron en
Cansancio de atardecer,
dolor de cauce perdido
que ya no vuelve a nacer.
Y al final del poema parece que todo se ha perdido, pues hasta
los valores fundamentales que antes animaban su espíritu se
han evaporado, la vida, el amor y la belleza; por eso dice:
Te alejas vida, y no se
si aprendí a decir tu nombre
ni apenas si te gocé.
Este poema es, pues, una autonegación. En los últimos versos
se dirige a la misma vida -su bienamada- para increparla di-ciendo:
Me arrebataste el amor
y me quedó la tristeza.
El poema si,~ente participa del mismo clima que el ante-rior,
aunque no sea tan rotundamente negativo. Para empezar
nos sitúa en un momento propicio, en el que para los amantes
«el mundo es claro)) y ((ese momento de la risa», y a pesar de
todo es
Núm. 34 (1988) 265
el instante del beso ávido y hondo
de la pasión precisa.
Entonces ume siento perdida en este día / aunque estés a mi
lado)). Se pregunta angustiada qué puede ofrecerle, como en
otro tiempo que le entregaba labios y besos, senos erguidos,
rosas encendidas, amor virgen y pleno, ahora
S610 este amor desnudo, desolado;
y una vida que es una metsora transformada en
una gran copa de metal vacía,
sentimientos que reúne en el soneto, que corresponde al tercero
de estos poemas, al empezar recordando lo que ayer se dio como
«un regalo de frescura)) a su amado, ((al hombre despojado de
alegría)) (como en realidad era ese amado), al &quea hora desea
y admira:
. . . hay te necesito, hoy persigo
los secretos caminos de tu canto,
mas (hoy, lejos de aquellos deseos pasionales, de posesión y de
entrega, se ha remansado en un rnínimo anhelo de paz, propio
de la estación otoñal de la vida: «hoy sólo quiero estar, hablar
contigo)); Ehcontrar el consuelo a su desconsuelo, donde quepa
la esperanza:
Hoy sólo quiero ser mi propio Ilanto,
donde mi antiguo corazón aliente.
El Úitirno poema de esta plaquet, formado por 18 estrofas
aliradas con una ligera asonancia en el segundo endecasílabo y
en el heptasílabo final, es una de. las composiciones más signi-ficativas
de esta segunda actitud poética y vital de Pino Betan-cor.
Comienza por expresarnos su pequeñez ante la existencia,
ante la naturaleza y el universo. Ahora se siente como ((pequeña
266 ' ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VIDA Y PASIÓN EN LA POES~A DE PINO BETAKCOR 21
rama soy junto a la orilla». Esta idea se enlaza con el octavo
poema de la segunda parte de Cristal, en donde dicha transfor-mación
se suponía verificada en el futuro, después de la muerte,
sin embargo, aquí se imagina antes de esta vida como una an-tigua
encarnación:
Quizás en otro tiempo ya remoto
fui una brizna de hierba en el camino,
un irisado insecto de los bosques,
una piedra azulada bajo el agua,
un pájaro sin nido.
Pero el fundamento del poema, plenamente autobiográfico, está
en tener conciencia de su debilidad ante el mundo, que aquí se
expresa con versos lIenos de sentido, de sentimiento y de ima-ginación:
Nunca quise ser m& que esa belleza
que apenas se ha mirado se ha perdido.
Aunqw esa pequeñez es parte del universo que la forma y la
rodea:
Belleza de un minuto desprendida
del girasol gigante que da vueltas
a través de los siglos
o bien se expresa en ese sentido casi soñado, no exento de cierto
complejo de superioridad, de sentirse integrada en la conciencia
universal, {ten su fugacidad de estrella viva / un latido inmortal
del universo; o se manifiesta clara y concretamente en relación
con su amante también fugaz como ella:
Algo breve, ligero como el aire,
que diese la alegría de un minuto
al hombre que no vuelve a nuestro lado.
Pues eiia no quiere sino ser «esa belleza / de garza o la paloma
fugitiva)), «nada más que esa luz»; {(reflejo de. fogata)), «aroma
Núm. 34 (1988) 267
de jazmín oculto». Hasta la estrofa novena la poeta ha expuesto
lo que ella creía que era su ego verdadero, pero a partir de aquí,.
en las ocho estrofas siguientes aparece la vida imponiendo su
cruda realidad, cosa que corresponde con sus propias declaracio-nes.
En la primera de estas estrofas se autodefine:
Poca fuerza encerrada en mi cuerpo,
arquitectura diminuta y leve.
Pero la vida es dura y duramente
te requiere a ser más, aunque la sangre
a ser más se revele.
Ella nos habla de su casamiento, de las dificultades económicas,
de los hijos seguidos, «estos hijos que cada primavera / nacían
de mi vientre palpitante)). Así tuvo que sobreponerse para sub-sistir,
para seguir amando la vida a pesar de todo, o dicho poética-mente:
«crecer sobre mi sueño»
Para aguantar el peso de la vida,
de la lucha diaria bajo el cielo,
del amor apremiante; de los hijos
la prolongada herida.
Así, ella que wquería ser llama / del árbol florecido en verde es-peran
se extravió en estos Caminos perdidos, donde
Hoy s61o siento este cansancio oscuro
de verme aprisionada por raíces
alargadas y duras.
En las cuatro últimas estrofas del poema desea «soñar de
f i i ~ e z/ ~q i~ey q r mi act ig~n re~id~it-j,c)V>Q, ~ T J8 ~fi~~ n,dii,e
con la naturaleza, como la hemos visto en sus momentos más
plenos y felices, con lo que volvemos a encontrarnos casi con las
mismas imágenes del principio del poema y del mundo:
Soñar que soy apenas una brizna
de perfumada hierba junto al río,
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
o ese irisado insecto de los bosques,
o una piedra amlada bajo el agua,
o un p6jaro furtivo.
Y finalmente, se sitúa en la realidad y al término de todas las
cosas, utilizando la imagen del árbol, con todas sus connotaci~
nes, que aún veremos repetidamente sugerida en sus poemas, lo
mismo que el fuego y el viento del destino, de significativa simbo-logía
sexual:
Después.. . La vida sigue y en pie quedo
fingiendo ser árbol recio y firme
hasta que un día azul me llame el viento
y p-aeda, iib"uei;adcao mo un a,ve,
con mis ensueños irme.
h s Moradas terrestres (1976) y Palabras para un afio nuevo
(197'7) son dos obritas que no parecen encajar en la temática y
el temple vital de los libros comentados, tiene, sin embargo, el
mismo origen de ((su pasión por la vida», como ella misma nos ex-plica:
({Siento una enorme preocupación por el peligro constante
en que hoy la vida se encuentra en nuestro planeta. Hoy no sólo
se asesina a los hombres, se asesina a los bosques, los mares, se
asesina a la naturaleza entera. Pero no pierdo la esperanza de que
entre todos los millones de seres humanos que pueblan el mundo
se consiga que la paz prevalezca.. .u Por otra parte, estos libros
caen plenamente dentro de la llamada poesía social, aunque apa-rezcan
algo tardíos y en plena época de la transición democrática.
El primer poema de Las Moradas terrestres, el tono intimista
anterior se proyecta ahora hacia la colectividad, y lo que antes se
refería a la madrugada o el alba de su vida privada, ahora se re-fiere
al amanecer de la justicia social. Pues como nos dice en
prosa llana: «Yo creo firmemente en la libertad del hombre y de
los pueblos a elegir su destino y la forma de gobierno...)).
<tQuiero -dice más adelante- enseñar a mis hijos a vivir en
libertad.. . ),
Las oscuras violetas (19871, el Úitimo libro publicado hasta
ahora por Pino Betancor, a pesar de haber transcurrido 25 años
entre éste y Los caminos perdidos (19621, de la misma trayectoria
creadora, nos sorprende la unidad temática y vital entre ambos,
del que parece una continuación, como nos pareció, en la primera
etapa de su obra Manantial de silencio y Cristal. Así, si en
el último poema de los Caminos perdidos desea la poeta soñar
para volver a fundirse con la naturaleza, ahora no s61o desea
volver a soñar esto o aquello, sino «volver al primer sueño}), a la
primera juventud, ¿a la infancia acaso?, volver como dice ahora:
a la primera espuma, el primer hálito,
redescubrir la luz con ojos nuevos,
es decir, volver al seno materno primigenio, la primera intimidad,
más acusada en eiia.que en otras poetas, por ias circünstaricias
especiales de su nacimiento. En suma, desea renovarse, ser pura
como el despertar al alba que tantas veces ihabia deseado y expre-sado
en anteriores poemas, y así ella, igual que en la primera
época, desea
sentir la sangre golpear de nuevo
en el pequeño pulso acelerado,
y hablar con un lenguaje puro y fresco
y reinventar palabras, risas, cantos.. .
Es como se ve claramente el poema de la nostalgia de la prima-vera
de la vida (aparecen otra vez los sueños, las flores, las hier-bas
y los pájaros, que poseen, sin duda, las mismas connotaciones
vitales o sexuales de antaño.. .). El siguiente poema «E3 aire de
la vida)), es una especie de prolongación del anterior, pero expre-sado
con un lenguaje más directo y cotidiano, menos romántico,
pero con el mismo sentimiento de nostalgia. Le parece, en sus
sueños, «fácil regresar a la vida. / Encontrarse de nuevo al prin-cipio
de todo», sería como en la adolescencia ((Salir de nuevo al
mundo n :
Reconocer las cosas por su nombre,
las cosas olvidadas.
Las rosas y los versos, los pájaros del alba,
los aromas nocturnos,
las h;úmedas violetas de noviembre.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Y sobre todo -como ella dice en sus declaraciones-mentir vi-brar
la vida, la alegría en solidaridad con los demás, con la fa-milia,
con los amigos)):
Reír junto a otra risa,
soñar junto a otros ojos.
Hablar de cosas nuevas y cosas lejanas.
Y como dice: «llamarte)), {{tener tiempo)) para realizar 10s m&
elementales quehaceres:
Tiempo para la risa, tiempo para el amor,
tierIipu pám los sue-fios.
Y todo esto, según la poeta, se conseguiría f&cilmente, con ((salir
de nuevo al mundo / al aire de la vida.. . » Sin embargo, ella mis-ma
confiesa, en un momento de depresión y pesimismo que «no
pudo ser. Cerré las puertas)). Si creemos esto. habría que pensar
que cerró las puertas a la esperanza, a las ilusiones, a los sueños,
con lo que parece marcarse el úitimo eslabón de la bajada a los
infiernos de la desesperación, donde nada tiene ya sentido, ni
cantar, ni reír, ni amar al amor y a la vida. Mas en el poema
siguiente, ((Conocimiento»q, ue se adquiere como en 'los Diálogos
del conodmiento de Aleixandre, en la madurez de la vida, Pino
Betancor niega, seguidamente, aquellas rotundas afjrmaciones
desde el principio: «No es verdad, vida, yo te amo.)) Lo que ocurre
es que ahora ama de una manera más real y positiva:
Te amo tal cual eres, con heridas,
con largas cicatrices en la carne,
ayer tan fresca y lisa de mi cuerpo.
No, no voy a decirte, te amo igual que ayer,
cuando tenia veinte pequeños años
pues, en aquella época de plenitud y entrega al goce del amor en
plenitud.
Núm. 34 (1988) 271
Te amaba sin haberte visto nunca.
Desnuda, entera, dura.. Te presentía apenas.
Ahora es cuando comprende «como había que amarte, / con los
ojos cerrados a tu luz cegadora. ./ Había que mirarte de frente y
resistir tu luz». Los siguientes poemas, ((Pudiste ser» y ((Tener
de nuevo» son una especie de explicación del poema anterior, se
puede entender como una crisis entre los esposos amantes, que
surge a consecuencias de sus diferencias de temple y de carácter.
Las propias palabras de la poetisa cuando nos habla de sus rela-ciones
con el poeta y esposo José María, del que nos dice: «he a N vivido un -m amor, un amor que dura después de 30 años. Pero E
también te diré que ha sido un amor difícil. Unidos por muchas O n - cosas, somos, sin embargo, muy diferentes. José es tranquilo, in- =m
O
trovertido, propenso a las depresiones)). Así, si en el primer EE
poema de este libro usa el modo subjuntivo, la posibilidad, ahora SE
usa el tiempo pasado, lo irremediable: del ((pudieran se pasa al =
«pudiste)) con infinitivo: 3
- -
0m
Pudiste ser el río de mi vida, E
el torrente azulado de mis sueños. O
Pudiste ser el alba estremecida n
E en la cálida noche de mi lecho. -
a
n
Asl pudo haber llegado, como antes, al límite de la desesperanza,
de poder resucitar aquel amor primero, pues como ella declara: O3
((El vive más en el pasado, yo deseo vivir el momento presente.
Éml ama la tranquilidad de una casa, sus libros, sus recuerdos.. . »
De estas palabras se explican estos versos:
Y recalca aquí su ensimismada dedicación a las letras y a sus
obras:
Te tuvieron las páginas de un libro,
y los negros renglones de un cuaderno.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Las líneas de un diario envejecido
y el mar de la niñez en tus recuerdos.
A continuación enumera, apasionadamente, toda la extraorüina-ria
riqueza de su ser, corporal y espiritual, que pudo haberse
ofrendado si el amado hubiera comprendido: «pude ser.. . la miel
más dulce, / el aroma más puro.. .N / «el frescor de la fruta.. .N
/ «el pan tibio y dorado.. . )) / da oscura violeta.. .n / «el oro de la
vida». . . da lucha esperanzada. Tierra y cielo)).
Pero a tu lado permanecí sola,
enamorada sombra de tu cuerpo.
Y termina con una serie de amargos reproches expresados por
una teoría de colores simbólicos que representan todo lo negativo
de la vida:
Tú no supiste ver la transparencia,
ni el verde, ni el azul, sólo lo negro.
Sólo la vestidura de la muerte
en el amargo trago del desvelo.
Hay, sin embargo, en los versos finales .de esta composición una
débil luz para la esperanza, pues la oración condicional en pre-sente
indica una remota posibilidad:
Si me pierdes, amor yo no lo quise.
Y persiste en acusarle con los signos negativos del negro y el
rojo:
Tú buscaste el dolor. El rojo. El negro.
El rojo de la sangre, su alarido.
E! mgre p n e t r a d ~!es i~nfiemes.
Y esa esperanza se hizo luz de realidad, pues como ella dice:
((Quizá por ser tan diferentes ha habido entre nosotros esa atrac-ción
física y espiritual que siempre nos ha unido pese a los pro-blemas
que hemos pasado.)) Y reflejo de ello es el siguiente poe-
Num. 34 (1988) 273
ma: ((Tener de nuevo)), donde el uso del verbo en infinitivo, es
decir, de la acción en un sentido conceptiml, para presentarnos
su deseo vehemente:
Y tener mil caminos
para llegar al centro
del bosque de la dicha,
del bosque del placer
y la sabiduría.
Desea, sobre todo, tener {{Una pasión aún nueva, / quemándonos
el alma» para resucitar todos los poderosos símbolos de la vida -- d.-.* ---- ,..-L--.-.il- --- m--- -- 1- -&-,.----.. 2- la- y u a caulu~ guucluaiuu pul ri~ui3, GUIIIU cil la ylliliavua ua lua
((treinta años precisos)). Y otra vez nuestra poeta se deja arras-trar
por su fuerza imaginativa para volver, como en aquellas can-ciones
ctde arcilla y cristal)), a sentirse y contemplarse ((después
de una noche / de amor como ninguna / beber el vino rojo 7 de
7l-a -L=1u2c.:r--r lia -v-al-,&-i ->,, y .lcl:t-~-1l-l,l-2lt.,X lbG-, -----l..- *A- a:-- Gt;llQUU3 lU3 UJ UD
ebrios ya de belleza,
hundidos lentamente,
definitivamente, en el silencio.
Es decir, en el abismo de «La intrusa)), que se nos presenta,
inopinadamente, en el siguiente, personificación de la muerte des-de
Maeterlinck, y pasando por los canarios, los hermanos Millares
Cubas hasta Alonso Quesada:
Ha venido la intrusa nuevamente,
quién sabe de qué sitio, de qué tiempo
,Como una auténtica lírica elegíaca se revela en algunas estrofa5
rln nrfn nnnmo nnmn en 1.9 cimiionfo-
U- bu"" ,/VUI.AW V"***V U.* *(U Y*bU1V.*"V.
He sentido sus ojos penetrame,
ojos de azul oscuro, de noche,
donde habita el insomnio, donde sueñan
los incansables pájaros del viento.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Ahora la mujer-pasión parece prepararse para partir con «la her-mana
gemela de otra vida / en la que ya no existo...)) Eh el si-guiente
poema ((Amante del amor)), que es una especie de proyec-ción
real de la muerte de la amiga y poeta Chona Madera, que es
poema correlativo con aquel de Sor Juana In6s de la Cruz, en la
primera parte de las canciones de Cristal, donde también hemos
visto proyectarse sus propios anhelos de pasión:
Ha sido s61o el sueño
el que cerró tus ojos,
un sueño que ha venido
a descansar tu alma fatigada.
Y así, ahora, paralelamente, lleva en sus versos la custodia del
amor y de la vida {(que se rindió con ella» tanto al amor como a
la ternura, la poeta se imagina:
Al final del camino,
cuando también cansados
nuestros ojos se cierren .en silencio,
cruzaremos el río de la vida,
para hallarte de nuevo, florecida,
para hallarte de nuevo recobrada,
amante del amor, en la otra orilla.
Finalmente, el poema que da título al' libro, Las oscuras violetas,
del otoño, del invierno, de la primavera; son un símbolo de las
diferentes etapas de la vida de Pino Betancor, pues como las flo-res
ella es sencilla, pequeña,
Mas nada es comparable
a ese oscuro perfume
que nos va penetrando
como una larga espada.
Se vuelve así, inconscientemente, al sentido erótico .de.las irnáge-nes:
«la espada», signo falico, que penetra a la mujer en el delirio
moroso. A ella le basta ((un solo ramillete / de sus moradas 810-
res)) para sentirse dentro {{de vuestro paraisoa
Penetrada de rocío y aroma.
Mas en la ziltirna etapa de la vida, simbolizadas por
Las oscuras violetas del invierno
han dejado su brisa submarina
en mis manos desiertas.
Si lhemos de interpretar estos versos en sentido directo, plantea-mos
esta lucha entre el ({pudiera sern ((tierra y cielo)), junto al
deseo de tener ((una pasión a h nueva)), venimos a desem-bocar
en presagios de silencio definitivo presididos por la «in-trusa))
y la soledad. Libro pesimista que marca el final de una
pasión y las esperanzas de una vida nueva sobre la tierra.
FINAL: EL 'TEMA DEL ÁRBoL
El poema «A un árbol)) (5 enlaza perfectamente con los úiti-mos
versos de Las oscuras violetas y viene a cerrar todo un ciclo
de una producción poética. Cuando en sus Últimas declaraciones
a la prensa de Las Palmas habla de cdmo querría ser enterrada,
dice primero querría, como Jorge Guillén, que fuera en una tum-ba
sobre la ,que pusieran: «Aquí yace un hombre enamorado de
la vida.)) Pero añade: «yo preferiría ser incinerada y que sobre
mis cenizas plantaran un árbol. Creo que a través de sus ramas
volvería a respirar y a sentir el aire ,y el sol». A través de este est-aaioh erríos o>servar- 1% frec-uerlci'iac on la -poeta
recurre a las imágenes y a los símbolos basados en los elementos
vegetales (madreselvas, lirios, rosas, violetas); y sobre todo ár-boles,
que creemos relacionados con la simbología erotica. Preci-
5 Publicado en la antología de JosÉ QUINTANA9, 6 poeta de Eas I s h
C a n u ~B,ü bao, 1970.
276 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAVTICOS
samente hemos dejado para ahora el comentario al poema «Tú,
verde ohopo)) de Cristal, con el fin de relacionarlo con lo que la
poeta me dice que es su último poema, hasta el momento, el cita-do
{{A un árbol)) y con el que guarda un evidente paralelismo, a
pesar de la distancia en el tiempo de su composición. En primer
lugar, vemos que el poema de Cristal está formado por una me5
cla libre de heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos, pero alter-nados
con versos de mayor número de sílabas; en cambio, la com-posición
«A un árbol)) está formado por trece cuartetos asonan-tados.
Otra diferencia es que en el primer poema se canta a unos
árboles por sus nombres: el chopo, el álamo, el pino, el ciprés,
definidos por sus habituales características. para terminar refi-r;&
nrlnrr. o +nAnci l n m X l k n l o r i an m n a - 1 m;--+rnci m.rn nn -1 rri
I ~ G A A U U O G a, u u u u u LUO c u u u r ~n ~r S G L ~ G L ~ , ~ r, i i r ~ r s i > r ay~ u G~LL G r u=-
gundo poema no se refiere a un árbol de una especie concreta,
sino a un árbol con todas las mejores cualidades, al árbol pro-totipo
en vigor, en fortaleza, en altura, como el árbol ideal para
ser plantado sobre su tumba (lo que llama Quevedo un «monu-mr...
t,...\ 'CiS.. -1 n & m r . r r r l.. rrrrrre.. m,. A:.":-... l*" .X..L..l-.-. A- e-.-.,. LLLGLLI>UWJ. CL ~ L U L L G L U la y u c b a o a u ~Lr ~ 2G I UJ al uurco c l r r u i r i a
imperativa: «Tú, verde chopo, ascienden, en el segundo emplea
el verbo en pretérito, propio del relato: ({Hoy a ti me acerqué.))
En ambos poemas habla en el mismo tono afectivo, confidencial,
admirativo. Si al chopo le dice:
Elévate a los cielos,
tú que tienes el tronco flexible de los lirios
al (cálamo dulce y nuevo)) le ordena: «huye ya de mis álamos,
--L--L- 1 l---X-L-L- L----- .C-a:...--l-- 2- 11 =--
G 1 C C ; ' S L e & U 1 1 1lL¿%B / L ' S V ~ l l ~ lL iU~b IlliAZUb l ¿ L b l g i%U U b UG l l ' SV&l b U e L l U b
míos», expresión' que parece tener relación con sus anhelos, con
sus sueños de sentido erótico, que también puede encontrarse
cuando se dirige, de una manera general, a todos los árboles:
rA-rh, vv nv ucvnuf rr nv vc, rnvmiiiiraenvcu rrr vne.rvrnutunrlvnua TJI nu-trn rrnrnvuc,
dejad que con mis dedos yo roce vuestros troncos
y acaricie las hojas.
Tanto es el amor que siente por los árboles que se identifica con
ellos, pidiéndoles :
Llamadme vuestra hermana, á~iboless olitarios,
yo tambidn, verde, amarga, soy casi vegetal,
tengo rojas raíces en vez de azules venas.
Mas en la hermosa composición «A un árbol)), lha condensado el
prototipo, el símbolo de todos los árboles, con el que se identifica
por amor, pero conservando su independencia. Yo diría que la
poeta está enamorada apasionadamente de este árbol, al que se
acerca para «tocar su tronco)) y acariciar «tu piel gruesa y duran,
casi fálica, símbolo de toda viriiidad:
a
Eres hermoso, árbol, eres puro
E como e! aire que pasa entre tus hojas. O
Eres altivo y fuerte, pero sabes - m descender en dulzura y te deshojas. O E
E
2
La poeta -mujer al mismo tiempo- es consciente de la identidad E
5_rh0!-h~m_hyY~ , PSI !P &CP:
Simbolizas el corazón del hombre
poblado de pasiones y esperanzas.
Y por eso se acercó confiadamente a él, a buscar el consuelo, pues
((tenía el alma / como una fuente seca.. . ». Y el árbol-hombre le
habló: ((Fue un murmullo / ligerísimo y tierno...)) y con sus
cthojas me acarició la piel, llegó a mis venas)), y el milagro se.
hizo)): la mujer fue fecundada de poesía y de amor, de una nueva
vida, pues ya qi?e !!corilc! el et;lia / hrnt~de 1x1 manantial cllarfo y
seco)) (recordemos aquel primer ({manantial del silencio)) prime-ro)
de donde «brotó la luz dentro de mí». En las últimas estrofas
la poeta, como en el anterior poema, le identifica como ((amigo,
verde hermano)). Pero es algo más, es el padre de la vida, el dios
fecuridmte prtudnr rie !u vidíi, a! qae
Basta mirarte, con tocarte basta
para sentir la fuerza de la vida,
para saber estar de frente al viento;
para aguantar tormentas y caídas
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
pues el ideal del ser humano, está en ((Ser como tú))
Ser como tú y en cada primavera,
cubrir de verde amor viejas 'heridas.
Tener «Los ojos sumergidos en el cielo / las raíces clavadas en la
tierra.)) Por eso no hemos de extrañarnos de que entre todos los
seres de la naturaleza, el árbol vaya a ser el último símbolo-sueño,
la úitima esperanza, de un alma que quiere sobrevivir como esas
raíces clavadas en la tierra, para desde allí brotar con la savia
vitail que asciende por sus ramas y sus hojas, hacia la luz y hacia
la vida renovada y eterna.
Núm. 34 (1988)
Libros publicados
Manantial de silencio, Ed. ((Planas de poesía)), Las Palmas, 1951.
Cristal, Ed. Colección «Acero», Las Palmas, 1956.
Los caminos perdidos, Ed. Col. «La fuente que mana y corre)), Las
Palmas, 1962.
Las moradas terrestres (19521, Ed. «Planas de poesía)) (2: 6poca1, Las
Palmas, 1976.
Palabras para un año nuevo, Ed. Cd. ({Paloma atlántica)), Taller Edicio-nes
J. B., Madrid, 1977.
Las oscuras violetas (1982-831, Ed. Col. «Alegranza», Las Palmas, 1987.
Colaboraciones
Homenaje a Maupmsant, Ed. Col. «Planas de poesía)), Las Palmas, 1950.
Libros indditos
Canciones para un pueblo (195Q?).
El alba detenida (1956-58).
Sonetos clandestinos a España (195570).
Dejad crecer la hierba (1983).
BIBLIOGRASFO~BARE SU OBRA
Josk QUINTAN9A6, poetas de las Islas Cana?-ias, Bilbao, 1970.
SEBASTDEI ~L A NUEZ,P oesZa Canaria (1940-1984) Antologia, Editorial
Interinsular Canaria, S. A., Sta. C m de Tenerife, 1986 (pp. 160-164).
280 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
VIDA Y PAS I ~NE N LA POESÍA DE PINO BETANCOR 35
1. SEBASTIADNE LA NUEZ,« Pino Betancor)), Los caminos perdidos, Revista
de Historia Canaria, Universidad de La Laguna, núms. 137-140 (1962).
2. A. GAS-, LOS caminos perdidos, Rev. Poesía Española, Madrid, 1963.
3. JosÉ LUISG ALLAR«DLOas, moradas terrestres de Pino Betancor: poesfa
de los demás)), La Provincia, Las Palmas de G. C., 21-XI-1976.
4. LUIS LE~NB ARRET«OP,a labras para un año nuevo, La Provincia, Las
Palmas de G. C., 27-XII-1983.
5. MANUELG ONZÁLZSEO SA«, Pino Betancor)),s uplemento Archipipiélugo lite-rario,
núm. 53, Jomda, Sta. Cruz de Tenerife, 31-X-1987.
6. SEBASTDIE ~LA NUEZ,{ {Laso scuras violetas entre el amor y la desespe-ranza
», ídem, Archipiélago literario, núm. 53, ídem.
Núm. 34 (1988)