L I T E R A T U R A
COMO VIVE EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA
(RESULTADO DE UNA ENCUESTA) "
POR
MAXIMIANO TRAPERO
Desde hace mucho tiempo, casi desde el mismo momeizto
en que se inició la recoleccibn moderna del Romancero tracli-cional,
se ha venldo repitiendo, con muy pocas variaciones, P L
* El presente trabajo fue un adelanto de las investigaciones que te-níamos
en curso en 1981 y que presentamos al 1 Congreso Iberoamericano
de Estudiosos del Folklore, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria
del 16 al 21 de noviembre de 1981. Los resultados parciales de aquellas
encuestas están ya hoy publicados en nuestro libro Romancero de Gran
Canaria I. Zona del Sureste: Agüimes, Ingenio, Carrizal y Arinaga, con
transcripción y estudio de la música de Lothar Siemens Hernández, Las
Palmas, Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1982. Como
se desprende del título, limitamos nuestros resultados a sólo cuatro loca-lidades
de todo el territorio explorado por el sur de la isla. Y ello por-que
el material recogido fue tan abundante que sobrepasaba las posibili-dades
de una única publicación. Pero en el libro se contienen muchos
nuevos textos g nuevos datos no contemplados aquí y que fueron resul-tado
de trabajos posteriores a la redacción de este articulo. Aunque a
nivel de porcentajes la variabilidad no es sustancial, en los aspectos que
aqui estudiamos, sí lo son los datos cuantitativos. Si aquí, contando con
once iocaiiciacies, coniernpiamos ios resuitados cie 37í versiones de 141
temas romancísticos distintos, en el libro, con sólo cuatro localidades
(Agüimes, Ingenio, Carrizal y Arinaga), contabilizamos 504 versiones de
141 temas. La intensidad encuestadora y nuestros mayores esfuerzos se
centraron en esos cuatro puntos.
Núm. 31 (1985) 479
2 MAXIMILUO TRAPERO
estado de decadencia en que se encuentra la tradición roman-cística.
En efecto, desde que a mediados del siglo XIX en que
por parte de Almeida Garret y Teófilo Braga se descubre la
pervivencia por vía oral del Romancero en Portugal y sus islas
atlánticas y, sucesivamente, en Cataluña por parte de Mariario
Aguiló Fuster y Milá i Fontanals, en Asturias por parte del Mar-qués
de Pidal, José Amador de los Ríos y Juan Menéndez Pidal,
en Galicia por parte de Manuel ~Munguía y en Andalucía por
parte de Estdbanez Calderón y la Fernán Caballero, etc., todos
los investigadores y críticos vienen repitiendo la misma opinicn:
el agotamiento de la historia tradicional del Eomancero es mas
que evidente; la tradición ya no sólo es escasa sino que escS
viviendo su agonía; dentro de poco se habrá acabado para ;
siexpre -a tra&iófi irjitery&~~pi&dj,e & ~,p& siglas, &e. E
Y a finales de siglo, Menendez y Pelayo venía a transcribir el -
mismo fatal pronóstico que sus antecesores paro esta vez ya.
matizando la geografía romancística: «Los romances viven toda-
2 vía en boca del vulgo en algunas comarcas que, por su relasivo -E
aislamiento, han podido retenerlos hasta hoy, pero este caudal %
poético, al parecer, ha desaparecido casi completamente en las -
regiones centrales de la Península, en las provincias que por
antonomasia llamamos castellanas)) l . Resultaba asi que Castilia, E
O que había sido la cuna del viejo Romancero y que desde su naci-miento
hasta el siglo XVII había recorrido sus propias cailes jJ n
E
piazas, sus ciudades y aldeas, sus castillos y paiacios, qus pudo
servir de divertimiento a nobles y aldeanos, a jóvenes y viejos,
que fue incluso solaz predilecto ,de reyes y cortesanos, que Iiie
imitado por los poetas de todas las condiciones, que entró de O3
lleno en el teatro del Barroco y que fue parte importante de
las composiciones musicales de los vihuelistas del Renacimiento,
que había sido capaz, en fin, de repartir y difundir por el resto
del mundo la tradición romancística, resultaba que ahora, con
los años, se había agotado a sí misma. De su antiguo esplendor
ya nada quedaba.
Pero en realidad, cuando Menéndez y Pelayo decía tales pa-l
MEN~NDEY ZP EWYO:A ntologia d e poetas liricos, X, Madrid, 1900, p. 7.
480 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ROMAKCERO EX GRBN CANARIA 3
labras, faltaba todavía por conocerse el verdadero estado del
Romancero tradicional moderno. Las recolecciones que hasta
entonces se habían hecho, exceptuando Portugal y en menor
proporción Cataluña, apenas si podían dar una imagen apro-ximada
de la realidad tan fantástica que con los años vendría
a descubrirse. Esa realidad estaba tan oculta y vivía tan ence-rrada
en sí misma que para descubrirla eran precisos esfuerzos
colectivos mucho más serias y dilatados que los tímidos inten-tos
realizados en el siglo XIX. Nada se sabía por entonces del
Romancero en Castilla, pero tampoco nada de él en el viejo
Reino leonés, ni en Aragón, ni en Levante, ni en Extremadura,
ni en las Islas Baleares, ni m las Vascongadas; mucho menos
se sabía del Romancero en Canarias y en la América hispana
y muy poco del estado en que los judíos sefardí- conservaban
la tradición llevada por sus antepasados mando fueron expul-sados
de Españc! por 'los Reyes Catóiicos en 1492.
El verdadero descubridor de la tradición romancística en
Castilla y el más valioso inspirador e impulsor de las recolec-ciones
rornaneísticas modernas en todo el mundo1 fue don Ra-món
Menéndez Pidal. Fue en el mismo año de 1900, cuando
Menéndez y Pelayo hacía la previsión transcrita más arriba,
cuando el matrimonio Menénclez Pidal descubrió en un pueblo
de Eurgos y en la memoria de una lavandera un romance viejo
que podia asegurar la pemivencia de toda la tradición 2.
Se trataba, como todo el mundo sabe, del romance «La
muerte del Principe don Juan)), un romance noticiero que debió
ser csmpuesto a raíz del acontecimiento, en 1497, y que en lec
versión de la ((lavandera del Duero)) era capaz de reproducir
hasta en los más mínimos detalles el suceso de la muerte km-prana
del hijo de los Reyes Católiccs y heredero de la Corona
de España. Y se trataba, además, de wi romance totalmente
desconocido por la critica. puesto que nunca fue recogido en
los grandes Romanceros del XVI ni había circulado en los plie-
. - 1 ' ; I l.?
"on varios los lugares en donde Menéndez Pidal relata con algunas
variantes este descubrimiento. Vid. Romancero Hispánico, 11, Madrid,
2." ed., 1968, pp. 291-292, y Estudios sobre el Romancero, Madrid, 1973,
pp. 66-67 y 429-431.
Núm. 31 (1985) 481
4 MAXIMI.4SO TRAPERO
gos de la época. Así que la ventana que se abría prometía llenar
de luz la estancia. Y así fue. Después de este descubrimiento
siguieron otros y otros; la atención ya no sólo se fijó en Castilla
sino que se extendió a Galicia, a León, a Andalucía, a Canarias,
al Centro, a Asturias, a Santandeir, a América y a los Iugares
dispersos que albergaban aún comunidades judío sefardíes. Los
resultados pasaron a ser sorprendentes; cada provincia o región
pasaba a tener su propio Romancero, los romances y las ver-siones
que aparecían se multiplicaban de forma extraordinaria
y podía hablarse ya de la época recolectora más floreciente de
toda la historia. Sin embargo, por todas partes seguían oyén-dose
las mismas voces que antes: «El Romancero se acaban,
((la degradación con que aparecen modernamente los romances
viejos hablan de su inminente desaparición)), ((la aparición de
ios modernos sistemas de comunicación, ia radio, la prensa, ia
televisión, dsrán el golpe definitivo al Romancero tradicional))
y así por el estilo.
Y Canarias no ha sido una excepción a la generalidad de las
demás regiones. Desde el momento mismo del descubrimiento
en las Islas del Romancero tradicional, desde Juan Bethencurt
Alfonso, a quien hay que considerar pionero en el estudio del
Romancero tradicional en Canarias, allá por fines del siglo XIX
y primeros años del xx, hasta la actualidad, no ha habido reco-lector
o simple observador que nos haya manifestado en alguna
ocasión su desconfianza por hallar algo que pueda permitir
hablar de 1s. vigencia del Romancero en Canarias. Y sin embar-go,
frente a todos estos pesimismos, Canarias cuenta ya con
uno de los más completos Romanceros que región o provincia
alguna del mundo hispánico tenga hasta ahora. Este Roman-cero,
La Flor de la mrañuela3, recoge nada menos que 682 ver-siones
de 155 temas distintos, la mayoría de ellos romances
3 La Flor de La marafiuela (Romancero General de las Islas Canarias).
Ed. por Diego Catalán, Madrid, Gredos-S.M.P., 1969.
482 ANIíAIZIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 5
verdaderamente tradicionales y en versiones de gran interés
para la propia historia del Romancero General. Pero La Flor de
la marañueh ha sido posible gracias a 70 años de trabajo y al
esfuerzo de muchos estudiosos; en él se reúnen las recopila-ciones
y los nombres de Bekhencurt Alfonso, José Batllorí y
Loremo, José M. de Sotomayor, Manrique de Lam, María Sán-chez
Airbós, Agustín Espinosa, los hermanos Lmpoddo y Ramón
de la Rosa Olivera, Manuel García Blanco, Diego Cuscoy, José
Pérez Vidal, R6gulo Pérez, Sebastián Sosa, Violeta Rodríguez,
Francisco Tarajano, Lilia Pérez, María Vioto~ia Izquielrdo, María
Jesús López de Vergara y Mercades Morales. Cada uno de elllos,
en épocas distintas y hasta quizás con planteamienos también
distintos, debió haice~se eco de las palabras que don Ramón
Fv$m&n&z Pida! dezia E!!& en 1984 ti-at%2d~& ~ ~ tai-ej a i ~ ~ ~
recolectora por parte de investigadores y estudiosos isleños:
«Aunque hasta ahora no se han recogido (en Canarias) rornan-e
s tradicionales, hay noticias seguras 'de que se conservan.. . y
seguramente sea (una tierra) tan rica en nomanes como cual-ql-
lier &r~4)- >
Pero sus palabras so tuvieron una respuesta adecuada de
inmediato; se iniciaron las recogidas de romances y algunas
publicaciones pero del todo insuficientes para revelarnos la ver-dadera
realidad y dimensión que preveía Menéndez Pidal. Aun
él mismo tenía que insistir años después en sus planteamientos
iniciales:
{{Respecto a Canarias, hay que repetir lo dicho para Amé-rica.
Si su tradición parece débil es porque no ha tenido bas-tantes
cultivadores. No se comprende por qué, si la tradición
insular portuguesa es fuerte y conservativa, no ha de ser la de
Canarias lo mismo que la de Madeira ... Estos arcaísmos nos
aseguran que la tradición en Canarias es tan densa como la
que más. Ojalá sea explorada bien a fondo, porque ella ha de
;vr recurso esencial para explicar la más antigua tradición emi-grada
a América)) 5.
El ánimo extraordinario de Diego Catalán, ooincidiendo con
* Diario de Tenerife, 29 de enero de 1904.
Romancero Hispánico, 11, pp. 356-357.
Núm. 31 (1985) 483
6 MAXIMIANO TRAPERO
su etapa Ge catedraiico en la Universidaa de La Laguna, hizo
posible la reunión de todas las colecciones particulares que
hasta entonces existían y se renovaron con más bríos las nue-vas
recolecciones. Con todos esos materiales pudo publicarse
en 1969 La Flor de la marafiuela que venía a recoger todo lo
hecho por el Romancero en Canarias hasta entonces. Pero la
historia del Romancero en Canarias no acabó ni debía acabar
con su publicación. Este Romancero con ser, como decimos,
extraordinario no ha agotado ni con mucho la tarea rezolec-tora,
las distintas islas del Archipiélago están muy despropor-cionalmente
representadas en él y quedan todavía muchas y
amplias zonas por explorar.
Pero quienes des0.e su pubiicación han iniciado nuevas en-cuestas
romancísiicas ha11 veido a eqresar las mismas cantr- e
neias que los primeros respecto al agotamiento en que se en- -
cuentra el Romancero y a las previsibles pocas fechas que le
quedan de vida. Quizás todo ello sea cierto; qulzas este mal E
E
2 presagio se extienda no sólo a Canarias sino al resto del mixndo =E hispánico; q ~ á s t,am bién, ahora más que nunca, y graclac
a la «dictad!trra» del transistor y de la televisión, ésta sea ia -
época en la que el peligro de extinción sea más objetivamente
previsible; y quizás sea cierto que estamos ya ahora coctem- E E
pTand.0 los últimos eslabones de una larga cadena de tradiei5n
oral. Pero quizás, y ojalá sea así, todos estos pronósticos ~ s u l -
ten ser nuevamente falsos. Ya lo advirtió en muchas oca-siones
Menéndez Piáal: la decadencia o el agotamiento ciel d n Romancero preconizado por todos es, la mayoría de las veces,
más aparente que rea!; ello se debe a la vida que al Romancero
le es propia, su vida en estado latente, es decir, vicia encubierta,
pero vi&; así el Eommcero, como guadjana mistericso, apa-rece
y desaparece y sólo es advertible a los ojos del observador
interesado y atento.
El hecho es que el Romancero vive tod.avía en Canarias y
eso :o szbem~s o dsberimos saberlo tvdos. Lo que nu sabe-mes
":ar,Lo es en qué condiciones vive, con qué intensidad se
manifiesta y qué tipo de romances son los que se cantan aquí.
Si cada región o comarca dispusiese de estudios en los que se
contuviera;n cuestiones como éstas, tendríamos un panorama
484 ANUARIO DE ESTÜDIOS ATLAniTICOS
EL ROMANCERO EN GRAK CANARIA 7
mucho más exacto de la realidad romancística y estariamos
en el camino preciso para deteminar las cond.icfones de vida
de la tradición. Pero trabajos de este tipo no sólo no abundan
sino que faltan abso;lutamente. Por eso hvmos c,rereído de interés
ofrecer hoy, aquí, los datos obtenidos por nosotros en una en-cuesta
rornancística realizada en Canarias y poder comparar-las
con los reunidos en La Flor de la marañuela.
3. EL ROMANCERENO EL SUR DE GRANC ANARIA:
DATOSDE UNA ENCUESTA
La colección reunida por nosotros durante los cursos esco-l
a r ~lg?~q- gg J j38!3-yl7 gra~i, U, !U, CC!&O~,~S~& n l i y s a
alumnos 6.e Literatura española en el I. N. B. de Agüimes, es
extraordinaria por varios motivos:
a) Porqtie la colección es por sí sola muy rica: consta de
371 versiones correspondientes a 141 temas djstintcs, algunos
de e!!m mevm y EC)r ecogid~sm tvrlmrr,erite.
b) Porque la recopilación se hizo sobre una zona geográ-fica
homogéma y en localidades muy próximas entre sí, lo que
presupone la recogida de una misma tradición.
C) Porque la exploración ha sido exhaustiva y, por consi-guiente,
los datos plenamente representativos.
d) Porque las condiciones de 1cs encuestas era óptimas:
los alunnos, previamente adostrinadoc, encuestaban a sus pro-pios
familiares y conocidus, y adernjs sin prisa, una y otra vez,
uno y otro día, al Titmo que la memoria del infomnante iba
dando noticia de su saber tradicional.
el Porque aunque este sistema de encuesta, por pwsonas
no especializadas y sin un cuestionario-manual por el que
guiarse, pudo no rescatar algunos romances de especial interés
por su rareza y su historia, facilitaba, sin embargo, la aflora-ción
de la tradición más común y real, mezclando romances
viejos y nuevos, tradicionales y vulgares.
f ) Porque la recolección se hizo en un período relativa-mente
corto de tiempo y por lo tanto Ios resultados presuponen
irn. paqorama unitario y fidedigno de la tradición.
8 MAXIMIASO TRAPERO
g) Porque la zona encuestada puede ser muestra objetiva
de la realidad general de Canarias: cuenta con algunos núcleos
rurales de considerable población y de otros muy pequeños
y además los hay antiguos y de creación reciente, a base funda-mentalmente
de una población inmigrada.
h) Porque por vez primera se recogen en Canarias roman-ces
cantados, lo que supone un complemento importante para
el conocimiento de la música del Romancero.
Por todo ello, los datos de que disponemos los considera-mos
del mayor interés en orden a determinar cómo vive el
Romancero en Canarias, qué tipos de romances son los que
perviven, cuáles son los más repet.idos, cuáles los verdadera-mente
tradicionales y cuáles los de tipo vulgar o de ciego,
quiénes son los informantes, cuál su edad media predominante,
cuál es el número de temas posibles de recordar por cada in-formante,
cuántos y cuáles son los romances que se cantan y
cuántos y cuáles los que sólo se recitan, qué función conserva
m la actualidad el canto de romances, en qué momento se
canta y, en fin, qué nivel de vitalidad tiene el Romancero en la
actualidad en Canarias. Se trata, en definitiva, no de estudiar
tal o cual romance, de constatar las variantes que caracterizan
a tal o cual versión, de determinar la geografía en la que vive,
de analizar las peculiaridades específicas de una tradición, de
comparar a la vista de varios modelos anteriores la evolución
de un romance, no, sino de estudiar el Romancero en su en-torno
social. Los primeros son, por lo general, los estudios
que han primado en la investigación del Romancero, pero faltan
los segundos que nos puedan constatar la realidad sociológica
del fenómeno Romancero, su implantación en la vida social, "p.r.u"p";'a.. "v:ci.~.l'a^Il.i-.u aJ u C> decadencia. Sobre estas cuestiones se
suele hablar casi siempre de impresiones, de ((parece ser)), de
«lo más general es». .., pero no hay estudios suficientes que
monten sus conclusiones sobre datos objetivos y fiables. Nues-tro
estudio de hoy quiere ir por estos cauces. Naturalmente
ne prvtm&xms decir y . !m~ datt,=s~ btenicbsm ~uest rase =-
cuestas sean los suficientes como para establecer conclusiones
definitivas, ni siquiera que sean los únicos que pueden y deben
ser valorados; pero entendemos que contestar con ellos a los
486 BNUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 9
planteamientos que antes hacíamos no sólo es conveniente sino
posible.
Naturalmente, tarnposo pretendemos decir que estos datos
y los porcentajes que de ellos se desprenden puedan tener vali-dez
para todo el munido en donde el Romancero sigue vivo,
pero sí que pueden ser indicativos, bien por afinidad bien por
contraste, de la actualidaid de la iradición. Creemos que, en
este campo y .ea?. base al lestudio de una (determinada comarca
o región, no pueden darse (datos que reflejen un estado uni-tario
(de la tradición por el sencillo hecho de que la tradición
romancística no es unifolrme; más aún, es muy desigual. Y esta
desigualdad se refleja no sólo en la mayor 01 menor abundancia
de romances. sino en la calidad de los mismos, en el conserva-
&Gi'imv m&s & la j.i~a~~co~ etiií i-m Ta e,-u~-uc~~ii íii&S
acusada, (en la riqueza de versiones viejas o m el predominio
del Romancero vulgar, m la dispersión de los temas o en la
fijwi6n de unos pocos con multiplicidad de versiones, en la
conservación de lo recibido o en la degradación de lo que se in-cv,
rpew nlc?eTm.
Datos corno 101s mnseguidos m nuestras encuestas están
también dispersos en otros Romanceros ya publicados y por
lo tanto nada de original hacemos en el intento; sólo que aquí
los reunirnos, nos fijamos en ellos y los valoramws; están in-cluso
en el Romanoero de las Islas Cmarias, m La Flor de la
marañuela, pero una ventaja está a nuestro favor: mientras
que las 682 versiones contenidas en La Flor de la marañuela
proceden de más de 20 colecciones distintas obtenidas a lo largo
de unos 70 años, las 371 versiones de nuestra coleoción proce-den
de un mismo y muy reducido período encuesta do^, siendo
además la más homogénea en cuanto al ámbito geográfico de
las realizadas hasta ahora en Canarias. Como resultado final
podemos aducir, por si fuera poco, que la nuestra supera con
mucho en el número de versiones a las demás cdecdones de
La Flor de la marañuela 6.
Superior en cuanto al número de versiones no en cuanto a su ca-lidad.
María Jesús López de Vergara y Mercedes Morales, sobre todo,
lograron reunir unas colecciones de excepcional calidad e importancia.
Núm. 31 (1985) 487
XAXIMIANO TRAPERO
4. LGGAREDES ENCUESTA
Las versiones obtenidas proceden de los siguientes lu,o ares
del sur de Gran Canaria: Ingenio, Agüimec, El Carrizal, Telde,
Arinaga, Cruce de Arinaga, Vecindario, Sardina del Sur, Temi-sas,
Arguinegüín y Las Palmas. Sin embargo no en todos ellos
se ha encuestado con la misma intensidad: casi el 80 por 180
de nuestras versiones proceden de dos puntos: Ingenio y Agui-mes,
por razones obvias de como~didad, ya que la mayoría de
los alumnos encuestrdores eran de estos pueblos, lo que hace
suponer que una insistencia paralela en el resto de las pobla-ciones
citadas daría resultados semejantes. Así, y siguiendo ran
wdm decreciente, lm~U,!idadees 923 L2s P~lmas,A Rnaga El
Carrizal, etc., nos ofrecieron resultados proporcionales al nú-mero
d.e encuestas allí efectuadas. El resto de los lugares cita-dos
no fueron sino pnntos esporádicos de encuesta 7.
En su conjunto puede decirse que la zona es rica en roman-ces
y que conserva con bastante vigor la tradición. Y esta ri-queza
se manifiesta no sólo en los pueblos de más vieja historia
(caso de Agüimes que fue creado a los pocos años de la con-quista
de la isla) sino también en aquellos otros que se han
ido formando y ampliando con una población emigrada (caso
de El Carsizal o Vecindario), !o que demuestra que el Rornan-cero
en Canarias era tan abundante g tan rico como desde u.n
principio preveía Me~éndez Pidal. Y otra evidencia más: La
Flor de la rnarañuela había dejado zonas muy importantes sin
explorar, como en el p ~ s e n t eca so, que es necesario investigar.
Wosotros, con nuestra encuesta, darnos por bien explorados los
núcleos de Agüimes e Ingenio, mnque no podamos d-mirlo en
kgual medida del resto de los pueblos.
Se incluye mapa de la Isla de Gran Canaria con señalización de las
localidades encuestadas y resumen estaüistico de informantes y romances
recolectados er. relación con la localidad correspondiente.
488 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
MAPA 1
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 13
5. LOS INFORMANTES
Ya decíamos antes que éstos habían sido principalmente
familiares y conocidos de los propios alwnnos encuestadores.
*stos, por lo general en grupos de dos a tres, recabaron los
romances de forma insistente durante dos cursos escolares,
llegando en algunos casos a rastrear familia por familia y puer-ta
por puertsl. Naturalmente fueron infinitamente más las per-smas
que no sabían romances o que no los comunicaron que
los que los sabían; pero es el caso que la sabiduría romancística
suele vivir mejor en el ámbito familiar; es decir, es más fácil
encontrar a dos informantes que sepan romances que sean
miembirm de una misma familia que a &md os que no ten-m---n
parentesco alguno entre sí.
a) Número de informantes8
De entre todas los encuestados hemos obtenido respuesta
positiva de 125 informantes, de los cuales 47 son de Ingenio,
41 de Agüimes, 10 de El Carrizal, 4 de Arinaga, 4 de Vecindario,
4 de Temisas, 3 de Telde, 6 de Las Palmas, 2 del Cruce de Ari-naga,
3 de Sardina del Sur y 1 de Arguinegüín. Lo que confirma
lo que ya apuntábamos antes: la muestra obtenida, sobre todo
en Apüimes e Ingenio, supera bastante a la media de informan-tes
en encuestas que suelen realizarse en núcleos de población
semejantes.
b) Condición de los informantes
De los datos que ordinariamente se preguntan en las en-cuestas
romancísticas interesa destacar la condición de mujer
o varón y la edad de las informantes. Nuestras encuestas con-firman
el hecho de que en todas partes son ias mujeres mejores
informantes que los hombres, pero hasta un pmto realmente
8 Vid. Gráfico l.
Núm. 31 (1985)
sorprendente por lo elevado9: de los 125 informantes 100 ha2
sido mujeres y sClo 25 hombres, 1s que supone exactamente
que en un 80 por 100 la tradición rommcística reside en Ia me-moria
de nuestras mujeres. Y en cuanto a las edades, decir que,
repartidos en gm.pos hcmogéneos de diez en diez años, se for-ma
una pirámide en &nde e! punto más alto, es decir, los
mejores informar&s, lo alcanzan 'los de edades comprendidas
entre los 40 y los 60 años, y que los informantes van siendo me-nos
cuando las eciades son menores o mayores de éstas, aunque
con un apreciable incremento a favor de los informantes de
maycr edad. De la forma siguiente:
- - -- - - - -- - - -- -
A5os N o ríe informantes
Menos de 20 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 20 a 30 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 36 a iO . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 40 a 50 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 50 a 60 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 60 a 70 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
De 70 a 80 . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Más de 80 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Sin especificar . . . . . . . . . . . . . . .
En todo caso hay que decir, por estos que los mejo-res
informantes no so3 los más viejos, como normalmente se
cree, porque, entre otras cosas, la pirámide poblacionai des-ciende
a partir de ios 60 años y, además, porque éstos por lo
general han perdido ya bastantes de sus facultades para poder
recordar su repertorio rornancístico, mucho más cuando este
repertorio es cantado. Y decir también que los informantes de
menor edad nos cantaron fundame~talmente romances perte-
- :-1 i - O - + 1 n f l , , ~ K ~ - ~ L - ; , ,
L~CLLCLLLGU al LW~ LUULG u L a l l u A , L.U.LGD ~ V L L L~ ~U W L L U G C ~WI I , \\LVILWIILIL u,/,
«Dónde vas Alfonso XIb, «Carabí» o &a malcasadan.
9 Vid. Gráfico 1.
492 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 15
e) Número de versiones por informante
La experiencia encuestadolra ha demssíxado que en la ma-yoría
de los casojs 01 ndmero de romances que es capaz de trans-mitir
un informante en una encuesta no pasa de cinco, debiendo
considerar a a-1 que es capaz 'de cantar nmiáis de diez rornan-ces
como un informante extraordinario y que eil que c a ~ t ave in-te
o más es ya, claramente, un caco excepcional. Con mucha
dificultad suelen encontrarse informantes de esta eetegoría,
dándose además, la coincidenoia en estos casos de que los ro-mances
que componen su repertorio suekn ser de los verda-deramenbe
tradicionales y por lo tanto de especial interés para
ia historia d.el Eomancero ord ".
En nuestras encuestas por el sur de Gran Canaria, de los
125 informantes el 81,6 por 100 no pasó de los 5 romances
por cada uno, siendo la mayoría de ellos comunicantes de una
sola versión. Pero también encontramos 8 informantes que
-,-.m r i n v i + n . f n n u l C Cru-nri E n - 7 , .
bbuU LCWILaLVIl UCÍIPb(;Gl>t YL+c 7, 2 que 8, O q ~ 9z y 1 qüe 10. Y
por último, tuvimos la suerte de entrevistar a Angelina Perdormo
Torres, de AgLiimes, de 56 años, que nos cantó 14 romances, a
Mariana Santa García, de Ingenio, de 70 años, que nos cant6
18 romances, a Juana Artiles Ramísez, de Ingenio, de 54 afios,
que nos cantó 24 romances y a Soledad Iaéndez Soto, de Agüi-mes,
de 30 &os, que nos cantól nada menos que 27 romances.
Cuatro informantes de los excepcionales .que tienen entre sus
repertorios temas tan interesantes como «Gaiferos», «La Se-rrana
de Vera)), «La infantina y el caballero burlado)), <(La
10 Recordasé siempre la fortuna que tuve, junto con otros tres colegas
investigadores, de encontrar en un pueblecito de León, Calzada de la Val-dería,
en una de las encuestas organizadas por la Cátedra Seminario «Me-néndez
Pidaln, en el verano de 1981, a una informante, Rafaela Crespo,
de 73 aiíos, que nos cantó nada menos que 62 romances y ademSLs en un
ambiente en que gran parte del pueblo se había sumada, a la encuesta y
escuchaban entre admirados y curiosos la sabiduría admirable de su vecina
que en aquel dia memorable ganó el respeto y prestigio de todos; caso ver-daderamente
excepcional y creo que único en la historia del Romancero
del siglo xx.
Núm. 31 (1985) 493
16 MAXIMIANO TRAPERO
muerte del príncipe don Juan)) o «La mala suegra)) y que, ade-más,
nos ofrecieron mayoritariamente versiones cantadas.
Por úitimo decir que no hemos encontrado demasiados obs-táculos
a la hora de solicitar la información y que sólo en el
caso de ocho informantes nos rogaron no citar sus nombres.
GRÁFICO 3
NUMERO DE VERSIONES POR INFORMANTE
N . O versiones Informantes
6. Los ROMANCES RECOLECTADOS
Ya hemos dicho que la colección suma m total de 371 ver-siones
(de 141 temas distintos. De estos totales interesa distin-guir
ios temas yue süii eiiiiiieiikilieiik iim¿iiciomles y los que
son vulgares. Una distinción dara y terminante en este tema es
siempre comprometida puesto que 0n el fondo se tratará siem-pre
de romances más o menos tradicionales, es decir, de roman-ces
más o menos viejos en su vida oral. Unos lo son sin duda
-nrrr.rn tnvinmno nnncfnnnio r l o allnc nn l n o Dnrnninrir\-,i- -2-:--
PUL yuc L.CLLC~LLUD G U L A D K U L ~ L ~ ur, GIL LUD L U U L L A ~ L L ~ G L U ~ vlajua
y porque han sido transmitidos oralmente sin interrupción des-de
entonces, otros porque aunque nacieron artificiosos en el xvr
empezaron a tradicionalizarse muy pronto, otros son romances
494 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 17
vulgares que se popularizaroln en el siglo XVIII y que timen ya
una cierta vida tradicional, y otros, en fin, llamados «de ciego))
9 «de pliego de cordel)), que nacieron modernamente y que se
transmiten pos escrito y con moidols poéticos bien diferentes
3 los tradicionales. Por lo general, a estos últimos se les excluye
en los Rmmceros y hasha se les despmcia como literatura
decadente y ramplona, indignos de figurar al mismo lado de
la alta poética que representan los romances viejos. Natural-mente
siempre son más deseados por el colector los tradicio-nales,
pero no por ello han de despreciarse los otros. La tra-dición
actúa en el Romanciero cons8rvan;d.o. unos temas y olvi-claindo
otros. Y no siempre este olvido afecta sólo a los roman-c
e ~me~id iocres. Nadie diría que los muchos y extrao~ildinarios
romances sobre el ciclo del Cid o solbre los Infantes de Lara,
por ~ejmplof,u esen peores que los de tipo novelesco, caso de
((Gerineldcm, «Conde Olinosn (E «La mal ~msaida))y; sin embar-go:
la tradición conserva con predilewión estois últimos y ha
olvidado casi por completo lm primeros. De la misma forma
romances vulgares como «Lux aeterna)), «La A.g;usthita». «Car-mela)),
«Blancaflor vengadora de su honra)) o ((Gertrudim pue-den
tener una mayor difusión y ser cantados coa más insisten-cia
en una zona que los tradicionales, sin que en ello haya
actuado la calidad poética como rnotiivol seloceiomdor exclu-sivo.
La selección que el pueblo hace de su repertorio no está
ligada sólo al valor histórico o literario que puedan tener los
romances, por mucho que estos factores sean importantes. Por
ello, tratar de eludir los temas menos tradicionales desde el mis-mo
momento en que se inicia una encuesta es pretender ignorar
la realidad o conocer sólo m aspecto pa~rcial del Rolmsmcero
que vive. Desgraciadamente los buenos romances tradicionales
se oyen cada vez menos y su lugar ilo vienen ocupando roman-ces
de crímenes, abandonos conyugaJes o amores ilícitos, pero
ésta les la realidad. Lo que hace falta saber es qué dimensión
tiene esa realidad: si los romances vulganes son más que los
traciicionaies, si se oyen con más frecuencia, si viven como ellos
en variantes y, naturalmente, hasta dónde ha llegado el pro-ceso
de tradicionalización m ellos.
Las resultados de nuestra encuesta ofrecen estos datos:
Núm. 31 (1985) 495
GRÁFIco 4
ROMANCES RECOLECTADOS
Temas Versiones
De tipo tradicional ... ... ... 51 (36,2 O:O) 178 (48 YO)
De tipo vulgar .. . . . . . . . . . . 90 (65,s %) 193 (52 %)
- - -- - ~
Es decir, que mienltras los vulgares duplican casi a los tra-dicionales
en cuanto a los temas (un 63,8 por frente a wi 36,2
por 100) se igualan casi al considerar el número de versiones
totales de unos y de otros (un 52 por 100 de los vulgares frente
a un 48 por 100 de las tradicionales). Conclusión simple y evi-derrte:
el Romancero que vive en Canarias, o al menos en el sur ? e
de la isla de Gran Canaria, ha ido perdiendo sus temas tradi-cioaales
y ha ido incorporando otros nuevos de tipo vulgar
m hasta llegar a una situación actual de 2 a 1 a favor de estos
últimos; pero, a la inversa, se cantan más veces los romances i
tradicionales que los vulgares o, lo que es lo mismo, la capa-cidad
de vivir en variantes, característica esencial del Roman- $
cero de tipo oral, se da en una proporción de 4 a 2 a favor de -
los romances tradicionales. Claro que estos porcentajes son f
meramente indicativols de la generalidad recolectada y no nos
dicen nada de la rica y variada realidad de cada uno de los temas.
En cuanto a los títulos y temas recogidos merecm destacarse
los siguientes datos: Entre los tradicionales más repetidos es-tán
((La inr'antina encantada)) y ((El caballero burlado)} con trece
n
versiones, «La doncella guerrera con doce, «Las tres cautivas)) E
con nueve, «La muerte de Santa Irian con ocho, «Silda.na + Del-gadina))
con seis, etc. De entre los romances raros en Canarias
hemos conseguido una versión de «Gai£eros»" , dos de {(La Se-rrana)),
seis de «GerineIdo», cinco de «Tamar», tres de «Ea con-desita)),
dos de «El conde Olinosn, una de «La vuelta de1 nave-gante)),
etc. Por vez primera hemos recogido en Canarias (o al
menos no figuran en La Flor de la rnarañuela) tres versiones de
" En realidad el tema de ctGaiferos» es rarísimo en todo el mundo
hispánico, conociéndose hasta la fecha unas pocas versiones procedentes
en su mayoría de los judíos sefardíes y de Canarias.
496 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 19
«La casada en lejanas tierras)), otras tres de «La mala suegra)),
dos de «La molinera y el corregidor)), una de «La princesa pere-grina)),
una de «Día de San Juan glorioso)) l2 y una versión del
«Conde Arnaldos)) que aunque procedente de Flor nueva l3 tiene
elementos que hablan de una cierta tradicionalización.
De entre las de tema religioso los más frecuentes en nues-tras
euicuestas han sido «La fe de11 ciego)) con siete versiones,
«Soll~~dadide la Virgen)) con cuatro, «La pasión)) con cuatro, «El
discípulo amado y las tres Maríasn con cuatro, «La Virgen con
el librito en la mano)) coln tres y «El milagro Idel trigo)) con
otras tlies.
De entre los vulgares los más frecuentes fueron «Enrique y
Lola» («Los dos hemanos perdidow)) con doice versiones, «Car-mv!
m (rrUm precinsa dmcella de M_ fa mili^? rnw ric~?)))c m
ocho, ((Gertrudiw) (({En el valle de la Almena se celebra una
fmci6n))) con cuatro, «Duelo entre amigo~s)c) on seis, ctB1anca-flor
vengadora de su honra)) con seis, «La Agusthita y Redon-ido
» coa cuatro, «El difunto penitente» con tres, etc., y así en
número decrecienae hasta reunir un gran número de romances
vulgares de los que sdo hemos logrado una sola versión, cosa
verosímil en elbs pues por algo no han llegado a hacerse tm
dicimales.
7. LOS ROMANCES CANTADOS
Muy poico sabemos toldavía de la música del1 Romancero; y
eso por dos razones: porque la preocupación de los recolecto-res
no ha sido igual cm el elexto que con la música (dispoaemss
de muchos y excelentes Romanceras de tipo tradicionanl pero
en, su c0r~njur1Lü muy pocas 111e'lü~íadse rolmancesj y, en segundo
lugar, porque tampoco los musicóllogos han tomado entre sus
investigaciones asiduas la música del Romancero. Y -menos
sabemos aíin de otros aspeotos reilacionados con este tema,
tales como que romances se cantan siempre, cuáles son los
-MM~F~&AT* cm( n v Inri n o n f nwn i c i m ~ r &v invr.-+n Gr r n rln vnn-m:*--- --u prbsbruuuu pul IUD baAIUUIGI>, YUG pULbG111iC4~J6>3 U= V G 1 3 1 W l b l J 5 b e t b l -
Es un mmance que aún no hemos identificado y que comienza así.
l3 MENÉNDEPZI DAL:F lor nueva de romances viejos, Madrid, Espasa-
Galpe, Selecciones Austral, 4." ed., 1980, pp. 202-203.
Núm. 31 (1985) 497
32
20 MAXIMIANO TRAPERO
tadas y recitadas es común en las recolecciones, si un mismo
romance se canta siempre con una misma música o si ésta es
variable según las versiones geográficas o incluso locales, si los
romances tradicionales se cantan más que los vulgares, etc. Un
hecho hay que tener en cuenta aquí: 106 romances nacieron
para ser cantados, bien en comunidad al son de un instrumento,
bien individualmente y sin acompañamiento alguno; pero la
realid2d es que de ese modo primero de reproducción de los
romances se ha pasado a una situación bien distinta: en la
tradición oral moderna cada vez se cantan menos romances
y menos veces 14.
El caso de La Flor de la marañuela es un buen ejemplo de
lo que decimos: en él no se contiene ni una solla transcripción g n?pl&jjcr.y Ili_ 1 ~ - ao l a noticia sobre ctl múica, szheme~s i N e
porque no fueron reeogidas por sus reeo~lectores o porque no $ n se tuvieron en cuenta en el momento de su publicación. Pero g O al hecho es que en Canarias, como en todos los lugares donde E
se conserva el Romancero, éste sigue cantandose, de ahí que 2
E
los datos nos parezcan de un especial interés. =
3
GRÁFICO 4 - -
0m
ROMANCES CANTADOS E
Temas Versiones
n
De tipo tradicional . . . . . . . . . 21 (41 Ola) E 48 (27 O/o)
-
a De tipo vulgar . . . . . . . . . . . . 35 (39 %) 65 (33,6 O/o)
n
56(40°/o) 113(30,4O/o) n
3
O
De las 371 versiones totales recogidas 113 han sido can-tadas,
lo que supone un 30 por 100, porcentaje que supera
l4 Esta afirmación merecería matizarse, pues es cierto que el fenó-meno
no es igual ni tiene las mismas proporciones en todos los sitios.
Incluso puede aavertirse que en una determinada zona se canta más
que en otras, pero muchas veces porque el repertorio que allí se con-serva
es un repertorio de romances que siempre se cantan, frente a
otros lugares en donde la tradición es fundamentalmente recitada. Es
decir, la música del Romancero tradicional se ha sujetado a unos deter-minados
temas mas que a otros.
498 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ROMANCERO EN GRAN CANARIA 21
con mucho las previsiones más optimistas al respecto y que
aseguran aún un buen grado de conservadurismo de la tra-dición
cantada en Canarias. De estas 113 versiones cantadas
48 corresponden a romances tradicionales y 65 a romances vul-gares,
lo que significa que, en comparación al número total de
versiones recogidas de unos y otros (178 tradicionales y 193
vulgares), no existe una diferenoia notable que diga que una
u otra clase de romances sea preferida para el canto; es decir,
se cantan por igual los romames tradicionales y los vulgares.
Eso en términos absrAutcrs, pero si contempkunos no el número
total de versiones recogidas sino el de temas romancísticos
vemos que de los 51 temas tradicionales se cantan, en al menos
una de sus versiones, 21, lo que supone un 41 por 100; mientras
que de 101s 90 tm-as nIiLgams -610 se can_ta 35, le yce UU~O"
un 39 por 100. Y si esta diferencia entre romances tradiciona-les
y vulgares no es muy grande, sí que lo es si 90 que compara-mos
es el 30 por 100 de versiones que se cantan con el 40 por 100
de temas cantados, lo que nos lleva a la siguiente conclusión:
La música $de los romances se colnsema mejor en unos temas
que en oltros; o lo que es lo mimo: la vida musicail del Roman-cero
está determinado por el tipo de romances de que se trate:
así hay romances muy cantados tanto entre los tradicionales
como entre los vulgares (cin versiones entre doce de «La don-cella
guerrera)), tres entre cuatro de «La hemana cautiva)),
tres entre cinco de ((Tamar)), cuaitro entre site de ((Alba niña))
«La adúltera)), tres entre tres de «Atropellado por el tren)),
seis entre seis de «Blancaflor vengadora de su honran, etc.) y
atros que siendo de las mismas caracteristicas no los hemos
conseguido cantados en ninguna de sus wrsion@s (((Gerineldo)),
«Las tres cautivas)), «Bl conde Oilinos)), «La condesita)), «El
Quintado)), ((Duelo e n t ~ ea migos)), «La fe del ciego)), «La sole-dad
de la Virgen)), etc.). Algunas otras cuestiones cabría añadir
aquí, tales como los tipos de meloldías con que se cantan los
romances en Canarias, las variantes musicales respecto a sus
corresponaiienks textos, ios ritmos y metros utfiizados, etc.,
pero sobre estas cuestiones no disponemos aún de los datos
necesarios.
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