LOS AMORÍOS DE DORA BEATRIZ DE BOBADILLA
P O R
ANTQNIO RUMEU DE ARMAS
Doña Beatriz de Bobadilla, llamada «la cazadora)), esposa
en primeras nupcias de Fernán Peraza, señor de La Gomera, y
cónyuge en segunda unión de Alonso de Lugo, adelantado de
Canarias, es una fémina que ha dejado huella imborrable de su
paso por la historia.
Fue una mujer apasionada y dura, de reacciones impreme-ditadas
bajo al impulso de la violencia. En la vida familiar se
enemistó con todos sus parientes, desde la suegra doña Inés
Peraza hasta el cuñado Sancho de Herrera, sin que fuese po-sible
llegar nunca a una avenencia con ella. En el gobierno de
los estados la mano de hierro de la «señora» se dejó sentir
sobre altos y bajos, poderosos o humildes, revelando particu-lar
saña contra los indígenas. Sus terribles justicias se harán
célebres al correr del tiempo, sin que hayan podido ser jamás
borradas.
l Los depósitos documentales, cuyos fondos avalan la presente inves-tigación,
se identifican con las siguientes siglas:
A. H. PI.: ARCHIVOH IST~RICNOA CIONA(ML adrid).
A. S.: ARCHIVOD E SIMANCA(VSa lladolid).
Núm. 31 (1985) 413
2 ANTOKIO RUMEU DE ARMAS
El historiador Viera y Clavijo la identifica así: «Mujer rara,
que teniendo todas las gracias y flaquezas de su sexo, tuvo la
crueldad y constancia de un hombre sañudo» 2 .
Como contrapartida fue una mujer tierna, sensible, enamo-radiza,
capaz de pasiones volcánicas en las lides del amor.
Y con independencia de todo ello, de una hermosura des-lumbrante,
de que se hacen lvnguas los contemporáneos, así
de vista como de oíd.as.
Nos proponemos en este artículo reavivar la personalidad
erótica de doña Beatriz de Bobadilla, aunque limitándonos a
estudiar las relaciones amorosas extraconyugales, es decir, los
amoríos. a
Con rigor histórico deberíamos pronunciarnos en singular.
El único amante probado de nuestra protagonista fue el pode-ros0
maestre de la Orden de Calatrava don Rodrigo Téllez Gi- g m
rón. El otro «servidor» que se le atribuye, nada menos que el
rey Fernando el Católico, sume al historiador del presente en
la perplejidad. Doña Beatriz pudo ser la amante del monarca,
con indicios probados; pero estos rriisr~ios Uarmiitos piiedm $
arrastrar el ánimo a considerar que la amistad con el galante j 0 soberano no sobrepasó el límite de la inclinación amorosa por
la dama, cortada a tiempo por la reina Isabel, ,decidida y
enérgica. 5 n
Con estos indiscretos apoyos la maledicencia cortesana dejó % a volar la fantasía, urdiendo contra la fama de nuestra prota-gonista
una tupida red de aventuras galantes. n
n
Esta atmósfera de chismes y comadreos ha dado pie a un j
par de anécdotas escabrosas y picantes de la que es principal "
sujeto duca, Deatriz. Lo3 dichos 3e at~imy" 2 d ~ o2!en sc Cs-rrillo,
señor de Caracena, y fueron recogidos tardíamente por
el célebre literato Baltasar Castiglione en su famosa obra IZ
Cortigiano.
Por último, se cerrará este trabajo con una breve alusión
a 12 amistad ir,ici&r, er, Sagtz Fe e2 1492 entre doña Beatriz
de Bobadilla, viuda a la sazón, y el futuro almirante de las
J o s É DE VIERAY CLAVIJON:o ticias de la Historia general de las Islas
de Canaria, Imprenta Blas Román, Madrid, 1773, t. 11, p. 279.
414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Indias Cristóbal Colón, que despertó entre ambos una indis-cutible
inclinación amorosa, llamada a esfumarse, por mor del
destino, en los vericuetos de unas existencias harto dispares y
atormentadas.
2. DONR DDRIGOTÉ LLEZ GIRÓN,M AESTRE DE LA ORDEND E CALA-TRAVA,
((SERVIDORP DE DOÑA BEATRIDZE BOBADILLA
Quien estas líneas escribe dio a conocer por primera vez
las relaciones amorosas entre doña Beatriz de Boibadilla y el
maestre calatravefio Rodrigo Téllez Girón, envueltas todavía
pfi ci&a ~ j ~ ~ ~ y~ ~. ncgifi,jcajS~g.. $e tr&a &] a r t i c i j ]~t i t i ~ l a d ~
Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla en las antevísperas del
descubrimiento, aparecido en 1960 3.
Tomábamos como fuente la declaración testifical prestadn
en Medina del Campo, solar de la estirpe, el 10 de enero de 1558,
por el regidor Diego Fernández de Bobadilla. Para reforzsr el
testimonio invoca el origen de la información como prueba de
indiscutible autenticidad: «que esto que tiene declarado lo oyó
dexir al dicho Rodrigo de Bobadilla, su padre, e que lo había
oído a su padre y abuelo deste que deponen (el abuelo era Ro-drigo
de Bobadilla ((el viejo)), señor de Bobadilla, tío de doña
Beatriz).
La declaración de Diego Fernández de Bobadilla, con res-pecto
a su prima segunda, no tiene desperdicio. Dice así:
«Joan de Bovadilla avía tenido una hija (hermana del di-cho
Cristóbal de Bobadilla) muy hermosa, del nombre de
la qual no tiene noticia; e que de esta hija, del dicho Joan
de Bovadilla, fue su servidor el rnaestre Joan de Girón,
maestre de Calatrava, el qual murió en una escaramuga
en el Real de Baca; e que esto que tiene declarado lo oyó
dezir, etc.» *.
Revista EL Museo Canario, núms. 75-76 (año 1960), pp. 255-279.
A.H.N.: Orden de Santiago, expediente 64. Pruebas del caballero
Per Afán de Ribera y Suárez de Castilla.
Véase más adelante el estudio genealógico de la familia en el epígrafe 4
y la nota 17.
Núm. 31 (1985) 415
4 ANTOiiIO RUMEU DE ARMAS
A la vista del testimonio se impone que rectifiquemos al-
,wos pormenores secundarios. El nombre de pila del maestre
era Rodrigo, y el lugar de su muerte Loja, en la expedición
malhadada de 1482. Son íapszls del declarante, que no alteran
lo sustancial del testimonio.
Esta noticia, que no ha merecido entre el público docto
particular consideración o relieve, aparece confirmada por la
pluma .de uno de los historiadores más famosos del Renaci-miento
hispano, Gonzalo Fernández de Oviedo, en una de sus
célebres obras, las Batallas y Quinquagenas.
El cronista Oviedo al biografiar al maestre de Calatrava
don Rodrigo Téllez Girón se hace eco de su heroica muerte y
D de los clandestinos amores. Ahora bieni e1 testimonio se pro-duce
con frases tan sibilinas que la tarea de identificar a los
personajes aluaidos puede calificarse de auténtico milagro. n -
=m
Digamos ahora dos palabras sobre e: autor, la obra, el epi- 1 sodio y el encuentro casual entre el cronista y la dama. S
E
Gonzalo Fernández de Oviedo nació en Madrid en 1478 en 3
el seno de una familia hidalga oriunda de Asturias. En 1490, 3
apenas cumplidos los doce años, entró como paje al servicio
de un personaje de estirpe regia, contemporáneo en edad, don
Alonso de Aragón, segundo duque de Villahermosa, nieto por
línea bastarda del rey Juan 11 y próximo pariente del monarca ;
reinante Fernando el Católico 5. En el séquito de este cuasi k
príncipe se incorporó a la corte, siguiéndola en cada uno de d n sus pasos. Hay constancia, como veremos, de que estuvo pre- $
sente en el campamento de Santa Fe en 1492, y que fue testigo
presencial de la entrada de los Reyes Católicos en la ciudad
de Granada, cerrando, con broche de oro, la multisecular em-presa
de la Reconquista 6 .
JUAN PÉREZ DE TUDEW BUESO: Vida y escritos de Gonzalo Fernández
'Te Gu.e&o, EstUdia pre:jmjrai- a 1% e&ci&7 de Id. obra de Gonz,&jG Fer-nández
de Oviedo: Historia general y natural de las Znciias (Biblioteca de
Autores Españoles, t. CXVII). t. 1, pp. X-XVII.
Era sobrino de Fernando, como hijo ae su hermano Juan de Aragón,
primer duque de Villahermosa.
Ibid.. PP. XVII-XVIII.
416 ANUARIO DE ESTUDIOS BTLANTICOS
En 1493 el futuro cronista se integró, en Barcelona, al ser-vicio
del príncipe heredero don Juan en calidad de mozo de
cámara, circunstancia que le va a permitir escribir el Libro de
la Camra Real del principe don Juan, delicioso tratado sobre
etiqueta y costumbres palatinas '.
En la imposibilidad e improcedencia de seguir paso a paso
la novelesca vida de Gonzalo de Oviedo digamos, para terrni-nar,
que viajó por Europa y América; continente, el ��ltimo, al
que se traslada en seis ocasiones, cifra por nadie superada en
aquel tiempo. La producción literaria de este autor es extensi-sima,
sobresaliendo por su importancia y calidad la celebérri-ma
Historia general y natural de las Indias 8.
El libro que centra nuestra atención, Batallas y Quinquage-nas.
fue escrito por el insigne cronista en la etapa postrer de su
e-xistencia. Se trata de una colección de apasionantes biogra-fías
de personajes de la época, agrupadas en tres «;b.atallas>),
que se descomponen en cuatro «quincuagenas» o conjunto de
cincuenta individuos. Oviedo se interroga a sí mismo por me-dio
de un diálogo ficticio en que los protagonistas son Sereno,
que pregunta, y Alcaide, que responde (recuérdese que el cro-nista
se enorgulleció siempre del cargo de alcaide de la forta-leza
de Santo Domingo, en la isla Española) g.
La biografía del maestre de Calatrava don Rodrigo Téllez
Girón aparece registrada en la Batalla 11, Quincuagena 11, Diá-logo
XXV1O. Es de advertir que cuando muere heroicamente
el maestre en la desgraciada expedición contra Loja, en 1482, el
cronista Oviedo contaba cuatro años cumplidos; pero tiene
Ibid., PP. XVIII-XXII.
El Libro de la Cámara ... ha sido editado en Madrid en 1870 por la So-ciedad
de Bibliófilos Españoles.
Ibid.
PÉREZ DE TUDELAE: studio preliminar, pp. XXII-CLXXV.
Ibid., pp. CXIX-CXXV.
10 Dn.. A n . r i - m r T 1
M- ,MUWLLA i i ~L n II;s~uñ;n: :'hiüscrito 9-23-4,5.14&$/4470.
Se trata de una copia del siglo XIX, realizada bajo la dirección de don
José Amador de los Ríos. La Batalla 11 se contiene en los legajos 3 y 4.
En el momento actual la Real Academia de la Historia ha emprendido
la publicación de las Batallas y Quinquagenas al cuidado del académico
de número don Juan Pérez de Tudela. En 1983 ha aparecido el t. 1.
e: buen cuidado de advertirnos la fuente de información que
utiliza: «A este señor maestre yo nunca le vi ni le conoscí,
non obstante que yo era nascido ... antes que él muriese; pero
hallé escripto en un libro que mi padre escrivió de su mano
para su acuerdo e memoria.. . »
La muerte ael caballero aparece registrada con toda pun-tualidad:
{(El año de 1492 años, después de Sant Johan, fue el
rey Fernando a cercar a Loxa, e estuvo cinco días sobre ella,
pero no cercados de forma que dexasen de entrar e salir mo-ros
en aquella villa, e peleavan con los de las estancias; et un
día salió a ellos el maestre d.e Calatrava don Rodrigo Téllez
Girón, e pelearido diéronle una saetada por la garganta, de
que murió luego; e acudieron gentes del Real e hizieron huyr ;
los moros.. . » E
El encuentro entre el paje Gonzalo Fernández de Oviedo y
doña Beatriz de Bobadilla, viuda a la sazón de su primer ma-rido
Fernán Peraza, se produjo en el campamento de Santa E
Fe, diez años mis tarde, en la primavera de 1492. S
E
La clave para identificar el encuentro entre el futuro cro-nista
y la dama. ha sido nuestro estudio Cristdbal Colón y Bea- $
trix de Bobadillcz en las antevisperas del descubrimiento, don-de
quedaron probadas de manera irrefutable, con d.ocurnentos
fehacientes, las estancias de la señora de La Gomera en Santa
Fe y Córdoba en 1492. A ello hay que sumar la declaración ex-presa
de Diego de Sobadilla sobre los amores entre Rodrigo f
Téllez Gírón y su parienta, la cazadora Sin este poderoso me-dio
auxiliar, el pasaje de Oviedo seguiría siendo un eni,ma in-descifrable
para todos. 3
O Desde ángulo distinto, Gonzalo confesara: «Yo hablo como
testigo de vista, porque me hallé paje muchacho en el cerco
de Granada, y vi fundar la villa de Santa Fe en aquel ejército,
y después vi entrar en la ciudad de Granada al Rey e Reina
Católicos cuando se les entregó.. . » '*.
l1 Datos bibliográficos en la nota 3. Pp. 262-263.
* MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE: Colecci6n de viajes y descubri-mientos
que hicieron por mar los espa5oles desde fines del siglo XV, Im-prenta
Real, Madrid, 1825, p. LXXVI.
418 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS AMORÍOS DE BEATRIZ DE BOBADILLA 7
El testimonio del cronista se descubre en un inciso de la bio-grafía
del maestre calatraveño.
Reanudado el diálogo, Sereno pregunta, atrevido y mordaz:
({Su invención me dezid; que yo conoscí una gentil dama
de quien me dixeron que este maestre fue muy servidor.?)
Por su parte, el Alcaide responde con absoluta seguridad:
«Y aun yo la conoscí e la hablé diez años después de muer-to
el maestre; y ella estava biuda por la muerte de su
marido, que fue un cavallero muy valeroso.»
Por el hilo .conductor del relato, desde el principio al fin,
el sagaz lector habrá descubierto lo siguiente:
1. Que la ({gentil dama» es doña Beatriz de Bobadilla.
2. Que el escenario de la acción fue el campamento de
Santa Fe.
3. Que Oviedo conoció a doña Beatriz de trato y conver-sación.
4. Que la datación «diez años después» es exactamen-te
1492 (el maestre sucumbe en 1482), y
5. Que la dama estaba viuda desde 1488, en que los indí-genas
gomeros inmolaron a Fernán Peraza, hartos de
padecer sus tropelías.
({Servidor))q uiere decir en el lenguaje del siglo xv (y aun en
nuestros .días) amante. Quedan, por tanto, probadas las rela-ciones
amorosas entre Rodrigo Téllez Girón y Beatriz de Bo-badilla.
Los maestres y caballeros de la Orden de Calatrava, de acuer-do
con lo establecido por la regla monacal del Císter, no po-dían
contraer matrimonio por estar obligados al voto de casti-
&d 1" ¿Fde ésta as rs=Sfi yUe impid$ 1% ~;25fi &
enamorados?
l3 EMMAS OLANOLa: Orden de Calatrava en el siglo XV, Sevilla,
1978, PP. 63-68, 78, 103-105, 134 y 151-152.
En 1540 el papa Paulo 111 expidió una bula autorizando el matrimonio
de los caballeros de Calatrava.
8 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
De todas maneras hay que dejar constancia de las diferen-cias
abismales en cuanto a linaje. Los Téllez Girón entroncaban
con la ricahombría castellana medieval y pertenecían en el
siglo xv a la primerísima nobleza. En cambio, los .Bobadilla no
pasaban de la condición de estirpe hidalga con influe~cia en
los medios cortesanos por servicios prestados a personajes
regios.
3. LA ILUSTRE PROGENIE DE RODRIGTOÉ LLEZG IRÓN.M UERTEH E -
XOICA DEL MAESTRE DE CALATRAVENA LA EXPEDICIÓN CONTRA
LOJA (1482)
El origen de la familia Téllez Girón se remonta a los ini-cios
del siglo XII. El linaje procede, al pareces, de don Tello
Fernández, que en el reinado de Urraca defendió con bravura
la línea del Tajo frente a los almorávides y bajo Alfonso VI1
colaboró con éste en la restauración fronteriza al sur del lími-te
señalado.
Famosos fueron en el siglo siguiente, el XIII, Rodrigo Girón,
mayordomo de Alfonso VIII, y su hijo Gonzalo Ruiz Girón,
partícipe destacado en las empresas de San Fernando.
En la centuria XIV sobresale otro Gonzalo Ruiz Girón qu?
se cubrió de gloria en la batalla del Salado, a las órdenes dz
Alfonso XI (1340). Prestigioso miembro del linaje fue, asirnis-mo,
Fernán Ruiz Girón, que murió combatiendo a favor del
rey Pedro en ias banderías nobiliarias de 1355.
El último Gfrón, por línea estricta de varonía, se identifica
ZuTL A ~ Tr&fGiLGl1~ n "PU I-~I~VAI I-, ~señor~ de V a:: IEemán, cuya hija j7 h;-
redera, Teresa Téllez, contrajo matrimonio con Martín Váz-quez
de Acuñs, noble portugués emigrado a Castilla de resul-tas
de la desfavorable batalla de Aljubarrota (1385).
Entramos en el siglo xv con el vástago de esta unijn, Alfon-so
T6lle.z GjlSx, sefi=12ir Frechi!!a, qcien revicdicó para si el
uso del famoso apellido; contrajo matrimonio con doña Ma-ría
Pacheco, señora del BeImonte, y fueron padres de los dos
personajes nobiliarios más famosos de la centuria, don Juan
420 ANUARIO DE ESTVDIOS ATLANTICOS
Pacheco, maestre de la Orden de Santiago, primer marqués de
Villena y primer duque de Escalona, y don Pedro Girón, maes-tre
de la Orden de Calatrava y primer señor de Ureña y Osuna.
Ambos próceres participaron activamente en las luchas ban-derizas
que ensangrentaron los reinados de Juan 11, Enri-que
IV y los primeros años de los Reyes Católicos 14.
Como don Pedro Girón es precisamente el padre de don
Rodrigo Téllzz Girón, el malogrado y heroico maestre de Cala-trava,
segundo de la estirpe, nuestro principal protagonista,
parece obligado presentarlo al lector con una breve semblan-za
biográfica.
Había nacido Pedro Girón en Belmonte en 1423, entrando . . 9~~ la p-~bel~Lad, pajs, al prviciu del priilci-pe de &t-~&rj
don Enrique [JV]. Con el apoyo de su tío don Alonso Carrillo,
arzobispo de Toledo, y el valimiento de su hermano el mar-qués
de Villena, consiguió en 1445 ser elegido maestre de Ca-latrava,
lo que puso en sus manos rentas y soldados que supo
aprovechar en ventaja propia.
Con tropas de la Orden intervino en la confederación de no-bles
de 1453, en tiempos de Juan 11, consiguiendo derrocar de
su privanza al condestable don Álvaro de Luna.
Durante el reinado de Enrique IV, Girón se vio mezclado
en las luchas entre facciones políticas rivales, unas veces junto
al monarca y las más en su contra, manteniéndose en sorda
rebeldía y aprovechando todas las circunstancias para hacers~
pagar a buen precio sus servicios.
Combatió contra los moros en la campaña de 1455, disgus-tándose
con el rey al ver fracasadas sus esperanzas de gloria
ante la anómala decisión de don Enrique, que dio orden de le
vantar el campo y disolver las tropas sin haber conseguido
resultados positivos. En otra de las campañas contra los mu-
FRAXCISCFOE RX~NDEDEZ BÉTHENCOURT: Historia Genealdgica y He-ráldica
de la Monarquía Española, Madrid, 1900, t. 11, pp. 501-527.
SALVADDOE RM oxó: «De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La trans-formación
nobiliaria castellana en la baja Edad Median, en Cuadernos de
Historia (Instituto Jerónimo Zurita), núm. 3 (año 19691, pp. 66-77.
Núm. 31 (1985j 42 1
10 A.STONI0 RUMEU DE ARMAS
sulrnanes consiguió apoderarse de Archidona (146 11, en una
operación brillantísima.
En la revuelta nobiliaria de Andalucía contra Enrique IV
tomó activa parte en unión del duque de Medina Sidonia y el
conde de Arcos, proclamando rey al infante don Alfonso 1x111,
hemano menor del monarcas depuesto (1 465).
Como alianzas y revueltas sólo eran en aquel tiempo un me-dio
de aIcanzar ambiciones personales, intentó don Pedro de-clararse
árbitro de la paz, ofreciendo consolidar a Enrique IV
en el trono real a cambio de Ia mano de la infanta Isabel, su
hermana, joven de dieciséis años, llamada a ser con el tiempo
insigne soberana de España. El débil monarca aceptó la omi-nosa
condición como precio de la sumisión de su súbdito. Era
una jugada decisiva para engrandecer a los Girones.
Concedida por Roma la dispensa d.e los votos de castidad
que le ligaban como maestre de Calatrava, hizo don Pedro es-pléndidos
preparativos para la ceremonia nupcial. Salió de Al-magro,
con grm alarde de ostentación y riqueza, dirigiéndose
a Madrid, donde había de celebrarse la boda; pero al llegar a
Villarrubia de los Ojos fue aquejado de brusca enfermedad
-una esquinencia- que le causó la muerte el 2 de mayo
de 1466.
Don Pedro Girón unido en concubinato con doña Isabel de
las Casas l5 había tenidc en el consorcio tres hijos, legitimados
por bula del papa Pío 11 de 16 de abril de 1459. El primero,
Alfonso Téllez Girón sería elevado por el rey Enrique IV a la
dignidad nobiliaria de conde de Ureña; el segundo se llamó Ro-drigo
y el lector s a ? ~qu e es nuestro principal protagonista,
y el tercero se identifica como Juan, estando llamado a here-dar
el titulo condal por faiiecimienio sin descendientes ¿M pri-mogénito.
No estará de más añadir que Rodrigo Téllez Girón había na-cido
en Moral de Calatrava en 1458.
l5 FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOUROTb:. cit., P. 523.
Isabel de las Casas era hija de Gomez de las Casas, señor de Gómez-
Cardena, veinticuatro y fiel ejecutor de Sevilla, alcaide de Priego, y de
Leonor Fernández Hurtado.
422 ANU.4RIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
El omnipotente don Pedro planeaba desde tiempo atrás cam-biar
el maestrazgo por alguna prebenda o encumbramiento de
mayor categoría. A fines de 1463 o principios de 1464 había so-licitado
permiso de Pío 11 para que su hijo Rodrigo Téllez
Girón pudiese profesar en la Orden a los ocho años de edad,
pues era su propósito renunciar en él a la dignidad maestral.
La licencia le fue concedida el 15 de febrero de 1464, a condi-ción
de que se designase un coadjutor para el joven maestre
hasta la edad de veinticinco años. Don Pedro Girón ordenó
reunirse el capítulo en el convento de Calatrava en 1466, y de
esta manera accedió su hijo a la importante dignidad.
Muerto don Pedro en el propio año, conforme se ha dicho,
se retini6 en Almigrn, pnr s e g - ~ ~mvekz , e! cqi t -dn generz!, mti-ficando
la elección de Rodrigo y encargando de la tutela del
mismo y de la gobernaduría de la Orden al poderoso marqués
de Villena, su tío carnal. Estas disposiciones fueron aproba-das
por el papa Paulo 11 y el rey Enrique IV.
El maestre Rodrig~ Téllez Girón estuvo al frente de la Or-den
de Calatrava entre 1466 y 1482. La tutoría del marqués de
Villena se extinguió con su muerte, sobrevenida en 1474. Desde
esta última fecha el gobierno efectivo de la grey calatraveña
pasó directamente a sus manos.
Durante la guerra sucesoria sobrevenida a la muerte de En-rique
IV el clan Girón se alistó en las banderas de doña Juana
la Beltraneja, hasta que acabaron por reconocer, en 1476, la
legitimidad de la causz. de Isabel la Católica.
Desde la fecha aludida don Rodrigo Téllez Girón, maestre
de Calatrava, fue uno de los más ardorosos partidarios y lea-les
colaboradores de Fernando e Isabel.
Este espíritu de servicio se hizo patente en los momentos
iniciales de 'la guerra de Granada, llamada a culminar la Recon-quista
española. El maestre se distinguió en las luchas fronte-rizas.
De esta época es su desafío, inmortalizado por el roman-cero,
según unos con el moro Albayaldos (también llamado
Muza), según otros c m el legendario Aliatar, muerto a sus ma-nos
en los campos de Moclín. De él, y no de su padre, se dijo
aquel10 de:
Núm. 31 (1985) 423
ANTONIO RUMEU DE ARMAS
¡Ay, Dios, qué buen caballero
el maestre de Calatrava!
Y quán bien corre los moros
por la vega de Granada,
desde la fuente del Pino
hasta la. Sierra Nevada.. .
Cuando el Rey Católico emprendió en persona la primera
gran campaña contra el reino de Granada, vino en su compa-
Bía el maestre don Rodrigo, tomando parte en el cerco de
Loja, donde hizo prodigios de valor, hasta caer mortalmente
herido. Sobrevino este trágico acontecimiento el 13 de jillio
de 1482, cuando acababa de cumplir los veinticuatro años de
edad '".
4. LA ESTIRPE BOBADILLAASC. ENDENCIAM, ATRIMONIOS, DESCENDEN-CIA
Y PARIENTES COLATERALES DE DOGA BEATRIZ
La personalidad de doña Beatriz de Bobadilla se mueve en
tan distintos escenarios y es tan rica en sucesos, episodios y ma-matices
que haría falta un libro para biografiarla. Por esta razón
hemos de limitarnos a puntualizar la progenie y consanguíneos
de la dama junto con algunos pormenores de su existencia, im-poniéndonos
como límite el de su matrimonio con Fernán Pe-raza,
en 1482, y los acontecimientos derivados de la propia unión.
En el siglo XIV Juan Fernández, casado con Teresa Estéba-nez,
fue primer señor de Bobadilla, en los aledaños de Medina
del Campo, y a él hay que considerarlo como tronco indiscuti-
M Zbid., pp. 501-527.
El maestre de Calatrava tuvo relaciones amorosas con otra dama
desconocida. Fruto de las mismas fue Pedro Girón, alcaide de Osuna, ca-sado
con doña Catalina de Pernia. De ellos descienden, entre otros, los
marqmves cle !as 'xnari!!wc, Gxqlxr de Ahumarla con pnskrinridad !p. 527).
MIGUELÁ NGEL LADEROQ UESADAn: dalucía en el siglo XV, Madrid,
1973, PP. 33-36 y 115-128.
EMMAS OLANOLa: Orden de Calatrava en el siglo XV, Sevilla, 1978,
PP. 84-117.
424 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
ble de la estirpe. Un biznieto de este caballero, Juan Fernández
de Bobadilla, quinto señor de Bobadilla, casado con Beatriz del
Corral, nos interesa pbrticularmente porque de él derivan las
tres ramas objeto de nuestro estudio 17: la primogénita, deten-tadora
del señorío familiar; la segunda, encarnada en los se-ñores
de La Gomera, y la tercera, elevada a la alta dignidad de
marqueses de Moya.
El primogénito de Juan se llamó Rodrigo de Bobadilla «el
viejo» para distinguirlo de su nieto homónimo; casó con doña
María del Castillo y Fonseca. Fue sexto señor de Bobadilla. La
línea se perpetúa en las personas de Juan Fernández de Bo-badilla,
séptimo señor, casado con aoña Isabel de Miranda
(hija del afamado doctor Guadalupe), y Rodrigo de Bobadilla
nnl inrronw nn4-or~n --ñr\n ..-;A-JVVbLItr,
V~~~~~ DGUVl, uuuv Sil mati-imuiiio coli doña iii&
de Toledo la.
La rama segunda está representada por Cristóbal de Bo-badilla,
casado con Juana de Ulloa, y ha de interesarnos par-ticularmente
por la sencilla razón de pertenecer a ella nuestra
actmz pri-ncip!, deñu Reatriz de R&?uC7,i!!a.
Los Bobadillas de esta rama tenían su morada en la calle
de Santiago de Medina del Campo, en casa de piedra con es-cudo
de armas lg.
ALBERTyO ARTUROG ARCÍAC ARRAFFAEn: ciclopedia heráldica genea-lógica,
Madrid, 1924, t. XVII, pp. 133-180.
La sucesión completa de los señores de Bobadilla es !a siguiente:
Primeros: Juan Fernández de Bobadilla = Teresa Estébanez.
Segundos: Rodrigo Fernández = N.. . N.. . Velasco.
Terceros: Diego Fernández de Medina = María Gómez de To-ledo.
C~..orta: Is-hp! ci_F Enb_i&.
Quintos: Juan Fernández de Bobadilla (hermano de la anterior)=
Beatriz del Corral.
la lbid.
l9 Esta casa de Medina del Campo fue vendida por Juan Daza de Bo-badilla
al famoso banquero Rodrigo de Dueñas .
Al finalizar la centuria xvr, la mansión estaba en poder de Juan de Avi-la
de i..
A. H. N.: Orden de Alcántara, exp. 185, año 1568. Pruebas de Pedro Man-rique
y Castilla.
A.H.N.: Orden de Alcántara, exp. 312, año 1584. Pruebas de Pedro de
Castilla y Ayala.
Núm. 31 (1985) 425
ÁRBOL GENEAL6GICO DE LA FAMILIA BOBADILLA
Juan Fernández,
1 señor
l
Rodrigo Fernández,
11 señor
l Dilego Fernández de Medina,
111 -señ. or
María ~ ó m e y d eT oledo
l
Isabel de ~obadilla,
IV sefiora
Rodrigo Ferniández Cristobal irle Bobadilla
de Bobadilla «e1 viejo»,
VI -señ or
Juana -de Ulloa
María de7castillo
I
I - ~-
I l
Juan F. de ~obadi l la, Juan de iobadilla VI1 señor --- B~ouba&diadlle a
Leonor Alvarez -
Isabel d e ~ i r a n d a de Vadillo ~ i edez
Saldaña
RA.MA PRIMOGÉNIT.A RAMA SEGUNDA
(Se ccntinúa en el cuadro 11)
Juan Fe'rnández
de Bobadilla.
V -seño r
Beatriz del Corral
l
Pedro de '~obadilla
Isabel ~oizzázz Maldonado
- - l --.-
l I
Fr a i c i s c~d e Is1 abel de
l
Beatriz de
Bobadilla, Bob-adi lla Bobadilla,
maestresala marquesa de Moya
de los RR. CC. ~ i v a r o dLe u na, -
- señor de Andrés de Cabrera,
María dzeñalosa Fuentidueña marqués de Moya
RAMA TERCERA
(Ver nota 40)
Hijo de dicho matrimonio fue Juan de Bobadilla, regidor
de Medina del Campo, doncel del rey Enrique IV, alcaide de
los Alcázares de Madrid, corregidor de la villa acabada de men-cionar
(1477-1478) y cazador mayor de los Reyes católico^^^.
La esposa del doncel de Enrique IV ha sido hasta ahora des-conocida.
Se la llama en las genealogías ad usum Leonor o
Constanza de Osorio, sin que falten terceros que la apelliden
Ulloa y hasta Vadillo
20 Con todos estos títulos aparece significado en la documentación
del A.S. (Registro del Sello, Mercedes y Privilegios, etc.), a que se hará
alusión posteriormente.
Fue además cazador mayor de Enrique IV.
A. S.: Mercedes y Privilegios, leg. 43, fol. 65. En este fondo se conserva
ei iii~ramienio de su sueido {(por ia tenencia de ios mis Nicágares de ia
villa de Madrid del dicho año pasadon. Lo debían pagar los {(arrendado-res
de las alcabalas e tercias de la villa de Pinto)) (Madrid, 27 de marzo
de 1478).
Libros de Acuerdos del Concejo madriíeiio (1464-1600), edición de
A. Millares y J. Artiles, Madrid, 1932, pp. 20-21, 23-25 y 27-29. Juan de Bo-badilla
actúa como corregidor desde el 25 de abril de 1477 hasta el 10 de
abril de 1478. Su sustituto fue Alonso de Heredia. El 4 de octubre
de 1482 (p. 199) figura entre los caballeros de Madrid Francisco de Bo-badilla.
SALAZAY RC ASTROy FERNÁNDEDZE BÉTHENCOUlaR Tid entifican como
Leonor de Ayala y Ulloa. Por su parte, HAROy BLLICla EdeRno minan
Leonor de Aza y Guzmán.
GARC~CAA RRAFFOAp: . Cit., p. 152.
Estos últimos autores optan por llamarla Leonor Osorio.
En los expedientes de pruebas para ingreso en las drdenes Militares
de sus descendientes impera similar anarquía.
A.H.N.: Orden de Alcántara, exp. 865, año 1568. El caballero d.on Pe-dro
Manrique y Castilla, biznieto de nuestra interesada, la bautiza con el
nombre de Leonor o Constanza Osorio en la genealogía presentada.
A.H.N.: Orden de Alcántara, exp. 312, año 1584. El caballero Pedro
de Castilla Ayala declara en su genealogía que su bisabuela se llamaba
Leonor Osorio.
A. H. N.: Orden de Santiago, exp. 4.674 y 64, correspondientes a los ca-baiieros
Nionso Luis de Lugo (aiío 1535) y Per Afán de Ribera (año í568i.
En los cuatro expedientes citados, los testigos dan las más sorpren-dentes
versiones: María de Ulloa, Fulana de Vadillo, Fulana de Ulloa,
Fulana Osorio, etc.
El nombre de Constanza Osorio se produce por confusión con su nue-ra,
la esposa de Cristóbal de Bobadilla.
Núm. 31 (1985) 427
16 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
El verdadero nombre de la dama era doña, Leonor Alvarez
de Vadillo, hermana seguramente de Pedro de Vadillo, alcaide
de Alba de Liste, y sobrina de mosén Diego de Vadillo y de doña
Leonor Álvarez de Toro ''.
Esta última señora, Leonor Álvarez, se declaró protectora
de los jóvenes prometidos. Había sido otrora camarera y fa-vorita
de la reina Leonor de Aragón, esposa de Fernando de
Antequera, de la que había obtenido cuantiosas mercedes eco-nómicas.
Con el fin indicado decidió agradar sl marido de su
sobrina, Juan de Bobadilla, con ocho mil maravedíes de renta
situados sobre las tercias de Medina del Campo, otorgando la
pertinente escritura en Toro el 23 de octubre de 1456. La carta
de merced se sirvió confirmarla el rey Ens iq~eI V por sus al-balaes
de 10 de julio de 1457 y 6 de julio de 1458, situando la
renta sobre las alcabalas de la ((ropa vieja e madera d.e pino
de Salamanca)) 23.
La fecha de la cesión, 1456, cabe consi6erarla como próxima
a la del matrimonio.
Aunque nos distraigamos brevemente de nuestro objetivo
principal, no estará de m& declarar que tanto Enrique IV como
los Reyes Católicos recompensaron los servicios de Juan de Bo-badilla
concediéndole diversos juros.
El más antiguo del que alcanzarnos noticia le fue otorgado
A. S.: Mercedes y Privilegios, leg. 43, fol. 65.
Juan de Bobadilla, ((doncel del Rey, nuestro señor», hace constar que
((Leonor Álvarez de Toro, criada de la reina de Aragón aoña Leonor, ... le
renunció e traspasó e dio en casamiento con Leonor Álvarez de Vadillo,
su sobrina, muger del dicho Johan de Bobadilla, ocho mil maravedís
que la dicha Leonor ÁIvarez de Toro avía e tenía de la dicha reyca doña
Leonor de Ar&gónj por merced de cada un año sytuadas en las tercias
de ciertos lugares de la villa de Medina del Campo».
Crónica de Juan 11, Biblioteca de Autores Españoles, t. LXVIII, ca-pítulo
VII, p. 480.
23 A. S.: Mercedes y Privilegios, leg. 43, fol. 65.
La cláusula mis importante de la cesión se ha reproducido en la
nota anterior
Eí? el fondo simanquino se conservan las libranzas de la renta en-tre
1458-1464.
Los Reyes Católicos confirmaron la merced en Tordesillas el 30 de ju-lio
de 1476.
428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS AMORÍODSE BEATRIZ DE EOBBDILLA 17
por Enrique IV en Medina del Campo el 31 de julio de 1470
((en alguna enmienda e remuneración de los muchos e buenos
e continuos servicios que me avedes fecho e fazedes de cada
día». El beneficio económico se traducáa en la ((merced, de
cada un año, por juro de heredad, ... de diez mil1 marave-díes
... en la renta de las carne de la. .. villa de Medina del
Campo)). Los Reyes Católicos confirmaron dicho juro por al-balá
despachado en Tordesillas el 30 de julio de 1476 24.
Un segundo juro le fue otorgado a Juan de Bobadilla por
los Reyes Católicos en Toledo el 20 de abril de 1482. Consistía
la merced en siete mil maravedíes anuales, situados en la ren-ta
de la alcabala del pan de la villa de Medina del Campo 25.
Del matrimonio de Juan de Bobadilla, cazador mayor de
10s 2eyes CaMiicos, con aoña Leonor Áivarez de Vadiiio na-cieron
seis hijos, cuatro varones y dos hembras.
El primogénito de los varones fue Cristóbal de Bobadilla,
regidor de Medina dei Campo y alcaide de la fortaleza de la
villa de San Esteban de GorrnazZ6C. ontrajo matrimonio con
doña Const-zz ouurio Euzd -por ~ign~br&et iiitü Cojistaii-za
Daza 0sorio"-, teniendo entre otros hijos a Cristóbal de
Bobadilla, Juan Daza de Bobadilla y María de Bobadilla ".
Ibid.
z5 A.S.: Mercedes y Privilegios, leg. 43. fol. 59.
Juan de Bobadilla, por su testamento, otorgado en Madrid ante el es-cribano
Diego Díaz de Vitoria (la fecha no se concreta), dejó el juro
que nos ocupa, en concepto de mejora, a su hijo Pedro de Bobadilla.
Andando el tiempo, Pedro lo vendió a su hermano Cristóbal por pre-cio
de 60.000 inaravedíes.
A su vez, Cristóbal obtuvo doble confirniaciór, del mismo, por parte
de los Reyes Católicos (Sevilla, 11 de diciembre de 1490) y de la reina
doña Juana (Burgos, 25 de mayo de 1508).
Con esos títulos consta en la v e ~ t ac onsignada en la nota anterior.
A.H.N.: Orden de Santiago. exp. 6.335, año 1531. Pruebas de don Luis
Peraza. Declaración de Francisco de Biedma.
27 Constanza Osorio era hija de Juan Daza, alcaide del Alcázar de Se-govia
y ae iviaría Osorio. Otro de ios hjos de este matrimonio fue don
Juan Rodríguez Daza, obispo de Cartagena y Córdoba, virrey de Sicilia
y presidente del Consejo Real.
28 Cristóbal de Bobadilla contrajo matrimonio con Juana Sesé, na-ciendo
de la unión Luis Daza de Sesé y García de Sesé y Bobadilla.
18 ANTOKIO RCMEU DE ARMAS
El segundo se llam6 Pedro de Bobadilla. Ignoramos si vi-vi6
soltero o contrajo matrimonio, y, en este último caso, si
alcanzó descendencia. Su padre a la hora de morir lo mejoró
al dictar sus disposiciones testamentarias 29.
El tercer vástago varón se denominó frey Francisco de Bo-badilla,
caballero de la Orden de Calatrava y comendador de
Auñón dentro de la misma institución nobiliaria. Andando el
tiempo será nombrad.0 gobernador y pesquisidor de la isla
Española por los Reyes Católicos (14991, adquiriendo una tris-te
celebridad por los altercados que sostuvo con el descubridor
de América, Cristóbal Colón, de resultas de los cuales se vio
obligado a reducirlo a p r i s i ó~y encadenarlo 33.
En otra publicación anterior se ha sugerido como proba-ble
que Francisco de Bobadilla debiese la dignidad y el cargo
a la protección del maestre de la Orden de Calatrava don Ro-drigo
Téllez Girón 31.
Juan Daza de Bobadilla se trasladó a Canarias, donde contrajo matri-monio
con Ana de Arteaga.
María de Bobadilla esposó con Juan Gutiérrez da Montalvo, señor
de Serrada, caballero de Santiago y comendador de Ocaña.
En las pruebas de nobleza de los caballeros de Santiago y Alcántara
Per Afán de Ribera y Pedro Manrique y Castilla se mencionan, como
otros hijos, a Antonio de Bobadilla, Pedro Daza y Luis Daza.
A.H.N.: Santiago, exp. 64, y Alcántara, exp. 865.
Véase la nota 25.
AXTONIO RVMEUDE ARMAS: «Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla
en las antevísperas del descubrimiento)), en El Museo Canario, núms. 75-76
(año 1960), pp. 263-264, nota 16.
En este trabajo se identifico, por primera vez, a Francisco de Bobadi-lla,
el comendador de Auñón; personaje distinto de su tío segundo el
Fraricisco de Bobadilla, hermano de la mnrqüesa ds Moya
(considerado hasta entonces como el perseguidor de Cristóbal Colón).
Cuatro años más tarde, don J. MARIXOIN CHÁUSTEGCUAIB RALen, SU
libro Francisco de Bobadilla. Tres homonimos y un enigma colombino
descifrado (Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 19641, llegaba a idén-tica
conclusión, de la maco del dato consignado o con independencia del
misme.
JosÉ MARÍA RUIZ POVEDAN(O(A: lgunas precisiones eruditas sobre uno
de los homónimos-coetáneos de Francisco de Bobadilla)), en Anuario de
Estudios Americanos, t. XXXIV (año 1977), pp. 233-240.
31 RUMEUDE ARMAS: Art. cit.. p. 270, nota 26.
430 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Se cierra la descendencia masculina con frey Juan de BO-badilla,
caballero asimismo de la Orden de Calatrava y comen-dador
de A~ i ó nd, esignado en 1504 para sustituir a su herma-no,
trágicamente desaparecido en el naufragio de la flota de
Indias (1502) 32.
La primera de las hembras fue doña Beatriz de Bobadilla,
sobradamente conocida para el lector por sus amoríos con el
maestre de Calatrava. Era identificada en la corte con el epite-to
de «la cazadoran, por razón del cargo palatino de cazador
mayor ejercido por su padre y para distinguirla de su homó-nima
y tía segunda la prestipgiosa marquesa de Moya. Páginas
atrás se ha aludido incidentalmente a su matrimonio con Fer-nán
Peraza, señor de La Gomera y El Hierro, hijo segundogé-nito
de los sefiores ue Canarias, Diego García cie Herrera y
doña Iilés Peraza.
Las especiales circunstancias del relato nos impondrán rein-cidir
en el tema conyugal, para concretar la fecha del enlace
y las peculiares incidencias que se produjeron en torno a un
ac~i i tec~i -~epii-~ivtoa- jryi fail-diiai. con iasospec~a& deriva&-
nes políticas.
Beatriz de Bobadilla tuvo de su matrimonio con Fernán Pe-raza
dos hijos, Guillén Peraza de Ayala e Inés de Herrera. Gui-llén,
primer conde de La Gomera, casara andando el tiempo con
su prima hermana doña María de Castilla, e Inés se unirá en
matrimonio con Pedro Fernández de Lugo, segundo adelan-tado
de Canarias ?3.
Pedro de Ocaña Nieto declarará en Medina del Campo, el 10 de
enero de 1568, lo siguiente: «Que oyó dezir que el maestre de Calatrava
don Joan de Girón les favorecía.))
A. H. N.: Orden de Santiago, exp. 64. Pruebas del caballero Per Afán
de Ribera y Suárez de Castilla.
32 A. H. N.: Orden de Santiago, exp. 4.674, año 1535. Pruebas del ca-ballero
don Alonso Luis de Lugo
Uno de los testigos que declaran en Madrid el 27 de diciembre de 1535
es ei comenÜaÜor de Auñón frey Juan de Bobadilla. Afirma que «don
Alonso es hijo de sobrina de este testigo y nieto de su hermana, y que
es de hedad de sesenta y cinco años)).
Había nacido, por tanto, en 1470.
ANTONIO RUMEU DE ARMAS: «La reivindicación por la Corona de
Num. 31 (1985j 431
20 ANTONIO REILIEU DE ARMAS
Después de diez años de perfecta viudez, doña Beatriz con-trajo
segundas nupcias, en 1498, con don Alonso Fernández de
Lugo, conquistador de La Palma y Tenerife y andando el tiem-po
ade1antad.o de Canarizs. De esta unión no hubo descen-dencia.
La menor de las hijas del cazador mayor de los Reyes Ca-tólicos
fue Leonor ÁIvarez de Bobadilla, nombre que trocó en
la madurez por e! más simple de Leonor de Bobadilla. En 1484
su padre, Juan de Bobadilla, le hizo donación del juro de ocho
mil maravedíes de renta anual que venía disfrutando sobre «las
alcabalas de la ropa vieja e madera de pino de la ciudad de
Salamancan. La escritura aparece firmada en el Alcázar de Ma-drid,
del que era alcaide el otorgante, el 4 de enero del año
eqresado, ei; preser;eia del Eiege Díaz de Vitsrias.
Tres años más tarde, 1487, y por razón de orfandad, será
dotada con cien mil maravedíes por su hermano Francisco de
Bobadilla, comendado1 de Auñón, para que pudiese contraer
matrimonio con don Pedro Su.árez d.e Castilla, hijo de don Alon-so
~arizillod e Ac-m5a, sei'lor de Caracena, y de doña de
Toledo, señora de Pinto". Este personaje sería en el futuro
Castilla del derecno de conquista sobre las Canarias mayores y la crea-ción
del condado de La Gomera)), en la revista Hidalguia, núm. 32
(año 19591, pp. 33-60.
El título de conde de La Gomera le fue otorgado a don Guillén por
Carlos V en 1516. Ahora bien, al no cumplimentar las exigencias admi-nistrativas
y disposiciones legales, no llegó a expedirse la carta real de
concesión, quedando la gracia en una situación anómala.
3 AS.: Mercedes y Privilegios, leg. 36, fol. 39.
de Bubadilla se +L4A+~7,L7+1A-- ::&ay& & los o!c&caro. & !a xjl!~ &
Madrid)). La escritura aparece datada el 1 de enero de 1484. Los Reyes
Católicos aprobaron el traspaso por albalá de 21 de junio y expidieron
carta de privilegio en Sevilla el 20 de diciembre. La reina doña Juana
otorgó carta de confirmación el 9 de mayo de 1508.
Este es el juro que Leonor Álvarez de Toro cedió a Juan d.e Bobadilla
e! 22 de ~ ~ t l ~ dbe r1e4. 56.
Véase las notas 20 y 21.
95 A.S.: Registro del Sello. fol. 47. Carta de abril de 1490 amparando
en su derecho a Pedro Suárez de Castilla, por haber transcurrido tres
afios sin hacer efectivo Francisco de Bobadilla, {{comendador de Aufiónn,
432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
gobernador de Gran Canaria, corregidor de Jerez de la Fron-tera,
veintictlatro de Sevilla y tesorero de la Casa de la Con-tratación.
Per Afán de Ribera y Suárez de Castilla, nieto de Leonor,
dará fe, andando el tiempo, de que esta seiíora era conocida
en Sevilla con el sobrenombre de «la cazadora)), al igual que su
hermana
De la unión antedicha nacieron tres hijos varones y cuatro
hembras. Los vástagos se llamaron Pedro Suárex de Castilla,
esposo de doña Urraca de Guzmán, Alonso Carrillo, comenda-dor
de la Orden de Calatrava, y Luis Carrillo, canónigo de la ca-tedral
de Sevilla. Las féminas fueron María de Castilla, casada
con su primo hermano Guillén Peraza de Ayala; Catalina, con
con Francisco Tello
La tercera rama, aun siendo la más importante, ha de me-recernos
un interés secundario. Tuvo por cabeza a mosén Pedro
de Bobadilla, alcaide de Maqueda y de los Alcázares de Segovia,
el compromiso adquirido. Se ordena a las autoridades del reino el cum-plimiento
en justicia.
36 A.H.N.: Orden de Alcántara, exp. 312, año 1584. Pruebas del caba-llero
don Pedro de Castilla y Ayala.
La declaración aparece prestada en Toledo el 7 de junio.
37 Para la reconstrucción de la descendencia del cazador mayor de
los Reyes Católicos Juan de Bobadilla han sido de utilidad los expedien-tes
de pruebas para ingreso en las órdenes Militares, que se conservan
en el A. H. N. y van reseñados a continuación:
1. Hijo de doña Beatrix de Bobadilla
1.1. Guillén Peraza de Ayala y Bobadilla, primer conde de La
Gornerz. Orden de Snnfingn, exp. 6.334, ziio 11.530.
2. Nieto de Beatrix de Bobadilla
2.1. Alonso Luis de Eugo y Herrera. Orden de Santiago, ex-pediente
4.674, año 1535.
3. Nietos de Leonor de Bobadilla
3.1. Juan Gutiérrez Tello y Castilla. Orden de Santiago, ex-pediente
3.746, año 1556.
3.2. Per Afán de Ribera v Suárez de Castilla. Orden de Santia-go,
exp. 64, afiü 1568.
3.3. Pedro Manrique y Castilla. Orden de Alcántara, exp. 865,
año 1568.
4. Nieto de Beatrix y Leonor de Bobadilla
4.1. Pedro de Castilla y Ayala. Orden de Alcántara, exp. 312,
año 1584.
Núm. 31 (1985) 433
24 ANTONIO RUMEE DE ARMAS
casado con el ama de la infanta Isabel (la hija de Juan 11 y fu-tura
Reina Católica), Coña Isabel Goilzález Maldonado 38.
De este enlace nacieron doña Beatriz de Boim.d.illa, doncella
de la infanta Isabel, que contrajo matrirnoriio con el mayor-domo
del rey Enrique IV don Andrés de Cabrera, elevzdos am-bos
a la dignidad de marqueses de Moya por lcs Reyes Católi-cos
en 1480; don Francisco de Bobadilla, primer señor d.e
finos y de Beas, caballerc de la Orden de Santiago, rnaes: S resa-la
de !os Reyes Católicos y corregidor de Jaén, Andujar y Bae-za,
esposado con doña María de Peñalosa, y doña Isabel de Bo-badilia,
cjnyuge de don ÁIvaro de Luna, señor de Fuentidueña
y alcaide de ioja 39.
Los dos primeros matrimonios tuvieron dilatada sucesión 'O. a
E
O
33 A. S.: Mercedes g Przmlegios, leg. 43, fol. 67 n
La Reina Católica llama en diversas ocasiones a Pedro de Bobadilla E
((mi amo», 2or ser marido de su ama de cría, Isabel González Xaldonado. E
El cúmero de las mercedes y privilegios con que fueron agraciados 2
E harían interminable la presente nota.
Eii las geriealugzis corrientes, Isabel Gomá!ez Ma!d~nada aparece de
3
nominada María Maldonado. -
ALBERTO y ARTCRO G.1~ci.4 CARRAFFEAn:c zclope6ia heráldica genea-
Idgica, Madrid, 1920, t. XVII, pp. 133-180. E
A) Hijos del maestresala Francisco de Bobadillo. y María de Pe-ñalosa:
,,
1. Antonio de Bobadilla, segundo seíior de Pinos, casado con Magda-a
lena de Pa.dilla. l
2. Isabel de Bobadilla, casada con Pedrerias Dávila, gobernador de
Castilla del Oro. 0
3. Beatriz de Bobadilla, casada con Juan Ladrón. 3
4. J u a ~ a de Bobadilla, casada en primeras nupcias con Lope Sáp- O
&iez & valeiizuei.a y sepiieas con siego
B) Hijos de Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla, marqueses
de Moya:
1. Pedro de Cabrera y Bobadilla, muerto prematuramente.
2. Juan Pérez de Cabrera y Bobadilla, segundo marqués de Moya, ca-sado
con Ana de Mendoza.
3. Fernando de Cabrera y Bobadilla, primer conde de Chinchón, ca-sado
con Teresa de la Cueva.
4. Francisco de Bobadilla, caballero de !a Orden de Calatrava, obis-po
de Salamanca.
436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS AMORÍOSD E BEATRIZ DE BOBADILLA 25
Por último se impone señalar que el maestresala de los Re-yes
Católicos don Francisco de Bobadilla, acabado de men-cionar,
ha sido considerado hasta ahora como el «verdugo»
del almirante don Cristóbal Colón, por confusión con su so-brino
segundo el comendador de Auñóol 41.
5. LA INCLINACI~N AMOROSA ENTRE EL MONARCA FERNANDO DE
ARAGÓNY LA GALANTE DAMA DE LA BINIASA BEL
Las relacionas amorosas entre Fernando el Católico y doña
Beatriz de Sobadilla no aparecen registradas ni recogidas por
Ina inn~imnrnc r r n n i o t c i c & 12 @ ~ c z qde SIJ pll,mz A"+, L4&ALUA4A"A ,,u "A WAA&U"L+d
al estudio del reinado con visión generalizada.
Habrá que acudir a las fuentes locales para descubrir los
primeros ecos de estas sospechocas relaciones.
Con carácter previo se impone señalar la presencia en la
corte de F'ernkn Peraza para responder de la muerte del capi-tán
Juan Rej6n en 1481, con ocasión de dirigirse, con expreso
mandato regio, a la conquista de las islas de La Palma y Te-nerse
5. Diego de Cabrera y Bobadilla, caballero de la Orden de Calatrava,
comendador de Villarrubia y Zorita de los Canes.
6. Pedro Fernández de Bobadiiia, caballero de la Orden de Santiago
(andando el .tiempo fraile dominico y posteriormente afamado cor-sario).
7. María de Cabrera y Bobadilla, casada con Pedro Manrique, segun-do
conde de Osorno.
8. Juana de Cabrera y Bobadilla.
9. Isabei de Bobadilla, casada con Diego Hurtado de Mendoza, pri-mer
marqués de Cañete.
41 Véase 12 nota 30.
m Como es sabido, Juan Rejón fue el primer capitán encargado de
la conquista de Gran Canaria. Designado posteriormente gobernador Pe-dro
del Algaba, estallaron serias desavenencias entre ambas potestades,
que terminaron en conato de guerra civil.
Con un golpe de mano, Rejón se apod.eró de Algaba, sentenciándolo
a muerte por traidor (con achaques de supuesta connivencia con el ene-migo
lusitano).
Núm. 31 (1985) 437
26 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
El trágico accidente se produjo cuando al buscar cobijo el
capitán Rejón en la isla de La Gomera, por causa de los tem-porales,
le cortó el paso e: señor de la tierra, Fernan Peraza,
en actitud provocadora. La obstinación de uno y otro les arras-tró
a medir las armas combatiendo, con tan mala fortuna que
en la primera escaramuza suc~unbióm alherido el capitán real.
Los familiares de la victima y los enemigos de Peraza cali-ficaron
la muert.e del soldado de homicidio, y de resultas del
atestado fue conducido el señor de La Gomera a la corte para
responder de sus actos ante e: tribunal del rey. El proceso in-coado
no se conserva; pero sabemos que mediarori, como en
casos similares, acusaciones y defensas, sin que faltasen los
valimientos de parientes y amigos.
La reop=r,sa$i!idad Fernán Peruzu. en el &r,araciu& SIL-ceso
era, en todo caso, indirecta; por eso el ánimo de Ia rei-na
Isabel la Católica se inclinó por la benevolencia. Pero a la
hora del olvido y el perdón impuso dos condiciones: que el in-culpado
se casase con doña Beatriz de Bobadilla y que partici-pase
c m i "n peqi"eii~C ~ E P ~d~e Otr opas vasallas en la conquista
de la isla de Gran Canzria '3.
Esta resolución regia no es un dicho vulgar, sino un he-cho
probado, como mas adelante se tratará de justificar.
No estará de más añadir que cuando estos acontecimien-tos
se producían en cadena estábamos ya en 1482, y que el
13 de julio de ese mismo año sucumbía heroicamente en los
campos de Loja el maestre de Calatrava don Rodrigo Téllez
Girón, apasionado «servidor» de la Bobadilla 44.
La primera fuente en recoger los amoríos de Fernando con
Beatriz es una de las Crónicas de la conquista de Gran Cana-
Pedro de Vera, designado posteriormente gobernador y capitán, res-tableció
la paz. Ro vaciló para ello en apresar a Rejón, remitiéndolo a
la metrópoli, con el pertinente pliego de cargos.
Los Reyes Católicos, estudiado el caso, comisionaron a Rejón para la
conquista de ¿a Taima y Tenerife.
JosÉ DE VIERAY CLAVIJON:o ticias d e la Historia geneial de las Islas
de Canaria, imprenta Blas Romár., Madrid, 1773, t. 11, pp. 31-80.
Ibid., pp. 81-82.
Consúltese el epígrafe 3.
438 ANCrARIO DE ESTUDIOS ATLÁhTTICOS
LOS AMORÍODSE BEATRIZ DE BOBADILLA 27
ria, el manuscrito llam-ado ovetense, cuya redacción puede fi-jarse
en 1526. El autor se muestra moderado en sus manifes-taciones,
reduciendo el drama a comedia, con un problema de
simples celos por medio. Veamos ahora sus manifestaciones:
{{La reina . . . en aquella ocasión tenía muchos celos de
una su dama llamada doña Biatris de Bobadilla, muy her-mosa
y discreta, a quien el rey le parecía que miraba y
estimaba más que a las otras; y viendo que era buena
ocasión para quitarla delante de los ojos, que era lo que
mucho deseaba, . . . lo pidió al rey con mucho encarecimien-to,
diciéndole que si en alguna cosa pretendía darle gusto
lo había de ver en la ocasión presente; que ella deseaba
mucho el poner er, estado a doña Biatris de Bobadilla, que
muchísimo que la casase con Hernán Peraza, sa-cáncioie
de ia prisión en que estaba, porque eiia estaba
informada de cierto que no había tenido culpa en el delito
que se le imputaba >) ".
En la misma línea de discreta moderación se manifiestan
o:ras crónicas inspiradas en la fuente matriz. Valgan como ejem-plo
la llamada matritense, la de Lopez de Ulloa, Gómez Escu-dero,
Marín y Cubas, etc. 46.
Mención particular merecen dos historiadores de las postri-merías
del siglo XVI y primeros años del XVII, por cargar las
tintas abiertamente, convirtiendo la comedia en drama. Se tra-ta
de Leonardo Torriani y fray Juan de Abreu y Galindo.
El italiano se expresa así:
{{Pero los favores, que consiguen para con los grandes se-ñores
cualquier cosa, no hicieron falta a Peraza, de tal
mocio que la misma reina Isabel lo favorecía, para su pro-
's FRANCISCMOO RALEPSA DRÓNC: anarias: crónicas de su conquista,
Sevilla, 1978, pp. 151-152.
Ibid.
liatritense, p. 247.
=PEZ DE ÜLLOA: pp. 303-304.
GÓXEZ ESCUDERpO. ,4 11.
TOMÁS MARÍN Y CEBAS: Historia de las Siete Islas de Canaria, manus-crito
de 1687, Biblioteca de la Casa de Colón (copia mecanográfica del
que perteneció a don Juan del Castillo Westerling), p. 139 (fol. original, 58).
Núm. 31 (1985) 439
28 ANTONIO RUii'IVIEU DE ARMAS
pio provecho. En efecto, teniendo celos porque el rey se
había enamorado de Beatriz de Bobadilla, su dama (famo-sa
en aquellos tiempos por su belleza y por los amores de!
rey, de que hace mención el conde Baltasar Castiglione,
en el Cortesano), procuró casarla con Fern2n Peraza y
llevársela de la vista, y dejar la vida al prisionero favore-cido.
El rey consintió, para dar satisfaccicn a la reina y
para enderezar el carro volcado; y así Perzza tuvo la vida
salva y mujer, con el castigo de que debía servir en la gue-rra
de Canaria con sus vasallos, hasta tanto que se hu-biese
conquistado la isla» 47.
El fraile Abreu Galindo apenas si rebaja los juicios en sil
narración:
{(La católica reina doña Isabel, por asegurarse de sosye-chas
que tenía y celos, mandó a Hernán Peraza casarse
con doña Beatriz de Bobadilla, sobrina de la marquesa de
Moya, dama suya, hermosa en todo extremo, a quien el
rey mostraba alwna afición. EXect-~~óeslr casamieito (oca-sión
honesta para sacarla de la. corte), y Hernán Peraza
fue dado por libre; y muy contento se vino con su herrno-sa
y avisada esposa ... Y, haciendo llamar los gomeros por
cumplir el mandeto de Sus Altezas, escogió ochenta gome-ros
y. .. pasó a estz. isla de Gran Canaria))
Mención especial hay que hacer del insigne Viera y Clavijo,
por cuanto ratifica lo manifestad-o por sus inmediatos predece-sores,
difuminando las tintas con su bella prosa:
{{Todavía se le inpuso [a Peraza] otra penitencia menos
rígida. Hallábase por este tiempo en palacio cierta seño-ra,
adornada de los dos grandes incentivos en que con-siste
e! erdinziri~m érito de una mmjer, quiero decir, dlr-creciór,
y hermosura. Estimábala mucho la reina, porque
era dama suya y hermana de la marquesa de Moya, su
camarera mayor y su confidente desde la primera edad;
pero como advertía que e! rey se le aficionaba demasia-do,
tomó el parti60 de hacer feliz a Hernán Peraza con su
47 Descripción e historia del reino de las Islas Canwias, Goga Edicio-nes,
Santa Cruz de Tenenfe, 1978, p. 137.
Historia de la conquista de las Siete Islas de Canaria, Goya Edicio-nes,
Santa Cruz de Tenerife, 1955, pp. 220-221.
440 AVUARIO DE ESTUDIOS STLÁNTZCOS
LOS AMORÍOSD E BEATRIZ DE BOBADILLA 29
mano! saliendo por medio de este destierro honroso de
una rival.. .En efecto, !as bo,das de Hernán Peraza con
doña Beatriz de Eobadilla cv ejecvtaron con aplauso y os-tentación
... Restituido a La Gomera hizo una leva de 50
hombres ... con que.. .llegó al puerto d-el Agaete, de Ca-naria
» 49.
Como se ha dicho en. la cabecera de este trabajo, no se pue-de
precisar si doña Beatriz de Bsbadilla fue la amante o la
amada del poderoso monarca hispano. deso sí es dable asegu-rar
que la {{amistad)p) reocupó sobremanera a la regia consorte
doña Isabel de Castilla, hasta el punto de utilizar como recur-sos
la dcidiva y la coaccich con tal de cortar por lo sano, po-niendo
fin al trato amistoso.
La Reiiia Católica eiardear& en fuillrod e que mairi-monio
fue concertado por ella misma, de manera apremiante
y conminatoria. Tenemos a la vista tres importantes docurnen-para
en cuenta del casamiento que Nos le ovimos de dar con
Fernando Peraca, su marido)). Dicha cantidad le era librada
«en las alcabalas e tercias de las villas e lugares del maestraz-zo
de Calatrava del año ... de mil1 e quatrocientos e ochenta
e dos años.. .N 'O.
Recordemos que el maestre había sido hasta julio de 1482
don Rodrigo Téllez Girón, «servidor» dv la dama, y que la can-tidad
se sitúa sobre las rentas en pleno período de cobranza.
Noticias de la Historia general de las Islas de Canaria, Imprenta
de Blas Román, Madrid, 1773, t. 11, pp. 82-83.
50 A. S.: Registro del Sello. fol. 137. Ejecutoria de 30 de agosto de 1484
(Córdoba).
La ejecutoria se expide por incumplimiento de la merced. Va dirigida
contra el vecino de Almagro Diego de Villarreal, recaudador de los im-puestos.
Era práctica corriente en la corte de la reina Isabel dotar a las da-mas
con medio cuento de maravedíes.
ANTONIORU MECD E ARMAS: «La reivindicación por la Corona de Cas-tilla
del derecho de conquista sobre las Canarias mayores y la creación
del condado de La Gomera)), en Hidalguia, núm. 32 (aso 1959), p. 41.
Núm. 31 (1985j 441
30 AXTOXIO RUMEU DE ARMAS
El segundo documento sercria para hacer dofiación a dofia
Beatriz de Bobadilla !<Ge la kredad de Mairenilla, que dis que
es en el Aljarafe d.e 12 dicha Qhdad de Sevilla, la qual dicha
heredad le fue dada, por nuestro ma.r,dado, en cuenta del ca-samiento
que le dimos con el dicho Fei-nán Pei-aca.. .~j:.
El tercer docume-rito &cta de msilera conjunta a los se-ñores
de las islas Ca~arias, Diego García de Herrera y doña
Inés Peraza, y por vía indirecta a «la cazadora)). La Corona de
Castiila tenía contraic?~u n dsoito de cilxo mi!!ones de rnara-v~
díes con los mencionados sefiores Coi30 I~drmnización pac-tada
en 1477 por !a -rer,unciz. al dominio político de ;as islas
de Gran Canaria, La Palma y Tenerife en beneficio de aqu!lSlia.
13espues de seis años de demora, siempre a la espera del pago
de !a r~msencaciin real, se exyidid arden en 1483 para la 3-
branza de la can'cidad estipulada deritro de ciertos plazos. Re-sulta
curioso sefialar el móvil de la aceleracíón: «E a Sus Al-tezas
plase por faser merced a los dichos Diego de Herrera e
doña Ynés, por a1,g.h derecho en que podrán thener a las di-chas
yslas ...; e por el cascrniento cpe Fernand Peraca hizo por
SU mandado.. , n f,z.
A. S.: Registrc del Sello. Provisión del Consejo Real expedida en
Medina del Campo el 26 ae mayo de 1464, danao comisión al licenciado
Vi1ler.a.
Se trata de la denuncia presentada por doña Beatriz de Bobadilla
contra SS suegra, doña Inés Peraza. y de rechazo contra la actuación de
su marido aifünto, Fernán Peraza, por haber vendid-o la heredad de la
Mairenilla, que pertenecía a su dote pcr o.onación real.
ANTOMIO RUMX DE ARMAS: <(Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla
en las antevísperas del desccisrimiento)), en El .Museo Ca?zario, núms. 75-76
(año i961i1, pp. 257-258, iiota 4.
"4. S.: Mercedes y Privilrgios, leg. 92.
El débito tardaría algunos años en hacerse efecdvo.
ANTONIORU MEUDE ARMAS:( (La reivindicación por la Corona de Cas-tilla
del derecho de conquista sobre las Canarias mayares y la creación
del condado de La Gomeran, en Hzdalguia, núm. 32 (año 1939), pp. 41-43.
Un ni&= de cbWa Yeatriz, don PeYrn de Casti!la y de Ayala, hijo del
conde de La Gomera, en una declaración circunstancial, se hace eco de
la intervenc:ón de la soberana de Castilla: ({Estando la dicha doña Bea-triz
en Palacio la casó !a Reina Católica con el dicho Hernán Peraza,
sefior de las islas de Canaria ... »
442 AArUr?RIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
En la presente indagatoria queda ahora por determinar la
fecha de la boda de doña Beatriz de Bobadilla con Fernán Pe-raza
como ocurrencia posterior al lance sentimental con el mo-narca.
El fallecimiento del maestre de Calatrava don Rodrigo Té-llez
Girón el 13 de julio de 1482 es un primer indicio crono-lógico
a tener en cue~t a .D oña Beatriz quedaba libre de com-promisos
y ataduras.
La dote que le sitúan los monarcas sobre las rentas del maes-trazgo
de Calatrava correspondientes al año 1482, acabada de
señalar, es una segunda conjetura digna de estimación.
A esto hay que añadir un argumento de peso. El testimonio
de un testigo de vista, el licenciado Berna1 Iáñez, vecino de Ea-drid,
que fija la fecha de la boda en 1482 y localiza en la actuai
capital de España el escenario de la misma. Véanse sus exac-tas
palabras:
<:Que conosció a Hernán Peraza ..., el qual se casó en esta
-All.. AA nr..A-:A A=.-. A,. r.,-.L,.-+.. v l u a N ~ ~ L U L L , U= uulcxllia y dos, con duña Ueatrlz
de Bobadilla, llamada "la cazadora", dama que fue de la
reyna doña Isabel» j3.
Como en el año de gracia de 1482 los Reyes Católicos hicie-ron
su entrada en Madrid, de regreso de la campaña contra el
reino moro de Granada, el 6 de noviembre y van a permanecer
en dicha villa hasta el 11 de febrero 1483 "', existen proba-bilidades
de que la boaa se efectuase en el alcázar madrileño
(del cual era alcaide el padre de la novia, Juan de Bobadilla)
en los meses postreros de la datacijn indicada.
Muerto el maestre de Calatrava, doña Beatriz d-ebió conver-tirse
en «d.ama y criada)) de la reina Isabel, siguiendo a la cor-te
en sus desplazamientos, como era norma obligada en es-tos
casos.
A.H. N,: Orden de Alcántara, exp. 312, año 1384.
A.H.N.: Orden de Santiago, exp. 4.674, año 1333. Pruebas de Alon-so
Luis de Lugo, tercer adelaictado de Canarias.
54 ASTONIO Ruwm DE ARMAS: Itinerario de los Reyes Católicos, Mz-drid,
1974, pp. 107-108.
Núm. 31 (19853 443
32 AXTONIO RUMEG DE ARMAS
Fue seguramente en el período de tiempo que se extiende
entre julio-noviembre de 1482 cuando se produjo el Gesper-tar
de la inclinación zmorosa entre el rey galante y la dama.
Los cuentos, anécdotas, sucedidos, dichos, lances, pasatiem-pos,
en particular los eróticos, se han dado en todas las épocas
con especial abundancia. Anora bien, cad.a generación se lle-va
al sepulcro esta obra creadora menor, siendo bien escasas
las producciones que sobreviven con el pa.so del tiempo. Gozan
de este privilegio los cwnr;os recogidos por la pluma de algún
curioso escritor, quier, consigue perpetuarlos con su diligencia.
Estas consid.eracior_es vienen al caso de dos cuentos o anéc-dotas
de índole amorosa, cuya ai~toría y protagonismo corres-ponde
a aon Alcnso Carrillo, sefior de Caracena, y su áivulga-ción
al famoso escritor italiano Baltasar Castiglione. En ambos
pasatiempos eróticos ei personaje centmi es dona Eeatriz de
Bobadilla, sin que se concret.e si la dama aludida era la mar-quesa
de Moya o la sobrina y homónima la caxadora, andando
el tiempo conocida como señora de La Gomera.
Nos proponernos en este epígrafe identificar al autor, Alon-so
Carriilo; biografiar al divulgsdor, Baltasar Castiglione; re-producir
los pasatiempos tal como fueron recogidos por su
pluma; identificar a la protagonista de los cuentos, y emitir un
jülcio sobre la. veracidad. de los mismos.
Don Alonso Carrillo fue un pvrsonaje de relieve en la corte , neyes Cstó!icos. Fra h i j ~& den G6mez Currilln & ACIJ-fia,
señor de Jadraque, doncel y camarerc del monarca Juan II
y de su legítima esposa dona María de Castilla, nieta, por línea
l,:astarria, del rey Pedro 1. Gozó en vida de la protección de su
tio carncrl el famoso d.on Alonso Carrillo de Acuña, arzobispo
TI~&o ='. Yuestro hioprafiado fue primer señor de Caracena;
villa a ia qde vino 3, sumar, 93r here~ciaJ, adraque y Maqueda.
Górnez Carrillo, señor de Jadraque, y Alonso, el arzobispo toledano,
eran hijos de Lope Vázquez de Acuna y de Teresa Carrillo. Y esta última
444 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Los Reyes Católicos lo recompensaron con el cargo de guarda
mayor. Estuvo casado con doña Leonor de Toledo, señora de
Pinto. De esta unión nacieron, entre otros, Gómez Carrillo de
Castilla y Toledo y Pedro Suárez de Castilla, de quien volvere-mos
a hablar 55.
Don Alonso Carrillo fue eiz su tiempo el prototipo del jo-ven
disoluto, bullanguero, manirroto y chistoso, cuya lengua
era más corrosiva que el agua regia. Antes de cumplir los cua-renta
años había dilapidado la mayor parte de la fortuna here-dadas,
mientras sus críticas mord-aces concitaban contra él la
aversión general.
Gonzalo Fernández de Oviedo lo retrata, con mano maes-tro,
en las Batallas y Quinquagenas:
((Yo le conoscí e le hablé ... Fue muy gentilhombre de pa-lacio
e gran decido~; del qual oí muchos dichos donosos
e vivos, celebrados en la lengua del vulgo, de respuestas
acutas e gentiles sentencias e aun malicias bien apropó-sito
apiicadas. Pero los más de sus dichos son mordaces e
n ~ i l i v o n c o n r f ~ ~ c a ~ mi nacl i oinccnc- m~ r o a d o r í c in c nn min rV***YVVU V..* YVY..Y*..VU ---U--V-VYU.2.2, AA-"- VLYUVI-CY "U V.& y-V
se gana poco e es notoria pérdida del tiempo.. .; e no para
todos gustos ho~estos,p orque los que ríen e huelgan de
oír tachas ajenas oPenden a los otros prójimos que de ellas
se duelen, e les queda justa querella e malicia con quien
habló en su perjuicio.. . »
Para el cronista OvSedo a don Almso Carrillo «se Ze fue la
vida en decir donayres e desperdiciar su hacienda ... » 57.
hermana de Alonso 1 Carrillo, cardenal de San Eustaquio y obispo de
Cuenca.
VVZ-.. -. 7 - - ,c.. -- - z... - 7 -- -7 - --L- vearise las iirieas iiria~es ue esce rr~isrriu epígrafe. Consúiiese también ei 4.
GONZALFOE RNÁNDEZD E OVIEDOB: uiallas y Quinquagenas, Batalla 1,
Quincuagena IV, Diálogo XLIV. Manmcrito 9-234,5.4464/447( de la Bi-blioteca
de la Real Academia de la Historia.
La biografía de Pedro Suárez de Castilla en idéntica Batalla y Quincua-gena,
Diálogo XXV.
56 rt-iírl
I VIU.
La villa de Maqueda la vendió don Alonso Carrillo al comendador ma-yor
de León don Gutierre de Cárdenas y !a de Jadraque, con el castillo
del Cid, al cardenal don Pedro González de Mendoza.
j7 Ibid.
34 APITONIO RCMEC DE ARM.4S
Como ya se ha dicho, los donaires de Alonso Carrillo sobre
doña Beatriz de Bobzdilla se hubieran perdido para siempre
si no los hubiera recogido la pluma diligente de Baltasar Casti-glione
durante su estancia en España.
El conde Castiglione comienza su deliciosa obra 11 Corte-gimo
en 1501, tres a6os después de muerta la reina Isabel.
Su conocimiento de las cosas de España procedía entonces
de haber combatido en 1503 en la segunda guerra de Nápoles
contra el Gran Capitán. Pero tiempo después su información
se acrecentó, por la vía directa, cuando el mantuano tomó es-tado
eclesiástico y desde 1525 residió en España hasta el mo-mento
de la muerte (scbrevenida en Toledo en 15291, ejerciendo
la nunciatura apostólica cerca de Carlos V. Como II Cortegiano
no se publicó hasta 1528 y la familia Carrillo tenía su residen-cia
principal en la ciudad del Tajo, parece probable que en esta
urbe recibiese la información que rastreamos.
Los cuentos o anécdotas eróticos son dos, que nos permi-timos
reproducir sin c,uit,ar punto ni coma:
((Hallándose Alonsc Carrillo en la Corte de España y ha-biendo
cometido algunos errores juveniles, de escasa im-portancia,
fue pu.esto en la cárcel por orden del rey y de-jado
en ella toda una noche. Al día siguiente lo sacaron
de prisión; y veniendo así a palacio por la mañana, llegó
al salón, en donde estaban muchas damas y caballeros.
Y divertiéndose a costa de su prisión, dijo la Señora
Boadilla: -Señor Alonso, a mi me dio mucha pena esta
desgracia vuestra, ya que todos los que os conocen, pen-saban
que el Rey iba a. mandaros ahorcar. Entonces con-testó
en seguida Alonso: -Señora, yo también tuve este
miedo; pero tenía la esperanza de que íbais a pedirme por
esposo.
Véase como est.0 es agud-o e ingenioso, porque en Es-paT?
a, como en otros muchos países, es costumbre per-donar
la vida a un condenado a quien una meretriz lo
aceptaba por marido)) jy.
58 RAMOX MENÉNDEZ PIDAL: LOS Reyes Católicos según Maquáaselo y
Castiglione, Madrid, 1942, p. 61. " ((Essendo Alonso Carillo alla Corte cii Spagna ed avendo commesso
alcuni errori giovenili e non d.i molta importanza, per commanda-mento
del re fu posto in prigione e quivi lasciato una notte. 11 di
seguente ne fu tratto; e cosí venendo a palazzo la rnattina, gi-mse
44 6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Ea segunda anécdota es mas comedida. No se trata de ui?
ataque directo, personal, sino de una chanza donde el buen
nombre de la dama se pone en entredicho:
((Pasando la reina doña Isabel por delante de la casa de
la misma señora Boadilla, Alonso vio la puerta cuajada
con dibujos al carbón, representando aquellos animales
iridecentes con que tiznan las paredes de las hosterías en
mil maneras; y acercándose a la condesa de Castañedo,
dijo: -Mirad, Sefiora, las cabezas de las fieras que mata
cada día la Señora Boadilla en sus cacerías)} 63.
El conde Baltasar Castiglione recoge ex profeso las anéc-dotas
para condenar la conducta del gentilhombre, cuyo com-portamiento
con las mujeres, chabacano y soez, era indigno
de un buen cortesano.
Qiieda ahora por aclarar quién era la ((signora Boadiglian
reiteradamente aludida por el afamad-o escritor.
La identificación del personaje central dz la anécdota con 12.
marquesa de Moya tropieza con insalvalcles dificultades. Perte-necía
a una generación anterior a la de Alonss Carrillo, con
G~Qde ,d iferencia por medio6'. La cmducta de esta señora,
nella sala, dove erano molti cavalieri e dame. E ridendosi di questa
sua prigionia, disse la Sra Boadilla: -Signar Alonso, a me molto
pesava di questa vostra disavventura, perche tutti queIli che vi co-noscono
pensavano che'l Re dovesse farvi impiccare. Allora Alonso
subito disse :-Simora, io ancor ebbi gran paura di questo; pur
aveva speranza che voi dimandaste me por rnarito.))
f l Cortigiano, Milán, 1803, t. 1, p. 208.
((Passando la reina donna Isabela davanti la casa pur della Sra Boa-diglia,
vide Alonso la porta tutta dipinta ccn carboni, di quegli
animeli disonesti che si dipingono per I'osterie in tante forme; ed
accostatosi alla Contessa di Castagnetto, disse: -Eccovi, Signora,
le teste delle fiere che ~ = ; ? l i gierr?~U XXIII~ZZU, ?a Sigmra Bmdiglia
alla cazza.»
Ibici., p. 232.
Doña Beatriz de Bobadilla habia nacido en Medina del Campo
en 1440.
Contrajo matrimonio en 1467 con Andrés Cabrera (diez años ma-yor
que ella).
El 12 de abril de 1467 el monarca Enrique IV le hizo merced de un
juro de 300.000 maravedíes. En la carta de privilegio se hace constar que
ella era «donsella de la ynfanta dona Ysabel, mi muy cara y muy amada
hermana)), y que la concesión se hacía ((por quanto go la casé coz An-drés
Cabrera, mi mayordomo e de mi Consejo...>).
Núm. 31 (1985)
36 AYIOXIO RUMEC DE ARMAS
amiga y co~fidented e icc reina. Isabel rlesde los aiíos de la infan-cia,
hay que calificarla d.e intachable, pese a las malévolas in-sinuaciones
del ma.ldiclente cronista A!or,so de Palencia ".
En cam2io, se dan en dofía Beatriz de Bobadilla, la futura
senora de La Gomera, una serie de circmstancias que favore-cen
la atribución. En primer término, la conducta irregular de
1% dama. En segundo lugar, su condición de soltera. Y con
jnd-ependencia de ello, las claras alusiones a su epíteto de «la
cazadora.)), que le venía por herencia paterna.
Sobre la veracidad de las anécdotas resulta difícil adoptar
una postura afirmativa o excluyente. Pueden ser autént,icas o
inventadas; el (ccuentista)) Carrillo utilizó con reiteración am.
bos recursos para zaherir a sus contemporáneos y provocar la g N risa entre sus admiradores. Ahora bien, la. circunstancia de ser g
actor principal y la pervivencia de !a anécdota en Toledo hasta $
fecha tardía, nos inclina a votar por la autenticidad. -
=m
O En cuanto a lz. datación de las anécdotas parece lógico si- E
tuarlas en 1482, en Msdrid, poco antes de efeciuarse la boda
Por carta de 30 de mayo de 1467 la renta Iue situada sobre íos diez- =
mos de las Merindades de Castilia y Montazgos de los ganados. El privi-
-
legio fue confirmado por los Reyes Católicos, en Segovia, el 14 de sep- B
tiembre de 1476.
A. S.: Me-(cedes y Privilegios, 43-57 '.
F~~Nc r s cFoE RNÁNDEDZE BÉTHESCOCRHTi:s toria Genealógica y Herál- d
dica de la Monarquia Espa7;,ola, Madrid, 1900, t. 11, pp. 232-233. -E
Crónica de Enrique IV. tradiícción castellana de A. Paz y Meliá,
Madrid, 1904, t. 11, pp. 243, y r. IV, p. 258. n
En dos ocasiones Palencia se expresa tendenciosamente. 0
La primera con ocasión de la huida de las damas de la princesa Isa- 5
be1 desde madrigal a Coca: O
NP"c"S dia5 arltes hzkian --S--:-A- A-.-An 7 " - A w i n a l Ane de ~12s r c ~ u g r a u .u~r ;nu~a r u u r r g u r -"u
damas más queridas, Beatriz de Bobadilla y Mencía de la Torre.
Aquélla había sido galanteada inúiilmecte por el arzobispo de Se-viga..
. Al cabo terminaron aquellos ilícitos devaneos, casándose la
primera con Andr6s de Cabrera, uno de los favoritos del Rey...))
La segunda ocasión se produce al ponderar el encumbramiento del
aludido Cabrera:
N.. . u: amparo de! cardrnu! den Pedre GonxSlez rie Mendoza y del
conde de Benavente, que allí se hallaban, y que por igual favore-cían
a la Bobadilla. Como quiera que este favor se interpretara, no
parecía inspirar el menor cuidado a Andrés, que, despreciando las
murmuraciones de los cortesanos, recibía alegre y cortésmente a
xio y otro huésped, sin dar señal alpuna de celos.))
448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
c m Fernán Feraza. En otro caso habría .que retrotraerlas a
una etapa anterior a la amistad con el maestre de Calatrava.
Digamos para terminar, a t,ítulo de mera curiosidad, que el
hijo del detractor, Peüro Suárez de Toledo, casaría, al correr
del tiempo, con doña Leonor de Bobadilla, hermana de su víc-tima
6".
7. EL EPISODIO SENTIMENTAL DE LOS AMORES ENTRE DON CRISTÓ-
BAL COLÓN,A LMIRAMTE DE LAS INDIASY,. DONA BEATRIZDE BO-BADILLA
Cristóbal Colón visitó La Gomera en 1492, 1493 y 1498, con
ocasión de sus afamados viajes al Nuevo Mundo. Como sabe-mos,
por las fuentes locales, que desde 1488 doña Beatriz de
Bsbadilla había asumido el gobierno de la isla en nombre de
su hijo menor GuiUén Peraza de Ayala, esta sola circunstancia
bastaría para probar la colaboración prestada por la dama a la
empresa del descubrimiento, con cuanto d o significa de honor
y gloriae4.
Ahondando un poco más en los documentos y en las fuen-tes
narrativas específicas del período deduciremos que la asis-tencia
y ayuda d.e la señora de La Gomera en 1492 fue en ex-tremo
valiosa, pues aksteció a la flota de agua y vituallas con
mano generosa y espléndida. Dan fe de ello el Diario de a bor-do
de Cristóbal Colori, la Historia del Almirante de su hijo
Hernando Colón y la celebérrima Historia de las Indias de fray
Bartolomé de las Casas ".
N= estará de añadir c;Lie !a Histwia de Eernandc? Cv
63 Epígrafe 4.
JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO: Noticias de la Historia general de las islas
de Canaria, Imprenta de Blas Román, Madrid, 1773, t. 11, pp. 166-170.
65 CRISTÓBAL COLÓK: Diario del Descubrimiento, edición de Manuel
Alvar, Madrid, 1976, t. 1, pp. 68-70.
HERNANDCOO LÓK: Historia del almirante don Cristóbal Colón, Edito-rial
Victoriano Suárez, Madrid, 1932, t. 1, pp. 133-140.
BARTOLOMÉDE LAS CASAS: Historia de las Indias, Fondo de Cultura
Económica, México, 1931, t. 1, pp. 180-182.
Num. 31 (1985) 449
38 ANTONIO RCMEC DE ARMAS
lón hace expresa mención de la dama como implicada en los
problemas concernientes al despacho de la escuadra colom-bina
66.
Nuestro objetivo de hoy se centra en torno a un episodio
singdar relacionado cor, el segundo viaje colombino, que tuvo
por escenario el puerto de San Sebastián de La Gomera y por
cronista a Michele de Cuneo.
Digamos ahora dos palabras sobre el autor antes de proce-der
a copiar el texto aludido.
Michele de Cuneo escribió en Savona, el 28 de octubre
de 1495, uEa carta-relación del segundo viaje colombino, diri-gida
a su amigo Girolano Annari, de cuya sustancial autenti-cidad
y veracidad nadie ha dudado. Su valor como fuente de la
expedición es imponderable y su interés asimismo extraordi-nario.
En este curioso relato, al referirse su autor a la segunda
escala del almirante er, el puerto de San Sebastián (octubre
de 14931, pofidera los homenajes preparados por el mismo en
honor de doña Beatriz de Bobadilla, a impulsos de una espe-cialísima
amistad «de otros tiempos)).
El párrafo que nos interesa dice exactamente lo que sigue:
«El día 3 de octubre entramos en Gran Canaria. La noche
siguiente nos dinos a la vela, y el día 5 del mismo mes en-tra.
mos en La Gomera, una de las islas llamadas Canarias.
Sería demasiado largo, si le dijera todos los triunfos, los
tiros de bombarda y los fuegos artificiales que hemos he-cho
en aquel lugar. Todo ello se hizo por causa de la
señora del dicho lugar, de la cual nuestro señor almirante
estavo encendido de amor en otros tiempos. En dicho lu-gar
c~gi-zs refrescos & to& lo necesario, y e: 3% de
octubre dimos a la vela para tornar nuestra derrotan6'.
PP. 133 y 137. " Raccolta Colombiana, Roma, 1893, parte 111, vol. 11, p. 96:
«A dí 2 de octobre intrassirno ne la Grande Canaria, La nocte se-a
i i ~ n vt ~~l l i f iramne t a !i 5 +! dicto entrassirno 8 l2 G~me r a ,~ f i a a - - - - - - - -- - - - - -- - - -
de le isole dicte Canarie; nel qual loco se io vi dicessi quello hab-óiamo
facto de triunfi et tiri de bombarde et lanzafochi, sarebbe
troppo longo. E questo fu facto per cagione de la Signora del
dicto logo, de la quale fu alias il nostro signor Amirante tincto
d'arnore. Nel dicto loco presimo refrescamento di quello ne faceva
450 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS AMORÍODSE BEATRIZ DE BOBADILLA 39
El texto transcrito requiere una minuciosa exégesis para
determinar los puntos vulnerables, si los hubiere, o reafirmar
la validez caso de superar la prueba limpio de toda mácula.
La primera objeción formulada se centra en torno al cono-cimiento
previo entre Colón y la Bobadilla. Este es el principal
escdlo que opone al ~crmántico episodio el ilustre profesor Ba-llesteros
Beretta; he aquí sus palabras: ({¿Brotó ese amor así,
de repente, sin haberse conocido antes en España?)) 68.
Estaba claro que si doña Beatriz de Bobadilia había vi-vido
permanentemente en el archipiélago durante la déca-da
1482-1492, el encumtro entre ella y Colón resultaba impo-sible,
viniéndose abajo, por su propio peso, la afirmación de
Cuneo. Por el contrario, si se probaban las ausencias, los via-jes
de la señora de Ls Gomera a la metrópoli y a la corte, el
testimonio del savonés aparecería visiblemente reforzado.
En nuestro trabajo Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadiílu
en las antevísperas del descubrimiento, citado con reiteración,
quedaron probadas en su día, con base documental de primer
orden, las jornadas de la señora de La Gomera en la metrópoli
en 1492, con significativa estancia en la corte, radicada por en-bisogno.
A di 10 de octubre facemo vella per lo nostro dritto
viaggio .»
Otro escritor-viajero, Guillermo Coma -acaso médico catalán-, ha
dejado un breve relato de la estancia de Cristóbal Colón en La Gomera
en 1493:
((Al día siguiente, mientras navegan hacia La Gomera, que está su-jeta
al dominio de la Bovadilla, "la cazadora", mujer principal,
costean Tenerife, que se vanagloria de obedecer a sus nueve reyes.»
La carta-relación la dirigió Coma a su amigo Nicolb Scillacio (Nico-lás
Squilace), quien la tradujo al latín en estos términos:
«Dum Gomeram versus, die sequenti, navigatur, qua Bovedille ve-natricis
primarie mulieris subiacet imperio, Teneriffam prolabun-tur,
novem regulorum ditione superbientem.))
.Raccolta, acabada de citar, p. 85.
JCANG IL y CONSUELVOA RELA:C artas particuiares a Colón p Reiacio-nes
coetáneas, Alianza Universidad, Madrid, 1984, p. 185.
Cfistóbal Colón y el descubrimiento de América. Barcelona, 1945,
t. 11, p. 195.
El autor se muestra contradictorio al valorar el testimonio de Cuneo
(t. 11, pp. 31 y 195). Supone, por otra parte, que el almirante y la Bobadi-
Ila no llegaron a encontrarse en septiembre de 1492.
Núm. 31 (1985) 451
40 ANTOKIO RCMEU DE ARMAS
tonces en el campamento de Santa Fe 69. LOS Reyes Católicos,
a ,ve¿icicn suya, ratificaron en la pequeña urbe castrense, el 8
de mayo de 1492, el mayorazgo de las Canarias f~mdado por
doña Inés Peraza en cabeza de su hijo Fernán Peraza, luego
heredado por el nieto Guillén bajo la tutoría 6e nuestra princi-pal
protag~nista'~E.n otra de las disposicior,es emanadas de
la Cancillería Real se lee: «la dicha Beatriz cirio a nuestra
corte .N 7:.
A las pruebas aportadas hay que sumar el testimonio
del cronista Gonzalo Fernávlciez de Oviedo, quien coincidió
en 1492 con doña Beatriz de Bobadilla en e! campamento d.e
Santa Fe, conforme hemos visto páginas atrás 72.
Desde junio de 1491 hasta igual mes de 1492 la señora de La 8
Gcimers permaneció en Anda.lucíai ra.dicándose de manera es-pecialísima
en Córdobz. y Sa.nta Fe, en seguimiento de la corte.
Los organismos de gobierno moraban en la ciudad de los cali-
E fas, el Consejo Real ei primero, mientras que los soberanos ;
se montuvieron firmes en el campamento de Santa Fe, velando =:
las armas frente a los muros d.e Granada y contemplando la
agonía de la ciudad mora, último Sastión musulmán en la -
península. -
0m
E Lo mismo cabe decir de las jornadas de Cristóbal Colón
después del retorno de La Rábida. Esporádicas estancias en
Córdoba y particular afincamiento en Santa Fe al calor de! i
- poder real, de quien se esperaban inmediatas decisiones ':'. a
Si parangonamos ahora los viajes y estancias de nuestros
0
69 Revista El Ikfuseo Canario, n5ms. 75-76 (año 19601, pp. 258-275.
O3
Ibid., PP. 263-264.
La de ma y o i ~ ~ ghüab ia sido eri Seviiia e: 15 de fe-brero
de 1488 ante el escribano Bartolomé Sánchez de Porras.
Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506, «Foraes renm
Canariarumn del Instituto de Estudios Ca~arios, Santa Cruz de Tene-rife,
1953, t. VI, pp. 147-156 (proceso del mayorazgo de doña Inés Pe-raza).
IbZd., í;. 26?.
iZ Epígrafe 2.
í3 Parece admisible el desplazamiento circunstancial de Colón des-de
Santa Fe a Córdoba, ciudad d-onde residían, durante la larga espera,
Beatriz Enríquez de Arana y su hijo Hernando Colón.
452 AMGARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
dos protagonistas, Beatriz de Bobadilla y Cristóbal Colón, a lo
largo del año que venimos rastreando, se verá que la coinci-dencia
en las jornadas es perfecta. Particular estimación ha de
merecernos la convivencia dentro de los muros de Córdoba y
Santa Fe. Si se nos estrecha aun más el encuentro en el cam-pamento
santafecino cobra el valor de un hecho histórico izdis-cutible.
Sobre que Cristóbal Colón no podía pasar inadvertido, se
excusa el largo conentario. Aun sin haber cruzado todavía el
Océano, no registra la historia un caso parigual de gloria, un
triunfo y encumbramiento tan resonmtes como el suyo.
En cuanto a doña Beatriz se interferían en su persona fac-tores
positivos y negativos como para no pasar tampoco in-advertida.
La partentosa beJeza, &- qüe se hacen ieíiguas los
contemporáneos, deslumbraba a cuantos la miraban. Un pa-sado
de encubiertas pasiones rodeaba de un halo de misterio
a su persona.
Ha de tenerse en cuenta, además, que el campamento de
Smtz Fe, p ~ SrUS exirdas dlmensimes, facilitaba E! mixirno
la relación y el conocimiento entre sus moradores.
Con estos supuestos por delante, ¿cómo rechazar que el nau-ta
soñador, siempre galán caballero, y doña Beatriz, siempre
insinuante y hermosa, se dessonociesen?
En las antecámaras palatinas el trato y la amistad entre
nuestrcs principales actores debió ser constante, asiduo, en-trañable
acaso.
Esta favorable circunstancia tuvo que abrir las puertas a
una estrecha y provechosa colaboración. Piénsese en la impor-tancia
de la escala en Canarias. como base impresrindihle de
aprovisionamiento. No hay pruebas en que fundamentar un
acuerdo, pero sí sobran los indicios para dar por valido la exis-tencia
de un convenio expreso o tácito.
En el trabajo varias veces citado encontrará el curioso lec-tor
toda clase de argumentos en apoyo de esta tesis 74.
74 «Cristóbal Colón y Beatriz de Bobadilla en las antevísperas del
descubrimiento)), en El Museo Canario, núrns. 75-76 (año 1960), pp. 255-258.
Advertimos al lector que las páginas precedentes y las que siguen se
Núm. 31 (1985) 453
42 ANTOXIO RUMEU DE AR-MAS
La preferencia de CristCbaI Colón por La Gomera y los ho-menajes
a la señora propietaria prueban el reconocimiento por
la colaboración recibida con ocasión de la primera recalada.
Hasta el momento presente el texto de la carta-relación de
Cuneo ha sido sometido a una estimación objetiva. Nos resta
ahora ponerlo a prueba desde el punto de vista. de su autenti-cidad
y valor subjetivo del mismo.
Sobre la autenticidad sustancial del relato del escritor sa-vonés
no cabe discusión. Desde su descubsirniento en 1883 ha
sido aprovechado sin excepción por los más prestigiosos bió-grafos
colombinos de: mundo, hasta el punto de ser uno de
los escritos en que se basa la moderna reconstrucción del viaje
segundo a las Indias. Al hecho de haber sido íntegramente trans-crito
en la famna Rnccnltn cd~mhli,nna debe su dZusiSn por
los círculos eruditos de ambos continentes 75.
Mucho más nos preocupó d.esde un principio el punto de
veracidad. Si Cuneo era hostil al almirante o un maldiciente en
general, el testimonio perdía valor y fuerza. Si se trataba de un
cirentista, 19 Y U" en 1% jerga c s r r i e~t es e llama un chismoso,
quedaría visiblemente rebajado en su mérito. Un examen tan
reiterado como minucioso del documento nos permite zsegu-rar
que el navegante szvonés no incurrió ni por asomo en nin-guno
de estos defectos. Por el contrario, si quisiéramos realzar
en él una virtud sería la de una lealtad acrisolada, una adhe-sión
ferviente a su patrono. ¿Cómo descubrir en este hombre
-difamación aparte, que no cabe en el dicho- la más leve sos-pecha
de censura o sarcasmo, de ataque o crítica?
Colón y Cuneo eran dos viejos camaradas vueltos a encon-trarse
en En ims p ~ r a dy~ s ~ r p r e ~ ? d ec~~tixex i~mA. !e large del
viaje el almirante tuvo con el savonés reiteradas muestras de
afecto y consideración Los favores más notorios fueron bau-tizar
a dos de las Antillas con los nombres de ((Saona)) y ((Bella
Savnnesau y a un promontorio de la Espzñola ((cavo San Mi-inspiran
en el trabajo citado, al que unas veces resumen y
literalmente.
75 Véase la nota 67.
454 ANUARIO DE ESTUDIOS
otras copian
ATLÁNTICOS
gue1 Saonesan. Cuneo registra con orgullo cuantas cosas iba
haciendo el almirante «per rnio respecto».
Se impone dar remate al problema planteado con un juicio
valorativo, empleando para ello la máxima ponderación.
Que Colón estuviera en otros tiempos tincto d'amore (ena-morado,
encendido de amor) por doña Beatriz de Bobadrlla
quiere decir eso y nada más que eso: que sintió hacia ella una
particular afección, que aca.so le impulsara a proponerla unir
sus vidas en la soñada paz del triunfo que nunca habría de al-canzar.
En la existencia del almirante, contradictoria y confusa, re-pleta
de sombras, ¿por qué nesar validez a un episodio que
emana de una fuente clara, que alumbra una veta pura de su-bidos
quilates?
El test.imonio de Cuneo tiene toda la antenticidad de una
confidencia intima entre marineros. Imaginamos a don Cristó-bal
y a Michele, acodados sobre la borda de la nao «&riga-lanten,
con la silueta grácil de La Gomera recortada en el ho-rizonte.
Mientras grumetes y galopines embanderan las naves
y los lombarderos disparan salvas en homenaje a la señora de
la isla, el almirante revelaría al savonés cómo en Santa Fe ha-bia
soñado no sólo descubrir Nuevos Mundos, sino encontrar
nueva ruta a su vida.
Núm. 31 (19851