ERMITA DE NUESTRA SEÑORA
DE LA CONCEPCION Y DE SAN FRANCISCO
DE PAULA. LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA
(GRAN CANARIA)
DIEGO SUAREZ QUEVEDO
La ermita de Nuestra Señora de La Concepción se encuen-tra
situada en la finca a la que da nombre, en el actual barrio
de La Atalaya, perteneciente al municipio grancanario de San-ta
Brigida.
Respecto a la ermita, 1733 es la primera fecha a considerar;
es éste el año que figura grabado en su campana: ((Santa Ma-ría
ora pro nobis (en una línea superior), año de 1733 (abajo).))
Es el año en que se concede por parte del obispado la autori-zación
para la erección de la ermita, como consta en el ((Libro
de Visitas a La Vega)), dei Arcnivo Parroquiai de Santa Brígi-da:
«Por quanto por parte de el Dr. D. Luis Fernández de Vega,
Dignidad de Nuestra Iglesia Cathedral, se nos ha hecho rela-sión
diciendo que por su cieboción, y para más bien servir a
Dios Nuestro Señor, aumento del culto divino, bien y utilidad
común de ios vecinos dei pago de ia Xtaiaia, jurisciicción ciei
Lugar de la Vega en esta Isla, quiere fundar, erigir y edificar
y inmediato a su hacienda, una herrnita con la adbocación de
Nuestra Señora de la Concepción y San Francisco de Paula,
colocando asimismo en ella una efixie de Nuestro Señor Cru-
Núm. 33 (1987) 605
sificado en Cruz da plata, dotando dicha hemita de sus pro-pios
bienes con la renta necesaria para su manutención y
perpetuidad y para los hornamentos necesarios para la sele-bración
del Santo Sacrificio de la Missa, pidiendonos y supli-candonos,
que para poderlos executar nos sirviesanos darle
nuestra lisensia de cierecho necesaria = Por tanto y m atención
a la notoria utilidad y provecho que se sigue a los vecinos de
dicho pego y demás fieles que quieran concurrir a oyr el Santo
Sacrificio de la Missa, por el thenor de la presente: Damos
Nuestra lisensia al dicho Dr. D. Luis Fernández de Vega para
que pueda erigir y edificar en su territorio que va mencionado
la referida hermita, para que en ella se pueda decir y selebrar
el Santo Sacrificio de la Missa, con tal que ante todas cosas
haga escriptüra de !a dote y renta eorLpeteztz para la czlnser-vación
de dicha hermita, altar y hornamentos, la qual escrip-tura
se presentará ante Nos para su rebisión y aprovación, y
dicha fundación de herrnita se entiende sin perjuicio del dicho
Parrochial, y fabricada que sea, y estando con la desencia y
admm necesari~l,e du=m liuencia a! sübsc d i c h ~p ara qde !a
pueda vendecir y le nombramos por patrono de dicha hermita
para que como tal goce de las preheminencias que le fueren
debidas = Dada en Canaria a dies y nueve de maio de mil1 sep-tecientos
y treinta y tres años = Pedro, Obispo de Canaria =
Por mandado del Obispo mi Señor: D. Miguel Barseló secreta-rio
» '. Al firmar: ({Pedro, Obispo de Canaria)), se trata del que
lo era por entonces, don Pedro Manuel Dávila y Cárdenas, y la
tal dignidad de la catedral del doctor Fernandez de Vega es, a
saber, la de Arcediano de Fuerteventura, pues en el «Libro de
Pr~tcxxles de Cqel!anias», tr?rr.hién, en el Archive Pwrreqis!
de Santa Brígida, al referirse a la capellanía por él fundada, se
le nombra como: ((el Señor Arsediano D. Luis Fernández de
Vega)); y a su vez, en las Constituciones Sinodales del obispo
citado, publicadas en Madrid en 1737, año en que se va a con-cluir
!E ermitz, pem redz~tzdzsa ntes de qfie este G C U ~ ~ Ss?e,
lee en el apartado referente a La Vega: ((Tiene asimismo este
1 Libro de Visitas a La Vega, folios 5 y 6, ARCHIVO PAHROQUIDAE LS AN-TA
BR~GIDA.
606 AAiL;A[210 DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCI~~TL.A ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA 3
Lugar muy buena Iglesia, y su cura, con seis Hermitas, que son
la de San Matheo en fa Vega Alta, la de Nuestra Señora del Ma-droñal
en la Vega del Medio, la de San Joseph en el Pago de
Satautejo, la de San Juan en dicho Pago, la de San Marcos en
la Atalaya (y en este Pago se está haciendo otra por el Arcedia-no
actual de Fuerte-Ventura), y la de Santa Cathalina en la An-gostura
» '.
La segunda fecha a tener en cuenta es la aludida de 1737,
en la que la ermita, a falta de la campana, está ya hecha, y al
parecer celebrándose misa los domingos y días festivos. Es éste
el año en que el doctor Fernández de Vega hace relación de
los bienes con que dota a la ermita, especificando cómo y des-de
cuándo es propietario de los mismos. Hace constar también
su condición de patrono y nombra a sus herederos como tales;
insta, asimismo, a que se hagan a la ermita las Visitas Pasto-rales
que sean oportunas. Así, en el mencionado «Libro de Vi-sitas))
se lee, después de haber hecho relación, de nuevo, de
todos los motivos que le llevan a la erección de la ermita:
«para cuia fábrica obtuve lisencia del I b o . y Reverendísimo
Señor Obispo de estas Islas de fecha de dies y nueve de maio
del año pasado de mil1 septecientos y treinta y tres, que para
que en todo tiempo conste se inserta aquí en una hoxa, y su
thenor es el seguido de Don Pedro Manuel Dsivila y Cárdenas
por la Gracia de Dios y de Ia Santa Sede Apostólica Obispo djlct
Canaria del Consejo de Su Majestad el Rey Nuestro Señor)).
Continúa luego el referido Libro: «Y en birtud y cumplimiento
de dicha lisencia y en atención a tener ya hecha la fábrica que
sólo falta poner campana, y tengo prontos hornamentos, lám-paras
y todos los demás aseos para la desencia de la dicha
hermita, en la qual tengo dotada la missa de todos los domin-gos
y días de fiesta del año, y sólo me falta dotar la dicha her-mita
de mis propios bienes con la renta necesaria pzra su ma-nutención
y perpetuidad y para que siempre tenga los horna-mentos
para que se selebre el Santo Sacrificio de la Missa con
desencia.)) Hace a continuación el doctor Fernández de Vega
Constituciones y nuevas adiciones Sinodales del Obispo de las Ca-nurias.
Por el Ilmo. Sr. Pedro ~WanuelD áv ih y Ckrdenas, pp. 498-99.
Núm. 33 (1987j 607
una relación de las tierras con que dota a la emita, tanto en
el pago de la Atalaya como en el Palmita1 de Telde, especifi-cando
sus lindes, cómo y por qué las posee, y desde cuándo
(años 1712, 1716, 1724, 1725 y 1733). Seguidamente dice: {(me
nombro a mi propio por primero patrono de esta ymposición
y Dotación y por mi fallescimiento nombro a D. Diego Nava-rro
y sus desendientes prefiriendo el maior al menor y el va-rón
a la hembra, y a falta de su desendencia legítima a mis
parientes más sercanos, y pido y suplico a Su Señoría Ilustrí-sima
el Señor Obispo de estas Islas y los que en adelante fue-ren
y a los señores sus Provisores y Vicarios generales se sir-van
quando conbenga mandar visitar la dicha hermita y exe-cuten
los reparos de que necesitare pidiendo la quenta al pa-trono
y &endole m-m-plir coa este ef ici rgn~.A gr~gs?q ~ een
caso necesario se den las referidas tierras de la ermita en ren-ta
o que se hipotequen como bienes raíces, para obtener dine-ro.
Y termina su relación diciendo: «en testimonio de lo qual
otorgo la presente en esta ciudad de Canaria en quinse de sep-tiembre
de mil1 y septecient.os y treinta y siete -fin5 = y de
el Señor otorgante yo el escribano doy fee que conozco = así
lo dixo otorgó y firmó de su nombre siendo testigos D. Pedro
Curras (o Cuvas?) D. Joseph de los Reies y Joseph Mariano
Domingues vecinos de esta Ciudad = Dr. Vega = Antonio Jo-seph
Cabrera Vetancurt escribano público)) 3.
Otras noticias y fechas que aparecen en el aludido «Libro
de Visitas)) son las siguientes': Visita efectuada el 8 de junio
de 1766; figura como visitador general don Raphael Domín-gues
Veles, y como notario de visitas Joseph Jasmes; en esta
Yisi t~s e hace imentsrie de tede !c q.~ep esee 1s emi ta5.
Informe respecto a un terno de tela de oro de la ermita, fe-chado
el 4 de julio de 1766; informe que aparece firmado por
Francisco Xavier Delgado y Venegas, y como notario, el mismo
Ms. cit., folios 7, 8, 9 y 10, ARCHIVO PARROQUDIAE LS ANTBAR ÍGIDA.
Ibid., folio 11, ARCHIVO PARROQCIDAE LS . ~TABR ÍGIDA.
Ibid., folios 12 y siguientes. Como apéndice se transcribe al final,
este inventario de 1766 y la relación de otros bienes más, inventariados en
la Visita Pastoral de 1770. ARCHIVO PARROQUIDAE LS ANTAB R~GIDA.
608 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Joseph Jaismes. Una multa al patrono de la ermita, firmada
por el doctor Toledo y ante el notario de visitas Juan de Al-varado;
aparece sin fecha, pero posterior al informe, citado,
del terno. Visita efectuada el 26 de febrero de 1774 por don
Miguel Mariano de Toledo, ({abogado de los Reales Consejos
y Prebendado de la Santa Iglesia de estas Islas y Visitador ge-neral
de ellas por el Ilmo. Señor Don fray Juan Francisco Cer-vera,
Obispo de Canaria del Consejo de Su Majestad)); figura,
entonces, como patrono don Ignacio Francisco Navarro del
Castillo, y como notario de visitas Juan de Alvarado; es en esta
Visita cuando se añaden determinadas cosas al inventario de
1766. También en 1774: ({informe sobre la falta de un quader-no
de quentasn. Visita realizada el 7 de octubre de 1780, en la
que se da fe de que están todos ios bienes que constaban en ei
aludido inventario. Visita efectuada el 1 de julio de 1787, sien-do
patrono don Francisco Navarro, vecino de Tirajana; secre-tario
de visita don Fernando Valenmela, y firmada por Anto-nio,
obispo de Canaria. Visita realizada el 19 de junio de 1793,
siendo patrono el teniente de Miiicias don Francisco Ignacio
Navarro, vecino de Tirajana; notario público y de visitas Jo-sef
Antonio Gomes y firmada por Antonio, obispo de Canaria.
Visita .efectuada el 22 de julio de 1799, firma don Antonio Ca-brera
y Ayala, y como notario público y de visitas, Lorenzo de
Ayala y Leyba. Luego aparece sin fecha una solicitud al patro-no
de la ermita, hecha por don Blas Navarro, párroco, vecino
del pueblo de San Mateo. A continuación, consta la respuesta
a tal solicitud, que se dice es del 3 de enero de 1816; está fir.
mada por Manuel, obispo de Canaria. Por último, aparecen
iiiiiiLii urras cutxuas del pairoiiato de la emita, firmadas por Grego-rio
Alberto de Medina, que se dice es: {(presbítero y cura atual
de Santa Brígida)); están fechadas el 3 de marzo de 1816; cons-ta
que dicho cura estaba encargado de los bienes y limosnas
de la ermita entre los años 1788 y 1814.
Otro dm&neiLto, en &-c~i~vpo ar roq~aid e Santa Brí@-
da, que proporciona noticias sobre la ermita, es el «Libro de
Protocolos de Capellanías de La Vega)). protocolo de la «Ca-pellanía
que fundó el Señor Arsediano D. Luis Fernández de
Vega» aparece redactado en el año 1753, citando las cláusulas
correspondientes de su testamento, con la certificación de las
mismas, «dada a pedimento de D. Bartholomé Navarro»; se
dice, aludiendo a las referidas cláusulas, que: «ante Lorenzo
Rodrigues Gomes escribano público en 7 de marzo del año pa-sado
de septecientos y treinta y siete fundó una Capellanía de
memoria de missas resadas que se han de desir en la ermita
de Nuestra Señora de la Concepción y San Francisco de Paula
que está en el Pago de la Atalaia)). Figura, luego, la referencia
de un título de posesión de la tal capellanía que se da a don
Antonio Romero de Franquyz, fechado el 20 de septiembre de
1759. Con fecha de 9 de junio de 1766 aparece la confirmación,
por parte del obispado, de la capellanía. Fechada el 10 de ju-nio
de 1776, figura una relación de menesteres (barrer, asear,
qx se digan lw serie de misas de !E Eemeria, .. .) L. hacer reu-pecto
a la ermita; a continuación de dicha relación se especi-fica
que consta como primer capellán don Luis de Vega, sobri-no
del fundador doctor Fernández de Vega, hijo legítimo de
don Diego Navarro del Castiilo e Isabel de Vega, hermana del
LAIIvCn.Gn ;Ul ;AoCmI>r .IA VT-, ce QGQAO. ,,li7 nnr r r f~a l ta n Inc dnmr j c h i i n c dn lna J OC, LLILUUL. \\Y pU1 OU I L I i I U . 2 L<i IVD UCiIIILIiU LIIJVU U\I IVU
dichos, prefiriéndose el mayor al menor y el más capaz al que
no lo fuere)). Aparecen, por último, en el citado Libro una se-rie
de cuentas y datos referentes a la capellanía con fechas
de 1806 y 1817, años en que es patrono don Bartolomé Navarro
del Castillo '.
Finalmente, en el ccProtocolo 1 de Instrumento» del citado
Archivo Parroquia1 se halla la certificación, fechada el 14 de
julio de 1793 en El Lugar de la Vega, de la cláusula siguiente:
«El Ilmo. Señor D. Nicolás Hernández y Mariana Guerra, su
mujer, vecinos que fueron de este puebio, por instrumento que
otorgaron en 17 de octubre de 1767 ante Antonio Alvarez Tru-xillo
escribano público, fundaron de sus bienes un patronato
de legos que hoy goza Nicolás Raymón, suplicante y vecino de
este dicho pueblo con la pensión de diez missas que se han de
aecir en ia Rermita de Nuestra Señora cie ia Concepción en
Protocolos de Capellanias de La Vega, detos consignados hacia la mi-tad
del manuscrito (Ms. sin foliar), ARCHIVOP ARROQUDIEA LSA NTBAR ÍGIDA.
610 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
el Pago de la Atalaya, y cuya limosna son doce pesos y medio»;
continúa, seguidamente, todo el alegato del suplicante 7.
A tenor de estos datos y noticias, se pueden establecer al-gunas
fundadas deducciones; así, en 1733 se concede la licen-cia
para la edificación de la ermita; en 1737 se dice que está
acabada la fábrica, a falta de colocar la campana; muy proba-blemente,
lo que en 1737 estaba terminado era lo fundamental
de la ermita, es decir, la obra en piedra, y el techo en su parte
constructiva, y a partir de esta fecha se continuaría (cabe su-poner
que habría muy poco realizado) la labor decorativa de
la cubierta de la nave; como apoyo a esta hipótesis están los
argumentos siguientes: a) Dos de los faldones del artesonado,
los que dan sobre la entrada principal, están sin decoración,
presentando solamente el fondo liso y unos listones-vigas en-cima,
y, al parecer, es que nunca se hizo en ellos la decoración
que presentan los restantes faldones (plano 2; lámina 5), es
decir, que la labor decorativa fue haciéndose en a.ños sucesi-vos,
y nunca llegó a completarse; a ello contribuiría la progre-siva
peraida ciei sistema y técnica muue~ares en las techum-bres
canarias andando el siglo XIX: «Estos techos fueron las
últimas importantes techumbres de madera en la isla (se re-fiere
a los techos en forma de artesa de tableros pintados en
Tenerife). Hay que t,ener en cuenta el colapso sufrido por la
economía canaria con la llegada del siglo XIX, motivado por la
guerra de la Independencia y la emancipación de las colonias
americanas, lo que repercutió notablemente en el arte isleño.
Más tarde, mediante la exportación de cochinilla, Canarias se
rehizo de ese duro golpe, pero entonces, si bien en iglesias y
capiiias de puebios apartaaos se siguieron empieancio los ar-tesonados
de madera, los arquitectos se resistieron a cubrir
sus sobrias construcciones neoclásicas con este viejo sistema,
con lo que pusieron fin a este capítulo del arte de canaria^))^.
b) Las posibles obras continuadas de la techumbre de la enni-
Protocolo I de Instrumento, folio 661, ARCHIVOP ARROQUIDAEL S ANTA
BR~GIDA.
8 DOMINGIOM ARTÍNEZ DE LA MAY G O N Z ~ Z la: s cubiertas de estilo
portugués en Tenerife)), Archzvo Español de Arte, a50 1955, p. 321.
Núm. 33 (1987) 611
ta interferirían poco para los oficios religiosos, los cuales se
hacían sólo los domingos y días festivos. c) Parece ayudar a
pensar que esto fue así, el que entre los bienes añadidos al in-ventario
realizado en 1766, en la Visita Pastoral de 1774, están:
((Catorce tablas de tea puestas en la sacristía a costa del pa-trono)),
lo que nos hablaría de continuación de obras de car-pintería
en la ermita. d) Como último apoyo a esta idea, es de
señalar que dicha labor decorativa es lo suficientemente corn-plicada
como para pensar fue hecha, con toda la fábrica de la
ermita, en los cuatro años que van de 1733 a 1737.
De otra parte, se desprende de lo dicho la vinculación de la
ermita, casi desde su construcción, a la familia Navarro, cosa
que se ha mantenido hasta la actualidad, en que es propiedad
UP !es herederm de defi~(P inn Nivirro Nivirrc?, !i fíimilia
Quevedo Navarro.
A raíz de la Desamortización del pasado siglo quedaría sin
efecto la capellanía sobre la ermita, entrando en una vida más
latente; el último dato hallado al respecto, como queda dicho,
ps & 1817. L.^ que nQ es dev~cifin a la ermita,, a la
Virgen de la Concepción y a San Francisco de Paula, que se
ha mantenido hasta hoy por parte de los vecinos del pago-ba-rrio
de la Atalaya; prueba de ello es que durante la espantosa
epidemia de cólera que azota la isla a mediados del siglo XIX,
y en la cual Santa Brígida es uno de los municipios más afec-tados
(según una estadística hecha al acabar la epidemia, de
2.836 habitantes que tenía por entonces Santa Brigida, hubo
290 defunciones, o sea, casi el 10 por 100 de su población mu-rió
9, se efectuaron entonces varios enterrarnientos cerca de la
ermita; cnncr&mente se conservan siete 16.pidasi que llevan
inscrita la fecha de 1831, junto al muro occidental (lámina 4);
curiosamente corresponden las siete a mujeres, y al poner «fa-llesio~,
h ubo quien interpretó que se trataba de enterramien-tos
de una misma familia apellidada Farnesio lo. Es explicable
"JUAN BOSCHM ILLARESH: istoria de la medicina e n Gran Canaria,
tomo 11, pp. 193-94 (cuadro estadístico).
lo En relación con la Ermita y los enterrarnientos:
MIGUEJLIM ÉNEZ MORENO«SE rmita bicentenaria, tumbas de víctimas
del cólera y fabulosas perspectivas)), El Eco de Canarias, Las Palmas de
612 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
ia vinculación de los vecinos de la Atalaya a la ermita, toda
vez que hace unos treinta años el barrio, relativamente ale-jado
del casco urbano de Santa Brígida, no contaba con un
templo, diciéndose misa regularmente en la escuela del barrio,
pero para bautizos, bodas, etc., que no se efectuaban en la pa-rroquia,
se recurría a la ermita. Asimismo el 8 de diciembre,
festividad de la Inrnaculada Concepción, ha habido siempre
misa solemne en la ermita, y la correspondiente romería hasta
ella, con procesión de las imágenes de sus titulares, hasta hace
muy poco tiempo; hoy día, no obstante, ese día se celebra misa
en la ermita. También hasta hace muy pocos años, diez a lo
sumo, era costumbre el día 29 de junio, festividad de San Pe-dro,
patrono de la Atalaya, bajar en procesión al barrio las
imágenes de la Virgen y San Francisco; aquí se quedaban hasta
el domingo siguiente en que, también en procesión y con acom-pañamiento
de los vecinos, retornaban a la ermita. Como tes-timonio
de la devoción popular a la imagen de la Concepción,
se conservan en la ermita varios exvotos de cera de animales
y miembros humanos, sobre todo manos y pies. Por su parte,
San Francisco de Paula era considerado como óptimo media-dor
en peticiones de lluvia en épocas o temporadas de sequía.
Como colofón a esta especie de historia de la ermita, resta
señalar que el Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria,
en el pleno del día 19 de agosto de 1977, acuerda dar el sí a la
declaración de la ermita como Monumento Histórico-Artístico,
lo que se efectúa por el Ministerio de Cultura el 6 de abril de
1979, y el 27 del mismo mes lo publica el ((B.O.E.)).
DESCRIPCIÓN DE LA ERMITA
Salvo el techo de su única nave, un artesonado con una no-toria
labor en madera, el criterio que parece presidir toda la
Gran Canaria, Ti de febrero de 1975; ias perspectivas se refieren a repo-blación
forestal y construcción de un parador de turismo en Ia zona.
RASPUT~N«: LOSe nterramientos de la Atalaya, Santa Brígida)), La Hoja
del Lunes, Las Palmas de Gran Canaria, 23 de febrero de 1976; alude a la
errónea interpretación hecha, de conjunto de tumbas de una misma fami-lia
apellidada Farnesio.
Núm. 33 (1987) 613
fábrica es el de la sencillez. Se trata de una construcción orlen-tada
según los tradicionales cánones cristianos; así, los pies
con la entrada principal quedan hacia Poniente, y la cabecera,
que aquí está constituida por la sacristía, situada detrás del
presbiterio, mira hacia el Este; parece remarcar tal dirección
la espadafia con su pequeña campana, situada en el centro del
muro oriental, es decir, en el centro de la pared larga del rec-tángulo-
sacristía (plano 3; lámina 7).
Planta (plano 1)
a
N
Es un edificio de planta cuadrangular; exactamente un cua- E
dladr> de -unos meirodse i d o , coi-iosporldiente a lo qüe O
n -
es la nave de la ermita, más un rectángulo de nueve por tres 2
metros, aproximadamente, que se suma a la planta por su lado
2 oriental, constituyendo la sacristía. Los muros, tanto los exte- -E
riores como el que separa el presbiterio de la sacristía, son $
--l-d.:--.-.---&- ,...... Iomuvailln1L.t: ~ L W W B , Ue mdio metro de espesur, más o me- 3
-
nos. El pavimento, tanto de la nave como de la sacristía, está
E hecho con baldosas de la llamada «cantería azul)), colocadas E
O en hiladas de media vara, o sea, de 0,41 metros aproximada-mente.
La única diferenciación entre el presbiterio y el resto
de la nave la constituye un pequeño escalón de unos 20 centí-metros
de altura, situado a cinco metros, más o menos, de los 1
pies de la ermita, y que recorre todo el ancho de la nave. Un f
pequeño escalón remarca, a su vez, el altar en el centro del
presbiterio. Asimismo, sendos desniveles diferencian a la nave
Ue la. cazri&fa y &e! exter;lor, yor c r r r Inrinn Ektn rr norta
D u u ''&U"., U O U b J u v u v v , res-pectivamente
(plano 2: sección).
Alzado (planos 3 y 4)
Los muros de la ermita, también de ((cantería azul)), son de
sillares regulares y bien cortados, dispuestos en hiladas hori-zontales
y unidos con argamasa; al exterior (puesto que al in-terior
las paredes están totalmente encaladas) los espacios en-
6 14 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
:SCALA 150
piano i
Núm. 33 (1987)
DIEGO SUÁREZ QUEVEDO
DETALLE DE LACEP'A
ARTESONADO
MUDEJAR,DE PINO CKNARIOIlEA1 COLCR NAlURKL. ESCALA 1: 50
plano 2
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCIÓN. LA ATALAYA DE SANTA BR~GIDA 13
FACHADA POSTERIOR
ESCALA 1'50 ;=_ piano 3
FACHADA PRINCIPAL 1 -- L.
L.
L.
i-----L.
-- - - . -. -. . - - -- -.
Núm. 33 (1987)
DIEGO SUÁREZ QUEVEDO
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCI~~TL.4. ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA 15
tre sillares, correspondientes a la argamasa, aparecen calea-dos;
esto se debe al parecer, como en otras iglesias de la isla
(caso de San Juan de Telde, por ejemplo), a razones sanitarias,
debido a la acción desinfectante de la cal (láminas 1, 2 y 7).
Los sillares generales de la fábrica son, aproximadamente, de
0,50 por 0,25 metros cada uno; exteriormente, quedan diferen-ciados
de éstos, siendo en general mayores los que en las cua-tro
esquinas de la nave forman una especie de machones de
refuerzo (láminas 1 y 2); esto no ocurre en las dos esquinas
de la sacristía (lámina 2); diferenciados quedan también los si-llares
que configuran el encuadramiento adintelado de la en-trada
principal (láminas 1 y 3). Al exterior la piedra queda a
la vista, no así en el interior donde es recubierta de cal hasta
el arranque de la techu-mbre, tanto en la nave (lámina 9) como
en la sacristía (lámina 8).
La espadaña, asimismo de piedra, comporta molduras que
le dan un airoso coronamiento, y un vano rematado por un
medio punto para alojar la campana (lámina 7).
La ermita se asienta sobre un terreno con un cierto desni-vel
(plano 4: fachada lateral}, siendo así que el acceso por la
puerta principal se hace directamente (lamina 11, en cambio
para acceder a la sacristía desde el exterior, por la puerta si-tuada,
prácticarmnte, en el ángulo Sudeste y casi a la misma
altura de la entrada principal, es preciso subir una escalera de
1,25 metros de altura, aproximadamente (plano 4: fachada la-teral).
Interiormente, como queda dicho, los muros están encala-dos
hasta el arranque de la techumbre; no obstante, las pare-áes
encaiadas de ia nave quedaban cubiertas, ai menos en par-te,
por paños de terciopelo rojo, aspecto éste conocido a tra-vés
de testimonios de personas de edad que, a su vez, sabían
de sus mayores, y que confirma el inventario hecho con oca-sión
de la Visita Pastoral efectuada por el episcopado en el
año 1.766, y que figura en ios ioiios iZ y siguientes ciei «¿iIlro
de Visitas a La Vega)) (Archivo Parroquia1 de Santa Brígida),
y que reza así: «Item colgaduras de tercio pelo en los dos tes-teros
principales del altar y por los lados de tafetán todo en-carnado.~
A l parecer dichas colgaduras fueron prestadas a la
Núm. 33 (1987) 619
parroquia de Santa Brígida, destruyéndose en el incendio que,
a fines del siglo pasado, arruinó casi por completo el refe-rido
templo, salvándose del siniestro su actual campanario y
poco m&.
Cubierta
Exteriormente se trata de una cubierta a cuatro aguas, co-rrespondiendo
al espacio de la nave de la ermita (lámina l),
más una prolongación o derrame, también inclinado, hacia el
Este, cubriendo el espacio de la sacristía (plano 4; lámina 2).
Dicha cubierta exterior está formada a base de tejas curvas o
árabes, que sobre la parte superior de los muros sobresalen
ligeramente, a modo de yeq~efinla !eros, triples PI? 1 ~ lsad cs
Norte, Oeste y Sur de la nave (láminas 1 y 2), y simple en el
lado Este, es decir, sobre el muro largo de la sacristía (lámi-na
7); sobre los lados menores de ésta no existen los tales ale
ros (láminas 2 y 7). Es de señalar que el aludido alero del lado
oriental se interrumpe en sii centro y a t&n !o anrhn de la
espadaña, que queda así, verticalmente, como una prolonga-ción
del propio muro (lámina 7). Las aristas que delimitan las
distintas aguas del tejado están remarcadas, también, por t e
jas, y no son exactamente rectas, sino que en su caída descri-ben
una pequeña curva, más pronunciada en sus extremos,
correspondiente a la propia de cada triángulo del tejado (pla-no
3; láminas 1 y 2).
En el interior la cubierta es de madera, diferente en la nave
y en la sacristía (plano 2). Esta última tiene una cubierta sen-cilla,
inclinada siguiendo la dirección propia del tejado: y cons-tituida
por un fondo liso sustentante y una serie de vigas vis-tas,
dispuestas en sentido Este-Oeste y separadas entre sí unos
40 centímetros (plano 2; lámina 8). La cubierta de la nave es
un artesonado de dieciséis paños (los dos sobre la entrada
principal sin labor decorativa), el harneruelo o alfarje central
y cuatro triángulos-pechinas en las esquinas, que facilitan el
paso desde el cuadrado de planta a un ochavo (plano 2; lámi-na
5); estos triángulos muestran una labor de lacería puesta
directamente sobre el fondo; los paños o faldones quedan de-
620 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
limitados por unas calles (las antiguas calles de limas) con
decoración de motivos vegetales (lámina 6), que encuadran
una especie de ajedrezado a base de cuadrados de lacería en
relieve (crucetas) y vacíos, que dejan ver el liso esqueleto de
la techumbre; las calles y las crucetas quedan resaltadas del
fondo a una misma altura (lámina 6), y su fin es meramente
decorativo, como el harneruelo, con crucetas, motivos vegeta-les
y la piña central (lámina 5).
Accesos y vanos
em-itu. G s p ~ n ~ ~ c ~ ~ s Q&S.& c . e1 &er i~r ; tino
situado en el centro del lado Oeste, que comunica la nave con
el exterior, y que constituye la entrada principal (láminas 1
y 3), y otro en el muro Sur, prácticamente en la esquina Sudes-te,
por el cual se entra en la sacristía (lámina 2). En ambos ca-mu
se trui,u. de vistemas acY~te!adm. Ya entrzdz pfirripi! qw-da
diferenciada por un enmarque de sillares distintos a los
generales de la fábrica, como ya queda dicho, y mide unos
2,10 metros de alto por 1,35 metros de ancho (plano 3: facha-da
principal; lámina 3). El acceso a la sacristía, más pequeño
(1,83 metros de alto por 85 centímetros de ancho, aproximada-mente),
queda diferenciado únicamente por su dintel, formado
por una sola pieza. Estos dos accesos tienen sencillas puertas
de madera claveteada.
Interiormente, en el muro de separación entre el presbite-rio
y !a sacristia, y eemo sistema de eem~nieaeiSne ~ t r em -
bos, existen a los lados del altar dos vanos, también adintela-dos,
con sendas puertas de madera; sus medidas son, aproxi-madamente,
1,75 metros de alto por 85 centímetros de ancho
(plano 1).
Se ticts & -&2s cuii;tyLccidri b&acte cerraGa ( p l s t~u7s y- 3),
por lo que el encalado interior le presta cierta luminosidad;
como ventanas dispone solamente de dos pequeños vanos, uno
en la nave, en su muro Sur (plano 4: fachada lateral), y otro
en la sacristía, en el muro Este y bajo la espadaña (plano 3:
fachada posterior). Ambos vanos son en saetera, pero dis-
Núm. 33 (1987) 621
puestos de forma distinta: el vano de la nave se dispone ver-ticalmente,
y es al interior un cuadrado de unos 64 centíme-tros
de altura por 33 centímetros de ancho (lámina 2); el vano
de la sacristía es un rectángulo apaisado que aproximadamen-te
mide: al interior, 39 centímetros de alto por 73 centímetros
de ancho (lámina 81, y al exterior, 17 centímetros de alto por
55 centímetros de ancho (lámina 7).
Sin el carácter de tal, pero como vano para alojar la cam-pana,
cabría referirse al de medio punto de la espadaña, ya
mencionado; sus dimensiones aproximadas son: alto en su
parte central, 1,10 metros y ancho 75 centímetros.
a
N
Elementos decorativos
Dejando a un lado la labor decorativa del artesonado de la
nave, la decoración, tanto exterior como interior, es escasa.
Exteriormente se reduce a la que tiene la entrada principal
y la espadaña, amén de la decoración que suponen los peque-ños
aleros de tejas, ya comentados. Enmarcando la entrada
principal están unas molduras que, a modo de cornisas y ba-sas,
delimitan como unas pilastras a ambos lados (lámina 31,
y en las cuatro esquinas tiene como unos pequeños flarneros n
-E en relieve, bajo unas escotaduras (o sobre ellas si son los in- a
feriores), y colocados sobre un mínimo chaflán previo a la en- 2
n
trada. Relativamente, la pequeña espadaña resulta bastante 0
más decorada, con una cornisa y varias molduras de corona- =O
miento en su parte central. Al exterior, cabría referirse como
elemento decorativo al claveteado de las puertas de la entrada
princiyal y de la sacristía.
Interiormente el encalado de las paredes resulta casi un
elemento decorativo, dado la luminosidad que proporciona.
La cubierta de la sacristía, de madera, es extremadamente sen-cilla,
con un fondo liso y pequeñas vigas (plano 2: detalle de
viga). De toda la fábrica, lo más rico, decorativamente hablan-do,
es el artesonado de la nave: el motivo general es un cua-drado
de lacería, a modo de cruceta, de 37 centímetros de lado
(plano 2: detalle de lacería); estas crucetas decoran el harne-
622 MVUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ruelo, alternando con motivos vegetales, también en cuadrados
y de las mismas dimensiones (lámina 5); en los faldones al-ternan
las crucetas con vacíos que dejan ver el liso fondo, y
en los triángulos o pechinas de las esquinas se unen a lacería
o encitados más simples, en forma de dos cintas que delimitan
un ángulo agudo, entrelazadas o no, y que dejan algún que
otro vacío. Los faldones quedan delimitados por unas calles de
unos 24 centímetros de ancho y que convergen hacia el harne-ruelo,
recorridas por una decoración de motivos vegetales;
exactamente, un motivo a modo de hoja con una especie de
zanahoria en su centro, del que se expanden roleos vegetales
(lámina 6). Como base de cada dos faldones, es decir, forman-do
un octógono, están unas molduras redondeadas, de made-ra,
Üecoraüas con círculos incisos tangentes, que en su interior
contienen, a su vez, incisiones decorativas. Como centro de la
cubierta, y sobre un círculo, figura una estalactita decorativa,
a su vez enriquecida con roleos o volutas, en madera, a mane-ra
de una gran piña central; a su izquierda, una polea para,
con una cuerda, subir y bajar la íámpara íicimina 51.
Sería de señalar aquí que en toda esta labor en madera,
ésta queda en su color natural (salvo el que pueda darle el
barniz), es decir, no hay pintura de ninguna especie; no se da
en Gran Canaria, ni en general en las islas orientales, los cu-brimiento~
con estructura de artesonado mudéjar, pero con
tableros pintados, lo que sí ocurre en las Canarias occidenta-les,
singularmente en Tenerife; la fuente e inspiración de estas
techumbres es Portugal, no ya Andalucía: «ya en el mismo si-glo
XVIII se advierte cierto afán de novedad, algo que no sean
3 - . - - -. .. - 7. - .. - . c- 7 ., -- - - LOS cunsaniu~s miaunes con sus enirecaiies de lazos, crucetas
o florones. La nueva manifestación artística ya no llega de An-dalucía,
nos la proporciona Portugal con una serie de techos
de tableros pintados, en forma de artesa, de gran raigambre
en el arte de aquella nación. En Portugal, como ocurrió más
-.d ca-r2u e - Tenerze, las c-ubierta de iabieros -piiiia&s constiir;z-yen
el último capítulo, un capítulo brillante, en la serie de te-chumbres
de madera con que cuentan sus edificios. En ellas el
elemento decorativo resulta algo muy distante del arte mudé-jar,
pero en cuanto a la estructura, los carpinteros siguen afe-
Núm. 33 (1987) 623
rrados a la antigua técnica islamica, si bien con algunas varian-tes,
como el introducir a más de la tablazón en que apoyan
las tejas otra interior que oculta completamente los pares y
nudillos, adornada con pinturas» I:.
Los materiales de construcción utilizados en la fábrica son:
la piedra, para muros, pavimento y espadaña; la cal, en el re-vestimiento
interior de las paredes; la madera, para las cu-biertas
interiores, y el barro, las tejas, en la cubierta exterior.
La piedra empleada, la denominada ((cantería azul», perte-nece
3 13 f,nlaia de la T ~ q i k t a s ,& ~ ~ I g e nj i,S m~n o!, en
Canarias, volcánico (muy probablemente se trate de Ignirnbri-tal;
supone una notable labor de cantería, con un buen corte
y acople de sillares.
El encalado, factor esencial de la arquitectura mudéjar en
c-,aria-, que& aqui r&gsi.& $1 interior & la emjt-;.
La madera es la tea, conseguida. del corazón de los troncos
del pino canario; es de excelente calidad, buenos resultados y
de uso muy frecuente en la arquitectura canaria; el empleo de
cubiertas de madera en Canarias, en esta primera mitad del
siglo m111 que nos ocupa, cuenta ya con una importante tra-dición,
y su uso constante va a ser una de las características
que informen el mudejarismo canario, cuya base está en la
abundancia y calidad de los bosques de pinos con que conta-ban
las islas.
Respecto a las tejasj y referidas a esta ermita, aunque su
uso es enteramente normal en la arquitectura canaria, casi pa-recería
obligado aquí, dada la importante tradición alfarera y
de industrias del barro con que desde siempre ha contado la
Atalaya.
Como se desprende de lo apuntado; los materiales emplea-dos
en la construcción de esta ermita no suponen novedad al-guna
en la práctica arquitectónica canaria, ni su tratamiento,
l1 DOMINGOM ARTINEZDE LA -A Y GONZÁLEZ:O p. cit., p. 313.
624 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
en los siglos XVI al XVIII; si acaso en esta fábrica está la sin-gularidad
en la distribución de alguno de estos materiales. A
esto nos referiremos en el apartado dedicado a ~particulari-dades
» de la ermita.
Es éste, quizá, el aspecto más oscuro que presenta la ermi-ta;
en los documentos consultados no aparece la más mínima
pista al respecto. No obstante, siendo en general una obra sen-cilla,
excepto la cubierta de su nave, y tratándose de una fun-dación
de carácter privado, no es aventurado el suponer que
arquitecto, como tal, nunca lo hubo; más bien quedaría la fá-brica
a cargo de los maestros canteros y de los maestros car-pinteros,
y, presumiblemente, bajo la dirección práctica de al-guno
más relevante de entre ellos. Por su parte, el arcediano
Fernández de Vega, el fundador, se asesoraría, probablemente,
en la capital de la isla; tentadora era la idea de que lo hubiese
hecho, como dignidad de la catedral de Las Palmas que era,
con los arquitectos y maestros del segundo período de las obras
catedralicias, pero éste abarca de 1781 a 1821, siendo, pues,
posterior a la construcción de la ermita 12. La primera fase de
obras en la catedrales habíase cerrado en 1570 13.
Mayor laguna que la que supone el posible arquitecto, es
el desconocimiento de datos respecto a los canteros, y sobre
todo a los carpinteros, que en esta ermita desarrollaron una
importante labor, cumpliéndose en ella, al pie de la letra, la
sentencia que en su estudio hace F. G. Martín Rodríguez: ((Los
l2 ENRIQUMEA RCOD ORTA:P lanos dibujos del Archivo de la Catedral
de Las Palmas.
AXTONIO RUMEU DE ARMAS: Piraterias y ataques navales contra las Islas
Canarias; ampiio estudio de este segundo período de obras en la Catedral
de Las Palmas, t. 111, primera parte, pp. 307-43.
l3 J ~ s ú sH ERN~DEPEZR ERA: ((Sobre !os arquitectos de la Catedral de
Las Palmas 1500-1570», El Museo Canario, año 19663.
A~TONIOR UMEU DE ARNIAS: 02). cit.; sobre el primer período de obras
en la Catedral de Las Palmas, tomo 11, primera parte, pp. 269-79.
Núm. 33 (1987) 625
carpinteros son los artesanos más creadores dentro de la ór-bita
artística de las islas)) ".
Ante tales anonimatos, sólo cabe anotar que la construc-ción
de la ermita se inscribe dentro de un período de flores-cencia
artística de todo orden en las islas, así: «En el si-glo
XVIII se produce en las islas, en general, un momento de
notable esplendor. La actividad cultural, comercial, artística,
es considersble con respecto a épocas anteriores, aunque en
algunas islas el sector agrícola pasaba por una crisis. En ar-quitectura
proliferan las reformas y nuevas edificaciones 13.
UNA CONSTRUCCIÓN DE ARQUITECTCRA MUDÉJAR
La intención al titular de este modo el presente apartado,
es remarcar este carácter mudéjar de la ermita. Su exterior en
piedra, con un notable trabajo en corte y disposición de silla-res,
proporciona nobleza y empaque al edificio; por otro lado,
los accesos y vanos son, en generai, adinteiados. Todo este ex-terior
respira sencillez y sobriedad, que por lo mismo pudie-ra
acercarse, siempre un tanto forzado como queriéndole con-seguir
al,guna filiación, a presupuestos clasicistas, que sí se-rían
más válidos en el caso de la espadaña (lamina 7). La cu-bierta
externa con tejas curvas, a cuatro aguas, resulta ente-ramente
usual en la arquitectura canaria, religiosa o no, de
cualquier signo artístico hasta el siglo x~xe, n que las varian-tes
son mayores. Lo que verdaderamente da entidad a la fábri-ca
es su interior, con sus paredes encaladas y, sobre todo, por
la tecnumbre de madera, tanto en ia nave como en ia sacristía,
que hacen a la construcción gravitar dentro de la órbita mu-déjar,
a pesar de la fecha, ya en pleno siglo XVIII, de su edifi-cación,
pues como muy bien apunta el doctor Hernández Pe-rera,
refiriéndose a los templos canarios: ((Aunque nuestras
igiesias seguían cu-briéndose hasta ei uitiriio cuarto del si-glo
m111 con artesonados mudéjares de madera, bajo Carlos IV
FERNANDGOA BRIKLM ARTÍPRI ODRÍGUEAZr: quitectura doméstica cam-ria,
p. 45.
l5 Ibid., p. 15.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCILOA NAT.A LAYA DE SANTA BRIGIDA 23
van llegando a las islas novedades artísticas vigentes en Euro-pa
lustros antes.. . 16. Así, este «armar en lo blanco» es lo que
proporciona a la ermita carácter y entidad 17. La cubrición in-terior,
en madera de tea, responde completamente, de un lado,
a la tradición mudéjar (con simplificación de formas debido
al paso del tiempo o a su decadencia), de tanto arraigo en la
arquitectura canaria, y de otro lado, al gran auge y desarrollo
de la carpintería en las islas, de tal modo que en este siglo XVIII
que nos interesa cuenta, a la sazón, con una muy importante
tradición; además es en los años setecientos cuando, frente a
la sobriedad y sencillez en la edificación, la carpintería adquie-re
verdadero esplendor en CanariasIs. La armadura de la sa-cristía,
muy sencilla, consta de un tablero inclinado, digamos
cubierta a una sola agua, liso, como fondo, y sobre e1 peque-ñas
vigas del ancho interior de la estancia (como unos 2,30 me-tros),
dispuestas paralelamente; podría responder a un tipo
muy sencillo de alfarje, dentro de las techumbres planas o
adinteladas, a pesar de su inclinación1*. La armadura de la
nave corresponde, en la clasificación de Lampérez, según los
procedimientos técnicos empleados, a la que el tablero «es la
parte principal de la obra, y la lacería se hace con listones
clavados al tablero, formando dibujo ornamental^^, y que
cita M. C. Fraga como: ((Aquella en que el tablero forma el
esqueleto de la tecumbre, en tanto que el encintado no tiene
otra función que la meramente decorativa)) 21, y al mismo tiem-l6
JES¿.S H E R N ~ EPEZR ERA«:T abernáculos neoclásicos de Tenerife y
Gran Canaria». Comunicación presentada con diapositivas, en la clausura
de la Exposicidn de Retra.tos Reales, organizada por el Instituto de Estu-dios
Canarios en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenenfe el Y üe
mayo de 1967. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, años 1965-1968,
p. 45.
l7 Este es el espíritu que respira el inicio del artículo de BALBINA
MARTÍNECZA VIR~{:( Carpintería Mudéjar Toledana)), Cuadernos de la Al-hambra,
año 1976, pp. 225-26.
PEXNAN-RDIEOL MARTINR ODRÍGUEüZp:. Cit., p. 4ü.
l9 BALBINMAA RT~NECZA VIR~02:) . d . , p. 226.
VICENTEL AWÉREZ Y ROMEAH: istoria de la arquitectura cristiana
espafioola en la Edad Media, vol. 111, p. 515.
21 MARÍAD EL CARMEFN'RA GA GONZÁLEZL:a arquitectura mudéjar en
Canarias, p. 91.
Núm. 33 (1987j 627
24 DIEGO SUAREZ QUEVEDO
po es, sedn Lampérez, un tipo de techo en forma de bóveda
cupuliforme de lazo 22, o sea, de acuerdo a características ex-ternas,
se inscribe dentro de los techos cupuliformes, y dentro
de éstos corresponde a los de dieciséis lados 23. Los motivos
generales de lacería son sencillas crucetas que nos hablan de
simplificación de formas mudéjares de los siglos xv y XVI; las
variantes de estos encintados son aun más sencillas. La deco-ración
del harneruelo, con su gran piña central, y de los pro-pios
lados o faldones, con cuadrados de crucetas y vacíos (los
«netos» que denomina Lampérez), podrían responder al peso
de la decoración a base de casetones (de donde viene, en sen-tido
estricto, la calificación de artesonado %), de estirpe clásica,
y tan usada por el Renacimiento. Estas techumbres que la doc-
L --.- Lora M. Caviró denomina Morisco-Eenacientes, son abundantes
en la geografía española desde el primer tercio del siglo XVI,
en que se constituyeron en un elemento básico del llamado
«Estilo Cisneros)) '? Por su parte, la decoración de lo que fue-ran
calles de limas con motivos y roleos vegetales, no es ya el
LG?.I- p"d e fiOi.a usan mudqarecso rIio de "m-mentación,
tan estilizada, «que convierte en esquemas casi geo-mBtricos
las formas de la naturale~a) )s~in,o realista y jugosa,
que nos acerca o nos habla del influjo del Barroco sobre el Mu-dejarismo;
ello hace que techos de este tipo se daten, como
muy tempranos, a fines del siglo XVII, y más propiamente ya
en el XVIII.
Este ambiente mudéjar crea un particular espacio arqui-tectónico
geometrizante, y es en concreto su techumbre la que,
en el interior de la ermita, crea este espacio poliédrico '"7 y le
FIZce grZ\-itar en el Mü&jZliSirlG +
22 VICENTEL AMPÉREZY ROMEAO:p . cit., vol. 111, p. 515.
u ~ R Í DAEL CARMENFR AGA GONZÁLEZO:P . cit., p. 91.
24 RALEIXAM AXT~'LECZi om5 : Qp. cit., p. 262.
25 Ibid., p. 263.
26 VICENTLAEM PÉREZ Y ROMEA:0 2).c it., vol. 111, p. 487.
27 Idea que apunta y desarrolla en su Tesis Doctoral, inédita, MARÍA
DE LOS ANGELEST OMASR OGER:L a tradición de la carpinteria mudéjar en
Ea arquitectura espafiola: Diego López de Arenas, parte 1, cap. 1, p. 40.
628 AhWARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCI~N. LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA 25
PARTICULARIDAIMDPERESS,I ONES, CONCLUSIONES
La primera particularidad apreciable en la ermita es su
planta; normalmente, tanto en iglesias de una como de varias
naves, éstas suelen ser rectangulares2'; en este caso se trata
de una nave cuadrada. Podría pensarse en criterios de senci-llez
geométrica y de trazado, pero realmente sin fundamento:
una nave rectangular podría resultar tan o más sencilla que
cuadrada. Siempre dentro de las reducidas dimensiones de la
ermita, su planta cuadrada proporciona a la nave, interiormen-te,
mplikd esp&zl c~ns&rab!e; &te pi~&rr. ser
de los motivos de la tal planta; en cualquier caso parece res-ponder
a algo buscado. ¿Podría, pues, estar el motivo dentro
de presupuestos de ilusionismo espacial, tan del Barroco? El
hecho cierto es que la disposición cuadrada, unida al encaIado
interior de las partes, confieren a la nave una amplitud y lu-minosidad
que en realidad no posee. El rectángulo de la sa-cristía
sumado a la planta tras el presbiterio, y comunicándo-se
con él por sendas puertas a ambos lados del altar, resulta
más usual en las iglesias canarias.
La disposición nave-sacristía parece corresponder, aunque
con planta rectanguiar, a la idea de un tipo de casa rural cam-pesina
canaria, correspondiendo la sacristia, aquí cerrada, a
la galería o cobertizo exterior, abierto, en la casa, que dispone
sólo de cubierta (la cual sigue la inclinación propia de la cu-bierta
de la casa, a dos o cuatro aguas, con lo que la similitud
es mayor) y soportes de madera como sostén2$T. ales viviendas
dstícas son frecuentes en Canarias, y similares a las que se
maio m C;oanr??F a~ypU. G ~ : Z ~Gp~. cZit.:; m vi mU!&:s q ~ heuc e
de 10s diferentes tipos de plantas de iglesias, en el Mudejarismo canario,
se refiere siempre a plantas rectangulares; cap. IV, apartado b), pp. 65-68.
29 La idea nos fue proporcionada por un grabado que especifica los
elementos arquitectónicos de una casa rural canaria, típica campesina,
en la obra: Cultura y natura de las Islas Canarias, dirigida y coordinada
u^-i ,-, A-- TT..-L--I-- TT^_ --.a-^- L - pul reuru nvrrmnuca ntfr~&~ut.y~ ,c u y a ydr~t:« ELik L@ eii caiiaria~»a, iai
cual pertenece el grabado, realiza Antonio Ruiz Martin, p. 290. Idea que
hemos podido constatar, observando algunas de dichas casas rurales.
Núm. 33 (1987) 629
26 DIEGO SUÁREZ QUEVEDO
levantan entre Gibraleón y Ayamonte, con soportes de made-ra,
pilares o columnas, sosteniendo el cobertizo que hace las
veces de patio exterior 30.
Dentro de la arquitectura mudéjar canaria, supone una cier-ta
singularidad la distribución de algunos de los materiales de
construcción, en el sentido siguiente: lo normal hubiese sido
que el encalado interior de los muros se extendiese también
al exterior, constituyendo una superficie blanca de la que que-darían
destacados e individualizados portadas y vanos, me-diante
la oscura piedra; rasgo éste incluible dentro de los por-tuguesismos
que enriquecen la arquitectura canaria 31. No ocu-rre
así en la ermita, en cuyo exterior la piedra queda a la vista
(láminas 1, 2 y 7). Quizá la posible inspiración para estos pa-rAoa
imi rno rrrrutuni Jc -7 n i n i l v o r r iotn nn. - ioi i lnnnJnc nnmn oirrrinri dr \ nnhlri GL L y r G u r a v l n u a , t . , v i r ~ r u c s a u u r ~t . ,v~i~~ JuL S L L U D UG L I V L J L C I -
za (y algún pormenor de la disposición en planta), estuvo en
la casa solariega de la finca, que no se ha conservado; al pa-recer
ardió el pasado siglo, siendo la que ocupa su lugar de
construcción muy posterior a la ermitas; o tal vez prevalecie-m?,
cr',ter',m, !lzrilémmles ::mcidentales::, de prestigie y traU1-
ción en el uso de la piedra en la arquitectura religiosa, presu-miblemente
impuestos por el arcediano fundador, que al ser
al tiempo el propietario de la finca y casa, pudo aunar ambos
motivos.
Rasgo verdaderamente peculiar es la situación de la espa-daña,
en el centro del testero de la ermita (plano 3; lgmina 7).
Lo más común es que se sitúe en la fachada principal o, a lo
sumo, en uno de los muros laterales, pero no en el muro de
cabecera; cabe pensar que su disposición intenta remarcar la
direcciSIi Este, fun&meIitita!, re!igiesumerite h&!ande, e?, !U.
orientación de la ermita; también podría responder, y casi pa-
MARÍADE L CARMEFNR AGGAO NZALEOZp: . cit., pp. 71-72.
31 J E S ~HS ERN~XJPEEZR ERA«: La arquitectura canaria y Portugal».
Cnmimicn^.iún pronimciada en In Facultad de Filosofía y Lc?t.ras de In
Universidad de La Laguna, el 2 de diciembre de 1967. Anuario del Instituto
de Estudios Canarios, año 1968, pp. 72-74.
FERNANDOG ABRIELM ARTÍNR ODRÍGUEOZp:. cit.; resulta ilustrativo
al respecto el apartado 5.2.1, referente a los tipos de viviendas por la es-tructura
social, p. 168.
630 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
rece más lógico pensar así, a la intención de que la llamada de
la campana fuera mejor oída por los vecinos de la Atalaya, al
ser el muro oriental de la ermita el que mira hacia el barrio,
y el que estos vecinos tuvieran donde oír misa, era uno de los
motivos que aduce el fundador, ya desde su petición de licen-cia
al obispado, para edificar la ermita.
En el plano decorativo, resultan singulares los cuatro pe-queños
adornos que, a modo de unos flameros, decoran la en-trada
principal en sus cuatro esquinas, sobre un diminuto cha-flán,
y dispuestos bajo (o sobre) unas escotaduras (lámina 3).
Asimismo es chocante el contraste entre la espadaña (lámi-na
7) y el resto de la fábrica (plano 31, al ser esta última sobria
y c m predu~minio de ia iiriea recia y ei adinteiamiento, y ia
espadaña, relativamente, muy decorada y con predominio de
líneas y molduras curvas, tanto que el único medio punto de
la construcción se sitúa aquí, como remate del vano que aloja
la campana.
PERTENENCDIEA SLA ERMITA
A manera de inventario hacemos alusión en este apartado
a los objetos conservados de la ermita artísticamente rese-ñable~.
El retablo y las andas
El incluir el retablo (lámina 10) y las andas (lámina 9) den-tro
de un mismo apartado es porque, aun siendo muy dife-rentes
hoy, pensamos que debieron guardar similitud en las
pinturas que les decoraban.
El retablo, de madera, es muy sencillo; consta de un ara
o mesa de altar aproximadamente de las siguientes medidas:
largo, 2,63 metros; ancho o fondo, 98 centímetros; alto, 99 cen-tímetros;
conserva la piedra de ara, de mármol, inventariada
en 1766. Encima del ara se sitúa el retablo propiamente dicho,
con tres hornacinas para las otras tantas imágenes de la ermi-t,
a y coronado por crestería,~e, xactamente cinco, dos latera-les
y tres frontales, correspondientes a las hornacinas. Las di-
mensiones del retablo aproximadamente son: 1,48 metros de
alto y 343 centímetros de ancho o fondo; las crestas laterales
miden, cada una, unos 13,5 centímetros de altura; las corres-pondientes
a los nichos laterales, unos 26 centímetros de dto,
y la propia de la hornacina central, unos 45 centímetros de al-titud.
Los tres nichos para alojar las imágenes son iguales y
rectangulares, de 1,9 metros de alto por 63 centímetros de an-cho,
más o menos; cada uno dispone de su correspondiente
puerta, con cristal enmarcado por listones de madera, siguien-do
el rectángulo del nicho, salvo en su parte superior, en que
es curvo. El paso del ara al retablo tal se efectúa mediante un
retranqueamiento. El forraje del interior de las hornacinas, con a N
un papel rojo y blanco, es reciente. E
Las andas, de madera, descansan sobre unos travesaños, O n - asimismo de madera, para ser portadas a hombros; constan O=m de un cuadro-base, de unos 57 centímetros de lado, y de una EE
cubierta o dosel, sostenido por cuatro columnas salomCmicas, S
E
que descansan sobre unas especies de balaustres; encima del =
dosel, crestas de remate por sus cuatro frentes, de unos 8,s cen- 3
tímetros de altura cada una; sin éstas, la altitud de las andas - -
0m
es de un metro aproximadamente, y las llevaderas sobresalen E
del cuadrado-base, frontal y posteriormente, unos 45 centíme- O
tros cada una. Es de señalar la disposición en oblicuo, sobre n
y bajo los soportes, de las cuatro esquinas o ángulos de las E a-andas;
en la parte superior, sobre el simplificado capitelito de nl
cada columna, se dispone, a manera de cimacio, un trozo de n
0
entablamento oblicuamente, y sobre éste, en las esquinas, el 3
entablamento propiamente dicho y la cornisa siguen su dis- O
posición; con ello no sólo se resaltan las esquinas, sino que
quedan más voladas, en ellas, las cornisas. La misma disposi-ción,
a falta de un elemento correspondiente al cimacio, se re-pite
en la parte inferior, bajo las basas de los soportes colo-cadas
ya en oblicuo. Este modo de disponer los elementos
sobre y bajo los soportes da un carácter más avanzado, con-cordante
con la fecha de erección de la emita, a la evidente
filiación barroca que las columnas proporcionan a estas an-das:
segundo tercio del siglo m111 (aparecen ya inventariadas
en 1766).
632 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTJCOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCIÓN. LA $TALAYA DE SANTA BR~GIDA 29
Las andas, hoy día, aparecen pintadas de blanco y marrón,
pero éste es un repinte reciente; recordamos (unos quince años
atrás) haberlas visto pintadas en un marrón rojizo oscuro,
como fondo, y sobre él, motivos vegetales en tonos verdosos
oscuros, tallos y hojas (¿roleos vegetales?), que se enroscaban
sobre las columnas (lo que muy bien pudieran corresponder
a pámpanos y hojas de vid, quizá con algún racimo, que, como
alusión a la Eucaristía, son frecuentes sobre las columnas sa-
Iomónicas); esto es algo que, sin aclarar los motivos, confir-ma
el aludido inventario de 1766, que al respecto dice: ctItem
unas andas de palo pintadas en las que sale Nuestra Señora
en pr~ceclSn.~
Por su parte, el retablo aparece hoy en el color de la ma-dera
con rebordes en dorado; color del que son también las
adornadas letras que, sobre cada cresta, adjudican el nicho a
la correspondiente imagen. Es posible que estos dorados sean
restos de un repintado en blanco (y presumiblemente dorado)
que sufrió el retablo, y del que se les despojó hace unos cua-renta
años, dejándole en el color de la madera. Al apuntar
mepintado)) en blanco, se formula una hipótesis, pensamos
que fundada; por de pronto por testimonios y en alusiones al
retablo hay cierta idea del tal repinte, ocurrido a fines del si-glo
pasado o en los primeros años del actual. El referido in-ventario
de 1766 hace constar las imágenes del Cristo, de la
Virgen, y al referirse a la de San Francisco de Paula dice:
«Itern una imagen del Señor San Francisco de Paula al sinies-tro,
todas (las imágenes) ptrestas en un retablito pintado.n Es
la misma expresión que en el caso de las andas; desde luego
pudiera referirse a que estuviera pintado de blanco, y no ha-ber
sido, entonces, repinte, pero no parece probable. Al refe-rirse
a é1 como ctretablito pintadmj cabe, m5s híen, pencar que
se trate, como las andas, de pintado con un fondo y motivos
vegetales (aquí, quizá con mayor razón, pudieran ser vides
como simbolos eucarísticos). Una idea de cómo pudiera haber
sido el retablo así pintado nos la puede proporcionar el fron-tal
de$ altar & 1s em,itu, de Ayibniu & m-'2- ---- LGLXC, YUt: IIlUEb-tra
motivos vegetaIes de color verdoso sobre un fondo rojizo,
y que comporta también rebordes y adornos en dorado; do-
rados que, a su vez, pudo tener el retablo de la ermita de la
AtaIaya, siendo entonces, los dorados actuales, restos de la
primitiva pintura y no del repintado en blanco y, supuestamen-te,
dorado 32
El púlpito de la ermita, todo él de madera, queda adosado
a la pared Norte y como a unos 2,5 metros del muro Oeste
(planos 1 y 4: sección; lámina 17). Consta de un receptáculo
a modo de tribuna, de forma poligonal, comportando cinco
lados, el resto es el hueco de entrada o de subida, y la propia , D pared, y de una escalera de acceso, asimismo adosada a la pa-red,
con un2 rudimentaria barandilla, que arranca desde el
suelo. La tribuna apoya sobre dos ménsulas, también de ma-m
dera, que a su vez 10 hacen sobre unos pequeños listones de ;
madera inclinados, de manera que van a morir a la propia i
pared; una especie de pilar de madera refuerza este sistema
y sirve de apoyo, al tiempo, a la escalera. La altura total del $
dispositivo es de unos 2,8 metros y las dimensiones de la tri- % 0 buna, aproximada,mente, son de un metro de alto por 60 cen- ;
tfmetros de ancho. Por todo adorno se disu>onen, en la base y
parte superior de 1.2 tribuna, unos listones salientes que siguen
la forma poligonal d.e aquélla, y entre estos listones horizon- %
tales, otros verticales remarcando las aristas de la superficie
poligonal. n
n
Respecto al púlpito, el inventario de 1766 dice: «Item un E 3 púlpito nuevo que está en el cuerpo de la ermita.)) De ello se @
pueden deducir dos cosas: una, que el púlpito era, entonces,
de construcción reciente; así, a grandes rasgos, podría datarse
como del tercer cuarto d.el siglo XVIII; y otra que el actual co-lor
que presenta, el propio de la madera, es el que, presumi-blemente,
tuvo siempre, dado uue en el citado inventario no se
alude a él como pintad.0. lo que si se hace en otras ocasiones
(caso del retablo, de las andas, o incluso cuando se refiere a
dos sitiales, que no se han conservado).
32 b ! ~ D IEGOS UÁRE Z QTJEVED«OE: mita de S m Antonio. Telde (Gran
Canaria)», El Museo Canario. XLIV (1984), pp. 56 y 57.
634 ANL'ARIO DE ESTUDIOS ATLBNTICOS
Lámina 9: Andas barrocas de madera. Lámina 10: Muro este de la nave. Retablo.
Lámina 11: Crucificado. Cruz de plata e imagen de
madera policromada.
Lámina 12: Imagen de la Inmaculada. Madera policromada.
Las imágenes
Se nos han conservado las tres imágenes, de excelente ca-lidad,
a las que los documentos aluden; no obstante, habrá
que hacer alguna salvedad respecto a la de San Francisco de
Paula, como veremos.
EL Cristo (lámina 11)
.&a trata rln iin +m~r-ifioarin onn imaaon & mz&ra p~Ycrg- U" Y I C Y V U U" -4 " L C . " I * I " C U . A V , " V I L A . - * U b V * -
mada y c m y base o peana de plata; las dimensiones, apro-ximadamente,
son, en alturas: peana, 17 centímetros; cruz,
70 centímetros, e imagen, 32 centímetros. Es un cristo muer-to,
de tres clavos, con corona de espinas y bastante sangrante;
el pafío de pureza es movido, volado y abierto sobre la cadera
derecha, dejando ver cómo la cuerda de sujeción muerde la
carne; todo ello muy en consonancia con crucificados barro-cos
de la Escuela Andaluza, en general, y en concreto con mo-delos
que, arrancando de Alonso Cano, dibujan en el espacio
la línea ((serpentinattan, de raíz, como otras influencias, mi-guelangelesca,
que se dan en la escultura española desde el si-glo
XVI 33. La parte superior y los brazos de la c m están re-marcados
por unas molduras que terminan en unas bolas.
Bajo el letrero «INRI», de plata, justo en el cruce y a la altura
de la cabeza del cristo, está como una corona, también de pla-ta,
en la cual cuatro pifias forman una pequeña cruz.
Ninguna de las partes de plata presenta incisiones de pun-zón
o marcas de orfebre.
A esta imagen se hace alusión, ya; en la petición de la li-cencia
para erigir la ermita, fechada en 1733, como que es pro-piedad
del arcediano fundador, y con la cual quiere dotar a la
33 JOSEM ARÍAD E AZCÁF~ATYE RISTORI:« La influencia miguelangelesca
en la escultura española», Goya, año 1966. Hace notar la influencia sobre
Alonso Cano, p. 121.
Núm. 33 (1987) 635
ermita 34. Así, puede ser datada como del primer tercio del si-glo
XVIII. Respecto a esta imagen el comentado inventario de
1766 dice: ((Primeramente: una Imagen de un Santo Christo
en medio de un tabernáculo con la cruz y piana de plata.» «En
medio de un tabernáculo)), indica que se trata de la hornacina
central del retablo, como explicitan las letras grabadas enci-ma
(JHS, de Jesús-Hombre-Salvador, y la H, con una cruz en
su centro), y que aparecen rematadas por una corona (Iárni-na
10); el carácter principal de esta hornacina queda remarcado
por dos pequeños listones de madera dorada, que bajo las le-tras
forman un ángulo agudo hacia abajo, a modo de un arco
mitráico, en tanto que sobre cada uno de los nichos laterales a N
"cs.o, dui~cunnpnvor ~ucurilml r ynr cliazmi r rar inr vtso. , iur ni ~~lir~ tñunu LhvIVnIiLUr~ViInL U~LI In tal~I l~-UímI A IiInA IoC U r1 ví i,\.
O
n-- m
O
La Inmaculada (lamina 12) E
E
2
Es una imagen, en madera policromada, de la Inmaculada
Concepción, cuyas dimensiones en alturas, aproximadamente, 3
son: peana, 17 centímetros; nube con cabezas de ángeles, 10 -
0
m
centímetros, e imagen propiamente dicha, 60 centímetros. E
O Como señala el presbítero Hernández Benítez: {(La devo-ción
a la Santísima Virgen, bajo el título de la Concepción, es
E tan antigua en nuestra Isla que se remonta, cuando menos, a -
a
los albores del siglo XVI, así el Obispo D. Diego de Muros, en n
n las Constituciones Segundas, celebradas el 26 de febrero de n
1506, ordena sea tenida como fiesta de guardar en esta Dióce- O3
sis -"en el mes de diziembre a VIII, la concepción de Nuestra
Señora"->> 35.
La filiación de esta imagen de la Inmaculada, dentro de la
imaginería barroca española, es andaluza, y dentro de Andalu-cía,
las analogías son, quizá, mayores con la Escuela Granadi-na,
pues presenta la forma «en huso)), derivada de modelos de
34 Libro de Visitas a La Vega, fols. 5 y 6, ARCHIVO PARROQUIDAEL S AN-TA
BR~GIDA.
35 PEDRO HERN.(NDEBZE NÍTEZ:T elde, sus valores arqueológicos, histó-ricos,
artísticos y religiosos, p. 181.
636 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ERMITA DE N. S. DE LA CONCEPCIÓN. LA ATALAYA DE SANTA BRÍGIDA 33
Alonso Cano, y tiene similitudes, aunque con el manto más mo-vido
y volado como correspondiente a un momento más tar-día,
con la Inmaculada de la iglesia de San Telmo en Las Pal-mas
de Gran Canaria, que el marqués de Lozoya señala como
posible obra tardía del propio Cano 36. Es de señalar que el
manto, a la derecha de la imagen y a la altura de las manos,
está roto, probablemente no mucho, pero resta agitación y
vuelo al mismo. Por este mayor movimiento de paños, y al ser
citada, como en el caso del crucificado, desde la petición de
licencia de edificación de la ermita, y asimismo como dote que
el fundador hará a ésta, en 1733 37, se la puede datar como del
primer tercio del siglo XVIII. La luna que hoy ostenta, de plata
sobr&ürada, y ia corona de bisutería son posteriores, ai me-nos,
al citado inventario de 1766, en el cual se alude a la ima-gen
así: ctItem una Imagen de Nuestra Señora de la Concep-ción
al lado derecho del Santo Christo con su corona de plata.))
Su hornacina correspondiente, como reza el inventario y como
marca ia ivi ae Maria escrita encima, es, efectivamente, la de
la derecha del retablo. Este rótulo del nicho no es rematado,
como el central, por una corona, pero su mayor categoría res-pecto
a la hornacina de la izquierda es remarcada por un ador-no
superior que aquélla no posee (lámina 101, además de la prio-ridad
que supone su propia coIocación s la derecha de Cristo.
Casi a manera de anécdota, es de citar que la imagen lucía
en el centro del pecho una especie de broche (se ha perdido
36 Jüm EE CONTEERAS Y AYALA í111arqués de bzoyai: ({impresiones
artísticas de una excursión a Canarias)), Boletín de la Sociedad Española
de Excursiones, año 1944. p. 11. La consideración aquí hecha por el mar-qués
de Lonoya, sobre la escultura de la Inmaculada de la iglesia de San
Telmo de Las Palmas de Gran Canaria, como obra tardía de Alonso Cano,
no es seguida por Wethey, que la considera simplemente obra de Escuela &-&mGa. xviii, ea HAKOLED, --- WETHEY: Aionso Cano. Paznter,
Sculptor, Architect. Catalogue: Scultures wrongly attributed to Alonso
Cano, p. 198.
Ibid.: {(La Inmaculada de Alonso Cano en la ermita de San Telmo de
Las Palmas», en El Museo Canario, núm. 9, enero-marzo 1944, pp. 3-5.
Libro de Visitas a La Vega, fols. 5 y 6, ARCHIVO PARROQUIADEL
SANTBAR ~GIDA.
Núm. 33 (1987) 637
recientemente) imitando una flor, de bisutería, semejante a la
actual corona. Aunque m& sencillo, en la forma es similar a
broches que adornan a la Macarena de Sevilla 38.
San Francisco de Paula (lámina 13)
Es una imagen de madera policromada, con las dimensio-nes
en alturas, aproximadamente, siguientes: peana y plata-forma
base, 17 centímetros, y la imagen propiamente dicha,
60 centímetros.
Esta imagen crea un problema en el sentido siguiente: se
la cita, como a las anteriores, en el aludido escrito de petición
de licencia, feehadzl zn 1733, y can la rxiisina idea, de pertene-ciente
al fundador y con !a que dotará a la ermita 39, y el citado
inventario de 1766 se refiere a ella así: «Item una Imagen del
Señor San Francisco de Paula al siniestro (del Cristo) todas
(las imágenes) puestas en un retablito pintado)); por ello, como
!as =tras imáge~es, se 1s datar%, como U d primer tercio del
siglo XVIII; en cambio, la imagen que hoy admiramos sería
más incluible dentro de modelos derivados de los de Luján
Pérez, el gran imaginero canario muerto en 1813, y por consi-guiente
de fecha muy posterior. Entonces cabe suponer que
si se trata de la primitiva escultura, ha sufrido retoques y re-pintes
más acordes con gustos lujanescos, o bien que la actual
imagen es una sustitución de la primitiva hecha, probable-mente,
en la primera mitad del siglo x~x.S u aspecto de mejor
estado de conservación en las superficies pintadas y adornos
yarece v ~ n f i r ~ a!Sr Uiche, 9 !a yrimitiv=. imqen fue objeto
38 Estos broches de la Macarena están constituidos por un brillante
central rodeado de esmeraldas, que en sus extremos tienen nuevamente
brillantes; las esmeraldas son bastante mayores que los brillantes. Al pa-recer
fueron regalo de un tnreroj hacia 1920, y las esrnerald.as traids de
Sudamérica. E1 broche de la Inmaculada sólo tenía una piedra central
roja, rodeada por otras verdes; en este caso se trataba de bisutería, g no
de piedras preciosas.
39 Libro de Visitas a La Vega, fols. 5 g 6, ARCHIVO PARROQC'DIEA SLu -
TA BRÍGIDA.
638 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
de una fuerte restauración, o se trata de una escultura más
reciente. El repintado de la imagen primitiva podría explicar
el que no aparezca sobre su pecho el sol encerrando la pala-bra
CHARITAS, atributo fundamental del Santo ''.
El lugar de esta imagen en el retablo es, como indica el
mencionzdo inventario de 1766, y le adjudican las letras supe-riores,
CAR, abreviatura de CHARITAS, grabadas dentro de
un círculo (como alusión al sol), la hornacina de la izquierda.
Las letras dentro del círculo aluden a «Sol de la Caridad)), que
como el bastón curvado, a modo de báculo pastoral, al ser
fundador de la Congregación de los Mínimos en el seno de la
orden franciscana, son atributos de San Francisco de Paula 4'.
Cáliz, patena y cucharilla (lámina 14)
Se trata de un cáliz de unos 25 centimetros de altura, que
consta. de base o peana Ue plata (diámetru Inferior, 12,s zen-tírnetros
aproximadamente), columna y bulbo inferior del vaso
o copa de plata, y parte superior de la copa de plata sobredo-rada,
exterior e interiormente. El diámetro de la parte supe-rior
del vaso es de unos 8,5 centímetros. Es un cáliz muy sen-cillo
que, como adornos, presenta incisos y enmarcados en
unos círculos, en la peana y en el ensanchamiento central de
la columna, las Tablas de la Ley y atributos de la Pasión. La
patena de plata sobredorada, de unos 13 centimetros de diá-metro,
y la cucharilla de plata son los comfllementos. Ninguna
de :as ti-es piezas presenta incisiones 0 TXaTCaS de orfebre. nes-pecto
a ellos el inventario de 1766 dice: «Item un calix con su
patena y cucharilla de plata sobredorado por dentro la copa
y patena.» Su data, por ello y por el aternperamiento de la de-coración
barroca, es, probablemente, el segundo tercio del si-gio
XVIII.
40 JUAN F'ERRANDO ROIG: Iconografia de los Santos, p. 117.
41 Zbid., p. 117.
La lámpara (lámina 15)
Es una lámpara de colgar, áe plata, para usar con vaso de
aceite. Carece también de marcas de punzones. Consta en el
inventario de 1766 así: «Item una lámpara con su vidrio.)) Con
su ancho plato y las cadenas formadas por eslabones de plan-cha
calada, presenta similitudes con la lámpara de la iglesia
parroquia1 de San Juan Bautista de La Orotava (Tenerife), in-diana,
seguramente de Méjico4'; pero ésta es de 1615, que es
una fecha demasiado t,emprana para cualquier paralelismo con
la ermita. Por ello es presumible su inclusión en el período a N
Barroco, en el que la influencia indiana es grande; período E
éste que supone el auge de la platería en Canarias, y que, con O
n su inicio un tanto retrasado respecto a Andalucía, abarca des- -
m
O
de 1670 hasta, aproximadamente, 1780 ". E
E
2
Los atriles 3
-
0
m
Se conservan dos atriles de madera: uno pequeño para co- E
locar encima del altar, muy sencillo, y otro grande, con pie O
para colocar en el suelo (lámina 16). A tenor del citado inven-tario
de 1766, falta uno de los pequeños, pues se expresa así:
dtem dos atriles pequeños de altar.)) «Item un atril grande
con su pie para cantar epístolas y evangelios.))
La cómoda (lámina 18)
En la sacristía se conserva una cómoda muy sencilla, de
madera (cedro), usualmente Ilamada «cajonera)), donde se
mardan las ropas para los oficios litúrgicos. Respecto a ella
el inventario de 1766 dice: «Item una caja de sedro grande
para guardar los ornamentos de la Hermita.))
JESÚS HERNÁNDEPZE RERAO:r jebreria de Canarias, pp. 171-172, fig. 56. " Zbid., pp. 221-22.
640 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Lámina 13: Imagen de San Francisco de Paula. Lámina 14: Cáliz v patena de plata sobredorada.
Madera policromada. Cucharilla de plata.
Lámina 15: Lámpara de plata. Lámina 16: Atril de pie. Madera.
Lámina 17: Púlpito adosado a la pared norte de la nave.
LAmina 18: Cómoda de cedro en la sacristia.
Lámina 19: Ropas liturgicas. Siglo XVIII.
Lamina 20: Misal. Tipografía plantiniana. Año 1728.
Vestimentas litúrgicas (lámina 19)
Se conservan varias de estas vestimentas: casullas, albas,
roquetas, etc.; como muestra está este juego, que aparece in-ventariado
en 1766 de este modo: «Item un terno de tela de
oro con su casulla, Dalrnática, Capa pluvial, frontal, paño de
calix, bolsa y dos estolas, todas con galón de oro y forradas
de tafetán blanco.))
Los misales
Se conservan los dos misales a los cuales al1.1de el inventa--
rio de 1766: ctItem dos misales.)) Como puede apreciarse (1á-mina
201, están hechos ((ex typographia plantiniana)), tipo de
letra impresa de origen flamenco del siglo xvn, concretamen-te
de Amberes, la cual toma su nombre de su inventor Plan-tin
44. Llevan ambos la fecha de 1728; en de dic.hnr miszles
aparece escrito a mano: «Sta. Brígida Ermita de la Atalaya.))
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44 La tipografía plantiniana es muy usada en los siglos XVII y XVIII.
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Núm. 33 (1987) 64 1
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642 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APENDICE DOCUMENTAL
ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA BRÍGIDA: "LIBRO DE
VISITAS AL LUGAR DE LA VEGA", folios 12 y siguientes.
"Imbentario de los ornamentos, Bienes y Alajas que se hallaron
en la Hermita de Ntra. Sra. de la Concepción que está en el Pago
de la Atalaia jurisdicción de este Lugar de la Vega, hecho en ocho de
Ti.1:- dullu A- -m+,-. nGr\ A n 1vCC rir, ln 4ci;t-n mqln nnTnhrA a1 T l m n Qr nnn UG WLIC alrv ur; A tu", Grr ra. rluruo, yub v u L u w r v ur rrrrru. u-. vvrr
Francisco Delgado y Venegas, Obispo de Canaria, del Consejo de
S. M. mi Sr., siendo visitador general de este obispado el Dr. D. An-drés
Domingues Veles, Presvítero en la Sta. Iglesia Cathedral de es-tas
Islas.
Primeramente: una Imagen de Sto. Christo en medio de un ta-bernáculo,
con la cruz y piana de plata.
Item una Imagen de Ntra. Sra. üe ia Concepción ai iaüo dere-todas
puestas en un retablito pintado.
Item una Imagen del Sr. San Francisco de Paula al siniestro,
todas sus puestas en un retablito pintado.
Item una cruz con su Sto. Christo, pequeña de plata para poner
ensima del Altar.
Item una piedra de Ara, de mármol sin forrar, la que se mandó
que luego se forrase.
Item quatro candeleros pequeños y dos peveteros, todos de plata.
Item tres sillas de moscobia al lado Isquierdo para sentarse los
sacerdotes en las rnissas cantadas.
Item un calix con su patena y cucharilla, de plata sobredorada
por dentro ia copa y patena.
74-u ..- uinr iln rr:nn:rirnc. An n1oCn nqr n l o + i l l n An -1 trn
r b ~ l i ul i r pa r UG v l l l a J G A a a UG pium uulr -u p ~ u v u i vUG p r u b .
Item una lámpara de plata con su vidrio.
Item un ostiario de plata, que se dijo haverlo llevado prestado
D. Blas Monzón, Presvítero, y se mandó a sus herederos lo resti-tuieren
luego a la Hermita.
Item un terno de tela de oro, con su casulla, Dalrnática, capa
pluvial, frontal, paño de calix, bolsa y dos estolas, todas con galón
de oro y forradas en tafetan blanco.
Item quatro casullas de damasco galoniadas de seda y forradas
en tafetán, de los quatro distintos colores que en sus ornamentos
usa la Iglesia.
Item tres paiíitos de calix de damasco; sus colores blanco, en-carnado
y morado.
Núm. 33 (1987) 643
40 DIEGO SUÁREZ QCEVEDO
Item dos bolsas de corporales de damasco, la una blanca y la
otra encarnada.
Item una casulla de tafetán blanco galoniada de seda.
Item un paÍio de púlpito y xna manga de C m ,to do de tafetán
blanco galoniado de seda.
Item un paño de ombros de tafetán blanco.
Item quatro frontales de damasco con gaun de seda de los
quatro colores que usa la Iglesia.
Item un frontal de tafetán blanco galoniado de seda.
Item tres albas, la una fina y las dos más bastas.
Itern dos arnitos.
Item dos manteles.
Itern quatro purificadores.
Item un juego de corporales.
Item una Palia. a Item colgaduras de tercio pelo, en los dos testeros principales N
del Altar y por los lados, de tafetán todo encarnado. E
Item dos misales. O
Item dos atriles pequeños de altar. n -
= Item un atril grande con su pie, para cantar Epístolas y Evan- m
O
gelios. E
E Item una rueca para poner la manga de Cruz, y dos sitiales de 2
palo pintados, con quatro campanillas de plata que dió un devoto. E
=
Item unas andas de palo pintadas, en las que sale Ntra. Sra. en
procesión. 3
Item un púlpito nuevo, que está en el cuerpo de la Hemita. - - 0 Item una caxa de sedro grande para guardar todos los ornarnen- m
E tos de la Hermita.
En una caxa que estaba en la casa de los herederos de D. Diego
Navarro (sin ellos saver lo que contenía), los ornamentos y alajas n
siguientes: -E
Tres casullas de damasco, blanco, encarnado y verde, con sus a
estolas y manípulos, y la verde tiene, también, un pañito para el 2
n
calix. n
0
Item otra dicha de tafetán blanco, con su estola y manípulo.
Item dos albas, unos corporales, quatro amitos, seis purificadores 3
O
y dos síngulos de seda blancos.
Item una campanilla y platillo para las vinajeras, todo de piata.
Item dos Ijuelas.
Firmado en el Lugar de la Vega, a 14 de Julio de 1'766, por:
Dr. D. Andrés Raphael Domingues Veles.
Joseph Jaimes.
Item se ponen en imbentario, unos corporales que se hallaron
en la presente visita de este año de setenta y quatro, con todas las
demás alajas del imhentario antecedefite.
Item se halló una mesa en la sacristía.
Item dos candelabros de metal.
Item catorce tablas de tea, puestas en la sacristía a costa del
patrono."
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS