B E L L A S A R T E S
ESCULTURA FVNERARIA EPISCOPAL
CANARIENSE
POR
ANTONIO RUMEU DE ARMAS
1. LOS ENTERRAMIENTOS EPISCOPALES CANARIOS. DISPERSI~N
POR IGLESIAS Y CATEDRALES PENINSULARES
Si por algo se significa la historia del arte en Canarias es por
su -austeridad y sencillez, rayana muchas veces en auténtica po-breza.
En el ámbito de la producción escultórica, las obras de im-portación
son valiosas pero escasas y los talleres isleños se sin-gularizan
por la ingenua tosquedad de los productos que ela-boraron.
Frente a la corriente cristiano medieval de los mausoleos en
basílicas y monasterios para albergar los restos mortales de pre-lados
y clérigos, con profusión de efigies y bajo el patrocinio tute-lar
de imágenes sacras, Canarias se nos muestra de una carencia
tan absoluta que cualquier humilde excepción produce auténtico
estupor.
El hecho no puede sorprendernos si tenemos en cuenta la po-breza
del archipiélago en los cuatro primeros siglos de su his-toria,
y su alejamiento de los grandes focos y talleres de escultura
castellana.
Las catedrales de Telde, Rubicón y Las Palmas no pasaron
de la condición de cueva, en el primero de los casos, y de humil-de
y sencilla ermita, con muros de mampostería y cubierta de
madera, en el segundo y tercero. En cuanto a los titulares de las
respectivas diócesis, el absentismo es la circunstancia que más
caracteriza la actuación de los primeros pastores. Hay indicios,
Núm 26 (1980) 175
2 ANTONIO RUIVI$U DE ARMAS
no obstante, de que varios de ellos sucumbieron en Lanzarote,
siendo de sospechar que una tosca piedra cubriría los restos mor-tales
de los primitivos prelados.
Este panorama comenzó a cambiar con el traslado de la dió-cesis
desde Lanzarote a Gran Canaria, desde Rubicón a Las Pal-mas.
Una bula del papa Eugenio IV de 1435 había autorizado el
cambio de ubicación y residencia l. Sin embargo, la decisión pon-tificia
no pudo llevarse a cabo hasta 1483, cuando la ciudad de
Las Palmas, culminado el proceso de la conquista, se vio libre
de toda amenaza y peligro. La ermita de Santa Ana fue habilitada
como catedral, estableciendo en ella su solio el primer obispo de
Canarias, fray Juan de Frías (1470-1485) '. Este prelado sucumbió
en Sevilla en la última de las fechas indicadas, sin que sepamos
el Irrglr p y i ~ t e& SG .qri!trira, >iinn;"p eyistln Frnb&ilfrl_a&s
favor de la parroquia de Santa María, sita en la capilla de San
Clemente de !a catedral, por ser la colación de su residencia '.
En tiempos del segundo obispo de Canarias, fray Miguel Ló-pez
de la Serna (1486-1490), se comenzó a edificar la segunda ca-tedral,
la llamada iglesia vieja de Santa Ana, emplazada donde
se asienta la cabecera del actual templo gótico. Esta edificación
fue continuada y conclusa por el Cabildo durante el largo período
de sede vacante (1490-1496). Podemos imaginarla, en su f isono-l
José de VIERAY CLAVIJON: oticias de la Historia Gewral de las islas
Canaria. Madrid, 1783, tomo IV, p. 619.
Antonio RUMEU DE ARMAS: Piraterias y ataques navaZes contra h.5 is-las
Canarzas. Madrid, 1947, tomo 1, pp. 55-56.
De1 mismo autor: La polítzca indigenista de Isabel la Católica. Vallado-lid,
1969, pp. 41-42. La conquista de Tenerife. 1494-1496. Madrid, 1975, p. 42.
Los últimos documentos expedidos por este prelado están datados
en Sevilla el 20 y 25 de octubre y el 20 de noviembre de 1485. Tienen el
valor de auténticas disposiciones testamentarias. Están otorgados ante el
notario público apostólico Alfonso de Jerez. El obispo Frías tenia su resi-dencia
«en la colla~iónd e Santa Mana, en el corral de Xerez».
Pueden consultarse en la revista «El Museo Canario)), núm. 4 (1934),
pp. 61-65, y núm. 6 (1935), pp. 81-83.
Archivo de ieimancas. Registro dei Seíio, abril de í486, foi. 11% En un
documento del día 3 de dicho mes se le considera fallecido: <don Juan
de Fryas -1éese- obispo que fue de Canaria*..
Miguel Angel LADERQOU ES.~DA: Historia de Sevilla. La ciudad medieval.
Sevilla, 1976, tomo 11, p. 164.
175 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 3
mía, como cualquiera de las modestas parroquias que embellecen
hoy los más agrestes pueblos de nuestra geografía urbana.
Ea tercera catedral, honra y prez de la ciudad de Las Palmas,
se comenzd a cimentar bajo el diligente y eficaz gobierno de
don Diego de Muros (1496-1506), para ser continuada a todo lo
largo del siglo XVI, verse paralizada por espacio de dos centurias
y conseguir, al fin, digno remate en las postrimerías del si-glo
XVIII 4.
El desarrollo económico de las islas Canarias dio a la diócesis
un cierto bienestar y a sus titulares saneadas rentas. Los diezmos
crecieron con el cultivo de la caña de azúcar, la implantación de
la vid, el desarrollo de los cereales, el auge de la ganadería y sus
derivados, la extracción de orchilla y la trata de esclavos. Los
prelados estaban en condiciones de dejarse arrastrar por las co-rrientes
de la época, procurando gloria para sus nombres hacien-do
labrar a expertos artífices suntuosos mausoleos.
Así ocurrió, en efecto, aunque por un conjunto de extrañas
circunstancias, estas tumbas, auténticas joyas de la escultura fu-nerar~
a casteiiana, se encuentren hoy diseminadas en los mas
extraños lugares de la geografía peninsular.
La causa primera es el apego de los prelados por la tierra
natal. No es un caso frecuente en otros personajes eclesiásticos
de rango, quienes dispusieron en múltiples ocasiones su enterra-miento
en la sede catedralicia que gobernaron y sirvieron, para
propio honor y gloria. Pero en Canarias sí se dio, y con reitera-ción.
La explicación más plausible hay que encontrarla en la ca-rencia
de talleres de escultura y las enormes dificultades de trans-porte
de estos auténticos retablos de mármol.
Distinto es ei caso de aqueiios obispos que ai ascender a dio-cesis
más importantes, y en algunos casos a archidiócesis, opta-ron
por descansar en el recinto catedralicio de su última prelatu-ra.
Se trata de una decisión tan natural, que no precisa de jus-tificación.
RUMEU DB ARMAS: 0p. cit., tomo 11. pp. 267 y 270-280, y tomo 111,
1: parte, pp. 284-285 y 307-343.
Jesús HERNANDEPZE RERA:S obre 20s arquitectos de la catedral de Las
Palmas. 1500-1570. «El Museo Canario», núms. 73-74 (año 1960), pp. 255-304.
Núm 26 (1980)
12
4 ANTONIO R&U DE ARMAS
Nos proponemos en este breve trabajo dar a conocer, con
valoración artística y abundante aparato gráfico, los tres impor-tantes
sepulcros que han sobrevivido hasta nuestro tiempo, unas
veces malparados y maltrechos y otras maravillosamente intac-tos.
Las tumbas que pasamos a describir corresponden a los obis-pos
siguientes:
1. Fray Miguel Eópez de la Serna (1486-1490).
2. Don Pedro de Ayala (1507-1513).
3. Don Fernando de Arce (1513-1522).
Es de advertir que a la descripción de cada mausoleo prece-derá
una breve semblanza biográfica del prelado sepulto, por es-timar
improcedente extendernos en un estudio histórico-episcopo-lógico,
cuando nuestro objetivo es esencialmente artístico.
11. LA SEPULTURA DEL OBISPO LA SERNAEN LA PARROQUIA
DE TRIJUEQUE. EL TRASLADO DE LA LAUDA FUNERARIA
A SIGUENZA
De fray Miguel López de la Serna se conocen escasos porme-nores
biográficcs. Hay que suponer que había nacido en la villa
alcarreña de Trijueque, por cuanto fue enterrado en la iglesia pa-rroquial
de la misma ? Pertenecía a la orden franciscana, sin que
Esta suposición se basa en la circunstancia de hallarse la corte en
Córdoba en el momento de sobrevenirle la muerte, puesto que sabemos que
su hico objetivo era entrevistarse con los Reyes Católicos.
En las famosas Relaciones topográficas de los pueblos de España, he-chas
de orden del Señor Felipe II (manuscrito de la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia, tomo VI, fol. 1.002) se conserva la respuesta de
las autoridades de Trijueque al cuestionario regio Véase la contestación a
la pregunta 39:
«A los treinta y nueve capítulos dixeron: que en esta dicha Yglesia
hay una Capilla que se dice S. Juan Bautista, la qual fundó Fr. Miguel
López de la Serna, Obispo de Canaria, y la dotó su hermano el Arce-diano
de ia Palma, ios quaies están enterrados en ia dicha Capiiia y tie-nen
su Capellán.»
El arcediano de La Palma -cuyo nombre no se hace constar- (ejercía
dicho cargo dentro del Cabildo eclesiástico de la diócesis de Canarias3
Juan CATALINGAA RC~ARe: laciones fopográfzcas de España (Relaciones
178 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE '5
sea dable precisar los puestos desempeñados en el seno de la
misma. Debía ser persona de relieve y prestigio, por cuanto el
papa Inocencio VI11 le designó obispo de Bisarchio, en la isla de
Cerdeña, por bula de 16 de mayo de 1485. Es muy probable que no
llegase a posesionarse de esta diócesis, en consideración a que el
propio pontífice le trasladaba diez meses más tarde a las islas
Canarias (bula de 29 de marzo) para reemplazar al recién falle-cido
fray Juan de Frías, su compañero de orden6.
El obispo López de la Serna se hallaba en el ReaI de Málaga
en octubre de 1487. Ahora bien, lo que no podemos precisar es
si se despedía de los Reyes Católicos para marchar a su nLevo
destino o estaba negociando asuntos del archipiélago después de
haberse posesionado de la mitra 7.
En 1490 su actuación será muy destacada en la corte en de-fensa
de los indígenas gomeros víctimas de las tropelías de su se-ñor
Hernán Beraza, a quien dieron muerte en 1488 en una oscura
conspiración. La represión por parte de la viuda doña Beatriz de
Bobadilla y el gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera £ue
tan sanguinaria y cruel que produjo la repulsa general. La Serna
se trasladó entonces a la corte para abogar por la liberación de
los cautivos, cosa que al fin consiguió, con un ardor y abnegación
dignos de todo encomio. Más de un centenar de gomeros, redu-cidos
a oprobiosa esclavitud, recuperaron la libertad y se resti-tuyeron
a la patria de sus mayores por la justa y enérgica defensa
del ejemplar padre de almas 8.
de pueblos que pertenecen hoy a la provincia de Guadalajara ...), en «Me-morial
Histórico Español», Madrid, 1905, tomo XEIII, pp. 49 y 57.
ñicarcio Vrueta se hace eco de un absurdo rumor recogido en Trijue-que,
que daba por sentado el enterramiento casual, por haberle sobreve-nido
la muerte en tránsito por dicho pueblo. La villa alcarreña a ningún
sitio podía conducirle. (La escultura funeraria en España. Provincias de
.Ciudad ReaI, Cuenca y Guadalajara. Madrid, 1919, p. 189.)
Conradum EUBEL: Hierarchia catholica Medii Aevi. Münster, 1914,
torno 11, p. 276.
Instituto de Valencia de Don Juan (Madrid): Libro de los Maravedis
que. recibió Pedro de Toledo de las penas de cámara e del gasto dellas fasta
fin de LXXXVII (manuscrito), fols. 6 r. y 37 r.
Antonio RUMEU DE ARMAS: La política indigenista de Isabel la Cató-lica
ValIadolid, 1969, pp. 68-71.
Núm 26 (1980) 179
-6 ANTONIO RUMÉU DE ARMAS
A esta laboriosa tarea se hallaba consagrado el obispo, cuando
la muerte le sorprendió en Córdoba, residencia de la corte, el
11 de octubre de 1490. Oprimido a un tiempo el cuerpo débil por
la indignación, el dolor, la angustia y la alegría, el corazón se le
había parado, dejando su sangre helada para siempre. Los restos
mortales fueron conducidos a Trijueque para recibir sepultura
en la iglesia parroquial '.
Andando el tiempo sus familiares erigieron en una de las ca-pillas
una sencilla tumba de cantería cubierta con una meritoria
lauda, esculpida sobre mármol en bajorrelieve profundo. En cuan-to
al autor resulta imposible proponer ningún nombre. Se trata
de un escultor gótico de los que trabajaban en Guadalajara al ca-lor
de los múltiples encargos seglares y religiosos de la poderosa
familia de los Mendoza, marqueses de Santillana y duques del
Infantado. La obra, sin ser de una calidad excepcional, reúne in-
.&scutibles méritos por su realismo y sobria belleza.
El prelado descansa sobre cama, con cojín borlado en la ca-becera.
La figura es yacente, hallándose vestida con alba y casu-lla,
hábilmente plegadas. En la mano derecha porta un báculo y
en la izquierda un misal. En el antebrazo se distingue el manípulo.
La cabeza aparece cubierta con la mitra. Llama la atención el de-talle
y cuidado con que están esculpidos los bordados de la casu-lla
y la mitra, así como las volutas del báculo. E1 rostro se ca-racteriza
por el profundo realismo con que aparece reflejada la
muerte.
La lauda entera se remata con una larga inscripción, en letras
góticas, que arranca de la misma cabecera. Dice así:
AQUÍ YASE EL MUY RREUE~DO / E MANIFICO
SENOR EL SENOR OBISPO DON FRAY MIGUEL
LOPESD E LA SERNAO,B ISPO / DE CANARIA
ET DE RRUBICOI DEL / COSEJO DEL REY
E REYNA NROS SEÑORES. FALECIÓ-A HONS E 3E cccc TA AiqOS.
Con el correr de los siglos y las reformas interiores del tem-plo
parroquia1 del Trijueque, la lauda sepulcral del obispo La
Véase la nota 5.
180 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
LAMINA 11
El rostro del obispo La Serna, todavía intacto.
LAMINA 111
El rostro del ob:spo L2 Sernii, dcsfiguredo i: ~olpc sd e esccplo o de pico.
LAMINA IV
Lauda sepulcral del obispo La Serna, rehecha después de ser barbara-mente
mutilada. Sigüenza: Museo Diocesano.
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE '7
Serna fue trasladada a la pared de la epístola, en cuyos muros
quedó materialmente incmstrada lo. Allí pudo contemplarla quien
esto escribe en sus años de escolaridad universitaria.
Andando el tiempo -podrá hacer de esto quince años-, yendo
camino de Zaragoza, nos detuvimos en Trijueque, con espíritu y
ánimo de peregrino, para rendir homenaje al insigne campeón
de la libertad del hombre. Pero nuestra sorpresa no tuvo límites
al contemplar la pared totalmente vacía. Las indagaciones por
capillas y dependencias no dieron mejor resultado. Ea sacristana-llavera
repetía como una cantinela: que había desaparecido todo
en un bombardeo aéreo durante la fatídica contienda civil. Así
fue consignado en dos de nuestras últimas publicaciones 'l.
Cuál no sería nuestra sorpresa cuando en septiembre de 1977
decidimos pasar unas breves jornadas de descanso en el Castillo
de Sigüenza, convertido en lujoso parador de turismo. En el re-corrido,
tantas veces reiterado, de la impar ciudad (auténtica joya
del arte español de todos los tiempos) fuimos a visitar el Museo
Diocesano, de reciente inauguración, no teniendo Iímites nuestra
satisfacción al descubrir en uno de los ángulos del patio central
la lauda sepulcral de prelado alcarreño ".
Pero la alegría se trocó pronto en dolor al contemplar las ho-rrendas
mutilaciones padecidas por la joya escultórica debido
al furor iconoclasta de turbas ignaras. Ea lauda había sido arran-cada
de la pared, golpeada brutalmente y reducida a pedazos. Un
exaltado y furibundo picapedrero, con certeros puntillazos de es-coplo,
había desfigurado totalmente el rostro del insigne pastor.
" Sí, pastor benigno y probo de la grey humilde y desamparada.
¡Paradojas del destino! El infatigable evangelizador de los infieles
aborígenes, el prelado que supo hacer frente al gobierno despó-
% -
lo ORUETA: Op. cit., pp. 188-189.
l1 La política indigenzstn de hahe! 1~ Cnt$ic~, VaO!;iri_o!irl_, 1969, pp; 70-
71. En particular, la nota 11.
La conquista de Tenerife. 1494-1496. Madrid, 1975, pp. 106-107 (lámina).
l2 Aurelio de FEDERIFCEOR NANDGEuZía: breve del Museo Diocesano de
Arte Antiguo [del Sigüenza. Sigüenza, 1975, p. 11. Patio, núm. 122. Visto
desde la entrada, la lauda está situada en el ángulo posterior izquierda
Nzím 26 (1980) 181
8 ANTONIO R U ~ UDE ARMAS
tic0 de Pedro de Vera, el defensor de los gomeros oprimidos, eI
campeón de la libertad del hombre aparecía a nuestra contem-plación
desfigurado en su venerable efigie por aquellos mismos a
los que más amó.. .
Las piedras, maltratadas y dispersas, fueron depositadas, tiem-po
adelante, en los trasteros de la catedral seguntina. Después,
unas hábiles y amorosas manos han conseguido ensamblarlas,
supliendo con tosco yeso las importantes mutilaciones padecidas.
Allí, en medio de un silencio conmovedor, parece dormir el sueño
eterno el defensor de los gomeros sojuzgados.
111. EL MAUSOLEO DEL OBISPO AYALA EN EL CONVENTO
DE SANJ UANDE LOS -ES DE TOLEDO
Después de breve pero intenso gobierno diocesano del obispo
López de la Serna, la diócesis de Canarias experimentó un largo
período de seis años de sede vacante. La causa de esta anómala
situación fue la famosa bula Orthodoxae fidei del pontífice Ino-cencio
VIII, de 13 de diciembre de 1486, concediendo a los Reyes
Católicos derecho pleno de patronato para la designación de las
prelaturas y prebendas en las islas Canarias y el reino de Gra-nada
13. Hubo que arbitrar el procedimiento canónico para hacer
efectiva esta gracia, lo que se tradujo en la demora expresada.
El primer obispo designado por el nuevo procedimiento fue
el canónigo de la iglesia catedral de Santiago de Compostela don
Diego de Muros (su verdadero nombre familiar Diego López de
.., -.-~ &- V ~ E R AY CLAVIJOO:p . cir., tomo IV, pp. 630431.
Alberto de la HERA: El Regio Patronato de Granada y las Canarias, en
«Anuario de Historia del Derecho Español», 1957-1958, pp. 5-16.
José PERAZADE AYALA:E L Real Patronato de Canarzas, en «Anuario de
Historia del Derecho Español», 1960, pp. 113-174.
182 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 9
Burgos "1, por bula expedida en Roma, por el pontífice Alejan-dro
VI, el 27 de junio de 1496 15.
Ea actuación de este sobresaliente prelado, con singulares do-tes
de mando, importantes decisiones de gobierno y producción
literaria de relieve, cubre exactamente una década, pues sucumbió
en Las Palmas en el verano de 1506 16. Sin embargo, no nos inte-resa
su figura para nuestro concreto objetivo, pues si bien fue
sepultado en la iglesia vieja de Santa Ana, no ha quedado el menor
vestigio de la lauda funeraria que sirvió para cobijar sus restos
mortales.
En cambio, cobra singular relieve en el punto que nos ocupa
el cuarto obispo de Canarias, don Pedro de Ayala, cuya desig-na&
n la him el pmtifire 3die II ';m b~!ud vsp~chadae n &rn~
el 20 de octubre de 1507 '" E1 gobierno, puramente nominal, del
prelado se alargar& hasta el instante de su muerte, sobrevenida a
principios de 1513. El absentismo de este prestigioso político de
la corte de los Reyes Católicos fue absoluto, pues se limitó a
l4 Antonio L~PEFZE RREIROH: istoria de la Santa A. M. Iglesia de San-tiago.
Santiago, 1904, tomo VII, pp. 346 y 375.
Del mismo autor: GaZicia en e2 último tercio del siglo XV. Vigo, 1968
(38 edición), pp. 239-245 y 284-285.
G. VAzau~z NÚNEz: Don Diego de Muros, obispo de Tuy. Madrid,
1927, p. 9.
S. PORTELPAA ZOSD: ecanologia de la S. A. M. Iglesia Catedral de Com-poslela.
Santiago, 1944, p. 182.
S. CABEZDAE Hzstoria de la Universidad de Santiago de Compos-tela.
Santiago, 1946, tomo 1, p. 32.
José Luis GONZALENZO VAL~DNo:n Diego de Muros 11, obispo de Ca-iz
¿irms, eri . . ~ de~ c . ~~ j ~~ A~ ~fpILi ;~ :~~~ ~ ~ ~i?;'h;íl,l, 2 ~ 1974:, ~ 254-25 ~
l5 P. Atanasio UPEZD:i ego de Muros 11, obispo de Canarias, en «Bale
tín de la Real Academia Gallega», nitm. 83 (año 1914), pp. 287-291.
l6 Pedro HER~NDEUZn:a relación y unos comentarios, en «El Museo
Canario», núm. 20 (1946), p. 27. El 28 de octubre de 1506 el arcediano de
Tenerife don Antonio Myños se presentó en la villa episcopal de Agüimes
y-ourlou y- - -rr \ .vvnvnrr r i i1v-ec r rnr-*nrrgnvr o A n o l ~ o l A ~c .,lm i n&l Yr ~c~r ;hannnii e c.r+nhan ,<vsrnn. u+ u~ruruvu, iguuru J u v r r r u w r ~ vy ur ruruuui.
tes por fin y muerte del muy rreverendo señor don Diego de Muros, que
en gloria está».
GONZALEZN OVAL~ANr:t . cit., pp. 60-61.
17 Guilelmus VAN GULIKy Conradus EUBELH: ierarchia Catholica Medii
et Wecentioris Aevi. Münster, 1923, tomo 111, p. 149.
Núm 26 (1980) 183
10 ANTONIO R&U DE ARMAS
cobrar las rentas de la mitra, sin preocuparse para nada del archi-piélago
ni de sus diocesanos.
Pertenecía nuestro personaje a una ilustre familia toledana,
siendo sus padres don Pedro López de Ayala, comendador de Mora,
en la Orden de Santiago, y doña María Dávalos 18. Pese a su
condición de clérigo, canónigo de la iglesia metropolitana de To-ledo
y pronotario apostólico, fue designado en 1493 embajador
de Castilla en Portugal, para resolver las desavenencias surgidas
con motivo del descubrimiento del Nuevo Mundo. El acierto con
que desempeñó esta comisión iba a conducirle en 1496 como pleni-potenciario
en Escocia cerca de su rey Jacobo IV, cargo que
retuvo hasta 1500. De manera simultánea fue embajador extra-ordinario
en Inglaterra, pasando con tal motivo largas estadías
en Londres en contacto directo con ei monarca Enrique VII. En
el año iíltimamente indicado los Reyes Católicos le ordenaron
mudarse a los Países Bajos, para representarlos como embajador
en la corte de Felipe 1 el Hermoso. En 1505 se trasladó a Alemania,
con objeto de entablar negociaciones con el emperador Maximi-liano,
retornando a la patria poco tiempo más tarde. Puede ase-gurarse,
sin temor a exagerar, que fue uno de los diplomáticos
más prestigiosos de aquella conturbada época '9.
Así que se reintegró don Pedro de Ayala al Cabildo de Toledo,
el cardenal-arzobispo fray Francisco Jiménez de Cisneros le desig-l8
El nombre exacto del progenitor era don Pedro López [Dávalos]
de Ayala. Los abuelos paternos se llamaron: Diego López Dávalos y Leo-nor
de Ayala (esta última, hermana de don Pedro López de Ayala, primer
conde de Fuensalida).
l9 Antonio RUMEU DE ARMAS: Colón en Barcelona. Sevilla, 1944, p. 58.
Antonio BALLESTERBOESR ETTAC:r istóbal Col& y el descubrimiento de
América. Barcelona, 1945, tomo 11, pp. 139 y 155.
DUQUDEE BERWICYK DE ALBA: El embajador Fuensalida en las cortes de
Mazimzliano, Juana la Loca y Catalina de Aragón. Madrid, 1907, pp. 116-117,
134-135, 146-153, 327, 338, 347, 371, 379, 384, 389, 395, 425, 427, 508, 514 y 564.
Antonio BALLESTERBOESR ETTAHz: storza de España y su influencia en la
Historia Uxiversal. Barcelona, 1948, tomo 111, 3: parte, pp. 167, 245, 252, 287
y 289.
Luis SUAREZF ERNANDELZa: España de bs Reyes Católicos (1474-1516).
Madrid, tomo 11, pp. 432-434, 437, 486, 490, 493 y 496-497 (es el tomo XVPI
de la Historia de España, dirigida por don Ramón Menéndez Pidal).
184 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 11
nó para el importante cargo de deán de la sede metropolitana.
En el desempeño de este puesto le sorprendió el ascenso, que ya
conocemos, al puesto de obispo de las islas Canarias. Pero a decir
verdad su vida no se alteró en lo más mínimo, pues se limitó a dis-frutar
del rango y de los consiguientes beneficios pecuniarios.
Hasta el instante de su muerte su única y verdadera ocupación
fue el ejercicio del cargo de deán de Toledo, en medio de un acci-dentado
gobierno preñado de problemas e incidentes 'O. Actuó de
administrador apostólico de la diócesis canariense el canónigo
maestresala e inquisidor don Bartolomé López de Tribaldos, li-cenciado
en cánones 'l.
El último cargo político de que se benefició el obispo Ayala
fue el de presidente de la Real Chancillería de Granada, puesto
para el que fue designado en 1512, sin que tuviese ocasión de po-sesionarse
del mismo dado su precario estado de salud22.
Don Pedro de Ayala otorgó testamento en Toledo el 29 de
enero de 1513, en cuyo texto hace alusión por una sola vez a las
rentas de la mitra canarienseZ3. La muerte le sobrevino poco
tiempo más tarde, pues hay prueba documental de que con ante-rioridad
al 20 de marzo la noticia era voz pública en la ciudad de
Las Palmas =.
No hay constancia e'n el testamento del prelado canariense de
en qué lugar debería ser sepultado su cadáver. Pero como dio
amplios poderes, en calidad de albaceas, a su hermano don Diego
Eópez de Avalos y al capellán mayor y vicario licenciado don
José GARC~OAR O: El obispo de Canarias don Pedro López de Ayda y
e2 cardenal Cisneros (1507-1513), en «Anuario de Estudios Atlánticos», nú-
-o+-.-. 19 1 OLA\ m- %l7 I L C
H i b L W A L \CIIIV I / U U J > I I i I - I Y J i
21 Pedro HERNÁNDEAZ:r t. cit., pp. 27-28.
22 Real Academia de la Historia: Colección Salazar, A-14. Carta al rey
Fernando del arzobispo de Sevilla fray Diego de Deza; su fecha 27 de no-viembre
[de 15121.
Archivo de Simancas: Consejo Real, leg. 80. En el inventario de sus
bienes re lee e ~ t zp ~rtiCf_z<:< Item... deze CUXIS rlp a i i ~ s rr e fixx?~q,c e PC-tán
en la librería e de las conservas de cámara,.
En esa fecha se dieron estatutos nuevos por el Cabildo, sede vacan-te,
haciéndose constar la reciente muerte del obispo toledano.
José de VTERAY CLAVIJON: oticias de la Historia General de las islas de
Canaria. Madrid, 1783, tomo IV, p.228.
12 ANTONIO RUMÉU DE ARMAS
Francisco de Herrera, para que cumpliesen con puntualidad sus
últimas voluntades, hay base para sospechar e1 firme deseo de
enterrarse en la iglesia de San Juan de los Reyes, de reciente
construcción.
Como es público y notorio, esta espléndida iglesia había sido
erigida por las Reyes Católicos para conmemorar la victoria de
Toro sobre el rey de Portugal Alfonso V (1476). En 1490 estaba
la construcción muy avanzada. Los escudos del crucero, de tan
grande y expresiva fuerza decorativa, no llevan la granada; son
anteriores, por tanto, a 1492. En 1495 parece que sólo faltaba el
coro. Fue su arquitecto Juan Guas, hijo de un cantero de Lyon
que vino a Toledo a mediados del siglo XV seguramente. El tem- - e
plo, de una nave muy ancha, con crucero, cúpula estrellada, coro
alto y capillas, entre los estribos, es gótico flamígero, con notas E
originalisimas debido a un patente influjo mudéjar. En los brazos
del crucero el tema heráldico, tan usado en el gótico castellano f
del siglo XIII, adquiere gigantesco desarrollo en los enormes es- E
2
cudos que, tenidos por el águila de San Juan y acompañados por
leones y divisas, llenan toda la zona central 3
Pues bien, en esta iglesia, a mitad de la gran nave, en una de {-
las capillas, se puede contemplar, adosada a la pared del evangelio, 0m
E
la majestuosa sepultura del obispo Ayala. O
Sobre el punto concreto de quienes fueron los autores de esta
joya se impone señalar el paralelismo entre los artistas del foco
toledano y e1 seguntino, pues existen notorios puntos de coinci-dencia
entre los escultores del mausoleo del obispo Ayala y los
o artífices que pocos años después labraron la sepultura de su inme-diato
sucesor, don Fernando de Arce, en la catedral de Sigüenza. 3
O
En San Juan de los Reyes de Toledo se pueden distinguir dos
escuelas escultóricas al servicio de los proyectos del arquitecto- -
escultor Juan Guas, concebidos, como hemos dicho, con una
profusión ornamental exuberante y grandiosa. Una primera es-cuela,
cuya cabeza visible acabamos de señalar, en la que hay que
inscribir 10s nombres del maestro Sebastián y de JIuan de laiavera,
entre otros, y un segundo taller del que era rutilante estrella el
25 Leopoldo TORRESB ALBASA:r quitectura gótica (<&S Hispaniae*, to-mo
VII), Madrid, 1952, pp. 339-343.
186 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 13
flamenco Egas Cueman y su discípulo el maestro Sebastián de
Toledo.
La sepultura del obispo Ayala, auténtico retablo en mármol,
hay que atribuirla al maestro Sebastián y a Juan de Talavera s
bien a otros escultores del círculo toledano que trabajaban a las
órdenes de Juan Guas 26.
Es de advertir al lector que esta sepultura fue profanada en
el féretro por la soldadesca francesa durante la invasión napo-leónica
(1808-1814), sufriendo también importantes desperfectos
en buena parte del cuerpo inferior del retablo.
La disposición del mausoleo es la siguiente. Sobre un basa-mento
embellecido con grutescos, y muy probablemente con em-blemas
heráldicos del prelado, álzase un vistoso arco triun£al,
flanqueado de pilastras formadas por nichos sobrepuestos con
hornacinas aveneradas, en que se cobijan imágenes de dudosa re-presentación.
El armonioso conjunto aparece coronado por bello
entablamento con friso muy decorativo, y como remate un escudo
con los símbolos de Ia Eucaristía, sostenido por ángeles en un
nicho con arco carpanel, a cuyos lados aparecen flameros, volutas
y veneras. En el interior de1 gran arco, se contempla un bajorrelie-ve
que representa la crucifixión, con una cartela redactada en
.estos términos:
PETRVDSE AIALA / CANARIENSIS
EP / ISCOPVS.A NTEC / CLIE
TOLETANE DE / CANVS ET RECIVS/
CONSILIARIVS
En el despojo, cuando la trágica francesada, se desintegró por
completo el sarcófago, del que sólo se conserva la tapa con la
estatua yacente del prelado bárbaramente mutilada. Han desapa-recido
las manos, la parte inferior del alba, los pies y las volutas
del báculo, con otros desperfectos repartidos entre el rostro y las
vestimentas. El obispo Ayala tenía fama de hombre duro y enér-gico,
rasgos psicológicos perfectamente reflejados en el semblante.
Hay que destacar la perfección con que están ejecutados los bor-
" José Maria de AZCARATE: EscuZtura del siglo XVl («Ars Hispaniaer,
(tomo XIII), Madrid, 1958, p. 105.
Núm 26 (1980) 187
14 ANTONIO RUI&J DE ARMAS
dados de la casulla, la estola, la mitra y los cojines sobre los que
descansa la cabeza.
La estatua yacente de don Pedro de Ayala, segregada del mau-soleo,
se conserva hoy en el Museo Provincial de Toledon.
El monumento en su conjunto puede calificarse de extraordi-nario
mérito artístico.
PV. EA CAPILLA DE SANJ UANB AUTISTYA SANTACA TALINA
DE EA CATEDRAL DE SIGUENZPAA,N TEÓN DE LA FAMILIA
DEL OBISPO ARCE. LA ESCULTURA DE MARTÍNV ÁZQUEDZE ARCE,
El sucesor del prelado toledano en la diócesis canarierase fue
don Fernando de Arce, también conocido como Vázquez de Arce,
designado para dicho cargo por bula del pontífice León X de 20 de
mayo de B51328.
Había nacido en Sigüenza alrededor de 1444, en el seno de
una familia noble con escasos medios de fortuna, muy ligada por
vínculos de servicio a la ilustre casa de Mendoza, marqueses de
Santillana y luego duques del Infantado. Fueron sus padres don
Fernando de Arce, comendador de Montijo en la Orden de San-tiago
y mayordomo del duque del Infantado, y doña Catalina de
Sosa. Otro de sus hijos fue don Martín Vázquez de Arce, caballero
de la Orden de Santiago, a quien los críticos de arte de nuestro
tiempo han bautizado con el sugestivo nombre de «el doncel de
Sigüenzan. Todavía hoy se conserva en esa ciudad la bella y dimi-nuta
casa almenada, con vistosos blasones, en la que moró la
familia.
Don Fernando Vázquez de Arce siguió la carrera eclesiástica,
adquiriendo el título de licenciado en decretos en la Universidad
de Salamanca con casi absoluta seguridad. El primer puesto que
desempeñó fue, al parecer, el de secretario del obispo de Sigüenza
don Fernando Luján (1449-1465), ocupando poco tiempo más
27 Guía del Museo Arqueológico de Toledo. Toledo, 1958, pp. 133-134.
Los restos de la sepultura del obispo Ayala pueden contemplarse en el ala
este del patio.
28 Guileimus VAN GULIKy Conradus EUBELH: ierarchia Catholica Medii
et Recewtioris Aevi. Münster, 1923, tomo 111, p. 149.
188 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 15
tarde una de las canongias de la sede acabada de mencionar. Más
tarde accedió al importante cargo de prior de Osma, habiendo
constancia de que lo ejercía con anterioridad a 1474 En 1486
era honrado con el título y sueldo de capellán real3'. De manera
simultánea fueron recayendo sobre su persona diversos beneficios
eclesiásticos en el arzobispado de Toledo y en los obispados de
Sigiíenza y Avila.
El priorato de Osma no era una dignidad más, pues al estar
ausentes de esta diócesis los obispos don Francisco Santillana
(1474-1478), don Pedro González de Mendoza (1482-1483) y Rafael
Galeoto Riario (1483-1493), le tocó a Arce el gobierno directo y la
administración de la misma 31.
Don Fernando de Arce se mostró tan generoso con sus pa-dres,
traspasándoles sus propias rentas, que éstos no ocultan en
un documento público la filial generosidad, a la que debieron
propiedades, holgura y bienestar; por esta encomiástica circuns-tancia
decidieron mejorarle por donación inter vivos en tercio y
quinto3'. Destacamos este pormenor, en apariencia baladí, para
probar que al prior de Osma se debió, de manera indirecta, la
adquisición de la capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina
de la catedral de Sigüenza, para convertirla en panteón de toda la
familia. De su propio peculio se habían de cubrir, andando el
tiempo, los cuantiosos gastos de este conjunto de excepcionales
esculturas funerarias, acaso el más rico de España, si exceptuamos
los panteones regios.
La capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina (en tiempos
remotos conocida con el patrocinio de Santo Tomás Cantuariense)
28 Gregorio SÁNCHEDZ ONCELD:c nz Fernando Vázquez de Arce, prior de
Osma y obispo de Canarias, en «Anuario de Estudios Atlánticos», núm. 24
(año 1978), pp. 275-284.
Antonio de la TORRE: La Casa de Isabel la Católica. Madrid, 1954,
p. 23.
31 SANCUFZ EGN~F&Lt:. cit., =p. 27'7-280.
Ibid., pp. 284291. Se reproduce en estas páginas el testamento otor-gado
por el prior, en Sigüenza, el 11 de enero de 1504. Declara heredera de
los bienes paternos (donados) a su sobrina doña Ana de Arce, hija de
don Martín Vázquez de Arce (el doncel). Por estas fechas doña Ana se ha-llaba
casada con don Pedro de Mendoza, cuya ascendencia se ignora.
16 BNTONIO RUIVIÉU DE ARMAS
era una de las más antiguas de la catedral seguntina, pues consta
su existencia en 1179. Fue luego panteón de los prelados de la
iglesia, siendo cedida en el siglo XIV a la familia de los infantes
de la Cerda. No obstante, por razones desconocidas, fue decayendo
en el culto hallándose prácticamente abandonada en el último
tercio del siglo XV. Fue en este preciso momento cuando la
familia Arce puso sus miras en la capilla de Santa Catalina para
dar sepultura a un héroe, muerto en olor de juventud, Martín
Vázquez de Arce, mal llamado «doncel» por estar ayuntado con
mujer y no formar parte de la guardia real cobijada bajo este
sugestivo nombre. Tenía veinticinco años, era caballero de San-tiago,
estaba casado, tenía una hija y había sucumbido el 21 de
junio de 1486 luchando contra los moros en la vega de Granada.
Concedido ei permiso inicial, ei comendador de ivíontijo don
Fernando de Arce gestionó del Cabildo seguntino la concesión
para panteón familiar de la capilla, firmándose la oportuna capi-tulación
el 18 de abril de 1491. En virtud de este contrato se le
autoriza a reconstruirla totalmente, suprimiendo los escudos exis-tentes,
arrancando las laudas, borrando los epitafios de las carte-las
e incluso eliminando los escudos del retablo (hoy conservado
parcialmente en e1 Museo del Prado) 33.
Por esta última fecha la sepultura de don Martín, costeada
por su hermano el prior de Osma y futuro obispo de Canarias, se
hallaba pendiente de coIocación. Se trata de una auténtica joya
de la escultura gótica de las postrimerías del siglo XV y una de
Ias obras maestras salidas, como auténtico milagro, de la mano
del hombre accionando un escoplo y un cincel. El crítico de arte
33 Cuando se hizo la capitulación de 1491, ya hacía cinco años que allí
reposaban íos restos del doncel. En efecto, el jueves 13 de julio de 1486 el
Cabildo seguntino respondió a una solicitud del comendador Arce, por la
que pedía autorización para este enterramiento en la capilla que aún era
de los La Cerda. El Cabildo accedió, en efecto, a que «el cuerpo ... sea
depositado . sin señal alguna de sepultura hasta tanto . que hayan deli-berado
lo que hayan de fazer cerca de la dicha sepultura».
MANUESLE RRANY OS ANZL: OS orígenes de la capilla de Santa Catalina
de la catedral de Sigiienza, y la estatua sepulcral de don Martín Vázquez
de Arce, en el boletín de la Real Academia de la Historia*, tomo 88
(&O 1926)) pg. 186-215.
1% ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAMINA X
Interior de la capilla de los Arce en la catedral de Sigüenza. Al fondo.
la famosa estatua de Martín Vázquez de Arce, llamado «el doncel)).
A la izquierda, el abuelo del obispo. Martin Vázquez de Sosa. Eh primer
término las sepulturas. con estatuas yacentes, de los padres, Fernando
de Arce y Catalina Vázquez de Sosa.
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 17
Ricardo Orueta la enjuicia en estos términos: «la celebrada esta-tua
de don Martín Vázquez de Arce es seguramente la más her-mosa
entre todas las que encierra la catedral de Sigüenza, y una
de las más sentidas, más inspiradas y más delicadamente bellas de
cuantas ha producido el arte de Castilla en toda su historia, pu-diendo
soportar ventajosamente la comparación con las mejores
creaciones de la plástica cristiana medieval».
En l í~e a sg enerales el sepulcro del doncel sigue el esquema
dado por Egas Cueman, hacia 1465, para el primer proyecto de
la tumba de don Alonso de Velasco en el monasterio de Guadalupe.
Aunque este diseño no se llevó a cabo, sirvió de base para que
bien Egas, bien un discípulo suyo predilecto diesen la traza del
sepulcro de don Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, con-servado
actuaimente en ia igiesia de San Gines de Guabaiajara.
Sin embargo, las diferencias entre los dos monumentos son evi-dentes
y significativas dentro de su correlación.
Se abre el sepulcro de Martín Vázquez de Arce en el muro
del evangelio de la capilla de Santa Catalina mediante un gran
arco de medio punto, de proporciones muy esbeltas, cosa Qesusa-da
en sepulturas góticas. Por otra parte, la carencia de decoración
en el intradós del. arco, sin corlas, supone una novedad. En cam-bis,
se trasdosa el arco con una chambrana de tallos vegetales en.
curvas convexas, detalle que será frecuente en la escuela toledana
de inicios del siglo XVI.
Consta e1 monumento funerario de nuestro protagonista de
una peana, sobre la que descansa la cama sepulcral, dividida en
cinco fajas con motivos vegetales, salvo la central con escudo
heráldico cuartelado y dos pajes tenantes con ropa corta a la moda
33*.
La escultura de don Martín expresa toda una nueva simbolo-gía
frente al eterno drama de la muerte. El caballero yace recos-
33* El primer cuartel y el cuarto corresponden a los blasones de la
familia Arce. E1 segundo se identifica como Sosa o Sousa. EI tercero hay
que atribuirlo a la estirpe Vázquez.
El escudo primitivo de los Sousa eran cuatro luneles de plata sobre
fondo de gules. Pero luego añadieron las armas reales de Portugal, por
entronque con la dinastía de Borgoña en las personas de dos hijos bastar-dos
del rey Alfonso 111.
Núm 26 (1980) 191
GENEALOGIA DE LA FAMILIA ARCE
(Los miembros de la estirpe que cuentan con sepultura en la
capilla de Santa Catalina se destacan con letra versalitas.)
I~ERNANDOD E ARCB CATALINA V~ZSUEZDE Comendador de Montijo p 1505
+ Isw I
¿ ? = ~ I R T Í NV AZQUEZ DE ARCE FWANDOD E ARCE Nlencia Vázquez = Diego uEl Doncel,.-Caballero de Obispo de Canarias
Santiago t 1522 t 1486
I I I I I
Ana de Arce de Sosa FERNANDO Juan de Diego Bravo Luis Bravo DE ARCE Hortega ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 19
tado sobre un haz de laureles, en plena meditación, ajeno al mun-do
que le rodea; ha muerto, pero está vivo y presente ante
nuestros ojos. Medita y espera la resurrección de la carne con su
cuerpo incorrupto, ensimismado en la lectura de textos sagrados,
y las piernas indolentemente cruzadas. La cabeza se halla cubierta
por un casquete, y el cabello, prolongado hasta los hombros, re-cortado
en flequillo por delante según la moda de la época. El
cuerpo se encuentra protegido por una doble cota, de mallas la
inferior y de tiras de cuero la superior, mientras brazos y piernas
se resguardan con armadura de piezas rígidas. Cubre el pecho y
hombros una capa con la cruz de Santiago bordada en el centro.
Penden del cíngulo la daga y la espada.
Hay que señalar como detalles complementarios el pajeciiio
y el león a los pies y los relieves de los apóstoles Santiago y San
Andrés. El criado se singulariza por el rictus de dolor en el rostro
y la actitud meditativa y melancólica. El león, sustitutivo dd lebrel
tradicional, es el símbolo de la resurrección.
La hornacina se haiia decorada en su parte superior con pin-turas
que representan pasajes de la pasión de Jesucristo. Debajo
de estas escenas se lee la siguiente inscripción alusiva:
Aauf YAZE MART~VNA SQUEDSE ARZE /
CAUALLERO DE LA ORDEND E
SANCTIAG/ OQU E MATARON LOS MOROS SOCOR /
RIENDO AL MUY ILUSTRE SEÑOR DUQUE DEL
PNFANTADGO, SU SEÑOR, A / CIERTA GENTE DE
JAHÉNA LA ACEQUIA GORDAEN LA VEGA
nv r'n a x r r n r I PnnnX V-XT T S 7~nn.a 071
JJJ2 UMlXiKUil. / bUDW J3lW Lil Il U M JU
CUERPO FERNANDDOE ARCE, SU PADRE, /
Y SEPULTOLO EN ESTA SU CAPILLA / ANO
~ c c c c ~ x x xEvS~T.E A RO SE TOMARON
LA CIUDAD DE LOXAL,A S / VILLAS DE
Tr T n D n M n r í~xr v RAn x r rw 1 c ~ í nDn D rcDrnc IYYVL-, I.LVUYII\ 1 IIILVIILLY , L 1.L" .E "L. UY1.U""
EN QUE PADRE Y / HIJO SE ALLARON ".
34 En la nacela que forma el borde de la cama se percibe la siguiente
inscripción:
S DE MART~VNA SQUEDSE ARSE,C OMENDADOR DE SANTIAGEOL , QUAL FUE
20 ANTONIO R&U DE ARMAS
Sobre el autor de esta excepcional escultura, auténtica joya
de las postrimerías del gótico, se han emitido los más contra-puestos
pareceres. Descartado Andrea Sansovino, por su presencia
tardía en España; rechazado el nombre del insigne Egas Cue-man,
por su longevidad; el parecer más sensato se inclina por el
nombre del maestro Sebastián de Toledo, a quien se deben, con
prueba documental, las espléndidas sepulturas del condestabIe
don Alvaro de Luna y su esposa doña Juana de Pimentel en la
capilla anexa a la girola de la catedral de Toledo. Este es el
parecer de1 académico y catedrático don José María de Azcárate,
que nos merece entero crédito 35. a
N
E
Una vez en posesión de la capilla de San Juan Bautista y Santa 3
Catalina de la catedral de Sigüenza el prior de Osma don Fernan- -
do de Arce llevó a cabo la reforma exterior e interior de la 0
m
E
misma, donde fue colocando los restos mortales de sus inmedia- O
tos progenitores y parientes, reservando para sí un testero de la
misma, inmediatamente aledafío a la sepultura del hermano pre- n
E
dilecto don Martín. a
n
3
MUERTO POR LOS MOROS ENEMYGOS DE NUESTRA SANTAFE CAT~LICPEA- O
LEANDO CON / ELLOS EN LA VEGA DE GRANADMAIÉ,R COLES [21 de pnzo] &o
DEL NACIMIENTO DE NUESTROS ALVADOIHR UX PO DE MILL E CCCC E
LXXX E VI ANOS. FUE MUERTO EN EDAT XXV.
La fecha señalada entre corchetes falta por causa del deterioro de la
nacela.
E! mcrstm Sebusttd~d. e TQ!P~yQ e l dnncd de SigEen~ne,r i_ !a revista
«Wad-al-Hayara»n, úm. 1 (año 1974), pp. 7-34.
Agustín DURLNS ANPLRyE Juan AINAUDDE L-ASARTEE: scultura gótica
((&S Hispaniae», tomo VIII). Madrid, 1956, pp. 303-339. De manera particu-
Iar, véame las pp. 336-339.
Ricardo ORUETAL:a escv.ltura funeraria en España. Provincias de Ciudad
Real, Cuenca y Gíladalajara. Madrid, 1919, pp. 129-160.
194 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
- ~- --
Esculturas yacente~ del comendador de Montijo y su esposa.
LAMINA XIV
Parte superior. Sepultura de don Martín Vázquez de Sosa, abuelo ma-terno
del cbispo. Inferior. Detalle de la estatua yacente de doña Sancha
Vazquez, la abuela materna.
ESCULTURA FUNERARIA EPIscoPM. cANARIENsE al
Destaca entre las reformas acometidas la portada nueva de la
capilla. Es obra en su concepción arquitectónica de Francisc~
de Baeza, quien contó con la colaboración de escultores anónimos.
Es de estilo plateresco, destacando la delicadeza con que está
labrada. A ambos lados del arco de medio punto se sitúan colum-nas
en las cuales la mitad inferior del fuste es recta y acanalada
y la superior en forma de balaustre, muy exagerado, con estrías
helicoidales. Remata la portada un frontón circular dentro del
cual está figurada en altorrelieve la Adoración de los Magos, en
simétrica composición y muy buena traza. La reja es de Juan
Francés.
Mención especial hay que hacer de los enterramientos de los
pdres de! fiitilrn nhisp de Camriac: don Fem-ando de Arce,
comendador de Montijo, y doña Catalina de Sosa, fallecidos res-pectivamente
en 1504 y 1505. En estas sepulturas se hace patente
el influjo renacentista. Están emplazadas en el centro de la
capilla. Se trata de un gran lecho mortuorio sostenido por leones,
cnhrw ~ e! qde apurere= !us r s tut~zsy ur,vntes & aEbes espeses
a cuyos pies hay sendos lebreles. El comendador apoya su cabeza
sobre un haz de laureles y viste traje de la Orden de Santiago,
empuñando con sus manos la espada. Doña Catalina cubre la ca-beza
con griñón o toca de monja, viste túnica y amplia y luenga
capa, a la vez que pende de sus manos un rosario de gruesas
cuentas y apoya su cabeza en dos almohadas con motivos rena-centistas.
Sobre la comisa del sepulcro, una inscripción corrida
en letra gótica, y en los costados decoración con escudo central
sostenido por ángeles en un lado, y niños con hengas túnicas en
-1 n t w n Rnmn*Taerlnc rln nlem~n+nc- vnlnnc- Dn al L - ~ n + n An 1n -1i V C I V ) LILIIIYUbLIUVJ U- LIIbsLIIILLIC3 IUIbUJi L11 bi I l U l l L U Ub ICC GaVL-cera
van dos escudos sujetados por tres pajecillos.
Este espléndido conjunto funerario, sin alcanzar las altas ca-lidades
de la sepultura del doncel de Sigüenza, reúne méritos
suficientes para ser considerada como labra de alguno de los
cuiaboradores o discípuios del circulo de Sebastián de loiedo.
Aunque se trate de una obra más tosca, llama la atención las pro-porciones,
los plegados, la técnica de las manos, los rostros, el
cabello, la cota de malla, los leones que sostienen la urna y hasta
el montón de laureles sobre que descansa la cabeza del comen-
NÚm 26 (1980) 195%
%a ANTONIO RUM~U DE ARMAS
dador. Se trata de una producción de indiscutible mérito y sin-gular
belleza *.
Tenemos que interrumpir la descripción de la capilla de Santa
Catalina para destacar la designación del prior de Osma como
obispo de Canarias, ascenso que se produjo en 1513, como ya se
ha consignado en páginas anteriores.
Don Fernando de Arce vino desde luego a Canarias, pues hay
constancia de que residió en las islas entre 1514 y 1516. E1 acon-tecimlento
más memorable de su gobierno fue el importante sí-nodo
diocesano que reunió el primero de los años citados, en el
que se decretaron importantes constituciones. Las sesiones se
clausuraro~el n el mes de abril de 1515 =.
Al año siguiente el obispo Arce retorna a Castilla, donde se
establece de manera definitiva hasta el día de su muerte. Por
distintos documentos conocemos algunas de las escalas esporá-dicas
de su itinerario. El 13 de noviembre de 1516 estaba en Si-güenza;
el 9 de julio de 1517 en Sevilla; el 11 de octubre de 1518
en la propia capital bética Si a ello añadimos los amplios po-deres
que otorgó, en 1517, al bachiller Pedro de Pavía, nombrán-dole
su visitador y vicario general, todo redunda en el juicio
emitido sobre su definitivo absentismo 39.
Durante este tiempo de ausencia, en el gobierno de la grey,
el obispo Arce incoó diversos pleitos ante el Consejo Real contra
el Cabildo de Gran Canaria sobre la delimitación del término de
38 José María de Azc.4RAnE: El maestro Sebastián de Toledo y el doncel
de Sigiienza, en la revista «Wad-al-Hayaran, núm. 1 (año 1974), p. 10.
Del mismo autor: Escultura del siglo X V I («Ars Hispaniae~t,o mo XIII),
pp. 105-106.
Ricardo de ORUETA: La escultura funeraria en España. Provincias de
Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara. Madrid, 1919, pp. 215-218. Este autor
destaca el paralelismo existente entre la sepultura del matrimonio Arce y la
de la familia Loaysa en la Iglesia colegial de Talavera de la Reina.
Gregorio SANCHEZD ONCELL:a catedral de Szgiienza. Madrid, 1960 (sin
---:---\ yal;u~aJl. " José de VIERAY CLAVIJON: oticias de la Historia General de las islas
de Canaria. Madrid, 1783, tomo IV, pp. 73-74.
38 Ibzd. Véase asimismo la edici6n de 1951, tomo 111, p. 72, nota 4.
Archivo de Simancas: Contaduria de Mercedes (Juros), leg. 44, fol. 37.
VIERAY CLAVIJOO: p. cit., p. 74.
196 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 23
Aguimes y el aprovechamiento de sus aguas. Una primera reso-lución
favorable obtenida por el prelado, iba a derivar en serios
choques entre la autoridad civil y la eclesiástica, representadas
por el gobernador Lope de Sosa y el provisor Bartolomé López
de Tribaldos, que alteraron la paz de las islas con encarcel'amien-tos,
excomuniones y entredichos por una y otra parte.
Este belicoso pastor de almas entabló asimismo pleito, en
1521, contra el deán y Cabildo de su propia diócesis, litigio que
no alcanzó el término deseado por haberle sobrevenido la muerte
en una fecha imprecisa del año siguiente
El panteón de los Arce se enriqueció con dos sepulturas más
durante el episcopado de don Fernando. Las nuevas tumbas la-bradas
correspondían a sus abuelos maternos don Martín Vázquez
de Sosa y doña Sancha Vázquez. Están emplazadas a la entrada
de la capilla de Santa Catalina, y en ambas se hace constar que
«mando fazer esta sepultura don Fernando de Arze, obispo de Ca-naria,
su nieto». Se trata de obras de taller, con buena ejecución,
aunque de inferior calidad. Ea urna funeraria se encuentra ador-nada
en su frente con escudo sostenido por niños desnudos y
roleos vegetales a los extremos sobre los que aparece la estatua
yacente dentro de un nicho en forma de arco. Ea misma disposi-ción
debió tener, en un principio, el sepulcro frontero, pues la
postura que hoy ofrece la estatua, adosada por la espalda a la
pared, así como la forma del arco, debió ser un arreglo posterior,
impuesto seguramente por la necesidad de estrechar el muro al
construir la girola.
La obra que remata el conjunto y cierra por completo el pan-teón
familiar fue la propia tumba del obispo de Canarias, cons-truida
con posterioridad a 1522. Como antes se ha dicho se en-cuentra
emplazada a continuación de la sepultura del doncel.
Sobre un basamento embellecido con grutescos y los blasones de1
prelado, inscritos en Iáureas sostenidas por niños que visten am-plias
y luengas túnicas, álzase magnífico arco triunfal, flanqueado
de piiastras formadas por nichos sobrepuestos con hornacinas ave-neradas,
en que se cobijan imágenes de dudosa representación:
40 Archivo de Simancas: Registro del Sello. Diversas cédulas y provi-siones
entre 1517-1521.
Ntlm. 26 (1980) 197
24 ANTONIO RUMÉU DE ARMAS
virtudes, al parecer, las de la izquieraia, y santos los de la dere-cha,
y coronado por bello entablamento con friso muy decorativo,
y-,como remate un escudo con los símbolos de la Eucaristía, sos-tenido
por ángeles y encerrado en nicho rectangular, a cuyos lados
aparecen flameros, volutas y veneras. En el interior del gran arco,
y sobre suntuoso féretro, se contempla la estatua yacente del
prelado con traje pontifical, destacando por su riqueza la mitra,
que apoya sobre doble almohadón. El rostro es de una rara per-fección
de líneas, reflejando serena tranquilidad de espíritu. En
lo alto, un bajorrelieve que representa la venida del Espíritu Santo
sobre los Apóstoles y una cartela con inscripción alusiva al per-sonaje
representado. Esta última reza así: a
N
FERNANDDVE SA RZE, PRIOR 1 OXOMENSIS E
ECCLESIE. DE / MVN EPISCOPVS CANARIEN / SIS. O
n
REGIE MAIESTATCISO N / SILIARIVS. OBIIT
-
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O
ANO MDXXII. E
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2
E En cuanto a los autores de este armonioso conjunto hay que ;
señalar la participación del arquitecto Francisco de Baeza, pues $
ha quedado constancia de que entre 1523 y 1526 se le libraron %
diversas cantidades por las obras del sepulcro y capilla. Por otra E
parte, como por esta misma época trabajaban, en colaboración
con Baeza, los canteros-escultores maestro Sebastián y Juan de
Talavera en los monumentales retablos marmóreos del mausoleo %
de Santa Librada y el sepulcro del obispo don Fadrique de Por- a
2
tugal, puede establecerse una coparticipación en el monumento
funerario de Arce por razones puramente estilísticas. Ya se ha f
señalado que estos dos escultores se habían formado en Toledo, O
a la sombra de San Juan de los Reyes y dentro del círculo artfs-tico
de Juan Guas 41.
41 Fernando CHUECA GOITIA: Arquitectura del siglo XVI («Ars Hispa-niaen,
tomo XI). Madrid, 1953, pp. 128-129.
José María ae AZCARATE: EscuItura del siglo XVI («Ars Hispaniaew, to-mo
XIII), pp. 105106.
Del mismo autor: El maestro Sebastimz de Toledo y el doncel de Si-güenza,
en la revista «Wad-al-Hayaraw, núm. 1 (año 1974). pp. 10 y 29-30.
Ricardo de ORUETA: La escultura funeraria en España. Provincias de
Ciudad Red, Cuenca y Gu~dalajaraM. adrid, 1919, pp. 22@227.
198 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 25
A P E N D I C E
Los grandes monumentos funerarios donde yacieron o yacen los
primeros obispos de Canarias no tuvieron imitadores y por tanto
continuidad al correr del tiempo. Sin embargo, se tienen noticias de
otras sepulturas, de mayor o menor importancia, diseminadas por la
geografía peninsular, hoy desaparecidas por mor de los avatares del
tiempo (manera disimulada de ocultar la barbarie destructora de los
hombres).
Nos proponemos en este AP~NDICEde stacar los casos singulares
señalados, añadiendo a la relación aquellos prelados de los que hay
constancia de su inhumación en el sagrado recinto de la catedral de
Santa Ana, la vieja y la nueva, en lugar determinado y concreto. Segui-remos
para ello un riguroso orden cronológicoi estableciendo como
límite para la indagatoria las postrimerías del siglo XVI.
1. Luis Cabeza de Vaca (1523-1530)
Se abstuvo de venir al archipiélago. Fue promovido en 1530 a la
diócesis de Salamanca y en 1537 a la sede de Palencia. La muerte le
sobrevino el 12 de diciembre de 1550, a los ochenta y cinco años de
edad, después de haber renunciado a la archidiócesis de Santiago.
Fue sepultado entre los coros de la catedral de Palencia, cubierto
con una lápida blasonada en la que se leía el siguiente epitafio:
LUDOVICVOA CAP, RAESULPIA LENTINCOA,R OLV ROMANIM. PERAT.
INSTITUTORPAI, TRIAG IENENSVI, IRA OP. EXECUTT.E STM.
PP. M. D. L. H A C ECCLESIHAA EREDE RELICTAQ.
Las transformaciones introducidas en el enlosado y tarima del
coro de la catedral han hecho desaparecer la lápida, con posterioridad
al siglo XWII @.
En cambio, se conserva el espldndido púlpito de mármol labrado
con que obsequió el obispo Vaca a la basílica. Destacan las imágenes
de la Santísima Virgen, los apóstoles, los doctores de la iglesia y di-versos
santos y mártires, entre ellos San Antolín. En el tornavoz puede
contemplarse una magnífica cabeza de vaca, como particular emblema
heráldico del prelado.
JOSB de VIERA Y CWTJO: Noticias de la PIistoria Genera2 de las islas
de Canaria. Madrid, 1783, tomo IV, p. 78.
Noticia comunicada por el can6nig6archivero de la catedral de Pa-lencia.
LAMINA XXI
Capilla mayor, presbiterio y altar de la iglesia catedral de Las Palmas,
después de las obras de cerramiento de la nave central y laterales en 1570.
El muro de la nave central (transaltar) se levantó dentro de la fu-tura
linterna del cruceroj al fina! de! o ñ r t n tramo de h6veI1, empezando
por los pies de la iglesia. El altar mayor se remata con una imagen de1
crucificado A ambos Iados, las puertas de las sacristías. Y a la izquierda
-junto a la primera columna- el púlpito En los bancos del lado del
Evangelio se lee: «Regente, Oydores, en éste de peana.-Officiales y abo-gados
del Audiencia» En los bancos de la Epístola. ~Governador, tiene
almohadilla, Capitán general y Theniente.-Ciudad» (Archivo Histórico
Nacional: Inquisición).
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 27
2. Fray AIonso Ruiz de Virués (15381545)
Gobernó este jerarca la diócesis canariense con auténtico celo
apostólico, La muerte le sobrevino en Telde, hallándose de visita
pastoral.
Fue enterrado en el prebisterio de la iglesia vieja de Santa Ana, al
lado del evangelio, colocándose sobre la tumba una lauda con la ins-cripción
acostumbrada.
Aauf YACE EL REVEREND~SIMOSE ÑOR DON
ALONSO RUIS VIRUÉS, OBISPO DE CANARIA,
FALLECI~ A 19 DE ENERO DE 1545 44.
Al procederse en 1781 a la Íiestrucción de la iglesia vieja, conver-tida
por entonces en parroquia del Sagrario (para construir en su
solar la cabecera de la catedral nueva), los restos del obispo Virués
fueron guardados en una urna, recibiendo anónima sepultura en el
presbiterio provisional de esta úitima, emplazado en el intercolumnio
2- ?- ----- ---- ----- 2- - 3- l?-*--- 2-1 1 ..- &---A
UG ~ i Ii ~ V CL C L L L L ~ L qut; ~ I C L C U Ga ~ i uiu L t ; l u a U C ~u ULGIU \L;U~ILU L I ~ I I U
de bóveda empezando por los pies de la iglesia). Es de advertir que
dicha bóveda es estrellada, para mayor magnificencia, mientras las
precedentes son de terceletes 45.
3. Don Bartolomé de Torres (1566-1568)
El obispo Torres era un pastor de verdad, celoso del bien de sus
diocesanos. No puede sorprendernos que el 17 de mayo de 1567 se
presentase en Las Palmas, ciudad en la que va a permanecer sin
interrupción hasta el final de sus días. La muerte le sobrevino el 30 de
enero de 1568, siendo inhumado en el presbiterio de la igIesia vieja
de Santa Ana, por esta circunstancia se podrá suponer que fue desen-terrado
en 1781, al igual que su predecesor, para recibir segunda sepul-tura
bajo las bóvedas de la nueva catedral 46.
44 VIERAY CLAVIJOO:p . cit., tomo IV, p. 82.
45 José FEOY RAMOSD:o n Fray Alonso Ruiz de Virués, obispo de Ca-narias
(1539-1545): en «El Museo Canario)); núm. 6 (año 1935): pp. 12 y 14-15.
Ibid., p. 15. Las urnas que contenían los restos mortales de los obis-pos
Ruiz de Virués y Torres fueron col~ca~daesn el presbiterio, junto al
altar mayor, en el lado del Evangelio.
El 4 de diciembre de 1783 falleció en Las Palmas el obispo fray Joaquín
de Herrera. Al excavar el suelo del presbiterio para colocar el ataud, se
alargó el espacio con objeto de dar cabida, a sus pies, a las urnas de los
prelados antedichos.
Archivo del Museo Canario de Las Palmas: signatura 1-E-21.-Diario
de don Isidoro Romero CebalIos, tomo 1, fol. 80,
28 ANTONIO RUMÉU DE ARMAS
4. Fray Juan de AzóIoras (15681574)
Este prelado tomó la resolución de clausurar las obras de la cate-dral
nueva en 1570, cuando se estaba iniciando la construcción del
crucero. Con dicho fin se cerraron las naves y se improvisó una capilla
mayor con su correspondiente presbiterio. Desde este punto y hora
quedó abierta al culto la catedral nueva, pasando la vieja, situada a
su espalda, a denominarse parroquia del Sagrario 47.
Azóloras se presentó en Las Palmas el 29 de marzo de 1569, estando
al frente de la diócesis hasta el mismo día de su óbito, sobrevenido
el 7 de mayo de 1574. Fue inhumado en el presbiterio de la catedral,
junto al altar mayor @.
5. Don Cristóbal Vela (15741580)
El obispo Vela continuó la buena racha de los oráimrios residen-ciales.
Permaneció en el gobierno de la iglesia canariense entre 1575
y 1580, fecha esta última en la que fue promovido para regir la
archiciiócesis de Burgos. La muerte ie sobrevino en Larecio ei ¿í ae
noviembre de 1599.
Fue sepultado en el crucero de la catedral castellana, con lápida
finamente labrada y epitafio alusivo a sus cargos. Pero la lauda des-apareció
en el siglo pasado al pavimentarse la catedral con losas de
mármol 49.
6. Don Femándo Suárez de Figmroa (1587-1596)
Este prelado estuvo al frente da la diócesis canariense por espacio
de nueve años. Si hizo notar por el celo puesto en visitar el territorio
y el acierto de sus actos de gobierno. Hay que señalar asimismo su
presencia personal, al frente del Cabildo, en la heroica defensa de la
ciudad cuando el ataque naval capitaneado por el célebre marino in-glés
Francis Drake, en 1595.
Al año siguiente fue promovido a la iglesia de Zamora, diócesis que
rigió hasta 1608. La muerte le sorprendió en Baeza, el 3 de agosto,
cuando se dirigía a Sabiote, pueblo de su natalicio, en la actual pro-vincia
de Jaén.
47 Véase Ia Lámina XXI. En el dibujo es fácil observar la capilla mayor,
debajo de la bóveda estrellada, y los muros de cerramiento y las escaleras
para conformar el presbiterio y servir de apoyo al altar mayor y retablo.
Dos puertas laterales sirven de acceso a las sacristías. Una parte impor-tante
del presbiterio penetra en el espacio reservado a la futura Jintema
del crucero.
48 VIERAY CLAVLYOO:p . cit., tomo IV, p. 99.
49 Datos comunicados por e1 canónigo-archivero.
202 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESCULTURA FUNERARIA EPISCOPAL CANARIENSE 29
Fue sepultado en la ermita-oratorio de Santo Toribio, aneja al pa-lacio
que poseía su farnzlia en Sabiote, mansión popularmente cono-cida
con el nombre de «Casa del Duende». La ruina posterior de
ambos edificios obligó a trasladar los restos del prelado a la iglesia
parroquia1 de San Pedro, al pie del altar mayor, donde hoy se con-servan
%.
so Gin& de la JARATO RRESN AVAR~ETBEre: ve historia de Ea villa de
Sabiote. Jaén, %%7.
Los padres del obispo, de noble estirpe, se llamaron: Don Toribio de
Figueroa y Quintana y doña María de los Cobos. Nació el 4 de febrero de
1533.
En 1946 con motivo de unas obras realizadas en la parroquia de San
Pedro, fue localizado el enterramiento. La identificación se llevó a efecto
gracias al anillo pastoral y a las ricas vestiduras.