LOS NÚCLEOS HISTÓRICOS NO URBANOS
DE CANARIAS: UNA TIPIFICACI~N
POR
JUAN SEBASTIÁN LOPEZ GARCÍA
Los estudios y trabajos teóricos y prácticos sobre el patri-monio
construido canario, sean de índole arquitectónico o ur-banístico,
y sus problemas de conservación, apenas se han ini-ciado.
Esta carencia ha planteado muchos y graves problemas
a la hora de la mayoría de las intervenciones que de cualquier
orden se han realizado o realizan en el patrimonio histórico y
ha sido el desencadenante de las tantas, innumerables e inno-minables
destrucciones de edicios y10 tejidos urbanos. Sólo en
los círculos más conscientes, generalmente vinculados a los de-partamentos
universitarios, se trabaja con un conocimiento cada
vez más exhaustivo, de carácter interdiciplinar, que está opti-mizando
los resultados. La línea de trabajo que cada vez más
se va imponiendo es la de proyectar y actuar con un conoci-miento
histórico de las tramas y los inmuebles l .
La mayor parte de las actuaciones se han localizado hasta
el momento en los núcleos urbanos, sobre todo por su eficacia
política. Sin embargo, a pesar de que la administración ha sido
más proclive a encargar los de tipo urbano, se detecta también
' Véanse algunos ejemplos de planes para conjuntos históricos en: JUAN
CERAETIAN L ~ P E ZG ARC~(A19 89): «Etapas para un estudio reciente de los
Centros Históricos de Canarias», en Arquitectura y urbanismo en Canarias
1968-1988, E. T. S. de Arquitectura, Universidad Politécnica de Canarias,
Las Palmas de Gran Canaria, pp. 267-268 y notas 14-17 y 23.
Núm. 37 (1991) 555
una falta de interés por el tema, ya que o se les destina unos
presupuestos indecentes, con lo que apenas se puede profun-dizar
en los estudios, o se quedan en meros repertorios de
buenas (o malas) intenciones por falta de las correspondientes
asignaciones. Pareciera que la propia administración está des-pistada
en la aplicación de las directrices de la Ley de Patri-monio
Histórico Español, no enfocando debidamente los planes
especiales preceptivos, obviando, incluso, la realización de los
necesarios católogos de los bienes inmuebles.
Si bien los núcleos urbanos antiguos no han tenido muchos
problemas para conceptualizarse como históricos 2, no ha pasado
lo mismo con los no urbanos. En primer lugar, uno de los pro-blemas
básicos que plantean estas agrupaciones populares y ru-rales
es la cierta indefinición en la que se encuentran, ya que
e! concepto «euiijuriio histórico)) se ha entendido mas bien para
los espacios que son portadores de unos índices de erudición
más elevados. De esta forma, resulta difícil integrar bajo un
mismo concepto el barrio de Vegueta (Las Palmas de Gran Ca-naria),
con su notable conjunto e inmuebles singulares y un
caserío de cuevas artificiales. Esta idea aún está presente en
la opinión pública, que mantiene algunos prejuicios al respecto,
secuela de los viejos debates sobre los valores de las artes cul-tas
y las artes populares. Sin embargo, cada vez son más las
investigaciones que tratan y valoran estos bienes inmuebles. En
consonancia con esta línea, Pizarro Gómez ha defendido las
agrupaciones urbanas populares, de las que ha destacado su
armonía y homogeneidad '.
En la administración canaria también ha arraigado la signi-ficación
histórica de algunos núcleos estrictamente rurales, ini-ciándose
los correspondientes expedientes para su declaración
monumental. Esta novedad se ha desarrollado a partir de la
transferencia de las materias de cultura al gobierno autónomo
Salvo cuando las dificultades han surgido de la propia población, al
considerar ésta y10 su ayuntamiento que la declaración de Conjunto His-tórico
perjudicaba a la ciudad, tras lo que siempre se ocultaba distintos
intereses inmobiliarios.
FRANCISJCAOV IEPRI ZARRGOÓ MEZ(1 983): Arquitectura popular y urbanismo
en el valle del Jerte, Caja de Ahorros de Plasencia, Badajoz, p. 19.
556 ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS
(1982)" En las islas, por su proceso urbano, es algo difícil es-tablecer
una frontera entre los núcleos históricos de carácter
urbano y los no urbanos, ya que para estas distinciones hay
que tener en cuenta muchos aspectos. En el estudio y análisis
de cuarenta y cuatro centros históricos, seleccionados entre los
más significativos, se ha determinado que catorce respondían
a un carácter urbano (31,896) y treinta a un carácter no urba-no
(68%)'. Por lo demás, en cuanto a su fisonomía, diecinueve
presentaban una disposición concentrada (43 96) y veinticinco no
concentrada (56,8%)6. Estas cifras ponen de manifiesto, por sí
solas, la importancia que los núcleos semiurbanos, semirrurales
o rurales poseen en los centros históricos de Canarias y que
no se corresponde siempre la fisonomía con el carácter. Sin
embargo, esta preponderancia no hará sino aumentar cuando
a la nómina de este catálogo se inciuyan otros centros que no
han tenido tanto protagonismo territorial, aunque sólo sea a
efectos de mera cabecera parroquial, que es el mínimo común
de todos los seleccionados en la referida estadística.
En realidad, esta diferenciación se empieza a manifestar des-de
los inicios de la urbanización de las islas7. Con la incorpo-ración
del archipiélago a la Corona y la consecuente repobla-ción,
el proceso de constitución del sistema urbano de las islas,
que se inicia en el siglo XV, fue marcando las diferencias entre
los núcleos que tenían un carácter urbano, localizados con pre-ferencia
en las capitales insulares y algunas otras poblaciones
importantes, y los de carácter rural, en general desposeídos de
los aparatos más especializados de la administración.
La R. de 26 de noviembre de 1984 incoaba los expedientes relativos
a Icor (Arico), Masca (Buenavista del Norte) y Taucho (Adeje), mientras
ia de 27 de mayo de i988 favorecia a Yxranco Hmdc de Ahzjn (Gá!dar)
y la de 7 de julio de 1988 a Temisas (Agüimes).
JUANS EBASTIÁNL ÓPEZ G A R C(~in édito, 1990): Centros Históricos de Ca-narias,
tesis doctoral, tomo III, Departamento de Historia del Arte, Uni-versidad
de La Laguna, p. 1251.
Ibid, tomo III, pp. 1251-1252.
Vid. Jrrm SFRASTLLÓ~PNFZ GARCÍA( 1988): ((Canarias: hacia un sistema
urbano, siglos xv y XVI», en Ciudad y Territorio, núm. 77, Instituto Nacional
de Administración Pública, Ministerio para las Administraciones Públicas,
Madrid, pp. 3-8.
Num 37 (1991) 557
4 JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA
De todas maneras, el establecer una distinción tajante entre
ambos es un terreno algo resbaladizo, dado que no siempre
se ha correspondido la relación forma urbana-función urbana.
En el presente trabajo se ha querido realizar una aproximación
al tema, abordando una propuesta de clasificación para tipificar
distintos núcleos de carácter no urbano. En aras de no com-plicar
en exceso el esquema, sólo se han contemplado tres ca-tegorías
que se analizan a partir de tres núcleos pertenecientes
a tres islas diferentes y de desigual significación morfológica,
arquitectónica y territorial. De mayor a menor cualificación se
tendrían las categorizaciones siguientes:
1. Modelo de escaso desarrollo
Del mismo participarían todos aquellos asentamientos que
cumplieron funciones de alcance territorial de ámbito insular
o comarcal, pero que debido a su particular situación socioe-conómica
nunca alcanzaron los niveles de desarrollo que sus
análogos y prevalece en los mismos el carácter rural o por lo
menos semiurbano. Como ejemplos más significativos estarían
la villa de Santa María de Valverde y también la de Santa Ma-ría
de Betancuria. Ambas tienen en común el ser capital de
isla, lo que les convertía en sede del cabildo, beneficio o pa-rroquia,
escribanía, etc., u otros servicios insulares
2. Núcleo de desarrollo interrumpido
También se trata de fundaciones del momento de la repo-blación,
caracterizadas por un notable y rápido auge tras la
conquista, pero que a pesar de las grandes expectativas iniciales
de progreso, quedan prácticamente congeladas, perdiendo inclu-
Para el particular desarrollo de Betancuria, vid. JUM SEBASTIÁNL ÓPEZ
GARC~(A19 87): «La villa de Betancuria, centro histórico de Fuerteventiirafi,
en 1 Jornadas de Historia de Lanzarote y Fuerteventura. Homenaje a Fran-cisco
Navarro Artiles, tomo 11, Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto
del Rosario, 367-391.
558 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS N~CLEOSH IST~RICONSO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACIÓN 5
so algunas de sus atribuciones. Se diferencian además de las
anteriores porque sus funciones territoriales fueron más limi-tadas,
ya que a lo sumo se restringen a la parroquia y la
alcaldía pedánea. Un buen ejemplo lo constituye Taganana, que
siendo una de las parroquias tinerfeñas más antiguas llegó a
perder su categoría de demarcación civil9.
3. Núcleos rurales
Lo integrarían los asentamientos de entidad menor, de es-tricto
carácter agncola y de escasa significación histórica, sobre
los que nunca descansó ningún tipo de función territorial, sien-do
núcleos dependientes en todos los sentidos. Su institución
máxima sería, cuando existe, la ermita, sufragánea de una pa-rroquia
que actúa de cabecera. A esta categoría responde per-fectamente
la aldea de Barranco Hondo de Abajo, en el muni-cipio
de Gáldar, donde la misma arquitectura coadyuva a op-timizar
esta categorización, ya que hay un predominio casi
absoluto de las viviendas excavadas en la roca, con soluciones
propias de las construcciones populares.
MODELO DE ESCASO DESARROLLO: VALVERDE
Con sus antecedentes históricos, a lo que hay que sumar
un tímido desarrollo a lo largo del siglo XX, para la villa de
Valverde siguen vigentes las palabras de Rumeu de Armas,
quien la definió en su etapa quinientista como «la más humilde
y modesta de !as capitales canarias))lo.
Desde el punto de vista urbano, ya Martín Rodríguez había
resaltado la escasa entidad de los núcleos herreños, en el que
JUANS EBASTIÁLNO PEZ GARCÍA(e n prensa, 1990): «Taganana: un nú-cleo
de desarrollo interrumpido)), en Homenaje a la Dra Dña Manuela Ma-rrerc
Rcdripez, Univrrridrc! de L2 Lqpna.
'O ANTONIOR UMEUDE ARMAS(1 947-1950): Piraterías y ataques navales
contra las Islas Canarias, tomo 11, 1: parte, Consejo Superior de Investi-gaciones
Científicas, Madrid, p. 340.
6 JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARC~A
la capital no era una excepciónL1E. n este sentido, y a pesar
de estas caracteristicas, es un ejemplo significativo para explicar
cómo en Canarias no están siempre relacionadas la forma con
la función, de tal manera que un núcleo no urbano puede ac-tuar
de cabecera. Así, Valverde se convierte en el ejemplo más
destacado del modelo de escaso desarrollo, porque si bien com-parte
esa característica con Betancuria, la capital majorera ha
perdido todas sus prerrogativas sobre Fuerteventura y, por el
contrario, la villa herreña mantiene y consolida la hegemonía
territorial y sus funciones urbanas de alcance insular ".
El emplazamiento de Valverde pudo ser herencia del mundo
prehispánico, en un lugar que a pesar de las desventajas cli-máticas
ofrecía otros aspectos positivos, tales como la presencia
de cuevas. La ubicación y reutilización de estos recintos para
habitación, pallOq-& Y eal"2do!3, ser la causa inicial
del amplio y disperso perímetro de la incipiente villa. Efectiva-mente,
desde el primer momento en que simbólicamente, Jean
de Bethencourt fundó Santa María de ValverdeI4, la dispersión
fue el planteamiento predominante, unida al carácter precario
y provisional de los recintos más importantes (parroquia y ca-bildo).
Valverde aparecía como reflejo de la modesta economía
de la isla y por tanto no asistió al rápido auge, aunque en al-gunas
poblaciones sólo fuera momentáneo, que disfrutaron otras
ciudades canarias.
Emplazada en la cota de los 600 metros, en terrenos de un
fuerte desnivel y fragmentada por vanos barrancos, de los que
el principal es el del Consejo, Valverde va a adquirir una dis-posición
longitudinal que se manifiesta desde los primeros mo-
" FERNANDGOA BRIEML ART~RNO DR~CU(1E9Z7 8): Arquitectura doméstica
ravarig Au!a de Cu!turi de Tenerife, Sm?a Crw de Tenerife, p. 2Q <<NI
existe ningún centro urbano como tal, sino caseríos con pocos edificios,
siempre dispersos, sin sentido de agrupamiento. Ni aún en la capital, Val-verde
-la más humilde de Canarias-, se puede adivinar una cierta or-denación
urbanística con calles y plazas.))
l2 Vid. nota 8.
l 3 DACIOV . DAR~APSA DRÓN(1 980): Noticiar Generales Históricas sobre
la Isla del Hierro, una de las Canarias, Goya Ediciones, Santa Cruz de
Tenerife, pp. 225 y 238.
l 4 RUMEUDE ARMAS, 1947-1950, tomo 1, p. 55.
560 ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS
LOS NÚcLEOS HISTÓRICOS NO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACIÓN 7
mentos. En líneas generales, la actual disposición quedó plan-teada
en la segunda mitad del siglo XVI, casi ciento cincuenta
años después de que fuera fundada -o reutilizada- por los
repobladores, no sufriendo grandes alteraciones hasta el pre-sente.
Valverde se fue formando a partir de varias agrupaciones
dispersas e inmediatas, que en su dilatado penmetro (un kiló-metro
de largo) constituyeron «La Villa», al mismo tiempo las
interrelaciones y tensiones entre estas partes operaron las trans-formaciones
que fueron modificando los ejes dinámicos que re-girán
a Santa María y a su territorio -la isla.
Tras la etapa inicial de aprovechamiento de cuevas, con 1í-mites
cronológicos sin precisar (a partir de principios del si-glo
xv), se puede vislumbrar un período hasta 1550 que perfila
el primer esquema de Valverde con la construcción de las er-citas
de Sar;:iag= y Sm S e k a ~ t i bÉ~s~ta.s mnstituyernn los re-mates
de un imaginario eje longitudinal norte-sur, separados por
el barranco del Consejo, quedando el caserío disperso, sin nin-gún
signo de centralidad, pero marcados los bordes perimetrales
por los referidos recintos. Estos polos terminales constituían el
punto de unión con las prolongaciones que comunicaban con
el territorio insular: Santiago (que servía de parroquia) con la
zona norteña, dirección a Barlovento, y San Sebastián, dirección
sur, hacia Azofa. A un lado quedaba la ermita de Santa Cata-lina
Mártir, que sirvió de lugar de sesiones del cabildo, además
de posible parroquia en algún momento 16.
En la segunda mitad del siglo XVI (1550-1600) es cuando re-almente
queda perfilado Valverde. Si se acepta como válida la
referencia de Darías Padrón, quien afirma que la ermita de la
mártir alejandrina sirvió momentáneamente de parroquia y de
sala de reuniones del cabildon, habría que considerar este he-cho
como antecedente del traslado dei núcleo admiliistraiivz,
hacia la zona sur del barranco del Consejo, en la parte alta
denominada Tesine. Sin embargo, de ser afirmativo, sólo cons-l5
DARÍASP ADR~N19, 80, pp. 263 y 265. CARMENF RAGAG ONZÁLE(Z1 977):
La arquitectura mudéjar en Canarias, Aula de Cultura de Tenerife, Santa
Cruz de Tenerife, pp. 162-163.
l6 DAMASP ADR~N19, 80, p. 265.
l7 DAR& PADR~N19,8 0, p. 265.
Núm 3 7 (1 991)
8 JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA
tituiría un paso más en la definitiva organización del disperso
caserío. Con la construcción de la nueva parroquia (ahora de-dicada
a Nuestra Señora de la Concepción) y la fundación del
convento franciscano en la antigua ermita de San Sebastián, a
lo que se sumarán las casas del cabildo, el extremo sur del
primitivo eje tomará definitivamente el protagonismo y carácter
de centro, constituyendo este hecho la mayor transformación
en la historia urbana de Valverde.
Efectivamente, el trinomio parroquia-convento-cabildo, situa-dos
en el mismo sector, van a generar la forma más evolucio-nada
del urbanismo histórico en El Hierro. En una isla donde
la dispersión es casi un invariante, incluso en su capital, no
extraña que la toponimia sancionara para el centro de Valverde
un nombre de carácter urbanístico. En efecto, el barrio cabe- . , ceru se denmxnara ::La Cde::, dade qüe ésta seria a!g~ müy
determinado al ser la única, no sólo del no colmatado períme-tro
de la villa, sino de la isla.
El agrupamiento o caserío de La Calle será desde la segun-da
mitad del siglo XVI el centro de la villa y de la isla. Además
de éste, existen otros pequeños barrios. Al norte del barranco
del Consejo: El Cabo, Santiago, La Esquina, Los Carretones. Al
sur, donde se ubica La Calle: Charqueta, Tesine y San Juan.
Algunos rasgos individualizaban estos barrios dentro del con-junto.
Así, Tesine, que ocupa la parte alta, contó con la ermita
de Santa Catalina y su plazuelat8. Por su parte, el barrio de
Santiago, extremo norte, tiene en la ermita del apóstol su signo
epónimo; además contaba con su plazoleta y calvario (construi-do
en 1715)19. La presencia de este calvario es interesante por-que
se le debe considerar, como era muy usual en la época,
final en los recorridos procesionales del vía crucis, que se ini-ciaría
en ia parroquia o ei convento. Desde ia óptica dei centro
(La Calle), la ermita y barrio de Santiago eran el borde de la
villa, donde culminaría el circuito «urbano» (abusando de otro
l 8 DAR~APSA DRÓN, 1980, p. 265. El topónimo «Tesine» parece ser pre-hispánico,
lo que le otorgana una mayor antigüedad a esta parte de Val-verde;
cfr. DOMIMK JOSEF WOLFEL (1965): Monumenta Linguae Canariae,
Graz, p. 739.
l 9 DAR~APSA DRÓN, 1980, p. 265.
562 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
FIG. 4.-VilIa de Valvci-de (El Hierro), calle Teatro.
LOS NÚCLEOS HISTÓRICOS NO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACIÓN 9
término, diríamos «intramuros») de los cortejos penitenciales. Por
lo demás, el barrio de San Juan debe su nombre a una antigua
ermita dedicada al Bautistaz0.
Mención aparte merece el barrio que gozó de una mayor
autonomía y personalidad: El Cabo. Urtusaústegui lo individua-liza
al hablar de «la Capital, que con el Barrio del Cabo»21E. n
otros documentos queda más patente su singularidad, dado que
a fines del siglo XVIII posee pedanía que elige alcalde en re-presentación
del vecindarioz2. Este hecho lo podemos considerar
- como la culminación de un proceso en el que La Calle y sus
. satélites más inmediatos adquieren el papel de Valverde-casco,
mientras El Cabo asume el de barrio o arrabal. Con anteriori-dad
esta división no estaba tan clara y una vez más el ba-rranco
del Consejo sirvió de referencia, actuando de lindero en-tre
ambos distritos.
El conjunto de Valverde, con un protagonismo del sector
productivo primario, conservó la presencia de las actividades
agrícolas en su perímetro, donde están integradas huertas y cer-cados.
De ahí que las escasas y reducidas calles se prolonguen
en sendas y caminos, constituyendo la red viaria más generali-zada.
Un aspecto muy interesante de Valverde es la arquitectu-ra.
Ya Pérez Vida1 había indicado que en El Hierro aparecen
«todas las etapas fundamentales de la evolución de la vivienda
humana: desde la cueva y la choza en las zonas más enrisca-das
y pobres, hasta la casa de tipo más o menos urbano en . , el pequeño núcleo que constituye el centro o cabecera del pue-
DAR~APSA DRÓN, 1980. p. 266.
z' "IANA NTONIO DE URTUSA~STEGU(1I9 83): Diario de viaje a la Isla de
El Hierro en 1779, edición de Manuel J. Lorenzo Perera, Centro de Estu-dios
Africanos, Colectivo Cultural Valle de Taoro, La Laguna, p. 63.
2Z MIGUELS ANTIARGOOD R~GU(E1Z94 5): Compendio Anónimo de Historia
de Canarias compuesto en el primer cuarto de2 siglo XVIII, edición, prólogo
y notas por --, separata de los números 8 y 13 de la ((Revista de El
Museo Canario)), Las Palmas de Gran Canaria, p. 108. JoSÉ DE VIERA Y
CLAVIJO(1 978): Noticias de la Historia de Canarias, edición crítica cie Aie-jandro
Cioranescu, tomo 11, Cupsa Editorial, Madrid, p. 43. En ambas re-laciones
ostenta el calificativo de Barrio.
1 0 JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARC~A
b l o ~T~o~da.v ía es perceptible en la villa esta diferenciación ar-quitectónica,
no sólo con respecto al resto de la isla, sino entre
los sectores del propio perímetro. Aunque toda la arquitectura
es básicamente de signo popular, existen un buen número de
viviendas que se distancian de los modelos más modestosz4. Se
encontrarán dos tipos de viviendas, una con vocación más ur-bana,
mimética en gran medida de las tinerfeñas y canarias
occidentales, y otra, más rústica, que no es sino la continuidad
de la arquitectura popular herreña. Por localización, las prime-ras
son más frecuentes en el sector de La Calle y las segundas
en el del Cabo.
Los materiales de construcción también suponen un fuerte g N rasgo de diferenciación. En este sentido, la utilización de la cal E
y las tejas eran prohibitivos -por ser de importación- para
O - les p ~ ~ P i e t U rmi ~&S hUrr,&-Jes.p &ez Vida! afirmqsea ~ j z ,
-
=m
O fue nulo con anterioridad al siglo XX, con la excepción de la EE
arquitectura religiosa (parroquia, ermitas y convento) y algún i E
edificio público (cabildo), considerando este autor que hasta esa =
fecha la isla fue «un enclave cerrado y autárquico»zs. Viera y 3
Clavijo, en el siglo xvm, explicó las cubiertas herreñas afirman-
- -
0m
do que «sus casas se cubren con paja de centeno, por no ser E
la tierra a propósito para teja))z6. O
Ya se ha referido que el sector de mayor vocación y mi- -
E metismo urbano es La Calle. En el mismo destaca la presencia -
a
del templo matriz de la isla -Nuestra Señora de la Concep- 2 -
ción-, que sigue las líneas del mudéjar canario27. Curiosamente o
ocupa posición excéntrica con respecto al caserío, emplazado O3
sobre una pequeña explanada de basaltos al borde de un ba-rranco
que sirve de límite de la villa en ese sector. La red
viaria básica está vertebrada por la calle de San Francisco que
se continúa en eje longitudinal, siguiendo más o menos la línea
23 JOSÉ PÉREZ VIDAL (1967): aLa vivienda canana. Datos para su estu-dio
», en Anuario de Estudios Atkínticos, núm. 13, Patronato de la Casa de
Colón, Madrid-Las Palmas, p. 43.
24 MARTÍRN ODR~GU1E9Z78, , p. 20.
25 pLii- r 7.- amr. v IUAL, i Yó7, p. 57.
26 VIERAY CLAVIJO19, 78, tomo 11, p. 43.
27 FRAGAG ONZÁLE1Z9, 77, pp. 161-162.
ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS
LOS NÚCLEOS HIST~RICOSN O URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACI~N 11
de cota, con la calle Doctor Quintero. En la unión de ambas
vías se forma un codo o nódulo donde transversalmente con-curren
las de Licenciado Bueno y Pérez Galdós. Otras calles
sufragáneas del eje principal, en pendiente, son las de Jesús
Nazareno, Tenerife y Fernández Salazar. Algunas de estas vías
pierden la referencia urbana a poco de alejarse del centro para
adquirir un carácter marcadamente rural.
En términos generales, la arquitectura histórica de Valverde
pertenece a los siglos x m y m. En La Calle abundan las cons-trucciones
de una o dos plantas con disposición regular de hue-cos,
ventanas de guillotina, marcos de madera y antepechos con
doble friso de cuarterones; los remates de fachada tanto son
en pretil con sencilla cornisa o con alero de tejas. Escasean
los balcones y sólo son destacables dos, uno con balaustres de
ha, tardorrococó, y otro neociásicoiD. 110 proliferan los motivos
decorativos en la madera, y como edificio representativo del
momento Martín Rodríguez destaca el Juzgado 29.
Al otro lado del barranco del Consejo se entra en el sector
del barrio de El Cabo, que agrupa genéricamente a otros ca-seríos,
y la arquitectura cambia de signo. A partir de la termi-nación
de la calle Doctor Quintero el trazado de la vía se vuel-ve
sinuoso, más adaptada a la topografía del terreno, con una
arquitectura de mayor componente popular, lo que se acentúa
a medida que se aleja del ((centro)) de la villa y se acerca al
extremo constituido por la ermita de Santiago. Retomando el
punto foca1 de La Concepción, la calle Naranjeros se ruraliza
tras D. Gost, con una mayor diseminación de las construcciones
y apareciendo algunos «pajeros». Aquí la arquitectura conecta
más con la popular del interior de la isla que con la de La
Caile. Por su parte, el barrio de Tesine es el arrabal de la parte
alta de la villa, caracterizado por las viviendas aisladas.
Si se fueran a buscar concomitancias históricas y morfoló-gicas
de Valverde con otra población, posiblemente se encon-
Calles Fernández Salazar, 2, esquina a Doctor Quintero, 5, y Licen-ciado
Bueno. 2.
29 MART~NR ODR~GU1E9Z7,8 , pp. 281-283. En cuanto a los motivos de-corativos
existen algunas excepciones, entre las que hay que citar la labra
de los antepechos de las ventanas de guillotina de la calle Naranjeros, 2.
12 JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA
trarían bastantes con ~etancuria. Ambas están relacionadas con
Jean de Bethencourt y tuvieron un régimen de administración
señorial; también coinciden en el predominio de la disposición
desordenada y la escasa presencia de calles. Pero además exis-ten
claras diferencias. La primera es que Valverde nunca ha
perdido la capitalidad de la isla de El Hierro y que ni tan si-quiera
ha surgido en la isla otra población que le hiciera com-petencia,
lo que hace que, en definitiva, aunque mantenga la
estructura y el carácter propios de un núcleo no urbano, con-tenga
toda una serie de funciones, propias de una capital in-sular.
NÚCLEOD E DESARROLLO INTERRUMPIDO:
TAGANA(NSAA NTAC RUZD E TENERIFE)
Desde el momento ,de la integración de Tenerife en la Co-rona
de Castilla, con el otorgamiento de las datas, surgieron
una serie de núcleos que a pesar de un primer y rápido auge
quedaron estancados por la evolución de la repoblación y or-ganización
del territorio. Los mismos estaban dotados de cierto
aparato de la administración, en su escala de menor alcance
(parroquia y pedanía), y siempre los podemos considerar como
de los más antiguos de la isla. Las expectativas de progreso
pronto se ven frustradas y si bien no desaparecen, apenas su-peran
su estancamiento con notable pérdida de la ya de por
sí restringida función territorial. Responden a estas caracterís-ticas
los que se han denominado «núcleo de desarrollo inte-rrumpido)),
de los que Taganana (municipio de Santa Cruz de
Tenerife) constituye un ejemplo significativo 'O.
Lo primero que llama la atención es el emplazamiento, en un
accidentado valle, de difícil comunicación con la que ya entonces
era la capital de Tenerife, la villa de San Cristóbal de La Laguna.
No obstante, esto no era una contradicción, porque todavía estaba
en formación el sistema urbano de la isla y los asentamientos agrí-colas
que existían no ocupaban las mejores posiciones, de ahí que
Taganana en ese momento no tuviera grandes rivales. Sólo a partir
Vid. LÓPEZ GARC~Aen, prensa, 1990.
566 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LOS NÚCLEOS HIST~RICOS NO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIRCACI~N 13
de 1550 con la consolidación de otros núcleos, zonas de cultivo y
puertos, quedó al descubierto su posición excéntrica, quedando
al margen del desarrollo insular 3'.
Los repartos en el valle fueron muy tempranas, documen-tándose
una data a favor de Juan de las Casas y Fernando
de Gran Canaria en 1497, al año siguiente de la conquista de
Tenerife3*. Poco después se sucede otra data que beneficiaba
a Jaime Joven y Pedro Campos3), los que perdieron sus dere-chos
al no cumplir la obligación contraída de construir un in-genio.
Con estos antecedentes, en 1501 se otorga una data co-lectiva
a dieciséis vecinos, oriundos de Lanzarote y Fuerteven-tura,
acto que .según Serra Ráfols se puede considera el
fundacional de Taganana3" Este tipo de fundación es bastante
extraño en Canarias y Cioranescu ha resaltado su singularidad
en ienerif e j5.
La caña fue el primer cultivo importante y para la elabo-ración
del azúcar fabricaron un ingenio; al mismo tiempo cons-truyeron
un camino que les uniera con la capital lagunera y
facilitara la comunicación terrestre, ya que la marítima la ha-cían
a partir de los puertos de Taganana y Juan Tachero. Estos
recursos economicos permitieron la prosperidad del asentamien-to,
cuya importancia queda patente en la erección de su pa-rroquia,
hecho que se produce en 1505 y que la sitúa como
la quinta en antigüedad entre las tinerfeñas3" Con este hecho,
Taganana se convirtió en cabecera de su demarcación eclesiás-
31 Para el sistema urbano de los siglos xv y XVI en Tenerife, vid. JUAN
SEBASTILÁONP EZG ARCÍA1, 988.
32 ELÍAs SERRARÁ FOLS (1978): Las Datas de Tenerife (Libros I a IV de
datas originales), ((Fontes Rerum Canariarum), XII, Instituto de Estudios
Canarios. La Laguna, pp. 20-2 1.
33 ELÍASS ERRRAÁ FOLS (1944): «Taganana», en Revista de Historia, núm.
68, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de La Laguna, pp. 317-318.
34 SERRARÁ FOLS,1 944, PP. 3 18-31 9.
35 ALEJANDRO CIORANESCU(1 977-1979): Historia de Santa Cruz de Tene-rife,
tomo 1, Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, Santa
Cruz de Tenerife, p. 79.
36 JOSÉ RODRÍGUEZM OURE (1415): Historia de ia Parroquia híarriz de
Ntra. Sra. de la Concepción de la Ciudad de La Laguna, La Laguna,
pp. 148-149.
Núm 37 (1991) 567
tica y como tal aparecía en la relación de las que estructu-raban
administrativamente la isla de Tenerife, lo que le per-mitió,
además, poseer alcaldía pedánea e incluso constituir
ayuntamiento constitucional en el siglo m, aunque éste no pros-perase.
Los siglos XvII y XVIII no fueron mejores para el progreso,
frenado en gran medida por la estructura de la propiedad, do-minada
por una serie de mayorazgos, lo que se pone de ma-nifiesto
en el notable descenso de la producción de vinos, cons-tatable
en el último cuarto del Setecientos3'. La penuria eco-nómica
también se pone en evidencia en el siglo m cuando, apo-yada
en su condición de demarcación eclesiástica y alcaldía pe-dánea,
constituye su propio ayuntamiento, el cual pasó a inte-grarse
en el de Santa Cruz de Tenerife por falta de recursos38.
Lu Iglesia he, pUes, e! e!emefiiv Uiferenciadür de Taganana
dentro de la escena tinerfeña, motivo por el cual el entorno pa-rroquial
se erigió como centralidad de las distintas aldeas y ca-seríos
del valle. Sin embargo, tal como se ha visto, las condiciones
no fueron favorables y el núcleo quedaría con la disposición bá-sica
heredada del siglo XVI. La misma dispersión que caracteriza
al poblamiento de la jurisdicción tiene su correspondencia en el
núcleo cabecera que se estructura en distintos «barrios» o agru-paciones
de casas, de las que La Plaza (iglesia parroquia1 de Nues-tra
Señora de las Nieves, ermita de Santa Catalina y plaza)39 es
el principal lugar donde se localizan las construcciones que pre-sentan
mayores analogías con la casa urbana tradicional tinerfeña
y que, por tanto, actúa como centralidad. Este tipo de arquitec-tura,
donde no faltan viviendas de planta alta, se repite en el ba-rrio
de San Antonio, situado frente al de La Plaza, mientras en
los de Portugal, El Calvario, La Cruz Vieja y Los Cardonales las
formas son mucho más populares.
)' AGUSTÍN GUIMERÁR AVINA(1 982): «La Hacienda de Las Palmas de Anaga
(Tenerife)))e, n Homenaje a Alfonso Trujillo, tomo 1, Aula de Cultura, Cabildo
Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, pp. 473-475. ALBERTO GALVÁN
TUDEL(A1 980): Taganana Un estudio de antropología social Aula de Cultura,
Cabiicio Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, pp. 53-55.
38 CIORANESCU1, 977-1979, tomo 111, pp. 296-298.
39 Para la arquitectura religiosa, vid. FRAGGAO NZÁLEZ1, 977, pp. 255-259.
Fic. -5.-Vista general de Taganana (Santa Cruz dc Tenerif't.).
FIG. 6.-Taganana (Santa Cruz de Tcnerife), San Antonio.
LOS NÚcLEOS HIST~RICOS NO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACI~N 15
Taganana se presenta hoy como un núcleo rural, pero
diferenciado de los de su categoría por el proceso histórico que
lo hizo una de las jurisdiccciones eclesiásticas más antiguas de
la isla; esta herencia se aprecia en la arquitectura de algunas de
sus edificaciones y, particularmente, en la de su iglesia parroquial.
En este sentido, un caso similar es el de San Pedro de Daute
(Garachico).
NÚCLEOR URAL: BARRANCHOO NDODE ABAJO (GÁLDAR)
Tal como indica José Pérez Vidal: «las cuevas excavadas de
Gran Canaria se presentan, por lo común, en grandes agrupa-ciones;
verdaderos barrios empotrados en ia roca»". En efecto,
ésta es una de las características más señaladas de la arquitectura
popular de la isla, como una fenomenología que se debe consi-derar
herencia cultural de la época prehispánica4". Sin embargo,
hay que precisar que no todos los núcleos rurales históricos están
constituidos por conjuntos de cámaras artificiales y que éstos,
prácticamente, sólo aparecen en Gran Canaria. En otras islas se
localizan muchos ejemplos de agrupaciones de arquitectura tra-dicional
tan significativos como, por ejemplo, los tinerfeños de
Masca (Buenavista del Norte) e Icor (Ari~o)'~.
Un reciente estudio, presentado en el IX Coloquio de Historia
Canario-Americana, ha puesto en evidencia que todavía en el si-o
XIX estas viviendas tenían una enorme importancia en Gran
Canaria, tanto que suponían el veinticinco por ciento de la tota-
40 J-v06~ crD r Finncrr-. X 1 r n . r flC)PC\ I I r f r r r l ;nr A Ctrrnnrn ín ti Enlblnvo rnmnvinf v ilini. {i b a ww'va w a r c u b , ,+f... , V.i..... ., -.-.-.-. ---,
Aula de Cultura de Tenerife, Museo Etnográfico, Cabildo de Tenerife, Santa
Cruz de Tenerife, p. 38.
41 Vid. JUANS EBASTIÁLNÓP EZ GARC~(Aen prensa, 1990) b: «El hábitat en
cuevas, pervivencia actual de un modelo aborigen canario)), en Serta Gratu-latoria
in honorem Juan Régulo, Universidad de La Laguna, pp. 201-210.
42 Vid. ADRIAN ALEMÁN DE ARMAS (1975): El caserío de Masca: aproxirna-ción
a la arquitectura popular canaria, Santa Cruz de Tenerife. ÍDEM(1 982):
aEl caserio de Icor)), en Homenaje a Alfonso Trujillo, tomo 1, Aula de Cultura,
Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenenfe, pp. 7-45.
Núm 37 (1 991) 569
lidad de las edifi~acionesD~e~ .lo s diferentes caseríos trogloditas
destacaban en el Ochocientos los de Barranco Hondo de Arriba
y Barranco Hondo de Abajo, ambos en Gáldar, y que estaban
constituidos íntegramente por cámaras excavadas.
Aunque ya es sobradamente conocida la antigüedad y signifi-cación
histórica de Gáldar, capital prehispánica de Gran Canaria",
con una temprana repoblación en el núcleo de Santiago de los
Caballeros, la parte alta de su demarcación no experimentó un
aumento demográfico hasta fecha algo tardía. En efecto, es a par-tir
de 1720, tal como ha estudiado Martín Ruiz, cuando los Altos
de Gáldar, situados por encima de los trescientos metros, se ven
sometidos a una notable evolución de su población, llegando a
suponer el veintinueve por ciento del total de la jurisdicción45.
~ñ el siglo xvm ya aparece documentado Barranco Hondo, y con-tinuando
con su constante de crecimiento;en ei sigio XIX es uno
de los barrios más poblados, después, y con cierta diferencia, de
la cabecera municipal. Como prueba de la importancia de esta
aldea, en 1888 contaba con 354 habitantes y era el cuarto barrio
del municipio 46.
La economía de la cumbre de Gáldar, en torno a los mil me-tros
de altitud, fue aún más precaria que la de los ejemplos an-teriores
y se fundamentó en el siglo xvm en los cereales, aunque
junto a las labores agrícolas también destacaban las actividades
ganaderas. Este condicionante hace que aquí no convivan formas
43 JUANS EBASTIÁNL ÓPU GARCÍA(e n prensa, 1990) c: «La arquitectura sub-terránea
grancanaria en textos decimonónicos», en IX Coloquio de Historia
Canario-Americana (1990), Cabildo Insular de Gran Canana, Las Palmas de
Gran Canaria.
44 Vid. JUANS EBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA(1 688) b: «Origen y desarrollo de
los cascos históricos de la comarca de Agáldar: Gáldar y Guía)), en VI Colo-quio
de Historia Canario-Americana (1984), tomo 11, 1: parte, Cabildo Insular
de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 299-326.
45 JUANF RANCISCMOA RTÍNR UIZ( 1978): El NW. de Gran Canaria. Un es-tudio
de demografía histórica (1485-1860), Mancomunidad de Cabildos de Las
Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, p. 170.
46 NOMENCLÁTOR(1 892): Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas
y demás entidades de población de España en 1: de enero de 1888, cuaderno
once (provincia de Canarias), Imprenta de la Dirección General del Instituto
Geográfico y Estadístico, Madrid;~. 14.
570 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
FIG. 10.-Barranco Hondo dc Abajo (Gáldar, Gran Canaria), La Poza.
FIG. 1 1.-Barranco Hondo de Abajo (Gáldar, Gran Canaria), La Poza.
LOS NÚCLEOS HISTÓRICOS NO URBANOS DE CANARIAS: UNA TIPIFICACI~N 17
arquitectónicas muy diferenciadas, sino que se presente una re-lativa
homogeneidad dentro de las variantes que son propias de
las tipologías de las viviendas en cuevas, con la presencia
exclusiva de materiales locales "'.
La irregularidad del conjunto es absoluta y no existen calles.
Las cuevas se abren superpuestas en la roca con orientación a
sotavento, es decir, en la solana, y en conjunto adquieren una dis-posición
longitudinal que se adapta a la forma alargada de la mar-gen
del barranco, predominando los condicionantes topográficos.
Las pequeñas agrupaciones de cuevas aparecen sin ningún tipo
de jerarquización, ya que no existió, a excepción del camino real,
un hito ordenador, dado que ni tan siquiera poseyó ermita. Las
agrupaciones reciben distintos nombres, tales como Los Solapones,
La Poza, Telde, Las Lajillas, El Pocillo, El Roque, etc, Parece ser
que el primero era el más importante, porque en ocasiones su io-pónimo
sirve para definir globalmente a la aldea, aunque moder-namente,
a partir de 1970, con la construcción de la ermita -en
cueva- y la plaza, La Poza se ha convertido en el centro.
En definitiva, Barranco Hondo de Abajo se presenta como una
aldea de interesante arquitectura popular, caracterizado por la pre-sencia
de sus cámaras excavadas con cierres de piedra, con ejem-plos
que pueden datar del siglo xvm. Morfológica, funcional e his-tóricamente
es un agrupamiento rural en sentido estricto.
En suma, las categorizaciones propuestas tienen en,el carácter
no urbano su principal rasgo común, pero tal como se ha visto a
través de los tres ejemplos analizados también son portadoras de
matizadas diferencias.
Entre los elementos comunes podemos señalar, en primer lugar,
el carácter no concentrado que presentan las tres categorías, con
una notable diseminación, constituidos además por varias agru-paciones
inmediatas. Elementos tan propios de lo urbano, como
son la calle y ia piaza, han tenido un escaso desarroiio, cuando
47 En este momento estamos realizando un trabajo sobre el tema.
Núm 37 (1 991) 571
no una ausencia total. La disposición es dispersa e irregular, adap-tada
a la topografía, motivo por el cual poseen un alto grado de
dependencia medioambiental y el paisaje natural es tan importante
como el paisaje construido. Por lo que respecta a la arquitectura,
ésta, en contenidos y técnicas constructivas, es popular, presen-tándose
más vulnerable que la urbana, entre otras cosas por tener
un mayor sometimiento ecológico. Históricamente, estos núcleos
son resultado de un escaso desarrollo económico, social y cultural,
lo que los convirtió, a distinta escala, en periferia de sus grupos.
Así, y tomando como referencia las conjuntos estudiados, Valverde
es la más periférica en relación con las capitales insulares, Taga-nana
lo es en el ámbito de las demarcaciones eclesiásticas histó-ricas
de Tenerife y Barranco Hondo de Abajo dentro del propio
municipio de Gáldar.
C;n emh~rnnI Q P r l i f ~ v ~noti~~rcn hiAnc nn nnt~hl-r cnhro tnrln ~ I I I V U5"~) 1-0 U ~ L ~~ LL ~ ~ L UbLc Iu u u l r u OVLX I I V C U U A ~ L I , QVUA r cvuv
desde el punto de vista de las funciones territoriales, y aquí sí que
se produce una radical distinción entre los tres: desde las funciones
insulares del primer grupo a las parroquiales del segundo y las
carencias de las mismas en el tercero, lo que convierte a los estric-tamente
rurales en totalmente dependientes. Aunque todos pueden
ser calificados de no dinámicos, es diferente la situación de Valverde
por sus funciones insulares, donde incluso en su crecimiento se
detecta una evolución demográfica muy moderada 48.
Este análisis, para terminar, quizá resulte orientativo para las
intervenciones arquitectónicas y urbanísticas en los núcleos rurales
antiguos, ya que al margen de otras consideraciones presenta la
propuesta de explicar los procesos y los resultados de los núcleos
desde métodos históricos. De esta manera, se determinarían los
perfiles y especificidades de cada uno de ellos y se aplicarían modelos
de trabajo propios y no la simple traducción de los utilizados para
los núcieos consoiiciacios, optimizancio una solución adecuada para
las distintas categorías de los núcleos históricos no urbanos.
4"n 1970 el municipio tenía 3.338 habitantes, de ios que 1.3 11 correspon-dían
a la entidad cabecera, mientras en 1986 el término poseía 3.593 y la capi-tal
1.570.
572- ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS