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GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 P O R MANUEL FERRER MUÑOZ PRECISIONSOEBSR E LAS FUENTES UTILIZADAS Y EL ESTADO DE LA CUESTI~N Como se hace constar en el título, afrontaré en estas pági-nas el estudio de los aspectos más sobresalientes del aconte-cer diario en la isla de Gran Canaria durante los primeros meses de la guerra civil que estalló después del levantamiento de los militares y civiles comprometidos en los planes cons-piratonos que empezaron a urdirse con ocasión de la grave crisis que siguió al triunfo del Frente Popular en las eleccio-nes de febrero de 1936. Antes de entrar en materia, resulta obligada una mención de las fuentes que se han utilizado para esta investigación, de las peculiaridades historiográficas de esos documentos y, con mayor brevedad, de la bibliografía que se ha ocupado de la guerra civil en el ambito grancanario. Hace tan sólo unos meses, en el curso de un estudio sobre la trayectoria histórica de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas, el autor de este artículo tuvo la fortuna de encontrar un interesantísimo expediente en el ar-chkv~ dGe esa covu1r. Paarac cai:i~bi-anr ia importancia de! l Toda esta documentación se guarda en el Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas -ACC-, leg. 72. Núm. 40 (1994) 345 2 MAKUEL FERRER MUNOZ hallazgo, valdrá la pena que se refieran las circunstancias que rodearon la génesis de esos informes. Encendida la guerra civil, después del revés de la subleva-ción en las más importantes capitales de provincia, el territo-rio español quedó dividido en dos zonas: una, dominada por los rebeldes, y la otra sometida teóricamente al control del Gobierno. La incomunicación en que quedaron muchas insti-tuciones de la llamada «zona nacional» con sus correspondien-tes órganos jerárquicos, asentados en Madrid, afectó también a la corporación grancanaria. En septiembre de 1936, con objeto de coordinar la labor de las Cámaras de Comercio existentes en el territorio aacio-nal » y remediar su aislamiento, se convocó a delegados de esas entidades en Burgos, la ciudad castellana donde había fijado SE sede la Junta de Defensa Nacional. La reunión fue suspen-dida2, pero en seguida volvió a sus funciones el Consejo Su-perior de Cámaras, cuyo secretario -Valcárcel- se instaló en Valladolid al mes siguiente. Desde esta población se despacha-ría durante largo tiempo toda la correspondencia del Consejo, y allí se dirigía la que enviaban las Cámaras. Quizá el aspecto más interesante de este «exilio vallisoleta-no », desde la apreciación del historiador, sea una iniciativa del secretario de la Cámara pucelana, Ángel Mata y Paredes que, a partir de las noticias que recababa de las Cámaras, elaboró unos informes sobre «la marcha del movimiento salvador de España». En la corporación de Las Palmas se conservan die-cinueve notas referentes al período comprendido entre el 22 de agosto y el 26 de diciembre de 1936. Varios de esos Boleti-nes del Consejo Superior -en concreto, los números 11, 13 y 15- recogen numerosos detalles sobre los primeros días de la sublevación y las dificuitades económicas por las que atra-vesó Gran Canaria durante esos meses. Estos escritos son pre-ciosos y constituyen parte de la materia prima de que se nu-tre el estudio que ahora sale a la luz. Se han consultado también los expedientes y libros de ac-tas de ia Cámara de Comercio correspondierites a1 periodo qüe Del Presidente de la Cámara de Comercio de Burgos al de Las Pal-mas, 7 y 8-IX-1936 (ACC, leg. 72). 346 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GR4N CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 3 constituye el objeto de este estudio, los papeles del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 y del Regimiento de Infantería Ca-narias núm. 39 de Las Palmas, las actas del Cabildo Insular de Gran Canaria, y la prensa isleña contemporánea de los hechos que se narran. Disponemos aún de escasos trabajos de carácter histo-riográfico sobre los primeros momentos de la guerra civil en Gran Canaria, pues el interés de los pocos investigadores que han trabajado con relativo rigor y seriedad sobre esa crítica coyuntura se centra en las actividades represivas que llevaron a cabo las nuevas autoridades: como esas tareas de «limpie-za » cobraron mayor intensidad en fechas posteriores a los meses que nos ocupan, son contadas las referencias a 1936. En este contexto se sitúan los trabajos de José Alcaraz, Alexis Orihueia, Miguei Suárez Bosa, Sergio Millares y Alberto Anaya 3: todos ellos afectados por una excesiva parcialidad y sobrados de carga polémica. La intencionalidad política y el apasionamiento restan méritos a la obra de Luis Rivero sobre la sima de Jinámar 4, tal vez demasiado impaciente por enviar a la imprenta un libro que exigía el acopio de más amplia y contrastada información. Sí contamos con algunos relatos escritos por contemporá-neos, que adolecen de los inconvenientes y limitaciones de que tan difícilmente escapan los libros de memorias, siempre de-cantados hacia la apología de las posiciones ideológicas asu- ALCARAZ ABELLÁN, JosÉ: La resistencia antifvanquista en las Canarias Orientales (1939-19601, Las Palmas de Gran Canaria, El Museo Canario y Caja Insular de Ahorros de Canarias, 1991; ORIHUELAA,. ; SUAREZM, .; ANAYA, L. A.; ALCARAJZ.,, Y MILLARESS,. : De la República a la Guewa Civil en Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de LPGC, Servi-cio de Publicaciones, 1992. En la bibliografía que se recoge en este último libro figuran otros trabajos anteriores de los mismos autores. RIVEROL UZARDOLU, IS: La sima. Muertos no identificados, Las Pal-mas de Gran Canaria, Imprenta Pérez Galdós, 1981. Tampoco los autores citados en la nota anterior aportan datos fidedignos sobre las ejecuciones en Jinámar: aunque presumen la frecuente utilización de la fosa para ha-cer «desaparecer» a detenidos, reconocen explícitamente que «sobre este aspecto de la represión en la capital estamos iniciando la investigación, sólo conocemos los nombres y circunstancias de cuarenta víctimas)) (W. AA.: De la República a la Guerra Civil en Las Palmas, p. 68). 4 MANUEL FERRER MUNOZ midas por sus autores. Es de sobra sabida la escasa fiabilidad de obras tales como los Cuadros del penal de Rodnguez Dores-te o, para Tenerife, Fyffes y Eempo de espera 6, de José Anto-nio Rial, repletas de inexactitudes y distorsiones. La Crónica de medio siglo de Jiménez Marrero no se libra de esas defor-maciones, pero constituye indudablemente la narración más completa y documentada, elaborada sobre la base de los re-cuerdos personales del autor, conversaciones y textos manus-critos proporcionados por otros protagonistas, y una consulta sistemática de la prensa isleña. Por supuesto, su obsesiva pre-ocupación por delatar el «camaleonismo» político de «buen número de españoles, de la Península y de Canarias» ' priva a e la Cuónica de la imprescindible serenidad y provoca innecesa- D N E riamente la polémica y las tomas de postura apasionadas. De O interés bastante limitado, aunque útil en determinados aspec- --= tos, es la obra de Pinto de la Rosa sobre El Grupo Mixto de Oo> E Ingenieros núm. 4 SE Una lectura casi obligada es la Historia del Movimiento =E Obrero Canario de Oswaldo Brito 9, imprescindible para el es- = tudio del asociacionismo obrero durante la era republicana. El - último capítulo proporciona una síntesis de carácter divul- - 0m E gativo, útil para conocer las resistencias que hubo de vencer O el golpe de mano de los militares. «La política en Canarias durante el siglo XX», de Agustín - -E Millares Cantero 'O, facilita una comprensión del marco histó- a 2 rico donde se encuadra la guerra civil, encajada entre la Se- - 0 RODRÍGUEZD ORESTE, JUANC: uadros del penal (Memorias de un tiem-po de confusión), Las Palmas, Editora Regional Canaria, 1978. 3 O RIAL, JOSÉ ANTONIO: Tiempo de espeva (El 18 de julio de 1936 en San-ta Cruz de Tenerife), Islas Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobie=o de Canarias, 1941. JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Cvónica de medio siglo (Primeva parte), Madrid, DYRSA, 1988, p. 15. PINTO DE LA ROSA, J. M.: El Grupo Mixto de Ingenieros núm. 4 en la Campaña de Liberación 1936-1939, Santa Cruz de Tenerife, Romero, 1944. BRITO GONZÁLEZ, OSWALDO: Hisfovia del Movimiento Obrero Canario, Lladrid, Yditsriz! Pepu!~, 1980. 'O MILLARES CANTERO, AGUST~N: «La política en Canarias durante el siglo XX» , en Canarias siglo ~ u L, a s Palmas de Gran Canaria, Editora Re-gional Canaria, 1983, pp. 7-68. 348 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 5 gunda República y el largo gobierno personal de Franco. La experiencia republicana contribuiría a robustecer las organi-zaciones políticas y obreras de orientación izquierdista y a fomentar movimientos de naturaleza reivindicativa sin los cua-les no se entiende la represión llevada a cabo durante la gue-rra civil. Sorprende por ello que Millares, buen conocedor de la vida grancanaria durante la República, reste importancia a las graves alteraciones del orden público que se acumularon entre marzo y julio de 1936 ". León Barreto rememora el drama desde una perspectiva eminentemente literaria -novelística- en La infinita guerra. El objetivo que se impuso al redactar esas páginas limita su interés historiográfico, pero constituye sin duda una aporta-ción valiosa, por la calidad de una prosa que lamentablemen-te se echa en falta en la pluma de muchos recientes historia-dores canarios que se han ocupado de la guerra civil, la ma-yoría de los cuales parecen reñidos con las normas de la sin-taxis castellana. SUBLEVAMCIIL~ITNAR Y COMIENZO DE LA GUERRA: EL PUEBLO GRANCANARIO Y EL ALZAMIENTO Las Palmas era una pequeña y tranquila ciudad provin-ciana. En cierta ocasión, un escritor francés de fama se negó a desembarcar. «Esa es la ciudad más fea del mun-do », exclamó. El sentimiento defensivo y la desconfianza hacia el mar -por el que habían arribado tantas depre-daciones- aconsejaba a sus habitantes a vivir a espaldas de! scéano. Nv era, pws, üna &dad maritima, con pa-seos y bulevares, sino un lugar interior cuyo círculo de diversión se encontraba entre las sociedades y los hote-les, los paseos de la Alameda y los thés dansants del do- " Más adelante incidiré en la insostenible situación en que se había desembocado durante esos meses. Léaie, no obstante, e! aadm trazde por una persona tan poco sospechosa como Luis León Barreto: LEÓN BARRETO, LUIS: La infinita guewa. Una visión colorista y apasionada de las Islas Ca-navias con el telón de fondo de la guewa civi2, Barcelona, Planeta, 1985, pp. 53-54. Núm. 40 (1994) 349 6 MA'IUEL FERRER MCNOZ mingo. La misa mayor en la catedral y la llegada de los buques de turistas. Los cines y alguna que otra sala frí-vola con «bailarinas y salón». Las verbenas del sábado y las ocasionales funciones de teatro 12. Sirvan estas palabras, que tomamos prestadas de Luis León Barrero, para caracterizar el principal de los espacios urbanos de Gran Canaria, que fue testigo de las vidas -y de las muer-tes- de muchos protagonistas de los sucesos que se narran en las líneas que siguen. En uno de los primeros decretos militares del ministerio formado por Azaña tras las elecciones de febrero de 1936, he-chos públicos el día 22 de ese mes, figuraba el cese de Franco como jefe del Estado Mayor Central y su destino a la Coman-dancia General de Canarias. Entre el 11 y el 13 de marzo, Franco realizó una escala en Gran Canaria, adonde iiegó en el barco Domine en compañía del nuevo Gobernador Civil de Las Palmas, Manuel Ramos Vallecillo, antes de posesionarse de su destino en Santa Cruz de Tenerife 13. Y otra vez se en-contraba en la isla en la mañana del 17 de julio para asistir al entierro de Amadeo Balmes, Gobernador Militar de Las Palmas, fallecido el día anterior cuando manipulaba una pis-tola en el campo de tiro de La Isleta 14. Ese accidente fortuito proporcionó a Franco la coartada l 2 Ibídem, p. 21. l 3 El barco llegó al Puerto de la Luz con considerable retraso, pasadas las 7 de la tarde, a causa del mal estado de la mar. Al día siguiente, Franco recibió a la guarnición de Las Palmas en la Comandancia Militar a las 11 de la mañana y, luego, pasó a cumplimentar a las autoridades de la isla en sus residencias oficiales. Por la noche continuó viaje hacia Santa Cruz de lenerife (cfr. Soy, i 2 y i3-111-i93ój. l4 Víctor Zurita considera incuestionable la identificación de Balmes con los planes de Franco -sobre la que algunos autores insinúan ciertas dudas- y, para confirmarla, menciona una reunión de ambos generales con Goded, en un céntrico café de Madrid, antes de que Balmes y Franco se incorporaran a sus respectivos destinos en Canarias (cfr. ZU. RI.T A,V ÍCTOR: gboies '& e v u ~U~ üE.,? pne;-+ F;.ancc; el mov;m;snt= ;-,aciG. nalista (Anécdotas y escenas de la estancia del Genevalísimo en Canarias y su salida para Tetuán), Santa Cruz de Tenerife, Publicaciones de «La Tar-de », Imprenta El Productor, 1937, p. 39). 350 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTKOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 7 perfecta para obtener el oportuno permiso del Subsecretario de Guerra para dejar Tenerife y viajar a Gran Canaria, donde acababa de aterrizar el Dragon Rapid 15. Este avión había sido contratado en Inglaterra por el corresponsal de ABC, Luis Bolín, con objeto de transportar al general desde Canarias a Marruecos, donde debía hacerse cargo del Ejército de África, que asumía la iniciativa de levantarse en armas contra la Re-pública 16. El entierro del general Balmes fue presidido por Franco. Le acompañaban autoridades provinciales, insulares y loca-les, entre las que se hallaban Antonio Boix Roig, nombra-do Gobernador Civil después de la renuncia de Ramos Va-llecillo; Fajardo Ferrer, repuesto en la alcaldía de Las Palmas después de la victoria en las urnas del Frente Popular, en fe-l5 Aunque, efectivamente, el entierro de Balmes constituía un argumen-to convincente para justificar su desplazamiento a Las Palmas, Franco ha-bía obtenido ya sendas autorizaciones para visitar las islas menores y la de Gran Canaria (cfr. ZURITAV, ÍCTORA: lbores de la gesta española, pp. 36-37). De otro lado, debe tenerse en cuenta que no era la primera vez que viajaba desde Tenerife a Gran Canaria: «un mes antes el general interesó un per-miso de la Superioridad para trasladarse a Gran Canaria e inspeccionar los cuarteles, baterías, etc. Le acompañaron sus ayudantes y el coronel de Es-tado Mayor don Teódulo González Peral. Pero el motivo del viaje era otro. Lo que interesaba a Franco y a sus acompañantes, ya en el fondo del mo-vimiento patriótico que se fraguaba, era inspeccionar el aeropuerto; preci-sar sobre el terreno el movimiento de aparatos y pulsar el personal» (ibídem, p. 36). l6 El 14 de julio había llegado a Santa Cruz de Tenerife José Antonio Sangróniz, que informó a Franco de la llegada a Gran Canaria del avión que había de trasladarle a Tetuán. El general Orgaz, con ayuda de Antonio Bonny, fue el encargado de organizar la recepción y e! dojami~nto de !a tripulación en Las Palmas. Las gestiones realizadas para alquilar el Dragon Rapid y enmascarar la finalidad a que se destinaba su uso aparecen explicadas con cierto detalle en THOMASH, UGH: La Guerre d'Espagne, París, Robert Laffont, 1961, pp. 127-128, 136-137; y, más pormenorizadamente, en un libro de reciente aparición: MORALELSE ZCANOV,Í CTORL: os ingleses en Canariasl Madrid, Go-bierno de Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, 1992, pp. 63-79. Véanse también las memorias de esos sucesos redactadas por uno de sus protagonistas: BOLÍN, LUIS: España, los años vitales, Madrid, Espasa- Calpe, 1967. Núm. 40 (1994) 35 1 8 MANUEL FERRER MUROZ brero de 1936, y Herrera González, presidente accidental del Cabildo. Después de los actos fúnebres, Franco dio un corto paseo; luego, se retiró al Hotel Madrid, donde se alojaba también Orgaz, y departió con algunos jefes militares y con el cónsul italiano Ruggero Martini Marchi. Además de la escolta mili-tar que acompañaba a Franco, velaron también por su seguri-dad algunos falangistas: Abreu y Apolinario, que montaron la guardia en los alrededores del hotel, y otra persona que per-maneció en el interior de un coche, armada de una ametralla-dora corta 17. Durante la noche, el Gobernador Civil habló por teléfono con Casares Quiroga y recibió copia de una comunicación te-legráfica, dirigida a Franco desde Tenerife, en la que se le iioii~eabae! kv anta mi en:^ er; amas de! Ejército e : Me!i!!u. La irresponsable despreocupación de Boix Roig impidió que se tomaran las elementales medidas preventivas; y, en la ma-drugada del día siguiente, Franco pudo desplazarse tranquila-mente al Gobierno Militar para lanzar la declaración del esta-do de guerra y el primer manifiesto, y organizar desde allí la toma del poder: en muy poco tiempo, la ciudad quedaba con-trolada por las fuerzas militares, con la única excepción del Gobierno Civil -donde se habían congregado representantes de las fuerzas políticas de izquierda y dirigentes de la Federa-ción Obrera-, que resistió durante dos días, hasta que la ame-naza de un bombardeo con una pieza de artillería instalada en sus inmediaciones obligó a la rendición incondicional, que había sido exigida previamente por el general Orgaz, a quien se había confiado la Comandancia Militar de Canarias la. Inevitablemente, los primeros momentos de la toma del poder por los alzados vinieron acompañados de improvisacio-nes y de contradicciones entre las órdenes emanadas desde las " HOY, 6-XI-1936. l8 Un relato pormenorizado de estos acontecimientos, en CIERVA HO-CES, &CARDO DE LA: fianco, Barcelona, Pianeta, i%ó, pp. iji-i%. véase también JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 275-300, donde se informa ampliamente del Consejo de Guerra seguido en 1938 con-tra las personas que se encerraron en el Gobierno Civil. 352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 9 diversas instancias militares, todavía precisadas de una coor-dinación que sólo se alcanzaría con el paso de los días. Así describe León Barreto la confusa situación engendrada por el inicial caos: El poderoso Martínez Fuset daba órdenes y planificaba servicios que a menudo se contradecían con lo dispuesto por el general Orgaz. Al comandante Bartolomé Guerre-ro le oí mascullar: «El español no tiene enmienda. Yo siempre había creído que cada uno de nosotros llevaba dentro un médico, un político, un torero ... Ahora veo que todos llevamos, también, un estratega como Moltke)). El militarismo improvisado y loquinario contrastaba con la fría serenidad de quienes habían diseñado las opera-ciones 19. Entretanto, Franco marchaba al vecino muelle de San Telmo y se embarcaba en un remolcador que lo condujo al aeropuerto de Gando, donde subió a bordo del Dragon Rapid, que lo llevaría al Protectorado español de Marruecos 20. SU hija y su esposa, que habían pasado la noche en el Hotel Madrid 21, permanecieron hasta el 19 de julio en el cañonero Arcila, des-de el que transbordaron a un buque alemán que se dirigía a Lisboa. El mismo 18 de julio fueron registrados y saqueados los talleres de las dos logias masónicas grancanarias -Acacia núm. 4 y Andamana núm. 1-: segun oficio de la jefatura del l9 LEÓN BARRETOL,U IS: La infinita guerra, p. 12 1. 20 ES interesante la narración que de esa corta travesía hizo Pedro A. Cardona Rodríguez, entonces alférez de navío, destinado en el cañonero Canalejas, que fue quien condujo a Franco hasta Gando: vid. MARTÍN. CLAUDE: Franco soldado y estadista, Madrid, Fermín Uriarte Editor, 1965, pp. 165-166 (nota 1). Cfr. también ZURITAV,~ CTORA: lbores de la gesta espa-ñola, pp. 89-97. *' Algunos relatos sostienen que pernoctaron en las dependencias del Gobierno Militar. Los datos recogidos por Víctor Zurita no dejan espacio para la duda: sólo mucho después de pasada la medianoche, una vez que Franco fue informado del alzamiento de la guarnición de Marruecos -y esa llamada telefónica se produjo a las 2,15 de la madrugada- se traslada-ron al Gobierno Militar en compañía de Martínez Fuset (cfr. ZURITAV,~ CTOR: Albores de la gesta española, pp. 40-41, 43 y 71-72). 10 MANUEL FERRER MCNOZ Servicio Nacional de Seguridad, ambas «fueron completamen-te deshechas, pudiendo no obstante recogerse alguna docu-mentación y efectos)), que más tarde se enviaron a la Delega-ción Nacional de Servicios Especiales de Salamanca 22. La página del calendario correspondiente al día 20 registra un importante suceso, ocurrido en un espacio geográfico dis-tante que, sin embargo, encontraria un notable eco en el Ar-chipiélago: la trágica muerte en accidente aéreo del general Sanjurjo, cuando se disponía a abandonar suelo portugués y ponerse al frente de la sublevación 23. Días después se hacía de nuevo a la mar el Arcila, para patrullar la costa norte de la isla, donde existían aún focos B de resistencia. El fuego de sus cañones y las operaciones coordinadas de fuerzas del Ejército y de la Guardia Civil di- o silrdierin a Ins escasos defensores de la legalidad republica- n - m na, y Guía, Gáldar y Agaete 24 izaban bandera blanca en señal O de rendición y enviaban a bordo del ArciZa una comisión de E 2 varias personas, que quedaron retenidas en calidad de rehe- E nes. Posteriores bombardeos de las cuevas de la Cuesta de 3 Silva y de otros parajes situados entre Guía y Gáldar disper- - saron a los núcleos de resistencia que todavía empuñaban las 0 m E armas y les obligaron a buscar refugio en el interior de la o isla 25. Así resumía la Cámara de Comercio esas dramáticas jor- n E nadas: a n n '' Cfr. PAZS ÁNCHEZM, ANUELA . DE, y FELIPEG ONZÁLEZ,R AM~N«:S o-bre el 18 de Julio y la represión de la masonería en Canarias: informes y 3 O denuncias (1936-1939)», comunicación para el VI Coloqtiio de Histovia Ca-nario- Americana (1984), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria y Lonsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Cana-rias, 1986, t. 1 (segunda parte), pp. 1037-1060 (p. 1040). 23 LOS pormenores del accidente y de las últimas horas del general Sanjurjo, relatados por muchos autores, pueden consultarse en ESTEBAN-INFANTEES,. , General Sanjurjo (Un laureado en el penal del Dueso), Barcelo-na, Ed. AHR, 1958, pp. 257-269, y en ARRARÁS, J.: Historia de la Cruzada EspüEo:a, Alzamiento, Madrid, Datafilms, 1984, te!. 111, pp. 45%-463. 24 Sobre la resistencia y represión en Agaete, cfr. W. AA., De la Repú-blica a la Guerra Civil en Las Palmas, pp. 1 15- 1 18. 25 La Provincia -en los sucesivo, LP-, 23-VII-1936. 354 .4NUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 1s DE JULIO DE 1936 11 En la madrugada de aquella misma noche -amanecía el sábado-, el General Franco tuvo aquí noticia telegráfica del levantamiento de Marruecos. Inmediatamente dictó las primeras medidas para asegurar la ciudad y poco des-pués un avión, tomado en nuestro aeropuerto, lo condu-jo a Tetuán. Ya relatará un día el soldado ilustre cómo transcurrie-ron esas primeras solemnes horas de su Jefatura del mo-vimiento salvador. A nosotros, como simples espectado-res, nos queda solamente el relato objetivo de lo que la ciudad contempló al comienzo del inolvidable 18 de julio. Y eso fue, simplemente, que en contados minutos el Ejército se fue apoderando sin resistencia de todas las Corporaciones y centros oficiales de la capital. El pueblo contemplaba con curiosidad el ir y venir de la tropa, sin conocer el formidable alcance de lo que estaba o c i ~ ~ ~ e n - do. Algunos grupos iniciaron una oposición, y no pasó de eso: un intento. Sólo el Gobierno civil se resistió hasta la mañana del lunes. Totalmente sitiado no tuvo más remedio que ren-dirse. No hubo necesidad de dis arar un solo tiro. En tres pueblos del interior ?I ubo también cierta re-sistencia que terminó tan pronto acudieron elementos armados de esta capital, sin registrarse nada desagra-dable. [...] El 19 y 20 hubo un poco de paqueo, con dos víc-timas. La ciudad siguió su ritmo normal. [...] Dos buques de guerra, el «Canale'as» y el d r c i l a ~ se unieron también al movimiento des d e el primer mo-mento. Y en nuestras aguas han prestado muy excelentes servicios 26. Interesante es también la descripción que de los mismos hechos se hizo desde e! Regimiente de Ai-ti!!ei-ia de Las Pa!- mas, que aporta algunos detalles complementarios: En la madrugada del 18 de julio y por el Excmo. Sr. Go-bernador Militar de este distrito Sr. Don Francisco Fran-co Bahamonde, se inició en la Comandancia Militar de esta pkiza el movimiento nacional saivador de España y 26 Boletín del Consejo Superior de Cámaras -BCSC-, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72). Ntim. 40 (1 994) 355 12 MANUEL FERRER MUNOZ declaración del estado de guerra, constituyéndose este cuerpo en pie de guerra y prestando servicio de armas en varios centros y dependencias de esta ciudad y de patru-lla por las calles de la población para garantizar el orden. En los días 18 y 19 se incorporaron a filas los Señores Oficiales de las situaciones de retirados y de comple-mento. En la madrugada del día 19 de julio y a las órdenes del Comandante de Artillería D. Ramón Hernández Fran-cés, marcharon a Arucas los Capitanes D. Manuel Pardo Ochoa, D. Mariano del Prado O'Neill; Tenientes D. Julio Fuentes Martínez y D. Francisco Alamino Peralta y un pelotón artillero al mando del Teniente D. Juan Rodríguez Carrnona y compuesto de un Brigada, dos Sargentos, dos B cabos, cuarenta artilleros y dos auxiliares subalternos, N con objeto de ocupar dicha población que se hallaba en poder de los revoltosos, los que se hicieron fuertes en la O n laza del ayuntamiento desde donde hostiiizaban con sus Legos de armas y cartuchos de dinamita, siendo repeli- - m o E da la agresión con fuego de fusilería y cañón y más tar- E 2 de ocupando las azoteas de donde eran agredidos en la -E misma forma; y una vez dominada la situación regresa-ron a esta plaza escalonadamente en los días 20, 21 y 23 3 - del mismo. - 0 Durante los días 21, 22 y 23 de julio y en virtud de m E Orden de movilización de la Comandancia Militar de Las O Palmas de fecha 20 del mismo se concentró en filas los reemplazos de 193 1, 1932, 1933, 1934 y cupo de instruc- n E ción de 1935, siendo licenciados el día 23 del mismo los - : dos pertenecientes a los dos primeros y cupo de instruc- 2 n ción de los tres restantes 27. n n 7 La indeterminación de los objetivos perseguidos por la su- O blevación persistió durante un tiempo, hasta el punto de süscitarse c~r,trudiccimecx r r r z de !a forma de gobierno que había de suceder al considerado ilegal por los partidarios del alzamiento 28. Con el pasar de las semanas prevaleció un ca-z' Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas du-rante 1936. 28 «El 18 de julio no fue, en principio, un estallido antirrepubiicano, sino una rebelión contra el Frente Popular y los peligros que los subleva-dos creían observar en su trayectoria revolucionaria [...]. El manifiesto más importante, aunque no el más difundido, del general Francisco Franco, pro- 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTdRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 13 rácter antirrepublicano, en contradicción con algunas de las primeras declaraciones de la cúpula militar: El movimiento militar es arrollador. Gritemos ¡Viva Es-paña! y ¡Viva la República! -anunció Luis Orgaz mo-mentos después de ser aplaudido a la salida de la cate-dral, cuando se comprobaba la inutilidad de la declara-ción de huelga general que hacía el Frente Popular, una vez incautados los servicios de Correo y Telégrafos, y se anunciaba que con el fin de someter en el más breve pla-zo posible algunos focos rebeldes, saldrán fuerzas con ametralladoras y hombres para aplastar fulminantemente, con la máxima energía, todo conato de resistencia 29. La declaración del estado de guerra vino acompañada de un notable aflujo de voluntarios que se pusieron a disposición de las autoridades militares, para reforzar servicios de vigilan-cia e investigar las actividades de personas consideradas sos-pechosas 30. A los pocos días operaba a pleno rendimiento una clamaba precisamente la necesidad de defender "el orden dentro de la Re-pública". Otras fuerzas coadyuvantes al alzamiento no estaban dispuestas, naturalmente, a defender semejantes ideales y tal vez por eso la cuestión institucional quedó en los primeros tiempos en pretendida sombra)) (CIER-VA HOCESR, ICARDDOE LA: «El ejército nacionalista durante la guerra civil», en CARR, R (ed.): Estudios sobre la República y la Guewa Civil española, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 237-265 -p. 240-). Esto no obstante, poco a poco fue prendiendo entre los protagonistas del movimiento militar la con-ciencia de que, rebasados los titubeos iniciales, se hacía necesaria la ins-tauración de un orden nuevo que hiciera tabula rasa de lo anterior. Incluso antes de que se cumpliera un mes del golpe militar, ya eran corrientes las referencias a la «nueva España» que la ugloriosa gesta)) del general Franco había puesto en marcha. La utilización de la ideología y simbología faiangistas ai servicio de ese nuevo régimen empieza a ser perceptible en el espacio insular en esas mismas fechas, cuando por vez primera es entona-do el himno de la Falange en un festival de homenaje al Ejército (Diario de Las Palmas -DLP-, 26-VIII-1936). La suspensión de las actividades de los partidos políticos se retrasó hasta muy entrado el mes de septiembre, cuan-do un decreto de la Junta de Defensa -fechado el 25 de ese mes- acordó ia disoiución de ias organizaciones poiíticas partidistas. 29 LEÓN BARRETOL,U IS: La infinita guewa, p. 122. 30 La necesidad de asegurar el correcto funcionamiento de las oficinas y despachos oficiales indujo a la Comandancia Militar a exigir la previa Núm. 40 (1994) 357 14 MANL'EL FERRER MUNOZ milicia ciudadana, la Compañía de Patriotas Voluntarios, úni-cos autorizados para portar armas 31, a los que se facilitaron unos brazaletes como distintivos del servicio que prestaban; y el 30 de julio se anunciaba en la prensa la admisión de vo-luntarios para el Batallón de Milicias Patrióticas de Las Pal-mas, que debían alistarse en el núm. 46 de la calle Triana y cuyo cuartel general era el antiguo colegio de los jesuitas 32. Los voluntarios recibieron todo género de atenciones y se vieron obsequiados con meriendas organizadas en los locales de la Federación Patronal. No faltaron tampoco invitaciones a la Compañía de Servicio de la Comandancia Militar a cargo de diversos cafés de la ciudad, como el Triana que, en la no- B che del 26 de julio, ofreció a sus integrantes café con leche y N E pastas. También los ingenieros militares destinados en el Cen- o +L-IAV TILnlLl5aLrLrLLrI4LFV ; r f i xr -e1i n ~ ~ r n-1n ade ! Pircpe de -.~il!pría Y del Re- - -- m gimiento de Infantería fueron objeto de trato de favor por los 6E vecinos de esas instalaciones 33. E 2 En este mismo contexto se sitúan los ofrecimientos gratui- -E tos de sus servicios realizados por algunos talleres 34; las en- 3 tregas de alimentos para las tropas acantonadas en la isla y -- para las fuerzas que operaban en la Península, en las que se 0 m E distinguieron los cultivadores de plátanos de Arucas 35 y algu- o - autorización de los responsables de esos centros para que sus subordina- n -E dos pudieran incorporarse a los batallones de milicias o de la Falange (DLP, B 9-IX- 1936). ,, 31 Con objeto de controlar las armas en circulación se suspendió la n z concesión de licencias de caza y se determinó un plazo para proceder a la revisión de las otorgadas con anterioridad. Desde primeros de agosto, la O tramitación de licencias de uso de armas quedaba reservada a la Coman-dancia Militar (DLP, 25, 27 y 28-VI1 y 4-VIII, y LP, 5-VIII-1936). A lo largo de ese mes y dei siguiente fueron frecuentes ios procesos aiite Consejos de Guerra contra personas acusadas de tenencia ilícita de armas (cfr., por ejemplo, DLP, 26-VIII-1936). 32 Hoy, 26-VII; DLP, 27-VII; LP, 30-VII, y DLP, 12-IX-1936. j3 DLP, 27, 29 Y 30-VII-1936. 34 DLP, 3-VIII-1936. 55 -U-L ~ ,3 i-Vi1, i y j-xíí, y- il, 2-V11:-1936. E! Cabi!da ratificó e! 18 de agosto la exención del arbitrio del 1 por 100 autorizada por el Administrador de Arbitrios y determinó que, en lo sucesivo, los embar-ques de partidas de plátanos con destino a las fuerzas del Ejército serían 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 15 nos agricultores de Lanzarote, que suministraron batatas y ce-bollas; los talleres para confección de prendas militares de abrigo, organizados por grupos de señoras, y las ((suscrip-ciones patrióticas)) para allegar fondos con que atender a esas necesidades. Las 25.000 pesetas recaudadas a los tres días de la declaración del estado de guerra se multiplicaron por cua-tro en siete días. Los principales centros para la recepción de donativos eran el Parque de Intendencia y la Federación Pa-tronal, que aportaban más del 90 por 100 del dinero recogi-do. El resto provenía de las suscripciones abiertas por los dia-rios Hoy y Acción, que al término del mes superaban escasa-mente las 10.000 pesetas 36. A finales de julio la cantidad recaudada por ese procedi-miento rondaba las 150.000 pesetas; y el 5 de agosto se había iiegado a sobrepasar las 200.UUO pesetas. No dejaba de ser sig-nificativa la procedencia de algunos donativos, como el efec-tuado por el agente consular de Italia que, además, quiso ha-cer pública declaración de su adhesión al Comandante Mili-tar, o las cinco mil pesetas procedentes de la Comisión de Exportadores de la provincia de Las Palmas. En octubre, el monto de lo recaudado para el Ejército excedía de 513. 000 pesetas, y los kilos de oro recogidos ascendían a casi 80.000; y, a fines de diciembre, las cifras eran 600.000 pesetas y 100.000 kilos 37. El extraordinario éxito obtenido animó a emprender inicia-tivas análogas, como la anunciada por Diario de Las Palmas el 29 de julio para el sostenimiento de las colonias escolares de verano, o la que se abrió el 4 de agosto, a propuesta del alcalde de Las Palmas, con objeto de comprar un avión co-mercial como re& de Ia ciudad a 12 h i a c i h Yspufio!u. Entre las contribuciones que permitieron reunir una importan-te cantidad en muy pocos días sobresalía de nuevo la de la excluidos de ese impuesto (Libro de Actas del Cabildo Insular -LACI-, 18- VIII-1936). 36 LP, 5-VIII, y DLP, 5 y 6-VIII; DLP, 9-IX, 22-VI1 y 29-VII-1936. 37 DLP, 1-VIII, 5-VIII, 24-VI1 y 7-VIII-1936; BCSC, núm. 11, 31-X-1936 (ACC, leg. 72), Informe de la Cámara de Comercio, 24-XII-1936 (ACC, leg. 72). Núm. 40 (1 994) 359 16 MANUEL FERRER MUNOZ Comisión de Exportadores, que donó diez mil pesetas. Más modestos, los Agentes Comerciales, cuya comisión gestora ha-bía sido nombrada por el Gobernador Civil el día 6, aporta-ron quinientas pesetas. Desde fines de agosto, el franqueo de la correspondencia enviada a la Península pasó también a en-grosar esta suscripción que, en Navidades, alcanzaba la cifra de un millón de pesetas 38. Los centros oficiales rivalizaron entre sí por mostrar el grado de solidaridad de las personas que de ellos dependían. Incluso un colectivo tan modesto como el de los maestros fue invitado por la Junta de Inspectores de Primera Enseñanza a prestar su concurso en esas suscripciones para el Ejército o para la compra B del avión. Para ello se propuso a los maestros de los partidos de N E Las Palmas y de Telde que destinaran a ese uso el dinero con O yue ccmtribui~nU! sgstenimientc! de la .Cara del Maestro»: a fi- --: m nes de agosto, sólo once personas del Cuerpo de Magisterio ha- n E bían dejado de prestar esa contribución. También los médicos, a E 2 través de su Colegio Oficial, aportaron contribuciones en favor -E del Movimiento Nacional. Y, por supuesto, los funcionarios pú- 3 blicos fueron obligados, mediante un decreto de la Junta de De- -- fensa, a destinar parte de sus haberes a la suscripción abierta 0 m E por aquel organismo. Análogas disposiciones se aplicaron en los O bancos oficiales y empresas administradoras de monopolios del 5 n Estado 39. -E Pero la multiplicación de esas recaudaciones -y, probable- a 2 mente, la constancia de algunos abusos- aconsejó a la Co- d n n mandancia la prohibición de las que no hubieran sido apro-badas por la jurisdicción militar, bajo severas amenazas de 3 O multas que oscilaban entre las 10.000 y las 25.000 pesetas 40. El entusiasmo no decayó y, a las alturas de octubre, el patrio-tismo seguía expresándose en los mismos términos: 38 DLP, 4, 6 y 7-VIII, y LP, 9 y 11-VIII-1936; DLP, 17-VIII Y 26-VIII- 1936; Informe de la Cámara de Comercio, 24-XII-1936 (ACC, leg. 72). 39 DLP, 28-VIII, 1, 2 y 4-IX-1936. 4 ,-.v.. - .*TT uLr, ~ - v M , y LP, 4-\TE-1936. No debió de ser efectb'a esa pr~hibi-ción, puesto que al cabo de sólo tres meses volvía a repetirse la misma advertencia: bando del Comandante General de Canarias, 10-XI-1936, en HOY, 18-XI-1936. 360 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 17 aparte esas suscripciones [para el Ejército] están asegu-rados los funcionamientos de dos cocinas económicas para dar comida gratuita a los necesitados, mediante suscripciones mensuales voluntarias. Otra suscripción para casas baratas monta ya de las setecientas mil ese-jerseys, tabaco, plátanos y otras cosas 41. tas. Se han remitido a la Península abrigos, gabarB m as, La proliferación de voluntarios también dio origen a algu-nos abusos, como los que, a petición de la empresa de auto-buses interurbanos Melián y Compañía Limitada, aconsejaron a la Comandancia Militar establecer que sólo podían viajar gratis quienes dispusieran de pases debidamente autorizados por la Comandancia 42. A propósito de suscripciones cabe, en fin, mencionar la recogida de oro pi-vmovida por ia Comandancia lvíiiitar para reponer las existencias de las cajas del Banco de España 43. Inmediatamente después del comienzo de la sublevación fueron movilizados los reemplazos de 1934 y 1935. En segui-da la Comandancia Militar, a través de Inter Radio de Las Pal-mas, llamó a filas a los reemplazos de los años anteriores, incluido el de 1931. A mediados de agosto se dispuso la movi-lización de los generales, jefes, oficiales y suboficiales reti-rados 44. Y la alcaldía de Las Palmas, de acuerdo con las previsio-nes del Reglamento Provisional de Movilización Militar de 7 de abril de 1932, lanzó un edicto con instrucciones sobre uso de vehículos automóviles y bicicletas, que debían ser inscritos en el correspondiente registro 45. 41 BCSC, núm. 11, 31-X-1936 (ACC, leg. 72). 42 DLP, 15-VIII-1936. 43 LP, 8-VIII-1936. 44 DLP, 2 1-VII-1936; Orden General de la Comandancia Militar de Ca-narias, 20-VII-1936; Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936, y DLP, 17-VIII-1936, que reproduce la nota de la Comandancia Militar fechada ese mismo día. El día 27 publicaba ese mis-mo periódico la noticia de que un capitán jubilado, que años atrás había fijado su residencia en Buenos Aires, regresó a Gran Canaria para incorpo-rarse a las fuerzas nacionalistas. 45 DLP, 23-VI1 y 15 y 17-VIII-1936. El bando de declaración del estado Núm. 40 (1994) 361 18 MANCEL FERRER MUKOZ El deseo de tranquilizar a la población y de restar impor-tancia a las operaciones militares en curso indujo a las auto-ridades a desmentir el rumor de que el vapor Domine -el mismo que trajo a Franco desde Cádiz el 11 de marzo- ha-bía sido requisado para el transporte de dos mil soldados a la Península. Según el comunicado de prensa que salió al paso de ese bulo, el verdadero objeto de la requisa era conducir a Fernando Poo a otros tantos deportados: el movimiento no ne-cesitaba refuerzos, hasta el punto de que se estaba procedien-do a licenciar al reemplazo de 1931 46. Pero la indicación del elevadísimo número de deportados -que, de otro lado, no correspondía a la realidad 47- hablaba por sí misma del temor B de los militares a posibles acciones en la retaguardia promo-vidas por aquellas personas a las que se alejaba de sus hoga- O res, p r c~nsiderArce!rrs ni simpatizantes con los móviles que n - m habían guiado la intervención armada del 18 de julio. O La confirmación de que la guerra no sólo no estaba ga- E 2 nada, sino que exigía todo género de sacrificios, vino dada E en septiembre con la incorporación a filas del cupo de 1932 3 -que había sido desconvocado después de la anterior Ilama- - da- y, posteriormente, en noviembre, del reemplazo de 1936. 0 m E En diciembre, por decisión del Gobierno Nacional, se movili- O zó a todos los españoles comprendidos entre los veintiuno y los cuarenta años 48 . n E a de guerra había prescrito, en su artículo 8.O, la incautación de todos los vehículos y medios de comunicación de cualquier clase. 46 DLP, 23-VII-1936. 47 Oswaldo Brito, que seguramente se basa en QUINTERO ESPINOSA, TOMAS: La guerra fratricida. Análisis de la contienda española, Santa Cruz de Tenerife, Goya Artes Gráficas. 1980, p. 77, o en DLP, 25-VIII-1936, reco-ge ia exigua cifra de veintiocho deportados a Rio de Gro -eii realidad &e-ron veintinueve- y ocho a La Güera (cfr. BRITOG ONZÁLEZO, SWALDOH: is-toria del Movimiento Obrero Canario, pp. 311-312). Se trataba de un grupo de presos gubernativos a los que se hizo embarcar con esos destinos el 24 de agosto de 1936. 48 Orden de la Plaza, 27-IX-1936, y Hoy, 15-XI-1936. «En los días 26 y 27 de diciembre se iiicoi-poraron !as clases de trcpu de !es rrerr.p!uz~s de 1931 y 1932 y las cuotas de los mismos reemplazos, en virtud de orden de movili-zación de la Comandancia General de Canarias de fecha 23 del mismo» (Me-morial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936). 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 19 Para elevar la moral de los combatientes y reforzar la co-laboración en la retaguardia, se reproducían en la prensa car-tas y telegramas remitidos desde la Península, se institu-cionalizó la figura de las «madrinas de guerra», a las que se encomendaban los soldados destacados en los frentes, y se prodigaron homenajes al Ejército. A finales de julio, fuerzas del Regimiento de Infantería núm. 39 de Las Palmas desembarcaron en La Palma para so-meter a los paisanos que todavía resistían en la isla 49; y, en octubre, se organizó otra expedición, en la que tomaron parte regulares de Ifni y ciento sesenta voluntarios de Gran Cana- - ria, para incorporar a la causa nacional las posesiones espa-ñolas de Guinea. En la costa de Bata fue hundido el vapor Fernando Poo y apresada su tripulación, que trataba de man-tener ia obediencia de esos territorios al Gobierno de Ma-drid 50. El relato ofrecido por la Cámara de Comercio traducía el acostumbrado optimismo: 49 Hoy, 2-VIII, y LP, 7-VIII-1936; cfr. MILLARESC ANTEROAG, USTÍN: «La política en Canarias durante el siglo ~ x »p., 62 , y QUINTEREOS PINOSAT,O - MAS: La guerra fratricida, pp. 47-49. En Hoy, 4-XII-1936, aparecieron unas declaraciones del auditor de Guerra, Díaz Llanos, sobre el desenlace del proceso que se siguió contra las personas que intervinieron en la subleva-ción palmera: fueron dictadas dos sentencias de muerte y otras varias con-denas de prisión. Hoy, 17-X, 4 y 5-XII-1936, y BCSC, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72); TOGORESSA NCHEZL,U ISE UGENIO«:E l alzamiento y la guerra en la colonia de Guinea española», en W. AA.: Los nuevos historiadores ante la Guerra Civil española, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1990, vol. 1, pp. 45-53 (p. 52), y JIMÉNEZM ARREROM, IGUELC: rónica de medio siglo, p. 215. El ya citado Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 , de Las l a h a s rscoge :o sigüieiiie: A las veinticuatro horas del día cuatro de Octubre y a bordo del transporte de guerra «Ciudad de Mahón», embarcó una sección de artillería al mando de D. José González García y compuesto de un brigada, un sargento, seis cabos y cuarenta y nueve artilleros y cua-tro piezas de pequeño calibre, con rumbo a la Guinea española, con objeto de recuperar dichas colonias que se hallaban en poder de los rojos, enfriando al amanecer del día 14 el puerto de Bata, partiendo el 15 para el de Santa Isabel de Fernando Poo adonde llegó el 16 des-embarcando la expedición y desfilando ante el Comandante Jefe de la columna en donde queda guarnición y servicio. El día 19 marcha el citado teniente con un sargento, tres cabos, veinte artilleros y dos Núm. 40 (1 994) 363 20 MANUEL FERRER MUROZ voluntarios de Gran Canaria, entre los que iba el oficial de esa Cámara D. Alfonso Manrique de Lara y Fierro, y fuerzas regulares de Ifni, incorporaron aquellos territo-rios a la causa nacionalista. En la costa de Bata fue hun-dido a cañonazos el vapor Fernando Poo, haciéndose pri-sionera a su tripulación. La tranquilidad es ahora abso-luta 51. Los embarques de tropas canarias con destino a la Penín-, sula se retrasaron hasta septiembre, y se repitieron en octu-bre y diciembre. Se componían esas expediciones de Compa-ñías del Regimiento de Infantena de Canarias núm. 39, de Las Palmas, y del Regimiento de Tenerife. El primer batallón que viajó a la Península incluía dos compañías de Las Palmas, que se desplazaron a Santa Cruz de Tenerife, desde donde se hicieron a la mar, con destino a Vigo, el 16 de septiembre. El segundo, organizado por el man-do del Regimiento acantonado en Gran Canaria, salió desde Tenerife el 15 de octubre, aunque tuvo que regresar a puerto ante la amenaza de la proximidad de barcos enemigos. Por fin, el día 19 levaba definitivamente anclas y, como su antecesor, enfiló la ruta de aquella población gallega. La salida del Segundo Batallón Expedicionario de Tenerife, al que el Regimiento grancanario aportó la Compañía de ame-tralladoras y una de fusiles, tuvo lugar el 1 de diciembre, y Vigo volvió a ser el punto de destino 52. A pesar de que Falange Española había sido mantenida prácticamente al margen de los preparativos realizados por los militares en la isla, y de que su jefe provincial -Manuel Abreu- poseyera sólo noticias sueltas obtenidas tal vez a tra-vés de sus contactos con el mando nacional, la participación de ios faiangistas en las jornadas que siguieron a ki süb!eva-piezas en el mencionado transporte con rumbo a Bata, adonde Ilega-ron al día siguiente quedando guarnición y servicio. El día 12 de no-viembre se efectuó con el material emplazado en Punta Cristina (San-ta Isabel de Fernando Poo) un ejercicio de fuego real ante el Gober-nador General de la Guinea y Comandante Militar accidental. BCSC, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72). j2 Archivo del Regimiento del Infantería Canarias núm. 39 y Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936. 364 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIsTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 1 ción fue entusiasta, y sus filas engrosaron a base de incorpo-raciones masivas 53, no siempre altruistas, pues muchos de esos nuevos militantes acudían atraídos por el deseo de esca-lar posiciones: serían éstos los principales responsables de los abusos cometidos en la retaguardia. Falange Española de Las Palmas envió cientos de volunta-rios a los frentes peninsulares: los primeros de ellos -cinco centurias- se embarcaron en el Domine el 5 de septiembre 54. Viajaban con ellos, en calidad de rehenes, unos cuantos diri-gentes políticos y sindicales -Joaquín Masmano, Primitivo Pérez Pedraza, Sanz Iraola, entre otros 55-, que debían ser entregados a la autoridad judicial de La Coruña para ser juz-gados. Sin embargo, una vez llegados a Galicia se les obligó a acompañar a los expedicionarios en sus posteriores desplaza-mientos en tren hacia Extremadura, primero, y hacia Andalu-cía, después 56. En el curso de esos viajes se les pierde la pista 53 Un caso particular fue el de los monárquicos de Renovación Espa-ñola de Canarias, que ingresaron en masa en el Requeté: cfr. BALCELLS, ALBERT: «España entre dos Gobiernos)), en Historia-16, La Guerra Civil, 6, pp. 6-55 (pp. 50-51). Es lo mismo que ocurrió en Navarra donde, según ha constatado Aróstegui, los escasos hombres incorporados por las milicias de Renovación y de las Juventudes de Acción Popular acabaron, en su mayo-ría, encuadrados en los Tercios carlistas (cfr. AR~STEGUIS ANCHEZJ.,: «El voluntariado de Navarra en el Ejército de Franco)), en Sistema, XLVII (ju-nio de 1982), p. 85). Las exhortaciones que Renovación dirigió a sus miem-bros para que participaran en empresas de otras formaciones políticas de derechas se justifican por su fracaso en la captación de masas, lo que le impidió constituir sus propias milicias (cfr. BURGOT ORRESJ,. DEL: Conspi-ración y guewa civil, Madrid, Alfaguara, 1970, p. 219, nota). Por lo demás, es sabido que alfonsinos, cedistas y republicanos de derechas se adhirieron al movim_ient~r,u spen&rni, ~ 3 as&j .Ii&des po!;Licas y &so:vierofi sus or;. ganizaciones antes de que así lo dispusiera el decreto de 13 de septiembre de 1936 (cfr. SALASL ARRAZ~AJESLÚ,S MAR~Ay ,S ALASL ARRAZÁBAFULM, ÓN: «La Guerra», en Historia General de España y América, Madrid, Rialp, 1986, t. XVII, pp. 263-680 (p. 426). 54 Orden de la Plaza, 5-IX-1936, y DLP, 4, 5 y 7-IX-1936. A las cinco centurias previstas inicialmente se ~g_regS2 ú!tirn-. h~r -2m & de ~ i c,ef i:e-nar de voluntarios. LOS nombres de los diez detenidos a los que se obligó a embarcar en el Domine, en DLP, 7-IX-1936. 56 Sucesivos telegramas, que reproducía la prensa local, informaban de Núm. 40 (1994) 365 2 2 MANUEL FERRER MUNOZ y, aunque no exista constancia expresa de que fueran ejecuta-dos, no parece infundada esa suposición aun a pesar de las declaraciones posteriores de voluntarios que tomaron parte en esas acciones, algunos de los cuales manifestaron desconocer incluso la presencia de esos rehenes. Ya en diciembre se reor-ganizó una centuria con elementos dispersos de los que ha-bían embarcado en septiembre, para engrosar las fuerzas que venían concentrándose en torno a Madrid, cuya conquista se había convertido en objetivo prioritario de los nacionales 57. Otras expediciones posteriores de voluntarios partieron de los muelles del Puerto de la Luz los días 2 y 13 de noviembre y 4 de diciembre. Los componentes de esta última, que cons- B tituían la Segunda Bandera de Falange salida de Las Palmas, E hubieron de enfrentarse a durísimos combates que costaron la O -V 2I AU ~ a ü m s cizc~eritue xpedicionmi~sy a en lar primeras jor- - m nadas de lucha 58. O La confianza que el mando militar depositaba en Falange SE y el carácter minoritario de otras formaciones políticas, como la Comunión Tradicionalista, que también habían aportado 3 voluntarios al movimiento del 18 de julio, se corroboran por - una orden de la plaza de Las Palmas, del 25 de octubre, que 0 m E modificaba otra anterior, del día 13, y encomendaba a Falan- O ge las guardias de Telégrafos y Teléfonos del Puerto, que ve-nía realizando el Requeté. En fechas anteriores se estaba ulti- n E mando el reclutamiento del primer Requeté que iba a embar- a carse rumbo a los frentes de batalla. La bandera que acompa- n ñaría a esos voluntarios fue bendecida por Roca y Ponsa, n Magistral jubilado de la catedral de Sevilla y persona cono- 3 O las poblaciones por las que transitaban los expedicionarios: Cáceres (DLP, 12-IX), Talavera de la Reina (DLP, 14-IX), Navalmoral de la Mota (DLP, 15- IX), Calera (Hoy, 8-X- 1936). 57 Cfr. JIMÉNEZM ARREROM, IGUELC: rónica de medio siglo, pp. 210-212, y W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquista», en His-toria de Canarias, núm. 46, Valencia, Prensa Ibérica, 1991, p. 823, donde se sostiene que «parrieron hacia el fi-ente y z !a a!hm de Talavera de !z ?.eini serían bajados del tren y arrojados al Tajo». Vid. también Hoy, 2-XII-1936. Cfr. Hoy, 15x1, 9, 17 y 29-XII-1936, y JIMÉNEZM ARREROM, IGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 216-217, 225 y 232. 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 3 cidísima en Las Palmas, muy identificado con los ambientes tradicionalistas s9. Acción Ciudadana, cuya estructuración y entrada en fun-cionamiento habían sido programadas por la Comandancia Militar a los pocos días del alzamiento, tardó en organizarse en la provincia de Las Palmas, y sólo se configuró como fuer-za operativa -bajo la dependencia del comandante de Caba-llena Andrés Pérez Corrales- cuando mediaba el mes de no-viembre. De acuerdo con sus bases orgánicas, componían esta milicia armada los ciudadanos que tengan la aptitud física necesaria para prestar servicios militares de reserva, una moralidad y conducta intachable, que no hayan militado en partidos políticos marxistas y que no pertenezcan a sectas, ni agrupaciones sociales de carácter internacional 60. Aparentemente la opinión popular mayoritaria se decantó, desde el comienzo, en favor de los alzados. Cabe pensar, in-cluso, que por mucho que la propaganda oficial subrayara la entusiasta adhesión de las masas populares y minimizara la importancia de los descontentos, el sentimiento predominante fue de satisfacción por el fin de la experiencia republicana, que había degenerado en un clima de crispación social sin precedentes en el Archipiélago. En efecto, los meses anterio-res habían contemplado la radicalización de conflictos labo-rales y el descrédito creciente de las instituciones públicas, incapacitadas como instrumento de mediación y desbordadas por el cúmulo de problemas. Para reconstruir ese clima de violencia que impregnaba el ambiente s~ciu! de Gran Caíixia, me :imitar6 a enünciar los episodios más destacados: las gravísimas tensiones registradas en las sesiones municipales de Las Palmas y de Arucas, de las que dan idea el asalto del segundo de esos ayuntamientos des-pués de las elecciones generales de febrero, y las repetidas 59 Orden de la Plaza, 25-X-1936, y Hoy, 7-X-1936. Hoy, 19 y 24-XI-1936. Acción Ciudadana venia operando en Tenerife desde el 21 de agosto. Núm. 40 (1994) 367 24 MANUEL FERRER MU~?OZ agresiones verbales y físicas en el Salón Dorado del ayunta-miento capitalino; el fallido intento de incendio de la iglesia de San José, en el barrio de este nombre de Las Palmas; las ininterrumpidas huelgas en cadena de Las Palmas, Telde y Arucas; la arbitraria incautación por un grupo de trabajado-res de la finca que Mesa y López poseía en Marzagán; las patrullas de tropas del Ejército y de la Armada por la capital grancanaria, en prevención de eventuales alteraciones del or-den público; el asalto a los Almacenes MoZina y Compañía por un grupo de parados 6'; la explosión de una bomba en un café de Gáldar y de otra en las dependencias del diario La Provin-cia en el barrio de Vegueta, que provocó la muerte de dos ni- B ñas de corta edad; la arbitraria detención por un piquete del N E Socorro Rojo de Nicolás Díaz-Saavedra, ex-alcalde de la ca- o -p;+?L LaL.. n-- m Los dirigentes políticos y sindicales que durante los meses O anteriores al alzamiento habían impulsado las reivindicaciones SE del proletariado urbano y campesino de la isla fueron, por -E razones obvias, el blanco hacia el que apuntó la acción repre- 3 siva, precisada de éxitos que desanimaran eventuales intentos -- de resistencia y orientada hacia la anulación de ámbitos des- 0 m E de los que se pudiera boicotear el nuevo orden gubernativo. U La oposición efectiva al movimiento militar fue, por lo de-más, irrelevante: inexistente prácticamente en el seno de las n -E fuerzas armadas -con la única excepción del teniente coro- a 2 nel de la Guardia Civil Emilio Baráibar y de la poco nutrida n Guardia de Asalto-, la resistencia que intentaron ofrecer las n autoridades civiles en seguida se vino abajo, y la huelga gene- 3 O ral decretada por la Federación Obrera tuvo un valor mera-mente testimonial 62. 61 Vanguardia, 26-V-1936. 62 López Corral menciona el caso de Canarias entre los más significa-tivos de la incidencia que tuvo la postura de la Guardia Civil en el inme-diato desarrollo de los acontecimientos después de la insurrección militar (cfr. LÓPEZC ORRALM, IGUEL«: El papel de la Guardia Civil en la guerra», en 'VV. M.: Los nuevos h k i ü i+ü d ~ í ea~ii fe !ii Gt;e;-ru Ga~'z'z.i! es,nc&da, d.11 , pp. 81-85). Noticias sobre la actuación del Comité de Lucha constituido en la Casa del Pueblo en la noche del 17 al 18 de julio, en BRITO GONZÁLEZ, OSWALDOH: istoria del Movimiento Obrero Canario, p. 304. 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 2 5 Hubo episodios aislados, como los protagonizados en el norte de la isla por Eduardo Suárez Morales, Fernando Egea, Pedro Delgado Quesada e Higinia Dos Santos; y, sin ningún concierto ni medios, por trabajadores del Puerto de la Luz, de Telde y de San Lorenzo. Los focos de resistencia de Arucas, Gáldar, Guía y Agaete, que hubieran podido constituir una peligrosa amenaza, fueron en seguida sometidos: las sentencias de muerte dictadas con-tra Suárez Morales y Egea y las condenas de más de veinte años de reclusión que recayeron sobre Delgado Quesada e Higinia Dos Santos, confirmadas por la Junta Nacional de Burgos, disuadieron a los que todavía pensaban en una acción armada 63. Incidentes como el tiroteo efectuado desde la Casa del Pue-bio de Las Paimas o ia muerte de dos soidados que patruiia-ban en la zona portuaria se saldaron con una réplica contun-dente: desalojados y detenidos los autores de los disparos, la Casa del Pueblo fue volada, y el asesinato de los soldados tra-jo consigo cinco penas de muerte: dictadas las condenas a principios de septiembre, y confirmadas por el Gobierno de Burgos, inmediatamente fueron ejecutadas en el campo de tiro de La Isleta 64. Los disparos que pocos días después del alzamiento se-guían sonando en algunas calles -San Francisco, Torres, La Marina- pronto fueron silenciados; Elsa Wolff, militante co-munista que operaba en la zona de Telde 65, fue detenida en Ingenio; unos gritos subversivos que se escucharon en el Cine 63 Hoy, 2-VIII-1936. Un extracto del informe del fiscal, Martínez Fuset, en DLP, 3-VIII-1936: en esa exposición. en la que se recogen citas de Spengler y de Kelsen en apoyo de sus tesis, se sostenía que el Ejército, en cuanto nación en armas, ejercía legalmente las funciones que se le atribuían en el artículo 36 del Código Militar, y se aludía al «imperio de la vejación» que España había debido soportar durante los años de la República. 64 DLP, 2 y 7-IX-1936. 65 En diciembre concluyó el consejo de guerra que se seguía contra treinta y ocho personas procesadas por rebelión, entre las que se encontra-ba Elsa Wolff, para quien se solicitó la pena capital (Hoy, 3 y 23-XII-1936). En W. AA.: De la República a la Guerra Civil en Las Palmas, p. 39, se reco-gen algunas noticias sobre la resistencia armada en Telde. 26 MANUEL FERRER MUÑOZ Colón provocaron el cierre del local y la imposición de una multa a la empresa; una persona que, con el puño en alto, increpó a una patrulla junto a los talleres de la casa Gran Canaria, fue alcanzada y herida por los impactos de los pro-yectiles con que respondió aquélla a sus provocaciones ... Los bandos, durísimos, emitidos por la autoridad militar y las masivas detenciones de sospechosos aplastaron todo cona-to de resistencia. Ni siquiera progresaron los amagos de huel-ga de los trabajadores portuarios, atemorizados por los casti-gos con que amenazaba la Comandancia Militar 'j6. Además, la presencia de delegados gubernativos en todos los pueblos de la isla 67 y de un Comisario General de Investigación y Vigi-lancia en la capital hacía prácticamente imposible sustraerse a la vigilancia de las autoridades, particularmente atentas a los m~vimientos de !as personas concideradae cocpec)7_ocac. Consecuencia inevitable de la toma del poder por los mili-tares fue el ingreso en la cárcel de dirigentes de partidos polí-ticos y organizaciones obreras que habían tenido alguna res-ponsabilidad en la gestión de la vida pública y en las reivindi-caciones sindicales desde las elecciones de febrero. El cerco en torno a políticos y dirigentes obreros de iz-quierdas se estrechó más aún al difundirse una adición al ban-do de declaración del estado de guerra, que responsabilizaba a los diputados y jefes de las organizaciones sindicales de cua-lesquiera desmanes pudiesen ser cometidos 68. El empeño por ahogar hasta el más mínimo vestigio de grupos políticos y sociales capaces de movilizar la opinión en contra de los nuevos dueños de la situación y la voluntad de cortar con el reciente pasado se tradujeron en una orden del 66 Adición al bando declaratorio del estado de guerra, publicada en LP, 23-VII-1936. Como delegados gubernativos fueron designados los jefes de línea de la Guardia Civil, que desempeñaban funciones que hasta entonces ha-bían sido competencia de los alcaldes: hallándose éstos absorbidos por sus - - - - - - L:J-- -J--:-:-A--L: -.-- 12-..L- -1 P-L ---- A-- P:..:l -1 2, A- ---- +- LUI I ICLIUU~~ U I I I I I I I ~ L L ~ L I V- cUnSp u L c l u a CI u u u c l l l a u u l LIVI I c 1 J I uc agu3~u (DLP, 3 1 -VIII-1936)- pareció oportuno relevarles de esas ocupaciones para que la acumulación de tareas no entorpeciera la eficacia de su gestión. 68 LP, 23-VII-1936. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 7 Comandante Jefe de Estado Mayor, que obligaba a eliminar o borrar los letreros políticos de las calles 69. La prisión provincial, el Castillo de San Francisco -provi-sionalmente habilitado para acoger esa avalancha de deteni-dos- y las cárceles de Telde y Guía, pronto se revelaron in-suficientes y se hizo preciso disponer de más amplias instala-ciones para alojar a la población reclusa 'O. Una orden de la Comandancia Militar del 21 de julio designaba la Batería de la Esfinge como campo de concentración de presos y deteni-dos; y una rectificación posterior determinaba que sería la de San Fernando, en La Isleta, el centro de acogida de prisio-neros. El endurecimiento de las condiciones de vida de los presos es verificable a través de las sucesivas restricciones en los ho-rarlos de visitas y de las limitaciones crecientes para permitir que sus familias pudieran hacerles llegar alimentos suplemen-tarios. Si en un primer momento no existían dificultades para que los enfermos o delicados de salud recibieran comida de sus parientes, y se autorizaban las visitas diarias, con el co-rrer de los días se agudizó la severidad y llegaron a prohibir-se esas entrevistas 71, agravándose así las incomodidades deri-vadas del hacinamiento que había empezado a producirse des-de fechas muy tempranas. Para contrarrestar la mala impresión producida por los re-cortes en los horarios de visitas y por las restricciones para la introducción de alimentos y objetos de uso personal, se difun-dió un comunicado de prensa que trataba de ser tranquili-zador: al campo de concentración inta!ad~ cn LI Isleta a cm-secuencia del alzamiento militar salvador de España, es-tán llegando nuevos presos por distintos motivos. Todos, . 69 DLP, 27-VII-1936. 70 Una descripción del ambiente de las cárceles de la capital de la pro-vincia, en QUINTERO ESPINOSAT,O MAS:L a guerra fitricida. pp. 59-64.T am-bién puede leerse el relato de Rodríguez Doreste (RODR~GUDEZO RESTE, JUANC:u adros del penal), a sabiendas de las imprecisiones y de las fanta-sías que ya han sido comentadas en el texto. 71 DLP, 28 Y 31-VII, 3, 4 Y 5-VI11 Y 5-IX-1936. Núm. 40 (1994) 2 8 MANUEL FERRER MUROZ sin excepción, se encuentran trabajando en sus propias viviendas, custodiados debidamente como es de suponer, por fuerzas del Ejército. Los presos no carecen de lo más mínimo, hasta el ex-tremo de que se les ha asignado las horas de trabajo, des-pués de las cuales pueden hacer lo que estimen por con-veniente, a excepción de hablar sobre política 72. Ciertamente, muchos de los detenidos -cuyos nombres se registraban diariamente en la prensa loca1 73- eran despacha-dos sin cargos poco después de su ingreso, pero otros muchos quedaban retenidos, sin que deban dejar de mencionarse las «desapariciones» de quienes caían en manos de los grupos para-militares. Pronto la masificación comenzó a resultar agobiante, tan-r ,om~!u pr&ón ejercj& para ext&pr espGrá&cns hro-tes de resistencia: desarticulados los intentos de oposición ar-mada, ésta fue sustituida por la circulación de hojas clandes-tinas. La Comandancia Militar, preocupada por los efectos de esa propaganda, amenazó con la inmediata ejecución de cual-quiera que fuera hallado en posesión de panfletos que pudie-ran influir negativamente en la moral castrense 74. 72 LP, 4-VIII-1936. 73 «La publicación de estas listas es un hecho excepcional en el bando rebelde [...l. Quizá esta excepción se debe a la lejanía del frente de guerra y al seguro control de las nuevas autoridades sobre las islas, que permite la represión organizada y sistemática sobre aquellos elementos hostiles al nuevo régimen; probablemente también a la presión que ejercen los fami-liares para conocer el paradero de sus allegados. (W. AA.: De la República a la Guewa Civil en Las Palunas, p. 49). 74 Cfr. Hoy, DLP y LP, 30-VII-1936. El texto en cuestión, que toma- --- d- 1- nJ-- Pn----l A- 1- P-mni-iAqmp;q bí;l;+qr Anl 7Q-XJTT-lQ7A & I I I U ~ UF IQ VIUGII U C U C L ~ L UL ~VIIICIIIUUIILIU ~ V I U A L C L L U-& * , - V I L I / ~ v , cía así: La criminal propaganda que clandestinamente se realiza, por cier-tos desalmados que sin amor a Es aña tienden únicamente a soca-var los más elementales principios fe disciplina y subordinación. tratan de quebrantar valiéndose de noticias totalmente inexactas, ga al Comandante Militar de esta Plaza a adoptar una medida enér-gica que ponga fin a tdes actividades. En su consecuencia y como anexo al bando, ha decretado: Artículo único: Todo individuo que se encuentre en posesión de cualquier hoja clandestinamente emitida y que por su contenido se 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 2 9 El acoso a los activistas contrarios al régimen prosiguió mediante la adopción de nuevas medidas persecutorias. Un bando publicado en la prensa del 24 de julio imponía al per-sonal sanitario la obligación de dar cuenta de los heridos que atendieran, con la obvia finalidad de localizar el paradero de los agresores de la fuerza pública que hubieran podido recibir impactos de bala en los episódicos intercambios de disparos. El 30 de julio se dispuso que, para impedir la actuación de francotiradores, se responsabilizaría de esas acciones a los cabezas de familia propietarios de las casas desde las que se efectuaran esos disparos. El mismo día se ordenó comunicar a las autoridades el nombre de los huéspedes alojados en do-micilios de particulares; y el 31 se estableció la exigencia de visado para viajar en barco, con lo que las posibilidades de escaparoria al cerco que envolvía a 10s activistas de izquierda se reducían al mínimo, aunque no dejaría de haber quienes tentaran la aventura de la navegación en corso al África fran-cesa. La aplicación de esos filtros mostró enseguida su efecto, y las detenciones se incrementaron sensiblemente a lo largo del mes de agosto. Felo Monzón, cuyo nombre había ya apareci-do en una lista de detenidos, volvía a ser mencionado el 1 de agosto, con motivo de su aprehensión por la Guardia Civil 75. En los primeros días del mes de agosto, las milicias patrió-ticas aprehendieron a varios comunistas de Tamaraceite y se incautaron de una importante cantidad de dinero y documen-tación del sindicato local. Por las mismas fechas ingresaba en la cárcel el vicepresidente del Sindicato de Industrias Mercan-tiles, que hasta entonces había conseguido ocultar su parade-ro; era capturado un empleado municipal de! Ciierpo de &m-beros, que fue hallado en posesión de numerosos carnés y propaganda comunista, y se iniciaba un juicio contra un sol-deduzca puede influir en la moral castrense, será pasado por las ar-mas inmediatamente, sin Eormaribn de previo pr~cedimie~?y t~ha! r-tando para la ejecución un breve atestado dándome cuenta del ha-llazgo y lugar en que ha sido sabido. Inmediatamente acordaré lo pertinente a los fines de aplicación de la pena. DLP. 1-VIII-1936. Núm. 40 (1994) 373 3 0 MANUEL FERRER MUNOZ dado al que se acusaba de verter noticias tendenciosas entre las tropas, que concluyó con una condena por rebelión mili-tar de veintitrés años, cuatro meses y un día 76. El 5 de agosto aparecía en la prensa un extracto de la sentencia del Consejo de Guerra que condenaba a muerte a Fernando Egea y a Eduardo Suárez e imponía veintiséis años y ocho meses de cárcel a Pedro Delgado y a Herminia Dos Santos. Al día siguiente, a las seis de la mañana, tenía lugar el fusilamiento de los dos primeros a cargo de un pelo-tón integrado por un oficial, un suboficial, dos cabos y die-ciocho soldados, y con la asistencia de una compañía de In-fantería 77. El 8 de agosto se clausuraban las sociedades Nueva Auro-ra y Círculo Unión del paseo de San José, porque «elementos cemunistus?> r s c i c h a h ~ ne n s u sedes emirin~ec~ !znrlestina de radio, y el 9 entraba en vigor la censura postal, que exigía la entrega de las cartas sin cerrar 78. El día 10 quedó desarticulado totalmente el Comité de Lu-cha de La Isleta, con la detención de sus miembros, que se hallaban reunidos en una casa del Pico del Viento: entre ellos, Álvarez Astorga, presidente de la Agrupación Socialista de Las Palmas; José Suárez Cabral, secretario del Partido Comunista, y Tomás A. Cabrera, presidente de la Federación Obrera 79. A mediados de mes, una nota de la Comandancia Militar, que difundió la prensa del día 11, venía a ser una certifica-ción del grado de extrema virulencia a que habían llegado los ajustes de cuentas, cuando se comunicaba que no se tendrían por recibidas las denuncias anónimas. El 17 de agosto habían concluido los consejos de guerra que se seguían contra José Santana Florido y Antonio Suárez Trojo: para esa fecha, el número de procedimientos instruidos subía a ciento vein-tiocho - 76 DLP, 5-VIII, y LP, 7, 8 y 9-VIII-1936. " LP y DLP, 6-VIII-1936. 78 T n n r 7TTT 1 n? 1 u-,Y-V U~ - IY>O. 79 Cfr. BRITOG ONZÁLEZO, SWALDOH: istoria del Movimiento Obrero Ca-nario, p. 305. LP, 11-VIII, Y DLP, 17-VIII-1936. 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 3 1 El día 19 eran aprehendidos -entre otros- Ricardo Pla-ceres, vicepresidente del Sindicato de Fogoneros y Marine-ros, y Andrés Moreno, «conocido elemento comunista»; y el 20 se daban a conocer varias sentencias correspondientes a los juicios sumarísimos instruidos contra Agustín González Rodríguez, Julia Soler Córdoba, José Casañas Armas y Juan Franco Collado, y se procedía a la ejecución del sargento José Marfil del Castillo, acusado de rebelión El 21 se in-formaba de otras sentencias dictadas por consejos de gue-rra, entre las que sobresalía la condena a reclusión perpe-tua que recayó sobre Ricardo García Socas, hallado culpa-ble de un delito de rebelión. Según declaraciones del audi-tor, al cabo de un mes de la constitución de la Auditoría de Guerra en Las Palmas, se habían instruido ciento cin-cuenta sumarios, de los cuales cincuenta y seis estaban ya terminados; además, habían sido tramitados doscientos cua-tro expedientes por causas graves -la mayoría de ellos por faltar a llamadas a filas- y veintitrés diligencias previas. No obstante el sobreseimiento de muchas de esas causas -reconocía la misma fuente unos cuantos días después-, las autoridades militares disponían de completa discre-cionalidad para obrar por vía gubernativa 82. El día 25 de agosto se notificaba la detención de Joaquín Masmano -de cuyo traslado en el Domine ya se ha hecho DLP, 20 y 21-VIII-1936. Días después de la ejecución del sargento Marfil, la Comandancia Militar de Tenerife difundió una nota cargada de intencionalidad propagandística, en la que se describía el estado de ánimo del suboficial antes de ser pasado por las armas: «reconocía su ofuscación y aconsejaba a sus compañeros que fuesen leales al Mando y expresaba que si Dios le admitía en el cielo, ya que estaba arrepentido de su ceguera y locura, podna bendecir desde allí a los que todo lo dan por la Patria» (DLP, 31-VIII-1936). DLP, 21 y 29-VIII-1936. Según los datos recogidos por Orihuela y otros (W. AA.: De la República a la Guewa Civil en Las Palmas, pp. 51 y 55), que han consultado el registro de altas y bajas de los campos de con-centración establecidos en Gran Canaria, los detenidos en la Isleta a prin-cipios de agosto eran trescientos; y, a fines de mes, novecientos; y los in-gresados en la prisión provincial, a las alturas del 7 de agosto, doscientos cuarenta. 3 2 MANUEL FERRER MUÑOZ mención-, y el 27 se formaba Consejo de Guerra a tres civi-les por delitos de incitación a la rebelión 83. Con objeto de controlar el estado de las cárceles y compro-bar que no existían detenciones arbitrarias, la Comandancia Militar dispuso que el 7 de septiembre fueran visitadas todas aquellas prisiones donde hubiera detenidos sujetos a la juris-dicción de guerra, en Las Palmas y territorios de Ifni y Sahara. Previamente, los jueces habían de entregar en la Auditoría una relación de las causas pendientes 84. El decreto de la Junta de Defensa Nacional de 13 de sep-tiembre venía a confirmar las medidas de rigor ya adoptadas en las semanas precedentes, al ordenar formalmente la incau-tación de todos los bienes muebles, inmuebles, efectos y do-cumentos de los partidos y organizaciones que habían integra-do el Frente Popular. Durante ese mes continuaron publi-cándose sentencias dictadas por la Auditoría de Guerra, y el día 10 fueron condenados el alférez de Aviación Gonzalo Sas-tre Calzada, e1 soldado de Zapadores Sebastián Nuez Rodrí-guez y el paisano Antonio Cáceres Hernández a penas que oscilaban entre dos años y cuatro meses y veinte años. Desde el 14 de septiembre, la publicidad de las sentencias dictadas por los consejos de guerra quedó condicionada a su previa aprobación por el Comandante Militar de Canarias 85. También la Masonería fue declarada en el Archipiélago fue-ra de la ley: así lo dispuso una orden de la Comandancia Mi-litar, expedida el 15 de octubre, que imponía además la incau-tación de todos sus inmuebles 86. 83 Ordenes de la Plaza, 20 y 27-VIII-1936, y DLP, 25-VIII-1936. 84 DLP, 1-IX-1936. 85 EL?, 19 y 14I?r,-!?36. 86 LP y Hoy, 18-X-1936. Ferrer Benimelli fecha indebidamente el ban-do de Dolla el 15 de septiembre (FERRERB ENIMELLJIO, SÉ ANTONIO«:M ili-tares masones en Canarias)), comunciación para el VI Coloquio de Historia Canario-Americana (1984), Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Ca-bildo Insular de Gran Canaria, 1987, t. 1 (segunda parte), pp. 1001-1035, y KLI frmcm~soneri2y !2 Guerra Civi!,,, en VV A A : Las nmwos historiado-res ante la Guerra Civil española, vol. 1, pp. 233-273). Precisamente en la mañana del 15 de septiembre Ángel Dolla hacía escala en Las Palmas de Gran Canaria, con destino a Santa Cniz de Tenerife, adonde se dirigía a 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 33 Cuando se aproximaba el final del mes de noviembre, asis-timos a un recrudecimiento de las medidas depuradoras, que reducían a la extrema indefensión incluso a los considerados simplemente como sospechosos: el día 25 se instituyó una comisión para examinar denuncias y «determinar los nombres de las personas que por su actuación anterior o coetánea, di-recta o indirectamente, han sido autores materiales o induc-tores de los daños y perjuicios sufridos por el Estado». Esas listas no sólo deberían incluir a quienes hubieran sido senten-ciados por actitudes rebeldes, sino también a los que «aun sin haber infringido la norma jurídica deban merecer igual consi-deración ». Una vez confeccionadas las listas, se procedería a una averiguación sobre los bienes de esos ciudadanos y, even-tualmente, se practicarían embargos como ((medidas precau- AL--V:- LMSX, para evitar posibles ocuitaciones hasta la depuración de responsabilidades criminales y civiles 87. Durante el transcurso de noviembre se incrementaron las cifras de detenciones y siguieron celebrándose consejos de guerra. Entre los nombres de detenidos que aparecían en la prensa hallamos el de Junco Toral, socialista, que había sido elegido diputado por Las Palmas en la candidatura del Frente Popular, en febrero de 1936 88. La última tentativa seria de un golpe de fuerza para res-taurar la legalidad republicana tuvo lugar en diciembre, y la protagonizaron elementos civiles y militares, vinculados al Partido Comunista y a las Juventudes Socialistas Unificadas, que proyectaron la ocupación del cuartel de Ingenieros de La Isleta. El plan se h s t r ó por la incomparecencia de muchos de los paisanos comprometidos, y el saldo final arrojó un tris-te balance: el teniente Florencio Grrinde y etms meve í;aíTi~i-pantes pagaron con sus vidas la intentona golpista. tomar posesión del cargo para el que acababa de ser designado. Más arri-ba, en el texto, se han referido los saqueos de las dos logias grancanarias, el mismo 18 de julio. Bando del Comandante General de Canarias, 25-XI-1936, en Hoy, 28- XI-1936. El 15 de diciembre se hacía pública la entrada en funcionamiento de esa comisión (Hoy, 15-XII-1936). HOY, 21-XI-1936. Núm. 40 (1994) 34 MANUEL FERRER ML'NOZ La moral de los pocos activistas que todavía pensaban en resistir o simplemente se conformaban con huir de las repre-salias debió de experimentar un duro golpe a la vista del fra-caso de esa aventura y del rigor inconmovible con que se efec-tuaba la eliminación de los elementos conceptuados como «in-deseables~. A lgunos, como queda dicho, optaron por evadirse a las posesiones francesas en África, y otros consiguieron bur-lar el acoso de las autoridades y permanecieron ocultos, in-cluso durante años, en escondrijos del interior de la isla No tardaron en formalizarse expedientes y sanciones con-tra funcionarios reluctantes a la aceptación de las directrices y consignas emanadas desde la nueva legalidad, o simplemen-te conocidos por las actividades políticas o sociales que habían desarrollado durante el gobierno del Frente Popular. Aunque :a sistemática depmciór? de !m fii_n_cionariops úblicos no se encauzó jurídicamente hasta el decreto-ley de 5 de diciembre de 1936 90, los primeros vestigios de ese programa eran percep-tibles a las pocas semanas de la sublevación. Una de las instituciones pioneras de esa mentalidad inqui-sitorial fue el ayuntamiento capitalino que, en la sesión que celebró el 6 de agosto, decidió incoar expedientes disciplina-rios a un empleado del departamento de Intervención y a die-ciocho guardias municipales 91. Más conciliador se mostró el Cabildo que, en vista de las medidas adoptadas por las auto-ridades gubernativas en relación con algunos empleados de la corporación, decidió mantener los destinos y sus correspon-dientes remuneraciones a los funcionarios suspendidos de empleo y sueldo que fuesen declarados inocentes de las faltas 89 Cfr. W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquis-ta », pp. 827-828. 90 El texto, en Hoy, 9-XII-1936. En el bando del Comandante General de Canarias se justificaba esa depuración por «la imprescindible separación de los servicios públicos de aquellas personas que si no incursas en res-ponsabilidades de carácter criminal han contraído otras de mayor gravedad, si cabe, en la depauperación sufrida por la nación merced a la cooperación que en todo momento presraron a esos po!iticos m:iespaA&stus:: a y i e - nes se atribuía la grave crisis social y económica experimentada durante los años de la República (Hoy, 24-XII-1936). 91 LP y DLP, 6-VIII-1936. 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTdRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 35 que se les imputaban. No impidió esto que, a las alturas del mes de septiembre, afectaran esas suspensiones a dos funcio-narios del Cabildo, uno de ellos el propio secretario de la cor-poración, Emilio Valle y Gracia 92. El cuerpo de Magisterio fue uno de los colectivos en que se cebaría el afán depurador, precisamente por el apego a las instituciones republicanas manifestado por la mayoría de sus integrantes, sensibles a la preocupación por mejorar la instruc-ción pública de que habían hecho gala destacados dirigentes de la República. Por disposición del Habilitado del Magisterio Nacional -que seguía indicaciones de la autoridad militar-, el cobro de los haberes de julio tuvo que hacerse personalmente 93, con el consiguiente riesgo que entrañaba esa comparecencia. No parece arriesgado suponer que, en no pocos casos, el temor a las represalias impidió la percepción del salario de aquel mes. Que esa preocupación no carecía de fundamento lo de-muestra el elevado índice de docentes que serían depurados en etapas posteriores: cerca del 50 por 100, según los datos de Alcaraz, Anaya, Sergio Millares y Suárez Bosa 94, no dema-siado precisos, por cierto, pues no recogen la especificación del número de afectados por las diversas escalas de sanciones, muy variables según la gravedad de las faltas que se les im-putaran: tan sólo se indica en la publicación citada que tres profesores de la Escuela Normal de Magisterio y cinco de los trece que componían la plantilla del Instituto de Gran Cana-na fueron depurados. La misma tónica se patentiza, ya sin embozos, en unas ins-tnicci~ nesd e !a Eekgación pr~~ine fdae! Eacierida para la confección de las nóminas en todos los departamentos admi-nistrativos. Se ordenaba en ellas expresamente la exclusión de los funcionarios detenidos o sometidos a procedimiento judi- 92 DLP, 19-VI11 y 10-IX-1936. 93 DLP, 5-VIII-1936. 94 Cfr. W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquis-t a » , p. 830. Núm. 40 (1994) 379 3 6 MANCEL FERRER MUNOZ cial, acusados de falta de adhesión a la Junta de Defensa Na-cional 95. Una circular de la Junta de Inspectores de Primera Ense-ñanza, recogida en la prensa el 5 de agosto, incidía &n las res-ponsabilidades contraídas por miembros del magisterio en el desencadenamiento de la grave crisis que precedió a la gue-rra, y subrayaba la importancia de la formación patriótica en las escuelas, invocando los ejemplos de Italia y Alemania, que constituían el paradigma que había de orientar la reconstruc-ción del Estado español. Los maestros debían sumarse a una movilización en contra del comunismo y en defensa de la Pa-tria, pues la coyuntura histórica por la que se atravesaba ex- B cluía los términos medios. N En sintonía con esos objetivos depuradores del magisterio O se sitúa e! estubkcimient~ de tln Delegado de la Autoridad - n - m Militar en la Enseñanza Primaria, pública y privada, y en las O E Escuelas Normales del Archipiélago. El capitán retirado de SE Artillería Luis López de Ayala fue el encargado de asumir es- -E tas competencias, el 30 de octubre. 3 La culminación del proceso se daba por las mismas fechas, -- a través de la entrada en vigor de una disposición de la Junta 0 m E de Burgos, que suspendía de empleo y sueldo a los maestros O propietarios pertenecientes a la Federación Nacional de Tra-bajadores de la Enseñanza, y declaraba cesantes a !os interi- n -E nos que hubieran militado en esa sección del sindicato uge- a 2 tista 96. n Un exponente indicativo de la intensidad que ya en estos n primeros meses de guerra revestía la depuración del personal 3 O empleado en servicios públicos lo proporciona una orden circular del Comandante Militar de Canarias a los Goberna-dores Civiles, en la que se demandaba la relación de hncio-narios encuadrados en la Comisión de Justicia que hubieran sido objeto de sanciones, y la respectiva explicación de moti-vos 97. NO parece aventurado suponer que la eficiencia de la administración pública se veía mermada por la forzada ausen- 95 DLP, 6-VIII- 1936. 96 HOY, 21-X-1936. 97 Hoy, 19-XII-1936. 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 37 cia de una significativa proporción de empleados a quienes, por razones políticas, se había privado de sus puestos de tra-bajo. Un interesante trabajo sobre la vida política en las dos zo-nas en que quedó escindida España a raíz del alzamiento, debido a Albert Balcells, desarrolla la tesis de que «el Gobier-no militar no podía constituir un régimen, porque no tenía todavía dictador, ni partido único, ni proyecto de Estado en el verano de 1936. 98. En efecto, la supresión de la normativa re-publicana dejó un vacío que todavía no podía ser colmado, por ia inviable improvisación de un Estado capaz de elaborar un derecho positivo y hacerlo aplicable. Hasta la designación de Franco como Generalísimo y Jefe del Gobierno, a finales de septiembre, el poder real de la Junta de Defensa constituida en Burgos era casi tan reducido como el del Gobierno Gira1 en la zona republicana. La lejanía de las Islas Canarias contribuía a debilitar más aún la tenue conexión con las autoridades de Burgos y obli-gaba a desarrollar iniciativas propias que paliaran, al menos en parte, esa incomunicación. Se explica así la autonomía con que actuó el mando militar en los primeros momentos, que sentaría un importante precedente y serviría de experiencia cuando, a los pocos años, el desencadenamiento de la Segun-da Guerra Mundial dejara al Archipiélago en un estado de auténtica indefensión ante la eventualidad de agresiones por p r t e de une u etm bando de !os enfrentados t-ii e: ~c>iifli~i~ bélico. En otro trabajo me he ocupado de los esfuerzos institu-cionales realizados para poner orden en las actividades eco-nómicas de la isla y para fomentar la creación de puestos de trabajo que absorbieran el ~XCESI de ~i?rined e &TU y culmu-ran la inquietud social que, durante la primavera, había con- 98 BALCELLS, ALBERT: « E s p a ñ a entre dos G o b i e r n o s , p . 43. Núm. 40 (1994) 38 MANUEL FERRER MUROZ ducido a Gran Canaria a un estado de gravísima agitación 99. Aquí trataré de los relevos efectuados en los puestos claves de las administraciones militar y civil, y abocetaré simples trazos sobre la gestión de algunas instituciones. Los demás aspectos de la labor que desarrollaron son tratados en aquel artículo. La frecuencia con que se suceden los nombramientos y las dimisiones obedece fundamentalmente a la insatisfactoria ges-tión de algunas personas a las que se encomendaron esas res-ponsabilidades y, secundariamente, a las circunstancias béli-cas, que implicaron el desplazamiento a los frentes de com-bate de mandos o personalidades civiles. La Comandancia Militar de Canarias recayó en el general B Orgaz hasta el 22 de julio, víspera de su viaje a Tetuán, re- N E querido por Franco, que quiso delegar en él la condena a O müerte de su prime, e! r e r n a ~ dmt eR icardo de la P~iente n-- m Bahamonde 'O0. Desde allí marcharía a la Península, y para el O E 17 de septiembre ocupaba ya una de las vocalías de la amplia- E 2 da Junta de Defensa Nacional. Más adelante accedió al alto -E comisariado de España en Marruecos y a la jefatura de las 3 fuerzas militares de África. -- El coronel José Cáceres que, interinamente, se había encar- 0 m E gado del despacho de la Comandancia Militar de Santa Cruz O de Tenerife, pasó a ocupar la Comandancia Militar de Cana- -; rias el 22 de julio, fecha en que había quedado fijada la parti- -E da de Orgaz para Tetuán, que se efectuaría el día siguiente lol. a 2 n n 99 FERRER MUNOZ, MANUEL: «Alzamiento militar y vida cotidiana en 3 Gran Canaria, julio-diciembre de 1936~(e n prensa). O 'O0 Cfr. CIERVA HOCES, RICARDO DE LA: Franco, p. 164, y LP y Hoy, 24- VII-1936. Según declaraciones de Rafael Díaz-Llanos y Lecuona, «de no so-brevenir la muerte de Bairnes y owos aconiecirnieritos posteriores, parece que lo convenido era que Orgaz acompañase al Generalísimo para entrar seguidamente en Valencia con tres banderas del Tercio y dos de Regulares, y coadyuvar así a la ocupación de Madrid» (ZURITA, VÍCTOR: Albores de la gesta española, p. 66). El fallecimiento de Balmes alteró esos planes y re-quirió la presencia de Orgaz en Canarias, hasta que el control de las islas quedase asegurado. 'O' La adjudicación a Cáceres de la Comandancia Militar de Canarias había sido prevista inmediatamente después del accidente que costó la vida a Balmes. De acuerdo con la versión de Zurita, Franco realizó algunas con- 382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 3 9 Ausente Cáceres, la Comandancia de Tenerife se confió al co-ronel Teódulo González Peral. Bajo el mando de Cáceres, mediado el mes de agosto, se impartió una orden de particular significado simbólico, al dis-ponerse que en la noche del día 14 se arriara la bandera tricolor en todos los edificios militares y que, a mediodía de1 15, se izara la antigua bandera nacional de España. Esa jornada fue declarada festiva y, para solemnizarla, se organi-zó un desfile que revistió particular brillantez, sin que se inte-rrumpieran en ningún momento los aplausos y vítores de los espectadores. Antes del comienzo del desfile, Cáceres pronun-ció una alocución desde el balcón de la Comandancia, en el parque de San Telmo, invitando a obedecer al llamamiento maternal de la enseña roja y gualda, para que se pusiera fin a «esta lucha fratricida que la desangra y la deshonra». En otras poblaciones de la isla -Arucas y Moya, por ejemplo- se or-ganizaron actos análogos, y la prensa no sólo informó exten-samente de esas conmemoraciones sino que también publicó editoriales y artículos de opinión en torno a la nueva enseña nacionallo2. El editorial de Diario de Las Palmas se entretenía en la consideración del múltiple simbolismo de la bandera: la vigencia del orden jurídico, la independencia nacional, los de-rechos y la libertad de los ciudadanos. El resurgir de la patria que representaba el entronque con el antiguo símbolo nacio-nal exigía el agradecimiento a las personas que habían hecho posible con su sacrificio y su audacia la derogación del régi-men republicano 'O3. La incorporación del general Angel Dolla Lahoz a la Co-mandancia General del Archipiélago el 15 de septiembre 'O4 in-sultas sobre la confianza que podía depositar en Cáceres; y después de re-cibir plenas garantías, «se convino que el coronel González Peral asumiera el mando militar de Tenerife y el coronel Cáceres Sánchez, como más anti-guo, el del Archipiélago, cuando el general Orgaz pudiese salir de las islas para unirse en Marruecos con el general Franco» (ZURITA,V ~CTORA: lbores de la gesta española, p. 37). 'O2 Adición a la Orden General de la Comandancia Militar del 14-VIII- 1936 y DLP, 15, 17, 18, 19 y 20-VIII-1936. 'O3 DLP, 15-VIII-1936. 'O4 Orden de la Plaza, 14-IX-1936. Núm. 40 (1994) 40 MAKUEL FERRER MUNOZ trodujo algunos reajustes en el mando militar: Galtier Pley, que había ocupado con carácter interino el Gobierno Militar de la provincia a la muerte de Balmes, fue designado Coman-dante Militar de Las Palmas, y Cáceres se posesionó de la je-fatura del Regimiento de Infantena de Tenerife. El 8 de octubre se publicó en el Boletín Oficial de la pro-vincia de Las Palmas el bando de la Junta de Defensa Nacio-nal que, al ilegalizar las fuerzas políticas y sindicales encua-dradas en el Frente Popular, confirmaba la voluntad del man-do militar de romper con el inmediato pasado y encomendar la dirección política del Estado a «gente de orden». Dolla Lahoz volvió a remachar esas aspiraciones en otro B bando, dado a conocer en Gran Canaria el 2 de diciembre, N E para «reparar los enormes daños y perjuicios producidos di- O recta ü indii-eciamerite por !a a b s~r d ure siste11~iz~ f r e d d ay or n-- m grupos antiespañoles guiados por bastardos móviles». En con- o E secuencia, «deben ser reparados por los causantes del daño y E 2 por los que manifestando palmariamente un desafecto a la tie- -E rra donde nacieron, poseen bienes con que atenderlos» ' O 5 . 3 Ya en el mes de diciembre encontramos en el Gobier- -- no Militar de Las Palmas a Guillermo Camacho González, 0 E E que antes había sido presidente de la Junta de Obras del O Puerto 'O6. n El Gobierno Civil, confiado en un primer momento a Je- -E sús Ferrer Jimeno, pasó luego -por renuncia de Ferrer, que a 2 arguyó motivos de salud- al teniente coronel retirado de la n n Guardia Civil Juan Egea Urraco, para recaer interinamente en octubre -previa dimisión de Egea, ((deseoso de prestar sus 5 O servidos en otro sitio»- en el magistrado José Mana Cortés y López. El 17 del mismo mes recogía la prensa la noticia del nombramiento como Gobernador Civil de Gonzalo Fernández de Castro y Duquesne, también magistrado de la Audiencia 'O7. 'O5 Citado parcialmente en BRITO GONZÁLEZO, SWALDOH: istoria del Movimiento Obreyo Canario, p. 300. 'O6 Hoy, 10, 11 y 13-XII-1936. 'O7 DLP, 18 y 19-VIII-1936, y Hoy, 7, 8 y 17-X-1936. A Egea Urraco se le nombró a fines de año subdelegado de los Comedores Infantiles de Las Palmas y Puerto de la Luz (Hoy, 30-XII-1936). 3 84 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 4 1 La nueva comisión gestora del Cabildo Insular quedó ins-talada el 29 de julio bajo la presidencia de José Lucena Alcaraz, intendente militar honorario, previa toma de posesión de los consejeros por el Gobernador Civil, Jesús Ferrer Jimeno. A principios de septiembre, Pedro Sopranis tomaba posesión como presidente de la Mancomunidad interinsular; y en los primeros días de octubre cesaba Lucena, sucediéndole el coronel de Infantería retirado Salvador Fernández Baha-monde 'O8. La gestora municipal, en la que figuraban personas como José Díaz Hernández y Antonio Limiñana que, más adelante, desempeñarían funciones importantes en la política local e insular, quedó presidida desde el 28 de julio por Domingo Padrón Guarello 'Og. Éste cedió el mando a petición propia a ios pocos dáas, para incorporarse al Ejército, y la vara de la alcaldía pasó a manos del capitán de Intendencia Antonio García López 110, que pronto se crearía problemas por el em-pleo de procedimientos poco ortodoxos para la captación de fondos con que costear la construcción de viviendas para obre-ros. Después del cese de García López, accedió a la alcaldía José Díaz Hernández, primer teniente de alcalde ll'. Otras comisiones gestoras heron designadas para presidir la vida de los distintos municipios de la isla: Telde, Valsequillo, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía, San Bartolomé de Tirajana, Arucas ... Los comunicados remitidos a la prensa por algunos alcal-des -los de Las Palmas y Telde- solían incidir en la «alar- 'O8 HOY, 24-VI1 Y 8-X, Y DLP, 5-IX-1936. 'O9 DLP. 30-VII-1936. 'lo Con motivo de su designación para la alcaldía, García López difun-dió un mensaje a través de la prensa en el que afirmaba, entre otras cosas, que si llegara a entender que le faltaba competencia para llevar a cabo esas tareas, cedería el cargo a otra persona con mejores condiciones, pues da época de las testarudeces, politiqueos y medros personales ha terminado para bien de España, y sólo hay y habrá en lo sucesivo españoles al servi-cio de su Patria y prestos a su defensa» (DLP, 30-VI1 y l-VIII-1936). '11 La sustitución de García López se justificó por un reciente decreto del Gobierno de Burgos, que contenía órdenes para la reorganización de las comisiones gestoras municipales (Hoy, 5-XI-1936). Núm. 40 (1 994) 385 42 MANUEL FERRER MUNOZ mante)) situación de las arcas municipales, que hacía indispen-sable el pago de los débitos por los contribuyentes, particular-mente los relacionados con los arbitrios de utilidades. La cor-poración capitalina se fijó entre sus objetivos prioritarios el envío periódico a la prensa de noticias sobre sus operaciones económicas, que justificasen ante los ciudadanos las apremian-tes demandas de actualización de sus obligaciones l12. Los cambios en la dirección de instituciones locales no tardaron en producirse: a principios de agosto, Sebastián de la Nuez Aguilar sustituía a Eduardo Carrasco Gallego al frente de la Escuela Normal de Magisterio, y Antonio G. Beltrán Trujillo e Isabel Alvarado Moreno relevaban respec- B tivamente a Juan Rodnguez Santana e Isabel Muñoz Delga- N E do en la Inspección de Primera Enseñanza. El 14 de agosto O se cu=s:i:Uy6 e! n ~ e v oC onsejo Prsbrincia! de I>Rmera Yr,se- n-- m ñanza, con Manuel Fuentes Yáñez en la presidencia, Isabel O E Alvarado Moreno de vicepresidente, y Antonio Peñate y E 2 E López de secretario. En octubre, José Azofra del Campo era - propuesto por el claustro de la Escuela Normal para su de- = signación como director, y en noviembre se ponía en mar- o-- cha la Delegación de Enseñanza Primaria, con Jesús López m E Ayala a su cabeza. Antes de que acabara el año, Manuel O Socorro era nombrado director del Instituto de Enseñanza E n Media "3. -E El comienzo de la guerra civil y el rápido control de Cana- a 2 rias por los militares comprometidos en el alzamiento tuvie- n n ron inmediata repercusión en otros órdenes de la vida admi-nistrativa: por ejemplo, en la presidencia de la Junta de Obras 3 O del Puerto, donde el general de brigada en reserva Guillermo Camacho González desplazó a Juan Bordes Claverie, que ape-nas si había tomado posesión de ese cargo '14; y en la Cámara de Comercio: en efecto, no había transcurrido una semana desde la proclamación del estado de guerra, y ya se disponía el cese de los miembros de esta corporación. Antonio Bonny I i i DLE 28, 30-Vii, 4, 5, 6-Wii; LP, 8, 9, ii-Viii-i93ó ... l L 3 DLP, 3 y 15-VIII-1936, y Hoy, 23-X y 19-XII-1936. Cfr. JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 218 y 229. I l 4 Hoy, 24-VII, y LP, 28-VII-1936. GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 43 Gómez era designado presidente de la Cámara '15 y, con esca-sa diferencia de días, se daban a conocer los nombres de los demás integrantes de la gestora: Enrique Guerrero, Diego Betancort, Manuel Caballero, Juan Díaz, Miguel Sánchez y C. F. Staib. Las vacantes producidas por las renuncias de Guerrero y de Staib fueron cubiertas, ya en agosto, por Fernando Cam-breleg del Castillo y Diego Vega Sarmiento. Este último des-empeñaría el cargo de vicepresidente a partir del día 11. Entretanto Antonio Bonny presentó su dimisión como pre-sidente, pues su condición de extranjero le incapacitaba para el ejercicio de la vicepresidencia de la Junta de Obras del Puer-to, y ésta estaba vinculada a la presidencia de la Cámara. Su lugar fue ocupado por Edmundo Hernández Medina, a quien designó el Gobernador Civil el 4 de agosto '16. El Gobierno Nacional de Burgos determinó la celebración de elecciones en noviembre, con objeto de que fueran renova-das reglamentariamente las Cámaras; sin embargo, el 15 de ese mes se notificaba al presidente de la corporación gran-canaria el aplazamiento de la convocatoria hasta el mes de febrero, y un escrito de Vega Sarmiento, presidente accidental de la Cámara por ausencia de Hernández Medina, fechado precisamente en febrero, solicitaba directrices para el supues-to de un nuevo retraso en el proceso electoral que, en efecto, se produjo Il7. A MODO DE CONCLUSI~N Gran Ca.n a. ria, alejada de los escenarios de operaciones de !u güema c ; ~ !n,o k g 6 a expeRmeiitar la inmediatez de 10s "5 LP, 24-VII-1936. "6 DLP, 4-VIII-1936. "' Escritos de la Comandancia Militar de Las Palmas a la Cámara de Comercio, 23 y 24-VII-1936, y del Gobernador Civil al Presidente de la Cá-mara de Comercio. 30-VII-1936 (ACC, leg 51) En este legajn hay tamhikn otras referencias a sesiones de la Gestora y comunicaciones relacionadas con el mismo tema. Véase además Libro de Actas de la Cámara de Comer-cio, 5, 28-VII-1936, fol. 28-29; 30-VII-1936, fol. 29-30, y 11-VIII-1936, fol. 30-31. Núm. 40 (1994) 387 44 MANUEL FERRER MUNOZ campos de batalla. Y, sin embargo, la distancia geográfica no logró evitar que sus habitantes vieran sus vidas hondamente afectadas por la tragedia bélica. Desde Las Palmas coordinó el general Franco los últimos preparativos de la insurrección militar, y desde la isla par-tieron centenares de combatientes, arropados por un am-biente de fervor patriótico que, aunque estimulado por las au-toridades, fue hondamente sentido por la mayoría de la po-blación. Otros muchos, que habían formado parte de organizacio-nes políticas y sociales exoneradas por el nuevo orden impues-to por los militares, fueron víctimas de las actividades repre-sivas de los dueños de la situación en la isla. Como ocurrió en otros espacios geográficos, el rigor de esas medidas exce- &6 lo liubiera ser corisidemdo camo ccrazonab!e;;, y antiguos resentimientos y viejas cuentas pendientes alimen-taron venganzas y se cobraron las vidas de personas a las que sólo se podían imputar discrepancias políticas. Es, en una escala si se quiere reducida -reducida hasta cierto punto-, lo acontecido en todo el territorio español. Porque la guerra civil que estalló en julio de 1936 no fue una excepción a lo que acontece en episodios de esta naturaleza: una guerra civil L...] es un torrente salvaje que todo lo destruye, hasta la dignidad y el valor del hombre, e in-cluso su patriotismo. Todas las guerras son malas porque significan el fracaso de toda política. Pero las guerras ci-viles, en que en ambas trincheras hay hermanos, son imperdonables, porque la paz no nace cuando la guerra termina "s. 118 Palabras que pronunció el general De Gaulle con ocasión de una visita a Toledo en 1970. La cita se ha tomado de CUENCATO RIBIO, JOSÉ MANUEL: La guewa civil de 1936, Madrid, Espasa-Calpe, 1986, pp. 9-10. 388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
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Título y subtítulo | Gran Canaria ante la coyuntura histórica del 18 de Julio de 1936 |
Autor principal | Ferrer Muñoz, Manuel |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 40 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1994 |
Páginas | p. 345-388 |
Materias | Historia ; Guerra civil ; Gran Canaria |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 2764788 Bytes |
Texto | GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 P O R MANUEL FERRER MUÑOZ PRECISIONSOEBSR E LAS FUENTES UTILIZADAS Y EL ESTADO DE LA CUESTI~N Como se hace constar en el título, afrontaré en estas pági-nas el estudio de los aspectos más sobresalientes del aconte-cer diario en la isla de Gran Canaria durante los primeros meses de la guerra civil que estalló después del levantamiento de los militares y civiles comprometidos en los planes cons-piratonos que empezaron a urdirse con ocasión de la grave crisis que siguió al triunfo del Frente Popular en las eleccio-nes de febrero de 1936. Antes de entrar en materia, resulta obligada una mención de las fuentes que se han utilizado para esta investigación, de las peculiaridades historiográficas de esos documentos y, con mayor brevedad, de la bibliografía que se ha ocupado de la guerra civil en el ambito grancanario. Hace tan sólo unos meses, en el curso de un estudio sobre la trayectoria histórica de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas, el autor de este artículo tuvo la fortuna de encontrar un interesantísimo expediente en el ar-chkv~ dGe esa covu1r. Paarac cai:i~bi-anr ia importancia de! l Toda esta documentación se guarda en el Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas -ACC-, leg. 72. Núm. 40 (1994) 345 2 MAKUEL FERRER MUNOZ hallazgo, valdrá la pena que se refieran las circunstancias que rodearon la génesis de esos informes. Encendida la guerra civil, después del revés de la subleva-ción en las más importantes capitales de provincia, el territo-rio español quedó dividido en dos zonas: una, dominada por los rebeldes, y la otra sometida teóricamente al control del Gobierno. La incomunicación en que quedaron muchas insti-tuciones de la llamada «zona nacional» con sus correspondien-tes órganos jerárquicos, asentados en Madrid, afectó también a la corporación grancanaria. En septiembre de 1936, con objeto de coordinar la labor de las Cámaras de Comercio existentes en el territorio aacio-nal » y remediar su aislamiento, se convocó a delegados de esas entidades en Burgos, la ciudad castellana donde había fijado SE sede la Junta de Defensa Nacional. La reunión fue suspen-dida2, pero en seguida volvió a sus funciones el Consejo Su-perior de Cámaras, cuyo secretario -Valcárcel- se instaló en Valladolid al mes siguiente. Desde esta población se despacha-ría durante largo tiempo toda la correspondencia del Consejo, y allí se dirigía la que enviaban las Cámaras. Quizá el aspecto más interesante de este «exilio vallisoleta-no », desde la apreciación del historiador, sea una iniciativa del secretario de la Cámara pucelana, Ángel Mata y Paredes que, a partir de las noticias que recababa de las Cámaras, elaboró unos informes sobre «la marcha del movimiento salvador de España». En la corporación de Las Palmas se conservan die-cinueve notas referentes al período comprendido entre el 22 de agosto y el 26 de diciembre de 1936. Varios de esos Boleti-nes del Consejo Superior -en concreto, los números 11, 13 y 15- recogen numerosos detalles sobre los primeros días de la sublevación y las dificuitades económicas por las que atra-vesó Gran Canaria durante esos meses. Estos escritos son pre-ciosos y constituyen parte de la materia prima de que se nu-tre el estudio que ahora sale a la luz. Se han consultado también los expedientes y libros de ac-tas de ia Cámara de Comercio correspondierites a1 periodo qüe Del Presidente de la Cámara de Comercio de Burgos al de Las Pal-mas, 7 y 8-IX-1936 (ACC, leg. 72). 346 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GR4N CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 3 constituye el objeto de este estudio, los papeles del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 y del Regimiento de Infantería Ca-narias núm. 39 de Las Palmas, las actas del Cabildo Insular de Gran Canaria, y la prensa isleña contemporánea de los hechos que se narran. Disponemos aún de escasos trabajos de carácter histo-riográfico sobre los primeros momentos de la guerra civil en Gran Canaria, pues el interés de los pocos investigadores que han trabajado con relativo rigor y seriedad sobre esa crítica coyuntura se centra en las actividades represivas que llevaron a cabo las nuevas autoridades: como esas tareas de «limpie-za » cobraron mayor intensidad en fechas posteriores a los meses que nos ocupan, son contadas las referencias a 1936. En este contexto se sitúan los trabajos de José Alcaraz, Alexis Orihueia, Miguei Suárez Bosa, Sergio Millares y Alberto Anaya 3: todos ellos afectados por una excesiva parcialidad y sobrados de carga polémica. La intencionalidad política y el apasionamiento restan méritos a la obra de Luis Rivero sobre la sima de Jinámar 4, tal vez demasiado impaciente por enviar a la imprenta un libro que exigía el acopio de más amplia y contrastada información. Sí contamos con algunos relatos escritos por contemporá-neos, que adolecen de los inconvenientes y limitaciones de que tan difícilmente escapan los libros de memorias, siempre de-cantados hacia la apología de las posiciones ideológicas asu- ALCARAZ ABELLÁN, JosÉ: La resistencia antifvanquista en las Canarias Orientales (1939-19601, Las Palmas de Gran Canaria, El Museo Canario y Caja Insular de Ahorros de Canarias, 1991; ORIHUELAA,. ; SUAREZM, .; ANAYA, L. A.; ALCARAJZ.,, Y MILLARESS,. : De la República a la Guewa Civil en Las Palmas, Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de LPGC, Servi-cio de Publicaciones, 1992. En la bibliografía que se recoge en este último libro figuran otros trabajos anteriores de los mismos autores. RIVEROL UZARDOLU, IS: La sima. Muertos no identificados, Las Pal-mas de Gran Canaria, Imprenta Pérez Galdós, 1981. Tampoco los autores citados en la nota anterior aportan datos fidedignos sobre las ejecuciones en Jinámar: aunque presumen la frecuente utilización de la fosa para ha-cer «desaparecer» a detenidos, reconocen explícitamente que «sobre este aspecto de la represión en la capital estamos iniciando la investigación, sólo conocemos los nombres y circunstancias de cuarenta víctimas)) (W. AA.: De la República a la Guerra Civil en Las Palmas, p. 68). 4 MANUEL FERRER MUNOZ midas por sus autores. Es de sobra sabida la escasa fiabilidad de obras tales como los Cuadros del penal de Rodnguez Dores-te o, para Tenerife, Fyffes y Eempo de espera 6, de José Anto-nio Rial, repletas de inexactitudes y distorsiones. La Crónica de medio siglo de Jiménez Marrero no se libra de esas defor-maciones, pero constituye indudablemente la narración más completa y documentada, elaborada sobre la base de los re-cuerdos personales del autor, conversaciones y textos manus-critos proporcionados por otros protagonistas, y una consulta sistemática de la prensa isleña. Por supuesto, su obsesiva pre-ocupación por delatar el «camaleonismo» político de «buen número de españoles, de la Península y de Canarias» ' priva a e la Cuónica de la imprescindible serenidad y provoca innecesa- D N E riamente la polémica y las tomas de postura apasionadas. De O interés bastante limitado, aunque útil en determinados aspec- --= tos, es la obra de Pinto de la Rosa sobre El Grupo Mixto de Oo> E Ingenieros núm. 4 SE Una lectura casi obligada es la Historia del Movimiento =E Obrero Canario de Oswaldo Brito 9, imprescindible para el es- = tudio del asociacionismo obrero durante la era republicana. El - último capítulo proporciona una síntesis de carácter divul- - 0m E gativo, útil para conocer las resistencias que hubo de vencer O el golpe de mano de los militares. «La política en Canarias durante el siglo XX», de Agustín - -E Millares Cantero 'O, facilita una comprensión del marco histó- a 2 rico donde se encuadra la guerra civil, encajada entre la Se- - 0 RODRÍGUEZD ORESTE, JUANC: uadros del penal (Memorias de un tiem-po de confusión), Las Palmas, Editora Regional Canaria, 1978. 3 O RIAL, JOSÉ ANTONIO: Tiempo de espeva (El 18 de julio de 1936 en San-ta Cruz de Tenerife), Islas Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobie=o de Canarias, 1941. JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Cvónica de medio siglo (Primeva parte), Madrid, DYRSA, 1988, p. 15. PINTO DE LA ROSA, J. M.: El Grupo Mixto de Ingenieros núm. 4 en la Campaña de Liberación 1936-1939, Santa Cruz de Tenerife, Romero, 1944. BRITO GONZÁLEZ, OSWALDO: Hisfovia del Movimiento Obrero Canario, Lladrid, Yditsriz! Pepu!~, 1980. 'O MILLARES CANTERO, AGUST~N: «La política en Canarias durante el siglo XX» , en Canarias siglo ~ u L, a s Palmas de Gran Canaria, Editora Re-gional Canaria, 1983, pp. 7-68. 348 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 5 gunda República y el largo gobierno personal de Franco. La experiencia republicana contribuiría a robustecer las organi-zaciones políticas y obreras de orientación izquierdista y a fomentar movimientos de naturaleza reivindicativa sin los cua-les no se entiende la represión llevada a cabo durante la gue-rra civil. Sorprende por ello que Millares, buen conocedor de la vida grancanaria durante la República, reste importancia a las graves alteraciones del orden público que se acumularon entre marzo y julio de 1936 ". León Barreto rememora el drama desde una perspectiva eminentemente literaria -novelística- en La infinita guerra. El objetivo que se impuso al redactar esas páginas limita su interés historiográfico, pero constituye sin duda una aporta-ción valiosa, por la calidad de una prosa que lamentablemen-te se echa en falta en la pluma de muchos recientes historia-dores canarios que se han ocupado de la guerra civil, la ma-yoría de los cuales parecen reñidos con las normas de la sin-taxis castellana. SUBLEVAMCIIL~ITNAR Y COMIENZO DE LA GUERRA: EL PUEBLO GRANCANARIO Y EL ALZAMIENTO Las Palmas era una pequeña y tranquila ciudad provin-ciana. En cierta ocasión, un escritor francés de fama se negó a desembarcar. «Esa es la ciudad más fea del mun-do », exclamó. El sentimiento defensivo y la desconfianza hacia el mar -por el que habían arribado tantas depre-daciones- aconsejaba a sus habitantes a vivir a espaldas de! scéano. Nv era, pws, üna &dad maritima, con pa-seos y bulevares, sino un lugar interior cuyo círculo de diversión se encontraba entre las sociedades y los hote-les, los paseos de la Alameda y los thés dansants del do- " Más adelante incidiré en la insostenible situación en que se había desembocado durante esos meses. Léaie, no obstante, e! aadm trazde por una persona tan poco sospechosa como Luis León Barreto: LEÓN BARRETO, LUIS: La infinita guewa. Una visión colorista y apasionada de las Islas Ca-navias con el telón de fondo de la guewa civi2, Barcelona, Planeta, 1985, pp. 53-54. Núm. 40 (1994) 349 6 MA'IUEL FERRER MCNOZ mingo. La misa mayor en la catedral y la llegada de los buques de turistas. Los cines y alguna que otra sala frí-vola con «bailarinas y salón». Las verbenas del sábado y las ocasionales funciones de teatro 12. Sirvan estas palabras, que tomamos prestadas de Luis León Barrero, para caracterizar el principal de los espacios urbanos de Gran Canaria, que fue testigo de las vidas -y de las muer-tes- de muchos protagonistas de los sucesos que se narran en las líneas que siguen. En uno de los primeros decretos militares del ministerio formado por Azaña tras las elecciones de febrero de 1936, he-chos públicos el día 22 de ese mes, figuraba el cese de Franco como jefe del Estado Mayor Central y su destino a la Coman-dancia General de Canarias. Entre el 11 y el 13 de marzo, Franco realizó una escala en Gran Canaria, adonde iiegó en el barco Domine en compañía del nuevo Gobernador Civil de Las Palmas, Manuel Ramos Vallecillo, antes de posesionarse de su destino en Santa Cruz de Tenerife 13. Y otra vez se en-contraba en la isla en la mañana del 17 de julio para asistir al entierro de Amadeo Balmes, Gobernador Militar de Las Palmas, fallecido el día anterior cuando manipulaba una pis-tola en el campo de tiro de La Isleta 14. Ese accidente fortuito proporcionó a Franco la coartada l 2 Ibídem, p. 21. l 3 El barco llegó al Puerto de la Luz con considerable retraso, pasadas las 7 de la tarde, a causa del mal estado de la mar. Al día siguiente, Franco recibió a la guarnición de Las Palmas en la Comandancia Militar a las 11 de la mañana y, luego, pasó a cumplimentar a las autoridades de la isla en sus residencias oficiales. Por la noche continuó viaje hacia Santa Cruz de lenerife (cfr. Soy, i 2 y i3-111-i93ój. l4 Víctor Zurita considera incuestionable la identificación de Balmes con los planes de Franco -sobre la que algunos autores insinúan ciertas dudas- y, para confirmarla, menciona una reunión de ambos generales con Goded, en un céntrico café de Madrid, antes de que Balmes y Franco se incorporaran a sus respectivos destinos en Canarias (cfr. ZU. RI.T A,V ÍCTOR: gboies '& e v u ~U~ üE.,? pne;-+ F;.ancc; el mov;m;snt= ;-,aciG. nalista (Anécdotas y escenas de la estancia del Genevalísimo en Canarias y su salida para Tetuán), Santa Cruz de Tenerife, Publicaciones de «La Tar-de », Imprenta El Productor, 1937, p. 39). 350 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTKOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 7 perfecta para obtener el oportuno permiso del Subsecretario de Guerra para dejar Tenerife y viajar a Gran Canaria, donde acababa de aterrizar el Dragon Rapid 15. Este avión había sido contratado en Inglaterra por el corresponsal de ABC, Luis Bolín, con objeto de transportar al general desde Canarias a Marruecos, donde debía hacerse cargo del Ejército de África, que asumía la iniciativa de levantarse en armas contra la Re-pública 16. El entierro del general Balmes fue presidido por Franco. Le acompañaban autoridades provinciales, insulares y loca-les, entre las que se hallaban Antonio Boix Roig, nombra-do Gobernador Civil después de la renuncia de Ramos Va-llecillo; Fajardo Ferrer, repuesto en la alcaldía de Las Palmas después de la victoria en las urnas del Frente Popular, en fe-l5 Aunque, efectivamente, el entierro de Balmes constituía un argumen-to convincente para justificar su desplazamiento a Las Palmas, Franco ha-bía obtenido ya sendas autorizaciones para visitar las islas menores y la de Gran Canaria (cfr. ZURITAV, ÍCTORA: lbores de la gesta española, pp. 36-37). De otro lado, debe tenerse en cuenta que no era la primera vez que viajaba desde Tenerife a Gran Canaria: «un mes antes el general interesó un per-miso de la Superioridad para trasladarse a Gran Canaria e inspeccionar los cuarteles, baterías, etc. Le acompañaron sus ayudantes y el coronel de Es-tado Mayor don Teódulo González Peral. Pero el motivo del viaje era otro. Lo que interesaba a Franco y a sus acompañantes, ya en el fondo del mo-vimiento patriótico que se fraguaba, era inspeccionar el aeropuerto; preci-sar sobre el terreno el movimiento de aparatos y pulsar el personal» (ibídem, p. 36). l6 El 14 de julio había llegado a Santa Cruz de Tenerife José Antonio Sangróniz, que informó a Franco de la llegada a Gran Canaria del avión que había de trasladarle a Tetuán. El general Orgaz, con ayuda de Antonio Bonny, fue el encargado de organizar la recepción y e! dojami~nto de !a tripulación en Las Palmas. Las gestiones realizadas para alquilar el Dragon Rapid y enmascarar la finalidad a que se destinaba su uso aparecen explicadas con cierto detalle en THOMASH, UGH: La Guerre d'Espagne, París, Robert Laffont, 1961, pp. 127-128, 136-137; y, más pormenorizadamente, en un libro de reciente aparición: MORALELSE ZCANOV,Í CTORL: os ingleses en Canariasl Madrid, Go-bierno de Canarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, 1992, pp. 63-79. Véanse también las memorias de esos sucesos redactadas por uno de sus protagonistas: BOLÍN, LUIS: España, los años vitales, Madrid, Espasa- Calpe, 1967. Núm. 40 (1994) 35 1 8 MANUEL FERRER MUROZ brero de 1936, y Herrera González, presidente accidental del Cabildo. Después de los actos fúnebres, Franco dio un corto paseo; luego, se retiró al Hotel Madrid, donde se alojaba también Orgaz, y departió con algunos jefes militares y con el cónsul italiano Ruggero Martini Marchi. Además de la escolta mili-tar que acompañaba a Franco, velaron también por su seguri-dad algunos falangistas: Abreu y Apolinario, que montaron la guardia en los alrededores del hotel, y otra persona que per-maneció en el interior de un coche, armada de una ametralla-dora corta 17. Durante la noche, el Gobernador Civil habló por teléfono con Casares Quiroga y recibió copia de una comunicación te-legráfica, dirigida a Franco desde Tenerife, en la que se le iioii~eabae! kv anta mi en:^ er; amas de! Ejército e : Me!i!!u. La irresponsable despreocupación de Boix Roig impidió que se tomaran las elementales medidas preventivas; y, en la ma-drugada del día siguiente, Franco pudo desplazarse tranquila-mente al Gobierno Militar para lanzar la declaración del esta-do de guerra y el primer manifiesto, y organizar desde allí la toma del poder: en muy poco tiempo, la ciudad quedaba con-trolada por las fuerzas militares, con la única excepción del Gobierno Civil -donde se habían congregado representantes de las fuerzas políticas de izquierda y dirigentes de la Federa-ción Obrera-, que resistió durante dos días, hasta que la ame-naza de un bombardeo con una pieza de artillería instalada en sus inmediaciones obligó a la rendición incondicional, que había sido exigida previamente por el general Orgaz, a quien se había confiado la Comandancia Militar de Canarias la. Inevitablemente, los primeros momentos de la toma del poder por los alzados vinieron acompañados de improvisacio-nes y de contradicciones entre las órdenes emanadas desde las " HOY, 6-XI-1936. l8 Un relato pormenorizado de estos acontecimientos, en CIERVA HO-CES, &CARDO DE LA: fianco, Barcelona, Pianeta, i%ó, pp. iji-i%. véase también JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 275-300, donde se informa ampliamente del Consejo de Guerra seguido en 1938 con-tra las personas que se encerraron en el Gobierno Civil. 352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 9 diversas instancias militares, todavía precisadas de una coor-dinación que sólo se alcanzaría con el paso de los días. Así describe León Barreto la confusa situación engendrada por el inicial caos: El poderoso Martínez Fuset daba órdenes y planificaba servicios que a menudo se contradecían con lo dispuesto por el general Orgaz. Al comandante Bartolomé Guerre-ro le oí mascullar: «El español no tiene enmienda. Yo siempre había creído que cada uno de nosotros llevaba dentro un médico, un político, un torero ... Ahora veo que todos llevamos, también, un estratega como Moltke)). El militarismo improvisado y loquinario contrastaba con la fría serenidad de quienes habían diseñado las opera-ciones 19. Entretanto, Franco marchaba al vecino muelle de San Telmo y se embarcaba en un remolcador que lo condujo al aeropuerto de Gando, donde subió a bordo del Dragon Rapid, que lo llevaría al Protectorado español de Marruecos 20. SU hija y su esposa, que habían pasado la noche en el Hotel Madrid 21, permanecieron hasta el 19 de julio en el cañonero Arcila, des-de el que transbordaron a un buque alemán que se dirigía a Lisboa. El mismo 18 de julio fueron registrados y saqueados los talleres de las dos logias masónicas grancanarias -Acacia núm. 4 y Andamana núm. 1-: segun oficio de la jefatura del l9 LEÓN BARRETOL,U IS: La infinita guerra, p. 12 1. 20 ES interesante la narración que de esa corta travesía hizo Pedro A. Cardona Rodríguez, entonces alférez de navío, destinado en el cañonero Canalejas, que fue quien condujo a Franco hasta Gando: vid. MARTÍN. CLAUDE: Franco soldado y estadista, Madrid, Fermín Uriarte Editor, 1965, pp. 165-166 (nota 1). Cfr. también ZURITAV,~ CTORA: lbores de la gesta espa-ñola, pp. 89-97. *' Algunos relatos sostienen que pernoctaron en las dependencias del Gobierno Militar. Los datos recogidos por Víctor Zurita no dejan espacio para la duda: sólo mucho después de pasada la medianoche, una vez que Franco fue informado del alzamiento de la guarnición de Marruecos -y esa llamada telefónica se produjo a las 2,15 de la madrugada- se traslada-ron al Gobierno Militar en compañía de Martínez Fuset (cfr. ZURITAV,~ CTOR: Albores de la gesta española, pp. 40-41, 43 y 71-72). 10 MANUEL FERRER MCNOZ Servicio Nacional de Seguridad, ambas «fueron completamen-te deshechas, pudiendo no obstante recogerse alguna docu-mentación y efectos)), que más tarde se enviaron a la Delega-ción Nacional de Servicios Especiales de Salamanca 22. La página del calendario correspondiente al día 20 registra un importante suceso, ocurrido en un espacio geográfico dis-tante que, sin embargo, encontraria un notable eco en el Ar-chipiélago: la trágica muerte en accidente aéreo del general Sanjurjo, cuando se disponía a abandonar suelo portugués y ponerse al frente de la sublevación 23. Días después se hacía de nuevo a la mar el Arcila, para patrullar la costa norte de la isla, donde existían aún focos B de resistencia. El fuego de sus cañones y las operaciones coordinadas de fuerzas del Ejército y de la Guardia Civil di- o silrdierin a Ins escasos defensores de la legalidad republica- n - m na, y Guía, Gáldar y Agaete 24 izaban bandera blanca en señal O de rendición y enviaban a bordo del ArciZa una comisión de E 2 varias personas, que quedaron retenidas en calidad de rehe- E nes. Posteriores bombardeos de las cuevas de la Cuesta de 3 Silva y de otros parajes situados entre Guía y Gáldar disper- - saron a los núcleos de resistencia que todavía empuñaban las 0 m E armas y les obligaron a buscar refugio en el interior de la o isla 25. Así resumía la Cámara de Comercio esas dramáticas jor- n E nadas: a n n '' Cfr. PAZS ÁNCHEZM, ANUELA . DE, y FELIPEG ONZÁLEZ,R AM~N«:S o-bre el 18 de Julio y la represión de la masonería en Canarias: informes y 3 O denuncias (1936-1939)», comunicación para el VI Coloqtiio de Histovia Ca-nario- Americana (1984), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria y Lonsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Cana-rias, 1986, t. 1 (segunda parte), pp. 1037-1060 (p. 1040). 23 LOS pormenores del accidente y de las últimas horas del general Sanjurjo, relatados por muchos autores, pueden consultarse en ESTEBAN-INFANTEES,. , General Sanjurjo (Un laureado en el penal del Dueso), Barcelo-na, Ed. AHR, 1958, pp. 257-269, y en ARRARÁS, J.: Historia de la Cruzada EspüEo:a, Alzamiento, Madrid, Datafilms, 1984, te!. 111, pp. 45%-463. 24 Sobre la resistencia y represión en Agaete, cfr. W. AA., De la Repú-blica a la Guerra Civil en Las Palmas, pp. 1 15- 1 18. 25 La Provincia -en los sucesivo, LP-, 23-VII-1936. 354 .4NUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 1s DE JULIO DE 1936 11 En la madrugada de aquella misma noche -amanecía el sábado-, el General Franco tuvo aquí noticia telegráfica del levantamiento de Marruecos. Inmediatamente dictó las primeras medidas para asegurar la ciudad y poco des-pués un avión, tomado en nuestro aeropuerto, lo condu-jo a Tetuán. Ya relatará un día el soldado ilustre cómo transcurrie-ron esas primeras solemnes horas de su Jefatura del mo-vimiento salvador. A nosotros, como simples espectado-res, nos queda solamente el relato objetivo de lo que la ciudad contempló al comienzo del inolvidable 18 de julio. Y eso fue, simplemente, que en contados minutos el Ejército se fue apoderando sin resistencia de todas las Corporaciones y centros oficiales de la capital. El pueblo contemplaba con curiosidad el ir y venir de la tropa, sin conocer el formidable alcance de lo que estaba o c i ~ ~ ~ e n - do. Algunos grupos iniciaron una oposición, y no pasó de eso: un intento. Sólo el Gobierno civil se resistió hasta la mañana del lunes. Totalmente sitiado no tuvo más remedio que ren-dirse. No hubo necesidad de dis arar un solo tiro. En tres pueblos del interior ?I ubo también cierta re-sistencia que terminó tan pronto acudieron elementos armados de esta capital, sin registrarse nada desagra-dable. [...] El 19 y 20 hubo un poco de paqueo, con dos víc-timas. La ciudad siguió su ritmo normal. [...] Dos buques de guerra, el «Canale'as» y el d r c i l a ~ se unieron también al movimiento des d e el primer mo-mento. Y en nuestras aguas han prestado muy excelentes servicios 26. Interesante es también la descripción que de los mismos hechos se hizo desde e! Regimiente de Ai-ti!!ei-ia de Las Pa!- mas, que aporta algunos detalles complementarios: En la madrugada del 18 de julio y por el Excmo. Sr. Go-bernador Militar de este distrito Sr. Don Francisco Fran-co Bahamonde, se inició en la Comandancia Militar de esta pkiza el movimiento nacional saivador de España y 26 Boletín del Consejo Superior de Cámaras -BCSC-, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72). Ntim. 40 (1 994) 355 12 MANUEL FERRER MUNOZ declaración del estado de guerra, constituyéndose este cuerpo en pie de guerra y prestando servicio de armas en varios centros y dependencias de esta ciudad y de patru-lla por las calles de la población para garantizar el orden. En los días 18 y 19 se incorporaron a filas los Señores Oficiales de las situaciones de retirados y de comple-mento. En la madrugada del día 19 de julio y a las órdenes del Comandante de Artillería D. Ramón Hernández Fran-cés, marcharon a Arucas los Capitanes D. Manuel Pardo Ochoa, D. Mariano del Prado O'Neill; Tenientes D. Julio Fuentes Martínez y D. Francisco Alamino Peralta y un pelotón artillero al mando del Teniente D. Juan Rodríguez Carrnona y compuesto de un Brigada, dos Sargentos, dos B cabos, cuarenta artilleros y dos auxiliares subalternos, N con objeto de ocupar dicha población que se hallaba en poder de los revoltosos, los que se hicieron fuertes en la O n laza del ayuntamiento desde donde hostiiizaban con sus Legos de armas y cartuchos de dinamita, siendo repeli- - m o E da la agresión con fuego de fusilería y cañón y más tar- E 2 de ocupando las azoteas de donde eran agredidos en la -E misma forma; y una vez dominada la situación regresa-ron a esta plaza escalonadamente en los días 20, 21 y 23 3 - del mismo. - 0 Durante los días 21, 22 y 23 de julio y en virtud de m E Orden de movilización de la Comandancia Militar de Las O Palmas de fecha 20 del mismo se concentró en filas los reemplazos de 193 1, 1932, 1933, 1934 y cupo de instruc- n E ción de 1935, siendo licenciados el día 23 del mismo los - : dos pertenecientes a los dos primeros y cupo de instruc- 2 n ción de los tres restantes 27. n n 7 La indeterminación de los objetivos perseguidos por la su- O blevación persistió durante un tiempo, hasta el punto de süscitarse c~r,trudiccimecx r r r z de !a forma de gobierno que había de suceder al considerado ilegal por los partidarios del alzamiento 28. Con el pasar de las semanas prevaleció un ca-z' Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas du-rante 1936. 28 «El 18 de julio no fue, en principio, un estallido antirrepubiicano, sino una rebelión contra el Frente Popular y los peligros que los subleva-dos creían observar en su trayectoria revolucionaria [...]. El manifiesto más importante, aunque no el más difundido, del general Francisco Franco, pro- 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTdRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 13 rácter antirrepublicano, en contradicción con algunas de las primeras declaraciones de la cúpula militar: El movimiento militar es arrollador. Gritemos ¡Viva Es-paña! y ¡Viva la República! -anunció Luis Orgaz mo-mentos después de ser aplaudido a la salida de la cate-dral, cuando se comprobaba la inutilidad de la declara-ción de huelga general que hacía el Frente Popular, una vez incautados los servicios de Correo y Telégrafos, y se anunciaba que con el fin de someter en el más breve pla-zo posible algunos focos rebeldes, saldrán fuerzas con ametralladoras y hombres para aplastar fulminantemente, con la máxima energía, todo conato de resistencia 29. La declaración del estado de guerra vino acompañada de un notable aflujo de voluntarios que se pusieron a disposición de las autoridades militares, para reforzar servicios de vigilan-cia e investigar las actividades de personas consideradas sos-pechosas 30. A los pocos días operaba a pleno rendimiento una clamaba precisamente la necesidad de defender "el orden dentro de la Re-pública". Otras fuerzas coadyuvantes al alzamiento no estaban dispuestas, naturalmente, a defender semejantes ideales y tal vez por eso la cuestión institucional quedó en los primeros tiempos en pretendida sombra)) (CIER-VA HOCESR, ICARDDOE LA: «El ejército nacionalista durante la guerra civil», en CARR, R (ed.): Estudios sobre la República y la Guewa Civil española, Barcelona, Ariel, 1974, pp. 237-265 -p. 240-). Esto no obstante, poco a poco fue prendiendo entre los protagonistas del movimiento militar la con-ciencia de que, rebasados los titubeos iniciales, se hacía necesaria la ins-tauración de un orden nuevo que hiciera tabula rasa de lo anterior. Incluso antes de que se cumpliera un mes del golpe militar, ya eran corrientes las referencias a la «nueva España» que la ugloriosa gesta)) del general Franco había puesto en marcha. La utilización de la ideología y simbología faiangistas ai servicio de ese nuevo régimen empieza a ser perceptible en el espacio insular en esas mismas fechas, cuando por vez primera es entona-do el himno de la Falange en un festival de homenaje al Ejército (Diario de Las Palmas -DLP-, 26-VIII-1936). La suspensión de las actividades de los partidos políticos se retrasó hasta muy entrado el mes de septiembre, cuan-do un decreto de la Junta de Defensa -fechado el 25 de ese mes- acordó ia disoiución de ias organizaciones poiíticas partidistas. 29 LEÓN BARRETOL,U IS: La infinita guewa, p. 122. 30 La necesidad de asegurar el correcto funcionamiento de las oficinas y despachos oficiales indujo a la Comandancia Militar a exigir la previa Núm. 40 (1994) 357 14 MANL'EL FERRER MUNOZ milicia ciudadana, la Compañía de Patriotas Voluntarios, úni-cos autorizados para portar armas 31, a los que se facilitaron unos brazaletes como distintivos del servicio que prestaban; y el 30 de julio se anunciaba en la prensa la admisión de vo-luntarios para el Batallón de Milicias Patrióticas de Las Pal-mas, que debían alistarse en el núm. 46 de la calle Triana y cuyo cuartel general era el antiguo colegio de los jesuitas 32. Los voluntarios recibieron todo género de atenciones y se vieron obsequiados con meriendas organizadas en los locales de la Federación Patronal. No faltaron tampoco invitaciones a la Compañía de Servicio de la Comandancia Militar a cargo de diversos cafés de la ciudad, como el Triana que, en la no- B che del 26 de julio, ofreció a sus integrantes café con leche y N E pastas. También los ingenieros militares destinados en el Cen- o +L-IAV TILnlLl5aLrLrLLrI4LFV ; r f i xr -e1i n ~ ~ r n-1n ade ! Pircpe de -.~il!pría Y del Re- - -- m gimiento de Infantería fueron objeto de trato de favor por los 6E vecinos de esas instalaciones 33. E 2 En este mismo contexto se sitúan los ofrecimientos gratui- -E tos de sus servicios realizados por algunos talleres 34; las en- 3 tregas de alimentos para las tropas acantonadas en la isla y -- para las fuerzas que operaban en la Península, en las que se 0 m E distinguieron los cultivadores de plátanos de Arucas 35 y algu- o - autorización de los responsables de esos centros para que sus subordina- n -E dos pudieran incorporarse a los batallones de milicias o de la Falange (DLP, B 9-IX- 1936). ,, 31 Con objeto de controlar las armas en circulación se suspendió la n z concesión de licencias de caza y se determinó un plazo para proceder a la revisión de las otorgadas con anterioridad. Desde primeros de agosto, la O tramitación de licencias de uso de armas quedaba reservada a la Coman-dancia Militar (DLP, 25, 27 y 28-VI1 y 4-VIII, y LP, 5-VIII-1936). A lo largo de ese mes y dei siguiente fueron frecuentes ios procesos aiite Consejos de Guerra contra personas acusadas de tenencia ilícita de armas (cfr., por ejemplo, DLP, 26-VIII-1936). 32 Hoy, 26-VII; DLP, 27-VII; LP, 30-VII, y DLP, 12-IX-1936. j3 DLP, 27, 29 Y 30-VII-1936. 34 DLP, 3-VIII-1936. 55 -U-L ~ ,3 i-Vi1, i y j-xíí, y- il, 2-V11:-1936. E! Cabi!da ratificó e! 18 de agosto la exención del arbitrio del 1 por 100 autorizada por el Administrador de Arbitrios y determinó que, en lo sucesivo, los embar-ques de partidas de plátanos con destino a las fuerzas del Ejército serían 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 15 nos agricultores de Lanzarote, que suministraron batatas y ce-bollas; los talleres para confección de prendas militares de abrigo, organizados por grupos de señoras, y las ((suscrip-ciones patrióticas)) para allegar fondos con que atender a esas necesidades. Las 25.000 pesetas recaudadas a los tres días de la declaración del estado de guerra se multiplicaron por cua-tro en siete días. Los principales centros para la recepción de donativos eran el Parque de Intendencia y la Federación Pa-tronal, que aportaban más del 90 por 100 del dinero recogi-do. El resto provenía de las suscripciones abiertas por los dia-rios Hoy y Acción, que al término del mes superaban escasa-mente las 10.000 pesetas 36. A finales de julio la cantidad recaudada por ese procedi-miento rondaba las 150.000 pesetas; y el 5 de agosto se había iiegado a sobrepasar las 200.UUO pesetas. No dejaba de ser sig-nificativa la procedencia de algunos donativos, como el efec-tuado por el agente consular de Italia que, además, quiso ha-cer pública declaración de su adhesión al Comandante Mili-tar, o las cinco mil pesetas procedentes de la Comisión de Exportadores de la provincia de Las Palmas. En octubre, el monto de lo recaudado para el Ejército excedía de 513. 000 pesetas, y los kilos de oro recogidos ascendían a casi 80.000; y, a fines de diciembre, las cifras eran 600.000 pesetas y 100.000 kilos 37. El extraordinario éxito obtenido animó a emprender inicia-tivas análogas, como la anunciada por Diario de Las Palmas el 29 de julio para el sostenimiento de las colonias escolares de verano, o la que se abrió el 4 de agosto, a propuesta del alcalde de Las Palmas, con objeto de comprar un avión co-mercial como re& de Ia ciudad a 12 h i a c i h Yspufio!u. Entre las contribuciones que permitieron reunir una importan-te cantidad en muy pocos días sobresalía de nuevo la de la excluidos de ese impuesto (Libro de Actas del Cabildo Insular -LACI-, 18- VIII-1936). 36 LP, 5-VIII, y DLP, 5 y 6-VIII; DLP, 9-IX, 22-VI1 y 29-VII-1936. 37 DLP, 1-VIII, 5-VIII, 24-VI1 y 7-VIII-1936; BCSC, núm. 11, 31-X-1936 (ACC, leg. 72), Informe de la Cámara de Comercio, 24-XII-1936 (ACC, leg. 72). Núm. 40 (1 994) 359 16 MANUEL FERRER MUNOZ Comisión de Exportadores, que donó diez mil pesetas. Más modestos, los Agentes Comerciales, cuya comisión gestora ha-bía sido nombrada por el Gobernador Civil el día 6, aporta-ron quinientas pesetas. Desde fines de agosto, el franqueo de la correspondencia enviada a la Península pasó también a en-grosar esta suscripción que, en Navidades, alcanzaba la cifra de un millón de pesetas 38. Los centros oficiales rivalizaron entre sí por mostrar el grado de solidaridad de las personas que de ellos dependían. Incluso un colectivo tan modesto como el de los maestros fue invitado por la Junta de Inspectores de Primera Enseñanza a prestar su concurso en esas suscripciones para el Ejército o para la compra B del avión. Para ello se propuso a los maestros de los partidos de N E Las Palmas y de Telde que destinaran a ese uso el dinero con O yue ccmtribui~nU! sgstenimientc! de la .Cara del Maestro»: a fi- --: m nes de agosto, sólo once personas del Cuerpo de Magisterio ha- n E bían dejado de prestar esa contribución. También los médicos, a E 2 través de su Colegio Oficial, aportaron contribuciones en favor -E del Movimiento Nacional. Y, por supuesto, los funcionarios pú- 3 blicos fueron obligados, mediante un decreto de la Junta de De- -- fensa, a destinar parte de sus haberes a la suscripción abierta 0 m E por aquel organismo. Análogas disposiciones se aplicaron en los O bancos oficiales y empresas administradoras de monopolios del 5 n Estado 39. -E Pero la multiplicación de esas recaudaciones -y, probable- a 2 mente, la constancia de algunos abusos- aconsejó a la Co- d n n mandancia la prohibición de las que no hubieran sido apro-badas por la jurisdicción militar, bajo severas amenazas de 3 O multas que oscilaban entre las 10.000 y las 25.000 pesetas 40. El entusiasmo no decayó y, a las alturas de octubre, el patrio-tismo seguía expresándose en los mismos términos: 38 DLP, 4, 6 y 7-VIII, y LP, 9 y 11-VIII-1936; DLP, 17-VIII Y 26-VIII- 1936; Informe de la Cámara de Comercio, 24-XII-1936 (ACC, leg. 72). 39 DLP, 28-VIII, 1, 2 y 4-IX-1936. 4 ,-.v.. - .*TT uLr, ~ - v M , y LP, 4-\TE-1936. No debió de ser efectb'a esa pr~hibi-ción, puesto que al cabo de sólo tres meses volvía a repetirse la misma advertencia: bando del Comandante General de Canarias, 10-XI-1936, en HOY, 18-XI-1936. 360 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 17 aparte esas suscripciones [para el Ejército] están asegu-rados los funcionamientos de dos cocinas económicas para dar comida gratuita a los necesitados, mediante suscripciones mensuales voluntarias. Otra suscripción para casas baratas monta ya de las setecientas mil ese-jerseys, tabaco, plátanos y otras cosas 41. tas. Se han remitido a la Península abrigos, gabarB m as, La proliferación de voluntarios también dio origen a algu-nos abusos, como los que, a petición de la empresa de auto-buses interurbanos Melián y Compañía Limitada, aconsejaron a la Comandancia Militar establecer que sólo podían viajar gratis quienes dispusieran de pases debidamente autorizados por la Comandancia 42. A propósito de suscripciones cabe, en fin, mencionar la recogida de oro pi-vmovida por ia Comandancia lvíiiitar para reponer las existencias de las cajas del Banco de España 43. Inmediatamente después del comienzo de la sublevación fueron movilizados los reemplazos de 1934 y 1935. En segui-da la Comandancia Militar, a través de Inter Radio de Las Pal-mas, llamó a filas a los reemplazos de los años anteriores, incluido el de 1931. A mediados de agosto se dispuso la movi-lización de los generales, jefes, oficiales y suboficiales reti-rados 44. Y la alcaldía de Las Palmas, de acuerdo con las previsio-nes del Reglamento Provisional de Movilización Militar de 7 de abril de 1932, lanzó un edicto con instrucciones sobre uso de vehículos automóviles y bicicletas, que debían ser inscritos en el correspondiente registro 45. 41 BCSC, núm. 11, 31-X-1936 (ACC, leg. 72). 42 DLP, 15-VIII-1936. 43 LP, 8-VIII-1936. 44 DLP, 2 1-VII-1936; Orden General de la Comandancia Militar de Ca-narias, 20-VII-1936; Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936, y DLP, 17-VIII-1936, que reproduce la nota de la Comandancia Militar fechada ese mismo día. El día 27 publicaba ese mis-mo periódico la noticia de que un capitán jubilado, que años atrás había fijado su residencia en Buenos Aires, regresó a Gran Canaria para incorpo-rarse a las fuerzas nacionalistas. 45 DLP, 23-VI1 y 15 y 17-VIII-1936. El bando de declaración del estado Núm. 40 (1994) 361 18 MANCEL FERRER MUKOZ El deseo de tranquilizar a la población y de restar impor-tancia a las operaciones militares en curso indujo a las auto-ridades a desmentir el rumor de que el vapor Domine -el mismo que trajo a Franco desde Cádiz el 11 de marzo- ha-bía sido requisado para el transporte de dos mil soldados a la Península. Según el comunicado de prensa que salió al paso de ese bulo, el verdadero objeto de la requisa era conducir a Fernando Poo a otros tantos deportados: el movimiento no ne-cesitaba refuerzos, hasta el punto de que se estaba procedien-do a licenciar al reemplazo de 1931 46. Pero la indicación del elevadísimo número de deportados -que, de otro lado, no correspondía a la realidad 47- hablaba por sí misma del temor B de los militares a posibles acciones en la retaguardia promo-vidas por aquellas personas a las que se alejaba de sus hoga- O res, p r c~nsiderArce!rrs ni simpatizantes con los móviles que n - m habían guiado la intervención armada del 18 de julio. O La confirmación de que la guerra no sólo no estaba ga- E 2 nada, sino que exigía todo género de sacrificios, vino dada E en septiembre con la incorporación a filas del cupo de 1932 3 -que había sido desconvocado después de la anterior Ilama- - da- y, posteriormente, en noviembre, del reemplazo de 1936. 0 m E En diciembre, por decisión del Gobierno Nacional, se movili- O zó a todos los españoles comprendidos entre los veintiuno y los cuarenta años 48 . n E a de guerra había prescrito, en su artículo 8.O, la incautación de todos los vehículos y medios de comunicación de cualquier clase. 46 DLP, 23-VII-1936. 47 Oswaldo Brito, que seguramente se basa en QUINTERO ESPINOSA, TOMAS: La guerra fratricida. Análisis de la contienda española, Santa Cruz de Tenerife, Goya Artes Gráficas. 1980, p. 77, o en DLP, 25-VIII-1936, reco-ge ia exigua cifra de veintiocho deportados a Rio de Gro -eii realidad &e-ron veintinueve- y ocho a La Güera (cfr. BRITOG ONZÁLEZO, SWALDOH: is-toria del Movimiento Obrero Canario, pp. 311-312). Se trataba de un grupo de presos gubernativos a los que se hizo embarcar con esos destinos el 24 de agosto de 1936. 48 Orden de la Plaza, 27-IX-1936, y Hoy, 15-XI-1936. «En los días 26 y 27 de diciembre se iiicoi-poraron !as clases de trcpu de !es rrerr.p!uz~s de 1931 y 1932 y las cuotas de los mismos reemplazos, en virtud de orden de movili-zación de la Comandancia General de Canarias de fecha 23 del mismo» (Me-morial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936). 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 19 Para elevar la moral de los combatientes y reforzar la co-laboración en la retaguardia, se reproducían en la prensa car-tas y telegramas remitidos desde la Península, se institu-cionalizó la figura de las «madrinas de guerra», a las que se encomendaban los soldados destacados en los frentes, y se prodigaron homenajes al Ejército. A finales de julio, fuerzas del Regimiento de Infantería núm. 39 de Las Palmas desembarcaron en La Palma para so-meter a los paisanos que todavía resistían en la isla 49; y, en octubre, se organizó otra expedición, en la que tomaron parte regulares de Ifni y ciento sesenta voluntarios de Gran Cana- - ria, para incorporar a la causa nacional las posesiones espa-ñolas de Guinea. En la costa de Bata fue hundido el vapor Fernando Poo y apresada su tripulación, que trataba de man-tener ia obediencia de esos territorios al Gobierno de Ma-drid 50. El relato ofrecido por la Cámara de Comercio traducía el acostumbrado optimismo: 49 Hoy, 2-VIII, y LP, 7-VIII-1936; cfr. MILLARESC ANTEROAG, USTÍN: «La política en Canarias durante el siglo ~ x »p., 62 , y QUINTEREOS PINOSAT,O - MAS: La guerra fratricida, pp. 47-49. En Hoy, 4-XII-1936, aparecieron unas declaraciones del auditor de Guerra, Díaz Llanos, sobre el desenlace del proceso que se siguió contra las personas que intervinieron en la subleva-ción palmera: fueron dictadas dos sentencias de muerte y otras varias con-denas de prisión. Hoy, 17-X, 4 y 5-XII-1936, y BCSC, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72); TOGORESSA NCHEZL,U ISE UGENIO«:E l alzamiento y la guerra en la colonia de Guinea española», en W. AA.: Los nuevos historiadores ante la Guerra Civil española, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1990, vol. 1, pp. 45-53 (p. 52), y JIMÉNEZM ARREROM, IGUELC: rónica de medio siglo, p. 215. El ya citado Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 , de Las l a h a s rscoge :o sigüieiiie: A las veinticuatro horas del día cuatro de Octubre y a bordo del transporte de guerra «Ciudad de Mahón», embarcó una sección de artillería al mando de D. José González García y compuesto de un brigada, un sargento, seis cabos y cuarenta y nueve artilleros y cua-tro piezas de pequeño calibre, con rumbo a la Guinea española, con objeto de recuperar dichas colonias que se hallaban en poder de los rojos, enfriando al amanecer del día 14 el puerto de Bata, partiendo el 15 para el de Santa Isabel de Fernando Poo adonde llegó el 16 des-embarcando la expedición y desfilando ante el Comandante Jefe de la columna en donde queda guarnición y servicio. El día 19 marcha el citado teniente con un sargento, tres cabos, veinte artilleros y dos Núm. 40 (1 994) 363 20 MANUEL FERRER MUROZ voluntarios de Gran Canaria, entre los que iba el oficial de esa Cámara D. Alfonso Manrique de Lara y Fierro, y fuerzas regulares de Ifni, incorporaron aquellos territo-rios a la causa nacionalista. En la costa de Bata fue hun-dido a cañonazos el vapor Fernando Poo, haciéndose pri-sionera a su tripulación. La tranquilidad es ahora abso-luta 51. Los embarques de tropas canarias con destino a la Penín-, sula se retrasaron hasta septiembre, y se repitieron en octu-bre y diciembre. Se componían esas expediciones de Compa-ñías del Regimiento de Infantena de Canarias núm. 39, de Las Palmas, y del Regimiento de Tenerife. El primer batallón que viajó a la Península incluía dos compañías de Las Palmas, que se desplazaron a Santa Cruz de Tenerife, desde donde se hicieron a la mar, con destino a Vigo, el 16 de septiembre. El segundo, organizado por el man-do del Regimiento acantonado en Gran Canaria, salió desde Tenerife el 15 de octubre, aunque tuvo que regresar a puerto ante la amenaza de la proximidad de barcos enemigos. Por fin, el día 19 levaba definitivamente anclas y, como su antecesor, enfiló la ruta de aquella población gallega. La salida del Segundo Batallón Expedicionario de Tenerife, al que el Regimiento grancanario aportó la Compañía de ame-tralladoras y una de fusiles, tuvo lugar el 1 de diciembre, y Vigo volvió a ser el punto de destino 52. A pesar de que Falange Española había sido mantenida prácticamente al margen de los preparativos realizados por los militares en la isla, y de que su jefe provincial -Manuel Abreu- poseyera sólo noticias sueltas obtenidas tal vez a tra-vés de sus contactos con el mando nacional, la participación de ios faiangistas en las jornadas que siguieron a ki süb!eva-piezas en el mencionado transporte con rumbo a Bata, adonde Ilega-ron al día siguiente quedando guarnición y servicio. El día 12 de no-viembre se efectuó con el material emplazado en Punta Cristina (San-ta Isabel de Fernando Poo) un ejercicio de fuego real ante el Gober-nador General de la Guinea y Comandante Militar accidental. BCSC, núm. 13, 14-XI-1936 (ACC, leg. 72). j2 Archivo del Regimiento del Infantería Canarias núm. 39 y Memorial del Grupo Mixto de Artillería núm. 3 de Las Palmas durante 1936. 364 ANUARIO DE ESTUDIOS A T ~ N T I C O S GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIsTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 1 ción fue entusiasta, y sus filas engrosaron a base de incorpo-raciones masivas 53, no siempre altruistas, pues muchos de esos nuevos militantes acudían atraídos por el deseo de esca-lar posiciones: serían éstos los principales responsables de los abusos cometidos en la retaguardia. Falange Española de Las Palmas envió cientos de volunta-rios a los frentes peninsulares: los primeros de ellos -cinco centurias- se embarcaron en el Domine el 5 de septiembre 54. Viajaban con ellos, en calidad de rehenes, unos cuantos diri-gentes políticos y sindicales -Joaquín Masmano, Primitivo Pérez Pedraza, Sanz Iraola, entre otros 55-, que debían ser entregados a la autoridad judicial de La Coruña para ser juz-gados. Sin embargo, una vez llegados a Galicia se les obligó a acompañar a los expedicionarios en sus posteriores desplaza-mientos en tren hacia Extremadura, primero, y hacia Andalu-cía, después 56. En el curso de esos viajes se les pierde la pista 53 Un caso particular fue el de los monárquicos de Renovación Espa-ñola de Canarias, que ingresaron en masa en el Requeté: cfr. BALCELLS, ALBERT: «España entre dos Gobiernos)), en Historia-16, La Guerra Civil, 6, pp. 6-55 (pp. 50-51). Es lo mismo que ocurrió en Navarra donde, según ha constatado Aróstegui, los escasos hombres incorporados por las milicias de Renovación y de las Juventudes de Acción Popular acabaron, en su mayo-ría, encuadrados en los Tercios carlistas (cfr. AR~STEGUIS ANCHEZJ.,: «El voluntariado de Navarra en el Ejército de Franco)), en Sistema, XLVII (ju-nio de 1982), p. 85). Las exhortaciones que Renovación dirigió a sus miem-bros para que participaran en empresas de otras formaciones políticas de derechas se justifican por su fracaso en la captación de masas, lo que le impidió constituir sus propias milicias (cfr. BURGOT ORRESJ,. DEL: Conspi-ración y guewa civil, Madrid, Alfaguara, 1970, p. 219, nota). Por lo demás, es sabido que alfonsinos, cedistas y republicanos de derechas se adhirieron al movim_ient~r,u spen&rni, ~ 3 as&j .Ii&des po!;Licas y &so:vierofi sus or;. ganizaciones antes de que así lo dispusiera el decreto de 13 de septiembre de 1936 (cfr. SALASL ARRAZ~AJESLÚ,S MAR~Ay ,S ALASL ARRAZÁBAFULM, ÓN: «La Guerra», en Historia General de España y América, Madrid, Rialp, 1986, t. XVII, pp. 263-680 (p. 426). 54 Orden de la Plaza, 5-IX-1936, y DLP, 4, 5 y 7-IX-1936. A las cinco centurias previstas inicialmente se ~g_regS2 ú!tirn-. h~r -2m & de ~ i c,ef i:e-nar de voluntarios. LOS nombres de los diez detenidos a los que se obligó a embarcar en el Domine, en DLP, 7-IX-1936. 56 Sucesivos telegramas, que reproducía la prensa local, informaban de Núm. 40 (1994) 365 2 2 MANUEL FERRER MUNOZ y, aunque no exista constancia expresa de que fueran ejecuta-dos, no parece infundada esa suposición aun a pesar de las declaraciones posteriores de voluntarios que tomaron parte en esas acciones, algunos de los cuales manifestaron desconocer incluso la presencia de esos rehenes. Ya en diciembre se reor-ganizó una centuria con elementos dispersos de los que ha-bían embarcado en septiembre, para engrosar las fuerzas que venían concentrándose en torno a Madrid, cuya conquista se había convertido en objetivo prioritario de los nacionales 57. Otras expediciones posteriores de voluntarios partieron de los muelles del Puerto de la Luz los días 2 y 13 de noviembre y 4 de diciembre. Los componentes de esta última, que cons- B tituían la Segunda Bandera de Falange salida de Las Palmas, E hubieron de enfrentarse a durísimos combates que costaron la O -V 2I AU ~ a ü m s cizc~eritue xpedicionmi~sy a en lar primeras jor- - m nadas de lucha 58. O La confianza que el mando militar depositaba en Falange SE y el carácter minoritario de otras formaciones políticas, como la Comunión Tradicionalista, que también habían aportado 3 voluntarios al movimiento del 18 de julio, se corroboran por - una orden de la plaza de Las Palmas, del 25 de octubre, que 0 m E modificaba otra anterior, del día 13, y encomendaba a Falan- O ge las guardias de Telégrafos y Teléfonos del Puerto, que ve-nía realizando el Requeté. En fechas anteriores se estaba ulti- n E mando el reclutamiento del primer Requeté que iba a embar- a carse rumbo a los frentes de batalla. La bandera que acompa- n ñaría a esos voluntarios fue bendecida por Roca y Ponsa, n Magistral jubilado de la catedral de Sevilla y persona cono- 3 O las poblaciones por las que transitaban los expedicionarios: Cáceres (DLP, 12-IX), Talavera de la Reina (DLP, 14-IX), Navalmoral de la Mota (DLP, 15- IX), Calera (Hoy, 8-X- 1936). 57 Cfr. JIMÉNEZM ARREROM, IGUELC: rónica de medio siglo, pp. 210-212, y W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquista», en His-toria de Canarias, núm. 46, Valencia, Prensa Ibérica, 1991, p. 823, donde se sostiene que «parrieron hacia el fi-ente y z !a a!hm de Talavera de !z ?.eini serían bajados del tren y arrojados al Tajo». Vid. también Hoy, 2-XII-1936. Cfr. Hoy, 15x1, 9, 17 y 29-XII-1936, y JIMÉNEZM ARREROM, IGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 216-217, 225 y 232. 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 3 cidísima en Las Palmas, muy identificado con los ambientes tradicionalistas s9. Acción Ciudadana, cuya estructuración y entrada en fun-cionamiento habían sido programadas por la Comandancia Militar a los pocos días del alzamiento, tardó en organizarse en la provincia de Las Palmas, y sólo se configuró como fuer-za operativa -bajo la dependencia del comandante de Caba-llena Andrés Pérez Corrales- cuando mediaba el mes de no-viembre. De acuerdo con sus bases orgánicas, componían esta milicia armada los ciudadanos que tengan la aptitud física necesaria para prestar servicios militares de reserva, una moralidad y conducta intachable, que no hayan militado en partidos políticos marxistas y que no pertenezcan a sectas, ni agrupaciones sociales de carácter internacional 60. Aparentemente la opinión popular mayoritaria se decantó, desde el comienzo, en favor de los alzados. Cabe pensar, in-cluso, que por mucho que la propaganda oficial subrayara la entusiasta adhesión de las masas populares y minimizara la importancia de los descontentos, el sentimiento predominante fue de satisfacción por el fin de la experiencia republicana, que había degenerado en un clima de crispación social sin precedentes en el Archipiélago. En efecto, los meses anterio-res habían contemplado la radicalización de conflictos labo-rales y el descrédito creciente de las instituciones públicas, incapacitadas como instrumento de mediación y desbordadas por el cúmulo de problemas. Para reconstruir ese clima de violencia que impregnaba el ambiente s~ciu! de Gran Caíixia, me :imitar6 a enünciar los episodios más destacados: las gravísimas tensiones registradas en las sesiones municipales de Las Palmas y de Arucas, de las que dan idea el asalto del segundo de esos ayuntamientos des-pués de las elecciones generales de febrero, y las repetidas 59 Orden de la Plaza, 25-X-1936, y Hoy, 7-X-1936. Hoy, 19 y 24-XI-1936. Acción Ciudadana venia operando en Tenerife desde el 21 de agosto. Núm. 40 (1994) 367 24 MANUEL FERRER MU~?OZ agresiones verbales y físicas en el Salón Dorado del ayunta-miento capitalino; el fallido intento de incendio de la iglesia de San José, en el barrio de este nombre de Las Palmas; las ininterrumpidas huelgas en cadena de Las Palmas, Telde y Arucas; la arbitraria incautación por un grupo de trabajado-res de la finca que Mesa y López poseía en Marzagán; las patrullas de tropas del Ejército y de la Armada por la capital grancanaria, en prevención de eventuales alteraciones del or-den público; el asalto a los Almacenes MoZina y Compañía por un grupo de parados 6'; la explosión de una bomba en un café de Gáldar y de otra en las dependencias del diario La Provin-cia en el barrio de Vegueta, que provocó la muerte de dos ni- B ñas de corta edad; la arbitraria detención por un piquete del N E Socorro Rojo de Nicolás Díaz-Saavedra, ex-alcalde de la ca- o -p;+?L LaL.. n-- m Los dirigentes políticos y sindicales que durante los meses O anteriores al alzamiento habían impulsado las reivindicaciones SE del proletariado urbano y campesino de la isla fueron, por -E razones obvias, el blanco hacia el que apuntó la acción repre- 3 siva, precisada de éxitos que desanimaran eventuales intentos -- de resistencia y orientada hacia la anulación de ámbitos des- 0 m E de los que se pudiera boicotear el nuevo orden gubernativo. U La oposición efectiva al movimiento militar fue, por lo de-más, irrelevante: inexistente prácticamente en el seno de las n -E fuerzas armadas -con la única excepción del teniente coro- a 2 nel de la Guardia Civil Emilio Baráibar y de la poco nutrida n Guardia de Asalto-, la resistencia que intentaron ofrecer las n autoridades civiles en seguida se vino abajo, y la huelga gene- 3 O ral decretada por la Federación Obrera tuvo un valor mera-mente testimonial 62. 61 Vanguardia, 26-V-1936. 62 López Corral menciona el caso de Canarias entre los más significa-tivos de la incidencia que tuvo la postura de la Guardia Civil en el inme-diato desarrollo de los acontecimientos después de la insurrección militar (cfr. LÓPEZC ORRALM, IGUEL«: El papel de la Guardia Civil en la guerra», en 'VV. M.: Los nuevos h k i ü i+ü d ~ í ea~ii fe !ii Gt;e;-ru Ga~'z'z.i! es,nc&da, d.11 , pp. 81-85). Noticias sobre la actuación del Comité de Lucha constituido en la Casa del Pueblo en la noche del 17 al 18 de julio, en BRITO GONZÁLEZ, OSWALDOH: istoria del Movimiento Obrero Canario, p. 304. 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 2 5 Hubo episodios aislados, como los protagonizados en el norte de la isla por Eduardo Suárez Morales, Fernando Egea, Pedro Delgado Quesada e Higinia Dos Santos; y, sin ningún concierto ni medios, por trabajadores del Puerto de la Luz, de Telde y de San Lorenzo. Los focos de resistencia de Arucas, Gáldar, Guía y Agaete, que hubieran podido constituir una peligrosa amenaza, fueron en seguida sometidos: las sentencias de muerte dictadas con-tra Suárez Morales y Egea y las condenas de más de veinte años de reclusión que recayeron sobre Delgado Quesada e Higinia Dos Santos, confirmadas por la Junta Nacional de Burgos, disuadieron a los que todavía pensaban en una acción armada 63. Incidentes como el tiroteo efectuado desde la Casa del Pue-bio de Las Paimas o ia muerte de dos soidados que patruiia-ban en la zona portuaria se saldaron con una réplica contun-dente: desalojados y detenidos los autores de los disparos, la Casa del Pueblo fue volada, y el asesinato de los soldados tra-jo consigo cinco penas de muerte: dictadas las condenas a principios de septiembre, y confirmadas por el Gobierno de Burgos, inmediatamente fueron ejecutadas en el campo de tiro de La Isleta 64. Los disparos que pocos días después del alzamiento se-guían sonando en algunas calles -San Francisco, Torres, La Marina- pronto fueron silenciados; Elsa Wolff, militante co-munista que operaba en la zona de Telde 65, fue detenida en Ingenio; unos gritos subversivos que se escucharon en el Cine 63 Hoy, 2-VIII-1936. Un extracto del informe del fiscal, Martínez Fuset, en DLP, 3-VIII-1936: en esa exposición. en la que se recogen citas de Spengler y de Kelsen en apoyo de sus tesis, se sostenía que el Ejército, en cuanto nación en armas, ejercía legalmente las funciones que se le atribuían en el artículo 36 del Código Militar, y se aludía al «imperio de la vejación» que España había debido soportar durante los años de la República. 64 DLP, 2 y 7-IX-1936. 65 En diciembre concluyó el consejo de guerra que se seguía contra treinta y ocho personas procesadas por rebelión, entre las que se encontra-ba Elsa Wolff, para quien se solicitó la pena capital (Hoy, 3 y 23-XII-1936). En W. AA.: De la República a la Guerra Civil en Las Palmas, p. 39, se reco-gen algunas noticias sobre la resistencia armada en Telde. 26 MANUEL FERRER MUÑOZ Colón provocaron el cierre del local y la imposición de una multa a la empresa; una persona que, con el puño en alto, increpó a una patrulla junto a los talleres de la casa Gran Canaria, fue alcanzada y herida por los impactos de los pro-yectiles con que respondió aquélla a sus provocaciones ... Los bandos, durísimos, emitidos por la autoridad militar y las masivas detenciones de sospechosos aplastaron todo cona-to de resistencia. Ni siquiera progresaron los amagos de huel-ga de los trabajadores portuarios, atemorizados por los casti-gos con que amenazaba la Comandancia Militar 'j6. Además, la presencia de delegados gubernativos en todos los pueblos de la isla 67 y de un Comisario General de Investigación y Vigi-lancia en la capital hacía prácticamente imposible sustraerse a la vigilancia de las autoridades, particularmente atentas a los m~vimientos de !as personas concideradae cocpec)7_ocac. Consecuencia inevitable de la toma del poder por los mili-tares fue el ingreso en la cárcel de dirigentes de partidos polí-ticos y organizaciones obreras que habían tenido alguna res-ponsabilidad en la gestión de la vida pública y en las reivindi-caciones sindicales desde las elecciones de febrero. El cerco en torno a políticos y dirigentes obreros de iz-quierdas se estrechó más aún al difundirse una adición al ban-do de declaración del estado de guerra, que responsabilizaba a los diputados y jefes de las organizaciones sindicales de cua-lesquiera desmanes pudiesen ser cometidos 68. El empeño por ahogar hasta el más mínimo vestigio de grupos políticos y sociales capaces de movilizar la opinión en contra de los nuevos dueños de la situación y la voluntad de cortar con el reciente pasado se tradujeron en una orden del 66 Adición al bando declaratorio del estado de guerra, publicada en LP, 23-VII-1936. Como delegados gubernativos fueron designados los jefes de línea de la Guardia Civil, que desempeñaban funciones que hasta entonces ha-bían sido competencia de los alcaldes: hallándose éstos absorbidos por sus - - - - - - L:J-- -J--:-:-A--L: -.-- 12-..L- -1 P-L ---- A-- P:..:l -1 2, A- ---- +- LUI I ICLIUU~~ U I I I I I I I ~ L L ~ L I V- cUnSp u L c l u a CI u u u c l l l a u u l LIVI I c 1 J I uc agu3~u (DLP, 3 1 -VIII-1936)- pareció oportuno relevarles de esas ocupaciones para que la acumulación de tareas no entorpeciera la eficacia de su gestión. 68 LP, 23-VII-1936. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 2 7 Comandante Jefe de Estado Mayor, que obligaba a eliminar o borrar los letreros políticos de las calles 69. La prisión provincial, el Castillo de San Francisco -provi-sionalmente habilitado para acoger esa avalancha de deteni-dos- y las cárceles de Telde y Guía, pronto se revelaron in-suficientes y se hizo preciso disponer de más amplias instala-ciones para alojar a la población reclusa 'O. Una orden de la Comandancia Militar del 21 de julio designaba la Batería de la Esfinge como campo de concentración de presos y deteni-dos; y una rectificación posterior determinaba que sería la de San Fernando, en La Isleta, el centro de acogida de prisio-neros. El endurecimiento de las condiciones de vida de los presos es verificable a través de las sucesivas restricciones en los ho-rarlos de visitas y de las limitaciones crecientes para permitir que sus familias pudieran hacerles llegar alimentos suplemen-tarios. Si en un primer momento no existían dificultades para que los enfermos o delicados de salud recibieran comida de sus parientes, y se autorizaban las visitas diarias, con el co-rrer de los días se agudizó la severidad y llegaron a prohibir-se esas entrevistas 71, agravándose así las incomodidades deri-vadas del hacinamiento que había empezado a producirse des-de fechas muy tempranas. Para contrarrestar la mala impresión producida por los re-cortes en los horarios de visitas y por las restricciones para la introducción de alimentos y objetos de uso personal, se difun-dió un comunicado de prensa que trataba de ser tranquili-zador: al campo de concentración inta!ad~ cn LI Isleta a cm-secuencia del alzamiento militar salvador de España, es-tán llegando nuevos presos por distintos motivos. Todos, . 69 DLP, 27-VII-1936. 70 Una descripción del ambiente de las cárceles de la capital de la pro-vincia, en QUINTERO ESPINOSAT,O MAS:L a guerra fitricida. pp. 59-64.T am-bién puede leerse el relato de Rodríguez Doreste (RODR~GUDEZO RESTE, JUANC:u adros del penal), a sabiendas de las imprecisiones y de las fanta-sías que ya han sido comentadas en el texto. 71 DLP, 28 Y 31-VII, 3, 4 Y 5-VI11 Y 5-IX-1936. Núm. 40 (1994) 2 8 MANUEL FERRER MUROZ sin excepción, se encuentran trabajando en sus propias viviendas, custodiados debidamente como es de suponer, por fuerzas del Ejército. Los presos no carecen de lo más mínimo, hasta el ex-tremo de que se les ha asignado las horas de trabajo, des-pués de las cuales pueden hacer lo que estimen por con-veniente, a excepción de hablar sobre política 72. Ciertamente, muchos de los detenidos -cuyos nombres se registraban diariamente en la prensa loca1 73- eran despacha-dos sin cargos poco después de su ingreso, pero otros muchos quedaban retenidos, sin que deban dejar de mencionarse las «desapariciones» de quienes caían en manos de los grupos para-militares. Pronto la masificación comenzó a resultar agobiante, tan-r ,om~!u pr&ón ejercj& para ext&pr espGrá&cns hro-tes de resistencia: desarticulados los intentos de oposición ar-mada, ésta fue sustituida por la circulación de hojas clandes-tinas. La Comandancia Militar, preocupada por los efectos de esa propaganda, amenazó con la inmediata ejecución de cual-quiera que fuera hallado en posesión de panfletos que pudie-ran influir negativamente en la moral castrense 74. 72 LP, 4-VIII-1936. 73 «La publicación de estas listas es un hecho excepcional en el bando rebelde [...l. Quizá esta excepción se debe a la lejanía del frente de guerra y al seguro control de las nuevas autoridades sobre las islas, que permite la represión organizada y sistemática sobre aquellos elementos hostiles al nuevo régimen; probablemente también a la presión que ejercen los fami-liares para conocer el paradero de sus allegados. (W. AA.: De la República a la Guewa Civil en Las Palunas, p. 49). 74 Cfr. Hoy, DLP y LP, 30-VII-1936. El texto en cuestión, que toma- --- d- 1- nJ-- Pn----l A- 1- P-mni-iAqmp;q bí;l;+qr Anl 7Q-XJTT-lQ7A & I I I U ~ UF IQ VIUGII U C U C L ~ L UL ~VIIICIIIUUIILIU ~ V I U A L C L L U-& * , - V I L I / ~ v , cía así: La criminal propaganda que clandestinamente se realiza, por cier-tos desalmados que sin amor a Es aña tienden únicamente a soca-var los más elementales principios fe disciplina y subordinación. tratan de quebrantar valiéndose de noticias totalmente inexactas, ga al Comandante Militar de esta Plaza a adoptar una medida enér-gica que ponga fin a tdes actividades. En su consecuencia y como anexo al bando, ha decretado: Artículo único: Todo individuo que se encuentre en posesión de cualquier hoja clandestinamente emitida y que por su contenido se 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 2 9 El acoso a los activistas contrarios al régimen prosiguió mediante la adopción de nuevas medidas persecutorias. Un bando publicado en la prensa del 24 de julio imponía al per-sonal sanitario la obligación de dar cuenta de los heridos que atendieran, con la obvia finalidad de localizar el paradero de los agresores de la fuerza pública que hubieran podido recibir impactos de bala en los episódicos intercambios de disparos. El 30 de julio se dispuso que, para impedir la actuación de francotiradores, se responsabilizaría de esas acciones a los cabezas de familia propietarios de las casas desde las que se efectuaran esos disparos. El mismo día se ordenó comunicar a las autoridades el nombre de los huéspedes alojados en do-micilios de particulares; y el 31 se estableció la exigencia de visado para viajar en barco, con lo que las posibilidades de escaparoria al cerco que envolvía a 10s activistas de izquierda se reducían al mínimo, aunque no dejaría de haber quienes tentaran la aventura de la navegación en corso al África fran-cesa. La aplicación de esos filtros mostró enseguida su efecto, y las detenciones se incrementaron sensiblemente a lo largo del mes de agosto. Felo Monzón, cuyo nombre había ya apareci-do en una lista de detenidos, volvía a ser mencionado el 1 de agosto, con motivo de su aprehensión por la Guardia Civil 75. En los primeros días del mes de agosto, las milicias patrió-ticas aprehendieron a varios comunistas de Tamaraceite y se incautaron de una importante cantidad de dinero y documen-tación del sindicato local. Por las mismas fechas ingresaba en la cárcel el vicepresidente del Sindicato de Industrias Mercan-tiles, que hasta entonces había conseguido ocultar su parade-ro; era capturado un empleado municipal de! Ciierpo de &m-beros, que fue hallado en posesión de numerosos carnés y propaganda comunista, y se iniciaba un juicio contra un sol-deduzca puede influir en la moral castrense, será pasado por las ar-mas inmediatamente, sin Eormaribn de previo pr~cedimie~?y t~ha! r-tando para la ejecución un breve atestado dándome cuenta del ha-llazgo y lugar en que ha sido sabido. Inmediatamente acordaré lo pertinente a los fines de aplicación de la pena. DLP. 1-VIII-1936. Núm. 40 (1994) 373 3 0 MANUEL FERRER MUNOZ dado al que se acusaba de verter noticias tendenciosas entre las tropas, que concluyó con una condena por rebelión mili-tar de veintitrés años, cuatro meses y un día 76. El 5 de agosto aparecía en la prensa un extracto de la sentencia del Consejo de Guerra que condenaba a muerte a Fernando Egea y a Eduardo Suárez e imponía veintiséis años y ocho meses de cárcel a Pedro Delgado y a Herminia Dos Santos. Al día siguiente, a las seis de la mañana, tenía lugar el fusilamiento de los dos primeros a cargo de un pelo-tón integrado por un oficial, un suboficial, dos cabos y die-ciocho soldados, y con la asistencia de una compañía de In-fantería 77. El 8 de agosto se clausuraban las sociedades Nueva Auro-ra y Círculo Unión del paseo de San José, porque «elementos cemunistus?> r s c i c h a h ~ ne n s u sedes emirin~ec~ !znrlestina de radio, y el 9 entraba en vigor la censura postal, que exigía la entrega de las cartas sin cerrar 78. El día 10 quedó desarticulado totalmente el Comité de Lu-cha de La Isleta, con la detención de sus miembros, que se hallaban reunidos en una casa del Pico del Viento: entre ellos, Álvarez Astorga, presidente de la Agrupación Socialista de Las Palmas; José Suárez Cabral, secretario del Partido Comunista, y Tomás A. Cabrera, presidente de la Federación Obrera 79. A mediados de mes, una nota de la Comandancia Militar, que difundió la prensa del día 11, venía a ser una certifica-ción del grado de extrema virulencia a que habían llegado los ajustes de cuentas, cuando se comunicaba que no se tendrían por recibidas las denuncias anónimas. El 17 de agosto habían concluido los consejos de guerra que se seguían contra José Santana Florido y Antonio Suárez Trojo: para esa fecha, el número de procedimientos instruidos subía a ciento vein-tiocho - 76 DLP, 5-VIII, y LP, 7, 8 y 9-VIII-1936. " LP y DLP, 6-VIII-1936. 78 T n n r 7TTT 1 n? 1 u-,Y-V U~ - IY>O. 79 Cfr. BRITOG ONZÁLEZO, SWALDOH: istoria del Movimiento Obrero Ca-nario, p. 305. LP, 11-VIII, Y DLP, 17-VIII-1936. 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 3 1 El día 19 eran aprehendidos -entre otros- Ricardo Pla-ceres, vicepresidente del Sindicato de Fogoneros y Marine-ros, y Andrés Moreno, «conocido elemento comunista»; y el 20 se daban a conocer varias sentencias correspondientes a los juicios sumarísimos instruidos contra Agustín González Rodríguez, Julia Soler Córdoba, José Casañas Armas y Juan Franco Collado, y se procedía a la ejecución del sargento José Marfil del Castillo, acusado de rebelión El 21 se in-formaba de otras sentencias dictadas por consejos de gue-rra, entre las que sobresalía la condena a reclusión perpe-tua que recayó sobre Ricardo García Socas, hallado culpa-ble de un delito de rebelión. Según declaraciones del audi-tor, al cabo de un mes de la constitución de la Auditoría de Guerra en Las Palmas, se habían instruido ciento cin-cuenta sumarios, de los cuales cincuenta y seis estaban ya terminados; además, habían sido tramitados doscientos cua-tro expedientes por causas graves -la mayoría de ellos por faltar a llamadas a filas- y veintitrés diligencias previas. No obstante el sobreseimiento de muchas de esas causas -reconocía la misma fuente unos cuantos días después-, las autoridades militares disponían de completa discre-cionalidad para obrar por vía gubernativa 82. El día 25 de agosto se notificaba la detención de Joaquín Masmano -de cuyo traslado en el Domine ya se ha hecho DLP, 20 y 21-VIII-1936. Días después de la ejecución del sargento Marfil, la Comandancia Militar de Tenerife difundió una nota cargada de intencionalidad propagandística, en la que se describía el estado de ánimo del suboficial antes de ser pasado por las armas: «reconocía su ofuscación y aconsejaba a sus compañeros que fuesen leales al Mando y expresaba que si Dios le admitía en el cielo, ya que estaba arrepentido de su ceguera y locura, podna bendecir desde allí a los que todo lo dan por la Patria» (DLP, 31-VIII-1936). DLP, 21 y 29-VIII-1936. Según los datos recogidos por Orihuela y otros (W. AA.: De la República a la Guewa Civil en Las Palmas, pp. 51 y 55), que han consultado el registro de altas y bajas de los campos de con-centración establecidos en Gran Canaria, los detenidos en la Isleta a prin-cipios de agosto eran trescientos; y, a fines de mes, novecientos; y los in-gresados en la prisión provincial, a las alturas del 7 de agosto, doscientos cuarenta. 3 2 MANUEL FERRER MUÑOZ mención-, y el 27 se formaba Consejo de Guerra a tres civi-les por delitos de incitación a la rebelión 83. Con objeto de controlar el estado de las cárceles y compro-bar que no existían detenciones arbitrarias, la Comandancia Militar dispuso que el 7 de septiembre fueran visitadas todas aquellas prisiones donde hubiera detenidos sujetos a la juris-dicción de guerra, en Las Palmas y territorios de Ifni y Sahara. Previamente, los jueces habían de entregar en la Auditoría una relación de las causas pendientes 84. El decreto de la Junta de Defensa Nacional de 13 de sep-tiembre venía a confirmar las medidas de rigor ya adoptadas en las semanas precedentes, al ordenar formalmente la incau-tación de todos los bienes muebles, inmuebles, efectos y do-cumentos de los partidos y organizaciones que habían integra-do el Frente Popular. Durante ese mes continuaron publi-cándose sentencias dictadas por la Auditoría de Guerra, y el día 10 fueron condenados el alférez de Aviación Gonzalo Sas-tre Calzada, e1 soldado de Zapadores Sebastián Nuez Rodrí-guez y el paisano Antonio Cáceres Hernández a penas que oscilaban entre dos años y cuatro meses y veinte años. Desde el 14 de septiembre, la publicidad de las sentencias dictadas por los consejos de guerra quedó condicionada a su previa aprobación por el Comandante Militar de Canarias 85. También la Masonería fue declarada en el Archipiélago fue-ra de la ley: así lo dispuso una orden de la Comandancia Mi-litar, expedida el 15 de octubre, que imponía además la incau-tación de todos sus inmuebles 86. 83 Ordenes de la Plaza, 20 y 27-VIII-1936, y DLP, 25-VIII-1936. 84 DLP, 1-IX-1936. 85 EL?, 19 y 14I?r,-!?36. 86 LP y Hoy, 18-X-1936. Ferrer Benimelli fecha indebidamente el ban-do de Dolla el 15 de septiembre (FERRERB ENIMELLJIO, SÉ ANTONIO«:M ili-tares masones en Canarias)), comunciación para el VI Coloquio de Historia Canario-Americana (1984), Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Ca-bildo Insular de Gran Canaria, 1987, t. 1 (segunda parte), pp. 1001-1035, y KLI frmcm~soneri2y !2 Guerra Civi!,,, en VV A A : Las nmwos historiado-res ante la Guerra Civil española, vol. 1, pp. 233-273). Precisamente en la mañana del 15 de septiembre Ángel Dolla hacía escala en Las Palmas de Gran Canaria, con destino a Santa Cniz de Tenerife, adonde se dirigía a 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 33 Cuando se aproximaba el final del mes de noviembre, asis-timos a un recrudecimiento de las medidas depuradoras, que reducían a la extrema indefensión incluso a los considerados simplemente como sospechosos: el día 25 se instituyó una comisión para examinar denuncias y «determinar los nombres de las personas que por su actuación anterior o coetánea, di-recta o indirectamente, han sido autores materiales o induc-tores de los daños y perjuicios sufridos por el Estado». Esas listas no sólo deberían incluir a quienes hubieran sido senten-ciados por actitudes rebeldes, sino también a los que «aun sin haber infringido la norma jurídica deban merecer igual consi-deración ». Una vez confeccionadas las listas, se procedería a una averiguación sobre los bienes de esos ciudadanos y, even-tualmente, se practicarían embargos como ((medidas precau- AL--V:- LMSX, para evitar posibles ocuitaciones hasta la depuración de responsabilidades criminales y civiles 87. Durante el transcurso de noviembre se incrementaron las cifras de detenciones y siguieron celebrándose consejos de guerra. Entre los nombres de detenidos que aparecían en la prensa hallamos el de Junco Toral, socialista, que había sido elegido diputado por Las Palmas en la candidatura del Frente Popular, en febrero de 1936 88. La última tentativa seria de un golpe de fuerza para res-taurar la legalidad republicana tuvo lugar en diciembre, y la protagonizaron elementos civiles y militares, vinculados al Partido Comunista y a las Juventudes Socialistas Unificadas, que proyectaron la ocupación del cuartel de Ingenieros de La Isleta. El plan se h s t r ó por la incomparecencia de muchos de los paisanos comprometidos, y el saldo final arrojó un tris-te balance: el teniente Florencio Grrinde y etms meve í;aíTi~i-pantes pagaron con sus vidas la intentona golpista. tomar posesión del cargo para el que acababa de ser designado. Más arri-ba, en el texto, se han referido los saqueos de las dos logias grancanarias, el mismo 18 de julio. Bando del Comandante General de Canarias, 25-XI-1936, en Hoy, 28- XI-1936. El 15 de diciembre se hacía pública la entrada en funcionamiento de esa comisión (Hoy, 15-XII-1936). HOY, 21-XI-1936. Núm. 40 (1994) 34 MANUEL FERRER ML'NOZ La moral de los pocos activistas que todavía pensaban en resistir o simplemente se conformaban con huir de las repre-salias debió de experimentar un duro golpe a la vista del fra-caso de esa aventura y del rigor inconmovible con que se efec-tuaba la eliminación de los elementos conceptuados como «in-deseables~. A lgunos, como queda dicho, optaron por evadirse a las posesiones francesas en África, y otros consiguieron bur-lar el acoso de las autoridades y permanecieron ocultos, in-cluso durante años, en escondrijos del interior de la isla No tardaron en formalizarse expedientes y sanciones con-tra funcionarios reluctantes a la aceptación de las directrices y consignas emanadas desde la nueva legalidad, o simplemen-te conocidos por las actividades políticas o sociales que habían desarrollado durante el gobierno del Frente Popular. Aunque :a sistemática depmciór? de !m fii_n_cionariops úblicos no se encauzó jurídicamente hasta el decreto-ley de 5 de diciembre de 1936 90, los primeros vestigios de ese programa eran percep-tibles a las pocas semanas de la sublevación. Una de las instituciones pioneras de esa mentalidad inqui-sitorial fue el ayuntamiento capitalino que, en la sesión que celebró el 6 de agosto, decidió incoar expedientes disciplina-rios a un empleado del departamento de Intervención y a die-ciocho guardias municipales 91. Más conciliador se mostró el Cabildo que, en vista de las medidas adoptadas por las auto-ridades gubernativas en relación con algunos empleados de la corporación, decidió mantener los destinos y sus correspon-dientes remuneraciones a los funcionarios suspendidos de empleo y sueldo que fuesen declarados inocentes de las faltas 89 Cfr. W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquis-ta », pp. 827-828. 90 El texto, en Hoy, 9-XII-1936. En el bando del Comandante General de Canarias se justificaba esa depuración por «la imprescindible separación de los servicios públicos de aquellas personas que si no incursas en res-ponsabilidades de carácter criminal han contraído otras de mayor gravedad, si cabe, en la depauperación sufrida por la nación merced a la cooperación que en todo momento presraron a esos po!iticos m:iespaA&stus:: a y i e - nes se atribuía la grave crisis social y económica experimentada durante los años de la República (Hoy, 24-XII-1936). 91 LP y DLP, 6-VIII-1936. 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTdRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 35 que se les imputaban. No impidió esto que, a las alturas del mes de septiembre, afectaran esas suspensiones a dos funcio-narios del Cabildo, uno de ellos el propio secretario de la cor-poración, Emilio Valle y Gracia 92. El cuerpo de Magisterio fue uno de los colectivos en que se cebaría el afán depurador, precisamente por el apego a las instituciones republicanas manifestado por la mayoría de sus integrantes, sensibles a la preocupación por mejorar la instruc-ción pública de que habían hecho gala destacados dirigentes de la República. Por disposición del Habilitado del Magisterio Nacional -que seguía indicaciones de la autoridad militar-, el cobro de los haberes de julio tuvo que hacerse personalmente 93, con el consiguiente riesgo que entrañaba esa comparecencia. No parece arriesgado suponer que, en no pocos casos, el temor a las represalias impidió la percepción del salario de aquel mes. Que esa preocupación no carecía de fundamento lo de-muestra el elevado índice de docentes que serían depurados en etapas posteriores: cerca del 50 por 100, según los datos de Alcaraz, Anaya, Sergio Millares y Suárez Bosa 94, no dema-siado precisos, por cierto, pues no recogen la especificación del número de afectados por las diversas escalas de sanciones, muy variables según la gravedad de las faltas que se les im-putaran: tan sólo se indica en la publicación citada que tres profesores de la Escuela Normal de Magisterio y cinco de los trece que componían la plantilla del Instituto de Gran Cana-na fueron depurados. La misma tónica se patentiza, ya sin embozos, en unas ins-tnicci~ nesd e !a Eekgación pr~~ine fdae! Eacierida para la confección de las nóminas en todos los departamentos admi-nistrativos. Se ordenaba en ellas expresamente la exclusión de los funcionarios detenidos o sometidos a procedimiento judi- 92 DLP, 19-VI11 y 10-IX-1936. 93 DLP, 5-VIII-1936. 94 Cfr. W. AA.: «La Guerra Civil y la formación del Estado franquis-t a » , p. 830. Núm. 40 (1994) 379 3 6 MANCEL FERRER MUNOZ cial, acusados de falta de adhesión a la Junta de Defensa Na-cional 95. Una circular de la Junta de Inspectores de Primera Ense-ñanza, recogida en la prensa el 5 de agosto, incidía &n las res-ponsabilidades contraídas por miembros del magisterio en el desencadenamiento de la grave crisis que precedió a la gue-rra, y subrayaba la importancia de la formación patriótica en las escuelas, invocando los ejemplos de Italia y Alemania, que constituían el paradigma que había de orientar la reconstruc-ción del Estado español. Los maestros debían sumarse a una movilización en contra del comunismo y en defensa de la Pa-tria, pues la coyuntura histórica por la que se atravesaba ex- B cluía los términos medios. N En sintonía con esos objetivos depuradores del magisterio O se sitúa e! estubkcimient~ de tln Delegado de la Autoridad - n - m Militar en la Enseñanza Primaria, pública y privada, y en las O E Escuelas Normales del Archipiélago. El capitán retirado de SE Artillería Luis López de Ayala fue el encargado de asumir es- -E tas competencias, el 30 de octubre. 3 La culminación del proceso se daba por las mismas fechas, -- a través de la entrada en vigor de una disposición de la Junta 0 m E de Burgos, que suspendía de empleo y sueldo a los maestros O propietarios pertenecientes a la Federación Nacional de Tra-bajadores de la Enseñanza, y declaraba cesantes a !os interi- n -E nos que hubieran militado en esa sección del sindicato uge- a 2 tista 96. n Un exponente indicativo de la intensidad que ya en estos n primeros meses de guerra revestía la depuración del personal 3 O empleado en servicios públicos lo proporciona una orden circular del Comandante Militar de Canarias a los Goberna-dores Civiles, en la que se demandaba la relación de hncio-narios encuadrados en la Comisión de Justicia que hubieran sido objeto de sanciones, y la respectiva explicación de moti-vos 97. NO parece aventurado suponer que la eficiencia de la administración pública se veía mermada por la forzada ausen- 95 DLP, 6-VIII- 1936. 96 HOY, 21-X-1936. 97 Hoy, 19-XII-1936. 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 37 cia de una significativa proporción de empleados a quienes, por razones políticas, se había privado de sus puestos de tra-bajo. Un interesante trabajo sobre la vida política en las dos zo-nas en que quedó escindida España a raíz del alzamiento, debido a Albert Balcells, desarrolla la tesis de que «el Gobier-no militar no podía constituir un régimen, porque no tenía todavía dictador, ni partido único, ni proyecto de Estado en el verano de 1936. 98. En efecto, la supresión de la normativa re-publicana dejó un vacío que todavía no podía ser colmado, por ia inviable improvisación de un Estado capaz de elaborar un derecho positivo y hacerlo aplicable. Hasta la designación de Franco como Generalísimo y Jefe del Gobierno, a finales de septiembre, el poder real de la Junta de Defensa constituida en Burgos era casi tan reducido como el del Gobierno Gira1 en la zona republicana. La lejanía de las Islas Canarias contribuía a debilitar más aún la tenue conexión con las autoridades de Burgos y obli-gaba a desarrollar iniciativas propias que paliaran, al menos en parte, esa incomunicación. Se explica así la autonomía con que actuó el mando militar en los primeros momentos, que sentaría un importante precedente y serviría de experiencia cuando, a los pocos años, el desencadenamiento de la Segun-da Guerra Mundial dejara al Archipiélago en un estado de auténtica indefensión ante la eventualidad de agresiones por p r t e de une u etm bando de !os enfrentados t-ii e: ~c>iifli~i~ bélico. En otro trabajo me he ocupado de los esfuerzos institu-cionales realizados para poner orden en las actividades eco-nómicas de la isla y para fomentar la creación de puestos de trabajo que absorbieran el ~XCESI de ~i?rined e &TU y culmu-ran la inquietud social que, durante la primavera, había con- 98 BALCELLS, ALBERT: « E s p a ñ a entre dos G o b i e r n o s , p . 43. Núm. 40 (1994) 38 MANUEL FERRER MUROZ ducido a Gran Canaria a un estado de gravísima agitación 99. Aquí trataré de los relevos efectuados en los puestos claves de las administraciones militar y civil, y abocetaré simples trazos sobre la gestión de algunas instituciones. Los demás aspectos de la labor que desarrollaron son tratados en aquel artículo. La frecuencia con que se suceden los nombramientos y las dimisiones obedece fundamentalmente a la insatisfactoria ges-tión de algunas personas a las que se encomendaron esas res-ponsabilidades y, secundariamente, a las circunstancias béli-cas, que implicaron el desplazamiento a los frentes de com-bate de mandos o personalidades civiles. La Comandancia Militar de Canarias recayó en el general B Orgaz hasta el 22 de julio, víspera de su viaje a Tetuán, re- N E querido por Franco, que quiso delegar en él la condena a O müerte de su prime, e! r e r n a ~ dmt eR icardo de la P~iente n-- m Bahamonde 'O0. Desde allí marcharía a la Península, y para el O E 17 de septiembre ocupaba ya una de las vocalías de la amplia- E 2 da Junta de Defensa Nacional. Más adelante accedió al alto -E comisariado de España en Marruecos y a la jefatura de las 3 fuerzas militares de África. -- El coronel José Cáceres que, interinamente, se había encar- 0 m E gado del despacho de la Comandancia Militar de Santa Cruz O de Tenerife, pasó a ocupar la Comandancia Militar de Cana- -; rias el 22 de julio, fecha en que había quedado fijada la parti- -E da de Orgaz para Tetuán, que se efectuaría el día siguiente lol. a 2 n n 99 FERRER MUNOZ, MANUEL: «Alzamiento militar y vida cotidiana en 3 Gran Canaria, julio-diciembre de 1936~(e n prensa). O 'O0 Cfr. CIERVA HOCES, RICARDO DE LA: Franco, p. 164, y LP y Hoy, 24- VII-1936. Según declaraciones de Rafael Díaz-Llanos y Lecuona, «de no so-brevenir la muerte de Bairnes y owos aconiecirnieritos posteriores, parece que lo convenido era que Orgaz acompañase al Generalísimo para entrar seguidamente en Valencia con tres banderas del Tercio y dos de Regulares, y coadyuvar así a la ocupación de Madrid» (ZURITA, VÍCTOR: Albores de la gesta española, p. 66). El fallecimiento de Balmes alteró esos planes y re-quirió la presencia de Orgaz en Canarias, hasta que el control de las islas quedase asegurado. 'O' La adjudicación a Cáceres de la Comandancia Militar de Canarias había sido prevista inmediatamente después del accidente que costó la vida a Balmes. De acuerdo con la versión de Zurita, Franco realizó algunas con- 382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HIST~RICAD EL 18 DE JULIO DE 1936 3 9 Ausente Cáceres, la Comandancia de Tenerife se confió al co-ronel Teódulo González Peral. Bajo el mando de Cáceres, mediado el mes de agosto, se impartió una orden de particular significado simbólico, al dis-ponerse que en la noche del día 14 se arriara la bandera tricolor en todos los edificios militares y que, a mediodía de1 15, se izara la antigua bandera nacional de España. Esa jornada fue declarada festiva y, para solemnizarla, se organi-zó un desfile que revistió particular brillantez, sin que se inte-rrumpieran en ningún momento los aplausos y vítores de los espectadores. Antes del comienzo del desfile, Cáceres pronun-ció una alocución desde el balcón de la Comandancia, en el parque de San Telmo, invitando a obedecer al llamamiento maternal de la enseña roja y gualda, para que se pusiera fin a «esta lucha fratricida que la desangra y la deshonra». En otras poblaciones de la isla -Arucas y Moya, por ejemplo- se or-ganizaron actos análogos, y la prensa no sólo informó exten-samente de esas conmemoraciones sino que también publicó editoriales y artículos de opinión en torno a la nueva enseña nacionallo2. El editorial de Diario de Las Palmas se entretenía en la consideración del múltiple simbolismo de la bandera: la vigencia del orden jurídico, la independencia nacional, los de-rechos y la libertad de los ciudadanos. El resurgir de la patria que representaba el entronque con el antiguo símbolo nacio-nal exigía el agradecimiento a las personas que habían hecho posible con su sacrificio y su audacia la derogación del régi-men republicano 'O3. La incorporación del general Angel Dolla Lahoz a la Co-mandancia General del Archipiélago el 15 de septiembre 'O4 in-sultas sobre la confianza que podía depositar en Cáceres; y después de re-cibir plenas garantías, «se convino que el coronel González Peral asumiera el mando militar de Tenerife y el coronel Cáceres Sánchez, como más anti-guo, el del Archipiélago, cuando el general Orgaz pudiese salir de las islas para unirse en Marruecos con el general Franco» (ZURITA,V ~CTORA: lbores de la gesta española, p. 37). 'O2 Adición a la Orden General de la Comandancia Militar del 14-VIII- 1936 y DLP, 15, 17, 18, 19 y 20-VIII-1936. 'O3 DLP, 15-VIII-1936. 'O4 Orden de la Plaza, 14-IX-1936. Núm. 40 (1994) 40 MAKUEL FERRER MUNOZ trodujo algunos reajustes en el mando militar: Galtier Pley, que había ocupado con carácter interino el Gobierno Militar de la provincia a la muerte de Balmes, fue designado Coman-dante Militar de Las Palmas, y Cáceres se posesionó de la je-fatura del Regimiento de Infantena de Tenerife. El 8 de octubre se publicó en el Boletín Oficial de la pro-vincia de Las Palmas el bando de la Junta de Defensa Nacio-nal que, al ilegalizar las fuerzas políticas y sindicales encua-dradas en el Frente Popular, confirmaba la voluntad del man-do militar de romper con el inmediato pasado y encomendar la dirección política del Estado a «gente de orden». Dolla Lahoz volvió a remachar esas aspiraciones en otro B bando, dado a conocer en Gran Canaria el 2 de diciembre, N E para «reparar los enormes daños y perjuicios producidos di- O recta ü indii-eciamerite por !a a b s~r d ure siste11~iz~ f r e d d ay or n-- m grupos antiespañoles guiados por bastardos móviles». En con- o E secuencia, «deben ser reparados por los causantes del daño y E 2 por los que manifestando palmariamente un desafecto a la tie- -E rra donde nacieron, poseen bienes con que atenderlos» ' O 5 . 3 Ya en el mes de diciembre encontramos en el Gobier- -- no Militar de Las Palmas a Guillermo Camacho González, 0 E E que antes había sido presidente de la Junta de Obras del O Puerto 'O6. n El Gobierno Civil, confiado en un primer momento a Je- -E sús Ferrer Jimeno, pasó luego -por renuncia de Ferrer, que a 2 arguyó motivos de salud- al teniente coronel retirado de la n n Guardia Civil Juan Egea Urraco, para recaer interinamente en octubre -previa dimisión de Egea, ((deseoso de prestar sus 5 O servidos en otro sitio»- en el magistrado José Mana Cortés y López. El 17 del mismo mes recogía la prensa la noticia del nombramiento como Gobernador Civil de Gonzalo Fernández de Castro y Duquesne, también magistrado de la Audiencia 'O7. 'O5 Citado parcialmente en BRITO GONZÁLEZO, SWALDOH: istoria del Movimiento Obreyo Canario, p. 300. 'O6 Hoy, 10, 11 y 13-XII-1936. 'O7 DLP, 18 y 19-VIII-1936, y Hoy, 7, 8 y 17-X-1936. A Egea Urraco se le nombró a fines de año subdelegado de los Comedores Infantiles de Las Palmas y Puerto de la Luz (Hoy, 30-XII-1936). 3 84 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 4 1 La nueva comisión gestora del Cabildo Insular quedó ins-talada el 29 de julio bajo la presidencia de José Lucena Alcaraz, intendente militar honorario, previa toma de posesión de los consejeros por el Gobernador Civil, Jesús Ferrer Jimeno. A principios de septiembre, Pedro Sopranis tomaba posesión como presidente de la Mancomunidad interinsular; y en los primeros días de octubre cesaba Lucena, sucediéndole el coronel de Infantería retirado Salvador Fernández Baha-monde 'O8. La gestora municipal, en la que figuraban personas como José Díaz Hernández y Antonio Limiñana que, más adelante, desempeñarían funciones importantes en la política local e insular, quedó presidida desde el 28 de julio por Domingo Padrón Guarello 'Og. Éste cedió el mando a petición propia a ios pocos dáas, para incorporarse al Ejército, y la vara de la alcaldía pasó a manos del capitán de Intendencia Antonio García López 110, que pronto se crearía problemas por el em-pleo de procedimientos poco ortodoxos para la captación de fondos con que costear la construcción de viviendas para obre-ros. Después del cese de García López, accedió a la alcaldía José Díaz Hernández, primer teniente de alcalde ll'. Otras comisiones gestoras heron designadas para presidir la vida de los distintos municipios de la isla: Telde, Valsequillo, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía, San Bartolomé de Tirajana, Arucas ... Los comunicados remitidos a la prensa por algunos alcal-des -los de Las Palmas y Telde- solían incidir en la «alar- 'O8 HOY, 24-VI1 Y 8-X, Y DLP, 5-IX-1936. 'O9 DLP. 30-VII-1936. 'lo Con motivo de su designación para la alcaldía, García López difun-dió un mensaje a través de la prensa en el que afirmaba, entre otras cosas, que si llegara a entender que le faltaba competencia para llevar a cabo esas tareas, cedería el cargo a otra persona con mejores condiciones, pues da época de las testarudeces, politiqueos y medros personales ha terminado para bien de España, y sólo hay y habrá en lo sucesivo españoles al servi-cio de su Patria y prestos a su defensa» (DLP, 30-VI1 y l-VIII-1936). '11 La sustitución de García López se justificó por un reciente decreto del Gobierno de Burgos, que contenía órdenes para la reorganización de las comisiones gestoras municipales (Hoy, 5-XI-1936). Núm. 40 (1 994) 385 42 MANUEL FERRER MUNOZ mante)) situación de las arcas municipales, que hacía indispen-sable el pago de los débitos por los contribuyentes, particular-mente los relacionados con los arbitrios de utilidades. La cor-poración capitalina se fijó entre sus objetivos prioritarios el envío periódico a la prensa de noticias sobre sus operaciones económicas, que justificasen ante los ciudadanos las apremian-tes demandas de actualización de sus obligaciones l12. Los cambios en la dirección de instituciones locales no tardaron en producirse: a principios de agosto, Sebastián de la Nuez Aguilar sustituía a Eduardo Carrasco Gallego al frente de la Escuela Normal de Magisterio, y Antonio G. Beltrán Trujillo e Isabel Alvarado Moreno relevaban respec- B tivamente a Juan Rodnguez Santana e Isabel Muñoz Delga- N E do en la Inspección de Primera Enseñanza. El 14 de agosto O se cu=s:i:Uy6 e! n ~ e v oC onsejo Prsbrincia! de I>Rmera Yr,se- n-- m ñanza, con Manuel Fuentes Yáñez en la presidencia, Isabel O E Alvarado Moreno de vicepresidente, y Antonio Peñate y E 2 E López de secretario. En octubre, José Azofra del Campo era - propuesto por el claustro de la Escuela Normal para su de- = signación como director, y en noviembre se ponía en mar- o-- cha la Delegación de Enseñanza Primaria, con Jesús López m E Ayala a su cabeza. Antes de que acabara el año, Manuel O Socorro era nombrado director del Instituto de Enseñanza E n Media "3. -E El comienzo de la guerra civil y el rápido control de Cana- a 2 rias por los militares comprometidos en el alzamiento tuvie- n n ron inmediata repercusión en otros órdenes de la vida admi-nistrativa: por ejemplo, en la presidencia de la Junta de Obras 3 O del Puerto, donde el general de brigada en reserva Guillermo Camacho González desplazó a Juan Bordes Claverie, que ape-nas si había tomado posesión de ese cargo '14; y en la Cámara de Comercio: en efecto, no había transcurrido una semana desde la proclamación del estado de guerra, y ya se disponía el cese de los miembros de esta corporación. Antonio Bonny I i i DLE 28, 30-Vii, 4, 5, 6-Wii; LP, 8, 9, ii-Viii-i93ó ... l L 3 DLP, 3 y 15-VIII-1936, y Hoy, 23-X y 19-XII-1936. Cfr. JIMÉNEZ MARRERO, MIGUEL: Crónica de medio siglo, pp. 218 y 229. I l 4 Hoy, 24-VII, y LP, 28-VII-1936. GRAN CANARIA ANTE LA COYUNTURA HISTÓRICA DEL 18 DE JULIO DE 1936 43 Gómez era designado presidente de la Cámara '15 y, con esca-sa diferencia de días, se daban a conocer los nombres de los demás integrantes de la gestora: Enrique Guerrero, Diego Betancort, Manuel Caballero, Juan Díaz, Miguel Sánchez y C. F. Staib. Las vacantes producidas por las renuncias de Guerrero y de Staib fueron cubiertas, ya en agosto, por Fernando Cam-breleg del Castillo y Diego Vega Sarmiento. Este último des-empeñaría el cargo de vicepresidente a partir del día 11. Entretanto Antonio Bonny presentó su dimisión como pre-sidente, pues su condición de extranjero le incapacitaba para el ejercicio de la vicepresidencia de la Junta de Obras del Puer-to, y ésta estaba vinculada a la presidencia de la Cámara. Su lugar fue ocupado por Edmundo Hernández Medina, a quien designó el Gobernador Civil el 4 de agosto '16. El Gobierno Nacional de Burgos determinó la celebración de elecciones en noviembre, con objeto de que fueran renova-das reglamentariamente las Cámaras; sin embargo, el 15 de ese mes se notificaba al presidente de la corporación gran-canaria el aplazamiento de la convocatoria hasta el mes de febrero, y un escrito de Vega Sarmiento, presidente accidental de la Cámara por ausencia de Hernández Medina, fechado precisamente en febrero, solicitaba directrices para el supues-to de un nuevo retraso en el proceso electoral que, en efecto, se produjo Il7. A MODO DE CONCLUSI~N Gran Ca.n a. ria, alejada de los escenarios de operaciones de !u güema c ; ~ !n,o k g 6 a expeRmeiitar la inmediatez de 10s "5 LP, 24-VII-1936. "6 DLP, 4-VIII-1936. "' Escritos de la Comandancia Militar de Las Palmas a la Cámara de Comercio, 23 y 24-VII-1936, y del Gobernador Civil al Presidente de la Cá-mara de Comercio. 30-VII-1936 (ACC, leg 51) En este legajn hay tamhikn otras referencias a sesiones de la Gestora y comunicaciones relacionadas con el mismo tema. Véase además Libro de Actas de la Cámara de Comer-cio, 5, 28-VII-1936, fol. 28-29; 30-VII-1936, fol. 29-30, y 11-VIII-1936, fol. 30-31. Núm. 40 (1994) 387 44 MANUEL FERRER MUNOZ campos de batalla. Y, sin embargo, la distancia geográfica no logró evitar que sus habitantes vieran sus vidas hondamente afectadas por la tragedia bélica. Desde Las Palmas coordinó el general Franco los últimos preparativos de la insurrección militar, y desde la isla par-tieron centenares de combatientes, arropados por un am-biente de fervor patriótico que, aunque estimulado por las au-toridades, fue hondamente sentido por la mayoría de la po-blación. Otros muchos, que habían formado parte de organizacio-nes políticas y sociales exoneradas por el nuevo orden impues-to por los militares, fueron víctimas de las actividades repre-sivas de los dueños de la situación en la isla. Como ocurrió en otros espacios geográficos, el rigor de esas medidas exce- &6 lo liubiera ser corisidemdo camo ccrazonab!e;;, y antiguos resentimientos y viejas cuentas pendientes alimen-taron venganzas y se cobraron las vidas de personas a las que sólo se podían imputar discrepancias políticas. Es, en una escala si se quiere reducida -reducida hasta cierto punto-, lo acontecido en todo el territorio español. Porque la guerra civil que estalló en julio de 1936 no fue una excepción a lo que acontece en episodios de esta naturaleza: una guerra civil L...] es un torrente salvaje que todo lo destruye, hasta la dignidad y el valor del hombre, e in-cluso su patriotismo. Todas las guerras son malas porque significan el fracaso de toda política. Pero las guerras ci-viles, en que en ambas trincheras hay hermanos, son imperdonables, porque la paz no nace cuando la guerra termina "s. 118 Palabras que pronunció el general De Gaulle con ocasión de una visita a Toledo en 1970. La cita se ha tomado de CUENCATO RIBIO, JOSÉ MANUEL: La guewa civil de 1936, Madrid, Espasa-Calpe, 1986, pp. 9-10. 388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS |
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