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DON JUAN NEPOMUCENB VERDUGO DA-PELO Y LA ARQUITECTURA NEOCLÁSICA EN CANARIAS P O R CARMEN FRAGA GONZÁLEZ Dentro del ambiente ilustrado que se produce en la segun-da mitad del siglo XVIII en el archipi9lago surge la figura de este artífice, cuya personalidad se ha mantenido, en gran me-dida, oculta a la bibliografía artística'. Ello es más sorpren-dente teniendo en cuenta que su existencia no se circunscribe a una isla, ni se vincula su labor a una sola edificación; por el contrario, su biografía ofrece rasgos atractivos en su proyec-ción familiar y profesional. Nuestro personaje se incluye entre esos hombres nacidos al calor de un medio culto que, en poblaciones como Las Pal-mas de Gran Canaria, La Laguna o el Puerto de la Cruz, alienta e1 avance de un neoclasicismo ya aceptado. Contemporáneo del pintor Luis de la Cruz y del escultor Fernando Estévez, junto con &!m represmta a üna generazT6n yüe, err üm re:aziSii Ue discipulado, viene a ocupar el lugar de Diego Nicolás Eduardo La identificación del ((maestro Juan Nepomuceno» con don Juan Nepomuceno Verdugo Da-Pelo se debe a don Alejandro Cioranescu. Así lo indican: PEDROT ARQUIRSO DRÍCUE(Z(D: iccionario de arquitectos, alari-ies y canteros que han trabajado en ias isias Canarias. Sigio XIXD, ANUA-RIO DE ESTUDIOAST LÁNTICOS, Madrid-Las Palmas, núm. 16 (19701, p. 273; M." n n CARMEXF RAGAG ONZÁLEZA: rquitectura neoclásica en Canarias, Enciclopedia Canaria, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tene-rife, 1976, p. 34. Núm. 31 (1985,l 565 2 CARMEN FRAGA GONZÁLEZ o Luján Pérez, por citar los dos individuos más sobresalientes en el campo de la arquitectura y la escultura, respectivamente. Vino al mundo en la ciudad de La Laguna, donde fue bauti-zado el día 5 de junio de 1781 como Luis Bonifacio Juan Nepo-muceno José Antonio Ramón, aunque al confirmarlo le pu-sieron de primer nombre Juan Nepomuceno 2, por ser el modo en que era conocido. Hijo del capitán del Regimiento de Mili-cias Provinciales de Güímar don José Hipólito Verdugo y Alvi-turría, natural de Gran Canaria y regidor perpetuo de esa isla, y de doña Micaela Da-Pelo y Saviñón, por origen social estaba ahnriaiin o rnrihir iina ndiinsnirín n~mnrc)ric) nn 12 línna rin iina uuuvu-v u svvrurs -A,- u - - u u u L " r r vuirrvru-u, vrr r A A r v r u .Av ---u religiosidad firme, acompañada por el pensamiento ilustrado de la época. Un tío-abuelo suyo, don José Marcos Verdugo y Alviturría, era arcediano de la catedral de Las Palmas y fue el primer di-rector de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Su padre era hermano del que sería prelado de la Diócesis Canariense, don Manuel Verdugo y Alviturría, nom brado como tal en 1796 y fallecido en 1816, a los sesenta y siete años de edad; este obispo fue retratado a menudo por don Luis de la Cruz y Ríos, el mejor exponente de la pintura neoclásica en el archipiélago, e incluso se conserva otro cuadro con su efigie en la catedral de la que fue dignidad, habiendo sido atri-buido dicho lienzo, no sin desmesura, a Francisco Goya3. Por otra parte, su abuelo materno, don Manuel Da-Pelo y Saviñón, había sido el donante de la bella escultura genovesa del «Señor atado a la columna)), sita en la catedral nivariense. Por consi guiente, el pequeño Juan Nepomuceno crecía en un medio fa- 2 Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 28, Bautis-mos, fol. 223. Se recoge dicha partida en el archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (A.Ec.1, sign. 241218, cuader-no 4: de bautismos de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nuestra Señora de los Remedios, p. 48. S NÉSTORA UO: «El obispo Verdugo y sus retratos)), ANUARIOD E ES-TUDIOS ATLÁNTICOMS,a drid-Las Palmas, núm. 8 (19621, pp. 298 y sigs. 566 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 3 rniliar de acendrado cristianismo, en contacto con la cultura y el arte de la segunda mitad del Setecientos. Buena prueba de estas peculiaridades del ambiente hoga-reño es el hecho de que al trasladarse a Tenerife e1 entonces obispo de Canarias fray Joaquín Herrera, unas semanas des-pués del nacimiento de nuestro personaje, en 16 de junio de 1781 se instala en la morada de sus padres en la ciudad de los Adelantados, de manera que don Lope Antonio de la Guerra y Peña escribe al efecto: {(y fue su asistencia en la Casa de Dn. Joseph Berdugo y Albiturria Regidor de Canarias, hermano y sobrino de Canónigos, el que con este motivo se transfirió á otra Casa» J. Paralelamente la relación con instituciones de sello cultural se dejaba sentir; así, en el mismo año 1781, los her-manos mayores dei recién nacido participaban en ias fiestas y actividades de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, obteniendo José y Santiago su correspondiente gratifica-ción, junto con otros niños, con ocasión de la onomástica del soberano 5. Sus yr~gefiitores se habiail desposado eii La Lagííiia e: 30 de marzo de 1772', pero sus dos hijos mayores vieron la luz en Las Palmas en 1773 y 1774 respectivamente. E1 primogénito, don José, llegará a ser gobernador de Armas de Gran Canaria, en tanto que el segundogénito, don Santiago, fue licenciado en Jurisprudencia y abogado de los Reales Consejos. Don Juan Nepomuceno fue el único que vino al mundo en Tenerife, ya que otros dos hermanos, don Manuel y doña María Candelaria, lo hicieron en aquella población '. En realidad el hogar estuvo primero aquí, para luego radicar en la ciudad de los Adelan-tados, retornando posteriormente a su primera instalación. de modo que, al llevarse a cabo en 1804 en La Laguna un pa- LOPEA NTONIO DE LA GUERRAY PENA: «Memorias»,E l Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1959, vol. IV, p. 56. Ídem, p. 68. Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 12, Matri-monios, fol. 150. Se recoge dicha partida en A.Ec., sign. 241218, cuader-no l? de matrimonios de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nues-tra Señora de los Remedios, p. 55 bis. Nobiliario de Canarias, ed. J. Régulo, La Laguna, 1952, t. 11, pp. 52 y sigs. Núm. 31 (19853 drón para recabar la contribución anual sobre {(criados, caba-llos, mulas y tiendas», ningún miembro de esta familia apare-ce en él. Sin embargo, esea felicidad y armonía hogareña va a que-dar ensombrecida, pues fallecen don José Hipólito en 1799 y doña Micaela en 1804; en 1808 muere doña María Candelaria. Ante esta situación, los hermanos queda? bajo el refugio de su tío, el obispo don Munuel, de quien actúa como secretario don Santiago, sin que falte la presencia del prelado en los ec-ponsales de sus sobrinos como oficiante 8. Ahora bien, no toda la educación de Juan Nepomuceno se desarrolla en el archipiélago, ya que consta su estancia en Ma-drid en el año 1806, cuando en 9 de agosto otorga casta de poder ante el escribano Juan Antonio de Urrasa; más tarde ratifica dicho protocolo notarial en Las Palmas, a 17 de junio de 1811, ante Francisco Martínez de Escobar ". Esta escritura tiene para nosotros el interés de fijar su presencia en la capital de España en unas fechas cruciales para la historia del país y para un jo-ven todavía en período de formación. Puede conocer allí el avance del neoclasicismo y verificar in situ la apariencia de los edificios construidos en dicho estilo, todo lo cual, sin duda, le será de mucha utilidad en sus trabajos arquitectónicos. --- "si lo registra el Yizconde ce E.den Pasa en e! case & u ~ 6=e el !~~, cuando escribe: ((En una de las noches próximas ha casado el mismo prelado en su casa a su sobrino y secretario (a quien he visto hoy) don Santiago Verdugo y Dapelo, hermano del coronel del regimiento de la ciudad de Canaria, hijo del ceniente coronel de Gülmar don Joseph Ver-dugo y Alviturría, con su p r k a hermaca y sobrina mía doña Francisca pvz,?ach&s y Dap!o.>? vi& 'rrp.~ px~xc! L-. GTJEKEA: Digrio, t. 1 f180n- 1807), Aula de Cultura de Tenrriie, cor? el concurso del Instituto de Estu-dios Canarios, Santa Cmz de Tenerife, 1976, pp. 280-281. \ ~RCE I IVO HISTÓRICOPR OVINCIAL DE GRANC AXARI(AA . H. G. C.), P. N. número 1.978, fols. 220 v. a 221 v. 568 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DOS JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 5 Unos años más tarde, en Tenerife, en 1809, quizá se aluda a él en la relación de los presentados al alistamiento de las milicias. en cumplimiento de la Real Orden ds la Junta Supre-ma, a solicitud del comandante general don Carlos O'Donnell 'O. Se menciona en esa lista a un don Juan Nepomuceno, sin más apellidos, como será usual con él en otras ocasiones; figuran, además, otros individuos del mismo nombre, don Juxn Mepo-muceno Machado y don Juan Nepornucel?o, carpintero. Por esas fech~ssu hermano don José aparece con rango de coronel y calidad de ((noble>e, ntre los oficiales del Regimiento de Guía, en Gran Canaria1', auaque se hallaba detenido en el castillo de Paso Alto, en Santa Cruz de Tenerife, víctima como el vizconde de Buen Faso de los avatares de la Junta Suprema de Ca-narias 12. Ese alistamiento, de referirse a él dicha cita, no tendría mayor trascendencia en su vida cotidians, de modo que en di-ciembre de ese mismo año se traslada a Candelaria para hacer-se cargo de la dirección de las obras a efectuar en el nuevo templo, que guardaría la imagen de la patrona del archipiélago y que estaba adscrito a la Orden de Predicadores. En el libro de fábrica se irá apuntando a partir d.e ahora la serie de visitas que efectíaa y que se sucederá hasta 1816. La vinculación familiar con la isla de Gran Canaria no se rompe pcr ello; es en este marco -e contrae matrimonio con doña María del Pino Antonia Josefa RafaeIa Massieu y Massieu en el palacio episcopal de la villa de Teror a 25 de junio de 1812, oficiando la ceremonia su tío el pelado don Manuel Verdugo y Alviturría 13. La novia previamente había recibido la dote de süs padres, don Nicolás Massieu Sotomayor y doea Luisa Massieu Fierro; ests última le entrega bienes propios en escritura otor-gada en Telde a 30 de octubre de 1811 A" en concreto le dona tierras en la hacienda de Mirca (Santa Cruz de LT, Palma) por valor de cuarenta y cinco mil reales. 10 A.Ec., sign. 241202. Archivo de la Casa d.e Tabares, Milicias Cana-rias, Papeies diversos. l1 Ibidem. l2 JCANP RIMOD E LA GUERRACp, . cit., t. 11 (1808-1810), pp. 82 Y si@. l3 Nobiliario de Canarias. op. cit., t. 11, p. 531. l4 A. H. G. C., P. N. núm. 1.973, fols. 543 r. a 545 v. Núm. 31 (1985) 569 6 CARiMEN FRAGA GONZÁLEZ El nuevo matrimonio mora al principio en Las Palmas, pero luego decide establecerse en Tenerife, pues en esta isla le es factible al marido atender a su trabajo. Ya en la carta de dote se menciona a éste como teniente de fragata, aunque lo cierto es que en la arquitectura halla él su medio de vida y el modo de expresar su vocación. De esa epoca, sin duda, es la minia-tura en que lo retrata el pintor Luis de la Cruz, quien nos deja la efigie de un hombre joven, vestido a la manera de la socie-dad culta y con los cabellos peinados en mechones hacia el rostro. En esta. década Verdugo acude a inspeccionar las obras que se llevan a cabo en Candelaria, a la vez que dirige la construc-ción del nuevo fronstipicio en la iglesia de Nuestra Senora de los Remedios, futura catedral nivariense. A principios de 1820 se le encarga la fachada con pórtico de las Cascts Consistoriales, asimismo en La Laguna, al igual que el templo de Nuestra Se-ñora de la Concepción, donde realiza el nicho de la capilla ma-yor. Se acude a él también desde Güímar, donde levanta la torre parroquial, g desde El Sa~zzal,c uya iglesia de San Pedro remodela, alzando la bóveda del crucero y el hastial. Obras todas que bastarían para fundamentar su labor en el campo de la edificación. Normalmente se le conoce por {(el maestro Nepomucenon, lo que bien pudiera indicar una sencillez de trato en quien estaba considerado como perteneciente a una clase social ele-vada, aunque no aristocrática. Debía de tener una buena repu- 2 n tación entre sus conciudadanos, siendo así que en 1820 se le : elige para formar parte de la Diputación Provincial, institu- $ ción que desaparecerá momentáneamente con la llegada del " a~soi-utismu15 . Es in&dab:e qüe mantiene menas w - l n n ' n n f i c i L CKLL~YUGD con el cuerpo eclesiástico. de ahí los encargos que recibe para intervenir en construcciones religiosas; inclusa después de fa-llecido su tío y creada la Diócesis Nivariense conserva esa conexión, de modo que es nombrado en ésta administrador uA,n, rs unrnr uf rgucu vnynriucvrnvynuorlvouc. Cgam---n tal iniria PK 1Wf i iin ~ n n i n s nn loitn "-A -*.A--- -A- --u" v.-- " =----- que dura unos veinte años y se registra en las escribanía~ de -- l5 ALEJANDROC IORAXESCHCi:s toria: de Santa Cruz de Tenerife, Caja de Ahorros de Santa Cruz ae Tenerife, 1978, t. 111, p. 461, nota 40, y p. 105. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN XEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 7 Santa Cruz de Tenerife, no resolviéndose sino hasta pocos me-ses antes de su muerte 16. Su familia ha ido creciendo con la llegada de nueve hijos: el primogénito, Manuel, ve la primera luz en Las Palmas de Gran Canaria en 1813; Luis, en Santa Cruz de Tenerife en 1816; Domingo, en La Laguna en 1817; en el mencionado puerto, ac-tual capital de la isla, nacen Felipe en 1818, Micaela en 1819, Santiago en 1821, María Candelaria en 1825 y Federico en 1828, mientras que Pedro viene al mundo en Santa Cruz de La Pal-ma en 1829 17. Evidentemente estas fechas y lugares marcan la sucesiva ubicación de su hogar a lo largo del tiempo, sobre-saliendo los muchos años transcurridos en Santa Cruz de Te-nerife. um mbargo, sü esposa fallece en La Lag~na en 1837, e: 5 de agosto, registrándose su defunción en los siguientes térmi-nos: «D." María del Pino Massieu de Verdugo de 46 años, mujei de Dn. Juan Verdugo, natl. de Canaria y transeúnte en esta Ciudad» la. Años antes la familia se había instalado en La Palma, pues aqi~íp meii hie~es,p ? - e ~ i sme ~atqem ! !~~c pe h&hlzm CV-rrespondido a la esposa. Con varios hijos pequeños a su cui-dado, don Juan Nepomuceno ha creído hallar en esta isla mejores perspectivas a la hora de sacar adelante su hogar. Los acontecimientos últimos deben de haberle envejecido y, cuan-do se le retrata en una acuarela firmada por Soledad Diston 19, su figura está lejos de la imagen que nos había legado Luis de la Cruz; aparece como un hombre delgado, de marcada calvi-cie, sentado en una silla y con los brazos cruzados, manteniendo de la antigua elegancia tan sólo algún detalle como la cadena de oro del reloj. / I --- > F s 16 Archivo Histórico Provincial de Tenerife (A. H. P. T.), P. N. núm. 1.816 (esc. Rafael Martín Fernández), fols. 27 y sigs. l7 Nobiliario de Canarias, op. cit., t. 11, p. 531. Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 13, Defun- ,,,,,,;, ,..r.n*C. .,*-1 cn.. V. Se reixge dicha pai-ti*& en A.E., sign. 24/'2i8, cuader-no 2: de defunciones de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nues-tra Señora de los Remedios, p. 25 v. l9 MAXUELA NGELA LLOZAM ORENOL:a pintura en Canarias en el si-glo XIX, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1981, p. 146. Núm. 31 (1985) 571 Coctrariedades económicas ias ha tenido graves, hasta el punto de que en agosto de 1825 se ha visto obligado a vender al coronel don Luis de Van-de-Walle dos grandes fincas en La Palma: una, formada por cuatrocientas fanegad.as de tierra en el pago de Tedoque, en Los Llanos de Aridane, parte de pan sembrar y parte dedicada a apacentar ganados, con su corres-pondiente casa, árboles y alguna viña; otra en Mirca, compuesta por cincuenta fanegadas de cordel de tierras de pan sembrar, viñas, árboles, fuentes, aljibes, casas y lagar, habiendola ad-quirido en compra hecha a su suegra d-oña María Luisa Ma.ssieu y Fierro. Todo se valoró en dieciséis mil. ochocientos sesenta y un pesos, cinco reales de plata, cinco y medio cuartos, cantidad que el comprador le había ido entregando desde el 7 de febre- g ro dLe 1821 hasta finales de marzo de 1823, contabilizando 10 $ E dsldo quince mil ochocimtos sesenta y un pesos, cinco reales : n de plata, cinco y medio cuartos; por consigtliente, le restaba de $ ello prácticmente nada 'O. EE Como vecino de Santa Cruz de La Palma se le cita en febre-rc de 1845, cuando otorga carta de poder a don Rafael Ruiz y Sosa para conciuir los autos iniciados en 27 de enero de 1826 - 20 A. H. P. T., P. N. núm. 1.814 (esc. José Albertos), cuaderno 2." de ins-trumentos, a 11 de agosto de 1825. El documento es muy interesante, ya E que a través de él se conocen las propiedades del matrimonio, aunque no Z todas; así, sabemos que don Juan Nepomuceno tenía en Las Palmas, en la calle del Espiritu Santo, una casa ((de alto y bajo», la cual le había legado su tío el obispo don Manuel Verdugo y Alviturría; además poseía, en la misma isla, una propiedad en la montaña de Doramas consistente en dos fincas, adquiridas por sendas escrituras de 7 de abril y 3 de julio $ de 1823 ante el escribano Francisco de Campos. Respecto a las fincas d.e $ La Palma, la del Hoyo de Me~do, en Tedoque, había sido comprada a1 @ brigadier don Mame1 Fierro ante el escribano Manuel del Castillo, en Santa Cruz 6.e La Palma, en 31 de julio de 1822; la de Mirca le fue ven-dida por su suegra, d.oña María Luisa Massieu y Fierro, viuda de don Nicolás Massieu y Sotomayor, a cuenta del pago de cierto crédito que tenía a su favor por haberle ayudado en alimentos y otras urgencias, rea-lizándose la escritura en la capital de la isla en l? de julio de 1822 ante Greyrio José de Medina. En esa última venta se tuvo en cuenta la dote impuesta por doña María Luisa a favor de su hija. Firman el protocolo notarial tanto doíía María del Pino Massieu como su marido, quien lo hace como Juan Nepomuceno Verdugo, al igual que en otras ocasiones cuando se refiere a asuntos personales alejados de su profesión. 572 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN ICEPO3TUCEN O VERDUGO DA-PELO 9 por debérsele la cobranza de sesenta y un mil cuatrocientos trece realesz1, deuda ésta que hubo de producirle en su mo-mecto un verdadero quebranto. Haciend.0 uso del documento antedicho, Ruiz procede a la venta g enajenación perpetua de unos psed.ios urbanos: una casa en la calle de San Lorenzo y una huerta situada en la de S ~ RPo que, en Santa Cruz de Tenerife2'. Pero este rb~ultado poco lzabría de significar ya en su ánimo, pues don Juan Nepornucen~ Verdugo Da-Pelo muere en 6 de juIio de 1846 23. Sus hijos tendrán una trayectoria brillante en sus respec-tivas biografías. Así, don Manuel llegará a ser gobernador polí-tico y militar de Guantánamo, en Cinba. Su hermano don Do-mingo ostentará el mismo cargo en la provincia de Pinar del Río, en la misma isla del Caribe, casando con la escritora romántica Gertrudiis Gómez de Avellmeda, a la que retrato el pintor don Federico de Madrazc. Don Felipe murió heroica-mente corno subteniente en las g-derras carlistas. Don Santiago ostentó el rango de coronel, fue diputado provincial de Cana-rias en 1854 y, tres veces, diputado a Cortes pos el distrito de Santa Cruz de La Palma. Don Federicn alcanzó el generaiato, destacando su afición a la botanica y 31 dibujo, en el que debió de ser iniciado por su progenitor; además fue socio de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángei, cuya sede radicaba desde su fundación en Santa Cruz de Tene-rife. Don Pedro fue también general en el arma de Infantería. Se puede afirmar que todos sus hijos varones fueron militares, pues incluso don Luis sigui6 la carrera castrense, en ía que fue capitán 24. 21 A. H. P. T., P. N. n'm. 1.816 (esc. Rafael Martín Fernández), fols. 27 y sigs. " Ldem, f 01s. 63 v. y sigs. 23 Archivo Parroquia1 del Salvador, Santa Cruz de La Palma, libro XII de defunciones, fol. 59. Se le cita como teniente retirado de la Armada Nacional, ayudante militar de Marina en la isla de La Palma y capitan de su puerto principal. Falleció repentinamente, sin testar. 24 Nobilia~io de Canarias, t. 11, pp. 531 y sig's. JosÉ HERN~NDMEOZR ÁN:R eales despachos de oficiales de milicias en Canarias, Instituto Salazar y Castro (C. S. 1. C.), Madrid, 1982, pp. 285-286. Sobre la figura de don Santiago Verdugo y Massieu, vide Mancos GUI-Núm. 31 (1985) 573 Si bien don Juan Nepomuceno tuvo el nombramiento de te-niente de navío, no fue éste el camino por el que se inclinó su vocación personal. Por el contrario, sus descendientes prefirie-ron la senda militar y sólo don Federico deja asomar su interés por el dibujo. Precisamente los hijos de este último preferirán las artes: don Felipe Verdugo Bartlett será pintor y su her-mano don Manuel poeta. FORMACIÓY NE STILO Es lógico preguntarse qué razón pudo haber impulsado a los gestores de la fábrica religiosa de Candelaria para llamar a en 1809 a un artífice de Gran Canaria que, además, no había 2 cumplido todavía los treinta años de edad. Cabe pensar que 1 influyera la circunstancia de que en e1 primogénito de los Ver- : = dugo recaía el patronazgo de la capilla mayor de Nuestra Se- f ñora de las Nieves en el convento dominico de Agüimes, en Gran Canaria. Dado que en uno y otro lugar se hallaba presente 1 la Orden de Predicadores, esto serviría quizá de explicación. Desde luego, no se encomendaba una obra de la importancia B - del antedicho templo tinerfeño a quien no contaba con una f cierta experiencia en el campo arquitectónico. O Teniendo en cuenta su estancia en Madrid en 1806 y que en 1811 su futura suegra lo cita como teniente de fragata en - la carta de dote hecha a dona María del Pino Massieu, es válido $ 2 aceptar que se formara en la Península en la carrera de las armas. En su hoja de servicios consta ya en 1808 como ingenie- 1 ro y arquitecto 25, pero no debe entenderse ello en el sentido 2 actual del titulado por una Escuela Superior. Es factible admi-tir que está próximo al modo de trabajar los arquitectos mili- MERÁ PERAZAE:l radical marqués de la Florida (1837-1876), Aula de Cul-tura de Tenerife, con el concurso del Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p. 147, nota 169. Acerca de don Federico Verdugo y Massieu, vide MANUEL ALLOZA MO-RENO, op. cit., p. 309. 25 Esa hoja de servicios estaba en poder de su descendiente doña Rosario Maury Verdugo, en La Laguna. Vide M." DEL CARMENF RAGGAO N-ZÁLEZ, op. cit., p. 35. 574 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 11 tares en Canarias, que alcanzan en Francisco Delapierre, An-tonio Samper o Andrés Amat de Tortosa niveles muy impor-tantes; sin embargo, se percibe en el mucho más del pragma-tismo del maestro de obras, no en vano con ese título se le nombra en la documentación y en calidad de tal efectúa los peritajes que se le encomiendan. Seguramente fue el contacto con el mundo de la construc-ción en Gran Canaria lo que le dio ese sentido práctico, per-fecto para compaginar con la teoría en su labor de delineante de planos. En esa isla en torno a 1800 se habían acometido va-rias edificaciones, cada una d.e ellas capaz de desarrollar un buen plantel de alarifes y labrantes. Evidentemente era la cate-drs! de Lws P&ms. !B más imp~rts~tpee,m e s t ~ h ~ars?im icm~ los templos de Gáldar y Agüimes, sin olvidar la arquitectura doméstica. Consciente de ello don Juan Nepomuceno, se hace rodear de canteros de esa procedencia para algunos trabajos en Tenerife. Quizá sea en su propia vivienda en la capital grancanaria donde intervenga en fecha más temprana. La denominada casa Verdugo, en la calle Castillo, numero 10, había sido adquirida por su abuelo, quien manda hacer en ella algunas transforma-ciones '" habiendo fallecido éste en 1772, no parece que el fron-tispicio corresponda a esa época de reformas, sino algo poste-rior, cuando ya el nieto pudo intervenir de alguna forma. En los sectores sociales en los que se integraba, la introducción del neoclasicismo se había convertido en una cuestión de buen gusto, por lo que no es extraño constatar que la casa Massieu- Sotomayor en Santa Cruz de La Palma, con su fachada clasi-cista ornada por bustos marmóreos, se relaciona con la farni-lia de su esposa. 26 FERNAXDGOAB RIELM ART~NR ODRÍGUEAZr:q uitectura doméstica ca-rIUr r.rIAvr+r r nA-u.,- la A,. r%.,+...... J^ mn-,...:.P- n..-C.. n-..- 3- m lC- ur? v u i b u r a UG s n l r ; l r L c , r ~ a i r ~~ a I UUG ~tmellle,i Y E , p. 278. Indica datos extraídos, según el autor, del testamento de don José Joa-quín Verdugo y Aiviturría, aunque como referencia da las últimas volun-tades de don José Hipólito Verdugo y Alviturría, su hijo, otorgadas en su nombre por su esposa doña Micaela Da-Pelo, tal como señala el No-biliario de Canarias, en el t. 11, casa de Verdugo. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de fechar dicha vivienda. Núm. 31 (1985) 575 Por todo ello, las pautas estilísticas que seguirá Verdugo a lo largo de toda su producción están bien determinadas por el neoclasicismo, aprendido seguramente en la Península Ibé-rica, pero captado también a través del ambiente qr*e le rodea. Influye asimismo el que, en ocasiones, ha de ceñirse a los pia-nos de arquitectos foráneos, como acontece en Candelaria con Manuel Martín Rodríguez y en la catedral nivariense con Ven-tura Rodríguez, pues ambos habrían de marcar, seguramente, la trayectoria del canario. Este, por otra, parte, responde bien a la propia tradición irisulm, de ahí la combinación de esquinas y molduras en cactería azul con los muros enzcalados, en una dicotomía muy apreciada en el archipiélago, al igual que en Madeira y otras tierras portiiguesas como Brasil. Sólo en el a N frontispicic de las Casas Consistoriales de La Laguna utiliza E por completo la sillería, lo que le permite hacer hincapié en los efectos producidm por huecos y planos estrilcturados eaz pro- - m O E fundidad, con un2 sobriadad que cualquier arquitecto revolu- E 2 cionario hubiera hecho suya para símbolo de las virtudes cívi- -E cas que han de presidir un Ayuntamiento. El artífice, que ha E sabido jugar con las líneas rectas en esa fachada municipal, 3 - sorprenee luego con el perfil curvo de la cúpula de la iglesia - 0 m E de San Pedro en El Sauzal, pero aquí también se percibe un O dominio de la técnica y de las formas que le mzntiene en los límites clasicistas que se ha fijado. n E En otra publicacióii2' hemos establecido, de acuerdo a las - a condiciones socio-económicas, dos etapas dentro del neoclasi- 2 n cismo en Canarias, ambas separadas por el ano 1833, en el que n muere el rey Fernando VIL La primera de ellas está signada 2 por las realizaciones eclesi6sticas, y la segunda por las civiles g militares. Pues bien. eil este esquema se incorpora perfecta-mente al primer periodo la actividad de don Juan Nepomuceno por varios motivos. Es indudable que, por razones familiares, se hall2 ~ U oJk c i ~ l a a-t.~ 1 2 Iglesia, de manera que c . 1 ~co~ n s-trucciones tienen carácter religioso, salvo el frente de las Casas Consistoriales laguneras, constituyendo la excepción que con-firma la regla, siempre que nos estemos refiriendo a edificacio- 27 MI DEL CARME~TF RAGGAO NZÁLEZ3, p. cit., pp. 13-16. 576 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 13 nes importantes, pues debe entenderse que levantó asimismo viviendas particulares. A la vez, esta labor arquitectónica se inscribe en el primer tercio del siglo XIX, porque ya a mediados de la década de 1840 fallece en La Palma, alejado de los gran-des encargos que dirigiera en Tenerife. Cronológicamente Ver-dugo no pudo formarse con el cancnigo Diego Nicolás Eduardo, el introductor del neoclasicismo en la catedral de Las Palmas, ya que éste expiró en 1798, cuando aquél era aún muy joven; sin embargo, en unión de los dos hermanos Eduardo y de Luján Pérez configura el grupo de artífices que pone al día al archi-piélago en la arquitectura de ese estilo. El catálogo de las edificaciones debidas a Verdugo es aún restringido; sin embargo, al tratarse de construcciones públi-cas, éstas han destacado hasta el punto de llamar la atención, a pesar de quedar desapercibida su autoría. Tienen carácter emi- ~ier,temsnte re!igfmq pera la presencia eztre ellas de: fru'iitis-picio municipal nivariense pone esa relación en el adecuado marco de su época, pues cronológicamente pertenecen al primer tercio del siglo XIX y, por esto, se sitúan en las pautas de un neo-clasicismo austero, sin aditamentos decorativos que atenúen el sello del estilo. Templo de la Virgen, Candelaria La primera mención documentada que se ha recogido hasta ei momento de este artífice, en su faceta profesionai, se refiere a esta construcción, tal como se indica en los papeles conven-t ~ a l e sc~ua~n,d o se lee: «Se empesó á continuar la fabc." de la 2G A.H. P.T., C-1-36, ((Libro de recibo y gasto en la reedificación del Convento de Ntra. Sra. de Candelaria incendiado en 15 de Febrero de 1789. -Mandólo hacer el M.R.P. Exregte. Prior Fr. Andrés Carrillo año de 1799)). Da noticia de esta documentación como guardada en el {(Archivo de la Exclaustraciónn don Pedro Tarquis, pero lz, recogemos de nuevo, ya que este autor ha obviado algunas visitas del maestro, que Núm. 31 (1985) 577 Ilg." el cuatro de De. de 1809. Por ocho ps. corrs. qe. se dieron a Juan Nepomuceno pr. venir á hacer una plantilla y explicar a los peds. lo qe. havían de hacer.» Efectivamente, en la locali-dad del sur de Tenerife que recibe el nombre de la Virgen de Candelaria, aparecida a los guanches en esta playa, se pretendía levantar de nuevo el templo que custodiaban los dominicos des-de siglos antes. Para ello había enviado las trazas correspon-dientes desde la Península el arquitecto Manuel Martín Ro-dríguezig, sobrino de Ventura Rodríguez. Dadas las pautas estilísticas que regían los diseños de dicho artífice, era lógico que se recurriera a una figura como Verdugo, capaz de adap-tarse a ellas, en tanto que no podía esperarse igual de los alari-fes insulares, apegados a modos tradicionales. a N Que éste se tomó mucho interés en el encargo lo prueba el g que unos dos meses después retorne allí, de ma.nera que en $ febrero de 1810 se le pagan ochenta y ocho reales por disponer lo que se habría de ir haciendo. Sin embargo, puesto que había E crecido en Las Palmas, debía de tener una gran confianza en - los canteros de la vecina isla, y en la semana dieciocho de ese e año se entregan quinientos doce reales a «Juan Pedro)) por $ venir desde Gran Canaria para vigilar la obra. La mención de % la fórmula «semana ... » identifica exactamente el sistema de pago seguido, el cual se ajusta a lo usual en el archipiélago hasta fechas muy recientes. La presencia de Juan Pedro Do- d mínguez es interesante subrayarla, ya que posteriormente será requerido con el fin de que se incorpore a la magna tarea de edificar el frontiscipio de la que será catedral de La Laguna, n 0 también bajo la dirección de Veraugo . 3 Don Juan Nepomuceno continúa atendiendo a la tarea ini- O ciacja, de manera que en enero dt: 1811 se registrari 10s z i e ~ t c ; cuarenta y tres pesos y medio proporcionados a éste, así como los catorce duros que supuso «la bestia qe. le traxo siete oca-ciones, y lo llevó otras tantas)}. En junio se le pagan noventa y - son significativas en cuanto a cronología. En este libro las cuentas apa-recen referidas a reales de plata. 29 DACIOV . DARÍAYS PADRÓNJO, SÉ RODRIGUMEZO UREy LUIS BENÍTEZ IXGLOTSH:i storia de la Religión en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1957, p. 410. 5 78 AXUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 15 seis reales por tres días que estuvo al pie de la fábrica, alu-diéndose, como otras veces, a los veintiún reales del transporte que lo llevó a Candelaria y lo retornó a su casa. A lo largo de 1812 y 1813 no figura en ninguna ocasión; ello no quiere decir que los trabajos se hayan interrumpido, sino que está fuera. Se comprueba que por esas fechas se halla en Gran Canaria, contrayendo enlace en Teror en 1812 y naciendo su primogénito en Las Palmas al año siguiente. Los aconteci-mientos familiares han ocupado un primer puesto en estos momentos de su biografía. Sin embargo, en abril de 1814 aparece cobrando doce pe-sos por trasladarse a Candelaria con el objeto de «trazar los cerrados del pórtico, ventanas largas y puerta colateral)), lo que nos da una idea del estado de las obras. En 1815 se nombra ya la intervención de Juan Ruiz: en 6 de mayo se apunta el duro que se le da por día de labor; asimismo, se anotan los doce pesos percibidos por el maestro Juan Nepomuceno «qe. vino a dar una vista á esto y arreglar algs. cosas)). Aquél pu-diera identificarse con el N. Ruiz que, según P. Tarquis, trabaja en la catedral lagunera y que previamente lo había hecho en la parroquia1 de Gáldar, como se refleja en la correspondencia de don Pedro Bencomo con Verdugo en 1816 30. Ruiz está mencio-nado a lo largo de todo el año 1815. La última referencia a don Juan Nepomuceno tiene lugar en septiembre de 1816, cuando recibe ocho pesos por asistir un día a la fábrica, incluyéndose en esa cantidad el gasto del trans-porte. Ello no significa que los trabajos se hayan interrumpido, pues la documentación señala que fue en 1819 cuando se paró la edificación a causa de no haber arbitrios. Por entonces la fábrica del templo mayor de La Laguna ocupaba sus des-velos. La escasez de medios económicos no fue el único inconve-niente planteado a dicha iglesia; en noviembre de 1826 se desató Correspondencia existente en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, sign. 83-3/35, sin foliar. Da noticia de esta documentación PE-DRO TARQUIS RODRÍGUEOZP,. cit., p. 273, nota 212, aunque m cita textual-mente ningún manuscrito. Vide M." DEL CARMENF RAGGAO N Z ~ Zop,. cit., PP. 30-33. Núm. 31 (1985) 579 16 CARMEN FRAGA GONZÁLEZ una furiosa tormenta sobre Tenerife: «En la zona de Candelaria las aguas torrenciales, procedentes de las tierras altas, batieron contra el convento de los Dominicos, invadieron la capilla de la Virgen y se llevason a la Santa Patrona, 'can venerada por los islefios. El castillo de Candelaria, situado frente al convento, no sir vi^ de dique que contuviera el knpetu del torrente: so-cavado por la riada, corrió la misma suerte que el de Santa Cruz.)) Esta descripción de Sabino Berthelot 31 se reafirma en otro párrafo de su libro, al indicar que la furia del huracán ((derrumbaría y destruiría ia capilla y se llevaría a la Señora con todos sus tesoros»32. Al escultor Fernando Estévez se le encargaría tallar otra imagen, pero el templo que se edifica no va a ser el definitivo, dado que la actual basílica es proyec-tada en pleno siglo xx por el arquitecto José Enrique Marrero Regalado. Fachada de la iglesia de Nxestra Señora de Los Remedios, actual catedral de La Laguna 3 De ninguna otra construcción suya se poseen tantos datos como de ésta, ya que se conserva la correspondencia cruzada entre los hemanos Benzomo, verdaderos impulsores de la em-presa, así como la dirigida por uno de ellos al maestro Nepo-mu-ceno, hasta el punto de permitirnos conocer algunos de los k avatares internos acontecidos en su realización. 2 n La antigua iglesia de Nuestra Señora de los Remedios habia sufrido en distintos momentos trabajos de restauración, hasta 5 que «El ardiente desvelo que los Bencomo tenían por herrnoséar O y engraridecér su térnplo, les había hecho proyectar muchos años antes que pensáran en que habáa de ser Catedral en de-rribár la principal facháda de la Parróquia, y edificar otra, que mejorando el aspecto del Témplo, sirviese de ornáto á la 31 SABINOB ERTHELOTP:r imera estancia en Tenerife (1820-1830), tra-ducción de Luis Diego Cuscoy., Aula de Cultura de Tenerife e Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1980, p. 89. fdem, p. 86. 580 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 17 antigua Ciudad de La Laguna. Con este noble objeto, cuando vino de España el Sor. Dn. Santiago Bencomo, Párroco que había sido de esta Yglesia y Prebendado entonces de Toledo, trajo un diseno de la vistosa Catedral de Pamplona. Tomóse la idea de ella, y simplificando su ornato del orden dórico, para que no fuese tan costosa, ni se echase tanto de ver el gusto de este fróntis, con el ninguno del cuerpo de la Yglesia, deján-dole los arranques para darle en todo tiempo más elevacidn a toda la CatedraI, dieron principio el año de 1813 al expresado frontis segián el plan Juan Nepomuceno y Pedro Díaz, qe. la dirigieron hta. el cornisam.~d el ler. torreón, y desps. la conti-nuaron los maestros ( . . . ) Ventura de la Vega y Pedro Pinto, que habían trabajado en la Catedral de Canaria, de donde vino el primo en Mayo de 1817, y el segundo en Julio del mismo a50, ganand.0 Vega 10 rs. plata diarios, y Pinto 7 rs. pta». Así describe el presbátero don Antonio Pereira Pacheco y Ruiz 33 el proceso de edificación del nuevo hastial. Sin embargo, la simplicidad de la exposición puede ocultar que no faltaron los problemas y las intrigas en cuanto a la dirección de las obras, lo cual refleja bien la carta que en 15 de septiembre de 1816 manda don Santiago Bencomo a su hermano don Pe-dro, chantre de la catedral de Canarias, expresándose en los siguientes términos: «El torreón no se empezó el día que te dije pr. que Wepo-muceno quiso que se concluyesen los cimientos todos hasta unir los nuevos con los antiguos pr. que de otra manera no podía haver medidas exactas pero no se derribó el estribo que tú dices a Valdés y sí solamente la capilla pr. la que el último arco hizo un pequefio sentimiento que hizo la última piedra provenido de estar mal ajustada con la cimbria. Con ésto Pedro Diaz que esta inconforme con no ser el Director absoluto de la obra ha procurado levantar en el pueblo un tole tole diciendo que se cae toda la Iglesia. Será una desgracia que acaben de ANTONIO PEREIRPAA CHECYO R UIZ:N oticia histórica de la erección de la Santa Iglesia Catedral de San Cristóval de la M. N. y L. Ciudad de la Laguna de Tenerife, nianuserit~ de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, cap. IV del libro l." (1819), fols. 16 r.-16v. Núm. 31 (1985) 581 aburrir a Nepomuceno, aquí en gentes malintencionadas habían tanteado antes p." que dejara la dirección, pues ni cien Pedro Díaz podrán suplir por él» ". Estas últimas palabras indican claramente el alto concepto en que don Santiago Bencomo tenía al maestro, pues equivalen al mejor de los elogios. Por otra parte el hecho de que fuera sobrino del obispo y, a la vez, don Pedro Bencomo fuera canó-nigo de la catedral de Las Palmas podía significar para Ver-dugo una mayor protección, que su valía profesional no parecía necesitar. Cuenta con los alarifes de Gran Canaria, pues tienen una pericia fuera de duda, y la mencionada correspondencia no hace sino avalar este aserto. Si bien el labrante Juan Pedro Domínguez había viajado en 1810 a Tenerife para vigilar los trabajos a efectuar en el templo de Candelaria, debió de re-tornar a su isla natal, enviando desde allí el material ya dis-puesto para el frontispicio lagunero. En este sentido escribe don Pedro Bencomo a su hermano: «El Mtro. Juan Pedro me dice que ya está habilitada la can. tería del primer torreón hasta la cornisa, y qe. en el Plan qe. se le remitió no está figurado el torreón, y por lo mismo no se puede adelantar el trabajo de la cantería qe. se necesita para él. Si a Vmd. le parece, se podía hacer un diseño del torrehón, comenzando por la cornisa para enviarlo al Mtro. Juan Pedro, y aún se podían hacer las plaatillas correspondientes, si Vmd. lo juzgare necesario ( . . . 1. Yo estoy en la determinación de dar principio a la obra en esta Primavera, y agradeceré me diga Vmd. cuantos oficiales puedo solicitar en Gáldar. El Mtro. Juan Pedro me dijo que allí estaba uno qe. trabajaba en Candelaria y a quien Vmd. r,.&;6 para que C--.l.-'--- Llduajala eii ntra. obra. Yo no me acuerde como se llama, pero Vmd. lo conocerá por las señas qe. he dado» 35. Por las referencias ha de aludir a Juan Ruiz. que en el año anterior, en 1815, se encontraba en la mencionada localidad 34 Biblioteca de la Universidad de La Laguna, sign. 83-3/33. Carta de 15 de septiembre de 1816, en La Lagunz. 35 Ídem, carta desde Gran Canaria, a 26 de enero de 1816. 582 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 19 del sur de Tenerife. Ahora bien, no siempre fue fácil conseguir el traslado de los canteros, pues el mismo don Pedro Bencomo le indica a Verdugo: «Por lo que respecta a Oficiales, elija Vmd. los qe. le parezca, pues parece que los de Gáldar no tienen gana de ir allá, excepto el Mtro. Ruiz, qe. piensa en ir a esa obra, o habrá ido ya. Contando con el Mtro. Pedro Díaz, Vmd. elija los que guste en su número y en sus circunstancias porque yo dejé a Vmd. en toda libertad)) 36. Una vez preparada la cantería, fue mandada a La Laguna, donde, merced a las marcas que llevaban las piezas, era posible asentarla correctamente. Las correspondientes a la torre sur hubieron de ser colocadas a lo largo de la nave de la Merced, para facilitar así el orden justo, teniendo en cuenta que los Ú1- +:.....,.m -:11....-- ~ L ~ L L U D3 1 1 L a l P 3 llegados a la fhbrica eraii 10s prii~iei-OaS sacar e instalar. En cuanto a las columnas no presentaban especiales problemas en el reconocimiento de las diferentes secciones 37. Se ha venido afirmando que los planes de Ventura Rodrí-guez para la catedral de Las Palmas fueron los empleados para el i l z x k~d e este frmtispici~Y.!o es 2sí, pero tsri?hiéri es cierte que previamente don Juan Nepomuceno había presentado otros. A este respecto debe recordarse lo que escribe don Pedro Ben-como al maestro: «He conseguido un diseño que me parece poderse imitar en nuestra obra alguna parte de él, aunque no en todo por qe. es muy costosa: Dn. Rafael Valdés se lo dará a Vmd. y cotejándolo Vmd. con el nuestro se podrá imitar en lo qe. se pueda por qe. a mí me parece muy hermoso)) 38. E insiste en ello en una misiva posterior, donde se lee: «Como se trata de emprender una obra qe. en muchísimos años no po-drá variarse, es menester hacerla precaviendo inconvenientes para lo venidero, y también hacerla lo menos desgraciada qe. pueda ser. La Iglesia es demasiado ancha y muy baja. Si la fachada se hace arreglada al plan qe. Vmd. levantó, siempre quedará desgraciada a la vista por muy baja en comparación de su ancho. Si con el tiempo se pensare en levantar el techo Ídem, carta desde Gran Canaria, a 10 de mayo de 1816. 37 Ibid. 38 Ibid. Núm. 31 (1985) 20 CARhlEX FRAGA GONZÁLEZ de la Iglesia, no podrá ejecutarse, por qe. el alto qe. manda el diseño de Vmd. no permite qe. se levante el techo mas alto que la fachada. Ambos i~convenientes se vencen si se tiene a la vista el plan de Pamplona que remití a Vmd. Levantese el cuerpo primero con arreglo al plan que Vmd. hizo: ponese encima el segundo cuerpo con arreglo al plan de Pamplona y sabre este segundo cuerpo va el fronton. Me parece qe. las columnas qe. se han hecho tienen grueso suficiente para soste-ner este peso, pues aur,qe. el diseno de Pamplona presenta dos órdenes ae columnas es por qe. la altura de este es mayor qe. el nuestro, y por consiguiente squel es de más Efectivamente se siguió este consejo, si tenemos en cuenta que en la fachada lagunera percibimos entre las bases de las tvrres y e! pbr t i c~d e c=!c~~r,asse ndas pi~ertasc e~efia&sLn --n- r óculos, inexistentes en la pamplonesa, pero cuyo esquema, sin embargo, se repite en el hastial de San Bedro en El Sauzal, obra también de don Juan Nepornuceno. Sabemos que su pro-yecto para el frontis de la iglesia de Nuestra Señora de los R.emedios incnrpnraba las correspondientes basas a los sopor-tes; luego el marqués de Villanueva del Prado recomendaría la. exclusión de aquellas, convenciendo al maestro, aunque final-mente se optó por mantenerlas J. N. Verdugo y P. Diaz elevaron la fábrica hasta la altura de la cornisa de la torre sur, l~iegoc ontinuaron la obra a par-tir de 1817 Ventura de la Vega y Pedro Pinto, procedentes de Las Palmas. Pero en 1833, cuando ya estaban preparados los cimientos de la t,orre orientada hacia el norte y alzado el pór-tico, hubo de suspenderse la empresa con tanta ilusión comen-zada por falta de recursos económicos. Sólo varias décadas después, en 1882, se volvería a ella, hasta adquirir su actual fisonomía". Llama la atención en esta fachada la combifiación de paramentos encalados con las partes estructurales (colum-nas, molduras, etc.) en cantería gris; a diferencia de la catedral 39 Ídem, carta desde Gran Canaria, a 26 ce junio de 1816. Ídem, cartas desde El Sauzal, a 23 y 25 de septiembre de 1816. Vide M." D n C ARMENF RAGGAO KZÁLEZo, p. ci t . p. 31. M." DEL CARMEXF RAGGAO KZÁLEZ. op. cit., p. 32. 584 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LAMINA 111 Detalle de la fachada catedralicia. La Laguna DON JUAK NEPOMCCENO VERDUGO DA-PELO 21 de Pamplona, el piso superior, a manera de ático allí, no se retranquea, contando con un solo frontón. No se llegó a situar sobre el pórtico el previsto bajorrelieve, que se incluye en un dibujo de A. Pereira (archivo de la Casa de Ossuna), y que ha-bría de figurar a Fernando VI1 entregando las bulas de erec-ción de la Diócesis Nivariense a su confesor don Cristóbal Bencomo, arzobispo de Heraclea, proyecto de medallón que se debía a Juan Abreu. Destacadas son las esbeltas torres, una de ellas finalizada en la segunda década del siglo xx, con chapiteles en forma, de campana sobre templetes de airoso porte, Esos remates han sido relacionados con los de la catedral d.e Méjico, sin perder de vista la de Pamplona, raíz del disenoa. El conjunto muestra así una beiia fisonomía, propia del que, descie i8i3, sería. el templo mayor de la nueva Diócesis Nivariense, que, consciente de ello, iniciaría posteriormente la reedificación del resto de la fábrica eclesiástica. Torre de la iglesia de San Pedro, Güimar Don Pedro Tarquis, en su investigación del archivo de esa parroquia, halló que se habían ((pagad.0 al maestro Nepomu-ceno la cantidad de 43 pesos, cinco reales de plata y cinco euar-tos por los disei'los de la torre y dirección de los trabajos)) de ésta43. Esto prueba, una vez más, la vigilancia que llevaba a cabo al pie de la obra, pues constan los gastos verificados en su transporte. Dada la proximiead a Candelaria, no parece ex-tr. rfio que se aciudiera a él; cerca tenían los vecinos de G'Liímar ejemplo de su quehacer. La csnstrucción actual no correspo~dee n su totalidad a lo levantado entonces. El último cuerpo, donde está emplazado el reloj, y el remate son añadidos del siglo xx, pudiéndose con- & J~síis HERNÁNDEZ PERERA: ({Ventura Rodrí,wez y la fzchada de la catedral de La Laguna)), Las Ciencias, Madrid, núm. 4 (1958), p. 703. PEDROT ARQUIRSO DRÍGUEZ: «El archivo parroquia1 de San Pedro. Güíman), La Tarda, Santa Cruz de Tenerife, 18 de octubre de 1977. Núm. 31 (1985) 585 templar el perfil primitivo a través de representaciones de la pasada centuria. En el dibujo de J. J. Williams que acompaña al texto de Misceláneas Canarias, escrito por Sabino Berthelot ", se observa el aspecto de la plaza del pueblo tal como se veía por aquellas fechas. Asimismo, el pintor Alejandro de Ossuna y Saviñón, en el segundo tercio del Ochocientos, muestra la fisonomía de la explanada, ya arbolada, con el templo al fon-do, todo ello en un óleo que se guarda en la Casa de Ossuna, en la ciudad de los Adelantados 45. Verdugo hubo de proyectar su encargo de tal manera que no se contrapusiera a la iglesia, cuyo hastial había realizado el alarife Juan Agustín García 46, todavía d.entro de pautas barro-cas, aunque ya atenuadas. Por ello, levantó la torre dentro de : una gran discreción de formas. Ésta se encontraba constituida por dos cuerpos, ambos de muros encalados con sillares de pie-dra azul en las esquinas; cada uno de ellos lleva en lo alto la E correspondiente cornisa, bastante volada, aunque el superior 2 va horadado por ventanas en arco, mientras que las del inferior = son adinteladas. Dentro se eleva la escalera, en madera al igual E que las barandas de los vanos. Como conclusión situó una bó- - veda semiesférica, coronada por una bola, símbolo del globo terráqueo, con la cruz encima. En altura no sobresalía mucho la torre respecto al buque del templo, causa, sin duda, de que se le añadiera un tercer cuerpo, con el reloj, sustituyéndose E la cupulilla original por un remate campaniforme, posible- ; mente inspirado en los de la catedral nivariense. 2 n El conjunto fue pensado dentro de una armonía de volúme-nes, separados por las cornisas y con un ritmo decreciente en 2 altura, lo que permite una mayor esbeltez. En él se compagina la tradición insular, en cuanto a este tipo de edificaciones, con la sencillez de líneas propiciada por el neoclasicismo, aun-que este último estilo aparece con fuerza en los retablos ado-sados a las naves. 44 SABINOB ERTHELOTo,p . cit., lám. 10. 45 MANUELÁ NGEL ALLOZAM ORENOo,p . cit., pp. 221-222. Vide portada. 46 PEDRO TARQUISR ODRÍGUEZ( (:E l archivo parroquia1 ...» , op. cit. 586 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS LAMINA VI J. J. Williams: La iglesia de San Pedro de Güírnar con su entorno decimonónico DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 23 Fachada de las Casas ConsistorzaEes, La Laguna Esta edificación se efectuó en una etapa importante para la historia de España, ya que coincidió con el trienio liberal y su posterior anulación en aras del absolutismo fernandino. Instalada la sede de la Diputaci~nP rovincial en Santa Cruz de Tenerife y manteniendose el ~ a i i l d oe n La Laguna, esta em-presa arquitectónica, en cierto modo, hubo de competir, en cuanto a recursos económicos, con el arreglo del camino que unáa a ambas poblaciones. Propiciaba la Diputación este últi-mo trabajo, encomendado al ingeniero D. Tolosa, por entender que redundaba en beneficio de toda la isla; sin embargo, los capitulares no podían olvidar que ei frontis significaba un em-bellecimiento para la ciudad en que moraban, de mane~ra que, en el acta de la sesión celebrada a 15 de abril de 1822, acuer-dan poner en subasta la obra en el término de nueve días4?. --- Por otra parte, en 16 de abril de ese mismo año compare- ..-L. -1 ---- :L..-- -- -1 A --..- &--:--&- A-... n:-..+-TT ..--A...A-- GGU auw al a u ~ ~ l u a r lGuIL cl n y U I I L ~ ~ I I I I ~ I LULUUU U I G L ; ~ nWluauuez Crespo y don Domingo Afonso Herrera, regidores constitucio-nales, e indican que deseosa esa institución respecto a «pro-ceder á la construcción del frontis de estas casas consistoriales así pr. evitar su ruina á que se ven expuestas según el examen y reconocimiento practicado en dos diversas épocas por peri-tos Alarifes según consta de expediente formado en su razón que se custodia en el Archivo Municipal, como igualmente por colocar en él la lápida de la constitución, monumento sagrado de nuestra libertad e independencia, y careciendo enteramente de fondos y otros recursos pma emprender tan grandiosa ohra, deliberó por su acta de veinte y cuatro de Diciembre último solicitar de S. E. la Diputación de Provincia el correspondien-te para vender en pública subasta el corto terreno egido in-mediato á esta ciudad en el Llano de La Laguna)). Habiendo concedido aquélla el visto bueno para la subasta: con la con-dición de que el dinero obtenido sirviera también para el reparo 47 ARCHIVOD n A YUNTAMIENTDOE LA LAGUNA( A. L.L), Libros Capitu-lares, núm. 75, fol. 31. Núm. 31 (1985) 587 del camino a Santa Cruz, se procedió a ncmbrar peritos para medir las citadas tierras. El agrimensor público don Miguel Rodriguez Pantaleón eva-luó el lugar (nueve fanegadas, diez alrnudes y una cuartilla), que fue justipreciado en tres mil novecientos setenta y siete pesos corrientes y medio por los labradores Francisco Hernández Calabazo y Antonio José Álvarez. La subasta fue anunciada para !as diez de la mañana del día 13 de abril de 1822 en las Casas Consistoriales, ~esolviéndosed icha venta a favor de don Pedro Colombo de Vargas. Todo lo cual comunican al escribano los antedichos Diego Hernández Crespo y Domingo Afonso He-rrera %. Pero con los recursos así logrados no hubo suficiente y ya en 17 de mayo los capitulares recomendaron hacer mresente á la Excm." Diputación la necesidad de adelantarse los gastos en las obras del frontis de estas casas consistoriales así por que hubo de padecerse equivocación en el presupuesto, como por que después de haberse emprendido su desbarate se ha visto más bien el estado ruinoso ya de sus techos enteramte. podri-dos que precisa hacerlos de nuevo, y ya el de algunas paredes que es indispensable levantar de cimientos, a fin de qce S. E. permita se reserven p." dha. obra los tres mil trescientos ochen-ta y nueve y med? pesos que hay existentes pr. haberse remi-tido los otros tres mi1 para la obra d.el camino, y con cuya cantd. no es bast. p." concluir la sitada fábrica del frontis que precisamente habrá de subir de cuatro mil ps» ". Tal como indicamos, los intereses de cada institución y sus preferencias en cuanto a realizaciones públicas quedan al des-cubierto en estas circunstancias. Se trata de recabar fondos y de ahorrar gastos como sea; en este sentido, en acta de 21 de mayo, se ariota la recomendación hecha para aprovechar mate-rial del incendiado convento fraiiciscano; esto último iba a provocar una airada reacción por parte de algunos vecinos, que no podían aceptar que se expoliara lo que había sido re- A.H.P.T., P.N. niim. 1.713 (esc. José Albertos), s.fol., a 16 de abril de 1822. 43 A. L.L., Libros Capitulzres, núm. 73, fols. 43 v.44. 583 ArYUARIO DE ESTUDIOS ATLáNTICOS DON JUAN NEPOMCCESO VERDUGO DA-PELO 25 cinto del venerado Cristo de Ea Lagunaso. En el acta de 8 de junio se insiste en las dificultades económicas, decidiéndose practicar un nuevo presupuesto, hecho al efecto por seritos, con el fin de reedificar el frontispicio, «que se halla ya des-baratado)) 50. Hasta entonces los comisionados habían sido los ya men-cionados Diego Hernández Crespo y Domingo Afonso Herrera, pero a finales del año 1823 los encargados son Juan Tabares y Francisco Devillers, acordándose en 20 de noviembre conti-nuar los trabajos, extendiendo la fachada en dos arcos mas para conseguir un mejor aspecto público5:. Prosigue la obra, de manera que, ante la proximidad de la fiesta de San Juan quizá, en 1824 el síndico personero manifiesta ((haber enten-eido we se trata de ccihical la i,Api& sobre e; balcón del rrlelaJlo de la fábrica nueva del frontis y considerando que con esta cmeración se impide la continuaciUn indispensable de los arcos más que debe llevar dho frontis, le parecía convente. que 14 sala acordase el que se suspeadiese la sentada de áha. lápida hasta tmte yüe =yendo a !os Sres. Comisionad~o de !a citada fábrica sobre este particular. se paeda acordar el punto donde deba ser colocada» j2. Zsta opi~ións e tiene en cuenta en la siguiente sesión, cele brada en 28 de junio, optándose por instalar dicha lápida so-bre el último balcón y arco frente a la escalera, es decir, sobre el tercer vano. Asimismo se indica que «según el contisto q-JC? se había tenido por el maestro ;uan Nepomuceno con l i~sa nte-riores encargados de esta fgbrica, se le están debiendo a aquel cincuenta ps. cors. hasta Nove. ÚItP, éstos se le paguen por el Maym.O de Props. sin perjuicio de lo qe. se acuerde conforme esponga la comisión)> No será ésta la única ocasión en que se nombre al artífice, pues en 22 de diciembre de ese mismo año 1824 los comisiona-dos manifestaron haber hecho un contrato con Verdugo, «di- % Ídem, fols. 51-52. Ídem, libro núm. 76, fol. 118. 52 Ídem, fol. 196 v. Ídem, fol. 198. Núm. 31 (1985) rector de la citada obran, por el que le entregarían ciento cin-cuenta pesos anuales, empezando desde el primero de enero, además de ofrecerle cincuenta pesos de gratificación por lo hecho «hasta el presenten5'. De donde parece deducirse que los trabajos habrían de proseguir. El resultado de todos estos desvelos por parte de los regi-dores, comisionados, autor ... fue una fachada con pórtico de cinco arcos en la planta inferior y en la superior cinco vanos adintelados, con barandas de hierro; remata el conjunto un ático, sobre el que se halla la mencionada lápida, dedicada a Fernando VII, coronada por un frontón curvo. Jarrones pé-treos flanquean este último cuerpo. Todo ello ha sido realizado en cantería, sobresaliendo el juego de los huecos y las sobrias pilastras, que con las escuetas molduras dibujan las líneas en profundidad. El rigor geométrico y la sencillez se convierten aquí en firmes aliados para dar un efecto más bello cuanto más se detiene el espectador en su contemplación. Sin embargo, un problema quedaba por resolver y era el que afectaba al desajuste existente entre el nuevo frontispicio y la fábrica antigua que se matenía detrás, aquella que databa del siglo xvr en adelante. Por ello a mediados del Ochocientos el arquitecto titulado don Manuel Oráa trazó un proyecto que implicaba la destrucción del antiguo salón de sesiones, derribo que se inició el 14 de mayo de 1860, aunque don José de Oli-vera dejó descrito. con gran ironía, el estado en que se encon-traba esta parte antes de su remodelación, y que era el si-guiente: «Pasando la galería de entrada, de moderna construcción [se refiere a lo edificado por aon Juan Nepomuceno], cual hace ya algunos años que existe y al llegar a la puerta de dicho salón, se bajaban dos altos escalones, como quien se introduce en un estanque, cuyo pavimento representaba las encrespadas olas de su líquida superficie, tal era el estado de su roto, des-igual y mal sollado. Su cielo era también de tablas pintadas, especie de artesonado piano, que no alcanzaba más que a dos terceras partes, porque el resto era de cielo raso y una cuarta M fdem, fol. 248 v 590 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 2'1 o tercia más alto que el primero, trastorno que sufrió cuando se construyó de nuevo la inmediata galería y fachada principal de estas casas consistoriales y toda la parte que correspondía al artesonado la adornaba un friso, llano también, de tablas, pintado de encarnado, con ribetes amarillos. La pared maestra del lado derecho entrando presentaba un verdugón o promi-nencia vertical, cerca de la mitad de su extensión, efecto de la mayor anchura o grueso de pared desde dicho punto hasta el testero de la sala. Por el otro lado había dos puertas balcones, tan bajos que una persona un poco alta, alargando el brazo, alcanzaba fácilmente a sus dinteles y además estos balcones desproporcionadamente situados, carecían, había ya muchos años, de baranda o vallas para poder asomarse nadie por e!!m LE p!ut,derma donde se situaba e! cüerp= münieipa! sS!o se elevaba del piso principal escasamente media cuarta, sin más barandillas, ni cosa alguna y cuando se celebraban sorteos u otros actos públicos en que el concurso obstruía el salón, los concejales se veían como presos en su plataforma y, si querían salir o entrar, lo conseguían a duras penas Q teniendo que 111- frir serios estrechonesn 55. Verdugo había recibido el encargo de levantar un nuevo frontispicio, adecuado a los gustos artísticos de la época, y ha-bía respetado la fábrica antigua que restaba detrás, incluyendo este salón de sesiones, con interesante armadura plana. Pero, una vez acometida la transformación del Ayuntamiento, 10s munícipes no podían dejar de captar las diferencias construc-tivas entre una obra del siglo XVI y otra del XIX, de ahí que llamen a Oráa con el fin de resolver el problema. Es decir, se acometen soluciones parciales que afectan a las zonas de protocolo más que a las de servicio: fachada y salón principal. Afortunadamente ello ha significado que perduren unas Casas Consistoriales con partes del Quinientos. Tampoco fue todo fácil para don Manuel Oráa, pues, cuando ya estaban levantados los muros hasta cerca del alto de vigas, hubo de desbaratarse lo hecho por un error de cálculo, «e iba 55 JOSÉ DE OLIVERAMi: álbum 1858-1862, Instituto de Estudios Cana-rios, La Laguna, 1969, pp. 240-241. Núm. 31 (1985) 591 a resultar que por el alto que llevaban las ventanas inferiores excedía el piso de la sala de sesiones cerca de media vara más alta que el de la galería de entrada de la obra construida desde el año. .. y para enmendar esta falta ha sustituido las ventanas, que es como la fachada hubiera quedado más elegante, por dos mezquinos marcos de luz» '% José Olivera desconocía la fecha exacta de la edificación del maestro h'epomuceno, de ahí que ponga puntos suspensivos, pero, a pesar de todo, nos deja un sugestivo retrato de las vicisitudes del trabajo. Todavía en 1861 se procedía a ensanchar la secretaría municipal, compuesta por cinco piezas que incluían los despachos de la alcaldía y del secretario, así como la depositaría de propios. A finales de ese año las obras del salón de sesiones tocaban ya a su fin57. Nicho de la capilla mayor, iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en La Laguna Desconocíamos la intervención de Verdugo en este lugar, pero la lectura de un corto diario redactado por el presbítero don Domingo Benítez Suazc; nos ha permitido saber que «El 14 de enero cñe 1828 se puso la orla del nicho de la Virgen de la Concepción de esta ciudad, y lo hizo el maestro Juan Nepomu-ceno » j8. De este modo queda perfectamente fijada la autoría, así como la fecha de esta realización. El retablo primitivo de! presbiterio había sido construido a principios del siglo XVI por los Artacho, contando con pintu-ras de Cristóbal Ramírez. Ya en el Setecientos había sido tras-ladado de su emplazamiento '" por lo que dicha capilla mayor grecisa'Da adecua& ilTai-c-J para 1% imagen kiklar de l.& j6 Ídem, p. 248. jí Ídem, pp. 303 y 324. j"«Un diario de 1825 a 1850», en JUAN PRIMOD E LA GUERRAo,p . cit., t. 11, p. 245. El nombre de Juan Nepomuceco no se halla incluido en el índice alfabético. ALFOXSO TRUJILLOR ODRÍG~EElZ :re tablo barroco en Canarias, Ca-bildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1977, t. 1, p?. 37-38. 592 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LAMINA IX Fachada de la iglesia de San Pedro. El Sauzal Detalle de la iglesia de San Pedro. El Sauzal DON JU.13 NSPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 29 rroquia. En tal situación se acudiría al mencionado artífice. Traza éste dos grandes pilastras sobre pares de ménsulas y con capiteles corintios; esas piiastras estriadas sostienen el entabla-mento y flanquean la hornacina, que tiene arco de medio pun-to con impsstas simples y clave destacada. En las reproduccio-nes antiguas figura como remate la representación del Espíritu Santo, con sendos ángeles a los lados en postura. de adoración, todo lo cual se mantiene. Aunque ésta puede parecer una creación menor, por la ín-dole del lugar, es aquí donde el autor tuvo la oportunidad. de exponer mejor SUS ideas en cuanto a estilo. Al no ser preciso un elevado presupuesto, ejecutó un diseño rico en detalles, cual corresponde a un ornamento que encuadra a la patrona del temple y ha de ser ~ ~ n t e ~ p ! ~de.sddeo vi*alyuier p~rn,ted e las naves. En la zctualidad, sin embargo, la nueva liturgia, al acercar el altar y las celebraciones a los fieles, ha despojado de una cierta visualidad plástica a este conjunto, que adquiere así una frialdad en la desnudez de los paramentos encalados. Fachada y crucero en la iglesia de San Pedro, El Sauxal La antigüedad d.e esta parroquia1 obligC en el Ochocientos a efectuar allí reformas bajo la dirección de don Juan Nepo-mxceno, noticia que ofrece don Francisco María de Le&?, se-gún P. Sarquis"! Ahora, bien, aunque no se contara con este dato, bastaría la comparacicin de su fro~tispicioc on una de las puertas sitas en la fachada de la catedral nivariense para alir-mar su presencia. Efectivamente, el vano adintelado con ador-no en canteria sobre él y enlazando con el óculo superior se repite en arcbos ejemplos, constituyéndose este recurso en ver-dadera rúbrica del maestro. Su labor consistió en mantener la nave con su cubierta lig-narfa tradicional y añadirle un cmcero que comunicars esa parte con ias dos capillas iaieraies y con ia mayor. Para que el edificio estuviera acorde a los gustos de la época trazó, ade-más, una nueva fisonomía por lo que se refiere al frente. Contaba para todo ello con el excelente material de cantería Núm. 31 (1985) 593 que proporcionaba El Sauzal, de manera que combinó esta con las superficies albeadas. Pero la parte que más ha llamado la atención ha sido la cúpula del crucero, seguramente por la rareza de este tipo de techos en el archipiélago. En Canarias las bóvedas sólo se ha-bían conocido en contados ejemplos, como la catedral de Las Palmas; sólo en el Set,ecientos se van a sumar nuevos casos, quizá fomentados por influencia de los jesuitas ". Por consi-guiente, esta obra de Verdugo sorprendería mucho en su mo-mento, aunque debe recordarse que la iglesia de Nuestra Se-ñora de los Remedios, actual catedral, en La Laguna presentaba asimismo en el transepto una cubierta de este género en el siglo xv111. De cualquier manera su construcción demuestra la pericia y la seguridad del artífice. Esta cúpula, con su perfil y blancura, producida por la cal, sobresale desde lejos y apenas se perciben las nervaduras ex-teriores que refuerzan su estructura. Onicamente la torre se eleva por encima de ella, contraponiéndose sus Iíneas rectas a las curvas de aquélla. Una vez más, Verdugo hubo de adap-tarse a lo edificado en épocas anteriores por distintos alarifes, saliendo airoso de este trance, difícil para los puristas de un estilo. Halló ese maestro un medio de allegar recursos intervinien-do en mediciones y valoraciones tarito de solares como de casas, para lo cual era llamado a menudo por cuenta del Ayuntamiento de La Laguna. Así, en 11 de enero de 1822 comparecen en las Casas Consistoriaies don redro Colombo de Vargas y doii José González de Mesa y Lercaro, regidores y miembros de la co-misión del Pósito y Alhóndiga, señalando que pertenecía a ésta una casilla terrera casi arruinada, con su solar, en la calle de Maya, lindando con la fábrica parroquia1 de Kuestra Señora 60 RE: DEL CARMEFPRYA GGAO NZ~LEZ((:A rquitectura religiosa. Siglos XVII y X V I I I ~ , en Historia del Arte en Canarias, E. D. 1. R. C. A, Las Palmas de Gran Canaria, 1982, pp. 114-116. 594 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 31 de la Concepción y con el camino que iba a San Benito. Justi-preciaron el lugar y la vivienda Francisco Hernández, Pedro Antonio Díaz y Juan Nepomuceno, calculando su valor en siete mil seiscientos cincuenta reales de vellón. Posteriormente el solar se le dio a tributo pecuniario redimible a don Miguel Cullen y Salazar para que la reedificara 61. De nuevo se le cita en ese año, cuando el juez de primera instancia don José Antonio Morales presenta una instancia a la alcadía, indicando que moraba en la casa contigua al Ayun-tamiento, en consecuencia se podía aprovechar del agua que iba desde la pila situada en la plaza de la Constitución (actual-mente del Adelantado) hasta la cárcel, instalada en la sede municipal, con sólo poner un canal y arrendársela a él. Cuatro horas diarias durante nueve años fue la cantidad propuesta por el secretario, aunque se encargó a don Francisco Rodríguez Canino y don Juan Mepomuceno que informaran de ello, lo que así hicieron, firmando su valoración y figurando ambos como vecinos de La Laguna 'j2. A Verdugo se le menciona a veces como ((agrimensor pú-blico~; a sí se hace cuando mide un pedazo de tierra, con árbo-les y algunas parras, en el pago de Geneto, propiedad de la a~hór l~ga%,i ta el, la & los &=jeianiados S. Ge nuevo aparece como tal en 1825 en un curioso proceso entablado por el municipio con el fin de embellecer el aspecto de la plaza principal. En esa ocasión se expone ante el escribano la exis- A.H.P.T., P.N. núm. 1.713 (esc. José Albertos), a 11 de enero de 1822. M fdem, cuaderno 5: de 1822, Dolios finales. El legajo está sin foliar. 63 fdem, a 11 de enero de 1822, al igual que la escritura citada en la nota 62. Núm. 31 (1985) 595 tenciz de un solar yermo en ese lugar, el cual se desea que se edifique en el plazo de un aeo, pero se ignora a quien pertenece. Por todo ello se ~iombra al licenciado Juan Evangelista Guirola defensor «del dueño ausente ó desconocido», y en desempeño del cargo acuerda que, al no poder fabricar allí por no haber medios, se proceda a la venta judicial de ese solar, una vez apre-ciado; para ello se llama como peritos a Juan Nepomuceno, ((Agrimensor pu." y Mtro. del of:' de Carpiatería»l y a Pedro Antonio Dkz, maestro de mampostería". No creemos que esta mención como maesto de carpintería se refiera a que lo fuera, sino a que actuara en tal Euncióil para emitir informe, pues en ningún otro docurnento se encuentra alusión a esos conoci-mientos de trabajos lignarios. En cualcpier caso, es evidente que este artífice combinó ia teoría arquitectónica, de signo neoclásicc, con la actuación prác-tica, convirtiéndolo en un eficaz entendido de la construcción en Canarias. Idem, P. N. núm. 1.714 (esc. José Albertosi, a 6 de junio de 1825. 596 ANGBE.10 DE ESTUDIOS ATLANTICOS
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Título y subtítulo | Don Juan Nepomuceno Verdugo Da-Pelo y la arquitectura neoclásica en Canarias |
Autor principal | Fraga González, Carmen |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 31 |
Sección | Bellas artes |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1985 |
Páginas | p. 565-596 |
Materias | Verdugo, Juan Nepomuceno ; Arquitectura ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 7977629 Bytes |
Texto | DON JUAN NEPOMUCENB VERDUGO DA-PELO Y LA ARQUITECTURA NEOCLÁSICA EN CANARIAS P O R CARMEN FRAGA GONZÁLEZ Dentro del ambiente ilustrado que se produce en la segun-da mitad del siglo XVIII en el archipi9lago surge la figura de este artífice, cuya personalidad se ha mantenido, en gran me-dida, oculta a la bibliografía artística'. Ello es más sorpren-dente teniendo en cuenta que su existencia no se circunscribe a una isla, ni se vincula su labor a una sola edificación; por el contrario, su biografía ofrece rasgos atractivos en su proyec-ción familiar y profesional. Nuestro personaje se incluye entre esos hombres nacidos al calor de un medio culto que, en poblaciones como Las Pal-mas de Gran Canaria, La Laguna o el Puerto de la Cruz, alienta e1 avance de un neoclasicismo ya aceptado. Contemporáneo del pintor Luis de la Cruz y del escultor Fernando Estévez, junto con &!m represmta a üna generazT6n yüe, err üm re:aziSii Ue discipulado, viene a ocupar el lugar de Diego Nicolás Eduardo La identificación del ((maestro Juan Nepomuceno» con don Juan Nepomuceno Verdugo Da-Pelo se debe a don Alejandro Cioranescu. Así lo indican: PEDROT ARQUIRSO DRÍCUE(Z(D: iccionario de arquitectos, alari-ies y canteros que han trabajado en ias isias Canarias. Sigio XIXD, ANUA-RIO DE ESTUDIOAST LÁNTICOS, Madrid-Las Palmas, núm. 16 (19701, p. 273; M." n n CARMEXF RAGAG ONZÁLEZA: rquitectura neoclásica en Canarias, Enciclopedia Canaria, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tene-rife, 1976, p. 34. Núm. 31 (1985,l 565 2 CARMEN FRAGA GONZÁLEZ o Luján Pérez, por citar los dos individuos más sobresalientes en el campo de la arquitectura y la escultura, respectivamente. Vino al mundo en la ciudad de La Laguna, donde fue bauti-zado el día 5 de junio de 1781 como Luis Bonifacio Juan Nepo-muceno José Antonio Ramón, aunque al confirmarlo le pu-sieron de primer nombre Juan Nepomuceno 2, por ser el modo en que era conocido. Hijo del capitán del Regimiento de Mili-cias Provinciales de Güímar don José Hipólito Verdugo y Alvi-turría, natural de Gran Canaria y regidor perpetuo de esa isla, y de doña Micaela Da-Pelo y Saviñón, por origen social estaba ahnriaiin o rnrihir iina ndiinsnirín n~mnrc)ric) nn 12 línna rin iina uuuvu-v u svvrurs -A,- u - - u u u L " r r vuirrvru-u, vrr r A A r v r u .Av ---u religiosidad firme, acompañada por el pensamiento ilustrado de la época. Un tío-abuelo suyo, don José Marcos Verdugo y Alviturría, era arcediano de la catedral de Las Palmas y fue el primer di-rector de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Su padre era hermano del que sería prelado de la Diócesis Canariense, don Manuel Verdugo y Alviturría, nom brado como tal en 1796 y fallecido en 1816, a los sesenta y siete años de edad; este obispo fue retratado a menudo por don Luis de la Cruz y Ríos, el mejor exponente de la pintura neoclásica en el archipiélago, e incluso se conserva otro cuadro con su efigie en la catedral de la que fue dignidad, habiendo sido atri-buido dicho lienzo, no sin desmesura, a Francisco Goya3. Por otra parte, su abuelo materno, don Manuel Da-Pelo y Saviñón, había sido el donante de la bella escultura genovesa del «Señor atado a la columna)), sita en la catedral nivariense. Por consi guiente, el pequeño Juan Nepomuceno crecía en un medio fa- 2 Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 28, Bautis-mos, fol. 223. Se recoge dicha partida en el archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (A.Ec.1, sign. 241218, cuader-no 4: de bautismos de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nuestra Señora de los Remedios, p. 48. S NÉSTORA UO: «El obispo Verdugo y sus retratos)), ANUARIOD E ES-TUDIOS ATLÁNTICOMS,a drid-Las Palmas, núm. 8 (19621, pp. 298 y sigs. 566 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 3 rniliar de acendrado cristianismo, en contacto con la cultura y el arte de la segunda mitad del Setecientos. Buena prueba de estas peculiaridades del ambiente hoga-reño es el hecho de que al trasladarse a Tenerife e1 entonces obispo de Canarias fray Joaquín Herrera, unas semanas des-pués del nacimiento de nuestro personaje, en 16 de junio de 1781 se instala en la morada de sus padres en la ciudad de los Adelantados, de manera que don Lope Antonio de la Guerra y Peña escribe al efecto: {(y fue su asistencia en la Casa de Dn. Joseph Berdugo y Albiturria Regidor de Canarias, hermano y sobrino de Canónigos, el que con este motivo se transfirió á otra Casa» J. Paralelamente la relación con instituciones de sello cultural se dejaba sentir; así, en el mismo año 1781, los her-manos mayores dei recién nacido participaban en ias fiestas y actividades de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, obteniendo José y Santiago su correspondiente gratifica-ción, junto con otros niños, con ocasión de la onomástica del soberano 5. Sus yr~gefiitores se habiail desposado eii La Lagííiia e: 30 de marzo de 1772', pero sus dos hijos mayores vieron la luz en Las Palmas en 1773 y 1774 respectivamente. E1 primogénito, don José, llegará a ser gobernador de Armas de Gran Canaria, en tanto que el segundogénito, don Santiago, fue licenciado en Jurisprudencia y abogado de los Reales Consejos. Don Juan Nepomuceno fue el único que vino al mundo en Tenerife, ya que otros dos hermanos, don Manuel y doña María Candelaria, lo hicieron en aquella población '. En realidad el hogar estuvo primero aquí, para luego radicar en la ciudad de los Adelan-tados, retornando posteriormente a su primera instalación. de modo que, al llevarse a cabo en 1804 en La Laguna un pa- LOPEA NTONIO DE LA GUERRAY PENA: «Memorias»,E l Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1959, vol. IV, p. 56. Ídem, p. 68. Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 12, Matri-monios, fol. 150. Se recoge dicha partida en A.Ec., sign. 241218, cuader-no l? de matrimonios de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nues-tra Señora de los Remedios, p. 55 bis. Nobiliario de Canarias, ed. J. Régulo, La Laguna, 1952, t. 11, pp. 52 y sigs. Núm. 31 (19853 drón para recabar la contribución anual sobre {(criados, caba-llos, mulas y tiendas», ningún miembro de esta familia apare-ce en él. Sin embargo, esea felicidad y armonía hogareña va a que-dar ensombrecida, pues fallecen don José Hipólito en 1799 y doña Micaela en 1804; en 1808 muere doña María Candelaria. Ante esta situación, los hermanos queda? bajo el refugio de su tío, el obispo don Munuel, de quien actúa como secretario don Santiago, sin que falte la presencia del prelado en los ec-ponsales de sus sobrinos como oficiante 8. Ahora bien, no toda la educación de Juan Nepomuceno se desarrolla en el archipiélago, ya que consta su estancia en Ma-drid en el año 1806, cuando en 9 de agosto otorga casta de poder ante el escribano Juan Antonio de Urrasa; más tarde ratifica dicho protocolo notarial en Las Palmas, a 17 de junio de 1811, ante Francisco Martínez de Escobar ". Esta escritura tiene para nosotros el interés de fijar su presencia en la capital de España en unas fechas cruciales para la historia del país y para un jo-ven todavía en período de formación. Puede conocer allí el avance del neoclasicismo y verificar in situ la apariencia de los edificios construidos en dicho estilo, todo lo cual, sin duda, le será de mucha utilidad en sus trabajos arquitectónicos. --- "si lo registra el Yizconde ce E.den Pasa en e! case & u ~ 6=e el !~~, cuando escribe: ((En una de las noches próximas ha casado el mismo prelado en su casa a su sobrino y secretario (a quien he visto hoy) don Santiago Verdugo y Dapelo, hermano del coronel del regimiento de la ciudad de Canaria, hijo del ceniente coronel de Gülmar don Joseph Ver-dugo y Alviturría, con su p r k a hermaca y sobrina mía doña Francisca pvz,?ach&s y Dap!o.>? vi& 'rrp.~ px~xc! L-. GTJEKEA: Digrio, t. 1 f180n- 1807), Aula de Cultura de Tenrriie, cor? el concurso del Instituto de Estu-dios Canarios, Santa Cmz de Tenerife, 1976, pp. 280-281. \ ~RCE I IVO HISTÓRICOPR OVINCIAL DE GRANC AXARI(AA . H. G. C.), P. N. número 1.978, fols. 220 v. a 221 v. 568 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DOS JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 5 Unos años más tarde, en Tenerife, en 1809, quizá se aluda a él en la relación de los presentados al alistamiento de las milicias. en cumplimiento de la Real Orden ds la Junta Supre-ma, a solicitud del comandante general don Carlos O'Donnell 'O. Se menciona en esa lista a un don Juan Nepomuceno, sin más apellidos, como será usual con él en otras ocasiones; figuran, además, otros individuos del mismo nombre, don Juxn Mepo-muceno Machado y don Juan Nepornucel?o, carpintero. Por esas fech~ssu hermano don José aparece con rango de coronel y calidad de ((noble>e, ntre los oficiales del Regimiento de Guía, en Gran Canaria1', auaque se hallaba detenido en el castillo de Paso Alto, en Santa Cruz de Tenerife, víctima como el vizconde de Buen Faso de los avatares de la Junta Suprema de Ca-narias 12. Ese alistamiento, de referirse a él dicha cita, no tendría mayor trascendencia en su vida cotidians, de modo que en di-ciembre de ese mismo año se traslada a Candelaria para hacer-se cargo de la dirección de las obras a efectuar en el nuevo templo, que guardaría la imagen de la patrona del archipiélago y que estaba adscrito a la Orden de Predicadores. En el libro de fábrica se irá apuntando a partir d.e ahora la serie de visitas que efectíaa y que se sucederá hasta 1816. La vinculación familiar con la isla de Gran Canaria no se rompe pcr ello; es en este marco -e contrae matrimonio con doña María del Pino Antonia Josefa RafaeIa Massieu y Massieu en el palacio episcopal de la villa de Teror a 25 de junio de 1812, oficiando la ceremonia su tío el pelado don Manuel Verdugo y Alviturría 13. La novia previamente había recibido la dote de süs padres, don Nicolás Massieu Sotomayor y doea Luisa Massieu Fierro; ests última le entrega bienes propios en escritura otor-gada en Telde a 30 de octubre de 1811 A" en concreto le dona tierras en la hacienda de Mirca (Santa Cruz de LT, Palma) por valor de cuarenta y cinco mil reales. 10 A.Ec., sign. 241202. Archivo de la Casa d.e Tabares, Milicias Cana-rias, Papeies diversos. l1 Ibidem. l2 JCANP RIMOD E LA GUERRACp, . cit., t. 11 (1808-1810), pp. 82 Y si@. l3 Nobiliario de Canarias. op. cit., t. 11, p. 531. l4 A. H. G. C., P. N. núm. 1.973, fols. 543 r. a 545 v. Núm. 31 (1985) 569 6 CARiMEN FRAGA GONZÁLEZ El nuevo matrimonio mora al principio en Las Palmas, pero luego decide establecerse en Tenerife, pues en esta isla le es factible al marido atender a su trabajo. Ya en la carta de dote se menciona a éste como teniente de fragata, aunque lo cierto es que en la arquitectura halla él su medio de vida y el modo de expresar su vocación. De esa epoca, sin duda, es la minia-tura en que lo retrata el pintor Luis de la Cruz, quien nos deja la efigie de un hombre joven, vestido a la manera de la socie-dad culta y con los cabellos peinados en mechones hacia el rostro. En esta. década Verdugo acude a inspeccionar las obras que se llevan a cabo en Candelaria, a la vez que dirige la construc-ción del nuevo fronstipicio en la iglesia de Nuestra Senora de los Remedios, futura catedral nivariense. A principios de 1820 se le encarga la fachada con pórtico de las Cascts Consistoriales, asimismo en La Laguna, al igual que el templo de Nuestra Se-ñora de la Concepción, donde realiza el nicho de la capilla ma-yor. Se acude a él también desde Güímar, donde levanta la torre parroquial, g desde El Sa~zzal,c uya iglesia de San Pedro remodela, alzando la bóveda del crucero y el hastial. Obras todas que bastarían para fundamentar su labor en el campo de la edificación. Normalmente se le conoce por {(el maestro Nepomucenon, lo que bien pudiera indicar una sencillez de trato en quien estaba considerado como perteneciente a una clase social ele-vada, aunque no aristocrática. Debía de tener una buena repu- 2 n tación entre sus conciudadanos, siendo así que en 1820 se le : elige para formar parte de la Diputación Provincial, institu- $ ción que desaparecerá momentáneamente con la llegada del " a~soi-utismu15 . Es in&dab:e qüe mantiene menas w - l n n ' n n f i c i L CKLL~YUGD con el cuerpo eclesiástico. de ahí los encargos que recibe para intervenir en construcciones religiosas; inclusa después de fa-llecido su tío y creada la Diócesis Nivariense conserva esa conexión, de modo que es nombrado en ésta administrador uA,n, rs unrnr uf rgucu vnynriucvrnvynuorlvouc. Cgam---n tal iniria PK 1Wf i iin ~ n n i n s nn loitn "-A -*.A--- -A- --u" v.-- " =----- que dura unos veinte años y se registra en las escribanía~ de -- l5 ALEJANDROC IORAXESCHCi:s toria: de Santa Cruz de Tenerife, Caja de Ahorros de Santa Cruz ae Tenerife, 1978, t. 111, p. 461, nota 40, y p. 105. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN XEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 7 Santa Cruz de Tenerife, no resolviéndose sino hasta pocos me-ses antes de su muerte 16. Su familia ha ido creciendo con la llegada de nueve hijos: el primogénito, Manuel, ve la primera luz en Las Palmas de Gran Canaria en 1813; Luis, en Santa Cruz de Tenerife en 1816; Domingo, en La Laguna en 1817; en el mencionado puerto, ac-tual capital de la isla, nacen Felipe en 1818, Micaela en 1819, Santiago en 1821, María Candelaria en 1825 y Federico en 1828, mientras que Pedro viene al mundo en Santa Cruz de La Pal-ma en 1829 17. Evidentemente estas fechas y lugares marcan la sucesiva ubicación de su hogar a lo largo del tiempo, sobre-saliendo los muchos años transcurridos en Santa Cruz de Te-nerife. um mbargo, sü esposa fallece en La Lag~na en 1837, e: 5 de agosto, registrándose su defunción en los siguientes térmi-nos: «D." María del Pino Massieu de Verdugo de 46 años, mujei de Dn. Juan Verdugo, natl. de Canaria y transeúnte en esta Ciudad» la. Años antes la familia se había instalado en La Palma, pues aqi~íp meii hie~es,p ? - e ~ i sme ~atqem ! !~~c pe h&hlzm CV-rrespondido a la esposa. Con varios hijos pequeños a su cui-dado, don Juan Nepomuceno ha creído hallar en esta isla mejores perspectivas a la hora de sacar adelante su hogar. Los acontecimientos últimos deben de haberle envejecido y, cuan-do se le retrata en una acuarela firmada por Soledad Diston 19, su figura está lejos de la imagen que nos había legado Luis de la Cruz; aparece como un hombre delgado, de marcada calvi-cie, sentado en una silla y con los brazos cruzados, manteniendo de la antigua elegancia tan sólo algún detalle como la cadena de oro del reloj. / I --- > F s 16 Archivo Histórico Provincial de Tenerife (A. H. P. T.), P. N. núm. 1.816 (esc. Rafael Martín Fernández), fols. 27 y sigs. l7 Nobiliario de Canarias, op. cit., t. 11, p. 531. Archivo parroquia1 de Santo Domingo, La Laguna, libro 13, Defun- ,,,,,,;, ,..r.n*C. .,*-1 cn.. V. Se reixge dicha pai-ti*& en A.E., sign. 24/'2i8, cuader-no 2: de defunciones de la parroquia de Santo Domingo, antes de Nues-tra Señora de los Remedios, p. 25 v. l9 MAXUELA NGELA LLOZAM ORENOL:a pintura en Canarias en el si-glo XIX, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1981, p. 146. Núm. 31 (1985) 571 Coctrariedades económicas ias ha tenido graves, hasta el punto de que en agosto de 1825 se ha visto obligado a vender al coronel don Luis de Van-de-Walle dos grandes fincas en La Palma: una, formada por cuatrocientas fanegad.as de tierra en el pago de Tedoque, en Los Llanos de Aridane, parte de pan sembrar y parte dedicada a apacentar ganados, con su corres-pondiente casa, árboles y alguna viña; otra en Mirca, compuesta por cincuenta fanegadas de cordel de tierras de pan sembrar, viñas, árboles, fuentes, aljibes, casas y lagar, habiendola ad-quirido en compra hecha a su suegra d-oña María Luisa Ma.ssieu y Fierro. Todo se valoró en dieciséis mil. ochocientos sesenta y un pesos, cinco reales de plata, cinco y medio cuartos, cantidad que el comprador le había ido entregando desde el 7 de febre- g ro dLe 1821 hasta finales de marzo de 1823, contabilizando 10 $ E dsldo quince mil ochocimtos sesenta y un pesos, cinco reales : n de plata, cinco y medio cuartos; por consigtliente, le restaba de $ ello prácticmente nada 'O. EE Como vecino de Santa Cruz de La Palma se le cita en febre-rc de 1845, cuando otorga carta de poder a don Rafael Ruiz y Sosa para conciuir los autos iniciados en 27 de enero de 1826 - 20 A. H. P. T., P. N. núm. 1.814 (esc. José Albertos), cuaderno 2." de ins-trumentos, a 11 de agosto de 1825. El documento es muy interesante, ya E que a través de él se conocen las propiedades del matrimonio, aunque no Z todas; así, sabemos que don Juan Nepomuceno tenía en Las Palmas, en la calle del Espiritu Santo, una casa ((de alto y bajo», la cual le había legado su tío el obispo don Manuel Verdugo y Alviturría; además poseía, en la misma isla, una propiedad en la montaña de Doramas consistente en dos fincas, adquiridas por sendas escrituras de 7 de abril y 3 de julio $ de 1823 ante el escribano Francisco de Campos. Respecto a las fincas d.e $ La Palma, la del Hoyo de Me~do, en Tedoque, había sido comprada a1 @ brigadier don Mame1 Fierro ante el escribano Manuel del Castillo, en Santa Cruz 6.e La Palma, en 31 de julio de 1822; la de Mirca le fue ven-dida por su suegra, d.oña María Luisa Massieu y Fierro, viuda de don Nicolás Massieu y Sotomayor, a cuenta del pago de cierto crédito que tenía a su favor por haberle ayudado en alimentos y otras urgencias, rea-lizándose la escritura en la capital de la isla en l? de julio de 1822 ante Greyrio José de Medina. En esa última venta se tuvo en cuenta la dote impuesta por doña María Luisa a favor de su hija. Firman el protocolo notarial tanto doíía María del Pino Massieu como su marido, quien lo hace como Juan Nepomuceno Verdugo, al igual que en otras ocasiones cuando se refiere a asuntos personales alejados de su profesión. 572 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN ICEPO3TUCEN O VERDUGO DA-PELO 9 por debérsele la cobranza de sesenta y un mil cuatrocientos trece realesz1, deuda ésta que hubo de producirle en su mo-mecto un verdadero quebranto. Haciend.0 uso del documento antedicho, Ruiz procede a la venta g enajenación perpetua de unos psed.ios urbanos: una casa en la calle de San Lorenzo y una huerta situada en la de S ~ RPo que, en Santa Cruz de Tenerife2'. Pero este rb~ultado poco lzabría de significar ya en su ánimo, pues don Juan Nepornucen~ Verdugo Da-Pelo muere en 6 de juIio de 1846 23. Sus hijos tendrán una trayectoria brillante en sus respec-tivas biografías. Así, don Manuel llegará a ser gobernador polí-tico y militar de Guantánamo, en Cinba. Su hermano don Do-mingo ostentará el mismo cargo en la provincia de Pinar del Río, en la misma isla del Caribe, casando con la escritora romántica Gertrudiis Gómez de Avellmeda, a la que retrato el pintor don Federico de Madrazc. Don Felipe murió heroica-mente corno subteniente en las g-derras carlistas. Don Santiago ostentó el rango de coronel, fue diputado provincial de Cana-rias en 1854 y, tres veces, diputado a Cortes pos el distrito de Santa Cruz de La Palma. Don Federicn alcanzó el generaiato, destacando su afición a la botanica y 31 dibujo, en el que debió de ser iniciado por su progenitor; además fue socio de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Miguel Arcángei, cuya sede radicaba desde su fundación en Santa Cruz de Tene-rife. Don Pedro fue también general en el arma de Infantería. Se puede afirmar que todos sus hijos varones fueron militares, pues incluso don Luis sigui6 la carrera castrense, en ía que fue capitán 24. 21 A. H. P. T., P. N. n'm. 1.816 (esc. Rafael Martín Fernández), fols. 27 y sigs. " Ldem, f 01s. 63 v. y sigs. 23 Archivo Parroquia1 del Salvador, Santa Cruz de La Palma, libro XII de defunciones, fol. 59. Se le cita como teniente retirado de la Armada Nacional, ayudante militar de Marina en la isla de La Palma y capitan de su puerto principal. Falleció repentinamente, sin testar. 24 Nobilia~io de Canarias, t. 11, pp. 531 y sig's. JosÉ HERN~NDMEOZR ÁN:R eales despachos de oficiales de milicias en Canarias, Instituto Salazar y Castro (C. S. 1. C.), Madrid, 1982, pp. 285-286. Sobre la figura de don Santiago Verdugo y Massieu, vide Mancos GUI-Núm. 31 (1985) 573 Si bien don Juan Nepomuceno tuvo el nombramiento de te-niente de navío, no fue éste el camino por el que se inclinó su vocación personal. Por el contrario, sus descendientes prefirie-ron la senda militar y sólo don Federico deja asomar su interés por el dibujo. Precisamente los hijos de este último preferirán las artes: don Felipe Verdugo Bartlett será pintor y su her-mano don Manuel poeta. FORMACIÓY NE STILO Es lógico preguntarse qué razón pudo haber impulsado a los gestores de la fábrica religiosa de Candelaria para llamar a en 1809 a un artífice de Gran Canaria que, además, no había 2 cumplido todavía los treinta años de edad. Cabe pensar que 1 influyera la circunstancia de que en e1 primogénito de los Ver- : = dugo recaía el patronazgo de la capilla mayor de Nuestra Se- f ñora de las Nieves en el convento dominico de Agüimes, en Gran Canaria. Dado que en uno y otro lugar se hallaba presente 1 la Orden de Predicadores, esto serviría quizá de explicación. Desde luego, no se encomendaba una obra de la importancia B - del antedicho templo tinerfeño a quien no contaba con una f cierta experiencia en el campo arquitectónico. O Teniendo en cuenta su estancia en Madrid en 1806 y que en 1811 su futura suegra lo cita como teniente de fragata en - la carta de dote hecha a dona María del Pino Massieu, es válido $ 2 aceptar que se formara en la Península en la carrera de las armas. En su hoja de servicios consta ya en 1808 como ingenie- 1 ro y arquitecto 25, pero no debe entenderse ello en el sentido 2 actual del titulado por una Escuela Superior. Es factible admi-tir que está próximo al modo de trabajar los arquitectos mili- MERÁ PERAZAE:l radical marqués de la Florida (1837-1876), Aula de Cul-tura de Tenerife, con el concurso del Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1982, p. 147, nota 169. Acerca de don Federico Verdugo y Massieu, vide MANUEL ALLOZA MO-RENO, op. cit., p. 309. 25 Esa hoja de servicios estaba en poder de su descendiente doña Rosario Maury Verdugo, en La Laguna. Vide M." DEL CARMENF RAGGAO N-ZÁLEZ, op. cit., p. 35. 574 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 11 tares en Canarias, que alcanzan en Francisco Delapierre, An-tonio Samper o Andrés Amat de Tortosa niveles muy impor-tantes; sin embargo, se percibe en el mucho más del pragma-tismo del maestro de obras, no en vano con ese título se le nombra en la documentación y en calidad de tal efectúa los peritajes que se le encomiendan. Seguramente fue el contacto con el mundo de la construc-ción en Gran Canaria lo que le dio ese sentido práctico, per-fecto para compaginar con la teoría en su labor de delineante de planos. En esa isla en torno a 1800 se habían acometido va-rias edificaciones, cada una d.e ellas capaz de desarrollar un buen plantel de alarifes y labrantes. Evidentemente era la cate-drs! de Lws P&ms. !B más imp~rts~tpee,m e s t ~ h ~ars?im icm~ los templos de Gáldar y Agüimes, sin olvidar la arquitectura doméstica. Consciente de ello don Juan Nepomuceno, se hace rodear de canteros de esa procedencia para algunos trabajos en Tenerife. Quizá sea en su propia vivienda en la capital grancanaria donde intervenga en fecha más temprana. La denominada casa Verdugo, en la calle Castillo, numero 10, había sido adquirida por su abuelo, quien manda hacer en ella algunas transforma-ciones '" habiendo fallecido éste en 1772, no parece que el fron-tispicio corresponda a esa época de reformas, sino algo poste-rior, cuando ya el nieto pudo intervenir de alguna forma. En los sectores sociales en los que se integraba, la introducción del neoclasicismo se había convertido en una cuestión de buen gusto, por lo que no es extraño constatar que la casa Massieu- Sotomayor en Santa Cruz de La Palma, con su fachada clasi-cista ornada por bustos marmóreos, se relaciona con la farni-lia de su esposa. 26 FERNAXDGOAB RIELM ART~NR ODRÍGUEAZr:q uitectura doméstica ca-rIUr r.rIAvr+r r nA-u.,- la A,. r%.,+...... J^ mn-,...:.P- n..-C.. n-..- 3- m lC- ur? v u i b u r a UG s n l r ; l r L c , r ~ a i r ~~ a I UUG ~tmellle,i Y E , p. 278. Indica datos extraídos, según el autor, del testamento de don José Joa-quín Verdugo y Aiviturría, aunque como referencia da las últimas volun-tades de don José Hipólito Verdugo y Alviturría, su hijo, otorgadas en su nombre por su esposa doña Micaela Da-Pelo, tal como señala el No-biliario de Canarias, en el t. 11, casa de Verdugo. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de fechar dicha vivienda. Núm. 31 (1985) 575 Por todo ello, las pautas estilísticas que seguirá Verdugo a lo largo de toda su producción están bien determinadas por el neoclasicismo, aprendido seguramente en la Península Ibé-rica, pero captado también a través del ambiente qr*e le rodea. Influye asimismo el que, en ocasiones, ha de ceñirse a los pia-nos de arquitectos foráneos, como acontece en Candelaria con Manuel Martín Rodríguez y en la catedral nivariense con Ven-tura Rodríguez, pues ambos habrían de marcar, seguramente, la trayectoria del canario. Este, por otra, parte, responde bien a la propia tradición irisulm, de ahí la combinación de esquinas y molduras en cactería azul con los muros enzcalados, en una dicotomía muy apreciada en el archipiélago, al igual que en Madeira y otras tierras portiiguesas como Brasil. Sólo en el a N frontispicic de las Casas Consistoriales de La Laguna utiliza E por completo la sillería, lo que le permite hacer hincapié en los efectos producidm por huecos y planos estrilcturados eaz pro- - m O E fundidad, con un2 sobriadad que cualquier arquitecto revolu- E 2 cionario hubiera hecho suya para símbolo de las virtudes cívi- -E cas que han de presidir un Ayuntamiento. El artífice, que ha E sabido jugar con las líneas rectas en esa fachada municipal, 3 - sorprenee luego con el perfil curvo de la cúpula de la iglesia - 0 m E de San Pedro en El Sauzal, pero aquí también se percibe un O dominio de la técnica y de las formas que le mzntiene en los límites clasicistas que se ha fijado. n E En otra publicacióii2' hemos establecido, de acuerdo a las - a condiciones socio-económicas, dos etapas dentro del neoclasi- 2 n cismo en Canarias, ambas separadas por el ano 1833, en el que n muere el rey Fernando VIL La primera de ellas está signada 2 por las realizaciones eclesi6sticas, y la segunda por las civiles g militares. Pues bien. eil este esquema se incorpora perfecta-mente al primer periodo la actividad de don Juan Nepomuceno por varios motivos. Es indudable que, por razones familiares, se hall2 ~ U oJk c i ~ l a a-t.~ 1 2 Iglesia, de manera que c . 1 ~co~ n s-trucciones tienen carácter religioso, salvo el frente de las Casas Consistoriales laguneras, constituyendo la excepción que con-firma la regla, siempre que nos estemos refiriendo a edificacio- 27 MI DEL CARME~TF RAGGAO NZÁLEZ3, p. cit., pp. 13-16. 576 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 13 nes importantes, pues debe entenderse que levantó asimismo viviendas particulares. A la vez, esta labor arquitectónica se inscribe en el primer tercio del siglo XIX, porque ya a mediados de la década de 1840 fallece en La Palma, alejado de los gran-des encargos que dirigiera en Tenerife. Cronológicamente Ver-dugo no pudo formarse con el cancnigo Diego Nicolás Eduardo, el introductor del neoclasicismo en la catedral de Las Palmas, ya que éste expiró en 1798, cuando aquél era aún muy joven; sin embargo, en unión de los dos hermanos Eduardo y de Luján Pérez configura el grupo de artífices que pone al día al archi-piélago en la arquitectura de ese estilo. El catálogo de las edificaciones debidas a Verdugo es aún restringido; sin embargo, al tratarse de construcciones públi-cas, éstas han destacado hasta el punto de llamar la atención, a pesar de quedar desapercibida su autoría. Tienen carácter emi- ~ier,temsnte re!igfmq pera la presencia eztre ellas de: fru'iitis-picio municipal nivariense pone esa relación en el adecuado marco de su época, pues cronológicamente pertenecen al primer tercio del siglo XIX y, por esto, se sitúan en las pautas de un neo-clasicismo austero, sin aditamentos decorativos que atenúen el sello del estilo. Templo de la Virgen, Candelaria La primera mención documentada que se ha recogido hasta ei momento de este artífice, en su faceta profesionai, se refiere a esta construcción, tal como se indica en los papeles conven-t ~ a l e sc~ua~n,d o se lee: «Se empesó á continuar la fabc." de la 2G A.H. P.T., C-1-36, ((Libro de recibo y gasto en la reedificación del Convento de Ntra. Sra. de Candelaria incendiado en 15 de Febrero de 1789. -Mandólo hacer el M.R.P. Exregte. Prior Fr. Andrés Carrillo año de 1799)). Da noticia de esta documentación como guardada en el {(Archivo de la Exclaustraciónn don Pedro Tarquis, pero lz, recogemos de nuevo, ya que este autor ha obviado algunas visitas del maestro, que Núm. 31 (1985) 577 Ilg." el cuatro de De. de 1809. Por ocho ps. corrs. qe. se dieron a Juan Nepomuceno pr. venir á hacer una plantilla y explicar a los peds. lo qe. havían de hacer.» Efectivamente, en la locali-dad del sur de Tenerife que recibe el nombre de la Virgen de Candelaria, aparecida a los guanches en esta playa, se pretendía levantar de nuevo el templo que custodiaban los dominicos des-de siglos antes. Para ello había enviado las trazas correspon-dientes desde la Península el arquitecto Manuel Martín Ro-dríguezig, sobrino de Ventura Rodríguez. Dadas las pautas estilísticas que regían los diseños de dicho artífice, era lógico que se recurriera a una figura como Verdugo, capaz de adap-tarse a ellas, en tanto que no podía esperarse igual de los alari-fes insulares, apegados a modos tradicionales. a N Que éste se tomó mucho interés en el encargo lo prueba el g que unos dos meses después retorne allí, de ma.nera que en $ febrero de 1810 se le pagan ochenta y ocho reales por disponer lo que se habría de ir haciendo. Sin embargo, puesto que había E crecido en Las Palmas, debía de tener una gran confianza en - los canteros de la vecina isla, y en la semana dieciocho de ese e año se entregan quinientos doce reales a «Juan Pedro)) por $ venir desde Gran Canaria para vigilar la obra. La mención de % la fórmula «semana ... » identifica exactamente el sistema de pago seguido, el cual se ajusta a lo usual en el archipiélago hasta fechas muy recientes. La presencia de Juan Pedro Do- d mínguez es interesante subrayarla, ya que posteriormente será requerido con el fin de que se incorpore a la magna tarea de edificar el frontiscipio de la que será catedral de La Laguna, n 0 también bajo la dirección de Veraugo . 3 Don Juan Nepomuceno continúa atendiendo a la tarea ini- O ciacja, de manera que en enero dt: 1811 se registrari 10s z i e ~ t c ; cuarenta y tres pesos y medio proporcionados a éste, así como los catorce duros que supuso «la bestia qe. le traxo siete oca-ciones, y lo llevó otras tantas)}. En junio se le pagan noventa y - son significativas en cuanto a cronología. En este libro las cuentas apa-recen referidas a reales de plata. 29 DACIOV . DARÍAYS PADRÓNJO, SÉ RODRIGUMEZO UREy LUIS BENÍTEZ IXGLOTSH:i storia de la Religión en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1957, p. 410. 5 78 AXUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 15 seis reales por tres días que estuvo al pie de la fábrica, alu-diéndose, como otras veces, a los veintiún reales del transporte que lo llevó a Candelaria y lo retornó a su casa. A lo largo de 1812 y 1813 no figura en ninguna ocasión; ello no quiere decir que los trabajos se hayan interrumpido, sino que está fuera. Se comprueba que por esas fechas se halla en Gran Canaria, contrayendo enlace en Teror en 1812 y naciendo su primogénito en Las Palmas al año siguiente. Los aconteci-mientos familiares han ocupado un primer puesto en estos momentos de su biografía. Sin embargo, en abril de 1814 aparece cobrando doce pe-sos por trasladarse a Candelaria con el objeto de «trazar los cerrados del pórtico, ventanas largas y puerta colateral)), lo que nos da una idea del estado de las obras. En 1815 se nombra ya la intervención de Juan Ruiz: en 6 de mayo se apunta el duro que se le da por día de labor; asimismo, se anotan los doce pesos percibidos por el maestro Juan Nepomuceno «qe. vino a dar una vista á esto y arreglar algs. cosas)). Aquél pu-diera identificarse con el N. Ruiz que, según P. Tarquis, trabaja en la catedral lagunera y que previamente lo había hecho en la parroquia1 de Gáldar, como se refleja en la correspondencia de don Pedro Bencomo con Verdugo en 1816 30. Ruiz está mencio-nado a lo largo de todo el año 1815. La última referencia a don Juan Nepomuceno tiene lugar en septiembre de 1816, cuando recibe ocho pesos por asistir un día a la fábrica, incluyéndose en esa cantidad el gasto del trans-porte. Ello no significa que los trabajos se hayan interrumpido, pues la documentación señala que fue en 1819 cuando se paró la edificación a causa de no haber arbitrios. Por entonces la fábrica del templo mayor de La Laguna ocupaba sus des-velos. La escasez de medios económicos no fue el único inconve-niente planteado a dicha iglesia; en noviembre de 1826 se desató Correspondencia existente en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, sign. 83-3/35, sin foliar. Da noticia de esta documentación PE-DRO TARQUIS RODRÍGUEOZP,. cit., p. 273, nota 212, aunque m cita textual-mente ningún manuscrito. Vide M." DEL CARMENF RAGGAO N Z ~ Zop,. cit., PP. 30-33. Núm. 31 (1985) 579 16 CARMEN FRAGA GONZÁLEZ una furiosa tormenta sobre Tenerife: «En la zona de Candelaria las aguas torrenciales, procedentes de las tierras altas, batieron contra el convento de los Dominicos, invadieron la capilla de la Virgen y se llevason a la Santa Patrona, 'can venerada por los islefios. El castillo de Candelaria, situado frente al convento, no sir vi^ de dique que contuviera el knpetu del torrente: so-cavado por la riada, corrió la misma suerte que el de Santa Cruz.)) Esta descripción de Sabino Berthelot 31 se reafirma en otro párrafo de su libro, al indicar que la furia del huracán ((derrumbaría y destruiría ia capilla y se llevaría a la Señora con todos sus tesoros»32. Al escultor Fernando Estévez se le encargaría tallar otra imagen, pero el templo que se edifica no va a ser el definitivo, dado que la actual basílica es proyec-tada en pleno siglo xx por el arquitecto José Enrique Marrero Regalado. Fachada de la iglesia de Nxestra Señora de Los Remedios, actual catedral de La Laguna 3 De ninguna otra construcción suya se poseen tantos datos como de ésta, ya que se conserva la correspondencia cruzada entre los hemanos Benzomo, verdaderos impulsores de la em-presa, así como la dirigida por uno de ellos al maestro Nepo-mu-ceno, hasta el punto de permitirnos conocer algunos de los k avatares internos acontecidos en su realización. 2 n La antigua iglesia de Nuestra Señora de los Remedios habia sufrido en distintos momentos trabajos de restauración, hasta 5 que «El ardiente desvelo que los Bencomo tenían por herrnoséar O y engraridecér su térnplo, les había hecho proyectar muchos años antes que pensáran en que habáa de ser Catedral en de-rribár la principal facháda de la Parróquia, y edificar otra, que mejorando el aspecto del Témplo, sirviese de ornáto á la 31 SABINOB ERTHELOTP:r imera estancia en Tenerife (1820-1830), tra-ducción de Luis Diego Cuscoy., Aula de Cultura de Tenerife e Instituto de Estudios Canarios, Santa Cruz de Tenerife, 1980, p. 89. fdem, p. 86. 580 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 17 antigua Ciudad de La Laguna. Con este noble objeto, cuando vino de España el Sor. Dn. Santiago Bencomo, Párroco que había sido de esta Yglesia y Prebendado entonces de Toledo, trajo un diseno de la vistosa Catedral de Pamplona. Tomóse la idea de ella, y simplificando su ornato del orden dórico, para que no fuese tan costosa, ni se echase tanto de ver el gusto de este fróntis, con el ninguno del cuerpo de la Yglesia, deján-dole los arranques para darle en todo tiempo más elevacidn a toda la CatedraI, dieron principio el año de 1813 al expresado frontis segián el plan Juan Nepomuceno y Pedro Díaz, qe. la dirigieron hta. el cornisam.~d el ler. torreón, y desps. la conti-nuaron los maestros ( . . . ) Ventura de la Vega y Pedro Pinto, que habían trabajado en la Catedral de Canaria, de donde vino el primo en Mayo de 1817, y el segundo en Julio del mismo a50, ganand.0 Vega 10 rs. plata diarios, y Pinto 7 rs. pta». Así describe el presbátero don Antonio Pereira Pacheco y Ruiz 33 el proceso de edificación del nuevo hastial. Sin embargo, la simplicidad de la exposición puede ocultar que no faltaron los problemas y las intrigas en cuanto a la dirección de las obras, lo cual refleja bien la carta que en 15 de septiembre de 1816 manda don Santiago Bencomo a su hermano don Pe-dro, chantre de la catedral de Canarias, expresándose en los siguientes términos: «El torreón no se empezó el día que te dije pr. que Wepo-muceno quiso que se concluyesen los cimientos todos hasta unir los nuevos con los antiguos pr. que de otra manera no podía haver medidas exactas pero no se derribó el estribo que tú dices a Valdés y sí solamente la capilla pr. la que el último arco hizo un pequefio sentimiento que hizo la última piedra provenido de estar mal ajustada con la cimbria. Con ésto Pedro Diaz que esta inconforme con no ser el Director absoluto de la obra ha procurado levantar en el pueblo un tole tole diciendo que se cae toda la Iglesia. Será una desgracia que acaben de ANTONIO PEREIRPAA CHECYO R UIZ:N oticia histórica de la erección de la Santa Iglesia Catedral de San Cristóval de la M. N. y L. Ciudad de la Laguna de Tenerife, nianuserit~ de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, cap. IV del libro l." (1819), fols. 16 r.-16v. Núm. 31 (1985) 581 aburrir a Nepomuceno, aquí en gentes malintencionadas habían tanteado antes p." que dejara la dirección, pues ni cien Pedro Díaz podrán suplir por él» ". Estas últimas palabras indican claramente el alto concepto en que don Santiago Bencomo tenía al maestro, pues equivalen al mejor de los elogios. Por otra parte el hecho de que fuera sobrino del obispo y, a la vez, don Pedro Bencomo fuera canó-nigo de la catedral de Las Palmas podía significar para Ver-dugo una mayor protección, que su valía profesional no parecía necesitar. Cuenta con los alarifes de Gran Canaria, pues tienen una pericia fuera de duda, y la mencionada correspondencia no hace sino avalar este aserto. Si bien el labrante Juan Pedro Domínguez había viajado en 1810 a Tenerife para vigilar los trabajos a efectuar en el templo de Candelaria, debió de re-tornar a su isla natal, enviando desde allí el material ya dis-puesto para el frontispicio lagunero. En este sentido escribe don Pedro Bencomo a su hermano: «El Mtro. Juan Pedro me dice que ya está habilitada la can. tería del primer torreón hasta la cornisa, y qe. en el Plan qe. se le remitió no está figurado el torreón, y por lo mismo no se puede adelantar el trabajo de la cantería qe. se necesita para él. Si a Vmd. le parece, se podía hacer un diseño del torrehón, comenzando por la cornisa para enviarlo al Mtro. Juan Pedro, y aún se podían hacer las plaatillas correspondientes, si Vmd. lo juzgare necesario ( . . . 1. Yo estoy en la determinación de dar principio a la obra en esta Primavera, y agradeceré me diga Vmd. cuantos oficiales puedo solicitar en Gáldar. El Mtro. Juan Pedro me dijo que allí estaba uno qe. trabajaba en Candelaria y a quien Vmd. r,.&;6 para que C--.l.-'--- Llduajala eii ntra. obra. Yo no me acuerde como se llama, pero Vmd. lo conocerá por las señas qe. he dado» 35. Por las referencias ha de aludir a Juan Ruiz. que en el año anterior, en 1815, se encontraba en la mencionada localidad 34 Biblioteca de la Universidad de La Laguna, sign. 83-3/33. Carta de 15 de septiembre de 1816, en La Lagunz. 35 Ídem, carta desde Gran Canaria, a 26 de enero de 1816. 582 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 19 del sur de Tenerife. Ahora bien, no siempre fue fácil conseguir el traslado de los canteros, pues el mismo don Pedro Bencomo le indica a Verdugo: «Por lo que respecta a Oficiales, elija Vmd. los qe. le parezca, pues parece que los de Gáldar no tienen gana de ir allá, excepto el Mtro. Ruiz, qe. piensa en ir a esa obra, o habrá ido ya. Contando con el Mtro. Pedro Díaz, Vmd. elija los que guste en su número y en sus circunstancias porque yo dejé a Vmd. en toda libertad)) 36. Una vez preparada la cantería, fue mandada a La Laguna, donde, merced a las marcas que llevaban las piezas, era posible asentarla correctamente. Las correspondientes a la torre sur hubieron de ser colocadas a lo largo de la nave de la Merced, para facilitar así el orden justo, teniendo en cuenta que los Ú1- +:.....,.m -:11....-- ~ L ~ L L U D3 1 1 L a l P 3 llegados a la fhbrica eraii 10s prii~iei-OaS sacar e instalar. En cuanto a las columnas no presentaban especiales problemas en el reconocimiento de las diferentes secciones 37. Se ha venido afirmando que los planes de Ventura Rodrí-guez para la catedral de Las Palmas fueron los empleados para el i l z x k~d e este frmtispici~Y.!o es 2sí, pero tsri?hiéri es cierte que previamente don Juan Nepomuceno había presentado otros. A este respecto debe recordarse lo que escribe don Pedro Ben-como al maestro: «He conseguido un diseño que me parece poderse imitar en nuestra obra alguna parte de él, aunque no en todo por qe. es muy costosa: Dn. Rafael Valdés se lo dará a Vmd. y cotejándolo Vmd. con el nuestro se podrá imitar en lo qe. se pueda por qe. a mí me parece muy hermoso)) 38. E insiste en ello en una misiva posterior, donde se lee: «Como se trata de emprender una obra qe. en muchísimos años no po-drá variarse, es menester hacerla precaviendo inconvenientes para lo venidero, y también hacerla lo menos desgraciada qe. pueda ser. La Iglesia es demasiado ancha y muy baja. Si la fachada se hace arreglada al plan qe. Vmd. levantó, siempre quedará desgraciada a la vista por muy baja en comparación de su ancho. Si con el tiempo se pensare en levantar el techo Ídem, carta desde Gran Canaria, a 10 de mayo de 1816. 37 Ibid. 38 Ibid. Núm. 31 (1985) 20 CARhlEX FRAGA GONZÁLEZ de la Iglesia, no podrá ejecutarse, por qe. el alto qe. manda el diseño de Vmd. no permite qe. se levante el techo mas alto que la fachada. Ambos i~convenientes se vencen si se tiene a la vista el plan de Pamplona que remití a Vmd. Levantese el cuerpo primero con arreglo al plan que Vmd. hizo: ponese encima el segundo cuerpo con arreglo al plan de Pamplona y sabre este segundo cuerpo va el fronton. Me parece qe. las columnas qe. se han hecho tienen grueso suficiente para soste-ner este peso, pues aur,qe. el diseno de Pamplona presenta dos órdenes ae columnas es por qe. la altura de este es mayor qe. el nuestro, y por consiguiente squel es de más Efectivamente se siguió este consejo, si tenemos en cuenta que en la fachada lagunera percibimos entre las bases de las tvrres y e! pbr t i c~d e c=!c~~r,asse ndas pi~ertasc e~efia&sLn --n- r óculos, inexistentes en la pamplonesa, pero cuyo esquema, sin embargo, se repite en el hastial de San Bedro en El Sauzal, obra también de don Juan Nepornuceno. Sabemos que su pro-yecto para el frontis de la iglesia de Nuestra Señora de los R.emedios incnrpnraba las correspondientes basas a los sopor-tes; luego el marqués de Villanueva del Prado recomendaría la. exclusión de aquellas, convenciendo al maestro, aunque final-mente se optó por mantenerlas J. N. Verdugo y P. Diaz elevaron la fábrica hasta la altura de la cornisa de la torre sur, l~iegoc ontinuaron la obra a par-tir de 1817 Ventura de la Vega y Pedro Pinto, procedentes de Las Palmas. Pero en 1833, cuando ya estaban preparados los cimientos de la t,orre orientada hacia el norte y alzado el pór-tico, hubo de suspenderse la empresa con tanta ilusión comen-zada por falta de recursos económicos. Sólo varias décadas después, en 1882, se volvería a ella, hasta adquirir su actual fisonomía". Llama la atención en esta fachada la combifiación de paramentos encalados con las partes estructurales (colum-nas, molduras, etc.) en cantería gris; a diferencia de la catedral 39 Ídem, carta desde Gran Canaria, a 26 ce junio de 1816. Ídem, cartas desde El Sauzal, a 23 y 25 de septiembre de 1816. Vide M." D n C ARMENF RAGGAO KZÁLEZo, p. ci t . p. 31. M." DEL CARMEXF RAGGAO KZÁLEZ. op. cit., p. 32. 584 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LAMINA 111 Detalle de la fachada catedralicia. La Laguna DON JUAK NEPOMCCENO VERDUGO DA-PELO 21 de Pamplona, el piso superior, a manera de ático allí, no se retranquea, contando con un solo frontón. No se llegó a situar sobre el pórtico el previsto bajorrelieve, que se incluye en un dibujo de A. Pereira (archivo de la Casa de Ossuna), y que ha-bría de figurar a Fernando VI1 entregando las bulas de erec-ción de la Diócesis Nivariense a su confesor don Cristóbal Bencomo, arzobispo de Heraclea, proyecto de medallón que se debía a Juan Abreu. Destacadas son las esbeltas torres, una de ellas finalizada en la segunda década del siglo xx, con chapiteles en forma, de campana sobre templetes de airoso porte, Esos remates han sido relacionados con los de la catedral d.e Méjico, sin perder de vista la de Pamplona, raíz del disenoa. El conjunto muestra así una beiia fisonomía, propia del que, descie i8i3, sería. el templo mayor de la nueva Diócesis Nivariense, que, consciente de ello, iniciaría posteriormente la reedificación del resto de la fábrica eclesiástica. Torre de la iglesia de San Pedro, Güimar Don Pedro Tarquis, en su investigación del archivo de esa parroquia, halló que se habían ((pagad.0 al maestro Nepomu-ceno la cantidad de 43 pesos, cinco reales de plata y cinco euar-tos por los disei'los de la torre y dirección de los trabajos)) de ésta43. Esto prueba, una vez más, la vigilancia que llevaba a cabo al pie de la obra, pues constan los gastos verificados en su transporte. Dada la proximiead a Candelaria, no parece ex-tr. rfio que se aciudiera a él; cerca tenían los vecinos de G'Liímar ejemplo de su quehacer. La csnstrucción actual no correspo~dee n su totalidad a lo levantado entonces. El último cuerpo, donde está emplazado el reloj, y el remate son añadidos del siglo xx, pudiéndose con- & J~síis HERNÁNDEZ PERERA: ({Ventura Rodrí,wez y la fzchada de la catedral de La Laguna)), Las Ciencias, Madrid, núm. 4 (1958), p. 703. PEDROT ARQUIRSO DRÍGUEZ: «El archivo parroquia1 de San Pedro. Güíman), La Tarda, Santa Cruz de Tenerife, 18 de octubre de 1977. Núm. 31 (1985) 585 templar el perfil primitivo a través de representaciones de la pasada centuria. En el dibujo de J. J. Williams que acompaña al texto de Misceláneas Canarias, escrito por Sabino Berthelot ", se observa el aspecto de la plaza del pueblo tal como se veía por aquellas fechas. Asimismo, el pintor Alejandro de Ossuna y Saviñón, en el segundo tercio del Ochocientos, muestra la fisonomía de la explanada, ya arbolada, con el templo al fon-do, todo ello en un óleo que se guarda en la Casa de Ossuna, en la ciudad de los Adelantados 45. Verdugo hubo de proyectar su encargo de tal manera que no se contrapusiera a la iglesia, cuyo hastial había realizado el alarife Juan Agustín García 46, todavía d.entro de pautas barro-cas, aunque ya atenuadas. Por ello, levantó la torre dentro de : una gran discreción de formas. Ésta se encontraba constituida por dos cuerpos, ambos de muros encalados con sillares de pie-dra azul en las esquinas; cada uno de ellos lleva en lo alto la E correspondiente cornisa, bastante volada, aunque el superior 2 va horadado por ventanas en arco, mientras que las del inferior = son adinteladas. Dentro se eleva la escalera, en madera al igual E que las barandas de los vanos. Como conclusión situó una bó- - veda semiesférica, coronada por una bola, símbolo del globo terráqueo, con la cruz encima. En altura no sobresalía mucho la torre respecto al buque del templo, causa, sin duda, de que se le añadiera un tercer cuerpo, con el reloj, sustituyéndose E la cupulilla original por un remate campaniforme, posible- ; mente inspirado en los de la catedral nivariense. 2 n El conjunto fue pensado dentro de una armonía de volúme-nes, separados por las cornisas y con un ritmo decreciente en 2 altura, lo que permite una mayor esbeltez. En él se compagina la tradición insular, en cuanto a este tipo de edificaciones, con la sencillez de líneas propiciada por el neoclasicismo, aun-que este último estilo aparece con fuerza en los retablos ado-sados a las naves. 44 SABINOB ERTHELOTo,p . cit., lám. 10. 45 MANUELÁ NGEL ALLOZAM ORENOo,p . cit., pp. 221-222. Vide portada. 46 PEDRO TARQUISR ODRÍGUEZ( (:E l archivo parroquia1 ...» , op. cit. 586 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS LAMINA VI J. J. Williams: La iglesia de San Pedro de Güírnar con su entorno decimonónico DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 23 Fachada de las Casas ConsistorzaEes, La Laguna Esta edificación se efectuó en una etapa importante para la historia de España, ya que coincidió con el trienio liberal y su posterior anulación en aras del absolutismo fernandino. Instalada la sede de la Diputaci~nP rovincial en Santa Cruz de Tenerife y manteniendose el ~ a i i l d oe n La Laguna, esta em-presa arquitectónica, en cierto modo, hubo de competir, en cuanto a recursos económicos, con el arreglo del camino que unáa a ambas poblaciones. Propiciaba la Diputación este últi-mo trabajo, encomendado al ingeniero D. Tolosa, por entender que redundaba en beneficio de toda la isla; sin embargo, los capitulares no podían olvidar que ei frontis significaba un em-bellecimiento para la ciudad en que moraban, de mane~ra que, en el acta de la sesión celebrada a 15 de abril de 1822, acuer-dan poner en subasta la obra en el término de nueve días4?. --- Por otra parte, en 16 de abril de ese mismo año compare- ..-L. -1 ---- :L..-- -- -1 A --..- &--:--&- A-... n:-..+-TT ..--A...A-- GGU auw al a u ~ ~ l u a r lGuIL cl n y U I I L ~ ~ I I I I ~ I LULUUU U I G L ; ~ nWluauuez Crespo y don Domingo Afonso Herrera, regidores constitucio-nales, e indican que deseosa esa institución respecto a «pro-ceder á la construcción del frontis de estas casas consistoriales así pr. evitar su ruina á que se ven expuestas según el examen y reconocimiento practicado en dos diversas épocas por peri-tos Alarifes según consta de expediente formado en su razón que se custodia en el Archivo Municipal, como igualmente por colocar en él la lápida de la constitución, monumento sagrado de nuestra libertad e independencia, y careciendo enteramente de fondos y otros recursos pma emprender tan grandiosa ohra, deliberó por su acta de veinte y cuatro de Diciembre último solicitar de S. E. la Diputación de Provincia el correspondien-te para vender en pública subasta el corto terreno egido in-mediato á esta ciudad en el Llano de La Laguna)). Habiendo concedido aquélla el visto bueno para la subasta: con la con-dición de que el dinero obtenido sirviera también para el reparo 47 ARCHIVOD n A YUNTAMIENTDOE LA LAGUNA( A. L.L), Libros Capitu-lares, núm. 75, fol. 31. Núm. 31 (1985) 587 del camino a Santa Cruz, se procedió a ncmbrar peritos para medir las citadas tierras. El agrimensor público don Miguel Rodriguez Pantaleón eva-luó el lugar (nueve fanegadas, diez alrnudes y una cuartilla), que fue justipreciado en tres mil novecientos setenta y siete pesos corrientes y medio por los labradores Francisco Hernández Calabazo y Antonio José Álvarez. La subasta fue anunciada para !as diez de la mañana del día 13 de abril de 1822 en las Casas Consistoriales, ~esolviéndosed icha venta a favor de don Pedro Colombo de Vargas. Todo lo cual comunican al escribano los antedichos Diego Hernández Crespo y Domingo Afonso He-rrera %. Pero con los recursos así logrados no hubo suficiente y ya en 17 de mayo los capitulares recomendaron hacer mresente á la Excm." Diputación la necesidad de adelantarse los gastos en las obras del frontis de estas casas consistoriales así por que hubo de padecerse equivocación en el presupuesto, como por que después de haberse emprendido su desbarate se ha visto más bien el estado ruinoso ya de sus techos enteramte. podri-dos que precisa hacerlos de nuevo, y ya el de algunas paredes que es indispensable levantar de cimientos, a fin de qce S. E. permita se reserven p." dha. obra los tres mil trescientos ochen-ta y nueve y med? pesos que hay existentes pr. haberse remi-tido los otros tres mi1 para la obra d.el camino, y con cuya cantd. no es bast. p." concluir la sitada fábrica del frontis que precisamente habrá de subir de cuatro mil ps» ". Tal como indicamos, los intereses de cada institución y sus preferencias en cuanto a realizaciones públicas quedan al des-cubierto en estas circunstancias. Se trata de recabar fondos y de ahorrar gastos como sea; en este sentido, en acta de 21 de mayo, se ariota la recomendación hecha para aprovechar mate-rial del incendiado convento fraiiciscano; esto último iba a provocar una airada reacción por parte de algunos vecinos, que no podían aceptar que se expoliara lo que había sido re- A.H.P.T., P.N. niim. 1.713 (esc. José Albertos), s.fol., a 16 de abril de 1822. 43 A. L.L., Libros Capitulzres, núm. 73, fols. 43 v.44. 583 ArYUARIO DE ESTUDIOS ATLáNTICOS DON JUAN NEPOMCCESO VERDUGO DA-PELO 25 cinto del venerado Cristo de Ea Lagunaso. En el acta de 8 de junio se insiste en las dificultades económicas, decidiéndose practicar un nuevo presupuesto, hecho al efecto por seritos, con el fin de reedificar el frontispicio, «que se halla ya des-baratado)) 50. Hasta entonces los comisionados habían sido los ya men-cionados Diego Hernández Crespo y Domingo Afonso Herrera, pero a finales del año 1823 los encargados son Juan Tabares y Francisco Devillers, acordándose en 20 de noviembre conti-nuar los trabajos, extendiendo la fachada en dos arcos mas para conseguir un mejor aspecto público5:. Prosigue la obra, de manera que, ante la proximidad de la fiesta de San Juan quizá, en 1824 el síndico personero manifiesta ((haber enten-eido we se trata de ccihical la i,Api& sobre e; balcón del rrlelaJlo de la fábrica nueva del frontis y considerando que con esta cmeración se impide la continuaciUn indispensable de los arcos más que debe llevar dho frontis, le parecía convente. que 14 sala acordase el que se suspeadiese la sentada de áha. lápida hasta tmte yüe =yendo a !os Sres. Comisionad~o de !a citada fábrica sobre este particular. se paeda acordar el punto donde deba ser colocada» j2. Zsta opi~ións e tiene en cuenta en la siguiente sesión, cele brada en 28 de junio, optándose por instalar dicha lápida so-bre el último balcón y arco frente a la escalera, es decir, sobre el tercer vano. Asimismo se indica que «según el contisto q-JC? se había tenido por el maestro ;uan Nepomuceno con l i~sa nte-riores encargados de esta fgbrica, se le están debiendo a aquel cincuenta ps. cors. hasta Nove. ÚItP, éstos se le paguen por el Maym.O de Props. sin perjuicio de lo qe. se acuerde conforme esponga la comisión)> No será ésta la única ocasión en que se nombre al artífice, pues en 22 de diciembre de ese mismo año 1824 los comisiona-dos manifestaron haber hecho un contrato con Verdugo, «di- % Ídem, fols. 51-52. Ídem, libro núm. 76, fol. 118. 52 Ídem, fol. 196 v. Ídem, fol. 198. Núm. 31 (1985) rector de la citada obran, por el que le entregarían ciento cin-cuenta pesos anuales, empezando desde el primero de enero, además de ofrecerle cincuenta pesos de gratificación por lo hecho «hasta el presenten5'. De donde parece deducirse que los trabajos habrían de proseguir. El resultado de todos estos desvelos por parte de los regi-dores, comisionados, autor ... fue una fachada con pórtico de cinco arcos en la planta inferior y en la superior cinco vanos adintelados, con barandas de hierro; remata el conjunto un ático, sobre el que se halla la mencionada lápida, dedicada a Fernando VII, coronada por un frontón curvo. Jarrones pé-treos flanquean este último cuerpo. Todo ello ha sido realizado en cantería, sobresaliendo el juego de los huecos y las sobrias pilastras, que con las escuetas molduras dibujan las líneas en profundidad. El rigor geométrico y la sencillez se convierten aquí en firmes aliados para dar un efecto más bello cuanto más se detiene el espectador en su contemplación. Sin embargo, un problema quedaba por resolver y era el que afectaba al desajuste existente entre el nuevo frontispicio y la fábrica antigua que se matenía detrás, aquella que databa del siglo xvr en adelante. Por ello a mediados del Ochocientos el arquitecto titulado don Manuel Oráa trazó un proyecto que implicaba la destrucción del antiguo salón de sesiones, derribo que se inició el 14 de mayo de 1860, aunque don José de Oli-vera dejó descrito. con gran ironía, el estado en que se encon-traba esta parte antes de su remodelación, y que era el si-guiente: «Pasando la galería de entrada, de moderna construcción [se refiere a lo edificado por aon Juan Nepomuceno], cual hace ya algunos años que existe y al llegar a la puerta de dicho salón, se bajaban dos altos escalones, como quien se introduce en un estanque, cuyo pavimento representaba las encrespadas olas de su líquida superficie, tal era el estado de su roto, des-igual y mal sollado. Su cielo era también de tablas pintadas, especie de artesonado piano, que no alcanzaba más que a dos terceras partes, porque el resto era de cielo raso y una cuarta M fdem, fol. 248 v 590 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 2'1 o tercia más alto que el primero, trastorno que sufrió cuando se construyó de nuevo la inmediata galería y fachada principal de estas casas consistoriales y toda la parte que correspondía al artesonado la adornaba un friso, llano también, de tablas, pintado de encarnado, con ribetes amarillos. La pared maestra del lado derecho entrando presentaba un verdugón o promi-nencia vertical, cerca de la mitad de su extensión, efecto de la mayor anchura o grueso de pared desde dicho punto hasta el testero de la sala. Por el otro lado había dos puertas balcones, tan bajos que una persona un poco alta, alargando el brazo, alcanzaba fácilmente a sus dinteles y además estos balcones desproporcionadamente situados, carecían, había ya muchos años, de baranda o vallas para poder asomarse nadie por e!!m LE p!ut,derma donde se situaba e! cüerp= münieipa! sS!o se elevaba del piso principal escasamente media cuarta, sin más barandillas, ni cosa alguna y cuando se celebraban sorteos u otros actos públicos en que el concurso obstruía el salón, los concejales se veían como presos en su plataforma y, si querían salir o entrar, lo conseguían a duras penas Q teniendo que 111- frir serios estrechonesn 55. Verdugo había recibido el encargo de levantar un nuevo frontispicio, adecuado a los gustos artísticos de la época, y ha-bía respetado la fábrica antigua que restaba detrás, incluyendo este salón de sesiones, con interesante armadura plana. Pero, una vez acometida la transformación del Ayuntamiento, 10s munícipes no podían dejar de captar las diferencias construc-tivas entre una obra del siglo XVI y otra del XIX, de ahí que llamen a Oráa con el fin de resolver el problema. Es decir, se acometen soluciones parciales que afectan a las zonas de protocolo más que a las de servicio: fachada y salón principal. Afortunadamente ello ha significado que perduren unas Casas Consistoriales con partes del Quinientos. Tampoco fue todo fácil para don Manuel Oráa, pues, cuando ya estaban levantados los muros hasta cerca del alto de vigas, hubo de desbaratarse lo hecho por un error de cálculo, «e iba 55 JOSÉ DE OLIVERAMi: álbum 1858-1862, Instituto de Estudios Cana-rios, La Laguna, 1969, pp. 240-241. Núm. 31 (1985) 591 a resultar que por el alto que llevaban las ventanas inferiores excedía el piso de la sala de sesiones cerca de media vara más alta que el de la galería de entrada de la obra construida desde el año. .. y para enmendar esta falta ha sustituido las ventanas, que es como la fachada hubiera quedado más elegante, por dos mezquinos marcos de luz» '% José Olivera desconocía la fecha exacta de la edificación del maestro h'epomuceno, de ahí que ponga puntos suspensivos, pero, a pesar de todo, nos deja un sugestivo retrato de las vicisitudes del trabajo. Todavía en 1861 se procedía a ensanchar la secretaría municipal, compuesta por cinco piezas que incluían los despachos de la alcaldía y del secretario, así como la depositaría de propios. A finales de ese año las obras del salón de sesiones tocaban ya a su fin57. Nicho de la capilla mayor, iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en La Laguna Desconocíamos la intervención de Verdugo en este lugar, pero la lectura de un corto diario redactado por el presbítero don Domingo Benítez Suazc; nos ha permitido saber que «El 14 de enero cñe 1828 se puso la orla del nicho de la Virgen de la Concepción de esta ciudad, y lo hizo el maestro Juan Nepomu-ceno » j8. De este modo queda perfectamente fijada la autoría, así como la fecha de esta realización. El retablo primitivo de! presbiterio había sido construido a principios del siglo XVI por los Artacho, contando con pintu-ras de Cristóbal Ramírez. Ya en el Setecientos había sido tras-ladado de su emplazamiento '" por lo que dicha capilla mayor grecisa'Da adecua& ilTai-c-J para 1% imagen kiklar de l.& j6 Ídem, p. 248. jí Ídem, pp. 303 y 324. j"«Un diario de 1825 a 1850», en JUAN PRIMOD E LA GUERRAo,p . cit., t. 11, p. 245. El nombre de Juan Nepomuceco no se halla incluido en el índice alfabético. ALFOXSO TRUJILLOR ODRÍG~EElZ :re tablo barroco en Canarias, Ca-bildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1977, t. 1, p?. 37-38. 592 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LAMINA IX Fachada de la iglesia de San Pedro. El Sauzal Detalle de la iglesia de San Pedro. El Sauzal DON JU.13 NSPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 29 rroquia. En tal situación se acudiría al mencionado artífice. Traza éste dos grandes pilastras sobre pares de ménsulas y con capiteles corintios; esas piiastras estriadas sostienen el entabla-mento y flanquean la hornacina, que tiene arco de medio pun-to con impsstas simples y clave destacada. En las reproduccio-nes antiguas figura como remate la representación del Espíritu Santo, con sendos ángeles a los lados en postura. de adoración, todo lo cual se mantiene. Aunque ésta puede parecer una creación menor, por la ín-dole del lugar, es aquí donde el autor tuvo la oportunidad. de exponer mejor SUS ideas en cuanto a estilo. Al no ser preciso un elevado presupuesto, ejecutó un diseño rico en detalles, cual corresponde a un ornamento que encuadra a la patrona del temple y ha de ser ~ ~ n t e ~ p ! ~de.sddeo vi*alyuier p~rn,ted e las naves. En la zctualidad, sin embargo, la nueva liturgia, al acercar el altar y las celebraciones a los fieles, ha despojado de una cierta visualidad plástica a este conjunto, que adquiere así una frialdad en la desnudez de los paramentos encalados. Fachada y crucero en la iglesia de San Pedro, El Sauxal La antigüedad d.e esta parroquia1 obligC en el Ochocientos a efectuar allí reformas bajo la dirección de don Juan Nepo-mxceno, noticia que ofrece don Francisco María de Le&?, se-gún P. Sarquis"! Ahora, bien, aunque no se contara con este dato, bastaría la comparacicin de su fro~tispicioc on una de las puertas sitas en la fachada de la catedral nivariense para alir-mar su presencia. Efectivamente, el vano adintelado con ador-no en canteria sobre él y enlazando con el óculo superior se repite en arcbos ejemplos, constituyéndose este recurso en ver-dadera rúbrica del maestro. Su labor consistió en mantener la nave con su cubierta lig-narfa tradicional y añadirle un cmcero que comunicars esa parte con ias dos capillas iaieraies y con ia mayor. Para que el edificio estuviera acorde a los gustos de la época trazó, ade-más, una nueva fisonomía por lo que se refiere al frente. Contaba para todo ello con el excelente material de cantería Núm. 31 (1985) 593 que proporcionaba El Sauzal, de manera que combinó esta con las superficies albeadas. Pero la parte que más ha llamado la atención ha sido la cúpula del crucero, seguramente por la rareza de este tipo de techos en el archipiélago. En Canarias las bóvedas sólo se ha-bían conocido en contados ejemplos, como la catedral de Las Palmas; sólo en el Set,ecientos se van a sumar nuevos casos, quizá fomentados por influencia de los jesuitas ". Por consi-guiente, esta obra de Verdugo sorprendería mucho en su mo-mento, aunque debe recordarse que la iglesia de Nuestra Se-ñora de los Remedios, actual catedral, en La Laguna presentaba asimismo en el transepto una cubierta de este género en el siglo xv111. De cualquier manera su construcción demuestra la pericia y la seguridad del artífice. Esta cúpula, con su perfil y blancura, producida por la cal, sobresale desde lejos y apenas se perciben las nervaduras ex-teriores que refuerzan su estructura. Onicamente la torre se eleva por encima de ella, contraponiéndose sus Iíneas rectas a las curvas de aquélla. Una vez más, Verdugo hubo de adap-tarse a lo edificado en épocas anteriores por distintos alarifes, saliendo airoso de este trance, difícil para los puristas de un estilo. Halló ese maestro un medio de allegar recursos intervinien-do en mediciones y valoraciones tarito de solares como de casas, para lo cual era llamado a menudo por cuenta del Ayuntamiento de La Laguna. Así, en 11 de enero de 1822 comparecen en las Casas Consistoriaies don redro Colombo de Vargas y doii José González de Mesa y Lercaro, regidores y miembros de la co-misión del Pósito y Alhóndiga, señalando que pertenecía a ésta una casilla terrera casi arruinada, con su solar, en la calle de Maya, lindando con la fábrica parroquia1 de Kuestra Señora 60 RE: DEL CARMEFPRYA GGAO NZ~LEZ((:A rquitectura religiosa. Siglos XVII y X V I I I ~ , en Historia del Arte en Canarias, E. D. 1. R. C. A, Las Palmas de Gran Canaria, 1982, pp. 114-116. 594 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS DON JUAN NEPOMUCENO VERDUGO DA-PELO 31 de la Concepción y con el camino que iba a San Benito. Justi-preciaron el lugar y la vivienda Francisco Hernández, Pedro Antonio Díaz y Juan Nepomuceno, calculando su valor en siete mil seiscientos cincuenta reales de vellón. Posteriormente el solar se le dio a tributo pecuniario redimible a don Miguel Cullen y Salazar para que la reedificara 61. De nuevo se le cita en ese año, cuando el juez de primera instancia don José Antonio Morales presenta una instancia a la alcadía, indicando que moraba en la casa contigua al Ayun-tamiento, en consecuencia se podía aprovechar del agua que iba desde la pila situada en la plaza de la Constitución (actual-mente del Adelantado) hasta la cárcel, instalada en la sede municipal, con sólo poner un canal y arrendársela a él. Cuatro horas diarias durante nueve años fue la cantidad propuesta por el secretario, aunque se encargó a don Francisco Rodríguez Canino y don Juan Mepomuceno que informaran de ello, lo que así hicieron, firmando su valoración y figurando ambos como vecinos de La Laguna 'j2. A Verdugo se le menciona a veces como ((agrimensor pú-blico~; a sí se hace cuando mide un pedazo de tierra, con árbo-les y algunas parras, en el pago de Geneto, propiedad de la a~hór l~ga%,i ta el, la & los &=jeianiados S. Ge nuevo aparece como tal en 1825 en un curioso proceso entablado por el municipio con el fin de embellecer el aspecto de la plaza principal. En esa ocasión se expone ante el escribano la exis- A.H.P.T., P.N. núm. 1.713 (esc. José Albertos), a 11 de enero de 1822. M fdem, cuaderno 5: de 1822, Dolios finales. El legajo está sin foliar. 63 fdem, a 11 de enero de 1822, al igual que la escritura citada en la nota 62. Núm. 31 (1985) 595 tenciz de un solar yermo en ese lugar, el cual se desea que se edifique en el plazo de un aeo, pero se ignora a quien pertenece. Por todo ello se ~iombra al licenciado Juan Evangelista Guirola defensor «del dueño ausente ó desconocido», y en desempeño del cargo acuerda que, al no poder fabricar allí por no haber medios, se proceda a la venta judicial de ese solar, una vez apre-ciado; para ello se llama como peritos a Juan Nepomuceno, ((Agrimensor pu." y Mtro. del of:' de Carpiatería»l y a Pedro Antonio Dkz, maestro de mampostería". No creemos que esta mención como maesto de carpintería se refiera a que lo fuera, sino a que actuara en tal Euncióil para emitir informe, pues en ningún otro docurnento se encuentra alusión a esos conoci-mientos de trabajos lignarios. En cualcpier caso, es evidente que este artífice combinó ia teoría arquitectónica, de signo neoclásicc, con la actuación prác-tica, convirtiéndolo en un eficaz entendido de la construcción en Canarias. Idem, P. N. núm. 1.714 (esc. José Albertosi, a 6 de junio de 1825. 596 ANGBE.10 DE ESTUDIOS ATLANTICOS |
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