LA COLABORACION DEL MENCEY DE GÜÍMAR
EN LA CONQUISTA DE TENERIFE
P O R
ANTONIO WMEU DE ARMAS
De los nueve reinos aborígenes en que Tenerife estaba divi-dido
en el siglo xv al establecer contacto con su territorio los
castellanos, el menceyato de Giiímar destaca como primer foco
importante de cristianización. Un misionero franciscano ejem-plar,
fray Alfonso de Bolaños, predicó el evangelio entre los
guanches, consiguiendo bautizar a un número importante de
indígenas, que los documentos pontificios cuantifican por en-cima
del millar.
La imagen de la Virgen de Candelaria, depositada por los
-m -- i- s -i -n - n- -e - r- n- -s en la playa be Chimisay y venerada por 10s ga_n,
ches con especial fervor, sirvió de poderoso estímulo para las
conversiones.
Con estos antecedentes por delante no podrá sorprendernos
que el mencey de Güímar fuese el primero en pactar amistad
CCXl !W %eYes C ~ ~ ~ Y C~GkU ,~ dde c9k 8 d ~~ 2 1 %de~ F a, ?OS
beneficios inherentes de libertad personal para sí y sus súbdi-tos
y el derecho de propiedad sobre los ganados que apacenta-ban.
Esta negociación la llevó personalmente a cabo fray An-dres
Cruzado, custodio de Sevilla de la orden de frailes menores
Núm. 29 (1983) 49
observantes, siendo luego ratificada por el gobernador de Gran
Canaria Pedro de Vera en calidad de mandatario regio.
La misma condición jurídica de reinos de paces alcanzaron
después los menceyes de Abona, Adeje y Anaga l.
Cuando Alonso de Lugo capituló con los Reyes Católicos, en
diciembre de 1493, la conquista de Tenerife, lo primero que hizo
el capitán andaluz fue recabar la colaboración de los rnenceyes
aliados. Y, en efecto, éstos se la prestaron de manera incondi-cional
lo mismo en el primero que en el segundo desembarco.
No es ocasión ahora de entretenernos en pormenores béli-cos,
sobradamente conocidos. Nuestro objetivo se centra en
reafirmar la amistad y colaboración antedichas, de la que fue
actor principal e1 régulo güimareño.
Cuando el capitán-conquistador Alonso de Lugo desembarcó
en las costas de Añazo, en mayo de 1494, el monarca sureño se
puso incondicionalmente a sis órdenes. Esta colaboración se
hizo especialmente notoria en la trágica derrota de Acentejo
y en la angustiosa hora del éxodo a la isla de Gra-fi Canaria *.
2. LA INFUNDADA TRAICIÓN POR PARTE DE ALONSO DE LUGO A LOS
GUANCHES GUIMAREÑOS DESPUÉS DE LA DERROTA DE ACENTEJO
muito muy controvertido en estas amistosas relaciones es
la supuesta traición por parte de Alonso de Lugo a los guanches
aliados del reino de Güímar, recogida por fray Alonso de Espi-nosa
de la tradición oral, con todos los riesgos inherentes a esta
clase de testimonios, caracterizados por su imprecisión y va-guedad.
Veamos puntualmente lo que el fraile dominico refiere al
respecto: ((Ruin.. . fue, pero más ignominioso.. ., su parada de
infidelidad con sus amigos; y fue que, enviando a llamar a sus
aliados y amigos los del reino de Güímar, con engaño y doblez,
dándoles a entencier que era para dar orden de que ei rey de
1 ANTONIO RUMEU DE ARNLAS:
drid, 1975, pp. 21-68 y 103-106.
2 Zbid., PP. 127-152 y 175-215.
La conqv,ista de Tenerife. 1494-1496. Ma-
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
LA ,AO¿ABORACION DEL MENCEY DE G U ~ R 3
Taoro no les hiciese daño en s~i sti erras (por estar confedera-dos
con ellos y haberles ayudad.0 en la batalla) mientras vol-vían
a rehacerse; creyendo ellos ser así, vinieron de por mu-chos,
condoliéndose de su pérdida. Y convidándoles los espa-ñoles
para que entrasen en sus navíos a verlos, estando dentro
alzaron velas y llevaron a España gran cantidad de ellos, para
venderlos por cautivos, pensando restaurar su pérdida con este
inhumano hecho y fuera de toda razón.»
No menos curiosa es la información complementaria que al-camó
el fraile dominico sobre la actitud de los guanches güi-mareños
en defensa de sus legítimos derechos: «Algunos destos
que fueron vendidos para esclavos siendo ya ladinos en la tie
rra se fueron a los reyes a pedir justicia y libertad, informando
de cómo, siendo libres en su tierra, con engaño los habían
traído a donde estaban y vendido como a esclavos, siendo libres,
amigos y confederados; y así mandaron los reyes se les diese
libertad y en ella viniesen» 3.
Hay que advertir que el poeta Antonio de Viana rechaza
de plano la versión del fraile dominico; es más, reemplaza la
supuesta felonía por un espléndido obsequio de víveres de toda
índole que el mencey de Güírnar deposita a los pies del abatido
conquistador 4. Núñez de la Peña no quiere privarse de ambas
versiones; y se queda con e1 regalo, para dar luego paso a la
mísera traición 5. En cuanto a Viera y Clavijo, vacila ante la per-fidia,
lleno de turbación: «Parece que no puede caber en el
corazón humano la acción indigna y bárbara que nuestros auto-res
atribuyen en esta ocasión al general de la conquista. Era
menester haber perdido todos los sentimientos de honor, de
probidad y de gratitud.. .» Por un lado condena el desaguisado;
por otro se resiste a admitirlo: «Si esta infidelidad fuera cierta,
3 Ye! =rigen 1: miln;.ns ¿Ee ?n Salitn _7?nnge??d e N ? L P ~ TS~e Aem de
Candelaria, que aparecid en la isla de Tenerife, con la descripción de esta
isla. Ediciones Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1952, p. 103.
/La conquista de Tenerife.] Antigüedades de las Islas Afortunadas
de k z ' ~ r a nC ana~ia.A ula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tene
rife, 1968, t. I, pp. 210-211.
qrnLqUista g- ii.ii&ig&&a&á de líis .&las de lU: Urcn SíLMIh. c&&&
Cruz de Tenerife, 1847, pp. 128-129.
Núm. 29 (1983) 51
4 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
no hay duda merecieron nuestros conquistadores el desastre
de la matanza de Acentejo, y que debían haberse avergonzado
mucho más de esta villanía que de aquella derrota; pero no es
de creer» 6.
El hecho que allí se registra y condena es sustancialmente
cierto, aunque hay que retrotraer10 en un par de años y redu-cirlo
en dimensiones. No tuvo efecto en 1494 a raíz de la derrota
de Acentejo, sino en 1496, cuando se había consumado por com-pleto
la ruina del poderío guanche. Fray Alonso de Espinosa,
que interrogó preferentemente a los nietos de los güimareños,
conoció el atentado por boca de los mismos; hoy sabemos que
igual trato le estuvo reservado a diversos gmpos de indí, ena as
de ios bmdm de Abona, Adeje y Añaga, iodos d o s de ias pa-ces,
como en su momento se puntualizará
3. EL CAPITÁN-CONQUISTADOR SOLICITA DE LOS REYES CAT~LICOS
MERCEDES Y RECOMPENSAS PARA EL MENCEY DE GU~MAR
En el libro La conquista de Tenerife, publicado hace escasos
años, sugeríamos un cambio de actitud, sin otras pruebas que la
lógica y el sentido común. Permítasenos reproducir los párrafos
pertinentes:
«A Alonso de Lugo se le puede taohar de desaprensivo en
su conducta privada y actuación pública, pero nunca se
descubre en su actuación ninguna prueba de estulticia o
necedad. Atentar agresivamente contra la amistad y alian-za
,de los menceyes guanches era tanto como bloquear,
con fuertes cerrojos, las puertas de la casa en la que es-taba
planeando entrar por segunda vez.
Es obvio, además, que el capitán-conquistador tuvo par-ticulares
consideraciones de los guanches de Güímar, a los
-..n ,.-+:-A ca:,.+.--m *n-P. 1P." nnlnLn,."An-m v. m1:mA-m -A" quc GDLULIV J L G L L L ~ G CIUULU IVJ \ r u L a u u l a u u L GP y arrauwa ulaa
fieles y constantes.
6 Noticias de la Historia general de las Islas
tomo 11, p. 218.
Véanse los epígrafes 5-6 de este trabajo.
52 ANUARIO DE
Canarias. Madrid, 1913,
ESTUDIOS ATLANTICOS
LA COLABORACI~N DEL MENCEY DE GUÍMAR 5
Por tan poderosas razones hemos dado por supuesto
que al abandonar Tenerife el malparado conquistador,
dejó bien resellada la amistad con los reinos ,de paces)) S.
Esta argumentación se ve hoy respaldada por un documen-to
de excepcional interés, recién hallado en el Archivo de Si-mancas,
que da fe de cómo la alianza entre castellanos y guan-ches
de las paces se mantuvo inconmovible en la hora de la
adversidad.
La data del documento, 20 de mayo de 1495, impone su lo-calización
en el tiempo histórico. Por la fecha indicada se había
producido la operación previa al segundo desembarco, por me-dio
de la cual Alonso de Lugo había conseguido consolidar una
importante cabeza de puente, a base de construir dos fortalezas
emplazadas respectivamente en Mazo y Gracia. Para esta im-portante
acción bélica debió contar con e1 apoyo y la colabo-ración
del mencey de Güímar.
El capitán conquistador andaba enfrascado entonces en los
laboriosos preparativos del segundo y definitivo desembarco.
En marzo de 1495 había estado en la corte negociando prórro-gas,
ayudas y colaboraciones '. Pero en el (mes de mayo, rete-nido
en Gran Canaria, encomendó a uno de sus más estrechos
colaboradores, el capitán Hernando del Hoyo, ser mensajero
ante los monarcas de Castilla de sus peticiones y demandas.
Hernando del Hoyo era portador de una carta de Alonso de
Lugo para los Reyes Católicos en demanda de mercedes y favo-res
para los monarcas de las paces como recompensa por sus
abnegados servicios militares. U misiva del conquistador se
ha perdido. Pero su texto se adivina por la carta respuesta de
los soberanos.
No es ahora momento propicio para desmenuzar, en su va-lioso
contenido, la cédula regia. Se impone destacar tan sólo
si p&rr& s~-aa~-is los ili
8 Pp. 201-202. ARCHIVO DE SIMANCAS: Cámara de Castilla, libros de c&
dulas; 2:-1:
La conquista de Tenerife, p. 221.
Núm. 29 (1983) 53
ANTOh'IO RUMEU DE ARMAS
((Alonso de Lugo. Vimos vuestra letra, que nos enbhtes
con Fernando del Hoyo, e oymos todo lo que de vuestra
parte nos soplicó.. .; y cerca de lo que nos enbiastes sopíi-car
que vos mandásemos hmer merced del rey de Guymar
y de los otros de su bando que son de las pmes, enbhrnos
la rela@on Gerta de todo lo que ha pasado con ese rey
de las pazes, por que, visto aquello, mandemos en ello lo
que ayays de huxer.. .» lo.
De estas breves líneas merecen destacarse tres puntos con-cretos:
lao El papel preferente desempeñado por el mencey de
Güírnar en las operaciones de conquista. a
2." La fidelidad y colaboración de los otros régulos de N
E las paces í&iaga, Abona y Aciejej, y
3 . O El propósito regio de recompensar a los monarcas O
n -
aliados, aunque supeditando la decisión a los infor- =m
O mes minuciosos emitidos por el capitán mayor. EE
2
E Por desgracia el singular documento se ha perdido, con la
obligada secuela de distinciones y honores para los soberanos 3
indígenas. e-m
4. ENIGMÁTICA PERSONALIDAD DEL REY DE GUÍMAR n
E
a
La actuación del mencey de Güímar en las operaciones mili-tares
que se inician en el segundo desembarco para culminar n
en la bataiia de la laguna, el encuentro favorable de la Victo- =
ria, la sumisión de los régulos de los bandos de la guerra y la O
pacificación general nos es en absoluto desconocida por el silen-cio
de los cronistas y el mutismo de los documentos. Lo mismo
cabe afirmar de los otros monarcas de las paces, es decir, los
de Anaga, Abona y Adeje.
No es aventurado sospechar que actuaron como tropas auxi-liares,
cubriendo los flancos y la retaguardia, y encargándose
Cámara de Castilla, libros de cédulas, ZP, l:, niun. 352, fols. 87 v.-88 r.
El texto íntegro puede verse en el apéndice.
3 AATUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
de cautivar a los guanches fugitivos. Asimismo es muy verosí-mil
que contribuyesen con sus ganados y frutos al avitualla-miento
de ejército conquistador.
Después de la sumisión, los régulos guanches, así de paz
corno de guerra, fueron convocados por Alonso de Lugo para
trasladarse a la corte, con objeto de rendir vasallaje y pleitesía
a los Reyes Católicos. En lugar preferente, por su lealtad, de-bería
marchar el mencey de Güímar. La entrevista entre Fer-nando
e Isabel y los monarcas tinerfeños tuvo por escenario
la villa de Almazan, eventual residencia de la corte y por data
el mes ,de junio de 1496. Es muy probable que en la urbe soria-na
los menceyes recibiesen el agua redentora del bautismo 'l.
Con el retorno a la patria chica la memoria y ei recuerdo
del rey güimreño se esfuma y borra para siempre. Hoy cono-cemos
los nombres que tomaron en el bautismo tres de los mo-narcas
guanohes, dos de paces y uno de guerra: Diego de Adeje,
Fernando de Anaga y -Enrique de Icod 12. Un caarto régulo, de
imposible identificación, fue entregado, como obsequio, a la
república de Venecia por mano de su embajador Francesco
Capello 13. El silencio que envuelve a la sobresaliente figura del
mencey de Güímar induce el ánimo a sospeohar que su falle-cimiento
se produjo poco después del retorno de la metrópoli.
Los repartimientos de tierras (datas) y los documentos no-tariales
guardan silencio sobre su persona y descendencia.
Ni tan siq~iierac onocemos el nombre que usó el régulo su-reño
durante la gentilidad. En el acta de sumisión al sefior de
las Canarias Diego Garcia de Herrera, levantada en 1464 por el
eccribmo Fernando de Párraga, el antecesor de nuestro protago-nista,
o acaso el mismo, es denominado: «el rey de las Lanzadas,
" La conquista de Tenerife, pp. 235-311.
l2 IbtCE., pp. 3444348. LYVPOLEOm LP, RQSAE: l s i g h de In cn~qzisfa.
Aula de Cultura, Santa Cruz de Tenerife, 1978, pp. 10 y 13-18.M ANUELMAA -
RRERO: LOS procuradores de los naturales canarios, en Homenaje a Eláas
Serra Rdfols. Universidad de La Laguna, 1970, t. 1, p. 15. LEOPOLDO DE LA
ROSA: El rey don Diego de Adexe y su familia, en ANUARIO DE ESTUDIOS
A T ~ I C O S , núm. 25 (año 1979, pp. 175-1901.
l3 La conquista de Tenerife, pp. 315-333.
Núm. 29 (1983) 55
8 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
que se llama rey de Güímarn 14. LOS cronistas más antiguos, Es-pinosa,
Torriani, Abreu Galindo y Núñez de la Peña denominan
al régulo contemporáneo a Izs operaciones de la conquista Acay-mo
o Acaime. El poeta Antonio de Viana lo n~mbr ac omo Aña-teme.
Por su parte el historiador Viera y Clavijo, con espíritu
transaccional, convierte al primero en padre y al segundo en
hijo; de esta manera Añaterve se identifica en el fiel aliado de
Alonso de Lugo 15.
Con tan débiles argumentos, lo mejor es suspender cual-quier
intento por restablecer la onomástica.
5. TRUPELÍAYS A BUSOS COMETIDOS POR ALONSO DE LUGOC ONTRA
LOS GUANCHES DE LAS PACES
Líneas atrás se ha prometido aclarar el enigma de los malos
tratos a los guanches güimareños. En las Informaciones testi-ficales
llevadas a cabo ante escribano por fray Alonso de Espi-nosa
para escribir su conocida obra Del origen y milagros de la
Santa Imagen de Nueslra Se5ora de Candelaria, que apareció en
la isla de Tenerife, con la descripción de esta isla, el fraile do-minico
fue tomando declaración a diversos descendientes de los
aborígenes sureños en las que se lamentaron de las tropelías y
abusos cometidos por el conquistador contra sus abuelos 10s
guanches de las paces. Y bien por error de los testigos en cuanto
al tiempo histórico, bien por mala interpretación de sus dichos,
consideró como sobrevenidos en mayo de 1494 los atentados y
extorsiones violentamente consumados en las postrimerías de
1496 y buena parte de 1497.
Con arreglo a las capitulaciones, de diciembre de 1493, con-veaidas
entre los Reyes Católicos y Alonso de Lugo correspon-derían
a éste, como beneficios económicos de la conquista, los
guanches de los reinos de guerra, declarados esclavos, al igual
que sus bienes y ganados. Así eran de brutales las leyes de la
l4 Zbid., PP. 7475.
l5 Ióid., pp. 155-169.
56 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
guerra en m momento tan luminoso y progresivo como el Rena-cimiento.
El botín tenía que repartirlo Alonso de Lugo con los socios
financiadores de la conquista (Francisco Palomar, Mateo Viña
y Guillermo Blanco, genoveses, junto con Nicolás Angelat, ma-llorquín).
A la laboriosa operación puso término el concierto fir-mado
en Burgos, sede de la corte a la sazón, el 12 de octubre
de 1496, que restableció una aparente armonía despues de encar-nizadas
desavenencias y disputas 16.
Siendo improcedente eg esta ocasión el análisis del concierto
en sus diversos aspectos económicos, se impone, en cambio,
abordar a fondo el problema humano. La cuestión de 106 indí-genas
de las paces tuvo un imprevisto planteamiento en el mis-mo.
Alonso de Lugo, en represalia seguramente p o l~a acogida
y hospitalidad que determinados ,grupos habían prestado a los
guanohes de guerra huidos y alzados, pretendió reducir a escla-vitud
a buen mímero de ellos, olvidándose de la amistad o la
alianza en unos casos y de la protección regia en todos. Ahora
bien: no se le oculftaban al capitán mayor las precauciones que
se habían tomado en 1493, cuando las primeras ventas de indios
antillanos, afianzando el importe de las adquisiciones para ((in-formarnos
de letrados, teólogos e canonistas -decían los sobe-ranos
de Castilla-, si con buena conciencia se pueden vender.. .
o no.,) La vacilacion nacía de la concesión pontificia de sobera-nía
a cambio de evangelizar a los indios (bulas Inter caetera
de 14931, aunque en el caso concreto de los guanches la motiva-ci6n
fuese distinta, política, no religiosa, como originada por un
trato amistoso con garantía de libertad l'. Como ya sabemos, la
amenaza asecto de momento a los reinos de Abona, Adeje y
Anaga.
El conquistador aborda la vidriosa situación jurídica: «Et
porque el dicho Alonso de Lugo dize que segund la capitulacion
(que se hizo por mandado del Rey e de la Reyna.. . can él.. .)
que toaos ios canarios e canarias de los bandos de Anaga e de
l6 La conquista de Tenerife, pp. 211-215 y 360-366.
l7 ANTONIOR ULMEUDE ARMAS: La politica indigenista d e Isabel la Ca-tólica.
Valladolid, 1969, pp. 127-136, y de manera particular la p. 134.
30 ANTONIO RUMEC DE AFXAS
Adeze e de Abona, que se dezian de las paces, son cabtivos et le
pertenecen.. . , e asymismo todos los ganados de las personas de
los dichos bandos.» Pero en seguida se pone a cubierto contra
una posible orden real liberadora -como así ocurrirá, en efecto,
en 1498-: RES concertado e asentado.. . que.. . Francisco Palo-mar
e Mateo Viña et Guillermo de Blanco e Nicolao Angelate
se ayan de obligar e obliguen al dicho Alonso de Lugo, ante
escribano público et testigos.. ., por sy e por sus bienes.. .; que
sy en algund tiempo fuere determinado por Sus Altezas que los
dichos canarios e canarias de los dichos vandos no son cabtyvos
ni pertenecen al dicho Alonso de Lugo por la dicha capitulación,
e le fueren demandados, que ellos restituyrán ... los canarios e
canarias e ganados.. .» Para mayor garantía, los socios se obli-gan
a que ((non los venderán fuera de los reynos de Sus Altezas
por ninguna manera et que traeran testimonio, sygnado de escri-vano,
de las personas a quien los vendieren et de los precios que
por ellos les fueren dados» la.
El vergonzoso propósito, líneas atrás aludido, se consumó
de implacable manera contra todo derecho, extendiendo el con-quistador
los zarpazos a los siempre fieles aliados del reino de
Güímar .
Hoy sabemos, por las denuncias que luego se formularon,
que el número de los cautivos de los reinos de las paces pasaron
de mil, de los cuales permanecían en Tenerife, en 1498, unos tres-cientos.
Otro importante grupo de guanches horros los tenía ocul-tos,
en sus posesiones de Sanlúcar de Barrameda, don Juan
Alfonso de Gunnán, duque de Medina Sidonia; era el precio
de la colaboración prestada en la conquista de la isla.
Las quejas contra la censurable conducta del conquistador
se dejan sentir en la corte en las postrimerías de 1497. Portavoz
de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de Betanzos, quien
aboga con tesón en defensa de los manches de las paces, víc-timas
de inicuas vejaciones.
Las aenuncias que iormuia ei mensajero sobre t.i m-mpór-tamiento
de Alonso de Lugo con respecto a los guanches no pue-den
ser más precisas y concretas.
le La conquista de Tenerife, pp. 364-365.
58 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAh'TICOS
Con cardcter previo alude a la confederación estipulada
antes de 1490, por mediación de Pedro de Vera: «Que al tiempo
que Alonso de Lugo, nuestro govmador de la ysla de Tenerife,
fue a conquistar la dicha ysla, por los dichos bandos, diz que
guardando las pazes que tenían asentadas con Pedro de Vera
(nuestro governador que fue de la [Gran Canaria] ... por vir-tud
de los poderes que de nos tenía) diz que se juntaron con el
dicho Alonso de Lugo para conquistar la dicha ysla, e que fa-zian
lo quel.. . les mandava; e que acogían en los dichos vandos
a nuestras gentes e los anparavan e defendían e que les davan
de sus mantenimientos.. . »
Después viene la denuncia del atentado cometido contra los
guanches de las paces, pese a su condición de tales: «E avién-dose
convertido a nuestra santa fe católica, e seyendo chris-timos
e libres, que el dicho Alonso de Lugo (a buelta de 10s
otros que cativó e tomó e conquistó de la otra tierra que non
era de los dichos vandos) di2 que tomó e cabtivó fusta mil
á?zimas de los susodichos vandos de Dexa e Bona e Guymar,
e que ha vendido parte dellos, seyendo christianos e de las
dichas pazes.. . N
Rodrigo de Betanzos solicitó de los Reyes Católicos que
se hiciesen informaciones testificales, así en la corte como en
las islas Canarias, sobre la veracidad de las infidelidades y vio-lencias
denunciadas. Los monarcas accedieron en toüo a la de-manda,
expidiendo en Alcalá de Henares, el 29 de marzo de 1498,
diversas órdenes con el fin expresado lg.
6. LIBERACID~ENFI NITIVA DE LOS ESCLAVOS CONTRA DERECHO
La información en la corte debió efectuarse ante algún co-misario
particular o el Consejo real. Así se deduce de la cédula
postrera, que en seguida comentaremos.
Una segunda información se ordenó llevar a cabo en Sevilla
como punto estratégico particular, ya que el mayor número
l9 La política indigenista ..., pp. 87-88 y 94-95.
12 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
de las víctimas residían en la capital bética o en sus contornos.
Esta misión le fue encomendada al licenciado Pedro de Maluen-da,
juez de términos y suplicaciones de dicha ciudad.
La tercera información debería acometerse en el archipié-lago,
quedando al cuidado de su obispo don Diego de Muros.
Volvamos ahora al Consejo real. Este supo a tiempo que re-sidían
en Tenerife como mutivm trescientos guanches de las
paces, por lo que se apresuró a poner rápido remedio al desa-guisado
antes de que fuesen traídos a la metrópoli y vendidos
como esclavos. Todo esto se hace constar en la orden para el
gobernador de Gran Canaria Lope Sánchez de Valenzuela, a
quien se encomendaba la liberación de los oprimidos. Véase
cómo se expresa la ultima de las cédulas, de 29 de marzo
de 1498:
«E porque diiz que los dichos canarios están en poder
del dicho Alonso de Lugo fasta CCC ánimas, los quales
diz que quiere vender, nos suplicó e pidió por merpd
que los mandásemos poner en su libertad, pues diz que
heran christianos e libres ... Sobre lo qual nos mandamos
aver cierta ynformación, la qual vista en el nuestro Con-sejo
fue acordado: que debíamos mandar esta nuestra
carta para vos en la dicha razón. E nos tovímaslo por
bien: por que vos mandamos que vayáys luego a la dicha
ysla de Tenerife, e vos ynforméys qué canarios están en
poder del dicho Alonso de Luego, e de otras personas de
la dicha ysla de los dichos bandos de Dexa e Bona e Guy-mad
..., e todos los que asy failardes de los susodichos
bandos, los tom6ys en vuestro poder e les pongáys en se-eres
tación. . . »
El gobernador Lope Sánchez de Valemuela se trasladó a
Tenerife en julio de 1498 para dar cumplimiento a su comisión,
siendo recibido por el teniente Fernando de Trujillo, durante
una momentánea ausencia en La Gomera de Alonso de Lugo.
La cédula real de que era portador fue pregonada por las cua-tro
confines de la isla, alcanzando con ella la libertad (secues-tración)
buen número de esclavos indebidamente sojuzgados.
De cómo y con qué seriedad se llevó a efecto esta impor-tante
comisión tenemos pruebas en las propias lamentaciones
60 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
de Lugo: «Que Lope Sánchez trajo una carta del Rey y Reina,
y la hizo apregonar en la isla de Tenerife. Que traía consigo un
p\ancTie canario, que andaba de casa en casa de los vecinos
alborotando el pueblo y diciendo que todos los guanches erm
horros, así los que venían en la carta como todos los otros.))
Los amigos del conquistador deponen en su favor en una
curiosa información, de protesta (1 de agosto de 1498). Pese
a su descamda parcialidad, algunas de sus manifestaciones son
dignas de ser recogidas. En líneas generales se lamentan de que
toda la isla estaba alborotada con la liberación áe los esclavos,
siendo preciso volverla a conquistar. Antonio de Peñalosa ase-gura
«que de todo era sabidor el governador de Gran Cana-ria..
., y que vido venirse a quexar al governador y que e1 mjs-mo
decía que eran horros.. .D. Pantaleón Palomar «vio cómo,
en presencia del governador, andavan sacando los esclavos de
casa de los vezinos». Alonso de Morales añade otros curiosos
pormenores: «no solamente en la isla de Tenerife, donde traía
comisión, p e ~ ota mbién en la isla de Gran Canaria había em-bargado
otros esclavos».
La liberación de los guanches indebidamente cautivados en
la isla de Tenerife sirvió para frenar en seco las apetencias
desordenadas del conquistador. Véase, como muestra, el cui-dado
que puso al planear, en 1499, la persecución de los natu-rales
alzados que amenazaban la seguridad interna del territo-rio
(carta del gobernador al Cabildo, suscrita el 27 de julio):
«De acá fueron ciertos esclavos. Estos y los que se
apregonaren serán de quien 1's tomase; y Il-m-ar! t d ~ s
los vecinos y fazer vuestras quadrillas de todos los onbres
sueltos, y fáganse cinco o sgrs que vayan a buscar todos.
Y yo los do por byen tomados, salvo los de Adexe y Abona
y Anaga y Guymar: que todos se dé por cada uno mil1
rnaravedís. Y esto tomar por máxima y por byen, para
que por esto haced vuestros pregones; y por éslz 10 px-meto
y asy lo prometer, y cm toda diligencia. Que mucho
vos ama = Alonso de Lugon20.
20 Ibid., PP. 95-99.
Núm. 29 (1983)
Desde 1498, los indígenas de los cuatro bandos de paces,
residentes m Tenerife, tuvieron asegurada en plenitud la li-bertad.
Si la liberación de los guanches indebidamente sojuzgados
fue tarea fácil dentro del archipiélago, por el conocimiento y
comunicación que existía entre ellos y su concentraci6n dentro
de un área geográfica muy limitada, exactamente lo contrario
ocurrió en la metrópoli, donde la dispersión, por un lado, y el
ocultamiento, por otro, se convirtieron en escollos difíciles de
superar y en muchos casos en obstáculos infranqueables.
Por eso la batalla de la liberación será larga y sernbraüa de
dificultades y tropiezos.
APENDICE
Treslado de la respuesta que se escrivió a Alonso de Lugo.
El Rey e la Reyna.
Alonso de Lugo. Vimos vuestra letra, que nos enbiastes con Fer-nando
del Hoyo, e oymos todo lo que de vuestra parte nos soplico;
y cuanto a lo de la conquista Cesa ysla de Tenerife, a nos plaze que
vos la tengays, y no otro alguno, fasta que plaga a Dios dedes en
ella buen fin; e cerca de lo que toca a la saca del pan para esa ysla,
nos enbiamos mandar al obispo de Badajoz que lo provea; y cerca
de lo que nos enbiastes soplicar que vos mandasemos hazer merced
del Rey de Guyrnar y de los otros de su vando que son de las pazes,
enbiarnos la rela~ion cierta de todo lo que ha pasado con ese Rey
de las pazes, por que visto aquello mandemos en ello lo que ayays
de hazer; y cuanto a las provisiones que nos enbiastes soplicar para
doña Ynes Peraca y para doña Beatriz de Bovadilla, nos las manda-mos
dar, como vereys. De Madrid a veynte de mayo de XCV años 12.
21 A. S.: Cámara de Castilla, libros de cédulas, 2?, l.", núm. 352, fo-lios
87 v.48 r.
62 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS