NOTAS SOBRE EL BEATO PEDRO DE BETANCUR
POR
LM)POL;DO DE LA ROSA
En el pasado año 1980 Su Santidad el Papa Juan Pablo 11 bea-tificó
a dos hijos de las islas Canarias, los primeros nacidos en este
archipiélago que han llegado a los altares: el culto jesuita padre
José de Anchieta, que por su labor misional mereció ser iiamado
Apóstol. del Brasil y el humanitario franciscano Hermano Pedro
de San José Betancur, el fundador de la Orden de los Betlemitas.
Dos personalidades distintas, ambas revestidas de excelsas virtu-des,
cuyo reconocimiento en tal elevado grado por el Sumo Pon-tífice
no puede por menos de constituir una profunda satisfacción
para los que hemos nacido en las islas.
Esta satisfacción ha hecho que sintamos, al tiempo, una lógica
curiosidad por la vida y las obras de ambos. Las del P. Anchieta
son mejor conocidas, la bibliografía sobre su persona es abundan-tísima
y continúa incrementándose. Del Hermano Pedro, si bien
su labor educativa y humanitaria en Guatemala ha sido objeto de
numerosos estudios, sobre su familia, su juventud y el ambiente
en que ie tocó vivir en ienerife quedan aún incógnitas por desve-lar.
Ya en las Animadversiones del proceso instruido en Roma en
el siglo XVIIL el promotor indicó que la infancia del Siervo de Dios
estaba envuelta en las tinieblas y los testigos sólo habían propor-cionado
detalles insuficientes para el objeto que se perseguía l.
1 Utilizamos los datos del proceso de beatificación que publicó el
Dr. ALEJANDROC IORANEScCoUn el título El proceso de cunonizad6n del
Beato Pedro de Béthencourt, en ((Revista de Historia Canaria), Univer-sidad
de La Laguna, Faculta de F'ilosofia y Letras, n.O 135136, julio-dicieni-bre
de 1961, pigs. 374-391.
2 LEOPOLDO DE LA ROSA
Nada más lejos de nuestras posibilidades que el poder llenar
tal vacío, sólo podemos pretender aclarar algunos extremos. Ya
en el IV Coloquio de Historia Canario-Americana, que tuvo lugar
en Las Palmas de Gran Canaria en el 1980, leímos una comuni-cación
sobre el tema, que ahora vamos a ampliar y precisar en
algunos puntos.
Está probada la ascendencia paterna, por el apellido Betan-cur,
del Hermano Pedro hasta sus tatarabuelos, Juan de Betan-cur
y Catalina Delgado, vecinos de la isla de Tenerife, en Adeje,
en el primer tercio del siglo XVI. Los documentos que de este
matrimonio conocernos nada dicen de dónde hubieran nacido
ni de la isla que procedieran al establecerse en Tenerife, pero
no resulta aventurado suponer que habían pasado desde alguna
de las más orientales : Lanzarote o Fuerteventura, probablemente
de la primera de éstas, ya que está probado que los Béthencourt
canarios procedían de una hija de Maciot de Béthencourt, que
la había habido en una indígena, la que se dice que era, a su vez,
hija del rey indígena de Lanzarote2
La descendencia de Maciot en Canarias es mal conocida, pero
el hecho es que fue numerosa y que, por lo histórico del nombre,
fueron muchos los que procedían del que fue señor de Lanzarote
hasta el 1448, aun cuando descendieran en más de una genera-ción
por hembra, que siguieron arrastrando el apellido de B6-
thencourt, en sus diversas variantes de Betancor, Betancur, Be-tancourt,
etc. Es cierto también que algunos indígenas tomaron
el apellido de su señor o de quien lo apadrinara y no debe des-cartarse
que así ocurriera con algún Béthencourt 3.
2 Sobre la familia Béthencourt, UOPOLDED LOA ROSAL, os B&he?tcourt
en las Canarias y en América, en ({Anuario de Estudios Atl&nticos», Ma-drid-
las Palmas, nUm. 2, 1956.
3 Tal es el caso de Aionso de Salazar, «natural», casado con Smcha
de Betancur y de su hija Catalina de Betancur. Testamento de Alonso,
ante Alonso Gutierrez, el 23 octubre 1524 (Protocoíos de Aionso Gutiérrez,
1522-1525, M. 1. Coello, M. Rodriguez y A. Parrilla, Aula de Cultura de Te.
nerife e Instituto de Estudios Canarios, 1980, núm. 1818).
380 ANUARIO DE ESTUDIOS. ATLANTICOS
NOTAS SOBRE ' EL BEATO PEDRO DE BETANCCR 3
Ahora bien, los escribanos de la isla de Tenerife, al menos
hasta mediados del siglo XVI y aun después, cuando compare-cía
a otorgar un documento algún indígena hacían constar su
naturaleza : «guanche», «natural», «canario», «gomero», etc. 5 y
en -los que conocemos de Juan de Betancurt. el tatarabuelo del
nuevo Beato, el. más antiguo de 1536, sólo dice que era ((vecino
de Tenerife, en Adexen. Tampoco hay indicación de que fuera in-dígena,
ní él ni su mujer. en documentos posteriores que se refie-ren
a los mismos.
Esta circunstancia nos induce a pensar que el citado Juan
de Betancur no era indígena, aun cuando es seguro que los lia-bía
entre sus ascendientes, y que descendía por alguna de sus
ramas de Maciot de Béthencourt.
m-i ,,, -7 ,,,,A,+, ,, ,.., ,,, +,,:A, 1, o.,:i:, A,I
ICU cxa CL LUILLC~LUG IL qut: c ~ aLCIL LUU LU lauuuu UGL I L G L U ~ U ~ N
Pedro por los testigos que declararon en Tenerife, en el 1700,
en el proceso que se instruía para solicitar de la Santa Sede la
apertura del de beatificación. Entre ellos el predicador agustino
fray Lázaro Garcia, de setenta años, declaró que conocía desde
cii i n f ~ n ~ i r i Unrm~nn Parlrn o c i i c ncrdr~cr jr 2 heyyAanos, UU & A A & U I I U ' U Al+& & l l U I L I V J. + U & V. U UU" YUUI "U
y que sus padres ((habían sido cristianos viejos y descendientes
de gente muy calificada)), y en Guatemala el trinitaria Ignacio
de la Santísima Concepción, fantaseando ya, añade a los testi-gos
de Tenerife que el nuevo Beato era «de padres hidalgos y
cristianos viejos, descendiente de la casa real de Francia».
Vamos a analizar ahora el contenido de los documentos de
los ascendientes de Pedro de Betancur, con el fin de intentar
llegar a conocer cuál fuera su situaciOn social y económica.
Ya hemos dicho que Juan de Betancur, el tatarabuelo del
Hermano Pedro, otorgó una escritura en el 1536. En efecto, en
La Laguna, el 21 de octubre de dicho año. a la muerte de su
mujer, Catalina Delgado, y con poder de ésta, según afirma,
dispone sus últimas voluntades5. Declara que era, como ya he-
4 La condición de «natural» se hizo constar por los escribanos de
Vilaflor hasta bien entrado el siglo XVII. Vid. lndices de los protocolos
pertenecientes a Ea escribanid de Vilaflor. Instituto de Estudios Canarios,
La Laguna, 1968.
Archivo Histórico Provincial de Tenerife, A=., leg. núm. 205, del
mcribano Bartolomé Joven, fol. 488.
4 LEQWLDO DE LA ROSA
mos dicho, «vecino de Tenerife, en Adexe)), que su mujer había
dejado 500 cabras de vientre, una yunta de bueyes, un esclavo
morisco de veinte años, una bestia mular, 40 fanegas de cebada,
7 de trigo y 30 colmenas. No era, ni mucho menos, una riqueza,
pero era algo para aquella modesta sociedad, e instituía here-deros
a sus hijos, a los que da los siguientes nombres: Andrés
López, Francisca Bermúdez, Catalina, María y Ana.
Juan de Bztancur se volvió a casar, con Francisca Guerra,
e hizo un viaje a la Península, no sabemos con qué motivo. El
caso es que en San Pedro de Daute, el 3 de jul.io de 1539 6, antes
de cumplirse los tres años de haber otorgado testamento en nom-bre
de su primera mujer, su yerno, Pedro de la Sierra, comparece
ante escribano y dice que «Juan de Betancur es ido en España
e p n r q ~ en n se espera qile vendr5 tan prnntm y han de arren-darse
unas cabras que pertenecían a sus cuñadas, aún menores
de edad y de las que se había hecho partición con Francisca
Guerra, segunda mujer de Juan de Betancur, por el perjuicio
que de no hacerlo se acarrearía a dichas menores, da en arren-damiento
71 «cabrillas» que les habían correspondido. En este
documento se dan los siguientes nombres a los hijos de Juan
de Betancur y Catalina Delgado: Andrés de Betancur (en el tes-tamento
se le apellida López), Francisca de Betancur, casada
con eh otorgante Pedro de la Sierra (en el anterior documento
llamada Francisca Bermúdez); Catalina Delgado (sin duda la
que luego se apellidaría de Betancur), Marfa y Ana, que eran las
entonces menores de edad.
Repetimos, ni en este documento ni en el anterior se men-ciona
la naturaleza, filiación ni origen de Juan de Betancourt
y de Catalina Delgado.
Veamos ahora lo que hemos podido averiguar de los hijos de
dicho matrimonio.
Posiblemente el. mayor, Andrés de Betancur, era el de este
nombre, alcalde de Adeje en el 1558 7, que no sabemos con quien
casó, pero que no parece aventurado identificar con el de tal
6 AHP., leg. 2202, del escribano Antón Martín, fol. 346.
7 Archivo Histórico Municipal de La Laguna, reg, de escrituras ante
Juan de Azoca, fol. 1333.
382 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
nombre, padre de otro Juan de Betancur que casó con Catalina
Pérez, a la que su madre, Margarita González, viuda, otorgó
escritura de entrega de dote prometida, el 8 de agosto de 1580
de 400 doblas, en la que declara que Juan era hijo de Andrés
de Betancur. Catalina Pérez era hija de Andrés de Llerena, nieto
por su madre del último mencey de Adexe, y de la citada Mar-garita
González.
Juan de Betancour y Catalina Pérez vivieron en Tijoco, y te-nemos
noticia de dos de sus hijos: María de Betancur, casada
con Bartolomé Francisco, sastre, el que en su testamento, otor-gado
en Garachico el 13 de abril de 1606 97 declara que era primo
de Francisco Melián, hijo de Francisco Enríquez Xelián, algua-cil,
y Matías de Betancur, vecino de Garachico, que vendió la
herer?ciu de scu pxires, U Y ~c m m a l t a 'te San Jrmn Bautista,
con asiento, arrimo y sepultura, que había heredado de los mis-moslO.
La posesión por sus padres de dicho altar y derechos
prueban que la situación social y económica de éstos debió ser
relativamente desahogada.
La segunda de las hijas de Juan de Betancour y Catalina
Delgado, Francisca Bermúdez, luego apellidada Betancur, se casó,
como se ha dicho, con Pedro de la Sierra, que firmó el docu-mento
de 1539 y era hijo de Antón de la Sierra, conquistador
de Tenerife, que tuvo repartimiento de tierras en Acentejo en
el 1498 y era indígena de Gran Canariall, y de su mujer, María
González, igualmente «canaria».
14e las dos hijas menores de Juan de Betancur y Catalina
Delgado, que se llamaron María y Ana, no tenemos otra noticia,
y nos resta por hablar de Catalina Delgado, más tarde llamada
Catalina de Betancur.
Catalina de Betancur casó con Pedro González, del que sólo
sabemos su nombre, si bien hay que hacer constar que cuando
AHP., registro núm. 2070, de Gaspar de Xexas, fol. 51.
9 AHP., registro núm. 2259, de Alvaro de Quiñones, fol. 137.
10 Registro núm. 6 del escribano de Vilaflor Andrés Heniández Pinto,
perdido, correspondiente a los años 1636-1639, folc. 212 y 213 v. Vid. Zndi-ces
... cit., p&g. 15.
11 E. SERRRAÁ FOLSL, as datas de Tenerife. Instituto de Estudios Cma-rios,
La Laguna, 1978, núms. 447, 656, 906, 924.
Núm. '28 (1982) 383
6 LEOPOLDO DE LA ROSA
su mujer otorgó testamento no dice que fuese «natural». La ríni-ca
noticia que podemos añadir es que el: dominico fray Francisco
González, cuando declaró en Guatemala en el proceso de beati-ficación
del Hermano Pedro afirma que había vivido en La Ha-bana
desde el 1716 al 1734 y que conocía la vida del nuevo
Beato, «por ser pariente en cuarto grado del Siervo de Dios, por
línea de varón, por ser mi abuelo paterno natural de Tenerife,
patria del mismo Siervo de Dios)).
Catalina de Betancur, viuda ya de Pedro González, otorgó
testamento en Garachico el 7 de septiembre de 1588=, por el
que dispuso su entierro en la iglesia del convento franciscano
de aquel lugar, en la sepultura que era de su hija Catalina Del-gado,
a la que según declara había dotado cuando contrajo ma-trimonio;
ordena la venta de seis f an~ga sd e tierra que poseía
en Xama, para destinar su producto a sufragios por su alma,
e instituye herederos a sus hijos: Catalina Delgado, Domingo
González, Juan de Betancur y Pedro González, del primero de
los cuales no tenemos más noticia. Juan de Betancur seria el
abuelo paterno del nuevo beato; Pedro González, «vecino de las
partes de Daute y oficial de labrar apícars, vendió a su hermano
Juan de Betancur las tierras que había heredado de sus padres
en Xama, por escritura que otorgó en San Pedro de Daute el
7 de septiembre de 1571 ". En este documento, Juan de Betancur
declara que ya al comprar la parte de su hermano Pedro había
adquirido las que le habían correspondido a sus hermanas, la
citada Catalina Delgado, casada con el portugués Jorge Pestana,
y María de Betancur. mujer de Baltasar Correa, ante el escribano
de Santa Cruz Simón de Azoca.
Es de observar que once años después de que fuera otorgada
aquella escritura de compraventa, cuando Catalina Delgado otor-g6
su testamento, no cita entre sus hijos a María de Betancur,
de la que tampoco dice la hubiera heredado, como así lo hace
constar respecto a otra hija suya, Inés, de lo que hay que dedu-cir
que María también había fallecido con anterioridad, dejando
herederos.
AHP. reg. núm. 2037, de Benito de Ortega, fol. 922.
AHP., reg. núm. 2246, ante Alvaro de Quiñones, fol. 590.
384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOTAS SOBRE EL BEATO PEDRO DE BETANCUR 7
Juan de Betancur, «vecino de Daute y maestro de acúcarn,
según aquella citada escritura de compraventa, contrajo matri-monio
en la iglesia parroquia1 de San Pedro de Vilaflor el 18 de
septiembre de 1383 l4 con Catalina Rodríguez, de la que cono-cemos
el nombre de su padre, Amador González, pero no el de
su madre, y lo sabemos por escritura que Juan de Betancur otor-gó
en Garachico el 16 de marzo de 1586, por la que declara que
se hacía cargo de una deuda que su suegro, el citado Amador
González, tenía con el mercader de Garachico Francisco de la
Guarda, por la cantidad de 13.676 maravedís de la moneda de
Canarias, que la hahía reconocido ante el escribano Pedro de
Urbina
Tenemos noticia de tres de los hijos que pudieron tener Juan
ae Betancur y Catalina Rodrígues, -pr una escritura que oiuf-garon
en Vilaflor en el 161916. Se llamaron Juan de Betancur,
Marina de Betancur y Amador González. De los dos primeros
nada más sabemos y Amador González sería el padre del Her-mano
Pedro.
Este Amador &lzA!ez, tom6 e! nombre y ai;e!ljdo ze m
abuelo materno y al que los testigos del proceso tantas veces
citado, instruido en Tenerife en el 1700, llaman Amador Gonzá-lez
Betancur de la Rosa, sabemos que se casó con Ana García,
pero no nos consta ni el lugar ni 1.a fecha en que contrajeron
matrimonio. Ana García era hija de Antón Delgado ((el Viejo»
y de Ana García. Este Antón Delgado, después de enviudar, en
unión de sus hijos, Gonzalo Delgado «el Mozo» y Ana García,
con el marido de ésta, Amador González, otorgaron escritura en
Vilaflor el 27 de agosto de 1627, en que Amador reconoce que
SQ mujer hahía reciMdn de sir_ madre? en ajuar de casa, un ju-mento
y preseas y 170 reales 17.
En eE nombrado proceso de 1700, el capitán Aparicio Gon-zález,
de setenta años, declaró que el Hermano Pedro había vi-
14 Lihm I de matrimmin~f~01 : 6.
ls AHP reg. núm. 2239, ante Alvaro de Quuiones, fol. 297.
16 Según los Indices ... cit. fue otorgada ante el escribano de Vilaflor
Diego Martín de Barrios, fol. 77. El protocolo se conserva en el AHP con
el núm. 3724, pero el fol. 77 se ha perdido.
17 AHP reg. núm. 3727, de Pedro de Madrid, fol. 438.
Núm. 28 (1982)
15
8 LEOWLDO DE LA ROSA
vido en una casa contigua e inmediata a la suya, cuya situación
precisa el alférez Martín González, de setenta y seis años, cuando
afirma que Pedro vivió con sus padres «en una casa que está
detrás de la iglesia parroquialn. Del nombre y apellidos que dan
los testigos al padre del nuevo beato, González Betancur de la
Rosa, hemos de decir que ignoramos de dónde le venía el ctde
la Rosa» Is.
El escultor Alonso Solís de la Paz, que declaró en Guatemala
(1698-1700), decía que el Hermano Pedro visitaba a menudo al
capitán Antonio Lorenzo Betancur, y que el mismo capitán le
había confirmado que el Hermano era su pariente.
De su familia materna sólo podemos añadir lo que declaró *
en Tenerife el bachiller y beneficiado Salvador González, quien
dijo que eran parientes dentro del cuarto grado dei Siervo de E
Dios el padre visitador fray Lázaro García, el. padre lector fray {
Salvador Díaz y el franciscano fray Pablo Díaz.
- m
O
E En resumen, y de las noticias que acabamos de dar, creemos ; que puede asegurarse que la familia del nuevo beato, tenida en -
su tiempo como de ((cristianos viejos y descendientes de gente
muy calificadan, tenía una situación económica modesta, no de a-pobreza,
cuyos ingresos como labradores habían de completar
con el ejercicio de maestros u oficiales de los ingenios azucare- E
ros, muy probablemente primero del de los Ponte en Adeje, he-go
en el de los Soler, en Abona. n
E Poseerían también cierto número de cabezas de ganado me- -
a
nor, principalmente cabras, las que con seguridad apacentaría d n en momentos el joven Pedro de Betancur. n
Es de presumir que la familia tendría con el paso del tiempo 5
alternativas en su situación económica, y hay que pensar que
a la muerte de Amador González, que dejaba viuda e hijos me-nores,
empeoraría.
Según los biógrafos del Hermano Pedro, Amador González,
18 TTn Amador Gont5h de la Rosa otorgú escritura en Viiaflor el
1635, pero no era el padre del beato, ya que estaba casado con María
Ramos, no con Ana García. Indices ..., pág. 57. Es posible que se tratase
de un pariente del padre del Hermano Pedro o que los que declararon
en el 1700 confundieran los apellidos de Amador González, el marido de
Ana García.
386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTKCOS
NOTAS SOBRE EL BEATO PEDRO DE BETANCUR 9
su padre, murió el Viernes Santo del 1646, cuando aquél tenía
veinte años de edad, ya que, como es sabido, halsía sido bautiza-do,
sin la menor duda, muy poco después de nacer, el 21 de
marzo de 1626. Tres años después embarcaría rumbo a La Ha-bana.
Pocas noticias dan los testigos del proceso instruido en el 1700
sobre la juventud de Pedro de Betancur antes de embarcar para
el Nuevo Mundo. El bachiller Salvador González, beneficiado de
la parroquial 'de San Antonio de Padua, en Granadilla de Abona,
Ue =fi0 decIar6 yUe tratado y <{tv
davía en la casa de los susodichos padres y hermanos [de Pe-dro
de Betancourtl, que está detrás de la iglesia parroquia1 de la
dicha tierra de Chasna, se conservan algunas cruces que hacía
el dicho Pedro de San José, en la cual casa se presume que ha-h.
iz nzriY~2A. fizde yge hahiu cen 61 y ny=r V~T& e~ idr ,~
casa cerca de la suya.
Nada dicen los testigos de tal proceso que declararon -en Te-nerife
en el 1700 sobre las estancias de Pedro de Betancur en
la cueva del baranco de Ela Saltadero, próximo a El Médano, de
las que su biógrafo fray Jwé García de la Concepción afirma
que mientras «se entretenía en sus primeros años en cuidar un
hato de ovejas de su padre, oraba en una cueva de la montaña
de Rojas, donde existe un altar fabricado por él mismo en la
peña» j9.
m,. ---:a.i,. -..- -..-- 2- n u puu~u~tc;t,u u L U ~ U U UI- IU- ~ a ~ f j d up-l ~- ~.u s-e -uL d-eb , que rn-e>u-w- u2 e-
Betancur aprendiese a leer y escribir y doctrina cristiana con los
religiosos del convento agustino de Vilaflor, que se había funda-do
en el año 1613 a.
19 Fray JosÉ GARC~DEA L A CONCEPCI~HNis, toria BetlemZtica. Vi& mem-plar
y admirable del Vble. S i e m de Mos Pedro de San Joseph Betuncur,
fundador de el regular instituto de Bethlehen, Sevilla, 1723, pág. 5.
VIERAY CLAVIJOH, istoria de Canarias, XVIII, 43, dice que «ha sido
de nueve a diez religiosos y se quem6 en mayo de 1782)).
Núm. 28 (1982) 387
10 LEOPOLDO DE LA ROSA
En la Informatio del proceso de beatificación del siglo XVIII
se dice del Hermano Pedro que ((habiendo padecido el Siervo de
Dios una gravísima enfermedad, sin esperanza alguna de reme-dio,
quedando totalmente impedido e inválido, se encomendó a
San Mauro, de quien siempre fue muy devoto, y prometió de ir
a una iglesia de este santo, que estaba en el campo, y como pudo,
casi arrastrándose, fue a dicha iglesia e hizo oración y recobró
una perfecta salud, regresando a casa por sus pies, con admira-ción
de todos, y esto pasó siendo niño el Siervo de Dios, en su
patria)).
Hemos de preguntarnos qué iglesia de Tenerife es a la que
fue en peregrinación. Fray Alonso de Espinosa, en su conocida
obra Del origen y milagros ... de Nuestra Señora de Candelaria,
q,-u..f-:A ~-. U-ULlL:nI&L UGA - II 3ILKJOJYA, UcI?LG; ~. Ai. ,.xV un +sA~ al1 a- i;-u,-.mlan-s cll UAGnL 1 lu-.;lncmi,Yl Ta7vc,cm~t~l,v~,Yu,4~n a u w
San Amaro o Mauro, que es lo mismo, en la ermita del Rosario,
camino de Candelaria, que, aunque la figura no es muy hermosa,
hace muchos milagros, como por los muchos brazos, pies y cuer-pos
que le presentan y ofrecen, de que está llena la ermita, se
echa de ver.»
«Otra figura deste mismo Santo -añade- está en San Pedro
de Daute, convento de frailes predicadores, muy hermosa y bien
adornada, que también dicen que obra muchos milagros, a quien
todas aquellas bandas tienen gran devoción.))
Núñez de la Peña. en Conquista y antig%edades de las Islas
de la Gran Canaria, publicada en Madrid el 1676, al describir el
lugar de E1 Rosario, dice: «está dos leguas de la Ciudad y otras
dos de Candelaria, está en medio del camino, tiene una grande
Ermita de Kuestra Señora del Rosario y en ella está la imagen
de San Amaro, con quien se tiene mucha devoción...))
La devoción, pues, a esta imagen de San Amaro no había de-caído
a lo largo del siglo que va desde la fecha en que los dos
historiadores publicaron sus obras.
Es cierto que se daba culto a otras en la isla. como la ya cita-
& p r Eq$nosa y también 12 q'ip existía m la ermita de La
Paz, del Puerto de la Cruz, de la que nos informa don Manuel
Rodríguez Mesa, que tiene datadas la celebración de misas y pro-cesiones
desde el 1635, aunque es muy posible, añade que se re-monten
a fecha anterior.
388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOTAS SOBRE EL BEATO PEDRO DE BETANCUR 11
Pero 1.a de mayor devoción popular era la de El Rosario. Nú-ñez
de la Peña, cuando describe el Puerto de la Cruz, cita a la
ermita de Nuestra Señora de la Paz, «de mucha devoción)), pero
no habla de la imagen de San Amaro.
Hemos de preguntarnos a cuál de las imágenes de este Santo
fue en peregrinación el Siervo de Dios. Rodríguez Moure esti-maba
que a la que aún se conserva en la ermita de El Rosarioz2,
opinión que compartimos, pues no sólo era la más venerada, se-gún
Espinosa y NUñez de la Peña, sino que «estaba en el cam-po
», como dice la lnformatio, no en poblado, como el convento
dominico de San Pedro de Daute y la ermita de Nuestra Señora
dr la Paz.
LOS HERMANOS DEL NUEVO BEATO
Fray Lázaro García, cuando declaró en Tenerife en el 1700,
menciona como hermanos del Siervo de Dios a Pablo de Jesús,
de! r;Ue &ice murió sir~;ier,dG a 10s phres e! Hespitul de
La Orotava, en opinión de virtud y santidad; Mateo, que había
pasado a Indias a los veinte y dos años, sin que se tuvieran más
noticias de él; Lucía, que había casado en Garachico y había
muerto en el mismo crédito de virtud y santidad que sus dos
hermanos, y Catalina, tambien casada en Garachico.
Análogas noticias de su biógrafo fray José García de la Con-cepción,
en su Historia Betlerninica, con la variants de que dice
que Lucía había muerto soltera, y añade que «según informes de
personas dignas de crédito)), de Mateo, el que pasó al Nuevo Mun-do,
hahían sidn hijos don Jacinto de Retancur, tesorero jiue2 ofi-cia!
real de las Cajas de Quito; el doctor don Fernando de Be-tancur,
dignidad en Popayán y canónigo en Quito, y el presbítero
don Pedro de Betancur ".
A la amabilidad de dofia Pilar González Fumero, ferviente de-vota
del Beato. debo Ias fechas de bautismo de los hijos de Ama-dor
González y Ana García, que las ha tomado de los libros pa-
21 Don José Rodríguez Moure, en cuaderno manuscrito que conserva
el autor de este trabajo.
2 Op. cit., pág. 2.
?Mrn. 28 (1982) 389
12 LEOWLDO DE W ROSA
rroquiales de Waflor: Pedro fue bautizado el 21 de marzo de
1626; Lucía, el 19 de diciembre de 1627; Juan, el 6 de abril de
1633; Pablo, el 31 de marzo de 1639, y Catalina, el 27 de julio
de 1642.
No ha encontrado la de Mateo, pero sí la de su confirmación,
el 14 de julio de 1630. Como faltan algunas hojas en los regis-tros,
pudiera hallarse entre las perdidas, pero, por la fecha en
que fue confirmado, hace pensar en la posibilidad de que fuese el
mayor de los hijos de
bautismo el nombre de
Los BETANCUR
aquel matrimonio. El que recibi6 en el
Juan probablemente murió en 1.a infancia.
En otro trabajo nos hemos referido al llamado «Pleito de los
naturales)), del que había dado noticia el cronista oficial de San
Cristóbal de La Laguna, don José Rodríguez Moure, en trabajo
que publicó en el. 1913 23. Fue o, mejor dicho, fueron los que sos-tuvieron
descendientes de indígenas a fines del siglo XVI en de-fensa
de la posesión y para ellos privilegio de portar procesional-mente
la imagen de nuestra Señora de Candelaria. en recuerdo
de haberla adorado sus antepasados antes de la conquista de la
isla de Tenerife.
Entre los que otorgaron poderes en Buenavista, el 18 de mar-zo
de 1601, para continuar los pleitos, figuran Juan de Betancur,
Pablo de Betancur y Pedro Martín de Betancur. Añadíamos, y
nos debemos ratificar, que ignorábamos la ascendencia indígena
de los tres Betancur que lo suscriben, ya que no pensamos que
lo hicieran como descendientes de la supuesta infanta indígena
de Lanzarote, con quien Maciot de Béthencourt tuvo a su ante-pasada,
ya que no era guanche, o sea, natural de Tenerife.
Lo que ahora interesa es tratar de identificar al Juan de Be-tancur
que aparece entre los que dieron tal poder en el 1601, ya
quz pudiera serlo el abuelo paterno del beato Pedro o el primo
hermano de su citado abuelo, también llamado Juan de Betan-
23 UOPOLDED LAO R OSAL,a familia del rey Bentor, en «Anuario de Es-tudios
Atlánticos)), Madrid-Las Palmas, 1977, núm. 23, pág. 438. Por error
llamamos aili a Pedro Martín de Betancur Juan, que se debe rectificar.
,790 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
cur, o un tercer Juan de Betancur, que vivía en las partes de
Daute, hijo de Hernán González y Constanza Díaz Betancur y
casado con María Antúnez, que otorgó una escritura de recibo de
dote en 1610. Hemos de rendirnos. Hasta ahora al menos no te-nemos
argumento para inclinarnos por alguno de los tres: el que
otorgó poder en el 1601 no sabía firmar; tampoco lo sabía el
abuelo paterno del Beato.
EL PROBLEMA DE LOS SOLARES DB VILAFLOR
En un manuscrito de mediados del siglo XVIII, sin firma, que
poseen los descendientes de la familia Soler, dueños que fueron
de las tierras vinculadas de Chasna, se dice: «La enfermedad de
Don Juan Soler le vino del susto en una asonada de ios vecinos
que le tumbaron una noche los pilares de la galería de la casa,
porque siempre que un nuevo poseedor aprehendía la posesión
del mayorazgo, se suscitaba un pleito sobre los solares, lo que
abandonaban luego, de modo que nunca llegó a ejecutoriarse. - - uno de ei.ios fue este Don Juan Soier, y por eilo ia causa de ia
asonada; huyeron de la casa y se refugiaron, salvando sus vi-das,
en la cumbre de una montaiía, que hoy es conocida por la
montaña de Don Cosme, porque éste y su mujer, hermana de
Don Juan, se hallaban con don Juan y no volvieron más a habi-tar
en Vilaflor, avecindándose en Carachico)) ".
El documento carece de fecha, pero no resulta demasiado difí-cil
precisarla con cierta aproximación. El hecho de la tirada de las
columnas de la casa de los Soler y de la huida de éstos tuvo ne-cesariamente
que ocurrir con posterioridad al matrimonio de doña
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pero seguramente también se había planteado el problema a la
muerte, en el 1643, del capitán Juan Soler, abuelo de doña Ma-ría
y primer poseedor de la vinculación, que había instituido su
padre, el capitán Pedro Soler, en el 1602 25.
24 LEOPOLDDOE LA ROSA,U n chasnero corregidor en Venezuela, conferen-cia
en el Instituto de Estudios Canarios, el 13 de marzo de 1963, recogida
en EL siglo de la conquista, «Aula de Cultura» de la Mancomunidad Pro-vincial
Interinsular de Santa Cniz de Tenerife, 1978, pág. 247.
25 NobiZiarZo de CandW, edición J. Régulo, vol. IV, pág. 683.
14 LEOPOLDO DE LA ROSA
Como Pedro de Betancur embarcó rumbo a La Habana en
1649, no pudo presenciar los hechos que motivaron la huida a los
montes de don Juan Soler, don Cosme Carreño y su mujer, pero
sí los que, probablemente menos graves, tuvieron lugar a la muer-te
del abuelo de doña María en el 1643.
El. problema se había planteado por la imprecisión de la data
de repartimiento de las aguas y tierras de Chasna, que se remon-taba
al 1504, fecha en la que el primer Adelantado dio «el río
de Chasna, que es en el reino de Abona y la tierra que se pudiere
aprovechar de riego.. .» %.
Con seguridad en un primer momento los Soler fueron los in-teresados
en que se establecieran vecinos en Chasna, pues los
precisaban para los trabajos agrícolas y los de su ingenio azuca-rero,
pero tarde, 21 cu~si&=rars2p royietari~sd e tedus 12s
tierras, incluyendo los solares, pretenderían cobrar censos sobre
los mismos y el conflicto se planteó.
¿Cuál fue la actitud de Amador González de Betancur, que te-nía
su casa en Vilaflor, así como la de su hijo, ante la reclama-ción
de los Soler en el 1643? Hay que pensar que, aunque estu-vieran
relacionados con los Soler, el pagar un censo por los so-lares
en los que con sacrificios habían levantado sus casas le re-sul.
taría doloroso, y el joven Pedro de Betancur en su fondo hubo
de sentirse al lado de los afectados. Hemos de confesar que no
pasa de una mera conjertura, pero si así ocurrió, el hecho pudo
haber influido en su actitud futura al lado de los más humildes.
PEDROD E B~ANCUY REL MINORITA FRAY LUISDE SANJ OSÉ
La doctora Ana María Ruiz de Villarías, en una comunica-ción
que presentó en el 11 Coloquio de Historia Canario-Ameri-cana,
que tuvo lugar en Las Pal.mas de Gran Canaria en 1977
hab1.a del contacto que había tenido en su infancia Pedro de Be-
26 E. SERRARÁ FOLS, Uas datas de Tenerife, núm. 278.
27 ANA W Í A R UIZD E VILLARÍAESl, Venerable Pedro de Betancur, in-tentos
de fundacldn en La Laguna; siglo XVZII, en ((11 Coloquio de Histo-ria
Canario-Americana)), ed. del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria,
1979, pág. 136.
392 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
tancur con el minorita fray Luis de San José, en el siglo Luis
Melián de Betancurt, quien, como procurador de la Orden fran-ciscana,
«pasó a España en 1636, haciendo escala en Tenerife)).
En dicho año 1636, Pedro de Betancur sólo tenía diez años
de edad, razón por la que pensamos que no pudo ser decisiva la
influencia que en él ejerciera fray Luis de San José? a quien no
pudo conocer en Guatemala, ya que éste murió en el, 1642, nueve
años antes de la llegada de Pedro de Betancur a Santiago de los
Caballeros de Guatemala, según afirma Ruméu de Armas.
Otro Melián de Betancurt, fray Pedro, franciscano, lector ju-bilado,
calificador del Santo Oficio, examinador sinodal del obis-pado
de Guatemala y definidor de aquella provincia franciscana,
predicaría el. día de los Santos Inocentes del 1722 un sermón
las viriudes del zermanreudr o, en el yUe bdUd
noticias biográficas del recién beatificado en la obra del doctor
don Francisco Antonio de Montalvo, quien a su vez se inspiró en
el primer biógrafo del nuevo beato, padre Manuel Lobo 28.
No pretendemos, ni podríamos pretenderlo, hacer un estudio
de la iconografía del beato Pedro de Betancur; nos vamos a li-mitar
a referirnos a un óleo que reproduce su imagen y que en
Guatemala, según nos ha informado amablemente don Mario Gil-berto
González, subdirector de la Biblioteca Nacional de aquel.
país, a quien debemos la fotografía del mismo que reproducimos,
se considera el más antiguo y más ajustado a como fuera en vida
el Hermano Pedro.
Se conserva en el templo de San Francisco el Grande de An-tigua
Guatemala y se le atribuye al conocido pintor guatemal-teco
Tomás de Merlo.
Veamos lo que dicen los primeros biógrafos del beato Pedro
de San José. El P. Francisco Vázquez de Herrera, en su obra
Testimonio de la vida de nuestro Vble. Hermano Pedro de San
MZstica escala de Jacob la r e l i m Bethlemitica y en el Patriarca,
su V. fundador el Hermano Pedro de San Joseph Vetancurt ..., impreso en
Guatemala, 1723, 24 folios.
16 LEOPOLDO DE LA ROSA
Joseph, impresa en Sevilla el 1673, dice: ((Tenía la cara de há-bil,
el rostro aguileño, frente espaciosa, nariz afilada, barba agu-da,
ojos modestamente alegres, pelo castaño y rubio en la barba»,
y el P. Francisco Antonio de Montalvo, en la que tituló Vida ad-mirable
y muerte preciosa del Vble. Hermano Pedro de San Jo-seph
Betancurt, que se imprimió en Roma diez años después, en
el 1683, y que, repetimos, está inspirada en la del P. Lobo, lo
describe con estas palabras: cera de estatura mediana, quebrada
la color, negro y abundante el cabello, ojos obscuros y mirar per-dido
en las alturas, la boca grande y la expresión bondadosa».
Observamos dmo dos autores tan cercanos a la fecha en que
murió el Hermano Pedro (1667) difieren en algún punto, como
en el del color de su pelo.
Firmas del Beato Pedro de
Betancur; la segunda, en su
testamento. (Amabilidad de
don Raúl Fraga; dibujo de
don Isidro González.)
Por otra parte, el citado don Mario Gilberto González nos
dice: «El Hermano Pedro ingresó en la Tercera Orden de Peni-tencia,
donde vestían hábito encubierto y hábito descubierto. El
Hermano Pedro optó por el hábito descubierto que, de confor-midad
con Vázquez, García de la Concepción y los testigos que
394 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
San Amaro, an6nim0 tlnerfefio del XVII. iglmia de Nuestra Señora del
Rosarin. (Foto Rafael Delgado.)
depusieron en el proceso informativo, tiene la siguiente descrip-ción:
«Su hábito penitencial de Tercero descubierto era un saco
de sayal tosco)) que le llegaba a la rodilla. De esta misma tela
eran las medias. Los zapatos de madera rústica, aunque las más
de las veces andaba descalzo y sin cubrirse la cabeza, importán-dole
poco la lluvia. Contra el frío se ponía una capa del mismo
material grueso y tosco. En sí era un traje pobre, porque el upafio
burdo con las circunstancias de viejo y raído -lo manifestaban
sus roturas- suplía con remiendos el recurso que pudiera tener
otro menos maltrato y nuevo)).
«El cordón franciscano que ceñía su cintura era tan grueso
que más pudiera servir para sujetar una carga.))
((Del cuello le pendía un Cristo de bronce vaciado ... la ima-gen
no es muy perfecta.. .»
uUn pequeño análisis de la descripción con el cuadro puede
dar lugar a hallar muchos puntos de identificación. El traje has-ta
la rodilla, las medias del mismo material que el traje, por eso
se ven gruesas las piernasj y no son hntas La. rapa que r-uhre
la espalda. La mano derecha sostiene un bordón, que aún se
conserva entre las pertenencias del Beato Hermano Pedro; la
mano izquierda sostiene un platillo con monedas que ha recogido
de limosnas y aprieta con su brazo un sombrero que jamás usó
en la cabeza, sino que dentro llevaba una imagen pequeña de Je-sús
Nazareno. En la parte superior tiene a los Volcanes de Agua,
Fuego y Acadenango; en la parte, baja, la nuevo iglesia del Cal-vario
que fue su santuario de oraciones y éxtasis.»
El señor González sigue diciendo: «Se atribuye a un contem-rrnránon
ci~jrn,T Q ~ d&e Mer!~, que f ~ yeui ec pintb ; a r i~s Y-------
dros de la Pasión de Jesucristo con destino a la iglesia del Calva-rio.
Los otros retratos que hay lo visten con hábito talar de fran-cisco
de la Primera Orden y el Hermano Pedro no fue sacerdote
y sí Terciario Francisco, que era el traje o hábito que en ese en-tonces
vestían 103 terreros ql~ev ivial?- eri e! czntuzin de! &!-
vario.))
Los argumentos que expone el Subdirector de la Biblioteca
Nacional de Guatemala convencen en cuanto a la propiedad en
la representación del Beato y en que su autor lo pintó en Gua-
Núm. 28 (1982) 395
18 LEOPOLDO DE U ROSA
temala; ahora bien, vamos a analizar lo que nos es posible por
lo que hace al supuesto autor de este óleo.
Tomás de Merlo, el pintor de la serie de la Pasión, de los que
se conservan varios en el Museo de Guatemala, nació hacia el
1695, por lo que realmente no fue contemporáneo del Beato Pe-dro.
En cambio, su padre, Tomás de la Vega Merlo, que también
fue pintor, declaró como testigo en el proceso de beatificación de
Pedro de Betancur, en el que manifestó que ({conocía al Herma-no
Pedro por haber aprendido a leer en su Escuela, tratándolo
desde la edad de tres años hasta la de siete años, o sea, hasta
1667, año en que murió el Siervo de Dios)).
De Tomás de la Vega Merlo no se conserva obra alguna que
permita llegar a la certeza de que salió de su pincel y, por con- a
N
siguiente, tampoco compararla con la del nuevo beato, que no
aparece firmada y sólo tiene una inscripción, en el ángulo infe- O
n -
rior derecho, que asegura se trata de su «verdadero retrato)). =m
O
Tomás de la Vega Merlo falleció el 26 de abril de 1748 y por E
E
2 el estilo del retrato del Hermano Pedro pudiera pensarse en su E
= paternidad, más probable que !a de su hijo. Ahora bien, se trata
de meras conjeturas y hoy por hoy, si bien parece que debe es- 3
-
timarse como el retrato que más puede acercarse a como fue en -
0m
vida el beato, hay que considerarlo obra anónima 29.
E
O
29 Sobre los pintores Tomás de la Vega Merlo y su hijo Tomás de
Merlo, HEINRICHB ERLIN,E l pintor Tomás de Merlo, en la revista ((Antro.
pología e Sistoria de Guatemala)), enero de 1953, págs. 53-60, con repro-duccidn
de a l m a de las obras del hijo. El autor rechaza la atribución al
también pintor de Guatemala Antonio de Montúfar de otro supuesto re-trato
del Hermano Pedro, hoy en el Museo de Guatemala, que publicd
DOMINGO Jum~os en su Compendio de Ea Historia de la Ciudad de &a-temala,
1936, tomo 11, pág. 179, en la que figura la firma de Montúfar, la
que DIEGOA NGULOI ~ ~ G U EeZst ima a@crifa, en Historia del Arte Hispano
Americano, Barcelona, 1950, tomo 11, pág. 442.
396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS