BIOGRAFIA DEL ESCULTOR FERNANDO ESTEVEZ
(1788-1854)
POR
IWDECO TA!RQUIS Y RODRIOUEZ
PRIMERA PARTE
Fue Fernando Estévez uno de los mejores escultores del Archi-piélago
y todavía no está ni medianamente estudiado por abandono
de sus paisanos. Su mérito fue reconocido por sus contemporáneos,
sin darle su verdadero valor. Descuidaron los datos de su vida y pro-ducción.
Después, silencio, como si las sombras hubieran envuelto
su memoria. No obstante, la Fama ha empuñado su trompeta y la
hace sonar. Su gloria aumenta de día en día. Así tratamos hoy de
hacerle justicia.
En la visita que hizo al Archipiélago don Juan Contreras, Mar-qués
de Lozoya l, siendo Director General de Bellas Artes, tuvo oca-sión
de ser el primer paladín de Fernando Estévez. Comprendió su
categoría y le incluyó en su monumental obra Historia del Arte His-pano.
Con este gesto le dio a conocer en la Península. Así salió del
oivido aquei artista de ¿a Orotava. El encanto de sus obras espar-
1 Tenerife tiene que agradecer al Marqués de Lozoya, además de dar
a conocer a Fernando Estévez, la propuesta y declaración de monumentos
I.List6ricos de Nuestra Seííora de la Concepción de La Orotava, la del mis-mo
nombre en La Laguna y el Palacio de Carta en Santa Cruz de Tenerife.
2 PEDRO TARQUIS RoDRÍGUEZ
cidas por los templos de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, La Oro-tava
e Icod fueron recordados a quienes ignoraban a Estévez y veían
resucitar un pasado muy nuestro. Se empezaba a conocer la pro-ducción
de Estévez 2. Estos son a grandes rasgos los vaivenes de la
Fortuna, que al fin es mujer, con este escultor.
2. La niñez y pmmer aprendzzaje
Nació Fernando Estévez en la villa de La Orotava. Fueron sus
padres Juan Antonio Estévez Salas, natural de La Laguna y esta-blecido
en aquella villa con su taller de platería, y su madre María
del Sacramento, natural de La Orotava. Fueron sus abuelos pater-nos
Pablo Francisco Estévez y Gregoria Amador, ambos de La La-guna;
siendo desconocidos los abuelos maternos. Esta partida de
bautismo se encuentra en Nuestra Señora de la Concepción de La
Orotava, y demuestra que la vivienda y taller de Juan Estévez es-taba
en la Viüa de Abajo, correspondiente a aquella parroquia. Si
bien las aguas bautismales las recibió, por estar en construcción la
Concepción, en la iglesia de San Nicolás de las monjas Catalinas,
orden de Predicadores.
Bautizose el 4 de marzo de 1788, por el presbítero don Fernando
Batista Benítez de Lugo, con autorización del Licenciado don Juan
Nepomuceno Montenegro y Ocampo, Examinador Sinodal y Bene-ficiado
de Nuestra Señora de la Concepción, imponiéndosele los nom-bres
de Fernando José Francisco Pedro de la Santísima Trinidad.
Fue su madrina Ana María Estévez 3.
El padre de Estévez, por su profesión de platero, conocía a los
frailes de San Lorenzo, orden Seráfica, al párroco de San Juan Bau-tista
y a los frailes de Santo Domingo. Fue en las escuelas del con-vento
de San Francisco donde recibió educación el pequeño Fernan-do
Estévez. Se desconoce como transcurrieron los primeros años del
imaginero en La Orotava, pues como todas las localidades del Ar-chipiélago
ofrecía pocos medios de conocimientos a la juventud; no
2 Además, don Juan Contreras nos calificó algunas de las buenas es-culturas
que teníamos en Tenerife, en especial el San Diego de AIcalá, de
Pedro de Mena, parroquia de San Marcos de Icod.
Archivo de la Concepción de La Orotava, Libro de Bautismos XVII,
folio 119 v.
512 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO EsTÉVEZ 3
obstante la Filosofía y Teología que se enseñaba en aquel convento,
según Vlera y Clavijo en sus Noticias *.
Más adelante el joven Fernando Estévez siente inclinación por la
imaginería. Su padre, que conocía algo de dibujo, le dio las primeras
lecciones, mostrándose favorable a las inclinaciones de Fernando.
Y como en aquellos conventos siempre había frailes con conocimien-tos
en Bellas Artes, empezó sus enseñanzas con fray Antonio López,
rector de Artes, tradición que recogió don Santiago Tejera en su
«Biografía de Luján Pérez». Bajo la dirección de aquel fraile, quien
había hecho algunas obras para decorar San Francisco, después del
incendio de finales del XVIII, empezó a hacer sus primeros progresos
en imaginería Fernando Estévez. Pasemos por alto si el discípulo
aventajó ron rlpj& d c j f 2d~fr iy _A_fitnnIi,~S pw, q&fi p s p ~ pr n-ceder
de una familia de imagineros del norte de Tenerife, de la que
Viera y Clavijo ha nombrado a un fray Nicolás, como algo excep-sional
en la escultura del Archipiélago, envuelto en e1 fino ironismo
del ilustre Arcediano de Fuerteventura. Dejó en definitiva en la pe-numbra
de la Historia a la figura de fray Nicoliis se
Pronto advirtió fray Antonio López, como acostumbrado a tallar,
que el Señor había dotado a aquel mozo de facultades especiales
para el Arte. Podía representar la majestad del Divino Maestro y
los Santos que han glorificado el Cristianismo. Se llenó de alegría
a~ ver los adelantos de Estévez. Y cuando ya estuvo convencido de
la gloria que podía dar al Archipiélago corrió a comunicárselo al
Prior de San Francisco, a los frailes, a los padres del muchacho.
Lo consideraba su propio triunfo. Se encerraba en Estévez un ar-tista.
gc~rriu afie ln93. Tenir, Estévez quince años, e~aiidu =u-chos
jóvenes no han podido hacer presente sus inclinaciones. Esta
opinión que fray Antonio López había formado de su discípulo, la
recibió éste con cierto orgullo al comprender sus posibilidades ar-tísticas.
iQué alegria iba a dar a sus progenitores! Era un incipiente
escdtnr y p ~ d i ae ~npezzr2 trzhzjzr teme zqu&!=s que veis ¿: SU
4 Notzcias de la Hzstoria general de las Islas de Canaria, tomo N, p&-
gina 358, edici6n de Madrid
5 Manuscrito de don Francisco Marfa de León, Biblioteca Municipal
de Santa Cruz de Tenerife.
4 PEDRO TARQUIS RODRIGUFZ
alrededor en La Orotava. Pero debía ser humilde según las reglas
de la orden Seráfica 6.
De pronto se presentó en el Valle un escultor de fama, José Lu-ján
Pérez, quien se hallaba en el vecino Puerto de la Orotava y por
encargo de los Nieves Ravelo efectuaba un trabajo. Era momento
apropiado para que Luján Pérez se encargara de completar las en-señanzas
de Estévez. Se acordó hacer gestiones con el maestro Pé-rez
para que lo admitiera en su taller.
Corría el año 1804. Intervino en este asunto otro fraile del con-vento
de San Francisco en La Laguna, fray Ignacio Sánchez de Ta-pias,
Lector Jubilado y Definidor de esta Provincia de San Diego
de Canarias, quien conocía a Luján Pérez por trabajos hechos en el
convento de San Miguel de las Victorias, Este fraile fue el encargado
de interesarse con Luján para que fuese maestro de Fernando Es-tévez.
No sabemos más noticias de la niñez y adolescencia de Estévez,
antes de su encuentro con Luján. Pocas son, pero no hay otras.
3 Dzscipulo de Lujcín Pérez en Las Palmas
Salió Estévez de La Orotava para trasladarse a Las Palmas, don-de
tenía su taller Luján. No se ha hablado de si Luján se lo llevó
con obligación de mantenerlo, al ayudarle con su trabajo, o qué con-diciones
concertaron. Al parecer Santiago Tejera tampoco las cono-cía.
En esta época no era costumbre hacer contratos de aprendizaje
por escrito. Pero consta que Estévez se hallaba en el taller de la
calle de Santa Bárbara el año 1805, siguiendo el magisterio de Luján
No se ha fijado exactamente el tiempo que allí permaneció.
Durante esta estancia en Las Palmas y al mismo tiempo que
seguía las enseñanzas de Luján, estuvo Fernando Estévez matricu-lado
como alumno en la Academia de Arquitectura fundada por el
Deán don Jerónimo Roo, natural de La Laguna, con brillantes re-sultados
desde hacia un cuarto de siglo. Allí habían estado el Maes-tro
Nepomuceno, Domingo Estévez y el propio Luján. En esta Aca-
6 De las primeras enseñanzas de Estevez del Sacramento no hay mas
noticias que las dadas por Santiago Tejera en Los grmdes escuZtores es-paiioles.
h j á n Pérez Es una de tantas lagunas de nuestro biografiado
544 A N U A R I O DE ESTUDIOS ATLANTECOS
demia de Arquitectura aprendió Estévez dibujo lineal '. También ad-quirió
conocimientos más claros de los órdenes arquitectónicos y se
perfeccionó en el dibujo decorativo de los diferentes estilos. Se en-trenó
en dibujo de figura, necesario en imaginería. Tenemos indi-cios
de que Fernando Estévez sabía pintar.
En la Exposición de acuarelistas del Archipiélago, celebrada en
mayo de 1962 en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz
de Tenerife, se presentó una obra firmada por Estévez. Representa-ba
la plaza de San Agustín en La Orotava, con la fachada de aquel
templo a su izquierda. En realidad no era una acuarela sino un di-bujo
coloreado. Pero demostraba la firmeza de pulso de Estévez y
sus conocimientos en el dibujo.
El tiempo que Estévez estuvo con Lujh debib ser de tres aks,
considerados como suficientes para aprender imaginería. Descono-cemos
si Estévez hizo algo en Arquitectura, pues no conocemos nin-gún
retablo suyo. Sí hizo talla decorativa y varias de ellas están en
las Salas Capitulares del obispado de Tenerife
La formación técnica de Estévez. al finalizar su aprendizaje con
Luján, es más complicada de lo que aparece en los primeros mo-mentos,
analizando la producción de su primera década, entre 1808
y 1818. Las primeras enseñanzas recibidas en Tenerife de fray An-tonio
López, dejaron honda huella, por mucho que las modificara y
borrara el magisterio del nuevo profesor. Las láminas de la Aca-demia
ejercieron su influencia en el joven de Tenerife y casi pode-mos
asegurar que eran obras clásicas, pues descubrimos su rastro
en una María Magdalena y su Santa Lucía, de que hablaremos luego.
Algo parecido le ocurrió a Luján.
Se advierte, a veces, un gran parecido en el plantado, que Es-tévez
llama en sus cartas los escorzos, entre las creaciones de Lu-ján
y las de su discípulo. Mas en otros casos apunta ya un plantado
más natural en el artista de La Orotava, sin discusiones.
Conforme transcurrieron los años esas diferencias se fueron acen-tuando.
No se trata sólo de los plantados, sino del desarrollo natural
7 Fue alma de esta Academia durante bastante tiempo el arquitecto de
La Laguna don Diego Eduardo y Villarreal, quien temini6 la, catedral de
Santa Ana.
8 Antonio Pereyra Pacheco: Manwcrito sobre b catedral de La Eagma,
los Remedios. Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
de la ejecución de Estévez. Si al principio de sus enseñanzas en el
taller de la calle de Santa Bárbara trató de compaginarla con la
de Luján, el yo de cada artífice se impuso al fin. Un maestro no
debe ahogar las iniciativas del discípulo. Y el imaginero de Guía era
un buen maestro. Supo Estévez seguir los buenos consejos de Luján
y lo demostró en los años siguientes 9. Pero el artista de La Orotava
sabía lo que debía asimilarse de Luján, mejorarlo si era posible,
para llegar a formar su estilo. Primero aprender, sujetarse a unas
disciplinas para ordenar los conocimientos, luego encontrarse y de-finir
su personalidad; lo primero se lo enseñó en buena parte don
José Luján, lo segundo lo consiguió Fernando Estévez por su propio
esfuerzo.
mla, .= biéil hay UUerenc~aue n !as pr~pnrcimesd e las escidturas de
Luján y de Estévez. Los Nazarenos y Jesús del segundo, en general,
tienen canon pequeño. Sin duda este artista tenía la idea de que
Nuestro Señor era de mediana estatura. Esto sucede con el Cruci-ficado
de la catedral de los Remedios de La Laguna; con el Jesús,
del San Pedro de las Lágrimas en la misma ciudad, en la Concep-ción;
con el Cristo del tesoro, en La Orotava. El Cristo de Luján en
la catedral de Santa Ana, por no citar otros ejemplos, es más alto
y elegante.
Raro sería que en la producción de un artista no se reflejase su
carácter. Al llegar al barroquismo, Luján acomete el leño con furia,
arrebatado, que es el caso de Cirineo, en la iglesia de Santo Domin-go
en Vegueta. Lo repitió en la Virgen de Gloria, en San Juan del
Farrobo de La Orotava, cuando sale de la delicada cabeza de la
Virgen y se adentra (para descargarse del contenido nerviosismo
propio de su temperamento) en el tallado de la toquilla de María,
con una soltura de gubia que marca el fuerte contraste entre el ros-tro
de aquella Dolorosa y la admirable factura de la toquilla. Luego
pasa a la serenidad de los paños del manto y a la túnica de esta
Virgen, que, como veremos, tiene tres momentos distintos en su eje-c~
cibn. Pces bien, Ins mnmentos barrocos y dramáticos de Fernando
Estévez no llegan jamás a los arrebatos de Luján, que son casi una
9 Discurso pronunciado por Estevez en la Academia de Bellas Artes de
Santa Cruz de Tenerife. Folleto impreso. Biblioteca Municipal de Santa
Cruz de Tenerife.
546 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
ESCULTOR FERNANDO ESTEVEZ 7
furia o vértigo. El carácter tranquilo del imaginero de La Orotava,
ajeno a las violencias, no alcanza aquellos límites. Aunque quisiera
no podía.
Cuando Estévez talla imágenes de expresividad tranquila, el gol-pe
de su gubia es soslayado y, aunque quede en la madera la huella
de la herramienta tiende a envolver. Esto es característico de su
ejecución. Con este procedimiento suyo no se entretenía en repasar
sus obras. Pero cuando no acertaba con su producción rápida y en-vuelta,
notan los críticos de Santa Cruz de Tenerife que decae su
producción.
La mala política de don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, de-jando
entrar en Espafia los ejércitos de Napoleón y la consiguiente
iucha con Francia, iiamada «Guerra de ia independencia», ano 18~8,
fue cuando se supone que terminó con Luján Pérez su aprendizaje
Fernando Estévez, o tuvo que darlo por terminado en vista de la
ocupación de la Península y resentirse la economía del Archipiélago.
Para terminar con la enseñanza de Estévez, veamos lo que nos
dice el, en su discurso pronunciado en la Academia de Beiias Artes
de Santa Cruz de Tenerife. Allí manifiesta que en las Islas los ar-tistas
se veían obligados a aprender por si solos, por el consejo de
los amigos, o por el estudio de las obras buenas traídas de Génova,
Andalucía o los Países Bajos.
Así se preparó Estévez del Sacramento para honrar con su arte
a la villa de La Orotava, quien le cuenta entre sus varones más es-clarecidos.
No tiene, a mi entender, menos méritos que Villalba Her-vas
en las letras, el Marqués de la Florida en política o el comedió-grafo
Benítez de Lugo entre los autores del teatro clásico en España.
4. Taller y producción en La Orotava
Se apresuró Estévez a regresar a La Orotava. Lo atraía María
del Sacramento y Juan Estévez Aili fija sil residench y abre SU
taller, como población clave del Vaile y por su tradición imaginera,
que arrancaba desde el xvr, con Pedro de Artacho de Arbolanche y
sus hermanos Juan y Bartolomé; y se continuó en el XVII con Gaspar
de Quevedo, Blas García, González Polegre y tantos otros. Ademas,
podía servir todos los encargos que se le hicieran del norte de Te-
8 PEDRO TARQUIS RODRIGUEZ
nerife, pues había desaparecido la competencia de los talleres de
imaginería del Puerto de Garachico, desde hacía un siglo lo.
Empezó a trabajar Estévez con buenos princ~pios. Adqulrió pron-to
reputación de buen imaginero. Su fama comenzó por La Orotava.
Recibió encargos de los Beneficiados y mayordomos de cofradías de
Nuestra Señora de la Concepción, donde se encuentra el mayor nú-mero
de sus obras. Pero también el mayordomo de El Calvario le
encargó su grupo más completo, La Piedad, de que hablaremos des-pués.
El convento de Santo Domingo una Santa Rita, etc.
Al recorrer el Libro de Fábrica de Nuestra Señora de la Concep-ción
de La Orotava encontré lo que se pagó a Estévez del Sacramen-to
por varias de sus obras: Por el San Joaquín, que sustituyó a otro
antiguo citado en el testamento de Luis de Francia Carmenatis, ins-tituyendo
la fiesta al marido de Santa Ana, talla de estilo antiguo,
relacionada con la producción de la mitad del m111 en Tenerife, con-cordando
con el estilo de Rodríguez de la Oliva, se le pagaron cin-cuenta
pesos. Es talla mitad del natural y entiendo que hizo copia
de la escultura antigua. En la actualidad la han trasladado a San
Agustín l1
La Santa Lucía que está en la parroquia de la Concepción, tama-ño
natural y muy del estilo de Fernando Estévez por su ejecución
característica, tiene plantado natural que empieza a separarse de
Luján. Diríase haberse valido para realizarla de un grabado de Ita-lia.
Consiguió belleza y ejecución 12. Se le abonó por ella ciento vein-te
pesos.
Una tercera escultura, San Blas, está en el nicho bajo del retablo
de San Pedro. Tamaño mitad del natural. Esta imagen fue recibida
por el público de La Orotava con aplauso. El propio Fernando Es-tévez
se sintió satisfecho y la repitió a mayor tamaño en la iglesia
de San Gregorio de Telde. Obra de corporeidad acusada, montañe-
10 El volcán que estalló sobre el Tanque, el 5 de mayo de 1706, arruinó
el puerto y comercio de Garachico, terminando con su progreso.
11 Disertación sobre Fernando Estevez por Jesús Hernández Perera,
al colocarse la lápida conmemorativa en la casa que habitó en La Orotava
aquel escultor. Recogida en la Prensa de Santa Cruz de Tenerife.
12 Esta escultura se halla en la hornacina del Evangelio, retablo de
la Vera Cruz o del Crlsto.
548 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I L O S
sina. Se le retribuyó con cincuenta y dos pesos, que hacen setecien-tos
ochenta reales de vellón.
La Última cuenta trata del San Pedro de las Lágrimas, de vestir,
con ejecución desenvuelta y espontánea, obra del Archipiélago que
perteneció a la Hermandad de Sacerdotes de aquella parroquia. En
el Descargo dice que se le pagaron diez y ocho pesos y un tercio a
Estévez por la composición. Esta obra se encontraba en la Concep-ción
de La Orotava desde el siglo XVII y pertenecía a la Cofradía de
San Pedro de las Lágrimas. Extinguida ésta se pidió autorización a
don Valentín Morán, obispo del Archipiélago, para formar Cofradía
de San Pedro (suprimiéndole el apelativo de las lágrimas) y lo con-cedió
a 22 de julio de 1755, y a esta segunda cofradía pertenece el
nlrgGfico San Pedro predicando: falsamente atribuido a Estévez lS.
En la iglesia de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz hay
otra escultura de San Pedro de las Lágrimas, igual al de la Concep-ción
de La Orotava, probablemente copia de éste por Fernando Es-tévez,
pues no guarda relación con su San Pedro arrepentido 14.
Las escuituras señaiacias, salidas del taller de Est6vez y se Na1h
en la Concepción de La Orotava, se encuentran desde la visita de
10 de octubre de 1820. Rinde las cuentas el Beneficiado don Domingo
Valcárcel a don Isidoro Quintero, como Visitador de la Catedral de
La Laguna.
Para el templo de Santo Domingo, orden de Predicadores en La
Orotava, talló Estévez una Santa Rita. Hoy está en la parroquia de
Santa Ursula y los vecinos se muestran orgullosos de tener una obra
de Fernando Estévez. Se presenta aquí con gran empuje de talla y
aparecen las influencias de Andalucía, diferenciándose de don José
Luján como si fuera artífice de aqueiia escueia. Talla de acusado
realismo. Los ropajes son de lona estofada que, como decía Estévez,
la El San Pedro predicando es de las mejores esculturas de la Con-cepción
de La Orotava Obra muy discutida. Unos la atribuyen a Luján
P&ez, =tres s 'F&torru .Ir! Sacrun?,Pnt^. P*nhhle~ente nr2 pertenece E nin-guno
de 10s dos La Religión en Canarias la da como de Rodriguez de la
Oliva, otra equivocacidn más.
14 El San Pedro de las Lágrimas de La Orotava es imagen delgada,
nerviosa en su expresividad. Sería interesante una buena investigación de
ella.
10 PFBRO TARQUIS RODR~UEZ
imitan a la perfección a los tallados en madera. La ejecución re-cuerda
al escultor de Granada José Mora, en particular el rostro 15.
5. Producción para Santa Cruz de Ea Palma
Tuvo el don, Estévez, de saber atraerse las simpatías de cuantos
le conocieron, no sólo entre sus amigos y contemporáneos de la Villa,
sino entre desconocidos de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna. Era
de carácter tranquilo, dulce y agradable. Jamás tuvo polémica con
ningún artífice, como ocurría en la Península y en Italia. Vivía lejos
de las violencias de un AIonso Cano. A sus discípulos les afeaba el
vicio de criticarse mutuamente. Su alma era noble. ¿Fue debido a su a
N educaci6ii fzmMz~G o cri farl?;aem.. n en el c~nverit:td=e Su:: Francia- E
co de La Orotava? Posiblemente fueron las dos cosas. Su madre O
n
María del Sacramento pesó en su formación, profundamente y con - m
O
cariño. E
E
2 Por su manera de ser quería complacer a cuantos le encargaban E
algún trabajo, en su taller de la calle de la Carrera. Rebajaba todo
-
Io posible, como ocurrió con el cura de Tinajo, Lanzarote, don José 3
-
Cabrera Carreño. En esta ocasión demostró los límites de su pacien- -
0
m
cia. Su carácter era completamente distinto al de Luján Pérez, quien E
no hubiera aguantado ni la mitad del regateo de Cabrera Carreño. O
Al final preguntó a los devotos de Tinajo, con su honradez artística, n
E si habían quedado satisfechos a la vista de la obra. Así era Estévez. -
a
Este gesto retrata su carácter, si no su figura. Nos interesa más 2
n
aquél que ésta. n
Así, cuando pedía apoyo a quienes le rodeaban ¿quién iba a ne- 3
O gárselo? Esto ocurrió con los del convento de San Lorenzo, al pe-dirles
intervinieran con Luján para ser su discípulo. Y más tarde,
cuando acudió a don Francisco María de León y otros amigos de
Santa Cruz de Tenerife, para que le otorgaran una cátedra en la
Academia de Bellas Artes, que acababa de fundar el Real Decreto
de 31 de octiubre de 1849.
Don Manuel Díaz Hernández, sacerdote de La Palma, de carácter
semejante al de Estévez del Sacramento, viniera varias veces a Tene-
15 Esta Santa Rita se encuentra en el retablo de la capilla de la Epfs-tola.
550 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N I I C O S
EL ESCULTOR FERXAjAPIDO E S T ~ ~ T S 11
rife y nunca dejó de hacer sus visitas a La Orotava a ver a don
Fernando de Llarena, quien más tarde había de ser Diputado a las
Cortes Constituyentes de Cádiz, en 1812; y en su visita del año 1809
encontró a Estévez con taller abierto, y con las aficiones artísticas
del sacerdote de la Palma fue suficiente para entablar relaciones
con el imaginero de Tenerife, y convertirse en admirador de su arte.
Lo demostró aquel párroco de El Salvador en Santa Cruz de la Pal-ma,
haciéndole diversos encargos a Estévez, para su iglesia 18. Por
medio del señor Díaz se conoció en La Palma la valiosa producción
de este imaginero de La Orotava. Don Manuel introdujo en Santa
Cruz de la Palma a Fernando Estévez y lo puso de moda. Lo prueba
los encargos de aquellas comunidades de Santo Domingo y San Fran-ciccc
para si's templos,
Empezó la comunidad de Santo Domingo al querer renovar el Na-zareno
y la Dolorosa y le encargó a Fernando Estévez estas dos
obras. La imagen del Nazareno, que sale en aquella procesión, re-presenta
a Jesús con la Cruz a cuestas subiendo al Calvario. Las
ri.,umv evt& ce!eu~duc cnn natnralidad. Se advierte en esta escul-tura
de Estévez marcada influencia de la imaginería del XVII en la
Ciudad del Guadalquivir, en particular la forma y ejecución del ros-tro,
en clásico completo.
La Dolorosa que acompaña a este Nazareno, ambos son de vestir
y tamaño natural, fue encargada en 1839 a Estévez. Son, pues, obras
de su tercera época y como tales de las más estimables. La Dolo-rosa
es comparable a las de Luján Pérez y es el mayor elogio que
puede hacerse de ella. Obra realista. Es una señora de cuarenta y
tantos años, en toda su belleza y dolor. Don Fernando Estévez se
atierie u !z edud uuig~udua i\.hr!u per !es Ev~ngeEcse, n e! xnmentn
de la Pasión. Es escultura de corporeidad acusada y se aparta en
esto de las Dolorosas de Luján, con excepción de la existente en la
catedral de Santa Ana y bien pocas más. En esta ocasión tuvo Es-tévez
delante un modelo y no talló guiado por dibujos o grabados
rEne de! nsltnri!. II2y verdxd v expresim h~manldad en esta Madre
de Dios de Santa Cruz de la Palma, en Santo Domingo.
1% Don Manuel Dfaz Hernández fue una de las figuras más destacadas
de Santa Cruz de Ia PaIma, a1 promediar el XIX. Vease apuntes biográficos
de don Manuel Dfaz, La Palma, 1868, por Antonio Rodrfguez Mpez.
12 PEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
Este mismo convento posee de Estévez una tercera escultura de
vestir y tamaño natural. Es la Virgen del Rosario. Está del lado de
la Epístola 17.
En la iglesia de San Francisco de Santa Cruz de la Palma y en
la colateral de la Epístola, que tiene entrada directa desde la plaza,
hay otra escultura de Estévez del Sacramento. La orden Seráfica no
quería ser menos que la de Predicadores. Es una Magdalena arre-pentida,
a tamaño natural y de vestir. Figura en la hornacina de un
retablo donde está el Crucificado con la Dolorosa y San Juan Evan-gelista;
cada una de estas esculturas son de manos distintas. Y no
creo, como algunos críticos, que esta Magdalena no pesa en la pro-ducción
de Estévez.
Pasemos a hablar de las esculturas de Estévez que don Manuel
Díaz reunió en El Salvador. Después de reconstruida la arquitectura
de la cabecera y pareciéndole deficiente la Virgen del Carmen que
estaba en la colateral de la Epístola, encargó una de esta advoca-ción
a Estévez. Este la talló en 1824. Consta que esta imagen salió
del Puerto de la Cruz e1 25 de junio de 1824. Está plantada con per-fecta
naturalidad, sobre nubes, lo que en el Archipiélago llaman
cimagen de Gloria». Tamaño natural y ropajes de lona, encolados y
estofados. Tiene de alto siete cuartas. Ejecución concluida y suave.
Una obra de Estévez del Sacramento de técnica intachable. Creo que
la llegada a La Orotava de la Purísima de Angelus Olivari, de Gé-nova,
pesó en la realización de esta Virgen del Carmen, hay marca-das
influencias de Thorwaldsen en ambas obras. Tuvo Estévez oca-sión
de estudiar una obra original traída de Europa y trató de in-corporarse
este estilo 18.
En la capilla del Evangelio, en El Salvador, fue voluntad del se-ñor
Díaz Ht mández que Estévez hiciera un grupo para ella. Se le
encargó tal1 se el Nazareno y San Pedro de las Lágrimas. Los datos
de este encz go los dio don Antonio Rodríguez López, en su Apuntes
biográficos de-don Manuel Eaz, La Palma, 1868. Figuran estas obras
de Estévez entre lo mejor de su producción. Consta que la escultura
de1 Nazareno la costeó de su peculio Díaz Hernández. Este Nazareno
17 Los frailes de Santo Domingo fue la Orden que más encargos
hizo a Estévez.
1s La Virgen de Olivari está en el retablo del Evangelio, Concepción
de La Orotava.
552 AhrUARIO DE ESTUDIOS A T L A N l l C U S
Santa Rita. Parroquia de Santa Ursula. Isla de Xenerife (pAg. 549).
(Las fotograffas de este artículo han sido fadlitad;is por el Departamento de Arte de La Uni.
versidad de Ea Lamna.)
Nazareno. Iglesia de Santo Domingo. #mta C m de La Palma (phg. 551).
EL ESCULTOR FERNANDO ESTÉVEZ 13
es sorprendente. No volvió a hacer Estévez del Sacramento la figura
de Jesús con aquella dignidad. Al tratar de tallar al Nazareno se
empequeñecía, como temeroso de atreverse a representar al Hijo
de Dios. Mas esta vez nos dio idea de su Majestad, algo de lo que
logró Martín de Andujar en su Nazareno del Realejo de Arriba, en
el de Icod y en su Cristo de Garachico. En esta obra Fernando Es-tévez
es un escultor de Sevilla de buena calidad, y se podría adju-dicar
su paternidad a los continuadores de Martínez Montañés. El
imaginero de La Orotava se esmeró en dejar satisfecho a su amigo
Díaz Hernández. No está tratado en sentido dramático y es el punto
raro de esta producción. El valor psicológico de este Nazareno re-side
en el dolor resignado, tranquilo y sublime. El espíritu del ima-ginero
halió cnntactos con su propio yo.
Terminó don Manuel Díaz de dibujar el Sagrario para la capilla
Mayor de El Salvador, a su gusto predilecto en neoclásico. El mismo
Díaz, ayudado por otros artífices, realizó aquella traza. Por tercera
vez acudió a Estévez para que le tallase los ángeles que habían de
colocarse a los lados del Sagrario. El 14 de junio de 1843 remitió dos
de ellos y se colocaron en la festividad del Corpus Christi del citado
año. Los otros ángeles los remitió Estévez con posterioridad. Se le
pagaron por los cuatro dos mil cuatrocientos reales. Recuerdan los
ángeles del tabernáculo de Génova en Nuestra Señora de la Concep-ción
de La Orotava, obra de Giuseppe Gaggini. Quizá don Manuel
Díaz se los encargara a Estévez en aquel estilo le.
6. TuZla de la Patrona del Archipiélago
En la noche del 7 de noviembre de 1826, el temporal que descargó
sobre el ArchipiClago y en particular sobre Tenerife, desde la Guan-cha
a La Orotava, fue espantoso. La riqueza religiosa no pudo que-dar
al margen de aquella catástrofe. En Santa Cruz de Tenerife
arruinó la capilla del Carmen en Nuestra Señora de la Concepción 20.
en Candelaria la capiiia de la Virgen de su nombre, en la Guancha
19 El gran tabernáculo de la Concepción de La Orotava esta firmado
por aquel escultor de Italia, sobre el ala derecha del ángel de la parte del
Evangelio.
20 Libro de Fdbrica de la Cofraüia del Carmen, año 1826 Archivo de
la citada cofradfa, parroquia de la Concepción
Núm 24 (1978) 553
la ermita de Santa Catalina. Pero la gran pérdida fue la escultura
de la Virgen de Candelaria, Patrona del Archipiélago, que las aguas
arrastraron al Océano. Preciosa reliquia que perteneció al mencey
Acaymo de Güimar y venerada luego por Fernández de Lugo y los
conquistadores de Tenerife. Los frailes de Santo Domingo se alar-maron
con la desaparición de su Virgen. Por el boquete de la pared
penetraba la luz deslumbrante como si fuera e1 resplandor divino que
hubiera dejado tras sí la Candelaria.
El escultor de más fama en el Archipiélago, una vez desaparecido
don José Luján, muerto hacía años, era el imaginero de La Orotava
Fernando Estévez. Con él trataron los de Santo Domingo les tallara
nueva imagen de la Virgen de Candelaria, que sustituyera a la an-tigua.
Aquí nos encontramos con la primera parte de una cuestión muy
debatida. ¿Por qué Fernando Estévez no repitió la Candelaria des-aparecida?
Nos talló una imagen de tipo antiguo, según algunas Vír-genes
medievales existentes en la Península, como la Virgen de la
Almudena de Madrid. Lo lógico, pues existían copias de la Cande-laria
del siglo xv en la Isla, era que repitiese aquella talla y su es-tofado.
En la parroquia de Santa Ursula de Adeje existía una de las
copias, mandada hacer por los señores Marqueses de Adeje y Con-des
de la Gomera, para tenerla en las proximidades de su Casa-fuerte
de Adeje, y era una copia fiel de la desaparecida escultura
del xv Con reproducirla quedaba solucionada la cuestión 21.
El apartarse de este criterio era un tanto peligroso. Los devotos
de Tenerife y del Archipiélago no verían con agrado el cambio de
nueva Virgen de Candelaria y no era la de su devoción. Grandes
fueron las dificultades entre los frailes de Santo Domingo y el ima-ginero
de La Orotava, para crear nueva imagen de la Patrona del
Archipiélago, inventiva del talento de aquel artista, que hoy todos
respetamos. Nada se ha dicho en la Isla y fue a principios del XIX
y nuestros abuelos pudieron haberlo dicho. Aquella Candelaria de
Acaymo era una obra de talla completa del siglo xv. Si el imaginero
Estévez encontraba defectos en la copia de la Candelaria de Adeje,
21 Esta Virgen de Candelaria mandada hacer por los Marqueses de
Adeje, está en la nave nueva, aiíadida del lado del Evangelio, en su reta-blo
Se trajo a Santa Cruz de Tenerife para la «Exposición de la Patrona
del Archipiélago», celebrada en el Círculo de Bellas Artes de esta capital.
554 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOJ
EL CSCULTOR FERNANDO E S T ~ ~ Z 15
hecha por los imagineros de Tenerife del XVII, temiendo no se ajus-tara
a la obra antigua, pudo copiarla en lo general ejecutándola con
técnica más perfecta. Se conservaban las mismas proporciones, los
mismos rasgos de la Candelaria desaparecida. Quedaban contentos
la comunidad del Real Convento de Santo Domingo y los devotos de
la Virgen. Pero siempre con un modelo que no debía perder de vista.
Así se planteó la cuestión. Pero se puede asegurar que los frailes
Predicadores, con plena confianza en los conocimientos de Fernando
Estévez, lo dejaron en completa libertad de creación; ya que, desde
antiguo, la Virgen de Candelaria la habían convertido en imagen de
vestir. No habían razones para impedir que aquel escultor hiciese
una imagen de vestir. Talló la cabeza, manos, Niño Jesús y formó
la armairín del cuerpo; todo con poco movimiento de plantado, mi-rando
al frente con serenidad. Y la estofó con color oscuro... Así se
realizó la nueva Patrona del Archipiélago.
¡Aquél fue el triunfo más grande que tuvo en su producción el
talento del esclarecido imaginero Fernando Estévez! 22.
Con posterioridad, talló Estévez otra escultura de vestir y tama-ño
natural de la Virgen de Candelaria, para la parroquia de Nuestra
Señora de la Concepción de La Orotava. Deseaba el Beneficiado de
este templo tener una imagen de esta Virgen de manos de Fernando
Estévez, para sustituir a la Candelaria antigua que estaba allí des-de
el XVII (consta en el inventario de 1686), hecho durante la visita
de Buenaventura Pérez Manuel, Visitador por el obispo del Archi-piélago,
siendo mayordomo el Cap. Diego Martínez de Alayón. Dice:
<<Por una imagen de San Francisco de Paula que está sobre el retablo
de Nuestra Señora de CandeIaria» 2a. Esta obra de Estévez está en la
capilla de la cabecera del Evangelio. La hizo muy diferente a la
del Real Convento de Candelaria, como él la concebía dentro de su
estilo. Es una Virgen de Estévez elegante y movida de líneas, no
obstante su plantado natural.
No se conocen de este imaginero de La Orotava anécdotas, tan
frecuentes en la vida de los artistas. Las personas que estuvieron
22 Al colocarse a Nuestra Seiíora de Candelaria tallada por Fernando
Estevez, decayd la devoción Afloraban la imagen de Acaymo. Hoy la de-voc16n
es igual
m Libro segundo de Fhbrica de Nuestra Sefiora de la Concepción, La
Orotava En realidad es el libro tercero pues se ha perdido el primero
16 PEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
en contacto con él en Santa Cruz de Tenerife quizá las callaron. Los
artistas son seres raros. Viven dentro de sus inspiraciones, en un
mundo alejado de la Tierra. Los caminos de Fernando Estévez fue-ron
su arte y su amor materno. A los dos se entregó desde sus flo-ridos
años hasta que apuntaron las primeras canas en sus sienes.
Nos lo imaginamos un fraile de San Francisco vestido de paisano,
por no haber profesado en la orden Seráfica. En su alma lucían los
destellos del de Asís.
Vemos los actos que precedían a su trabajo, al empuñar la gubia
y ponerse a tallar su Virgen de Candelaria, Patrona del Archipiéla-go,
o cualquier otra, como el inspirado Nazareno de El Salvador, re-zando
con fervor de cristiano, como se hacía en Sevilla en tiempos a
de Luis de Vargas. En su niñez le habían enseñado esto en el con- N
vento de San Lorenzo m. Seguía Estévez vida silenciosa y de traba- O
jo. Se contaba con él para todas las reformas artísticas que se ha- n-- m
cían en La Orotava, como sucedió en La Laguna con Rodríguez de O
la Oliva, en el XVIII. Su carácter era tranquilo, conservador. Nos ex- E
2
E traña cuando produce novedades adelantadas a su época, como el -
San Plácido de la Iglesia de San Juan Bautista, en la Ciudad de los 3
Adelantados. O--
Nadie tiene derecho a entrar en su vida recoleta; salvo su madre m
E
María del Sacramento. O
n
7. Sus esculturas en La Laguna E
a
Es fácil comprender que, después de la villa de La Orotava, sea n
La Laguna la población de Tenerife que posee mayor número de n
obras de Fernando Estévez, y de categoría. Por la rama de Juan O3
Estévez su familia se encontraba en aquella ciudad, en La Orotava
sólo tenía a su madre. Se le consideraba lagunero, no sólo entre el
pueblo sino entre los sacerdotes de la Concepción y Nuestra Señora
de los Remedios, como también por la comunidad de Predicadores,
principalmente. Estos encargos, reunidos, forman el lote más im-
-- --A - por~ante de ki prodUceiói, de Est&vez Ue! Sucrumeilt~. EII r,ir?gmu
otra parte del Arckipi6lago se le puede estudiar mejor.
24 San Francisco de La Orotava fue uno de los conventos del Archi-piélago
desaparecidos por la Real Orden de Alvarez Mendizábal. Hoy sirve
de Hospital de la Trinidad.
556 ANUARIO DE ESTUDIOS RTLANTICOS
EL ESCULTOR FERNANDO ESTEVEZ 17
Los Beneficiados de Nuestra Señora de la Concepción de la Villa
de Arriba tenían en su capilla, fundada en el XVII, cuando constitu-yeron
la Hermandad de Sacerdotes, las imágenes del Señor y San
Pedro de las Lágrimas. Consta en el Libro de la Cofradía que se
encuentra en el archivo de aquella iglesia. Y no pareciéndoles obras
buenas aquellas esculturas, acordaron sustituirlas por otras de Es-tévez
de la misma advocación. Estas son las actuales y están en la
capilla de los pies de la Epístola. Salen a la calle en diversas pro-cesiones
y en particular el Viernes Santo. Hablaremos de este grupo
por separado 25.
Las cabezas talladas de las antiguas imágenes del Señor preso
y San Pedro arrepentido se encuentran hoy: la del Señor en la igle-de!
Gran Poder Ue Bajamur; !u de! Príncipe de 12 Iglesia, gux-dada
dentro del altar de la capilla de la Hermandad de Sacerdotes 26.
En los Remedios, los señores que constituían la Cofradía del Car-men,
que tenían en su capilla una María Magdalena 27 para acom-pañar
al Señor Predicador tallado por Rodríguez de la Oliva, hacia
iiiedia6íx dd wiii, encargaroa üíia ?v!kgdalíxic r;ci?v;.a. a Fernandu
Estévez. Es la que sale hoy el Domingo de Ramos acompañando al
Señor. Es imagen de vestir y de corporeidad. No recuerda las imá-genes
delicadas que luego nos hizo Estévez y constituyen su glo-ria.
Tampoco tiene influencias de Luján. Consiguió en esta Magda-lena
una talla de palpitante movimiento y acusada expresividad.
Pero la mejor escultura que conserva los Remedios de Estévez,
ya elevada a la categoría de Catedral, es el Crucificado, a tamaño
natural, que está hoy en aquel templo, pero se hizo para las Salas
Capitulares. Se comisionó este encargo a don Antonio Pereyra Pa-q
- ~ e nse ajustt con 5l imagirlerü (Jüsdei$cis z 20
de noviembre de 1828 estaba ya en la Ciudad de los Adelantados 28.
2s Padrón Acosta. El escdtor canario don Fernando Estéuex (1788-
1854), pág. 12. Imprenta Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1943. Tambien
Rodríguez Moure: Cuia H.ist&ica de La Laguna, etc.
26 Vease el documento níimero ii de la Hermandad de Sacerdotes de
San Pedro de las Lágrimas Investigación de Pedro Tarquis
27 Libro de cuestas de la Cofradia del Carmen, comienza desde el XVII;
alacena de las Salas Capitulares, Catedral. Investigación de Pedro Tarquis.
28 Archivo de la catedral de los Remedios, La Laguna. Investigación
de Pedro Tarquis.
18 PEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
Esta es la opinión sobre el Crucificado de Estévez del mismo Pe-reyra
Pacheco: «Bajo el dosel se puso la Cruz de filigrana de plata,
en que salía antiguamente en procesión el Santo Cristo de los Re-medios,
y en ella pendiente un hermoso Crucifixo de tamaño natural,
hecho en la Villa de La Orotava por don Fernando Estévez, cuya
efigie no desmerece de las mexores que se ejecutan en Europa. Dis-cípulo
del célebre escultor canario don José Pérez. Llevó por esta
figura doscientos pesos y cien que el Cabildo Catedral le dio de re-galo.
Su rostro es hermoso, apacible, dulce y magestuoso; su muscu-lación
perfecta; su posición natural; su barniz dado con la mayor
propiedad, y como no le puso mucha sangre no encubre las bellezas
de la escultura» 29. Hablaremos por separado de esta obra en la
producción de Estévez del Sacramento.
La Cofradía de la Soledad y Santo Entierro de Cristo, en el con-vento
de Santo Domingo, tenía entre las imágenes que acompañaban
al Señor el Viernes Santo, por los claustros del convento, una Mag-dalena.
Se eligió a Fernando Estévez para que tallara otra, de ves-tir
y tamaño natural y es la que está hoy en la capilla de Dolores
o de la Epístola. Esta María Magdalena tiene gran expresividad y
profundo dolor, como si presenciara los Últimos momentos de Jesús
en el Gólgota. Un acierto de Estévez la elección de tal momento. Son
abundantes las Magdalenas arrepentidas en la imaginería del Ar-chipiélago,
pero no este otro tipo. Aquí buscó Estévez el hondo pa-tetismo
y está a mayor altura que en la Magdalena de los Reme-dios.
Hasta el movimiento y el escorzo está observado con cuidado.
Es escultura notable San Plácido, de manos de Estévez del Sa-cramento,
que está en la iglesia de San Juan Bautista. Había allí una
imagen antigua de este Santo, por voto que hizo el Cabildo de Te-nerife
durante la plaga de langosta que azotó a esta Isla, el año
1607. Viera y Clavijo, Noticias, tomo 111, página 194. Aquella ima-gen
la sustituyó don Claudio Rodríguez del Rey por otra de este
Imaginero de La Orotava, según dice Rodríguez Moure en su obra
Guia Histórica de La Laguna, página 183. Esta talla fue atribuida
erróneamente a Luján Pérez. Trataremos en especial del San Plácido
en la producción de nuestro imaginero.
-
29 Anton~o Pereyra Pacheco* Manuscrito sobre la C'atedral de La La-guna,
Biblioteca Municipal de Santa Cniz de Tenerife Investigación de
Pedro Tarquie.
558 ANUARIO DE? BSTUDIOS RTLANT1CO.S
Otra escultura de Estévez del Sacramento está en la iglesia del
convento de San Juan Bautista, orden Seráfica, en la calle de La
Palma. Representa a Santa Clara, de vestir y tamaño natural. Lleva
en sus manos una Custodia y se ha atribuido esta obra a Luján, por
su biógrafo Santiago Tejera, pero en la actualidad la crítica del Ar-chipiélago
se la devuelve a Estévez del Sacramento. Las facciones
son correctas y bellas, en cierta relación con la Santa Rita de la
parroquial de Santa Ursula, hasta el estofado, de encarnaciones cla-ras
y amarillosas
La última obra de Estévez para La Laguna, en orden cronológico,
pues no se puede decir sea la Última de sus privilegiadas manos, fue
la Purísima para la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción
& 22 ViIh & ,Axr;hl. Talla (?e v&b y Yzmafig cataral. Qrupz 18
hornacina de la capilla Mayor. Le encargó esta obra don Cándido
Rodríguez del Rey, admirador de Estévez. La trató con él en 1847,
según documentos del Archivo de la Sociedad Económica de Amigos
del País de Tenerife 81. Sustituyó a la Concepción regalada por Isa-he1
R.zmh_r-zmj ujer c.onq-&tadnr & Tencylfe h a n Mhndezj cons-ta
por su testamento, 19 de abril de 1544, por ante Juan del Castillo,
esc. púb. de La Laguna 82. Esta imagen antigua se retiró para co-locar
la de Estévez y se conserva hoy en la sala de los Hermanos
del Santísimo, con la restauración que hizo en ella el escultor Gas-par
de Quevedo, en el siglo XVII, en cuya restauración sospechaba
Rodríguez Moure, cronista de La Laguna, pasó de imagen sedente
a de pie, como hoy la vemos
La Purísima del imaginero Estévez se colocó en su hornacina el
8 de diciembre de 1847, festividad de la Concepción, cuando el ar-tista
contaba cincuenta Y nueve años. Sólo alabanzas ha merecido
esta escultura del público de Santa Cruz de Tenerife y de cuantos
visitan aquel templo. Es de las mejores imágenes de candelero que
salieron de manos de Estévez del Sacramento.
30 Padrón Acosta la atribuyó a Fernando Estevez, ob. cit., pág. 12.
Santiago Tejera la creía de Luján PBrez, en la biografía de este imaginero.
31 Archivo de esta Sociedad, La Laguna, Rodríguez Moure recoge la
noticia en su Hwtoria de la parroquia de la Concepct6n, pág. 215
82 Viera y Clavijo: Hastoria general de las IsZas (Tawrias, tomo IV,
páginas 290 y 291. Copia la cláusula del testamento de Isabel Ramfrez
83 RodrIgvez Moure, ob. cit, pág 214.
20 PEDRO TARQUIS RODRIGUEZ
8. Encargos de Ea zsla de Lanzarobe
Vengamos a sus esculturas en la isla de Lanzarote. Las noticias
se encuentran en la parroquia de San Roque, en Tinajo, y otra pro-bablemente
de manos de Estévez en el convento de Santo Domingo,
Teguise. Debo estas noticias a don Jesús Quintana Miranda, de Las
Palmas, quien me ha puesto al corriente de estos hallazgos. Además,
se trata de obras de elevada categoría, no inferiores a las que talló
para La Laguna y La Orotava. Y con los datos de Quintana Miranda
se han unido las fotografías de las obras de Tinajo. La fama de
Estévez del Sacramento llegó, pues, hasta Lanzarote y se prescindía
del acreditado taller de Luján, que estaba en segundo término, o de-caía,
pues Manuel Hernández, el Morenito. no logró mantener su
categoría w.
El año 1825, el cura de Tinajo, don José Cabrera Carreño, con-siguió
de su feligrés Francisco Betancort que costease una imagen
de la Virgen de Candelaria, para aquella iglesia. Se dirigió Cabrera
a Fernando Estévez, solicitando precio de aquella escultura, con su
correspondiente Niño Jesús, a tamaño natural. Contesta el artista di-ciendo
que no hay madera en la actualidad. Pero puede hacer una
Virgen de Candelaria con ropajes de lona estofada, por algo menos
de cuatrocientos pesos. No contestaron por el momento Cabrera Ca-rreño
y sus parroquianos. Pasado tiempo lo hicieron, diciendo que a
Francisco Betancort le parecía caro.
El 8 de junio de 1826, propone Estévez que le den precio y con-diciones,
y no siendo demasiado bajos procurará servirles. Transcu-rre
el año 1826 sin entenderse. El 12 de enero de 1827 escribe Cabre-ra
Carreño a Estévez ofreciendo la mitad. Rechaza don Fernando
Estévez la oferta del señor Betancort, pues nada quedará para su
trabajo descontando los gastos de madera para la cabeza y manos
de la Virgen, lienzos, engrudos, colores, oro, armazón del cuerpo et-cétera.
Además, tallar un Niño Jesús vale otros cuarenta pesos de
escultura y barniz. Da por terminado el trato. Don José Cabrera.
con fecha 26 de mayo de 1827, acuerda que haga la escultura de la
Virgen de Candelaria y su Niño, con ropaje de lona encolada y es-
84 Esta. casi por hacer la biografía de Manuel Hernández, el Morenito.
Trabaja en ella don JesSis Quintana Miranda, desde hace anos
560 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO E S T ~ Z 21
tofada, por el precio de trescientos pesos. El 28 de junio de 1827
acepta Fernando Estévez hacer aquella talla y solicita del cura de
Tinajo le adelante cien pesos, para materiales de aquella Virgen
El 13 de julio, con cargo a don Bernardo López, le gira Cabrera Ca-rreño
los cien pesos y pide que haga el Niño Jesús para que sirva a
cualquier imagen.
El 27 de julio de 1827 acusa Fernando Estévez recibo de los cien
pesos y acepta hacer un Niño Jesús de quita y pon. Procurará que
los estofados vayan firmes y que queden satisfechos los devotos 36.
El 2 de enero de 1828 escribe Estévez a Cabrera Carreño, parti-cipándole
que la Virgen de Candelaria estaba concluida y podría te-nerla
en Tinajo el 2 de febrero, festividad de aquella Virgen, si da
las Órdenes de envío. En La Orotava la obra ha parecido bien, pero
no quedará satisfecho hasta que lo estén los de Tinajo.
Por la copiosa documentación conservada, vemos que fue talIada
esta Virgen dentro del año 1827. Le abonaron a Fernando Estévez
los doscientos pesos restantes, también contra don Bernardo López.
Esta obra de Fernando Estévez en la parroquia de San Roque,
Tinajo, tiene plantado un poco llamativo y nos recuerda a Luján
Pérez. Pero hay en esta Virgen movimiento y elegancia marcadas.
Es una Candelaria arrogante, de corte clásico en sus escorzos y ac-titudes.
Posa sobre nubes como la Virgen del Carmen en El Salva-dor,
en Santa Cruz de la Palma, es decir imagen de Gloria, costum-bre
que siguió Luján de la descendencia del m111 en Sevilla y la
continuó a veces Estévez.
Sostiene María al Hijo de Dios en su brazo izquierdo, como lo
lleva la Candelaria de La Orotava. ¿Acaso era zurdo el escultor Es-tévez?
El movimiento de los paños acusa ese piantado, pues la Vir-gen
dobla su derecha. Un largo cirio ayuda a la elegancia de la com-posición.
No emplea Fernando Estévez el rameado del estofado en
el ~ I I I E. stá en neoclásico. Seguíamos notando en esta cabeza de la
Virgen de Candelaria la influencia de Angelus Olivari, como ocurrió
con la Virgen del Carmen citada más arriba, si bien hay aquí mucho
35 Detalle que explica la vida de los artistas del ArchipiBlago, en este
caso Fernando Estevez.
El carácter de EstBvez, tranquilo y complaciente, tan contrario d
de Luján PBrez, nervioso y poco regateador, esta retratado en el conciefio
de Tinajo.
de Estévez. El Niño es muy gracioso. Con una de sus manos trata
de acariciar a su Madre. Cuéntase entre los mejores Niños que nos
dejó Estévez del Sacramento. El conjunto fue un triunfo para el es-cultor
de Tenerife. Era de tipo distinto su tercera Virgen de Can-delaria.
No tenemos los mismos datos de otra escultura de Fernando Es-tévez
que está también en la iglesia de San Roque de Tinajo. Es
una imagen de San José con el Niño Jesús, ambos de pie, y el Santo
inclina su cabeza hacia el Niño. Plantado natural. El estilo concuer-da
con el de Fernando Estévez S7. Además, hay razones para atri-buirle
esta obra. Hay documentos en el Archivo Parroquia1 de Ti-najo
donde se pregunta a Estévez qué precio llevaría por hacer un
San José con su Niño. Contesta el escultor de La Orotava que po-dría
hacerlo concluido de barniz y dorados por cien pesos, en tama-ño
de dos tercias y media; y por cincuenta pesos en tamaño mitad
del anterior. Corría el año 1827, en que Luján Pérez ya había pasado
a mejor vida. Entendemos que si la escultura que nos ocupa hubie-se
sido tallada por don José Luján, a quien quieren atribuírsela, no
tendría Cabrera Carreño por qué formular semejante pregunta a
Fernando Estévez. Ella indica que en aquella iglesia no existía San
José y si lo había era malo y trataban de sustituirlo por otro de aquel
escultor de La Orotava. Creemos que es de Estévez del Sacramento
y de ninguna manera de Luján Pérez, quien tiene todos los datos en
contra.
En cambio, no se puede atribuir a Fernando Estévez una tercera
imagen que está en Lanzarote, iglesia de la orden de Predicadores
de Teguise, y representa a Santo Domingo de Guzmán. Desconoce-mos
en absoluto su historia. Pero como aquel convento se fundó en
el segundo cuarto del XVIII la imagen debe ser de esa fecha. Falta
investigación en el Archivo Histórico de Santa Cruz de Tenerife o
en su caso en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, donde se re-mitieron,
años ha, gran cantidad de protocolos de conventos del Ar-chipiélago
Esta obra de Teguise es demasiado buena para atri-buírsela
a Estévez del Sacramento, aunque dijera el IVIarques de
37 La creencia actual en Santa Cruz de Tenenfe es que Fernando Es-tevez
se estofaba sus obras.
as En la segunda mitad del XVIII no se hacían ya los contratos de obras
ante notar10 Este Santo Domingo de Guzmkn va a ser aiñcil hliarlo.
562 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOJ
EL ESCULTOR FERNANDO EsI'&VEZ 23
Eozoya que Estévez era más técnico que Luján. La escultura en
cuestión es de las buenas que tenemos en el Archipiélago.
9. Imágenes de Estéuez en Gran Canurza
No se cuenta la isla de Canaria entre las favorecidas con la pro-ducción
de Estévez, aunque la calidad de sus obras sea alta. Sólo
hay dos en Las Palmas y una en Telde. Y se explica por la fama del
taller de Luján, pues las iglesias de la Isla estaban saturadas de las
obras del maestro de Guía; pero cuando tuvieron necesidad de un
buen escultor buscaron a Fernando Estévez. Además, la fe religíosa
se entibiaba en Europa, España y el Archipiélago, quedándose muy
atrás el siglo XVIII. Los reflejos de la revolucion francesa llegaban
hasta nosotros. De ,estos achaques sufrió Estévez. Fueron escasos los
pedidos que se le hicieron en Tenerife y La Palma y menos todavía
en Canaria. En una labor continuada hubiera perfeccionado más su
técnica. Las circunstancias le fueron adversas.
La orden de Predicadores de Las Palmas deseaba una buena ima-gen
de su Patriarca Santo Domingo. El Padre Provincial de María
Santísima de Candelaria, lo era entonces fray Francisco de Armas,
tomó la iniciativa. Expuso su idea a la Comunidad, reunicla a cam-pana
tañida. Se acordó abrir una suscripción entre los devotos para
gastos de la escultura de Santo Domingo. En la lista de donativos fi-guran
don Juan Huesterling del Castillo con ciento cincuenta y cinco
pesos (casi la mitad de lo que cobró Fernández Estévez); el Conde
de la Vega Grande, veinte pesos; don Cristóbal Muxica, cinco pesos
y un tostón; don Miguel Massieu, veinte pesos; etc.
Con el dinero recaudado se acordó hacer el encargo del Santo
Domingo a Estévez del Sacramento, por considerarlo el mejor escul-tor
del Archipiélago, año 1829, es decir poco después de los encar-gos
de Tinajo 'O. Los datos se encuentran en el Libro de Cuentas del
Convento de San Pedro Mártir de Las Palmas, que encontré en d
39 Relación de esta suscripción estaba en el Archivo de San Pedro Már-tir
de Las Palmas. Pasó luego al Archivo de la EIxclaustración de Santa
C%uz de Tenerife. Investigación de Pedro Tarquis.
40 No hay duda que los frailes de Santo Domingo eligieron al mejor
imagmero del Archipielago.
24 PEDRO TARQC'IS RODR~GUEZ
Archivo de la Exclaustración de Santa Cruz de Tenerife. En las
notas del Descargo del mencionado libro encontramos: «Año 1829.
Por ciento diez pesos, dos de plata y tres cuartos, que costó la ima-gen
de Santo Domingo puesta en el convento». Y esta otra nota: «En
el año 1829 se hizo una imagen de cuerpo entero, de vestir, de Nues-tro
Padre Santo Domingo de Guzmán. Salió la escultura, hecha por
Fernando Estévez en la Villa, por ciento seis pesos, y puesta en este
convento con todos sus costos, ciento diez y nueve pesos, dos de pla-ta
y tres cuartos».
Esta es la ficha histórica del Santo Domingo tallado por Fernando
Estévez para la iglesia de San Pedro Mártir en Las Palmas. La obra
dc- Estévez heredó todas las prendas de la antigua imagen y no sé
se ij~i-&ieronw an& f.~qci& e! Créditg PúhI i~ep y e rC1_~l jp~l &-
tado. Estas alhajas constan en los inventario~ de la Cofradía de
Santo Domingo, constituida en San Pedro Mártir desde hacía largos
años, ya en el siglo m11 era antigua. Se colocaron a la imagen de
Estévez del Sacramento un toisón de plata sobredorado, el estan-darte
del mismo metal que tiene un Santo Cristo y un escudo dora-do,
con su varal; una Iglesia de plata que hizo el Maestro Jerónimo
el año 1788, también sobredorada 41. Hablaremos de esta obra en las
esculturas destacadas de Estévez.
Una segunda imagen en este convento de San Pedro Mártir de
Las Palmas salió del taller de Fernando Estévez. Representa a Nues-tra
Señora del Rosario, imprescindible en los templos de Santo Do-mingo.
Tiene capilla especial en la cabecera de la nave de la Epís-tola
y retablo de único nicho. Es de vestir y tamaño natural. Obra
de bastante corporeidad y realista. Pone especial empeño en alejarse
de Luján Pérez, pues iba a ser juzgado por los paisanos de éste.
Busca Estévez obra personalísima. Le arrastra un poco de vanidad
o en efecto fue así. Hizo un viraje semejante al del Crucificado de
las Salas Capitulares, en la catedral de los Remedios, en Tenerife.
Pensamos que se valió Fernando Estévez para su Virgen del Ro-sario,
e~ ioniar por mu&lu a üiia =üjer 621 i;ü~bL;y! ~d e vu!gur.
Es algo como una Madona alemana, emparentada con la que pint6
41 Pedro Tarquis Rodríguez: Trabajo sobbre Santo Domhgo, Las Par-mas,
<El Museo Canario», núm. 49-52, aao 1954, XV Datos históricos sobre
su fundación y otros documentos.
564 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N I ICOS
el genio de Nuremberg Alberto Durero. Se fue por caminos insospe-chados,
el escultor de La Orotava, buscando originalidad. Cuando
creó el Santo Domingo pensó que el Santo era de familia distinguida
e hizo una obra fina. Ahora María era una mujer vulgar y Nuestra
Señora del Rosario es realista. ¿Acertó? Quizá. Las gentes de Las
Palmas van a rezarle y la entienden.
A la técnica de la talla de esta Virgen de Estévez del Sacramento
no se le puede poner defectos. Quería quedar bien con este encargo
de los frailes de San Pedro Mártir. La factura es amplia, cosa no
frecuente en el Archipiélago en la escultura femenina, pues se bus-caba
la delicadeza del sexo 42.
La tercera imagen de Estévez del Sacramento en la isla de Ca-naria
se hah er, la iglesia de San Gregario de Telde, capilla Mayor
y lado de la Epístola. Representa a San Blas y nos recuerda al mis-mo
Santo en Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava, como
una repetición en grande, con pocas variantes. Obra a tamaño natu-ral.
Escultura robusta. Sobria realización de paños y no puedo decir
si t-liados o encolados; Carezco de ficha histórica. Como el San Blas
de La Orotava se encontraba allí el 10 de octubre de 1820, es pro-bable
que el de Telde fuera tallado en los alrededores de aquella fe-cha
y pertenece a la primera época de Fernando Estévez. Las dos
imágenes son del mismo tipo. El notable tallado de la cabeza denota
la mano de Estévez del Sacramento. El hecho de repetirla es prueba
de que agradó.
10. Traslada su taller a Santa Cruz de Tenerife y profesor
en la Academia de Bellas Artes
Al correr de los años, entre 1830 y 1840, precisando más 20-21 de
junio de 1833, S. M. Católica Fernando VII, llamado el Deseado,
abandonó el mundo de de los vivos. Mas antes de partir abolió la
Ley Sálica, que impedía subir al trono de España a ninguna hem-
Lur-ea . Aaf sü peyuei%i Isiibel IkgB a ser i1~iestí.z s~bwaüa.A ~ ~ i i ~ e j z -
do por los palatinos y su mujer María Cristina de Nápoles tomó tan
42 NO hay rastros en el Archivo de San Pedro Mártir de Las Palmas,
del encargado de esta Virgen del Rosario. La atribución a Estevez se pre-senta
dudosa.
Núm 24 (1978) 565
importante determinación política. Aunque parezca que no, este he-cho
tiene relación con la vida de Fernando Estévez. Este tenía que
vivir las peripecias y trastornos políticos de su época, que fueron
hondos y abundantes.
Don Carlos María Isidro de Borbón, hermano del fallecido Fer-nando
VII, retó a su sobrina Isabel II y a la Regente María Cris-tina
con las armas, en la lucha que la Historia llama Guerra Car-lista.
Los partidarios de la Reina, ~plnando que las órdenes reli-giosas
ayudaban a don Carlos, decidieron atacar a los encubiertos
enemigos. El Gobierno de Madrid, instigado por don Juan Alvarez
Mendizábal, dictó leyes contra ellos. La llamada Ley de Desamor-tización
se dirigía a incautarse de todos los bienes de los conventos.
A1 rlncnngrnnnr Inr rlnl Arr-hinielaan v-lnc rlo Tonorifo on narfim~lar lu. ubuuyulrrrs 2."" un &rr"raiyiuirr~v, J rvu u- ----u-..-- --A y------.--,
isla donde habían hecho sus fundaciones en mayor número las ór-denes
de San Francisco y Santo Domingo, como también los Ermi-taños
(así se llegaron a treinta y cinco conventos, según Viera y
Clavijo en sus Noticias), se resintieron los encargos de tallas y por
consiguiente el taller de la calle de la Carrera de Fernando Estévez
sintió los efectos.
No obstante debido al apego que Estévez sentía por La Orotava
le hacía continuar allí. Trasladarse a La Laguna o Las Palmas nada
remediaba. Tenemos noticias concretas que después de 1840 conti-nuaba
en su taller de La Orotava Estévez del Sacramento. Resistía
a lo largo de la quinta década, esperando algo del Hijo de Dios. Te-nía
fe. Así resistió varios años.
Pero con harto dolor no podía Estévez prolongar su residencia en
la Villa. Era hora de cerrar su taller y trasladarse a Santa Cruz de
Tenerife, declarada capital de1 Archipiélago, y cuyo comercio y apo-geo
económico podía mitigar su situación. Allí tenía amigos que po-dían
ayudarle. Cerró los ojos y trasladó su taller a Santa Cruz, se-gún
nos ha contado Padrón Acosta 43 sin decirnos en qué caile es-taba.
En 1846 estaba ya en Santa Cruz.
En esta pobiación hay aigunas de sus obras. Q Eeneficiado áe
Nuestra Señora de la Concepción le había encargado tallar una Pu-
48 Francisco María de León, manuscntos de la Biblioteca Municipal de
Santa Cruz de Tenerife. Padrdn Acosta: Ob. c i t , pbg. 17. Documentos de
nuestra Academia de Bellas Artes, etc
566 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A I V ~ I C O S
rísima, tamaño natural y de vestir. Es la que está hoy en el retablo
Mayor. En el Archivo Parroquial, cuyos Libros de Fábrica hemos
visto, no consta este encargo, pero informes particulares lo acre-ditan
*'.
Esta excelente obra de Fernando Estévez es una de sus ejecu-ciones
más finas. No tiene contacto con sus otras obras femeninas.
Su serie de Vírgenes constituyen una variada muestra de su talento
y de la delicadeza de su alma. He encontrado hasta tres tipos ge-nerales:
Tipo de esta Concepción de Santa Cruz de Tenerife; fino
pero de cierta corporeidad, ambas cosas muy equilibradas, la co-rona
que traía la desfiguraba mucho y los Padres de la Compañía
de Jesús acordaron cambiársela, con buen acierto, y ha ganado cien
p ~ &iE . Otro s e g ~ r , dti~pe fexrirr?ine rs remcentistu, rdxstn, ccmn
la Virgen del grupo de La Piedad en el Calvario de La Orotava. Un
tercer tipo lo encontramos en la Virgen del Rosario que talló para
San Marcos de Icod, y es una dama de alta alcurnia, reverso de la
medaIIa de la imagen de1 Rosario en Santo Domingo de Las Palmas.
Y a m dectro de est~s tres tips hay ma e s d a intermedia en la
encantadora producción femenina de Estévez del Sacramento. Se puede
decir que es el escultor de la mujer, del niño y del viejo, con con-tadas
excepciones.
Otra obra de Fernando Estévez en la misma iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, es San José con
el Niño Jesús. Obra a tamaño natural, con ropajes encolados y es-tofados.
El conjunto del grupo es sobresaliente, fuera del Niño, que
desmerece un poco y no se considera obra de Estévez. Plantado ma-jestuoso,
con buenos paños. El magistral tallado de la cabeza del
S m Tesé !a hacen m u de !as rri.ejeres ebrus de u q ~ dim ugifiero de
La Orotava. No desmerecería si la colocáramos al lado del San José
de Luján Pérez, que figura en la catedral de Santa Ana de Las
Palmas. La Cofradía de San José que existía en esta iglesia de Nues-tra
Señora de la Concepción, por lo menos durante el siglo xvrrr y
parte del ma, le encargb a don Fernando Esté-qez el talade de 12
cabeza y manos, para sustituir a un San José que allí había con
anterioridad. Y como resultara que la vara de plata que tenía el
44 Fija la fecha en que se tal16 esta Virgen entre 1819 y 1822, sin cftaS
fuentes, Padr6n Acosta, ob. cit., pág. 17.
28 PEDRO TARQUiS RODRÍGUEZ
anterior Patriarca, sobre la que se posa el Espíritu Santo, resultó
pequeña para la nueva escultura, se le añadieron dos canutos más.
Pensamos que aquella otra obra fue tallada por Lázaro González
de Ocampo 45.
De este San José sí tenemos parte de su ficha histórica, aunque
no se sepa lo que se pagó por esta talla a Estévez del Sacramento.
Hemos encontrado estas notas: «Siendo mayordomo de la Cofradía
e1 señor don Francisco María de Herrera, el cual falleció el 7 de
julio de 1835, cuando tenía en su poder una talla de San José que
había mandado construir don Santiago de Miranda, quien le había
hecho entrega al primero de la mencionada escultura; ahora pide el
Beneficiado de la Concepción, que lo era por aquel entonces don a SimS:: Gurcia Ca!a:',as, a! PJcalde %ea! Uon Uernardu ForstaU, q ~ e g g
a l hacer el inventario de los bienes de don Francisco María de He- $-
mera al encontrarse la dicha talla le sea devuelta a la Cofradía. El Al- < ó"
calda ordena que si fuere habida la imagen en el inventario judicial E
d
que se está practicando, se le entregue al reclamante García Cala- ; < ñas, a quien al mismo tiempo acusa recibo de su reclamación» (da- !
5 tos en el Archivo de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife). Esta
es la imagen a la que se hicieron más tarde los paños y se colocó ; m en su capilla ; 46. 6
Aumentaba la escasez de trabajo y los apuros de Fernando Es- 6
6
tévez, cuando apareció el Real Decreto de 31 de octubre de 1849, por -
j el cual doña Isabel iI ordenaba la creación de Academias de Bellas
2 Artes en las provincias de la Monarquía, y por consiguiente corres- -
pondía crearse una en Santa Cruz de Tenerife. Era el momento apro- - !
piado para que don Francisco María de León y otros amigos que ro- 5
deaban a Estévez del Sacramento, le apoyaran para profesor de la
Escuela que le correspondía crear a la nueva Academia, pues so-
45 Escultor nacldo en Giiimar, Tenerife, hijo de Juan Elias Gonzhlez
de Ocampo y de María Angela Rodríguez Adrián, bautizado en la parro-quia
de San Pedro de aquella localidad, afio 1651 (partida hallada por el
abogado don Tomás Cruz Garcfa). Muerto en Santa Cruz de Tenerife el 23
de mayo de 1714, 4.0 Libro de Defunciones de Nuestra Señora de la Con-cepción,
fol. 152 v. Fue sepultado en la iglesia de San Francisco.
40 Documento suelto. Véase también el inventario de 1885, Archivo de
Nuestra Señora de la Concepción, donde habla de la vara de San José y
del Esplritu Santo que se posa sobre ella
568 ANUARIO DE E S T U D I O S ATLAN7 ICOS
brados méritos tenía para ello. El éxito coronó este empeño. Fue
Estévez nombrado profesor de Dibujo Lineal y más tarde de Mo-defado,
lo que estaba más acorde con sus facultades.
El 6 de mayo de 1850 se instaló la Academia de Bellas Artes del
Archipiélago y abrió su Escuela en el local de que disponía la Real
Junta de Comercio. Aquel mismo año y con fecha 1 de octubre co-menzaron
las clases, siendo director de la Escuela el pintor de Te-nerife
don Lorenzo Pastor y Castro 47, al mismo tiempo profesor de
Dibujo de Figueras, y Estévez del Sacramento desempeñando la cla-se
citada. Nuestro biografiado desempeñó su cometido con cariño.
Véase como Estévez hasta aquel momento imaginero activo, ante
todo, ahora cambia de camino y es educador de la juventud. Su la-bnr
pedagógica en la Academia mereció la aprobación y alabanza
de sus contemporáneos en Santa Cruz de Tenerife, desde que fina-lizó
el primer curso. El comienzo de cualquier centro de cultura ne-cesita
estos esfuerzos. No debía desmayar el entusiasmo del Archi-piélago
por esta Escuela. El dibujo de Adorno y el Modelado eran
útiles a los obreros de la madera o del metal, a los pintores deco-radores,
etc.
Al hacerse el reparto de premios a 10s alumnos de aqueI curso
de la Academia de Bellas Artes, 19 de noviembre de 1851, en sesión
a la que asiste el Presidente de aquélla, don Lorenzo Tolosa, tomó la
palabra el señor Cónsul de Francia e ilustre polígrafo don Sabino
Berthelot. Con cálidas palabras hizo resaltar la labor del profesor
don Fernando Estévez, ponderando sus cualidades de dibujante y sus
métodos de enseñanza. Pueden verse en los trabajos expuestos por
sus discípulos, dijo. Siendo Berthelot persona de vasta cultura, re-conocida
en París, y conocedor del dibujo, al alabar a Estévez del
Sacramento en el primer curso es que le consideraba maestro y di-
- bujante destacado. Nos habla del peso que ha echado sobre si en su
labor pedagógica y del triunfo logrado en un solo curso, para formar
una verdadera Escuela de Dibujo.
Aunque su salud estaba quebrantada continuó su labor en 1851 y
1852. En el reparto de premios, 19 de noviembre de 1853, fue el mis-
47 Pintor nacido en Santa Ursula, año 1784. Murió en Santa Cruz de
Tenerife en marzo de 1860. m e profesor de la Academia de Dibujo que
sostenía el Real Consulado del Mar y luego lo fue de la Academia de Be-llas
Artes de esta capital.
Núm 24 (1978) 569
30 PEDRO TARQUIS RODR~GUEZ
mo Estévez quien tomó la palabra para dirigirse a sus discípulos de
Dibujo. Lejos estaba de que sería la última vez que podría hacerlo.
Fue el canto de un padre a sus queridos hijos. Este discurso retrata
el carácter de Fernando Estévez 4S.
Aún asiste al curso 1853-1854, que según los documentos de la
Academia de Bellas Artes no pudo terminar. Le sustituyó en los fi-nales
del mencionado curso el pintor de Santa Cruz de Tenerife don
Nlcolás AIfaro Brieva, nombrado interinamente, hasta tanto que el
Gobierno de S. M. Isabel 11, en cuyo conocimiento se ha puesto la
pérdida del llorado Estévez, se sirva aprobar esta medida 49.
11. Su muerte en la czudad de La Laguna N::
Dos años antes, como consecuencia de su vida trabajosa y de
contrariedades, la salud del escultor Fernando Estévez amenazaba
ruina. Se acentuaron sus achaques con sentimiento de quienes esta-ban
a su alrededor. Se le quería de verdad en Santa Cruz y La La-guna.
Al dejar de asistir a la Academia de Bellas Artes, quien se
mostraba tan firme en sus deberes, indicaba que no había remedio.
Era lo inevitable. Sus amigos no le abandonaron.
Había permanecido Estévez del Sacramento soltero. En La Oro-tava
no tenía parientes. Sólo en La Laguna contaba con familia. Por
cierto que no se ha vuelto a hablar de su hermana Ana María. Hay
falta de hilación en la vida de Estévez desde la muerte de su ma-dre
María del Sacramento, aparece como desligado de toda familia
y solitario. Quizá no sea así. Y llegamos al final.
Fue en La Laguna. Séase que el calor de Santa Cruz le aplanaba
o que algún allegado le ofreciese su casa, allí entregó su alma a
Dios nuestro desgraciado escultor 50. Estos momentos de su vida es-
48 Folleto impreso de este discurso de Estévez del Sacramento se halla
en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
49 El señor Alfaro Brieva nació en 1826 Libro XVII de Bautismos de
la Parroquia Matriz, fol 42 Murió en Barcelona, año 1905, con reputación
de buen paisajista. Fue discipuIo de don Carios ae Haes, en ia Escueia Su-perior
de Pintura de Madrid
50 El cuerpo de Fernando Estévez aparece en el depósito de la capilla
funeraria de la Concepción, en la Villa de Arriba de La Laguna, según el
último documento Falta en éste datos de calle, número y casa donde mu-ri6
este escultor.
570 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N Z I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO EST~I'EZ 31
tán bien claros, gracias a los documentos que se encuentran en el
Archivo de Nuestra Señora de la Concepción, en la Ciudad de los
Adelantados. Se hallaba Estévez postrado en cama en su casa de la
Villa de Arriba. Si bien estas anotaciones son deficientes, pues omi-ten
la calle en que ocurrió el fallecimiento.
El 14 de agosto de 1854 se dormía en el sueño eterno Estévez del
Sacramento, quien marchaba a reunirse con su querida madre, que
le esperaba en el Cielo con sus brazos abiertos. Había cumplido con
dignidad su papel. Le administraron el Santo Sacramento los sacer-dotes
de la Concepción. Empezaban a doblar las campanas de aque-lla
iglesia. Se hacía señal, como dicen los Libros de defunción. Ha-bía
muerto un artista.
El 15 de agosto recibí el Beneficiado Rector de aquel templo de
La Laguna, don Domingo Cabrera Abad, la autorización que le con-cedía
el párroco de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife para
hacer el funeral de Fernando Estévez, quien se hallaba de cuerpo
presente en la capilla de la Santa Cruz de la plaza de la Antigua,
que utilizaba aquel templo para sus parroquianos. Uespues fue con-ducido
al cementerio municipal de la Ciudad de los Adelantados, don-de
descansan sus restos.
Había desaparecido el artista que en vida se llamó Fernando Es-tévez
del Sacramento. Nos imaginamos presentes a aquel acto a don
Francisco María de León, don Fernando Tolosa, Pastor y Castro y
sus otros amigos. Luego llegaron las palabras de don Bartolomé Sau-rin,
como el perfume que se quemaba en el pebetero de la gloria
póstuma de Estévez. Estas fueron las frases de Saurín en la Escuela
de la Academia de Beiias Artes, en el reparto de premios a los alum-nos
del curso anterior, 19 de noviembre de 1854.
«Una desgracia tiene que lamentar la Academia. Durante el pe-ríodo
de vacaciones falleció de una manera inesperada el profesor
de Dibujo Lineal y de Adorno don Fernando Estévez. Distinguido es-cultor,
sobresaliente dibujante y pintor. El establecimiento ha per-dido
con él un entendido Maestro. Séame lícito tributarle en este so-lemne
acto ese merecido elogio. La provincia posee sus obras y son
contempladas y admiradas de todos, para que su memoria nos sea
grata y se le recuerde con el sentimiento de haberle visto desapa-recer
para siempre.» No obstante, pronto se olvidó a aquel célebre
32 PEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
artista que fue nuestro orgullo en vida, y lo vuelve a ser ahora, que
despertamos de nuestra ingratitud
Queremos comentar las palabras de Saurín, quien dice que era
Estévez sobresaliente dibujante y pintor, confirmando con ellas lo
manifestado más arriba por don Sabino Berthelot, y aun añadiendo
que es pintor.
Entre las esculturas que se pagan a Estévez, Libro de Fábrica
de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava, cuentas de Des-cargo,
se halla el pago del retrato al óleo del obispo del Archipiéla-go
don Antonio de la Plaza, y está en la sacristía de aquel templo
como una de sus mejores obras. Sospechamos por las circunstancias
de su pago de que éste puede ser un óleo de Fernando Estévez, por- a
que no concuerda con la técnica del pintor regional don Luis de la N
E
Cruz, quien en la fecha del pago se hallaba en Madrid, como pintor O
de S. M. Fernando VII, y tiene modelado más envuelto en Ias obras n -
=m
que nos dejó en el Archipiélago; mientras el retrato de Plaza está O
E
construido con manchas sueltas y es de los mejores de Tenerife. Si E
2
se llegase a confirmar ser de Fernando Estévez sería la joya más E
=
preciosa para adornar su memoria 52. 3
Aún nos queda por hacer un último comentario sobre este artista -- 0 de Tenerife. Poco disfrutó de su profesorado en la Academia de Be- m
E
llas Artes de Santa Cruz de Tenerife, cuando parecía que se había O
asegurado una manera de terminar, con cierta tranquilidad, los días n
de su vida. Demasiado tarde. Ya la enfermedad había hecho presa -E
en él. No culpamos a sus amigos don Francisco María de León, don a
2
Lorenzo Tolosa y los otros, quienes se portaron con la nobleza que n
0
era de esperar de su linaje y caballerosidad. Fue su destino, que
como dicen los árabes estaba escrito. 3
O
51 Ah no üene Estévez en Tenerlíe un sinipie büeiü que ;e recuerde.
Una lkpida señala su casa en La Orotava Bien poca cosa
52 Libro de Fábrica iii (en realidad es el IV por haberse perdido el 1)
Dice el mayordomo don Domingo Valcárcel, en su «Descargo». «Por trein-ta
y quatro pesos y cna fisca del retrato del Sor Plaza, son 511 reaIes».
Y esta nota se halla junto a pagos de esculturas de Fernando Estévez
572 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO EGTÉVEZ
SEGUNDA PARTE
1. Introducción general
Trataremos aquí de las obras excepcionales de su producción.
Tales son los grupos obras no corrientes en Tenerife ni en el Ar-chipiélago.
No debiendo admitirse como grupos las Vírgenes con el
Niño Jesús, que en realidad no forman grupo. Algunas veces abor-daron
el tema de La Piedad y Cristo preso con San Pedro arrepen-tidq
pero en muy escasas ocasiones; La Piedad que nos hizo Lá-zaro
González o el antiguo grupo del Señor preso con San Pedro de
las Lágrimas, en la Concepción de La Laguna, o el mismo asunto en
El Salvador de La Palma. Casi puede decirse que no conocemos más,
fuera de algunos pasos de la Semana Mayor representando la Santa
Cena con figuras de pequeño tamaño; una de ellas en la catedral
de Tenerife, otra en Santa Ana del Puerto de Garachico 59.
De Luján sólo conocemos un grupo de Ia Semana Santa, Nazare-no
con el Cirineo o La Caída, en la iglesia de Santo Domingo de Las
Palmas 54. Por lo general nuestros escultores tallaban imágenes suel-tas,
de bulto completo o de candelero.
Hizo Fernando Estévez tres grupos para la Semana Mayor: La
Piedad, poco visible a diario por estar cerrada la ermita de El Cal-vario,
con destino a La Orotava; Cristo preso con San Pedro de las
Lágrimas para la Concepción de La Laguna, abierta a diario y por
su proximidad al puerto de Santa Cruz de Tenerife es muy visto;
grupo del mismo asunto en El Salvador de La Palma. Además tra-
53 La Santa Cena, en los Remedios, hoy catedral de Tenerife, existe
hoy. Fue tallada por Antonio de Olbargn, natural de Puebla de los Angeles,
México, y estante en Tenerife. Le encargó este grupo la Hermandad del
santísimo Sacramento, sienüo nerrnano -Mayor de eiia el Cap don Luis de
Mesa y @astilla y se le abonaron a Olbarán dos mil cuatrocientos reales.
En la Semana Mayor actual desfila por las calles de La Laguna este paso
de la Cena, al mediodía del Jueves Santo
54 E1 Cirineo que compone con el Nazareno el paso de la Cafda, es de
las mejores tallas masculinas de Lu~án Pérez. Tiene justa nombradfa
taremos aquí de imágenes sueltas de alta categoría, como el Cruci-ficado
de las Salas Capitulares de La Laguna, aunque no se pueda
comparar con los buenos de Sevilla o de Europa.
Fue lástima, y grande, que las estrecheces económicas de Tene-rife
de 1810 a 1840, con la caída casi total de las malvasías, no per-mitieran
hacer encargos a aquel escultor en talla completa, que fal-tan
en la producción de Fernando Estévez, muy hábil en los paños
encolados. Si se hubiera puesto a tallar paños los hubiera hecho con
la misma habilidad que en el San José de la Concepción de Santa
Cruz de Tenerife. Tampoco hizo obras para fuera del Archipiélago,
como ocurrió con Luján Pérez Si preguntamos por Estévez del
Sacramento en la Península o el Nuevo Mundo, se encogerían de a
hombros Pero de cualquier forma que se enfoque la cuestión, Es- N
tévez es digno de figurar al lado de Luján Pérez, como las dos fi- O
guras más destacadas en la escultura del Archipiélago en los fina- d-- m les del m111 y primera mitad del XIX 58.
O
E
E
2
2. La Pzedad del Calvamo, La Orotava
E1 mejor de los grupos tallados por Fernando Estévez fue La
Piedad, superior al Jesús con San Pedro de las Lágrimas. Se trata
de tallas completas y no de vestir, en un desnudo de Cristo yacente
sostenido por la Virgen. Tuvo ocasión aquel escultor de La Orotava
de hacer una obra de lucimiento, de lo más importante en tallas del
Archipiélago, desde el XVI hasta aquel momento. Planeó esta obra
con cuidado, primero al lápiz, después con bocetos. Este grupo de
Estévez es una obra europea. Se aparta de toda influencia llegada
55 Trátase de la Virgen Canaria, supuesta escultura de Luján Pérez,
que se sitúa en la parroquia1 de San Isidoro de Sevilla, sin que se haya
comprobado su existencia
56 A Estévez del Sacramento se le colocará en su sitio cuando se haga
un estudio como es debido de la imaginería en el Archipielago. Este estudio
no se ha hecho. Hay grandes lagunas en los siglos XVI y XVII. He sondeado
en aigunas de eiias y sacacio a ia superficie a Pedro de Artaehiió de drbü-lanche
y sus hermanos Juan y Bartolomé, a Martín de Andújar y Cantos,
Blas García Ravelo, a1 ya citado Antonio de Olbarán, etc. Pero quedan
muchas lagunas sin investigar Incluso en el xv, principalmente en Lanza-rote
y Fuerteventura Hay un maestro, Roberto, flamenco, en Gran Cana-na,
que vino a hacer la sillerla del coro de la catedral de Santa Ana.
57-1. A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N I I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO ESTEVCZ 35
de América, la cual se había inmiscuido a veces en la imaginería del
Archipiélago 57. En Santo Domingo de Santa Cruz de Tenerife y en
el Puerto de la Cruz hay esculturas bien coloniales. Desde hace años
las Islas no van retrasadas en arte con relación a la Península,
como si hubiéramos abandonado el lastre americano del WIII y adop-táramos
de nuevo el de Andalucía, séase Sevilla o Granada. ¿Cómo
ocurrió esto? No se nos ha explicado, pero es verdad. En Luján se
abandona el colonialismo y mucha de su producción en la Santa Igle-sia
Catedral de Santa Ana es continuación de la del Mediodía de la
Península. Y la producción de Estévez es marcadamente de Andalu-cía.
En cambio no hay en el XIX del Archipiélago influencias de An-dalucía
sino rarísimamente 58.
Además, e1 grupn de La Piedad atrae por el desnudo del Cristo,
aunque no sea el grupo de Gregorio Fernández en el Museo Nacional
de Escultura, Valladolid, de alta categoría mundial. Pero examinan-do
esta obra de Estévez del Sacramento encontramos conocimientos
de Anatomía, no corriente en Islas. Se ha valido de estampas intro-ducidas
en el Archipiélago desde Europa. El caso es que aparece
más anatomista que don José Luján, en los Crucificados que tene-mos
de éste. Añadiremos que el Cristo de La Piedad es superior al
que hizo para la Catedral de Tenerife. Aquí, siendo el modelado tan
suave como en el de la Catedral, está más concluido, con conoci-miento
científico del desnudo, como dirían los críticos modernos. No
hay dudas de que el primer anatomista del Archipiélago fue Fernan-
57 Es interesante en la imaglnería del Archipiélago las influencias in-troducidas
desde el Nuevo Mundo, como un reflujo del Atlántico. En la
parroquia de San Andrés, en Santa Cruz de Tenerife, hay un relieve de la
Virgen con el Niño (concretamente la Virgen del ~ o s a k o ) de este tipo.
En San Juan de Telde un Crucificado traído de América. Otro Crucificado
en los Remedios, Llanos de Aridane y un tercero en la parroquia1 de Arico
Y no cansaremos más.
58 Hay tallistas de la Península en el Archipiélago desde el Xvr. A fi-nales
de ese siglo encontramos a Diego de Landa, quien talló San Crispín
y San Crispiniano para ia Concepción de La Laguna, y mAs tarde aparece
en America. Desde los primeros años de ese siglo hay tallistas como Tris-tán
y Luis Barba, peninsulares. En el XVII hallamos a Martin de AndCijar
y algunos otros. Por la isla de San Miguel de la Palma debieron aparecer
varios, que están en la oscuridad Se desconocen tallistas venidos de la Pe-nínsula
en el xvII1.
do Estévez; aunque digan que htarcelo Gómez Carmona estuvo es-tudiando
Anatomía en los hospitales 59.
Los paños blancos que cubren las caderas de Jesús están hechos
con tanta suavidad como la musculatura, sin olvidar lo recomendado
por Leonardo da Vinci en su Tmtado Fue Estévez un verdadero di-bujante
con la gubia, y se aprovechaba de todos los recursos de
esta herramienta, como si trabajara con un lápiz. Estos paños si-guen
las formas del Señor, sin la menor dureza. Seguramente los
estudió del natural, por la verdad con que están hechos.
En la factura del cabello del Cristo se observan las mayores di-ferencias
con Luján Pérez y los otros imagineros del Archipiélago,
en la interpretación, llamando la atención a más de un critico de
Tenerife. La gubia de Fernando Estévez es de increíble ligereza,
buscando la blandura esponjosa que nos da el natural. No talla me-chones
en el sentido clásico de Grecia y seguido por el Renacimien-to
en Castilla. El escultor de La Orotava ha hecho un estudio espe-cial
para ejecutar el cabello. En el Jesús de La Piedad hace esfuer-zos
para lograrlo, como también para incorporarse a la escultura
de Europa. Ha dejado, en esta parte, de seguir la tradición de Islas
En la Virgen, por el contrario, advertimos un gran contraste. El
imaginero Estévez del Sacramento vuelve a situarse en la Sevilla
del XVII, tanto en el plantado como en la realización de la cabeza de
la Madre de Dios. En vez de tan gesticulante en su desesperación,
como la ideó el citado Gregorio Fernández, en su grupo del Museo
de Valladolid, nuestro imaginero entiende a María con dolor más
concentrado y contenido. Mas el espectador lo percibe. La Virgen
ha caído de rodillas, en el montículo del Gólgota, junto a su Hijo,
descendido de la Cruz por José de Arimatea y Nicodemus, sin fuer-zas
para sostenerse. El momento ha sido bien elegido por Estévez,
y quizá más natural que el de la Virgen sentada y Jesús en su re-gazo,
que nos ha legado el arte de Italia, repetidamente.
Pero, siendo natural el plantado de María y el del Cristo, sepa-radamente,
se ha criticado a Estévez del Sacramento falta de ver-
59 Dacio V. Darías Padrón: Nuestros antiguos imagineros El escultor
Marcelo mrnex, «La Tarde», 19 y 20 de mayo de 1944.
60 En Tenerife sabemos que existlan ejemplares del Tratado de Leo-nardo
de Vinci. Unos de ellos lo posefa don Manuel de la Cmz, padre del
pintor de m a r a Cruz y Rlos.
570 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ESCULTOR FERNANDO E S T ~ Z 37
dad en la agrupación. Buscando el imaginero de La Orotava en este
aspecto de su obra, que la tiene, pues no se encuentra en la ima-ginería
de la Peninsula otro grupo de La Piedad, estrechamente re-lacionado
con este de La Orotava, cayó en el defecto, quizá, de que
desbordarse el cuerpo del Salvador fuera del pedestal. Al resultar
demasiado movido falta la pesadez de un cuerpo inerte, como tiene
el Cristo de Gregorio Fernández. Mas hay que perdonárselo aten-diendo
a las innumerables bellezas que tiene La Piedad de Fernan-do
Estévez.
En esta obra pudieran encontrarse algunos rasgos de Luján Pé-rez,
pero en general se aparta mucho de la producción del maestro
de Guía. Y lo mismo sucede en la maqueta (que está en una horna-cina
de la Plaza del Calvario G1). Las figuras de la maaueta tienen
tamaño de un pie de Castilla, escaso. La hizo para fijar la compo-sición
del grupo. La estofó con colores claros. En el Cristo se ven
encarnaciones amarillosas. Las expresiones de la Virgen y del Cris-to
cambian mucho respecto a la obra definitiva. Dibujó y estudió por
separado las cabezas. La maqueta es interpretación bastante libre 6Z.
Las extremidades de la Virgen están hechas en e1 boceto de ma-nera
maravillosa. Nos llamó la atención la mano que María apoya
sobre el hombro de Jesús, no inferior a las buenas de la escuela de
Sevilla en el XVII. Un poco más concluidas y serían impecables. Y
nos llamó también la atención el estofado de este boceto, tratado con
desenfado y variedad en el rostro de María, como los buenos esto-fadores
de Tenerife de finales del XVIII. Estévez nos demostró sus
cualidades para el colorido
A corta distancia artística de La Piedad se encuentran los dos
grupos de Jesús y San Pedro de las Lágrimas. Ambos son las tallas
61 Esta ermita se construy6 de nuevo en este siglo xx, sobre un muro
de contencidn que corta el terreno, para ampliar la Plaza del Calvario.
62 En la maqueta se comprende mejor la técnica de Fernando Estévez.
Est& hecha de primera intenci6n sin retoques Estofado efectista de man-chas.
63 Desde luego no doró Estévez el boceto de La Piedad. El colorido no
tiene la profundidad que da el oro. Tintas claras, distintas a la obra final.
más conmovedoras y sentidas de Estévez, algo así como la Dolorosa
en la iglesia del Espíritu Santo, en la Ciudad de los Adelantados,
para la producción de Rodríguez de la Oliva. Pero no se trata de
repetir Estévez en la Concepción de La Laguna el grupo de El Sal-vador.
Hay variaciones marcadas entre uno y otro, como sucede
con las Dolorosas de Luján Pérez 64.
En general la composición no se ha cambiado. El Cristo está ata-do
a la columna y de pie y el San Pedro arrodillado, como arrepen-tido
y pidiendo perdón, pero dentro de esta agrupación caben mu-chas
variaciones. Los dos grupos de San Pedro de las Lágrimas de
este escultor de Tenerife son estimables, según los críticos del Ar-chipiélago
y aun los de Europa. En ellos interesa más el Príncipe de a
la Iglesia en el de La Laguna. el Nazareno en el del Salvador 65.
N
El 28 de diciembre de 1821 hay una carta de Fernando Estévez, O
dirigida a don Francisco de Lugo y Viña, aceptando el tallar el gru- -n- m
po con destino a El Salvador de Santa Cruz de la Palma. Y esta es . E
la diferencia que encuentro entre los dos San Pedro de las Lágri- E
2
E mas de ambos grupos: El de La Palma es de lo más clásico que se -
encuentra en toda la producción de Fernando Estévez, con ese sello 3
conservador que se observa, casi constante, en su obra. Parece una -- 0 talla del XVII. La cabeza tallada con hondura por tratarse de un m
E
viejo. Es el pescador rudo de Galilea. En este aspecto es completa- O
mente distinto del San Pedro de las Lágrimas de Nuestra Señora de n
la Concepción de la Ciudad de los Adelantados, menos clásico y más -E
realista, como si tomara por modelo a un viejo pescador del Archi- a
2
piélago, quizá del Puerto de la Cruz, tratado con crudeza de rasgos. n
n
Es una de las creaciones más divulgadas de Estévez del Sacramento.
Se aparta del Renacimiento, haciendo talla personal.,En esto creo 3
O
que estriba su valor. Y para finalizar, el San Pedro que talló Esté-vez
para su amigo don Manuel Díaz, se aproxima algo a la visión
y técnica del famoso escultor de Murcia Francisco Salzillo.
Vengamos a la expresividad de estas dos esculturas, comparadas
en paralelo. El San Pedro de la Concepción de La Laguna alcanza
64 Lo mejor de la producción de Luján Pérez son sus Dolorosas. Pedro
Tarquis Rodríguez: José Lzcján P&ez; imagznero del siglo XVIII a1 XIX
El escultor de las Dolorosas, (La Tarde», 9 de juma de 1958.
135 Este Nazareno es una de las mejores obras de Estévez del Sacra-mento,
en expresmdad, ejecución Imponente plantado
5 78 ANUARIO DE ESTUDIOS RTLRNTICOS
m ESCULTOR FERNANDO EsTÉVI%Z 39
el máximo de un alma atormentada por el arrepenthiento, no sólo
visible en el rostro sino en el nerviosismo palpitante de las manos.
El estado de ánimo del Apóstol encajó en la inspiración de Fernando
Estévez. En el de El Salvador la expresividad está orientada hacia
una súplica de perdón y hasta tiene miedo de no lograrla. Por ello
este San Pedro tiene un plantado encogido y temeroso. Momentos
psicológicos bien distintos y sumamente acertados.
Si pasamos de las expresividades, modelos y plantados de ambos
San Pedro, a su ejecución, encontramos las mismas diferencias. En
la imagen destinada a La Palma se alejó bastante de Luján Pérez,
siendo imposible confundir a estos dos imagineros. Aparece Estévez
con un dominio y conocimiento técnico mu.y superior a su primera época; ia ejec-ac~~rVid . 2 ser Su preoeupaCiV,r l PPh3cigal ea aUe!a;;te.
Este San Pedro está concluido y detallado con esmero. En el San
Pedro de la Concepción de La Laguna hay, por el contrario, una
soltura de gubia al estilo de Lázaro González, pero con más sólida
enseñanza, cualidades y talento. El resultado fue el que vemos. Sin
&da esta ,nsc,üra es .;-,a de !as obras fUi,damer,ta!eo de Fernuadg
Estévez. El toque soslayado del artista de La Orotava salvó a esta
imagen del Príncipe de la Iglesia 66.
El Nazareno de La Palma es bien superior al de la Concepción
de La Laguna, no solamente en la ejecución más envuelta y cons-truida
con delicadeza, sino también en la expresividad. En el Na-zareno
de la Concepción en la Ciudad de los Adelantados le faltó
inspiración para darnos un Jesús como aparece en el Nuevo Testa-mento,
y en particular en los Evangelios de San Mateo y San Juan.
Este es un problema de grandes dificultades para los talentos, y has-t~
puru b s ge~ies.L u f i a r a & Cristo s e escapa 2 darle f o r ~ ay
espíritu hasta el mismo Miguel Angel (véase el Cristo de la Minerva
en Roma). No nos extrañemos de que Fernando Estévez aparezca
flojo.
Visto fuera de la hornacina el grupo de la Concepción de La
T onqrns rl;~i-...nn+n nono 1- i..,.ri-,.n:A-.. 1- c<--L- -1 XT -
UU~UI~uU~a, pu-=-u pala la p UC.C~IUII ut; ozllld~ldD dIlLd, el lYa Z a f e110
gana mucho, casi parece otro distinto. En el nicho era realista y
66 Tanto Lujgn Pérez como Fernando Estevez desconocieron la produc-ción
de Francisco Salcillo, pues en el Archipielago no hay obras suyas
Unicamente pudieron tener conocimiento de ellas por grabados.
Núm 24 (1978) 579
40 PEDRO TARQUIS RODRIGUGZ
bastante vulgar, ahora es clásico, con influencias de Andalucía. Nos
llamaron la atención sus manos, magníficas entre las buenas de Es-tévez,
en esto quizá superando al Nazareno de El Salvador. Pero
sigo opinando que en este grupo el San Pedro es la figura mejor.
La corporeidad y la cabeza del Nazareno las encuentro más ende-bles.
El escultor de La Orotava procuró que el grupo de La Palma
no tuviera contactos con éste 67.
Estos dos grupos tienen sus bellezas indudables. Baste decir que
si la producción de Estévez hubiera estado toda a esta altura, su
fama hubiera subido mucho más a los ojos de los críticos de la Pe-nínsula
y del Archipiélago. Siempre cojearon nuestros artistas de
cierta desigualdad.
4. Crucificado, catedral de Tenerife
8 Tras los grupos mencionados, la obra principal de Fernando Es- I
tévez fue el Crucificado para las Salas Capitulares de la catedral de e
los Remedios, Tenerife, y está hoy en aquel templo. De sus Crucifi- 5
cados pequeños, salidos de su taller de la calle de la Carrera, nada Y
E
=n
se ha hablado, pero deben haber varios en casas particulares de La 6
Orotava y otras localidades de Tenerife LOS Crucificados, a ta- U
E maño natural, existentes en el Archipiélago están en su mayoría E
anónimos. S610 se hallan filiados los de Luján Pérez 69; uno de Pé-rez
Donis en el Puerto de la Cruz; alguno de Lázaro González de
Ocampo en La Laguna; el célebre de la iglesia de los Silos, del se-villano
Jerónimo Hernández; el de Marcelo Gómez Carmona, en E1
67 Este San Pedro es la obra cumbre y m5s barroca de Estévez. QuB5
de todo el barroquismo del Archipiélago. Tiene gran corporeidad.
6s Conocemos el boceto a pequefio tamaiio que sirvió a Fernando Es-tévez
para su Crucificado de las Salas Capitulares de la catedral de Tene-rife.
Está en manos de don Antonio Marti. Nos parece en su proporciona-lidad
superior a la obra definitiva. Un Crucificado de mano, muy bello.
69 Son numerosos los Crucificados de Luján. Hay dos en Las Palmas,
uno en la Catedral y otro en San Agustín; un tercero en Santa María de
Gula; otro en Telde; otro en Valsequillo; el sexto se Ie encargó para Ia
Virgen del Pino en Teror; varios en casas particulares o desaparecidos en
incendos, entre estos iiltimos el de la parroquia de Santa María de las
Nieves, Agaete y el de Santa Brlg-ida
580 AArUARIO DE E S r U D I O S A T L A N T I C O S
La Piedad. Ermita del Calvario. La Orotam (pág. 574).
San Pedro de las lágrimas. Parroquia de la Concepción. La Laguna de Te-
=&fe (pág. 577).
Salvador de La Palma; el de Francisco Alonso, en la iglesia de San
Francisco de Icod, y bien pocos más. Y son estas obras particular-mente
abundantes en Tenerife.
Los documentos del encargo de este Crucificado a Fernando ES-tévez
están en el Archivo y Biblioteca de la catedral de los Reme-dios,
Tenerife.
Al terminar Estévez su Cristo lo entregó empaquetado en La Oro-tava
a don Estanislao Figueroa. El encargado por el Cabildo Ecle-siástico,
don Antonio Pereyra Pacheco, se apresuró a girarle a Es-tévez
los ciento cincuenta pesos concertados, lo que hizo por mano
de don Ignacio Llarena Franqui. El recibo de1 escultor lleva la fecha
de 18 de noviembre de 1828, año de la ejecución del Cristo. Y po-demos
asegurar, apoyados en diversos datos, que el decenio 1820-
1830 fue el más fructífero y brillante de la produccion de Estévez.
En la primera sesión que celebró el Cabildo Catedral se acordó
para mayor lucimiento del Cristo colocarlo en la Cruz de filigrana
de plata perteneciente al Cristo de los Remedios. Y se contrató con
el platero Lorenzo Calidonia y Frías blanquear aquella Cruz y hacer
tres clavos de plata para el nuevo Crucificado. Se ie abonaron trein-ta
y seis pesos, el 6 de abril de 1829, después de que el maestro Do-mingo
Estévez Flores quitó los clavos de palo que trajo de La Oro-tava
70.
El Cabildo Catedral, satisfecho a la vista de esta escultura, acor-dó
abonar a Fernando Estévez cien pesos más de lo concertado con
él, por vía de gratificación; cuya cantidad le había de satisfacer el
corresponsal del señor Hacedor de Tahoro, y entregado por éste los
cien pesos a Pereyra Pacheco, éste los hizo efectivos a Estévez. Así
quedó liquidado e1 encargo.
&te Crucifica& fue coiuca& en Ia5 Salas &pi~~ares, bajo e!
dosel que tenía preparado, y allí permaneció un siglo. Construido el
cuerpo de la nueva catedral de Tenerife, con planos aprobados por
el obispo don Nicolás Rey Redondo y el Cabildo y bajo la dirección
del arquitecto don Mariano Estanga, se acordó trasladar la obra de
m-&<----
JmLiWE6 Q !a %it&~!. Hoy e&& en En altar ¿: p&,e &! Evu~ge-lio,
junto a la girola.
70 Esta Cruz de filigrana de
Alfaro, caballero de La Orotava,
Laguna.
plata la donó don Francisco Tomás de
aflo 1670. Archivo de los Remedios, La
82 PEDRO TARQVIS RODR~GUEZ
No se parece este Crucificado de Estévez del Sacramento a nin-gún
otro Cristo del Archipiélago o los que conocemos en la Penín-sula.
Está Estévez bastante distante del ideal clásico y religioso de
su tiempo. No obstante fue entendido por don Antonio Pereyra Pa-checo,
que tenía sus ribetes de artista, y por el Cabildo Catedral.
¿Tiene acaso relación con los Crucificados de los templos de Cádiz,
Sevilla, Granada y otros del sur de España, localidades relacionadas
artísticamente con el Archipiélago? Francamente, nada. ¿Que es una
visión original? Quizá, pero poco realista.
Pasó por ella un soplo ideal, ajustándose al estudio anatómico que
nos hizo Estévez del Sacramento, bastante alejado de las fuertes
creaciones de Sevilla, aun las que no son el Cristo de los Cálices de
Juan Martínez, pero sostenidos siempre junto al realismo, patrimo-nio
de los escultores de Andalucía. Aquí cayó Estévez en raro idea-lismo.
Esta obra no tiene el carácter primordial de la escultura de
su tiempo en España, ni en Europa. En conclusión: posee originali-dad
el Cristo de Estévez en la catedral de La Laguna; pero esta ori-ginalidad
está fuera de su época
Es un desnudo de estatura mediana, tocando en lo bajo. La osa-menta
de Jesús apenas si se percibe. Con razón dijo Pereyra Pa-checo:
«su musculatura perfecta». Esperábamos que se viera en el
Señor huellas de la Pasión. En lugar de un cuerpo enflaquecido co-mo
en la imaginería de la Península, desde Gregorio Fernández y
Juan de Juni en Castilla, hasta la decadencia del XVIII, hallamos una
anatomía satisfecha, si vale la frase. Al cristo de la catedral de los
Remedios de La Laguna le falta estatura. Nadie imagina a Jesús
bajo sino de estatura que imponga respeto, de acuerdo con su ca-rácter
y su vida. En las pinturas de Rubens hay Crucificados llenos
de carne, como hacía sus desnudos aquel pintor de Amberes, pero
son figuras de estatura. Fernando Estévez no va a hacernos un Cru-cificado
que no fuera español. Todo esto es un poco raro.
¿Dónde se inspiró este imaginero de La Orotava para tallar su
Crucificado de la Sala Capitular? Pudo realizar mejor obra, porque
la posición es natural, la pesantez de un cuerpo inerte actúa en los
71 El mlsmo Estévez, en su ducurso pronunciado en la Academia de
Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, manifesestó que los escasos medios
de formación de 10s artistas del Archipi6lago les oblrgaba a ser autodr-dactas.
582 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO ESTÉVEZ 43
brazos del Señor y las piernas se hallan vencidas por el peso, las
manos están talladas con el cuidado que lo hacia Estévez. Hay mez-cla
de grabados, de fantasía, de trozos tomados del natural, arre-glados
a gusto del escultor de La Orotava. En el Cristo del grupo de
San Pedro de las Lágrimas, en la Concepción de La Laguna, hay
puntos de contacto con este Crucificado, en el tallado de la cabeza
y la expresión. Era, pues, el ideal de Estévez.
Recordemos lo que dijo el crítico don Juan Contreras, Marqués
de Lozoya, de Fernando Estévez, que era más técnico que los otros
imagineros del XVIII y XIX en el Archipiélago. Este es el punto, jun-to
con la naturalidad de la posición, más dignos de aplaudirse en
esta obra. Vemos que Estévez trató de realizar una de sus tallas de
mayor empeiio. Superior al Cristo de Luján en la catedral de Santa
Ana como ejecución, inferior en proporciones y sentido clásico del
tema 72. La policromía es del propio Estévez y bastante buena. Se-gún
dijo don Antonio Pereyra: «el barniz dado con la mayor propie-dad
es mate» 78.
5. Imagen de la Patrona del Archipiélago
La imagen de la Virgen de Candelaria, Patrona del Archipiélago,
pertenece a Fernando Estévez, según los críticos y en Último térmi-no
Menéndez Reigada 74. Desde su Capilla Provisional ha sido tras-ladada
a la Basílica construida por don Domingo Pérez Cáceres. Aquí
tiene marco más grandioso para lucir, aunque no se trate de la cate-dral
de la Virgen del Pilar en Zaragoza, pues nuestra Virgen no ha
tenido protectores de la categoría de S. M. Católica Felipe IV de
España 75. NO podemos decir lo que se pago a Fernando Estevez por
72 El Crucificado de la catedral de Santa Ana de don José Lujb es
neoclásico, segdn lo juzg6 don Elfas Tormo, que lo hubiera preferido en
barroco.
7s Lucía mejor bajo el dosel de la fábrica de Sevilla (en las Salas Ca-pitulares),
Fereyra Pacheco.
74 La antigua Virgen de Candelaria arrastrada por las aguas al At-lántico
la puso Diego de Herrera en la costa de Tenerife para catequizar
a los guanches, segfin e1 señor Bonnet Reverón.
75 La relación de las prendas de la Patrona de Canarias pueden verse
en la Hzstoria de la Virgen de CandeZarkz, por José Rodrfguez Moure.
44 FEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
esta Virgen de Candelaria, a que contribuyeron todos los conventos
de Santo Domingo. No se le regatearía su trabajo esta vez. Era na-tural
que la comunidad de San Benito de La Orotava fuese la en-cargada
de concertar esta Virgen con Estévez, quien tenía la cos-tumbre
que los interesados comprobaran el buen estado de las es-culturas
al salir de su taller. Se evitaba reclamaciones. Visto lo que
cobró por la Virgen de Candelaria de Tinajo ésta sería de trescien-tos
pesos para arriba.
La Patrona del Archipiélago tiene un carácter serio, tipo de la
imaginería de la Edad Media en la Península. Estévez se encajó
entre los artistas anónimos del xv. Lo consiguió, pues apenas le fal-ta
la patina del tiempo para que su Virgen de Candelaria sea del
gótico tardío. Mas la lucha del artista de La Orotava fue grande.
La encontramos en la realización del Niño Jesús, donde, por más
que luchó no llegó a conseguir el pleno efecto que alcanzó en la
Virgen. Imposible le fue el vencer su inclinación a tallar Niños mo-vidos
y realistas, que venía haciendo desde principios del XIX. El
Niño Jesús de la Edad Media, con carácter de persona grande, no
salía.
Pero lo importante aquí era Nuestra Señora y convengamos, en
contra de todos los peros, que el escultor venció plenamente, tallán-donos
una Virgen de Candelaria que lleva ciento treinta y un años
de éxito. En otro orden de cosas, consiguió don Fernando la correc-ción
de las facciones de su Virgen, de gracioso óvalo y perfil seve-ro.
Es una bella talla, digna de la Patrona del Archipiélago. Nos
llama la atención sus grandes ojos rasgados de Virgen meridiona1,
quería buscar tipo apropiado a Tenerife. Si la escultura anterior se
suponía del sur de España, así debería ser ésta. Pero la Virgen de
Candelaria de Santa Ursula de Adeje es de pelo claro y lo mismo el
Niño Jesús. Por consiguiente, Estévez rompió con la tradición y nos
hizo aquellos ojos negros, de atento mirar, por propia inspiración
Buscó Estévez del Sacramento, o quiso buscar, la Virgen Canaria
que había soñado. Ejecutó unos párpados extraños, de líneas perfi-ladas
y limpias, nariz pequeña, boca contenida. Una Virgen que po-día
ser un tipo.
Las manos de Nuestra Señora de Candelaria son notables, en par-ticular
la derecha donde sostiene al Hijo de Dios. Mano con palpi-taciones
de cariño entrañable, que sólo cabe en María. Estévez era
584 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L R N T I C O S
EL ESCULTOR FERNANDO ESTfiVEZ 45
cuidadoso en las manos, como Alonso Cano. En esta ocasión las hizo
con delicadeza exquisita. En la izquierda sostiene un gran cirio, que
hace contrapeso a su Hijo. Esto da estabilidad al plantado de la Vir-gen
de Candelaria, en la perpendicular, teniendo al mismo tiempo
naturalidad, buscada por todos los medios por Estévez en esta obra
para los de Santo Domingo. Así era su Patrona del Archipiélago 76.
Había conseguido el escultor de La Orotava todos los puntos que
se había propuesto al comenzar su trabajo e hizo entrega de él a
los frailes de Santo Domingo. El tiempo ha venido a darle la razón.
Logró una Virgen original que confirma el triunfo de Estévez, que
quizá le negaron en un principio.
Siendo obispo de Tenerife su ilustrísima don Ramón Torrijos Gó-mez
nhtlivc de S. S. L.& Xmj cm fecha 14 de julio de 1889, Decreto
concediendo la Coronación Pontificia de esta Virgen de Candelaria,
privilegio especial de que sólo gozaban hasta entonces cuatro Vír-genes
en toda la Península e Islas adyacentes: la del Pilar de Za-ragoza,
Covadonga en Asturias, Montserrat en Cataluña y la de Des-amparados
en Valencia. Aauella ceremonia la verificó el citado obis-po
el 13 de octubre de 1889, en el arenal de Candelaria, y fue pre-senciado
por todas las representaciones de las parroquias de Tene-rife
y del Archipiélago. Fue un acto solemne 77.
6. La Purisima, Concepción de La Laguna
Una de las últimas obras de Fernando Estévez, acusando el em-puje
de su realismo, fue su Virgen de la Concepción, para la capilla
Mayor de la parroquia de la Villa de Arriba en La Laguna. Fue el
presbítero don Cándido Rodríguez del Rey quien concertó con aquel
imaginero de La Orotava esta talla.
Ya va siendo hora de que hagamos hincapié en las acusadas re-laciones
que existieron entre Estévez del Sacramento y el citado Ro-driguez
del Rey, porque en cuatro obras, por lo menos, de las que
76 Vuelve a presentarse el caso del Crucificado de la catedral de La
Laguna En la Virgen de Candelaria asoma potente la personalidad de Es-tévez
77 El señor Torrijos Gómez fue uno de los obispos más laboriosos de
Tenerife En su tiempo se compraron las casas del Conde del Valle de Sa-lazar,
que hoy sirven de Palacio Episcopal
Núm 24 (1978) 585
46 PEDRO TARQUIS RODBÍGUEZ
se conservan en la Ciudad de los Adelantados, encontramos intervi-niendo
a don Cándido y proponiendo que fuera Estévez quien se en-cargara
de ejecutarlas, a los pocos años de llegar nuestro artista
de Las Palmas 78.
En esta misma parroquia de la Concepción, Rodríguez del Rey
formaba parte de la Hermandad de Sacerdotes de San Pedro de las
Lágrrmas, como sacerdote adscripto a aquel templo. Cuando se re-unieron
los hermanos para tratar de cambiar las imágenes antiguas
por otras mejores, Rodríguez del Rey propuso fuera Estévez quien
las hiciera (documentos sueltos de la Hermandad de Sacerdotes, Ar-chivo
de la Concepción de La Laguna). Es suficiente para darnos
cuenta de las relaciones entre estos dos hombres, a lo largo de trein- N a
ea ~f iesc, m !e dichn. El preshite~od on CBnriido apreciaba al escul- E
tor Estévez y su arte, mejor que nadie en Tenerife. Se repitió una O - amistad semejante a la que sostuvo don Manuel Díaz Hernández, -
m
O
párroco de El Salvador, con el artista. EE
La iglesia de la Concepción de la Ciudad de los Adelantados le 2
E
debe a Rodríguez del Rey, en buena parte, las tres esculturas que -
posee de Estévez del Sacramento; y si añadimos la imagen de San 3
Plácido, en donde era entonces ermita de este templo, llegaron a - -
0
m
cuatro. E
Esta imagen de Nuestra Señora de la Concepción vista en la hor- O
5
nacina cambia por completo a como la vemos en la calle. Aquí re- -
E cuerda a veces a Nuestra Señora de la Esperanza, la Macarena de -
a
Sevilla. Si prescindimos de sus adornos parece una mujer viva y se 2 -
confundiría con las que marchan por las calles de La Laguna. Pocas --
tallas de Fernando Estévez producen esta sensación de realismo y lo 3
raro es que no pierde delicadeza. Acertó el artista de La Orotava O
con su peculiar estilo. Para esta Virgen de Concepción tuvo delante
el natural. Es una mujer isleña de tipo moreno, pero en esta ocasión
no tuvo que realizar el esfuerzo a que se vio obligado en su Patro-na
de Canarias. Se limitó al modelo. Esta Concepción no desmerece
de la Virgen de Candelaria y aún la supera en diferentes aspectos.
78 En los documentos de la Cofradía de las Lágrimas de San Pedro,
Concepción de La Laguna, se comprueban estas relaciones. Investigación
Pedro Tarquis Rodríguez Vease tambidn Rodríguez Moure: Hzstoria de la
Concepción de La Lagwna
586 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
k% ESCULTOR FERNANDO ESPfiVEZ 47
Fácll es observar que Estévez se mueve con más libertad, y por
tanto se expresó a su gusto y con arreglo a su personalidad.
La expresividad de esta Virgen, según críticos de Santa Cruz de
Tenerife y La Laguna, entre ellos Rodriguez Moure, creen atisbar
un sello de tristeza, que relacionan con el estado de Fernando Es-tévez
en el momento de su ejecución, como si presintiera su fin y
lo trasladase sin querer a su obra. Por nuestra parte, encontramos
en esta talla un aire de triunfo, reflejado en el escorzo y movimien-to
de la figura, como si quisiera volar. No insistió en concluirla, pues
hubiera echado a perder Estévez su trabajo y sabía bien lo que ha-cía.
Es esta Purísima una escultura excepcional de su producción,
como la Virgen del Rosario en Santo Domingo, Las Palmas. Nos
quiere decir Estévez: «Hasta aquí pude llegar» 79.
Quienes entienden que la Concepción de Estévez, para la parro-quia
de aquel nombre en La Laguna, quedó imperfecta por falta de
detalles, será que querrían verla como la que talió para el templo
de su advocación en Santa Cruz de Tenerife. Pero esta otra Purísima
se encuentra por completo dentro de sus Vírgenes que llenan su se-gunda
época, con su sello de íntimo recogimiento y delicadeza de
gubia que las caracteriza, obras estimables, pero lejos de la que
talló para la Concepción de la Ciudad de los Adelantados. La Con-cepción
de la parroquia de Santa Cruz es buena, pero no excepcional.
La explicación de este salto en la producción femenina de Fer-nando
Estévez fue, quizá, el descanso por falta de trabajo. E1 ima-ginero
de La Orotava al empuñar de nuevo la gubia, por el encargo
de su amigo don Cándido Rodríguez, ha cambiado sus conceptos ar-tísticos
y su sensibilidad, va en otra dirección más madura y acer-tada.
La parada en la producción de Estévez nos parece haber sido
beneficiosa ".
También esta imagen ha sido coronada años pasados, siendo obis-po
de Tenerife don Domingo Pérez Cáceres, y estando presente al
acto el Capitán General del Archipiélago, señor Rodrigo, 8 de di-
-
79 Ignoramos lo que se pagd a Fernando Estevez por esta Concepci6n
Los historiadores callan Rodrfguez Moure, en G-wía de La Laguna, nota a
la página 95, asegura que fue donación de don Cándido Rodriguez del Rey;
quiz¿i por ello no figura en el Libro de FAbrica
80 La evolución de EstCsvez en esta Concepción no se puede explicar
concretamente.
48 PEDRO TARQUIS RODRÍGUEZ
ciembre de 1954. Se procuró que la corona tuviera la forma de aque-llas
que ostentan las Vírgenes de Sevilla de los siglos XVII y XVIII,
para que concordara con la obra tallada por Estévez del Sacra-mento
*l.
7. San Plácido, San Juan Bautista, La Laguna
Si alguna de las esculturas que nos legó el imaginero Estévez del
Sacramento, guarda determinados contactos con Nuestra Señora de
la Concepción que antecede, ésta es la imagen de San Plácido, bri-llantísima
obra de nuestro imaginero. No guarda relación con la
producción anterior del artista de La Orotava.
Este Sa: P!&ciU= r e d h decc~ncertante. NI parece haber salido
de las mismas manos de la Virgen del Rosario, en la iglesia de San
Marcos de Icod, por ejemplo. Nos negamos a creerlo rotundamente,
pero hay documentos que lo prueban y ante la evidencia tenemos
que admitirlo. Aquí nos tropezamos con un Estévez que no merece
sino alabanzas. ¡Qué lástima de hombre, merecedor de haber naci-do
en un centro artístico como Madrid o París! ¿Cuál hubiera sido
si; desarrollo artístico bajo la dirección de un Martínez Montañés?
Si alejado en el Archipiélago parece un imaginero de Sevilla, con
las lecciones directas de aquél figuraria entre los discípulos más
aventajados del maestro de Alcalá la Real. Enfocada así la cuestión
no nos sorprendería su San Plácido.
Volvamos a pensar. ¿De dónde se ha valido Fernando Estévez
para tallar una obra semejante? Las evoluciones tan marcadas en
Escultura no se hacen de manera caprichosa, sino que tienen un
fundamento que las explique. Nos falta ese fundamento. Don Cán-dido
Rodríguez del Rey le pudo llevar dibujos o grabados, que com-binados
con otros de Estévez, dieron aquel resultado. Así quedarían
explicadas las formas del San Plácido, pero quedaría sin explicar la
ejecución, no fácil de ver en un grabado. Y son ambos conceptos de
gran modernidad y considerable avance en la imaginería de Tene-rife
y del Archipiélago, los que se observan en esta obra, que pare-ce
una producción de Francia, que entonces dirigía en Occidente Ia
81 El nicho y retablo de la Concepción de La Laguna son de Díaz Her-nández
y en neoclásico.
588 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
La Virgen de Candelaria. Santuario de su nombre. T e d f e (pág. 563).
La Inmaculada Concepción. Parroquia de la Concepcibn. danta Cruz de
Tmerife (pfig. 587).
EL ESCULTOR FERNANDO EST~~VEZ 49
marcha de las Bellas Artes, tanto en Italia como en cualquier otro
país de Europa, ya en plena evolución del XIX 82.
Se hace difícil comprender el San Plácido. No se trata de la Pu-rísima
de la iglesia de la Concepción de La Laguna, que al fin es
del estilo del XVII en Sevilla, sino de la modernidad de esta obra.
Insistimos, tiene modernidad europea del xrx ya en plena evolución.
Nada se ha aclarado hasta hoy sobre este punto. Pero sí están de
acuerdo los críticos de Santa Cruz de Tenerife en considerarla obra
sobresaliente y única en la producción de Estévez del Sacramento.
La soltura y espontaneidad de ejecución no tiene igual en el Ar-chipiélago.
Se considera al San Plácido como la joya de la parroquia de San
Jgan Bautista, dmde se halla c&cadc~ en -1 canon de la iglesia del
lado de la Epístola, en sustitución de la antigua imagen de aquel
Santo (hoy en la ermita del Pilarito en el Chorrillo), donde la situó
Rodríguez Moure al retirarla de aquí, porque la tal ermita ha sido
derruida por ruinosa El San Plácido de Fernando Estévez tiene
estofado brillante y luminoso; de acuerdo con la modernidad de la
ejecución s4. FIue un acierto completo. El plantado es bien natural.
Este artista sigue las recomendaciones que da para los plantados
Martínez Montañés y sus continuadores en Sevilla, como primordial
para tallar imágenes. Siguió Estévez a este maestro en lo referente
a la corporeidad. ¿Quizá Fernando Estévez poseía grabados de las
esculturas guardadas en los templos de Sevilla? Su Arte encierra
más de espíritu sevillano que de canario. Hasta hizo sospechar a
Alvarez Rixo que estuvo perfeccionándose en Andalucía.
Nunca tuvo Estévez formas tan firmes como en el San Plácido.
Se sintió internacional. Tenemos en Tenerife imaginería procedente
de Francia en el último cuarto del XIX, con quien poder comparar
esta talla de nuestro escultor. Son las obras recogidas en Anaga, en
la pérdida del vapor «Flechat», y conservadas en Nuestra Señora de
82 El salto tecnico de Fernando Estevez en su San Plhcido, no sabiendo
que hiciera viaje por Europa, no se comprende. Parece obra traída de Francia.
81 La antigua imagen de San Plácido se colocó allí por el Cabildo In-sular
de Tenerife, como abogado contra la langosta de 1607
84 Otro punto desconcertante de Estevez en su San Plácido es que ha
cambiado su estofado. ¿O el imaginario o Rodríguez del Rey se valieron
de estampas coloreadas ?
las Nieves, de Taganana: una Inmaculada Concepción y un Crucifi-cado.
grande. Encontramos con satisfacción que aquella obra del es-cultor
de Tenerife puede medirse con este Crucificado, sobresaliente
obra de allende el Pirineo.
En las imágenes de Estévez una de sus preocupaciones era la ex-presividad,
que trata de lograr con variedad. Aquí la ha alcanzado.
Ya en otras ocasiones ha luchado por conseguirla: en los San Pedro
de las Lágrimas, en el Nazareno de la iglesia de El Salva'dor o en
el Santo Domingo para San Pedro Mártir de Las Palmas. No ha
sido tratado este aspecto de la producción de Estévez del Sacramen-to
con la extensión y el estudio que se merece. Varios de sus triun-fos
fueron debidos a esta cualidad.
Se superó el imaginero en aquella mano del San Plácido en que
mantiene el Crucifijo, de ejecución muy acabada. Está buscando el
artista de Tenerife un efecto general en toda su obra 85. Y a este
efecto de equilibrio artístico sujeta su ejecución.
8. Santo Domingo, Predicadores, Las Palmas
La talla de Santo Domingo para la iglesra de San Pedro Mártir
en Las Palmas está considerada de las mejores que salieron de ma-nos
de Fernando Estévez. Aquí se encuentra otra vez el artista den-tro
de su producción de Andalucía, lejos del San Plácido de La La-guna,
pero no por esto desmerece esta obra.
Esta talla de Santo Domingo, con vestidos bordados de gran lujo,
encargados a Sevilla por el Padre Provincial fray Francisco de Ar-mas,
tiene destacada belleza. Así resultó que, miembros de la Univer-sidad
de Sevilla, al visitar Las Palmas años atrás, confundieron este
Santo Domingo creyéndolo obra de Sevilla y negábanse a admitir
que fuera de Fernando Estévez. Esto habla alto de la escultura que
tratamos.
Pertenece este Santo Domingo a la segunda época de Estévez.
Este imaginero eontaha cuarenta y 'zn años y dominaba su arte. Tie-ne
personalidad propia, distinguiéndose entre los escultores del Ar-chipiélago,
aun los discípulos más aventajados de Luján Pérez. Pien-
85 El San Plácido lo atribuyó Santiago Tejera a Luján P&ez Queda
demostrado que no lo es
390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAPT? ICOS
sa sus obras y las trabaja despacio. Esta para San Pedro Mártir lo
prueba. La concluyó como ninguna otra de sus producciones. Y sa-lió
completa 86.
En la realización de la cabeza se distingue una ejecución grande,
de golpes largos y sueltos, pero con maestría. Suaviza Fernando Es-tévez
su tallado, y repasa con finura de estilo, como conclusión. El
conjunto es de sólida construcción. Quería dejar satisfechos a los
frailes de San Pedro Mártir. La extraña mezcla de un barroquismo
retrasado de Andalucía y la finura que esta vez empleó, distinguen a
esta obra por su nota elegante s7. +
Es indudable, dada Ba verdad de la visión o realismo de esta talla
de Santo Domingo, que no se limitó Estévez a inspirarse en otras ta-llas
semejantes del de Guzmán, existentes en Tenerife, como el de
la iglesia de Santa Catalina de Sena de La Laguna, sino que se valió
de un modelo de La Orotava que se prestó a servirle. Lo talló frente
al natural. La cabeza de este Santo Domingo es un tipo fuertemente
determinado. Luego lo concluyó en su taller. No se parece a ninguna
otra imagen del Patriarca, como el que se asegura hizo Luján Pé-rez
para los señores Nieves Ravelo, con destino al convento de Pre-dicadores
del Puerto de la Cruz sa.
La imagen está representada de edad de treinta a cuarenta años.
Tiene barba y bigote poblados. El cabello está hecho de una manera
especial de Estévez. Busca la exacta imitación del natural. Es una
ejecución suave y poco ahondada. Hasta en las cabezas de los vie-jos
huye del abarrotamiento del cabello, como en el San Pedro de
las Lágrimas de El Salvador en Santa Cruz de la Palma. Vemos en
este Santo Domingo la atenta observación que hacía Fernando Es-tévez
de las cualidades particulares de cada una de las imágenes
que ejecutaba. Fue artista pensador.
86 Tanto Luján PBrez en Canaria como Fernando Estévez en Tenenfe
son continuadores de la imaginería del sur de España Las vanantes de
Estévez, en casos determinados, hemos tratado de explicarlas.
87 DI a conocer la paternidad de Fernando Estévez en este Santo Do-mingo
en iit «Hüja dei Lunes», 26 de mayo y 2 de junio ae i9.50- Üno obra
notab2e Escultura de Santo Dominigo en la iglesia de su nombre en Las
Palmas.
8s El Santo Domingo de los Nieves Ravelo es una obra excepcional de
Luján Hasta se ha discutido que no sea la existente en la iglesia de la
Peña de Francia del Puerto de la Cruz.
Qué diríamos de las manos de este Santo Domingo. El maestro
Estévez tenía gran dominio en la ejecución de las extremidades. Las
estudiaba con el mismo cariño que las cabezas. Así llegó a darnos
la sensación de estar hechas con rapidez. Nos engañaríamos. Era un
truco artístico que conseguía con gran efecto. Debajo de este efec-tismo
de Fernando Estévez hay una ejecución acabada de este ar-tista
de La Orotava. Como si dijera: Cuidado que hemos llegado a
las manos, que tienen movimientos, colocación y estudio especiales
Jamás talló malas manos. En este Santo Domingo la izquierda sos-tiene
a la Iglesia, como fundador de Orden. En la derecha empuña
el estandarte, con gran alarde técnico de ejecución en la imaginería
de Tenerife y Gran Canaria.
En cuanto al plantado jamás estuvo Estévez tan natural como en
este Santo Domingo, tanto que puede medirse con las mejores obras
producidas por los imagineros del ciclo de Montañés.
9. Consideraczones finales
Encontramos en la peana del San Pedro Perdicador, en la iglesia
de la Concepción de La Orotava, dos angeiítos desnudos de formas
muy graciosas y bien tallados, los que simbólicamente representan
dos momentos importantes en la vida del Príncipe de la Iglesia; uno
anterior a la predicación y se refiere a la negación del Apóstol en
la noche del prendimiento del Divino Maestro; el otro, a haber sido
el primer Papa, según las palabras de Jesús eligiéndole para tal mi-nisterio.
El angelito de la izquierda sostiene entre sus manos e1 ga-llo
de la Pasión, momento primero de la vida de Simón Pedro. El
otro angelito le ofrece la Tiara, distintivo de Sumo Pontífice, corres-pondiente
a la vida posterior a su predicación, que con valentía ha
emprendido. Este angelito plantado a la derecha de San Pedro tiene
los ojos de cristal.
Los dos angelitos mencionados pudieran ser obras de Fernando
Estévez. Primeramente: por sus formas y su ejecución guardan es-trecha
reiacion, mas aun, pudiera decirse que son idénticos a los
angelitos que coronan el remate del retablo iniciado por Francisco
de Acosta Granadilla y Manuel Vera, cuyo remate pertenece a Es-tévez.
En segundo lugar: porque el angelito que tiene los ojos de
cristal está pregonando haber sido posterior a la creación de la obra,
592 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N I l C O S
Santo Domingo de Guzmhn. Parroquia de Santo Domingo. Las Pa1m.w de Uram Camaria (p&g. 590).
Santa Clara. Sala del Tesoro. Parroquia de la Concepddn. La 0rota.w.
EL ESCULTOR FERNANDO ESE- 53
y Estévez era muy aficionado a usar ojos de cristal en sus imágenes
(el maestro Vicente González Falcón, de La Laguna, conserva los
utensilios de que se servía Estévez para hacer sus ojos de cristal).
Aquellos angelitos tienen de altura poco más de media vara de
Castilla. Son buenas esculturas; pero ante la nobilísirna cabeza de
San Pedro pasan desapercibidos para la mayoría de los espectado-res,
atraídos por el realismo del Apóstol y su valiente ejecución. Es
mucho San Pedro. El San Pedro de la iglesia de la Asunción, en San
Sebastián de la Gomera, se limitó Estévez a hacer una copia de esta
escultura de la Concepción de La Orotava y cumplió el encargo que
se le hacía. Mas en estas condiciones se trata de una copia y nada
más. La cuestión batallona sigue siendo el autor del San Pedro de
la Concepción de La Orotava
El que haya aparecido un boceto o maqueta del Último San Pe-dro
citado, hecha por Fernando Estévez, no significa que la obra
original sea suya sino que hizo este boceto para por él hacer el San
Pedro repetido que figura en la iglesia de San Sebastián de la Go-mera.
Este boceto y la citada talla de La Gomera sí son obras de
Estévez OO.
Lo que si creo es que faltan bastantes más esculturas de Estévez
sobre las ya filiadas, principalmente en los pueblos del norte de
Tenerife. Todavía no se ha investigado bien a este artista de La Oro-tava,
como se merece. Resulta raro la falta de sus obras en Realejo
de Arriba y de Abajo, cuando los dos reunidos tienen tanta impor-tancia
como La Orotava. Igual sucede en el Puerto de la Cruz, con
sus tres conventos y su parroquia de Nuestra Señora de la Peña de
Francia, máxime habiéndose quemado el convento de Santo Domin-go
de aquella localidad, en los últimos años del XVIII, y teniendo que
decorarse de nuevo en el primer cuarto del xrx. Todo indica que falta
investigación.
No tenemos una biografía completa del célebre escultor Estévez
del Sacramento. Lo teníamos injustamente olvidado, después de una
vida tan contrariada. Se precisa hacerle justicia y lo intento. De
89 Demasiada obra para Luján Pérez y Estevez, si atendemos a la
energía y soltura de la gubia. Un San Pedro de abarrotamiento valiente.
90 San Pedro predicando ha sido atribuido por Padr6n Acosta a Esté-vez,
sin razonar esta atribución: El escultor canario don Bemando Estévez
(1788-1854), pdg. 13, Santa Cruz de Tenenfe.
54 PEDRO TARQUIS RODRÍGU'EZ
todo lo dicho resulta ser difícil el escribir la vida de Fernando Es-tévez.
Faltan documentos en que apoyarse, no solamente durante su
niñez y juventud en La Orotava, sino en pleno desarrollo de su pro-ducción.
De su maestro don José Luján puede determinarse, quizá, donde
se encuentran sus restos mortales y que una lápida con su corres-pondiente
inscripción conserve el recuerdo del artista de Gran Ca-naria,
que intentó terminar la catedral de Santa Ana, luego de en-riquecerla
con su Virgen de la Antigua, su Crucificado, su Dolorosa
y otras esculturas, y así pueden descubrirse la cabeza con respecto
ante los restos de Luján Pérez. No podemos decir lo mismo de su
discípulo Estévez del Sacramento. Marchó con mala estrella por los
estrechos senderos de la vida. El tratar de buscar sus restos para
honrarlos, iba a ser más difícil que escribir su vida B1.
¿'Dónde están los restos mortales del desgraciado Fernando Esté-vez?
En ningún documento se localiza dónde se hallan. No podemos
encontrar ni el polvo de sus huesos. Humildemente pasó entre nos-otros
y así se marchó. Nadie procuró, cuando se podían recoger las
cenizas de este escultor de La Orotava, hacerlo y Dios lo volvió a
la tierra sin dejar rastro, cuando vio el abandono de los hijos de
Tenerife. Hallar sus restos es una cuestión enésirna. Quedan, como
dijo don Bartolomé Saurín en la Escuela de Bellas Artes, sus obras,
para dar testimonio de su vida. De lo contrario desaparecería por
completo su paso por la Tierra. Hoy nos dolernos de todo esto los
que sentimos el latido cariñoso del Archipiélago, que se va perdien-do
en el tiempo.
El Archipiélago se diluye en las ideas universales que nos inva-den
desde Europa, América y Africa. Pocos se atreven a levantar el
velo desgastado que cubre a la llamada d'atria Chica», y dedicar
algún recuerdo a sus hombres destacados. Las sombras de los pa-triotas
pasan como las sombras de «La Divina Co