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PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIóN DE LAS CANARIAS MAYORES POR EL REY ENRIQUE IV DE CASTILLA A LOS CONDES DE ATOUGUÍA Y VILA REAL, VASALLOS DY PORTUGAL P O R ANTONIO RUMEU DE ARMAS 1. La concesión del señorio de las islas Canarias por Enrique IV al conde de Atouguia según las fuentes portuguesas. El testi-monio del cronista Barros La noticia de la concesión del señorío sobre las islas Canarias por parte & Enrlqi~eI V con& de At~)ug&s p: diw-figfi en letra impresa a mediados del siglo xvr, cuando el famoso cronista lusi-tano Joáo de Barros dio a la estampa su conocido libro Da Asia. Es de advertir el carácter tardío de esta fuente, pues haciendo referencia a sucesos supuestamente sobrevenidos en 1455 los re-gistru c m cfez nfins de FV~TISC). :' El presente trabajo se publicó en la Revisa de Indias, del C.S.I.C., en el volumen XLVI, numero 177, correspondiente a enero-junio de 1986. La Dirección de dicha revista le antepuso como primer titulo: Un as-pecto de la rivalidad luso-castellana por el dominio del Atlántico. Núm. 34 (1988) 355 2 ANTONIO RUMEU DE ARMAS Había nacido Barros en Viseo en 1496. Tuvo desde su juven-tud un papel muy activo en las empresas descubridoras de Por-tugal, participando de manera directa en las expediciones de aquel tiempo a Guinea y la India. Fue en plena madurez física e intelectual cuando sintió la atracción de la pluma, convirtiéndose en historiador. El libro que nos ocupa abarca las décadas com-prendidas entre 1412 y 1515. La primera edición se data en 1553- 1555. La apasionante crónica se divulgó por toda Europa, y de manera particularísima por España, rival de la nación lusa en la singular empresa de los descubrimientos. El texto registrado por Barros en Da Asia dice en el punto concreto de la concesión enriqueña lo siguiente: Depois em tempo del rey dorn Henrique, o quarto deste nome em Castella, quando casou con a reynha domna Ioanna, filha del rey dorn Duarte de Portugal, dorn Martin-ho de Taide conde da Touguia, que a Ievou a Castella, ouve del rey dorn Henrique estas ilhas das Canareas, por doacáo =e !he dzhs fez. El autor de la crónica alude a renglón seguido al traspaso que hizo de sus derechos el conde de Atouguía: .. . e elle as vendeo despois ao marquez dorn Pedro de Me-neses o primeiro de este nome. Por su parte, el segundo beneficiario hace dejación del se ñorio en el infante don Fernando, duque de Viseo, heredero di-recto de su tío el fmnsr, dnn Enrique e!. N~vegante'. E! texte prosigue así: . . . e o marquez as vendeo ao infante dorn Fernando, irmao del rey dom Affonso. O qual infante folgou de as comprar, 1 Era hijo del rey don Duarte (1433-1438) y hermano de Alfonso V (1438- 1481). Fue heredero de sus tíos don Enrique el Navegante (muerto en 1460) y don Fernando, prisionero de los marroquíes después del desastre de Tán-ger en 1437 (la muerte le sobrevino en Fez en 1443 estando en cautiverio). ANTONIOC AETANDOE SOCSAH: istória genealdgica da Casa Real portugueza, Lisboa, 1786, tomo 11, pp. 103, 114, 469-480 y 499-552. 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESI~N DE LAS CANARIAS MAYORES.. . '3 porque como era filho adoptivo do infante dom Henrique, seu tio, que ja tevera o senhorio destas ilhas, parecialhe que as nao comprava, mas que as her[e]dava delle2. Es de advertir el anacronismo en que incurre Barros, pues don Pedro de Meneses, conde de Vila Real, fue elevado a la cate-goría de marqués, por privilegio del rey Juan 11 despachado en Beja en la tardía fecha de 1 de marzo de 1489 3. Puesta en órbita la noticia, fue considerada poco menos que dogma de fe. La fecha de 1455 se consolidó, inconmovible, y el traspaso del señorío de las manos de Atouguía a las de Meneses y en última instancia al infante Fernando adquirió idéntico rango. Es de advertir qile la fecha de concesión del señorío de las Ca-narias le vino impuesta a Barros por la lectura de la Chrónica del rey D. Alfonso V, su autor Rui de Pina, en 1a que se destaca cómo la infanta doña Juana de Portugal fue ctlevada a Castella per a con-desa doña Guiomar e per o conde da Atouguia dom Marthinho, seu fylhon, quienes la entregaron a Enrique .IV en Córdoba y es-tuvieron presentes en la ceremonia de las bodas (23 de abril de 1455) '. En cambio, resulta curioso señalar que los cronistas castella-nos coetáneos -Alonso de Falencia, Diego de Valera, Diego Enrí-quez del Castillo '- silencian la participación de estos actores en el sequito y en el acto nupcial. . .... 2 Lisboa (Jorge Rodríguez), 1628, fol. 23 v-24. 3 SOUSA[l ],t omo V, p. 190 (lib. VI, cap. VI. 1 ctColleccáo de libros inéditos de História portugueza», Lisboa, 1790; tomo 1, p. 455. JUANT ORREFSO NTESI:t inerario de Enrique IV d e Castilla. Instituto Jerónimo Zurita, Biblioteca Reyes Catblicos, Murcia, 1953, p. 40. ALONSO DE PALENCIACr: ónica de Enrique IV (tomo CCLVII de la Bi-blioteca de Autores Españoles), Madrid, 1973, pp. 66-67 y 75-77. DIEGO DE VALERAM: emorial de diversas haeafias, Madrid (Espasa-Calpe), 1941, pa-gims 17-19, D I E GE~ NRÍQT E.L~. ~C ASTILLOC: rbnicn de .Enriq?i~e ! c?&nrt~ (tomo LXX de la Biblioteca de Autores Españoles), Madrid, 1953, pp. 107- 108. LonE~zoG AL~KDDEE ZC ARVAJACLr:ó nica de Enrique IT], edición d e J. Torres Fontes, Murcia, 1946, p. 103. Este autor es el ímico que tuvo una versión aproximada de algún componente del séquito de la infanta Juana. Se refiere a da Condesa de Atavagia. que desde Portugal avia venido con la reina. ..». 4 ANTONIO RUMEU DE ARMAS Un historiador español de extraordinario renombre, fray Bar-tolomé de las Casas, contemporáneo de Barros, se hizo eco en su conocida Historia de las Indias de las aseveraciones del portu-gués. Es de advertir al lector que la obra Da Asia aparece rebauti-zada en el párrafo que insertamos: Como sucedió el rey don Enrique IV.. .; y después casase con la reina doña Juana, hija del rey don D~iartey herme-na del rey don Alonso, a la cual trajo a Castilla don Martín de Taide, conde de Tauguía, en remuneración del servicio que le hizo en traerle la reina, le hizo merced y donación (según dice la Historia portoguesa) de las dichas islas [Ca-narias], y así parece que por aquellos tiempos no hobo !i~gzr& reñir !es reyes E O ~ T Pe ! ~ ~ f i &yg p ecpsiSn &!!ac. Dice más la Historia portoguesa, que el dicho conde de Tauguía las vendió al marqués don Pedro de Meneses, el primero, se-gún dice. de este nombre, y el marqués al infan-t, e don Pedro (sic), hermano del mismo rey don Alonso '. Eos historiadores regionales de ios sigios XVII y XVIII, h a n Núñez de la Peña y Castillo Ruiz de Vergara, se mantienen fieles a la versión de Jo5o de Barros, sin introducir la más leve varia-ción en el relato '. 2. La concesión se limitó a las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, beneficiando a los condes de Atouguia y Vila Real Hasta ahora se ha venido hablando de la concesión de las islas Canarias por Enrique IV ai conae üe Átouguía en i.155. hia iie-gado el momento de abordar los problemas que entraña la cédula de anulación de la merced, por estar en abiert,a contra-dicción con el tardío testimonio de Barros. La carta de revoca- Edicidn Millares Carlo, México (Fondo de Cultura Económica), 1951, tomo 1, p. 105 (lib. 1, cap. XIX). JUAN NWEZ DE LA -A: Conqz~ista y anttgüedades üe las islas de la Gran Canaria, Santa C m d e Tenerife, 1847, p. 6.5. PEDROA UUST~NDE L CAS-TILLO RUIZD E VERGARAD: escripción histórica I/ geográfica de las Islas de Canaria. Edición de Miguel Santiago, Madrid, 1948-1960, t. 1, fasc. 2, p. 267. 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS PROBLEMÁTICA 17s TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 5 ción a los ccildes y confirmación a la familia Peraza-Herrera aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468. Pero antes de entrar en el examen de su contenido, parece obligado sefialar dónde se conserva el mencionado documento. Durante !a etapa de gobierno señorial pleno en las islas Ca-narias ( l402-14'i 7) surgieron serias desavenencias entre los deten-tadores del poder y sus vasallos, que obligaron a la corona a tomar cartas en el asunto. La más grave de estas disputas estalló en hnzarote en 1476, forzmdo a los Reyes Católicos a enviar un pesquisidor, Esteban Pérex de Cabitos (16 de noviembre de 14761, con encargo expreso de llevar a cabo una minuciosa información. Con declaraciones de testigos y documentos aportadni por las partes contendientes se fue montando en Sevilla la famosa Información de Cubitos, de interés capital para la historia de las rivalidades laso-castellanas en el ámbito del Océano Atlántico, que hoy se guarda en la Biblioteca del Monasterio del Escorial '. Pues bien, uno de los más valiosos documentos presentados por la familia sellosial Peraza-Werrera fue la carta de revocación. La lectura del diploma nos depara varias sorpresas. La primera que las islas concedidas fueron las tres mayores: Gran Canaria, Tenerife y La Palma, frente a la opinión de Ba-rros y sus seguidores, que extendían el derecho a todo el archi-piélago. La segunda novedad es el número de los beneficiarios, pues fueron dos en lugar de uno, con trato absoluto de igualdad. Los apellidos mareeen equivocados; pero los nombres y los títulos permiten la perfecta identificación. Se llamaban, de acuerdo con el texto del diploma: «el conde de la Tuguía don Martín Gonqalw de Castro e don Pedro de Castro, conde Villarreal, vasallos na-turales del reym de Portugal» '. "Signatura: ij-X-26lEst. 16.2. Una copia, ejecutada en el siglo XVIII, se conserva en la Elblioteca del Palacio Real de Madrid (Manuscrito 11, 2.660). La parte documental -única que en este momento nos interesa-ha sido publicada por GRECORICOH IL Y NARANJOE:s tudios históricos, climatoldgicos y patológicos de las Islas Cur,arias, Las Palmas, 1880, t. 11: pp. 518-634. Ibid., pp. 592-596. El párrafo transcrito en la p. 592. ANTONIO RC-MEC DE ARMAS: España en el Áfricu Atlántica, Instituto de Estudios Afri- Núm. 34 (1985) 359. 6 ANTONIO RUMEU DE ARMAS La tercera sorpresa es la datación de la gracia, que aunque no se explicita está en abierta contradicción con la fecha consa-grada de 1455. Como se trata de un extremo que requiere sutileza en la argumentación y tiempo para desarrollar reservamos para otro lugar el planteamiento cronológico ''. La cédula de revocación fue conocida en las postrimetrías del siglo XVI por un memorialista desconocido, el licenciado Luis Melián de Betancor, autor de un escrito, recién publicado, que lleva por título: El origen de las isks de Canaria. Después de re-ferirse a los donatarios: ({don Manuel Gonzáiez de Castro, conde de Ortugio, y don Pedro de Castro, conde de Villarreal)), asegura que el rey don Enrique «dedar6 ser las islas de el nnhle caba-llero Diego de Herrera, verdadero señor de ellas y de Mar Pe-queña ..., por una provisión dada en Plasencia a 6 de abril de 1468)) 'l. El insigne cronista Jerónimo Zurita, contemporáneo del me-morialista acabado de citar, tuvo que tener asimismo acceso a un texto destilado del documento original. Véase cómo se ex-presa, en abierta contradicción con sus predecesores: EI rey don Enrique.. ., con gran facilidad y bien ligeramen-te lo otorgó a dos cavalleros particulares, vasallos del rey de Portugal, que fueron los condes de Atouguía y Villareal, a quien hizo merced de aquellas islas; aunque el año de 1460 lo revocó, reconociendo el agravio y deshonor que hazía a la Corona de Castilla, con color del perjuyzio que en ello recibía Diego de Herrera, y confirmóle a él y a doña Inés Pera~as, u muger, e1 derecho que tenían en aquellas islas la. canos, Madrid, 1957, t. 11, pp. 4-8. El error de la Cancillería regia caste-llana tiene,cierta explicación para el conde de Atouguia, puesto que su padre se llamaba Alvaro Gongalves de Ataide y su madre (sobrsdamen-te conocida) Guiomar de Castro. En cambio, el equívoco en cuanto al nombre verdadero del conde de Vila &a1 no tiene atenuante posible. Véame más adelante los epígrafes 4 y 5. 10 Véase la parte 111. 11 ANTONIO RUMEU DE ARMAS: ((E1 origen de las islas áe Canarias)), del licenciado Luis MeIian de Betancort, en ANUARIO DE ESTUDIOAST LÁN-TICOSn, úm. 24 (año 1978), pp. 15-79. El párrafo reproducido en la p. 71. 12 Anales de la Corona de Aragón, Za.ragoza (Diego Dormer), 1668, 360 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El cronista regional Tomás Marín y Cubas, que escribe en las postrimerías del siglo XVII, cita a Zurita como fuente digna de fe, y se limita a copiarlo, sin alterar la sustancia sino tan sólo las palabras 13. Mención particular hay que hacer del erudito historiador don José de Viera y Clavijo, pues al tener acceso directo a la Infor-mación de Cabitos defiende la veracidad del documento enri-queño, y, por ende, la concesión conjunta a los dos nobles lusita-nos, mostrando su disconformidad con la tesis sustentada por Barros. A la hora de identificar a los aristócratas se permite hacer extrañas combinaciones de apellidos, llamando a los do-natario~ «don Martín de Ataide González de Castro, conde de Atouguia, y don Pedro Meneses de Castro, conde de Villa Real» 14. Viera y Clavijo fuc el primero en dar a conocer el párrafo más sustancial de la carta real de revocación de 6 de abril de 1468'15. Los historiadores regionales contemporáneos, y de manera especialísima Millares Torres, Serra Rafols y Bonnet Reverón, se mantienen en plena identificación con su inmediato prede-cesor lb. t. IV, fol. 311. La fecha de revocación que apunta Zurita: 1460, puede ser una simple errata de imprenta, donde ponía: 1468. l3 Historia de las Siete Islas de Canaria, 1694 (manuscrito), Biblib-teca del Museo Canario de Las Palmas, p. 89. l4 La solución la encuentra en poner el apellido auténtico como p t - mero y el de la carta de revocación como segundo. l5 Noticias de la historia general de las islas de Canaria, Madrid, 1772, t. 1, PP. 448-449. l6 AGGSTÍN MILLARETSO RRESH:a stona general de las islas Canarias, Las Palmas, 1893, t. 111, p. 170. ELÍASS ERRRAÁ FOLCL: OS portugueses en Canarias, La Laguna, 1491, p. 39. BUENAVENTUBROAN NETY RETER~N(:~ Die-go de SiIva en Gran Canaria (1466-1470). Tradiciones y leyendas», en El Museo Canario, núm. 20 (a150 1946), pp. 2-4. Núm. 34 (1988) 361 8 ANTONIO HUMEU DE ARMAS 3. Identificación de Martin de Ataide, conde de Atouguía. Vinculaciones familiares con Canarias El conde de Atouguía (aludido erróneamente con otros nom-bres similares: Touguía, Tauguía, Tuguía, etc.) es identificado por la tradición histórica en su patronímico con Martín, y en cuanto a su apellido con Taide (Barros), Goncales de Castro (cédula de 1468) y Ataide González de Castro (Viera). Veamos ahora cual era su exacto nombre y filiación. Martín Goncalves de Ataide, segundo conde de Atouguía, era hijo de Alvaro Goncalves de Ataide, primer conde de dicho nombre, y de su esposa doña Guiomar de Castro ' l . De nuestro personaje, el segundo conde, nos interesa desta-car que fue capitán mayor del Algarve y alcaide mayor de Ca-minha. Estando en la corte, como gentilhombre, al servicio del rey Alfonso V recibió, en unión de su madre la condesa viuda dufia Guiomar: el encargo de trasladarse a Castilla, en la pri-mavera de 1455, en el séquito de la infanta doña Juana para hacer entrega personal de la misma a su prometido el rey En-rique IV de Castilla. Las bodas se celebraron en Córdoba, como ya se ha dicho, el 23 de abril del a50 expresado la. Precisa advertir, para evitar confusiones, que en el séquito de la futura reina iba una bella joven llamada Guiomar de Cas-tro, que, al correr del tiempo, acabaría siendo favorita del mo-narca castellano. Era hija natural de Alvaro de Castro, primer conde de Monsanto y sobrina-nieta de su homónima, la dama de < coixI;ama de !a k9a::to hsitanu 19. 17 Sus abuelos paternos se llamaron Martín Gongalves de Ataide y Mencía Vasques Coutinho y los maternos Pedro de Castro, señor de Ca-daval, y Leonor Téllez de Meneses. l8 Libro de linhagens do sBculo XVZ. Edición de Antonio Machado de Faria, Lisboa, 1956, pp. '212-220; especiaimente pp. 213-214, y Encicio-pedia portuguesa-brasileira. Vease páginas atrás el epígrafe 1. l9 Alvaro de Castro murió heroicamente en la conquista de Arcila (1471). Este personaje era hijo de Fernando de Castro, gobernador de la casa del infante don Enrique y de su esposa Isabel Goncalves de Ataide. DAMIAO PERES: Histdria de Portugal, Barcelos, 1931, t. 111, p. 445. 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS nKartín Galncalves de Ataide 1- GENEALOGfA IIE M.AR,TfN GONCALVES DE ATAIDE, CONDE DE ATOUGU~A Mencía Pedro Ieonor Pedro Vasques de Castro 'relles de Castro Coutjnho señor de Cadaval de Meneses señ.or de Cadaval Alvaro Goncalves de Ataide l..- Conde de Atiougía Guiomar de Castro I I Leonor Martín Telles Goncalves de Meneses de Ataide Mencía Vasques Coutinho Fernando de Castro Gobernador de la Casa Isabel Goncalves del Infante don Enrique de Ataide Mastín Gon~alves de Ataide 2: Conde de Atouguía Catarina de Castro 10 ANTONIO RCMEU DE ARMAS No se puede precisar el tiempo de permanencia en Castilla de Martín de Ataide y su madre la condesa viuda. LHabia un interés particular por parte de Atouguía en su de-manda del señorío de las Canarias mayores? Se impone contes-tar afirmativamente. Si nos atenemos a la Crónica de Guin4 de Gomes Eanes de Zurara, su padre Álvaro Gonqalves de Ataide, primer conde de Atouguia, navegando en 1455 a1 continente afri-cano, se detuvo por espacio de varios días en las islas de La Go-mera y La Palma, trabando relación con dos indígenas afectos, los régiilos Bruco y Piste (que se decían amigos del infante don En-rique), y depredando a sus anchas por el contorno de las mis-mas 20. La esposa aei conde de Aioügüia, doha Catarina de Castro, también estaba familiarizada con el nombre de las Canarias, puesto que su padre Fernando de Castro, gobernador de la casa del infante don Enrique, hr?bía capitaneado, en 1424, una pode-rosa expedición (2.500 infantes y 120 jinetes) que intentó en vano apoderarse de ia isia ue Gran Canaria". Era tan intrincada la relación entre !os Ataide y los Castro, que finalizó en doble unión de sangre. El primer conde de Atou-guía contrajo matrimonio con Guiomar de Castm e Isabel Gon-calves de Ataide con Fernando de Castro. Los hijos de este doble enlace Martín de Ataide, segundo conde de Atouguía, y Catarina 20 Crónica dos feitos de GuinSs, Lisboa (Agencia geral das Colónias), 1949, t. 11, pp. 303-312 (capítulo LXVIII). SERRA RÁFOLS, [16], PP. 34-35 Y 58-62. 21 Ibid., pp. 2-22 y 33. PERES: [19], t. 111, pp. 360, 409 y 426. ANTONIO BAIAOH, ERNANCI IDADEy MANUEML URIASH: istdria do expansáo portu-guesa no mundo, Lisboa, 1938, fasc. 10, pp. 294295 y 298. Fernando de Castro, siempre al servicio del infante don Enrique, tomó activa parte, en unión de sus hijos Alvaro y Enrique, en la desgraciada expedici6n contra Tánger (1537). Una de las comisiones más honrosas que recibió en su vida fue negociar el rescate del infante don Fernando, cautivo en Fez de resultas del desastre. En 1441, cuando se díngía a Ceuta a cum-plimentar el encargo, se le cruzó en el camino un pirata a la altura del cabo de San Vicente, sucumbiendo en la feroz pelea. Por esta fortuita circunstancia fue enterrado en Faro. Fernando de Castro y doña Guio-mar, condesa de Autoguía, eran hermanos. 364 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de Castro, dos veces primos hermanos, se unieron en casamien-to, de acuerdo con las absurdas prácticas de la época dentro del estamento nobiliario 22. 4. Relevante personalidad de Pedro de Meneses, conde de Vila Real. Enlace con la estirpe real de Braganxa Al segundo personaje implicado en la adquisición de las Ca-narias lo identifica Barros, junto con los autores que le siguen, como «el marqués don Pedro de Menesesn. En cambio, los cro-nistas que tuvieron acceso -directa o indirectamente- a la cédida de revocación lo denominan «don Pedro de Castro: conde de Villarreal)). Dos conocidos autores españoles, Viera y Clavijo y Millares Torres, encontraron en la fusión de apellidos un punto de con-cordia, bautizándolo con el nombre de {(Pedro Meneses de Cas-tren. Nuestro personaje se llamaba en realidad Pedro de Meneses, sin que se descubra en su genealogía ningún parentesco de con-sanguinidad con los Castro. Usó en vida los títulos de conde de Vila Real, conde de Ourem, marqués de Vila Real y señor de Almeida. El cargo más importante que ejerció durante su pro-vechosa existencia fue el de capitán de Ceuta (1460-1465), ha-ciendo el número quinto en la lista de estos mandatariosz3. Como cabeza de linaje escogeremos al abuelo materno, Pedro de Meneses, conde de Viana y conde de Vila Real, soldado de extra"rdinario prestigio, se c"r"nf de fama gi"ria en ia expugnación y conquista de Ceuta (14151, sirviendo a las órdenes del rey de Portugal Juan I y en estrecha colaboración con los in- Libro dos linhages ..., pp. 79-98; especialmente las pp. 92-94. Enci-cZoxmdin portu~esa-brasileira. JoÁo MARTIDNA SILVAM ARQUESD:e scobrimentos portugueses, Lis-boa, 1944, t. 1, p. 570. El documento núm. 447 reproduce la cédula nom-brand. 0 capitán de Ceuta al conde de Vila Real (Santarem, 29 de junio de 1460). Los inmediatos predecesores fueron el conde de Odernira y el marqués de Villaviciosa. Los dos primeros capitanes, Pedro de Meneses y Fernando de Noronha, serán biografiados en párrafos inmediatos. 12 ANTONIO RUMEU EE ARMAS fantes don Duarte, don Pedro, don Enrique y el bastardo don Alfonso, conde de Barcelos. Cuando el ejército lusitan~s e retiró a la metrópoli, quedó al frente de la plaza, como primer capitán, el personaje que nos ocupa, cuyo gobierno desempeñó hasta el momento de su muerte, sobrevenida en 1437 ''l. Pedro de Meneses tuvo de su enlace con Margarida de Miran-da una hija llamada Beatriz que, andando el tiempo, contraería matrimonio con Fernando de Noronha, de ilustre prosapia cas-tella. no-lusitana. Bastara con declarar que sus padres fueron Al-fonso Enrícpez, conde de Noroña y de Gijón, y doña Isabel de Portugal, y los abuelos respectivos los reyes Enrique 11 de Cas- D tilla y Fernando 1 de Portugal. Meneses «el africano» renunció en vida al t.ít.i~Lod e conde de Vila Real, con ~ h j e t ed e qce e! rey don Duarte pudiera otorgarlo a su yerno. Fernando de No- g ronha fue a la rnrierte de su suegro segundo capitán de la plaza de Ceuta (1438-1445) E 2 E Pues bien, de esta unión nació Pedro 11 de Meneses, conde-msrqu6s de E??& jr C U ~ ~ ~ & CI GI ,M G se h8 echo, de Ceüta, 2 émulo en las empresas africanas de su padre y abuelo. Este es m el segundo beneficiario de la concesión por parte de Enrique IV de Castilla de la soberanía sobre las Canarias mayores. O Hay que destacar, por su importancia, el matrimonio que contrajo con doña Britez de Braganza, por cuanto iba a empa- k rentarlo con la familia real. La esposa era hija de Fernando, segundo duque de Braganza, nieta de Alfonso, conde de Barcelos y primer duque de Brzganza y bisnieta de Juan 1 de Avis, el $ fundador de la dinastía de este nombrez6. ~"OIVIES EANESDE ZURARAC:l zrdnica do conde D. Pedro dc Menexes, en ctCollecqáo de livros ineditos de História portuguezan, Lisboa, 1790, t. 11, pp. 220-626. Se trata de una biografía completa y extensísima. El fallecimiento en las pp. 624-626. PERES: [19], t. 111, pp. 385-406. 25 Livro de linhagens [18], especialmente las pp. 213-214. PEDRO JE-R ~ N IMOD E PONTE:L ibro de ¿os linajes de España (manuscrito de la Real Academia de la Historia), t. XXXiV, fols. 313v-315v., y ANTONIO CAETANO DE SOUSA: História genealdgica de la Casa Real portugueza, Lisboa, 1786, t. V, PP. 192-195. 2G Ibid. (Sousa), pp. 1-176 y 187-195. La boda se verificó en 1462, sien-do Pedro de Meneses capitán y gobernador Oe Ceuta. RUI DE PINA: Chró- 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GENEALOGfA DE PEDRO II DE MENESES, CONDE DE VILA REAL Pedro 1 de Meneses Alfonso Enríquez Conde de Vila Real y de Viana Conde de Noronha y Gijón Isabel de Portugal 1: CapMn-gobernador de Ceuta Margarida de Miranda I I I I ~e:rnandod' e Noronha Conde de Noronha y de Gijón 2P Capitán-gobernador de Ceuta l Beatriz de Meneses l Pedro 11 de Meneses C'onde de Vila Real 5: Capitán-gobernador de Ceuta 14 ANTONIO RUMEU CE ARMAS Pedro 1 de Meneses «el africano)) tuvo, de distintas concu-binas, dos hijos ilegítimos, Duarte e Isabel de Meneses 27. El primero, Duarte de Meneses, fue un verdadero héroe, émulo de su progenitor. Asumió en tres ocasiones la capitanía interina de CeutaZ8M. ás tarde desempeñó la capitanía de Alcá-cer- Ceguer. La muerte le sobrevino en 1464 en una expedición contra Arcila mandada por el rey Alfonso VZ9. Isabel de Meneses contrajo matrimonio con un hidalgo por-tugués Rui Gomes da Silva. De esta unión había de nacer Diogo da Silva de Meneses, más conocido con el nombre castellanizado de Diego de Silva. Este personaje estuvo al servicio del infante a don Enrique y de su sobrino y heredero el infante don Fernando, N E de quien los documentos le titulan ((criado,,. Participó a las drde- O nes de ambos en la conquista y defensa de Alcácer-Ceguer, en n - =m 1458, y por su mandato expreso llevó a cabo, en 1459, una irn- O E E portante expedición depredadora contra Lanzarote, Fuerteventu- S E ra y Gran Canaria 30. = Superada la etapa bélica de rivalidad entre Portugal y Cas- 3 tilla, en el escenario de las islas Canarias, Diogo da Silva con- - - 0m traería matrimonio con doña María de Ayala, hija de los señores E del mencionado archipiélago Diego García de Herrera y doña O Inés Peraza. Con el transcirrrir del tiempo fue ayo del rey don n E Manuel 1 el Afortunado, quien le agracid con el título nobiliario - a de conde de Portalegre (1502) 31 2 n 0 nica del rey D. Alfonso V, Lisboa, 1790, t. 1, p. 493. Según este autor, 3 Pedro Meneses, capitán de Ceuta, se hallaba en Lisboa en 1463, incorpo- O rándose a la expedición de Alfonso V contra Tánger. 27 La madre de Duarte fue Isabel Domingiies Pessegueora. La de Isa-bel se desconoce. 2a La primera vez durante Ia ausencia de su padre en 1424. La se gunda por idéntico motivo en 1432-1434. La tercera al sobrevenir el fa- !!eclmientn de! prcgenit~r, l437-14Z. Zr-ma~, [X!. 29 RUI DE PINA: Chrónica do conde D. Duarte de Meneses, en «Collec-cáo de livros inéditos de História portuguezan, Lisboa, 1793, t. 111, pá-ginas 362-370. Toda la obra está dedicada a exaltar la vida del protaga-nista con la máxima puntualidad. Véase más adelante la parte 111. 31 Rui Gomes de Silva, padre del conde de Portalegre, era hijo de Aires Conles da Silva y de Estebanina Martines. Fue alcaide mayor de 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS 5. La merced tuvo que s a otorgada en Gibraltar, en 1464, después de la entrevista entre Enrique IV de Castilla y Alfonso V de Portugal La datación de la merced es un problema arduo, pero asequi-ble. Es de importancia decisiva por cuanto altera buena parte de la cronología canaria cuatrocentista, que parecía hasta ahora inconmovible. Para llevar a cabo nuestra complicada tarea nos va a servir de guía el párrafo más importante de la carta real de revocación de 1168. Enrique IV se expresa en estos términos: Sepades en como, a subjestión e gran ynportunidad del conde de la 'IRigia, don Martín Goncález de Castro, e de don Pedro de Castro, conde de Villareal, vasallos naturales del reyno de Portugal, e de otra personas por su parte, seyendo sobre ello mucho molestado; e por la gran división e dis-cordia que por entonces hera en estos mis regnos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced d.e las yslas de Grand Canaria e de Tenerife e de la ysla de La Palma., situadas en las mis inares de España". Permítasenos ahora alterar el orden de las afirmaciones re-gias y numerarlas, por nuestra propia conveniencia y para ma-yor claridad en el desarrollo de los sucesos. Helas aquí: Campo Mayor y Ougela. Intervino en la conquista de Ceuta (1415), ha-ciéndose notar por su valentía. hXuri6 en 1449 en la famosa batalla de Alfarrobeira, combatiendo en las huestes del infante-regente don Pedro contra las tropas que acaudillaba su sobrino el joven rey Alfonso V. Andando e1 tiempo el monarca luso devolvió a la familia los bienes con-f iscados . n b r r r r kiirrr f o r n ~ c n o A a orto mqtr.imnnin f~~nrne conto Rriotrin & V l l l U 3 I I I J V L 3 LC.IIIVUVU UC CUUb A I I U Y L I I I I V I A I V LUUIVLA !U VUIZYU YIUUA-Silva, fundadora de la orden de Concepcionistas franciscanas, y Juan de Silva. en religión beato Amadeo, reformador en ItaIia de los minoritas (Amadeos), rama desgajada de los observantes. Libro de linhagens, 1181, pp. 103-118 y 121. LUISD E SALAZAY RC ASTRO: Historia genealógica de la Casa de Silva, Madrid, 1685, t. 11, pp. 10-65; especialmente las pp. 51-62. Y Enciclopedia portuguesa-brasileira. a Véanse las notas 8 y 9 de este estudio. Núm. 34 (1988) 369 16 ANTONIO XUMEU DE ARMAS 1. La concesión se hizo en época de conmociones públicas y alteraciones de orden. 2. La donación benefició a los dos condes, con igualdad ab-soluta de derechos. 3. El monarca estuvo presente en la entrevista con los con-des, que ejercieron sobre su voluntad ruegos y presiones de toda índole. 4. Otros personajes asistentes a la entrevista apoyaron con entusiasmo y acaloramiento la petición de gracia en favor de Atouguía y Vila Real. a N Empecemos ahora con la exégesis eliminando la datacidn del eronic'~ Juau de Darros. O n El año 1455 fijado por el lusitano (bajo el espejismo de las % bodas de Juana de Portugal con Enrique IV y la probada presen- EE cia del conde de Atouguía como cortesano acompañante) es im- SE posible de todo punto, por una simple y sencilla circunstancia: fue ei dnico año de auiéntica paz dei reinado. El monarca castellano, así que dio inicio a su gobierno pro- - 0m curó atraerse a los nobles disidentes y a los exiliados políticos, E dictando un perdón general con reintegración de bienes y hacien-das. Se acerc6 a Navarra y Aragón, firmando generosas paces con ambas. Y a la hora de liquidar los litigios con los famosos infantes de Aragón les otorgó rentas del tesoro castellano a cambio de renunciar a la posesión de villas y propiedades. Una campaña contra Granada sirvió de estímulo esperanzador a las tropas emplazadas en la frontera Este breve período de bienandanza no puede ser el que re-gistra la carta de revocación, con siniestras palabras: «por la gran división e discordia que entonces hera en estos mis regnosu. Con independencia de ello, resulta inadmisible que una con-cesión de 1455, que lesionaba abiertamente los derechos de la familia Peraza-Herrera, señores de las Canarias, no fuese revoca-da hasta trece años mas tarde. 33 PALFNCIA: [5], pp. 59-77. DIEGO DE VALERA: Memorial de diversas kazañas, Madrid (Espasa-Cdpe), 1941, pp. 5-40. ENRÍQUEDZEL CASTILLO: 151, PP. 99-109.Y GAL~NDEDZE CARVAJAL[5: 1, PP. 75-111. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESI~ND S LAS CANARIAS MAYORES ... 17 El problema capital para la datación estribaba en descubrir un lugar y una fecha en que coincidiesen Enrique IV, el conde de Atouguía y el conde de Vila Real. Después de infinitas bús-quedas hemos descubierto al fin la conjunción señalada. La en-trevista se llevó a efecto en Gibraltar en enero de 1464. Entre los días 6-7 de dicho mes se tuvo que verificar la merced enriqueña a los condes Las circunstancias imponen que señalemos algunos antece-dentes. Por la fecha que estudiamos, Castilla ardía en disensiones internas, conspiraciones y tumultos, que eran anuncio de una inminente crisis general. El desprestigio de la monarquía y de quien encarnaba la magistratura suprema estaban llegando a limites insospechados. La situación en Andalucía, y particular-mente en Sevilla, era tan anárquica, que el monarca se vio for-zado a realizar una larga jornada en vano intento por imponer el orden. Durante este viaje acabó recalando en Gibraltar en las postrimerías de 1463, con objeto de visitar la plaza fuerte del estrecho, recién arrebatada a los moros granadinos 35. No lejos de él, aunque mar por medio, se hallaba entonces refugiado en Ceuta el rey de Portugal Alfonso V, llevando en su séquito al infante don Fernando y al conde de Atouguía. En aquel momento la plaza africana estaba administrada y defendida por el gobernador-capitán conde de Vila Real. El monarca luso, tomando a Ceuta como cuartel general y a Alcácer-Ceguer como punto crucial de apoyo, va a realizar, entre noviembre de 1463 y abril de 1464, tres sucesivos ataques militares contra Tánger que acabaron en rotundo fracaso, con elevadas pérdidas en muertos y prisioneros. Quiso el rey Alfonso sorprender entonces Arcila; pero la operación iba a costarle la vida al heroico Duarte de Meneses, capitán-gobernador de Alcácer-Ceguer 36. 34 Ibid. FALENCIAp, p. 142-144; ENRKQUEDZ n C ASTILLOp, . 131. JUAN TO-RRES FONTES: Itinerario de Enrique I V , Murcia, 1953, p. 151. 35 Ibid. PALENCIAp, p. 140-144. FINAS[2 6], t. 1, p. 516. FERES: [19], t. 111, pp. 437-440. El rey de Portugal había recompensado al héroe con el titulo de conde de Viana de Caminha ( 1460). Núm. 34 (1988) 371 18 ANTONIO RUMEU DE ARNAS Así que conoció Enrique IV la presencia de su cuñado le invitó a cruzar el Estrecho para tener con 61 una entrevista. De esta manera los. reyes de Castilla y Portugal dialogaron, al am-paro de los muros de Gibraltar, alrededor de los días 6-7 de enero de 1464, conforme se ha dicho líneas atrás. El monarca castella-no solicitó de su colega un apoyo efectivo contra la nobleza re-belde de su reino que alentaba el levantamiento de su propio hermano el infante Alfonso. Y para consolidar la amistad y co-laboración se propusieron por ambas partes nuevos enlaces ma-trimoniales principescos. Rui de Pina, historiador áulico coetáneo, da fe en la Chrdnica a del rey D. Alfonso V de la presencia en Gibraltar del conde de Autouguía (te de muitos outros do Conselho e gentis homens fy- O n dalgos de sua casa» 37. Aunque no se nombre de manera expresa por el cronista, se impone considerar presente al capitán-gober- EE nador de Ceuta conde de Vila Real. No estará de más señalar 2 E que el monarca luso en sus reiterados desplazamientos se hizo acompañar por Pedro de Meneses3. 3 Después de las conversaciones regias reservadas, habia llega- nm-do el momento de coaccionar 8 Enrique IV, con insistentes rue- E O gos y súplicas en pro de la concesión de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, todavía insumisas, a los condes de Atouguía y Vila n E Real. AIfonso V debió poner en juego su astucia y habilidad. - a Diversos consejeros lusos se unieron a la demanda. Y al fin la n débil voluntad de Enrique IV se doblegó a las imploraciones de n sus interlocutores. O3 37 Lisboa, 1790, t. 1, p. 510. La entrevista entre los monarcas también la registra este cronista, pp. 510-511. 38 Zbld., pp. 497, 513-514 y 516. Los reyes de Castiiia y Portugal se volvieron a ver en el Puente del Arzobispo en abril de 1464; pero esta entrevista no reúne la circunstancia de la presencia física de los actores involucrados en la cesión. T O RFO~ N TE[S3,4 3, p. 155. 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMATICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 19 11. RECONSTRUCYC DI~ESNAR ROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS 1. La política ajroatlántica del principe don Enrique el Navegante Durante la primera mitad del siglo xv los reyes de Portugal Juan 1, Duarte 1 y ALfonso V reivindicaron, frente a Castilla, el dominio y posesión, total o parcial, de las islas Canarias. Les arrastraba a ello una doble motivación: el valor estratégico del archipiélago como importante escala en la ruta del Atlántico Sur, con Guinea como primera visible meta: y la obsesiva política de integridad afroatlántica, rota por el enclave castellano. El hábil conductor de esta política hasta el día mismo de su muerte (1460) fue el famoso don Enrique el Navegante, quien contó en el último período de su vida con la colaboración de su sobrino y heredero el infante don Fernando. En el despliegxe de esta política de signo regio, en cuyos deta-lles resulta imposible eritrar, cabe distinguir dos etapas, sepa-radss por la fecha bisagra de 1448. El primer período (1415-1448) es de tanteo. Don Enrique para el logro de su objetivo ensaya todos los procedimientos a su alcance. En primer lugar, las expediciones militares. Valgan como ejemplo las de Joiio de Trasto con Gran Canaria como meta, en 1415, y In de Fernando de Castro, en 1424, en idéntico escenario, ambas con resultados desfavorables. El segundo objetivo del plan fue Is penetración pacífica. El infante Enrique pactó alianza con uno de los bandos de la isla de La Gomera llevando a cabo una paralela acción misional en beneficio de los eborígenes. La expedición de Alvaro Goncalves de Ataide -en otro lugar referida- tuvo que ver con esta disi-mulada acción. Reciierdense sus contactos con los régulos Bmco y Piste {{servidores do inffante)), a los que por cierto trasladó a Portugal, para mejor ganar sus voluntades con obsequios y regalos. Mayor audacia revistieron otras medidas. El mal paso del Núm. 34 (1988) 373 20 ANTONIO RUMEU DE ARMAS príncipe Enrique, de solicitar de Juan 11 el señorío de las Cana-rias fue una paladina confesión del reconocimiento de la sobe-ranía de Castilla. Y en última instancia la gestión cerca del pon-tífice Eugenio IV de una bula de concesión de las islas habita-das por infieles, propósito logrado, que pudo abortar la diplo-macia castellana. A mediados del siglo xv, por una serie de complicados traspa-sos, el señorío de las islas Canarias se había concentrado en la persona del noble andaluz Fernán Peraza, salvo la isla de Lan-zarote, cuya jurisdiccich quedd en las manos de Maciot de Bé-thencourt, el sobrino del conquistador normando. En 1448, este enigmático personaje vendió su señorío al infante don Enrique, quien se posesionó de la isla acabada de mencionar nombrando un gobernador y acantonando un presidio. Pero a la postre los pobladores se sublevaron, expulsaron a los lusitanos y pidieron al rey Juan 11 someterse a su directa autoridad. El monarca tan sólo se decidió a designar un secuestrador, cargo que recayd en Juan Iñiguez de Atabe (1450). Fue este el momento más grave del largo proceso de incorpo-ración de las Canarias a la Corona de Castilla. En primer lugar, el infante don Enrique reaccionó con extra-ordinaria violencia. Tres expediciones casi consecutivas: 1450, 1451 y 1453, asolaron la isla de Lanzarote, haciendo víctimas a sus moradores de desmanes sin cuento. En segundo término la diplomacia castellana tuvo que em-plearse a fondo para frenar las iras desatadas del infante. Por ultimo, los tribunales reconocieron, por sentencia dictada en 1454, el derecho preferente a la isla de Lanzarote de doña Inés Peraza (hija de Fernán), consolidando en ella el señorío integral de todo el archipiélago. Un cuarto factor hay que señalar. la presencia de navíos an-daluces en las costas de Guinea al promediar la centuria, cir-cunstancia que alarmó sobremanera a Portugal, arrastrbdola por el camino de la negociación. En 1454 hubo un acuerdo tácito entre Castilla y Portugal para el respeto mutuo de las áreas de expansión. 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS I~ROBLEXIÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 21 A este conjunto de favorables circunstancias deberán las islas Canarias un lustro de paz (1454-1459)j9. Las rivalidades atlánticas y la contienda extraoficial van a reanudarse, con singular violencia, en el úItimo año de la vida del infante don Enrique y primeros de la actuación de su here-dero don Fernando (1459-1461), teniendo como principal prota-gonista al afamado capitán Diogo da. Silva de Meneses. Pero como estos acontecimientos bélicos se han considerado hasta ahora dimanantes de la concesión del señorío de las Cana-rias mayores por Enrique IV a los condes de Atouguía y Vila Real, posponemos para el final de este trabajo la alusión a los -:.-.-,m 40 llL13111U3 . 2. Cambio de táctica. La reivindicacidn de las Canarias, empresu privada. Gestiones en la corte pontificia Si la reivindicación por Portugal del señorío de las Canarias, con intento de posesión y a la larga de soberanía, había tenido la categoría de problema de Estado durante la vida del infante don Enrique, su desaparición, en 1460, iba a dar un giro insos-pechado al desarrollo de los acontecimientos. A partir de 1462 las aspiraciones lusas al dominio político del archipiélago van a encubrirse tras el telón de fondo de una empresa privada. Ahora bien, ¿actuaba los condes de Atouguía y Vila Real por cuenta propia, de espaldas a la corona, o era el rey Alfonso V quien movía los hilos de la negociación, con extraordinaria ha-bilidad y astucia? No se puede responder, de manera categórica, en un sentido o en otro. Sin embargo, el respaldo y apoyo del monarca portu-gués a las aspiraciones de cada uno de los condes y la injerencia E~í a sS ERRRAAF OLS; LOS portugaeses en Canarias, La Laguna, 1941, pp. 15-38. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, en Piraterias y ataques navales contra las isias Canarias, Maüria, i94i, t. 1, pp. 3-34, así como en Espa-ña en el Africa Atlántica, Madrid, 1956, t. 1, pp. 91-101. * Véase la parte 111 de este trabajo. Núm. 34 (1988) 375 22 ANTONIO RUMEU DE ARMAS de la diplomacia de los reinos afectados hacen sospechar que estaban en juego intereses muy altos. Nuestro primer actor es un personaje sobradamente cono-cido, don Pedro de Meneses, emparentado, conforme se ha di-cho, con la familia real 41. La misión del conde de Vila Real consistía en obtener para sí el señorío de las Canarias mayores (Gran Canaria, Tenerife y La Palma), actuando en un doble frente: la Santa Sede y la Corona de Castilla. Pedro de Meneses .escogió, en primer término, para negociar la concesión la corte pontificia. Con dicho fin presenta al papa a Pío 11 (el célebre humanista Eneas Silvio Piccolomini) un ex- N E tenso memorial justificativo, por mediación seguramente del O embajador de Portugal en Roma. La fecha del escrito no se pue n-- m de determinar con rigor; aunque sí asegurar que tuvo que ser O E E posterior al 29 de junio de 1460, pues en él aparece titulado S E nuestro personaje como ~capitaneus ac gubernator civitatis - Cepte)) u. 3 En cuanto al texto del mismo lo podemos deducir por docu- - - 0 m mentos pontificios posteriores. En primer lugar exponía la situa- E ción de barbarie de los aborígenes de Gran Canaria, La Palma y O Tenerife, que adoraban al Sol y la Luna y hacían alarde de cos- n E tumbres groseras. Destacaba después el fracaso de los distintos - a pueblos ribereños, en particular castellanos y portugueses, por nl dominarlos y la estéril actuación de los misioneros en sus abne- n n gados intentos por atraerlos a la fe. 3 O Expuesta la situación, no quedaba otro recurso que la ocu-pación por la fuerza. Vila Real hacía valer su firme propósito de preparar una poderosa expedición naval para ({ocuparlas, some-terlas.. . y ganarlas lícita y libremente)). E1 pontífice Pío II acogió la demanda del conde de Vila Real con ei mayor interés y simpatía. Por su expreso mandato ia Can-cillería pontificia preparó la oportuna bula de concesión, que 41 Véase el epigrafe 4. ARCHIVO VATICANOAA: . Arm. 1-XVII1.4.369 y 4.370. Sobre la fe-cha de designación de Meneses como gobernador de Ceuta, véase la nota 23. 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATZANTICOS aparecía datada en Roma el 13 de otcubre de 1463 43. Pero a decir verdad, el Papa reinante la retuvo en la cámara sin firmar, dando con ello tiempo a su fallecimiento diez meses más tarde (15 de agosto de 1464) 4'. ¿Qué fuerza oculta había paralizado la decisión pontificia? A nuestro juicio la eficaz y contundente intervención de la diplo-macia castellana. Despinés del primer contratiempo, se produce la entrevista de Gibraltar, en enero de 1464, con la inesperada concesión de las Canarias mayores a lcs condes de Atouguía y Vila Real. Por tra-tarse de una cuestión sobradamente desarrollada en anteriores páginas 4 n o precisa insistir en la misma. Dnnri n l ~ T \ ~ J2 Fn IT T ; l n D n n l cin l n n l o r . C a X n d - n r l i l n - n .Fnk;n A G ~ UCAL ~ U L L U G u ü VILU A U G ~ I DG LG ~ L ~ L I U G U G ~ U GU LAGLIAU. G u a w L a considerarse satisfecho con el otorgamiento real? ¿No sería aún mejor sumar a la misma la concesión pontificia? La decisión fue en favor de la segunda opción. La diplomacia portuguesa se movió en Roma con tanta premura y habilidad, que su aciuaci&i sorpresa. Bastará con conocer estos detalles. El papa sucesor Paulo 11 fue elegido el 30 de agosto de 1464, celebrando su primer con-sistorio el 16 de septiembre. Pues bien, la bula de concesión Rationi congruit, en preciosa vitela, aparece datada en el primer acto público de su reinado 4G. Pero por segunda vez la bula fue retenida en la Cámara Pon-tificia; y a esta sorprendente circunstancia se debe el que hoy la podamos contemplar en Roma en su redacción original. El lector estará adiviriando el porqué. En la singular ocasión la dlplomacla castellana había conseguido parar de nuevo el golpe. La particularidad de que veamos actuando en la ciudad eter-na, después de enero de 1464, a los emisarios del conde de Vila Real en solitario, plantea estas interrogantes. ¿Había adquirido, 43 Ibid. A. CAPPELLCI:r onologia e calendario perpetuo, Milán, 1906, .p. 79. 45 Véanse parte 1, epígrafes 2 a 5, y parte 11, epígrafe 1. 46 ARCHIVVOA TICANOA.: A. 1-XVII1.4.369 y 4.370. Se trata de dos bulas idénticas, firmadas y selladas. CAPPELL[I4,4 ], pág. 79. Núm. 34 (1988) 377 24 ANTONIO RUMEU DE ARMAS por compra, al conde de Atouguía los derechos dirnanantes de la concesión enriqueña? ¿Actuaba por su cuenta y riesgo dejando la solución del problema para el futuro? No hay por el momento posibilidad de respuesta. Dos años más tarde, en 1466, vemos al rey Aifonso V mediar en el asunto, con todo el peso de su prestigio y autoridad. Una carta al papa Paulo 11, suscrita en Estremoz el 26 de junio, venía a respaldar la solicitud de Pedro de Meneses. El monarca luso pondera los méritos de su pariente el conde de Vila Real «cap& tán que había sido de la ciudad de Ceuta)), y contumaz defensor de la fe en sus luchas implacables contra los infieles. Después le recuerda la bula que su predecesor Pío 11 había dejado sin expedir y fimsr. Pm ú!tL=~, !e ruegr, emarecidammte se sirva revalidar el documento dejado en suspenso, cuya gracia «la imputamos como concedida a nuestra personan 47. No hay prueba alguna de que la bula de Paulo 11 se pusiese en circulación; al contrario, la retención se ha perpetuado hasta ri..nnt-A" .-a:.-... LlUGDbLU3 UlQJ. 3. Protesta de los señores de Canarias. Revocación de la merced por Enrique IV (6 de abril de 1468) Cuando Diego García de Herrera y doña Inés Peraza, señores de las Canarias, conocieron el inicuo atentado cometido en per-juicio de la integridad de su señorío, protestaron enérgicamente contra la injusta resolución pidiendo que fuese inmediatamente revocacia. En defensa de su jurisdicción, Diego García de Herrera acu-muló toda clase de títulos acreditativos de la propiedad señorial a la integridad del archipiélago. Entre estos documentos destaca-ban las actas de posesión y vasallaje por parte de los indígenas que habían tenido como escenario Gran Canaria, en agosto de 1461, y Tenerife, en junio de 1464. En este momento hay que 47 ARCHIVOV ATICANOA:r mario 29, tomo 32, fol. 250. En la numeraciiín moderna, fol. 270-270v. Schedario Garampi, 83, índice 527, fol. 165v, e ín-dice 516, fol. 72. 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES.. . 25 Carta del rey Alfonso V al pontífice Paulo 11, .en, apoyo a las pretensiones del conde de Vila Real. Estremoz, 26 de junio de 1466 (Archivo Vaticano). ANTONIO RUMEU DE ARMAS 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS destacar las informaciones de carácter complementario llevadas a cabo por el obispo don Diego López de Illescas en apoyo del poder tradicional. Como por estas fechas, 1465, la crisis de la monarquía caste-llana había degenerado en guerra civil, proclamando los nobles al príncipe Alfonso (Alfonso XII) como soberano titular frente al primogénito y legítimo rey Enrique IV, la familia Herrera- Peraza consideró oportuno operar en un doble frente. De esta manera, las revocaciones de la merced de 1464 se producen por duplicado. Residiendo en Valladolid, el pretendiente Alfonso XII de-claró nula la arbitraria concesión de su hermano a los condes de Vil-, mal Y AtO.¿Igciz, pr pTuviaión &qachah el 22 erliaaü de 1466. Este pormenor, verdaderamente original, lo registra Luis Me-lián de Betancor en su crónica: El origen de las islas de Canaria, escrito testimonial de singular valor por destilar de documentos de primerísima mano ". El itinerario del príncipe Alfonso, recién publicado, confirma la presencia del pretenso monarca en la ciudad del Pisuerga en la data señalada, extremo imposible de inventar por quien no haya tenido acceso directo al documento primigenio 48. Con carácter simultáneo, Diego García de Herrera y doña Inés Peraza batallaron en la corte de Enrique IV para el logro del objetivo señalado. Con este fin presentaron la copiosa docu-mentación acumulada. Sabemos por fidedigno testimonio que se componía de cctittilni !eC;í_t.imos, alvalaes e cartas de mercedes e privilegios de los.. . reyes [de Castilla] », junto con ((escripturas e documentos, synadas e firmadas de escribanos públicos e nota-rios, e selladas e firmadas del sello e firma del reverendo yn Cristo padre e señor don Diego López de Illescas, obispo de tV,m !as s n h r d i ~ hmy c!~?s'. 48 Publicado, como se ha dicho, por Antonio Rumeu de Armas, en el ANUARIODE ESTUDIOAS TLÁmcos, núm. 24 (año 1978). pp. 15-79. 49 JUAN TORRFS FONTES: El principe don Alfonso, Murcia, 1971, p& gina 115. Núm. 34 (1988) 381 28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS El expediente pasó a informe del «muy reverendo yn Cristo padre don Alfonso Fonseca, arqobispo de Sevilla)), quien lo dio favorable. Después fue estudiado minuciosamente por el Consejo Real, cuyo dictamen fue asimismo propicio y sin reserva alguna. De esta manera pudo llegarse a la níbrica de la cédula de revo-cación, que aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468. Se impone que repitamos la cláusula fundamental del docu-mento. El monarca Enrique IV expone minuciosamente en el proemio los hechos acaecidos: «A subjestión e gran ynportu-nidad del conde de la Tugia, don Martín Goncalez de Castro, e de don Pedro de Castro, conde de Villarreal, vasallos naturales del reyno de Portugal, e de otras personas por su parte, seyendo s~hre!!~m w h ~m nkstad~,e p m 12 grrrn dfvispn a rlismrrliri que por entonces hera en estos mis reynos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced de las yslas de Grand Canaria e de Tenerife e de la ysla de Ea Palma, situadas en las mis mares de España. . . » . i-eng;&, seg-ddo se recuiirrce &reci.lo prefei+eiii«ed el no-ble caballero Diego de Ferrera, verdadero señor de las dichas yslas de Canaria e de la Mar Menor de Berverian; se recapitulan las incidencias de la laboriosa negociación, y se pronuncia la revocación: «Por la presente carta e privilegio anullo e revoco, caso e desfago, declaro e do por ningunas e de ningund valor e efecto, qualquier merced o mercedes que en qualquier manera yo aya fecho e otorgado de las dichas yslas o de qualquier parte dellas al conde de la Tuguía ... e al dicho ... conde de Villa-rreal.. . ». Antes se ha insinuado la intervencMn de la díplomacía caste-llana en la corte de Roma en defensa de los sacrosantos intere-ses del reino, personificados en la familia Herrera-Peraza. La real cédula que estamos comentando se hace eco de la amenaza, pretendiendo frustrarla: ((suplico a nuestro muy santo padre [Paulo 111: que revoque e anulle qualesquier letras o bullas que en contrario desta mi revocación sean o ayan sido, por quanto creo non ser avidas con verdadera relación, mas que asy como a mi engañaron con falsa relación e non verdaderas, asy ayan engañado a Su Santidad.. . D. 382 .ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PHOBLEM~~TICAE N TORNO A LA CONCESI~ND E LAS CANARIAS MAYORES... 29 La orden a los embajadores en la Ciudad Eterna es conmina-toria: (te por esta mi carta e privillegio mando a qualesquier mis procuradores en cort,e romana, que agora son o fueren de aqui adelante, que se opongan e non consyentan de mi parte que las dichas letras e bullas se espidan.. ., e si fueron espedidas, pro-curen con toda diligencia la revocación e anullación dellas.. . )) . . Desde 1468 hasta 1477 la familia señorial Herrera-Peraza dis-frutó en plenitud de su derecho de dominio sobre la integridad del archipiélago, sin trabas ni cortapisas de ninguna especie. Pero en la úItima.fecha la Corona de Castilla reivindicará para sí el derecho. de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Te-nerife. Pero esta complicada negociación resulta improcedente abordarla en el presente estudio. 111. REPLANTEAMIEDNE TLAOS RELACIONES ENTRE CASTILLA Y PORTUGAELN EL ÁMBITO DEL OCI~ANOA TLÁNTICO La expedición de Diogo da Silva a las Canarias fue anterior a la merced enriqueria a los condes lusitanos El arduo problema de la rivalidad entre Castilla y Portugal por el dominio de las Canarias está llamado a un replanteamien-to general. En dos publicaciones anteriores: El obispado de Telde (Ma-drid, 1960) y La conquista de Tenerife (Madrid, 19741, se ha su-gerido y propuesto esta profunda revisión 51. Empecemos por declarar que la expedici6n de Diogo da Silva a Canarias, acometida en 1459, fue la última de las empresas militares del infante lusitano don Enrique el Navegante, organi-zada y preparada cuando ya estaba con un pie en el sepulcro. Considerada desde el punto de vista regional es tambi6n el penúl-so Ru~MEV DE ARMAS: [39], t. 11, PP. 4-8, [111, PP. 70-71. SERRRAÁ FOLS: [39], p. 40, y F L O ~ T I N O PÉREZ EMBIDL: OS descubrimientos en el Atlán-tico y la rivalidad castellano-portuguesa hasta el tratado de Tordesillas, Sevilla, 1948, pp. 166-168. 51 Obispado de Telde, págs. 133.138. Conquista de Tenerife, pp. 77-83. 30 ANTONIO RUMEU DE ARMAS timo intento bélico de Portugal por adueñarse del archipiélago afortunado, sometiéndolo a su influjo político. Conviene insistir en este punto, porque hasta ahora se ha venido considerando a Diogo da Silva como un ejecutor manda-tario de los condes de Atouguía y Vila Real, decididos a hpo-ner por la fuerza los derechos sobre Canarias dimanantes de la concesión de Enrique IV. Por esta errónea localización histórica los autores se han inclinado por datar la expedición en 1466. Como hemos de ver en seguida, apenas si se conocen detalles sobre la organización de esta jornada bélica de 1459, que fue acometida al igual que las anteriores (1424, 1450, 1451, 14531, en un momento que reinaba la paz entre las coronas de Portugal y Castilla ". Como se acaba de puntualizar, la expedición de Diogo da Silva fue organizada por el infante don Enrique en estrecha co-laboración con su sobrino y heredero el duque de Viseo don Fernando, de quien era «criado» el capitán lusitano responsable de la empresa. La armada portuguesa se presentó de improviso ante las costas de Lanzarote en una fecha indeterminada en 1459, segu-ramente en los meses postreros. La isla fue pasada material-mente a sangre y fuego, estándole reservada igual suerte a la ve-cina Fuerteventura. El objetivo tercero fue Gran Canaria. Como los castellanos sólo poseían en ella la torre de Gando -recién fundada-, Diogo da Silva ancló la escuadra en la bahía de este nombre, desem-barcó las tropas s la tomó al asalto. Poco tiempo más tarde llegaba a Gran Canaria, con navíos y tropas de refresco, el capitán Pedro Feo, a quien consideran los documentos como «privado del rey de Portugal)). Con estas fuerzas pudo acometer Diogo da Silva diversas incursiones por el interior de Gran Canaria. en una de las cuales llegó a apode-rarse de Telde, manteniéndose en la ciudad indígena por corto número de días. ¿Cuál fue la actitud de Diego de Herrera frente a la amenaza SERRAR ÁFOLS, [39], pp. 30-38. 384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 31 portuguesa? Como por un lado no se consideraba lo suficiente-mente fuerte para desalojar a Silva de las posiciones tomadas, acudió a la Corte para conseguir el triunfo por la vía diplomá-tica. Al mismo tiempo procuró hostilizar al portugués, pactando amistad con los guanartemes de Gran Canaria, víctimas comu-nes de sus ataques y tropelías. La famosa Información, de Cabitos, y El origen de las islas de Canaria, de Melián de Betancor, van a ser, a partir de ahora, nuestros únicos guías s. Cuando el rey de Castilla Enrique IV fue informado de la ola de violencias cometidm en el archipiélago protestó ante la Corte portuguesa con la mryor energía. Mas como el tiempo pasase sin rectificación de conducta, Herrera volvió por segunda vez a la carga, consiguiendo que el monarca castellano escribiese en Segovia, el 27 de junio de 1460, una carta a su cuñado Alfonso V, exigiendo inmediata reparación por la ofensa y los daños ". Para autentificar la nueva cronología propuesta, convendrá insistir en que el escribano de cámara y agente diplomático Juan Iñiguez de Atabe, tan buen conocedor de la corte de Lisboa y amigo'personal del príncipe navegante, atestigua que «por man-dato del infante don Enrique de Portugal vinieron sobre la dicha isla de Gran Canaria gentes armadas suyas, e conquistaron la dicha fortaleza e la tomaron por fuerza d'armas, e que la non pudo haber dellos fasta que desposó una fija suya con Diego de Silva, caballero portoguésn 5s RAFAETL ORRESC AMPOSC: arácter de la conquista y colonizacidn de las Islas Canarias, Madrid, 1901, pp. 121-206. Este autor publica la parte testifical de la Informacidn de Esteban Pérez de Cabitos (14T7). Sobre el lugar de conservación y la publicación de la parte documental, véase la nota 8. Parte de las noticias anteriores también se inspiran en las fuentes señaladas. De acuerdo con el itinerario regio el rey estaba en Segovia el 8 de julio de 1460. Procedía de Medina del Campo y se dirigía a Valladolid. Este pormenor refuerza notoriamente la veracidad de la noticia. TORRES FONTES: [341, p. 110, nota 8. 55 - Ibid., p. 155. El cronista portugués Gaspar Fructuoso, en sus fa-mosas Saudades da terra (en ((Fontes rerum Canariarum)) XII, La Lagu-na de Tenerife, 1964, p. 901, da a entender, con cierta vaguedad, que la expedicidn de Diego da Silva se efectuó en vida del infante don Enrique. Núm. 34 (1988) 385 32 ANTONIO RUMEU DE ARMAS La muerte de don Enrique el Navegante, en noviembre de 1460, acaso facilitase la solución de la doble contienda, militar y diplomática, aunque se demoró todavía por espacio de varios meses. Fue al fin en 1461 cuando el rey de Portugal expidió en Lisboa, el 10 de junio, una provisión, conminando a Silva a hacer inmediata entrega de la fortaleza al señor de las Canarias. En el intermedio (cuando todavía no se había consumado la resolución regia) Diego de Herrera pactó alianza con los guanar-temes de Gran Canaria, en un acto simbólico -sobradamente co-nocido-, que tuvo por escenario al Puerto de las Isletas, por testigo al obispo de Rubicón don Diego López de Illescas, recién - e posesionado de la mitra, y por data exacta los días 12-16 de N E agosto de i40i. O La hora, tan anhelada, de la paz se acercaba. Una carabela n - =m arribada de Lisboa trajo a Gando la orden de Aifonso V para el O E E capitán Silva, y, leida ésta, no pudo demorar por más tiempo el S E portugués la entrega de la fortaleza ". Lo curioso es señalar que = ios enemigos a muerte de ayer, se irocaron, bien pronta, en alia- 3 dos y parientes, concert6ndose para el futuro el matrimonio de - - 0 Silva con la hija mayor de Herrera, doña Maria de Ayala". m E Diogo da Silva quedó desde entonces en Gando como alcaide O de la fortaleza, en nombre y representación del señor de las Ca- n narias. Para mayor garantía de su limpio proceder, comparecid -E a en Lanzarote el 30 de septiembre de 1462, prestando solemne nl pleito-homenaje a sus futuros suegros. En el acta que suscribió n 0 se comprometía a no servir al rey de Portugal mientras regen- 3 O tase la aIcaldía de la fortaleza de Gran Canaria m. En 1463 Diogo da Silva se reintegró a la metrdpoli, alistb-dose en la expedición organizada por el rey Alfonso V, en cola-boración con su hermano el infante Fernando, para intentar, por segunda vez, la expugnación de Tánger. La flota se hizo a la mar Origen de las islas de Canaria, pp. 67 y 71-72. 57 El matrimonio de doña Inés Peraza (antes conocida por Inés de las Casas) debió efectuarse alrededor de 1445. Suponiendo que doña María de Ayala hubiera nacido entre 1446-1448, su edad, en 1462, oscilarfa entre los catorce-dieciséis años. Ibfd. Origen ..., p. 72. 386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS el 7 de noviembre arribando a Ceuta cinco días mas tarde. Du-rante tres meses (noviembre de 1463-enero de 1464) intentó apo-derarse de la plaza del estrecho en reiterados asaltos, sin acom-pañamiento de éxito pese al valor y heroísmo derrochados. La última operación, 19 de enero de 1464, tuvo un saldo catastró-fico: 200 muertos y 100 prisioneros. Entre los cautivos estaba precisamente nuestro Úitimo protagonista, Diego de Silva 59. 59 PINA: 1261, p. 509. PERES: [19], t. 111, pp. 437-440. Núm. 34 (2988)
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Título y subtítulo | El Mayorazgo de Carvajal : un precedente de la capellanía de coro de Teror |
Autor principal | Suárez Grimón, Vicente J. |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 34 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas |
Editorial | Cabildo de Gran Canaria |
Fecha | 1988 |
Páginas | p. 389-444 |
Materias | Canarias ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 3271831 Bytes |
Texto | PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIóN DE LAS CANARIAS MAYORES POR EL REY ENRIQUE IV DE CASTILLA A LOS CONDES DE ATOUGUÍA Y VILA REAL, VASALLOS DY PORTUGAL P O R ANTONIO RUMEU DE ARMAS 1. La concesión del señorio de las islas Canarias por Enrique IV al conde de Atouguia según las fuentes portuguesas. El testi-monio del cronista Barros La noticia de la concesión del señorío sobre las islas Canarias por parte & Enrlqi~eI V con& de At~)ug&s p: diw-figfi en letra impresa a mediados del siglo xvr, cuando el famoso cronista lusi-tano Joáo de Barros dio a la estampa su conocido libro Da Asia. Es de advertir el carácter tardío de esta fuente, pues haciendo referencia a sucesos supuestamente sobrevenidos en 1455 los re-gistru c m cfez nfins de FV~TISC). :' El presente trabajo se publicó en la Revisa de Indias, del C.S.I.C., en el volumen XLVI, numero 177, correspondiente a enero-junio de 1986. La Dirección de dicha revista le antepuso como primer titulo: Un as-pecto de la rivalidad luso-castellana por el dominio del Atlántico. Núm. 34 (1988) 355 2 ANTONIO RUMEU DE ARMAS Había nacido Barros en Viseo en 1496. Tuvo desde su juven-tud un papel muy activo en las empresas descubridoras de Por-tugal, participando de manera directa en las expediciones de aquel tiempo a Guinea y la India. Fue en plena madurez física e intelectual cuando sintió la atracción de la pluma, convirtiéndose en historiador. El libro que nos ocupa abarca las décadas com-prendidas entre 1412 y 1515. La primera edición se data en 1553- 1555. La apasionante crónica se divulgó por toda Europa, y de manera particularísima por España, rival de la nación lusa en la singular empresa de los descubrimientos. El texto registrado por Barros en Da Asia dice en el punto concreto de la concesión enriqueña lo siguiente: Depois em tempo del rey dorn Henrique, o quarto deste nome em Castella, quando casou con a reynha domna Ioanna, filha del rey dorn Duarte de Portugal, dorn Martin-ho de Taide conde da Touguia, que a Ievou a Castella, ouve del rey dorn Henrique estas ilhas das Canareas, por doacáo =e !he dzhs fez. El autor de la crónica alude a renglón seguido al traspaso que hizo de sus derechos el conde de Atouguía: .. . e elle as vendeo despois ao marquez dorn Pedro de Me-neses o primeiro de este nome. Por su parte, el segundo beneficiario hace dejación del se ñorio en el infante don Fernando, duque de Viseo, heredero di-recto de su tío el fmnsr, dnn Enrique e!. N~vegante'. E! texte prosigue así: . . . e o marquez as vendeo ao infante dorn Fernando, irmao del rey dom Affonso. O qual infante folgou de as comprar, 1 Era hijo del rey don Duarte (1433-1438) y hermano de Alfonso V (1438- 1481). Fue heredero de sus tíos don Enrique el Navegante (muerto en 1460) y don Fernando, prisionero de los marroquíes después del desastre de Tán-ger en 1437 (la muerte le sobrevino en Fez en 1443 estando en cautiverio). ANTONIOC AETANDOE SOCSAH: istória genealdgica da Casa Real portugueza, Lisboa, 1786, tomo 11, pp. 103, 114, 469-480 y 499-552. 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESI~N DE LAS CANARIAS MAYORES.. . '3 porque como era filho adoptivo do infante dom Henrique, seu tio, que ja tevera o senhorio destas ilhas, parecialhe que as nao comprava, mas que as her[e]dava delle2. Es de advertir el anacronismo en que incurre Barros, pues don Pedro de Meneses, conde de Vila Real, fue elevado a la cate-goría de marqués, por privilegio del rey Juan 11 despachado en Beja en la tardía fecha de 1 de marzo de 1489 3. Puesta en órbita la noticia, fue considerada poco menos que dogma de fe. La fecha de 1455 se consolidó, inconmovible, y el traspaso del señorío de las manos de Atouguía a las de Meneses y en última instancia al infante Fernando adquirió idéntico rango. Es de advertir qile la fecha de concesión del señorío de las Ca-narias le vino impuesta a Barros por la lectura de la Chrónica del rey D. Alfonso V, su autor Rui de Pina, en 1a que se destaca cómo la infanta doña Juana de Portugal fue ctlevada a Castella per a con-desa doña Guiomar e per o conde da Atouguia dom Marthinho, seu fylhon, quienes la entregaron a Enrique .IV en Córdoba y es-tuvieron presentes en la ceremonia de las bodas (23 de abril de 1455) '. En cambio, resulta curioso señalar que los cronistas castella-nos coetáneos -Alonso de Falencia, Diego de Valera, Diego Enrí-quez del Castillo '- silencian la participación de estos actores en el sequito y en el acto nupcial. . .... 2 Lisboa (Jorge Rodríguez), 1628, fol. 23 v-24. 3 SOUSA[l ],t omo V, p. 190 (lib. VI, cap. VI. 1 ctColleccáo de libros inéditos de História portugueza», Lisboa, 1790; tomo 1, p. 455. JUANT ORREFSO NTESI:t inerario de Enrique IV d e Castilla. Instituto Jerónimo Zurita, Biblioteca Reyes Catblicos, Murcia, 1953, p. 40. ALONSO DE PALENCIACr: ónica de Enrique IV (tomo CCLVII de la Bi-blioteca de Autores Españoles), Madrid, 1973, pp. 66-67 y 75-77. DIEGO DE VALERAM: emorial de diversas haeafias, Madrid (Espasa-Calpe), 1941, pa-gims 17-19, D I E GE~ NRÍQT E.L~. ~C ASTILLOC: rbnicn de .Enriq?i~e ! c?&nrt~ (tomo LXX de la Biblioteca de Autores Españoles), Madrid, 1953, pp. 107- 108. LonE~zoG AL~KDDEE ZC ARVAJACLr:ó nica de Enrique IT], edición d e J. Torres Fontes, Murcia, 1946, p. 103. Este autor es el ímico que tuvo una versión aproximada de algún componente del séquito de la infanta Juana. Se refiere a da Condesa de Atavagia. que desde Portugal avia venido con la reina. ..». 4 ANTONIO RUMEU DE ARMAS Un historiador español de extraordinario renombre, fray Bar-tolomé de las Casas, contemporáneo de Barros, se hizo eco en su conocida Historia de las Indias de las aseveraciones del portu-gués. Es de advertir al lector que la obra Da Asia aparece rebauti-zada en el párrafo que insertamos: Como sucedió el rey don Enrique IV.. .; y después casase con la reina doña Juana, hija del rey don D~iartey herme-na del rey don Alonso, a la cual trajo a Castilla don Martín de Taide, conde de Tauguía, en remuneración del servicio que le hizo en traerle la reina, le hizo merced y donación (según dice la Historia portoguesa) de las dichas islas [Ca-narias], y así parece que por aquellos tiempos no hobo !i~gzr& reñir !es reyes E O ~ T Pe ! ~ ~ f i &yg p ecpsiSn &!!ac. Dice más la Historia portoguesa, que el dicho conde de Tauguía las vendió al marqués don Pedro de Meneses, el primero, se-gún dice. de este nombre, y el marqués al infan-t, e don Pedro (sic), hermano del mismo rey don Alonso '. Eos historiadores regionales de ios sigios XVII y XVIII, h a n Núñez de la Peña y Castillo Ruiz de Vergara, se mantienen fieles a la versión de Jo5o de Barros, sin introducir la más leve varia-ción en el relato '. 2. La concesión se limitó a las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, beneficiando a los condes de Atouguia y Vila Real Hasta ahora se ha venido hablando de la concesión de las islas Canarias por Enrique IV ai conae üe Átouguía en i.155. hia iie-gado el momento de abordar los problemas que entraña la cédula de anulación de la merced, por estar en abiert,a contra-dicción con el tardío testimonio de Barros. La carta de revoca- Edicidn Millares Carlo, México (Fondo de Cultura Económica), 1951, tomo 1, p. 105 (lib. 1, cap. XIX). JUAN NWEZ DE LA -A: Conqz~ista y anttgüedades üe las islas de la Gran Canaria, Santa C m d e Tenerife, 1847, p. 6.5. PEDROA UUST~NDE L CAS-TILLO RUIZD E VERGARAD: escripción histórica I/ geográfica de las Islas de Canaria. Edición de Miguel Santiago, Madrid, 1948-1960, t. 1, fasc. 2, p. 267. 358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS PROBLEMÁTICA 17s TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 5 ción a los ccildes y confirmación a la familia Peraza-Herrera aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468. Pero antes de entrar en el examen de su contenido, parece obligado sefialar dónde se conserva el mencionado documento. Durante !a etapa de gobierno señorial pleno en las islas Ca-narias ( l402-14'i 7) surgieron serias desavenencias entre los deten-tadores del poder y sus vasallos, que obligaron a la corona a tomar cartas en el asunto. La más grave de estas disputas estalló en hnzarote en 1476, forzmdo a los Reyes Católicos a enviar un pesquisidor, Esteban Pérex de Cabitos (16 de noviembre de 14761, con encargo expreso de llevar a cabo una minuciosa información. Con declaraciones de testigos y documentos aportadni por las partes contendientes se fue montando en Sevilla la famosa Información de Cubitos, de interés capital para la historia de las rivalidades laso-castellanas en el ámbito del Océano Atlántico, que hoy se guarda en la Biblioteca del Monasterio del Escorial '. Pues bien, uno de los más valiosos documentos presentados por la familia sellosial Peraza-Werrera fue la carta de revocación. La lectura del diploma nos depara varias sorpresas. La primera que las islas concedidas fueron las tres mayores: Gran Canaria, Tenerife y La Palma, frente a la opinión de Ba-rros y sus seguidores, que extendían el derecho a todo el archi-piélago. La segunda novedad es el número de los beneficiarios, pues fueron dos en lugar de uno, con trato absoluto de igualdad. Los apellidos mareeen equivocados; pero los nombres y los títulos permiten la perfecta identificación. Se llamaban, de acuerdo con el texto del diploma: «el conde de la Tuguía don Martín Gonqalw de Castro e don Pedro de Castro, conde Villarreal, vasallos na-turales del reym de Portugal» '. "Signatura: ij-X-26lEst. 16.2. Una copia, ejecutada en el siglo XVIII, se conserva en la Elblioteca del Palacio Real de Madrid (Manuscrito 11, 2.660). La parte documental -única que en este momento nos interesa-ha sido publicada por GRECORICOH IL Y NARANJOE:s tudios históricos, climatoldgicos y patológicos de las Islas Cur,arias, Las Palmas, 1880, t. 11: pp. 518-634. Ibid., pp. 592-596. El párrafo transcrito en la p. 592. ANTONIO RC-MEC DE ARMAS: España en el Áfricu Atlántica, Instituto de Estudios Afri- Núm. 34 (1985) 359. 6 ANTONIO RUMEU DE ARMAS La tercera sorpresa es la datación de la gracia, que aunque no se explicita está en abierta contradicción con la fecha consa-grada de 1455. Como se trata de un extremo que requiere sutileza en la argumentación y tiempo para desarrollar reservamos para otro lugar el planteamiento cronológico ''. La cédula de revocación fue conocida en las postrimetrías del siglo XVI por un memorialista desconocido, el licenciado Luis Melián de Betancor, autor de un escrito, recién publicado, que lleva por título: El origen de las isks de Canaria. Después de re-ferirse a los donatarios: ({don Manuel Gonzáiez de Castro, conde de Ortugio, y don Pedro de Castro, conde de Villarreal)), asegura que el rey don Enrique «dedar6 ser las islas de el nnhle caba-llero Diego de Herrera, verdadero señor de ellas y de Mar Pe-queña ..., por una provisión dada en Plasencia a 6 de abril de 1468)) 'l. El insigne cronista Jerónimo Zurita, contemporáneo del me-morialista acabado de citar, tuvo que tener asimismo acceso a un texto destilado del documento original. Véase cómo se ex-presa, en abierta contradicción con sus predecesores: EI rey don Enrique.. ., con gran facilidad y bien ligeramen-te lo otorgó a dos cavalleros particulares, vasallos del rey de Portugal, que fueron los condes de Atouguía y Villareal, a quien hizo merced de aquellas islas; aunque el año de 1460 lo revocó, reconociendo el agravio y deshonor que hazía a la Corona de Castilla, con color del perjuyzio que en ello recibía Diego de Herrera, y confirmóle a él y a doña Inés Pera~as, u muger, e1 derecho que tenían en aquellas islas la. canos, Madrid, 1957, t. 11, pp. 4-8. El error de la Cancillería regia caste-llana tiene,cierta explicación para el conde de Atouguia, puesto que su padre se llamaba Alvaro Gongalves de Ataide y su madre (sobrsdamen-te conocida) Guiomar de Castro. En cambio, el equívoco en cuanto al nombre verdadero del conde de Vila &a1 no tiene atenuante posible. Véame más adelante los epígrafes 4 y 5. 10 Véase la parte 111. 11 ANTONIO RUMEU DE ARMAS: ((E1 origen de las islas áe Canarias)), del licenciado Luis MeIian de Betancort, en ANUARIO DE ESTUDIOAST LÁN-TICOSn, úm. 24 (año 1978), pp. 15-79. El párrafo reproducido en la p. 71. 12 Anales de la Corona de Aragón, Za.ragoza (Diego Dormer), 1668, 360 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS El cronista regional Tomás Marín y Cubas, que escribe en las postrimerías del siglo XVII, cita a Zurita como fuente digna de fe, y se limita a copiarlo, sin alterar la sustancia sino tan sólo las palabras 13. Mención particular hay que hacer del erudito historiador don José de Viera y Clavijo, pues al tener acceso directo a la Infor-mación de Cabitos defiende la veracidad del documento enri-queño, y, por ende, la concesión conjunta a los dos nobles lusita-nos, mostrando su disconformidad con la tesis sustentada por Barros. A la hora de identificar a los aristócratas se permite hacer extrañas combinaciones de apellidos, llamando a los do-natario~ «don Martín de Ataide González de Castro, conde de Atouguia, y don Pedro Meneses de Castro, conde de Villa Real» 14. Viera y Clavijo fuc el primero en dar a conocer el párrafo más sustancial de la carta real de revocación de 6 de abril de 1468'15. Los historiadores regionales contemporáneos, y de manera especialísima Millares Torres, Serra Rafols y Bonnet Reverón, se mantienen en plena identificación con su inmediato prede-cesor lb. t. IV, fol. 311. La fecha de revocación que apunta Zurita: 1460, puede ser una simple errata de imprenta, donde ponía: 1468. l3 Historia de las Siete Islas de Canaria, 1694 (manuscrito), Biblib-teca del Museo Canario de Las Palmas, p. 89. l4 La solución la encuentra en poner el apellido auténtico como p t - mero y el de la carta de revocación como segundo. l5 Noticias de la historia general de las islas de Canaria, Madrid, 1772, t. 1, PP. 448-449. l6 AGGSTÍN MILLARETSO RRESH:a stona general de las islas Canarias, Las Palmas, 1893, t. 111, p. 170. ELÍASS ERRRAÁ FOLCL: OS portugueses en Canarias, La Laguna, 1491, p. 39. BUENAVENTUBROAN NETY RETER~N(:~ Die-go de SiIva en Gran Canaria (1466-1470). Tradiciones y leyendas», en El Museo Canario, núm. 20 (a150 1946), pp. 2-4. Núm. 34 (1988) 361 8 ANTONIO HUMEU DE ARMAS 3. Identificación de Martin de Ataide, conde de Atouguía. Vinculaciones familiares con Canarias El conde de Atouguía (aludido erróneamente con otros nom-bres similares: Touguía, Tauguía, Tuguía, etc.) es identificado por la tradición histórica en su patronímico con Martín, y en cuanto a su apellido con Taide (Barros), Goncales de Castro (cédula de 1468) y Ataide González de Castro (Viera). Veamos ahora cual era su exacto nombre y filiación. Martín Goncalves de Ataide, segundo conde de Atouguía, era hijo de Alvaro Goncalves de Ataide, primer conde de dicho nombre, y de su esposa doña Guiomar de Castro ' l . De nuestro personaje, el segundo conde, nos interesa desta-car que fue capitán mayor del Algarve y alcaide mayor de Ca-minha. Estando en la corte, como gentilhombre, al servicio del rey Alfonso V recibió, en unión de su madre la condesa viuda dufia Guiomar: el encargo de trasladarse a Castilla, en la pri-mavera de 1455, en el séquito de la infanta doña Juana para hacer entrega personal de la misma a su prometido el rey En-rique IV de Castilla. Las bodas se celebraron en Córdoba, como ya se ha dicho, el 23 de abril del a50 expresado la. Precisa advertir, para evitar confusiones, que en el séquito de la futura reina iba una bella joven llamada Guiomar de Cas-tro, que, al correr del tiempo, acabaría siendo favorita del mo-narca castellano. Era hija natural de Alvaro de Castro, primer conde de Monsanto y sobrina-nieta de su homónima, la dama de < coixI;ama de !a k9a::to hsitanu 19. 17 Sus abuelos paternos se llamaron Martín Gongalves de Ataide y Mencía Vasques Coutinho y los maternos Pedro de Castro, señor de Ca-daval, y Leonor Téllez de Meneses. l8 Libro de linhagens do sBculo XVZ. Edición de Antonio Machado de Faria, Lisboa, 1956, pp. '212-220; especiaimente pp. 213-214, y Encicio-pedia portuguesa-brasileira. Vease páginas atrás el epígrafe 1. l9 Alvaro de Castro murió heroicamente en la conquista de Arcila (1471). Este personaje era hijo de Fernando de Castro, gobernador de la casa del infante don Enrique y de su esposa Isabel Goncalves de Ataide. DAMIAO PERES: Histdria de Portugal, Barcelos, 1931, t. 111, p. 445. 362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS nKartín Galncalves de Ataide 1- GENEALOGfA IIE M.AR,TfN GONCALVES DE ATAIDE, CONDE DE ATOUGU~A Mencía Pedro Ieonor Pedro Vasques de Castro 'relles de Castro Coutjnho señor de Cadaval de Meneses señ.or de Cadaval Alvaro Goncalves de Ataide l..- Conde de Atiougía Guiomar de Castro I I Leonor Martín Telles Goncalves de Meneses de Ataide Mencía Vasques Coutinho Fernando de Castro Gobernador de la Casa Isabel Goncalves del Infante don Enrique de Ataide Mastín Gon~alves de Ataide 2: Conde de Atouguía Catarina de Castro 10 ANTONIO RCMEU DE ARMAS No se puede precisar el tiempo de permanencia en Castilla de Martín de Ataide y su madre la condesa viuda. LHabia un interés particular por parte de Atouguía en su de-manda del señorío de las Canarias mayores? Se impone contes-tar afirmativamente. Si nos atenemos a la Crónica de Guin4 de Gomes Eanes de Zurara, su padre Álvaro Gonqalves de Ataide, primer conde de Atouguia, navegando en 1455 a1 continente afri-cano, se detuvo por espacio de varios días en las islas de La Go-mera y La Palma, trabando relación con dos indígenas afectos, los régiilos Bruco y Piste (que se decían amigos del infante don En-rique), y depredando a sus anchas por el contorno de las mis-mas 20. La esposa aei conde de Aioügüia, doha Catarina de Castro, también estaba familiarizada con el nombre de las Canarias, puesto que su padre Fernando de Castro, gobernador de la casa del infante don Enrique, hr?bía capitaneado, en 1424, una pode-rosa expedición (2.500 infantes y 120 jinetes) que intentó en vano apoderarse de ia isia ue Gran Canaria". Era tan intrincada la relación entre !os Ataide y los Castro, que finalizó en doble unión de sangre. El primer conde de Atou-guía contrajo matrimonio con Guiomar de Castm e Isabel Gon-calves de Ataide con Fernando de Castro. Los hijos de este doble enlace Martín de Ataide, segundo conde de Atouguía, y Catarina 20 Crónica dos feitos de GuinSs, Lisboa (Agencia geral das Colónias), 1949, t. 11, pp. 303-312 (capítulo LXVIII). SERRA RÁFOLS, [16], PP. 34-35 Y 58-62. 21 Ibid., pp. 2-22 y 33. PERES: [19], t. 111, pp. 360, 409 y 426. ANTONIO BAIAOH, ERNANCI IDADEy MANUEML URIASH: istdria do expansáo portu-guesa no mundo, Lisboa, 1938, fasc. 10, pp. 294295 y 298. Fernando de Castro, siempre al servicio del infante don Enrique, tomó activa parte, en unión de sus hijos Alvaro y Enrique, en la desgraciada expedici6n contra Tánger (1537). Una de las comisiones más honrosas que recibió en su vida fue negociar el rescate del infante don Fernando, cautivo en Fez de resultas del desastre. En 1441, cuando se díngía a Ceuta a cum-plimentar el encargo, se le cruzó en el camino un pirata a la altura del cabo de San Vicente, sucumbiendo en la feroz pelea. Por esta fortuita circunstancia fue enterrado en Faro. Fernando de Castro y doña Guio-mar, condesa de Autoguía, eran hermanos. 364 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de Castro, dos veces primos hermanos, se unieron en casamien-to, de acuerdo con las absurdas prácticas de la época dentro del estamento nobiliario 22. 4. Relevante personalidad de Pedro de Meneses, conde de Vila Real. Enlace con la estirpe real de Braganxa Al segundo personaje implicado en la adquisición de las Ca-narias lo identifica Barros, junto con los autores que le siguen, como «el marqués don Pedro de Menesesn. En cambio, los cro-nistas que tuvieron acceso -directa o indirectamente- a la cédida de revocación lo denominan «don Pedro de Castro: conde de Villarreal)). Dos conocidos autores españoles, Viera y Clavijo y Millares Torres, encontraron en la fusión de apellidos un punto de con-cordia, bautizándolo con el nombre de {(Pedro Meneses de Cas-tren. Nuestro personaje se llamaba en realidad Pedro de Meneses, sin que se descubra en su genealogía ningún parentesco de con-sanguinidad con los Castro. Usó en vida los títulos de conde de Vila Real, conde de Ourem, marqués de Vila Real y señor de Almeida. El cargo más importante que ejerció durante su pro-vechosa existencia fue el de capitán de Ceuta (1460-1465), ha-ciendo el número quinto en la lista de estos mandatariosz3. Como cabeza de linaje escogeremos al abuelo materno, Pedro de Meneses, conde de Viana y conde de Vila Real, soldado de extra"rdinario prestigio, se c"r"nf de fama gi"ria en ia expugnación y conquista de Ceuta (14151, sirviendo a las órdenes del rey de Portugal Juan I y en estrecha colaboración con los in- Libro dos linhages ..., pp. 79-98; especialmente las pp. 92-94. Enci-cZoxmdin portu~esa-brasileira. JoÁo MARTIDNA SILVAM ARQUESD:e scobrimentos portugueses, Lis-boa, 1944, t. 1, p. 570. El documento núm. 447 reproduce la cédula nom-brand. 0 capitán de Ceuta al conde de Vila Real (Santarem, 29 de junio de 1460). Los inmediatos predecesores fueron el conde de Odernira y el marqués de Villaviciosa. Los dos primeros capitanes, Pedro de Meneses y Fernando de Noronha, serán biografiados en párrafos inmediatos. 12 ANTONIO RUMEU EE ARMAS fantes don Duarte, don Pedro, don Enrique y el bastardo don Alfonso, conde de Barcelos. Cuando el ejército lusitan~s e retiró a la metrópoli, quedó al frente de la plaza, como primer capitán, el personaje que nos ocupa, cuyo gobierno desempeñó hasta el momento de su muerte, sobrevenida en 1437 ''l. Pedro de Meneses tuvo de su enlace con Margarida de Miran-da una hija llamada Beatriz que, andando el tiempo, contraería matrimonio con Fernando de Noronha, de ilustre prosapia cas-tella. no-lusitana. Bastara con declarar que sus padres fueron Al-fonso Enrícpez, conde de Noroña y de Gijón, y doña Isabel de Portugal, y los abuelos respectivos los reyes Enrique 11 de Cas- D tilla y Fernando 1 de Portugal. Meneses «el africano» renunció en vida al t.ít.i~Lod e conde de Vila Real, con ~ h j e t ed e qce e! rey don Duarte pudiera otorgarlo a su yerno. Fernando de No- g ronha fue a la rnrierte de su suegro segundo capitán de la plaza de Ceuta (1438-1445) E 2 E Pues bien, de esta unión nació Pedro 11 de Meneses, conde-msrqu6s de E??& jr C U ~ ~ ~ & CI GI ,M G se h8 echo, de Ceüta, 2 émulo en las empresas africanas de su padre y abuelo. Este es m el segundo beneficiario de la concesión por parte de Enrique IV de Castilla de la soberanía sobre las Canarias mayores. O Hay que destacar, por su importancia, el matrimonio que contrajo con doña Britez de Braganza, por cuanto iba a empa- k rentarlo con la familia real. La esposa era hija de Fernando, segundo duque de Braganza, nieta de Alfonso, conde de Barcelos y primer duque de Brzganza y bisnieta de Juan 1 de Avis, el $ fundador de la dinastía de este nombrez6. ~"OIVIES EANESDE ZURARAC:l zrdnica do conde D. Pedro dc Menexes, en ctCollecqáo de livros ineditos de História portuguezan, Lisboa, 1790, t. 11, pp. 220-626. Se trata de una biografía completa y extensísima. El fallecimiento en las pp. 624-626. PERES: [19], t. 111, pp. 385-406. 25 Livro de linhagens [18], especialmente las pp. 213-214. PEDRO JE-R ~ N IMOD E PONTE:L ibro de ¿os linajes de España (manuscrito de la Real Academia de la Historia), t. XXXiV, fols. 313v-315v., y ANTONIO CAETANO DE SOUSA: História genealdgica de la Casa Real portugueza, Lisboa, 1786, t. V, PP. 192-195. 2G Ibid. (Sousa), pp. 1-176 y 187-195. La boda se verificó en 1462, sien-do Pedro de Meneses capitán y gobernador Oe Ceuta. RUI DE PINA: Chró- 366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS GENEALOGfA DE PEDRO II DE MENESES, CONDE DE VILA REAL Pedro 1 de Meneses Alfonso Enríquez Conde de Vila Real y de Viana Conde de Noronha y Gijón Isabel de Portugal 1: CapMn-gobernador de Ceuta Margarida de Miranda I I I I ~e:rnandod' e Noronha Conde de Noronha y de Gijón 2P Capitán-gobernador de Ceuta l Beatriz de Meneses l Pedro 11 de Meneses C'onde de Vila Real 5: Capitán-gobernador de Ceuta 14 ANTONIO RUMEU CE ARMAS Pedro 1 de Meneses «el africano)) tuvo, de distintas concu-binas, dos hijos ilegítimos, Duarte e Isabel de Meneses 27. El primero, Duarte de Meneses, fue un verdadero héroe, émulo de su progenitor. Asumió en tres ocasiones la capitanía interina de CeutaZ8M. ás tarde desempeñó la capitanía de Alcá-cer- Ceguer. La muerte le sobrevino en 1464 en una expedición contra Arcila mandada por el rey Alfonso VZ9. Isabel de Meneses contrajo matrimonio con un hidalgo por-tugués Rui Gomes da Silva. De esta unión había de nacer Diogo da Silva de Meneses, más conocido con el nombre castellanizado de Diego de Silva. Este personaje estuvo al servicio del infante a don Enrique y de su sobrino y heredero el infante don Fernando, N E de quien los documentos le titulan ((criado,,. Participó a las drde- O nes de ambos en la conquista y defensa de Alcácer-Ceguer, en n - =m 1458, y por su mandato expreso llevó a cabo, en 1459, una irn- O E E portante expedición depredadora contra Lanzarote, Fuerteventu- S E ra y Gran Canaria 30. = Superada la etapa bélica de rivalidad entre Portugal y Cas- 3 tilla, en el escenario de las islas Canarias, Diogo da Silva con- - - 0m traería matrimonio con doña María de Ayala, hija de los señores E del mencionado archipiélago Diego García de Herrera y doña O Inés Peraza. Con el transcirrrir del tiempo fue ayo del rey don n E Manuel 1 el Afortunado, quien le agracid con el título nobiliario - a de conde de Portalegre (1502) 31 2 n 0 nica del rey D. Alfonso V, Lisboa, 1790, t. 1, p. 493. Según este autor, 3 Pedro Meneses, capitán de Ceuta, se hallaba en Lisboa en 1463, incorpo- O rándose a la expedición de Alfonso V contra Tánger. 27 La madre de Duarte fue Isabel Domingiies Pessegueora. La de Isa-bel se desconoce. 2a La primera vez durante Ia ausencia de su padre en 1424. La se gunda por idéntico motivo en 1432-1434. La tercera al sobrevenir el fa- !!eclmientn de! prcgenit~r, l437-14Z. Zr-ma~, [X!. 29 RUI DE PINA: Chrónica do conde D. Duarte de Meneses, en «Collec-cáo de livros inéditos de História portuguezan, Lisboa, 1793, t. 111, pá-ginas 362-370. Toda la obra está dedicada a exaltar la vida del protaga-nista con la máxima puntualidad. Véase más adelante la parte 111. 31 Rui Gomes de Silva, padre del conde de Portalegre, era hijo de Aires Conles da Silva y de Estebanina Martines. Fue alcaide mayor de 368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS 5. La merced tuvo que s a otorgada en Gibraltar, en 1464, después de la entrevista entre Enrique IV de Castilla y Alfonso V de Portugal La datación de la merced es un problema arduo, pero asequi-ble. Es de importancia decisiva por cuanto altera buena parte de la cronología canaria cuatrocentista, que parecía hasta ahora inconmovible. Para llevar a cabo nuestra complicada tarea nos va a servir de guía el párrafo más importante de la carta real de revocación de 1168. Enrique IV se expresa en estos términos: Sepades en como, a subjestión e gran ynportunidad del conde de la 'IRigia, don Martín Goncález de Castro, e de don Pedro de Castro, conde de Villareal, vasallos naturales del reyno de Portugal, e de otra personas por su parte, seyendo sobre ello mucho molestado; e por la gran división e dis-cordia que por entonces hera en estos mis regnos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced d.e las yslas de Grand Canaria e de Tenerife e de la ysla de La Palma., situadas en las mis inares de España". Permítasenos ahora alterar el orden de las afirmaciones re-gias y numerarlas, por nuestra propia conveniencia y para ma-yor claridad en el desarrollo de los sucesos. Helas aquí: Campo Mayor y Ougela. Intervino en la conquista de Ceuta (1415), ha-ciéndose notar por su valentía. hXuri6 en 1449 en la famosa batalla de Alfarrobeira, combatiendo en las huestes del infante-regente don Pedro contra las tropas que acaudillaba su sobrino el joven rey Alfonso V. Andando e1 tiempo el monarca luso devolvió a la familia los bienes con-f iscados . n b r r r r kiirrr f o r n ~ c n o A a orto mqtr.imnnin f~~nrne conto Rriotrin & V l l l U 3 I I I J V L 3 LC.IIIVUVU UC CUUb A I I U Y L I I I I V I A I V LUUIVLA !U VUIZYU YIUUA-Silva, fundadora de la orden de Concepcionistas franciscanas, y Juan de Silva. en religión beato Amadeo, reformador en ItaIia de los minoritas (Amadeos), rama desgajada de los observantes. Libro de linhagens, 1181, pp. 103-118 y 121. LUISD E SALAZAY RC ASTRO: Historia genealógica de la Casa de Silva, Madrid, 1685, t. 11, pp. 10-65; especialmente las pp. 51-62. Y Enciclopedia portuguesa-brasileira. a Véanse las notas 8 y 9 de este estudio. Núm. 34 (1988) 369 16 ANTONIO XUMEU DE ARMAS 1. La concesión se hizo en época de conmociones públicas y alteraciones de orden. 2. La donación benefició a los dos condes, con igualdad ab-soluta de derechos. 3. El monarca estuvo presente en la entrevista con los con-des, que ejercieron sobre su voluntad ruegos y presiones de toda índole. 4. Otros personajes asistentes a la entrevista apoyaron con entusiasmo y acaloramiento la petición de gracia en favor de Atouguía y Vila Real. a N Empecemos ahora con la exégesis eliminando la datacidn del eronic'~ Juau de Darros. O n El año 1455 fijado por el lusitano (bajo el espejismo de las % bodas de Juana de Portugal con Enrique IV y la probada presen- EE cia del conde de Atouguía como cortesano acompañante) es im- SE posible de todo punto, por una simple y sencilla circunstancia: fue ei dnico año de auiéntica paz dei reinado. El monarca castellano, así que dio inicio a su gobierno pro- - 0m curó atraerse a los nobles disidentes y a los exiliados políticos, E dictando un perdón general con reintegración de bienes y hacien-das. Se acerc6 a Navarra y Aragón, firmando generosas paces con ambas. Y a la hora de liquidar los litigios con los famosos infantes de Aragón les otorgó rentas del tesoro castellano a cambio de renunciar a la posesión de villas y propiedades. Una campaña contra Granada sirvió de estímulo esperanzador a las tropas emplazadas en la frontera Este breve período de bienandanza no puede ser el que re-gistra la carta de revocación, con siniestras palabras: «por la gran división e discordia que entonces hera en estos mis regnosu. Con independencia de ello, resulta inadmisible que una con-cesión de 1455, que lesionaba abiertamente los derechos de la familia Peraza-Herrera, señores de las Canarias, no fuese revoca-da hasta trece años mas tarde. 33 PALFNCIA: [5], pp. 59-77. DIEGO DE VALERA: Memorial de diversas kazañas, Madrid (Espasa-Cdpe), 1941, pp. 5-40. ENRÍQUEDZEL CASTILLO: 151, PP. 99-109.Y GAL~NDEDZE CARVAJAL[5: 1, PP. 75-111. 370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESI~ND S LAS CANARIAS MAYORES ... 17 El problema capital para la datación estribaba en descubrir un lugar y una fecha en que coincidiesen Enrique IV, el conde de Atouguía y el conde de Vila Real. Después de infinitas bús-quedas hemos descubierto al fin la conjunción señalada. La en-trevista se llevó a efecto en Gibraltar en enero de 1464. Entre los días 6-7 de dicho mes se tuvo que verificar la merced enriqueña a los condes Las circunstancias imponen que señalemos algunos antece-dentes. Por la fecha que estudiamos, Castilla ardía en disensiones internas, conspiraciones y tumultos, que eran anuncio de una inminente crisis general. El desprestigio de la monarquía y de quien encarnaba la magistratura suprema estaban llegando a limites insospechados. La situación en Andalucía, y particular-mente en Sevilla, era tan anárquica, que el monarca se vio for-zado a realizar una larga jornada en vano intento por imponer el orden. Durante este viaje acabó recalando en Gibraltar en las postrimerías de 1463, con objeto de visitar la plaza fuerte del estrecho, recién arrebatada a los moros granadinos 35. No lejos de él, aunque mar por medio, se hallaba entonces refugiado en Ceuta el rey de Portugal Alfonso V, llevando en su séquito al infante don Fernando y al conde de Atouguía. En aquel momento la plaza africana estaba administrada y defendida por el gobernador-capitán conde de Vila Real. El monarca luso, tomando a Ceuta como cuartel general y a Alcácer-Ceguer como punto crucial de apoyo, va a realizar, entre noviembre de 1463 y abril de 1464, tres sucesivos ataques militares contra Tánger que acabaron en rotundo fracaso, con elevadas pérdidas en muertos y prisioneros. Quiso el rey Alfonso sorprender entonces Arcila; pero la operación iba a costarle la vida al heroico Duarte de Meneses, capitán-gobernador de Alcácer-Ceguer 36. 34 Ibid. FALENCIAp, p. 142-144; ENRKQUEDZ n C ASTILLOp, . 131. JUAN TO-RRES FONTES: Itinerario de Enrique I V , Murcia, 1953, p. 151. 35 Ibid. PALENCIAp, p. 140-144. FINAS[2 6], t. 1, p. 516. FERES: [19], t. 111, pp. 437-440. El rey de Portugal había recompensado al héroe con el titulo de conde de Viana de Caminha ( 1460). Núm. 34 (1988) 371 18 ANTONIO RUMEU DE ARNAS Así que conoció Enrique IV la presencia de su cuñado le invitó a cruzar el Estrecho para tener con 61 una entrevista. De esta manera los. reyes de Castilla y Portugal dialogaron, al am-paro de los muros de Gibraltar, alrededor de los días 6-7 de enero de 1464, conforme se ha dicho líneas atrás. El monarca castella-no solicitó de su colega un apoyo efectivo contra la nobleza re-belde de su reino que alentaba el levantamiento de su propio hermano el infante Alfonso. Y para consolidar la amistad y co-laboración se propusieron por ambas partes nuevos enlaces ma-trimoniales principescos. Rui de Pina, historiador áulico coetáneo, da fe en la Chrdnica a del rey D. Alfonso V de la presencia en Gibraltar del conde de Autouguía (te de muitos outros do Conselho e gentis homens fy- O n dalgos de sua casa» 37. Aunque no se nombre de manera expresa por el cronista, se impone considerar presente al capitán-gober- EE nador de Ceuta conde de Vila Real. No estará de más señalar 2 E que el monarca luso en sus reiterados desplazamientos se hizo acompañar por Pedro de Meneses3. 3 Después de las conversaciones regias reservadas, habia llega- nm-do el momento de coaccionar 8 Enrique IV, con insistentes rue- E O gos y súplicas en pro de la concesión de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, todavía insumisas, a los condes de Atouguía y Vila n E Real. AIfonso V debió poner en juego su astucia y habilidad. - a Diversos consejeros lusos se unieron a la demanda. Y al fin la n débil voluntad de Enrique IV se doblegó a las imploraciones de n sus interlocutores. O3 37 Lisboa, 1790, t. 1, p. 510. La entrevista entre los monarcas también la registra este cronista, pp. 510-511. 38 Zbld., pp. 497, 513-514 y 516. Los reyes de Castiiia y Portugal se volvieron a ver en el Puente del Arzobispo en abril de 1464; pero esta entrevista no reúne la circunstancia de la presencia física de los actores involucrados en la cesión. T O RFO~ N TE[S3,4 3, p. 155. 372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMATICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 19 11. RECONSTRUCYC DI~ESNAR ROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS 1. La política ajroatlántica del principe don Enrique el Navegante Durante la primera mitad del siglo xv los reyes de Portugal Juan 1, Duarte 1 y ALfonso V reivindicaron, frente a Castilla, el dominio y posesión, total o parcial, de las islas Canarias. Les arrastraba a ello una doble motivación: el valor estratégico del archipiélago como importante escala en la ruta del Atlántico Sur, con Guinea como primera visible meta: y la obsesiva política de integridad afroatlántica, rota por el enclave castellano. El hábil conductor de esta política hasta el día mismo de su muerte (1460) fue el famoso don Enrique el Navegante, quien contó en el último período de su vida con la colaboración de su sobrino y heredero el infante don Fernando. En el despliegxe de esta política de signo regio, en cuyos deta-lles resulta imposible eritrar, cabe distinguir dos etapas, sepa-radss por la fecha bisagra de 1448. El primer período (1415-1448) es de tanteo. Don Enrique para el logro de su objetivo ensaya todos los procedimientos a su alcance. En primer lugar, las expediciones militares. Valgan como ejemplo las de Joiio de Trasto con Gran Canaria como meta, en 1415, y In de Fernando de Castro, en 1424, en idéntico escenario, ambas con resultados desfavorables. El segundo objetivo del plan fue Is penetración pacífica. El infante Enrique pactó alianza con uno de los bandos de la isla de La Gomera llevando a cabo una paralela acción misional en beneficio de los eborígenes. La expedición de Alvaro Goncalves de Ataide -en otro lugar referida- tuvo que ver con esta disi-mulada acción. Reciierdense sus contactos con los régulos Bmco y Piste {{servidores do inffante)), a los que por cierto trasladó a Portugal, para mejor ganar sus voluntades con obsequios y regalos. Mayor audacia revistieron otras medidas. El mal paso del Núm. 34 (1988) 373 20 ANTONIO RUMEU DE ARMAS príncipe Enrique, de solicitar de Juan 11 el señorío de las Cana-rias fue una paladina confesión del reconocimiento de la sobe-ranía de Castilla. Y en última instancia la gestión cerca del pon-tífice Eugenio IV de una bula de concesión de las islas habita-das por infieles, propósito logrado, que pudo abortar la diplo-macia castellana. A mediados del siglo xv, por una serie de complicados traspa-sos, el señorío de las islas Canarias se había concentrado en la persona del noble andaluz Fernán Peraza, salvo la isla de Lan-zarote, cuya jurisdiccich quedd en las manos de Maciot de Bé-thencourt, el sobrino del conquistador normando. En 1448, este enigmático personaje vendió su señorío al infante don Enrique, quien se posesionó de la isla acabada de mencionar nombrando un gobernador y acantonando un presidio. Pero a la postre los pobladores se sublevaron, expulsaron a los lusitanos y pidieron al rey Juan 11 someterse a su directa autoridad. El monarca tan sólo se decidió a designar un secuestrador, cargo que recayd en Juan Iñiguez de Atabe (1450). Fue este el momento más grave del largo proceso de incorpo-ración de las Canarias a la Corona de Castilla. En primer lugar, el infante don Enrique reaccionó con extra-ordinaria violencia. Tres expediciones casi consecutivas: 1450, 1451 y 1453, asolaron la isla de Lanzarote, haciendo víctimas a sus moradores de desmanes sin cuento. En segundo término la diplomacia castellana tuvo que em-plearse a fondo para frenar las iras desatadas del infante. Por ultimo, los tribunales reconocieron, por sentencia dictada en 1454, el derecho preferente a la isla de Lanzarote de doña Inés Peraza (hija de Fernán), consolidando en ella el señorío integral de todo el archipiélago. Un cuarto factor hay que señalar. la presencia de navíos an-daluces en las costas de Guinea al promediar la centuria, cir-cunstancia que alarmó sobremanera a Portugal, arrastrbdola por el camino de la negociación. En 1454 hubo un acuerdo tácito entre Castilla y Portugal para el respeto mutuo de las áreas de expansión. 374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS I~ROBLEXIÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 21 A este conjunto de favorables circunstancias deberán las islas Canarias un lustro de paz (1454-1459)j9. Las rivalidades atlánticas y la contienda extraoficial van a reanudarse, con singular violencia, en el úItimo año de la vida del infante don Enrique y primeros de la actuación de su here-dero don Fernando (1459-1461), teniendo como principal prota-gonista al afamado capitán Diogo da. Silva de Meneses. Pero como estos acontecimientos bélicos se han considerado hasta ahora dimanantes de la concesión del señorío de las Cana-rias mayores por Enrique IV a los condes de Atouguía y Vila Real, posponemos para el final de este trabajo la alusión a los -:.-.-,m 40 llL13111U3 . 2. Cambio de táctica. La reivindicacidn de las Canarias, empresu privada. Gestiones en la corte pontificia Si la reivindicación por Portugal del señorío de las Canarias, con intento de posesión y a la larga de soberanía, había tenido la categoría de problema de Estado durante la vida del infante don Enrique, su desaparición, en 1460, iba a dar un giro insos-pechado al desarrollo de los acontecimientos. A partir de 1462 las aspiraciones lusas al dominio político del archipiélago van a encubrirse tras el telón de fondo de una empresa privada. Ahora bien, ¿actuaba los condes de Atouguía y Vila Real por cuenta propia, de espaldas a la corona, o era el rey Alfonso V quien movía los hilos de la negociación, con extraordinaria ha-bilidad y astucia? No se puede responder, de manera categórica, en un sentido o en otro. Sin embargo, el respaldo y apoyo del monarca portu-gués a las aspiraciones de cada uno de los condes y la injerencia E~í a sS ERRRAAF OLS; LOS portugaeses en Canarias, La Laguna, 1941, pp. 15-38. ANTONIO RUMEU DE ARMAS, en Piraterias y ataques navales contra las isias Canarias, Maüria, i94i, t. 1, pp. 3-34, así como en Espa-ña en el Africa Atlántica, Madrid, 1956, t. 1, pp. 91-101. * Véase la parte 111 de este trabajo. Núm. 34 (1988) 375 22 ANTONIO RUMEU DE ARMAS de la diplomacia de los reinos afectados hacen sospechar que estaban en juego intereses muy altos. Nuestro primer actor es un personaje sobradamente cono-cido, don Pedro de Meneses, emparentado, conforme se ha di-cho, con la familia real 41. La misión del conde de Vila Real consistía en obtener para sí el señorío de las Canarias mayores (Gran Canaria, Tenerife y La Palma), actuando en un doble frente: la Santa Sede y la Corona de Castilla. Pedro de Meneses .escogió, en primer término, para negociar la concesión la corte pontificia. Con dicho fin presenta al papa a Pío 11 (el célebre humanista Eneas Silvio Piccolomini) un ex- N E tenso memorial justificativo, por mediación seguramente del O embajador de Portugal en Roma. La fecha del escrito no se pue n-- m de determinar con rigor; aunque sí asegurar que tuvo que ser O E E posterior al 29 de junio de 1460, pues en él aparece titulado S E nuestro personaje como ~capitaneus ac gubernator civitatis - Cepte)) u. 3 En cuanto al texto del mismo lo podemos deducir por docu- - - 0 m mentos pontificios posteriores. En primer lugar exponía la situa- E ción de barbarie de los aborígenes de Gran Canaria, La Palma y O Tenerife, que adoraban al Sol y la Luna y hacían alarde de cos- n E tumbres groseras. Destacaba después el fracaso de los distintos - a pueblos ribereños, en particular castellanos y portugueses, por nl dominarlos y la estéril actuación de los misioneros en sus abne- n n gados intentos por atraerlos a la fe. 3 O Expuesta la situación, no quedaba otro recurso que la ocu-pación por la fuerza. Vila Real hacía valer su firme propósito de preparar una poderosa expedición naval para ({ocuparlas, some-terlas.. . y ganarlas lícita y libremente)). E1 pontífice Pío II acogió la demanda del conde de Vila Real con ei mayor interés y simpatía. Por su expreso mandato ia Can-cillería pontificia preparó la oportuna bula de concesión, que 41 Véase el epigrafe 4. ARCHIVO VATICANOAA: . Arm. 1-XVII1.4.369 y 4.370. Sobre la fe-cha de designación de Meneses como gobernador de Ceuta, véase la nota 23. 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATZANTICOS aparecía datada en Roma el 13 de otcubre de 1463 43. Pero a decir verdad, el Papa reinante la retuvo en la cámara sin firmar, dando con ello tiempo a su fallecimiento diez meses más tarde (15 de agosto de 1464) 4'. ¿Qué fuerza oculta había paralizado la decisión pontificia? A nuestro juicio la eficaz y contundente intervención de la diplo-macia castellana. Despinés del primer contratiempo, se produce la entrevista de Gibraltar, en enero de 1464, con la inesperada concesión de las Canarias mayores a lcs condes de Atouguía y Vila Real. Por tra-tarse de una cuestión sobradamente desarrollada en anteriores páginas 4 n o precisa insistir en la misma. Dnnri n l ~ T \ ~ J2 Fn IT T ; l n D n n l cin l n n l o r . C a X n d - n r l i l n - n .Fnk;n A G ~ UCAL ~ U L L U G u ü VILU A U G ~ I DG LG ~ L ~ L I U G U G ~ U GU LAGLIAU. G u a w L a considerarse satisfecho con el otorgamiento real? ¿No sería aún mejor sumar a la misma la concesión pontificia? La decisión fue en favor de la segunda opción. La diplomacia portuguesa se movió en Roma con tanta premura y habilidad, que su aciuaci&i sorpresa. Bastará con conocer estos detalles. El papa sucesor Paulo 11 fue elegido el 30 de agosto de 1464, celebrando su primer con-sistorio el 16 de septiembre. Pues bien, la bula de concesión Rationi congruit, en preciosa vitela, aparece datada en el primer acto público de su reinado 4G. Pero por segunda vez la bula fue retenida en la Cámara Pon-tificia; y a esta sorprendente circunstancia se debe el que hoy la podamos contemplar en Roma en su redacción original. El lector estará adiviriando el porqué. En la singular ocasión la dlplomacla castellana había conseguido parar de nuevo el golpe. La particularidad de que veamos actuando en la ciudad eter-na, después de enero de 1464, a los emisarios del conde de Vila Real en solitario, plantea estas interrogantes. ¿Había adquirido, 43 Ibid. A. CAPPELLCI:r onologia e calendario perpetuo, Milán, 1906, .p. 79. 45 Véanse parte 1, epígrafes 2 a 5, y parte 11, epígrafe 1. 46 ARCHIVVOA TICANOA.: A. 1-XVII1.4.369 y 4.370. Se trata de dos bulas idénticas, firmadas y selladas. CAPPELL[I4,4 ], pág. 79. Núm. 34 (1988) 377 24 ANTONIO RUMEU DE ARMAS por compra, al conde de Atouguía los derechos dirnanantes de la concesión enriqueña? ¿Actuaba por su cuenta y riesgo dejando la solución del problema para el futuro? No hay por el momento posibilidad de respuesta. Dos años más tarde, en 1466, vemos al rey Aifonso V mediar en el asunto, con todo el peso de su prestigio y autoridad. Una carta al papa Paulo 11, suscrita en Estremoz el 26 de junio, venía a respaldar la solicitud de Pedro de Meneses. El monarca luso pondera los méritos de su pariente el conde de Vila Real «cap& tán que había sido de la ciudad de Ceuta)), y contumaz defensor de la fe en sus luchas implacables contra los infieles. Después le recuerda la bula que su predecesor Pío 11 había dejado sin expedir y fimsr. Pm ú!tL=~, !e ruegr, emarecidammte se sirva revalidar el documento dejado en suspenso, cuya gracia «la imputamos como concedida a nuestra personan 47. No hay prueba alguna de que la bula de Paulo 11 se pusiese en circulación; al contrario, la retención se ha perpetuado hasta ri..nnt-A" .-a:.-... LlUGDbLU3 UlQJ. 3. Protesta de los señores de Canarias. Revocación de la merced por Enrique IV (6 de abril de 1468) Cuando Diego García de Herrera y doña Inés Peraza, señores de las Canarias, conocieron el inicuo atentado cometido en per-juicio de la integridad de su señorío, protestaron enérgicamente contra la injusta resolución pidiendo que fuese inmediatamente revocacia. En defensa de su jurisdicción, Diego García de Herrera acu-muló toda clase de títulos acreditativos de la propiedad señorial a la integridad del archipiélago. Entre estos documentos destaca-ban las actas de posesión y vasallaje por parte de los indígenas que habían tenido como escenario Gran Canaria, en agosto de 1461, y Tenerife, en junio de 1464. En este momento hay que 47 ARCHIVOV ATICANOA:r mario 29, tomo 32, fol. 250. En la numeraciiín moderna, fol. 270-270v. Schedario Garampi, 83, índice 527, fol. 165v, e ín-dice 516, fol. 72. 378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES.. . 25 Carta del rey Alfonso V al pontífice Paulo 11, .en, apoyo a las pretensiones del conde de Vila Real. Estremoz, 26 de junio de 1466 (Archivo Vaticano). ANTONIO RUMEU DE ARMAS 380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS destacar las informaciones de carácter complementario llevadas a cabo por el obispo don Diego López de Illescas en apoyo del poder tradicional. Como por estas fechas, 1465, la crisis de la monarquía caste-llana había degenerado en guerra civil, proclamando los nobles al príncipe Alfonso (Alfonso XII) como soberano titular frente al primogénito y legítimo rey Enrique IV, la familia Herrera- Peraza consideró oportuno operar en un doble frente. De esta manera, las revocaciones de la merced de 1464 se producen por duplicado. Residiendo en Valladolid, el pretendiente Alfonso XII de-claró nula la arbitraria concesión de su hermano a los condes de Vil-, mal Y AtO.¿Igciz, pr pTuviaión &qachah el 22 erliaaü de 1466. Este pormenor, verdaderamente original, lo registra Luis Me-lián de Betancor en su crónica: El origen de las islas de Canaria, escrito testimonial de singular valor por destilar de documentos de primerísima mano ". El itinerario del príncipe Alfonso, recién publicado, confirma la presencia del pretenso monarca en la ciudad del Pisuerga en la data señalada, extremo imposible de inventar por quien no haya tenido acceso directo al documento primigenio 48. Con carácter simultáneo, Diego García de Herrera y doña Inés Peraza batallaron en la corte de Enrique IV para el logro del objetivo señalado. Con este fin presentaron la copiosa docu-mentación acumulada. Sabemos por fidedigno testimonio que se componía de cctittilni !eC;í_t.imos, alvalaes e cartas de mercedes e privilegios de los.. . reyes [de Castilla] », junto con ((escripturas e documentos, synadas e firmadas de escribanos públicos e nota-rios, e selladas e firmadas del sello e firma del reverendo yn Cristo padre e señor don Diego López de Illescas, obispo de tV,m !as s n h r d i ~ hmy c!~?s'. 48 Publicado, como se ha dicho, por Antonio Rumeu de Armas, en el ANUARIODE ESTUDIOAS TLÁmcos, núm. 24 (año 1978). pp. 15-79. 49 JUAN TORRFS FONTES: El principe don Alfonso, Murcia, 1971, p& gina 115. Núm. 34 (1988) 381 28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS El expediente pasó a informe del «muy reverendo yn Cristo padre don Alfonso Fonseca, arqobispo de Sevilla)), quien lo dio favorable. Después fue estudiado minuciosamente por el Consejo Real, cuyo dictamen fue asimismo propicio y sin reserva alguna. De esta manera pudo llegarse a la níbrica de la cédula de revo-cación, que aparece expedida en Plasencia el 6 de abril de 1468. Se impone que repitamos la cláusula fundamental del docu-mento. El monarca Enrique IV expone minuciosamente en el proemio los hechos acaecidos: «A subjestión e gran ynportu-nidad del conde de la Tugia, don Martín Goncalez de Castro, e de don Pedro de Castro, conde de Villarreal, vasallos naturales del reyno de Portugal, e de otras personas por su parte, seyendo s~hre!!~m w h ~m nkstad~,e p m 12 grrrn dfvispn a rlismrrliri que por entonces hera en estos mis reynos, yo fiz a cada uno de los dichos condes, por sy, merced de las yslas de Grand Canaria e de Tenerife e de la ysla de Ea Palma, situadas en las mis mares de España. . . » . i-eng;&, seg-ddo se recuiirrce &reci.lo prefei+eiii«ed el no-ble caballero Diego de Ferrera, verdadero señor de las dichas yslas de Canaria e de la Mar Menor de Berverian; se recapitulan las incidencias de la laboriosa negociación, y se pronuncia la revocación: «Por la presente carta e privilegio anullo e revoco, caso e desfago, declaro e do por ningunas e de ningund valor e efecto, qualquier merced o mercedes que en qualquier manera yo aya fecho e otorgado de las dichas yslas o de qualquier parte dellas al conde de la Tuguía ... e al dicho ... conde de Villa-rreal.. . ». Antes se ha insinuado la intervencMn de la díplomacía caste-llana en la corte de Roma en defensa de los sacrosantos intere-ses del reino, personificados en la familia Herrera-Peraza. La real cédula que estamos comentando se hace eco de la amenaza, pretendiendo frustrarla: ((suplico a nuestro muy santo padre [Paulo 111: que revoque e anulle qualesquier letras o bullas que en contrario desta mi revocación sean o ayan sido, por quanto creo non ser avidas con verdadera relación, mas que asy como a mi engañaron con falsa relación e non verdaderas, asy ayan engañado a Su Santidad.. . D. 382 .ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PHOBLEM~~TICAE N TORNO A LA CONCESI~ND E LAS CANARIAS MAYORES... 29 La orden a los embajadores en la Ciudad Eterna es conmina-toria: (te por esta mi carta e privillegio mando a qualesquier mis procuradores en cort,e romana, que agora son o fueren de aqui adelante, que se opongan e non consyentan de mi parte que las dichas letras e bullas se espidan.. ., e si fueron espedidas, pro-curen con toda diligencia la revocación e anullación dellas.. . )) . . Desde 1468 hasta 1477 la familia señorial Herrera-Peraza dis-frutó en plenitud de su derecho de dominio sobre la integridad del archipiélago, sin trabas ni cortapisas de ninguna especie. Pero en la úItima.fecha la Corona de Castilla reivindicará para sí el derecho. de conquista sobre Gran Canaria, La Palma y Te-nerife. Pero esta complicada negociación resulta improcedente abordarla en el presente estudio. 111. REPLANTEAMIEDNE TLAOS RELACIONES ENTRE CASTILLA Y PORTUGAELN EL ÁMBITO DEL OCI~ANOA TLÁNTICO La expedición de Diogo da Silva a las Canarias fue anterior a la merced enriqueria a los condes lusitanos El arduo problema de la rivalidad entre Castilla y Portugal por el dominio de las Canarias está llamado a un replanteamien-to general. En dos publicaciones anteriores: El obispado de Telde (Ma-drid, 1960) y La conquista de Tenerife (Madrid, 19741, se ha su-gerido y propuesto esta profunda revisión 51. Empecemos por declarar que la expedici6n de Diogo da Silva a Canarias, acometida en 1459, fue la última de las empresas militares del infante lusitano don Enrique el Navegante, organi-zada y preparada cuando ya estaba con un pie en el sepulcro. Considerada desde el punto de vista regional es tambi6n el penúl-so Ru~MEV DE ARMAS: [39], t. 11, PP. 4-8, [111, PP. 70-71. SERRRAÁ FOLS: [39], p. 40, y F L O ~ T I N O PÉREZ EMBIDL: OS descubrimientos en el Atlán-tico y la rivalidad castellano-portuguesa hasta el tratado de Tordesillas, Sevilla, 1948, pp. 166-168. 51 Obispado de Telde, págs. 133.138. Conquista de Tenerife, pp. 77-83. 30 ANTONIO RUMEU DE ARMAS timo intento bélico de Portugal por adueñarse del archipiélago afortunado, sometiéndolo a su influjo político. Conviene insistir en este punto, porque hasta ahora se ha venido considerando a Diogo da Silva como un ejecutor manda-tario de los condes de Atouguía y Vila Real, decididos a hpo-ner por la fuerza los derechos sobre Canarias dimanantes de la concesión de Enrique IV. Por esta errónea localización histórica los autores se han inclinado por datar la expedición en 1466. Como hemos de ver en seguida, apenas si se conocen detalles sobre la organización de esta jornada bélica de 1459, que fue acometida al igual que las anteriores (1424, 1450, 1451, 14531, en un momento que reinaba la paz entre las coronas de Portugal y Castilla ". Como se acaba de puntualizar, la expedición de Diogo da Silva fue organizada por el infante don Enrique en estrecha co-laboración con su sobrino y heredero el duque de Viseo don Fernando, de quien era «criado» el capitán lusitano responsable de la empresa. La armada portuguesa se presentó de improviso ante las costas de Lanzarote en una fecha indeterminada en 1459, segu-ramente en los meses postreros. La isla fue pasada material-mente a sangre y fuego, estándole reservada igual suerte a la ve-cina Fuerteventura. El objetivo tercero fue Gran Canaria. Como los castellanos sólo poseían en ella la torre de Gando -recién fundada-, Diogo da Silva ancló la escuadra en la bahía de este nombre, desem-barcó las tropas s la tomó al asalto. Poco tiempo más tarde llegaba a Gran Canaria, con navíos y tropas de refresco, el capitán Pedro Feo, a quien consideran los documentos como «privado del rey de Portugal)). Con estas fuerzas pudo acometer Diogo da Silva diversas incursiones por el interior de Gran Canaria. en una de las cuales llegó a apode-rarse de Telde, manteniéndose en la ciudad indígena por corto número de días. ¿Cuál fue la actitud de Diego de Herrera frente a la amenaza SERRAR ÁFOLS, [39], pp. 30-38. 384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROBLEMÁTICA EN TORNO A LA CONCESIÓN DE LAS CANARIAS MAYORES ... 31 portuguesa? Como por un lado no se consideraba lo suficiente-mente fuerte para desalojar a Silva de las posiciones tomadas, acudió a la Corte para conseguir el triunfo por la vía diplomá-tica. Al mismo tiempo procuró hostilizar al portugués, pactando amistad con los guanartemes de Gran Canaria, víctimas comu-nes de sus ataques y tropelías. La famosa Información, de Cabitos, y El origen de las islas de Canaria, de Melián de Betancor, van a ser, a partir de ahora, nuestros únicos guías s. Cuando el rey de Castilla Enrique IV fue informado de la ola de violencias cometidm en el archipiélago protestó ante la Corte portuguesa con la mryor energía. Mas como el tiempo pasase sin rectificación de conducta, Herrera volvió por segunda vez a la carga, consiguiendo que el monarca castellano escribiese en Segovia, el 27 de junio de 1460, una carta a su cuñado Alfonso V, exigiendo inmediata reparación por la ofensa y los daños ". Para autentificar la nueva cronología propuesta, convendrá insistir en que el escribano de cámara y agente diplomático Juan Iñiguez de Atabe, tan buen conocedor de la corte de Lisboa y amigo'personal del príncipe navegante, atestigua que «por man-dato del infante don Enrique de Portugal vinieron sobre la dicha isla de Gran Canaria gentes armadas suyas, e conquistaron la dicha fortaleza e la tomaron por fuerza d'armas, e que la non pudo haber dellos fasta que desposó una fija suya con Diego de Silva, caballero portoguésn 5s RAFAETL ORRESC AMPOSC: arácter de la conquista y colonizacidn de las Islas Canarias, Madrid, 1901, pp. 121-206. Este autor publica la parte testifical de la Informacidn de Esteban Pérez de Cabitos (14T7). Sobre el lugar de conservación y la publicación de la parte documental, véase la nota 8. Parte de las noticias anteriores también se inspiran en las fuentes señaladas. De acuerdo con el itinerario regio el rey estaba en Segovia el 8 de julio de 1460. Procedía de Medina del Campo y se dirigía a Valladolid. Este pormenor refuerza notoriamente la veracidad de la noticia. TORRES FONTES: [341, p. 110, nota 8. 55 - Ibid., p. 155. El cronista portugués Gaspar Fructuoso, en sus fa-mosas Saudades da terra (en ((Fontes rerum Canariarum)) XII, La Lagu-na de Tenerife, 1964, p. 901, da a entender, con cierta vaguedad, que la expedicidn de Diego da Silva se efectuó en vida del infante don Enrique. Núm. 34 (1988) 385 32 ANTONIO RUMEU DE ARMAS La muerte de don Enrique el Navegante, en noviembre de 1460, acaso facilitase la solución de la doble contienda, militar y diplomática, aunque se demoró todavía por espacio de varios meses. Fue al fin en 1461 cuando el rey de Portugal expidió en Lisboa, el 10 de junio, una provisión, conminando a Silva a hacer inmediata entrega de la fortaleza al señor de las Canarias. En el intermedio (cuando todavía no se había consumado la resolución regia) Diego de Herrera pactó alianza con los guanar-temes de Gran Canaria, en un acto simbólico -sobradamente co-nocido-, que tuvo por escenario al Puerto de las Isletas, por testigo al obispo de Rubicón don Diego López de Illescas, recién - e posesionado de la mitra, y por data exacta los días 12-16 de N E agosto de i40i. O La hora, tan anhelada, de la paz se acercaba. Una carabela n - =m arribada de Lisboa trajo a Gando la orden de Aifonso V para el O E E capitán Silva, y, leida ésta, no pudo demorar por más tiempo el S E portugués la entrega de la fortaleza ". Lo curioso es señalar que = ios enemigos a muerte de ayer, se irocaron, bien pronta, en alia- 3 dos y parientes, concert6ndose para el futuro el matrimonio de - - 0 Silva con la hija mayor de Herrera, doña Maria de Ayala". m E Diogo da Silva quedó desde entonces en Gando como alcaide O de la fortaleza, en nombre y representación del señor de las Ca- n narias. Para mayor garantía de su limpio proceder, comparecid -E a en Lanzarote el 30 de septiembre de 1462, prestando solemne nl pleito-homenaje a sus futuros suegros. En el acta que suscribió n 0 se comprometía a no servir al rey de Portugal mientras regen- 3 O tase la aIcaldía de la fortaleza de Gran Canaria m. En 1463 Diogo da Silva se reintegró a la metrdpoli, alistb-dose en la expedición organizada por el rey Alfonso V, en cola-boración con su hermano el infante Fernando, para intentar, por segunda vez, la expugnación de Tánger. La flota se hizo a la mar Origen de las islas de Canaria, pp. 67 y 71-72. 57 El matrimonio de doña Inés Peraza (antes conocida por Inés de las Casas) debió efectuarse alrededor de 1445. Suponiendo que doña María de Ayala hubiera nacido entre 1446-1448, su edad, en 1462, oscilarfa entre los catorce-dieciséis años. Ibfd. Origen ..., p. 72. 386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS el 7 de noviembre arribando a Ceuta cinco días mas tarde. Du-rante tres meses (noviembre de 1463-enero de 1464) intentó apo-derarse de la plaza del estrecho en reiterados asaltos, sin acom-pañamiento de éxito pese al valor y heroísmo derrochados. La última operación, 19 de enero de 1464, tuvo un saldo catastró-fico: 200 muertos y 100 prisioneros. Entre los cautivos estaba precisamente nuestro Úitimo protagonista, Diego de Silva 59. 59 PINA: 1261, p. 509. PERES: [19], t. 111, pp. 437-440. Núm. 34 (2988) |
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