VETERINARIA TRADICIONAL DE CABRAS Y OVEJAS
ENTRE LOS PASTORES DE GRAN CANARIA
POR
Los elementos que configuran esta aportación etnográfica fue-ron
recolectados entre 1961 y 1966, cuando realizábamos nuestras
campañas de recopilación musical por las montañas y barrancos
de Gran Canaria. Estas fueron especialmente intensas en los dos
primeros años. Nuestra atención iba dirigida hacia las tradiciones
musicales de pastores, boyeros y agricultores, primordialmente,
y pronto descubrimos lo impropio que resultaba abordar de en-trada
la cuestión musical: en general, ello producía una inme-diata
alienacion del informante. Ante tal inconveniente, recurri-mos
a un largo preámbulo de preguntas relativas a otras áreas
más inmediatas de la cultura tradicional, las cuales predisponían
a nuestro interlocutor, ganada ya su confianza, para que se ex-presase
libremente en el terreno de la música. Tales preámbulos
nos depararon bastantes «subproductos» etnográficos no musica-les,
aunque no por ello menos valiosos. Uno de ellos lo constitu-ve
este cúmulo de datos referentes a la verterinaria pnpulzr de
cabras y ovejas, que hemos reordenado ahora para su publica-ción.
Realizamos nuestro trabajo de campo inspirados y alentados
por un maestro y amigo tan sabio como generoso: don José Pé-rez
Vidal, a cuya disposición pusimos entonces los resultados de
Núm.. 27 119811 578
nuestras primeras pesquisas, las cuales publicó dentro del con-texto
de un gran artículo fundamental sobre esta materia: La
ganadeda canaria: notas histórico-etnográficas, en <Anuario de
Estudios Atiánticos~, núm. 9 (Madrid-Las Palmas, 1963), pp. 237-
286. Pero nuestra tarea continuaría y, lo que en el gran todo de
dicho trabajo sólo pudo ocupar entonces dos páginas relativas a
datos sobre la veterinaria tradicional de Gran Canaria, pronto lo
convertimos en un considerable número de fichas capaces de
constituir el trabajo autónomo que hoy presentamos.
El gran interés de estos datos estriba en que los conocimien-tos
patológicos y terapéuticos relacionados con las diferentes do-lencias
del ganado que han heredado por tradición los pastores
grancanarios son, en muchos casos, el reflejo fiel de una rnedi- a N
cina rural que se aplicaba <y en ocasiones se apli~dji d ~ b i & i2 E
p$rsonas, como muchos de ellos nos han asegurado. P si tene- O - mas en cuenta que justamente es el pastoreo una actividad en
-
m
O
E la que se dio un débil hilo de continuidad entre la prehistoria E
2 y fa historia de Canarias, la definición exacta de la cultura pas- -E
toril actual de nuestras islas resulta sumamente interesante de
cara a una labor comparativa más ancha en el espacio, la cual 3
-
nos podría deparar rasgos distintivos (si los hubiere) de proce- -
0
m
E dencia autóctona. Por otra parte, el conocimiento de las cuali- O
dades terapéuticas de determinados especímenes de la flora ca-naria
debe servir también a los estudiosos de los posibles re- n
E cursos farmacológicos de nuestras plantas. -
a
En relación a otros datos canarios de utilidad para la pos- 2-
terior tarea comparativa, debemos reseñar la recientísima pu- -
blicación de unos apuntes realizados sobre las tradiciones vete- =
O
rinarias de los cabreros de Chinamada, apartado pago situado
en la cordillera de Anaga, en Tenerife: Domingo García Bar-buzano.
Una aldea con medicina propia: Chinamada, en «El Pun-tal
», número 3 (Las Palmas, 7 al 14 de noviembre de 1980), pá-ginas
22-23. Es útil comprobar evidentes analogías en relación
rgn el materi~] de Gran Canaria, tanto en el nombre de ciertas
enfermedades como en la aplicación de determinados remedios
vegetales, incluso en la terapéutica casi mágica que se aplica
?ara curar la llamada «locura».
m0 t .
ANVARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VEPERINARIA TRADICIONAL EN GRAN CANARU
2. LOS IMFORMANTES Y SUS ZONAS DE PASTOREO
Hemos seleccionado un buen número de informaciones pro-cedentes
de pastores muy representativos de diversas y signifi-cativas
zonas pastoriles de Gran Canaria. Relacionamos a con-tinuación
los nombres y características de dichos pastores, actí-vos
todos ellos en la epoca de la recolección de datos y cuyas
edades oscilaban entonces entre los cuarenta y los ochenta y cin-co
años.
Agüimes: José Guedes Caballero. Un buen exponente de la
wculiar cultura del ganado mixto de cabras y ovejas en toda la
zona de Agiiimes-Ingenio, tanto costera como de medianías.
Artenara: Angel Vega Rodríguez, también llamado «Juan Isi-dros
o uel hijo de Juan Isidron, quien pastoreaba un enorme ga-nado
de cabras en un triángulo comprendido entre Las Arvejas
de Artenara, El Risco, próximo a Guayedra, en Agaete, y las
inmediaciones nórdicas de la Aldea de San Nicolás.
Firgas: Francisco Cardona Santana, por mal nombre «Pan-cho
el Chico)). Ovejero. Firgas y Moya, zonas muy ricas en pas-tos,
muestran una cultura de ovejeros algo diferenciada con
respecto a la del resto de la isla.
Gáldar-Fagagesto: Pedro González Medina, por mal nombre
({Pedro el Bruto)). Ovejero octogenario representativo de la zona
medianera de Gáldar.
Gáldar-Las Cruces: Nicolás Mendoza Gil. Ovejero que ope-raba
entre las medianías bajas y la costa de Gáldar.
Gkldar-Juncalillo: Antonio Medina Quintana. Ovejero de la
zona cumbrera cie Gáidar y emparentado con familias de pasto-res
de la zona de Tejeda.
Moya: Santiago González Orihuela, ovejero.
San Mateo: Manuel Padrón Navarro, ovejero que operaba e:?
las inmediaciones del pueblo.
Sán Maieo-Camareta: Manuel Falcón Reina. Hijo de oveje-ros
de Ia cumbre, pastor cuando joven y a la sazón boyero.
Tejeda: Luis Quintana Molina, ovejero de Los Pechos, en
la misma cumbre de la isla. Su hermano Manuel, de iguales co-nocimientos,
ejercía de cabrero en Pajonales y se desplazaba has-
4 LOTHAR SIEMENS HEENÁNDEZ
ta las estribaciones sureñas de la Aldea de San Nicolás a través
de los pagos bajos de Tejeda.
Telde: El informante, un cabrero-ovejero que cubría la zona
de Telde-Jinámar-Tafira Baja, se recuso a darnos su nombre.
Teror: Manuel Yánez Santana, ovejero.
Tirajana: Francisco Ojeda Morales, cabrero de Riscos Blan-cos
que cubría pastoreando una amplia franja de cumbre a cos-ta
a ambos márgenes del Barranco de Tirajana.
Valleseco-Cueva Corcho: Vicente Rivero Quintana, ovejero na-tural
de La Asomada de San Mateo y vinculado a la gran fami-lia
de pastores de Cueva Corcho y Valleseco. Cuando le interro-gamos
estaba asentado en San Lorenzo (Las Palmas) ejercien-do
su oficio pastoril.. El importante grupo de pastores de Cueva
Corcho cubría principaimente ias zonas cumbreras que corren
desde los límites de Las Lagunetas de San Mateo hasta las es-tribaciones
de Artenara, rodeando el cogollo central de la isla.
Valsequillo: Rafael Calderín Rodríguez, ovejero-cabrero.
E
E1 empleo de sustancias vegetales para curar las dolencias O
de las cabras y las ovejas se justifica razonadamente por cier-n
tos grupos de pastores, como, por ejemplo, los de Cueva Cor- -E
cho (Valleseco-San Mateo), quienes creen que la mayoría de las a
2
enfermedades entran por la boca. Las ovejas y cabras, según n
afirman, no hacen sino comer plantas y, por lo tanto, si se po-
0
r,en enfermas es de lo que comen, y el remedio habrá que bus- 3
O
carlo asimismo en su comida. Según ellos, toda hierba contie-ne
veneno y remedio: hay que saber sacarle el remedio sin que
salga el veneno. El procedimiento consiste en meterla en agua
hirviendo y retirarla al poco tiempo, antes de que empiece a sol-tar
el veneno; esa agua o infusión, una vez fría, servirá de re-medie
u! asimu! e~feame.S i I?G se camce c e e~xa ctitUd !a en-fermedad
que tiene el animal y, por tanto, la hierba que la ha
causado y que de& proporcionar el antídoto correspondiente, se
coge de todas las plantas que la res enferma ha comido y se hace
con ellas la infusión.
582 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAYTICOS
VETFRINARIA TRADICIONAL EN GRAN CANARIA 5
La observación de las hierbas y matos que el ganado come
en todo momento es en consecuencia fundamental para la aplica-ción
de esta terapéutica. De tales observaciones se han decan-tado
a través de los siglos unos conocimientos más precisos so-bre
el momento dañino y la bondad curativa de ciertos especí-menes
botánicos, cuyo catálogo sería ocioso dar aquí con sus
equivalentes científicos, no sólo por estar ya al alcance de los
interesados algunos elementos de identificación, siquiera incom-pletos,
sino especialmente porque esto comportaría dar por re-suelta
una cuestión que, según nuestra manera de ver las co-sas,
está todavía lejos de resolverse.
En relación con esto queremos llamar la atención sobre una
duda que nos embarga: de la misma manera que una planta
puede ofrecer varios nombres vulgares diferentes geográfica-mente
diferenciados, cosa que de hecho ocurre, así carecemos de
la seguridad de que un mismo nombre vulgar designe exacta-mente
a la misma planta en localidades distintas y desconecta-das
entre sí, aun dentro de la misma isla de Gran Canaria. Por
otra parte, el más amplio catálogo de nombres vulgares de plan-tas
autóctonas canarias con sus equivalentes científicos de que
disponemos dista de ser un compendio definitivo. Nos referimos
al de Günther Kunkel: Nombres vernúculos de la flora canaria
(incluyendo especies asilvestradas), ((Cuadernos de Botánica Ca-naria~,
suplemento 2 (Las Palmas, 1971), 64 pp., que con todo
constituye una aportación destacadísima. En conversación con
el señor Kunkel, éste nos ratificó la provisionalidad de su valio-sa
contribución, tan llena aún de limitaciones por la misma di-ficultad
que su elaboración entraña, manifestándonos que una
verificación exhaustiva de los diferentes nombres de plantas por
localidades no se ha efectuado todavía.
Por si fuera poco, hemos de advertir que nosotros recogimos
la mayoría de las referencias sobre las plantas, o bien fuera de
estación o bien a distancia del lugar donde se daban, por lo que
no concurría ia circunstancia ideai ae poder recoger inmediata-mente
y con la indicación precisa y directa del pastor un ejem-plar
de la planta aludida para verificar su identificación cientí-fica
con un botánico. Por todo esto hemos decidido limitarnos
siempre a designar las plantas mediante su simple nombre ver-
náculo en relación con la zona en que operaba el pastor corres-pondiente,
lo cual ayudará sin duda a la verificación cientifica
definitiva por parte de los interesados.
Las equivalencias científicas de las mencionadas plantas ve-nenosas
y/o medicinales podrán consultarse provisionalmente en
la citada obra de G. Kunkel, trabajo verdaderamente encomiable,
si bien con la reserva que hemos apuntado y advirtiendo ade-más
que dicho autor no recoge algunos nombres o variantes de
nombres que figuran en nuestro trabajo: «aroval» y eorová))
( = ;«orobal))?) ; «baga, aceite de» ( = ?) ; ccheratillo~ (= ; uchi-rato))?);
«mata de Santa María» (= ¿«hierba de Santa María))?);
«insensio» (= «incienso»); ccpanasco. agujas de» (= ?), y «tu-nera
blanca)) (= ?). De otras designaciones da Kunke! varios
nombres científicos, sin más aciaraciones; también recoge en SU
catálogo matizaciones que califican al nombre vulgar por nos-otros
recogido y que equivalen a diferentes especímenes en la
clasificación botánica. Todo esto nos inspira muchísimo respeto
hacia esta materia. Lo que sí está claro es que corresponde to-davía
a los botánicos culminar !a ingente tarea de elaborar un
catálogo exhaustivo de nombres vulgares de la flora canaria con
todas sus variantes y con las equivalencias científicas que a di-chos
nombres corresponden en cada localidad o en cada zona
geográfica, dato éste del que no se debe prescindir en nin,oún
caso.
4. LAS ENFERXZEDADEiS DE CABRAS Y OVEJAS : SINTOMAI'OLOGÍA,
ETIOLOG~A Y TERAPÉUTICAS TRADICIONALES
A partir de un cuadro de síntomas bien definido, los pasto-res
son capaces de emitir el diagnóstico de la enfermedad y, cuan-do
menos, aplicar los remedios correspondientes. Algunos ove-jeros
y cabreros de gran solera han aprendido también por
tradicion, y más raramente por observaciones propias, io con-cerniente
a la etiología de l.as dolencias, de manera que no s610
saben cómo se conocen y cómo se curan las enfermedades, sino
que también creen saber cuáles son las causas que las produ-cen.
Daremos a continuación una lista alfabética de todas las
584 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAhrTICOS
VFPERINABI.4 TIEADICIOMAL KN GBAN CANARIA 7
enfermedades que hemos investigado, especificando para cada
una de ellas las aclaraciones sintomatológicas, etiol6gicas y te-rapéuticas
que 10s pastores han asumido por tradición.
Cuando a una cabra u oveja se le hincha notablemente el-vientre
dícese que {(se pone asoplá)). «Se les pone la barriga dura
y se enguruñan)) (San Mateo); gel animal se pone asoplao a re-ventarse
como un tambor» (Agüimes).
Se cree que esta enfermedad proviene de comidas calientes
(Lsg C ~ C P S G&!d.r). u u y q~.ienq in_na ~I J -sei2 ^rigen en
las malas comidas: lechuguilla y trébol en demasía (Agüimes).
Sólo un pastor entre los muchos interrogados aseguraba que
«no se conoce medicina para ello)) (Las Cruces de Gáldar). Los
dernfts conocían uno o varios remedios, a saber: echarle sal por
la boca (Agüimes, Valsequilio); darle un bebedizo consistente
en un poquito de petróleo rebajado con agua (Valsequillo); «se
agarra una pelota de cuajo, se deslíe bien con agua de manza-nilla
y se le echa con una botella por el jocico)) (Firgas); «darle
de beber una botella de tres cuartos de litro con un tercio de
aceite mezclado con dos tercios de agua de malvas)) (Teror);
({agua guisada de tunera y de malvas con aceite de comer)) (San
Mateo); «agua de malvas con bicarbonato y la clara de un hue-vo
» (Fagagesto de Gáldar).
Bicho en el higado
De esta dolencia nos informó el pastor de San Mateo relacio-nado
con Cueva Corcho (Valleseco}. Decía que la cabra u oveja
q ~ !ae cnfitr2e <&ice papas e paperas hinchánd.o-ele las q i ~ ~ j á s
y comienza a caérsele la lana)). No existe para ello remedio de-finitivo:
s61o «baja un pico echándole petróleo bebido, pero no
se le cura)). Según nuestro informante? con este remedio tarda
el animal bastante tiempo en morirse: «semanas, meses y hasta
uno o dos años)).
Cagalera
Es una diarrea que, según uno de los informantes, suelen
contraer más frecuentemente las cabras que las ovejas (Sunca-lillo
de Gáldar). A pesar de las diversas acciones terapéuticas
que se emplean, algún pastor asevera que no siempre se curan
los animales tratados, pues algunos mueren (Telde).
Existen dos curiosos remedios drásticos: se le sopla al animal
violenta y repentinamente por la nariz (Teror), o se coge a la
res y se la mete de culos hasta Ia mitad del cuerpo en agua
fría (San Mateo); con estos procedimientos tan simples asegu-ran
nuestros informantes que se puede cortar la cagalera inme-diatamente.
Zn ntro orden terap&ticn, tarrihi6n se C I d~án de-le
de comer al animal cebada en grano tostado (Tirajana, Telde,
Teror, Valleseco) o cebada cruda (Telde) o en rama (Cueva Cor-cho),
o también arroz tostado (Tirajana). Como bebedizos son
eficaces el agua de cerrilIos (Cueva Corcho) o el carbón de pino
molido disuelto en agua (Firgas). Dicen los pastores de Valle-seco
que si una vez aplicado el remedio el animal, ya en apa-riencia
sano, no come, es porque ha contraído lo que se deno-mina
«cien hojas cerradas)) (véase lo que se dice de esta enfer-medad).
Carbuco
Nombre con el que se designa en Telde a la enfermedad Ila-mada
en general apataletaa (véase ésta).
Es otra denominación de la enfermedad conocida comúnmen-te
como c<sangre» (véase ésta).
Catarro
Cuando es fuerte, poniéndose mocosas las cabras u ovejas,
proviene de beber aguas calientes o salobres de pozo, y es enfer-
586 ANUABIO DI ESTUDIOS ATCANTKOS
VEi'ERINARIA TRADICIONAL EN GRAN CANARIA 9
mrdad que se suele dar como señal. de que el tiempo va a cam-biar
(Las Cruces de Galdar). No es una dolencia importante,
por lo que generalmente se cura sola. Algún pastor asegura que
se remedia dándole a la res un poco de sal (Valsequillo).
Nombre con el que se conoce en Agüimes a la enfermedad
comúnmente denominada «nubes en los ojos» (véase ésta).
Cien hojas cerradas
Consiste esta enfermedad en que al animal afectado se le
queda «el libro trancadon, siendo uno de los síntomas que no
obra (Cueva Corcho-Valleseco), Es al observar este primer sín-toma
cuando hay que hacerle la cura. Consiste ésta en un bebe-dizo,
a saber: poco menos de cuarto litro de aceite con un «gra-nito,
(= puñadito) de sal, mezclado con medio litro de agua her-vida
de una de estas tres hierbas: o manzanilla, o malva, o tu-nera
blanca. Otro remedio bebido es el compuesto por agua de
borras secas de café y carbón mineral machacado. Con cualquie-ra
de estas infusiones se le vuelven a abrir al animal «las cien
hojas del libro».
Se manifiesta cuando la cabra u oveja se tira al suelo y se
revuelca dando muestras de padecimiento. Se cura el cólico con
agua guisada con una macollada de helecho macho, y también
con agua de lim6n con carbonato (Cueva Corcho). Otra infusión
provechosa es el agua de maiva con aceite de coir1t.r (F.4-a).
Nuin. W í1QBl)
Nombre con el que se designa en Firgas a la tcagalera~ (v&-
se ésta).
Empanche fuerte
Se denomina así en Firgas a la llamada ~asopladaa (véase
ésta).
Se conoce esta enfermedad de cabras u ovejas porque la res =m
O «se pone triste, erizada y sin comer» (Teror) o «porque se @a» E
E
tiritando (Valsequillo). Proviene del mucho calor o de kber mu- S
E
cha agua caldeada (Asimes). Para curarla se le sopla por la
nariz (Valsequillo, Teror) o con un canuto de caña por !a boca 3
(Vals~quillo)O. tro remedio es sangrarla (Agüimes). e-m
E
O
L ampai.ón
-E
Los lamparones son como empeines grandes que le salen por a
eí cuerpo al animal, quedando la piel como caliza, agrietada (Ti- -
rajana). Se cura con sulfato de cobre disuelto en agua. Después
de este tratamiento, a la res le salen la piel y el pelo nuevos. 3
O
Es ésta una enfermedad que se va notando poco a poco: se
echa la oveja fuera de sus compañeras y no las sigue. sino que
camina sin rumba «helando» continuamente (Las Cruces de GáT-dar).
Generalmente acaba por caminar extraviada, dando conti-nuamente
vueltas alrededor de un círculo de unos dos metros
de diámetro, sin cesar de balar (Las Cruces de Gáldar, Cueva
588 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAWTIGOS
Corcho). En resumen: la oveja afectada huye de las compañe-ras
y se pone a dar vueltas alrededor dando balidos (Agüirnes).
Las teorías tradicionales sobre el origen de esta dolencia son
varias: «proviene de una arteria que se le estalla en la cabeza,
del mucho sol que ha cogido» (San Mateo); ({proviene de un
golpe, o viene en la sangre» (Agüimes); «sucede por hacérsele
agua ios sesos)) (Las Cruces de Gáldar); «proviene cuando un
bicho que tienen las cabras en el cuerno, o las ovejas en el hueso
que hace de cuerno, baja al seso, por el mucho sol, y se muere
la res a! reproducirse ese bicho en el seso, porque si se le abre
ia eabeea aparece e1 seso lleno de Bichoss (Cuva Corcho).
cdVo hay remedio seguro, sino que si el animal está para mo-rirse
se muere: pero se puede intentar salvarlo sangrándolo por
!a oreja o por el lagrimal, mejor por el lagrimal: se le saca como
un cuarto de litro de sangre y luego se tira dentro de un charco
de agua fria; si está para curarse se cura; si no, no» (Las Cru-ces
de Gáldar). &e sangra al animal por los dos lagrimales o
por las dos orejas sobre el agua corriente de una acequia» (San
Mate@. «Aunque esta enfermeuad no tiene cura, hay quien dice
que el tinimal sana amarrándolo a la sombra» (Agüimes). cEl
Único remedio posible es encerrar la oveja en una cueva» (Moya).
R% cura echándole al animal un chorro de aceite hirviendo de
baga o de oliva sobre la coronilla, en la cabeza, e inrnediatamen-te
se le encierra en una cueva oscura, a ser posible más oscura
que la noche, donde debe permanecer encerrado por lo menos
un día enteron (Fagagesto-Gáldar). aunque generalmente se
muere, hay remota posibilidad de salvarla envolviéndole la ca-beza
con un saco vacío que haya estado con guano, y así se la
dentro de uña cuei-a soturna ísiii &j-iddd alg~lid iii re-suello)
para que el salitre del guano pueda sacar al bicho del
seso; la oveja debe estar en la cueva con comida, por si come,
y su encierro debe durar de uno a cuatro días» (Cueva Corcho).
&e le pasa una plancha caIiente por la cabeza formando una
en dos pasadas, roz8ndu!e sélo e! pelo; !as crzces tiene=
que ser nones: cinco, siete o nueve» (Fisgas).
Mad.re salida
Cuando a una cabra u oveja use le sale la madre» hay que
untarle las partes con leche eterna machacada (Teror). La leche
eterna es una hierba.
Mul de ojos
Es creencia generalizada en toda la isla que para evitar en
las cabras el mal de ojos conviene ponerles un collar rojo. Al
animal afectado se le quita esta dolencia santiguándolo, bien a
sea directamente, bien llevando a la santiguadora un mechón de E
pelos suyo (Teror). Nuestro amigo Luis Ojeda González, buen O
conocedor de las tradiciones caprodomésticas de San Mateo, nos n - m
dice que para acrecentar la prevención del mal. de ojos se acos- o
E
tumbra a introducir dentro del collar rojo de las cabras el cora- E
2
E zón de tres pimientas piconas (({pimienta la puta la madre»); y
si el animal acusa ya el maleficio, esto es, que está triste y no 3
come ni da leche, además de la pimienta se le pone también la O-punta
de un cuchillo, pero al introducirla en el collarín se hace m
E
una cruz en el aire con el cuchillo despuntado y se fincha luego O
éste en el suelo, mientras se dice: La cruz del Señor no puedu n
con el poder del diablo, con lo cual se cree que la cabra vuelve E
a a dar leche. -
Maleza m los ojos
Es una enfermedad diferente de la anterior, que se conoce
porque al. animal se le ponen los ojos legañosos. Se cura lavando
los ojos con agua fresca (Teror).
«Es una enfermedad parecida a la locura. producida por in-so!
ación: ei animal queda atontado. pierde la vista y acaba casi
siempre mul*iendo con !os sesos hechos agua)) (Cueva Cord-io?.
5DO ASUARIO DE ESTUDIOS ATLAHTICOS
~ I N A R I TARA DICIONAL EN GRAN CANARU 15
tEl animal coge una insolación, se queda quieto y no ve: los se-sos
se vuelven agua y se mueren (Tirajana). Ningún informante.
dio razón de un remedio para esta enfermedad.
«Son unos bolsos con pus que salen uno a uno; para curar-los
se untan con manteca de cochino, sin sal,» (San Mateo). «Son
como diviesos que salen por un lado del jocico, en el pescuezo
y en la barriga; cuando están maduros hay que irlos reventan-do
con un cuchillo: se aprieta luego para sacar la raíz y se echa
un granito de sal dentro de la herida» (Agüimes).
Nubes en los ojos
Consiste esta enfermedad en que al animal afectado se !e pone
el ojo blanco (Las Cruces de Gáldar), lleno de una baba blanca
(Teror), por lo que no ve, y por eso se llama también «cieguez»
(Agüimes). ((Proviene del polvo de la tierran (Valsequillo); «pro-viene
de un pinchonazo)) (Las Cruces de Gáldar); ((proviene del
agujón de cherati1Io u otras hierbas, que se le clava en un ojo»
(Teror); «hay nubes de enfermedad, y otras que provienen de
agujas de panasco clavadas en el ojo» (Agiiimes); «viene de un
ramasajo que se da el animal en el ojo, o de semilla de chirato
clavada)) (San Mateo).
«Se cura con mierda de gaviota, que es un hueso de calamar:
se hace polvo de ese hueso con un cuchillito y se le echa dentro
del ojo; también es bueno tabaco remolido» (Las Cruces de
Gáldar). ((Se pueden aplicar muchos remedios efectivos, a saber:
una gota de sangre de la punta de la oreja del propio animal, que
es lo mejor; polvo del hueso del calamar; tabaco molido; taba-co
mascado con saliva; saliva humana sola; el lagarto caga mi-tad
negro y mitad blanco: lo blanco es también muy bueno;
sal fina molida)) (Cueva Corcho). «Se cura con azúcar molida»
(Valsequillo). «Se abre el ojo enfermo y se echa azúcar; hay
quien le echa sal, pero azúcar es mejor; si se corta se lava con
Núm. 27 (1981) 591
petróleo; también se le cura con granos de sal molida y tabaco
mascadon (Teror). K Se~s de panasco, sacárselo y echarle en el
ajo tabaco mascado; si es de enfermedad, lo mejor es majar
puntera, echar el zumo en una botella y echarle con un canuto
unas cuantas gotas en el ojo» (Agüimes).
Pata purtida
Se le amarra alrededor una cáscara de tabaiba y a los cua-renta
días está completamente curada (San Mateo).
Es una variante más fuerte de la enfermedad llamada «san-gren,
pues los síntomas son los mismos: «empieza por un tem-blor
y acaba cuando muere la cabra u oveja pataletiando3 (Las
Cruces de Gáldar); «el animal se asopla dando de hijar (se le
hincha la barriga) y además se pone a charriscar los dientes ha-ciendo
que come sin comer; luego patalea con las patas dando
tres brincos y se muere del sopetón)) (Cueva Corcho); ase ad-vierte
porque la oveja no come, las hijadas se le hinchan y los
ojos se le cuajan» (San Mateoj.
Una buena parte de los informantes coincidían en cuanto a
!a fatalidad de esta dolencia, que ((proviene de la misma forta-leza
del animal)) (Las Cruces de Gáldar). Así, la aplicación de
remedios resultaba para éstos superflua : «no tiene cura» (Fa-gagesto
de Gáldar); «es como gangrena, que no se cura,, (Jun-calillo
de Gáldar 1 ; «es igual que cangrena : el animal da tres brin-cos
y se muere)} (Telde); «todo lo que se haga es perjuicio))
(Firgas); «no se cura» (Cueva Corcho). Además, hay quienes
creen que cuando una oveja muere de pataleta no tardará en
morir otra; así que desde que se advierten lo., primeros síntomas
de la enfermedad conviene cortarle el pescuezo al animal afec-tado,
«porque al no morir el animal de la enfermedad no hay
temor a que se propague)) (San Mateo, Cueva Corcho).
Otros pastores creen en ciertos remedios más o menos efica-
592 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VETERINARIA TRADICIONAL EN GRAN CANARIA 15
ces: ctsi se le aplica cuando el temblor empieza, el animal se pue-de
salvar: se le sangra por el lagrimal o por la oreja, echando
la sangre al suelo; al principio sale más negra, pero cuando em-pieza
a salir ya de su color se para la sangría, y así puede que
escapes (Las Cruces de Gáldar); «se cura con orinas humanas
bebidas, (Valsequilloj; «se le da aguas de insensio, de limonero
y de manzanilla, y también se le echa agua fresca en la cabeza))
(Teror); tse le echa por el. jocico salmuera y la corta al momen-t
o ~(S an Mateo); «se sangran por la vena del lagrimal, a ver si
no se muere)) (Tejeda); (<a Ia oveja se le sangra por el lagrimal
del ojo, a la cabra por la vena de la orejan (Camareta de San
Mateo).
Ver tsangren, denominada «pulmonía)> en Tirajana.
Puhnonfa doble
Ver cpataleta)).
Punto de clavo
Se le salta el ojo por sí solo al animal. La herida que queda
hay que secarla con limón (Cueva Corcho).
Los animales dejan de comer. Ello proviene de golpes que
se dun en 12 heva n pcx pi~Srse!es !as muelas. Se remedia echán-doles
un puñado de sal día sí y día no, durante una semana (o
sea, tres o cuatro veces). Aunque escupen mucha sal, tambiién
tragan, y asi se curan y vuelven a rumiar (Agüimes).
Es la misma enfermedad que en algunas localidades recibe
también el nombre de ((pulmonías (Tirajana) y ecardiah. Su sín-toma
más notable es que a la res se le hincha la barriga: ese
acopla dando de hijan (Cueva Corcho-San Mateo); «se asopla
y pega a echar espuma pol jocicon (San Mateo); «no rumea, se
le hincha un poco el hijar y se le engrifa el. pelo» (Tirajana).
La terapéutica más eficaz que se puede aplicar a las reses
afectadas por esta dolencia es ia sangría: «se sangran y quedan
buenas» (Telde); «se les sangra en la oreja)) (Camareta-San
Mateo); use curan sangrándolas por la vena de la oreja y al lado a N
del ojo» (Tirajanaj; ((aunque sea más peiigoso, conviene san- E
grarlas por la vena del ojo, porque la de la oreja es sangfa f!o- O n -
ja» (San Mateo); «si es cabra se desangra cortándole una vena =m
O
de la oreja, y si es oveja cortándole e1 lagrima1 del ojo, y si no EE
queda bien se le pueden guisar aguas de vinagrera y de bruji- SE
llas, juntas o separadas)) (Cueva Corcho-San Mateo). =
3
Tetera
Es enfermedad que afecta indistintamente a las cabras y a
;as ovejas. Nuestro informante de Las Cruces de Gáldar nos dio
una importante lección a base de los conocimientos que posee
sobre la etiología de la tetera. Reproducimos aquí la sustancia de
SUS ideas a1 respecto, expresada con sus propios términos:
Las tres clases de tetera que se pueden dar provienen de una
«mala indigestión)). al comer la res mata envenenada por estar
caliente. ya que una mata buena, cuando se calienta, se enve-nena.
La mata en estas condiciones puede ser cualquiera. Al co-mércela,
la hierba suda por dentro y al animal le sale la tetera.
La cañaleja y el relinchón son hierbas que se envenenan por
años: por ejemplo: si al salir la cañaleja en diciembre hay mu-cho
sol, sale mala, y si la cabra se la come y el macho la cubre
no queda incIuso preñada. La lechuguilla, si se revienta a lo tar-dío
(llovió en abril y revienta a los 15 ó 20 días). es también ve-nenosa.
Y así con otras hierbas, según los casos.
594 ANUARIO DE ESTUDIOS ATMWKWS
VEIPE&INAEbI& TtaADICIONAL ñN GRAN CANARIA 17
Un sintoma inequívoco de que el animal tiene tetera es que
le falla la pata, esto es, cojea, observación válida también para
las vacas (Las Cruces de Gáldar); a esto se acompaña que come
poco, le da fiebre y se eriza temblando: la fiebre se le nota por
los ojos tristes y la desgana (Agüimes). Se puede comprobar en-tonces
que las reses afectadas muestran también hinchazón en
las ubres (Tirajana), con gran dificultad para la salida de la fe-che
(Cueva Corcho-San Mateo). Ello se debe a que se les cuaja
la leche por dentro, y así corren el peligro de quedarse mancas,
esto es, sin dar leche por una ubre (Telde).
Existen tres clases de tetera: la blanca, la amarilla y la ne-gra.
Se le aplican estos nombres por el color del delectivo que
echa el animal por el ubre enfermo (Las Cruces de Gáldar). Cada
una de las tres teteras muestra sus particularidades, a saber:
1) Tetera blanca. Es una tetera corriente, liviana, y cuando
se cura vuelve a dar leche aprovechable en el mismo año (Las
Cruces de Gáldar); la leche sale como cortada, y después de cu-rarse,
al año repite (Agüimes). Es creencia generalizada que Ea
tetera bianca se cura bien. En Agüimes le llaman también ca-lentamiento.
2) Tetera amarilla. Se conoce por el «tútano» amarillo que
suelta la ubre al ordeñarla; el queso que produce intoxicaciBn
es el elaborado con la leche de animal enfermo de tetera ama-rilla;
esta variedad de tetera puede curarse: de cien escapan
más de la mitad, si se les aplica el tratamiento adecuado (Agiii-mes).
Si se trata a1 empezar se puede curar; si no, no (Cueva
Corcho-San Mateo). La oveja enferma de tetera amarilla puede
sanar, pero no vuelve a dar leche hasta e1 año siguiente; por
ia otra teta iiü enferma sigue normal, y la leche que sigue dando
por ese lado se puede beber desde que el animal no tenga fiebre,
esto es, si se ve que come normalmente (Las Cruces de Gáldar).
3) Tetera negra. Es incurable: tiene aspecto de gangrena
y produce la destrucción de las ubres, que se van desprendiendo
a trozos (&eya Corchc;-Sdn Mzteu). La iútai l~sd e san-gre
por la ubre. y de cien escapa una (A,güimes). Echa sangrasa
por la ubre y no tiene cura (Moya). El animal afectado, o sc
muere o se le cae la ubre (Tejeda). No tiene solución (Las Cru-ces
de Gáldar). No tiene cura (Firgas).
Excepto en Agüimes, en todos los demás lugares se aplican
idénticos remedios contra las teteras blanca y amarilla, a saber:
Telde, Tejeda (y Teror): Se lavan las ubres con agua y sal.
En Agüimes se aplica este remedio sólo a la tetera blanca.
Firgas: Se lavan las ubres con gasolina.
Tirajana: El zumo de las hojas blancas o nuevas del cogollo
de una pita, el cual se extrae machacando estas, se unta en las
ubres.
San Mateo y Teror: Se coge una hoja o penca podrida de
pita, se pela para dejarle sólo el «samago» (carne de la penca)
y se machaca sobre una laja; con el zumo extraído se untan las
ubres. En Teror, si la hinchazón no baja aplican entonces el la-vativo
con agua y sal.
Moya: Se u~iian las ubres con zumo iie penca de pita, con
agua de orová y/o vinagre. También se aplica una cataplasma
de gofio con cuajo hervido. Todo esto es muy efectivo no s6lo
para curar la tetera blanca, sino especialmente contra la amaMa.
Las Cruces de Gáldar: Se maja una penca de pita y se le
echa al zumo cuajo y gofio de millo, ceniza de cualquier leña,
mata de Santa María majada y un poquito de vinagre. Se hierve
todo junto y, en el momento de hervir, se retira del fuego y se
deja reposar un poco, hasta que se pueda aguantar e! calor. Con
este ungüento se unta la ubre enferma dos veces al día (al me-diodía
y por la noche) y a continuación se ordeña, tirando la le-che
envenenada. La oveja enferma de tetera blanca acabará dan-do
leche sana dentro del mismo año; la de amarilla, al siguiente.
Cueva Corcho-San Mateo: El informante de este lugar co-nocía
un variado repertorio de remedios aplicables a las teteras
blanca y amarilla, indistintamente: 1." Ungiiento de zumo de
pita majada. 2." Orinar el pastor sobre la ubre y restregar bien
ei orin, lavándola. 3." Lavar la ubre con agua hervida de araval.
4.0 Emplasto hecho con zumo de la hierba de Santa María o de
hierba mora o de vinagrera. 5." Darle al animal un ubeberajel~ o
brebaje de agua de malvas, Mcarhnnatn y clara de h?pev^e.
6." Friccionar las ubres con gasolina o petróleo.
Contra la tetera negra, el mismo informante de Cueva Cor-cho
aplica un emplaste de drásticos efectos: el compuesto con
~inaprec, uajo, sal y miel de abeja, todo bien hervido. Aplicado
596 ANUARIO DE ESTL'DIOS ATZANTJCOS
VETERINARIA TRADICIONAL EN GRAN CANARIA 12
en caliente, se le revienta la ubre y se le cae, con lo que se evita
la muerte del animal. En Agüimes, si la tetera negra se mani-fiesta
en la ubre izquierda, por ejemplo, se sangra al animal por
el lagrimal o la oreja del lado derecho, esto es, el opuesto, y vi-ceversa.
Si el animal no muere, lo cierto es que pierde entonces
el lado de las ubres que estuvo enfermo. Este mismo remedio
se aplica también allí para curar la tetera am«i<lia.
Es una enfermedad de cab,ras y ovejas que sólo hemos podi-do
documentar en Artenara. Consiste en unas hinchazones como
de divieso que suelen salirle a las reses en el hocico al fincharse
con espinos. Se cura o «muere la uva» tras aplicarle dos o tres
untaditas de leche de cardón recién cogida o guardada en bo-tella.
Vejiga inflamada
Sólo nos dio razón de esta enfermedad el informante de Fir-gas.
quien nos declaró que consiste en que el animal no orina.
Para remedio se le da un bebedizo tibio de agua hervida con
la hierba llamada «cola de caballo)), con barbas de millo y con
la raíz de una caña de casco de sequero. «De casco)) se llama a
la caña común (Arundo donax) para diferenciarla de la caña dul-ce
o azucarera; se especifica ((de sequero)) para indicar que debe
escogerse una caña de ias que crecen apartadas de sitios húme-dos.
es decir, «que no ve el agua sino cuando llueve)).
Núm. 27 fI98I)