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DOS RELACIONES SOBRE EL ATAQUE DE NELSON A SANTA CRUZ DE TENERIFE POR EU. meiii~i.iu&.J eE .a cAz-r'nu bTtvXílvnyr .rnímr i ur /wo&i lwo rea&t nu , viuda de Zárate, que no pudo ver publicada esta obra de su bisabuelo. SUMARIO 1. T~wnnmmnn~Aw. ILvl-VYVUUIVI.. 1. Les z~t~rss.-2. Lz relzd61;: de ?;&?ate: Y.?. Lx fcrms; 2.2. El contenido.-3. La relación de Cólogan: 3.1. La forma; 3.2. El conte nido.-11. RELACI~DEN JOSÉ DE ZÁRATEY PENICHE1T. :R asgos biográficos.- 2. Texto.-III. RELACI~DEN B ERNARDCO~ LOGFAA~L'L ON1:. Rasgos biográficos. 2. Texto. Mucho se ha escrito sobre el ataque de Horacio Nelson a Santa Cruz de Tenerife, y, sin embargo, el tema no parece ago-tarse? pues no dejan de aparecer nuevos documentos que am-pliun detulles del misma e pr~fundimne n acpedns p ~ c oco no-cidos. AIfredo Reyes Darias, en su introducción a la edición facsí-mil de la Relación circu?zstanciada de Monteverde, cuando cita las principales fuentes isleñas sobre el combate, escribe l: 1 REYES DARIAS, A.: Introducción a la edición facsímil de José de Monteverde y Molha Relación circunstanciada de Ea defensa que him la plaza de Santa Cruz de Tenerife, invadida por una escuadra inglesa al mando del Contra-Almirante Horacio Nelson en la madrzgada del 25 de juZio de 1797 [1798], Aula de Cultura de Tenerife, 1973. Las fuentes 1oca.Ies de más interés, junto con la de Monteverde, son: Núm. 27 (1981) 14 Fueron muchas las relaciones que se hicieron, pues tal acontecimiento lo merecia; además de los men-cionados es de anotar el manuscrito del Alcalde de Santa Cruz don Domingo Vicente Marrero; algunas más pueden haber llegado a nuestros días, pero aJ encontrarse en archivos g bibliotecas particuEares hacen que no se hayan podido estudiar. [El subraya-do es mío.] Y éste es el caso de las dos relaciones que hoy se publican: una original de don José de Zárate y Penichet (1762-1840) y otra de don Bernardo Cólogan FalIon (1772-1814). Han sido halladas en el archivo de la familia Zárate Cólogan, que se conserva en su casa de la villa de La Orotava. Los dos autores son tatarabuelos a N -por líneas paterna y materna, respectivamente-de los propie-tarios de este archivo. O 1. Los autores. 2 E = Sus extractadas biografías -debidas a la pluma de Marcos 3 Guimerá Peraza- se presentan más adelante. Sólo me interesa - - 0m destacar aquí su participación en la defensa de Santa Cruz du- E rante el ataque de la escuadra inglesa2. O n la versión de FRANCISDCE OTO LOSAR:e lacidn de ia glo?-iosa defensa y sin- -E a gular victoria que han conseguido las armas de S. M. Católica contra l una escuadra británica que el 25 de julio de 1797 atacd la plaza de Santa n Cruz de Tenerife, Santa C m , 1900 (número extraordinario de fa revis- o ta «Gente Nueva))); y de menor importancia, las de Dionisio de las Ca- 3 gigas (publicada por BARREDFA.: , EL ataque de Nelson a Tenerife rela- O tado por un mdrino ?rz~ntañés, Santander, 19361, y JosÉ W R f A DE ZUAZNÁ- VAR: InwSMn de la isla de Tenei-ife pm los ingleses en 1797 (publicada por RAFAETLC ~RRECSA MPOCS:a rácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias,! discurso de ingreso en la ReaI Academia de la His-toria, Madrid, 1901, Ap6ndice 11, pp. 212-2131. Para una mayor información de las fuentes y los estudios sobre el combate véase CIORANESCAU.: , Historia de Santa Cruz de Tenerife (Santa C m de Tenerife, 1977-19791, t. 11, pp. 500-501, nota 186. 2 Pueden hallarse noticias sobre la vida de José de Zárate y Penichet en el estudio que sobre la Casa de Zárate realiza Jos* PERAZDAE AYALA en el Nobiliurio de Canara (La Laguna, t. IV, en prensa, pp. 198 y si- 210 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS Don José de Zárate y Penichet (1762-1840). Oleo. (Biblioteca del Colegio de Abogados de Santa Cmz de Tenerife. Foto Benitez.) EELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 3 E7 abogado don José de Zárate actuó de Síndico Personero interino en esas jornadas, por hallarse movilizado el titular don José Víctor Domínguez. Tuvo numerosas y lucidas intervencio-nes en el combate, principalmente en el suininistro de pan y vino a todos los puestos de la línea de fuego, durante los cinco dfas que duró la acción, siendo además herido de resultas de ella. Es-tuvo, pues, cerca de los acontecimientos. Por ésta y por otras ra-zones, el Ayuntamiento de Santa Cruz y el General Antonio Gu-tiérrez le confiarían la redacción de la Representación dirigida al, Rey para la concesión del privilegio de villazgo. En ella, Z6- zate informaría -con conocimiento de causa- sobre la actua-ción de los vecinos durante la contienda. Don Bernardo Cólogan, comerciante y hombre de gran cul-tura, se encontraba en Santa Cruz atendiendo los negocios de su casa de comercio cuando se produce el ataque de los ingleses. Tomó parte en la acción, desde e1 vivac y Cuerpo de Guardia del Castillo de San Cristóbal, recorriendo sable en mano los si-tios más comprometidos, animando la tropa a la defensa; y, lue-go, atendiendo a los heridos en el citado Cuerpo de Guardia -entre ellos al Teniente Robinson- y recogiendo a los caídos en la lucha del muelle. De su destacada actuación se han hecho eco varios de los autores que se han ocupado del tema (Monte-verde, Viera y Clavijo, Graciliano Afonso, Alvarez Rixo, Aro-zena). Se trata. pues, de dos civiIes, desconocedores del arte mili-tar, pero testigos de excepción de este episodio béIico. 2.1. La forma. Su publicación se debe no tanto al interés histórico que pue-da tener su contenido, como a la personalidad de su redactor, guientes). Sobre Bemrdo Cóiogan Fallon puede consultarse la biografía reaIizada por MAFXOSG UI-A PERAZAB:e rnardo Cdlogan Falzm, 1772- 1514, «Anuario de Estudios Atlánticos» (Madrid-Las Palmas), núm. 25 (19791, pp. 307-355; las páginas dedicadas a su participación en el com-bate son 318-32. destacado partícipe en la defensa de la plaza y figura sobresa-liente en la sociedad de su tiempo. La relación está inserta en un cuadernillo de nueve hojas, tamaño holandesa, en donde se lee: Noticias de lo acazcido en el año 1797. Ysla de Tenerife, una de Las Canarias, en guerra con los Yng-leses. Aparece junto con otros textos de la época, entre ellos una alocución de Cólogan a los canarios, de la que se ha-blará en seguida. La obra de Zárate llevc! por título Ocurrido en el Puerto y Plaza de Santa Cruz, y su ext2nsión es de dos ho-jas y media. La identidad de su autor es conocida a través del propio tex-to. En la página 17 se lee: c.. . y yo que hacía de Síndico Per-sonero.. .» ; y en la página 19 se dice: cYo, como Personero, propuse ... » La prueba definitiva se encuentra en la página 19, al final de la relación, en donde se inserta e: acta de :a Junta general del pueblo de Santa Cruz, celebrada en la iglesia del Pilar, el día 29 de julio de 1797, para aclamar al Apóstol San-tiago por copatrono de la plaza. En ella, el autor de la rela-ción toma la palabra para dirigirse a los vecinos y a las auto-ridades allí congregadas : Señores: Yo que tuve el honor de desempeñar las funciones de caballero síndico personero en los tres días de amargura precedentes al de nuestra victo-ria.. . Por el acta de esta Junta general, publicada por Cioranescu, y por otras noticias, sabemos que aquel síndico personero acci-dental era el propio Zárate La relación debió de haberse escrito inmediatamente después del combate y antes del 27 de noviembre de 1797, fecha del de-creto real que concedía al lugar de Santa Cruz el titulo de villa. Rfi n la pág-iiia 20 se leer: 3 CIORANESCUH,i storia de Santa Cruz de Tenerife [l], t. IV, Apén-dices, pp. 364-365. 212 ASUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 5 Ahora se trata, a propuesta' de S. E. [el General Gutiérrezl, de impetrar la gracia de que este puebio se titule Villa de Santa Cruz de Santiago4. Se trata, en realidad, de un informe, redactado en un tono breve y oficial. Aunque Zárate no emite juicios personales sobre el combate, en el texto se trasluce la admiración, si no la subor-dinación, que tiene para con el General Gutiérrez. Por otra par-te, aprovecha la oportunidad para destacar su propia participa-ción en la lucha. En primer lugar, habla sobre la sugerencia que hizo a Gutiérrez de llevar al interior de la isla una porción de barriles de harina, en prevención de una retirada de Santa Cruz (pág. 17); medida muy oportuna -a juicio de Montever-de- n,gp permitib axjitijallar a las tripas &s p l e g~&y~ r 1 2 l a-guna y costa noroeste de Tenerife, durante aquellos días5. Asi-mismo nos cuenta cómo, siendo encargado de los víveres de la plaza, hizo entrega a las tropas inglesas de raciones de pan, vino y fruta fresca, una vez terminada la acción (pág. 18). 2.2. El contenido. Primeramente conviene destacar que Zárate incurre en algu-nos errores en el orden de exposición de los hechos. Por un lado, sitúa el reembarco de las tropas de Troubridge por el Bufadero a las cinco de la tarde del día 22 de julio, cuando es bien sabido que se llevó a cabo durante la noche de ese mismo día, a1 ampa-ro de la oscuridad (pág. 17). Por otro, sostiene que el hundimien-to del cúter «Fox» ocurrió en la mañana del 25 de julio, mien-tras los hombres de Troubridge y de Haod se hallaban encerra-dos en el convento de Santo Domingo, cuando en realidad se fue a pique a primeras horas de la madrugada, al comienzo del asalto (pág. 18). La figura del General Gutiérrez queda en muy buen plano en su relación. Cuando habla de los preparativos de la defensa, antes del 22 de julio (pág. 16): 4 rdem, t. 1, PP. 10-12, y t. IV, Apéndices, pp. 366-370. 5 Monteverde C11, p. 54. Núm. 27 (19811 . .. y el Señor Excmo. cuando no amanecía, que era rara vez, en el. vivac o muelle, se retiraba des-pués de la medianoche a descansar. Y cuando relata la lucha en el muelle, durante la madruga-da del 25 de julio, encomia el valor del General (pág. 18): ... [los ingleses] lograron al fin saltar por todas partes y al hacerlo por la playa de muelle fue for-zoso separar de allí a S. E. y llevarlo al Castillo prin-cipal. porque despreciando el riesgo quería ponerse al frente, y a La verdad que hubiera perecido si no le obligan a salir de allí y a la hora aviada. a En estas dos opiniones, junto a la prudente adopción de cons- E tantes medidas de defensa, Zárate coincide con otros autores O contemporáneos que han tratado la figura de Gutiérrez. n-- m Al mismo tiempo, la relación nos brinda detalles de interés, O E como el del rraior demostrado por algunos isleños en las luchas E 2 E de guerrillas por las calles de Santa Cruz, durante aquellas ho-ras dificiles de la madrugada (pág. 18): 3 - ... y vi soldado hacer frente en la calle de las 0 m E Tiendas a siete ingleses, derribar a uno y herir los O demás. Se hicieron muchos prisioneros y muchos E se rendían de grado. n E a Por último, incluye en su relato una información totalmente nueva. Es sabido que durante el almuerzo ofrecido por Gutié- n n rrez a los oficiales ingleses. e! día 26 de julio, éstos le hicieron 3 entrega de la famosa carta de agradecimiento de Kelson, con O la que le cbsequiaba un queso y un barril de cerveza. Zárate alude a! texto de la carta y a continuación pone en boca de Sel-son (pág. 19): ... y que la prenda de más estimaci5n cpe traía consigo se desilacia de ella para poneri ... Y comenta Zárate: Este fue un gran anteojo nocturno. 214 ANUARIO DE ESTUDIOS íITLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 7 Esto quizá se pueda interpretar como otro error de nuestro personaje, pues es extraño que no haya quedado constancia do-cumental de un regalo de tal índole. Pero Zárate aporta otros detalles que parecen dar verosimilitud a aquella afirmación, por-que a continuación escribe : [Nelsonl Suplicó se le mandase una poca de fru-ta fresca. S. E. inmediatamente me hizo llamar para saber si había alguna en los almacenes de provi-sión, que estaban a mi cargo, y en efecto, a las dos de la tarde se le remitieron como cuatro serones, que era todo lo que había. Dsrmte xpW!!u com-ida 103 ~f idalerin gleses transmitieron al General, verbalmente, el ruego de que permitiese el traslado de los heridos a los navíos para aquella tarde. También Nelson se ofreció por medio de sus oficiales a conducir a Cádiz los par-tes de Gutiérrez, notificando a la Corte la victoria obtenida. El General, por su parte, mandó «que a nuestras tripulaciones se les proveyese de los mejores víveres que se encontrasen, e hizo saber que los buques podían enviar a tierra a comprar todo lo que necesitasen, interín permaneciesen frente a la Isla)) 6. Todos estos ofrecimientos, peticiones y órdenes verbales, conocidas por otras vías, dan un sello de verosimilitud a la petición perso-nal de fruta fresca por parte de Nelson y permiten pensar que el anteojo nocturno no es una fantasía de Zárate, sino un regalo que el contralmirante hizo a Gutiérrez, con posterioridad a la car-ta de agradecimiento que éste le escribió. 3. La relación de Cólogan. Bernardo Cólogan nos dejó tres testimonios de la acción. Pri-m ~ mM, E resumen de su inter~enci6ne n el cnmhate, en carta dirigida a su padre, don Tomás Cólogan Valois, el mismo día 25 6 «Diario de la campaña de Nelsonn, cuya traducción ha sido pu-blicada por Rmdu DE ARMASA, .: Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias (Madrid, 19501, t. 111, 2: parte, Apéndices, p. 1128. Núm. 27 (1981) 215 de julio, ya publicada 7. Segundo, una alocución A los Defensores de la Pat.na = Las Yslas agradesidas, inédita, que está incluida en el cuadernillo anteriormente citado y que por el tono épico con que está escrita parece haber sido compuesta a raíz del su-ceso, en el mismo año de 1797 s. Finalmente, pocos años más tar-de, la Relación de la defensa ... que hoy ve la luz 9. 3.1. La forma. De esta relación existen dos copias manuscritas, incluidas en dos libros de contabilidad, concretamente los números 45 y 120 a del archivo, junto con otros documentos. La que ofrece mayor interés es la segunda copia, pues en ella el amanuense indica el O n autor, al final del texto (pág. 30): - m O E 7 Publicada en el Diario de Tenerife, el 24 de julio de 1894. Allf se 2 E hace constar que el documento pertenece a don Domingo Martinez Na- - varro y que es inédito; como lo es también el parte -que también se pu- 3 blica- que José Murphy y Meade, íntimo amigo de Bernardo Cólogan, - - dirige al mismo don Tomás. Por otro lado, en eef archivo de la familia 0 m E Zárate-Cólogan se guarda una carta, inédita, fechada en 29 de julio de 1797, en la que el general Antonio Gutiérrez contesta a la felicitación O que don Tomás le hace por la victoria alcanzada. n 8 Se titula A los Defensores de Ea Patria ct las Yslas Agradesidas, p r -E don Bernardo Cólogan Fállon, y comienza así: a 2 icanarios! Justo es que se tributen alabanzas a vuestro de- n nuedo, y cantemos Himnos en honor de vuestra Victoria ... n Su extensión es de una hoja, y en ella también elogia a Gutiérrez: 3 Y tú, O buen Gutiérres, que así como supiste inflamar el O brío de nuestros Guerreros, les diste el exemplo de la noble generosidad que tanto han alabado nuestros Enemigos ... te prometemos que mientras sucistan los Anales de las Yslas, vivirá Gutiérres estanpado en caracteres indelebles. Creo que se trata de la alocución a los canarios, inédita y sin firma, que Luis Maffiotte La Roche cita en su artículo ((El 25 de julio: Nuevos ciocumentos», pubiicacio en el inario de Tenerije, 24 de juiio de 1YO2, con el número 1 de su lista. 9 Su título completo es Relación de la defensa que hizo la Plaxa de Santa Cruz de Tenerife atacada por una Escuadra inglesa al mando del Contra-Almirante Horacio Nelson desde el 22 de julio de 1797 hasta la maTianu del 25. 216 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NFLSON .4 TENERIFE 9 Escribióla Dn. Bernardo Cólogan Fallon, que se halló presente. La fecha de su redacción podemos situarla a principios del siglo xrx, pues su contenido difiere bastante de aquella alocu-ción, escrita inmediatamente después de la victoria. En la rela-ción su estilo es a la vez preciso y ameno; y su tono refleja la visión más s'erena y objetiva que Cólogan ha ido adquiriendo sobre aquel suceso con el transcurrir de los años. Por otra parte, se limita a contar lo sucedido, no destacando sus propias accio-nes -en oposición a lo que había hecho Zárate-, y evita cuanto puede el descender al terreno de lo personal, ni aun tratándose de defensores destacados, con muy pocas excepciones. El mismo asi iios lo 25): A pesar de haber hecho propósito de no nombrar persona alguna en mi relación.. . Sus propias opiniones son remitidas a las diez notas que acom-pañan al texto, en donde mantiene una postura prudente a la hora de enjuiciar hechos y personajes. Y ello se debe a su con-dición de civil, como él mismo reconoce ,(pág. 30): A estas reflexiones, que creo imparciales ..., bien que hablo sin conocimiento del arte [militar] y sólo expongo lo que presencié, y lo que creo poder juzgar con mis propias luces. Por último, sus conocimientos del idioma -no olvidemos su asceiideiicia friaiidtrsa y sus estudios en Londres- le permitió tomar contacto directo con varios oficiales ingleses al término del combate, con lo que su visión de los hechos probablemente se completaría. De este modo, nos dice en la nota 3 (pág. 23) que un oficial inglés le describió las dificultades por las que pasaron 12s; trops britáricas h i - a ~ t t : estancia en la m~i-~ta-ña de La Jurada, el día 22 de julio; y nos cuenta cómo en la mañana del 25 los ingleses confundieron la bandera encarnada, izada en el castilIo de San Cristóbal, con la de su nación, y, con-fiados. enviaron de nuevo varias lanchas a tierra, error que se Nüm. 27 (1981) 217 10 AGUST~NG U I ~ ÁRA VINA tradujo en nuevas pérdidas entre sus hombres (pág. 27). Además . fue Cólogan quien encontró entre las ropas del. teniente Robin-son las órdenes dadas a las fuerzas de invasión, explicándose así el silencio que éstas guardaron en ciertos momentos de la madrugada del 25 de julio lo. 3.2. E1 contenido. Tres aspectos cabe destacar en su narración: su juicio sobre la actuación del General Gutiérrez, sus noticias sobre la lucha de g~erriliase n las calles de la población y !a reivindicación del decisivo papel de la tropa en los combates en tierra. En primer lugar, su juicio sobre Gutiérrez es bastante ecuá-nime. Por un lado, no oculta su admiración por el comporta-miento del General en algunos momentos de la pelea, coincidien-do con las opiniones de Monteverde y de Zárate (pág. 26): El General desde el primer fuego había acudido a la punta del muelle; mas luego que se vieron acercar Las lanchas, juzgaron sus ayudantes que era el puesto muy arriesgado para su persona y le habían conducido al castillo principal donde le con-ceptuaban más en su centro atendiendo a su avan-zada edad que no le permitia ejecutar todo lo que su espiritu le dictaba [El subrayado es míol. Por otro, sin dejar de reconocer que la situación era muy critica, censura la falta de energía y decisión de Gutiérrez, en las primeras horas del combate, con los ingleses ya introducidos en el pueblo (pág. 26): La confusión y el descrden que reinaban en la plaza. la inexperiencia de casi toda la tropa, la os-curidad de la noche, la ignorancia en que estaban e! C~sti!!~ lo yl~p paraha; tnd, yct, c a ~ ~ _ reunidas eran capaces de poner perplejo al m& va-liente y quién sabe lo que hubiera sucedido a no haber llegado en aquel momento critico don Vicen- 10 Monteverde [l], p. 23, nota. 218 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ... y sería ocioso referir todo lo que pas6 en estas perrillas; basta decir que les hacía doblemente peligrosos la oscuridad 6e la noche, tanto que a veces se disparaba sobre amigos y otras se dejaba de ejecutarlo por no conocerse de parte a parte, como sucedió cono dos de los referidos trozos de milicias que tomando por franceses a los que eran ingleses se les acercaron y fueron hechos prisioneros, y otro por igual equivoco aguantó sin defenderse una des-carga de la que perdió la vida el Teniente Coronel-del Regimiento de La Laguna, don Juan Bautista de Castro. Y en tercer lugar, el autor asegura que la victoria se debi6 a un conjunto de casuaIidades y al valor particular de algunos O individuos, más bien que a un plan premeditado y seguido. En m cuanto al valor de los isleños, aunque no deja de reconocer 5 la parte de mérito que los artilleros merecen, pone un mayor a m enfasis en la conducta de la tropa, que l l e v ~el peso del combate O en tierra (pág. 29) : I m m-i ;Qué hubiera sido de nosotros sin las evoluciones 3 5 de la tropa? Sea como fuere, a éstas se debió la de- O cisión de la pelea, al haber acometido a l enemigo en las playas, al haberle acosado en las calles, al 'E haberse formado un Cuerpo de Reserva en la Pla-za de la Pila.. . n m m -E m a LO Y para confirmar su tesis, presenta varios ejemplos. Antes i que nada, realza la defensa que del muelle hicieron los milicia- $ nos del. vivac del Castillo de San Cristóbal -lugar en donde se hallaba situado el propio Cólogan-, mandados por el Ca-pitán Luis Román y el Teniente Francisco Jorva. Considera la defensa de este punto del frente como decisiva para el desen-lace de la Iricha (p5g. 25): . . . pues por alli hubieran entrado los Nelson, los Bowen y otros jefes, cuya reunión hubiera sido te-mible. . . ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 13 Con ello sale al paso del excesivo papel que los propios ar- Tilleros se habían concedido en la obtención de la victoria 12. Otro ejemplo es la propia actuación del Teniente Siera, que ya ha sido comentada. También cita la elogiosa conducta del Co-mandante del Batallón de Canarias, don Juan Quinther, al man-do de la principal. fuerza que hizo inclinar la balanza a fa~os de los isleños, frente a los soldados de Troubridge y Hood 13. Por ÚItirno, dedica un elogio a la vaientía del Subteniente del .Batallón de Milicias don Rafael Fernández, muerto en el cerco del Convento de Santo Domingo (pág. 29): ... quien peleando con arrojo y no consultando sino al ardor de un joven de veintitrés años, encaró al enemigo con sólo cua.tro hombres. No termina aquí la aportación de Cólogan para un mejor cc+ nocimiento del ataque de Nelson. Además dei incidente de la bandera del Castillo principal, nos ofrece datos sobre el caño-neo que existió entre el Castillo de San Andrés y la escuadra en la tnañana del 25 de julio, episodio del que hasta ahora no se tenían detalles fidedignos 14. P hasta en el recuento de las bajas tenidas por los ingleses es clarificador. Cioranescu sostie-ne que las cifras dadas por el parte de Nelson -226 muertos y 123 heridos- parecen poco exactas; igualmente considera exa-geradas las que varios oficiales ingleses confesaron a un testi-go del combate -..más de 900 bajas entre unos y otrosfi. Pues 12 LOS milicianos disputaron duramente a los ingleses su paso al .muelle, a pesar de la escasez de medios en que se hallaban: no habfa f c ~ i p! z~r~~t^ C t,^e y pj rigidprz si~fi~ipntprsn za&rl, !!pg&qtl_@ a ijtili-zar piedras en la lucha, a falta de otros proyectiles más apropiados. Véase CIORANESHCisVto, ria ... [l], t. 11, pp. 208-209. 13 Ejemplos del valor de ciertos individuos, durante los combates en tierra, los tenemos en las acciones del cabo Diego Correa y de Josc? de Guezala (Monteverde, [l], pp. 51-52), de los sargentos Juan Arteaga y Manuel Barrios y del t.eniente Mariild de Salcedo !R-om&~ de Armas, [6], t. 111, pp. 1130.1332). 14 Se tenían dudas acerca de la cantidad de disparos que pudo hacer la artillería del castillo y cuáles fueron los buques ingleses afectados por su fuego. Véase CIORANESCHUi S: tmh. .., [l], t. 11, p. 500, nota 180. 15 CIORANESCBUis:t oria ... [l], t. TI, pp. 216-217. bien, Cólogan se queda en el término medio y nos brinda una versión diferente (pág. 28) : El número de los muertos y heridos fue crecido. Sin embargo, no podemos asegurar a cuánto ascen-dió, pero si se puede dar crédito a una lista que se vio por casualidad en manos de un oficial inglés dos días después de la acción, subía a cerca de 600 en-tre unos y otros ... Todo este conjunto de circunstancias, los datos y las opinio-nes aportadas hacen que la relación de Cólogan -de más in-terés que la de Zárate- constituya, en mi opinión, un testimo-nio veraz y claro del combate de Nelson y, por lo tanto, digno de unirse a las 60s reiaciones contemporáneas -las de Monte-verde y Tolosa- que más interés han ofrecido a los historia-dores. 1. Rasgos biográficos. José Antonio de Zárate y Penichet, hijo de don Tomás de Zárate y Magüer y doña Francisca Penichet de Trujillo, naci6 en la ciudad de Las Palmas el 21 de julio de 1762, siendo bau-tizado en la parroquia matriz de San Agustín el día 27 siguien-te. Se licenció en Derecho y ejerció como abogado en los Rea-les Consejos. Casó en primeras nupcias en Sevilla con doña Jo-sefa de Alfaro y Rebolledo, que fallecería en dicha ciudad sin sucesión. Establecido en Tenerife, tomó parte activa en la vida públ.ica de la isla. Como consecuencia de la Junta celebrada en la iglesia del Pilar el 29 de julio de 1797 y de su visita al Ge- Mont.ever& estima que s610 los muertos llegaron a ser cerca de 600 (Monteverde, [1], p. 49). Por su parte, Ruméu defiende las cifras dadas por Nelson, argumentando que por tratarse de partes oficiales de las operaciones de la flota de Lord Jervis, y contando la misión con plazas limitadas, Nelson no podía ocultar a su jefe ni una sola baja en las tripulaciones de los navíos (RvníÉu DE ARMAS, 161, t. 311, p. 895, nota 59). 222 ANUARZO DE ESTUDZOS ATLANTKOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 15 neral Gutiérrez, Zárate quedó encargado -por acuerdo del Ayun-tamiento de 5 de agosto- de la formación del expediente, reco-pilación de antecedentes y redacción de la Representación al Rey para la obtención del. título de Villa para Santa Cruz. La representación fue aprobada por el Ayuntamiento el 13 de sep-tiembre y elevada a través del General Gutiérrez: «Don José Zárate -comenta Cioranescu- había hecho bien su trabajo.)) Solicitó también la construcción de la batería del Santo Cristo de Santiago, sita en la Altura de Paso Alto, a raíz del ataque de los ingleses. Fue elegido Alcalde de Santa Cruz el 1 de enero de 1798 y volvería a serlo en 1802. Fue regidor en 5 de diciembre de 1803, para el Ayuntamiento, elegido por vez primera después de la obtención del priviIegio de Villazgo. Casó en La Orotava en segundas bodas con doña Juana Paula de Figueredo y NU-ñez el 1 de enero de 1801, de la que quedaría viudo, con su-cesión, en 1828. Hijos y nietos suyos fueron personajes desta-cados en la sociedad de las islas. Zárate fue asesor del Cabildo de Tenerife, auditor de Ma-rina titular, promotor fiscal interino del Juzgado de primera instancia de Santa Cruz de Tenerife y fundador del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, cuya sesión fundacional presidió el 2 de septiembre de 1838, «como el más antiguo de los profesores de la ciencia legal en este dicho partido)). En ella fue elegido primer decano, con 17 votos, por dos que obtuvo don Segundo María Carrós. Dos años más tarde, exactamente el 5 de febrero de 1840, fallecía en Santa Cruz don José de Zárate, bajo testamento otor-gado ante el escribano don José Oliver. Núm. 27 (1981) 2. Texto. NOTICIAS DE LO ACAECIDO EN EL AÑO DE 1797 Isla de Tenerife, una de las Canarias, en guerra con los ingleses Desde que dos fragatas inglesas sacaron de esta bahía de la Real Compañía de Filipinas, El Principe Fernando y el corsario francés La Mutina, no han dejado las mismas fragatas de cruzar sobre la Isla, haciendo algunas presas de los barcos de este tráfico, con restitución de algunos en que poco se utilizaban. Por dos oca-siones se abocaron con bandera parlamentaria, la primera pidiendo los ingleses prisioneros, lo que se les negó, y la segunda proponien-do canje por los franceses prisioneros en La Mutina; a esto se acce-dió, y efectivamente se verificó ei canje con mucha urbanidad de parte a parte, pues habiéndole escrito S. E. al Commdante inglés, por un niño de 8 a 9 años que había recogido el Teniente Coronel Don Juan de Castro, el que se embarcó llorando porque no quería dejar la casa de su bienhechor, el Comandante inglés lo hizo volver a tierra y mandó una expresión de cerveza y queso a S. E., quien le correspondió con otra con frutas y verduras del país. pedidas por el mismo inglés. Después de esto se ausentaron las dos fragatas, se dijo estaban en la Madera y corría con mucho valimiento la voz de que proyec-tstban una expedición contra esta Plaza, motivo por que los sujetos acaudalados, de ella dieron principio a internar sus caudales, al-hajas y efectos. Volviéronse a presentar las dos fragatas a mitad de julio, y ya entonces se temió con más fundamento la invasión. Salieron muchas familias de la Plaza y S. E. que desde que sacaron los ingleses del fondeadero la fragata de Filipinas, tomó cuantas precauciones sugiere el arte de la guerra, según la constitución y fuerzas de esta Plaza, dobló su vigilancia, reforzando las guardias, haciendo preparar todos los útiles en las baterías, bajar más gen-tes, para la defensa, y el Señor Excmo., cuando no amanecía que era rara vez en el Vivac o muelle, se retiraba después de la mediano-che a descansar. El sábado 22 de julio, a las cuatro y media de la mañana, se tocó alarma porque se vieron seis buques de guerra al frente de la Plaza, pero a mucha distancia, tres de los cuales con la Balandra y Bombardera que después se descubrieron dirigieron el rumbo ha-cia el Valle de San Andrés e intentaron un desembarco que se creyó dirigido a Paso Alto, y para eso tenian treinta botes que fueron rechazados por la artillería de aquel Castillo. Retrocedieron a cosa de las siete de la mañana, a las 10 volvieron a dirigirse aunque no en tanto número y verificaron el desembarco en sitio donde no les podía ofender la artillería del Castillo del Valle de San Andrés, y las tres fragatas y Balandra fondearon en aquel mismo sitio. 224 ANUARIO DE ESTú'D!OS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 17 Luego que el Teniente Coronel Don Pedro Higueras, Goberna-dor de Paso Alto, notó que el enemigo se dirigía a la altura que dominaba a esta fortaleza, mandó a ocuparla a unos pocos hom-bres de los que se hallaban en su Castillo, y dió parte inrnediata-mente a S. E., quien hizo mandar allí 200 hombres, también fueron 100 franceses que se ofrecieron a contribuir por su parte a la de-fensa. y por otro sitio fue el Teniente Coronel Don Juan Creagh con alguna gente, por si intentaban los enemigos subir por aquella parte a La Laguna. Este primer paso tuvo buen éxito, pues cuando los ingleses creyeron ocupar la Altura referida, hallaron ya en ella los nuestros con dos violentos, los contrarios también habían conducido uno o dos cañones pero mediaba un barranco entre unos y otros que no podían ofender, sin embargo hubo algúfi tiroteo de parte a parte, pero sin perdida nuestra; mas murieron tres o cuatro ingleses que bajaban por agua y los mataron dos soldados del Batallón que se habían emboscado entre unos cardones. Viendo pues el enemigo que era imposible ganarnos la altura sin exponerse a ser todos sacrificados, porque para ello tenían que descender al Barranco y subir luego un monte escabroso siempre dominado de los nuestros, a las 5 de la tarde del sábado, se reem-barcaron, lo que no se pudo impedir a pesar del fuego de Paso Alto y de San Andrés y el domingo 23 entre 11 y 12 se hicieron a la vela ias tres fragatas y ia Eiaiandra, y se incor-pürarün C ü i i los ties ii%- víos. En este medio tiempo se sacaron los caudales del Rey, y de otros particulares. salieron de la Plaza las más de las mujeres y niños. Se internaron los papeles de los oficios públicos y oficinas reales y se adoptaron cuantas precauciones fueron posibles, y la junta de acuerdo con S. E. tomó también varias medidas, así para la tranquilidad interior y buen orden del pueblo, como para proveer nuestras tropas de viveres. El lunes por la mañana se advirtió que otro navío se incorpora-ba con la Escuadra, lo que nos puso con más cuidado, y yo que hacía de Síndico Personero, temiéndome un bombardeo que pu-diera causar un incendio o que una invasión nos obligase a la retirada, fui a casa de S. E. y le propuse se podía pasar oficio a e! riahildn de La Laguna para que tomase providencia, a fin de in-temar gran número de barriles de harina que los franceses habían traído pocos días antes de una presa portuguesa, por ser el único auxilio que teníamos para la tropa. A S. E. le pareció bien mi pre-vención, y yo mismo subí. a las once y media lo hice presente al Cabildo, a la primera estaba de vuelta en casa de S. E. y a las 4 de la tarde habían ya bajado carruajes y caballerías y se subie-r uu ~ U L L ; & L de Liami!es. También en fuerza de la orden de S. E. habían bajado muchos milicianos y paisanos de rozadores hasta número de 1.500 hombres. A la medianoche, dicese tarde, fondeó toda la Escuadra en el propio sitio que antes las tres fragatas y a las oraciones empezaron a bombardear el Castillo de Paso Alto, desde donde se correspondía igualmente y con alguna interrupción. Duró el bombardeo hasta las 2 de la madrugada del 25, ningún da50 ~ecibióP aso Alto, pero dícese que uno de los navios llevó un palo rendido. A las dos y media, amparados en la oscuridad de la noche, se descubrieron va-rios botes enemigos a un mismo tiempo por el muelle, por la Car-nicería, por San Telmo y por las cercanías de la Aduana. Fue mucho el fuego que se hizo del Castillo de San Cristóbal y de todas las Baterías y también de fusilería, los ingleses igualmente hacían un fuego vivo pugnando por saltar en tierra. Mas como nuestra gente estaba repartida en varios puestos, lograron al fin saltar por todas partes y al hacerlo por la Playa de muelle fue forzoso separar de allí a S. E. y llevarlo al Castiilo principal, porque despreciando el riesgo quería ponerse al frente, y a la verdad que hubiera perecido si no le obligan a salir de allí y a la hora aviada. Mucha gente costó al enemigo el llegar a poner el pie en tierra, y verificado se paseaban por las calles y Plazas del pueblo, muy a saiisfac.fóii, tuccw?dou n iam"uurci:lo y un y ;idciendo aigullcis a robos, aunque fueron pocos, dividiéndose en cuadrillas y ya se E creían dueños de la Plaza, entretanto llegó el día y nuestras tropas O acudieron a la Plaza, como también los franceses, ocuparon las n - =m calles y entonces se fueron reuniendo los enemigos en la Plaza de O E Santo Domingo, hubo varios encuentros entre las referidas parti- E das, los seis violentos que hay en la Plaza se colocaron en los prin- S E cipales parajes de ella y entonces fue la fuerza del combate, la = intrepidez de los franceses, de nuestro Batallón y Milicias agrega-das a él, puso en compromiso a los ingleses y éstos tuvieron que 3 violentar la portería del Convento para ampararse, poniendo guar- - - 0 dias en todas las puertas, pero los nuestros les impedían la salida m E y al mismo tiempo otras partidas sueltas del enemigo que andaban O por las calles eran atacadas por las del Batallón y ví soldado hacer frente en la calle de las Tiendas a siete ingleses, derribar a uno y n herir los demás. Se hicieron muchos prisioneros y muchos se ren- -E dían de grado. a 2 El jefe que los capitaneaba, estando ya con la mayor parte de n los suyos en el referido Convento, hizo que el Prior se presentase o a S. E. proponiendo que entregando el caudal del Rey y los efectos de la China evacuarían la Plaza, sin hacer otra extorsión, desechó- 3 O se la propuesta, continuó el fuego y viendo de la Escuadra la acti-vidad de él, mandaban un gran refuerzo que fue rechazado y echa-da a pique la Balandra con los cuatrocientos hombres de desembar-co que traía. Todo esto lo observaban los ingleses, del campanario del Convento y como vieron retroceder nueve botes, depuesta toda. esperanza de socorro con los rnejoi-es y riiks de sus Gficiaies ñiuei-- tos y heridos, rendidas y prisioneras las partidas sueltas, pidieron la capitulación y se les concedió con la mayor humanidad, pues se les dejó salir con todas sus armas y honores, habiendo jurado no tomar las armas en la presente guerra, y que aquella Escuadra no acometería a ninguna de estas islas, ni incomodaría el tráfico ma-rítimo de ellas. Embarcáronse en fin y al día siguiente suplicaron les dejasen llevar algunos de sus botes, aue se les concedió cuando estaban en el muelle para embarcarse Les rnandé yo vn refresco 226 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS REL(¡CiONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 18 de pan y vino, que admitieron, esto fue de la aprobación de S. Exa. y de toda la Plaza. Reconocido el Almirante Nelson, escribió una carta llena de reconocimientos a S. E. Le decía en ella publicaría en todas partes la humanidad y generosidad de ánimo con que trataron a los rendidos. Que había perdido su brazo derecho y con todo deseaba la paz para venir a visitar a un Jefe tan generoso y magnánimo y que la prenda de más estimación que traía consigo se deshacía de ella para ponerla. Este fue un gran anteojo nocturno. Suplicó se le mandass una poca de fruta fresca. S. E. inmediata-mente me hizo llamar para saber si había alguna en los almacenes de provisión que estaban a mi cargo, y, en efecto, a las 2 de le tarde se le remitieron como 4 serones, que era toda la que había. Ofreció el Almirante llevar los pliegos para nuestra, Rey si era gusto de S. E. confiárselos, se le confiaron en efecto con sólo la noticia de la victoria y dió palabra de cuanto llegase a Cadiz acercarse con bandera parlamentaria y entregarlos. Este fue el éxito de nuestras armas y cuantas circunstancias concurrieron. Un capitán inglés que estaba herido, que estaba en el Hospital Real, llamado Robinson y llevado a bordo, murió en la lancha. Re-veló la orden que traían que la expedición fue proyectada por el Comandante de la Therpichore R. Bouwen, que es el que sacó la fragata de Filipinas, pero este pagó su arrojo porque quedó muerto en el muelle con su Teniente. También dijo el mismo capithn que hacía ji?icin qiie c r r s ~ dll~eg aran a incorpora^-SP con la. Escuadra que está sobre Cádiz, estaría hecha la paz, y que para esta expe-dición se escogió lo mejor de las tropas inglesas y los Oficiales mas acreditados. Se quedaron 10 marineros desertores que están en Paso Alto. La misma mañana del martes hicieron los honores a bordo a sus oficiales difuntos. La Plaza hizo tres salvas, a la mañana, me-diodía y tarde; y el día 26 ce cantó el Tedeum en la Parroquia. Yo como Personero propuse al Alcalde se pidiese licencia al Co-rregidor para convocar al pueblo a Junta General, a fin de aclamar al Apóstol Santiago por copatrono de esta Plaza. Pidióse y fue concedida y se fijaron edictos a son de caja con un piquete de soldados, convocando para el sábado 29 en la iglesia del Pilar. Se pasaron oficios para que concurriesen al Vicario Eclesiástico, Be-neficiado y Prelados de los dos Conventos. Celebróse la Junta a las dos y media de la tarde, hubo un gran concurso y colocados todos en sus asientos me mandó el Alcalde dijese al pueblo el fin para que era convocado, lo que hice del modo siguiente: -Señores: Yo que tuve el honor de desempeñar las funciones de caballero síndico personero en los tres días de amargura, pre-ceUelrtes de mes t ra ~ i c t ~ imae, y ropüse responUer a !a co~f i ax-za que me merecí a este respetable público, quando me dió el se-gundo lugar en la elección de oficios. Auxiliado del señor Alcalde y de los caballeros dipritados y con anuencia del Exmo. Sor. nuestro Gefe, nada omití de cuando mis pobres talentos me dictaron que pudiese contribuir a asegurar la tranquilidad interior de nuestro pueblo, y aún adoptamos otras providencias y precauciones que, cuando no inmediatas, al menos concurrieron mediatamente a su defensa. Mas nada hubiera hecho si me hubiese olvidado que nues- Lro triunfo fue obra del Dios de las Batallas por intercesión del Apóstol Santiago, patrón general de nuestra monarquía. ¿Quién en la noche del lunes al martes, no creyó ser desgra-ciada víctima del furor británico? Los maridos, lo padres, los her-manos, les parecía estar ya viendo a sus amadas consortes, a sus inocentes hijas y hermanas, ser el blanco de la incontinencia de unos hombres enemigos nuestros, de Dios y de su ley. Todos, to-dos temimos con sobrado fundamento vernos arrojados de nuestros hogares, despojados de nuestros bienes y privados de la amable libertad que nos dispensa el Gobierno suave de un Rey católico. Pero el Omnipotente que todo lo ve, después de habernos presen-tado el cáliz de amargura que por nuestros pecados teníamos bien merecidos, olvidándose por un instante de ellos, nos quiso refocilar con la copa del dulce néctar. Vencimos, en fin, y nuestra victoria fue toda obra del Dios de los Exércitos por la mediación del Apistn! Santiago, en cuyo glorioso día triunfamos del enemigo. A solo Dios se le debe toda honra y gloria; pero a este mismo Dios se le glori-fica en sus santos. En tal concepto, ¿no merecerá el apóstol Santia-go que por un efecto de nuestra gratitud y reconocimiento y en debida retribución a los beneficios recibidos le aclamemos por com-patrono tutelar de esta plaza? Parece que sí; y digo com-patrono porque, por una tradición constante desde la conquista de esta isla, sabemos que la Santa Cruz es la tutriz de este pueblo, aunque carecemos de documento que lo acredite. Aclamemos, pues, señores, a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago por patronos tutelares de esta plaza y, para dar más realce a los sentimientos de nuestros corazones, ocurramos luego a los pies del Trono e impetrar la con-firmación de este acto de piedad y religión cristiana. Juremos tri-butar anualmente a nuestra costa los debidos cultos a nuestro Após-tol, en memoria del feliz suceso que nos ha colmado de júbilo y alegría y, si es tal la voluntad de este noble y piadoso vecindario congregado a este efecto con anuencia del caballero Corregidor de esta isla, sírvanse todos declararla para que el señor Alcalde a nom-bre de todos pueda prestar el debido juramento en manos del señor Vicario, quedando a cargo de la junta todas las diligencias consi-guientes y necesarias para la mayor legalidad, como también la dirección de la fiesta que anualmente se ha de hacer al glorioso Santiago. Aclamáronse en fin a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago por patronos de esta plaza, votando anualmente las respectivas fiestas y el Alcalde hizo a nombre del público el juramento en manos del Vicario. El domingo 30 hubo funcion de acción de gracias, predico el Maestro Raymond, agustiniano, por la tarde hubo procesión ge-neral, salió la Virgen del Carmen, el Santo Apóstol y delante la bandera tomada al enemigo, también se sacó en procesión la reli-quia de San Clemente. El lunes se celebraron exequias por cuenta del Rey, el martes las costeó S. E. y en las tres noches hubo lumi-narias. Ahora se trata a propuesta de S. E. de impetrar la gracia 288 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 2 1 de que este pueblo se titule Villa de Santa Cruz de Santiago. De todo se dará parte por esta Junta al Real acuerdo. S. E. continúa dando sus disposiciones en caso de nueva inva-sión, aunque la creemos muy remota. 1. Rasgos biográficos. Bernardo Cólogan y Fallon, hijo de don Tomás Cólogan y Valois y de doña Isabel Fallon y Gante, nació en el Puerto de la Orotava el 8 de septiembre de 1772 y fue bautizado en la iglesia parroquia1 de Nuestra Señora de la Peña de Francia e1 día 13. siguiente. Estudió en el. Colegio de Navarra, en París, y pasó luego a Inglaterra y Holanda. Regresó al Puerto sobre 1794, y aunque prefería seguir sus gustos literarios y artísti-cos, se incorporó a las tareas de la casa de comercio de su fa-milia. Cólogan acogía a los visitantes ilustres de nuestra tierra, como lo fueron ,4ndrés Pedro Ledru (1796-97), Alejandro de Humboldt (1'799) y Bory de Saint-Vincent (1808). Actuó intensamente en la política de su tiempo. Fue Síndico Personero del. Puerto de la Orotava en 1800, Alcalde Real del Puerto en 1804, reelegido para 1803.; Alcalde de Aguas en 1807 ; de nuevo Personero en 1808, en cuyo Puerto le sorprende el alzamiento contra Napoleón, que hace que su pueblo natal Ie designe como uno de los dos representantes suyos en el Ca-biido Generai abierto que se ceiebró en La Laguna ei. li de ju-lio de ese año, y del que salió nombrada la Junta Suprema de Canarias: de ella fue Vocal destacado CóIogan, nombrado jun-to con José Murphy por el Comercio. Terminada su labor en la Suprema? e1 Puerto le elige para 1810 -por tercera vez- Sín-dico Persoriero, y en esta etapa ocurre ei sangriento motín con-tra los franceses, que tantos disgustos le proporcionaría, pues cayeron asesinados su escribiente Bressan y el maestro de le- Iras y música Broual, regidor de la Escuela creada por el pro-pio don Bernardo en una casa de su propiedad. A fines de 1811, y con motivo de la epidemia de fiebre ama-rilla, Cólogan marcha a La Laguna. Allí, el 23 de enero siguien-te, contrae matrimonio con María del Rosario Bobadilla de Es-lava y Pery, en el oratorio de la casa de los Marqueses de Viiia-nueva del Prado. En su casa de la plaza de la Concepción nació el 28 de febrero del siguiente año de 1813 el único fruto de este matrimonio, ,Tomás Fidel Cólogan p Bobadilla. La salud de Bernardo Cólogan se hallaba hacía algún tiem-po gravemente resentida; en busca de alivio y cura marchó a Londres en julio de ese año, y el 14 de abril de 1814 fallecía, skndo sepultado en el cementerio de San Pancracio, de aque-lia metrópoli, donde quedaron sus restos. 2. Texto. RELACION de Ea defensa que hizo la Plaza de Santa Cruz de Tene-rife atacada por una Escuadra inglesa al mando del Contra-Al-mirante Horacio Nelson desde el 22 de Julio de 1797 hasta la mañana del 25. El 22 de Julio amanecieron enfrente de Santa Cruz 3 navíos de guerra, 3 fragatas, 1 cúter y una bombarda con dos divisiones de lanchas, la una con dirección al Valle del Bufadero ' y la otra a la Plaza. Estas venían cargadas de tropa y de marinería arrnada, de-jándose ver al mismo tiempo las escalas con que parecían querer intentar algún asalto. Hízose la acostumbrada señal de alarma, y no sólo llamó nues-tra vigilancia, sino que avisando a los enemigos que la había, se retiraron a sus buques, a cuyos costados permanecieron las refe-ridas lanchas hasta las diez. A esta hora dieron fondo cerca del Valle de Bufadero las 3 fragatas como para proteger un desembar-co, que efectivamente ejecutaron en la Playa del Valleseco y de allí formándose en columna subieron con bastante prontitud al cerro que domina el de Paso Alto2 y lo ocuparon en tres pozos, de los que uno se acampó sobre lo alto de la colina, el segundo en una falda o loma y el tercero a más corta distancia de la playa. Desde luego que se comprendió en la Plaza cual podia ser el fin de este ataque se destacaron fuerzas suficientes para apoderarse del cerro de Paso Alto e impedir a los ingleses el tránsito hacia este 1 Este Valle está situado a la izquierda de la Plaza. 2 Paso Alto es una fortaleza respetable igualmente situada a la izquierda de la Plaza. 230 ANUARIO DE ESTL'DIOS P.PLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSQN A TENERIFE 23 Castillo que parecía ser su principal mira. Con efecto hallando su proyecto descubierto y no pudiendo ganar el citado monte, tanto por las fuerzas que se lo impedían como por lo profundo del ba-rranco, y el áspero risco por que era necesario trepar, rompieron el fuego sobre nuestras tropas con un cañón de a 4 que habian logrado subir. Nosotros que habiamos tenido igual precaución les correspondimos con cuatro piezas que habían conducido a nuestra altura los milicianos no sin mucho esfuerzo y destreza. Mientras estas partidas encaraban al enemigo marchó para la Laguna alguna tropa del Batallón de Canarias a la que se agrega-ron varios trozos de milicias y paisanaje en aquella ciudad, y sus inmediaciones con el fin de contener al enemigo si acaso intentase penetrar en lo interior de la Isla o de atacarle en flanco, siempre que permaneciese en la altura. Estas disposiciones y las demás dificultades que encontraban, produjeron la ventaja de inutilizar su plan, resultando en todo aquel día un pausado caíioneo de parte a parte que no causó estrago al-guno, tal cual tiroteo entre partidas que bajaban a estancar su sed en una fuente inmediata y otras nuestras que las acechaban de cuyas ligeras escaramuzas, dejaron (dicen) los primaros dos muer-tos en el sitio llevando consigo algún herido. Por la tarde se acercó la lancha obusera a Paso Alto y comenzó a bombardearle; mas habiéndole correspondido este Castillo se echó de ver que esto no era más que un entretenimiento. La mañana sigiiiente supimos qiie los ing1eses se hahia vwlto a embarcar la noche anterior, siéndoles ya imposible atacarnos por aquella parte y además de lo árido del terreno de que se habían apoderado y de lo ardiente que estaba el sol aquel día, se les hacía difícil subir víveres y refrescos y como los nuestros les molestaban en la bajada a la fuente, la sed los consumía de modo que este in-conveniente enfermó a muchos y disgustó generalmente a todos 3. El 23 se levaron las tres fragatas y se reunieron con los demás navíos y a medio día decayeron hacia el Sud cuya maniobra avivó aún más nuestra atención, recelándonos intentasen desembarcar en terreno más llano a la derecha de la plaza. Con este motivo se to-maron las disposiciones que pudiesen contrarrestar semejante pro-yecto o a lo menos contener sus primeros pasos. El 24 amaneció la Escuadra sotaventada y a las doce se le reunió un navío de 50 cañones. Luego se advirtió que de resultas de una seña de la Capitana todos los buques habian dirigido su rumbo al surgidero del día antes, en donde dieron fondos aquella tarde y no bien había oscurecido cuando comenzó la lancha obusera a bom-bardear a Paso Alto y su cerro; correspondía este Castillo sea para 3 T,I, ef;eial inglés me sse,-rS q ~ een -;ids k;ab;sEe xpeT& mentado calor igual, tanto que él y sus compañeros se habian des-mayado; y no tuve dificultad en creerlo, pues el sol estaba ardien-tísimo, aquellas alturas carecían de paraje donde ponerse al abrigo de sus rayos, y allí ni siquiera reinaba un vientecillo que los ali-viase. rechtazar o acallar la bombarda, sea para impedir al enemigo que se acercase; bien que ya entre los más experimentados prevalecía la opinión de que no era Paso Alto el objeto de sus miras; que el bombardearle no tenía otro fin que llamar nuestra atención hacia el y entretener por sus contornos nuestra fuerza principal, a fin de di-rigir luego después sus operaciones a la. parte opuesta de la plaza, o a su centro, y cogernos desprevenidos e incapaces de hacer mayor resistencia. Con cuyo conocimiento se tomaron las medidas corres-pondientes para la defensa de la citada fortaleza sin desamparar los dem&s puestos. Tal era nuestra situación. La noche favorecía cualquier proyecto del enemigo. Aire no corría y reinaba el silencio que suele haber cuando las olas están apacibles: solo alguna estrena daba claridad como que sin suma vigilancia no se podían divisar los objetos y que sin ella la sorpresa hubiera sido muy fácil. En fin, a las dos de la madrugada la lancha obusers dobló su fuego cuando habiendo aquel Castillo hecho señal de alarma y re-peticioia ios siguientes muy pronto se aicanzaron a ver de ia punta del Muelle una gran porción de lanchas que se dirigían a la dere-cha de la plaza. Esto bastó para ponerla en movimiento y entonces comenzó el fuego de todas las Baterías. Mas lejos de desmayar la intrepidez de los enemigos en medio de tan terrible acogida intentaron desem-barcar en la playa del Barranco de Santos y no pudiendo efectuar-lo en el primer avance por haber prontamente acudido el Batallbn y sus milicias agregadas, vogaron de nuevo, y vinieron a encallar mas arriba en una ensenada inmediata al Barranquillo, en cuya playa lograron hacerse fuertes favorecidos por el casco de un barco viejo tras del cual se guarecían del vivo fuego que les hacia un trozo de 40 reclutas del Regimiento de la Habana, hasta que viendo éstos el gran número de los contrarios y los débiles que eran sus fuerzas para resistirles tuvieron que retirarse y dejarles el paso libre. Por aquel puesto se introdujeron en el pueblo entrando desde luego en la Plaza de la Iglesia, mientras un trozo se dirigía al Cas-tillo de San Cristobal de cuyo Rastrillo * se le hicieron con acierto varias descargas de fusilería que le obligaron a huir por la calle inmediata, y no menos ventaja habían conseguido los que defen-dían el boquete del Muelle, a cuya plaza se habían arrojado media docena de lanchas: porque no dejando a la oficialidad inglesa tiem-po para formar su gente, hirieron luego con sus seguidas descargas y mataron a algunos jefes y a muchos soldados y marineros, obli-gando a los que quedaban dispersos y subían al número de sesenta hombres a rendirseles prisioneros - 4 El Barranco de Santos está a la derecha de Santa Cruz. * Don Esteban de Lugo, Capitan de Milicias, dirigió este fuego (del Rastrillo). 5 Dicen que todo este destrozo provino del acierto con que se disparó un cañonazo a metralla del Castillo de San Cristóbal; muy enhorabuena que aquel primer golpe consistiese en eso, pero 232 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAKTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE RELSDN A TENERIFE 25 Lta victoria yici ertamente decidida en este punto importante no lo estaba aún en las demás partes del pueblo, pues no quedando otro partido que el de acosar a los que habím logrado introducirse,. cuyo ntímero fijo se ignoraba y por la mucha oscuridad era impo-sibIe descubrir se repartieron nuestras fuerzas para este fin y para ahuyentarlas de los puestos donde su reunión pudiera haber sido. funesta. Una división que habia entrado en la Plaza de la Pila y estaba. apostada en la parte superior se habia desde luego apoderado del almacén de víveres Y sacando a un Diputado de Abastos le habían obligado a conducir-un Sargento parlamentario al paraje donde se hallase el General a auien le intimó rindiese la wlaza dentro de dos minutos o que de no-la incendiarían que tenían dos mil hombres> en tierra y que venían resueltos a llevar su intento al cabo. Mas tan extraña proposición fue desechada; bien que se asegu-raba que era imposible hubiesen puesto el pie en tierra los dos mil ingleses de que hablaba el Sargento además de que el Batallón es-taba intacto, el espíritu de la tropa no había desmayado, y se veía. en disposición de acometer a los enemigos 6. seamos más justos; si el Vivac que está en aquella entrada del pueblo no hubiese sido defendido con espíritu, los enemigos, una vez recobrados del primer susto, se hubieran apoderado de un pues-to tan importante y hubieran penetrado por allí; mas siendo cierto. que ninguno entró y que todos fueron muertos, heridos, prisione-ros o dispersos, es evidente que esta ventaja no consistió únicamen-te en el cañonazo, sino principalmente en la resistencia que hizo el Capitán de Milicias don Luis Román ayudado por el Teniente de1 mismo Cuerpo don Francisco Joma y por una docena de hombres cuya mayor parte eran milicianos. De resultas de la refriega que hubo en este puesto se retiró herido para su Escuadra el Almirante Nelson, llevando consigo algunos Oficiales y soldados igualmente heridos, y perdieron la vida el Capittin Bowen y su Teniente Thorpe, quedando el campo de batalla con varios otros heridos de la Ofi-cialidad y tropa y muchos muertos. A pesar de haber hecho pro-pósito de no nombrar persona alguna en mi relación, crei faltar a la verdad en dejar en el mismo olvido a don Luis Román y a infi-nitos otros que han sido nombrados con distinción o que se han nombrado a sí mismos sin merecerlo. Hay otra consideración, y es que yo miro este golpe como el que más contribuyB a decidir la victoria en favor nuestro; pues por alii hubieran entrado los Nel-son, los Bowen y otros jefes, cuya reunión hubiera sido temible, y aun en la suposición de que debamos dudar en quien pendió la _ - - - L - L - venwja, si en ei acierta, tal vez casual, ciei cañonazo o en el espi-ritu de RomBn, prefiero alabar a los que estaban más expuestos y desamparados. Merece tener su puesto en la relación de este ataque el nom-bre del Oficial que contribuyó más que nadie a que fuese despre-ciado este primer mensaje del enemigo. El General desde el primer fuego habia acudido a la punta del muelle; mas luego que se vie- En el ínterin éstos andaban en trozos por lo interior del pueblo además de la Plaza de la Iglesia en que estaban apostados, tenían partidas que ocupaban varias calles, por lo que vino a formarse el Batallón en la Plaza de la Pila para servir en todo caso de Cuerpo de reserva, destacándose al mismo Mempo trozos de dicho Cuerpo y de Milicias para perseguir y acosar a los ingleses: y sería ocioso referir todo lo que pasó en estas guerrillas, basta decir que les hacía doblemente peligrosos la oscuridad de la noche, tanto que a veces se disparaba sobre amigos, y otras se dejaba de ejecutarlo por no conocerse de parte a parte, como sucedió con dos de los referidos trozos de milicias que tomando por franceses a los que eran ingle-ses se les acercaron y fueron hechos prisioneros, y otro por igual equívoco aguantó sin defenderse una descarga de la que perdió la vida el Teniente Coronel del Regimiento de Milicias de La Laguna, don Juan Bautista de Castro. Por fin la columna inglesa, viéndose acosada de todos lados, llegó a reunirse en la Plaza de Santo Domingo, donde parte se formó en a L - + - 7 1 - -. ---e- --+,A -- -1 P-nr-nn+n A * e.,Trnr rrnntn.n-r Lorínn # . r c i n r r N u a b a u a y p a b~c GILIL u GII GL UULIVGLII>V UG C ~ UCJÍ ~ J V - I I U W A I ~ J I I ~ U ~ Z - U I U U ~ V E a los nuestros. Estos, animados cada vez más, iban ganando las bocacalles inmediatas. y ya empezaba a rayar el día cuando desta- O n caron los enemigos un Oficial parlamentario, quien se presentó al - m General y le intimó segunda vez rindiese la Plaza, ofreciendo en O E tal caso no molestar ni perjudicar a vecino alguno; pero que de no E 2 avenirse a su propuesta la incendiarían. Mag no era regular se diese E ,oído a su intimidación cuando la aurora ya nos iba asegurando de - nuestra victoria, y así la respuesta del Jefe fue que aun tenía pólvora, 3 balas y gente con que defenderse, de cuyas resultas se avivó de - nuevo el combate. - 0 m A este tiempo había enarbolado su bandera el Castillo de San E Cristóbal, y esto por poco no cuesta la vida a un gran número de O enemigos. Efectivamente, unas quince o diez y seis lanchas que ha-bían acompañado a los demás cuando el desembarco, y que no pu- n diendo ejecutarlo, rechazadas por el vivo fuego de nuestra Artille- -E a ron acercar las lanchas, juzgaron sus ayudantes que era el puesto muy arriesgado para su persona y le habían conducido al Castillo principal donde le conceptuaban más en su centro atendiendo a su avanzada edad que no le permitía ejecutar todo lo que su espi-ritu le dictaba. La confusión y el desorden que reinaba en la plaza, la inexperiencia de casi toda la tropa, la oscuridad de la noche, la ignorancia en que estaban en el Castillo de lo que pasaba; todas estas causas reunidas eran capaces de poner perplejo al más va-liente y quién sabe lo que hubiera sucedido a no haber llegado e n arji~~m;! ~mentnc ritim Don Vicente Si~r rat sicl, Teniente que era de: la bandera de la Habana, conduciendo unos prisioneros que había hecho, y a no haber informado a su Jefe de la verdadera si-tuación de la Plaza animándole osadamente a que da ningún modo tratase de rendirse. La entereza con que este oficial habló a su General ed de los hechos más loables de esta defensa, y muchos pre-tenden fue la causa principal de su buen éxito. 234 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS RELACIONES DEL ATAQUE DE =SON A TENERIFE 27 ría, habían esperado fuera de tiro de cañón, hasta tanto que cesase o que tuviesen algún indicio por donde conocer la suerte buena o mala de la empresa, desde luego que alcanzaron a ver la bandera encarnada, la tomaron por la de su nación e inmediatamente re-maron con brío para ganar la Playa de la Carnicería y hubieran perecido sin remedio a no haberlas pronto desengañado el fuego que se les hizo de los Castillos y del que fueron algunos a pique. Y no fue poca su fortuna en conservarlas, pues las que habían que-dado en nuestras playas estaban ya reducidas a un montón de tablas. La acción reinaba aún en las inmediaciones de Santo Domingo cuando los ingleses, en vista del suceso de las lanchas rechazadas que habían observado del Campanario, se valieron de dos religiosos para que pasasen a exponer personalmente al Comandante Gene-ral que no era su ánimo perjudicar ni incomodar a los vecinos, siempre que se les entregasen los caudales del Rey y todo lo per-teneciente a la Real Compañía de Filipinas 7, pero que de todo lo c=:ltrzri= fzta!es 12s cg;n;uer,~e~ciL'~&& s. &rw recpl~e~ta les había de dar sino la misma que se había dado al oficial, sobre todo cuando teníamos el Convento y que nuestros violentos les ha-cían temible cualesquiera salida? Con este motivo destacaron nue-vamente dos oficiales, quienes propusieron lo que antes habían intimado, pero viendo la resolución con que se rechazaba semejante partido tuveron a bien conformarse con capitular. En esta capitu-lación se acordó que ias tropas de S. M. Británica se ernbarca~iaii con todas sus armas y llevarían sus lanchas en caso de estar a sal-vo, y que de no se les franquearían las que necesitasen para su embarque, en cuya consideración se obligaban a no molestar el .pueblo de Santa Cruz con los navíos que se hallaban delante de él y a no atacar isla alguna de las demás, devolviéndose los prisio-neros de parte a parte Aún se estaba en esta negociación cuando la Escuadra que se Todo el mundo sabe que la entrada en Santa Cruz de dos navíos de la Compañía de Filipinas ricamente cargados fue el ali-ciente principal que tuvieron los ingleses para pensar en nuestras peñas. II cx ,-...- se ha. h~bla.60 ewtra. semefa~te CapitUlcleióii y qüe los inteligentes la miran no sólo como indecorosa, sino como man-cha que desluce nuestra victoria. Sin tener conocimiento mayor del arte militar, yo tambien digo que no nos hace honor. A esto responden los defensores del General Gutierrez Gutiérrez que tal vez contaba poco con nuestra tropa e ignoraba nuestra verdadera posición cuando la firmó, mas debiera haberla sabido, y en vez üe vaierse de ayudantes de poca experiencia debiera haber con-sultado los oficiales que la tenían, y los más acreditados por su valor y éstos le hubieran hecho ver la triste situación de unos ene-migos acorralados y debilitados por sus pérdidas, sobre todo cuan-do nosotros íbamos logrando reunir los dispersos por la oscuridad de la noche, por el miedo o por la faIta de armas y de experiencia. habla levado y que por falta de viento apenas caminaba expemi-mentó al pasar por el Valle de San Andrés el fuego de aquel Cas-tillo dirigido principalmente a la Capitana y a una fragata, las que ambas le correspondieron, y aun hicieron acercar la lancha obu-sera hasta que viendo que lejos de surtir efecto sus tiros la maltra-taban los del Castillo la retiraron a toda prisa9. Es por demas decir cuán celebrada fue la victoria en alegres vivas y en aclamaciones de júbilo; pero no lo es el publicar que apenas cesaron las hostilidades el muelle que había sido teatro de sangrientas escenas se trocó en reunión de amigos y enemigos, don-de se vio que si en el combate había el inexperto canario hecho esfuerzos de valor despues de 61 sabía igualmente acreditar su hu-manidad. La perdida de los ingleses fue considerable y su mayor destrozo al intentar el desembarco cuando nuestra Artillería echó a pique un Cúter de 14 cañones que venía cargado de tropa, marinería ar- a mada, municiones, piezas de campaña Y demás avíos, salvándose N muy poca gente, y cuyo total según los c~lculosm ás moderados y E probables sería de 200 a 300 hombres. O Zozobraron del mismo modo muchas lanchas y casi todas aican- n-- m zaron las playas muy mal tratadas. El número de los muertos y O E heridos fue crecido; sin embargo, no podemos asegurar a cuánto E ascendió, pero si se puede dar crédito a una lista que se vio por 2 E casualidad en manos de un Oficial inglés dos días después de la - acción, subía a cerca de 600 entre unos y otros, siendo de los pri-meros el Capitán don Ricardo Bowen, de la Fragata -Terpsichorex, 3 quien había sacado de la Bahía la de la Compañia de Filipinas EE - - 0 Principe Fernando y promotor, según dicen, de esta expedición; y m E de los segundos el mismo Contraalmirante don Horacio Nelson: O Además de estos dos oficiales murieron o fueron heridos otros mu-chos, como que en la referida lista ascendía su número a 22 entre n unos y otros. Tomámosles un cañón de a 4 de bronce, porción de -E fusiles, pistolas, sables, chuzos, picas, escalas, cartuchos, dos carros a de guerra y una bandera. 2 n Por nuestra parte, la pérdida fue corta en comparación, no pacb n n de 23 muertos y 30 heridos contando algunos paisanos que murie-ron indefensos. Entre los citados muertos se hallan dos Oficiales: 3 O el Teniente Coronel del Regimiento de Milicias de La Laguna, don Juan de Castro y Ayala, e1 que a pesar de su edad avanzada se hallaba a la cabeza de la tropa, y el Subteniente del Batallón de Canarias, don Rafael Fernández, quien peleando con arrojo, y no 9 Es de notar que en el citado Castillo no había más que dos cañones sensibles de los que pronto uno se inutilizó, y el otro, des-pués de haber disparado unos 20 tiros, se reventó, mató a un arti-llero e hirió a otros, dejando de este modo parado el espíritu que manifestó don Josef Feo -Oficial de Artillería que mandaba en aquel puesto-. Si este Castillo hubiera estado provisto de sus cailo-nes competentes, les hubiera salido caro el paso a algunos de aquellos navíos. 23& ANUARIO DE ESTUDlOS ATLANTlCOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TEMERIFE 29 consultando sino el ardor de un joven de veintitrés años. encaró al enemigo con sólo cuatro hombres. Ya que en nuestra justicia pen-de su recompensa, paguemos a las cenizas de ambos el tributo de alabanzas que les debe nuestra gratitud y sirva su memoria de ejemplo, puesto que derramaron su sangre en defensa de la Patria. Hubo tres Oficiales heridos: don Simón de Lara, don Dionisio Na-vasrete, Subteniente de Milicias, y don José Dugi, que lo es del citado Batallón. Después de nuestra victoria debemos celebrar el valor de los que se esforzaron en conseguirla, felicitemos el Cuerpo de Artille-ría,, el Batallón de Canarias, los reclutas de Cuba y de La Habana y los trozos de milicas que se distinguieron en aquella madrugada memorable; y sin olvidar la noble conducta de nuestros defensores militares, alabemos también el patriotismo de los paisanos que vo-luntariamente expusieron sus vidas y merecen sin duda ser partí-cipes de la Gloria que de la Victoria ha resultado a las Armas ca-narias lo. 10 También hubo unos sesenta franceses que se ofrecieron gustosos a la defensa de la Plaza y que se portaron con denuedo y notable actividad. Sería injusticia negarles al mérito que adqui-rieron. Mucho ha dado que decir esta acción, tanto por lo mal dirigido que fue el ataque por parte de los ingleses como por lo mal combinada que fue nuestra defensa, y el pncn fnite qile c l c - mos de la victoria. El Almirante Nelson hubiera logrado su intento si hubiese ejecutado el desembarco en la misma madrugada que se apareció su Escuadra sobre Santa Cruz: pero cuanto hizo des-puéc debía salir fallido. ¿Qué debia resultar de su extraiio desem-barco en el Valle Seco? El acostumbrar al fuego los soldados biso-ños que tenía que combatir y perder el tiempo mismo que nosotros habíamos precisamente de emplear en prepararnos. Es cierto que aun así podría contar con nuestra inexperiencia de que había ejem-plares, y con el desorden que debia producir su escuadra en una isla nada hecha a estos sucesos militares; pero también debia pre-ver que los esfuerzos reunidos de un pueblo que quiere defenderse suelen a veces ser temibles y no debía dar lugar a que llegasen a poder obrar de concierto. Por nuestra parte no fueron mejores las medidas de defensa y lo que se puede decir es que todo queda olvidado con la vic-toria. La que hemos de confesar francamente se debió a un con-junto de casualidades y al valor particular de algunos individuos más bien que a un plan bien premeditado y seguido. Oigo que los artilleros pretenden haberlo hecho todo, y yo confieso que hi-cieron mucho en el primer avance, pero también me aseguran que hubieran podido hacer más, y que si la batería de la Concepción hubiera estado bien servida, mucho daño hubiera causado al ene-migo al desembarcar en aquella playa. Sobre todo después de puesto el pie en tierra. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin las evo-luciones de la tropa? Sea como fuere a éstas se debió la decisión de la pelea, al haber acometido al enemigo en las playas, al ha- Num. 27 (í98Il 237 LISTA DE LOS NAVIOS QUE VINIERON A ESTA EXPEDICION DESTACADOS DE LA ESCUADRA QUE BLOQUEABA A CADIZ AL MANDO DEL ALMIRANTE JERVIS (HOY DIA LORD DE SA4N VICENTE1 Cañones Theseus, El Teseo ...... Culloden, El Culloden ... Zealous, El Zeloso ...... Leander, E1 Leandro ... Sea Horse, El Caballo Marino ............... l7- ---lJ ~ L L L ~ ;cLt lu, La Esmeralda. Terpsichore, La Terpsi- * chore .................. Fox El Cúter, la Zorra ... Una Bombarda. Contraalmirante Horacio Nelson. 74 Caballero del Baño. ( Capitán Rafael Willett Miller. 74 Capitán 74 Capitán 50 Capit.&n 38 Capitán 36 r . - - : L z - L a u l L a i l 32 Capitán Tomás Troubridge. Samuel Hood. Tomás Thompson. Freemantle. TIT-11--- vv a u e l - . Ricardo Bowen. 14 Su Comandante, el Teniente Gibson. NOTA.-Se dice que la gente que traían las lanchas al desem-barco ascendía a 2.000 hombres; pero no llegó todo a poner el pie. en tierra, cuando capitularon serían 600 los que se hallaban re-- unidos. berle acosado en las calles, al haberse formado un Cuerpo de Re-serva en la plaza de la Pila, en fin, a estas disposiciones atribuyo el buen éxito de nuestra defensa, y así el Cuerpo que juzgo se dis-tinguiese más en ella es el Batallón de Canarias, del que sea por su mayor pericia o valor supieron sus jefes sacar mejor partido, siendo muy digna de nuestros elogios la conducta de- su Comandan-te don Juan Quinther. A estas reflexiones, que creo imparciales, s610 añadiré que nues-. tra victoria hubiera sido completa si los jefes hubieran sabido apro-vechar mejor de nuestra posición al momento de capitular los. ingleses. No hay duda que la noche favoreció mucho al enemigo, pero el día nos daba dobles ventajas; bien que hablo sin conoci-- miento del arte, y sólo expongo lo que presencié, y lo que creQ poder juzgar con mis propias luces. Fin Escribióla don Bernardo Cólogan Fallon que se halló presen te.... [Nota. del emanuense en la, copia del libro 120 del Archivo.]
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Calificación | |
Título y subtítulo | Dos relaciones sobre el ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife |
Autor principal | Guimerá Ravina, Agustín |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 27 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1981 |
Páginas | p. 209-238 |
Materias | Nelson, Ataque de, 1797 ; Historia ; Santa Cruz de Tenerife |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 3512675 Bytes |
Texto | DOS RELACIONES SOBRE EL ATAQUE DE NELSON A SANTA CRUZ DE TENERIFE POR EU. meiii~i.iu&.J eE .a cAz-r'nu bTtvXílvnyr .rnímr i ur /wo&i lwo rea&t nu , viuda de Zárate, que no pudo ver publicada esta obra de su bisabuelo. SUMARIO 1. T~wnnmmnn~Aw. ILvl-VYVUUIVI.. 1. Les z~t~rss.-2. Lz relzd61;: de ?;&?ate: Y.?. Lx fcrms; 2.2. El contenido.-3. La relación de Cólogan: 3.1. La forma; 3.2. El conte nido.-11. RELACI~DEN JOSÉ DE ZÁRATEY PENICHE1T. :R asgos biográficos.- 2. Texto.-III. RELACI~DEN B ERNARDCO~ LOGFAA~L'L ON1:. Rasgos biográficos. 2. Texto. Mucho se ha escrito sobre el ataque de Horacio Nelson a Santa Cruz de Tenerife, y, sin embargo, el tema no parece ago-tarse? pues no dejan de aparecer nuevos documentos que am-pliun detulles del misma e pr~fundimne n acpedns p ~ c oco no-cidos. AIfredo Reyes Darias, en su introducción a la edición facsí-mil de la Relación circu?zstanciada de Monteverde, cuando cita las principales fuentes isleñas sobre el combate, escribe l: 1 REYES DARIAS, A.: Introducción a la edición facsímil de José de Monteverde y Molha Relación circunstanciada de Ea defensa que him la plaza de Santa Cruz de Tenerife, invadida por una escuadra inglesa al mando del Contra-Almirante Horacio Nelson en la madrzgada del 25 de juZio de 1797 [1798], Aula de Cultura de Tenerife, 1973. Las fuentes 1oca.Ies de más interés, junto con la de Monteverde, son: Núm. 27 (1981) 14 Fueron muchas las relaciones que se hicieron, pues tal acontecimiento lo merecia; además de los men-cionados es de anotar el manuscrito del Alcalde de Santa Cruz don Domingo Vicente Marrero; algunas más pueden haber llegado a nuestros días, pero aJ encontrarse en archivos g bibliotecas particuEares hacen que no se hayan podido estudiar. [El subraya-do es mío.] Y éste es el caso de las dos relaciones que hoy se publican: una original de don José de Zárate y Penichet (1762-1840) y otra de don Bernardo Cólogan FalIon (1772-1814). Han sido halladas en el archivo de la familia Zárate Cólogan, que se conserva en su casa de la villa de La Orotava. Los dos autores son tatarabuelos a N -por líneas paterna y materna, respectivamente-de los propie-tarios de este archivo. O 1. Los autores. 2 E = Sus extractadas biografías -debidas a la pluma de Marcos 3 Guimerá Peraza- se presentan más adelante. Sólo me interesa - - 0m destacar aquí su participación en la defensa de Santa Cruz du- E rante el ataque de la escuadra inglesa2. O n la versión de FRANCISDCE OTO LOSAR:e lacidn de ia glo?-iosa defensa y sin- -E a gular victoria que han conseguido las armas de S. M. Católica contra l una escuadra británica que el 25 de julio de 1797 atacd la plaza de Santa n Cruz de Tenerife, Santa C m , 1900 (número extraordinario de fa revis- o ta «Gente Nueva))); y de menor importancia, las de Dionisio de las Ca- 3 gigas (publicada por BARREDFA.: , EL ataque de Nelson a Tenerife rela- O tado por un mdrino ?rz~ntañés, Santander, 19361, y JosÉ W R f A DE ZUAZNÁ- VAR: InwSMn de la isla de Tenei-ife pm los ingleses en 1797 (publicada por RAFAETLC ~RRECSA MPOCS:a rácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias,! discurso de ingreso en la ReaI Academia de la His-toria, Madrid, 1901, Ap6ndice 11, pp. 212-2131. Para una mayor información de las fuentes y los estudios sobre el combate véase CIORANESCAU.: , Historia de Santa Cruz de Tenerife (Santa C m de Tenerife, 1977-19791, t. 11, pp. 500-501, nota 186. 2 Pueden hallarse noticias sobre la vida de José de Zárate y Penichet en el estudio que sobre la Casa de Zárate realiza Jos* PERAZDAE AYALA en el Nobiliurio de Canara (La Laguna, t. IV, en prensa, pp. 198 y si- 210 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS Don José de Zárate y Penichet (1762-1840). Oleo. (Biblioteca del Colegio de Abogados de Santa Cmz de Tenerife. Foto Benitez.) EELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 3 E7 abogado don José de Zárate actuó de Síndico Personero interino en esas jornadas, por hallarse movilizado el titular don José Víctor Domínguez. Tuvo numerosas y lucidas intervencio-nes en el combate, principalmente en el suininistro de pan y vino a todos los puestos de la línea de fuego, durante los cinco dfas que duró la acción, siendo además herido de resultas de ella. Es-tuvo, pues, cerca de los acontecimientos. Por ésta y por otras ra-zones, el Ayuntamiento de Santa Cruz y el General Antonio Gu-tiérrez le confiarían la redacción de la Representación dirigida al, Rey para la concesión del privilegio de villazgo. En ella, Z6- zate informaría -con conocimiento de causa- sobre la actua-ción de los vecinos durante la contienda. Don Bernardo Cólogan, comerciante y hombre de gran cul-tura, se encontraba en Santa Cruz atendiendo los negocios de su casa de comercio cuando se produce el ataque de los ingleses. Tomó parte en la acción, desde e1 vivac y Cuerpo de Guardia del Castillo de San Cristóbal, recorriendo sable en mano los si-tios más comprometidos, animando la tropa a la defensa; y, lue-go, atendiendo a los heridos en el citado Cuerpo de Guardia -entre ellos al Teniente Robinson- y recogiendo a los caídos en la lucha del muelle. De su destacada actuación se han hecho eco varios de los autores que se han ocupado del tema (Monte-verde, Viera y Clavijo, Graciliano Afonso, Alvarez Rixo, Aro-zena). Se trata. pues, de dos civiIes, desconocedores del arte mili-tar, pero testigos de excepción de este episodio béIico. 2.1. La forma. Su publicación se debe no tanto al interés histórico que pue-da tener su contenido, como a la personalidad de su redactor, guientes). Sobre Bemrdo Cóiogan Fallon puede consultarse la biografía reaIizada por MAFXOSG UI-A PERAZAB:e rnardo Cdlogan Falzm, 1772- 1514, «Anuario de Estudios Atlánticos» (Madrid-Las Palmas), núm. 25 (19791, pp. 307-355; las páginas dedicadas a su participación en el com-bate son 318-32. destacado partícipe en la defensa de la plaza y figura sobresa-liente en la sociedad de su tiempo. La relación está inserta en un cuadernillo de nueve hojas, tamaño holandesa, en donde se lee: Noticias de lo acazcido en el año 1797. Ysla de Tenerife, una de Las Canarias, en guerra con los Yng-leses. Aparece junto con otros textos de la época, entre ellos una alocución de Cólogan a los canarios, de la que se ha-blará en seguida. La obra de Zárate llevc! por título Ocurrido en el Puerto y Plaza de Santa Cruz, y su ext2nsión es de dos ho-jas y media. La identidad de su autor es conocida a través del propio tex-to. En la página 17 se lee: c.. . y yo que hacía de Síndico Per-sonero.. .» ; y en la página 19 se dice: cYo, como Personero, propuse ... » La prueba definitiva se encuentra en la página 19, al final de la relación, en donde se inserta e: acta de :a Junta general del pueblo de Santa Cruz, celebrada en la iglesia del Pilar, el día 29 de julio de 1797, para aclamar al Apóstol San-tiago por copatrono de la plaza. En ella, el autor de la rela-ción toma la palabra para dirigirse a los vecinos y a las auto-ridades allí congregadas : Señores: Yo que tuve el honor de desempeñar las funciones de caballero síndico personero en los tres días de amargura precedentes al de nuestra victo-ria.. . Por el acta de esta Junta general, publicada por Cioranescu, y por otras noticias, sabemos que aquel síndico personero acci-dental era el propio Zárate La relación debió de haberse escrito inmediatamente después del combate y antes del 27 de noviembre de 1797, fecha del de-creto real que concedía al lugar de Santa Cruz el titulo de villa. Rfi n la pág-iiia 20 se leer: 3 CIORANESCUH,i storia de Santa Cruz de Tenerife [l], t. IV, Apén-dices, pp. 364-365. 212 ASUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 5 Ahora se trata, a propuesta' de S. E. [el General Gutiérrezl, de impetrar la gracia de que este puebio se titule Villa de Santa Cruz de Santiago4. Se trata, en realidad, de un informe, redactado en un tono breve y oficial. Aunque Zárate no emite juicios personales sobre el combate, en el texto se trasluce la admiración, si no la subor-dinación, que tiene para con el General Gutiérrez. Por otra par-te, aprovecha la oportunidad para destacar su propia participa-ción en la lucha. En primer lugar, habla sobre la sugerencia que hizo a Gutiérrez de llevar al interior de la isla una porción de barriles de harina, en prevención de una retirada de Santa Cruz (pág. 17); medida muy oportuna -a juicio de Montever-de- n,gp permitib axjitijallar a las tripas &s p l e g~&y~ r 1 2 l a-guna y costa noroeste de Tenerife, durante aquellos días5. Asi-mismo nos cuenta cómo, siendo encargado de los víveres de la plaza, hizo entrega a las tropas inglesas de raciones de pan, vino y fruta fresca, una vez terminada la acción (pág. 18). 2.2. El contenido. Primeramente conviene destacar que Zárate incurre en algu-nos errores en el orden de exposición de los hechos. Por un lado, sitúa el reembarco de las tropas de Troubridge por el Bufadero a las cinco de la tarde del día 22 de julio, cuando es bien sabido que se llevó a cabo durante la noche de ese mismo día, a1 ampa-ro de la oscuridad (pág. 17). Por otro, sostiene que el hundimien-to del cúter «Fox» ocurrió en la mañana del 25 de julio, mien-tras los hombres de Troubridge y de Haod se hallaban encerra-dos en el convento de Santo Domingo, cuando en realidad se fue a pique a primeras horas de la madrugada, al comienzo del asalto (pág. 18). La figura del General Gutiérrez queda en muy buen plano en su relación. Cuando habla de los preparativos de la defensa, antes del 22 de julio (pág. 16): 4 rdem, t. 1, PP. 10-12, y t. IV, Apéndices, pp. 366-370. 5 Monteverde C11, p. 54. Núm. 27 (19811 . .. y el Señor Excmo. cuando no amanecía, que era rara vez, en el. vivac o muelle, se retiraba des-pués de la medianoche a descansar. Y cuando relata la lucha en el muelle, durante la madruga-da del 25 de julio, encomia el valor del General (pág. 18): ... [los ingleses] lograron al fin saltar por todas partes y al hacerlo por la playa de muelle fue for-zoso separar de allí a S. E. y llevarlo al Castillo prin-cipal. porque despreciando el riesgo quería ponerse al frente, y a La verdad que hubiera perecido si no le obligan a salir de allí y a la hora aviada. a En estas dos opiniones, junto a la prudente adopción de cons- E tantes medidas de defensa, Zárate coincide con otros autores O contemporáneos que han tratado la figura de Gutiérrez. n-- m Al mismo tiempo, la relación nos brinda detalles de interés, O E como el del rraior demostrado por algunos isleños en las luchas E 2 E de guerrillas por las calles de Santa Cruz, durante aquellas ho-ras dificiles de la madrugada (pág. 18): 3 - ... y vi soldado hacer frente en la calle de las 0 m E Tiendas a siete ingleses, derribar a uno y herir los O demás. Se hicieron muchos prisioneros y muchos E se rendían de grado. n E a Por último, incluye en su relato una información totalmente nueva. Es sabido que durante el almuerzo ofrecido por Gutié- n n rrez a los oficiales ingleses. e! día 26 de julio, éstos le hicieron 3 entrega de la famosa carta de agradecimiento de Kelson, con O la que le cbsequiaba un queso y un barril de cerveza. Zárate alude a! texto de la carta y a continuación pone en boca de Sel-son (pág. 19): ... y que la prenda de más estimaci5n cpe traía consigo se desilacia de ella para poneri ... Y comenta Zárate: Este fue un gran anteojo nocturno. 214 ANUARIO DE ESTUDIOS íITLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 7 Esto quizá se pueda interpretar como otro error de nuestro personaje, pues es extraño que no haya quedado constancia do-cumental de un regalo de tal índole. Pero Zárate aporta otros detalles que parecen dar verosimilitud a aquella afirmación, por-que a continuación escribe : [Nelsonl Suplicó se le mandase una poca de fru-ta fresca. S. E. inmediatamente me hizo llamar para saber si había alguna en los almacenes de provi-sión, que estaban a mi cargo, y en efecto, a las dos de la tarde se le remitieron como cuatro serones, que era todo lo que había. Dsrmte xpW!!u com-ida 103 ~f idalerin gleses transmitieron al General, verbalmente, el ruego de que permitiese el traslado de los heridos a los navíos para aquella tarde. También Nelson se ofreció por medio de sus oficiales a conducir a Cádiz los par-tes de Gutiérrez, notificando a la Corte la victoria obtenida. El General, por su parte, mandó «que a nuestras tripulaciones se les proveyese de los mejores víveres que se encontrasen, e hizo saber que los buques podían enviar a tierra a comprar todo lo que necesitasen, interín permaneciesen frente a la Isla)) 6. Todos estos ofrecimientos, peticiones y órdenes verbales, conocidas por otras vías, dan un sello de verosimilitud a la petición perso-nal de fruta fresca por parte de Nelson y permiten pensar que el anteojo nocturno no es una fantasía de Zárate, sino un regalo que el contralmirante hizo a Gutiérrez, con posterioridad a la car-ta de agradecimiento que éste le escribió. 3. La relación de Cólogan. Bernardo Cólogan nos dejó tres testimonios de la acción. Pri-m ~ mM, E resumen de su inter~enci6ne n el cnmhate, en carta dirigida a su padre, don Tomás Cólogan Valois, el mismo día 25 6 «Diario de la campaña de Nelsonn, cuya traducción ha sido pu-blicada por Rmdu DE ARMASA, .: Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias (Madrid, 19501, t. 111, 2: parte, Apéndices, p. 1128. Núm. 27 (1981) 215 de julio, ya publicada 7. Segundo, una alocución A los Defensores de la Pat.na = Las Yslas agradesidas, inédita, que está incluida en el cuadernillo anteriormente citado y que por el tono épico con que está escrita parece haber sido compuesta a raíz del su-ceso, en el mismo año de 1797 s. Finalmente, pocos años más tar-de, la Relación de la defensa ... que hoy ve la luz 9. 3.1. La forma. De esta relación existen dos copias manuscritas, incluidas en dos libros de contabilidad, concretamente los números 45 y 120 a del archivo, junto con otros documentos. La que ofrece mayor interés es la segunda copia, pues en ella el amanuense indica el O n autor, al final del texto (pág. 30): - m O E 7 Publicada en el Diario de Tenerife, el 24 de julio de 1894. Allf se 2 E hace constar que el documento pertenece a don Domingo Martinez Na- - varro y que es inédito; como lo es también el parte -que también se pu- 3 blica- que José Murphy y Meade, íntimo amigo de Bernardo Cólogan, - - dirige al mismo don Tomás. Por otro lado, en eef archivo de la familia 0 m E Zárate-Cólogan se guarda una carta, inédita, fechada en 29 de julio de 1797, en la que el general Antonio Gutiérrez contesta a la felicitación O que don Tomás le hace por la victoria alcanzada. n 8 Se titula A los Defensores de Ea Patria ct las Yslas Agradesidas, p r -E don Bernardo Cólogan Fállon, y comienza así: a 2 icanarios! Justo es que se tributen alabanzas a vuestro de- n nuedo, y cantemos Himnos en honor de vuestra Victoria ... n Su extensión es de una hoja, y en ella también elogia a Gutiérrez: 3 Y tú, O buen Gutiérres, que así como supiste inflamar el O brío de nuestros Guerreros, les diste el exemplo de la noble generosidad que tanto han alabado nuestros Enemigos ... te prometemos que mientras sucistan los Anales de las Yslas, vivirá Gutiérres estanpado en caracteres indelebles. Creo que se trata de la alocución a los canarios, inédita y sin firma, que Luis Maffiotte La Roche cita en su artículo ((El 25 de julio: Nuevos ciocumentos», pubiicacio en el inario de Tenerije, 24 de juiio de 1YO2, con el número 1 de su lista. 9 Su título completo es Relación de la defensa que hizo la Plaxa de Santa Cruz de Tenerife atacada por una Escuadra inglesa al mando del Contra-Almirante Horacio Nelson desde el 22 de julio de 1797 hasta la maTianu del 25. 216 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NFLSON .4 TENERIFE 9 Escribióla Dn. Bernardo Cólogan Fallon, que se halló presente. La fecha de su redacción podemos situarla a principios del siglo xrx, pues su contenido difiere bastante de aquella alocu-ción, escrita inmediatamente después de la victoria. En la rela-ción su estilo es a la vez preciso y ameno; y su tono refleja la visión más s'erena y objetiva que Cólogan ha ido adquiriendo sobre aquel suceso con el transcurrir de los años. Por otra parte, se limita a contar lo sucedido, no destacando sus propias accio-nes -en oposición a lo que había hecho Zárate-, y evita cuanto puede el descender al terreno de lo personal, ni aun tratándose de defensores destacados, con muy pocas excepciones. El mismo asi iios lo 25): A pesar de haber hecho propósito de no nombrar persona alguna en mi relación.. . Sus propias opiniones son remitidas a las diez notas que acom-pañan al texto, en donde mantiene una postura prudente a la hora de enjuiciar hechos y personajes. Y ello se debe a su con-dición de civil, como él mismo reconoce ,(pág. 30): A estas reflexiones, que creo imparciales ..., bien que hablo sin conocimiento del arte [militar] y sólo expongo lo que presencié, y lo que creo poder juzgar con mis propias luces. Por último, sus conocimientos del idioma -no olvidemos su asceiideiicia friaiidtrsa y sus estudios en Londres- le permitió tomar contacto directo con varios oficiales ingleses al término del combate, con lo que su visión de los hechos probablemente se completaría. De este modo, nos dice en la nota 3 (pág. 23) que un oficial inglés le describió las dificultades por las que pasaron 12s; trops britáricas h i - a ~ t t : estancia en la m~i-~ta-ña de La Jurada, el día 22 de julio; y nos cuenta cómo en la mañana del 25 los ingleses confundieron la bandera encarnada, izada en el castilIo de San Cristóbal, con la de su nación, y, con-fiados. enviaron de nuevo varias lanchas a tierra, error que se Nüm. 27 (1981) 217 10 AGUST~NG U I ~ ÁRA VINA tradujo en nuevas pérdidas entre sus hombres (pág. 27). Además . fue Cólogan quien encontró entre las ropas del. teniente Robin-son las órdenes dadas a las fuerzas de invasión, explicándose así el silencio que éstas guardaron en ciertos momentos de la madrugada del 25 de julio lo. 3.2. E1 contenido. Tres aspectos cabe destacar en su narración: su juicio sobre la actuación del General Gutiérrez, sus noticias sobre la lucha de g~erriliase n las calles de la población y !a reivindicación del decisivo papel de la tropa en los combates en tierra. En primer lugar, su juicio sobre Gutiérrez es bastante ecuá-nime. Por un lado, no oculta su admiración por el comporta-miento del General en algunos momentos de la pelea, coincidien-do con las opiniones de Monteverde y de Zárate (pág. 26): El General desde el primer fuego había acudido a la punta del muelle; mas luego que se vieron acercar Las lanchas, juzgaron sus ayudantes que era el puesto muy arriesgado para su persona y le habían conducido al castillo principal donde le con-ceptuaban más en su centro atendiendo a su avan-zada edad que no le permitia ejecutar todo lo que su espiritu le dictaba [El subrayado es míol. Por otro, sin dejar de reconocer que la situación era muy critica, censura la falta de energía y decisión de Gutiérrez, en las primeras horas del combate, con los ingleses ya introducidos en el pueblo (pág. 26): La confusión y el descrden que reinaban en la plaza. la inexperiencia de casi toda la tropa, la os-curidad de la noche, la ignorancia en que estaban e! C~sti!!~ lo yl~p paraha; tnd, yct, c a ~ ~ _ reunidas eran capaces de poner perplejo al m& va-liente y quién sabe lo que hubiera sucedido a no haber llegado en aquel momento critico don Vicen- 10 Monteverde [l], p. 23, nota. 218 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ... y sería ocioso referir todo lo que pas6 en estas perrillas; basta decir que les hacía doblemente peligrosos la oscuridad 6e la noche, tanto que a veces se disparaba sobre amigos y otras se dejaba de ejecutarlo por no conocerse de parte a parte, como sucedió cono dos de los referidos trozos de milicias que tomando por franceses a los que eran ingleses se les acercaron y fueron hechos prisioneros, y otro por igual equivoco aguantó sin defenderse una des-carga de la que perdió la vida el Teniente Coronel-del Regimiento de La Laguna, don Juan Bautista de Castro. Y en tercer lugar, el autor asegura que la victoria se debi6 a un conjunto de casuaIidades y al valor particular de algunos O individuos, más bien que a un plan premeditado y seguido. En m cuanto al valor de los isleños, aunque no deja de reconocer 5 la parte de mérito que los artilleros merecen, pone un mayor a m enfasis en la conducta de la tropa, que l l e v ~el peso del combate O en tierra (pág. 29) : I m m-i ;Qué hubiera sido de nosotros sin las evoluciones 3 5 de la tropa? Sea como fuere, a éstas se debió la de- O cisión de la pelea, al haber acometido a l enemigo en las playas, al haberle acosado en las calles, al 'E haberse formado un Cuerpo de Reserva en la Pla-za de la Pila.. . n m m -E m a LO Y para confirmar su tesis, presenta varios ejemplos. Antes i que nada, realza la defensa que del muelle hicieron los milicia- $ nos del. vivac del Castillo de San Cristóbal -lugar en donde se hallaba situado el propio Cólogan-, mandados por el Ca-pitán Luis Román y el Teniente Francisco Jorva. Considera la defensa de este punto del frente como decisiva para el desen-lace de la Iricha (p5g. 25): . . . pues por alli hubieran entrado los Nelson, los Bowen y otros jefes, cuya reunión hubiera sido te-mible. . . ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 13 Con ello sale al paso del excesivo papel que los propios ar- Tilleros se habían concedido en la obtención de la victoria 12. Otro ejemplo es la propia actuación del Teniente Siera, que ya ha sido comentada. También cita la elogiosa conducta del Co-mandante del Batallón de Canarias, don Juan Quinther, al man-do de la principal. fuerza que hizo inclinar la balanza a fa~os de los isleños, frente a los soldados de Troubridge y Hood 13. Por ÚItirno, dedica un elogio a la vaientía del Subteniente del .Batallón de Milicias don Rafael Fernández, muerto en el cerco del Convento de Santo Domingo (pág. 29): ... quien peleando con arrojo y no consultando sino al ardor de un joven de veintitrés años, encaró al enemigo con sólo cua.tro hombres. No termina aquí la aportación de Cólogan para un mejor cc+ nocimiento del ataque de Nelson. Además dei incidente de la bandera del Castillo principal, nos ofrece datos sobre el caño-neo que existió entre el Castillo de San Andrés y la escuadra en la tnañana del 25 de julio, episodio del que hasta ahora no se tenían detalles fidedignos 14. P hasta en el recuento de las bajas tenidas por los ingleses es clarificador. Cioranescu sostie-ne que las cifras dadas por el parte de Nelson -226 muertos y 123 heridos- parecen poco exactas; igualmente considera exa-geradas las que varios oficiales ingleses confesaron a un testi-go del combate -..más de 900 bajas entre unos y otrosfi. Pues 12 LOS milicianos disputaron duramente a los ingleses su paso al .muelle, a pesar de la escasez de medios en que se hallaban: no habfa f c ~ i p! z~r~~t^ C t,^e y pj rigidprz si~fi~ipntprsn za&rl, !!pg&qtl_@ a ijtili-zar piedras en la lucha, a falta de otros proyectiles más apropiados. Véase CIORANESHCisVto, ria ... [l], t. 11, pp. 208-209. 13 Ejemplos del valor de ciertos individuos, durante los combates en tierra, los tenemos en las acciones del cabo Diego Correa y de Josc? de Guezala (Monteverde, [l], pp. 51-52), de los sargentos Juan Arteaga y Manuel Barrios y del t.eniente Mariild de Salcedo !R-om&~ de Armas, [6], t. 111, pp. 1130.1332). 14 Se tenían dudas acerca de la cantidad de disparos que pudo hacer la artillería del castillo y cuáles fueron los buques ingleses afectados por su fuego. Véase CIORANESCHUi S: tmh. .., [l], t. 11, p. 500, nota 180. 15 CIORANESCBUis:t oria ... [l], t. TI, pp. 216-217. bien, Cólogan se queda en el término medio y nos brinda una versión diferente (pág. 28) : El número de los muertos y heridos fue crecido. Sin embargo, no podemos asegurar a cuánto ascen-dió, pero si se puede dar crédito a una lista que se vio por casualidad en manos de un oficial inglés dos días después de la acción, subía a cerca de 600 en-tre unos y otros ... Todo este conjunto de circunstancias, los datos y las opinio-nes aportadas hacen que la relación de Cólogan -de más in-terés que la de Zárate- constituya, en mi opinión, un testimo-nio veraz y claro del combate de Nelson y, por lo tanto, digno de unirse a las 60s reiaciones contemporáneas -las de Monte-verde y Tolosa- que más interés han ofrecido a los historia-dores. 1. Rasgos biográficos. José Antonio de Zárate y Penichet, hijo de don Tomás de Zárate y Magüer y doña Francisca Penichet de Trujillo, naci6 en la ciudad de Las Palmas el 21 de julio de 1762, siendo bau-tizado en la parroquia matriz de San Agustín el día 27 siguien-te. Se licenció en Derecho y ejerció como abogado en los Rea-les Consejos. Casó en primeras nupcias en Sevilla con doña Jo-sefa de Alfaro y Rebolledo, que fallecería en dicha ciudad sin sucesión. Establecido en Tenerife, tomó parte activa en la vida públ.ica de la isla. Como consecuencia de la Junta celebrada en la iglesia del Pilar el 29 de julio de 1797 y de su visita al Ge- Mont.ever& estima que s610 los muertos llegaron a ser cerca de 600 (Monteverde, [1], p. 49). Por su parte, Ruméu defiende las cifras dadas por Nelson, argumentando que por tratarse de partes oficiales de las operaciones de la flota de Lord Jervis, y contando la misión con plazas limitadas, Nelson no podía ocultar a su jefe ni una sola baja en las tripulaciones de los navíos (RvníÉu DE ARMAS, 161, t. 311, p. 895, nota 59). 222 ANUARZO DE ESTUDZOS ATLANTKOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 15 neral Gutiérrez, Zárate quedó encargado -por acuerdo del Ayun-tamiento de 5 de agosto- de la formación del expediente, reco-pilación de antecedentes y redacción de la Representación al Rey para la obtención del. título de Villa para Santa Cruz. La representación fue aprobada por el Ayuntamiento el 13 de sep-tiembre y elevada a través del General Gutiérrez: «Don José Zárate -comenta Cioranescu- había hecho bien su trabajo.)) Solicitó también la construcción de la batería del Santo Cristo de Santiago, sita en la Altura de Paso Alto, a raíz del ataque de los ingleses. Fue elegido Alcalde de Santa Cruz el 1 de enero de 1798 y volvería a serlo en 1802. Fue regidor en 5 de diciembre de 1803, para el Ayuntamiento, elegido por vez primera después de la obtención del priviIegio de Villazgo. Casó en La Orotava en segundas bodas con doña Juana Paula de Figueredo y NU-ñez el 1 de enero de 1801, de la que quedaría viudo, con su-cesión, en 1828. Hijos y nietos suyos fueron personajes desta-cados en la sociedad de las islas. Zárate fue asesor del Cabildo de Tenerife, auditor de Ma-rina titular, promotor fiscal interino del Juzgado de primera instancia de Santa Cruz de Tenerife y fundador del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, cuya sesión fundacional presidió el 2 de septiembre de 1838, «como el más antiguo de los profesores de la ciencia legal en este dicho partido)). En ella fue elegido primer decano, con 17 votos, por dos que obtuvo don Segundo María Carrós. Dos años más tarde, exactamente el 5 de febrero de 1840, fallecía en Santa Cruz don José de Zárate, bajo testamento otor-gado ante el escribano don José Oliver. Núm. 27 (1981) 2. Texto. NOTICIAS DE LO ACAECIDO EN EL AÑO DE 1797 Isla de Tenerife, una de las Canarias, en guerra con los ingleses Desde que dos fragatas inglesas sacaron de esta bahía de la Real Compañía de Filipinas, El Principe Fernando y el corsario francés La Mutina, no han dejado las mismas fragatas de cruzar sobre la Isla, haciendo algunas presas de los barcos de este tráfico, con restitución de algunos en que poco se utilizaban. Por dos oca-siones se abocaron con bandera parlamentaria, la primera pidiendo los ingleses prisioneros, lo que se les negó, y la segunda proponien-do canje por los franceses prisioneros en La Mutina; a esto se acce-dió, y efectivamente se verificó ei canje con mucha urbanidad de parte a parte, pues habiéndole escrito S. E. al Commdante inglés, por un niño de 8 a 9 años que había recogido el Teniente Coronel Don Juan de Castro, el que se embarcó llorando porque no quería dejar la casa de su bienhechor, el Comandante inglés lo hizo volver a tierra y mandó una expresión de cerveza y queso a S. E., quien le correspondió con otra con frutas y verduras del país. pedidas por el mismo inglés. Después de esto se ausentaron las dos fragatas, se dijo estaban en la Madera y corría con mucho valimiento la voz de que proyec-tstban una expedición contra esta Plaza, motivo por que los sujetos acaudalados, de ella dieron principio a internar sus caudales, al-hajas y efectos. Volviéronse a presentar las dos fragatas a mitad de julio, y ya entonces se temió con más fundamento la invasión. Salieron muchas familias de la Plaza y S. E. que desde que sacaron los ingleses del fondeadero la fragata de Filipinas, tomó cuantas precauciones sugiere el arte de la guerra, según la constitución y fuerzas de esta Plaza, dobló su vigilancia, reforzando las guardias, haciendo preparar todos los útiles en las baterías, bajar más gen-tes, para la defensa, y el Señor Excmo., cuando no amanecía que era rara vez en el Vivac o muelle, se retiraba después de la mediano-che a descansar. El sábado 22 de julio, a las cuatro y media de la mañana, se tocó alarma porque se vieron seis buques de guerra al frente de la Plaza, pero a mucha distancia, tres de los cuales con la Balandra y Bombardera que después se descubrieron dirigieron el rumbo ha-cia el Valle de San Andrés e intentaron un desembarco que se creyó dirigido a Paso Alto, y para eso tenian treinta botes que fueron rechazados por la artillería de aquel Castillo. Retrocedieron a cosa de las siete de la mañana, a las 10 volvieron a dirigirse aunque no en tanto número y verificaron el desembarco en sitio donde no les podía ofender la artillería del Castillo del Valle de San Andrés, y las tres fragatas y Balandra fondearon en aquel mismo sitio. 224 ANUARIO DE ESTú'D!OS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 17 Luego que el Teniente Coronel Don Pedro Higueras, Goberna-dor de Paso Alto, notó que el enemigo se dirigía a la altura que dominaba a esta fortaleza, mandó a ocuparla a unos pocos hom-bres de los que se hallaban en su Castillo, y dió parte inrnediata-mente a S. E., quien hizo mandar allí 200 hombres, también fueron 100 franceses que se ofrecieron a contribuir por su parte a la de-fensa. y por otro sitio fue el Teniente Coronel Don Juan Creagh con alguna gente, por si intentaban los enemigos subir por aquella parte a La Laguna. Este primer paso tuvo buen éxito, pues cuando los ingleses creyeron ocupar la Altura referida, hallaron ya en ella los nuestros con dos violentos, los contrarios también habían conducido uno o dos cañones pero mediaba un barranco entre unos y otros que no podían ofender, sin embargo hubo algúfi tiroteo de parte a parte, pero sin perdida nuestra; mas murieron tres o cuatro ingleses que bajaban por agua y los mataron dos soldados del Batallón que se habían emboscado entre unos cardones. Viendo pues el enemigo que era imposible ganarnos la altura sin exponerse a ser todos sacrificados, porque para ello tenían que descender al Barranco y subir luego un monte escabroso siempre dominado de los nuestros, a las 5 de la tarde del sábado, se reem-barcaron, lo que no se pudo impedir a pesar del fuego de Paso Alto y de San Andrés y el domingo 23 entre 11 y 12 se hicieron a la vela ias tres fragatas y ia Eiaiandra, y se incor-pürarün C ü i i los ties ii%- víos. En este medio tiempo se sacaron los caudales del Rey, y de otros particulares. salieron de la Plaza las más de las mujeres y niños. Se internaron los papeles de los oficios públicos y oficinas reales y se adoptaron cuantas precauciones fueron posibles, y la junta de acuerdo con S. E. tomó también varias medidas, así para la tranquilidad interior y buen orden del pueblo, como para proveer nuestras tropas de viveres. El lunes por la mañana se advirtió que otro navío se incorpora-ba con la Escuadra, lo que nos puso con más cuidado, y yo que hacía de Síndico Personero, temiéndome un bombardeo que pu-diera causar un incendio o que una invasión nos obligase a la retirada, fui a casa de S. E. y le propuse se podía pasar oficio a e! riahildn de La Laguna para que tomase providencia, a fin de in-temar gran número de barriles de harina que los franceses habían traído pocos días antes de una presa portuguesa, por ser el único auxilio que teníamos para la tropa. A S. E. le pareció bien mi pre-vención, y yo mismo subí. a las once y media lo hice presente al Cabildo, a la primera estaba de vuelta en casa de S. E. y a las 4 de la tarde habían ya bajado carruajes y caballerías y se subie-r uu ~ U L L ; & L de Liami!es. También en fuerza de la orden de S. E. habían bajado muchos milicianos y paisanos de rozadores hasta número de 1.500 hombres. A la medianoche, dicese tarde, fondeó toda la Escuadra en el propio sitio que antes las tres fragatas y a las oraciones empezaron a bombardear el Castillo de Paso Alto, desde donde se correspondía igualmente y con alguna interrupción. Duró el bombardeo hasta las 2 de la madrugada del 25, ningún da50 ~ecibióP aso Alto, pero dícese que uno de los navios llevó un palo rendido. A las dos y media, amparados en la oscuridad de la noche, se descubrieron va-rios botes enemigos a un mismo tiempo por el muelle, por la Car-nicería, por San Telmo y por las cercanías de la Aduana. Fue mucho el fuego que se hizo del Castillo de San Cristóbal y de todas las Baterías y también de fusilería, los ingleses igualmente hacían un fuego vivo pugnando por saltar en tierra. Mas como nuestra gente estaba repartida en varios puestos, lograron al fin saltar por todas partes y al hacerlo por la Playa de muelle fue forzoso separar de allí a S. E. y llevarlo al Castiilo principal, porque despreciando el riesgo quería ponerse al frente, y a la verdad que hubiera perecido si no le obligan a salir de allí y a la hora aviada. Mucha gente costó al enemigo el llegar a poner el pie en tierra, y verificado se paseaban por las calles y Plazas del pueblo, muy a saiisfac.fóii, tuccw?dou n iam"uurci:lo y un y ;idciendo aigullcis a robos, aunque fueron pocos, dividiéndose en cuadrillas y ya se E creían dueños de la Plaza, entretanto llegó el día y nuestras tropas O acudieron a la Plaza, como también los franceses, ocuparon las n - =m calles y entonces se fueron reuniendo los enemigos en la Plaza de O E Santo Domingo, hubo varios encuentros entre las referidas parti- E das, los seis violentos que hay en la Plaza se colocaron en los prin- S E cipales parajes de ella y entonces fue la fuerza del combate, la = intrepidez de los franceses, de nuestro Batallón y Milicias agrega-das a él, puso en compromiso a los ingleses y éstos tuvieron que 3 violentar la portería del Convento para ampararse, poniendo guar- - - 0 dias en todas las puertas, pero los nuestros les impedían la salida m E y al mismo tiempo otras partidas sueltas del enemigo que andaban O por las calles eran atacadas por las del Batallón y ví soldado hacer frente en la calle de las Tiendas a siete ingleses, derribar a uno y n herir los demás. Se hicieron muchos prisioneros y muchos se ren- -E dían de grado. a 2 El jefe que los capitaneaba, estando ya con la mayor parte de n los suyos en el referido Convento, hizo que el Prior se presentase o a S. E. proponiendo que entregando el caudal del Rey y los efectos de la China evacuarían la Plaza, sin hacer otra extorsión, desechó- 3 O se la propuesta, continuó el fuego y viendo de la Escuadra la acti-vidad de él, mandaban un gran refuerzo que fue rechazado y echa-da a pique la Balandra con los cuatrocientos hombres de desembar-co que traía. Todo esto lo observaban los ingleses, del campanario del Convento y como vieron retroceder nueve botes, depuesta toda. esperanza de socorro con los rnejoi-es y riiks de sus Gficiaies ñiuei-- tos y heridos, rendidas y prisioneras las partidas sueltas, pidieron la capitulación y se les concedió con la mayor humanidad, pues se les dejó salir con todas sus armas y honores, habiendo jurado no tomar las armas en la presente guerra, y que aquella Escuadra no acometería a ninguna de estas islas, ni incomodaría el tráfico ma-rítimo de ellas. Embarcáronse en fin y al día siguiente suplicaron les dejasen llevar algunos de sus botes, aue se les concedió cuando estaban en el muelle para embarcarse Les rnandé yo vn refresco 226 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS REL(¡CiONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 18 de pan y vino, que admitieron, esto fue de la aprobación de S. Exa. y de toda la Plaza. Reconocido el Almirante Nelson, escribió una carta llena de reconocimientos a S. E. Le decía en ella publicaría en todas partes la humanidad y generosidad de ánimo con que trataron a los rendidos. Que había perdido su brazo derecho y con todo deseaba la paz para venir a visitar a un Jefe tan generoso y magnánimo y que la prenda de más estimación que traía consigo se deshacía de ella para ponerla. Este fue un gran anteojo nocturno. Suplicó se le mandass una poca de fruta fresca. S. E. inmediata-mente me hizo llamar para saber si había alguna en los almacenes de provisión que estaban a mi cargo, y, en efecto, a las 2 de le tarde se le remitieron como 4 serones, que era toda la que había. Ofreció el Almirante llevar los pliegos para nuestra, Rey si era gusto de S. E. confiárselos, se le confiaron en efecto con sólo la noticia de la victoria y dió palabra de cuanto llegase a Cadiz acercarse con bandera parlamentaria y entregarlos. Este fue el éxito de nuestras armas y cuantas circunstancias concurrieron. Un capitán inglés que estaba herido, que estaba en el Hospital Real, llamado Robinson y llevado a bordo, murió en la lancha. Re-veló la orden que traían que la expedición fue proyectada por el Comandante de la Therpichore R. Bouwen, que es el que sacó la fragata de Filipinas, pero este pagó su arrojo porque quedó muerto en el muelle con su Teniente. También dijo el mismo capithn que hacía ji?icin qiie c r r s ~ dll~eg aran a incorpora^-SP con la. Escuadra que está sobre Cádiz, estaría hecha la paz, y que para esta expe-dición se escogió lo mejor de las tropas inglesas y los Oficiales mas acreditados. Se quedaron 10 marineros desertores que están en Paso Alto. La misma mañana del martes hicieron los honores a bordo a sus oficiales difuntos. La Plaza hizo tres salvas, a la mañana, me-diodía y tarde; y el día 26 ce cantó el Tedeum en la Parroquia. Yo como Personero propuse al Alcalde se pidiese licencia al Co-rregidor para convocar al pueblo a Junta General, a fin de aclamar al Apóstol Santiago por copatrono de esta Plaza. Pidióse y fue concedida y se fijaron edictos a son de caja con un piquete de soldados, convocando para el sábado 29 en la iglesia del Pilar. Se pasaron oficios para que concurriesen al Vicario Eclesiástico, Be-neficiado y Prelados de los dos Conventos. Celebróse la Junta a las dos y media de la tarde, hubo un gran concurso y colocados todos en sus asientos me mandó el Alcalde dijese al pueblo el fin para que era convocado, lo que hice del modo siguiente: -Señores: Yo que tuve el honor de desempeñar las funciones de caballero síndico personero en los tres días de amargura, pre-ceUelrtes de mes t ra ~ i c t ~ imae, y ropüse responUer a !a co~f i ax-za que me merecí a este respetable público, quando me dió el se-gundo lugar en la elección de oficios. Auxiliado del señor Alcalde y de los caballeros dipritados y con anuencia del Exmo. Sor. nuestro Gefe, nada omití de cuando mis pobres talentos me dictaron que pudiese contribuir a asegurar la tranquilidad interior de nuestro pueblo, y aún adoptamos otras providencias y precauciones que, cuando no inmediatas, al menos concurrieron mediatamente a su defensa. Mas nada hubiera hecho si me hubiese olvidado que nues- Lro triunfo fue obra del Dios de las Batallas por intercesión del Apóstol Santiago, patrón general de nuestra monarquía. ¿Quién en la noche del lunes al martes, no creyó ser desgra-ciada víctima del furor británico? Los maridos, lo padres, los her-manos, les parecía estar ya viendo a sus amadas consortes, a sus inocentes hijas y hermanas, ser el blanco de la incontinencia de unos hombres enemigos nuestros, de Dios y de su ley. Todos, to-dos temimos con sobrado fundamento vernos arrojados de nuestros hogares, despojados de nuestros bienes y privados de la amable libertad que nos dispensa el Gobierno suave de un Rey católico. Pero el Omnipotente que todo lo ve, después de habernos presen-tado el cáliz de amargura que por nuestros pecados teníamos bien merecidos, olvidándose por un instante de ellos, nos quiso refocilar con la copa del dulce néctar. Vencimos, en fin, y nuestra victoria fue toda obra del Dios de los Exércitos por la mediación del Apistn! Santiago, en cuyo glorioso día triunfamos del enemigo. A solo Dios se le debe toda honra y gloria; pero a este mismo Dios se le glori-fica en sus santos. En tal concepto, ¿no merecerá el apóstol Santia-go que por un efecto de nuestra gratitud y reconocimiento y en debida retribución a los beneficios recibidos le aclamemos por com-patrono tutelar de esta plaza? Parece que sí; y digo com-patrono porque, por una tradición constante desde la conquista de esta isla, sabemos que la Santa Cruz es la tutriz de este pueblo, aunque carecemos de documento que lo acredite. Aclamemos, pues, señores, a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago por patronos tutelares de esta plaza y, para dar más realce a los sentimientos de nuestros corazones, ocurramos luego a los pies del Trono e impetrar la con-firmación de este acto de piedad y religión cristiana. Juremos tri-butar anualmente a nuestra costa los debidos cultos a nuestro Após-tol, en memoria del feliz suceso que nos ha colmado de júbilo y alegría y, si es tal la voluntad de este noble y piadoso vecindario congregado a este efecto con anuencia del caballero Corregidor de esta isla, sírvanse todos declararla para que el señor Alcalde a nom-bre de todos pueda prestar el debido juramento en manos del señor Vicario, quedando a cargo de la junta todas las diligencias consi-guientes y necesarias para la mayor legalidad, como también la dirección de la fiesta que anualmente se ha de hacer al glorioso Santiago. Aclamáronse en fin a la Santa Cruz y al Apóstol Santiago por patronos de esta plaza, votando anualmente las respectivas fiestas y el Alcalde hizo a nombre del público el juramento en manos del Vicario. El domingo 30 hubo funcion de acción de gracias, predico el Maestro Raymond, agustiniano, por la tarde hubo procesión ge-neral, salió la Virgen del Carmen, el Santo Apóstol y delante la bandera tomada al enemigo, también se sacó en procesión la reli-quia de San Clemente. El lunes se celebraron exequias por cuenta del Rey, el martes las costeó S. E. y en las tres noches hubo lumi-narias. Ahora se trata a propuesta de S. E. de impetrar la gracia 288 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TENERIFE 2 1 de que este pueblo se titule Villa de Santa Cruz de Santiago. De todo se dará parte por esta Junta al Real acuerdo. S. E. continúa dando sus disposiciones en caso de nueva inva-sión, aunque la creemos muy remota. 1. Rasgos biográficos. Bernardo Cólogan y Fallon, hijo de don Tomás Cólogan y Valois y de doña Isabel Fallon y Gante, nació en el Puerto de la Orotava el 8 de septiembre de 1772 y fue bautizado en la iglesia parroquia1 de Nuestra Señora de la Peña de Francia e1 día 13. siguiente. Estudió en el. Colegio de Navarra, en París, y pasó luego a Inglaterra y Holanda. Regresó al Puerto sobre 1794, y aunque prefería seguir sus gustos literarios y artísti-cos, se incorporó a las tareas de la casa de comercio de su fa-milia. Cólogan acogía a los visitantes ilustres de nuestra tierra, como lo fueron ,4ndrés Pedro Ledru (1796-97), Alejandro de Humboldt (1'799) y Bory de Saint-Vincent (1808). Actuó intensamente en la política de su tiempo. Fue Síndico Personero del. Puerto de la Orotava en 1800, Alcalde Real del Puerto en 1804, reelegido para 1803.; Alcalde de Aguas en 1807 ; de nuevo Personero en 1808, en cuyo Puerto le sorprende el alzamiento contra Napoleón, que hace que su pueblo natal Ie designe como uno de los dos representantes suyos en el Ca-biido Generai abierto que se ceiebró en La Laguna ei. li de ju-lio de ese año, y del que salió nombrada la Junta Suprema de Canarias: de ella fue Vocal destacado CóIogan, nombrado jun-to con José Murphy por el Comercio. Terminada su labor en la Suprema? e1 Puerto le elige para 1810 -por tercera vez- Sín-dico Persoriero, y en esta etapa ocurre ei sangriento motín con-tra los franceses, que tantos disgustos le proporcionaría, pues cayeron asesinados su escribiente Bressan y el maestro de le- Iras y música Broual, regidor de la Escuela creada por el pro-pio don Bernardo en una casa de su propiedad. A fines de 1811, y con motivo de la epidemia de fiebre ama-rilla, Cólogan marcha a La Laguna. Allí, el 23 de enero siguien-te, contrae matrimonio con María del Rosario Bobadilla de Es-lava y Pery, en el oratorio de la casa de los Marqueses de Viiia-nueva del Prado. En su casa de la plaza de la Concepción nació el 28 de febrero del siguiente año de 1813 el único fruto de este matrimonio, ,Tomás Fidel Cólogan p Bobadilla. La salud de Bernardo Cólogan se hallaba hacía algún tiem-po gravemente resentida; en busca de alivio y cura marchó a Londres en julio de ese año, y el 14 de abril de 1814 fallecía, skndo sepultado en el cementerio de San Pancracio, de aque-lia metrópoli, donde quedaron sus restos. 2. Texto. RELACION de Ea defensa que hizo la Plaza de Santa Cruz de Tene-rife atacada por una Escuadra inglesa al mando del Contra-Al-mirante Horacio Nelson desde el 22 de Julio de 1797 hasta la mañana del 25. El 22 de Julio amanecieron enfrente de Santa Cruz 3 navíos de guerra, 3 fragatas, 1 cúter y una bombarda con dos divisiones de lanchas, la una con dirección al Valle del Bufadero ' y la otra a la Plaza. Estas venían cargadas de tropa y de marinería arrnada, de-jándose ver al mismo tiempo las escalas con que parecían querer intentar algún asalto. Hízose la acostumbrada señal de alarma, y no sólo llamó nues-tra vigilancia, sino que avisando a los enemigos que la había, se retiraron a sus buques, a cuyos costados permanecieron las refe-ridas lanchas hasta las diez. A esta hora dieron fondo cerca del Valle de Bufadero las 3 fragatas como para proteger un desembar-co, que efectivamente ejecutaron en la Playa del Valleseco y de allí formándose en columna subieron con bastante prontitud al cerro que domina el de Paso Alto2 y lo ocuparon en tres pozos, de los que uno se acampó sobre lo alto de la colina, el segundo en una falda o loma y el tercero a más corta distancia de la playa. Desde luego que se comprendió en la Plaza cual podia ser el fin de este ataque se destacaron fuerzas suficientes para apoderarse del cerro de Paso Alto e impedir a los ingleses el tránsito hacia este 1 Este Valle está situado a la izquierda de la Plaza. 2 Paso Alto es una fortaleza respetable igualmente situada a la izquierda de la Plaza. 230 ANUARIO DE ESTL'DIOS P.PLANTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSQN A TENERIFE 23 Castillo que parecía ser su principal mira. Con efecto hallando su proyecto descubierto y no pudiendo ganar el citado monte, tanto por las fuerzas que se lo impedían como por lo profundo del ba-rranco, y el áspero risco por que era necesario trepar, rompieron el fuego sobre nuestras tropas con un cañón de a 4 que habian logrado subir. Nosotros que habiamos tenido igual precaución les correspondimos con cuatro piezas que habían conducido a nuestra altura los milicianos no sin mucho esfuerzo y destreza. Mientras estas partidas encaraban al enemigo marchó para la Laguna alguna tropa del Batallón de Canarias a la que se agrega-ron varios trozos de milicias y paisanaje en aquella ciudad, y sus inmediaciones con el fin de contener al enemigo si acaso intentase penetrar en lo interior de la Isla o de atacarle en flanco, siempre que permaneciese en la altura. Estas disposiciones y las demás dificultades que encontraban, produjeron la ventaja de inutilizar su plan, resultando en todo aquel día un pausado caíioneo de parte a parte que no causó estrago al-guno, tal cual tiroteo entre partidas que bajaban a estancar su sed en una fuente inmediata y otras nuestras que las acechaban de cuyas ligeras escaramuzas, dejaron (dicen) los primaros dos muer-tos en el sitio llevando consigo algún herido. Por la tarde se acercó la lancha obusera a Paso Alto y comenzó a bombardearle; mas habiéndole correspondido este Castillo se echó de ver que esto no era más que un entretenimiento. La mañana sigiiiente supimos qiie los ing1eses se hahia vwlto a embarcar la noche anterior, siéndoles ya imposible atacarnos por aquella parte y además de lo árido del terreno de que se habían apoderado y de lo ardiente que estaba el sol aquel día, se les hacía difícil subir víveres y refrescos y como los nuestros les molestaban en la bajada a la fuente, la sed los consumía de modo que este in-conveniente enfermó a muchos y disgustó generalmente a todos 3. El 23 se levaron las tres fragatas y se reunieron con los demás navíos y a medio día decayeron hacia el Sud cuya maniobra avivó aún más nuestra atención, recelándonos intentasen desembarcar en terreno más llano a la derecha de la plaza. Con este motivo se to-maron las disposiciones que pudiesen contrarrestar semejante pro-yecto o a lo menos contener sus primeros pasos. El 24 amaneció la Escuadra sotaventada y a las doce se le reunió un navío de 50 cañones. Luego se advirtió que de resultas de una seña de la Capitana todos los buques habian dirigido su rumbo al surgidero del día antes, en donde dieron fondos aquella tarde y no bien había oscurecido cuando comenzó la lancha obusera a bom-bardear a Paso Alto y su cerro; correspondía este Castillo sea para 3 T,I, ef;eial inglés me sse,-rS q ~ een -;ids k;ab;sEe xpeT& mentado calor igual, tanto que él y sus compañeros se habian des-mayado; y no tuve dificultad en creerlo, pues el sol estaba ardien-tísimo, aquellas alturas carecían de paraje donde ponerse al abrigo de sus rayos, y allí ni siquiera reinaba un vientecillo que los ali-viase. rechtazar o acallar la bombarda, sea para impedir al enemigo que se acercase; bien que ya entre los más experimentados prevalecía la opinión de que no era Paso Alto el objeto de sus miras; que el bombardearle no tenía otro fin que llamar nuestra atención hacia el y entretener por sus contornos nuestra fuerza principal, a fin de di-rigir luego después sus operaciones a la. parte opuesta de la plaza, o a su centro, y cogernos desprevenidos e incapaces de hacer mayor resistencia. Con cuyo conocimiento se tomaron las medidas corres-pondientes para la defensa de la citada fortaleza sin desamparar los dem&s puestos. Tal era nuestra situación. La noche favorecía cualquier proyecto del enemigo. Aire no corría y reinaba el silencio que suele haber cuando las olas están apacibles: solo alguna estrena daba claridad como que sin suma vigilancia no se podían divisar los objetos y que sin ella la sorpresa hubiera sido muy fácil. En fin, a las dos de la madrugada la lancha obusers dobló su fuego cuando habiendo aquel Castillo hecho señal de alarma y re-peticioia ios siguientes muy pronto se aicanzaron a ver de ia punta del Muelle una gran porción de lanchas que se dirigían a la dere-cha de la plaza. Esto bastó para ponerla en movimiento y entonces comenzó el fuego de todas las Baterías. Mas lejos de desmayar la intrepidez de los enemigos en medio de tan terrible acogida intentaron desem-barcar en la playa del Barranco de Santos y no pudiendo efectuar-lo en el primer avance por haber prontamente acudido el Batallbn y sus milicias agregadas, vogaron de nuevo, y vinieron a encallar mas arriba en una ensenada inmediata al Barranquillo, en cuya playa lograron hacerse fuertes favorecidos por el casco de un barco viejo tras del cual se guarecían del vivo fuego que les hacia un trozo de 40 reclutas del Regimiento de la Habana, hasta que viendo éstos el gran número de los contrarios y los débiles que eran sus fuerzas para resistirles tuvieron que retirarse y dejarles el paso libre. Por aquel puesto se introdujeron en el pueblo entrando desde luego en la Plaza de la Iglesia, mientras un trozo se dirigía al Cas-tillo de San Cristobal de cuyo Rastrillo * se le hicieron con acierto varias descargas de fusilería que le obligaron a huir por la calle inmediata, y no menos ventaja habían conseguido los que defen-dían el boquete del Muelle, a cuya plaza se habían arrojado media docena de lanchas: porque no dejando a la oficialidad inglesa tiem-po para formar su gente, hirieron luego con sus seguidas descargas y mataron a algunos jefes y a muchos soldados y marineros, obli-gando a los que quedaban dispersos y subían al número de sesenta hombres a rendirseles prisioneros - 4 El Barranco de Santos está a la derecha de Santa Cruz. * Don Esteban de Lugo, Capitan de Milicias, dirigió este fuego (del Rastrillo). 5 Dicen que todo este destrozo provino del acierto con que se disparó un cañonazo a metralla del Castillo de San Cristóbal; muy enhorabuena que aquel primer golpe consistiese en eso, pero 232 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAKTICOS RELACIONES DEL ATAQUE DE RELSDN A TENERIFE 25 Lta victoria yici ertamente decidida en este punto importante no lo estaba aún en las demás partes del pueblo, pues no quedando otro partido que el de acosar a los que habím logrado introducirse,. cuyo ntímero fijo se ignoraba y por la mucha oscuridad era impo-sibIe descubrir se repartieron nuestras fuerzas para este fin y para ahuyentarlas de los puestos donde su reunión pudiera haber sido. funesta. Una división que habia entrado en la Plaza de la Pila y estaba. apostada en la parte superior se habia desde luego apoderado del almacén de víveres Y sacando a un Diputado de Abastos le habían obligado a conducir-un Sargento parlamentario al paraje donde se hallase el General a auien le intimó rindiese la wlaza dentro de dos minutos o que de no-la incendiarían que tenían dos mil hombres> en tierra y que venían resueltos a llevar su intento al cabo. Mas tan extraña proposición fue desechada; bien que se asegu-raba que era imposible hubiesen puesto el pie en tierra los dos mil ingleses de que hablaba el Sargento además de que el Batallón es-taba intacto, el espíritu de la tropa no había desmayado, y se veía. en disposición de acometer a los enemigos 6. seamos más justos; si el Vivac que está en aquella entrada del pueblo no hubiese sido defendido con espíritu, los enemigos, una vez recobrados del primer susto, se hubieran apoderado de un pues-to tan importante y hubieran penetrado por allí; mas siendo cierto. que ninguno entró y que todos fueron muertos, heridos, prisione-ros o dispersos, es evidente que esta ventaja no consistió únicamen-te en el cañonazo, sino principalmente en la resistencia que hizo el Capitán de Milicias don Luis Román ayudado por el Teniente de1 mismo Cuerpo don Francisco Joma y por una docena de hombres cuya mayor parte eran milicianos. De resultas de la refriega que hubo en este puesto se retiró herido para su Escuadra el Almirante Nelson, llevando consigo algunos Oficiales y soldados igualmente heridos, y perdieron la vida el Capittin Bowen y su Teniente Thorpe, quedando el campo de batalla con varios otros heridos de la Ofi-cialidad y tropa y muchos muertos. A pesar de haber hecho pro-pósito de no nombrar persona alguna en mi relación, crei faltar a la verdad en dejar en el mismo olvido a don Luis Román y a infi-nitos otros que han sido nombrados con distinción o que se han nombrado a sí mismos sin merecerlo. Hay otra consideración, y es que yo miro este golpe como el que más contribuyB a decidir la victoria en favor nuestro; pues por alii hubieran entrado los Nel-son, los Bowen y otros jefes, cuya reunión hubiera sido temible, y aun en la suposición de que debamos dudar en quien pendió la _ - - - L - L - venwja, si en ei acierta, tal vez casual, ciei cañonazo o en el espi-ritu de RomBn, prefiero alabar a los que estaban más expuestos y desamparados. Merece tener su puesto en la relación de este ataque el nom-bre del Oficial que contribuyó más que nadie a que fuese despre-ciado este primer mensaje del enemigo. El General desde el primer fuego habia acudido a la punta del muelle; mas luego que se vie- En el ínterin éstos andaban en trozos por lo interior del pueblo además de la Plaza de la Iglesia en que estaban apostados, tenían partidas que ocupaban varias calles, por lo que vino a formarse el Batallón en la Plaza de la Pila para servir en todo caso de Cuerpo de reserva, destacándose al mismo Mempo trozos de dicho Cuerpo y de Milicias para perseguir y acosar a los ingleses: y sería ocioso referir todo lo que pasó en estas guerrillas, basta decir que les hacía doblemente peligrosos la oscuridad de la noche, tanto que a veces se disparaba sobre amigos, y otras se dejaba de ejecutarlo por no conocerse de parte a parte, como sucedió con dos de los referidos trozos de milicias que tomando por franceses a los que eran ingle-ses se les acercaron y fueron hechos prisioneros, y otro por igual equívoco aguantó sin defenderse una descarga de la que perdió la vida el Teniente Coronel del Regimiento de Milicias de La Laguna, don Juan Bautista de Castro. Por fin la columna inglesa, viéndose acosada de todos lados, llegó a reunirse en la Plaza de Santo Domingo, donde parte se formó en a L - + - 7 1 - -. ---e- --+,A -- -1 P-nr-nn+n A * e.,Trnr rrnntn.n-r Lorínn # . r c i n r r N u a b a u a y p a b~c GILIL u GII GL UULIVGLII>V UG C ~ UCJÍ ~ J V - I I U W A I ~ J I I ~ U ~ Z - U I U U ~ V E a los nuestros. Estos, animados cada vez más, iban ganando las bocacalles inmediatas. y ya empezaba a rayar el día cuando desta- O n caron los enemigos un Oficial parlamentario, quien se presentó al - m General y le intimó segunda vez rindiese la Plaza, ofreciendo en O E tal caso no molestar ni perjudicar a vecino alguno; pero que de no E 2 avenirse a su propuesta la incendiarían. Mag no era regular se diese E ,oído a su intimidación cuando la aurora ya nos iba asegurando de - nuestra victoria, y así la respuesta del Jefe fue que aun tenía pólvora, 3 balas y gente con que defenderse, de cuyas resultas se avivó de - nuevo el combate. - 0 m A este tiempo había enarbolado su bandera el Castillo de San E Cristóbal, y esto por poco no cuesta la vida a un gran número de O enemigos. Efectivamente, unas quince o diez y seis lanchas que ha-bían acompañado a los demás cuando el desembarco, y que no pu- n diendo ejecutarlo, rechazadas por el vivo fuego de nuestra Artille- -E a ron acercar las lanchas, juzgaron sus ayudantes que era el puesto muy arriesgado para su persona y le habían conducido al Castillo principal donde le conceptuaban más en su centro atendiendo a su avanzada edad que no le permitía ejecutar todo lo que su espi-ritu le dictaba. La confusión y el desorden que reinaba en la plaza, la inexperiencia de casi toda la tropa, la oscuridad de la noche, la ignorancia en que estaban en el Castillo de lo que pasaba; todas estas causas reunidas eran capaces de poner perplejo al más va-liente y quién sabe lo que hubiera sucedido a no haber llegado e n arji~~m;! ~mentnc ritim Don Vicente Si~r rat sicl, Teniente que era de: la bandera de la Habana, conduciendo unos prisioneros que había hecho, y a no haber informado a su Jefe de la verdadera si-tuación de la Plaza animándole osadamente a que da ningún modo tratase de rendirse. La entereza con que este oficial habló a su General ed de los hechos más loables de esta defensa, y muchos pre-tenden fue la causa principal de su buen éxito. 234 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS RELACIONES DEL ATAQUE DE =SON A TENERIFE 27 ría, habían esperado fuera de tiro de cañón, hasta tanto que cesase o que tuviesen algún indicio por donde conocer la suerte buena o mala de la empresa, desde luego que alcanzaron a ver la bandera encarnada, la tomaron por la de su nación e inmediatamente re-maron con brío para ganar la Playa de la Carnicería y hubieran perecido sin remedio a no haberlas pronto desengañado el fuego que se les hizo de los Castillos y del que fueron algunos a pique. Y no fue poca su fortuna en conservarlas, pues las que habían que-dado en nuestras playas estaban ya reducidas a un montón de tablas. La acción reinaba aún en las inmediaciones de Santo Domingo cuando los ingleses, en vista del suceso de las lanchas rechazadas que habían observado del Campanario, se valieron de dos religiosos para que pasasen a exponer personalmente al Comandante Gene-ral que no era su ánimo perjudicar ni incomodar a los vecinos, siempre que se les entregasen los caudales del Rey y todo lo per-teneciente a la Real Compañía de Filipinas 7, pero que de todo lo c=:ltrzri= fzta!es 12s cg;n;uer,~e~ciL'~&& s. &rw recpl~e~ta les había de dar sino la misma que se había dado al oficial, sobre todo cuando teníamos el Convento y que nuestros violentos les ha-cían temible cualesquiera salida? Con este motivo destacaron nue-vamente dos oficiales, quienes propusieron lo que antes habían intimado, pero viendo la resolución con que se rechazaba semejante partido tuveron a bien conformarse con capitular. En esta capitu-lación se acordó que ias tropas de S. M. Británica se ernbarca~iaii con todas sus armas y llevarían sus lanchas en caso de estar a sal-vo, y que de no se les franquearían las que necesitasen para su embarque, en cuya consideración se obligaban a no molestar el .pueblo de Santa Cruz con los navíos que se hallaban delante de él y a no atacar isla alguna de las demás, devolviéndose los prisio-neros de parte a parte Aún se estaba en esta negociación cuando la Escuadra que se Todo el mundo sabe que la entrada en Santa Cruz de dos navíos de la Compañía de Filipinas ricamente cargados fue el ali-ciente principal que tuvieron los ingleses para pensar en nuestras peñas. II cx ,-...- se ha. h~bla.60 ewtra. semefa~te CapitUlcleióii y qüe los inteligentes la miran no sólo como indecorosa, sino como man-cha que desluce nuestra victoria. Sin tener conocimiento mayor del arte militar, yo tambien digo que no nos hace honor. A esto responden los defensores del General Gutierrez Gutiérrez que tal vez contaba poco con nuestra tropa e ignoraba nuestra verdadera posición cuando la firmó, mas debiera haberla sabido, y en vez üe vaierse de ayudantes de poca experiencia debiera haber con-sultado los oficiales que la tenían, y los más acreditados por su valor y éstos le hubieran hecho ver la triste situación de unos ene-migos acorralados y debilitados por sus pérdidas, sobre todo cuan-do nosotros íbamos logrando reunir los dispersos por la oscuridad de la noche, por el miedo o por la faIta de armas y de experiencia. habla levado y que por falta de viento apenas caminaba expemi-mentó al pasar por el Valle de San Andrés el fuego de aquel Cas-tillo dirigido principalmente a la Capitana y a una fragata, las que ambas le correspondieron, y aun hicieron acercar la lancha obu-sera hasta que viendo que lejos de surtir efecto sus tiros la maltra-taban los del Castillo la retiraron a toda prisa9. Es por demas decir cuán celebrada fue la victoria en alegres vivas y en aclamaciones de júbilo; pero no lo es el publicar que apenas cesaron las hostilidades el muelle que había sido teatro de sangrientas escenas se trocó en reunión de amigos y enemigos, don-de se vio que si en el combate había el inexperto canario hecho esfuerzos de valor despues de 61 sabía igualmente acreditar su hu-manidad. La perdida de los ingleses fue considerable y su mayor destrozo al intentar el desembarco cuando nuestra Artillería echó a pique un Cúter de 14 cañones que venía cargado de tropa, marinería ar- a mada, municiones, piezas de campaña Y demás avíos, salvándose N muy poca gente, y cuyo total según los c~lculosm ás moderados y E probables sería de 200 a 300 hombres. O Zozobraron del mismo modo muchas lanchas y casi todas aican- n-- m zaron las playas muy mal tratadas. El número de los muertos y O E heridos fue crecido; sin embargo, no podemos asegurar a cuánto E ascendió, pero si se puede dar crédito a una lista que se vio por 2 E casualidad en manos de un Oficial inglés dos días después de la - acción, subía a cerca de 600 entre unos y otros, siendo de los pri-meros el Capitán don Ricardo Bowen, de la Fragata -Terpsichorex, 3 quien había sacado de la Bahía la de la Compañia de Filipinas EE - - 0 Principe Fernando y promotor, según dicen, de esta expedición; y m E de los segundos el mismo Contraalmirante don Horacio Nelson: O Además de estos dos oficiales murieron o fueron heridos otros mu-chos, como que en la referida lista ascendía su número a 22 entre n unos y otros. Tomámosles un cañón de a 4 de bronce, porción de -E fusiles, pistolas, sables, chuzos, picas, escalas, cartuchos, dos carros a de guerra y una bandera. 2 n Por nuestra parte, la pérdida fue corta en comparación, no pacb n n de 23 muertos y 30 heridos contando algunos paisanos que murie-ron indefensos. Entre los citados muertos se hallan dos Oficiales: 3 O el Teniente Coronel del Regimiento de Milicias de La Laguna, don Juan de Castro y Ayala, e1 que a pesar de su edad avanzada se hallaba a la cabeza de la tropa, y el Subteniente del Batallón de Canarias, don Rafael Fernández, quien peleando con arrojo, y no 9 Es de notar que en el citado Castillo no había más que dos cañones sensibles de los que pronto uno se inutilizó, y el otro, des-pués de haber disparado unos 20 tiros, se reventó, mató a un arti-llero e hirió a otros, dejando de este modo parado el espíritu que manifestó don Josef Feo -Oficial de Artillería que mandaba en aquel puesto-. Si este Castillo hubiera estado provisto de sus cailo-nes competentes, les hubiera salido caro el paso a algunos de aquellos navíos. 23& ANUARIO DE ESTUDlOS ATLANTlCOS RELACIONES DEL ATAQUE DE NELSON A TEMERIFE 29 consultando sino el ardor de un joven de veintitrés años. encaró al enemigo con sólo cuatro hombres. Ya que en nuestra justicia pen-de su recompensa, paguemos a las cenizas de ambos el tributo de alabanzas que les debe nuestra gratitud y sirva su memoria de ejemplo, puesto que derramaron su sangre en defensa de la Patria. Hubo tres Oficiales heridos: don Simón de Lara, don Dionisio Na-vasrete, Subteniente de Milicias, y don José Dugi, que lo es del citado Batallón. Después de nuestra victoria debemos celebrar el valor de los que se esforzaron en conseguirla, felicitemos el Cuerpo de Artille-ría,, el Batallón de Canarias, los reclutas de Cuba y de La Habana y los trozos de milicas que se distinguieron en aquella madrugada memorable; y sin olvidar la noble conducta de nuestros defensores militares, alabemos también el patriotismo de los paisanos que vo-luntariamente expusieron sus vidas y merecen sin duda ser partí-cipes de la Gloria que de la Victoria ha resultado a las Armas ca-narias lo. 10 También hubo unos sesenta franceses que se ofrecieron gustosos a la defensa de la Plaza y que se portaron con denuedo y notable actividad. Sería injusticia negarles al mérito que adqui-rieron. Mucho ha dado que decir esta acción, tanto por lo mal dirigido que fue el ataque por parte de los ingleses como por lo mal combinada que fue nuestra defensa, y el pncn fnite qile c l c - mos de la victoria. El Almirante Nelson hubiera logrado su intento si hubiese ejecutado el desembarco en la misma madrugada que se apareció su Escuadra sobre Santa Cruz: pero cuanto hizo des-puéc debía salir fallido. ¿Qué debia resultar de su extraiio desem-barco en el Valle Seco? El acostumbrar al fuego los soldados biso-ños que tenía que combatir y perder el tiempo mismo que nosotros habíamos precisamente de emplear en prepararnos. Es cierto que aun así podría contar con nuestra inexperiencia de que había ejem-plares, y con el desorden que debia producir su escuadra en una isla nada hecha a estos sucesos militares; pero también debia pre-ver que los esfuerzos reunidos de un pueblo que quiere defenderse suelen a veces ser temibles y no debía dar lugar a que llegasen a poder obrar de concierto. Por nuestra parte no fueron mejores las medidas de defensa y lo que se puede decir es que todo queda olvidado con la vic-toria. La que hemos de confesar francamente se debió a un con-junto de casualidades y al valor particular de algunos individuos más bien que a un plan bien premeditado y seguido. Oigo que los artilleros pretenden haberlo hecho todo, y yo confieso que hi-cieron mucho en el primer avance, pero también me aseguran que hubieran podido hacer más, y que si la batería de la Concepción hubiera estado bien servida, mucho daño hubiera causado al ene-migo al desembarcar en aquella playa. Sobre todo después de puesto el pie en tierra. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin las evo-luciones de la tropa? Sea como fuere a éstas se debió la decisión de la pelea, al haber acometido al enemigo en las playas, al ha- Num. 27 (í98Il 237 LISTA DE LOS NAVIOS QUE VINIERON A ESTA EXPEDICION DESTACADOS DE LA ESCUADRA QUE BLOQUEABA A CADIZ AL MANDO DEL ALMIRANTE JERVIS (HOY DIA LORD DE SA4N VICENTE1 Cañones Theseus, El Teseo ...... Culloden, El Culloden ... Zealous, El Zeloso ...... Leander, E1 Leandro ... Sea Horse, El Caballo Marino ............... l7- ---lJ ~ L L L ~ ;cLt lu, La Esmeralda. Terpsichore, La Terpsi- * chore .................. Fox El Cúter, la Zorra ... Una Bombarda. Contraalmirante Horacio Nelson. 74 Caballero del Baño. ( Capitán Rafael Willett Miller. 74 Capitán 74 Capitán 50 Capit.&n 38 Capitán 36 r . - - : L z - L a u l L a i l 32 Capitán Tomás Troubridge. Samuel Hood. Tomás Thompson. Freemantle. TIT-11--- vv a u e l - . Ricardo Bowen. 14 Su Comandante, el Teniente Gibson. NOTA.-Se dice que la gente que traían las lanchas al desem-barco ascendía a 2.000 hombres; pero no llegó todo a poner el pie. en tierra, cuando capitularon serían 600 los que se hallaban re-- unidos. berle acosado en las calles, al haberse formado un Cuerpo de Re-serva en la plaza de la Pila, en fin, a estas disposiciones atribuyo el buen éxito de nuestra defensa, y así el Cuerpo que juzgo se dis-tinguiese más en ella es el Batallón de Canarias, del que sea por su mayor pericia o valor supieron sus jefes sacar mejor partido, siendo muy digna de nuestros elogios la conducta de- su Comandan-te don Juan Quinther. A estas reflexiones, que creo imparciales, s610 añadiré que nues-. tra victoria hubiera sido completa si los jefes hubieran sabido apro-vechar mejor de nuestra posición al momento de capitular los. ingleses. No hay duda que la noche favoreció mucho al enemigo, pero el día nos daba dobles ventajas; bien que hablo sin conoci-- miento del arte, y sólo expongo lo que presencié, y lo que creQ poder juzgar con mis propias luces. Fin Escribióla don Bernardo Cólogan Fallon que se halló presen te.... [Nota. del emanuense en la, copia del libro 120 del Archivo.] |
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