BENIGNO CARBALLO WANGÜEMERT
Economista y educador
(1826-1864)
P O R
JOSE PERFZ W A L
Benigno Carballo Wangüemert nació el 13 de febrero de 1826 en
Los Llanos l, «un pueblo -según él mismo diría z- de buena apa-
-7 riencia y de beiia situación», en ia isia de La Faima. Y pasó ia in-fancia
repartiendo el tiempo entre los juegos y los estudios, y, por
temporadas, entre la casa de la calle Real, que aún conserva su fa-milia,
y un rústico rincón,-El Alamo, a orillas del barranco Hondo,
en el barrio de Argual. A la sombra de álamos blancos, de naranjos
y cañaverales, estudió sus lecciones de instrucción primaria y de la-tinidad
3, unos rudimentos de latín.
A los quince años, se trasladó a la isla de Tenerife, con el fin de
continuar estudios en La Laguna. Cursó los tres años de Filosofía
(1841-44), esto es, de segunda enseñanza &, y el 7 de julio de 1844 se
graciuó de bachiller, nemzne discrepante '.
1 Hoy, ciudad de Los Llanos de Aridane
2 En su libro Las Afortzcna&m. Viccfe &scrvptCvo a las Islas Canavaas,
Madrid, 1862, pág 190.
3 Ibid, pág 204.
4 LOS estudios de Fiiosofía o de segunda enseñanza comprendían ias si-guientes
mater~as: matemáticas, moral y lógica, fundamentos de religión,
física, química, historia natural, retórica y poética y algunas más que se
acumulaban
5 Expledzente académzco de Benigno CarbaIIo, en el Archivo Histórico
Universitario de Sevilla, legajo 39, núm 2
2 JOSÉ ~ R E ZMD AL
Mas, cuando- ya estudiaba Jurisprudencia y tenía ganado el pri-mer
año, sobrevino la supresión de la Universidad de La Laguna
(1845). Don Pedro José Pidal, con mano de ministro de la Goberna-ción
-la enseñanza en España no había alcanzado categoría para
tener Ministerio propio acentuó en su plan general de enseñan-za
? el régimen de uniformidad y centralización iniciado a fines del
siglo anterior, y entre las numerosas podas a que sometió <el ramo
de la Enseñanza», cayeron las Universidades de Toledo, La Laguna
y Huesca. Carballo, que ya estaba matriculado de segundo curso de
Jurisprudencia en La Laguna, tuvo que trasladar su expediente aca-démico
a la Universidad de Sevllla, cabeza del distrito, y continuar
en ella sus estudios. a
N
vU.. ll !as z i a s hispaknses, se gradUó de ba~hilleie íi JUli~p~uUeii- E
O cia el 31 de mayo de 1850 y de licenciado el 23 de septiembre de 1852; n--
ambos grados por unanimidad de votos. E1 ejercicio de licenciatura E
trató «De los censos y sus especies». E
2
En el curso de 1847-48 simultaneó con los estudios de Jurispru- ;
dencia los de Historia de la Filosofía, que aprobó, y en el curso E 3 1848-49 los de Griego, que aprobó igualmente -
Al mismo tiempo, en la dura escuela de las estrecheces económi- B
E
cas, fue simultaneando los decisivos cursos del doctorado de hom-bre;
su madre, que había enviudado (1846), hacía ejemplares esfuer-zos
para sostenerlo en los estudios. n
-E
Como le urgía obtener un medio de vida y tenía que aprovechar $ 2 cualquier oportunidad, Carballo hizo oposiciones, sin estar aún muy
bien preparado, a una cátedra de Contabilidad de las escuelas que
tenía establecidas la antigua Junta de Comercio de Sevilla, y aun- 2
6 Toda la enseñanza dependía de la Dirección General de Instrucci6n
Pública, en el Ministerio de la Gobernación.
7 El plan, aunque se decía general, no lo era, porque no comnrendía
la enseñanza primaria. Como observó muy bien «Fray Gerundio» [Modesto
Lafuente], Teatro soda1 del sigb XIX, Madrid, 1854, 1, pág. 94, era un
edificio en el que se había olvidado la puerta de entrada Presta la máxima
atención a la segunda enseñanza, «porque así lo reclaman el estado actual
de las luces, la importancia de las clases medias y las necesidades de la
industria». Exposz& a S. M, que precede al plan El hecho y su justifica-c16n
son muy sign ficativos.
8 Según su Ezpediente acac%rnico
16 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
que no quedó mal, no ganó la plaza; fue propuesto en el segundo 1ii-gar
de la terna 9.
Momento crítico de indecisión y apuro. Y, de pronto, la afortuna-da
solución. Don Francisco Fernández Taño, residente en América,
acierta a apreciar la seriedad e inteligencia de Carballo, su cogna-do,
y le presta ayuda lo. Gracias a él, va a ser posible continuar los
estudios. Benigno Carballo, en 1852, se traslada a Madrid para doc-torarse.
Aquel acercamiento de Carballo a los estudios mercantiles en Se-vi!!
u fue capri&grg ni resglth ha]&. -&jem& & oh&x-r a m^-
tivos puramente personales, vocacionales, había respondido a ten-dencias
ambientales bastante acusadas, y había de acentuarse y ha-llar
más amplia satisfacción en el ámbito mucho más prometedor de
Madrid. El desarrollo de la clase media, los rápidos enriquecimien-to-
(par la- desamnrtizaciones, los aprovisionamientos de los ejérci-tos,
etc.), la aplicación de nuevas fuentes de energía (el vapor, la
electricidad), los comienzos de industrialización, la implantación de
nuevos medios de comunicación y transporte (el tren, el buque de
vapor, el telégrafo), venían originando, principalmente desde el co-mienzo
de aquel tercio central del siglo, una gran transformación so-cial.
Y no só.10 se tenía suficiente conciencia del cambio, sino que,
por lo común, se exageraba: «El siglo xrx es el siglo del movimiento
continuo», dictaminaba Fray Gerundio ll; «iYa no hay distancias!»,
exclamaba, lleno de entusiasmo, Antonio Flores 12; «La palabra im-
9 «Revista de Instrucción Ptiblica», V, núm. 43, Madnd, 4 de septiem-bre
de 1860
l o Cuando Fernández Taño, después de permanecer cuarenta años en
Cuba, regresa a La Palma, en 1863, Carballo Wanaemert, director enton-ces
de la revista «Las Canarias», le dedica en ésta (núm. 7, 4 de julio) un
elogio en el que subraya sobre todo la riqueza y la generosidad del labo-rioso
paisano.
11 Ob. czt , 1, pág. 113.
12 ANTONIOF LORESAy, er, Roy y mañana o la fe, el vapor y Za elect.ctrz-cidad,
Madrid, 1863, Impr Mellado, Iii, cuadro trece, págs. 179-194 El pro-pio
CARBALLO WANGUEMERLaTs, Afortumadas, pág 16, dice: << hoy cuando
poszble se ha borrado del Diccionario de este siglo», hiperbolizaba
Martínez de la Rosa desde la presidencia del Ateneo 13. Y casi tanto
como las mod~ficaciones mteriores, se observaban y admiraban los
grandes acontecimientos que se estaban produciendo en el exterior:
la apertura de las fronteras chinas, la construcción del canal de
Suez ... Se sentía un vivo afán de superación, y se tomaba para todo
como meta e ideal la equiparación a los demás países europeos. Era
necesario adaptar todo a la nueva situación de desarrollo, y procu-rar
que todo la favoreciese. Entre otras muchas cosas, la enseñanza.
Ya se ha visto que el plan general de 1845 había prestado la má-xima
atención a la segunda enseñanza, porque así lo reclamaban «e1
estado de las luces, la importancia de las clases medias y las nece-sidades
de la industria». Mas no se consideró suficiente. Ciertos pe-
..7AA:n~" ,.-Z-l-..-- v.-- 2- l-" --:-,-..--1-?. A-$--&-- A-1 -l..- -1
IIUUILUD ~ U I ~ L ~ L ULIUIII IU UIIU uc luu p L u l u t J a l c a U C L C L L U ~u cl ~ I Q LCL ~
olvido de las escuelas técnicas. Gil de Zárate, director general de
Instrucción Pública a la sazón, justificó la omisión por la necesidad
de crear antes «otros muchos establecimientos de que carecíamos».
Y por esto, cuando se estimó que el estudio de las ciencias contaba
en todas partes con suficientes medios materiales, se procedió a
crear las escuelas de aplicación. En 1850 aparecen primero los de-cretos
relativos a las Academias y estudios de Bellas Artes, y, luego,
los que tenían por objeto las Escuelas industriales, y las de Agricul-tura,
Comercio y Náutica 14.
Una de las muestras más significativas de todo este cambio que
se venía produciendo llegó a ser el mismo Gobierno. En 1852, cuando
Carballo se traslada a Madrid, Bravo Murillo se halla en el poder
al frente de un gobierno de «técnicos», que diríamos hoy; el progre-so
material le preocupa mucho más que las cuestiones de partido.
las comunicaciones rápidas, el vapor y la locomotora perm~ten que se den
la mano todos los países»
13 Discurso pronunciado por Francisco Martínez de la Rosa en la aper-tura
de las cátedras del Ateneo, el 3 de noviembre de 1858, según resefia
publicada en la «Revista de Instrucción Pública», N, núm 6, del 6 del mis-mo
mes.
1 4 A GIL DE 'ZÁRATE, De la Instrucción púbhca en Españia, Madrid,
1855, 1, pág 206
18 A V U A K I O DE E S 7 C D l O S A T L A N T I C O S
Resulta, pues, muy fácil de comprender la dirección académica
que toma Carballo. Ante él se abre como un atrayente abanico de
caminos la provisión de las cátedras correspondientes a las nuevas
escuelas. En Sevilla, como se recordará, ya se había familiarizado con
los estudios mercantiles. En Madrid se orienta también hacia la
Escuela de Comercio, pero no hacia la cátedra de Contabilidad; en
Sevilla, seguramente, no había tenido donde escoger; ahora, en Ma-drid,
sí; y se decide por la cátedra de Economía política. Se prepara
y la obtiene, se puede suponer, no sin fuerte lucha; aunque había en-tonces
bastantes plazas, las de Madrid, como siempre, serían muy co-diciadas.
Poco después logra desempefiar tambié~c, on la categoría de
auxiliar, la catedra de Economía industrial en el Real Instituto Indus-trial,
donde se formaban los ingenieros industriales. Los economis-tas
y los ingenieros van a ser los profesionales más representativos
del desarrollo español que entonces se está intentando 15.
En España los estudios de Economía política no habían empezad@
- -
a sistematizarse hasta la segunda mltai del sigio XVIII 'O. Campoma-
1s Sobre la importancia del ingen~ero a fin de siglo, véase G. MARARON,
Novo, kterato y académico, en «Bol. de la Sociedad Geográfica», abril-junio
de 1953. En Galdós, como es sabido, el ingeniero suele asumir la represen-tación
de las tendencias reformadoras; de la unión de la ciencia con e1
progreso económico.
16 El origen de los estudios económicos en España se ha situado en las
obras de los moralistas que ya en el siglo XVI examlnan las cuestiones de
la usura y de la beneficencia, y en las de los arbitristas que aducen modos
de mejorar el estado de la Hacienda pública. MANUEL COLMEIRO y VÍCTOR
ARNAU, en el Examen del desarrollo de bs estudws económicos m España,
ante la Sociedad de Economía política, de Madrid, sesión del 2 de enero de
1857 Resmen de las seszones, en un folleto, el mismo año, phgs 3-4
Sobre los iniciadores de los estudios económicos en España, véanse so-bre
todo JUANSE MPERE Y GUARINoS, Bzblzoteca española. econ6mico-politica,
Madrid, Imp. de Sancha, 1801-1804,3 tomos; SALVADOCRO STANZCOa,t álogo
de los economzstas espmíoZes, y M n N u n COLMEIRAOd, zciones al catálogo de
don Sdvador Costanzo, ambos trabajos en JUANEL OYD E BONAY URETA,
Clave da los economzstas e% el poder y en Za oposición, Madrid, imp. de
Francisco García Arias, 1850 Colmeiro, en esta misma publicación, pági-nas
31-32, aduce una interesante muestra de anticipaciones económicas de
escritores españoles del siglo XVII, principalmente.
nes, Jovellanos, Sempere, los habían impulsado grandemente. Y las
ideas económicas reinantes en Inglaterra habían comenzado a influ~r
en ellos. En 1794 se publica en Valladolid una cuidada traducción de
la obra capital de Adam Smith, lnvestzgaczón de la naturaleza 3 caz-sas
de la riqueza de las naczmes 17.
La enseñanza de la Economía había sido promovida, en el mismo
período, principalmente por iniciativa de la Real Sociedad Aragonesa
de Amigos del País; en 1784 había abierto una Escuela de Economía,
que tras vencer algunas dificultades iniciales, logró normalizarse ls.
Otras de estas sociedades, entre ellas la Matritense, planearon y des-envolvieron
más tarde las mismas enseñanzas con menos tropiezos.
Y los Reales Consulados fundaron igualmente cátedras de Economía
y de Comercio 19.
T :: . J 1 v : 1 Inri.^ 1^.-^^ ^P-^- - l - - A -
L<¿% I I I L U I ~ U ~ ~ C I UuI Ie la ~cui iui i i ld~ U I I L I Cd~ I US ~ I C L L IU~ISI L I ~ I ~ uS e
17 Trad. de José Alonso Ortiz, mpr Vda. e hijos de Santander, en 4
volúmenes
1s Las dificultades partieron de los enemigos de novedades. Y se llegó
a denunciar al profesor de la escuela, don Lorenzo Normante, de sospechoso
de herejía Documentación sobre esta escuela se puede ver en PAULA y JOR-GE
DEMERSON y FRANCISACGUOI LARP IRAL, Las Sociedades económzcas de
Amzgos del PaZs en el siglo XVIiI, San Sebastrán, 1974, págs 394-395 Con-tra
unas Prqosiozones de Ecopmmia cm1 y Comerczo, de que se da refe-rencia
en esta última página, se compuso, al parecer, por mano eclesiás-tica,
una Sátzra en romance, que recoge JosÉ GELLA ITURRIAenG sAu Ro-mancero
aragon6s, Zaragoza, 1972, págs 197-198 Y muchos años después
(1833), se consideraba conveniente defender aún a la Economía de la pre-ocupaci6n
que contra ella tenían personas respetables; era una odiosidad
que le habían atraído dos filósofos y economistas franceses del siglo pasa-do,
cahficados de secta», José de Soto y Barona, en su traducción de
J B. SAY, Cateczsmo de Economía poíitzca, Zaragoza, impr de Polo y Mon-ge,
hermanos, 1833, pág VI1 Soto y Barona estaba a la sazón «encargado
por el rey de la enseñanza [de la Economía política] en la cátedra -dice-que
la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País sostiene desde los
pr~ncipios de su erección» Sobre estas vicisitudes polftico-religiosas de la
Economía, véase GUILLERMO GARCÍAP ÉREZ, La Economia y los reacctoncc
nos La Inquzszc-ión y los ecov~ombtas al surgir la España corttemporunea,
Madrid, Edicusa, 1974
19 Manuel María Gutiérrez, encargado de la cátedra del Consulado de
Málaga, tradujo, con la colaboraci6n de Manuel Antonio Rodríguez, el Tra-tado
de Eoonovtnia pditzco, de J B Say, Madrid, impr Collado, 1816, tres
tomos
enseñanza había tardado un poco más. El plan de 1807 había esta-blecido
la enseñanza de la Economía en las Universidades, pero la
guerra había impedido su cumplimiento; en 1812 y 1821 se habían
hecho análogas tentativas, mas también sin resultado; y, por fin, en
1836 había entrado la Economía política definitivamente a formar
parte de la enseiíanza universitaria 20.
Desde entonces se tiene cada día mayor interés en propulsar los
estudios económicos y técnicos. El plan general de Instrucción pú-blica
de 1845 inserta la Economía en la segunda enseñanza (en la am-pliación
de Letras) y en el primer año de Derecho. Y después, como
ya se ha indicado, la Economía aparece entre las materias que se ex-plican
en la mayor parte de las escuelas especiales: en la Escuela
de Ingenier~o M:nas, Cunales y Puertos; en e! Rea! Institute IE-dustrial,
en las escuelas de Comercio, en las de Agricultura, etc.
Carballo, >según se ha visto, llega a Madrid en este favorable mo-mento,
y lo sabe aprovechar.
En España, como en todas partes, los estudios económicos no se
!iz~-itahun c ~ n s t i t ~ ~ r usigfiutcru -para !u muy&u les est3-
diantes, todavía incómoda- del bachillerato y de algunas carreras;
vertían sobre un campo de intereses hipersensibles, y sus diferentes
escuelas -proteccionista, ecléctica, librecambista- representaban
soluciones muy distintas en el juego de intereses.
La escuela del librecambio era, entre todas, la que en el Occiden-te
de Europa contaba entonces con más partidarios y más interesa-dos
apoyos. Su preeminencia se debía en gran parte a circunstancias
favorables de la época. Inglaterra, que había sido principal prota-gonista
de la revolución industrial del siglo XVIII y que había salido
-i -n - -d -e - -m - - -n - ~d e 18s guerra- napolebnica.sj hahía hallado en el lihrecam-bio
la base fundamental de su desarrollo; la libertad de comercio
significaba la libertad de los comerciantes británicos para conquis-tar
todos los mercados de la tierra; la exportación de productos in-dustriales
ingleses a cambio de materias primas y alimentos.
Durante algún tiempo pareció posible que otros países europeos
imitasen a Inglaterra. Bastiat emprendió en Francia una campaña
en favor del librecambio. Y en España se inició muy pronto la in-troducción
y traducción de literatura librecambista; primero princi-
20 COLMEIR0 y ARNAU, ioc ctt
Nzim 25 (1979)
8 JOSE PEREZ VIDAL
palmente de Juan Bautista Say 'OY; después, por las décadas de los
cuarenta y cincuenta, sobre todo de Bastiat
Para el buen éxito del librecambio en un país, resultaba obvio que
los demás también lo aceptaran. Y tal vez por este motivo, tanto
Cobden, el fundador de la librecambista Liga de Manchester, como
Bastiat, visitaron España con fines propagandísticos. Cobden desem-barcó
en Cádiz en noviembre de 1846 y tanto allí como en Sevilla re-cibió
diversos obsequios y otras elocuentes manifestaciones de ad-hesión
y simpatía En Cádiz se creó la Asociación Librecambista de
España 22.
Carballo, que, como hemos visto, cursaba entonces la carrera de
Derecho en Sevilla y que venia sintiendo ciertas inclinaciones hacia
los estudios mercant~les,p udo rerihir con motivo de la visita de Cob-den
el primer gran tirón hacia el campo librecambista.
Esta escuela ya contaba con entusiastas partidarios en España,
principalmente entre los catedráticos de Economía. Uno de los más
conspicuos, Flórez Estrada, que, como es bien sabido, había com-puesto
y publicado durante su exilio en Londres su Curso de Econo-mía
golitica (1828), no escatima las expresiones de fervor librecam-bista
en el banquete-homenaje a Cobden celebrado en Madrid: <CEI
hombre que dé a España el librecambio -dice, entre otras cosas-no*
Ya ha quedado anotada una traducción del Tratado de Say, en 1816
Otra traducción hecha por Juan Sánchez Rivera, se publica, también en Ma-drid,
en 1821 Del Gateczsmo se hacen igualmente vanas ediciones
21 Bastiat fue sobre todo un polemista brillante Trató de ridiculizar los
argumentos proteccionistas con sus Petzts pamphlets Entre éstos destaca
la Peticzb de los fabricantes de bujias, velas, lámparas, candelabros, faro-les,
pabzlos, apagadores y de los productos de aceite, seho, re.sina, alcohol
y, en general, de todo lo reZaczonaa70 con la ilumirtación para que se les
proteja de la competencia del sol Su obra póstuma, Les harmonzes économz-ques
(1850), alcanzó un éxito enorme En España Bastiat fue el economista
frances más conocrdo e influyente. J. ECHEGARA4Y, Recuerdos, Madrid, 1977, 1,
página 372, confiesa que después de haber tenido que estudiar el indigesto 11-
aro C&iieii-o, ha5ifa sido gana& pa- la. racüa. del !:hxcnrn?x~> por !UP
Armonias económzcas de Bastiat Prueba aún palpable de la gran difusión
de este autor en España es la abundancia de sus obras en nuestras biblio-tecas
y la traducción de no pocas.
22 JOsÉ M TALLADPAA ULI, Hzstoma de las f z n ams españo.ñolas en el sz-glo
XIX, Madnd, Espasa, 1946
22 A&'[;ARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONO~VIISTAY EDUCADOR) 9
habrá hecho un mayor beneficio a su patria que Colón enseñándole
el camino de América» 23.
Mas el librecambio en un país con una industria incipiente, im-pediría
el apetecido desarrollo industrial; dejaría al país, industrial-mente,
a merced de Inglaterra. Una industria naciente no puede com-petir
con otra ya blen desarrollada; necesita cierta protección. Y así,
de modo inevitable, surgió en España una lucha desigual entre pro-teccionistas
y librecambistas. Los proteccionistas, representantes y
defensores de la balbuciente industria -al principio, casi de modo
exclusivo de la industria textil catalana 24-, eran menos numerosos
y menos formados intelectualmente 25. LOS librecambistas, en mayor
número, se hallaban más preparados para la propaganda; entre ellos
23 LUIS ALFONSOM ARTINEZC ACHEROE,s tudto pre1zmzna.r a &-S «Obras»
de A. Flórex Estrada, ed BAE, CXIII, 1958, pág XIV.
24 Casi siempre que se habla por entonces del proteccionismo sale a re-lucir
la industria catalana «-Si esos catalanes no fabrican más que ade-tesios
[decía el gordo Arnáiz, librecambista y anglófilo], y reparten divl-dendos
de sesenta por ciento a los acc:onistas», P É R G~A LD~SB,o rtunata y
Jamta, ob. compl. V, pág. 20
25 Al frente del movimiento proteccionista figuraba la Comisión de Fá-bricas
de Hilados, Tejidos y Estampados de Algodón del Principado de Ca-taluña,
que publicó una Memoria sobre la necesidad del sistema prohibztavo
en Espaga, Barcelona, 1834 Después (1848) se creó el Instituto Industrial
\ de Cataluña, que continuó la campaña A este momento pertenece la Me-moria
sobre 10s perjuzczos que ocaszonaria en España. Ia adopcz6n del sis-tema
del lzbrecambio (Barcelona, 1849), por J nlas y Vidal. Como estudio
general del tema, vease MANUELP UGÉS, C"6mo triunf6 eZ protecczontsmo en
España, Barcelona, 1931
El proteccionismo, al que se unieron los cerealistas castellanos y los fe-rretero~
vascos, disgustó a mucha gente, sobre todo a los comerciantes de
Cádiz y a sus colegas de Madrid, que eran los distribuidores de las manu-facturas
inglesas, que se intercambiaban en aquel puerto con los vinos an-daluces
J. VIcENs VIVES, Cataluña en et siglo XIX, ed Rialp, 1961, pág 158.
Este comercio explica perfectamente que en Cádiz iniciase Cobden su viaje
de propaganda por la Península y que en la misma ciudad se fundase la
Asociación Librecambista de España
LARRAJ,a rdmes plí,bkcos (18351, ya había hecho esta observación « si
hay en España clase media, industrial, fabril, comercial, no se busque en
Madnd, sino en Barcelona y en Cádim El comportamiento no era igual,
sin embargo, en estas plazas. Mientras en Cádiz los beneficios de coseche-ros
y comerciantes se quedaban en el campo y en el comercio, en Barcelona
se transferían a la prometedora industria
10 JOSE PEREZ VIDAL
se contaban muchos políticos, catedráticos, periodistas; eran más
idealistas, en general; mas no faltaban entre ellos los aspectos in-teresados;
entre otros, el apoyo político de Inglaterra y Francia, que
se disputaban la influencia económica en España; Inglaterra princi-palmente
por la vía industrial; Francia, por la bancaria 26,
Esta pugna entre librecambistas y proteccionistas, que empieza a
tener verdadera importancia en la década de los años cuarenta, ad-quiere
en Madrid extraordinaria intensidad en las dos décadas si-guientes.
Y, caso digno de ser destacado, el principal representante
del librecambio, Laureano Figuerola, era catalán 27, y algunos de
los más conspicuos proteccionistas, como Pascua1 Madoz, no lo eran,
si bien, en general, se hallaban muy vinculados políticamente a Ca- ::
taluña. N
Benigno Carballo, como ya se ha dicho, llega a Madrid justamente U
en el momento en que se intensifica la propaganda librecambista 28.
d -
8'
La influencia del librecambio en los medios intelectuales madrileños 8
se hace pronto avasalladora. Y Carballo, que prepara cátedra de Eco- I
nomía en este ambiente, no puede menos que incorporarse a la es- u e
cuela económica predominante. 5
EL «CURSODE ECONOMPÍAO LÍTICA» U
E
Carballo se declara ya librecambista en su Curso de Economia i
1
politzca, publicado en dos tomos; uno en 1855 y otro en 1856. En el a
primero sólo se presenta como «catedrático por S. M. de esta asig- 2
d
natura en la Escuela de Comercio de Madrid»; en el segundo, como !
catedrático -d e la Escuela de Comercio y del Real Instituto Industrial. 0
26 Documentación abundante sobre las intromisiones de Inglaterra y
Francia en la política española por estos años se puede ver en V. G. KIER-NAN,
La rev'olución de 1854 en España, Madrid, 1970
27 Para VICENS VIVES, ob. c i t , pág 162, un «gran catalán». El arancel
de 1 de julio de 1869, publicado por Figuerola como ministro de Hacienda,
sl p i - d ü~i~imi zm iei i tá~eost r a s t ~ r n ~hua~r k :U gra:: h i e ~u Cutalufia
28 Al año siguiente de llegar Carballo a Madrid, en 1853, Laureano Fi-guerola
gana la cátedra de Derecho polítxco comparado en la Universidad
Central, desde la cual empieza a influir hondamente en el ambiente culto
madrilefio. Y otro gran librecambista, tambi6n catalán, Luis María Pastor,
se encarga de la cartera de Hacienda en el gabinete Sartorius.
24 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
Se propone poner la ciencia económica al alcance de los estudiantes
tal como se cultiva en las naciones más adelantadas y, al mismo tiem-po,
dada la claridad y orden de la exposición, contribuir a populari-zar
sus estudios 29.
En efecto, la Economía política, aunque se está abriendo paso en
los centros de enseñanza y en determinados ámbitos sociales, nece-sita,
y necesitará todavía durante mucho tiempo, que se luche por
abrirle camino. En la mayor parte de España, la estructura econó-mica
es aún casi medieval. Pesan mucho la tradición y la rutina en
los estudios, como en tantas otras cosas. En relación con este aspec-to,
resulta muy explícita, entre las diversas reseñas que se publica-ron
del Curso, la que le dedicó, en la Revista Universztarza 30, Va-leriano
Fernández Ferraz, estudiante a la sazón de Jurisprudencia
y de Literatura; he aquí un fragmento:
«En nuestras Universidades viene figurando desde hace algún
tiempo en el catálogo de las materias asignadas a la facultad de Ju-risprudencia
el estudio de la Economía política, y profesores muy
recomendables hemos tenido y tenemos hoy que la profesan con lu-cimiento
Sin embargo, hásela considerado como una asignatura ac-cesoria.
los estudiantes no le han consagrado más que una atenclón
secundaria, satisfechos con adquirir unas cuantas definiciones y al-guna
otra noción superficial para salir del paso de los exámenes y
han dedicado su preferente atención al Derecho y a las demás ma-terias
de la carrera.»
Conscientes los gobernantes de este apego a los estudios tradicio-nales
de Jurisprudencia, Medicina y Teología, habían procurado, al
planear las últimas reformas, recargarlos de dificultades -matrícu-las
más elevadas, más años, más asignaturas- para alejar de ellos
a Ine ~ c t i i d i a n t ~ c . x7 21 zismg tiempe, per !z&, efrrcer teda U A V " ~ U Y Y " ~ U " V . . " , J
clase de facilidades, empezando por enseñanza gratuita, en los es-tudios
industriales, para hacerlos más atractivos a los escolares 31
29 En el Próbgo, pág. VI.
30 «Revista Universitaria», núm 26, Madrid, 30 de septiembre de 1856;
- Fernandez Ferraz firma sólo F. B. Pertenece a la primera promoción krau-sista.
31 GIL DE ZÁRATE, ob. Cit., 1, pág. 169. Moyano, al destacar despues
como enseñanzas supenores las ingenierías, originó, por el contrario grandes
exigencias y cierto elitismo en estas escuelas. MARIANPOE SET y J. LUIS PESET,
La Unzverszdad españoh (szgíos XVZII y XIX), Madrid, 1974, págs 452-453,
Esta situación de la enseñanza, en general, explica de modo su-ficiente
que las Escuelas técnicas, de espíritu más abierto que las
Universidades, diesen entonces tantos y tan significados economis-tas;
entre ellos algunos de los librecambistas más conspicuos de es-tos
primeros tiempos: José Echegaray, el futuro dramaturgo 32, Ga-briel
Rodríguez 33, que quiso ser principalmente economista Los dos
eran ingenieros de Caminos
Carballo, en las lecciones XXII y XXIII de la primera parte del
Curso, hace la crítica del sistema proteccionista y la defensa del 1i-brecambio;
mas, en relación con la implantación de éste, se muestra
muy prudente; «Una nación -dice-, en donde el s~stema pr&.t~r
ha dominado por mucho tiempo, no debe pasar de una vez de un
sistema a otro; las mudanzas repentinas y no preparadas llevan con-sigo
grandes sacudirnientos».
Hombre eminentemente liberal tanto en economía como en polít~ca,
combate a los socialistas, mas no «con la acritud que lo han hecho
muchos escritores».
«Hay entre ellos -añade- talentos que nos merecen mucha con-sideración,
talentos que no solamente respetamos, sino que muchas
veces admiramos >> «Ellos han prestado un gran servicio a la Eco-nomía
politica, y es que encendiendo la discusión g llevándola ha-cia
un terreno no explorado todavía, han contribuido a poner en
evidencia muchas verdades económicas» 34
32 ECHEGARA0Y6, C Z ~G abriel Rodrígzez fundó un periódico titulado
EZ Economista «Y en ese periódico -dice Echegaray, 1, pág 374- escribí
yo muchos artículos, empezando lo que pudiera llamar mi vida periodística
Se publicó desde febrero de 1856 hasta juho de 1857 y la noticia de que se
suspendía la publicación la firman los dos ingenieros economistas
33 [Antonio Gabriel Rodríguez] Gabmei Rodriguez, Madr~d, 1917 Fue
casi inseparable de Laureano Figuerola En el gobierno provisional de 1868,
Figuerola fue ministro de Hacienda, y Rodríguez subsecretario.
34 Curso de Econornia politzca, 11, págs 393-394 Esta actitud abierta y
comprensiva no era rara entre los jóvenes economistas. Básienos el testi-monio
de ECHEGARAobY , mt , 1, pág 374 «No hay que decir que el estudio
de la Economía política clásica provocó el de las escuelas rivales, y que leí
cuanto pude sobre el comunismo, el socialismo y muy particularmente las
obras de Proudhon, que eran las que en aquella epoca más ruido armaban
en el mundo»
POR
POR
hf ADIU D :
iiil prenla de D. Pcdro Montero, pl,izueln clcl Chrilicn, nunl. ?.
%1636.
A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CAREALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 15
La Economía política, en general, no ha podido ignorar los gran-des
cambios económicos y sociales que se han ido produciendo y, en
gran medida, se ha ido conformando a ellos. Ya su principal objeto
no es, como en Adam Smith, estudiar la causa de las riquezas de las
naciones tanto o más que la producción de las riquezas, interesa a
partir de Ricardo (1817), la distribución de las mismas. Y de modo
análogo, el trabajo ya no es considerado, simplemente, como el fac-tor
principal de la riqueza, sino, de forma mucho más compleja, como
foco de múltiples problemas y derivaciones. Hasta tal extremo, que
Carballo define la Economía política como «la ciencia de la indus-tria,
o la filosofía del trabajo en la variedad infinita de sus aplica-ciones
» 35.
Por consiguiente, presta especial atención a todas las cuestiones
que se hallan relacionadas de manera fundamentai con ei trabajo
Ante la multitud de mejoras técnicas, juzga urgente que tanto los
directores de empresa como los obreros se coloquen a la altura de
los adelantos industriales, y en situación de apreciarlos, de utilizar-los
y de mejorarlos, si es posible 36.
A su modo de ver, en toda empresa productiva ia unidad de acción
y la jerarquización del trabajo son necesarias. Y las retribuciones
deben ser proporcionadas a los diversos grados. Mas no cree que el
salario sea la forma perfecta de retribución. «La participación en los
beneficios no se opone ni a la unidad de acción ni a la desigualdad
34" Esta finalidad había sido adoptada como ideal por el reformismo
ilustrado de finales del siglo xv111, pero se conserva, siglo XIX ade'ante,
como desfasada supervivencia, entre algunos admiradores de Jovellanos, como
Cea Bermúdez, vease el manifiesto redactado por él y firmado por Ia Reina
Gobernadora el 4 de octubre de 1833. M LAFUENTHEi,s torza de EspaGa, X X ,
páginas 5-7 Siquiera entre paréntesis, procede dejar aquí constancia de una
polémica en torno a Jovellanos que va a tener lugar en una revista de la
que Carballo es redactor, como enseguida se verá. la Revista de Instruc-c
¿ón PCbZtca, Cienmas y &tras, 6 de octubre, 3 y 24 de noviembre de 1859,
y 26 de enero de 1860.
35 Curso de Econoda, 1, pág 12 Algunos autores españoles de prin-cipios
del siglo xvI1, tales como González de (Tellorigo y Pedro de Guzmán,
ya anticiparon juicios muy certeros sobre el valor del trabajo en la econo-mía
política. Vid Carta de M CoImeiro en J. E DE BONA Y URIWA, o6 czt,
p&gina 31.
86 Curso de Economia, 1, pFLgs. 228 y 338-339
16 JOSE PEREZ VIDAL
de retribuciones» 37. Confía en una futura inteligencia entre empre-sarios
y obreros. <&peramos mucho del principio de asociación; pero
de la asociación que es consecuencia de la marcha misma de la 1i-bertad
de industria, no de la asociación artificial» 38.
Se tiene excesiva fe en el progreso contmuado. Ya se había te-nido,
sobre todo desde Adam Smith, en el siglo anter~or.M as los 11-
brecambistas decimonónlcos fían casi todo de la perfectibilidad indi-vidual
y, por consecuencia, de la socia1 39. Es un punto en el que se
acercan grandemente a los krausistas. Y así se explica la asidua
presencia de librecambistas en la cátedra de Sanz del Río 40 y la
frecuente coincidencia de krausistas y librecambistas en las contien-das
intelectuales y políticas 41.
* * *
--
Como se ve, Carballo fue un liberal al que preocupaban grande- m
O
E
mente las cuestiones sociales. Era una inquietud de la que ya nadie E
2
podía librarse. La creciente clase obrera ya tenia conciencia de cla- E
se. Precisamente en 1854, cuando Carballo terminaba de escribir su
Curso de Economía, las masas desbordaban a los militares y políti- 3
-
0
m
37 Ibid, 1, pág 341
38 Ibid O
39 Ibid., 11, pág 422. El optzmzsmo en lo económico enlazaba con el 11- n
beralismo, estableciéndose lo que se podría llamar la conpnción de la Iiber- -E
tad política y de la libertad económica, GIDE y RIST, Hzstorza de las doctm- a
2
nas económzcas, Madrid, 1927, pág 481 n
40 M MENENDEZP ELAYOH, zstorza de 70s heterodoxos españoles, edicio- n
nes C S 1 C, Madrid, 1968, VI, pAg 395 3
41 «LOS krausistas, que entonces estaban en toda su fuerza, eran nues- O
tros compañeros de combate, aunque no existiese absoluta conformidad de
opiniones entre eIlos y nosotros», ECHEGARAoYb, czt, 1, pág 382 Krausis-tas
y librecambistas coincidían en la exaltación de lo individual; una actitud
común que, en gran medida, explica el éxito de ambas escuelas, concordaba
de una parte con el tan traído y llevado individualismo español de fondo, y
de otra parte con la oposición burguesa a un decisivo intervencionismo es-tatai
Se disentía, sin embargo, por io que respecta a este punto, en el gra-do
de abstencionismo que se exigía del Estado, mucho mayor y más rígido
por parte de los economistas, más matizado y conciliador por parte de los
krausistas ELIAS DÍAZ, La Fziosofia socza! del krausmmo español, Edicusa,
Madrid, 1973, págs 22-23 y 60-61
30 ANL8ARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
cos de la vicalvarada y esbozaban una versión hispana de la revo-lución
europea del 48. Galdós supo ver claramente cómo la población
trabajadora, que cada vez se incorporaba más a la acción que po-dríamos
llamar liberal, mezclaba entonces con esa tendencia el plan-teamiento
de reivindicaciones de clase. Y así pone en boca de un
artesano que se bate junto a la Milicia en las jornadas madrileñ~s
de julio, estas aspiraciones 42:
«-Venga, sí, toda la libertad del mundo, pero venga también la
mejora de las clases . , porque, lo que yo digo, &qué adelanta el pue-blo
con ser muy libre si no come? Los gobernantes nuevos han de-mirar
mucho por el trabajo y por la industria.»
En 1855 los obreros declaraban la huelga general para presionar
a las Cortes a que les reconocieran el derecho de asociación. Claro
que no de la asociación de patronos y obreros de que trata Carballo,
sino de obreros solos para la defensa de sus propios intereses 43. La
lucha de clases en España ya había empezado.
Pero Carballo no es solamente un economista. A fuer de buen pro-fesor,
es un educador moderno y resuelto. Y, no obstante, hoy total-mente
desconocido.
42 En La Revolución de J&o, 111, pág. 105 Claro que -esto lo escribe
Galdós cincuenta años después (1904), y las obras históricas, y más las no-velas
históricas, reflejan en gran medida las ideas del momento en que se
escriben
43 Desde la dbcada de los treinta, las asociaciones obreras, unas veces
autorizadas, otras veces en la clandestinidad, se desarrollaban y relaciona-ban
entre sí. Este movimiento asociacionista era fomentado por periódicos
que rniciaban la defensa de la clase trabajadora. La Asociaczón, E$ Traba-jador,
El Taller (1852), Lma Vox del Pueblo (1853), El Eco de la Clase Obre-ra
(1854) En el seno de las asociaciones, se procuraba, además de la defensa
de los asociados, el estudio de las ciencias sociales. D. ABAD DE SANTILLÁN,
Ezstoria del movmzzemto obrero español, 1, 4 a edic., Madrid, 1970, págs 62-73
Esta misma acción obrera era estimulada por la subhteratura Sub, Aylguals
de Izco IRIS M SAVALAS,o czaZasmo y literatura Ayguals de Izco ?_j la no-vela
españoaa, en «Revista de Occidente», núm. 80, noviembre 1969, pági-nas
167-188 J 1 E)ERRERAS, La nozlela por e®as (1840-1900), Madrid,
1972
18 JOSE PEREZ VIDAL
El 15 de marzo de 1856 aparece en Madrid el primer número de la
Revzsta Unzversitarza, «periódico científico y literario dedicado a
la instrucción púbhca», que ya se ha mencionado. En él se agradece
a Sus Majestades la favorable acogida dispensada al proyecto, y a
los ~ e f e ds e Universidades e Institutos que en su mayoría se hubiesen
suscrito a la revista aun antes de aparecer. Y se ofrecía ya el con-tenido,
disposición y orientación, que, con ligeras variantes, iba a te-ner
la publicación hasta su muerte, a mediados de 1861.
La revista se hallaba compuesta de una sección de noticias de
instrucción pública (disposiciones legales, nombramientos, quejas, et-cétera),
una cuidada y abierta colaboración científica, literaria y ar-tística
-Rada y Delgado, Amador de los Ríos, Laverde Ruiz, Doctor a
Mata, García Blanco, Severo Catalina, Sanz del Río, etc.-, una sec-ción
de reseñas de libros, de aperturas de curso, de sesiones pubiicas
O
de las Academias, y otra sección de breves noticias científicas y li- n-- m terarias de España y del extranjero. O E
Los redactores constituían primeramente un grupo muy heterogé- E
2
neo; pero, en general, de espíritu juvenil, abierto y progresivo. En- E
tre ellos, sin embargo, empezaron a predominar, según parece, los 3
simpatizantes del incipiente krausismo, y, como consecuencia, los -
0 menos conformes con esta orientación -Rada y Delgado, Torrijos, m
E
Menéndez de Luarca- se retiraron de la revista. O
Al comenzar el año 1851, la publicación cambia su título por el de E
n
Eevista de Instrucción Pública, Letras y Czenczas 44. Se considera más E
a
expresivo de su contenido, ya que, como es bien visible, desde el
n principio no ha prestado atención solamente a las Universidades, sino n
a todos los niveles y clases de enseñanza; y, aderás, a todo el mo-
3
vimiento intelectual del país y del extranjero. Respecto de este últi- O
mo dice textualmente «que sus relaciones con los perródicos más acre-ditados
de otros países permiten a la Revzsta seguir de cerca y ob-
4 4 EUGENIHOA RTZENBUSCHA, puntes para u% catdlogo de perzódwos ma-drtleños
desde el ano 1661 a2 1870, Madrid, 1890, registra con el número
1240 (pág 167), la Revzsta Universrtarza, director Juan de Dios de la
Rada y Delgado, y con el número 1264 la Re&ta de Instrucción. púbtzca;
director: Bartolomé iñiguez Jiménez; redactores: Francisco de P Cacha-rrón,
Benigno Carballo, Valersino Fernández Ferraz y Modesto Fernández
y González.
32 4 N 1 7 A R I 0 DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 19
servar la suerte de la instrucción pública, de la literatura y de las
crencias en el mundo civilizado» 43.
De los redactores vinculados a la revista de un modo más tenaz
y duradero, destacan sobremanera dos canarios: Benigno Carballo,
del que ahora nos ocupamos, y Valeriano Fernández Ferraz, anterior-mente
mencionado. Carballo, catedrático ya, se comporta más bien
ccmo un colaborador asiduo; sus artículos sobre temas de enseñanza
o de economía son muy frecuentes sobre todo durante los primeros
años de la publicación. Ferraz, estudiante todavía cuando la revista
se funda, actúa más como verdadero redactor; tiene a su cargo las
crónicas de los actos académicos, las reseñas de libros, la sección de
noticias diversas; todos los escritos que aparecen sin firma quedan
a menudo bajo la responsabilidad de Fernández Ferraz. Carballo con-tribuye
principaimente a ia aifusión ciei librecambio y a ia moder-nización
de la enseñanza; Ferraz, a la propagación del krausismo.
CARB~LYL OLA REFORMA DE LA ENSE~~ANZA
Con una larga serie de artículos, Carballo contribuyó de modo muy
&caz a la modernización y ampliación de la enseñanza en ocasión
oportunísima: la sazón en que Moyano preparaba la reforma de la
Iristrucción pública. Mas, publicada la nueva ley, Carballo apenas
volvió a tratar temas de enseñanza y toda la labor que había reali-zado
en este campo quedó ahogada por la de economista. Además la
Revista de Instrucczón Pública, Letras y Ciencias en que se publica-ron
los artículos fue una revista bastante minoritaria, como han sido
siempre la revistas ideológicamente adelantadas; la cita Menéndez
Pelayo al tratar de los krausistas 46, porque a don Marcelino pocas
cosas se le escapan; pero casi nadie más la cita ni conoce. Hoy es
una de las revistas más raras y difíciles de consultar.
Por todos estos motivos, parece conveniente dar a conocer un bre-vísimo
muestrario de las ideas de Carballo sobre los principales as-pectos
de la enseñanza; y siempre que sea posible, eligiendo algún
párrafo muy expresivo. Abonan, además, su publicación su indiscuti-ble
actualidad. Reformas que algunos consideran nuevas y arriesga-
45 VBase año 11, núm 13, 17 enero 1857.
46 M E N ~ E PZE ZAYOob, cit., VI, págs. 353 y 391 n
das, ya entonces, hace más de un siglo, eran juzgadas igual por mu-chos;
los enemigos de las reformas eran también, poco más o menos,
los mismos entonces que ahora, y las dificultades para poner en
práctica las ~nnovaciones tampoco han cambiado mucho con los
tiempos.
Necesidad de un Ministemo de Instrucción Pública
No existía aún un Ministerio que se cuidase exclusivamente de la
enseñanza. Su falta era la prueba más significativa y visible de la
situación en que la enseñanza se encontraba todavía. Para la aten-ción
que el Estado prestaba a esta raquítica rama de la administra-ción,
se había considerado suficiente una dirección general -la Di- a
rección General de Instrucción Pública- que se habían ido endozando, E
como huésped indeseable, unos Ministerios a otros. Primero pertene- O
ció, en la época de Pidal, que la creó, al Ministerio de la Goberna- - m
ción (1845), después (1847) al nuevo Ministerio de Comercio, Instruc- O
E
ción y Obras Públicas 47, más tarde (1851) este Minrsterio cambió su
E
2
E
nombre por el de Fomento y los asuntos de Instrucción Pública pa-saron
a depender del de Gracia y Justicia y, por último, el Real De- =
creto del 17 de junio de 1855 los vinculó definitivamente al Ministerio O-de
Fomento 48.
m
E
Pero quienes propugnaban una participación mucho más amplia, O
activa y eficaz del Estado en la enseñanza pedían la creación de un
Ministerio especial. Carballo la pide en estos términos 4 9 : -E
a
«Antes de todo, ¿debe seguir encomendada la dirección de la En- -
señanza pública a este o al otro ministro, como negocio secundario
que dondequiera está bien, porque no es muy principal, ni trae 3
consigo graves cargos, ni demanda serios y detenidos estudios? ¿Se-o
ria ya bien que la dependencra se elevase a mayor categoría y no
mudase de puesto tan a menudo, siquzera por lo que vale el reposo
para la crisfalizaclón? No dudamos que sí, y a las doctrinas nos
remitimos que en otras ocasiones hemos sustentado acerca de este
47 GIL DE SÁRATE, 0b. C Z ~ ,1, pág 202
48 Por Real Decreto de 18 de abril de 1900 se suprimió el Ministerio
de Fomento y se crearon en su lugar dos con nombres de Ministerio de
Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas y Minrsterio de Instruc-ci6n
Pública y Bellas Artes; así tuvo, por fin, la enseñanza ministerio propio.
49 «Revista de Instrucción Pública», 11, núm 32, 30 mayo 1857
34 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
punto. La creación del Ministerio de Instrucción Publica es indis-pensable.
. . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Es compatible el estudio de la reforma de la Puerta del Sol con
el de la Instrucción Pública? Pues acerca de estas dos cuestiones
versan los dos proyectos que en un mismo día presentó el señor Mo-yano
a las Cortes.»
Unos meses antes se había publicado también en la revista, que
t~davía se llamaba Revzsta Unzversztarza, otro artículo sobre el mis-mo
tema. Ante el propósito de crear un nuevo Ministerio, el Minis-terio
de Ultramar, Gumersindo Laverde Ruiz, defiende la prioridad
del de Instrucción 50.
La instrucczón primaria
Carballo se ocupa principalmente de dos aspectos de la enseñanza
primaria: la urgencia de corregir los males derivados de su depen-dencia
de los municipios y la necesidad de que se declarase obliga-toria
y graiupLa.
Había habido muchos y buenos intentos de organizar y mejorar la
instrucción primaria, aunque, claro, insuficientes. Por ejemplo, a prin-cipios
de siglo, el Príncipe de la Paz había creado numerosas escue-las,
y fundado, para la enseñanza de la Pedagogía, el Instituto Pesta-lozziano;
el ministro Moscoso (1834), asesorado por don Pablo Monte-sinos,
a la vuelta del exilio, había tomado la cuestión de la primera
enseñanza con particular empeño: había creado comisiones de ins-trucción
primaria en las provincias, había fundado una Escuela Nor-mal
en la Corte; había mandado a Londres algunos jóvenes para
los diferenies méiodos empieados en la iiisil.uccitiihla bia
:instalado una escuela lancasteriana para servir de escuela práctica
a la Normal, etc. Pero la enseñanza, sin Ministerio propio, se ha-llaba
todavía organizada con mentalidad de ministro de Gobernación:
50 <Revista Universitaria», 11, núm. 6, 15 nov~embre 1856 El mismo
Laverde Ruu resume en sus Emagos mittcos sobe Filosofía, Gteratura e
Instrucczón piública, Lugo, 1868, págs. 514-516, otros escritos en los que por
entonces se propugnó la creación del Ministerio de Instrucción Pública.
51 GIL DE ZARATE, De la instmcción. piública en España desde 1884, en
<Revista de Madrid», 2 a serie, tomo 1 (Madrid, 1839), pág. 217.
22 JOSE PEREZ VIDAL
1.i instrucción primaria, a cargo de los municipios, la segunda ense-ñanza,
a cai-go de las provincias, y sólo la enseñanza superior, a car-go
del Estado.
La poca stención que los municipios prestaban a la enseñanza es
bien conocida El hambre que entonces pasaron los maestros se hizo
proverbial 52. Sin embargo, un periódico llega a decir que la enseñanza
primaria estaba mzl, porque el Estado no dejaba en plena libertad a
los municipios. A tal afirmación, Carballo refuta ".
«No creíamos que tan ignorados fuesen los usos de nuestras mu-nicipalidades,
de una gran parte de ellas, por lo menos w Si, a pesar
de la presión del Gobierno no cumplen, qué harían por su cuenta
tantos municipios ignorantes Los municipios de Holanda cuidan de a
la enseñanza porque son cultos. El Estado en España, «saca los pro- N
iesores de ia Escueia iu'ormai, crea inspectores y corrii&~nes de 111s- E
trucción primaria, prescribe métodos, señala libros y cuida de ele- O
n -
gir la conveniencia de los locales y los útiles, pero la acción de las - m
municipalidades lo contrarresta por completo, negando consideración O
E
a los profesores, disponiendo de sus sueldos y olvidando la ense- E
2
Ííanza» Carballo propugna una más intensa y directa intervención - E
del Estado.
3
El otro mejoramiento de la enseñanza primarla -su gratuidad y -
0
m
E obligatoriedad- que Carballo defiende es objeto entonces de muy viva
O y amplia discusión. La primera enseñanza gratuita ya había sido pla- E
ceada por el proyecto de 1813. «Otra calidad -se dice- que nos ha n
parecido cmvenir a la enseñanza pública es que sea gratuita». Y junto
a la gratuidad, se introducía, de cierto modo, la obligatoriedad, pues
se exigían ciertos conocimientos para el reconocimiento y ejercicio
de los derechos ciudadanos ". Estos principios -o calidades, como di-cen
los liberales de 1813- se mantuvieron en la enseñanza por los 1i-berales
del optimista trienio -plan del 29 de junlo de 1821- y pro-siguieron,
aunque sin aplicación, hasta el plan del duque de Rivas, que
proclamó el principio opuesto. Este plan, después de observar que
da enseñanza gratuita jamás ha producido los efectos que se espe-
52 Baste un ejemplo: «Tambien le digo que para maestro de escuela
está cortado, por aquello de la paciencia y el no comer», PÉREZ GALDOS, Ncir
xarim, V, pág. 1690
53 «Revista de Instrucción Públicax, 11, núm 21, 14 mayo 1857
54 Apud GIL DE SÁRATE, De la instrucczón pkblzca, 1, págs 163 y sigs
36 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 23
raban de ella», fija su criterio en los sigwentes términos: c.. el go-bierno
obrará con tino y previsión dando a la enseñanza primaria el
desarrollo más ampl~o que sea dable, cuidando que alcance a todos
sin distinción de clase ni fortuna. No es deber suyo, sin embargo,
concederla gratuitamente a los que posean bastantes facultades para
sostener los gastos que acarrea».
Carballo defiende la gratuidad y la obligatoriedad de la primera
ensefianza, y numerosas veces repite sus razones en periódicos y
revistas, en discusiones y discursos. En la Revzsta de Instrucczón Pú-bízca
dice, entre otras muchas cosas:
«Será muy oportuno hacer esta enseñanza obligatoria desde cier-ta
edad, en determinadas circunstancias . Y no se nos diga que con
hacerla en parte gratuita, se han vencido ya todas las dificultades .
Hemos visto desiertas muchas de esas escuelas gratuitas. . No bastan
indicaciones ni medios indirectos contra la característica indolen-cia
de ciertos pueblos y ciertas gentes.» «Es lastimoso el estado de
ciertas escuelas» 55.
«Es un error gravísimo el de ciertos publicistas, que infundada-mente
suponen que la enseñanza gratuita es perjudicial a la indus-tria,
a la agricultura y a las artes, privándolas de brazos útiles que
se dedican con poco éxito a carreras que reportan, si no más lucro,
mayor consideración social; el día que las escuelas especiales se ha-llen
debidamente extendidas, no temáis un porvenir tan horrible.
Abrid carreras industriales y gratuitas y no temáis lo que prede-cís
»
Los tiempos estaban cambiando. Carballo, aunque todavía no ha-bía
salido de España, ya había columbrado, desde los novísimos mi-
55 Breves zndzcaczones de reforma, en «Revista Universitaria», 11, nú-mero
12; 30 diciembre 1856, y Del estado de la tnstrucción, pmrnarza, en el
número 4, 3i octubre i.856. insiste sobre ia o'üiigatorieGaii en «Eievista de
Instrucción Pública», 11, núm. 32, 30 mayo 1857
56 «Revista Universitaria», 1, núm 3; 1 abril 1856 Fernández Ferraz
participa también, aunque menos intensamente, en la campaña en favor de
la reforma de la enseñanza Y en este punto de la gratuidad y obligatorie-dad
de la instrucción primaria, reproduce parte del debate sostenido sobre
mismo en ei Senado. por ejerripio, un pasaje de la i>esp-uesta Ge GiiYán
a Estebanez Calderón, que consideraba que la enseñanza obligatoria sería
una imitación a Francia: «Precisamente -dice Ollván- en Francia no es
obligatoria la enseñanza; nosotros adoptamos este principio por primera
vez en la Constitución del 12», «Revista de Instrucción Pública», 11, núme-ro
39, 18 julio 1857.
24 JOSE PEREZ VIDAL
radores del Real Instituto Industrial y de la Escuela de Comercio,
que ni la industria ni la agricultura podrían progresar en manos de
analfabetos. Las máquinas exigían que hasta el personal auxiliar tu-viese
ciertos conocimientos.
Además las revoluciones y huelgas que principalmente desde 1848
se venían sucediendo hicieron que Carballo previese también el bene-ficioso
influjo de la enseñanza en las relaciones entre los divérsos
niveles de la sooedad La enseñanza oblígatorla y gratuita cortará de
raíz muchos males sociales.
« y llegara un día, por ejemplo, en que la fuerza bruta de los
pobres no amenace destruir las comodidades de los ricos, ni la ma-yor
inteligencia de éstos ose abusar de la ignorancia disculpable de a
los pobres, adelantamiento prodigioso que apagaría el calor de tan-tas
y tantas iuchas poi i i icas~5; .
O
n
Por fin, la base 6 " del nuevo plan fue aprobada con esta redacción: =m
O <&a enseñanza pública primera será gratuita para los que no puedan E
E
pagarla y obligatoria para todos, en la forma que se determine» 58. S
E
La segunda enseñanza, complemento de la przmera 3
Los Institutos de segunda enseñanza eran todavía una gran nove- -
0m
E
dad. Y aun para ciertos espírrtus ~nmovilrstas, una inmoral y peli- O
grosa novedad, se apartaban de la enseñanza tradicional 59. Carballo
los defiende : n
E
a
57 En «Revista Universitaria», 1, núm 22, 31 agosto 1856 El Manzfies- n
to comunzsta de Marx y Engels (1847-48) propugnaba la educación gratuita n
0
de todos los nieos y la abolición del trabajo de éstos tal como entonces se
practicaba Quienes, como Carballo, defendían la enseñanza obligatoria iban
más allá la enseñanza implicaba la exclusión del trabajo.
58 En «Revista de Instrucción Pública», 11, núm. 40, 30 julio 1857.
59 El Real Decreto de 8 de julio de 1847 («Gaceta» 12 de julio), había
separado definitivamente la segunda enseñanza y la Facultad de F"i1osofía
Los Institutos no habían acabado de arraigar y bastantes de ellos se veían
poco concurridos, porque muchas familias preferían aún enviar a sus hijos
a lnn C ~ r n i n n ~L~an r~i T r UoIlIUi AÍIou A enCnn QebmirLr--IinI.-rL. ~ e~ TA~-YnCD~iLC~i~iL+-Ur iL VD V-rI<I~.-I-II-VZ ICL-C-C--I-UAC-I I-tes
polémicas con las inevitables exageraciones por ambas partes. Véanse
VICENTE DE LA FUENTE, Hwtoma de las Urzzversidaües, colegzos y demás es-tableczmzentos
de enseñanaa en España, Madrid, imp de la Vda. e hija de
Fuentenebro, 1889, tomo 4, págs 436-7, y GIL DE ZÁRATE, De la Instrucción
pdblzca, págs 145 y 149 del tomo 1 y 64 y 78 del tomo 11
38 A N U A R I O D E E S T U D I O S A T L A N T I C O S
<<Es verdad que allí se estudia por libros nuevos y que no están
en latín, libros que son de España y de otros paises. Pero, si por no
ser de vuestra cosecha, llamáis escasos a los más abundantes frutos,
entonces pasemos a otra cosa» 60.
A pesar de la r-ovedad de los Institutos, Carballo considera que
debe ser mejor precisada y completada su función, y modificado el
concepto de la relación entre la segunda enseñanza y la superior. Se
ji,zgaba aún, en cierta medida, las enseñanzas de los Institutos como
preparatorias de las universitarias y se daba por descontado que de
los Institutos los estudiantes pasarían a las Universidades a cursar
las carreras literarias. Como consecuencia, el grado de bachiller -de
bachiller en Filosofía, según la terminología vigente a la sazón-s6!
9 se r e n f e r i ~e n 18s Universidades. Contra este planteamiento, Car-hallo
opone'
«Los Institutos de provincias deben ser aptos para conferir los
grados de bachiller en Filosofía y 10 deben ser por tres grandes ra-zones,
cuando menos No es ya la enseñanza de los Institutos el pre-iudio
necesario para &razaí- ür,a carrera cienfif:ca; se truta y.
en estas escuelas, tal cual se va verificando su desarrollo, da pre-parar
al abogado, al médico, al teólogo; se trata de ampliar hasta tal
punto los conocimientos primarios, que tengamos bastante con esta
oportunísima ampliación para darnos cuenta de los principales mis-terios
científicos, para poder extendernos con fruto en las investiga-ciones
propias, en los estudios privados, y para vivir en sociedad,
que ya no puede contentarse con un simulacro de ortografía en la
escritura, una incorrección y falta de tino en la palabra que hasta
dificulten la expresión, y las cuatro primeras reglas de la aritmé-tica.
Esto es muy claro; no convenir en que abraza todo este terreno
la enseñanza de los Institutos, porque lo reclama la época y todas
60 Qué son los Imtztutos en España, en «Revista de Instrucción píxbli-
@a», 11, núm. 19, 28 febrero 1857. Valeriano Fernández Ferraz defiende tam-bien
a los Institutos de los ataques de los religiosos en la resefia del dis-curso
de apertura de curso del Instituto de Guadalajara, «Revista de Ins-trucción
Pública», 111, núm 10, 5 diciembre 1857, Antes ya se había ocu-pado
C'arbaiio aei tema. Insiziutos de segzcnaa enseñanza, en «Revista
versitaria», II, núm 2, 15 octubre 1856; sobre los intentos de mejora en
tiempos de Bravo Murillo, Miraflores y Luxán, y su frustración por vicisi-tudes
de la politrca. Quiere que se aproveche la reforma para lograr que
nuestro país «camine en este ramo, así como en los demás, paralelo con
las naciones más adelantadas de Europa».
26 SOSÉ PÉREZ VIDAL
las necesidades actuales, es cerrarse completamente a lo verdadero
y a la vista de lo que más patente se muestra ... » el.
Fíe1 a la misma idea, Carballo no concibe un tlpo rígido, comple
tamente uniforme de Instituto, sino un Instituto flexible, adaptado,
de cierto mudo, a las circunstancias y condiciones de cada provincia.
«Creemos necesarias -dice- en la segunda enseñanza ciertas
asignaturas que, no pudiendo constituir por si solas una escuela, sir-vieran
el interés particular de cada provincia, segun sus condicione\
agrícolas, mercantiles o industriales» 62
Y no se olvida de los profesores. Como los Institutos se hallaban
a cargo de las provincias, sus profesores padecían muchos de los N::
maies que sufiíari los iiiaesti.os por depender de !as mz:cipio~: atra-sos,
vejaciones, etc. Carballo dedica un artículo a defenderlos. Par2 U
-i
ej profesorado de los Institutos, «desearíamos cierta independenc-a. 8'
más tranquilidzd y mAs porvenir» «La bondad de los profesores, se- 8
I gún Gil de Zárate, depende de la consideración que se les d~spensa
y de la suerte que se les proporciona. Jamás darán buen resultado e
catedráticos envilecidos y mal pagados. La cuestión de los sueldos, 5
Y
E
en nuestro sentir, es cuestlón de vida o muerte» 63. En otro lugar, =n
6
Carballo propone que los gastos de los Institutos se repartan entre
U
las provincias, según su riqueza, y que el Estado los centralice y los E
abone directamente 64. i
a
61 Gr&s de bachzller en Filosofia, en «Revista de Instrucción Pública», A
i
11, núm. 37, 4 julio 1857. n
i
62 En Breves zndzcaczones de reforma, en «Revista Universitaria», 11, e
número 12, 30 diciembre 1856. El Minister~oh abía iniclado ya cierta corrien- 5
te encaminada a crear una segunda enseñanza laboral Según las localida-des,
se habían añadido a los Institutos cátedras de dibujo, comercio, indus-tna,
agricultura, náutica, etc Pero esta orientación tropezaba con dificul-tades
para cristaiizar GIL DE ZARATE, De ia Instrzccczón públzca, tomo 11,
páginas 58 y sigs. De los avances en la función de la segunda enseñanza y
en la introducción de la enseñanza laboral entonces, ha tratado en nuestro
&u-Aa--i-l ipv .wLU L lb=ua l.lTuriArr DTD*DVEL, g grJzg_fl& c ~ m nse r.-no p.líhZfc0. U% comen-tario
al centenario de 7a ley Moyano, en «Revista de Estudios Politicos», Ma-dnd
1957, núm. 96
63 CARBALLOe,n Breves indzcaczones de refomas.
64 En «Revista de Instrucción Pública», 11, núm 34, 1.3 junio 1857.
Este +amen económico no tardaría, al parecer, en implantarse Por lo me-
40 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTZCOS
Enseñanza universitarza
«En instrucción superior, nada nos parece más necesario -dice
Carballo65- que la organización completa de la Facultad de Filo-sofía
[que englobaba los estudios de Letras y Ciencias]. Sus dife-rentes
secciones debieran reunirse por grupos esenciales, constitu-yendo
la Facultad de Ciencias y la Facultad de Letras, cuyo estudio
se haría en todas las Universidades del reino Si el Gobierno pro-cede
de este modo, que nos parece el mejor, tendremos en breve
muchas enseñanzas que nos faltan.»
Escuelas especzales
En el extenso y minucioso examen que Carballo hace de todos los
niveles y clases de enseñanza, no puede olvidar el ramo de las Es-cuelas
espec~ales a que pertenece. Está satisfecho del creciente in-terés
por estos estudios. La Escuela de Comercro de Madrid tiene 400
alumnos; el Real Instituto Industrial, otros tantos; además muchos
oyentes, y cada año aumentan. c.. de donde podemos juzgar acerca
de lo que será el día en que en España lleguen a ser una verdad la
industria, el comercio y la agricultura» 'j6.
A principio del verano de 1858, desde Sevilla, donde se halla de
paso, en vlaje para Canarias, escribe al director de la Revzsta:
«&NO recuerda usted con cuánta indiferencia fue acogido el es-tablecimiento
de las escuelas comerciales e industriales en Espa-ña
?» «¿No observa usted ese movimiento de riqueza que por to-das
partes se manifiesta cada vez más pujante y más vital . ?» «Cada
nos conocemos la noticia de que a partir del 1 de enero de 1861 se encar-garía
el Gobierno del sostenimiento del Instituto de Segunda Enseñanza de
Caiiariau, .-I&!-~,,,. ,,- ..e,. !a ,,o-47A-A U01"."YA", ,, de 11GCX0 reales, cpe estz privinci&
debería satisfacer anualmente al Estado
65 En « R e v ~ t aU niversitaria», 11, núm. 12, 30 diciembre 1856 La ley
Moyano subdividió la antigua Facultad de Filosofía, como se pedía, en tres
de nueva creación. Literatura y Filosofía; Ciencias exactas, físicas y na-turales,
y Ciencias políticas y adminis.trativas.
,Ucue!, eqer$n,bs, en ~Eevi s t aL T~i~er s i t~r l1s1i,i ,= Qm. 5, 8 c~vi em-bre
1856, y Sobre la zncorporaczón de Escuelas especzales al ramo de rns-trucci6m
públaca, ibúi?., 11, núm. 12, 30 diciembre 1856. En este último artícu-lo
comenta el Real Decreto del 17 de dicho mes que incorpora las Escuelas
especiales a la Dirección de Instrucción Pública, como 61 mismo había soli-citado
en la (Revista Universitaria», 11, ncm. 3, 22 octubre 1856
28 JOSE PÉREZ VIDAL
época tiene sus estudios propios. Hasta aquí no ha habido en Espa-ña
más que jurisprudencia, cánones y literatura; era necesario que
empezase el período de las ciencias naturales» 67.
El profesorado. la remuneraczón y la dedicaczón plena
Hace falta que el profesorado reciba mejor remuneración Pién-sese
que «ha pasado el tiempo en que el aprendlza~e de la enseñanza
st, hacía al mgreso en esta carrera, reproduciendo despuéis constan-temente
cada uno y por toda su vlda lo que aquella preparación le
había enseñado)). Ei profesor debe estar mejor remunerado «para que
pueda consagrarse única y exclusivamente al cultivo de la ciencia» ";
«debe recibir una recompensa que esté en armonía con la irnpor-tz~
ncia de sus funciones»
En otro artículo -De las vacaczones y del profesorado en Espa-
E "aG dice Carballo:
«Quisiéramos, a la verdad, que las vacaciones fueran empleadas
de un modo mas útil, y que a imitación de lo que pasa en la vecina
Francia, en Alemania y en otros países, no fuera ésta simplemente
una época de holganza, sino más bien un periodo destinado a ex-ploraciones
nuevas, si así podemos expresarnos. Quisiéramos que al
dar principio a sus nuevas jornadas, nuestros profesores se presen-taran
enriquecidos con preciosas adquisiciones, verificadas durante
el verano, a fin de que por este medio trajeran cada año algo nuevo
y útil al seno de la enseñanza, y sus explicaciones de un curso no
fueran exactamente las mismas que las del curso anterior.» «Esta-cionarse
es hoy morir en la carrera de la ciencia »
Pero, reconoce a continuación, jcómo puede el profesorado espa-ñol
tan mal pagado, necesitado de acudir a otros trabajos, dedicarse
h viajes e investigaciones desinteresadas? Hace falta mejorar la si-tuación
económica de los profesores.
Y todavía insiste en un excelente artículo -Retrato del buen pro-fesor
'O-: el buen profesor, superado el aprendizaje de los primeros
67 <Revista Instrucción Pública», 1858, págs. 634-636 Un defecto de
encuadernación de la Revista me impide hacer aquí la cita en la forma acos-tumbrada.
68 Del p~ofesorado púbizco, en «Revista Universitaria», 11, núm 3, 22
octubre 1856.
69 En «Revista de Instrucción Pública», 11, núm 15, 31 enero 1857
70 En «Revista de Instrucción Pública», 111, núm 26, 28 marzo 1858
42 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
cursos (dominio de la forma, del léxico, de la materia, de la biblio-grafía),
no debe abandonarse y repetirse. Debe estar renovándose
siempre, poniéndose al día. Ya maduro, debe escribir, aportar ideas
propias a la ciencia; realizar viajes al extranjero, visitar otros esta-blecimientos
de enseñanza. Hay cosas que no se aprenden en los
libros.
Otros aspectos de la enseñanza
En otros artículos, Carballo se ocupa extensamente de los pro-gramas,
que en cada curso deben ser puestos al día 71; de los mé-todos,
que deben adecuarse a la edad de los alumnos 72 y a la índole
de los estudlos 73; de las facilidades económicas que conviene con-ceder
a los estudiantes 74, de los libros de texto, del arreglo de las
bibliotecas, de los gabinetes de ciencias, del establecimiento de jar-dines
botánicos, y de otras muchas cuestiones y aspectos de la ins-trucción
pública 75. --
71 Programas, en «Revista universitaria», 1, núm. 14, ZY Junio 1856.
72 Del método en la enseñanza, en «Revista Universitaria», 11, núrn 1,
8 octubre 1856.
73 En «Revista Universitaria», 11, núm. 12, 30 diciembre 1856.
74 Ibid. Publicada la nueva ley de Instrucción pública en septiembre
de 1857, 10s estudiantes de la Universidad Central promovieron durante el
siguiente curso más desórdenes que de costumbre. Y uno de ellos, Fernández
F'erraz, calificó el plan de absurdo. «Revista de Instrucción Pública», 111,
número 9, 28 noviembre 1857. Como siempre, ante las reformas y noveda-des,
más de una persona dijo que no entendía la nueva ley. IW., núm. 4,
24 octubre 1857.
75 Comentario general de las bases presentadas a las Cortes para la
formación ae un pian Üe enseñanza, en <Revista Universitaria», 1, núrn 3,
1 abrfl 1856, y núrn 4, 8 abril 1856; Enseñawa intuztiva, ibód, núrn 6, 24
abril 1856; A tos mwstros, %bid, núm. 11, 1 junio 1856. Queja de que se
preste más atención a los asuntos políticos que a la instrucción, ibid., nú-mero
15, 2 julio 1856 Comentario de programas; elogia el de Camús, zbid.,
número 17, 231 julio 1856. De la Zecczó-n irnaugural, %bid, núm. 25, 22 sep-tiembre
1856. ~ushtución de caieüras vacantes, ibzd, 11, num. 4, 31 octu-bre
1856. De Zas dzsposiciones del Gobierno sobre inxtrucció-n primaria, ibid.,
número 6, 15 noviembre 1856. La cuestzón de reformas, «Revista de Ins-trucción
Pública», 11, núrn 18, 21 febrero 1857. Sobre el proyecto de ley de
Instrucczón pzibizca, zbid, núm. 31, 23 mayo 1857 Dzscuszóm del proyecto de ley
de Instrucczón ptibhca, ibid., núrn 35, 20 junio 1857, y núrn 36, 27 junio 1857
30 JOSE PEREZ VIDAL
La ensefianza en Canarzas y en Cuba
Carballo estudia todos los problemas de la enseñanza con carác-ter
general. Era general la ley de Instrucción pública que se prepa-raba.
Sólo hace dos excepciones, y son para examinar de modo par-ticular
la enseñanza en las islas Canarias y en Cuba.
Respecto a Canarias, dice, en resumen, que suprimida la Univer-sidad
en 1845, « .. los medios de instrucción han quedado reduc~dos
a casi nada». Los estud~os en el Instituto no bastan para la ilustra-clón
del Archpiélago; la educación comercial y la agrícola están muy
desatendidas; y, en cuanto a la enseñanza primaria, son muchos los
pueblos que no tienen escuela, y a los que les ha cabido la suerte de
tenerla, con algunas excepciones, les valiera tanto no tener ninguna 76.
Sobre la ensefianza en Cuba, Carballo pide a Moyano que haga un
estudio global, pero se atreve a precisar unos problemas: ¿Por qué
los jóvenes abogados que cursan sus estudzos y reciben sus grados
académicos en la Real Universidad de La Habana no han de estar
habilitados para ejercer su noble profesión en todos los dominios es-pañoles?
¿Están decorosamente recompensados los servicios de los
catedráticos de aquella Universidad? ¿Se ha tenido en cuenta al fi-jar
sus dotaciones la carestía de todos los géneros en aquella plaza?
Los catedráticos de aquella Universidad cobran una ins~gnificante
suma (En cambio, tienen buenos sueldos los magistrados, los milita-res
y los funcionarios de Hacienda.)
Hace ver la necesidad de crear tamb~én en Cuba escuelas agrico-las,
industriales y de comercio 77.
(se lamenta de que el Gobierno no haya sido más explícito y valiente contra
la oposición monárquica ultramontana)
76 De la znstrucczón ptibkca en las Islas Canarias, en «Revista Univer-sitaria
», 11, núm. 10, 15 diciembre 1856 Con posterioridad la «Revista de
Instrucción Pública» publicó dos cartas sobre temas de enseñanza remitidas
desde <7ansrias- iina firmada par Rafael Fleitasr sobre el Instituto (Nn:ú -
mero 10, 4 diciembre 1858) y otra de José M' Fernández Díaz, padre de
Fernández Ferraz (V, núm. 20, 23 febrero 1860)
77 La cuestzón de la enseñanm en kc zsZa de Cuba, en «Revista de Ins-trucc
ón Pública», II, núm 24, 4 abril 1857. La Revista prestaba, en gene-ral,
bastante atención a las actividades de la Universidad de La Habana
44 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
No fue raro, pues, que el consejo de estudios del Real Instituto
Industrial eligiese al autor de tan oportuna campaña en favor del
mejoramiento de la instrucción pública para estudiar en Francia y
Bélgica la organización y métodos de las enseiíanzas industriales 78.
El acuerdo proporcionó a Carballo ocasión de apreciar práctica-mente
las ventajas de una de las mejoras que venía propugnando:
el aprovechamiento de las vacaciones por los profesores para conocer
otros ambientes científicos. En su virtud, nuestro economista dedicó
el verano de 1857 a visitar Bélgica y Francia. Su llegada a París
comcidió con la muerte de Beranger, y, naturalmente, dedicó su pri-mera
carta a la figura y entierro del gran poeta 79. El 18 de agosto
asistió a la comida mensual de la Sociedad de Economía Política de
París, y su presidente, Mr. Dunoyer, le invitó, de sobremesa, a que
informase a los asistentes sobre la situación de los estudios econó-micos
en España; Carballo corresponde, y se esfuerza, sobre todo, en
hacer justicia al afán progresivo de la juventud española Poco
después se halló presente también en la máxima solemnidad acadé-mica
de Francia: la sesión pública anual del Instituto Imperial, in-tegrado
por las cinco Academias. A sus impresiones dedica otra
carta
El viaje resulta muy provechoso. Al regreso, Carballo presentó
al Real Instituto una memoria relativa a la comisión que se le había
dado. Pero, además, se trajo otras muchas experiencias; entre ellas,
78 «Revista de Instrucción Pública», V? núm 43. 4 septiembre 1860.
79 Ibid., 11, núm 41, 5 agosto 1857. Dice que la Rewista es apreciada
en París, de quienes la conocen, «por ser el único periódico que de una ma-nera
general, y abrazando todos sus ramos, aboga en España por los fueros
de la enseñanza».
80 Ibid, 11, núm. 44, 31 agosto 1857.
81 Ibd& 11' niim. 45, 5 septiembre 1857. Aquel mismo verano se hallaba
en Francia Fernando de Castro, a quien por Real Orden de 17 de mayo se
le había encargado la redacción de una memoria relativa a los colegios in-ternos
anejos a los Institutos Se puede ver -Memona acerca de los szste-mas
de segunda emefianza colegial znterna y externa- en «Gaceta», 21-23
junio 1859.
32 JOSÉ PÉREZ VIDAL
algunas muy penosas: el bajo nivel de España en no pocos aspectos;
sobre todo echa de menos comunicaciones y máquinas agrícolas 82.
Pronto se presentó ocasión para volver a exponer sus ideas peda-gógicas,
enriquecidas ya por sus visitas a las escuelas de Bélgica y
Francia. Es, al llegar el otoño, en la lección de apertura de curso en
el Real Instituto Industrial 83. (En la Universidad, la apertura de curso
también da ocasión para una exposición de nuevas ideas: el célebre
y discutidísimo discurso de Sanz del Río. Fernández Ferraz hace de
él una extensa resefia en la Revzsta ::
N Y poro después, diversas circunstancias mueven, casi obligan, a
Carballo a ocuparse de nuevo, y aun con mayor amplitud, de la en-señanza
obligatoria y gratuita. El Congreso Internacional de Bene- s 8'
ficencia, reunido el mes de septiembre en Francfort, había emitido, 8
sin discusión ni oposición, entre otros votos, el de que se declarase a
1') mstrucción primaria obligatoria. Al publicarse el voto, se entabla e
una polémica entre Federico Passy, escritor francés dado a cuestio- 3 nes sociales y políticas, que lo combate, y el economista belga Gus-tavo
de Molinari, que lo defiende. Y Benigno Carballo, que conside-ra
muy interesante la polémica, ofrece un resumen en un artícuia
C1
i
82 La conciencia de la falta de moderno herramental agrícola habría de
subsistir en España durante largo tiempo, aunque paradóg'icamente, mucho a
más viva en las ciudades que en los campos. Galdós recoge esta situación 2
i
en Doña Perfecta y en La famzlza de León Roch y alude a compras de ma- n
ie
quinaria agrícola extranjera en Lo prohzbzdo y en Fortunatu y Jacznta En 8
relación con este mismo punto, véase el informe sobre las Causas que dzfi- O
cuitan en nuestro pais la aplzcaczón de las máquznas a la agrzcultura, en la
Soczedad de Economia PoMtzca Resumen de las seszones, Madrid, 1857. pá-gina
59 (sin pie de imprenta) El campesinado no reclama mejoras, en gene-ral,
adopta, por el contrario, posiciones tradicionalistas y contrarrevolucio-narias.
JosÉ M." JOVERZA MORA,S ztuaczón soc~aly poder politzco en la España
de Isabel II, en la obra miscelánea Hzstorza Soczal de España El siglo XIX,
Ediciones Guadiana, Madrid, 1972, pág 252
83 «Revista de Instrucción Pública», III, núms 10 y 11, 5 y 12 diciem-bre
1857
84 Ibid, 111, núm 1, 3 octubre 1857. Este discurso fue la primera afir-mación
pública de la doctrina krausista.
46 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 33
-Una mirada al otro lado de los Pirzneos-, que aparece en los pri-meros
días de 1858 85, Mas no queda aquí la cuestión. El tema ha
despertado general interés. Y algunos economistas manifiestan el de-seo
de que se debata en las Sociedades de Economía política de Pa-rís,
Bruselas y Madrid. La sociedad madrileña acepta la sugerencia
y, en el mes de abril, dedica tres sesiones a la discusión. El tema se
precisa en estos términos: «¿Conviene, para asegurar mejor el cum-plimiento
del deber natural que tienen los padres de dar a sus hijos
un cierto grado de instrucción, transformar este deber en obligación
legal, garantizada por leyes penales?». Intervienen en el debate Fi-guerola,
Jiménez Serrano, Colmeiro, Rodríguez 86, Carballo, Echega-ray,
Bona y Peña 87. Carballo mantuvo en su discurso la postura fa-vorable
a la enseñanza obligatoria que ya se ha visto
Carballo no era, como se habrá observado, un profesor que limi-tase
sus actividades a las puramente académicas. Desde muy pronto,
aparte de prestar atención a los aspectos generales de la enseñanza,
se suma a toda empresa encaminada a la proyección social de la Eco-nomía.
Pertenece, según se acaba de ver, a la Sociedad de Econo-
85 Ibid, 111, núm. 15, 9 enero 1858.
86 El discurso de este economista se puede ver en Gabmel Rod~igzcez;
páginas 525-529.
87 Véase Sociedad de Economia politica. Discuszó~ sobre la enseñanxa
obhgatorza. Sesiones del 24 de marzo y 7 y 15 de abnl. Madrid Imp de
Matute y Compagni, 1858 Tambien «Revista de Instrucción Pública», 111,
número 29, 17 marzo 1858
8g Lo publica en «Revista de Instrucción Pública», III, núm. 30, 24 abril
1858. Aunque despacio, van aumentando los partidarios de la enseñanza ge-neral.
Tres años después, no un joven, sino Martínez de la Rosa, ya seten-tón,
al inaugurar el nuevo curso en el Ateneo, del que es presidente, dedica
su discurso a combatir a quienes suponen todavía que la ilustración del
pueblo daña a la moralidad y perjudica a las buenas costumbres. IbZd., VI,
número 17, 1 febrero 1861. Pérez Galdós sentenciará despuds con precisión
lapidaria: «La falta de educación es para el pobre una desventaja mayor
que la pobreza». Fortunata y Jacinta, V, pág. 79. Y aún pondrá en boca de
uno de sus personajes esta paradoja: « ¿No ve usted que aquí no hay quien
lea y los pocos que leen no tienen dinero?», %bid., pág. 91.
34 JOS"¿EREZ VIDAL
mia Política y, además, a la redaccijn de la Srzbuna de los Eco-nomzstas
", una revista mensual de economía política, administra-ción,
industria, comercio y estadística. De los discursos pronunciados
por Carbailo en la Sociedad aquellos años se han conservado, además
del dedicado a la enseñanza obligatoria, otros dos; uno sobre los
Caracteres y Emites de Los estadzos econ6mzcos '", y otro sobre esta
cuestión: ¿Es el salarto la forma más perfecta de la retrzbuczón del
trabajo? 92. En la revista, como predominan los artículos anónimos,
de redacc~ón, apenas aparece la firma del joven profesor
Pero en sus actividades extraacadémicas, Carballo, además de ex-teriorizar
sus inquietudes pedagógicas y económicas, intenta probar
srerte en el campo de la política. La economía y la política, que di-fjcilmente
se han podido deslindar y separar, se hallaban entonces
estrechamente relacionadas, la política había adoptado un fuerte
contenido económico. La tentación política en un economista se ha-llaba,
pues, sobradamente justificada.
Al parecer, Carballo se decide a adentrarse en el campo político
89 La Sociedad de Economia Política toma como modelo la de París
Celebra su primera reunión el 2 de enero de 1857 en el salón de actos de la
fonds del Cisne Se nombran tres presidentes: L Figuerola, M Colmeiro,
amDos catedráticos, y Cipriano Segundo Montesino, ex-director general de
Obras Públicas. En febrero ingresa como socio R. de Campoamor, en abril
Antonlo Alcalá Galiano y en mayo Nicolás M Rivero, S. Olózaga y P. Sa-gasta,
entre otras personas destacadas «El Economista», 11, l enero-31 ju-
110 1857, págs. 17, 55, 92.
90 La fervorosa atención que a medlados de siglo se presta a los asun-tos
económicos, tiene amplio reflejo en la prensa, además de revistas espe-cializadas
-«El Economista», «La Tribuna de los Economistas», la «Ga-ceta
Economista», el «Eco de la Ganadería», la «Revista Industrial», etc.-,
hay muchísimos periódicos que, bajo las apariencias de un interés general,
encubren determinados intereses económrcos' «El Fénix», librecambista; el
«Eco de España», proteccionista, etc.
91 Lo pronunció el 3 de febrero de 1857 y se publicó en la «Revista de
Instrucción Pública», 11, núm 16, del día 7 Defiende su concepción de la
Economía como filosofía del trabajo Bona disiente; en cambio, mguerola
y Colmeiro le apoyan «El Economista.», ITj p8.g~7: 2 y sigs
92 En él desarrolla la opinión ya expuesta en su Curso de. Economia
poMtzca; esto es, la posibilidad, futura, de la asociación del trabajador a la
empresa Le hicieron objeciones Rodríguez, F'iguerola y Giménez Serrano.
«Revista de Instrucción Pública», m, núms 17 y 20, 23 enero y 13 febre-ro
1858
48 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A h r T I C O S
durante el viaje que en el verano de aquel mismo año (1858) realiza
a Canarias. Algún paisano influyente, o algún grupo de amigos, le
anima a presentarse como candidato a diputado a Cortes. La ocasión
se muestra propicia. O'Donnell ha vuelto al poder, y Carballo, por su
idiosincracia y por sus ideas, en ningún ambiente se halla más a
gusto que en la zona templada, sin extremismos, de la Unión Liberal.
La Unión, además, vuelve con su habitual bagaje de proyectos eco-nómicos;
la desamortización, en cabeza. Pero, jah!, y esto es lo
malo, también vuelve con sus habituales manejos, sobornos y chan-chullos.
Y en este intrincado y difícil terreno, el principiante político
-más político teórico, de gabinete, que político práctico, de plaza y
covachuela- no sabe orientarse ni tomar las debidas precauciones.
Como el mismo Carballo diría unos años más tarde, no le «alcanza-ron
los favores de lo que ha dado en llamarse influmcia moral>>.
Aunque él obtuvo un número de votos muy digno y alentador, triun-fó
en las elecciones don Santiago Verdugo, su contrincante 93.
Antes de que se celebrasen las elecciones, ya se hallaba Carballo
de nuevo en Madrid, entregado a sus cátedras y a sus tareas lite-rarias.
En diciembre interviene de modo muy activo en las sesiones
que dedica la Sociedad Libre de Economía Política al estudio de la
propiedad industrial. Carballo pronuncia un discurso sobre las Zn-fhencias
que ejercen los privzlegzos de invención, y sigue defendien-da,
sus ideas en la polémica que a continuación se origina 94.
Otra polémica de mucho mayor ámbito y empeño se entabla al año
siguiente con los proteccionistas. .
Carballo no descansa. Cada día es mayor su actividad en las cá-tedras,
en las tribunas, en las revistas. Y mayor también su presti-gio.
Es nombrado individuo de la Sociedad de Economía Política de
parís @59j 95 y Presidente de la Sociedad Libre de Economía Poií-tica
de Madrid (enero 1860) 98.
93 CARBALLO WANGmMERT, Las Afortunadas, págs. 8 y 9.
94 Intervienen tambien Echegaray, Rodríguez, Sanromá y Bona (padre
e hijo). «Revista de Instrucciíin mhlica», -T, nfims 12, 13 y 15, 18 y 25
diciembre 1858 y 8 enero 1859.
95 Recibieron el mismo nombramiento Gabriel Rodríguez, Laureano Fi-guerola
y M. Colmeiro «Revista de Instrucción Pública», V, núm. 3, 20 oc-tubre
1859.
96 Ibid, V, núm. 16, 19 enero 1860.
36 JOSE PEREZ VIDAL
Se halla al día de las publicaciones, tendencias y movimientos eco-nómicos
del mundo. En La Razón (1860) publica una Revzsta econó-mzca
que es un modelo de claridad y precisión 97. De la restante cola-boración
en la misma revista, merece destacarse especialmente su
artículo sobre La economia politica y la filosofia en la resolución de
un problema, donde combina la doctrina krausista y la librecambista,
que dan carácter al periódico 98.
Muy expresiva del ámbito krausista-librecambista en que se mo-vía
Carballo es esta nota de La Razón: «Tenemos preparados y dis-puestos
a ver la luz en nuestra revista artículos de los señores Sanz
del Río, Sanromá, Canalejas, Moret, Vergara (Mariano), Fernández
y González (Francisco), Castro, Echegaray, Salmerón (Nicolás), Car-ballo,
Pastor, Suárez, Rayón y muchos otros».
En los primeros meses de aquel ano desarroiia una actividad casi
ininterrumpida en el Ateneo, principal tribuna entonces de Madrid.
Empieza, en enero, con un discurso sobre La lzbertad politica y la
económica 99; sigue en febrero, refutando a otros oradores que par-ticipan
en la discusión del tema =O0, y termina en mayo con varias in-tervenciones
en la Sección de Ciencias Morales y Políticas lo1.
En el verano vuelve a salir al extranjero. En unión de Luis María
Pastor, Laureano Figuerola y Alonso Pesquera, asiste al Congreso
Internacional sobre el Impuesto, que se celebra en Lausana (Suiza).
Lleva la representación de la Sociedad Libre de Economía Política
v de la Liga Librecambista. Al regreso, se da de nuevo una vuelta
s í Vease, por ejemplo, «La Razón)), 11 (1860), págs. 66-75.
98 IbZ., págs 273-290 Véase, por ejemplo, este párrafo: «Establecién-dose
por sí misma la armonía entre los individuos que se asocian, puesto
que sus mtereses son armónicos, parece que la mejor forma de asociación
la encontrarán los individuos abandonados a sí mismos sin necesidad de otra
fuerza o institución extraña» (págs 282-83).
QQ Fue el primero que se pronunció en el curso organizado sobre el
tema por la Sección de Oencias Morales y Políticas, que presidía Salustiano
Olózaga, quien, a modo de introducción, dirigió unas palabras a los asisten-tes.
«Revista de Instrucción Públicas, V, núm 18, 2 febrero 1860.
leo Ibtd, V, núm. 19, 9 febrero 1860
101 Ibid., V, núm. 32, 10 mayo 1860.
50 A - V U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 37
por París lo2. Y recoge las impresiones del viaje en correspondencia
que envía a la Gaceta Economzsta 'O3.
En 1861 se intensifica la campaña en favor del librecambio. Ya no
se limita a la prensa más o menos especializada, ni a la alta tribuna
ael Ateneo. En busca de mayor resonancia, se organizan mítines en
1á Bolsa los domingos por la mañana 'O4. Y se da en este punto un
hecho a primera vista sorprendente. Como el librecambio no se vincu-ia
externamente a ningún grupo polít~co, ni aun de aquellos con que
girarda más afinidad, permite que en su seno se den la mano, y en
1;) tribuna de la Bolsa alternen en el uso de la palabra, desde ~óve-nes
de la vanguardia liberal hasta moderados de la más comedida
significación A los mítines acude, por esta razón, un público tan nu-meroso
como diverso. Benigno Carballo interviene con frecuencia.
Y una de sus intervenciones más vivaces y afortunadas tiene como
bzise y arranque el discurso del orador que le ha precedido: un
obrero lo5.
Mientras presta principal atención a sus obligaciones de econo-mlsta,
sigue pendiente de la marcha de la política y espera una
---
102 CARBALLLOas, Afortunadas, pág 232.
103 Ibid, págs 6 y 7 Las vuelve a publicar en los Recuerdos de un
vaaje, que aparecen en «Las Canarias», Madrid, 1863, núms. 8, 9,-10 y 12.
Hace el viaje por Valencia, Barcelona, Perpiñán, París. En Valencia visita
La Huerta; en Barcelona se interesa por los trabajadores; en Francia vuel-ve
a comprobar, por contraste, el atraso de la agricultura y de las comu-nicaciones
españolas, lamenta sobre todo la falta de maquinaria agrícola.
Ea:s& entei,rrs ei, Espzña Usa gran preocilpac16n por !E agnc-dtiira Rastz
ver la copiosa bibliografía agrícola española aparecida desde la década de
los cuarenta y examinar la obra de Braulio Antón Ramírez, Dzcciomrio de
biblzografia agromómzca y de toda clase de escrttos re1aczo.nado.s con. Za agri-cultura,
obra premiada por la Biblioteca Nacional en concurso público de
3 de enero de 1862 Madrid, Imp. de M Rivadeneira, Madrid, 1865.
104 La Bolsa daba nombre I? la cslle en que se encontraba, desapareci-da
con las reformas efectuadas para abrir la actual plaza de Benavente
105 «Revista de Instrucción Pública», VI, núm. 29, 4 mayo 1961 No es
clerto, pues, que Carballo limitase su participación en la propaganda libre-camb~
sta al Bmbito estrictamente académico, como dice V. CACHO VIU, LO
Instztución Labre dk Enseñama, Madnd, 1962, pág 109
VIAJE DESCRIPTIT-O
Catedrático de Econotnia Pollttcn
en Ia Escuela de Coinexio ) en el Real Instrtuto 1ndiislri';ll d? Sfndrid ,
miembro de varias corporaciones cienllficas y Jltel-ar~ífb
l.erG RUPO.
(TENERIFE, P A L I A , 60tilER8, HIERRO. I
MADRID
(862
IMPRENTA 1)C niANUG1- GALIARO
Plaza dc los Xinisterio~,s .
A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
oportunidad. No espera sentado, srn embargo. Siempre que puede,
procura explorar y robustecer sus posibilidades políticas en Canarias.
Durante las vacaciones de verano, efectúa un viaje por las islas de
Tenerife, La Palma, Gomera y Hierro, que tiene muy mal disimula-dos
visos de viaje político. Estrecha sus relaciones con los más sig-nificados
liberales de las islas, entre ellos no pocos curas Y toma
buena nota de las necesidades y recursos insulares.
Dedicatoria en un ejemplar de Lau Afortunadas
Primero publica sus impresiones de viaje en Las Antzllas lo6, donde
escribe también contra la esclavitud. Después, de modo mucho m&
amplio, en un Irbro* Las Afortunadas. Vzaje descrzptzvo a las Islas
Canarzas (Pr~rnerg rupo: Tenerife, Palma, Gomera, Hierro), Madrid,
1862 =O7. Un libro interesantísimo por sus apreciaciones y vislumbres.
Describe y comenta la situación económica y social de las islas que
visita. U más que a las estadísticas, le toma el pulso a los hechos,
a las personas, a las cosas significativas: el Casino de artesanos de
Santa Cruz de Tenerife con afanes europeos de mejoras morales y
materiales los; las relaciones abiertas, sin odios ni prevenciones, en-tre
las clases modestas y las más poderosas lo9; el teólogo que recibe
y lee la Revue des deux Mondes, la Revue Contemporaine, la Revue
106 CARBALLO, Las Afortwnadas, pág. 7.
107 En la misma imprenta de M. Galiano, Plaza de los Ministerios, 3
(hoy de la Marina Española), en que se publicaba la Gaceta Economista.
108 Ibid., págs. 37-38.
109 Ibid., págs 356-357
40 JOSE PEREZ VIDAL
Brztanzque y hasta revistas y periódicos alemanes llO... Carballo se-ñala
faltas, necesidades y remedios. Apunta las posibilidades twís-ticas
de las islas, la urgencia de incrementar las comunicaciones, de
mejorar y multiplicar los centros de enseñanza ...
MÁs M~TINES Y CONFERENCIAS
Y comlenza otro curso. En Madrid, el curso 1861-62 se desarrolla,
poco más o menos, como el anterior. Y en él las campañas librecam-bistas
alcanzan aún mayor amplitud y crédito.
Hubo mítin en la Bolsa que pudo despertar esperanzas de una
mayor educación y madurez política. González Bravo, uno de los
más significativos representantes de la reacción, se presentó un día
como librecambista, «pronunció un discurso con voz potente, resonan-clas
de clarín guerrero y párrafos llenos de viril energía», y arrancó
un general aplauso. Hablaron a continuación varios jóvenes, algunos
ae eIlos demócratas, y al final, otro gran reaccionario, Alcalá Ga-llano,
hizo un resumen y cerró el acto con uno de los discursos más
hermosos de su vida; no había querido ser menos que el acusador
de Olózaga. A la salida, los jóvenes, que ordinariamente consideraban
a los representantes del antiguo moderantismo como gente atrasada,
incapaz de comprender las novísimas teorías, no regatearon elogios
a los dos viejos políticos lll.
En el Ateneo se desarrolló un curso de conferencias también sobre
el librecambio, en el que intervinieron Alcalá Galiano, Carballo, Ga-briel
Rodríguez, Luis María Pastor, Moret, Francisco de Paula Ca-nalejas,
Echegaray, Castelar. Asistía numeroso público, no sólo por
!a calidad de los conferenciantes, sino por el carácter de cruzada con-tra
los monopolios que en cierto modo tenía la cruzada librecambista.
La conferencia de Carballo, a continuación del discurso de Alcalá
110 Záid., pág 82
111 EcisF.r,nnay, nb cit T, págs 358-59 Hahía miirhor. sorprendentes
trastrueques en estas relaciones entre la política y la economía mientras
González Bravo y Alcalá Galiano eran librecambistas, Madoz y Pí y Mar-gall
eran, en sentido inverso, proteccionistas, por la vinculación política de
ambos a Cataluña. Se hallaba muy enredada la madeja de intereses. Vease
«El Economista», 1 (18561, pág 72.
54 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
Galiano, versó sobre los Prznczpios económicos en que se funda el
szstema de la lzbertad de cmerczo (febrero 1862) '12.
Tanto discurso, tan tenaz campaña, iban dando substanciales re-sultados.
El 27 de noviembre se publica un Real Decreto por el que
se rebajan importantes derechos de aduanas. Con tal motivo la jun-ta
directiva de la Asociación para la reforma de los aranceles dirige
una representación a Su Majestad: una manifestación de satisfac-ción
y adhesión. Carballo figura entre los primeros firmantes ll$.
Las cuestiones económicas están al rojo vivo. Existe gran especta-cnón
ante la reunión que la Asociación va a celebrar en la Bolsa el
26 de diciembre. Se dice que acudirán representantes de los protec-cionistas
catalanes. Llega el día y acude una inmensa muchedumbre.
Carballo es uno de los oradores. Invita a los proteccionistas a tratar
el tema serenamente, con razones. «Dejad -les dice- ese sistema
de ataques personales al cual os habéis limitado hasta el presente ... > l14.
La entrada de un nuevo año, 1863, no interrumpe este hervor de
las actividades económicas. Carballo, el 5 de enero, al abrir, como
presidente, la sesión de la Sociedad Libre de Economía politica, con-sagra
unas palabras a la memoria de Carlos Dunoyer presidente,
como se recordará, de la Sociedad de Economía politica de París
Después interviene en las sesiones dedicadas a examinar los obstácu-los
que se oponen a la reapertura de las Bolsas extranjeras para
112 Esta conferencia está publicada con las demás del curso: Conferen-cias
librecambistas CiLrso 1862-63, Madrid, 1863 También vio la luz en
<Gaceta Economista». Reseña, en «Revista Iberia», U, 1862, pág. 217. La
actividad de librecambistas y krausistas hizo del período 1856-68 uno de
los más brillantes del Ateneo A RUIz SALVADORE,l Ateneo Czew%fzco, Lzte-rarz.
o- y" Artbttco de Madl.id (1835-1885), Madrid 1971, pág. 113 --..L. m - - - - ~ --.L-- -
AL* qbaceLa. ncunorriisca», iV, enero-junio 1863.
114 «Gaceta Economista», IV, págs. 73 y sigs. Merece recordarse lo que
Sanz del Río anota en su Diario, el día 29, sobre este mítin. «Meetzrzg 1i-brecambista
Deben prepararse estudiando lo que es el Estado, lo que es el
individuo, lo que es Ia Sociedad, lo que es el Derecho y condiczonalzdad
Entretanto son útiles estas discusiones en que remueven la tierra del ce-mer,
teriu qUe es 1% elerra de EsgafiZ qUe c-ubi;e e; espii-ij-ue apafioin.
DE AZCARATES,a nz del R~QE, d. Tecnos, Madrid, 1969, pág. 285.
115 «Gaceta Economista», IV, pág. 223. Carballo se inspira en Duooyer
al tratar de los productos inmateriales del trabajo. Vid. su Curso de Eco-mia
politzca, parte 1, lección XXI, y De los p~odzcctos inmteriales, en «Re-vista
Universitaria», 1, núms. 18 y 20, 31 julio y 16 agosto 1856
Núm 25 (1979) 55
los valores de crédito de España y los medios más a propósito para
conseguirlo l16. Fuera de la Sociedad, Carballo pronuncia en el Ate-neo
una lección sobre el economista americano Mr. Carey llF*; y
otra de apertura del curso 1863-1864 en el Real Instituto Indus-trial
... lis""
Al margen de la Economía, Carballo Wanguemert se pone en la
primavera al frente de una empresa que le va a dar más disgustos
que satisfacciones: una revista.
El sábad3, 4 de abril, salió a la calle en Madrid el primer núme-re
de !a re~rista Lm Cmcrms. Yr, SU cabecer~ figw-ahun: Eenigm
Carballo Wanguemert, como director, y Fernando León y Castillo y
Ims F. Benítez de Lugo, marqués de la Florida, como redactores.
Estos dos, de las islas -Tenenfe y Gran Canaria- con disputas he-gemónicas,
y el director, de La Palma, isla, por lo común, neutral en
pleitos y rivalidades regionales. La distribución de cargos parecía,
pues, políticamente acertada.
Benito Pérez Galdós, que sólo llevaba seis meses en Madrid, no
figuraba -ni habría de figurar- para nada en la publicación, pero
él, privadamente, se constituyó desde el principio en caricaturista de
la misma. Sacó punta a su lápiz y empezó a llenar un álbum de ca-ricaturas
inspiradas en artículos, circunstancias e incidencias del
nuevo periódico. No le movía ningún torvo sentimiento de hostilidad,
sino sencillamente su pertinaz e irresistible cosquilleo humorístico.
El «órgano hispano-canario», como él mismo se calificaba, salía
con el propósito de trabajar para que las islas fuesen más conocidas
y apreciadas que hasta entonces; de abogar por las reformas y me-joras
que pudleran serles favorables, y de estudiar la vida insular
en sus manifestaciones agrícolas, industriales, comerciales, Ilterarias,
h~stóricas, etc Por tan nobles y amplias intenciones, anticipadas en
116 Los discursos pronunciados con tal motivo los publicó la Sociedad
Libre de Economía en un folleto. Madrid, Impr Luis Beltrán, 1863. El de
Carballo en las págs. 19-26
116* «Las Canarias», núm. 8, 19 julio, pág. 121.
m * * Ibid, núm 14, 19 octubre
56 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 43
un prospecto 117, la revista debió ser asistida y apoyada por todos
los canarios; sin embargo, ya nació con la tenaz oposición de una
parte de ellos.
Su director, Carballo Wanguemert, Intentaba desde 1858, según ya
se ha visto, ser elegido diputado por la isla de La Palma, y sus pre-tensiones,
si de un lado le habían ganado partidarios, de otra le ha-bían
originado no pocos enemigos.
Estas tensiones de la política insular se habían acentuado última-mente
como consecuencia de la creciente aspereza de la nacional.
Desde la caída de O'Donnell, en febrero, se había desarrollado un
afán muy meticuloso de aclarar situaciones y filiaciones y de evitar
agrupaciones heterogéneas y confusas. Y en adelante, a lo largo del
año, actitudes más distanciadoras -retraimiento de los progresistas,
manifestaciones de fuerza, etc.- aumentarían las desavenencias y la
agresividad.
Por otra parte, la reventazón cultural que se estaba produciendo,
desde mediados de siglo venía despertando en los jóvenes un des-aforado
afán de saber y de lucir su atropellada sabiduría con fina-lidades
principalmente políticas l18. Había surgido una nueva carrera,
la de hombre público, y todos aspiraban a sobresalir en ella.
En un ambiente tan sobreexcitado, y tan cargado de ambiciones,
era muy difícil que alrededor de Las Canarias no surgiesen fricciones
y desavenencias. La más importante fue la que movió al marqués de
la Florida a retirarse de la redacción llQ. El corresponsal en Madrid
de un periódico tinerfefio atribuyó la separación al disgusto produ-cldo
por la publicación en Las Canarias de un artículo en que se
117 (El Omnibus», núm. 781, 7 marzo 1863.
11- Hasta 9 s &:res Ue. I u s t ? t~t oc e!ehrahvr: reunieurs semvria!es pvra
hacer pinitos retóricos. «Don Angel María Terradillos -nos dice I-ERNAN-DEZ
FERRAZ, Recuerdos de la tnda y errores de un profesor trashumante, en
«Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica», IV, núm. 14, San
José, enero-junio 1964, pág. 249- presldió alguna vez nuestras academias
semanales donde nos soltábamos a discurrir y desafinar los novicios del
<<Np.&lafJey>>[l?o s a!gmnog Lni t l tut~d el Nfi~rjciad~&,o ra &r&n$
Cisneros]
119 Se retira en carta dirigida a la Dirección y que se publica en el nú-mero
6 de la revwta (19 junio). Y no expone en ella los motivos Sólo quiere
que se sepa que deja de pertenecer a la redacción de «Las Canarias)). La
Dirección pone a la carta una cabecera áspera y despectiva: «Hace ya
44 JOSC PEREZ VIDAL
trataba mal a Santa Cruz de Tenerife 120. Pero, más que a celos entre
islas, pareció deberse a causas políticas: seguramente a la hostilidad
entre unionistas y progresistas. Así, al menos, mueve a pensar la
carta en que diecinueve miembros, presuntos progresistas, de la co-lonia
canaria de Madrid se solidarizan con la resolución de Benítez
de Lugo lZ1. Carballo Wanguemert y León y Castillo, aunque liberales,
tenían ideas menos extremadas; pertenecían a la Unión Liberal lZ2.
Los progresistas y demócratas canarios -o, con más precisión,
tiempo que el señor Benítez de Lugo ha debido tomar la resolución que hoy
realiza >>. Estas palabras parecen ofensivas a Benítez de Lugo y a sus
amigos Y para dirunir la cuestión que se suscita, se reúnen representantes
de ambas partes -Félur Bona y Tomás León, por parte de Carballo, y
fi,rancisco de ivlonteverde, Luis iu'avarro y Eai'ael Fleitas, por parte de;
marqué*. Acuerdan que se inserte en «Las Canarias» una nota explicati-va,
que se redacta en la misma reunión, y de todo se levanta acta (23 de
junio) Debo copia de ella a la amabilidad de mi buen amigo don Marcos
Guimerá Peraza, que seguramente la publicará en un libro que prepara so-bre
e1 marqués de la Florida. En el número 7 (4 de julio) de la revista se
publica la explicación; se hace un arreglo también del aspecto económico
-el marques había hecho anticipas para los gastos del periódico-, y se
da por resuelta la cuestión León y Castillo quedó completamente al mar-gen
de la misma. Flonda tuvo la delicadeza de comunicarle particularmen-te
su determinaCión de retirarse de la revista, y León -desde Las Palmas,
.el 13 de julio- le da las graclas por la atención
12.0 «El Fénix», 7 de julio de 1863
121 Esta carta fue publicada en «La Correspondencia de España, del
5 de julio, y en «Las Canarias,, núm. 8, del 18 del mismo mes. Tampoco
aclara los motivos de la desaveniencia Se limita a decir: «Hace mucho tiem-po,
señor director, que convencidos de la índole de la publicación que V. di-rige,
abrigábamos un ardiente deseo; hoy con sumo placer para nosotros
este deseo se ha realizado. ». Se sobreentiende, la retirada de Florida, al
que expresan «la más completa enhorabuena». Firman la carta: José Plá-cido
Sansón, Valeriano Fernández Ferraz, Rafael Fleitas y Lemos, Luis Na-varro
Pérez, Miguel H de Cámara y Cruz, Juan Ravina, Camilo Saavedra,
Francisco Canino, Andrés Sansón, Juan Madan y Unondo, Emilio Marcha
y García, F. de Monteverde y León, Barcino Guimerá, Miguel Pereyra, Eduar-do
Domínpiiez y Alfonsoj Faustrno Méndez Cabezola, Jrian Bartlett y Tarrius,
Tomás Monteverde y Vicente Fernández.
122 León coincidía también con Carballo en ser librecambista. «El se-ñor
LeOn y Castillo, ministro de Ultramar , es librecambista de toda la
vida», Gabriel Rodríguez, discurso en el Teatro Real el 13 de marzo de 1881.
GabraeZ Rodriguex, Madrid, 1917, pág. 381.
58 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 45
los de Tenerife y La Palma- debieron de considerar que Carballo
Wangüemert se beneficiaría políticamente con la dirección de Las
Canarias, aunque no tratase de política; por lo menos, le serviría
para aumentar su prestigio y alcanzar una conveniente popularidad.
Se apoya esta suposición en el hecho de que los diecinueve firmantes
ck la carta, excepto uno, Luis Navarro Pérez lZ3, pertenecían a la
circunscripción electoral de Tenerife, por la que Carballo intentaba
ser elegido diputado. Y se confirma la sospecha por la posición de
máximos contrincantes que van a ocupar Fernández Ferraz y Mén-dez
Cabezola, pertenecientes al distrito de La Palma, al que aspira
Carballo 124.
Como consecuencia, se organizó una campaña -una cruzada, se-gún
El Omnzbus 125- contra Carballo, que en pocos casos habrá sido
igualada en crudeza, amplitud y duración, en toda la historia de la
prensa canaria. Justo es decir, sin embargo, que los ataques se pro-ponían,
casi de modo exclusivo, desacreditar intelectualmente al ba-
123 Luis Navarro Pérez, al parecer de Las Palmas, ejercía la Medicina
MaGriG, íjoii& h&ia estU&a& !a carrera. <El ~mn:bUs~n,ú m. 838, 26
septiembre 1863. Vuelto a Las Palmas -si no fue otra persona del mismo
nombre- colaboró en «El Independiente». <c. a más de la sutil intención
e ingenio de todos los Navarro, poseía claras dotes periodísticas, ética ejem-plar
y vasta cultura», N. ALAMOp, rólogo y notas a A. GONZALEZY ROME-RO,
Poesia, Gran Canaria, 1947, pág. 46.
124 Aunque, por el momento, a causa de diversas circunstancias, Fer-nández
Ferraz y Méndez Cabezola no podían presentarse como candidatos
a diputados, abrigaban la esperanza de poder hacerlo más adelante, como
lo hicieron. Y no querían que un hombre prestigioso como Carballo fuese
elegido y, consolidándose en la Diputación, les taponase la carrera política.
Santiago Verdugo participaba también, aunque de modo menos declarado
en 12. !iichy centra Carh~!!~, 2 q ~ i e n ,s egdn se recordarU, h&ía vencido en
las elecciones de 1858 Y como se dijo que favorecía económicamente a al-gunos
de los atacantes del inquieto economista, sobre todo a Plácido Sansón,
acudió a defenderse de las imputaciones- «Por todo esto -escribe el 7 de
julio a Benítez de Lugo- conviene que Navarro y Ravina, también Fleitas,
digan algo, porque no es posible que haya quien me suponga con caudal para
comprar a tantas personas decentes, y este importa m& qi?e a nadie a! h ~ e n
amigo Sansón». A1 final, parece que intervino directamente. Por lo menos
se rumoreó que el número 21 de «El Fenixw fue recogido por insertar un co-municado
suyo lleno de improperios contra Carballo (Carta de Germán B.
Ramos, 14 de agosto de 1863, a Florida; en el archivo de éste)
125 <El Omnibusw, núm. 828, 22 agosto 1863
46 JOSÉ PEREZ VIDAL
tallador economista. Ninguna acusación se referirá, ni de modo in-directo,
a su moral, que no debía de ofrecer motivos de censura.
Con lupa, pinzas y la peor intención, se procedió a examinar los
escritos de Carballo y a señalar, del modo más denigrante y ensa-ñado,
hasta los menores gazapos, yerros y omisiones. El Omnzbus,
defensor de nuestro economista lZ6, echa en cara a uno de los prin-cipales
detractores, José Plácido Sansón, periodista, que desconozca
la precipitación con que se escriben los periódicos, y la facilidad con
que, por esta causa, se escapan faltas hasta en las publicaciones
más acreditadas 12'.
La prueba más expresiva de que el verdadero motivo de aquella
campaña no residía en los defectos de redacción sino en la pasión po-
D lítica y los intereses de las personas, se puede ver en la versatilidad
de Fernández Ferraz: años atrás había hecho, como ya se ha visto, O
los mayores elogios del Curso de Economía Politica de Carballo; en- i
tonces eran compañeros en la redacción de la Revista de Instrucción
Pública; en la nueva ocasión mil~tan en opuestos partidos, disputan
E por un futuro puesto de drputado, y en consecuencia, Ferraz ya no ;
encuentra sino faltas en los escritos de su paisano. Mirada a distan-cia,
la campaña no consigue sino favorecer y dignificar a Carballo 128. --
0
m
E
126 Este «periódico político y de intereses materiales» prestaba mucha
atención a los temas económicos
127 «El Omnibus», 1 julio 1863. De los extremos a que se llegaba, se n
puede juzgar por este fragmento de una carta de Salvador Vidal -del pe-riódico
«El Fénix»- al marqués de la Florida: «Sr mucho ha gustado la l
carta a D Simplicio, mucho siento yo que haya salido a la IUX de la pu- n
blzczdad con dos o tres erratas. Sin embargo, han creído por aquí que son n
disparates voluntarios para satirizar más al Sr Carballo Wanguemert. Re- 2
serva se ha guardado y se guardará, como acostumbrados a hacerlo en
asuntos más serios» Debo tamb~én la copia de esta carta al generoso des-prendimiento
de don Marcos Guimerá Peraza.
128 «El Fénix», de Santa Cruz de Tenerife, publica los principales ata-ques
contra Carballo, y ya empieza en el primer número (14 mayo). Car-ballo
se había lamentado de que hubiese sido acogida con (frialdad e indi-ferencia
» la suscripción que él mismo había promovido, desde las páginas
de «La Ibena» para contribuir a remediar la desgraciada situación creada
por la fiebre amarilla en Santa Cruz de Tenerife. Y «El Fénix», nada más
salir a la calle, ya le pide que rectifique esa apreciación
De este episodio interesa sobre todo la explicación que Carballo (La fie-bre
y la candad, en «Las @anar~as»n,ú ms l y 2) da de la débil reacción
60 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 47
iQué mayor reconocimiento moral de un político que no hallarle más
faltas que en la sintaxis! lZ9.
Los ataques, pues, contra Las Canarzas fueron principalmente per-sonales
contra su director. La revista era tomada, más que como
blanco, como fuente de motivos para censurar a quien mayormente la
confeccionaba.
Con el propósito de hacerle competencia y hundirla más fácilmen-te,
Benítez de Lugo y algunos de su/s paisanos trataron de fundar
otro periódico. Lo dirigiría José Plácido Sansón y escribirían en él
Rafael Fleitas y Lemos, Juan Ravina, Benito Pérez Galdós, el pro-pio
Florida y otros. Se imprimiría en El Escorial. Pero el proyecto no
pasó de tal 129*.
de la caridad particular: en España se cree que el Estado es el llamado a
resolver todo. Es exactamente el mismo en;luiciamrento que esta época me-recerá
a Galdós, en el transcendental articulo Soñemos, alma, soñemos
íi903j, cuarenta años mbs tarde: «Despues del 54 y del 68, consumadas las re-volucrones
que sólo alteraban la superficie de las cosas, el ser doméstico, digá-moslo
así, de nuestra raza pobre y ociosa, 'sin trabajo interior ni política
internacional, se caracterizaba por la delegación de toda vitalidad en ma-nos
del Estado ; el indrviduo le pedía la nutrición, el hogar, la luz y has-ta
la leña».
Entre los ataques contra Carballo que aparecen en «El Fénix», sobresa-len
los de la crítica que Ferraz hace del libro Las Afortunadas: una serie
de extensfsimos artículos que comienza en el nCim. 17 (10 julio 1863) y se
interrumpe en el núm. 71 (19 enero 1864), cuando llevaba camino de supe-rar
al libro en extensión. «El Omnibus», de Las Palmas, y «El Guanchep,
de Santa Cruz de Tenerife, defendfan, por el contrario, al maltratado eco-nrr-.-
c-u"
1*11nLa,
1% El propio Ferraz, su mayor contrincante, reconoce: Carballo es un
hombre bueno, inofensivo, incapaz de incomodar a nadie a sabiendas; ya lo
ha dicho el Sr. Segovia, su amigo [Antonio M. Segovia, Bienvenida) en <Las
Canarias», núm. 21; pero todo eso no impide que piense y escriba de una
manera lastimosa A sus escritos, pues, me dirijo; al lado flaco, al vicio
qi?e &ea Una -$:$a casi perfeccea, «E: F&iiíi», iiúiii. 30, del 2s de agosto.
12Qr Cartas de Germán F. Ramos, 14 agosto; Ramón Gil Roldán, 29 oc-bre;
y de otros (arch Florida). Gil Roldán quiere un periódico «que sea el
verdadero eco de las islas Canarias, no el pregón que tienda a enaltecer el
talento de quien no lo tiene»; llama a «Las Canarias» «el órgano de Don
Maligno».
JOSE PEREZ VIDAL
LAS CARICATURAS DE GALDÓS
Pérez Galdós, como ya se ha anticipado, se había constituido, pri-vadamente,
en caricaturista de Las Canarzas. Mientras los jóvenes
progresistas, que predominaban en la tertulia canaria del café Uni-versal,
hacían chiste y sátira de cuanto se refería a la revista o a
su director, Galdós, callado, pero sin perder ripio de cuanto se
decía, trazaba como entretenimiento el comentario gráfico de las dia-rias
y bullangueras reuniones 130.
El joven dibujante, desde el primer número de Las Canarias, esto
es, desde antes de todo disgusto y desaveniencia, había elegido ya a
León y Castlllo y a Carballo Wanguemert como figuras predilectas de
sus caricaturas. por razones puramente artístico-culturales? i.Por a
la analogía de la pareja -León, grueso; Carballo, alto y delgado- E
con la de Sancho y don Quijote, que Pérez Galdós tenía slempre en O - -
la uña? ¿Por sentirse ya políticamente más distanciado de ellos que =m
O
del marqués de la Florida, su fiador aquel año en la Universidad? EE
Quizá por un poco de todo. Lo cierto es que la retirada de Benítez 2
E
de Lugo no determinó ningún cambio notable de los personajes cen- =
trales de las caricaturas. Trazadas éstas principalmente como humo- 3
-
rístico divertimiento con base en la revista, incluyen casi siempre em-a
León, el secretario, aunque contra él, a pesar de ser también unio- E
nista, casi nad~e arremete; no pretende aún ningún acta de diputado. O
El caricaturista, como siempre, bastante ecuánime, un poco des- -
E pegado, no dispensa mucho peor trato a los atacados que a los ata- -
a
cantes. A unos y a otros, por ejemplo, 10s animaliza; a León y a Car- l -
hallo los presenta de monos; a los progresistas, de serpientes y mos- - 0
quitos; un verdadero enjambre de mosquitos. 3
Esta tendencia a la ecuanimidad era resultado, en parte, del tem- o
peramento poco apasionado de Galdós; en parte de las propias exi-gencias
del humor. El humor, dígase lo que se diga, siempre ha estado
reñido con los apasionamientos.
TT- --,,,,..--.l.- --- &,.A- 1- --lA-,-.:A- A,. -,.-.,,-L..--- d.-:-
VIL LCLULILUU pu1 wua la L u l = L u u r j uc L a l l c a w l a s uqa, ii0 libshi-te.
la impresión de que las simpatías de Galdós no estaban con León
130 Sobre la tertulia canaria del café Universal, vease mi trabajo CCG
narias en Galdós, en este mismo Anuarzo, núm 19 (1973), págs. 5-18, y la
nueva versión muy ampliada, en el libro del mismo título, que acaba de apa-recer
en Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979.
62 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
g
U
--0,
O -
Poderosa palanca del libre cambio.
<El sol se acerca a la tierra mas prematuramente que lo tiene de costumbre».
«Y dijo Dios: -H&ganse las Canarias de los fru-tos
del ciruelo. Y las Canarias nacieron del ci-ruelo.
Y Dios vio que eran buenas. Y Dios les
dijo: -Ciruelos, creced y multiplica os^. CRn., ca-pitulo
l.
Carballo, agarrado a la rama de un hrbol, se es-fuerza
por subir la dificil pendiente de la Dipu-tación;
detnls. León y Castillo,
g
8
v
-m
qViage a la C6lquida.-Achaques de un viajero que se atrevió a esplorar la cal- O -
dera de La Palma.-San Jerónimo escribiendo los Evangelios».
- 0
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I
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a
v
v
f
León y Castillo echa un cabo a Carhallo que, perseguido por el enjambre pro-gresista,
pone pie en la Isleta.
León y Castillo, de querube, comunica su inspiración por medio de una larga
bocina a Carhallo Wanmemert, representado de santo eremita.
<Entre Scila y Caribdis».
Combate entre escritores. Se acometen con plumas largas como lanzas.
Otro sueilo: Carballo muestra a León y Castillo las cabezas de cinco progresistas
que ha decapitado.
<San Benigno. fundador y mhrtirn.
aLa opinión pública,; aplasta a León y Castillo y a Carballo.
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 49
y Castillo y con Carballo. Es natural. Galdós se sentía entonces más
progresista .que unionista y con sus paisanos progresistas formaba
peña en la tertulia.
Los motivos de las caricaturas son variadísimos y, en general, muy
difíciles de precisar. Muchos de estos dibujos humorísticos se inspi-raron,
como ha ocurrido siempre con los de su género, en hechos mí-nimos
y fugaces, de momentánea actualidad y comprensión, y que
al cabo de los años resulta casi imposible conocer y explicar. De
todos modos, algo he podido averiguar y aclarar en torno a ellos, y
en mi artículo «Las Canarzas» (Un «epzsodio» desconoczdo de Gal-dós)
131 los he comentado con ,algún detalle. Aquí resumiré los co-mentarios
y me detendré únicamente en los que aporten algún data a
N interesante para la biografía de Carballo. E
Empezaré por las caricaturas inspiradas en artículos aparecidos O en la revista o en alguno de los periódicos que con ella contendieron. --- m
En el número 1 de Las Canarzas, León y Castillo publicó el primer O
E
E capítulo de un ensayo histórico-filosófico sobre La zdea de patrza. S
E En los tzempos antiguos y modernos, que dio lugar a varias carica- -
turas. En una de ellas, Carballo, vestido de guerrero romano, bate 3
con ariete la muralla del BUENG USTOD. esde la muralla, un defensor - -
0
ie contesta con un cañonazo, en el que ha empleado como metralla las m
E
cabezas de los conocidos progresistas. Al extremo del ariete no fi- O
gura, de bronce, como de costumbre, la cabeza de un carnero; la ha -5
sustituido la cabeza de León y Castillo. -E
a
Al parecer, esta caricatura se refiere a los ataques que Carballo l
infligía al buen gusto literario, según sus detractores, y a las violen- --
tas réplicas de éstos.
3
En el mismo número 1 de Las Canarias se publicó otro artículo O
que también dio motivo a que se manifestasen las rivalidades. Se ti-tulaba
La leg de los contrastes y lo firmaba «Un hijo de La Palma».
El artículo lamentaba que no se hubiese pensado todavía en las Islas
Canarias como estación veraniega, y no ofendía a nadie. Tres pal-meros,
sin embargo, no quisieron que se les tomase por autores del
mismo y escribieron esta carta, que la revista lnsertó en el numero 3:
131 Como contribución al Homelzaje a don Agzcstin. Mzllares Carto.
Ed. Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria [Madrid], 1975, 11, pági-nas
179-192
<Sr. Director del periódico Las Canarias.-Muy Sr. nuestro: Los
que suscriben, "hijos de La Palma", ruegan a V. se sirva insertar
en su estimado periódico las presentes líneas, en que declaran no
ser ninguno de ellos autor del artículo que bajo el epígrafe de La
ley de los contrastes, vio la luz en el número 1 de esa publicación
B L. M. de V. Madrid, 30 de abril de 1863.-Santiago Verdugo.-Va-leriano
Fernández Ferraz.-Faustino Méndez.»
Temían que se pudiese tomar a alguno de ellos por autor «de cosa
tan mal escrita». Así lo dirá después Méndez Cabezola. Lo que que-rían,
en verdad, no era presumir de buenos escritores, sino desacre-
.ditar a Carballo con la nota de malo. La finalidad era puramente po-lítica
132.
Una prueba más de que, en el fondo, no había sino apetencias y
rl\~u!l&des perscna!es, y de yze las amas scc;as ya de
se puede ver en estas palabras de Méndez Cabezola:
«Poco antes de publicarse el primer número de Las Cccnarias, el
Sr. Carballo, su director, dijo en una tertulia con ese tono desdeñoso
propio de ciertos hombres y con marcada intención de que llegase
a mi noticia, que yo no publicaría en su periódico ni una sola li-nea
» 133.
Del artículo tan reprobado por los tres políticos hablistas, sólo
interesa entresacar ahora este párrafo (pág. 15):
«Ayer, pues, nos acosaba el frío, hoy nos hallamos bajo la im-presión
de un caluroso día de verano, y se nos figura que el astro
del día se ha aproximado a la tierra mucho más prematuramente
que lo tiene de costumbre, puesto que alcanzamos el cuatro de abril
del año de gracia de mil ochocientos sesenta y tres.. »
Tres meses después, el 7 de julio, El Fénzx, de Santa Cruz de Te-nerife,
publicaba un extenso comunicado de Fernández Ferraz contra
Benigno Carballo, y en él, a pesar del tiempo transcurrido, hacía bur-las
del párrafo trascrito, de este modo:
«El Sr. Wanguemert, astrónomo librecambista, apunta con su gran
~ - 1 -~,.--. ,. n L.. -..--.l1.. -..7 1 - -:--A --;-
rGIGoLupiu, uGi GLiLu LLLLIu 3VL, LG 11<~11* ULCILLV, y se v ü e h Uicieiido:
"Señores, se nos figura que este verano el astro del día se ha apro-
132 Constituye otra prueba de la beligerancia de Verdugo contra Carballo.
133 En «El Fénix», núm 18, 14 julio 1863.
64 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
v.
BENIGNO CARBALLO WANGUEMERT (ECONOMISTA Y EDUCADOR) 51
xzmado a la tierra mucho más prematuramente que lo tiene de cos-tumbre"
» 134.
Y Pérez Galdós recoge la burla en-otra caricatura: Carballo exa-mina,
a través de un telescopio, cómo se aproxima el sol, represen-tado
por un hombre grueso montado en un burro. El catraste se
marca en la discordancia entre el paraguas que el hombre lleva abier-tn
y los abundantes rayos solares que se extienden en todas direccio-nes.
Al pie se lee la frase clave: «El sol se acerca a la tierra más
prematuramente que lo tiene de costumbre».
Todo era motivo de discusión o burla. En el número 2 de Las Ca-narzas,
Carballo Wangiiemert publicó un artículo titulado El sueño
de un lzbrecambista. En él se incluía un ataque contra las milicias de
aduanas y los escritores proteccionistas. Y se preguntaba si entre
estos hijos del infierno estarían los redactores del Eco de España,
periódico proteccionista que acababa de aparecer 135. El ECO corres-pondió
al ataque y en la respuesta, además de hacerse una sabrosa
crítica del librecambio, se daba este consejo:
<Aconsejamos al soñador que si le precisa remitir su sueño al
extranjero ponga en la cubierta la advertencia vulgar tres fragile, con
que se denuncian los efectos de poca consistencia.»
Carballo replicó en el número 3 de Las Canarias (4 de mayo) y
recompensó el consejo con otro: que en la cubierta o envoltura de
los artículos y producciones del Eco se escribiese: Lourd, tres Eourd.
134 Ferraz acude a un medio que suele emplear para burlarse de las
afirmaciones ajenas que 81 considera erróneas: simular que hasta los niños
se dan cuenta del error. En el presente caso un niño que regresa del co-legio
hace notar dice yUe la tierreast.á -ieir&-,o lejos
del sol
135 Además, «Las Canarias», en el núm 1, había dado la noticia de la
aparición del «Eco», y en lugar de acompañarla de unas corteses palabras
de salutación, la había comentado agriamente. La «Gaceta Economista», li-brecambista,
a la que pertenecía Carballo, se estaba conduciendo de modo
U~'n-Wi l-"nbcVr n(T TT n b a -39). //Wl n n k w a <<Porir ln 'Fonoso>' k . rnr .n PlnCnr l r i lno -. , pub. V I " , . % \ Y A pVUIY YUV UI;. -wy".-". , LIUYUG II%,CCIUV PUL LUD
fabricantes catalanes para navegar por el pielago proteccionista, está su-friendo
una fuerte marejada a los pocos días de salir de puerto». Y si esta
acogida áspera no estaba bien en la «Gaceta» respecto de un colega de Ia
misma especialidad, aunque defendiese una doctrina contraria, en «Las Ca-narias
» estaba mucho peor; no tenía explicación.
52 JOSÉ PÉREZ VIDAL
En la entretenida polémica, Galdós encuentra motivo para otra
caricatura: De la cabeza de Carballo, dibujada al extremo de una
palanca, pende como platillo de balanza un tablero con varios pa-quetes;
en uno de éstos se lee: Fragibe. La palanca se apoya en una
figura muy semejante a la de León y Castillo. Lleva al pie la leyenda:
«Poderosa palanca del librecambio».
En el número 8 (19 julio) de Las Canarias, Carballo empezó a pu-blicar
los recuerdos del viaje que en 1860 había hecho a Lausana
para as~stir a un congreso. Unos días antes, el 10, en El Fént~,
Fernández Ferraz había tomado como motivo de censura la breve
referencia que al mismo viaje se hace en Las Afortunadas; sobre
todo reprobaba que se escribiese Lozanne, en vez de Lausana o, en a
framSs, Lmsanne. Pece después, e! 11 de ag~stn, y tm~hién en El
Fénzx, se publicó una extensa carta -cuatro columnas- en la que, O
d al parecer, el m~smo Ferraz, hace acopio de motivos para burlarse -
m
O
de Carballo. Figura como autor «Baltasar, estudiante de la Univer- E
E
2 sidad de Kérepésa y está dirigida «A1 muy distinguido, muy ilustre, E
muy acreditado y conocido Sr. D. Simplicio Bobadilla Majaderano,
\Cabeza de Buey». En la carta se hace reiterada referencia a Czna- 3
brzo -¿apodo de Carballo7-: e... yo Zacarías, de sobrenombre Ci- Om-nabrzo
»; dengais la modestia de cederme el número primero de los E
Cinabrzos~; «cónclave o comunidad, la cual tenía por base el Czna- O
5
brzczdim, etc. Se repite igualmente hasta el cansancio la muletilla o
E séase -seguramente de Carballo-: «atajando un momento, o séase a
un instante»; «soy el protegido de la hada Rosabella o séase Ro- 2
d - seuschoen»; «he sido la causa motor, o séase origen», etc. Y se re- -
cuerdan otros motivos de crítica: la aproximación del sol a la tierra, 3
O
la ortografía de Lausana, etc.
Galdós tomó pie en todos estos escritos y trazó una ingeniosa ca-ricatura:
En ella aparece el ferviente librecambista, con su cartera
al brazo, en medio de un esquemático y convencional paisaje suizo.
Al fondo se alza un monte, cuyo nombre, SIMPLONse, ha escrito mal-intencionadamente
en grandes letras. A ia ¿ierdia, desde lo alta
Oe uno de los inevitables abetos, Fernández Ferraz espía los pasos
del inquieto economista. Y a la izquierda, en numerosos rótulos, fi-guran
referencias a los principales escritos publicados por los de-tractores
de Carballo: Al suscrzptor y corresponsal feliz de «Las Ca-
66 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
narzam, por Valeriano Fernández Ferraz 130; Las Afortunadas, por el
mismo 137; Comunicado, de Luis Navarro Pérez 138; carta contra El
Omnibus, por J. P. y V. 139; cartas a El Fénix, por José Plácido
Sansón 140, etcétera.
Al pie del dibujo recoge la muletilla o séase: «Viaje a Suiza. Un
alud, o séase avalancha, en el Simplón o séase S. Bernardo, junto a
Lozana o séase Lauzane».
El apodo Cznabrzu figura dentro de un círculo sobre el sombrero
de Carballo.
Los Recuerdos de un vzaje dan motivo, más adelante, a otra ca-ricatura.
En el capítulo o fragmento que aparece el 4 de septiembre,
en ei número 11 de Las Canarzas, figura este párrafo:
<ífiVit&a &fanue: a sUb:"..---.. iciaiuuo ym -v".,...,. .ie a%u=riao - i iuu A;f:..;i x, o,,- ui~ru.1 u-menzamos
a trepar por ella; a la mitad de la subida casi no podia-mos
ya dar un paso, pero deseando salir adelante y ayudándonos con
las ramas de 10s árboles, llegamos a Ia cima de Ia montaña.»
Galdós trasladó el recuerdo a la situación polítrca en que entonces
se hallaba Carballo y representó a éste ascendiendo por ia liifícii pen-diente
de la Diputación (palabra que se lee en lo alto) y a sus ene-migos,
tratando de impedírselo por todos los medios; uno, armado de
un hacha, se dispone a cortar el árbol a que Carballo se agarra. León
y Castillo, cogido a los faldones de su director, trata de seguirle 141,
La rnlsma idea da lugar a otro dibujo. Carballo, como un esforzada
montañero, trata de escalar una que parece montaña, pero que es
una enorme rapadura, dulce derivado del pilón de azúcar y típico de
La Palma, isla por la que el afanoso economista pretende ser ele-gndo.
Sus enemigos -cabezas conocidas, cuerpos de animales, de rayo,
etcétera- ie atacan desde todas partes.
136 En «El Fénix», núm 16, 7 julio 1863
137 IbZd., mims 17, 33, 38, 39, 40, 42, 48, 71.
1-38 Iblld., núrn 24.
139 Zbid, núm. 17.
1 4 ~ It M., núms 25 y 28
141 Ante un caso semejante a este de Carballo, dirá Pérez Galdós por
boca de uno de sus personajes. aA los hombres que con vigorosa voluntad
han sabido encumbrarse, les tengo siempre por mejores, en todo sentido,
que 10s entecos que sólo saben tirar de los pies a1 prójimo que sube>, La
Revolunórt de Julio, 111, pág 28.
54 JOSÉ PEREZ VIDAL
En el mes de agosto debió de ser trazada la caricatura que re-presenta
un combate entre escritores: vestidos de antiguos campee
nes, se arremeten con plumas largas como lanzas. En el grupo de la
izquierda se adivinan León y Castillo, caído, y Carballo Wanguemert,
atravesado, al parecer, por la pluma de su enemigo; en el grupo de
la derecha figuran varios de los conocidos contrincantes de Carballo.
La caricatura parece inspirada en una carta publicada en El Fé-nix,
número 26, del 14 de agosto. SUS firmantes -José Plácido San-són,
Luis Navarro Pérez y Valeriano Fernández Ferraz- retan a los
redactores de El Guanche, de Santa Cruz de Tenerife, que ha defen-dido
a Carballo, para discutir sobre los métodos científicos de don
Benigno. A esta carta contesta El Omnibus del 22 del mismo mes de 8
N
o r r n m t r .
QgVOiV.
U
Las caricaturas inspiradas en textos de Las Canarzas o de los pe- d -
rlódicos implicados en las disputas suscitadas en torno de esta pu- 8'
blicación o de su director resultan bastante fáciles de explicar; mu- I 8
cho más difícil es la interpretación de Ias que tienen una motivación
e
lejana, accidental y caprichosa. Las ordenaré de forma muy abre- 5
viada . EY
=n
Algunas de estas caricaturas se inspiran también en textos de pe- 6
riódicos, pero completamente ajenos a las personas y asuntos objeto U
E ahora de solfa y burla. Por ejemplo: Nemesio Fernández Cuesta, en i
su habitual Revosta de la Semana, en El Museo Universal (21 de ju- 1 a nio), al comentar una serie de socavones que se han producido en las A
calles de Madrid y que amenazan ruinas, dice con humor: «<Un nuevo d
Noé se apercibe a salvarse de la inminente catástrofe. Dichoso el par i
de animales de cada especie que se digne llevar consigo» Y a ren- o
glón seguido, actualizando los medios de salvamento y aprovechando
una reciente noticia de La Correspondencia (14 de junio) sobre la
dirección de los globos aerostáticos, añade: «Este nuevo Noé es un
hábil constructor de globos aerostáticos que está haciendo, según La
Correspondencia, un inmenso aparato para navegar por los aires con
rumbo fijo». Este comentario motivó dos caricatura