H I S T O R I A
EL REY DON DfEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA
Al leer en el número 21 de este «Anuario», en el interesante tra-bajo
del P. Luis Fernández, S P., Aspectos econórnzcos, administra-tivas
y humanos de la dzóceszs de Caizarzas en la segunda mitad del
siglo XVI, la relación de las dignidades del Cabildo catedral de Las
Palmas, tomada de los rnformes personales y reservados que el obis-po
don Fernando Suá~ez de Figueroa envió a la Corte en los años
1590 y 1592 y conocer lo que decía del arcediano de Tenenfe doctor
don Hernando Díaz que era «guanche de padre y madre», así como
los elogios que al mismo dedicaba el prelado, sentimos curoosidad por
identificarlo y, por su apellido, presumimos que debía descender del
último rey indígena de Adexe.
Esta eurlosidad y el habernos ocupado más de una vez de los
Ultimos jefes de los bandos en que Teilerife se hallaba dividida l,
nos hace volver sobre el tema, centrándonos ahora, de forma espe-cial,
en el rey don Diego de Adexe y su familia, para arnphar y en
parte rectrficar ;o que antes hemos dicho.
Los REYES DE TENERXFDEES PUÉS DE LA CONQUISTA
Aunque los conoclmentos de cuál fuera la s~tuación de cada uno
de los reyes de los distintos bandos de la isla sean escasos, sí sa-
1 Notw sobre los reyes de Tenemfe y sus famíms, en «Revista de His-toria
», de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Lagu-na,
núm 115-116 (julio-diciembre de 1956), y La familia del rey Bentor,
en el número 231 de este «Anuario», año 1977, págs 421-441.
2 LEOPOLüO DE LA ROSA
bemos, con alguna precisión, de la de tres de ellos, aparte de la de
Bentor de Taoro, que se suicidó; la de uno de un bando de guerra,
el de Icod; la de otro de un bando de paz, cuya libertad de residen-cia
le fue restringida, el de Anaga, y la de don Diego de Adexe, tam-bién
de los de las paces, que quedó libre, continuó en la isla y hasta
tuvo repartimientos en sus antiguos dominios.
Del rey de Icod sabemos que no fue sometido a esclavitud, pero
sí que fue entregado a un personaje de la Corte, que lo cautivó in-debidamente
y lo vendió como esclavo. Por ejecutoria del Consejo
Real de 4 de junio de 1501 «dieron al dicho don Enrique, canario,
por libre e quito de toda servidumbre e catyberio en que está puesto,
para que faga de sí lo que quisiere e por bien toviere, asy como
persona libre e fuera de cativerio». La identificación del don Enri-n,
Ue u! qze &u C&!u!u se r e f ~ r e e! antigrr~ rey de Icndj
Armindo de la Guardia, es de notorio interés para llegar a conocer
cuál fuera su situación jurídica y, posiblemente, la de los otros men-ceyes
de los bandos de guerra 2.
d
2 EE cotejo de la Cédula Real de 4 de diciembre de 1500, que se re-fiere
al rey de Codex don Ennque, indebidamente cautivado por el contino
Pedro Patiño, citada por la doctora Manuela Marrero en su trabajo Los
procuradores dh los nuturales canarzos, en «Homenaje a don Elías Serra»,
1, pág. 365, la que supuso se refería al rey de Icod, con la ejecutoria de 4
de junio de 1501, que &o a conocer Rurneu de Armas en La polz'tica; zdt-genista
de Isabel la Católzca, Instituto a.isabel la Católica», Valladolid, 1969,
página 372, en la que se le llama «don Enrique, canario», pero tambien se
refiere al que había sido indebidamente cautivado por Pedro Patiño, condu-jeron
a que Armindo de la Guardia, primero en el periódico «El Día», lue-go
en el programa de las fiestas de Icod de 1977, llegara a la conclusión,
que parece fuera de toda duda, de que ambas disposiciones reales hacen
referencia al rey de Icod don Enrique, cuya libertad promovió el procurador
de los pobres de la Corte, bachiller de Sepúlveda.
D 5 Wolfel conoció ambas disposiciones, como luego veremos, pero
las atribuyó al último rey de Adexe.
Nosotros, en La f m l h del rey Bentor, pág. 423, diJimos que segura-mente
los jefes de los bandos de guerra habían sido esclavizados por Alonso
de Lugo, criteno que debemos rectificar, de una parte por lo ya indicado,
de otra, porque no debió quedar en manos de Lugo la suerte de ios men-ceyes
vencidos, sino en la de los Reyes Católicos.
Rumeu de Armas, al refenrse al rey entregado a Venecia, a.ñade que el
conocimiento de lo que ocurriera al mismo «nos invita a sospechar que aná-loga
situación les estuvo deparada, aunque ignoremos -acaso para siem-
176 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 3
Con arreglo al Derecho Común, vigente en la Castilla bajomedie-val
y de comienzos de la Modernidad, el cristiano podía hacer cau-tivo
y esclavo al infiel que aquél conquistaba. Sin embargo, por vo-luntad
reiterada de los Reyes Católicos, influidos, especialmente doña
Isabel, por la doctrina de una minoría destacada de teólogos, estos
reyes de los bandos de guerra debieron quedar jurídicamente libres,
lo que era compatible con la sumisión a potestad señorial. Se era
libre si se era cristiano, pero era hombre de señorío. La condición
del hombre de señorío fue variable, de hecho: dependía de la du-reza
del señor, de la posibilidad de control de la misma por parte
de la administración regia, como ocurrió con este don Enrique; de
la persistencia y seriedad con que la autoridad eclesiástica ejercie-ra
su misión tuitiva. Las leyes nada decían, pero en la práctica esa
presunta libertad podía confundirse con la virtual servidumbre y
así pudo ocurrir con algunos de estos menceyes y así ocurrió con el
de Icod, hasta la intervención del procurador de los pobres de la
Corte.
No obstante, si bien éste y los otros fueran hombres libres, aun-que
de señorío, tenemos la evidencia de que, pese a los términos de
la ejecutoria citada, si pretendió o hubiera pretendido don Enrique
volver a su tierra, no hubiera sido autorizado.
A diferencia de los reyes de los bandos de guerra, los de los
bandos de las paces debieron quedar en la situación,de libres, sin
limitaciones, ni entrega a un sefior, pero, de hecho, la de cada uno
debió ser distinta. Que sepamos hasta ahora, sólo fue libre, vivió en
su isla y en ella murió don Diego de Adexe.
Veamos lo que sabemos, o no sabemos, de los otros tres de los
bandos de las paces: del de Anaga, del de Abona y del de Guimar.
a) Don Fernando de Anaga.
A Rurneu de Armas se debe lo que conocemos de este rey indí-gena.
Seg~runlentrp rrsrntu.Jo a !es F,ryes Cató!iros en Mmuzán, re-pre-
el lugar de confinamiento y residencia de cada uno de los belicosos
monarcas» (CTmqz&ta, págs. 346-547).
Sobre la actitud de la reina doña Isabel para con los inüígenas Canarios,
la citada obra de Rumeu de Armas, La poZitica im&gmista.. , phgs. 29-147.
4 LEOPOLDO DE LA ROSA
gresó a Tenerife. Incitativa de 22 de febrero de 1502, dirigida al go-bernador
de Gran Canaria para que haga justicia en virtud de de-nuncia
de don Fernando de Anaga contra el Adelantado, en la que
dice q u e al tiempo que, por nuestro mandado, se pasó de la dicha
ysla de Tenerife a esa ysla de la Gran Canana», no le dejó pasar
su hacienda y le tomó dos esclavos y la mitad de sus ganados, entre
otros agravios, precisa algunos particulares de lo que ocurriera.
¿Qué motivó su destierro de Tenerife y su confinamiento en Gran
Canaria? No lo sabemos. Alonso de Lugo así lo consiguió de los Re-yes
Católicos: <por nuestro mandado», dicen.
Hay pruebas de la actitud cautelosa del mencey de Anaga cuan-do
el segundo desembarco de Fernández de Lugo. Según el testimo-nio
del conquistador Juan Baxo. el capitán de la conquista mandó a
don Fernando Guanarteme para atraérselo, el que tuvo que «ir dos
veces al dicho rey de Naga entre los guanches, hasta que hizo venir
al dicho rey de Naga al real de los cristianos».
Es posible que las paces con este bando, más que concertadas con
su rey, lo hubiesen sido con guanches principales del mismo, como
los Ibaute, quienes después de la conquista obtuvieron buenos repar-timientos
y se situaron bien entre los nuevos señores. Está probado
que, dominada la isla, indígenas de éste y otros reinos de las paces
fueron indebidamente esclavizados por Lugo y que guanches de los
bandos de guerra procuraron refugiarse en aquéllos. Puede pensarse
que la actitud de don Fernando de Anaga con el Adelantado no fue-ra
lo sumisa que pretendiera y que Lugo 10 acusara, con alguna
razón, de proteger a los «alzados» s.
Los hijos de don Fernando de Anaga, don Diego y don Juan, de-bieron
seguirle a Gran Canaria y vivían en Arguineguin en el 1505,
aun cuando al año siguiente el primero había vuelto a Tenerife, don-de
se hallaban ambos en el 1508 4. El tercero, don Enrique, sin duda
el de más recia personalidad, fue «denunciador de los guanches li-
8 A. P*'&%ex Ue A-m, Le c-Qz&~~ d~ Tew.fite; Aula de Cultura de
Tenerife, 1975, págs. 103 y sigs., 340 y sigs.
4 Ellas Serra Ráfols, La rqoó1u& &e Zas idas CumrZas, en «Anua-rio
cTe Estuaios Medievales», 1968, pág. 421, y A. Rumeu, Cmquista, pá-gina
342. En nuestro trabajo La familia del rey Bentor, IIamamos equivo-cadamente
Pedro a Juan, el hijo del rey de Anaga.
178 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 5
bres, que fueron vendidos por cativoss, como hemos dicho en nues-tro
anterior trabajo.
b) El rey de Abona.
Cuando en el 1506 Jorge Grimón hizo unas informaciones ante la
justicia de la isla para probar sus méritos y servicios, testigo tan
cualificado como el conquistador Hernando de Trujillo, «El Teniente
Viejo», declaró que «vio que el señor Adelantado envió al dicho Jor-ge
Grimón con nueve espingarderos a las partes de Abona e luego
se rindieron los isleños de aquella bandas 5. Esta intervención se
debió producir cuando tenía lugar una de las operaciones de limpie-za
realizadas inmediatamente después de finalizar la lucha con los
de Taoro y sus aliados. Algunos autores han supuesto, y cabe en lo
posible, que se hizo precisa porque guanches de los bandos de gue-rra,
pretendiendo escapar, se habían refugiado en el de Abona, pero
la verdad es que no estamos completamente seguros: «e luego se
rindieron los isleños de aquella banda», acabamos de ver que dija
Hernando de Trujillo.
Por otra parte, está documentado por diversas provisiones regias
de marzo de 1498, que kugo había apr.esado indebidamente antes de
tal fecha a guanches de los bandos de Adexe, Abona y Güímar y de-bemos
preguntarnos cuál fuera la reacción de sus tres reyes ante
estos hechos incalificables. ¿Defendería el de Abona a los suyos y
esta actitud le costó el no poder volver a su tierra?
Lo único cierto es que había muerto antes del 27 de mayo de 1507
y que tenemos noticias de una hermana suya y de cuatro de sus
hijos O.
5 Buenaventura Bonnet, Jmge CrZ& y la reníZM &E Sur de Te-aertte,
en «Revista de Historia», níim. 41, enero-marzo de 1938. Las infor- i-i.i.,a,:b-r..v..u,.r u U2=- uT*v--r- e c u,-,r&-uL..i iuii, eii h3:i~tecaU U: iá ñezli Sücie¿iaY Ecüiiúmi-ca
de Amigos del Pafs de Tenerife, «Casa de Nava y alianzas», leg. 6.
e Completando las noticias que dimos en las Notos sobre los hijos del
rey de Abona, añadiremos que su hija doña Constanza estuvo casada can
otro «natural», Bartolomé Enriquez, como resulta de poder que éste otorgó,
ante Hernfm Guerra, el 27 de noviembre de 1511.
Nkm 25 (1979) 179
6 LEOPOLDO DE LA ROSA
Las incógnitas sobre el mencey de este bando son aún mayores.
No hay noticia documental suya, ni de ninguno de sus familiares,
después de la conquista. Historiador tan veraz como fray Alonso de
Espinosa que, como ningún otro de los primeros cronistas, pudo co-nocer
lo que ocurriera en este bando, al que pertenecía la playa en
que se encontró y veneró la imagen de la Candelaria, en cuyo con-vento
residió y que conocló a nietos de los que habían sido testigos
de la conquista, castellanos y guanches, en el capítulo tercero del
libro 111 de su obra afirma que, después de la derrota de Acentejo,
Alonso de Lugo, «a sus aliados y amigos del reino de Guímar, con
engaño y doblez ... y convidándoles ... para que entrasen en sus na-
-vz1-u.u. -pA-a.. la -v---ul..- luu, e- -uLL- -a, 31- Iuu UA--¡c-- uIilu, a-l--u..,.-a l u u -v-,.l-a- a u y l!evarm a Esijafia
gran cantidad de ellos, para venderlos como cautivos».
Comentando estas palabras del dominico, el profesor Alejandro
Cioranescu advierte que «el cautivar a los guanches enviados de
Güímar es cosa que sin duda no desentona de cuanto sabemos de
Lugo; pero es difícil admitirlo para este momento preciso, en que,
desbaratado en Acentejo, Lugo no tenía interés en hacerse con nue-vos
enemigos» 7, y Rumeu de Armas estima que «el hecho que aquí
se registra y condena es sustancialmente cierto, aunque hay que re-trotraerlo
en un par de años y reducirlo en dimensiones» 8. Se pre
dujo, seguramente, al finalizar la conquista
Las opmiones de ambos historiadores no ofrecen dudas, pero hay
que añadir que el P. Espinosa, al final del capítulo octavo del mis-mo
libro 114: de su Hzstoria, añade que, cuando el segundo desem-barco
de Lugo, dos del reino de Guímar, escarmentados de lo que
con ellos avían los españoles usado la jornada pasada, se mostra-ron
esta vez neutrales, estando a la mira en un monte, hasta ver
por quien quedaba el campo. Y viendo que los de Tegueste, Taco-ronte
y Taoro avían llevado lo peor, e ivan en huída, se juntaron
con los españoles, sirviéndoles con lo que en la tierra avía, con mu-cha
voiuniacj y fidelidad».
7 A. (=ioranescu, en la e&ción de la Hwtoria de viera y Clavijo por
Goya Ediciones, 1963, nota en la p&g. 636.
8 A. Rumeu de Armas, Conqubta, pág. 201
180 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 7
Ahora bien, aunque el motivo no fuera el que supuso Espinosa,
cabe en lo posible que, ante la primera derrota de los castellanos,
crecido el prestigio de Benitomo, todos o parte de los guanches de
G ü í a r adoptasen una actitud espectante.
Aun en el supuesto de que este hecho no se hubiera producido, lo
que sí está fuera de toda duda, hemos de reiterarlo, es que cuando
Lugo no necesitó de los bandos de las paces no tuvo escrúpulos en
tomar a cuantos guanches pudo de los mismos, para lucrarse de su
venta como esclavos. El rey de Güímar pudo reaccionar contra tal
abuso y hubo de seguir camino análogo al de h a g a , pero ni Espi-nosa,
ni los documentos que conocemos nos dan indicio alguno.
Tenemos noticias de dos guanches principales de este bando. Uno
de ellos, Miguel de Güímar, casado con doña Isabel, hija del rey de
Abona, con seguridad antes de la conquista, que no debió ser escla-vizado
y consiguió del Adelantado importantes repartimientos de tie-rra
en Candelaria: el 19 de noviembre de 1512, un cahiz de tierra,
con una cueva y el 7 de enero de 1514 dos cahices más, que «eran
canpo de los guanches» 9.
El otro, Andrés de Güímar, que cautivado fue esclavo del regidor
Fernando de Llerena, con cuyo apellido fue también conocido. Aho-rrado,
parece ser que Alonso de Lugo volvió a esclavizarlo, por lo
9 EUas Berra Ráfols, Las datas de Tenerife:, aFontes Rerum Canaria-rum
», XXI. Estos documentos tienen los números 40 y 1.086, respectiva-mente.
En adelante, cuando citemos algún albalá de repartimiento tomado
de esta obra, nos Iimitamos a indicar el ntimero con que figura en Ia misma.
Miguel de mímar tuvo un hijo de su matrimonio, Pedro Miguel, que
se casó y veló en la Concepción de La Laguna, por el 1514, con Marfa Ner-nandez,
seguramente tambi6n indígena, la que, viuda, otorgó testamento en
Candelaria, ante Sancno de Ürtarte, ei B de marzo de 1574, en el que de-clara
cuándo y dónde se había casado, los bienes que su marido había he-redada
de su padre, funda capellanía y ordena que se haga una pila de
agua bendita para la iglesia de San Blas, «conforme» a la de Nuestra Se-nora
de Candelaria. Había tenido cuatro hijos, dos de ellos habían muerto
cuando testb, Juan Miguel y Agueda Fkrez, la que había dejado cuatro hi-jas
de su iiiati;imonio con Pedro Gonzáiez; Diega ivíorenq faiieciüo en i576,
dejó hijos de su matrimonio con Luisa González, «natural», y el cuarto lla-mado
Miguel HernBndez, que en el 1576 y ante el mismo escribano, en
unión de su mujer Isabel González, doto a su hija Francisca Pérez, que iba
a casarse con D~ego Rodriguez (AM. de La Laguna, reg. de Urtarte, fe
lios 160, 339 v., 691 y 737).
Núm 25 (1979) 181
8 LEOPOLDO DE LA ROSA
que, al tomar Lope de Sosa la residencia al Adelantado, Andrés se
querelló en su contra y Lugo fue condenado al pago de 50.000 mara-vedí~,
e n que se había tasado «el rescate e premio e todo lo demás
que diz que perdiste en ganar». Don Alonso apeló de la sentencia y
una Cédula de emplazamiento a Andrés de Güímar, de 9 de diciem-bre
de 1508, para que se personase en la apelación nos permite co-nocer
el resultado de la sentencia lo. Como es sabido, este indígena
se casó con una hija del rey de Adexe, siguió manteniendo buenas
relaciones con su antiguo dueño, Fernando de Llerena, pero conti-nuaría
defendiéndose del Adelantado y defendiendo a los de sus raza
y, para evitar las represalias de Lugo, hubo de solic~tar y obtuvo
una carta de seguro en el 1515 ll.
d) Las familias de los menceyes.
Si, en principio, los familiares más cercanos de los reyes de los
bandos de las paces: mujer, h ~ o s h, ermanos, al menos, no sólo fue-ron
libres, sino que se les concedió, o usaron, el «Don», en cambio
las de los menceyes de los bandos de guerra sí pudieron ser redu-cidos
a esclavitud, como está probado en el caso del hijo del rey
Bentor 12. Pero también sabemos que algunos parientes de los reyes
de estos bandos, o no esclavizados o después de ahorrados, también
usaron el «Don», como en los casos de don Pedro de Tacoronte o don
Juan de Tegueste.
Realmente, no conocemos si hubo concesión del «Don» y de cuál
fuera la regla para su uso
Nada vamos a añadir a lo que Rumeu de Armas recoge, con todo
detalle. en la página 403 y siguientes de su obra La conquista de Te-nemfe
sobre la desleal conducta de Alonso de Lugo para con los guan-
10 Arch. Simancas, Registro del Sello.
11 Notas, pag. 9, y Rumeu, Colzqwta, pág. 346
12 El AdeZantado D. Alonso de h g o ,y su reszdelzna por Lope de Sosa,
«Fontes Rerum Cananarum», 111, Instituto de Estudios Canarios, La La-guna,
1949, págs. 33 y 99.
182 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 9
&es de los bandos de las paces, finalizada que fue la resistencia
del rey de Taoro y sus aliados.
Que apresó y vendió o intentó vender como esclavos a tales in-dígenas
está documentalmente probado por provisiones reales de
marzo de 1498, a las que ya nos hemos referido, dadas a conocer
por Wolfel y por Rumeu, quien recoge asimismo las declaraciones
de los testigos de la Reforma)ción, de 1506, entre ellas la del con-quistador
Francisco de Albornoz, que al contestar a la pregunta del
Licenciado Ortiz de Zárate de si los vecinos de la isla habían sido
bien tratados, dice que «el dicho Adelantado fizo traer ante si a los
guanches del reino de Anaga, en que podía aver entre hombres y
mugeres doscientas ánimas poco más o menos, los quales heran de
paces mucho tienpo avían y en la dicha conquista ayudaron a con-quistar
a los otros en fabor de Sus Altezas e del dicho Adelantado,
e que non se acuerda si los tornaron cristianos o non, pero que vio
como los captivaron e les repartieron por esclabos e los enbarcaron
e los llevaron a vender; e asimismo se acuerda que al dicho tienpo
el dicho Adelantado fizo parecer ante sí fasta doscientos guanches,
entre honbres e mugeres e niños, los quales heran del reino de Ade-xe
e de los de las paces e asimismo ayudaron a conquistar a los
otros, en esta manera e con tal engaño que, como estavan escar-mentados
de lo pasado, pusieron en un corral cerrado de piedra un
honbre que se dize Francisco de Sepúlveda e cubriéronlo de ropa e
dixeron que era el Adelantado e que los Ilamava para que se vi-niesen
a tornar xristianos, que estava allí el obispo, e después los
tuvieron dentro del corral los cabtivaron e los repartieron y enbar-caron
por cabtivos» 13.
Añadamos, a título de curiosidad, que el Francisco de Sepúlveda,
al qUe hicieron pasar por el Adelantado y que, según fray Alonso
de Espinosa, era «primo de Luis de Sepúlveda, del Consejo de Su
Majestad», terminada la conquista, fue mercader en La Laguna y
cofrade en el hopital de Santa María de la Antigua y su hija
Francisca de SepúIveda casó con Juan Fernández, hijo de Juan de
Tegueste, sin duda de la familia del rey de este bando, ya que en
algún documento se le da el «Don>>E. stos fueron padres de Francis-
13 RefolrnacZóm deB rqartwniento de T-fe en 1506, Wontes Rerum
Cananarum», Vi, pág. 94.
Núm 25 (1979) 183
10 LEOPOLDO DE LA ROSA
co Hernández de Sepúlveda, al que se llama en las escrituras erna-tural
» y en 1576 era mayordomo de la casa y ermita de Nuestra Se-ñora
del Socorro 14.
En el ano 1558 el gobernador de la isla Hernando de Cañlzares se
vio obligado, en virtud de orden real, a practicar información testi-fical
sobre la comarca de Adexe, cuyo señorío pretendía Pedro de
Ponte 15.
Uno de los que deponen, el indígena Juan de Bonilla, declaró que
«el término de Adexe se estiende desde el malpaís de Isora hasta la
raya de Abonas. Por el primero de estos límites ha de entenderse
una de las zonas asoladas por corrientes de lava, de las que hay
más de una en el hoy término municipal de Guía de Isora. Pensa-mos,
sin poderlo asegurar, que fuera la cercana al actual goblado
capital de dicho municipio, entre el mismo y el barranco de Teji-na
16. Un albalá de repartimiento de tlerras de 27 de octubre de
1512 dice: «Un pedazo de tierra en que puede haber sesenta fanegas
de sequero en el Reino de Adex, linderos de la parte del malpaís
14 Francisco de Sepiilveda tuvo repartimientos en San Lázaro, Taco-ronte
y Taoro, y celebró un curioso contrato con un guanche. Pero Negrín
de Tegueste, ante Juan Ruiz de Berlanga, el 12 de septiembre de 1507, por
el que trueca una esclava negra por otra suya, guanche, María de Guímar,
con la condición de que Negrín se casara con ella en plazo de ocho días,
quedando sin efecto lo convenido si no lo hiciera.
A. Cioranescu, Antonio de Vzana, Conqwista de Temerzfe, li, ptig. 338;
Manuela ifiarrero, Protocolo de Juan Ruw de Berlanga, «Fontes R. C»,
XVñI, doc. núm. 125.
De los documentos del protocolo de Sancho de Urtarte, en el Archivo
Municipal de La Laguna, consta que Francisca de Sepúlveda se contrató para
<enseñar y doctrinam a una menor y que su hijo Francisco estaba casado
con otra <natural», Gaspara Hernández, y había sido nombrado mayordomo
de --ostra spfinr3 del Socorro por el visitador don Juan SaIvay, folio 748
vuelto
15 AML, S-L; R-Vi, 5.
l e Escribimos «Adexe», no como hoy «Adeje», porque en todos las do-cumentos
de fmes del xv y comienzos del xvI lo está con «m, no con «J».
En cambio, Tejina se escribía con q» o con «g»
184 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 11
de Izora los auchones que están en el cantón del dicho malpaís e
de la otra parte el barranco de Tegina~ (núm. 1.286). En otro de 4 de
agosto de 1504 el Adelantado da «Un barranco de agua que se dice
Tágara, en el término de Adexe y va a dar al barranco de Tejina»
(número 209).
El otro límite de este reino, da raya de Abona», puede intentar
fijarse, con aproximación, por otras datas. En una, de 11 de julio
de 1504, Lugo reparte «un río o arroyo de agua, con todas las tie-rras
que con dicha agua se pudieren aprovechar, la qual es en esta
isla de Tenerife, que se llama, en la lengua de Tenerife, Chasna y
junta los términos entre el reino de Abona y el reino de Adex» (nú-mero
553). En otra, de 4 de mayo de 1509, da unas tierras «en el
reino de Edexe, linda con la fortaleza de Ayyo en la ladera della e
de la parte hacia Abona hasta donde entran las vacas de Pedro de
Hervás» (núm. 1.264) y en una tercera, de 1 de marzo de 1512, re-parte
unos terrenos en tAdexe, término desta isla, que a por linde-ros
las fortalezas e de la parte de Abona un morro alto» (núm. 102).
El límite actual entre los municipios de Guía de Isora y Adeje
procede de la división de los beneficios eclesiásticos de la isla que
hizo el obispo don Diego de Muros en 1498, que la fijó, por el Sur en
el barranco de Erques, por lo que hay que llegar a la conclusión de
que Juan de Bonilla, cuando declara los del «término de Adexe», se-guía
pensando en los que tenia antes de la conquista.
Fray Alonso de Espinosa, generalmente bien informado, como es
sabido, afirma que «Muchos años estuvo esta isla y gente della su-jeta
a un solo rey, que era el de Adexe, cuyo nombre se perdió en
la memoria, y como llegase a la vejez, a quien todo se atreve, cada
qual de sus hijos, que eran nueve, se levantó con un pedazo de tierra,
haciendo término y reino por sí» y añade que quedó por rey de Ade-xe
Atb~tocazpe. En análogos términos se expresa Leonardo Sorriani '*,
Como afirma Rumeu de Armas, el primer escritor que se hace
eco de la división de la isla en nueve reinos es el navegante vene-ciano
Alvise de C& da Mosto, que no estuvo en Tenerife, pero que
visitó las islas de La Gomera y El Hierro en 1455, por 1s que cabe
l7 Fray Alonso de Espinosa, Histoma d0 Nuestra Señora de CannEe1a.-
m, Goya Ediciones, 1952, págs. 40-41. Leonardo Torriani, DescrLpfi e
h/istM del Reino de !ea I8lm Cfamcvrim, Goya Ediciones, 1959, pág. 177.
12 LEOPOLDO DE LA ROSA
deducir que esta información se la proporcionó Diego de Herrera 18.
Con posterioridad, escritores y documentos confirman plenamente tal
división.
Tanto Torriani como Espinosa aseguran que la sucesión real en
Tenerife «no era de padres a hijos, sino que SI el rey que a la sazón
reinaba tenía hermanos, aunque tuviese hijos, no heredaban los hi-jos,
sino el hermano mayor y éste muerto, heredaba el otro herma-no
y así hasta que no quedaba hermano alguno, y entonces volvía la
herencia del reino al h~jo mayor del primer heredero, y así de uno
en otro iban sucediendo» 19.
Hay que pensar, pues, que el rey de Adexe en e! momento de la
conquista, cuyo nombre indígena ignoramos, pues el de Pelinor no
deja de ser una licencia poética de Antonio de Viana, pero que se
llamó en el bautismo don Diego, descendería de Atbitocazpe, pero en
un grado que ignoramos. Si la isla estaba dividida en nueve reinos
antes de 1455, hay que deducir que entre Atbitocazpe y don Diego se
sucederían más de un mencey en este bando.
Está documentado que Pedro de Vera, con anter~oridad al 1490,
había concertado paces con los reinos de Güímar, Abona y Adexe
Mucho antes los habitantes de la isla, posiblemente con mayor fre-cuencia
los de los bandos del Sur, sufrían los asaltos de europeos
en busca de mercancía humana y está probado que un Francisco de
Adexe había tomado parte en la conquista de Gran Canaria 21. Sin
duda se trataba de un antiguo esclavo que libertado o para libertar-se,
se enroló entre los que combatieron junto con Pedro de Vera.
En los años inmediatos posteriores a finalizar la conquista el an-tiguo
reino de Adexe debió quedar casi despoblado. Aún en el 1558
los testigos de la información a la que nos hemos referido así lo
declaran: Juan de Bonilla afirma que es «tierra de arenales y muy
seca». Nunca ha visto ni sabido que en las dichas tierras se pudiese
sacar ningún fruto de trigo, cebada, centeno ni otra semilla El he-
1s A. Rumeu, Cmqwista, pág 156
le Espinosa' pág. 41; Torriani, pág. 177.
20 A Rumeu, La poZitica incZzgenWa de Isabel la CTatóZica, pág. 81
21 Archivo de Simancas, R. G. S cedula de 20 de nov~embre de 1483,
que confirma adquisiciones por Batista de Riverol, entre ellas unas casas
que había comprado a Francisco de Adexe, vecino de Gáldar, que le ha-bían
sido dadas por Pedro de Vera por su participación en la conquista
186 ANUARIO DE E S T U D I O S ATLANTICOS
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 13
redamiento de Pedro de Ponte, casa e ingenio, es lo más importan-te
y casi la única tierra de provecho. Lo que llaman el río de Adexe
.es el barranco por donde sólo corre el agua cuando llueve, y otro
indígena, Juan de Regla, afirma que «no hay ninguna población, an-tes
ha visto que es tierra despoblada y que no hay lugar junto, si
no es de algún vecino que mora en alguna casa o cueva, donde tiene
su ganado cabruno u ovejuno ..., que en el término de Adexe viven
quince o veinte vecinos y que no están juntos a manera de pueblo,
sino tendidos y apartados unos de otros, desde el principio de la
raya de Abona hasta el malpaís de Isora».
No obstante, en el 1560, dos años después de las anteriores de-claraciones,
se creó la parroquia de Adexe y en la tazmía hecha en
febrero y marzo de 1561 se dice que en Adeje había 36 vecinos, y
310 personas. Y ya en 1530 había iglesias, seguramente muy modes-tas,
en el Río de Adexe y en Taucho 22.
Es sabido que el antiguo rey de Adexe fue el único de los menceyes
,de los bandos de la isla que continuó, finalizada la conquista, viviendo
,en Tenerife hasta su muerte.
Acabamos de referirnos al despreocupado proceder de Alonso de
Lugo para con los indígenas de los bandos de las paces, cuando ya
no los precisó y de una forma particular para con los de Adexe y
hemos de preguntarnos, de una parte, cómo reaccionaría don Diego
ante el atropello de sus súbditos, de la otra, cómo eludiría el destie-rro,
del que no pudo escapar, que sepamos, al menos don Fernando
de Anaga. fue más hábil, más débil, más condescendiente? No po-demos
contestar por falta de noticias ciertas. Lo único que sí po-demos
asegurar es que más de una vez tuvo que sentirse arrepentido
de la actitud que adoptó. Si las víctimas de la conducta de Lugo fue-ron
en un principio las gentes de su bando, pronto don Diego sufri-ría
en su propia carne su situación; pese a lo que pese, de vencido.
2i2, J. Núilez de la Peña, Coquiata y mti~edcccEes de ras islas de la
Gran Canaria, Madrid, 1676, pág. 490.
Sobre las iglesias del Río de Adexe y Tauoho, vid. m% adelante el tes-tamento
de María de Lugo.
14 LEOPOLDO DE LA ROSA
La antigua condición de jefe de un pequeño estado pastoril, con to-dos
los peligros de las incursiones piráticas y de las envidias y lu-chas
con los otros bandos, quedaría oscurecida con la sumisión a un
conquistador sin escrúpulos y a sus desaprensivos compañeros.
Los Reyes Católicos lo defenderían sin vacilaciones, si a la Corte
llegaban sus quejas, pero los monarcas castellanos quedaban lejos,
las posibilidades de acudir a ellos eran difíciles y Lugo hacía todo
lo posible por entorpecerlas. No obstante, don Diego no dejaría, en
algún momento, de conseguir ser oído y que se le hiciera justicia.
Cuando en abril del 1506 el Licenciado Juan Ortiz de Zárate, con
el título de reformador de los repartimientos de las islas de Gran
Canaria, La Palma y Tenerife, recibió declaración a diversos testi-gos
en la villa capital de esta última isla sobre extremos, en tantos
casos, que nada tenían que ver con su misión, por suerte para la
curiosa posteridad, el regidor Lope Fernández, de cuya amistad con
el Adelantado no puede dudarse, dijo, entre otras cosas, que «Ge-rónimo
de Valdés forcó una fija del rey de Adexe e a otra e otras
dos, por la qual dixo el dicho Gerónimo de Valdés que se iba a Ber-bería,
porque este testigo estaba allá a la sacón», y por ello lo supo,
y Francisco de Albornoz afirmó que «Gerónimo de Valdés, sobrino
que se dice del Adelantado, que forcó a una moca guanche, fija de1
rey de Adexe e que oyó dezir que sobre esto el Adelantado lo avía
desterrado a Berberís» 23.
Tres años después, en marzo de 1509, en el juicio de residencia
que se siguió a Fernández de Lugo, en uno de los capítulos del me-morial
de descargos del Adelantado, éste dice, al responder a acu-sación
de Alonso Sánchez de Morales, «Menos enpece al dicho mi
parte lo que el dicho Alonso Sánchez quiso decir de lo de la Reyna
de Adexe, que se avía venldo a auexar su marido de Gerónimo de
Valdés, seyendo theniente la avía tomado por fuerca e lo avía the-nido
preso dos días e lo avía suelto ... porque el d ~ h oAd elantado,
siendo theniente el dicho Gerónimo de Valdés por esto se podí-i. abs-tener
de le castigar, no enbargante esto, le quitó la vara e lo tuva
preso, por sólo el dicho de la gente e que aunque esto no se prov6
lo desterró a Tagaoz, donde estuvo más de ocho meses». En la pre-gunta
22 del interrogatorio de los testigos de Alonso de Lugo se dice.
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 15
.«si saben etc. e conoscieron a una guancha natural desta isla que se
nonbraba la reina de Adexe e si saben que porque se querelló del
thenlente Gerónimo de Valdés d~ziendo que se avía querido hechar
a una su hija, que aunque esto no se provó ni averiguó, le quitó la
vara de la justicia e lo desterró desta isla e nunca más se la vol-v1Ó
» 24.
Por los acuerdos del Cabildo consta que Valdés era teniente de
gobernador desde el 15 de agosto de 1498, en el que continuó hasta
el 13 de enero de 1500, pero ya el 19 del mismo mes lo ejercía Her-nando
de Trujillo y Valdés no volvió a asistir a los Cabildos hasta
el de 19 de diciembre siguiente, ya como simple regidor, no como
teniente de gobernador. Rumeu deduce que el hecho del que se
acusaba a Valdés debió producirse en 1499 ".
Aunque los textos no son claros, parece ser lo más seguro que el
forzamiento lo realizó Valdés en una de las hijas del rey don Diego.
Hasta el 1504 no conocemos repartimientos hechos a favor del an-tiguo
rey de Adexe. El 11 de julio de dicho año sería el propio Val-dés,
en unión de Guillén Castellano, Francisco de Espinosa y Andrés
Suárez Gallinato, como delegados del Adelantado, quienes dieran a
don Diego 30 fanegas de tierra, con su agua, del río de Chasna, «que
es en el Reino de Adexe», o sea dentro de los que habían sido sus
dominios, data que confirmó Fernández de Lugo el 11 de julio de
1504 y ratificó el 11 de marzo de 1505 (núm. 845).
El 5 de octubre del mismo año 1504, el propio Adelantado dio,
además, a don Diego «un barranco que se llama Masca, con sus
tierras y aguas, para vuestros ganados e para que fagais vuestras
heredades, salvo tres fanegas que di a Pedro Talavera y lo demás
destas tres fanegas vos do y vos fago merced dello e mas os do
cien fanegas de sembradura de sequero que es en Taxo, abajo Arjo»
(número 855), o sea el actual Erjos, en el que ya se llamaba el valle
de Santiago
Pese a ello, las relaciones entre Lugo y don Diego no serían cor-diales.
Seguramente en el mismo año 1504 o comienzos del siguiente
don Diego había elevado quejas a los reyes de Castilla: «sepades
-dice la Cédula de comisión- que don Diego, rey que fue de Adexe,
24 E1 Adela~tado, págs. 11-12 y 68.
25 ConquSta, pág. 344.
16 LEOPOLDO DE LA ROSA
me fizo relación ... diziendo que Alonso de Lugo, nuestro governa-dor
... lo tiene a él e a toda su hacienda por fuerca, no aviendo cab-sa
ni razón para ello». Los Reyes, desde Segovia, el 5 de junio de
1505, ordenaron al gobernador de Gran Canaria que, da verdad sa-vida
», hiciera justicia 2G.
En el descargo 38 de la residencia que Lope de Sosa le siguió a
Lugo, el procurador de éste dice. «no enpece al dicho señor Adelan-tado
lo que algunos testigos quisieron decir que avía tomado cier-tas
cabras al Rey de Adexe, porque sobre lo susodicho hay proceso
en residencia e por el paresce lo contrario e como el dicho llamado
Rey de Adexe se enbarcó sus cabras e se aprovechó dellas e hizo
dellas lo que quiso». Aunque no conocemos tal proceso, seguramente
a lo resuelto en el mismo se refiere la condena del Adelantado a pa-gar
a los hijos del rey de Adexe, ya fallecido, 40 000 maravedís 2'
Don Diego debió morir en el verano o a comienzos del otoño del
1505, pues en el acta del Cabildo de 17 de noviembre de tal año los
regidores se quejan de la actitud de los «herederos del Rey de Ade-xe
», porque incumplían ordenanza sobre la carne.
¿Qué fue de la reina de Adexe y cómo se Ilamó? Seguimos ig-norándolo.
La única noticia documentada que de ella tenemos es la
ya referida de su queja contra Jerónimo de Valdés.
Los HIJOS DEL REY DON DIEGO
En nuestro trabajo publicado en 1956 citábamos como hijos de
don Diego a los siguientes: Alonso, Fernando, Diego, Inés y María.
Debemos rectificar y si bien confirmamos los nombres y filiación
de los tres primeros y el de María, hemos de añadir el de Pedro
y aclarar que la que entonces llamamos Inés ni parece que fuera
hija del rey de Adexe, ni se Ilamó Inés, sino Isabel. Por otra parte
no sabemos quién ni qué fuera de la hija de don Diego a la que
forzó Jerónimo de Valdés.
26 Rumeu, Conquista, pág. 474
27 Escritura otorgada ante HernAn Guerra, el 5 de octubre de 150K
Protocolos del escribano Hernún Guerra, aFontes Rerum Cananarum», VII,
1958, núm 998, extractos por Emma González Yanes y Manuela Marrero,
190 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 17
Debemos advertir que así como a los hijos varones del rey de
Adexe se les da en algunos documentos el «Don», en todo caso a don
Pedro; no así a María, salvo, en cuanto a ésta, en una Cédula Real
que suponemos-se refiere a la misma.
Vamos a ver lo que sabemos de don Alonso y don Fernando, para
hablar luego de los restantes.
A don Alonso y a su hermana María parece referirse, como aca-bamos
de decir, una cédula de emplazamiento de 9 de diciembre de
1508, que aparece en el Registro del Sello, para que «don Alonso y
doña María, vecinos de Tenerife~, se personaran ante el Consejo
Real, en apelación que había interpuesto el Adelantado de sentencia
dictada por Lope de Sosa, por la que lo habia condenado al pago de
4O,OliO maravedís por ciertas cabras que le habia tomado. Posible-mente
se refería al mismo pleito que antes mencionamos 28. Don
Alonso estuvo casado con otra indígena, bautizada con el nombre
de Catalina Fernández, como resulta de escritura que figura en los
Ubros de Datas, de 1 de enero de 1518, que comienza: «Digo yo,
AIonso Dias, vecino de Tenerife, hijo del Rey de Adexe, que por
quanto yo vos so en cargos a vos Juan Delgado, vecino della isla
de Tenerife, mi primo, de ciertos mrs. y ansimesmo por otros car-gos
que de vos tengo de buenas hobras que de vos e recibido, ave-mos
por bien e nos plaze a mi y a mi muger Catalina Fernández y
nos plaza de vos dar a vos el dicho Juan Delgado seis fanegas de
tierra ... en el barranco de Maca (por Masca) ... » (núm. 1.214).
En unión de su hermano Diego y de otros guanches, dio poder a
Antón Azate, el 5 de enero de 1514, para que los representase en
la defensa de sus derechos, poder que fue presentado en C2bildo
de 21 de mriyo sigi'ie~te, El 31 de julio del año anterior, se había
constituido en fiador de su hermana María, como tutora y curadora
de los hijos del primer matrimonio de ésta; en Buenavista y ante
Benito Sánchez dio poder, el 8 de marzo de 1518, a favor de su
primo Juan Delgado 29 y por escritura ante Alonso de Llerena, de
2s En relación a este pleito, seguramente es la escritura de transacción
de don Alonso y su cuñado Andds de Güímar, de 29 de abril de 1509, con
Antón de Ortega. sobre las doscientas cabras sobre las que su padre t e a
pleito con el Adelantado, que citamos en nuestro anterior trabajo.
28 AHP, leg. 2.025, fol. 293.
Núm 25 (1979) 191
18 LEOPOLDO DE LA ROSA
26 de noviembre de 1521, consta que la tercera parte de las cien
fanegas de tierra en Taxo (Valle de Santiago) que heredara de su
padre, las había vendido a Gonzalo de Guadalcanal. No tenemos de
este hijo de don Diego otra noticia documentada.
De don Fernando Díaz, su hermano, ya dijimos en el anterior
trabajo que había sido instituido heredero por su primo y homónimo *
Fernando Díaz. Casado con otra indígena, Bárbara González, cuan-do
ésta, ya viuda, iba a contraer segundo matrimonio con un Juan
de Adexe, fue nomb~ado tutor de su hija María su hermano don
Diego, en el 1514. En el testamento que este don Diego otorgó el 20
de agosto de 1519 declara que aún era tutor de su citada sobrina y
seguía siéndolo el 31 de agosto de 1520, fecha en la que un Juan del ::
N Hierro, ante Alonso Gutiérrez, reconoce que debía 30 cabrillas a
Diego Díaz, como tutor de María, la hija de don Fernando. U
d
Con Leandro Serra dice que «parece» que don Fernando murió -
8'
en Berbería, lo que es posible 8
I
E
=n
6
Su nombre es de tiempo conocido. En cuantos documentos se le
U cita, y son varios, se le da siempre el «Don», prueba indudable de E
su muy cercano parentesco con el rey de este bando, pero ¿quién i
era don Pedro de Adexe y qué relación familiar tenía con don Diego? 1
a
Don Buenaventu~a Bonnet, en su trabajo El Mencey de Adeje y gA
sus descendzentes 30, hace un resumen de las diversas opiniones de !
historiadores y genealogistas, que interesa reproducir en buena par- $
te. Dice así. <SJo todos los autores están conformes en que el Men-cey
de Adeje se llamara Don Diego. Ya hemos visto que ese es el
nombre que le da Ncñez de la Peña...».
<<Viera y Clavijo, en el prólogo del tomo 111, escrlbe: «Don Pedro
de Adexe, de los Menceyes de la Isla, estaba preso por el Alcalde
mayor en 1502. .S Y por nota añade: «Quieren algunos que este Don
Pedro, llamado de Llerena, fuese el verdadero Rey de Adexe, pa-dre
de Don Diego, el que siempre se ha tenido por ta! ... »
<El Dr. Chil y Naranjo (tomo 111, pág. 600) afxma que Pellnor,
30 Publicado en «Kevista de Historia», núm. 47-48, año 1939
192 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T Z C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 19
Mencey de Adeje, se Ilamó Pedro y no Diego y con aquel nombre lo
hemos encontrado, dice Torres Campos, designado varias veces.»
«Otros autores aseguran que Don Pedro era hijo de Don Diego.
Berthelot dice "Non seulement les menceyes participerent a cer fa-veurs,
mais elles rejaillerent aussi leurs fils et leurs proches. Les
ancien actes de 'datas' mentionnent a ce sujet: Don Cristóbal, men-cey
de Taoro; Don Diego, mencey d'Adeje, et Pedro son fils, ainsi
que Juan Delgado, son cousin ..." (Antiquités Canariennes, l." par-te,
pág. 66).»
«El Sr. Millares escribe al hablar de Don Diego: "Su hijo primo-génito
Don Pedro casó con María de Adeje o de Lugo, la cual con-trajo
segundas nupcias con Andrés Llerena (guanche)". El Sr. Díaz
Dorta abunda también en esta opinión (pág. 73).»
&o mas cierto es que Don Pedro fuera hermano de Don Diego.
Don Leandro Serra, en un concienzudo articulo tiulado Los Adeje,
dice: "Según documentos antiguos, Pelinor, el último mencey de Ade-je,
después del bautismo se llamó Diego y un hermano de padre,
cuyo nombre indígena se ignora, Pedro ... Don Pedro pasó a Ber-bería,
donde murió, dejando varios hijosG.»
«El Dr. D. J. Wolfel (en conferencia leida por su autor en el
"Instituto de Estudios Canarios", el 13 de enero de 1933, bajo el tí-tulo
Los indigenas canarios después de la conquista), afirma que el
último rey mencey de Adeje se llamó don Enrique, como ahora sa-bemos
por documentos nuevamente hallados en Simancas. Dice este
autor que seguramente don Enrique fue vendido como esclavo y que
conoce dos documentos sobre la libertad de aquél dándole el trata-rriimte
de Dm, sieade restftzido e:: ws derechm., según Real Cé&ti!a
de 4 de diciembre de 1500, y la de 4 de junio de 1501, y otra de fe-brero
de 1502, en Sevilla.»
Comencemos por descartar el nombre de don Enrique, ya que las
Reales Cédulas de 1500 y 1501 que cita W6lfel corresponden, como
hemes dichn, a! ú!tfme rey de Icd, E= u! de AUens. Este es% pro-bado
documentalmente, sin género de dudas, que en el bautismo se
le puso por nombre Diego.
Queda, por lo tanto, preguntarnos: ¿quién era don Pedro de Ade-xe?
Millares, Berthelot y Díaz Dorta lo consideran hijo (e1 prime-
Núm 25 (1979)
13
20 LEOPOLDO DE LA ROSA
ro de estos autores primogénito) de don Diego y dicen que casó con
María de Adexe o de Lugo, la que, viuda, contrajo segundo matri-monio
con otro guanche, Andrés de Guímar, también apellidado de
Llerena.
Nosotros mismos, en el trabajo que varias veces hemos citado,
ante lo incierto del parentesco de María de Lugo con don Pedro, su-pusimos
que éste sería «hermano o pariente muy cercano de su pa-dre
».
Pero al leer el testamento de don Diego Díaz, otro de los hijos
del rey de Adexe, no ha podido por menos de llamar nuestra aten-ción
el que dos veces que menciona a don Pedro lo llama «mi her-mano
»: «Yten digo que yo soy tutor de mis sobrinos hijos de mi
hermano don Pedro.. >> e «Yten mando que paguen a Fernand López,
cuñaao que fue de mi hermano don Pedro ..». Este t e s t a i i i ~ t o:o utor-gó
el 20 de agosto de 1519 y cerca de cinco años después, en 3 de fe-brero
de 1524, Diego Díaz hizo que varios deudores de los hijos me-nores
de su <hermano don Pedro» reconocieran lo que le debían 31.
La realidad es que a Viera y Clavijo, a don Leandro Serra y a
nosotros mismos, no nos pasó por la imaginación tal posibilidad, ol-vidando
lo que, tanto Torriani, como fray Alonso de Espmosa, dicen:
«ponían mucho cuidado en casarse, si faltaban mujeres de igual san-gre
y grandeza les era permitido tomar por mujer a sus hermanas»,
dice el primero y el dommico: «El rey no casaba con gente baja y,
a falta de no haber con quien casar, por no ensuciar el linaje, se ca-saban
hermanos con hermanas» 32. Costumbre ésta que no puede ex-trañar
pues, es sabido, se dio en pueblos de la antigüedad, como en
Egipto.
De don Pedro de Adexe sabemos que estaba preso en la capital
de la isla en noviembre de 1502, «por ciertas querellas que dé1 die-ron,
de las quales el dicho alcalde ha quesido saber la verdad y no
ha hallado por do pueda proceder contra él por ningún rigor de jus-
31 Esta última cita da que pensar Ese Fernand López, cuñado de don
Pedro, no lo era, parece, de don Diego LE^ que don Pedro había casado
con otra antes que con María de Adexe?
AHP, reg núm 390, fols 35, 162, 215, y 216, ante Alonso Gutiérrez
En tres de estas escrituras declaran lo que debían a «Diego Díaz, como tutor
y curador de los hijos de su hermano don Pedro»
32 Torriani, p8g. 178; Espinosa, p8g 42.
194 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L - A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 21
ticia». En Cabildo de 25 de aquel noviembre los guanches Ximón, Fer-nando
de Tacoronte, Gaspar y Francisco de Tacoronte, por lengua
de Guillén Castellano, requirieron al alcalde mayor Pero Mexía que
por cuanto «por el señor governador Alonso de Lugo e por la señora
Bovadilla e regidores les ha sydo mandado que tomen los guanches
alcados ladrones», añaden que están prestos a hacerlo para lo que
solicitan la libertad de don Pedro de Adexe, «el qual sabe la tierra
del reyno de Adexe do andan los alcados».
Los citadas guanches respondían de la libertad de don Pedro con
su persona y bienes, lo que aceptó el alcalde mayor, «para que cada
e quando se lo pidiese el alcalde o otro juez lo pornán en la cár-cel
..» 33.
Don Pedro era tutor de doña Constanza, hija del rey de Abona,
el 21 de enero de 1508 y el último documento que conocemos que pa-rece
referme al mismo es el poder, que ya hemos citado, que otor-garon
34 Sndígenas a favor de Antón Azate, el 2 de agosto de 1512,
que encsbezs <iDon Pedro»
Don Pedro de Adexe debió morir, es posible, en Berbería, como
pensó don Leandro Serra, a mediados del 1513, ya que el 31 de ju-lio
de dicho año se dio la tutela y curatela de sus h~jos a su viuda
María de Adexe, ante Sebastián Páez 35.
Los hijos que quedaron de este matrimonio fueron:
1. Marcos Pérez, que vendió por sí y en nombre de sus herma-nos
Rernán Pérez y Juan de Regla tierras heredadas del rey don
Diego, en Buenavista, ante Benito Sánchez, el 13 de junio de 1532.
Díaz Dorta afirma que dejó descendencia en aquel lugar 30. .
2. Hernán Pérez, casado con Antonia Hernández, «naturaI».
6tUlg6 escrftUra Gasijar de nenas, IJJO, y dejó hija,
33 Acuerdos, 1, págs 51-52.
34 AHF, reg núm 10, ante Sebastián Páez, fol. 715.
35 María de Lugo solicitó del teniente de gobernador Licenciado Lebrón
la tutela y curatela de sus hijos, que le fue otorgada el 31 de julio y el 1 de
diü AutbE &ate para ia <tefeusa &e los iiitereSes &e
hijos y ofreció como fiador a don Alonso, hijo del rey de Adexe Tenia
ganado y cuatro fanegas de tierra de riego ABP, reg núm 189, fols. 381
y sigs.
36 Nicolas Díaz Dorta, Apuntes hwt6ricos deB pueblo de Buenauzsta,
Santa Cruz de Tenenfe, 1908, pág. 73.
22 LEOPOLDO DE LA ROSA
Isabel Pérez, con descendencia de su matrimonio con Pedro de Var-gas,
natural de La Gomera.
3. Diego Pérez, que debió morir joven.
4. Juan de Regla que, seguramente, tomó el nombre de otro Juan
de Regla, extremefio, alcalde que fue de Garachico y suegro de Fa-bián
Viña. Juan de Regla, el «natural», casó con Luisa Delgado, se
establecieron en Adexe, donde vivían en 1555, cuando Juan dio poder
para la partición de los bienes de su madre, ante el citado Gas-par
de Xexas. Su hija, María de Regla, casó con Alonso González
de Adexe y tuvieron cuatro hijos: Marcos González, Luisa, Catalina
y Agueda Delgado, que otorgaron escritura en Chasna, ante Andrés
Hernández Pinto, en 1629. En las informaciones que hizo Martín Cos-me
de Armas, en 1568, Juan de Regla declaró que tenía setenta y
siete años "'. De ser cierto, debió nacer hacia 1491.
5. Isabel Pérez, casada con Juan Doramas, hijo del conquistador
Juan Doramas, natural de Gran Canaria, y de Mariana Hernández.
Según Díaz Dorta sólo tuvieron una hija, llamada Leonarda de Ora-mas
o Doramas 38.
Para concluir, creemos que hay razones para afirmar que don Pe-dro
de Adexe, posiblemente primogénito de don Diego, estuvo ca-sado
con su hermana María. Las citas reiteradas de su hermano pa-recen
confirmarlo y, por otra parte, está documentado que María
de Adexe o de Lugo, era también hija del rey de Adexe.
La primera noticia que tenemos de este hijo del rey don Diego la
da el pliego de descargos que presentó el Adelantado en el juicio de
residencia que le tomó Lope de Sosa y lleva fecha del 30 de enero
de 1509. Al responder a la acusación de que había vendido a Diego
Copado, que era cristiano, hecho que habían denunciado el fieI eje-cutor
Alonso de las Hijas y don Diego, el procurador de don AIonso
37 L. de la Rosa, El adivino Aguizmuje y los reyes de amas, aEl Mu-seo
Canario», 1960, p&g. 229. Es posible que intencionalmente se aumenta-ra
la edad de este testigo.
38 N. día^ Dorta, Apuntes hZs t~c o s ,p ág 72.
196 A Y U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 23
de Lugo dice que «Don Diego, que se dice hijo del Rey de Adexe ...
es guanche e henemigo del dicho mi parte, por lo que dicho tengo
de los dichos guanches», de los que afirmaba en apartados anterio-res
que todos ellos eran enemigos suyos.
En el interrogatorio de testigos, la pregunta CXXXII dice: dtea
si conoscen a Don Diego e a Sabastián guanches e si saben que los.
dichos Don Diego e Sabastián an movido al dicho Señor Adelantado
muchos pleitos en esta residencia e son sus enemigos e le tenían la
dicha henemistad antes e al tienpo que vino la residencia, porque
ganó la isla e les captivó e les mató sus padres, hermanos e parien-tes
». Tres testigos responden a esta pregunta: Alonso de Alcaraz afir-ma
que «es cierto que los susodichos no quieren bien al dicho Ade-lantado~;
el vicario Fernán García que conocía a Sebastián «e que
no se acuerda del dicho Don Diego» y Bartolomé Benítez «conosce
a los contenidos en la dicha pregunta y save y vido este testigo que
movieron pleito en residencia al d~choA delantado, por lo qual y por
razón del catiberio de sus padres e muertes de sus debdos que en la
conquista desta isla se hizo cree que lo quieren al dicho Adelantado
mal» 39.
No puede dudarse, pues, de cuál fuera la actitud de este hijo del
rey de Adexe para con el Adelantado.
Casó don Diego Díaz con Luisa de Vera, a la que hizo escritura
de dote su padrastro Francisco de Tacoronte, ante Hernán Guerra,
el 14 de diciembre de 1513 40, el que dice que, «por quanto vos, Die-go
Dias, hijo del Rey de Adexe, vos vais a casar con Luisa de Vera,
hija de mi mujer Leonor Alonso», le da cantidad de ropa, ganado y
doce fanegas de tierra en El Peñón. Finalizado el documento, en que
firmó como testigo y a ruego del otorgante Hernando Esteban Gue-rra,
Francisco de Tacoronte añade nuevos bienes a la dote de su hi-jastra,
lo &e justifica «por quanto Luysa de Vera es doncella ones-ta
e de buen linaje [y] en razón de su virginidad ... » La preocupación
de la sociedad indígena de castas, que también se daba en los cas-tellanos,
se refleja en este documento.
Ignoramos quien fuera el padre de Luisa de Vera, posiblemente
algún guanche que adoptó el apellido por Pedro de Vera o por algu-
39 El Adeliar;tado, págs 44 y 104.
40 AHP, leg. 379, fol. 693.
Núm 25 (1979)
34 LEOPOLDO DE LA ROSA
no de sus familiares. Francisco de Tacoronte era, desde el 1508, al
menos, tutor de los hijos de un «natural» llamado Juan de Vera 41.
;Sería éste el padre de Luisa, la que casó con Diego Díaz?
En la villa de San Cristóbal, la capital de la isla, el 20 de agosto
de 1519, Diego Díaz, sin decir que se hallase enfermo, ni que iba
de cabalgada a Berbería, ni dar otra razón, otorgó testamento en
el escritorio de Antón de Vallejo, en el que declara qu2 tenía tres
hijos: <<Perico, Juanico e Fernandico», a los que instituía herederos
por iguales partes, nombra tutor para después de su muerte a su es-posa
y si ésta volviera a casarse, a su suegro Francisco de Taco-ronte
y a su sobrino Marcos, el hijo mayor de su hermano Pedro.
Pero don Diego Díaz no murió por entonces, pues hay constancia a
de que, además de los tres hijos que cita en su testamento, tuvo, N
E
por lo menos, dos más: Diego y Catalina, de los que hablaremos y O
que, en febrero de 1524, como hemos dicho, seguía siendo tutor de sus n-- m
sobrinos. O
E
Juan Díaz, el Juanico del testamento, casó con María Delgado, E
2
seguramente también «natural», de la que tuvo varios hijos: Juan -E
Luis Delgado, Juana Díaz, casada con Melchor de Torres de la Sie- 3
r ra y Gaspar Díaz Delgado, que fue alcalde de Vilaflor y alférez de --
0 las partes de Abona. Este último, en el año 1602 y con autorización m
E
del Licenciado Estrada, teniente de gobernador de la isla, practicó O
pruebas de pertenecer a la «Casa del Rey de Adexe». Las declara- n
ciones testificales comenzaron en Vilaflor, el 14 de septiembre, para -E
terminarlas en La Laguna, el 28 de noviembre del 1602. Un testimo- a
2
nio autorizado de estas pruebas fue protocolizado en 1760, a peti- n
n
ción de Francisco Díaz Delgado, vecino de Icod, ante el escribano
Juan José Sopranis de Montes de Oca 4".
3
O
De los hijos de don Diego Díaz y Luisa de Vera nacidos después
del testamento de aquel de 1519, a Diego dedicaremos el párrafo si-guiente
y de Catalina sólo sabemos lo que de ella dice su sobrino
el doctor don Hernando Díaz en sus Últimas voluntades.
No creemos que se refiera a don Diego Díaz un documento otor-gado
el 2 de noviembre de 1509 por «Diego Guanimence y su sobrino
41 Escrituras ante Juan Ruiz de Berlanga, el 29 de febrero de 1508, y
ante Hernán Guerra, el 14 de enero de 1510.
42 AHP, leg 2 588, fols 50 y sigs.
1% A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 25
don Diego» 4s. Pudiera referirse al hijo del rey de Anaga de este
nombre o a o.tro familiar de alguno de los antiguos menceyes.
Este hijo de don Diego Díaz y Luisa de Vera casó dos veces, la
una con otra indígena, Inés González, hija de Gonzalo Hernández y
de .Constanza Rodríguez; la otra con Catalina Esperanza, segura-mente
también «natural».
De su matrimonio con Inés González, de creer lo que dicen las
pruebas de Gaspar Díaz, sólo tuvo al doctor don Hernando Díaz y
de! q~ie cintrajo con Catalina Esperanza a María Díaz y a Luisa de
Vera. Esta última casó con Francisco González y tuvieron los si-guientes
hijos: Catalina Esperanza, Diego Díaz de Vera, con segu-ridad
el que actuó decididamente en el «Pleito de los naturales» so-bre
su derecho a cargar procesionalmente a la Virgen de Candela-ria
44j a SaIvador de Vera y a Ana de Vera, casada con Francisco
de Cáceres.
43 ProtwoZos del Escribano Hern.á% &erra, «Fontes Rerum Canana-rum
», W, por Emma González Yanes y Manuela Marrero, La Laguna,
1958, documento nSimero 107. A Drego Guanimence se refiere el proceso de
residencia que siguió al Adelantado Lope de Sosa (descargo XXXM), una
Cedula de emplazamiento para que comparezca en apelación que habfa in-terpuesto
Alonso de Lugo contra la sentencia que le condenó al pago de
cantidad a Guanimence, de 9 de diciembre de 1508, etc. Diego Guanimence
otorgó testamento ante Hernán Guerra, el 16 de septiembre de 1511, en el
que declara que estaba casado con Catalina, que no tenía hijos e instituye
herederos a sus sobrinos BasWin y Juan "rerüomo, hijos 6e una hermana
suya. Una Catalina Guanimenca otorgó documento ante Alonso Guti6rrez,
el 4 de julio de 1521.
La voz, aquí apellido, Guanimence, debe estar relacionada con la de
mencey y significar cierto parentesco con un rey guanche. De ser así, men-cey
parece que debe acentuarse en la primera sílaba, no en la segunda.
En Ei ~ u s e oC anario, Inquisición CMM<-S, están un proceso següiiio
a don Diego, guanche, preso por el S. O. y multado con una dobla, por
estar amancebado con Catalina, guanohe, 12 de agosto de 1510. Tampoco
sabemos a cu&l don Diego se refiera.
44 L. de la Rosa, Ea familb deZ rey Bentw, <Anuario de Estudios At-l&
nticos,, núm. 23, págs. 438 y sigs.
26 LEOPOLDO DE LA ROSA
María, la hija de Diego Díaz de Vera y Catalina Esperanza, casó
con Miguel de Figueredo, posiblemente portugués, que ejercía algún
cargo, como el de alcalde, cuando su hermano don Hernando otorgó
testamento, que le daba derecho a ser llamado «señor», como así le
dice. A la hija mayor de este matrimonio legaba don Hernando unas
tierras, extinguido que fuera el usufructo que sobre las mismas de-jaba
a su hermana Luisa.
Una de las hijas de María Díaz y Miguel de Figueredo se llamó
María Díaz de Vera. Estuvo casada con Luis de Armas y ya viuda
otorgó testamento en Vilaflor, ante Lorenzo Díaz Delgado en el 1656,
en que se Ie da los apellidos de Díaz Bencomo.
Nacido en la comarca de Abona o Adexe, entre los años 1554 a
1556 (el P. Luis Fernández no precisa si los informes del obispo en
los que dice que don Hernando tenía treinta y seis años, eran los de
1590 o de 1592), recibió el bautismo en la iglesia de San Pedro de
Chasna o Vilaflor, como así lo declara en su testamento; debió co-menzar
sus estudios en alguno de los conventos de la isla, para pa-sar
a la Universidad de Sevilla, en cuyos registros figura matriculado *
Firma del Lcdo. Hernando Díaz de Vera en el expediente de oposición a be-neficlo
de la parroquia de los Remedios de La Laguna.
de tercero de Artes en 1572. Ya se había licenciado en Teología el
91 2- AA l K 7 0 -,.--AA ---.-.e-&Z. . .,
11 ut: aguabu UG w i o , bual iuu 3 ~ ~:L C J C I I L U Ei !a Oí jOJiSiOi i p8PE e! be-neficio
de La Orotava, que no obtuvo. El 27 de junio de 1580 solicitó
tomar parte en la que se convocó para uno de los beneficios de los
Remedios, en La Laguna, que tampoco lo obtuvo y para el que re-sultó
elegido el doctor Francisco Lucena. El 1 de octubre siguiente
200 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 27
Hernando Díaz dio poder, ante Lucas Rodríguez Sarmiento, a favor
de Martín Cabeza y de Mateo Nvarez, el primero de los cuales, el
31 de julio del siguiente año 1581, presentó escrito en el que denun-ciaba
la falta de posesión de Lucena en el plazo de seis meses que
se le había señalado, pero nada consiguió 45.
Mientras tanto, Hernando Díaz se preparaba en la Universidad'
de Valencia para recibir el grado de doctor en Teología, del que
fue investido el 13 de mayo de 1581 48.
Cuatro años después consiguió la dignidad séptima del Cabildo
catedral de Canaria, el arcedianato de Tenerife, en la que fue re-cibido
el 19 de agosto de 1585. Al siguiente año practicó pruebas de
limpieza de sangre ante la Inquísición, en Ia que aparece su filia-hasta.
s ~ ash e!opsat ernos y -ntavnf ic na m n m h r a d n n n m i c a - III'LLiL., II",, y -0 IIVIIIUIi UU" uVi.riluu
rio del Santo Oficio 47.
Vacante la dignidad cuarta, de tesorero, por muerte del doctor
Roque Carrillo de Mesa, el 12 de noviembre de 1599, no se cubre
hasta pasados cuatro años y el 8 de marzo de 1604, el doctor don
IUlnGnr-unanuAunv TX-rr Ano;rrnnAn nnnn n ; n n n n r l n -La*, ur;Prsuuuu pcrrrr LJLLbbLLU, ~OSCU~GdXeI SU khu dig-nidad,
pero no la desempeñó sino unos meses, pues falleció en Las
Palmas, el 19 de diciembre del mismo año 1604, cuando contaba al-rededor
de unos cincuenta años 4g.
Es de señalar que de las dignidades de la catedral de Las Pal-mas,
según los citados informes del obispo Suárez de Figueroa, sólo.
nuestro biografiado y el doctor Luis de Salazar no alcanzaban los
cuarenta años; que el deán don Juan de Villalta, los racioneros doc-tor
don Francisco Mexía y el bachiller Juan de San Juan Toscano,
45 AML, S-1, A-V y A-VI (Asuntos eclesiásticos).
46 Libro de Cobxión de Grados de ThedogZcc, BachRZZeratos y Doctora-dos
de la Umuers8dad de Valencia, qwe empezó en d mío 1562, en el fo-lio
26 comienza la relación de los doctorados en 1581 y en el mismo folio,
vuelto, está la colación de doctor del licenciado Ferrando Dias Vera.
47 &Oro de dignidades de la Catedral de Ca~aritl., folio 78. Al margen
dice: «Hizo imposkí6n», Prot. i.g, fol. 12.
Las informaciones ante la Inquisición en <El Museo- Canario», @I/16,
Fueron aprobadas por los inquisidores don Diego Osorio de Sejas y Joan
Lorenco, el 15 de enero de 1586, y lo admitieron por «calificante».
4 8 LiWo de d$g~~ida&sfo, ls. 85-86. Al margen, «Impuso 4 aniveP. EE
11 de Nove de 1599 por ante Franco de Casares».
Núm 25 (1979) 201
28 LEOPOLDO DE LA ROSA
así como el citado doctor Roque Carrillo, al igual que don Hernando,
se habían graduado en la Universidad de Valencia.
Tenían sangre indígena, como don Hernando, el arcediano de Ca-naria
don Pedro Salvago, hijo de genovés y de canaria; el racio-nero
Antón de Vega, hijo de castellano y de canaria, y el canónigo
y poeta don Bartolomé Cairasco, bisnieto de indígena de La Palma.
El informe que de don Hernando dio el obispo Suárez de Figue-roa
no puede ser más elogioso: «es graduado en Teología por Va-lencia,
hombre honesto y virtuoso, ayuda con su doctrina predican-do,
es de edad de treinta y seis años. Calificador del Santo Oficio,
natural de la isla de Tenerife y sus padres naturales de la tierra,
guanches, que así se llaman» y termina reiterando, <¿Hombre hones- o a N to y hábil, es guanche de padre y madre, de los naturales gentiles,
que los llaman así». O
n
Al lado de estos informes referentes a don Hernando, encontra-mos
los de buena cantidad del clero que era iletrado, alguno ni aún E E
sabía leer, otros no conocían ni el latín ni el romance; de otra par- S
E
te, destacaba el canónigo don Bartolomé Cairasco de Figueroa, <&ni- -
co en poesía y música y buen latino» 3
-
No debe olvidarse la situación social de los que componían el Ca-
b~ldoc atedralicio, en aquellos fines del xvr en los que era arcediano E
de Tenerife don Hernando Diaz. El deán don Juan de Villalta era
capellán real; el doctor don Luis de Salazar, hijo de un oidor de la
Real Audiencia y graduado en Roma; el licenciado don Diego del
Aguila había sido gobernador de Gran Canaria, a cuya isla había d n
vuelto como provisor del obispo don Cristóbal Vela. Junto a éstos en-contramos
al inquisidor don Francisco Magdaleno; a don Pedro Sal-vago
y a don Juan Bautista Colombo, que ambos pertenecientes a ricas
e influyentes familias isleñas.
A su lado, el doctor don Gaspar González, nacido en La Palma,
cuya situación social ignoramos, y nuestro don Hernando Díaz, de
padre y madre indígenas. Hay que pensar que sus dotes personaIes
d ~ b ise~r ~~ut~ijriias y reeoíioSiUzs pvr sus compañeros, puru perEi-tirle
llegar a ocupar la cuarta dlgnidad capitular, la de tesorero.
Para mejor conocer su personaIidad sería precisa una detenida
lectura de las actas capitulares, que no hemos podido realizar. Una
intervención suya en el Cabildo catedralicio de 19 de noviembre de
202 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
1593, refleja su preocupación por la dignidad del Cuerpo al que per-tenecía.
El acta dice así: «El señor Arcediano de Thenerife propuso
en este cavildo averse desconpuesto Juan de Centellas con palabras
contra el onor y respeto que se les deve a los señores deste cavildo,
con los quales trae pleito sobre mavavedís ques obligado a pagarles
y aviendo llevado al Audiencia Real uno de los dichos pleitos ovo
personas que le oyeron dezir publicamente que seguia aquel negocio
porque el Maestrescuela, el Provisor y los demás no se le desver-goncasen
y asimismo aver dicho en escritorías e corrillos palabras
tan feas que no convienen ponerse aquí por escrito e pidió se lla-mase
a cabildo o fuese castigado e despedido». El Cabildo accedien-do
a lo pedido por don Hernando Díaz lo despidió, aunque sesiones
después, por no haber quién lo supliera, tuvo que volverlo a con-tratar.
Durante el tiempo en que nuestro arcediano ocupó esta dignidad
en el Cabildo catedral, se produjeron en Las Palmas dos aconteci-mientos
de extrema gravedad: el ataque e intento de desembarco de
las fuerzas combinadas de Drake y Hawkins, el 6 de octubre de 1595,
y el desembarco y ocupación temporal de la ciudad por Pieter van
der Does, el 26 de junio de 1599. A ambos hechos de armas acudie-ron
lo que en cada momento eran prelados de la diócesis, Suárez de
Figueroa y don Francisco Martínez de Ceniceros, respectivamente,
con el Cabildo catedralicio en armas. En ambos casos debió asistir
don Hernando Díaz, pero sólo se menciona como caso de inobedien-cia
al obispo, en el primero de estos ataques, el del canónigo doctor
don Juan de San Juan Toscano, que abandonando a sus compañeros,
que permanecían en la muralla, fue a luchar en la playa 49.
Firma del Dr. D. Hernando Díaz de Vera en su testamento.
49 A. Rumeu de Armas, Pzraterb y ataqw nmdes contra lm ZsZoa
6'a&e, vol. 11, pá; s. 700, y 802
Ntim 25 (2979) 203
30 LEOPOLDO DE LA ROSA
Don Hernando Díaz de Vera, un mes y días antes de morir, el
10 de noviembre de 1604, sintiendo que se acercaba su fin, hizo tes-tamento,
en el que, después de declarar su fe y hacer las disposi-ciones
piadosas, funda capellanía en la iglesia de San Pedro de Chas-na,
en la que había sido bautizado, para su pariente más pobre, la
que dotó con tierras que habían sido de su padre, que lindaban con
el corral del Rey, el barranco de los Charcos, el roque del Ahija-dero,
hasta dar, barranco abajo, con Aldea Blanca, así como con el
camino real que va a Aldea Blanca, con sus cuevas, toscas y mora-das.
Para el nombramiento de capellán encarga por dos vidas a su
prima Catalina Díaz de Vera y luego al que ésta designase.
Instituía heredera universal a su tía Catalina Díaz, madre de Die-go
de Toledo, p dejaba diversos legados: a su sobrina Catalina Es-peranza,
hija de Luisa de Vera, cien doblas; a su prima Catalina
Díaz, trescientas, y a Lucía Díaz de Baute, cuyo parentesco, si lo
tenía, no lo precisa, otras trescientas.
Declara que dotó a su hermana Luisa de Vera, al contrae- ma-trimonio
con Francisco González y le deja el usufructo de unas tie-rras
que había heredado de su padre, que lindaban por una parte
con el camino que va a la Montaña Gorda. La nuda propiedad de las
mismas la legaba a la hija mayor de su otra hermana, María Díaz,
casada con el señor Miguel de Figueredo.
E1 8 de diciembre siguiente hizo un codicilo y ambos docurnen-tos,
cerrados, se abrieron al día siguiente de su muerte, el 20 de
diciembre de 1604 50.
En nuestro trabajo sobre los reyes indígenas citamos, entre las
hijas de don Diego de Adexe, a Inés Díaz, nombre que tomamos de
las genealogías del P. Bermejo. Don Erneterio Gutiérrez, en su ar-tículo
El pZeito de los dos Alonsos, le da el nombre de Isabel, la in-cluye
entre las hijas de don Diego y dice, al igual que el P. Bermejo,
que estuvo casada con Juan de Bonilla, y aún añade que éste «per-
50 Ante el escri: sno Lope Galh de Figueroa. ABP de Las Palmas,
legajo 975, fols. 32 3 sigs.
204 . I N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
l
D Pedro de Adexe
=María de Lugo
1
l D Fernando Dian
- Bárbara G o n i i l ~ a
-M arin de Rcgla Alonso Gon~álei
de Adexe
Juana DÍan
=Juan Meirero
Co t ~ l i i i aG onadle. Ea ~ lmr nC :on,n'i~, bllgwl
~ J u ü r dc Uetancoi Hrinaiidc ,di' 11iiule
1 I 1 1 l
Juan Gaspar Diixo Dlw Mana Diaa Beatriz Mairrro Juana Dlaz Juan Marrero Pedro D i d Mwiieru Elvm 11 8, Maigai'ita dc Lli 8i ii;r
I " - Madn Rodriguti. =Juana Gaspar = Lucas Mnrtín - Cristóbal Ximénez - Alonso' Ximéncí - Ma r i a Magdalena Tomasa Rodrigricz -.Pe dro R bi i i i luc i Copit;iii Juan Ui ,gado
2 " = Ana Luis GoniBlez Tcxera de Adexr
EL REY DON DIEGO DE ADME Y SU FAMILIA 31
petuó su nombre al darlo a un monte de Icodx Don Leandro Serra
la hace hija de Alonso Díaz y nieta de don Diego; la llama Isabel
Pérez, e igualmente afirma que casó con Juan de Bonilla.
Ahora, al revisar los documentos que hemos podido conocer sobre
el indígena Juan de Bonilla y su mujer, debemos precisar y rectifi-car
lo que dijéramos.
Juan de Bonilla era guanche y el único hijo que había dejado otro
indígena, Alonso de Bonilla, que vivía en la villa capital de Tenerife,
en la «Villa de Arriba», cuando el Cabildo hizo el repartimiento en-tre
los vecinos para limpiar la laguna y le adjudicó cinco varas, en
acuerdo de 2 de octubre de 1514; que pasó luego a Buenavista, en
cuya casa María de Lugo otorgó testamento el 16 de octubre de 1530
y él mismo dictó el suyo al escribano Rodrigo Fernández, el 16 de
enero de 1536 ji. No sabemos de qué Dando procedía Aionso de Iio-nilla
y como tampoco tenemos noticia de ningún conquistador ni pri-mer
poblador de su apellido, es de suponer que se tratara de uno de
los guanches capturados antes de la conquista y bautizado en alguna
de las islas orientales, posiblemente en Lanzarote, donde había ve-cinos
cie su apeiiido. Eay diversos documentos de compra y recono-cimiento
de deudas de Alonso de Bonilla, y por su testamento parece
que tenía ciertos bienes. En algunas escrituras hizo su «señal», pues
no sabía escribir, en cambio su hijo Juan firmaba en las diversas
en que intervino.
Firma de Juan de Bomlla en el expediente sobre el t6rmino de Adexe
Este %timo, cuando declaró en la información hecha en 1558, a la
que nos hemos referido, afirma que «tenia conocimiento del término
51 AHP, leg. 2.0.3 ', fol. 350.
32 LEOPOLDO DE LA ROSA
de Adexe por espacio de cinquenta años, poco más o menos, por ha-berlo
visto e andado». En escritura que otorgó en San Pedro de Dau-te,
ante Gaspar de Xexas, el 5 de noviembre de 1557, declaró que
era vecino del término de Adexe y que tenía unas moradas en el
lomo de Images 52.
En diversos documentos afirma que estaba casado con IsabeP
Díaz, no con Inés, como dijimos. Ahora bien, iquén era Isabel Díaz?
Hemos indicado diversos criterios sobre su filiación, pero veamos lo
que dicen los documentos: en una escritura otorgada ante AIonso de
Llerena, el 26 de noviembre de 1524, sobre las tierras que habían
sido del rey don Diego en el Valle de Santiago, se dice: «tenemos
cient fanegas de tierra en el Valle de Santiago, las quales fueron
dadas a don Diego, rey de Adex e dellas el dicho Andrés de Llerena
e a su mujer, su hija, pertenesce la tercia parte dellas, e a su mujer
del dicho Juan Bonilla la otra tercia parte, como a uno do tres he-rederos
del dzcho don Diego 53 e a Alonso Dias, hijo del dicho rey de
Adexe a vos Gonzalo de Guadalcanal, por conpra que dé1 hezistes,
la otra parte la avistes». En otra escritura, ante el mismo Llerena,
de 15 de junio de 1532, Juan de Bonilla, pcr si solo, vende unas tie-rras
y se declara «heredero en Masca» y también, como tal, presen-tó,
el 7 de diciembre de 1534, en San Pedro de ~ a u t e a, n te Rodrigo
Fernández, la escritura de donación de don Alonso Díaz a su primo
Juan Delgado, y en ella dice, como «heredero de Maxca, que había
por bien la venta e data». Por último, en la otorgada, también en
San Pedro de Daute, ante Gaspar de Xexas, el 5 de noviembre de
1557, comparecen Juan de Bonilla en unión de su mujer Isabel Díaz,
por sí y en representación de su hijo Alonso Díaz, y venden tierras,
«de que tenemos titulo de don Dzego, reg de Adexe» 54.
No hay duda que Isabel Díaz fue una de las herederas del rey
don Diego, pero, ¿era hija suya? En ninguno de los documentos que
conocemos lo dice. ¿Sería nieta y no hlja del rey de Adexe?, y en
- -
52 AHP, leg 2 047, B fol, 288 Esta escritura es de tran~accibn con
Antonio de Castro, sobre tierras en el citado lomo, las deslindan recono-ciendo
que del camino arriba son de Castro y para abajo de Juan de Bo-nilla
53 AHP, leg 19, fol. 426 E1 subrayado es nuestro
54 AHP, leg. 2.047, R., fol. 285. El subrayado es nuestro.
206 A N U A R I O DE E S T U D I O S A 7 L A N I I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 33.
tal caso, ¿de cuál de sus hijos? Ni lo era de don Pedro, ni de don
Fernando, que sólo tuvo una hija, póstuma; ni de don Alonso, que
había vendido su parte en las tierras del Valle de Santiago, ni de
doña María. ¿Lo era de otra hija de don Diego que no conocemos?
¿De la que había forzado Jerónimo de Valdés? No podemos respon-der,
sólo que causa extrañeza que cuando para otros precisa la fi-liación,
de Isabel se limitan los documentos a decir: «como uno de
tres herederos del dicho don Diego» o «de que tenemos título de don
Diego, rey de Adexe*.
En el testamento de Diego Díaz, el hijo del rey de Adexe, en una
de sus cláusulas, defectuosamente redactada, dice: <¿Mando que pa-guen
a mi sobrina Isabel cierto resto de cabrillas que le devo, de
que tiene noticia María de Lugo, muger de Andrés de Güidmad, la
qual lo declare y aquello se resciba en dinero, porque no tengo ca-brillas
de que cunplir, rescibiéndose en quenta seis doblas y media
que tengo pagado por mi hermano Fernando, su tío [de] la susodicha,
mi hermano y ase de poner a la cuenta de la menor Isabel».
De ser correcto suplir el «de», que hemos puesto entre corchetes,
tiene más sentido, y tal cláusula no parece pueda referirse a la otra
sobrina del testador, Isabel Pérez, hija de María de Lugo y de don
Pedro de Adexe, pues en tal caso lo lógico sería que dijese «de que
tiene noticia [su madre] María de Lugo».
Creemos, pues, que Diego Díaz se refiere a su sobrina, la que
sería mujer de Juan de Bonilla, pero queda la incógnita de quiénes
fuesen los padres de Isabel Díaz.
Se le conoció con los nombres de María de Lugo, María de Adexe.
y María Díaz, sin que se le anteponga el «Doña», salvo en la ya ci-tada
cédula de emplazamiento de 9 de diciembre de 1508, que está
dirigida a «don Alonso y doña María, vecinos de Tenerife».
Casada pr:mere coi, do:: Pedre de Adexe, qiir crriri?cc rru s t ~
hermano, este matrimonio debió tener lugar, posiblemente, en la pe-núltima
década del siglo xv.
Muerto don Pedro en el 1513, el 13 de agosto del siguiente año,
cons~guió del Adelantado una data concebida en estos términos:
34 LEOPOLDO DE LA ROSA
«María de Lugo, muger de don Pedro, difunto, naturales de esta isla
de Tenerife, cien fanegas de sequero en el término de Adexe, donde
dicen Tijoco, que han por linderos de una parte el barranco de Er-que
e de la otra parte el barranco de Rjoco ... en vecindad, porque
vos e el dicho vuestro marido sois naturales delia e habeis tenido e te-neis
en ella vuestros hijos e facienda e casa poblada». Las cien fa-negas
era la pretensión de María de Lugo, que el Adelantado reduce
a la mitad, cincuenta (núm. 1.306). La zona en que obtuvo el repar-timiento
pertenece hoy al municipio de Guía de Isora.
Como en su lugar dijimos, a la muerte de don Pedro, su viuda fue
nombrada tutora y curadora de sus hijos, las que cuando contrajo se-gundo
matrimonio, en fecha que no conocemos, le fueron encomen-
.dadas a su hermano don Diego Díaz.
Andrés de Güimar o be Uerena, su segundo marido, de quien he-mos
hablado, guanche principal del bando de Güímar, de recia per-sonalidad,
otorgó testamento el 4 de septiembre de 1527, cuando iba
a ir con el segundo Adelantado a Berbería, en cuya expedición per-dió
la vida, muy probablemente, pues su viuda solicitó y obtuvo el
12 de octubre de 1528, ante Antón de Vallejo, la tutela de sus hijos
Catalina y Andrés y dio poder a Marcos Pérez, el mayor de los que
'había tenido de su primer matrimonio, para que defendiera sus in-tereses
55.
María de Lugo, su viuda, testó en Buenavista, encontrándose en
la casa de Alonso de Bonilla, como ya dijimos, e1 16 de octubre de
1530, ante el escribano Rodrigo Fernández. Comienza el documento
con estas palabras: «Mando que si Dios fuese servido de me llevar
+desta enfermedá de que hora estó doliente ... » Deja mandas para di-versas
iglesias, una dobla de oro para Nuestra Señora de Candela-ria,
otra para Nuestra Señora de Buenavista, cxpor repairo de la obra
que se está haciendo», media «a la iglesia de Adexe, ques en el Río»
y otra media a la ermita de Taucho, en Adexe; ordena se pague lo
55 L. de la Rosa, Notas, pág. 9, Rumeu de Armas, C'onquzsta, p&g. 346
Al tiempo que Andrds de Llerena y ante el escribano Alonso Gut~drrez,
16 personas más otorgaron testamento, en que expresan que iban a Berberla
con el Adelantado (A. Cioranescu, Hzstoriu üe Santa C m de Tenerzfe, ii,
377) Cabe en lo posible que fueran en la expedición de socorro a los por;
tugueses de Cabo de Gue (A. Rumeu, España en el Afrioa AtlántZca, i,
515-516.)
208 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEX0 DE ADEXE Y SU FAMILIA 35
que debía su marido Andrés de Llerena; declara que cuando casó
con éste «levé a su poder quientas reses cabrunas e cyen ovejas e mas
fazienda, me remito a la escritura que fize con mis fijos»; mejora a
su hija Isabel Pérez, instituye por herederos a «mis fijos e fijas,
igualmente» y nombra por sus albaceas a sus hijos Juan de Regla
y Marcos Pérez 5G.
Posiblemente María de Lugo seguía viviendo en Masca, en las
tierras que heredara de su padre y al enfermar fue a casa de Alon-so
de Bonilla, en Buenavista. De su testamento se deduce que per-sistía
en ella la mentalidad de la riqueza ganadera, a la que daba
más importancia que a las tierras que aportaba a su matrimonio.
Cuatro hijos tuvo de su segundo matrimonio: Diego de Llerena,
María Díaz, Andrés de Llerena y Catalina de Lugo. Del primero y
el cuarto no tenemos noticias sino por el testamento de su marido.
Debieron morir jóvenes, Diego seguramente a poco de su padre.
Andrés de Llerena, el segundo, presentó el título de la data de
tierras en Tijoco, concedida a su madre, el 9 de jumo de 1556. Casó
con Margarita González, hija de Rodrigo Pérez y Catalina Gaspar,
y ésta de Gaspar Fernández, uno de los «guanches de paces», que más
ayudó a Fernández de Lugo, que lo recompensó largamento.
Andrés de Llerena y Margarita González tuvieron seis hijos: An-drés,
Alonso, Miguel, Diego, Catalina y Bárbara. Catalina fue do-tada
en 1580, ante Gaspar de Xexas cuando iba a contraer matrimo-nio
con Juan de Betancor, y Bárbara González de Llerena, ante Rodri-go
Alvarez, en 1586, al casarse con Hernando de Ibaute. De este matri-monio
fue hija Margarita de Llerena, casada con el capitán Juan Del-gado
de Adexe, alcalde que fue de Adexe y escribano de número de
Vilaflor, en cuya iglesia compró, en 1636, el altar de San Juan Bau-tista,
con asiento, arrimo y sepultura, y otorgó testamento, en Vila-flor,
ante Lorenzo Díaz Delgado, en 1656, en el que declara que de-jaba
los siguientes hijos: el alférez Juan Delgado, Godzalo Delgado,
Fernando de Ibaute, Bartolomé Delgado Llerena, clérigo subdiácono,
Bárbara de Llerena y dos monjas.
5s AHP, leg. 1,032, Fol 80.
36 LEOFOLDO DE LA ROSA
Hija, como hemos dicho, de Andrés de Guímar y de María de
Lugo, casó con Juan Gaspar, hijo de Gaspar Fernández, a quien he-mos
mencionado, uno de los indígenas que seguramente más cola-boraron
con el Adelantado, que lo llama «mi criado» y que testó ante
Alonso Gutiérrez, el 4 de septiembre de 1527, y de su mujer Catalina
F'rancisca.
María Díaz otorgó testamento, ante el escribano de La Orotava
Ruy García de Estrada, el 4 de septiembre de 1540, y su viudo dio
poder, en representación de su hija, en Garachico, ante Antón Mar-tín,
el 16 de octubre de 1547, para seguir plelto reivindicatorio del
Valle de Masca, que afirma le correspondía a su mujer «nyeta del
Rey de Adexe don Diego, difunto, auesté en gloria». Sólo tuvieron
una hya, Juana Díaz, de la que vamos a hablar.
Fue la primera de esta línea de la descendencia del rey don Die- 3
go, que casó con un europeo, Juan Marrero o Juan Martín Marrero, -
0
m
que de ambas formas se le nombra, hijo de portugueses. Sus padres E
O fueron Juan Martín Barreiro, natural de Vilarandelo, cerca de Cha-ves,
que otorgó testamento ante Bartolomé Joven, el 18 de mayo de n
E 1543 y de Beatriz Marrero, a la que dotaron sus padres ante Hernán a
Guerra, el 12 de febrero de 1514, y testó ante Juan del Castillo, el n
n
7 de septiembre de 1577. Beatriz era hija de Gd Marrero, natural de n
Carrapateira, cerca de Lagos, de los primeros pobladores de Tene- 3o
rife, que tuvo repartimiento de 90 fanegas de tleria en Tacoronte, el
18 de octubre de 1503 (núm 599) y de su mujer Constanza Antonia.
Pese a lo que afirman diversas pruebas nobiliarias, no hay constan-cia
de que Gil Marrero hubiera sido conquistador de Tenerife.
Juan Marrero y Juana Díaz continuaron el pleito para reivindicar
!as t:erms de! Vd!e de Masca. En receptoría de la Real Audiencia
de Canarias, de 1594, se dice de Juana Díaz «que al tiempo que
fallecieron sus padres quedó niña de poca edad e después se casó
con Juan Marrero e durante su matrimonio tuvieron por sus hijos
lexítimos >> a los que luego citaremos. Y en escritura otorgada ante
210 A N U A R I O DE E S T G D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 37
Sancho de Urtarte, el 13 de septiembre de 1578 57, relativa a la par-tición
de los bienes de Juan Gaspar, también se nombran a los ocho
hijos de aquel matrimonlo, que vamos a relacionar, tanto porque si-guieron
el pleito sobre las tierras de Masca, como por que algunos '
adoptaron, con dudosa justificación, el apellido Bencorno.
1. Juan Gaspar, alcalde real de Candelaria en 1590, dejó descen-dencia
de sus dos matrimonios con María Rodríguez y con Ana Luis.
2. Diego Díaz, casado con Juana Gaspar, otorgo testamento ante
Juan del Castillo, el 6 de septiembre de 1577.
3. María Díaz, casada con Lucas Martín. Fueron padres del ca-pitán
Francisco Díaz, casado en Guímar, el 11 de mayo de 1619, con
María Martín Vizcaíno, y otorgó testamento, protocolizado ante Ma-nuel
Gómez Hurtado, el 27 de mayo de 1665; de Ana Martín Marrero,
casada en Guímar, el 20 de marzo de 1612 con Bartolomé Pérez, y de
Juan Alonso el Mayor, que casó con María Díaz y fueron padres
de otro Juan Alonso, bautizado en Guímar, el 4 de mayo de 1625,
que tuvo de su matrimonio con Nicolasa Díaz dos hijos: Juan Alon-so
Bencorno y el alférez Diego Alonso, que probaron su filiación has-ta
el rey don Diego de Adexe, ante el alcalde real de aquel lugar Mi-guel
Fernández de Páez y Galdona, el 7 de marzo de 1713 58.
4. Beatriz Marrero, otorgó testamento ante Bartolomé de Cabre-jas,
el 27 de febrero de 1617, y dejó descendencia de su matrimonio
con Cristóbal Ximénez.
5. Juana Marrero, también con hijos de su matr~monio con Alon-so
Ximénez.
6. Juan Marrero, que tuvo de su matrimonlo con María Magda:
lena González seis hilos; el capitán Jacinto Marrero, que en unión
de sus hermanos y primos y según escritura que otorgaron ante el
escribano de Garachico Hernando Yanes Machado, el 26 de agosto
de 1643 59 dice que sostuvieron pleito con «doña María Jorba, esposa
que fue de Francisco Fernández de Córdova y otros poseedores
qu'estaban en el Valle de Masca, diciendo pertenescernos como su-
57 AML, protocolo de Sancho de Urtarte, fols 1.003 y sigs.
5s Publicada en extracto por Buenaventura Bonnet, E2 mencey de A&-
$e y sus descendie~tes, en «Revista de Historia», núm 47-48.
59 A/W, leg. núm. 2.120, fols 443, 451, 454 y 456.
38 LEOPOLDO DE LA ROSA
cesores y herede~osd e don Diego, Rey que fue de Adexe ... [y] aver
tenido sentencia en nuestro favor en esta isla, en que se nos man-dava
restituir.. a lo qual la susodicha y otros terceros poseedores
salieron y andando el pleito se sentenció en esta isla nuevamente y
en la Real Audiencia de Canaria, en que se nos mandó entregar el
dicho valle ... » No conocemos los autos, que aclararían las razones
legales en virtud de las cuales obtuvieron sentencia a su favor. Los
otros hijos de Juan Marrero y María Magdalena fueron Isabel Ma-rrero,
casada con Baltasar de Ledesma y en segundas nupcias con
Diego de Arrosa, atorgó testamento cerrado, que se protocolizó ante
Mateo de Heredia, el 18 de diciembre de 1683; el alférez Nicolás Ma-rrero,
bautizado en Guímar, el 11 de noviembre de 1611, casado con
su prima María Francisca Díaz; Angel Mamero; el doctor don Fran-cisco
Marrero, beneficiado y vicario de Lanzaroie, y Pedro Marre-ro,
con descendencia de su matrimonio con María Miguel.
7. Pedro Díaz Marrero, casado con Tomasa Rodríguez Texera.
Una de sus hijas, Juana Díaz, contrajo matrimonio con Juan Rodrí-guez
r'drián y tumeron, entre otros, al capitán Francisco Diaz y al
alférez Juan Rodríguez Adrián, bautizado en Guímar en 1627, que
tuvo de su segundo matrimonio con Francisca Pérez Texera, entre
otros hijos, a Salvador Rodríguez Adrián Bencomo, casado en la pa-rroquia
de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, el 14 de octu-bre
de 1708, con María de la Encarnación Rodríguez Perera.
8 Elvira Díaz, casada con Pedro Rodríguez el Viejo, padres que
fueron del capitán Pedro Rodríguez, casado en Arico con María
González
Los hijos de Juan Marrero y Juana Díaz y la mayor parte de sus
nietos, vivieron en Candelaria, según resulta del citad? documento
en el que hacen referencia a la sentencia que habían obtenido en su
favor, en virtud de la cual se les restituía en la propiedad y pose-sión
del Valle de Masca.
Los BENCOMO
Familias con más o menos glóbulos de sangre de los reyes indí-genas,
aunque seguramente descendientes de distintos menceyes,
212 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 39
adoptaron el apellido Bencomo, no antes de mediado el slglo XVII,
cuando ya se habían publicado la historia de fray Alonso de Espi-nosa
y el poema de Antonio de Viana, en el que se exaltaba a la
persona del héroe de la resistencia guanche, a quien da el nombre
de Bencomo, que Espinosa había escrito Benchomo. Pensamos que
desde aquella época la obra del médico poeta lagunero había desper-tado
notorio interés en la isla y es muy posible fuera el motivo de que
algunos que se sabían descendientes de los antiguos jefes de los ban-dos
de Tenerife, conociendo o no con certeza su verdadera ascenden-cia,
adoptaran el apellido Bencomo.
Una de estas familias, que se apellidó Trujiilo Bencomo, procedía
de Andrés Hernández Trujillo y de María Matías de Meni, nacidos en
Vilaflor y establecidos en Garachico, donde nació su hijo Domingo
Trujillo Bencomo, que pasó a vivir a La Gomera, de cuyas mllicias
fue capitán y casó en Vallehermoso, el 8 de octubre de 1664. Preten-dió
ser familiar del Santo Oficio, para lo que practicó pruebas de
limpieza de sangre ante la Inqu~sición, en 1664, en las que usó ya
aquellos dos Gellidos y en ellas declaró, tanto él, como los testigos,
que su madre era hija de Alonso Martín Castellano, nacido en San
Pedro de Daute, y Ana de Mena, que había visto la primera luz en
Vilaflor 60.
Ni en sus informaciones remonta más atrás su ascendencia, ni
conocemos la de su abuela Ana de Mena, pero creemos poder ase-gurar
que descendía de Martín de Mena y de Ana Gutiérrez, de la
que tenemos pruebas que consideramos suficientes para estlmar que
era hija del rey Bentor de Taoro y, por lo tanto, nieta de Benitomo,
el Bencomo de Viana 61.
En cambio, hemos citado a varios descendientes del rey de Ade-xe
que también -como otros que no hemos nombrado- adoptaron
el apellido Bencomo y de los que no tenemos constancia que proce-dieran
de Benitomo. Bien es verdad que nada sabemos de la mujer
de don Diego, que cabe en lo posible que fuera hija de Benitomo,
aunque no nos parece probable.
Entre tales casos podemos citar a María Diaz Bencomo, la mu-jer
de Luis de Armas, bisnieta de don Diego Díaz, uno de los hijos
60 Srch de la Inquisición, leg. 26, núm. 19, en «El Museo Canario))
61 L de la Rosa, La familia dez rey Bemtor, cit.
Núm 25 (1979) 213
40 LEOPOLDO DE LA ROSA
del últrmo mencey de Adexe, y varios de los descendientes del ma-trimonro
de Juana Díaz, b~snieta de don Diego de Adexe, con Juan
Marrero, como es el caso de los Alonso Bencomo y de los Marrero
Bencomo.
El apelhdo Bencomo es aún numeroso en las Islas y una gran
mayoría de los que lo llevan proceden de Salvador Rodríguez
Adrián Bencomo y de su mujer María de la Encarnación Rodríguez
Perera, antes ncmbrados Uno de los hijos de este matrimonio, que
se llamó José Rcdríguez Bencomo, se estableció en La Gorrera, don-de
cas6 tres veces y dej6 descendencia, parte de la cual publicó el
que fue cronista oficial de dicha lsla don Luis Fernández 62
En camb;o y como caso curioso henzos de referirnos a la familia
de los que fueron hijos ilustres de La Laguna, los hermanos don
Cristóbai, don Pedro y don Santiago Bencomo, arzobispo de Eera-clea
y ccnfesor de Fernando VI1 el primero; deán de la catedral de
Tenerife el segundo y obispo electo de Astorga el tercero. Pues b;en,
sus ascendientes procedían de la familia Marrero, pero no de los
Díaz, descendientes de don Diego de Adexe, pero sabiéndose parien-tes
de los Marrero Bencomo adoptaron este último apellido algunas
generaciones anteriores a la de aquellos clérigos 63.
Antes de nada un recuerdo a la memoria de don Tomás Cruz Gar-cía,
cuidadoso investigador del pasado del valle de Guímar, donde
nació y a quien debemos muchas de las noticias de la descendencia de
don Diego de Adexe aquí recogidas.
Nuestro agradecimiento a cuantos, de una u otra forma, nos han
ayudado desinteresadamente: Joaquín Blanco Montes de Oca, Gu:-
62 Luis Fernández, Bocetos Gemedógzcos. Antecedentes sobre famslzas
gomeras, en «Revista de Histoma», comenzado en el tomo 11, año IV, enero-marzo
de 1927.
63 A quien le encargara las pruebas para el ingreso en la Orden de
Carlos 111, hicieron descendientes a don Cristóbal Bencomo y a sus herma-nos
de una Luisa Marrero, que afirmaba era hija de Juan Marrero y Jua-na
Díaz, persona que no aparece nombrada en la relación de los hijos de
este matnmonio que hemos citado, de 1578.
214 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 41
llermo Camacho Pérez-Galdós, Alejandro Cioranescu, Benjamín Gon-zález
Alonso, Emma GonzáIez Yanes, Manuela Marrero, Gonzalo de
Quintana, Marqués de Acialcázar; Aurina Rodríguez, Pilar Tena y
Lola de la Torre, son nombres que en justicia no debemos olvidar.
APENDICE DOCUMENTAL
Sepan quantos esta carta de testamento e mandas e postrimera VO-iuntad
vieren como yo Diego Dias, guanche, natural de la isla de Te-nerife,
otorgo e conosco que fago e hordeno este mi testamento e man-das
e postrimera voluntad al servicio de Dios e paz e tranquilidad de
mis herederos, creyendo como creo firmemente en la Santysima Tre-niaad,
Padre e Fijo e Espíritu santo, que sea ires persvnas e Un .%!o
Dios verdadero, que bive e reyna por sienpre sin fin, encomendándome
a Nuestra Señora Santa María, madre de Nuestro Señor, virgen antes
del parto, en el parto e después del parto y a toda la corte de los San-tos
e Santas.
Primeramente mando mi anima a Nuestro Señor, que la conpró e
re6iiiiiÓ por su presciosa sangre y e! cüerpo a !a tierra dc f ~ femm ado
e mando que si a Dios pluguiere de me llevar desta vida presente que
mis osequias se digan en la Yglesia de Nuestra Señora de la Concebi-ción
e me digan una misa de requiem cantada, ofrendada de pan e vino
e cera y ocho misas rezadas a cunplimiento de novenación ofrendadas.
Mando a la Santa Cruzada diez maravedis e a la redención de ca-tyvos
diez maravedís e a Nuestra Señora de la Merced diez maravedís e
para la obra de Nuestra Señora de la Concebición un real para su obra.
Mando que paguen a Fernand López, cuñado que fue de mi herma-no
don Pedro, dobla e media que yo le devo.
Yten que paguen a Ruy Blas una dobla que le devo.
Mando que paguen e den de limosna a Nuestra Señora Candelaria
ma Uebla.
Mando que paguen a Alonso de Jaén quatro doblas poco más o me-nos
que se an de pagar a San Juan primero que viene en el año de
veynte.
A Juan Mendes siete reales que le devo.
E mando que paguen todo lo que mas paresciere que yo deva.
Mande qiie cobren de Gaspar Fernandes un cahís de tierra que me
es obligado a dar en el pago del Peñol, porque dizen que me pertenes-cia
por escriptura de obligación y repartimiento.
Maedo que cobren de Francisco Ximenes la guarda de quinze me-ses
que le guardé veynte e una cabrillas que se montaron.
Yten mando que cobren todo lo otro que me fuere devido.
42 LEOPOLDO DE LA ROSA
Yten mando que paguen a Martín Núñez 64 treynta cabras de pren-cipal,
con la renta de tres años, que son a real cada cabra, el qual
arrendamiento conmencó a correr dende San Juan de junio que paso
deste año de quinientos e diez e nueve en adelante.
Yten mando que paguen dozientas e veinte cabrillas a María, mi
sobrina, hija de Fernando Dias, desta Kavidad prlmera que viene en
un año, lo qual tenía a cargo como tutor.
Yten digo que yo soy tutor de mis sobrinos hijos de mi hermano
don Pedro e digo que arrendé a Pedro Delgado y Alonso Sanches no-venta
y siete cabras,.de lo qual ay contrato ante Segundo Piamontes,
escribano del Realejo, mando que aquel arrendamiento se guarde Mas
arrendé quarenta cabrillas a Alonso Dias, mi primo, de los dichos me-nores,
de lo qual ay contrato ante1 dicho escribano, mando se guarde
el arrendamiento.
Mas arrendé quarenta cabrillas de mi sobrino Marcos a Pedro de
xT,.- gumerc, ay c u ~ t r ~ qb ,~~ pe,-,-; f i - -+a Dar'-- a.L., ,., Angel, rsrrihu~e de
Adexe.
Yten arrendé a Francisco Tacoronte, mi suegro, de los dichos me-nores,
quinze borregas. No ay contrato, remítolo a su juramento lo que
pasó acerca dello e aquello que declarare cunpla e pague
Yten arrendé a Juan Castellano e Francisco López sesenta cabrillas
de los dichos menores. Ay contrato ante Alonso de Llerena, escribano
publico Mando que se cunpla el contrato.
Otras cabras que sobraron y ovejas de los dichos menores e asnos
quedan y están en su poder e de su madre María de Lugo, mujer de
Andrés de Guídmad e mas un buey.
Mando más a Nuestra Señora la Candelarla para su obra media do-bla,
porque lo susodicho que le mando dar se lo devo.
Mando al monesterio del Espíritu Santo media dobla.
Mando a todas las otras yglesias, monesterios, espitales desta ysla
cinco maravedis para sus obras
Mando que me digan en el monesterio de San Francisco dos treyn-tanarios
abiertos e se pague lo acostumbrado.
Mando que paguen al canónigo Diego de Herrera, por mi hermano
Fernando Dias, dos doblas que se le deven.
Mando que paguen a mi sobrina Isabel cierto resto de cabrillas qIe
le devo, de que tiene noticia María de Lugo, mugei- de Andrés de Guid-ma,
la qual lo declare e aquello se resciba en dinero, porque no tengo
cabrillas de que cunplir, rescibiéndose en quenta seis doblas y media
que tengo pagado por mi hermano Fernando (padre de la susodicha al
-testado-), su tío [de] 85 la susodicha, mi hermano y ase poner a la
cuenta de la menor Isabel.
64 O Muñoz
6s ade,, entre corchetes, es nuestro
216 A N C A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
EL REY DON DIEGO DE ADEXE Y SU FAMILIA 45
Mando que se cunpla e pague a mi mujer Luysa de Vera todas las
cabrillas e tierras e otras cosas que recibí con ella en dote e casamien-to,
con todo lo que le pertenece de la mitad de lo multiplicado desde
que nos casamos hasta oy e oviere hasta que a Dios plega de me llevar
desta presente vida y todos los bienes remanentes, así muebles como
rayzes y derechos e aciones los hereden mis fijos e fijos de Luysa de
Vera, mi legítima muger, Perico y Juanico e Hernandico, todos tres por
iguales partes, tanto el uno como el otro
Mando que sea tutora de mis hijos la dicha mi muger mieKtras no
se casare y si se casare que Io sea mi primo Juan Delgado e Marcos,
mi sobrino y de los otros menores cuyo tutor yo so, la Justicia les dé
su tutor.
Mando que sean mis albaceas e testamentarios deste mi testamento
e mandas e postrimera valuntad la dicha mi muger Luisa de Vera e
Francisco Tacoronte, mi suegro e Martín Núñeze6, a los quales e a cada
uno cieiios cio potier bastante para que eiiii-eii eii todüs iiiis bienes, &si
en rayzes como en muebles, los quales vendan e rematen e dellos de su
valor cunplan este mi testamento e mandas e postrimera voluntad e
revoco todos los otros testamentos e mandas e postrimera voluntad e
cobdecillos que yo aya fecho, en publico o en secreto, para que no
tengan tuerca ni vigor, sino este que valga por mi cobdecillo e su no
.v.a- l,:l a-r.e.. -p o-r... mi cobdecillo valga por iiii postrimera uo!üiitad y en sqUe-
Ila mejor manera que de derecho aya logar.
E porque esto sea cierto e firme e no venga en duda, otorgué esta
carta ante1 escribano e testigos de yuso escripto, la qual rogué a los
presentes firmasen por mi, porque yo no se escribir.
Fecha la carta en la villa de San Christóval, en el escritorio de An-tón
de Vallejo, escribano público e del Concejo de la ysla de Tenerife,
en veynte días del mes de agosto año del nascimiento de Nuestro Se-ñor
Ihesucristo de mil1 e quinientos e diez e nueve años.
Testigos que fueron presentes a lo que dicho es Luis Alvares, Juan
de la Mar, Gerónimo Joven, Juan Ruvio e Juan Luis e Pero Luis y Die-go
Alvares e Diego Cionzales e Alonso de Carmona e otros muchos ve-oinnr
noiontor
,U.,..L,, er, !a &&a Ys!a.
Por testigo, Juan de la Mar - Alonso de Carmona - Por testigo Ge-rónimo
Joven - Juan Hernández.
(AHP, leg. 9, fols. 860 r. y sigs.)