ALGUNOS ASPECTOS DE LA ECONOMÍA
DE GRAN CANARIA DURANTE
LA SEGUNDA REPÚBLICA
POR
MANUEL FERRER MUÑOZ
El panorama de la economía española en el momento del
relevo del régimen monárquico por el republicano era cierta-mente
preocupante, por las primeras repercusiones de la crisis
internacional y por la incertidumbre generada por la nueva si-tuación
política. Tamames y Palafox, que se han ocupado del
sector exterior en la economía española de esos años, coinciden
en apreciar una depresión en esa actividad, no tan grave como
en el caso de otros países más industrializados, que afectó más
a las exportaciones que a las importaciones. Era inevitable que
una eeonomia coino !a cmaiia. -básicamente exportadora- se
* Investigador del Centro de Estudios de Humanidades.
Cfr. PEDRO TEDDE DE LORCA: «La economía española en la Segunda
República)), en Historia General de España y América, Madrid, Rialp, 1986,
t. XVII, pp. 207-234, y, en concreto, pp. 209-210; RAMÓN TAMAMES«L: a Re-púh!
ica. l a era de Francny en Hktoria de Es4wafia Alfaguara. Madrid. Al-faguara,
t. VII, 1973, y J. PALAFOX«L: a gran depresión de los años treinta
y la crisis industrial española)), en Investigaciones económicas, 11 (1980),
pp. 5-46.
resintiera agudamente de los efectos de la Gran Depresión, per-ceptibles
en toda su intensidad a partir de 1933 *.
Se explica así que los problemas económicos absorbieran la
atención de las autoridades públicas y de las organizaciones so-ciales.
Las páginas de los periódicos isleños abundan en análisis
de la crisis y avanzan posibles soluciones. Por supuesto, también
la Cámara de Comercio, Industria y Navegación reflexionó so-bre
la delicada situación mercantil de Las Palmas e intervino
en la elaboración de informes sobre la economía del país: el
primero de ellos se remonta a una fecha tan temprana como
junio de 1931, cuando aún no se habían celebrado elecciones
para Cortes Constituyentes; otro, muy completo, aparece datado
en mayo de 1935, y fue resultado de un largo proceso, iniciado
en febrero del año anterior a raíz de la estancia en las islas
de Carlos Baráibar, representante del Consejo Ordenador de ia
Economía Nacional. Para analizar la situación económica del
archipiélago quiso servirse de los informes que pudieran sumi-nistrarle
sus órganos más representativos y, con esa finalidad,
convocó varias reuniones y encargó a esas corporaciones que
redactaran informes parciales: esos estudios fueron llegando con
parsimonia a la Cámara de Comercio y, por fin, la comi-sión
encargada de estudiar esos dictámenes redactó el texto de-finitivo
'.
Los primeros perjudicados por la adversa coyuntura econó-mica
fueron los sectores sociales menos favorecidos y por ello
más expuestos a las manifestaciones iniciales de recesión: el pro-
= La dependencia de Canarias respecto del sistema económico de Euro-pa
occidental -su condición periférica con relación a ese «centro»- ha
sido puesta de manifiesto por el profesor Burriel de Orueta: cfr. EUGENIO
L. BURRIEDLE ORUETAC: anarias.. Población y agricultura en una sociedad
dependiente, Barcelona, Oikos-tau, 1982, pp. 73-76. Véase también JOSÉ MI-RANDA
GUERRA«:D ivagaciones sobre la situación económica de las islas»,
en Los puertos francos de Canarias y otros estudios, Madrid, Siasca Talleres,
1975, pp. 85-107, en concreto pp. 85-91, donde el autor sustenta la opinión
de que la crisis económica de las Canarias se debía a causas indepen-dientes
de la mundial. ' Ese documento, que se titula «Exposición sobre la situación económica
del país y soluciones que urgen a juicio de la Cámara)), se conserva en el
Archivo de la Cámara de Comercio -en adelante, ACC-, carpeta 150.
450 ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS
blema del paro, por ejemplo, que revistió una particular gra-vedad
por la carencia generalizada de subsidios de desempleo
y por la inversión del sentido de las corrientes migratorias:
brusco descenso en la emigración, desde 1932, y cuantiosa re-patriación
-ya durante la década anterior- de quienes años
atrás habían embarcado rumbo a América. Las cifras de emi-gración
transoceánica para la provincia de Las Palmas que pro-porciona
el Anuario Estadístico de 1934 hablan por sí solas:
A Ñ O S
Emigración ........... 276 272 217 7 8 62
El volumen de la inmigración de procedencia transoceánica
durante esos años experimentó algunos vaivenes, pero se man-tuvo
siempre muy por encima del correspondiente a la emi-gración
(casi diecisiete veces superior en 1932):
A R O S
1929 1930 1931 1932 1 933
Inmigración .......... 779 94 1 2.027 1.300 1.015
A este estado de cosas contribuía muy decisivamente la des-astrosa
situación económica de Cuba, tradicional centro receptor
de mano de obra canaria que, debido a ({sus continuas pertur-bacimes
SOC~!PE y SE fracaso azucarero, sin arreglo posible,
se muestra poco propicia a la inmigración canaria))'. La pérdida
de los puestos de trabajo hizo regresar a muchos, que se re-patriaron
({porque se morían de hambre en la Gran Antilla))?
en 1933 había cesado completamente el flujo migratorio con
dirección a Cuba, mientras se elevaba a 1.028 el número de
' «Exposición».
Diario de Las Palmas (en lo sucesivo, DLP), 8-1-1935.
Núm 37 (1 991) 45 1
los que tornaron6. Tres años más tarde, la Compañía Transat-lántica
Española suprimía la línea directa Canarias-Cuba, sin
duda porque la escasez de pasaje hacía deficitario ese servicio7.
Las elevadas cifras de paro, la hostilidad entre organizacio-nes
patronales y obreras y el descenso del nivel de vida con-formaron
un tenso ambiente laboral, generador de frecuentes
conflictos huelguísticos: baste recordar las movilizaciones de di-ciembre
de 1933, las huelgas de los obreos empleados en la
Compañía Metropolitana de Obras (la Coppa) en el verano de
1934, las de tabaqueros de 1935, o las agitaciones que desde
febrero de 1936 se sucedieron en el campo grancanario, que
ya en el verano de 1934 había conocido un clima prerrevolu-cionario.
Eran múltiples las facetas de la desfavorable marcha de la
economía, pero vale !a pena resaltar en primer iugar ei daño
acarreado a los intercambios comerciales por las rebrotadas ten-dencias
proteccionistass, reflejadas en exigencias arancelarias y
en la política de contigentes practicadas por los países consu-midores,
que pretendían primar así la producción de sus colo-nias
y contrarrestar la competencia exterior9: esto explica la
progresiva disminución en las transacciones comerciales en
Gran Canaria desde 1934. En el apartado correspondiente a la
actividad comercial de la ya mencionada ((Exposición sobre la
situación económica del país», de mayo de 1935, se aludía a
«una disminución en las transacciones comerciales en relación
al año 1933, que también fue malo». Para corroborar esa afir-mación,
se incluían las cifras de importaciones y exportaciones
Zbídem
' Cfr. DLP, 26-11- 1936.
Cfr. JQSÉ MQP.ILLACP EZ: La crisis ecmómicc de 1929, ??',adRU, ?irá-mide,
1984, pp. 171 - 180; MAURICE BYE: Relaciones económicas internacio-nales,
Barcelona, Luis Miracle, 1965, pp. 314-316, y OSWALDO BRITO
GONZÁLEZ: «Dinámica de la economía canaria contemporánea)), en Noticias
de la Historia de Canarias (bajo la dirección de SEBASTIÁDNE LA NUEZ
CABALLEROB),a rcelona, Cupsa Editorial, 1981, t. 111, pp. 37-64 y,, más con-cretamente,
53-55.
Cfr. ANTONIO MACÍAS: «Algunas consideraciones sobre la economía ca-naria
entre 1900-1936», en Canarias, siglo XX, Las Palmas, Editora Regional
Canaria, 1983, pp. 275-304 (en concreto, p. 295).
452 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ECONOMÍA DE GRAN CANARIA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA 5
realizadas en el Puerto de la Luz entre 1930 y 1934. El detalle,
en pesetas-oro, es el siguiente:
A ñ o Importaciones Exportaciones
1930 .......................... 158.012.569,39 59.193.45 l,44
1931 .......................... 156.480.237,59 51.270.869,63
1932 .......................... 159.254.674,05 49.141.474,22
1933 .......................... 133.100.976,07 43.360.178,63
1934 .......................... 114.487.712,60 38.181.176,48
Los mercados exteriores se vinieron abajo; las negociaciones
para establecer tratados comerciales entre España y otros países
estaban empantanadas por la irreductibilidad de las posiciones
enfrentadas, y ias exportaciones fruteras a ia Península, enca-recidas
por las tarifas de los transportes, no adquirieron el ne-cesario
volumen, por lo que no compensaron las pérdidas oca-sionadas
por la desfavorable balanza de pagos con el exterior.
La dependencia de la economía canaria respecto del mer-cado
exterior había sido ya fuente de dificultades muchas ve-ces;
pero la intensificación de las corrientes proteccionistas a
que ya nos hemos referido condenó a la agricultura canaria a
una continua ansiedad, incrementada por la expiración de los
tratados comerciales firmados en los años anteriores: el franco-español
terminaba en 1935, y las negociaciones para su reno-vación
fueron arduas y se prolongaron hasta final de año. Aun-que
la firma del tratado ponía término a tanta incertidumbre,
sus cláusulas incluían algunos aspectos negativos para las ex-portaciones
de plátanos canarios: el contingente se rebajó en
un 5 por 100, y la cuantía de los gravámenes quedaba condi-cionada
al empleo de madera francesa para los embalajes. Po-cas
semanas después -a mediados de enero de 1936- estaba
también ultimado el nuevo convenio comercial hispano-inglés;
y en los primeros días de marzo se firmaba el tratado que ha-bía
de servir de marco para los intercambios comerciales de
España y AlemanialO. Todos esos avatares y la problemática ven-
'' Cfr. DLP, 14-1 y 19-111-1936.
6 MANUEL FERRER MUÑOZ
ta de plátanos en la Península -a causa de las altas tarifas y
de las insuficientes comunicaciones- llenaron páginas y páginas
de la prensa periódica ' l .
Estorbaban a la necesaria reactivación comercial dos factores
principales: 1) las elevadas tarifas portuarias y el encarecimiento
de los fletes (que provocaron enfrentamientos entre productores
agrícolas y con signatario^'^), y 2) la competencia de los puertos
del litoral africano, que ofrecían servicios a más bajos costos
a los mercantes de las grandes compañías.
Ciertamente habían sido introducidas notables mejoras en el
Puerto de la Luz, que permitieron recuperar el volumen de trá-fico
marítimo después de la contracción originada por la Gran
Guerrat3. Pero urgía hacer rentables esas inversiones. Las acti-vidades
portuarias se beneficiaban de las exenciones fiscales ya
implantadas -las franquicias-: no obstante, las conversaciones
que el Gobierno español sostenía con los de otros países, para
" Entre otras muchas referencias en la prensa a las relaciones co-merciales
con Francia puede consultarse DLP, 2, 4 y 26-XII-1935 y 17-I-
1936. La revista Actividad, órgano del Colegio Pericia1 Mercantil de Las
Palmas, concedió amplio espacio al tratamiento de esta cuestión: cfr. nn.
5, 11 y 12 (diciembre de 1934, junio y julio de 1935).
l2 A principios de enero de 1935 se avistaba, por fin, una solución al
conflicto que había estallado entre Sindicatos Agncolas y consignatarios
en los primeros días de diciembre del año anterior, cuando los primeros
decidieron proceder por sí mismos en las operaciones de carga y descarga
de los frutos en los buques. Después de la mediación de la Cámara de
Comercio, el Ministro de Trabajo concedió la razón a los exportadores,
con la única exigencia de que se respetaran las disposiciones vigentes sobre
régimen laboral, prevención de accidentes y bases de trabajo (ACC, carp.
200). Un año después todavía coleaba este asunto, como lo da a entender
una larga exposición de la Cámara de Comercio al Director General de
Comercio y Pobica Arziííce!aria, e:: !u qi?e notificdm m reriente acuer-do
en virtud del cual la Cámara se reservaba la realización de aquellas
faenas y se comprometía a promover con esos ingresos obras que contri-buyesen
a absorber el paro del sector: cfr. DLP, 4-V, y La Provincia ( L o ,
5-V-1936.
l3 DLP, 1-XI-1935 informaba de que el movimiento portuario del mes
anterior había sido el más intenso desde hacía muchos años. Ese incre-mento
extraordinario guardaba relación con el conflicto entre Italia y Abi-sinia,
entonces en plena ebullición, y con sus repercusiones en la fijación
de derechos de tránsito más altos en el Canal de Suez.
454 ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS
LA ECONOMÍADE GRAN CANARIA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA 7
regular las relaciones económicas y evitar un saldo negativo
en la balanza de pagos, implicaron repetidas vulneraciones del
régimen de franquicias. La Federación Patronal de Las Palmas
llegó a contemplar la adopción de medidas de fuerza, como el
cierre de - comercios, en protesta por esos continuos ataques 14.
Entre las voces más autorizadas en defensa de las franquicias
mencionaremos las de Miranda GuerraI5 y del joven economista
José Mateo Díaz. Éste denunció públicamente la existencia de
intereses opuestos a los puertos francos en las.altas esferas mi-nisterialesIb.
Y, sin embargo, en otra conferencia pronunciada
por el propio Mateo Díaz un año después se señalaban algunos
inconvenientes del sistema:
nos deja indefensos para ejercer una política de compen-saciones
en ei orden económico, porque ño coíiipraiiios a
quien nos compra. Y se da el caso de que ante el rompi-miento
de relaciones comerciales con un país, las mercan-cías
de aquél siguen entrando aquí, pero a las nuestras
se les aplica el arancel subido al entrar allí ".
La reactivación del puerto aconsejaba además la convenien-cia
de establecer nuevas líneas marítimas de comunicación, sos-tenidas
mayoritariamente con capital canario. En junio' de 1935
se lograba una importante victoria en las Cortes españolas, con
la aprobación de un ambicioso proyecto que contemplaba la
l4 Cfr. OSWALDBOR ITOG ONZÁLEZ((:D inámica de la economía canaria
contemporánea)), p. 54, y DLP y LP, 22-V-1935.
l5 Actividad publicó varias colaboraciones de Miranda Guerra, luego
recogidas en Los Puertos Francos. Esos artículos aparecieron en los nú-meros
10, 11 y 12 de la revista, correspondientes a los meses de mayo,
junio y jii!io de 1935. Tzmhién e! diario Acción dio cabida a lo largo del
mes de mayo de ese mismo año a varios trabajos de Miranda, que luego
se incorporaron al citado libro. .
l6 Esas acusaciones fueron hechas en el curso de una conferencia que
pronunció en el Círculo de la Unión Mercantil, de Madrid, el 4 de abril
de 1934. El texto se publicó en Las Palmas ese mismo año: Esquema de
la Historia Económica de las Islas Canarias. Influencia del plátano y de
los Puertos Francos sobre el desenvolvimiento económico de las Islas, Las
Palmas, Tip. Diario, 1934.
l7 Cfr. DLP, 4-IX-1935.
8 MANUEL FERRER MUROZ
creación de una flota canaria. Culminaban así las gestiones des-arrolladas
por los diputados canarios, principalmente por Guerra
del Río y Mesa y López: aquél durante su estancia en el
Ministerio de Obras pública^'^, y éste en el seno de la comisión
parlamentaria encargada de preparar una ley para remediar el
paro obrero: se consiguió que entre las obras previstas para
fomentar empleo se incluyese la construcción de esa flota para
exportación de los frutos del archipiélago. Esta aspiración había
encontrado un amplio respaldo social: el diario La Provincia pro-movió
un plebiscito y publicó innumerables listas de adhesiones;
y los Sindicatos Agrícolas, a través de una de sus principales
figuras -Francisco Padrón Morales-, presionaron en Madrid a N
para obtener la aprobación de las Cortes. E
Con la misma finalidad de revitalizar el tráfico marítimo se O
n sugiriG también ia oportunidad de crear zonas francas en ei -
m
O
puerto de la capital, que «promoverían seguidamente el tráfico E
E
2 marítimo de mercancías en régimen de transbordos, el comercio -E
de depósitos y las transformaciones industriales que contrarres-tarían
el decrecimiento progresivo de nuestro tráfico marítimo)) 19.
3
-
Un complemento importante de esas dos medidas era la me- -
0
m
E jora de la red de carreteras de Gran Canaria, con objeto de O
que ((extensas regiones de considerable riqueza agrícola [pudie-ran]
dar salida a sus productos y multiplicar su capacidad de n
-E
producción, industria y comercio»20E. ntre las poblaciones afec- a l tadas por esa situación de precariedad se contaban Tejeda, Ar- n
tenara, Mogán y Aldea de San Nicolás2'. n
Aspiración de las fuerzas económicas canarias era también 3
O
la extensión del régimen de franquicias a productos coloniales
que estaban sometidos al régimen arancelario común: parecía
l8 Cfr. SERGIOM ILLARCEASN TEROR:a fael Guerra del Río (De 'joven bár-baro"
a Ministro de Obras Públicas), Las Palmas, Cabildo Insular de Gran
Canana, 1987, pp. 51-54.
l9 Cfr. ((Proyecto de exposición de las necesidades y problemas de or-den
económico de esta Provincia)), elaborado por la Cámara de Comercio
y enviado a sus miembros el 2-VI-193 1 (ACC, carp. 244) y «Exposición».
«Exposición».
2' Cfr. El Socialista, 8-X; El Tribuno, 13-X-1931; La Voz Obrera, 27-
VIII-1932, y DLP, 12-VI, 27-VI y 14-XII-1935.
456 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ECONOM~A DE GRAN CANARIA DURANTE LA SECUNDA REPUBLICA 9
especialmente necesario eximir de gravamen a los artículos de
primera necesidad y, en primer término, al azúcar, ((sometido
a un impuesto que representa dos veces el valor comercial del
producto)) ". A pesar del criterio sustentado en esta propuesta
de la Cámara de Comercio, pocos meses después aparecieron
artículos muy críticos en El Tribuno y en El Socialista. de Las
Palmas, que acusaban a la Cámara de inhibirse en este tema
y disentir de la opinión generalizada en favor de la desgrava-ción
del azúcar ".
Las clases mercantiles experimentaban dificultades crecientes,
de las que eran un reflejo las cifras anuales de importaciones
y exportaciones arriba anotadas: las primeras sufrieron un sú-bito
bajón en 1933, en tanto que la tendencia a la baja de las
exportaciones se mantenía sostenida. También es indicativo el
hecho de que el número de exportadores inscritos en la Cá-mara
de Comercio descendiera a partir de 1932:
A Ñ O S
1931 1932 1933 1936
Exportadores . . . . . . . . . . . . . . 5 5 86 76 5 9
Fuente: Censos electorales de la Cámara de Comercio (ACC, carps. 43,
44 y 45).
Pudo contribuir a este declive del comercio la fuerte presión
fiscal representada por la contribución industrial y por las tasas
del Cabildo, Esa falta de equidad en la cargas c~ntri_biitivas
fue denunciada reiteradas veces por la Cámara de Comercio:
la limitación del territorio insular colocaba a su comercio en
condiciones de capacidad tributaria muy inferiores a las del co-mercio
peninsular 24.
22 «Proyecto de exposición».
23 Cfr. El Tribuno, 24-E, y El Socialista, 8-X-1931.
24 Cfr. «Proyecto de exposiciónn y «Exposición».
Núm 37 (1991) 457
10 MANUEL FERRER MUÑOZ
En enero de 1935, el Cabildo estableció unas tablas de va-lores
que habían de servir de base para la exacción dek arbitrio
del 1 por 100 que se imponía a los comerciantes de la isla: en
lugar de los precios declarados en las facturas de los comer-ciantes,
se partía de la valoración estimada en aquellas tablas.
De acuerdo con los cálculos realizados por la Asociación Pa-tronal,
la aplicación del nuevo sistema entrañaba un aumento
exorbitante del arbitrio que, en muchos casos, llegaba a equi-valer
a un 3 por 100. Además, la Patronal cifraba sus quejas
en la dificultad para consignar en las tablas valores justos, so-bre
todo en los productos manufacturados, en los que la gama
de calidades era amplícima. El Gobernador Civil, ante quien re-currieron
los comerciantes, reconoció el enorme peso tributario
que venían sosteniendo y ofreció su mediación ante el presi-dente
dei Cabiicio i5.
A la excesiva presión fiscal vino a sumarse otra dificultad
proveniente de la rigidez de las normativas mercantiles, que ha-cían
sumamente compleja la disponibilidad de divisas extranje-ras
que permitieran abonar los costos de las mercancías im-portadas.
Las empresas foráneas llegaron a amenazar con su
retirada de un mercado que no estaba en condiciones de ga-rantizar
el pago de sus facturas.
Ante esta situación injusta a todas luces -una orden mi-nisterial
del 17 de diciembre de 1932 concedía a las islas auto-nomía
para adquirir la moneda necesaria en sus transacciones
comerciales-, se requirió al Gobierno que desbloquease el mer-cado
de divisas y autorizase a Canarias para que pudiera con-tar
con las que precisaba para saldar s ~ s - d e u d a s-~~~ .An ct ividad
aparecieron unas extensas declaraciones del presidente de la Fe-deracidn
Patronal de Las Palmas, José Juan Mulet, sobre los
problemas planteados por las nuevas disposiciones del Centro
de Contratación de Moneda en materia de divisasz7.
Un segundo aspecto de la economía canaria, estrechamente
relacionado con los intercambios comerciales que se acaban de
25 Cfr. DLP, 8-I; LP, 11 y 13-1, y Ei Rad'icai ll-I-í935.
26 Cfr. Hoy, 27-VI-1935, y DLP, 24 y 25-III y 26-V-1936.
27 Cfr. Actividad, julio 1935 (n. 12).
458 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
referir, era el de la producción agrícola: particularmente la de
aquellos frutos que, como el plátano o el tomate, representaban
nuestras principales partidas exportadoras. Las ventas de
tomates decrecieron notoriamente a partir de 1931: un informe
de la Cámara de Comercio elaborado hacia octubre del año
siguiente estimaba que, al terminar 1932, la exportación de to-mates
podía experimentar una disminución de un 20 por 10028.
La magnitud del desastre era tal que en una asamblea de aso-ciaciones
patronales que se celebró en abril de 1936 se mani-festó
que la producción tomatera no permitía ni siquiera cubrir
la cuarta parte de los gastos requeridos para el cultivo".
Existían rémoras naturales y tradicionales que venían fre-nando
la deseable expansión de la agricultura canaria. Algunas
giraban en torno a la escasez de agua, y tenían que ver con
el escaso apoyo economico ciei Estado a obras be represamieii- - .
to, o con las dificultades legales para iniciativas privadas en
alumbramientos de aguas en terrenos de propiedad particular30.
A lo largo de 1935 fueron aprobándose algunos proyectos hi-dráulicos
y se anunciaron subastas para la adjudicación de las
obras de los embalses de La Dehesa, Los Propios, El Palo, Ba-rranco
de Lezcano (Teror), Barranco del Pintor (San Lorenzo),
Barranco de Firgas, Barranco Hondo (Guía), Barranco Las Gar-zas
(Guía), Rosales (Firgas) y Barranquillo del Calabozo (Guía)''.
Pero la tramitación de esos expedientes seguía un curso exas-perantemente
lento, y la mayoría de ellos recorría aún los cau-ces
burocráticos en la primavera de 1936".
A esos inconvenientes se añadían los derivados de la defi-ciente
comercialización de los productos agrícolas a la que ya
se ha aludido más arriba. De un lado, la excesiva producción
de tomates, que saturaba la capacidad consumidora de los mer-cados');
por otra parte, el control de los transportes por em-
Cfr. «Algunos datos sobre la situación mercantil de Las Palmas)), s. f.
(ACC, carp. 150).
29 Cfr. DLP y LP, 2 1-IV-1936.
' O Cfr. El Tribuno, 12-XI-1931, y DLP, 5-VD-1935.
, '' Cfr. DLP, 23-IV, 23-VI1 y 7-VIII-1935.
32 Cfr. DLP, 7, 8 y 28-V-1936.
33 Cfr. LP, 12-1 y 22-1-1935.
Núm 37 (1991)
presas navieras, extranjeras en su mayoría, que fijaban eleva-dísimas
tarifas de carga y de fletes. Y, de un modo particular,
el desbarajuste de los precios provocado por unas condiciones
de venta que en nada beneficiaban a los productores.
Desde la perspectiva de los agricultores, uno de los princi-pales
daños a la economía del sector provenía del recurso a
casas consignatarias que cifraban sus beneficios en el aumento
indiscriminado del número de bultos: se generaban así compe-tencias
ruinosas entre los productores agrícolas y se contribuía
a la caída de los precios": ese desbarajuste, agravado por la
mala organización de los cultivadores y por la actuación de
los especuladores, difícilmente podía ser evitado por la Junta
Provincial de Economía, aunque este organismo no dejase de
intervenir en la fijación de precios y control de las ventas35.
Algunos de estos puntos de vista fueron rectificados por la
Asociación Patronal de Exportadores, que tildó de simplista
la conceptuación del exportador como mero intermediario y ex-plotador
del agricultor y máximo responsable del alza de pre-cios
j6,
Entre los remedios sugeridos por los sectores patronales so-bresalían
la creación de un Consejo Insular de Economía, con
atribuciones en todo lo relacionado con importaciones y expor-taciones)',
y la propuesta de sindicación obligatoria, avanzada
en el verano de 1934 y sostenida insistentemente en los pri-
- -
34 Cfr. «La economía insular)), de Francisco Padrón Morales, en LP, 22-
1-1935.
35 Cfr. Informaciones de Madrid, 1 1 -XII-193 1, cit. en LP, 18-XII-193 1.
Cfr. DLP, 12-XII-1935. Este mismo periódico acogió en sus páginas,
durante los meses de febrero y marzo de 1935, una larga serie de artí-culos
de Luis Rodríguez Figueroa que publicaba La Prensa de Tenerife,
sobre la crisis del mercado de los plátanos y remedios para incrementar
las ventas en el exterior. La Provincia, por su parte, dio entrada a nume-rosas
colaboraciones de Padrón Morales en relación con el mismo tema.
37 Cfr. Actividad, febrero 1935 (n. 7), LP, 27-VI-1935, y DLP, 4-IX-1935
y 27-IV-1936. Con anterioridad a estas propuestas se había hecho sentir
la necesidad de dotar a las islas de un organismo coordinador de la acti-vidad
económica. Vease, por ejemplo, el artículo de ANTONIO JUNCTOO RAL:
«La necesidad de un órgano económico orientador», en Actividad, septiem-bre
1934 (n. 2).
460 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA ECONOM~AD E GRAN CANARIA DURANTE LA SEGUNDA REP~BLICA 13
meros meses de 1935'" a pesar del recelo que suscitaba entre
las organizaciones obreras de izquierdas y entre los exporta-dores:
esta Patronal difundió una nota, en diciembre de 1935,
en la que razonaba su oposición a la sindicación forzosa de
los agricultores que cultivaban productos destinados a la 'ex-portación.
Entre el largo elenco de razones sobresalían dos cen-tradas
en consideraciones de carácter estrictamente económico:
1) la forzada sindicación hacía cesar el estímulo emprendedor
que deriva de la competencia y que representa, por sí mismo,
un elemento regulador para la mejora de los precios;‘^ 2) esa
pretensión no era sino un procedimiento simplista para eliminar
a los exportadores: en lugar de plantearse una mejora de la
organización de los sindicatos, que posibilitara incrementar los
beneficios, se perseguía a ios que vendían a ios exportadores
o exportaban por sí mismos las mercancías y obtenían unos
precios medios superiores a los que pagaban los sindicato^'^.
Las ventajas de la sindicación obligatoria fueron difundidas en
la prensa por el presidente del Sindicato Agncola del Sur: con-trol
de la producción, abaratamiento de los transportes, mejoras
en la selección de semillas, racionalización en el almacenamien-to
y en los embalajes, etc.40.
Tampoco la industria conseguía levantar el vuelo. La nega-tiva
coyuntura del momento incidía en una situación ya con-solidada
a la que no eran ajenos lo reducido del ámbito geo-gráfico,
con sus correspondientes limitaciones de mercado, y el
régimen de franquicias4". Se explica así la disminución del elec-torado
industrial de la Cámara de Comercio, Industria y Na-
'"fr. articuios firmados por Padrón ~ o r a i e s en ¿a Provincia, i Z y
26-1-1935,a cerca de las ventajas de la sindicación obligatoria.
39 Cfr. DLP, 12-XII,y El Radical 19-XII-1935.O tro inconveniente des-tacado
por la Patronal de exportadores era su contradicción con las dis-posiciones
constitucionales garantes de la libertad sindical. Esta critica llegó
a cobrar estado parlamentario en el verano de 1936, a través de una in-ta,-~,
am,-;~m .,. .,..,.,.. O ~ + O !as Ccrtcs de! ministre de Agrirdt~ru, Rviz Funer (cfr.
DLP, 4-VII-1936).
40 Cfr. LP, 12 y 261-1935.
41 Cfr. «Exposición».
Núm 37 (1 991)
14 MANUEL FERRER MUÑOZ
vegación desde 1933, y del número de establecimientos indus-triales
desde un año antes.
El siguiente cuadro, elaborado a partir de los censos elec-torales
de la Cámara de Comercio correspondientes a los años
1931, 1932, 1933 y 1936, permite visualizar cómodamente aquel
descenso:
Año Elects. industria Gr. I (fabricantes) Gr. II (artes y oficios)
1931 895 444 45 1
1932 954 495 459
1933 928 47 1 457
1936 897 452 445
Fuente: Censos electorales de la Cámara de Comercio (ACC, carps. 43,
44 y 45).
Como fácilmente puede observarse, el año 1933, que marcó
una importante recesión en las actividades comerciales ligadas
a la exportación, asistió también a una contracción en el nú-mero
de industriales. Aunque desgraciadamente carezcamos de
los censos correspondientes a 1934 y 1935, no parece aventu-rado
suponer que la tendencia declinante se mantuvo. El punto
crítico parece corresponder a 1933: sobre todo, si se atiende
al aumento de electores de la industria registrado en 1932 con
respecto al año anterior. Sin embargo, ya en 1932 había claros
indicios de que las cosas empezaban a torcerse, pues el. número
de establecimientos industriales (industrias textiles y derivadas,
del metal, de la madera, químicas, de colas y jabones, cerámi-cas,
curtidos, alimentarias, gráficas y varias) había bajado con
relación a 1931: de 367 se pasó a 279. La línea descendente
continuó en 1933, año en el que ese total se cifró en 27342.
Las únicas esperanzas del sector provenían de las industrias
conservera de pescados y de elaboración de tabacos, aunque
ésta veía limitada su expansión por su dependencia de la Com-pañía
Arrendataria de Tabacos, que fl~aba ei volumen de ias
42 Cfr. DLP, 29-1-1935
462 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
labores43. En cambio, la construcción y las navieras -que em-pleaban
abundante mano de obra- se hallaban en franco re-troceso
44.
La reducción de pedidos de la Arrendataria, anunciada en mayo
de 1935, afectó gravemente a los obreros empleados en esa industria
-unos 6.000 en el archipiélago-, que se declararon en huelga en defensa
de sus puestos de trabajo. Establecida una tregua en julio, gracias a la
mediación de las autoridades locales de Las Palmas, el conflicto rebrotó
en noviembre a causa del retraso de la Compañía en la firma de los con-tratos.
siguieron largas negociaciones, con intervención de los diputados
caiiarios er, Curtes -de ün m ~ mdás ~s&re su!imte, Vuerm de! Kie, Gm-zález
Negrin y Lara-, que permitieron ultimar un acuerdo en enero del
año siguiente; y, sin embargo, las condiciones de los nuevos encargos de
la Arrendataria volvieron a resultar insatisfactorias. El problema seguía sin
encontrar solución en el mes de iunio de 1936. cuando el Ministro de
Hacienda dispuso la constitución de una Comisión mixta informativa, en-cargada
de emitir un dictamen sobre las características de un contrato ',
que pudiera satisfacer a las dos partes (cfr. DLP, 24-V, 19-VII, 19-XI; El
Tribuno, 27-XII; El Radical, 28-XII-1935; DLP, 13-1, 29-11 y 12-VI-1936).
M Cfr. «Exposición».