E D A F O L O G I A
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS
Ecología, distribución geográfica y características
P O R
Los primeros estudios de carácter general, sobre los suelos de
las Islas Canarias, fueron realizados por A. Hoyos, 1945, 1948, y
W. L. Kubiena, 1956.
Posteriormente, se llevaron a cabo algunos trabajos sobre proble-mas
particulares, tales como la alteración y formación de minerales
secundarios a partir de rocas volcánicas (M. C. Sánchez Calvo, 1958,
1961).
En el año 1971, la aparición de un trabajo general sobre las con-diciones
de formación de los suelos de Tenerife (E. Fernández-Cal-das
et al., 1971 a) marca el comienzo de un intenso desarrollo de la
investigación sobre los suelos de Canarias, tanto desde el punto de
vista general como agronómico, llevada a cabo por el Departamento
de Edafología de la Universidad de La Laguna y por el Centro de
Edafología y Biología Aplicada de Santa Cruz de Tenerife (C. S. 1. C.).
De estos trabajos citaremos algunos de carácter general:
E. Fernández Caldas et al., 1970; A. Borges Pérez, 1971; E. Fer-nández
Caldas et al., 1971 c, d, e; V. Pérez Garcia, 1971; E. Fernán-dez
Caldas et al., 1972, 1973 a, b; J. J. Bravo Rodríguez, 1974; E. Fer-nández
Caldas et al., 1974 b; J. M. Hernández Moreno, 1974; M. L. Te-
, L. E. FERN~EZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
jedor Salguero, 1974; J. O. Cabezas Viaño, 1975; A. Díaz Domínguez,
1975; V. García García et al., 1975; J. Sánchez Díaz, 1975; A. M. Bor-ges
Alvarez, 1976; A. Díaz Domínguez et al., 1976; E. Fernández Cal-das
et al., 1976; V. García Garcia et al., 1976; J. A. Pérez Méndez,
1976; C. M. Rodríguez Hernández, 1976; M. J. Rodríguez Romero,
1976; C. E. Alvarez González, 1977; A. Rodriguez Rodríguez, 1977;
M. 1. Trujillo Jacinto, 1977; L. García López, 1978; G. Vivancos Ga-llego
et al., 1978.
En el presente trabajo, se hace una descripción de los suelos de
Canarias, considerando no sólo sus características intrínsecas, que
nos llevan a diferenciar suelos de muy diversa tipología, sino tam-bién
estudiando de manera detallada, las relaciones que estos suelos
presentan con el medio ecológico, y que, en definitiva, son las que
condicionan su distribución geográfica.
Es bien sabido que la situación geográfica del archipiélago, así
como sus especiales condiciones orográficas y topográficas, originan
una diferenciación climática en altura, que condiciona una zonación
altitudinal de la vegetación en estratos, que en gran medida se co-rresponde
con la de los suelos.
Esta distribución de las distintas formaciones edáficas en pisos
o estratos nos ha llevado a estudiar la distribución geográfica de las
mismas, basándonos en la existencia de secuencias climáticas alti-tudinales
y de secuencias cronológicas, condicionadas por la dife-rente
edad de los materiales volcánicos, dentro de la misma zona
cl~inática (P. Quantin et al., 1978).
Los suelos de las Islas Canarias pueden dividirse en una primera
aproximación, y en función de su génesis, en dos grandes categorías:
suelos tropicales y suelos mediterráneos (P. Duchaufour, 1975).
Una génesis de tipo tropical es característica de los suelos obser-vados
en ia vertiente Norte de ias isias montañosas, mientras que
los suelos de la vertiente Sur están representados por formaciones
edáficas típicas de la cuenca mediterránea.
Estas diferencias observadas son debidas a las distintas caracte-rísticas
ecológicas que pravelecen en estas dos vertientes.
618 NUARIO DE ESTUDIOS ATLINTICOJ
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 3
Entre estas características ecológicas, el clima es el factor más
importante en la diferenciación de los suelos. El clima de las islas,
en principio, podría definirse como subtropical y marítimo, sin em-bargo
debido a la orografía de las islas, a su situación en plena re-gión
de los vientos alisios de procedencia ecuatorial, a la existencia
de una zona de inversión térmica a 1.500 m. de altitud y a la co-rriente
marina fría de Canarias, es más riguroso hablar de zonas
climáticas bien delimitadas.
La altitud y orientación de los sistemas montañosos determina
la existencia de grandes contrastes climáticos (A. Huetz de Lemps,
l969).
En las vertientes Norte y Nordeste, la incidencia directa de los
vientos alisios contribuye a mantener un clima húmedo, mientras
que en las vertientes Sur y Occidental, donde estos vientos no llegan
por efecto de estas barreras montañosas, la climatología es más seca
y árida (1. Font-Tullot, 1956).
Cuando los vientos alisios chocan con las masas insulares en la
región Norte, se remontan a lo largo de las vertientes, enfriándose
progresivamente hasta que se produce una condensación de la hu-medad,
dando lugar a la formación de estratocúmulos en la región
de las nieblas.
La existencia de una zona de inversión térmica a 1.500 m. de al-titud,
impide el desarrollo vertical de los estratocúmulos y contri-buye
a la permanencia del m a r de nubes».
Este mar de nubes presenta variaciones estacionales en su po-tencia
y limites altitudinales. En general comprende cotas entre 500
y 1.500 m., ascendiendo ocasionalmente hasta 1.800 m. de altitud.
Los efectos de esta capa de nubes quedan de manifiesto por el
tipo de vegetación higrófila de la zona, que constituye el <monte
verde».
Por encima del mar de nubes el clima es más seco. El fuerte
contraste que supone, en estas cotas superiores, la sequedad y tem-peraturas
elevadas del verano, con los hielos y nieves invernales,
hace que el carácter continental resulte cada vez más acusado al
aumentar la altitud.
También en los meses de invierno pueden producirse precipita-ciones
abundantes en la totalidad de las islas, especialmente en la
región Norte de las Occidentales, debido a la invasión de vientos
4 E. FERNhNDEZ-CALDAS, M L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
fríos polares, que llegan al archipiélago como consecuencia del ré-gimen
ciclónico que suele establecerse sobre el atlántico en los me-ses
de invierno.
Respecto a las temperaturas medias anuales, pueden generalizar-se
en las dos vertientes climáticas. Las mayores diferencias de tem-peratura
corresponden a sus amplitudes diurnas. En üneas genera-les
podemos afirmar que existen diferencias de 2 O C. aproximada-mente
durante el invierno y 4O C. en verano entre estas dos ver-tientes.
Dentro de los factores ecológicos que contribuyen a la formación
del suelo hemos de considerar, igualmente, la naturaleza de los ma-teriales
geológicos y el tiempo de alteración, la vegetación y la to- a
N pografia.
Los mahzriales geológicos de las islas, todos de origen volcánico, O
están constituidos fundamentalmente por basaltos, que forman cola- --- m
das de lavas y productos piroclásticos. O
E
Se encuentran igualmente rocas sálicas (materiales fonolíticos y
E
2
E traquitas). Estos últimos materiales ácidos están siempre subordi- -
nados en volumen a los basaltos, siendo la fonolita el material ácido 3
más frecuente (J M Fuster et al., 1968). O- -
Es necesario considerar igualmente la influencia que la crono- m
E
logia de estos materiales tiene en la formación de los suelos, ya que O
materias de igual composición y de edad diferente pueden llevar a -
tipologías muy distintas. como consecuencia del grado de evolución -E
a del suelo. l
La isla más antigua es La Gomera, probablemente del Mioceno o --
principios del Plioceno. En la isla de Tenerife, las penínsulas de
h a g a y Teno son de la misma época (H. Hausen, 1956; A. Abdel- 3
O
Monem et al., 1972). En estas zonas es probable que no se hayan
producido erupciones volcánicas durante períodos de tiempo muy lar-gos,
y los suelos formados en las mismas son precisamente los más
evolucionados.
La vegetación varía considerablemente de una vertiente a otra,
y dentro de cada vertiente en los diferentes pisos climziticos a que
antes nos referíamos (L. Ceballos et al., 1976). Si tomamos c o m o
ejemplo la isla de Tenerife, de máxima altitud, observamos en la
región Sur los siguientes pisos de vegetación: una zona baja donde
predomina la Kleinio-Euphorbion, cuyas especies más características
620 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS J
son la Euphorbia canariensis L., Aeonium canariensis (L.) Webb et
Berth., Launaea arbosecens (Batt.) Murb., Kleinia neriifolia Haw.,
etcétera, que deja paso progresivamente al pinar (Pinus canariensis
Chr. Sm. ex DC.) a través de una zona de degradación, típicamente
mediterránea, dominada por tomillares y matorrales de Cistus. Ya
en las zonas más elevadas de carácter subalpino predominan las le-guminosas
de alta montaña, Spartocitisus supranubius (L.) Webb et
Berth., así como otras especies: Adenocarpus viscosus (Willd.) Webb
et Berth, Dicheranthus plocamoides Webb., etc.
En la región Norte, además de la vegetación a que nos acabamos
de referir, aparece intercalada en una franja que corresponde a la
zona de nubes permanentes, un nuevo tipo de vegetación que consti-tuye
11 &urisilvan, que en nrariones pi~edes er v va di da p ~ erl pimr.
Las principales especies son: Laurus azórica (Seub.) Franco., Per-sea
indica (L.), Spreng., Apollonia barbujana (Cav.) Bornm., etc.
Como zona de transición de la laurisilva tanto a cotas superiores
como inferiores, se encuentra el cfayal-brezal», formado principal-mente
por Myrica faya Ait., Erica arbórea L.: tlle~ eurnpaeus L,,
etcétera.
La topografia es también importante, principalmente por su in-fluencia
en los fenómenos microclimáticos y erosivos que contribu-yen
a la diversidad de los suelos.
Las consideraciones anteriores, referidas principalmente para las
islas montañosas, excluyen a las islas de Lanzarote y Fuerteventura
de topografía más ilana, en donde el clima es de extrema aridez y
de una mayor uniformidad.
Todas estas consideraciones en las que se pone de manifiesto la
gran variabilidad de los factores ecológicos que más directamente
contribuyen a la formación del suelo, explica la diversa tipología de
formaciones edáficas que observamos, no solamente entre las ver-tientes
Norte y Sur, sino también entre los diferentes pisos altitu-dinales.
Con objeto de simplificar en la descripción y estudio de los sue-los
de las Islas Canarias, podemos considerar la isla de Tenerife
como representativa del conjunto. En esta isla se encuentran repre-
Núm 24 (1978) 621
6 E. FERNANDEZ-CALMD ALS. , TEJEDOR Y A. RODRIGUEZ
sentados la casi totalidad de los suelos existentes en Canarias (E. Fer-nández
Caldas et al., 1974 b, c; P. Quantin, 1975).
La isla de Tenerife tiene una zona Norte y otra Sur muy bien
diferenciadas, y todas las altitudes de las restantes islas, e incluso
alturas superiores que nos permiten igualmente conocer las forma-ciones
edáficas de las zonas alpinas en Canarias.
Para sistematizar la distribución geográfica de los suelos en la
isla de Tenerife, estudiaremos a continuación tres secuencias, dos
corresponden a la vertiente Norte, y una a la vertiente Sur, y donde
están representados la totalidad de los suelos de esta isla.
Secuencias de suelos en la vertiente Norte 8
N
En la región Norte de la isla de Tenerife debemos distinguir en- U
d
tre suelos de evolución reciente, andosoles y suelos pardos y los sue-
-
8'
los formados sobre materiales más antiguos constituidos por suelos 8
ferralíticos, suelos fersialíticos y vertisoles m. Fernández Caldas I
et al., 1977 b; M. L. Tejedor Salguero et al., 1977 b, c). e
En la región de los andosoles entre 900-1.000 m. y 2.000 m. de al- 5Y
titud, se observan sobre los materiales más antiguos, alteraciones de E
=n
tipo ferralítico (R. Maignien, 1966), que pueden estar rejuvenecidas 6
por materiales más recientes con alteración ándica (P. Quantin et al., U
E
1975), formando andosoles desaturados. Cuando este rejuvenecimien- i
to es más antiguo, los andosoles superficiales pueden haber evolu- a1
cionado a suelos pardos (P. Quantin et al., 1976). A
d
En la región inferior a los andosoles, entre 300-400 m. y 900-1.000
metros, que corresponde a los suelos pardos, actualmente transfor-0i
mados por el hombre, se observan alteraciones de tipo fersialitico,
muy desarrolladas (M. Lamouroux, 1971).
Por debajo de los 300-400 m. de altitud, en un clima de tipo se-miárido
y en situación topográfica de pie de vertiente, se forman los
vertisoles, que dominan en esta región (R. Dudal, 1967).
En la figura 1 se indican las secuencias edafológicas, conjunta-mente
con las secuencias climáticas y de vegetación asociadas a
cada uno de los suelos.
En primer lugar estudiaremos la secuencia de suelos formados
sobre materiales recientos.
622 ANUAiElO DE E S T U D I O S ATLANTZCOS
TEMPLADO SECO (contrasfe diuml)
TEMPLADO HUMEDO
TEMPLADO HUMEOO
ETAMA (Sparto cifisus nubtgenus)
PINAR (P~nus Conaricnsio)
SUELOS
LO; suelos entre parentesis estan formados sobro materiales cmfigYos
FIG, P
8 E. FERNÁNDEZ-CALDAS, M L TEJEDOR Y A. RODRZGUEZ
Andosoles
Estos suelos se forman en una zona regularmente húmeda, y so-bre
materiales de edad reciente, especialmente piroclastos (P. Quan-tin,
1971).
Los andosoles se caracterizan por el predominio en su fracción
mineral de silicatos alumínicos amorfos hidratados, conocidos como
«alofanas», que dan al suelo propiedades muy específicas (T. F. Ba-tes,
1960; E. M. Besoain, 1964; M. Fieldes, 1955; E. Fernández Cal-das
et al., 1976).
Entre los andosoles presentes en las Islas Canarias, los más fre-cuentemente
observados presentan las siguientes características:
Los perfiles son de tipo A, @jS v A, (31, C. Todos los horkuiites
son muy friables, poco adherentes y presentan una consistencia muy
débil. La porosidad es muy elevada y tienen caracteres de tixotro-pía
(E. Fernández Caldas et al., 1975 b).
La densidad aparente en estos suelos es extremadamente baja,
Inferior a 0,85 g / ~ m .y~ s olamente en los horizontes de alteración
debido a la influencia del material de origen este valor aumenta.
Los horizontes A presentan colores muy oscuros debido a la pre-sencia
de grandes cantidades, de materia orgánica.
En general este horizonte tiene un gran espesor y a medida que
nos alejamos de la zona típica de formación de estos suelos el ho-rizonte
A tiene menor profundidad. La estructura es generalmente
grumosa y la textura limo-arenosa.
Los horizontes (B) o (B)C presentan colores más intensos, rojizos
o amarillentos, la textura es limosa o areno-gravosa y la estructura
continua o maciza.
El horizonte de alteración presenta un color muy próximo al del
material de origen. La textura es más gruesa que la del horizonte (B)
y se mantiene la estructura del material original.
Todo el perfil da reacción positiva y muy rápida con el FNa, lo
que inciica una eievada aicaiinidad de cambio.
Respecto a las características físico-químicas, estos suelos pre-sentan
un contenido importante de materia orgánica en superficie,
que oscila entre 7 y 14 por 100, y está repartida profundamente en
e2 perfil. Se han encontrado valores del 6 por 100 de materia orgá-nEca
incluso en el horizonte (B).
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 9
Otra característica importante es que la materia orgánica está
íntimamente asociada a la materia mineral (E. Fernández Caldas
et al., 1971 e; J. Benayas et al., 1973; S. Bruckert et al., 1974).
En general, el pH de estos suelos es elevado (6,5) y no se corres-ponde
con el bajo grado de saturación (< 30 por 100), como conse-cuencia
del elevado punto isoeléctrico de las alofanas (M. L. Teje-dor
Salguero et al., 1976).
La capacidad de cambio es muy elevada, pero lo que es más
importante y característico de estos suelos es la variación de la
capacidad de cambio en función del pH, o walor A», que oscila al-rededor
de 42 meq/100 g. en los andosoles más típicos.
El análisis químico de estos suelos, en relación con el material
de origen, indica una lixiviación importante de sílice y bases, y un
enriquecimiento relativo en AlzO,, Fe,O, y TiO, (P. Ségalen, 1964;
J. M. Hernández Moreno, 1974; E. Fernández Caldas et al., 1975 a;
J. M. Hernández Moreno et al., 1976; E. Fernández Caldas et al.,
1977 a; J. A. Pérez Méndez et al., 1977 a).
La formación de complejos orgánicos muy estables, con la alo-fana,
hace muy difícil la dispersión de estos suelos con métodos clá-sicos,
y es necesaria la utilización de ultrasonidos para obtener una
dispersión satisfactoria. Los contenidos de arcilla son muy bajos
(13-40 por 100), y predomina la fracción limo.
Presentan una importante capacidad de retención de agua, prin-cipalmente
en los horizontes profundos (99,6 por 100 a pF 2,5 y 66,4
a pF 4,2, sobre muestra conservada húmeda).
La mineralogia de estos suelos incluye compuestos amorfos tipo
alofana en proporciones elevadas. Se observa igualmente una indi-vidualización
importante de hidróxidos de aluminio (gibsita) y de hie-rro
(goethita y hematites), y en algunos perfiles la presencia de ar-cillas
haloísiticas en forma tubular y glomerular. En los andosoles
más saturados se han observado algunas formas de montmorillonita,
y en los más desaturados es frecuente la presencia de finas fibrillas
de imogolita (Y. Tardy, 1969; J. Trichet, 1969; C. Gense, 1976; M. L.
Tejedor Salguero, 1977 a).
Los minerales primarios son muy abundantes en estos suelos, ob-servándose
principalmente feldespatos y cuarzo (J. O. Cabezas Via-ño
et al., 1976). Este Último probablemente de origen eólico (E. Fer-nández
Caldas et al., 1974 a). En los andosoles más recientes, ricos
10 l3 FERNÁNDRZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
aún en sílice y bases es frecuente la presencia de fragmentos de
diatomeas.
Estos suelos formados en condiciones de humedad elevada y per-manente
a lo largo de todo el año, presentan una alteración que se
caracteriza por la lixiviación de bases y sílice y la acumulación re-lativa
de Alzo,, Fe,Oa y TiOz.
La intensidad de estos procesos determina el grado de evolución
de estos suelos (J. A. Pérez Méndez et al., 1977 b), encontrando en
la isla de Tenerife una secuencia cronológica que va desde los Vi-trandepts
(andosoles poco evolucionados y poco diferenciados) hasta
suelos intergrados entre los andosoles y los suelos pardos, pasando
por suelos de alteración intermedia como los Vitrandepts evoluciona-dos
y los Dystrandepts (Andosoles más típicos) (C. P. C. S., 1967;
U. S. D. A., 1975).
Esta secuencia cronológica se extiende desde las Cañadas del Tei-de
hasta el Macizo de h a g a .
Suelos pardos
Dentro de esta secuencia de suelos, debemos distinguir entre los
suelos pardos situados en condiciones climáticas más contrastadas
que las de los andosoles (suelos pardos eutróficos) y los suelos que
hacen transición entre estas dos tipologías (suelos pardos ándicos).
Nos referiremos únicamente a los primeros, ya que los suelos par-dos
ándicos presentan características más o menos próximas a los
andosoles, según su situación.
Los suelos pardos eutróficos se forman sobre materiales recien-tes,
y como acabamos de indicar, en condiciones climáticas más
contrastadas que las de los andosoles y suelos pardos de transición.
Son suelos de perfil A, (B), (B)C, con un color pardo-rojizo en
superficie y netamente más rojizo en el horizonte (B). La estructu-ra
de este horizonte es de tipo poliédrica y la textura arcillosa. En
algunos de los perfiles observados en Tenerife se han encontrado re-vestimiento~,
p robablemente de hierro o manganeso, lo que es un ca-rácter
de hidromorfía.
Los valores de materia orgánica son mucho más bajos que para
los andosoles (2-3 por 100) y presentan una relación C/N inferior a
10, lo que es típico de una materia orgánica muy evolucionada.
626 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 11
La suma de bases cambiables es más elevada que en el caso an-terior,
son suelos eutróficos o mesotróficos (S/T = 70 por 100). En
este caso el grado de saturación sí se corresponde con los valores
de pH (cercanos a la neutralidad).
El análisis total indica una pérdida de sílice menor, y una rela-ción
sílice/alúmina más elevada que en los suelos ándicos.
Los minerales secundarios están constituidos por metahaloisita en
superficie y haloisita hidratada en profundidad. Se encuentran tam-bién
minerales de tipo 2:l (montmorillonita y arcillas interestratifi-cadas),
así como pequeñas cantidades de goethita y hematites.
En estos suelos prácticamente no se observan compuestos amor-fos
de tipo alofana (únicamente trazas en superficie). Los minerales
secundarios se encuentran ya muy bien cristalizados.
Se encuentra también en estos suelos minerales primarios, prin-cipalmente
cuarzo y feldespatos.
Estos suelos, aunque formados sobre materiales recientes, pre-sentan
un grado de evolución de la cristalinidad de las arcillas mu-cho
más avanzado que en los casos anteriores, y por el contrario una
alteración geoquímica menos acusada. Sin embargo, tienen aún bas-tantes
minerales primarios.
En esta secuencia de suelos formados sobre materiales recientes,
se observa una correlación muy estrecha entre el tipo de suelo for-mado
y las condiciones climáticas actuales. Las características cli-máticas
constituyen por tanto el factor determinante que diferencia
los andosoles de los suelos pardos eutróficos. Se distingue igualmen-tc
una región intermedia donde predominan los suelos intergrados en-tre
estos dos tipos prfncipales y que hemos clasificado como suelos
pardos ándicos.
Los andosoles se asocian a la región de nubes, con humedad ele-vada
y permanente a lo largo del año, y en un piso inferior, fuera
de la influencia de las nubes, con veranos secos e inviernos húme-dos,
se sitúan los sueios pardos eutroficos.
Como es bien conocido, los productos de alteración de los mate-riales
volcánicos llevan a la formación de alofanas, cuya estabilidad
está influenciada por las condiciones de humedad ambiental.
La humedad permanente de la región de los andosoles tiende a
12 E. FERNÁNDEZ-CALDAS, M L TEJEDOR Y A. RODR~GUEZ
estabilizar estas alofanas que constituyen los minerales dominantes,
mientras que los contrastes climáticos que existen en la región de
los suelos pardos eutróficos favorecen por desecación del perfil, la
evolución de los silicatos amorfos, a formas cristalinas que en este
caso están representadas por haloisita.
En los suelos de la zona intermedia se observa la presencia si-multánea
de alofanas y haloisita.
En la secuencia de suelos sobre materiales antiguos, aparecen los
suelos ferralíticos, fersiaiíticos y vertisoles, que presentan un grado
de evolución muy avanzado.
Suelos fed&ims
Como indicamos anteriormente, estos suelos están situados en las
zonas de altitud media de la región Norte de la isla de Tenerife, en
el mismo piso climático que los andosoles, pero sobre materiales mu-cho
más antiguos.
Es importante destacar en estos suelos la complejidad que presen-tan
sus perfiles, debido a fenómenos de rejuvenecimiento. Los suelos
ferralíticos están generalmente enterrados por los andosoles o por los
suelos pardos ándicos. Se encuentran en la superficie, únicamente
en las zonas antiguas muy afectadas por la erosión.
Encontramos por tanto, bajo las mismas condiciones climáticas y
sobre rocas volcánicas de igual composición, suelos de naturaleza
muy diferente.
Los suelos ferralíticos observados en Tenerife presentan perfiles
de tipo A, (B), (B)C, generalmente muy profundos, algunos de los
perfiles estudiados tienen más de 4 m.
Morfológicamente debemos destacar la estructura relativamente
fina, de tipo poliédrica media, muy friable, una textura netamente
arcuosa y una densidad aparente muy baja. En algunos perfiles se
han observado concreciones de gibsita que llegan a alcanzar 1 cen-tímetro
de diámetro. La gran frlabilidad de estos perfiles hace que
en algunas ocasiones suelos con un porcentaje muy elevado de ar-cilla
tengan aparentemente una textura limosa.
Son suelos ácidos y moderadamente ácidos. Los contenidos de ma-
628 ANUARIO DE ESTUDIOS Ai'LAhrTICOJ
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 13
teria orgánica son bajos (< 5 por 100) y hay un predominio de áci-dos
fúlvicos sobre los ácidos húmicos, lo que es característico de una
humificación en medio subtropical.
La suma de bases cambiables es muy baja en estos suelos y os-cila
entre 5 y 7 meq/100 g. aproximadamente, en los más desatura-dos
y alrededor de 12 meq/100 g. en los más saturados. Esta es una
de las propiedades más características de este tipo de suelos.
Sin embargo, en general los valores de capacidad de cambio
(24 meq/100 g.) de los suelos ferralíticos estudiados en Tenerife, son
superiores a los obtenidos en los suelos ferralíticos clásicos
(< 16 meq/100 g.), debido a la abundancia de haloisita y a la exis-tencia
probable de algo de alofana.
Los minerales primarios fácilmente alterables, prácticamente han
desaparecido. Como minerales secundarios se encuentran arcillas ha-loisíticas
y óxidos e hidróxidos de aluminio y de hierro. Fundamental-mente
gibsita y goethita (J. Delvigne, 1965; Y. Chatelin, 1974).
En relación con los materiales de origen, el análisis químico in-dica
una lixiviación importante de sílice y bases, originando una acu-mulación
relativa de alúmina y óxidos de hierro y titanio.
Las características físico-químicas y mineralógicas que acabamos
de indicar para estos suelos, ponen de manifiesto un grado de evo-lución
muy avanzado.
Algunas propiedades podrfan hacer pensar en andosoles, sin em-bargo
la gran proporción de haloisita así como la baja capacidad de
cambio no dependiente del pH les separa netamente de los suelos de
aquella tipologia.
Los suelos ferraliticos observados en Tenerife, que presentan una
capacidad de cambio más elevada de lo esperado para ferralíticos
clásicos, han sido igualmente descritos en otras regiones volcánicas
del mundo, dada la importancia que la haloisita tiene como producto
secundzrio, en la alteracijn de los materiales volcánicos (A. Léve-que,
1967; P. Quantin, 1975).
Suelos fersiaiíticos
Estos suelos en la región Norte se sitúan en cotas inferiores a los
suelos ferralíticos. A menudo están rejuvenecidos, aunque con un
14 E. FERNÁNDEZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
espesor menor que en aquéllos, y es más frecuente observarlos en
superficie dado que se encuentran en una zona ya antropizada (A. Ro-dríguez
Rodríguez et al., 1978 a, b, c, d, e).
Los suelos fersialíticos presentan mayor diferenciación estructu-ral
que los suelos ferralíticos (J. Botelho da Costa, 1959; C. Sys, 1967).
La estructura es de tipo poliédrica gruesa o prismática en el hori-zonte
B.
En ocasiones, especialmente en profundidad no se observa corre-lación
entre el tipo de estructura y la composición mineralógica. Es
frecuente una estructura vértica, bastante acusada, con un porcen-taje
mínimo de montmorillonita.
Teniendo en cuenta que las arcillas haloisíticas y las ilitas son las
que dominan, se puede hablar de un fenómeno de hinchamiento de
estas arcillas.
Una de las características morfológicas principales de estos sue-los
es el color rojo muy intenso que presenta el horizonte B (2,5 YR
316) y su textura francamente arcillosa.
Los suelos fersialíticos más frecuentes en Tenerife presentan per-files
de tipo A, (B), (B)C o A, B, BC. En general el proceso de la-vado
de arcillas en estos suelos es pequeño para la potencia que
presenta el horizonte B (N. Fedoroff et al., 1977; J. Sánchez Diaz
et al., 1977).
Los suelos fersialíticos más típicos son en general medianamente
saturados, con un contenido en bases cambiables mayor que el ob-servado
en el nivel superior y un porcentaje de materia orgánica
muy bajo.
El análisis químico indica que la pérdida de sílice es mucho me-nor
que en los suelos ferralíticos.
Debemos destacar el elevado contenido de hierro que presentan
estos suelos, que llega incluso a constituir la cuarta parte de la com-posición
quimica del suelo total, lo que coincide con una gran indi-vidualización
de hidróxidos de hierro (hematites) que generalmente
se encuentran en mayor proporción en las fracciones gruesas.
La fracción inferior a 2 p está formada esencialmente por arci-llas
haloisíticas, ilita abierta y algo de montmorillonita y a veces
minerales arcillosos con comportamiento de interestratificados.
Los minerales primarios se encuentran en un estado avanzado de
alteración, aunque sin embargo menor al observado en los suelos fe-
630 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 15
rralíticos y es posible aún observar minerales alterables (A. Rodri-gcez
Rodriguez et al., 1978 f).
La ilita abierta se encuentra en proporciones importantes en to-dos
los perfiles. Al principio se pensó en un origen eólico, sin em-bargo
se encuentra en todos los horizontes, incluso a varios metros
de profundidad.
Estos suelos, a veces formados sobre materiales fonolíticos con-tienen
abundantes sanidinas y micas (biotitas), lo que nos permite
pensar que la ilita se origina a partir de las micas, mediante un
proceso de herencia y degradación.
Los vertisoles se encuentran situados en la zona más baja de la
vertiente Norte. Con frecuencia, la parte superior del suelo se ha
formado a partir de coluvios que provienen de zonas más elevadas.
Pero la parte inferior puede provenir de la alteración del basalto
subyacente (C. M. Rodríguez Hernández, 1976, 1978).
Este grupo de suelos se caracteriza por la dominancia de mont-moriilonita
en su fracción arcilla, que se forma en unas condiciones
físico-químicas en las que los iones calcio y magnesio son los domi-nantes
en la solución del suelo y en el complejo de cambio (B. Ka-loga,
1966; P. Buringh, 1970; E. C. J. Mohr et al., 1972; G. Boc-quier,
1973).
Estos suelos presentan perfiles de tipo A, (B), C. El color es gris
oscuro y la consistencia es muy fuerte. En estado húmedo presen-tan
plasticidad y una gran adherencia. Son suelos netamente arci-llosos
y con estructura prismática en el horizonte (B).
En la superficie de los vertisoles se observa el fenómeno de self-mulching,
apareciendo igualmente en período seco las grietas, carac-terísticas
de los fenómenos de contracción típicos de las arcillas ex-pu~
uiUkuy lw dcrni~ane stm szelos.
Estos fenómenos de dilatación y contracción dan lugar igualmen-te
a la aparición de cutanes de presión (slicken-sides), en la super-ficie
de las unidades estructurales.
Los vertisoles estudiados en la región Norte de Tenerife presentan
siempre Una aziimkici6ii friable & carbonato cáicico, en ia base
del horizonte (73).
16 E. FERNmEZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
Comparando con los otros suelos de la secuencia, el contenido de
materia orgánica es mínimo (0,5 por 100), los pH son ya netamente
alcalinos (8,6). Su situación topográfica y el déficit pluviométrico du-rante
una gran parte del año favorece la acumulación lateral y ver-tical,
puesta de manifiesto por el elevado contenido de bases cam-biables,
especialmente calcio, magnesio y eventualmente sodio.
La capacidad de cambio corresponde a una composición minera-lógica
con predominio de montmorillonita. El análisis químico total
pone de manifiesto variaciones muy pequeñas de síIice, alúmina y
óxidos de hierro, con relación a la roca madre.
Los minerales secundarios, como ya hemos indicado, están cons-tituidos
fundamentalmente por montmorillonita, acompañada de ilita
abierta, y algunos minerales caoliníticos (canlinita y metahalnisita).
Las grandes extensiones agrícolas en la zona de los vertisoles en
esta región Norte de la isla, y las terrazas artificiales utilizadas por
los agricultores canarios con suelos transportados desde las zonas
montañosas, prácticamente han hecho desaparecer los vertisoles de
esta región, exceptuándose las zonas de Bajamar, Buenavista y Teno,
donde están bien representados.
La secuencia de suelos que acabamos de estudiar sobre materia-les
antiguos, obedece igual que la secuencia anterior a la variabili-dad
climática en las diferentes zonas altitudinales de la isla.
Se observa una evolución desde los suelos ferralíticos en las re-giones
más húmedas hacia los vertisoIes en las más áridas, pasando
por una climatología intermedia, más contrastada, en la zona de los
suelos fersialíticos.
Los suelos de esta secuencia son los más evolucionados geoquí-micamente
de los observados en Canarias, su génesis es típicamente
tropical. Secuencias análogas se han descrito en las islas volcánicas
tropicales, especialmente en las Antillas.
Alteraciones tan desarrolladas como aparecen en los suelos ferra-líticos
y fersialíticos y acumulaciones tan diferenciadas de carbonato
cálcico en los vertisoles, nos hacen pensar que quizá estos suelos se
han formado en unas condiciones climáticas más húmedas que las
actuales.
Sin embargo, se observa una cierta continuidad en la génesis de
los minerales secundarios, al menos en las regiones relativamente
632 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 17
más húmedas, entre los suelos formados sobre materiales recientes
y los suelos sobre materiales antiguos de la misma zona climática,
concretamente entre los andosoles y los suelos ferralíticos y entre
los suelos pardos eutróficos y los suelos fersialíticos.
Es por tanto probable que en la actualidad esta evolución se siga
produciendo aunque mucho más lentamente que en ciertas épocas
anteriores, probablemente de clima más tropical.
Se puede por tanto hablar, en función del tiempo, de una tenden-cia
a la ferralitización de los andosoles y a la fersialitización de los
suelos pardos eutróficos.
Podemos pues, imaginarnos las cronsecuencias siguientes:
Andosol vítrico --+ Andosol desaturado -+ Suelo ferralitico.
en la zona perhúmeda.
Suelo pardo ándico -+ Suelo pardo eutrófico o mesotrófico -+
-+ Suelo fersialítico, en clima húmedo y contrastado.
-7 vemos, por tanto, que las dos ciimatosecuencias esiuciiacias en
esta región Norte de la isla de Tenerife, sobre materiales recientes
y sobre materiales antiguos, forman entre si una cronosecuencia.
El mismo proceso que lleva a la transformación de los andosoles
en suelos ferralíticos, conduciría a la evolución de los suelos fersia-
Iíticos a los ferralíticos, hecho confirmado por la existencia de sue-los
de características próximas a los ferralíticos al mismo nivel al-titudinal
de los suelos fersialíticos (A. Rodríguez Rodríguez, 1977).
Secuzncia de suelos en la vertiente Sur
La secuencia de suelos de la región Sur de la isla de Tenerife,
situada fuera de la acción de los vientos alisios y por tanto bajo
unas condiciones clim&ticas mucho más secas que la región Norte,
está formada fundamentalmente sobre materiales volcánicos de tipo
fonolítico. En la figura 2 se representan las secuencias de suelm, de
vegetación y de clima de esta región (P. Quantin et al., 1977).
La secuencia climática estudiada comprende los siguientes tipos
de suelos: Suelos pardos ándicos, suelos pardos modales, suelos fer-sialíticos,
vertisoles, suelos marrones y suelos sódicos.
CLIMA
,500 SUBALPINO
500 TEMPLADO SECO (CONTRASTE DIURNO)
000 TEMPLADO SECO (POCO CONTRASTAOO)
O SUBTEMPLADO
MIARIOO SUBTROPICAL
ARJDO SUBTROPICAL A SEMlARfDO
000 RETAMA(SPARTOCITISUS NUBIGENUS) PINAR
1 100 PINAR ( PINUS CANARIENSIS)
KLENIO - EUPHORBJON
SUELOS
200 S PARDO ANOICO
000 S PARDO MODAL
1250 S FERSlALlTlCO
800 VERTISOL
FIG 2
ANUARIO 138 ESTUDIOS ATLANTZCOS
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 19
Suelos pardos 5ndiw
Por encima de los 2.000 m. de altitud, el clima es de tipo subal-pino
y la vegetación de retamar (Spartocitisus supranubius [L.] Webb
et Berth.) y pinar (Pinus canariensis Chr. Sm. ex DC.).
Los suelos están muy erosionados y próximos a los rankers o li-tosoles
de erosión. Algunos suelos más diferenciados presentan un
perfil complejo con caracteres de suelos pardos oligotróficos en pro-fundidad
y de suelos pardos ándicos en superficie.
Este tipo de perfiles complejos es sustituido a medida que nos
acercamos a las Cañadas del Teide por perfiles formados por su-perposición
de andosoles poco diferenciados, vítricos.
Estos suelos situados en la región subalpina son comunes a las
dos vertientes de la isla.
Los suelos pardos ándicos de superficie son suelos de perfil poco
diferenciado y poco desarrollado, generalmente de tipo A, (B)C. Pre-sekan
estt~&.iipp~a rticdar Q grumosa fina en superficie y con-tinua
o poliédrica fina en profundidad.
Los valores de materia orgánica son elevados, y ésta aparece ín-timamente
ligada a la materia mineral.
La capacidad de cambio aproximadamente de 25 meq/100 g. in-dica
una proporción pequeña de alofana y por el contrario valores
importantes de arcillas haloisiticas.
Los productos secundarios de estos suelos son fundamentalmente
haloisita bien cristalizada, junto con algo de montmorillonita en su-perficie.
Se han observado igualmente compuestos alofánicos aunque
en pequeña proporción, ya que las condiciones ciimáticas contrasta-das,
en lo que se refiere a pluviometría y temperatura, favorecen la
evolución de las formas amorfas a cristalinas.
Entre los compuestos residuales de alteración se distingue igual-mente
goethita y hematites. Hay abundantes minerales primarios,
especialmente en superficie, io que prueba su rejuvenecimiento.
Se trata por tanto de suelos poco diferenciados, en curso de evo-lución,
a causa del carácter reciente del material o de la intensa ero-sión.
Sin embargo, debido a las condiciones climáticas, los minerales
secundarios están constituidos fundamentalmente por haloisita.
20 E. FERNhNDEZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
Suelos pardos modales
Estos suelos se encuentran en un piso inferior a los suelos pardos
ándicos. En un clima relativamente más húmedo y más cálido y con
una vegetación dominada por el Pinus canariensis Chr. Sm. ex DC.
(L. Ceballos et al., 1976).
Se tratan de los suelos pardos más típicos observados en la isla.
Presentan ya una diferenciación neta con perfiles de tipo A, (B),
@)C.
La estructura es grurnosa en superficie y poliédrica gruesa en el
horizonte (B). La consistencia es fuerte en todo el perfil.
Muy característico de los suelos de esta tipología es la presencia a N
& k - s t ip <.~d&» i& nra i&ie&d hi&gjca, íntima-mente
ligado a la materia mineral, un horizonte (B) con un conteni- O n do muy bajo de materia orgánica y un pH cercano a la neutralidad -
m
O
(J. Boulaine, 1957; A. Ruellan, 1971). E
2 El contenido en bases cambiables es superior al de los suelos an- -E
teriores siendo el calcio el catión dominante. El grado de saturación
oscila entre 31-33 por 100 en superficie y 56 por 100 en profundidad. 3
-
Los valores de Fe,O, son más elevados en estos suelos, que los -
0
m
E que corresponden a los pardos ándicos. El análisis químico de la O
fracción fina del suelo indica la importancia de este elemento entre
los productos secundarios. n
-E
El contenido de arcilla, elevado, es un índice de un mayor grado a
de alteración. 2
n
La matahaloisita es el producto secundario principal, acompañada n
de cantidades menores de haloisita hidratada, caolinita y minerales 3
O
con comportamiento de arcillas interestratificadas. La montmorillo-nita
suele aparecer igualmente en estos suelos, especialmente en los
horizontes superficiales, así como algo de ilita.
Las condiciones que se observan en estos suelos, de medio bio-lógicamente
activo, con un humus de tipo «mull», contenido relati-vamente
elevado en cationes y en hierro y una fracción fina irnpor-tante
constituida principalmente por metahaloisita, favorecen la for-mación
de un complejo arcilla-humus-hierro que caracteriza el pro-ceso
de la pardificación.
En algunos conos volcánicos muy recientes que se encuentran en
636 A Y U A R I D DE E S T U D I O S ATLANTICOS
8wpm-i~ &mierda: AndosoI. h e c h a : Suelo pardo eutri5fico.-hfmíor &-
quqerda: Suelo ferralitico. Derecha: Suelo fersialítico.
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 21
esta franja de suelos pardos, los suelos están aún poco diferencia-dos
y recuerdan a los andosoles vítricos.
Suelos fersialíticos
Los suelos fersialíticos de la región Sur de Tenerife se sitúan a
altitudes más elevadas (1.250 m.) que los observados en la región
Norte. Como la mayonn parte de aquéllos, están también sometidos
a cultivos intensivos, pero en este caso están recubiertos artificial-mente
con materiales fonoliticos de tipo piedra pómez, para evitar
la evaporación.
Las diferencias fundamentales con los perfiles de la misma tipo-logia
de la región septentrional son: un grado de desarrollo mucho
menor, color rojo menos intenso, pH próximo a la neutralidad y un
mayor porcentaje de saturación.
La capacidad de cambio es menor, ya que en este caso predomi-nan
las ilitas abiertas, probablemente hacia vermiculita. La textura
es igualmente arcillosa, pero la estructura está mucho menos mar-cada.
La argilificación del horizonte @) se produce por alteración
can situ» del material de origen, no observándose en estos perfiles
fenómenos de iluviación.
Si tenemos en cuenta que estos suelos están situados en una zona
donde la pluviometría es de aproximadamente 400 mm. anuales, que
Id abertura de la ilita, según algunos autores se produce a precipi-taciones
superiores a 1.000 mm., y que no existen acumulaciones de
carbonatos ni de sales, podemos pensar que estos suelos se han for-mado
en unas condiciones climáticas cuantitativamente diferentes a
las actuales (N. Fedoroff, 1966).
Vertisobs
Estos suelos son similares a los vertisoles observados en la región
Norte de la isla, por lo que no haremos muchas consideraciones so-bre
ellos.
Unicamente resaltar, que igualmente que en el caso de los suelos
fersialíticos, los vertisoles de la región meridional alcanzan altitu-des
mucho mayores, concretamente se ha estudiado un perfil a 800
metros de altitud.
22 E. FERNÁNDEZ-CALDAS, M. L. TEJEDOR Y A. RODRÍGUEZ
Este desfase en altitud, de los suelos con respecto a la vertiente
Norte, es consecuencia de una climatología más árida.
Los perfiles están menos desarrollados, son menos profundos, la
acumulación de carbonato cálcico es menos marcada y no se ob-serva
en ningún caso un horizonte moteado hidromorfo, que aparece
en algunos suelos de esta misma tipología en la región Norte.
A estos suelos se pueden aplicar las mismas consideraciones res-pecto
al clima actual que se hacían en los suelos fersialíticos.
Suelos marrones
Están situados en altitudes próximas a los 300 m., generalmente
antropizados y probablemente erosionados en superficie.
Son suelos de perfil A,, B,,, C. Respecto a su morfología conviene
destacar el color rojizo del horizonte B, que se acentúa con la dis-minución
del contenido en carbonato. Este horizonte presenta una
estructura prismática o poliédrica gruesa y su textura es arcillosa.
Están débilmente carbonatados en superficie y presentan un má-ximo
de diferenciación calcárea en la zona media del perfil, bajo
forma de nódulos o micelios. En algunos perfiles es posible observar
en profundidad costras calizas friables (A. Ruelian, 1971). Es muy
frecuente en esta región la presencia de basalto recubierto de 1á-minas
de carbonato cálcico.
El contenido de materia orgánica es muy bajo, en general inferior
al 1 por 100. El porcentaje de bases cambiables es importante, es-pecialmente
calcio y magnesio. Debemos señalar que en general el
sodio representa más del 15 por 100 de la capacidad de cambio, lo
que junto a los elevados valores de pH indica una alcalinización de
los suelos, que afecta sobre todo a los horizontes profundos. La con-ductividad
puede alcanzar también valores importantes (8 mhos/cm.)
Esta salinidad es debida, por una parte a la alteración del ma-terial,
de tipo fonolítico, por tanto rico en sodio y potasio y por otra
a la influencia marina, manifestada por la correlación entre los con-tenidos
üe soáio y cioro.
Estos fenómenos de alcalinización y sahización en profundidad
podría hacernos pensar en suelos halomorfos, sin embargo la mor-fología
del perfil no refleja los fenómenos de halomorfía, por lo que
han sido clasificados dentro de otra tipología.
638 A N U A R I O DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SUELUS DE LAS ISLAS CANARIAS 23
No se han observado revestimientos arcillosos en el horizonte B,
como consecuencia del estado muy floculado de las arcillas, provo-cado
por la concentración elevada de iones calcio, lo que hace que
su desplazamiento vertical sea muy difícil especialmente en un me-dio
donde la pluviometría es poco intensa.
En la mineralogía de e s t o s suelos domina la montmorillonita,
acompañada de pequeñas cantidades de minerales caoliníticos en al-gunos
casos, clorita, goethita fina y hematites (H. Paquet, 1969).
Debemos señalar la presencia de pequeñas proporciones de mi-nerales
fibrosos de tipo sepiolita-atapulgita en los horizontes m á s
carbonatados, debido a una neoformación (C. M. Rodríguez Hernán-dez
et al., 1976; C. Rodríguez Pascua1 et al., 1978).
Aigunas capas de cenizas voicánicas, procedentes de erupciones
fonolíticas antiguas, han recubierto varios de estos suelos, lo que
nos indica la antigüedad de su génesis. La datación de uno de los
nódulos calizos de uno de estos suelos enterrados nos permite atri-buirles
una edad de 19.000 + 400 años (G. Delibras, Comunicación
--:---a \ pr ivaual.
Suelos sódicos
Se encuentran situados en la zona climática más árida de la se-cuencia
(V. Pérez García et al., 1975).
En general son suelos coluviales, con perfil complejo formado
por la superposición de varios suelos, con diferenciación de carbo-nato
cálcico y de yeso. Los nódulos de yeso se observan fundamen-talmente
en profundidad (J. Sánchez Díaz et al., 1976).
Como carácter morfológico debemos señalar la estructura colum-nar
no muy desarrollada que presenta el horizonte B de estos suelos.
Son suelos francamente alcalinos (pH 9). Los valores de calcio y
magnesio son importantes, sin embargo conviene destacar la satu-ración
muy elevada en sodio que presenta el complejo de cambio
(Na/'T = 50 por 100) (E. Fernández Caldas et al., 1971 b) y que ya
afecta a la morfología del perfil.
Los valores de la conductividad y sales solubles, en especial so-dio
y cloro, son claramente superiores a los observados en los suelos
precedentes, e indican ya una neta salinización del suelo. Hay apro-
ximadamente 2 g. de sales solubles y la conductividad oscila entre
12 y 20 mhos/cm. (E. Fernández Caldas et al., 1969, 1973 c).
La arcilla predominante es la montmorillonita y está acompañada
de pequeñas cantidades de minerales caoliníticos (caolinita y meta-haloisita)
y de ilita.
Se han encontrado minerales fibrosos de tipo atapulgita-sepiolita
en mayor proporción que en los suelos marrones. La presencia de
atapulgita por un proceso de neoformación está ligada no solamente
al contenido elevado de carbonato cálcico sino también a propor-ciones
importantes de sodio.
No se han encontrado en estos suelos indicios de iluviación de
arcillas. ::
Las acumulaciones de carbonato cálcico se han formado proba-
*
blemente a partir de los materiales originarios, junto con posibles U
contribuciones del lavado lateral, en condiciones de clima más hú- d -
8'
medo que el actual, alternando con estaciones secas.
8
Todas estas circunstancias hacen pensar que estos suelos se han I
formado en unas condiciones climáticas más húmedas que las ac- e
tuales, y que posteriormente el suelo ha sido sometido a una gran 5
Y aridización, por lo que podemos considerar que la concentración tan =E
n
elevada de sales en el suelo es un proceso secundario actual. 6
Se han realizado dataciones de varias de las costras calizas que U
E
aparecen superpuestas en estos suelos, concretamente las más su- :
perficiales presentan una edad de 22.200 Z!Z 600 años, de 31.000 años a1
aproximadamente las segundas y de 33.000 años o más para la ter- A
d cera, lo que confirma la antigüedad de estos suelos. i
También en esta secuencia el responsable de la diferenciación 0
altitudinal es el clima.
Se observan dos zonas perfectamente diferenciadas en cuanto a
los productos de alteración: una zona superior de reacción ácida,
que comprende los suelos pardos ándicos, los suelos pardos modales
y los suelos fersialíticos, constituidos esencialmente por arcillas de
neoformacion haloísitlcas y de transformación derivadas de ias iii-tas.
Y una segunda zona más baja que comprende los vertisoles, los
suelos marrones y los suelos sódicos, constituidos por montmorillo-nitas
de neoformación y un poco de haIoisita e iIita.
Respecto a la evolución geoquímica en la secuencia, el valor de
640 A N U A R I O DE ESTUDIOS ATLANTICOJ
Suelo sddico. Atapulgita.
SUELOS DE LAS ISLAS CANARIAS 25
la relación sílice/alúmina de la fracción inferior a 2 p manifiesta
también una evolución muy característica. Es próxima a 2,5 en el
horizonte (B) del suelo pardo, en lo alto de la secuencia y llega a
4-4,5 en el suelo marrón, en la zona baja.
Esto significa que la alteración encadena una desilicificación bas-tante
acusada del material de origen en las condiciones más húme-das,
que son las de los suelos pardos, y al contrario este fenómeno
disminuye, y es ya muy débil en los suelos marrones de clima sub-árido.
Correlativamente los contenidos en óxidos de hierro, aluminio y
titanio son relativamente dos veces mayores en los suelos pardos
que en los suelos marrones.
Pv v,ni&i voi nb r, i b A 0 c + ~ nmi., ~ ~le fnrrn~ri ihr ln lna cirnlnq fpp&alífil>nq T I . ~ V - u b v u u v u r yuu ru r v r i r r u r s v . r ur rvu w u v r v v srsvruurivuu, .--
tisoles y suelos marrones, exige condiciones climáticas que no co-rresponden
a las actuales y por tanto han debido formarse en épocas
de mayor contraste climático y sobre todo de mayor pluviometría.
En el caso de los suelos sódicos, la aridez actual del clima, con
ufiz L&~su e-qzpcr~&fi y 12 ~ f t u ~ ~ ipbfi f12i p&p ilLferi~r lz se-cuencia,
ha contribuido a una evolución de los suelos marrones ha-cia
suelos sódicos.
Es interesante la similitud de los suelos de esta climatosecuencia
del Sur de Tenerife sobre rocas volcánicas, con los suelos formados
en condiciones climáticas análogas, pero sobre rocas sedimentarias
en Africa del Norte y en la Cuenca mediterránea (J. Boulaine, 1957;
A. Ruellan, 1971).
El resultado del estudio de estas tres climatosecuenciaa muestra
aparentemente una buena correspondencia entre las diferentes zonas
bioclimáticas y la distribución de los suelos en las Islas Canarias.
En ellas se resalta la evolución de las características de los sue-los
desde las zonas más húmedas a las más áridas. Sin embargo,
la comparación de los suelos recientes con los más antiguos pone
en evidencia un cierto desfase entre los procesos actuales y los an-teriores.
En la zona perhúmeda y húmeda contrastada de la ~egiónN orte
de la isla hemos pensado, como indicamos anteriormente, en las si-guientes
secuencias cronológicas:
Andosol vítrico -+ Andosol desaturado -+ Suelo ferralítico.
Suelo pardo ándico -+ Suelo pardo eutrófico o mesotrófico -+
-4 Suelo fersialítico.
En la parte inferior de las secuencias septentrional y meridional
es preciso emitir la hipótesis de un periodo climático anterior más
húmedo, que haya permitido la alteración de los materiales y la
síntesis de arcilla. Posteriormente, el clima se ha hecho más árido a
y ha permitido las acumulaciones de carbonato cálcico, de yeso y
la alcalinización de los suelos. O
n La comparación de las climatosecuencias Norte y Sur de Tene- -
m
O
rife puede llevar a consecuencias importantes, ya que al ser la se- E
E
cuencia climática Norte relativamente húmeda, análoga a las secuen- 2
E
cias tropicales, y la secuencia Sur más árida, similar a las obser-vadas
en las zonas del Norte de Africa y mediterráneas, nos permite 3
establecer un puente de unión entre los conocimientos actuales so-
- -
0
m
bre la génesis de los suelos tropicales y la de los suelos medite- E
rráneos. O
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n
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