BELLAS ARTES
LA INTRODUCCI~N DE LOS POSTULADOS
ACADÉMICOS EN LA ARQUITECTURA CANARIA:
MANUEL DE 0RAÁ Y ARCOCHA (1822-1889)
P O R
MIGUEL GEL CHAVES MART~N
Manuel de Oraa y Arcocha había nacido en Burgos el 2 de
enero de 1822, ciudad a la que vincularía su infancia y ado-lescencia
y de la que su padre, Juan Fernando de Oraá, sería
Regidor Perpetuo tras el fallecimiento de su esposa, Jacoba
Manuela de Arcocha, en 1830.
Con veinte años de edad marcha a Madrid para cursar los
estudios de Arquitectura en la Academia de Bellas Artes de
San Fernando, finalizando los mismos en 1846. El examen
previo a la concesión del título lo aprobaría con brillantez,
consiguiendo la unanimidad de los miembros del tribunal;
pero faltaba una última condición: Oraá no cumpliría los 25
años de edad hasta el 2 de enero de 1847, requisito indispen-sable
para su expedición, y así constó en su expediente, don-de
se indica que, pese a obtener el título de Arquitecto unos
meses antes, se le ponía la condición de no poder ejercerlo
hasta el día de la fecha l. La relación con las Islas Canarias
Todo lo relacionado con Oraá y su vinculación con la Academia de
Bellas Artes de San Fernando ha sido estudiado con detenimiento por AL-BERTO
DARIASP RÍNCIPEM: anuel de Oraá y la difusibn provincial de los idea-les
académicos, en las Actas del Congreso Nacionai Madrzd en ei contexto de
lo Hispánico desde la época de los descubrimientos, Tomo 1, pp. 257-264.
Depto. de Historia del Arte 11 (Moderno). Facultad de Geografía e Historia.
Universidad Complutense. Madrid, 1994.
Núm. 41 (1995) 535
2 MIGUEL ANGEL CHAVES MART~N
no tardaría en llegar, pues el 14 de diciembre de 1847 es nom-brado
arquitecto municipal de Santa Cruz de Tenerife. Su con-dición
de carlista irá siempre ligada al por qué de su alejado
destino profesional.
Cuando en 1752 se crea la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando comienza a sistematizarse la profesión de
arquitecto, que hasta ese momento había ejercido sus funcio- a
nes de manera demasiado arbitraria. Tanto las Corporaciones E
Municipales como la Iglesia habían contado siempre con fa- O
n
c-diativus encargados de dirigir y conservar sus fábricas, pero =
m
O
E con una titulación y formación académica que en la mayor E
2 parte de los casos no pasaba de la de maestro de obras o mero
albañil, atendiéndose más a la experiencia y años de trabajo
que a cualquier otro condicionante para ocupar tales cargos. 3
Ante tal situación la Academia dictará estrictas normas so- -
0m
E bre competencias y atribuciones en este asunto, establecién-dose
mediante Reales Órdenes la obligatoriedad de haber sido O
examinado y aprobado por la Academia cualquier arquitecto n
E que sea designado para trazar y dirigir obras públicas 2. a
Ratificando estas medidas se dictó la Pragmática de Carlos n
111 de 28 de febrero de 1787 por la que
3
n u
Advirtiendo el Rey que hay sobrada negligencia en obser-var
lo mandado por S.M. en los Estatutos de las Reales
Academias sobre aP r obación de Arquitectos y Maestros de cfial r-s~dta gr~\I.;simo~ e r J ; ~ j -c'1-1' i a
co en la dirección de las fabricas, el abatimiento i!$gi
profesores de la Arquitectura y el descrédito de la na-uedan
abolidos desde ahora los privilegios
cioónnt.r.a, 7e verdadero crédito de la nación y decoro de9 ia""s
nobles artes conservaban algunos pueblos de poder dar
títulos de Arquitectos y de Maestros de Obras arbitraria-
Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
(ARASF). Sig. 17-111.
536 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA INTRODUCCIÓN DE LOS POSTULADOS ACADBMICOS EN LA ARQUITECTURA CANARIA 3
mente, a sujetos por lo regular incapaces -establecien-do
finalmente que- los Arquitectos o Maestros Mayores
de las Capitales y Cabildos Eclesiásticos principales del
Reino, sean precisamente Académicos de mérito de San
Fernando 3.
Teóricamente las medidas eran claras y de obligado cum-plimiento,
pero en la práctica la situación fue bien distinta y
de hecho, Canarias, como tantos otros lugares, no contaría con
un arquitecto municipal titulado por la Academia de San Fer-nando
hasta bastantes años después. Es precisamente Oraá
quien, ya mediado el siglo m, consolida, no sin oposición y
riesgos, un precepto que, atendiendo escrupulosamente a la
legalidad, debería haberse puesto en práctica al menos sesen-ta
años antes.
Similares circunstancias presenta Segovia, ciudad a la que
en fechas posteriores se vincularía Oraá. No será hasta 1855
cuando un arquitecto titulado por la Academia ostente, defi-nitivamente
ya, la plaza de arquitecto municipal, con la única
excepción de Juan José de Alzaga, que entre 1827 y 1832 tra-tó
de luchar desde ese mismo puesto, pero de manera infruc-tuosa,
con tan anómala situación 4.
Avalado por su condición de arquitecto titulado e aimbui-do
de un sentimiento casi sacro de su profesión» Manuel de
Oraá emprenderá nada más llegar a Canarias y desde su pues-to
de arquitecto municipal de Santa Cruz de Tenerife, una
denodada lucha en favor de un reconocimiento profesional y
frente a un intrusismo tan injusto como ilegal. Pero su intran-sigencia
no será tanto un enfrentamiento con sus más direc-tos
rivales, los maestros de obras, cuanto con las autoridades
qie pemitia'an, y a veces fmmeci'uil, tal situ~cih.
De lo primero tenemos una clara evidencia en la figura de
Vicente Armiño, maestro de obras titulado de Santa Cruz de
Idem.
MIGUELÁ NGEL CHAVESM ART~NT:r ansformación Urbana en Segovia
(1800-1950). Tesis Doctorai. Inédita. Universidad Compiutense de Madrid.
1994, t. 1.
S ALBERTO DARIASP R~NCIPAEr:q uitectura en Canarias, 1777-1931. Cen-tro
de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife. 1991, p. 18.
Núm. 41 (1995) 537
Tenerife, al que Oraá no dudará en dejarle su casa, su estudio
y su clientela cuando abandona las Islas con destino a la Pe-nínsula
en 1862. De lo segundo encontramos buena muestra
en 1888, fecha que confirma de nuevo lo prolongado del con-flicto.
Por entonces Oraá ha regresado a Canarias tras su pe-riplo
peninsular, y se encuentra con la oposición del Goberna-dor
Civil, que trataba de imponer el trabajo de un maestro de
obras. Hacia él fueron dirigidas estas duras palabras:
Verdadera resistencia encuentra el ue suscribe a infor-mar...
porque es dificil contenerse en 7 os límites de la más
estricta P rudencia cuando se ven holladas las prerrogati- a
vas pro esionales y hay que rendir acatamiento a dispo- N
E siciones superiores, que contradicen a aquellas otras en- O caminadas a cada cual en el círculo de sus atribuciones n -
propias revistiendo de prestigio las profesiones e impi- =m
O
E diendo intrusiones de cierta índole ... y solamente en prue- E
ba de obediencia al señor gobernador es que tras largas 2
E dudas y venciendo repugnancias dirá el que suscribe al- =
gunas palabras 6. 3
- 0
El reconocimiento a la profesión de arquitecto estaba en m
E
juego, y con ello el control de cuantos proyectos y obras se O
llevaran a la práctica. No sin dificultad Oraá terminará por g
n
conseguirlo, al igual que sucedió en el resto de ciudades espa- aE ñolas que a lo largo del siglo xor fueron testigos del mismo
conflicto. Finalizado éste surgirá uno nuevo tan importante o n
más que el anterior: la delimitación de competencias entre 3 arquitectos e ingenieros; aunque en este caso el problema no O
afecte ya a nuestro arquitecto.
Desde su llegada a las Islas, a finales de 1847, Oraá desa-una
ingente iabor t a ~ a:i-q~;i: ec:Snica czlmu UrbaíiiU-tica.
En el diseño de sus edificios el clasicismo que aprendie-ra
durante los años de formación en la Academia de San Fer-nando
será una constante que nunca abandonará, conducien-do
sus trabajos desde unas primeras concepciones puramente
neoclásicas hacia planteamientos más acordes a 10s nuevos
El texto lo recoge ALBERTO DARIAS: Arquitectura en Canarias ..., op.
cit., p. 18.
538 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA INTRODUCCIÓN DE LOS POSTULADOS ACADÉMICOSE N LA ARQUITECTURA CANARIA 5
tiempos, esto es, eclecticismo e historicismo de corte clasicista.
Ejemplos de ello no faltarán: el Teatro Guimerá, de Santa Cruz
de Tenerife (1848-1851); el proyecto de Hospital de Elefan-cíacos
en Las Palmas (1848); proyecto de Cárcel en La Orotava
(1851); dos casas para Agustín Manrique en Santa Cruz de
Tenerife (1851-1852) ... 7.
En directa relación con la arquitectura estarán sus proyec-tos
urbanísticos, mostrándonos con ello su, sin duda, princi-pal
y más importante característica: la concepción global de
reforma de la ciudad, considerándola como un todo en el que
arquitectura y urbanismo no pueden desligarse.
Los intentos de racionalización e institucionalización de las
transformaciones urbanas que experimentan las ciudades a lo
largo del siglo XTX se pueden concretar, básicamente, en tres
aspectos: plano geométrico, plan de alineación y planes de
ensanche. Las implicaciones sociales y económicas que con-lleva
esta transformación de las ciudades, directamente rela-cionada
con el proceso de industrialización de las mismas, no
fue igual en España que en la mayor parte de los países euro-peos,
y así se explica que, retrasadas primero por una inten-ción
simplemente expansionista, y después por los problemas
interiores de saneamiento, las preocupaciones propias del
planeamiento en sentido moderno, referidas al conjunto de la
ciudad y el territorio en que se inserta, no aparezcan entre
nosotros hasta comienzos del siglo xx. De ahí que, ausente el
factor de la industrialización, los primeros pasos encaminados
a este fin abarcan, en principio, el ámbito de cometidos pro-pio
de la denominada «Policía Urbana)). Los planos geométri-cos
serán el punto de partida para la reforma de las ciudades
e-? e! si& m, tinte en 10 que respecta a SU recinto histórico
como a su zona de expansión, constituyendo en sí mismos la
base sobre la que luego se trazarán las alineaciones y los en-sanches
de población.
En el caso de Santa Cruz de Tenerife será Oraá el primero
que adopte estos criterios, tomando conciencia de una refor-
' Estudios detallados de cada obra aparecen en: «Manuel de Oraá.
Primer Arquitecto Provincial de Canarias». Revista BASA, n." 3 (mono-gráfico),
noviembre 1985. Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias.
Núm. 41 (1995) 539
6 MIGUEL ANGEL CHAVES MART~N
ma urbana global, que abarque todos los ámbitos hasta enton-ces
tratados de manera individualizada. El nuevo diseño de la
calle José Murphy, el plano geométrico de la ciudad, o el pro-yecto
de la plaza del Mercado así lo avalan. La idea no es li-mitarse
el estricto ensanche de las calles sino englobar10 todo,
esto es, la remodelación de los edificios, el alumbrado, el agua,
la higiene, en definitiva, todo lo que la mentalidad decimo-nónica
entendía como necesario para modernizar una vieja
ciudad.
El 19 de julio de 1850 D. Manuel Ildefonso Esquive1
Párroco Beneficiado ropio rector de la Yglesia pa- B a
rroa u ial de Ntra. Sra. e la Peña de Francia de este Puer- E
to e la Cruz ... Casó según el Ritual Romano a D. Ma- O
n i d Ora5 vecino de Santa Cnm de Smt iag~P, wwitectc! n
de la Real Academia de San Fernando y celadorlaculta-
- m
O
E
tivo de Caminos, Canales y Puertos, hijo legítimo de iE
D. Juan Fernando de Oraá y Borcicon, Re idor perpetuo d" E
de la ciudad de Burgos, y de D." Jacoba e Arcocha, di-funta,
él natural de Aldea de Población en la Provincia 3
de Navarra, y ella con su expresado hijo naturales de O-la
Parroquia de Santiago de la dicha ciudad de Burgos, m
E
con D." Cándida Cologan Heredia, hija legítima de los O
Sres. Marqueses del Sauzal D. Juan Antonio Cologan
y Franchi, y de D." Eustaquia Heredia y Aspiroz, ésta na- n
E tural de la ciudad de Pamplona, y a uél y la dicha con- - % a
trayente naturales y todos vecinos e este mencionado n
Puerto
3
La vinculación de Manuel de Oraá con las Islas se afianza, O
pues, cada vez más. El siguiente paso será su designación
como miembro de la Academia Provincial de Bellas Artes.
PGCG despQ sccederá tambiéri zi fumar parte de la Juiiia de
Sanidad. El último eslabón será su nombramiento, por Real
Decreto de 8 de junio de 1853, como Arquitecto Provincial de
Canarias. Evidentemente, la condición de arquitecto titulado
así como su prolífica labor en todas las Islas no hicieron sino
El presente certificado de matrimonio figura, junto con otros docu-mentos,
dentro del Expediente Personal de Marcelino Oraá y Cologan. Ar-chivo
General Militar de Segovia (AGM), Sección l.", Expedientes Persona-les,
Leg. 0-403.
540 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~NTICOS
LA INTRODUCCIÓN DE LOS POSTULADOS ACADÉMICOS EN LA ARQUITECTURA CANARIA 7
favorecer un destino que, curiosamente, se adelantaba en cin-co
años al Decreto de 1 de diciembre de 1858 por el que se
disponía en toda España la creación de la figura del arquitec-to
provincial, dependiente de las respectivas Diputaciones y
Gobiernos Civiles y como lógico resultado a los intentos de
solucionar una crisis cada vez más patente como era la deli-mitación
de competencias entre arquitectos e ingenieros.
Durante nueve años Oraá hace compatibles sus funciones
de arquitecto municipal interino de Santa Cruz de Tenerife
con las de arquitecto provincial de Canarias, realizando una
excelente labor de cuidado de los diferentes municipios no
sólo en cuanto a obras y proyectos se refiere sino también
como asesor en cualquier tema de arquitectura y urbanismo 'O.
Transcurrido ese tiempo la situación de Oraá daría un drás-tico
giro. A este respecto Alberto Darias señala acertadamente
cómo «por sorpresa, en 1862 decide abandonar Canarias defi-nitivamente;
nombrado arquitecto de distrito de Madrid, el 9
de agosto parte con toda su familia, dejando su oficina al
maestro de obras Vicente Armiño, y pensando no volver. Es sin
duda la etapa más amarga de su vida. Comienza un deambu-lar
que duraría quince años. Profesionalmente no logra afian-zarse,
económicamente va desprendiéndose de sus pertenen-cias
y las de su esposa sin apenas lograr beneficios, y políti-camente
escoge el bando de los perdedores al tomar parte
activa en la guerra carlista». Nuevos documentos aparecidos
en diferentes Archivos aclararán algo más esta desafortunada
experiencia peninsular de Manuel de Oraá.
A comienzos de 1862 Francisco Verea cesa en sus funcio-nes
de arquitecto provincial de Segovia, anunciándose la va-
Tras su nombramieto como arquitecto provincial Oraá dimitió de su
&-uiliam~eil~o iinei$e~lü, yei-o la fdi. de aspiranies a la plaza
vacante le obligaron a asumirla interinamente hasta su marcha a la Penín-sula
en 1862.
'O ALBERTO DAMAS: Arquitectura en Canarias ..., op. cit., p. 20.
Núm. 41 (1995) 54 1
8 MIGUEL ANGEL CHAVES MART~N
cante de plaza en el «Boletín Oficial de la Provincia)) y en la
«Gaceta de Madrid)), tal y como lo estipulaba el artículo 13
del Real Decreto de 1 de diciembre de 1858 ". Con este moti-vo
se presentaron en la Diputación de Segovia los siguientes
aspirantes:
- D. Manuel Oraá, arquitecto provincial de Canarias.
- D. hgel Cosín Martín, arquitecto provincial de Lugo.
- D. Miguel Arévalo, arquitecto en ejercicio.
- D. José Asensio Berdiguer, arquitecto municipal de
Segovia.
En sesión de 9 de abril de 1862 los miembros de la Dipu-tación
Provincial, tras estudiar detenidamente el expediente de
cada aspirante, votaron lo siguiente 12:
D. Antonio Marcos ........................ José Asensio
D. Francisco Quintana .................. Miguel Arévalo
D. Serapio del Río ......................... Manuel Oraá
D. Siro Mariano González ........... José Asensio
D. Leandro Odriozola ................... José Asensio
D. Mariano Forner ........................ Miguel Arévalo
Sr. Presidente ................................. Manuel Oraá
Seguidamente, y no habiendo obtenido ningún voto el ar-quitecto
hgel Cosín, la Diputación acordó que la terna que
había de proponerse al Gobierno de S.M. para el nombramien-to
de la plaza de Arquitecto Provincial de Segovia l3 fuera, en
este orden, la formada por:
- D. José Asensio Berdiguer.
- D. Manuel de Oraá.
- D. Miguel Arévalo.
Pero lo más curioso de la situación llega cuando? para su
aprobación, el Gobernador Civil de Segovia remita al Ministe-l1
Archivo General de la Administración del Estado. Alcalá de Henares
(AGA). SecciSfi de E&cacibn y fiiencia, Le=. 9636-57.
l2 Idem.
l3 Así lo disponía el Reglamento aprobado por Real Decreto de 14 de
marzo de 1860.
542 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA INTRODUCCI~ND E LOS POSTULADOS ACADÉMICOSE N LA ARQUITECTURA CANARIA 9
rio de la Gobernación la terna así formada 14. Atendiendo a su
criterio personal alterará el orden de la misma recomendando
se nombre para el cargo a D. Manuel Oraá. Sus palabras son
claras y contundentes:
Sin que desconozca ni sea mi ánimo rebajar en lo más
mínimo los méritos y servicios que concurren en los Sres.
Asensio y Arévalo, á los ue por el contrario conceptúo
aptos para el desempeño te la plaza de Ar uitecto de que . se trata; me tomo sin embargo la libertad 1e hacer á V.E.
una recomendación particular de D. Manuel Oraá á quien
considero por mi parte más acreedor á la obtención de
la re etida plaza en vista principalmente de la relevante
oja J' e méritos y servicios especiales que ha presentado
contraídos en su profesión desde primero de noviembre
de 1846 hasta el día, ya como Arquitecto municipal de
Sta. Cruz de Tenerife, Capitai de ia provincia de Canarias
y ya en fin como Arquitecto en la actualidad de la mis-ma
provincia, circunstancia que no reúnen los demás, y
cuyos méritos y servicios en el último destino tuve oca-sión
de reconocer por mí mismo durante la época en que
S.M. la Reina (q.D.g.) se dignó confiarme el Gobierno de
la repetida provincia.
De poco sirvieron las recomendaciones del Gobernador,
pues una Real Orden de 21 de mayo de 1862 nombraba a José
Asensio Berdiguer arquitecto provincial de Segovia. El día 5
de junio tomó posesión de su nuevo cargo a la vez que comu-nicaba
al Ayuntamiento su decisión de dimitir del puesto que
ocupaba como arquitecto municipal de dicha ciudad 15.
No obstante, Oraá insiste en su deseo de marcharse de las
Islas. Había llegado a ellas en 1847, en plena guerra civil, obli-gado
sin duda por su condición de carlista, y siempre rondó
por su cabeza el retorno a la Península. a hora, en 1862, la
aparentemente favorable situación política le ayudaría en su
decisión. Al final, conseguirá plaza de arquitecto de distrito en
Madrid, saliendo de Canarias el 9 de agosto para su inmedia-ta
incorporación. Las complicaciones no tardarán en aparecer.
l4 Oficio fechado en 12 de abril de 1862. AGA. Secc. Educación y Cien-cia.
Leg. 9636-57.
l5 Archivo Municipal de Segovia. (AMS). Signatura 1296-6.
Núm. 41 (1995) 543
10 MIGUEL ANGEL CHAVES MARTfN
El 4 de diciembre de 1862 muere su padre; en 1864 su sue-gra;
en 1865 su hermana. Él y su mujer están más tiempo
enfermos que sanos. Los negocios irán de mal en peor. Den-tro
de su profesión los proyectos no llegan. Y por si fuera
poco, su hijo, Marcelino Oraá y Cologan, influenciado sin
duda por el precedente de su tío Marcelino Oraá, gobernador
y capitán de Filipinas, pretende ingresar, sin éxito, en la Aca-demia
de Artillería de Segovia.
Frente a esto, las alegrías se suceden con cuentagotas. La.
primera, en 1863, cuando es nombrado Caballero Comenda-dor
de la Real Orden Americana de Isabel 11. La segunda, en
1867, cuando su hijo ingrese definitivamente en la Ácademia. a
La tercera y última, un año después, cuando se le conceda el E
título de Caballero de la Orden de Santiago. O n
n- 1 c n..-~
u c UUCVU, y p c ~ cal ~r a c a su,u raa toma contacto con - m
O
Segovia. Tras sucesivos intentos, el 23 de mayo de 1867 su hijo E
E
Marcelino logra ingresar como Cadete Alumno de Artillería en 2
E
el Colegio ubicado en el Alcázar de Segovia 16. El 10 de no-
-
viembre de 1868 obtiene el grado de Alférez de Infantería. Por 3
entonces, sus padres y hermanos llevaban viviendo en Segovia Om-cuatro
meses, domiciliados en la casa número 58 de la Calle E
Real, propiedad del Sr. Conde de Alpuente, en la Parroquia de O
San Martín 17. No hay ninguna constancia documental que vin- n
E cule a Oraá en ningún intento por acceder a plaza o trabajo a
alguno relacionado con su profesión de arquitecto. Quizá su
n primer fracaso le aleccionó en este sentido. n
Dos años después su hijo Marcelino obtiene la licencia ab- O3
soluta como soldado tras una carrera no excesivamente bri-llante
18. A partir de entonces los problemas se agravarán aún
:Vocios ios datos referidos a Marceiino Ora5 y Coiogan están sacados
de AGM. Sección l.". Expediente personal de Marcelino Oraá y Cologan.
Legajo 0-403.
l7 AMS. Padrón General. 20 de noviembre de 1868. Parroquia de San
Martín.
l8 Las calificaciones en su hoja de servicios reflejan lo siguiente:
AWus de cmzceyntc de !m jefe3 de! c¿ierp:
- Valor: se le supone.
- Aplicación: Buena.
- Capacidad: Buena.
ANUANO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA INTRODUCCI6N DE LOS POSTULADOS ACADBMICOS EN LA ARQUITECTURA CANARIA 1 1
más. Tanto Manuel de Oraá como su hijo pasan a formar par-te
del bando perdedor en la tercera Guerra Carlista. La situa-ción
llegará al límite en 1873, cuando no tenga más remedio
que trasladarse a San Juan de Luz (Francia). Finalizada la
guerra, en 1876, el fracaso de Oraá es estrepitoso. Políticamen-te
ha perdido. De los negocios que emprendiera ninguno ha
prosperado. Trabajo no encontró ni dentro de su profesión ni
fuera de ella. Fracasado y desengañado decide regresar a Ca-narias
en abril de 1877.
A lo largo de quince años de ausencia de las Islas tan sólo
se le conoce un proyecto arquitectónico. Algo excesivamente
parco para quien fuera un prolífico arquitecto en Canarias. Se
trata de una casa en el Buen Retiro madrileño proyectada en
el año 1866. Su estructura de pequeño palacete burgués rodea-do
de un exiguo jardín y enverjado de hierro poco dicen en
su favor. Lejos quedan sus innovaciones dentro del clasicismo
de las que dejara buena muestra en las Islas y a las que vol-verá
tras su regreso. La concepción volumétrica excesivamen-te
compacta, el pobre tratamiento de las fachadas, la escasez,
en definitiva, de ideas arquitectónicas, son carta de presenta-ción
de un edificio acorde, eso sí, con el discurrir desafortu-nado
de Manuel de Oraá en su etapa peninsular.
El 5 de abril de 1877 Manuel de Oraá retorna a Santa Cruz
de Tenerife. Cinco meses después, el 19 de septiembre, su hijo
- Conducta: Buena.
- Puntualidad: Buena.
- Salud: Poca.
- Estado: Soltero.
- Estatura: 1,78 m.
Instmcción:
- En tactica: Bueno.
- En ordenanza: Bueno.
- En procedimientos militares: Poco.
- En detall y contabilidad: Poco.
Núm. 41 (1995)
12 MIGUEL ANGEL CHAVES MART~N
Marcelino se reincorpora al ejército como Teniente de las Mi-licias
Provinciales de Canarias. Por entonces el arquitecto
Manuel de Cámara ejercía como Municipal de Santa Cruz de
Tenerife, con lo que Oraá se ve obligado a trabajar en encar-gos
particulares hasta 1883, cuando, tras la dimisi6n de Cá-mara,
retorna a su primitivo puesto.
Reencontrado con su profesión, durante los años siguien-tes
volverá a desarrollar todos sus ideales arquitectónicos. Se
multiplican los proyectos de alineación, construye el edificio
de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia, recuperando el ca-rácter
eminentemente neoclásico de sus primeros trabajos, y
procede, entre muchos más ejemplos, a la reforma y recons-trucción
del Matadero Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
Pero frente a lo prolífico del período, nos encontramos con
ia brevedad del mismo. Seis años después de su retorno a la
labor Municipal, el 2 de febrero de 1889, Oraá fallece en San-ta
Cruz de Tenerife. ~nmediatamente se convocará la vacante
de plaza a nivel nacional, otorgándose, en junio, a otro arqui-tecto
de indudable importancia para la historia canaria: el gra-nadino
Antonio Pintor. No obstante, la huella de Oraá será ya
imborrable, y los múltiples ejemplos dejados en las Islas a lo
largo de sus 27 años de trabajo se convertirán en obligado
punto de referencia para desentrañar el intrincado episodio de
la arquitectura y el urbanismo canarios del siglo m.
La importancia de Manuel de Oraá para la arquitectura y
e! srbanisme centempcráne~ en Canarias es incüesti~nabk.
Su tenaz lucha por conseguir un reconocimiento profesional
del arquitecto por encima del maestro de obras, y su concep-ción
global, integradora de muchas disciplinas, a la hora de
plantearse la reforma urbana, así lo avalan.
Arquitectónicamente hablando. cuantos estudios se han
hecho sobre él l9 coinciden en dos apreciaciones fundamenta-l9
ALBERTOD ARIASP R~NCIPEA:r quitectura en Canarias. .., o p . cit.
546 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA INTRODUCCIÓN DE LOS POSTULADOS ACADÉMICOS EN LA ARQUITECTURA CANARIA 13
les: por un lado, el carácter académico de su arquitectura, ple-namente
neoclásica en algunos pasajes de la misma, converti-do
en una constante que nunca abandonará pese a desarro-llar
buena parte de su trabajo en fechas tan avanzadas como
son los años 1877-1889. Por otro, su evolución, más o menos
condicionada por cada tipo de encargo, hacia lo que se ha
venido denominando neoclasicismo romántico o, más recien-temente,
eclecticismo clasicista 20, propio del período isabelino
que le tocó vivir.
En ambas tendencias la obra de Oraá resultará tan impor-tante
como innovadora para el ambiente canario de la época,
al que sabe insuflar los nuevos aires que el arquitecto trae
consigo de la Península. Su neoclasicismo, que tiene en el
edificio de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia su paradig-ma,
destaca esencialmente por ia recuperación de unas formas
que desde los trabajos de Diego Nicolás Eduardo en la Cate-dral
de Las Palmas a finales del siglo XVIII, y de Juan Nepo-muceno
Verdugo en el Ayuntamiento de La Laguna a comien-zos
del siglo m, apenas habían evolucionado, permaneciendo
estancados dentro de un ambiente canario poco acorde aún
con los nuevos modelos peninsulares. No obstante, su mayor
triunfo vendrá de la mano del eclecticismo clasicista que sabe
inculcar a casi toda su producción. Directa y constantemente
influenciado por sus años de formación en la Academia de
Bellas Artes de San Fernando, y favorecido por el tipo de en-cargos
que tiene desde su doble condición de arquitecto mu-nicipal
y provincial (Hospitales, Ayuntamientos, Teatros y
cuantos edificios de carácter representativo le encomiende la
Administración) Manuel de Oraá incorpora a las Islas las nue-vas
tendencias arquitectónicas derivadas del tratamiento hete-rodoxo
de la arquitectura clasicista y vigentes entonces en ias
principales capitales europeas y españolas.
ALBERTO DARIASP R~NCIPMEa:n uel de Ovaá y la difusión ..., op. cit.
W.AA.: «Manuel de Oraá primer arquitecto...», Revista BASA, op. cit.
PEDROT ARQUISR ODR~GUE«ZD:i ccionario de arquitectos, alanfes y can-teros
que han trabajado en las islas Canarias». ANUAHG DE ESIüüiGS AT-LANTICOS.
Año 1970. N.O 16, pp. 699-716.
2o JAVIEHRE RNANDAOr:q uitectura en España, 1770-1900. Cátedra, Ma-drid,
1989.
Núm. 41 (1995) 547
Una de sus primeras obras, el Teatro Guimerá de Santa
Cruz de Tenerife, así lo atestigua. El uso de la sillería, la dis-posición
regular de los vanos, la incorporación del hastial en
el remate de la fachada, la utilización de pilastras, la regulari-dad
en el diseño de la planta ..., son elementos de un evidente
lenguaje clásico, pero el tratamiento de los mismos dista mu-cho
de los gustos y maneras neoclásicas y acercan el edificio
al más puro eclecticismo de la arquitectura del período de Isa-bel
11. El Hospital de los Desamparados, trazado años después
para la misma capital tinerfeña, incide en las mismas caracte-rísticas.
Ambos son, a mi entender, claros ejemplos del eclec-ticismo
clasicista imperante entonces y que tan buenos resul- a N
tados le diera a Oraá. E
Clasicismo y medievalismo son dos constantes estilística O
n esenciales en la arquitectura decimonónica, y eI debate en tor- -
m
O
no a su utilización se manifiesta a lo largo de toda la centu- E
E
2 ria. Apoyado por las posiciones oficiales representadas por la E
Academia, el clasicismo, elevado a la categoría de estilo supe-
-
rior y modélico, arrastra consigo su preponderancia en cuan- 3
-
to a encargos públicos se refiere. El carácter representativo de -
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m
este tipo de arquitectura así lo requería, y en consecuencia el E
uso de las tipologías clasicistas estará presente, de manera O
g
prácticamente absoluta, en los proyectos para ayuntamientos, n
E hospitales, museos, bibliotecas, diputaciones, teatros e incluso -
a
construcción de carácter privado 2'.
2
n
Quien, como en el caso de Oraá, ejerciera de Arquitecto n
Municipal de Santa Cruz de Tenerife y Provincial de Canarias, 3O
no podía alejarse de estos condicionantes sino, al contrario,
convertirse en ejemplo paradigmático de ellos. Y de hecho así
ocurrió, incorporando a las lejanas Islas Canarias al debate
arquitectónico imperante entonces en el resto de España.
De su importancia como urbanista ya se ha hablado en
páginas precedentes, por lo que no cabe más que mencionar
aquí el carácter de pionero que tuvo en esta disciplina que,
con mayor o menor fortuna, fue alterando de manera radical
ia fisonomía de ias ciudades a lo largo de la pasada centuria.
21 Sobre este tema ver JAVIERH ERNANDOA: rquitectura. .., op. cit.,
pp. 390 y SS.
548 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL~TICOS
Si su fracaso como profesional fue total a lo largo de sus
años de estancia en la Península, poco puede esperarse en el
caso de que Oraá hubiese accedido a ocupar la vacante de
arquitecto provincial de Segovia. Ni su rival, José Asensio, ni
el sucesor de éste, Joaquín Odriozola y Grimaud, pese a tener
las mismas pretensiones, fueron capaces de llevar a cabo en
la capital castellana lo que Oraá consiguiera tras su regreso a
las Canarias. Es más, habría que esperar aún unos cuantos
años para ver llegar las primeras reformas con los albores del
nuevo siglo. De una ciudad pobre, vieja, carente de recursos
económicos y eclipsada por las grandes figuras que tienen la
posibilidad de desarrollar su trabajo en Madrid, poco podía
esperarse. Pero elucubrar sobre lo que pudo ser y no fue, es,
en arquitectura, asomarse a un precipicio del que difícilmente
puede uno salir airoso.
Núm. 41 (1995)